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Scherzo. Núm. 81

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ACTUALIDADLos árboles y el bosqueMadrid. Audrtono Nacional. 8 y 9-XII-I993. Dvorak: Obertura Carnaval; Vandal: Conciertoen re para contrabajo: Mahler Sinfonía n° 4. Beethoven: Sinfonía n° 2; Berlioz: Sinfonía (óntásocaBarbara Bonney. soprano. Orquesta Sinfónica de Boston. Director Seiji Ozawa.Ibermúsica se ha apuntado un buentanto al presentar por primera vezen Madrid a la ya histórica Sinfónicade Boston y a su trtular desde hace 20años, el japonés Seiji Ozawa, uno de losdirectores más sólidos del actual estréllateLa agrupación mostró en estas dossesiones su sonoridad europea.Buena parte del mérito de que la orquestamantenga sus buenas cualidadesse debe a Ozawa, heredero de una tradiciónde directores germanos y franceses(con la inclusión del ruso afrancesadoKusevitzki). Y en verdad que el directorchino-japonés atesoravirtudes importantespara cuidarla especial sonoridadde sus músicos.Posee un singularsentido paralos timbres, queadministra, regula ydestaca con sumapericia, lo quesuele dotar a susinterpretaciones deun peculiar coloridoy de una atractivaanimación cromática,que combinacon una minuciosaobservaciónde los presupuestosrítmicos y unaadecuada y prontadosificación de intensidades.Por esosus recreacionesson habitualmenteamenas, vanadas ycoloristas y reveladorasasimismo deuna dura labor deensayo. En elpodio Ozawa semueve con la agilidadde un felino;menudo, nervioso,elástico, actúa entodos los planos yevidencia una cambiantey un tantoatípica técnica gestual Seiji (conectada Ozawa y con la Sinfónica la de Boston, por primera vei en Madridde Bernstem, que fuera uno de sus maestros)en la que tienen gran importancialas indicaciones del brazo izquierdo.Acentúa, subraya, marca irregularmente,atiende todos y cada uno de los acontecimientossonoros con precisión sorprendentey va construyendo, paso apaso, con paciencia oriental, un afiligranadote|ido musical, base de un discursoque siempre tiene puntos de interés.Estas cualidades ayudan a Ozawa aesculpir con desusado rigor las más enrevesadasy enmarañadas texturas musicales,que él ayuda solícito a clarificar. Es. ental sentido, un director transparente, mendiano,que airea y aligera las estructurasinternas. Un músico hábil. Ahora bien,esa misma habilidad, esa facilidad para vero adivinar, para traducir y hacer digeribleslos parámetros del pentagrama e iluminarcada uno de sus compases o partes contribuyea potenciar una de las principalesdebilidades de su batuta, que es la demarginar en cierta medida el todo, onllarla visión de conjunto, olvidar que cualquierpartitura es por lo común una historiacompuesta de multitud de elementossoldados, de acontecimientos emparentadosque constituyen una línea -unasola- fluida, con sus puntos de inflexión.sus accidentes y sus climax. El innato sentidodel color, el brillo del instante, la culminaciónde ciertos procesos instrumentales,el acabado son factores, árboles,que en ocasiones no de|an ver el bosque.Por eso Ozawa es, podn'a decirse, un directorrapsódico, que ofrece una chisporroteanteinterpretación de la música, a laque. con tal técnica, contempla como uncolbge. La visión amplia, en profundidad,de las formas ordenadas y correlacionadasse le mega en gran parte. Esta es larazón de que en esta actuación madnleñasus mejores logros se dieran en la Fantásticade Beriioz, obra calidoscópica,brillante, que fue dosificada elegantemente,sin excesos, impecablemente fraseada,muy justamente elaborada, clarísimameritedibujada, casi con un insólito refinamiento.No hubo en ellagangas melodramáticas niretórica, aspectos que, sinembargo, entran a formarparte de la composición.Magnífica también la cristalinay puntillista versiónde la Cuoita de Mahler,construida con mimo deorfebre, exquisita de sonoridades-con destacaday quizá demasiado emocionadacontribución dela solista-, bien que ayunade cosas connaturales alcompositor, que deberíanemerger incluso en obratan clásica y equilibradacomo ésta: humor negro.ironía, cierto sarcasmo, undÍ5tanciamiento casibrechtiano...La obertura de Dvorák,excelentemente expuesta,con brío y fulgor,estuvo, no obstante, faltadel agreste sabor popular,de la rusticidad que. dentrode las coordenadasK- de un movimiento en£ forma de sonata, la caraculterizan. Carente de eso^ que se llama sabor local.3 En la obra beeth oven i ana,£ dicha con pulcritud -ex-

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