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AguaTinta Nº27

La Locura - Agosto de 2017

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sí era prueba fehaciente de unas correctas composición,<br />

perspectiva y profundidad y de un acertado tratamiento<br />

del color.<br />

La primera vez que Tom Thomson visitó el Parque<br />

Provincial de Algonquin, situado a 300 kms. al noroeste<br />

de Toronto, entre la bahía de Georgia y el río Ottawa, en<br />

Ontario Central, fue en mayo de 1912, y continuó yendo<br />

con uno o más de sus compañeros de labores en Grid<br />

Ltd. En octubre de ese mismo año, J.E.H. MacDonald<br />

le presentó al Dr. James MacCallum, un acomodado<br />

oftalmólogo amante del arte, especialmente interesado en<br />

los paisajes. En el otoño de 1913, a través de MacCallum<br />

conoció a A.Y. Jackson (1882-1974), un artista que venía<br />

regresando tras cuatro años de estudiar arte en Europa<br />

y de recorrer importantes ciudades del viejo continente.<br />

Por su intermedio, el joven pintor conoció la obra de los<br />

impresionistas y neoimpresionistas, en especial Monet,<br />

Pisarro, Sisley y Seurat.<br />

MacCallum estaba impresionado por el trabajo<br />

de Jackson y Thomson, que consideraba una nueva<br />

aproximación al paisaje canadiense, y se ofreció a cubrir<br />

sus gastos durante un año e instalarles un estudio en<br />

Toronto si se dedicaban exclusivamente a la pintura.<br />

Thomson había encontrado a un mecenas y los viajes a<br />

Algonquin se hicieron más frecuentes y parte de una labor<br />

metódica que consistía en realizar en terreno pequeños<br />

bosquejos al óleo que posteriormente, de regreso en<br />

el estudio, convertía en pinturas de mayor formato. Su<br />

principal interés radicaba en mostrar los paisajes con la<br />

mayor honestidad posible.<br />

Jackson y Thomson experimentaron con la técnica<br />

del Impresionismo de pintar en breves trazos. Este<br />

método, así como los principios ópticos a los que llegó<br />

esa corriente plástica tras el estudio de la percepción, se<br />

dejan ver aplicados en obras de Thomson. Una de ellas<br />

es Moonlight, en la que el trazo breve es utilizado para<br />

enfatizar una cierta vibración del color, que además se<br />

intensifica a la derecha, pues la luz de la luna, en fase<br />

creciente, se desplaza hacia la sección izquierda, un<br />

ejercicio intencional que explicó a su amigo Jackson al salir<br />

de noche de su estudio a observar ese efecto luminoso. Con<br />

ello, quiso dar al observador una imagen realista de un<br />

nocturno, tema en boga por entonces, pero uno centrado<br />

en la forma en que la luz irradia un cielo que constituye<br />

dos tercios del lienzo. Otro ejemplo es Summer Shore. En<br />

este óleo, la experimentación cromática es más evidente y<br />

las pinceladas alternan colores opuestos, pero no por ello<br />

dejan de otorgar un golpe de vista realista.<br />

El guardaparques de Algonquin, Mark Robinson,<br />

recuerda que Thomson le dijo una vez que, así “como las<br />

notas imperfectas destruyen el alma de la música, el color<br />

imperfecto destruye el alma del lienzo”. Explicaba de ese<br />

modo su creciente concentración en la gama cromática de<br />

su arte, que pasó a constituir cada vez más su foco central.<br />

El estudio concienzudo del canadiense se deja ver<br />

en sus bosquejos. No fue el único de su generación en<br />

hacerlos, pero sí les dio un tratamiento especial: fueron<br />

la base para recrear luego los paisajes retratados a partir<br />

de una reelaboración personal. Tuvo, además, especial<br />

cuidado en conservarlos y centenares de ellos forman<br />

t Summer Shore, Georgian Bay,<br />

1914-1915.<br />

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