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Guía 13 - CPAL

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GUÍA No. <strong>13</strong>CONTEMPLACIÓN DE LA ENCARNACIÓNNUEVO PASO EN EL PROCESODespués de la contemplación global de la vida del Rey eternal y del llamamiento aseguirlo, comienza la contemplación de los misterios de la vida de Jesús, nuestro Señor,que ocupará el resto de los Ejercicios.Hasta este momento la experiencia de los Ejercicios se centraba más en perspectivasde conjunto, en visiones globales. Ahora se abre a la contemplación de detalles particularesde la vida de Jesús, para una íntima comunión e identificación con El, bajo la unción de suEspíritu.El contenido de los diversos ejercicios se tomará más directamente de lasnarraciones evangélicas. Ignacio no utiliza siempre para cada contemplación un soloevangelista. Respecto a las citas evangélicas, anota el P. Cándido de Dalmases, no las sacade ninguna traducción, total o parcial de los evangelios, que haya podido tener a mano; loque daría lugar a pensar que las tradujo él mismo del latín. El lenguaje supone un mínimode exégesis. Ignacio hace una selección personal de los misterios hasta el punto de que casipodríamos hablar de un «evangelio según San Ignacio». A lo largo de la segunda Semanaencontraremos las características principales de lo que es fundamental en la espiritualidadignaciana. La actitud en la oración se hará más contemplativa.El Jesús que San Ignacio pone delante de nosotros para contemplar tiene notaspeculiares que aparecen ya desde el primer ejercicio y van a atravesar las demáscontemplaciones: es el Jesús pobre, humilde y sencillo, totalmente disponible para llevar acabo la misión que le ha confiado su Padre. Un Jesús servidor, sacramento del amormisericordiadel Padre. Actitudes que entrarán en juego de forma relevante durante toda laexperiencia. Y en contacto íntimo con él, siguiéndolo y sirviéndolo, se irán operando lastransformaciones en la escala axiológica de nuestros valores.FIN QUE SE PRETENDELa segunda Semana se desarrollará recorriendo un largo y pausado procesoque irá disponiendo nuestro corazón para nacer de nuevo (cf Jn 3, 1-15) y convivirentrañablemente con Jesús. El papel de las contemplaciones de la Encarnación,Nacimiento y vida en Nazaret, es precisamente el de iniciar el camino paraengendrarnos como personas del Reino, partícipes de la humanidad de Jesús.El modo de oración que se recomienda para éste y los demás misterios de la vida deJesús, es la contemplación. No se meditará sobre verdades abstractas, sino que se


