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todos los funcionarios que tengan contacto directo<br />

con las evidencias de origen biológico, al momento<br />

de abordar y trabajar los casos donde sea necesario<br />

individualizar apéndices pilosos de perros. Estos<br />

procedimientos a seguir no son nada nuevos, ya<br />

que son los mismos utilizados para los humanos,<br />

desafortunadamente, a pesar de su enorme potencial,<br />

nunca han sido considerados en la resolución<br />

de algún caso penal en el país.<br />

El uso de protocolos estandarizados permite realizar<br />

futuras comparaciones de los resultados entre<br />

dos o más laboratorios, y facilitan la interpretación<br />

de las experticias por parte de otros científicos ó<br />

consultores técnicos.<br />

Casos reportados<br />

Shutler et al. reportaron en el año 1991, el primer<br />

caso forense donde se utiliza el ADN de los perros<br />

como evidencia física, un caso de homicidio, donde<br />

el victimario se llevo impregnada en sus prendas de<br />

vestir sangre de la víctima y su mascota, pero la<br />

cantidad era insuficiente para establecer un perfil<br />

mediante el empleo de los marcadores RFLP. En<br />

el año 1996, el caso fue reabierto y se estudiaron<br />

las manchas analizando los marcadores STRs, tanto<br />

de humanos, como de caninos. Los marcadores<br />

humanos correspondían a los de la víctima y los caninos<br />

a los de su perro.<br />

Un perro llamado Casper ayuda a resolver un<br />

caso de Robo e intento de Violación<br />

En el año 2000, en la Corte Superior del Condado<br />

de Ventura, en California, Estados Unidos, fue<br />

hallado culpable y condenado a treinta años de prisión<br />

un ladrón y violador en serie, gracias a la prueba<br />

de ADN practicada a unos apéndices pilosos que<br />

pertenecían a un perro ShinTzu negro y blanco llamado<br />

Casper, cuyo ladrido alertó la noche del 22 de<br />

septiembre del año 2000 a su propietario sobre un<br />

intruso en su dormitorio, y éste llamó de inmediato<br />

a la policía. El agresor huyó después de un intento<br />

de agresión sexual, llevándose un mordisco y varios<br />

apéndices pilosos de perro en sus pantalones.<br />

Aunque los abogados que participaron en el caso<br />

no pudieron encontrar antecedentes legales ni técnicos<br />

sobre el tema, el juez Kevin J. McGee consideró<br />

que los procedimientos para llevar a cabo las<br />

pruebas de ADN en el perro no eran nuevos, ya que<br />

son los mismos utilizados para las pruebas de ADN<br />

en los humanos. Así Casper se convirtió en el testigo<br />

clave para lograr la condena de Laykham, el<br />

agresor que vivía al lado de la víctima de 60 años de<br />

edad, por su parte, el fiscal acusador aseguro que<br />

el ADN de los animales domésticos se convertiría a<br />

futuro en una herramienta ampliamente utilizada en<br />

los casos penales, (Wilson, 2002).<br />

Perro ayuda a resolver el homicidio de una niña<br />

de dos años de edad<br />

Y el fiscal acusador en el caso de Laykham no<br />

se equivocó, un año más tarde, uno de los casos<br />

más emblemáticos relacionado con este tipo de evidencia<br />

se desarrollo en Pensilvania, donde Stephen<br />

Treiber fue condenado por homicidio en prejuicio de<br />

su hija de dos años de edad. Treiber inició un incendio<br />

en su casa el 9 de Marzo del 2001, con la<br />

finalidad de no pagar los 250 dólares mensuales de<br />

la manutención de su hija, Jessica Treiber. Durante<br />

la investigación, Treiber indicó que había recibido<br />

Revista P.T.J. Cuerpo Especial 133 131

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