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Azkintuwe - Centro de Documentación Ñuke Mapu

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ESPECIAL 2003 - AÑO JUDICIALFilkezugun / ReportajeA Mireya se le ilumina el rostro cuando recuerda lafelicidad <strong>de</strong> su vida cotidiana en Tricauco, trabajando<strong>de</strong> sol a sol. Criando aves y animales, cultivando suhuerta y sus tres inverna<strong>de</strong>ros; vendiendo huevos,verduras, flores. En su matrimonio tuvo tres niños:Oscar, <strong>de</strong> 20, Priscila <strong>de</strong> 16, y Josseline <strong>de</strong> 12. "Y tuveotro hijo más, que me lo regaló la vida: Cristián, unniño mapuche que se fue <strong>de</strong> su casa a los 12 años,porque su familia era tan pobre que no lo alimentaba.Llegó a mi casa tan <strong>de</strong>snutrido que pesaba 18 kilos.Pa<strong>de</strong>ce una enfermedad bronquial crónica que le comióla mitad <strong>de</strong> los pulmones. Lo cuidé durante seis añosen el hospital regional don<strong>de</strong> había otros 11 niños conel mismo mal y todos murieron. Aunque no soy sumadre biológica le di todo el cariño <strong>de</strong> un hijo. Hoy loestoy educando".MPRISIONERA POLÍTICA MAPUCHE RECLUIDA EN TEMUKOEl cautiverio <strong>de</strong>Por Cherie ZALAQUETTEMireyaireya Figueroa Araneda camina lento, ensilencio. Ella es la primera en entrar a lasala <strong>de</strong> visitas <strong>de</strong> la cárcel femenina <strong>de</strong>Temuko. Su cara ancha, <strong>de</strong> nariz corta yfacciones marcadamente mapuches no revela ningúnasomo <strong>de</strong> vanidad; el pelo largo, negro y liso cae sobresu cuerpo vestido con ropas muy sencillas. Pero llevapendientes en las orejas y en su cuello corto, brilla unafina ca<strong>de</strong>na que parece <strong>de</strong> oro. Mireya es una dirigentesocial mapuche, <strong>de</strong> 42 años, acusada <strong>de</strong> terrorismo porparticipar en el incendio <strong>de</strong>l fundo Poluco Pi<strong>de</strong>nco, <strong>de</strong>Forestal Mininco, ocurrido el 19 <strong>de</strong> diciembre <strong>de</strong> 2001y don<strong>de</strong> se quemaron cien hectáreas <strong>de</strong> pinos yeucaliptos. Lleva un año <strong>de</strong>tenida sin que aún se hayarealizado un juicio oral y público que la absuelva o lacon<strong>de</strong>ne. El proceso ha sido muy polémico, porque lajueza <strong>de</strong>l tribunal <strong>de</strong> garantía, Nancy Germany, le quitóla categoría <strong>de</strong> terrorista al ataque y la Fiscalía <strong>de</strong>Collipulli apeló <strong>de</strong> la medida. Para la Fiscalía <strong>de</strong>Collipulli, Mireya es una activista por el trabajo <strong>de</strong>"concientización" que realizaría entre los indígenas.En la cárcel, dice, se le <strong>de</strong>claró diabetes, hipertensiónarterial severa y una <strong>de</strong>presión que no pue<strong>de</strong> superar.Su marido y sus hijos viven en la comunidad indígena<strong>de</strong> Tricauco, en la localidad <strong>de</strong> Ercilla, que ha tenidovarios conflictos con la Forestal Mininco. Según cuentaMireya, sólo pue<strong>de</strong>n visitarla una vez al mes, porquecada viaje les cuesta 10 mil pesos en pasajes. Y enmedicamentos, ella gasta más <strong>de</strong> 25 mil mensuales.No hay en la zona ninguna institución <strong>de</strong> beneficenciaque financie los remedios <strong>de</strong> las presas, asegura unacabo <strong>de</strong> Gendarmería. "No tengo nombre mapuche,porque la generación <strong>de</strong> mi madre, quien hoy tiene 75años, se tuvo que cambiar los apellidos para ocultarse<strong>de</strong>l racismo", asegura. Mireya nació en la comunidad<strong>de</strong> Collico, también en Ercilla. Nunca conoció a supadre, ni siquiera sabe quién es. Su mamá, soltera, concuatro hijos, emigró a Concepción a trabajar comoasesora <strong>de</strong>l hogar. "En la mañana ella trabajaba <strong>de</strong> nanay en la tar<strong>de</strong> como comerciante ambulante <strong>de</strong> frutas yverduras. Gracias a sus sacrificios, tuvimos una infanciasin gran<strong>de</strong>s necesida<strong>de</strong>s ni lujos".Mireya entien<strong>de</strong> muy bien el mapudungún pero nolo habla fluido: "Viviendo en Concepción, era difícilconservar la cultura. Pero mi madre se preocupaba <strong>de</strong>contarnos la historia que le contaron sus abuelos, <strong>de</strong>lsufrimiento <strong>de</strong> nuestro pueblo cuando vinieron losespañoles; y <strong>de</strong> la Pacificación <strong>de</strong> La Araucanía don<strong>de</strong>nuestros antepasados perdieron todas sus tierras quequedaron en manos <strong>de</strong> colonos huincas. Mi mamárecordaba que el Estado redujo al mínimo a lascomunida<strong>de</strong>s indígenas. Antes un cacique tenía 3 milhectáreas, hoy, apenas 600, 500 o menos. Las familiascrecen y la comunidad necesita más tierra