25.01.2019 Views

Parasitologia-Humana-Werner

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>Werner</strong> Louis Apt Baruch<br />

Médico<br />

Profesor Titular de Parasitología<br />

Jefe de Laboratorio de Parasitología Básico-Clínico<br />

Programa de Biología Celular y Molecular<br />

Instituto de Ciencias Médicas<br />

Facultad de Medicina, Universidad de Chile, Santiago-Chile.<br />

Past-President Federación Latinoamericana de Parasitología (FLAP)<br />

Presidente Sociedad Chilena de Parasitología (SOCHIPA)<br />

Miembro del Fellow American College of Physicians<br />

Miembro de la Royal Society of Tropical Medicine and Hygiene<br />

Miembro de la New York Academy of Sciences<br />

MÉXICO • BOGOTÁ • BUENOS AIRES • CARACAS • GUATEMALA<br />

MADRID • NUEVA YORK • SAN JUAN • SANTIAGO • SAO PAULO<br />

AUCKLAND • LONDRES • MILÁN • MONTREAL • NUEVA DELHI<br />

SAN FRANCISCO • SIDNEY • SINGAPUR • ST. LOUIS • TORONTO


Director editorial: Javier de León Fraga<br />

Editor sponsor: Emilio Salas Castillo<br />

Editor de desarrollo: Manuel Bernal Pérez<br />

Supervisora de producción: Ángela Salas Cañada<br />

NOTA<br />

La medicina es una ciencia en constante desarrollo. Conforme surjan nuevos conocimientos, se requerirán cambios<br />

de la terapéutica. El (los) autor(es) y los editores se han esforzado para que los cuadros de dosificación medicamentosa<br />

sean precisos y acordes con lo establecido en la fecha de publicación. Sin embargo, ante los posibles<br />

errores humanos y cambios en la medicina, ni los editores ni cualquier otra persona que haya participado en la<br />

preparación de la obra garantizan que la información contenida en ella sea precisa o completa, tampoco son<br />

responsables de errores u omisiones, ni de los resultados que con dicha información se obtengan. Convendría<br />

recurrir a otras fuentes de datos, por ejemplo, y de manera particular, habrá que consultar la hoja informativa<br />

que se adjunta con cada medicamento, para tener certeza de que la información de esta obra es precisa y no se<br />

han introducido cambios en la dosis recomendada o en las contraindicaciones para su administración. Esto es de<br />

particular importancia con respecto a fármacos nuevos o de uso no frecuente. También deberá consultarse a los<br />

laboratorios para recabar información sobre los valores normales.<br />

PARASITOLOGÍA HUMANA<br />

Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra,<br />

por cualquier medio, sin autorización escrita del editor.<br />

DERECHOS RESERVADOS © 2013, respecto a la primera edición en español por,<br />

McGRAW-HILL INTERAMERICANA EDITORES, S.A. de C.V.<br />

Prolongación Paseo de la Reforma 1015, Torre A, Piso 17<br />

Colonia Desarrollo Santa Fe,<br />

Delegación Álvaro Obregón<br />

C.P. 01376, México, D.F.<br />

Miembro de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana Reg. No. 736<br />

ISBN: 978-607-15-0876-8<br />

1234567890 2456789013<br />

Impreso en México<br />

Printed in Mexico


Colaboradores<br />

Héctor Alcaíno<br />

Médico Veterinario, PhD<br />

Profesor Titular de Parasitología<br />

Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias<br />

Universidad de Chile, Santiago, Chile<br />

Garrapatas; Zoonosis parasitarias transmitidas por perros o gatos<br />

al humano<br />

<strong>Werner</strong> Apt Baruch<br />

Importancia de la parasitología; Generalidades; Adaptación a la vida parasitaria;<br />

Relación parásito-hospedero; Clasificación de los parásitos y generalidades<br />

de los protozoos; Metazoos; Enteroparasitosis. Características<br />

generales; Amebiasis; Blastocistiasis; Dientamebiasis; Ascariasis; Trichuriasis<br />

(tricocefalosis); Enterobiasis (oxiuriasis); Otras parasitosis del tubo<br />

digestivo; Comensales del tubo digestivo; Características generales de las<br />

parasitosis de los tejidos, sangre, vías urinarias y de localizaciones diversas;<br />

Tripanosomiasis americana (enfermedad de Chagas); Babesiosis; Toxoplasmosis;<br />

Microsporidiasis; Tricomoniasis; Pentastomiasis; Otras parasitosis<br />

de los tejidos, sangre, vías urinarias y de localizaciones diversas; Parasitosis<br />

del pulmón; Parasitosis del sistema nervioso central; Síndrome<br />

infeccioso y parasitosis; Parasitosis del viajero; Parasitosis intestinales (enteroparásitos)<br />

Camilo Arriagada<br />

Médico, Profesor Titular de Neurología<br />

Facultad de Medicina, Universidad de Chile, Santiago, Chile<br />

Parasitosis del sistema nervioso central<br />

Arturo Arribada<br />

Médico, Profesor Titular de Medicina<br />

Facultad de Medicina, Universidad de Chile, Santiago, Chile<br />

Parasitosis del corazón<br />

Andrea Baptista<br />

Médico<br />

Centro de Investigación de Microorganismos<br />

Facultad de Medicina de San José do Río, Sao Paulo, Brasil<br />

Síndrome de inmunosupresión adquirida y parasitosis<br />

Omar Barriga †<br />

Médico Veterinario, PhD<br />

Profesor Titular de Inmunología<br />

Facultad de Medicina, Universidad de Chile, Santiago, Chile<br />

Respuesta inmune antiparasitaria<br />

David Botero<br />

Médico, MSc en Salud Pública<br />

Profesor Emérito Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín,<br />

Colombia<br />

Parasitosis intestinales (enteroparásitos)<br />

Oscar Brunser<br />

Médico, PhD<br />

Profesor Titular de Pediatría<br />

v<br />

Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA),<br />

Santiago, Chile<br />

Parásitos y nutrición. Una interacción compleja<br />

Zuño Burstein<br />

Médico, PhD<br />

Profesor Titular de Dermatología<br />

Universidad Mayor de San Marcos, Lima, Perú<br />

Parasitosis cutáneas<br />

Jean D. Camet<br />

Médico, PhD<br />

Profesor de Parasitología Médica<br />

Facultad de Medicina, Universidad de París, París, Francia<br />

Triquinosis<br />

Mauricio Canals<br />

Médico, MSc en Ciencias Biológicas<br />

Profesor Asociado, Facultad de Ciencias, Universidad de Chile,<br />

Santiago, Chile<br />

Modelos matemáticos y parasitosis<br />

Yves Carlier<br />

Médico, PhD<br />

Profesor Titular de Parasitología, Universidad Libre de Bruselas,<br />

Bruselas, Bélgica<br />

Infecciones parasitarias congénitas<br />

Pierre Carnevale<br />

Médico, PhD<br />

Director Emérito de Investigación<br />

Instituto para el Desarrollo París, Montpellier, Francia<br />

Paludismo (malaria)<br />

Pedro Cattan<br />

Médico Veterinario, PhD<br />

Profesor Asociado<br />

Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias, Universidad de Chile,<br />

Santiago, Chile<br />

Ecología y parasitosis<br />

Sergio Cimerman<br />

Médico Infectólogo, PhD<br />

Instituto de Infectología Emilio Rivas, Sao Paulo, Brasil<br />

Síndrome de inmunosupresión adquirida y parasitosis<br />

Paulo Z. Coelho<br />

Jefe de Laboratorio de Esquistosomiasis<br />

Centro de Pesquisas René Rachou, Fundación Osvaldo Cruz<br />

Belo Horizonte, Minas Gerais, Brasil<br />

Esquistosomiasis por Schistosoma mansoni<br />

Rafael Cortez<br />

Médico<br />

Director Centro de Cirugía Oftalmológica (CECOR), Caracas,<br />

Venezuela<br />

Parasitosis oculares


vi<br />

Colaboradores<br />

Ricardo Dantas<br />

Médico<br />

Centro de Investigación de Microorganismos<br />

Facultad de Medicina, San José do Río Preto, Sao Paulo, Brasil<br />

Síndrome de inmunosupresión adquirida y parasitosis<br />

Rodrigo Donoso<br />

Médico Oftalmólogo<br />

Profesor Asociado, Facultad de Medicina, Universidad de Chile,<br />

Santiago, Chile<br />

Amebas de vida libre<br />

Jean C. Dujardin<br />

Médico, PhD<br />

Profesor Titular de Parasitología, Instituto de Medicina Tropical,<br />

Antwerpen, Bélgica<br />

Biología molecular de parásitos<br />

Nadia El Dib<br />

Profesor de Parasitología<br />

Facultad de Medicina, Universidad del Cairo, Cairo, Egipto<br />

Capilariasis intestinal; Capilariasis tisulares<br />

Telmo Fernández<br />

Médico, MSc en Medicina Tropical<br />

Profesor Titular de Medicina Tropical, Facultad de Ciencias Médicas<br />

Universidad de Guayaquil, Guayaquil, Ecuador<br />

Gnatostomiasis<br />

Arturo Ferreira<br />

Médico Veterinario, PhD<br />

Profesor Titular de Inmunología<br />

Facultad de Medicina, Universidad de Chile, Santiago, Chile<br />

Respuesta inmune antiparasitaria<br />

Ana Flisser<br />

PhD, Profesor Titular de Parasitología<br />

Universidad Nacional Autónoma de México, ciudad de México,<br />

México<br />

Teniasis por Taenia solium, Taenia saginata y Taenia asiatica;<br />

Cisticercosis por Taenia solium<br />

Fernando Fredes<br />

Médico Veterinario, MSc en Ciencias Veterinarias<br />

Profesor Asociado, Facultad de Ciencias Pecuarias y Veterinarias<br />

Universidad de Chile, Santiago, Chile<br />

Zoonosis parasitarias transmitidas por alimentos<br />

Jacob K. Frenkel<br />

Médico, PhD<br />

Profesor Titular de Patología<br />

Universidad de Kansas, Kansas City, EUA<br />

Cistoisosporiasis<br />

Luis C. Gil<br />

Médico Gastroenterólogo<br />

Hospital J. J. Aguirre, Santiago, Chile<br />

Parasitosis hepáticas<br />

Gloria González<br />

Tecnólogo Médico<br />

Universidad de Granada, Granada, España<br />

Aplicación del cultivo in vitro al diagnóstico de las parasitosis<br />

David E. Gorla<br />

Médico<br />

Director Centro Regional de Investigación (CRILAR), La Rioja,<br />

Argentina<br />

Triatominos y su control<br />

Texia Gorman<br />

Médico Veterinario<br />

Profesor Titular de Parasitología, Facultad de Ciencias Veterinarias y<br />

Pecuarias<br />

Universidad de Chile, Santiago, Chile<br />

Zoonosis parasitarias transmitidas por perros o gatos al humano<br />

Arezki Izri<br />

Médico<br />

Departamento de Parasitología y Medicina Tropical, Hospital<br />

Avicennes, París, Francia<br />

Paludismo (malaria)<br />

Arturo Kantor<br />

Médico Oftalmólogo<br />

Fundación Oftalmológica Los Andes, Santiago, Chile<br />

Parasitosis oculares<br />

Naftale Katz<br />

Médico, PhD<br />

Profesor Titular<br />

Director Centro de Pesquisas Rene Rachou/CPqRR - A FIOCRUZ<br />

en Minas Gerais, Brasil<br />

Esquistosomiasis por Schistosoma mansoni<br />

Alejandro Llanos-Cuenta<br />

Médico, PhD<br />

Profesor Principal<br />

Facultad de Salud Pública & Administración/Facultad de Medicina<br />

Universidad Peruana Cayetano Heredia, Lima, Perú<br />

Leishmaniasis<br />

Elena Llop<br />

Profesor Asociado<br />

Facultad de Medicina, Universidad de Chile, Santiago, Chile<br />

Genética de las parasitosis. Aspectos paleoepidemiológicos, poblacionales<br />

e inmunológicos<br />

Santiago Mas-Coma<br />

Médico, PhD<br />

Catedrático de Parasitología<br />

Departamento de Parasitología, Facultad de Farmacia, Universidad<br />

de Valencia, España<br />

Fasciolopsiasis; Fascioliasis; Clonorquiasis; Opistorquiasis<br />

Juan D. Maya<br />

Médico, MSc, PhD<br />

Profesor Asociado, Facultad de Medicina, Universidad de Chile,<br />

Santiago, Chile<br />

Bioquímica de parásitos<br />

Heinz Mehlhorn<br />

Médico, PhD<br />

Profesor Titular<br />

Director Instituto de Zoología, Biología Celular y Parasitología<br />

Heinrich-Heine-Universität, Duesseldorf, Alemania<br />

Sarcocistosis; Criptosporidiasis; Ciclosporiasis; Microsporidiasis


Colaboradores<br />

vii<br />

Rubén Mercado<br />

Tecnólogo Médico, PhD<br />

Profesor Asistente, Facultad de Medicina, Universidad de Chile,<br />

Santiago, Chile<br />

Estrongiloidiasis<br />

Pedro Morera †<br />

Médico, PhD<br />

Profesor Titular de Parasitología, Universidad de Costa Rica,<br />

San José, Costa Rica<br />

Angiostrongiliasis abdominal<br />

Patricia Muñoz Casas del Valle<br />

Médico<br />

Profesor Titular de Parasitología, Facultad de Medicina<br />

Universidad Diego Portales, Santiago, Chile<br />

Parasitosis del sistema genitourinario; Sarna y otras acariasis<br />

Víctor Muñoz †<br />

Tecnólogo Médico<br />

Profesor Asociado, Facultad de Medicina<br />

Escuela de Tecnología Médica, Universidad de Chile, Santiago, Chile<br />

Amebas de vida libre<br />

César Náquira<br />

Médico, PhD<br />

Profesor emérito, Universidad Mayor de San Marcos, Lima, Perú<br />

Balantidiasis; Paragonimiasis; Filariasis<br />

Patricia Neira †<br />

PhD<br />

Facultad de Medicina, Universidad de Valparaíso, Chile<br />

Criptosporidiasis; Ciclosporiasis<br />

Isabel Noemí<br />

Médico<br />

Profesor Asociado, Facultad de Medicina, Universidad de Chile,<br />

Santiago, Chile<br />

Giardiasis; Larva migrante visceral; Síndrome de hipereosinofilia<br />

y parasitosis<br />

Jorge Nogales<br />

Médico<br />

Profesor Titular de Neurología<br />

Facultad de Medicina, Universidad de Chile, Santiago, Chile<br />

Parasitosis del sistema nervioso central<br />

David Oddó<br />

Médico<br />

Profesor Auxiliar de Anatomía Patológica<br />

Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, Chile<br />

Anatomía patológica de las parasitosis<br />

Antonio Osuna<br />

PhD<br />

Catedrático de Parasitología, Universidad de Granada, Granada,<br />

España<br />

Aplicación del cultivo in vitro al diagnóstico de las parasitosis<br />

Edoardo Pozio<br />

PhD<br />

Jefe del Laboratorio de Referencia de Parásitos<br />

Instituto Superior de Sanidad, Roma, Italia<br />

Triquinosis<br />

Galia Ramírez<br />

Médico Veterinario, PhD<br />

Facultad de Medicina, Universidad de Chile, Santiago, Chile<br />

Respuesta inmune antiparasitaria<br />

Marcos Restrepo<br />

Médico<br />

Especialista en Parasitología e Inmunología<br />

Profesor Titular Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín,<br />

Colombia<br />

Parasitosis intestinales (enteroparásitos)<br />

Hernán Reyes<br />

Médico<br />

Profesor Titular de Parasitología<br />

Facultad de Medicina, Universidad de Chile, Santiago, Chile<br />

Artrópodos; Dípteros, moscas, mosquitos y tábanos; Piojos y pulgas;<br />

Cucarachas o blátidos, cimidios o chinches de cama; Artrópodos<br />

ponzoñosos<br />

Raúl Romero<br />

Médico<br />

Profesor Titular de Parasitología e Infectología<br />

Facultad de Medicina, Universidad Nacional Autónoma de México,<br />

ciudad de México, México<br />

Diarrea ocasionada por parásitos<br />

María J. Rosales<br />

Profesor Titular<br />

Depto. Parasitología Instituto de Biotecnología, Universidad de<br />

Granada, Granada, España<br />

Aplicación del cultivo in vitro al diagnóstico de las parasitosis<br />

Francisco Rothhammer<br />

PhD<br />

Profesor Titular<br />

Facultad de Medicina, Universidad de Chile e Instituto de Alta<br />

Investigación<br />

Universidad de Tarapacá, Tarapacá, Chile<br />

Genética de las parasitosis. Aspectos paleoepidemiológicos, poblacionales<br />

e inmunológicos<br />

Rodrigo A. Salinas<br />

Médico Neurólogo<br />

Profesor Asistente de Neurología<br />

Departamento de Ciencias Neurológicas<br />

Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, Santiago, Chile<br />

Parasitosis del sistema nervioso central<br />

Jorge Sapunar<br />

Médico<br />

Profesor Titular de Parasitología<br />

Facultad de Medicina, Universidad de Chile, Santiago, Chile<br />

Hidatidosis y equinococosis<br />

Darío Savino<br />

Médico Oftalmólogo<br />

Escuela Vargas, Universidad Central de Venezuela, Caracas,<br />

Venezuela<br />

Parasitosis oculares


viii<br />

Colaboradores<br />

Chris J. Schofield<br />

PhD<br />

Instituto de Medicina Tropical de Londres, Londres, Inglaterra<br />

Triatominos y su control<br />

Aldo Solari<br />

PhD<br />

Profesor Titular<br />

Facultad de Medicina, Universidad de Chile, Santiago, Chile<br />

Biología molecular de parásitos<br />

August Stich<br />

Médico<br />

Sección Parasitología Tropical<br />

Clínica Misionera, Würzburg, Alemania<br />

Tripanosomiasis africana (enfermedad del sueño)<br />

Rubén Storino<br />

Médico<br />

Profesor Adjunto de Salud Pública<br />

Facultad de Ciencias Médicas, Universidad de La Plata<br />

La Plata, Provincia de Buenos Aires, Argentina<br />

Aspectos sociales de las parasitosis<br />

Abelardo Tejada<br />

Médico<br />

Profesor Principal de Medicina Tropical<br />

Facultad de Medicina, Universidad de San Marcos, Lima, Perú<br />

Uncinariasis; Larva migrante cutánea<br />

Marisa Torres<br />

Médico Parasitólogo<br />

MSc en Salud Pública<br />

Profesor Asistente, Pontificia Universidad Católica de Chile,<br />

Santiago, Chile<br />

Epidemiología y parasitosis; Himenolepiasis; Dipilidiasis;<br />

Anemia y parasitosis<br />

Patricio Torres<br />

PhD, Tecnólogo Médico<br />

Profesor Titular<br />

Instituto de Parasitología, Universidad Austral, Valdivia, Chile<br />

Difilobotriasis; Anisakidiasis<br />

Carolina Valck<br />

PhD<br />

Laboratorio de Inmunología de la Agresión Microbiana,<br />

Programa Disciplinario de Inmunología, ICBM,<br />

Facultad de Medicina, Universidad de Chile, Santiago, Chile<br />

Respuesta inmune antiparasitaria<br />

Sergio Vargas<br />

Médico<br />

Profesor Asociado de Microbiología<br />

Facultad de Medicina<br />

Universidad de Chile<br />

Neumocistosis<br />

Juan Verdaguer<br />

Médico<br />

Profesor Titular de Oftalmología<br />

Facultad de Medicina, Universidad de Chile, Santiago, Chile<br />

Parasitosis oculares<br />

Thomas Weitzel<br />

Médico<br />

Instituto de Medicina Tropical Charité<br />

Universidad de Berlín, Berlín, Alemania<br />

Criptosporidiasis; Ciclosporiasis; Capilariasis intestinal;<br />

Capilariasis tisulares<br />

Arve L. Willingham III<br />

Médico Veterinario<br />

Profesor Asociado de Parasitología<br />

Universidad Frederiksberg, Dinamarca<br />

Teniasis por Taenia solium, Taenia saginata y Taenia asiatica;<br />

Cisticercosis por Taenia solium<br />

Inés Zulantay<br />

PhD, Tecnólogo Médico<br />

Profesor Asistente, Facultad de Medicina, Universidad de Chile,<br />

Santiago, Chile<br />

Diagnóstico de laboratorio de las parasitosis


Contenido<br />

Colaboradores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . v<br />

Prefacio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . xiii<br />

Parte I Parasitología general . . . . . . . . . . . 1<br />

Capítulo 1 Importancia de la parasitología . . . . . . 1<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Capítulo 2 Generalidades . . . . . . . . . . . . . . . 3<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Capítulo 3 Adaptación a la vida parasitaria . . . . . . 6<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Capítulo 4 Relación parásito-hospedero . . . . . . . 9<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Capítulo 5<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Clasificación de los parásitos<br />

y generalidades de los protozoos . . . . 12<br />

Capítulo 6 Metazoos . . . . . . . . . . . . . . . . 25<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Capítulo 7 Ecología y parasitosis . . . . . . . . . . 42<br />

Pedro Cattan<br />

Capítulo 8 Bioquímica de parásitos . . . . . . . . . 50<br />

Juan D. Maya<br />

Capítulo 9 Biología molecular de parásitos . . . . . 67<br />

Jean C. Dujardin<br />

Aldo Solari<br />

Capítulo 10 Genética de las parasitosis. Aspectos<br />

paleoepidemiológicos, poblacionales<br />

e inmunológicos . . . . . . . . . . . . 77<br />

Francisco Rothhammer<br />

Elena Llop<br />

Capítulo 11 Respuesta inmune antiparasitaria . . . . 86<br />

Arturo Ferreira<br />

Carolina Valck<br />

Galia Ramírez<br />

Omar Barriga †<br />

Capítulo 12 Anatomía patológica de las parasitosis . 98<br />

David Oddó<br />

Capítulo 13 Epidemiología y parasitosis . . . . . . . 104<br />

Marisa Torres<br />

ix<br />

Capítulo 14 Aspectos sociales de las parasitosis . . . 114<br />

Rubén Storino<br />

Parte II Parasitología humana . . . . . . . . . 125<br />

Capítulo 15<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Enteroparasitosis.<br />

Características generales . . . . . . . . 125<br />

Capítulo 16 Amebiasis . . . . . . . . . . . . . . . . 130<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Capítulo 17 Balantidiasis . . . . . . . . . . . . . . . 141<br />

César Náquira<br />

Capítulo 18 Giardiasis . . . . . . . . . . . . . . . . 145<br />

Isabel Noemí<br />

Capítulo 19 Blastocistiasis . . . . . . . . . . . . . . 152<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Capítulo 20 Dientamebiasis . . . . . . . . . . . . . 155<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Capítulo 21 Cistoisosporiasis . . . . . . . . . . . . . 157<br />

Jacob K. Frenkel<br />

Capítulo 22 Sarcocistosis . . . . . . . . . . . . . . . 163<br />

Heinz Mehlhorn<br />

Capítulo 23 Criptosporidiasis . . . . . . . . . . . . 167<br />

Patricia Neira †<br />

Thomas Weitzel<br />

Heinz Mehlhorn<br />

Capítulo 24 Ciclosporiasis . . . . . . . . . . . . . . 175<br />

Thomas Weitzel<br />

Patricia Neira †<br />

Heinz Mehlhorn<br />

Capítulo 25 Fasciolopsiasis . . . . . . . . . . . . . . 179<br />

Santiago Mas-Coma<br />

Capítulo 26 Teniasis por Taenia solium,<br />

Taenia saginata y Taenia asiatica . . . . 184<br />

Ana Flisser<br />

Arve L. Willingham III<br />

Capítulo 27 Himenolepiasis . . . . . . . . . . . . . 195<br />

Marisa Torres<br />

Capítulo 28 Dipilidiasis . . . . . . . . . . . . . . . 199<br />

Marisa Torres


x<br />

Contenido<br />

Capítulo 29 Difilobotriasis . . . . . . . . . . . . . . 202<br />

Patricio Torres<br />

Capítulo 30 Ascariasis . . . . . . . . . . . . . . . . 214<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Capítulo 31 Trichuriasis (tricocefalosis) . . . . . . . 221<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Capítulo 32 Enterobiasis (oxiuriasis) . . . . . . . . . 226<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Capítulo 33 Uncinariasis . . . . . . . . . . . . . . . 230<br />

Abelardo Tejada<br />

Capítulo 34 Estrongiloidiasis . . . . . . . . . . . . . 234<br />

Rubén Mercado<br />

Capítulo 35 Anisakidiasis. . . . . . . . . . . . . . . 239<br />

Patricio Torres<br />

Capítulo 36 Capilariasis intestinal . . . . . . . . . . 250<br />

Nadia El Dib<br />

Thomas Weitzel<br />

Capítulo 37 Otras parasitosis del tubo digestivo . . . 255<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Capítulo 38 Comensales del tubo digestivo . . . . . 267<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Capítulo 39<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Características generales de las parasitosis<br />

de los tejidos, sangre, vías urinarias<br />

y de localizaciones diversas . . . . . . . 271<br />

Capítulo 40 Tripanosomiasis africana<br />

(enfermedad del sueño) . . . . . . . . . 273<br />

August Stich<br />

Capítulo 41<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Tripanosomiasis americana<br />

(enfermedad de Chagas). . . . . . . . . 282<br />

Capítulo 42 Leishmaniasis . . . . . . . . . . . . . . 298<br />

Alejandro Llanos-Cuenta<br />

Capítulo 43 Paludismo (malaria) . . . . . . . . . . . 310<br />

Pierre Carnevale<br />

Arezki Izri<br />

Capítulo 44 Babesiosis . . . . . . . . . . . . . . . . 335<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Capítulo 45 Toxoplasmosis . . . . . . . . . . . . . . 338<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Capítulo 46 Amebas de vida libre. . . . . . . . . . . 347<br />

Víctor Muñoz †<br />

Rodrigo Donoso<br />

Capítulo 47 Neumocistosis . . . . . . . . . . . . . . 360<br />

Sergio Vargas<br />

Capítulo 48 Microsporidiasis . . . . . . . . . . . . . 367<br />

Heinz Mehlhorn<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Capítulo 49 Tricomoniasis . . . . . . . . . . . . . . 373<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Capítulo 50 Fascioliasis . . . . . . . . . . . . . . . . 379<br />

Santiago Mas-Coma<br />

Capítulo 51 Clonorquiasis . . . . . . . . . . . . . . 390<br />

Santiago Mas-Coma<br />

Capítulo 52 Opistorquiasis . . . . . . . . . . . . . . 395<br />

Santiago Mas-Coma<br />

Capítulo 53 Paragonimiasis . . . . . . . . . . . . . 402<br />

César Náquira<br />

Capítulo 54 Esquistosomiasis por<br />

Schistosoma mansoni. . . . . . . . . . . 406<br />

Naftale Katz<br />

Paulo Z. Coelho<br />

Capítulo 55 Cisticercosis por Taenia solium . . . . . 417<br />

Ana Flisser<br />

Arve L. Willingham III<br />

Capítulo 56 Hidatidosis y equinococosis . . . . . . . 427<br />

Jorge Sapunar<br />

Capítulo 57 Larva migrante cutánea . . . . . . . . . 447<br />

Abelardo Tejada<br />

Capítulo 58 Larva migrante visceral . . . . . . . . . 450<br />

Isabel Noemí<br />

Capítulo 59 Filariasis . . . . . . . . . . . . . . . . . 455<br />

César Náquira<br />

Capítulo 60 Triquinosis . . . . . . . . . . . . . . . 466<br />

Edoardo Pozio<br />

Jean D. Camet<br />

Capítulo 61 Gnatostomiasis . . . . . . . . . . . . . 477<br />

Telmo Fernández<br />

Capítulo 62 Capilariasis tisulares . . . . . . . . . . . 481<br />

Nadia El-Dib<br />

Thomas Weitzel


Contenido<br />

xi<br />

Capítulo 63 Angiostrongiliasis abdominal . . . . . . 485<br />

Pedro Morera †<br />

Capítulo 64 Pentastomiasis . . . . . . . . . . . . . . 493<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Capítulo 65<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Otras parasitosis de los tejidos,<br />

sangre, vías urinarias<br />

y de localizaciones diversas . . . . . . . 495<br />

Parte III Parasitología topográfica . . . . . . . 507<br />

Capítulo 77 Triatominos y su control . . . . . . . . 617<br />

Chris J. Schofield<br />

David E. Gorla<br />

Capítulo 78 Sarna y otras acariasis . . . . . . . . . . 627<br />

Patricia Muñoz Casas del Valle<br />

Capítulo 79 Garrapatas . . . . . . . . . . . . . . . . 634<br />

Héctor Alcaíno<br />

Capítulo 80 Artrópodos ponzoñosos . . . . . . . . . 639<br />

Hernán Reyes<br />

Capítulo 66 Parasitosis del pulmón. . . . . . . . . . 507<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Capítulo 67 Parasitosis hepáticas . . . . . . . . . . . 514<br />

Luis C. Gil<br />

Capítulo 68 Parasitosis cutáneas . . . . . . . . . . . 520<br />

Zuño Burstein<br />

Capítulo 69 Parasitosis oculares . . . . . . . . . . . 536<br />

Juan Verdaguer<br />

Rafael Cortez<br />

Darío Savino<br />

Arturo Kantor<br />

Capítulo 70 Parasitosis del corazón. . . . . . . . . . 553<br />

Arturo Arribada<br />

Capítulo 71 Parasitosis del sistema nervioso<br />

central . . . . . . . . . . . . . . . . . . 575<br />

Camilo Arriagada<br />

Jorge Nogales<br />

Rodrigo A. Salinas<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Capítulo 72 Parasitosis del sistema genitourinario . . 596<br />

Patricia Muñoz Casas del Valle<br />

Parte IV Artrópodos de importancia médica. 601<br />

Capítulo 73 Artrópodos . . . . . . . . . . . . . . . 601<br />

Hernán Reyes<br />

Capítulo 74 Dípteros, moscas, mosquitos y tábanos . 604<br />

Hernán Reyes<br />

Capítulo 75 Piojos y pulgas. . . . . . . . . . . . . . 610<br />

Hernán Reyes<br />

Capítulo 76 Cucarachas o blátidos, cimidios<br />

o chinches de cama . . . . . . . . . . . 615<br />

Hernán Reyes<br />

Parte V Síndromes y parasitosis . . . . . . . 645<br />

Capítulo 81 Anemia y parasitosis. . . . . . . . . . . 645<br />

Marisa Torres<br />

Capítulo 82 Síndrome de hipereosinofilia<br />

y parasitosis . . . . . . . . . . . . . . . 649<br />

Isabel Noemí<br />

Capítulo 83 Síndrome infeccioso y parasitosis . . . . 655<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Capítulo 84 Síndrome de inmunosupresión<br />

adquirida y parasitosis . . . . . . . . . . 659<br />

Ricardo Dantas<br />

Andrea Baptista<br />

Sergio Cimerman<br />

Capítulo 85 Diarrea ocasionada por parásitos . . . . 667<br />

Raúl Romero<br />

Parte VI Parasitología aplicada . . . . . . . . . 675<br />

Capítulo 86 Modelos matemáticos y parasitosis . . . 675<br />

Mauricio Canals<br />

Capítulo 87 Parásitos y nutrición. Una interacción<br />

compleja . . . . . . . . . . . . . . . . . 686<br />

Oscar Brunser<br />

Capítulo 88 Parasitosis del viajero . . . . . . . . . . 692<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Capítulo 89 Infecciones parasitarias congénitas . . . 702<br />

Yves Carlier<br />

Capítulo 90 Zoonosis parasitarias transmitidas<br />

por perros o gatos al humano . . . . . . 717<br />

Héctor Alcaíno<br />

Texia Gorman


xii<br />

Contenido<br />

Capítulo 91 Zoonosis parasitarias transmitidas<br />

por alimentos . . . . . . . . . . . . . . 727<br />

Fernando Fredes<br />

Parte VII Diagnóstico de laboratorio . . . . . . 737<br />

Capítulo 92 Diagnóstico de laboratorio<br />

de las parasitosis . . . . . . . . . . . . . 737<br />

Inés Zulantay<br />

Capítulo 93 Aplicación del cultivo in vitro<br />

al diagnóstico de las parasitosis . . . . . 739<br />

María J. Rosales<br />

Antonio Osuna<br />

Gloria González<br />

Parte VIII Diagnóstico de laboratorio . . . . . . 749<br />

Capítulo 94 Tratamiento y tablas terapéuticas . . . . 749<br />

Parasitosis intestinales<br />

(enteroparásitos) . . . . . . . . . . . . . 749<br />

David Botero<br />

Marcos Restrepo<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Parasitosis tisulares, de la sangre,<br />

vías urinarias y diversas localizaciones . . 749<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Glosario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 777<br />

Índice alfabético . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 793<br />

Secciones en línea<br />

Autoevaluación<br />

Casos clínicos<br />

Tablas terapéuticas<br />

Respuestas a Casos clínicos y Preguntas de elección múltiple<br />

Cuadros<br />

Figuras<br />

Disponible en el Centro de Aprendizaje en línea (On-line Center).<br />

http://www.mhhe.com/med/apt-pm1e


Prefacio<br />

Parasitología humana es un texto que comprende los aspectos<br />

más importantes de la parasitología médica. Cada capítulo<br />

contiene la historia, biología, patogenia, anatomía patológica,<br />

epidemiología, clínica, diagnóstico, tratamiento y prevención<br />

de las diversas parasitosis del ser humano. Cuando el tema lo<br />

amerita, se complementa con casos clínicos cuyo diagnóstico,<br />

tratamiento o conducta a seguir deberá ser respondido por el<br />

lector. Lo mismo sucede con preguntas de elección múltiple<br />

con cuatro alternativas, de las cuales el educando debe responder<br />

la correcta, permitiendo así un proceso de enseñanza-aprendizaje<br />

activo.<br />

El libro se basa en la experiencia de un selecto grupo de<br />

parasitólogos, muchos de los cuales son especialistas connotados<br />

en sus respectivas materias; sin lugar a dudas que la parte<br />

esencial del texto se basa en las enseñanzas obtenidas en la ex<br />

Cátedra de Parasitología de la Facultad de Medicina de la Universidad<br />

de Chile, dirigida por el Profesor Amador Neghme<br />

Rodríguez, † maestro por excelencia que formó un grupo notable<br />

de académicos. Por su influencia sobre el suscrito, destaco<br />

entre ellos a los doctores Jacobo Faiguenbaum, † Moisés Agosin,<br />

† Tulio Pizzi, † Guillermo Niedman, Isaías Tagle, † Jorge Artigas,<br />

† Fernando Donoso, Arturo Jarpa, Raúl Donckaster, †<br />

Hernán Reyes, Mafalda Rubio, † María Díaz; así como a los<br />

señores Roberto Silva † y René Sotomayor. † Todos ellos, junto a<br />

los doctores Antonio Atías, † Hugo Schenone, † Jorge Sapunar,<br />

Héctor Alcaíno y Texia Gorman, me motivaron a emprender<br />

esta obra.<br />

Parte de las ilustraciones del texto corresponden al material<br />

docente de la ex Cátedra de Parasitología, al que contribuyeron<br />

la mayoría de sus integrantes, por este motivo en el libro<br />

no se señala su procedencia, y sólo se consigna ésta cuando las<br />

figuras se han obtenido de otras fuentes. Los ciclos vitales son<br />

originales o modificados de los ciclos biológicos del Atlas de<br />

Parasitología y del Tratado de Parasitología del Profesor Gerhard<br />

Piekarski, † del Instituto de Parasitología de la Universidad<br />

de Bonn, Alemania, con quien estuve durante un largo periodo.<br />

Él contribuyó a mis conocimientos sobre las parasitosis del<br />

hombre y, junto con el grupo de especialistas chilenos, me inspiró<br />

a publicar este texto.<br />

En el libro las palabras que aparecen por primera vez en un<br />

capítulo, y que forman parte del glosario, se presentan en negritas.<br />

Agradezco profundamente al Dr. Carlos Pérez, † gran colaborador<br />

del suscrito, y a Inés Zulantay PhD por su incondicional<br />

ayuda, espíritu de superación y compañerismo, a Patricio<br />

Aguilera por las figuras, a Rosita Ávila y Ana Zulantay por su<br />

abnegada transcripción del libro.<br />

<strong>Werner</strong> Apt Baruch<br />

†<br />

Fallecido.<br />

xiii


Parte I<br />

Parasitología general<br />

Capítulo<br />

1<br />

Importancia de la parasitología<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

En el mundo, hoy en día las enfermedades parasitarias constituyen<br />

un problema de Salud Pública, por su alta frecuencia en países<br />

en vías de desarrollo de Asia, África y Latinoamérica, por su<br />

presencia en países desarrollados, por la migración de individuos<br />

provenientes de países del Tercer Mundo y por su alta morbilidad.<br />

1 Se calcula que existen 2 800 millones de personas infectadas<br />

por geohelmintos, 1 200 por Ascaris lumbricoides, 795 por<br />

Trichuris trichiura y 740 millones por uncinarias: Necator americanus<br />

y Ancylostoma duodenale. Según la Organización Mundial<br />

de la Salud existirían 200 millones de individuos con esquistosomas,<br />

120 con filarias linfáticas y 37 millones con Onchocerca volvulus<br />

(ceguera de los ríos). Entre 20 y 30% de la población mundial<br />

presenta una infección por Toxoplasma gondii. En relación<br />

con la malaria, se producen actualmente entre 300 y 500 millones<br />

de casos nuevos por año, y en ese periodo fallecen más de un<br />

millón de menores de cinco años de edad por esa zoonosis.<br />

En la actualidad existen 8 a 10 millones de personas infectadas<br />

con Trypanosoma cruzi, agente etiológico de la enfermedad<br />

de Chagas en Latinoamérica.<br />

Al año se originan de 1.5 a 2 millones de casos de leishmaniasis<br />

cutáneas y 500 000 de la forma visceral.<br />

Los artrópodos parásitos que tuvieron gran importancia<br />

durante la Primera Guerra Mundial, ocasionando la muerte de<br />

millones de combatientes y civiles que enfermaron de tifus<br />

exantemático epidémico, transmitido por Pediculus, mantienen<br />

hoy en día su importancia, ya sea como vectores biológicos,<br />

mecánicos, parásitos, o provocando envenenamiento (artrópodos<br />

ponzoñosos). Sólo la sarna origina más de 300 millones de<br />

personas infestadas al año. También se les utiliza en terapia:<br />

magoterapia (con larvas de moscas), y en la investigación de las<br />

relaciones de agentes vivos con sus hospederos, es así como<br />

hoy en día se estudia la función de los simbiontes en el desarrollo<br />

de los artrópodos, por ejemplo, Wolbachia spp.<br />

Los parásitos se utilizaron y se emplean todavía en investigación.<br />

Muchos modelos con parásitos permiten conocer mejor<br />

la tríada ecológica: parásito, hospedero, medio ambiente,<br />

así como diversos procesos de importancia en genética, inmunología<br />

y biología celular.<br />

1


2 PARTE I Parasitología general<br />

Si bien la mayoría de las personas parasitadas presentan<br />

sólo una infección, y un porcentaje menor enferma, por su alta<br />

prevalencia y morbilidad constituyen un problema sanitario<br />

en todos los países donde las parasitosis son endémicas.<br />

Es importante señalar, además, que las parasitosis representan<br />

un problema de diagnóstico y tratamiento en las personas<br />

inmunodeprimidas. En estos individuos con depresión inmunitaria<br />

celular y humoral algunas enfermedades protozoarias y helmínticas<br />

como malaria, enfermedad del sueño, toxoplasmosis,<br />

criptosporidiasis, microsporidiasis, ciclosporiasis, cistoisosporiasis<br />

(isosporiasis) y estrongiloidiasis, provocan grandes alteraciones<br />

que pueden ocasionar la muerte. Es muy probable que en un<br />

futuro cercano una serie de microorganismos, considerados hoy<br />

en día como inocuos, surjan como parásitos en este tipo de individuos.<br />

Es decir, los parásitos emergentes y reemergentes aumentarán<br />

con rapidez en los próximos años.<br />

La paleoparasitología ha contribuido al desarrollo filo y<br />

oncogenético, al permitir conocer eslabones importantes de la<br />

evolución de las diferentes especies de seres vivos.<br />

En los últimos años se han conocido nuevos procesos inmunológicos<br />

que se relacionan con parásitos. Es así como se ha<br />

establecido que los parásitos que producen daño o lo pueden<br />

ocasionar por tener genéticamente la predisposición, en ocasiones<br />

pueden mejorar o aliviar ciertas patologías como se ha demostrado<br />

al infectar con Trichuris suis (no patógeno para el humano)<br />

en personas con enfermedades inflamatorias intestinales:<br />

enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa, debido a que T. suis es<br />

capaz de modular las respuestas Th1 y Th2 del hospedero.<br />

Es imprescindible mencionar el hecho controversial de la<br />

alta frecuencia e importancia de las enfermedades parasitarias<br />

que afectan a más de la mitad de la población mundial, en especial<br />

a personas de escasos recursos económicos, con poca instrucción<br />

académica y altos índices de hacinamiento y promiscuidad,<br />

y la reducción de la enseñanza de esta disciplina en las<br />

principales universidades e instituciones de los países en vías de<br />

desarrollo. Muchas de las parasitosis forman parte de las “enfermedades<br />

olvidadas” (neglected diseases) por las grandes empresas<br />

farmacéuticas internacionales, por afectar a personas pobres sin<br />

recursos económicos y, por consiguiente, no interesan a dichas<br />

compañías. Se debe señalar la relevancia que tienen las enfermedades<br />

parasitarias en un mundo globalizado, donde ningún<br />

país está exento de presentarlas y reforzar la enseñanza de la<br />

parasitología de pregrado y posgrado en las diversas universidades<br />

e instituciones de los distintos países, en particular de aquéllas<br />

en países en vías de desarrollo, donde las enfermedades parasitarias<br />

son prevalentes.


Capítulo<br />

2<br />

Generalidades<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Antigüedad del parasitismo<br />

Tras la observación del esqueleto y de otras partes resistentes se<br />

encontraron fósiles de protozoos y helmintos. Así, se localizaron<br />

moluscos parásitos de branquias de crinoides del periodo<br />

Paleozoico y pulgas similares a las actuales ectoparasitosis de insectívoros<br />

del periodo báltico oceánico. El estudio comparado<br />

de grupos de parásitos que tienen cierta especificidad parasitaria<br />

permitió conocer el origen geográfico de sus hospederos. En este<br />

campo, la Parasitología comparada constituye un complemento<br />

importante de la Anatomía comparada y de la Paleontología.<br />

La mayoría de los parásitos humanos fue heredada de<br />

otros hospederos, y han sido transferidos a la nueva especie junto<br />

a cierta divergencia genética. Existen excepciones: los plasmodios<br />

de la malaria parasitan al humano y a simios, oxiuros<br />

del género Enterobius y piojos del género Pediculus y Phthirus<br />

parasitan sólo al humano y simios antropomorfos.<br />

Es importante señalar que restos de momias de 9 000 años<br />

(7 000 años antes de la era actual) hallados en la región costera del<br />

norte de Chile y sur del Perú, presentaban enfermedad de Chagas,<br />

ya que se demostró la presencia de kDNA de Trypanosoma cruzi<br />

mediante PCR en restos óseos. Huevos de nematodos: Trichuris<br />

trichiura y Ascaris lumbricoides se hallaron en letrinas de campamentos<br />

romanos del siglo I a.C. Huevos de Schistosoma haematobium<br />

se hallaron en momias egipcias de 1 100 años a.C. y de S.<br />

japonium en momias Chinas de 2 000 años antes de la era actual.<br />

La arqueoparasitología, mediante la detección de antígenos<br />

por técnicas inmunológicas, demostró, en momias egipcias,<br />

la presencia de esquistosomas en el periodo anterior a las<br />

dinastías, y probó la existencia de anquilostomidos humanos<br />

en el continente americano en la época precolombina, al estudiar<br />

coprolitos (heces fósiles).<br />

Conceptos<br />

Desde tiempos remotos, el humano ha debido enfrentar diversas<br />

agresiones del medio ambiente externo e interno que le provocan<br />

enfermedades. Entre los factores externos se tienen los<br />

agentes físicos (calor, presión atmosférica, radiaciones, electricidad,<br />

etc.); químicos (sustancias tóxicas, ácidos, gases, entre<br />

otros); ecológicos (contaminación ambiental, factores psicosociales,<br />

etc.) y biológicos (protozoos, helmintos, artrópodos,<br />

bacterias, micoplasmas, rickettsias, clamidias y virus). Todos<br />

los agentes biológicos son parásitos en un sentido amplio, ya<br />

que cumplen con la definición de constituir “seres vivos que<br />

viven temporal o permanentemente en la superficie o en el interior<br />

de otros seres vivos (por lo general de mayor tamaño) de<br />

otra especie a la cual le producen daño en mayor o menor grado<br />

(o tienen la potencialidad de provocar daño)”. Desde la<br />

perspectiva médica, tanto por tradición como por razones prácticas,<br />

existe una separación entre la parasitología y la infectología.<br />

La primera se centra en enfermedades causadas por animales,<br />

incluyendo protozoos, helmintos y artrópodos; en tanto<br />

que la segunda aborda bacterias, hongos y virus. Sin embargo,<br />

existen interfases evidentes entre estas dos especialidades médicas<br />

en algunos grupos, cuya naturaleza es incierta, como ocurre<br />

con Pneumocystis jirovecii y los microsporidios, que se consideran<br />

hoy en día que están más cerca de los hongos que de los<br />

protozoos.<br />

Se denomina hospedero o mesonero al ser vivo que alberga<br />

al parásito, existiendo una relación negativa-positiva entre el<br />

hospedero y el parásito (el hospedero recibe un daño y el parásito<br />

un beneficio). Los parásitos están constituidos por agrupaciones<br />

moleculares (como en el caso de los virus), o por una<br />

sola célula (bacterias, hongos, protozoos) o por millones de<br />

células que constituyen órganos y sistemas (helmintos, artrópodos).<br />

Con fines prácticos para facilitar la sistemática del conocimiento<br />

y la investigación científica, el estudio de los agentes<br />

biológicos se ha separado en varias disciplinas: la bacteriología<br />

(que estudia bacterias, rickettsias y espiroquetas); la micología<br />

(hongos); virología (virus) y parasitología (protozoos, metazoos<br />

y artrópodos parásitos).<br />

Los seres vivos obtienen energía a través del medio ambiente;<br />

este intercambio vital lo consiguen a través de la lucha<br />

por alimentos necesarios para cumplir sus funciones vitales,<br />

3


4 PARTE I Parasitología general<br />

mantenerse como individuos y perpetuarse como especie. Los<br />

diferentes animales desarrollaron hábitos predatorios y parasitarios.<br />

La mayoría de los animales de vida libre viven gracias al<br />

alimento que obtienen de sus presas, a las que por lo general cazan<br />

vivas (carnívoros y herbívoros), en tanto que el resto, los<br />

parásitos, sobreviven mediante una asociación biológica muy<br />

frecuente en la Naturaleza, la cual debe ser considerada como<br />

un fenómeno natural entre seres vivos y no como una condición<br />

patológica.<br />

En la Naturaleza, de acuerdo con la epidemiología genética,<br />

las parasitosis del ser humano fueron primitivamente de<br />

animales silvestres y, cuando éstos se domesticaron o tuvieron<br />

cercanía con las personas, traspasaron su parasitismo a la especie<br />

humana. Las asociaciones biológicas en la Naturaleza se establecen<br />

entre individuos de la misma especie o de especies distintas.<br />

Las principales asociaciones biológicas corresponden a:<br />

1. Asociaciones entre individuos de la misma especie. Entre<br />

ellas cabe mencionar:<br />

• Sociedades. Los individuos viven juntos, pero mantienen<br />

su individualidad (p. ej., manadas de monos, lobos,<br />

leones, etcétera).<br />

• Colonias. Los individuos viven juntos y su interdependencia<br />

es total, ya que no pueden subsistir por sí solos<br />

(como ocurre con abejas y hormigas).<br />

2. Asociaciones biológicas entre individuos de especies distintas<br />

(simbiosis en un sentido amplio).<br />

• Mutualismo. Ambos socios se benefician, pero pueden<br />

vivir separados, por ejemplo: paguro y actinia; anémona<br />

de mar y pez payaso.<br />

• Comensalismo. Asociación en que uno de los socios se<br />

beneficia, el comensal, por ejemplo: amebas comensales<br />

del tubo digestivo, Entamoeba coli, Iodamoeba bütschlii.<br />

En esta asociación no se produce daño al hospedero.<br />

Parasitismo. Tal como ya se mencionó, el parásito provoca o<br />

puede producir daño al hospedero, que siempre es de especie<br />

diferente a la del parásito.<br />

Se considera parásito a todo ser vivo, animal o vegetal que<br />

pasa una parte o la totalidad de su existencia en el interior o en<br />

el exterior de otros seres vivos, animales o vegetales de diferente<br />

especie, a expensas del cual se nutren, ocasionándole daño aparente<br />

o inaparente.<br />

Es importante mencionar que un parásito puede vivir por<br />

un periodo como comensal, pero siempre tendrá la potencialidad<br />

genética de producir daño; en cambio, un comensal nunca<br />

provoca daño.<br />

Simbiosis en sentido estricto. Es una asociación vital<br />

para uno de los socios (p. ej., simbiontes de los triatominos, de<br />

las termitas, etcétera).<br />

A los parásitos que pertenecen al reino animal se les denomina<br />

zooparásitos, y a los del reino vegetal fitoparásitos.<br />

Los parásitos pueden localizarse en el interior de sus hospederos,<br />

en cuyo caso se les denomina endoparásitos, o en el<br />

exterior, los cuales se conocen como ectoparásitos.<br />

Cuando el ectoparasitismo se produce durante el corto<br />

tiempo que necesitan los parásitos para extraer sangre (hematófagos),<br />

se constituyen en parásitos temporarios; en tanto<br />

que si pasan la totalidad de su existencia en la superficie de la<br />

piel, en sus anexos, debajo de ella o prendidos en sus pelos, se<br />

constituyen en parásitos estacionarios o permanentes. Entre<br />

estas dos modalidades extremas existen todos los grados intermedios.<br />

Los endoparásitos también pueden ser permanentes, y hay<br />

ectoparásitos periódicos. Los endoparásitos permanentes pueden<br />

hacer su vida parasitaria durante toda su existencia y durante<br />

todo su ciclo evolutivo en el interior de su hospedero<br />

definitivo, no teniendo ningún estadio libre en la Naturaleza,<br />

y otro grupo puede tener parte de su ciclo de vida libre en la<br />

Naturaleza o en un hospedero intermediario.<br />

Los ectoparásitos temporarios y los estacionarios (permanentes)<br />

pueden tener carácter de parásitos periódicos cuando<br />

son animales de vida libre en su forma adulta y de vida parasitaria<br />

en su forma larvaria, o viceversa. Éstos, a su vez, pueden<br />

tener carácter de parásitos obligados cuando no pueden vivir<br />

sin hacer parte de su vida o el total de ella en condiciones parasitarias;<br />

o tener la condición de parásitos facultativos cuando<br />

son, por lo regular, animales de vida libre y tienen la facultad<br />

de poder realizar, en circunstancias favorables, una vida<br />

parasitaria.<br />

Además de las denominaciones precedentes, suele emplearse<br />

la designación de parasitismo accidental o causal al<br />

que realizan algunos seres de vida libre que, de manera fortuita<br />

o causal, penetraron en el organismo, donde viven algunas horas<br />

o días y son expulsados de forma espontánea.<br />

Cuando los parásitos se encuentran albergados en un hospedero<br />

que no es el habitual para ellos se habla de parasitismo<br />

extraviado (aberrante). El parasitismo errático, por otra parte,<br />

es cuando el parásito se encuentra en el hospedero habitual,<br />

pero está fuera de su localización normal.<br />

El parásito extracelular vive fuera de las células del hospedero<br />

(p. ej., larvas de nematodos). Por otra parte, el parásito<br />

endocelular, vive dentro de las células del hospedero (p. ej.,<br />

amastigotes de Trypanosoma cruzi, de Leishmania donovani,<br />

plasmodios de la malaria, etcétera).<br />

El término parásito facultativo aplica a un ser vivo que<br />

por lo general tiene una vida libre pero que, bajo ciertas condiciones,<br />

llega a tener una vida parasitaria (p. ej., las amebas de<br />

vida libre: Naegleria, Acanthamoeba). En tanto que un parásito<br />

obligado es aquel ser vivo que sólo puede desarrollarse como<br />

parásito.<br />

Un parásito monoxénico es aquel que todo su desarrollo<br />

se realiza en un solo hospedero (p. ej., Entamoeba histolytica,<br />

Enterobius vermicularis). Mientras que si el ciclo vital del parásito<br />

se realiza en dos o más hospederos de diferentes especies se<br />

trata de un parásito heteroxénico. Así, por ejemplo, Taenia<br />

solium y T. saginata son parásitos dixénicos, ya que su ciclo se<br />

realiza en humanos y cerdos, o en humanos y ganado vacuno;<br />

en tanto que Diphyllobothrium latum y Fasciola hepatica son<br />

polixénicos, ya que en su ciclo vital participa más de un hospe-


CAPÍTULO 2 Generalidades 5<br />

dero (copépodos, peces, mamíferos ictiófagos y humanos en el<br />

primero, y caracoles de agua dulce, plantas acuáticas y humanos<br />

en el segundo).<br />

El hospedero definitivo alberga la forma adulta sexuada<br />

del parásito (p. ej., Anopheles en malaria y humano en teniasis.<br />

Por otra parte, el hospedero intermediario alberga las formas<br />

larvarias del parásito (p. ej., vacunos en T. saginata presentan<br />

Cisticercus bovis [larva]).<br />

Un hospedero paraténico o transportador es un organismo<br />

que transporta al parásito, pero sin que éste se reproduzca<br />

o evolucione; por lo general, es un hospedero que se ubica entre<br />

el intermediario y el definitivo.<br />

El hospedero accidental es un organismo que circunstancialmente<br />

alberga un parásito.<br />

Se conoce como vector a aquel que lleva un organismo<br />

desde un hospedero infectado a uno susceptible; por lo regular,<br />

se trata de artrópodos.<br />

Vector biológico es aquel en el que se desarrolla una parte<br />

esencial del ciclo biológico del parásito; por lo general son artrópodos<br />

específicos (como Triatoma infestans [vinchucas del<br />

ciclo doméstico en la enfermedad de Chagas]).<br />

Un vector mecánico lleva en la superficie exterior o interior<br />

organismos (parásitos) que no se desarrollan en el vector<br />

(p. ej., moscas [Musca domestica], cucarachas [Periplaneta americana]).<br />

En una infección parasitaria, el parásito (endoparásito)<br />

vive en el hospedero, se reproduce y provoca una reacción de<br />

éste.<br />

Infestación se refiere, por lo general, a ectoparásitos (piel)<br />

o a macroparásitos helmintos en el ambiente exterior; por lo<br />

regular no hay reproducción de los parásitos, salvo que se produzca<br />

una nueva infección.


Capítulo<br />

3<br />

Adaptación a la vida parasitaria<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Las parasitosis derivan ancestralmente de seres de vida libre que<br />

se han adaptado en épocas remotas a la vida parasitaria. Los<br />

parásitos intestinales experimentaron un proceso de preadaptación<br />

que les permitió adquirir en su medio habitual características<br />

bioquímicas y morfológicas que les facilitaron sobrevivir<br />

en el nuevo ambiente.<br />

Varias especies de protozoos y nematodos intestinales derivan<br />

de formas ancestrales de vida libre anaeróbica o microaerófila<br />

y presentan elementos quísticos de resistencia o de huevos<br />

recubiertos que les permiten resistir ambientes desfavorables:<br />

calor, deshidratación, etc. Una vez ingeridos por azar deben<br />

superar el medio gástrico, inhóspito, y colonizar el intestino,<br />

donde se encuentra un ambiente ecológico similar al que tenían<br />

en el ambiente externo en terrenos con materias orgánicas<br />

en descomposición. A través de la evolución los individuos<br />

de vida libre preadaptados al medio interno del hospedero, al<br />

encontrar condiciones favorables para su desarrollo: disponibilidad<br />

de alimento, microhábitat uniforme, ausencia de competidores<br />

y depredadores, se fueron adaptando a la vida parasitaria.<br />

Es así como los platelmintos ancestrales de vida libre<br />

han perdido su capacidad de sintetizar esteroles y ácidos grasos<br />

que obtenían de algas con las cuales vivían en simbiosis. La<br />

mayoría de los protozoos parásitos tienen un metabolismo<br />

anaeróbico, ya que carecen de mitocondrias. La pérdida de<br />

ciertas funciones se compensa ampliamente por las ventajas<br />

de la vida parasitaria, a tal punto que las clases de cestodos y<br />

trematodos dentro de los platelmintos se han adaptado de<br />

modo tal que la mayoría sólo existen como parásitos.<br />

Las adaptaciones a la vida parasitaria son tróficas, fisiológicas,<br />

morfológicas y evolutivas.<br />

Los parásitos obtienen del hospedero los nutrientes necesarios<br />

para su desarrollo. A través de la evolución y de mutaciones<br />

por azar, los parásitos pierden parte de su sistema enzimático<br />

y no pueden metabolizar ni sintetizar ciertos elementos que<br />

obtienen con facilidad del hospedero. Así, por ejemplo, ciertos<br />

platelmintos obtienen la amilasa del intestino del hospedero la<br />

cual, una vez que penetra el tegumento, permite facilitar la metabolización<br />

de otros nutrientes. La glucosa de Taenia solium y<br />

T. saginata se absorbe del medio intestinal del hospedero atravesando<br />

el tegumento del parásito.<br />

La adaptación trófica produce alteraciones morfológicas.<br />

Los artrópodos hematófagos, por ejemplo, tienen una probóscide<br />

adaptada para picar y obtener sangre y producen sustancias<br />

anticoagulantes para facilitar la extracción. Estos animales<br />

presentan adaptaciones de su cuerpo para facilitar la succión;<br />

entre ellas cabe mencionar pérdidas de las alas, aplastamiento<br />

del cuerpo en sentido dorsoventral (piojos) o lateral (pulgas).<br />

Los órganos interiores también experimentan cambios profundos.<br />

Un ejemplo son las garrapatas, que presentan sacos ciegos<br />

que pueden llenar de sangre y un intestino distendible en que<br />

almacenan sangre en cantidades superiores a 10 veces su peso<br />

corporal.<br />

Los ectoparásitos hematófagos presentan el fenómeno de<br />

convergencia, a saber, especies diferentes pero que se nutren<br />

de forma igual o parecida tienen órganos análogos. Un ejemplo<br />

de esto es que los artrópodos hematófagos permanentes<br />

nacen con simbiontes, en cambio, los artrópodos hematófagos<br />

transitorios no tienen simbiontes al nacer. Los primeros<br />

mantienen los simbiontes a través de generaciones por transmisión<br />

transovárica, y los segundos durante parte de su ciclo biológico<br />

adquieren gérmenes (simbiontes) del medio ambiente.<br />

Los flebótomos producen una sustancia vasodilatadora<br />

que les permite extraer sangre con mayor facilidad. Los anquilostómidos,<br />

Ancylostoma duodenale y Necator americanus, tienen<br />

una boca con dientes o placas respectivamente que les permiten<br />

romper la mucosa del intestino delgado para obtener<br />

sangre. La fácil obtención de nutrientes por parte del parásito<br />

origina la atrofia del aparato digestivo, como sucede en las tenias<br />

o lombrices solitarias, que no tienen aparato digestivo, y en<br />

otros parásitos, en que éste es rudimentario.<br />

Lo mismo sucede con el aparato excretor y de regulación<br />

osmótica que se atrofia por el ambiente isotónico del hospedero<br />

en el que se desarrollan los parásitos.<br />

En los endoparásitos existe una reducción del sistema nervioso<br />

y sensorial. En otros hay atrofia del aparato locomotor<br />

que se ha adaptado a la vida parasitaria; como ocurre con pio-<br />

6


CAPÍTULO 3 Adaptación a la vida parasitaria 7<br />

jos, pulgas y chinches, que tienen todo su organismo adaptado<br />

a la hematofagia en desmedro de su movilidad.<br />

El desarrollo de órganos de fijación que les permite mantenerse<br />

en el hábitat intestinal del hospedero es otro mecanismo<br />

de adaptación: ventosas, ganchos y botrias en los cestodos;<br />

disco adhesivo en el protozoo flagelado Giardia intestinalis,<br />

además, el desarrollo de puentes de pectina garantiza las adherencias<br />

de este protozoo intestinal. Entamoeba histolytica se adhiere<br />

a las mucosas del intestino grueso por filopodios largos<br />

que emergen de su superficie, al igual que los seudópodos que<br />

le sirven para movilizarse.<br />

En los trematodos (p. ej., Fasciola hepatica), las formas<br />

adultas y juveniles, esporoquistes y redias son de vida parasitaria;<br />

los embriones móviles, miracidios y las larvas cercarias<br />

son de vida libre. Diferentes estudios bioquímicos revelan el<br />

parentesco entre gusanos planos de vida libre (planarias) y los<br />

vermes planos endoparásitos (tenias). Las planarias sintetizan<br />

sus propias enzimas digestivas, aparte de nutrientes que obtienen<br />

del medio ambiente. En cambio, los cestodos no son capaces<br />

de sintetizar sus enzimas digestivas, y los nutrientes los obtienen<br />

del intestino del hospedero. Así que hay una degradación<br />

y dependencia casi total del gusano de vida libre al parásito.<br />

La adaptación evolutiva más importante es el desarrollo de<br />

sistemas de reproducción efectivos, que permitan la manutención<br />

de las diversas especies de parásitos. De este modo, los<br />

helmintos monoxénicos producen una gran cantidad de huevos<br />

capaces de infectar a un hospedero susceptible y mantener<br />

la especie, ya que no se reproducen en el ambiente exterior. Así,<br />

por ejemplo, la hembra de Ascaris lumbricoides coloca 200 000<br />

huevos al día. Los platelmintos poseen un sistema eficaz de reproducción,<br />

pues son hermafroditas. Las proglótides grávidas<br />

de Taenia solium y T. saginata (lombrices solitarias) contienen<br />

miles de huevos. En los trematodos existe, además, una<br />

reproducción de sus formas larvales (esporoquiste, redias) en<br />

los moluscos.<br />

El cestodo Echinococcus granulosus presenta sólo tres proglótides,<br />

pero con una gran producción de huevos; además de<br />

reproducirse las formas adultas, las larvas o hidátides se reproducen<br />

por yemación de la germinativa (vesículas prolígeras).<br />

Diphyllobothrium latum, cestodo que tiene varios metros de<br />

longitud, elimina gran cantidad de huevos; además permite<br />

mantener la especie, ya que tiene un ciclo vital complejo con<br />

dos hospederos intermediarios: el copépodo Cyclops (procercoide)<br />

y peces (plerocercoide) para alcanzar a los hospederos<br />

definitivos, que en su caso son mamíferos ictiófagos. En los nematodos<br />

existe dimorfismo sexual; la hembra de estos gusanos,<br />

una vez fecundada, produce miles de huevos. En algunas especies,<br />

como Dracunculus medinensis, el macho es pequeño, sólo<br />

mide algunos milímetros, en tanto que la hembra tiene cerca de<br />

un metro de longitud y es capaz de colocar millones de larvas.<br />

Strongyloides stercoralis es un nematodo que se reproduce<br />

partenogenéticamente cuando está como parásito; en cambio,<br />

en su ciclo de vida libre se reproduce en forma anfigónica (ambos<br />

sexos). Ciertos protozoos, los esporozoos, se reproducen<br />

en forma asexuada por poliembrionía. Así, el cigoto de Isospora<br />

belli tiene ocho esporozoítos, y Plasmodium de la malaria<br />

(paludismo) más de 10 000.<br />

En la actualidad se piensa que el ritmo circadiano, es decir,<br />

la periodicidad de las microfilarias, por ejemplo, tiene por<br />

objetivo que estén presentes en la sangre en gran cantidad durante<br />

el periodo en que pueden ser ingeridas por los artrópodos<br />

hematófagos, sus hospederos intermediarios (p. ej., filariasis<br />

linfáticas).<br />

La hembra de Enterobius vermicularis debe migrar en la<br />

noche más de 1.7 m para alcanzar los márgenes del ano, donde<br />

coloca sus huevos, facilitando así su diseminación ambiental y<br />

la posibilidad de reinfecciones.<br />

Los artrópodos hematófagos, como los zancudos, y otros<br />

no hematófagos, como la mosca común, son atraídos por el<br />

olor de sus hospederos.<br />

Algunas larvas de trematodos, como las cercarias de esquistosomas,<br />

son atraídas por el calor del cuerpo de los hospederos<br />

definitivos, es decir, presentan un termotactismo positivo;<br />

otras cercarias, por ejemplo, Opistorchiidae, penetran en<br />

peces de agua dulce por estímulos oculares: fototactismo, es<br />

decir, la cercaria se activa al percibir una sombra en el agua<br />

(peces).<br />

Algunos parásitos responden a estímulos químicos: quimiotactismo.<br />

Esto sucede cuando el miracidio de trematodos<br />

penetra en moluscos, a los cuales reconoce por sustancias que<br />

tiene el mucus que estos caracoles eliminan junto a iones de<br />

magnesio.<br />

Algunas larvas de anquilostómidos tienen un geotactismo<br />

positivo, por ejemplo: larvas rabditoides y filariformes de primer<br />

y segundo estados que viven en la superficie de la tierra; las<br />

larvas filariformes infectantes tienen un geotactismo negativo,<br />

ya que salen a la superficie en busca de un hospedero definitivo<br />

cuya temperatura las atrae.<br />

A través de la evolución en los hospederos definitivos, el<br />

parásito ha reducido su virulencia o poder patógeno para prolongar<br />

la vida del hospedero y, por consiguiente, la suya. Esto<br />

no sucede en los hospederos intermediarios, donde el parásito<br />

vive sólo el tiempo necesario para ser encontrado por el hospedero<br />

definitivo.<br />

Los parásitos penetran al hospedero a través de varios mecanismos.<br />

Varios protozoos parásitos tienen en su superficie<br />

lectinas que se unen a receptores específicos del hospedero.<br />

Giardia intestinalis tiene una lectina que se activa por enzimas<br />

proteolíticas del duodeno, lo que permite la adhesión del protozoo<br />

a los enterocitos a través de filopodios, elementos que<br />

unen el parásito a las células del hospedero. Situación similar se<br />

produce entre Entamoeba histolytica y los enterocitos del intestino<br />

grueso. La adhesión y posterior penetración de Trypanosoma<br />

cruzi en las células de los mamíferos, también tienen relación<br />

con glucoproteínas de superficie y receptores específicos<br />

del hospedero.<br />

Los merozoítos de Plasmodium falciparum se unen sólo a<br />

eritrocitos que presentan una glucoproteína transmembrana, la<br />

glucoforina. Las leishmanias activan el complemento favoreciendo<br />

la fagocitosis por macrófagos en cuyo interior se multi-


8 PARTE I Parasitología general<br />

plican. Los coccidios se adhieren y penetran a las células del<br />

hospedero por el conoide y las roptrias que presentan.<br />

La penetración de los parásitos a través de la piel se realiza<br />

gracias a la existencia de enzimas proteolíticas, hialuronidasas y<br />

movimientos activos, tal como sucede con las larvas de Schistosoma<br />

mansoni, Strongyloides stercoralis y Ancylostoma duodenale.<br />

Cambios del hospedero<br />

producidos por parásitos<br />

El parásito origina cambios importantes en el comportamiento<br />

de los hospederos, cambios evolutivos del comportamiento similares<br />

a los que se originan entre el depredador y la presa.<br />

Se ha podido establecer que de la interacción parásitohospedero<br />

depende la regulación del número de hospederos, la<br />

selección, la manutención del polimorfismo genético y la competencia<br />

interespecífica.<br />

Los cambios del comportamiento son múltiples. A modo<br />

de ejemplo, considere a las personas parasitadas con Dracunculus<br />

medinensis, gusano de Medina, cuya hembra grávida origina<br />

en la piel una gran irritación cercana a la úlcera (de allí el nombre<br />

ancestral de gusano del fuego), esto obliga a la persona a<br />

acercarse al agua para refrescarse, lo que permite que las larvas<br />

expulsadas por la hembra caigan a este medio para alcanzar<br />

crustáceos del género Cyclops, sus hospederos intermediarios.<br />

En el trematodo Dricocelium dendriticum la cercaria localizada<br />

en el ganglio cefálico de hormigas (hospedero intermediario)<br />

origina una parálisis de éstas, lo que facilita su ingestión por<br />

mamíferos herbívoros.<br />

Algunas larvas de cestodos, de Taenia multiceps y Taenia<br />

serialis, provocan alteraciones graves del equilibrio en los hospederos<br />

intermediarios, las ovejas.<br />

Otras, como las larvas de Echinococcus granulosus, pueden<br />

provocar alteraciones vitales en los hospederos intermediarios:<br />

ovinos, bovinos y porcinos.


Capítulo<br />

4<br />

Relación parásito-hospedero<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

En la relación parásito-hospedero es posible que ocurran diferentes<br />

situaciones: si predominan los factores de agresión parasitaria<br />

se pueden originar patologías e incluso la muerte del<br />

hospedero. Si los mecanismos defensivos del hospedero son<br />

óptimos, quizá se produzca la muerte del parásito. En la mayoría<br />

de las parasitosis se produce un equilibrio entre los factores<br />

agresivos del parásito y los mecanismos defensivos del hospedero,<br />

lo que permite la sobrevivencia de ambos y origina al portador<br />

sano, es decir, individuos infectados pero sin sintomatología,<br />

que pueden diseminar la infección. Si se considera como<br />

Fp a los factores agresivos del parásito y Fh los factores defensivos<br />

del hospedero, entonces se obtendría:<br />

Fp > Fh enfermo parasitario<br />

Fp < Fh muerte del parásito<br />

Fp Fh portador sano<br />

Mecanismos de producción<br />

de daño por el parásito<br />

Los factores que influyen en la actividad agresiva del parásito<br />

son los siguientes:<br />

Número de parásitos. Un ejemplo es Ancylostoma duodenale,<br />

cuando existe un número reducido no provoca síntomas; pero<br />

si se presenta un gran número de ejemplares origina anemia<br />

microcítica e hipocrómica, diarrea y desnutrición. Como regla<br />

general, los parásitos más grandes provocan más síntomas.<br />

Localización. A modo de ejemplo, Cysticercus cellulosae no<br />

produce sintomatología en el tejido celular subcutáneo, pero sí<br />

en la localización cerebral y de diferentes partes del sistema nervioso<br />

central.<br />

Virulencia. Existen cepas más virulentas que otras. En el caso<br />

de Toxoplasma gondii, la cepa quistogénica origina pocos síntomas;<br />

en cambio, las cepas virulentas pueden producir síntomas<br />

importantes.<br />

Los principales mecanismos de producción de daño por el<br />

parásito, se deben a diferentes tipos de acción:<br />

1. Acción obstructiva. Los parásitos pueden obstruir conductos<br />

glandulares, órganos, etc. Ascaris lumbricoides puede<br />

obstruir el colédoco, el conducto de Wirsung, apéndice,<br />

etc., lo que facilita la penetración de bacterias que<br />

conducen a un cuadro grave del hospedero. El mismo<br />

parásito, cuando existe en cantidad importante, puede<br />

provocar una obstrucción intestinal, sobre todo en niños.<br />

2. Acción compresiva. Algunos parásitos al crecer van comprimiendo<br />

órganos; por ejemplo, el quiste hidatídico hepático<br />

o pulmonar, al comprimir, origina destrucción del<br />

parénquima hepático o pulmonar y síntomas como hepatomegalia,<br />

masa sensible, ictericia, condensación pulmonar,<br />

hemoptisis, etc.<br />

3. Acción destructiva. Entamoeba histolytica, por intermedio<br />

de enzimas proteolíticas, seis proteasas de cisteína, de<br />

las cuales ehcp5 es la más importante, invade y destruye la<br />

mucosa del intestino grueso originando ulceraciones.<br />

Leishmania braziliensis destruye la mucosa buconasal produciendo<br />

cambios estéticos y funcionales en las personas.<br />

4. Acción alergizante. Un número importante de parásitos,<br />

a través de sus secreciones o excreciones, o al ser destruidos,<br />

sensibilizan al hospedero y originan procesos inmunoalérgicos<br />

que se traducen en diversas formas clínicas<br />

(rash o exantema, lesiones pruriginosas, crisis de asma<br />

bronquial, crisis epileptiformes, etc.); esto ocurre con<br />

Schistosoma mansoni, Fasciola hepatica, Enterobius vermicularis,<br />

entre otros. Los metazoos parásitos son los que<br />

originan mayor actividad alergizante.<br />

5. Acción tóxica. Un ejemplo es el de la amebaporo, que<br />

origina orificios en las células fagocitadas por E. histolytica;<br />

está constituida por un péptido que tiene tres isoformas:<br />

A, B y C, que están en una proporción de 35:10:1<br />

6. Acción expoliatriz. La presentan todos los parásitos que<br />

viven en el intestino y que se alimentan del material ingerido<br />

por el hospedero. Así, por ejemplo, Diphyllobothrium<br />

9


10 PARTE I Parasitología general<br />

latum es capaz, por ósmosis, de absorber grandes cantidades<br />

de vitamina B 12 del hospedero (en especial si se ubica<br />

en las partes altas del intestino delgado, lo que causa una<br />

anemia tipo perniciosa). Todas las tenias: Taenia solium,<br />

Taenia saginata, Taenia asiatica, Hymenolepis nana, etc.,<br />

absorben por ósmosis grandes cantidades de proteínas,<br />

vitaminas y sustancias digeridas por el hospedero.<br />

Reacciones de defensa<br />

del hospedero<br />

La respuesta del hospedero a la infección parasitaria es la base<br />

de la inmunoparasitología, que se ha desarrollado en forma<br />

acelerada en las últimas décadas debido a que se ha tomado a<br />

las parasitosis como modelo de estudio y por la importancia de<br />

estas enfermedades en la salud pública. La relación parásitohospedero<br />

produce un equilibrio de adaptación en el curso de<br />

la filogenia, es decir, a través de la evolución del parásito ha<br />

podido modelar la respuesta inmune (inmunomodulación).<br />

La respuesta inmune puede provocar la curación total y el<br />

hospedero elimina al parásito y es inmune a las nuevas infecciones<br />

(inmunidad esterilizante). En la mayoría de las parasitosis<br />

la respuesta inmune del hospedero permite la curación clínica;<br />

el hospedero es resistente a la reinfección, pero el parásito sobrevive<br />

en él (inmunidad concomitante o premunición).<br />

Los factores defensivos del hospedero corresponden a la<br />

inmunidad innata y a la inmunidad adaptativa.<br />

Inmunidad innata<br />

Piel y mucosas. La piel es la primera barrera defensiva del hospedero.<br />

Una piel intacta impide la penetración de algunos parásitos<br />

(p. ej., Trypanosoma cruzi), pero basta una pequeña escarificación<br />

para que los tripanosomas puedan penetrar. A nivel<br />

de las mucosas sucede lo mismo. El mucus secretado por las<br />

células del tubo digestivo es una buena barrera contra los protozoos<br />

intestinales.<br />

Jugos digestivos. La acidez gástrica permite la destrucción de<br />

numerosos parásitos, especialmente protozoos en su forma vegetativa<br />

(p. ej., E. histolytica, Giardia intestinalis, etcétera).<br />

Sistema del complemento. Diversos parásitos tienen en su superficie<br />

moléculas que son capaces de activar la vía alterna del<br />

complemento.<br />

Sistema celular. Los macrófagos, neutrófilos, eosinófilos y las<br />

células de placa tienen una mayor participación en la inmunidad<br />

innata y constituyen la primera línea defensiva del hospedero.<br />

Así, por ejemplo, se eliminan los tripanosomas y Plasmodium<br />

por los macrófagos del hígado y del bazo.<br />

Inmunidad adaptativa<br />

Humoral<br />

Los antígenos parasitarios originan una respuesta específica del<br />

hospedero con anticuerpos IgG, IgM, IgA e IgE. Estos anticuerpos<br />

actúan de manera directa contra el parásito y de manera<br />

indirecta activando el sistema del complemento, y mediante<br />

la opsonización y activación de células efectoras: macrófagos,<br />

neutrófilos y eosinófilos.<br />

La inmunidad humoral es efectiva en los parásitos extracelulares,<br />

por ejemplo, tripanosomas africanos, donde se origina<br />

la lisis de los parásitos sanguíneos por activación del complemento<br />

y opsonizando a los parásitos para ser fagocitados.<br />

En los helmintos intestinales (filarias, esquistosomas y triquinelas<br />

o Trichinella) los anticuerpos le producen al parásito<br />

un daño metabólico que lo hace más sensible a los mecanismos<br />

de expulsión. En las parasitosis intracelulares (T. cruzi, T. gondii)<br />

los anticuerpos humorales tienen poco efecto, ya que no<br />

penetran a las células. No obstante lo anterior, los anticuerpos<br />

humorales pueden impedir la penetración celular de los parásitos,<br />

por ejemplo, los merozoítos de Plasmodium de la malaria,<br />

en presencia de anticuerpos específicos, no pueden invadir el<br />

eritrocito. La IgA secretora específica de la mucosa intestinal o<br />

de la vía aérea, dificulta el desarrollo de Giardia intestinalis y de<br />

Paragonimus westermani.<br />

La IgE específica es capaz de ligarse a células que poseen<br />

receptores Fc de alta afinidad (F c R) y posteriormente se unen<br />

al antígeno parasitario, activando mastocitos y basófilos y originando<br />

la liberación de mediadores de la inflamación, como la<br />

histamina y factores de quimiotaxis de eosinófilos, tal como<br />

sucede en la anafilaxis.<br />

La histamina aumenta la permeabilidad epitelial intestinal,<br />

estimula el peristaltismo y facilita la expulsión de los helmintos<br />

intestinales. Los factores de quimiotaxis estimulan el acúmulo<br />

de eosinófilos tisulares, aumentando la respuesta citotóxica. El<br />

papel defensivo de la IgE específica es motivo de controversia.<br />

En la esquistosomiasis el aumento sérico de IgE se asocia<br />

con menor posibilidad de reinfecciones. En cambio, en la hidatidosis<br />

unilocular (E. granulosus), altos niveles de IgE sugieren<br />

una enfermedad progresiva.<br />

Celular<br />

La inmunidad celular específica es la respuesta celular a un<br />

antígeno específico; este tipo de inmunidad es responsable de la<br />

eliminación de parásitos intracelulares.<br />

Las células responsables de la inmunidad celular, que responden<br />

a un antígeno específico, son las subpoblaciones de<br />

linfocitos TCD4 y TCD8 y células no específicas, como las<br />

células efectoras ya mencionadas.<br />

La subpoblación de linfocitos TC4 helper (ayudadores,<br />

auxiliares) es la responsable de la reacción de hipersensibilidad<br />

retardada; este linfocito reconoce al antígeno parasitario cuando<br />

es presentado en asociación con moléculas de la clase II del<br />

complejo principal de histocompatibilidad (MHC) por células<br />

que presenta el antígeno (células dendríticas, macrófagos, etc.).<br />

El primer contacto con el antígeno origina una reactivación y<br />

expansión de los linfocitos TCD4, el segundo contacto origina<br />

la respuesta efectora en la cual la célula helper TCD4 es activada<br />

y secreta citocinas (citoquinas) que originan lo siguiente:


CAPÍTULO 4 Relación parásito-hospedero 11<br />

• Inducción de hematopoyesis mediante la interleucina 3 (IL-<br />

3) y el factor de estimulación de la línea celular granulocitaria-macrofágica<br />

y el reclutamiento de células inflamatorias.<br />

• Activación y diferenciación de macrófagos por interferón g<br />

(INF-g) con amplificación de la respuesta.<br />

• Los macrófagos activados tienen mayor concentración de<br />

enzimas líticas y un metabolismo aumentado con mayor<br />

cantidad de NO (óxido nítrico) y radicales superóxido.<br />

• Aumento de la expresión de moléculas de adhesión celular,<br />

especialmente de las células endoteliales de los vasos,<br />

con producción de INF g y de factor de necrosis tumoral<br />

(TNF) a y b, y de IL-1 por los macrófagos.<br />

• En la hipersensibilidad tardía o celular aumenta la quimiotaxis<br />

por macrófagos, que después se inmovilizan por<br />

un factor específico: factor de inhibición de la migración<br />

de macrófagos (MIF). Este proceso es el responsable de la<br />

formación de granulomas por acúmulo de macrófagos tal<br />

como sucede en Toxocara canis y en la esquistosomiasis.<br />

• La subpoblación de TCD8 reconoce los antígenos cuando<br />

son presentados en asociación con MHC de clase I. Tiene<br />

una actividad citotóxica directa a través de macrófagos y<br />

las células natural killer (células “asesinas”) (véase capítulo<br />

11, Respuesta inmune antiparasitaria).<br />

Regulación de la respuesta inmune<br />

En el humano, los linfocitos TCD4 helper se dividen en tres<br />

subpoblaciones: Th 1 , Th 2 y Th 3 , según la citocina que producen.<br />

Th 1 produce sobre todo IL-2, IL-3, INFg, TNFb; en<br />

cambio, Th 2 secreta: IL-4, IL-5, IL-6 e IL-10. Th 3 produce<br />

factor de crecimiento b (TGFb) e interleucina IL-4 e IL-10.<br />

Th 1 tiene un papel importante en la inmunidad celular y Th 2<br />

en la activación de células B. Th 3 tiene relación con los procesos<br />

de tolerancia y autoinmunidad. Th 1 y Th 2 se regulan recíprocamente<br />

mediante citocinas. INFg y productos de las células<br />

Th 1 inhiben la proliferación de células Th 2 e IL-4 producido<br />

por células. Th 2 inhibe la respuesta de Th 1 . La IL-12 producida<br />

por macrófagos contribuye a esta regulación recíproca al tener<br />

un papel en el desarrollo de Th 1 .<br />

Evasión de la respuesta inmune<br />

Los parásitos pueden evadir la respuesta inmune por uno o varios<br />

de los siguientes mecanismos:<br />

1. La respuesta inmune que origina el parásito no es eficiente<br />

(p. ej., Hymenolepis nana).<br />

2. El desarrollo del parásito es más rápido que el del sistema<br />

inmune del hospedero (p. ej., cepas virulentas de Toxoplasma<br />

gondii).<br />

3. Taponamiento. Eliminación de anticuerpos que rodean a<br />

protozoos parásitos, mediante contracciones de actina y<br />

miosina (p. ej., Entamoeba histolytica que elimina a complejos<br />

antígeno-anticuerpo hacia la parte posterior del<br />

protozoo, desde donde se elimina después).<br />

4. Menor tiempo de exposición al sistema inmune de los<br />

hospederos definitivos, debido a que las formas larvales se<br />

desarrollan en hospederos intermediarios (p. ej., Fasciola<br />

hepatica, Dricocelium dendriticum).<br />

5. Aislamiento de los parásitos del sistema inmune (p. ej.,<br />

quistes de Toxoplasma gondii).<br />

6. Ubicación de los parásitos en tejidos con escaso desarrollo<br />

del sistema inmune (p. ej., Trypanosoma brucei rhodesiense,<br />

T. brucei gambiense y Cysticercus cellulosae en el sistema<br />

nervioso central).<br />

7. Variación antigénica. Cambios en la composición de las<br />

glucoproteínas de superficie (p. ej., T. brucei gambiense).<br />

8. Similitud antigénica del parásito con antígenos del hospedero.<br />

9. Absorción de antígeno del hospedero (p. ej., Trichomonas<br />

vaginalis, Schistosoma mansoni).<br />

10. Evasión de los mecanismos de lisis de las células del hospedero<br />

(p. ej., Toxoplasma gondii se reproduce dentro de la<br />

vacuola fagocitaria impidiendo la fusión de los lisosomas.<br />

Trypanosoma cruzi tiene una porina que perfora las membranas<br />

de las vacuolas fagocitarias, desarrollándose dentro<br />

del macrófago en una parte del citoplasma donde el macrófago<br />

no tiene actividad defensiva).<br />

11. Inmunosupresión a nivel regulatorio y efector (p. ej., antígenos<br />

o inmunocomplejos solubles de cestodos alteran<br />

los linfocitos T helper y supresores). Algunos helmintos<br />

producen exceso de IgE que altera el equilibrio inmunitario.<br />

Algunas filarias deprimen el sistema inmune a través<br />

del estímulo de linfocitos TCD8 supresores, lo que permite<br />

el desarrollo de las microfilarias en la sangre.<br />

12. Producción de antienzimas. Algunos cestodos producen<br />

antiproteasas que impiden la acción de éstos. (En el capítulo<br />

11, Respuesta inmune antiparasitaria, se describe con<br />

detalle la inmunopatología de algunas parasitosis.)


Capítulo<br />

5<br />

Clasificación de los parásitos<br />

y generalidades de los protozoos<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

El humano siempre ha sido un ser clasificador. Su existencia<br />

depende de su habilidad para reconocer similitudes y diferencias<br />

entre los objetos, eventos y seres vivos. La gran diversidad<br />

de los seres vivos determinó agruparlos para ordenarlos, evidenciar<br />

diferencias y poder transmitir estos conocimientos. La<br />

taxonomía es la ciencia que reconoce, clasifica e identifica a los<br />

seres vivos y muertos. Se complementa con la sistemática, que<br />

es la ciencia que estudia las características físicas, fisiológicas y<br />

comportamiento para realizar la clasificación. 4,14,23<br />

La taxonomía puede pesquisar un grupo de organismos<br />

interrelacionados que se denomina taxón o unidad taxonómica.<br />

Cuando un taxón figura en cierto nivel (por su diferenciación)<br />

en un sistema clasificatorio se denomina categoría taxonómica.<br />

En Zoología existen siete niveles o categorías taxonómicas.<br />

Considere el siguiente ejemplo de ello:<br />

1. Reino: Animalia<br />

2. Phylum: Parabasalia<br />

3. Clase: Trichomonadea<br />

4. Orden: Trichomonadida<br />

5. Familia: Trichomonanidae<br />

6. Género: Trichomonas<br />

7. Especie: vaginalis<br />

Existen otras categorías taxonómicas, como subreino, subphylum,<br />

infraclase, superfamilia, subespecie, que son opcionales, a<br />

diferencia de las siete que son obligatorias.<br />

El patrón de referencia para la aplicación de un nombre<br />

científico es el tipo. El tipo de una especie es un ejemplar, especie<br />

nominal o de una familia; es un género nominal. Esto significa<br />

que cada especie conocida fue descrita con base en un ejemplar<br />

o parte de él, o en una actividad desempeñada por él. Esta<br />

actividad puede ser huellas, confección de nidos, etcétera.<br />

Las características estructurales y funcionales de los seres<br />

vivos constituyen sus caracteres, que pueden ser morfológicos,<br />

fisiológicos, ecológicos, etiológicos y biogeográficos. Estas características<br />

se utilizan en la clasificación de los órganos, por<br />

ejemplo, tamaño de los gorilas en vertebrados, presencia de escamas<br />

o cerdas en insectos, distribución de las plumas en aves,<br />

etc. Si presentan características comunes, son ordenados en<br />

determinados grupos taxonómicos. Los taxonomistas examinan<br />

los diferentes organismos verificando sus características, y<br />

utilizando llaves o claves, incluirán o excluirán determinados<br />

caracteres para identificar el nombre del espécimen.<br />

El Código Internacional de Nomenclatura Zoológica se<br />

basa en el sistema binominal introducido por Carolus Linnaeus<br />

(Carlos Linneo) en 1758, que escribe en latín el género con<br />

mayúscula y la especie con minúscula; por eso se llama sistema<br />

binominal (dos nombres, género y especie). Esto facilita enormemente<br />

la difusión científica de cualquier investigación, ya<br />

que científicos de diferentes países con distintos idiomas pueden<br />

leer el género y especie de los diferentes organismos. Hoy<br />

en día esta taxonomía binominal se escribe en cursiva o subrayada.<br />

La regla fundamental del nombre científico de un organismo<br />

es la prioridad, es decir, la denominación más antigua<br />

prevalece sobre todas las posteriores. 3,4,6<br />

Los nombres de los taxones pueden ser uninominales, binominales,<br />

trinominales o tetranominales. 4<br />

El taxón uninominal (un solo nombre) se emplea para<br />

grupos de familia o subtribu. Se escribe con letra inicial mayúscula<br />

sin cursiva, por ejemplo, Insecta (clave), Felidae (familia),<br />

Triatominii (tribu). Los nombres de los taxones de grupo<br />

de género son también uninominales. Se escriben con mayúscula<br />

y subrayados, por ejemplo, Felix, Apis.<br />

En los nombres de familias, subfamilias y tribus se utilizan<br />

respectivamente los sufijos idae, inae e ini, que se agregan al<br />

radical del género respectivo; por ejemplo:<br />

Género: Tipo Culex<br />

Familia: Culicidae<br />

Subfamilia: Anophelinae<br />

Tribu: Anophelini<br />

Género: Anopheles<br />

Especie: pseudopunctipenis<br />

En los taxones binominales de categoría y especie, cuando en el<br />

texto ya se haya hecho referencia al nombre, se pueden abreviar,<br />

como Taenia solium (género y especie), T. solium (figura 5-1).<br />

12


CAPÍTULO 5 Clasificación de los parásitos y generalidades de los protozoos 13<br />

El sistema trinominal utiliza el acróstico del nombre del<br />

subgénero o subespecie (p. ej., Anopheles gambiae gambiae).<br />

Estas reglas han permitido clasificar a los diferentes parásitos.<br />

Para los casos de dudas taxonómicas existe la Comisión<br />

Internacional de Nomenclatura Zoológica, constituida por<br />

eminentes investigadores elegidos en congresos internacionales<br />

de zoología, quienes publican su opinión en revistas especializadas<br />

como el Boletín de Nomenclatura Zoológica.<br />

Opcionalmente se puede agregar al género y especie el<br />

nombre del autor que descubrió al espécimen y el año del descubrimiento<br />

(p. ej., Trypanosoma cruzi, Chagas, 1909).<br />

Protozoos<br />

a) b) b) c)<br />

d) e)<br />

f) f)<br />

g)<br />

Figura 5-1. Escólex de Taenia solium (esquema). a), b), Oncosfera<br />

(embrión hexacanto); c)-f ), Diferentes estadios del cisticerco;<br />

g), Escólex evaginado con tenia en desarrollo.<br />

Los protozoos son seres eucariontes, es decir que tienen un<br />

DNA organizado, membrana nuclear y organoides diferenciados.<br />

Si bien existen otros protistas, éstos no forman parte de la<br />

disciplina de la parasitología, que se inicia con los parásitos eucariontes.<br />

Los protozoos (de proto primero y zoo animal) son los<br />

precursores evolutivos del reino animal, plantas y hongos. Su<br />

origen se remonta al periodo Paleozoico hace 1.5 millones de<br />

años. Son seres unicelulares que realizan todas las funciones<br />

vitales de los metazoos: nutrición, metabolismo, movilización y<br />

reproducción. La estructura de los protozoos es más compleja<br />

que la de las células de los metazoos, ya que han experimentado<br />

un largo proceso evolutivo que les permite relacionarse directamente<br />

con el medio y con otros seres vivos; al igual que los<br />

metazoos, tienen gran capacidad de adaptación; existen protozoos<br />

de vida libre en el mar, en aguas dulces, en el suelo y subsuelo<br />

húmedo. Hay protozoos parásitos de invertebrados, de<br />

plantas y de todas las especies de vertebrados. 3,5,6,7,14,19,23<br />

Morfología, estructura y metabolismo<br />

Las dimensiones de estos seres unicelulares fluctúan entre 2 y 3<br />

mm de algunos esporozoos como Babesia spp. a 80 mm de Balantidium<br />

coli (ciliado) y a 3 mm de Spirostomum spp. Su forma<br />

varía de acuerdo con la clase a la que pertenecen. Las amebas<br />

son esféricas, los tripanosomas son alargados y algunos modifican<br />

su forma dentro del hospedero que parasitan, los coccidios.<br />

Si bien la forma y tamaño de los protozoos es variable, todos<br />

tienen estructuras comunes. Una es el citoplasma, rodeado de<br />

una membrana plasmática; dentro del citoplasma hay organoides.<br />

Otra es el núcleo, rodeado de una membrana nuclear que<br />

tiene gran importancia en la reproducción celular. La membrana<br />

plasmática está formada por proteínas rodeadas de un estrato<br />

lipídico y delimita la célula; a través de ella se realizan las<br />

funciones de movilización, excreción y nutrición. La parte interna<br />

es hidrofóbica y la parte externa en contacto con el medio<br />

ambiente está constituida por glucolípidos con grupos de polisacáridos<br />

que están anclados a la membrana plasmática. Este<br />

glucocáliz tiene funciones importantes en la relación de los<br />

protozoos parásitos y sus hospederos, interviniendo en la respuesta<br />

inmune y en el reconocimiento y fijación de ciertas estructuras.<br />

Así, por ejemplo, en el protozoo flagelado Trypanosoma<br />

cruzi el glucocáliz es el que contacta a la superficie de las<br />

células del hospedero mamífero y participa en las primeras etapas<br />

de la penetración celular. Existen proteínas que atraviesan<br />

la membrana plasmática y que pueden actuar como receptores<br />

moleculares de transporte enzimático o estar unidas al citoesqueleto,<br />

o ambas cosas. En los protozoos Apicomplexa o esporozoos,<br />

el citoesqueleto está constituido por el anillo polar, los<br />

axonemas y los túbulos radiales y en los flagelados por microtúbulos<br />

peliculares que permiten mantener la forma del cuerpo,<br />

su flexibilidad, los cambios transientes de forma y servir de<br />

anclaje a proteínas intrínsecas de la membrana plasmática. La<br />

forma vegetativa, trófica, móvil, de los protozoos, es agresiva,<br />

ya que origina el daño y tiene facultad de reproducción; es el<br />

trofozoíto, que está rodeado por la membrana plasmática.<br />

Las formas de resistencia, que por lo general tienen importancia<br />

epidemiológica, son los quistes, ooquistes, etc., en los<br />

que por secreciones y desarrollo de macromoléculas lipoproteicas<br />

y de proteínas fosforadas se refuerza la membrana plasmática.<br />

En algunos protozoos, por ejemplo amebas, es posible diferenciar,<br />

en el citoplasma, el ectoplasma, que está en contacto


14 PARTE I Parasitología general<br />

directo con la membrana plasmática, y el endoplasma, que<br />

rodea al núcleo y que contiene la mayoría de los organoides<br />

celulares: complejo de Golgi, ribosomas, mitocondrias, etc. Por<br />

intermedio del ectoplasma se realizan las funciones de nutrición,<br />

excreción y movilización. En el endoplasma está el retículo<br />

endoplasmático, constituido por una serie de canales que<br />

tienen en su parte exterior a los ribosomas, donde se realiza la<br />

síntesis proteica. El complejo de Golgi tendría funciones en<br />

la síntesis y organización de la membrana plasmática, pero no<br />

todos los protozoos tienen este organoide.<br />

La nutrición de los protozoos puede ser holofílica, holozoica<br />

y saprozoica. En la holofílica se utiliza la energía solar<br />

para sintetizar carbohidratos y elementos nutritivos. En la holozoica<br />

se ingieren y digieren materiales nutritivos y expulsan<br />

los metabolitos. En la saprozoica se absorben nutrientes disueltos<br />

en el medio a través de la membrana celular.<br />

Una gran parte de los protozoos tiene una nutrición heterotrófica<br />

(variedad de la nutrición holozoica), con base en<br />

compuestos preformados, moléculas y productos de degradación<br />

y se realiza a través del citostoma (pequeña boca) o por<br />

endocitosis, es decir, fagocitosis de partículas sólidas y pinocitosis<br />

de soluciones, para lo cual los protozoos tienen vacuolas<br />

de fagocitosis y vacuolas de pinocitosis en la superficie celular.<br />

Además, cuentan con vacuolas digestivas donde se degradan los<br />

nutrientes ayudados por enzimas hidrolíticas aportadas por<br />

los lisosomas, gránulos rodeados por una membrana, formados<br />

por una región del complejo de Golgi y que son verdaderas<br />

bombas enzimáticas.<br />

La eliminación del exceso de agua se realiza por vacuolas<br />

contráctiles presentes en las amebas de vida libre que en ocasiones<br />

actúan como parásitos facultativos, por ejemplo, Naegleria<br />

fowleri, Naegleria spp.<br />

La energía se obtiene por intermedio de las mitocondrias,<br />

formadas por microcuerpos, al igual que los hidrogenosomas,<br />

peroxisomas y glucosomas. Las mitocondrias son organoides<br />

rodeados de dos capas, una interna que se formó a partir<br />

de un simbionte de origen ancestral de estos organoides, y<br />

otra externa, formada por una vacuola de la célula hospedera.<br />

En la matriz mitocondrial hay enzimas del ciclo del ácido cítrico,<br />

ribosomas y DNA mitocondrial. Algunos protozoos tienen<br />

una mitocondria diferenciada, el cinetoplasto, que contiene<br />

parte del DNA del parásito (Dnak), por ejemplo,<br />

Trypanosoma cruzi. El DNA mitocondrial está formado por<br />

maxicírculos y por minicírculos. Los protozoos amitocondriales,<br />

por ejemplo, Trichomonas vaginalis, Entamoeba histolytica,<br />

Giardia intestinalis, Chilomastix mesnili, tienen un metabolismo<br />

anae róbico y no tienen mitocondrias. En ellos el metabolismo<br />

energético se realiza en un organoide, el citosol, o en<br />

hidrogenosomas que oxidan el piruvato liberando hidrógeno.<br />

El peroxisoma tiene enzimas oxidativas que liberan peróxido<br />

de hidrógeno; está presente en numerosos protozoos con y sin<br />

mitocondrias.<br />

El glucosoma organoide de los flagelados tripanosomátidos<br />

contiene enzimas glucolíticas que pueden ser liberadas al<br />

citoplasma.<br />

Movilidad<br />

El desplazamiento de los protozoos se realiza por medio de flagelos,<br />

cilios y seudópodos. Los flagelos se diferencian de los<br />

cilios por su tamaño (por lo general tienen más de 15 mm de<br />

largo) y por originar un movimiento simétrico. Los cilios, en<br />

cambio, miden menos de 15 mm de largo y efectúan movimientos<br />

excéntricos. El flagelo es más antiguo en la filogenia, el<br />

cilio es un elemento más evolucionado. Flagelos y cilios están<br />

constituidos por microtúbulos cuya base es la tubulina. Ambos<br />

están unidos al cuerpo celular por medio del cinetosoma o<br />

blefaroplasto o corpúsculo basal.<br />

Algunos protozoos (p. ej., Giardia intestinalis y Trichomonas<br />

vaginalis) tienen una estructura del cuerpo celular que muchas<br />

veces los divide: el axonema, formado por flagelos o cilios<br />

y que está constituido por microtúbulos. El conjunto de flagelos<br />

o cilios le permite al protozoo un desplazamiento sincrónico<br />

por acción mecánica e hidrodinámica, donde intervienen además<br />

las corrientes eléctricas de la membrana plasmática dependiente<br />

de Ca y K iónicos.<br />

Las amebas se desplazan mediante seudópodos constituidos<br />

por microfilamentos de actina, que forma cordones envueltos<br />

en una hélice que le da contractilidad al citoplasma. En la<br />

contractilidad participan también filamentos de miosina que se<br />

activa mediante fosforilación catalizada por enzimas Ca -dependientes.<br />

En el seudópodo participa el ectoplasma (semisólido)<br />

seguido por el endoplasma (semilíquido), una vez que se<br />

desencadena el proceso por estimulación ambiental.<br />

Los protozoos Apicomplexa que no tienen órganos de locomoción,<br />

se desplazan mediante microfilamentos organizados<br />

que se distribuyen en todas las células: axonemas, microtúbulos,<br />

etc., por ejemplo: Toxoplasma gondii.<br />

Reproducción<br />

En general el material genético de los protozoos se encuentra<br />

en un núcleo bien organizado. En algunos, partes del DNA se<br />

pueden localizar en el cinetoplasto (p. ej., Trypanosoma cruzi).<br />

La reproducción puede ser asexuada y sexuada. La asexuada<br />

es por simple división o fisión binaria (mitosis simple) o por<br />

fisión múltiple o división múltiple (mitosis múltiple), o mediante<br />

una variedad de este último: la endodiogenia.<br />

En la simple división se divide el núcleo en dos, a través<br />

de un proceso de mitosis simple y posteriormente se divide el<br />

citoplasma originando dos células hijas (p. ej., flagelados, ciliados,<br />

amebas).<br />

En la fisión múltiple (esquizogonia o merogonia) el núcleo<br />

se divide en múltiples partes, por una mitosis múltiple y<br />

posteriormente el citoplasma también se divide en forma múltiple,<br />

originando un esquizonte inmaduro, que posteriormente<br />

se transforma en maduro, el cual contiene un alto número de<br />

merozoítos que son liberados cuando se rompe la célula.<br />

Una variedad de fisión múltiple es la endodiogenia, que<br />

existe en la toxoplasmosis, donde se originan las células hijas<br />

dentro de la célula madre, la que posteriormente es destruida. La


CAPÍTULO 5 Clasificación de los parásitos y generalidades de los protozoos 15<br />

reproducción asexuada simple o por fisión binaria, la efectúan<br />

por lo general las formas vegetativas o trofozoítos, pero en algunos<br />

protozoos también existe este tipo de reproducción, en las<br />

formas quísticas (p. ej., Entamoeba histolytica, Giardia lamblia).<br />

En la reproducción sexuada los gametos, el macrogameto<br />

femenino (por lo general inmóvil) y el microgameto masculino<br />

(por lo general móvil), que por un proceso de meiosis constituyen<br />

células haploides, se fusionan (singamia), originando<br />

un cigoto diploide. Los gametos se forman a partir de células<br />

vegetativas o a través de una célula especial, el gamonte. En la<br />

reproducción sexuada a veces el cigoto se divide por esporogonia,<br />

originando los esporozoítos que por meiosis son haploides.<br />

Existe otra reproducción sexuada, la conjugación, que<br />

consiste en un intercambio de material genético nuclear entre<br />

células progenitoras de diferentes individuos, proceso que sólo<br />

existe en los ciliados (p. ej., Balantidium coli). En algunos protozoos,<br />

después de una división asexuada o esquizogónica, se<br />

produce una reproducción sexuada, con producción gametogónica<br />

y fusión de gametos (singamia) y posteriormente división<br />

del cigoto, por esporogonia, formando los esporozoítos.<br />

Esto sucede en los Apicomplexa (p. ej., Toxoplasma gondii, Plasmodium<br />

falciparum, P. vivax, P. malariae y P. ovale [plasmodios<br />

de la malaria]). En la toxoplasmosis, en la mucosa intestinal del<br />

gato, existe una reproducción sexuada y en el resto de los órganos<br />

existe una reproducción asexuada, al igual que en todos los<br />

mamíferos que se infectan con este parásito. En la malaria la<br />

reproducción sexual se produce en el insecto vector (p. ej., Anopheles<br />

spp. y la reproducción asexuada en los reservorios mamíferos)<br />

(figura 5-2).<br />

En los últimos años se ha avanzado en la genética de los<br />

protozoos gracias a la aplicación de diferentes técnicas sobre el<br />

DNA nuclear y mitocondrial, como enzimas de restricción nuclear<br />

(esquizodemas), PCR (reacción en cadena de la polimerasa),<br />

DNA satelital, etc. En el cuadro 5-1 se describen las diferentes<br />

formas de reproducción de los protozoos.<br />

a)<br />

b)<br />

c)<br />

a)<br />

b)<br />

Figura 5-2. Reproducción sexuada y asexuada de protozoos<br />

(esquema). I. Asexuada: a) Fisión binaria; b) Fisión múltiple o<br />

esquizogonia; c) Endodiogenia. II. Sexuada: a) Conjugación;<br />

b) Singamia.<br />

Grupos funcionales<br />

I<br />

II<br />

De acuerdo con su movilidad, los protozoos se clasifican en<br />

ciliados, amebas, flagelados y Apicomplexa (cuadro 5-2). 3-7,25<br />

Cuadro 5-1. Formas de multiplicación de los protozoos<br />

Reproducción<br />

asexuada<br />

Reproducción<br />

sexuada<br />

Simple<br />

división<br />

Múltiple<br />

división<br />

Singamia<br />

Conjugación<br />

Autogamia<br />

Esquizogonia<br />

Endodiogenia<br />

Ciliados<br />

Pertenecen al phylum Ciliophora, y se caracterizan por presentar<br />

en su superficie extensiones cistoplasmáticas cortas, cilios,<br />

organelos adaptados para la movilidad. Constituyen un grupo<br />

grande, de cerca de 8 000 especies, y posiblemente tengan un<br />

origen filogenético común; por lo general tienen un movimiento<br />

coordinado. La membrana plasmática tiene vesículas o alvéolos,<br />

entre los cuales están los cilios. Debajo de la membrana<br />

está el sistema infraciliar, con los cuerpos basales o cinetosomas<br />

y fibrillas de comunicación llamadas cinetodesmas.<br />

El conjunto de los cilios, sistema infraciliar y cinetodesmas<br />

conforma el sistema cinético de los ciliados. El movimiento<br />

coordinado en los cilios originado por cambios de la concentración<br />

de Ca y K en el sistema infraciliar provoca una onda<br />

metacrónica del movimiento ciliar, originando el movimiento<br />

en espiral característico de estos protozoos. Bajo los alvéolos,<br />

los ciliados presentan los tricocistos, que se descargan para defensa<br />

o depredación. Por lo general tienen citostoma o peque-


16 PARTE I Parasitología general<br />

Cuadro 5-2. Clasificación de los protozoos que infectan a humanos<br />

Flagelados<br />

Subreino<br />

Phylum<br />

Clase<br />

Orden<br />

Familia<br />

Subclase<br />

Orden<br />

Suborden<br />

Familia<br />

Suborden<br />

Familia<br />

Subfamilia<br />

Subreino<br />

Phylum<br />

Clase<br />

Orden<br />

Suborden<br />

Familia<br />

Phylum<br />

Clase<br />

Orden<br />

Familia<br />

Subfamilia<br />

Familia<br />

Subfamilia<br />

Ciliados<br />

Subreino<br />

Phylum<br />

Subphylum<br />

Clase<br />

Subclase<br />

ARCHEZOA<br />

METAMONADA<br />

Retortamadida<br />

Retortamonadidae<br />

Retortamonadidae (Chilomastix, Retartomonas)<br />

Diplomonadidea<br />

Diplomonadida<br />

Entermomonadida<br />

Enteromonadidae (Enteromonas)<br />

Diplomonadina<br />

Hexamitidae<br />

Giardinae (Giardia)<br />

NEOZOA<br />

EUGLENOZOA<br />

Kinetoplastoidea<br />

Kinetoplastea<br />

Trypanosomatina<br />

Trypanosomatidae (Trypanosoma, Leishmania)<br />

PARABASALIA<br />

Trichomonadea<br />

Trichomonadida<br />

Trichomonadidae<br />

Trichomonadidae (Trichomonas)<br />

Monocercomonadidae<br />

Dientamoebinae (Dientamoeba)<br />

NEOZOA<br />

CILIOPHORA<br />

Intramacronucleata<br />

Litostomatea<br />

Trichostomatia<br />

P R O T O Z O O S<br />

Orden<br />

Familia<br />

Amebas<br />

Subreino<br />

Phylum<br />

Clase<br />

Orden<br />

Familia<br />

Phylum<br />

Clase<br />

Orden<br />

Familia<br />

Clase<br />

Orden<br />

Familia<br />

Apicomplexa o esporozoos<br />

Subreino<br />

Phylum<br />

Clase<br />

Subclase<br />

Orden<br />

Suborden<br />

Familia<br />

Familia<br />

Subfamilia<br />

Subfamilia<br />

Clase<br />

Orden<br />

Familia<br />

Orden<br />

Familia<br />

Vestibuloferida<br />

Balantiidae (Balantidium)<br />

NEOZOA<br />

ENTAMOEBIA<br />

Entamoebidea<br />

Entamoebida<br />

Entamoebidae (Entamoeba)<br />

RHYZOPODA<br />

Lobosea<br />

Gymnamoebidae<br />

Acanthamoebidae (Acanthamoeba)<br />

Heterobosea<br />

Schyzopirenida<br />

Vohlkampfüdae (Naegleria)<br />

NEOZOA<br />

APICOMPLEXA (SPOROZOA)<br />

Conoidasida<br />

Coccidiasina<br />

Eucoccidiaside<br />

Eumeriorina<br />

Eiimeridae (Isospora)<br />

Sarcosystidae<br />

Sarcocystinae (Sarcocystis)<br />

Toxoplasmatinae (Toxoplasma)<br />

Aconoidasida<br />

Hemospororida<br />

Plasmodiidae (Plasmodium)<br />

Piroplasmoridae<br />

Babesiidae (Babesia)<br />

ña boca rudimentaria y un citopigio, por el cual se eliminan las<br />

vacuolas de desecho.<br />

Los ciliados tienen un macronúcleo indispensable para el<br />

metabolismo celular y un micronúcleo para la reorganización<br />

nuclear e intercambio de material genético.<br />

Su reproducción puede ser asexuada por simple división o<br />

reproducción sexual por conjugación en que desaparece el macronúcleo,<br />

y el micronúcleo se divide por meiosis, se vuelve a<br />

dividir y de los cuatro micronúcleos degeneran tres; el restante<br />

se divide por mitosis y se une al conjugante contrario. Al final<br />

se forman cuatro individuos nuevos.<br />

Otra forma de reproducción sexual es la autogamia o<br />

reorganización, que permite la formación de dos individuos<br />

nuevos.<br />

El único parásito ciliado patógeno para el humano es Balantidium<br />

coli, que habitualmente vive en el intestino de cerdos<br />

y se transmite por fecalismo. B. coli pertenece a la familia Balantidae<br />

que se caracteriza por presentar dos núcleos: macronúcleo<br />

y micronúcleo (figura 5-3).<br />

Amebas<br />

Dentro de los neozoos y los sarcomestigophore existen dos<br />

phyla: Entamoeba y Rhyzopoda o rizópodos (Acanthamoeba,<br />

Naegleria). 10 Tienen estrecha relación con los flagelados, de los<br />

cuales parecen derivar. Algunas amebas de vida libre, por ejemplo,<br />

Naegleria fowleri, son capaces de exflagelar bajo ciertas condiciones.<br />

Para su locomoción emiten seudópodos constituidos<br />

a) b)<br />

Figura 5-3. Balantidium coli. a) Quiste; b) trofozoíto.


CAPÍTULO 5 Clasificación de los parásitos y generalidades de los protozoos 17<br />

Figura 5-4. Seudópodo de Entamoeba<br />

histolytica. a) a c) Trofozoítos con tinción<br />

tricrómica.<br />

por ectoplasma y endoplasma. Los lobopodios producen seudópodos<br />

gruesos y romos. Al ser estimuladas, las amebas se fijan<br />

al sustrato por una serie de pelillos o flecos y lo adhieren mediante<br />

una microproteína. El seudópodo se inicia con la licuefacción<br />

de una parte del ectoplasma y posteriormente el endoplasma<br />

sólido plasmagel se licua y pasa a líquido plasmasol. La zona de<br />

débil resistencia donde se origina la licuefacción produce una<br />

corriente citoplasmática que genera el seudópodo (figura 5-4).<br />

Muchos representantes son de vida libre; algunos son parásitos<br />

facultativos o accidentales (Naegleria, Acanthamoeba);<br />

otros sólo existen como parásitos (E. histolytica). Su reproducción<br />

es por fisión binaria. Su transmisión se realiza a través<br />

de la ingestión oral de trofozoítos o quistes o la penetración de<br />

trofozoítos a través de las mucosas o de la piel. 1,10,21,24<br />

Las amebas parásitos del humano se localizan en el tubo<br />

digestivo; existe además una serie de amebas de vida libre que<br />

pueden afectar el sistema nervioso central o el ojo. La principal<br />

ameba patógena para el ser humano es Entamoeba histolytica,<br />

pero en el tubo digestivo humano es posible encontrar diversas<br />

amebas comensales: en la boca, Entamoeba gingivalis; en el intestino<br />

grueso, E. coli, E. hartmani, E. dispar, Endolimax nana,<br />

Iodamoeba bütschlii, E. moshkovskii, E. polecki (cuadro 5-3).<br />

Entamoeba histolytica, mediante el ectoplasma, realiza las<br />

funciones de locomoción (emisión de seudópodos), digestivas,<br />

endocitosis: pinocitosis, fagocitosis y excreción. Una de sus características<br />

es la emisión de seudópodos que se desplazan en<br />

Núcleos<br />

Núcleos<br />

Dientamoeba<br />

fragilis<br />

Entamoeba<br />

gingivalis<br />

Iodamoeba<br />

bütschlii<br />

Entamoeba<br />

coli<br />

Endolimax<br />

nana<br />

Entamoeba<br />

histolytica<br />

Figura 5-5. Esquemas de núcleos de algunas amebas.<br />

a)<br />

b) c)<br />

Cuadro 5-3. Amebas de importancia humana<br />

Tamaño<br />

Especie<br />

Trofozoíto-quiste<br />

(micras) Hábitat<br />

Núm.<br />

de<br />

núcleos<br />

Patogenicidad<br />

Entamoeba coli 10-20 Colon 8 <br />

E. hartmani 5-12 Colon 4 <br />

E. histolytica<br />

10-18 Colon 4 /<br />

minuta<br />

E. histolytica<br />

20-50 Colon<br />

<br />

magna<br />

Extraintestinal<br />

Hígado, cerebro<br />

E. dispar 10-18 Intestino 4 <br />

* E. polecki 10-20 Colon 1 /<br />

E. gingivalis 10-20 Boca No <br />

existen<br />

Endolimax nana 6-15 Colon 4 <br />

*Iodamoeba 8-20 Colon 1 <br />

bütschlii<br />

Naegleria gruberi 22 Cerebro 1 <br />

N. fowleri 20 Cerebro 1 <br />

Acanthamoeba 40 Cerebro 1 <br />

spp.<br />

A. castellanii 15-40 Ojos, cerebro 1 <br />

Balamuthia 12-60 Cerebro de<br />

? <br />

mandrilaris<br />

casos con<br />

sida<br />

E. mosh kovskii 10-18 Colon 4 <br />

* Se pueden encontrar también en cerdos.<br />

forma direccional, al igual que la fagocitosis de glóbulos rojos.<br />

El núcleo presenta un cariosoma central y puntiforme y la cromatina<br />

nuclear se distribuye en la periferia, tomando forma de<br />

“rueda de carreta” (figura 5-5). 9<br />

En este libro la amebiasis se describe en el capítulo 16, las<br />

amebas comensales en el capítulo 38 y las amebas de vida libre<br />

en el capítulo 46.


18 PARTE I Parasitología general<br />

Flagelados<br />

Los protozoos flagelados pertenecen a los subreinos arqueozoos<br />

y neozoos y se caracterizan por la presencia de flagelos largos,<br />

que les sirven para la movilización y en algunos protozoos contribuyen<br />

a la destrucción de membranas celulares de células en<br />

vías de extinción (Trypanosoma cruzi). Estos organelos están<br />

formados por prolongaciones citoplasmáticas; el axonema,<br />

constituido por un eje central, y microtúbulos envueltos en<br />

una vaina fibrosa. 25<br />

Los flagelados se reproducen por división binaria. Algunos<br />

presentan un corpúsculo pequeño en el citoplasma donde se<br />

origina el flagelado, el cinetoplasto; por tanto, hay flagelados<br />

con y sin cinetoplasto.<br />

Flagelados con cinetoplasto<br />

Al orden cinetoplasto pertenece la familia Trypanosomatidae y<br />

los géneros Trypanosoma y Leishmania. Todos tienen ciclos vitales<br />

que se alternan en hospederos vertebrados e invertebrados<br />

(insectos hematófagos).<br />

La familia Trypanosomatidae (Trypanosoma, Leishmania)<br />

se caracteriza por presentar un solo axonema y un organelo<br />

denominado cinetoplasto, una mitocondria rica en DNA y<br />

que ocupa un gran espacio dentro de la célula. La localización<br />

del cinetoplasto y del axonema respecto al núcleo constituye un<br />

importante elemento diagnóstico de los diversos géneros. De<br />

los nueve géneros, dos son patógenos para el humano y los<br />

animales (Trypanosoma y Leishmania). 2,15,20 El género Trypanosoma<br />

es representativo de las secciones estercolaria y salivaria,<br />

es decir, transmitido vía deyecciones o picadura del insecto. El<br />

género Trypanosoma incluye T. cruzi, T. brucei y T. rangeli de las<br />

secciones estercolaria y salivaria, respectivamente.<br />

La filogenia molecular basada en el RNA ribosómico 18S<br />

de la subunidad pequeña indica que T. brucei se agrupa fuera<br />

del grupo que incluye el cluster o paquete T. cruzi, sugiriendo<br />

que el género Trypanosoma no es monofilético.<br />

Si bien la forma de los miembros de esta familia puede<br />

variar desde ovalada a piriforme y su longitud puede fluctuar<br />

desde los 4 a los 300 mm, todos presentan cinetoplasto, que es<br />

una estructura mitocondrial singular con gran contenido de<br />

DNA del parásito. Una de las características de los tripanosomátidos<br />

es el flagelo. El cuerpo basal del axonema está cercano<br />

al cinetoplasto, unido a éste. La familia Trypanosomatidae presenta<br />

diferentes formas: promastigote, epimastigote, tripomastigote<br />

y amastigote, que tienen diferentes características<br />

morfológicas (figura 5-6). 11<br />

Por fuera de la membrana plasmática, en los tripanosomátidos<br />

existen proteínas, lípidos y carbohidratos. La composición<br />

de los polisacáridos de la superficie celular es un elemento<br />

importante que permite diferenciar las diversas formas de los<br />

parásitos. Esto se ha logrado utilizando lectinas como sondas<br />

dada su alta especificidad, mediante microscopia electrónica,<br />

estudios citoquímicos, ensayos de aglutinación con parásitos<br />

vivos, etc. Así, las formas epimastigotes presentan abundante<br />

N-acetilglucosamina, a diferencia de las tripomastigotes; esta<br />

a) b) c) d)<br />

Figura 5-6. a) Amastigote, b) promastigote, c) epimastigote y<br />

d) tripomastigote de tripanosomátidos.<br />

propiedad permite purificar tripomastigotes mediante resinas<br />

de intercambio iónico. Las partes mejor estudiadas de estos<br />

protozoos son el cinetoplasto y el flagelo, pero todos ellos presentan<br />

en su citoplasma ribosomas; algunos libres, otros se<br />

agrupan en polisomas. El retículo endoplasmático, tanto liso<br />

como rugoso, existe en todos sus representantes. Lo mismo sucede<br />

con el complejo de Golgi y la vacuola flagelar. Presentan<br />

una vacuola contráctil rodeada de túbulos.<br />

En el texto, T. cruzi se describe en el capítulo 41, Tripanosomiasis<br />

americana, las leishmanias en el capítulo 42, Leishmaniasis,<br />

T. brucei en el capítulo 40, Tripanosomiasis africana y T.<br />

rangeli en el capítulo 65, Otras parasitosis de los tejidos de la<br />

sangre, vías urinarias y otras localizaciones.<br />

Flagelados sin cinetoplasto<br />

Es probable que estos flagelados hayan tenido ancestros con<br />

mitocondrias. 13<br />

A este grupo pertenecen Trichomonas vaginalis, Dientamoeba<br />

fragilis y Giardia intestinalis, entre los patógenos, y Trichomonas<br />

tenax, Chilomastix mesnili, Trichomonas intestinalis,<br />

Retortamonas intestinalis, Enteromonas intestinalis, entre los comensales.<br />

Todos presentan forma trofozoítica y quística, menos<br />

los géneros Trichomonas y Dientamoeba, que existen sólo como<br />

trofozoítos.<br />

Los diplomonadina (Giardia, Enteromonas) se caracterizan<br />

por la distribución simétrica de doble partida de cada grupo de<br />

organelos. Se ubican en el intestino de los hospederos, donde se<br />

fijan a las microvellosidades por intermedio de su disco ventral<br />

de succión. Se alimentan por pinocitosis del fluido intestinal.<br />

Se reproducen por simple división de los trofozoítos. Se transmiten<br />

desde un infectado a un susceptible por intermedio de<br />

quistes, los cuales se originan de formas vegetativas que, al no<br />

tener condiciones favorables para su desarrollo, pierden líquido<br />

y se rodean de una pared resistente.<br />

La familia Trichomonadidae tiene en su polo apical 4, 5 o<br />

6 flagelos y un flagelo recurrente que recorre la membrana on-


CAPÍTULO 5 Clasificación de los parásitos y generalidades de los protozoos 19<br />

Cuadro 5-4. Especies de Trichomonadida de importancia médica*<br />

Familia<br />

Tamaño<br />

(por micra) Hospedero Hábitat Patogenicidad<br />

Trichomonas vaginalis 10-30 Humano Aparato genitourinario <br />

T. tenax (sin buccalis) 5-12 Humano Boca <br />

T. hominis 5-20 Humano Intestino <br />

Pentatrichomonas hominis 8-20 Humano, gallinas Intestino delgado <br />

* La subfamilia Dientamoebinae (Dientamoeba), a pesar de no tener flagelo, se clasifica dentro de la clase Trichomonadea,<br />

orden Trichomonadida, por sus características biológicas y fisiológicas.<br />

dulante. Los protozoos de esta familia tienen axostilo y cuerpos<br />

parabasales que les sirven como citoesqueleto (trichomonas,<br />

histomonas). Todos sus representantes son anaerobios y<br />

tienen hidrogenosomas, pequeños corpúsculos rodeados de<br />

membranas que rodean a una gran matriz. El sistema enzimático<br />

de estos corpúsculos es distinto a las mitocondrias, ya que<br />

metabolizan piruvato de la glucólisis a acetato CO 2 y H 2 . Es<br />

importante señalar que esto diferencia a los flagelados de los<br />

ciliados, ya que estos últimos tienen hidrogenosomas y mitocondrias.<br />

Carecen de citostoma y se alimentan por endocitosis: fagocitosis<br />

(leucocitos, bacterias) y pinocitosis (fluidos corporales).<br />

Se reproducen por fisión binaria sólo bajo la forma de trofozoíto.<br />

Como no existen formas de resistencia, quistes, su<br />

transmisión entre hospederos debe ser directa, por contacto<br />

entre infectado y susceptible a través de la relación sexual, boca<br />

a boca, directo con heces frescas, etc. Entre los trichomónidos<br />

hay patógenos y apatógenos (cuadro 5-4). 8,11,12,13,17,18 En este<br />

texto, Giardia intestinalis se describe en el capítulo 18, Giardiasis;<br />

Dientameba fragilis en el capítulo 20, Dientamebiasis, Chilomastix<br />

mesnili, Trichomonas intestinalis, Retortamonas intestinalis<br />

y Trichomonas tenax en el capítulo 38, Comensales del<br />

tubo digestivo.<br />

El phylum Apicomplexa o Sporozoa se caracteriza por presentar<br />

un complejo apical que comprende: conoide, concavidad<br />

del polo anterior revestida de proteínas para adherirse a la célula<br />

del hospedero; el anillo polar, espiral contenida que fácilmente<br />

puede ser liberada, aumentando su diámetro. En el interior<br />

del conoide se encuentran orificios de salida de organelos<br />

intracelulares, las roptrias y los micronemas. Este complejo<br />

les sirve a los Apicomplexa para invadir las células del hospedero.<br />

Cuando un zoíto se pone en contacto con la superficie de<br />

la célula del hospedero, se transduce una señal que origina<br />

la reorientación del zoíto, la exocitosis del micronema y la fijación<br />

apical a la célula del hospedero. Posteriormente se exocitan<br />

las roptrias y se forma parte de la pared de la vacuola; el<br />

material de los micronemas se expande, quedando detrás de<br />

la zona de fijación. La vacuola se sigue expandiendo, obteniendo<br />

la mayoría de sus lípidos de la célula del mesonero (figura<br />

5-7).<br />

Del phylum Apicomplexa, las familias importantes para el<br />

humano son: Eimeridae (Isospora, Cyclospora), Sarcocystidae<br />

(Sarcocystis); Plasmodidae (Plasmodium), Babesidae (Babesias),<br />

Theileriidae (Theileria), Cryptosporidae (Cryptosporidium y la<br />

subfamilia Toxoplasmatidae [Toxoplasma]). Los microsporidios<br />

constituyen un grupo aparte que, si bien antes se consideraban<br />

dentro de los Apicomplexa, hoy en día se les clasifica dentro de<br />

los hongos, ya que su genoma es similar a estos últimos.<br />

Los Apicomplexa son parásitos intracelulares con un ciclo<br />

de vida que tiene tres fases: esquizogonia y merogonia (multiplicación<br />

asexual), gamogonia (fase sexual que proviene de una<br />

oogamia con microgametos y macrogametos) y la esporogonia<br />

(el cigoto inicia otra reproducción asexuada, originando<br />

gran cantidad de esporozoítos infectantes) (figura 5-8).<br />

En las especies de transmisión fecal los esporozoítos se encuentran<br />

en formas de resistencia ooquistes (Isospora), esporoquistes<br />

(Sarcocystis), mientras que en los esporozoos que se<br />

transmiten por picadura de artrópodos (Plasmodium) los esporozoítos<br />

no están protegidos, ya que del sitio de la picadura<br />

pasan directamente a la sangre. El proceso se inicia cuando un<br />

esporozoíto penetra en la célula del hospedero (p. ej, plasmo-<br />

Esporozoos<br />

Granulaciones<br />

osmiófilas<br />

Núcleo<br />

Túbulos radiales<br />

Anillo polar<br />

Roptrias<br />

Aparato de Golgi<br />

Vacuola<br />

Mitocondria<br />

Figura 5-7. Ultraestructura de un protozoo Apicomplexa.


20 PARTE I Parasitología general<br />

Isospora belli<br />

a)<br />

b) c)<br />

d) e) f)<br />

Cyclospora<br />

cayetanensis<br />

Cryptosporidium sp.<br />

g) h)<br />

Figura 5-8. Parásitos de la malaria (Plasmodium falciparum).<br />

a) a d), Trofozoítos; e) a f ), esquizontes; g) a h), gametocitos.<br />

dios de la malaria) y por divisiones binarias se reproduce y los<br />

núcleos resultantes se rodean de citoplasma y se desplazan hacia<br />

la periferia de la célula hospedera; así se forma el esquizonte<br />

inmaduro, que crece y se desarrolla, constituyendo el esquizonte<br />

maduro; al romperse éste, las partes resultantes, merozoítos,<br />

penetran en otras células, repitiendo el ciclo merogónico o esquizogónico.<br />

En un momento determinado algunos merozoítos se<br />

trans forman en gametos: el macrogameto femenino, que en la<br />

malaria es ovalado e inmóvil, y el microgameto masculino,<br />

que es alargado y móvil. La fecundación o gamogonia origina<br />

el cigoto (en el ejemplo de la malaria la fecundación se produce<br />

en el anofelino vector), mismo que se rodea de una membrana<br />

formando el ooquiste, el cual, mediante la esporogonia, origina<br />

los esporozoítos.<br />

En el género Cryptosporidium se originan cuatro esporozoítos<br />

directamente del citoplasma del ooquiste; en los otros<br />

géneros se producen por fisión simple dos esporoblastos (ooquistes<br />

inmaduros) y posteriormente dos esporoquistes (ooquistes<br />

maduros). En el género Cyclospora cada esporoquiste tiene<br />

dos esporozoítos, y en los géneros Isospora, Sarcocystis y Toxoplasma,<br />

el esporoquiste tiene cuatro esporozoítos. Por lo general<br />

en los hospederos definitivos de estas parasitosis los ooquistes<br />

se eliminan con las heces, excepto en Sarcocystis, donde se eliminan<br />

esporoquistes (figura 5-9).<br />

Los ooquistes maduros o los esporoquistes son los que salen<br />

al exterior y son los elementos que contaminan el ambiente, y<br />

pueden infectar al hospedero susceptible. Cuando éste ingiere<br />

un ooquiste o esporoquiste, se liberan los esporozoítos y se inicia<br />

el ciclo. En la malaria éste se inicia con la picadura del Anopheles<br />

infectado. En esta parasitosis no existe salida al exterior del ooquiste,<br />

ya que éste se forma dentro del insecto vector. Las babesias,<br />

que al igual que los parásitos de la malaria, son Apicomplexa,<br />

en vez de ser del orden Haemosporidae son del orden<br />

Piroplasmoridae. En este caso los hospederos definitivos son<br />

Microsporidos<br />

1-2 mm 5 mm 8-10 mm 35 mm<br />

Figura 5-9. Ooquistes de esporozoos.<br />

garrapatas. El ciclo se inicia cuando una garrapata infectada inocula<br />

esporozoítos al tratar de chupar sangre del hospedero mamífero;<br />

tales esporozoítos invaden los eritrocitos y muchos de<br />

ellos son destruidos. Cuando una garrapata libre de infección se<br />

alimenta de la sangre del hospedero infectado, adquiere la infección,<br />

produciéndose la fecundación en la garrapata. Las glándulas<br />

salivales de las garrapatas tienen esporozoítos que van a infectar<br />

a los hospederos susceptibles y así se reinicia el ciclo. Las<br />

garrapatas se mantienen infectadas debido a que las babesias se<br />

transmiten por vía transovárica (un número de generaciones).<br />

En relación con su ciclo de vida, es factible diferenciar varios<br />

tipos:<br />

Desarrollo monoxénico. Todo el ciclo biológico se realiza en<br />

un solo hospedero; puede ser específico (Isospora belli) o no específico<br />

(Cryptosporidium parvum, que se puede encontrar en<br />

diferentes hospederos; Cryptosporidium hominis sería propio<br />

del humano).<br />

Desarrollo di o heteroxénico. Los parásitos de este grupo tienen<br />

por lo menos dos hospederos en su ciclo biológico (figura<br />

5-10). Uno de ellos es un hospedero definitivo, donde se desarrolla<br />

la forma sexual y un hospedero intermediario (con reproducción<br />

asexual) o un hospedero paraténico en el cual no se<br />

reproduce el parásito, sólo se acumula. La alternancia de hospederos<br />

puede ser facultativa, por ejemplo: Toxoplasma gondii, u<br />

obligada, Sarcocystis bovi hominis, S. sui hominis y Sarcocystis<br />

spp., Piroplasma spp., Plasmodium spp.<br />

Todos los Apicomplexa presentan un organelo llamado<br />

apicoplasto que se encuentra cerca del aparato de Golgi. Este<br />

organelo se divide antes de la división nuclear y celular y siempre<br />

está presente en las nuevas células hijas. Contiene DNA de<br />

35 kb y representa un tercer tipo de genoma de la célula. Este<br />

organelo representa el remanente de un plástido vegetal que ha<br />

sido incluido en los esporozoos a través de los años por una


CAPÍTULO 5 Clasificación de los parásitos y generalidades de los protozoos 21<br />

Figura 5-10. Cryptosporidium spp.<br />

(microscopia electrónica). a) Ooquiste sobre<br />

mucosa intestinal; b) meronte roto mostrando<br />

merozoítos. a) b)<br />

endosimbiosis. Su presencia se considera esencial para la sobrevida<br />

de los esporozoos dentro de la célula del hospedero, ya<br />

que la biosíntesis de grasa se efectúa por su intermedio.<br />

Las proteínas de superficie de merozoítos de plasmodios o<br />

taquizoítos de T. gondii son PIG (fosfatidilinositol glucosilado)<br />

anclados. La proteína del circunesporozoíto (PCS) y las<br />

proteínas de superficie del ooquiste presentan una secuencia<br />

primaria que requiere PIG. El PIG anclado de Plasmodium spp.<br />

ha demostrado ser un potente inmunomodulador responsable<br />

de señales de transducción en células de vertebrados (véase capítulo<br />

11, Respuesta inmune antiparasitaria).<br />

La motilidad de los zoítos de los esporozoos se realiza por<br />

desplazamiento, movimiento en espiral y desdoblamiento. El<br />

primero les permite deslizarse en forma activa, los otros les sirven<br />

para cambiar de dirección o de movimiento. En T. gondii<br />

se ha demostrado participación directa de actina y posiblemente<br />

de miosina en su movilidad.<br />

En los esporozoítos de la malaria existe una alta especificidad<br />

entre los proteoglucanos de superficie de los hepatocitos y<br />

los de la superficie de los parásitos; por este motivo, al llegar los<br />

esporozoítos por la circulación al hígado, se unen a los hepatocitos<br />

como blanco.<br />

En relación con el reconocimiento de las células del hospedero,<br />

existen dos grupos entre los Apicomplexa: uno con alta<br />

especificidad y adhesión, al cual pertenecen los hemoparásitos<br />

(Plasmodium, babesias) y otro, sin ninguna especificidad, Toxoplasma<br />

gondii, por ejemplo, que puede invadir cualquier célula<br />

de animales de sangre caliente; en cambio, Plasmodium spp.<br />

sólo pueden invadir los glóbulos rojos de un grupo reducido de<br />

hospederos.<br />

Un grupo de proteínas almacenadas en los micronemas y<br />

translocado en la superficie del parásito son esenciales en la<br />

interacción parásito-hospedero de todos los Apicomplexa.<br />

En relación con los eritrocitos la glucoforina A, una sialoglucoproteína<br />

es el mayor ligante que interactúa con los merozoítos<br />

de P. falciparum. Los receptores de los merozoítos que se<br />

unen a la superficie del eritrocito son AEU, antígenos eritrocitarios<br />

de unión, que están en los micronemas y se translocan a<br />

la superficie del merozoíto; tienen un papel en el movimiento y<br />

posterior invasión del glóbulo rojo. En los esporozoítos de Plasmodium,<br />

la unión con los hepatocitos se puede deber a la afinidad<br />

de la proteína de superficie del circunesporozoíto (PSC) y<br />

los proteoglucanos de heparán sulfato de la superficie de los<br />

hepatocitos. Otro sistema de reconocimiento de los Apicomplexa<br />

es la familia de proteínas TRAP de los micronemas. Existen<br />

en Plasmodium, Toxoplasma gondii y Eimeria tenella; este<br />

último protozoo no afecta al ser humano. La invasión de las<br />

células de los hospederos se ha estudiado a fondo en los parásitos<br />

de la malaria, toxoplasma, eimeria, Sarcocystis y piroplasma.<br />

Los esporozoítos penetran las células del hospedero por su<br />

polo apical, donde está el complejo apical, y los pedúnculos<br />

de las roptrias alcanzan la membrana de los zoítos. El parásito<br />

penetra en la célula hospedera y se rodea de la membrana celular:<br />

plasmalema, la cual se engruesa y se transforma en la vacuola<br />

parasitosfora. Las roptrias se abren y su contenido se contacta<br />

con la vacuola parasitosfora. La citocalasina B e inhibidores<br />

de proteasas inhiben la invasión aunque la unión ya se haya<br />

iniciado.<br />

En el texto los Apicomplexa se describen en los capítulos<br />

21, Cistoisosporiasis; 22, Sarcocistosis; 23, Criptosporidiasis;<br />

24, Ciclosporiasis; 43, Malaria; 44, Babesiosis y 45, Toxoplasmosis.<br />

Los ooquistes de Isospora y Toxoplasma tienen dos esporoquistes<br />

con cuatro esporozoítos cada uno; en Cyclospora contiene<br />

dos esporoquistes con dos esporozoítos cada uno; en Cryptosporidium<br />

contiene cuatro esporozoítos (no hay esporoquiste)<br />

y en Sarcocystis se eliminan dos esporoquistes con cuatro esporozoítos<br />

cada uno.<br />

Microsporidios<br />

Este grupo comprende una serie de parásitos intracelulares microscópicos,<br />

cuyas esporas miden entre 1.5 y 9 mm, y los que<br />

parasitan al hombre entre 1.5 y 5 mm. Si bien actualmente<br />

existen investigadores que los siguen considerando como protozoos,<br />

diferentes estudios recientes de su DNA, bioquímica y<br />

morfología sugieren una relación con hongos. Estos pequeños<br />

parásitos intracelulares se podrían haber formado a partir de<br />

hongos Zygomycota. 16<br />

Los de importancia médica se indican en el reino Protozoa,<br />

phylum Microspora, orden Microsporidia, suborden<br />

Apansporoblastina y suborden Pansporoblastina. Si bien existen<br />

más de 100 géneros y más de 1 000 especies de Microsporidae<br />

que viven como parásitos de insectos, de otros invertebrados<br />

y vertebrados: peces, aves y mamíferos, hasta la fecha ocho<br />

géneros que parasitan al humano son: Anncaliia, Nosema, En-


22 PARTE I Parasitología general<br />

Núcleo<br />

Exospora<br />

Endospora<br />

Vacuola<br />

Saco polar<br />

Figura 5-11. Espora de microsporidio.<br />

Laminillas del<br />

polaroplasto<br />

Filamento polar<br />

cephalitozoon, Enterocytozoon, Vittaforma, Pleistophora, Trachipleistophora<br />

y Microsporidium.<br />

La infección se origina al ingerir un hospedero la espora<br />

que tiene una doble pared externa proteica y una interna quitinosa<br />

que llega al intestino, su hábitat. Al contactar a los enterocitos,<br />

la espora expele de su interior el filamento o tubo polar<br />

que penetra en la célula intestinal. A través de él, el esporoplasma<br />

y núcleo del microsporidio penetran en la célula hospedera.<br />

Posteriormente, dentro de las células intestinales, el parásito se<br />

reproduce a expensas del esporoplasma y el núcleo; así se originan<br />

esquizontes y merontes. Después de un periodo variable,<br />

los merontes se diferencian en esporontes y así dentro de la célula<br />

se forman las esporas que posteriormente se eliminan con<br />

las heces (figura 5-11).<br />

El mayor daño lo producen en personas con inmunosupresión,<br />

alcanzando su máxima expresión en pacientes con<br />

SIDA. El cuadro clínico difiere de acuerdo con el tropismo de<br />

los microsporidios y el daño se produce por acción mecánica al<br />

destruir las células parasitadas. 16<br />

El cuadro 5-5 describe las principales características de<br />

los microsporidios que parasitan al humano. En tanto que el cuadro<br />

5-6 muestra la localización de los protozoos parásitos y comensales<br />

del humano y la patología que originan los primeros.<br />

Cuadro 5-5. Principales microsporidios que afectan al ser humano<br />

Especie<br />

Anncaliia vesicularum<br />

(antes Brachiola vesicularum)<br />

Annacaliia connori<br />

(antes Nosema connori)<br />

Annacaliia algerae<br />

(antes Nosema algerae<br />

y Brachiola algerae)<br />

Tamaño de la espora<br />

en micrones<br />

Hábitat<br />

2 × 2.9 Músculos (sida) EUA<br />

2 × 4 Todos los órganos<br />

(inmunodeprimidos)<br />

3.7-5.4 × 2.3-3.9 Músculos, ojo (sida)<br />

Córnea (IC)<br />

EUA<br />

EUA<br />

Distribución<br />

geográfica<br />

Microsporidium ceylonensis 3 × 5 Córnea (sida) Todo el mundo<br />

Microsporidium africanum 3 × 5 Córnea (sida) Todo el mundo<br />

Vittaforma corneae<br />

3 × 4 Córnea, tracto urinario (sida) Europa<br />

(sin: Nosema corneum)<br />

Pleistophora ronneafiei 3.3-4 × 2-2.8 Músculos (sida) EUA<br />

Trachipleistophora hominis 2.4 × 4 Músculos (sida) Europa, Australia<br />

Trachipleistophora<br />

anthropopothera<br />

3.7-4 × 2-2.3 (*)<br />

y 1.7-2.2 × 1.6-2 (*)<br />

Todos los órganos (sida)<br />

Todo el mundo<br />

Enterocytozoon bieneusi 1.5 × 0.5 Intestino, pulmón (sida), Todo el mundo<br />

intestino (IC)<br />

Enterocytozoon intestinalis 2 × 1.5 Múltiples órganos (sida) Todo el mundo<br />

(sin: Septata intestinalis)<br />

Encephalitozoon cuniculi 2.5 × 1.2-1.6 Múltiples órganos (sida) Todo el mundo<br />

Encephalitozoon hellem 2.4 × 1.5 Múltiples órganos (sida) Todo el mundo<br />

Nosema ocularum 3 × 5 Córnea (sida), córnea (IC) EUA<br />

(*) Presenta dos tipos de esporas.<br />

IC inmunocomprometido.


CAPÍTULO 5 Clasificación de los parásitos y generalidades de los protozoos 23<br />

Cuadro 5-6. Localización de los protozoos parásitos y comensales del humano. Patología que originan los parásitos<br />

Localización<br />

preferente Especie Enfermedad<br />

Sangre<br />

Tejidos<br />

Trypanosoma brucei<br />

–gambiense<br />

T. brucei<br />

–rhodesiense<br />

Plasmodium<br />

falciparum<br />

P. vivax<br />

P. malariae<br />

P. ovale<br />

Babesia microti<br />

B. spp.<br />

Leishmania donovani<br />

L. infantum<br />

L. chagasi<br />

L. tropica<br />

L. major<br />

Tripanosomiasis africana<br />

(enfermedad del sueño)<br />

Malaria: terciaria maligna<br />

Terciaria benigna<br />

Cuartana<br />

Terciana oval<br />

Babesiosis o piroplasmosis<br />

Babesiosis o piroplasmosis<br />

Leishmaniasis visceral<br />

Leishmaniasis cutánea y<br />

cutánea mucosa del Viejo<br />

Mundo<br />

Localización<br />

preferente Especie Enfermedad<br />

Intestino<br />

Entamoeba<br />

histolytica<br />

E. dispar<br />

E. coli<br />

E. polecki<br />

E. hartmani<br />

Dientamoeba fragilis<br />

Endolimax nana<br />

Iodamoeba bütshlii<br />

Trichomonas hominis<br />

Chilomastis mesnili<br />

Blastocystis hominis<br />

Retartomonas<br />

intestinalis<br />

Enteromonas hominis<br />

Cystoisospora belli<br />

Amebiasis<br />

Comensales<br />

Dientamebiasis<br />

Comensales<br />

Blastocistiasis 22<br />

Comensales<br />

Cistoisosporiasis<br />

L. mexicana<br />

L. braziliensis<br />

Leishmaniasis cutánea y<br />

cutánea mucosa del Nuevo<br />

Mundo<br />

Sarcocystis bovi<br />

hominis<br />

S. sui hominis<br />

Sarcocistosis<br />

Trypanosoma cruzi<br />

T. rangeli<br />

Tripanosomiasis americana o<br />

enfermedad de Chagas<br />

Apatógeno<br />

Balantidium coli<br />

Cyclospora<br />

cayetanensis<br />

Balantidiasis<br />

Ciclosporiasis<br />

Boca<br />

Sistema<br />

urogenital<br />

Toxoplasma gondii<br />

Pneumocystis jiroveci<br />

Sarcocystis<br />

lindemanni<br />

Naegleria fowleri<br />

Naegleria spp.<br />

Acanthamoeba<br />

castellani*<br />

Acanthamoeba spp.*<br />

Balamuthia<br />

mandrilaris<br />

Balamuthia spp.<br />

Trichomonas tenax<br />

Entamoeba gingivalis<br />

Trichomonas<br />

vaginalis<br />

Toxoplasmosis<br />

Neumocistosis<br />

Sarcocistosis (el humano es<br />

hospedero intermediario)<br />

Meningitis amebiana primaria<br />

Encefalitis amebiana<br />

granulomatosa (EAG) en<br />

inmunosuprimidos<br />

EAG en inmunosuprimidos<br />

Comensales<br />

Tricomoniasis<br />

Cryptosporidium<br />

hominis<br />

C. parvum<br />

Cryptosporidium spp.<br />

Enterocytozoon<br />

bieneusi**<br />

Encephalitozoon<br />

intestinalis<br />

E. hellem<br />

E. cuniculi<br />

Pleistophora spp.<br />

Trachipleistophora<br />

hominis<br />

Nosema ocularum***<br />

Anncaliia connori<br />

Anncaliia vesicularum<br />

Anncaliia algerae***<br />

Vittaforma corneae<br />

Microsporidium<br />

ceylonensis<br />

M. africanum<br />

Criptosporidiasis<br />

Microsporidiasis<br />

(en pacientes<br />

inmunosuprimidos)<br />

* En inmunocompetentes pueden producir una queratitis. ** Pueden afectar a inmunocompetentes (intestino). *** Queratitis en inmunocompetentes.


24 PARTE I Parasitología general<br />

Referencias<br />

1. Alsmark U, Sicheritz-Ponten T, Foster P, Hirt R, Embley<br />

T. Horizontal gene transfer in eukaryotic parasites:<br />

a case study of Entamoeba histolytica and Trichomonas vaginalis.<br />

Methods Mol Biol, 2009;532:489-500.<br />

2. Cabrine-Satos M, Ferreira K, Tosi L, Lages-Silva E,<br />

Ramírez L, Pedrosa A. Karyotype variability in KP1<br />

() and KP1 () strains of Trypanosoma rangeli isolated<br />

in Brazil and Colombia. Acta Trop, 2009;110:57-64.<br />

3. Canals M, Cattan O. Zoología médica. Una visión de las<br />

especies potencialmente peligrosas desde la perspectiva de la<br />

biodiversidad. Generalidades y protozoos. Edit. Universitaria,<br />

Santiago, Chile, 2006:159.<br />

4. Cavalier-Smith T. Only six kingdoms of life. Proc Biol<br />

Sci, 2004;271:1251-1262.<br />

5. Cimerman B, Cimerman S. Parasitología humana y seus<br />

fundamentos gerais. Edit. Atheneu, São Paulo, Rio de Janeiro,<br />

Belo Horizonte, Brasil, 1999:375.<br />

6. Corliss J. An interim utilitarian (“user-friendly”) hierarchical<br />

classification and characterization of the protists.<br />

Acta Protozool, 1994;33:1-51.<br />

7. Cox G. Modern parasitology. Blackwell Scientific Publications,<br />

Londres, Reino Unido, 2003:276.<br />

8. Dacks J, Kuru T, Liapounova N, Gedamu L. Phylogenetic<br />

and primary sequence characterization of cathepsin<br />

B cysteine proteases from the oxymonad flagellate Monocercomonoides.<br />

J Eukaryot Microbiol, 2008;55:9-17.<br />

9. De Carli G. Parasitología clínica. Selecto de metodos e tecnicas<br />

de laboratorio para o diagnostico des parasitoses humanas.<br />

Ed. Atheneu, São Paulo, Rio de Janeiro, Belo Horizonte,<br />

Brasil, 2001:810.<br />

10. De Jonckheere J. Isolation and molecular identification<br />

of free-living amoebae of the genus Naegleria from Arctic<br />

and sub-Antarctic regions. Eu J Protistol, 2006;42:15-<br />

123.<br />

11. Dos Santos A, Soares R, Alviano C, Kneipp L. Heterogeneous<br />

production of metallo-type peptidases in parasites<br />

belonging to the family Trypanosomatidae. Eu J Protistol,<br />

2007;44:103-113.<br />

12. Grabensteiner E, Hess M. PCR for the identification<br />

and differentiation of Histomonas meleagridis, Tetratrichomonas<br />

gallinarum and Blastocystis spp. Vet Parasitol,<br />

2006;142:223-230.<br />

13. Hampl V, Silberman J, Stechmann A, Díaz-Treviño S,<br />

Johnson P, Roger A. Genetic evidence for a mitochondriate<br />

ancestry in the amitochondriate flagellate Trimastix<br />

pyriformis [on line] PLoS ONE. Vol. 3, issue 1:e1383.<br />

[Consulta: 23 de septiembre de 2008], 2008.<br />

14. Inward D, Vogler A, Eggleton P. A comprehensive<br />

phylogenetic analysis of termites (Isoptera) illuminates<br />

key aspects of their evolutionary biology. Mol Phylogenet<br />

Evol, 2007;44:953-967.<br />

15. Katakura K. Molecular epidemiology of leishmaniasis<br />

in Asia (focus on cutaneous infections). Curr Opin Infect<br />

Dis, 2009;22:126-130.<br />

16. Keeling P. Congruent evidence from alpha-tubulin and<br />

beta-tubulin gene phylogenies for a zygomycete origin of<br />

microsporidia. Fungal Genet Biol, 2003;38:298-309.<br />

17. Kucknoor A, Mundodi V, Alderete J. Genetic identity<br />

and differential gene expression between Trichomonas vaginalis<br />

and Trichomonas tenax. BMC Microbiol, 2009;18:<br />

9-58.<br />

18. Lai D, Hashimi H, Lun Z, Ayala F, Lukes J. Adaptations<br />

of Trypanosoma brucei to gradual loss of kinetoplast<br />

DNA: Trypanosoma equiperdum and Trypanosoma evansi<br />

are petite mutants of T. brucei. Proc Natl Acad Sci USA,<br />

2008;105:1999-2004.<br />

19. Mehlhorn H. Encyclopedic reference of parasitology, biology,<br />

structure, function, disease, treatment, therapy. Springer<br />

Ed., Canadá, 2000:1345.<br />

20. Miles M, Yeo M, Mauricio I. Genetics. Leishmania exploitsex.<br />

Science, 2009;324:187-189.<br />

21. Pawlowski J, Burki F. Untangling the phylogeny of<br />

amoeboid protists. J Eukaryot Microbiol, 2009;56:16-25.<br />

22. Rene B, Stenvold C, Badsberg J, Nielsen H. Subtype<br />

analysis of Blastocystis isolates from Blastocystis cysts excreting<br />

patients. Am J Trop Med Hyg, 2009;80:588-592.<br />

23. Rodríguez-Ezpeleta N, Brinkmann H, Burger G, Roger<br />

A, Gray M, Philippe H, Lang B. Toward resolving<br />

the eukaryotic tree: the phylogenetic positions of jakobids<br />

and cercozoans. Curr Biol, 2007;17:1420-1425.<br />

24. Walsh J. The role of actin, actomyosin and microtubules<br />

in defining cell shape during the differentiation of Naegleria<br />

amebae into flagellates. Eur J Cell Biol, 2007;86: 85-98.<br />

25. Yang C, Owen H, Yang P. Dimeric heat shock protein<br />

40 binds radial spokes for generating coupled power<br />

strokes and recovery strokes of 9 2 flagella. J Cell Biol,<br />

2008;180:403-415.


