Edición 12 octubre de 2018
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Realidad Nacional<br />
16 Viernes <strong>12</strong> <strong>de</strong> <strong>octubre</strong> <strong>de</strong> <strong>2018</strong> Diario Co Latino<br />
Reflexión sobre la actual <strong>de</strong> coyuntura<br />
Luis Armando González<br />
La situación actual <strong>de</strong>l<br />
país se caracteriza<br />
por varias dinámicas<br />
no solo políticas, sino<br />
también socioculturales y<br />
medioambientales. En este<br />
último rubro, las intensas lluvias<br />
que azotan al país –principalmente,<br />
aunque no únicamente, en su zona<br />
costera— están poniendo en evi<strong>de</strong>ncia las<br />
críticas condiciones <strong>de</strong> vulnerabilidad en<br />
que viven miles <strong>de</strong> familias salvadoreñas.<br />
Esas condiciones son un recordatorio<br />
hiriente <strong>de</strong> que en El Salvador existen<br />
graves <strong>de</strong>sigualda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> carácter social y<br />
económico que no han sido resueltas, y<br />
que reclaman urgentemente su atenuación<br />
y, por qué no, su erradicación. Esto<br />
último exige reformas profundas en el<br />
mo<strong>de</strong>lo económico y en la forma cómo se<br />
distribuye y se concentra la riqueza, lo cual<br />
sus beneficiarios directos han logrado sacar<br />
<strong>de</strong>l <strong>de</strong>bate público (a partir <strong>de</strong> una estrategia<br />
mediática <strong>de</strong> largo aliento, que comenzó a<br />
operar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> finales <strong>de</strong> los años ochenta,<br />
pero <strong>de</strong> modo abierto y exitoso <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los<br />
años noventa).<br />
Parte <strong>de</strong> su éxito ha consistido en hacer<br />
<strong>de</strong> los “vicios” <strong>de</strong>l aparato político –la<br />
corrupción, en primer lugar, pero también<br />
el uso ineficiente <strong>de</strong> los recursos y su carga<br />
laboral— el causante <strong>de</strong> todos los problemas<br />
sociales y económicos <strong>de</strong>l país, obviando el<br />
papel que el sector empresarial juega, para<br />
bien y para mal, en la estructuración <strong>de</strong> la<br />
sociedad.<br />
Cuando los <strong>de</strong>sastres afectan<br />
primordialmente a los más pobres, algo<br />
anda mal en la estructuración social y<br />
económica <strong>de</strong> la sociedad; y la razón <strong>de</strong><br />
ello se tiene que buscar en la concentración<br />
extremadamente inequitativa <strong>de</strong> la riqueza,<br />
<strong>de</strong> lo cual se <strong>de</strong>rivan <strong>de</strong>sigualda<strong>de</strong>s<br />
inaceptables en seguridad, bienestar e<br />
integración social.<br />
El aparato político, en una <strong>de</strong>mocracia,<br />
<strong>de</strong>bería obrar para que aquella<br />
concentración sea disminuida, mediante<br />
mecanismos <strong>de</strong> distribución <strong>de</strong> la riqueza<br />
que generen condiciones <strong>de</strong> bienestar<br />
y seguridad para la mayor parte <strong>de</strong> la<br />
sociedad. Si las <strong>de</strong>sigualda<strong>de</strong>s originadas<br />
en la estructura económica no se atacan<br />
frontalmente, países como el nuestro siempre<br />
con<strong>de</strong>narán a la mayor parte <strong>de</strong> sus miembros<br />
a vivir indignamente.<br />
Lo anterior repite una lección<br />
que Monseñor Oscar Romero dio<br />
a la sociedad salvadoreña –a su<br />
oligarquía y a sus militares— en los<br />
años setenta y hasta el 24 <strong>de</strong> marzo<br />
<strong>de</strong> 1980. Es una lección que, gracias<br />
a las argucias mediáticas <strong>de</strong> la <strong>de</strong>recha,<br />
ha sido relegada al olvido interesado; y <strong>de</strong><br />
este olvido son partícipes incluso quienes se dicen<br />
seguidores Monseñor Romero.<br />
En el marco <strong>de</strong>l acontecimiento sociocultural<br />
más significativo <strong>de</strong> la historia reciente <strong>de</strong> El<br />
Salvador, como lo es la canonización <strong>de</strong>l arzobispo<br />
mártir, es oportuno rescatar su <strong>de</strong>nuncia <strong>de</strong> los<br />
males estructurales <strong>de</strong>l país, es <strong>de</strong>cir, lo que él<br />
<strong>de</strong>finió en una <strong>de</strong> sus cartas pastorales como<br />
“violencia estructural”, raíz <strong>de</strong> otros tipos <strong>de</strong><br />
violencia. Esos males siguen vigentes, generando<br />
otras violencias, y golpeando a los más pobres y<br />
excluidos <strong>de</strong> la sociedad.<br />
Los “dioses <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r y <strong>de</strong>l dinero” siguen<br />
siendo adorados por quienes concentran la<br />
riqueza en El Salvador. Que casi nadie hable<br />
<strong>de</strong> ellos –solo unos cuantos sociólogos y unos<br />
pocos, muy pocos, economistas— no quiere <strong>de</strong>cir<br />
