DE DUELO
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van a volver y pueden entender que no se trata de un sueño ni de un estado temporal.<br />
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o interrupción de las funciones vitales, pero les falta un concepto clave: la universalidad.<br />
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creen que la muerte es selectiva y que suele afectar a personas muy mayores, es decir:<br />
para este grupo de edad, la muerte “es de viejos”.<br />
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ya sea a la propia muerte o bien a la de los familiares cercanos que se encargan de su<br />
cuidado. En el momento en que aparece esta gran preocupación por su propia muerte<br />
y la de los adultos de su entorno, es normal que los menores estén atentos a cualquier<br />
indicio de una posible enfermedad, e incluso es posible que experimenten pequeñas<br />
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Durante este periodo y alrededor de los 9 ó 10 años es cuando los niños toman<br />
verdaderamente conciencia de la universalidad de la muerte. Entonces se hace más<br />
patente el temor a perder su vida o a sus familiares cercanos y desarrollan un instinto de<br />
protección que les hace revisar y concienciar a los adultos de su entorno de los peligros<br />
que les rodean.<br />
En consecuencia, es probable que en este contexto los niños se muestren más precavidos,<br />
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semáforo en verde, no saltarse los semáforos en rojo, no hablar con desconocidos, el<br />
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de su entorno también las tomen.<br />
A esta edad es habitual que empiece a aparecer la culpa. El principal motivo es el<br />
egocentrismo que impera en esta etapa. Esa cualidad hace que el niño piense que, si alguien<br />
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esas dudas a los adultos, hasta que entiende que el pensamiento, la opinión, los hechos o<br />
las palabras no suelen causar la muerte.<br />
En esta etapa el grupo de amigos, de iguales, se convierte en algo esencial: sirve de guía y<br />
de medida, y pertenecer al grupo mayoritario es fundamental para los menores, pasando<br />
en muchos casos a ser “populares” o “marginados”. Por eso, a esta edad se convierte en<br />
un sufrimiento el hecho de sentirse diferente, ser el primero en experimentar algo o<br />
bien tener que cambiar de amigos. Perder a un progenitor en esta etapa puede resultar<br />
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comparados o evaluados por sus iguales.<br />
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la muerte, sus causas, el cuerpo, los procedimientos, el funeral, la incineración, el entierro,<br />
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a dónde vamos cuando morimos, qué pasa después de la vida, etc.<br />
Estas preguntas pueden generar reacciones emocionales intensas en el adulto, ya que<br />
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pueden resultar comprometidas. Lo cierto es que estas dudas son propias del crecimiento<br />
y responden a la necesidad del niño de intentar dar sentido al mundo que le rodea.<br />
Algunas de esas preguntas pueden relacionarse con temas como:<br />
Cómo es el proceso de descomposición de un cuerpo, de qué color, si crece el pelo<br />
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Qué pasa con las vísceras y los órganos internos.<br />
Dudas realistas acerca del futuro: si habrá dinero para hacer lo que antes se hacía,<br />
cómo se va a mantener la casa, si se podrá seguir pagando el colegio, si las actividades<br />
extraescolares pueden continuar.<br />
Cuestiones concretas sobre los rituales: qué pasa con el cuerpo al ser enterrado, qué<br />
pasa durante la incineración, si se va a incinerar a otras personas, etc.<br />
Cómo es el cielo o el más allá.<br />
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