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Revista Las Hojas Edición Mayo 2018

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Recuerdos<br />

Confesiones de un<br />

músico<br />

Uno de los recuerdos más indelebles que guardo en lo más hondo<br />

de mi ser está ligado a una sinfonía no muy conocida, o que al<br />

menos no es ejecutada con la frecuencia que en mi opinión se<br />

merece, perteneciente a Franz Schubert: la Sinfonía N° 4 en Do<br />

menor, la cual lleva como nombre “Trágica”.<br />

Fue esta obra la que significó para mí la primera experiencia en<br />

una orquesta sinfónica, con una obra de este tipo.<br />

Recuerdo que cuando repartieron las partes me tocó de pura<br />

casualidad, y no por merito propio, ser parte de la fila de primeros<br />

violines, lo cual me puso muy contento ya que sentía que el solo<br />

hecho de ser parte de esa fila me hacia mejor músico.<br />

Pero la alegría fue mutando en tortura cuando tuve que empezar<br />

a lidiar con los problemas técnicos e interpretativos que plantea<br />

la obra, la cual está llena de cambios de tempo, ritmo, golpes de<br />

arco, alteraciones accidentales aquí y allá, en fin, mi cerebro hacia<br />

un esfuerzo monumental por tratar de digerir todo el material que<br />

tenía que estudiar.<br />

Lo peor del caso es que como sucede muy a menudo con<br />

las cosas sublimes, genuinas y hermosas, y a pesar de esas<br />

dificultades que mencioné, es una obra bellísima, de un lirismo<br />

y una poesía conmovedora, fruto del genio creador del gran<br />

Schubert, que al momento de componer esta sinfonía tenía<br />

apenas dieciséis años (si, leyeron bien).<br />

Con respecto al eje central de todo esto que es el recuerdo de<br />

un momento en particular que quiero compartir con ustedes, soy<br />

de la idea de que muchas de las cosas que se nos graban para<br />

siempre en la memoria están ligadas a momentos muy intensos de<br />

nuestras vidas, ya sea que estos estén signados por la alegría o<br />

por la tristeza.<br />

En mi caso y como se imaginaran por el nombre de la obra, esta<br />

se encuentra ligada a un momento sin dudas trágico de mi vida,<br />

plagado de enormes y vertiginosos cambios; perdidas, despedidas<br />

y decepciones; y el ser parte de la ejecución de esta obra fue sin<br />

dudas un momento donde el arte tuvo para mí un efecto catártico,<br />

ya que llegó después de una gran tormenta emocional, como<br />

broche y punto final de una etapa donde mi alma se hallaba a flor<br />

de piel, ya que en unos pocos meses conocí el desengaño, la<br />

frustración, la fuerza de la vida y la implacabilidad de la muerte.<br />

¿Cuál fue el momento cumbre de todo esto?<br />

En una noche de tenue lluvia, con un teatro lleno, una orquesta<br />

expectante observa infinitamente la batuta del director, a la espera<br />

del ademan que desate los sonidos.<br />

Estalla el acorde de Do menor, seguido del lánguido canto de las<br />

cuerdas, como quien llora al ser alcanzado por la tragedia misma.<br />

Agitación, el lamento deviene en un grito desenfrenado.<br />

luego ceder nuevamente su lugar a la nostalgia. Un laberíntico<br />

minué nos da respiro antes del llanto final, donde aceptaremos<br />

los hechos, donde quedaremos enfrentados a nuestra pobre y<br />

limitada condición humana.<br />

Cantan los violonchelos, un grupo de violines corre marcando<br />

el paso del canto final de los otros, y en eso… interviene lo<br />

sobrenatural… ¡Un trueno!, un maravilloso y musical grito del<br />

cielo irrumpe en la sinfonía, sumando el cielo a lo que estábamos<br />

haciendo desde la tierra.<br />

En tiempo, afinado, como si ese día Dios mismo hubiera decidido<br />

agregar un elemento más a lo que parecía ya definitivo...<br />

Estremecimiento general, con nuestro director a la cabeza, todos<br />

los músicos mirando hacia el techo del teatro, maravillados,<br />

extasiados, aturdidos por algo que definitivamente no puede haber<br />

sido casual.<br />

¿Puede haber sobre esta tierra alguien incapaz de conmoverse al<br />

ser parte de algo así?<br />

¿Podrán los años y el inexorable paso del tiempo borrar esto de mi<br />

memoria?<br />

Ojalá que Dios nunca deje de improvisar en medio de una sinfonía.<br />

Hasta la próxima.<br />

Diego Humberto Mantuani<br />

Segunda parte, lirismo, un canto inocente y melancólico de lo que<br />

ya no será, reaparece la tragedia, vistiendo nuevas ropas, para<br />

10 <strong>Las</strong> <strong>Hojas</strong>

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