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CREATIVIDAD<br />
sociedad lo más posible. No lo<br />
aísle, trátelo con mucho amor<br />
y comprensión, él es un chico<br />
con un padecimiento llamado<br />
“autismo” que, temo decirle, no<br />
tiene remedio, pero si sigue las<br />
indicaciones de los especialistas<br />
Micky tendrá una vida casi<br />
normal, hasta podría llegar a ser<br />
independiente. Le daré un pase<br />
para un hospital especializado al<br />
sur de la ciudad donde podrán<br />
ayudarlo.-<br />
Mamá sonrió forzada mientras<br />
Micky sentía las uñas de mamá<br />
encajarse en su muslo. Salieron<br />
del lugar, mamá llorando y Micky<br />
sobando su pierna y rascando<br />
la oreja como de costumbre<br />
cuando sentía ansiedad. El<br />
doctor, aunque comprendía a<br />
Micky, tampoco pudo ayudarlo.<br />
Al poco tiempo mamá llevó<br />
a Micky al hospital del sur,<br />
especialista en autismo. Dentro,<br />
la asistente de un médico le dijo:<br />
-Señora, mientras su hijo tenga<br />
problemas de conducta, no<br />
podré darle cita con el doctor.<br />
Y todo porque Micky quiso, por<br />
primera vez en su vida, salir al<br />
jardín a jugar con otros niños<br />
que identificó como iguales a<br />
él. Mamá no lo dejó y Micky<br />
comenzó a gritar como de<br />
costumbre, haciendo rabiar<br />
a mamá y provocando que la<br />
“asistente especializada en<br />
niños como él”, no le permitiera<br />
ver al doctor.<br />
Mamá salió nuevamente llorando<br />
con Micky del brazo, y apenas<br />
pasaron la caseta de vigilancia,<br />
lo puso contra la pared jalándole<br />
el cabello y dándole patadas en<br />
el cuerpo, hasta que no pudo<br />
gritar más y mamá tuvo que<br />
llevarlo en taxi de regreso a casa<br />
porque no podía caminar.<br />
Pasaron muchos años<br />
y muchas golpizas y Micky no<br />
pudo resolver sus “problemas de<br />
conducta”. En la calle le decían:<br />
“Micky el pendejo”, cada que lo<br />
veían que salía a mirar el cielo.<br />
Las chicas comentaban entre<br />
ellas: “Está como quiere, lástima<br />
que sea pendejo…” entre risas<br />
pues, Micky, creció alto y muy<br />
apuesto.<br />
Una noche mamá no regresó a<br />
casa, ni la noche siguiente, ni la<br />
que siguió a esa. Así que Micky<br />
salió a buscarla. Caminó mucho,<br />
muchos días y muchas noches<br />
hasta que, cansado de caminar<br />
y aterido por el frío, se sentó en<br />
la banquita de ese parque, al que<br />
siempre volvía por las noches,<br />
en donde recordaba que mamá<br />
compraba elotes, en donde se<br />
sentaba a mirar al cielo.<br />
Esa noche, una linda chica, que<br />
vivía frente al parque y veía por<br />
las noches a Micky sentado en<br />
la banca, salió de su casa y se<br />
atrevió a hablarle. Se sentó a<br />
su lado en la fría banca y con<br />
una voz dulce le dijo: - Hola, me<br />
llamo Chely- sonrió tímidamente-<br />
¿Qué tanto miras allá arriba?<br />
Y Micky, desviando la mirada<br />
hacia esa hermosa chica, que<br />
le pareció la segunda cosa<br />
más bella que había visto en el<br />
mundo y que, en efecto, era la<br />
segunda cosa que contemplaba<br />
en toda su vida, le respondió:<br />
-Las estrellas…<br />
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