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Indígenas homosexuales<br />

12<br />

chismes. Una de las mujeres contó que la hija de una amiga suya se había<br />

perdido en San Vicente.<br />

― Se la llevaron en una movilidad ―dijo alguien. Otra comentó que<br />

la hermana de una de sus alumnas había desaparecido de una escuela en<br />

Santa Ana del Yacuma y que hasta ahora no la habían podido encontrar. Sus<br />

padres estaban desconsolados.<br />

Eso pasaba muy a menudo en la Amazonía. Muchachas jóvenes<br />

desaparecidas. Algunas se escapaban con sus novios y se casaban en<br />

secreto. Otras viajaban a ciudades más grandes en busca de trabajo y no<br />

volvían jamás. No se sabe cuántas niñas desaparecen por año de pueblitos<br />

recónditos, enterrados en la selva, en donde la justicia es una palabra<br />

inservible.<br />

― Pobres niñas. Sí, pobres muchachas, qué será de sus vidas ―decían<br />

de cuando en cuando, mientras narraban historias mezcladas con mitos y<br />

leyendas. Alfonso escuchaba atentamente, mientras sus primos jugaban a<br />

la pelota en el patio.<br />

A eso de las cuatro de la tarde todos se alistaron para volver a sus<br />

ranchos. Como Alfonso no aparecía por ningún lado, el hermano mayor fue<br />

a buscarlo a una de las habitaciones. Entró, se escucharon gritos y golpes,<br />

e inmediatamente salió sosteniendo a Alfonso por el cuello, vestido con el<br />

tipoy de una de sus primas. Todos corrieron al lugar para ver qué pasaba.<br />

― Este maricón está vestido como una mujer ―gritó, ardiendo de rabia.<br />

― Yo solo le estaba mostrando a María cómo hacerle un doblez a<br />

su tipoy ―se defendió el muchacho, en medio de lágrimas y con la nariz<br />

sangrando.<br />

― Vos sos un maricón, los hombres no usan vestidos ―replicó furibundo<br />

el hermano.<br />

― Eso es mentira ―dijo Alfonso antes de desmayarse y caer al piso<br />

como un cuero viejo.<br />

Doña Agracia corrió y se lanzó encima de Alfonso.<br />

― A mi nieto no lo tocas ―gritó mientras acercaba su cabeza a la de<br />

Alfonso y rompía en llanto.

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