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Un Mundo Feliz de Aldous Huxley - Tantra Nueva Tierra

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92CAPITULO IXTras aquel día <strong>de</strong> absurdo y horror, Lenina consi<strong>de</strong>ró que se había ganado el <strong>de</strong>recho aunas vacaciones completas y absolutas. En cuanto volvieron a la hospe<strong>de</strong>ría, seadministró seis tabletas <strong>de</strong> medio gramo <strong>de</strong> soma, se echó en la cama, y al cabo <strong>de</strong> diezminutos se había embarcado hacia la eternidad lunar. Por lo menos tardaría dieciochohoras en volver a la realidad.Entretanto, Bernard yacía meditabundo y con los ojos abiertos en la oscuridad. No sedurmió hasta mucho <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la medianoche. Pero su insomnio no había sido estéril.Tenía un plan.Puntualmente, a la mañana siguiente, a las diez, el ochavón <strong>de</strong>l uniforme ver<strong>de</strong> se apeó<strong>de</strong>l helicóptero. Bernard le esperaba entre las pitas.-Miss Crowne está <strong>de</strong> vacaciones <strong>de</strong> soma -explicó-. No estará <strong>de</strong> vuelta antes <strong>de</strong> lascinco. Por tanto, tenemos siete horas para nosotros.Podían volar a Santa Fe, realizar su proyecto y estar <strong>de</strong> vuelta en Malpaís mucho antes<strong>de</strong> que Lenina <strong>de</strong>spertara.-¿Estará segura aquí? -preguntó.-Segura como un helicóptero -le tranquilizó el ochavón.Subieron al aparato y <strong>de</strong>spegaron inmediatamente. A las diez y treinta y cuatroaterrizaron en la azotea <strong>de</strong> la Oficina <strong>de</strong> Correos <strong>de</strong> Santa Fe; a las diez y treinta y sieteBernard había logrado comunicación con el Despacho <strong>de</strong>l Interventor Mundial, enWhitehall; a las diez y treinta y nueve hablaba con el cuarto secretario particular; a lasdiez y cuarenta y cuatro repetía su historia al primer secretario, y a las diez y cuarenta ysiete y medio, la voz grave, resonante, <strong>de</strong>l propio Mustafá Mond sonó en sus oídos.-He osado pensar -tartamu<strong>de</strong>ó Bemard- que su For<strong>de</strong>ría podía juzgar el asunto <strong>de</strong>suficiente interés científico...-En efecto, juzgo el asunto <strong>de</strong> suficiente interés científico -dijo la voz profunda-.Tráigase a esos dos individuos a Londres con usted.-Su For<strong>de</strong>ría no ignora que necesitaré un permiso especial...-En este momento -dijo Mustafá Mond- se están dando las ór<strong>de</strong>nes necesarias alGuardián <strong>de</strong> la Reserva.Vaya usted inmediatamente al Despacho <strong>de</strong>l Guardián. Buenos días, Mr. Marx.

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