ebrard: voy a crear un centro de inteligencia antiterrorista

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* * *Cuarenta años después, los universitarios y los politécnicos avanzan ala Plaza de la Constitución desde la Plaza de las Tres Culturas. No haytanquetas. No hay ningún militar con la ocurrencia de lanzar luces debengala.Lo que sí habrá serán 40 minutos de enfrentamiento entre porros ygranaderos. Se darán con todo: piedras, botellas, palos y petardos. El saldo:18 policías heridos y 20 personas arrestadas por robo, daño a propiedadajena, ultrajes a la autoridad y pandilla. Diez de ellas serán menores.Al búnker de la procuraduría capitalina, un grupo de jóvenes iránpara exigir la libertad de sus compañeros. Serán horas difíciles.Otros vagabundean el 2 de octubre a su manera. El periodista JacintoRodríguez Munguía publica un nuevo libro (1968: Todos los culpables).Lo mismo hace el senador Pablo Gómez, quien ordena sus anécdotas y laslleva a la editorial Porrúa (La historia también está hecha de derrotas).Los fotógrafos de un diario que calló entonces ahora sacan sus rollosque el patrón les decomisó (1968: un archivo inédito).La editorial Planeta le entra a la coyuntura y edita Luis EcheverríaÁlvarez, entre lo público y lo privado (donde dice que no pide perdón anadie y alucina un derrocamiento por parte de los estudiantes, alentadopor los comunistas).Félix Hernández Gamundi, líder estudiantil en aquel entonces yhoy representante del Comité del 68, externa la intención de acudir a lostribunales españoles para que se juzgue ahí a Echeverría por genocidio,como ocurrió con el dictador chileno Augusto Pinochet.Raúl Álvarez Garín llama canallada a la represión y pide que el 68 sediscuta en foros como los que organizó el Senado para debatir la reformaenergética. Eduardo Valle El Búho chatea con los cibernautas. LuisGonzález de Alba acusa a Echeverría de haber orquestado la matanza ydemanda que se deje cicatrizar la herida del 68.Javier González Garza, el coordinador del PRD en la Cámara de Diputados,propone que en el Muro de Honor del Pleno sea escrito: A losmártires de 1968.El Clarín, Le Monde, El País y ABC recuerdan en sus páginas digitalesaquel día en Tlatelolco.Y la UNAM vuelve a colocar en circulación un libro casi desconocido:1968: antología periodística. Las primeras planas de los diarios del día 3de octubre dejan de ser cuidadas como un códice. Se descubren. Se leen.Y se entiende que desde ese día la historia se distorsionó.Cuarenta años después.
Celebración conimaginación creativaP o r D a n i e l C a z é s M e n a c h eLas rebeliones de 1968 se extendieronpor 40 o más países, en los contextosy con las anécdotas locales másvariadas.Quienes vivíamos entonces algúnpunto de nuestra juventud o de los primeros añosde nuestra vida adulta, en París, en Praga, enEstados Unidos, en México y en muchos otroslugares, compartíamos un pasado que nuestrosancestros inmediatos habían vuelto insoportable.Nacimos poco antes, durante o apenas concluidala Segunda Guerra Mundial. Conscientemente ono, cargábamos con las imágenes de Hiroshimay Nagasaki, de los millones de asesinados porlos nazis en Europa, de las guerras que las potenciasemprendían en los supuestos tiemposde paz; teníamos también presente la búsquedaen EU de los derechos civiles y por el cese de laguerra en Vietnam, así como el hostigamiento ala Revolución Cubana que se había convertidoen emblema de resistencia.Entre nosotros, desde los años 50 por lo menos,privaba un clima de intolerancia a cualquiercuestionamiento que pudiera hacerse al despotismogubernamental, pesaba sobre las conciencias laexistencia de presos políticos —encarcelados porsus ideas y expresiones sindicales y partidistas—;la represión sangrienta a los maestros, petroleros,ferrocarrileros, y la represión a estudiantes en unadocena de universidades del país.El hartazgo por esa situación, por las situacionesconcretas que se vivían en cada país, yalgo así como un instintivo —es decir, no suficientementeracional— rechazo a los valores delas ganancias financieras de las acciones bélicasa través de muertes sin fin, se expresaron en búsquedade alternativas. Muy ingenuas, es cierto.Los experimentos de las comunas hippies, lacreencia en el diálogo público entre gobernantesy gobernados, nos llevó a múltiples rebeldías yexploraciones que amenazaron al establishmenty al monopolio priísta del poder público.Se inició una revolución cultural que cambióal mundo y a México: la construcción que un díallevará a la imaginación al poder, a hacer exclusivamenteel amor, jamás la guerra.No lo obtuvimos todo ni de inmediato. Perohemos avanzado un poco. La construcción noha concluido, las rebeldías tampoco. He aquí unpar de ejemplos:Cuando una fecha tradicionalmente luctuosa,de religiosidad popular y veladoras encendidasen la oscuridad se celebra al pie de un monumentoa los muertos cuatro décadas después, con eldespliegue de actividades de la más diversa índoleen el Centro Cultural Tlatelolco —creadopor la UNAM— y con emisiones imaginativaspor Radio UNAM y Radio Educación durantesemanas, cuando en las vísperas del 2 de octubrese presentan tres libros, podemos percibir lapotencialidad creativa de aquellas rebeldías quehan tomado nuevas rutas. Especialmente hoy,cuando una vez más el país está ocupado por elejército, ya no para combatir el comunismo, sinocontra la violencia (no la violencia de las fuerzasarmadas, sino una violencia abstracta que dépretexto a mayor violencia “legítima”).El último día de septiembre se presentó enTlalpan La educación y el movimiento del 68 enMéxico, antología de escritos de Jorge Carrión,personaje recién fallecido que fue la voz principaldel único medio de prensa honesto hasta 1967, larevista Política. Educador antes que nada, médico,pedagogo y periodista, las palabras impresasde Carrión no son sólo recuerdos académicos,históricos o afectivos: como cuando las escribió,se anticipan a su tiempo, que es también eltiempo actual.Y el primer día de octubre, precisamente enTlatelolco, dos autores presentaron sus libros:Pablo Gómez, 1968. La historia también estáhecha de derrotas, en torno al cual inquieta, antesque nada, el concepto de derrota. No se trata deun texto académico ni literario, es más bien eltestimonio político, en lenguaje de político, desu vivencia y sus reflexiones. Y Jacinto RodríguezMunguía, 1968: todos los culpables, extraordinariainvestigación periodística de un excelenteperiodista investigador. Una de sus tesis es que ungobierno débil no puede resistir la presión socialsin recurrir a la violencia; en otras circunstancias,las matanzas del 68 se habrían evitado.Me comprometo a ocuparme aquí de ambasobras. Porque el 68 no puede olvidarse mientrasno se olviden, mientras persistan, mientras seacrecenten, los agravios que lo produjeron.* Antropólogo y lingüista. Investigador delCentro de Investigaciones Interdisciplinariasen Ciencias y Humanidades-UNAM
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