Somos Vinculacón Social SENSIBILIDAD SOCIAL LO QUE EL VERANO INTENSIVO DEJÓ Salir de tu zona de confort, aprender a vivir un mes con personas que no conoces, ver el esfuerzo de la gente de la comunidad por darte un plato de comida... DIANA LAURA MARTÍNEZ FERRÉTIZ LICENCIATURA EN CRIMINOLOGÍA dmartinez51@alumnos.uaq.mx El primer pensamiento que me llegó a la mente, cuando en la última capacitación del Verano Intensivo mencionaron mi nombre como brigadista en la comunidad de Boxasní, fue: “Será un recorrido largo, retirado de la capital queretana (ciudad que recién conozco y me he familiarizado) y sin duda cansado”. Un lugar que por la certeza de sus letras: b-o-x-a-s-n-í, me sería difícil recordar su pronunciación. Gracias al programa “Verano Intensivo” expedido por la Universidad Autónoma de Querétaro, a través de su Dirección de Vinculación Social, fue que tuve intervención en la comunidad de Boxasní, ubicada en Cadereyta de Montes. El Verano Intensivo me sirvió para conocer estrechamente nuevas experiencias, aquellas que por más que leas no vas a terminar de comprender, sino hasta vivirlas. Terminas conociendo las diversas formas de aplicación de tu carrera porque son nuevos panoramas. Es difícil el trabajo en comunidad, sin duda, pues sabes que un mes no es suficiente para conocerla y poder lograr tener impacto significativo en ella. Gran parte de las personas de comunidad colaboran y trabajan de la mano contigo, pero, por otro lado, habrá ocasiones en que la resistencia será tanta que no podrás con ella. Más allá del trabajo profesional realizado, de las técnicas, las teorías, las herramientas, los métodos, etcétera la experiencia personal es gratificante. Salir de tu zona de confort, aprender a vivir un mes con personas que no conoces, ver el esfuerzo de la gente de la comunidad por darte un plato de comida, estrechar las manos con ellos, compartir actividades, abrazar a los niños; te dejan aprendizajes que impactan en la sensibilidad, aquella que como científicos sociales debe caracterizarnos. El último pensamiento que me llegó a la mente, ya con las maletas empacadas, la última fotografía en la entrada de la casa, el motor del transporte encendido y los niños con miradas nostálgicas, fue: “Quisiera detener este fragmento del tiempo”. Un año después, puedo decir con seguridad que volvería a la comunidad de Boxasní y repetiría la experiencia. 30 <strong>Gaceta</strong> <strong>UAQ</strong>
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