DE DUELO
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a ser la ceremonia y qué es esperable que ocurra. De ese modo reduciremos el impacto<br />
que puede generarles el hecho de encontrarse cosas nuevas que no pueden prever.<br />
Los más pequeños necesitan explicaciones adaptadas a su edad y un adulto que los<br />
acompañe y dé respuesta a sus dudas. Los adolescentes pueden requerir tanto compañía<br />
como intimidad, lo que es importante es que el entorno responda a las necesidades<br />
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a lo largo de la vida.<br />
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niño”<br />
Partimos de la idea equivocada o extendida de que si la muerte es violenta -por ejemplo,<br />
un suicidio, un atropello, un atentado-, en la mente de los adultos se considera una<br />
muerte “peor”. Por el contrario, aquellos fallecimientos que pueden considerarse “dulces”,<br />
“naturales” o que tienen lugar tras una larga enfermedad se consideran como muertes<br />
“mejores” o más afortunadas.<br />
En realidad, para los niños no hay una muerte mejor que otra si fallecen personas<br />
<br />
que tener en cuenta que los niños a menudo no manejan el concepto de temporalidad y<br />
el hecho de que la persona que va a fallecer pueda “durar” muchos meses no les aporta<br />
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meses” se les haga tan largo o tan cotidiano que la muerte del ser querido les resulte<br />
igualmente inesperada.<br />
le haya mentido. Normalmente afrontar esto supone para el menor un trabajo extra<br />
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recursos en resolver el duelo.<br />
5. “El duelo dura aproximadamente un año”<br />
Esta idea sobre la duración estándar del duelo está muy extendida: muchas personas<br />
piensan que, después de un tiempo prudencial, todo aquello relacionado con el duelo<br />
ha tenido que pasar. Así pues, al cabo del mismo el doliente ha tenido que superar la<br />
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o habrá recolocado ya al fallecido en su vida.<br />
La verdad es que el duelo dura lo que tarda cada persona en elaborarlo, no hay un<br />
tiempo exacto para ello. Sin embargo, en los niños lo recomendable es que cuanto antes<br />
se resuelva, mejor, porque si el menor no va resolviendo las tareas asociadas al duelo, las<br />
distintas áreas de su vida pueden verse interrumpidas o afectadas, lo que puede tener<br />
mayores repercusiones para él.<br />
Aun así, en los menores es normal que determinadas reacciones del duelo puedan<br />
extenderse en el tiempo -aunque amortiguadas- o incluso manifestarse en otros<br />
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cambio de etapa vital, etc.).<br />
6. “El tiempo lo cura todo”<br />
Una idea extendida en los adultos es que las cosas van a mejorar con el tiempo, que con<br />
el transcurso de los meses el duelo se irá amortiguando y las emociones y sentimientos<br />
volverán a la normalidad. Creen que a medida que transcurren los días lo normal es que<br />
el niño o el adolescente vayan recuperando la normalidad y disminuya proporcionalmente<br />
el grado de afectación que supone el duelo.<br />
Si “maquillamos” cómo se ha producido la muerte, estamos sobreprotegiendo al niño y le<br />
impedimos que desarrolle de verdad las habilidades para afrontar la realidad. Además, es<br />
probable que acabe enterándose por otra vía y eso le genere mucho más dolor, porque<br />
al afrontamiento de la pérdida se añade el hecho de que su familia lo haya apartado o<br />
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muerte en sí. Lo que ayuda, o “cura”, es aquello que hagamos con el tiempo, las alternativas<br />
que proporcionemos a los niños, la forma en que recuperen sus rutinas, cómo recoloquen<br />
al muerto en sus vidas, etc.<br />
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