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| Actualidad |<br />
TRES CUENTOS DE GILMAR MUÑOZ<br />
Esta mañana, cuando la luz era poca, todo<br />
era un sueño ambicioso. La vigilia, tu cuerpo<br />
voluptuoso, esa posición <strong>de</strong> cuadros don<strong>de</strong><br />
te había marcado; o la <strong>de</strong> ovillo, inofensiva<br />
extensión <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scanso a estas horas <strong>de</strong> la<br />
mañana.<br />
Cuando la oscura claridad <strong>de</strong>l amanecer<br />
era todavía un cielo incierto: por el hielo, la<br />
humedad y las tinieblas allá <strong>de</strong>sapareciendo;<br />
porque ahora una bocanada azul es el <strong>de</strong>samparo<br />
<strong>de</strong> los callejones. Un fantasma en los escombros<br />
<strong>de</strong> la noche por don<strong>de</strong> las inquietu<strong>de</strong>s menos<br />
logradas, fueron pesadillas <strong>de</strong> la frialdad con<br />
que el ruido <strong>de</strong>l día lo tratan. Maquinas <strong>de</strong>l<br />
futuro. Insistencia <strong>de</strong> anunciador sin paz que sus<br />
motores traen con el <strong>de</strong>spertar.<br />
El día, y no habiendo forma <strong>de</strong> quedarse<br />
esperando con indiferencias vagas alre<strong>de</strong>dor,<br />
pues los ánimos son otra vez esa inquietud<br />
sicalíptica, esa actitud morbosa <strong>de</strong> los tactos<br />
encabritando los sentidos – digo los míos –,<br />
que ya andaban trepados por tu espalda sin<br />
oportunidad <strong>de</strong> ajustarse a las riendas sueltas <strong>de</strong><br />
la noche anterior que la mera alusión, porque<br />
no fui capaz <strong>de</strong> <strong>de</strong>spertarte otra vez. Temprano,<br />
fueron los torpes rechazos <strong>de</strong>l cansancio los que<br />
te hicieron ver <strong>de</strong>senredada y sin abstinencias.<br />
Busco, entonces, afuera. Por esa ventana que<br />
DÍA DE INVIERNO<br />
apenas llega a los parajes <strong>de</strong>l fondo, no como La verdad, no quería per<strong>de</strong>r ni sacarme esos<br />
unos días atrás. Porque todo se ha reducido a un olores <strong>de</strong> los poros: esencia impregnada por el<br />
suspiro inquebrantable. Una estación <strong>de</strong> pinos calor <strong>de</strong> tu respiración. Vahos, humores, dados a<br />
rendida a las sombras <strong>de</strong> blancos avatares: los multiplicarse por el sudor y expandir en la cama<br />
confines <strong>de</strong>l invierno don<strong>de</strong> ahora pertenezco. los concentrados <strong>de</strong> tu boca, tu cuerpo, tu sexo<br />
El pasado fue una trampa <strong>de</strong>l arrepentimiento consentido y excitado.<br />
(por si algún día aparece). Más por ahora tú,<br />
como un querubín <strong>de</strong> profundos sueños, cuando<br />
eras mi mejor labor en esas altas horas. Mi única<br />
condición <strong>de</strong> fuga abismal a las paradojas <strong>de</strong><br />
la soledad. Mi circunstancia mejor, si fuera a<br />
abundar incontenible en una razón por las que<br />
siempre procuro nunca fallecer y súper latir<br />
superlativo.<br />
Después <strong>de</strong> sumergirme y nadar en las aguas<br />
<strong>de</strong> esta nube, como un pez buscando no sé qué<br />
orillas – viniendo <strong>de</strong> lo hondo, <strong>de</strong> lo inmerso a<br />
las rayas <strong>de</strong> gotas gordas y copiosas –, salgo.<br />
Afuera me sacudo y restriego como un anfibio<br />
pisando tierra firme. Tomo la toalla y el baño es<br />
flote <strong>de</strong> emanaciones en alucine. Y cuando en el<br />
espejo trato <strong>de</strong> ver el rostro conocido, el mismo<br />
sujeto encaprichado con la ceguedad <strong>de</strong> verse a<br />
sí mismo sin cambiar en lo más mínimo su pose<br />
<strong>de</strong> aficionado, aparecen algunas ramas en los<br />
helechos <strong>de</strong> pelos alborotados. Las escamas <strong>de</strong> la<br />
espalda. La firme cresta <strong>de</strong> moluscos separada.<br />
La falsa agalla palpitando ya sin aire.<br />
Cuando frente al espejo, sin ánimos <strong>de</strong> afeitar<br />