Capítulo<br />

6<br />

Metazoos<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Los metazoos parásitos del humano incluyen a helmintos y artrópodos.<br />

Helmintos: de helmis, “gusano”. Los helmintos o gusanos<br />

son animales invertebrados de vida libre o parasitaria. Se les<br />

clasifica en platelmintos, nematodos y acantocéfalos (cuadro<br />

6-1).<br />

Phylum Platyhelminthes<br />

El phylum Platyhelminthes (gusanos aplanados) comprende seres<br />

vivos pluricelulares con simetría bilateral, aplanados dorsoventralmente,<br />

sin celoma, es decir, sin cavidad corporal. Este espacio<br />

que une a la pared del cuerpo con los órganos interiores está relleno<br />

con tejido mesenquimatoso. No tienen aparato circulatorio<br />

ni respiratorio. Muchos no presentan tubo digestivo y aquellos<br />

que lo tienen presentan una boca pero carecen de ano.<br />

Tienen un sistema muscular complejo y un aparato excretor<br />

basado en protonefridios. Son hermafroditas suficientes<br />

y presentan un sistema reproductor complejo y bien desarrollado.<br />

Presentan cuatro clases, tres compuestos de organismos<br />

parásitos: las tres primeras son Monogenea, Digenea y Cestoda,<br />

de las cuales las dos últimas afectan al ser humano. La cuarta<br />

clase, Turbellaria, es de vida libre (planarias) y posiblemente<br />

constituya la formadora de las clases parásitas. 17,19,25,27,30<br />

Clase: Digenea (“duelas”,<br />

Trematodea)<br />

Comprende a más de 6 000 especies de helmintos, de los cuales<br />

varios son parásitos del ser humano. Tienen ciclos vitales complejos<br />

con hospederos intermediarios, paraténicos y definitivos.<br />

Entre los diferentes grupos zoológicos que incluyen especies<br />

parásitas, el grupo de los trematodos es el que comprende<br />

un mayor número de especies capaces de parasitar al ser humano.<br />

Algunas de ellas son de enorme interés en salud pública por<br />

causar enfermedades humanas de gran importancia, tanto por<br />

su elevada patogenicidad, morbilidad y también mortalidad,<br />

como por su amplia distribución geográfica y muy alto número<br />

de personas afectadas.<br />

Biología<br />

Los platelmintos Digenea tienen el cuerpo ovalado o alargado<br />

con un aspecto foliáceo, con excepción de las hembras de<br />

Schistosoma, que son cilíndricas y viven alojadas en una cavidad<br />

del macho, el canal ginecóforo. Por lo general no miden<br />

más de algunos centímetros. Presentan dos ventosas, una en el<br />

extremo apical (ventosa oral), y una en el ventral (acetábulo).<br />

De allí su nombre, trematodos (“cuerpo con orificios”). Algunas<br />

especies presentan una sola ventosa y hay especies sin ventosas.<br />

La boca, ubicada en el extremo anterior, está rodeada de<br />

la ventosa apical; se continúa con la faringe, y el esófago, que se<br />

bifurca en su extremo posterior en dos ramas intestinales que<br />

recorren el cuerpo y termina en tubos ciegos. El sistema nervioso<br />

está representado por ganglios situados al lado de la faringe,<br />

de los cuales salen tres cordones nerviosos que recorren todo el<br />

cuerpo del gusano. Existen plexos nerviosos distribuidos en diferentes<br />

órganos: faringe, ventosas, tegumento; este último rodea<br />

todo el organismo, es un sincicio, que tiene en su parte<br />

anterior espinas que le sirven para la fijación. El tegumento<br />

protege al organismo de las enzimas del hospedero y tiene funciones<br />

digestivas, ya que a través de él se absorben nutrientes.<br />

Otras sustancias penetran a través del tubo digestivo; así, Fasciola<br />

hepatica ingiere glóbulos rojos y células; las duelas intestinales<br />

obtienen nutrientes del contenido intestinal, trematodos<br />

de los vasos mesentéricos o vesicales (esquistosomas) que se<br />

alimentan de sangre. Todos los trematodos digénicos son hermafroditas,<br />

excepto los esquistosomas, que tienen sexos separados<br />

(dioicos) (figuras 6-1 y 6-2). 2,9,11,13,14<br />

El aparato genital masculino está constituido por dos testículos,<br />

de los cuales sale un vaso eferente; al juntarse estos<br />

vasos forman el conducto deferente que se dilata y forma la<br />

vesícula seminal que se comunica con la bolsa de cirro. En esta<br />

25


26 PARTE I Parasitología general<br />

Cuadro 6-1. Clasificación de los principales helmintos parásitos del hombre. Adaptado de Myers, 2001 24<br />

Reino<br />

Animalia<br />

Reino<br />

Animalia<br />

PHYLUM<br />

CLASE<br />

ORDEN<br />

Familia<br />

ORDEN<br />

Familias<br />

ORDEN<br />

Familias<br />

ORDEN<br />

Familias<br />

CLASE<br />

SUBCLASE<br />

ORDEN<br />

Familias<br />

ORDEN<br />

Géneros<br />

PHYLUM<br />

CLASE<br />

SUBCLASE<br />

ORDEN<br />

Super familia<br />

Familia<br />

Géneros<br />

Familia<br />

Género<br />

PLATYHELMINTHES (gusanos planos)<br />

DIGENEA (sin=duelas)<br />

Strigeatida (cercarias con cola bifurcada,<br />

miracidios con dos pares de protonefridios)<br />

Schistosomatidae (esquistosomiasis)<br />

Echinostomatida (cercarias de cola simple,<br />

miracidio con un par de protonefridios)<br />

Echinostomatidae (echinostomiasis)<br />

Fasciolidae (fascioliasis)<br />

Gastrodiscidae (gastrodiscoidiasis)<br />

Paramphistomatidae (watsoniasis)<br />

Plagiorchiida (huevos operculados. Estilete oral<br />

presente en las cercarias)<br />

Dricocoeliidae (dricoceliasis)<br />

Troglotrematidae (paragonimiasis)<br />

Opisthorchiida (huevos operculados. Falta de<br />

estilete oral)<br />

Opistorchiidae (opistorquiasis)<br />

Heterophydae (heterofiasis)<br />

CESTODA<br />

EUCESTODA<br />

Ciclophyllidae (adultos con cuatro ventosas en<br />

el escólex y rostelo con ganchos. Poro genital<br />

en las márgenes de las proglótidas. Huevos sin<br />

opérculos)<br />

Davaineidae (raillietiniasis)<br />

Dilepididae (dipilidiasis)<br />

Hymenolepididae (himenolepiasis)<br />

Mesocestoididae (mesocestoidiasis)<br />

Taeniidae (teniasis)<br />

Pseudophyllidae (escólex con botrias. Coracidio es<br />

un embrión ciliado)<br />

Diphyllobothrium (difilobotriasis)<br />

Spirometra (spirometriasis)<br />

NEMATODA (gusanos redondos)<br />

ADENOPHOREA<br />

ENOPLIA<br />

Trichocephalida<br />

Trichocephaloidea<br />

Trichuridae<br />

Capillaria (capilariasis)<br />

Trichuris (trichuriasis)<br />

Trichinellidae<br />

Trichinella (triquinosis)<br />

CLASE<br />

ORDEN<br />

Familia<br />

Géneros<br />

Familia<br />

Género<br />

Familia<br />

Géneros<br />

Familia<br />

Género<br />

ORDEN<br />

Familia<br />

Género<br />

ORDEN<br />

Familia<br />

Subfamilia<br />

Género<br />

Familia<br />

Subfamilia<br />

Género<br />

Subfamilia<br />

Género<br />

Familia<br />

Géneros<br />

ORDEN<br />

Superfamilia<br />

Familia<br />

PHYLUM<br />

CLASE<br />

ORDEN<br />

Familia<br />

Género<br />

Familia<br />

Género<br />

PHYLUM<br />

CLASE<br />

SUBCLASE<br />

ORDEN<br />

Familia<br />

Género<br />

SECERNENTEA<br />

Ascaridida<br />

Ascarididae<br />

Ascaris (ascariasis)<br />

Toxascaris (toxascariasis)<br />

Toxocaridae<br />

Toxocara (toxocariasis)<br />

Anisakidae<br />

Anisakis (anisakiasis)<br />

Pseudoterranova (Phocanema, Terranova,<br />

Porrocaecum)<br />

Contracaecum<br />

Hyterothylacium<br />

Oxyuridae<br />

Oxyurus (Oxiuriasis)<br />

Rhabditida<br />

Strongylididae<br />

Strongyloides (estrongiloidiasis)<br />

Strongylida<br />

Strongylidae<br />

Oesophagostominae<br />

Oesophagostomum (desofagostomiasis)<br />

Ancylostomidae<br />

Ancylostominae<br />

Ancylostoma (anquilostomiasis)<br />

Necatorinae<br />

Necator (necatoriasis)<br />

Trichostrongylidae<br />

Trichostrongylus (tricostrongiliasis)<br />

Haemonchus (haemonchiasis)<br />

Spirurida<br />

Filaroidea<br />

Filariidae (filariasis)<br />

ACANTOCEPHALA<br />

ARCHIACANTHOCEPHALA<br />

Moniliformida<br />

Moniliformidae<br />

Moniliformis (moniliformiasis)<br />

Oligacanthorhynchidae<br />

Macracanthorhynchus (macracantorinchiasis)<br />

ANNELIDA<br />

CLITELLATA<br />

HIRUDINEA<br />

Gnathobdellida<br />

Gnathobdellidae<br />

Hirudo (hirudiniasis)


CAPÍTULO 6 Metazoos 27<br />

Boca<br />

Ventosa<br />

Faringe<br />

Esófago<br />

Glándulas<br />

vitelinas<br />

AG<br />

BC<br />

C<br />

Intestino<br />

Pene<br />

Ventosa<br />

ventral<br />

Vesícula<br />

seminal<br />

Ovario<br />

Abertura<br />

genital<br />

Útero<br />

con huevos<br />

Conducto<br />

de Laurer<br />

VS<br />

P<br />

U<br />

O<br />

Testículos<br />

Células<br />

flamígeras<br />

Ootipo<br />

Vejiga<br />

Glándula<br />

de Mehlis<br />

Figura 6-1. Estructura de un digeneo.<br />

Receptáculo<br />

seminal<br />

V<br />

L<br />

G<br />

VD<br />

R<br />

bolsa se encuentran la vesícula seminal, las glándulas prostáticas<br />

y el cirro que se puede protruir. El aparato genital femenino<br />

está formado por un ovario y un oviducto que termina en<br />

una cámara pequeña: el ootipo. En ella se producen la fecundación<br />

y el desarrollo del huevo. Del ootipo sale el útero, que<br />

es un tubo largo, habitualmente con muchas circunvoluciones<br />

que terminan en el atrio genital, donde también desemboca el<br />

cirro.<br />

El poro genital permite la comunicación al exterior. Las<br />

glándulas vitelinas, anexas al aparato genital femenino, están<br />

ramificadas a ambos lados del cuerpo y se unen al ootipo por<br />

medio del conducto vitelino. Las glándulas de Mehlis que rodean<br />

al ootipo producen lipoproteínas para la cáscara del huevo<br />

y mucus para facilitar el transporte de ellos. En algunas especies<br />

S<br />

M<br />

Figura 6-2. Estructura del tegumento. CT, célula tegumentaria;<br />

M, musculatura; N, núcleo; S, sincicio.<br />

N<br />

CT<br />

T<br />

Figura 6-3. Esquema del aparato genital de un trematodo. Abreviaturas:<br />

AG, atrio genital; BC, bolsa de cirro; C, cirro; L, conducto de Laurer;<br />

O, ovario; P, próstata; R, receptáculo seminal; T, testículos; U, útero;<br />

V, glándulas vitelinas; VD, conducto vitelino; VS, vesícula seminal.<br />

el ootipo se comunica directamente al exterior por el conducto<br />

de Laurer, que actúa como vagina (figura 6-3).<br />

En general los huevos son operculados; presentan una<br />

capa externa gruesa y lisa que los protege. Salen al exterior<br />

por las heces o son eliminados por la vía respiratoria a través de<br />

la tos.<br />

El ciclo vital básico se inicia con el huevo fecundado que<br />

sale al exterior a través del atrio genital, por lo general con las<br />

heces del hospedero definitivo. Del huevo sale una primera larva<br />

llamada miracidio. En ciertas familias el huevo eclosiona en<br />

el medio ambiente, donde el miracidio busca al hospedero intermediario<br />

y penetra activamente en él. En otras familias el<br />

hospedero intermediario ingiere el huevo que contiene el miracidio,<br />

que es de forma ovoide y ciliado, y puede presentar manchas<br />

oculares que le permiten detectar cambios de luminosidad<br />

(fototactismo). Posee además una glándula apical cuya secreción<br />

disuelve los tejidos del hospedero intermediario para penetrar<br />

en éste. El primer hospedero intermediario es un molusco<br />

(por lo general de las clases Gastropoda o Bivalva). Dentro<br />

del molusco el miracidio se trasforma en esporoquiste y dentro<br />

de éste por reproducción asexuada de las masas genitales se desarrollan<br />

los esporoquistes hijos y las redias. Estas últimas se<br />

alimentan del hospedero y originan, junto a los esporoquistes<br />

hijos, a las cercarias. Esta segunda generación asexual es la que<br />

le da el nombre a la clase. Las cercarias son larvas que tienen


28 PARTE I Parasitología general<br />

HOSPEDERO<br />

DEFINITIVO<br />

Huevos<br />

Miracidios<br />

Metacercarias<br />

en plantas<br />

1ER. HOSPEDERO INTERMEDIARIO<br />

Miracidio<br />

I. Esporoquiste<br />

Esporoquiste<br />

II. Esporoquiste<br />

I Redias<br />

II Redias<br />

2DO. HOSPEDERO INTERMEDIARIO<br />

Metacercarias<br />

III Cercarias<br />

Ejemplos:<br />

Huevos-miracidios-esporoquiste, Redia I, Redia II-cercaria-metacercaria (en plantas o en el agua) forma adulta<br />

(Fasciola hepatica, Clonorchis sinensis).<br />

Huevos-miracidios: esporoquiste I, esporoquiste II, cercaria, metacercaria (en 2do. hospedero intermediario)<br />

forma adulta (Dicrocoelium dentriticum).<br />

Huevo-miracidios, esporoquiste, Redias (I y II), cercarias, metacercarias (en 2do. hospedero intermediario)<br />

Vg: Cangrejos, camarones, forma adulta (Paragonimus spp.).<br />

Figura 6-4. Ciclo vital de algunos parásitos digénicos del humano.<br />

aparato digestivo, ventosas y son las que abandonan el molusco.<br />

Las cercarias difieren según la forma de la cola, y la presencia<br />

de estiletes en la ventosa bucal. Algunas se enquistan en<br />

plantas acuáticas, otras nadan hasta alcanzar otro hospedero<br />

intermediario o el definitivo, según sea la especie del digeneo.<br />

Por tener ciclos complejos, existe gran mortalidad de las<br />

diferentes especies, lo que se compensa por la gran reproducción<br />

a nivel de los esporoquistes. Cuando las cercarias pierden<br />

su cola y se enquistan se denominan metacercarias, que son<br />

una réplica juvenil de la forma adulta. Por lo general el hospedero<br />

definitivo ingiere la metacercaria y en el intestino ésta se<br />

libera del quiste y migra a un órgano seleccionado, donde se<br />

transforma en adulto hemafrodita. 21 Una excepción de la regla<br />

la tiene la familia Schistosomatidae, en que las cercarias se introducen<br />

activamente a través de la piel, transformándose en<br />

esquistosómula que más tarde origina a los adultos que tienen<br />

sexos separados (figura 6-4). 22,23<br />

Los digeneos son importantes parásitos del humano. En el<br />

cuadro 6-2 se describen sus principales hospederos intermediarios,<br />

hospederos definitivos y las enfermedades que originan.<br />

Las trematodiasis pueden clasificarse en cuatro tipos según<br />

el microhábitat de parasitación ocupado por el trematodo adulto<br />

dentro del organismo del hospedero humano. Las trematodiasis<br />

humanas mayores incluyen: 1) la fascioliasis, clonorquiasis<br />

y opistorquiasis dentro de las hepáticas, las cuales se abordan en<br />

los capítulos 50, 51 y 52; 2) la paragonimiasis dentro de las<br />

pulmonares (véase capítulo 53); 3) la fasciolopsiasis dentro de<br />

las intestinales (véase capítulo 25), y 4) la esquistosomiasis o<br />

bilharziasis dentro de las que afectan al sistema circulatorio<br />

(véase capítulo 54, Esquistosomiasis por Schistosoma mansoni).<br />

Las trematodiasis intestinales menores se desarrollan en el capítulo<br />

37 y las trematodiasis tisulares menores en el capítulo 65,<br />

Otras parasitosis de los tejidos, sangre, vías urinarias y de localizaciones<br />

diversas.<br />

Clase Cestoda<br />

Generalidades<br />

Todos los organismos de esta clase son parásitos. Se caracterizan<br />

por ser aplanados dorsoventralmente, carecer de celoma<br />

(cavidad corporal) y de aparato digestivo. Su hábitat definitivo<br />

por lo general es el intestino o la vía biliar, y los estados larvarios<br />

se alojan en diferentes tejidos de los hospederos intermediarios.<br />

1,2,9<br />

Biología<br />

Las formas adultas se presentan como cintas que tienen tres<br />

partes: escólex, cuello y estróbila. El escólex está en el extremo<br />

anterior y presenta órganos de fijación que pueden ser ventosas,<br />

coronas de ganchos que pueden estar en el rostelo, estructura<br />

evaginable, o pueden corresponder a surcos musculares: botrias


CAPÍTULO 6 Metazoos 29<br />

Cuadro 6-2. Principales enfermedades producidas por digeneos del ser humano<br />

Parásito<br />

Cercarias de esquistosomas<br />

(Schistosomatidae)<br />

Clonorchis sinensis<br />

Dicrocoelium dendriticum<br />

Echinostoma spp.<br />

Hypoderacum conoideum<br />

Schistosoma mansoni<br />

S. japonicum<br />

S. haematobium<br />

S. intercalatum<br />

Fasciola hepatica<br />

F. gigantica<br />

Hospedero<br />

intermediario<br />

1) Caracoles<br />

2) Peces de agua dulce<br />

(Cyprinidae) o camarones<br />

1) Caracoles terrestres<br />

Cionella lubrica, Zebrina<br />

detrita, Helicilla candidula,<br />

Bradybaena y otras<br />

2) Hormigas del género<br />

Formica<br />

1) Caracoles<br />

2) Almejas, caracoles,<br />

renacuajos, peces<br />

Hospedero<br />

definitivo Enfermedad Área endémica<br />

Ser humano Dermatitis Cosmopolita<br />

Cerdos, perros, ser humano<br />

Ovinos, caprinos, perros,<br />

conejos, roedores y el ser<br />

humano<br />

Mamíferos incluido el ser<br />

humano<br />

Clonorchiasis (compromiso<br />

vía biliar)<br />

Dricoceliasis<br />

Diversos cuadros abdominales<br />

inespecíficos y<br />

compromiso de vía biliar<br />

Echinostomiasis (diversos<br />

cuadros abdominales,<br />

inespecíficos)<br />

1) Caracoles Mamíferos, ser humano Eschistosomiasis (manifestaciones<br />

hepáticas,<br />

intestinales y urinarias)<br />

1) Caracoles Rumiantes, ser humano Fascioliasis o distomatosis<br />

(compromiso hepático y de<br />

vía biliar)<br />

Fasciolopsis buski 1) Caracoles Cerdo, ser humano Fasciolopsiasis (cuadros<br />

abdominales)<br />

Gastrodiscoides hominis 1) Caracoles Cerdo, ratas, ser humano Gastrodiscoidiasis o anfistomiasis<br />

(manifestaciones<br />

intestinales)<br />

Heterophyes heterophyes<br />

Nanophyetus salmincola<br />

Opisthorchis viverrini<br />

O. felineus<br />

Amphimerus pseudofelineus<br />

Paragonimiasis africanus<br />

P. heterotremus<br />

P. kellicotti<br />

P. mexicanus<br />

P. miyazakii<br />

P. ohirai<br />

P. skrjabini<br />

P. uterobilateralis<br />

P. westermani<br />

1) Caracoles<br />

2) Peces<br />

1) Caracoles<br />

2) Peces<br />

1) Caracoles<br />

2) Peces<br />

1) Caracoles<br />

2) Cangrejos y camarones<br />

Vertebrados, ser humano<br />

Carnívoros, ser humano<br />

Carnívoros, ser humano<br />

Carnívoros, ser humano<br />

Heterofiasis (manifestaciones<br />

intestinales, cardiacas)<br />

Nanofieliasis (cuadros<br />

intestinales)<br />

Opistorchiasis (compromiso<br />

hepático y vía biliar)<br />

Paragonimiasis (compromiso<br />

pulmonar)<br />

Sudeste de Asia<br />

Cosmopolita en América,<br />

Brasil y Colombia<br />

Lejano Oriente<br />

África, Medio Oriente,<br />

América del Sur<br />

Cosmopolita<br />

Sudeste de Asia<br />

India, Filipinas<br />

Asia, España, Oriente<br />

América del Norte<br />

Laos, Tailandia, Vietnam<br />

Cosmopolita<br />

o botridios. Pueden existir mezclas de sistemas, por ejemplo,<br />

ventosa con ganchos de diversas formas y tamaños. A continuación<br />

del escólex sigue el cuello, de diferentes tamaños, que mediante<br />

la estrobilización, proceso de división y multiplicación<br />

asexuada, contiene células germinales indiferenciadas que originan<br />

las proglótides o proglótidas, segmentos reproductores<br />

que forman el cuerpo o estróbila del cestodo. Las proglótides<br />

se diferencian en inmaduras, maduras y grávidas, según


30 PARTE I Parasitología general<br />

Conducto<br />

deferente<br />

Útero<br />

Poro<br />

uterino<br />

Poro<br />

genital<br />

Vagina<br />

Abertura<br />

genital<br />

Vagina<br />

Ovario<br />

Útero<br />

Vitelario<br />

Ovarios<br />

Figura 6-5. Proglótides de Taenia.<br />

se vayan alejando del cuello y se desarrolle progresivamente el<br />

aparato genital. Cada proglótide tiene por lo menos un par de<br />

genitales; por consiguiente, son hermafroditas. Las proglótides<br />

grávidas son verdaderos sacos llenos de huevos que salen con<br />

las heces del hospedero. En ocasiones, las proglótides son eliminadas<br />

como un todo, pudiendo o no romperse en el intestino<br />

de los hospederos definitivos. El tamaño de la estróbila es variable,<br />

desde muy pocas proglótides a cientos de ellas (figura<br />

6-5). 9,11,23<br />

La estróbila está cubierta por una cutícula que presenta<br />

microvellosidades: los microtricos, que sirven para aumentar<br />

la superficie de absorción y mantenerse en el lumen intestinal<br />

del hospedero. Por dentro de la cutícula está el parénquima,<br />

tejido esponjoso que mantiene todos los órganos de cada proglótide<br />

y que comparte con todas las proglótides. También, por<br />

dentro de la cutícula existe una capa muscular que separa el<br />

parénquima en una zona cortical entre la cutícula y la capa<br />

muscular, y otra medular donde están el aparato reproductor,<br />

el sistema osmorregulador y troncos nerviosos. El sistema nervioso<br />

está formado por una masa ganglionar que está en el escólex,<br />

de la cual parten dos cordones que recorren la estróbila.<br />

El sistema osmorregulador está constituido por protonefridios<br />

(célula en llama o solenocitos), dos colectores ventrales y dos<br />

dorsales que recorren la estróbila. Los ventrales se unen transversalmente<br />

en la parte distal de cada proglótide. Estos colectores<br />

están unidos a tubos secundarios terminales que tienen en<br />

su extremo células en llama.<br />

El sistema reproductor está presente en cada proglótide y<br />

contiene los dos sexos. El aparato reproductor femenino está<br />

constituido por un ovario del cual sale un oviducto que desemboca<br />

en una cavidad, el ootipo. En éste desembocan además<br />

los conductos de las glándulas de Mehlis y el conducto de las<br />

glándulas vitelinas.<br />

La vagina se extiende desde el atrio genital (común a los<br />

dos sexos) hasta el ootipo. Cerca de éste se ensancha para formar<br />

el receptáculo seminal. Desde el ootipo sigue el útero, que<br />

puede ser un saco ciego o estar conectado al exterior por el poro<br />

genital. El aparato genital masculino está representado por varios<br />

testículos que se encuentran en el parénquima medular. De<br />

los testículos salen conductos eferentes que se unen para formar<br />

un conducto deferente común, que se conecta al cirro que<br />

se protruye y que está en la bolsa del cirro que se conecta con el<br />

poro genital común. 1<br />

Evolución<br />

El ciclo biológico de los cestodos es complejo por la existencia<br />

de diversos estados larvales o juveniles, denominados genéricamente<br />

como metacestodos, que se desarrollan en una gran variedad<br />

de hospederos intermediarios antes de alcanzar el estado<br />

adulto en el hospedero definitivo. De acuerdo con las características<br />

biológicas de los huevos, los ciclos biológicos de los cestodos<br />

se pueden dividir en dos grupos fundamentales.<br />

Los huevos del grupo I pertenecen al orden Cyclosphyllidea;<br />

24 son huevos embrionados e infectantes desde el momento<br />

de la postura. Del embrión emerge una larva, la oncosfera o<br />

hexacanto, que tiene ganchos con los cuales se abre camino a<br />

través del intestino del hospedero intermediario, donde termina<br />

su desarrollo como larva metacestodo, de las cuales hay tipos<br />

representativos importantes: cisticercoide, cisticerco, cenuro e<br />

hidátide. Mientras el cisticercoide es una larva sólida y con un<br />

escólex totalmente desarrollado en su interior, el cisticerco, larva<br />

de la familia Taenidae, es una formación vesicular llena de<br />

líquido, con un escólex invaginado e introvertido en su interior;<br />

8 el cenuro, forma larval de Taenia multiceps, T. serialis y T.<br />

brauni, presenta numerosos escólices invaginados que se han<br />

formado por yemación de la capa germinativa. Al igual que el<br />

cisticerco es una formación vesicular llena de líquido, la hidátide<br />

unilocular, multilocular o alveolar son larvas de los cestodos<br />

Echinococcus granulosus y E. multilocularis, formaciones vesiculares<br />

llenas de líquido que presentan yemaciones a partir de la<br />

capa germinativa con formación de vesículas prolígeras llenas<br />

de protoescólices; constan por lo general de dos capas, la germinativa<br />

y la cutícula; esta última habitualmente se rodea de<br />

una capa reaccional del hospedero, la adventicia, para originar<br />

el quiste hidatídico. La hidátide multilocular, larva del cestodo<br />

Echinococcus multilocularis, presenta yemaciones exógenas que<br />

van infiltrando los tejidos del hospedero (figura 6-6).


CAPÍTULO 6 Metazoos 31<br />

a)<br />

Procercoide<br />

Plerocercoide<br />

Cisticercoide<br />

b)<br />

Figura 6-6. Cysticercus cellulosae en encéfalo, sección cerebral.<br />

a) Vesícula parenquimatosa yuxtacortical con escólex delgado;<br />

b) nódulo subaracnoideo granulomatoso.<br />

Los huevos del grupo II corresponden a los Pseudophyllidea<br />

y algunas otras órdenes. Los embriones contenidos en los<br />

huevos no están desarrollados en el momento de su postura.<br />

Una vez eliminados al exterior del hospedero definitivo, deben<br />

desarrollarse en el ambiente externo (agua); después de un<br />

tiempo variable los huevos eclosionan, liberándose una larva<br />

microscópica rodeada de cilios, el coracidio, que nada libremente<br />

hasta ser ingerido por un crustáceo, hospedero intermediario,<br />

en el cual se aloja en el hemocele, constituyendo el procercoide,<br />

forma alargada que pierde los ganchos primitivos. El<br />

ciclo continúa cuando el crustáceo infectado con el procercoide<br />

es ingerido por el segundo hospedero intermediario, habitualmente<br />

un pez de agua dulce o salada, donde el procercoide<br />

atraviesa el tubo digestivo y se aloja en la cavidad celomática y<br />

en la musculatura, desarrollando los esbozos de las botrias,<br />

constituyendo el plerocercoide, forma infectante para el hospedero<br />

definitivo (figura 6-7).<br />

Botria<br />

Hidátide Cenuro Cisticerco<br />

Figura 6-8. Larvas de cestodos.<br />

A los plerocercoides del género Spirometra se les llama esparganos,<br />

que bajo ciertas condiciones pueden infectar al humano.<br />

Los cestodos son parásitos de vertebrados, pero habitualmente<br />

necesitan de invertebrados como hospederos intermediarios.<br />

Un ciclo vital básico está constituido por una oncosfera<br />

que sale del huevo, un cisticerco o un plerocercoide como estadio<br />

intermediario; puede también ser una hidátide o un cenuro<br />

y luego el adulto en el hospedero definitivo. Si bien los ejemplares<br />

adultos originan patología en el humano, mucho más<br />

grave es cuando el humano constituye el hospedero intermediario<br />

de algunos cestodos, por ejemplo, hidátide, cisticerco,<br />

plerocercoide, cenuro, etc. Estas larvas pueden afectar órganos<br />

importantes, como cerebro (cisticercosis, cenuriasis), hígado y<br />

pulmones (hidatidosis) o la piel, provocando además reacciones<br />

de hipersensibilidad que pueden poner en riesgo la vida del<br />

paciente (eparganosis) (figura 6-8). 5,28,29,31<br />

Los principales cestodos parásitos del hombre, sus hospederos<br />

y las enfermedades que originan se describen en el cuadro<br />

6-3 y la figura 6-9 a-e.<br />

Phylum Nematoda<br />

(gusanos redondos)<br />

Figura 6-7. Plerocercoide de Diphyllobothrium latum.<br />

Los nematodos son el phylum más numeroso de los helmintos<br />

seudocelómicos. Se han descrito más de 12 000 especies, algunos<br />

de vida libre que se desarrollan en la tierra, agua dulce o<br />

salada y otros parásitos de plantas y animales, incluyendo al<br />

humano.<br />

Presentan una simetría radical bilateral del cuerpo, que es<br />

no segmentado y está cubierto por una cutícula formada por la


32 PARTE I Parasitología general<br />

Cuadro 6-3. Hospederos y enfermedades originadas por los principales cestodos parásitos del hombre<br />

Parásito<br />

Bertiella studeri<br />

B. mucronata<br />

Cenuros de Taenia multiceps,<br />

T. serialis y T. brauni<br />

Cisticercos de Taenia<br />

solium<br />

Diphyllobothrium latum,<br />

D. pacificum<br />

D. dendriticum<br />

D. nihonkaiense<br />

Diphyllobothrium spp.<br />

Hospedero<br />

definitivo<br />

Hospedero<br />

Intermediario Enfermedad Área endémica<br />

Primates, hombre Ácaros Bertieliasis África, España, EUA<br />

Cánidos Herbívoros, hombre Cenurosis (compromiso<br />

cerebral)<br />

Hombre (teniasis por<br />

T. solium)<br />

Hombre<br />

Cerdo, hombre<br />

1) Copépodos<br />

2) Peces<br />

Cisticercosis (subcutánea<br />

y del SNC)<br />

Difilobotriasis (compromiso<br />

tubo digestivo y anemia<br />

tipo pernicioso, sólo por<br />

D. latum)<br />

Dypilidium caninum Perro y otros cánidos Pulgas, piojos Dipilidiasis (niños: síntomas<br />

digestivos inespecíficos)<br />

Hidátide de:<br />

Echinococcus granulosus<br />

E. multilocularis<br />

E. vogeli<br />

E. oligarthus<br />

Taenia solium<br />

T. saginata<br />

T. asiatica<br />

Perros y otros cánidos<br />

Bovinos, ovinos, porcinos,<br />

equinos, asnos, camélidos,<br />

otros mamíferos y el<br />

hombre<br />

Hidatidosis (hepática, pulmonar,<br />

SNC, ósea, etc.)<br />

Hombre Cerdos, bovinos, hombre Teniasis (síntomas digestivo,<br />

alérgicos, del SNC y<br />

generales)<br />

Africa, América del Sur<br />

Cosmopolita<br />

Cosmopolita<br />

Cosmopolita<br />

Cosmopolita<br />

Cosmopolita<br />

Hymenolepis nana Roedores y hombre Roedores y hombre Himenolepiasis (compromiso<br />

Cosmopolita<br />

del tubo digestivo)<br />

Inermicapsifer madagascariensis<br />

Roedores, hombre ¿Artrópodos? Inermicapsiferiasis África, Caribe<br />

Mesocestoides lineatus,<br />

M. variabilis<br />

Carnívoro<br />

Hombre<br />

1) Artrópodos<br />

2) Roedores<br />

Mesocestodiasis<br />

América Central, África,<br />

Asia, Europa<br />

hipodermis que se desprende durante las mudas (ecdisis). La<br />

característica principal de estos metazoos es presentar un cuerpo<br />

cilíndrico con un sistema digestivo completo. La cavidad<br />

seudocelomática del cuerpo de las formas adultas contiene<br />

el sistema reproductor, digestivo, nervioso y excretor. No tienen<br />

sistema circulatorio ni respiratorio. Por lo general son dioicos<br />

y muchos tienen dimorfismo sexual, siendo los machos<br />

más pequeños que las hembras. Por debajo de la cutícula que<br />

las envuelve están la hipodermis y las capas musculares. La cutícula<br />

con el aparato muscular y el seudoceloma con hemolinfa<br />

funcionan como un esqueleto hidrostático que permite los<br />

movimientos de los vermes. Muchas especies presentan sobre la<br />

cutícula un glucocáliz, constituido por carbohidratos producidos<br />

por secreciones glandulares. Esta capa superficial adosada o<br />

separada escasamente de la cutícula tiene un papel importante<br />

en la evasión de la respuesta inmune del hospedero. El tamaño<br />

de los nematodos fluctúa entre 0.15 mm, hasta 100 cm o más<br />

en los parásitos humanos Dracunculus medinensis y Dioctophyma<br />

renale y 8.5 m en Placentonema gigantissimum, gusano encontrado<br />

en la placenta de ballenas. 9<br />

Biología<br />

Por lo general son incoloros o transparentes; con frecuencia el<br />

contenido intestinal les da el color. La mayoría son fusiformes,<br />

alargados, con sección transversal circular, aunque existen filiformes<br />

y piriformes.<br />

En los nematodos la epidermis se denomina hipodermis<br />

por estar debajo de la cutícula. Esta capa deriva del ectoderma<br />

y está formada por un sincicio que secreta una lámina proteica:<br />

la cutícula. La hipodermis se ubica entre la cutícula y el seudoceloma.<br />

La cutícula consta de dos capas: la epicutícula y la cutícula<br />

propiamente dicha. La epicutícula tiene una estructura<br />

laminar de 6 a 40 mm; por debajo de ella está la cutícula, que<br />

tiene tres partes: la cortical, la media y la basal. La capa cortical<br />

tiene poros que llegan a la capa media y que sirven para el<br />

transporte de sustancias y como soporte esquelético. La capa<br />

media tiene fibrillas, líquidos o cuerpos globulares. La capa basal<br />

tiene fibras colágenas paralelas y entrecruzadas que tienen<br />

una dirección distinta del eje longitudinal del verme, constituyendo<br />

parte del esqueleto de los nematodos.


CAPÍTULO 6 Metazoos 33<br />

Humano<br />

Peces<br />

Humano<br />

Intestino<br />

Intestino Adultos<br />

Proglótides<br />

+<br />

Huevos<br />

Plerocercoide<br />

Adultos<br />

Huevos<br />

Agua<br />

Huevos<br />

Copépodos<br />

Plerocercoide<br />

Vellosidad<br />

intestinal<br />

Larva hexacanto<br />

Coracidio Coracidio Oncosfera<br />

Cisticercoide<br />

a)<br />

b)<br />

Humano<br />

Perro<br />

Intestino<br />

Recto<br />

Adultos<br />

Proglótides<br />

+<br />

Huevos<br />

Suelos<br />

Proglótides<br />

+<br />

Huevos<br />

Intestino Adultos<br />

Recto<br />

Huevos<br />

Suelos<br />

Huevos<br />

Vacunos<br />

Humano y artiodáctilos<br />

Músculos<br />

y órganos<br />

Cisticerco<br />

Órganos<br />

Hidátides<br />

Intestino<br />

Larva hexacanto<br />

c) d)<br />

Intestino<br />

Larva hexacanto<br />

Humano<br />

Músculos<br />

y órganos<br />

(cerebro)<br />

Intestino<br />

Cisticerco<br />

Larva hexacanto<br />

Humano<br />

Intestino Adultos<br />

Recto Proglótides<br />

+<br />

Huevos<br />

Suelos<br />

Proglótides<br />

+<br />

Huevos<br />

Cerdos<br />

Músculos<br />

y órganos<br />

Cisticerco<br />

e)<br />

Intestino<br />

Larva hexacanto<br />

Figura 6-9. Esquema de ciclos evolutivos de: a) Diphyllobothrium latum; b) Hymenolepis nana; c) Taenia saginata; d) Echinococcus granulosus<br />

y e) Taenia solium.


34 PARTE I Parasitología general<br />

La cutícula recubre también parte de la boca, esófago,<br />

cloaca, intestino, vagina y poro excretor. Bajo el microscopio se<br />

pueden observar en ella poros, espinas, surcos, papilas, dientes<br />

y expansiones.<br />

Las capas musculares están formadas por células con fibras<br />

estriadas contráctiles y células afibrilares nucleadas conectadas<br />

a los troncos nerviosos. En relación con la musculatura, los<br />

nematodos se pueden clasificar en polimiarios (muchos grupos<br />

de células musculares al corte transversal), por ejemplo,<br />

Ascaris lumbricoides, meromiarios (pocos grupos de células<br />

musculares) al corte transversal, por ejemplo, Enterobius vermicularis,<br />

uncinarias (figura 6-10 c). El seudoceloma es la cavidad<br />

donde se encuentran las vísceras suspendidas en la hemolinfa.<br />

Esta última contiene glucosa, proteínas, minerales y ácido<br />

ascórbico, entre otros.<br />

El tubo digestivo se inicia en la boca. La estructura básica<br />

del orificio bucal presenta sus labios con dos papilas cada uno.<br />

Dentro de la boca pueden existir ganchos, dientes y placas (figura<br />

6-11). Después de la boca se ubica el esófago (o faringe),<br />

estructura musculoglandular con tres glándulas digestivas intercaladas<br />

entre los músculos: una dorsal, que se abre a la boca,<br />

y dos laterales, que se abren a zonas subventrales. Su función es<br />

de succión. Existen cinco tipos de esófagos que sirven para el<br />

diagnóstico de las larvas y de los adultos: claviforme, en forma<br />

de clave (Ancylostoma); rabditoide (Strongyloides stercoralis),<br />

que presenta dos dilataciones o bulbos, uno anterior y otro posterior;<br />

filaroide, alargado, delgado y cilíndrico (Strongyloides<br />

stercoralis); oxiuriforme, que tiene una dilatación posterior o<br />

bulbo posterior (Enterobius vermicularis) y tricurifome, delgado,<br />

constituido por células que se apilan y que están perforadas<br />

en el centro, formando el canal esofágico (Trichuris trichiura).<br />

El esófago se continúa con el intestino; entre ambos está la válvula<br />

esofágico-intestinal. El intestino es un tubo sin músculos<br />

con un epitelio que forma microvellosidades y que está adosado<br />

a una membrana basal. El tercio anterior tiene enzimas digestivas<br />

y la sección media y posterior cumple funciones de absorción<br />

y digestión intracelular; además, constituye el almacén de<br />

reserva y desecho.<br />

El sistema nervioso está formado por el anillo circunfaríngeo,<br />

con un ganglio dorsal, uno ventral y dos laterales. De este<br />

anillo salen nervios cefálicos, posterolaterales y los cordones<br />

longitudinales, dorsales, ventrales y laterales. En la región anal<br />

hay otro anillo, el pericloacal. En los nervios encefálicos existen<br />

neuronas sensoriales. Las neuronas motoras se ubican en el cordón<br />

ventral. Los órganos sensoriales son papilas situadas en los<br />

extremos del cuerpo que por lo general presentan cilios modificados<br />

con terminaciones nerviosas. Algunos tienen fasmidios<br />

con un solo cilio. Los hay de dos tipos: con quimiorreceptores<br />

y con glándulas excretoras. Otros tienen anfidios simples.<br />

El sistema excretor más frecuente tiene forma de H, con<br />

dos tubos laterales unidos por otro transversal en la región interior.<br />

Numerosos canalículos conectan con estos tubos laterales.<br />

A su vez, el conducto transversal termina en el poro excretor<br />

ubicado en la región cefálica del verme. La función principal<br />

Boca y<br />

labios<br />

Anillo<br />

nervioso<br />

Bulbo<br />

faríngeo<br />

Ovario<br />

Intestino<br />

Cutícula<br />

Seudoceloma<br />

Músculo dilatador<br />

del ano<br />

a)<br />

Faringe<br />

Glándula<br />

excretora<br />

Vagina<br />

Útero<br />

Ano<br />

Testículo<br />

Espícula<br />

Cutícula<br />

Hipodermis<br />

Nervio dorsal<br />

Ovario<br />

Músculo<br />

Deferente<br />

Intestino<br />

b)<br />

Vesícula<br />

seminal<br />

glandular Deferente<br />

muscular<br />

Bolsa<br />

copuladora<br />

c)<br />

Canal<br />

excretor<br />

Útero<br />

Nervio<br />

ventral<br />

Figura 6-10. a) Esquema de una hembra de nematodo; b) esquema del aparato genital del macho; c )corte histológico transversal de Ascaris<br />

lumbricoides.


CAPÍTULO 6 Metazoos 35<br />

d)<br />

a)<br />

e)<br />

Figura 6-11. Extremidad cefálica de algunos nematodos.<br />

a) Ancylostoma caninum; b) Haemonchus sp; c) Brugia sp;<br />

d) Necator sp; e) Trichostrongylus; f) Strongylus; g) Gnathostoma;<br />

h) Cyathostomum; i) Onchocerca.<br />

de este sistema es la osmorregulación y secreción, secundariamente<br />

la excreción.<br />

Por lo general son animales dioicos, aunque existen hermafroditas<br />

y partenogénicos. El aparato genital femenino es<br />

tubular y par; el poro genital u ovoyector se ubica generalmente<br />

en la región ventral cerca de la mitad del cuerpo. El útero<br />

también es tubular; en él se originan los huevos que posteriormente<br />

pasan a la vagina. El poro genital masculino se ubica<br />

cerca del recto, constituyendo una cloaca; en esta estructura los<br />

machos presentan elementos cuticulares resistentes, las espículas.<br />

El aparato reproductor masculino consta de testículos, vesícula<br />

seminal, vaso deferente y conducto eyaculador que termina<br />

en la cloaca. Tanto el vaso deferente como el conducto<br />

eyaculador pueden conectarse a glándulas prostáticas. Las espículas<br />

formadas en el saco dorsal de la cloaca y la bolsa epicular<br />

son los elementos copuladores que tienen diferente tamaño y<br />

grosor en las diferentes especies. Presentan un eje central citoplasmático<br />

que tiene terminaciones nerviosas, rodeado de material<br />

cuticular. Se mantiene en posición desde la cloaca por<br />

músculos retractores y eyectores. El gubernaculum, órgano<br />

accesorio de la espícula, le permite orientarse y deslizarse. En<br />

b)<br />

f)<br />

g)<br />

c)<br />

h)<br />

i)<br />

a)<br />

algunos grupos de nematodos existe una bolsa genital que tiene<br />

una función táctil y fijadora durante la cópula. Está formada<br />

por una expansión cuticular membranosa con elementos neuromusculares<br />

llamados costillas (figura 6-10, a y b).<br />

Los huevos están constituidos por una masa multinucleada<br />

rodeada de vitelo. En su envoltura se distinguen tres capas:<br />

1) interna, vitelina, de naturaleza lipídica; 2) la media o cubierta<br />

verdadera, y 3) la capa externa translúcida, de estructura proteica.<br />

De acuerdo con su evolución, los nematodos se dividen<br />

en monoxenos y heteroxenos. En los monoxenos hay dos tipos<br />

de huevos: 1) los huevos pueden no eclosionar en el medio exterior<br />

y el humano se infecta al ingerir huevos larvados infectantes,<br />

por ejemplo, huevos de Ascaris lumbricoides, Trichuris<br />

trichiura. Es importante señalar que en el momento de la postura<br />

los huevos pueden no estar segmentados. 2) Los huevos<br />

eclosionan en el medio exterior y el humano se infecta por la<br />

penetración activa de larvas infectantes: anquilostómidos.<br />

En los ciclos heteroxenos, las larvas infectantes están en la<br />

sangre de las personas infectadas, y son ingeridas por un mosquito<br />

vector. Después de desarrollarse pueden infectar a otro<br />

hospedero, por ejemplo: Wuchereria bancrofti.<br />

En general el desarrollo de los nematodos comprende cuatro<br />

estadios larvales y el estado adulto. En cada etapa el helminto<br />

crece y cambia de cutícula. Esta última forma papilas<br />

alrededor de la boca en los anfidios, y en el extremo posterior<br />

en los fasmidios, que tienen importancia en la clasificación de<br />

los helmintos (figura 6-12). 11,16<br />

En el cuadro 6-4 se describen las características generales<br />

de los ciclos biológicos de los principales nematodos del humano<br />

y de algunos de escasa frecuencia.<br />

Se ha demostrado en los últimos años que algunos nematodos<br />

parásitos pueden presentar un efecto beneficioso al modular<br />

la respuesta Th1 y Th2. 7 Así, por ejemplo, al infectar a personas<br />

con colitis ulcerosa con Trichuris suis, que no cumple un ciclo<br />

en el humano (pero sí lo infecta), mejora la colitis ulcerosa.<br />

Phylum Acantocephala<br />

(acanthus espina,<br />

kephale cabeza)<br />

Se han encontrado coprolitos de animales de más de 9 000<br />

años con huevos de acantocéfalos. El phylum acantocéfalo tiene<br />

tres clases u órdenes: Archiacanthocephala, Eoacanthocephala<br />

y Palaeacanthocephala. De acuerdo con el análisis del 18S<br />

DNA ribosómico y sus secuencias, se piensa que derivan de<br />

parásitos de artrópodos.<br />

Los acantocéfalos constituyen un phylum de helmintos<br />

de parásitos caracterizados por presentar una probóscide con<br />

espinas, ganchos o ambos elementos que les permite fijarse a<br />

la mucosa intestinal de los hospederos definitivos (figura<br />

6-13). 12,15,18<br />

Tienen un ciclo vital complejo que incluye invertebrados,<br />

peces, anfibios, pájaros y mamíferos. Hasta la fecha se han des-


36 PARTE I Parasitología general<br />

Cuadro 6-4. Características generales del ciclo biológico de los principales nematodos del humano<br />

Parásito<br />

Hospedero<br />

intermediario<br />

o vector biológico<br />

Mecanismos<br />

de transmisión<br />

Ciclo<br />

en el hospedero<br />

definitivo<br />

Huevos o larvas<br />

Distribución<br />

geográfica<br />

Ascaris lumbricoides<br />

Ingestión de huevos<br />

larvados<br />

Ciclo de Looss<br />

(larvas), adulto en<br />

intestino delgado<br />

Huevos eliminados<br />

por las heces<br />

Cosmopolita<br />

Trichuris trichiura<br />

Ingestión de huevos<br />

larvados<br />

Gusanos adultos en<br />

intestino grueso<br />

Huevos eliminados<br />

por las heces<br />

Cosmopolita<br />

Ancylostoma<br />

duodenale<br />

Necator americanus<br />

Penetración activa de<br />

las larvas infectantes<br />

a través de la piel y/o<br />

por vía oral<br />

(A. duodenale)<br />

Ciclo de Looss,<br />

(larvas), vermes<br />

adultas en intestino<br />

delgado<br />

Huevos eliminados<br />

por las heces<br />

Cosmopolita<br />

Strongyloides<br />

stercoralis<br />

Penetración activa de<br />

larvas infectantes<br />

Ciclo de Looss<br />

(larvas), adultos en<br />

intestino delgado<br />

Eliminación de larvas<br />

por heces<br />

Cosmopolita<br />

Enterobius<br />

vermicularis<br />

Ingestión de huevos<br />

larvados<br />

Adultos en intestino<br />

grueso (ciego)<br />

Huevos depositados<br />

en la región perianal<br />

Cosmopolita<br />

Wuchereria bancrofti<br />

Zancudos de los<br />

géneros Anopheles,<br />

Culex y Aedes<br />

Penetración de larva<br />

(a través de la piel)<br />

por la picadura del<br />

vector biológico<br />

Gusanos adultos en<br />

vasos linfáticos<br />

Microfilarias en la<br />

sangre<br />

África subsahariana,<br />

este de Asia, India,<br />

China, América<br />

Central, Medio y<br />

Extremo Oriente<br />

Brugia malayi<br />

Zancudos de los<br />

géneros Anopheles y<br />

Mansonia<br />

Penetración de<br />

larvas a través de la<br />

piel por picadura de<br />

mosquitos infectados<br />

Gusanos adultos en<br />

vasos linfáticos<br />

Microfilarias en la<br />

sangre<br />

Sudeste de Asia,<br />

China, Sudcorea,<br />

Filipinas, Vietnam<br />

Brugia timori<br />

Zancudos del género<br />

Anopheles<br />

Penetración de<br />

larvas a través de la<br />

piel por picadura de<br />

mosquitos infectados<br />

Gusanos adultos en<br />

vasos linfáticos<br />

Microfilarias en la<br />

sangre<br />

Islas Sonda, Indonesia<br />

Onchocerca volvulus<br />

Moscas hematófagas<br />

del género Simulium<br />

Penetración de la<br />

piel por picadura del<br />

vector infectado<br />

Gusanos adultos<br />

en el tejido celular<br />

subcutáneo<br />

Microfilarias en la piel,<br />

ganglios linfáticos y<br />

tejidos conectivos<br />

África Central<br />

y Occidental,<br />

Centroamérica<br />

Loa loa<br />

Moscas hematófagas<br />

del género Chrysopss<br />

Penetración de larva<br />

a través de la piel por<br />

picadura del insecto<br />

vector infectado<br />

Gusanos adultos<br />

en el tejido celular<br />

subcutáneo<br />

Microfilarias en la<br />

sangre<br />

África Central y<br />

Occidental<br />

Dracunculus<br />

medinensis<br />

Crustáceos del género<br />

Cyclops<br />

Ingestión de agua con<br />

Cyclops infectados<br />

Gusanos adultos<br />

en el tejido celular<br />

subcutáneo<br />

Larvas eliminadas en<br />

el agua<br />

África subsahariana,<br />

subcontinente<br />

Indio, Medio Oriente,<br />

Sudamérica<br />

Mansonella ozzardi<br />

Moscas hematófagas<br />

de las familias<br />

Simulium y Culicoides<br />

Penetración de larvas<br />

a través de la piel por<br />

picadura del insecto<br />

vector infectado<br />

Gusanos adultos en<br />

cavidad peritoneal<br />

Microfilarias en la<br />

sangre<br />

Región tropical<br />

y subtropical de<br />

América<br />

Mansonella perstans<br />

Moscas hematófagas<br />

de la familia<br />

Culicoides<br />

Penetración de larvas<br />

a través de la piel por<br />

picadura del insecto<br />

vector infectado<br />

Gusanos adultos en<br />

cavidades serosas:<br />

peritoneo, pleura,<br />

pericardio, sinovial<br />

Microfilarias en la<br />

sangre y serosas<br />

África continental y<br />

América<br />

(continúa)


CAPÍTULO 6 Metazoos 37<br />

Cuadro 6-4. Características generales del ciclo biológico de los principales nematodos del humano (Continuación)<br />

Parásito<br />

Hospedero<br />

intermediario<br />

o vector biológico<br />

Mecanismos<br />

de transmisión<br />

Ciclo<br />

en el hospedero<br />

definitivo<br />

Huevos o larvas<br />

Distribución<br />

geográfica<br />

Mansonella<br />

streptocerca<br />

Moscas hematófagas<br />

de la familia<br />

Culicoides<br />

Penetración de larvas<br />

a través de la piel por<br />

picadura del insecto<br />

vector infectado<br />

Gusanos adultos<br />

en tejido celular<br />

subcutáneo<br />

Microfilarias en la piel,<br />

tejido conectivo<br />

África Occidental<br />

Trichinella spiralis<br />

Trichinella<br />

pseudospiralis<br />

Ingestión de carne<br />

infectada con larvas,<br />

cruda o mal cocida de<br />

cerdo, oso, foca, etc.<br />

Gusano adulto en el<br />

intestino<br />

Larva en el músculo<br />

estriado<br />

Cosmopolita<br />

Trichinella nativa<br />

Ingestión de carne<br />

infectada de oso,<br />

morsa y jabalí<br />

Gusano adulto en el<br />

intestino<br />

Larva en el músculo<br />

estriado<br />

Ártico y áreas<br />

subárticas de América,<br />

Europa y Asia<br />

Trichinella britovi<br />

Ingestión de carne<br />

infectada de zorro<br />

rojo, chacales,<br />

caballos y cerdos<br />

domésticos<br />

Gusano adulto en el<br />

intestino<br />

Larva en el músculo<br />

estriado<br />

Paleártico, norte y<br />

oeste de África<br />

Trichinella murrelli<br />

Ingestión de carne<br />

infectada de oso negro<br />

y de caballos<br />

Gusano adulto en el<br />

intestino<br />

Larva en músculo<br />

estriado<br />

EUA y Canadá<br />

Trichinella nelsoni<br />

Ingestión de carne<br />

infectada de jabalí y<br />

cerdo silvestre<br />

Gusano adulto en el<br />

intestino<br />

Larva en músculo<br />

estriado<br />

África del Este<br />

Trichinella papuae<br />

Ingestión de carne<br />

infectada con larvas<br />

de tortugas y lagartos<br />

Gusano adulto en el<br />

intestino<br />

Larvas en músculo<br />

estriado<br />

Papúa Nueva Guinea<br />

Trichostrongylus spp.<br />

Ingestión de larvas<br />

(L3)<br />

Intestino delgado<br />

Huevos, se eliminan<br />

por heces<br />

Cosmopolita<br />

Haemonchus<br />

contortus<br />

Ingestión de larvas<br />

(L3)<br />

Abomaso de<br />

rumiantes.<br />

Intestino delgado<br />

Huevos se eliminan<br />

por heces<br />

Cosmopolita<br />

Capillaria hepatica<br />

Ingestión de huevos<br />

larvados<br />

Hígado (adultos y<br />

huevos)<br />

Huevos se eliminan<br />

por heces<br />

Cosmopolita<br />

Capillaria<br />

philippinensis<br />

Peces con larvas<br />

en musculatura<br />

Ingestión de peces<br />

crudos o mal cocidos<br />

Intestino delgado<br />

Huevos se eliminan<br />

por heces<br />

Cosmopolita<br />

Capillaria aerophila<br />

Ingestión de huevos<br />

larvados<br />

Epitelio bronquial<br />

Huevos se eliminan<br />

por heces una vez que<br />

han sido tosidos y<br />

tragados<br />

Cosmopolita<br />

Anisakis simplex<br />

Anisakis spp.<br />

Pseudoterranova spp.<br />

1. Crustáceos<br />

2. Peces o<br />

cefalópodos<br />

Ingestión de peces<br />

o cefalópodos<br />

(marinos) crudos o<br />

mal cocidos*<br />

Pared gástrica<br />

Huevos eliminados<br />

por las heces del<br />

mamífero marino<br />

Cosmopolita (más<br />

frecuente en Asia)<br />

Lagochilascaris spp.<br />

L. minor<br />

No se conocen<br />

hospederos<br />

intermediarios<br />

Ingestión de roedores<br />

silvestres con larvas<br />

infectantes<br />

Tejido celular<br />

subcutáneo de región<br />

cervical, mastoideo y<br />

rinoorofaríngea, senos<br />

perinasales, oído<br />

medio<br />

Huevos larvados (L3<br />

y L4) en tejido celular<br />

subcutáneo<br />

México, Costa Rica,<br />

Venezuela, Colombia,<br />

Trinidad y Tobago,<br />

Surinam, Brasil<br />

(continúa)


38 PARTE I Parasitología general<br />

Cuadro 6-4. Características generales del ciclo biológico de los principales nematodos del humano (Continuación)<br />

Parásito<br />

Hospedero<br />

intermediario<br />

o vector biológico<br />

Mecanismos<br />

de transmisión<br />

Ciclo<br />

en el hospedero<br />

definitivo<br />

Huevos o larvas<br />

Distribución<br />

geográfica<br />

Gnathostoma<br />

spinigerum<br />

1. Crustáceos Cyclops<br />

2. Ranas, peces,<br />

serpientes**<br />

Ingestión de carne<br />

cruda de ranas, peces<br />

o serpientes<br />

Estómago<br />

(granulomas en<br />

carnívoros)<br />

Los huevos se<br />

eliminan con las<br />

heces<br />

Asia Sudoriental,<br />

Tailandia, China,<br />

Japón, India, Israel,<br />

Filipinas, Ecuador<br />

Oesophagostomum<br />

bifurcatum<br />

Oesophagostomum<br />

aculeatum<br />

Oesophagostomum<br />

stephanostomum<br />

Ingestión de larvas<br />

infectantes<br />

Intestino grueso<br />

(granulomas)<br />

Huevos eliminados<br />

con las heces<br />

África: Ghana, Togo,<br />

Zaire<br />

Dioctophyma renale<br />

1. Sanguijuelas<br />

(L2-L3)<br />

2. Hospederos<br />

paraténicos (ranas,<br />

peces)<br />

Ingestión de carne<br />

de ranas o de<br />

peces crudos o mal<br />

cocidos (humano y/o<br />

mamíferos carnívoros<br />

o ictiófagos) y/o<br />

sanguijuelas<br />

(carnívoras) o<br />

ictiófagos<br />

Pelvis renal<br />

(carnívoros silvestres,<br />

por accidente,<br />

humano)<br />

Huevos se eliminan<br />

por la orina<br />

Cosmopolita<br />

Physaloptera<br />

caucasica<br />

1. Cucarachas,<br />

escarabajos<br />

Ingestión de<br />

cucarachas o<br />

escarabajos<br />

Intestino delgado<br />

Huevos eliminados<br />

por las heces<br />

África tropical, Brasil,<br />

India, Israel, Chile<br />

* El humano es un hospedero aberrante, ya que alberga larvas (L3) al igual las larvas L3 de los peces marinos y los cefalópodos crudos infectados que ingirió.<br />

** El humano es un hospedero aberrante que se infecta al ingerir carne cruda de peces, ranas y serpientes con larvas (L2, L3) y en él se mantienen esas larvas.<br />

crito cerca de 1 150 especies. Las que pueden infectar al humano<br />

son Macracanthorhynchus hirudinaceus y Moniliformis moniliformis.<br />

3,4,6 Los adultos tienen dimorfismo sexual y presentan tres<br />

partes: probóscide, cuello y tronco. La probóscide es retráctil y<br />

está cubierta de espinas, ganchos o ambos, junto con el cuello<br />

y las prolongaciones acintadas del tegumento que van desde la<br />

base del cuello hasta el seudoceloma, constituyendo parte del<br />

praesoma. Los acantocéfalos de cuello corto por lo general corresponden<br />

a formas que no perforan el tubo digestivo de los<br />

hospederos definitivos; los que tienen un cuello largo corresponden<br />

a los acantocéfalos perforantes. El tronco o metasoma está<br />

recubierto por un tegumento; presenta una cavidad o seudoceloma<br />

donde se ubica el aparato genital masculino o femenino. 12<br />

El hábitat de las formas adultas de M. hirudinaceus y<br />

M. moniliformis es el intestino de cerdos y otros suinos y de<br />

roedores, respectivamente. 10,20,26,32 El humano puede infectarse,<br />

constituyendo un accidente del ciclo vital, ya que corta el<br />

ciclo epidemiológico. En el hospedero definitivo las hembras<br />

colocan huevos embrionados que contaminan el suelo. Según<br />

las condiciones ambientales, en el interior del huevo se desarrolla<br />

una larva, el acantor. Cuando las larvas de artrópodos ingieren<br />

huevos con acantor, éste sale del huevo y con sus pequeños<br />

ganchos rompe la pared intestinal del artrópodo y cae a la hemolinfa,<br />

donde se alimenta y desarrolla. Entre 5 y 20 días se<br />

constituye la acantela, forma juvenil que después de transformaciones<br />

en un periodo variable presenta todas las estructuras<br />

de las formas adultas, constituyendo el cistacanto, forma juvenil<br />

infectante para el hospedero definitivo. Diferentes mamíferos<br />

vertebrados pueden ingerir los artrópodos infectados con<br />

cistacantos, pero como no son los hospederos definitivos, pasan<br />

a ser hospederos paraténicos, es decir, simples transportadores<br />

en los cuales el cistacanto no experimenta ningún desarrollo.<br />

Cuando un hospedero definitivo ingiere un hospedero paraténico<br />

que alberga al cistacanto, en su tubo digestivo se desarrolla<br />

la acantocefaliasis. Por lo general los hospederos definitivos habituales,<br />

y excepcionalmente el hombre, se infectan al ingerir<br />

escarabajos infectados con cistacantos (M. hirudinaceus) o cucarachas<br />

infectadas. Esto puede suceder por accidente, especialmente<br />

en niños, o por hábitos alimentarios (países asiáticos) o<br />

por efectos medicinales (figura 6-14).<br />

La macrocantosis y la moniliformiasis se tratan en el capítulo<br />

37, Otras parasitosis del tubo digestivo.<br />

Phylum Annelida<br />

Los anélidos son un grupo de metazoos con simetría bilateral<br />

caracterizados por una división del cuerpo en segmentos o metámeros;<br />

por lo general la segmentación externa corresponde a<br />

la organización metamérica. Los hirudíneos presentan múltiples<br />

anillos cutáneos. El celoma está cubierto con tejido meso-


CAPÍTULO 6 Metazoos 39<br />

6<br />

a)<br />

L 4<br />

L<br />

b)<br />

1<br />

2<br />

L 1<br />

dérmico y contiene líquido celomático. La pared del cuerpo<br />

presenta un aparato musculocutáneo que es su órgano de locomoción.<br />

El aparato excretor comprende nefridios, un par por<br />

metámero y se inicia en un aparato ciliado en forma de embudo<br />

que se abre al celoma y se continúa con un canalículo que se<br />

comunica con el exterior. El sistema digestivo es rectilíneo, con<br />

pequeños ensanchamientos en cada metámero. Se inicia en la<br />

boca y termina en el ano. Por lo general los anélidos tienen<br />

manchas oculares en los primeros metámeros. Algunos son<br />

dioicos, otros son hermafroditas y los menos se reproducen por<br />

vía agámica. Hay anélidos de vida libre y muy pocos son parásitos.<br />

Un ejemplo de anélido de vida parasitaria es Hirudo medicinalis,<br />

sanguijuela del orden Gnathobdellidae. Los anélidos<br />

tienen el cuerpo aplastado dorsoventralmente, con una ventosa<br />

oral y una caudal. La boca presenta tres masas quitinosas con<br />

dientes y tienen una musculatura potente. Ésta origina la lesión<br />

trirradiada característica que producen las sanguijuelas. Las<br />

glándulas salivales tienen sustancias anticoagulantes. La boca se<br />

contrae con la faringe, músculo succionador, el esófago y el es-<br />

Larva pasa<br />

del pulmón<br />

vía tráquea al<br />

intestino<br />

E<br />

L 3<br />

IN<br />

L 2<br />

3<br />

GP<br />

I<br />

PI<br />

I<br />

5<br />

Larva llega<br />

al hígado<br />

y pulmón<br />

4<br />

L 2<br />

4a<br />

1<br />

Hospedero<br />

definitivo<br />

Figura 6-12. Ciclo vital de nematodo (Ascaris lumbricoides).<br />

a) Extremidad cefálica. L, labios. b) ciclo. 1-2, huevos; 3, huevo<br />

larvado (L1) en medio ambiente; 4, huevo larvado (L2); 4a, larva<br />

libre; 5, larva (L3); E, esófago; IN, intestino; 6. larva (L4).<br />

6<br />

2<br />

Hospedero<br />

intermediario<br />

a) b)<br />

c)<br />

5<br />

4<br />

AL<br />

3<br />

Figura 6-13. Praesoma de un acantocéfalo y modo de fijación.<br />

a) Cuello corto; b) cuello mediano perforante; c) cuello largo<br />

perforante.<br />

Figura 6-14. Ciclo biológico de Macracanthorhynchus hirudinaceus.<br />

1) Estado adulto en hospedero definitivo; 2) huevo; 3) hospedero<br />

intermediario; 4) acantor liberado (AL); 5) larva (acantella);<br />

6) cistacanto. GP, ganchos de la probóscide; I, intestino; PI, protrusiones<br />

inflamatorias.


40 PARTE I Parasitología general<br />

b)<br />

a)<br />

Figura 6-15. a) Hirudo medicinalis. b) Parte de la boca de Hirudo<br />

medicinalis. Abreviaturas: B, boca; D, dientes; M, mandíbula;<br />

VO, ventosa oral.<br />

tómago, que presenta 11 pares de divertículos con fondo ciego.<br />

El estómago se continúa con un intestino rectilíneo que termina<br />

en el ano. Durante el proceso de ingestión de sangre, el estómago<br />

se dilata enormemente, pudiendo almacenar la sangre<br />

durante varios meses. La respiración es cutánea. El celoma está<br />

reducido a una laguna o senos celomáticos que constituyen el<br />

aparato circulatorio. Son hermafroditas no suficientes.<br />

Una sanguijuela común es Hirudo medicinalis. Ella y otras<br />

especies afines presentan una copulación recíproca. Los huevos<br />

fecundados caen al agua. El ciclo de vida es directo. La forma<br />

adulta mide de 8 a 13 cm de largo (figura 6-15 a y b).<br />

Las formas juveniles son depredadoras, las formas adultas<br />

son parásitos. Ataca peces, anfibios y mamíferos. Es común en<br />

Europa y África. Hirudo troctina existe en el norte de África.<br />

Limnatis nilotica habita en Europa, Asia occidental y África<br />

septentrional. Otras especies de hirudíneos existen en China,<br />

Zaire, India y Senegal.<br />

Hirudo medicinalis fue utilizada en la antigüedad y la Edad<br />

Media para hacer sangrías, con el fin de extraer las diversas enfermedades<br />

de acuerdo con las teorías etiológicas de las diferentes<br />

épocas.<br />

El humano se puede infectar al ingerir aguas turbias con<br />

formas juveniles del parásito. Las sanguijuelas juveniles se localizan<br />

en la faringe y fosas nasales, provocando grandes alteraciones.<br />

Los pacientes presentan dolor intenso, sofocación, sensación<br />

de cuerpo extraño y excepcionalmente hemorragias. Los<br />

ejemplares adultos originan dolor en las zonas afectadas.<br />

Otra sanguijuela que parasita al humano es Dinodella ferox,<br />

de hábitos terrestres y del género Haemadipsa, que se ubica<br />

sobre vegetales. Desde allí se lanzan sobre los mamíferos, incluyendo<br />

al humano; por este motivo se les ha denominado “sanguijuelas<br />

voladoras”. Es común en Asia sudoriental.<br />

Referencias<br />

1. Anantaphruti M, Yamasaki H, Nakao M, Waikagul<br />

J, Watthanakulpanich D, Nuamtanong S, Maipanich<br />

W, Pubampen S, Sanguankiat S, Muennoo C, Nakaya<br />

K, Sato M, Sako Y, Okamoto M, Ito A. Sympathic<br />

occurrence of Taenia solium, T. saginata, and T. asiatica,<br />

Thailand. Emerg Infect Dis, 2007;13:1413-1416.<br />

2. Atías A. Parasitología médica. Edit. Mediterráneo, Santiago,<br />

Chile, 1998:615.<br />

3. Barrou A. Macracanthorhynchus hirudinaceus [On line].<br />

<br />

Animal Diversity Web. [Consulta: 20 de abril de<br />

2008], 2003.<br />

4. Beltrán M, Estrada F. Presentación del primer caso humano<br />

de parasitismo por Macracanthorhynchus hirudinaceus<br />

en el Perú, Breve revisión. Rev Med Exp, 1997;14:47-50.<br />

5. Benifla M, Barrelly R, Shelef I, El-On J, Cohen A,<br />

Cagnano E. Huge hemispheric intraparenchymal cyst<br />

caused by Taenia multiceps in a child. Case report: J Neurosurg,<br />

2007;107(6 Suppl):511-514.<br />

6. Berenji F, Fata A, Hosseininejad Z. A case of Moniliformis<br />

moniliformis (Acanthocephala) infection in Iran.<br />

Korean J Parasitol, 2007;45:145-148.<br />

7. Brutus L, Watier L, Hanitrasoamampionona V, Razanatsoarilala<br />

H, Cot M. Confirmation of the protective<br />

effect of Ascaris lumbricoides on Plasmodium falciparum<br />

infection: results of a randomized trial in Madagascar. Am<br />

J Trop Med Hyg, 2007;77:1091-1095.<br />

8. Cai X, Yuan G, Zheng Y, Luo X, Zhang S, Ding J, Jing<br />

Z, Lu C. Effective production and purification of the<br />

glycosylated TSOL18 antigen, which is protective against<br />

pig cysticercosis. Infect Immun, 2008;76:767-770.<br />

9. Canals M, Cattan P. Zoología médica II. Invertebrados.<br />

Editorial Universitaria, Chile, 2008:35-108 pp.<br />

10. Clavería F, Causapin J, de Guzmán M, Toledo M, Salibay<br />

C. Parasite biodiversity in Rattus spp caught in wet<br />

markets. Southeast Asian J Trop Med Public Health (36<br />

Suppl), 2005;l4:146-148.<br />

11. Cox F. Modern Parasitology. Blackwell Scientific Publications,<br />

Londres, Reino Unido, 2003:276.


CAPÍTULO 6 Metazoos 41<br />

12. Cromptou D, Nickol B. Biology of the Acantocephala.<br />

Cambridge University Press. Cambridge, Reino Unido,<br />

1985:518.<br />

13. De Carneri J. Parassitologia generale e humana. 13°. ed.<br />

Ed. Ambrosiana, Italia, 2004:552.<br />

14. Flynn R, Mulcahy G. Possible role for toll-like receptors<br />

in interaction of Fasciola hepatica excretory/secretory<br />

products with bovine macrophages. Infect Immun,<br />

2008;76:678-684.<br />

15. Golvan Y. Nomenclature of Acantocephala. Res Review<br />

Parasitol, 1994;54:135-205.<br />

16. Graham A. Ecological rules governing helminth-microparasite<br />

coinfection. Proc Natl Acad Sci USA, 2008;105:<br />

566-570.<br />

17. Gurley K, Rink J, Sánchez A. Beta-catenin defines<br />

head versus tail identity during planarian regeneration and<br />

homeostasis. Science, 2008;319:323-327.<br />

18. Herlyn H, Piskurek O, Schimitz J, Ehlers U, Zischler<br />

H. The syndermatan phylogeny and the evolution of<br />

acanthocephalan endoparasitism as inferred from 18S<br />

rDNA sequences. Mol Phylog Evol, 2003;26:155-164.<br />

19. Iglesias M, Gómez-Skarmeta J, Saló E, Adell T. Silencing<br />

of Smed-betacatenin 1 generates radial-like hypercephalized<br />

planarians. Development, 2008;135:1215-1221.<br />

20. Mafiana C, Osho M, Samawobo S. Gastrointestinal helminth<br />

parasites of the black rat (Rattus rattus) in Abeobuta.<br />

South West Nigeria. Helminthol, 1997;71:217-220.<br />

21. McGonigle L, Mousley A, Marks N, Brennan G, Dalton<br />

J, Spithill T, Day T, Maule A. The silencing of cysteine<br />

proteases in Fasciola hepatica newly excysted juvenile<br />

using RNA interference reduces gut penetration. Int J<br />

Parasitol, 2008;38:149-155.<br />

22. McManus D, Loukas A. Current status of vaccines for<br />

schistosomiasis. Clin Microbiol Rev, 2008;21:225-242.<br />

23. Mehlhorn H. Encyclopedic reference of parasitology. 2a.<br />

ed. (Vols. 1-2). Springer, Berlín, Alemania, 2001.<br />

24. Myers P. “Nematoda” [On Line] en <br />

[Consulta: 07 de julio de 2008], 2001.<br />

25. Olson P. http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/17977<br />

060?ordinalpos6&itoolEntrezSystem2.PEntrez.Pubmed.Pubmed_ResultsPanel.Pubmed_RVDocSumHox<br />

genes and the parasitic flatworms: new opportunities,<br />

challenges and lessons from the free-living. Parasitol Int,<br />

2008;57:8-17.<br />

26. Owen I. Parasitic zoonoses in Papua New Guinea. J Helminthol,<br />

2005;79:1-14.<br />

27. Petersen C, Reddien P. Smed-betacatenin-1 is required<br />

for anteroposterior blastema polarity in planarian regeneration.<br />

Science, 2008;319:327-330.<br />

28. Reyes J, Terrazas L. The divergent roles of alternatively<br />

activated macrophages in helminthic infections. Parasite<br />

Immunol, 2007;29:609-619.<br />

29. Stefaniak J. Guidelines for diagnosis and treatment of<br />

liver alveococcosis caused by Echinococcus multilocularis.<br />

Wiad Parazytol, 2007;53:189-194.<br />

30. Tettamanti G, Saló E, González-Estévez C, Félix DA,<br />

Grimaldi A, de Eguileor M. Autophagy in invertebrates:<br />

insights into development, regeneration and body remodeling.<br />

Curr Pharm Des, 2008;14:116-125.<br />

31. Walker P, Cooper N, Brandis A. Cerebral sparganosis<br />

presenting as grand mal epilepsy. JR Army Med Corps,<br />

2007;153:189-190.<br />

32. Waugh C, Lindo J, Foronda P, Ángeles-Santana M,<br />

Lorenzo-Morales J, Robinson R. Population distribution<br />

and zoonotic potential of gastrointestinal helminths<br />

of wild rats Rattus rattus and R. norvegycus from Jamaica.<br />

J Parasitol, 2006;92:1014-1018.


Capítulo<br />

7<br />

Ecología y parasitosis*<br />

Pedro Cattan<br />

Antecedentes históricos<br />

El estudio del parasitismo desde una perspectiva ecológica es<br />

muy antiguo. De hecho, este fenómeno ha sido clasificado desde<br />

siempre como una clásica interacción ecológica, la que ha<br />

aportado una importante cantidad de conocimiento acerca de<br />

las leyes que regulan la relación entre poblaciones de diferentes<br />

especies. Es probable que uno de los textos pioneros en este<br />

sentido sea el de Jean G. Baer, The ecology of animal parasites,<br />

publicado en 1951 por la Universidad de Illinois. Este texto fue<br />

seguido por otro sobre el mismo particular, el cual fue posteriormente<br />

traducido al castellano. 2<br />

En lo general, tres temas han preocupado desde siempre<br />

en esta relación: la adaptación a las condiciones del parasitismo,<br />

el desarrollo de la interacción hospedero-parásito y el ciclo<br />

de vida de los parásitos. En 1966, N. A. Croll publicó otro<br />

texto, 5 donde también revisaba estos aspectos. Además en esta<br />

obra aparece, probablemente por primera vez, la preocupación<br />

explícita por definir el denominado “nicho ecológico del parasitismo”.<br />

Diez años después Clive R. Kennedy, de la Exeter<br />

University (Universidad de Exeter) editaba otra obra que puede<br />

considerarse la puerta de entrada al estudio de la interacción<br />

hospedero-parásito. 11 Esta relación se revisaba allí desde diversos<br />

ángulos, tales como los mecanismos para encontrar al hospedero,<br />

la selección del mismo, la selección del sitio dentro del<br />

hospedero, las interacciones de competencia entre parásitos, la<br />

respuesta del hospedero frente al parasitismo y los aspectos propios<br />

de la dinámica poblacional de la interacción. En 1980,<br />

Peter W. Price entregó su clásico libro, Evolutionary biology of<br />

parasites, 17 donde el autor incursionaba sobre la amplísima<br />

gama de las adaptaciones al parasitismo, los sistemas genéticos<br />

que se han desarrollado en esta especial forma de vida, la organización<br />

comunitaria a nivel de parásitos, las radiaciones adaptativas<br />

y el impacto del parasitismo en la biología evolutiva del<br />

hospedero.<br />

En un salto hacia la teoría de comunidades en Ecología,<br />

Gerald Esch, Albert Bush y John Aho en 1990, resumieron en<br />

un excelente libro el primer simposio sobre comunidades de<br />

parásitos, 6 es decir, la visión de varias poblaciones de parásitos<br />

interactuando en diferentes niveles de complejidad ecológica,<br />

esto es, dentro del hospedero, dentro de una población de hospederos<br />

y dentro de un ecosistema. Temas tan complejos como<br />

estrategias de ciclo de vida, topología de cadenas tróficas, interacciones<br />

competitivas dentro del hospedero, adaptaciones locales<br />

y dispersión de parásitos entre ambientes diferentes eran<br />

presentados de una manera tal que el libro pasó a ser texto<br />

obligado de muchos cursos de Ecología. En esta obra se hacía<br />

un llamado a realizar esfuerzos conjuntos de diferentes disciplinas,<br />

para realizar estudios experimentales que permitieran un<br />

abordaje más integral del parasitismo.<br />

Es probable que aún hoy, cuando genetistas, biólogos moleculares,<br />

ecólogos, clínicos y otros trabajan en investigaciones<br />

transdisciplinarias, ese llamado todavía esté vigente. A partir del<br />

año 2000 se han generado varias obras sobre los aspectos ecológicos<br />

del parasitismo. En particular se pueden destacar dos textos<br />

publicados por la editorial Oxford University Press que globalizan<br />

los nuevos conceptos sobre estas materias. El texto<br />

editado por Thomas y colaboradores abarca el difícil escenario<br />

de los parásitos dentro del ecosistema, analizando el efecto de<br />

los parásitos dentro de las comunidades biológicas, su participación<br />

en las cadenas tróficas y su papel en la dispersión de especies<br />

invasoras, entre otros temas. 22 Es destacable el análisis que<br />

se hace de la circulación de los parásitos dentro de ecosistemas<br />

construidos por el humano, donde se discuten, por ejemplo, el<br />

problema de las enfermedades nosocomiales y el tema del aumento<br />

de la edad en las poblaciones humanas, lo que llevará en<br />

el futuro a que muchos ancianos debilitados se conviertan, según<br />

los autores, en verdaderos “ecosistemas de patógenos resistentes”,<br />

hecho que redundaría sin duda en mayores y más complejos<br />

problemas de salud pública en un futuro cercano.<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Autoevaluación, la cual se encuentra disponible para el lector en el Centro de Aprendizaje en línea (On-line Center)<br />

vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

42


CAPÍTULO 7 Ecología y parasitosis 43<br />

Por otra parte, el cambio en la estructura y composición<br />

de comunidades ecológicas afecta la circulación de muchos patógenos.<br />

En la visión de Collinge y Ray la malaria, el cólera,<br />

la peste y la enfermedad de Lyme, entre otras, han emergido<br />

desde complejas comunidades ecológicas que involucran múltiples<br />

hospederos y sus parásitos asociados. 4 Estas comunidades<br />

se han visto impactadas por la agricultura intensiva, por la<br />

tala de bosques, por el uso de los hábitat silvestres para necesidades<br />

humanas y por la fragmentación de los ambientes naturales.<br />

Así, han aparecido nuevos problemas donde, según los<br />

autores, es urgente estrechar la unión entre los epidemiólogos y<br />

los ecólogos, para llegar a soluciones sustentables frente a enfermedades<br />

emergentes. De esta manera, el desarrollo histórico de<br />

la Ecología y el de la epidemiología, hoy día coinciden inevitablemente<br />

en el estudio en conjunto de los factores que modulan<br />

la circulación de los patógenos en la Naturaleza y de las<br />

variaciones que día a día aparecen, producto del cambio global<br />

del planeta.<br />

Conceptos<br />

Hay tres conceptos importantes para entender este asunto. Un<br />

primer concepto es el de ecología de la enfermedad. La Ecología<br />

es la ciencia que estudia los factores que modifican la abundancia<br />

y dispersión de los organismos. Por ello no hay duda de<br />

que los parásitos son también sujetos de estudios ecológicos, en<br />

tanto muestran variaciones en cuanto a su abundancia y cambios<br />

en su distribución, variaciones predecibles a veces y otras<br />

no tanto. La mayor contribución de la Ecología a la Salud Pública<br />

es la ayuda para entender la interacción hospedero-parásito,<br />

que implica identificar factores ecológicos que la modulan, jerarquizar<br />

niveles de complejidad, descubrir redes de circulación de<br />

parásitos, velocidades de dispersión, predecir eventuales epidemias,<br />

identificar los aspectos poblacionales más importantes de<br />

determinados patógenos, y someter a prueba hipótesis que permitan<br />

generar controles para evitar la expansión de especies de<br />

parásitos o sus vectores.<br />

Un segundo concepto tiene que ver con los parámetros<br />

ecológicos que se utilizan con frecuencia en el estudio de la<br />

interacción hospedero-parásito. La realidad ecológica está compuesta<br />

de numerosas variables que se usan como parámetros<br />

poblacionales y que constituyen la base para entender las variaciones<br />

que se producen en la presentación de las parasitosis.<br />

Pero no es objeto de este capítulo adentrarse en el mundo de la<br />

Ecología, sino más bien destacar sólo aquellos parámetros de<br />

mayor trascendencia. En este sentido, hay un parámetro que<br />

tiene gran importancia epidemiológica y que suele ser reconocido<br />

por los epidemiólogos por el nombre de “tasa reproductiva<br />

básica” (Ro) —o, para los ecólogos, “tasa reproductiva neta”—.<br />

La tasa Ro en el caso de los denominados microparásitos (véase<br />

adelante), corresponde al número de casos nuevos que se producen<br />

por cada caso en el tiempo medio que dura la infección.<br />

Es la tasa de ataque de la Epidemiología. Su cálculo difiere<br />

según se trabaje con macro o microparásitos. En el caso de los<br />

macroparásitos, el cálculo de Ro implica considerar además el<br />

tamaño de la población y la mortalidad del hospedero intermediario<br />

o vector. A partir de Ro se derivan relaciones importantes<br />

para el control de enfermedades. 1,3 Otros parámetros de<br />

frecuente uso son la tasa reproductiva (r) instantánea que se usa<br />

para determinar el potencial reproductivo de una población<br />

(sea parásito u hospedero) y el tiempo generacional (G) que<br />

establece el periodo de recambio entre generaciones. Una recomendable<br />

revisión del uso y cálculo con estos parámetros ha<br />

sido realizada por Canals y Cattan. 3<br />

El tercer concepto tiene que ver con la definición de parásito.<br />

Desde un punto de vista ecológico, éste es un tema de<br />

frecuente discusión. En estricto rigor, un parásito es un organismo<br />

que exhibe una diversa, pero obligatoria dependencia de<br />

otro organismo, su hospedero, el cual se ve afectado en su sobrevivencia<br />

o fecundidad, o en ambos aspectos. 9 Un parásito en<br />

general reduce la adecuación biológica de su hospedero, esto es,<br />

su sobrevivencia o su capacidad de dejar descendencia en la<br />

generación siguiente. Puesto así, desde el punto de vista ecológico<br />

cualquier organismo que cumpla esas condiciones será un<br />

parásito, independientemente de su tamaño. Por ello, en Ecología<br />

se suelen estudiar interacciones muy complejas dentro de<br />

este tipo de interacción. Como ejemplo, la diversidad de relaciones<br />

va desde los ejemplos más clásicos del endoparasitismo,<br />

como son los helmintos en distintas cavidades del cuerpo, flagelados<br />

en la sangre, pasando por el ectoparasitismo de los piojos,<br />

pulgas y garrapatas, hasta aquellas que ocurren entre organismos<br />

de tamaño similar, como por ejemplo, el denominado<br />

parasitismo reproductivo, en el cual una especie de ave suele<br />

sacar los huevos puestos por otra especie y poner los suyos en el<br />

nido ajeno; de esa manera, el ave “dueña de casa” cría los pollos<br />

que son de otra.<br />

Otras relaciones que también caen dentro del concepto son<br />

el cleptoparasitismo (robo de alimentos), propio también de<br />

aves, y el parasitoidismo en insectos (depositar huevos o larvas<br />

en el cuerpo de otro individuo vivo, el cual sirve de alimento).<br />

Clasificación ecológica<br />

de los parásitos<br />

En el ámbito de los organismos propiamente parásitos, la Ecología<br />

reconoce que existen diferencias ecológicas importantes<br />

como para diferenciar entre dos tipos de ellos, los microparásitos<br />

y los macroparásitos. 3 Dentro del primer grupo se incluyen<br />

desde los virus hasta los unicelulares, mientras que el segundo<br />

grupo abarca los helmintos y los artrópodos. Las mayores diferencias<br />

entre estos grupos se encuentran en la tasa reproductiva<br />

(r), el tiempo generacional (G) y en la existencia o no de un<br />

periodo de vida libre. Estas diferencias se reflejan principalmente<br />

en que los microparásitos generan una importante respuesta<br />

inmune y en que su reproducción aumenta su población<br />

dentro del mismo hospedero. Su dinámica poblacional sigue<br />

un modelo diferente al de los macroparásitos, los que generan<br />

una baja respuesta inmune, con una reproducción que libera


44 PARTE I Parasitología general<br />

propágulos que van a hospederos intermediarios y que por tanto<br />

dependen de otra especie en su ciclo.<br />

Más allá de la clasificación ecológica, existen varias formas<br />

de diferenciar grupos de parásitos que no son relevantes en este<br />

capítulo. Sin embargo, sólo para efectos de claridad, es necesario<br />

recordar que cuando el parasitismo se produce en el humano,<br />

por lo general se trata de una enfermedad infecciosa, aun<br />

cuando por razones prácticas, tanto en Medicina humana<br />

como en Medicina veterinaria, se separan a modo de especialidades<br />

la Parasitología y la Infectología, la primera centrada en<br />

protozoos, helmintos y artrópodos, en tanto que la segunda<br />

enfoca su atención en virus, bacterias y hongos.<br />

En el contexto ecológico, la Parasitología involucra la necesidad<br />

de conocer tanto los modelos poblacionales de los<br />

microparásitos como de los macroparásitos, dadas las grandes<br />

diferencias entre los dos grupos de organismos. El estudio acabado<br />

de estas diferencias permite explicar el desarrollo de las<br />

enfermedades parasitarias y generar modelos predictivos que<br />

impidan su propagación cuando estas interacciones tienen interés<br />

médico o veterinario.<br />

Ecología de parásitos<br />

Tasa reproductiva y ciclos evolutivos<br />

En el tema de la Ecología de las parasitosis es particularmente<br />

importante el estudio de la tasa reproductiva de los parásitos,<br />

porque de ella depende la manutención o extinción de una población<br />

parasitaria. Desde una perspectiva evolutiva, cabe esperar<br />

una adaptación hacia mayores tasas reproductivas en cuanto:<br />

a) más difícil sea el encuentro entre los sexos, b) la existencia<br />

de fases en el medio externo y c) la existencia de resistencia por<br />

parte del hospedero. Esta tasa puede ser la expresión única de la<br />

reproducción sexuada, o la resultante de sumar además la reproducción<br />

asexual, la que en diversos parásitos ocurre en un<br />

segundo hospedero. El paso entre hospederos definitivos e intermediarios<br />

implica etapas donde el parásito debe salir al medio<br />

ambiente. Esta circulación se conoce como ciclo evolutivo,<br />

biológico o ciclo de vida parasitario.<br />

En general se observa en los macroparásitos una etapa externa,<br />

cuando uno o más estadios del parásito se encuentran expuestos<br />

al medio ambiente. En esta etapa, los factores microclimáticos<br />

tienen un papel muy importante en la manutención de<br />

estas formas. De estas condiciones dependen, por ejemplo, el<br />

desarrollo de los huevos, las mudas en las larvas, la esporulación,<br />

la probabilidad de encontrar el hospedero intermediario o la<br />

probabilidad de encapsularse. La etapa externa es importante en<br />

el proceso selectivo de los parásitos, puesto que las condiciones<br />

microclimáticas imperantes no son superadas por todos los individuos.<br />

La etapa interna, que es la más conocida y estudiada,<br />

implica la colonización del hospedero definitivo por medio de<br />

un proceso de ingreso y luego de migración al hábitat más adecuado,<br />

donde se alcanza la madurez reproductiva.<br />

Se habla de ciclo directo cuando el paso entre hospederos<br />

no requiere intermediarios. Aquí el estado infectante se encuentra<br />

en el medio. Entre los parásitos de ciclo directo, es importante<br />

mencionar aquellos que muestran adaptaciones evolutivas<br />

que tienen aspectos ecológicos destacables como son, por<br />

ejemplo, los nematodos del género Strongyloides. En este caso<br />

existe una capacidad para alternar y producir estadios adultos<br />

de vida libre o seguir el ciclo parasitario.<br />

El ciclo indirecto implica el paso obligado por un hospedero<br />

intermediario dentro del cual puede haber reproducción asexual<br />

(como en los trematodos), o bien cierto grado de desarrollo hacia<br />

un estado infectante. Estos ciclos presentan problemas ecológicos<br />

importantes que han sido estudiados con profundidad para<br />

varias especies de parásitos. Algunos ciclos necesitan más de un<br />

hospedero intermediario (p. ej., difilobótridos), el que debe ser<br />

parte de una cadena trófica. Así, resulta que un parásito benigno<br />

para su hospedero definitivo (benigno en el sentido de no causar<br />

alta mortalidad poblacional), debe ser letal para sus intermediarios,<br />

pues depende de que ellos sean efectivamente consumidos<br />

para poder llegar al hospedero final. De allí que la expresión “un<br />

parásito adaptado es un parásito benigno” resulta ser equivocada<br />

cuando se observa el ciclo completo del organismo parasítico.<br />

Desde el punto de vista ecológico, el resultado de la acción<br />

del parásito sobre las poblaciones de sus hospederos se denomina<br />

“regulación poblacional” y tiene que ver con la mortalidad<br />

aditiva que agrega el parásito a la mortalidad propia del hospedero.<br />

Un parásito puede ser un fuerte regulador de las poblaciones<br />

de hospederos intermediarios y tener una mínima acción<br />

reguladora sobre su hospedero definitivo.<br />

En resumen, los ciclos indirectos pueden ser de dos tipos:<br />

a) asociados a una cadena trófica (en general los cestodos) y b)<br />

asociados a una biocenosis. En este caso no hay necesariamente<br />

una ingestión del intermediario (trematodos). La hipótesis<br />

más frecuente para explicar la evolución de estos ciclos plantea<br />

que los ciclos indirectos son evolutivamente más primitivos<br />

que los ciclos directos. De esa manera se propone que la tendencia<br />

evolutiva está orientada a eliminar el paso por intermediarios.<br />

Así, por ejemplo, Eimeria spp. de ciclo directo, sería<br />

más reciente que Toxoplasma gondii, cuyo ciclo es facultativamente<br />

directo o indirecto o más aun que Sarcocystis spp., que<br />

exige un intermediario. 7<br />

Otro elemento del ciclo que tiene una mayor importancia<br />

clínica, es el proceso migratorio que ocurre desde el ingreso del<br />

parásito hasta su localización definitiva dentro del hospedero.<br />

Desde el punto de vista ecológico, el fenómeno responde a la<br />

búsqueda del hábitat que presenta más recursos que a su vez<br />

aseguran la mayor eficacia biológica (mayor tasa reproductiva).<br />

Esta búsqueda implica un proceso en el cual se generan herramientas<br />

adaptativas para vencer distintas barreras antes de llegar<br />

al hábitat ideal y, por lo tanto, se trata de un proceso dinámico<br />

en marcha, que puede generar todavía muchas sorpresas<br />

en el estudio del parasitismo.<br />

Aspectos epidemiológicos<br />

Los aspectos epidemiológicos de las parasitosis son amplísimos<br />

en su diversidad y se puede afirmar que son diferentes para cada


CAPÍTULO 7 Ecología y parasitosis 45<br />

especie. Sin embargo, aquellos aspectos más generales y comunes<br />

pueden ser destacados como la base para estudios epidemiológicos<br />

más específicos. En particular se revisan algunos<br />

ejemplos en helmintos, en protozoos y en enfermedades transmitidas<br />

por artrópodos que son ectoparásitos.<br />

Helmintos<br />

En la actualidad, los cambios en las condiciones ambientales<br />

como deforestación, cambios en la irrigación de pastos o bien<br />

la introducción de fauna exótica, han posibilitado que en algunas<br />

regiones del planeta se hayan producido aumentos importantes<br />

en la frecuencia de presentación de casos humanos asociados<br />

a helmintos. Así, por ejemplo, en 1997 se reportó un<br />

aumento significativo en la prevalencia de casos de infección<br />

por nematodos gancho (Ancylostoma y Necator) en localidades<br />

haitianas, donde por deforestación se alteró el drenaje natural,<br />

produciéndose estancamientos de agua en el río local e inundaciones<br />

que saturaron el suelo. 13 Las condiciones del lugar, con<br />

poca agua potable y también pocas letrinas, favorecían la exposición<br />

temprana de los niños a Ascaris lumbricoides y Trichuris<br />

trichiura.<br />

Entre 1990 y 1996 se comprobó que la prevalencia de estos<br />

nematodos no sufrió variación, mientras que los gusanos<br />

gancho aumentaron hasta 15% en el curso de los seis años. La<br />

mayor humedad del suelo favoreció a los huevos de los gusanos<br />

gancho. A las inundaciones se sumó la falta de limpieza de canales,<br />

lo que aumentó el anegamiento de los suelos. Este es un<br />

ejemplo de cómo una perturbación del ambiente local debida a<br />

manipulación humana genera la aparición de una nueva parasitosis.<br />

El aumento de la frecuencia de esquistosomiasis en<br />

Egipto se ha relacionado con la construcción de la represa de<br />

Aswan (Asuán). También ha aumentado la esquistosomiasis en<br />

la región plana aledaña al río Senegal debido a la construcción<br />

de represas y canales de irrigación, donde se infectaron los<br />

obreros que se habían establecido. Nematodos como Gnathostoma<br />

spp. han sido considerados recientemente como emergentes<br />

problemas de Salud Pública en Perú, Ecuador y México. Su<br />

mayor prevalencia se explicaría por el aumento de construcciones<br />

de represas en ríos de la costa del Pacífico, los que podrían<br />

haber sido sembrados inconscientemente con peces infectados.<br />

Protozoos<br />

Se ha destacado dentro de los problemas ecológicos que el aumento<br />

de densidad en las poblaciones trae diversas consecuencias,<br />

entre otras, el aumento de la tasa de contacto entre individuos<br />

sanos y enfermos, lo que facilita la dispersión de los<br />

parásitos; ésta podría ser la causa de la emergencia de nuevas<br />

patologías. Así, por ejemplo, el phylum Microspora contiene un<br />

grupo diverso de protozoos, parásitos intracelulares obligados,<br />

tanto en vertebrados como en invertebrados. El representante<br />

clásico de estos parásitos es Encephalitozoon cuniculi, que afecta<br />

a varios taxa o taxones de vertebrados, incluyendo primates no<br />

humanos; sin embargo, actualmente hay mayor interés en relación<br />

con el aislamiento de E. intestinalis, E. hellem, E. cuniculi<br />

y Enterocytozoon bieneusi en personas inmunodeprimidas, todas<br />

positivas al VIH. Por otra parte, el hallazgo cada vez más<br />

frecuente de encefalitozoonosis en animales de compañía sugiere<br />

fuertemente que estos agentes pueden ser zoonóticos, lo<br />

cual los transforma de inmediato en un problema de Salud<br />

Pública. Se ha observado también un aumento de las comunicaciones<br />

sobre casos de infecciones a microsporidios en aves<br />

psitácidas, y han aparecido casos en cerdos, perros adultos, cabras<br />

y vacunos. 24 En 1985 se describió por primera vez la asociación<br />

de E. bieneusi a diarrea crónica en un paciente con<br />

SIDA. Este patógeno sería responsable de 30 a 70% de las diarreas<br />

asociadas al SIDA, además de las enteritis denominadas<br />

“mal de los viajeros”. Las causas ecológicas de la mayor emergencia<br />

de este tipo de patógenos no se han establecido y este<br />

campo requiere de mucha investigación. Por ser un parásito<br />

intracelular, es esperable que su mayor transmisión se asegure<br />

en lugares donde aumente la densidad poblacional de sus hospederos.<br />

Otro protozoo asociado a diarreas es Cryptosporidium parvum,<br />

el cual se ha transformado en un problema en algunas<br />

ciudades de Norteamérica, dada su dispersión en los grandes<br />

depósitos de agua, en centros de atención ambulatoria, en piscinas<br />

públicas y hospitales. Es un parásito pequeño, resistente<br />

al cloro y que se ubica en numerosos reservorios animales.<br />

Cryptosporidium parvum se encuentra asociado al humano,<br />

pero se han descrito otras especies asociadas a roedores, aves,<br />

reptiles y peces cuyo potencial patógeno no está bien determinado.<br />

Se han producido importantes brotes epidémicos de este<br />

patógeno, tal como el de abril de 1993 en Milwaukee, EUA,<br />

con más de 400 000 personas afectadas. El brote se debió a una<br />

falla en la potabilización del agua. Los brotes han sido frecuentes<br />

en guarderías infantiles en diversas partes del mundo, países<br />

europeos, EUA, Australia, Sudáfrica y también en Chile. Los<br />

aspectos ecológicos involucrados en la transmisión de esta patología<br />

se refieren principalmente al cuidado de las fuentes de<br />

agua. La resistencia al cloro y la capacidad de los ooquistes para<br />

persistir en el medio ambiente, hacen necesario extremar los<br />

cuidados en la manutención de fuentes de agua tratada. Los aspectos<br />

generales de esta patología emergente en humanos han<br />

sido revisados por Guerrant. 10 En Chile, en 1987, Gorman entregó<br />

una revisión del problema. 8<br />

Enfermedades transmitidas por artrópodos<br />

Estas enfermedades presentan muchas veces la particularidad<br />

de enlazar de nuevo los campos de la Ecología, la Parasitología<br />

y la Infectología, ya que son artrópodos de interés parasitológico<br />

los que transmiten, además de protozoos y helmintos, enfermedades<br />

virales o bacterianas a sus eventuales hospederos. La<br />

lucha contra estos artrópodos necesariamente involucra ecólogos<br />

poblacionales que permitan establecer los puntos más débiles<br />

de estas interacciones que implican cada vez más reservorios<br />

silvestres.<br />

La expansión de las ciudades ha permitido una reaparición<br />

de enfermedades ya conocidas, cuya particularidad común es la


46 PARTE I Parasitología general<br />

transmisión por pulgas que son “recogidas” del medio externo<br />

por las diferentes mascotas que se encargan de llevarlas al interior<br />

de las casas. En todos los casos la transmisión de los agentes<br />

patógenos depende de un ciclo zoonótico que comprende al<br />

vertebrado reservorio, pulgas y el ser humano.<br />

Los cambios ecológicos de estos ciclos han sido la causa de<br />

la reemergencia de estas patologías, como lo comprueban estudios<br />

realizados en Texas y California para el tifus murino. 25<br />

Esta patología es causada por Rickettsia typhi y su ciclo clásico<br />

comprende las ratas (Rattus rattus y R. norvegicus) y su pulga<br />

específica, Xenospsylla cheopis. La enfermedad se transmite al ser<br />

humano por mordeduras de la pulga infectada. El problema<br />

es que el tifus murino ha aparecido en lugares donde las ratas y<br />

sus pulgas están ausentes. La explicación es una nueva asociación<br />

entre vertebrados, sus pulgas y un nuevo agente del tifus<br />

murino.<br />

El estudio de la pulga de los gatos, Ctenocephalides felis, y<br />

de sus hospederos silvestres, ha permitido encontrar una nueva<br />

rickettsia patógena, R. felis, que también causa la enfermedad.<br />

Estudios en gatos domésticos, asilvestrados y en zarigüeyas<br />

(opossums), en regiones suburbanas del Hemisferio Norte, han<br />

permitido verificar la presencia de seropositividad para ambos<br />

patógenos en estas especies. Considerando el total de gatos domésticos<br />

de EUA, y suponiendo sólo 5% de seropositividad, se<br />

alcanzan cifras de 285 000 especímenes posiblemente infectados<br />

con una zoonosis grave, sin considerar la seropositividad de<br />

los marsupiales silvestres. La destrucción y reducción de los<br />

hábitat naturales desplaza a muchos vertebrados, los que se<br />

mueven hacia sectores suburbanos, donde pueden encontrar<br />

alimento con mayor facilidad. Así se produce una progresiva<br />

superposición de ciclos parasitarios, donde las altas tasas reproductivas<br />

de algunos parásitos generan rápidamente adaptaciones<br />

a nuevos hospederos. Se produce aquí, en forma natural, un<br />

enlace ecológico del ciclo silvestre con el ciclo doméstico de<br />

una enfermedad, donde los reservorios silvestres empiezan a<br />

tener un papel mucho más importante.<br />

Otra patología de gran interés es la enfermedad de Lyme,<br />

cuyo agente causal son varias genoespecies de espiroquetas (Borrelia<br />

burgdorferi sensu lato) que se perpetúan en ciclos que involucran<br />

roedores silvestres y que es transmitida por vectores,<br />

que son garrapatas, particularmente del género Ixodes. Estos<br />

roedores sirven como reservorios naturales y parecen ser infecciosos<br />

para los vectores durante toda su vida, sin manifestar<br />

signos de enfermedad. Otros vertebrados también pueden actuar<br />

como reservorios competentes, tales como las ratas (Rattus<br />

spp.) y roedores trepadores europeos (Glis glis y Eliomys quercinus).<br />

Se ha caracterizado también a la liebre como eventual reservorio<br />

para la espiroqueta, pero no así al conejo europeo. Sin<br />

embargo, conejos norteamericanos del género Silvilagus son<br />

portadores de un patógeno pariente, Borrelia andersonii. Aparentemente<br />

la espiroqueta de la enfermedad de Lyme puede<br />

infectar varios mamíferos, pero no todos sirven como reservorios,<br />

lo que depende de la persistencia del patógeno en el vertebrado<br />

y de si éste puede ser infectado por estados larvales de<br />

las garrapatas. Muchas aves también pueden contribuir en la<br />

transmisión de la enfermedad, tales como gaviotas en el Ártico<br />

y tordos en EUA. Estudios recientes de este complejo grupo<br />

de agentes han determinado que B. afzelii parece perpetuarse<br />

sólo en roedores y B. garinii en aves. Las transmisiones<br />

cruzadas de estos patógenos a hospederos no adecuados no<br />

sirven en la manutención de la enfermedad. Sin embargo, el<br />

vector clásico, Ixodes ricinus, puede mantener y transmitir una<br />

gran diversidad de estos patógenos en un extenso grupo de hospederos.<br />

Estos hechos tienen una implicancia ecológica en la<br />

distribución de la enfermedad y su asociación con determinados<br />

sitios donde puedan estar presentes algunos de los reservorios<br />

y no otros.<br />

De mucho interés es el caso estudiado por Richter y colaboradores,<br />

19 quienes determinaron en laboratorio que el tordo<br />

migratorio (Turdus migratorius) es un reservorio competente<br />

para las espiroquetas y por tanto puede contribuir a la emergencia<br />

de la enfermedad de Lyme en sitios no afectados debido<br />

a que la extensión de su periodo migratorio se sobrepone con el<br />

periodo de actividad de las etapas subadultas del vector. Se<br />

agrega a esto que esta ave es naturalmente parasitada por garrapatas.<br />

Medicina de la conservación<br />

El término “Medicina de la conservación” fue introducido por<br />

primera vez en 1996 12 con la idea de describir el contexto de la<br />

salud en términos amplios y ecológicos. Esta reciente disciplina<br />

pretende establecer un puente entre la Medicina y la Ecología<br />

en el entendido que los problemas de salud conectan a todas las<br />

especies vivas. En particular estudia por un lado las múltiples<br />

interacciones que se producen entre patógenos y enfermedad, y<br />

por otro, las interacciones entre las especies y los ecosistemas.<br />

En sentido estricto, son motivo de estudio de esta disciplina<br />

problemas asociados a cambios en las estructuras de los hábitat<br />

y su relación con el uso del suelo, emergencia y reemergencia de<br />

enfermedades y evolución en el uso de contaminantes ambientales<br />

y cambios en la biodiversidad asociados a cambios de las<br />

funciones ecosistémicas que redundan en alteraciones de la salud<br />

a cualquier nivel. Desde el punto de vista conceptual, la<br />

Medicina de la conservación es el nexo entre la salud humana,<br />

la salud animal y la salud ecosistémica. Desde esta perspectiva,<br />

se trata de una aproximación transdisciplinaria al estudio de las<br />

enfermedades. Esta nueva forma de ver la salud en términos<br />

globales se basa en el estudio de los efectos humanos sobre el<br />

medio ambiente y en particular sobre la salud del planeta como<br />

una unidad. Al respecto, se han caracterizado cuatro áreas de<br />

mayor preocupación: 21<br />

1. Pérdida de biodiversidad y modificación de los procesos<br />

ecológicos.<br />

2. Aumento de la toxicidad global, que incluye la dispersión<br />

de basura peligrosa en el planeta (metales pesados, restos<br />

nucleares) y sustancias tóxicas (principalmente pesticidas<br />

y sustancias que alteran los equilibrios hormonales de los<br />

seres vivos).


CAPÍTULO 7 Ecología y parasitosis 47<br />

3. Cambio global por el calentamiento del planeta.<br />

4. Incremento de la huella ecológica de la acción humana<br />

debido al aumento de la población y al mayor uso de los<br />

recursos (la huella ecológica es un cálculo por área que se<br />

usa en economía ambiental para medir el efecto del uso<br />

humano de los recursos naturales).<br />

La acumulación de los efectos de estos cambios debidos a<br />

la acción humana ha redundado en la aparición de diversos<br />

problemas relacionados con la salud. Entre otros, pueden citarse<br />

el incremento de la dispersión de las enfermedades infecciosas<br />

(el ejemplo tipo es la malaria), incremento de enfermedades<br />

no infecciosas (cáncer en general) y aumento de efectos patológicos<br />

en la fisiología de muchas especies. 21 Por otra parte, los<br />

efectos en las comunidades biológicas suelen tener consecuencias<br />

importantes en la salud en cualquier nivel. La pérdida de<br />

una especie o el crecimiento desordenado de otra, pueden establecer<br />

una cascada de respuestas ecológicas que finalmente generan<br />

alteraciones de la salud ecosistémica. Así, por ejemplo,<br />

existe alta certeza que la dispersión de la enfermedad de Lyme<br />

ha tenido por causa primaria los cambios ecológicos producidos<br />

en las poblaciones del ciervo de cola blanca (Odocoileus<br />

virginianus) y del ratón de patas blancas (Peromyscus leucopus)<br />

en Norteamérica. Estos cambios fueron causados por la disminución<br />

drástica de sus depredadores en el paisaje habitual de<br />

estas especies. 15<br />

Otro problema asociado a los cambios producidos en la<br />

biosfera es el aumento de la transmisión de parásitos entre especies.<br />

El ejemplo más evidente ha sido el aumento de brotes<br />

de virus del Nilo en humanos y animales en áreas urbanas de<br />

Nueva York. Estos brotes fueron seguidos con la expansión del<br />

patógeno hacia Florida. El crecimiento de esta transmisión cruzada<br />

entre especies ha seguido dos vías: 1) el aumento del transporte,<br />

del comercio y del turismo intercontinental y 2) aumento<br />

de las interacciones directas entre humanos y animales,<br />

debido a la fragmentación de hábitat, establecimiento de asentamientos<br />

humanos en zonas silvestres, ecoturismo y nuevos<br />

sistemas silvoagronómicos.<br />

Un problema ecológico se plantea también por el uso de<br />

animales domésticos. Más allá de la antigua asociación entre seres<br />

humanos y vertebrados, la cercanía de los animales implica<br />

necesariamente la interacción con patógenos cuyos reservorios<br />

pueden ser los animales domésticos. En el decenio de 1960-<br />

1969 ya se planteaba que las grandes acumulaciones de ganado<br />

bovino podían atraer mosquitos vectores de diversos patógenos<br />

para el ser humano. Por otra parte, algunos rebaños pueden<br />

estar infectados por Cryptosporidium cuyos ooquistes podrían<br />

contaminar aguas potables, producto de grandes precipitaciones,<br />

derrames de canales de regadío o inundaciones. Es importante<br />

señalar, además, que perros y ganado caprino pueden<br />

servir de reservorios de Trypanosoma cruzi, y las garrapatas de<br />

roedores, lagomorfos y aves que suelen habitar en los peridomicilios<br />

podrían ser el nexo para la dispersión de la enfermedad de<br />

Lyme. En zonas de Brasil donde grandes áreas de bosques se<br />

han cambiado por plantaciones, los zorros se han transformado<br />

en reservorios de leishmaniasis visceral. En regiones del Amazonas,<br />

la misma enfermedad se ha difundido por medio de perros<br />

que acompañan a grupos humanos que se están asentando en la<br />

zona para fines de explotación. Se ha documentado en el estado<br />

de Pará, Brasil, que después de la deforestación y la plantación<br />

de pinos para la industria de celulosa, una especie de rata espinosa<br />

(Echimydae) se adaptó al nuevo hábitat, transformándose<br />

en el principal reservorio de leishmaniasis cutánea. 18<br />

La intervención de los cursos de agua es uno de los principales<br />

factores que han alterado las interacciones ecológicas, favoreciendo<br />

la dispersión de patógenos, principalmente transmitidos<br />

por medio de dípteros vectores o cuyos hospederos<br />

intermediarios son caracoles. En este sentido no sólo importa la<br />

perturbación de los cuerpos de agua sino también los cambios<br />

en el pH que se producen y el tipo de suelo del sector. El problema<br />

radica en que hay un amplio rango de condiciones que<br />

pueden favorecer a los distintos vectores, reservorios e intermediarios.<br />

Algunos prefieren aguas corrientes y con vegetación<br />

mientras que otros se asientan en aguas estancadas. En general,<br />

por ejemplo, la conversión de aguas ácidas en alcalinas favorece<br />

el crecimiento de caracoles que pueden ser intermediarios. Debido<br />

a los problemas mundiales para proveer de agua dulce a las<br />

diferentes poblaciones, se generan todos los días represas, sistemas<br />

de canales, estanques; se alteran los sistemas naturales de<br />

drenaje; se cambian las orillas de ríos, etc. Los manejos de agua<br />

en sectores africanos han facilitado sitios de reproducción para<br />

mosquitos Simulium que son los vectores de Onchocerca volvulus<br />

(ceguera de los ríos). Las varias especies de mosquitos que<br />

transmiten Wuchereria bancrofti, nematodo que produce la filariasis<br />

linfática, se han adaptado en diferentes regiones y ambientes:<br />

en cultivos de arroz en China, en los humedales del<br />

delta del Nilo, en aguas contaminadas con heces animales en<br />

India. Tanto en Irán como en Egipto, los mejoramientos en los<br />

sistemas de irrigación de cultivos han favorecido las poblaciones<br />

de Bilharzia y del caracol intermediario de la esquistosomiasis.<br />

Cambio global<br />

Sin duda el cambio global constituye la mayor preocupación en<br />

términos de salud a nivel ecológico. El principal efecto a nivel<br />

Ecología de la enfermedad es el traslado de patógenos desde<br />

las regiones tropicales hacia las templadas. Los casos de malaria<br />

y dengue han sido ejemplos muy claros al respecto. 16 El problema<br />

del cambio global es que su efecto va mucho más allá de lo<br />

medible, por lo cual es muy poco predecible la magnitud de<br />

los cambios a nivel de salud humana y animal. La precipitación<br />

ha aumentado en algunos lugares, mientras que la sequía aparece<br />

en otros. Aumenta el nivel del mar, lo que altera grandes<br />

zonas costeras y afecta las relaciones ecológicas en ecosistemas<br />

de humedales. Un detalle importante es la incapacidad de muchas<br />

especies para adaptarse a la velocidad de tales cambios, lo<br />

que probablemente generará nuevas interacciones hospederoparásito.


48 PARTE I Parasitología general<br />

La pérdida de biodiversidad y los efectos del cambio global<br />

pueden desacoplar controles biológicos que limitan la emergencia<br />

y dispersión de patógenos. 23 Entre los mecanismos causantes<br />

están los siguientes: a) la simplificación de los ambientes<br />

por medio del uso extenso de monocultivos incrementa el potencial<br />

de dispersión de enfermedades en campos de cultivo y<br />

plantaciones forestales; b) la penetración humana en áreas silvestres<br />

nos pone en contacto con fuentes aisladas de patógenos;<br />

c) la disminución de depredadores altera las densidades de sus<br />

animales presa y éstos se constituyen en plagas y portadores de<br />

parásitos; d) la alteración de los procesos de competencia interespecífica<br />

por los cambios en las abundancias relativas de las<br />

especies puede favorecer la abundancia de patógenos; e) los<br />

cambios en la dominancia de especies generalistas sobre especialistas<br />

(p. ej., invasión de ratas generalistas en los campos,<br />

desplaza a roedores silvestres especialistas), favorece la dispersión<br />

y manutención de patógenos, y f ) los cambios pueden favorecer<br />

el aumento de patogenicidad de las enfermedades a<br />

nivel silvestre (dada la oferta de nuevos hospederos, la disminución<br />

de los hospederos tradicionales, los cambios en la inmunidad,<br />

provocados por el estrés, etcétera).<br />

Cada día es mayor la cantidad de investigadores que proponen<br />

que las enfermedades transmitidas por vectores están<br />

siendo afectadas por el cambio climático. En general, todos los<br />

modelos (que incorporan la tasa reproductiva y la tasa de picada<br />

en función de la temperatura y la tasa reproductiva de los<br />

patógenos) muestran la potencialidad de éstas, para expandirse<br />

desde regiones cálidas hacia templadas y hacia regiones en altura.<br />

20 Es importante tener en cuenta que por regla general, los<br />

modelos sólo trabajan con cambios de temperatura promedio,<br />

mientras que, en este momento, es evidente que hay cambios<br />

en las bajas temperaturas y por lo mismo se está alterando el<br />

periodo estacional. Esto tiene importantes implicaciones en la<br />

vida animal, ya que la reproducción y migración de muchas<br />

especies dependen de la llegada de las estaciones. Dicha alteración<br />

puede cambiar la circulación de los patógenos relacionados,<br />

por ejemplo, con aves generalistas de mayor capacidad<br />

adaptativa. Hay indicios de que esto estaría ocurriendo con el<br />

virus del Nilo, Escherichia coli y Cryptosporidium.<br />

Al respeto de este patógeno en Chile, es adecuado revisar lo<br />

planteado por Neira hace pocos años. 14 Hay parásitos muy ligados<br />

al fenómeno de la estacionalidad, como son Schistosoma spp.<br />

y Onchocerca volvulus. En el primer caso, la abundancia de los<br />

helmintos depende de la abundancia de los caracoles intermediarios.<br />

Estos moluscos ponen huevos en función de la vegetación<br />

presente la que, a su vez, depende de la estacionalidad de la lluvia,<br />

de la temperatura del agua y de la velocidad del flujo. Estas<br />

variables han sido afectadas por los cambios estacionales y por el<br />

aumento de represas y tranques. En cuanto a la transmisión de la<br />

oncocercosis, ésta tiene su máximo nivel en la estación de lluvias,<br />

con el aumento de la tasa de picada de los dípteros Simulium<br />

spp. Es evidente que el cambio en la llegada de las lluvias provocará<br />

alteraciones en la presentación de esta parasitosis. 16<br />

En resumen, es muy importante considerar que los estados<br />

estables de las interacciones biológicas se deben a las oscilaciones<br />

que presentan múltiples variables ecosistémicas dentro de<br />

rangos que se mantienen durante largos periodos. La natural<br />

evolución de los sistemas hace prever que éstos varíen en el<br />

tiempo o que en algún momento puedan producirse cambios<br />

abruptos poco predecibles. Sin embargo, hoy todo indica que<br />

las acciones antrópicas profundamente modificadoras del medio<br />

ambiente están provocando una oscilación mayor de las<br />

variables ecosistémicas y cuyo resultado no se puede adelantar.<br />

Es preciso tomar en cuenta, por ejemplo, que el mayor grupo<br />

de insectos vectores de patógenos, Aedes, Anopheles, Culex,<br />

Mansonia, Simulium, Lutzomya (vector de Leishmania), Chrysops<br />

(vector de Loa loa) y Glossina spp. (vectores de tripanosomas)<br />

se ubican principalmente en la zona tropical y dependen<br />

de selvas lluviosas, de sabanas y de ecosistemas de bosques de<br />

riberas. Son la modificación de estos ecosistemas, la penetración<br />

en sus bordes, las reforestaciones y las plantaciones de especies<br />

forestales y la necesaria y cada vez más fuerte interacción<br />

entre estos vectores y los seres humanos, los factores que determinan<br />

la epidemiología de estas enfermedades.<br />

Referencias<br />

1. Anderson R, May R. Infectious diseases of humans: dynamics<br />

and control. Oxford Univ. Press, Nueva York,<br />

1992:768.<br />

2. Baer J. El parasitismo animal. Ed. Guadarrama, Madrid,<br />

1971:249.<br />

3. Canals M, Cattan P. (eds.). Zoología médica: una visión<br />

de las especies potencialmente peligrosas desde la perspectiva<br />

de la biodiversidad. Generalidades y protozoos. Ed. Universitaria,<br />

Santiago, 2007:159.<br />

4. Collinge S, Ray C. Disease ecology. Oxford Univ. Press,<br />

Nueva York, 2006:227.<br />

5. Croll N. Ecology of parasites. Harvard University Press,<br />

Massachusetts, EUA, 1996:136.<br />

6. Esch G, Bush A, Aho J. Parasite communities: patterns<br />

and processes. Chapman and Hall, Londres, Reino Unido,<br />

1990:335.<br />

7. Gómez M, Rojo F. Ecología parasitaria. En: Cordero del<br />

Campillo M, Rojo F, Martínez A, y cols. Parasitología ve-


CAPÍTULO 7 Ecología y parasitosis 49<br />

terinaria. Parte I: Parasitología general. McGraw-Hill Interamericana<br />

de España, S.A.U. Madrid, 2001:63-69.<br />

8. Gorman T. La criptosporidiosis: una nueva entidad clínica.<br />

Monografías de Medicina Veterinaria, 1987;9:52-<br />

60.<br />

9. Grenfell B, Dobson A. (eds.). Ecology of infectious diseases<br />

in natural populations. Cambridge University Press,<br />

Cambridge, 1995:263.<br />

10. Guerrant R. Cryptosporidiosis: an emerging, highly infectious<br />

threat. Emerging Infectious Diseases, 1997;3:51-<br />

57.<br />

11. Kennedy C. (ed.). Ecological aspects of parasitology.<br />

North-Holland Pub., Países Bajos, 176:473.<br />

12. Koch M. Wildlife, people and development. Tropical<br />

Animal Health Production, 1996;28:68-80.<br />

13. Lilley B, Lammie P, Dikerson J, Eberhard M. An increase<br />

in hookworm infection tamporally associated with<br />

ecologic change. Emerging Infectious Diseases, 1997;3:<br />

391-393.<br />

14. Neira O. Acerca de Cryptosporidium spp en Chile. Rev<br />

Med Chi, 2005;133:847-849.<br />

15. Ostfeld R, Keesing F. Biodiversity and disease risk: the<br />

case of Lyme disease. Conservation Biology, 2000;14:722-<br />

728.<br />

16. Patz J, Wolfe N. Global ecological change and human<br />

health. En: Aguirre A, Ostfeld R, Tabor G, House C,<br />

Pearl M. Conservation Medicine. Oxford Univ. Press, Nueva<br />

York, 2002;167-181.<br />

17. Price P. Evolutionary biology of parasites. Princeton Univ.<br />

Press, Princeton, 1980:237.<br />

18. Ready P, Lainson R, Shaw J. Leishmaniasis in Brazil:<br />

XX. Prevalence of enzootic rodent leishmaniasis (Leishmania<br />

mexicana amazonensis) and apparent absence of<br />

pian bois (L. braziliensis guyanensis) in plantations of introduced<br />

tree species and in other non-climax forests in<br />

eastern Amazonia. Trans Roy Soc Trop Med Hyg, 1983;<br />

77:775–785.<br />

19. Richter D, Spielman A, Komar N, Matuschka<br />

F. Competence of American robins as reservoir hosts for<br />

Lyme disease spirochetes. Emerg Infect Dis, 2000;6:133-<br />

138.<br />

20. Rogers D, Randolph S. The global spread of malaria in<br />

a future, warmer world. Science, 2000;289:1763-1766.<br />

21. Tabor G. Defining conservation medicine. En: Aguirre<br />

A, Ostfeld R, Tabor G, House C, Pearl M. Conservation<br />

Medicine. Oxford Univ. Press, Nueva York, 2002:8-16.<br />

22. Thomas F, Renaud F, Guegan J. Parasitism and Ecosystems.<br />

Oxford Univ. Press, Nueva York, 2005:221.<br />

23. Walker B. Landscape to regional-scales responses of terrestrial<br />

ecosystems to global change. AMBIO, 1994;23:<br />

67-73.<br />

24. Wasson K, Peper R. Mammalian microsporidiosis. Veterinary<br />

Pathology, 2000;37:113-128.<br />

25. Zad A, Radulovic S. Higgins J, Noden B, Troyer J. Fleaborne<br />

rickettsioses: ecologic considerations. Emerg Infect<br />

Dis, 1997;3:319-327.


Capítulo<br />

8<br />

Bioquímica de parásitos*<br />

Juan D. Maya<br />

Los mecanismos bioquímicos y moleculares son universales,<br />

incluso entre organismos tan diversos como los parásitos. Por<br />

ello, es indispensable identificar las diferencias más importantes<br />

con sus hospederos, por cuanto constituyen los potenciales<br />

blancos terapéuticos. Este capítulo se centra fundamentalmente<br />

en aquellos mecanismos de interés quimioterapéutico. Es<br />

indispensable que el lector estudie de nuevo los conceptos básicos<br />

de la bioquímica clásica y tenga a la vista los esquemas de<br />

las principales rutas metabólicas para una mejor comprensión<br />

de la bioquímica de parásitos.<br />

Metabolismo energético<br />

en parásitos<br />

Características generales<br />

del metabolismo de protozoos anaerobios<br />

Ciertos protozoos se caracterizan por carecer de mitocondria<br />

aun cuando son eucariontes. De este grupo, los más notables<br />

desde el punto de vista médico son Giardia lamblia, Entamoeba<br />

histolytica y Trichomonas vaginalis. Se caracterizan por ser parásitos<br />

extracelulares que habitan ambientes relativamente hipóxicos<br />

como el duodeno, colon y tracto genitourinario. Los<br />

parásitos del género Microsporidia también carecen de mitocondria,<br />

pero son intracelulares, por lo que su organización<br />

metabólica es diferente. Una característica central de estos protozoos<br />

es que son anaerobios, aunque pueden tolerar bajas concentraciones<br />

de oxígeno, es decir, en este tipo de parásitos, la<br />

producción de ATP no está bajo la acción de procesos mitocondriales<br />

típicos como la fosforilación oxidativa, donde el gradiente<br />

de electrones mueve una ATPasa F 1 F 0 . Sin embargo,<br />

estos microorganismos tienen capacidad microaerofílica, que<br />

permite la generación de metabolitos más oxidados, por lo que<br />

la generación de ATP es un poco más eficiente. 25<br />

En general, el metabolismo energético de parásitos anaerobios<br />

es semejante al del resto de los eucariontes, donde la glucólisis<br />

es un proceso central en la utilización de la glucosa. Sin<br />

embargo, no poseen un ciclo de ácidos tricarboxílicos (ciclo de<br />

Krebs), pues no hay transporte de electrones asociado a citocromo<br />

C y de todas las demás reacciones típicamente mitocondriales.<br />

Por consiguiente, su metabolismo energético es del tipo<br />

“fermentador”, a través de la vía clásica de la glucólisis. Por lo<br />

tanto, la principal fuente de energía de estos protozoos es la<br />

glucosa y sus oligómeros y polímeros. Los aminoácidos y los<br />

lípidos no contribuyen al metabolismo energético, excepto la<br />

arginina; por otro lado, los productos finales del metabolismo<br />

energético son ácidos orgánicos, etanol y CO 2 .<br />

En giardias y entamoebas, el metabolismo energético se<br />

produce en el citosol; por el contrario, en tricomonas, ocurre<br />

en una organela semejante a las mitocondrias, pero evolutivamente<br />

diferente, denominada “hidrogenosoma”. 6<br />

En términos generales y, al igual que en el resto de los organismos<br />

eucarióticos, la captación celular de glucosa es seguida<br />

por su fosforilación y ulterior conversión en fructosa-6-fosfato.<br />

Cualquier polímero de glucosa ubicado en el medio ambiente es<br />

hidrolizado extracelularmente. El glucógeno es el principal carbohidrato<br />

de reserva y aunque aún no muy estudiado, probablemente<br />

es degradado por fosforólisis, y la fosfoglucomutasa lo<br />

convertiría a glucosa (E. histolytica). En forma característica, la<br />

conversión de fructosa-6-fosfato a fructosa 1,6-bifosfato, es una<br />

reacción reversible y diferente a la de eucariontes “mitocondriados”,<br />

lo que implica que este es un paso no regulado.<br />

El paso de glucosa-6-fosfato deshidrogenasa a fructosa-6-bifosfato<br />

no está regulado, es reversible y está catalizado por una<br />

fosfofructocinasa diferente a la de eucariontes mitocondriados.<br />

La fructosa-1,6-bifosfato es convertida a dihidroacetona fosfato<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Autoevaluación, la cual se encuentra disponible para el lector en el Centro de Aprendizaje en línea (On-line Center)<br />

vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

50


CAPÍTULO 8 Bioquímica de parásitos 51<br />

(DHAP) y gliceraldehído-3-fosfato (G3P) por una aldolasa. De<br />

manera subsecuente, el G3P es convertido a fosfoenolpiruvato<br />

(PEP) en una serie de reacciones que también producen ATP.<br />

El destino del PEP varía dependiendo de la especie. Se<br />

puede producir piruvato con generación de ATP mediante la<br />

actividad de una piruvato cinasa (G. lamblia o T. vaginalis) o<br />

piruvato dicinasa (G. lamblia o E. histolytica). El PEP puede<br />

derivar hacia oxaloacetato en Giardia y Entamoeba y ser reducido<br />

por la malato deshidrogenasa a malato y de ahí a piruvato.<br />

En fin, el piruvato podría convertirse en alanina o en acetil-<br />

CoA, vía transaminación o descarboxilación, respectivamente.<br />

Cuando el piruvato es llevado a acetil-CoA, el resultado final es<br />

producción de acetato o etanol, a través de acetil-CoA sintetasa<br />

o aldehído deshidrogenasa acoplada a NAD, respectivamente,<br />

en cuyo caso se produce ATP.<br />

Un aspecto muy importante es que los equivalentes reductores<br />

producidos durante la oxidación del piruvato son transferidos<br />

a la ferredoxina, que podría estar involucrada en la producción<br />

de etanol.<br />

En resumen, en este tipo de parásitos, la principal fuente<br />

de energía es la glucosa y los productos finales de su oxidación<br />

son acetato, etanol, alanina, CO 2 , CoA, PPi y Pi.<br />

En el cuadro 8-1 se indican las enzimas dependientes de<br />

pirofosfato (PPi) en amitocondriados.<br />

En Trichomonas, el metabolismo energético hasta piruvato<br />

también transcurre en el citosol. Incluso, la producción de lactato,<br />

etanol o succinato es también citosólica; sin embargo, la<br />

producción de acetato, en una reacción de oxidorreducción<br />

con producción de ATP y H 2 , ocurre en el hidrogenosoma,<br />

organelo característico de esta especie. La conversión de piruvato<br />

a acetil-CoA está mediada por una piruvato oxidorreductasa<br />

dependiente de ferredoxina.<br />

Los electrones generados por la oxidación de piruvato son<br />

transferidos a la ferredoxina, la cual, bajo condiciones de anaerobiosis,<br />

es reoxidada por una hidrogenasa dependiente de hierro,<br />

con la producción de H 2 . En presencia de O 2 , el hidrogenosoma<br />

funciona como organela respiratoria. El ATP es<br />

transportado al citosol por un intercambiador ADP/ATP. En el<br />

metabolismo de Giardia, Entamoeba y Trichomonas, además de<br />

la ausencia de mitocondria, destaca la transferencia de electrones<br />

mediada por un centro azufre-hierro y el papel central<br />

del pirofosfato inorgánico como donante de fosfato en vez del<br />

ATP: la producción de fructosa-1,6-bifosfato y producción de<br />

Cuadro 8-1. Enzimas dependientes de pirofosfato (PPi)<br />

en amitocondriados<br />

PPi fosfofructocinasa a [PPi-glucosa-6-fosfato fosfotransferasa]<br />

Piruvato, ortofosfato dicinasa<br />

Fosfoenolpiruvato carboxitransferasa<br />

PPi-Acetato dicinasa<br />

a<br />

Está presente en todos los amitocondriados pero también en Apicomplexa<br />

como Toxoplasma gondii y en amebas de vida libre.<br />

La dependencia de PPi, como fuente de fosfato, no es una característica<br />

particular de amitocondriados.<br />

piruvato a partir de PEP. Un hito metabólico importante consiste<br />

en la descarboxilación oxidativa de piruvato hacia acetil-<br />

CoA, catalizado por la piruvato:ferredoxina oxidorreductasa,<br />

donde la fracción de ferredoxina funciona como aceptora de<br />

electrones. En este tipo de organismos la principal fuente<br />

de energía se obtiene a través de la glucólisis. 6,7,18,27<br />

Efectos del oxígeno<br />

sobre el metabolismo energético<br />

Si hay oxígeno presente en el medio, estos protozoos lo captan<br />

ávidamente, aunque el metabolismo se mantiene en estado fermentativo;<br />

sin embargo, aparecen acetato y succinato como<br />

productos finales, que son compuestos más oxidados que el propio<br />

piruvato. La respiración en estos protozoos ocurre con alta<br />

afinidad por el oxígeno. Pero no puede ser inhibida con inhibidores<br />

mitocondriales clásicos, como por ejemplo, el cianuro.<br />

Estos parásitos cuentan con actividades de deshidrogenasa de<br />

dinucleótido de nicotinamida y adenina (NADH) y fosfatasa<br />

del dinucleótido de nicotinamida y adenina (NADPH) oxidasa,<br />

que son las enzimas que dan cuenta del consumo de oxígeno.<br />

Acción de fármacos<br />

nitroimidazoles<br />

El metronidazol y otros nitroimidazoles relacionados son los fármacos<br />

de elección para el tratamiento de las infecciones causadas<br />

por este tipo de parásitos. Son profármacos, en los cuales el grupo<br />

nitro debe ser reducido para ejercer su efecto citotóxico. Esta<br />

reducción es llevada a cabo por electrones provenientes de la<br />

reacción de la piruvato:ferredoxina oxidorreductasa y pasados a<br />

la ferredoxina, siendo ésta la responsable de la donación de electrones<br />

en el proceso. En T. vaginalis, el metronidazol compite<br />

por estos electrones con la hidrogenasa dependiente de hierro.<br />

Los productos de la nitrorreducción son agentes citotóxicos de<br />

corta duración, especialmente nitrorradicales y agentes electrofílicos<br />

del tipo hidroxilamina (R-NH 2 OH) (figura 8-1). En presencia<br />

de oxígeno, la toxicidad de estos nitrocompuestos disminuye<br />

posiblemente por reoxidación del nitrorradical mediante<br />

reciclaje redox con el oxígeno, proceso que también genera radicales<br />

libres derivados del oxígeno (figura 8-1); sin embargo, esta<br />

posibilidad es remota por cuanto la eficacia del metronidazol se<br />

produce en anaerobiosis estricta. La disminución en la actividad<br />

de los sistemas reductivos provoca resistencia a estos fármacos. 1,15<br />

En conclusión, el metabolismo energético de los amitocondriados<br />

está fundamentalmente representado por la vía glucolítica<br />

clásica, como en el resto de los eucariontes. Las características<br />

más llamativas son el uso de PPi en vez de ATP en algunos<br />

pasos de la glucólisis y la presencia de un sistema oxidante<br />

piruvato:ferredoxina oxidorreductasa, responsable de la transferencia<br />

de electrones en estos parásitos y que también participa<br />

en el modo de acción de nitroimidazoles como el metronidazol,<br />

antiparasitario usado contra estos patógenos.


52 PARTE I Parasitología general<br />

R-NO 2<br />

Ferredoxina<br />

e′<br />

2H <br />

Reciclaje<br />

Redox<br />

SOD<br />

<br />

O′ 2<br />

Fe 2<br />

R-NO′ 2<br />

<br />

2H e′<br />

O 2<br />

H 2 O 2 O 2 ′ <br />

Haber-Weiss<br />

OH′ OH <br />

RNO<br />

H e′<br />

RHNO 2 ′<br />

H e′<br />

RNHOH<br />

2H 2e′<br />

R-MH 2<br />

Figura 8-1. Efecto de nitroderivados sobre parásitos amitocondriados (p. ej., T. vaginalis)<br />

Características generales<br />

del metabolismo energético<br />

de protozoos aerobios<br />

Metabolismo energético<br />

en tripanosomátidos<br />

Una característica peculiar en tripanosomátidos es la inclusión<br />

de las enzimas glucolíticas en microcuerpos denominados<br />

glucosomas y por esto son potenciales blancos terapéuticos.<br />

Trypanosoma brucei, responsable de la enfermedad del sueño<br />

en África, es uno de los tripanosomátidos mejor estudiados.<br />

3,17,24<br />

Glucólisis<br />

En la forma sanguínea de T. brucei, la glucosa es la única fuente<br />

de energía, aunque no se excluye la posibilidad de metabolizar<br />

también la manosa, fructosa y glicerol. La dependencia de<br />

la glucosa es lógica, por cuanto se encuentra en altas cantidades<br />

en la sangre (5 mM).<br />

La glucólisis sigue la ruta aeróbica clásica, pero a una velocidad<br />

muy alta, probablemente por la compartimentación de<br />

las primeras siete enzimas de la vía glucolítica, adicional a la<br />

presencia de las enzimas responsables del metabolismo del glicerol<br />

y de la ruta de las hexosas monofosfato.<br />

Los tripanosomátidos carecen de un ciclo de ácido tricarboxílico<br />

y de una cadena transportadora de electrones clásica. 8<br />

Por lo anterior, el piruvato es el producto final del metabolismo<br />

glucolítico y es un producto de desecho. La consecuencia de<br />

esto es una pobre producción de ATP. Las formas sanguíneas<br />

de T. brucei no almacenan glucógeno.<br />

En T. brucei, el NADH, producido durante la glucólisis<br />

por la reacción de la gliceraldehído fosfato deshidrogenasa, es<br />

reoxidado indirectamente por el oxígeno molecular a través de<br />

una lanzadera denominada glicerol-3-fosfato:dihidroacetona<br />

fosfato, que comprende a la glucosa-3-fosfato deshidrogenasa<br />

ligada a NAD (en el glucosoma) y FAD (en la membrana interna<br />

mitocondrial).<br />

Se supone que los equivalentes reductores producidos por<br />

este ciclo reaccionan con la ubiquinona. El ubiquinol formado<br />

es oxidado por una oxidorreductasa denominada oxidasa alternativa<br />

de tripanosoma (TAO), presente en la membrana mitocondrial<br />

interna. Esta enzima es insensible al cianuro, pero es<br />

sensible a ácido salicilil hidroxilámico (SHAM). La TAO no<br />

está presente en leishmanias.<br />

Cuando la TAO es inhibida por SHAM, se produce ausencia<br />

de oxígeno en el metabolismo de carbohidratos en las<br />

formas sanguíneas de T. brucei. En este escenario, la regeneración<br />

de NAD ocurre por reducción de dihidroacetona fosfato a


CAPÍTULO 8 Bioquímica de parásitos 53<br />

glicerol-3´-fosfato seguido de la formación de glicerol, el cual<br />

es excretado. El ATP sintetizado en la reacción anterior compensa<br />

la pérdida de un mol de ATP en la reacción de la fosfoglicerato<br />

cinasa glucosómica, debido a que en vez de dos moles<br />

se produce un mol de fosfoglicerato por cada mol de glucosa<br />

consumida.<br />

A consecuencia de lo anterior, la glucosa es dismutada a<br />

cantidades equimolares de piruvato y glicerol, con la síntesis<br />

neta de una molécula de ATP. Bajo estas circunstancias, las formas<br />

sanguíneas pueden sobrevivir, lo que implica que la inhibición<br />

de la respiración no es suficiente para matar a T. brucei,<br />

siempre y cuando el glicerol no se acumule en el medio, pues es<br />

tóxico. Por ello, aunque la oxidasa alternativa podría ser blanco<br />

terapéutico atractivo, no es eficaz.<br />

De cualquier manera, las enzimas de la ruta glucolítica en<br />

T. brucei siguen siendo un blanco terapéutico excelente, puesto<br />

que el parásito carece de medios para almacenar energía. Es<br />

más, en presencia de acumulación de glicerol, por acción de<br />

masas, se revierte la reacción de la glicerol cinasa y la glucólisis<br />

se detiene, depletándose el ATP.<br />

De todos los puntos potenciales de control en la vía glucolítica<br />

de T. brucei, el transportador de glucosa en la membrana,<br />

y las enzimas aldolasa, gliceraldehído-3-fosfato deshidrogenasa<br />

y fosfofructocinasa son las más importantes, especialmente<br />

en situaciones donde las concentraciones de glucosa no son limitantes.<br />

Otro punto importante de la ruta glucolítica es la<br />

triosa isomerasa, la cual, al ser inhibida en sólo 15%, disminuye<br />

el crecimiento de los parásitos en 50%. La consecuencia de<br />

la inhibición de esta enzima fuerza la formación de cantidades<br />

equimolares de piruvato y glicerol, con la formación de un<br />

mol de ATP por cada glucosa lo cual, como ya se ha demostrado,<br />

detiene el crecimiento del parásito. 13<br />

Con base en las explicaciones anteriores, y en otras evidencias,<br />

es posible afirmar que cualquier inhibidor de la vía glucolítica,<br />

capaz de ejercer una importante reducción del flujo glucolítico<br />

y, por tanto, de reducir el rendimiento en la producción<br />

de ATP, detendrá completamente el crecimiento, por lo que<br />

constituyen un conjunto de blancos terapéuticos muy interesantes.<br />

13, 26<br />

En las formas sanguíneas de T. brucei, la glucólisis transcurre<br />

con mucha rapidez, por lo que el papel de transportadores<br />

específicos de glucosa y sus metabolitos es crucial.<br />

El transporte transmembrana de glucosa ocurre por difusión<br />

facilitada por proteínas transportadoras que pueden usarse<br />

para ingresar fármacos al interior del tripanosoma, en la medida<br />

que estén acomplejados con el carbohidrato correcto, sin<br />

perjuicio de la posibilidad de inhibir directamente este tipo de<br />

proteínas.<br />

Siguiendo el principio de la bioquímica diferencial, se ha<br />

encontrado que la especificidad por el transporte de glucosa es<br />

distinta del hospedero; sin embargo, el diseño de análogos de<br />

glucosa no ha sido muy fructífero.<br />

El transporte de piruvato también puede ser inhibido, con<br />

la consecuente acidificación y lisis celular. Existen inhibidores<br />

específicos de esta vía, como quercetina y floretina. Sin embargo,<br />

aun cuando hay transportadores de glicerol que funcionan<br />

a bajas concentraciones, a altas concentraciones el transporte<br />

ocurre por difusión; por tanto, no es un mecanismo susceptible<br />

de ser terapéuticamente inhibible.<br />

La hexocinasa de T. brucei sólo tiene 36% de homología<br />

con su contraparte humana, no es regulada por producto<br />

y puede usar cualquier nucleótido fosfato en vez de ATP,<br />

lo que la hace un potencial blanco farmacológico. 21 El cuadro<br />

8-2 muestra las características de las principales enzimas de<br />

la vía glucolítica contenidas en el glucosoma de tripanosomátidos.<br />

Vía de hexosa monofosfato<br />

La vía de hexosa monofosfato mantiene el pool intracelular<br />

de NADPH, donante de hidrógeno, en el metabolismo reductivo<br />

y como defensa contra el estrés oxidativo; asimismo, para<br />

generar ribosa-5-fosfato, esencial para la síntesis de nucleótidos.<br />

La fracción oxidativa de esta ruta convierte glucosa-6-fosfato<br />

a ribulosa-5-fosfato, con generación de NADPH por cada<br />

mol de glucosa-6-fosfato consumido. Varias enzimas participantes<br />

de esta ruta se encuentran en el glucosoma, incluyendo<br />

una proporción importante de la actividad de glucosa-6-fosfato<br />

deshidrogenasa (50%), fosfoglucolactonasa. La glucosa-6-fosfato<br />

deshidrogenasa tiene homología con enzimas semejantes<br />

encontradas en plantas. Las otras enzimas de la ruta oxidativa<br />

tienen homología con sus correspondientes procariontes.<br />

La suramina es un fármaco capaz de inhibir la glucosa-<br />

6-fosfato deshidrogenasa. La ruta no oxidativa se genera a partir<br />

de varias pentosas fosfato, siendo los productos finales de la<br />

transaldolasa y transcetolasa, la fructosa-6-fosfato y gliceraldehído-3-fosfato.<br />

En conclusión, la vía glucolítica es un potencial blanco<br />

terapéutico, no sólo en T. brucei, sino también en T. cruzi y<br />

Leishmania. 13,28<br />

Metabolismo energético<br />

en Apicomplexa<br />

El phylum Apicomplexa incluye a los parásitos intracelulares<br />

Plasmodium, Toxoplasma y Eimeria (Coccidia). Estos protozoos<br />

sobreviven en ambientes de bajo contenido de oxígeno, por lo<br />

que se les denomina microaerofílicos y presentan enzimas de<br />

las rutas aeróbica y anaeróbica.<br />

Los miembros del phylum Apicomplexa infectan una diversidad<br />

muy grande de especies y tejidos, que imponen diversas<br />

restricciones sobre su supervivencia intracelular; por ejemplo,<br />

el eritrocito es bastante inhóspito, con muy poca actividad<br />

metabólica y alto riesgo de daño oxidativo para el parásito. Para<br />

complicar esta situación, la mayoría de estos parásitos sufren<br />

cambios morfológicos y fisiológicos importantes en su ciclo de<br />

vida y se producen diferencias notables en cada una de las etapas<br />

del ciclo.


