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El Deseado de Todas las Gentes E. G. White [Nueva Edicion]

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

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No aceptaban la buena voluntad <strong>de</strong> Dios para con los hombres como algo separado <strong>de</strong> ellos. La<br />

relacionaban con el mérito propio <strong>de</strong> sus buenas obras. La fe que obra por amor y purifica el alma,<br />

no hallaba don<strong>de</strong> unirse con la religión <strong>de</strong> los fariseos, compuesta <strong>de</strong> ceremonias y <strong>de</strong> ór<strong>de</strong>nes<br />

humanas. <strong>El</strong> esfuerzo <strong>de</strong> aunar <strong>las</strong> enseñanzas <strong>de</strong> Jesús con la religión establecida sería vano. La<br />

verdad vital <strong>de</strong> Dios, como el vino en fermentación, reventaría los viejos y <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ntes odres <strong>de</strong> la<br />

tradición farisaica. Los fariseos se creían <strong>de</strong>masiado sabios para necesitar instrucción, <strong>de</strong>masiado<br />

justos para necesitar salvación, <strong>de</strong>masiado altamente honrados para necesitar la honra que proviene<br />

<strong>de</strong> Cristo. <strong>El</strong> Salvador se apartó <strong>de</strong> ellos para hallar a otros que quisieran recibir el mensaje <strong>de</strong>l<br />

cielo. En los pescadores sin instrucción, en los publicanos <strong>de</strong> la plaza, en la mujer <strong>de</strong> Samaria, en<br />

el vulgo que le oía gustosamente, halló sus nuevos odres para el nuevo vino. Los instrumentos que<br />

han <strong>de</strong> ser usados en la obra <strong>de</strong>l Evangelio son <strong>las</strong> almas que reciben gustosamente la luz que Dios<br />

les manda. Son sus agentes para impartir el conocimiento <strong>de</strong> la verdad al mundo. Si por medio <strong>de</strong><br />

la gracia <strong>de</strong> Cristo los suyos quieren llegar a ser nuevos odres, los llenará con nuevo vino. La<br />

enseñanza <strong>de</strong> Cristo, aunque representada por el nuevo vino, no era una doctrina nueva, sino la<br />

revelación <strong>de</strong> lo que había sido enseñado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio. Pero para los fariseos la verdad <strong>de</strong><br />

Dios había perdido su significado y hermosura originales. Para ellos, la enseñanza <strong>de</strong> Cristo era<br />

nueva en casi todo respecto, y no la reconocían ni aceptaban. Jesús señaló el po<strong>de</strong>r que la falsa<br />

enseñanza tiene para <strong>de</strong>struir el aprecio y el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> la verdad. "Ninguno --dijo él,-- que bebiere<br />

<strong>de</strong>l añejo, quiere luego el nuevo; porque dice: <strong>El</strong> añejo es mejor." Toda la verdad que había sido<br />

dada al mundo por los patriarcas y los profetas resplan<strong>de</strong>cía con nueva belleza en <strong>las</strong> palabras <strong>de</strong><br />

Cristo.<br />

Pero los escribas y fariseos no <strong>de</strong>seaban el precioso vino nuevo. Hasta que no se vaciasen <strong>de</strong> sus<br />

viejas tradiciones, costumbres y prácticas, no tenían en su mente o corazón lugar para <strong>las</strong><br />

enseñanzas <strong>de</strong> Cristo. Se aferraban a <strong>las</strong> formas muertas, y se apartaban <strong>de</strong> la verdad viva y <strong>de</strong>l<br />

po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Dios. Esto ocasionó la ruina <strong>de</strong> los judíos y será la ruina <strong>de</strong> muchas almas en nuestros<br />

tiempos. Miles están cometiendo el mismo error que los fariseos a quienes Cristo reprendió en el<br />

festín <strong>de</strong> Mateo. Antes que renunciar a alguna i<strong>de</strong>a que les es cara, o <strong>de</strong>scartar algún ídolo <strong>de</strong> su<br />

opinión, muchos rechazan la verdad que <strong>de</strong>scien<strong>de</strong> <strong>de</strong>l Padre <strong>de</strong> <strong>las</strong> luces. Confían en sí mismos y<br />

<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>n <strong>de</strong> su propia sabiduría, y no compren<strong>de</strong>n su pobreza espiritual. Insisten en ser salvos <strong>de</strong><br />

alguna manera por la cual puedan realizar alguna obra importante. Cuando ven que no pue<strong>de</strong>n<br />

entretejer el yo en esa obra, rechazan la salvación provista. Una religión legal no pue<strong>de</strong> nunca<br />

conducir <strong>las</strong> almas a Cristo, porque es una religión sin amor y sin Cristo. <strong>El</strong> ayuno o la oración<br />

motivada por un espíritu <strong>de</strong> justificación propia, es abominación a Dios. La solemne asamblea para<br />

adorar, la repetición <strong>de</strong> ceremonias religiosas, la humillación externa, el sacrificio imponente,<br />

proclaman que el que hace esas cosas se consi<strong>de</strong>ra justo, con <strong>de</strong>recho al cielo, pero es todo un<br />

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