y con la mano en la cara, como quien <strong>de</strong> repente<br />
preten<strong>de</strong> adivinarlo todo en un segundo, salto<br />
a tu isla. Pero sigues dormida, repitiendo un<br />
mantra <strong>de</strong> zetas que te hace ver pálida y quieta.<br />
Sospecho que en tus sueños andarás <strong>de</strong>snuda,<br />
porque buscas cobijo y vuelves a enrollarte. Y<br />
yo, sin saber que en realidad eras un apodo <strong>de</strong><br />
la noche (tu nombre fue cortesía <strong>de</strong> la misma),<br />
busco el único recurso que me queda. Porque<br />
todo se ha dicho discretamente, únicamente el<br />
azar importará como queja celosa confundiendo<br />
los rumbos. Si bien no hay secretos, <strong>de</strong>jaré una<br />
nota con mi número <strong>de</strong> teléfono – por si a acaso<br />
– y esperar que llames cuando quieras.<br />
Ahora voy con ruta a la rutina. Mi trabajo, como<br />
cualquier otro, es un horario <strong>de</strong> la repetición, una<br />
maña habitual. Eso sí, habrá que tener cuidado<br />
con correr porque te pue<strong>de</strong>s <strong>de</strong>slizar y romper<br />
la cabeza contra un suelo <strong>de</strong> vidrio y cimas <strong>de</strong><br />
hielo. Caminar a paso cierto, a paso <strong>de</strong> hierro<br />
lo más seguro, con firmeza al suelo. Pero se<br />
me pega el camino a los zapatos a sabiendas <strong>de</strong><br />
que se hace tar<strong>de</strong>. La puntualidad es una celosa<br />
actividad. Los buses no esperan porque se les<br />
hace tar<strong>de</strong>, todo es un andar <strong>de</strong> tiempo exacto: la<br />
ruta, el trayecto a la ciudad.<br />
Les hago señas <strong>de</strong> espera, pero nadie mira.<br />
Todo es opaco o muy blanco para buscar saludos<br />
a lo lejos. Ya subió el último <strong>de</strong> los pasajeros<br />
y se cerró la puerta. Me queda todavía media<br />
cuadra y mis piernas no avanzan un centímetro.<br />
El motorista acelera y no ve que intento llegar,<br />
que me he quedado atrapado en un raspado <strong>de</strong><br />
invierno. Que me hundo profundo en la nieve,<br />
en una tormenta polar que cubre mi cintura, mis<br />
hombros, mi cabeza. Que les vuelvo a gritar y mi<br />
mano a agitar ¡Esperen…! ¡Esperen por mí!<br />
Como te <strong>de</strong>cía, la poca claridad es ya esta luz<br />
opaca <strong>de</strong> color papel en blanco. La nieve alcanzó<br />
sus mejores cumbres y se necesitará más <strong>de</strong> una<br />
pala para abrirse paso, saltar como conejos y<br />
atisbar la distancia como los alces.<br />
Si, hubiera preferido quedarme en casa<br />
imaginando leñas en la chimenea, cama <strong>de</strong><br />
sabanas gruesas y el olor a café. Ver los copos<br />
gruesos cayendo tras la ventana, doblando<br />
los pinos <strong>de</strong> tanto peso. Todo, como una<br />
incomprendida canción <strong>de</strong> navidad cuando niño.<br />
BODEGÓN<br />
FÁCIL<br />
¿Que trae esa pasión a un pobre paladar que apenas lo disfruta? Que lo<br />
encuentra alejado <strong>de</strong> sus gustos, o <strong>de</strong> lo que en verdad esos tiestos figuran<br />
como mo<strong>de</strong>los. Por basto que sea el enfoque observado – sin que agrupen<br />
precisamente las líneas inherentes a su naturaleza – los ojos <strong>de</strong> quien todavía<br />
lame el lomo <strong>de</strong> sombras y caprichos calculados, reparen nuevamente en<br />
su quietud, su serenidad infinita. Resultado y consi<strong>de</strong>ración <strong>de</strong> lo inerte por<br />
extensión, tal vez.<br />
Será por eso que ahora se vuelven enormes, como el silencio que<br />
acompañó a la mano hartada <strong>de</strong>, entonces, tonos amarillos al procurar<br />
<strong>de</strong>finirlas exactas y regresar por las mismas rayas al siguiente día. Pue<strong>de</strong><br />
que se sepa o pue<strong>de</strong> que nunca, pues entre la luz ver<strong>de</strong> y el azul <strong>de</strong> las<br />
composiciones, el regreso a los placeres afirmaba que, en torno a las<br />
abundancias y algarabías, las marañas <strong>de</strong>l tiempo fueron bor<strong>de</strong>ando sin<br />
