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Geertz, Taussig y Derrida

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18 ANTONIO PRIETO STAMBAUGHEn lo que se refiere a las diferentes modalidades de relaciónentre el sujeto y la representación, el pensador francés sostiene queel sujeto puede representarse signos, a la vez que ser un representantede otras realidades, al grado que “estructurado por la representación,el sujeto representado es también sujeto representante.Un representante del ente y en consecuencia también un objeto”(p. 9). Aquí <strong>Derrida</strong> parece atacar nuevamente la pretensión quepueda tener el sujeto de ser el autor de la representación y controlarsu significado. Bajo esta Óptica, el hombre es parte de una cadenade significantes: ‘‘Tiene representaciones, se representa, pero tambiénrepresenta algo o alguna otra cosa” (p. 101).<strong>Derrida</strong> advierte que la tendencia a considerar la representacióncomo “idea o realidad objetiva de la idea” tiene consecuenciaspolíticas toda vez que está peligrosamente encadenada “a larepresentación como delegación, eventualmente política, y en consecuenciaa la sustitución de sujetos identificables los unos conlos otros y tanto más reemplazables cuanto que son objetivables”.Tal situación tiene como consecuencia “el reverso de la ética democráticay parlamentaria de la representación, a saber, el horror delas subjetividades calculables, innumerables pero numerables, computables[...] el mundo de las masas y los massmedia que seríatambién (...) el mundo de la semiótica, de la informática y de latelemática’ ’ (ibd.). Tal advertencia, de tono foucaultiano, es pococomún en <strong>Derrida</strong>, pero caracteriza el cambio de tono en esteensayo reciente; un tono en momentos urgente, como si estuvieracansado de repetir lo mismo sin ver resultados políticos.Para fugarse de la carga semántica que tiene la palabra representación,<strong>Derrida</strong> propone envio, palabra que reformula a la representacióncomo “envíos de lo otro, de los otros. Invenciones delo otro” (p. 114). En el envío, la representación es un signo que relevay delega, no un significado, sino otros signos. El envío rechazala voluntad de unificar sentidos, de rastrear orígenes, y prefiere lashuellas que se multiplican a partir de un reconocimiento de lo otro.Finalmente, <strong>Derrida</strong> ofrece una meditación de lo que llama “ellímite de la representación”, es decir, lo irrepresentable, que implicano sólo lo que no se puede representar, sino lo que no se deberepresentar. Esto conduce a una pregunta abierta sobre el carácterde la censura, la prohibición, y la ley en general. <strong>Derrida</strong> concluyesu ensayo sugiriendo que la efectividad de la ley radica precisamenteen su irrepresentabilidad. Al no poder verla, como en los personajesde Kafka, no podemos llegar a ella, aunque ella siempre llega a

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