54 PARTE I Parasitología general<br />

Cuadro 8-2. Características del contenido enzimático de glucosomas de tripanosomátidos y relación con sus homólogos<br />

Enzima<br />

Homología<br />

Señal de transporte<br />

al glucosoma Regulación Inhibidor<br />

Hexocinasa a 36% con mamíferos Sí No m-Bromofenilglucosamina<br />

Glucosa-6-fosfato isomerasa<br />

— Sí No 5-fosfo-D-arabinoato (ki<br />

50 mM)<br />

Fosfofructocinasa b — Sí No —<br />

Aldolasa > con plantas y algas Sí — —<br />

Triosa fosfato isomerasa > con plantas y algas No (pero se localiza en el<br />

glucosoma)<br />

Gliceraldehído-3-fosfato > con plantas y algas No (pero se localiza en el<br />

deshidrogenasa (GAPDH) c glucosoma)<br />

Glicerol-3-fosfato deshidrogenasa<br />

25% (semejantes procariontes)<br />

No (pero se localiza en el<br />

glucosoma)<br />

Sí<br />

Su inhibición impide la glucólisis<br />

y es letal para el parásito<br />

La inhibición de la glucólisis es<br />

letal para tripanosomátidos<br />

Control importante del flujo<br />

glucolítico<br />

Fosfoglicerato cinasa d Origen procarióntico Sí — Suramina<br />

Fosfoglicerato mutasa y<br />

enolasa<br />

Plantas No Independiente de cofactor (2,3<br />

bifosfoglicerato)<br />

Piruvato cinasa — — Glucosa 1,6 bifosfato<br />

Fructosa 2,6 bifosfato<br />

Fructosa 1,6 bifosfato<br />

Ribulosa 1,6 bifosfato<br />

Piruvato fosfato dicinasa — Sí PPi<br />

a Baja especificidad por ATP; usa otros NTP; b requiere ATP; c Une NAD; d Tres isoenzimas.<br />

Sulfato; 2-fosfoglicolato;<br />

arsenato; suramina<br />

Suramina, gosipol, ácido<br />

agrícico (letales para<br />

formas intracelulares de<br />

T. cruzi y Leishmania)<br />

Ácido agrícico suramina<br />

melarsen<br />

No<br />

Transporte de carbohidratos<br />

El trofozoíto intraeritrocitario depende de la glucosa para su<br />

metabolismo energético, pues carece de medios de almacenamiento.<br />

Un eritrocito normal consume 5 mmol de glucosa al<br />

día, pero uno infectado con P. falciparum la consume a una<br />

velocidad de 150 mmol/día, y todo a expensas de una muy activa<br />

maquinaria glucolítica del parásito. Es más, el propio parásito<br />

proporciona al eritrocito productos de su propio metabolismo<br />

como ATP y glutatión, lo que contribuye a configurar un<br />

sistema más complejo.<br />

El ingreso de glucosa al eritrocito se produce por la acción<br />

del transportador GLUT1 que se encuentra en alta densidad en<br />

la membrana del eritrocito y que garantiza un rápido ingreso y,<br />

por tanto, aporte continuo de glucosa, tanto al eritrocito como<br />

al parásito. 11<br />

En el parásito propiamente dicho, hay también un transportador<br />

de glucosa PfHT1 que es homólogo a GLUT1, es<br />

inhibible por citocalasina B y también es capaz de transportar<br />

fructosa.<br />

Glucólisis<br />

La vía glucolítica es anaeróbica, cuyo producto final es lactato<br />

y muchas de sus enzimas están asociadas a la membrana plasmática<br />

y al citoesqueleto, lo que incrementa la eficiencia de esta<br />

ruta.<br />

La hexocinasa se encuentra en altos niveles de expresión,<br />

garantizando una velocidad de conversión de glucosa a glucosa-<br />

6-fosfato 25 veces mayor que la del hospedero. La glucosa fosfato<br />

isomerasa también tiene hasta 10 veces más actividad.<br />

La fosfofructocinasa es un potencial blanco terapéutico en<br />

P. falciparum. En forma característica, su actividad no se afecta<br />

a bajo pH, pero al igual que en los seres humanos, su actividad<br />

está modulada por fructosa-6-fosfato, aunque es insensible a<br />

los niveles de ATP, lo que explica por qué la glucólisis transcurre<br />

a tan alta velocidad en estos parásitos. La eficiencia en la<br />

producción de ATP en esta reacción es 50% mayor a lo usual,<br />

dado que esta enzima depende de pirofosfato para actuar.<br />

La gliceraldehído-3-fosfato deshidrogenasa (GAPDH)<br />

está inducida en 35% en el eritrocito parasitado. Adicionalmente,<br />

disminuye NAD en vez de NADP (como en el<br />

humano).<br />

En las etapas tardías del crecimiento intraeritrocítico, la<br />

actividad de fosfoglicerato cinasa aumenta siete veces. La piruvato<br />

cinasa es insensible a fructosa-1,6-bifosfato, pero es activada<br />

por derivados de glucosa monofosfato.<br />

El NADH producido por GAPDH se consume en la formación<br />

de lactato por la lactato deshidrogenasa, enzima insensible<br />

a la acción reguladora de piruvato, lo que garantiza la


CAPÍTULO 8 Bioquímica de parásitos 55<br />

regeneración de NAD. Esta enzima difiere de manera significativa<br />

de la del hospedero.<br />

Aunque el parásito resiste condiciones ácidas, el exceso de<br />

ácido puede afectar la estabilidad de la célula, por lo que el<br />

parásito extrae lactato y protones al espacio extracelular (intraeritrocitario)<br />

y posteriormente sale al plasma a través de las denominadas<br />

vías de permeación nuevas (VPN) que son transportadores<br />

de la membrana eritrocitaria inducidos por la<br />

presencia del parásito en el glóbulo rojo. 24<br />

En conclusión, la vía glucolítica en organismos del phylum<br />

Apicomplexa produce dos o tres moléculas de ATP por mol de<br />

glucosa (dependiendo de si la fosfofructocinasa usa ATP o pirofosfato).<br />

13<br />

En P. falciparum, la vía de las pentosas también es activa en<br />

la generación de NADPH. La principal característica de esta<br />

vía es la presencia de una enzima bifuncional exclusiva de plasmodios:<br />

glucosa-6-fosfato deshidrogenasa-6-fosfogluconolactonasa.<br />

El NADPH producido es esencial para el funcionamiento<br />

de la glutatión reductasa.<br />

Como se mencionó, el glutatión producido por el plasmodio<br />

sale al citosol del eritrocito, donde aporta un extraordinario<br />

medio ambiente reductor ante cualquier estrés oxidativo producido<br />

por la infección parasitaria. 2<br />

Metabolismo mitocondrial<br />

Al igual que en algunos tripanosomátidos, los Apicomplexa tienen<br />

una única mitocondria; sin embargo, el genoma de las mitocondrias<br />

de los plasmodios codifica sólo tres genes: citocromo<br />

b y las subunidades I y III de la citocromo oxidasa. Estos<br />

protozoos tienen una cadena respiratoria parcial.<br />

Cadena transportadora<br />

de electrones<br />

En el género Plasmodium no se ha detectado la presencia de<br />

NADH deshidrogenasa (complejo I), aunque sí se ha demostrado<br />

actividad de complejo II (transferencia de electrones desde<br />

ubiquinona a succinato deshidrogenasa), complejo III (citocromo<br />

c reductasa) y complejo IV (citocromo c oxidasa). 14,25<br />

Sin embargo, los inhibidores del complejo III son poco eficaces,<br />

aunque los análogos de ubiquinona como la hidroxinaftoquinona<br />

atovaquona pueden colapsar rápidamente el potencial<br />

de membrana mitocondrial y disminuir el consumo de oxígeno.<br />

Por desgracia, la selección de cepas resistentes a atovaquona<br />

por mutaciones en la citocromo b obliga al uso combinado con<br />

otros antimaláricos.<br />

Existe la oxidasa alternativa (de origen vegetal) en plasmodios<br />

que transfiere directamente electrones desde el ubiquinol<br />

al oxígeno y es sensible al propilgalato; sin embargo, no contribuye<br />

a la producción de energía, pues esta vía sobrepasa la maquinaria<br />

de la bomba de protones. Este es un mecanismo de<br />

protección contra el estrés oxidativo al canalizar con seguridad<br />

los electrones hacia el oxígeno durante situaciones de flujo electrónico<br />

excesivo.<br />

Fosforilación oxidativa<br />

La presencia de NADH deshidrogenasa y ATP sintetasa es controvertida,<br />

aun cuando hay evidencias cada vez mayores de su<br />

presencia en por lo menos algunas especies de plasmodio, incluyendo<br />

al falciparum, aunque su genoma no codifica para las<br />

enzimas del complejo I, excepto para una NAD(P)H:ubiquinona<br />

oxidorreductasa alternativa insensible a rotenona.<br />

La presencia de una ATP sintetasa mitocondrial indica que<br />

los plasmodios, por lo menos en alguna parte de su ciclo de<br />

vida, producen ATP por esta ruta. No hay evidencias de fosforilación<br />

oxidativa en las fases eritrocíticas de P. falciparum, aunque<br />

tal vez sí en la fase del insecto.<br />

Ciclo del ácido cítrico<br />

En mamíferos, el ciclo produce NAD(P)H y FADH2, insumos<br />

esenciales para la cadena transportadora de electrones que produce<br />

hasta 15 moléculas de ATP por ciclo. En P. falciparum, se<br />

ha observado actividad consistente con el ciclo del ácido cítrico,<br />

y su genoma contiene los genes que codifican las ocho enzimas<br />

de este ciclo. 25<br />

Una diferencia significativa es la presencia de la malato:ubiquinona<br />

oxidorreductasa (MQO), flavoenzima de membrana<br />

que transfiere directamente electrones a la ubiquinona en<br />

vez de NAD. No está muy claro el mecanismo de producción<br />

de acetil-CoA. Sin embargo, aunque P. falciparum codifica piruvato<br />

deshidrogenasa, la síntesis de acetil-CoA ocurre por acción<br />

de acetil-CoA sintetasas específicas.<br />

La oxidación anaeróbica de piruvato en plasmodios también<br />

es posible gracias a la presencia de piruvato:ferredoxina<br />

oxidorreductasa como en parásitos anaerobios tipo Giardia o<br />

Trichomonas. Durante esta actividad, el piruvato es convertido<br />

a acetil-CoA.<br />

El phylum Apicomplexa comprende más de 5 000 especies,<br />

lo cual explica la tremenda variabilidad genética y por tanto<br />

metabólica de este phylum, sin contar con la diversidad de<br />

ciclos biológicos en estos protozoos.<br />

Características distintivas<br />

del metabolismo energético<br />

de los Apicomplexa<br />

En Toxoplasma gondii, el metabolismo energético predominante<br />

recae en la glucólisis anaeróbica, específicamente en los bradizoítos,<br />

etapa característica de la fase latente. De hecho, estas<br />

formas carecen de succinato deshidrogenasa, por lo que se explica<br />

su insensibilidad a atovaquona. Además, hay dos isoformas<br />

de lactato deshidrogenasa característica de cada una de las<br />

etapas de T. gondii, siendo la isoforma 2 resistente a la acción


56 PARTE I Parasitología general<br />

inhibidora de piruvato. La glucosa-6-fosfato isomerasa está activa<br />

en la forma bradizoíto.<br />

Una característica distintiva de los Apicomplexa es la capacidad<br />

de almacenar carbohidratos en la forma de amilopectina,<br />

típica de plantas y algas.<br />

Significancia médica<br />

Las actividades del metabolismo de carbohidratos y la cadena<br />

transportadora de electrones son bien conocidas en otros sistemas,<br />

pero las vías particulares difieren de las de otras especies,<br />

por ejemplo, la interacción selectiva de atovaquona con el complejo<br />

III tiene utilidad clínica, en especial en combinación con<br />

proguanil (derivado de la semilla de algodón) y péptidos similares<br />

a triosafosfato isomerasa que inhiben el crecimiento de<br />

P. falciparum. La dependencia del pirofosfato hace posible que<br />

análogos como los bifosfonatos también tengan potencial antimalárico.<br />

20<br />

Metabolismo de aminoácidos<br />

y proteínas en parásitos<br />

Los protozoos intracelulares tienen una biosíntesis de aminoácidos<br />

bien restringida, y casi todos los aminoácidos comunes<br />

son esenciales para ellos.<br />

Fuentes de aminoácidos<br />

Cuadro 8-3. Aminoácidos más abundantes en protozoos parásitos<br />

Aminoácido<br />

Dado que todos los parásitos usan aminoácidos exógenos, deben<br />

contar con transportadores adecuados para ingresarlos a su<br />

propio medio interno. 3,22<br />

Las fases insectarias de cinetoplástidos usan de manera<br />

preferencial uno de los aminoácidos más abundantes de su hemolinfa,<br />

la prolina; su transporte es posiblemente un mecanismo<br />

activo y es el responsable de la captación de este aminoácido<br />

en promastigotes y amastigotes de Leshmania. Sin embargo,<br />

el mecanismo presente en amastigotes de L. donovani es más<br />

inespecífico. En T. brucei, el transporte es dependiente de ATP<br />

y no del cotransporte de sodio o potasio. También se ha identificado<br />

transporte activo de l-arginina en promastigotes de<br />

L. donovani, proceso inhibible competitivamente por pentamidina.<br />

El proceso de transporte activo para arginina también ha<br />

sido identificado para T. cruzi y Trichomonas (cuadro 8-3).<br />

Uno de los aminoácidos más abundantes del plasma es la<br />

glutamina, aminoácido captado por P. falciparum por las vías<br />

de permeación nuevas (VPN), tal y como ocurre con la fructosa.<br />

24 Es de notarse que bajo condiciones normales el eritrocito<br />

es impermeable a este aminoácido.<br />

La cisteína es esencial para el crecimiento de Giardia lamblia,<br />

que no la puede sintetizar de novo o a partir de metionina.<br />

19 El transporte ocurre a través de dos mecanismos, uno por<br />

un transportador no saturable y otro específico por aminoácidos<br />

con grupo SH. G. lamblia también tiene un transportador<br />

para l-alanina, serina, glicina y treonina. Los protozoos parásitos<br />

presentan grandes concentraciones de aminoácidos libres,<br />

como ocurre con alanina en tripanosomátidos, Giardias y Trichomonas.<br />

Por otro lado, en Entamoebas, los aminoácidos más<br />

abundantes son glutamato, leucina, prolina y valina.<br />

Los helmintos tienen almacenes de aminoácidos más grandes<br />

que sus hospederos vertebrados; sin embargo, el contenido<br />

de aminoácidos relacionados con el ciclo del ácido tricarboxílico<br />

es reducido y presentan otros aminoácidos inusuales<br />

como 3-alanina, 2-, 3- y 4-aminoisobutirato, citrulina, ornitina,<br />

taurina, creatinina, homoserina, norleucina y norvalina.<br />

Proteólisis<br />

Los parásitos tienen enzimas proteolíticas, que participan en<br />

los procesos de nutrición a expensas de las proteínas del hospedero,<br />

pero también son importantes para las relaciones parásito-hospedero<br />

y en algunas ocasiones han sido identificadas<br />

como factores de virulencia. 16 Algunas proteinasas participan<br />

en la invasión tisular o celular, como es el caso de Schistosomas<br />

y Entamoebas. También pueden actuar como antígenos y son<br />

esenciales en el desarrollo de la respuesta inmune del hospedero<br />

pero, por otro lado, pueden degradar anticuerpos unidos a antígenos<br />

de superficie, por lo que protegen al parásito de la agresión<br />

inmune del hospedero. En el cuadro 8-4 se describe un<br />

resumen de las principales proteasas de parásitos y su función<br />

que se mencionan más adelante.<br />

Enzimas proteolíticas en protozoos<br />

Cisteín proteasas<br />

Especie<br />

Prolina → T. cruzi<br />

Glutamina → P. falciparum<br />

Cisteína → G. lamblia<br />

Alanina → Tripanosomátidos, Giardias y<br />

Trichomonas<br />

Glutamato, leucina, prolina,<br />

valina<br />

→ Entamoebas<br />

Son muy abundantes en protozoos y en muchos casos son las<br />

actividades proteolíticas predominantes, como en amastigotes<br />

de Leishmania mexicana, epimastigotes de T. cruzi y tripomastigotes<br />

sanguíneos de T. brucei. Se pueden expresar múltiples<br />

isoformas simultáneamente en estos organismos, aunque por lo<br />

general son regulados dependiendo de la fase del desarrollo en<br />

que se encuentre el parásito. Todos los tripanosomátidos expresan<br />

proteinasas tipo I. Estas proteinasas son extremadamente<br />

antigénicas, siendo el extremo C-terminal el responsable de<br />

esta característica. 4


CAPÍTULO 8 Bioquímica de parásitos 57<br />

Cuadro 8-4. Enzimas proteolíticas en protozoos<br />

Enzimas Parásito Nombre Función<br />

Cisteín proteinasas Tripanosomátidos Cruzipaína, congopaína Antigénicas<br />

Plasmodium Falcipaína Invasión y ulterior rotura eritrocitaria;<br />

digestión de hemoglobina<br />

E. histolytica Amoebapaína, histolizaína Penetración a mucosas<br />

Fasciola hepatica<br />

Paragonimus westermani<br />

Penetración, degradación de matriz<br />

extracelular<br />

Serín proteasas T. cruzi Oligopeptidasa B Penetración de tripomastigotes<br />

T. cruzi, Plasmodium Prolil oligopeptidasa Hidrólisis de colágeno<br />

Invasión; formación de vacuola parasitófora;<br />

interacciones con receptores<br />

Schistosoma mansoni<br />

Penetración a piel<br />

Metaloproteinasas Tripanosomátidos Leishmanolisina Degradación de componentes de<br />

matriz extracelular<br />

Plasmodium Falcilisina Degradación de péptidos en vacuola<br />

alimentaria<br />

Aspartato proteinasa Plasmodium Plasmepsinas Digestión de hemoglobina<br />

Treonín proteasas Todos los parásitos Proteosoma Recambio proteico en proceso de<br />

diferenciación<br />

En tripanosomátidos, las cisteín proteasas son lisosomales,<br />

aunque también se han descrito isoformas adheridas a la membrana.<br />

En P. falciparum, la situación es compleja por cuanto<br />

presenta todas las clases catalíticas de proteinasas. 23 Están involucradas<br />

en la invasión y ulterior rotura eritrocitaria y son responsables<br />

de la digestión de la hemoglobina al interior de la<br />

vacuola digestiva a cargo específicamente de la falcipaína.<br />

E. histolytica libera un número importante de proteasas al<br />

medio extracelular, entre las que se encuentra amoebapaína<br />

(pm 22-27 KDa), histolizaína (26-29 KDa), catepsina B (16<br />

KDa) y una cisteín proteinasa neutra (56 KDa). T. vaginalis<br />

secreta una mezcla compleja de proteasas que van de 20 a 96<br />

KDa, algunas semejantes a la catepsina L de mamíferos.<br />

Serín proteasas<br />

Son menos abundantes que las cisteín proteasas en protozoos y<br />

participan en procesos de invasión a las células hospederas. En<br />

T. cruzi, la oligopeptidasa B está indirectamente involucrada en<br />

la penetración de tripomastigotes al inducir un incremento<br />

transitorio de calcio citosólico en la célula hospedera. Otra serín<br />

proteasa, prolil oligopeptidasa, es capaz de hidrolizar fibronectina<br />

y colágeno I y IV a pH neutro.<br />

En P. falciparum, las cisteín y serín proteasas participan<br />

activamente en la invasión o ruptura de los glóbulos rojos. Una<br />

serín proteasa de 75 KDa se encuentra unida a la membrana de<br />

esquizontes y merozoítos a través de un anclaje de glucosilfosfatidilinositol<br />

(GPI) y es activada después de la liberación por<br />

acción de una fosfolipasa C específica. Debido a que la enzima<br />

purificada de merozoítos es capaz de partir dos proteínas eritrocíticas<br />

importantes, glucoforina A y banda III, puede estar involucrada<br />

en la formación de la vacuola parasitófora desde la<br />

membrana plasmática eritrocitaria. Una serín proteinasa tipo<br />

subtilisina dependiente de calcio y unida a membrana, pf-<br />

SUB1, es capaz de procesar la MSP-1, proteína principal en<br />

merozoítos. Los péptidos liberados por esta reacción participan<br />

en interacciones con receptores mediadas por ligando que inician<br />

el proceso de invasión al eritrocito. Esta enzima, localizada<br />

en los gránulos densos de los merozoítos, es liberada y secretada<br />

al término del proceso de invasión. 9<br />

Metaloproteinasas<br />

Sólo las metaloproteinasas de Leishmania están bien caracterizadas,<br />

aunque se encuentran en muchos parásitos. La leishmanolisina<br />

de 63 KDa es una glucoproteína unida a la membrana<br />

de promastigotes a través de GPI. Es la proteína más abundante<br />

de la membrana de promastigotes. Aunque en menor cantidad,<br />

también se encuentra una proteína similar que actúa a pH<br />

ácido en amastigotes. La enzima de membrana es una metaloproteinasa<br />

dependiente de zinc, capaz de degradar componentes<br />

de la matriz extracelular. Se han identificado genes que codifican<br />

para leishmanolisina en otros tripanosomátidos como<br />

T. brucei, T. cruzi y Crithidia fasciculata.<br />

La falcilisina de P. falciparum es una metaloproteinasa localizada<br />

principalmente en la vacuola alimentaria y participa en<br />

la degradación de la hemoglobina junto con la falcipaína y<br />

plasmepsinas I y II. 9


58 PARTE I Parasitología general<br />

Proteinasas aspárticas<br />

(aspartato proteinasas)<br />

Estas enzimas se han descrito con detalle en plasmodios, pero<br />

no se han identificado en tripanosomátidos. Las plasmepsinas<br />

rompen la hemoglobina con diferentes especificidades. Sin embargo,<br />

las plasmepsinas I y II rompen la hemoglobina nativa en<br />

el enlace phe33/leu34 de la cadena alfa, produciendo desestabilización<br />

de la molécula, conduciendo a su desplegamiento y<br />

posterior proteólisis. 5<br />

Treonín proteasas<br />

El proteosoma es una treonín proteasa de alto peso molecular, el<br />

cual presenta en eucariontes tres actividades proteolíticas con<br />

diferente especificidad y es la principal actividad proteolítica en<br />

citosol y núcleo. Se han identificado proteosomas en Entamoebas,<br />

tripanosomátidos y Apicomplexa. En general, los proteosomas<br />

de estos protozoos presentan gran homología con los<br />

animales superiores. En T. brucei, se ha observado una proteína<br />

activadora de proteosoma (PA26) que polimeriza espontáneamente<br />

en un heptámero en forma de anillo capaz de activar el<br />

proteosoma 20S, con dos subunidades activantes 19S, algunas<br />

de las cuales tienen actividad ATPasa. Se ha purificado el proteosoma<br />

26S en T. cruzi; es dependiente de ATP y presenta actividad<br />

tipo quimotripsina; consta de 30 proteínas y participa<br />

en el recambio proteico durante la diferenciación de tripomastigote<br />

a amastigote 5 y es inhibido por derivados de vinilsulfona.<br />

Enzimas proteolíticas en helmintos<br />

Los esquistosomas (Schistosoma) tienen un ciclo de vida muy<br />

complejo, incluyendo a un caracol como hospedero intermediario.<br />

Las proteinasas participan muy activamente en la penetración<br />

a la piel durante su transformación a esquistosómula.<br />

Durante la penetración se liberan serín proteasas semejantes a<br />

elastasas desde las glándulas acetabulares. Hay también una<br />

proteína unida a membrana por GPI al tegumento de esquistosómulas<br />

transformadas mecánicamente. Los esquistosomas<br />

adultos se alimentan de eritrocitos que son lisados en su intestino,<br />

y luego, se digiere la hemoglobina. Dos antígenos inmunodominantes<br />

de Schistosoma son cisteín proteasas Sm31 y<br />

Sm32. Sm31 tiene actividad tipo catepsina B, mientras que<br />

Sm32 tiene actividad de asparaginil endoproteasa.<br />

También se han descrito dos enzimas con actividad de catepsina<br />

(siendo L1 más relacionada con cruzipaína y L2 con<br />

catepsina). Fasciola hepatica también tiene un caracol como intermediario<br />

en su ciclo de vida, pero sus cercarias infectan por<br />

ingestión y penetración a través de la mucosa intestinal humana.<br />

Se han identificado varias cisteín proteasas en el parásito<br />

adulto, y en formas juveniles y adultas también se ha descrito<br />

actividad de serín proteasa. En Paragonimus westermani se ha<br />

descrito una cisteín proteasa de 28 KDa semejante a cruzipaína.<br />

En nematodos, también se han descrito proteinasas de todas las<br />

clases catalíticas que participan en los procesos de penetración y<br />

degradación de proteínas de matriz extracelular, entre otras. 16<br />

Inhibidores de proteasas<br />

En mamíferos se ha descrito la presencia de inhibidores de proteasa<br />

para todas las clases catalíticas, la mayoría específicas. Tienen<br />

funciones reguladoras y cuando fallan se pueden generar<br />

alteraciones patológicas por pérdida del equilibrio proteína/inhibidor.<br />

Los parásitos, a lo largo de la evolución, han desarrollado<br />

la producción de inhibidores de proteasas que los protege de la<br />

agresión proteolítica del hospedero o derivada, por ejemplo,<br />

de leucocitos o jugos digestivos. Se ha clonado un inhibidor de<br />

tripsina, quimotripsina, elastasa y triptasa. En varios protozoos<br />

se han detectado inhibidores tipo cistatina que actúan sobre<br />

cisteín proteasas.<br />

Los nematodos, por su parte, tienen un número de inhibidores<br />

de serín proteasa, que pertenecen a la familia Serpin y<br />

otras a una nueva familia recién propuesta llamada Smapins.<br />

En A. lumbricoides las Smapins lo protegen del ambiente proteolítico<br />

intestinal y en Ancylostoma actúan como anticoagulantes,<br />

inhibiendo las serín proteasas de la cascada de la coagulación.<br />

12<br />

Funciones de las enzimas<br />

proteolíticas de parásitos<br />

Digestión de proteínas del hospedero<br />

para su propia nutrición<br />

En helmintos la digestión es extracelular, secretando las proteinasas<br />

a su intestino, si es que lo tienen. En protozoos, la digestión<br />

ocurre en los lisosomas. La digestión de hemoglobina se ha<br />

estudiado in extenso en P. falciparum y Schistosomas. El plasmodio<br />

cuenta con tres sistemas proteolíticos principales en su vacuola<br />

digestiva: falcipaínas, plasmepsinas y falcilisinas. 23 Los<br />

inhibidores de cisteín proteasa matan al parásito tanto in vivo<br />

como in vitro con la consecuente acumulación de hemoglobina<br />

en la vacuola, sugiriendo la participación central de estas cisteín<br />

proteasas en la degradación de la hemoglobina. La inhibición<br />

específica de plasmepsinas también mata al plasmodio. Se han<br />

estudiado el papel de las falcipaínas como hemoglobinasas, así<br />

como la intervención en las funciones de nutrición de falcipaína,<br />

aspártico proteinasas, plasmepsinas I y II. Aparentemente,<br />

la falcipaína es esencial para la activación de plasmepsinas. La<br />

digestión de hemoglobina requiere al final de la intervención<br />

de dos metaloproteinasas: falcilisina y aminopeptidasas. La falcipaína<br />

actúa en el interior de la vacuola, pero las aminopeptidasas<br />

lo hacen en el citosol.<br />

Los esquistosomas también tienen más de una hemoglobinasa.<br />

El resultado proviene de la acción concertada de cisteí-


CAPÍTULO 8 Bioquímica de parásitos 59<br />

na y aspártico proteasas. La legumaína (Sm32) participa en el<br />

procesamiento y activación de catepsina B (Sm31), L, D y C,<br />

todas participantes del proceso de digestión de hemoglobina.<br />

En tripanosomas, las proteasas se localizan en organelas especializadas.<br />

En T. cruzi, por ejemplo, la cruzipaína se localiza en<br />

reservosoma, organela de naturaleza lisosómica presente únicamente<br />

en epimastigotes y que se llena de proteínas provenientes<br />

del medio externo durante su crecimiento. Estas proteínas se<br />

consumen durante la diferenciación a tripomastigotes metacíclicos,<br />

lo que genera desaparición de los reservosomas. El equivalente<br />

a los reservosomas en Leishmania mexicana es el megasoma.<br />

12<br />

Regulación del desarrollo<br />

Las diferentes proteasas participan activamente en los complejos<br />

ciclos de vida de los parásitos. En T. cruzi, la cruzipaína es<br />

esencial en el proceso de diferenciación de epi a tripomastigotes,<br />

pues los inhibidores de esta enzima inhiben esta conversión,<br />

y su sobreexpresión tiene el efecto contrario y acelera el<br />

proceso de transformación. 15 El proteosoma también está involucrado<br />

en la diferenciación; por ejemplo, lactacistina, inhibidor<br />

específico del proteosoma, previene la diferenciación de<br />

tripomastigote a amastigote. Esto no se restringe a T. cruzi;<br />

también aparece en T. brucei y plasmodios así como en la replicación<br />

intracelular de T. gondii.<br />

Factores de virulencia<br />

La generación de mutantes nulos para la cisteín proteasa de<br />

Leishmania CPb, pero no para la CPa, disminuye su infectividad<br />

a macrófagos, mas no la capacidad de crecer y diferenciarse;<br />

además, la patogenicidad también es menor. Es más, los<br />

mutantes ΔCPa/CPb tienen baja infectividad pero mantienen<br />

su antigenicidad, por lo que se los ha propuesto como vacuna<br />

viva atenuada.<br />

En E. histolytica, es esencial invadir la mucosa intestinal y<br />

atravesar la membrana basal. Las cisteín proteasas de la ameba<br />

son altamente activas para digerir colágeno, fibronectina y laminina,<br />

consistente con la participación de estas enzimas en la<br />

penetración tisular.<br />

Por otro lado, algunas formas de cisteín proteasas de Trichomonas<br />

degradan localmente inmunoglobulinas séricas y secretadas<br />

y podrían participar en un mecanismo de defensa contra<br />

el sistema inmune del hospedero inmunocompetente.<br />

Proteinasas parasitarias<br />

como blancos terapéuticos<br />

Se han desarrollado inhibidores de cruzipaína efectivos para<br />

inhibir in vitro a T. cruzi, y también in vivo en modelos animales.<br />

Inhibidores vinilsulfona con características farmacocinéticas<br />

favorables para la administración oral, han sido capaces de<br />

curar no sólo la enfermedad de Chagas aguda, sino también la<br />

fase crónica en ratones con infecciones letales. Aparentemente<br />

también son eficaces en infección por L. major y P. falciparum,<br />

sin provocar reacciones tóxicas en el hospedero. 5<br />

De la misma manera, se ha observado que inhibidores de<br />

falcipaínas y plasmepsinas matan a las etapas intraeritrocitarias<br />

de P. falciparum, inhibiendo la proteólisis intravacuolar de la<br />

hemoglobina. El uso combinado de inhibidores de cisteín y<br />

aspártico proteasas es sinérgico tanto in vitro en parásitos en<br />

cultivo como in vivo en ratones infectados.<br />

Una de las principales ventajas de los inhibidores de proteasas<br />

parasitarias actuales es que no afectan a proteasas del hospedero,<br />

debido probablemente a la redundancia de proteasas<br />

en el vertebrado. En T. cruzi, la resistencia a la acción de inhibidores<br />

de proteasas no se cruza con la resistencia a nifurtimox<br />

o benznidazol, indicando distintos mecanismos de acción.<br />

Metabolismo de aminoácidos<br />

Disposición del nitrógeno<br />

Las aminotransferasas y glutamato deshidrogenasa son esenciales<br />

en el metabolismo de aminoácidos, en procesos tanto catabólicos<br />

como anabólicos. Las aminotransferasas catalizan el<br />

intercambio de grupos ceto y amino entre aminoácidos y a-<br />

cetoácidos y frecuentemente son el primer paso en el catabolismo<br />

aminoacidídico, transfiriendo el grupo amino de a-cetoglutarato<br />

para producir glutamato, el cual a su vez es sustrato<br />

de la glutamato deshidrogenasa que desamina al glutamato a<br />

a-cetoglutarato y amonio con reducción de NAD o NADP.<br />

Los parásitos usan sólo uno de estos dos cofactores. En cambio,<br />

el mamífero puede usar ambos.<br />

Las aminotransferasas, al igual que la glutamato deshidrogenasa,<br />

se encuentran en todos los protozoos, con diferentes<br />

especificidades. Las aminotransferasas más frecuentes son la<br />

alanina aminotransferasa y aspartato aminotransferasa. Los<br />

usualmente altos niveles de la primera se asocian a altos niveles<br />

de alanina, que es un producto final del catabolismo de glucosa<br />

en protozoos.<br />

En T. cruzi, hay dos isoformas de glutamato deshidrogenasa.<br />

Una isoforma es dependiente de NADP, está ubicada en el<br />

citosol y posiblemente participa en procesos biosintéticos. Se<br />

encuentra muy elevada en las fases insectarias, donde los aminoácidos<br />

son la principal fuente de energía; esta isoforma también<br />

existe en T. vaginalis, P. falciparum y G. lamblia. La otra<br />

isoforma, dependiente de NAD, es mitocondrial y participa en<br />

procesos catabólicos.<br />

En P. falciparum, la glutamato deshidrogenasa es esencial<br />

para generar NADPH, mientras que en T. cruzi y G. lamblia<br />

participa en la reoxidación de NADPH y junto con alanina<br />

aminotransferasa, es esencial para producir y excretar alanina.<br />

El amonio producido es excretado directamente al medio. La<br />

urea aparentemente surge del metabolismo de arginina y no de<br />

un ciclo de la urea propiamente dicho y también es excretada al<br />

medio externo por cierto número de parásitos.


60 PARTE I Parasitología general<br />

Catabolismo de aminoácidos<br />

Prolina<br />

Es una fuente principal de energía, en particular en hemoflagelados<br />

en su etapa insectaria, donde viven a base de los productos<br />

de la digestión proteica en el intestino del insecto. Adicionalmente,<br />

la prolina es una fuente importante de energía en los<br />

insectos y está presente en grandes cantidades en la hemolinfa.<br />

El catabolismo de prolina genera glutamato, que por transaminación<br />

entra al ciclo de ácidos tricarboxílicos como a-cetoglutarato.<br />

Dado que este ciclo es incompleto o incapaz de hacer<br />

frente a los equivalentes reductores generados por catabolismo,<br />

se acumulan aspartato, alanina y succinato como productos finales<br />

del catabolismo de prolina.<br />

En T. brucei, las formas sanguíneas son incapaces de utilizar<br />

prolina y aunque no se ha demostrado la presencia de prolina<br />

oxidasa en plasmodios, las mitocondrias de este parásito<br />

son capaces de oxidar prolina. El metabolismo de prolina ha<br />

sido estudiado con menor detalle en helmintos; sin embargo, la<br />

descarboxilación de prolina ha sido detectada en Ancylostoma<br />

ceylanicum y Nippostrongylus brasiliensis. La oxidasa de prolina<br />

depende de la etapa del ciclo de vida. Extractos de la forma libre<br />

de la microfilaria Brugia pahangi son más activos en la oxidación<br />

de la prolina que en homogeneizados de las formas<br />

adultas. Algunos parásitos tienen hidroxiprolina, por ejemplo,<br />

Fasciola hepatica y en la cutícula adulta de Onchocerca volvulus.<br />

Como no se encuentra en huevos o microfilaria nodular, la hidroxiprolina<br />

podría ser parte importante del proceso de maduración<br />

cuticular del parásito en el hospedero.<br />

Arginina<br />

En la mayoría de los parásitos, así como en organismos superiores,<br />

la arginina se cataboliza a través de la acción concertada de<br />

arginasa y ornitina aminotransferasa, produciendo glutamato<br />

semialdehído, que es convertido a glutamato. La ornitina puede<br />

usarse para el metabolismo de poliaminas.<br />

En Leishmania donovani, la ruta de la arginina descarboxilasa<br />

genera g-guanidinobutirato, que entra al ciclo del ácido<br />

tricarboxílico a través de succinato. En Giardia lamblia y Trichomonas<br />

vaginalis, la arginina dihidrolasa genera amonio y<br />

CO 2 . Esta ruta es más característica de procariontes. En Trichomonas<br />

las rutas de arginasa y g-guanidinobutiramida generan<br />

ATP en circunstancias aeróbicas a través del ciclo de ácido<br />

tricarboxílico. Por otro lado, la vía de la hidrolasa es operativa<br />

en circunstancias aeróbicas y genera directamente ATP en la<br />

reacción de carbamato cinasa. Aunque la glucosa es el principal<br />

combustible en estos parásitos, la arginina dihidrolasa aporta<br />

una cantidad importante de ATP.<br />

En helmintos, la vía de la arginasa es operativa y en trematodos,<br />

el glutamato semialdehído entra en la ruta biosintética<br />

de la prolina, que es el metabolito final del catabolismo de arginina.<br />

Glutamina<br />

Poco se sabe acerca del catabolismo de glutamina en protozoos.<br />

Helmintos como filarias y Schistosomas oxidan la glutamina<br />

hasta CO 2 a través de TCA y cadena respiratoria. La oxidación<br />

implica formación de a-cetoglutarato obtenido por transaminación<br />

del glutamanto producido en la reacción de la glutaminasa.<br />

Metionina, cisteína y homocisteína;<br />

reciclaje de metionina<br />

El catabolismo de la metionina está íntimamente ligado a los<br />

procesos biosintéticos, como metilación y biosíntesis de metionina,<br />

a través de S-adenosilmetionina (SAM). En mamíferos, la<br />

metionina puede ser degradada a a-cetobutirato, metanetiol y<br />

amonio a través de la acción concertada de dos enzimas, catalizando<br />

primero una transaminación, y conduciendo a la formación<br />

de 2-ceto-4-metilbutiobutirato, y segundo, una reacción<br />

de destiometilación. En T. vaginalis, esta reacción ocurre en un<br />

solo paso mediado por metionina gamma-liasa que produce<br />

metanetiol, que es excretado. Esta enzima también es capaz de<br />

degradar homocisteína a a-cetobutirato, usado para producir<br />

propionil-CoA, en la reacción de la piruvato:ferredoxina oxidorreductasa,<br />

conduciendo a la excreción de propionato y formación<br />

de ATP.<br />

El reciclaje de metionina puede ocurrir a partir de S-adenosil<br />

homocisteína, con posterior transferencia del grupo metilo<br />

en una reacción de transmetilación o a partir de 5-metiltioadenosina<br />

(MTA) luego de la transferencia del grupo amino<br />

propil para la síntesis de poliaminas. En el primer paso, la mayor<br />

parte del carbono metionínico se recupera, mientras que en<br />

el último caso, sólo se recupera el grupo metilo; el resto de los<br />

átomos de carbono provienen de la ribosa del nucleósido. En<br />

general, estas rutas son semejantes a las existentes en el hospedero<br />

e incluso algunas enzimas de estas rutas han sido caracterizadas<br />

en P. falciparum. Por otro lado, en mamíferos, T. brucei<br />

y P. falciparum, la conversión de MTA a 5-metiltiorribosa-<br />

5-fosfato es catalizada por una única enzima, la MTA fosforilasa.<br />

En G. lamblia y E. histolytica esta reacción ocurre por<br />

la acción concertada de dos enzimas: MTA nucleosidasas y<br />

S-metiltiorribosa cinasa. Dado que esta última enzima se encuentra<br />

sólo en bacterias y estos protozoos primitivos, es un<br />

adecuado blanco terapéutico.<br />

La cisteína puede obtenerse a partir de metionina a través<br />

de la cistationina-b-sintetasa y gamma-cistationasa. La cistationina-b-sintetasa<br />

ha sido estudiada en T. vaginalis y nematodos.<br />

Como en mamíferos, esta enzima tiene una actividad de l-serina<br />

sulfhidrasa que cataliza la interconversión reversible de cisteína<br />

y serina con intercambio de –SH 2 . La diferencia radica en<br />

que las enzimas parasitarias tienen actividad de l-serina sulfhidrasa<br />

activada, catalizando la reacción de cisteína con un número<br />

de compuestos tipo R-SH, lo que resulta en la formación<br />

de cisteína tioéter en T. vaginalis. Estas enzimas son inhibidas


CAPÍTULO 8 Bioquímica de parásitos 61<br />

con diclorofeno y hexaclorofeno con efectos tricomonicidas y<br />

antihelmínticos. 1<br />

Treonina<br />

En algunos protozoos se han descrito dos rutas para el catabolismo<br />

de treonina. En Trichomonas, Entamoebas y Giardias existe<br />

la treonina deshidratasa, dependiente de piridoxalfosfato,<br />

que deshidrata y desamina la treonina para formar a-cetobutirato<br />

y amonio. En cambio, en T. brucei es activa la treonina<br />

deshidrogenasa que produce 2-amino-3-cetobutirato, que luego<br />

se parte en glicina y acetil-CoA por acción de la aminoacetona<br />

sintasa. Este acetil-CoA no se oxida en el TCA, sino que el<br />

acetilo se incorpora a ácidos grasos. Esta deshidrogenasa es<br />

fuertemente inhibida por disulfiram, que también inhibe el<br />

crecimiento del parásito.<br />

Aminoácidos aromáticos<br />

En T. brucei el catabolismo de aminoácidos aromáticos resulta<br />

en la excreción de derivados de lactato aromático. Incluso en<br />

pacientes con altas parasitemias, se pueden detectar estos metabolitos<br />

en la orina. Los epimastigotes de T. cruzi también<br />

excretan fenil-lactato y p-hidroxifenil-lactato y un derivado de<br />

indol lactato. Las enzimas tirosina aminotransferasa (TAT) y<br />

l-alfa-hidroxiácido aromático deshidrogenasa en epimastigotes<br />

de T. cruzi (AHADH) están bien caracterizadas.<br />

La TAT de T. cruzi es muy semejante a la de mamíferos,<br />

pero se diferencia en que también tiene actividad de alanina<br />

aminotransferasa. AHADH es altamente homóloga a malato<br />

deshidrogenasa; existe en dos isoformas, una mitocondrial y<br />

otra glucosómica, pero no se encuentra actividad citosólica, por<br />

lo que se propone que AHADH sea derivada de la malato deshidrogenasa<br />

citosólica.<br />

Por otro lado, L. donovani excreta indolil lactato y contiene<br />

aminotransferasas y deshidrogenasas, aunque en L. mexicana,<br />

la aminotransferasa no es TAT, sino una aminotransferasa<br />

de amplio espectro.<br />

Síntesis de aminoácidos<br />

Los parásitos sintetizan pocos aminoácidos. Más bien, captan<br />

la mayoría desde su medio ambiente o, como en el caso del<br />

plasmodio o Schistosoma, a partir de la digestión intra o extracelular<br />

de proteínas del hospedero. En general, los aminoácidos<br />

que se sintetizan provienen de rutas cortas a partir de intermediarios<br />

metabólicos como piruvato en el caso de l-alanina o algunos<br />

intermediarios del ciclo del TCA en caso de glutamato o<br />

aspartato. Algunos se obtienen por interconversión de otros,<br />

como el caso de serina y cisteína, o a partir del catabolismo de<br />

otros, como en el caso de cisteína producida a partir de metionina.<br />

Como ya se explicó, la alanina es producto final del metabolismo<br />

de glucosa en algunos tripanosomátidos, Giardia y<br />

Trichomonas. La producción y excreción de alanina ha sido asociada<br />

con reoxidación de NADH glucolítico a través de alanino<br />

aminotransferasa y glutamato deshidrogenasa. También se ha<br />

reportado que alanina es producto final de la glucólisis anaeróbica<br />

de algunos helmintos.<br />

A diferencia de lo que ocurre con el hospedero, y también<br />

en otros protozoos parasitarios, E. histolytica tiene una vía biosintética<br />

de cisteína similar a la de las bacterias y plantas. Cisteína<br />

es una molécula antioxidante esencial para estos organismos,<br />

pues carecen de glutatión. Las dos enzimas de la vía serina<br />

acetil transferasa y cisteín sintasa han sido caracterizadas. El<br />

SH 2 se obtiene de la incorporación de sulfato inorgánico por<br />

ATP-sulfurilasas.<br />

Papel de aminoácidos en la biosíntesis<br />

de otros compuestos<br />

Arginina, metionina y síntesis<br />

de poliaminas<br />

Las poliaminas son diaminas y triaminas de bajo peso molecular,<br />

entre las cuales las más importantes son la putrescina y espermidina.<br />

Tienen múltiples funciones que incluyen multiplicación<br />

y diferenciación celular, síntesis macromolecular y<br />

estabilización de membranas. La síntesis de poliaminas comienza<br />

con arginina, vía ornitina, metionina y vía SAM. En<br />

parásitos esta ruta ha sido objeto de diversos estudios, puesto<br />

que la biosíntesis de poliaminas es un potencial blanco terapéutico.<br />

10 La ornitina descarboxilasa (ODC) dependiente de piridoxal<br />

fosfato tiene propiedades inusuales en algunos parásitos<br />

que la distinguen de la del hospedero. En este último tiene una<br />

corta vida media y es degradada por el proteosoma luego de<br />

unirse a una proteína específica, antienzima. Los tripanosomátidos<br />

como T. brucei y Leishmania tienen ornitina descarboxilasas<br />

con una vida media más prolongada, lo que explica por qué<br />

inhibidores irreversibles como a-difluorometilornitina inhiben<br />

a T. gambiense hasta lograr la curación. Sin embargo, éste no es<br />

extensivo a otros tripanosomátidos, pues T. cruzi carece de ornitina<br />

descarboxilasa y depende de la captación de putrescina o<br />

espermidina para sobrevivir. Una alternativa a ODC es la arginina<br />

descarboxilasa, que descarboxila arginina a agmantina y<br />

luego es convertida a putrescina por la agmantina deiminasa.<br />

Esta ruta aún es controvertida en T. cruzi y se le considera auxótrofo<br />

de poliaminas. La segunda enzima de la ruta, espermidina<br />

sintetasa, transfiere un grupo aminopropilo desde SAM a<br />

putrescina. Aunque P. falciparum tiene espermidina, es posible<br />

que la capte del medio.<br />

La metionina adenosil transferasa, enzima que sintetiza<br />

SAM, está presente en algunos protozoos, pero muchos captan<br />

SAM del medio. La metionina adenosil transferasa ha sido<br />

detectada en T. brucei, Trichomonas y Leishmania braziliensis.<br />

Por otro lado, SAM descarboxilasa se encuentra en T. brucei


62 PARTE I Parasitología general<br />

brucei, T. b. rhodesiense, Trichomonas y en T. cruzi, donde presenta<br />

25% de homología con la humana. SAM descarboxilasa<br />

de P. falciparum es una proteína bifuncional, la cual también<br />

tiene actividad de ornitina descarboxilasa.<br />

Los helmintos toman las poliaminas del medio. Sin embargo,<br />

contienen enzimas capaces de reconvertir espermidina<br />

desde espermidina, y putrescina desde espermidina. Adicionalmente,<br />

el contenido de putrescina es mucho menor al de mamíferos<br />

e incluso de protozoos.<br />

Arginina y síntesis de óxido nítrico<br />

Arginina es esencial para la síntesis de óxido nítrico por la óxido<br />

nítrico sintetasa. Esta enzima se ha encontrado y caracterizado<br />

en T. cruzi, así como en L. donovani y al menos tentativamente,<br />

en P. falciparum y en tejido neuromuscular de Ascaris<br />

lumbricoides.<br />

Treonina y leucina en síntesis de lípidos<br />

El catabolismo de treonina produce el acetato necesario para su<br />

incorporación en ácidos grasos; por ejemplo, en Leishmania, el<br />

acetato es fácilmente incorporado a ácidos grasos en amastigotes<br />

y promastigotes, pero la leucina se incorpora a esteroles de<br />

manera eficiente (es el único aminoácido que lo hace con eficiencia),<br />

siendo 70% de los esteroles producidos a partir de<br />

leucina; en contraste, en T. cruzi sólo 8% del esterol proviene<br />

de leucina; el resto surge a partir de acetato. De hecho, en<br />

L. mexicana, la totalidad de la cadena carbonada de leucina es<br />

incorporada a la ruta de isoprenoide que lleva a la formación de<br />

esterol sin la conversión previa a acetil-CoA, como ocurre en<br />

plantas y animales. Sin embargo, hay conversión a acetil-CoA,<br />

puesto que el carbono de la leucina es incorporado a los ácidos<br />

grasos. Esta ruta es un potencial blanco terapéutico en tripanosomátidos.<br />

Serina y metabolismo del ácido fólico<br />

La serina participa en el metabolismo del ácido fólico, pues<br />

participa en la reacción de la serina hidroximetiltransferasa<br />

(SHMT) que transfiere un b-carbono de la serina al tetrahidrofolato<br />

(THF), produciendo 5-10, metilentetrahidrofolato<br />

(CH2-THF). Desde CH2-THF se transfiere un carbono a<br />

dUMP para generar dTMP o con la formación previa de metil-<br />

THF a homocisteína para formar metionina. En P. falciparum<br />

ya ha sido clonada la mayoría de los genes que participan en la<br />

síntesis de ácido fólico. 17 Esta vía está presente en casi todos los<br />

organismos excepto mamíferos. Esta ruta metabólica es esencial<br />

en parásitos por la participación de la síntesis de folato en<br />

la formación de ácido P-aminobenzoico. El crecimiento de<br />

P. falciparum, T. gondii y Cryptosporidium parvum es inhibido<br />

por el herbicida glifosfato. La inhibición es revertida por P-aminobenzoato.<br />

Por otro lado, inhibidores comunes como sulfadiazina<br />

y pirimetamina se usan en el tratamiento de toxoplasmosis<br />

y malaria.<br />

Cisteína y síntesis de glutatión<br />

El GSH es un tripéptido (g-glutamil cisteinil glicina) que está<br />

presente en relativamente altas concentraciones en la mayoría<br />

de las células, donde actúa como protector contra el daño oxidativo.<br />

En tripanosomátidos, el glutatión se encuentra en alta<br />

proporción en la forma de tripanotión (bis-glutationil espermidina).<br />

La síntesis de tripanotión es mediada por dos enzimas,<br />

g-glutamil cisteinil sintetasa y glutatión sintetasa, con el gasto<br />

de dos moles de ATP por mol de GSH sintetizada. Posteriormente<br />

la espermidina es conjugada con dos moléculas de GSH.<br />

La mayoría de los parásitos tienen GSH, excepto E. histolytica,<br />

que es incapaz de sintetizar este tripéptido, pero sí lo capta<br />

del medio, aunque en poca cantidad. La butionina sulfoximina,<br />

análogo sintético del glutamato, inhibe de manera selectiva<br />

la g-glutamil cisteinil sintetasa y es capaz de inhibir el crecimiento<br />

tanto de T. brucei como de T. cruzi, y en menor grado<br />

de Leishmania, demostrando la relevancia de la ruta biosintética<br />

de tioles, particulamente tripanotión, en estos parásitos. 15<br />

En conclusión, aunque hay muchas semejanzas entre el<br />

metabolismo de aminoácidos de mamíferos y de parásitos,<br />

también hay diferencias importantes que constituyen interesantes<br />

blancos terapéuticos, entre los que destacan las cisteín<br />

proteasas cuyos inhibidores son activos contra algunos tripanosomátidos,<br />

así como cisteína y aspártico proteasas, donde sus<br />

inhibidores afectan a los plasmodios y los inhibidores de la síntesis<br />

de poliaminas activos contra T. brucei. A ello debe añadirse<br />

el metabolismo del ácido fólico en Apicomplexa, sensible a<br />

cierto número de inhibidores, incluyendo los convencionales<br />

sulfadiazina-pirimetamina.<br />

Bioquímica de nucleótidos<br />

en parásitos<br />

Los nucleótidos de purinas y pirimidinas son vitales para cualquier<br />

célula. Los parásitos no son las excepciones y en unos y<br />

otros, participan en diversas funciones celulares como almacenamiento<br />

energético en la forma de ATP, señalización intracelular,<br />

actuando como componentes de cofactores esenciales<br />

para el metabolismo intermediario tales como NAD, FAD y<br />

CoA. También participan en reacciones de conjugación y forman<br />

parte estructural de los ácidos nucleicos. Es necesario<br />

mantener los almacenes intracelulares adecuadamente repletos,<br />

para conservar la síntesis de ácidos nucleicos, lo que se logra<br />

por síntesis de novo. Esta síntesis ocurre a partir de moléculas<br />

como CO 2 , aminoácidos y ácido fólico. Sin embargo, los parásitos<br />

protozoos o helmintos no expresan las enzimas necesarias<br />

para la síntesis de novo, pero han desarrollado diversos transportadores<br />

y rutas de rescate para el reciclaje de las purinas.<br />

Cada género de parásitos ha producido su propia ruta o transportador<br />

para el reciclaje de purinas; por tanto, constituyen<br />

atractivos blancos terapéuticos, además de ser factores nutricionales<br />

clave en parásitos. Todos los parásitos sintetizan pirimidinas<br />

con maquinarias enzimáticas muy parecidas a las del hos-


CAPÍTULO 8 Bioquímica de parásitos 63<br />

pedero, excepto en Trichomonas y Giardias, que las captan del<br />

medio externo, por lo que su metabolismo no ha sido estudiado<br />

tan profundamente. En amitocondriados, los desoxirribonucleósidos<br />

también son constituyentes nutricionales, pues<br />

carecen de ribonucleótido reductasa.<br />

Purinas<br />

Sistemas transportadores de purinas<br />

en parásitos específicos<br />

El reciclaje o rescate de purinas o de pirimidinas exógenas se<br />

puede iniciar a través de transportadores de nucleósido “equilibrativos”<br />

o ENT, que translocan nucleósidos o nucleobases a<br />

través de una o varias membranas plasmáticas.<br />

Plasmodios<br />

Las reservas intraeritrocitarias de purinas son escasas y sólo se<br />

captan desde el medio extracelular por un ENT humano ubicado<br />

en la membrana plasmática. Rápidamente, después de<br />

invadir al eritrocito, el plasmodio induce la aparición de un<br />

transportador que no es saturable, y que presenta importantes<br />

diferencias con el hospedero, como por ejemplo, no se puede<br />

inhibir con 4-nitrobenzil-6-tioinosina que sí afecta al transportador<br />

humano. En la membrana vacuolar, que separa al parásito<br />

del citosol eritrocitario, se encuentran canales que permiten<br />

el paso de moléculas menores de 1 400 Da, como los nucleósidos<br />

y nucleobases. Además, en la membrana plasmática del<br />

Plasmodium se encuentran transportadores de amplio espectro<br />

que permiten el paso de nucleótidos, nucleobases y adenosina<br />

propiamente dicha, lo que es lógico por la alta actividad de<br />

adenosín desaminasa, la ruta de rescate preferida en las formas<br />

intraeritrocitarias de estos parásitos. 8<br />

Toxoplasmas<br />

A semejanza de los plasmodios, el Toxoplasma también reside<br />

en una vacuola parasitófora, pero afecta a prácticamente todo<br />

tipo de célula nucleada de mamífero. La membrana de la vacuola<br />

es muy similar a la de plasmodios, por lo que es capaz de<br />

movilizar nucleobases como hipoxantina, xantina y uracilo, así<br />

como adenosina, inosina y guanosina.<br />

Cinetoplástidos<br />

En L. donovani hay dos tipos de transportadores, uno de alta<br />

afinidad por adenosina y pirimidinas, encontrado en amastigotes<br />

y promastigotes, y otro, afín por inosina y guanosina; ambos<br />

son dependientes de protones.<br />

En T. cruzi se conoce poco del transporte de purinas, pero<br />

se ha descrito la presencia de transportadores de purina en su<br />

membrana. Por otro lado, T. brucei presenta una amplia variedad<br />

de transportadores, que incluye dos tipos de transportadores<br />

P1, selectivos por adenosina y guanosina, que también<br />

transportan diamidas y arsenicales como melarsoprol. La resistencia<br />

a estos fármacos surge por falta en la expresión o alteración<br />

en la función de estos transportadores.<br />

Amitocondriados<br />

En amitocondriados, se han descrito sistemas transportadores<br />

que, como en el caso de G. lamblia, son saturables tanto por<br />

nucleótidos como por nucleobases y, dependiendo del nucleósido,<br />

se clasifican como: tipo 1, específicos por timidina uridina;<br />

tipo 2, por purinas y desoxinucleósidos, y tipo 3, de baja<br />

afinidad por nucleósidos.<br />

Helmintos<br />

En helmintos el transporte de nucleósidos ha sido poco estudiado;<br />

pero por otro lado, en cestodos se han identificado<br />

transportadores para nucleobases específicos por purinas, por<br />

hipoxantina y un tercer tipo específico por pirimidinas.<br />

Metabolismo de purinas<br />

En términos generales, las purinas pueden ser sintetizadas de<br />

novo o por la ruta de rescate, pero sólo esta última ruta es funcional<br />

en parásitos. En mamíferos se presenta un tipo de enzimas<br />

de rescate e interconversión. En parásitos, las rutas de rescate<br />

en parásitos son muy diversas, pero en general se efectúa a<br />

través de fosfotransferasas o cinasas específicas, fosforribosil<br />

transferasas, que convierten las bases púricas a sus respectivos<br />

nucleótidos. Estas enzimas están presentes en mamíferos y parásitos<br />

y a diferencia de la hipoxantina-guanina fosforribosil<br />

transferasa, HGPRT, en parásitos la xantina también es sustrato<br />

de esta enzima.<br />

Mientras en mamíferos el catabolismo de purinas genera<br />

urato, urea o amonio a través de la acción de xantina oxidasa,<br />

en parásitos, donde hay requerimientos nutricionales absolutos<br />

de purinas, no se expresa xantina oxidasa.<br />

Por otro lado, los desoxirribonucleótidos púricos se derivan<br />

de los ribonucleótidos correspondientes gracias a la acción<br />

de ribonucleótido reductasa, actividad enzimática presente tanto<br />

en mamíferos como en parásitos.<br />

Plasmodios<br />

La hipoxantina es la fuente preferida de purinas y se obtiene<br />

directamente desde la sangre y desde el eritrocito mediante degradación<br />

de nucleótidos; por tanto, la maquinaria enzimática<br />

para convertir IMP a adenilato y guanilato debe estar operativa<br />

en el parásito. La imucilina-hipoxantina, de origen natural, inhibe<br />

la purina nucleósido fosforilasa de plasmodio dentro del<br />

rango nanomolar. Su eficacia radica en la dependencia de inosina<br />

para el rescate de purinas en este parásito y su capacidad<br />

para atravesar todas las membranas que rodean a este último. 8


64 PARTE I Parasitología general<br />

Toxoplasma<br />

El toxoplasma puede proliferar en ausencia de purinas añadidas<br />

al medio, pero no es capaz de sintetizarlas de novo. Se nutre de<br />

las purinas del hospedero, siendo adenosina la principal purina<br />

requerida y la adenosín cinasa es la principal enzima de la ruta<br />

de rescate de purinas en este parásito, especialmente en taquizoítos.<br />

Sin embargo, también se han encontrado otras enzimas<br />

involucradas en el rescate de purinas, como nucleósido de purina<br />

fosforilasa, adenina y guanina desaminasas y xantina guanina-fosforribosil<br />

transferasa. Sin embargo, la principal diferencia<br />

con P. falciparum es la alta actividad de adenosín cinasa<br />

observada en T. gondii.<br />

Cinetoplástidos<br />

En Leishmanias, el rescate de purinas es muy complejo y cuentan<br />

con diversas fosforribosil transferasas. La xantina fosforribosil<br />

transferasa constituye la principal diferencia con el hospedero,<br />

pues reconoce como sustratos no sólo a xantina, sino<br />

también a hipoxantina y guanosina. Estas enzimas entran al<br />

glucosoma, aunque la adenín fosforribosil transferasa es exclusiva<br />

de citosol.<br />

En Leishmania también se han identificado otras actividades<br />

enzimáticas importantes para el rescate de purinas, como<br />

adenosín cinasa y nucleósido fosfotransferasas (que convierten<br />

el alopurinol en alopurinol ribonucleótido), adenosín y guanosín<br />

desaminasas. Sin embargo, en L. donovani, la adenín fosforribosil<br />

transferasa no es esencial, pues puede tomar adenina<br />

desde el medio; sin embargo, en amastigotes, esta enzima rescata<br />

nucleótidos de adenina.<br />

En T. cruzi el metabolismo de purinas es similar a Leishmania.<br />

Sin embargo, los epimastigotes y amastigotes incorporan<br />

bases y nucleósidos a sus pool de nucleótidos. Además, el<br />

adenilato y guanilato son interconvertibles. Los epimastigotes<br />

fosforilan adenosina a través de adenosín cinasa, y las actividades<br />

de fosforribosil transferasa son semejantes aun cuando las<br />

especificidades por sustrato difieren. 10,15<br />

En T. brucei el metabolismo de purinas es esencialmente<br />

parecido al de T. cruzi y por tanto también al de Leishmania.<br />

Este parásito tiene tres actividades diferentes de fosforribosil<br />

transferasa. Particularmente, la hipoxantina-guanina fosforribosil<br />

transferasa se ubica en los glucosomas, es específica para<br />

hipoxantina y guanina y reconoce el alopurinol. No obstante,<br />

el rescate de nucleósido de purinas ocurre bien a través de fosforilación<br />

directa, vía cinasas o por actividad de fosfotransferasas<br />

y rotura de la base por una nucleótido hidrolasa. La ausencia<br />

de adenina desaminasa es tal vez la principal diferencia entre<br />

Trypanosoma y Leishmania.<br />

Amitocondriados<br />

Giardia, Entamoeba y Trichomona no interconvierten AMP,<br />

IMP y GMP, a diferencia de otros protozoos. Requieren de la<br />

presencia de estos nucleótidos en su medio ambiente para crecer.<br />

Aún más, giardias y trichomonas no pueden sintetizar de<br />

novo desoxinucleótidos.<br />

G. lamblia capta purinas, pirimidinas y desoxirribonucleótido<br />

de su medio ambiente, proceso que requiere de la fosforilación<br />

directamente por cinasas.<br />

Helmintos<br />

El metabolismo de purinas en helmintos ha sido objeto de estudios<br />

escasos y limitados a algunas especies; por ejemplo, en<br />

Schistosoma mansoni, no se pueden sintetizar purinas de novo.<br />

Los esquistosomas salvan hipoxantina, guanina, adenina y sus<br />

correspondientes nucleósidos, pero no xantina. Prácticamente<br />

no hay interconversión entre guanina y adenina. Los adultos, a<br />

diferencia de las esquistosómulas, expresan adenín cinasa y adenín<br />

desaminasa, pero ambas formas expresan adenosín fosforilasa<br />

y adenín fosforribosil transferasa. También expresan una<br />

hipoxantina-guanina fosforribosil transferasa muy parecida a la<br />

humana. En Ascaris lumbricoides se ha descrito un número de<br />

enzimas que participan en el rescate de purinas, pero no hay<br />

mucha más información.<br />

Metabolismo de pirimidinas<br />

La síntesis de novo de pirimidinas, en términos generales, ocurre<br />

en seis pasos, usando CO 2 , glutamina, aspartato y fosforribosil<br />

pirofosfato para producir UMP, precursor de otros nucleótidos<br />

pirimidínicos. En mamíferos, la síntesis de UMP es<br />

catalizada por dos enzimas citosólicas multifuncionales y una<br />

mitocondrial: carbamoilfosfato sintetasa II (CPSII), aspartato<br />

transcarbamilasa (ATC) y dihidroorotasa que es el punto de<br />

regulación y es inhibida por CTP y UTP. La dihidrooroato deshidrogenasa<br />

es una flavoproteína mitocondrial que produce<br />

oroato a partir de dihidrooroato dependiente de NAD.<br />

La síntesis de UMP es menos costosa que las purinas: se<br />

consumen dos moléculas de ATP para producir dos moléculas<br />

de fosforribosil pirofosfato; sin embargo, el NADH generado<br />

en la mitocondria puede usarse en la cadena transportadora de<br />

electrones para generar tres ATP adicionales; por tanto, se requiere<br />

un ATP en el proceso.<br />

Citidilato, desoxicitidilato y timidilato se generan a partir<br />

de uridilato por tres reacciones específicas. La primera es<br />

mediada por CTP sintetasa que convierte UTP a CTP. La segunda<br />

es ribonucleótido reductasa que sintetiza el CTP y UDP<br />

(y también dGDP y dADP) a partir de sus correspondientes<br />

ribonucleótidos, y tercero, timidilato sintetasa que cataliza la<br />

metilación reductiva de dUMP usando 5,10-metilentetrahidrofolato<br />

para producir TMP; esta enzima está unida covalentemente<br />

a la dihidrofolato reductasa en algunos parásitos. La<br />

pirimetamina, inhibidor de esta enzima, es útil para el tratamiento<br />

de infecciones por Plasmodium y Toxoplasma. Giardia y<br />

Trichomona carecen de ribonucleótido reductasa y timidilato<br />

sintetasa, por lo que deben rescatar pirimidinas y sus respectivos<br />

desoxirribonucleótidos. Por otro lado, E. histolytica incor-


CAPÍTULO 8 Bioquímica de parásitos 65<br />

pora oroato a sus ácidos nucleicos, presenta actividad de aspartato<br />

transcarbamilasa y puede sintetizar pirimidinas de novo;<br />

además expresa ribonucleótido reductasa y timidilato, lo que<br />

no pasa en Giardia.<br />

En mamíferos, los eritrocitos contienen reservas indetectables<br />

de pirimidinas y son deficientes en enzimas de la ruta de<br />

síntesis de pirimidina. Sin embargo, en eritrocitos infectados<br />

con plasmodios se encuentran enzimas para la síntesis de UMP,<br />

TMP y CTP, por lo que el plasmodio evita hacer pirimidinas<br />

de novo de la misma forma que T. gondii. Por lo demás, todo el<br />

rescate de pirimidinas en T. gondii procede de uracilo.<br />

Las leishmanias sintetizan pirimidinas de novo en el glucosoma,<br />

donde es posible encontrar actividades de oroatofosforribosiltransferasa<br />

y OMP descarboxilasa. En estos parásitos, la<br />

interconversión de pirimidinas es menos compleja que la de<br />

purinas. En general, la situación es parecida en todos los cinetoplástidos,<br />

siendo la principal diferencia la ubicación glucosómica<br />

de las enzimas.<br />

Referencias<br />

1. Ali V, Nozaki, T. Current therapeutics, their problems,<br />

and sulfur-containing-amino-acid metabolism as a novel<br />

target against infections by “amitochondriate” protozoan<br />

parasites. Clin Microbiol Rev, 2007;20:164-187.<br />

2. Becker K, Rahlfs S, Nickel C, Schirmer R. Glutathione-functions<br />

and metabolism in the malarial parasite<br />

Plasmodium falciparum. Biol Chem, 2003;384:551-566.<br />

3. Bringaud F, Rivière L, Coustou V. Energy metabolism<br />

of trypanosomatids: adaptation to available carbon sources.<br />

Mol Biochem Parasitol, 2006;149:1-9.<br />

4. Caffrey C, Scory S, Steverding D. Cysteine proteinases<br />

of trypanosome parasites: novel targets for chemotherapy.<br />

Curr Drug Targets, 2000;1:155-162.<br />

5. Cazzulo J. Proteinases of Trypanosoma cruzi: patential<br />

targets for the chemotherapy of Chagas disease. Curr Top<br />

Med Chem, 2002;2:1261-1271.<br />

6. Embley T, van der Giezen M, Horner D, Dyal P, Bell<br />

S, Foster P. Hydrogenosomes, mitochondria and early<br />

eukaryotic evolution. IUBMB Life, 2003;55:387-395.<br />

7. Emelyanov V. Mitochondrial connection to the origin of<br />

the eukaryotic cell. Eur J Biochem, 2003;270:1599-1618.<br />

8. Ghérard A, Sarciron M. Molecules targeting the purine<br />

salvage pathway in Apicomplexan parasites. Trends Parasitol,<br />

2007;23:384-389.<br />

9. Goldberg D. Hemoglobin degradation. Curr Top Microbiol<br />

Immunol, 2005;295:275-291.<br />

10. Heby O, Persson L, Rentala M. Targeting the polyamine<br />

biosynthetic enzymes: a promising approach to therapy<br />

of African sleeping sickness, Chagas’ disease, and leishmaniasis.<br />

Amino Acids, 2007;33:359-366.<br />

11. Kirk K, Saliba K. Targeting nutrient uptake mechanisms<br />

in Plasmodium. Curr. Drug Targets, 2007;8:75-88.<br />

12. Knox D. Proteinase inhibitors and helminth parasite infection.<br />

Parasite Immunol, 2007;29:57-71.<br />

13. Lakhdar-Ghazal F, Blonski C, Willson M, Michels P,<br />

Perie J. Glycolysis and proteases as targets for the design<br />

of new anti-trypanosome drugs. Curr Top Med Chem,<br />

2002;2:439-456.<br />

14. Mather M, Henry K, Vaidya A. Curr mitochondrial<br />

drug targets in Apicomplexan parasites. Curr Drug Targets,<br />

2007;8:49-60.<br />

15. Maya J, Cassels B, Iturriaga-Vásquez P, Ferreira J,<br />

Faúndez M, Galanti N, Ferreira A, Morello A. Mode<br />

of action of natural and synthetic drugs against Trypanosoma<br />

cruzi and their interaction with the mammalian<br />

host. Comp Biochem Physiol. A Mol Integr Physiol,<br />

2007;146:601-620.<br />

16. McKerrow J, Caffrey C, Kelly B, Loke P, Sajid<br />

M. Proteases in parasitic diseases. Annu Rev Pathol,<br />

2006;1:497-536.<br />

17. Michels P, Bringaud F, Herman M, Hannaert V. Metabolic<br />

functions of glycosomes in trypanosomatids. Biochim<br />

Biophys Acta, 2006;1763:1463-1477.<br />

18. Müller M. Energy metabolism of ancestral eukaryotes: a<br />

hypothesis based on the biochemistry of amitochondriate<br />

parasitic protists. Biosystems, 1992;28:33-40.<br />

19. Nozaki T, Ali V, Tokoro M. Sulfur-containing amino<br />

acid metabolism in parasitic protozoa. Adv Parasitol,<br />

2005;60:1-99.<br />

20. Opperdoes F, Michels P. Enzymes of carbohydrate metabolism<br />

as potential drug targets. Int J Parasitol,<br />

2001;31:482-490.<br />

21. Opperdoes F, Szikora J. In silico prediction of the glycosomal<br />

enzymes of Leishmania major and trypanosomes.<br />

Mol Biochem Parasitol, 2006;147:193-206.<br />

22. Przyborski J, Lanzer M. Protein transport and trafficking<br />

in Plasmodium falciparum-infected erythrocytes. Parasitology,<br />

2005;130:373-388.<br />

23. Rosenthal P. Cysteine proteases of malaria parasites. Int<br />

J Parasitol, 2004;34:1489-1490.<br />

24. Thomas S, Lew V. Plasmodium falciparum and the permeation<br />

pathway of the host red blood cell. Trends Parasitol,<br />

2004;20:122-125.<br />

25. Van Dooren G, Stimmler L, McFadden G. Metabolic<br />

maps and functions of the Plasmodium mitochondrion.<br />

FEMS Microbiol Rev, 2006;30:596-630.


66 PARTE I Parasitología general<br />

26. Van Hellemond J, Opperdoes F, Tielens A. The extraordinary<br />

mitochondrion and unusual citric acid cycle<br />

in Trypanosoma brucei. Biochem Soc Trans, 2005;33:967-<br />

971.<br />

27. Vanacova S, Liston D, Tachezy J, Johnson P. Molecular<br />

biology of the amitochondriate parasites, Giardia intestinalis,<br />

Entamoeba histolytica and Trichomonas vaginalis.<br />

Int J Parasitol, 2003;33:235-255.<br />

28. Verlinde C, Hannaert V, Blonski C, Willson M, Périé J,<br />

Fothergill-Gilmore L, Opperdoes F, Gelb M, Hol W,<br />

Michels P. Glycolysis as a target for the design of new antitrypanosome<br />

drugs. Drug Resist Updat, 2001;4:50-65.


Capítulo<br />

9<br />

Biología molecular<br />

de parásitos*<br />

Jean C. Dujardin • Aldo Solari<br />

Introducción<br />

Como se ilustra en varios capítulos de este libro, los parásitos<br />

causan una tremenda carga —entre otros— para la humanidad,<br />

al matar, debilitar y contribuir al empobrecimiento. Por ende,<br />

constituyen un blanco importante para los profesionales de la<br />

salud, quienes necesitan ser capaces de detectar infecciones, reconocer<br />

los agentes causales, tratar a los individuos enfermos, y<br />

controlar enfermedades parasitarias a gran escala. Para otros, los<br />

parásitos constituyen fascinantes modelos de biología experimental.<br />

Durante los últimos 20 años, la revolución de las técnicas<br />

de biología molecular proporcionó acceso a la profunda intimidad<br />

de estos organismos, y generó un tremendo conocimiento.<br />

El genoma de los principales parásitos se descubrió, la diversidad<br />

genética se exploró en poblaciones naturales, se identificaron<br />

mutaciones de las cuales depende resistencia a fármacos, se descifraron<br />

mecanismos de adaptación sofisticados. Sin embargo,<br />

aún hay una brecha importante entre los profesionales que consideran<br />

a los parásitos como un blanco o como un modelo. Por<br />

ejemplo, hay un desequilibrio particular entre el número de artículos<br />

publicados sobre la biología molecular de parásitos y el<br />

homólogo efectivo de este conocimiento para el beneficio de seres<br />

humanos en riesgo. Es frecuente ver las palabras que siguen en<br />

la conclusión de un artículo de biología molecular: “y éste podría<br />

ser un buen blanco para fármacos o vacunas”. Empero, ¿cuántas<br />

veces hubo una continuación de estas perspectivas potenciales?<br />

La investigación básica sobre modelos de parásito es obviamente<br />

esencial, pero ha llegado el momento de reforzar este puente con<br />

el control de enfermedad y de promover investigación traslacional;<br />

esta es una cuestión de diálogo entre los actores respectivos a<br />

fin de identificar las preguntas más importantes desde el punto<br />

de vista de los profesionales de la salud, y proponer las respuestas<br />

potenciales por parte del laboratorio de biología molecular.<br />

El presente capítulo se escribió en esta perspectiva. Por un<br />

lado, se intenta desmitificar la biología molecular de los parásitos<br />

y explicar mejor el fantástico poder de adaptación de estos<br />

agentes patógenos que los profesionales de la salud confrontan<br />

a diario, a la manera en que el conocimiento sobre la conducta<br />

de la trucha puede ayudar al pescador a atraparla mejor; por<br />

otro lado, el objetivo de los autores es presentar una serie de<br />

aplicaciones prácticas a partir del conocimiento de la biología<br />

molecular para los profesionales de la salud. Por consiguiente,<br />

los autores decidieron enfocarse en los tripanosomátidos, un<br />

grupo de parásitos extensamente estudiados en el ámbito molecular,<br />

pero que causan enfermedades en seres humanos (las tripanosomiasis<br />

y leishmaniasis) consideradas como aquellas de<br />

las cuales se hace más caso omiso, es decir, para las cuales se<br />

carece de diagnóstico eficaz, costeable y fácil de usar, así como<br />

de fármacos y otros métodos de control para los cuales, de este<br />

modo, hay una necesidad más crucial de tender puentes entre<br />

la investigación y el control.<br />

Los tripanosomátidos<br />

como modelos moleculares<br />

Los tripanosomátidos son parásitos protozoarios que pertenecen<br />

al orden Kinetoplastida, que divergieron en etapas muy<br />

tempranas de la evolución eucarionte. Como eucariontes primordiales,<br />

estos organismos fueron pioneros en la exploración<br />

de soluciones alternativas para sobrevivir y asegurar su reproducción.<br />

Más tarde, como parásitos, confrontaron desafíos selectivos<br />

en extremo estrictos, como los ambientes rápidamente<br />

cambiantes; por ejemplo, cambios de temperatura y de<br />

nutrientes cuando pasaron desde el insecto hospedero hacia el<br />

vertebrado, el ataque de los efectores inmunitarios o, más recientemente,<br />

los fármacos inventados por el ser humano para<br />

controlarlos. Los tripanosomátidos encontraron la manera de<br />

adaptarse a estos estreses, están lejos de extinguirse, y una de las<br />

razones de su éxito podría residir en el hecho de que descienden<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Autoevaluación, la cual se encuentra disponible para el lector en el Centro de Aprendizaje en línea (On-line Center)<br />

vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

67


68 PARTE I Parasitología general<br />

de “pioneros” y tienen características de biología molecular<br />

muy específicas.<br />

Estructura del genoma<br />

El genoma de los tripanosomátidos se divide en dos compartimentos:<br />

el núcleo y el cinetoplasto (una mitocondria modificada<br />

situada en la base del flagelo).<br />

Genoma nuclear<br />

La estructura general puede variar entre los tripanosomátidos;<br />

Trypanosoma cruzi y Leishmania major tienen 35 y 36 cromosomas<br />

diploides, respectivamente, mientras que se mostró que<br />

Trypanosoma brucei presenta 11 cromosomas diploides grandes,<br />

junto con un número no especificado de cromosomas de<br />

tamaño muy pequeño e intermedio.<br />

La compleción reciente del proyecto de secuenciación del<br />

genoma Tritryp (L. major, T. cruzi y Trypanosoma brucei) reveló<br />

un proteoma central conservado de alrededor de 6 200 genes<br />

en agrupaciones policistrónicas sinténicas grandes. 15 Esto podría<br />

considerarse un grado notorio de conservación para organismos<br />

que divergieron hace un estimado de 250 a 500 millones<br />

de años. La selección contra rearreglar dentro de estas<br />

regiones conservadas se explicaría por una necesidad de codireccionalidad<br />

para la replicación y la transcripción. 25 Con<br />

todo, además de este proteoma compartido, se encontraron<br />

especificidades para cada uno de los tres parásitos: L. major<br />

(12% del proteoma es singular para esa especie), T. brucei (26%<br />

es singular, 20% está dedicado a la variación antigénica) y<br />

T. cruzi (32% es singular).<br />

Se identificaron telómeros en los extremos de cromosomas,<br />

pero la estructura subtelomérica de T. brucei y T. cruzi<br />

parece diferir bastante de las regiones cortas descritas en L. major:<br />

de hecho, en las dos primeras especies, se encontraron bloques<br />

grandes de genes no sinténicos en los telómeros de cromosomas.<br />

En T. brucei estos bloques contuvieron en esencia<br />

las glucoproteínas de superficie variables involucradas en la<br />

evasión inmunitaria del parásito, mientras que en T. cruzi también<br />

se encontraron muchas moléculas de superficie en esa ubicación,<br />

como la superfamilia trans-sialidasa. Se mostró que<br />

los extremos de cromosomas de L. major carecen de estas familias<br />

de múltiples genes, pero no están por completo desprovistos<br />

de genes. Despiertan particular interés los genes que codifican<br />

para scb-galactosil transferasa fosfoglucano involucrados<br />

en la modificación de cadena lateral del lipofosfoglucano<br />

(LPG). Su situación subtelomérica podría favorecer eventos de<br />

conversión de gen que finalmente tal vez apoyen la diversidad<br />

de especie en la galactosilación de LPG, característica que desempeña<br />

un papel importante en la especificidad de parásitovector.<br />

25<br />

Dentro de todos los cromosomas, se describió un patrón<br />

poco común de distribución de gen, con presencia de grandes<br />

agrupaciones de genes como una unidad contigua en una cadena<br />

de DNA, y otras unidades similares en la cadena opuesta. 25<br />

Se mostró que estas agrupaciones se transcriben como una unidad<br />

única antes del empalme trans y la poliadenilación, lo cual<br />

es congruente con el modelo de transcripción policistrónico de<br />

cinetoplástidos. Estos llamados grupos de dirección de genes<br />

(DGC) varían en tamaño desde algunos cientos de genes que<br />

abarcan más de 1 Mb de DNA y están separados por regiones<br />

de cambio de cadenas ricas en AT que se considera que contienen<br />

sitios para el inicio de la transcripción y la terminación de<br />

la misma. 25 Los DGC no contienen agrupaciones de genes<br />

de función relacionada como en los operones procariontes, 25<br />

pero pueden contener matrices en tándem de genes como el<br />

rRNA o los genes de miniexón.<br />

Genoma del cinetoplasto<br />

El cinetoplasto (kDNA), el DNA mitocondrial de los tripanosomátidos,<br />

tiene la forma de una red de miles de moléculas de<br />

DNA circulares concatenadas en una red grande que constituye<br />

hasta 25% del DNA total. Cada célula tiene una red que<br />

reside dentro de una mitocondria única. La red contiene dos<br />

tipos de círculos de DNA, llamados maxicírculos y minicírculos.<br />

Los maxicírculos (de 20 a 37 kilobases, dependiendo de la<br />

especie) están presentes en algunas docenas de copias, y semejan<br />

en estructura y función genética el DNA mitocondrial en<br />

otros eucariontes. Los minicírculos están presentes en varios<br />

miles de copias, y durante un tiempo prolongado constituyeron<br />

un enigma para los científicos: recientemente se empezó a<br />

esclarecer su función, y parece relacionarse con “edición”, un<br />

raro proceso postranscripcional de precursores de mRNA mitocondrial<br />

en algunos eucariontes. 27,28 Despierta interés que<br />

hay una especie de tripanosomátidos en la cual todos los minicírculos<br />

son los mismos en secuencia (Trypanosoma equiperdum).<br />

3<br />

Los minicírculos se caracterizan por heterogeneidad alta<br />

de la secuencia (necesaria para la edición de RNA; véase más<br />

adelante) y algunas secuencias conservadas. Sólo una sección<br />

pequeña está conservada en diferentes tripanosomátidos, desde<br />

T. brucei, 6 Leishmania tarentolae, 18 Trypanosoma lewisi, 22 Trypanosoma<br />

cruzi, hasta Crithidia fasciculata: 4 es una 12-mer,<br />

GGGGTTGGTGTA; este fragmento se llama la secuencia de<br />

minicírculo universal, y representa el origen de la replicación<br />

de estas moléculas de DNA. Los minicírculos se replican mediante<br />

un mecanismo poco común. Se liberan individualmente<br />

de la red, quizá por medio de una topoisomerasa, para formar<br />

minicírculos libres cerrados covalentemente. A continuación,<br />

estos minicírculos libres se replican mediante mecanismo tipo<br />

Cairns para formar progenie que contiene muescas o brechas;<br />

estos círculos de progenie a continuación se vuelven a fijar a las<br />

nuevas redes. Puesto que dos minicírculos se vuelven a fijar por<br />

cada uno liberado, la red crece en tamaño durante su replicación.<br />

Después de readjuntar los minicírculos progenie, sus<br />

muescas y brechas se reparan y finalmente estas moléculas quedan<br />

cerradas de modo covalente. Por último, la red de tamaño<br />

doble se divide en dos para dar dos redes progenie, que son<br />

idénticas a la parental. 16


CAPÍTULO 9 Biología molecular de parásitos 69<br />

Debido a su alto número de copias, los minicírculos representan<br />

un blanco ideal para el desarrollo de métodos muy sensibles<br />

para la detección molecular de parásitos. Además, hay notorias<br />

variaciones de secuencia en minicírculos de diferentes especies,<br />

dentro de una misma especie, e incluso dentro de una misma célula,<br />

una característica que se está utilizando para tipificación fina<br />

de tripanosomátidos mediante pruebas de hibridación, 29 o por<br />

medio de amplificación con reacción en cadena de polimerasa<br />

(PCR) seguida por digestión con enzimas de restricción. 19<br />

Expresión de gen<br />

Genes nucleares<br />

Los genes que codifican para proteínas se transcriben como<br />

transcritos primarios policistrónicos grandes, como en procariontes,<br />

y después se procesan hacia transcritos maduros monocistrónicos,<br />

como en eucariontes. Este procesamiento hacia<br />

unidades de un solo gen comprende dos reacciones de partición<br />

o rotura: a) una relacionada con adición del tRNA líder<br />

empalmado (también llamado miniexón) al extremo 5 del premRNA<br />

(empalme trans; véase más adelante), y b) la segunda<br />

relacionada con poliadenilación 3. Hasta ahora no se han descubierto<br />

intrones dentro de genes que codifican para proteína,<br />

aunque el descubrimiento reciente de empalme cis en otros<br />

tripanosomátidos sugiere que esto puede no ser cierto para todos<br />

los genes. Cabe hacer notar que se ha reportado que en<br />

Leishmania ocurre poliadenilación —una característica en general<br />

relacionada con mRNA de eucariontes— durante procesamiento<br />

postranscripcional del RNA ribosómico precursor.<br />

Aún no está claro el significado de esta observación, pero el fenómeno<br />

pareció ser dependiente de la etapa, puesto que se observó<br />

un perfil diferencial de poliadenilación de RNA ribosómico<br />

entre etapas de insecto y de mamífero. 13<br />

Una característica esencial para la adaptación rápida al ambiente<br />

cambiante es la posibilidad de modular la expresión de<br />

gen, lo que ocurre al inicio de la transcripción mediante promotores<br />

de la RNA polimerasa II regulados en eucariontes superiores.<br />

En tripanosomátidos, se sabe que las cifras de mRNA<br />

que corresponden a algunos genes específicos pueden variar<br />

mucho entre diferentes etapas de la vida, mientras que otros<br />

genes se expresan de manera constitutiva durante todo el ciclo<br />

de vida. Se entiende poco la regulación de este proceso: los<br />

promotores de la RNA polimerasa II no se han identificado en<br />

definitiva, y se considera que la expresión de gen está en esencia<br />

regulada en el ámbito postranscripción; podría comprender<br />

procesamiento de pre-mRNA, la estabilidad y traslado de<br />

mRNA, estabilidad de proteína y control postraduccional de la<br />

misma. 7 En otras palabras, los tripanosomátidos parecen transcribir<br />

constantemente todos sus genes, y más torrente abajo se<br />

toma una “decisión” de proceder o no hacia el producto final.<br />

Esto podría parecer un proceso no económico, pero asegura la<br />

disponibilidad de transcritos primarios todo el tiempo. Podría<br />

emitirse la hipótesis de que esto ayuda a los tripanosomas a estar<br />

constantemente preparados para cualquier cambio repentino<br />

en su ambiente.<br />

Genes cinetoplásticos<br />

Los maxicírculos contienen genes que codifican para rRNA mitocondriales<br />

y proteínas mitocondriales hidrofóbicas en su mayor<br />

parte involucradas en la vía de fosforilación oxidativa unida<br />

a membrana. A primera vista, los genomas maxicírculos parecen<br />

carecer de varios genes que son señales de identidad de otros<br />

genomas mitocondriales, mientras que otros genes son elementos<br />

faltantes clave para su traducción como codones de inicio o<br />

marcos de lectura abierta (ORF) contiguos. La edición de RNA<br />

con inserción/supresión postranscripcional de uridina resuelve<br />

casi todos estos temas problemáticos, al crear codones de inicio,<br />

corregir cambios de cuadro internos, por ejemplo, inserción<br />

de cuatro uridinas en COII, y modificación extensa de transcritos<br />

por lo demás no reconocibles de un mRNA para crear<br />

ORF enteros. La población de minicírculo heterogénea porta la<br />

información específica para la edición de RNA en forma de<br />

RNA guías (gRNA), RNA cortos, de 40 a 70 nucleótidos. El<br />

maxicírculo también codifica para un puñado de gRNA; hasta<br />

ahora se han identificado 15 en L. tarentolae, y tres en T. brucei.<br />

A últimas fechas se obtuvieron la secuencia y la anotación<br />

completas de los maxicírculos de T. cruzi para las cepas CL<br />

Brener (subgrupo TCIIe) y Esmeraldo (subgrupo TCIIb). 31 El<br />

orden de gen es sinténico con maxicírculos de T. brucei y L.<br />

tarentolae. Los componentes no codificadores tienen regiones<br />

repetitivas específicas para cepa, y región variable que es singular<br />

en cada cepa, con excepción de un elemento de secuencia<br />

conservado que puede servir como un origen de la replicación,<br />

pero que no muestra identidad de secuencia con L. tarentolae o<br />

T. brucei. Genes extensamente editados fueron más divergentes<br />

entre los géneros que genes no editados y genes que codifican<br />

para rRNA. Los maxicírculos de CL Brener y Esmeraldo representan<br />

dos de los tres clados de maxicírculos previamente definidos<br />

de T. cruzi, y prometen utilidad como marcadores taxonómicos.<br />

La restitución de los marcos de lectura alterados<br />

podría lograrse mediante edición de RNA específica para cepa.<br />

Elementos en la región no codificadora pueden ser importantes<br />

para la replicación, transcripción y anclaje del maxicírculo dentro<br />

de la red de cinetoplasto.<br />

Algunas características<br />

notorias de la biología molecular<br />

de tripanosomátidos<br />

Amplificación de gen en Leishmania<br />

Como se mencionó, los tripanosomátidos no regulan la expresión<br />

de gen en la etapa de inicio de la transcripción; por ende,<br />

sólo pueden regular en dirección descendente su expresión, o<br />

no regularla, pero —estrictamente hablando— no la sobrerre-


70 PARTE I Parasitología general<br />

gulan. Esto podría constituir un problema para obtener un número<br />

alto de transcritos para proteínas necesarias en grandes<br />

cantidades, pero, por ende, se encontró una solución en el ámbito<br />

genómico, es decir, la amplificación de gen. Esto es ilustrado<br />

por los genes que codifican para productos constitutivos o<br />

de mantenimiento (housekeeping) como la tubulina (necesaria<br />

para el flagelo), el RNA ribosómico (síntesis de proteína) o miniexón<br />

(maduración de transcritos primarios de un mRNA),<br />

que están presentes en disposición genómica en tándem grande,<br />

lo que proporciona el número grande de transcritos requerido.<br />

Aun así, estas estructuras por lo general son muy sensibles<br />

a amplificación/deleción desigual y generan variaciones del número<br />

de copias (CNV) entre individuos de una población de<br />

parásitos. Este fenómeno es común en Leishmania y T. cruzi,<br />

donde las CNV son la causa de la plasticidad alta del tamaño<br />

cromosómico. Estudios efectuados en Leishmania sugieren que<br />

las CNV pueden tener implicaciones funcionales en el potencial<br />

de adaptación de las poblaciones de parásitos a diferentes<br />

ambientes y a la patogenicidad pleomórfica. 14 En condiciones<br />

de estrés extremo, los tripanosomátidos pueden incluso<br />

amplificar genes de copia única para obtener una gran cantidad<br />

de un producto específico. De nuevo, esto se halla muy bien<br />

documentado en Leishmania, donde los tripanosomátidos parecen<br />

ser expertos en la amplificación de gen adaptativa. En cepas<br />

resistentes a fármacos inducidas experimentalmente, es común<br />

encontrar episomas circulares originados por la amplificación de<br />

regiones cromosómicas cortas que contienen genes clave, como<br />

la dihidrofolato reductasa-timidilato sintetasa (principal blanco<br />

del metotrexato, MTX) en líneas resistentes a MTX. La sobreexpresión<br />

de genes específicos también parece ser el principal mecanismo<br />

que fundamenta la resistencia clínica a fármacos de<br />

primera línea como los antimoniales (esto es, la que se encuentra<br />

en parásitos aislados a partir de algunos pacientes que no están<br />

mostrando respuesta al tratamiento), pero el enlace con amplificación<br />

de gen necesita documentarse mejor. 9 La amplificación<br />

de gen también puede alcanzar proporciones extremas en Leishmania,<br />

como se observa mediante experimentos de deleción<br />

(knock-out) en los cuales los parásitos pueden cambiar la ploidía<br />

de cromosomas enteros o de todo el genoma a fin de evitar perder<br />

genes esenciales para su supervivencia. 10<br />

De cualquier modo, la amplificación de gen podría ofrecer<br />

más que sobreexpresión de gen. De hecho, un aumento de la<br />

información genómica básica permitiría al organismo “probar”<br />

mutaciones a riesgo bajo sobre las copias de gen adicionales. 30<br />

Esto se ha documentado como una fuente importante de innovación<br />

genética en varios organismos, y se observa en Leishmania,<br />

en especial para genes involucrados en relaciones hospedero-parásito,<br />

como la glucoproteína de superficie mayor gp63.<br />

Esta metaloproteasa se considera un factor de virulencia importante<br />

del parásito, y está involucrada en la resistencia a la lisis<br />

por complemento, la adhesión a macrófagos, la supervivencia<br />

intrafagolisosoma, y la inmunogenicidad. Algunas especies,<br />

como L. braziliensis, poseen hasta 37 genes repetidos en tándem<br />

por cada genoma haploide, y sus secuencias respectivas<br />

varían en ciertos tramos desde 3 hasta 34%, y muestran una<br />

estructura en mosaico originada por recombinación de DNA.<br />

Despierta interés que se encontró que los tramos más variables<br />

codifican para dominios de superficie posiblemente involucrados<br />

en la interacción hospedero/parásito (sitios de adherencia a<br />

macrófagos y epítopos inmunodominantes de células B y de<br />

células T). Se necesita más investigación para entender las consecuencias<br />

funcionales de esta diversidad, pero es necesario<br />

abordar la hipótesis de que esta diversidad dependería del equilibrio<br />

de la presión selectiva de la respuesta inmune, lo que<br />

contribuye al poder adaptativo de la población de Leishmania.<br />

Variación antigénica<br />

en tripanosomas africanos<br />

La diversidad entre cepas en un antígeno inmunodominante<br />

(como el ejemplo gp63 antes expuesto) debe distinguirse de la<br />

variación antigénica verdadera, que surge en una sola clona y<br />

comprende la pérdida, ganancia o cambio en un grupo antigénico<br />

particular, por lo general por pérdida, ganancia o cambio<br />

en uno de los antígenos polipéptido o polisacárido. Este cambio<br />

casi siempre es reversible, es decir, la información para producir<br />

el antígeno original se archiva en la célula y puede usarse<br />

en el futuro. El sistema inmunitario adaptativo de un vertebrado<br />

infectado selecciona contra el serotipo infectante original,<br />

pero esa respuesta específica es ineficaz contra variantes nuevas.<br />

Varios agentes patógenos usan variación antigénica para prolongar<br />

su circulación en la sangre y, así, aumentar la probabilidad<br />

de transmisión. Este fenómeno se ha estudiado extensamente<br />

en tripanosomas africanos. La superficie de las etapas<br />

sanguíneas de T. brucei está cubierta por la glucoproteína de<br />

superficie variante (VSG), cuya principal función es formar<br />

una cubierta protectora que cubre el parásito. La respuesta humoral<br />

a los epítopos de VSG lleva a una eliminación rápida del<br />

torrente sanguíneo de la ola correspondiente de tripanosomas,<br />

pero algunos parásitos pueden cambiar su cubierta de VSG y<br />

proliferar de nuevo hasta la siguiente respuesta inmunitaria.<br />

Esto origina una sucesión de máximos de parasitemia relacionados<br />

con poblaciones caracterizadas por diferentes VSG. Se<br />

ha emitido la hipótesis de que el beneficio de esta estrategia<br />

sería permitir una infección persistente, más que una muerte<br />

rápida del hospedero, como ocurriría en el caso del crecimiento<br />

descontrolado. 21<br />

Hay una biblioteca de más de 1 000 VSG en el genoma<br />

del parásito, pero la expresión puede sólo ocurrir en uno de los<br />

20 sitios de expresión de VSG situados en regiones teloméricas.<br />

Sólo un telómero se transcribe a la vez, lo que lleva a la síntesis<br />

de una VSG única. La variación antigénica de cubiertas de<br />

VSG puede ocurrir mediante dos mecanismos. En primer lugar,<br />

el parásito puede activar exitosamente un sitio de expresión<br />

telomérica diferente (que contiene otra VSG). Este fenómeno<br />

no se entiende por completo, pero ocurriría mediante control<br />

transcripcional, quizá en la etapa de inicio para activar un nuevo<br />

sitio de expresión, o por medio de regulación descendente<br />

mediante remodelado de cromatina o mecanismos postrans-


CAPÍTULO 9 Biología molecular de parásitos 71<br />

cripción, para activar todos los sitios de expresión salvo uno. 17<br />

En segundo lugar, la recombinación del DNA con VSG de la<br />

biblioteca genómica grande puede cambiar la copia presente en<br />

los sitios de expresión. Esto puede producirse por dos tipos de<br />

eventos: a) conversión de gen, en la cual una VSG es reemplazada<br />

por la copia de otra, y b) recombinación recíproca. Despierta<br />

interés que estas recombinaciones de DNA pueden —al<br />

igual que en la gp63— llevar a genes quiméricos, lo que contribuye<br />

al aumento del repertorio de antígenos.<br />

Además de ilustrar un mecanismo sofisticado para infección<br />

a largo plazo de seres humanos, la variación antigénica<br />

obviamente conlleva una serie de implicaciones prácticas para<br />

los profesionales de la salud. Por un lado, el hecho de que la<br />

membrana del parásito está cubierta por una capa de antígenos<br />

variables obstaculiza seriamente la creación de vacunas. Por<br />

otro lado, este fenómeno también podría representar un obstáculo<br />

para pruebas serológicas. No obstante, la investigación<br />

temprana mostró que algunas VSG comunes y mayores se expresan<br />

en etapas tempranas de la infección; por ende, podrían<br />

desarrollarse análisis exitosos como la prueba de aglutinación<br />

en tarjeta para tripanosomiasis usando material biológico que<br />

porta los antígenos respectivos.<br />

Edición de RNA en tripanosomátidos<br />

En las mitocondrias de cinetoplástidos, los precursores de muchos<br />

RNA mensajeros (mRNA) son alterados por una reacción<br />

de procesamiento de RNA irregular que inserta residuos de uridilato<br />

(U) y los elimina en sitios específicos dentro de sus regiones<br />

codificadoras. La extensión de la edición en un transcrito<br />

mitocondrial de T. brucei, puede ser notoria: puede haber inserción<br />

postranscripcional de más de la mitad del mRNA maduro.<br />

Esto se observa, por ejemplo, en el transcrito para la<br />

subunidad 3 de la citocromo c oxidasa (cox3), donde la región<br />

codificadora genómica mide 463 nucleótidos de largo, y: a) a la<br />

cual se añaden 547 nucleótidos (todos U), b) mientras que 41<br />

de los U codificados por el genoma se eliminan. El mRNA<br />

editado resultante mide 969 nucleótidos de largo y se traduce<br />

hacia un polipéptido COX3 conservado. Otros transcritos primarios,<br />

como las subunidades 4 y 5 de la NADH deshidrogenasa<br />

(nad4 y nad5) no se editan en absoluto; entre tanto, la<br />

primera edición de RNA identificada en COX2 (que codifica<br />

la subunidad 2 de la citocromo c oxidasa) comprende edición<br />

en tres sitios, donde ya están insertadas cuatro uridinas.<br />

Todos los gRNA tienen tres elementos funcionales separados:<br />

una secuencia de anclaje de 4 a 14 nucleótidos; una sección<br />

de información capaz de dirigir la inserción de U y la deleción<br />

del mismo, y una cola oligo-U 3 de 15 a 20 residuos. La<br />

región de anclaje contiene una secuencia antisentido corta que<br />

puede unirse con el transcrito primario no editado torrente<br />

abajo de un sitio donde van a insertarse uridinas. Esta región<br />

bicatenaria y la estructura específica del RNA guía están envueltas<br />

en un complejo multiproteínico grande, el editosoma,<br />

que contiene varias actividades enzimáticas, que empiezan a<br />

abrir la cadena de RNA transcrito en los primeros nucleótidos<br />

no coincidentes, y empieza a insertar uridinas. Dado que los<br />

gRNA a menudo usan emparejamiento de base G:U para especificar<br />

la secuencia en dúplex de RNA, es imposible que la inserción<br />

de U y la deleción del mismo ocurran mediante polimerización<br />

dirigida por plantilla.<br />

La edición a veces comprende regiones grandes de RNA<br />

maxicírculo, lo que por ende requiere la participación de múltiples<br />

gRNA. Un medio de examinar cómo varios gRNA podrían<br />

coordinarse para actuar sobre un transcrito es proporcionada<br />

por mRNA parcialmente editados o intermediarios<br />

aislados a partir de RNA mitocondrial. Estas moléculas siempre<br />

tienen secuencia no editada 5 a la secuencia editada, y una<br />

unión donde ambas se reúnen. Así, parece ser que la edición<br />

del mRNA viaja en una dirección 3 a 5 general a lo largo del<br />

mRNA preeditado y que los gRNA se usan en un orden secuencial<br />

3 a 5. 1,26<br />

Empalme trans en tripanosomátidos<br />

El descubrimiento de intrones y del empalme del RNA fue tan<br />

perturbador desde el punto de vista intelectual que todos buscaron<br />

la idea de que el empalme era estrictamente un proceso<br />

intramolecular (cis) y que la linealidad de las secuencias que<br />

codifican para proteínas estaba conservada. Esta estructura conceptual,<br />

aunque en su mayor parte es correcta, está empezando<br />

a cambiar. Ahora cada vez hay más evidencia de que los exones<br />

se pueden empalmar de manera intermolecular (trans) a partir<br />

de dos RNA precursores independientes. La primera sugerencia<br />

de que el empalme trans podría ocurrir en la Naturaleza fue<br />

el descubrimiento de que todos los mRNA nucleares sintetizados<br />

por el parásito T. brucei tienen una secuencia de 35 nucleótidos<br />

común en sus terminaciones 5, el llamado miniexón. 5<br />

Las secuencias que codifican para este líder de 35 nucleótidos<br />

se encontraron en agrupaciones repetitivas en todo el genoma<br />

del organismo. Sin embargo, es más importante el hecho<br />

de que se encontró que algunos cromosomas que codificaron<br />

para el cuerpo de mRNA que contenían el líder común, no<br />

codificaron para el líder. Así, las secuencias líder de alguna manera<br />

estuvieron combinadas en trans con las secuencias codificadoras<br />

del mRNA. El hecho de que la unión del RNA líder en<br />

realidad se debió a empalme trans se mostró mediante detección<br />

de un análogo del intrón lazo de empalme cis en este caso,<br />

una rama entre dos RNA lineales, el intrón precursor de 105<br />

nucleótidos proveniente del RNA líder, y las secuencias intrón<br />

torrente arriba del cuerpo de mRNA.<br />

Pareció plausible que un parásito unicelular exótico usaría<br />

un mecanismo exótico como empalme trans para la expresión de<br />

gen. Empero, reportes de que un organismo pluricelular prototípico,<br />

el nematodo Caenorhabditis elegans, también podría efectuar<br />

empalme trans del RNA, demandan revaluación de los aspectos<br />

genéticos del procesamiento intramolecular. La síntesis<br />

discontinua de mRNA también ocurre durante la etapa tardía<br />

de la transcripción por virus de la vacuna (vaccinia), un virus<br />

DNA de animales. Casi todos los transcritos tardíos del virus de<br />

la vacuna tienen RNA líderes que contienen cubiertas de 7 mG


72 PARTE I Parasitología general<br />

y tractos poli(A) 3 terminales; los RNA líder, por lo general de<br />

35 nucleótidos de largo (pero a veces de hasta 900 a 6 000), no<br />

se transcriben desde regiones cercanas del genoma. No está claro<br />

si estos líderes son contiguos con el cuerpo del mRNA porque<br />

sirven como cebadores de la transcripción, o porque se<br />

añaden de manera postranscripcional mediante empalme.<br />

Dado que es poco probable que procesos de empalme por<br />

completo nuevos hayan evolucionado en las líneas del nematodo<br />

y de Trypanosoma, el empalme trans quizá simplemente sea<br />

una variación del proceso de empalme de mRNA precursor<br />

nuclear común. En apoyo de esta hipótesis, los mRNA tanto de<br />

Trypanosoma como de nematodo contienen secuencias de consenso<br />

típicas de intrones de empalme cis en sitios de empalme<br />

tanto 5 como 3; más aún, en tripanosomas se ha mostrado<br />

que el empalme involucra la formación de una rama. 5<br />

¿Cuál es la naturaleza de la variación en el proceso de empalme<br />

nuclear que permite el empalme trans? Un mecanismo<br />

general parece razonable: uno basado en el reconocimiento<br />

de los sitios de empalme 5 y 3 por partículas de ribonucleoproteína<br />

nucleares pequeñas (snRNP) seguido por la formación<br />

de un espliceosoma, en el cual los dos exones están unidos<br />

por interacciones snRNP-snRNP. Un modelo alternativo, quizá<br />

más probable, para el empalme trans nuclear es el reconocimiento<br />

de los dos RNA sustrato por una o más snRNP, y<br />

el montaje de las snRNP y RNA unidos hacia un espliceosoma<br />

único. Este modelo es similar al modelo actual para empalme<br />

cis.<br />

Tripanosomátidos como blancos<br />

moleculares<br />

Entre los diferentes fragmentos de información proporcionados<br />

por estudios sobre las características de biología molecular<br />

de parásitos, los que se tradujeron en aplicaciones prácticas<br />

para el control de enfermedad son —en la opinión de los autores—<br />

el producto de investigación genómica y filogenética. De<br />

hecho, estos estudios permitieron la identificación de secuencias<br />

de DNA que estuvieron conservadas en un organismo<br />

dado y específicas en el ámbito de género, especie, subespecie o<br />

cepa, lo que permite el reconocimiento de los organismos<br />

(o grupos de organismos), lo cual es un primer e importante<br />

paso antes de combatirlos. Además, el conocimiento del genoma<br />

permitió definir si una secuencia marcadora dada se repitió<br />

o no, lo cual tuvo gran importancia para la sensibilidad de los<br />

análisis moleculares futuros dirigidos hacia ellas.<br />

Métodos<br />

Aunque diferentes métodos moleculares se han evaluado sucesivamente<br />

para la caracterización molecular de parásitos, los<br />

análisis basados en PCR se han convertido en los más populares<br />

entre investigadores y profesionales de la salud. En la PCR, un<br />

fragmento de DNA (p. ej., un gen específico de un agente patógeno<br />

dado) es reconocido de manera específica entre otros<br />

fragmentos de DNA (incluso los provenientes del hospedero) y<br />

amplificado por medio de enzimas en un tubo de ensayo, hasta<br />

que se obtiene una señal que puede visualizarse fácilmente. Este<br />

método, derivado del descubrimiento de la Taq polimerasa, ha<br />

revolucionado la investigación biomédica, debido a su sensibilidad<br />

extrema: en teoría, la presencia de un fragmento del DNA<br />

blanco en el tubo de ensayo es suficiente para obtener un resultado<br />

positivo en la prueba. Con todo, este nivel de detección<br />

alto también tiene un inconveniente principal, puesto que la<br />

contaminación de los reactivos por productos de una reacción<br />

previa basta para obtener una serie de resultados positivos falsos<br />

en los análisis subsiguientes. En consecuencia, es necesario integrar<br />

una serie de precauciones y controles para realizar trabajo<br />

de alta calidad: varios controles en los ámbitos de extracción<br />

y amplificación de DNA, y una compartimentación de actividades.<br />

Hay tres clases principales de formatos de PCR, que difieren<br />

en esencia en la manera en que los productos de la amplificación<br />

(llamados amplicones) se visualizan, y en términos<br />

del equipo necesario. 23 En casi todos los análisis reportados en<br />

la literatura médica, la amplificación de PCR se efectúa en un<br />

termociclador, los productos a continuación se someten a electroforesis<br />

en geles de agarosa, se tiñen con bromuro de etidio y<br />

se visualizan en un transiluminador UV, y se obtiene un registro<br />

fotográfico. Así, se necesitan varios equipos, pero por lo<br />

general están disponibles en cualquier laboratorio de biología<br />

molecular estándar. La ventaja de este concepto de PCR es que<br />

los amplicones también pueden someterse a otros análisis “pos-<br />

PCR”, como secuenciación directa o división con enzimas de<br />

restricción (también conocida como análisis de polimorfismos<br />

de longitud de fragmentos de restricción de PCR o PCR-RFLP).<br />

Deben considerarse dos desventajas potenciales. Por un lado,<br />

estos análisis requieren la abertura del tubo de ensayo para análisis<br />

adicional, con el riesgo de contaminación del ambiente<br />

con amplicones. Por otro lado, por lo general consumen tiempo,<br />

lo que puede alterar considerablemente el costo del análisis,<br />

dependiendo de los costos de personal.<br />

En la segunda clase de análisis de PCR, los productos de la<br />

PCR se analizan durante su amplificación (la llamada PCR de<br />

tiempo real) después de tinción con colorante SYBR ® -Green I<br />

o hibridación con sondas fluorogénicas (p. ej., Taqman ® o<br />

transferencia de energía de resonancia fluorescente, FRET).<br />

Ahí, los análisis se realizan con una preparación con todo incluido,<br />

única, y se efectúa detección de fluorescencia dentro de<br />

un tubo cerrado, lo que disminuye el riesgo de contaminación<br />

del laboratorio por amplicones. Las aplicaciones son rápidas y<br />

de alta capacidad de procesamiento, y todas las operaciones se<br />

hacen con un solo aparato. Aun así, el equipo de PCR de tiempo<br />

real aún es caro, y los costos de mantenimiento son muy<br />

altos. La tercera clase de análisis comprende métodos de PCR<br />

simplificados para uso en situaciones de laboratorio con equipo<br />

mínimo. La simplificación en potencia puede efectuarse en los<br />

dos pasos principales del protocolo de PCR: amplificación del<br />

blanco y detección de los productos de PCR. En la actualidad,<br />

los principales avances comprenden el segundo paso, con mé-


CAPÍTULO 9 Biología molecular de parásitos 73<br />

todos como PCR-oligocromatografía-PCR (PCR-OC). Este<br />

método requiere un ciclador de PCR normal y un baño de<br />

agua, y los productos de la PCR se visualizan en 5 min en una<br />

varilla por medio de hibridación con una sonda conjugada con<br />

oro; otra ventaja es que pueden colocarse controles de PCR<br />

internos en la varilla. El concepto se ha desarrollado hasta ahora<br />

para la detección de Toxoplasma, T. brucei, T. cruzi y Leishmania,<br />

y mostró excelentes desempeños en cada uno de ellos.<br />

La simplificación del primer paso aún está en proceso, con líneas<br />

de investigación promisorias, como la amplificación isotérmica<br />

mediada por bucle (LAMP), en la cual se necesita un<br />

baño de agua simple para amplificación. 12<br />

Aplicaciones moleculares prácticas<br />

para profesionales de la salud<br />

En términos de aplicaciones prácticas, cinco preguntas importantes<br />

clínicas, o biológicas, o de ambos tipos, pueden responderse<br />

mediante métodos basados en ácido nucleico.<br />

Detección<br />

La aplicación básica de la PCR es responder la pregunta que<br />

sigue: “¿este paciente en quien sospecho esta enfermedad está<br />

infectado por este parásito?”; por ende, la secuencia de DNA<br />

establecida como objetivo por lo general se elige de acuerdo<br />

con esta especificidad a nivel taxonómico alto —por ejemplo,<br />

Leishmania (cualquiera que sea su especie) o T. cruzi (cualquiera<br />

que sea su linaje)—. Esta aplicación puede requerirse para el<br />

diagnóstico diferencial antes de iniciar terapia, que por lo general<br />

se basa en fármacos tóxicos o caros. Debido a su sensibilidad<br />

alta, la PCR es el mejor método (si es compatible desde el<br />

punto de vista operativo; véase más adelante), especialmente<br />

en muestras caracterizadas por parasitemias bajas, como biopsias<br />

de pacientes con enfermedades mucocutáneas, o sangre de<br />

pacientes con enfermedad de Chagas crónica. De cualquier<br />

modo, en caso de parasitemia alta, no debe olvidarse la importancia<br />

de la microscopia, porque esto puede proporcionar una<br />

respuesta positiva en un tiempo mucho más breve y a menor<br />

costo. Otra ventaja de la PCR es que permite explorar muestras<br />

provenientes de fuentes más fáciles de obtener, como sangre,<br />

para leishmaniasis visceral (en lugar de aspirado de la médula<br />

ósea o del bazo). La contribución de la PCR también parece ser<br />

en particular importante para aplicaciones clínicas específicas<br />

como: a) diagnóstico en pacientes coinfectados por virus de la<br />

inmunodeficiencia humana o b) diagnóstico temprano de enfermedad<br />

de Chagas congénita. 24<br />

Por último, pero no menos importante, la trascendencia<br />

de una PCR con resultados positivos se debe interpretar con<br />

cuidado extremo. De hecho, en sí, es más bien un marcador de<br />

infección que de enfermedad; por consiguiente, se necesitan<br />

otros parámetros clínicos y de laboratorio antes de emitir conclusiones.<br />

Por ejemplo, en Nepal se mostró que la PCR resultó<br />

positiva en 92% de las muestras de sangre provenientes de casos<br />

confirmados de leishmaniasis visceral, pero también en<br />

17% de una población de seres humanos asintomáticos. De<br />

modo similar, la detección de parásitos mediante PCR para<br />

confirmación de curación clínica puede ser riesgosa, como se<br />

muestra en la leishmaniasis cutánea por la detección de parásitos<br />

en hasta 80% de las cicatrices de pacientes, incluso ocho<br />

años después de su curación clínica.<br />

Cuantificación<br />

En algunos casos, haber detectado el parásito no basta, y es<br />

necesario cuantificar el número de parásitos presente. Por ende,<br />

se han creado protocolos de amplificación de DNA con PCR<br />

cuantitativa de tiempo real, según se informa con una sensibilidad<br />

analítica alta (0.0125 parásitos/ml de sangre) y una linealidad<br />

excelente. Algunos autores pusieron de relieve la importancia<br />

de la cuantificación para determinar el umbral entre<br />

estado de portador asintomático de L. infantum y enfermedad<br />

(leishmaniasis visceral en este caso; 20), lo que proporciona un<br />

marcador potencial de enfermedad. Otra aplicación interesante<br />

se refiere a la vigilancia de la reducción del tamaño de la población<br />

de parásitos después de tratamiento, 24 en particular para el<br />

manejo clínico de pacientes coinfectados por VIH. Por ende,<br />

tiene importancia que el DNA de parásitos muertos no circule<br />

mucho tiempo en el cuerpo, porque esto daría una indicación<br />

falsa de la presencia de parásitos vivos.<br />

En realidad, el DNA de cinetoplasto y nuclear de parásito<br />

se degrada con mucha rapidez después de muerte de amastigotes<br />

(alrededor de 24 h), lo que justifica el uso de DNA como un<br />

sustitutivo para la presencia de parásitos. De manera alternativa,<br />

el RNA podría preferirse en lugar del DNA como un blanco<br />

de amplificación, puesto que el RNA —una molécula muy lábil—<br />

indica mejor la presencia de parásitos vivos. El RNA podría<br />

cuantificarse mediante PCR de tiempo real de transcripción<br />

inversa, pero se dispone de protocolos alternativos (p. ej.,<br />

amplificación basada en secuencia de ácido nucleico cuantitativa<br />

[QT-NASBA]). La QT-NASBA permite la amplificación de<br />

ácido nucleico isotérmica de secuencias blanco mediante la actividad<br />

enzimática simultánea de transcriptasa inversa del virus<br />

de la mioblastosis aviar (AMV), T7 RNA polimerasa y RNasa<br />

H. El establecimiento de RNA como objetivo también podría<br />

brindar ventajas operativas: en comparación con el DNA, el<br />

número inicial de moléculas plantilla es mucho más alto (en<br />

particular para el RNA ribosómico), lo que podría significar<br />

aumento de la sensibilidad del análisis y disminución del volumen<br />

de muestra requerido.<br />

Identificación<br />

El siguiente paquete de aplicaciones se refiere a una tipificación<br />

más precisa (en el ámbito taxonómico) de los parásitos presentes<br />

en una muestra dada: es decir, identificar la especie de Leishmania<br />

o el linaje de T. cruzi. La importancia de la identificación<br />

dependerá de las características biológicas del parásito y de<br />

los datos epidemiológicos de la enfermedad. Por ejemplo, las


74 PARTE I Parasitología general<br />

aplicaciones clínicas son importantes en la leishmaniasis debido<br />

al enlace establecido entre algunas especies de Leishmania y:<br />

a) la gravedad de la enfermedad y b) el resultado del tratamiento.<br />

2 No obstante, la identificación es en su mayor parte importante<br />

para el estudio epidemiológico de las enfermedades y el<br />

control de las mismas. Por ejemplo, en la leishmaniasis visceral,<br />

L. infantum y L. donovani se caracterizan por diferentes perfiles<br />

epidemiológicos; se transmiten de manera zoonótica y antroponótica,<br />

respectivamente; por ende, la identificación de especies<br />

puede guiar medidas de control (incorporar o no los animales<br />

en el programa, por ejemplo).<br />

En la enfermedad de Chagas, para la cual se ha lanzado un<br />

programa de control regional que se dirige en esencia al ciclo<br />

doméstico de T. cruzi, la identificación del linaje del parásito<br />

también es muy importante. De hecho, en el pasado algunos<br />

linajes se relacionaron en general con el ciclo doméstico o salvaje,<br />

y la observación —en la actualidad— de líneas domésticas<br />

en animales salvajes o, recíprocamente, las líneas salvajes en seres<br />

humanos podría contribuir a suscitar preguntas acerca de<br />

los cambios de los patrones de transmisión, y la necesidad<br />

de adaptar programas de control. 17 Desde el punto de vista<br />

técnico, la identificación es más demandante que la detección<br />

de parásitos, puesto que el producto de la PCR se debe procesar<br />

más, contar con enzimas de restricción, secuenciar o hibridar<br />

con sondas fluorogénicas. Sin embargo, se están desarrollando<br />

evaluaciones “de baja técnica”, incluso ensayo de línea inversa-<br />

PCR (Jaffe C, comunicación personal) u oligocromatografía<br />

(Laurent et al., en preparación).<br />

Fenotipificación<br />

La aplicación de análisis moleculares también podría permitir<br />

definir características específicas para parásito, como virulencia<br />

o resistencia farmacológica y, así, orientar la actitud clínica en<br />

el ámbito individual o la política en cuanto a salud en el ámbito<br />

regional, por ejemplo, para cambiar un fármaco de primera<br />

línea (cuando existe una alternativa). Dicha aplicación aún se<br />

está explorando puesto que requiere identificar marcadores robustos<br />

de los fenotipos correspondientes.<br />

En un estudio piloto reciente sobre Leishmania se mostró,<br />

por ejemplo, que la vigilancia de la expresión de genes específicos<br />

(mediante PCR de transcripción inversa cuantitativa) involucrados<br />

en la protección de los parásitos contra explosión oxidativa/nitrosativa<br />

puede tener un buen valor predictivo del<br />

fenotipo de susceptibilidad al fármaco. Este tipo de análisis aún<br />

se están evaluando, y deben simplificarse más, por ejemplo, al<br />

detectar las mutaciones genómicas relacionadas con los cambios<br />

de la expresión de gen, que pueden detectarse mediante<br />

análisis de PCR más simples. Añadirían un valor agregado importante<br />

a los análisis de sensibilidad in vitro laboriosos actuales.<br />

Tipificación de cepa<br />

Por último, pero de igual importancia, los métodos moleculares<br />

pueden permitir responder la pregunta que sigue: “¿el paciente<br />

A está infectado por la misma cepa que el paciente B?”<br />

Esta pregunta es muy importante, por ejemplo, para una documentación<br />

precisa de rutas de transmisión (también llamada<br />

rastreo de parásito); por consiguiente, se necesitan herramientas<br />

de huellas dactilares muy discriminatorias (capaces de mostrar<br />

un patrón diferente en cada cepa de parásito), como en<br />

Medicina forense. Esa aplicación probablemente tiene más importancia<br />

para propósitos epidemiológicos que para el diagnóstico<br />

(p. ej., en investigaciones de brotes o rastreo de cepas de<br />

parásitos resistentes).<br />

La mejor ilustración del poder de las huellas dactilares proviene<br />

del trabajo de Cruz y colaboradores de 2002, 11 quienes<br />

analizaron patrones en la RFLP de DNA de cinetoplasto de<br />

parásitos Leishmania en jeringas desechadas por usuarios<br />

de drogas por vía intravenosa (IVDU), lo que demostró que<br />

compartir jeringas en realidad puede promover la diseminación<br />

de clonas de Leishmania entre IVDU. Empero, la genotipificación<br />

también puede tener valor pronóstico siempre y cuando<br />

clonas de parásito específicas se relacionen con resistencia/sensibilidad<br />

a tratamiento quimioterapéutico, como parece ocurrir<br />

en la enfermedad de Chagas. Información preliminar obtenida<br />

in vitro y en pacientes tratados, sugiere que entre tanto el linaje<br />

I de T. cruzi es más resistente a diversos fármacos antichagásicos,<br />

el sublinaje IIb de T. cruzi es susceptible a algunos de ellos. 8<br />

Conclusiones y perspectivas<br />

En el presente capítulo se ilustró el resultado de una primera<br />

ola de traslado desde el conocimiento sobre las características<br />

de biología molecular de los tripanosomátidos, dirigida a facilitar<br />

la detección y el reconocimiento de los agentes patógenos.<br />

La siguiente ola debe abordar la mejoría del deficiente arsenal<br />

disponible para combatir las enfermedades respectivas. Se afirma<br />

que la disponibilidad de la secuencia del genoma de varias<br />

especies de tripanosomátidos proporciona varios blancos nuevos<br />

para fármacos. Los que son significativamente diferentes (o<br />

específicos) en comparación con el hospedero mamífero tienen<br />

una utilidad potencial aumentada para el diseño de inhibidores<br />

específicos capaces de controlar el parásito sin dañar al hospedero.<br />

Con todo, su explotación requeriría enfoques multidisciplinarios,<br />

incluso estructura de la proteína y función de la misma,<br />

e investigación de alta capacidad de procesamiento de<br />

bibliotecas químicas al azar y dirigidas, seguidas por pruebas in<br />

vivo en animales y seres humanos. El conocimiento de los mecanismos<br />

de resistencia a los fármacos actuales podría explotarse<br />

para diseñar moduladores que minimicen la resistencia farmacológica<br />

o la eviten, pero también para guiar la política en<br />

cuanto a fármacos, al promover un seguimiento y supervisión<br />

adecuados de esquemas de terapia, o guiar programas de terapia<br />

combinada. Nuevos blancos para vacunas también podrían<br />

derivarse de los esfuerzos genómicos y, al igual que para fármacos,<br />

se necesitarán consorcios grandes para suministrar un producto<br />

efectivo y eficiente. Varios reportes sugieren que la persistencia<br />

del parásito podría ser importante para la respuesta


CAPÍTULO 9 Biología molecular de parásitos 75<br />

protectora efectiva, lo que pone de relieve avenidas de exploración<br />

mediante inmunización con parásitos vivos atenuados;<br />

por ende, la capacidad para modificar genéticamente los parásitos,<br />

desarrollada durante los últimos años, podría ser en extremo<br />

útil.<br />

Podrían mencionarse muchos otros ejemplos aquí, y los<br />

autores creen que se dispone de conocimiento y tecnologías<br />

para emprender estos esfuerzos de traslado. Aun así, el obstáculo<br />

más importante probablemente sea la compartimentación de<br />

la investigación y la falta de apoyo para las enfermedades de las<br />

cuales los actores políticos e industriales hacen más caso omiso.<br />

La multidisciplinariedad, el diálogo y las asociaciones públicasprivadas<br />

probablemente representen la mejor respuesta a este<br />

problema.<br />

Referencias<br />

1. Abraham J, Feayin J, Stuart K. Characterization of<br />

cytochrome c Oxidase III transcript that are edited only<br />

in the 3´region. Cell, 1988;55:267-272.<br />

2. Arevalo J, Ramirez L, Adaui V, Zimic M, Tulliano G,<br />

Miranda-Verastegui C, Lazo M, Loayza-Muro R, De<br />

Doncker S, Maurer A, Chappuis F, Dujardin JC, Llanos-Cuentas<br />

A. The influence of Leishmania (Viannia)<br />

species on the response to antimonial treatment of patients<br />

with American Tegumentary Leishmaniasis. J Infect<br />

Dis, 2007;195:1846-1851.<br />

3. Barrois M, Riou G, Galibert F. Complete nucleotide<br />

sequence of minicircle kinetoplast DNA from Trypanosoma<br />

equiperdum. Proc Natl Acad Sci USA, 1981;78: 3323-<br />

3327.<br />

4. Birkenmeyer L, Sugisaki H, Ray D. Structural characterization<br />

of site-specific discontinuities associated with<br />

replication origins of minicircles DNA from Crithidia fasciculata.<br />

J Biol Chem, 1987;262:2384-2392.<br />

5. Borst P. Discontinuous transcription and antigenic variation<br />

in trypanosomes. Ann Rev Biochem, 1986;55:701-<br />

732.<br />

6. Chen K, Donelson J. The sequence of two kinetoplast<br />

DNA minicircles of Trypanosoma brucei. Proc Natl Acad<br />

Sci USA, 1980;77:2445-2449.<br />

7. Clayton C. Life without transcriptional control? From<br />

fly to man and back again. EMBO J, 2002;21:1881-<br />

1888.<br />

8. Coronado X, Zulantay I, Rozas M, Apt W, Sanchez G,<br />

Rodriguez J, Ortiz S, Solari A. Dissimilar distribution<br />

of Trypanosoma cruzi clones in humans after chemotherapy<br />

with allopurinol and itraconazole. J Antimicrob Chemoth,<br />

2006;58:216-219.<br />

9. Croft V, De Doncker S, Decuypere S, Canal B, Singh<br />

T, Rijal S, Yardley K, Chappuis F, Dujardin JC. Epidemiological<br />

dynamics of antimonial resistance in Leishamania<br />

donovani: genotyping reveals a polyclonal population<br />

structure. Infect Genet Evol, 2006;7:206-212.<br />

10. Cruz A, Titus R, Beverly S. Plasticity in chromosome<br />

number and testing of essential genes in Leishamania<br />

by targeting. Proc Natl Acad Sci USA, 1993;90:1599-<br />

1603.<br />

11. Cruz I, Morales M, Noguer I, Rodríguez A, Alvar<br />

J. Leishmania in discarded syringes from intravenous<br />

drug users. Lancet, 2002;359:1124-5.<br />

12. Deborggraeve S, Claes G, Laurent T, Mertens P, Leclipteaux<br />

T, Dujardin JC, Herdewijn P, Büscher<br />

P. Molecular dipstick test for Diagnosis of sleeping sickness.<br />

J Clin Microbiol, 2006;44:2884-2889.<br />

13. Decuypere S, Vandesompele J, Yardley V, De Doncker<br />

S, Laurent T, Rijal S, Llanos-Cuentas A, Chappuis F,<br />

Arevalo J, Dujardin JC. Differential polyadenylation of<br />

ribosomal RNA during post-transcriptional processing in<br />

Leishmania. Parasitology, 2005;131:321-329.<br />

14. Dujardin JC, Victoir K, Doncker S, De S Guerbouj,<br />

Arevalo J, Le Ray D. Molecular epidemiology and diagnosis<br />

of Leishmania: what have we learn from genome<br />

structure, dynamics and function? Trans Roy Soc Trop<br />

Med Hyg, 2002;96:81-86.<br />

15. El-Sayed N, Myler P, Blandin G, Berriman M, Crabtree<br />

J, Aggarwal G, Caler E, Renauld H, Worthey E,<br />

Hertz-Fowler C, et al. Comparative genomics of trypanosomatid<br />

parasitic protozoa. Science, 2005;309:404-<br />

409.<br />

16. Englund P, Hajduk S, Marini J, Plunkett M. Replication<br />

of kinetoplast DNA. In Mitochondrial Genes. P. Slonimski,<br />

P. Borst, G. Attardi, eds. Cold Spring Harbor,<br />

New York: Cold Spring Harbor Laboratory, 1982:423-<br />

433 pp.<br />

17. Galuppo S, Bacigalupo A, García A, Ortiz S, Cattan<br />

P, Solari A. Predominance of Trypanosoma cruzi genotypes<br />

in two reservoirs infected by selvatic triatoma infestans<br />

on an endemic area of Chile. Acta Tropica, 2009;111:<br />

90-93.<br />

18. Kidane G, Hugues D, Simpson L. Sequence heterogeneity<br />

and anomalous electrophoretic mobility of kinetoplast<br />

minicircle DNA from Leishmania tarantolae. Gene,<br />

1984;7:265-277.<br />

19. Laurent T, Rijal S, Yardley V, Croft S, De Doncker S,<br />

Decuypere S, Khanal B, Singh R, Schönian G, Kuhls<br />

K, Chappuis F, Dujardin JC. Epidemiological dynamics<br />

of antimonial resistance in Leishmania donovani: genotyping<br />

reveals a polyclonal population structure among


76 PARTE I Parasitología general<br />

naturally-resistant clinical isolates from Nepal. Infect Genet<br />

Evol, 2007;7:206-212.<br />

20. Mary C, Faraut F, Drogoul M, Xeridat B, Schleinitz<br />

N, Cuisenier B, Dumon H. Reference values for Leishmania<br />

infantum parasitemia in different clinical presentations:<br />

quantitative polymerase chain reaction for therapeutic<br />

monitoring and patient follow-up. Am J Trop Med<br />

Hyg, 2006;75:858-863.<br />

21. Pays E, Nolan D. Expression and function of surface<br />

proteins in Trypanosoma brucei. Mol Biochem Parasitol,<br />

1998;91:3-36.<br />

22. Ponzi M, Birago C, Battaglia P. Two identical symmetrical<br />

regions in the minicircle structure of Trypanosoma<br />

lewisi kinetoplast DNA. Mol Biochem Parasitol, 1984;13:<br />

111-119.<br />

23. Reithinger R, Dujardin JC. Molecular Diagnosis of<br />

Leishmaniasis: Current Status and Future Applications.<br />

Clin Microbiol, 2007;45:21-25.<br />

24. Schijman A, Altcherh J, Burgos J, Biancardi M, Bisio<br />

M, Levin M, Freilij J. Aetiological treatment of congenital<br />

Chagas disease diagnosed and monitored by the polymerase<br />

chain reaction. J Antimicrob Chemother,<br />

2003;52:441-449.<br />

25. Smith D, Peacock C, Cruz A. Comparative genomics:<br />

from genotype to disease phenotype in the Leishmaniases.<br />

Int J Parasitol, 2007;37:1173-1186.<br />

26. Sturm N, Simpson L. Partially edited RNAs for cytocrome<br />

b and subunit III of cytochrome oxidase from Leishmania<br />

tarantolae mitochondria: RNA editing intermediates.<br />

Cell, 1990a;61:871-878.<br />

27. Sturm N, Simpson L. Kinetoplast DNA minicircles encode<br />

guide RNAs for editing of cytochrome oxidase subunit<br />

III mRNA, 1990b;61:879-884.<br />

28. Van der Spek H, Arts G-J, Zwaal R, Van den Burg J,<br />

Sloot P, Benne R. Conserved genes encode guide RNAs<br />

in mitochondria of Crithidia fasciculate. EMBO J,<br />

1991;10:1217-1224.<br />

29. Veas F, Breniere S, Cuny G, Brengues C, Solari A, Tibayrenc<br />

M. General procedure to construct highly specific<br />

kDNA probes for clones of Trypanosoma cruzi senstitive<br />

detection by polymerase chain reaction. Cell Mol<br />

Biol, 1991;37:73-84.<br />

30. Victoir K, Dujardin JC. How to succeed in parasitic<br />

life without sex? Asking Leishmania. Trends Parasitol,<br />

2002;18:81-85.<br />

31. Westenberger S, Cerqueira C, El-Sayed N, Zingales<br />

B, Campbell D, Sturm N. Trypanosoma cruzi mitochondrial<br />

maxicircles display species- and strain-specific<br />

variation and a conserved element in the non-coding region.<br />

BMC Genomics, 2006;7:60-66.


Capítulo<br />

10<br />

Genética de las parasitosis.<br />

Aspectos paleoepidemiológicos,<br />

poblacionales e inmunológicos<br />

Francisco Rothhammer • Elena Llop<br />

Introducción<br />

Enfermedades parasitarias como la tripanosomiasis, la malaria,<br />

la leishmaniasis y la esquistosomiasis son, sin duda, la causa de<br />

un abultado porcentaje de enfermedad y muerte en el mundo<br />

actual, sobre todo en los países más pobres, siendo un penoso<br />

ejemplo de las desigualdades en salud, que sin duda representan<br />

uno de los mayores problemas bioéticos que enfrenta en la<br />

actualidad la humanidad. Esto a pesar de los grandes esfuerzos<br />

científicos, técnicos, políticos, sociales y económicos que tanto<br />

los países afectados como las organizaciones internacionales están<br />

realizando. La incidencia de parasitosis en muchos casos<br />

aumenta en lugar de disminuir. Un caso dramático es el de la<br />

malaria, en que el aumento por selección natural de la resistencia<br />

del mosquito a los insecticidas y a los fármacos, produciendo<br />

cepas resistentes a Plasmodium falciparum, ha causado un<br />

resurgimiento de la enfermedad, de modo que en áreas endémicas<br />

más de 200 millones de seres humanos han sido infectados;<br />

por ejemplo, sólo en África más de un millón de niños<br />

mueren anualmente de malaria. En menor escala, también el<br />

aumento exponencial de la movilidad humana ha tenido una<br />

incidencia negativa. Por ejemplo, en uno de los países más ricos<br />

del mundo, EUA, el ingreso al país de casos no detectados de<br />

malaria asciende a cerca de 60%. En África, Trypanosoma brucei,<br />

transmisor de la enfermedad del sueño, causa estragos, al<br />

igual que Trypanosoma cruzi en Sudamérica y la leishmaniasis<br />

en América Central y Meridional. No se puede dejar de mencionar<br />

la esquistosomiasis, que afecta a más de 200 millones de<br />

personas en las regiones tropicales.<br />

Numerosas enfermedades parasitarias han sido investigadas<br />

desde el punto de vista genético, en especial a través de su<br />

posible asociación con el sistema principal de histocompatibilidad<br />

humano. Si bien se han establecido algunas asociaciones,<br />

aun los resultados generales son modestos debido a un conjunto<br />

de factores como la extrema variabilidad del sistema HLA,<br />

que determina que en diferentes regiones se encuentren asociaciones<br />

diferentes, tornando los resultados difíciles de interpretar.<br />

Si bien es cierto que varios factores participan en la respuesta<br />

inmune, como la intensidad de la infección y la acción de las<br />

células T, la interacción de estos mecanismos con factores genéticos<br />

resulta importante en cuanto a determinar la evolución de<br />

la enfermedad.<br />

Los antígenos HLA pueden actuar solos o en combinación<br />

con otros genes, confiriendo protección o mayor susceptibilidad<br />

a determinadas parasitosis. Sin duda este es un paso fundamental<br />

en la mejor comprensión de los factores etiopatogénicos<br />

y, por consiguiente, en el control de las enfermedades parasitarias.<br />

Los mecanismos de respuesta inmune a la infección, como<br />

también la resistencia a los medicamentos influidos por el sistema<br />

HLA, pueden ser importantes para el desarrollo de futuras<br />

vacunas usando péptidos que imiten a los antígenos HLA. Esto<br />

implica que los avances de las técnicas de biología molecular,<br />

como en tantas otras áreas de las ciencias biomédicas, resultan<br />

actualmente fundamentales.<br />

Entre las parasitosis nombradas tiene especial relevancia<br />

en Chile la tripanosomiasis americana. En este capítulo se referirá<br />

a los resultados de un proyecto multidisciplinario pionero<br />

que se realizó en Chile con el objetivo de investigar esta parasitosis<br />

empleando un enfoque ecológico multidisciplinario.<br />

Tripanosomiasis americana<br />

La tripanosomiasis americana o enfermedad de Chagas recibió<br />

su nombre en honor al investigador brasileño Carlos Chagas,<br />

quien identificó en 1909 un protozoo parásito que denominó<br />

Trypanosoma cruzi en el contenido intestinal del artrópodo llamado<br />

comúnmente “chinche alada”, “vinchuca” o “hita”. Desde<br />

el punto de vista taxonómico este insecto pertenece al orden<br />

Hemíptera y a la familia Reduvidae que comprende a su vez 19<br />

subfamilias de las cuales los Triatominae merecen ser destacados<br />

en el presente análisis. De entre las aproximadamente 100<br />

especies de Triatominae descritas, las siguientes participan de<br />

manera directa en la transmisión de la enfermedad de Chagas:<br />

Triatoma infestans, Mepraia spinolai, Panstrongylus megistus,<br />

Triatoma dimidiata y Rhodnius prolixus. La primera especie es<br />

77


78 PARTE I Parasitología general<br />

común en Chile, Argentina, Perú y Bolivia. M. spinolai es autóctona<br />

de Chile, mientras que las restantes existen en Brasil,<br />

América Central, Colombia y Venezuela.<br />

Lo habitual es que el insecto ataca al humano durante el<br />

sueño, sobrevolando hacia abajo desde el techo de las habitaciones<br />

donde prolifera en las rendijas y grietas de los revestimientos<br />

deteriorados. La vinchuca, paralelamente con chupar<br />

la sangre, deja sobre la piel algunas gotas de su contenido intestinal<br />

con los tripanosomas infectantes que penetran luego<br />

a los tejidos. La enfermedad se manifiesta inicialmente en forma<br />

bastante benigna, no pasando de un estado febril a veces<br />

acompañado de hinchazón de un ojo. El tripanosoma inicia a<br />

continuación su multiplicación destructiva y abarca las fibras<br />

musculares del corazón, los plexos intraneurales del esófago<br />

o el colon y, en general, todas las vísceras donde se localiza.<br />

Al desnervarse los plexos, se ensanchan las paredes del esófago<br />

y del colon, dando origen al llamado megaesófago y al megacolon.<br />

Paleoepidemiología<br />

Las vinchucas y sus prácticas nocivas eran conocidas mucho<br />

antes de que Chagas descubriera su vinculación con la tripanosomiasis.<br />

En efecto, numerosos cronistas, naturalistas y viajeros,<br />

tales como Francisco López de Gomara, Antonio de Heredia,<br />

Gonzalo Fernández, Fray Bernardino de Sahagún, Juan de<br />

Cárdenas, fray Reginaldo de Lizárraga, P. Bernabé Cobo, P.<br />

Martín Dobrizhoffer, Félix de Azara y Charles Darwin, entre<br />

otros, mencionan en sus escritos al artrópodo. 17 Se ha señalado<br />

que en quechua vinchuca o “huinchuco” significa “dejarse<br />

caer” o “botarse” y en aymara se aplica a los recaudadores, capataces<br />

y verdugos. 9,22 Es probable, entonces, que el insecto<br />

haya sido conocido por los aborígenes andinos antes de la invasión<br />

europea. 18<br />

Recientemente, Carpintero y Viana postularon que la<br />

adaptación domiciliaria de los triatominos se realizó paralelamente<br />

con la sedentarización de las poblaciones aborígenes<br />

americanas y que la adaptación de la vinchuca a los hábitat<br />

humanos se originó en determinados “focos” agroalfareros. 9,22<br />

Según los autores citados, el origen del acercamiento al humano<br />

de las especies que habitan el área centro-sur andina se produjo<br />

preferentemente en las sierras de Córdoba y San Luis en<br />

Argentina, en el altiplano argentino-boliviano y en el sur del<br />

Perú.<br />

Si bien la hipótesis sobre el desarrollo de la tripanosomiasis<br />

en América y en especial en el área centro-sur andina es atrayente,<br />

es preciso señalar que se basa en una serie de supuestos<br />

no comprobados. Antes de su adaptación al humano, es probable<br />

que la vinchuca se nutriera (tal como aún lo hace) de la<br />

sangre de diversos mamíferos autóctonos como llamas, guanacos,<br />

alpacas, vicuñas, pudúes, pumas, zorros, culpeos, cobayos<br />

y ratones de campo como el degú. 22 La adaptación del insecto<br />

a las viviendas humanas se produjo aparentemente por la costumbre,<br />

muy extendida entre los pueblos andinos, de guardar<br />

algunos de estos animales cerca o aun dentro de las casas para<br />

su consumo.<br />

El llamado Templo de los Nichitos o Cuyeros en Huanuco,<br />

Perú, proporciona evidencia de la domesticación del cobayo.<br />

9 Existen diversos tripanosomas inocuos para los mamíferos,<br />

de modo que es probable que Trypanosoma cruzi haya adquirido<br />

en el pasado su patogenicidad a través de un cambio en su<br />

constitución genética. Se desconoce cuándo se produjo ese<br />

cambio, de modo que la domesticación de llamas, alpacas, guanacos<br />

y cobayos por parte de las poblaciones andinas no implica,<br />

necesariamente, que éstas hayan sufrido enfermedad de<br />

Chagas. Este juicio se basa en el hecho de que no hay certeza ni<br />

de que los animales domésticos hayan introducido las vinchucas<br />

en las casas, ni de que, en ese caso, éstas hayan sido portadoras<br />

de T. cruzi.<br />

Es factible demostrar la existencia de la tripanosomiasis en<br />

tiempos precolombinos y de esta forma contribuir al conocimiento<br />

del origen y dispersión de la enfermedad, realizando la<br />

autopsia de momias y determinando la presencia de signos concluyentes<br />

a través de técnicas paleopatológicas. Hace algún<br />

tiempo se informó sobre el registro de momias con sintomatología<br />

chagásica en Quebrada de Tarapacá en las cercanías de<br />

Iquique y se revaluó las hipótesis sobre el origen y la dispersión<br />

de la enfermedad a la luz de la evidencia analizada. 27<br />

En efecto, como parte de un proyecto más general que<br />

pretendía evaluar la emergencia temprana del sedentarismo en<br />

el desierto chileno se exhumaron 35 cuerpos humanos pertenecientes<br />

a cuatro sitios arqueológicos: 24 (2 420 ± 80 A.P.),<br />

(1 600 ± 80 A.P.), (2 240 – 2 310 A.P.). Las autopsias a las<br />

momias las realizó el Dr. Marvin Allison junto a Vivien Standen<br />

y Bernardo Arriaza, procediendo en una primera fase a desarticular<br />

las extremidades, ya que los cuerpos tenían posición de<br />

enterramiento flectada, quedando así solamente el tronco. Luego<br />

se realizaron los cortes en forma de ventana en el plano anterolateral<br />

del tórax y posteriormente el levantamiento de las<br />

capas musculares de la pared abdominal, para entrar a la cavidad<br />

abdominopélvica, localizar los órganos y extraerlos para su<br />

respectivo análisis. La presencia de megacolon fue diagnosticada<br />

utilizando como criterio el tamaño relativo del colon y la<br />

cantidad de coprolitos presentes, que en caso de los adultos<br />

debía exceder un peso de 500 g. La presencia de cardiomegalia<br />

fue diagnosticada considerando el tamaño relativo del corazón.<br />

El cuadro 10-1 exhibe el número y la frecuencia relativa de<br />

cuerpos momificados con megacolon y cardiomegalia entre el<br />

total estudiado. Es preciso destacar que algunos cuerpos se encontraban<br />

en mal estado de conservación, hallándose huesos y<br />

restos de piel los cuales, por supuesto, no fueron considerados<br />

para el cálculo de porcentajes. Dos momias, un niño de dos<br />

años y un hombre de 40-45 años, presentaron indicios de cardiomegalia;<br />

de ellos, el niño tenía el colon aumentado de tamaño<br />

y el hombre tenía coprolitos abundantes. De los nueve individuos<br />

con megacolon, ocho eran adultos (4 hombres y 4<br />

mujeres). El individuo restante era un niño de aproximadamente<br />

cinco años. El promedio de edades de los hombres<br />

con megacolon fue de 39 años y el de las mujeres de 37 años.


CAPÍTULO 10 Genética de las parasitosis. Aspectos paleoepidemiológicos, poblacionales e inmunológicos 79<br />

Cuadro 10-1. Frecuencia de cuerpos momificados con signología chagásica en cuatro sitios arqueológicos de Quebrada de Tarapacá<br />

PIRCAS-2 CAS-SUR TR-40 A TR-0 Total<br />

Cuerpos exhumados 09 13 11 02 35<br />

Cuerpos conservados 08 04 09 01 22<br />

Presencia de megacolon 3 (0.38) 1 (0.25) 4 (0.44) 1 (1.00) 9 (0.41)<br />

Presencia de cardiomegalia 1 (0.13) — 1 (0.11) — 2 (0.09)<br />

El peso promedio de los coprolitos encontrados en momias<br />

adultas con megacolon fue de 664 ± 175 g, unas cuatro veces el<br />

peso promedio correspondiente en momias sin sintomatología<br />

chagásica. Por otra parte, el tamaño promedio del colon de los<br />

afectados fue de 7.87 ± 1.70 mm, significativamente mayor<br />

que los intestinos gruesos, normales.<br />

La alta frecuencia de megacolon en momias de la quebrada<br />

de Tarapacá es sorprendente, en especial debido a que el paleopatólogo<br />

Dr. Marvin Allison no había detectado esa anomalía<br />

en cerca de 1 200 momias bien conservadas examinadas por él,<br />

en diversas localidades del Perú, tales como Casma, Huacho,<br />

Bandurria, Pisco, Ica, Río Grande, Nazca, Arequipa y en el valle<br />

de Azapa en el norte de Chile, con excepción de un niño de<br />

12 años perteneciente a la Fase Cabuza que se desarrolló en<br />

ese valle alrededor de 600 d.C. Por otra parte, en forma independiente,<br />

Juan Munizaga y colaboradores también diagnosticaron<br />

megacolon en un conjunto de momias del mismo lugar<br />

geográfico.<br />

La presencia de megacolon detectada podría deberse a la<br />

altura, ya que altitudes sobre 3 000 m pueden ser causa de dolicomegacolon.<br />

13 Cabe excluir esta posibilidad, ya que Quebrada<br />

de Tarapacá se encuentra a una altura que oscila entre los<br />

900 y 1 400 m. 24<br />

Por otra parte, es posible conjeturar que los individuos<br />

afectados hayan sido migrantes del altiplano; sin embargo, esta<br />

explicación suele ser rechazada debido a la alta proporción de<br />

individuos con megacolon registrados (41%). Este hecho obligaría<br />

a postular que prácticamente todos los habitantes del altiplano<br />

padecerían de megacolon y que más de la mitad de la<br />

población estudiada en Tarapacá correspondería a inmigrantes<br />

recientes. Cabe mencionar además que la mayoría de las momias<br />

con megacolon corresponden a individuos que murieron<br />

por obstrucción intestinal.<br />

El vólvulo sigmoideo se presenta en Puno, Perú, con una<br />

frecuencia baja de 3 por cada 1 000 entre enfermos de ambos<br />

sexos, siendo ocho veces más común en hombres que en mujeres.<br />

Por otra parte, la edad promedio de los pacientes es de 58<br />

años. 13 Tanto la frecuencia en ambos sexos como en la edad<br />

promedio de las momias afectadas en Tarapacá no concuerdan<br />

con las estadísticas sobre la obstrucción intestinal citada. Uno<br />

de los estudios más extensos realizados en Sudamérica demuestra<br />

que en Chile 90% de los pacientes afectados de megacolon<br />

son serológicamente positivos para enfermedad de Chagas. 5 Así<br />

que la evidencia apunta a sugerir que los casos de megacolon<br />

detectados indican existencia de enfermedad de Chagas.<br />

Esta impresión se ve reforzada por la presencia de cardiomegalia<br />

en dos momias. Si las suposiciones hechas son ciertas,<br />

estos hallazgos indican que la enfermedad ya estaba presente en<br />

el desierto chileno 2 400 años atrás. A pesar de que es probable<br />

que las estimaciones de prevalencia de megacolon y cardiomegalia<br />

estén sesgados debido a problema de muestreo y aun de<br />

diagnóstico, cabe mencionar que al comparar éstos con estimadores<br />

correspondientes a la población actual de las localidades<br />

de Limarí, Salamanca e Illapel, 35 que corresponde a la principal<br />

zona endémica de Chile, se encontró que el porcentaje de individuos<br />

con examen serológico positivo para enfermedad de<br />

Chagas es mayor de 40%. No es posible actualmente determinar<br />

con precisión cuántos de éstos desarrollan megacolon; 5 sin<br />

embargo, el porcentaje de chagásicos con cardiopatías en el<br />

norte semiárido es de 8%. 3<br />

La evidencia arqueológica indica la presencia en Quebrada<br />

de Tarapacá de figuritas y cerámica pulida sin asas que recuerda<br />

patrones tempranos del altiplano meridional de Bolivia, específicamente<br />

la cultura wankarani, que comenzó su desarrollo alrededor<br />

de 1 200 a.C. 24 Resulta interesante mencionar que esta<br />

cultura, que floreció a orillas del lago Poopo, alcanzó notables<br />

niveles de desarrollo tecnológico. En efecto, las poblaciones<br />

que desarrollaron la cultura wankarani construían aldeas de casas<br />

de adobe con techos de paja y practicaban la ganadería<br />

de llamas y alpacas, como también la cacería de vizcachas. 26<br />

Estas son condiciones necesarias para la adaptación de la vinchuca<br />

a la vivienda humana. Parece poco probable que el origen<br />

de la adaptación de los triatominios al hábitat humano<br />

haya ocurrido en la sierra de San Luis y Córdoba, como señalan<br />

Carpintero y Viana. 9 Los primeros asentamientos humanos estables<br />

en esa región geográfica son posteriores en aproximadamente<br />

1 000 años al inicio del sedentarismo y más específicamente<br />

a la construcción de viviendas de adobe y paja en el<br />

Altiplano Central. 25<br />

Si bien no es posible descartar la existencia de enfermedad<br />

de Chagas en los nómadas cazadores y recolectores arcaicos<br />

puesto que, como sugieren Carpintero y Viana, 9 éstos pudieron<br />

adquirirla por ingestión de carne cruda de mamíferos portadores<br />

de T. cruzi, parece más probable que la enfermedad haya<br />

alcanzado niveles endémicos en el área centro-sur andina como<br />

consecuencia de la adaptación de Triatoma infestans a las viviendas<br />

humanas en el Altiplano Meridional. Desde este lugar<br />

geográfico pudo dispensarse desde la Quebrada de Tarapacá<br />

por el desierto chileno y hacia el noroeste argentino por las<br />

Quebradas de El Toro y Humahuaca.


