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Semana Santa <strong>Toledo</strong> 2016<br />

efectos de su Pasión, Muerte y Resurrección son una<br />

realidad luminosa y perceptible?<br />

Existen varios dictámenes entre los investigadores acerca<br />

de las fechas en que aconteció la Pasión, Muerte y<br />

Resurrección de Jesús. Pero esto no debe dispersarnos<br />

en la duda. Y como no hay nada que ocultar sobre esta<br />

cuestión, por otra parte, tantas veces estudiada por los<br />

exégetas católicos, y como la piedad popular en general<br />

ganará en conocimientos con estas materias, bueno será<br />

ofrecer al menos un discernimiento útil.<br />

Ya sabemos que los Evangelios no se escribieron<br />

para satisfacer la curiosidad de nadie. Son escritos de<br />

doctrina e instrucción y, mirando a lo primordial, silenciaron<br />

todo aquello que no aprovechaba para el fin que<br />

pretendían. Así, no supone nada del otro mundo que no<br />

nos indicaran exactamente ni la fecha del nacimiento ni<br />

la muerte de Nuestro Señor.<br />

Aunque sí podemos decir que para investigar esas<br />

fechas se han planteado todas las hipótesis posibles;<br />

pero hasta hoy, todo hay que decirlo, sin deducciones<br />

completamente satisfactorias. Se trata pues de un asunto<br />

con muchos interrogantes. Veamos algunos:<br />

Para empezar se ha pretendido investigar la fecha<br />

de la muerte de Nuestro Señor mediante deducciones<br />

astronómicas. (Véase el artículo publicado en la revista<br />

NATURE, vol. 306, 22/29 Diciembre 1983, págs. 743-<br />

746) ¿No coincidió la muerte con un eclipse? Pues la<br />

Astronomía, a través de un Departamento de Astrofísica,<br />

nos proporcionará científicamente los eclipses que<br />

hubo dentro de los años posibles de la muerte del Redentor.<br />

Pero fijémonos bien, esta hipótesis admite que<br />

aquel eclipse fuese natural. ¿Y si como se entiende más<br />

seguro, fuese un eclipse milagroso? Pues nada podría<br />

indicarnos con relación a él la Astronomía, que como<br />

ciencia empírica, se asienta exactamente en las leyes<br />

precisas de la naturaleza.<br />

Pero los cálculos astronómicos sí pueden indicarnos<br />

en cuál de los años factibles de la muerte del<br />

Redentor cayó en sábado la Pascua de los judíos. Y, ciertamente,<br />

nos dicen que eso aconteció en los años 30 y<br />

34 de la era cristiana. Según las últimas investigaciones,<br />

las mayores posibilidades se centran en el año 30.<br />

Esta última solución sería admirable si los siguientes<br />

dos manifiestos fueran incuestionables: primero, que<br />

la Pascua del año en que murió Nuestro Señor hubiese<br />

ocurrido en sábado, y segundo, que los judíos hubieran<br />

fijado la Pascua mediante cálculos astronómicos.<br />

En cuanto a lo primero, se haría muy extenso formular<br />

los motivos que existen para ponerlo entre interrogantes.<br />

Baste indicar que los Evangelios garantizan que el<br />

Salvador murió un viernes; pero eso sí, no se consigna<br />

de forma indiscutible si aquél viernes era el día de<br />

Pascua o era la víspera, y, por tanto, que, ciertamente,<br />

la Pascua hubiese caído aquel año en sábado. Pero queda<br />

por aclarar el otro manifiesto: ¿cómo establecían los<br />

judíos la fecha de la Pascua? No hay duda, no por cálculos<br />

astronómicos, sino de una forma experiencial, o sea,<br />

empezaban a contar los meses lunares, no cuando empezaba<br />

verdaderamente la luna nueva, sino cuando ésta<br />

era visible. Aún más, no resulta del todo imposible que<br />

en ocasiones trasladasen la fiesta. Por cerrar esta cuestión,<br />

no olvidemos la inserción de un mes lunar cada<br />

cierto tiempo, ya que era inevitable adecuar el año lunar<br />

al solar; esto, al no observar un sistema fijo, era causa<br />

de que en algunos años, la Pascua se apartase marcadamente<br />

del día en que hubiera debido celebrarse según<br />

las leyes astronómicas.<br />

Aun así, podemos ir más allá... El evangelista San<br />

Lucas nos proporciona una noticia muy interesante para<br />

intentar averiguar la muerte de Nuestro Señor, y consecuentemente<br />

su Pasión y Resurrección. En el capítulo<br />

3, y sus correlativos (Mt. 3.1-12; Mc. 1.1-8; Jn. 1.19-28)<br />

se señala la Predicación de Juan el Bautista en estos términos:<br />

“En el año decimoquinto del imperio de Tiberio<br />

César, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, y Herodes<br />

tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tetrarca de<br />

Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisanias tetrar-<br />

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