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Num. 51 - Sedibac

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Societat per a l'Estudi i la Difusió de la Teràpia del Dr. Bach de Catalunyaª Aquel etólogodio en la claveAïda FumadóTEMAS <strong>Sedibac</strong> <strong>51</strong>36veces, en la vida, ocurren encuentrosbreves y fortuitosAque son especialmente significativos.Y así fue el caso que ahoracomparto con todos vosotros.Durante una espera en el aeropuertode Barcelona, se me acercóun hombre para preguntarmepor una información relativa a lasalida de un vuelo.El destino quiso que en ese momentose le cayeran torpementeunos documentos que quedaronesparcidos locamente por elsuelo. Me apresuré en ayudarley entonces estallamos los dos enunas sonoras carcajadas que dieronpie a una corta y más cercanaconversación.Durante la misma, pude saberque era un médico italiano y tuvela ocasión de presentarle a mihija de seis años que me acompañabaen ese momento.Me comentó que le llamaba laatención el buen aspecto de laniña. Pero inmediatamente tuvola capacidad de detectar en míuna tímida preocupación que nosupe disimular, a pesar del halagoque como madre acababa derecibir.Dado su tacto y suavidad, me animéa explicarle que mi marido yyo habíamos estado con idas y venidasa médicos convencionales,servicios de urgencias, exploracionesvarias, medicaciones alopáticasy medidas de higiene escrupulosas,para tratar unasinfecciones de orina que torturabanprácticamente casi cada mes,desde hacía más de dos años, anuestra hija.Dichos tratamientos no resolvíanen absoluto el tema y fueron socavandomás y más su salud, derivándosede ellos un sinfín deotras muchas infecciones inusua-les en ella: múltiples y encadenadasgastroenteritis, faringitis, otitis,bronquitis, etc.Repasé muy escuetamente todoel proceso y le subrayé mi alivioy satisfacción con su última mejoríafruto de un tratamiento básicamentecon fitoterapia quele estaba practicando un honradoy experto naturópata iridiólogo.Con él se habían corregido todaslas infecciones derivadas. Sinembargo, tras un prudente largoperíodo no se conseguían frenarlas infecciones urinarias, aunqueafortunadamente, éstas fueranun poco más distanciadas en eltiempo y ciertamente menos intensas.Algo se nos estaba escapando atodos y no sabíamos qué.Y entonces llegó su feliz aportacióncuando me comentó queademás de médico era etólogo1.

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