80 PARTE I Parasitología general<br />

Hay evidencia de domesticación de camélidos en la Puna<br />

de Atacama desde 2 000 a.C., 25 de modo que a partir de ese<br />

periodo bien pudo la enfermedad extenderse hacia esa zona. Es<br />

evidente, sin embargo, que recién con la emergencia de poblados,<br />

adquirió proporciones endémicas, como ya se ha sugerido.<br />

De acuerdo con la evidencia disponible, en caserones existían<br />

conglomerados habitacionales y viviendas continuas, a diferencia<br />

de pircas, donde las habitaciones eran aisladas y dispersas.<br />

En ambos poblados, no obstante, los techos de las viviendas<br />

fueron construidos de cañas y barro, lo que favorece la proliferación<br />

de vinchucas.<br />

Resulta interesante destacar el hecho de que la frecuencia<br />

de megacolon en el valle de Azapa es muy baja en comparación<br />

con el valle de Tarapacá. De un total, aproximado, de 300 momias<br />

relativamente bien conservadas pertenecientes a los periodos<br />

culturales Alto Ramírez, Azapa, Cabuza, Tiwanaku, Maitas-Chiribayas,<br />

San Miguel y Gentilar, solamente una presentó<br />

megacolon. Cabe suponer que la diferencia observada guarda<br />

relación con la distribución de Triatominae en ambos valles.<br />

En efecto, actualmente en Tarapacá las vinchucas son<br />

abundantes, en contraste con Azapa, donde no se les encuentra.<br />

Es muy posible que las diferencias de altura en que están<br />

situados estos valles explique estas discrepancias. Se descarta la<br />

influencia primaria de la alimentación en la producción de megacolon.<br />

De acuerdo con el criterio de especialistas (Atías A,<br />

Pizzi T), la alimentación tiene efecto una vez producida la flacidez<br />

de las paredes del colon por otras causas, como la desnervación<br />

de los plexos por la acción del tripanosoma.<br />

Cabe hacer notar que recientemente Aufderheide y colaboradores,<br />

6 utilizando técnicas de biología molecular, ratificaron<br />

el hallazgo de T. cruzi en cuerpos momificados del extremo<br />

norte de Chile. En efecto, reportaron la presencia de DNA de<br />

este parásito detectado a través del uso de sondas preparadas ex<br />

profeso, en un conjunto numeroso de individuos de la cultura<br />

chinchorro y de culturas cronológicamente posteriores en los<br />

valles del sur del Perú y norte de Chile.<br />

Llama poderosamente la atención el hecho de que los individuos<br />

chinchorro, que vivieron en la costa, estuvieran infectados<br />

con T. cruzi, en circunstancia que los triatominos hoy en<br />

día no se encuentran ni en la costa ni en el valle de Azapa y de<br />

acuerdo con la evidencia paleopatológica que se cita en este trabajo,<br />

hasta el momento se ha descrito solamente un caso de<br />

megacolon entre 300 momias examinadas en esos lugares.<br />

Dado el elevado número de individuos positivos para T. cruzi<br />

(41%) mencionados por Aufderheide y colaboradores, 6 cabe<br />

suponer que la gran mayoría no presentaba manifestaciones clínicas<br />

de enfermedad de Chagas. De hecho, el número de individuos<br />

seropositivos en Combarbalá e Illapel bordea actualmente<br />

el 10%, de los cuales sólo una pequeña fracción<br />

presentan manifestaciones clínicas de enfermedad de Chagas.<br />

Genética de poblaciones<br />

La presencia de enfermedad de Chagas en Chile ha sido descrita<br />

de manera extensa en numerosos artículos, siendo esencialmente<br />

una patología que se presenta en el norte y centro del<br />

país, 1,22,33,35 con una prevalencia más alta en las áreas rurales y<br />

periurbanas. 1,35 La importancia de la enfermedad de Chagas en<br />

salud pública ha sido señalada en repetidas ocasiones y radica,<br />

sobre todo, en las cardiopatías que se producen en los enfermos<br />

crónicos. No obstante este hecho, en Chile, según estudios de<br />

varios investigadores, se estima que no más de 30% de las personas<br />

infectadas presentan o han presentado alguna patología<br />

imputable a Trypanosoma cruzi, y la mayoría de las infecciones<br />

crónicas son asintomáticas, a diferencia de otros países en América<br />

como Brasil y Argentina.<br />

Esta particularidad podría ser explicada como el resultado<br />

de la adaptación genética de los aborígenes chilenos a T.<br />

cruzi. 1,22,33 En efecto, como ya se ha indicado, evidencias históricas<br />

y paleopatológicas sugieren que la enfermedad de Chagas<br />

se remonta a un contacto muy antiguo entre el humano y<br />

T. cruzi. 27,28-30 En este contexto es interesante hacer notar que<br />

Llop y colaboradores encontraron en Combarbalá e Illapel diferencias<br />

genéticas para el sistema HLA entre cardiópatas y no<br />

cardiópatas seropositivos para enfermedad de Chagas. 19,20 Este<br />

hallazgo permite sugerir que los individuos seropositivos sin<br />

cardiopatía tendrían menos susceptibilidad de contraer la enfermedad.<br />

19,20,31<br />

Con el objeto de validar esta hipótesis, durante marzo de<br />

1988 se realizó un trabajo de terreno en San Pedro de Atacama,<br />

región endémica para enfermedad de Chagas: 170 individuos<br />

adultos no emparentados fueron estudiados clínica y serológicamente<br />

según la técnica de Knierim y colaboradores para enfermedad<br />

de Chagas. 16 Se identificaron diferencias genéticas<br />

entre individuos seropositivos y seronegativos con y sin cardiopatía.<br />

Cada individuo fue tipificado para cuatro sistemas de<br />

grupos sanguíneos (ABO, Rh, Duffy y MNS), de acuerdo con<br />

métodos internacionales estandarizados de microtécnica de<br />

aglutinación en tubo, siguiendo las indicaciones de los proveedores<br />

de los antisueros. 14<br />

El análisis estadístico se realizó aplicando un diseño de casos<br />

y controles en muestras pareadas por edad, lugar de residencia,<br />

lugar de nacimiento de los padres y nivel socioeconómico,<br />

para evitar el posible sesgo que podrían introducir estas variables.<br />

34 Las frecuencias génicas fueron calculadas utilizando un<br />

programa que obtiene estos estimadores por máxima verosimilitud.<br />

La significación estadística del análisis comparativo de las<br />

frecuencias fenotípicas y génicas entre los dos grupos se estimó<br />

usando la prueba de Z de proporciones (Chin Chun, 1969). 10<br />

Para detectar posibles diferencias étnicas entre los grupos a<br />

comparar, se estimó el porcentaje de mezcla de acuerdo con el<br />

método de Bernstein, 7 utilizando para ello frecuencias génicas<br />

que discriminan claramente la contribución relativa de cada<br />

una de las poblaciones ancestrales. Para efectuar el cálculo se<br />

usaron los alelos A, B, O del sistema ABO, Fya del sistema<br />

Duffy, M del sistema MN y CDE del sistema Rh. Se obtuvo la<br />

mezcla indígena promedio para ambos grupos (cuadro 10-2).<br />

Se aprecian diferencias entre ambos grupos para los cinco sistemas<br />

estudiados. Resultaron significativas (p < 0.05) las diferencias<br />

de frecuencias entre los alelos O y el haplotipo CDE. Lla-


CAPÍTULO 10 Genética de las parasitosis. Aspectos paleoepidemiológicos, poblacionales e inmunológicos 81<br />

Cuadro 10-2. Porcentaje de mezcla indígena en individuos seropositivos y seronegativos para enfermedad de Chagas<br />

Sistema<br />

Seropositivos<br />

Seronegativos<br />

Frecuencias génicas % de mezcla indígena Frecuencias génicas % de mezcla indígena<br />

ABO<br />

A 0.0997 70 0.0414 91<br />

B 0.0274 59 0.0000 100<br />

O 0.8728 67 0.9586 93<br />

Duffy<br />

Fya 0.6622 85 0.6892 94<br />

Rh<br />

cde 0.0872 77 0.0966 75<br />

MN<br />

M 0.5946 39 0.6622 78<br />

Promedio 66.2 * 88.54 *<br />

* p < 0.05.<br />

ma la atención la dirección de las diferencias entre los grupos.<br />

Los individuos seropositivos tienen un componente genético<br />

no indígena mayor que los individuos seronegativos.<br />

A fin de verificar estos resultados se realizó un análisis<br />

comparativo de las frecuencias fenotípicas y génicas de los distintos<br />

sistemas sanguíneos de la muestra en estudio con los valores<br />

obtenidos en un análisis genético realizado en la misma<br />

población de San Pedro de Atacama en el año 1983 por Rothhammer<br />

y colaboradores. 28 Contrastando las frecuencias se verifica<br />

que las obtenidas en 1983 presentan valores intermedios<br />

en comparación con las frecuencias exhibidas por los individuos<br />

seronegativos y positivos. Por ejemplo, la frecuencia del<br />

alelo O del sistema ABO es 0.8728 para los individuos seropositivos,<br />

0.9407 para los individuos estudiados por Rothhammer<br />

y colaboradores, 28 y 0.9586 para los individuos seronegativos.<br />

Este análisis sustenta la hipótesis inicial planteada, es<br />

decir, las diferencias encontradas entre Chile y otros países de<br />

América para esta enfermedad; podrían ser explicadas como<br />

resultado de una adaptación genética de las etnias originarias<br />

chilenas a T. cruzi. 22,27,28<br />

El análisis de la composición genética (cuadro 10-2) de<br />

ambos grupos revela la existencia de un componente indígena<br />

mayor en los individuos seronegativos (88.5%) con respecto a<br />

los seropositivos (66.2%), siendo estas diferencias significativas<br />

(p < 0.05; test de Z proporciones). Cabe destacar que no hay<br />

diferencias genéticas entre individuos con y sin cardiopatía seropositivos<br />

o seronegativos, a diferencia de lo encontrado para<br />

el sistema HLA por Llop y colaboradores. 19-21<br />

Los resultados sugieren que los individuos seropositivos<br />

(menor mezcla indígena) tendrían una mayor susceptibilidad a<br />

contraer la enfermedad de Chagas que los individuos seronegativos<br />

(mayor mezcla indígena). Este hallazgo concuerda con el<br />

de Llop y colaboradores, 19-21 quienes encontraron que los individuos<br />

que presentan el haplotipo B40-Cw3 tienen una menor<br />

probabilidad de desarrollar cardiopatía chagásica. Este haplotipo<br />

es frecuente en las poblaciones amerindias e infrecuentes en<br />

las poblaciones europeas. Llop y colaboradores 20 obtuvieron<br />

frecuencias del haplotipo B40-Cw3 de 7.8 y 0% en individuos<br />

seropositivos sin y con cardiopatía chagásica, respectivamente,<br />

y 5.7 y 3.9% en individuos seronegativos con y sin cardiopatía.<br />

De estos resultados se desprende que los individuos con un<br />

mayor componente indígena podrían estar protegidos genéticamente<br />

contra esta afección. Vale decir que las diferencias genéticas<br />

observadas podrían ser el resultado de un proceso de<br />

selección natural de ciertos fenotipos con mayor valor adaptativo.<br />

De manera tentativa, cabe sugerir que los individuos seronegativos<br />

serían menos atacados por los triatominos, o bien, los<br />

parásitos encontrarían dificultades en su intento de penetrar o<br />

proliferar en las células de hospederos con una determinada<br />

composición genética. Estos resultados son interesantes puesto<br />

que apuntan hacia la existencia de mecanismos genéticos que<br />

protegerían a los individuos con una mayor composición genética<br />

indígena contra la enfermedad de Chagas. Las implicaciones<br />

microevolutivas de este hallazgo son evidentes, si bien aún<br />

no es posible precisar con exactitud cuáles concretamente serían<br />

los mecanismos involucrados.<br />

Inmunología<br />

El sistema inmunológico humano está regulado por moléculas<br />

que son codificadas en gran parte por el sistema principal<br />

de histocompatibilidad (HLA). Los genes correspondientes<br />

a este sistema se hallan en el brazo corto del cromosoma 6 y<br />

han sido clasificados en tres grupos, siendo los relevantes para


82 PARTE I Parasitología general<br />

esta revisión los clases I y II. Los clase I codifican moléculas<br />

HLA-A, B y C, entre otras, que están presentes en casi todas las<br />

células somáticas, en tanto los clase II codifican para las moléculas<br />

HLA-DR, DQ y DP que tienen una distribución tisular<br />

más restringida, encontrándose en las células del sistema inmunológico.<br />

Es importante destacar que el sistema HLA es altamente<br />

variable, contribuyendo en forma importante a la diversidad<br />

genética de la raza humana. Esta variabilidad es crítica porque<br />

permite a distintas poblaciones responder de diferente manera<br />

al ataque de patógenos, lo cual dificulta en la práctica la ocurrencia<br />

de pandemias devastadoras. La gran variabilidad del<br />

sistema HLA quizá se deba en parte a mecanismos de selección<br />

natural darwiniana, pero también a procesos microevolutivos<br />

estocásticos no darwinianos tales como el efecto de fundador,<br />

que debió haber operado profusamente durante el poblamiento<br />

inicial de los continentes, en particular de América.<br />

No hay que olvidar que, de acuerdo con el modelo más<br />

aceptado en la actualidad, el orden en que se colonizaron los<br />

continentes fue África, Eurasia y Australia y, por último, América.<br />

Entre las asociaciones de genes del sistema HLA con infecciones<br />

parasitarias es importante destacar aquellas descritas<br />

para la malaria, la esquistosomiasis, la leishmaniasis cutánea y<br />

visceral y la enfermedad de Chagas. Este capítulo se centra en<br />

la enfermedad de Chagas; no obstante, cabe mencionar en forma<br />

breve las asociaciones encontradas entre el sistema HLA y<br />

las otras parasitosis mencionadas con anterioridad.<br />

En el caso de la malaria, varios genes del sistema HLA se<br />

han asociado a las formas más severas causadas por Plasmodium<br />

falciparum, brindando protección en poblaciones asiáticas, en<br />

especial en Tailandia e India. Debido a la enorme variabilidad<br />

exhibida por los genes del sistema HLA entre poblaciones humanas,<br />

es difícil verificar si una asociación es real o espuria,<br />

sobre todo si la muestra que sirvió de base para el estudio es<br />

relativamente pequeña, como suele ocurrir a menudo. De esta<br />

manera, son muy abundantes los trabajos que reportan asociaciones<br />

que posteriormente no pueden ser confirmadas. Quizá<br />

una de las asociaciones más sólidas entre genes HLA y malaria<br />

es aquella encontrada para el gen HLA-B53, que tiene un efecto<br />

protector importante que reduce en cerca de 40% el riesgo<br />

de mortalidad para esta parasitosis.<br />

Debido a que varias especies de parásitos del género Leishmania<br />

pueden infectar a seres humanos, las manifestaciones<br />

clínicas son diversas y dificultan el estudio de asociaciones. No<br />

obstante, se han descrito numerosas asociaciones en países tales<br />

como Brasil, Venezuela, Egipto, Túnez e India, entre otros.<br />

Desafortunadamente, la mayoría de estas asociaciones no han<br />

sido ratificadas y en consecuencia tienen una importancia más<br />

bien regional. Otro tanto ocurre con la esquistosomiasis, que<br />

siendo una de las parasitosis humanas más importantes, ha sido<br />

ampliamente estudiada. Numerosas asociaciones, tanto negativas<br />

como positivas, se han descrito en varios países, con algunas<br />

de sus manifestaciones clínicas relevantes, por ejemplo, con hepatomegalia<br />

y en particular con fibrosis hepática; sin embargo,<br />

aún no se obtienen resultados concluyentes. Podría quizá excluirse<br />

la asociación con el alelo HLA-RB·0101, a la cual se le<br />

asignó cierto valor pronóstico.<br />

El curso más benigno que la enfermedad de Chagas tiene<br />

en Chile, a diferencia de otros países sudamericanos, se caracteriza<br />

por no observar la fase aguda de la enfermedad y por el<br />

predominio de las formas crónicas. Además, numerosos casos<br />

suelen ser asintomáticos. 4,22 Las diferencias mencionadas podrían<br />

explicarse a través de una adaptación genética de los grupos<br />

indígenas chilenos a Trypanosoma cruzi, en especial si se<br />

considera que éstos han estado en contacto con los triatominos<br />

por un tiempo muy prolongado, como ya se indicó. También se<br />

ha señalado que en Chile la combinación de antígenos HLA<br />

B40-Cw3 presenta en individuos no cardiópatas, en relación<br />

con cardiópatas seropositivos, una frecuencia significativamente<br />

más alta. Esta asociación podría interpretarse postulando que<br />

estos antígenos confieren mayor protección contra la cardiopatía<br />

chagásica. 19,20,31,32<br />

Un estudio realizado por el grupo incluyó como casos 73<br />

cardiópatas chagásicos residentes de la I a IV regiones geográficas<br />

de Chile, que fueron pareados con igual número de controles<br />

no cardiópatas, seropositivos, de la misma edad, lugar de<br />

nacimiento e historia residencial familiar. A su vez, 32 sujetos<br />

cardiópatas seronegativos fueron pareados con controles sanos<br />

de igual edad, lugar de nacimiento e historia residencial familiar.<br />

Se obtuvieron casos y controles a partir de un grupo de<br />

individuos previamente individualizados a través de un estudio<br />

clínico y serológico. 2,4 Los sujetos estudiados eran adultos, no<br />

emparentados, mayores de 30 años.<br />

Los individuos incluidos en el estudio se tipificaron para<br />

los antígenos HLA A, B y C. La tipificación HLA se realizó en<br />

terreno a partir de 10 ml de sangre heparinizada, de la cual se<br />

separaron los linfocitos. Se utilizó la técnica de microlinfocitoxicidad<br />

de Terasaki y McClelland. 37 Los antisueros HLA se<br />

obtuvieron de Biotest Diagnostics, Beering Diagnostics y Gen<br />

Track Inc., e incluyeron las especificidades A1, A2, A3, A9,<br />

A10, A11, Aw19 y A28, para el locus A; B5, B7, B8, B12, B13,<br />

B14, B15, B16, B17, B18, B21, B22, B27, B35 y B40 para el<br />

locus B, y Cw1, Cw2, Cw3, Cw4 y Cw5 para el locus C. Se<br />

usaron en promedio al menos dos antisueros para cada especificidad.<br />

La significación estadística de un análisis comparativo<br />

de las frecuencias de los antígenos HLA entre cardiópatas y no<br />

cardiópatas se obtuvo utilizando el test exacto de Fisher. Las<br />

probabilidades obtenidas fueron corregidas multiplicándolas<br />

por el número de antígenos estudiados, de acuerdo con Svejgaard<br />

(1976). 36 La asociación entre cardiopatía chagásica y los<br />

respectivos antígenos HLA, considerando dos a la vez, fue estimada<br />

de acuerdo con el método de Keuning y cols. (1976). 15<br />

Los cardiópatas y no cardiópatas seropositivos para enfermedad<br />

de Chagas, difieren en la frecuencia del antígeno HLA<br />

B40 (p* ≤ 0.0075). Al considerar las combinaciones de antígenos<br />

HLA para dos loci (A-B, A-C y B-C), se encontró que la<br />

combinación de antígenos HLA B40-Cw3 está ausente entre<br />

los cardiópatas chagásicos y presenta una frecuencia de 0.1644<br />

en los no cardiópatas seropositivos. Con el objeto de evaluar si<br />

el desequilibrio de ligamiento entre B40 y Cw3 era responsable


CAPÍTULO 10 Genética de las parasitosis. Aspectos paleoepidemiológicos, poblacionales e inmunológicos 83<br />

Cuadro 10-3. Análisis de asociación entre cardiopatía chagásica y el antígeno B40 en presencia y ausencia de Cw3<br />

Grupo<br />

Cw3 (+) Cw3 (–)<br />

B40 (+) B40 (–) B40 (+) B40 (–)<br />

Cardiópatas (n = 73) 0 11 2 60<br />

No cardiópatas (n = 73) 12 8 4 49<br />

χ 2 9.7449 p = 0.0012 1.0916 p = NS<br />

χ 2 para significación del RR combinado = 6.7845 (p = 0.0092)<br />

de la asociación secundaria con Cw3, se dividió el conjunto de<br />

cardiópatas y no cardiópatas seropositivos en dos subgrupos:<br />

Cw3 () y Cw3 (). Dentro de cada subgrupo, se estudió la<br />

asociación entre cardiopatía chagásica y el antígeno HLA B40.<br />

En el cuadro 10-3 se aprecia que los cardiópatas tienden a ser<br />

B40 () y los no cardiópatas B40 () en el subgrupo de individuos<br />

Cw3 () (p 0.0012). En el subgrupo Cw3 (), no se<br />

observa asociación con B40.<br />

Con el objeto de evaluar la direccionalidad de la asociación<br />

detectada, se analizó la distribución de los antígenos HLA<br />

B40 y Cw3 en cardiópatas y no cardiópatas por separado. En el<br />

cuadro 10-4 se observa que los no cardiópatas seropositivos<br />

presentan una frecuencia significativamente mayor de la combinación<br />

de antígenos HLA B40-Cw3. Es importante subrayar<br />

que el valor de p fue corregido (p*), multiplicándolo por 360,<br />

que corresponde a la suma de las combinaciones posibles (p* <br />

4.885 4 ). La distribución de estos antígenos en los cardiópatas<br />

chagásicos concuerda con lo esperado. Finalmente, en la muestra<br />

de individuos seronegativos para enfermedad de Chagas no<br />

se encontraron diferencias significativas entre cardiópatas y<br />

no cardiópatas para los antígenos HLA estudiados. 21<br />

La frecuencia de la combinación de antígenos B40 y Cw3<br />

en cardiópatas y no cardiópatas seronegativos fue de 0.0937 en<br />

ambos casos.<br />

Los resultados obtenidos en la muestra de individuos seropositivos<br />

de las regiones I y IV, corroboran la hipótesis de que<br />

la combinación de antígenos B40-Cw3 está relacionada con la<br />

susceptibilidad de desarrollar cardiopatía chagásica.<br />

De acuerdo con los resultados presentados en el cuadro<br />

10-3, esta enfermedad está asociada primariamente con el antígeno<br />

B40 y, de manera secundaria, con el antígeno Cw3. Los<br />

genes que codifican para estos dos antígenos se encuentran en<br />

desequilibrio de ligamiento en la mayoría de las poblaciones<br />

estudiadas. 8 Por tanto, el hecho de que la asociación detectada<br />

incluya los dos antígenos antes mencionados, puede deberse a<br />

que en Chile los genes B40 y Cw3 se encuentren en desequilibrio<br />

de ligamiento. Dado que el estudio no incluyó individuos<br />

emparentados, es imposible estimar los valores de desequilibrio;<br />

sin embargo, datos preliminares obtenidos en las familias<br />

de los individuos seropositivos que exhiben el fenotipo B40-<br />

Cw3 demuestran que en estas familias estos genes se transmiten<br />

como un haplotipo. Previamente se aludió a que existe evidencia<br />

de que la enfermedad de Chagas estaba presente en Chile<br />

hace 2 400 años, 29 de modo que los resultados obtenidos podrían<br />

interpretarse como consecuencia de la selección natural<br />

del haplotipo B40-Cw3, que confiere protección contra la cardiopatía<br />

chagásica. Finalmente, el hecho de que la combinación<br />

de antígenos B40-Cw3 presente igual frecuencia en cardiópatas<br />

seronegativos, indica que la menor susceptibilidad<br />

descrita en el presente trabajo está relacionada con cardiopatía<br />

chagásica y no con cardiopatía en general.<br />

Estudios recientes demuestran que en otros países latinoamericanos<br />

también se han descrito asociaciones de alelos HLA<br />

con enfermedad de Chagas, tanto protectoras como responsables<br />

de una mayor susceptibilidad. Por ejemplo, en Brasil el<br />

alelo HLA A*30 confiere susceptibilidad y el alelo DQB1*06,<br />

protección. 12 En México, una mayor frecuencia de los antígenos<br />

HLA-B39 y de DR4 fue detectada en pacientes chagásicos.<br />

11 En Venezuela, se observó una mayor frecuencia del<br />

alelo HLA-Cw*03 en pacientes cardiópatas. 17 A su vez, en<br />

Perú, el haplotipo HLA-DRB1*14-DQB1*0301 fue asociado<br />

con protección contra la tripanosomiasis. 23<br />

Resulta evidente de estos ejemplos que la interpretación<br />

de las asociaciones es extraordinariamente compleja y no sólo<br />

varía de un país a otro, sino también dentro de región en región<br />

debido a la gran variabilidad del sistema HLA y también<br />

Cuadro 10-4. Antígenos HLA B40 y Cw3 en cardiópatas y no cardiópatas seropositivos para enfermedad de Chagas<br />

Cardiópatas<br />

No cardiópatas<br />

B40 (+) B40 (–) B40 (+) B40 (–)<br />

Cw 3 (+) 0 11 Cw 3 (+) 12 8<br />

Cw 3 (–) 0 60 Cw 3 (–) 4 49<br />

χ 2 = 0.3646 (p = NS) χ 2 = 23.34 (p* = 4.885 –4 )<br />

p* = p corregida por 360 combinaciones


84 PARTE I Parasitología general<br />

a las diferencias de altura, pluviosidad y temperatura, entre<br />

otros factores concomitantes, que caracterizan a diferentes zonas<br />

ecogeográficas y que permiten la sobrevida diferencial<br />

de los triatominos. Es, sin duda, también importante la composición<br />

genética de estos insectos, puesto que determinadas<br />

formas genéticas o linajes de triatominos pueden interactuar<br />

de diversa forma con los parásitos y los hospederos. Cabe señalar,<br />

además, que algunos alelos pueden otorgar protección o<br />

susceptibilidad, dependiendo de las formas clínicas en que<br />

se puede manifestar la enfermedad, aumentando la complejidad<br />

de la interpretación de resultados. Finalmente, se debe tener<br />

en mente que en la mayoría de los estudios la presencia o<br />

ausencia de un determinado gen sólo aumenta o disminuye el<br />

riesgo relativo en fracciones insignificantes, restando significado<br />

práctico a los resultados. Por supuesto, este aspecto negativo<br />

no excluye la posibilidad de abrir nuevas líneas de investigación<br />

inquisitivas.<br />

En resumen, el sistema principal de histocompatibilidad<br />

humano tiene un papel importante en la etiología de las enfermedades<br />

parasitarias y será tarea futura de los científicos individualizar<br />

tanto las asociaciones con genes HLA y otros, como<br />

también los mecanismos de acción involucrados. Estas asociaciones<br />

y mecanismos de acción indudablemente variarán de<br />

una región endémica a otra.<br />

Referencias<br />

1. Acha P, Szyfres B. Zoonosis y enfermedades transmisibles<br />

comunes al hombre y a los animales, 2a. ed. Publicación<br />

Científica Nº 503, OPS y OMS, 1986.<br />

2. Apt W, Arribada A, Cabrera L, Sandoval J. Natural<br />

history of chagasic cardiopathy in Chile. Follow-up of 71<br />

cases after 4 years. Am J Trop Med Hyg, 1983:7-222.<br />

3. Arribada A, Apt W, Ugarte J, Arribada A, Sandoval<br />

J. Epidemiología de la cardiopatía chagásica en Chile.<br />

Rev Med Chile, 1981;109:1199-1207.<br />

4. Arribada A, Apt W, Ugarte J. A four year follow-up<br />

survey of Chagasic cardiopathy in Chile. Bull Pan Am<br />

Health Organ, 1986;20:245-266.<br />

5. Atias A. Enfermedad de Chagas digestiva. Una experiencia<br />

de 20 años. Bol Hosp San Juan de Dios, 1980;27:251-257.<br />

6. Aufderheide A, Salo W, Madden M, Streitz J, Buikstra<br />

J, Guhl F, Arriaza B, Renier C, Wittmers L Jr, Fornaciari<br />

G, Allison M. A 9 000-year record of Chagas’ disease.<br />

Proc Natl Acad Sci USA, 2004;101:2034-2039.<br />

7. Bernstein F. Die geographische Verteilung der Blutgruppen<br />

und ihre anthropologische Bedeutung. En: Comitato<br />

Italiano per lo Studio dei Problema della Populazione.<br />

Instituto Poligráfico dello Stato, Roma, Italia, 1931:<br />

227-243.<br />

8. Black F. Interrelationship between Amerindian tribes of<br />

lower Amazonia as manifested by HLA haplotype disequilibria.<br />

Am J Hum Gent, 1984; 36:1318-1331.<br />

9. Carpintero D, Viana E. Hipótesis sobre el desarrollo de<br />

la tripanosomiasis (ed. Luis A. León) Edit. Casa de la Cultura<br />

Ecuatoriana, Quito, Ecuador, 1980:73-92.<br />

10. Chin Chun LI. Genética humana: principios y métodos.<br />

Ediciones Omega, Barcelona, España, 1969:249.<br />

11. Cruz-Robles D, Reyes P, Monteón-Padilla V, Ortiz-<br />

Muñiz A, Vargas-Alarcón G. MHC Class I and Class<br />

II genes in Mexican patients with Chagas’ Disease. Hum<br />

Immunol, 2004;65:60-65.<br />

12. Dehaide N, Dantas R, Donadi E. HLA Class I and II<br />

profiles of patients presenting Chagas disease. Dig Dis<br />

Sci, 1998;43:246-252.<br />

13. Frisancho D. Patología y cirugía en la altura. Editorial<br />

Mejía Baca, Lima, Perú, 1974:200.<br />

14. Gliblet E. Genetic markers in human blood. Blackwell<br />

Scientific Publications: Oxford y Edimburgo, Reino Unido,<br />

1969:629.<br />

15. Keuning J, Peña A, Van Leuven A, Van Hooff J, Van<br />

Rood J. HLA Dw3 associated with celiac disease. Lancet<br />

1, 1976:506-508.<br />

16. Knierim F, Eskuche G, Sandoval L, Muñoz E. Reacción<br />

de aglutinación con látex para el diagnóstico serológico<br />

de enfermedad de Chagas. Bol Chile Parasitol, 1971;<br />

26:32-35.<br />

17. Layrisse Z, Fernández M, Montagnani S, Matos M,<br />

Balbas O, Herrera F, Colorado IA, Catalioti F, Acquatella<br />

H. HLA-C*03 is a risk factor for cardiomyopathy<br />

in Chagas’ disease. Hum Immunol, 2000;61:925-929.<br />

18. León L. Contribución a la historia de los transmisores de<br />

la enfermedad de Chagas. Anais do Cong. Int. Doenca<br />

Chagas. R.J. Brasil, 1962:762-770.<br />

19. Llop E, Rothhammer F, Acuña M, Apt W. HLA antigens<br />

in cardiomyopathic Chilean chagasics. Am J Hum<br />

Genet, 1988a;43:770-773.<br />

20. Llop E, Rothhammer F, Acuña M, Apt W. Antígenos<br />

HLA en cardiomiópatas chagásicos: evidencia en favor de<br />

una protección genética contra esta afección. Rev. Med<br />

Chil, 1988b;116:211-214.<br />

21. Llop E, Rothhammer F, Acuña M, Apt W, Arribada<br />

A. Antígenos HLA en cardiópatas chagásicos: nueva evidencia<br />

basada en análisis de casos y controles. Rev Med<br />

Chile, 1991;119:699-636.<br />

22. Neghme R. La tripanosomiasis en América. Creces,<br />

1982;3:23-28.


CAPÍTULO 10 Genética de las parasitosis. Aspectos paleoepidemiológicos, poblacionales e inmunológicos 85<br />

23. Nieto A, Beraun Y, Collado M, Caballero A, Alonso<br />

A, González A, Martín J. HLA haplotypes are associated<br />

with differential susceptibility to Trypanosoma cruzi<br />

infection. Tissue Antigens, 2000;55:195-198.<br />

24. Núñez L. Temprana emergencia de sedentarismo en el<br />

desierto chileno: Proyecto Caserones. Chungará, 1982;9:<br />

80-123.<br />

25. Núñez L. Paleoindian. Advances in World Archaeology,<br />

1983;2:161-203.<br />

26. Ponce C. Wankarani y su relación con Tiwanaku. Academia<br />

Nacional de Ciencias de Bolivia. Publ. 15. La Paz,<br />

Bolivia, 1970.<br />

27. Rothhammer F, Standen V, Núñez L, Allison M, Arriaza<br />

B. Origen y desarrollo de la tripasonomiasis en el área<br />

Centro-Sur Andina. Chungará, 1984a;12:155-160.<br />

28. Rothhammer F, Goedde W, Llop E, Acuña M, Carvajal<br />

P. Erythrocyte and HLA antigens of Atacameño Indians.<br />

Am J Physical Anthropol, 1984b;65:243-247.<br />

29. Rothhammer F. Chagas disease in Chilean mummies.<br />

Parasitol Today, 1985;1:3.<br />

30. Rothhammer F, Allison M, Núñez L, Standen V,<br />

Arriaza B. Chagas disease in pre-Columbian South<br />

America. Am J Phys Anthropol, 1985;68:495-498.<br />

31. Rothhammer F, Llop E, Acuña M, Apt W. Is chagasic<br />

cardiopathy associated with HLA haplotype? Parasitol Today,<br />

1986;2:76.<br />

32. Rothhammer F, Majumder P, Omoto K, Szathamary<br />

E, Salzano F. Workshop on the genetic aspects of human<br />

adaptation. En: Vogel F, Sperling K (eds.). Human<br />

genetics. Springer: Heidelberg, 1987:590-594 pp.<br />

33. Schenone H, Villarroel F, Rojas A, Alfaro E. Factores<br />

biológicos y ecológicos en la epidemiología de la enfemedad<br />

de Chagas en Chile. Bol Chile Parasitol, 1980;35:42-<br />

54.<br />

34. Schlesselman J. Case-control studies monographs in<br />

epidemiology and biostatistics, case-control studies.<br />

Oxford University Press: Nueva York, EUA, 1982.<br />

35. Schofield C, Apt W, Miles M. The ecology of Chagas<br />

disease in Chile. Ecol Dis, 1982;1:117-129.<br />

36. Svejgaard A, Jersitd C, Nielsen L. HLA antigens and<br />

disease: statistical and genetical considerations. Tissue<br />

Antigens, 1976;4:95-99.<br />

37. Terasaki P, McClelland J. Microdroplet assay of human<br />

serum cytotoxins. Nature, 164;204:998-1000.


Capítulo<br />

11<br />

Respuesta inmune<br />

antiparasitaria*<br />

Arturo Ferreira • Galia Ramírez<br />

Carolina Valck • Omar Barriga †<br />

Los parásitos son organismos heterogéneos que inducen una<br />

variedad de reacciones inmunológicas. Entre las manifestaciones<br />

protectoras innatas, la más importante es la respuesta de<br />

fase aguda, una reacción inflamatoria inespecífica a las citocinas<br />

generadas por componentes parasitarios. Entre las manifestaciones<br />

protectoras adquiridas, las hay mediadas por células<br />

(macrófagos, linfocitos citotóxicos, neutrófilos y otros) y por<br />

anticuerpos (bloqueo de receptores, aglutinación de parásitos,<br />

y generación de señales de peligro que se traducen en opsonización,<br />

activación de mastocitos y del sistema del complemento).<br />

En modelos animales se ha logrado inducir inmunidad<br />

protectora con procedimientos que varían desde infecciones<br />

experimentales leves hasta el uso de antígenos recombinantes.<br />

El diagnóstico inmunológico de las parasitosis se reserva sólo<br />

para circunstancias especiales; en lo posible se prefiere el diagnóstico<br />

directo por su sencillez y alta especificidad. A menudo,<br />

las parasitosis pueden generar respuestas inmunes que pueden<br />

mediar patología. Los cuatro tipos de hipersensibilidad suelen<br />

intervenir en diversas infecciones. Frecuentemente, los parásitos<br />

desarrollan estrategias que les permiten establecer interacciones<br />

persistentes con el hospedero, generando infecciones<br />

crónicas de patogenicidad reducida. Las relaciones parásito/<br />

hospedador son esencialmente didácticas y, en términos generales,<br />

tienden a un equilibrio, con mínimo daño mutuo.<br />

Introducción<br />

Por desgracia, no es posible integrar las respuestas inmunes<br />

contra los parásitos en un modelo único. Estos organismos son<br />

demasiado heterogéneos biológicamente, abarcando desde protozoos<br />

muy primitivos, como Giardia, hasta artrópodos altamente<br />

evolucionados. No hay, por tanto, un modelo de parásito<br />

que induzca respuestas típicas. Dado que desde el punto de<br />

vista filogenético los parásitos precedieron al desarrollo del sistema<br />

inmune actual, estos organismos tuvieron la oportunidad<br />

de adaptarse a la inmunidad naciente, de aprovechar cada resquicio<br />

del sistema inmune para sobrevivir, y de traspasar estos<br />

logros a su descendencia. Más aún, los hospederos y los parásitos<br />

no tuvieron más alternativa que coevolucionar, adaptándose<br />

en forma didáctica a las nuevas estrategias que cada uno de<br />

ellos desarrolló. Así, los sistemas inmunes actuales son el producto<br />

exitoso de estas interacciones. De manera recíproca, los<br />

agresores parasitarios que existen hoy también han tenido éxito<br />

para adaptarse a un sistema inmune cambiante.<br />

Si se acepta que el sistema inmune existe, en gran medida,<br />

porque existe la agresión, puede postularse que la inmunología<br />

de parásitos se presta de manera admirable para el estudio de<br />

fenómenos fundamentales de la inmunidad. Así, por ejemplo,<br />

el concepto moderno de linfocitos ayudantes (helper) de tipo<br />

I y de tipo II se desarrolló a partir de las respuestas inmunes<br />

contra Leishmania y Trichuris.<br />

Aquí se abordan las contribuciones prácticas de la inmunología<br />

al manejo o comprensión de las infecciones parasitarias. La<br />

inmunidad tiene relevancia particularmente en cuatro áreas de<br />

la parasitología clínica: en el control de las parasitosis, porque el<br />

manejo adecuado de las reacciones protectoras puede evitar o<br />

reducir la infección, o el daño que ella produce; en el diagnóstico,<br />

porque el hallazgo de reacciones específicas contra un parásito<br />

indica un remanente histórico de un encuentro ya resuelto<br />

o en curso; en la patología, porque a menudo las reacciones inmunológicas<br />

contra el parásito causan daño al hospedero; y en<br />

la clínica misma, porque a menudo la inmunología explica peculiaridades<br />

clínicas de las parasitosis, como la cronicidad y longevidad<br />

sorprendentes de algunas de estas infecciones. En este<br />

capítulo se revisa brevemente cada una de estas áreas.<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Autoevaluación, la cual se encuentra disponible para el lector en el Centro de Aprendizaje en línea (On-line Center)<br />

vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

† Fallecido.<br />

86


CAPÍTULO 11 Respuesta inmune antiparasitaria 87<br />

Inmunidad protectora.<br />

Inmunidad innata<br />

Un parásito que intenta ingresar a un hospedero comúnmente<br />

encuentra una serie de barreras preexistentes que constituyen<br />

la inmunidad innata. Algunas son de naturaleza física, como la<br />

piel para los parásitos de penetración transcutánea, los cilios<br />

respiratorios para aquellos que son inhalados, o el mucus y el<br />

peristaltismo digestivo, para los que son ingeridos. Otras son<br />

de naturaleza química, como el ácido gástrico, las enzimas digestivas,<br />

y la lisozima de las secreciones, todas las cuales pueden<br />

dañarlos.<br />

Recientemente se ha descubierto una serie de barreras biológicas<br />

que, para actuar, requieren ser activadas por el parásito.<br />

Se consideran constituyentes de la inmunidad innata, porque<br />

poseen una amplia especificidad y no desarrollan memoria inmunológica.<br />

Sin embargo, es difícil separar los ámbitos de la<br />

inmunidad innata de aquellos de la inmunidad adaptativa, quizás<br />

porque, en realidad, ambas son parte de un continuo que se<br />

trató de separar artificialmente. Las principales barreras biológicas<br />

son el complemento y varias células líticas o fagocitarias.<br />

La vía clásica de activación del complemento es activada a<br />

través de anticuerpos específicos. Muchos parásitos, sin embargo,<br />

son capaces de activar el complemento por la vía alterna o<br />

por la vía de las lectinas (que no requieren de anticuerpos específicos).<br />

Producto de estas interacciones se activan factores del<br />

complemento que generan una serie de actividades opsonizantes,<br />

inflamatorias, inmunoestimulantes y destructoras de membranas<br />

biológicas. Últimamente se han descubierto otras proteínas<br />

que pueden activar el complemento por vías similares a<br />

las de las lectinas.<br />

Los protoescólices de Echinococcus granulosus recién ingresados<br />

a un hospedero intermediario, también activan el complemento<br />

11 y generan una respuesta de fase aguda con abundantes<br />

eosinófilos que protegen parcialmente contra el desarrollo<br />

del parásito. 7 Las larvas del nematodo Nippostrongylus brasiliensis<br />

activan el complemento por medios no inmunológicos, de<br />

modo que los fragmentos C3d se adhieren covalentemente a su<br />

superficie y permiten la fijación de los eosinófilos por su receptor<br />

CD11b. 16 De manera subsecuente, los eosinófilos liberan<br />

componentes que dañan la cutícula del nematodo. Otros parásitos,<br />

como los tripanosomas africanos, Trypanosoma cruzi, el<br />

toxoplasma y las leishmanias pueden activar el complemento por<br />

la vía alterna pero, como se discutirá adelante, poseen mecanismos<br />

especiales para defenderse de su efecto lítico. Recientemente<br />

se ha demostrado un factor del suero humano normal que lisa<br />

a Trypanosoma brucei brucei, 18 agente de la enfermedad del sueño<br />

y que podría estar relacionado con el complemento. Una vez<br />

activado, el complemento contribuye a la inmunidad innata,<br />

mediante sus actividades profagocíticas, proinflamatorias y líticas<br />

de membranas, y recluta las células inmunocompetentes que<br />

desarrollarán la inmunidad adquirida más tarde.<br />

Algunos parásitos utilizan al sistema del complemento para<br />

facilitar su infectividad. Así, los estados infectantes de Trypanosoma<br />

cruzi (tripomastigotes) translocan calreticulina, una molécula<br />

chaperona, desde el retículo endoplásmico a la zona de<br />

emergencia flagelar. Allí, la calreticulina parasitaria captura C1,<br />

primer componente del complemento, lo inactiva y lo utiliza<br />

como ligando para invadir células fagocíticas, como etapa inicial<br />

del proceso infectivo. Dado que la translocación de calreticulina<br />

desde el retículo endoplásmico a la superficie celular es un evento<br />

propio de células apoptósicas, que promueve su remoción<br />

por fagocitosis, al emitir así “señales cómeme” (“eat me signals”),<br />

esta estrategia parasitaria puede representar una especie de mimetismo<br />

apoptósico para promover la infectividad.<br />

Las células que intervienen en la inmunidad innata contra<br />

los parásitos son comúnmente las células NK (células asesinas<br />

naturales o natural killer cells), los macrófagos y los neutrófilos.<br />

Últimamente se ha determinado que los mastocitos, los basófilos<br />

y los eosinófilos también intervienen en algunos casos. La<br />

secuencia de la activación de las células inflamatorias ha sido bien<br />

descrita para Trypanosoma cruzi: el primer contacto de los parásitos<br />

con los macrófagos promueve la secreción de interleucina<br />

12, 1 la cual estimula la producción de INF-g por las células<br />

NK. 2,12 Éste activa a los macrófagos para que produzcan sintetasa<br />

NO, la cual genera ácido nítrico, que es letal para los parásitos.<br />

14 Aunque los mecanismos no se conocen con tanta precisión<br />

en las otras protozoosis, se sabe que la inmunidad innata contra<br />

Entamoeba histolytica en el hígado depende de la actividad del<br />

INF-g y del óxido nítrico; 15 contra Toxoplasma, de la interleucina-12<br />

y del INF-g, 9 y, contra Leishmania, de la IL-12 y de la<br />

óxido nítrico sintetasa. Los neutrófilos parecen ser esenciales para<br />

proteger contra la infección por Toxoplasma. Los primeros estudios<br />

de resistencia innata contra parásitos demostraron la acción<br />

de los macrófagos contra Plasmodium, Babesia, Trypanosoma<br />

cruzi, Leishmania y Schistosoma. El estímulo que inicia la fase celular<br />

de la inmunidad innata es el reconocimiento por parte de<br />

células productoras de citocinas inflamatorias de algunos motivos,<br />

modelos o patrones moleculares de frecuente ocurrencia entre<br />

los agresores (PAMP o pathogen associated molecular patterns).<br />

Los oligodesoxinucleótidos de Plasmodium, por ejemplo, inducen<br />

proliferación de linfocitos B y secreción de inmunoglobulinas,<br />

secreción de citocinas por parte de los monocitos, y activación<br />

y secreción de INF-g por parte de las células NK; 13 un<br />

glucosilfosfatidilinositol de Trypanosoma cruzi activa los macrófagos;<br />

6 el contacto directo de Leishmanias con los mastocitos<br />

induce liberación de mediadores de la inflamación y de factor de<br />

necrosis tumoral en unos pocos minutos. 5 Ya se mencionó la intervención<br />

de los eosinófilos, y se especula también que los basófilos<br />

pueden ser inespecíficamente activados por componentes de<br />

los parásitos para producir citocinas inflamatorias (IL-3 e IL-4).<br />

La inmunidad innata también puede operar por la falta de<br />

algunos elementos necesarios para el parásito, así como por la<br />

presencia de elementos hostiles. Muchos protozoos intracelulares<br />

necesitan receptores en las células hospederas para reconocerlas<br />

e invadirlas; basta que una especie de hospedero carezca<br />

de estos receptores para que sea resistente a la infección. Por<br />

ejemplo, Plasmodium vivax, agente de la terciana benigna de<br />

los humanos, se une a los eritrocitos a través del grupo sanguí-


88 PARTE I Parasitología general<br />

3<br />

C’<br />

P<br />

C’<br />

1<br />

Mo<br />

Mo<br />

P<br />

2<br />

IL-1<br />

IL-6<br />

IL-8<br />

TNF<br />

4<br />

C’<br />

P<br />

PMN<br />

Mo<br />

PMN<br />

PMN<br />

L<br />

L<br />

L<br />

Intravascular<br />

P<br />

Extravascular<br />

Figura 11-1. Respuesta de fase aguda frente a los agresores de<br />

origen parasitario. Dicha respuesta inicia con la estimulación de los<br />

macrófagos (Mo), endoteliocitos, epiteliocitos y otras células por los<br />

parásitos o sus productos (1), induciendo la síntesis de ciertas<br />

citocinas (2), que llevan a la activación de una serie de células<br />

inflamatorias para multiplicarse, movilizarse y extravasarse (3), para<br />

terminar acumulándose en torno a los parásitos (4), constituyendo<br />

un foco inflamatorio. C’, proteínas del sistema del complemento;<br />

TNF, factor de necrosis tumoral; IL, interleucina; L, linfocito;<br />

PMN, polimorfonuclear; Mo, monocito-macrófago; P, parásito.<br />

neo Duffy; 19 en consecuencia, la gente Duffy-negativa no es<br />

susceptible a la infección. P. falciparum puede metabolizar la<br />

hemoglobina A1, que es la más común en los humanos, pero<br />

no la hemoglobina S, que existe en los pacientes de anemia<br />

con células falciformes. 10 Los pacientes con esta enfermedad,<br />

por lo tanto, difícilmente hacen cuadros severos de malaria por<br />

P. falciparum. De igual manera, las formas infectantes de protozoos<br />

o helmintos que entran por vía digestiva necesitan condiciones<br />

fisiológicas especiales para activarse y comenzar el proceso<br />

de infección. Por ello, Haemonchus del estómago de los<br />

rumiantes, por ejemplo, no infecta al humano. En algunos casos,<br />

como el de Toxocara canis del perro, un hospedero anormal<br />

puede proveer los estímulos necesarios para que la larva infectante<br />

se libere y se nutra, pero no las condiciones requeridas<br />

para que continúe su desarrollo; así, el parásito permanece en<br />

estado larval sin llegar a adulto, en un ciclo abortivo.<br />

La producción de las interleucinas 1, 6 y 8, el TNF, factores<br />

del complemento, y probablemente otros componentes,<br />

inducidos por los productos parasitarios, causan sobre todo<br />

proliferación, activación y quimiotaxis de macrófagos, linfocitos<br />

y neutrófilos, y aumentan las moléculas de adhesión y la<br />

permeabilidad de los vasos sanguíneos locales. Esto permite<br />

la marginación, extravasación e infiltración de estas células en<br />

torno al parásito, constituyendo un foco de inflamación inespecífica<br />

conocido como respuesta de fase aguda (figura 11-1).<br />

Alrededor de 86% de las larvas de Toxocara canis son destruidas<br />

en el intestino de los ratones en los primeros cinco días<br />

de una primoinfección mediante esta inflamación inespecífica.<br />

Las reacciones inmunes posteriores impiden la penetración de<br />

las larvas en la mucosa intestinal, pero no las matan. La presencia<br />

de células fagocitarias, células líticas, complemento y anticuerpos<br />

naturales puede mediar la destrucción de muchos parásitos<br />

y puede eliminar, en su comienzo, infecciones que<br />

nunca se hacen manifiestas. Por el contrario, si el parásito (o sus<br />

antígenos) persiste en los tejidos durante algunos días, la presencia<br />

de macrófagos y linfocitos, en estrecha proximidad con<br />

los antígenos parasitarios, promueve la generación de una respuesta<br />

inmune adquirida.<br />

En los casos de respuestas agudas intensas contra los parásitos,<br />

a menudo se produce una serie de compuestos en la<br />

circulación conocidos como reactivos de fase aguda (proteína<br />

C reactiva, amiloide P, etc.). Recientemente se ha verificado la<br />

producción de amiloide P en la infección reciente con protoescólices<br />

de Echinococcus granulosus, 7 durante la primera onda de<br />

parasitemia de la malaria, 3 y al principio de la sarcocistosis.<br />

Inmunidad adquirida<br />

La inmunidad adquirida es la resistencia específica a la invasión<br />

por un parásito determinado y, a veces, hasta por ciertos estadios<br />

de un parásito. Aparte de la especificidad (es decir, opera<br />

sólo contra los epítopos que la generaron), exhibe memoria (es<br />

decir, las respuestas secundarias son más rápidas, más intensas,<br />

con mayor afinidad y más persistentes). Considérese ahora la<br />

secuencia de las respuestas inmunes a la infección parasitaria y<br />

los mecanismos efectores que han demostrado ser efectivos<br />

contra los parásitos.<br />

Respuestas a la infección parasitaria<br />

Si el parásito o sus antígenos sobreviven a la respuesta de fase<br />

aguda, se inicia la fase adquirida de la inmunidad con la activación<br />

de los linfocitos T ayudantes (CD4 o helper cells), previa<br />

presentación antigénica. Los macrófagos y otras células procesadoras<br />

de antígenos en el foco inflamatorio fagocitan<br />

moléculas propias del parásito, las procesan y les presentan los<br />

epítopos a los linfocitos T ayudantes o ayudadores, asociadas<br />

con sus propias moléculas de histocompatibilidad de clase II<br />

(MHCII). Este contacto, y algunas señales coestimuladoras,<br />

activan a los linfocitos vírgenes o precursores para que produzcan<br />

una serie de citocinas que atraen y estimulan la multiplicación<br />

de otras células inflamatorias y células inmunes (fase<br />

de amplificación). Si los parásitos (o sus antígenos) aún persisten<br />

después de este intento de destrucción inespecífica, los linfocitos<br />

ya activados son reestimulados por los mismos epítopos,<br />

lo cual hace que produzcan otras citocinas que atraen y estimulan<br />

la multiplicación de las células efectoras de las inmunidades<br />

celular y humoral (fase efectora generalizada).<br />

Si pese a todo esto, los parásitos (o sus antígenos) aún persisten,<br />

los linfocitos son reestimulados con los mismos epítopos,<br />

y se diferencian hacia linfocitos T de tipo I o de tipo II<br />

(fase efectora especializada). La estimulación antigénica de los<br />

linfocitos T de tipo I los hace producir principalmente las citocinas<br />

IL-2, interferón y factor de necrosis tumoral. Estas citocinas,<br />

a su vez, estimulan la proliferación de los macrófagos, de


CAPÍTULO 11 Respuesta inmune antiparasitaria 89<br />

los linfocitos T citotóxicos (CD8) y de otras células, que<br />

son las que normalmente intervienen en las reacciones inmunes<br />

y que son llamadas “celulares” o “mediadas por células”. En las<br />

infecciones parasitarias intensas, estas reacciones pueden demostrarse<br />

ya a los cinco a siete días de la invasión. La estimulación<br />

antigénica de los linfocitos T de tipo II, en cambio, los<br />

hace producir principalmente las citocinas IL-4, 5, 6, 9 y 10<br />

que promueven la proliferación de los linfocitos B, eosinófilos<br />

y mastocitos, que suelen intervenir en las reacciones inmunes<br />

conocidas como “humorales” o “mediadas por anticuerpos”.<br />

En las infecciones parasitarias intensas, los anticuerpos específicos<br />

suelen demostrarse no antes de los 10 a 15 días de la invasión<br />

parasitaria. Además, las células de tipo I inhiben el desarrollo<br />

de las células de tipo II, y viceversa, de modo que ambas<br />

respuestas tienden a ser antagónicas. Como se analiza más adelante,<br />

algunos parásitos aprovechan este antagonismo para estimular<br />

las reacciones que no son dañinas para ellos y, de esa<br />

manera, inhibir las que pudieran mediar su destrucción.<br />

Acciones efectoras de la inmunidad<br />

Las reacciones inmunes contra los parásitos están fuertemente<br />

condicionadas por la biología del parásito. Por ejemplo, los anticuerpos<br />

pueden actuar contra los protozoos en el torrente<br />

circulatorio bloqueando sus receptores, aglutinándolos, opsonizándolos,<br />

aumentando su inmunogenicidad, o mediando la<br />

lisis dependiente del complemento. Estos mecanismos, sin embargo,<br />

difícilmente podrían actuar contra protozoos intracelulares<br />

que están protegidos dentro de los parénquimas. Los mecanismos<br />

efectores de la inmunidad contra los parásitos pueden<br />

ser celulares o humorales.<br />

Mecanismos celulares<br />

Entre los mecanismos celulares, hay tres bien reconocidos (figura<br />

11-2):<br />

a) Macrófagos activados. Los macrófagos pueden fagocitar<br />

y digerir células foráneas en su estado natural. Sin embargo,<br />

sus capacidades para destruir microorganismos aumentan<br />

en gran manera una vez que han sido activados, es<br />

decir, una vez que han interactuado con citocinas estimuladoras<br />

(interferón, factor de necrosis tumoral, IL-1).<br />

Éstas no sólo aumentan su habilidad para fagocitar y digerir,<br />

sino también su capacidad para producir sustancias<br />

tóxicas (superóxido, ácido nítrico, proteasas). Este mecanismo<br />

parece ser altamente efectivo contra la malaria, la<br />

toxoplasmosis, la tripanosomiasis americana, la leishmaniasis,<br />

la esquistosomiasis, la amebiasis y posiblemente<br />

otras parasitosis. En la oncocercosis aguda, parece haber<br />

una participación colaborativa de los macrófagos, los mastocitos<br />

y los eosinófilos.<br />

b) Linfocitos citotóxicos. Los linfocitos citotóxicos son linfocitos<br />

T especializados (CD8) que se activan al entrar<br />

en contacto con epítopos unidos a MHC de clase I. Cuando<br />

el linfocito citotóxico activado encuentra de nuevo al<br />

Th1<br />

P<br />

NO -<br />

O<br />

-<br />

2<br />

Mo<br />

O<br />

1<br />

INF<br />

IL-2<br />

TNF<br />

3<br />

P<br />

LTC<br />

NO -<br />

NO -<br />

Figura 11-2. Mecanismos celulares frente a los agresores de origen<br />

parasitario. Los LT ayudadores (Th1) secretan IL-2, INF-g y TNF. Estas<br />

citocinas tienen por función: 1) Estimular la actividad de los<br />

macrófagos (Mo) para que fagociten y destruyan mediante la<br />

producción de radicales superóxido (O 2 – ) y óxido nítrico (NO). 2)<br />

Estimular la unión de los polimorfonucleares neutrófilos (PMN) y<br />

macrófagos (Mo) a los anticuerpos secretados por los linfocitos B<br />

(LB) que están reconociendo a los agresores, promoviendo su<br />

destrucción mediante fagocitosis, generación de sustancias<br />

oxidantes, o enzimas de los gránulos de los PMN, y 3) inducir a los<br />

linfocitos T citotóxicos (LTC) a producir sustancias que destruyen las<br />

células parasitadas junto con sus parásitos.<br />

mismo epítopo conjugado con la MHC correspondiente,<br />

puede mediarse la destrucción de la célula presentadora.<br />

Aunque éste es un proceso de defensa efectivo contra el<br />

parásito, destruye también células del hospedero, por lo<br />

cual puede contribuir a la patología de la infección. Se sabe<br />

que este mecanismo es efectivo contra teileriasis, toxoplasmosis<br />

y malaria. Se ha descrito recientemente una variación<br />

de este mecanismo donde células CD4 citotóxicas<br />

protegen contra la trichuriasis lisando las células intestinales<br />

del hospedero donde habita el nematodo.<br />

c) Citotoxicidad mediada por células, dependiente de anticuerpos.<br />

Los anticuerpos IgG contra un parásito pueden<br />

establecer puentes entre el parásito (con el cual se<br />

unen por sus extremos Fab) y con macrófagos o neutrófilos<br />

(con los cuales se unen por sus extremos Fc). De esta<br />

manera se establecen condiciones que permiten la fagocitosis<br />

de los parásitos y su posterior destrucción mediante<br />

moléculas oxidantes o enzimas lisosómicas. Este mecanismo<br />

ha sido demostrado en la fascioliasis, la malaria, las<br />

tripanosomiasis africanas, la esquistosomiasis y la giardiasis,<br />

y probablemente afecta a otros parásitos. En algunos<br />

casos se postula que estos mecanismos podrían facilitar la<br />

infección, en particular por parásitos que pueden escapar<br />

de las vacuolas parasitóforas.<br />

2<br />

PMN<br />

O 2<br />

-<br />

O 2<br />

-<br />

LB<br />

P<br />

P


90 PARTE I Parasitología general<br />

IL-4<br />

Th2 IL-5 LB CP<br />

IL-6<br />

Mecanismos humorales<br />

P<br />

Entre los mecanismos humorales de protección contra parásitos,<br />

se ha descrito al menos una docena de acciones diferentes.<br />

Aquí se condensan en tres grupos que parecen operar sobre<br />

principios comunes (figura 11-3).<br />

a) Bloqueo de receptores. El bloqueo de receptores del parásito<br />

por anticuerpos es uno de los fenómenos más corrientes<br />

de la inmunidad antiparasitaria. Los anticuerpos<br />

pueden ocupar los receptores que el parásito usa para reconocer<br />

y penetrar la célula hospedera, impidiendo, por<br />

tanto, la invasión de la célula. Pueden también bloquear<br />

sitios activos de enzimas que son indispensables para el<br />

parásito, de modo que inhiben la función de la enzima y,<br />

eventualmente, causan la muerte del parásito. También<br />

pueden bloquear los sitios activos de las toxinas parasitarias<br />

de manera que impiden la acción de la toxina sobre las<br />

células blanco del hospedero. Este fenómeno parece intervenir<br />

en muchas infecciones parasitarias: el bloqueo de los<br />

receptores de contacto con la célula hospedera opera ciertamente<br />

en la mayoría de las infecciones intestinales por<br />

protozoos, y en las coccidiosis sistémicas (como la toxoplasmosis<br />

y la sarcosporidiasis). Últimamente se ha demostrado<br />

también en la esquistosomiasis, en la malaria y<br />

en las filariasis humanas; sin embargo, el papel protector<br />

de los anticuerpos en infecciones intracelulares es cuestionable.<br />

Así, el “noqueo” del segmento genético JHD (que<br />

genera animales agammaglobulinémicos) no influye en el<br />

curso de la infección con varias especies de Plasmodium en<br />

el modelo murino.<br />

b) Aglutinación de parásitos o células. Como los anticuerpos<br />

IgG pueden unirse a los antígenos de los parásitos por<br />

P<br />

PMN<br />

Figura 11-3. Mecanismos humorales frente a los agresores de<br />

origen parasitario. Los linfocitos T2 ayudadores (Th2) secretan IL-4,<br />

5 y 6 que estimularán la maduración de los linfocitos B (LB) a célula<br />

plasmática (CP) secretora de anticuerpos. Éstos tienen como<br />

función: 1) bloquear receptores tanto de la célula hospedera como<br />

de la superficie parasitaria, 2) conectar los parásitos con células<br />

fagocíticas a través de sus receptores Fc y 3) aglomerarse entre sí<br />

para desgranular mastocitos (MC) o activar el complemento.<br />

1<br />

3<br />

MC<br />

2<br />

P<br />

sus extremos Fab y a macrófagos o neutrófilos por sus extremos<br />

Fc, pueden establecer puentes entre los parásitos,<br />

o entre los parásitos y estas células. En el primer caso,<br />

aglutinan a los parásitos, les impiden orientarse hacia las<br />

células hospederas para penetrarlas, y previenen su dispersión<br />

por el organismo. En el segundo, promueven la<br />

aproximación de las células a los parásitos para fagocitarlos<br />

o para destruirlos con sustancias tóxicas (moléculas<br />

oxidantes o enzimas). Este mecanismo parece operar contra<br />

los esporozoítos de los protozoos Apicomplexa y recientemente<br />

se ha documentado en la fase enteral de la<br />

triquinelosis. No sería efectivo contra parásitos que escapan<br />

de vacuolas parasitóforas.<br />

c) Activación de sistemas complementarios. Uno de los<br />

mecanismos de activación más conocidos es la aglomeración<br />

de moléculas de IgG sobre un parásito de modo que<br />

sus porciones Fc (dominio CH2) quedan en estrecha<br />

proximidad y le permiten activar el complemento (en la<br />

IgM, la unión a la superficie antigénica le permite desplegar<br />

dominios CH3 activadores). Los componentes del<br />

complemento activado, a su vez, inducen procesos inflamatorios,<br />

promueven la fagocitosis, lisan membranas biológicas,<br />

y estimulan la respuesta inmune específica, todos<br />

los cuales pueden ser letales para los parásitos. Otro mecanismo<br />

de importancia en parasitología es la acumulación<br />

de anticuerpos IgE contra el parásito, sobre los mastocitos.<br />

Cuando el antígeno del parásito se combina con estos<br />

anticuerpos, provoca la desgranulación del mastocito, lo<br />

cual induce una inflamación alérgica de tipo histamínico<br />

que puede matar al parásito o desalojarlo de su ambiente,<br />

en el caso de parásitos luminales. Se ha demostrado que el<br />

complemento activado destruye a Entamoeba histolytica, a<br />

los tripanosomas africanos, a Toxoplasma, posiblemente<br />

a Babesia y Plasmodium, y se sospecha que es efectivo contra<br />

muchos otros. La inflamación mediada por la desgranulación<br />

de los mastocitos parece tener un papel importante<br />

en la expulsión y en la destrucción de los<br />

nematodos gastrointestinales. Se alteran así las constantes<br />

fisicoquímicas de los tejidos donde habita el parásito y se<br />

atraen eosinófilos y basófilos que pueden destruir las<br />

membranas parasitarias. Incluso se teoriza que la mayor<br />

frecuencia de las enfermedades asociadas a las respuestas<br />

IgE en la población negra estadounidense, se debe a que<br />

han importado la proclividad a formar IgE como una protección<br />

contra las parasitosis existentes en África.<br />

Es importante mencionar que las reacciones inmunes,<br />

aunque no protectoras contra los parásitos, pueden<br />

ser útiles para verificar la presencia del parásito por métodos<br />

inmunológicos.<br />

Resolución de la infección<br />

Bajo condiciones ideales, la infección parasitaria se resuelve con<br />

la muerte y eliminación del parásito. Esto ocurre, sin embargo,<br />

raras veces. Los parásitos tienen capacidades biológicas inhe-


CAPÍTULO 11 Respuesta inmune antiparasitaria 91<br />

rentes que, frecuentemente, les permiten eludir la inmunidad.<br />

Además, a través de cientos de millones de años de evolución,<br />

han desarrollado estrategias adicionales para escapar a las respuestas<br />

inmunes del hospedero. Por otra parte, cualquier parásito<br />

altamente patógeno, probablemente destruyó a sus hospederos<br />

en el curso de la evolución, lo que necesariamente<br />

conllevó su propia destrucción y la desaparición consiguiente<br />

de su propio genoma. El resultado es que la mayoría de las<br />

infecciones parasitarias actuales son procesos tórpidos, de evolución<br />

lenta, en los cuales el parásito y el hospedero alcanzan<br />

un estado de equilibrio: el parásito no produce mucho daño y<br />

el hospedero tolera una carga parasitaria moderada.<br />

A la larga, en parasitosis de curso muy prolongado (como<br />

la enfermedad de Chagas, leishmaniasis, esquistosomiasis o la<br />

filariasis), la inmunidad contra el parásito puede ser un agente<br />

de patología para el hospedero mucho más importante que las<br />

potencialidades patogénicas de que dispone el parásito mismo.<br />

Ocasionalmente, cuando el parásito es muy patogénico, o<br />

está presente en grandes cantidades, o el hospedero está debilitado,<br />

la infección parasitaria se puede resolver con la muerte del<br />

hospedero. Esto se ve con mayor frecuencia en medicina veterinaria.<br />

Vacunas contra los parásitos<br />

La idea de vacunar contra las enfermedades es muy antigua e,<br />

históricamente, ha sido intentada con diferentes enfoques. Primero<br />

se intentó inmunizar al hospedero con infecciones limitadas,<br />

luego con patógenos debilitados, más tarde con extractos<br />

de los parásitos y, cuando se descubrió la inmunogenicidad de<br />

sus componentes moleculares, se utilizaron subunidades (antígenos<br />

purificados). Incluso se ha intentado definir los epítopos<br />

protectores del patógeno para confeccionar con ellos las vacunas<br />

correspondientes. Más aún, hoy se intenta definir epítopos<br />

autorreplicantes (codificados por virus no patógenos que se inyectan<br />

en el hospedero). Últimamente se están investigando las<br />

vacunas de DNA en las cuales se inyecta un plasmidio bacteriano<br />

con la secuencia de DNA que codifica el antígeno protector,<br />

con la esperanza de que éste infecte a una célula procesadora de<br />

antígeno que sintetizará el epítopo. En el plasmidio se pueden<br />

incluir como adyuvantes genes que codifiquen citocinas inmunoestimuladoras,<br />

como GM-CSF (factor estimulador de colonias<br />

granulocíticas y macrofágicas). Por consideraciones éticas y<br />

prácticas, todas las vacunas comerciales contra parásitos que se<br />

han desarrollado hasta ahora son para uso en animales. La mayoría<br />

son productos que responden a conceptos clásicos de vacunación.<br />

Sólo últimamente se han confeccionado vacunas<br />

contra parásitos empleando biotecnologías avanzadas.<br />

En medicina veterinaria se usa o se ha usado una variedad de<br />

vacunas antiparasitarias, con grados variables de éxito. Tal es el<br />

caso de vacunas contra Babesia y Dictyocaulus filaria en bovinos y<br />

contra Coccidias, en aves de corral. También se ha reportado cierto<br />

éxito en la vacunación contra D. viviparus, Toxoplasma y Taenia<br />

ovis de las ovejas, contra Ancylostoma caninum en perros, contra<br />

T. solium, T. saginata y Boophilus microplus, principalmente.<br />

Parasitosis humanas<br />

Por las dificultades éticas de experimentar con humanos, las<br />

posibilidades de vacunar contra parasitosis humanas han sido<br />

menos exploradas que en las vacunas veterinarias. La malaria es<br />

una excepción. Muchos investigadores han dedicado sus esfuerzos<br />

durante los últimos 30 años a diseñar una vacuna contra<br />

la malaria humana. Los más destacados son probablemente<br />

Victor y Ruth Nussenzweig, que han investigado en Nueva<br />

York el poder inmunizante de las proteínas superficiales de los<br />

esporozoítos, y Manuel Elkin Patarroyo, que ha intentado en<br />

Colombia inmunizar con epítopos sintéticos de merozoítos.<br />

Aunque los grados de protección obtenidos han sido adecuados<br />

a nivel experimental, los niveles de protección en humanos en<br />

zonas endémicas han sido relativamente marginales, aparentemente<br />

porque una vacuna efectiva requiere altos niveles de anticuerpos<br />

que son difíciles de mantener. Aunque estos esfuerzos<br />

han reunido probablemente la concentración más grande de<br />

talentos, recursos y tecnologías que se han dado en investigaciones<br />

sobre inmunidad contra parásitos, los logros aún no son<br />

claros. Así, desde 2001 se está probando la eficacia de una vacuna<br />

en niños de África, basada en la inmunogenicidad de una<br />

vacuna circunsporozoítica. Otros intentos se orientan a la producción<br />

masiva de esporozoítos (la etapa en anofelinos del ciclo<br />

parasitario). Esfuerzos aún por cristalizar se orientan a generar<br />

vacunas contra leishmanias y tripanosomas.<br />

Las reacciones inmunológicas suelen ser específicas, es decir,<br />

los efectores de la inmunidad (anticuerpos o células) reaccionan<br />

sólo con los epítopos que estimularon su formación.<br />

Desafortunadamente, y a diferencia de los organismos procariontes,<br />

los parásitos producen una enorme cantidad de antígenos,<br />

cada uno de ellos con múltiples epítopos; por tanto, un<br />

individuo infectado con un parásito produce una enorme colección<br />

de diferentes anticuerpos (o de células sensibilizadas)<br />

que reaccionan con cada uno de esos epítopos. Basta que dos<br />

parásitos tengan un epítopo en común (un par de monosacáricos<br />

al final de un péptido, por ejemplo), para que el suero de un<br />

individuo infectado con uno de los parásitos no pueda distinguir<br />

entre ambos, y exhiba reacciones cruzadas.<br />

Otra característica altamente deseable de las reacciones inmunológicas<br />

es su sensibilidad, es decir, su habilidad de detectar<br />

concentraciones bajas de antígenos. Sin embargo, el uso de<br />

reacciones serológicas de alta sensibilidad (como el ELISA<br />

[Enzyme-Linked ImmunoSorbent Assay]) ha agravado el problema<br />

de la inespecificidad porque demuestra reacciones cruzadas<br />

muy leves, que otras pruebas menos sensibles no demostraban.<br />

La solución para este problema es identificar los epítopos que<br />

son exclusivos de un parásito, y usar sólo estos epítopos en las<br />

reacciones serológicas diagnósticas, tarea por cierto de gran envergadura,<br />

ya que los parásitos tienen muchos antígenos multiepitópicos.<br />

Además, la reciente introducción de la técnica de<br />

la reacción en cadena de la polimerasa (polymerase chain reaction,<br />

PCR) que permite distinguir organismos por sus secuencias<br />

de DNA, ha disminuido la urgencia de tener reacciones inmunológicas<br />

tan específicas. Sin embargo, en especímenes con


92 PARTE I Parasitología general<br />

bajas concentraciones parasitarias (bolsas de sangre en bancos,<br />

por ejemplo), pudiera ser que la muestra a utilizar en PCR no<br />

contenga uno de los pocos parásitos presentes, generando falsos<br />

negativos. Por otra parte, el diagnóstico de la mayoría de las<br />

parasitosis por métodos directos (la demostración del parásito<br />

o algunos de sus elementos) es fácil e inequívoco (con algunas<br />

excepciones mencionadas más adelante), lo cual también reduce<br />

la necesidad de usar métodos inmunológicos indirectos. En<br />

la actualidad, se prefiere en parasitología el uso de los exámenes<br />

directos de diagnóstico y se reservan los inmunológicos para<br />

ciertas situaciones como las siguientes:<br />

Detección de parásitos inaccesibles<br />

Por métodos directos como aquellos ubicados en el cerebro<br />

(cisticercos), ojo (Toxocara), músculo (Trichinella), hígado (hidátide),<br />

etcétera.<br />

Detección de infecciones prepatentes<br />

En aquellos casos en que el parásito produce enfermedad antes<br />

de producir elementos diagnósticos (huevos, quistes, ooquistes,<br />

larvas, etc.), como Fasciola hepatica, la neumonía por ascárides,<br />

las larvas migrantes, los Ostertagia, etc. En estos casos, las<br />

reacciones inmunológicas pueden revelar la presencia del parásito<br />

juvenil.<br />

Detección de infecciones crónicas<br />

En algunas infecciones crónicas (malaria, babesiosis, enfermedad<br />

de Chagas, toxoplasmosis, estrongiloidiasis, etc.), el número<br />

de parásitos en la sangre o excreciones del hospedero es<br />

tan escaso que el examen directo es ineficiente y las reacciones<br />

inmunológicas son una alternativa deseable.<br />

Campañas epidemiológicas<br />

En casos en que se desea examinar un gran número de individuos<br />

en un corto tiempo, la posible inespecificidad de los métodos<br />

serológicos es más que compensada por su rapidez. Un<br />

técnico bien entrenado puede examinar quizás unos 50 frotis<br />

para el diagnóstico de malaria o de babesiosis en un día, mientras<br />

que en el mismo periodo se pueden efectuar unas 2 000<br />

reacciones de ELISA.<br />

Verificación de carga parasitaria<br />

En algunas infecciones parasitarias es importante conocer la<br />

carga parasitaria del hospedero, tanto para predecir la gravedad<br />

de la enfermedad como para evaluar el resultado del tratamiento<br />

(triquinosis en el humano, dirofilariasis en el perro). En estos<br />

casos, la medición de los antígenos parasitarios en los líquidos<br />

del hospedero por métodos inmunológicos permite una<br />

evaluación aproximada del número de parásitos en su cuerpo.<br />

Verificación de resistencia<br />

Si ya se hubiera determinado cuáles son los epítopos que inducen<br />

resistencia contra una infección, bastaría con medir la respuesta<br />

inmune contra esos epítopos para saber si el hospedero<br />

es resistente a la infección o no. Desafortunadamente, en la<br />

gran mayoría de las interacciones parásito/hospedador no se<br />

cuenta con esa información. En ciertas infecciones, sin embargo,<br />

la generación de resistencia a las reinfecciones es tan consistente<br />

(toxoplasmosis, dictiocaulosis en rumiantes), que basta<br />

con determinar con una prueba serológica que el hospedero<br />

estuvo infectado anteriormente para deducir que es resistente a<br />

futuras infecciones.<br />

Distribución geográfica<br />

de los parásitos<br />

El examen de muestras de sangre distribuidas espacialmente<br />

puede indicar la localización de parásitos que se desea controlar.<br />

En el caso de la enfermedad de Chagas, por ejemplo, la<br />

presencia en una región de animales o humanos con anticuerpos<br />

contra componentes de la saliva del vector haría recomendable<br />

la aplicación de insecticidas para controlar la transmisión<br />

de la infección.<br />

Reacciones patogénicas<br />

de hipersensibilidad<br />

Las reacciones inmunes que causan daño al hospedero se denominan<br />

hipersensibilidades o alergias. Hay cuatro tipos de hipersensibilidades<br />

comunes en la clínica, y cada una de ellas<br />

ocurre en algunas parasitosis (figura 11-4).<br />

Tipo I (o reagínica)<br />

Mediada por IgE (antiguamente llamados anticuerpos reagínicos).<br />

Este tipo de alergia es responsable, al menos en parte, de la<br />

sintomatología y patogenia de la neumonía por ascarídidos en<br />

hospederos previamente sensibilizados, algunas de las manifestaciones<br />

sistémicas de la filariasis, triquinelosis, quizá de algunos<br />

de los signos digestivos de las nematodiasis intestinales, algunos<br />

síntomas de las ectoparasitosis, y las reacciones al veneno<br />

de abeja. En todos estos casos, un primer contacto con el parásito<br />

induce la formación de anticuerpos IgE y su fijación sobre<br />

los mastocitos. Exposiciones subsecuentes permiten que ocurra<br />

una reacción antígeno-anticuerpo sobre los mastocitos y la desgranulación<br />

de estas células con la consecuente reacción inflamatoria.<br />

Dicha reacción a veces se usa como una prueba cutánea<br />

diagnóstica: si se inyecta intraepidérmicamente una pequeña<br />

cantidad de un antígeno específico de un parásito (5 a 15 mg de<br />

proteína en 0.05 ml de inóculo) y aparece una reacción vascular<br />

local (una zona de edema rodeada de eritema) en 15 a 30 mi-


CAPÍTULO 11 Respuesta inmune antiparasitaria 93<br />

MC<br />

Activación C’<br />

IgE<br />

C3a<br />

C5a C5-9<br />

nutos, se puede sospechar que el paciente ha estado expuesto a<br />

ese parásito. La prueba, sin embargo, es poco sensible y poco<br />

específica.<br />

Tipo II citotóxica<br />

Tipo I<br />

Tipo III<br />

Es mediada por anticuerpos IgM o IgG que se fijan sobre las<br />

células que serán dañadas. Estos anticuerpos pueden activar el<br />

complemento o inducir la fagocitosis por macrófagos; ambas<br />

acciones pueden terminar con la destrucción de la célula blanco.<br />

Este fenómeno es parcialmente responsable de la anemia<br />

que ocurre en la malaria, babesiosis, leishmaniasis, y probablemente<br />

de al menos parte de la miocarditis que ocurre en la enfermedad<br />

de Chagas. En las anemias, antígenos parasitarios se<br />

expresan en la superficie de las células infectadas, o se adsorben<br />

desde la circulación en células no parasitadas, para más tarde<br />

combinarse con los anticuerpos específicos. En la enfermedad<br />

de Chagas, se cree que antígenos del tripanosoma inducen inmunidad<br />

cruzada con proteínas del miocardio o de los ganglios<br />

autónomos. Alternativamente, el parasitismo alteraría a estas<br />

proteínas, al punto que el sistema inmune del hospedero las<br />

consideraría extrañas, reaccionando contra ellas.<br />

M<br />

Fagocitosis<br />

Tipo II<br />

Tipo IV<br />

Th1<br />

Activación<br />

C’<br />

C5-9<br />

C3a<br />

C5a Depósito<br />

IL-4<br />

INF<br />

TNF<br />

Figura 11-4. Hipersensibilidad o alergia. Hipersensibilidad tipo I: se<br />

produce reacción inflamatoria por la desgranulación de los mastocitos<br />

(MC), activada por IgE unidas a antígenos parasitarios. Hipersensibilidad<br />

tipo II: la aglomeración de IgG o IgM, sobre el parásito o<br />

sobre células parasitadas, estimula la activación y lisis por el<br />

complemento (C) y fagocitosis y lisis del parásito o célula parasitada<br />

por macrófagos (M). Hipersensibilidad tipo III: está dada por la<br />

activación del complemento (C) por formación de complejos<br />

inmunes circulantes sobre los parásitos. Esto genera el depósito de<br />

factores del complemento sobre las células, atracción de neutrófilos<br />

(N) y mastocitos (MC), y posterior daño del tejido circundante.<br />

Hipersensibilidad tipo IV: linfocitos Th1 son estimulados por<br />

antígenos parasitarios, secretan IL-1, factor de necrosis tumoral<br />

(TNF) e interferón gamma (INF), los que atraen a macrófagos (M) y<br />

linfocitos T citotóxicos (TC) que pueden dañar los tejidos.<br />

TC<br />

M<br />

Tipo III (o por complejos<br />

inmunes)<br />

Los complejos inmunes que se producen cuando hay exceso de<br />

antígeno en la circulación precipitan en los tejidos y activan al<br />

sistema del complemento. Productos de esta activación median<br />

inflamación local y destrucción de membranas biológicas en la<br />

vecindad. Este mecanismo es responsable de patología renal en<br />

la malaria humana, la dirofilariasis canina, la esquistosomiasis,<br />

y las tripanosomiasis, de la patología cerebral en la malaria, y de<br />

manifestaciones sistémicas en la babesiosis, las cestodiasis larvarias,<br />

y posiblemente en la triquinelosis. Mientras que la primera<br />

exposición al parásito media la producción de los anticuerpos,<br />

la persistencia de los parásitos en el organismo permite el<br />

acúmulo de niveles elevados de antígenos que reaccionan con<br />

los anticuerpos, generando los complejos inmunes.<br />

Tipo IV o tardía<br />

Es una típica reacción mediada por células, generada por linfocitos<br />

T de tipo I, en la cual los macrófagos y los linfocitos citotóxicos<br />

generados en la reacción pueden lesionar los tejidos<br />

que albergan a los parásitos. Este fenómeno es el responsable de<br />

patología severa de la esquistosomiasis, de reacciones granulomatosas<br />

a las larvas migratorias de nematodos, de lesiones de la<br />

leishmaniasis, de lesiones cardiacas de la enfermedad de Chagas,<br />

y de algunas lesiones por ectoparásitos. Esta reacción a veces<br />

se usa como una prueba cutánea diagnóstica: si se inyecta<br />

intraepidérmicamente una pequeña cantidad de un antígeno<br />

específico de un parásito y aparece una reacción local de infiltración<br />

celular (en particular con macrófagos y linfocitos) en<br />

12 a 24 horas, se puede sospechar que el paciente ha estado<br />

expuesto a ese parásito. Es poco sensible y poco específica, sin<br />

embargo. La hipersensibilidad de tipo IV se llama también<br />

“tardía” porque el infiltrado celular aparece entre las 12 a 24<br />

horas de la liberación local del antígeno. Esto contrasta con la<br />

hipersensibilidad de tipo I que también suele llamarse “precoz”<br />

porque el edema y eritema de la reacción aparecen en unos<br />

15 minutos.<br />

Imitación molecular<br />

(molecular mimicry)<br />

y enfermedades autoinmunes<br />

Existe consenso entre los parasitólogos en cuanto a que los parásitos<br />

han tendido a despojarse de los antígenos muy diferentes<br />

a los de su hospedero durante la evolución y a conservar las<br />

moléculas más similares a las de éste. Ello les permitiría suprimir<br />

las reacciones inmunes más poderosas, o provocar inmunosupresión.<br />

No obstante, este mecanismo de confluencia<br />

molecular ha favorecido las reacciones cruzadas entre parásito y<br />

hospedero y ha favorecido la producción de enfermedades autoinmunes.


94 PARTE I Parasitología general<br />

Consideraciones clínicas<br />

La comprensión de la inmunidad protectora y sus corolarios, la<br />

vacunación, el diagnóstico inmunológico y el manejo de la inmunopatología,<br />

son ciertamente consideraciones clínicas importantes.<br />

Hay otros aspectos de la inmunidad contra parásitos<br />

que también son importantes en la clínica, como el hecho<br />

de que una madre que ha sufrido una toxoplasmosis es resistente<br />

a las reinfecciones agudas y difícilmente infectará a su feto.<br />

Aquí se plantea el análisis de dos situaciones relacionadas que a<br />

menudo se confunden: una es las razones por las cuales las infecciones<br />

parasitarias son a menudo eventos crónicos, la otra es<br />

la aparente resistencia de muchos parásitos a las reacciones inmunes.<br />

Inmunidad contra eucariontes<br />

versus procariontes<br />

Las infecciones por procariontes (virus y bacterias) comúnmente<br />

son procesos rápidos que terminan con la recuperación o la<br />

muerte del hospedero. Las situaciones de cronicidad son, en estos<br />

casos, hasta cierto punto poco frecuentes. Las infecciones<br />

por eucariontes (parásitos animales), por el contrario, a menudo<br />

son procesos crónicos que coexisten con el paciente por periodos<br />

prolongados, sin matarlo. Dado que la inmunidad es indiferente<br />

(responde del mismo modo a estímulos idénticos, sin ser<br />

influida por las consecuencias), esta diferencia quizá se debe a<br />

que los parásitos son organismos más complejos que los virus y<br />

bacterias y, por tanto, poseen mayores posibilidades biológicas<br />

de eludir las acciones del sistema inmune. Se trata entonces de<br />

una relación hospedero-parásito didáctica, donde estrategias y<br />

contraestrategias recíprocas han ocurrido durante millones de<br />

años. El fracaso de una de las partes para adecuarse al cambio<br />

adaptativo de la otra, puede implicar la desaparición de ambas<br />

partes. Todas estas estrategias tienen, necesariamente, una expresión<br />

molecular. Por la parte parasitaria, algunas de estas estrategias<br />

pueden resumirse como se muestra a continuación.<br />

Complejidad antigénica<br />

Los parásitos generan cientos o miles de antígenos, cada uno<br />

con varios epítopos, que compiten entre sí por la atención del<br />

sistema inmune del hospedero. Como hay evidencias de que la<br />

evolución tiende a seleccionar en contra de los antígenos que<br />

generan reacciones protectoras intensas (de otra manera el hospedero<br />

habría eliminado a los parásitos en el curso de la evolución),<br />

la inmunidad protectora contra los parásitos se diluye<br />

grandemente entre reacciones no protectoras generadas por<br />

otros antígenos mucho más potentes. El resultado es que comúnmente<br />

no hay respuestas protectores fuertes que destruyan<br />

al parásito. Sólo por excepción, algunos parásitos poseen antígenos<br />

altamente inmunogénicos, que inducen efectivas respuestas<br />

protectoras en el hospedador. De cierta manera, esta<br />

respuesta enérgica también beneficia al parásito porque impide<br />

la muerte de hospedador, permitiendo así la sobrevida del propio<br />

parásito. Se respeta así a uno de los dogmas de la relación<br />

hospedador/parásito: “Hospedador muerto implica necesariamente<br />

parásito muerto”. Por ejemplo, la proteína circunsporozoítica<br />

del género Plasmodium induce una potente respuesta<br />

humoral contra los esporozoítos responsables de la fase<br />

prehepática de la enfermedad. Estos anticuerpos median la eliminación<br />

de una gran cantidad de esporozoítos, los que son<br />

procesados y generan una potente respuesta humoral, principalmente<br />

dirigida contra la proteína circunsporozoítica. Estos<br />

anticuerpos impiden la sobreinfección, principalmente en áreas<br />

endémicas y, por ende, la enfermedad aguda.<br />

Complejidad fisiológica<br />

Algunos parásitos tienen la capacidad de compensar por el<br />

daño fisiológico que les produce la inmunidad del hospedador.<br />

Por ejemplo, si se producen anticuerpos contra una enzima<br />

esencial para el parásito, éste puede producir una isozima con<br />

la misma función fisiológica pero con diferente secuencia aminoacídica<br />

y, por lo tanto, con diferente antigenicidad. De esta<br />

manera, las respuestas protectoras contra la primera enzima no<br />

serán efectivas contra la isozima.<br />

Complejidad estructural<br />

Por su tamaño y estructura, muchos parásitos son mucho menos<br />

susceptibles a acciones inmunes que serían letales para los<br />

procariontes. La neutralización de los receptores de un protozoo<br />

o la destrucción de un parásito por el complemento probablemente<br />

necesitan muchas más moléculas efectoras que las<br />

mismas acciones contra un virus o una bacteria. La fagocitosis<br />

y la destrucción por el complemento ciertamente deben ser<br />

menos eficientes contra los grandes helmintos que contra parásitos<br />

procariontes. Por último, algunas proteínas del interior de<br />

los parásitos pueden ser liberadas cuando los parásitos son destruidos<br />

e inducir inmunidad celular o humoral, potencialmente<br />

dañinas para el parásito. Sin embargo, las células inmunes o<br />

anticuerpos difícilmente pueden alcanzar sus antígenos cuando<br />

el parásito está vivo porque ellos pueden estar protegidos dentro<br />

de sus células, en el caso de los protozoos, o dentro de las<br />

estructuras histológicas de los metazoos.<br />

En el caso de los protozoos intracelulares, esta protección<br />

puede ser brindada por la célula hospedera, aunque en términos<br />

relativos, dado el hecho de que citocinas como el INFg y el<br />

TNFa son efectivos contra algunos parásitos intracelulares,<br />

como plasmodios y tripanosomas. Además, se han reportado<br />

algunos casos de anticuerpos que pueden penetrar al interior de<br />

estas células de vertebrados, aunque no se ha demostrado su<br />

efectividad en el caso de parásitos; ha sido propuesta sólo en el<br />

caso de quistes hidatídicos.<br />

Complejidad biológica<br />

Muchos parásitos pasan por diversas fases biológicas durante la<br />

infección del hospedero. Los nematodos, por ejemplo, pueden<br />

encontrarse como larvas de tercer o cuarto estadio, juveniles,


CAPÍTULO 11 Respuesta inmune antiparasitaria 95<br />

machos o hembras. A pesar de que todos ellos poseen antígenos<br />

comunes, los antígenos protectores suelen ser exclusivos de<br />

cada estadio. Así, los anticuerpos o células citotóxicas dirigidas<br />

contra las larvas de tercer estadio podrían no operar contra<br />

los demás estadios, y el parásito se mantendría un paso por<br />

delante de la reacción inmune que pretende controlarlo. Algo<br />

similar ocurre con los plasmodios causantes de malaria, que<br />

tienen ciclos prehepáticos, hepáticos y poshepáticos, todos con<br />

estructuras antigénicas relevantes diferentes, que el sistema inmune<br />

trata como entidades distintas. La etapa prehepática es<br />

brevísima (minutos), insuficiente para generar una respuesta<br />

antes de que los parásitos se encuentren al interior de los hepatocitos.<br />

Se generan así estados de inmunidad contra un estado,<br />

concomitante con la infección parasitaria por otros estados.<br />

Localización<br />

Muchos parásitos están localizados en el lumen digestivo, donde<br />

algunos elementos efectores de la inmunidad están ausentes<br />

(complemento) o son escasos (macrófagos, IgG). Otros están<br />

alojados dentro de células libres (como los eritrocitos)<br />

que los protegen de los anticuerpos y que no poseen receptores<br />

para una variedad de citocinas relevantes, como es frecuente<br />

en células eucariontes nucleadas. Otros parásitos se ubican en<br />

órganos sólidos (como el hígado), protegidos incluso de la fagocitosis.<br />

Movilidad<br />

La movilidad inherente a algunos parásitos les permite escapar<br />

de los efectos de la inmunidad. Las larvas migrantes de helmintos<br />

y los artrópodos hematófagos comúnmente estimulan la<br />

producción de hipersensibilidades de tipo IV o tardía (que se<br />

manifiesta 12 a 24 horas después de la inoculación del antígeno)<br />

pero, para el tiempo en que los macrófagos y los linfocitos<br />

llegan al sitio donde se liberaron los antígenos, el parásito ha<br />

cambiado de lugar.<br />

Hipobiosis<br />

Muchos parásitos (quistes tisulares de protozoos, larvas de nematodos,<br />

posiblemente las larvas de cestodos, etc.) pasan considerables<br />

periodos de su vida bajo condiciones de metabolismo<br />

reducido, lo cual disminuye la producción de antígenos, el<br />

daño al hospedero y la reactividad inmunológica de éste. Tal<br />

circunstancia evita que se produzcan reacciones inmunes que<br />

podrían ser letales para los parásitos.<br />

Evasión de la inmunidad<br />

Aparte de sus ventajas morfofisiológicas como eucariontes, los<br />

parásitos son filogenéticamente mucho más antiguos que la inmunidad,<br />

teniendo amplia oportunidad para desarrollar durante<br />

su evolución diversas estrategias evasoras de la inmunidad<br />

del hospedero.<br />

Eliminación de antígenos protectores<br />

Hay muchas evidencias indirectas de que los parásitos tienden<br />

a descartar los antígenos protectores más potentes durante la<br />

evolución. En la actualidad, a menudo se buscan los antígenos<br />

protectores entre los antígenos menos inmunogénicos, en la<br />

convicción de que antígenos protectores muy poderosos habrían<br />

contribuido a la extinción del parásito como tal.<br />

Depresión de la inmunidad<br />

En casi todos los casos investigados se ha encontrado que una<br />

infección parasitaria es capaz de deprimir la capacidad del hospedero<br />

para montar una respuesta inmune eficiente. En el caso<br />

de T. cruzi, el protozoo produce una proteína que inhibe la<br />

producción de la citocina IL-2 o de sus receptores, que son indispensables<br />

para iniciar la respuesta inmune. También este<br />

parásito produce proteínas que inhiben de manera específica<br />

diversas etapas de activación del sistema del complemento. Tal<br />

es el caso de proteínas símiles de DAF, 17 que interfieren con el<br />

ensamblaje de convertasas y proteínas como la calreticulina<br />

que, al unirse a C1q, ficolinas y MBL, 8 inhibe la activación<br />

tanto de la ruta clásica como de la ruta de las lectinas, al interferir<br />

con la función de las serín proteasas asociadas. La calreticulina<br />

de T. cruzi también tiene un potente efecto antiangiogénico<br />

y, por ende, antiinflamatorio e inhibe la posibilidad de<br />

acceso de células inmunocompetentes al sitio de localización<br />

parasitaria. En el caso de Leishmania donovani, el parásito inhibe<br />

la producción de IL-1. 4 En otros casos, el mecanismo es más<br />

complejo: una infección con Toxocara canis deprime la inmunidad<br />

contra una segunda infección, pero dos infecciones producen<br />

fuerte protección contra una tercera. La depresión inmunológica<br />

se ha verificado de manera satisfactoria aun en<br />

infestaciones por ectoparásitos.<br />

Evasión de efectores de la inmunidad<br />

Varios parásitos son capaces de eludir los mecanismos efectores<br />

de la inmunidad e, incluso, de utilizarlos en su propio beneficio.<br />

Por ejemplo, Toxoplasma ingresa a los macrófagos por sus<br />

propios medios, y Leishmania lo hace mediante receptores para<br />

el complemento. Como el macrófago produce radicales oxidantes<br />

sólo como consecuencia de una fagocitosis normal, estos<br />

protozoos estarían a salvo de estos tóxicos. Babesia y T. cruzi,<br />

por otra parte, escapan de la vacuola fagocitaria del macrófago<br />

hacia el citoplasma antes de que ésta se fusione con los lisosomas<br />

que contienen las enzimas que los pueden destruir. Los<br />

esquistosomas se cubren con proteínas plasmáticas del hospedero<br />

de manera que no son reconocidos como organismos extraños.<br />

Neutralización de efectores<br />

Otros parásitos, más que evadirlos, neutralizan los efectores de<br />

la inmunidad. Así, por ejemplo, Leishmania destoxifica los ra-


96 PARTE I Parasitología general<br />

dicales oxidantes y degrada las proteasas lisosómicas de los macrófagos,<br />

que son letales para otros protozoos. Las formas de<br />

Leishmania y de T. cruzi en el vector activan el complemento y<br />

son lisadas por éste, pero resisten la lisis cuando son inoculadas<br />

en el hospedero mamífero, aparentemente porque las formas<br />

metacíclicas inoculadas están cubiertas por macromoléculas<br />

que no son atacadas por los complejos de ataque de membranas<br />

del complemento. Los tripanosomas africanos también activan<br />

el complemento por la vía alternativa, pero están protegidos del<br />

efecto lítico por los antígenos variables que los recubren. Varias<br />

larvas de cestodos producen sustancias que activan el complemento<br />

antes de que éste tenga tiempo de actuar sobre el parásito.<br />

Varios parásitos producen grandes cantidades de antígenos<br />

solubles que interactúan con los anticuerpos o células inmunes<br />

antes de que éstas lleguen a la proximidad del parásito.<br />

Producción de antígenos fugaces<br />

Parásitos como las filarias, Trichinella, Toxocara, Schistosoma,<br />

Plasmodium, están cubiertos por antígenos que se regeneran en<br />

pocas horas, de modo que los anticuerpos o células que se fijan<br />

sobre estos antígenos son descartados, junto con el antígeno,<br />

antes de que alcancen a producir daño importante al parásito.<br />

Desviación de la respuesta inmune<br />

La protección contra la leishmaniasis depende de la producción<br />

de óxido nítrico por los macrófagos estimulados por el interferón<br />

gamma. Sin embargo, en ciertas cepas de ratones la infección<br />

estimula preferentemente la producción de IL-10 que inhibe<br />

la actividad de los macrófagos y permite que el parásito<br />

prolifere en el hospedero. En esquistosomiasis se ha visto que<br />

las prolongadas respuestas humorales a los glucanos del parásito,<br />

largamente prescindibles, inhiben las respuestas a péptidos<br />

parasitarios que tienen un papel más importante en la fisiología<br />

del parásito. Se creía que este predominio de las respuestas tipo<br />

1 y tipo 2 dependían de la habilidad de los parásitos de estimular<br />

la producción de IL-12 o IL-4, pero ahora hay evidencia de<br />

que esta habilidad depende primariamente de interacciones<br />

entre el parásito y las células presentadoras de antígeno.<br />

Inmunidad concomitante<br />

En ciertas infecciones parasitarias se puede verificar la presencia<br />

de respuestas inmunes celulares o humorales lesivas para el parásito,<br />

que coinciden con la presencia de parásitos en el mismo<br />

individuo. El examen más cuidadoso del fenómeno ha indicado<br />

que la inmunidad protectora está dirigida hacia antígenos<br />

de estadios previos del parásito que infecta al individuo. Por<br />

ejemplo, en las infecciones por P. falciparum a menudo se observa<br />

inmunidad protectora contra los esporozoítos (las formas<br />

infectantes inyectadas por el mosquito), pero no contra los merozoítos<br />

(formas eritrocitarias más tardías). En la esquistosomiasis<br />

a menudo se observa inmunidad protectora contra la<br />

esquistosómula del comienzo de la infección, pero no contra<br />

los adultos que pueden persistir en el hospedero por décadas.<br />

Es evidente que los parásitos más juveniles tienen antígenos<br />

altamente inmunogénicos que están ausentes en los parásitos<br />

más viejos. Este fenómeno ha sido interpretado como un método<br />

que utilizan los parásitos para evitar una sobrecarga parasitaria<br />

que podría matar al hospedero y, por ende, al parásito: se<br />

evita la infección con formas nuevas del parásito, pero las formas<br />

ya existentes en el hospedero se reproducen y mantienen la<br />

presencia del parásito en la naturaleza.<br />

Por último, es posible proponer la existencia de estrategias<br />

inmunológicas orientadas a controlar a una especie parasitaria<br />

determinada, si es que ésta ha sido causal de presión evolutiva<br />

en una región determinada. Así, no sería sorprendente que individuos<br />

de una región geográfica determinada, donde un parasitismo<br />

es históricamente endémico, resistan mejor la agresión<br />

que individuos extranjeros. Tampoco debiera sorprender<br />

que esa característica fenotípica sea transmisible a sus descendientes.<br />

Referencias<br />

1. Aliberti J, Cardoso M, Martins G, Gazzinelli R, Viera<br />

L, Silva J. Interleukin-12 mediates resistance to Trypanosoma<br />

cruzi in mice and is produced by murine macrophages<br />

in response to live trypomastigotes. Infect Immun,<br />

1996;64:1961-1967.<br />

2. Antunez M, Cardoni R. IL-12 and IFN-gamma production,<br />

and NK cell activity, in acute and chronic experimental<br />

Trypanosoma cruzi infections. Immunol Lett,<br />

2000;71:103-109.<br />

3. Balmer P, McMonagle F, Alexander J, Stephen Phillips<br />

R. Experimental erythrocytic malaria infection induces<br />

elevated serum amyloid P production in mice. Immunol<br />

Lett, 2000;72:147-152.<br />

4. Bersudsky M, Apte R, El-On J. Interleukin 1 alpha activity<br />

of peritoneal and bone marrow macrophages infected<br />

with Leishmania major and Leishmania donovani in<br />

vitro. Exp Parasitol, 2000;94:150-157.<br />

5. Bidri M, Vouldoukis I, Mossalayi M, Debré P, Guillosson<br />

J, Mazier D, Arock M. Evidence for direct interaction<br />

between mast cells and Leishmania parasites. Parasite<br />

Immunol, 1997;19:475-483.


CAPÍTULO 11 Respuesta inmune antiparasitaria 97<br />

6. Coelho P, Coelho P, Klein A, Talvani A, Coutinho S,<br />

Takeuchi O, Akira S, Silva J, Canizzaro H, Gazzinelli<br />

R, Teixeira M. Glycosylphosphatidylinositol-anchored<br />

mucin-like glycoproteins isolated from Trypanosoma cruzi<br />

trypomastigotes induce in vivo leukocyte recruitment dependent<br />

on MCP-1 production by IFN-gamma-primedmacrophages.<br />

J Leukoc Biol, 2002;71:837-844.<br />

7. Ferreira A, Breijo M, Sim R, Nieto A. Contribution of<br />

C5-mediated mechanisms to host defense against Echinococcus<br />

granulosus hydatid infection. Parasite Immunol,<br />

2000;22:445-453.<br />

8. Ferreira V, Valck C, Sánchez G, Gingras A, Tzima S,<br />

Molina M, Sim R, Schwaeble W, Ferreira A. The classical<br />

activation pathway of the human complement system<br />

is specifically inhibited by calreticulin from Trypanosoma<br />

cruzi. J Immunol, 2004;172:3042-3050.<br />

9. Gazzinelli R, Wysocka M, Hayashi S, Denkers E,<br />

Hieny S, Caspar P, Trinchieri G, Sher A. Parasite-induced<br />

IL-12 stimulates early IFN-gamma synthesis and<br />

resistance during acute infection with Toxoplasma gondii.<br />

J Immunol, 1994;153:2533-2543.<br />

10. Gendrel D, Kombila M, Nardou M, Gendrel C,<br />

Djouba F, Richard-Lenoble D. Protection against Plasmodium<br />

falciparum infection in children with hemoglobin<br />

S. Pediatr Infect Dis J, 1991;10:620-621.<br />

11. Herd R. The cestocidal effect of complement in normal<br />

and immune sera in vitro. Parasitology, 1976;72:325-334.<br />

12. Hunter C, Slifer T, Araujo F. Interleukin-12-mediated<br />

resistance to Trypanosoma cruzi is dependent on tumor<br />

necrosis factor alpha and gamma interferon. Infect Immun,<br />

1996;64:2381-2386.<br />

13. Kumar S, Jones T, Oakley M, Zheng H, Kuppusamy<br />

S, Taye A, Krieg A, Stowers A, Kaslow D, Hoffman<br />

S. CpG oligodeoxynucleotide and Montanide ISA 51<br />

adjuvant combination enhanced the protective efficacy of<br />

a subunit malaria vaccine. Infect Immun, 2004;72:949-<br />

957.<br />

14. Muñoz-Fernández M, Fernández M, Fresno M. Synergism<br />

between tumor necrosis factor-alpha and interferon-gamma<br />

on macrophage activation for the killing of<br />

intracellular Trypanosoma cruzi through a nitric oxidedependent<br />

mechanism. Eur J Immunol, 1992;22:301-<br />

307.<br />

15. Seydel K, Smith S, Stanley S, Jr. Innate immunity to<br />

amebic liver abscess is dependent on gamma interferon<br />

and nitric oxide in a murine model of disease. Infect Immun,<br />

2000;68:400-402.<br />

16. Shin E, Osada Y, Sagara H, Takatsu K, Kojima S. Involvement<br />

of complement and fibronectin in eosinophilmediated<br />

damage to Nippostrongylus brasiliensis larvae.<br />

Parasite Immunol, 2001;23:27-37.<br />

17. Tambourgi D, Kipnis T, da Silva W, Joiner K, Sher A,<br />

Heath S, Hall B, Ogden G. A partial cDNA clone of<br />

trypomastigote decay-accelerating factor (T-DAF), a developmentally<br />

regulated complement inhibitor of Trypanosoma<br />

cruzi, has genetic and functional similarities to<br />

the human complement inhibitor DAF. Infect Immun,<br />

1993;6:3656-3663.<br />

18. Vanhamme L, Pays E. The trypanosome lytic factor of<br />

human serum and the molecular basis of sleeping sickness.<br />

Int J Parasitol, 2004;34:887-898.<br />

19. Wertheimer S, Barnwell J. Plasmodium vivax interaction<br />

with the human Duffy blood group glycoprotein:<br />

identification of a parasite receptor-like protein. Exp Parasitol,<br />

1989;69:340-350.


Capítulo<br />

12<br />

Anatomía patológica<br />

de las parasitosis<br />

David Oddó<br />

La anatomía patológica de las parasitosis incluye dos visiones<br />

de las enfermedades parasitarias: una que corresponde a la patología<br />

general y que se preocupa de sus manifestaciones formales<br />

o morfológicas generales; y la otra que se encarga de su<br />

diagnóstico morfológico, habitualmente en el ámbito de la patología<br />

quirúrgica o diagnóstica. Ambas, sin embargo, están<br />

íntimamente relacionadas y superpuestas. Esta breve revisión<br />

está abocada a esquematizar las parasitosis humanas de acuerdo<br />

con estos conceptos y con el siguiente orden:<br />

1. Patología general de las parasitosis: reacciones o cuadros<br />

morfológicos.<br />

2. Técnicas de diagnóstico: del ojo desnudo a la microscopia<br />

electrónica.<br />

3. Formas parasitarias: orientación al diagnóstico parasitológico<br />

causal en anatomía patológica.<br />

Patología general de las parasitosis:<br />

reacciones o cuadros morfológicos<br />

En las enfermedades parasitarias, los agentes pueden invadir o<br />

colonizar al organismo, despertando a nivel local o general una<br />

modificación tisular que puede representar sólo la mera consecuencia<br />

de la presencia del agente parasitario o, además y principalmente,<br />

simbolizar una respuesta del hospedero agredido.<br />

Las características, cualitativas y cuantitativas, de las modificaciones<br />

tisulares observadas dependen de factores propios del<br />

parásito agresor, del estado del mesonero afectado, y de las condiciones<br />

ambientales. Los factores del parásito corresponden a<br />

su tipo y tamaño; afinidades nutricias; capacidad invasiva (histo<br />

y angioinvasiva); capacidad tóxica y enzimática; capacidad<br />

antigénica; capacidad oncogénica, etc. Del hospedero influyen<br />

sus condiciones anatómicas, condiciones defensivas inespecíficas,<br />

condiciones inmunitarias, condiciones yatrogénicas, etc.<br />

Factores ambientales son el clima (tropical o no tropical), modificaciones<br />

ambientales locales en cuanto a temperatura y humedad,<br />

concentración ambiental de parásitos, etcétera. 1,6<br />

Las alteraciones morfológicas observadas en las parasitosis<br />

pueden ser locales o generales; su reconocimiento se facilita ya<br />

que corresponden a algunos de los modelos o patrones que nos<br />

proporciona la patología general. 6,10<br />

Las reacciones generales o diseminadas ocurren cuando los<br />

parásitos afectan varios órganos de un sistema o aparato, como<br />

en la leishmaniasis visceral; o cuando los parásitos localizados en<br />

un órgano o tejido originan una toxemia, como en algunos casos<br />

de colitis por Entamoeba histolytica o Trichuris trichiura, de fasciolopsiasis<br />

por Fasciolopsis buskii, o de quiste hidatídico complicado.<br />

Las reacciones generales corresponden a manifestaciones<br />

séptico-toxémicas alterativas inespecíficas que afectan casi a todos<br />

los órganos y tejidos del cuerpo, resaltando el compromiso<br />

pulmonar, renal, cardiaco, suprarrenal, hepático y del sistema<br />

nervioso central. Si bien las reacciones generales se asocian, con<br />

mayor frecuencia, a infecciones por protozoos, dado su tamaño<br />

y capacidad de replicación en el hospedero, también se observan<br />

en helmintiasis e incluso en cuadros por garrapatas. 1,6<br />

Las reacciones locales, en las parasitosis, se manifiestan<br />

como algunos de los siguientes patrones morfológicos. 3,6,7,10<br />

1. Patrón o modelo arreactivo, hiporreactivo o pausireactivo.<br />

En este patrón, aparte de la presencia de los parásitos<br />

en el tejido o en cavidades orgánicas, no hay cambios<br />

morfológicos significativos en las zonas afectadas. Es<br />

característica de algunas infecciones por protozoos intracelulares<br />

como Cystoisospora belli y algunos microsporidios;<br />

también, es propia de las etapas iniciales de algunas<br />

parasitosis oportunistas en pacientes inmunodeprimidos,<br />

como en la neumocistosis.<br />

2. Patrón alterativo. Se manifiesta por lesiones alterativas,<br />

incluida la necrosis celular y la destrucción tisular. Puede<br />

observarse en cualquier parasitosis invasiva localizada o<br />

diseminada de carácter grave, como algunos casos de amebiasis<br />

profunda que se manifiestan por necrosis y destrucción<br />

parenquimatosa. La necrosis es el patrón habitual en<br />

el compromiso por Entamoeba histolytica, Balantidium<br />

coli y Wuchereria bancrofti.<br />

98


CAPÍTULO 12 Anatomía patológica de las parasitosis 99<br />

3. Patrón paratrófico. En estos casos la parasitosis despierta<br />

una paratrofia morfológicamente llamativa, como una<br />

calcificación distrófica de larvas encapsuladas o huevos de<br />

helmintos o la calcificación de la adventicia de algunos<br />

quistes de cestodos. En la triquinosis la calcificación distrófica<br />

es llamativa a partir de los seis meses de evolución.<br />

Hay que tener presente, sin embargo, que en algunos parásitos<br />

hay estructuras normalmente calcificadas, como<br />

los cuerpos calcificados del quiste hidatídico. En este patrón<br />

se incluyen, también, las pigmentaciones patológicas<br />

asociadas a infecciones parasitarias; el pigmento puede<br />

ser exógeno, como en el caso de la malaria, o endógeno,<br />

cuando se trata de pigmentaciones derivadas de hemoglobina,<br />

bilirrubina, melanina o pigmento ceroide.<br />

4. Patrón hipertrófico. En forma característica, en estas parasitosis<br />

hay una hipertrofia o hiperplasia llamativa de los tejidos<br />

de los órganos afectados; la hiperplasia seudoepiteliomatosa<br />

de la epidermis observada en la escabiosis noruega<br />

es un ejemplo característico de este modelo. Otros ejemplos<br />

son la hiperplasia del sistema reticuloendotelial observada<br />

en la malaria y la leishmaniasis, la hiperplasia folicular linfoide<br />

asociada a oxiuriasis y tricocefalosis y la hiperplasia<br />

adenomatosa de la vía biliar en la afección por trematodos.<br />

5. Patrón atrófico. La atrofia por compresión es un patrón<br />

común asociado a parasitosis crónicas por agentes de gran<br />

tamaño o pequeños pero presentes en gran cantidad; este<br />

patrón lo observamos en los pacientes con quistes hidatídicos<br />

y helmintiasis intestinales masivas.<br />

6. Patrón circulatorio. La peculiaridad de este patrón es el<br />

desarrollo de necrosis isquémica no sistematizada o de infartos,<br />

eventos secundarios a la acción parasitaria. La aparición<br />

de este fenómeno puede ser ocasional en algunas<br />

infecciones en las cuales de manera fortuita se produce<br />

obstrucción vascular arterial, como en casos de cisticercosis;<br />

o embolias trombóticas, como en casos de quiste hidatídico<br />

roto con comunicación con lúmenes vasculares. Sin<br />

embargo, hay parásitos que tienen la propiedad de invadir<br />

directamente vasos sanguíneos y linfáticos; las formas<br />

adultas de Dirofilaria immitis invaden las arterias pulmonares<br />

de mediano calibre, originando zonas de destrucción<br />

y eventualmente infartos nodulares; el género Angiostrongylus<br />

tiene dos especies cuyas formas adultas tienen<br />

como hábitat el sistema circulatorio, Angiostrongylus cantonensis,<br />

que vive en arterias pulmonares, y Angiostrongylus<br />

costaricensis, que se aloja en arterias ileocecales, con<br />

las consecuencias vasculares esperadas asociadas a fenómenos<br />

inflamatorios. En el caso de vasos linfáticos, filarias<br />

espirúridas adultas, como Wuchereria y Brugia, se localizan<br />

en los linfonodos, obstruyendo el flujo linfático e induciendo<br />

linfedema y elefantiasis. 1,2,5,6<br />

7. Patrón inflamatorio. Muchas parasitosis se manifiestan<br />

como un proceso inflamatorio. Estas inflamaciones son<br />

de diversa localización, índole e intensidad. Las reacciones<br />

inflamatorias más frecuentes son: inflamación alterativa;<br />

inflamación seudomembranosa; inflamación exudativa<br />

purulenta o supurada; inflamación exudativa rica en leucocitos<br />

eosinófilos; inflamación granulomatosa supurada,<br />

granulomatosa; inflamación productiva histiocitaria; inflamación<br />

productiva cicatrizal que aparece en parasitosis<br />

crónicas latentes.<br />

8. Patrones mixtos. En muchas parasitosis pueden observarse<br />

patrones morfológicos mixtos o combinados, por<br />

ejemplo hipertrófico e inflamatorio, vascular e inflamatorio,<br />

inflamatorio y paratrófico, etc. Estos casos deben ser<br />

cuidadosamente evaluados en relación con la morfología<br />

de los elementos parasitarios presentes en el tejido y los<br />

antecedentes clínicos.<br />

Técnicas de diagnóstico:<br />

del ojo desnudo a la microscopia<br />

electrónica<br />

Los métodos de examen o estudio anatomopatológico de las<br />

parasitosis combinan, actualmente, las tradicionales e insustituibles<br />

técnicas morfológicas con métodos complementarios de<br />

tipo inmunohistoquímico y con técnicas de biología molecular.<br />

Sin embargo, al margen de lo expresado, los métodos usados,<br />

básicamente morfológicos, en el diagnóstico de las infecciones<br />

por parásitos en el ser humano, se sitúan en los diferentes niveles<br />

de observación conocidos, a saber: 8,9,11<br />

• Nivel macroscópico.<br />

• Nivel microscópico habitual o de microscopia óptica.<br />

• Nivel ultramicroscópico o microscopia electrónica de transmisión.<br />

Nivel macroscópico<br />

En este nivel de observación se identifica la muestra, se observa<br />

y se describe. En los casos de piezas quirúrgicas, además, una<br />

adecuada observación y disección permite obtener muestras representativas<br />

de las lesiones (muestreo) para estudio histopatológico.<br />

En algunos casos el análisis macroscópico orienta el<br />

diagnóstico rápidamente, como frente a nematelmintos o platelmintos<br />

luminales y tisulares y estados larvales quísticos tisulares<br />

(figuras 12-1, 12-2 y 12-3*). 4<br />

Las muestras pequeñas, obtenidas por punción, métodos<br />

endoscópicos o biopsias incisionales, deben ser procesadas en<br />

forma completa. Biopsias de órganos completos, partes de órgano,<br />

o grandes biopsias excisionales deben ser muestreadas<br />

incluyendo tejido alterado, tejido aparentemente sano, tejido<br />

de la interfase lesión-sano, y material no tisular. La fijación de<br />

las muestras debe ceñirse a los protocolos estándares que tienen<br />

los laboratorios de anatomía patológica, usualmente con for-<br />

* N. del E.: Los números de figuras marcadas en color rojo no aparecen en el<br />

impreso, pero el lector puede tener acceso a ellas en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está<br />

en la cuarta de forros de este libro.


100 PARTE I Parasitología general<br />

b<br />

c<br />

a<br />

Figura 12-1. Quiste hidatídico. Aspecto macroscópico. Se observa la<br />

adventicia (a), cutícula (b) y vesículas hijas (c).<br />

malina-buffer al 10%, en volumen y tiempo en concordancia<br />

con el tipo de muestra. Las muestras para microscopia electrónica<br />

deben fijarse en glutaraldehído.<br />

En esta instancia, antes de proceder a la fijación de los especímenes,<br />

es siempre forzoso, si antes no se ha hecho,<br />

disponer eventualmente de muestras para los cultivos y<br />

para otro tipo de análisis que requiera de tejido no fijado<br />

en formalina.<br />

Nivel microscópico habitual<br />

o de microscopia óptica<br />

Los análisis a este nivel de observación pueden desarrollarse en<br />

forma rápida o de manera diferida, de acuerdo con la disponibilidad<br />

de técnicas y premura de cada caso en particular. Por<br />

otra parte, es factible aplicar técnicas o métodos de estudio simples<br />

o complejos, según los protocolos de trabajo que se sigan.<br />

Así, se han concebido los siguientes tipos de estudios de nivel<br />

de la microscopia óptica. 6,9,11<br />

• Análisis rápidos con técnicas simples.<br />

• Análisis diferidos con técnicas de baja complejidad.<br />

• Análisis diferidos con técnicas de mediana complejidad.<br />

• Análisis diferidos con técnicas de alta complejidad.<br />

Análisis rápidos con técnicas simples<br />

Los análisis rápidos, de muestras tisulares congeladas o citológicas,<br />

pueden valerse de clarificantes como KOH, lactofenol o<br />

azul de lactofenol, o de tinciones rápidas mono o policromáticas<br />

como azul de toluidina, tinción de Gram, tinción de Papanicolaou,<br />

tinción de Giemsa o similares, o tinciones abreviadas<br />

de hematoxilina-eosina y de Gomori-Grocott. En este ámbito<br />

se incluye el examen con blanco de calcoflúor. 11<br />

Las técnicas simples se emplean, preferentemente, en<br />

muestras citológicas o tejidos congelados que requieren de procesamientos<br />

sencillos, de fácil observación y resolución rápida.<br />

Figura 12-2. Cisticercus cellulosae del cerebelo. Aspecto macroscópico.<br />

Análisis diferidos con técnicas<br />

de baja complejidad<br />

La microscopia óptica diferida habitual con tinciones corrientes,<br />

o de baja complejidad, es decir, la hematoxilina-eosina, el<br />

Van Gieson o el tricrómico de Masson, permite identificar la<br />

mayoría de los elementos parasitarios tisulares presentes en tejidos<br />

humanos, ya sea superficiales o profundos. Además, es el<br />

medio a través del cual es posible definir, de manera concluyente,<br />

el tipo de respuesta tisular frente a la infección parasitaria,<br />

estableciendo un diagnóstico formal. Posterior a este análisis<br />

surgen las orientaciones necesarias para la aplicación de técnicas<br />

de mayor complejidad, ya sea de carácter histoquímico, inmunohistoquímico<br />

o de biología molecular. 6,11<br />

Análisis diferidos con técnicas<br />

de mediana complejidad<br />

En estos estudios se emplea una variedad de tinciones e impregnaciones<br />

histoquímicas cuya finalidad es resaltar los elementos<br />

parasitarios en los cortes de tejido.<br />

Las técnicas histoquímicas de mayor utilidad y disponibilidad<br />

en el diagnóstico anatomopatológico de las parasitosis<br />

humanas se pueden sistematizar de acuerdo con su sitio y mecanismo<br />

de acción, a saber:<br />

a) Técnicas parietales-oxidativas.<br />

• Ácido peryódico-base de Schiff o PAS<br />

• Gridley<br />

• Gomori-Grocott<br />

El principio común de estas tres técnicas es la oxidación<br />

de los grupos hidroxilos de los complejos polisacáridos,


CAPÍTULO 12 Anatomía patológica de las parasitosis 101<br />

existentes en los agentes infecciosos, a grupos carbonilo<br />

(aldehídos o cetonas) en presencia de ácido peryódico<br />

(PAS) o ácido crómico (Gridley y Gomori-Grocott).<br />

b) Técnicas para sustancias pigmentarias. La presencia<br />

de pigmentos es una condición de algunos parásitos. Estos<br />

pigmentos son de tipo melánico, cuya identificación<br />

se facilita con la técnica Fontana-Masson (Masson-Fontana),<br />

la que es una impregnación argéntica en dos tiempos;<br />

inicialmente el amoniaco realiza la primera reducción del<br />

nitrato de plata a óxido diaminoargéntico y el tejido la<br />

segunda, precipitándose la plata metálica sobre las granulaciones<br />

pigmentarias dotadas de capacidad reductora.<br />

Las zonas con melanina se tiñen negro-grisáceo y los núcleos<br />

y citoplasma celular rojo-rosado, ya que se contrasta<br />

con solución de rojo nuclear.<br />

c) Tinciones diferenciales: tinción de Gram. En este grupo<br />

se incluyen todas las variedades de tinción de Gram empleadas<br />

en cortes de tejidos. El mecanismo de esta antigua<br />

y actual y útil tinción no es bien conocido. Esta tinción es<br />

de gran utilidad en el diagnóstico diferencial de los microsporidios.<br />

d) Tinciones azurófilas: tinción de Giemsa y similares. La<br />

tinción de Giemsa para secciones histológicas emplea<br />

como colorante fundamental una mezcla de derivados tiacínicos<br />

catiónicos (azur A, B y azul de metileno) destinados<br />

a teñir los núcleos celulares y de eosina como colorante<br />

citoplasmático de carácter aniónico. Esta mezcla es<br />

soluble en alcohol metílico, de forma que en disolución,<br />

los componentes moleculares electropositivos y electronegativos<br />

se combinan entre sí para constituir derivados salinos<br />

(eosinatos de azur A, B a azul de metileno). Es una<br />

excelente tinción para estimar la morfología celular de<br />

agentes infecciosos parasitarios intracelulares y para su<br />

diagnóstico morfológico diferencial.<br />

e) Tinciones ácido-alcohol-resistentes: tinción de Ziehl-<br />

Neelsen y similares. Las tinciones ácido-alcohol-resistentes<br />

se usan rutinariamente en el diagnóstico de agentes<br />

infecciosos tisulares, en particular de criptosporidios, microsporidios<br />

y ganchitos de cestodos.<br />

f) Otras tinciones. Se ha descrito la utilidad de la hematoxilina<br />

de Heidenhain y la hematoxilina ácida fosfotúngstica<br />

de Mallory para la identificación de helmintos y de trofozoítos<br />

de amebas parasitarias en cortes de tejido; estas tinciones<br />

se basan en la oxidación a hematina, la cual reacciona<br />

con sulfato de amonio férrico o ácido fosfotúngstico<br />

para producir sustancias férricas. Otra técnica empleada,<br />

en especial para la pesquisa de leishmanias y formas leishmanioides<br />

en los tejidos, es el retículo de Wilder, que es<br />

tipo impregnación argéntica.<br />

Análisis diferidos con técnicas<br />

de alta complejidad<br />

Cabe considerar como análisis diferidos con técnicas de alta<br />

complejidad en el nivel de la microscopia óptica a los siguientes:<br />

a) Examen con microscopia de contraste de fases; se emplea<br />

para identificar estructuras parasitarias gruesas que tienen<br />

la capacidad de refracción de luz.<br />

b) Examen con técnicas inmunohistoquímicas con anticuerpos<br />

poli o monoclonales marcados con fluorocromos o<br />

cromógenos. El examen inmunofluorescente requiere de<br />

muestras de tejido frescas no fijadas en formalina. El examen<br />

inmunohistoquímico con cromógenos se hace sobre<br />

cortes de muestras fijadas en formalina e incluidas en parafina.<br />

Estos exámenes inmunohistoquímicos requieren<br />

de la elección de cortes de tejido con la presencia de elementos<br />

micóticos que se quiere identificar. Se dispone de<br />

anticuerpos contra varios protozoos y helmintos.<br />

c) Examen de tejidos con técnicas de biología molecular,<br />

como el análisis de reacción en cadena de la polimerasa<br />

(PCR) o técnicas de hibridación in situ fluorescente<br />

(FISH) o hibridación in situ cromogénica (CISH).<br />

d) Examen ultramicroscópico o con microscopia electrónica<br />

de transmisión de tejidos fijados en glutaraldehído o recuperados<br />

de las inclusiones en parafina; aunque lentos, son<br />

de utilidad en la caracterización ultraestructural de los<br />

elementos parasitarios en los propios tejidos, como las esporas<br />

microsporidianas que son difíciles de caracterizar<br />

con la microscopia óptica.<br />

Formas parasitarias: orientación<br />

al diagnóstico parasitológico causal<br />

en anatomía patológica<br />

Protozoos<br />

En los cortes de tejido los protozoos pueden observarse intracelulares<br />

o extracelulares; algunos parasitan células histiocitarias y<br />

otros diversos tipos de células fijas. Los protozoos intracelulares<br />

miden generalmente de 1 a 5 μm de diámetro mayor, excepto<br />

Toxoplasma y Sarcocystis, cuyos quistes alcanzan 30 μm y 1 mm<br />

respectivamente. Parásitos intracelulares son los microsporidios,<br />

leishmanias, tripanosomas y los Apicomplexa tisulares y<br />

de la sangre. Cryptosporidium es intracelular pero extracitoplasmático.<br />

Los protozoos extracelulares se encuentran en el lumen<br />

del tracto gastrointestinal y genital, así como en el espesor de<br />

los tejidos en casos de infecciones invasivas; su tamaño es variado<br />

y fluctúa usualmente de 10 a 200 μm de diámetro mayor. La<br />

forma de los protozoos que afectan al ser humano suele ser característica,<br />

lo que permite su identificación de manera relativamente<br />

fácil; sin embargo, hay que tener presente que los procesos<br />

histológicos disminuyen de forma considerable su tamaño<br />

al apreciarlos en los cortes teñidos (figuras 12-4 a 12-24). 3,6,8,10<br />

Helmintos<br />

Muchos gusanos, ya sea nematelmintos o platelmintos, pueden<br />

reconocerse a ojo desnudo cuando su tamaño lo permite y están


102 PARTE I Parasitología general<br />

situados en espacios luminales o en localizaciones externas. Sin<br />

embargo, en algunos casos es necesario pesquisar e identificar a<br />

los gusanos en cortes de tejidos, para lo cual es fundamental el<br />

reconocimiento de algunos de sus rasgos morfológicos. Se pueden<br />

encontrar gusanos adultos, formas larvarias y huevos. 6,10<br />

Nematodos<br />

Estados adultos. En los cortes de tejido los nematodos adultos<br />

pueden presentar tamaños variables; en secciones transversales<br />

aparecen como elementos cilíndricos o circulares de simetría<br />

bilateral, sin coloración propia y en los cuales se<br />

reconocen de fuera a dentro una cutícula trilaminar compleja,<br />

una epidermis sincicial, cordones musculares longitudinales,<br />

el espacio seudocelómico o seudocele y diferentes órganos internos<br />

según el nivel de la sección, incluyendo tubo digestivo,<br />

aparato excretor, sistema nervioso, a veces órganos sensoriales,<br />

y órganos del aparato reproductor de acuerdo con el sexo del<br />

gusano. La cutícula puede ser lisa o con estrías y puede presentar<br />

varios tipos de modificaciones, anteriores y posteriores, que<br />

son particulares de algunas especies y que facilitan su diagnóstico<br />

morfológico.<br />

Estados larvarios. Las larvas de nematodos encontradas<br />

en el ser humano varían marcadamente de tamaño. Hay larvas<br />

desde microscópicas hasta de 2 o 3 cm de largo; tienen, en<br />

general, la misma estructura interna del gusano adulto, pero<br />

son evidentemente más pequeñas, su cutícula mide menos de<br />

1 μm de espesor, muestran finas alas laterales simples o dobles,<br />

tienen un aparato reproductor masculino o femenino, músculos<br />

y cordones laterales rudimentarios; las columnas excretoras<br />

son frecuentemente prominentes, el intestino puede o no<br />

mostrar lumen; y la cavidad corporal puede ser poco notoria.<br />

Las larvas pueden ser identificadas en cortes transversales por<br />

su morfología básica, rasgos peculiares de algunas especies y<br />

por su tamaño: las larvas de Toxocara, Strongyloides, Ancylostoma<br />

y Necator miden menos de 24 μm de diámetro, las larvas<br />

de Ascaris y Bayliascaris miden de 50 a 65 μm de diámetro, y<br />

las larvas de Anisakis y otros miden de 0.2 a 0.8 mm de diámetro.<br />

En las filariasis humanas es su estado prelarval o microfilaria<br />

el que aparece en los tejidos; éstas se observan como elementos<br />

cilíndricos y alargados de 7.5 a 10 μm de diámetro<br />

por 240 a 300 μm de longitud; algunas poseen una envoltura,<br />

si bien Wuchereria bancrofti, Brugia malayi y Loa loa y<br />

otras carecen de esta vaina (Onchocerca volvulus, D. perstans<br />

y M. ozzardi). La morfología de las microfilarias es semejante<br />

a la del estado adulto, pero no poseen un aparato reproductor<br />

desarrollado.<br />

Huevos. Cuando se encuentran huevos de nematelmintos<br />

en muestras de biopsias, éstos presentan las mismas características,<br />

en cuanto a forma y tamaño, que las observadas en los<br />

análisis parasitológicos habituales. Sin embargo, en su evaluación<br />

deben considerarse las modificaciones atribuibles a los<br />

procesos histológicos, incluidas la fijación, las secciones y tinciones<br />

(figuras 12-25 a 12-38). 6,9,10,11<br />

Trematodos<br />

Cuando se encuentran trematodos seccionados transversalmente<br />

en cortes tisulares, éstos aparecen como estructuras lentiformes<br />

de simetría bilateral, sin coloración propia, y conformados<br />

por una cutícula relativamente simple, una epidermis<br />

sincicial compleja que incluye algunas espinas, núcleos y glándulas,<br />

y un parénquima que aloja un sistema linfático tubular,<br />

y dependiendo del corte se observan partes del tubo digestivo y<br />

aparato excretor y del sistema reproductor masculino y femenino.<br />

6,10 Los huevos de los trematodos son característicos (figuras<br />

12-39 a 12-44).<br />

Cestodos<br />

Los gusanos adultos ocupan espacios luminales y se observan<br />

en los cortes histológicos como estructuras acintadas y de simetría<br />

bilateral; están compuestas por una cutícula con microvellosidades<br />

que terminan en espinas, un citoplasma proximal y<br />

distal, una capa muscular circular y una longitudinal, y un parénquima<br />

que contiene principalmente un aparato excretor<br />

canalicular y órganos sexuales de ambos sexos; carecen de tubo<br />

digestivo. 6,10 Los estados larvales de los cestodos son fácilmente<br />

reconocibles (figuras 12-45 a 12-50, 12-51).<br />

Artrópodos<br />

Los artrópodos que afectan al ser humano pertenecen a varios<br />

grupos zoológicos. Desde el punto de vista morfológico es preciso<br />

considerar a aquellos que invaden o colonizan tejidos, producen<br />

enfermedad y que pueden pesquisarse en biopsias. En<br />

corte de tejido es factible encontrar pentastómidos, en particular<br />

Linguatula serrata y Armillifer spp.; en la forma visceral la<br />

presencia de estos artrópodos se asocia a un proceso inflamatorio<br />

con granulomas.<br />

En la demodicosis y escabiosis, los artrópodos se identifican<br />

fácilmente en los cortes de piel; en la primera Demodex fo-<br />

Figura 12-51. Linguatula serrata pulmonar. H&E 40.


CAPÍTULO 12 Anatomía patológica de las parasitosis 103<br />

lliculorum, que mide 0.4 cm de largo, se localiza generalmente<br />

en los folículos pilosos y a veces en el tejido perifolicular. En la<br />

escabiosis, se encuentran artrópodos machos, hembras y deposiciones,<br />

en cantidades variables de acuerdo con el tipo de cuadro;<br />

en la sarna noruega hay una hiperplasia de la epidermis y<br />

abundantes ácaros.<br />

Los cuadros asociados a moscas se presentan como diversas<br />

miasis: la miasis cutánea, que es la más frecuente, tiene una<br />

forma superficial en la cual hay invasión de la epidermis y dermis<br />

superior, y una forma más profunda en la cual están comprometidas<br />

la dermis e hipodermis. Otros tipos de miasis son<br />

la asociada a úlceras, quemaduras y tejidos desvitalizados; la<br />

miasis ocular; la miasis intestinal, la miasis urogenital y miasis<br />

de los oídos. En el caso de las pulgas, Tunga penetrans produce<br />

la tungiasis que afecta a la piel, cuya biopsia muestra invasión<br />

epidérmica por un artrópodo con un exoesqueleto,<br />

músculos estriados y huevos (figuras 12-52 a 12-61) característicos.<br />

6,10<br />

Referencias<br />

1. Atias A, Neghme A. Parasitología clínica, 2a. ed. Mediterráneo,<br />

Santiago, Chile, 1985.<br />

2. Beever P, Jung R, Cupp E. Parasitología clínica. Salvat,<br />

Barcelona, 1986.<br />

3. Chapman H, Connor D. Pathology of tropical and extraordinary<br />

disease. Armed Forces Institute of Pathology,<br />

Washington, 1976.<br />

4. Choi W, Chu J, Jiang M et al. Analysis of parasitic disease<br />

diagnosed by tissue biopsy specimens at Kyung Hee<br />

Medical Center (1984-2005) in Seoul, Korea. Korean J<br />

Parasitol 48(1):85-88. 2010.<br />

5. Faust E, Russell P, Jung R. Parasitología clínica. Salvat,<br />

Barcelona, 1974.<br />

6. Gutiérrez Y. Diagnostic pathology of parasitic infections,<br />

2a. ed. Oxford University Press, Nueva York, 2000.<br />

7. Mierowitz R. The pathology of opportunistic infections.<br />

Raven Press, Nueva York, 1983.<br />

8. Oddó D. Infecciones por amebas de vida libre. Comentarios<br />

históricos, taxonómicos y nomenclatura, protozoología<br />

y cuadros anatomoclínicos. Rev Chil Infectología,<br />

23(3):200-214. 2006.<br />

9. Procop G, Wilson M. Infectious disease pathology. Clinical<br />

Infectious Diseases, 32:1589-1601. 2001.<br />

10. Woods G, Gutiérrez G. Diagnostic pathology of infectious<br />

diseases. Lea & Febiger, Filadelfia, 1993.<br />

11. Woods G, Walter D. Detection of infection or infectious<br />

agents by use of cytologic and histologic stains. Clinical<br />

Microbiology Reviews 382-404. 1996.


