IntroducciónSan Jerónimo es, sin duda, uno <strong>de</strong> los más ricos y <strong>de</strong>sconocidospersonajes <strong>de</strong> la antigüedad cristiana. Si realizáramos unaencuesta entre la gran masa <strong>de</strong> lectores españoles <strong>de</strong> culturamedia, apenas sacaríamos unos cuantos datos, más cercanos auna figura severa, arcaica y pintoresca que a la verdad <strong>de</strong> unhombre santo y asceta, pero lleno <strong>de</strong> pasión humana, <strong>de</strong> saber,<strong>de</strong> prestigio y hasta <strong>de</strong> una pluma acerada que para sí quisieranmuchos hipercríticos <strong>de</strong> nuestro tiempo.Un escuálido penitente que, en una cueva <strong>de</strong> Belén, gastabasus días entre azotarse y traducir la Biblia al latín. Un hombreque abandonaba la púrpura car<strong>de</strong>nalicia (que nunca ostentó) y laRoma papal por huir al egoísmo <strong>de</strong> una soledad virtuosa. Unsanto medio gruñón, a quien visitaban otros <strong>de</strong>sengañados <strong>de</strong>lmundo para tomar consejo y encontrarle en compañía <strong>de</strong> unenorme león, ahora convertido en manso cor<strong>de</strong>rillo y fiel compañero...Apenas sacaríamos poco más, <strong>de</strong> realizar esa encuestaentre la gran masa <strong>de</strong> lectores y creyentes españoles.Pero ¿qué pensaba <strong>de</strong> Jerónimo, por ejemplo, un humanista<strong>de</strong> las calida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Erasmo <strong>de</strong> Rotterdam? (1469-1536).«Si consi<strong>de</strong>ras su elocuencia [...] ningún escritor <strong>de</strong>nuestra religión pue<strong>de</strong> compararse con él: a mi juicio,supera en algunas cualida<strong>de</strong>s al mismo Cicerón, príncipe<strong>de</strong> la elocuencia romana [...] ¿Quién le ganó en el dominio<strong>de</strong> tantas lenguas? [...] ¿Qué autor nuevo o antiguo no letuvo a la vista? [...] ¿Qué ángulo <strong>de</strong> la divina Escritura sele pasó por alto? ¿Quién le igualó en trabajar con <strong>de</strong>nuedoen todas las ramas <strong>de</strong>l saber? ¿Quién vivió a Cristo conmás brío? ¿Quién le enseñó con más entusiasmo?» 11Opus epistolarum divi Hieronymi Stridonensis (Froben, Basilea 1524) fol.AA2y AA3.
XIIINTRODUCCIÓN«En mi lugar <strong>de</strong> nacimiento predomina la rusticidad,no hay más Dios que el vientre y la gente vive al día. Allíes consi<strong>de</strong>rado el más santo el que más riqueza posee. Aesta olla, como dice el conocido refrán, se le ha puesto latapa<strong>de</strong>ra apropiada, el sacerdote Lupicino, <strong>de</strong> quien biense pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir aquello que, según Lucilio, hizo reír aCraso por primera vez en su vida: “Si cardos come el asno,lechuga no esperen los labios”. En fin, es un inexpertopiloto al frente <strong>de</strong> una nave averiada, un ciego que guía aotro ciego para caer los dos en el hoyo. Así es el rector yasí los gobernados» 2 .No te engañas, lector. Acabas <strong>de</strong> enfrentarte a una <strong>de</strong> lasinnumerables diatribas <strong>de</strong>l virtuoso san Jerónimo. Pero ¿quizástú conoces algún anticlerical <strong>de</strong> nuestros días que ha logradotodavía más sarcasmo y mordacidad a la hora <strong>de</strong> enjuiciar a unpueblo y a su cura?Tratar <strong>de</strong> conjugar, sin más, las dos pinceladas anteriores,dadas por Erasmo y el propio san Jerónimo, con la pobre y hastainexacta noticia habida sobre él, da i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>l difícil proyecto queencierra el abordar toda biografía seriamente completa y a untiempo ágil sobre este polifacético protagonista.San Jerónimo vivió etapas hasta geográficamente muy diversas,se relacionó —aun <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la soledad— con personajes innumerables<strong>de</strong> su tiempo, supo y escribió <strong>de</strong> forma poco abarcable,fundó y dirigió unos modos <strong>de</strong> vida monacales absorbentes, ejercióinfluencias y suscitó opiniones <strong>de</strong> lo más dispares. Todo ellocasi sin sernos relatado con intención por sus contemporáneos y,naturalmente, perdido ya entre la bruma <strong>de</strong> dieciséis siglos.2Carta 7,5. Hemos <strong>de</strong> advertir que el autor <strong>de</strong> esta obra acostumbra revisar personalmentela traducción <strong>de</strong> las cartas <strong>de</strong> san Jerónimo <strong>de</strong>l latín original, sirviéndole<strong>de</strong> base la edición en castellano: Cartas <strong>de</strong> san Jerónimo, edición bilingüe en dostomos, con introducción, versión y notas por Daniel Ruiz Bueno (BAC, Madrid1962). Esta edición ha sido sustituida por Epistolario <strong>de</strong> San Jerónimo, ediciónbilingüe, introducción, versión y notas por Juan Bautista Valero, SJ (BAC, Madrid1993, 1995) 2 vols. Para los <strong>de</strong>más escritos <strong>de</strong> san Jerónimo pue<strong>de</strong> verse la obra encurso <strong>de</strong> publicación: Obras completas <strong>de</strong> San Jerónimo. Ed. bilingüe promovidapor la Or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> San Jerónimo (BAC, Madrid 1999ss), <strong>de</strong> la que hay ya publicadosseis tomos, y que citaremos: OCSJ.