REVISTA BER OCTUBRE 2018

BIENESTAR
REVISTA BER I TU REVISTA
Nunca bajéis la guardia sobre su
procedencia. Hay hongos perfectamente
comestibles, como el champiñón
o el rebozuelo pero si han
crecido cerca de zonas contaminadas
tienen gran capacidad de almacenar
metales pesados o sustancias tóxicas.
Y aún es más, para determinados
hongos el tiempo de cocinado es
fundamental ya que la toxicidad se
reduce solo si éste es prolongado. Yo
trato de evitar ese tipo de hongos,
como la colmenilla, o la seta de los
caballeros, que de comestible a pasado
a ser considerada tóxica.
Consumirlos mejor cultivados de
procedencia orgánica.
Un placer gastronómico
No se puede pedir más cuando resulta
que se dan la mano la salud con el
placer.
Cuántas recetas ricas podemos preparar
con los hongos, desde los revueltos,
croquetas, en ensaladas,
canelones... y un largo etc de exquisiteces
que dependiendo de la especie
podemos elaborar. Cada día soy
más partidaria de hacer un salteado
sencillo o una plancha, o al horno
con aceite de oliva virgen extra y un
poquito de sal marina y a saborear
sin más. ¡Qué delicia!
Respetar el entorno
Siento mucha lástima cuando en mis
paseos veo que por delante van personas
que levantan y arrancan todas
las especies que encuentran aunque
no la vayan a consumir, dejando el
paseo lleno de hongos destrozados.
¿Qué sentido tiene esa actitud? ¿Y
tirar basura o colillas? No lo soporto,
y los paseos se traducen en la cesta
de hongos y una bolsa para la basura.
Por desgracia los hongos tienen un
valor económico y he visto la abrasión
del medio realizada por grupos
organizados o individuales que salien
con rastrillos para no dejar ni hongos
ni nada...arrasando el micelio que
favorecerá nuevas remesas. La otra
cara de la moneda que me entristece
mucho y que va contra nosotros mismos.
Tenemos tanto que aprender pero
cada uno somos ejemplo y podemos
cohabitar con la naturaleza sin dejar
huella negativa.
Y seguí, como siempre, el ejemplo
de los niños. ¡No dejan de sorprenderme!
En uno de mis paseos, me he
encontrado con una niña de unos 6
años de edad, que entre las piedras se
desplazaba con una garrafa de plástico
en la que iba introduciendo todo
lo que encontraba a su paso no orgánico.
Aluciné viendo con qué agilidad
enrollaba los paquetes de tabaco
para que cupieran por la boca de la
botella. Indescriptible la sensación.
Era extranjera y únicamente por
gestos pudimos expresar nuestro
agradecimiento y emoción. ¡Sin
palabras!
Seamos todos partícipes de esa misma
forma de ver el mundo.
Amaya Recalde
Colorín colorado el cáncer ha terminado
23 www.boadillaenred.com I CORREO boadillaenred@boadillaenred.com I