Capítulo<br />

13<br />

Epidemiología y parasitosis*<br />

Marisa Torres<br />

Introducción<br />

La epidemiología es una disciplina que estudia la distribución<br />

de la enfermedad y sus determinantes en las poblaciones humanas.<br />

El término “epidemiología” proviene del griego, donde epi<br />

significa “arriba”; demos, “pueblo”, y logos, “estudio o tratado”.<br />

La epidemiología realiza estudios sobre un pueblo o comunidad,<br />

en lo referente a procesos de salud y enfermedad. Es una<br />

ciencia básica y práctica fundamental de la salud pública, cuya<br />

función principal es determinar la frecuencia y las tendencias<br />

de exposición a factores marcadores que se asocian con daño o<br />

enfermedad para intervenir. El objeto final de la epidemiología<br />

como disciplina de la salud pública, es realizar aportaciones<br />

destinadas a mejorar la salud de la población.<br />

Las infecciones parasitarias, tema que motiva este capítulo,<br />

tienen una amplia distribución geográfica mundial y están estrechamente<br />

relacionadas con el nivel de desarrollo humano<br />

(DH) de las comunidades y con la calidad de vida (CV) de las<br />

poblaciones. 5,15 El concepto de desarrollo humano considera el<br />

proceso de incremento de las opciones que tienen las personas,<br />

y el aumento de sus capacidades para realizar los modos de vida<br />

que consideran deseables de acuerdo con sus valores. DH significa<br />

crear un entorno en que las personas puedan hacer plenamente<br />

realidad sus posibilidades y vivir en forma productiva y<br />

creadora de acuerdo con sus necesidades e intereses. 27<br />

El DH incorpora las siguientes dimensiones: la potenciación,<br />

la cooperación, la equidad, la sustentabilidad y la seguridad.<br />

La potenciación se refiere al aumento de las capacidades<br />

de la gente para actuar a favor de sus objetivos y para incidir en<br />

el ambiente en que vive. La cooperación resalta la participación<br />

y el sentimiento de pertenencia en las múltiples redes sociales<br />

que generan la necesaria cohesión social, desde la familia hasta<br />

los procesos transnacionales. La equidad alude, más que a la<br />

igualación de ingresos y riquezas, a las condiciones básicas de<br />

la existencia y al acceso a las oportunidades para su despliegue.<br />

La sustentabilidad remite a la equidad intergeneracional, actuando<br />

hoy para asegurar la oportunidad de las nuevas generaciones<br />

de construir en forma libre sus vidas. La seguridad apunta<br />

al derecho de estar libre de riesgos evitables, de amenazas<br />

crónicas y de perturbaciones súbitas en la tarea de construir la<br />

propia vida. Esta dimensión va más allá de la seguridad física y<br />

de la seguridad jurídica, aunque las incluye. El concepto de CV<br />

aborda aspectos similares al del DH, tales como salud física,<br />

psicológica, social y ambiental de individuos y comunidades;<br />

ambos conceptos se utilizan en forma paralela o complementaria<br />

y poseen indicadores que permiten valorarlos y compararlos<br />

en el tiempo y el espacio.<br />

Con una mirada al futuro en este capítulo, se desea presentar<br />

algunas estrategias epidemiológicas disponibles para aportar<br />

al estudio de las parasitosis en el contexto del DH de las comunidades.<br />

Epidemiología y parasitosis<br />

Las parasitosis constituyen un modelo de estudio epidemiológico<br />

que presenta grandes desafíos, ya que reúnen variables de gran<br />

complejidad, entre ellas: diversidad morfológica, variedad de ciclos<br />

evolutivos, multiplicidad de mecanismos de transmisión.<br />

Muchas infecciones parasitarias son zoonóticas, como hidatidosis,<br />

toxocariasis, distomatosis, toxoplasmosis, esquistosomiasis.<br />

Algunas parasitosis además se transmiten a través de vectores<br />

biológicos, lo que aumenta su complejidad y su control, siendo<br />

la malaria la zoonosis vectorial que mejor las representa. 31<br />

La epidemiología aporta al conocimiento de las parasitosis<br />

al: 1) identificar factores de riesgo de infecciones y enfermedades<br />

parasitarias, daños y muerte; 2) describir la historia natural<br />

de las infecciones y enfermedades; 3) identificar individuos<br />

y poblaciones de mayor riesgo; 4) identificar y priorizar problemas<br />

de salud pública; 5) monitorizar infecciones y enfermeda-<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Autoevaluación, la cual se encuentra disponible para el lector en el Centro de Aprendizaje en línea (On-line Center)<br />

vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

104


CAPÍTULO 13 Epidemiología y parasitosis 105<br />

des en el tiempo; 6) evaluar la eficacia y efectividad de programas<br />

de tratamiento y control; 7) proveer información útil en la<br />

planificación en salud y en la toma de decisiones para establecer<br />

programas y prioridades; 8) dar asistencia en programas de salud<br />

pública, y 9) proveer comunicación y difusión de información.<br />

16<br />

El método epidemiológico y el método clínico surgen del<br />

método científico, y les dan estructura y rigurosidad a los estudios<br />

(cuadro 13-1*). Hoy, más que nunca, se requiere que la<br />

epidemiología aporte al conocimiento de la parasitología, para<br />

poder generar decisiones apropiadas en las áreas del diagnóstico,<br />

de la terapia, de la promoción y de la prevención.<br />

Es necesario realizar estudios que generen nuevas evidencias<br />

sobre las necesidades en salud existentes en este campo.<br />

Esto es requisito para elaborar políticas públicas que promuevan<br />

el DH y la CV de las poblaciones, como protección de<br />

enfermedades parasitarias crónicas y agudas, que perpetúan el<br />

círculo de la pobreza social.<br />

El método epidemiológico requiere planificación, en el<br />

cual se deben incluir aspectos como: ¿qué se desea estudiar?<br />

(objetivos); ¿a quién se desea estudiar? (universo, límites y selección<br />

de variables); ¿cuándo? (límites de espacio); ¿cómo?<br />

(tipo de estudio, metodología); ¿con qué? (recursos: humano,<br />

materiales y equipo, económicos). El método epidemiológico<br />

se puede homologar al método científico y al método clínico;<br />

los tres métodos tienen fases de trabajo similares.<br />

La epidemiología trabaja también en estrecha relación con<br />

la estadística, disciplina complementaria, que exige de toda investigación<br />

epidemiológica precisión, veracidad y utilidad.<br />

Cada estudio o investigación epidemiológica requiere de un<br />

diseño apropiado que responda a los objetivos que se plantea el<br />

investigador. En el estudio epidemiológico se utilizan tradicionalmente<br />

tres grandes tipos de diseños: descriptivos, analíticos<br />

y experimentales (cuadro 13-2). 6<br />

La epidemiología descriptiva tiene como función especificar<br />

cómo se distribuye una enfermedad o evento en una población,<br />

en un lugar y en un momento determinado, cuál es su<br />

frecuencia e identificar los condicionantes asociados a ella. La<br />

epidemiología analítica observacional examina una hipótesis,<br />

que analiza y de acuerdo con este análisis, aprueba o rechaza<br />

apoyada en múltiples pruebas estadísticas. De acuerdo con<br />

las conclusiones de estos estudios, elabora inferencias de asociación<br />

o relaciones causales entre variables.<br />

La epidemiología analítica experimental analiza hipótesis<br />

y utiliza grupos de comparación. En este tipo de diseño, el investigador<br />

interviene activamente en el manejo y control de la<br />

exposición, especificando las condiciones del estudio, seleccionando<br />

los grupos de tratamiento y la naturaleza de las intervenciones,<br />

es decir, controla el proceso de la investigación e introduce<br />

las modificaciones necesarias para su realización.<br />

* N. del E.: Los números de cuadros marcados en color rojo no aparecen en el<br />

impreso, pero el lector puede tener acceso a ellos en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está<br />

en la cuarta de forros de este libro.<br />

Para llevar a cabo cada estudio epidemiológico se requiere<br />

información de calidad cualitativa o cuantitativa, que generalmente<br />

se obtiene a través de instrumentos como encuestas, fichas,<br />

entrevistas en profundidad, que pueden provenir de fuentes<br />

de información primarias, por ejemplo, sujetos en estudio,<br />

o secundarias, a partir de registros realizados previamente,<br />

como fichas e informes de exámenes.<br />

Tradicionalmente los estudios epidemiológicos de las parasitosis<br />

han sido descriptivos, aunque en las dos últimas décadas<br />

han aumentado los estudios analíticos, en especial de casos y<br />

controles, cohortes y ensayos clínicos controlados. A través de<br />

los estudios analíticos se pueden estudiar interacciones de las<br />

diferentes variables que intervienen en un fenómeno determinado<br />

a través de diversos tipos de análisis, entre ellos regresiones<br />

logísticas, o modelos de análisis univariados o multivariados.<br />

Un aporte interesante de la epidemiología a la clínica surgió<br />

en 1990 en la Universidad de McMaster y se ha conocido como<br />

medicina basada en evidencia (MBE). Este concepto tiene sus<br />

raíces en un grupo de epidemiólogos clínicos que desde 1970<br />

preparan artículos en los cuales aconsejan a los clínicos sobre<br />

cómo deben leer las revistas clínicas y cómo se deben aplicar los<br />

datos de la literatura científica a la atención médica directa de<br />

los pacientes. La MBE es un enfoque que integra las mejores<br />

evidencias disponibles a la pericia clínica y los valores del paciente,<br />

para optimizar los desenlaces clínicos y la calidad de vida.<br />

Con la MBE se reconoce que la intuición y la experiencia clínica<br />

no sistemática y la base fisiopatológica teórica especulativa son<br />

bases insuficientes para la toma de decisiones clínicas. 19 La MBE<br />

requiere de estudios que generen evidencia para la correcta toma<br />

de decisiones. Un tipo especial de estudio de la MBE son los<br />

metaanálisis. Estos estudios corresponden a una revisión sistemática<br />

con empleo de métodos estadísticos específicos que permiten<br />

combinar y resumir los resultados de varios estudios. Lamentablemente,<br />

aunque se han realizado esfuerzos pioneros, hoy<br />

día existe un déficit de investigaciones analíticas y de metaanálisis<br />

en el campo de la parasitología, lo que se transforma en una<br />

oportunidad de investigar en este gran campo del conocimiento.<br />

Entre los múltiples aportes de la epidemiología al campo<br />

de la parasitología, se pueden mencionar:<br />

• Identificación de necesidades.<br />

• Identificación de prioridades en salud.<br />

• Identificación de las causas de un evento.<br />

• Mediciones de riesgo ante exposiciones peligrosas.<br />

Son muy valiosos los aportes de la epidemiología a la evaluación<br />

de la efectividad de una medida de prevención o tratamiento,<br />

y las evaluaciones del impacto de las actividades sobre<br />

sujetos, comunidades y medio ambiente.<br />

Cambios en el escenario<br />

de las parasitosis<br />

La demografía y la vigilancia epidemiológica permiten valorar<br />

la magnitud de los fenómenos parasitarios. La demografía


106 PARTE I Parasitología general<br />

precisa las características poblacionales de número y género, y<br />

la vigilancia epidemiológica es una estrategia que monitoriza<br />

eventos de salud de interés. Las parasitosis aumentarán su importancia<br />

a futuro, por los cambios demográficos que se avecinan;<br />

a esto se suman los cambios biológicos de los agentes, que<br />

son variados e imprevisibles y los cambios culturales que vive la<br />

población con sus modelos de globalización. Frente a desastres<br />

naturales, es conocido que las enfermedades parasitarias locales<br />

resurgen y requieren de estrategias puntuales de control específicas.<br />

30 A esto se agrega que algunos parásitos, por ejemplo,<br />

Cryptosporidium spp., Toxoplasma gondii y Naegleria fowleri<br />

también pueden ser utilizados como agentes de bioterrorismo,<br />

una amenaza reciente, un desastre provocado por algunos grupos<br />

humanos. 1<br />

La sociedad debe prepararse para atender estos cambios<br />

sociales que involucran mayores demandas sanitarias. Pero la<br />

realidad de las poblaciones no es homogénea en el mundo; existen<br />

numerosas desigualdades, entre ellas las económicas, que<br />

pueden ser visualizadas por el producto interno bruto (PIB)<br />

de cada zona geográfica. La población mundial, separada por<br />

grupos poblacionales según distribución geográfica, presenta<br />

heterogenidad del PIB de 1990 de su proyección en el tiempo<br />

hasta 2020 (cuadro 13-3).<br />

De acuerdo con la proyección estimada para el año 2020,<br />

se espera que el conjunto de la población crezca en 27.3%.<br />

Preocupan las tasas de crecimiento previstas para África subsahariana,<br />

de casi 70%, y para el Medio Oriente de casi 53%; esta<br />

última proyección también incluye las antiguas Repúblicas Soviéticas<br />

del sur y del este, de cultura fundamentalmente islámica.<br />

El crecimiento explosivo de la población superará la capacidad<br />

de los sistemas económicos regionales para alimentar y<br />

alojar tales masas y la del sistema sanitario para cuidar de los<br />

enfermos. Incluso el incremento de 27.2% previsto para América<br />

Latina, el Caribe y de 26.7% para el sudeste asiático y sus<br />

islas es superior a lo que las naciones de estas regiones pueden<br />

asimilar dadas sus actuales condiciones de salud e infraestructura<br />

de sus servicios sanitarios. El África subsahariana es una<br />

zona que presenta altas tasas de prevalencia de enfermedades<br />

infecciosas, mucha comorbilidad de HIV, TBC y parasitosis,<br />

situación que se repite en India, China y en menor grado en<br />

Latinoamérica. 9,24<br />

Los paradigmas clásicos de la tríada ecológica (agente,<br />

hospedero, ambiente) varían. Se observan cambios biológicos<br />

en los agentes parasitarios, tanto en el comportamiento de especies<br />

conocidas como con la aparición de agentes emergentes<br />

en determinados territorios, como Cyclospora cayetanensis y Enterobius<br />

gregorii y el aumento en el número de casos de anisakiasis<br />

en Chile y Latinoamérica. 28,29 Hoy se describen nuevas<br />

formas de transmisión de infecciones que antes no se conocían,<br />

por ejemplo, transmisión por vía oral de T. cruzi en un brote de<br />

tripanosomiasis americana en Santa Catarina, Brasil, en 2005. 2<br />

La complejidad biológica de los organismos eucariontes ha limitado<br />

el desarrollo de vacunas para las parasitosis de humanos;<br />

recientemente se han logrado avances en algunas parasitosis<br />

animales. 25<br />

Gracias a los avances de la biotecnología diagnóstica, especialmente<br />

la biología molecular, se ha conocido más sobre la<br />

historia natural de las enfermedades. En situaciones en que se<br />

consideraba que la presencia del parásito no provocaba daño,<br />

gracias a estos métodos diagnósticos se ha evidenciado que el<br />

daño es continuo, por lo que es preciso intervenir y tratar precozmente<br />

al paciente, por ejemplo, en enfermedad de Chagas.<br />

En otras infecciones, como toxocariasis y anisakiasis, se han<br />

evidenciando nuevas formas de presentación clínica, como síndromes<br />

inmunoalérgicos, estados asmáticos, etcétera. 3,23<br />

A fin de valorar la magnitud de los procesos infecciosos en<br />

las comunidades se utiliza la vigilancia epidemiológica, estrategia<br />

que recolecta datos en forma oportuna y sistemática, información<br />

sobre número de eventos (enfermedades o factores de<br />

riesgo) en estudio en una población determinada. El análisis e<br />

interpretación de dichos datos, la difusión de sus resultados y<br />

sus recomendaciones permiten controlar y evitar nuevas infecciones.<br />

Conceptualmente se puede decir que se trata de la recolección<br />

de la información para la acción. El registro y recolección<br />

de datos se realiza a partir de esquemas de monitoreo,<br />

vigilancia de puntos centinela (claves), o investigaciones programadas<br />

que permiten elaborar indicadores de vigilancia y<br />

eficacia. La recolección de datos está basada en la Clasificación<br />

Internacional de Enfermedades (CIE-10), catálogo de diagnóstico<br />

de categorías a las que se les asignan enfermedades, causas<br />

externas y motivos de atención médica de acuerdo con criterios<br />

aprobados por la Organización Mundial de la Salud.<br />

La monitorización de infecciones parasitarias permite:<br />

• Detectar cambios bruscos en la aparición y distribución de<br />

las infecciones.<br />

• Valorar las tendencias y patrones de las infecciones.<br />

• Identificar cambios en los factores de agentes y hospederos.<br />

• Detectar cambios en las prácticas en salud.<br />

• Conocer de manera continua el comportamiento epidemiológico<br />

de las patologías seleccionadas, sujetas a vigilancia,<br />

para ejecutar medidas eficaces y oportunas de intervención.<br />

La información obtenida en la vigilancia epidemiológica se<br />

analiza e interpreta de manera oportuna para ser difundida en<br />

diferentes medios científicos y comunitarios. A partir de ellos,<br />

técnicos y expertos intervienen en el control y prevención de<br />

brotes y de problemas endémicos. Conceptualmente se puede<br />

decir que la vigilancia epidemiológica trata de generar información<br />

para la acción. Los sistemas de vigilancia epidemiológica<br />

mundial han aportado tanto al registro de infecciones de notificación<br />

obligatoria, como al estudio de infecciones prevalentes,<br />

y permiten detectar infecciones emergentes y reemergentes.<br />

13 Tradicionalmente se utilizan indicadores para expresar<br />

medidas de magnitud o riesgo, entre ellos: tasas, riesgo relativo,<br />

riesgo atribuible; a estos indicadores se han incorporado nuevos<br />

indicadores para medir la carga o el peso de los problemas de<br />

salud en una comunidad como AVAD (carga de discapacidad y<br />

años perdidos por muerte). Estos indicadores permiten priori-


CAPÍTULO 13 Epidemiología y parasitosis 107<br />

zar problemas, sobre todo cuando hay escasez de recursos (cuadro<br />

13-4).<br />

De acuerdo con estimaciones de Murray y López, basados<br />

en extrapolaciones de 1990 para 2020, se puede observar que la<br />

categoría de enfermedades infecciosas y parasitarias se encuentra<br />

como la primera en orden de importancia de acuerdo con la<br />

pérdida de años de vida saludable (AVAD). Aún así, hay que<br />

señalar que se espera que la carga de todas las enfermedades<br />

infecciosas y parasitarias descienda en alrededor de 27%, con la<br />

única excepción del HIV/sida, cuya carga se cuadruplicará. 10<br />

En el área de la parasitología, muchos países monitorizan<br />

determinadas enfermedades parasitarias. Éstas se encuentran<br />

entre las enfermedades de notificación obligatoria, como: hidatidosis,<br />

enfermedad de Chagas, triquinosis. Esta información<br />

es publicada semanalmente en órganos oficiales, y se encuentra<br />

disponible en Internet para su consulta por expertos. Se realizan<br />

también estudios centinela para vigilar eventuales brotes<br />

epidémicos: monitoreo de presencia de vectores en determinadas<br />

áreas ya controladas, por ejemplo para Anopheles spp., para<br />

Triatoma spp., etcétera.<br />

Las infecciones parasitarias se presentan epidemiológicamente<br />

como: casos aislados, brotes epidémicos, procesos endémicos<br />

y también como epidemias y o pandemias. El modelo<br />

clásico de estudio de los fenómenos de las enfermedades transmisibles<br />

ha sido el estudio del “brote epidémico”. Se entiende<br />

por brote epidémico la aparición de un número inusual de casos<br />

de una enfermedad concreta, infecciosa o no. El brote se<br />

produce en el contexto de una región geográfica delimitada, y<br />

corresponde a un agente etiológico único.<br />

Identificar la existencia de un brote puede ser simple o<br />

muy complejo; cuando una enfermedad tiene una incidencia<br />

baja, un leve incremento de casos hace manifiesto un brote,<br />

pero cuando no hay registro o vigilancia de las tasas de infección<br />

de un agente en una zona, puede ser muy difícil precisar<br />

su existencia. Los brotes pueden ser autolimitados o aumentar<br />

de tamaño y transformarse en epidemias, y las epidemias no<br />

controladas pueden pasar a constituir pandemias.<br />

Para comprender mejor cuándo se produce un brote, se<br />

debe conocer cuál es la magnitud o las tasas de endemia de la<br />

infección a nivel local, es decir, su grado de endemicidad. Se<br />

entiende por endemia la presentación de una enfermedad en<br />

cifras de frecuencia habituales, las que pueden ser bajas, medianas<br />

o altas. Los conceptos de epidemia y brote a veces se confunden,<br />

pues en el fondo significan algo similar. Políticamente<br />

se prefiere hablar de brote, pues genera menos alarma pública.<br />

Generalmente los brotes se presentan como agrupaciones de un<br />

número pequeño de casos que se elevan sobre las tasas endémicas<br />

de una infección determinada.<br />

La magnitud de las infecciones parasitarias se estudia a través<br />

de investigaciones con diseños transversales, series clínicas,<br />

etc. Los viajes y migraciones de las poblaciones han generado<br />

nuevos escenarios y nuevos desafíos, y la nómina de infecciones<br />

autóctonas y no autóctonas en determinados lugares debe ser<br />

revisada con frecuencia, pues están variando. El control de<br />

fronteras y la migración de reservorios es otro aspecto que<br />

debe estar inserto en los sistemas de vigilancia sanitaria gubernamentales,<br />

sobre todo en el área de las enfermedades parasitarias.<br />

Es muy necesario conocer y adoptar las medidas del Reglamento<br />

Sanitario Internacional (RSI) que orienta sobre las<br />

normas de protección sanitaria en distintas situaciones y estar<br />

adscrito a la Red Mundial de Brotes Epidémicos (Goarn), que<br />

es un mecanismo de colaboración técnica entre instituciones y<br />

redes ya existentes que aúnan sus recursos humanos y técnicos<br />

para identificar, confirmar y responder con rapidez a brotes<br />

epidémicos de importancia. 20,21<br />

En relación con el medio ambiente e infecciones parasitarias,<br />

no hay que olvidar que los parásitos comparten su hábitat<br />

y los mecanismos de transmisión con otros microorganismos<br />

(virus y bacterias), y que todos ellos están expuestos a cambios<br />

permanentes de los ecosistemas. Las condiciones y características<br />

ambientales son de gran importancia para la presencia de<br />

ciclos parasitarios, pues muchos agentes parasitarios desarrollan<br />

fases evolutivas en el ambiente o en diferentes tipos de hospederos,<br />

por lo cual están expuestos a las condiciones ambientales<br />

(temperatura, humedad, etc.) variables. Los geohelmintos (Ascaris<br />

lumbricoides, Trichuris trichiuria, Toxocara spp., etc.) requieren<br />

ciertas condiciones para que sus huevos maduren y sigan<br />

en estados viables en el medio. Los cambios ambientales<br />

pueden modificar el hábitat y las prevalencias de las infecciones<br />

en lugares determinados. Como ejemplo, destaca la aparición<br />

de Lymnaea viatrix en zonas donde tradicionalmente no sobrevivía<br />

por las bajas temperaturas. 11<br />

El medio ambiente otorga posibilidades de transmisión y<br />

perpetuación de ciclos evolutivos; las infecciones transmitidas<br />

por contaminación fecal, por ejemplo, se perpetúan porque sus<br />

mecanismos de transmisión (ciclos largo y corto de contaminación)<br />

no han sido interrumpidos. Se evidencia alta contaminación<br />

de suelos y tierras en considerables zonas geográficas,<br />

constituyendo fuentes infectantes, especialmente para niños y<br />

jóvenes. Las infecciones transmitidas por mascotas tradicionales<br />

y no tradicionales, como toxocariasis y toxoplasmosis, también<br />

han comenzado a ser diagnosticadas cada día con mayor<br />

frecuencia. Deben ser de conocimiento de la población para<br />

que adopte las medidas de prevención más adecuadas.<br />

Tríada ecológica y mecanismos<br />

de transmisión<br />

Los adelantos en las ciencias exactas y en las ciencias sociales<br />

han generado nuevos andamiajes y paradigmas de fenómenos<br />

parasitarios. La heterogeneidad en la biología y ciclos de los<br />

agentes biológicos genera diversidad de formas de presentación<br />

clínica epidemiológica. La epidemiología convoca a replantearse<br />

los fenómenos parasitarios que se creían conocidos, para descubrir<br />

los matices de sus complejidades. El modelo epidemiológico<br />

se fundamenta en los principios biológicos de causalidad,<br />

donde participan múltiples factores ligados a la cadena causal<br />

cuyos eslabones susceptibles a estudiar son: agente-ambientehospedero.<br />

Desde el punto de vista epidemiológico se descri-


108 PARTE I Parasitología general<br />

ben dos modos de transmisión de una infección: la transmisión<br />

directa y la indirecta. La transmisión directa o inmediata transfiere<br />

un patógeno desde el reservorio al hospedero susceptible.<br />

El agente infeccioso parasitario, organismo vivo eucarionte<br />

productor de la enfermedad infecciosa parasitaria, se caracteriza<br />

por tener ciertas características específicas como:<br />

• Patogenicidad: capacidad de producir la enfermedad, y diferentes<br />

grados de compromiso y gravedad.<br />

• Invasividad: capacidad de invadir y multiplicarse en los tejidos.<br />

• Dosis infectante: cantidad de microorganismos necesaria<br />

para producir la infección.<br />

• Inmunogenicidad: capacidad de inducción y producción<br />

de anticuerpos como respuesta a sus antígenos.<br />

• Toxigenicidad: capacidad de producción de sustancias tóxicas<br />

a nivel local o general.<br />

• Especificidad: capacidad de producir infección en hospederos<br />

de una o varias especies.<br />

Los agentes parasitarios pueden desarrollarse o reproducirse en<br />

reservorios o fuentes infectantes. El reservorio es lugar donde el<br />

parásito se mantiene, crece y se multiplica. Hay reservorios<br />

específicos para cada parásito. Entre los reservorios habituales<br />

se encuentran: reservorios animados (animales, humanos);<br />

reservorios inanimados (materiales, pisos, muebles). Se denomina<br />

reservorio específico a aquel donde el microorganismo es<br />

capaz de sobrevivir en forma específica; reservorio inespecífico<br />

es el reservorio donde el parásito es capaz de sobrevivir en<br />

distintos hospederos de diferentes especies. A partir del reservorio,<br />

el microorganismo puede infectar directamente un hospedero<br />

susceptible o localizarse por algún tiempo en una fuente<br />

infectante.<br />

El ambiente físico es el que permite la transmisión del<br />

agente desde su reservorio y fuente infectante al hospedero susceptible.<br />

Para ello utiliza diferentes mecanismos de transmisión,<br />

que son distintas estrategias por las cuales el agente infeccioso<br />

es transportado. Entre estos mecanismos se encuentran:<br />

• Contacto directo. Transferencia directa entre hospedero<br />

infectado y hospedero susceptible:<br />

• Transferencia: transmisión por relaciones sexuales (p.<br />

ej., sarna, tricomoniasis); mano contaminada (p. ej.,<br />

enfermedades infecciosas entéricas productoras de enfermedades<br />

transmitidas por alimentos [ETA]).<br />

• Contacto indirecto. El agente infeccioso entra en contacto<br />

con un hospedero susceptible a través de un objeto intermediario,<br />

el cual puede ser:<br />

• Fómite: objeto o material contaminado (juguetes, ropa,<br />

sangre, alimentos).<br />

• Vector mecánico: el agente infeccioso es trasladado en<br />

la superficie del cuerpo o extremidades de un artrópodo<br />

(p. ej., bacterias transmitidas por moscas).<br />

• Vector biológico: el agente infeccioso cumple parte de<br />

su ciclo biológico en el vector (p. ej., Plasmodium spp.<br />

dentro de Anopheles pseudopunctipennis).<br />

• Vía aérea: cuando un agente infeccioso es transportado<br />

en aerosoles desde un hospedero infectado a uno susceptible.<br />

Se denomina puerta de entrada al lugar por donde ingresa el<br />

agente infeccioso al hospedero.<br />

La transmisión por contacto es el principal y más habitual<br />

mecanismo de transmisión, ya sea el contacto directo (por contacto<br />

físico entre fuente y hospedero), o bien indirecto (a través<br />

de fómites contaminados en donde pueden sobrevivir temporalmente<br />

los parásitos).<br />

También se puede producir la transmisión por fómite y<br />

vehículo común. El término fómite se refiere a cualquier objeto<br />

inanimado que puede entrar en contacto con el paciente susceptible<br />

y puede actuar como vehículo de infección. Dentro de<br />

ellos, son vehículo común aquellos elementos habituales que<br />

se ponen en contacto con el paciente tales como alimentos y<br />

agua de bebida, medicamentos e instrumentos. Un vehículo<br />

común es aquel vehículo de infección asociado a dos o más<br />

casos.<br />

El polvo vehiculizador de agentes infecciosos tiende a depositarse<br />

en los lugares bajo las superficies o sobre ellas, pues<br />

son puestos de nuevo en resuspensión por suaves corrientes de<br />

aire producidas por el movimiento de las personas en su actividad<br />

laboral, el sacudimiento de ropa de la cama, la limpieza por<br />

barrido en seco o con aspirados sin filtro.<br />

El hospedero susceptible es un ser vivo que no tiene inmunidad<br />

específica suficiente para un agente infeccioso determinado<br />

y que al entrar en contacto con él, puede desarrollar la<br />

infección. Hay factores que afectan la susceptibilidad del hospedero:<br />

estado nutricional, enfermedades crónicas, fármacos<br />

inmunosupresores, inmunidad natural o artificial, factores genéticos,<br />

barreras defensivas naturales alteradas (quemados). A<br />

las puertas de entrada utilizadas por los patógenos en forma<br />

habitual, hay que agregar las nuevas puertas que se realizan a los<br />

pacientes al someterlos a procedimientos o maniobras instrumentales<br />

diagnósticas y terapéuticas. La apertura de estas nuevas<br />

puertas convierte al hospedero en uno susceptible de una<br />

infección nosocomial.<br />

La transmisión de los agentes parasitarios puede ocurrir a<br />

través de contacto físico directo o contacto persona a persona<br />

a través de la tos, las manos, la piel, los besos o contacto sexual.<br />

La transmisión indirecta se produce cuando el agente es transferido<br />

a través de un medio indirecto, fómite, vectores, partículas<br />

aéreas, agua, comida.<br />

Epidemiología de campo<br />

y parasitosis<br />

En la cadena epidemiológica, es decir, la transmisión del agente<br />

desde una fuente al hospedero susceptible, es importante conocer:<br />

¿cuándo se produjo la exposición?; ¿cuándo aparecieron los<br />

casos?; ¿cuál es el periodo de incubación de la enfermedad? 14<br />

Para lograr conocer estas variables, es importante tener un mo-


CAPÍTULO 13 Epidemiología y parasitosis 109<br />

1. Establecer la existencia de un brote epidémico<br />

2. Verificar el diagnóstico<br />

3. Definir e identificar casos<br />

4. Aplicar epidemiología descriptiva<br />

5. Determinar quién está en riesgo<br />

de enfermarse<br />

6. Desarrollar hipótesis<br />

7. Evaluar hipótesis<br />

8. Refinar hipótesis/conducir estudios<br />

adicionales<br />

9. Implementar medidas de control<br />

y prevención<br />

10. Comunicar hallazgos<br />

Figura 13-1. Pasos en el estudio de brotes parasitarios.<br />

delo de estudio epidemiológico definido, y es allí donde el estudio<br />

de brote epidémico puede ser de gran utilidad. Este diseño<br />

de estudio se inicia con la pregunta: ¿cuándo sospechar un<br />

brote? Es importante para la parasitología el identificar brotes y<br />

lograr su control en forma temprana.<br />

Se puede sospechar un brote a partir de la vigilancia de<br />

ciertos indicadores, o niveles de prevalencia de infecciones, es<br />

decir, a partir de la revisión de datos de vigilancia epidemiológica.<br />

En no pocas ocasiones un brote se sospecha a partir de<br />

observaciones realizadas por profesionales clínicos, enfermeras<br />

o tecnólogos médicos, pacientes o personas relacionadas con<br />

ellos, noticias por medios de comunicación, TV, diarios.<br />

El estudio de un brote es una actividad práctica, necesaria<br />

y muy útil. Este estudio debe ser oportuno, es decir, cuando<br />

está presente el problema; no se trata de producir datos para<br />

una publicación o presentación, aunque es muy útil hacerlo<br />

posteriormente. El fin primero es determinar la fuente y el<br />

agente para cortar la cadena epidemiológica, prevenir nuevos<br />

casos y evitar nuevos brotes. El estudio de un brote que lleva a<br />

identificar la causa que lo produjo, permite establecer nuevas<br />

medidas de control a mediano y largo plazo, programar y disponer<br />

recursos necesarios para su control.<br />

Los brotes pueden ser de diferentes tipos, desde el punto<br />

de vista del tipo de agente (infeccioso: bacterias, virus, hongos<br />

o parásitos), tóxicos, etc.; desde el punto de vista de la fuente:<br />

fuente común (puntual, intermitente, continua) o múltiple.<br />

Un tipo frecuente de brote es la infección transmitida por alimentos<br />

definido como un episodio en el cual dos o más personas<br />

presentan una enfermedad similar después de ingerir alimentos<br />

del mismo origen (incluida el agua) y donde la<br />

evidencia epidemiológica o el análisis de laboratorio implica a<br />

los alimentos o al agua como vehículos de la misma.<br />

Brote de fuente común. Corresponde al brote que resulta<br />

de un grupo de personas expuestas a una fuente común, la que<br />

puede ser puntual, es decir, donde el grupo está expuesto durante<br />

un periodo relativamente breve a la fuente infectante, por<br />

ejemplo: los casos que ocurren dentro de un periodo de incubación.<br />

Como ejemplos se pueden mencionar las personas que<br />

ingieren un agente parasitario en una comida común, tal como<br />

sucede por la ingestión de Blastocystis hominis en verduras o<br />

frutas mal lavadas en un paseo. Se reconoce como brote propagado<br />

(persona a persona) aquel brote que se produce por la<br />

diseminación del agente biológico que se realiza directamente<br />

de persona a persona. Ejemplos de este tipo de brote son los<br />

ocurridos con Cryptosporidium spp. en jardines infantiles. Brote<br />

de infección nosocomial es la presentación de un número<br />

mayor de casos de una infección que los esperados durante un<br />

periodo determinado y en un lugar geográfico delimitado especialmente<br />

institucional: hospital, hogar de adultos mayores,<br />

etc. El estudio de brotes está orientado a identificar la fuente<br />

infectante y el mecanismo de transmisión, con el objeto de<br />

controlar el fenómeno, evitar nuevos casos y nuevos brotes. El<br />

estudio de brotes debe ser oportuno y eficaz.<br />

Se describen diez pasos en el estudio de un brote, los que<br />

pueden realizarse en forma paralela o secuencial, y no necesariamente<br />

en el orden propuesto: 1) establecer la existencia de<br />

un brote epidémico; 2) verificar el diagnóstico; 3) definir e<br />

identificar casos; 4) aplicar epidemiología descriptiva; 5) determinar<br />

quién está en riesgo de enfermarse; 6) desarrollar<br />

hipótesis; 7) evaluar hipótesis; 8) refinar hipótesis/conducir estudios<br />

adicionales; 9) implementar medidas de control y prevención;<br />

10) comunicar hallazgos (figura 13-1).<br />

1. Establecer la existencia de un brote epidémico. Para establecer<br />

la existencia del brote es importante comparar el<br />

número de casos observados, versus el número de casos<br />

esperados. Los casos esperados se pueden obtener a partir<br />

de registros de vigilancia epidemiológica (tasa basal). Los<br />

casos observados deben valorarse a partir del registro de<br />

los casos que se están produciendo en el brote en estudio.<br />

La identificación y el registro de los casos están muy relacionados<br />

con la definición operacional que el equipo investigador<br />

realice del caso sospechoso. 8<br />

2. Verificar el diagnóstico. Es importante verificar el diagnóstico<br />

de brote a través del registro riguroso de los casos<br />

y la confirmación del agente etiológico con exámenes de<br />

laboratorio. Para ello, es importante contar con muestras<br />

para estudio de laboratorio adecuadas y reunir la información<br />

en forma oportuna.<br />

Se confirma un brote cuando se evidencia la existencia<br />

de más pacientes con una infección en particular de lo<br />

usualmente esperado (tasa endémica basal) en ese periodo,<br />

en el lugar geográfico determinado (colegio, institución,<br />

pueblo, etc.). Se puede entender por índice epidémico<br />

a un indicador compuesto por los casos observados<br />

versus los casos esperados. La comparación estadística de<br />

estas tasas de incidencia conducirá al indicador: índice<br />

epidémico. Siempre es necesario contar con información<br />

de línea de base, por lo cual claramente es importante realizar<br />

vigilancia epidemiológica.


110 PARTE I Parasitología general<br />

3. Definir e identificar casos. En el estudio de brote, se<br />

debe realizar una definición de lo que se considerará<br />

como “caso”. Para ello es necesario recopilar toda la información<br />

disponible sobre la presentación de la enfermedad,<br />

es decir, sobre signos y síntomas; esto permitirá<br />

generar una buena definición de casos (caso sospechoso).<br />

Es recomendable, desde el inicio del estudio del brote,<br />

generar una tabla resumen con la información disponible<br />

considerando antecedentes como: identificación del paciente,<br />

nombre completo (en la tabla sólo se colocarán las<br />

iniciales), edad, sexo; características de la enfermedad:<br />

signos y síntomas; aportes de los resultados de exámenes<br />

de laboratorio.<br />

Durante el estudio se irán definiendo: “caso sospechoso”,<br />

“caso probable” y “caso confirmado”. En la elaboración<br />

de la definición de caso sospechoso, es recomendable<br />

partir con una definición amplia. En la definición de<br />

caso sospechoso se debe privilegiar la sensibilidad de la<br />

definición, es decir, captar con ella el mayor número de<br />

casos. En la definición de caso confirmado, se privilegiará<br />

la especificidad de la definición, orientado a determinar la<br />

presencia del agente etiológico del brote. Así, las definiciones<br />

de los conceptos operacionales son:<br />

a) Caso sospechoso. Caso con menos características clínicas<br />

específicas que aquellas típicas que se esperan de<br />

un cuadro clásico de una enfermedad; estos casos no<br />

tendrán confirmación con técnicas de laboratorio.<br />

b) Caso probable. Caso que tendrá características clínicas<br />

o estudios complementarios típicos, o ambas cosas;<br />

estos casos no tendrán confirmación de diagnóstico<br />

de laboratorio.<br />

c) Caso confirmado. Caso que incluirá la confirmación<br />

de laboratorio.<br />

En muchas ocasiones, un pequeño porcentaje de casos<br />

dentro de un brote se confirman con exámenes de laboratorio;<br />

al resto se los considera casos por nexo epidemiológico.<br />

Desde el punto de vista del momento en que aparecen<br />

los casos, se utiliza la denominación de: caso índice,<br />

caso primario y caso secundario. Se entiende por caso índice<br />

el primer caso detectado en la comunidad con el<br />

diagnóstico predefinido en el estudio de un brote o epidemia.<br />

Se considera caso primario al caso que adquiere la<br />

enfermedad a partir de la fuente infectante y caso secundario<br />

a aquel que adquiere la enfermedad a partir de un<br />

caso primario.<br />

Otros conceptos relevantes en el estudio de un brote<br />

son: periodo de incubación, que es el intervalo entre el<br />

contacto inicial de un hospedero con un agente infeccioso<br />

y la aparición de los primeros síntomas asociados a la infección;<br />

tasa de ataque: es el porcentaje de personas que<br />

estaban en riesgo de infectarse en las cuales se produjo la<br />

infección (enfermedad) (TA = número de personas en<br />

riesgo en que se produce cierta enfermedad/número total<br />

de personas en riesgo). La tasa de ataque puede aplicarse a<br />

diferentes elementos presentes en la aparición del brote.<br />

Cuando se estudian enfermedades transmitidas por alimentos,<br />

se aplica una tasa de ataque para cada alimento<br />

sospechoso, por lo que se habla de tasa de ataque específica<br />

para cada factor de exposición en estudio.<br />

4. Aplicar epidemiología descriptiva. En el estudio de<br />

un brote es muy útil seguir los pasos de la epidemiología<br />

descriptiva, es decir, caracterizar en tiempo, lugar y persona<br />

la presentación de los casos. Para la caracterización de<br />

persona se pueden consignar antecedentes como: identificación,<br />

sexo, edad; causa fundamental del ingreso; enfermedades<br />

subyacentes; procedimientos y maniobras empleadas:<br />

cirugía, medicamentos; personal encargado de<br />

la asistencia a los diferentes procedimientos. En la caracterización<br />

de lugar se pueden registrar: sitio, zona, habitación,<br />

etc. En la caracterización de tiempo: fecha de ingreso,<br />

alta, traslados; fecha de intervención, maniobras,<br />

periodo de exposición; fecha de comienzo.<br />

Para lograr dimensionar el fenómeno de la presentación<br />

de un brote, se ha diseñado la presentación gráfica de<br />

los casos, en lo que se ha denominado curva epidémica.<br />

La curva epidémica es una representación gráfica, es decir,<br />

un histograma que representa la distribución de casos<br />

sospechosos en el tiempo, según la fecha de la aparición<br />

de los primeros síntomas. Considera a todos los afectados<br />

en el brote de enfermedad (cada caso está representado<br />

por un pequeño cuadrado). Este histograma es muy útil,<br />

y permite valorar indicadores como magnitud, prolongación<br />

en el tiempo del brote, e incluso orientar sobre el<br />

modo de transmisión del agente etiológico, y el posible<br />

periodo de incubación. En el estudio de brotes, también<br />

se pueden graficar los casos de acuerdo con la ubicación<br />

espacial de ellos en una sala de hospital, u otro factor espacial<br />

relevante. Es muy útil, pues orienta rápidamente a<br />

potenciales fuentes de infección y de esta forma aporta<br />

elementos al estudio.<br />

5. Determinar quién está en riesgo de enfermarse. Para<br />

priorizar las medidas de control es conveniente tener una<br />

orientación sobre qué personas están en riesgo potencial<br />

de infectarse. Para ello es bueno identificar factores de<br />

riesgo, sexo, ubicación, intervención, etc. Esto se puede<br />

obtener realizando encuestas rápidas a personas enfermas,<br />

expuestas y a personal de salud.<br />

6. Desarrollar hipótesis. La hipótesis es un planteamiento<br />

sobre el potencial origen del brote: fuente del agente,<br />

modo de transmisión, exposiciones que causaron la enfermedad.<br />

La hipótesis se fundamenta en los hallazgos realizados<br />

y en antecedentes previos reportados en otros brotes.<br />

La explicación de una hipótesis permite orientar el<br />

estudio.<br />

7. Evaluar hipótesis. La hipótesis planteada debe ser revaluada<br />

de acuerdo con los nuevos antecedentes que se recopilen.<br />

Se puede profundizar el estudio para validar la hipótesis<br />

a partir de estudios epidemiológicos analíticos,<br />

entre ellos estudios de caso y control o de cohorte.


CAPÍTULO 13 Epidemiología y parasitosis 111<br />

8. Refinar hipótesis/conducir estudios adicionales. El análisis<br />

de los datos descriptivos orientará en la elección de estudios<br />

analíticos que permitirán comprobar la hipótesis<br />

sobre la fuente infectante y las vías de transmisión. También<br />

se pueden realizar estudios experimentales adicionales.<br />

Los estudios de cohorte permiten conocer la frecuencia<br />

de casos en relación con los diferentes factores de exposición/riesgo<br />

considerados mediante la comparación de<br />

las tasas respectivas. Los indicadores analizados son la razón<br />

de riesgo (riesgo relativo) o el riesgo atribuible (diferencia<br />

de riesgos) para el factor de exposición estudiado y<br />

su intervalo de confianza. Los estudios de cohorte se utilizan<br />

poco en el estudio de brotes porque en general se trata<br />

de fenómenos de baja incidencia y no se llega a disponer<br />

de un suficiente número de casos. Para establecer la<br />

tasa de ataque preepidémico, es común utilizar una cohorte<br />

de expuestos retrospectiva.<br />

Estudios de casos y controles. Son los más utilizados<br />

en estudios de brotes y permiten conocer la frecuencia<br />

con que se dan los factores de riesgo/exposición considerados<br />

entre los casos y los que no presentan infección<br />

(controles). La expresión de la diferente exposición entre<br />

casos y controles la da la razón de disparidad (odds ratio) y<br />

su intervalo de confianza. Su efectividad va a depender de<br />

la buena elección de controles a comparar con los casos.<br />

Otros estudios observacionales pueden realizarse para<br />

evaluar maniobras o procedimientos. Éstos incluyen entrevistas<br />

al paciente y personal asistencial sobre la forma<br />

de realizar los procedimientos y deben ser comparados<br />

con protocolos escritos. Los hallazgos de laboratorio pueden<br />

también ser un aporte significativo. Para que sean relevantes<br />

es importante que se haya realizado una adecuada<br />

toma de muestra (suficiente, representativa, tomada en el<br />

momento adecuado), y que las técnicas a las que sean sometidos<br />

sean apropiadas y de calidad. En el área de la infectología<br />

en general, han aumentado la diversidad de<br />

técnicas diagnósticas. Esto permite identificar al agente<br />

etiológico con tests bioquímicos, microbiológicos (fenotípicos<br />

y genotípicos: sondas, PCR), y se pueden detectar<br />

indicadores de respuestas del hospedero (inmunológicas,<br />

marcadores específicos). La identificación precisa del agente<br />

tipificado es cada día más rápida y precisa incluso a nivel<br />

de biología molecular.<br />

9. Implementar medidas de control y prevención. Esta<br />

etapa debe realizarse en forma concomitante al estudio del<br />

brote. Cada caso prevenido es un aporte del estudio.<br />

10. Comunicar hallazgos. La comunicación de los hallazgos<br />

debe hacerse hacia la autoridad sanitaria y hacia la comunidad.<br />

En el primer caso, hacia la autoridad y profesionales<br />

del o de los servicios para que estén informados de los<br />

avances en los estudios y de los resultados logrados. La<br />

colaboración de parte de ellos es crucial para el éxito del<br />

estudio. La comunicación de un brote hacia la comunidad<br />

debe realizarse con criterio, con el objetivo de evitar rumores<br />

y alarmas innecesarias, y para contar con la colaboración<br />

y confianza de ella en los futuros estudios. Los hallazgos<br />

deben ser informados en forma honesta, simple y<br />

deben ser orientados a prevenir futuros casos. Los brotes<br />

también deben ser reportados a la comunidad científica,<br />

siguiendo las normativas y el rigor científicos que exigen<br />

congresos y revistas de la especialidad.<br />

Prevención y control<br />

Como parte de la responsabilidad social, los distintos sectores<br />

deben fomentar el conocimiento de estas problemáticas para<br />

motivar y resguardar la abundancia de lo indispensable para todos<br />

(saneamiento, alimentos de calidad, protección, etc.). Es<br />

relevante generar nuevos conocimientos, tanto en la caracterización<br />

de los fenómenos parasitarios a través de investigaciones<br />

analíticas que permitan tomar decisiones basadas en evidencia,<br />

como en innovación tecnológica para responder a estos nuevos<br />

desafíos, como en técnicas diagnósticas o terapéuticas.<br />

Se deben promover políticas sociales proclives a la solidaridad<br />

de unos con otros, no sólo para naciones específicas, sino<br />

con una mirada holística de los pueblos. 4,26 Es de trascendencia<br />

promover el desarrollo y las capacidades de detectar y monitorizar<br />

en forma oportuna, a través de indicadores específicos, las<br />

necesidades de otros pueblos y aportes en su desarrollo. No se<br />

puede perder el foco y no se debe olvidar que todos comparten<br />

el mismo hábitat y el mismo destino como humanidad.<br />

La globalización de los cuidados de la salud es uno de los<br />

aportes de la red de comunicación que crece día a día a través<br />

de Internet. Existen numerosas fuentes de difusión disponibles<br />

en forma gratuita, accesibles para profesionales y pacientes de<br />

todos los lugares del mundo. En el proceso de educación e información<br />

es trascendente utilizar las nuevas tecnologías de la<br />

información y comunicación (TIC-edu), incluso la educación<br />

a distancia vía Internet, para capacitar al personal de la salud.<br />

Se ha considerado que estas estrategias son un salto al futuro,<br />

que se deben aprovechar. 22<br />

En esta era los congresos y los avances en el conocimiento<br />

son más fáciles de difundir y replicar. Entre las falencias de los<br />

programas de control y educación se constata que la falta de<br />

evaluación de la eficiencia y efectividad de los mismos repercute<br />

en su falta de éxito. El autocuidado y el empoderamiento de<br />

las personas es una faceta muy relevante del control de la salud<br />

moderna (figura 13-2). Es importante transmitir en forma<br />

oportuna los conocimientos relevantes a las diferentes comunidades,<br />

es decir, empoderarlas para que ellas tengan su propio<br />

protagonismo y participen activamente en su resolución. 18<br />

Otro aspecto fundamental para comparar y analizar los<br />

resultados en forma adecuada, es el control de calidad y el estándar<br />

de los exámenes de laboratorio utilizados, ya que si no se<br />

cuenta con exámenes de buena calidad, van a producirse sesgos<br />

de selección y errores en el diagnóstico; por tanto, es importante<br />

conocer los requisitos de las tomas de muestra para cada examen,<br />

los aportes reales que puede dar cada técnica, sus limitaciones,<br />

sus características de sensibilidad y especificidad.


112 PARTE I Parasitología general<br />

Empoderamiento<br />

– Reducción de la asimetría de la<br />

información<br />

– Reducción en los costos de<br />

oportunidades de participación<br />

– Ampliación del poder de presión<br />

Comunidad<br />

Baja capacidad para:<br />

– Acción colectiva<br />

– Presión<br />

– Control social sobre<br />

la gestión<br />

Comunidad más autónoma<br />

y proactiva con capacidad<br />

ampliada de intervención<br />

y negociación<br />

Problemas<br />

Necesidades<br />

Figura 13-2. Empoderamiento y participación de la comunidad en un problema de salud.<br />

Sin duda, el avance biotecnológico ha permitido aumentar<br />

el número de técnicas disponibles, y la incorporación de equipos<br />

automatizados ha estandarizado muchas técnicas, disminuyendo<br />

el error humano. Pero no se debe desconocer la realidad<br />

del entorno y es preciso estar consciente de que no siempre están<br />

disponibles todos los recursos diagnósticos en todos los<br />

centros hospitalarios. Actualmente, a través de sistemas computacionales,<br />

se pueden llevar registros de aspectos relevantes<br />

de la dinámica epidemiológica de las infecciones. En la interpretación<br />

de resultados es factible colocar elementos que ayuden<br />

a identificar situaciones de riesgo y a generar alertas para<br />

actuar en forma oportuna. Los resultados deben ser informados<br />

a las autoridades del hospital, al personal de los servicios involucrados<br />

para tomar las medidas correctivas necesarias. Ocasio-<br />

nalmente es necesario informar al público en general cuando<br />

existe esta motivación.<br />

En un mundo que marcha hacia la globalización, la equidad<br />

en salud es relevante. La globalización y la apertura traen<br />

grandes beneficios pero también responsabilidades. Si se considera<br />

que las enfermedades parasitarias seguirán siendo relevantes<br />

para la población mundial por los aspectos antes desarrollados,<br />

el mundo científico debe prepararse para invertir recursos<br />

para lograr el control de estas enfermedades.<br />

Considerando que las parasitosis están muy relacionadas<br />

con factores ligados a la pobreza y falta de educación, se requiere<br />

educar y focalizar esfuerzos para mejorar el desarrollo humano,<br />

la calidad de vida y fortalecer las estrategias de promoción<br />

y prevención de las parasitosis. 7<br />

Referencias<br />

1. Aksoy U. Bioterrorism, parasites as potential bioterrorism<br />

agents and biosecurity studies. Mikrobiyol Bul,<br />

2006;40:129-139.<br />

2. Brasil: hallan el origen del brote de Chagas. La Nación.<br />

Ciencia y Salud. 8 enero 2009.<br />

3. Buijs J, Borsboom G, Germund J, Hazebroek A,<br />

Dondgen P, Knapen F, Neijens H. Toxocara seroprevalence<br />

in 5-years – old elementary schoolchildren. Relation<br />

with allergic asthma. Am Epidemiol, 1994;140:839-846.<br />

4. Campillo A. El concepto de lo político en la sociedad global.<br />

Pensamiento Herder, 2008.<br />

5. Costamagna S, García S, Visciarelli E, Casas N. Epidemiología<br />

de las Parasitosis en Bahía Blanca (Provincia<br />

de Buenos Aires) Argentina Parasitol Latinoam, 1994/<br />

1999;57:103-110.


CAPÍTULO 13 Epidemiología y parasitosis 113<br />

6. Epicentro: Un sitio de apoyo al aprendizaje de la epidemiología.<br />

[On line] Disponible en: < http://escuela.med.<br />

puc.cl/Recursos/recepidem/index.htm.> [Consulta: 23 de<br />

julio de 2008.]<br />

7. Evans T, Whitehead M, Diderichsen F, Bhuiya A,<br />

Wirth M. Desafíos a la falta de equidad en la salud de la<br />

ética a la acción. Organización Panamericana de la Salud,<br />

Fundación Rockefeller, Publicación Científica y Técnica,<br />

2009, Nº 585, 378.<br />

8. Gregg M. Field epidemiology. Oxford University Press,<br />

2002:592 pp.<br />

9. Hobbs C, Voza T, Coppi A, Kirmse B, Marsh K,<br />

Borkowsky W, Sinnis P. HIV Protease Inhibitors Inhibit<br />

the Development of Preerythrocytic-Stage Plasmodium<br />

Parasites. J Infect Dis, 2009;199:134-141.<br />

10. Jenkins D. Mejoremos la salud a todas las edades. Organización<br />

Panamericana de la Salud, Publicación Científica y<br />

Técnica, 2005, Nº 590.<br />

11. Kleiman F, Pietrokovsky S, Paraense W, Wisnivesky-<br />

Colli C. Southern most finding of Lymnaea viatrix Orbigny,<br />

1835 (Pulmonata: Lymnaeidae), intermediate host<br />

of Fasciola hepatica (Linnaeus, 1758) (Trematoda: Digenea),<br />

in urban and rural areas of Patagonia, Argentina<br />

Mem. Inst. Oswaldo Cruz, 2004;99:23-24.<br />

12. López F. Ecología y salud en epidemiología. Enfermedades<br />

transmisibles y crónico-degenerativas, 2ª. ed. Librería Médica,<br />

2006.<br />

13. López J, Abarca K, Perret C, González P, Dabanch J,<br />

Torres M, Solari V. Jofré L, Leone A, Habash L, Cuiza<br />

A, Urzúa M. Serologic evidence of human ehrlichiosis in<br />

persons living close to cases of canine ehrlichiosis in Santiago,<br />

Chile. Int J Infect Dis, 2004;8:S113.<br />

14. Mandell Gerald L, Douglas R. Gordon y Bennet<br />

John E. Enfermedades infecciosas, principios y práctica, 6ª.<br />

ed. 2007; vol 3.<br />

15. Marcos L, Maco V, Teroshima A, Samalvides F, Miranda<br />

E, Gotuzzo E, Parasitosis intestinales en población<br />

urbana y rural en Sandia. Departamento de Puno,<br />

Perú. Parasitol Latinoam, 2003;58:35-40.<br />

16. Merril R, Timmrecke T. Introduction to epidemiology,<br />

4a. ed. 2005.<br />

17. Murray C, López A. The global burden of disease, en:<br />

Jenkins, C. David. Mejoremos la salud a todas las edades:<br />

un manual para el cambio de comportamiento. OPS. Publicación<br />

Científica y Técnica, 2005;590:427.<br />

18. Okabayashi H, Thongthien P, Singhasvanon P,<br />

Waikagul J, Looareesuwan S, Jimba M, Kano S, Kojima<br />

S, Takeuchi T, Kobayashi J, Tateno S. Keys to success<br />

for a school-based malaria control program in primary<br />

schools in Thailand. Parasitol Int, 2006;55:121-126.<br />

19. Okurowski L. Medicina Basada en evidencias, en Nordness<br />

R., Epidemiología y estadística, secretos. Editorial Elsevier<br />

Mosby, 2006:330.<br />

20. Organización Mundial de la Salud. Reglamento Sanitario<br />

Internacional. [On line] Disponible en: http://www.who.<br />

int/ihr/es/index.html [Consulta: 23 de abril de 2008], 2005.<br />

21. Organización Mundial de la Salud. Red Mundial de Alerta<br />

y Respuesta ante Brotes Epidémicos GOARN. [On<br />

line] Disponible en: http://www.who.int/csr/out-breaknetwork/es/,<br />

2000.<br />

22. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo<br />

(PNUD). Desarrollo Humano en Chile. Las Nuevas Tecnologías:<br />

¿un salto al futuro?, 2006.<br />

23. Quevedo S, Echeverría L, Bracamonste T. Alergia a<br />

Anisakis simplex, Ciencia pediátrika, 2004;24:28-33.<br />

24. Raccurt C, Fouché B, Agnamey P, Menotti J, Chouaki<br />

T, Totet A, Pape J. Presence of Enterocytozoon bieneusi<br />

associated with intestinal coccidia in patients with chronic<br />

diarrhea visiting an HIV center in Haiti. Am J Trop<br />

Med Hyg, 2008;79:579-580.<br />

25. Read A, Casey J, Coley A, Foley M, Gauci C, Jackson<br />

D, Lightowlers. Isolation of antibodies specific to a single<br />

conformation dependent antigenic determinant on<br />

the EG 95 hydatic vaccine: Vaccine, 2008;27:1024-1031.<br />

26. Sodaro M. Política y ciencia política, McGraw Hill-Interamericana,<br />

España, 2006.<br />

27. Solana L, Barón M, Real S. Situación nutricional de<br />

preescolares escolares y adolescentes en Valencia, Carabobo,<br />

Venezuela. An Venez Nutr, 2005;18:72-76.<br />

28. Torres M, Canales M, Concha M, Cofre X, Téllez<br />

P. Un caso de anisakiosis en un adulto. Parasitología al<br />

día, 2000;24:3-4.<br />

29. Totkova A, Klobusicky M, Holkova R, Valent M. Enterobius<br />

gregorii-reality or fiction? Bratisl Lek Listy,<br />

2003;104:130-133.<br />

30. Watson J, Gayer M, Connolly M. Epidemics after natural<br />

disasters. Emerg Infect Dis www.cdc.gov/eid;<br />

January vol. 13 Nº 1, enero, 2007.<br />

31. Ying Zhang, Peng B, Hiller J. Climate change and the<br />

transmission of vector-borne diseases: a review. Asia Pac J<br />

Public Health, 2008;20:64-76.


Capítulo<br />

14<br />

Aspectos sociales<br />

de las parasitosis<br />

Rubén Storino<br />

La multiplicidad de los factores sociales y la diversidad de las parasitosis<br />

humanas y su distribución en el mundo dificultan la posibilidad<br />

de un abordaje completo y específico de cada problemática.<br />

Por esta razón el desafío es encontrar puntos comunes que<br />

en alguna medida las enmarcan a todas ellas, no ya desde lo<br />

biológico sino desde lo social.<br />

En este sentido, se expondrá en este capítulo aquellas<br />

“ideas fuerza” que están presentes e incluso son condicionantes<br />

en la mayoría de las parasitosis.<br />

Paradigma de simplificación biologista<br />

El término “paradigma”, según Kuhn, 17 se refiere a toda la<br />

constelación de creencias, valores, técnicas, etc., que comparten<br />

miembros de una comunidad científica. Desde el punto de<br />

vista práctico, puede entenderse o considerarse como un “modelo”<br />

de interpretación y conocimiento.<br />

Por otra parte, el sistema capitalista ha privilegiado, entre<br />

otras cosas, los paradigmas de la división del trabajo y de la<br />

atomización del conocimiento.<br />

En el devenir histórico del mundo, estas dos situaciones<br />

han suscitado un interés cada vez mayor por el conocimiento<br />

de las partes sobre el todo y el aislamiento de los objetos de<br />

conocimiento de sus ambientes.<br />

Siguiendo las afirmaciones de Morin, 23 se vive bajo el imperio<br />

de los principios de disyunción, reducción y abstracción,<br />

producto del “paradigma de simplificación”. De este modo<br />

no hay asociación entre los elementos disjuntos del saber, ni<br />

posibilidad de engranarlos y reflexionar sobre ellos. Se pierden<br />

así tanto la visión holística del problema, como la posibilidad<br />

del pensamiento complejo, el cual aspira a un saber no parcelado,<br />

no dividido, no reduccionista y que ha quedado limitado<br />

casi al “sentido común”.<br />

Las parasitosis humanas son uno de los testimonios más<br />

significativos de esta situación. Desde las parasitosis zoonóticas<br />

transmitidas por perros, pasando por las distintas parasitosis intestinales<br />

hasta llegar a la enfermedad de Chagas, cuyo agente<br />

etiológico es el parásito Trypanosoma cruzi, se han acumulado<br />

cada vez más los conocimientos sobre los distintos aspectos de<br />

estas afecciones, desde los parásitos (agentes etiológicos), pasando<br />

por los mecanismos de transmisión, la epidemiología, 3 las<br />

formas clínicas, la terapéutica, hasta llegar a las complicaciones y<br />

secuelas. Sin embargo, en forma paralela se ha descuidado al ser<br />

humano que las padece, desde el portador al enfermo. Es que ese<br />

abandono del hombre real que las sufre y de la comunidad en<br />

riesgo de contraerla no es casual, porque las parasitosis representan<br />

también el paradigma de las “enfermedades de la pobreza”.<br />

Lo social como eje central<br />

del problema<br />

Si bien los aspectos biológicos y el conocimiento preciso de<br />

cada agente etiológico son esenciales para el diagnóstico y tratamiento<br />

de cada una de las parasitosis, se debe entender que<br />

los aspectos sociales son determinantes en el proceso salud-enfermedad<br />

de estas entidades mórbidas. Son numerosos los estudios<br />

realizados en países subdesarrollados que demuestran la<br />

asociación que existe entre la pobreza y las condiciones higiénicas<br />

limitantes que se relacionan en una alta frecuencia e intensidad<br />

con estas infecciones. 14, 40 Entre los factores sociales y<br />

ambientales más importantes que se asocian a la alta prevalencia<br />

de estas infecciones, se encuentran la falta de agua potable y<br />

fallas en el sistema de eliminación de excreta. En este sentido se<br />

observa la alta frecuencia de parasitosis intestinales en áreas rurales<br />

y marginales urbanas, sobre todo en niños en edad escolar<br />

y preescolar. Con respecto a la vivienda, el caso más significativo<br />

es la transmisión de la enfermedad de Chagas.<br />

Viviendas precarias tipo “rancho”<br />

La enfermedad de Chagas es la enfermedad parasitológica más<br />

significativa que demuestra la estrecha relación entre la vivienda<br />

precaria tipo rancho y el mantenimiento de la endemia.<br />

114


CAPÍTULO 14 Aspectos sociales de las parasitosis 115<br />

Se ha llamado “ciclo enzoótico primitivo” a la preexistencia<br />

del parásito T. cruzi entre triatominos y pequeños mamíferos<br />

en un ámbito ecológico silvestre. Fue el ser humano<br />

quien, al introducirse a vivir en él, creó las condiciones para el<br />

ciclo del que es víctima. 15<br />

A la etapa histórica de la “enzootia primitiva” sigue una<br />

de domiciliación de los triatominos que se instalan en convivencia<br />

con el humano. El contacto masivo de éste con el vector,<br />

creó la endemia de las zonas rurales en un periodo en el que la<br />

deforestación para el cultivo, coincidió con la concentración de<br />

la propiedad agraria. Tareas con mano de obra intensiva como<br />

el cultivo, trajeron trabajadores dependientes a viviendas precarias.<br />

Posteriores fenómenos socioeconómicos condicionaron la<br />

despoblación de amplias zonas agrarias y la suburbanización<br />

generada por la migración interna como “estrategia de supervivencia”.<br />

Ellos originaron la “suburbanización” de la endemia<br />

originaria hasta llegar a afectar las grandes ciudades sudamericanas.<br />

11<br />

Las características propias de la vivienda rancho que favorecen<br />

la proliferación del vector son numerosas: se destaca el revestimiento<br />

de barro o adobe y su rápida agrietación y los métodos<br />

de relleno de tales grietas que ofrecen además nuevos escondrijos<br />

a los triatominos. Los cuadros y objetos fijos constituyen<br />

también oportunidades para el insecto. La poca iluminación<br />

debida al costo y a la consecuente reducción de las ventanas<br />

contribuye a una semipenumbra que también lo favorece. 10<br />

Los factores culturales, como son los señalados para la vivienda<br />

precaria con su frecuente desorganización interior, la<br />

convivencia con animales domésticos, el almacenamiento de<br />

alimentos que atraen a los transmisores silvestres, conectan al<br />

ciclo originario con el nuevo.<br />

El área de prevalencia de la enfermedad de Chagas se ha<br />

superpuesto históricamente con el área de distribución geográfica<br />

de los vectores triatominos, extendiéndose desde el paralelo<br />

43° de latitud norte en el sur de EUA hasta el paralelo 49 de<br />

latitud sur, en Argentina. La enfermedad de Chagas quedaba<br />

así limitada exclusivamente al continente americano.<br />

Como es evidente, resulta factible establecer las condiciones<br />

de vida deficientes en relación con las enfermedades parasitarias<br />

y no sólo con respecto a la vivienda precaria, sino también<br />

por otros aspectos socio-sanitarios como la contaminación<br />

fecal del agua, alimentos y del suelo que favorecen la transmisión<br />

de parásitos intestinales. 30 También existe la frecuente filtración<br />

del contenido de los pozos sépticos precarios o mal<br />

construidos hacia las napas de donde es extraída el agua para<br />

consumir, lo que potencia los mecanismos de contaminación.<br />

En definitiva, todas estas enfermedades parasitarias pueden<br />

enmarcarse en las llamadas enfermedades de la pobreza.<br />

Enfermedades de la pobreza<br />

Es necesario realizar un mejor análisis de un problema tan<br />

complejo, como son las enfermedades de la pobreza, dado que<br />

involucran a múltiples factores, tanto biológicos como sociales,<br />

y en donde deben intervenir diversos conocimientos, ciencias y<br />

disciplinas. Es conveniente desarrollar un temario con base en<br />

interrogantes con sus respuestas correspondientes, a saber: 39<br />

1. ¿Qué se entiende por enfermedades de la pobreza?<br />

2. ¿Cuáles han sido sus antecedentes históricos?<br />

3. ¿Cuáles son las principales enfermedades relacionadas con<br />

la pobreza?<br />

4. ¿Qué distribución geográfica y cifras de prevalencia alcanzan?<br />

5. ¿Cuál es el contexto social, cultural, económico y el marco<br />

político donde se desarrollan?<br />

6. ¿Qué debe entenderse por grupos vulnerables?<br />

7. ¿Qué relación tienen con el modelo médico hegemónico?<br />

8. ¿Cuáles han sido sus relaciones con los grandes paradigmas<br />

de la salud pública en los últimos 50 años?<br />

9. ¿Qué sectores debe incluir la lucha?<br />

10. ¿Cuáles serían las mejores estrategias para combatirlas?<br />

Considérese el siguiente desarrollo de cada una de tales interrogantes.<br />

1. ¿Qué se entiende por enfermedades de la pobreza?<br />

Las enfermedades de la pobreza, también llamadas “olvidadas”,<br />

“desatendidas” e incluso “emergentes”, se definen<br />

por tener las siguientes características comunes, pese a ser<br />

etiológicamente diferentes: a) afectan casi exclusivamente<br />

a comunidades que viven en la pobreza; b) afectan principalmente<br />

a los grupos vulnerables; c) no son objeto de<br />

estudio; d) no causan demasiada mortalidad, pero sí elevada<br />

morbilidad; e) no causan epidemias, pero sí representan<br />

vastas zonas endémicas; f ) no son percibidas como un<br />

problema de salud pública; g) no son prioridad para los<br />

grupos de poder político ni económico; h) no atraen la<br />

atención de los medios; i) no son lucrativas para el sector<br />

privado; j) no presentan interés por parte de las industrias<br />

farmacéuticas para la investigación de medicamentos.<br />

2. ¿Cuáles han sido sus antecedentes históricos?<br />

Históricamente las enfermedades de la pobreza son tan<br />

antiguas como el humano mismo y están ligadas a las<br />

ideas y visiones del mundo de cada época, pero con dos<br />

paradigmas invariables a lo largo del tiempo, como son la<br />

estigmatización de los enfermos y la exclusión social de<br />

estos enfermos a través de distintos mecanismos. En este<br />

sentido, lo que ha variado en cada época han sido los métodos<br />

como se ha ejercido la exclusión social, como por<br />

ejemplo la condena al destierro por padecer lepra en la<br />

antigüedad, el encierro y vigilancia por tener peste en<br />

la Edad Media, el rechazo social por inmoralidad a los<br />

enfermos de sífilis en la Edad Moderna, y la condición de<br />

ocultamiento e indiferencia con los enfermos de áreas rurales<br />

que padecen enfermedades endémicas como la enfermedad<br />

de Chagas en el último siglo. 35 Por otro lado, el<br />

ejercicio de la medicina a lo largo del tiempo también ha<br />

demostrado una diferente actitud por parte de los médicos<br />

y del sistema de salud hacia los enfermos pobres. Ya


116 PARTE I Parasitología general<br />

Platón, en su obra Las leyes, describía cómo actuaban los<br />

médicos en la atención de los esclavos y de los hombres<br />

libres; en el caso de los esclavos se les dedicaba poco tiempo<br />

y se los atendía con “la brusca manera de un dictador”,<br />

a diferencia de los hombres libres, a quienes se les dedicaba<br />

más tiempo, preocupándose por ganarse la confianza<br />

de pacientes y familiares y explicándoles detalladamente<br />

la naturaleza de la enfermedad y los medicamentos que se<br />

les prescribían. 18<br />

3. ¿Cuáles son las principales enfermedades relacionadas con<br />

la pobreza?<br />

Las enfermedades relacionadas con la pobreza se caracterizan<br />

por ser de origen infeccioso, aunque de diferente<br />

etiología, es decir, debidas a parásitos, bacterias y virus,<br />

muchas de ellas compartidas con animales, representando<br />

zooantroponosis y también varias de ellas con la presencia<br />

de la tríada epidemiológica de agente, vector y hospedero.<br />

Las principales enfermedades de la pobreza en el mundo<br />

son las siguientes: cisticercosis, cólera, dengue, dracunculosis<br />

(dracontiasis), ectoparasitosis, enfermedad de Chagas<br />

(tripanosomiasis americana), enteroparasitosis, esquistosomiasis,<br />

fascioliasis, fiebre amarilla, fiebre tifoidea,<br />

filariasis, hantavirus, helmintiasis (teniasis), HIV/sida,<br />

leishmaniasis, lepra, leptospirosis, malaria (paludismo),<br />

oncocercosis, sarna, tracoma, toxoplasmosis, tuberculosis<br />

y uncinariasis. La mayoría de estas entidades zoonóticas<br />

de origen parasitológico e infeccioso, deben considerarse<br />

genuinas patologías regionales con un definido marco<br />

epidemiológico y distribución geográfica con elevadas<br />

prevalencias en poblaciones expuestas al riesgo de padecerlas,<br />

casi exclusivamente gente pobre. 19<br />

4. ¿Qué distribución geográfica y cifras de prevalencia alcanzan?<br />

Las enfermedades de la pobreza se distribuyen por todo el<br />

mundo, pero afectando las áreas geográficas de los países<br />

subdesarrollados, tanto en África como Asia y América,<br />

diezmando a poblaciones pobres y marginadas tanto en<br />

zonas rurales como urbanas. En las áreas rurales predominan<br />

la cisticercosis, enfermedad de Chagas, esquistosomiasis,<br />

leishmaniasis y tracoma, mientras que en las zonas<br />

urbanas y periurbanas se encuentran más frecuentemente<br />

la filariasis y leptospirosis. Por otro lado, la oncocercosis y<br />

la sarna se observan más a menudo en poblaciones indígenas,<br />

mientras que las helmintiasis se instalan en comunidades<br />

extremadamente pobres e indigentes. En cuanto a<br />

la prevalencia, se tienen cifras muy variables, pero en general<br />

de millones, dependiendo de si abarcan varios continentes,<br />

como la helmintiasis, esquistosomiasis y tracoma,<br />

o bien si se limitan a un continente, como en el caso<br />

de la enfermedad de Chagas, que por sus características de<br />

transmisión epidemiológica se circunscribe a la región<br />

americana. Sin embargo, para dar una idea de la magnitud<br />

del problema se puede afirmar que estarían afectadas<br />

de helmintiasis 1 billón de personas, de esquistosomiasis<br />

200 millones, de tracoma 146 millones, leishmaniasis 120<br />

millones, enfermedad de Chagas 24 millones, oncocercosis<br />

18 millones. 12 Incluso la lepra, a la cual la mayoría de<br />

la gente considera una enfermedad del pasado, afecta actualmente<br />

en el mundo a unos 750 000 individuos.<br />

5. ¿Cuál es el contexto social, cultural, económico y el marco<br />

político donde se desarrollan?<br />

El marco político y económico de las enfermedades de la<br />

pobreza está relacionado con el subdesarrollo y con países<br />

pobres. Los determinantes que condicionan la existencia<br />

de estas enfermedades están dados por factores intrínsecos<br />

biológicos, tanto genéticos como adquiridos, como la desnutrición<br />

cuantitativa (carencia de alimentos) y cualitativa<br />

(falta de algunos alimentos) y por factores extrínsecos.<br />

Estos últimos son los más importantes y están relacionados<br />

con las condiciones de vida, siendo los fundamentales<br />

la pobreza, los vectores que transmiten las enfermedades y<br />

las actividades humanas como la deforestación y la alteración<br />

del medio ambiente por el hombre. En este sentido,<br />

en la red de causalidad interviene el contacto con el agente<br />

infeccioso a través de agua contaminada y excreta, facilitado<br />

por la polución de ríos y canales. Entre los problemas<br />

que más se evidencian desde el punto de vista<br />

sociocultural en las poblaciones afectadas, se pueden señalar<br />

los siguientes: a) personas que viven en la pobreza y<br />

que padecen dos o más enfermedades olvidadas o emergentes;<br />

b) enfermedades olvidadas o emergentes que promueven<br />

la pobreza y son una barrera para la educación y<br />

el desarrollo económico; c) afectan tanto a individuos<br />

como a familias y comunidades; d) los pacientes presentan<br />

una alta morbilidad y una marcada estigmatización. 1<br />

6. ¿Qué debe entenderse por grupos vulnerables?<br />

Se consideran grupos vulnerables a aquellos que socialmente<br />

no sólo son pobres, sino que también están marginados<br />

del Sistema. Si bien varían en algunas características<br />

culturales según cada región y país, cabe señalar que los<br />

grupos más vulnerables socialmente y expuestos a padecer<br />

las enfermedades de la pobreza son los siguientes: comunidades<br />

indígenas, indigentes en barrios pobres, campesinos,<br />

africanos, niños pequeños pobres, mujeres embarazadas<br />

pobres, ancianos pobres, individuos institucionalizados<br />

en hospitales psiquiátricos, encarcelados, portadores pobres<br />

de HIV/sida. 1<br />

7. ¿Qué relación tienen con el modelo médico hegemónico?<br />

El modelo médico biologista, individualista, pragmático,<br />

ahistórico, medicalizado y tecnoidólatra, al articularse con<br />

los sectores sociales dominantes, se incorpora protagónicamente<br />

a los saberes y prácticas hegemónicas del poder<br />

en los procesos de producción y reproducción. De modo<br />

que la medicina, a través de este modelo, es funcional al<br />

sistema de apropiación de la salud en términos de beneficio<br />

para unos pocos dominantes en detrimento del bienestar<br />

de los muchos dominados, legitimando el control de<br />

aquéllos sobre éstos. 21 La resultante de esto es que el modelo<br />

médico hegemónico, a través de la formación y ejercicio<br />

de la profesión, ignora las enfermedades de la pobre-


CAPÍTULO 14 Aspectos sociales de las parasitosis 117<br />

za, dado que no interesan dentro de las condiciones y<br />

requisitos que exige la economía de mercado en relación<br />

con la inserción de los profesionales. Obviamente, la medicina<br />

no puede escapar a esta lógica del sistema.<br />

8. ¿Cuáles han sido sus relaciones con los grandes paradigmas<br />

de la salud pública en los últimos 50 años?<br />

Los grandes paradigmas de la salud pública de los últimos<br />

50 años han variado cada 10 años, con predominio de<br />

ciertas características esenciales que han identificado a<br />

cada época. En 1950, la salud se equiparó al estado de<br />

bienestar en relación con la era de la riqueza de las naciones.<br />

En 1960, la salud se asoció a la clásica tríada ecológica<br />

de agente, vector y hospedero como concepción epidemiológica.<br />

En 1970, la salud se identificó con el estilo de<br />

vida, es decir, con los hábitos como causantes de enfermedades<br />

como el tabaquismo, el alcoholismo y el sedentarismo.<br />

En 1980 se pensó la salud desde los servicios y la<br />

importancia del salvamento (“salvataje”) con la capacidad<br />

del rescate en casos de urgencia. En 1990, la salud se tomó<br />

hacia el lado de la genética y cobran importancia todas las<br />

características hereditarias y la interpretación del genoma<br />

humano como explicación de las enfermedades. En 2000,<br />

la salud debe recurrir a la bioética como marco regulatorio<br />

de las transformaciones tecnocientíficas en torno de la<br />

medicina basada en evidencia a fin de evitar conflictos de<br />

intereses y en pos de garantizar el llamado trilema de la<br />

salud, es decir, la calidad, la equidad y la libertad de<br />

la atención médica. 36 Como es evidente, las enfermedades<br />

de la pobreza nunca han sido el paradigma predominante<br />

salvo sólo en lo referido al “dataísmo seudocientífico” de<br />

las cifras de pobres afectados por las distintas enfermedades<br />

transmisibles infecciosas y parasitarias. Es importante<br />

entender que ha llegado la hora de considerar las enfermedades<br />

de la pobreza desde un marco diferente y bajo otra<br />

óptica.<br />

9. ¿Qué sectores deben incluirse en la lucha?<br />

Es preciso incluir, para cambiar la realidad actual, una visión<br />

epistemológica distinta, basada en el paradigma del<br />

pensamiento complejo donde “todo tiene que ver con<br />

todo”. 23 En este sentido, no hay una dicotomía en la realidad<br />

entre las ciencias biológicas y naturales y las ciencias<br />

sociales, y no se contrapone a la filosofía con la ciencia;<br />

vale tanto el saber vulgar tradicional como el conocimiento<br />

científico, y tiene importancia lo cualitativo como<br />

lo cuantitativo. Por tanto, es necesario incluir a varios sectores<br />

relacionados con las enfermedades de la pobreza<br />

como: salud, educación; economía y desarrollo, movilización<br />

social, derechos humanos, y medio ambiente e infraestructura.<br />

10. ¿Cuáles serían las mejores estrategias para combatirlas?<br />

En cuanto a las estrategias, deberían incorporarse nuevas<br />

formas para combatir las enfermedades de la pobreza.<br />

Éstas tendrían que reunir las condiciones de ser: a) integrales,<br />

es decir, complejas y multidimensionales; b) interprogramáticas,<br />

incluyendo varios programas de salud;<br />

c) intersectoriales, brindando nuevas oportunidades para<br />

la interacción, y d) multienfermedades, entendiendo las<br />

polienfermedades y la geografía de éstas. Todas estas intervenciones<br />

e interacciones deberían enmarcarse en las metas<br />

del milenio de la Organización de las Naciones Unidas,<br />

que más allá de que logren cumplirse las intenciones, son<br />

las siguientes: a) erradicar la pobreza extrema y el hambre;<br />

b) educación primaria universal; c) equidad de género;<br />

d) reducir la mortalidad infantil; e) disminuir la mortalidad<br />

en la maternidad; f ) actuar sobre la amenaza de destrucción<br />

constante del medio ambiente. Las posibilidades<br />

y los resultados de que se cumplan estas metas y con ello se<br />

logre la disminución, e incluso la erradicación, de algunas<br />

enfermedades de la pobreza en determinadas regiones del<br />

mundo, dependerían de la fuerza que tenga la bioética. La<br />

mejor estrategia para salvar a la humanidad de estos males<br />

será una bioética comprometida con los derechos humanos,<br />

en una sociedad movilizada y deliberativa para contrarrestar<br />

los efectos indeseables de la globalización, con la<br />

destrucción del medio ambiente y la amenaza de futuras<br />

generaciones que podrían englobar el número de los afectados<br />

por las enfermedades de la pobreza. 13<br />

A la problemática ya analizada del “parcelamiento del conocimiento”<br />

con un enfoque biológico y sin tener en cuenta lo social,<br />

sumado a la “estigmatización y discriminación” que muchos<br />

de los enfermos con parasitosis sufren y en el marco de las<br />

“enfermedades de la pobreza”, cabe agregar los mecanismos de<br />

“ocultamiento” que tienen un papel predominante para imposibilitar<br />

las soluciones necesarias.<br />

Mecanismos de ocultamiento<br />

Los múltiples aspectos de las enfermedades parasitarias, no sólo<br />

desde el punto de vista biológico, psicológico, social y cultural,<br />

sino ya desde lo político y económico, determinan que este<br />

problema sea de difícil solución.<br />

Es necesario entender que la pobreza, marginación y olvido<br />

que sufren la mayoría de los enfermos con parasitosis involucra<br />

a todas las estructuras de poder, pero no exclusivamente a<br />

funcionarios con posibilidades de decisiones sanitarias, sino<br />

también a los intelectuales, más preocupados por mantener sus<br />

intereses personales en las investigaciones que en presionar a la<br />

clase dirigente política en la implementación de soluciones<br />

concretas para los pacientes postergados.<br />

Esta situación compromete no sólo a los afectados directos<br />

al problema, como los pacientes-enfermos y médicos-investigadores<br />

en el marco de un Estado desertor de la salud pública,<br />

sino a los medios de comunicación, a la industria farmacéutica<br />

y a la sociedad toda, quienes por tratarse de enfermedades que<br />

afectan a pobres e indigentes, le dan la espalda, prefiriendo ignorar<br />

la realidad.<br />

Por tanto, y a modo de síntesis, cabe señalar que en el ABC<br />

de la realidad del ocultamiento intervienen varios factores, los<br />

cuales se analizan a continuación.


118 PARTE I Parasitología general<br />

1. Estado. En este sentido cabe señalar que más allá de algunas<br />

soluciones concretas, generalmente parciales, se ha<br />

caracterizado por la formación de una estructura de poder<br />

hegemónico, condicionada política y electoralmente al<br />

gobierno nacional o provincial de turno, en donde se ha<br />

corporativizado una organización de funcionarios más<br />

preocupados por mostrar números de su gestión a fin de<br />

conservar el puesto que en crear una red de participación<br />

con investigadores, médicos y pacientes para “democratizar”<br />

realmente el problema y las posibles soluciones.<br />

Esta impronta de un bloque histórico-hegemónico<br />

que ha tomado las decisiones en torno al problema de las<br />

enfermedades de la pobreza (la mayoría de etiología parasitológica),<br />

no sólo a nivel nacional, sino provincial y municipal,<br />

ha llevado a que mucha de la información recogida<br />

de los boletines y estadísticas oficiales no coincida con<br />

los datos brindados en presentaciones y publicaciones de<br />

congresos y revistas científicas por los trabajos científicos<br />

de investigadores y médicos independientes. 2,22,24,29,33<br />

Esta incongruencia entre las cifras oficiales y las independientes,<br />

ha puesto en duda los “datos” publicados,<br />

como podría hacerlo la decimotercera campanada de un<br />

reloj sobre su funcionamiento. Sin embargo, esto no ha<br />

modificado la actitud de quienes toman las decisiones en<br />

cuanto a una apertura democrática a un análisis de nuevas<br />

políticas de acción que beneficien en forma más directa a<br />

los enfermos que padecen enfermedades parasitarias.<br />

2. Investigadores. La ciencia y sus principales agentes del<br />

conocimiento científico, como son los investigadores, han<br />

aportado grandes adelantos en la comprensión de los múltiples<br />

aspectos de las enfermedades parasitarias.<br />

Evidentemente, esto ha contribuido a incrementar<br />

en una dimensión notable el acervo del conocimiento de<br />

los factores involucrados en el desarrollo de estas enfermedades,<br />

pasando por la biología del parásito hasta el diagnóstico,<br />

estudio y tratamiento del paciente. Por tanto,<br />

desde todo punto de vista es mucho más lo que se sabe<br />

sobre la mayoría de las parasitosis hoy en día que en décadas<br />

pasadas, y en este sentido mucho ha tenido que ver el<br />

aporte científico de los investigadores de distintas disciplinas.<br />

31,32<br />

Sin embargo, del análisis de este avance en el conocimiento<br />

con respecto a su aplicabilidad en la mayoría de<br />

los pacientes, se evidencia que existe una brecha muy<br />

grande, dado que la mayoría de los programas y proyectos<br />

de investigación lo incluyen casi tangencialmente.<br />

De manera tal que se establecen tres rasgos distintivos<br />

que enmarcan la investigación de las enfermedades<br />

parasitarias en un funcionamiento circular que ha beneficiado<br />

a algunos grupos en detrimento de otros y en muchos<br />

casos sin beneficios directos para la gente que las<br />

padece:<br />

a) Otorgamiento de subsidios y becas. En Argentina,<br />

por ejemplo, no ha existido una información abierta<br />

y una accesibilidad democratizada a las posibilidades<br />

de competir por el logro de apoyo económico, con lo<br />

que se ha privilegiado por lo general a aquellos grupos<br />

de investigadores allegados al poder.<br />

b) Continuidad en la línea de investigación. Los logros<br />

científicos han pasado por su aceptación en las<br />

revistas especializadas más que por su valor práctico<br />

de aplicación en la enfermedad.<br />

c) Utilidad en el paciente con parasitosis. En la mayoría<br />

de los casos, éstos han estado al margen de los beneficios<br />

científicos, debido a que muchos de los aportes<br />

han sido logrados por las ciencias básicas, con la<br />

consecuente escasa aplicabilidad y en el caso de investigaciones<br />

médicas, por la falta de recursos económicos<br />

para usarlos.<br />

De manera tal que, más allá de las buenas intenciones de<br />

los investigadores, ha existido un “divorcio” entre su tarea<br />

científica y la aplicación de su trabajo en forma concreta<br />

en beneficio de los pacientes con parasitosis. Por tanto, en<br />

el futuro no sólo deberán replantearse las líneas de investigación,<br />

sino conocerse cuál es el impacto real que tiene<br />

sobre estos enfermos todo el dinero que se invierte investigando<br />

en su nombre.<br />

3. Médicos. Lamentablemente, es necesario decir que los<br />

médicos son los grandes desertores de estas enfermedades,<br />

en especial en los últimos 20 años. Sería demasiado<br />

extenso analizar las causas de esta posición al menos indiferente<br />

con respecto a este problema que nos ocupa; sin<br />

embargo, si se tiene que elegir la principal, sería la económica.<br />

En efecto, la situación de pobreza y muchas veces de<br />

indigencia de los afectados, se convierte en un factor decisivo,<br />

no sólo económico y social, sino también psicológico<br />

y cultural en el abandono y el desinterés de la mayoría de<br />

los profesionales médicos. Obviamente, siempre hay excepciones,<br />

pero éstas no alcanzan a formar un “cuerpo de<br />

reacción” para modificar esta realidad.<br />

El famoso refrán “Todo lugar que no se ocupa, lo<br />

ocupan otros”, es aplicable a esta situación generada por el<br />

desinterés médico, de tal modo que en muchos de los<br />

puestos de decisión clave de las políticas sanitarias para<br />

los pacientes con enfermedades de la pobreza, las funciones<br />

las ejercen bioquímicos, biólogos, químicos, ingenieros,<br />

licenciados en economía, etc. No se trata de analizar<br />

ni comparar si las ejercen mejor o peor de lo que podría<br />

hacerlo un médico en la misma función, sino del enfoque.<br />

Por tanto, es un problema médico, que no tiene el<br />

paradigma médico como modelo necesario para llevar a<br />

cabo políticas de salud que recaigan en forma directa sobre<br />

los enfermos afectados, por la autoexclusión que en<br />

general el plantel médico ha asumido.<br />

La modificación de esta situación debe comenzar por<br />

la Facultad de Ciencias Médicas, delineando un perfil médico<br />

más comprometido con los problemas sociales de la<br />

salud de los pueblos latinoamericanos, para continuar con<br />

un médico que no se deje atrapar por los “cantos de sire-


CAPÍTULO 14 Aspectos sociales de las parasitosis 119<br />

na” del mercado capitalista salvaje, que sólo privilegia enfermedades<br />

de los que tienen capacidad adquisitiva, y finalizando<br />

en sociedades científicas que apoyen toda tarea<br />

asistencial y científica que involucre a pacientes con enfermedades<br />

de la pobreza.<br />

4. Sociedades médicas y científicas. Dedicadas a difundir y<br />

debatir sobre “enfermedades del Primer Mundo”, financiadas<br />

por los intereses comerciales y de la industria, en<br />

especial laboratorios farmacéuticos, quienes por lo general<br />

patrocinan los congresos médicos y científicos para quienes<br />

las enfermedades parasitarias y de la pobreza son “entidades<br />

inexistentes”, de modo que a menudo no las incluyen<br />

en las agendas de eventos científicos.<br />

5. Enfermos. La gran mayoría de estos enfermos carece de<br />

cobertura social y sin embargo requieren tratamientos<br />

prolongados e incluso internaciones. Obviamente el hospital<br />

público es el que ha absorbido estos costos, aunque<br />

con frecuencia no alcance a cubrir las necesidades de estos<br />

enfermos, como en el caso de las complicaciones y<br />

secuelas.<br />

En el caso de que los pacientes deban rehabilitarse y<br />

continuar con un tratamiento ambulatorio, los costos que<br />

esto implica, simplemente por el precio de los medicamentos<br />

y el pasaje en colectivo para asistir a los controles,<br />

hacen prácticamente imposible sostener el seguimiento.<br />

De esta manera, muchos pacientes se convierten en<br />

víctimas no sólo de su enfermedad producto de la pobreza,<br />

sino del sistema que no les puede brindar las posibilidades<br />

de estudio, control y tratamiento que su enfermedad<br />

requiere, dados los altos costos y la situación de<br />

indigencia económica en que viven. 4,34<br />

En esta forma se cierra un círculo vicioso perverso en<br />

donde se pone en evidencia la injusticia en que se debaten<br />

los individuos pobres con enfermedades parasitarias y sobre<br />

todo la enfermedad de Chagas, en un sistema de mercado<br />

neoliberal, con un Estado insolvente. En efecto, vemos<br />

el ejemplo de los pacientes con enfermedad de<br />

Chagas que nacen en la extrema indigencia con necesidades<br />

básicas insatisfechas en ranchos miserables, al alcance<br />

de vinchucas parasitadas; luego no consiguen trabajo por<br />

su situación de “chagásicos”, sufriendo la marginación de<br />

leyes discriminatorias en su “aplicación práctica”, debiendo<br />

sobrevivir de tareas laborales en las condiciones más<br />

indignas, sometidos a los peores esfuerzos físicos, lo que<br />

condicionaría una mayor posibilidad de deterioro en su<br />

salud, finalizando en muchos casos en una miocardiopatía<br />

que no puede ser mejorada por su inaccesibilidad al Sistema<br />

de Seguridad Social y los altos costos que esto implica.<br />

6. Sistema educativo. Nunca hubo interés formal y sostenido<br />

por la problemática de las enfermedades de la pobreza,<br />

como la enfermedad de Chagas y las parasitosis en ninguno<br />

de sus niveles, ya sea primario, secundario o universitario.<br />

Pese a ser una enfermedad endémica y afectar a la<br />

mayoría de las provincias argentinas, por ejemplo, el tema<br />

Chagas prácticamente ni siquiera es tratado en las escuelas<br />

rurales de ese país. 27,28 Si no se aprende y si no se sabe, es<br />

poco lo que se puede hacer.<br />

El autor de este capítulo y su equipo de trabajo han<br />

realizado encuestas en distintas comunidades del interior<br />

de Argentina, que muchas veces conocen más acerca de la<br />

vinchuca y de la enfermedad de Chagas personas adultas<br />

(analfabetas o con muy poca instrucción), que niños que<br />

asisten a la escuela primaria o jóvenes del colegio secundario.<br />

28,37 Esto refleja que el tema Chagas y el significado de<br />

la vinchuca se está aprendiendo más por transmisión oral<br />

de modo no formal, que dentro del sistema educativo formal<br />

que no ha incorporado la problemática de esta enfermedad<br />

para transmitir los conocimientos necesarios para<br />

su prevención en los distintos niveles y en particular en<br />

las escuelas rurales. Algo similar ocurre con el resto de las<br />

enfermedades de la pobreza.<br />

7. Sociedad en general. La gente común, especialmente<br />

aquella que vive en las grandes ciudades, ignora, o trata de<br />

ignorar, la pobreza y la enfermedad de Chagas. Para la<br />

gran mayoría, se trata de un problema del pasado o, en el<br />

mejor de los casos, se la considera una enfermedad endémica<br />

limitada al hábitat de ranchos con vinchucas que<br />

nada tiene que ver con sus problemas y con su vida cotidiana.<br />

Por tanto, permanecen indiferentes y ajenos a esta<br />

realidad. Generalmente ignoran que esta enfermedad<br />

también se puede transmitir de otras formas en las ciudades,<br />

y sólo se preocupan cuando se sienten expuestos al<br />

contagio, como por ejemplo, si se enteran de que la empleada<br />

doméstica tiene la enfermedad de Chagas. Del<br />

mismo modo consideran el resto de las parasitosis y enfermedades<br />

de la pobreza, como producto de la miseria e<br />

indigencia de los pobladores pobres que viven en villas de<br />

emergencia en el conurbano, y que no sólo son ignorados<br />

sino que son vistos como una amenaza social.<br />

8. Medios de comunicación. La gran mayoría de los medios,<br />

tanto prensa escrita, emisiones radiales, como cualquier<br />

programa de televisión, están ausentes de encarar<br />

seriamente la problemática de las enfermedades de la pobreza<br />

y sobre todo la enfermedad de Chagas. En general,<br />

sólo les interesa mostrar datos estadísticos, aunque éstos<br />

sean poco confiables, o bien hacer notas politizadas y sensacionalistas,<br />

es decir, la llamada “prensa amarilla”. Muchas<br />

veces se les otorgan espacios a funcionarios e incluso<br />

a “seudocientíficos” que dicen trabajar en estas enfermedades,<br />

pero lo que en realidad buscan es generar un papel<br />

protagónico en pos de intereses particulares con trasfondo<br />

económico. Pero quien siempre está ausente es quien realmente<br />

sufre el problema, el paciente que las padece, que<br />

por ser indigente y enfermo no tiene marketing en los medios<br />

de comunicación. En algunos casos, y basados sólo<br />

en investigaciones aún en fase experimental, se publican<br />

notas periodísticas que, lejos de brindarles una esperanza<br />

a estos pacientes y, sobre todo, con la enfermedad de Chagas,<br />

terminan generando mucho miedo dado que incluyen<br />

frases desafortunadas por alarmistas e irreales donde


120 PARTE I Parasitología general<br />

se expresa que debido a la enfermedad de Chagas les puede<br />

“estallar el corazón”. Obviamente, esto provoca el llamado<br />

“efecto mariposa en el Chagas”, 38 donde los resultados<br />

que se logran a raíz de una publicación periodística<br />

terminan teniendo un efecto totalmente inverso al que se<br />

quiso demostrar, debido a un manejo equivocado de la<br />

información.<br />

9. Industria farmacéutica. Responde a sus propios intereses<br />

comerciales y no está interesada en invertir para buscar<br />

nuevos fármacos para tratar las enfermedades de la pobreza.<br />

Por esta razón, en la enfermedad de Chagas todavía se<br />

utilizan medicamentos de la década de 1960-1969, como<br />

el nifurtimox y el benznidazol, de origen veterinario, y<br />

cuyos múltiples efectos adversos limitan y condicionan su<br />

uso masivo. Dado que la enfermedad de Chagas tiene escasa<br />

rentabilidad en una sociedad de mercado y es impensable<br />

que la industria farmacéutica privada invierta dinero<br />

en esta enfermedad, el Estado debería generar mecanismos<br />

normativos, con leyes y presiones impositivas, para<br />

determinar un compromiso ineludible de los laboratorios<br />

farmacéuticos para que investiguen y desarrollen nuevos<br />

fármacos más eficaces y con mínimos efectos adversos. 35<br />

La comunidad científica en general y los médicos en especial<br />

no pueden conformarse con el empleo de fármacos de tan elevada<br />

toxicidad y debe ser considerada una obligación más en el<br />

proceso de atención médica el presionar ante la industria farmacéutica<br />

para que sigan investigando y desarrollen nuevos<br />

fármacos más eficaces y con nulos efectos adversos. Creer que<br />

los laboratorios de forma espontánea van a tener interés en desarrollar<br />

medicamentos para enfermedades de la pobreza es una<br />

ingenuidad peligrosa, que incursiona en la apatía y en la indiferencia,<br />

sinónimos de complicidad para que nada cambie y se<br />

perpetúe el uso de fármacos de pésima calidad.<br />

Todos estos sectores contribuyen a que estas enfermedades<br />

parasitarias, en mayor o menor medida, se conviertan en enfermedades<br />

ocultas.<br />

Propuestas para mejorar la realidad<br />

de las enfermedades parasitarias<br />

Independientemente de que la solución de los problemas ya<br />

planteados deba encararse en cada uno de los temas analizados,<br />

de manera tal de modificar esta realidad que afecta en forma<br />

directa a los pacientes con enfermedades parasitarias, es preciso<br />

aportar al menos algún tipo de medidas que corrijan en parte<br />

esta situación actual.<br />

1. Ciencias del ser humano y la Naturaleza.<br />

La problemática de las enfermedades parasitarias y de la<br />

pobreza no puede enfocarse exclusivamente desde el punto<br />

de vista médico, y tampoco alcanza con la noción de la<br />

tríada ecológica-epidemiológica agente-vector-hospedero.<br />

En efecto, para entender la complejidad de este problema,<br />

es necesario comenzar por el análisis del contexto<br />

antropológico social y cultural, entre otros el hábitat demográfico<br />

y el marco político-económico donde se desarrollan,<br />

para lo cual se deben incluir otras ciencias como<br />

la antropología, la sociología, la ecología, la demografía, la<br />

política y la economía. 37<br />

Sólo así será posible comenzar a interpretar el perfil<br />

bio-psico-social-cultural de estos enfermos, para lograr las<br />

acciones concretas más adecuadas.<br />

Obviamente, a todo esto debe agregarse la casuística<br />

real del problema con datos fehacientes, de manera tal de<br />

poder trazar un mapa no sólo de la prevalencia de estas<br />

enfermedades, sino también en relación con las condiciones<br />

de vida de la población afectada y las posibilidades de<br />

contagio por las distintas vías conocidas.<br />

Luego de esto, se estará en condiciones de implementar<br />

medidas concretas que en general deberán enfocarse<br />

fundamentalmente al desarrollo de la comunidad<br />

afectada, a abarcar los distintos niveles de prevención, a la<br />

organización sanitaria, a la atención integral de estos pacientes<br />

afectados y también a las posibilidades de inserción<br />

laboral.<br />

2. Niveles de prevención.<br />

Los niveles de prevención, tanto primarios como secundarios<br />

y terciarios, son indispensables para la atención médica<br />

integral de estos pacientes.<br />

Ésta deberá implementarse de manera tal que involucre<br />

todos los aspectos posibles, desde la forma de contagio,<br />

el diagnóstico, el estudio, seguimiento, tratamiento y<br />

eventuales complicaciones con incapacidades que afecten<br />

a cualquier paciente, siempre teniendo en cuenta el plano<br />

social y haciendo hincapié en las variables de la calidad de<br />

vida.<br />

3. Enfoque integral del paciente con enfermedades parasitarias.<br />

Para implementar con éxito el aporte de las ciencias del<br />

hombre en los distintos niveles de prevención, deberá<br />

cambiarse la concepción tradicional médica con el clásico<br />

abordaje exclusivamente biológico, enriqueciéndolo con<br />

la interpretación psico-social-cultural al problema de pacientes<br />

con enfermedades parasitarias (la mayoría pobres).<br />

De esta forma se tendrá un análisis más completo, incluso<br />

incrementado por el aporte del trabajo interdisciplinario<br />

que nos ayudará mejor a entender y resolver los problemas<br />

de salud de esta población. 20<br />

4. Atención médica integral del paciente con enfermedades<br />

de la pobreza (AMIPEP).<br />

Para posibilitar la AMIPEP es necesario tener un centro de<br />

estudio y control de estos pacientes en donde el consultorio<br />

deberá actuar como un pilar indispensable para ejecutar<br />

el resto de las tareas, teniendo en cuenta que será la vía<br />

de acceso fundamental para la mayoría de los casos. De<br />

esta forma se podrán integrar la teoría y la praxis, para la<br />

difusión de la problemática de las enfermedades de la po-


CAPÍTULO 14 Aspectos sociales de las parasitosis 121<br />

breza, que en este caso saldrá del ámbito del consultorio<br />

para formar parte del aporte que se puede brindar a la comunidad<br />

en los distintos niveles socioculturales.<br />

5. La salud como derecho humano.<br />

La Declaración Universal de Derechos Humanos del año<br />

1948, en su artículo 25, inciso 1, fija de manera inequívoca<br />

el derecho a la salud en los siguientes términos: “Toda<br />

persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le<br />

asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en<br />

especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia<br />

médica y los servicios sociales necesarios […]”. 9<br />

Sin embargo, será en 1966 cuando a través del Pacto<br />

Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales,<br />

se dará una extensa consideración a la salud como<br />

derecho, expresado en su artículo 12, inciso 1, de la siguiente<br />

manera: “Los Estados Parte en el presente Pacto<br />

reconocen el derecho de toda persona al disfrute del más<br />

alto nivel posible de salud física y mental”. 25 En su inciso<br />

2, apartado c, se refiere de manera explícita a la prevención<br />

y tratamiento de las enfermedades, incluso las endémicas.<br />

Además, en su artículo 11, incisos 1 y 2, se considera<br />

el derecho de toda persona a un nivel de vida digna,<br />

incluidos alimentación, vivienda y vestido adecuados y el<br />

derecho fundamental de toda persona de estar protegida<br />

contra el hambre. Como es evidente, en un análisis simple<br />

de estos pactos y declaraciones no queda lugar a una duda<br />

razonable sobre el carácter de derecho humano básico con<br />

el que se caracteriza a la salud. 7<br />

Para mayores precisiones, hay que considerar a continuación alguno<br />

de los puntos estimados por el Comité de Derechos Económicos,<br />

Sociales y Culturales, reunido en la ciudad de Ginebra<br />

en el año 2000, 8 con el fin de tratar cuestiones sustantivas<br />

respecto de la aplicación del Pacto Internacional de Derechos<br />

Económicos, Sociales y Culturales. Así, este Comité dirá que la<br />

salud es un derecho humano fundamental e indispensable para<br />

el ejercicio de los otros derechos, y al mismo tiempo depende<br />

de otros derechos, como es el caso del “derecho a la alimentación,<br />

a la vivienda, al trabajo, a la educación, a la dignidad<br />

humana, a la vida, a la no discriminación, a la igualdad, a no ser<br />

sometido a torturas, a la vida privada, al acceso a la información<br />

y a la libertad de asociación, reunión y circulación”.<br />

Para que el ejercicio de este derecho a la salud esté garantizado<br />

mínimamente, los Estados Parte deberán asegurar los siguientes<br />

elementos esenciales: disponibilidad, accesibilidad en<br />

sus cuatro dimensiones (física, económica, de la información y<br />

no discriminación), aceptabilidad y calidad. Estos elementos<br />

de manera alguna agotan las posibilidades de necesidad pero sí<br />

son indispensables, como ya se ha señalado, para el ejercicio del<br />

derecho. 7<br />

Existe un gran número de otros documentos, pactos y tratados<br />

que se refieren de manera directa a diferentes formas de<br />

consideración de la salud como un derecho. 6<br />

En este complejo contexto, cada vez más alejado de la<br />

meta “Salud para todos en el año 2000” es en el que se produjo,<br />

paradójicamente, la Declaración del Milenio en la Asamblea<br />

General de Naciones Unidas en septiembre de 2000 y en la<br />

cual se expresó textualmente:<br />

“[…] los Jefes de Estado y de Gobierno de 147 países y 42<br />

ministros y jefes de delegación se reunieron en la Asamblea General<br />

de las Naciones Unidas para emprender la tarea de determinar<br />

cómo mancomunar sus voluntades y su compromiso de<br />

realizar un esfuerzo conjunto para revitalizar la cooperación<br />

internacional destinada a los países menos desarrollados y, en<br />

especial, a combatir decisivamente la pobreza extrema.”<br />

En esa oportunidad, se identificaron objetivos que apuntan<br />

a la lucha contra la pobreza y el hambre, la reversión del<br />

deterioro ambiental, el mejoramiento de la educación y la salud,<br />

y la promoción de la igualdad entre los sexos, entre otros.<br />

Además, quedó de manifiesto que la falta de desarrollo “es un<br />

problema que atañe y preocupa al mundo todo y no sólo a los<br />

países menos desarrollados [...]”. 16<br />

Desde aquel imperativo kantiano del hombre “como fin<br />

en sí mismo”, pasando por el “procurar el mayor bien posible”<br />

como fundamento moral pensado por la teoría utilitarista de<br />

Stuart Mill, se ha llegado en la actualidad a una deformación<br />

del utilitarismo devenido en pragmatismo identificando lo útil<br />

con lo interesante y que, bajo los conceptos de un individualismo<br />

furioso basado en la eficiencia, torna a los poderosos más<br />

poderosos aún, y al resto en meros objetos de consumo. 7<br />

En esta construcción histórica de la libertad como concepto<br />

predominantemente negativo, reconocernos libres no ha<br />

sido más que reconocernos separados y solos. 26<br />

Desde ese paradigma, el derecho también se ha pensado<br />

—y de hecho así lo refleja la mayor parte del derecho jurídico—<br />

como un derecho negativo. Pero cuando se habla de la<br />

salud como un derecho no se puede, ni se debería pensar en<br />

éste, más que como un derecho positivo. Esto es el reclamo de<br />

hombres y mujeres de ser reconocidos como valiosos en cuanto<br />

humanos, y trasciende la esfera de lo individual para constituirse<br />

en un deber comunitario responsabilidad de todos. Pensar la<br />

salud como un derecho humano básico es pensarlo como inalienable,<br />

sin otra condición que la de pertenencia a la propia<br />

humanidad, y no como un bien de mercado, resultante de la<br />

libre negociación de deberes y derechos de orden contractual,<br />

que coloca a los individuos autónomos fuera de todo tiempo y<br />

espacio negando los condicionamientos histórico-culturales<br />

que el contexto al que pertenecen les impone. 7<br />

Como señala Pfeiffer: “El derecho es antes que nada un<br />

grito de exigencia: implica una confesión de necesidad de indigencia<br />

frente a los iguales, es reconocer el carácter limitado propio<br />

del ser humano; es proclamar la propia dignidad, es decir,<br />

ser digno de ser reconocido en cuanto a ser necesitado, limitado,<br />

defectuoso […] pero no es un grito de protesta, no es<br />

pedido de clemencia ni un lamento trágico, es un grito de pie,<br />

no de rodillas, es un grito con el que se exige, se reclama a la<br />

comunidad suplir la indigencia”. 26<br />

De no repensarse el problema de las enfermedades de la<br />

pobreza y parasitosis de manera integral, muchos de los instrumentos<br />

y de las estrategias con la que se enfocan los diferentes


122 PARTE I Parasitología general<br />

problemas que estas enfermedades presentan, hay el serio riesgo<br />

de quedar atrapados en caminos circulares que no sólo fracasan<br />

en dar respuesta a las cuestiones planteadas, sino que pueden<br />

transformarse —y de hecho así ocurre— en parte del mismo<br />

problema.<br />

El mundo en “progreso” con un “desarrollo sostenido” y<br />

mucho más “rico”, nada tiene para decir de las brutales formas<br />

de inequidad en la accesibilidad a oportunidades, desigualdad<br />

en la distribución, y exclusión de vastos sectores de la humanidad.<br />

Esto sólo se pondrá de manifiesto si se hace un compromiso<br />

serio en hacer una lectura diferente de la información<br />

disponible. 42<br />

Mirando las estadísticas desde este punto de vista, se logra<br />

evidenciar datos que de otra manera quedan del todo ocultos<br />

en la información globalizada, pero si bien esto constituye un<br />

primer paso necesario, no es en medida alguna suficiente para<br />

enfocar en términos de realidad la verdadera dimensión del<br />

problema de la pobreza y la exclusión. Para esto hay que mirar<br />

con detenimiento algunas de las propuestas hechas desde el Informe<br />

sobre Desarrollo Humano del PNUD de 1999, el cual<br />

ofrece una serie de nuevos indicadores de salud, ejemplos de los<br />

cuales pueden ser el Índice de Desarrollo Humano, el Índice de<br />

Pobreza <strong>Humana</strong> y otros indicadores en relación con la situación<br />

de género. 6 En estos términos es muy importante observar<br />

que, en referencia al Índice de Pobreza <strong>Humana</strong> que mide las<br />

privaciones en cuatro dimensiones de la vida humana, ha sido<br />

necesario construir indicadores diferentes para países desarrollados<br />

y países del Tercer Mundo, dado que la desigualdad es de<br />

tal magnitud que no permite medir la pobreza de igual manera<br />

en ambos escenarios. 7<br />

Las enfermedades parasitarias deben ser vistas como una<br />

consecuencia clara del fenómeno del empobrecimiento sufrido<br />

a manos de un sistema economicista que ejerce sobre las personas<br />

y su medio ambiente una explotación que acrecienta la<br />

concentración de la riqueza, sin tener en cuenta un sinnúmero<br />

de condiciones básicas para su desarrollo como ser humano. La<br />

medicina restringida al discurso de la ciencia y apoyada de manera<br />

exclusiva en el desarrollo de la biotecnología se muestra<br />

incapaz de comprender las necesidades de los pacientes puestos<br />

en contexto.<br />

Frente a estas circunstancias, la medicina debe repensar sus<br />

metas, y algunas de las modificaciones que tienden a contemplar<br />

de manera más integral al paciente son planteadas en los<br />

siguientes términos: 5 1) una mirada más integral del individuo;<br />

2) una concepción del hombre como sujeto social e histórico;<br />

3) una perspectiva de abordaje basada en los derechos de los<br />

enfermos; 4) procedimientos de análisis cuanti-cualitativos;<br />

5) intervenciones individuales con carácter integral y en contexto<br />

social.<br />

En función de lo visto hasta aquí, uno de los asuntos que<br />

debe preocupar a todo aquel que quiera de alguna manera pensar<br />

la problemática de la bioética desde esta parte del mundo,<br />

tendrá como obligación atender al tema de la exclusión y de la<br />

pobreza, y no podrá hacerlo ignorando la compleja relación<br />

causal con el enriquecimiento injusto, no equitativo y promotor<br />

de inequidad y exclusión de una inmensa porción de la<br />

humanidad. Son los derechos humanos instrumentos idóneos<br />

para servir a la construcción de una bioética capaz de dar cuenta,<br />

en la diversidad cultural, de los graves problemas de discriminación,<br />

explotación y desigualdad que hacen imposible acceder<br />

a condiciones de vida digna, sin por esto perder su<br />

capacidad de universalización en sus fundamentos éticos. La<br />

bioética deberá pensar en la salud como un derecho humano<br />

básico y como tal inalienable, no negociable, universalizable y<br />

absoluto.<br />

El derecho a la salud pensado desde esta perspectiva excede<br />

la dimensión del derecho a la atención de la enfermedad, porque<br />

considera de manera constitutiva de su epistema “los modos<br />

de vida” y “ el desarrollo humano”, permitiendo salir de la<br />

retórica de valores abstractos para pensar en el dolor, el sufrimiento,<br />

dentro de contextos definidos que hagan viable la búsqueda<br />

de soluciones concretas y posibles de ser exigidas en su<br />

cumplimiento a los Estados, tan proclives en estas partes del<br />

mundo, a hacer del tema de los derechos humanos una cuestión<br />

declarativa o, cuanto más, de contenido de normas jurídicas<br />

y, muy escasas veces, una práctica ciudadana de la virtud de<br />

su respeto y en las exigencias de su debido reconocimiento. 41<br />

Las enfermedades de la pobreza y las parasitosis son ejemplos<br />

paradigmáticos.<br />

Como corolario de este capítulo, y a modo de una guía<br />

práctica para optimizar “acciones concretas”, considere los siguientes<br />

10 puntos básicos:<br />

1. Participación activa de la comunidad afectada por enfermedades<br />

de la pobreza no sólo en las actividades de control,<br />

sino también en las decisiones políticas y en el manejo<br />

de los recursos.<br />

2. Educación continua, no sólo del equipo de salud encargado<br />

de esta problemática, sino generada en interacción permanente<br />

con toda la comunidad involucrada para que se<br />

vean reflejados de manera directa los valores y saberes culturales<br />

propios.<br />

3. Control de las embarazadas, detección del niño con alguna<br />

de estas enfermedades parasitarias para su tratamiento<br />

y seguimiento, asegurando en todos los casos la confidencialidad<br />

de los datos para evitar acciones de discriminación<br />

en cualquiera de sus formas.<br />

4. Derogación de toda ley, reglamentación o estatuto que<br />

signifique la discriminación de las personas por el solo<br />

hecho de tener cualquiera de las enfermedades de la pobreza,<br />

con especial énfasis en la esfera laboral, como ha<br />

sucedido con la enfermedad de Chagas.<br />

5. Abordaje transdisciplinario e intercultural del problema<br />

de estas enfermedades, es decir, tanto médico como antropológico,<br />

sociológico, biológico, bioquímico, etcétera.<br />

6. Accesibilidad al sistema de atención de la salud desde todo<br />

punto de vista, con respeto por la diversidad, derrumbando<br />

todo tipo de barreras y asegurando la no discriminación.<br />

7. Atención integral de estos pacientes con un real enfoque<br />

bio-psico-socio-cultural.


CAPÍTULO 14 Aspectos sociales de las parasitosis 123<br />

8. Garantía de provisión gratuita de medicamentos no sólo<br />

en la etapa aguda, sino aún en la etapa crónica en aquellos<br />

pacientes que necesiten tratamiento prolongado o cualquier<br />

otra patología que de manera directa pueda ser relacionada<br />

con complicaciones o secuelas.<br />

9. Mejoramiento de la vivienda y de todos los condicionantes<br />

sociales involucrados como componentes esenciales<br />

para elevar la calidad de vida a las condiciones que exige la<br />

dignidad de todo ser humano.<br />

10. Compromiso del Estado no sólo en la atención integrada<br />

de estas enfermedades, sino en el financiamiento de investigaciones<br />

y desarrollo de nuevas tecnologías y medicamentos<br />

que beneficien a todos los afectados por las enfermedades<br />

parasitarias y de la pobreza.<br />

De esta manera, los derechos humanos no sólo serán una mirada<br />

indispensable en el abordaje de la problemática de las parasitosis<br />

y enfermedades de la pobreza, sino que se traducirán en<br />

“realidades efectivas” para mejorar la vida de esta gente.<br />

En la figura 14-1 se resumen y esquematizan los factores<br />

intervinientes en los aspectos sociales de las parasitosis y que se<br />

han desarrollado a lo largo de este capítulo.<br />

Estado<br />

Investigadores<br />

Médicos<br />

Sociedades científicas<br />

Enfermos<br />

Sistema educativo<br />

Sociedades en general<br />

Medios de comunicación<br />

Industria farmacéutica<br />

Mecanismos de<br />

ocultamiento<br />

Paradigma de<br />

simplificación biologista<br />

Lo social como eje<br />

central del problema<br />

Necesidades<br />

básicas<br />

insatisfechas<br />

ENFERMEDADES<br />

DE LA<br />

POBREZA<br />

Viviendas precarias<br />

tipo “rancho”<br />

ENFERMEDADES PARASITARIAS<br />

Propuesta<br />

para mejorarlas<br />

Ciencias del hombre<br />

y la naturaleza<br />

SALUD COMO<br />

DERECHO HUMANO<br />

Figura 14-1. Factores que intervienen en los aspectos sociales de<br />

las parasitosis.<br />

Niveles de prevención<br />

Enfoque integral<br />

Atención integral<br />

Referencias<br />

1. Ault S. PAHO´s Regional Strategic Framework for Addressing<br />

Neglected Diseases in Neglected Populations in<br />

Latin American and the Caribbean. Mem Inst Oswaldo<br />

Cruz, 2007;102:99-107.<br />

2. Bar M, Oscherov E, Damborsky M, Alvarez B, Mizdraji<br />

G, Avalos G. Infestación doméstica por Triatoma<br />

infestans y prevalencia de seropositivos al Trypanosoma<br />

cruzi en un área rural del nordeste argentino. Rev Soc<br />

Med Trop, 1996;29:549-555.<br />

3. Barragán H. Relaciones y utilidad de la epidemiología.<br />

Rev Fac Ciencias Médicas UNLP, 1985;8:34-40.<br />

4. Basombrio M, Schofield C, Rojas C, Del Rey E. A<br />

cost-benefit analysis of Chagas disease control in Northwestern<br />

Argentina. Trans Royal Soc Trop Med Hyg,<br />

1998;92:1-7.<br />

5. Callahan D. Las metas de la medicina, establecer nuevas<br />

prioridades. The Hasting Center Report. Noviembre-diciembre<br />

(Traducción Pablo Rodríguez del Pozo), 1996.<br />

6. Celhay J. Abordaje de los derechos de los pacientes discriminados<br />

a causa de la enfermedad de Chagas. Simposio Internacional<br />

de Enfermedad de Chagas, III Reunión de Internacional<br />

de Expertos Chagas en el Siglo XXI. I Congreso Panamericano<br />

de Zoonosis. La Plata, 10 al 12 de mayo 2006.<br />

7. Celhay J. Derechos humanos y Chagas: Una mirada indispensable.<br />

En Storino R (ed.). En: Chagas en el siglo<br />

XXI. De la enfermedad a la problemática social. Akadia,<br />

Buenos Aires, Cap. 19, 2009.<br />

8. Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.<br />

Cuestiones sustantivas que se plantean en la aplicación del<br />

Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y<br />

Culturales, Observación General N° 14, 2000.<br />

9. Declaración Universal de Derechos Humanos. Adoptada<br />

y proclamada por la Asamblea General en su resolución<br />

217 A (III), de 10 de diciembre, 1948.<br />

10. Dias J, Borges Dias R. Las viviendas y la lucha contra<br />

los vectores de la enfermedad de Chagas en el hombre, en


124 PARTE I Parasitología general<br />

el estado de Minas Gerais, Brasil. Bull Pan Am Health<br />

Organ, 1982;16:117-129.<br />

11. Dias J. Reseña histórica de los conocimientos sobre la enfermedad<br />

de Chagas y reflexiones sobre algunos aspectos<br />

políticos y socioeconómicos de la endemia en el contexto<br />

latinoamericano. Rev Fed Arg Cardiol, 1988;17:121-135.<br />

12. Ehrenberg J. Neglected diseases of neglected populations:<br />

Thinking to reshape the determinants of health in<br />

Latin American and the Caribbean. BMC Public Health,<br />

2005;5:119.<br />

13. Gracia Guillén D. De la Bioética Clínica a la Bioética<br />

Global: Treinta años de evolución. Acta Bioética, 2002;<br />

8(1):27-39.<br />

14. Hagel I, Salgado A, Rodríguez O, Ortiz D, Hurtado<br />

M, Puccio F, Di Prisco M, Lattouf J, Palenque M,<br />

Guillén M, Salom V, Lynch N. Factores que influyen<br />

en la prevalencia e intensidad de las parasitosis intestinales<br />

en Venezuela. Gac Med Caracas, 2001;109:82-90.<br />

15. Jörg M. La modificación del biotopo perihabitacional en<br />

la profilaxis de la enfermedad de Chagas. Rev Soc Bras<br />

Med Trop, 1989;22:91-95.<br />

16. Kofi A. Un concepto más amplio de la libertad: desarrollo,<br />

seguridad y derechos humanos para todos. Informe del Secretario<br />

General (A/59/2005), ONU. Marzo 2005.<br />

17. Kuhn T. La estructura de las revoluciones científicas. Cap.<br />

1. Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1980.<br />

18. Maglio F. Reflexiones (y algunas confesiones). Ed. Propulsora<br />

Literaria, Buenos Aires, Argentina, Cap. 7, 2000, p. 85.<br />

19. Martino O. Temas de Patología Infecciosa. Buenos Aires,<br />

Argentina, López (Introducción), 1995.<br />

20. Meeroff M, Candioti A. Ciencia, técnica y humanismo.<br />

Medicina antropológica, Ed. Biblos, Buenos Aires, Argentina,<br />

1996, p. 185.<br />

21. Menéndez E. Modelo médico hegemónico, crisis socioeconómica<br />

y estrategias de acción en el sector salud. Cuadernos<br />

Médicos-Sociales, Nº 33, 1985.<br />

22. Moncayo A. Chagas’disease —a disease whose days are<br />

numbered— Heart Beat, 1997;1:1-2.<br />

23. Morin E. Introducción al pensamiento complejo. Ed. Gedisa,<br />

España, 2003.<br />

24. Morini J, Berra H, Davila H, Pividori J, Bottasso<br />

O. Electrocardiographic alteration among first degree relatives<br />

with serologic evidence of Trypanosoma cruzi infection.<br />

A sibship study. Mem. Inst. Oswaldo Cruz,<br />

1994;89:371-375.<br />

25. Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y<br />

Culturales. Adoptado y abierto a la firma, ratificación y<br />

adhesión por la Asamblea General en su resolución 2200<br />

A (XXI), de 16 de diciembre 1966.<br />

26. Pfeiffer M. Ética y derechos humanos: Hacia una fundamentación<br />

de la bioética, conferencia dictada en la Sociedad<br />

Argentina de Medicina Antropológica, cesión del<br />

10 de abril de 2006.<br />

27. Sanmartino M, Crocco L. Conocimientos sobre la enfermedad<br />

de Chagas y factores de riesgo en comunidades<br />

epidemiológicamente diferentes de Argentina. Pan Am J<br />

Public Health, 2000;7:173-178.<br />

28. Sanmartino M. Faire face à la maladie de Chagas en partant<br />

des conceptions des populations concernées. Thèse. Dir:<br />

Prof. André Giordan. Université de Genève, Faculté de<br />

Psychologie et Sciences de l´Éducation, LDES. Génova,<br />

Italia, 2006.<br />

29. Schmuñis G, Zicker F, Moncayo A. Interruption of<br />

Chagas’ disease transmission through vector elimination.<br />

Lancet, 1996;348:1171.<br />

30. Solano R, Acuña G, Barón M, Morón de Salim A,<br />

Sánchez J. Asociación entre pobreza e infestación parasitaria<br />

intestinal en preescolares, escolares y adolescentes del<br />

sur de Valencia estado Carabobo-Venezuela. Kasmera,<br />

2008;36:137-147.<br />

31. Storino R, Milei J. Miocardiopatía chagásica crónica. Un<br />

enfoque para el clínico general, Cap. 1. Introducción. Ed.<br />

Club de Estudio, Buenos Aires, Argentina, 1986.<br />

32. Storino R, Milei J. Enfermedad de Chagas, Cap. 1. Introducción.<br />

Ed. Mosby-Doyma, Buenos Aires, Argentina,<br />

1994.<br />

33. Storino R, Auger S, Jörg M. ¿Cual es la realidad de la<br />

enfermedad de Chagas en Argentina y en América? Medicina<br />

(Buenos Aires), 1997;57:513-516.<br />

34. Storino R. Luces y sombras del Chagas. Diario La Nación,<br />

Sección 6, pág. 3, 13 de agosto, 1997.<br />

35. Storino R. La cara oculta de la enfermedad de Chagas.<br />

Rev Fed Arg Cardiol, 2000;29(1):31-44.<br />

36. Storino R. Un viaje más allá del endoscopio (Editorial).<br />

Imágenes en Gastroenterología 2001;8:1-2.<br />

37. Storino R. La realidad de la enfermedad de Chagas.<br />

Apertura. Simposio Internacional de Enfermedad de<br />

Chagas, III Reunión Internacional de Expertos de Chagas<br />

en el Siglo XXI. I Congreso Panamericano de Zoonosis.<br />

La Plata, Argentina, 11 de mayo de 2006.<br />

38. Storino R, Sanmartino M. El efecto mariposa en el<br />

Chagas. Diario El Día, La Plata, Argentina, 22 de junio<br />

de 2007.<br />

39. Storino R. Enfermedades de la pobreza. En: Tealdi JC<br />

(Dir.). Diccionario Latinoamericano de Bioética. Ed. Universidad<br />

Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia:<br />

UNESCO-Red Latinoamericana y del Caribe de Bioética,<br />

2008:522-525.<br />

40. Taranto N, Passamonte L, Maricoz R, De Marzi M,<br />

Cajal S, Malchiodi E. Parasitosis zoonóticas transmitidas<br />

por perros en el Chaco Salteño. Medicina (Buenos<br />

Aires), 2000;60:217-220.<br />

41. Tealdi J. Los derechos de los pacientes desde una bioética<br />

de los derechos humanos, II Reunión Internacional de<br />

Expertos de Chagas en el Siglo XXI. La Plata, Argentina,<br />

21 al 24 de abril, 2005.<br />

42. Vidal S. Inequidad y desarrollo humano, una mirada<br />

desde la bioética. (Publicado en el Portal de la Fundación<br />

Clacyd), 2005.


Parte II<br />

Parasitología humana<br />

Capítulo<br />

15<br />

Enteroparasitosis.<br />

Características generales<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

El tracto digestivo del humano es el hábitat de una gran cantidad<br />

de parásitos y comensales. Entre los enteroparásitos hay<br />

protozoos, metazoos o helmintos: trematodos, cestodos y acantocéfalos;<br />

en cambio, los comensales son todos protozoos. En<br />

relación con el tamaño de éstos, fluctúa entre microscópicos,<br />

que miden algo más que un glóbulo rojo: 15-20 mm (E. histolytica<br />

por ejemplo), hasta varios metros, como las tenias: Taenia<br />

solium, Taenia saginata, Diphyllobothrium latum, etcétera.<br />

En el cuadro 15-1 se describen las principales características<br />

biológicas y clínicas de las parasitosis e infecciones intestinales<br />

por comensales del humano.<br />

La inmensa mayoría de las enteroparasitosis se adquieren<br />

por vía oral o digestiva, pero existen algunas que tienen como<br />

vía de infección la cutánea. Las formas infectantes de los protozoos<br />

son quistes, ooquistes, esporas (Pneumocystis jiroveci, considerado<br />

hoy en día como un hongo) y trofozoítos. En los cestodos<br />

los estadios infectantes son formas larvales o metacestodos:<br />

cisticercos, plerocercoides y cisticercoides; en Hymenolepis nana<br />

los huevos; en los trematodos las metacercarias y en los acantocéfalos<br />

los cisticantos.<br />

Epidemiología<br />

La prevalencia de las enteroparasitosis y comensales del tubo<br />

digestivo del hombre es y ha sido siempre alta debido a que se<br />

mantienen los factores ambientales que las favorecen. Entre éstos<br />

es importante mencionar:<br />

El saneamiento ambiental básico, es decir, la disposición<br />

de excreta, agua potable, eliminación de basura, control de artrópodos<br />

y roedores y de los mataderos. Los factores socioeconómicos,<br />

culturales y de higiene personal y colectiva tienen<br />

gran importancia. Así se explica la alta frecuencia de parásitos<br />

digestivos en poblaciones marginales (favelas, poblaciones callampas,<br />

etc.) que carecen de una cultura higiénica y de un saneamiento<br />

ambiental básico.<br />

125


126 PARTE II Parasitología humana<br />

La importancia de los mitos y creencias en la población<br />

tiene también un papel en la diseminación de estas parasitosis.<br />

La contaminación fecal del suelo, agua, hortalizas y frutas<br />

que crecen a ras del suelo, con enteroparásitos, constituye<br />

un indicador del grado de cultura y saneamiento básico de un<br />

país. Las parasitosis que se transmiten por fecalismo necesitan<br />

condiciones ambientales favorables para su diseminación del<br />

suelo con abundante humus vegetal (uncinarias) y alta humedad<br />

y temperatura elevada (Ascaris lumbricoides, Trichuris trichiura,<br />

etc.), factores que permiten la viabilidad de las formas<br />

infectantes.<br />

Tal como se señala en el capítulo 7, Ecología y parasitosis,<br />

la tríada ecológica: parásito, hospedero y ambiente tiene un papel<br />

relevante en las enteroparasitosis e infecciones por comensales<br />

del tracto digestivo. Los factores más importantes del hospedero<br />

son su susceptibilidad, que depende de la edad,<br />

inmunidad innata, factores genéticos y estado nutritivo (ver<br />

capítulo 87, Parásitos y nutrición. Una interacción compleja).<br />

Todos estos factores intervienen en la alta prevalencia de<br />

las enteroparasitosis y su endemicidad. Este proceso dinámico<br />

de infecciones y reinfecciones permite mantener una alta frecuencia<br />

de las parasitosis digestivas.<br />

La inmensa mayoría de las parasitosis intestinales se transmiten<br />

por fecalismo, otras lo hacen por carnivorismo, a través<br />

de la piel, por infección directa ano-mano-boca o por ingestión<br />

de artrópodos infectados, que son hospederos intermediarios.<br />

Infección por fecalismo<br />

Los hospederos, humanos o animales infectados, eliminan por<br />

sus heces quistes, ooquistes, esporas, trofozoítos (Dientamoeba<br />

fragilis, Trichomonas hominis) y huevos que contaminan el suelo,<br />

agua, frutas y verduras que crecen a ras del mismo. El hospedero<br />

susceptible adquiere la infección al ingerir las formas<br />

infectantes. Este tipo de transmisión la presentan aquellos parásitos<br />

o comensales que realizan ciclos monoxénicos, es decir,<br />

que tienen un solo hospedero. Así se transmiten: Entamoeba<br />

histolytica, Giardia lamblia, Cystoisospora belli, Cryptosporidium<br />

hominis y C. parvum, Blastocystis hominis, Balantidium coli y<br />

probablemente Dientamoeba fragilis, Enterocytozoon bieneusi y<br />

Encephalitozoon intestinalis. Los helmintos Ascaris lumbricoides,<br />

Trichuris trichiura, Hymenolepis nana y los protozoos comensales:<br />

Entamoeba coli, E. moshkovskii, E. polecki, E. dispar, Entamoeba<br />

hartmanni, Iodamoeba bütschlii, Endolimax nana, Chilomastix<br />

mesnili, Retartomonas hominis y Enteromonas hominis<br />

(figura 15-1).<br />

Infección por carnivorismo<br />

Hospedero<br />

infectado<br />

Medio<br />

ambiente<br />

(quistes, ooquistes,<br />

esporas y huevos)<br />

Figura 15-1. Transmisión por fecalismo.<br />

Los hospederos definitivos albergan en el intestino la forma<br />

sexual del parásito y eliminan al ambiente exterior las formas<br />

infectantes que contaminan el suelo, agua, frutas y verduras<br />

que crecen a ras del suelo y que van a ser ingeridas por los hospederos<br />

intermediarios, donde se desarrollan las formas inmaduras<br />

asexuadas. En este tipo de infección existe un depredador<br />

(hospedero definitivo) y una presa (hospedero intermediario),<br />

es decir, existe un ciclo evolutivo heteroxénico por hospederos<br />

definitivos e intermediarios. Este tipo de transmisión lo presentan:<br />

T. solium, T. saginata, T. asiatica, T. taeniformis, Diphyllobothrium<br />

latum, D. pacificum, Sarcocystis bovi hominis y S. sui<br />

hominis (figura 15-2).<br />

Infección directa (ano-mano-boca)<br />

En este tipo de transmisión la forma infectante se ubica en los<br />

márgenes del ano (Enterobius vermicularis) o en las heces, y la<br />

persona, ya sea por rascarse al presentar prurito anal, o por malos<br />

hábitos higiénicos después de defecar, contamina sus manos<br />

y uñas y al contacto con la boca se infecta. Este tipo de transmisión<br />

oral-fecal lo presentan Enterobius vermicularis, Entamoeba<br />

histolytica, Giardia intestinalis, Hymenolepis nana, es decir,<br />

parásitos que eliminan huevos o quistes que son infectantes<br />

desde su postura. A este grupo pertenece también Cysticercus<br />

cellulosae, larva de Taenia solium que la puede adquirir una persona<br />

infectada con el cestodo adulto y que por autoinfección<br />

externa ingiera huevos, desarrollando una cisticercosis, es decir,<br />

hace simultáneamente las veces de hospedero definitivo e intermediario<br />

(figura 15-3).<br />

Infección por la piel<br />

Hospedero<br />

susceptible<br />

En algunas helmintiasis como Strongyloides stercoralis, Ancylostoma<br />

duodenale, Necator americanus y Ancylostoma ceylanicum, la<br />

infección se origina por penetración activa a través de la piel de<br />

larvas filariformes. Las larvas de S. stercoralis, A. duodenale y<br />

A. ceylanicum pueden penetrar también por la boca (figura 15-4).<br />

Hospedero<br />

definitivo<br />

Parásitos adultos<br />

(intestino)<br />

Medio<br />

ambiente<br />

(fecalismo)<br />

Hospedero susceptible<br />

Parásitos adultos (intestino)<br />

Hospedero intermediario<br />

(parásitos tisulares, quistes<br />

y metacestodos: cisticercos,<br />

plerocercoides)<br />

Figura 15-2. Transmisión por carnivorismo.<br />

Carnivorismo


CAPÍTULO 15 Enteroparasitosis. Características generales 127<br />

Hospedero infectado<br />

(intestino)<br />

Medio ambiente<br />

Huevos, quistes<br />

Ano-mano-boca<br />

Infección por otros mecanismos<br />

Existen enteroparásitos que se transmiten por la ingestión de<br />

artrópodos infectados con formas larvales, ya sea por accidente:<br />

Hymenolepis diminuta, Dipylidium caninum o por hábitos<br />

alimentarios: Macracanthorhynchus hirudinaceus y Moniliformis<br />

moniliformis. Otros se transmiten por ingestión de plantas<br />

acuáticas con formas larvales (metacercarias): Fasciolopsis<br />

buskii.<br />

Patogenia<br />

y anatomía patológica<br />

Hospedero susceptible<br />

(intestino)<br />

Figura 15-3. Infección por ciclo ano-mano-boca.<br />

Los parásitos del tubo digestivo provocan daño por uno o varios<br />

de los siguientes mecanismos: acción expoliatriz, hematofagia,<br />

daño mecánico, por enzimas o sustancias que excretan o<br />

secretan.<br />

Los enteroparásitos se nutren de los alimentos a nivel del<br />

tubo digestivo del hospedero, ya sea a través de su tubo digestivo<br />

(nematodos y trematodos), o por ósmosis en los cestodos y<br />

acantocéfalos. Esta acción expoliatriz origina en la difilobotriasis,<br />

cuando D. latum o D. pacificum se ubican en las partes altas<br />

del yeyuno, duodeno o ambos, la absorción de grandes cantidades<br />

de vitamina B 12 , lo que causa en personas genéticamente<br />

predispuestas una anemia megaloblástica tipo perniciosa.<br />

Los anquilostomidos, nematodos hematófagos, originan<br />

una anemia crónica, microcítica e hipocroma por falta de hierro<br />

en personas con depósitos bajos del mismo. El daño mecánico<br />

lo provocan parásitos macroscópicos como Ascaris lumbricoides<br />

y Strongyloides stercoralis; los primeros pueden originar<br />

una obstrucción intestinal, cuando existen en grandes cantidades,<br />

especialmente en niños, o una obstrucción del conducto<br />

de Wirsung y desencadenar una pancreatitis, o bien del colédoco,<br />

provocando una angiocolitis, y los segundos pueden tapizar<br />

el intestino delgado y originar un síndrome de malabsorción.<br />

Los parásitos microscópicos como Giardia intestinalis y las coccidiosis<br />

intestinales producen también lesiones mecánicas, tapizando<br />

la mucosa duodenal la primera, y por destrucción celular<br />

al reproducirse las segundas. La fijación por medio de<br />

ventosas, ganchos y botrias por cestodos y de expansiones alares,<br />

filamentos filosos, dientes o láminas cortantes por nematodos<br />

provoca lesiones de la mucosa que pueden ser superficiales<br />

y ocasionalmente profundas (los anquilostomidos), llegando al<br />

tejido conjuntivo de la mucosa o submucosa.<br />

Los protozoos como Entamoeba histolytica tienen enzimas<br />

proteolíticas, hialuronidasas, colagenasa, y Amephora una especie<br />

de toxina que es capaz de perforar la superficie de las células de la<br />

mucosa, provocándole orificios a través de los cuales salen K + ,<br />

Mg ++ y otros elementos vitales para las células. Balantidium coli<br />

también tiene un equipo enzimático potente. Los trematodos,<br />

cestodos, nematodos y acantocéfalos secretan y excretan sustancias<br />

que sensibilizan al hospedero, provocando síntomas y signos<br />

alérgicos, por ejemplo, prurito nasal en la enterobiasis.<br />

Algunas parasitosis digestivas pueden afectar a otros órganos<br />

fuera del intestino. E. histolytica por vía hematógena puede<br />

llegar al hígado y originar un “absceso hepático”, y si franquea<br />

la barrera hepática puede alcanzar pulmón, cerebro y otros órganos,<br />

originando en ellos una necrosis colicuativa. En pacientes<br />

con depresión del sistema inmunológico, especialmente celular,<br />

por ejemplo, aquellos con SIDA, leucemia, linfoma de<br />

Hodgkin, etc., tanto S. stercoralis como los microsporidios pueden<br />

diseminarse por todo el organismo. A. lumbricoides, por su<br />

tropismo, puede comprometer el apéndice, colédoco, conducto<br />

de Wirsung, etcétera.<br />

En la triquinosis, nematodiasis tisular, puede haber afectación<br />

intestinal en las primeras etapas después de adquirir la<br />

infección cuando las larvas se transforman en adultos y las<br />

hembras grávidas vivíparas comienzan la postura de embriones.<br />

Las lesiones de la mucosa por enteroparásitos pueden ser<br />

superficiales, hiperemia e inflamación discreta, o bien ser ulce-<br />

Hospedero infectado<br />

(intestino)<br />

Medio ambiente<br />

Hospedero susceptible<br />

(intestino)<br />

Huevos-larva rabditoide-larva filariforme<br />

(fecalismo)<br />

(piel)<br />

Figura 15-4. Transmisión por la piel.


128 PARTE II Parasitología humana<br />

raciones de la mucosa (A. duodenale, N. americanus, E. histolytica)<br />

con inflamación crónica linfoplasmocitaria. La necrosis<br />

puede ser colicuativa (E. histolytica) o por coagulación (coccidiosis<br />

intestinales). Las úlceras intestinales posteriormente se<br />

fibrosan.<br />

En las lesiones por G. intestinalis existe una alteración celular<br />

evidenciable por microscopio óptico y electrónico. En las<br />

infecciones leves, por lo general el enterocito no se afecta o<br />

presenta alteraciones mínimas, pero en las infecciones intensas<br />

se aprecia aplastamiento de las microvellosidades y las células<br />

presentan abundantes vacuolas, traduciendo el daño citoplasmático.<br />

Sintomatología y signología<br />

La mayoría de las enteroparasitosis producen cuadros digestivos<br />

crónicos, pero algunas provocan cuadros agudos: amebiasis,<br />

balantidiasis, que originan diarrea aguda o disentería.<br />

Las parasitosis digestivas no originan ni síntomas ni signos<br />

patognomónicos. Los síntomas que provocan se pueden clasificar<br />

en generales, digestivos, psíquicos y del sistema nervioso<br />

central y alérgicos.<br />

Síntomas generales<br />

Enflaquecimiento. La mayoría de las enteroparasitosis origina<br />

una disminución del peso. Esta baja de peso se debe a diferentes<br />

factores; existen parasitosis que suelen ser el “gatillo” en este<br />

proceso.<br />

Alteraciones del apetito. Anorexia y bulimia. Las teniasis<br />

provocan frecuentemente estas alteraciones. Algunas parasitosis<br />

producen un “apetito caprichoso” similar al que presentan las<br />

embarazadas. Otras alteraciones son “pica” o geofagias compulsivas<br />

que se observan en las trichuriasis masivas.<br />

Síntomas digestivos<br />

Son frecuentes. La diarrea líquida (secretora) es común en las<br />

coccidiosis intestinales (ciclosporiasis, criptosporidiasis, sarcocistosis,<br />

etc.). En estas parasitosis la diarrea puede ser lientérica<br />

(con elementos no digeridos). Una diarrea alternada con normalidad<br />

o estitiquez se observa en la amebiasis y balantidiasis<br />

crónicas.<br />

La disentería se presenta en amebiasis, balantidiasis y trichuriasis<br />

masivas. La diarrea crónica con malabsorción la originan<br />

Giardia lamblia, Strongyloides stercoralis, Ancylostoma duodenale<br />

y Necator americanus.<br />

Existen dolor y molestia abdominal en la mayoría de<br />

las parasitosis digestivas. El dolor puede ser tipo cólico o permanente,<br />

o de tipo periódico sin ritmo horario. Se presenta<br />

frecuentemente meteorismo, y puede ser el motivo de la consulta.<br />

Síntomas psíquicos y del sistema<br />

nervioso central<br />

En las teniasis se observan depresión, vergüenza por sentirse<br />

parasitado y cambios de carácter; insomnio, intranquilidad<br />

y bruxismo se presentan en las cestodiasis y las nematodiasis<br />

intestinales. La ascariasis e himenolepiasis pueden constituir<br />

“el gatillo” para desencadenar crisis convulsivas epileptiformes.<br />

Síntomas alérgicos<br />

Las crisis asmatiformes son frecuentes en niños con enteroparasitosis.<br />

Rash (exantema) y urticaria se observan especialmente<br />

en nematodiasis. Existen prurito nasal, anal y vulvar en la enterobiasis.<br />

Diagnóstico<br />

El diagnóstico presuntivo de enteroparasitosis se debe plantear<br />

por los antecedentes epidemiológicos y la sintomatología, que<br />

si bien no es específica, es útil como orientación diagnóstica. El<br />

diagnóstico se confirma mediante examen parasitológico de heces,<br />

prueba de Graham, reacciones inmunobiológicas y algunos<br />

exámenes de laboratorio complementarios.<br />

Examen parasitológico<br />

El examen parasitológico de heces comprende un aspecto macroscópico,<br />

detección de ejemplares de Ascaris lumbricoides,<br />

proglótides grávidas de Taenia solium o T. saginta, ejemplares<br />

adultos de Trichuris trichiura, etc., y un análisis microscópico.<br />

Para este fin, el examen parasitológico debe ser seriado, día por<br />

medio (cada tercer día), lo cual es suficiente para la mayoría de<br />

las parasitosis digestivas, ya que permite pesquisar trofozoítos,<br />

quistes y huevos en periodos en que estos elementos disminuyen.<br />

Para E. histolytica son necesarios seis exámenes seriados<br />

(ver capítulo 92, Diagnóstico de laboratorio de las parasitosis).<br />

La oxiuriasis se pesquisa por el método de Graham (cinta engomada).<br />

Los exámenes serológicos de gran utilidad en las parasitosis<br />

tisulares, sirven en las enteroparasitosis para diferenciar una<br />

amebiasis del lumen de una amebiasis invasora. En esta última,<br />

las reacciones serológicas (inmunofluorescencia indirecta,<br />

ELISA, doble difusión, immunoblotting) son positivas.<br />

Exámenes complementarios<br />

Hemograma<br />

En ocasiones se observa anemia microcítica e hipocrómica en<br />

la uncinariasis y trichuriasis masiva, anemia macrocítica (megaloblástica)<br />

tipo perniciosa en la difilobotriasis, anemia normocítica<br />

en la disentería amebiana y balantidiana. Se observa


CAPÍTULO 15 Enteroparasitosis. Características generales 129<br />

eosinofilia en el síndrome de Loeffler por A. lumbricoides, S.<br />

stercoralis, A. duodenale y N. americanus. Existe leucocitosis con<br />

desviación a la izquierda en la tricocefalosis masiva.<br />

Imagenología<br />

Por lo general tiene bajo rendimiento en las enteroparasitosis.<br />

Se puede observar excepcionalmente a A. lumbricoides en una<br />

colangiografía o ERCP (colangiopancreatografía retrógrada endoscópica).<br />

Sondeo duodenal<br />

Permite pesquisar G. intestinalis, coccidios y huevos de trematodos<br />

hepáticos.<br />

Endoscopia y biopsias<br />

La colonoscopia es útil para pesquisar lesiones amebianas y<br />

granulomas por Oesophagastomum spp. Las biopsias confirman<br />

estos diagnósticos.<br />

Evolución<br />

Las enteroparasitosis tienden a la cronicidad y se perpetúan por<br />

la continua reinfección, sobreinfección y la longevidad de los<br />

parásitos. Así, por ejemplo, las lombrices solitarias viven 10 o<br />

más años, T. trichiura siete o más años, etc. En otras, como<br />

la enterobiasis, si bien el parásito no vive más de tres meses, la<br />

infección perdura por las continuas reinfecciones.<br />

Tratamiento<br />

En el capítulo 94 se mencionan los fármacos específicos para<br />

cada parásito. Es importante señalar que una persona puede<br />

presentar una enteroparasitosis, pero su sintomatología se origina<br />

por otra etiología. Por este motivo, el diagnóstico de enteroparasitosis<br />

debe excluir otras patologías que pueden originar<br />

los síntomas y signos. Muchas veces los enteroparásitos no provocan<br />

sintomatología, es decir, la persona sólo está infectada y<br />

los síntomas que presenta se pueden deber a un tumor u otra<br />

enfermedad.


