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A sangre fría - Truman Capote

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

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planearlo todo se convertían en humo y sólo podían dar media vuelta y marcharse. Pero tal<br />

cosa no debía ocurrir; Dick volvió a entrar en la gasolinera.<br />

La puerta del excusado seguía cerrada. La golpeó con el puño.<br />

-¡Perry, por el amor de Dios!<br />

-Un minuto.<br />

-¿Qué te pasa? ¿Te encuentras mal?<br />

Perry se agarró al borde del lavabo y se puso en pie haciendo fuerza con los brazos. Las<br />

piernas le temblaban, el dolor de las rodillas lo hacía sudar. Se limpió la cara con una toalla de<br />

papel. Abrió la puerta y dijo:<br />

-Ya está. Vamos.<br />

El dormitorio de Nancy era la habitación más pequeña y personal de la casa, femenina y<br />

tan frívola como un tutú de bailarina. Las paredes, el techo, todo menos una cómoda y una<br />

escribanía, era de color rosa, azul o blanco. El lecho, blanco y rosa, cubierto de cojines azules,<br />

estaba presidido por un oso de peluche rosa y blanco, ganado por Bobby en el tiro al blanco<br />

en una feria del lugar. Un tablón de anuncios, de corcho, pintado en rosa, colgaba sobre el<br />

tocador de faldones blancos y en él había clavadas unas gardenias secas, que en su día llevó<br />

como adorno del vestido, tarjetas de San Valentín, recetas recortadas del periódico,<br />

instantáneas de su sobrinito, de Susan Kidwell y de Bobby Rupp. Bobby Rupp en una docena<br />

de poses: balanceando un bate de béisbol, regateando con una pelota de baloncesto,<br />

conduciendo un tractor, chapoteando en el agua en bañador a la orilla del lago McKinney (tan<br />

adentro como se atrevía, porque nunca supo nadar). Y había también fotografías de Nancy y<br />

Bobby juntos. De todas, su preferida era una en que aparecían sentados junto a los restos de<br />

una merienda campestre, a la luz que se filtraba por entre el follaje y mirándose con una<br />

expresión tal, que, a pesar de no sonreír, traslucía alegría y contento simplemente por el hecho<br />

de estar juntos. Otras fotografías, de caballos, de gatos ya muertos pero no olvidados, como el<br />

pobre Boobs que no hacía mucho que había muerto y de modo misterioso (ella sospechaba<br />

que envenenado), se amontonaban en su escritorio.<br />

Nancy, según confesó una vez a su amiga y profesora de economía doméstica, la señora<br />

Polly Stringer, era invariablemente la última de la familia en acostarse, y consideraba las doce<br />

de la noche su momento de «egocentrismo y vanidad». Era el momento de entregarse al<br />

rutinario tratamiento de belleza, al rito de limpiarse el cutis y aplicarle una crema, rito que los<br />

sábados, incluía también un lavado de cabeza. Aquella noche, después de secarse el pelo, lo<br />

cepilló, lo recogió con un finísimo pañuelo y sacó del armario la indumentaria que pensaba<br />

ponerse el día siguiente para ir a la iglesia: medias, mocasines negros y un vestido de<br />

terciopelo rojo, el más bonito que tenía, confeccionado por ella misma, vestido que habría de<br />

servirle de mortaja.<br />

Antes de rezar sus oraciones, siempre registraba en su diario algún acontecimiento del<br />

día («Ha llegado el verano. Para siempre, espero. Ha venido Sue y hemos montado en Babe<br />

hasta el río. Sue ha tocado la flauta. Luciérnagas») y algún arranque repentino («Lo amo, de<br />

verdad que lo amo»). Era un diario para cinco años. En sus cuatro años de existencia, jamás<br />

había descuidado la anotación diaria, aunque el esplendor de algunos acontecimientos (la<br />

boda de Eveanna, el nacimiento de su sobrino) o el dramatismo de otros (su «primera pelea<br />

verdadera con Bobby», una página literalmente bañada en lágrimas), le habían obligado a<br />

usurpar el espacio destinado en principio al futuro. El distinto color de la tinta identificaba los<br />

sucesivos años: en 1956 era verde, en 1957 rojo, reemplazado al año siguiente por un brillante<br />

color lavanda, y ahora, en 1959, se había decidido por un más digno azul. Pero como en<br />

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