precisiones las instancias que <strong>de</strong>finieran su elaboración.<br />
Quizás por eso convirtieron su oficio <strong>de</strong> cristal, su virtud <strong>de</strong> lirio, su<br />
apetito excesivo, en banquetes <strong>de</strong> inútiles expresiones. Ya que las frescas<br />
representaciones son como el paladar <strong>de</strong> quien las ha <strong>de</strong> saciar algún día<br />
a sabiendas que nada podrá sobreponer las dudas <strong>de</strong> lo constatado, mucho<br />
menos continuar imperece<strong>de</strong>ramente irreflexivo.<br />
Porque, aunque todavía sigan serenas <strong>de</strong> esperanzas (el frutero, las<br />
misceláneas) están <strong>de</strong> algún modo aferradas a los sueños, al común volver,<br />
ir o pasar: con la insistencia rara <strong>de</strong> los cubos y longitu<strong>de</strong>s como extremos<br />
aparentes.<br />
En casa, todavía la fría necesidad <strong>de</strong>l espejo tiene que ver con la posición <strong>de</strong><br />
las imágenes, a favor <strong>de</strong>l <strong>de</strong>samparo en que se arrinconan las cosas. Simple,<br />
como una mecha <strong>de</strong> luz inseparable, confundiéndose a solas porque sí.<br />
Cualquiera en este momento las hubiera notado también, si no fuera porque<br />
los estantes antiguos fueron removidos. Hablo <strong>de</strong> los que hubieran servido<br />
<strong>de</strong> cuadro fiel o mesa <strong>de</strong> fruta perenne, que nos hubiera gustado ver no solo<br />
colgado en la pared, ocupando todo lo que <strong>de</strong>seábamos, sino también lo que<br />
merecíamos.<br />
Te voy a hacer una canción<br />
De tonos sencillos<br />
Para cantar sin extraviarte<br />
Del estribillo.<br />
‘Canción Fácil’ Los Del Oficio.<br />
Cuando A llegó apresurado al apartamento, B se hallaba inclinado sobre el piano tocando preciso un raro<br />
motivo, una angustiosa originalidad.<br />
‘Todos están en el golfito esperándonos’, dijo A yendo hacia el cuarto.<br />
Al salir vistiendo ligeramente unos cortos, camiseta y chancletas, fue hacia la puerta y esperó respuesta<br />
<strong>de</strong> B.<br />
‘No tengo ganas <strong>de</strong> ir al golfito’, replicó éste concentrado en el piano, repitiendo melodías, <strong>de</strong>scifrando<br />
curiosida<strong>de</strong>s – cábalas <strong>de</strong> las composiciones.<br />
Por un momento levantó la vista, arqueó las cejas en señal <strong>de</strong> <strong>de</strong>spedida y bajó la cabeza. No volvió a<br />
levantarla hasta <strong>de</strong>sparecer A <strong>de</strong> sus sospechas.<br />
‘No sabes <strong>de</strong> lo que te pier<strong>de</strong>s. ¡Tremenda rumba allá en el golfo!’ Fue lo último que escuchó <strong>de</strong>cir <strong>de</strong><br />
A.<br />
Sus pasos presurosos se perdieron por las gradas…<br />
De regreso a casa, horas más tar<strong>de</strong>, B continuaba en la misma posición <strong>de</strong> misterioso <strong>de</strong> antes, que A no<br />
reparó más que en el sonido gutural emitido por B; parecidos a los <strong>de</strong> algunos reptiles, como el <strong>de</strong> los<br />
dragones – garrobos, por ejemplo – se explicó A.<br />
Decidido a asegurarse que no era la moña fresca traída <strong>de</strong> la fiesta, o algotras yerbas; cuando estuvo lo<br />
suficientemente cerca para corroborar las semejanzas percibidas, una boca enorme se abrió para <strong>de</strong>vorarlo<br />
en dos tajadas.<br />
El jizz <strong>de</strong>l saurio se hizo enorme con la mordida que le arrancaba la cara <strong>de</strong> un tirón.<br />
Los gritos <strong>de</strong>sencarnados <strong>de</strong> A no pararon <strong>de</strong> chillar hasta que el dolor le fue extirpando las<br />
exclamaciones, como a un plástico rugoso su ordinaria elasticidad.<br />
A quedó <strong>de</strong>scuartizado en un charco <strong>de</strong> sangre y amasijos <strong>de</strong> nervios por el suelo.<br />
B <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> lamerse y eructar satisfecho, volvió a enroscarse al piano. El jizz lo habitaba.<br />
Sábado <strong>13</strong> / <strong>octubre</strong> / <strong>2018</strong> TRESMIL 5