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SERGIO VILLALOBOS :EL TIEMPO DEL HOMBRE - Educarchile

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Hay muchos tiempos. Desde luego, el de Dios, que no es tiempo porque no tuvo comienzo ni tendrá<br />

fin y porque en él lo contingente se diluye hasta desaparecer.<br />

Corresponde al sentido más puro, como puede concebirlo nuestra mente en caso de ser una categoría<br />

comprensible<br />

Existe también un tiempo astronómico, muy ligado al anterior, que asociamos con el comienzo y fin e<br />

identificamos con la inmensidad del espacio universal, porque ambos se confunden. Ello es tan cierto, que las<br />

medidas cronológicas ligadas a la velocidad de la luz se transforman en unidades espaciales y hablamos de años<br />

luz y millones de años luz. El tiempo se ha transformado en distancia, pero a la vez la extensión fantástica del<br />

espacio nos ayuda a comprender la dimensión del tiempo.<br />

Los astrónomos, mediante sus finos instrumentos y sus cálculos, nos asombran continuamente con sus<br />

datos increíbles de tiempo y espacio. Cada vez llevan más atrás el momento del origen, si es que lo hubo, y<br />

pueblan la imaginación, más que el cielo, de galaxias inverosímiles y a distancias que sólo el pensamiento<br />

puede alcanzar. Algunas se alejan a tal velocidad que jamás las percibiremos físicamente y mientras tanto se<br />

forman; Desaparecen estrellas, enanas rojas y blancas gigantes novas y agujeros negros, en ciclos interminables<br />

del pasar de energía.<br />

Asombrados, queremos comprender y forzamos el pensamiento, pero quedamos perplejos y también<br />

los sabios que auscultan el espacio, porque para las últimas interrogantes no hay respuesta satisfactoria y en<br />

nuestra pequeñez sentimos que nadad importa y terminamos por sumirnos en la trivialidad de nuestros asuntos<br />

personales. Ellos son los importantes en la trama del tiempo humano.<br />

No obstante, arrinconada en la conciencia quedan muchas dudas y una angustia fundamental sobre<br />

nuestra existencia misma, que reaparece cuando en la noche divisamos una infinidad de estrellas, simple retazo<br />

de la galaxia que nos envuelve.<br />

El tiempo se ha hecho angustia: es parte de la angustia fundamental. No es tanto el temor de la muerte,<br />

sin el enigma entero de la humanidad, desde su nacimiento hasta su desaparición, que cada uno presiente como<br />

una segunda muerte.<br />

Si reducimos la mira a nuestro alrededor, a nuestro planeta, tropezaremos a nuestro alrededor con el<br />

tiempo geológico y geomorfológico, revelado implacablemente por los terremotos, las erupciones, los aluviones<br />

y la erosión, que son parte de la existencia de una masa en permanente transformación. En este medio no somos<br />

más que criaturas aparecidas en tiempo reciente, casi extrañas, que debemos sufrir las inclemencias del planeta<br />

con sus propios acomodos físicos, a los que tiene derecho dentro de una cronología que lleva millones de años y<br />

que ha de continuar una vez que haya desaparecido el hombre.<br />

La corteza experimenta transformaciones a gran escala. Las masas continentales se han disgregado,<br />

han estado a la deriva, han chocado y las placas submarinas continúan pugnando en sus desplazamientos. Pero<br />

los hombres, en la brevedad de su tiempo, sólo perciben los pequeños síntomas de los fenómenos geológicos.<br />

Los diversos tiempos tienen ritmos diferentes. Y no sólo en las grandes escalas, sino en otras más<br />

reducidas que observamos a nuestro alrededor. Ahí está el tiempo vegetal, en cierto modo paralelo al nuestro,<br />

aunque variado según las especies que lo viven. Hay plantas que se desarrollan, viven y mueren en una sola<br />

www.odisea.cl - Unidades Temáticas<br />

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