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AguaTinta Nº27

La Locura - Agosto de 2017

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la conciencia de la locura para cuestionarse qué es el<br />

loco y, de paso, criticar la presunción del siglo XVIII que<br />

reconocía la locura sin lugar a dudas, desde la certeza de<br />

la verdad absoluta. “El loco, por lo tanto, no puede ser loco<br />

para sí mismo, sino solamente a los ojos de un tercero,<br />

que, tan sólo él, puede distinguir de la razón misma el<br />

ejercicio de la razón”, dice en su texto.<br />

Y ese tercero mira la locura y la clasifica, desde<br />

el siglo XVIII, pasando por el XIX y llegando hasta la<br />

actualidad en la que escribe el filósofo francés: la de<br />

mediados del siglo pasado. Pero este ha sido, según él,<br />

un camino fracasado para el positivismo porque todas<br />

esas clasificaciones, aparentemente objetivas, han sido<br />

traspasadas por caracterizaciones morales.<br />

“Así se designa, por encima de las descripciones<br />

y de las clasificaciones, una teoría general de la pasión,<br />

de la imaginación y del delirio; en ella se anudan las<br />

relaciones reales de la locura, en general, y de los locos en<br />

particular; igualmente, en ella se establecen los nexos de<br />

la locura y de la sinrazón. Es el oscuro poder de síntesis<br />

que los reúne a todos –sinrazón, locura y locos– en una<br />

sola y misma experiencia. En ese sentido puede hablarse<br />

de una trascendencia del delirio, que, dirigiendo desde<br />

arriba la experiencia clásica de la locura, hace ridículas<br />

las tentativas de analizarla según sus solos síntomas” (4) .<br />

Dejando atrás este análisis, Foucault entra en un<br />

terreno espinoso, muy recorrido en el siglo XVIII: ¿Es<br />

la locura una enfermedad del alma? La respuesta es,<br />

al parecer, que no. Un loco no puede ser castigado haya<br />

hecho lo que haya hecho. Su alma está replegada y no es<br />

tocada por la locura. La justicia, hasta hoy, ha asumido –y<br />

asume– la inocencia del loco.<br />

Detrás de todo el pensamiento del filósofo sobre la<br />

locura está la idea de que quien detenta el poder deslinda<br />

verdadero de falso en el plano del conocimiento. La verdad,<br />

según Foucault, no es absoluta como se la consideraba en<br />

la modernidad, sino parte del control social.<br />

Repetidamente, para explicar este concepto se usa<br />

este ejemplo: en un partido de fútbol, tres jueces discuten<br />

sobre si un gol fue hecho tras un pase en posición de<br />

adelanto o no. El primero dice muy confiadamente: “Yo<br />

digo las cosas como son”; el segundo, “yo digo las cosas<br />

como las veo”. Y el tercero replica: “El gol no fue hecho<br />

legalmente o tras un fuera de juego mientras yo no lo<br />

decida”. El primero cree que la verdad es absoluta; el<br />

segundo, representa el relativismo moderado; mientras<br />

que el tercero asume el pensamiento posmoderno. Eso,<br />

claro, antes del VAR.<br />

Para determinar la locura, es muy difícil llegar a que<br />

una máquina decida… aunque pudiera ser el sueño de<br />

los que sustentan poderes autoritarios. Por el momento,<br />

lo que llamamos el paradigma válido de la ciencia sigue<br />

determinando quién está de qué lado del límite.<br />

• • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • •<br />

Un vistazo a Michel Foucault<br />

Nació el 15 de octubre de 1926, en Poitiers, y murió el 25 de junio<br />

de 1984, en París. Vivió una temporada en Estados Unidos. Fue un gran<br />

representante del estructuralismo francés, del que renegó más tarde.<br />

Filósofo, sociólogo, historiador y psicólogo, fue profesor de la cátedra<br />

Historia de los Sistemas de Pensamiento en el Collége de France.<br />

En la década de 1970 fue una de las figuras más importantes e<br />

influyentes del ambiente cultural occidental. Nunca quiso autodefinirse<br />

como un historiador de los ideales ni de las ciencias, sino como<br />

arqueólogo. Aunque no le gustaban las etiquetas, fue uno de los<br />

pensadores emblemáticos del postmodernismo, que –dicho en forma<br />

simplificada– niega la validez de los absolutos. En resumen, podría<br />

decirse de él que mantuvo siempre un pensamiento innovador y no<br />

alineado a corrientes de pensamiento o ideológicas.<br />

En el mundo político –más allá de un paso por el PC siguiendo<br />

a su amigo Louis Althusser– destacó por su polémica lucha en pro de<br />

derogar algunas normativas de la ley gala, buscando despenalizar las<br />

relaciones consentidas entre adultos y menores de 15 años.<br />

Dentro de la vastedad de su pensamiento y obra escrita, Historia de<br />

la locura en la época clásica se considera capital, así como Las palabras y<br />

las cosas y La arqueología del saber.<br />

Su vida personal fue intensa y, en muchas épocas, desgraciada:<br />

antes de los 30 años intentó varias veces suicidarse.<br />

Murió tempranamente, a los 57 años, de una enfermedad asociada<br />

al Sida que, por esos años, aún no tenía tratamiento.<br />

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