<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo PerezchicaVa un hombre caminando con sonrisa en <strong>la</strong> cara, pero es purahipocresía, se siente mal. Trae <strong>la</strong> moral cargada de piedras que élsolo se ha echado a cuestas. Le han dicho que es mejor reír quellorar. No saben lo que dicen, quizá porque no <strong>com</strong>prenden loque pasa. Ni él mismo tiene idea. No piensa, sólo siente.MoralY no te pido que llores,tan sólo que <strong>la</strong>ves esos ojosde <strong>la</strong>s nubes que no te dejan ver <strong>la</strong> realidad,tal cual es.Aparenta ir vo<strong>la</strong>ndo con sus ojos hacia el cielo, pero espara no ver que abajo de sí mismo, y en su propio cuerpo, haysuciedad que no suda ni desti<strong>la</strong>, pues ni <strong>la</strong> quiere tocar.Siente miedo,¡y sólo cal<strong>la</strong>!¿Qué diablos pasa conmigo? ¿Quién he creído quesoy? He pretendido un destello, tanto, que hasta lo llegué acreer. Pero llegó <strong>la</strong> noche y me lo ha negado.Siento miedo,¡y sólo callo!20
Eduardo PerezchicaEl silencio es una oportunidad para pensar. Sinembargo, en mi mente hay tanto ruido que me impide elpensamiento. Mi mente sólo percibe lo que pasa <strong>com</strong>o lo,hasta ahora, indescifrable de <strong>la</strong> estática: gris, b<strong>la</strong>nco, zumbido,ausencia, conjunción incoherente, todo y a <strong>la</strong> vez nada, eso eslo que pienso, o más bien dicho lo que está en lugar de.Me he puesto un antifaz y los hilos que lo ataban a micara se han roto. En el momento en que alguien lo acariciaba,de repente se tornó frágil, y ha quedado expuesto el verdaderoyo, ése que me da miedo, aquel que siempre niego ser.Ya sin máscara,ha visto su reflejo.Está escurriendo mugre desde sus ojos,pues siente asco.Tiene repulsión de sí mismo,pero <strong>la</strong>s pestañas son agujas afi<strong>la</strong>das que,de cerrarse,herirían los párpados,y <strong>la</strong> sangre puede tornar a un imbécil en demente.<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Ahora, cabizbajo,no vuelo ni camino,me arrastro en una calzadade vidrios y piedras filosas.Soy un ente confundido.Es mi suplicio, mi martirio,en espera de pagar mi deuda conmigo mismo.Me doy cuenta –maldita sea, ¿porqué ahora?–, que <strong>la</strong>scosas no se olvidan, ni se van al cerrar los ojos ante el<strong>la</strong>s, sedeben superar y afrontarse. “<strong>Del</strong> dicho al hecho...”. Dejar de serun cobarde pues. Pero –siempre hay un pero– <strong>la</strong> cobardía estambién un refugio. Me siento inseguro y necesito protegermede mí mismo.Anochecer del sábado 28 de noviembre de 2003.Prefiere llorar, mas yo aún no lloro. Hoy <strong>com</strong>o nuncame duele no hacerlo. Siento <strong>la</strong> imperiosa necesidad de que algotangible me indique que sufro, pues a veces llego a dudar demí mismo.21