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países desarrollados. Y todo el proceso quedó paralizado. La denominada<br />
“Ronda Doha” (continuación de la “Ronda Uruguay”, y 9ª. desde 1947) aún<br />
hoy está pendiente de realizar desde su previa en 1999 en Seattle (EE.UU.),<br />
frustrada por el accionar de activistas pro “comercio justo”.<br />
Desde entonces fracasaron decenas de intentos y sólo existieron tímidos<br />
avances en temas puntuales y compromisos difusos en materia global.<br />
En la reunión de Bali en el año 2013, 159 países se comprometieron a terminar<br />
con las barreras al intercambio comercial. Pero el grueso de los países no<br />
desarrollados (Argentina entre ellos), anticiparon que el cumplimiento de lo<br />
pactado quedaba sujeto a la eliminación de barreras y subsidios agrícolas<br />
por parte de los países avanzados. Nada había cambiado.<br />
Esta puja es consecuencia de procesos opuestos, actuando de manera compensatoria.<br />
Por un lado la globalización para cuya profundización son necesarias<br />
políticas multilaterales de eliminación de barreras frenadas en la O.M.C. Por el<br />
otro, la tendencia hacia la formación de bloques regionales, es decir, su versus:<br />
multilateralidad negociada hacia el interior, y exclusión de terceras partes.<br />
No es casual que, junto a las limitaciones del proceso de multilateralidad<br />
mundial, se produzca desde los ´90, un ascenso geométrico de acuerdos<br />
regionales registrados en la OMC. Hoy el grueso del comercio mundial<br />
no es ni “libre” ni “protegido”. Estamos en presencia de un comercio “administrado”,<br />
es decir, negociando entre las distintas áreas.<br />
Nuevas tendencias en bloques regionales<br />
En el cuadro descripto aparece una nueva estrella. No sólo un nuevo grupo<br />
regional en el comercio mundial, sino el mayor de todos ellos. EE.UU. realiza<br />
una apuesta muy fuerte y consolida un área regional alrededor del Pacífico y<br />
bajo su liderazgo. También aparece un grupo latinoamericano vinculado.<br />
La formación del Trans-Pacific Partners<br />
El Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (Trans-Pacific<br />
Partnership -T.P.P.) está conformado por 12 países. Tres de ellos de América<br />
del Norte (Canadá, EE.UU. y México) ya unidos en el NAFTA, su propia área<br />
de libre comercio; dos de América del Sur (Perú y Chile), y dos de Oceanía<br />
(Australia y Nueva Zelanda). El resto, son cinco países de la región oriental<br />
de Asia (Brunei, Japón, Malasia, Singapur y Vietnam). El carácter de homogeneidad<br />
lo otorga el acceso pleno de sus miembros al océano Pacífico, el<br />
eje comercial del siglo XXI.<br />
Este grupo de países aglutina el 10% de la población mundial, pero<br />
el 40% del su PBI y el 30% del comercio mundial. Se trata de un acuerdo<br />
de nueva generación donde, junto a la libre circulación de mercancías, se<br />
incorporan amplios criterios regulatorios, los mismos de la fracasada Ronda<br />
Doha. Son normas vinculadas a inversiones, telecomunicaciones, propiedad<br />
intelectual, etc.<br />
Todas las temáticas no resueltas por la O.M.C. de manera multilateral,<br />
ahora se vuelcan en tratados regionales. La estrategia consiste en crear estándares,<br />
que por efecto de arrastre, terminarían por imponerse a nivel mundial.<br />
Este tipo de contenido convierte los acuerdos en extremadamente<br />
complejos, y su negociación rubro por rubro y las adecuaciones de cada<br />
país, exige años de debate. Este acuerdo fue negociado de manera intensa,<br />
durante 9 años y su versión final tiene una extensión de 902 páginas.<br />
El origen de esta asociación es un acuerdo entre Singapur, Chile, Brunei<br />
y Nueva Zelanda del año 2005, vigente a partir del año siguiente. En el año<br />
2009 se incorpora Estados Unidos y propone objetivos más ambiciosos para<br />
lo cual incorporan al resto de países. Aunque en la clasificación tradicional<br />