paraalimentarse".En la sala <strong>de</strong> clases <strong>de</strong> su escuela básica enConcepción, recuerda Mireya, sus compañeros seburlaban <strong>de</strong> sus rasgos mapuche. "Me miraban enmenos, pero lo que más me dolía era que me dijeranindia. Yo, tragaba la pena y les contestaba: ¡A muchahonra!". La joven completó sus estudios en un liceocomercial <strong>de</strong> Concepción y egresó con el título <strong>de</strong>agente ven<strong>de</strong>dor viajero. Cada año, esperaba con ansiaslas vacaciones para viajar a Collico a compartir con lagente <strong>de</strong> su comunidad. Especialmente para ver a OscarQueipo, su novio <strong>de</strong> entonces, con quien ahora lleva22 años <strong>de</strong> matrimonio. "Él es <strong>de</strong> la comunidad <strong>de</strong>Tricauco, don<strong>de</strong> trabaja como auxiliar paramédico enla posta rural".Pero ser feliz en lo familiar no le bastaba al espíritu<strong>de</strong> Mireya: "Veía a mi comunidad muy pobre, postergadapor los gobiernos. Golpeando puertas creé los tallereslaborales para capacitar a las mujeres en greda, telar,teñido <strong>de</strong> lana, corte y confección, tejido a palillo,conservería, nutrición e inverna<strong>de</strong>ro". Mireya relata quesu comunidad está constituida legalmente por la Conadiy que sus talleres se apoyaban en las organizaciones <strong>de</strong>gobierno: Pro<strong>de</strong>mu, Indap, Fosis. "En las comunida<strong>de</strong>smapuche no se llega a ser dirigente si uno no se ganaprimero el respeto a través <strong>de</strong>l trabajo. Ellos vieron migran voluntad social, mi vocación <strong>de</strong> servir y me<strong>de</strong>signaron secretaria", revela con orgullo.Hace dos años, en diciembre <strong>de</strong> 2001, se acercabaun momento muy especial. Su hijo mayor, un alumno<strong>de</strong>stacado, rendía la Prueba <strong>de</strong> Aptitud Académica. "Yosabía que no tendría dinero para educarlo en Chile y,como milito en el Partido Comunista hace muchos años,empecé a hacer los trámites para conseguirle una beca<strong>de</strong> estudios universitarios en Cuba. Postularon 200jóvenes y quedaron 20 seleccionados, entre ellos, mihijo. Aparte <strong>de</strong> que rindió buenas pruebas <strong>de</strong>conocimientos, le premiaron el esfuerzo. Caminabacuatro horas a pie hasta el colegio". Oscar actualmenteestá cursando segundo año <strong>de</strong> Medicina en Cuba, peroMireya no ha vuelto a verlo ni ha podido comunicarsecon él <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que fue <strong>de</strong>tenida. Llora <strong>de</strong>sconsoladamentemientras habla <strong>de</strong> él. "Nos acusaron a los dos <strong>de</strong> participaren el incendio <strong>de</strong>l fundo Poluco Pi<strong>de</strong>nco. Pero el incendiofue el mismo día que mi hijo estaba dando la Prueba<strong>de</strong> Aptitud y yo estaba en Temuko, en la se<strong>de</strong> <strong>de</strong>l Partido,reuniendo los antece<strong>de</strong>ntes que me pedían para la beca".Pi<strong>de</strong> un minuto <strong>de</strong> silencio para calmarse. Lasgendarmes se acercan y me advierten que las notas quehe escrito <strong>de</strong> nuestra conversación serán examinadas.Mireya continúa hablando, pero muy nerviosa. Relataque hubo miembros <strong>de</strong> su comunidad que testificaronque había participado en el ataque al predio. Mientrasse enjuga los ojos, exclama: "Soy una dirigente pública.Nuestra comunidad fue infiltrada por la forestal y sedividió política y religiosamente en dos grupos. Delgrupo infiltrado son los testigos que me acusaron. Ellosfabricaron esta historia”. Advierte que la Universidad<strong>de</strong> Chile acreditó que su hijo había dado la PAA esedía, pero la Fiscalía insiste en que fue suplantado. "Anteargumentos como ése, a uno no le queda más queescuchar. No hay justicia para los mapuche. No tenemosninguna participación en lo que nos acusan. Lo únicoque hay en mi contra es una persecución política en<strong>de</strong>mocracia". La cárcel ha <strong>de</strong>teriorado tanto la salud <strong>de</strong>Mireya Figueroa, que <strong>de</strong>be ingerir muchos medicamentospara mantenerse en pie. Su caso se consi<strong>de</strong>ra tan emblemáticoque la han visitado Aministía Internacional y elrelator <strong>de</strong> Derechos Humanos <strong>de</strong> Naciones Unidas."Nunca antes había estado <strong>de</strong>tenida. Me siento encautiverio. Este no es mi hábitat. Despierto a las seis<strong>de</strong> la mañana con el canto <strong>de</strong> los pájaros, hago mi camay oro en lengua mapuche. El día es muy largo con tantasoledad... Si tengo que pagar una con<strong>de</strong>na injusta siendoinocente, lo haré como una ofrenda a mi pueblo. Algúndía seremos libres", finaliza.Nº 3 - Küyen / Enero - Febrero <strong>de</strong> 2004 Purra 8

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