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Día 26: 28 <strong>de</strong> diciembre <strong>de</strong> 2017<br />
Lucas 1:57-66<br />
Alvin Padilla<br />
No hay nadie en tu parentela que se llame con ese nombre.<br />
Lucas 1:61<br />
La seguridad y la comodidad <strong>de</strong> lo familiar apelan mucho a cada uno <strong>de</strong> nosotros. Esto lleva a la<br />
formulación <strong>de</strong> hábitos y tradiciones que nos permiten enfrentar las <strong>de</strong>sconocidas<br />
incertidumbres <strong>de</strong> mañana. Vemos eso en el niño que <strong>de</strong>sarrolla la rutina que conforman su día<br />
– comida, baño, escuchar una historia, hora <strong>de</strong> ir a la cama. Es evi<strong>de</strong>nte en nuestros años adultos<br />
cuando <strong>de</strong>sarrollamos hábitos <strong>de</strong>l corazón – pasos familiares para fortalecer nuestro continuo<br />
crecimiento espiritual. Nos llevan a tomar pasos seguros y alentadores en la vida <strong>de</strong> la Iglesia<br />
mientras marchamos al ritmo <strong>de</strong>l año litúrgico – <strong>Adviento</strong>, Navidad, Tiempo Ordinario, Cuaresma,<br />
Pentecostés. Esta postura <strong>de</strong> confort conlleva un costo, a la mayoría <strong>de</strong> nosotros no nos gusta el<br />
cambio. Nos gustaría permanecer en el ritmo <strong>de</strong> lo familiar. El cambio trae incertidumbre,<br />
inseguridad y falta <strong>de</strong> confort.<br />
La tradición <strong>de</strong> ponerle el nombre <strong>de</strong> alguien conocido (<strong>de</strong> un familiar en el caso <strong>de</strong> nuestro texto)<br />
a un niño es muy confortante. Los padres miran a la larga lista <strong>de</strong> parientes que les han<br />
precedido, tanto vivos como muertos, y eligen un nombre que servirá como guía, el paradigma<br />
para este hijo(a). Los padres honran el pasado y anhelan que el llamar <strong>de</strong> esa manera a su bebé<br />
redun<strong>de</strong> en la seguridad y el confort <strong>de</strong> una vida <strong>de</strong> similar valía. Elisabeth y Zacarías habían<br />
anhelado un bebé por décadas. Po<strong>de</strong>mos imaginarnos que temprano en su matrimonio, ellos,<br />
como parejas jóvenes en todo lugar, hablaron <strong>de</strong> nombres para sus hijos. Así, en obediencia al<br />
mandado angelical, Elisabeth presenta el nombre <strong>de</strong> Juan para su hijo y enseguida es retada con<br />
un llamado a retornar a lo familiar: “no hay nadie en tu parentela que se llame con ese nombre.”<br />
Los amigos y familiares reunidos en celebración querían abrazar su familiar pasado. Elisabeth y<br />
Zacarías avistaron un glorioso futuro – la venida <strong>de</strong>l Mesías <strong>de</strong> Dios.<br />
Al enfrentar nuestro futuro, que seamos capaces <strong>de</strong> <strong>de</strong>jar atrás la seguridad y el confort <strong>de</strong> lo<br />
familiar y abracemos el futuro brillante que Dios tiene para nosotros, su pueblo.