es un “acuerdo de libre comercio”, de sus 30 capítulos, sólo cinco de ellos<br />
están dedicados a la problemática tradicional en ese tipo de acuerdos: eliminación<br />
de los sistemas arancelarios y para-arancelarios entre los países<br />
miembros. El resto se refiere a cuestiones regulatorias en materia de servicios<br />
(financieros, telecomunicaciones, e-commerce, propiedad intelectual)<br />
y de políticas en materia de inversiones, ambientales, laborales, de competencia,<br />
transparencia administrativa y similares.<br />
Es una respuesta al fracaso de la Ronda Doha de acuerdos globales de<br />
liberalización. No se trata sólo de un problema de aranceles. También las<br />
políticas regulatorias, de alta sensibilidad social, son esenciales para integrar<br />
cadenas de valor. Ahora, regionalizar se convierte en algo harto complejo.<br />
La extensión del texto del acuerdo y su periodo de maduración, habla<br />
por sí mismo de las dificultades para concertar temas tan diversos y<br />
complejos. Las temáticas más “duras” giraron alrededor de las patentes<br />
farmacéuticas, aranceles en productos alimenticios (azúcar, lácteos y arroz),<br />
y normas de origen en industria automotriz, es decir, el nivel de integración<br />
para ser considerados de “producción nacional”.<br />
Y hasta el último minuto estuvo sobre el tapete el más arduo de todos:<br />
el periodo adicional de protección de las patentes de medicamentos de origen<br />
biológico. Es el avance tecnológico actual, que marcará a fuego la actividad<br />
farmacéutica de las próximas décadas. Estamos hablando, nada menos, que<br />
de la curación de enfermedades como el cáncer. Y los choques más fuertes<br />
fueron con Australia y Nueva Zelanda. Estos países señalaron las pretensiones<br />
de EE.UU., como un riesgo para sus propios sistemas de salud, debido al efecto<br />
de restricción a la producción de medicamentos genéricos.<br />
La estrategia tras el T.P.P.<br />
No sólo intenta orientar el comercio mundial. Tras el TPP encontramos<br />
estrategias tendientes a vencer en pujas específicas del comercio mundial<br />
actual. Y la más importante es el papel de China. Su sola ausencia en este<br />
mega acuerdo del Pacífico nos dice de su estrategia.<br />
Hemos visto cómo el crecimiento comercial de China ha desplazado<br />
de manera sistemática al resto del mundo en su participación del comercio<br />
mundial, incluido Estados Unidos. Aunque se trata de la primera potencia<br />
económica, también se encuentra afectado por el proceso de globalización.<br />
Por esa razón, el presidente Obama considera a este acuerdo una de las iniciativas<br />
centrales de su mandato. En su lanzamiento no fue necesario recurrir<br />
a ambigüedades para explicar la ausencia de China. A inicios de Octubre<br />
de 2015, refiriéndose a la firma del acuerdo del T.P.P., expresó:<br />
“Cuando el 95% de nuestros potenciales consumidores viven fuera de<br />
nuestras fronteras, no podemos dejar que países como China dicten las reglas<br />
de la economía mundial [...]. Nosotros deberíamos escribir esas normas,<br />
abriendo nuevos mercados para los productos estadounidenses al tiempo que<br />
establece nuevos estándares para proteger a los trabajadores y el medio ambiente".<br />
(El País, Madrid, 05-10-2015).<br />
Por su parte China no se queda de brazos cruzados y promueve alternativas<br />
al T.P.P. en la región asiática. Está negociando un acuerdo comercial<br />
(Asociación Económica Extensiva Regional-RCEP por sus siglas en inglés-)<br />
incluyendo los países de la ASEAN (10 países del sudeste asiático) y 6 países<br />
más con fuerte ligazón a aquellos. También prepara un acuerdo de libre<br />
comercio para el Asia-Pacífico y un banco asiático de inversión, a fin de<br />
otorgar preferencias crediticias a sus asociados.<br />
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