Capítulo<br />

16<br />

Amebiasis*<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Generalidades sobre las amebas<br />

(amoebida o amoebae)<br />

Dentro de los sarcodina (Rhizopoda) sólo las amebas tienen<br />

interés parasitológico. Las amebas se caracterizan por la presencia<br />

de ecto y endoplasma y por su locomoción mediante la formación<br />

de seudopodios. Algunas de las amebas (Naegleria)<br />

pueden emitir flagelos durante su ciclo vital. La mayoría de los<br />

miembros del orden amebidae son de vida libre, aunque algunos<br />

son parásitos facultativos o accidentales; otros viven sólo<br />

como parásitos. Su reproducción es asexuada binaria o múltiple.<br />

La transmisión es por vía oral (quistes) o por trofozoítos.<br />

Estos últimos pueden penetrar a través de mucosas (nasal).<br />

Las amebas importantes para el hombre se describen en el<br />

cuadro 16-1.<br />

Antecedentes históricos<br />

En 1875, Fedor Aleksandrovich Lesh descubrió las amebas en<br />

un paciente con disentería de San Petersburgo, hoy Leningrado,<br />

pero él no relacionó las lesiones del enfermo con las amebas.<br />

En 1886, Kartulis en Egipto; en 1987, Hlava, en Praga, y<br />

en 1981, Councilman y Lafleur en Baltimore demuestran que<br />

las amebas producen lesiones. Quinke y Roos, en 1893, observan<br />

por primera vez a las formas quísticas y describen el ciclo<br />

biológico de las amebas. Schaudin en 1903 le da el nombre de<br />

Entamoeba histolytica. 3,29<br />

Concepto<br />

Es la infección del humano por el protozoo intestinal Entamoeba<br />

histolytica que origina en 90% de los casos infecciones<br />

asintomáticas, y en el 10% restante un espectro amplio de síndromes<br />

clínicos que fluctúan desde disentería hasta abscesos<br />

hepáticos y de otros órganos.<br />

Clasificación<br />

Reino: Animal<br />

Subreino: Neozoa<br />

Phylum : Entamoebia<br />

Clase: Entamoebidae<br />

Orden: Entamoebida<br />

Familia: Entamoebidae<br />

Género: Entamoeba<br />

Especie: histolytica<br />

Biología<br />

Hoy en día se sabe que Entamoeba dispar (Brumpt, 1925), indiferenciable<br />

morfológicamente de E. histolytica, es una especie<br />

apatógena con un genotipo distinto al de E. histolytica. La mayoría<br />

de las infecciones humanas atribuidas a las formas minutas<br />

de E. histolytica corresponden a infecciones por Entamoeba<br />

dispar. 10,18,30 Recientemente se ha publicado una investigación<br />

que mostraría que existen diferentes genotipos de E. dispar que<br />

podrían estar asociados o tener la potencialidad de producir<br />

daño tisular. 37 Este resultado deberá ser ratificado por nuevos<br />

estudios que sustenten lo anterior.<br />

E. histolytica presenta tres formas: trofozoíto, prequiste y<br />

quiste.<br />

El trofozoíto (figura 16-1a y b), mide entre 10-60 mm,<br />

con un promedio entre 15-30 mm. Al fresco se le reconoce un<br />

ectoplasma claro y un endoplasma más oscuro. El ectoplasma<br />

cumple las funciones de locomoción con emisión de seudópodos<br />

direccionales que por cambios fisicoquímicos, arrastran al<br />

endoplasma. En el ectoplasma se efectúan las funciones digesti-<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

130


CAPÍTULO 16 Amebiasis 131<br />

vas, la incorporación de líquidos por pinocitosis y de elementos<br />

sólidos por fagocitosis, entre ellos, glóbulos rojos. E. histolytica<br />

es la única ameba del humano capaz de fagocitar eritrocitos.<br />

En este proceso se forman vacuolas digestivas y de excreción. El<br />

endoplasma es granuloso y rodea al núcleo. El núcleo prácticamente<br />

no se observa en las preparaciones al fresco; para visualizarlo<br />

se debe recurrir a tinciones vitales (p. ej., verde de metilo),<br />

o bien, mediante frotis teñidos con hemotoxilina férrica o en<br />

preparaciones fijadas y teñidas según técnica de PVA y PAF<br />

(véase capítulo 92, Diagnóstico de laboratorio de las parasitosis).<br />

En estas condiciones, se observa un núcleo vesiculoso, es<br />

decir, pobre en cromatina, con un cariosoma central y puntiforme.<br />

El resto de la escasa cromatina, une el cariosoma con la<br />

membrana nuclear, lo que le confiere al núcleo el aspecto de<br />

“rueda de carreta”, característico de la especie.<br />

Hoy en día se acepta que Entamoeba histolytica tiene una<br />

“forma magna” constituida por trofozoítos más grandes, que<br />

habitualmente se encuentran en deposiciones disentéricas o<br />

diarreicas, cuyos quistes miden más de 10 mm, y una “forma<br />

minuta” con trofozoítos más pequeños, con quistes de 10<br />

mm, los cuales pueden encontrarse en portadores sanos o en<br />

personas con deposiciones sólidas. Estas formas no serían más<br />

que variaciones de la ameba en relación con las condiciones en<br />

que se desenvuelve; es decir, nutrición, pH, pO 2 , flora asociada,<br />

etcétera.<br />

Mediante microscopia electrónica se ha observado que Entamoeba<br />

histolytica carece de mitocondrias y tiene un retículo<br />

endoplasmático poco desarrollado. Presenta gran cantidad de<br />

partículas de glucógeno en el citoplasma, lo que le confiere el<br />

carácter de ser esencialmente anaeróbico, obteniendo su energía<br />

mediante glucólisis anaeróbica (ciclo Embden-Meyerhof).<br />

Su membrana celular es muy compleja. Todo el citoplasma presenta<br />

abundantes lisosomas, algunos de los cuales llegan hasta<br />

la membrana celular.<br />

Prequiste y quiste (figuras 16-2 y 16-3). Cuando el trofozoíto<br />

no encuentra condiciones “favorables” para su desarrollo,<br />

se puede ubicar en el fondo de las criptas de Lieberkühn,<br />

donde se reproduce, aprovechando las condiciones de cavidad<br />

“cerrada” de las criptas, ya que el abundante moco forma una<br />

especie de barrera alrededor del protozoo; o bien éste se redondea,<br />

transforma la membrana celular en una pared gruesa e incorpora<br />

en su citoplasma material de reserva, vacuolas de glucógeno<br />

y barras cromatoidales. Estos prequistes o quistes inmaduros<br />

pueden tener uno o dos núcleos y miden entre 5-20 mm. Por<br />

mitosis se transforma en el quiste maduro o tetrágeno, con<br />

cuatro núcleos. En este proceso se consume por completo el<br />

material alimenticio de reserva: glucógeno o vacuola yodófila y<br />

barras cromatoidales constituidas por ácidos ribonucleico y<br />

desoxirribonucleico. Este quiste maduro se elimina de manera<br />

preponderante a través de deposiciones formadas, y mucho menos<br />

a través de las heces disentéricas o diarreicas, donde predominan<br />

los trofozoítos.<br />

La persona se infecta al ingerir quistes maduros tetrágenos.<br />

La puerta de entrada es la oral y una vez que los quistes llegan al<br />

intestino delgado, si las condiciones les son desfavorables, se eliminarían<br />

como tales (“quistes en tránsito”). Si las condiciones<br />

son favorables para el desenquistamiento, es decir, encuentran<br />

una temperatura mayor que en el exterior, un pO 2 bajo y un pH<br />

neutro o alcalino, bajo el efecto de las enzimas pancreáticas, se<br />

disuelve su pared y se formarán tantos trofozoítos como núcleos<br />

tenga el quiste, habitualmente cuatro, los cuales pasan al intestino<br />

grueso. Si las condiciones para su desarrollo no le son favorables,<br />

es decir, si el P-redox y la concentración de O 2 son altas, si<br />

existe una flora inadecuada y un aumento del tránsito intestinal,<br />

se formarán un número reducido de amebas de escasa virulencia,<br />

las cuales se ubicarán en el fondo de las criptas de Lieberkühn,<br />

donde se reproducirán sin penetrar la mucosa, o bien se<br />

enquistan y se eliminan (“forma minuta”). Es importante recordar<br />

que el quiste, para ser infectante, debe salir al medio ambiente,<br />

y que el desenquistamiento sólo se produce en el intestino<br />

delgado (figura 16-4). Si, por el contrario, el trofozoíto encuentra<br />

condiciones favorables para su desarrollo, se transforma en la<br />

“forma magna”, la cual puede penetrar la mucosa intestinal, originando<br />

lesiones y repercusión clínica (amebiasis invasora).<br />

Patogenia<br />

Los factores que influyen en la patología de la amebiasis dependen<br />

del parásito y del hospedero (figura 16-5).<br />

Factores del parásito<br />

Dependen del número de amebas y de la virulencia de la raza<br />

de amebas.<br />

Indudablemente que a mayor número de amebas, mayor<br />

agresividad y posibilidad de penetrar la mucosa. En relación<br />

con la virulencia, se sabe que existen diferentes razas de Entamoeba<br />

histolytica, todas potencialmente patógenas, aunque algunas<br />

lo sean más que otras. La patogenicidad es relativa; por<br />

ejemplo, si a razas de E. histolytica mantenidas por años en cultivos<br />

axénicos, y consideradas como poco virulentas, se les traspasa<br />

al hígado de un hámster, recuperan su virulencia. Lo mismo<br />

ocurre si a razas “no invasoras” se les cultiva en medios<br />

mejorados, o se les agregan ciertas bacterias o complemento:<br />

crecen y se transforman en formas “magnas invasoras”. Todos<br />

los trofozoítos “minutos o magnos” tienen una actividad enzimática<br />

proteolítica importante; hialuronidasa, tripsina, carboxipeptidasas,<br />

glutaminasas, deshidrogenasa succínica y maltasa<br />

son algunas de las enzimas que presentan. La diferencia<br />

entre razas virulentas y avirulentas es cuantitativa y no cualitativa.<br />

En la actualidad, se puede determinar la virulencia de una<br />

raza de ameba mediante técnicas aplicadas in vivo o in vitro. In<br />

vivo se utiliza la inoculación de trofozoítos de E. histolytica en<br />

hígado de hámsters recién nacidos. In vitro, las pruebas que<br />

tienen relación directa con la virulencia son la producción<br />

de lectina:galactosa/N-acetil d-galactosamina (Gal/Gal Nac), de<br />

péptidos (amebapora), de proteínas (peroxirredoxina), proteasas<br />

de cisteína, de colagenasa de peroxidasas y la eritrofagocitosis.<br />

4,5,7,8,12,16,19,21,22,24,28,29


132 PARTE II Parasitología humana<br />

VA<br />

PS<br />

a<br />

c<br />

10<br />

E<br />

11<br />

b<br />

AB<br />

5<br />

4<br />

6<br />

CH<br />

2<br />

1<br />

3<br />

N<br />

P<br />

A B C<br />

V<br />

V<br />

9<br />

7<br />

8<br />

Figura 16-4. Ciclo evolutivo de Entamoeba histolytica.<br />

1. Quistes tetranucleados (metaquistes). Son ingeridos por vía<br />

oral a través de alimentos o agua de bebida contaminadas<br />

(A-C). 2-4. Después del desenquistamiento en el intestino<br />

delgado, tanto el citoplasma como el núcleo se dividen,<br />

originando ocho trofozoítos pequeños (trofozoítos metaquísticos).<br />

5-6. Trofozoítos maduros (forma minuta); se reproducen<br />

por fisión binaria. 7. Prequiste uninucleado que contiene<br />

cuerpos cromatoidales y una vacuola grande de glucógeno.<br />

8. Quistes con dos núcleos y cuerpos cromatoidales. 9. Quistes<br />

con cuatro núcleos (metaquistes) que son eliminados con las<br />

heces y son infectantes para la persona que los ingiere.<br />

10-11. Algunos de los trofozoítos minutos pueden crecer hacia<br />

formas magnas que penetran la mucosa intestinal y por vía<br />

sanguínea invaden otros órganos como el hígado, pulmones y<br />

cerebro (a-b-c), donde forman abscesos (ameboma). Los<br />

trofozoítos sólo se encuentran en la periferia de estas<br />

amebomas. Abreviaturas: AB, absceso; CH, cuerpos cromatoidales;<br />

P, pared del quiste; E, eritrocitos; PS, seudópodo único;<br />

N, núcleo con el nucléolo central y puntiforme (cariosoma);<br />

VA, vacuolas alimentarias; V, vacuolas con glucógeno de quistes<br />

jóvenes.<br />

Las razas virulentas producen mayor cantidad de estos elementos<br />

que las no virulentas. Mayor cantidad de lectina permite<br />

una mayor adhesión de la ameba en el intestino y en el hígado.<br />

Si mediante ingienería genética se disminuye la producción<br />

de Gal/Gal Nac, la adhesión al enterocito o hepatocito también<br />

disminuye.<br />

El amebaporo es un péptido que origina orificios en las<br />

células del hospedero, provocando muerte celular por pérdida<br />

de potasio, calcio y iones hidrógenos que salen a través de los<br />

poros. La peroxirredoxina es una proteína esencial en la virulencia<br />

de las amebas, al igual que las cisteín proteasas. La disminución<br />

de ambas transforma una cepa virulenta en avirulenta<br />

tanto in vitro como in vivo. A mayor eritrofagocitosis, mayor<br />

virulencia de E. histolytica.<br />

Factores del hospedero<br />

Dependen del estado nutritivo, de la alimentación, del pH intestinal,<br />

de la flora intestinal, de la temperatura y de la estasis<br />

fecal.<br />

La alimentación del hospedero es un factor primordial, ya<br />

que repercute en la inmunidad inespecífica tanto humoral<br />

como celular para E. histolytica. Se ha demostrado que 73% de<br />

las amebiasis invasoras afectan a individuos desnutridos. La calidad<br />

de la alimentación no sólo influye en el estado nutritivo,<br />

sino en el pH intestinal y éste, a su vez, en el desarrollo de la<br />

flora intestinal, la que a su vez influye en la concentración<br />

de oxígeno del intestino. Hay que recordar lo que ocurrió en<br />

Sudáfrica, donde había un alto porcentaje de la población negra<br />

infectada con amebas; bastó que comenzaran a ingerir bebidas<br />

gaseosas (bebidas de fantasía, refrescos) para que el pH<br />

intestinal bajara, aumentara la flora asociada y también las<br />

amebiasis clínicas. Lo mismo ocurrió en otros países con la alimentación<br />

rica en hidratos de carbono (carbohidratos). La flora<br />

asociada tiene un papel preponderante en las amebiasis intestinales;<br />

no así en las extraintestinales. La flora normal origina<br />

glucosidasas, que junto con las proteasas luminales, disminuyen<br />

la Gal/Gal Nac y por consiguiente, el poder adhesivo de la<br />

ameba. Cuando existe una infección intestinal por un patógeno<br />

bacteriano no usual, desminuyen las proteasas endolumina-


CAPÍTULO 16 Amebiasis 133<br />

les y por consiguiente aumenta el poder patógeno de E. histolytica<br />

(mayor adhesión). 34 Además, la flora mantiene un pH<br />

adecuado para el desarrollo de E. histolytica: pH óptimo 6.6 y<br />

un P-redox bajo 350 a 425 milivoltios.<br />

En amebiasis, en la interacción hospedero-parásito, el estado<br />

inmunitario del hospedero es importante. 21 Hoy en día se<br />

considera que la secuencia de las lesiones primarias originadas<br />

por E. histolytica es la siguiente: 1) adherencia del trofozoíto de<br />

la ameba por intermedio de una lectina específica, galactosa/<br />

galactosamina a receptores intestinales que son glucoproteínas<br />

(se produce una unión como una llave a su cerradura) y 2) liberación<br />

de péptidos (amebapora), proteínas (peroxirredoxina),<br />

cisteín proteasas y colagenasa que originan la lisis de las células<br />

intestinales. En síntesis, reconocimiento de célula a célula y exteriorización<br />

del complejo de ataque de la ameba.<br />

Las defensas naturales de las superficies mucosas del humano<br />

son, básicamente, el moco y la IgA secretora. Estos componentes<br />

gelatinosos son ricos en hidratos de carbono y bloquean<br />

los receptores de la ameba, impidiendo su adherencia a las células<br />

intestinales. Un hospedero bien nutrido, con una adecuada producción<br />

de moco y de IgA secretora, estará protegido de la amebiasis<br />

invasora. La desnutrición, por el contrario, y la terapia<br />

corticoesteroidal o inmunosupresora, provocan una disminución<br />

de los niveles de moco, IgA secretora, complemento y de la inmunidad<br />

celular, lo que origina un aumento de la capacidad invasiva<br />

del parásito. 1,9,32,33,34,35 La baja frecuencia de las lesiones<br />

extraintestinales en la amebiasis invasora (2-20%) sugiere la<br />

existencia de mecanismos defensivos del hospedero que confinan<br />

los trofozoítos al intestino. Es posible postular que existe cierto<br />

tipo de vigilancia inmunológica que opera fuera del intestino: los<br />

trofozoítos que franquean la barrera de la pared intestinal son<br />

destruidos por el complemento del plasma o por macrófagos locales<br />

o linfocitos. El absceso hepático sólo se origina si el hospedero<br />

tiene una disminución específica de su inmunidad celular.<br />

Las personas inmunocompetentes son capaces de destruir las<br />

amebas que traspasan la pared intestinal. En esta vigilancia inmunológica<br />

el efecto lítico del complemento plasmático tiene<br />

un papel importante. Las razas avirulentas son muy sensibles a la<br />

lisis; en cambio, las virulentas son resistentes al complemento. 14<br />

Modelos ex vivo de cortes de hígado de hámsters sometidos a<br />

trofozoítos de E. histolytica han permitido conocer mejor la interacción<br />

parásito-hospedero en el desarrollo del absceso hepático. 6<br />

En resumen, en amebiasis la presencia de infección o enfermedad<br />

dependerá del equilibrio entre el parásito y el hospedero.<br />

Si la infección es producida por amebas de baja virulencia<br />

en una persona desnutrida, con escasa producción de moco,<br />

IgA secretora, complemento, macrófagos y linfocitos, se producirán<br />

lesiones y sintomatología. Por el contrario, si la infección<br />

se origina por amebas de baja virulencia, pero en una persona<br />

bien nutrida, con defensas normales, se desarrollará un estado<br />

de portador asintomático. Si este individuo experimenta una<br />

enfermedad anergizante, o se somete a una terapia inmunosupresora,<br />

puede pasar del estado de infección al de enfermedad.<br />

La estasis fecal es un factor importante, ya que permite la implantación<br />

de las amebas en los tejidos.<br />

A través de investigaciones sobre EhSIN1 se ha demostrado<br />

la existencia de gran movilidad genética en el genoma del<br />

parásito; esta movilidad alteraría la expresión genética y podría<br />

explicar por qué un porcentaje bajo de los infectados desarrolla<br />

una amebiasis invasora. 15<br />

Anatomía patológica<br />

Amebiasis intestinal. Entamoeba histolytica es siempre potencialmente<br />

patógena.<br />

Las amebas penetran por el fondo de las criptas, siendo las<br />

más afectadas la región cecoascendente (75%) y la rectosigmoidea<br />

(54%). Por estudios experimentales en animales y en infecciones<br />

humanas, se sabe que existen las siguientes etapas para la<br />

producción de las lesiones: 1) penetración, 2) necrosis, 3) ulceración<br />

y 4) fibrosis (figura 16-6).<br />

Penetración. Al acercarse la ameba, la célula del intestino acorta<br />

las microvellosidades y se carga de gotitas lipídicas. Al contactar<br />

la ameba con la microvellosidad, ésta se acorta más, y se<br />

observa una migración de leucocitos en el corion de la mucosa.<br />

Posteriormente, desaparecen las microvellosidades, y los polimorfonucleares<br />

llegan al epitelio. Los seudópodos de la ameba<br />

penetran entre las células epiteliales, que presentan vacuolas de<br />

autodigestión, y los leucocitos polimorfonucleares comienzan a<br />

alterarse. En la última fase de esta etapa, la ameba avanza hasta<br />

el corion, y la célula epitelial es expulsada.<br />

Necrosis. Como la ameba encuentra más fácil su desarrollo en<br />

la submucosa por sus características estructurales (corion laxo),<br />

que en el corion de la mucosa (compacto-laxo), va produciendo<br />

una necrosis colicuativa más intensa hacia la submucosa. A<br />

veces es posible en pacientes disentéricos observar esta lesión<br />

mediante el rectoscopio: aparece como un solevantamiento de<br />

1 mm de diámetro por cuyo centro sale material necrótico (úlcera<br />

crateriforme).<br />

Ulceración. Todo el tejido necrótico cae, y se aprecia microscópicamente<br />

la úlcera en botón de camisa o en botellón (figura<br />

16-7). En ocasiones, las lesiones de puerta de entrada son varias,<br />

y entre ellas hay mucosa sana. Cuando las lesiones profundas<br />

de la submucosa se unen con otras de zonas vecinas, se<br />

produce la destrucción de una parte importante de la mucosa,<br />

observándose lesiones ulceradas macroscópicas en el trayecto<br />

del colon.<br />

Fibrosis. Las lesiones cicatrizan con tejido fibroso.<br />

En ocasiones, las amebas pueden penetrar la serosa y provocar<br />

una peritonitis amebiana de extrema gravedad, o bien,<br />

vía sanguínea o excepcionalmente linfática, pueden llegar a<br />

otros órganos, provocando la amebiasis secundaria o extraintestinal.<br />

Las complicaciones de la amebiasis intestinal son la hemorragia,<br />

la perforación y el ameboma. La hemorragia se produce<br />

por la destrucción de la mucosa y submucosa intestinal, tejidos<br />

muy vascularizados. Cuando la necrosis es profunda, se pueden


134 PARTE II Parasitología humana<br />

Figura 16-7. Úlcera en botón de camisa por Entamoeba histolytica.<br />

comprometer todas las capas del intestino grueso, llegando a su<br />

perforación. La perforación intestinal por amebiasis, y especialmente<br />

la peritonitis amebiana, son sumamente graves, la mayoría<br />

de las veces, mortales. El 30-50% de los pacientes fallecidos<br />

por amebiasis, presentan este tipo de complicación. En ocasiones,<br />

como secuela de las úlceras amebianas, se desarrolla un<br />

granuloma o “ameboma”, especialmente del ciego. Esta masa<br />

nodular está rodeada de una capa de tejido fibroso y contiene<br />

varios abscesos amebianos con tejido necrótico y amebas.<br />

Las amebiasis secundarias o extraintestinales más frecuentes<br />

son la hepática, la peritoneal, la pleuropulmonar, la cerebral,<br />

la pericárdiaca, la cutánea, etcétera. 2<br />

Amebiasis hepática (figura 16-8). Es, sin lugar a dudas, la más<br />

frecuente de las amebiasis secundarias o extraintestinales. Se<br />

presenta en alrededor de 1-5% de las amebiasis intestinales clínicamente<br />

manifiestas.<br />

Figura 16-8. Amebiasis hepática. Múltiples lesiones.<br />

En todo paciente con amebiasis intestinal con compromiso<br />

tisular, llegan los trofozoítos por vía portal al hígado. Sin<br />

embargo, la mayoría son destruidos por las células del sistema<br />

reticuloendotelial (SRE) del hígado, y sólo cuando llega un número<br />

mayor de amebas y originan una zona de necrosis por<br />

embolia, se origina la amebiasis hepática. Por la distribución de<br />

las lesiones intestinales, que son más frecuentes en la región<br />

cecoascendente (75%), y por la distribución de la circulación<br />

que irriga esa zona y que drena a la vena porta (mesentérica<br />

superior), se explica que se comprometa con mayor frecuencia<br />

el lóbulo derecho del hígado. Por lo general la lesión es única,<br />

pero puede ser múltiple. Sólo en 10% de los casos se compromete<br />

exclusivamente el lóbulo izquierdo del hígado. 2,36<br />

Desde un punto de vista histopatológico (figura 16-9), en<br />

la lesión hepática o “absceso”, mal llamado así porque no hay<br />

“pus” ni gérmenes, sino células hepáticas necrosadas, sangre y<br />

amebas, se distingue una zona central donde no se reconocen<br />

estructuras, rodeada de un área donde se distinguen algunas células<br />

hepáticas alteradas y una más externa, donde hay parénquima<br />

hepático y tejido fibroso. Por lo general, las amebas se<br />

encuentran por fuera de la lesión necrótica. El término de hepatitis<br />

amebiana es impropio, porque en este proceso casi no hay<br />

inflamación; sólo existe necrosis. Tampoco se podría denominar<br />

así al estado que procede al absceso, ya que la lesión es focal.<br />

Al crecer el absceso hepático puede abrirse y, por vecindad,<br />

afectar a la pleura y los pulmones, al pericardio y a la pared<br />

abdominal, o bien, los trofozoítos de E. histolytica pueden llegar<br />

a otros órganos por vía sanguínea; por ejemplo, al cerebro.<br />

La mayoría de las amebiasis pleuropulmonares y pericárdicas<br />

son secundarias a una amebiasis hepática. El absceso amebiano<br />

cerebral es también una necrosis colicuativa en que se observa<br />

una gran hiperplasia de la glía.<br />

Epidemiología<br />

La amebiasis es cosmopolita, más frecuente en países tropicales.<br />

Se considera que existen 500 millones de personas infectadas<br />

por Entamoeba histolytica; de ellos 10%, es decir, 50 millones<br />

presentan una amebiasis invasora de las cuales 2 a 20% desarrollan<br />

una amebiasis extraintestinal, especialmente absceso hepático.<br />

Alrededor de 100 000 personas mueren al año por amebiasis.<br />

Su prevalencia varía entre 0.8-60% en los diferentes lugares,<br />

de acuerdo con el grado de saneamiento del medio ambiente,<br />

clima, edad, nivel socioeconómico y cultural, hábitos de higiene<br />

de la población y técnicas utilizadas en el diagnóstico.<br />

La amebiasis intestinal es más frecuente en adultos que en<br />

niños; afecta por igual a personas de cualquier raza y sexo (a<br />

diferencia de la amebiasis hepática, que es más frecuente en el<br />

sexo masculino). 25<br />

La infección amebiana es mucho más frecuente que la enfermedad.<br />

Alrededor de 10% de los amebianos se enferman; los<br />

otros son portadores sanos. En México se han determinado cifras<br />

de infección de hasta un 50%. Antes de 1994 se trataban<br />

anualmente en el Instituto Mexicano del Seguro Social casi<br />

medio millón de personas por amebiasis, de las cuales 2 500


CAPÍTULO 16 Amebiasis 135<br />

presentaban absceso hepático. 34 En la actualidad la prevalencia,<br />

morbilidad y mortalidad por amebiasis en ese país han disminuido.<br />

En Morelos, por ejemplo, 13.8% de los individuos asintomáticos<br />

presentaban infección por E. histolytica en 2005, 24<br />

detectado mediante pesquisa por reacción en cadena de la polimerasa<br />

(PCR) en deposiciones. En 4% de los niños menores de<br />

un año con diarrea se observó la presencia del parásito en heces.<br />

27 En pacientes con HIV y SIDA se encontró a E. histolytica<br />

en 25.3% de los casos mediante PCR en heces. 20 Estas cifras<br />

indican que hoy en día la amebiasis sigue constituyendo un<br />

problema de salud pública en ese país. En Colombia se han<br />

observado cifras de infección entre 4 y 50%; en Chile la amebiasis<br />

fluctuó entre 5 y 18%, en las diferentes regiones en 1972.<br />

No se conocen cifras recientes en relación con su prevalencia.<br />

La amebiasis extraintestinal es mucho menos frecuente<br />

que la intestinal. Por ejemplo, en Nigeria 0.25% de las amebiasis<br />

clínicas se complican con amebiasis hepática y en México<br />

alrededor de 1%.<br />

El hombre es el único hospedero de E. histolytica con importancia<br />

epidemiológica. El quiste es la forma infectante y es<br />

capaz de resistir al cloro en la proporción que se le echa al agua<br />

potable (0.2-0.5 mg/L), al permanganato de potasio al 1/500 y<br />

al ácido acético al 2%. Los quistes sobreviven varios meses a<br />

0°C, 30 minutos a 45°C y 5 minutos a 50°C. Los quistes se<br />

destruyen por cocción. Los quistes se eliminan del agua de bebida<br />

mediante filtración. Los trofozoítos son lábiles, se destruyen<br />

rápidamente en el ambiente, por cuyo motivo no tienen<br />

importancia en la diseminación de la infección.<br />

La transmisión de la infección se efectúa por varios mecanismos:<br />

contaminación fecal del agua de bebida y de alimentos,<br />

especialmente de frutas y verduras que crecen a ras del suelo; a<br />

través de vectores mecánicos (moscas, cucarachas) que acarrean<br />

los quistes en sus patas o en el tubo digestivo. Pero una parte<br />

importante de la infección, la constituyen los manipuladores<br />

de alimentos, en particular en los lactantes y niños pequeños.<br />

Una evidencia indirecta de la importancia de los alimentos en<br />

la diseminación de la amebiasis se aprecia en un estudio efectuado<br />

en Venezuela, donde, después del control y tratamiento<br />

de los manipuladores de alimentos durante tres años, la disentería<br />

amebiana descendió de 36.8 a 0.6 por mil por año.<br />

Se ha calculado que un portador “sano” durante una epidemia<br />

de amebiasis elimina 1.5 × 10 7 quistes al día, y que la cantidad<br />

de quistes en las aguas servidas durante esa epidemia llega a<br />

5 000 por litro. Estas cifras permiten conocer en forma aproximada<br />

el grado de contaminación fecal del suelo, agua de bebida<br />

y alimentos a que se podría llegar durante un brote epidémico.<br />

La contaminación fecal-oral directa durante el contacto<br />

buco-anal produce un alto número de infección en homosexuales<br />

masculinos.<br />

Clínica<br />

Amebiasis intestinal. En la amebiasis intestinal o primaria, se<br />

pueden distinguir las siguientes formas:<br />

1. Portador sano (sin lesiones) y por consiguiente, sin sintomatología.<br />

2. “Invasoras” o tisulares, las que se pueden presentar con<br />

lesiones tisulares mínimas y sin sintomatología, o con lesiones<br />

tisulares evidentes con sintomatología.<br />

En la actualidad, se puede diferenciar al portador sano del<br />

que presenta lesiones por amebas mediante reacciones serológicas,<br />

denominándose a las amebiasis con invasión tisular (con o<br />

sin repercusión clínica) amebiasis invasoras. Es importante señalar<br />

que una misma persona puede, en determinadas circunstancias,<br />

pasar de un grupo a otro. En Chile, portadores sanos<br />

representan cerca de 95% de los casos. No se sabe qué cantidad<br />

de ellos tienen lesiones, sin presentar manifestaciones clínicas.<br />

Los pacientes con sintomatología se dividen en agudos y<br />

crónicos:<br />

Formas agudas<br />

a) Rectocolitis amebiana o disentería amebiana. Las lesiones<br />

ulceronecróticas se localizan en la región rectosigmoidea.<br />

El paciente presenta sintomatología rectal: pujo, tenesmo,<br />

eliminación de sangre o pus y mucosidades por el<br />

recto. Hay compromiso del estado general, astenia, adinamia<br />

y fiebre de 37.5-39°C. Las evacuaciones mucosanguinolentas<br />

son frecuentes. Hay dolor en ambas fosas iliacas.<br />

Este cuadro se puede presentar como manifestación única<br />

o bien injertarse sobre una amebiasis intestinal crónica.<br />

Alrededor de 2-4% de las amebiasis intestinales con repercusión<br />

clínica presentan disentería amebiana. 34<br />

b) Colitis fulminante. Las úlceras necróticas se localizan en<br />

todo el trayecto del colon y al profundizarse, pueden perforar<br />

el intestino. El cuadro es muy grave. Fuera del síndrome<br />

disentérico, hay signos de abdomen agudo. Es una<br />

forma poco frecuente.<br />

c) Diarreica. En este caso las lesiones agudas no son tan profundas.<br />

En ocasiones, si las lesiones afectan al ciego y<br />

apéndice, pueden simular una apendicitis aguda.<br />

d) Tifloapendicitis amebiana. Indiferenciable desde un<br />

punto de vista clínico, de la apendicitis aguda. Sólo la presencia<br />

de diarrea sugiere sospechar el diagnóstico.<br />

Formas crónicas<br />

Atípico o asindrómico. Son personas que presentan periodos<br />

de diarrea alternados con periodos de normalidad o estitiquez,<br />

con meteorismo posprandial, dolores abdominales difusos o<br />

sensación de peso, irritabilidad, cefalea, etc. Otros presentan<br />

diarrea como cuadro predominante o estitiquez, o un síndrome<br />

dispéptico. Al examen físico se aprecia un buen estado nutritivo,<br />

se palpa cuerda cólica y, en ocasiones, sensibilidad en el<br />

trayecto del colon. Sobre esta forma clínica crónica se puede<br />

injertar un cuadro agudo de disentería, diarrea o ambas. 26<br />

Amebiasis extraintestinal<br />

Amebiasis hepática. Cuadro agudo que compromete de preferencia<br />

al sexo masculino, con una frecuencia de tres a cuatro


136 PARTE II Parasitología humana<br />

veces superior que en la mujer. Afecta especialmente a personas<br />

en la edad media de la vida. En 80% de los casos se presenta la<br />

tríada de hepatomegalia, fiebre y dolor; este último puede presentarse<br />

como un dolor de cansancio, de tipo cólico hepático o<br />

en franja. En una serie de abscesos hepáticos amebianos, se observó<br />

fiebre y dolor en 91% de los casos; hepatomegalia en<br />

88%; mal estado general en 81%; ictericia en 22%; palidez<br />

en 15%; anorexia en 14%; menor movilidad del diafragma en<br />

68%; matidez de la base pulmonar derecha en 68% y dolor<br />

torácico en 50% de los pacientes. No obstante lo anterior, debe<br />

recordarse que 10-20% de los pacientes con amebiasis hepática<br />

presentan uno o dos elementos de la tríada, tienen un comienzo<br />

insidioso, un cuadro pulmonar de la base derecha, etcétera.<br />

Amebiasis pleuropulmonar, cardiaca, cutánea, peritoneal y<br />

cerebral. Por lo general se presenta en personas con amebiasis<br />

hepática que por contigüidad compromete la pleura, pulmones,<br />

pericardio o la pared del abdomen. La peritonitis se origina<br />

por perforación de una úlcera del colon o por ruptura de un<br />

absceso. Las lesiones de los genitales, piel, perianal o pared abdominal<br />

se deben a la extensión directa de las lesiones intestinales.<br />

En ocasiones, las amebas siguen la vía hematógena, localizándose<br />

en el cerebro. La sintomatología del absceso cerebral<br />

es variable, dependiendo del tamaño y ubicación de la lesión.<br />

Amebiasis en la infancia<br />

La amebiasis en los lactantes y niños menores tiene características<br />

propias y es menos frecuente que en los adultos. La mayor<br />

prevalencia se presenta entre los 0-6 años, en especial en los dos<br />

primeros años de edad. La forma intestinal en la infancia se<br />

manifiesta como una enterocolitis con mucosidad y sangre. En<br />

general, la presentación clínica de la amebiasis en la infancia es<br />

más aguda y con mayor mortalidad que en los adultos (27 contra<br />

2%). La mayor mortalidad se debe al alto número de complicaciones;<br />

así por ejemplo, en los niños se observa 9% de peritonitis,<br />

contra 3% en los adultos. Lo mismo sucede en<br />

relación con la amebiasis hepática en los niños, entidad que si<br />

bien es rara de observar, es más grave que en el adulto por la<br />

mayor frecuencia de abscesos múltiples, mayor número de<br />

complicaciones y dificultad para hacer el diagnóstico.<br />

Diagnóstico<br />

Las manifestaciones clínicas de la amebiasis son bastante polimorfas;<br />

por este motivo es importante confirmar el diagnóstico<br />

etiológico mediante exámenes de laboratorio.<br />

Amebiasis intestinal. Buscar el parásito. Al fresco en cámara<br />

de Foot, se deberán observar elementos que emiten seudópodos<br />

claros, con movimiento direccional y fagocitosis de eritrocitos.<br />

Las primeras dos características sugieren el diagnóstico; el<br />

tercero confirma que el trofozoíto es de E. histolytica. Si hay<br />

dudas, se puede teñir el núcleo con colorantes vitales como el<br />

azul de metileno, el verde de metilo u otros. Se puede buscar al<br />

parásito en preparaciones fijadas y teñidas según técnica de<br />

PVA, SAF o PAF para ver trofozoítos o Telemann modificado<br />

o SAF o PAF para ver quistes. En estas preparaciones las características<br />

del núcleo permiten diferenciarlo de otras amebas:<br />

Entamoeba hartmanni, Entamoeba coli, Endolimax nana y Iodamoeba<br />

bütschlii.<br />

Tanto los trofozoítos como los quistes se eliminan en forma<br />

cíclica; por este motivo las muestras de heces se deben tomar<br />

día por medio (cada tercer día) con técnicas para fijar trofozoítos<br />

(PVA, SAF o PAF) y técnicas para fijar quistes<br />

(Telemann modificado). Seis muestras tomadas día por medio<br />

(tres con fijador de trofozoítos y tres con fijador para quistes)<br />

tienen una sensibilidad de 99%. Una muestra aislada tiene una<br />

sensibilidad de 50% y tres muestras seriadas de 70% (número<br />

de muestras que se utiliza en la mayoría de los hospitales). Por<br />

lo general, en las muestras diarreicas o disentéricas predominan<br />

los trofozoítos y en las muestras sólidas los quistes. En pacientes<br />

con disentería las muestras se deben tomar diariamente. Se<br />

pueden pesquisar antígenos específicos de E. histolytica en heces<br />

mediante anticuerpos monoclonales 17 y detección de parte<br />

del DNA del parásito mediante PCR. La PCR en tiempo real<br />

permite diferenciar los quistes de E. histolytica de aquellos de<br />

E. dispar. 11<br />

Es preciso buscar lesiones mediante los siguientes procedimientos:<br />

1. Rectoscopia. La que debe realizarse en todo paciente en<br />

que se sospecha una amebiasis. Con esta técnica en los<br />

casos agudos se pueden observar lesiones específicas: abscesos<br />

submucosos y úlceras crateriformes. Además, sirve<br />

para tomar biopsias rectales en caso de duda diagnóstica,<br />

lo que suele ocurrir en pacientes con colitis ulcerativa o<br />

enfermedad de Crohn con afectación del intestino grueso.<br />

La histología, la serología y el examen coproparasitario<br />

seriado, permiten dilucidar la etiología, aunque no debe<br />

olvidarse que entre 1 y 4% de los casos ambas entidades<br />

pueden asociarse. La rectosigmoidoscopia, si bien en los<br />

casos de amebiasis crónica sólo detecta lesiones inespecíficas,<br />

permite descartar otros diagnósticos. De cada 100<br />

rectosigmoidoscopias en amebianos crónicos, 80-90%<br />

presentan lesiones inespecíficas y sólo 10% son normales.<br />

Otra utilidad de este examen es la obtención de<br />

muestras de contenido rectal para buscar amebas, aunque<br />

debe señalarse que este procedimiento tiene menor rendimiento<br />

que un examen parasitológico, esta técnica tiene<br />

un 23% de rendimiento que sube al 43% con cultivo, en<br />

cambio, un examen coproparasitario aislado tiene una<br />

sensibilidad del 50%.<br />

2. Colonoscopia. Permite observar las lesiones en todo el<br />

trayecto del colon, a diferencia de la rectosigmoidoscopia,<br />

que sólo visualiza hasta 20-25 cm del colon izquierdo.<br />

3. Radiología. La radiografía de abdomen simple es muy<br />

útil en casos de perforación de úlceras amebianas. Enema<br />

baritada con y sin doble contraste: permite sospechar el<br />

diagnóstico de granuloma del ciego; está contraindicada


CAPÍTULO 16 Amebiasis 137<br />

en los procesos agudos; por lo general no revela lesiones<br />

específicas. La arteriografía del colon es de utilidad en<br />

los amebomas donde se aprecia mayor irrigación; permite<br />

realizar el diagnóstico diferencial con el carcinoma y otras<br />

afecciones del colon.<br />

4. Reacciones serológicas. La importancia de las diferentes<br />

reacciones serológicas radica en su alta especificidad y sensibilidad<br />

en las amebiasis tisulares o invasoras, siendo negativas<br />

en las infecciones amebianas (portadores sanos, sin<br />

lesiones). 13 Las reacciones de hemaglutinación indirecta<br />

(HAI), inmunofluorescencia indirecta (IFI), electrosinéresis<br />

(ES), inmunoelectroforesis (IEF), doble difusión<br />

(DD), ELISA y radioinmunoensayo son específicas y tienen<br />

una sensibilidad que fluctúa entre 92 y 98%. Además<br />

permiten diferenciar E. histolytica de E. dispar.<br />

Amebiasis hepática<br />

En todo paciente con sintomatología del cuadrante superior<br />

derecho del abdomen, presente o no la tríada clásica, deberá<br />

sospecharse el diagnóstico de absceso hepático amebiano. El<br />

diagnóstico diferencial deberá plantearse con todos los otros<br />

procesos supurados del hígado, colecistopatías, pleuroneumopatías,<br />

abscesos subfrénicos, etcétera.<br />

El diagnóstico etiológico se debe confirmar por la observación<br />

del parásito obtenido por punción diagnóstica bajo pantalla<br />

ecográfica. Por lo general no se observan trofozoítos en el<br />

material obtenido, ya que éstos se encuentran entre el tejido<br />

hepático sano y el alterado. De manera excepcional se han pesquisado<br />

trofozoítos fijados con PVA o PAF o se han cultivado<br />

en medios especiales o se ha inoculado el material sospechoso<br />

en hígado de hámster. La punción diagnóstica es útil, ya que<br />

permite conocer las características del absceso; cuando el contenido<br />

de éste es de un color achocolatado sugiere la etiología<br />

amebiana; además, en el material obtenido se puede pesquisar<br />

parte del DNA del parásito mediante la reacción de PCR específica<br />

para E. histolytica. Es importante señalar que 24 a 48<br />

horas previas a la punción los pacientes deben recibir emetina<br />

o dehidroemetina o metronidazol para evitar una posible hemorragia.<br />

El hemograma en el absceso hepático amebiano revela<br />

anemia discreta, leucocitosis de 10-20 000 mm 3 y VHS elevada.<br />

En general, leucocitosis mayores de 20 000 indican infección<br />

bacteriana asociada.<br />

Radiografía de tórax. En cerca de 90% de los casos permite<br />

observar menor movilidad y ascenso del hemidiafragma y borramiento<br />

del seno costodiafragmático derecho.<br />

Radiografía abdomen simple. Demuestra la hepatomegalia y<br />

rechazo del estómago por el lóbulo hepático izquierdo.<br />

Ecografía. La sonografía y la ultrasonografía, por su facilidad<br />

de ejecución, constituyen sin lugar a dudas el primer examen<br />

que debe ser solicitado ante la sospecha de un absceso hepático,<br />

permitiendo distinguirlo de tumores y quistes.<br />

Tomografía axial computarizada y resonancia magnética<br />

nuclear. Permiten plantear el diagnóstico precoz del absceso<br />

hepático, ya que pesquisan lesiones muy pequeñas. Tienen el<br />

inconveniente de su elevado precio.<br />

Arteriografía selectiva del tronco celiaco. Permite confirmar<br />

la presencia de un absceso. Los vasos confluyen a la zona de la<br />

lesión con proliferación arterial periférica. Posteriormente, el<br />

medio de contraste llega hasta el centro del absceso.<br />

Laparoscopia. Ocasionalmente se la utiliza y se puede aprovechar<br />

esta técnica para hacer la punción directa, previa terapia<br />

con emetina o metronidazol.<br />

Serología. Tiene mayor rendimiento que en las amebiasis intestinales.<br />

Las reacciones de: HAI, IFI, ELISA tienen una sensibilidad<br />

superior a 90%. La PCR es de gran ayuda en la amebiasis<br />

hepática y en las otras localizaciones extraintestinales.<br />

Tratamiento<br />

El gran número de fármacos antiamebianos existentes indica<br />

que hasta la fecha no se ha descubierto el fármaco ideal que<br />

erradique al parásito y carezca de efectos secundarios. Es importante<br />

señalar que la afirmación de que la amebiasis intestinal<br />

requiere de tratamientos múltiples, sostenidos y repetidos,<br />

no es exacta, ya que aunque se han observado formas rebeldes<br />

de amebiasis, no existen hasta la fecha indicios de una resistencia<br />

natural o adquirida de Entamoeba histolytica a los amebicidas.<br />

Por consiguiente, los tratamientos ineficaces se deben a<br />

errores de diagnóstico, a elección inadecuada del medicamento<br />

o a no respetar los principios terapéuticos.<br />

El objetivo de la terapia antiamebiana es erradicar los parásitos<br />

en su localización intestinal y extraintestinal.<br />

En los portadores asintomáticos, es decir, portadores “sanos”<br />

que excepcionalmente pueden presentar lesiones intestinales<br />

mínimas, basta con una terapia de diez días con alguno de<br />

los medicamentos luminales o tisulares eficaces (ver capítulo<br />

94).<br />

En el enfermo amebiano será necesario utilizar fármacos<br />

que actúen sobre las formas trofozoíticas en los tejidos. El tratamiento<br />

deberá completarse con terapia sintomática de acuerdo<br />

con si el paciente presenta diarrea, constipación o síndrome<br />

dispéptico. En el paciente con disentería y en la amebiasis hepática,<br />

deberá guardar reposo en cama. Los fármacos de elección<br />

en estos casos serán aquellos que actúen sobre las formas<br />

tisulares y luminales, esto último para evitar recaídas. Los<br />

amebicidas de contacto que por su escasa absorción no se difunden<br />

a los tejidos y permanecen en grandes concentraciones<br />

en el lumen intestinal, están indicados en los portadores<br />

asintomáticos para cortar el ciclo epidemiológico y como terapia<br />

complementaria en las amebiasis invasoras intestinales y<br />

extraintestinales (disentería amebiana, absceso hepático, etc.)<br />

que primariamente se hayan tratado con amebicidas tisulares<br />

para evitar recaídas por las formas persistentes intestinales. Entre<br />

estos amebicidas del lumen se tienen los derivados diclo-


138 PARTE II Parasitología humana<br />

roacetamídicos: etofamida, clefamida, diloxamida y el teclozan.<br />

Otros fármacos eficientes son la diyodohidroxiquinolina, quinfamidas<br />

y la paromomicina. La etofamida, la clefamida y la diloxamida<br />

son productos similares que tienen una eficacia de<br />

90-95% en los portadores asintomáticos. El teclozan tiene características<br />

parecidas a los otros dicloroacetamídicos. La diyodohidroxiquinolina<br />

es un derivado de la quinoleína, que destruye<br />

los trofozoítos del lumen; su absorción es mínima y por<br />

consiguiente no actúa sobre los trofozoítos tisulares. La quinfamida<br />

es una tetrahidroquinolina que actúa sólo sobre las amebas<br />

del lumen. Origina escasos efectos secundarios: náuseas,<br />

vómitos, meteorismo y cefalea. La paromomicina es un aminoglucósido<br />

que tiene 90-95% de curación en los portadores<br />

asintomáticos (ver capítulo 94).<br />

Los amebicidas tisulares son fármacos que se absorben totalmente<br />

a nivel intestinal y que difunden a todos los tejidos<br />

invadidos por E. histolytica. La mayoría son derivados 5-nitroimidazólicos:<br />

metronidazol, nimorazol, ornidazol, tinidazol<br />

y secnidazol. La emetina, dehidroemetina, cloroquina y tetraciclina<br />

son otros fármacos que pertenecen a este grupo. Todos los<br />

nitroimidazólicos actúan sobre los fármacos tisulares y del lumen.<br />

Por eso están indicados en las amebiasis agudas, crónicas,<br />

formas extraintestinales y los portadores asintomáticos. Los<br />

efectos secundarios que originan son numerosos y frecuentes:<br />

gastritis, náuseas, vómitos, diarrea, cefaleas, sabor metálico de<br />

la boca, exantemas (rash) alérgicos y excepcionalmente leucopenia<br />

y aplasia medular transitoria. Todos los nitroimidazólicos,<br />

con excepción del ornidazol, tienen efecto antabuse (disulfiram);<br />

por este motivo los pacientes no pueden ingerir alcohol<br />

cuando están recibiendo estos fármacos. Los imidazoles tienen<br />

acción sobre gérmenes anaeróbicos que pueden infectar secundariamente<br />

al absceso hepático amebiano. Su margen de seguridad<br />

es amplio, absorbiéndose casi totalmente en el yeyuno.<br />

Son activos por vía sistémica y su capacidad para atrapar electrones<br />

les permite depletar a las amebas de ADNH y<br />

ADNPH. 23,29,30,32<br />

La emetina es un alcaloide obtenido de la ipecacuana. Administrada<br />

por vía subcutánea es un amebicida eficiente en<br />

colitis severas y abscesos hepáticos. Es relativamente tóxica y<br />

sus efectos adversos son múltiples: vómitos, diarrea, dolores<br />

musculares, taquicardia, hipertensión, dolor precordial y alteraciones<br />

electrocardiográficas. Por este motivo debe utilizarse<br />

con precaución y monitoreo cardiológico permanente. Se emplea<br />

en dosis de 1 mg por kg al día (sin sobrepasar los 60 mg al<br />

día) por 5-10 días. El fármaco origina dolor en el sitio de inyección,<br />

lo que motiva estar continuamente cambiando la zona de<br />

aplicación. La dehidroemetina tiene una eficiencia parecida a la<br />

anterior, pero es menos tóxica. Se emplea en igual dosis que<br />

la emetina.<br />

La cloroquina es un derivado de la quinoleína. Se concentra<br />

en los tejidos, constituyendo un excelente amebicida. Origina<br />

efectos secundarios: cefalea, náuseas, vómitos, gastritis, trastornos<br />

visuales, insomnio y erupciones cutáneas.<br />

La tetraciclina, en dosis de 1.5-2 g al día en adultos y de<br />

30-50 mg/kg/día en niños, es útil cuando no se tiene acceso a<br />

los otros fármacos. La emetina, dehidroemetina y la cloroquina,<br />

por su alta absorción, son fármacos tisulares exclusivos; los<br />

derivados 5-nitroimidazólicos y la tetraciclina son fármacos<br />

que actúan sobre los trofozoítos tisulares y los del lumen (cuadros<br />

16-2, 16-3 y capítulo 94).<br />

La terapia quirúrgica en amebiasis es excepcional y está limitada<br />

a aquellos casos en los que no se obtuvo mejoría con el<br />

tratamiento médico, como ocurre con el “absceso hepático”<br />

amebiano infectado. En este caso, fuera de la terapia medicamentosa,<br />

es necesario drenar el absceso. En menos de 7% de los<br />

abscesos hepáticos amebianos se debe recurrir a la cirugía, la<br />

que sí es indispensable para el tratamiento de las perforaciones<br />

amebianas, colitis fulminante, etc. El ideal, en general, es hacer<br />

lo menos posible desde el punto de vista quirúrgico. La mortalidad<br />

en casos de peritonitis amebiana es alta: sobre 50%.<br />

Ningún tratamiento antiamebiano será completo si no se<br />

acompaña de una adecuada información sanitaria que incluya<br />

una explicación sobre la parasitosis y sobre las normas básicas<br />

para su prevención.<br />

Prevención<br />

Hasta la fecha no existe una vacuna que se pueda aplicar al<br />

humano. Se ha intentado utilizar la galactosa-N acetil galactosamina<br />

(Gal/Gal Nac) como antígeno inmunogénico. Esta Gal<br />

lectina origina una respuesta de citocinas Th1 in vitro e in vivo.<br />

Hasta la fecha no se ha aplicado en humanos, pero por su alta<br />

eficiencia experimental es la vacuna ideal para el hombre en el<br />

futuro inmediato. 31 Tres son las medidas fundamentales en la<br />

prevención colectiva de la amebiasis:<br />

a) Saneamiento del medio ambiente, en especial en lo relacionado<br />

con una adecuada eliminación de excretas, basura<br />

y la existencia de agua potable.<br />

b) Realizar una adecuada educación sanitaria que tienda a<br />

crear hábitos de higiene personal y familiar.<br />

c) Control de la higiene de los alimentos y sus manipuladores.


CAPÍTULO 16 Amebiasis 139<br />

Referencias<br />

1. Abd-Alla M, Jackson T, Rogers T, Reddy S, Ravdin<br />

J. Mucosal immunity to asymptomatic Entamoeba histolytica<br />

and Entamoeba dispar infection is associated with a<br />

peak intestinal antilectin immunoglobulin. A antibody<br />

response. Infect Immun, 2006;74:3897-3903.<br />

2. Apt W. Amebiasis. Parasitología clínica. 3a. ed. Capítulo<br />

11. Antonio Atias (Ed.). Mediterráneo, Chile, 1991:130-<br />

141.<br />

3. Báez M. Historia de la amebiasis. En: Amebiasis. Bernardo<br />

Sepúlveda y Luis Diamond (Eds.). Instituto Mexicano<br />

del Seguro Social, México, 1976;42-52.<br />

4. Blázquez S, Rigothier M, Huerre M, Guillén N. Initiation<br />

of inflammation and cell death during liver abscess<br />

formation by Entamoeba histolytica depends on activity of<br />

the galactose/N-acetyl-D-galactosamine lectin. Int J Parasitol,<br />

2007;37:425-433.<br />

5. Boure P, Bizaro F. Parasitic diarrhea. Press Med,<br />

2007;36:706-716.<br />

6. Carranza-Rosales P, Santiago-Mauricio M, Guzmán-<br />

Delgado N, Vargas-Villarreal J, Lozano-Garza G,<br />

Ventura-Juárez J, Balderas-Rentería I, Morán-Martínez<br />

J, Gandolfi A. Precision-cur hamster liver slices as<br />

an ex vivo model to study amoebic liver abscess. Exp Parasitol,<br />

2010;126:117-125.<br />

7. Chebolu S, Daniell H. Stable expression of Gal/Gal<br />

Nac lectin of Entamoeba histolytica in transgenic chloroplasts<br />

and immunogenicity in mice towards vaccine development<br />

for amoebiasis. Plant Biotechnol J, 2007;5:230-<br />

239.<br />

8. Davis P, Zhang X, Guo J, Townsend R, Stanley S<br />

Jr. Comparative proteomic analysis of two Entamoeba<br />

histolytica strains with different virulence phenotypes<br />

identifies peroxiredoxin as an important component of<br />

amoebic virulence. Mol Microbiol, 2006;61:1523-1532.<br />

9. Debnath A, Tashker J, Sajid M, McKerrow J. Transcriptional<br />

and secretory responses of Entamoeba histolytica<br />

to mucins, epithelial cells and bacteria. Int J Parasitol,<br />

2007;37:897-906.<br />

10. Diamond L. Techniques of axenic cultivation of Entamoeba<br />

histolytica, Schaudinn, 1903 and Entamoeba like<br />

amebae. J Parasitol, 1968;54:1056-1068.<br />

11. Gutiérrez-Cisneros M, Cogollos R, López-Vélez R,<br />

Maratín-Rabadán P, Martínez-Ruiz R, Subirats M,<br />

Merino F, Fuentes I. Application of real-time PCR for<br />

the differentiation of Entamoeba histolytica and E. dispar in<br />

cyst-positive faecal samples from 130 immigrants living in<br />

Spain. Ann Trop Med Parasitol, 2010;104:145-149.<br />

12. He C, Nora G, Schneider E, Kerr I, Hansell E, Hirata<br />

K, González D, Sajid M, Boyd S, Hruz P, Cobo E, Le<br />

C, Liu W, Eckmann L, Dorrestein P, Houpt E, Brinen<br />

L, Craik C, Roush W, McKerrow J, Reed S. A novel<br />

Entamoeba histolytica cysteine proteinase, EhCP4, is key<br />

for invasive amebiasis and therapeutic target. J Biol<br />

Chem, 2010;285:18516-18527.<br />

13. Healy G. Immunologic tools in the diagnosis of amebiasis.<br />

Rev Infect Dis, 1986;8:239-245.<br />

14. Hsieh S, Chen M, Pan S, Hung C, Chang S. Aberrant<br />

induction of regulatory activity of CD4+ CD25+ T cells by<br />

dendritic cells in HIV-infected persons with amebic liver<br />

abscess. J Acquir Immune Defic Syndr, 2007;44:6-13.<br />

15. Huntley D, Pandis I, Butcher S, Ackers J. Bioinformatic<br />

analysis of Entamoeba histolytica SINE1 elements.<br />

BMC Genomics, 2010:11-321.<br />

16. Ivory C, Chadee K. Activation of dendritic cells by the<br />

Gal-lectin of Entamoeba histolytica drives Th1 responses<br />

in vitro and in vivo. Eur J Immunol, 2007;37:385-394.<br />

17. Koltas I, Demirhindi H, Hazar S, Ozcan K. Importance<br />

of the detection of amoebic antigens in stool samples<br />

for the diagnosis of Entamoeba histolytica infection,<br />

among children in Southern Turkey. Ann Trop Med Parasitol,<br />

2007;101:143-150.<br />

18. Mehlhorn H. (Ed.) Encyclopedic reference of parasitology<br />

biology-structure-function, 2a. ed. Springer-Berlin Heidelberg,<br />

Nueva York, 2001;42:44-219.<br />

19. Mirelman D, Moody-Haupt S, Becker S, Nuchamowitz<br />

Y, Bracha R, Alon R. Cell surface mollecules of<br />

pathogenic and nonpathogenic Entamoeba histolytica and<br />

their relation to virulence. Adv Exp Med Biol, 1996;408:<br />

225-227.<br />

20. Morán P, Ramos F, Ramiro M, Curiel O, González E,<br />

Valadez A, Gómez A, García G, Melendro E, Ximénez<br />

C. Entamoeba histolytica and/or Entamoeba dispar: infection<br />

frequency in HIV+/AIDS patients in Mexico City.<br />

Exp Parasitol, 2005;110:331-334.<br />

21. Mortimer L, Chadee K. The immunopathogenesis of<br />

Entamoeba histolytica. Exp Parasitol, 2010;126:366-380.<br />

22. Padilla-Vaca F, Anaya-Velásquez F. Insights into Entamoeba<br />

histolytica virulence modulation. Infect Disord<br />

Drug Targets, 2010;10:242-250.<br />

23. Powell J. Some new nitroimidazole derivatives: clinical<br />

trials in amebic liver abscess. Am J Trop Med Hyg, 1972;<br />

21:518-520.<br />

24. Que X, Reed S. Cysteine proteinases and the pathogenesis<br />

of amebiasis. Clin Microbiol Rev, 2000;13:196-206.<br />

25. Ramos F, Morán P, González E, García G, Ramiro M,<br />

Gómez A, De León M, Melendro E, Valadez A, Ximénez<br />

C. High prevalence rate of Entamoeba histolytica asymptomatic<br />

infection in a rural Mexican community. Am<br />

J Trop Med Hyg, 2005;73:87-91.<br />

26. Romero Cabello R, Gutiérrez M. Colitis amebiana.<br />

Págs. 126-131 del libro Amebiasis en el siglo XXI. Ed. Raúl<br />

Romero Cabello. Sevilla Eds., México, 2008:222.


140 PARTE II Parasitología humana<br />

27. Sánchez-Vega J, Tay-Zavala J, Aguilar-Chiu A, Ruiz-<br />

Sánchez D, Malagon F, Rodríguez-Covarrubias J,<br />

Ordóñez-Martínez J, Calderón-Romero L. Cryptosporidiosis<br />

and other intestinal infections in children less<br />

than one year in Mexico City. Am J Trop Med Hyg,<br />

2006;75:1095-1098.<br />

28. Sen A, Chatterjee N, Akbar M, Nandi N, Das P. 29-<br />

kDa thiol-dependent peroxidase of Entamoeba histolytica<br />

is a factor involved in pathogenesis and survival of the<br />

parasite during oxidative stress. Eukaryot Cell,<br />

2007;6:664-673.<br />

29. Sepúlveda B, Diamond L. (Eds.). Amebiasis Pub. Instituto<br />

Mexicano de Seguro Social, México, 1976:892.<br />

30. Silva E, Cardoso J, Costa M. Amebiasis. Capítulo 13.<br />

De: Cimerman B, Cimerman S. (Eds.). Parasitología humana<br />

e seus fundamentos gerais. Atheneu São Paulo, Belo<br />

Horizonte, Rio de Janeiro, Brasil, 1999:113-130.<br />

31. Snow M, Stanley S Jr. Recent progress in vaccines for<br />

amebiasis. Arch Med Res, 2006;37:280-287.<br />

32. Stanley S. Protozoa amebiasis. Gastroenterol Clin North<br />

Am, 1996;25:471-492.<br />

33. Stanley S Jr, Reed S. Microbes and microbial toxins:<br />

paradigms for microbial-mucosal interactions. VI. Entamoeba<br />

histolytica: parasite-host interactions. Am J Physiol<br />

Gastrointest Liver Physiol, 2001;280:1049-1054.<br />

34. Treviño N, Escandón-Romero C, Escobedo J, Hernández-Ramos<br />

J, Fierro-Hernández H. Amebiasis in<br />

the epidemiologic transition in Mexico: Its morbidity and<br />

mortality trends in the Mexican Institute of Social Security.<br />

Arch Med Res, 1994;25:393-399.<br />

35. Variyam E. Luminal host-defense mechanisms against<br />

invasive amebiasis. Trends Parasitol, 2007;23:108-111.<br />

36. World Health Organization WHO/P2H0. Unesco report<br />

of consultation of expert on amebiasis. México, 1997:1.<br />

37. Ximénez C, Cerritos R, Rojas L, Dolabella S, Morán<br />

P, Shibayama M, González E, Valadez A, Hernández<br />

E, Valenzuela O, Limón A, Partida O, Silva E. Human<br />

amebiasis: breaking the paradigm? Int J Environ Res<br />

Public Health, 2010;7:1105-1120.


Capítulo<br />

17<br />

Balantidiasis*<br />

César Náquira<br />

Antecedentes históricos<br />

La balantidiasis es una zoonosis parasitaria causada por el protozoario<br />

ciliado Balantidium coli, cuyos principales reservorios<br />

son los porcinos y es transmitida al humano, principalmente,<br />

en regiones donde existe crianza de dichos animales; por lo tanto,<br />

la presencia de la infección humana es muy antigua; la primera<br />

información sobre su presencia en seres humanos fue<br />

dada por Malmstein (Estocolmo, 1857). 2,4,7,10,12<br />

Definición<br />

La balantidiasis es causada por Balantidium coli, el más grande<br />

de los protozoos y único ciliado que se ha encontrado parasitando<br />

el intestino grueso del hombre. Los principales animales<br />

reservorios del parásito son los cerdos, pero también se han encontrado<br />

primates y roedores naturalmente infectados, pero de<br />

menor importancia epidemiológica. La infección intestinal humana<br />

puede ser asintomática o con sintomatología de colitis<br />

aguda o crónica, incluyendo perforación intestinal. Hay escasa<br />

información sobre localizaciones extraintestinales.<br />

Clasificación<br />

Taxonómicamente, Balantidium coli se clasifica de la siguiente<br />

manera:<br />

Reino: Protista<br />

Subreino: Protozoa<br />

Phylum: Ciliophora<br />

Clase: Litostomatea<br />

Orden: Trichostomatida<br />

Familia: Balantidiidae<br />

Género: Balantidium<br />

Especie: coli<br />

Biología<br />

Balantidium coli es el protozoario de mayor tamaño que parasita<br />

habitualmente el intestino grueso del cerdo. Es un ciliado<br />

que presenta en su ciclo evolutivo dos formas: el trofozoíto y el<br />

quiste (figura 17-1).<br />

El trofozoíto es una célula de forma ovoide que puede medir<br />

de 50 a más de 150 mm de longitud por 40 a 70 mm de<br />

diámetro. En su parte anterior, más angosta, presenta una hendidura,<br />

el citostoma, que permite la entrada del alimento. El<br />

cuerpo está cubierto de cilios, dispuestos ordenadamente en<br />

hileras; los cilios más grandes están alrededor del citostoma. En<br />

su parte posterior suele observarse una abertura similar a un<br />

ano, denominada citopigio. Presenta dos núcleos situados en la<br />

parte media del parásito: el macronúcleo de forma arriñonada,<br />

en cuya concavidad se ubica el micronúcleo de forma redondeada,<br />

no siempre visible. En el citoplasma se distinguen vacuolas,<br />

unas alimenticias con sustancias nutritivas o de desecho<br />

y algunas de ellas vacías o vacuolas contráctiles. Los cilios y la<br />

vacuola contráctil favorecen el movimiento del parásito.<br />

Los trofozoítos se multiplican por división binaria; en ocasiones<br />

se observa el fenómeno de la conjugación que suele ocurrir<br />

en los ciliados y que consiste en que dos trofozoítos se fusionan,<br />

cambian material cromosómico de sus respectivos<br />

núcleos y luego se separan, lo que se interpreta como una forma<br />

de reproducción sexual a pesar de no haber una multiplicación<br />

del parásito.<br />

El trofozoíto se alimenta de las sustancias nutritivas que<br />

encuentra en la luz intestinal, principalmente carbohidratos<br />

que metaboliza anaeróbicamente para obtener energía. El parásito<br />

secreta sustancias que favorecen la lisis de los tejidos, como<br />

la hialuronidasa.<br />

El quiste tiene forma redondeada y mide de 40 a 60 mm,<br />

está cubierto de una doble membrana quística y contiene un<br />

trofozoíto.<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

141


142 PARTE II Parasitología humana<br />

Quistes<br />

Ingesta<br />

Ser humano<br />

hospedero accidental<br />

Alimentos<br />

contaminados<br />

Quistes<br />

Colon<br />

Cerdo<br />

hospedero definitivo<br />

Excreción<br />

con las heces<br />

Desenquistamiento<br />

Colonización<br />

en el colon<br />

Enquistamiento<br />

Multiplicación<br />

Figura 17-2. Ciclo evolutivo de Balantidium coli.<br />

Los trofozoítos y quistes se eliminan con las heces de cerdo<br />

al medio ambiente; los trofozoítos no persisten mucho tiempo;<br />

en cambio, los quistes son resistentes a las condiciones externas<br />

y deben ser ingeridos por el cerdo para mantener la infección<br />

en la naturaleza.<br />

El hombre adquiere la infección al ingerir agua o alimento<br />

contaminado con quistes de Balantidium coli.<br />

Los quistes, al ingresar al tubo digestivo del animal o humano,<br />

por acción de los jugos digestivos pierden la membrana<br />

quística, liberando los trofozoítos que, si las condiciones les son<br />

favorables, comenzarán a reproducirse y en ocasiones penetrarán<br />

la mucosa intestinal (figura 17-2).<br />

Balantidium coli y Balantidium suis serían sinónimos. 8<br />

Patogenia y patología<br />

Balantidium coli no produce lesiones en el intestino grueso del<br />

cerdo y puede producirlas en el humano.<br />

La producción de lesiones en las personas parece depender<br />

de varios factores, entre otros, la virulencia de la cepa del parásito,<br />

la producción de hialuronidasa por el parásito que favorece<br />

la lisis tisular y facilita su penetración en la mucosa, las lesiones<br />

previas del intestino, ocasionadas por diversas etiologías, la<br />

alimentación rica en carbohidratos, la presencia de otras infecciones<br />

parasitarias, la flora bacteriana favorable al desarrollo del<br />

parásito, así como las condiciones previas del paciente como<br />

desnutrición, alcoholismo, historia de enfermedades crónicas<br />

o debilitantes, compromiso inmunitario, etcétera.<br />

La lesión típica de Balantidium coli es la úlcera intestinal,<br />

similar a la producida por Entamoeba histolytica y de la que hay<br />

que diferenciarla.<br />

La localización más frecuente de las úlceras balantidianas<br />

es el rectosigmoides; las lesiones son de cuello ancho, de borde<br />

edematoso con tejido necrótico en el fondo de la úlcera. El<br />

corte histológico muestra a los trofozoítos reconocibles por su<br />

tamaño y forma, los cuales pueden atravesar la muscularis de la<br />

mucosa, la submucosa e incluso, en ocasiones pueden observarse<br />

en el interior de los vasos sanguíneos o perforando el perito-


CAPÍTULO 17 Balantidiasis 143<br />

Clínica<br />

Se describen dos formas clínicas y una asintomática de la balantidiasis.<br />

Las dos formas clínicas son:<br />

Figura 17-4. Balantidium coli en mucosa intestinal.<br />

neo. La invasión del parásito puede ocurrir a órganos vecinos<br />

como apéndice, ganglios linfáticos mesentéricos, pulmón,<br />

etc. 1,11 Alrededor de los parásitos hay tejido necrótico e infiltrado<br />

celular de neutrófilos, linfocitos y eosinófilos (figuras 17-3<br />

y 17-4).<br />

Epidemiología<br />

La forma evolutiva infectante para el humano es el quiste de<br />

Balantidium coli. La puerta de entrada del quiste es la vía oral.<br />

El mecanismo de transmisión es la ingesta de quistes que contaminan<br />

el agua de bebida o alimento del hombre; sin embargo,<br />

se aduce que por vía aérea el parásito puede ingresar al pulmón<br />

y así explicar las localizaciones reportadas en este órgano. 13<br />

El cerdo es el animal reservorio más importante para la<br />

infección humana, encontrándose zonas con prevalencia en<br />

cerdos de 20 a 100%, como ocurre en zonas tropicales de<br />

Perú; 5 sin embargo, en áreas con alta prevalencia de infección<br />

humana, como lo observado en niños de comunidades aymaras<br />

del altiplano boliviano, de 1.0 a 5.3%, el hombre es otro importante<br />

reservorio. 3<br />

En áreas de crianza abierta de cerdos, como ocurre en las<br />

zonas rurales del mundo, los quistes dejados en el suelo por los<br />

cerdos pueden ser vehiculizados por el agua de lluvia, el viento<br />

en suelos secos o los vectores mecánicos como las moscas y cucarachas<br />

hasta el alimento humano.<br />

La distribución de la infección humana es cosmopolita,<br />

asociada a la crianza de cerdos o su comercialización; así se han<br />

descrito casos humanos en Suecia, Finlandia, norte de Rusia,<br />

Irán y brotes epidémicos en regiones tropicales y subtropicales<br />

como América Central, Sudamérica, Filipinas, Papúa-Nueva<br />

Guinea, Asia Central y algunas islas del Pacífico. 9<br />

Las áreas endémicas de la infección humana por lo general<br />

corresponden a la crianza abierta de cerdos, ausencia de letrinas<br />

en zonas rurales, pobreza y falta de educación sanitaria como<br />

factores condicionantes en la presencia de esta parasitosis.<br />

1. La disentería balantidiana o balantidiasis aguda se caracteriza<br />

por un cuadro agudo de diarrea con mucosidad, sangre,<br />

pujo y tenesmo que semeja a la disentería amebiana o<br />

bacilar. Las manifestaciones generales suelen ser fiebre,<br />

malestar general, vómito, deshidratación, dolor abdominal<br />

y postración. En casos graves en que se produce la<br />

perforación intestinal, el cuadro corresponde a una peritonitis<br />

con agravación de todos los síntomas, indicando<br />

un mal pronóstico.<br />

2. La diarrea balantidiana o balantidiasis crónica, con sintomatología<br />

digestiva variada, ya que pueden presentarse<br />

episodios de diarrea con o sin moco o sangre, periodos de<br />

estreñimiento, dolor abdominal, náuseas, vómitos, malestar<br />

general, etcétera.<br />

La balantidiasis asintomática es frecuente en áreas endémicas,<br />

indicando la posible resistencia natural de algunas personas a<br />

la infección o el desarrollo de una respuesta inmunitaria.<br />

Las localizaciones de las lesiones por contigüidad, como<br />

ocurre en apéndice y aparato urogenital, no son frecuentes, así<br />

como en otros órganos, como el pulmón.<br />

Diagnóstico clínico<br />

y de laboratorio<br />

El diagnóstico clínico se basa en la sintomatología y el antecedente<br />

epidemiológico.<br />

Desde el punto de vista clínico, el diagnóstico de balantidiasis<br />

se plantea cuando hay síntomas y signos de disentería en<br />

personas que crían o comercializan cerdos o proceden de zona<br />

rural, donde la crianza del cerdo es parte de la actividad de la<br />

comunidad.<br />

El diagnóstico diferencial de la disentería balantidiana es<br />

con la disentería amebiana y bacilar, principalmente, y otras<br />

entidades como tricocefalosis aguda y colitis ulcerativa. En estos<br />

casos, el examen clínico debe completarse con el estudio<br />

sigmoidoscópico, lo que permite observar las lesiones y tomar<br />

muestras de las mismas para examen directo al microscopio o<br />

cultivo, así como una biopsia.<br />

El diagnóstico de laboratorio se realiza por el examen de<br />

las heces mediante observación directa para identificar los trofozoítos<br />

de Balantidium coli.<br />

En la balantidiasis crónica o en el portador, el hallazgo de<br />

los quistes se realiza mediante técnicas de concentración como<br />

el método de Baermann o su modificación a una técnica más<br />

simple como el método de Lumbreras. 5<br />

El cultivo en medios artificiales usados para el desarrollo de<br />

Entamoeba histolytica permite, a su vez, el cultivo del parásito.


144 PARTE II Parasitología humana<br />

La biopsia, con las tinciones habituales, permite identificar<br />

a los trofozoítos, las únicas formas invasivas del parásito,<br />

por su gran tamaño (figura 17-3). No se usan técnicas inmunológicas<br />

para el diagnóstico. En cuanto a exámenes de otros<br />

órganos como pulmón, en caso de sospecha clínica puede ser<br />

necesario el estudio por imágenes o lavado broncoalveolar.<br />

Prevención<br />

La profilaxis individual se basa en la ingesta de agua de bebida<br />

segura y alimentos vegetales bien lavados o cocidos, así<br />

como el lavado de manos antes de ingerir los alimentos y luego<br />

de defecar, lo cual es muy limitado en las áreas endémicas,<br />

principalmente por deficiente saneamiento ambiental que incluye<br />

a la crianza del cerdo en forma abierta, permitiendo la<br />

contaminación del suelo y ambiente con sus heces, favoreciendo<br />

la contaminación del agua de bebida y alimentos en esas<br />

zonas.<br />

La educación sanitaria deberá estar dirigida a reforzar la<br />

higiene en la manipulación e ingesta de agua de bebida y alimentos,<br />

así como también incentivar en las comunidades la<br />

instalación de sistemas de agua segura, el uso de letrinas y la<br />

crianza higiénica de los cerdos. No existe vacuna y la reinfección<br />

es posible.<br />

Tratamiento<br />

El fármaco de elección en adultos es la tetraciclina: 500 mg,<br />

cuatro veces al día por 10 días. Contraindicada en gestantes y<br />

niños menores de ocho años.<br />

Metronidazol, en adultos: 750 mg, tres veces al día por<br />

cinco días; en niños 30 a 50 mg/kg por cinco días, dosis fraccionadas<br />

en tres tomas diarias.<br />

Sulfato de paromomicina, en adultos hasta 1.5 g diarios<br />

por 5 días; en niños 25 mg/kg por 5 días, dosis fraccionadas en<br />

tres a cuatro tomas diarias.<br />

Sulfato de aminosidina, en casos graves, 250 mg por vía<br />

intramuscular y 500 mg en tabletas a las 6 horas. En casos leves<br />

o asintomáticos, dos tabletas de aminosidina de 250 mg. Repetido<br />

a las seis horas. 6<br />

Se menciona efectividad con el uso de yodoquinol y nitazoxanida.<br />

(Ver capítulo 94.)<br />

Referencias<br />

1. Anargyrou K, Petrikkos G, Suller M, Skiada A,<br />

Siakantaris M, Osuntoyinbo R, Pangalis G, Vaiopoulos<br />

G. Pulmonary Balantidium coli infection in a patient.<br />

Am J Hematol, 2003;73:180-183.<br />

2. Claparède E, Lachman J. Etudes sur les infusoires et les<br />

rhizopodes. Geneve, Kossmann, Francia, 1868, 2 v.<br />

3. Esteban J, Aguirre C, Ángeles R, Ash L, Mas-Coma<br />

S. Balantidiasis in Aymara Children from the Northern<br />

Bolivian Altiplano. Am Trop Med Hyg, 1998;59:922-927.<br />

4. Leuckart E. Paramoecium coli. Wiegmann‘ s Archive,<br />

1861:1,80.<br />

5. Lumbreras H. Aplicación de la técnica de Baermann<br />

modificada en copa en el diagnóstico y control terapéutico<br />

de la balantidiasis. Rev Med Per, 1961;30:21-25.<br />

6. Lumbreras H, León Barúa R, Cantella R, et al. Tratamiento<br />

de la balantidiasis con el nuevo antibiótico: Sulfato<br />

de aminosidina. Rev Med Per, 1963;32:59-63.<br />

7. Malmeten P. Infusorien als Intestinaltiere beim Menschen.<br />

Virchow Arch. F Pathol Anat, 1857;12:302-309.<br />

8. McDonald J. On Balantidium coli (Malmsten) and Balantidium<br />

suis (sp. Nov.), with an account of their neuromotor<br />

apparatus. Tesis. U. California, 1922.<br />

9. Solaymani-Mohammadi S, Rezaian M, Ali Anwar<br />

M. Human balantidiasis in Iran: an unresolved enigma?<br />

Trends Parasitol, 2005;21:160-161.<br />

10. Stein F. Der Organismus der Infusionsthiere nach eigenen<br />

Forschugen in systematischer Eeihenfolge bearbaitet.<br />

Naturgeschichte der heterotriehen Infusorien. Englemann,<br />

Leipzig, Alemania, 1867:355.<br />

11. Vasilakopoulou A, Dimarongona K, Samakovli A,<br />

Papedimitris K, Avlami A. Balantidium coli pneumonia<br />

in immunocompromised patient. Scand J Infect Dis,<br />

2003;35:144-146.<br />

12. Walker L, Linwood E. The schizogony of Trypanosoma<br />

evansi in the spleen of the vertebrate host. Philippine J of<br />

Science, 1913;8:333-349.<br />

13. Young M. Attempts to transmit human Balantidium<br />

coli. Am J Trop Med Hyg, 1950;30:71.


Capítulo<br />

18<br />

Giardiasis*<br />

Isabel Noemí<br />

Giardia lamblia<br />

Sus sinónimos son Giardia intestinalis y Giardia duodenalis.<br />

Concepto<br />

Infección causada por un protozoo flagelado, Giardia duodenalis,<br />

predominante en los niños e inmunosuprimidos y caracterizada<br />

por la producción de cuadros diarreicos agudos y crónicos,<br />

de intensidad variable; puede complicarse, originando un<br />

síndrome de malabsorción intestinal. En el adulto inmunocompetente<br />

suele ser asintomática.<br />

Biología<br />

Giardia duodenalis es un protozoo flagelado que presenta dos<br />

formas a la microscopia de luz: el trofozoíto y el quiste. El primero<br />

es piriforme. Al observarlo de frente y lateralmente, semeja<br />

una coma, con una cara cóncava y otra convexa. Mide<br />

entre 10 y 20 mm de largo, por 5 a 15 mm de ancho y 2 a 4 mm<br />

de grosor. Posee simetría bilateral y su cuerpo aparece dividido<br />

en mitades por un engrosamiento citoplasmático compuesto<br />

por microtúbulos, el axostilo, el que es un esqueleto axial (figura<br />

18-1).<br />

En su extremo anterior presenta dos núcleos grandes y<br />

vesiculares, con nucléolos muy visibles en preparaciones teñidas.<br />

A diversas alturas de la superficie celular emergen cuatro<br />

pares de flagelos que le dan movilidad. La concavidad que hay<br />

en su cara ventral, en sus dos tercios anteriores, constituye una<br />

ventosa o disco suctor, la que permite distinguir a G. duodenalis<br />

de otros flagelados, compuesto por dos lóbulos unidos a la altura<br />

de los núcleos. Este disco tendría capacidad contráctil, y su<br />

citoesqueleto está compuesto de microtúbulos, en que destacan<br />

dos proteínas que lo conforman: la tubulina y la giardina (betagiardina<br />

de 29 kDa y alfagiardina, de 33.8 kDa), que le permiten<br />

al parásito adosarse al epitelio intestinal del hospedero. En<br />

su adhesión a la superficie intestinal también influyen los efectos<br />

propulsivos de los flagelos ventrales y las lectinas, las que se<br />

unirían a receptores de los enterocitos. 3<br />

Los quistes son ovalados y miden de 8-12 mm y de 7-10<br />

mm respectivamente; en observación a la microscopia directa<br />

aparecen como cuerpos muy refringentes, con una membrana<br />

quística de doble pared y, en su interior, se aprecian cuatro núcleos<br />

y una serie de filamentos, los que constituyen los restos<br />

flagelares y cuerpos parabasales (figura 18-2).<br />

Se han distinguido, de acuerdo con la morfología de ciertas<br />

estructuras microtubulares denominadas cuerpos mediales,<br />

tres especies de Giardia: G. agilis, descrita en anfibios, G. muris,<br />

en roedores, aves y reptiles, y G. duodenalis, observada en el<br />

hombre, mamíferos, aves y reptiles. Las diferencias se basan en<br />

las secuencias de los ácidos nucleicos del DNA.<br />

Existen alrededor de 40 variedades de este protozoo, basadas<br />

en su morfología, transmisión cruzada en forma experimental,<br />

crecimiento y desarrollo in vitro, infectividad, virulencia<br />

y patogenicidad, características antigénicas, electroforesis de<br />

proteínas, enzimas, sitios de restricción, hibridación del DNA<br />

y cariotipo molecular. Hay evidencias de la existencia de aparato<br />

de Golgi, además de vacuolas periféricas o vesículas que podrían<br />

constituir parte del sistema lisosómico-endolisosómico<br />

de los trofozoítos.<br />

G. duodenalis posee una gran variedad de endosimbiontes,<br />

entre ellos inclusiones de bacterias, micoplasmas y virus. De<br />

éstos, destacan ciertos virus que poseen 32 nm de RNA de doble<br />

hélice, los que se han hallado en cultivos. Se replicarían por<br />

una RNA polimerasa y se les ha asociado a una disminución de<br />

la adherencia y reproducción parasitaria. Sin embargo, la presencia<br />

de estos virus no estaría relacionada con la virulencia del<br />

protozoo. Aparentemente no existe transferencia del genoma<br />

de estos virus al del hospedero.<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

145


146 PARTE II Parasitología humana<br />

El hábitat de este protozoo es el intestino delgado, en su<br />

porción proximal: duodeno y segmentos altos del yeyuno. La<br />

forma vegetativa o trofozoíto, mediante la cual el parásito se<br />

reproduce por fisión binaria, se encuentra en grandes cantidades<br />

en la superficie del epitelio intestinal, en el tercio basal de<br />

las vellosidades, y en el moco que recubre la pared. Tanto los<br />

trofozoítos como los quistes salen al exterior con las deposiciones<br />

del hospedero, pero mientras la forma vegetativa es lábil y<br />

se destruye precozmente en el medio ambiente, los quistes son<br />

más resistentes y constituyen la forma infectante del parásito.<br />

Cuando los quistes son ingeridos por el hombre, sus envolturas<br />

se disuelven debido a la acción de los jugos digestivos, dejando<br />

en libertad a los trofozoítos, los cuales se ubican en el duodeno<br />

y yeyuno, y se multiplican activamente. El desenquistamiento<br />

ocurre por las condiciones fisiológicas en el estómago e<br />

intestino del hombre y mamíferos. El proceso de desenquistamiento<br />

es favorecido por la exposición a la alta acidez gástrica,<br />

seguida por la brusca elevación del pH del intestino delgado.<br />

Cuando las condiciones del medio intestinal le son adversas,<br />

la forma vegetativa se enquista y sale al exterior con las heces<br />

del hospedero. Una vez allí, los quistes tienen capacidad de<br />

infectar por vía oral a otro mamífero susceptible o de reinfectar<br />

al mismo hospedero (figura 18-3).<br />

Epidemiología<br />

Figura 18-2. Quiste de Giardia duodenalis.<br />

La giardiasis es una infección cosmopolita y se halla ampliamente<br />

distribuida en todas las latitudes y continentes, en especial<br />

en climas templados y húmedos.<br />

En la población rural de América Latina, calculada en 108<br />

millones de personas, carentes de infraestructura básica y económica,<br />

se calcula que unos 16 millones (15%) presentan esta<br />

infección protozoaria. Es una parasitosis de clara prevalencia en<br />

niños. En algunos sectores urbanos de atención primaria, la<br />

giardiasis es la enteroparasitosis más frecuente en menores de<br />

12 años. El 24% de lactantes y el 55% de preescolares que<br />

concurrían a un hospital por trastornos digestivos, estaban infectados<br />

por G. duodenalis. Estas cifras varían de acuerdo con el<br />

nivel socioeconómico, descienden en los estratos altos de la población<br />

y se incrementan en las guarderías a las que asisten niños<br />

de los estratos poblacionales más desposeídos. Hay evidencias<br />

de transmisión persona a persona de la infección. Factores<br />

de alto riesgo son también la deficiente disposición de excreta,<br />

agua potable y un bajo nivel educacional e intelectual de la<br />

madre. 1,5,6,7,10,12,15,19,36<br />

Como los quistes de G. duodenalis, constituyen las formas<br />

infectantes y son eliminados con las heces; del destino de éstas<br />

dependerá el grado de difusión de la protozoosis en la naturaleza.<br />

Se ha mencionado al agua de bebida en la transmisión de la<br />

infección; el quiste es viable por un periodo de dos meses en<br />

agua fría y es resistente en agua potable. Las malas condiciones<br />

de saneamiento ambiental (la calidad de medios de eliminación<br />

de basuras y excreta, la presencia de moscas, los grados<br />

de contaminación fecal del agua de bebida y riego, la contaminación<br />

de alimentos), constituyen los principales factores de<br />

manutención y diseminación de la giardiasis. A ellos debe sumarse<br />

el grado de educación sanitaria de la población. Influyen<br />

en el incremento de esta infección las piscinas comunes de condominios,<br />

la globalización y la adopción de niños procedentes<br />

de áreas endémicas trasladados a otras que no lo son.<br />

Debido a las características de su difusión, la giardiasis<br />

puede afectar a toda la familia, con niños que presentan síntomas<br />

y padres infectados, pero asintomáticos. Si se producen<br />

frecuentes reinfecciones en los infantes, a pesar de un adecuado<br />

tratamiento y de la educación sanitaria, es recomendable investigar<br />

la infección en los casos recidivantes, al manipulador de<br />

alimentos en primer lugar y de persistir ésta, al resto del grupo<br />

familiar. En países desarrollados, en los cuales el saneamiento<br />

ambiental básico ha sido resuelto, una elevada proporción de<br />

turistas, que han visitado zonas endémicas, al regresar a su país<br />

Se desenquista<br />

en el duodeno<br />

Quiste<br />

(forma infectante)<br />

Se multiplican<br />

por división binaria<br />

longitudinal<br />

Hombre<br />

Ambiente externo<br />

Trofozoíto y quiste<br />

en las heces<br />

(forma diagnóstica)<br />

Figura 18-3. Ciclo de Giardia duodenalis.<br />

Trofozoítos sobre la<br />

mucosa del duodeno<br />

Trofozoíto<br />

Se desintegra


CAPÍTULO 18 Giardiasis 147<br />

de origen presentan cuadros diarreicos agudos, cuya causa es<br />

G. duodenalis.<br />

Otro mecanismo de transmisión descrito es por la vía<br />

ano-boca. En este caso, la giardiasis es significativamente más<br />

prevalente que en la población general. Cabe destacar que estudios<br />

practicados recientemente, han demostrado que el hombre<br />

no es el único hospedero. Al parecer, una gran variedad de<br />

mamíferos menores, entre los que destacan el castor, el gato y el<br />

perro, han sido infectados con quistes de G. duodenalis de origen<br />

humano. En encuestas practicadas en Nuevo México y Colorado,<br />

y estudios efectuados a diferentes especies animales, se<br />

ha encontrado infección espontánea en castores, coyotes, bovinos<br />

y perros.<br />

Con estos antecedentes se puede sugerir que G. duodenalis<br />

del hombre puede infectar a otros animales que actuarían como<br />

reservorios. La existencia de éstos explicaría la presencia de la<br />

infección en áreas ubicadas lejos de la actividad humana o provocada<br />

por medio del agua no contaminada con heces.<br />

Los animales a los que se responsabiliza más frecuentemente<br />

de infección humana son los castores y los gatos, aunque<br />

existen controversias. Es por ello por lo que la giardiasis es considerada<br />

como una zoonosis.<br />

Patología<br />

El daño producido por G. duodenalis varía, oscilando desde los<br />

pacientes que presentan alteraciones mínimas de la mucosa intestinal,<br />

a aquellos que cursan con alteración parcial moderada<br />

de las vellosidades del intestino delgado. En estos casos, se produce<br />

un serio deterioro de la absorción, con la consecuente repercusión<br />

en el estado nutritivo, y disminución de la absorción<br />

de nutrientes.<br />

Pareciera existir una relación directa entre la magnitud del<br />

daño microscópico del intestino y la intensidad de la sintomatología.<br />

Si la infección es asintomática, el daño histológico es<br />

mínimo; pero en casos severos con malabsorción, se observa a<br />

la microscopia óptica, una configuración anormal de las vellosidades<br />

intestinales y, bajo microscopia electrónica, se describen<br />

alteraciones del enterocito tanto a nivel de las microvellosidades<br />

como del citoplasma. Las microvellosidades aparecen<br />

achatadas, engrosadas, especialmente a distal, o emergiendo<br />

unas de otras. En el citoplasma, se presentan alteraciones evidentes<br />

que se manifiestan por un gran número de vacuolas,<br />

traduciendo un daño celular. El enterocito afectado de este<br />

modo, es eliminado al lumen intestinal, con lo que se acelera el<br />

recambio celular y la repoblación con células predominantemente<br />

inmaduras (procedentes del fondo de las criptas) desde<br />

el punto de vista enzimático y de transporte. Estos hechos conducirían<br />

a un síndrome de malabsorción que afecta a lípidos,<br />

carbohidratos y aminoácidos.<br />

Clínicamente, se observa una alteración en las pruebas<br />

de absorción intestinal, y se asocia además a malabsorción de<br />

hierro. El daño del enterocito explica la disminución de la actividad<br />

tríptica, quimiotríptica, lipásica y fosfolipásica en pacientes<br />

con giardiasis, que mejoran después del tratamiento<br />

específico. En estos pacientes, se ha descrito una disminución<br />

de las disacaridasas yeyunales (lactasa, sacarasa y maltasa), reversibles<br />

después de la erradicación parasitaria, lo que conduciría<br />

a un mejor aprovechamiento de la energía generada por los<br />

alimentos. 4,8,11,13,14,16,18,21,25,28,30,31<br />

Aunque no existen trabajos bien documentados, pareciera<br />

que la aclorhidria gástrica aumenta la susceptibilidad de los individuos<br />

a la infección por G. duodenalis y lo mismo ocurriría<br />

con otros agentes enteropatógenos. Se ha asociado la infección<br />

por G. duodenalis con un aumento de la colonización bacteriana<br />

del intestino delgado: los gérmenes deconjugarían las sales<br />

biliares presentes en el duodeno, las que resultan nocivas para<br />

el enterocito, incrementándose de este modo el daño.<br />

Existen estudios en relación con la prevalencia de infección<br />

en diferentes grupos sanguíneos. Se ha demostrado que los<br />

pacientes con grupo sanguíneo A son más susceptibles a la infección.<br />

Aparentemente existiría una estrecha asociación entre<br />

infección e intensidad de la sintomatología entre los grupos<br />

fenotípicos de histocompatibilidad, HLA A1O, AII, B5, en<br />

tanto que los fenotipos HL B7, B17, Bw 14 y Bw 40 cursarían<br />

con giardiasis asintomática.<br />

La hipótesis de Veghely de que G. duodenalis actuaría<br />

como barrera mecánica a la absorción, es improbable, porque<br />

para que este hecho tenga traducción clínica, es necesaria la<br />

presencia de millones de trofozoítos dispuestos sobre el epitelio<br />

intestinal, lo que no ocurre en la realidad. Ciertamente, no es<br />

un mecanismo aislado el que explica el daño producido por el<br />

parásito, sino la acción conjunta de varios de ellos. A estos factores<br />

en conjunto se suman elementos inflamatorios hallados<br />

en la mucosa intestinal.<br />

Clásicamente, se aceptaba que G. duodenalis no penetraba<br />

la barrera epitelial; sin embargo, se han encontrado trofozoítos<br />

de G. duodenalis en el corion de la mucosa del intestino de niños<br />

infectados, a los cuales se les practicaron biopsias duodenales,<br />

y su importancia estaría vinculada a inmunosupresión. En<br />

estos casos se le ha hallado en la papila, vesícula y en otras regiones<br />

extraintestinales (bajos niveles de CD8).<br />

En relación con la respuesta inmune frente a la infección<br />

por G. duodenalis y la calidad antigénica de este protozoo, se<br />

sabía que algunas personas se infectaban sin llegar a enfermar,<br />

en tanto que otras lo hacían de un modo muy severo. Más aún,<br />

de los pacientes que enfermaban, algunos curaban espontáneamente,<br />

en tanto que otros tendían a la cronicidad. El hecho de<br />

ser una infección sintomática en los niños y poco sintomática<br />

en los adultos procedentes de un mismo ambiente contaminado,<br />

parecía indicar que existiría una experiencia previa en la<br />

infancia que protegería a los adultos. Evidencias más concretas<br />

aparecieron cuando se describió giardiasis recidivante en variados<br />

síndromes de inmunodeficiencias de tipo humoral; posteriormente,<br />

se demostró el papel protector de la IgG, la cual<br />

participaría en la citotoxicidad celular dependiente de anticuerpos<br />

(ADCC).<br />

La lisis de trofozoítos inducida por la vía clásica del complemento,<br />

se efectuaría en presencia de isotipos IgM.


148 PARTE II Parasitología humana<br />

Tanto los anticuerpos del tipo IgG como IgM alterarían la<br />

adherencia y fagocitosis de los trofozoítos por macrófagos y células<br />

mononucleadas en ratas, a lo que se suma una disminución<br />

de la adherencia al epitelio.<br />

Recientemente se ha demostrado que la IgA específica de<br />

las secreciones intestinales tendría correlación con la resolución<br />

de la infección. Su acción se efectuaría contra una proteína de<br />

30 kDa del protozoo que inhibiría su adherencia, facilitando su<br />

remoción del intestino. Además se ha encontrado IgA secretora<br />

específica anti-G. duodenalis en leche materna de ratas, con<br />

efecto protector a la infección de la descendencia. Estos hallazgos<br />

se han descrito también en el hombre, en que el calostro<br />

humano contendría IgA secretora específica contra este protozoo.<br />

En relación con la inmunidad celular, se piensa que tiene<br />

un papel importante, porque en ratas hipotímicas (nude+/<br />

nude+), la infección por G. duodenalis toma un curso extraordinariamente<br />

grave con tendencia a la reinfección. También se<br />

ha observado que las células cebadas tendrían un papel en los<br />

mecanismos defensivos contra el parásito, ya que ratas deficientes<br />

en células cebadas (Wf/Wf) desarrollan giardiasis crónica.<br />

Los leucocitos intraepiteliales intestinales se hallan elevados y<br />

podrían, en los casos de giardiasis, participar en reacciones IgA-<br />

ADCC contra este protozoo y aunque este mecanismo defensivo<br />

no se ha demostrado para G. duodenalis, se le ha mencionado<br />

como un potencial protector contra otros enteropatógenos.<br />

Existen mecanismos defensivos inespecíficos del hospedero<br />

frente al parásito. En este sentido, es posible que los hospederos<br />

resistentes a la infección por G. duodenalis tengan en el<br />

moco de la pared intestinal leucotrienos, factor de necrosis tumoral,<br />

proteína básica mayor del eosinófilo e interferón, a lo<br />

que se debe sumar la motilidad intestinal y la secreción normal<br />

de estas mucosas, lo que en conjunto, protegería al hombre de<br />

la acción patógena de este parásito.<br />

Aunque los diversos mecanismos defensivos del hospedero<br />

podrían explicar las diferentes características del cuadro clínico,<br />

también deben considerarse las características del parásito, en el<br />

que tanto su número como su calidad antigénica, podrían influir<br />

en los diferentes modos de expresión clínica. Se le ha asociado<br />

a la presencia de Helicobacter pylori. 23<br />

Clínica<br />

Se ha mencionado que la aparición de síntomas en la giardiasis<br />

depende, por una parte, del número de parásitos y, por otra, de<br />

factores dependientes del hospedero, como la acidez gástrica, la<br />

motilidad intestinal y la calidad de la respuesta inmune. Del<br />

equilibrio entre los factores del parásito y del hospedero, resultará<br />

el mayor o menor daño histológico y, por consiguiente, la<br />

intensidad de la sintomatología.<br />

Un número muy importante de personas infectadas con<br />

G. duodenalis no presentan síntomas; la aparición de éstos ocurre<br />

en niños. Se ha precisado que el periodo prepatente de la<br />

giardiasis es de seis a quince días, con un promedio de nueve, y<br />

la dosis infectante es de 100 quistes en pacientes inmunocompetentes.<br />

En la fase aguda se observan náuseas, vómitos, diarrea<br />

acuosa, dolor abdominal epigástrico, meteorismo y anorexia<br />

marcada. Esta etapa dura tres a cuatro días y si no hay tratamiento<br />

específico, se pasa a una fase crónica de duración variable.<br />

En este periodo aparece un cuadro diarreico con cuatro a<br />

cinco evacuaciones diarias, pastosas, de mal olor, en que se reconocen<br />

alimentos ingeridos (lientería); la anorexia y los dolores<br />

abdominales continúan y se agrega importante baja de peso.<br />

Los síntomas remiten y reaparecen en tiempos variables de una<br />

persona a otra. El cuadro puede permanecer así, por un lapso<br />

indefinido, si no media tratamiento específico o remite de manera<br />

espontánea. 22,26,28,32,33<br />

Existe un grupo pequeño de enfermos, masivamente infectados<br />

por G. duodenalis, que pueden desarrollar un síndrome<br />

de malabsorción intestinal, en que existen evacuaciones<br />

frecuentes de heces con elevado contenido en grasas y progresivo<br />

compromiso del estado general. Esta situación se ha observado<br />

más en pacientes con hipogammaglobulinemia y en menores<br />

de dos años, siendo una de las causas más frecuentes de<br />

detención del progreso ponderal, de diarrea crónica y retraso<br />

psicomotor. Esta situación es reversible una vez erradicada la<br />

parasitosis.<br />

Se ha discutido la posibilidad de cuadros biliares producidos<br />

por G. duodenalis, y que podrían tener un papel en la patología<br />

biliar y pancreática, en especial en inmunosuprimidos, ya<br />

sea primarios o secundarios. Se ha comunicado asociación de<br />

giardiasis con urticaria y artralgias.<br />

En relación con el pronóstico, se puede señalar que se trata<br />

de una infección generalmente benigna, que puede producir<br />

retraso en el progreso pondoestatural en el niño, secundario a<br />

la anorexia, a la diarrea crónica intermitente o al síndrome de<br />

malabsorción. En pacientes inmunosuprimidos, el pronóstico<br />

es más grave, puesto que a la patología propia de la desnutrición,<br />

se agrega la producida por G. duodenalis. Lo mismo ocurre<br />

en inmunocomprometidos (pacientes con SIDA, oncológicos o<br />

bien trasplantados y sometidos a tratamiento inmunosupresor).<br />

En estos cuadros, se ha apreciado una franca respuesta a los quimioterápicos<br />

habituales empleados en esta patología.<br />

Diagnóstico<br />

Se debe sospechar el diagnóstico frente a pacientes con una<br />

disminución notoria del apetito, peso estacionario, dolor abdominal<br />

predominantemente epigástrico si se trata de niños, además<br />

de diarrea crónica recidivante o intermitente, con deposiciones<br />

esteatorreicas. Se confirma con el examen parasitológico<br />

seriado de deposiciones, en donde se encuentran quistes de G.<br />

duodenalis.<br />

Se pueden utilizar diferentes técnicas de concentración,<br />

tales como el método de Teleman, SAF, PAF o PVA. Estos métodos<br />

tienen 96% de rendimiento si se procesan tres muestras<br />

de pacientes eliminadores de quistes. Sin embargo, existe un<br />

grupo de niños que no los eliminan en sus deposiciones. En<br />

ellos, se ha recurrido al estudio del jugo duodenal e, incluso, a<br />

la biopsia e impronta con 100% de rendimiento.


CAPÍTULO 18 Giardiasis 149<br />

Se ha utilizado la serología como otro elemento diagnóstico,<br />

la que según la técnica empleada, ha demostrado un rendimiento<br />

que oscila entre 81 y 96% (RIFI, ELISA, RHA y<br />

CIEF). En nuestro medio, la RIFI alcanza una sensibilidad de<br />

82.3% y una especificidad de 86.9%. En la infección reciente,<br />

tendría valor el hallazgo de IgM específica, aunque existen autores<br />

que discuten su utilidad, debido a que en ciertas circunstancias,<br />

no podrían discriminar infecciones antiguas, dando<br />

lugar a reacciones falsas positivas. 1,2,17,24,27,29,34<br />

Con el advenimiento de anticuerpos monoclonales a antígenos<br />

específicos, se ha comunicado la utilidad de ELISA en<br />

deposiciones, la cual tiene la ventaja de reconocer masas moleculares<br />

de 30 a 66 kDa y de poseer 98% de sensibilidad y 100%<br />

de especificidad. También con el empleo de sueros hiperinmunes<br />

se ha logrado detectar antígenos parasitarios en heces, mediante<br />

pruebas de inmunoprecipitación, con éxito. La PCR<br />

anidada está basada en pruebas del DNA que detecta el gen<br />

específico de la giardina, que permitiría discriminar quistes viables<br />

de los que no lo son, y tendría una especificidad de 92% y<br />

un valor predictivo de 93%, siendo el estándar de oro del examen<br />

microscópico.<br />

Recientemente se ha demostrado la utilidad del estudio<br />

mediante coproantígenos en deposiciones detectados por exámenes<br />

inmunocromatográficos.<br />

Tratamiento<br />

Se dispone en la actualidad de diversos fármacos eficaces. El<br />

mecanismo de acción principal aparentemente es la alteración<br />

de los potenciales de oxidorreducción de las membranas del<br />

parásito y la acción sobre los microtúbulos del citoesqueleto,<br />

impidiendo la adherencia del protozoo y la incorporación de<br />

timidina.<br />

Los medicamentos de elección en la giardiasis son los derivados<br />

nitroimidazólicos. De ellos cabe destacar el metronidazol<br />

en dosis de 20 mg/kg/día, administrado por vía oral dividido<br />

cada 8 o 12 horas, por 7-10 días, con una dosis máxima de 1 g.<br />

El tinidazol tiene 96% de rendimiento en una dosis única de<br />

50 mg/kg/día, con una dosis máxima de 2 g. Con el uso de derivados<br />

nitroimidazólicos, no es recomendable la ingestión de<br />

alcohol durante el tratamiento por tener efecto antabuse. Se ha<br />

demostrado teratogenicidad en ratas. Actuarían sobre la formación<br />

de tubulina y giardina del citoesqueleto del protozoo.<br />

Con el empleo de estos medicamentos se ha descrito mutagenicidad<br />

en bacterias y carcinogenicidad en ratas, pero a pesar<br />

de su vasto uso en medicina, estos efectos no han sido corroborados<br />

en el hombre. Los nitroimidazólicos no se deben<br />

prescribir durante el embarazo.<br />

Recientemente la FDA aprobó el uso de la nitaxozanida en<br />

este tipo de infecciones, la que estaría indicada en alergia a los<br />

fármacos anteriores o bien en reiteradas recidivas. Las dosis recomendadas<br />

son: 1-3 años, 100 mg c/12 h por 3 días; 4-11 años,<br />

200 mg c/12 h por 3 días; >12 años 500 mg c/12 h por 3 días.<br />

Otros fármacos de amplio uso en niños menores, son los<br />

derivados no absorbibles del nitrofurano, la furazolidona, que<br />

se emplea en forma oral a razón de 10 mg/kg/día repartidos<br />

cada 8 a 12 horas, por 7 a 10 días, teniendo una dosis máxima<br />

de 400 mg/día, los cuales presentan cualidades parecidas a los<br />

nitroimidazólicos y son bien tolerados. Se han empleado con<br />

éxito en esta parasitosis también la quinacrina y la paromomicina<br />

(ver capítulo 94).<br />

En caso de reinfecciones, deben contemplarse los siguientes<br />

aspectos: mala manipulación de alimentos, empleo de agua<br />

no potable, educación sanitaria insuficiente de la población,<br />

resistencia parasitaria al fármaco o deficiente respuesta inmune<br />

del hospedero. 9,20,35,37<br />

Prevención<br />

Se dirige a evitar la diseminación en la naturaleza de los quistes<br />

de G. duodenalis, lo que depende del grado de saneamiento<br />

ambiental, la adecuada disposición de excreta, la existencia de<br />

agua potable y en lo posible el tratamiento de aguas servidas, el<br />

control de basuras, de insectos que actúan como vectores mecánicos<br />

y asegurar la no ingestión de aguas contaminadas con<br />

heces de animales. Además, se debe efectuar educación sanitaria<br />

de la población, inculcando formas de evitar adquirir el parásito<br />

y la reinfección por este tipo de agentes y, en especial, las<br />

prácticas de correcta higiene y manipulación de alimentos y el<br />

empleo de agua bien tratada.<br />

La lactancia materna, con sus fagocitos, impide que los<br />

lactantes adquieran la infección. 24,29,34<br />

Referencias<br />

1. Abbaszadegan M, Gerba C, Rose J. Detection of Giardia<br />

cysts with a cDNA probe and applications to water<br />

samples. Envir Microbiol, 1991;57:927-931.<br />

2. Abdel Hamid M, Makled K, Kamel A, Metwally D,<br />

Azab M. Serodiagnosis of giardiasis by counterimmunoelectrophoresis<br />

and indirect immunofluorescence tests.<br />

J Egipt Soc Parasitol, 1993;23:603-608.<br />

3. Bertrand I, Albertini L, Schwartzbrod J. Comparison<br />

of two target genes for detection and genotyping of Giardia<br />

lamblia in human feces by PCR and PCR-restriction<br />

fragment length polymorphism. J Clin Microbiol,<br />

2005;43:5940-5944.<br />

4. Bhatia V, Garg P, Agarwal V, Sharma M, Ray S. Inflammatory<br />

papillary stenosis due to Giardia lamblia in a


150 PARTE II Parasitología humana<br />

patient with hyper-immunoglobulin M immunodeficiency<br />

syndrome. Gastrointest Endosc, 2007;66:181-182.<br />

5. Boreham P, Upcroft J, Upcroft P. Changing approaches<br />

to the study of Giardia epidemiology. Int J Parasitol,<br />

1990;20:479-487.<br />

6. Buret A, Den Hollander N, Wallis P. Zoonotic potential<br />

of giardiasis in domestic rumiants. J Infect Dis,<br />

1990;162:231-237.<br />

7. Buret A. Immunopathology; of giardiasis: the role of<br />

lymphocytes in intestinal epithelial injury and malfunction.<br />

Mem Inst Oswaldo Cruz, 2005;1:185-190.<br />

8. Buret A. Mechanisms of epithelial dysfunction in giardiasis.<br />

Gut, 2007;56:316-317.<br />

9. Cañete R, Escobedo A, González M, Almirall P, Cantelar<br />

N. A randomized, controlled, open-label trial of a<br />

single day of mebendazole versus single dose of tinidazole<br />

in the treatment of giardiasis in children. Curr Med Res<br />

Opin, 2006;22:2131-2136.<br />

10. Craun G. Water-borne giardiasis. Giardiasis (E.A. Meyer,<br />

ed.). Elsiever, Amsterdam, Holanda, 1990;267-293.<br />

11. Celiksöz A, Aciöz M, Değerli S, Cinar Z, Elaldi N,<br />

Erandaç M. Effects of giardiasis on school success,<br />

weight and height indices of primary school children in<br />

Turkey. Pediatr Int, 2005;47:567-571.<br />

12. Ekdahl K, Andersson Y. Imported giardiasis: impact of<br />

international travel, immigration, and adoption. Am J<br />

Trop Med Hyg, 2005;72:825-830.<br />

13. Eren M, Saltik-Temizel I, Yüce A, Cağlar M, Koçak<br />

N. Duodenal appearance of giardiasis in a child with selective<br />

immunoglobulin A deficiency. Pediatr Int,<br />

2007;49:409-411.<br />

14. França-Botelho A, Honório-França A, França E, Gomes<br />

M, Costa-Cruz J. Phagocytosis of Giardia lamblia<br />

trophozoites by human colostral leukocytes. Acta Paediatr,<br />

2006;95:438-443.<br />

15. Gagnon F, Duchesne J, Lévesque B, Gingras S, Chartrand<br />

J. Risk of giardiasis associated with water supply in<br />

an endemic context. Int J Environ Health Res, 2006;16:<br />

349-359.<br />

16. Ganayni G, Attia R, Motawea S. The relation between<br />

1994 ABO blood groups, HLA typing and giardiasis in<br />

children. J Egypt Soc Parasitol, 2006;24:407-412.<br />

17. García L, García J. Detection of Giardia lamblia antigens<br />

in human fecal specimens by a solid-phase qualitative<br />

immunochromatographic assay. J Clin Microbiol,<br />

2006;44:4587-4588.<br />

18. Girard C, Dereure O, Blatière V, Guillot B, Bessis<br />

D. Vitamin A deficiency phrynoderma associated with<br />

chronic giardiasis. Pediatr Dermatol, 2006;23:346-349.<br />

19. Gottlieb B, Tapia R, Reyes H. Giardiasis familiar: Estudio<br />

epidemiológico a partir de casos índices. Rev Med<br />

Chile, 1982;110:224-227.<br />

20. Grupta M, Urrutia J. Efecto del tratamiento quimioterapéutico<br />

periódico de parásitos intestinales en el crecimiento<br />

de niños preescolares. Arch Latinoam Nutr,<br />

1982;32:825-849.<br />

21. Hanevik K, Hausken T, Morken M, Strand E, Mørch<br />

K, Coll P, Helgeland L, Langeland N. Persisting<br />

symptoms and duodenal inflammation related to Giardia<br />

duodenalis infection. J Infect, 2007;55:524-530.<br />

22. Kiser J, Paulson C, Brown C. Clinical inquiries. What’s<br />

the most effective treatment for giardiasis? J Fam Pract,<br />

2008;57:270-272.<br />

23. Moreira E Jr, Nassri V, Santos R, Matos J, de Carvalho<br />

W, Silvani C, Santana E, Santana C. Association of<br />

Helicobacter pylori infection and giardiasis: results from a<br />

study of surrogate markers for fecal exposure among children.<br />

World J Gastroenterol, 2005;11:2759-2763.<br />

24. Nantavisai K, Mungthin M, Tanariya P, Rangsin R,<br />

Naaglor T, Leelayoova S. Evaluation of the sensitivities<br />

of DNA extraction and PCR methods for detection of<br />

Giardia duodenalis in stool specimens. J Clin Microbiol,<br />

2007;45:581-583.<br />

25. Noemí I, Retamal C, Guiraldes E, Reyes H, Rebolledo<br />

L, Muñoz P. Secretory IgA in the saliva of children<br />

infected with Giardia lamblia and in control children.<br />

Part I. Rev Chil Pediatr, 1981;52:20-24.<br />

26. Prado P. Giardiasis, espectro clínico, diagnóstico y tratamiento<br />

en el paciente pediátrico. Rev Asoc Guatemalteca<br />

Parasitol Med Trop, 1991;6:59-63.<br />

27. Pu R, Rosenthal D. Incidental giardiasis diagnosed by<br />

fine-needle aspiration of a phantom cecal “mass”. Diagn<br />

Cytopathol, 2005;33:287-288.<br />

28. Sahagún J, Clavel A, Goñi P, Seral C, Llorente M,<br />

Castillo F, Capilla S, Arias A, Gómez-Lus R. Correlation<br />

between the presence of symptoms and the Giardia<br />

duodenalis genotype. Eur J Clin Microbiol Infect Dis,<br />

2008;27:81-83.<br />

29. Schuurman T, Lankamp P, van Belkum A, Kooistra-<br />

Smid M, van Zwet A. Comparison of microscopy, realtime<br />

PCR and a rapid immunoassay for the detection of<br />

Giardia lamblia in human stool specimens. Clin Microbiol<br />

Infect, 2007;13:1186-1191.<br />

30. Téllez A, Palm D, Weiland M, Alemán J, Winiecka-<br />

Krusnell J, Linder E, Svard S. Secretory antibodies<br />

against Giardia intestinalis in lactating Nicaraguan women.<br />

Parasite Immunol, 2005;27:163-169.<br />

31. Troeger H, Epple H, Schneider T, Wahnschaffe U,<br />

Ullrich R, Burchard G, Jelinek T, Zeitz M, Fromm M,<br />

Schulzke J. Effect of chronic Giardia lamblia infection<br />

on epithelial transport and barrier function in human<br />

duodenum. Gut, 2007;56:328-335.<br />

32. Valencia M, McNeill G, Haggarty P, et al. Energetic<br />

consequences of mild Giardia intestinalis infestation in<br />

Mexican children. Am J Clin Nutr, 1995;61:860-865.<br />

33. Vega L, Álvarez L, Romo G, Bernal R. Absorción de<br />

proteínas en niños con giardiasis. Bol Med Hosp Infant<br />

Mex, 1982;39:19-22.


CAPÍTULO 18 Giardiasis 151<br />

34. Wahnschaffe U, Ignatius R, Loddenkemper C, Liesenfeld<br />

O, Muehlen M, Jelinek T, Burchard G, Weinke<br />

T, Harms G, Stein H, Zeitz M, Ullrich R, Schneider<br />

T. Diagnostic value of endoscopy for the diagnosis of<br />

giardiasis and other intestinal diseases in patients with<br />

persistent diarrhea from tropical or subtropical areas.<br />

Scand J Gastroenterol, 2007;42:391-396.<br />

35. William A. Petri Jr. Therapy of intestinal protozooa<br />

Trends Parasitol, 2000;19:95-97.<br />

36. Yoder J, Beach M. Centers for Disease Control and Prevention<br />

(CDC). Giardiasis surveillance-United States,<br />

2003-2005. MMWR Surveil Summ, 2007;56:11-18.<br />

37. Zaat J, Mank T, Assendelft W. Withdrawn: Drugs<br />

for treating giardiasis. Cochrane Database Syst Rev, 2000:<br />

CD000217.


Capítulo<br />

19<br />

Blastocistiasis<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Antecedentes históricos<br />

La primera referencia al género Blastocystis fue efectuada en<br />

1911 por Alexieff, 2 quien propuso el nombre de Blastocystis enterocola<br />

al organismo observado en humanos. Brumpt, en<br />

1912, denominó B. hominis a las formas eliminadas en las heces<br />

humanas. Zerdt y cols. sugirieron el papel patógeno del<br />

protozoo en 1967. 16<br />

Concepto<br />

La infección del humano y posiblemente de algunos animales<br />

por el protozoo Blastocystis hominis de patología es controvertible,<br />

ya que hasta la fecha está en duda su papel patógeno.<br />

Clasificación<br />

Reino: Animal<br />

Subreino: Neozoa<br />

Infrarreino: Sarcomastigophora<br />

Clase: Blastocysta<br />

Orden: Blastocystida<br />

Familia: Blastocystidae<br />

Género: Blastocystis<br />

Especie: hominis<br />

Biología<br />

Existe bajo diferentes formas:<br />

Vacuolar. Es la forma celular típica que se elimina en las heces<br />

y se presenta en los medios de cultivo. Mide aproximadamente<br />

2-20 mm de diámetro y presenta una gran vacuola central que<br />

ocupa 50-95% de la célula, restringiendo el citoplasma a una<br />

banda periférica que contiene los organelos citoplasmáticos (figura<br />

19-1). 12,17<br />

Multivacuolar. Mide de 5-8 mm y presenta dos o más vacuolas.<br />

Granular. Mide 6-8 mm, presenta múltiples gránulos en la vacuola<br />

central que corresponderían a mitocondrias.<br />

Ameboidea. Mide de 2.6-7.8 mm y presenta seudópodos y actividad<br />

fagocitaria. Es la forma predominante en los medios de<br />

cultivo. Se elimina también en las heces.<br />

Quística. Forma pequeña de resistencia que mide de 3-10 mm<br />

que deriva por esquizogonia de una forma vacuolar o multivacuolar.<br />

Hay dos tipos de quistes, los de pared delgada, que se<br />

rompen dentro del tubo digestivo en la autoinfección interna y<br />

los de pared gruesa, que salen al medio ambiente.<br />

El ciclo biológico de Blastocystis hominis se describe en la<br />

figura 19-2.<br />

Patogenia<br />

En la actualidad no se conoce si B. hominis tiene capacidad de<br />

producir daño. 2,3,4,6,7,9,11 Posiblemente en pacientes inmunocomprometidos<br />

actúa como un agente oportunista y en algunos<br />

casos aislados en inmunocomprometidos presenta patogenicidad<br />

selectiva, pero en la mayoría de los casos no es patógeno,<br />

es decir, actúa como comensal. Hasta la fecha no existen pruebas<br />

experimentales fidedignas que demuestren que B. hominis<br />

provoca daño.<br />

Anatomía patológica<br />

B. hominis no invade la mucosa intestinal. En estudios experimentales<br />

en animales y en endoscopias humanas se ha observado<br />

al protozoo en la superficie de la mucosa que se presenta inflamada<br />

y con edema. No se ha aclarado si la inflamación se debe o<br />

no a la acción del protozoo. En pacientes inmunosuprimidos<br />

por cirrosis alcohólica, hepatitis, diabetes mellitus, carcinomas,<br />

lupus eritematoso sistémico se han descrito manifestaciones clínicas<br />

más intensas que en individuos inmunocompetentes.<br />

El único caso descrito en la literatura científica de diseminación<br />

sistémica por el parásito fue en un paciente con terapia<br />

inmunosupresora por una artritis.<br />

152


CAPÍTULO 19 Blastocistiasis 153<br />

B. hominis es el protozoo de mayor frecuencia entre homosexuales<br />

masculinos y pacientes con HIV, pero en estos casos<br />

no siempre origina patología. En pacientes con sintomatología<br />

gastrointestinal, y que presentan B. hominis, ésta desaparece al<br />

tratar los protozoos, pero la quimioterapia utilizada también<br />

actúa sobre los gérmenes grampositivos y gramnegativos que<br />

pueden haber originado o agravado los síntomas. La desaparición<br />

de la sintomatología junto a la desaparición de B. hominis<br />

sí relaciona a éste con la patología, pero esto no se ha observado<br />

siempre. 14,15 Dicho de otro modo, faltan estudios randomizados<br />

(aleatorizados) y monitorizados para aclarar el rol o papel<br />

patogénico de B. hominis. 3,4,7,9<br />

Epidemiología<br />

Es sin lugar a dudas el protozoario que con más frecuencia se<br />

observa en muestras de heces humanas. No se conoce bien el<br />

FORMA MULTIVACUOLAR FORMA AMEBOIDEA<br />

Figura 19-1. Esquemas de formas observadas en deposiciones.<br />

N<br />

FORMA VACUOLAR<br />

Prequiste<br />

Transmisión<br />

externa<br />

Quiste<br />

(forma infectante)<br />

Quiste<br />

(forma<br />

infectante)<br />

Prequiste<br />

Quiste<br />

(forma infectante)<br />

División binaria<br />

N<br />

Autoinfección<br />

Esquizogonia<br />

Rotura<br />

Esquizogonia<br />

Figura 19-2. Ciclo biológico de Blastocystis hominis.<br />

Quiste de<br />

pared gruesa<br />

Quiste<br />

(forma<br />

infectante)<br />

Quiste<br />

de pared<br />

delgada<br />

mecanismo de transmisión; se piensa que es fecal-oral, es decir,<br />

las deposiciones humanas contaminan el ambiente, y las personas<br />

susceptibles adquieren la infección por ingestión de alimentos<br />

o aguas contaminadas. No se sabe si existe transmisión<br />

de persona a persona, autoinfección externa, etcétera.<br />

La infección es igual en ambos sexos. Se distribuye en toda<br />

la superficie del globo terrestre, con una frecuencia que fluctúa<br />

entre 1-50%. Es más frecuente en la edad escolar y en el adulto<br />

mayor (tercera edad), menos frecuente en adultos jóvenes. 8<br />

Blastocystis spp. existe en una serie de animales mamíferos,<br />

aves, reptiles, incluyendo animales domésticos que tienen contacto<br />

directo con el hombre. Es posible que Blastocystis spp. infecte<br />

al humano, pero hasta la fecha esto no se ha demostrado. 10<br />

Clínica<br />

La sintomatología que se atribuye a B. hominis no es específica<br />

y comprende diarrea, dolor abdominal, que incluye cólicos, incomodidad<br />

o molestia abdominal, náuseas, flatulencias, anorexia<br />

y fatiga. Se ha descrito diarrea acuosa intensa en casos<br />

agudos, en personas inmunodeprimidas. 1 De manera ocasional<br />

las personas infectadas pueden presentar diarrea con leucocitos<br />

en heces, rectorragia, eosinofilia, erupciones cutáneas y prurito.<br />

Se ha descrito también diarrea crónica por esta causa. 13<br />

Debido a lo polimorfo de la sintomatología y por su inespecificidad,<br />

siempre es necesario descartar otras etiologías infecciosas<br />

y no infecciosas como causales de la patología. Por este<br />

motivo, el diagnóstico de blastocistiasis siempre debe ser un<br />

diagnóstico de exclusión, es decir, sólo cuando no se confirmen<br />

otras etiologías podría atribuirse sintomatología a B. hominis.<br />

Diagnóstico<br />

Se realiza mediante examen parasitológico de heces con técnicas<br />

corrientes: PAF o SAF. La técnica de formol-éter (Teleman)<br />

no es la más adecuada, ya que puede destruir las formas vacuolares,<br />

que son las más frecuentes. Frotis de heces teñidos con<br />

Giemsa, hematoxilina férrica, tinción tricrómica, etc., permiten<br />

obtener preparaciones permanentes para mejor observación<br />

de los protozoos. 5,18<br />

Tratamiento<br />

Sólo deben ser tratados aquellos casos en los que no se encuentra<br />

otra etiología fuera de B. hominis.<br />

Metronidazol y sus derivados (tinidazol, ornidazol) son<br />

eficaces. El metronidazol se usa en dosis de 500-750 mg c/8 h<br />

por cinco días. Es importante señalar que la desaparición de<br />

B. hominis después de los cinco días de terapia es similar a la<br />

que ocurre en la mejoría espontánea, y muchos investigadores<br />

piensan que la curación no es por los fármacos, sino por la<br />

evolución natural del cuadro en inmunocompetentes.<br />

Otros fármacos útiles son la furozolidona, paramomicina<br />

y la asociación trimetoprim-sulfametoxazol.


154 PARTE II Parasitología humana<br />

Prevención<br />

Las medidas colectivas tienden a evitar la contaminación fecal<br />

del suelo, de aguas y hortalizas que crecen a ras del suelo con<br />

heces de humanos infectadas. Son necesarios buena eliminación<br />

de excreta y consumo de agua potable.<br />

La prevención individual consiste en ingerir alimentos cocidos<br />

o crudos, pelados o regados con agua de pozo o potable;<br />

lavado de manos antes de ingerir alimentos; aseo personal, etcétera.<br />

Referencias<br />

1. Albrecht H, Stellbrink H, Koperski K, Greten H. Blastocystis<br />

hominis in human immunodeficiency virus-related<br />

diarrhea. Scand J Gastroenterol, 1995;30:909-914.<br />

2. Alexeieff A. Sur la nature des formations dites “kystes de<br />

Trichomonas intestinalis”. CR Soc Biol, 1911;71:296-298.<br />

3. Domínguez M. Heterogeneidad genética de Blastocystis<br />

hominis. Implicancias patogénicas. Tesis. Universidad de<br />

Valencia. www.tdx.cesca.es Acceso 25/12/2010, 2004.<br />

4. Doyle P, Helgason M, Mathias R, Proctor B. Epidemiology<br />

and pathogenicity of Blastocystis hominis. J Clin<br />

Microbiol, 1990;28:116-121.<br />

5. Eymael D, Schuh G, Tavares. Standarization of Blastocystis<br />

hominis diagnosis using different staining techniques.<br />

Rev Soc Bras Med Trop, 2010;43:309-312.<br />

6. Kaya S, Cetin E, Aridoğan B, Arikan S, Demirci<br />

M. Pathogenicity of Blastocystis hominis, a clinical reevaluation.<br />

Turkiye Parazitol Derg, 2007;31:184-187.<br />

7. Kukoschke K, Müller H. Varying incidence of Blastocystis<br />

hominis in cultures from faeces of patients with diarrhoea<br />

and from healthy persons. Zentralbl Bakteriol,<br />

1992;277:112-118.<br />

8. Mercado R, Schenone H. Blastocistosis: enteroparasitosis<br />

más frecuente en Chile. Rev Med Chile, 2004;132:1015-<br />

1016.<br />

9. Nimri L, Batchoun R. Intestinal colonization of symptomatic<br />

and asymptomatic schoolchildren with Blastocystis<br />

hominis. J Clin Microbiol, 1994;32:2865-2866.<br />

10. Pakandl M. Occurrence of Blastocystis sp in pigs. Folia<br />

Parasitol, 1991;38:297-301.<br />

11. Ramírez G. Blastocystis hominis and diarrhea. Med Clin<br />

(Barc), 2007;129:598.<br />

12. Stenzel D, Boreham P, McDougall R. Ultrastructure<br />

of Blastocystis hominis in human stool samples. Int J Parasitol,<br />

1991;21:807-812.<br />

13. Trabelsi S, Ali B, Khaled S. Clinical and epidemiological<br />

characteristics of Blastocystis hominis. Tunis Med,<br />

2010;88:190-192.<br />

14. Yakoob J, Jafri W, Beg M, Abbas Z, Naz S, Islam M,<br />

Khan R. Blastocystis hominis and Dientamoeba fragilis in<br />

patients fulfilling irritable bowel syndrome criteria. Parasitol<br />

Res, 2010;107:679-684.<br />

15. Yakoob J, Jafri W, Beg M, Abbas Z, Naz S, Islam M,<br />

Khan R. Irritable bowel syndrome: is it associated with<br />

genotypes of Blastocystis hominis. Parasitol Res, 2010;106:<br />

1033-1038.<br />

16. Zierdt C Rude W, Bull B. Protozoan characteristics of<br />

Blastocystis hominis. Am J Clin Pathol, 1967;48:495-501.<br />

17. Zierdt C, Tan H. Ultrastructure and light microscope<br />

appearance of Blastocystis hominis in a patient with enteric<br />

disease. Z Parasitenkd, 1976;50:277-283.<br />

18. Zuckerman M, Watts M, Ho H, Meriano F. Blastocystis<br />

hominis infection and intestinal injury. Am J Med Sci,<br />

1994;308:96-101.


Capítulo<br />

20<br />

Dientamebiasis<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Dientamoeba fragilis fue descubierta en 1918 pero, recientemente,<br />

en los últimos 20 años se determinaron su patogenicidad<br />

y taxonomía. 2,3<br />

Concepto<br />

Parasitación del intestino grueso del humano por D. fragilis,<br />

que origina habitualmente diarrea.<br />

Clasificación<br />

Reino: Animalia<br />

Phylum: Parabasalia<br />

Clase: Trichomonadea<br />

Orden: Trichomonadida<br />

Familia: Monocercomonadidae<br />

Género: Dientamoeba<br />

Especie: fragilis<br />

Biología<br />

Existe sólo bajo la forma de trofozoíto (figura 20-1); éste mide<br />

3-12 mm, tiene un ectoplasma y un endoplasma, numerosas<br />

vacuolas alimentarias y por lo general presenta dos núcleos<br />

cuya cromatina está formada por cuatro a seis gránulos en forma<br />

de cruz o círculo. La membrana nuclear carece de cromatina<br />

periférica.<br />

Su hábitat es el intestino grueso; no se conoce su ciclo de<br />

transmisión. Se ha sugerido que el parásito puede ser transportado<br />

por larvas o huevos de nematodos, especialmente Enterobius<br />

vermicularis. 2<br />

Patogenia<br />

En la actualidad se reconoce el papel patógeno de D. fragilis, ya<br />

que es capaz de originar inflamación e hipersecreción de la mucosa<br />

colónica sin invadirla. Hasta la fecha se han descrito dos<br />

genotipos. No se sabe si existen diferencias entre ellos.<br />

Clínica<br />

Hay portadores sanos, pero habitualmente las personas parasitadas<br />

presentan diarrea aguda o crónica, con fluctuaciones temporales.<br />

Pueden existir periodos normales. 5,9,10 La sintomatología<br />

es muy similar a la del colon irritable. Ocasionalmente los<br />

pacientes pueden presentar anorexia y flatulencias. 3,6,8<br />

El diagnóstico se efectúa mediante examen parasitológico<br />

seriado de heces, tomado día por medio en muestras frescas o<br />

fijadas con alcohol polivinílico (PVA), o formol o fenol-alcohol<br />

formaldehído (PAF). En muestras permanentes teñidas con<br />

tinción tricrómica, hematoxilina férrica o Giemsa, se observan<br />

bien los trofozoítos. La detección del DNA del parásito mediante<br />

reacción en cadena de la polimerasa (PCR) cualitativa y<br />

cuantitativa (PCR absoluto), tiene una especificidad de 100%<br />

y alta sensibilidad. 7,12<br />

Tratamiento<br />

Se utilizan paromomicina, hidroxiquinolina, tetraciclina y derivados<br />

del metronidazol (ver capítulo 94). 1,11<br />

Epidemiología<br />

Se le ha encontrado en casi todo el mundo. Es más prevalente<br />

en adultos que en niños. En pacientes con diarrea se le ha encontrado<br />

entre 4.5 y 6.3% de los casos. No se conoce su prevalencia<br />

en la población aparentemente sana, ya que su diagnóstico<br />

no se realiza mediante el examen rutinario de heces para<br />

pesquisa de parásitos. 8<br />

Se le ha hallado en cerdos y otros animales. La importancia<br />

de ellos como reservorio no se conoce. La dientamebiasis podría<br />

ser una zoonosis. 4<br />

155


156 PARTE II Parasitología humana<br />

Referencias<br />

1. Chan F, Guan M, Mackenzie A, Díaz-Mitoma F. Susceptibility<br />

testing of Dientamoeba fragilis ATCC 30948<br />

with iodoquinol, paromomycin, tetracycline, and metronidazole.<br />

Antimicrob Agents Chemother, 1994;38:1157-<br />

1160.<br />

2. Crotti D, D’Annibale M. Role of Dientamoeba fragilis<br />

in human bowel infections. Infez Med, 2007;15:30-39.<br />

3. Crotti D, D’Annibale M. Intestinal infections caused<br />

by Dientamoeba fragilis and Giardia duodenalis in our experience.<br />

Recenti Prog Med, 2007;98:361-366.<br />

4. Crotti D, Sensi M, Crotti S, Grelloni V, Manuali<br />

E. Dientamoeba fragilis in swine population: a preliminary<br />

investigation. Vet Parasitol, 2007;145:349-351.<br />

5. Johnson E, Windsor J, Clark C. Emerging from obscurity:<br />

biological, clinical, and diagnostic aspects of Dientamoeba<br />

fragilis. Clin Microbiol Rev, 2004;17:553-570.<br />

6. Stark D, Beebe N, Marriott D, Ellis J, Harkness<br />

J. Dientamoebiasis: clinical importance and recent advances.<br />

Trends Parasitol, 2006;22:92-96.<br />

7. Stark D, Beebe N, Marriott D, Ellis J, Harkness<br />

J. Evaluation of three diagnostic methods, including<br />

real-time PCR, for detection of Dientamoeba fragilis in<br />

stool specimens. J Clin Microbiol, 2006;44:232-235.<br />

8. Stark D, Beebe N, Marriott D, Ellis J, Harkness<br />

J. Dientamoeba fragilis as a cause of travelers’ diarrhea:<br />

report of seven cases. J Travel Med, 2007;14:72-73.<br />

9. Stark D, Barratt J, Roberts T, Marriott D, Harkness<br />

J, Ellis J. A review of the clinical presentation of dientamoebiasis.<br />

Am J Trop Med Hyg, 2010;82:614-619.<br />

10. Stensvold C, Arendrup M, Molbak K, Nielsen H. The<br />

prevalence of Dientamoeba fragilis in patients with suspected<br />

enteroparasitic disease in a metropolitan area in Denmark.<br />

Clin Microbiol Infect, 2007;13:839-842.<br />

11. Vandenberg O, Souayah H, Mouchet F, Dediste A,<br />

van Gool T. Treatment of Dientamoeba fragilis infection<br />

with paromomycin. Pediatr Infect Dis J, 2007;26:88-90.<br />

12. Verweij J, Mulder B, Poell B, van Middelkoop D,<br />

Brienen E, van Lieshout L. Real-time PCR for the detection<br />

of Dientamoeba fragilis in fecal samples. Mol Cell<br />

Probes, 2007;21:400-404.


Capítulo<br />

21<br />

Cistoisosporiasis*<br />

Jacob K. Frenkel<br />

Historia<br />

En 1860, Virchow registró por vez primera coccidios en el intestino<br />

de seres humanos. 36 En 1890, Raillet y Lucet fueron los<br />

primeros en describir ooquistes en heces de humanos. Wenyon<br />

38 describió dos coccidios en el hombre: Isospora belli con<br />

un esporoblasto que se divide en dos esporocitos, cada uno de<br />

los cuales contiene cuatro esporozoítos; el otro, I. hominis, es<br />

esporulado cuando se elimina, y ahora se reconoce como una<br />

especie de Sarcocystis (S. bovi hominis, Heydorn et al., 1975, 16 o<br />

S. sui hominis, Tadros y Laarman, 1976, 32 Heydorn 1977 17 ).<br />

En 1970, Brandborg y colaboradores examinaron con biopsias<br />

de la mucosa del intestino delgado a seis adultos de San Francisco<br />

que presentaban diarrea, esteatorrea y malabsorción; 4 describieron<br />

esquizogonias, gametogonias y ooquistes, de modo<br />

que se creyó que el ciclo de I. belli era homoxeno, como los<br />

bien estudiados coccidios de las aves.<br />

Sin embargo, en 1972 Dubey y Frenkel 8 describieron etapas<br />

extraintestinales en Isospora felis e I. rivolta de gatos, y un<br />

ciclo heteroxeno que comprendía ratones (Frenkel, Dubey<br />

1972). 10 En 1977, Frenkel describió el género Cystoisospora<br />

para coccidios heteroxenos con dos esporocitos y cuatro esporozoítos<br />

cada uno, y los colocó en la familia Sarcocystidae. 11<br />

También se encontraron etapas extraintestinales en Isospora belli,<br />

primero Restrepo, Macher y Radany en 1987, 30 y más tarde<br />

otros grupos de investigadores, lo que colocó a esta especie en<br />

el género Cystoisospora, aunque todavía no se había identificado<br />

un huésped intermediario. Barta y colaboradores colocaron los<br />

coccidios diesporoquísticos, tetraesporozoicos con un cuerpo<br />

de Stieda en sus esporocitos al género Isospora, y los ooquistes<br />

sin cuerpo de Stieda en el género Cystoisospora. C. belli carece<br />

de cuerpos de Stieda. 1 Aquí se está usando el nombre correcto<br />

desde el punto de vista taxonómico, mientras que en el programa<br />

de búsqueda bibliográfica www.PubMed.gov aún se emplea<br />

Isospora belli en casi todas las citas.<br />

Definición<br />

Infección intestinal de seres humanos por Cystoisospora belli,<br />

que puede producir una diarrea aguda o crónica, dependiendo<br />

del estado inmunitario del huésped.<br />

Clasificación<br />

Phylum: Alveolata<br />

Subphylum: Apicomplexa. Levine, 1970<br />

Clase: Sporozoasida. Leukart, 1879<br />

Subclase: Coccidiasina. Leukart, 1879<br />

Orden: Euccidiorida. Léger y Duboscq, 1910<br />

Suborden: Eimeriorina. Léger, 1911<br />

Familia: Sarcocystidae. Poche, 1913<br />

Subfamilia: Cystoisosporinae. Frenkel y colaboradores, 1979 12<br />

Género: Cystoisospora. Frenkel, 1977 11<br />

Especie: belli. Wenyon, 1923 38<br />

Adaptado de Levine, 1973, y Mehlhorn, 2001. 21,24<br />

Aspectos biológicos<br />

Los ooquistes de Cystoisospora belli son entre ovoides y alargados;<br />

miden 20 a 33 mm de longitud y 10 a 19 mm de anchura.<br />

Cuando se depositan en heces, por lo general tienen un esporoblasto,<br />

que cuando queda expuesto al ambiente a temperatura<br />

ambiental se divide en dos esporoblastos y se desarrolla hacia<br />

dos ooquistes, cada uno de los cuales contiene cuatro esporozoítos<br />

en el transcurso de uno a dos días (figura 21-1a, b, c).<br />

En ocasiones, sólo se observa un esporoquiste con ocho esporozoítos,<br />

lo que semeja el género Caryospora; empero, la forma<br />

aberrante en una población de Cystoisospora fue Cystoisospora<br />

genéticamente. 19<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

157


158 PARTE II Parasitología humana<br />

Figura 21-1. Ooquistes de Cystoisospora belli. b) Ooquiste con dos<br />

esporoquistes en heces humanas.<br />

En biopsias de intestino delgado, se encontraron estados<br />

esquizogónicos, gametogónicos y ooquistes en las células epiteliales.<br />

Los ooquistes pueden observarse en biopsias, no así en las<br />

heces. La duración de la infección es variable, desde semanas<br />

hasta meses o años. En individuos inmunocompetentes la<br />

infección es muy rara. Es probable que casi todas las infecciones<br />

sean asintomáticas porque casi ninguna infección clínica se<br />

relaciona con otros pacientes con esas infecciones.<br />

En pacientes con el síndrome de inmunodeficiencia adquirida<br />

(SIDA) la cistoisosporiasis se observa con cierta frecuencia;<br />

las infecciones pueden durar muchos meses y acompañarse<br />

de diarrea, cólicos abdominales, malabsorción, fiebre y<br />

pérdida de peso, que pueden llevar a la muerte en ausencia de<br />

tratamiento. Restrepo y colaboradores (1987) observaron quistes<br />

monozoicos extraintestinales en la autopsia de los ganglios<br />

linfáticos de un paciente con SIDA y cistoisosporiasis. 30<br />

En 1994, Michiels y colaboradores observaron a otro paciente<br />

con quistes monozoicos en ganglios linfáticos, hígado y<br />

bazo. 25 JP Dubey también estudió estos tejidos, e identificó<br />

cuerpos cristalinos en los zoítos intraquísticos, que son “característicos<br />

de los esporozoítos” (1994). Aunque no se han identificado<br />

ooquistes esporulados en el intestino, es posible que el esporoblasto<br />

se desarrolle hacia un quiste unizoico parecido a<br />

esporozoíto. El enorme número de quistes unizoicos, 10 000<br />

por gramo de tejido en el caso de Michiels, sugiere su derivación<br />

de los esporoblastos. En teoría, algunos esporozoítos podrían<br />

originarse a partir de ooquistes esporulados ingeridos; sin embargo,<br />

no tantos como los observados en el paciente de Michiels.<br />

En 2001, Velásquez y colaboradores describieron isosporiasis<br />

en quistes tisulares unizoicos en dos pacientes con SIDA<br />

de Argentina, y especularon que los quistes podrían representar<br />

otro parásito. 35<br />

En 2003, Frenkel y colaboradores observaron un paciente<br />

de Brasil con cistoisosporiasis diagnosticada seis meses antes, 13<br />

y tratado con trimetoprim-sulfametoxazol y terapia anti-HIV,<br />

con identificación de quistes unizoicos en ganglios linfáticos en<br />

la autopsia. Los autores especularon que fueron resistentes a la<br />

quimioterapia y podrían haber dado lugar a recrudecimiento<br />

de la infección intestinal, y sugirieron la posible existencia de<br />

huéspedes paraténicos o intermediarios. Posiblemente como<br />

resultado de quimioterapia, no se encontraron parásitos enteroepiteliales,<br />

excepto por tres gametocitos en la vesícula biliar.<br />

Los autores inocularon 10 6 quistes esporulados en un ternero,<br />

y 10 3 quistes en tres pollos de dos días de edad, pero en el<br />

examen histológico subsiguiente no encontraron quistes en sus<br />

tejidos. Los autores consideran que esto debería repetirse con<br />

inóculos de mayor tamaño y si es posible con voluntarios humanos<br />

si es posible excluir la presencia de infección por HIV.<br />

Los ooquistes de Cystoisospora belli por lo general son esporulados<br />

y se mantienen en dicromato de potasio al 2% (K 2<br />

Cr 2 O 7 ), que se debe eliminar antes de trabajar con esporozoítos,<br />

como al inocular cultivos de células. También se pueden<br />

esporular y mantener en ácido sulfúrico (H 2 SO 4 ) al 2%, que<br />

puede neutralizarse al añadir un volumen similar de hidróxido<br />

de sodio (NaOH) al 3.3%, con un indicador de pH rojo fenol<br />

que cambia desde amarillo hacia anaranjado; esto evita centrifugaciones.<br />

Datos epidemiológicos<br />

Aunque se encuentran en todo el mundo, las infecciones son<br />

más comunes en personas de México, Centroamérica, Colombia,<br />

Brasil, Chile, África subsahariana y Asia tropical; hay muchas<br />

publicaciones recientes provenientes de India. Un estudio<br />

de citas en PubMed proporciona buena información; la entrada<br />

Isospora belli en la actualidad arroja 291 citas (contaminada<br />

con algunos otros parásitos). Mientras que antes del advenimiento<br />

del SIDA era en extremo raro que se reconocieran infecciones,<br />

la epidemia de SIDA ha permitido entender mejor la<br />

diseminación de Cystoisospora belli.<br />

Por supuesto, la infección se reconoce mejor siempre que<br />

las heces se examinan para “huevos y parásitos” y no sólo se<br />

cultivan para bacterias. El autor ha recolectado más de 20 sueros<br />

cada decenio a partir de pacientes en un área endémica empero,<br />

la evaluación serológica ha quedado obstaculizada por la<br />

escasez de la recolección de heces enteras a partir de las cuales<br />

pueden aislarse más ooquistes que a partir de especímenes pequeños,<br />

la aversión a trabajar con heces fétidas, y la eliminación<br />

rápida de ooquistes a partir de las heces después del inicio de la<br />

quimioterapia, lo que podría explicar esta situación.<br />

El antígeno tendría que hacerse a partir de un acopio de<br />

millones de ooquistes, a menos que quede disponible una autopsia<br />

de un paciente tan gravemente afectado como Michiels,<br />

cuyo tejido puede contener suficiente antígeno (1994). Hasta<br />

donde sabe el autor, no se han publicado datos serológicos<br />

de pacientes individuales o de poblaciones. Deben esperarse<br />

muchas infecciones asintomáticas o paucisintomáticas. En un<br />

estudio efectuado en el Queen Elizabeth Central Hospital<br />

(QECH) in Blantyre, Malí, 12% de los pacientes con SIDA y<br />

diarrea presentó ooquistes de Isospora belli en las heces, al igual<br />

que 3% de los testigos sin diarrea. 7<br />

Se desconoce por qué la infección es más común en áreas<br />

subtropicales y tropicales. Al igual que con Cystoisospora de ga-


CAPÍTULO 21 Cistoisosporiasis 159<br />

Gametocito<br />

masculino<br />

Esquizogonia<br />

Espermios<br />

Fertilización<br />

Hombre<br />

Esporozoítos penetran<br />

en las células de la<br />

mucosa intestinal<br />

Ooquiste maduro<br />

con esporozoítos<br />

(forma infectante)<br />

Gametocito<br />

femenino<br />

Ooquiste en heces<br />

(forma diagnóstica)<br />

Ooquiste inmaduro<br />

con cigoto<br />

Ambiente externo<br />

Figura 21-2. Ciclo biológico de Cystoisospora belli.<br />

Ooquiste con<br />

esporoquistes<br />

Ooquiste inmaduro<br />

con esporoblastos<br />

tos, en la cual los roedores son el huésped paraténico, de acuerdo<br />

al autor no se han identificado huéspedes paraténicos para<br />

Cystoisospora belli.<br />

La reacción en cadena de polimerasa (PCR) de tiempo real<br />

dirigida a la región espaciadora transcrita interna 2 del gen<br />

RNA ribosómico recientemente se ha publicado en Holanda, 34<br />

y promete ser útil para investigación epidemiológica y el diagnóstico<br />

clínico de personas realmente infectadas. Esto también<br />

podría aplicarse a hospederos paraténicos sospechados.<br />

En general se cree que la infección se adquiere a partir de<br />

alimentos o agua contaminados con heces (figura 21-2). Con<br />

todo, excepto por las infecciones de laboratorio experimentales<br />

y accidentales, no se dispone de información segura. Dado que<br />

los ooquistes no son infecciosos antes de la esporulación,<br />

que requiere 24 a 48 horas en presencia de oxígeno, no es probable<br />

que el contacto anal-oral directo sea infeccioso.<br />

Se han identificado ooquistes de Isospora belli en cucarachas,<br />

Diploptera punctata, de Benín, estado Edo, Nigeria. 33<br />

Blatella germanica y Periplaneta americana transmitieron Cystoisospora<br />

rivolta felina durante 10 días. 10,31<br />

Anatomía patológica<br />

y manifestaciones clínicas<br />

de infecciones adquiridas<br />

Hay varias infecciones de laboratorio y experimentales reportadas<br />

en la literatura médica. En 1922, Connal observó diarrea<br />

que apareció luego de seis días y continuó durante 22 días, con<br />

6 a 8 evacuaciones diarias, por lo general sin sangre o moco. 6<br />

Los síntomas incluyeron molestias en el abdomen, flatulencia,<br />

pérdida de peso y laxitud. El paciente permaneció afebril, con<br />

recuento leucocítico normal. Aparecieron ooquistes al vigésimo<br />

octavo día, y continuaron durante 13 días.<br />

En 1948, Matsubayashi y Nozawa efectuaron dos infecciones<br />

experimentales; 23 el primer voluntario fue el coautor.<br />

Ingirió 300 esporocitos, y presentó fiebre y diarrea acuosa al<br />

octavo día. Aparecieron ooquistes al noveno día, y persistieron<br />

durante un mes, aunque en números bajos, que requirieron<br />

concentración. Tuvo un pico de temperatura a 39°C el día decimoséptimo,<br />

con escalofríos, dolor muscular y edema facial.<br />

Después de que desaparecieron los ooquistes, ingirió otros<br />

2 500 ooquistes, pero permaneció asintomático sin emisión de<br />

ooquistes.<br />

El segundo voluntario, Y Kubota, de 19 años de edad,<br />

también ingirió 2 500 ooquistes a partir de la misma fuente.<br />

Presentó fiebre después de ocho días, que persistió hasta el decimonoveno<br />

día, con cefalea, anorexia y laxitud. La diarrea empezó<br />

al noveno día, y continuó de manera intermitente hasta el<br />

décimo sexto día. Aparecieron ooquistes al undécimo día, y<br />

pudieron detectarse durante 48 horas después de la infección.<br />

Aunque no la presentaron tres pacientes mencionados, eosinofilia<br />

se observa frecuentemente en clínica, con cristales de<br />

Charcot-Leyden en las heces; este es un signo diagnóstico útil<br />

porque no se encuentra en otras enfermedades diarreicas, excepto<br />

ocasionalmente en la amebiasis.


160 PARTE II Parasitología humana<br />

Los esquizontes, gametocitos y ooquistes del ciclo endogénico<br />

estuvieron en los enterocitos intestinales. La tinción de<br />

Giemsa los demostró mejor; no se destacaron con hematoxilina-eosina.<br />

El azul de alciano facilitó el reconocimiento. Los esquizontes<br />

en desarrollo son fuertemente PAS-positivos, pero es<br />

necesario diferenciarlos de las células caliciformes del huésped.<br />

Con base en las biopsias, cada nivel del intestino puede<br />

mostrar parásitos, pero son más numerosos en la parte proximal.<br />

De los casos de Brandborg, 4 dos tuvieron una mucosa yeyunal<br />

plana, y ambos pacientes murieron. Uno tuvo vellosidades<br />

altas con puntas en forma de garrote, dilatación de vasos<br />

sanguíneos y fibrosis leve de la lámina propia. Uno tuvo criptas<br />

alargadas con vellosidades residuales “engrosadas”.<br />

Las células parasitadas fueron destruidas, pero las células<br />

adyacentes parecieron normales. Hay aumento de linfocitos y<br />

células plasmáticas en la lámina propia. Los eosinófilos también<br />

aumentan en la lámina propia, y en 2 de 6 semejaron<br />

“enteritis eosinofílica”.<br />

Todas las etapas de parásito están en una membrana unida<br />

a la vacuola. Los microorganismos tienen una película trilaminar.<br />

El núcleo es esférico, con nucléolo prominente. Las mitocondrias<br />

tienen crestas tubulares. El aparato de Golgi perinuclear<br />

está bien desarrollado. En el extremo anterior hay un<br />

complejo apical con anillo polar, un conoide, micronemas,<br />

roptrias y túbulos subpeliculares. El citoplasma contiene abundantes<br />

ribosomas libres, y gránulos tanto electrotransparentes<br />

como electrodensos. 22,27<br />

En presencia de infección crónica por lo general hay atrofia<br />

de las vellosidades. Puede haber o no etapas endógenas cíclicas<br />

en los enterocitos, dependiendo en parte de la quimioterapia<br />

precedente. Los quistes unizoicos están en la lámina propia,<br />

los ganglios linfáticos y, en el paciente de Michiels, el hígado y<br />

el bazo. La célula hospedera a veces tiene aspecto de macrófago,<br />

pero los quistes a menudo parecen extracelulares. La pared del<br />

quiste puede medir 1 a 3 mm de diámetro, y la vacuola es de<br />

tamaño considerablemente mayor que el zoíto. Se demuestran<br />

bien mediante hematoxilina-eosina, y tienen la estructura de<br />

Apicomplexa habitual más un cuerpo cristaloide grande. La<br />

tinción de Giemsa y la hematoxilina con ácido peryódico de<br />

Schiff (PASH) mejoran la identificación de la pared del quiste<br />

y del citoplasma. 14<br />

La infección por Cystoisospora, al igual que la infección por<br />

muchos otros microbios, puede afectar el conducto biliar y la<br />

vesícula biliar, y se han reportado casos de colecistitis acalculosa.<br />

2,35 Este sitio de infección parece ser resistente a la quimioterapia.<br />

Diagnóstico<br />

Debe sospecharse en pacientes con diarrea y con cólicos abdominales,<br />

con fiebre o sin ella. El examen de heces completas<br />

con concentración de ooquistes, mediante flotación, de preferencia<br />

en una solución de 53 g de sacarosa en 100 ml de agua<br />

(más 1 ml de fenol acuoso al 80%), es el método más seguro<br />

para la detección de ooquistes en heces humanas. El examen de<br />

la capa superior de la capa flotante tras centrifugación muestra<br />

los ooquistes grandes, de 20 a 30 y 3 10 a 19 mm directamente<br />

debajo del cubreobjetos bajo luz reducida. Los ooquistes<br />

frescos por lo general mostrarán un esporoblasto único, mientras<br />

que el material de uno a dos días o más viejo puede mostrar<br />

dos esporoblastos o dos esporocitos con cuatro esporozoítos<br />

cada uno si están por completo esporulados.<br />

Para preparaciones teñidas, la capa superior de la capa flotante<br />

se puede aspirar y diluir con cuatro o más volúmenes de<br />

agua y centrifugar; el sedimento se aplica en una laminilla y se<br />

seca. Se pueden fijar con calor o con etanol al 100%, y secar. A<br />

continuación se pueden colorear con fucsina básica como se<br />

usa para la tinción de micobacterias, lavar con agua, decolorar<br />

con ácido sulfúrico al 1% durante 2 min, lavar con agua y contrateñir<br />

con azul de metileno, enjuagar de nuevo con agua y<br />

dejar secar.<br />

Acto seguido se cubren con un medio de montaje, y con<br />

un cubreobjetos, y se examinan en campo brillante a 450; los<br />

ooquistes se tiñen de color rojo. Puede añadirse al frotis suramina<br />

O, que colorea ácidos nucleicos, y se dice que facilita el<br />

reconocimiento de los ooquistes. La observación de uno de esos<br />

frotis sólo requirió alrededor de 30 seg, y el costo de los reactivos<br />

y la laminilla de vidrio para un frotis no excedió 0.03 dólares.<br />

15 Desafortunadamente, en el resumen de los autores que<br />

utilizan este colorante no se mencionaron los detalles de la técnica<br />

y la concentración de la tinción, y se espera la disponibilidad<br />

del texto completo.<br />

Una prueba de tira duodenal y biopsia duodenal son útiles<br />

como procedimientos para el diagnóstico de infección por Cystoisospora<br />

belli. En 50% de los pacientes hay eosinofilia sanguínea,<br />

y cristales de Charcot-Leyden en las heces (figura 21-3).<br />

En material preparado con alcohol polivinilo los ooquistes son<br />

difíciles de detectar, y las preparaciones con cinta de celulosa<br />

(Scotch) son inútiles, porque los ooquistes están en las heces,<br />

no en la mucosa anal.<br />

Recientemente se ha descrito una reacción en cadena de<br />

polimerasa de tiempo real para la detección de Isospora belli en<br />

muestras de heces, 34 que parece ser útil para el diagnóstico de<br />

infección por Cystoisospora con los controles apropiados.<br />

Hasta la fecha no se han publicado datos serológicos de<br />

pacientes o poblaciones individuales.<br />

Tratamiento<br />

La mayoría de los pacientes con infección por Cystoisospora<br />

puede tratarse eficazmente con 160 mg de trimetoprim y 800<br />

mg de sulfametoxazol por vía oral, cuatro veces al día durante<br />

10 días. 28 En pacientes alérgicos al sulfametoxazol, pueden administrarse<br />

50 a 75 mg de pirimetamina a diario por vía oral,<br />

durante dos a cuatro semanas. 37 En ocasiones estas dosis son<br />

ineficaces, y hay incertidumbre respecto a si el régimen farmacológico<br />

no se observó con rigidez, o si las concentraciones del<br />

fármaco fueron insuficientes debido a malabsorción o diarrea.<br />

Podría probarse con tabletas trituradas o con administración<br />

del fármaco por vía intravenosa.


CAPÍTULO 21 Cistoisosporiasis 161<br />

En pacientes con inmunosupresión estos fármacos pueden<br />

no ser curativos, y se administran dosis profilácticas de trimetoprim-sulfametoxazol<br />

tres veces por semana, o pirimetamina, 25<br />

mg, y sulfadoxina, 500 mg (Fansidar) una vez a la semana durante<br />

un periodo indefinido a menos que casi se alcance inmunocompetencia.<br />

La pirimetamina, 25 mg al día, se administra<br />

a pacientes que no toleran la sulfadoxina. 5<br />

Otro fármaco usado con éxito en el tratamiento de cistoisosporiasis<br />

es nitazoxanida, 9 que, sin embargo, fracasó en un<br />

paciente con afección biliar, que se curó mediante cotrimazol<br />

(trimetoprim-sulfametoxazol) por vía intravenosa, al cual previamente<br />

no mostró respuesta debido a malabsorción. En este<br />

paciente la concentración sanguínea de nitazoxanida fue mínima<br />

después de administración por vía oral. 3 La roxitromicina,<br />

2.5 mg/kg cada 12 horas durante 15 días, fue eficaz en un paciente,<br />

26 y el diclazurilo, un derivado bencenoacetonitrilo usado<br />

como un aditivo alimentario en pollos, cerdos y corderos<br />

como un coccidiostático, también fue eficaz en un paciente. 20<br />

Prevención<br />

Dado que la ingestión de ooquistes esporulados de Cystoisospora<br />

es el único método de infección biológicamente conocido, la<br />

prevención depende por completo del consumo de agua potable<br />

y alimentos sin contaminación fecal, o de alimentos esterilizados<br />

con calor.<br />

Para que sea potable, el agua debe filtrarse. Con el tamaño<br />

de los ooquistes esto se logra con facilidad, en contraste con<br />

Cryptosporidium, de tamaño mucho menor. Si hay duda, el<br />

agua potable se debe hervir, o pasar a través de un filtro que<br />

retenga todas las partículas de más de 10 mm.<br />

El aporte de agua y la eliminación de agua de desecho no<br />

deben tener conexiones cruzadas inadvertidas o funcionales.<br />

Debido a la doble membrana de los ooquistes y esporoquistes<br />

que son resistentes al cloro y al ácido sulfúrico al 2% que se ha<br />

usado para almacenar ooquistes, es imposible confiar en la cloración<br />

o las tabletas para purificación de agua. Si bien el lavado<br />

de manos por lo general es eficaz si hay agua potable disponible,<br />

el hecho de que los ooquistes de Cystoisospora requieren 24<br />

horas para esporulación en condiciones óptimas, indica que las<br />

heces frescas no son infectantes, de nuevo al contrario de lo que<br />

sucede con Cryptosporidium.<br />

La fuente de contaminación puede ser difícil de identificar,<br />

y no se esclareció en un brote en una escuela para deficientes<br />

mentales en el cual al menos 18% de los estudiantes y 41%<br />

de los empleados tuvo diarrea con Cystoisospora en las heces. 18<br />

Debido a la presencia de quistes tisulares unizoicos en tejidos<br />

de ser humano, y a la naturaleza heteroxena de Cystoisospora<br />

de los gatos, también se sospecha la presencia de un huésped<br />

paraténico para Cystoisospora belli. Se han hecho algunos experimentos<br />

preliminares con pollos y un ternero, que pudieron<br />

estar en contacto con heces humanas e ingerirlas, y cuya carne<br />

a veces se come menos cocida que la de otros animales. 13,14<br />

Sólo se buscaron quistes de tejido al microscopio, y no se encontraron,<br />

y no hubo un voluntario humano disponible. Esos<br />

experimentos se deben repetir con inóculos de tamaño mucho<br />

mayor para que se consideren negativos. Entre tanto, las carnes<br />

para consumo humano deben estar bien cocidas.<br />

Es necesario advertir especialmente a los individuos con<br />

inmunosupresión y los viajeros que son intolerantes a las sulfonamidas<br />

que eviten bebidas y alimentos no seguros en cuanto a<br />

Cystoisospora belli.<br />

Referencias<br />

1. Barta J, Schrenzel M, Carreno R, Rideout B. The genus<br />

Atoxoplasma (Garnham 1950) as a junior objective<br />

synonym of the genus Isospora (Schneider 1881) species<br />

infecting birds and resurrection of Cystoisospora (Frenkel<br />

1977) as the correct genus for Isospora species infecting<br />

mammals. J Parasitol, 2005;91:726-727.<br />

2. Benator D, French A, Beaudet L, Levy C, Orenstein<br />

J. Isospora belli infection associated with acalculous cholecystitis<br />

in a patient with AIDS. Ann Intern Med,<br />

1994;121:663-664.<br />

3. Bialek R, Overkamp D, Rettig I, Knobloch J. Case<br />

report: Nitazoxanide treatment failure in chronic isosporiasis.<br />

Am J Trop Med Hyg, 2001;65:94-95.<br />

4. Brandborg L, Goldberg S, Breidenbach W. Human<br />

coccidiosis -a possible cause of malabsortion. Life cycle in<br />

small bowel mucosal biopsies as a diagnostic feature. N<br />

Engl J Med, 1970;283:1306-1313.<br />

5. Brantley R, Williams K, Silva T, Sistrom M, Thielman<br />

N, Ward H, Lima A, Guerrant R. AIDS-associated<br />

diarrhea and wasting in Northeast Brazil is associated<br />

with subtherapeutic plasma levels of antiretroviral medications<br />

and with both bovine and human subtypes of<br />

Cryptosporidium parvum. Braz J Infect Dis, 2003;7:16-<br />

22.<br />

6. Connal A, Counal S. The development of Loa loa (Guyot)<br />

in Chrysops silacea (Austen) and in C. dimidiata (Van<br />

der Wulp). Trans Roy Soc Trop Med Hyg, 1922;16:64-89.<br />

7. Cranendonk R, Kodde C, Chipeta D, Zijlstra E, Sluiters<br />

J. Cryptosporidium parvum and Isospora belli infections<br />

among patients with and without diarrhoea. East<br />

Afr Med J, 2003;80:398-401.<br />

8. Dubey J, Frenkel J. Extra-intestinal stages of Isospora<br />

felis and I. rivolta (Prozoa: Eimeriidae) in cats. J Protozool,<br />

1972;19:89-92.


162 PARTE II Parasitología humana<br />

9. Doumbo O, Rossignol J, Pichard E, Traore H, Dembele<br />

T, Diakite M, Traore F, Diallo D. Nitazoxanide<br />

in the treatment of cryptosporidial diarrhea and other intestinal<br />

parasitic infections associated with acquired immunodeficiency<br />

syndrome in tropical Africa. Am J Trop<br />

Med Hyg, 1997;56:637-639.<br />

10. Frenkel J, Dubey J. Rodents a vectors for feline coccidia,<br />

Isospora felis and Isospora rivolta. J Inf Dis,<br />

1972;125:69-72.<br />

11. Frenkel J. Besnoitia wallacei of cats and rodents: with a<br />

reclassification of other cyst-forming isosporid coccidia. J<br />

Parasitol, 1977;63:611-628.<br />

12. Frenkel J, Heydorn A, Mehlhorn H, Rommel M. Sarcocystinae:<br />

nomina dubia and available names. Z. Parasitenkd,<br />

1979;58:115-139.<br />

13. Frenkel J, Silva M, Saldanha J, de Silva M, Correia<br />

Filho V, Barata C, Lages E, Ramirez L, Prata A. Isospora<br />

belli infection: observation of unicellular cysts in<br />

mesenteric lymphoid tissues of a Brazilian patient with<br />

AIDS and animal inoculation. J Eukaryot Microbiol,<br />

2003;50(Suppl.):682-684.<br />

14. Frenkel J, Silva M, Saldanha J, de Silva-Vergara M,<br />

Correia D, Barata C, Silva E, Ramírez L, Prata<br />

A. Presença extra-intestinal de cistos unizóicos de Isospora<br />

belli em paciente com SIDA. Relato de caso. Rev Soc<br />

Bras Med Trop, 2003b;36:409-412.<br />

15. Hanscheid T, Cristino J, Salgado M. Screening of auramine-stained<br />

smears of all fecal samples is a rapid and<br />

inexpensive way to increase the detection of coccidial infections.<br />

Int J Infect Dis,2008;12:47-50.<br />

16. Heydorn A, Gesrtrich R, Mehlhorn H, Rommel<br />

M. Proposal for a new nomenclature of the Sarcosporidia.<br />

Z Parasitenk, 1975;48:27-31.<br />

17. Heydorn A. Beiträge zums Lebenszyklus der Sarrkosporidien.<br />

IX. Entwicklungszyklus von Sarcocystis sui hominis<br />

n.sp. Berl. Münchener Tieraerztl. Wochenschr, 1977;90:<br />

218-224.<br />

18. Jeffery G. Epidemiologic considerations of isosporiasis<br />

in a school for mental defectives. Am J Hyg, 1958;67:251-<br />

255.<br />

19. Jongwutiwes S, Putaporntip C, Charoenkorn M,<br />

Iwasaki T, Endo T. Morphologic and molecular characterization<br />

of Isospora belli oocysts from patients in Thailand.<br />

Am J Trop Med Hyg, 2007;77:107-112.<br />

20. Kayembe K, Desmet P, Henry M, Stoffels P. Diclazuril<br />

for Isospora belli infection in AIDS. Lancet,<br />

1989;1:1397-1398.<br />

21. Levine N. Introduction, history and taxonomy, cap. 1.<br />

En: The Coccidia, Hammond DM, Long PL (eds.), University<br />

Park Press, Baltimore EUA, 1973.<br />

22. Lindsay D, Dubey J, Toivio-Kinnucan M, Michiels J,<br />

Blagburn B. Examination of extraintestinal tissue cysts<br />

of Isospora belli. J Parasitol, 1997;83:620-625.<br />

23. Matsubayashi H, Nozawa T. Experimental infection of<br />

Isospora hominis in man. Am J Trop Med, 1948;28:633-<br />

637.<br />

24. Mehlhorn H (ed.). Encyclopedic reference of parasitology.<br />

Springer, Berlín, Alemania, 2001:265-266.<br />

25. Michiels J, Hofman P, Bernard E, Saint Paul M, Boissy<br />

C, Mondain V, LeFichoux Y, Loubiere R. Intestinal<br />

and extraintestinal Isospora belli infection in an AIDS patient.<br />

Pathol Res Pract, 1994;190:1089-1093.<br />

26. Musey K, Chidiac C, Beaucaire G, Houri ez S, Fourrier<br />

A. Effectiveness of roxitromicina for treating Isospora<br />

belli infection. Infect Dis, 1988;158:646.<br />

27. Orenstein J. Isosporiais, cap. 134. En: The pathology of<br />

infectious diseases, Connor DH et al. (eds.), Appleton &<br />

Lange, Stamford, EUA, 1997:1185-1190.<br />

28. Pape J, Verdier R, Johnson W. Jr. Treatment and prophylaxis<br />

of Isospora belli infection in patients with the<br />

acquired immunodeficiency syndrome. N Engl J Med,<br />

1989;320:1044-1047.<br />

29. Railliet A, Lucet A. Notes dur quelques éspèces de coccidies<br />

encore peu etudiées. Bull Soc Zool France, 1890;16:<br />

246.<br />

30. Restrepo C, Macher A. Radany E. Disseminated extraintestinal<br />

isosporiasis in a patient with acquired immune<br />

deficiency syndrome. Am J Clin Path, 1987;87:536-542.<br />

31. Smith D, Frenkel J. Cockroaches as vectors of Sarcocystis<br />

muris and of other coccidia in the laboratory. J Parasitol,<br />

1978;64:315-319.<br />

32. Tadros W, Laarman J. Sarcocystis and related coccidian<br />

parasites: a brief general review, together with a discussion<br />

on some biological aspects of their life cycles and a new<br />

proposal for their classification. Acta Leiden, 1976;44:1-<br />

137.<br />

33. Tatfeng Y, Usuanlele M, Orukpe A, Digban A, Okodua<br />

M, Oviasogie F, Turay A. Mechanical transmission<br />

of pathogenic organisms: the role of cockroaches. J Vector<br />

Borne Dis, 2005;42:129-134.<br />

34. Ten Hove R, van Lieshout L, Brienen E, Pérez M,<br />

Verweij J. Real-time polymerase chain reaction for detection<br />

of Isospora belli in stool samples. Diagn Microbiol<br />

Infect Dis, 2008;51:280-283.<br />

35. Velásquez J, Carnevale S, Mariano M, Kuo L, Caballero<br />

A, Chertcoff A, Ibáñez C, Bozzini J. Isosporosis<br />

and unizoic tissue cysts in patients with acquired immunodeficiency<br />

syndrome. Hum Pathol, 2001;32:500-505.<br />

36. Virchow, R. Helminthologische Notizen. IV. Zur Kenntniss<br />

de Wormknoten. Virchov Archiv Pathologische<br />

Anatomie, 1860;18:523.<br />

37. Weiss L, Perlman D, Sherman J, Tanowitz H, Wittner<br />

M. Isospora belli infection: treatment with pirimetamina.<br />

Ann Intern Med, 1988;109:474-475.<br />

38. Wenyon C. Coccidiosis of cats and dogs and the status of<br />

Isospora of man. Ann Trop Med Parasit, 1923;17:231-288.


