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El Deseado de Todas las Gentes E. G. White [Nueva Edicion]

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

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los presentes. veía que, en muchos, lo que pasaba como <strong>de</strong>mostración <strong>de</strong> pesar era tan sólo<br />

fingimiento. sabía que algunos <strong>de</strong> los <strong>de</strong>l grupo, que manifestaban ahora un pesar hipócrita,<br />

estarían antes <strong>de</strong> mucho maquinando la muerte, no sólo <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>roso taumaturgo, sino <strong>de</strong>l que iba<br />

a ser resucitado <strong>de</strong> los muertos. Cristo podría haberlos <strong>de</strong>spojado <strong>de</strong> su falso pesar. Pero dominó<br />

su justa indignación. No pronunció <strong>las</strong> palabras que podría haber pronunciado con toda verdad,<br />

porque amaba a la que, arrodillada a sus pies con tristeza, creía verda<strong>de</strong>ramente en él. "¿Dón<strong>de</strong> le<br />

pusisteis? --preguntó.-- dícenle:<br />

Señor, ven y ve." juntos se dirigieron a la tumba. Era una escena triste. Lázaro había sido muy<br />

querido, y sus hermanas le lloraban con corazones quebrantados, mientras que los que habían sido<br />

sus amigos mezclaban sus lágrimas con <strong>las</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong> hermanas enlutadas. a la vista <strong>de</strong> esta angustia<br />

humana, y por el hecho <strong>de</strong> que los amigos afligidos pudiesen llorar a sus muertos mientras el<br />

Salvador <strong>de</strong>l mundo estaba al lado, "lloró Jesús." aunque era hijo <strong>de</strong> Dios, había tomado sobre sí<br />

la naturaleza humana y le conmovía el pesar humano. su corazón compasivo y tierno se conmueve<br />

siempre <strong>de</strong> simpatía hacia los dolientes. llora con los que lloran y se regocija con los que se<br />

regocijan.<br />

No era sólo por su simpatía humana hacia maría y marta por lo que Jesús lloró. en sus lágrimas<br />

había un pesar que superaba tanto al pesar humano como los cielos superan a la tierra. Cristo no<br />

lloraba por Lázaro, pues iba a sacarle <strong>de</strong> la tumba. lloró porque muchos <strong>de</strong> los que estaban ahora<br />

llorando por Lázaro maquinarían pronto la muerte <strong>de</strong>l que era la resurrección y la vida. Pero ¡Cuán<br />

incapaces eran los judíos <strong>de</strong> interpretar <strong>de</strong>bidamente sus lágrimas! algunos que no podían ver como<br />

causa <strong>de</strong> su pesar sino <strong>las</strong> circunstancias externas <strong>de</strong> la escena que estaba <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> él, dijeron<br />

suavemente: "mirad cómo le amaba." otros, tratando <strong>de</strong> sembrar incredulidad en el corazón <strong>de</strong> los<br />

presentes, <strong>de</strong>cían con irrisión: "¿no podía éste que abrió los ojos al ciego, hacer que éste no<br />

muriera?" si Jesús era capaz <strong>de</strong> salvar a Lázaro, ¿Por qué le <strong>de</strong>jó morir? con ojo profético, Cristo<br />

vio la enemistad <strong>de</strong> los fariseos y saduceos. sabía que estaban premeditando su muerte.<br />

Sabía que algunos <strong>de</strong> los que ahora manifestaban aparentemente tanta simpatía, no tardarían en<br />

cerrarse la puerta <strong>de</strong> la esperanza y los portales <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Dios. estaba por producirse, en su<br />

humillación y crucifixión, una escena que traería como resultado la <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> Jerusalén, y en<br />

esa ocasión nadie lloraría los muertos. la retribución que iba a caer sobre Jerusalén quedó<br />

plenamente retratada <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> él. vio a Jerusalén ro<strong>de</strong>ada por <strong>las</strong> legiones romanas. sabía que<br />

muchos <strong>de</strong> los que estaban llorando a Lázaro morirían en el sitio <strong>de</strong> la ciudad, y sin esperanza. No<br />

lloró Cristo sólo por la escena que tenía <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> sí. <strong>de</strong>scansaba sobre él el peso <strong>de</strong> la tristeza <strong>de</strong><br />

los siglos. Vio los terribles efectos <strong>de</strong> la transgresión <strong>de</strong> la ley <strong>de</strong> Dios. vio que en la historia <strong>de</strong>l<br />

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