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Un Mundo Feliz de Aldous Huxley - Tantra Nueva Tierra

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68-Quinientas repeticiones una vez por semana <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los trece años a los dieciséis -dijoBernard, aburrido, como para sí mismo. -¿Qué <strong>de</strong>cías?-Dije que el progreso es estupendo. Por esto no <strong>de</strong>bes ir conmigo a la Reserva, a menosque lo <strong>de</strong>sees <strong>de</strong> veras.-Pues lo <strong>de</strong>seo.-De acuerdo, entonces -dijo Bernard, casi en tono <strong>de</strong> amenaza.Su permiso requería la firma <strong>de</strong>l Guardián <strong>de</strong> la Reserva, a cuyo <strong>de</strong>spacho acudieron<strong>de</strong>bidamente a la mañana siguiente. <strong>Un</strong> portero negro Epsilon-Menos pasó la tarjeta <strong>de</strong>Bernard, y casi inmediatamente les hicieron pasar.El Guardián era un Alfa-Menos, rubio y braquicéfalo, bajo, rubicundo, <strong>de</strong> cara redonday anchos hombros, con una voz fuerte y sonora, muy a<strong>de</strong>cuada para enunciar cienciahipnopédica. Era una auténtica mina <strong>de</strong> informaciones innecesarias y <strong>de</strong> consejos quenadie le pedía. En cuanto empezaba, no acababa nunca, con su voz <strong>de</strong> trueno,resonante...-...quinientos sesenta mil kilómetros cuadrados divididos en cuatro Sub-Reservas, cadauna <strong>de</strong> ellas ro<strong>de</strong>ada por una valla <strong>de</strong> cables <strong>de</strong> alta tensión.En aquel instante, sin razón alguna, Bernard recordó <strong>de</strong> pronto que se había <strong>de</strong>jadoabierto el grifo <strong>de</strong>l agua <strong>de</strong> Colonia <strong>de</strong> su cuarto <strong>de</strong> baño, en Londres.-...alimentada con corriente proce<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la central hidroeléctrica <strong>de</strong>l Gran Cañón...Me costará una fortuna cuando vuelva. Mentalmente, Bernard veía el indicador <strong>de</strong> sucontador <strong>de</strong> perfume girando incansablemente. Debo telefonear inmediatamente aHelmholtz Watson. -...más <strong>de</strong> cinco mil kilómetros <strong>de</strong> valla a sesenta mil voltios.-No me diga -dijo Lenina, cortésmente, sin tener la menor i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> lo que el Guardián<strong>de</strong>cía, pero aprovechando la pausa teatral que el hombre acababa <strong>de</strong> hacer.Cuando el Guardián había iniciado su retumbante peroración, Lenina, disimuladamente,había tragado medio gramo <strong>de</strong> soma, y gracias a ello podía permanecer sentada, serena,pero sin escuchar ni pensar en nada, fijos sus ojos azules en el rostro <strong>de</strong>l Guardián, conuna expresión <strong>de</strong> atención casi extática.-Tocar la valla equivale a morir instantáneamente -<strong>de</strong>cía el Guardián solemnemente-.No hay posibilidad alguna <strong>de</strong> fugarse <strong>de</strong> la Reserva para Salvajes.La palabra fugarse era sugestiva.-¿Y si fuéramos allá? -sugirió, iniciando el a<strong>de</strong>mán <strong>de</strong> levantarse.La manecilla negra <strong>de</strong>l contador seguía moviéndose, perforando el tiempo, <strong>de</strong>vorandosu dinero.

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