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revista-7-salto-al-reverso4

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Reverso40Aquileanaaquileana.wordpress.comOTRO CORTADOTantas cosas vividas. Fugaces momentosque pasaban por su mente en formasucesiva, a veces interrumpidamente, aveces en forma de estrépito, como <strong>al</strong>goque había sucedido en un lugar remoto,y que tenía como protagonistas a dosperfectos desconocidos.Los hechos evocados eran compasesmusic<strong>al</strong>es continuos, de relativa escasaduración, que conjuntamente dabana la pieza cierta coherencia. Solo queno había notas que tuvieran un v<strong>al</strong>orequívoco. Los recuerdos suelen medirseen función de la intensidad de lo vivido.La memoria es selectiva. Aunque uno nosiempre elige lo que quisiera recordar.Eran las cuatro de la tarde de un miércolesvenido a menos, <strong>al</strong>go lánguido.Y ella, en ese bar porteño, entretejíap<strong>al</strong>abras. Mejor dicho, pensaba en quédiría mientras pensaba en las p<strong>al</strong>abras.Su pensamiento era sobre la p<strong>al</strong>abra.Un vaticinio de lo por decir, en ciertaforma un intento necesariamente vanode adelantarse a un diálogo que aún nohabía ocurrido.No era racion<strong>al</strong>idad o decoro lo quela movía. Era quizás la necesidad dedefenderse, de contraatacaraun sin haber sido atacada. Soloporque estaba acostumbradaa ello y sabía que, en una hora, él laencontraría abrumada en esa mesadiminuta en un bar de la c<strong>al</strong>le Corrientes.Ahí parapetada, con cara absorta mirandoa contr<strong>al</strong>uz los fantasmas desconocidos,aquellos transeúntes urbanos queapenas veía en forma difusa.Habían sido muchas las veces que susojos se habían fijado en la mirada de él,quizás como una señ<strong>al</strong> de amor, perotambién de desconsuelo.Eran tantas las cosas que se habríandicho si no hubieran llegado <strong>al</strong> punto enque el silencio agotara todas las p<strong>al</strong>abras,todos los susurros. Seguirían juntos pormera costumbre, para conjurar el hábitode la soledad. Para eso estaban los ojosdel otro.Podían perderse horas en una <strong>al</strong>tivamirada de soledad compartida. Ojo porojo.No era precisamente la igu<strong>al</strong>dad lo quecaracterizaba ese vínculo.Era más bien una asumida relaciónequidistantemente asimétrica.Él lo supo antes de volverseevidentemente predominante. Paraentonces, ella ya se había enamorado.De sus ojos, <strong>al</strong> principio; de él como un

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