contemplarán narraciones y relatos evangélicos. Exceptuando las bienaventuranzas y «elsermón que Cristo hizo en el monte» (EE 278), San Ignacio no propondrá meditacionesdirectas sobre parábolas o discursos del Señor ni sobre textos paulinos. Quiere quepenetremos en los relatos evangélicos, en la trayectoria misionera de Jesús, en detallesparticulares de su vida histórica: vivir con él, acompañarlo, mirar lo que hace, escuchar loque habla, contemplar todos sus gestos y actitudes, y adherirnos a El. Por eso elabora unmétodo sencillo para que nos hagamos presentes al misterio que contemplamos: ver yconsiderar las personas, oír y advertir lo que hablan, mirar y considerar lo que hacen; yluego, reflectir en mí mismo para sacar algún provecho. Reflectir que no es reflexionar, sinomás bien proyectar sobre mi propia vida el misterio contemplado para dejarme iluminar ymover por el Espíritu.Sobre la contemplación ignaciana escribe el P. John English:«La meditación tiende a ser discursiva, es decir, la persona cuando medita piensa sobrealguna verdad o virtud; la contemplación, en cambio, busca una respuesta profundamentesentida, haciéndose uno presente a la persona o al acontecimiento más que pensando sobreellos, sobre su enseñanza o sus virtudes. El acto de presencia es básico a la contemplación:es un esfuerzo por estar presente con Jesús en un misterio concreto de su vida… Estaexperiencia contemplativa es especialmente apta para el discernimiento de espíritus,cuando la persona está tratando de hallar lo que Dios quiere. Es una forma muy relajada deoración. También muy simple. El ejercitante tiene solamente que «estar allí», en el misterio;debe colocarse a sí mismo en la escena y dejar que el Espíritu lo conduzca. Este acceso a laoración requiere menos esfuerzo mental y libera como un pájaro que planea en el aire. Ental atmósfera el Espíritu puede entrar y salir de la mente y del corazón de la persona másfácilmente que en una forma meditativa de oración. La persona misma y su acompañantepueden notar los movimientos de espíritus, las consolaciones y desolaciones que afectan alejercitante en torno a una decisión» 1 .GRACIA QUE SE QUIERE ALCANZAR«Demandar lo que quiero: será aquí demandar conocimiento interno del Señorque por mí se ha hecho hombre, para que más le ame y le siga» (EE 104).Luego de proponer los tres puntos para esta contemplación, San Ignacio indica uncoloquio «pensando lo que debemos hablar a las tres personas divinas, o al Verbo eternoencarnado, o a la Madre y Señora nuestra, pidiendo según que en sí sintiere para másseguir e imitar al Señor nuestro, ansí nuevamente encarnado» (EE 109). Al final de lascinco contemplaciones del primer día encontramos varias notas, una de las cuales dice:«luego, en despertándome, poner en frente de mí la contemplación que tengo de hacer,deseando más conocer el Verbo encarnado, para más le servir y seguir» (EE <strong>13</strong>0). Más1 Ver texto más amplio del mismo autor, sobre la contemplación ignaciana en el Anexo No. 5.


adelante se hablará de imitar y servir (EE <strong>13</strong>9, 168). Conocimiento, amor, seguimiento,imitación, servicio, un rico vocabulario para expresar los dones que se buscan y se piden,deseando configurar nuestra vida con la del Señor Jesús.El «conocimiento interno» es una experiencia vital de encuentro y comunión con elSeñor hecho hombre. Dice Xavier Léon-Dufour 2 que para el semita conocer desborda elsaber humano y expresa una relación existencial. Conocer una cosa es tener experienciaconcreta de ella, es un compromiso real con profundas consecuencias. Diríamos que elconocimiento interno es una experiencia de doble vía: por un lado, consiste en penetrar enlos sentimientos más profundos, en los criterios, valores, actitudes de Jesús; por otro, esdejar que su espíritu y su mente -el “sensus Christi” tan encomiado por el P. Arrupe-,impregnen totalmente nuestra vida, nuestro corazón y nuestros sentimientos 3 .El conocimiento es un don gratuito, que por lo tanto debemos pedir. SanIgnacio coloca esta petición como la gracia que se quiere alcanzar durante toda la segundaSemana. Es el Padre quien atrae hacia Jesús: «nadie puede venir a mí, si no lo atrae elPadre, que me ha enviado» (Jn 6, 44). «Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, porque esto no loconociste por medios humanos, sino porque te lo reveló mi Padre que está en el cielo» (Mt16, 17). Por otra parte, se pide un conocimiento para la praxis: conocer, para más amar yseguir más generosamente; y a su vez, seguir, para conocer más íntimamente al Señor yadherirnos más a él.TEXTO IGNACIANOEl misterio de la Encarnación que presenta el texto de Ejercicios contiene en sí trespreámbulos, tres puntos y un coloquio (EE 101-109). La contemplación se hace desde dosperspectivas: desde el instante eterno de Dios, y desde la plenitud de los tiempos, con elmensaje del ángel Gabriel a nuestra Señora (cf EE 262).En esta contemplación nos hacemos presentes al misterio del descenso del Verbo,enviado por el Padre mediante la acción del Espíritu, para manifestar la misericordia deDios sobre la historia humana: «hagamos redención del género humano». En medio delcuadro sombrío de una humanidad perdida en el sinsentido de la vida, rota por la división yel egoísmo, «viendo que todos descendían al infierno», se abre paso espléndidamente elamor-misericordia de Dios: «Dios nuestro Salvador mostró su bondad y su amor [sufilantropía] por la humanidad » (Tit 3, 4).A este mundo, el nuestro en concreto, azotado por la violencia, la guerra, el hambre,el desempleo, la injusticia y la insensibilidad social, la corrupción a múltiples niveles; a unmundo sin esperanza y sin Dios, entra el Verbo en la kenosis de la carne: en un vaciamientosolidario y compasivo. «Dios amó tanto el mundo, que dio a su Hijo único, para que todoaquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna» (Jn 3, 16).2 Cf Vocabulario de Teología Bíblica [palabra “conocer”].3 1 Co 2, 16: «Nosotros tenemos la mente de Cristo» (h`mei/j de. nou/n Cristou/ e;comen).


