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El Deseado de Todas las Gentes E. G. White [Nueva Edicion]

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

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Porque Jesús hablaba la verdad y la <strong>de</strong>cía con certidumbre, no fue recibido por los dirigentes<br />

judíos. Era la verdad lo que ofendía a estos hombres que se creían justos. La verdad exponía la<br />

falacia <strong>de</strong>l error; con<strong>de</strong>naba sus enseñanzas y prácticas, y fue mal acogida. <strong>El</strong>los preferían cerrar<br />

los ojos a la verdad, antes que humillarse para confesar que habían estado en el error. No amaban<br />

la verdad. No la <strong>de</strong>seaban aunque era la verdad. "¿Quién <strong>de</strong> vosotros me convence <strong>de</strong> pecado? Y<br />

si digo la verdad, ¿Por qué no me creéis?'* Día tras día, durante tres años los enemigos <strong>de</strong> Cristo<br />

le habían seguido, procurando hallar alguna mancha en su carácter. Satanás y toda la confe<strong>de</strong>ración<br />

<strong>de</strong>l maligno habían estado tratando <strong>de</strong> vencerle; pero nada habían hallado en él <strong>de</strong> lo cual sacar<br />

ventaja. Hasta los <strong>de</strong>monios estaban obligados a confesar: "Sé quién eres, el Santo <strong>de</strong> Dios.'* Jesús<br />

vivió la ley a la vista <strong>de</strong>l cielo, <strong>de</strong> los mundos no caídos y <strong>de</strong> los hombres pecadores. Delante <strong>de</strong><br />

los ángeles, <strong>de</strong> los hombres y <strong>de</strong> los <strong>de</strong>monios, había pronunciado sin que nadie se <strong>las</strong> discutiese<br />

palabras que, si hubiesen procedido <strong>de</strong> cualesquiera otros labios, hubieran sido b<strong>las</strong>femia: "Yo, lo<br />

que a él agrada, hago siempre."<br />

<strong>El</strong> hecho <strong>de</strong> que, a pesar <strong>de</strong> que no podían hallar pecado en él, los judíos no recibían a Cristo<br />

probaba que no estaban en comunión con Dios. No reconocían la voz <strong>de</strong> Dios en el mensaje <strong>de</strong> su<br />

Hijo. Pensaban que estaban con<strong>de</strong>nando a Cristo; pero al rechazarlo estaban sentenciándose a sí<br />

mismos. "<strong>El</strong> que es <strong>de</strong> Dios --dijo Jesús,-- <strong>las</strong> palabras <strong>de</strong> Dios oye: por esto no <strong>las</strong> oís vosotros,<br />

porque no sois <strong>de</strong> Dios."<br />

La lección es verda<strong>de</strong>ra para todos los tiempos. Muchos hombres que se <strong>de</strong>leitan en sutilizar,<br />

criticar y buscar en la Palabra <strong>de</strong> Dios algo que poner en duda, piensan que <strong>de</strong> esa 434 manera<br />

están dando muestras <strong>de</strong> in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> pensamiento y agu<strong>de</strong>za mental. Suponen que están<br />

con<strong>de</strong>nando la Biblia, cuando en verdad se están con<strong>de</strong>nando a sí mismos. Ponen <strong>de</strong> manifiesto<br />

que son incapaces <strong>de</strong> apreciar <strong>las</strong> verda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> origen celestial y <strong>de</strong> alcance eterno. En presencia <strong>de</strong><br />

la gran montaña <strong>de</strong> la justicia <strong>de</strong> Dios, su espíritu no siente temor reverencial. Se ocupan en buscar<br />

pajas y motas, con lo cual revelan una naturaleza estrecha y terrena, un corazón que pier<strong>de</strong><br />

rápidamente su capacidad para compren<strong>de</strong>r a Dios. Aquel cuyo corazón ha respondido al toque<br />

divino, buscará lo que aumente su conocimiento <strong>de</strong> Dios, y refine y eleve su carácter. Como una<br />

flor se torna al sol para que sus brillantes rayos le <strong>de</strong>n bellos colores, así se tornará el alma al Sol<br />

<strong>de</strong> justicia, para que la luz <strong>de</strong>l cielo embellezca el carácter con <strong>las</strong> gracias <strong>de</strong>l carácter <strong>de</strong> Cristo.<br />

Jesús continuó, poniendo <strong>de</strong> manifiesto un pronunciado contraste entre la actitud <strong>de</strong> los judíos y la<br />

<strong>de</strong> Abrahán: "Abraham vuestro padre se gozó por ver mi día; y lo vio, y se gozó." Abrahán había<br />

<strong>de</strong>seado mucho ver al Salvador prometido. <strong>El</strong>evó la más ferviente oración porque antes <strong>de</strong> su<br />

muerte pudiera contemplar al Mesías. Y vio a Cristo. Se le dio una comunicación sobrenatural, y<br />

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