Capítulo<br />

22<br />

Sarcocistosis<br />

Heinz Mehlhorn<br />

Definición<br />

Zoonosis parasitaria heteroxénica producida por coccidios<br />

del género Sarcocystis cuyos hospederos definitivos son reptiles,<br />

mamíferos, incluyendo al humano, y los hospederos intermediarios<br />

diversas aves, mamíferos y excepcionalmente el hombre.<br />

Las especies de mayor importancia en medicina humana son<br />

Sarcocystis sui hominis y S. bovi hominis que efectúan un ciclo<br />

intestinal que antes se denominaba como correspondiente<br />

a Isospora hominis. Excepcionalmente quistes de Sarcocystis lindemanni<br />

pueden observarse en la musculatura estriada de humanos.<br />

Historia<br />

El nombre del género proviene del griego: sarx, “carne”, kystos,<br />

“quiste”, “vejiga”, refiriéndose a los grandes quistes tisulares en<br />

el interior de la musculatura estriada de los hospederos que fueron<br />

descritos por primera vez por Miescher en 1843 en la musculatura<br />

de un ratón. 6 Debido a que los protozoos de forma de<br />

plátano que están dentro de los quistes no se mueven al ser extraídos,<br />

Miescher erróneamente los consideró como esporas y<br />

denominó a todo el grupo de especies de Sarcocystis, que se<br />

encontraban en la musculatura del hombre y de varios mamíferos<br />

“sarcosporidia” (“esporas en la carne”). Recién en los años<br />

1972 a 1978 fueron descubiertos y definidos los ciclos vitales<br />

de las 18 especies más importantes de Sarcocystis gracias a los<br />

aportes de los grupos de Rommel, Heydorn, Mehlhorn y<br />

Frenkel. 3,5,6 El humano y los animales domésticos pueden<br />

constituir el hospedero final o definitivo y los hospederos intermediarios<br />

respectivamente, de este grupo de protozoos.<br />

Clasificación<br />

Reino:<br />

Subreino:<br />

Phylum:<br />

Animalia<br />

Neozoa<br />

Alveolata<br />

Subphylum: Apicomplexa (Sporozoa)<br />

Clase: Coccidea<br />

Orden: Eucoccidiasida<br />

Familia: Sarcocystidae<br />

Subfamilia: Sarcocystinae<br />

Género: Sarcocystis<br />

Especies: sui hominis<br />

bovi hominis<br />

lindemanni<br />

Epidemiología<br />

La sarcocistosis humana se distribuye ampliamente en el mundo,<br />

con altas prevalencias en países donde por tradición se consume<br />

carne cruda o insuficientemente cocida. En el Tibet se<br />

han encontrado esporoquistes de Sarcocystis spp. en las heces<br />

de 22% de 926 personas estudiadas. En Europa la prevalencia<br />

es de 1 a 2%. 6,11 Es muy probable que un gran número de infecciones<br />

humanas pasen inadvertidas debido a que las infecciones<br />

leves no producen sintomatología.<br />

En relación con Sarcocystis lindemanni, hasta la fecha se<br />

han publicado menos de 100 casos. La mayoría han sido hallazgos<br />

en biopsias o en autopsias, en especial de personas del Asia<br />

que presentan quistes en la musculatura estriada. 7,9<br />

En algunos países hasta 40% de los cerdos y 60% de los<br />

vacunos están infectados. 1,6 Por el pequeño tamaño de los quistes<br />

en el tejido muscular, éstos podrían no ser pesquisados en la<br />

infección sanitaria de las carnes. 6<br />

Biología<br />

El humano puede constituir un hospedero definitivo que excreta<br />

ooquistes y esporoquistes por las heces que se han desarrollado<br />

en células de la lámina propia del intestino, o un hospedero<br />

intermediario que alberga quistes en su musculatura.<br />

La infección intestinal es la más frecuente en los humanos.<br />

Dos especies son las infectantes: Sarcocystis sui hominis y S. bovi<br />

163


164 PARTE II Parasitología humana<br />

hominis. Ambas especies tienen un ciclo heteroxénico que incluye<br />

un depredador (el humano) y una presa (el cerdo o bovino,<br />

dependiendo de la especie). El hombre se infecta al ingerir<br />

quistes tisulares que se encuentran en la musculatura de cerdos<br />

(Sarcocystis sui hominis) o de bovinos (S. bovi hominis). Estos<br />

quistes tienen forma de huso, son alargados y se encuentran en<br />

el interior de los músculos y eventualmente de células cerebrales.<br />

Están rodeados de una pared quística primaria típica, que<br />

se ha formado a partir de la membrana de la parasitófora reforzada<br />

con un material denso submembrana. Esta pared quística<br />

peculiar forma protrusiones. La forma y tamaño del quiste dependen<br />

de su antigüedad y de las características de la especie.<br />

Dentro del quiste hay hoyos como cámaras formadas por una<br />

sustancia cimental que contiene los merozoítos infecciosos en<br />

forma de plátano, que tienen un tamaño de 9-15 mm, dependiendo<br />

de las especies. Los merozoítos del quiste o cistozoítos<br />

se han formado mediante una fisión binaria especial, endodiogenia.<br />

En quistes jóvenes, por ejemplo de alrededor de un mes<br />

posinfección de cerdos o bovinos, se observan preponderantemente<br />

metrocitos, que después de algunas divisiones originan<br />

los merozoítos del quiste. Si el hombre ingiere músculos crudos<br />

infectados de cerdos o bovinos, los merozoítos del quiste quedan<br />

libres en su intestino, penetran las células de la lámina propia<br />

y son incluidos individualmente en una vacuola parasitófora.<br />

Posteriormente, en 5-13 días, desarrollan vía ciclo sexual<br />

(gamagonia) ooquistes ovoides de 20-25 mm de diámetro. Aún<br />

dentro de las células intestinales, dos esporoquistes se forman<br />

dentro de cada ooquiste con cuatro esporozoítos cada uno (figuras<br />

22-1 y 22-2). Estos esporoquistes miden 14 4 mm y<br />

son liberados al lumen intestinal por degeneración de la célula<br />

hospedera después de la rotura de la pared blanda del ooquiste;<br />

por este motivo se les observa en las heces. Esta es la razón por<br />

la cual habían sido pasados por alto por un largo periodo<br />

por investigadores anteriores. Si estos esporoquistes son ingeridos<br />

por cerdos o bovinos (dependiendo de la especie), los esporozoítos<br />

abandonan el esporoquiste (que revienta en suturas<br />

preformadas) y penetran a las células endoteliales de los vasos<br />

sanguíneos de cerdos o bovinos, donde se reproducen vía dos<br />

generaciones de esquizontes, los días 14 y 28 posinfección, y<br />

entran finalmente a los músculos esqueléticos y eventualmente<br />

a células cerebrales.<br />

El desarrollo del quiste infectante con merozoíto demora<br />

alrededor de otros dos meses, de modo tal que cerdos o bovinos<br />

tienen quistes con merozoítos en los músculos tres meses<br />

después de haber sido infectados, los cuales están listos para<br />

ser transmitidos a seres humanos (figuras 22-3 y 22-4). Los<br />

quistes en los músculos mantienen su capacidad infectante<br />

por lo menos hasta un año, mientras que el hombre excreta<br />

por aproximadamente seis semanas esporoquistes infectantes<br />

(periodo patente), los que comienzan a aparecer en las heces<br />

entre 5-13 días posinfección (periodo prepatente) (figura<br />

22-5).<br />

10<br />

9<br />

PO<br />

7<br />

N<br />

1<br />

11<br />

Es<br />

CR<br />

RP<br />

E ESPOROGONIA<br />

GAMAGONIA<br />

7<br />

6.3<br />

INGESTA<br />

CH<br />

2<br />

3<br />

NH<br />

PQ<br />

CH<br />

ESQUIZOGONIA<br />

O<br />

N<br />

6.1<br />

N<br />

VP<br />

6.2<br />

CH<br />

5<br />

4<br />

Figura 22-5. Ciclo biológico de Sarcocystis sui hominis.<br />

1) Esporozoítos móviles emergen de los esporoquistes<br />

ingeridos en el interior del intestino del hospedero intermediario<br />

(p. ej., cerdo). 2) Se forman dos generaciones de esquizontes<br />

dentro del endotelio de las células de los vasos sanguíneos,<br />

originando 60-100 merozoítos por endopoligenia.<br />

3) Merozoítos móviles libres; la primera generación de<br />

merozoítos entran en las células endoteliales y forman<br />

esquizontes, mientras los merozoítos de la segunda<br />

generación inducen a la formación de quistes tisulares.<br />

4) Formación de quistes dentro de células típicas (fibras<br />

musculares, células cerebrales); dentro de estos quistes los<br />

parásitos se reproducen por endodiogenias repetidas,<br />

originando miles de quistes con merozoítos que están<br />

situados dentro de cámaras. 5) Cuando el humano, hospedero<br />

definitivo, ingiere quistes de carne cruda o insuficientemente<br />

cocida, los merozoítos de los quistes quedan libres y penetran<br />

en la célula de la lámina propia. 6) Formación de gametos<br />

femeninos (macrogametos). 7) Fusión de gametos. 8) Pared<br />

del ooquiste alrededor del cigoto. 9-10) Formación de dos<br />

esporoquistes (que contienen cuatro esporozoítos cada uno)<br />

dentro de la célula del hospedero. La pared blanda del<br />

ooquiste muchas veces se rompe. 11) Ooquistes totalmente<br />

esporulados se encuentran en heces humanas. Abreviaturas:<br />

CH, célula del hospedero; CR, cuerpo residual; E, esporoquiste;<br />

Es, esporozoíto; MD, merozoítos en desarrollo; N, núcleo;<br />

NH, núcleo de la célula del hospedero; O, ooquiste; PO, pared<br />

del ooquiste; PQ, pared del quiste primario; RP, rotura de la<br />

pared del ooquiste; VP, vacuola parasitófora.


CAPÍTULO 22 Sarcocistosis 165<br />

Hallazgos de quistes tisulares en humanos (Sarcocystis lindemanni)<br />

son bastante raros, ya que por su tamaño microscópico<br />

pueden pasar inadvertidos a no ser que se realicen inspecciones<br />

histológicas microscópicas para la investigación de alguna<br />

patología. La superficie delgada del quiste no forma protrusiones<br />

y aparentemente la célula hospedera no es destruida. El ciclo<br />

biológico de esta especie no se conoce, aunque quistes similares<br />

se encuentran en monos homínidos.<br />

Clínica<br />

La infección del hombre por S. sui hominis y S. bovi hominis se<br />

produce por ingestión de carne cruda o insuficientemente cocida,<br />

de cerdos o bovinos, que habían sido previamente infectadas<br />

con esporoquistes de heces humanas eliminadas en suelos<br />

donde se alimentan esos animales. Después de un periodo de<br />

incubación de sólo 4-8 horas, 4 las personas infectadas presentan<br />

transpiración, sensación de enfriamiento, vómitos, intensos<br />

dolores abdominales, fuerte diarrea y fiebre de escasa cuantía.<br />

La gran pérdida de agua y electrólitos por los vómitos y la diarrea<br />

puede provocar choque. S. sui hominis pareciera ser más<br />

patógeno que S. bovi hominis; no obstante, la sintomatología<br />

depende de la cantidad de masa muscular ingerida con quistes<br />

y de la cantidad de cistozoítos que penetran a las células intestinales.<br />

Después de 24 horas los síntomas de los casos graves<br />

declinan, especialmente si se ha balanceado el equilibrio de<br />

agua y electrólitos. 6,8<br />

S. lindemanni por lo general cursa en forma asintomática<br />

y constituye un hallazgo de biopsias o de autopsias. En las escasas<br />

observaciones de pacientes con miositis eosinofílica o dermatomiositis,<br />

la presencia de quistes de S. lindemanni no tendría<br />

relación con la patología. 6<br />

Diagnóstico<br />

La sarcosporidiasis intestinal humana sólo se puede diagnosticar<br />

a partir del término del periodo prepatente (alrededor de<br />

5-13 días después de la ingestión de la carne cruda o insuficientemente<br />

cocida infectada), y no se puede efectuar durante el<br />

Figura 22-6. Esporoquiste en heces humanas.<br />

periodo de mayor sintomatología. La presencia de esporoquistes<br />

y ooquistes en heces se realiza con técnica de flotación y<br />

tinción con Ziehl-Neelsen (figura 22-6). 2 Técnicas serológicas<br />

son útiles desde un punto de vista epidemiológico, pero no<br />

tienen rendimiento en los casos agudos. Recientemente se han<br />

utilizado técnicas de biología molecular basadas en la variación<br />

de la secuencia de 18S rDNA en el diagnóstico de la sarcocistosis<br />

humana, es decir, la presencia de esporoquistes y ooquistes<br />

de S. bovi hominis. 10<br />

La sarcosporidiasis muscular se pesquisa por inspección<br />

microscópica de tejidos fijados y teñidos. La mayor sensibilidad<br />

se obtiene con digestión artificial con tripsina.<br />

Tratamiento<br />

No existe una terapia etiológica para la sarcosporidiasis intestinal<br />

humana. El tratamiento es sintomático.<br />

Prevención<br />

Es altamente recomendable ingerir la carne bien cocida. La<br />

congelación de la carne, previa a su consumo, destruye a los<br />

sarcocistos dentro de ésta.<br />

Referencias<br />

1. Bunyaratvej S, Unpunyo P, Pongtippan A. The Sarcocystis-cyst<br />

containing beef and pork as the sources of<br />

natural intestinal sarcocystosis in Thai people. J Med Assoc<br />

Thai, 2007;90:2128-2135.<br />

2. De Carli G. <strong>Parasitologia</strong> Clínica: seleção de métodos e técnicas<br />

de laboratório para o diagnóstico das parasitoses humanas.<br />

Editora Atheneu, São Paulo, Brasil, 2001;223-263.<br />

3. Heydorn A. Sarkosporidien-infiziertes Fleisch als mögliche<br />

Krankheitsursache beim Menschen. Lebensmitelhyg,<br />

1977;28:27-31.<br />

4. Li J, Lin Z, Du J, Qin Y. Experimental infection of Sarcocystis<br />

sui-hominis in pig and human volunteer in Guangxi.<br />

Zhongguo Ji Sheng Chong Xue Yu Ji Sheng Chong<br />

Bing Za Zhi, 2007;25:466-468.


166 PARTE II Parasitología humana<br />

5. Mehlhorn H, Heydorn A. The Sarcosporidia: Life cycle<br />

and fine structure. Adv Parasitol, 1978;16:43-92.<br />

6. Mehlhorn H. Encyclopedia of parasitology, 3a. ed. Vols.<br />

1, 2. Springer, Nueva York, EUA, 2008.<br />

7. Pathmanathan R, Kan S. Three cases of human sarcocystis<br />

infection with a review of human muscular sarcocystosis<br />

in Malaysia. Trop Geogr Med, 1992;44:102-108.<br />

8. Piekarski G, Heydorn A, Kimmig P. Klinische, parasitologische<br />

und serologische untersuchungen zur sarkosporidiose<br />

des menschen (Sarcocystis suihominis). Immun<br />

Infekt, 1978;6:153-159.<br />

9. Wong K, Pathmanathan R. High prevalence of human<br />

skeletal muscle sarcocystosis in South-East Asia. Trans R<br />

Soc Trop Med Hyg, 1992;86:631-632.<br />

10. Xiang Z, Chen X, Yang L, He Y, Jiang R, Rosenthal B,<br />

Luan P, Attwood S, Zuo Y, Zhang Y, Yang Z. Noninvasive<br />

methods for identifying oocysts of Sarcocystis spp<br />

from definitive hosts. Parasitol Int, 2009;58:293-296.<br />

11. Yu S. Field survey of sarcocystis infection in the Tibet<br />

autonomous region. Zhongguo Yi Xue Ke Xue Yuan Xue<br />

Bao, 1991;13:29-32.


Capítulo<br />

23<br />

Criptosporidiasis*<br />

Patricia Neira † • Thomas Weitzel<br />

Heinz Mehlhorn<br />

Introducción histórica<br />

El nombre del género viene del griego (kryptos, “oculto”; sporos,<br />

“esporas”, “semilla”) y se refiere al hecho de que los ooquistes<br />

infectantes son muy pequeños y por lo tanto pueden fácilmente<br />

pasar inadvertidos en las muestras diarreicas de las personas<br />

(o animales) durante los análisis parasitológicos.<br />

El género Cryptosporidium fue establecido en 1907 por Ernest<br />

Edward Tyzzer, quien también reconoció su naturaleza<br />

zoonótica. Describió C. muris, en las glándulas gástricas de ratones<br />

de laboratorio; luego describió el ciclo de vida y posteriormente,<br />

en 1912, describió a C. parvum en el intestino delgado<br />

de ratones de laboratorio. Tiempo después, especies anónimas se<br />

asignaron de manera errónea al género y luego se aplicó la especificidad<br />

de hospedador, creándose nuevas y múltiples especies.<br />

La transmisión cruzada permitió demostrar que Cryptosporidium<br />

de diferentes animales podían transmitirse de una especie a otra.<br />

Los estudios de transmisión se usaron como evidencia para establecer<br />

la naturaleza monoespecífica del género Cryptosporidium,<br />

dando como resultado el uso extendido del nombre C. parvum.<br />

El parásito no llamó la atención como un patógeno humano<br />

hasta la primera mitad de la década de 1980, cuando se<br />

hallaron criptosporidios causantes de infecciones crónicas y<br />

oportunistas que amenazaban la vida en pacientes infectados<br />

por HIV.<br />

Las caracterizaciones moleculares de Cryptosporidium han<br />

validado la existencia de múltiples especies en la clase vertebrada;<br />

hoy, existen evidencias en diversos hospederos de al menos<br />

21 especies y 61 genotipos de amplia distribución geográfica.<br />

Concepto<br />

Infección intestinal protozoaria transmitida principalmente<br />

por el consumo de agua o alimentos contaminados, que ocasiona<br />

infecciones gastrointestinales prolongadas pero autolimitadas<br />

en inmunocompetentes, e infecciones oportunistas y graves<br />

en hospedadores inmunocomprometidos.<br />

Clasificación<br />

Reino: Protozoa<br />

Phylum: Apicomplexa<br />

Clase: Conoidasida<br />

Subclase: Coccidiasina<br />

Orden: Eucoccidiorida<br />

Suborden: Eimeriorina<br />

Familia: Cryptosporidiidae<br />

Género: Cryptosporidium (Tyzzer, 1907)<br />

Biología<br />

El ciclo biológico de Cryptosporidium se descubrió infectando<br />

ratones, embriones de pollo y cultivos celulares con aislados de<br />

C. parvum procedentes de seres humanos y de terneros. El ciclo<br />

se completa en un solo hospedero en 2 a 5 días (figura 23-1).<br />

La infección se produce por ingestión de ooquistes, esféricos<br />

o elípticos, de 3 a 8 mm, por vía fecal-oral. El desenquistamiento<br />

se produce por contacto con agentes reductores, generalmente<br />

ácido clorhídrico y enzimas digestivas, aunque puede<br />

producirse de forma espontánea, siendo la temperatura el principal<br />

estímulo para colonizar las células epiteliales y multiplicarse<br />

en la zona apical microvellositaria, dentro de una vacuola parasitófora,<br />

en posición intracelular y extracitoplasmática. Las dos<br />

primeras etapas de multiplicación son asexuadas. Inicialmente, a<br />

partir de los esporozoítos se formarán los trofozoítos y luego dos<br />

fases de merogonia, dando lugar a merontes tipo I con 6 a 8<br />

merozoítos en su interior, que originan merontes tipo II con<br />

cuatro merozoítos, o bien nuevos merontes tipo I, llevando a<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

†<br />

Fallecida.<br />

167


168 PARTE II Parasitología humana<br />

7<br />

6<br />

Ambiente externo<br />

Hospedadores<br />

(animales vertebrados)<br />

5<br />

Figura 23-1. Ciclo biológico de Cryptosporidium spp. (Modificada<br />

según Current WL, García LS. Cryptosporidiosis. Clin Microbiol Rev,<br />

1991;4:325-358).<br />

cabo un desarrollo cíclico. Los merontes II se liberan al lumen y<br />

no reciclan, infectan nuevas células e inician la etapa sexuada del<br />

ciclo. Algunos se diferencian en gametocitos masculinos (microgametocitos),<br />

y otros en femeninos (macrogametocitos). Los<br />

microgametos, en número de 2 a 16, son liberados al lumen y<br />

por su movilidad fecundan a los macrogametocitos. Se forma el<br />

ooquiste que madura in situ, es decir, se produce endoesporulación,<br />

formándose cuatro esporozoítos en su interior. Finalmente,<br />

algunos ooquistes se excretan al exterior con las deposiciones.<br />

Se han descrito ooquistes recubiertos de una membrana<br />

gruesa, resistentes a las condiciones adversas del medio ambiente,<br />

pudiendo mantenerse infectantes por meses en un rango amplio<br />

de temperaturas; son éstos los que salen al exterior a infectar a<br />

otros hospedadores susceptibles. Un 20% de los ooquistes presentan<br />

una membrana fina y, por lo tanto, exquistan endógenamente,<br />

originado un fenómeno de autoinfección, en especial en individuos<br />

inmunocomprometidos. La autoinfección permite que la<br />

ingestión de pocos ooquistes origine procesos clínicos graves.<br />

Hasta 1998, Cryptosporidium fue considerado un coccidio,<br />

aunque se presentaba como atípico por las inusuales características<br />

de los ooquistes, su extraña asociación con la célula<br />

hospedadora y su completa insensibilidad a los coccidicidas. El<br />

estudio serológico de reacción cruzada con el gregarínido Monocystis<br />

spp. demostró su relación más estrecha con estos microorganismos<br />

que con los coccidios. 3<br />

Las secuencias SS RNAr y b-tubulina mostraron que los<br />

gregarínidos y Cryptosporidium forman un grupo separado<br />

del resto del grupo mayor de los Apicomplexa, que son los coccidios.<br />

Esto sugiere que Cryptosporidium puede estar estrechamente<br />

relacionado con los archigregarínidos , de los que se<br />

desarrollaron los Apicomplexa. Otras similitudes de los dos<br />

grupos son: ciclo biológico monoxeno, ooquistes con cuatro<br />

esporozoítos, gamontes y trofozoítos extracelulares y localización<br />

gastrointestinal.<br />

4<br />

3<br />

1<br />

2<br />

Cryptosporidium se localizan en la superficie apical de las<br />

células epiteliales, principalmente en el intestino. Pueden extenderse<br />

a otras localizaciones extracelulares, tales como glándulas<br />

anexas, tracto respiratorio, urinario o genital. El desarrollo del<br />

parásito es intracelular y extracitoplasmático. Una especie de túnel<br />

formado durante la internalización conecta el parásito a la<br />

célula, lo que constituiría el primer paso en el subsiguiente desarrollo<br />

del orgánulo trófico, estructura multimembranosa única<br />

en Cryptosporidium, aparentemente involucrada en su alimentación,<br />

27 asemejándolo a los gregarínidos que se alimentan<br />

de forma similar, lo que no existe en ningún coccidio.<br />

El seguimiento del ciclo biológico del parásito, tanto sobre<br />

cultivos celulares como en ausencia de células, ha demostrado<br />

la existencia de trofozoítos y gamontes extracelulares. Estadios<br />

similares se han purificado de ratones infectados con C. parvum.<br />

Estas fases extracelulares muestran notables similitudes<br />

con el ciclo biológico de los gregarínidos, describiéndose sizigenia<br />

como en gregarínidos. 24 El mantenimiento de los cultivos<br />

in vitro libres de células, modifica el concepto de coccidio intracelular<br />

de Cryptosporidium y marca otro camino para el seguimiento<br />

y estudio de este parásito.<br />

Patogenicidad y patología<br />

Cryptosporidium ataca la superficie apical de la célula hospedadora.<br />

Por un proceso desconocido se internaliza en un compartimiento<br />

extracitoplasmático, dentro de una vacuola parasitófora<br />

procedente de la célula hospedadora. 27 Provoca citólisis al<br />

multiplicarse. El sitio principal de infección es el intestino delgado,<br />

aunque puede propagarse a través del tracto gastrointestinal<br />

(figura 23-2) y a sitios extraintestinales. La invasión de la<br />

célula hospedadora conduce al desplazamiento del borde de las<br />

microvellosidades y a pérdida de la superficie del epitelio, provocando<br />

cambios en la arquitectura y atrofia de las mismas,<br />

hiperplasia de las células de la cripta e infiltración de células<br />

mononucleares en la lámina propia. Los mecanismos causales<br />

de la diarrea secretora e inflamatoria no han sido totalmente<br />

dilucidados. Múltiples factores, por efecto del parásito y sus<br />

productos en la capa epitelial y la respuesta inmunológica e<br />

inflamatoria del hospedador, dan lugar a la alteración de la absorción<br />

intestinal y a una mayor secreción. 9 Como mecanismo<br />

específico se ha sugerido la presencia de una enterotoxina que<br />

no se ha aislado. En cultivos celulares se ha observado apoptosis<br />

de células del epitelio intestinal y biliar humano.<br />

Se desconoce la puerta de entrada a las vías respiratorias; la<br />

aspiración a partir del tracto gastrointestinal parece lo más probable.<br />

En las aves, se transmite por inhalación, por lo que no<br />

puede excluirse como ruta de entrada.<br />

Epidemiología<br />

La criptosporidiasis es un problema de salud pública, con prevalencia<br />

variable, en función de las características culturales y<br />

económicas de la población. Es más frecuente en lugares con


CAPÍTULO 23 Criptosporidiasis 169<br />

problemas de infraestructura en las canalizaciones de agua potable,<br />

en aguas recreacionales (ríos, lagos y piscinas), en la eliminación<br />

de aguas residuales o con estrecho contacto con animales.<br />

En los países en vías de desarrollo, la enfermedad ejerce<br />

su mayor impacto probablemente en la salud pediátrica; además<br />

de la diarrea, se han atribuido a la criptosporidiasis la desnutrición<br />

y el escaso crecimiento. 31<br />

La prevalencia estimada de Cryptosporidium spp. en personas<br />

con diarrea es de 1 a 3% en países desarrollados, y de<br />

aproximadamente 10% en países en vías de desarrollo. En niños<br />

con diarrea, se ha evidenciado en 7% de los casos en países<br />

desarrollados y en una proporción mayor a 12% en países en<br />

vías de desarrollo; en estos últimos es difícil estimar la prevalencia,<br />

debido a que la infección no es de notificación obligatoria<br />

y los datos epidemiológicos existentes son escasos.<br />

La distribución de C. parvum y C. hominis en humanos<br />

difiere en las regiones geográficas; C. hominis es más prevalente<br />

(62%) en algunos países de América del Norte y del Sur, Australia<br />

y África; en países europeos ambas especies son comunes.<br />

En Medio Oriente, predomina C. parvum y en el resto del<br />

mundo, especialmente en los países en vías de desarrollo, C.<br />

hominis es, por lo general, la especie más frecuente. 32 En EUA<br />

e Irlanda la proporción de infección por C. parvum es mayor<br />

que C. hominis en áreas rurales.<br />

En las últimas décadas, Cryptosporidium ha emergido como<br />

consecuencia de la aparición del SIDA. En estos individuos, es<br />

más prevalente C. hominis (57%), seguido de C. parvum (23%),<br />

C. meleagridis (11%) y C. felis (6%). 7 La prevalencia alcanza 14%<br />

y 24% en países desarrollados y no desarrollados, respectivamente.<br />

Los individuos inmunocomprometidos son susceptibles a infecciones<br />

oportunistas con una amplia variedad de especies y<br />

genotipos. Los pacientes HIV/SIDA se infectan mayoritariamente<br />

con C. hominis en EUA, Perú, Brasil, Kenia, Malawi,<br />

Vietnam e India y con C. parvum en el Reino Unido; 27 en otros<br />

países se presentan ambas especies en igual proporción. 23 En algunas<br />

zonas geográficas parecen ser más propensos a otras especies<br />

de origen animal, tales como: C. andersoni, C. canis, C. felis,<br />

C. muris, C. wrairi, C. meleagridis, C. baileyi, C. saurophylum y<br />

C. serpentis, 32 lo que sugiere que la transmisión zoonótica tiene<br />

un papel importante en pacientes inmunocomprometidos.<br />

Los niños constituyen una población de riesgo. En países<br />

en vías de desarrollo, la infección es prevalente en menores de<br />

un año por la alta frecuencia de exposición. En Brasil, Uganda,<br />

Perú y Guinea, se ha identificado a Cryptosporidium como uno<br />

de los principales agentes etiológicos de diarrea y es una causa<br />

importante de bajo peso, en menores de dos años. El impacto<br />

de la criptosporidiasis es mayor cuanto menor es la edad de los<br />

pacientes afectados. La población pediátrica de los países desarrollados<br />

no suele verse afectada por la infección, aunque en<br />

menores de dos años se comunican casos esporádicos de criptosporidiasis<br />

relacionados con la ausencia de hábitos de higiene,<br />

propios de la edad.<br />

El parásito se encuentra en las heces de los seres humanos<br />

habitantes de muchos países en todos los continentes a excepción<br />

de la Antártida. En países de clima tropical, es más frecuente<br />

en los meses cálidos y húmedos, mientras que, en los de<br />

clima templado, es más frecuente en otoño e invierno.<br />

Cryptosporidium se mantiene en el ambiente en ciclos que<br />

involucran a numerosos animales hospedadores; los antecedentes<br />

de que algunas especies de estos parásitos se encuentran en<br />

asociación con un hospedador particular reflejarían un grado<br />

variable de adaptación hospedador-parásito. La adaptabilidad<br />

de Cryptosporidium a sus hospedadores hizo posible la extensa<br />

distribución geográfica actual de este protozoo, documentándose<br />

la criptosporidiasis humana en 106 países, 10 en todos los<br />

continentes; la criptosporidiasis animal se ha detectado en 101<br />

especies de mamíferos, en aves, incluso en pingüinos de la Antártida<br />

chilena, 11 en reptiles, anfibios, peces 25 y en moluscos<br />

marinos y gastrópodos terrestres. 22<br />

Las diferencias locales en la prevalencia y en los patrones<br />

de transmisión, están determinadas por múltiples factores relacionados<br />

con el hospedador, el agente, el ambiente y la conducta<br />

humana. La práctica común en áreas rurales de países desarrollados<br />

y en vías de desarrollo del trabajo con el ganado, en<br />

menor grado el estrecho contacto con mascotas domésticas y<br />

exóticas, la inadecuada canalización de aguas contaminadas, la<br />

ingesta de aguas y alimentos contaminados, permite la infección<br />

en forma repetida, produciendo gran prevalencia y contaminación<br />

ambiental con ooquistes.<br />

Cuando la población humana actúa en ambientes contaminados<br />

con ooquistes, la probabilidad de que un individuo se<br />

infecte, depende no solamente de factores como la higiene personal,<br />

la limpieza, las características económicas y culturales,<br />

sino también de la viabilidad de los ooquistes, pudiendo éstos<br />

no ser viables debido a su antigüedad en el ambiente, o a la<br />

desnaturalización de sus proteínas, debido a la congelación o a<br />

las radiaciones UV. Son factores de riesgo para la infección humana,<br />

la ingesta de alimentos y agua contaminada y en menor<br />

grado el contacto directo con animales domésticos infectados<br />

que viven en estrecha relación con las personas.<br />

La contaminación del agua de bebida y aguas recreacionales<br />

con ooquistes de Cryptosporidium representa la principal<br />

fuente de infección para el hombre. 2 En la última década, los<br />

brotes de Cryptosporidium transmitidos por aguas recreacionales<br />

afectaron a más de 100 000 personas. Mundialmente, se<br />

han reportado más de 45 brotes de criptosporidiasis transmitidos<br />

por el agua, siendo los países más afectados Estados Unidos<br />

y Reino Unido. 10 Contribuyen al desencadenamiento de brotes:<br />

la elevada contaminación de aguas superficiales y subterráneas<br />

con ooquistes de Cryptosporidium, la resistencia de los<br />

ooquistes al tratamiento con cloro y derivados, y la ineficacia<br />

de los filtros utilizados en las plantas potabilizadoras. 2 El brote<br />

de criptosporidiasis ocurrido en la primavera de 1993 en Milwaukee,<br />

Estados Unidos, ha sido uno de los más importantes<br />

relacionados con el consumo de agua contaminada. Afectó a<br />

403 000 personas, entre ellas hospedadores inmunocomprometidos<br />

que desencadenaron formas graves de la infección; fallecieron<br />

54 de los residentes infectados. El posterior análisis<br />

molecular sugirió que la fuente de infección fueron las heces<br />

humanas, al detectarse la especie C. hominis. 21


170 PARTE II Parasitología humana<br />

En 1991, el estudio en 66 plantas de tratamiento de agua<br />

de 14 estados y una provincia de Canadá, reveló 87.1% de positividad<br />

para ooquistes de Cryptosporidium, con densidades de<br />

0.07 a 484/L de agua.<br />

En Sudamérica, la presencia del parásito en aguas subterráneas<br />

de abastecimiento poblacional y en aguas superficiales<br />

fue constatada en la provincia de Santa Fe, Argentina. En la<br />

provincia de Buenos Aires, la contaminación del Río de la Plata<br />

por la descarga cloacal de Berisso es de 1 023 ooquistes/m 3 /<br />

hora, un equivalente a 4 millones de ooquistes si se tiene en<br />

cuenta el caudal por hora del colector. En la red de distribución<br />

de agua potable de la ciudad de La Plata, Argentina, también se<br />

demostró la presencia del parásito.<br />

Prácticamente todos los brotes se deben a deficiencias en<br />

las plantas de tratamiento de agua. Las precipitaciones y el escurrimiento<br />

son factores que afectan la presencia de Cryptosporidium<br />

en aguas superficiales y reservorios de agua potable.<br />

Se han documentado menos brotes de criptosporidiasis de<br />

origen alimentario que los producidos por ingesta de aguas<br />

contaminadas, probablemente debido a la falta de adecuadas<br />

herramientas de investigación o por su presentación esporádica.<br />

Los alimentos asociados con la contaminación de ooquistes<br />

provenientes de fuentes no humanas son vegetales crudos, bebidas<br />

frías elaboradas con agua contaminada y mariscos que<br />

filtran y retienen los ooquistes viables.<br />

Un limitado número de reportes informan la presencia del<br />

parásito en los vegetales; la detección ha dependido de la técnica<br />

empleada para el aislamiento, y las tasas de contaminación<br />

han oscilado entre 1.2 y 14.5%. 19 Las hortalizas y frutas son<br />

vehículos comunes para la transmisión. El empleo de agua contaminada<br />

en la producción de vegetales, en especial aquellos<br />

que crecen a ras de suelo, puede representar una importante<br />

fuente potencial de entrada de patógenos en la elaboración de<br />

alimentos y la cadena alimentaria humana.<br />

La elevada prevalencia de este coccidio en aguas de irrigación<br />

de vegetales, sugiere fuertemente el papel de estos alimentos<br />

en la transmisión del parásito. Se ha demostrado la presencia<br />

de ooquistes en diversos vegetales. La sidra de manzana fue<br />

la causa de una epidemia de criptosporidiasis, por lo que estas<br />

y otras frutas contaminadas constituyen potenciales fómites.<br />

En Perú, se demostró Cryptosporidium en 14.5% de los vegetales<br />

estudiados. En Costa Rica, se ha detectado en cilantro, lechuga,<br />

rábano, zanahoria, tomate y pepino y una mayor prevalencia<br />

en estación seca que lluviosa. En Noruega, se demostró<br />

una baja densidad de ooquistes (3 ooquistes/100 g alimento)<br />

en 4% de las muestras de frutas y vegetales estudiados. Se ha<br />

sugerido que algunas personas pueden desarrollar la infección<br />

después de la ingestión de tan sólo un ooquiste, motivo por el<br />

cual el estudio de los alimentos adquiere importancia.<br />

También se ha producido transmisión por consumo de leche<br />

de vaca y de cabra sin pasteurizar.<br />

La contaminación de alimentos con pequeñas cantidades<br />

de ooquistes infectantes, en productos mal lavados, sin procesar<br />

o mal procesados, previamente a su consumo, representa<br />

una amenaza para la salud pública. Por lo normal los alimentos<br />

se convierten en una fuente potencial de infección humana por<br />

la contaminación, durante la producción, recolección, transporte<br />

y procesamiento. La importancia de la detección de parásitos<br />

en los alimentos no sólo radica en la seguridad del consumo<br />

interno de la población de un país, sino también de las<br />

exportaciones del mismo.<br />

Manifestaciones clínicas<br />

En una amplia mayoría de los casos, los criptosporidios causan<br />

infecciones gastrointestinales. Cada vez hay más evidencia<br />

de que entre las especies y genotipos patógenos para humanos,<br />

la virulencia y las manifestaciones clínicas pueden ser diferentes.<br />

4,5<br />

El periodo de incubación de la criptosporidiasis varía 3 a<br />

14 días y parece ser dependiente de la dosis. 6 La presentación<br />

clínica típica incluye diarrea acuosa y cólicos abdominales, vómitos,<br />

fiebre y anorexia. La evolución clínica depende de factores<br />

inmunológicos del hospedador: mientras que en personas<br />

inmunodeprimidas, los criptosporidios actúan como patógenos<br />

oportunistas, en inmunocompetentes, la infección es autolimitada,<br />

pero los síntomas pueden prolongarse, con una duración<br />

media de alrededor de dos semanas. 14 La recurrencia de<br />

los síntomas gastrointestinales ha sido descrita hasta en 40%<br />

de los casos. 15<br />

En muchos países no industrializados, la criptosporidiasis<br />

es una causa importante de enfermedades diarreicas en niños.<br />

En esta configuración, la infección también está asociada con la<br />

desnutrición y el retraso del crecimiento; ambos fenómenos no<br />

están claramente vinculados a las manifestaciones gastrointestinales.<br />

De acuerdo con los conceptos actuales, las manifestaciones<br />

clínicas son más frecuentes en los niños; todavía, en los<br />

adultos la infección puede ser subdiagnosticada y comúnmente<br />

son menos los datos clínicos disponibles. 20 En un análisis retrospectivo<br />

de los viajeros alemanes, la mayoría adultos, presentaron<br />

gran variedad de síntomas y fueron: diarrea (91%), dolor<br />

abdominal (69%), fatiga (56%), flatulencia (40%), anorexia<br />

(31%), fiebre (30%), náuseas (27%), pérdida de peso (24%),<br />

artralgias (15%), vómitos (13%) y cefalea (13%). También se<br />

observaron leves elevaciones de la proteína C reactiva y los parámetros<br />

hepáticos. La presentación fue muy similar a la giardiasis,<br />

pero la fiebre y los dolores en las extremidades se presentaron<br />

con mayor frecuencia. 28<br />

En los pacientes infectados por HIV, la criptosporidiasis<br />

causa infecciones gastrointestinales crónicas o recurrentes; sobre<br />

todo afectan a los pacientes con recuentos de CD4 inferiores<br />

a 200 células/ml. La diarrea severa crónica con pérdida de<br />

peso, por lo general, se produce si los recuentos de CD4 están<br />

por debajo de 100 células/ml. En consecuencia, la criptosporidiasis<br />

intestinal crónica representa una enfermedad definitoria<br />

de SIDA (clasificación CDC) o la manifestación de la etapa 4<br />

(clasificación de la OMS). Presentaciones clínicas similares<br />

existen en los pacientes con deficiencia de células T inmunes,<br />

incluyendo las neoplasias malignas hematológicas y las defi-


CAPÍTULO 23 Criptosporidiasis 171<br />

ciencias principales de células T, como inmunodeficiencia combinada<br />

grave o síndrome de hiper-IgM (deficiencia del ligando<br />

CD40). En los pacientes con trasplante de órganos sólidos y<br />

médula ósea, la criptosporidiasis grave parece ocurrir con menos<br />

frecuencia. En los pacientes inmunodeprimidos, la infección<br />

puede afectar todo el tracto gastrointestinal, incluyendo el<br />

sistema biliar y conducto pancreático. Las infecciones del tracto<br />

respiratorio, entre ellas sinusitis, son muy raras, pero también<br />

se han descrito.<br />

Poco se sabe sobre los efectos a largo plazo de la posinfección,<br />

pero se han reportado artritis y síndrome de Reiter. Además,<br />

los datos recientes han demostrado que la criptosporidiasis<br />

se asoció con síntomas prolongados, tales como dolor en las<br />

articulaciones, dolores de cabeza y fatiga. Curiosamente, estas<br />

complicaciones parecen ser de las diferentes especies (C. hominis,<br />

pero no C. parvum). 15 Se han propuesto asociaciones con<br />

enfermedades crónicas intestinales como la enfermedad inflamatoria<br />

intestinal o síndrome del intestino irritable, pero aún<br />

requieren de mayor estudio.<br />

Diagnóstico de laboratorio<br />

La detección de ooquistes de Cryptosporidium en muestras de<br />

heces, secreciones o tejidos, muestras de agua, alimentos y<br />

medioambientales, se ha basado principalmente en la microscopia.<br />

Sin embargo, las características morfométricas de los<br />

ooquistes no permiten la identificación de especie basados sólo<br />

en la microscopia convencional.<br />

Para las muestras clínicas, los métodos de tinción de rutina<br />

se basan en el hecho de que los ooquistes de Cryptosporidium (y<br />

otros ooquistes de coccidios) son ácido-alcohol-resistentes. Se<br />

prefieren las muestras diarreicas, ya que por lo general contienen<br />

un mayor número de parásitos. También pueden usarse las<br />

muestras fijadas y tienen la ventaja de reducir el riesgo biológico<br />

para el personal de laboratorio. Se usan varias modificaciones<br />

de las técnicas de tinción; las más comunes son Ziehl-Neelsen<br />

modificado o la técnica de Kinyoun. 12 Con estas tinciones,<br />

los ooquistes de Cryptosporidium, los que se pierden en la rutina<br />

de los análisis coproparasitológicos, se ven como estructuras<br />

esféricas de aproximadamente 3 a 8 micras de diámetro (figuras<br />

23-3 y 23-4). La sensibilidad puede aumentarse mediante el<br />

examen de múltiples muestras y por centrifugación (500 g,<br />

10 minutos).<br />

Los métodos inmunológicos presentan algunas ventajas<br />

sobre la microscopia convencional. La inmunofluorescencia directa<br />

con anticuerpos monoclonales de Cryptosporidium marcados<br />

con un anticonjugado de isotiocianato de fluoresceína<br />

(FITC-C-MAB, por sus siglas en inglés), que reconoce epítopos<br />

de superficie en los ooquistes, presenta una especificidad<br />

alta y una sensibilidad que es mejor, como en las tinciones tipo<br />

Ziehl-Neelsen. 13 Entre las técnicas disponibles comercialmente<br />

a menudo se incluyen los anticuerpos contra Giardia duodenalis<br />

y se le puede considerar como estándar de oro para el diagnóstico<br />

de rutina de la criptosporidiasis.<br />

Figura 23-4. Frotis de heces humanas fijadas de acuerdo con<br />

Ziehl-Neelsen. Se observan ooquistes de Cryptosporidium parvum<br />

de color rosado.<br />

Varios anticuerpos monoclonales se han producido de<br />

epítopos de la superficie de los ooquistes de Cryptosporidium;<br />

ninguno de los disponibles en el mercado permite identificar<br />

específicamente Cryptosporidium patógenos para los seres humanos<br />

o el ganado y dado que se han producido utilizando un<br />

número limitado de aislados de ooquistes de C. parvum, es probable<br />

que exista una significativa variación en la unión de estos<br />

anticuerpos con ooquistes que representan a las diferentes especies<br />

o genotipos. 26<br />

Existen diversos inmunoensayos ligados a las enzimas<br />

(ELISA) e inmunocromografía (IC) para detectar coproantígenos.<br />

Presentan alta especificidad, aunque algunos tienen problemas<br />

con la sensibilidad. 17,29 Su limitación es que algunos<br />

equipos basan la lectura de intensidad de la tinción en la inspección<br />

visual, lo que puede conducir a una interpretación subjetiva.<br />

17<br />

Para detectar ooquistes en muestras de agua, la Agencia de<br />

Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos recomienda<br />

los métodos basados en la filtración mecánica, seguidos de purificación<br />

de ooquistes y una tinción para detectar anticuerpos<br />

mediante inmunofluorescencia directa (ver http://www.epa.<br />

gov), métodos adoptados por la OMS.<br />

Se han desarrollado y evaluado una serie de métodos basados<br />

en los ácidos nucleicos, para la identificación de especies,<br />

la detección de la variación genética intra e interespecies, en<br />

muestras fecales medioambientales, de agua y para diagnóstico<br />

específico de criptosporidiasis en humanos y animales. Se<br />

basan en la amplificación específica de uno o más loci de pequeñas<br />

cantidades de DNA genómico mediante reacción en


172 PARTE II Parasitología humana<br />

cadena de la polimerasa (RCP). Han permitido un mejor conocimiento<br />

y comprensión de la sistemática, la biología, la epidemiología,<br />

la ecología y genética de poblaciones de las especies<br />

de Cryptosporidium y han conducido a proponer mejores estrategias<br />

para la prevención, vigilancia y control de la criptosporidiasis<br />

en humanos y animales.<br />

La hibridación in situ fluorescente (FISH) emplea oligonucleótidos<br />

o sondas marcadas con fluorescencia para detectar,<br />

con una alta especificidad, las regiones de destino en las secuencias<br />

del DNA o RNA. La FISH para la detección de ooquistes<br />

se basa en la hibridización de RNA, apuntando a una región<br />

variable de la subunidad pequeña (SSU) del RNA ribosómico<br />

(RNAr). La SSU RNAr es un blanco abundante por el alto<br />

número de copias dentro de la célula. Las sondas actuales no<br />

distinguen entre especies o genotipos de forma fiable, lo que<br />

constituye una limitante de la técnica. La FISH no determina<br />

con precisión la viabilidad.<br />

Diversas técnicas basadas en PCR empleando cebadores<br />

específicos para la amplificación selectiva de diferentes loci genéticos,<br />

seguida por corte enzimático o secuenciación, se han<br />

utilizado para caracterizar y clasificar especies o genotipos de<br />

Cryptosporidium. 31 Algunos genes específicos incluyen el gen<br />

del RNAr y los espaciadores transcritos internos (ITS), los genes<br />

de las proteínas de la pared de los ooquistes de Cryptosporidium<br />

(Cowp), los genes de la proteína de choque térmico de 70<br />

kDa (Hsp70), los genes de la proteína de adhesión relacionada<br />

con la trombospondina (TRAP) y los genes de la glucoproteína<br />

de 60 kDa (gp60). La SSU del RNAr proporciona un marcador<br />

genético útil para la identificación específica de Cryptosporidium,<br />

con relativa baja variación intraespecífica y relativa alta<br />

variación de secuencia interespecífica. 31<br />

La identificación a nivel de especies proporcionada por<br />

marcadores adicionales, entre los que se encuentran el gen de la<br />

actina y la Hsp70, junto con la SSU del RNAr, se han usado en<br />

filogenia de Cryptosporidium, proporcionando la base para la<br />

clasificación actual de miembros del género. 31 Los ITS del<br />

DNA ribosómico son útiles para detectar la variabilidad genética<br />

dentro de cada especie, porque sus secuencias tienen una<br />

mayor variación intraespecífica que las regiones de genes del<br />

RNAr. Recientemente, un locus muy variable y repetitivo que<br />

contiene regiones microsatélites, incluye la gp60; 16 los loci microsatélite<br />

1 (ML1) y 2 (ML2) se usan en genética de poblaciones,<br />

en particular de C. hominis y C. parvum.<br />

Fragmentos producidos por RCP asociados al polimorfismo<br />

de la longitud de los fragmentos de restricción (RCP-<br />

PLFR) se han usado para la clasificación genética de los aislados<br />

de Cryptosporidium. 31<br />

La secuenciación directa de DNA sigue siendo el “patrón<br />

de oro” para detectar variación genética o polimorfismo y se<br />

puede aplicar a genes de una sola copia como genes multicopia;<br />

sin embargo, puede tener algunas limitaciones. La amplificación<br />

por RCP de pequeñas cantidades de DNA genómico de<br />

un solo ooquiste de Cryptosporidium no es práctica; los amplicones<br />

casi siempre son producidos a partir de un aislado que<br />

representan una población de ooquistes. Si existe una heterogeneidad<br />

genética significativa dentro de un aislado, como es el<br />

caso de las regiones ITS, puede que no sea posible obtener una<br />

secuencia directa precisa de un amplicón.<br />

La RCP en tiempo real permite el control de la amplificación<br />

del DNA, que se produce in vitro. Permite la cuantificación<br />

del número de copias de DNA y por ser un sistema cerrado,<br />

reduce costos y mano de obra por la eliminación del análisis<br />

electroforético y de las posibles fuentes de contaminación.<br />

Entre los métodos moleculares, se han descrito varios protocolos<br />

de amplificación, de la reacción en cadena de la polimerasa,<br />

para la detección de Cryptosporidium, basados en secuencias<br />

genómicas no definidas o genes específicos. Los métodos<br />

de RCP son más sensibles y específicos que las técnicas de microscopia<br />

tradicional para la detección de ooquistes de Cryptosporidium<br />

en muestras clínicas y ambientales.<br />

El análisis genómico tiene la ventaja de detectar genes específicos<br />

constituyentes del genoma parasitario y por lo mismo,<br />

no está influenciado por variaciones inducidas por el ambiente,<br />

el hospedador o la asociada al estado biológico del<br />

parásito. En Cryptosporidium, la variación genética puede ser<br />

investigada en el genoma nuclear, lo que ha permitido discriminar<br />

entre especies Apicomplexa relacionadas y determinar<br />

diferencias intraespecies en muestras clínicas y ambientales. 30<br />

Los estudios moleculares que usan la RCP para Cryptosporidium<br />

han apoyado y extendido los hallazgos fenotípicos. Han<br />

incluido la amplificación de DNA polimórfico al azar o sitios<br />

genéticos polimórficos específicos, como por ejemplo, se ha secuenciado<br />

completamente el gen de la SSU (subunidad 18S)<br />

del RNAr, 30 determinándose que la longitud del gen varía entre<br />

1 733 y 1 750 pares de bases, dependiendo de la especie y el<br />

aislado. El gen de mayor longitud corresponde a C. hominis y<br />

el de menor a C. baileyi.<br />

Numerosos estudios han confirmado la distinción de las<br />

principales especies y genotipos; usando análisis de las enzimas<br />

de restricción se ha diferenciado a C. parvum de C. baileyi y de<br />

C. muris, como también se han demostrado diferencias entre<br />

C. parvum y C. wrairi; se ha usado marcadores en RCP-PLFR<br />

que distinguen aislados de C. parvum, de origen animal y humano,<br />

llamándoselos genotipos 1 y 2. El genotipo 1 sólo se ha<br />

presentado en muestras humanas; en la actualidad se considera<br />

una nueva especie, C. hominis; mientras que el genotipo 2 se ha<br />

observado en muestras de ternero y humanas de casos conocidos<br />

expuestos a excreta de terneros, apoyándose el concepto de<br />

dos distintos ciclos de transmisión en humanos.<br />

En resumen, los estudios de variación genética de Cryptosporidium<br />

han permitido identificar las especies y genotipos<br />

del parásito en diversas áreas geográficas del planeta, existiendo<br />

la posibilidad de un proceso selectivo que lleva al desarrollo de<br />

infección a través del genotipo 1 en humanos cuando se exponen<br />

a ooquistes de Cryptosporidium de origen mixto. El esclarecimiento<br />

de las especies y genotipos circulantes permite conocer<br />

el impacto de las diferentes especies en la salud del hombre,<br />

los factores de riesgo, los diferentes mecanismos de transmisión<br />

y el desarrollo de medidas preventivas efectivas para cada<br />

especie.


CAPÍTULO 23 Criptosporidiasis 173<br />

Tratamiento<br />

Las opciones de tratamiento para la criptosporidiasis son limitadas,<br />

lo que puede estar asociado con el hábitat único del parásito,<br />

intracelular pero extracitoplasmático.<br />

En los individuos immunocompetentes, la enfermedad<br />

suele ser autolimitada; por lo tanto, el tratamiento no suele ser<br />

necesario. Si se prefiere efectuar tratamiento, la nitazoxanida<br />

puede ser el fármaco de elección, ya que es el único que mostró<br />

cierta eficacia en ensayos clínicos controlados y podría reducir<br />

la duración de la infección. Sin embargo, la mayoría de los estudios<br />

fueron publicados en asociación con el fabricante, y más<br />

estudios independientes deben garantizarlo.<br />

En pacientes inmunocomprometidos, se han utilizado diversos<br />

medicamentos como la paromomicina, espiramicina,<br />

macrólidos, nitazoxanida, entre otros. Todos los enfoques terapéuticos<br />

fueron de un éxito limitado. La erradicación microbiológica<br />

del parásito en pacientes severamente inmunocomprometidos<br />

no parece posible gracias a los medicamentos<br />

disponibles en la actualidad. 1 Sin embargo, en situaciones de<br />

urgencia, la nitazoxanida parece ser un camino terapéutico razonable,<br />

acompañada de un tratamiento sintomático con agentes<br />

antidiarreicos y reposición de líquidos, especialmente en las<br />

presentaciones clínicas como de cólera. Un enfoque mucho<br />

más exitoso es la mejoría de la situación inmunológica de los<br />

pacientes afectados. En el caso de infección por el HIV, el inicio<br />

de la terapia de combinación antirretroviral (TARV), acompañada<br />

de la supresión viral y un aumento de los recuentos de<br />

CD4, conduce a la completa resolución de la criptosporidiasis.<br />

Por otra parte, los inhibidores de la proteasa podrían tener un<br />

efecto intrínseco supresor en el crecimiento de criptosporidios<br />

y su capacidad para invadir las células del hospedador.<br />

Medidas preventivas<br />

En general, el riesgo de infección por Cryptosporidium puede<br />

reducirse con una completa higiene de las manos: el lavado de<br />

manos después de una posible contaminación con heces humanas<br />

o animales y antes de preparar o consumir alimentos. Otras<br />

medidas incluyen el tratamiento adecuado de agua potable y<br />

no potable, así como la limpieza cuidadosa de las verduras y<br />

frutas. Especialmente los pacientes inmunodeprimidos deben<br />

ser informados sobre los riesgos de contraer la criptosporidiasis<br />

y la forma de evitar la posible exposición a materia fecal por<br />

una higiene adecuada durante las actividades recreativas y<br />

sexuales, los viajes y el manejo de animales. 18 Además, el consumo<br />

de leche no pasteurizada y moluscos marinos y terrestres<br />

crudos o insuficientemente cocidos es un riesgo. 18,22 Para evitar<br />

una mayor propagación, las personas infectadas deben cumplir<br />

con los siguientes consejos: 8<br />

• Observar la higiene personal y de manos para evitar el contagio<br />

de persona a persona.<br />

• Evitar las piscinas durante la diarrea y dos semanas después<br />

del cese de la misma.<br />

• Los niños no deben asistir a guarderías hasta 48 horas después<br />

de terminada la diarrea.<br />

• Otros profesionales, como personal de salud o los manipuladores<br />

de alimentos, no deben asistir a trabajar hasta 48<br />

horas después de que ha cesado la diarrea.<br />

Referencias<br />

1. Abubakar I, Aliyu S, Arumugam C, Hunter P, Usman<br />

N. Prevention and treatment of cryptosporidiosis in immunocompromised<br />

patients. Cochrane Database Syst<br />

Rev CD004932, 2007.<br />

2. Alcántara Warren C, Guerrant R. Clinical disease and<br />

pathology. En: Fayer R, Xiao L (eds.). Cryptosporidium<br />

and Cryptosporidiosis. CRC Press, Nueva York, EUA,<br />

2008:235-53.<br />

3. Bull S, Chalmers A, Sturdee A, Kennaugh J. Crossreaction<br />

of an anti-Cryptosporidium monoclonal antibody<br />

with sporocytes of Monocystis species. Vet Parasitol,<br />

1998;77:195-197.<br />

4. Cama V, Ross J, Crawford S, Kawai V, Chavez-Valdez<br />

R, Vargas D, Vivar A, Ticona E, Navincapa M, Williamson<br />

J, Ortega Y, Gilman R, Bern C, Xiao L. Differences<br />

in clinical manifestations among Cryptosporidium<br />

species and subtypes in HIV-infected persons. J<br />

Infect Dis, 2007;196:684-691.<br />

5. Cama V, Bern C, Roberts J, Cabrera L, Sterling C,<br />

Ortega Y, Gilman R, Xiao L. Cryptosporidium species<br />

and subtypes and clinical manifestations in children,<br />

Peru. Emerg Infect Dis, 2008;14:1567-1574.<br />

6. Chappell C, Okhuysen P, Sterling C, Wang C, Jakubowski<br />

W, Dupont H. Infectivity of Cryptosporidium<br />

parvum in healthy adults with preexisting anti-C parvum<br />

serum immunoglobulin G. Am J Trop Med Hyg,<br />

1999;60:157-164.<br />

7. Chen X, Keithly J, Paya C, LaRusso N. Cryptosporidiosis.<br />

N Engl J Med, 2002;346:1723-1731.<br />

8. Davies A, Chalmers R. Cryptosporidiosis. Br Med J,<br />

2009;339:b4168.<br />

9. Farthing M. Clinical aspects of human cryptosporidiosis.<br />

En: Petry F. (ed.). Cryptosporidiosis and microsporidiosis.<br />

Contributions in microbiology, vol. 6. Karger, Basel,<br />

Suiza, 2000:50–74.<br />

10. Fayer R, Morgan U, Upton S. Epidemiology of Cryptosporidium:<br />

transmission, detection and identification.<br />

Int J Parasitol, 2000;301:305-322.<br />

11. Fredes F, Raffo E, Muñoz P. First report of Cryptosporidium<br />

spp oocysts in stool of Adélie penguin from the


174 PARTE II Parasitología humana<br />

Antarctic using acid fast stain. Antarc Sci, 2007;19:437-<br />

438.<br />

12. García L. Macroscopic and microscopic examination of<br />

fecal specimens. En: García LS. Diagnostic medical parasitology.<br />

ASM Press, Washington, EUA, 2007ª:782-830.<br />

13. García L. Intestinal Protozoa (Coccidia and Microsporidia)<br />

and Algae. En: García LS. Diagnostic Medical parasitology.<br />

ASM Press, Washington, EUA, 2007b:57-101.<br />

14. Hunter P, Hughes S, Woodhouse S, Syed Q, Verlander<br />

N, Chalmers R, Morgan K, Nichols G, Beeching<br />

N, Osborn K. Sporadic cryptosporidiosis case-control<br />

study with genotyping. Emerg Infect Dis, 2004a;10:1241-<br />

1249.<br />

15. Hunter P, Hughes S, Woodhouse S, Raj N, Syed Q,<br />

Chalmers R, Verlander N, Goodacre J. Health sequelae<br />

of human cryptosporidiosis in immunocompetent patients.<br />

Clin Infect Dis, 2004b;39:504-510.<br />

16. Jex A, Ryan U, Ng J, Campbell B, Xiao L, Stevens M,<br />

Gasser R. Specific and genotypic identification of Cryptosporidium<br />

from a broad range of host species by nonisotopic<br />

single-strand conformation polymorphism<br />

(SSCP) analysis of nuclear ribosomal DNA. Electrophoresis,<br />

2007;28:2818-2825.<br />

17. Johnston S, Ballard M, Beach M, Causer L, Wilkins<br />

P. Evaluation of three commercial assays for detection of<br />

Giardia and Cryptosporidium organisms in fecal specimens.<br />

J Clin Microbiol, 2003;41:623-626.<br />

18. Kaplan J, Benson C, Holmes K, Brooks J, Pau A, Masur<br />

H. Guidelines for prevention and treatment of<br />

opportunistic infections in HIV-infected adults and adolescents:<br />

recommendations from CDC, the National Institutes<br />

of Health, and the HIV Medicine Association of<br />

the Infectious Diseases Society of America. MMWR Recomm<br />

Rep, 2009;58:1-207.<br />

19. Moore J, Millar B, Kenny F, Lowery C, Xiao L, Rao J,<br />

Nicholson V, Watabe M, Heaney N, Sunnotel O, Mc-<br />

Corry K, Rooney P, Snelling W, Dooley J. The occurrence<br />

and detection of Cryptosporidium parvum in lettuce.<br />

Inter Journal of Food Sc Technol, 2007;42:385-393.<br />

20. Mor S, DeMaria A Jr, Griffiths J, Naumova E. Cryptosporidiosis<br />

in the elderly population of the United States.<br />

Clin Infect Dis, 2009;48:698-705.<br />

21. Morgan-Ryan U, Fall A, Ward L, Hijjawi N, Sulaiman<br />

I, Fayer R, Thompson R, Olson M, Lal A, Xiao<br />

L. Cryptosporidium hominis n. sp. (Apicomplexa: Cryptosporidiidae)<br />

from Homo sapiens. J Eukaryot Microbiol,<br />

2002;49:433-440.<br />

22. Neira P, Muñoz N, Stanley B, Gosh M, Rosales M.<br />

Cryptosporidium parvum en gastrópodos silvestres como<br />

bioindicadores de contaminación fecal en ecosistemas terrestres.<br />

Rev Chil Infectol, 2010;27:211-218.<br />

23. Neira-Otero P, Neira-Otero P, Muñoz-Saldías N,<br />

Sánchez-Moreno M, Rosales-Lombardo MJ. Molecular<br />

characterization of Cryptosporidium sp and genotypes<br />

in Chile. Parasitol Res, 2005;97:63-67.<br />

24. Rosales M, Cordon G, Moreno M, Sánchez C. Extracellular<br />

like-gregarine stages of Cryptosporidium parvum.<br />

Acta Trop, 2005;95:74-78.<br />

25. Ryan U, Xiao L. En: Fayer R, Xiao L (eds.). Cryptosporidium<br />

and cryptosporidiosis, 2a. ed. CRC Press and IWA<br />

Publishing, Boca Ratón, Florida, EUA, 2008:395-436.<br />

26. Smith H. Diagnosis of human and livestock cryptosporidiosis.<br />

En: Fayer R, Xiao L (eds.). Cryptosporidium and<br />

cryptosporidiosis, 2a. ed. Taylor and Francis, Reino Unido,<br />

2007:173-208.<br />

27. Thompson R, Olson M, Zhu G, Enomoto S, Abrahamsen<br />

M, Hijjawi N. Cryptosporidium and cryptosporidiosis.<br />

Adv Parasitol, 2005;59:77-162.<br />

28. Weitzel T, Wichmann O, Muhlberger N, Reuter B,<br />

Hoof H, Jelinek T. Epidemiological and clinical features<br />

of travel-associated cryptosporidiosis. Clin Microbiol<br />

Infect, 2006a;12:921-924.<br />

29. Weitzel T, Dittrich S, Möhl I, Adusu E, Jelinek T.<br />

Evaluation of seven commercial antigen detection tests<br />

for Giardia and Cryptosporidium in stool samples. Clin<br />

Microbiol Infect, 2006b;12:656-9.<br />

30. Xiao L, Escalante L, Yang Ch, Sulaimán I, Escalante<br />

A, Montali R, Fayer R, Lal A. Phylogenetic analysis of<br />

Cryptosporidium parasites based on the small-subunit<br />

rRNA gene locus. Appl Environ Microbiol, 1999;65:1578-<br />

1583.<br />

31. Xiao L, Fayer R, Ryan U, Upton S. Cryptosporidium<br />

taxonomy: Recent advances and implications for public<br />

health. Clin Microbiol Rev, 2004;17:72-97.<br />

32. Xiao L. Molecular epidemiology of cryptosporidiosis: an<br />

update. Exp Parasitol, 2010;124:80-89.


Capítulo<br />

24<br />

Ciclosporiasis*<br />

Thomas Weitzel • Patricia Neira †<br />

Heinz Mehlhorn<br />

Introducción histórica<br />

Ciclosporiasis proviene del griego: kyklos “esférica” y sporos “semillas”,<br />

“esporas”. Fue descrito por primera vez en miriápodos<br />

e identificado como Cyclospora glomerica; posteriormente otras<br />

se han descrito en topos, lagartos (geco), serpientes, roedores y<br />

monos; suman en la actualidad 19 especies en animales.<br />

En la década de 1980, se describieron casos de diarrea causados<br />

por un organismo desconocido ácido-alcohol-resistente<br />

en viajeros y en pacientes con HIV. Este organismo, que fue<br />

nombrado como cuerpo semejante a los coccidios, cuerpo<br />

semejante a cianobacteria, o grandes Cryptosporidium, fue<br />

identificado más tarde como una nueva especie de Cyclospora y<br />

nombrado posteriormente como C. cayetanensis en la Universidad<br />

Cayetano Heredia en Lima, Perú, en donde se efectuaron<br />

los principales estudios del agente. 14 La infección intestinal se<br />

llama ciclosporiasis o ciclosporosis.<br />

Concepto<br />

Infección intestinal protozoaria transmitida principalmente<br />

por el consumo de agua o alimentos contaminados, que ocasiona<br />

infecciones gastrointestinales prolongadas pero autolimitadas<br />

en inmunocompetentes e infecciones más graves en hospedadores<br />

inmunocomprometidos.<br />

Clasificación<br />

Reino: Protozoa<br />

Phylum: Apicomplexa<br />

Clase: Conoidasida<br />

Subclase: Coccidiasina<br />

Orden: Eucoccidiorida<br />

Suborden: Eimeriorina<br />

Familia: Eimeriidae<br />

Género: Cyclospora (Schneider, 1881)<br />

Biología<br />

El ciclo monoxénico se inicia al ingerir por la vía fecal-oral,<br />

ooquistes esporulados, esféricos, de 8 a 10 mm, de doble membrana,<br />

que contienen dos esporoquistes ovoidales con dos esporozoítos<br />

cada uno. El desenquistamiento se produce en presencia<br />

de bilis, tripsina y otros factores; invaden los enterocitos del<br />

yeyuno, residen y se multiplican dentro de una vacuola parasitófora.<br />

Al inicio los esporozoítos infectan las células para formar<br />

merontes tipo I con 8 a 12 merozoítos, y éstos forman<br />

merontes tipo II con 4 merozoítos, los que se liberan al lumen,<br />

infectan nuevas células e inician la etapa sexuada del ciclo,<br />

mediante un estímulo desconocido. Algunos se desarrollan<br />

en microgamontes, pero la gran mayoría se desarrolla en macrogamontes.<br />

El microgametocito fecunda el macrogametocito<br />

para convertirse en un cigoto y diferenciarse como ooquiste<br />

fértil no esporulado, uniformemente esférico, de 8 a 10 mm de<br />

diámetro y que es eliminado junto con las heces del hospedador.<br />

La esporulación se produce en el medio ambiente, en 1 a 2<br />

semanas, en condiciones de temperaturas cálidas, humedad y<br />

alta concentración de oxígeno (figura 24-1).<br />

Patogenicidad y patología<br />

Cyclospora ataca el extremo luminal de la célula hospedadora,<br />

observándose formas asexuales y sexuales de Cyclospora en<br />

el citoplasma e interior de vacuolas parasitóforas apicales y<br />

supranucleares. En biopsias de yeyuno, se han descrito leve a<br />

moderada inflamación de la lámina propia y alteraciones del<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

†<br />

Fallecida.<br />

175


176 PARTE II Parasitología humana<br />

10 μm<br />

epitelio de las células con diversos grados de atrofia; desprendimiento<br />

y fusión de las vellosidades o acortamiento y ensanchamiento<br />

de las mismas, infiltración linfocítica de la lámina propia<br />

e incremento del número de linfocitos intraepiteliales.<br />

Debido a que C. cayetanensis infecta los enterocitos del intestino<br />

delgado, las personas infectadas tienen una absorción<br />

reducida de vitamina B 12 y xilosa y una elevada excreción de<br />

grasas en las deposiciones. No se ha definido la proporción<br />

de individuos infectados que desarrolla estas anormalidades.<br />

Epidemiología<br />

10 μm<br />

Figura 24-1. Ooquistes no esporulados de Cyclospora cayetanensis<br />

en una preparación al fresco de heces fecales (flechas) en magnificación<br />

baja (flechas) y alta (recuadro). Los microscopistas<br />

experimentados son capaces de identificar los ooquistes de<br />

Cyclospora sin tinciones específicas debido a su tamaño y su típica<br />

apariencia.<br />

Las evidencias biológicas y epidemiológicas sugieren que Cyclospora<br />

cayetanensis es un patógeno antroponótico transmitido<br />

a través de la vía fecal-oral. En países industrializados, la ciclosporiasis<br />

ha sido vinculada con brotes epidémicos a través de los<br />

alimentos y viajes al extranjero, con una prevalencia de hasta<br />

4% en viajeros que retornan con diarrea. En las zonas endémicas,<br />

de acuerdo con datos epidemiológicos, se sugieren dos vías<br />

de transmisión; los factores de riesgo asociados con la infección<br />

incluyen el agua o los alimentos contaminados. Se han sugerido<br />

como ruta de transmisión, el contacto con animales, el deficiente<br />

saneamiento con fecalismo al aire libre y el contacto<br />

con tierra contaminada. 4,5 En áreas endémicas, la prevalencia es<br />

variable (1 a 15%) y mayor en primavera e inicios de verano. El<br />

70 a 80% de los casos se detecta en niños, siendo para ellos un<br />

factor de riesgo importante el contacto con el suelo. La sintomatología<br />

en niños es mayor que en los adolescentes y adultos<br />

jóvenes (10 a 20 años). Algunos estudios reportan las mayores<br />

prevalencias en pacientes con HIV. Sin embargo, esto podría<br />

ser consecuencia de un diferente enfoque diagnóstico (usando<br />

tinciones ácido-alcohol-resistentes) y la prolongada o mayor<br />

excreción de ooquistes en la infección por HIV en comparación<br />

con los individuos no infectados.<br />

Se ha descartado la transmisión directa (contacto persona<br />

a persona) debido a que el ooquiste debe permanecer de 7 a 15<br />

días en el ambiente, para esporular y hacerse infectante. Lo anterior<br />

también sugiere que la contaminación de la fruta fresca<br />

se produce sólo con ooquistes esporulados, ya que la manutención<br />

de estos vegetales en los anaqueles puede expirar antes de<br />

que los ooquistes esporulen y se tornen infectantes. El 40%<br />

de los ooquistes preservados en dicromato de potasio (K 2 Cr 2 O 7 )<br />

al 2.5%, esporula completamente en 5 a 13 días, a temperaturas<br />

de entre 25°C y 32°C. Los ooquistes mantenidos a 4°C<br />

retardan hasta seis meses la esporulación, mientras que a<br />

20°C por 24 horas y a 60°C por 1 hora, no esporulan. La<br />

transmisión indirecta sí puede ocurrir; se presume que la dosis<br />

de infección es considerablemente baja, de 10 a 100 ooquistes.<br />

Desde que Richard Ashford, en 1979, reportó la presencia<br />

de Cyclospora cayetanensis en deposiciones diarreicas de personas<br />

infectadas en Papúa Nueva Guinea, 1 se han documentado<br />

infecciones en seres humanos de América, el Caribe, Reino<br />

Unido, Europa del Este, África, Bangladesh, Pakistán, Nueva<br />

Guinea, Indonesia, Medio Oriente, el subcontinente de la India,<br />

sureste de Asia y Australia; 2,6,7,9,11,15,22,24 la mayor parte de<br />

los reportes corresponden a estudios realizados en viajeros internacionales,<br />

inmunocomprometidos y escolares.<br />

Los casos se han manifestado en personas que viajan a diferentes<br />

áreas endémicas de países en vías de desarrollo; pero<br />

también, a bordo de aviones, por ingesta de comidas preparadas<br />

en países endémicos; además por ingesta de agua contaminada<br />

y leche mezclada con agua contaminada. La mayor cantidad<br />

de brotes por C. cayetanensis en EUA y Canadá se han<br />

asociado a ingesta de berries (frambuesas, moras, fresas) o alimentos<br />

que contenían dichas frutas entre sus ingredientes. 3,10<br />

En algunas zonas geográficas la presencia de C. cayetanensis<br />

se asocia a los periodos estacionales de lluvia; en Perú desde<br />

abril a junio; 13 en Nepal de mayo a septiembre; 21 también varía<br />

de año a año en una localidad.<br />

Manifestaciones clínicas<br />

La ciclosporiasis es clínicamente muy similar a la infección<br />

por Cryptosporidium spp. El periodo de incubación es de<br />

aproximadamente una semana. El espectro clínico incluye fiebre,<br />

fatiga, anorexia, náuseas, dolor abdominal, pérdida de peso<br />

y diarrea. Los síntomas persisten por un tiempo prolongado<br />

(en promedio: tres semanas). En las zonas de alta endemicidad,<br />

los síntomas clínicos se manifiestan en los niños más pequeños<br />

y, debido a la exposición prolongada, parece ser menos grave<br />

que en grupos de mayor edad. 16 Al igual que con otros coccidios<br />

intestinales, las manifestaciones clínicas son más graves en<br />

infectados por el HIV y probablemente también en otros individuos<br />

inmunodeficientes. En estos pacientes, se han descrito<br />

infecciones biliares similares a las causadas por criptosporidios<br />

o microsporidios. Después de la infección con Cyclospora cayetanensis<br />

se han reportado casos aislados de complicaciones pos-


CAPÍTULO 24 Ciclosporiasis 177<br />

infecciosas, tales como el síndrome de Guillain-Barré y síndrome<br />

de Reiter.<br />

Diagnóstico de laboratorio<br />

El diagnóstico de Cyclospora puede efectuarse, en muestras<br />

seriadas de deposiciones, mediante microscopia directa o por<br />

medio de la tinción de un extendido fecal obtenido de una<br />

muestra concentrada, mediante la esporulación o la detección<br />

molecular en muestras frescas, congeladas o preservadas en dicromato<br />

de potasio al 2.5% (figura 24-2).<br />

Los ooquistes miden de 8 a 10 micras; se observan como<br />

cuerpos esféricos refringentes con una mórula central. Muestras<br />

almacenadas entre 23 y 30°C durante 7 a 15 días, permiten<br />

la diferenciación de ooquistes esporulados en cuyo interior<br />

presentan dos esporoquistes. 14<br />

La microscopia de epifluorescencia permite observar la autofluorescencia<br />

de los ooquistes de Cyclospora, azul neón o verde<br />

fluorescente, con un filtro de 330 a 380 nm o de 450 a 490<br />

nm respectivamente. La intensidad de la fluorescencia puede<br />

variar con el tiempo y las condiciones de almacenamiento de la<br />

muestra fecal. Es una alternativa útil para la detección a un<br />

gran número de muestras en el caso de un brote epidémico.<br />

Entre los métodos de tinción, el Ziehl-Neelsen modificado<br />

permite la tinción de ooquistes de Cyclospora de forma variable;<br />

algunos se presentan en fucsia oscuro, rosado pálido o bien<br />

no se tiñen (figura 24-3). Los ooquistes se tiñen de manera<br />

uniforme con safranina cuando la muestra fecal y la tinción de<br />

la misma son calentadas en microondas. 23 Otras tinciones usadas<br />

para detectar parásitos, tales como Giemsa, tricrómica, cromotropo,<br />

Gram-cromotropo, Kinyoun, presentan menor sensibilidad<br />

que el Ziehl-Neelsen modificado.<br />

La tinción mediante azul de algodón lactol-fenol en muestras<br />

frescas ha resultado ser un sustitutivo útil, más sencillo y<br />

menos oneroso, en laboratorios (de zonas rurales y países en<br />

desarrollo) donde no se usan habitualmente las tinciones ácidoalcohol-resistentes.<br />

18,19<br />

La citometría de flujo parece ser una alternativa útil a la<br />

microscopia para la detección de ooquistes de Cyclospora en un<br />

gran número de muestras, como sucede en el caso de los brotes<br />

epidémicos. A la fecha, no se dispone de técnicas inmunológicas<br />

confiables para la detección de Cyclospora.<br />

Entre los métodos moleculares, la reacción en cadena de la<br />

polimerasa (RCP) anidada dirigida a un segmento de la 18S del<br />

gen RNAr permite la obtención de un amplificado de 300 pb<br />

que no diferencia entre ooquistes de Cyclospora y de Eimeria, 20<br />

lo que se logra mediante el polimorfismo de la longitud de los<br />

fragmentos de restricción (PLFR) usando la endonucleasa de<br />

restricción MnII. En comparación con la microscopia, la PCR<br />

es una herramienta de diagnóstico más sensible. 12<br />

I<br />

Tratamiento<br />

PO<br />

El tratamiento de elección para la ciclosporiasis es con trimetoprim-sulfametoxazol<br />

(TMP-SMX). Su eficacia en una dosis<br />

de 160 mg/800 mg dos veces al día durante siete días fue probada<br />

en un ensayo clínico controlado con placebo en Nepal. 8<br />

Se ha reportado recurrencia que requiere ciclos prolongados de<br />

TMP-SMX. En caso de alergia a las sulfonamidas, el ciprofloxacino<br />

puede ser una alternativa a pesar de que las tasas de<br />

respuesta son más bajas que con TMP-SMX. Además, se ha<br />

reportado anecdóticamente, el éxito del tratamiento con nitazoxanida.<br />

25 En los pacientes infectados por HIV, pueden requerirse<br />

dosis más altas y ciclos prolongados de tratamiento<br />

antiparasitario. 17 Por otra parte, la profilaxis secundaria con<br />

TMP-SMX puede utilizarse hasta que el tratamiento antirretroviral<br />

conduzca a una recuperación sustancial de los recuentos<br />

de células CD4.<br />

Medidas preventivas<br />

N<br />

Figura 24-3. Representación esquemática de un ooquiste no<br />

esporulado (izquierda) y esporulado de Cyclospora cayetanensis de<br />

heces humanas. N: núcleo, PO: pared del ooquiste, Es: esporozoíto,<br />

E: esporoquiste, I: interior indiferenciado del ooquiste.<br />

No existe para Cyclospora cayetanensis el riesgo de infección a<br />

través del contacto directo con personas infectadas (o animales),<br />

ya que los ooquistes excretados no son infectantes y no hay<br />

reservorios animales conocidos. Entre los hábitos personales,<br />

la higiene adecuada para reducir al mínimo la ingestión de<br />

ooquistes de Cyclospora mediante alimentos o agua contaminados<br />

puede reducir, pero probablemente no eliminar, el riesgo<br />

de infección, ya que los ooquistes son muy resistentes y no pueden<br />

ser eliminados por completo del lavado normal de los alimentos.<br />

Por tanto, se requieren medidas preventivas que incluyan<br />

buenas prácticas agrícolas y la supervisión de la producción<br />

y de la importación de los alimentos. Además, las normas para<br />

la prevención de las infecciones transmitidas por el agua que se<br />

han desarrollado para el control de la criptosporidiasis, también<br />

deberían ayudar a prevenir la ciclosporiasis.<br />

E<br />

N<br />

Es


178 PARTE II Parasitología humana<br />

Referencias<br />

1. Ashford R. Ocurrence of an undescribed coccidian in<br />

man in Papua New Guinea. Ann Trop Med Parasitol,<br />

1979;73:497-500.<br />

2. Bendall R, Moody A, Chiodini P, Lucas S, Tovey<br />

G. Diarrhoea associated with cyanobacterium-like bodies:<br />

a new coccidial enteritis of man. Lancet, 1993;341:<br />

590-592.<br />

3. Bendall R, Chiodini P. The epidemiology of human Cyclospora<br />

infection in the UK. En: Detts W, Casemore D,<br />

Fricker C, Smith H, Watkins J, (eds.). Protozoan parasites<br />

and water.: The Royal Society of Chemistry, Thomas Graham<br />

House, Cambrigde, Reino Unido, 1995:26-29.<br />

4. Chacín-Bonilla L. Transmission of Cyclospora cayetanensis<br />

infection: a review focusing on soil-borne cyclosporiasis.<br />

Trans R Soc Trop Med Hyg, 2008;102:215-216.<br />

5. Chacín-Bonilla L. Epidemiology of Cyclospora cayetanensis:<br />

A review focusing in endemic areas. Acta Tropica,<br />

2010;115:181-193.<br />

6. Gascon J, Corachan M, Valls M, Gene A, Bombi J.<br />

Cyanobacteria-like body (CBL) in travellers with diarrhoea.<br />

Scand J Infect Dis, 1993;25:253-257.<br />

7. Hart A, Ridinger M, Soundarajan R, Peters C, Swiatlo<br />

A, Kocka F. Novel organism associated with chronic<br />

diarrhoea in AIDS. Lancet, 1990;335:169-170.<br />

8. Hoge C, Shlim D, Ghimire M, Rabold J, Pandey P,<br />

Walch A, Rajah R, Gaudio P, Echeverría P. Placebocontrolled<br />

trial of co-trimoxazole for Cyclospora infections<br />

among travellers and foreign residents in Nepal. Lancet,<br />

1995;345:691-693.<br />

9. Markus M, Frean J. Ocurrence of human Cyclospora infection<br />

in sub-Saharan Africa. S Afr Med J, 1993;83:862-<br />

863.<br />

10. McDougall T, Tandy M. Coccidia/cyanobacteriumlike<br />

bodies as a cause of diarrhea in Australia. Pathology,<br />

1993;25:375-378.<br />

11. Oli W, Zimmerman S, Needham C. Cyclospora species<br />

as a gastrointestinal pathogen in immunocompetent<br />

hosts. J Clin Microbiol, 1995;33:1267-1269.<br />

12. Orlandi P, Lampel K. Extraction-free, filter-based template<br />

preparation for rapid and sensitive PCR detection of<br />

pathogenic parasitic protozoa. J Clin Microbiol, 2000;38:<br />

2271-2277.<br />

13. Ortega Y, Sterling C, Gilman R, Cama V, Díaz F. Cyclospora<br />

species: a new protozoan pathogen of humans. N<br />

Engl J Med, 1993;328:1308-1312.<br />

14. Ortega Y, Gilman R, Sterling C. A new coccidian parasite<br />

(Apicomplexa: Eimeriidae) from humans. J Parasitol,<br />

1994;80:625-629.<br />

15. Ortega Y, Sterling C, Gilman R. Cyclospora cayetanensis.<br />

Adv Parasitol, 1998;40:339-418.<br />

16. Ortega Y, Sánchez R. Update on Cyclospora cayetanensis,<br />

a food-borne and waterborne parasite. Clin Microbiol<br />

Rev, 2010;23:218-234.<br />

17. Pape J, Verdier R, Boncy M, Boncy J, Johnson WD<br />

Jr. Cyclospora infection in adults infected with HIV. Clinical<br />

manifestations, treatment, and prophylaxis. Ann<br />

Intern Med, 1994;121:654-657.<br />

18. Parija S, Prabhakar P. Evaluation of lactophenol cotton<br />

blue for wet mount preparation of feces. J Clin Microbiol,<br />

1995;33:1019-1021.<br />

19. Parija S, Shivaprakash M, Jayakeerthi S. Evaluation<br />

of lactophenol cotton blue (LPCB) for detection of Cryptosporidium,<br />

Cyclospora and Isospora in the wet mount preparation<br />

of stool. Acta Trop, 2003;85:349-354.<br />

20. Relman D, Schmidt T, Gajadhar A, Sogin M, Cross J,<br />

Yoder K, Sethabutr O, Echeverría P. Molecular phylogenetic<br />

analysis of Cyclospora, the human intestinal pathogen,<br />

suggests that it is closely related to Eimeria species. J<br />

Infect Dis, 1996;173:440-445.<br />

21. Sherchand J, Cross J. Emerging pathogen Cyclospora<br />

cayetanensis infection in Nepal. Southeast Asian J Trop<br />

Med Public Health, 2001;32:143-150.<br />

22. Soave R, Dubey J, Ramos L, Tummings M. A new<br />

intestinal pathogen? Clin Res, 1986;34:533.<br />

23. Visvesvara G, Moura H, Kovacsnace E, Wallace S,<br />

Eberhard ML. Uniform staining of Cyclospora cayetanensis<br />

in fecal smears by a modified safranin technique<br />

with microwave heating. J Clin Microbiol, 1997;35:730-<br />

733.<br />

24. Wurtz R. Cyclospora: a newly identified intestinal pathogen<br />

of humans. Clin Infect Dis, 1994;18:620-623.<br />

25. Zimmer S, Schuetz A, Franco-Paredes C. Efficacy of<br />

nitazoxanide for cyclosporiasis in patients with sulfa allergy.<br />

Clin Infect Dis, 2007;44:466-467.


Capítulo<br />

25<br />

Fasciolopsiasis<br />

Santiago Mas-Coma<br />

Antecedentes históricos<br />

La fasciolopsiasis es conocida desde antiguo, en especial en<br />

China. Aunque de distribución geográfica restringida al continente<br />

asiático, esta trematodiasis siempre ha sido considerada<br />

la trematodiasis intestinal más importante del humano, tanto<br />

por sus elevadas prevalencias en muchos países y el elevadísimo<br />

número de gente afectada (se llegó a estimar hasta 40 millones<br />

de personas infectadas), como por su gran patogenicidad esencialmente<br />

debida al gran tamaño del verme adulto.<br />

Clasificación<br />

Reino: Metazoa<br />

Subreino: Invertebrata<br />

Phylum: Platyhelminthes<br />

Superclase: Trematoda<br />

Clase: Digenea<br />

Orden: Fasciolida<br />

Superfamilia: Fasciolioidea<br />

Familia: Fasciolidae<br />

Género: Fasciolopsis<br />

Especie: buskii<br />

Concepto<br />

Antropozoonosis producida por Fasciolopsis buskii, trematodo<br />

digénico intestinal que infecta al cerdo y al hombre originando<br />

diarrea, malestar abdominal y eosinofilia. En infecciones intensas<br />

puede provocar un síndrome de malabsorción.<br />

Biología<br />

El distoma intestinal asiático gigante Fasciolopsis buskii es uno<br />

de los trematodos más grandes que infectan al humano. La forma<br />

del estadio adulto es alargada-ovalada, sin cono cefálico, y<br />

su tamaño varía, según la especie hospedadora, entre 2 y 10 cm<br />

de longitud y entre 0.8 y 3 cm de anchura máxima. La ventosa<br />

oral es subterminal, oval y de un tamaño de una cuarta parte<br />

del de la ventosa ventral o acetábulo que se localiza poco por<br />

detrás de la ventosa oral. La faringe oval se continúa con un<br />

corto esófago y una bifurcación intestinal que da lugar a dos<br />

ciegos no ramificados y que se extienden hasta casi el extremo<br />

terminal del cuerpo.<br />

Los dos testículos son muy ramificados y distribuidos en<br />

tándem en la parte posterior del cuerpo. El ovario, también<br />

ramificado, es pretesticular y ligeramente desplazado hacia la<br />

derecha de la línea media del cuerpo. Presenta una bolsa del<br />

cirro grande y un poro genital directamente preacetabular. Las<br />

glándulas vitelógenas son numerosas y se extienden en dos<br />

campos bilaterales desde el nivel del acetábulo hasta unirse en<br />

el extremo posterior del cuerpo. Los huevos son elipsoides, redondeados<br />

en sus dos extremos, amarillos, no embrionados en<br />

el momento de la puesta, de cáscara delgada, con un opérculo<br />

polar delicado y de un tamaño de 130-140/80-85 mm (media<br />

138/82 mm). 2<br />

Fasciolopsis buskii es un digénido humano que parasita el<br />

duodeno y el yeyuno en infecciones ligeras, y que puede encontrarse<br />

en gran parte del tracto digestivo, incluyendo el estómago,<br />

en infecciones moderadas y graves (figura 25-1). 1<br />

En la mayoría de áreas endémicas, el cerdo se muestra<br />

como el único animal reservorio, si bien los porcinos suelen<br />

albergar un número menor de adultos y en ellos la producción<br />

de huevos por digénido adulto, es también menor que en el<br />

hombre. No hay un consenso sobre si existe una o varias cepas<br />

geográficas de esta especie más o menos adaptadas al humano o<br />

al cerdo según el lugar, pero estudios relativamente recientes<br />

han relanzado nuevamente esta cuestión. 4<br />

La fasciolopsiasis es conocida en humanos en el centro y<br />

sur de China, Hong Kong, Taiwán, Bangladesh, India, Vietnam,<br />

Laos, Camboya, Tailandia, Kampuchea, Singapur, Birmania,<br />

Malasia, Filipinas e Indonesia. Los reportes en coreanos<br />

y japoneses no parecen tratarse de infecciones contraídas en sus<br />

propios países. Los reportes en EUA, Venezuela, Australia,<br />

Guatemala, Israel y Cuba son debidos a inmigrantes del Extre-<br />

179


180 PARTE II Parasitología humana<br />

Vi<br />

OV<br />

T<br />

PG<br />

Figura 25-1. Fasciolopsis buskii. Microscopia óptica, corte anterior<br />

del cuerpo. Abreviaturas: I, intestino; OO, ootipo; OV, ovario; PG, poro<br />

genital; T, testículos; UH, útero con huevos; VB, ventosa bucal;<br />

Vi, vitelo; V V, ventosa ventral.<br />

mo Oriente o la identificación errónea de los huevos en muestras<br />

fecales. 3<br />

Ciclo biológico y hospedadores<br />

intermediarios<br />

Los adultos de F. buskii producen un gran número de huevos<br />

en humanos, entre 13 000 y 26 000 (media 16 000) por verme<br />

al día. Los huevos que salen con las heces deben alcanzar<br />

un medio de agua dulce para poder proseguir su evolución. El<br />

miracidio se desarrolla en 16-77 días (media 22 días) en condiciones<br />

óptimas del agua de 27-30°C de temperatura y 6.5-7.2<br />

de pH.<br />

Los moluscos hospedadores intermediarios se restringen<br />

a caracoles dulceacuícolas de la familia Planorbidae de los<br />

géneros Segmentina, Hippeutis y Gyraulus, tales como S. hemisphaerula<br />

(sinónimos S. coenosus, S. nitidella, S. calathus, S.<br />

largeillierti), Hippeutis cantori (sin. H. smackeri), Hippeutis umbilicalis<br />

y G. convexiusculus en China, Vietnam y Taiwán. En<br />

India (Assam), actúan como transmisores S. trochoideus, S. hemisphaerula<br />

y probablemente también H. umbilicalis. En Tailandia,<br />

las especies S. hemisphaerula, S. trochoideus y Gyraulus<br />

chinensis resultan ser las involucradas en la transmisión; en<br />

Taiwán lo es S. hemisphaerula y en Laos se trata de H. umbilicalis.<br />

En Bangladesh, S. trochoideus y H. umbilicalis son las responsables<br />

y en la India también se ha detectado a Indoplanorbis<br />

exustus. 3<br />

VB<br />

I<br />

VV<br />

0.5 cm<br />

UH<br />

OO<br />

T<br />

Vi<br />

En el interior del caracol hospedador intermediario se desarrollan<br />

un esporocisto, redias madre y redias hijas y cercarias.<br />

Los esporocistos son elípticos, de 131-169/34-83 mm. Las redias<br />

madre se desarrollan rápidamente dentro del esporocisto,<br />

procediendo a emerger ya a partir del día 9-10 después de la<br />

penetración del miracidio en el caracol. Las redias madre migran<br />

hacia el ovotestículo del molusco y alcanzan un tamaño de<br />

701/159 mm. Las redias hijas pueden alcanzar hasta los 2.8<br />

mm cuando maduran y albergar hasta 45 cercarias simultáneamente.<br />

Las cercarias, de tipo gimnocéfalo, comprenden un<br />

cuerpo de 195/145 mm y una cola de 498/57 mm, dando una<br />

longitud total de 693 mm. Las cercarias abandonan las redias<br />

después de 25-30 días, pero emergen del caracol después de 31-<br />

100 días (media de 49 días), ya que requieren un periodo de<br />

maduración en los tejidos del caracol. Este periodo de maduración<br />

cercariana parece estar relacionado con la temperatura.<br />

La emisión de las cercarias por parte de los moluscos se<br />

muestra muy dependiente de la luz. Todo indica que estas cercarias<br />

de gran tamaño son muy fototácticas, si bien se ha detectado<br />

una gran variabilidad en los patrones diarios de emergencia<br />

cercariana. Las cercarias nadan en el agua hasta enquistarse<br />

en un sustrato, principalmente plantas acuáticas, pero también<br />

en la superficie del agua. La supervivencia de las cercarias en el<br />

agua oscila entre 64 y 72 días. No parece haber una especificidad<br />

selectiva, encontrándose quistes metacercarianos adheridos<br />

a todo tipo de vegetación acuática en las balsas de agua estancada.<br />

Desde el punto de vista de la transmisión, cabe resaltar a<br />

varias especies de plantas dulceacuícolas que son habituales en<br />

el consumo humano, tales como batatas de agua (Trapa natans<br />

en China, T. bispinosa en Taiwán y T. bicornis en Bangladesh y<br />

Tailandia), Eliocharis tuberosa, el jacinto de agua Eichhornia<br />

spp., el bambú de agua Zizania spp., el loto de agua Nymphaea<br />

lotus, la lila de agua Nymphaea spp., los berros, Otelia spp., la<br />

gloria acuática del amanecer Ipomoea aquatica, etc. Los quistes<br />

metacercarianos son visibles a simple vista debido a su tamaño<br />

de 3.9/2.1 mm en promedio. Algunos estudios han contado<br />

hasta 200 quistes adheridos a una de estas plantas, si bien el<br />

número usual es de aproximadamente 15-20.<br />

La infección del hospedador definitivo tiene lugar por ingestión<br />

de estas plantas que transportan las metacercarias. Las<br />

metacercarias se desenquistan en el duodeno y se adhieren a la<br />

pared intestinal para crecer y desarrollarse hasta estadios adultos<br />

sexualmente maduros en más o menos tres meses (figura<br />

25-2).<br />

La existencia de metacercarias flotantes en el agua es de<br />

3.6% del total de metacercarias enquistadas. Los estudios realizados<br />

sugieren que 10.3-12.8% de los pacientes y 35.1-40% de<br />

los cerdos infectados adquirieron la parasitosis a través de agua<br />

de bebida que transportaba estas metacercarias flotantes. 3<br />

Epidemiología<br />

En las áreas endémicas, esta enfermedad está subestimada y es<br />

más prevalente en zonas rurales que en zonas semiurbanas, con


CAPÍTULO 25 Fasciolopsiasis 181<br />

6<br />

5b<br />

5a<br />

C<br />

Trapa natans<br />

7<br />

4<br />

A<br />

1a<br />

1b<br />

3<br />

B<br />

Eleocharis tuberosa<br />

I II III<br />

Figura 25-2. Ciclo biológico de Fasciolopsis buskii. A) Hospedador<br />

definitivo: el hombre; distoma intestinal en el intestino delgado.<br />

1a) Gusano sexualmente maduro (II). b) Huevo. 2) Estadio larvario<br />

(miracidio) libre en el agua. B) Hospedador intermediario: caracol.<br />

3a) Esporoquiste. 3b) Redia madre expulsando redias hijas.<br />

3c) Redia hija expulsando una cercaria. 4) Cercaria libre. C) Hospedador<br />

intermediario: plantas acuáticas. 5a) Castaño de agua Trapa<br />

natans (I). 5b) Cebolla de Eleocharis tuberosa (III). 6) Metacercaria<br />

de un castaño de agua. 7) Metacercaria joven deslizándose en el<br />

intestino de la persona.<br />

I. Trapa natans, castaño de agua; “planta hospedadora” de la<br />

metacercaria (5a). II. F. buskii. III. Eleocharis tuberosa, nuez del agua<br />

(5b).<br />

b<br />

c<br />

a<br />

2<br />

infecciones sobre todo en niños, en los cuales el número de<br />

vermes puede exceder los 88 por niño. En Tailandia, la prevalencia<br />

se ha visto que es algo superior en mujeres que en varones,<br />

siendo superior en niños de menos de cinco años (alrededor del<br />

15%) que en adultos (desciende a 8%). Prevalencias infantiles<br />

superiores han sido descritas en China (57%), Taiwán (25%),<br />

India (60%) y Bangladesh (50%).<br />

La fasciolopsiasis se muestra focal, de amplia distribución,<br />

ligada a hábitat con colecciones de agua dulce en las que el agua<br />

está bien estancada bien con movimiento lento, y se asocia a<br />

prácticas sociales y agrícolas comunes y defecación promiscua.<br />

En los cerdos la enfermedad se muestra estacional, con un desarrollo<br />

máximo (peak) en junio-septiembre en el Hemisferio<br />

Norte, para declinar luego durante el invierno y principios de<br />

la primavera (noviembre-marzo) y estar ausente durante enero<br />

y febrero, por lo menos en el norte de la India.<br />

Los humanos y los cerdos contraen la enfermedad por ingestión<br />

de quistes metacercarianos a través del consumo de<br />

plantas acuáticas crudas o insuficientemente cocidas, ingestión<br />

o utilización de agua de bebida no tratada, y por el manejo o<br />

procesado de plantas dulceacuícolas. La infección humana tiene<br />

lugar al pelar o extraer la piel o cubierta de plantas infectadas<br />

con los dientes. El cultivo de plantas acuáticas transportadoras<br />

de metacercarias para el consumo a gran escala y la polución de<br />

las áreas en que se cultivan con excreta humanas y de animales<br />

(esencialmente porcinas), constituyen importantes factores de<br />

diseminación. Así, se observó cómo las prevalencias humanas<br />

en zonas próximas a dichos cultivos eran superiores a las encontradas<br />

en zonas alejadas a las mismas. De todos modos, el hábito<br />

de sumergir las batatas en el agua para mantener su frescor<br />

también puede contribuir a expansionar la enfermedad a zonas<br />

en las que dichas plantas no se cultivan.<br />

En varios países, la fasciolopsiasis se ve agravada por factores<br />

sociales y económicos, tales como la pobreza, malnutrición,<br />

mercados de alimentos libres con ausencia de inspección alimentaria,<br />

salubridad deficiente, otras helmintiasis, y condiciones<br />

económicas decrecientes. Dentro de una misma zona, las<br />

diferencias en incidencia están relacionadas con factores tales<br />

como el estatus económico, el nivel educacional, las condiciones<br />

de salud y el modo de vida.<br />

El cerdo es el reservorio principal. La utilización de aguas<br />

naturales y de forrajes contaminados constituye la fuente esencial<br />

de infección para los porcinos. Las prevalencias descritas en<br />

porcinos difieren según zonas y países: 30% en India, 10% en<br />

China, 52% en Taiwán. 3<br />

Patología, sintomatología<br />

y manifestaciones clínicas<br />

La morbilidad y mortalidad humanas son difíciles de estimar,<br />

debido a que no existen datos cuantitativos exclusivos sobre<br />

infecciones por F. buskii. La morbilidad es elevada en las áreas<br />

endémicas y la enfermedad puede tener un desenlace fatal, dependiendo<br />

de la carga parasitaria.<br />

Los vermes causan erosiones intestinales y duodenales amplias,<br />

ulceración, hemorragias, abscesos e inflamación catarral.<br />

La absorción de metabolitos tóxicos y alérgicos del parásito<br />

causa ascitis y edema tanto general como facial. Los efectos patológicos<br />

pueden ser traumáticos, obstructivos y tóxicos, especialmente<br />

en infecciones severas, en las que los vermes interfieren<br />

con la secreción de los fluidos intestinales, causan exceso de<br />

secreción mucosa y obstruyen el paso de los alimentos. En la<br />

autopsia de un caso fatal, la mucosa del estómago, intestino<br />

delgado e intestino grueso se mostraba hiperémica. Las heces<br />

aparecen copiosas, de color amarillo marronáceo, y contienen<br />

partes de alimentos sin digerir por malabsorción.


182 PARTE II Parasitología humana<br />

Los síntomas clínicos están relacionados con la intensidad<br />

de la parasitación. En infecciones ligeras, el curso suele ser asintomático,<br />

con la excepción de diarrea alternada con periodos<br />

de estreñimiento y dolor abdominal. Estas infecciones por un<br />

número reducido de vermes incluyen anemia con eosinofilia,<br />

dolor de cabeza, mareos, dolor gástrico, heces sueltas, astenia,<br />

palidez, malnutrición, abdomen protuberante y distensión abdominal.<br />

Las infecciones moderadas y severas están asociadas<br />

con malnutrición, dolor epigástrico y abdominal severos, diarrea<br />

u obstrucción intestinal, escaso apetito, cólico abdominal<br />

moderado, vómitos, fiebre, náuseas (especialmente por la mañana<br />

y que desaparecen después de la primera comida), íleo<br />

agudo, decaimiento generalizado pronunciado, eosinofilia y<br />

leucocitosis pronunciadas, y un descenso significativo del contenido<br />

sérico en vitamina B 12 . 3<br />

En infecciones severas se presentan síntomas tóxicos y<br />

alérgicos generalizados, usualmente en forma de edema, sobre<br />

todo en la cara, pared abdominal y extremidades inferiores.<br />

Son comunes el dolor abdominal y la ascitis, adicionales a pobre<br />

apetito, dolor de cabeza bitemporal, vértigo, fiebre moderada,<br />

hígado y bazo no palpables, náuseas y vómitos.<br />

La enfermedad clínica se pone de manifiesto sólo en infecciones<br />

severas. Los pacientes que han purgado los vermes se<br />

recobran usualmente por completo, si bien las infecciones severas<br />

y avanzadas pueden llegar a ser fatales. La mortalidad ha<br />

sido reportada en niños severamente infectados debido a intoxicación<br />

profunda. De todos modos, hay muy poca evidencia,<br />

si es que hay alguna, que sugiera que el parásito es dañino<br />

para el humano cuando se presenta en un número inferior al de<br />

una infección masiva.<br />

La fasciolopsiasis es considerada uno de los factores principales<br />

causantes de un persistente pobre estado nutricional de<br />

los niños en áreas endémicas de países en vías de desarrollo. 3<br />

Diagnóstico<br />

El cuadro clínico, sobre todo en las zonas endémicas, resulta<br />

altamente sugerente pero no es habitualmente distintivo. Es por<br />

este motivo por lo que el diagnóstico rutinario debe basarse en<br />

la búsqueda de huevos del parásito en un examen de muestra<br />

fecal, u ocasionalmente por análisis de los vermes adultos expelidos,<br />

bien mediante el vómito o bien a través de las heces.<br />

Cuando el diagnóstico se basa en el hallazgo de huevos en<br />

heces, hay que tener cuidado de no confundirlos con los huevos<br />

de Fasciola hepatica. Comparando los huevos de ambas especies,<br />

los de F. buskii se distinguen por presentar un opérculo<br />

menor (de un diámetro medio de 27 mm) y una forma más<br />

elipsoidal, mientras que el de F. hepatica es más fusiforme y<br />

asimétrico con extremos algo aguzados. Además, la forma y naturaleza<br />

de los gránulos en las células vitelinas también ayudan<br />

en la diferenciación de los huevos de las dos especies. Así, en los<br />

huevos de F. buskii estos gránulos son mayores en tamaño, más<br />

refráctiles, mostrando una ligera sombra de color negro marronáceo-verdoso<br />

en su apariencia, y aparecen regularmente distribuidos<br />

por todo el citoplasma de las células vitelinas. En cambio,<br />

en los huevos de F. hepatica, estos gránulos son menores en<br />

tamaño, menos refráctiles, con una ligera sombra de color marrón<br />

amarillento y distribuidos densamente cerca del núcleo de<br />

la célula vitelina y difícilmente observables en la parte periférica<br />

del citoplasma. 3,5<br />

Tratamiento<br />

Se han utilizado fármacos diferentes. El tetracloroetileno demostró<br />

ser efectivo y fue considerado el medicamento de elección<br />

para tratamientos en masa en el pasado. La niclosamida<br />

se mostró menos eficaz que el tetracloroetileno. El tiabendazol,<br />

mebendazol, levamisol y el pamoato de pirantel son ineficaces.<br />

Posteriormente, el praziquantel mostró su eficacia incluso<br />

en casos de fasciolopsiasis severa, de tal modo que una dosis<br />

única de 15 mg/kg fue propuesta como tratamiento de elección.<br />

Sea como sea, no hay que olvidar que este medicamento<br />

no pudo salvar la vida de una joven de 20 años severamente<br />

infectada. 3<br />

Recientemente se ha evaluado la eficacia del triclabendazol,<br />

la oxiclozanida y la rafoxanida en porcinos, destacando la<br />

elevada eficacia del triclabendazol (97.12%), seguida por las<br />

mostradas por oxiclozanida (93.27%) y rafoxanida (83.17%),<br />

sin que ninguno de ellos mostrara efectos secundarios. 3 La marcada<br />

eficacia del triclabendazol sobre la fasciolopsiasis tiene un<br />

importante componente comercial de futuro, pues implica la<br />

posibilidad de ampliar el espectro de enfermedades para las<br />

cuales este medicamento es útil, así como la de poderlo utilizar<br />

de manera simultánea para el tratamiento de fascioliasis y fasciolopsiasis<br />

en regiones de Asia donde se da un solapamiento de<br />

la distribución geográfica de ambas trematodiasis.<br />

Prevención y control<br />

El control de esta enfermedad se puede conseguir mediante tratamiento<br />

farmacológico de la gente y el ganado porcino, previniendo<br />

la reinfección y utilizando métodos modernos de estabulación<br />

y manejo de los porcinos. La prevención individual es<br />

muy simple, evitando la ingestión de plantas acuáticas crudas<br />

potenciales transportadoras de metacercarias; sin embargo, esto<br />

resulta extremadamente difícil de llevar a cabo ante tradiciones<br />

centenarias. Tales medidas requieren cambios fundamentales<br />

en hábitos dietéticos, costumbres y condiciones económicas de<br />

las personas. La importancia de estos factores se deduce con<br />

sólo considerar el que las infecciones suelan mostrar una tendencia<br />

familiar, ya que los hábitos de preparación e ingestión se<br />

pasan de una generación a la siguiente, y con el hecho de que<br />

las plantas dulceacuícolas sean fuente común de alimento al ser<br />

baratas y estar al abasto de cualquiera. 3<br />

Las medidas de control incluyen prevención de la polución<br />

de las balsas donde se cultivan las plantas acuáticas, evitando<br />

la utilización de excretas humanas como fertilizantes, defecación<br />

promiscua y el lavado de las excreta de porcinos en


CAPÍTULO 25 Fasciolopsiasis 183<br />

colecciones de agua vecinas. Las plantas usadas para la alimentación<br />

de los cerdos deberían siempre analizarse previamente<br />

para asegurar la ausencia de metacercarias.<br />

Las plantas acuáticas desecadas no representan riesgo alguno,<br />

ya que la desecación y la radiación solar directa matan a las<br />

metacercarias. La prevención también puede llevarse a cabo por<br />

inmersión de las plantas en agua hirviendo durante pocos minutos.<br />

Las metacercarias mueren también en 1% de HCl durante<br />

18 días, 2% de ácido acético durante nueve días, 3% de<br />

ácido acético durante seis días, 5% de solución salina durante<br />

tres horas, en salsa de soja durante 30 minutos, y en 10% de<br />

caña de azúcar durante tres días. 3<br />

La prevención de la reinfección descansa en programas<br />

educacionales consistentes que resaltan la importancia de cocer<br />

las plantas acuáticas o hervir el agua donde ésta no exista en<br />

forma tratada. En Taiwán, la fasciolopsiasis fue altamente endémica<br />

en el pasado, pero el número de afectados decreció gracias<br />

a programas educativos agresivos. Aunque se reconoció la reducción<br />

de la fasciolopsiasis en regiones endémicas, esta tendencia<br />

no resultó desgraciadamente estable, ya que en muchas<br />

culturas se sigue con la tradición del consumo de alimentos<br />

crudos.<br />

Se considera que la fasciolopsiasis puede ser controlada<br />

conjuntamente con otras parasitosis de origen alimentario en<br />

Asia. Por desgracia, la fasciolopsiasis continúa siendo un problema<br />

de salud pública en las áreas endémicas a pesar de la<br />

implementación de programas de control por la Organización<br />

Mundial de la Salud y su mantenimiento en las comunidades. 6<br />

Y en lugares donde se creyó que se había controlado, como en<br />

Uttar Pradesh, donde no se detectó ningún caso desde 1990,<br />

reportes recientes indican ya una reemergencia de la infección<br />

en humanos en estos últimos años. 3<br />

Referencias<br />

1. Graczyk T, Gilman R, Fried B. Fasciolopsiasis: is it a<br />

controllable food-borne disease? Parasitol Res, 2001;87:<br />

80-83.<br />

2. Kumar V. The digenetic trematodes, Fasciolopsis buskii,<br />

Gastrodiscoides hominis and Artyfechinostomum malayanum,<br />

as zoonotic infections in South Asian countries.<br />

Ann Soc Belge Med Trop, 1990;60:331-339.<br />

3. Mas-Coma S, Bargues M, Valero A. Fascioliasis and<br />

other plant-borne trematode zoonoses. Int J Parasitol,<br />

2005;35:1255-1278.<br />

4. Riy B, Tandon V. Morphological and microtopographical<br />

strain variations among Fasciolopsis buskii originating<br />

from differente geographical areas. Acta Parasitol, 1993;<br />

38:72-77.<br />

5. Valero M, Pérez-Crespo I, Periago M, Khoubbane M,<br />

Mas-Coma S. Fluke egg characteristics for the diagnosis<br />

of human and animal fascioliasis by Fasciola hepatica and<br />

F. gigantica in human endemic areas. Acta Tropica, 2009:<br />

111:150-159.<br />

6. World Health Organization. Control of foodborne trematode<br />

infections. WHO Techn Rep Ser No, 1995;849:1-<br />

157.


Capítulo<br />

26<br />

Teniasis por Taenia solium,<br />

Taenia saginata y Taenia asiatica*<br />

Ana Flisser • Arve L. Willingham III<br />

Historia<br />

La teniasis humana se conoce desde las culturas antiguas egipcia<br />

y griega. En la cultura egipcia antigua la infección probablemente<br />

se debía a Taenia saginata, ya que los egipcios no comían<br />

carne de cerdo. Hipócrates, Aristóteles y Teofrasto llamaron a<br />

las tenias “gusanos planos”, que significa gusano en forma de<br />

listón, mientras que los romanos como Celso, Plinio el Viejo y<br />

Galeno les llamaron lumbricus latus, indicando un gusano ancho.<br />

T. solium se confundió con T. saginata y con Dyphyllobothrium<br />

latum durante dos mil o más años, hasta que Tyson<br />

en 1683 descubrió y describió la cabeza o escólex de las tenias,<br />

y Redi, un año después, publicó ilustraciones del escólex<br />

de tenias de perros y gatos. Durante los siglos xviii y xix se<br />

generaron gran cantidad de conocimientos sobre estos parásitos.<br />

T. saginata, aunque es un parásito cosmopolita, no causa<br />

una enfermedad con daños severos sino más bien una sensación<br />

desagradable cuando se liberan segmentos del parásito a través<br />

del ano. En cambio, la teniasis por T. solium tiene gran importancia,<br />

pues varios estudios indican que los portadores constituyen<br />

el principal factor de riesgo de adquirir cisticercosis, y la<br />

neurocisticercosis es un problema de salud pública en varios<br />

países en vías de desarrollo y está reapareciendo en países desarrollados.<br />

18<br />

Varios países de América Latina fueron pioneros en la descripción<br />

de la neurocisticercosis por el estudio detallado de autopsias,<br />

pues alrededor de 2% de los cerebros sometidos a estudio<br />

patológico en México y Brasil tenía cisticercos, y alrededor<br />

de 0.5% en Chile y Colombia. A partir de la década de 1980,<br />

con el desarrollo de técnicas modernas de diagnóstico inmunológico,<br />

como el ELISA y el western blot, y las técnicas de imagen,<br />

tomografía computarizada y resonancia magnética, se ha<br />

facilitado la identificación de pacientes con cisticercosis y la<br />

confirmación de neurocisticercosis. Durante esa década también<br />

se evaluó por primera vez a nivel mundial, en México,<br />

Colombia y Corea, la eficiencia del praziquantel como fármaco<br />

cestocida, y posteriormente el albendazol, con los cuales el manejo<br />

terapéutico de la neurocisticercosis ha mejorado de manera<br />

importante. 9,13,28,30<br />

Taenia asiatica fue descrita en la última década porque varios<br />

científicos de Asia y el Pacífico observaron que personas<br />

infectadas con gusanos adultos, que aparentemente eran T. saginata,<br />

habían adquirido la infección por comer carne de cerdo<br />

y no de res. Esto generó opiniones diferentes, ya que algunos la<br />

consideraron subespecie y por lo tanto se la llamó T. saginata<br />

asiatica, mientras que otros razonaban que era una especie diferente<br />

y la empezaron a llamar Taenia asiatica. Estudios moleculares<br />

confirmaron que es una especie independiente, aunque<br />

hermana, de T. saginata, por lo que se acepta que es Taenia<br />

asiatica. 7<br />

Concepto<br />

Infección por forma adulta de cestodos del género Taenia (Taenia<br />

solium, Taenia saginata y Taenia asiatica), que se desarrollan<br />

en el intestino delgado del hombre, su único hospedero definitivo.<br />

Los hospederos intermediarios naturales que presentan los<br />

metacestodos o formas juveniles (cisticercos) son el cerdo (Taenia<br />

solium y Taenia asiatica) y el vacuno (Taenia saginata). Las<br />

personas se infectan por accidente con cisticercos de T. solium,<br />

que pueden provocar un cuadro clínico grave (véase capítulo<br />

55, Cisticercosis por Taenia solium).<br />

Clasificación<br />

Las tenias son parásitos metazoarios; se llaman comúnmente<br />

gusanos planos o acintados por su apariencia de listón; la clasificación<br />

de las tenias que afectan al ser humano es la siguiente:<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

184


CAPÍTULO 26 Teniasis por Taenia solium, Taenia saginata y Taenia asiatica 185<br />

Reino: Animalia<br />

Phylum: Platyhelminthes<br />

Clase: Cestoidea<br />

Subclase: Eucestoda<br />

Orden: Cyclophyllidea<br />

Familia: Taeniidae<br />

Género: Taenia<br />

Especie: T. solium. Linnaeus, 1758<br />

Especie: T. saginata. Goeze, 1782<br />

Especie: T. asiatica. Eom y Rim, 1993<br />

Ciclo de vida<br />

El ciclo de vida de las tenias incluye el estado adulto, el huevo y<br />

la forma larvaria. El parásito adulto, comúnmente llamado solitaria<br />

intestinal, se alberga de manera exclusiva en el intestino de<br />

los seres humanos, mide hasta 5 metros de largo en T. solium,<br />

hasta 8 m en T. asiatica y hasta 12 m en T. saginata. Una persona<br />

adquiere la infección después de ingerir carne de cerdo o de res<br />

cruda o poco cocinada, infectada con el estadio larvario o cisticerco.<br />

Los hospederos intermediarios adquieren la parasitosis<br />

después de ingerir huevos liberados con la materia fecal del hospedero<br />

definitivo, que es exclusivamente el ser humano. En el<br />

ganado porcino se desarrollan los cisticercos de T. solium (principalmente<br />

en músculo) y de T. asiatica (en hígado), mientras<br />

que en la musculatura del ganado vacuno se alojan los de T. saginata.<br />

Los seres humanos también pueden albergar cisticercos<br />

de T. solium en el cerebro, ojos, músculo y tejido subcutáneo; sin<br />

embargo, se consideran hospederos accidentales debido a que no<br />

participan en el mantenimiento del ciclo de vida. En la figura<br />

26-1 se muestran los ciclos de vida de las tres especies. 9,11,31<br />

Biología<br />

Taenia causa una enfermedad antropozoonótica, ya que los seres<br />

humanos desarrollan el estadio adulto del parásito por ingerir<br />

carne de res o de cerdo cruda a insuficientemente cocinada<br />

que contiene cisticercos y, a su vez, estos animales adquieren<br />

cisticercosis después de ingerir huevos de tenia. Los cerdos ingieren<br />

proglótidos grávidos con huevos directamente con la<br />

materia fecal humana al tener acceso a letrinas o por heces en el<br />

suelo, mientras que las vacas, al pastar, pueden ingerir los huevos<br />

desparramados en los pastizales por aguas negras o por fecalismo<br />

al aire libre. 14<br />

El parásito está formado por una cabeza o escólex con una<br />

doble corona de ganchos en T. solium o sin ellos en T. saginata<br />

(llamada tenia desarmada), los cuales pueden estar hundidos o<br />

ausentes en T. asiatica. El rostelo también contiene cuatro ventosas<br />

con las que se fija a la mucosa intestinal (figura 26-2). El<br />

escólex tiene el tamaño de la cabeza de un alfiler y le sigue un<br />

cuello, a partir del cual se forma el estróbilo, que es como una<br />

cinta larga, plana y blanquecina, constituida por segmentos repetidos<br />

llamados proglótides. T. solium contiene hasta 1 000<br />

proglótides, T. asiatica hasta 1 200 y T. saginata hasta 1 500.<br />

a<br />

a<br />

4<br />

a<br />

3<br />

b<br />

5<br />

b<br />

b<br />

b<br />

a<br />

A<br />

Figura 26-1. Ciclo biológico de Taenia saginata (color amarillo) y<br />

Taenia solium (color gris). A) Hospedador definitivo: humano. Tenia<br />

en intestino delgado. I, Tenia. 1a) Segmento maduro de T. solium.<br />

1b) Segmento maduro de T. saginata. 2) Huevo de tenia (embrióforo<br />

con larva de seis ganchos). B) Hospedadores intermediarios.<br />

a) Cerdo (excepcionalmente el humano [B a 1]) (cisticercosis).<br />

b) Ganado vacuno. 3-4) Larvas con diferentes estadios de evaginación<br />

del escólex. 3a) Cysticercus cellulosae de T. solium (con corona<br />

de ganchos y cuatro ventosas succionadoras); comienzo de la<br />

evaginación. 3b) Cysticercus bovis de T. saginata (con cuatro<br />

ventosas succionadoras). 4) Estadio larval evaginado de T. solium<br />

(a) y de T. saginata (b). 5a) Cabeza de la tenia del cerdo (con corona<br />

de ganchos). 5b) Cabeza de la tenia de vacuno (sin corona de<br />

ganchos).<br />

I – III. Fases de movimiento de segmentos de tenia recién desprendidos.<br />

Los más cercanos al cuello son inmaduros; les siguen los maduros,<br />

que contienen órganos sexuales masculinos y femeninos,<br />

por lo que la tenia es hermafrodita y en ellos se lleva a cabo la<br />

fecundación. Los últimos proglótidos son grávidos, ya que contienen<br />

alrededor de 60 000 huevos cada uno; éstos se liberan<br />

del estróbilo y se evacuan con la materia fecal para así perpetuar<br />

el ciclo de vida del parásito (figura 26-3). 3,9,11,28,31<br />

B<br />

1b<br />

2<br />

B a 1<br />

1 1a 1b<br />

1a<br />

I II III


186 PARTE II Parasitología humana<br />

A<br />

B<br />

Figura 26-3. Morfología de proglótides. A) Taenia solium. B) Taenia<br />

saginata.<br />

Los huevos son esféricos y microscópicos; miden de 15 a<br />

45 mm y tienen apariencia radial cuando son vistos al microscopio<br />

(figura 26-4). Cada huevo contiene un embrión hexacanto<br />

que está rodeado por una membrana oncosferal y un<br />

embrióforo que es resistente a las condiciones del medio ambiente.<br />

El embrióforo está formado por bloques embriofóricos<br />

contiguos unidos por una sustancia cementante, lo que le da la<br />

apariencia radial. Los huevos de todas las especies de taenidos<br />

son morfológicamente indistinguibles cuando son vistos al<br />

microscopio tanto de luz como electrónico. Cuando los hospederos<br />

intermediarios ingieren huevos, los jugos gástricos e intestinales<br />

disgregan los bloques embriofóricos y digieren la<br />

membrana oncosferal. Los embriones se activan, atraviesan<br />

la mucosa del intestino delgado, circulan y se transforman en<br />

cisticercos visibles en alrededor de 2-4 meses. Los cisticercos de<br />

T. saginata se desarrollan en el músculo de la vaca, mientras que<br />

los de T. solium se encuentran en el sistema nervioso central, el<br />

ojo, el músculo y el tejido subcutáneo del cerdo y del ser humano<br />

y los de T. asiatica en el hígado del cerdo. 3,16,23<br />

El estudio más detallado de la transformación de oncosferas<br />

en cisticercos lo publicó Yoshino en 1933 utilizando imágenes<br />

histológicas de la migración de larvas de T. solium a través<br />

de la lámina propia del intestino y en la circulación de<br />

cerdos. En la mucosa encontró oncosferas entre 15 y 48 horas<br />

después de la infección y, después de la penetración, las larvas<br />

fueron transportadas en los vasos sanguíneos. Seis días después<br />

encontró cisticercos macroscópicos en hígado, cerebro y<br />

músculo esquelético que medían alrededor de 0.3 mm. A los<br />

60 y 70 días posinfección los cisticercos tenían el escólex completamente<br />

desarrollado y medían 6 a 9 mm, llegando a medir<br />

hasta 1.5 cm a los 177 a 325 días. A pesar de los múltiples estudios<br />

de patología en neurocisticercosis humana, no existen<br />

descripciones de estadios similares a los detallados por Yoshino<br />

en cerdos. 23<br />

Los cisticercos, también llamados metacestodos, están<br />

conformados por dos cámaras; la interna contiene al escólex y<br />

al canal espiral y la externa contiene fluido vesicular (menos de<br />

0.5 ml). Cuando un cisticerco vivo es ingerido por el hospedero<br />

definitivo, el primer evento es el ensanchamiento del poro<br />

de la pared vesicular para que puedan emerger el escólex y el<br />

cuello, mientras que la pared y el fluido vesicular se desintegran<br />

en el tracto digestivo. El cisticerco es una vesícula que mide<br />

alrededor de un centímetro de diámetro, es blanquecino y semitransparente<br />

y tiene un escólex esférico en el interior. En el<br />

ser humano se desarrollan dos tipos morfológicos de cisticercos:<br />

celuloso y racemoso. El cisticerco celuloso es una vesícula<br />

pequeña, esférica u oval, blanca o amarilla, que mide entre 0.5<br />

y 1.5 cm y tiene una pared translúcida. El escólex puede verse<br />

a través de ella, como un gránulo excéntrico, pequeño y sólido.<br />

Por lo general, este tipo de cisticercos se separa del tejido del<br />

hospedero mediante una cápsula delgada de colágeno y se mantiene<br />

vivo en su interior. El cisticerco racemoso tiene la apariencia<br />

de una vejiga grande, redonda o lobulada y se parece a un<br />

racimo de uvas; está circunscrito por una pared delicada, mide<br />

hasta 10 o incluso 20 cm y puede contener hasta 60 ml de líquido.<br />

Los cisticercos celulosos crecen y se transforman en racemosos<br />

en áreas espaciosas. La característica más importante<br />

de este tipo de cisticercos es que no se puede ver el escólex; solamente<br />

los estudios histológicos detallados revelan sus restos<br />

en algunos casos. Las características principales de las solitarias,<br />

los cisticercos y los huevos se presentan en el cuadro 26-1 y en<br />

la figura 26-2a y b. 3,9,11,28,31<br />

Epidemiología<br />

La cisticercosis se considera una enfermedad tropical descuidada<br />

(neglected tropical disease) debido a la falta de información y<br />

de conciencia sobre su extensión, diagnóstico adecuado, capacidad<br />

de manejo de la enfermedad y estrategias adecuadas para<br />

el control y prevención a nivel comunitario y gubernamental<br />

en países en vías de desarrollo. A pesar de ello, existen varias<br />

revisiones sobre el tema tanto en artículos de revistas periódicas<br />

como en capítulos de libro e incluso hay libros completos sobre<br />

esta parasitosis. Además, recientemente se revisaron los lineamientos<br />

para la vigilancia, prevención y control de la cisticercosis/teniasis.<br />

7<br />

La teniasis debida a T. solium tiene una prevalencia muy<br />

variable. Se reportaron 4 millones de casos como incidencia<br />

mundial en 1977. En general las publicaciones sobre teniasis<br />

por T. solium son escasas y la mayoría se refiere a aspectos clínicos<br />

y tratamiento. Es más, la metodología empleada en laboratorios<br />

clínicos para su diagnóstico no se ha modificado desde el<br />

desarrollo de la técnica de sedimentación con formol-éter por<br />

Ritchie en 1948, a pesar de su baja sensibilidad y especificidad.<br />

Probablemente el poco interés en la investigación sobre teniasis<br />

se debe a que T. solium, agente causal de la neurocisticercosis<br />

humana, fue abolida de países desarrollados por medio del me-


CAPÍTULO 26 Teniasis por Taenia solium, Taenia saginata y Taenia asiatica 187<br />

joramiento de la infraestructura sanitaria y a través de educación<br />

para la salud. Recientemente la fuente de datos de prevalencia<br />

para T. solium cambió de reportes coproparasitoscópicos<br />

a estudios comunitarios realizados en países endémicos.<br />

Un estudio seroepidemiológico que se llevó a cabo en la<br />

Isla de la Reunión, Madagascar, mostró una correlación entre<br />

teniasis, cisticercosis humana, epilepsia, personas seropositivas,<br />

cerdos infectados y disposición de excreta. Un estudio realizado<br />

en Taiwán mostró que los niños escolares aborígenes, pero no<br />

los no aborígenes, estaban infectados con Taenia y los autores<br />

sugirieron que se debía a la ingestión de carne cruda y vísceras<br />

de animales silvestres entre los aborígenes. 8<br />

La teniasis debida a T. saginata es cosmopolita. Stoll reportó<br />

que en 1947 había 39 millones de casos y reportaron 61<br />

millones de casos 30 años después. T. saginata se encuentra en<br />

la mayoría de los países que crían ganado en el mundo. En la<br />

población humana en algunos países de África central y del<br />

este, el Cercano Oriente y las repúblicas caucásicas y centro-sur<br />

que antes formaban parte de la URSS, es altamente endémica,<br />

con una prevalencia mayor a 10%. En muchos países de Europa,<br />

el sudeste asiático y Sudamérica, la frecuencia es menor de<br />

5%. En Australia, Canadá y EUA la prevalencia es menor<br />

de 0.1%. 30<br />

Existen muchas fuentes de datos de prevalencia y la mayor<br />

parte de la información se obtiene de reportes de laboratorio.<br />

Por ejemplo, en la ex-URSS, la prevalencia promedio de teniasis<br />

fue de 0.6% en 1950 basada en 14 millones de muestras y<br />

de 0.3% en 46 millones de muestras fecales analizadas en 1960.<br />

En el Instituto Adolfo Lutz en São Paulo, Brasil, se llevaron a<br />

cabo 1.5 millones de estudios coproparasitoscópicos entre<br />

1960 y 1989 y arrojaron 0.5% de casos con huevos de tenia.<br />

Sólo en 355 casos se obtuvieron proglótides; de éstos, en 311 se<br />

pudo demostrar la especie; 88% fue T. saginata. Otra fuente de<br />

datos de prevalencia es el consumo de fármacos tenicidas y tenífugos.<br />

En Francia se vendieron 407 000 dosis de estos fármacos<br />

entre abril de 1974 y marzo de 1975, calculándose una<br />

prevalencia de 0.75%. En EUA los médicos solicitaron niclosamida<br />

para el tratamiento de 4 414 casos de teniasis entre<br />

1978 y 1981. La prevalencia también se puede relacionar con<br />

la frecuencia y consecuencias financieras de la cisticercosis bovina.<br />

En áreas altamente endémicas, la prevalencia tiene una<br />

magnitud de 80%, mientras que en Europa varía entre 1 y<br />

5%. 5,32,40<br />

Clínica<br />

A diferencia de la neurocisticercosis, la teniasis causa muy poca<br />

discapacidad y morbilidad. La mayor parte de los portadores de<br />

T. solium son asintomáticos, se percatan de la infección sólo<br />

cuando notan la salida de proglótides con la materia fecal, o<br />

por movimiento espontáneo de los mismos a través del ano en<br />

el caso de T. saginata. Esto puede ocasionar una sensación desagradable<br />

al sentir un cuerpo extraño arrastrándose en la entrepierna,<br />

así como comezón intensa en la zona perianal e incluso<br />

en la piel que recorre el parásito en las piernas. Los pocos reportes<br />

que hay publicados indican que se pueden liberar de 1 a 15<br />

proglótides y que esto puede suceder de forma intermitente o<br />

diariamente; asimismo, se puede presentar malestar gastrointestinal<br />

ligero. La observación de 3 110 enfermos con T. saginata<br />

indicó que 35% sufrió de dolores abdominales, 34% tuvo<br />

náusea, 25% debilidad, 21% pérdida de peso, 17% presentó<br />

aumento del apetito, 15% dolores de cabeza, 9% constipación,<br />

8% mareos, 6% diarrea y 4% prurito anal.<br />

El dolor abdominal se localiza vagamente en la línea media<br />

de la región epigástrica o umbilical y varía en intensidad. El<br />

dolor abdominal y la náusea probablemente se deben a distensión<br />

o espasmos de la pared intestinal como reacción a los movimientos<br />

del gusano y disminuyen rápidamente comiendo. Se<br />

ha explicado el hambre por hipoglucemia o como resultado de<br />

la irritación de la válvula ileocecal por las proglótides, mientras<br />

que el aumento del apetito parece ser una reacción psicológica.<br />

No se ha propuesto ninguna explicación a las alteraciones en<br />

los movimientos estomacales. Otros hallazgos clínicos menos<br />

frecuentes atrubuidos a las tenias incluyen convulsiones, síncopes<br />

y síntomas alérgicos tales como urticaria, prurito y otras<br />

alteraciones de la piel que probablemente se deban a la infección<br />

concomitante por otros parásitos intestinales o a otras causas.<br />

Se ha informado que 5 a 46% de los portadores tienen eosinofilia<br />

en la sangre. Las manifestaciones clínicas también se<br />

asocian a edad, sexo y otras condiciones simultáneas. 36<br />

La adherencia del escólex a la mucosa en la parte superior<br />

del yeyuno ocasiona inflamación local menor. Se presenta<br />

apendicitis y otras condiciones o complicaciones agudas poco<br />

frecuentes como resultado de la migración del gusano a sitios<br />

no habituales o por efectos mecánicos, especialmente cuando<br />

se encuentran varias tenias. Esto también puede ser causado<br />

por invasión de los conductos pancreático o biliar, obstrucción<br />

o perforación intestinal y vómito de proglótides seguido de aspiración.<br />

Las reacciones individuales a la infección difieren mucho<br />

y pueden ser de naturaleza psicológica, pues los síntomas<br />

generalmente se reportan después de que el paciente se percató<br />

de estar infectado. Aunque existe muy poca información con<br />

respecto a la teniasis por T. solium, las revisiones indican que la<br />

sintomatología y la patología son aún menos obvias, tal vez<br />

debido a que las tenias son más pequeñas y menos activas y<br />

pueden pasar inadvertidas por los portadores. 10,29,31,37,38<br />

Diagnóstico<br />

El diagnóstico de teniasis se realiza por exámenes coproparasitoscópicos<br />

con el propósito de identificar huevos del parásito<br />

en la materia fecal. Existen varias técnicas para la detección de<br />

huevos en heces; las que se utilizan con más frecuencia son la<br />

flotación de Faust y la sedimentación de Ritchie. Estos procedimientos<br />

tienen alrededor de 50-60% de sensibilidad; por lo<br />

tanto, se subestima la prevalencia de teniasis porque los huevos<br />

de las especies de Taenia se excretan de manera intermitente.<br />

Por tanto, se puede mejorar la eficacia de la prueba si se repite<br />

en días diferentes para analizar varias muestras consecutivas,<br />

con lo que se aumentan las probabilidades de detectar portado-


188 PARTE II Parasitología humana<br />

res de tenia. También se ha informado que el raspado perianal<br />

es relativamente sensible para diagnosticar infecciones por Taenia<br />

spp., aunque también se han reportado resultados opuestos.<br />

La decisión sobre diagnóstico de parasitosis intestinales se<br />

puede facilitar con el uso de algoritmos. 3,9,11,28,30,36<br />

Los huevos de T. solium, T. saginata y T. asiatica son morfológicamente<br />

idénticos; por tanto, es necesario recuperar los<br />

escólices o las proglótides grávidas para establecer las especies<br />

que están causando la infección. La observación de proglótides<br />

en las heces es, en muchas ocasiones, el diagnóstico inicial del<br />

caso. Las proglótides grávidas de T. saginata pueden salir<br />

del hospedero de manera espontánea, por lo que las personas<br />

infectadas se dan cuenta de la presencia del parásito. Aparentemente<br />

T. solium no se manifiesta de esta manera; sin embargo,<br />

las proglótides de T. solium pueden tener motilidad en heces<br />

frescas y son capaces de migrar fuera del cuerpo. Así, no necesariamente<br />

el diagnóstico de especie es correcto cuando se basa<br />

sólo en este parámetro ya que, además, se reportó un caso en el<br />

que durante 20 días la persona en Colombia eliminó 102 proglótides<br />

de T. solium en o sobre su materia fecal y que en dos<br />

ocasiones él mismo colectó proglótides móviles de sus muslos.<br />

El diagnóstico de especie se realiza de rutina cuando se<br />

encuentran proglótides grávidas en buenas condiciones. Los de<br />

T. solium tienen 7 a 14 ramas uterinas laterales que nacen del<br />

canal central del útero y posteriormente se subdividen, mientras<br />

que en T. saginata hay 14 a 32 ramas uterinas primarias que<br />

también se ramifican. Sin embargo, este criterio diagnóstico<br />

puede ser erróneo cuando el número de ramas se sobrepone<br />

entre ambas especies; en general sí es posible distinguirlas, aunque<br />

es necesario tener experiencia con el fin de reconocer a T.<br />

saginata, que es más ancha y amarillenta, de T. solium, que es<br />

más angosta y blanquecina, y para poder definir el número de<br />

ramas uterinas primarias. Otras diferencias en las proglótides<br />

de ambas especies incluyen la presencia de un lóbulo ovárico<br />

accesorio en T. solium y de un esfínter vaginal en T. saginata<br />

que es evidente en proglótides maduras o grávidas. La presencia<br />

o ausencia de ganchos en el escólex es la diferencia más confiable<br />

entre ambas especies; T. solium tiene un escólex armado y T.<br />

saginata lo tiene desarmado; sin embargo, hay pocas probabilidades<br />

de obtener el escólex después de dar tratamiento cestocida.<br />

T. asiatica es más parecida a T. saginata que a T. solium (figura<br />

26-1). 3,9,11,18,28,30,36<br />

El interrogatorio a los portadores de tenia como un método<br />

auxiliar para el diagnóstico de teniasis por T. solium, ha<br />

mostrado resultados contradictorios, pues en un estudio poblacional<br />

en una jurisdicción con más de 700 000 habitantes, se<br />

quintuplicó la detección de tenias, manteniéndose la proporción<br />

conocida en México (de cada 10 gusanos, uno fue T. solium<br />

y 9 fueron T. saginata), mientras que en Guatemala fue<br />

más frecuente que la persona infectada no supiera que tenía<br />

una tenia. T. saginata y T. asiatica, como son más móviles, salen<br />

activamente del ano del hospedero. Es importante considerar<br />

que los portadores pueden confundir el parásito que desalojan<br />

con nematodos como Enterobius vermicularis y Ascaris lumbricoides.<br />

El estudio realizado en México incluyó una campaña de<br />

concientización orientada a educar a los médicos, enfermeras,<br />

practicantes del cuidado de la salud y el público en general sobre<br />

teniasis y cisticercosis, así como la distribución de frasquitos<br />

con proglótides de tenia en fijador para los médicos que<br />

trabajaban en centros de salud y lineamientos para entrevistar a<br />

los pacientes respecto a la teniasis, aunado a la identificación de<br />

porcicultores que tenían cerdos infectados con T. solium. Estos<br />

elementos pudieron haber influido en el aumento de la detección<br />

de infecciones de tenia. 12<br />

Se ha iniciado la aplicación de métodos moleculares para<br />

mejorar el diagnóstico: por ejemplo, se describió una técnica de<br />

electroforesis que muestra movilidad diferente de la glucosa<br />

fosfato isomerasa en extractos de T. solium y de T. saginata. Por<br />

otro lado, se estandarizó la detección de huevos en heces empleando<br />

técnicas de hibridación de DNA en un punto que fue<br />

altamente sensible porque se pudo detectar un solo huevo de<br />

T. saginata; sin embargo, se presentó hibridación cruzada entre<br />

T. saginata y T. solium. Aunque se han reportado sondas específicas<br />

para T. solium y para T. saginata, aún no se han utilizado<br />

para detectar huevos. Los abordajes moleculares más modernos<br />

para detectar teniasis incluyen la reacción en cadena de la<br />

polimerasa (PCR) simple o acoplada a la detección de polimorfismos<br />

en la longitud de los fragmentos de restricción y la PCRmúltiplex<br />

que genera secuencias de DNA mitocondrial<br />

específicas de especie. La PCR proporciona un diagnóstico rápido<br />

y sensible de teniasis, y las otras dos variaciones permiten<br />

hacer el diagnóstico diferencial de las especies de Taenia sin<br />

tener que depender de la disponibilidad de proglótides maduras<br />

o grávidas intactas; además, la última mostró ser útil para<br />

estudios de epidemiología molecular relacionados con la variación<br />

genotípica en T. solium en todo el mundo. Las muestras de<br />

los parásitos deben ser frescas, lavarse en solución salina fisiológica,<br />

utilizarse en fresco, fijarse en 75% de etanol o congelarse<br />

lo antes posible. 2,22,27,28<br />

La capacidad de detectar por técnicas parasitológicas a los<br />

portadores de tenia aumentó drásticamente con el desarrollo de<br />

un ensayo inmunoenzimático (ELISA), que detecta macromoléculas<br />

(antígenos) de Taenia en muestras fecales. Inicialmente<br />

se evaluó el ELISA en un modelo experimental y se obtuvo alta<br />

especificidad y sensibilidad para coproantígenos en ratas infectadas<br />

con Hymenolepis diminuta. El ELISA para detección de<br />

coproantígenos en humanos emplea anticuerpos obtenidos en<br />

sueros hiperinmunes de conejo contra antígenos somáticos de<br />

T. solium adulta, tiene una sensibilidad de aproximadamente<br />

95% y una especificidad superior a 99%.<br />

Se ha desarrollado una forma más rápida en tira reactiva<br />

(varilla) que requiere de instalaciones mínimas, convirtiéndola<br />

en una opción más adecuada para estudios epidemiológicos;<br />

sin embargo, es menos sensible que el ensayo en placa y más<br />

difícil de estandarizar. Los coproantígenos son detectables antes<br />

de que la infección sea patente, o sea, antes del inicio de la eliminación<br />

de huevos, y dejan de serlo una semana después del<br />

tratamiento. Al aplicar esta técnica para el diagnóstico de teniasis<br />

humana por T. solium no se presentó reacción cruzada con<br />

H. nana ni con otros helmintos; sin embargo, sólo es específica


CAPÍTULO 26 Teniasis por Taenia solium, Taenia saginata y Taenia asiatica 189<br />

hasta género, haciendo imposible diferenciar las infecciones de<br />

T. solium de las de T. saginata o T. asiatica.<br />

La detección de coproantígenos por ELISA en portadores<br />

de T. saginata tiene 85% de sensibilidad y 95% de especificidad;<br />

sin embargo, al igual que el ELISA para T. solium, no<br />

distingue entre las especies que parasitan al ser humano. El<br />

ELISA se evaluó en estudios de campo en China y Guatemala,<br />

resultó ser sensible y específico y permitió diagnosticar a un<br />

individuo que fue negativo en el estudio coproparasitoscópico<br />

y por tratamiento tenicida y que un día después del tratamiento<br />

arrojó varias proglótides. 1,2,4<br />

La detección de anticuerpos contra T. solium adulta en<br />

muestras de sangre por western blot es altamente sensible (95%)<br />

y específica (100%) si se le compara con la detección por<br />

microscopia; sin embargo, como detecta anticuerpos sólo proporciona<br />

información sobre personas con antecedentes de infección<br />

por tenia y no necesariamente infección activa, por lo<br />

que podría dar diagnósticos falsos positivos debido a la larga<br />

duración de los anticuerpos en circulación. La saliva y las lágrimas<br />

también son fluidos biológicos aparentemente adecuados<br />

para buscar anticuerpos, pues fueron útiles en el diagnóstico de<br />

neurocisticercosis humana o de teniasis canina, por lo que se<br />

deberían tomar en cuenta, en especial la saliva, como muestra<br />

potencialmente útil para el diagnóstico de teniasis. 38,39<br />

Tratamiento<br />

Al principio de la era cristiana algunos autores árabes, tales<br />

como Serapio, llamaron a las tenias “cucurbitini” no solamente<br />

por su semejanza con pepitas o semillas de calabaza, sino porque<br />

las pepitas de calabaza son uno de los remedios más antiguos<br />

contra la teniasis. En la primera mitad del siglo pasado los<br />

fármacos empleados eran la mecaprina, los compuestos de estaño,<br />

la paromomicina, los derivados de acridina, el diclorofenol,<br />

el triclorofenol, el bitionol y los extractos del helecho macho<br />

Aspidium. Se logró un gran avance en la quimioterapia cuando<br />

se introdujo en 1960 la niclosamida, que es una cloronitrofenil-clorosalicilamida<br />