que hayan <strong>de</strong>jado <strong>de</strong> existir, o que su influencia<br />
en los <strong>de</strong>stinos <strong>de</strong>l país sea nimia. Para nada: los<br />
ricos más ricos <strong>de</strong> El Salvador –principalmente<br />
los amos <strong>de</strong> las finanzas— han sido y son<br />
<strong>de</strong>terminantes en la configuración <strong>de</strong> la realidad<br />
nacional, especialmente en sus <strong>de</strong>sigualda<strong>de</strong>s<br />
estructurales.<br />
Usar –y haber impuesto— el discurso<br />
“anticorrupción” para ocultar la naturaleza<br />
<strong>de</strong> esas <strong>de</strong>sigualda<strong>de</strong>s estructurales supone un<br />
triunfo i<strong>de</strong>ológico extraordinario <strong>de</strong> la <strong>de</strong>recha<br />
salvadoreña. Es un reto, en quienes se dicen<br />
cultivadores <strong>de</strong>l “pensamiento crítico”, la tarea <strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>smontar esa y otras elaboraciones i<strong>de</strong>ológicas<br />
<strong>de</strong> la <strong>de</strong>recha –como la “antipolítica”, el<br />
“empren<strong>de</strong>durismo” y el “nuevo generacionismo”,<br />
entre otros— que nublan la vista y bloquean la<br />
capacidad <strong>de</strong> razonamiento.<br />
Como quiera que sea, honrar y celebrar a<br />
Monseñor Romero es hacer propia esa capacidad<br />
suya <strong>de</strong> razonar críticamente sobre los ejes<br />
configuradores <strong>de</strong> la realidad nacional. El impacto<br />
social y cultural que ello tendría sería en verdad<br />
extraordinario; quizás así la sociedad salvadoreña<br />
–o al menos sectores significativos suyos—<br />
comenzaría a comprometerse <strong>de</strong>cididamente en<br />
la construcción <strong>de</strong> un proyecto <strong>de</strong> nación distinto,<br />
por justo y por inclusivo, <strong>de</strong>l existente.<br />
Y es que sin virajes culturales profundos,<br />
que replanteen o reemplacen los valores, las<br />
creencias y los hábitos vigentes, es imposible<br />
que una sociedad emprenda nuevos<br />
<strong>de</strong>rroteros.<br />
El Salvador está aún a la espera <strong>de</strong> un viraje<br />
cultural <strong>de</strong> envergadura, un viraje que permita<br />
superar la cultura neoliberal globalizada, con<br />
arraigos autoritarios y conservadores <strong>de</strong> larga<br />
data, y <strong>de</strong> pie a una matriz cultural humanista,<br />
tolerante, libre, responsable con el bien<br />
público y activa en lo político en función <strong>de</strong>l<br />
bienestar colectivo. Se trata <strong>de</strong> algo difícil,<br />
pero no imposible. Más aún, se trata <strong>de</strong> algo<br />
posible y necesario, pues <strong>de</strong> lo contrario<br />
nunca tendremos un país en el que dé gusto<br />
vivir.<br />
En un nuevo marco cultural, muchas <strong>de</strong><br />
las cosas que ahora hacemos, importantes,<br />
pero que han perdido sentido –como las<br />
elecciones— cobrarán un nuevo significado.<br />
Y ello, al menos, porque los ciudadanos<br />
tendrán mejores criterios para discernir a<br />
cerca <strong>de</strong> la calidad y capacidad <strong>de</strong> quienes<br />
pi<strong>de</strong>n su voto.<br />
Hoy por hoy –a juzgar por los resultados<br />
<strong>de</strong> las encuestas <strong>de</strong> opinión— esos criterios<br />
son sumamente pobres. Los cantos <strong>de</strong> sirena,<br />
la pose y el <strong>de</strong>splante, la arrogancia y el “me<br />
vale todo porque soy yo” gozan <strong>de</strong> amplia<br />
aceptación entre sectores amplios <strong>de</strong> la<br />
sociedad.<br />
La contracara <strong>de</strong> ello es la incapacidad<br />
para <strong>de</strong>tectar filiaciones i<strong>de</strong>ológicas, intereses<br />
reales, trayectorias políticas (y, ahí don<strong>de</strong> aplica,<br />
empresariales), alianzas y compromisos, etc.,<br />
que son los que en <strong>de</strong>finitiva condicionarán<br />
el quehacer político efectivo <strong>de</strong> quien resulte<br />
electo presi<strong>de</strong>nte en 2019.<br />
En fin, una cosa es apren<strong>de</strong>r a leer<br />
críticamente la política (y la economía,<br />
y la cultura, y la sociedad) y otra bien<br />
distinta <strong>de</strong>jarse llevar por creencias,<br />
valoraciones y percepciones impuestas por<br />
entornos mediáticos (y también religiosos,<br />
empresariales y universitarios) que tienen<br />
como finalidad enturbiar la capacidad <strong>de</strong><br />
razón <strong>de</strong> las personas para así manipularlas<br />
mejor.<br />
Mientras la gente se “<strong>de</strong>je llevar” –ya sea<br />
que se trate <strong>de</strong> gente popular o <strong>de</strong> gente que<br />
proce<strong>de</strong> <strong>de</strong> la “aca<strong>de</strong>mia”— estará lejos <strong>de</strong><br />
haber asimilado una pizca siquiera <strong>de</strong>l legado<br />
crítico <strong>de</strong> Monseñor Romero.