El mundo que estaba cerrado se ha abierto y la luz lo ha penetrado: Dios está entrenosotros. Es Emmanuel. El Salvador es patrimonio de toda la humanidad. La experiencia yla praxis ignaciana corresponden a una revelación de Dios que se da al mismo tiempo enkenosis y en gloria: se vacía y humilla, descendiendo al encuentro del hombre para servirley salvarlo; y resplandece y atrae. «Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió entrenosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que recibió del Padre, por ser su Hijoúnico, abundante en amor y verdad» (Jn 1, 14).La encarnación desde el misterio trinitarioSe nos revela la verdadera imagen de Dios, rico en misericordia. Un Dios que tomala iniciativa de la salvación.Amor del Padre, en un derroche de su esplendidez con la humanidad pecadora (Ro5, 5-8). «Al entregarnos su Palabra, no tiene otra palabra para pronunciar; y dándonos supropio Hijo, no tiene otro don para entregarnos; no tiene nada más que decirnos, nada másque darnos. Al entregarnos a Jesucristo nos lo ha dicho todo, nos lo ha dado todo» 4 .Amor del Hijo, que “se abaja” y asume la condición humana en una carne semejantea la del pecado (Ro 8, 3). «Dios envió a su propio Hijo en condición débil como la delhombre pecador». «Porque todos son del mismo Padre…el Hijo de Dios no se avergüenzade llamarnos hermanos» (Heb 2, 11-14). El Verbo se encarna en condiciones concretas depobreza y anonimato y nace en un pueblo sometido al Imperio, en una región humillada ydespreciada, hijo de un artesano y de una mujer del campo, sujeto a la inseguridad y a lossufrimientos de la pobreza real. Ya desde un primer momento es el Jesús pobre y humildeque cautiva el corazón de Ignacio.La Constitución Gaudium et Spes presenta a Jesús como paradigma de la condiciónhumana:«En realidad, el misterio del hombre no se aclara de verdad, sino en el misterio del Verboencarnado. Adán, el primer hombre, era, en efecto, figura del que había de venir (cf Ro 5,14), Cristo, el Señor. Cristo, el nuevo Adán, en la revelación misma del misterio del Padre yde su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidadde su vocación…”Imagen de Dios invisible” (Col 1, 15), El es el hombre perfecto que harestaurado en la descendencia de Adán la semejanza divina deformada desde el primerpecado. La naturaleza humana ha sido en El asumida, no suprimida; por lo mismo, tambiénen nosotros ha sido elevada a una sublime dignidad. El, el Hijo de Dios, por su Encarnaciónse unió en cierto modo con todos los hombres: trabajó con manos de hombre, reflexionócon inteligencia de hombre, actuó con voluntad humana y amó con humano corazón.Nacido de la Virgen María, es verdaderamente uno de nosotros, semejante en todo anosotros, excepto en el pecado (cf Heb 4, 15)» 5 .4 SAN JUAN DE LA CRUZ, Subida al Monte Carmelo, libro 2º, c. 22.5 Gaudium et Spes, 22.


Amor del Espíritu, que cubre con su sombra a María, y el niño comienza su historiahumana. Su acción continuará reproduciendo el rostro de Jesús en todos sus hermanosmenores, convirtiéndolos en existencias de gracia para los demás, a fin de formar unanumerosa familia de hermanos en la que Jesús sea el primogénito (cf Ro 8, 29).La encarnación como amor-misericordia de Dios al mundoUn mundo en conflicto y división: «unos en paz, otros en guerra» (EE 106). Es lavisión ignaciana de la complejidad y de la problemática de su tiempo. Una humanidad queclama por ser «liberada de la esclavitud y la destrucción, para alcanzar la gloriosa libertadde los hijos de Dios» (Ro 8, 21); y un Dios que «es tan misericordioso y nos amó con unamor tan grande, que nos dio vida juntamente con Cristo cuando todavía estábamosmuertos a causa de nuestros pecados (Ef 2, 4-5). Es el mismo Dios que, en el texto delExodo, habiendo visto claramente la opresión de su pueblo en Egipto, habiendo oído susquejas contra los opresores, se fija en sus sufrimientos y baja para salvarlos del poder delos egipcios (cf Ex 3, 7-8). Esto ha dicho el Señor: «a los pobres y débiles se les oprime yse les hace sufrir, por eso voy ahora a levantarme y les daré la ayuda que tanto anhelan»(Salmo 12, 5). La encarnación en su realización histórica: el anuncio a María (EE 262)Este acontecimiento es para María su contemplación del llamamiento del Reyeternal. Un modelo de responder a la invitación a colaborar en la venida del reinado deDios. Con su aceptación del mensaje, enseña a la humanidad a comprender la grandeza desu nueva vocación. La intervención de Dios en la historia pide previamente la anuenciahumana. En María Dios escoge lo sencillo, lo débil, lo femenino, para realizar obrasgrandes (Magnificat).La Encarnación no debe reducirse a un acontecimiento puntual. Toda la vida deJesús será un continuo desarrollo y crecimiento en humanidad. «Jesús seguía creciendo ensabiduría y estatura, y gozaba del favor de Dios y de los hombres» (Lc 2,52).Tres puntos trae el texto para contemplar: 1) palabras de saludo del ángel y anunciodel nacimiento; 2) confirmación de la noticia, «significando la concepción de San JoanBautista»; 3) respuesta de nuestra Señora: «he aquí la sierva del Señor, cúmplase en mísegún tu palabra» (EE 262).FUENTES DE ORACIÓN PARA LA SEMANATextos bíblicosLc 1, 26-38: anuncio del nacimiento de Jesús; 39-56: María visita a Isabel, el MagnificatJn 1, 1-18: la Palabra se encarnó, acampó entre nosotros y pudimos contemplar su gloria


Flp 2, 5-11: renunció a lo que era suyo y tomó naturaleza de siervo, haciéndose como todoslos hombres y presentándose como un hombre cualquieraTextos eclesialesVaticano II, Constitución Lumen Gentium, 3: misión del HijoConstitución Dei Verbum, 2-4: naturaleza de la revelación, que culmina enCristoConstitución Gaudium et Spes, 22: Cristo, el Hombre nuevoTextos de la CompañíaCG 32, d. 4, <strong>13</strong>-14: la mirada con que Dios mira al mundo…misión de la CompañíaCG 34, d. 2, 2: mirada de la Compañía a un mundo diversificado como nuncad. 3, 11-16: mirada al mundo hoy con los ojos de Dios Trinod. 4, 6 -7: otros ámbitos de encarnación a la manera de JesúsDel P. General: «San Ignacio nos llama a una experiencia mística auténtica en lacontemplación de los misterios de la vida de Cristo que desemboca en la mística delservicio activo y amoroso de Dios para la vida verdadera del mundo» 6 .SUGERENCIAS PARA DISTRIBUIR LA SEMANA1) Contemplar la Encarnación (EE 101-109)2) Contemplar la Anunciación (Lc 1, 26-38; EE 101-109)3) Contemplar la Anunciación a José (Mt 1, 18-25)4) Contemplar la visita de María a Isabel (Lc 1, 39 ss; EE 263)5) Meditar sobre el Magnificat (Lc 1, 46-56)6) Orar con el Ave María, según el segundo modo de orar (EE 249-257)6 Homilía en la Eucaristía de apertura de la Reunión de Superiores Mayores, Loyola 26 noviembre 2005.

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