y, más recientemente, el praziquantel, una<br />

isoquinolina-pirazina acilada sintética.<br />

El efecto de todos estos medicamentos es diverso y el conocimiento<br />

preciso de su modo de acción es escaso. El praziquantel,<br />

la paromomicina y los compuestos de estaño dañan el<br />

tegumento del gusano. El praziquantel también interfiere con<br />

los canales del calcio paralizando al parásito, al igual que el extracto<br />

de helecho macho. La niclosamida desacopla la fosforilación<br />

oxidativa y, por lo tanto, inhibe la captación de oxígeno y<br />

glucosa. No se conoce el modo de acción de la semilla de calabaza,<br />

de los derivados de acridina y de la paromomicina; esta<br />

última es un antibiótico del que se descubrió su acción antihelmíntica<br />

de manera serendípica. El praziquantel y la niclosamida<br />

son los fármacos de elección para el tratamiento de la teniasis,<br />

pues son actualmente los mejores tenicidas. Su eficacia ha<br />

sido exhaustivamente investigada. El praziquantel y la niclosamida<br />

se administran como dosis única oral en la mañana antes<br />

de los alimentos y puede darse una hora después una purga salina,<br />

aunque la necesidad de esta purga ha sido cuestionada. El<br />

praziquantel se administra en una dosis de 10 mg/kg y produce<br />

cerca de 100% de curación, con pocos o ningún efectos colaterales,<br />

tales como dolor abdominal o de cabeza ligero y transitorio,<br />

y en casos raros mareos y erupciones en piel. Aun en dosis<br />

más bajas, de 2.5 mg/kg, ha mostrado alta eficacia contra teniasis<br />

por T. saginata y se ha sugerido que es más seguro y menos<br />

costoso para control de T. solium en intervenciones poblacionales,<br />

aunque en dosis no menores de 10 mg/kg de peso. El praziquantel<br />

está contraindicado en mujeres embarazadas, niños<br />

menores de dos años y pacientes con cirrosis o problemas hepáticos<br />

(ver capítulo 94). 3,10,30,36,37<br />

La niclosamida, que no es fácilmente disponible en muchos<br />

países endémicos para T. solium, es el fármaco preferido<br />

porque no se absorbe del intestino. La niclosamida se administra<br />

en una dosis total de 2 g para adultos en cuatro tabletas de<br />

500 mg que deben ser bien masticadas y deglutidas con una<br />

pequeña cantidad de agua. La dosis para niños es proporcionalmente<br />

menor, en general de 2 a 3 tabletas. El fármaco es bien<br />

tolerado y no se han reportado efectos tóxicos en dosis terapéuticas.<br />

Un solo tratamiento es efectivo en 80 a 90% de los casos.<br />

La niclosamida no tiene contraindicaciones y puede emplearse<br />

durante la gestación. También se puede emplear la paromomicina,<br />

cuando los otros dos fármacos no están disponibles, en<br />

una dosis única de 75 mg/kg con un máximo de 4 g después de<br />

la comida.<br />

El 30 a 60% de los casos presentan efectos secundarios leves,<br />

principalmente diarrea y vómito. Esto, en teoría, puede ser<br />

peligroso en casos de T. solium, pues podría llevar a autoinfección<br />

interna, ocasionando cisticercosis. Aún se utilizan los derivados<br />

de la acridina (quinacrina), por lo menos en países asiáticos,<br />

a pesar del riesgo de baja tolerancia y sobredosis. Este<br />

fármaco debe reservarse sólo para casos refractarios de infecciones<br />

por T. saginata. En Taiwán se empleó una mezcla de nueces<br />

de areca hervidas (75-150 g) y semillas de calabaza (50-100 g)<br />

para tratar a 33 personas con teniasis y se consideró el tratamiento<br />

seguro y efectivo. Actualmente en China se emplean las<br />

nueces de areca con alta eficacia. 3,10,30,36,37<br />

El albendazol, un derivado benzimidazólico, es un fármaco<br />

antihelmíntico potente y de amplio espectro que se emplea<br />

en casos de parasitosis múltiples por su efectividad en contra de<br />

cestodos y nematodos. La dosis recomendada para el tratamiento<br />

de teniasis es 6.6 mg/kg. Una dosis única de 400 mg<br />

produjo 65% de curación, mientras que tres días de dosificación<br />

aumentó la curación al 86% en 480 adultos con helmintiasis<br />

únicas o combinadas.<br />

El albendazol no debe usarse en niños menores de dos<br />

años o durante el embarazo, debido a los efectos embriotóxicos<br />

y teratogénicos que se han observado en animales experimentales.<br />

La gastrografina (diatrisoato de sodio y meglumina) es otro<br />

fármaco con capacidad de expulsar a T. saginata. Este efecto se<br />

descubrió de manera un tanto fortuita cuando se utilizó el fármaco<br />

para visualizar a la tenia en la luz intestinal por rayos X;<br />

se obtuvo 100% de eficacia en el tratamiento de seis casos de


190 PARTE II Parasitología humana<br />

teniasis por T. saginata. Las tenias se vieron claramente por<br />

fluoroscopia como áreas radiolúcidas acintadas dentro del yeyuno<br />

y mostraron movimientos activos aparentemente en contra<br />

del flujo de la gastrografina; 20 a 50 minutos después del<br />

tratamiento, las tenias fueron evacuadas vivas, no fragmentadas<br />

y aparentemente no dañadas. Se analizó el modo de acción de<br />

la gastrografina pero no se pudo definir. A pesar de este resultado<br />

exitoso, un informe más reciente indica que el uso de gastrografina<br />

tiene un alto costo y que debido a que la inserción del<br />

tubo duodenal es dolorosa, no se recomienda su uso en casos de<br />

infección por T. saginata, pero podría considerarse para portadores<br />

de T. solium con el fin de disminuir el riesgo de autoinfección.<br />

3,10,23,30,36,37<br />

La quimioterapia se puede considerar exitosa si no reaparecen<br />

proglótides en la materia fecal cuatro meses después del<br />

tratamiento. Si es necesario, se puede repetir la administración<br />

del medicamento algunas semanas después del primer tratamiento<br />

y también si se vuelven a desalojar proglótides 3 a 4<br />

meses después. Es necesario tomar precauciones en portadores<br />

de T. solium porque aun una dosis única y baja de praziquantel<br />

usada para el tratamiento de teniasis fue capaz de exacerbar<br />

síntomas neurológicos en casos de cisticercosis cerebral asintomática.<br />

El estudio histológico detallado de proglótides liberadas<br />

antes y después de tratamiento con niclosamida mostró que<br />

el fármaco no causa ningún daño al tegumento del parásito,<br />

minimizando las posibilidades de autoinfección debidas a la<br />

liberación de huevos.<br />

El praziquantel causa daños severos a las proglótides y, por<br />

lo tanto, en teoría puede favorecer una autoinfección. Sin embargo,<br />

nunca se ha obtenido confirmación de autoinfección<br />

interna en T. solium. Se requiere de un grado anormal de peristaltismo<br />

reverso para llevar las proglótides grávidas de la parte<br />

distal del intestino delgado al estómago. Sin embargo, puede<br />

existir un reflujo de proglótides durante vómito prolongado,<br />

pues han sido encontrados en el mismo. Por esta razón no deberían<br />

utilizarse medicamentos que provocan náusea y vómito<br />

en teniasis por T. solium. Ni el praziquantel ni la niclosamida<br />

inducen náusea o vómito.<br />

Si se limpia el intestino con un purga de electrólitos-polietileneglicol<br />

dos horas antes y de nuevo dos horas después del<br />

tratamiento con niclosamida o con praziquantel, mejora la recuperación<br />

del escólex de la tenia y la calidad de las proglótides<br />

expulsadas, facilitando la identificación de la especie, aunque el<br />

uso de una purga da como resultado la recuperación del escólex<br />

en solamente una tercera parte de los portadores de tenia. Si no<br />

se expulsa el escólex de la tenia, el gusano puede volver a crecer,<br />

a partir del cuello, en dos meses. 11,23<br />

Prevención<br />

Sistema de vigilancia epidemiológica<br />

Uno de los principales obstáculos para el control y la eliminación<br />

de las infecciones por T. solium es la falta de datos epidemiológicos<br />

confiables sobre la cisticercosis/teniasis. Este problema<br />

podría solucionarse si se instituyen sistemas de vigilancia<br />

para la cisticercosis, los que se han implantado en muy raras<br />

ocasiones (p. ej., Oregon y California en EUA, México, Kuwait,<br />

Municipio de Ribeirão Preto en Brasil). Los resultados de un<br />

programa de vigilancia de corta duración en el condado de Los<br />

Ángeles, California, EUA, indicaron que la cisticercosis adquirida<br />

en viajes y localmente era más común de lo que antes se<br />

sabía. El seguimiento de los casos de cisticercosis por las instituciones<br />

de salud pública, incluyendo el escrutinio de los contactos<br />

en los hogares, puede identificar a los portadores de tenia<br />

(focos de transmisión), para que sean tratados y así eliminar<br />

fuentes probables de infección adicional, ya que los estudios<br />

epidemiológicos han demostrado la acumulación de casos<br />

de neurocisticercosis alrededor de personas infectadas con T.<br />

solium adulta. Por tanto, el primer paso para controlar la cisticercosis/teniasis<br />

endémica podría concentrarse en la neurocisticercosis,<br />

su manifestación más importante, o en nódulos<br />

subcutáneos en los países en donde es común, mediante la implantación<br />

de mecanismos de vigilancia, como el reporte de<br />

casos. 40<br />

Un grupo internacional de neurólogos ha propuesto que<br />

se eleve la categoría de la cisticercosis humana para que se considere<br />

una enfermedad reportable a nivel internacional, como<br />

el primer paso necesario para el establecimiento de mecanismos<br />

adecuados de vigilancia para infecciones por T. solium.<br />

Sin embargo, la teniasis y la cisticercosis no producen brotes<br />

internacionales de enfermedad a gran escala y, por tanto, podría<br />

no parecer un tema apropiado para notificación internacional.<br />

Sería más conveniente que las autoridades nacionales<br />

establezcan programas nacionales de vigilancia y de notificación<br />

de cisticercosis/teniasis como parte de un sistema rutinario.<br />

Aún falta establecer los criterios estandarizados para el<br />

diagnóstico diferencial de la epilepsia que sean adecuados para<br />

el primer nivel del cuidado de la salud en áreas con pocos recursos.<br />

6,33<br />

La vigilancia de la cisticercosis en cerdos se ha propuesto<br />

como un método práctico, económico y sensible para evaluar<br />

de manera indirecta el riesgo para los humanos y la efectividad<br />

de los programas comunitarios de control. En áreas endémicas,<br />

muchos cerdos locales podrían no pasar a través del sistema<br />

formal de rastros, en especial si los criadores de cerdos examinan<br />

sus lenguas para detectar cisticercosis antes de llevarlos al<br />

matadero. Por tanto, las estadísticas de prevalencia en los rastros<br />

podrían subestimar de manera muy importante la prevalencia<br />

real. Una manera más efectiva para evaluar los cambios<br />

en la intensidad de la contaminación ambiental con huevos de<br />

T. solium, consiste en llevar cerdos “centinela” de áreas no endémicas,<br />

en los que después se pueden hacer pruebas serológicas<br />

de manera periódica.<br />

Conforme aumenta el conocimiento de la carga global de<br />

la cisticercosis/teniasis por T. solium, cada vez queda más claro<br />

que la enfermedad tiene un impacto serio en los sistemas de<br />

salud y ganadero de los países productores de cerdos y consumidores<br />

de su carne en el mundo en vías de desarrollo, siendo,<br />

a la vez, un factor de causa y de efecto de la pobreza. Como la


CAPÍTULO 26 Teniasis por Taenia solium, Taenia saginata y Taenia asiatica 191<br />

cisticercosis está generalmente relacionada con la pobreza y con<br />

sus manifestaciones asociadas, todas las estrategias para controlar<br />

la enfermedad deben considerar los costos y los recursos<br />

disponibles localmente. Existe la posibilidad de erradicar T. solium<br />

mediante vigilancia e intervenciones disponibles, pero es<br />

necesario demostrar esta factibilidad en un área geográfica<br />

grande. Los principales obstáculos para la erradicación de cisticercosis/teniasis<br />

por T. solium incluyen la necesidad de métodos<br />

diagnósticos más sencillos para humanos y para cerdos, la falta<br />

de disponibilidad de fármacos para tratar la teniasis humana y<br />

la cisticercosis porcina (p. ej., praziquantel, niclosamida<br />

y oxfendazol) en áreas endémicas y una falta generalizada de<br />

conocimiento y de conciencia de la presencia y del impacto<br />

de la enfermedad por parte de las comunidades afectadas y por<br />

aquellos en posiciones que podrían ayudar a combatir el problema.<br />

Por lo tanto, es importante definir un paquete sencillo<br />

de intervenciones que se puedan realizar de manera rutinaria<br />

por los servicios de salud y de ganadería existentes. El resultado<br />

será una retribución óptima a largo plazo en cuanto a la reducción<br />

de la carga de la cisticercosis. 20,21<br />

Educación para la salud<br />

Las poblaciones locales en áreas endémicas rara vez entienden<br />

la relación entre la cisticercosis en cerdos y la teniasis en humanos<br />

y, en consecuencia, carecen del conocimiento y del incentivo<br />

para cambiar la conducta que promueve la transmisión. Los<br />

esfuerzos para educar a los aldeanos en escuelas, las reuniones<br />

en la comunidad y las pláticas individuales han tenido éxito<br />

para enseñarles el ciclo de vida de T. solium, la conexión entre<br />

los cerdos infectados y ellos mismos u otras personas que tienen<br />

cisticercosis y la manera para mejorar las prácticas de higiene,<br />

sanidad y de manejo de los cerdos para reducir el riesgo de infección.<br />

En un estudio se abatió la cisticercosis porcina después<br />

del lanzamiento de la campaña de educación para la salud; además,<br />

un hecho aceptado en general es que la educación debe ser<br />

una parte integral de cualquier programa de control debido al<br />

efecto a largo plazo que tiene el conocimiento adquirido en la<br />

sustentabilidad de los esfuerzos de intervención. Es necesario<br />

diseñar los materiales educativos de tal manera que sean entendibles<br />

y atractivos para el lector y se debe reiterar que con la<br />

cisticercosis es necesario explotar los problemas económicos<br />

relacionados para transmitir los mensajes con el mayor impacto<br />

posible. Panfletos con este tipo de información fueron distribuidos<br />

masivamente por el sistema de salud en México entre<br />

1994 y 1996; sin embargo, no se realizó una evaluación de su<br />

efecto.<br />

El estudio realizado en México sugiere que la educación<br />

para la salud tuvo gran impacto debido a que la información<br />

dejaba entrever que con estas medidas los cerdos no se infectarían<br />

y podrían ser vendidos a mejor precio. En Tanzania, un<br />

folleto para la prevención de la cisticercosis muestra a un granjero<br />

con un cerdo sano grande en la cubierta, con el título “Críe<br />

cerdos sin cisticercosis —¡gane más dinero!”, mientras que un<br />

libro infantil para colorear informa sobre la cisticercosis y explica<br />

que cuando se crían cerdos sin cisticercosis la familia puede<br />

pagar las colegiaturas de los niños.<br />

En Sudáfrica, se produjo un cartel de información y prevención<br />

sobre la cisticercosis por T. solium y se ha puesto a la<br />

disposición en distintos tamaños para usarse como carteles para<br />

los establecimientos médicos, veterinarios y productores de ganado,<br />

o como insertos en periódicos locales y relacionados con<br />

los agricultores y también se puede encontrar en Internet. El<br />

cartel está diseñado para que, si se cambia el idioma y si se hacen<br />

otros cambios menores en las ilustraciones, se pueda usar<br />

en toda África. 29,34<br />

Erradicación de Taenia solium<br />

Las siguientes características de T. solium la hacen vulnerable a<br />

su erradicación: 1) el ciclo de vida sólo utiliza a los humanos<br />

como hospedero definitivo; 2) la infección de tenia en humanos<br />

es la única fuente de infección para los cerdos, los hospederos<br />

intermediarios naturales; 3) es posible manejar y controlar<br />

a los hospederos intermediarios, que son los cerdos domésticos;<br />

4) no existe un reservorio silvestre importante y 5) la intervención<br />

práctica está disponible como quimioterapia para teniasis<br />

humana y cisticercosis porcina, con fármacos seguros y efectivos.<br />

Las siguientes recomendaciones son útiles para el control<br />

de T. solium: 1) se tendrá mayor probabilidad de éxito si se usa<br />

una estrategia que incluya múltiples intervenciones de una manera<br />

flexible o en abordajes orientados; 2) se deben considerar<br />

factores económicos al diseñar cualquier programa de control,<br />

especialmente la importancia que tiene la cría doméstica de<br />

cerdos para la economía y subsistencia local en áreas endémicas;<br />

3) se debe conocer bien la carga parasitaria y la transmisión<br />

de la enfermedad a nivel global; 4) se debe evaluar el impacto<br />

de los programas de control de enfermedades parasitarias,<br />

como la distribución masiva de praziquantel y albendazol (esquistosomiasis,<br />

filariasis linfática y geohelmintiasis) en la cisticercosis/teniasis<br />

en áreas donde las enfermedades son coendémicas.<br />

20,21<br />

El problema de la cisticercosis del sistema nervioso central<br />

se comentó en la 56ª Asamblea Mundial de Salud en mayo de<br />

2003, a solicitud de los países miembros, después del llamado<br />

para declarar la neurocisticercosis una enfermedad reportable a<br />

nivel internacional, proyecto rechazado porque no hay brotes<br />

internacionales a gran escala. Aún así se recomendó firmemente<br />

a las autoridades nacionales que establezcan sistemas de vigilancia<br />

y de notificación y que adopten un enfoque más activo<br />

para la prevención y el control de las enfermedades.<br />

Además, el informe recalcó que el control de la cisticercosis<br />

humana puede ser vinculado y promovido activamente bajo<br />

los auspicios de varias iniciativas internacionales, como la<br />

Campaña Global contra la Epilepsia “Fuera de la Sombra”,<br />

la iniciativa nueva sobre “Enfermedades Tropicales Olvidadas”,<br />

el Programa de Seguridad Alimentaria y la Asociación para el<br />

Control de Parásitos. El informe promovió un enfoque integrado<br />

entre los diferentes sectores para la vigilancia, prevención y


192 PARTE II Parasitología humana<br />

control de T. solium con la combinación de herramientas sencillas<br />

para el éxito a largo plazo en cuanto a la reducción sustancial<br />

de la carga de la enfermedad, para mejorar la seguridad<br />

alimentaria y aumentar los beneficios económicos para los pequeños<br />

criadores de cerdos. 6,41<br />

Sólo los portadores de tenia y los cerdos infectados son<br />

importantes en cuanto a la transmisión de infecciones por T.<br />

solium; por tanto, son los objetivos para la prevención y control.<br />

Las personas con neurocisticercosis son una preocupación<br />

para la salud, pero no participan en la transmisión, a menos<br />

que también estén infectadas con una tenia intestinal. En consecuencia,<br />

para que las medidas sean efectivas y sustentables, se<br />

debe considerar una combinación costo-efectiva de intervenciones<br />

sencillas orientadas a los hospederos intermediarios y<br />

definitivos. Cualquier combinación seleccionada de intervenciones<br />

tendría que garantizar la cooperación de la comunidad e<br />

incorporar incentivos económicos para asegurar su sustentabilidad.<br />

La idoneidad y justificación para llevar a cabo estas intervenciones<br />

tienen que ser verificadas primero por medio de una<br />

“evaluación epidemiológica rápida” de las comunidades objetivo<br />

para obtener la base de evidencia sobre la relevancia en la<br />

salud pública y económica de la cisticercosis, y así lograr el<br />

compromiso de las personas encargadas de tomar las decisiones<br />

a nivel local y nacional para las soluciones propuestas. Desde el<br />

inicio de las actividades se debe promover el compromiso de los<br />

participantes de los diferentes sectores importantes y de las partes<br />

interesadas, incluyendo a los veterinarios y médicos, para<br />

asegurar el éxito. 6,15,16,17,25,26<br />

Los programas de control sustentable para infecciones por<br />

T. solium deben enfocarse en reducir el suministro de carne<br />

infectada a los consumidores y en prevenir contaminación ambiental<br />

con huevos de parásitos. Los portadores de T. solium<br />

son fuentes muy potentes de cisticercosis, de manera que ponen<br />

en peligro a todos los que entran en contacto con ellos,<br />

además de a sí mismos. La reducción de la teniasis humana<br />

mediante la detección y el tratamiento de portadores de tenia o<br />

por tratamiento masivo de toda la población con praziquantel<br />

o albendazol, ha comprobado ser efectiva para reducir la contaminación<br />

ambiental del parásito a corto plazo. Sin embargo,<br />

estos intentos han tenido un éxito temporal debido a la presencia<br />

continua de hospederos intermediarios susceptibles y al movimiento<br />

de los portadores humanos de tenia en las comunidades<br />

blanco; por tanto, se requeriría un mantenimiento continuo<br />

y un monitoreo y vigilancia intensiva para que siguiera siendo<br />

efectivo. Es necesario instrumentar mecanismos adecuados de<br />

vigilancia por medio de los cuales se reporten los casos nuevos<br />

de cisticercosis humana y porcina a las autoridades nacionales y<br />

se facilite la identificación y el tratamiento de las fuentes de<br />

huevos de T. solium, o sea, los portadores de tenia y cualquier<br />

persona que esté en contacto estrecho con ellos. 15,33,35<br />

La voluntad política es un factor clave para la sustentabilidad<br />

y depende de que las personas que tienen el poder de tomar<br />

decisiones entiendan la carga de la cisticercosis, su impacto en<br />

los sistemas de salud y agricultura, su impacto global en el desarrollo<br />

y la demanda de acción por parte de las poblaciones<br />

afectadas. Es responsabilidad de todos los actores involucrados<br />

construir vínculos activos entre los hallazgos de los investigadores<br />

y los que están tratando de implantar los principios y metodologías<br />

resultantes que son adecuados para los esfuerzos de<br />

vigilancia y de control. La creación de un ambiente favorable<br />

para la integración de las actividades de investigación con las<br />

necesidades de control facilitará un conocimiento a fondo y<br />

una reducción sustentable de la carga de la cisticercosis. La integración<br />

de grupos regionales de trabajo para el combate de la<br />

cisticercosis es una manera efectiva de reunir a diferentes autores<br />

y de poder establecer prioridades para asegurar que las actividades<br />

de investigación se integren con las necesidades regionales<br />

de vigilancia y control. 17,19,24<br />

Referencias<br />

1. Allan J, Ávila G, García-Noval J, Flisser A, Craig<br />

P. Immunodiagnosis of teniasis by coproantigen detection.<br />

Parasitology, 1990;101:473-477.<br />

2. Allan J, Wilkins P, Tsang V, Craig P. Immunodiagnostic<br />

tools for teniasis. Acta Trop, 2003;87:87-93.<br />

3. Andreassen J. Intestinal tapeworms. En: Kreier JP,<br />

Wakelin D. (eds.). Topley & Wilson’s Microbiology and<br />

microbial infections, 9a. ed. Cox FEG, Arnold, Londres,<br />

Reino Unido. Vol. 5, Cap. 27, 1998;521-537.<br />

4. Desplazes P, Eckert J, Pawlowski Z, Machowska L,<br />

Gottstein B. An enzyme-linked immunosorbent assay<br />

for diagnostic detection of Taenia saginata copro-antigens<br />

in humans. Trans Roy Soc Trop Med and Hyg, 1991;85:<br />

391-396.<br />

5. Dias R, Silva M, Mangini A, Vellosa S, Torres D, da<br />

Silva R, Vaz A. Ocorrência de Taenia sp. na população<br />

atendida no laboratório central do Instituto Adolfo Lutz,<br />

São Paulo, SP, Brasil (1960/1989). Rev Inst Med Trop Sao<br />

Paulo, 1991;33:147-151.<br />

6. Engels D, Urbani C, Belotto A, Meslin F, Savioli L.<br />

The control of human (neuro) cysticercosis: which way<br />

forward? Acta Tropica, 2003;87,177-182.<br />

7. Eom K, Rim H. Epidemiological understanding of<br />

Taenia tapeworm infections with special reference to Taenia<br />

asiatica in Korea. Korean J Parasit, 2001;39:267-<br />

283.<br />

8. Fan P, Chung W, Lin C, Wu C. Prevalence of taeniasis<br />

and enterobiasis among aboriginal children in mountai-


CAPÍTULO 26 Teniasis por Taenia solium, Taenia saginata y Taenia asiatica 193<br />

nous areas of Taiwan. Kao-Hsiung-I-Hsueh-Ko-Hsueh-<br />

Tsa-Chih, 1990;6:475-482.<br />

9. Flisser A. Taeniasis and cysticercosis due to T. solium.<br />

En: T Sun (ed.). Progress in clinical parasitology. CRC<br />

Press, Boca Ratón, Florida, EUA. Vol. 4, 1994:77-116.<br />

10. Flisser A. T. solium, Taenia saginata and Hymenolepis<br />

nana. En: Farthing MJG, Keusch GT, Walekin D. (eds.).<br />

Enteric infections 2: Intestinal helminths. Chapman and<br />

Hall Medical, Londres, Reino Unido, 1995;173-189.<br />

ISBN 0-412-39140-6.<br />

11. Flisser A, Madrazo I, Delgado H. Cisticercosis humana.<br />

El Manual Moderno y Universidad Nacional Autónoma<br />

de México. México, DF, pp 176. Primera reimpresión<br />

1998. ISBN 968-426-739-8 (EMM), 968-36-5530-0<br />

(UNAM), 1997.<br />

12. Flisser A, Vázquez-Mendoza A, Martínez-Ocaña J,<br />

Gómez-Colín E, Sánchez Leyva R, Medina-Santillán<br />

R. Evaluation of a self-detection tool for tapeworm carriers<br />

for use in public health. Am J Trop Med Hyg, 2005;<br />

72:510-512.<br />

13. Flisser A. Where are the tapeworms? Parasitol Int,<br />

2006;55:117-120.<br />

14. Flisser A, Vargas Parada L, Laclette J. Taenia solium:<br />

un parásito cosmopolita. Investigación y Ciencia, mayo,<br />

2006:24-33.<br />

15. García H, Evans C, Nash T, Takayanagui O, White A,<br />

Botero D, Rajshekhar V, Tsang V, Schantz P, Allan J,<br />

Flisser A, Correa D, Sarti E, Friedland J, Martínez S,<br />

González A, Gilman R, Del Brutto O. Current consensus<br />

guidelines for treatment of neurocysticercosis. Clin<br />

Microbiol Rev, 2002;15:747-756.<br />

16. Gilman R, Del Brutto O, García H, Martínez M, y el<br />

Cysticercosis Working Group en Perú. Prevalence of<br />

taeniosis among patients with neurocysticercosis is related<br />

to severity of infection. Neurology, 2000;55:1062.<br />

17. González A, Gauci C, Barber D, Gilman R, Tsang V,<br />

García H, Verástegui M, Lightowlers M. Short report:<br />

vaccination of pigs to control human neurocysticercosis.<br />

Am J Trop Med Hyg, 2005;72:837-839.<br />

18. Grove D. A history of human helminthology. CAB Intl.<br />

Oxon, Reino Unido, 1990:355-383.<br />

19. Huerta M, de Aluja A, Fragoso G, Toledo A, Villalobos<br />

N, Hernández M, Gevorkian G, Acero G, Díaz A,<br />

Álvarez I, Ávila R, Beltrán García G, Martínez J, Sarralde<br />

C, Sciutto E. Synthetic peptide vaccine against T.<br />

solium pig cisticercosis: successful vaccination in a controlled<br />

field trial in rural Mexico. Vaccine, 2002;20:262-266.<br />

20. International Task Force for Disease Eradication II (ITF-<br />

DE). Recommendations of the International Task Force<br />

for Disease Eradication. Morbidity and Mortality Weekly<br />

Report 42(RR-16), 1993:1-46.<br />

21. International Task Force for Disease Eradication II<br />

(ITFDE), Summary of the Fourth Meeting of the ITFDE<br />

(II), April 16, 2003. http://www.cartercenter.org/documents/<br />

1367.pdf, 2003.<br />

22. Ito A, Craig P. Immunodiagnosis and molecular approaches<br />

for the detection of taeniid cestode infections.<br />

Trends Parasitol, 2003;19:377-381.<br />

23. Jeri C, Gilman R, Lescano A, Mayta H, Ramírez M,<br />

González A, Nazerali R, García H. Species identification<br />

after treatment for human teniasis. Lancet,<br />

2004;363:949-950.<br />

24. Kyngdon C, Gauci C, González A, Flisser A, Zoli A,<br />

Read A, Martínez Ocaña J, Strugnell R, Lightowlers<br />

M. Antibody responses and epitope specificities to the<br />

Taenia solium cysticercosis vaccines TSOL18 and<br />

TSOL45-1A. Parasite Immunol, 2006;28:191-199.<br />

25. Lightowlers M. Eradication of Taenia solium cysticercosis:<br />

a role for vaccination of pigs. Int J Parasitol, 1999;29:<br />

811-817.<br />

26. Lightowlers M. Vaccines for prevention of cysticercosis.<br />

Acta Tropica, 2003;87:129-135.<br />

27. McManus D, García-Zepeda E, Reid A, Rishi A, Flisser<br />

A. Human cysticercosis and teniasis: molecular approaches<br />

for specific diagnosis and parasite identification.<br />

Acta Leiden, 1989;57:81-91.<br />

28. Murrell K (ed.). WHO/FAO/OIE Guidelines for the<br />

Surveillance, Prevention and Control of Teniosis/Cysticercosis.<br />

Office International des Epizooties, París; 2005:<br />

139 pp, ISBN 92-9044-656-0.<br />

29. Ngowi H, Carabin H, Kassuku A, Mlozi M, Mlangwa<br />

J, Willingham A 3th. A health-education intervention<br />

trial to reduce porcine cysticercosis in Mbulu District,<br />

Tanzania. Prev Vet Med, 2008;85:52-67.<br />

30. Pawlowski Z, Schultz M. Teniasis and cysticercosis.<br />

Adv Parasitol, 1972;10:269-343.<br />

31. Pawlowski Z. T. solium: basic biology and transmission.<br />

En: Singh G, Prabhakar S (eds.). T. solium cysticercosis.<br />

From basic to clinical sciences. CABI Publishing, Wallingford,<br />

Reino Unido; 2002:1-14.<br />

32. Prokopenko L. Teniasis and its control in USSR. Medicinskaja<br />

Parazitologija i Parazitarnye Bolezni, 1966;35:<br />

652-661.<br />

33. Román G, Sotelo J, Del Brutto O, Flisser A, Dumas<br />

M, Wadia N, Botero D, Cruz M, García H, de Bittencourt<br />

P, Trelles L, Arriagada C, Lorenzana P, Nash T,<br />

Spina-França A. A proposal to declare neurocysticercosis:<br />

an international reportable disease. Bull WHO,<br />

2000;78:399-406.<br />

34. Sarti E, Flisser A, Schantz P, Gleizer M, Loya M,<br />

Plancarte A, Ávila G, Allan J, Craig P, Bronfman M,<br />

Wijeyaratne P. Development and evaluation of a health<br />

education intervention against T. solium in a rural community<br />

in Mexico. Am J Trop Med Hyg, 1997;56:127-<br />

132.<br />

35. Sarti E, Schantz P, Ávila G, Ambrosio J, Medina-Santillán<br />

R, Flisser A. Mass treatment against human teniasis<br />

for the control of cysticercosis: a population-based<br />

intervention study. Trans Roy Soc Trop Med Hyg, 2000;<br />

94:85-89.


194 PARTE II Parasitología humana<br />

36. Schantz P. Cestode diseases. En: Goldsmith R, Heyneman<br />

D (eds.). Tropical medicine and parasitology, Appleton<br />

& Lange, Norwalk, Connecticut, EUA, 1989:485-<br />

518.<br />

37. Thornton H. Give yourself a tapeworm. Veterinary Record,<br />

1979;104:287.<br />

38. Wilkins P, Allan J, Verástegui M, Acosta M, Eason A,<br />

García H, González A, Gilman R, Tsang V. Development<br />

of a serologic assay to detect T. solium teniasis. Am J<br />

Trop Med Hyg, 1999;60:199-204.<br />

39. Wilkins P, Wilson M, Allan J, Tsang V. T. solium cysticercosis:<br />

immunodiagnosis of neurocysticercosis and teniasis.<br />

En: Singh G, Prabhakar S (eds.). T. solium cysticercosis:<br />

from basic to clinical science. CABI Publishing,<br />

Wallingford, Reino Unido: 2002;329:341.<br />

40. Willingham III A, Schantz P. Assessing the burden of<br />

T. solium cysticercosis and echinococcosis. Vet Parasitol,<br />

2004;125:183-202.<br />

41. World Health Organization (WHO). Control of neurocysticercosis.<br />

Report of the Secretariat, Fifty-sixth<br />

World Health Assembly. Document A56/10. World<br />

Health Organization, Génova, Italia, 2003.


Capítulo<br />

27<br />

Himenolepiasis<br />

Marisa Torres<br />

Definición<br />

Es la infección parasitaria del intestino delgado del humano y<br />

algunos roedores, producida por cestodos del género Hymenolepis;<br />

estos parásitos producen sintomatología principalmente<br />

en niños preescolares y escolares. Dos especies del género Hymenolepis<br />

parasitan a las personas, Hymenolepis nana o “tenia<br />

enana”, y excepcionalmente Hymenolepis diminuta o “tenia del<br />

ratón”.<br />

Clasificación<br />

Phylum: Plathyhelminthes<br />

Clase: Cestoda<br />

Subclase: Encestoda<br />

Orden: Cyclophylidae<br />

Familia: Hymenolepidae<br />

Género: Hymenolepis<br />

Especies: nana diminuta<br />

Biología<br />

Hymenolepis nana es el cestodo más pequeño que parasita el<br />

intestino humano, mide 2 a 4 cm de largo por 1 mm de ancho.<br />

En su fase adulta se aloja en el lumen del intestino delgado del<br />

hospedero definitivo (hombre, ratas, ratones) (figura 27-1).<br />

En el estado adulto, desde el punto de vista morfológico se reconocen<br />

tres segmentos: escólex, cuello y cuerpo. El escólex<br />

mide 300 mm de diámetro, es romboidal, y está provisto de<br />

cuatro ventosas con un rostelo protráctil y retráctil que posee<br />

20 a 30 ganchos dispuestos en una sola fila (figura 27-2). El<br />

cuello es alongado y de él se generan las proglótides inmaduras<br />

que van aumentado de tamaño hacia distal. Al conjunto de<br />

proglótides que componen el cuerpo del parásito se le denomina<br />

estróbila. Las proglótides más cercanas al cuello son inmaduras;<br />

éstas van madurando hacia distal, donde se encuentran<br />

las proglótides maduras y por último las proglótides grávidas.<br />

Las proglótides inmaduras son cortas y angostas; en ellas no se<br />

observan los órganos genitales; las proglótides maduras presentan<br />

órganos genitales ya formados, tanto femeninos como masculinos;<br />

tienen un poro genital unilateral, tres testículos redondeados<br />

y un ovario bilobulado. Las proglótides grávidas son<br />

más anchas y largas, en comparación con las inmaduras, y en<br />

ellas el útero está lleno de huevos. Es poco frecuente que el<br />

paciente expulse proglótides, pues éstas se rompen rápidamente;<br />

los huevos emitidos al lumen intestinal se mezclan con el<br />

bolo fecal y aparecen en las deposiciones. Se estima que cada<br />

gusano adulto puede tener 200 proglótides.<br />

Los huevos son esféricos o ligeramente elípticos, de aspecto<br />

hialino, y miden 30-50 micras de diámetro; contienen una<br />

oncosfera o embrión hexacanto encerrado en una envoltura<br />

interna llamada embrióforo, que presenta dos engrosamientos<br />

polares de los cuales se originan cuatro a ocho filamentos polares<br />

que se dirigen al ecuador del huevo (figura 27-3).<br />

En la himenolepiasis se producen dos tipos de ciclo de<br />

vida: directo e indirecto. En el humano por lo general se produce<br />

el ciclo de vida directo, en el cual la infección se adquiere<br />

al ingerir huevos de Hymenolepis nana eliminados en las deposiciones<br />

de un hospedero definitivo, ya sea de un ser humano o<br />

de un roedor (rata, ratón). Los huevos recién emitidos están<br />

embrionados al ser expulsados; por tanto, son inmediatamente<br />

infectantes. El huevo es ingerido por vía oral, pasa directo al<br />

estómago, donde los jugos gástricos y biliares actúan sobre su<br />

pared y la reblandecen para que de él eclosione y se libere la<br />

oncosfera o embrión hexacanto. Esta fase parasitaria penetra las<br />

vellosidades del epitelio de las primeras porciones del intestino<br />

delgado del hospedero. En unos cinco días se transforma en<br />

cisticercoide en esta región. Después de este tiempo, el cisticercoide<br />

sale a la luz intestinal, migra hacia las últimas porciones<br />

del intestino delgado, íleon y de ahí con ayuda de sus ventosas<br />

y rostelo con ganchos se fija a la pared intestinal para completar<br />

su desarrollo en fase adulta, en unas dos a tres semanas. Las<br />

proglótidas grávidas eliminan sus huevos al lumen intestinal y<br />

éstos salen en las deposiciones. Este ciclo puede presentar variaciones,<br />

como la autoinfección endógena, cuando los huevos,<br />

195


196 PARTE II Parasitología humana<br />

1<br />

A<br />

2b<br />

1a<br />

2a<br />

1b<br />

B<br />

Figura 27-3. Huevo embrionado de Hymenolepis nana.<br />

sin salir al medio externo, eclosionan en el interior del intestino,<br />

y forman posteriormente ejemplares adultos, y la autoinfección<br />

exógena cuando el mismo individuo se infecta por los<br />

huevos que son eliminados en sus heces (ciclo ano-mano boca).<br />

En el ciclo indirecto el humano se infecta al ingerir cisticercoides<br />

que se encuentran en hospederos intermediarios<br />

como escarabajos y pulgas. Éstos a su vez se han infectado al<br />

tener contacto con deposiciones que contienen huevos del parásito.<br />

Entre los insectos que se infectan con huevos del parásito<br />

se encuentran los escarabajos pertenecientes a los géneros<br />

Tenebrio y Tribolium; entre las pulgas que también actúan<br />

como hospederos intermediarios, se encuentran Ctenocephalides,<br />

Pulex y Xenophsylla (figura 27-4).<br />

Estos artrópodos se infectan al ingerir huevos de Hymenolepis<br />

nana. En el intestino del artrópodo eclosiona la oncosfera<br />

y se fija en la mucosa, para luego migrar al hemocele, donde se<br />

transforma en cisticercoide. Si el artrópodo con el parásito es<br />

ingerido en forma accidental por el hombre, u otro hospedero<br />

definitivo, al ser deglutidos el cisticercoide se libera y migra<br />

hasta el íleon, donde se evagina, se fija con su escólex y se desarrolla<br />

hasta alcanzar el estado adulto en el intestino humano.<br />

La duración del ciclo completo desde la ingestión del huevo<br />

hasta la formación del ejemplar adulto, es de tres semanas.<br />

El estado adulto puede vivir 4 a 6 semanas, pero puede producir<br />

autoinfección, por lo cual puede perpetuar la parasitación.<br />

Patogenia<br />

I<br />

II<br />

Figura 27-4. Ciclo de Hymenolepis nana. A) Hospedador definitivo:<br />

humano (también perro y roedores). 1) Hymenolepis nana, gusano<br />

adulto. 1a-1b) Ciclo evolutivo sin hospedador intermediario.<br />

1a) Huevo con larva de seis ganchos (oncosfera). 1b) Cisticercoide<br />

procedente de la mucosa del intestino (ver figura 27-1). B) Hospedador<br />

intermediario, por ejemplo, pulga (con larva y crisálida).<br />

2a-2b) Desarrollo con hospedador intermediario. 2a) La larva de la<br />

pulga ingiere el huevo de la tenia. 2b) Cisticercoide procedente de la<br />

cavidad de una pulga (ápice con ganchos). I, vellosidad del intestino<br />

delgado de un ratón que presenta un cisticercoide (corte transversal).<br />

II, escólex de Hymenolepis nana. III, segmentos inmaduros de<br />

la tenia. IV, segmentos maduros de la tenia.<br />

El daño que sufre el hospedero definitivo está en relación directa<br />

con la cantidad de parásitos ingeridos (carga infectante), y se<br />

produce con la eclosión del huevo, la liberación de la oncosfera<br />

o embrión hexacanto, que al acercarse al epitelio intestinal elimina<br />

vesículas que contienen gránulos con actividad lítica que<br />

al romperse alteran y producen daño a las vellosidades intestinales.<br />

Además, la oncosfera se adhiere al epitelio con sus ganchos<br />

y le induce daño traumático que genera inflamación local.<br />

A esto se suman efectos tóxicos alérgicos, producidos por la<br />

secreción de productos metabólicos del parásito que pueden ser<br />

absorbidos por el hospedero.<br />

III<br />

IV


CAPÍTULO 27 Himenolepiasis 197<br />

Estudios en ratones para evaluar la respuesta inmune al parásito<br />

evidencian una respuesta selectiva a los diferentes estados<br />

de desarrollo del parásito; el sistema inmune requiere tener contacto<br />

con el estado larval en sus tejidos para generar una respuesta.<br />

Epidemiología<br />

Esta cestodiasis tiene amplia distribución mundial. Las especies<br />

causantes de infección humana son H. nana y H. diminuta.<br />

Hymenolepis nana es el cestodo más prevalente a nivel mundial.<br />

8,13 Estudios epidemiológicos ambientales de geohelmintos<br />

y seudogeohelmintos demuestran asociación de esta infección<br />

con condicionantes ambientales, como piso de tierra, hacinamiento,<br />

uso de letrinas y defecación a campo abierto. 2 El riesgo<br />

que tienen los hospederos inmunocomprometidos está relacionado<br />

con la magnitud del déficit inmunológico y con la prevalencia<br />

de la infección en la región de la cual procede. 7<br />

Clínica<br />

Las manifestaciones clínicas se asocian a la presencia de gran<br />

cantidad de parásitos, los que se pueden dimensionar a través<br />

de la cantidad de huevos presentes en las deposiciones. Tiene<br />

un espectro amplio de presentación, desde casos asintomáticos<br />

hasta los muy sintomáticos. Los síntomas más frecuentes son<br />

dolor abdominal epigástrico, producto de la inflamación del<br />

sitio de la implantación, meteorismo, flatulencia, diarrea. Los<br />

productos metabólicos del parásito absorbidos por el hospedero,<br />

pueden producir síntomas y signos inmunoalérgicos.<br />

En infecciones masivas se puede observar eosinofilia moderada.<br />

Se ha considerado a este parásito como un agente oportunista.<br />

6 Un paciente con enfermedad de Hodgkin falleció después<br />

de repetidos cursos de quimioterapia y radioterapia debido<br />

a estructuras seudoquísticas diseminadas, en vísceras, vasos<br />

sanguíneos, nódulos linfáticos y tejidos subcutáneos; en estas<br />

estructuras se identificó después de numerosos estudios la presencia<br />

de Hymenolepis nana. 11 Uno de los aspectos relevantes<br />

frente a este parásito se refiere a que el hospedero inmunocomprometido<br />

puede autoinfectarse (ciclo ano-mano-boca, o regurgitación)<br />

y de esta forma perpetuar la infección y aumentar<br />

su carga parasitaria. Así se explica la diarrea crónica que han<br />

presentado inmunosuprimidos. 3<br />

Diagnóstico<br />

El diagnóstico se realiza con el hallazgo de huevos en las deposiciones<br />

del hospedero definitivo a través del estudio parasitológico<br />

de deposiciones con técnicas clásicas como PAF o Burrows<br />

y Telemann, lo que confirma la infección.<br />

Tratamiento<br />

El fármaco de elección es el praziquantel, en una dosis estimada<br />

de 20-25 mg/kg en dosis única por vía oral en niños y adultos.<br />

Se sugiere realizar exámenes de control dos semanas después de<br />

realizar la terapia para verificar la eficacia. Otro fármaco utilizado<br />

con menor eficacia es la nitazoxanida. Al usar praziquantel<br />

se debe tener en consideración la precaución de descartar<br />

la presencia de coinfección con cisticercosis, pues el praziquantel<br />

también destruye los cisticercos, generando la consiguiente<br />

inflamación tisular, lo que es delicado si los cisticercos se encuentran<br />

localizados en el sistema nervioso o en otro tejido noble<br />

(véase capítulo 94). 1<br />

Control y prevención<br />

En el control y prevención de la himenolepiasis es importante<br />

cortar los ciclos de contaminación fecal (ciclo largo y ciclo corto)<br />

con la adecuada disposición de excreta, y la educación sanitaria<br />

sobre temas como el lavado de manos. Es relevante evitar<br />

la ingesta de alimentos contaminados con larvas de insectos<br />

infectados con el parásito.<br />

Hymenolepis diminuta<br />

Biología<br />

Este cestodo es frecuente en roedores (ratas y ratones); los casos<br />

clínicos en humanos se han encontrado en forma aislada asociados<br />

a malos hábitos higiénicos y cohabitación con el reservorio<br />

del parásito. Éste, en su estado adulto, mide 20 a 60 cm de<br />

longitud; presenta un escólex pequeño y redondeado con cuatro<br />

ventosas en forma de copa y un rostelo sin ganchos. La cadena<br />

estrobilar tiene tres porciones con proglótides inmaduras,<br />

maduras y grávidas (figura 27-5). Los huevos son esféricos y<br />

miden 60-80 mm; son de color amarillento; tienen una membrana<br />

externa transparente y una membrana interna alrededor<br />

del embrión hexacanto que presenta los ganchos en forma de<br />

abanico; carece de filamentos polares, a diferencia de Hymenolepis<br />

nana (figura 27-6).<br />

Varios géneros de artrópodos con hábitos coprofágicos son<br />

hospederos intermediarios; entre ellos destacan lepidópteros,<br />

tijeretas, miriápodos, estados larvales de pulgas y escarabajos y<br />

cucarachas. Los huevos son ingeridos por ellos y eclosionan en<br />

el intestino, y las oncosferas penetran al interior del hemocele,<br />

donde dan lugar al estado de cisticercoide. Cuando los roedores<br />

ingieren estos artrópodos, se libera el cisticercoide y se fija a la<br />

mucosa intestinal de estos hospederos definitivos, incluido ocasionalmente<br />

el humano.<br />

Patogenia<br />

El daño en el hospedero está relacionado con el número de<br />

parásitos y la inflamación generada por la implantación en<br />

la mucosa intestinal del estado larval, así como con la acción<br />

toxicoalérgica inducida por los productos metabólicos del parásito.


198 PARTE II Parasitología humana<br />

Epidemiología<br />

Esta infección se produce accidentalmente en humanos, y es<br />

más frecuente en niños preescolares y escolares. Hay casos publicados<br />

en poblaciones de África y Asia.<br />

Clínica<br />

Los síntomas clínicos son similares a Hymenolepis nana; incluso<br />

se ha evidenciado el papel de agente oportunista de Hymenolepis<br />

diminuta en un paciente con síndrome de inmunodeficiencia<br />

adquirida (SIDA) quien falleció por un parásito metazoo no<br />

identificado en un primer momento. A través de técnicas de<br />

biología molecular se demostró posteriormente la presencia de<br />

este cestodo en múltiples tejidos del paciente (hígado, adenopatías,<br />

etc.). 12<br />

Diagnóstico<br />

Se realiza a través de la visualización microscópica de huevos en<br />

muestras de deposiciones del hospedero definitivo, a través de<br />

técnicas de concentración usadas de rutina, como PAF o Burrows<br />

y Telemann.<br />

Tratamiento<br />

Es el mismo que se utiliza para Hymenolepis nana.<br />

Prevención<br />

Las campañas orientadas a eliminar las fuentes infectantes y los<br />

reservorios de la infección son las adecuadas; en este caso es<br />

muy importante eliminar o reducir la población de ratones.<br />

Referencias<br />

1. Campos R, Baillot A, Silva P, Amato V, Moreira R, De<br />

Sant E. Tentativa de controle da himenolepiase devida a<br />

Hymenolepis nana por mejo do praziquantel em colectividades<br />

semifechada. Rev Saúde públi. São Paulo, Brasil,<br />

1984;18:491-494.<br />

2. Gamboa M, Kozubsky L, Costas M, Garraza M, Cardozo<br />

M, Susevich M, Magistrello P, Navone G. Asociación<br />

entre geohelmintos y condiciones socioambientales<br />

en diferentes poblaciones humanas de Argentina. Rev<br />

Panam Salud Pública 2009;26:1-8.<br />

3. Gupta A, Upadha B, Khaira A, Bhowmikn D, Tiwari<br />

S. Chronic diarrhea caused by Hymenolepis nana in a renal<br />

transplant recipient. Clin Exp Nephrol, 2009;13:185-186.<br />

4. Hernández R, Núñez F, Pelayo L. Zoonotic potential<br />

of intestinal helminth infections in spray dogs from City<br />

Havana. Rev Cubana Med Trop, 2007;59:234-240.<br />

5. López J, Abarca K, Paredes P, Inzunza E. Parásitos<br />

intestinales en caninos y felinos con cuadros digestivos en<br />

Santiago, Chile. Consideraciones en Salud Pública. Rev<br />

Med Chile, 2006;134:193-200.<br />

6. Lucas S, Hassounah O, Doenhoff M, Müller R. Aberrant<br />

form of Hymenolepis nana: possible opportunistic<br />

infection in immunosuppressed patients. Lancet, 1979;2:<br />

1372-1373.<br />

7. Mearmar A, Rezain M, Mohraz M, Zahabiun F, Hadighi<br />

R, Kia E. A comparative analysis of intestinal parasitic<br />

infections between HIV+/AIDS patients and non-<br />

HIV infected individuals. Iranian J Parasitol, 2007;2:1-6.<br />

8. Mehraj V. Hatcher J, Akhtar S, Rafique G, Asim Beg<br />

M. Prevalence and factors associated with intestinal parasitic<br />

infection among children in an urban slum of Karachi.<br />

PLoS One, 2008;3e:3680.<br />

9. Mundim T, Oliveira J, Rodríguez M. Frecuencia de<br />

helmintos en gatos de Uberlandia, Minas Gerais Arq,<br />

Bras. Med Vet Zootec, 2004;4:562-563.<br />

10. Neira P, Jofré L, Muñoz N. Infección por Dipylidium<br />

caninum en un preescolar. Presentación del caso y revisión<br />

de la literatura. Rev Chil Infect, 2008;25:465-471.<br />

11. Olson P, Yoder K, Fajardo A, Marty A, Van de Pas S,<br />

Ilivier C, Relman D. Letal invasive cestodiasis in immunosuppressed<br />

patients. J Infect Dis, 2003;187:1962-<br />

1966.<br />

12. Pillai D, Kain K. Common intestinal parasites. Curr<br />

Treat Opt Infect Dis, 2003;5:207–217.<br />

13. Tsumura N, Koga H, Hidaka H, Mukai F, Ikenaga F,<br />

Otsu Y, Masunaga K, Nagai K, Yoneda Y, Fukuma T,<br />

Ishimoto K. Dipylidium caninum infection in an infant.<br />

Kansenshogaku Zasshi, 2007;81:456-458.


Capítulo<br />

28<br />

Dipilidiasis<br />

Marisa Torres<br />

Concepto<br />

La dipilidiasis es una infección parasitaria de importancia en<br />

medicina humana y medicina veterinaria. Es producida por el<br />

cestodo Dipylidium caninum. Los hospederos naturales son perros,<br />

gatos y animales silvestres, como zorros, hienas, chacales o<br />

felinos. El hombre es un hospedero accidental, por lo que es<br />

considerada una zoonosis; generalmente son niños los que ingieren<br />

en forma accidental un artrópodo con el cisticercoide<br />

del parásito.<br />

Clasificación<br />

Phylum: Plathyhelminthes<br />

Clase: Cestoda<br />

Subclase: Encestoda<br />

Orden: Cyclophyllidae<br />

Familia: Dilopidiidae<br />

Género: Dipylidium<br />

Especie: caninum<br />

Biología<br />

Dipylidium caninum se clasifica dentro del phylum de los platelmintos.<br />

Es considerado dentro del orden Cyclophyllidae, dentro<br />

del cual también se encuentran parásitos como T. solium, T.<br />

saginata, T. asiatica y H. nana. Es un gusano hermafrodita plano<br />

de color blanquecino, en forma de cinta. Tiene simetría bilateral<br />

y está formado por tres segmentos: el escólex o cabeza; el<br />

cuello, segmento que genera el resto del organismo, y el cuerpo,<br />

que está constituido por segmentos denominados proglótides<br />

y que en su conjunto se denominan estróbila. Las proglótides<br />

semejan una cadena de “granos de arroz“ o “pepas de zapallo” o<br />

“semillas de calabaza” (figuras 28-1 y 28-2).<br />

En su escólex posee un rostelo apical cónico y retráctil y<br />

ventosas. En sus proglótides tiene poros sexuales que se abren<br />

lateralmente. El género Dipylidium se caracteriza porque las<br />

proglótides grávidas presentan dos poros. En su ciclo evolutivo<br />

presenta diferentes etapas de desarrollo, el huevo en las larvas<br />

de pulgas y piojos (hospederos intermediarios), cisticercoide o<br />

fase larvaria en las pulgas adultas, y fase adulta o tenia en los<br />

animales infectados (hospederos definitivos). Los huevos son<br />

microscópicos, de 25 a 40 mm de diámetro, esféricos, con una<br />

cubierta delgada hialina. En su interior existe la oncosfera, en la<br />

que están los ganchos. Los huevos alcanzan el medio ambiente<br />

en paquetes (figura 28-3).<br />

Si los huevos que se encuentran en el medio ambiente son<br />

ingeridos por estadios larvarios de pulgas como Ctenocephalides<br />

canis (infesta al perro), C. felis (infesta al gato), o Pulex<br />

irritans (infesta al humano), piojos (Trichodectes canis), en el<br />

interior de estos insectos continúan su desarrollo a la fase<br />

de cisticercoide o fase larval. En el piojo, las oncosferas salen<br />

de los huevos, mudan y penetran en la cavidad corporal<br />

para desarrollarse a cisticercoides, que miden 1 mm; presentan<br />

un escólex comprimido dentro de una pequeña vesícula llena<br />

de líquido.<br />

Si estos hospederos intermediarios son ingeridos por los<br />

hospederos definitivos, el parásito pasa a la siguiente etapa, su<br />

fase adulta. Por lo general, las pulgas y piojos son ingeridos de<br />

manera accidental en el momento que los animales limpian su<br />

pelo. Cuando el parásito alcanza su hábitat, el intestino delgado,<br />

desarrolla claramente su estado adulto con su escólex y estróbila,<br />

alcanzando el tamaño de 20 cm de longitud (figura<br />

28-4). Las proglótides tienen órganos reproductores dobles y<br />

en las últimas proglótides se pueden observar con microscopio<br />

de luz los paquetes de huevos.<br />

Patogenia<br />

Por lo general las lesiones son mínimas, ya que la infección<br />

habitualmente es única y se originan por la adhesión del escólex<br />

en la mucosa intestinal.<br />

199


200 PARTE II Parasitología humana<br />

TE<br />

V<br />

GR<br />

4<br />

GO<br />

CC<br />

HOSPEDERO DEFINITIVO<br />

PG<br />

OV<br />

GV<br />

VE<br />

PG<br />

1<br />

Epidemiología<br />

Esta infección es de distribución mundial, en especial donde es<br />

frecuente tener como mascotas perros y gatos. Es una de las<br />

zoonosis de perros más prevalentes en algunas regiones del<br />

mundo. 4 En Santiago de Chile, en un estudio de 21 perros y<br />

gatos sintomáticos por los que se consultó al médico veterinario,<br />

6.9% tenía Dipylidium caninum. 5 En Uberlandia, Brasil,<br />

14% de 50 gatos estudiados estaban infectados con Dipylidium<br />

caninum. 9 En los seres humanos los casos se observan en forma<br />

aislada y la mayoría de los casos reportados se presentan en<br />

lactantes y preescolares, lo que sugiere una mayor exposición a<br />

los hospederos intermediarios, 13 por el estrecho contacto con<br />

las mascotas, que pueden lamer la cara y manos del niño, sus<br />

juguetes y utensilios de alimentación.<br />

Clínica<br />

Esta infección a menudo es asintomática; en algunos pacientes<br />

puede haber anorexia, dolor abdominal, disminución de peso o<br />

diarrea. 10<br />

Diagnóstico<br />

Por lo general, el diagnóstico de certeza se realiza a partir del<br />

hallazgo de huevos en las deposiciones, o del hallazgo de proglótides<br />

características.<br />

Tratamiento<br />

Figura 28-3. Huevos.<br />

El fármaco de elección es el praziquantel en dosis similares a las<br />

que se emplean en la terapia de Hymenolepis nana. El medicamento<br />

es un antihelmíntico de amplio espectro, que actúa aumentando<br />

la permeabilidad de la membrana celular en los helmintos<br />

susceptibles, produciendo pérdida del calcio intracelular,<br />

contracciones masivas y parálisis de la musculatura. El fármaco<br />

3<br />

Figura 28-4. Ciclo biológico. En hospedero definitivo (perro) y<br />

hospederos intermediarios: 1) Proglótides inmaduras del parásito<br />

adulto en el intestino del hospedero definitivo. 2) El útero lleno de<br />

huevos encapsulados de proglótides en forma de semillas es<br />

eliminado por las heces. 3) Los hospederos intermediarios son<br />

larvas y adultos de pulgas (Ctenocephalides spp.) o piojos masticadores<br />

(Trichodectes canis). Cuando los huevos son ingeridos por los<br />

hospederos intermediarios, la oncosfera emerge y migra al<br />

hemocele. 4) Dentro del hemocele se desarrolla el cisticercoide.<br />

Cuando el hospedero definitivo ingiere al cisticercoide, éste se<br />

evagina y en 2-3 semanas se desarrolla en el intestino la forma<br />

adulta. Abreviaturas: CC, cola del cisticercoide; CH, cápsula que<br />

contiene huevos; EB, embrióforo; GO, ganchos de la oncosfera;<br />

GR, ganchos del rostelo; GV, glándula vitelina; O, oncosfera;<br />

OV, ovario; PG, poro genital; TE, testículos; V, ventosa; VE, vasos<br />

excretores.<br />

destruye el parásito en el lumen intestinal, por lo que no se<br />

observa en las deposiciones y no se puede evidenciar su destrucción;<br />

por ello es recomendable un control posterior del paciente<br />

con examen de deposiciones. Es un fármaco bien tolerado y<br />

se administra en forma oral, y en el caso de animales domésticos,<br />

por vía parenteral.<br />

Control<br />

HOSPEDEROS INTERMEDIARIOS<br />

3<br />

EB<br />

O<br />

GO<br />

2<br />

Entre las medidas de prevención se sugieren las siguientes: evitar<br />

que los niños jueguen con animales infestados con pulgas;<br />

tenencia responsable de mascotas; control periódico de mascotas<br />

con médicos veterinarios; se recomienda la desparasitación<br />

periódica de los animales domésticos mediante antiparasitarios<br />

a los 2, 6 y 12 meses de edad, y por lo menos cada seis meses<br />

para disminuir la carga parasitaria. Otras medidas están orientadas<br />

al control del ambiente, por ejemplo: aseo y retiro de<br />

deposiciones de perros de patios y lugares recreacionales; enseñar<br />

a los niños a evitar besar mascotas o ser lamidos por ellas.<br />

3<br />

CH


CAPÍTULO 28 Dipilidiasis 201<br />

Referencias<br />

1. Campos R, Baillot A, Silva P, Amato V, Moreira R, De<br />

Sant E. Tentativa de controle da himenolepiase devida a<br />

Hymenolepis nana por mejo do praziquantel em colectividades<br />

semifechada. Rev Saúde públi. São Paulo, Brasil,<br />

1984;18:491-494.<br />

2. Gamboa M, Kozubsky L, Costas M, Garraza M, Cardozo<br />

M, Susevich M, Magistrello P, Navone G. Asociación<br />

entre geohelmintos y condiciones socioambientales<br />

en diferentes poblaciones humanas de Argentina. Rev<br />

Panam Salud Pública 2009;26:1-8.<br />

3. Gupta A, Upadha B, Khaira A, Bhowmikn D, Tiwari<br />

S. Chronic diarrhea caused by Hymenolepis nana in a renal<br />

transplant recipient. Clin Exp Nephrol, 2009;13:185-186.<br />

4. Hernández R, Núñez F, Pelayo L. Zoonotic potential<br />

of intestinal helminth infections in spray dogs from City<br />

Havana. Rev Cubana Med Trop, 2007;59:234-240.<br />

5. López J, Abarca K, Paredes P, Inzunza E. Parásitos<br />

intestinales en caninos y felinos con cuadros digestivos en<br />

Santiago, Chile. Consideraciones en Salud Pública. Rev<br />

Med Chile, 2006;134:193-200.<br />

6. Lucas S, Hassounah O, Doenhoff M, Müller R. Aberrant<br />

form of Hymenolepis nana: possible opportunistic<br />

infection in immunosuppressed patients. Lancet, 1979;2:<br />

1372-1373.<br />

7. Mearmar A, Rezain M, Mohraz M, Zahabiun F, Hadighi<br />

R, Kia E. A comparative analysis of intestinal parasitic<br />

infections between HIV+/AIDS patients and non-<br />

HIV infected individuals. Iranian J Parasitol, 2007;2:1-6.<br />

8. Mehraj V. Hatcher J, Akhtar S, Rafique G, Asim Beg<br />

M. Prevalence and factors associated with intestinal parasitic<br />

infection among children in an urban slum of Karachi.<br />

PLoS One, 2008;3e:3680.<br />

9. Mundim T, Oliveira J, Rodríguez M. Frecuencia de<br />

helmintos en gatos de Uberlandia, Minas Gerais Arq,<br />

Bras. Med Vet Zootec, 2004;4:562-563.<br />

10. Neira P, Jofré L, Muñoz N. Infección por Dipylidium<br />

caninum en un preescolar. Presentación del caso y revisión<br />

de la literatura. Rev Chil Infect, 2008;25:465-471.<br />

11. Olson P, Yoder K, Fajardo A, Marty A, Van de Pas S,<br />

Ilivier C, Relman D. Letal invasive cestodiasis in immunosuppressed<br />

patients. J Infect Dis, 2003;187:1962-<br />

1966.<br />

12. Pillai D, Kain K. Common intestinal parasites. Curr<br />

Treat Opt Infect Dis, 2003;5:207–217.<br />

13. Tsumura N, Koga H, Hidaka H, Mukai F, Ikenaga F,<br />

Otsu Y, Masunaga K, Nagai K, Yoneda Y, Fukuma T,<br />

Ishimoto K. Dipylidium caninum infection in an infant.<br />

Kansenshogaku Zasshi, 2007;81:456-458.


Capítulo<br />

29<br />

Difilobotriasis*<br />

Patricio Torres<br />

Antecedentes históricos<br />

La difilobotriasis (difilobotriosis, diphyllobothriosis, diphyllobothriasis)<br />

humana se conoce probablemente desde la antigüedad<br />

por el gran tamaño del estado adulto (hasta 25 metros de<br />

largo) de la principal especie (Diphyllobothrium latum) del género,<br />

causante de infección intestinal. En 1592, fue descrita<br />

por los suizos Dunus y Walphius. Bremser en 1819 creó el género<br />

Bothriocephalus incluyéndola como Bothriocephalus latus.<br />

Fue denominada por Diesing como Dibothrium latum en 1849<br />

y por Luhe como Dibothriocephalus latus; en 1857 fue incluida<br />

en el género Diphyllobothrium, creado por Cobbold. 11<br />

Existen evidencias de registros de huevos de Diphyllobothrium<br />

spp. en material arqueológico, entre otros de Perú<br />

(10000-4000 a.C.), Chile (4110-1950 a.C.), EUA (840 d.C. ±<br />

40), Suiza (3384-3370 a.C.), Alemania (100 a.C.-500 d.C.),<br />

Francia (5600 a.C.), Israel (siglo xiii d.C.), Noruega (siglo xv<br />

d.C.) y Bélgica (siglo xviii). 4<br />

Se conocen alrededor de 38 especies de Diphyllobothrium,<br />

de las cuales algunas se desarrollan en seres humanos, siendo<br />

D. latum la más frecuente y cuya distribución abarca Europa,<br />

Asia, Norteamérica (EUA y Canadá) y Sudamérica (Chile y<br />

Argentina). En América del Norte y del Sur habría sido introducida<br />

por inmigrantes. 11 En la especie humana se mencionan<br />

además: D. alascence, D. cameroni, D. cordatum, D. dalliae,<br />

D. dendriticum, D. elegans, D. hians, D. klebanovskii, D. nihonkaiense,<br />

D. orcini, D. pacificum, D. scoticum, D. stemmacephalum,<br />

D. ursi y D. yonagoensis.<br />

Definición<br />

Zoonosis parasitaria causada por cestodos del género Diphyllobothrium,<br />

cuyo estado adulto se desarrolla en mamíferos y aves<br />

piscívoras, y sus fases larvarias se forman sucesivamente en ambientes<br />

acuáticos, crustáceos copépodos y peces, respectivamente.<br />

La infección humana y, en general, la de aquellos organismos<br />

que participan como hospedero definitivo es adquirida<br />

por el consumo de carne cruda, ahumada o sometida a cocción<br />

insuficiente de peces infectados con larvas plerocercoides.<br />

Clasificación<br />

Reino: Animalia<br />

Phylum: Platyhelminthes<br />

Clase: Cestoda<br />

Orden: Diphyllobothridea<br />

Familia: Diphyllobothridae<br />

Género: Diphyllobothrium<br />

Especies: D. latum, D. pacificum, D. dendriticum y otras<br />

Biología general<br />

Las especies de Diphyllobothrium presentan ciclos de vida heteroxénico<br />

o indirecto incluyendo un hospedero definitivo (mamíferos<br />

o aves piscívoras) y dos hospederos intermediarios sucesivos:<br />

crustáceos (copépodos) y peces planctófagos. Además,<br />

puede participar un hospedero paraténico (peces ictiófagos).<br />

El desarrollo de las especies de Diphyllobothrium implica<br />

distintos estadios: adulto (en el intestino delgado del hospedero<br />

definitivo), huevos (liberados por un poro uterino existente en<br />

cada proglótide del parásito), que son arrastrados con las heces<br />

del hospedero hasta el medio externo, coracidio (larva ciliada<br />

que se desarrolla en el huevo cuando alcanza un medio acuático),<br />

procercoide (larva originada por el coracidio en el hemocele<br />

de crustáceos copépodos) y plerocercoide (larva que se desarrolla<br />

a partir del procercoide en vísceras y músculos de un pez,<br />

segundo hospedero intermediario). Los plerocercoides también<br />

pueden alcanzar los tejidos de un hospedero paraténico, por<br />

ingestión del segundo hospedero intermediario.<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

202


CAPÍTULO 29 Difilobotriasis 203<br />

Especies de importancia<br />

en salud humana<br />

Diphyllobothrium latum. El adulto hermafrodita se desarrolla<br />

en mamíferos ictiófagos. Se le describe en Europa, Asia, Norteamérica,<br />

y en Sudamérica, en Chile y Argentina. La especie<br />

humana y el perro doméstico son los principales hospederos<br />

definitivos. Mide por lo general entre 4 y 10 metros de largo,<br />

alcanzando hasta 25 metros, 31 tiene un escólex generalmente<br />

en forma de espátula, de 2 a 4 mm de largo, que consta de dos<br />

botrios, uno dorsal y otro ventral en forma de surcos, que por<br />

unión de sus márgenes adoptan la forma de un tubo, con los<br />

cuales se adhiere a las vellosidades intestinales (figuras 29-1 a<br />

29-5). Presenta un cuello de alrededor de 1 cm de largo. El estróbilo<br />

presenta 2 000 a 4 000 proglótides aproximadamente,<br />

entre inmaduras, maduras y grávidas, todas más anchas que<br />

largas; las grávidas miden alrededor de 10 a 15 mm de anchura<br />

por 2 a 5 mm de largo con un útero prominente, habitualmente<br />

en forma de roseta (figura 29-6). El útero posee un poro<br />

uterino ventral por donde elimina sus huevos. En las proglótides<br />

se observan numerosos testículos medulares y folículos vitelógenos<br />

corticales. El límite entre las proglótides presenta un<br />

área sin testículos y folículos vitelógenos, los cuales se distribuyen<br />

lateralmente en la proglótide (figura 29-6). Anterior al<br />

útero se observa el atrio genital ventral, donde se encuentran<br />

los poros genitales masculino (donde desemboca la bolsa del<br />

cirro) y femenino (donde se abre la vagina). La bolsa del cirro<br />

presenta una vesícula seminal en posición dorsocaudal. Posterior<br />

al útero se presenta un ovario bilobulado (figuras 29-6 y<br />

29-7).<br />

La superficie del gusano se encuentra provista de un tegumento<br />

con características de sincicio que distalmente presenta<br />

extensiones citoplasmáticas o micrótricos (figura 29-3), que<br />

amplifican la superficie de absorción de nutrientes.<br />

Se calcula que un paciente infectado con D. latum puede<br />

eliminar entre 20 y 40 millones de huevos diariamente, con un<br />

promedio de 122 000 huevos por gramo de heces. 31 Los huevos<br />

poseen una cápsula formada a partir de los productos (proteínas,<br />

fenoles y fenolasa) de las células vitelógenas que originan<br />

una proteína conjugada (esclerotina) altamente resistente. Los<br />

huevos ovalados miden 47-75 mm de largo por 40 a 52 mm de<br />

ancho (figuras 29-8 y 29-9). Sus dimensiones varían según el<br />

hospedero, antigüedad e intensidad de la infección. En un extremo<br />

presentan un opérculo (figuras 29-9, 29-11 y 29-12) y<br />

en el extremo opuesto puede haber un engrosamiento de la<br />

cáscara. Contienen un cigoto rodeado de células vitelógenas,<br />

que al microscopio de luz se observa como una masa granulosa<br />

homogénea después de fijar (figuras 29-8 y 29-9).<br />

La eliminación de heces o aguas servidas en ríos y lagos,<br />

que reúnan ciertas características físicas y químicas, permite el<br />

desarrollo del huevo (figuras 29-8 y 29-9). Los cursos de agua<br />

con corriente rápida son menos favorables que las zonas lacustres.<br />

Temperaturas de 4-25°C favorecen el desarrollo y eclosión<br />

del coracidio (figuras 29-10 a 29-13) en agua dulce o ligeramente<br />

salobre (salinidad de 0.2-0.4%), mientras que<br />

temperaturas inferiores y cercanas a los 0°C permiten la supervivencia<br />

de los huevos por varios años, pero inhiben su desarrollo.<br />

34 A 18-20°C el coracidio desarrolla en 10-12 días. Su supervivencia<br />

en el agua y capacidad de eclosión son directamente<br />

proporcionales a la temperatura ambiental. El coracidio sobrevive<br />

alrededor de 36 a 48 horas a 18-24°C y hasta 96 horas a<br />

5°C; su supervivencia depende además de sus reservas energéticas.<br />

La luz es esencial para provocar la eclosión del coracidio;<br />

la proporción de larvas eclosionadas es directamente proporcional<br />

a su intensidad. La longitud de onda ultravioleta (300<br />

mm) y amarilla-verde (500-600 mu) inducen una mayor proporción<br />

de eclosión de los coracidios. El huevo tiene metabolismo<br />

aeróbico, y su desarrollo depende de la concentración de<br />

oxígeno en el agua. 31 El coracidio representa una adaptación a<br />

la fase acuática del parásito, que consta de una envoltura ciliada<br />

y en su interior tiene tres pares de ganchos y glándulas de penetración.<br />

El primer hospedero intermediario está representado por<br />

crustáceos copépodos de los órdenes Calanoidea y Cyclopoidea.<br />

En el Hemisferio Norte la mayoría son copépodos calanoideos<br />

de diferente género (p. ej., Diaptomus, Eudiaptomus,<br />

Acanthodiaptomus). Entre los ciclopoideos se mencionan especies<br />

de Cyclops, Mesocyclops, Eucyclops y de otros géneros. 31 En<br />

el Hemisferio Sur, en Chile se identifican los copépodos calanoideos<br />

Diaptomus diabolicus y Boeckella gracilis. 29,30 El coracidio<br />

de 50 mm de diámetro al ser ingerido por un copépodo<br />

susceptible (que mide alrededor de 1-2 mm de largo), se libera<br />

de su envoltura ciliada en el tracto digestivo, penetra la pared<br />

con ayuda de sus ganchos y enzimas secretadas por glándulas de<br />

penetración, localizándose en la cavidad corporal donde alcanza<br />

el estadio de procercoide (figura 29-14), que presenta glándulas<br />

frontales que desembocan en el extremo anterior, corpúsculos<br />

calcáreos y un cercómero posterior con tres pares de<br />

ganchos (figuras 29-14 a 29-16).<br />

El parásito que ingresa al tracto digestivo del copépodo<br />

puede ser dañado por las enzimas del hospedero o al ingresar a<br />

la cavidad corporal por los mecanismos defensivos, con lo cual<br />

la población invasora o parte de ella no alcanza su fase infectante.<br />

Sólo las especies de copépodos que permiten el desarrollo<br />

del procercoide infectante son las responsables de mantener el<br />

ciclo en un ecosistema. Los procercoides alcanzan alrededor<br />

de 600 mm de largo entre 8 y 11 días a 18-20°C. 30 El crecimiento<br />

de los procercoides es inversamente proporcional a la<br />

intensidad de la infección. En el Hemisferio Norte, 50 y 20%<br />

de las especies de copépodos calanoideos y ciclopoideos susceptibles,<br />

respectivamente, favorecen el desarrollo de procercoides<br />

infectantes para el segundo hospedero intermediario. En Chile<br />

no se registran casos de Cyclops spp.<br />

El segundo hospedero intermediario está representado<br />

por peces planctófagos que al ingerir copépodos infectados, los<br />

procercoides penetran la pared gastrointestinal mediante secreciones<br />

de sus glándulas frontales, alcanzando otras vísceras y<br />

músculos. El procercoide da origen al plerocercoide que desa-


204 PARTE II Parasitología humana<br />

rrolla un escólex, con dos botrios, retraído con una fisura dorsoventral<br />

y glándulas frontales. El tegumento se encuentra tapizado<br />

de microtricos de hasta 3 mm de largo. El plerocercoide<br />

mide entre 1 y 60 mm de largo y se encuentra libre o encapsulado<br />

por tejido conectivo en vísceras y músculos del hospedero<br />

(figuras 29-17 a 29-22). En el ciclo de D. latum también puede<br />

participar un hospedero paraténico que sirve de enlace entre<br />

el hospedero intermediario y definitivo, facilitando la transmisión<br />

a este último; son peces ictiófagos que consumen al segundo<br />

hospedero intermediario (figura 29-28). En el Hemisferio<br />

Norte, se mencionan por ejemplo, al lucio, Esox lucius, lota o<br />

mustela, Lota lota, perca, Perca fluviatilis, acerina, Gymnocephalus<br />

cernuus y trucha arco iris, Oncorhynchus mykiss, trucha ohrid<br />

Salmo letnica, trucha marrón Salmo trutta, tímalo Thymallus<br />

thymallus, trucha alpina, Salvelinus alpinus y salmón del Atlántico,<br />

Salmo salar. En el Hemisferio Sur, particularmente en<br />

Chile, se registran salmónidos introducidos, tales como la trucha<br />

arco iris, trucha marrón, así como algunos peces endémicos<br />

como puyes, Galaxias maculatus (figura 29-19), perca trucha,<br />

Percichthys trucha, pejerrey de río y cauque, Basilichthys australis<br />

y Odonthestes mauleanum, respectivamente (figuras 29-20 a<br />

29-22). En Argentina, se le registra en truchas arco iris, salmón<br />

del Atlántico, trucha de arroyo, Salvelinus fontinalis, puyes y<br />

perca trucha. 15,18 En Chile y Argentina los salmónidos desarrollan<br />

infecciones más intensas y constituyen la principal fuente<br />

de infección humana. 21,28 Los peces nativos presentan baja prevalencia<br />

e intensidad de infección. 28 Los juveniles de salmónidos<br />

y perca trucha, así como juveniles y adultos de pejerreyes,<br />

adquieren la infección por consumo de copépodos infectados.<br />

Las truchas y percas adultas se comportan como hospedero paraténico<br />

al consumir otros peces infectados. En las truchas la<br />

intensidad de la infección se incrementa con su talla.<br />

Los humanos (hospedero definitivo) se infectan con el<br />

plerocercoide al consumir carne de pescado cruda (p. ej., cebiche,<br />

sushi), ahumada en frío o insuficientemente cocida (figuras<br />

29-20 a 29-22). Los animales domésticos como perro o<br />

gato se infectan al consumir peces o vísceras crudas suministradas<br />

por sus propietarios (figuras 29-20 a 29-22). En el Hemisferio<br />

Norte, algunos cánidos y félidos silvestres tienen un<br />

papel importante en la diseminación de la infección, como el<br />

zorro ártico. En el Hemisferio Sur en Chile también se cita<br />

al zorro, Ducicyon spp., como hospedero definitivo. El periodo<br />

prepatente fluctúa entre 18 y 28 días. 25 La infección humana<br />

puede perdurar por 20 o más años y suele ser causada por un<br />

solo gusano, aunque se citan casos masivos, como por ejemplo,<br />

en pacientes que eliminaron 90 y 106 gusanos (400 gramos<br />

de peso), respectivamente; así como un paciente ruso que<br />

eliminó 14 ejemplares que midieron en su totalidad 83 m de<br />

largo. 11<br />

El tamaño del gusano puede variar en un mismo individuo<br />

que ingirió tres plerocercoides, alcanzando 1.5-3.0 y 12 metros,<br />

respectivamente, a los 124 días de la infección; asimismo,<br />

en un perro se recobraron 718 gusanos de 0.5 a 40 cm, después<br />

de ingerir 1 000 plerocercoides. Los parásitos localizados en el<br />

tercio anterior del intestino tienen un crecimiento más acelerado<br />

que aquellos localizados en la parte media o posterior del<br />

intestino, y la longitud del estróbilo es inversamente proporcional<br />

al número de parásitos, con mayor desarrollo de los órganos<br />

reproductores en infecciones masivas. 17 En infecciones experimentales<br />

masivas por D. alascence, algunos gusanos desarrollan<br />

rápidamente y producen huevos y otros muestran un desarrollo<br />

lento; este proceso estaría ligado al efecto multitudinario (o<br />

crowding effect) observado en cestodos ciclofilídeos, en que la<br />

longitud de los estróbilos se reduce de manera uniforme en<br />

la población. 17<br />

Los plerocercoides de D. latum, cuando se establecen en el<br />

intestino, desprenden su cuerpo larvario originando su estróbilo;<br />

en D. dendriticum el estróbilo se forma directamente del<br />

cuerpo del plerocercoide; esto explicaría el periodo prepatente<br />

más prolongado en D. latum. En Chile, en 80% de los pacientes<br />

los gusanos miden sobre 5 m de largo, alcanzando hasta<br />

12 m en algunos casos. Un paciente eliminó cinco gusanos que<br />

en su totalidad midieron 28 metros. En forma periódica, trozos<br />

de estróbilo de algunos centímetros y hasta medio metro se<br />

desprenden del verme, los cuales son eliminados pasivamente<br />

con las heces.<br />

En la figura 29-29 se describe el ciclo vital de Diphyllobothrium<br />

latum.<br />

Diphyllobothrium dendriticum. Al igual que D. latum, desarrolla<br />

su ciclo vital en ecosistemas de agua dulce. Se le describe<br />

en Europa, Asia, Norteamérica y en Sudamérica, en Chile y<br />

Argentina. Su principal hospedero definitivo está representado<br />

por aves piscívoras de la familia Lariidae. De manera secundaria,<br />

puede infectar a mamíferos, incluidos humanos y perro<br />

doméstico. El adulto alcanza 60-110 cm en gaviotas (Larus dominicanus)<br />

y perro doméstico infectados experimentalmente.<br />

En infecciones humanas alcanzan 2 m de largo con 2 cm de<br />

anchura. El escólex por lo general tiene forma de espátula y<br />

presenta dos botrios; el cuello es más corto que el de D. latum,<br />

y cuando se fijan directamente en formalina, el cuello se retrae<br />

y no se observa.<br />

El estróbilo contiene alrededor de 800 proglótides en su<br />

mayoría más anchas que largas, aunque las más distales pueden<br />

ser más largas que anchas. Las proglótides grávidas difieren con<br />

las de D. latum por presentar folículos vitelógenos y testículos<br />

que confluyen en el límite existente entre las proglótides en la<br />

zona anterior del atrio genital (figuras 29-23 y 29-24); la vesícula<br />

seminal es dorsal respecto a la bolsa del cirro, de posición<br />

oblicua. 1,25<br />

En el Hemisferio Norte se citan las gaviotas Larus glaucescens,<br />

Larus argentatus, entre otras, así como humanos, perros<br />

y gatos como hospedero definitivo. Como en D. latum, el<br />

hámster y la rata son hospederos experimentales. 1 El gaviotín<br />

boreal, Sterna hirundo, un ave migratoria que se desplaza entre<br />

los Hemisferios Norte y Sur, visitando Chile, es hospedero definitivo<br />

experimental. En el Hemisferio Sur, en Chile y Argentina,<br />

el hospedero definitivo corresponde a L. dominicanus y<br />

Larus maculipennis. 26 También, el perro ha sido infectado de<br />

manera experimental. 25 No se registran casos de infección humana<br />

en Sudamérica.


CAPÍTULO 29 Difilobotriasis 205<br />

7<br />

6<br />

Figura 29-29. Ciclo vital de D. latum en Chile. 1-2: Los huevos del<br />

parásito son eliminados con las heces del hospedero definitivo,<br />

principalmente humanos y perros. 3-4: En ambientes de agua dulce<br />

el huevo desarrolla un coracidio que eclosiona. 5: El coracidio, al ser<br />

ingerido por un copépodo susceptible (primer huésped intermediario),<br />

desarrolla el estado de procercoide en el hemocele del<br />

crustáceo. 6: Los peces planctófagos (segundo hospedero intermediario),<br />

como truchas y percas juveniles, puyes y pejerreyes de agua<br />

dulce, se infectan al ingerir copépodos infectados y en sus vísceras<br />

o músculos desarrollan el estado de plerocercoide. 7: Los peces<br />

ictiófagos (hospedero paraténico), tales como truchas y perca<br />

trucha, al consumir al segundo hospedero intermediario, se infectan<br />

y los plerocercoides reclutados se localizan en vísceras y musculatura.<br />

El hospedero definitivo se infecta al consumir peces (segundo<br />

hospedero intermediario o hospedero paraténico).<br />

1<br />

5<br />

4<br />

2<br />

3<br />

Las aves, al desplazarse y eliminar sus heces, diseminan los<br />

huevos en ríos y lagos, los que desarrollan coracidios que requieren<br />

de luz para efectuar su eclosión. Los huevos obtenidos<br />

en infecciones de gaviotas, perros y gatos fluctúan entre 51 y 69<br />

micras de largo por 34 a 52 micras de ancho y presentan un<br />

opérculo. El desarrollo y eclosión de la larva se rigen por factores<br />

similares a los mencionados para D. latum. A 25°C se desarrolla<br />

en 5-6 días y sobrevive entre 12 y 72 horas después de<br />

eclosionar a temperatura de laboratorio. Presentan geotropismo<br />

negativo, ascendiendo por la columna líquida; al parecer<br />

no presentan fototropismo. A 10 y 20°C los coracidios desarrollan<br />

a los 25 y 5 días, respectivamente. A 10°C se desarrolla una<br />

mayor cantidad de coracidios que a 20°C. Los huevos desarrollan<br />

coracidios después de permanecer por 18 meses a 4°C,<br />

conservando su capacidad para infectar copépodos (figura 29-<br />

29). 34 En el Hemisferio Norte se mencionan dos especies de<br />

Diaptomus spp. y siete especies de cyclopoodeos (Cyclops spp. y<br />

Mesocyclops leuckarti) de Norteamérica y Europa, las que desarrollan<br />

procercoides infectantes. 22,34 En Sudamérica, no se conocen<br />

las especies de copépodos susceptibles; es probable que<br />

se trate de D. diabolicus y M. longisetus, por pertenecer al mismo<br />

género de las especies del Hemisferio Norte. El procercoide<br />

desarrolla en la cavidad corporal entre 7 y 14 días a 20 ± 2°C<br />

en Cyclops abyssorum, 22 reduciendo capacidades reproductiva,<br />

de alimentación y respiración, así como la motilidad y facilidad<br />

para escapar a depredadores en las poblaciones de copépodos;<br />

lo anterior favorece la acción del segundo hospedero intermediario,<br />

y así el proceso de transmisión.<br />

El segundo hospedero intermediario está representado por<br />

distintas especies de salmónidos en el Hemisferio Norte, tales<br />

como truchas arco iris y marrón, salmón del Atlántico, las truchas<br />

Salvelinus fontinalis, Salvelinus namaycush y Salvelinus<br />

malma, tímalo, lota o mustela, espinoso, Gasterosteus aculeatus,<br />

espinosillo, Pungitius pungitius, corégono blanco, Coregonus albula<br />

y otras especies. En Sudamérica, se mencionan en Chile<br />

las truchas arco iris y marrón, cauque, percas, pejerrey de río y<br />

puyes. 28 En Argentina, se le registra en las truchas alpina y arco<br />

iris. 18 Los plerocercoides se localizan encapsulados en vísceras y<br />

músculos. Miden hasta 100 mm habitualmente y más, con escólex<br />

parcialmente retraído, provisto de dos botrios. El escólex<br />

presenta una fisura transversal que forma una cruz en vista<br />

frontal con el surco dejado por los botrios (figura 29-25). Las<br />

glándulas frontales están circunscritas al escólex. El tegumento<br />

tiene microtricos de 7 a 14 mm de largo (figura 29-26).<br />

Las gaviotas se infectan al consumir peces de talla reducida<br />

o las vísceras de los de mayor talla que eliminan los pescadores.<br />

Los perros y gatos se infectan cuando son alimentados con vísceras<br />

crudas de peces. En el Hemisferio Norte se describen casos<br />

humanos cuya infección suele mantenerse hasta por siete<br />

meses, al igual que en las gaviotas y animales domésticos, y a<br />

diferencia de la infección por D. latum, que puede perdurar por<br />

varios años. Este breve periodo de vida disminuye la probabilidad<br />

de encontrar infecciones naturales por este parásito. 32 El<br />

periodo prepatente varía entre 7 y 18 días en gaviotas y mamíferos.<br />

25 Los plerocercoides de D. latum no se desarrollan en<br />

gaviotas. 25<br />

En la figura 29-30 se describe el ciclo vital de Diphyllobothrium<br />

dentricum.<br />

Diphyllobothrium pacificum. Presenta ciclo marino, cuyo<br />

hospedero definitivo corresponde a mamíferos marinos de la<br />

familia Otariidae, como el lobo común, Otaria byronia y lobos<br />

finos de Juan Fernández, Arctocephalus philippii, y austral, Arctocephalus<br />

australis, en Sudamérica en Chile y Perú. En el Hemisferio<br />

Norte se le describe en la foca Callorhynus ursinus en<br />

Japón, y en el león marino, Eumetopias cubata en la isla de<br />

Vancouver, Canadá. El periodo prepatente es de 20 a 30 días.<br />

Habitualmente miden entre 0.30 y 2 metros. 3 El tegumento de<br />

las proglótides grávidas presenta surcos o hendiduras transver-


206 PARTE II Parasitología humana<br />

7<br />

6<br />

Figura 29-30. Ciclo vital de D. dendriticum en Chile. 1-2: Los huevos<br />

del parásito son eliminados con las heces del hospedero definitivo,<br />

principalmente por especies de gaviotas. 3-4: En ambientes de agua<br />

dulce el huevo desarrolla un coracidio, el cual eclosiona y se<br />

desplaza en el agua. 5: Los coracidios, al ser consumidos por<br />

copépodos susceptibles (segundo hospedero intermediario),<br />

eclosionan en el tracto digestivo y se desplazan hasta el hemocele,<br />

desarrollando el estado de procercoide. 6: Los peces planctófagos<br />

susceptibles (segundo hospedero intermediario) se infectan al<br />

consumir copépodos infectados con procercoides, los que penetran<br />

la pared del tracto digestivo y se desplazan a otras vísceras y<br />

músculos donde desarrollan el estado de plerocercoide. 7: Algunos<br />

peces ictiófagos (hospedero paraténico), como truchas y perca<br />

trucha, se infectan al predar sobre los peces planctófagos reclutando<br />

plerocercoides que se establecen en sus vísceras y músculos. Las<br />

gaviotas se infectan principalmente al consumir peces planctófagos<br />

(segundo hospedero intermediario) o las vísceras del hospedero<br />

paraténico, eliminadas por los pescadores. Los mamíferos se<br />

infectarían principalmente por el consumo del hospedero paraténico.<br />

sales en la parte anterior a la bolsa del cirro. 12 Los testículos y<br />

ácinos vitelógenos ocupan los campos laterales del complejo<br />

genital (figura 29-27), y en especímenes contraídos pueden<br />

alcanzar su parte anterior. Los huevos ovalados y operculados<br />

miden 50 a 62 micras de largo por 36-40 micras de diámetro, 2<br />

o 56.7-67.5 micras por 40.5-46 micras. 12 El saco del cirro es<br />

piriforme en corte sagital y se extiende dorsalmente; la vesícula<br />

seminal es ovalada en sentido anteroposterior. El útero presenta<br />

1<br />

5<br />

4<br />

2<br />

3<br />

3 a 8 vueltas paralelas por lado; en algunos casos adopta forma<br />

de roseta. El ovario es bilobulado. El poro genital masculino<br />

con la bolsa del cirro es anterior y abre separadamente del poro<br />

vaginal en una protuberancia hundida en la superficie del tegumento.<br />

El poro uterino es posterior al poro vaginal.<br />

El huevo en agua de mar desarrolla un coracidio al tercer<br />

día de ser incubado a 22°C. 9 Se desconocen la o las especies de<br />

copépodos que participan como primer hospedero intermediario.<br />

En Perú se registran alrededor de 18 especies de peces que<br />

participan como segundo hospedero intermediario o paraténico.<br />

Algunos de éstos también se encuentran en la costa de Chile,<br />

tales como congrio dorado, Genypterus blacodes, merluza,<br />

Merluccius gayi, reineta, Sciaena deliciosa, jurel, Trachurus murphyi,<br />

lisa, Mugil cephalus, pejerrey marino, Odonthestes regia y<br />

otros. 23 La identificación de plerocercoides de D. pacificum se<br />

ha confirmado mediante infecciones experimentales en perro<br />

doméstico; se encuentran encapsulados formando nódulos<br />

blancos de 2 mm de diámetro, en la pared del estómago, hígado<br />

y peritoneo de los peces. Los plerocercoides son alargados y<br />

miden hasta 25 mm, con dos botrios que sobresalen en el extremo<br />

anterior y al parecer en peces planctófagos (hospedero intermediario)<br />

se localizan en la musculatura y en los peces ictiófagos<br />

paraténicos se sitúan preferentemente a nivel visceral y<br />

peritoneo. 8 El hospedero definitivo se infecta al consumir los<br />

plerocercoides existentes en la carne del pescado, desarrollando<br />

el estado adulto en alrededor de 30 días.<br />

En la figura 29-31 se describe el ciclo vital de Diphyllobothrium<br />

pacificum.<br />

Patogenia y patología<br />

La infección humana por Diphyllobothrium spp. es habitualmente<br />

causada por un solo gusano; en el Hemisferio Norte, se<br />

describen casos excepcionales por varios especímenes que causaron<br />

obstrucción e incluso perforación intestinal. El verme<br />

vive plegado en el intestino delgado, de preferencia a nivel del<br />

íleon y con menor frecuencia en el yeyuno. Los síntomas, en<br />

parte, son resultado de la sustracción de nutrientes por parte<br />

del parásito, además de la secreción o excreción de productos<br />

metabólicos. D. latum es la única especie del género que causa<br />

anemia megaloblástica en algunos pacientes debido a su capacidad<br />

para sustraer vitamina B 12 a través de su tegumento. La<br />

vitamina B 12 es esencial para el metabolismo de los folatos,<br />

para la síntesis de DNA y para mantener la mielinización de la<br />

médula espinal. Es fundamental para la síntesis de difosfato de<br />

adenosina, que a nivel de la médula ósea permite la maduración<br />

de las tres series hemáticas, por lo cual su falta puede llevar<br />

a anemia megaloblástica, leucopenia y trombocitopenia. D.<br />

latum capta la vitamina B 12 , compitiendo con los receptores de<br />

la mucosa intestinal del hospedero. Los factores que intervienen<br />

en la deficiencia de vitamina B 12 , y eventualmente anemia<br />

en el hospedero, son: a) insuficiente suministro de vitamina B 12<br />

en la dieta, b) deficiencia del factor intrínseco debido a daño de<br />

la mucosa gástrica, c) localización proximal del gusano en el


CAPÍTULO 29 Difilobotriasis 207<br />

7<br />

1<br />

4<br />

2<br />

3<br />

un elevado número en la región distal no necesariamente la<br />

causará, excepto con intensidades excepcionales de 80 o más<br />

gusanos. 31<br />

En infecciones de larga duración en las cuales la anemia se<br />

mantiene, puede manifestarse un compromiso serio a nivel del<br />

sistema nervioso central y periférico por falla en el proceso de<br />

mielinización. La desmielinización trae como consecuencia la<br />

aparición de lesiones degenerativas a nivel de la médula espinal,<br />

neuritis periférica, atrofia del nervio óptico. Cuando la infección<br />

es tratada, y el o los gusanos son expulsados, mejoran rápidamente<br />

los signos hematológicos de la anemia y se normalizan<br />

los valores del hemograma. No obstante, los síntomas<br />

neurológicos remiten más lentamente, lo que requiere un aporte<br />

complementario y prolongado de vitamina B 12 . Es común la<br />

deficiencia parcial de vitamina B 12 en portadores de D. latum,<br />

pero la anemia manifiesta es relativamente rara; esto debido a<br />

que las reservas de vitamina suelen ser elevadas en el hospedero.<br />

En general, el cuadro de anemia se presenta en alrededor de 2%<br />

de los infectados en Finlandia. En Sudamérica, sólo en Chile se<br />

han registrado algunos casos de D. latum asociados a anemia<br />

megaloblástica.<br />

6<br />

Figura 29-31. Ciclo vital de D. pacificum. 1-2: Los huevos del<br />

parásito son diseminados principalmente por el hospedero<br />

definitivo, representado por mamíferos marinos como Otaria byronia<br />

y otros otáridos. Humanos y carnívoros domésticos tienen un papel<br />

secundario en la diseminación de la infección. 3-4: Los huevos se<br />

desarrollan en agua de mar, dando origen a un coracidio que<br />

eclosiona. 5: El coracidio es infectante para el primer hospedero<br />

intermediario, un copépodo, cuyas especies no han sido identificadas<br />

y donde el parásito desarrolla el estado de procercoide. 6: Los<br />

copépodos infectan al segundo hospedero intermediario (peces<br />

planctófagos), donde desarrollan el estado de plerocercoide<br />

infectante para el hospedero definitivo. 7: Los peces intermediarios<br />

pueden transmitir la infección por plerocercoides a peces piscívoros<br />

que participan como hospedero paraténico, que también transmiten<br />

la infección al hospedero definitivo. Éste puede infectarse al<br />

consumir peces que cumplen el papel de hospedero intermediario<br />

o paraténico.<br />

intestino delgado o la presencia de gran número de gusanos y<br />

d) incremento en los requerimientos de vitamina B 12 . 31<br />

El adulto de D. latum disocia la vitamina B 12 del factor<br />

intrínseco, y de esta manera la sustrae al hospedero. D. dendriticum<br />

no disocia la vitamina B 12 del factor intrínseco. Si el<br />

gusano se encuentra localizado en el segmento proximal del<br />

intestino, con menor número de receptores para la vitamina<br />

B 12 , las proglótides captan mayor cantidad de vitamina. En<br />

cambio, a nivel distal del íleon con mayor concentración de<br />

receptores para la vitamina, el hospedero resulta más exitoso en<br />

su captación. La localización proximal del parásito, aun en un<br />

número bajo de ejemplares, puede causar anemia, mientras que<br />

5<br />

Epidemiología<br />

La difilobotriasis humana se adquiere por consumo de carne de<br />

pescado cruda (cebiche, sushi, entre otros), ahumada o insuficientemente<br />

cocida. Infecciones por D. latum o D. dendriticum<br />

se contraen a través del consumo de peces de agua dulce; la<br />

infección por D. pacificum se adquiere por el consumo de peces<br />

marinos o de estuarios. Se estima que en el mundo existen alrededor<br />

de 9 millones de personas afectadas de difilobotriasis.<br />

Los salmónidos silvestres son los principales transmisores de D.<br />

latum en Sudamérica. La infección por D. latum y D. pacificum<br />

suele ser más frecuente en personas adultas del sexo masculino.<br />

Se ha observado que los pescadores que tienen el hábito de ingerir<br />

el hígado o huevos de los peces recién capturados, así<br />

como las mujeres que muestrean alimentos a base de pescado<br />

crudo, durante su preparación presentan un riesgo ocupacional.<br />

La demanda por alimentos, especialmente de pescado, la<br />

preferencia de platos preparados con pescado crudo, el aumento<br />

en la producción de salmónidos de exportación en países<br />

endémicos y la demanda de éstos por países consumidores, han<br />

contribuido a incrementar la infección en distintos países. 5<br />

La infección humana por D. latum en el Hemisferio Norte<br />

se distribuye en las regiones templadas y subártico de Eurasia.<br />

Se registra principalmente en el norte de la Unión Soviética,<br />

cuenca del río Volga y Finlandia, norte de Italia, Suiza y en<br />

áreas del río Danubio.<br />

En Sudamérica, los plerocercoides de Diphyllobothrium<br />

fueron registrados inicialmente en truchas arco iris por Wolffugel<br />

en 1949 en el lago de Todos los Santos, Chile. 26 Las poblaciones<br />

de truchas fueron introducidas exitosamente hacia 1905<br />

en ríos y lagos de Chile, a partir de ovas importadas desde Alemania.<br />

26 La introducción de D. latum en Chile fue favorecida<br />

probablemente por la visita de turistas o inmigrantes proceden-


208 PARTE II Parasitología humana<br />

tes de regiones endémicas del Hemisferio Norte, que diseminaron<br />

la infección a través de sus heces que contenían los huevos<br />

del parásito. Las deficientes condiciones sanitarias contribuyeron<br />

a la contaminación de ríos y lagos con aguas servidas que<br />

posibilitaron la prosecución del ciclo vital del parásito. En<br />

1950, Neghme y colaboradores publicaron el primer caso humano<br />

autóctono en un estudiante de 17 años, que por seis meses<br />

eliminó trozos de estróbilo de unos 25 cm de longitud, siendo<br />

precedida cada expulsión por crisis de diarrea intensa con 15<br />

a 20 deposiciones líquidas. Presentó pérdida de peso, falta de<br />

atención en clases y disminución de rendimiento escolar. El paciente<br />

pertenecía a una brigada de boy-scouts que efectuaba excursiones<br />

veraniegas a los lagos del sur de Chile, acampando en<br />

sus riberas, donde practicaban la pesca y consumo de truchas.<br />

En Chile, los peces infectados por Diphyllobothrium en<br />

aguas dulces, así como la fuente de infección humana, se distribuyen<br />

aproximadamente entre el paralelo 37° y 41° de latitud<br />

sur. En los siguientes lagos del sur de Chile se ha registrado<br />

infección en truchas: Colico, Caburga, Villarrica, Calafquén,<br />

Panguipulli, Riñihue, Ranco, Maihue y Puyehue; D. dendriticum<br />

se encuentra en estos mismos lagos y además en los lagos<br />

Rupanco, Llanquihue y Todos los Santos. La prevalencia de<br />

infección alcanza entre 4 y 83% para D. latum y de 3 a 76.7%<br />

para D. dendriticum. 26,28 Las prevalencias de infección en población<br />

humana en distintos sectores de la región endémica,<br />

desde su primer registro, han fluctuado entre 0.2 y 3.4%, siendo<br />

las más elevadas en los lagos Panguipulli y Riñihue.<br />

En Argentina, Szidat y Soria registraron difilobotriasis en<br />

salmónidos introducidos en la región andinopatagónica; más<br />

tarde se señaló la presencia de dos especies, D. latum y D. dendriticum.<br />

18 Los primeros casos humanos correspondieron a infecciones<br />

importadas, como ocurrió con un joven ruso inmigrante<br />

en 1911; el primer caso autóctono fue observado en<br />

1983 por Garaguso; se registraron alrededor de 18 casos en la<br />

Patagonia Argentina. 21<br />

Existe consenso sobre la importancia de los perros en la<br />

diseminación de D. latum, 31 al igual que en el caso de la especie<br />

humana. En un estudio realizado en el lago Panguipulli en el<br />

sur de Chile, la prevalencia de infección en el perro fue mayor<br />

a la observada en humanos, de manera similar a otros sectores<br />

ribereños de distintos lagos del sur de Chile; el perro constituye<br />

un buen indicador para determinar la existencia de infección<br />

en una comunidad. 26,28 En dos localidades (Panguipulli y<br />

Choshuenco) del lago Panguipulli, la infección humana sólo<br />

estuvo presente en Choshuenco (2.8%), donde la proporción<br />

de personas consumidoras de pescado crudo o ahumado fue<br />

significativamente mayor (12.5%) que en la localidad de Panguipulli<br />

(5.2%). La prevalencia en perros de Panguipulli fue de<br />

1.8% y en Choshuenco alcanzó 4.5%.<br />

En el sur de Chile y Argentina, los principales hospederos<br />

de plerocercoides de D. latum y D. dendriticum son peces salmónidos<br />

(truchas arco iris y trucha marrón), 18,26,28 cuya infección<br />

suele ser muy frecuente y abundante en algunos lagos,<br />

en especial aquellos de la cuenca del río Valdivia en Chile, donde<br />

la prevalencia alcanza 83 y 76.7% para D. latum y D. dendriticum<br />

en el lago Panguipulli, respectivamente. La infección<br />

muscular por D. latum se presenta en 73% de las truchas, lo<br />

que contrasta con otros lagos de la región en que la frecuencia<br />

de infección muscular fluctúa entre 3.4 y 11.6% en los lagos<br />

Villarrica, Colico y Riñihue, lo que en parte estaría en relación<br />

con los niveles de contaminación fecal lacustre.<br />

La infección en peces nativos es menos frecuente y de escasa<br />

abundancia, por lo cual su papel en la transmisión a humanos<br />

es menor que en el caso de los salmónidos. 28 Por ejemplo,<br />

en el lago Panguipulli las prevalencias de infección alcanzan<br />

entre 2 y 69% en percas, pejerreyes de río, cauques y puyes, con<br />

promedios de 1 a 5 plerocercoides por pez infectado, lo que<br />

contrasta con el 83% de prevalencia y un promedio de 146<br />

plerocercoides por trucha.<br />

La presencia de D. dendriticum en Sudamérica fue confirmada<br />

en 1981 mediante estudios experimentales en gaviotas,<br />

L. dominicanus y L. maculipennis a partir de plerocercoides obtenidos<br />

en salmónidos introducidos. 25 En Argentina, en 1957<br />

Szidat y Soria determinaron un tipo de plerocercoide en salmónidos<br />

introducidos y adultos en L. dominicanus que posteriormente<br />

fue identificado como D. dendriticum. 18<br />

La infección por D. dendriticum en salmónidos suele ser<br />

leve en distintos lagos del sur de Chile y depende esencialmente<br />

de la abundancia de gaviotas. En Chile no se han registrado<br />

casos de infección humana. Esto puede atribuirse a los siguientes<br />

aspectos: 1) la infección en las gaviotas, mamíferos, incluidos<br />

casos humanos, es de corta duración y no sobrepasa los<br />

siete meses, disminuyéndose la probabilidad de encontrar casos,<br />

en contraposición a la infección por D. latum, que suele<br />

perdurar por varios años; 2) la prevalencia e intensidad de la<br />

infección por D. dendriticum a nivel muscular suele ser inferior<br />

a la de D. latum y 3) las aves son más susceptibles a la infección<br />

por D. dendriticum que los mamíferos. 28 En el Hemisferio<br />

Norte, D. dendriticum produce un bajo grado de infección humana.<br />

D. pacificum ha sido identificado en Perú, Chile, Ecuador,<br />

Canadá y Japón. Existen registros de huevos en coprolitos de<br />

asentamientos humanos en Perú y Chile atrubuidos a Diphyllobothrium<br />

pacificum y que datan de 10 000-4 000 a.C. en Perú. 4<br />

El primer caso de difilobotriasis corresponde al hallazgo de<br />

huevos en heces de dos personas de la localidad de Callao en<br />

Lima por Ayulo y Filomeno en 1957; posteriormente, Miranda<br />

y colaboradores recobraron por primera vez un gusano adulto<br />

de una persona de la localidad de Trujillo en 1961, que<br />

fue identificado como D. latum por parasitólogos extranjeros.<br />

Posteriormente, se registraron numerosos casos, pero ninguno<br />

asociado al consumo de peces de agua dulce. Por último, se<br />

concluyó que la especie causante de difilobotriasis en Perú corresponde<br />

a D. pacificum. 2 En Chile, los primeros casos humanos<br />

fueron identificados por Atías y Sagua y sus respectivos<br />

colaboradores en 1976. Los mamíferos marinos hospederos en<br />

el Hemisferio Norte corresponden a la foca C. ursinus y E.<br />

jubatus, mientras que en el Pacífico Sur corresponden al lobo<br />

común O. byronia, el lobo fino austral, A. australis y el lobo fino<br />

de Juan Fernández, A. phillipii.


CAPÍTULO 29 Difilobotriasis 209<br />

La principal fuente de infección humana corresponde al<br />

consumo de peces crudos o insuficientemente cocidos de origen<br />

marino o estuarial. En Perú, la infección en humanos alcanza<br />

prevalencias de 0.02 a 0.09% en localidades de Arequipa<br />

y un 2% en la costa del sur del país en áreas urbanas; en la<br />

mayoría de 21 casos (2 a 18 años de edad) hubo consumo de<br />

jurel, bonito (Sarda chilensis) y lisa (Mugil cephalus), 13 los cuales<br />

también están presentes en la costa de Chile. La principal<br />

fuente de infección es el ceviche, así como otros platos a base de<br />

pescado crudo, como el “tiradito” y el “chinguirito”. En Chile,<br />

se han publicado alrededor de 16 casos, la mayoría en la zona<br />

norte y una minoría en el centro y sur del país; tres casos corresponden<br />

a niños de 3 a 7 años de edad. 19 En la musculatura de<br />

peces frescos comercializados como el congrio (G. blacodes) en<br />

Valdivia (Chile), se ha registrado en 1% plerocercoides de Diphyllobothrium<br />

spp. En el norte de Chile, los cambios ambientales<br />

derivados del fenómeno atmosférico del huracán El Niño<br />

podrían influir en la aparición de casos de D. pacificum en la<br />

población. 19<br />

La difilobotriasis tiene importancia desde un punto de vista<br />

económico, ya que puede afectar a salmónidos en condiciones<br />

de cultivo, registrándose casos en distintos lugares del mundo<br />

como EUA, Escocia, Alaska, Rusia, Finlandia y Chile, 27 lo<br />

cual afecta a la industria y ha hecho necesario tomar medidas<br />

de control de los productos. Entre 2004 y 2005 se registraron<br />

brotes de difilobotriasis humana en distintas ciudades de Brasil,<br />

atrubuidos en parte al consumo de sushi y sashimi de salmón<br />

importado desde Chile; se publicaron varios casos en las ciudades<br />

de São Paulo, Rio de Janeiro y Salvador, algunos de ellos<br />

identificados como D. latum. 7,14,20,24 Esto llevó a la suspensión<br />

temporal de la importación del producto por Brasil, con la consecuente<br />

pérdida para la industria del salmón en Chile.<br />

La práctica de cultivar salmónidos en lagos donde existen<br />

focos de infección en salmónidos silvestres, puede constituir un<br />

riesgo para la salmonicultura por la ingesta de copépodos o<br />

peces infectados que penetran a las balsas de cultivo; 3,30 de hecho,<br />

el crecimiento de salmónidos en jaulas no está permitido<br />

y es evitada por razones sanitarias por la industria acuícola de<br />

países como Noruega, Irlanda, Escocia, EUA y Canadá. 6 En<br />

este sentido, el diálogo entre la industria, consumidores y regulaciones<br />

gubernamentales pueden desarrollar medidas apropiadas<br />

para prevenir la expansión de esta y otras zoonosis transmitidas<br />

por la carne de pescado. 3<br />

En España, Austria, Grecia, Rumania, Polonia y Noruega<br />

se diagnostican casos esporádicos de difilobotriasis con menos<br />

de un caso por año; en Finlandia se notifican alrededor de 20<br />

casos por año con prevalencias de 0.3 a 3.8% en personas hospitalizadas<br />

entre 1978 y 1989; en Suecia se mencionan entre 10<br />

y 50 casos por año; en Estonia se registraron 440 casos en 1997.<br />

Numerosos casos se diagnostican en las regiones alpinas de habla<br />

francesa e italiana; se le considera actualmente una infección<br />

emergente, donde la prevalencia en los peces alcanza entre<br />

3.7 y 33%; se reportan alrededor de 200 casos en población<br />

ribereña de los lagos Leman, Morat y otros, desde 1987; en<br />

países Bálticos y escandinavos la infección ha disminuido. 6 La<br />

manutención de los focos de difilobotriasis en Europa es atribuida<br />

a que persiste la contaminación del agua con heces humanas<br />

o de animales; por ejemplo, en el lago Leman entre 89 y<br />

98.6% de la población se encuentra conectada a plantas de tratamiento<br />

de aguas servidas, que purifican entre 95 y 99% de los<br />

huevos del parásito. Una fracción de los casos diagnosticados<br />

actualmente en Europa corresponden a casos por consumo<br />

de pescado importado que podría ayudar a mantener la casuística<br />

o a reintroducir la infección en áreas donde ya había desaparecido.<br />

6<br />

Clínica<br />

En un estudio realizado en Finlandia en 1 127 personas infectadas<br />

con D. latum se observó una frecuencia significativamente<br />

mayor de fatiga, decaimiento, diarrea, adormecimiento de las<br />

extremidades, sensación de hambre y ansias por comer sal; 31 los<br />

menores de 30 años presentaron más síntomas que los de mayor<br />

edad. En general, 50% de los pacientes infectados con D. latum<br />

son asintomáticos. Los síntomas observados por lo general<br />

coinciden con los descritos para las teniasis: a) sintomatología<br />

general, como disminución de peso, astenia, adinamia,<br />

anorexia o bulimia y ansias por comer sal; b) síntomas digestivos,<br />

como epigastralgias, náuseas, vómitos, meteorismo, diarrea<br />

alternada con estitiquez, c) síntomas nerviosos, como<br />

sensación de vergüenza, adormecimiento de extremidades,<br />

preocupación y d) síntomas alérgicos, como prurito cutáneo.<br />

En el laboratorio, al manipular un gusano los alergenos pueden<br />

inducir irritación cutánea, si no se usan guantes, o al inhalar un<br />

pulverizado seco del gusano puede producirse disnea asmática.<br />

Un signo frecuente es la eliminación pasiva esporádica de<br />

trozos de estróbilo con las heces, lo que motiva al paciente para<br />

acudir al médico. La presencia de anemia megaloblástica se asocia<br />

a palidez, glositis, subictericia, depapilación lingual y a veces<br />

fiebre, hepatomegalia y edema pretibial. Al existir complicaciones<br />

neurológicas, se puede constatar alteración de motilidad y<br />

coordinación, deterioro en la sensibilidad y parestesia.<br />

La expulsión del parásito por vómito también ha sido observada<br />

en pacientes con obstrucción intestinal, ocasionalmente<br />

durante el embarazo, pero a menudo sin causa demostrable;<br />

también se menciona un caso de hallazgo de D. latum en la<br />

vesícula biliar durante colecistectomía. La obstrucción intestinal<br />

por D. latum es rara; en la literatura mundial se citan dos<br />

casos de obstrucción del íleon; en uno se asoció a perforación<br />

intestinal. Igualmente se menciona un caso de obstrucción del<br />

íleon en un niño de tres años. 31<br />

La edad de los casos humanos por D. latum fluctúa entre<br />

los dos años y los 100 años; este último paciente mantuvo una<br />

infección por casi 40 años, mientras que el mayor número de<br />

gusanos reportado en un paciente fue de 201 animales y el mayor<br />

metraje de gusanos corresponde a 330 metros en un escolar<br />

que estaba infectado por 16 gusanos. 31 El organismo utiliza las<br />

reservas de vitamina B 12 en el hígado en forma paulatina. Un<br />

paciente puede tardar más de dos años en desarrollar anemia<br />

megaloblástica.


210 PARTE II Parasitología humana<br />

Los casos de infección humana por D. pacificum pueden<br />

ser sintomáticos o asintomáticos. En casos diagnosticados en<br />

Perú y Chile se describen dolor abdominal, epigástrico o periumbilical<br />

de tipo cólico, náuseas, vómito, molestias abdominales<br />

de tipo retortijón, diarrea de curso corto y de intensidad<br />

variable, constipación, pérdida de peso e irritabilidad. En la<br />

mayoría de los casos un signo frecuente es la eliminación espontánea<br />

de trozos de estróbilo con las heces. 2,13,19 La mayoría<br />

de los casos se describen en adultos, pero también se registran<br />

casos en jóvenes de 2 a 18 años. 13<br />

Diagnóstico<br />

El estudio morfológico de los huevos de Diphyllobothrium en<br />

las heces de un paciente no es criterio suficiente para el diagnóstico<br />

a nivel de especie, dado que sus dimensiones se traslapan<br />

(ver sección de Biología y figuras 29-8 y 29-9). El hallazgo<br />

de gusanos adultos o trozos de estróbilo con sus respectivas<br />

proglótides, en ciertos casos, hace posible identificar el nivel de<br />

especie. La identificación se ve favorecida cuando en el área<br />

geográfica existen antecedentes de criterios diagnósticos basados<br />

en investigaciones experimentales con larvas y adultos. De<br />

esta manera, en el Hemisferio Norte destacan estudios experimentales<br />

que han permitido evaluar criterios morfológicos para<br />

diferenciar adultos y plerocercoides de D. latum, D. dendriticum<br />

y D. ditremum. 1 Por su parte, algo similar se ha hecho con<br />

las especies que circulan en el Hemisferio Sur, como D. latum,<br />

D. dendriticum y D. pacificum. 25<br />

El diagnóstico inicial de huevos de Diphyllobothrium spp.<br />

en el laboratorio, puede confirmarse cuando se dispone de trozos<br />

de estróbilo que elimina el paciente o del gusano completo<br />

eliminado después del tratamiento farmacológico. Las proglótides<br />

analizadas en un microscopio estereoscópico, previa compresión<br />

entre dos portaobjetos o después de aplicar alguna tinción<br />

como el carmín de Semichon y cortes histológicos,<br />

permiten el diagnóstico morfológico. Los caracteres diagnósticos<br />

del adulto incluyen la distribución de glándulas vitelinas y<br />

testículos por delante del atrio genital y presencia de estrías en<br />

el tegumento de la región anterior ventral de la proglótide, así<br />

como la localización espacial de la bolsa del cirro, respecto a su<br />

vesícula seminal en cortes histológicos teñidos (ver sección de<br />

Biología y figuras 29-6, 29-7, 29-23, 29-24 y 29-27). Aunque<br />

los adultos de distintas especies de Diphyllobothrium eliminan<br />

gran cantidad de huevos con las heces, como es el caso de<br />

D. latum, en el laboratorio clínico es indispensable efectuar un<br />

examen seriado de heces, ya que el desarrollo del parásito en su<br />

hospedero pasa por periodos en que la producción de huevos<br />

disminuye consistentemente, en especial después de la eliminación<br />

de trozos de estróbilo grávido, en que un examen aislado<br />

puede no revelar la presencia de huevos. Las técnicas de sedimentación<br />

aplicadas de rutina en el laboratorio clínico, como<br />

Telemann modificada, PAFS [fenol-alcohol-formalina], Ritchie<br />

y otras, han demostrado ser eficientes en el diagnóstico de<br />

los huevos de Diphyllobothrium.<br />

Frente a un caso índice de infección, debe sospecharse la<br />

existencia de otros casos cuando el alimento ha sido compartido;<br />

por ejemplo, en un grupo familiar de cinco personas, tres<br />

adquieren infección por D. latum al consumir truchas capturadas<br />

en un lago del sur de Chile. Desde un punto de vista del<br />

laboratorio clínico, el diagnóstico morfológico diferencial con<br />

otros helmintos debe considerar la diferenciación de los huevos<br />

de Diphyllobothrium spp. con los de Fasciola hepatica, que también<br />

pueden observarse en las heces. Los huevos de F. hepatica<br />

son alargados y miden más de 120 mm de largo. Las proglótides<br />

de Diphyllobothrium spp. son más anchas que largas, con atrio<br />

genital central y ventral, con útero central provisto de asas laterales<br />

que dan la configuración de una roseta, en particular en<br />

D. latum (figura 29-6). Otros cestodos con proglótides más<br />

anchas que largas, como Hymenolepis nana e H. diminuta, presentan<br />

dimensiones menores, atrio genital lateral y un útero en<br />

forma de saco. De 21 pacientes pediátricos infectados con D.<br />

pacificum, 15 presentaron huevos en sus heces y en 8 se produjo<br />

eliminación de proglótides con las heces. 13<br />

Desde un punto de vista clínico, en pacientes con anemia<br />

megaloblástica y en los cuales se ha descartado la anemia clásica<br />

de Biermer y en ausencia de aquilia gástrica, más el antecedente<br />

de consumo de truchas y otros peces de agua dulce de la región<br />

endémica, debería efectuarse un examen coproparasitológico,<br />

para descartar infección por D. latum.<br />

Actualmente se han desarrollado técnicas moleculares para<br />

facilitar el diagnóstico de difilobotriasis, las que pueden ser valiosas<br />

en especial cuando se trata de: a) infecciones adquiridas<br />

en lugares distintos al sitio de origen del paciente o cuando la<br />

infección ha sido causada por el consumo de peces importados<br />

cuya procedencia es imprecisa y no existe claridad sobre el origen<br />

de la especie de Diphyllobothrium, y b) cuando los especímenes<br />

recobrados por eliminación espontánea o después del<br />

tratamiento se presentan alterados para efectuar su identificación<br />

morfológica.<br />

En casos recientes se ha diagnosticado infección por D.<br />

nihonkaiense en una mujer adulta de Francia, donde nunca se<br />

había observado esta especie; con antelación sólo se había encontrado<br />

en Japón. La paciente presentó náuseas, dolor epigástrico<br />

y abundante diarrea (17 evacuaciones en 24 h); adquirió<br />

la infección al consumir carpaccio, tres semanas antes, del salmón<br />

Oncorhynchus keta, importado de Canadá. El diagnóstico<br />

se efectuó usando PCR y secuenciación de DNA. 35 Otro caso<br />

de D. nihonkaiense fue diagnosticado mediante técnicas moleculares<br />

en un turista checoslovaco que consumió salmón en<br />

Canadá. 33<br />

Tratamiento<br />

El fármaco de elección en el tratamiento de la difilobotriasis es<br />

el praziquantel, con mayor eficacia en la erradicación de la infección<br />

(98-100%); se aplica en dosis de 25 mg por kilogramo<br />

de peso en niños y de 600 a 800 mg en adultos. Entre los cestodos<br />

a nivel de Hymenolepis spp., el fármaco interfiere los ca-


CAPÍTULO 29 Difilobotriasis 211<br />

nales del calcio y causa su liberación a partir de las reservas endógenas,<br />

llevando a una contracción masiva del gusano, lo que<br />

provoca su expulsión del intestino. El tegumento del cuello se<br />

vacuoliza, mientras que el escólex y el cuello del adulto al parecer<br />

no son afectados. 16<br />

La niclosamida es otro fármaco cuya dosis en niños es de<br />

1 000 a 1 500 mg repartidos en dos administraciones, con intervalo<br />

de 1 hora, por ejemplo, 8 a.m. y 9 a.m. En adultos la<br />

dosis alcanza los 2 000 mg. Es efectivo en 80-95% de los casos;<br />

inhibe la fosforilización oxidativa, disminuyendo el ingreso de<br />

oxígeno y glucosa a las células. El fármaco provoca alteraciones<br />

del tegumento que posibilitan la acción enzimática del hospedero<br />

a nivel intestinal.<br />

La administración de los fármacos reseñados debe acompañarse<br />

de un purgante o catártico suministrado entre una y<br />

dos horas después de administrados los medicamentos. Esto<br />

evita una mayor permanencia del gusano en el intestino, evitando<br />

una acción prolongada de las enzimas del hospedero, lo<br />

que contribuye a dañar y alterar al verme, lo cual posteriormente<br />

puede dificultar la búsqueda del escólex, necesaria para verificar<br />

la cura parasitológica.<br />

El análisis de las heces de pacientes tratados permite el hallazgo<br />

del o los escólices en aproximadamente 80% de los casos<br />

revisados en Chile. Al igual que en otras parasitosis, es esencial<br />

efectuar los exámenes de laboratorio de control después de los<br />

30 días de finalizar el tratamiento. De la misma manera, luego<br />

del tratamiento, el paciente deberá observar en forma periódica<br />

sus heces para determinar la posible eliminación de trozos de<br />

estróbilo. Aunque estos parásitos se consideran en el grupo<br />

de “tenias solitarias” por causar habitualmente infección por un<br />

solo gusano (80% de los casos chilenos), no debe obviarse que<br />

la infección puede ser múltiple.<br />

Prevención y control<br />

La educación sanitaria es el pilar básico para prevenir y controlar<br />

la difilobotriasis y debe estar dirigida a crear conciencia en<br />

la población en cuanto a la necesidad de inactivar los plerocercoides<br />

en la carne de pescado mediante adecuada cocción, sobre<br />

56°C al menos por cinco minutos, o congelamiento a<br />

–10°C por 72 horas o 18°C por 24 horas. El ahumado del<br />

pescado, para que sea efectivo, debe ser aplicado usando temperaturas<br />

y tiempos ya señalados. El ahumado a temperaturas inferiores<br />

a las indicadas (ahumado en frío, por ejemplo) requiere<br />

de congelamiento previo del pescado para matar los plerocercoides.<br />

El congelamiento a 20°C debe ser previo a la elaboración<br />

de comida a base de pescado crudo. El uso de jugo de limón<br />

no mata inmediatamente las larvas del parásito, las cuales<br />

pueden sobrevivir en el jugo de cebiche hasta por 28 horas,<br />

conservando su capacidad infectante sólo hasta por 2 horas en<br />

el caso de D. pacificum. 10 La educación sanitaria también debe<br />

apuntar a crear conciencia sobre la importancia de evitar dar<br />

pescado crudo o sus vísceras a los animales domésticos, ya que<br />

perros y gatos son susceptibles a la infección y contribuyen a su<br />

diseminación, particularmente el perro doméstico. De la misma<br />

manera, los pescadores deportivos o artesanales deben evitar<br />

la diseminación de vísceras en los ecosistemas acuáticos, ya<br />

que contribuyen a que se infecten animales silvestres como gaviotas<br />

en el caso de D. dendriticum, o lobos marinos en el caso<br />

de D. pacificum. Estos hospederos son los que mantienen principalmente<br />

las infecciones en los ecosistemas.<br />

El mejoramiento de las condiciones de saneamiento básico,<br />

en especial la disposición sanitaria de heces, es fundamental<br />

en el control de la difilobotriasis. El vaciamiento directo de<br />

aguas servidas directo a ríos o lagos, o indirecto a través de redes<br />

de alcantarillado, facilita la diseminación de los huevos en los<br />

ecosistemas acuáticos. La defecación a campo abierto en zonas<br />

rurales o los excrementos de perros que quedan en el suelo pueden<br />

ser diseminados por efecto de las lluvias y ser arrastrados a<br />

los cursos de agua. El tratamiento de aguas servidas mediante<br />

plantas de purificación química o biológica contribuye a disminuir<br />

la contaminación de los cuerpos de agua con los huevos<br />

del parásito.<br />

El tratamiento oportuno con los medicamentos adecuados<br />

de las personas y animales domésticos infectados es fundamental<br />

para evitar la propagación de la elevada cantidad de huevos<br />

eliminada con las heces del hospedero. El tratamiento debe ser<br />

acompañado de la respectiva información sanitaria al paciente<br />

o propietario del animal doméstico con la finalidad de evitar<br />

reinfecciones y cumplir con una norma básica de la prevención<br />

a cargo de los profesionales de la salud. Un bajo número de<br />

personas o perros infectados puede contribuir a una elevada<br />

infección de los peces; por ejemplo, en el lago Panguipulli en<br />

Chile, en un sector se encontró una prevalencia de infección<br />

humana de 2.3%, mientras que en los perros se registró 4.5%<br />

de prevalencia. La infección de estos dos hospederos definitivos,<br />

que contribuyen a diseminar la infección, estuvo asociada<br />

a una prevalencia de casi 83% en las truchas del lago mencionado.<br />

La inspección de la carne de pescado o tratamiento mediante<br />

congelación es una norma fundamental para el pescado<br />

de consumo interno y exportación, en especial en aquellos países<br />

donde existe la difilobotriasis endémica, y más aún en aquellos<br />

donde la infección ha sido comprobada en peces en condiciones<br />

de cultivo. Es indudable que estas acciones contribuyen<br />

a proteger la salud pública, la industria y fuente laboral de las<br />

personas ligadas a la actividad, cuyo perjuicio puede tener un<br />

impacto social importante para una región o país. Lo anterior<br />

tiene especial vigencia con el resurgimiento de la difilobotriasis<br />

en distintos países derivado de la importación de pescado.<br />

En Suiza, en un lago de 440 hectáreas, se encontró a dos<br />

personas infectadas con D. latum, que fueron tratadas, lo cual<br />

disminuyó los niveles de infección en peces (percas) de 24 a 1%<br />

entre 1966 y 1971; en otro lago de 5 400 hectáreas, donde se<br />

registraban prevalencias de 100% en lucios y percas, se estableció<br />

que estos niveles se habían alcanzado por la diseminación<br />

del parásito causada por alrededor de 20 personas que vivían en<br />

las riberas del lago. El tratamiento de los infectados, sumado a<br />

la instalación de una planta de purificación, permitió que la<br />

infección fuese reducida de forma significativa. 31


212 PARTE II Parasitología humana<br />

Referencias<br />

1. Andersen K, Lei Ching H, Vik R. A review of freshwater<br />

species of Diphyllobothrium with redescriptions<br />

and the distribution of D. dendriticum (Nitzsch, 1824)<br />

and D. ditremum (Creplim, 1825) from North America.<br />

Can J Zool, 1987;65:2216-2228.<br />

2. Baer J, Miranda C, Fernández R, Medina T. Human<br />

diphyllobothriasis in Peru. ZF Parasitenkunde, 1967;28:<br />

277-289.<br />

3. Cabello F. Acuicultura y Salud Pública. La expansión de<br />

la difilobotriasis en Chile y el mundo. Rev Med Chile,<br />

2007;135:1064-1071.<br />

4. Carvalho M, Araújo A, Ferreira L. Human intestinal<br />

parasites in the past: new findings and a review. Mem Inst<br />

Oswaldo Cruz, 2003;98:103-117.<br />

5. Chai J, Darwin K, Lymbery A. Fish-borne parasitic<br />

zoonoses: Status and issues. Int J Parasitol, 2005;35:1233-<br />

1254.<br />

6. Dupouy-Camet J, Peduzzi R. Current situation of human<br />

diphyllobothriasis in Europe. Euro Surveill,<br />

2004;9:31-35.<br />

7. Eduardo M, Sampaio J, Susuki E, César M, Goncalves<br />

E, Castilho V, Albuquerque S, Pavanello E, Vigilato<br />

M, Lirio V, Mantesso I, Zenebon O, Marsiglia D,<br />

Atui M, Rodríguez R, Torres D, Latorre W, Fortalez<br />

C. Investigação epidemiológica do surto de difilobotríase.<br />

Bol Epidemiol Paulista, 2005;2:1-20.<br />

8. Escalante H, Miranda H. Diphyllobothrium pacificum:<br />

Hallazgo de larvas plerocercoides en peces marinos del<br />

Perú y desarrollo de formas adultas del parásito en Canis<br />

familiaris. Bol Chil Parasitol, 1986;41:7-13.<br />

9. Escalante H, Jara C, Chico-Ruiz J. Obtención de coracidios<br />

de Diphyllobothrium pacificum bajo condiciones<br />

experimentales. Resúmenes de trabajos científicos, Décimo<br />

Congreso Latinoamericano de Microbiología, Trujillo,<br />

Perú, 1987;14-19 de junio.<br />

10. Escalante H, Chico-Ruiz J. Viabilidad e infectividad<br />

de las larvas plerocercoides de Diphyllobothrium pacificum<br />

expuestas al “cebiche”. Rebiol, 1988;8:1-8.<br />

11. Grove D. A history of human helminthology. Oxon CAB<br />

International, 1990:848.<br />

12. Maejima J, Yazaki S, Fukumoto S, Hiraga M, Kamo<br />

H. Morphological observation of Diphyllobothrium pacificum<br />

(Nybelin, 1931) Margolis, 1956 from Fur Seals,<br />

Callorhynus ursinus in Japan. Yonago Acta Med, 1981;25:<br />

69-79.<br />

13. Medina J, Tantaleán M, León M, Rosales M. Diphyllobothrium<br />

pacificum en niños del Perú. Diagnóstico,<br />

2002;41:1-5.<br />

14. Mello J, Piana de Andrade V, Da Conceição M, Fung<br />

L, Gagliardi S, Santos S, Figueiredo C, De Paula M,<br />

Dick T. Diphyllobothriasis, Brazil. Emerg Infect Dis,<br />

2005;11:1598-1600.<br />

15. Ortubay S, Semenas L, Úbeda C, Quaggiotto A,<br />

Viozzi G. Catálogo de peces dulceacuícolas de la Patagonia<br />

Argentina y sus parásitos metazoos. Bariloche. Dirección de<br />

Pesca. Subsecretaría de Recursos Naturales. Provincia<br />

de Río Negro. Argentina, 1994.<br />

16. Pearson R, Hewlett E, Petri W. Medical implications<br />

of molecular parasitology. En: Marr JJ, Nilsen TW, Komuniecki<br />

RW (eds.). Molecular medical parasitology. New<br />

York Academic Press, EUA, 2003;433-462.<br />

17. Rausch R, Adams A. Natural transfer of helminths of<br />

marine origin to freshwater fishes, with observations on<br />

the development of Diphyllobothrium alascense. J Parasitol,<br />

2000;86:319-327.<br />

18. Revenga J. Diphyllobothrium dendriticum and Diphyllobothrium<br />

latum in fishes from Southern Argentina: association,<br />

abundance, distribution, pathological effects, and<br />

risk of human infection. J Parasitol, 1993;79:379-383.<br />

19. Sagua H, Aliaga P, Neira I, Araya J, González J. Diphyllobothriosis<br />

humana por infección por Diphyllobothrium<br />

pacificum en un niño de 3 años en Antofagasta,<br />

Chile. Rev Chile Pediatr, 2000;71:427-429.<br />

20. Santos F, Faro L. The first confirmed case of Diphyllobothrium<br />

latum in Brazil. Mem Inst Oswaldo Cruz, Rio<br />

de Janeiro, 2005;100:585-586.<br />

21. Semenas L, Kreiter A, Urbanski J. New cases of human<br />

diphyllobothriosis in Patagonia, Argentina. Rev Saude<br />

Publica, 2001;35:214-216.<br />

22. Sharp G, Escombres C, Pike A. The laboratory maintenance<br />

of Diphyllobothrium dendriticum (Nitzsch, 1824).<br />

Parasitology, 1990;101:153-161.<br />

23. Tantaleán M, Huiza A. Sinopsis de los parásitos de peces<br />

marinos de la costa peruana. Biotempo, 1994;1:56-<br />

101.<br />

24. Tavares L, Luque J, Do Bomfim T. Human diphyllobothriasis:<br />

report from Rio de Janeiro, Brazil. Rev Bras<br />

Parasitol Vet, 2005;14:85-87.<br />

25. Torres P, Torres J, Garrido O, Thibaut J. Investigaciones<br />

sobre Pseudophyllidea (Carus, 1813) en el sur de Chile.<br />

X. Observaciones experimentales sobre la coexistencia<br />

de plerocercoides de Diphyllobothrium latum (L.) y D.<br />

dendriticum (Nitzch) en salmónidos de la cuenca del río<br />

Valdivia. Arch Med Vet, 1989;21:51-57.<br />

26. Torres P, Cubillos V, Gesche W, Rebolledo C, Montefusco<br />

A, Miranda J, Arenas J, Mira A, Nilo M, Abello<br />

C. Difilobotriasis en salmónidos introducidos en lagos<br />

del sur de Chile. Aspectos patológicos, relación con infección<br />

humana, animales domésticos y aves piscívoras. Arch<br />

Med Vet, 1991;23:165-183.


CAPÍTULO 29 Difilobotriasis 213<br />

27. Torres P, López J, Cubillos V, Lobos C, Silva R. Visceral<br />

diphyllobothriosis in a cultured rainbow trout, Oncorhynchus<br />

mykiss (Walbaum), in Chile. J Fish Dis,<br />

2002;25:375-379.<br />

28. Torres P, Cuevas C, Tang M, Barra M, Franjola R,<br />

Navarrete N, Montefusco A, Otth L, Wilson G, Puga<br />

S, Figueroa L, Cerda O. Introduced and native fishes as<br />

infection foci of Diphyllobothrium spp in humans and<br />

dogs from two localities at lake Panguipulli in Southern<br />

Chile. Comp Parasitol, 2004;71:111-117.<br />

29. Torres P, Villalobos L, Woelfl S, Puga S. Identification<br />

of the copepod intermediate host of the introduced<br />

broad fish tapeworm Diphyllobothrium latum in Southern<br />

Chile. J Parasitol, 2004;90:1190-1193.<br />

30. Torres P, Villalobos L, Woelfl S. Experimental infection<br />

by Diphyllobothrium latum (Linnaeus, 1758) coracidia<br />

of copepods from four lakes in Southern Chile. Comp<br />

Parasitol, 2007;74:167-170.<br />

31. Von Bonsdorff B, Bylund G. The ecology of Diphyllobothrium<br />

latum. Ecol Dis, 1982;41:21-26.<br />

32. Wicht B, Marval F, Gottstein B, Peduzzi R. Imported<br />

diphyllobothriasis in Switzerland: molecular evidence of<br />

Diphyllobothrium dendriticum (Nitsh, 1824). Parasitol<br />

Res, 2008;102:201-204.<br />

33. Wicht B, Scholz T, Peduzzi R, Kuchta R. First record<br />

of human infection with the tapeworm Diphyllobothrium<br />

nihonkaiense in North America. Am J Trop Med Hyg,<br />

2008;78:235-238.<br />

34. Wright M, Curtis M. Temperature effects on embryonic<br />

development and the life cycle of Diphyllobothrium<br />

dendriticum. Int J Parasitol, 2000;30:849-852.<br />

35. Yera H, Estran C, Delaunay P, Gari-Toussaint M,<br />

Dupouy-Camet J, Marty P. Putative Diphyllobothrium<br />

nihonkaiense acquired from a Pacific salmon (Oncorhynchus<br />

keta) eaten in France; genomic identification and<br />

case report. Parasitol Int, 2006;55:45-49.


Capítulo<br />

30<br />

Ascariasis*<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Historia<br />

Ascaris lumbricoides se conoce desde la antigüedad; los griegos<br />

la denominaban Elnus strongyle. Hipócrates lo menciona como<br />

parásito de lactantes, y los romanos lo llamaron Lumbricus<br />

teres, ya que no lo distinguían de la lombriz de tierra. En momias<br />

coreanas del reino de Joseon, siglo xv, se encontraron huevos<br />

de A. lumbricoides en regular estado. 17 No obstante ser conocido<br />

desde tiempos remotos, recién en 1916 Stewart<br />

demuestra en experimentos en roedores el ciclo pulmonar de la<br />

parasitosis. Posteriormente, en 1922, los hermanos Koino confirmaron<br />

el ciclo vital en humanos, a través de autoinfecciones,<br />

y la presencia de larva en el esputo.<br />

Concepto<br />

Geohelmintiasis producida por Ascaris lumbricoides, nematodo<br />

de distribución universal, más frecuente en zonas tropicales,<br />

que se localiza en el intestino delgado, donde puede permanecer<br />

sin provocar síntomas, o bien producir cuadros digestivos<br />

inespecíficos, o una enfermedad grave con desnutrición y complicaciones<br />

que pueden ser fatales.<br />

Clasificación<br />

Reino: Animalia<br />

Phylum: Nematoda<br />

Clase: Secernentea<br />

Orden: Ascarida<br />

Familia: Ascaridae<br />

Género: Ascaris<br />

Especie: lumbricoides<br />

Biología<br />

Es el nematodo intestinal de mayor tamaño que parasita al humano.<br />

Las formas adultas tienen un color rosado o blanco nacarado,<br />

y presentan en su extremo anterior una boca triangular<br />

con tres labios finamente dentados (figura 30-1). El macho<br />

mide de 15 a 30 cm de longitud por 2 a 4 mm de diámetro; su<br />

extremo posterior es encorvado hacia la parte ventral. En éste<br />

presenta dos espículas copulatorias de 2 a 3 mm. La hembra es<br />

de mayor tamaño que el macho y mide 35-40 cm de largo y en<br />

ocasiones puede alcanzar 50 cm o más; su diámetro es de 3 a 6<br />

mm. Su extremo posterior termina en forma recta. Se calcula<br />

que las formas adultas tienen una longevidad de 12 a 19 meses.<br />

Presenta un aparato reproductor muy bien desarrollado<br />

que ocupa los dos tercios posteriores del parásito. En el macho<br />

el aparato genital está formado por un túbulo largo, enrollado y<br />

tortuoso, con testículos, conducto deferente y eferente que se<br />

abre a una cloaca subterminal junto a las espículas copulatorias.<br />

La hembra tiene la vulva en la unión del tercio anterior con el<br />

tercio medio; se continúa con la vagina, un útero doble, oviductos<br />

y ovarios. La oviposición es de alrededor de 200-250 000<br />

huevos al día. Los huevos fecundados miden 45-75 mm de largo<br />

por 35-50 mm de ancho (figura 30-2). Están revestidos por una<br />

cubierta protectora que tiene tres capas. Por dentro se halla la<br />

membrana vitelina, rica en lípidos y parcialmente impermeable,<br />

que evita la penetración de sustancias dañinas para el embrión;<br />

sobre ella existe una capa media gruesa y transparente, y por<br />

encima de ésta, en contacto directo con el medio ambiente, una<br />

capa externa albuminoidea, de superficie mamelonada, que se<br />

tiñe de color café por los pigmentos biliares.<br />

Los huevos no fecundados o infértiles son más largos que<br />

los fecundados (90 40 mm) y no presentan membrana vitelina<br />

interna. Los huevos fecundados que salen con las heces son<br />

inmaduros, es decir, no presentan segmentación. Su desarrollo<br />

depende de las condiciones ambientales. Si la temperatura es de<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

214


CAPÍTULO 30 Ascariasis 215<br />

1a<br />

a) b)<br />

Figura 30-2. Huevos. a) no fecundado; b) fecundado.<br />

4<br />

1b<br />

25-30°C, con una humedad mínima de 70% y buena oxigenación,<br />

después de 10 a 12 días se desarrolla en su interior una<br />

larva tipo rabditoide (L1), la que muda después de una semana<br />

a larva L2 y posteriormente experimenta una tercera muda,<br />

transformándose en la larva L3 o huevo larvado infectante. El<br />

desarrollo mínimo del huevo larvado es de 18 días, con un promedio<br />

de 3 a 4 semanas.<br />

Cuando el humano ingiere huevos larvados (L3), en parte<br />

en el estómago, pero mayoritariamente en el duodeno, se liberan<br />

las larvas que penetran activamente la pared intestinal, pasan a la<br />

circulación portal llegando al hígado y después por la cava inferior<br />

llegan al corazón derecho y por la circulación pulmonar (arteria<br />

pulmonar) al pulmón, donde son retenidas por la red de<br />

capilares del intersticio. Allí crecen, maduran y vuelven a mudar<br />

(L4), rompen la pared capilar, penetran al alvéolo pulmonar,<br />

donde experimentan una nueva muda (L5) entre el noveno y<br />

el décimo quinto día después de la infección, e inician una migración<br />

por los bronquíolos, bronquios, tráquea; franquean la<br />

epiglotis, pasan a la faringe, donde son deglutidas (excepcionalmente<br />

pueden ser eliminadas a través del vómito), y llegan al<br />

intestino delgado, donde se desarrollan hasta adultos. Se diferencian<br />

machos y hembras; los machos fecundan a los hembras,<br />

comenzando la postura de huevos 2 a 3 meses después de producida<br />

la infección inicial (periodo prepatente) (figura 30-3).<br />

El paso y desarrollo de las larvas por el pulmón se conoce<br />

como ciclo de Loos (figura 30-4). Cuando las larvas logran<br />

franquear la barrera pulmonar y llegan al corazón izquierdo a<br />

través de la circulación, pueden pasar al cerebro, bazo, placenta,<br />

etc., es decir, originan localizaciones larvales erráticas.<br />

Las formas adultas viven en el intestino delgado sin tener<br />

relación con la mucosa intestinal; gracias a su potente musculatura,<br />

se mantienen en constante movimiento, lo que impide su<br />

expulsión por el peristaltismo intestinal.<br />

Patología<br />

La patogenia y las lesiones originadas en la ascariasis son diferentes<br />

en el estado larval y en las formas adultas.<br />

Las larvas, cuando existen en un número reducido, no<br />

provocan alteraciones en su paso por el hígado y pulmón.<br />

Cuando la infección se origina por un gran número de larvas,<br />

3<br />

I<br />

II<br />

III<br />

Figura 30-3. Ciclo biológico. 1a) Gusanos sexualmente maduros:<br />

macho y hembra. 1b) Huevo típico en heces (comparar figuras I y II).<br />

2) Contaminación de verduras con heces que contienen huevos de<br />

Ascaris. 3) Huevo larvado infectante. 4) La ingestión de verduras<br />

crudas contaminadas con huevos larvados infecta al humano.<br />

I, corte transversal de huevo fecundado sin la cubierta externa.<br />

II, huevos de Ascaris no fecundado. III, ciclo de migración de larva de<br />

Ascaris después de la infección de huevo fecundado. Amarillo: el<br />

huevo llega al tracto digestivo. Azul: la larva que emerge del huevo<br />

atraviesa las paredes del intestino delgado y por vía venosa llega al<br />

hígado, de allí al corazón derecho y por la arteria pulmonar al<br />

pulmón, donde abandona los vasos para penetrar en los alvéolos<br />

(ciclo de Loos). Rojo: de los alvéolos la larva migra hacia bronquios,<br />

tráquea hasta la faringe; desde allí llega por el esófago al estómago,<br />

localizándose en intestino delgado (hábitat). IV, abertura bucal<br />

(extremo anterior). Se observan tres labios cefálicos. V, extremo<br />

anterior de la hembra (vista lateral).<br />

se presentan pequeñas formas hemorrágicas en el hígado por<br />

lesiones que dependen además de la sensibilidad del hospedero;<br />

es decir, personas que han tenido contacto con los parásitos<br />

presentan alteraciones importantes.<br />

2<br />

IV<br />

V


216 PARTE II Parasitología humana<br />

Ascaris lumbricoides<br />

Larva en pulmón<br />

20 mm<br />

Figura 30-4. Larva de Ascaris en el pulmón (ciclo de Loos).<br />

A nivel pulmonar la migración de las larvas produce rotura<br />

capilar, de las paredes y tabiques alveolares y microhemorragias.<br />

Si la persona está sensibilizada, se producen procesos inflamatorios<br />

toxicoalérgicos. Producto de ello es la presencia<br />

de infiltrados eosinófilos y linfoplasmocitarios en los alvéolos,<br />

regiones intraalveolares, congestión y exudado alveolar. Este<br />

proceso puede visualizarse radiológicamente como un infiltrado<br />

instersticial migratorio, y se manifiesta clínicamente como<br />

una neumonitis intersticial asmatiforme.<br />

Las formas adultas se mantienen en el lumen del intestino<br />

delgado gracias a su potente musculatura (polimiaria). El daño<br />

que origina se debe a uno o varios de los siguientes mecanismos:<br />

1. Acción expoliatriz. Los gusanos se alimentan del quimo<br />

intestinal, y por consiguiente expolian proteínas, carbohidratos,<br />

lípidos y vitamina A y C de las dietas de los hospederos.<br />

Así, por ejemplo, en infecciones humanas por A.<br />

lumbricoides y en infecciones experimentales en cerdos<br />

infectados con Ascaris suum, se ha detectado una disminución<br />

del nitrógeno proteico aportado en la dieta, menor<br />

aumento de peso en relación con grupos controles no parasitados,<br />

menor absorción de grasas, mayor pérdida de<br />

éstas por las heces sin llegar a la esteatorrea clínica, déficit<br />

de vitamina A, menor tolerancia a la lactosa y test de D-<br />

xilosa alterado. Estas alteraciones mejoran al tratar la ascariasis.<br />

El estudio histopatológico de estos casos demuestra<br />

acortamiento de las microvellosidades, alargamiento de<br />

las criptas, disminución de la relación cripta-vellosidad e<br />

infiltrados linfoplasmocitarios de la lámina propia. La<br />

cuantía de las alteraciones nutricionales está directamente<br />

relacionada con la cantidad de parásitos, con la edad de<br />

los pacientes (a menor edad mayor alteración), y con el<br />

estado nutricional previo (a mayor desnutrición, mayor<br />

daño).<br />

En la actualidad se acepta que la ascariasis puede aumentar<br />

la desnutrición en niños policarenciados, si es capaz<br />

de originar desnutrición en personas bien nutridas, es<br />

decir, la desnutrición se debe sólo a la ascariasis; si bien<br />

ésta es posible no es frecuente, ya que por lo general afecta<br />

a personas de bajo estrato socioeconómico y cultural, es<br />

decir, hospederos que son desnutridos desde el inicio.<br />

Pero si se tuviese un grupo teórico de personas bien nutridas<br />

que se infectan por A. lumbricoides (exclusivamente),<br />

la posibilidad de originar una desnutrición es escasa debido<br />

a la relación biomasa del hospedero versus biomasa de<br />

los ascaris (ascáride). Si se considera que en promedio una<br />

persona tiene 23 ascaris y cada uno pesa entre 3.2 a 9 g,<br />

tendría 70 g de vermes, es decir, alrededor de 0.3% del<br />

peso del hospedero. Si todo el ascaris, incluyendo el tegumento<br />

y el líquido seudocelomático, consumen energía<br />

(70% de su peso) y su metabolismo es esencialmente<br />

anaeróbico, sólo 5% es aeróbico y por consiguiente necesita<br />

mayor cantidad de sustrato para obtener la misma<br />

energía que los seres de vida aeróbica.<br />

Si consumieran la misma energía que un hospedero<br />

homeotérmico, es decir, 77 kcal/kg/día, 70 g de parásitos<br />

consumirán 53 kcal. Ello equivale a la energía obtenida al<br />

consumir 13 g de azúcar al día, que se perderán por la<br />

parasitosis. Como los ascaris viven 12-18 meses, es difícil<br />

que sólo por esta infección se produzca desnutrición. Hay<br />

que considerar que 10% de los hospederos presentan<br />

coinfección con otras helmintiasis y que las reinfecciones<br />

en los grupos sensibles son la regla; sólo así se podría provocar<br />

una desnutrición. 1,6<br />

En los metaanálisis se considera que la mejoría nutricional<br />

que se obtiene después de tratar la ascariasis no se<br />

debería sólo a la ausencia de los parásitos, sino a que hay<br />

una serie de microorganismos que se adquieren junto a la<br />

parasitosis y que desaparecen con la terapia. Por este motivo<br />

en las experiencias nutricionales que se refieren a helmintiasis,<br />

se deben considerar estos factores, lo cual no se<br />

ha hecho en las investigaciones previas. 6,12,14<br />

2. Acción mecánica. Cuando existen muchos ejemplares,<br />

éstos pueden formar un ovillo que produce una obstrucción<br />

intestinal. Los ascaris pueden, bajo ciertos estímulos<br />

(fiebre, alcohol, fármacos, etc.), migrar hacia conductos:<br />

Wirsung, colédoco, donde arrastran gérmenes originando<br />

una colangitis, ictericias obstructivas, pancreatitis, abscesos<br />

hepáticos, etcétera.<br />

En ocasiones, las formas adultas atraviesan la pared<br />

intestinal a través de zonas débiles, suturas operatorias,<br />

divertículos, etc. Pueden migrar al intestino grueso y al<br />

apéndice, desencadenándose una apendicitis. En ocasiones<br />

migran a la faringe y a la vía aérea, provocando asfixia.<br />

Es frecuente que se eliminen ascaris por boca o nariz.<br />

3. Procesos toxicoalérgicos. A través de procesos de sensibilización<br />

a sustancias que excretan y secretan los vermes<br />

se producen crisis de asma bronquial, urticaria, irritación<br />

del árbol bronquial y, de forma ocasional, eosinofilia.<br />

Recientemente se ha determinado la presencia de hemoglobina<br />

en la pared del nematodo y en el líquido perienteral.<br />

La primera es similar a la miohemoglobina de


CAPÍTULO 30 Ascariasis 217<br />

los vertebrados y la segunda es un octámero y es la hemoglobina<br />

conocida más rica en oxígeno. Ambas hemoglobinas<br />

tendrían un papel en el metabolismo del verme, hasta<br />

la fecha no bien conocido.<br />

Hoy en día se sugiere que Ascaris lumbricoides, propio<br />

del humano y A. suum del cerdo, podrían ser la misma<br />

especie, ya que si se infectan cerdos con Ascaris lumbricoides,<br />

pueden desarrollar el ciclo completo, pero en un<br />

tiempo mucho mayor: además existen hibridizaciones en<br />

la naturaleza entre ambas “especies”. Como A. suum secreta<br />

una sustancia inhibidora de la pepsina gástrica, es probable<br />

que A. lumbricoides también la presente, impidiendo<br />

así su destrucción por esta enzima digestiva.<br />

Actualmente se conoce que A. lumbricoides, al igual<br />

que otros geohelmintos, tiene un papel modulador de<br />

la respuesta inmune actuando sobre TH 1 y TH 2 . La sobreexposición<br />

al parásito en zonas endémicas activa la interleucina<br />

10 (IL10) y el factor de crecimiento ([TGF]-beta 1) e<br />

inhibe la reactividad inmunológica total: interleucina 4<br />

(IL4), interferón gamma y respuesta proliferativa celular a<br />

antígenos del parásito, antígenos bacterianos o a la capacidad<br />

mitogénica de la fitohemoaglutinina. Esto explica por<br />

qué al tratar masivamente con fármacos antihelmínticos<br />

aumentan los casos de asma bronquial y en zonas donde<br />

coexisten malaria y helmintos intestinales, se agrava la primera,<br />

no obstante que en estos casos la infección no se elimina,<br />

sólo se disminuye la carga parasitaria a un nivel tal,<br />

que no se origina la diseminación de la ascariasis. 8,13,15 El<br />

efecto inmunomodulador del parásito se ha demostrado en<br />

niños del Brasil infectados con Plasmodium vivax y coinfectados<br />

con A. lumbricoides, que presentan menos anemia<br />

durante las crisis maláricas que los que sólo están infectados<br />

por P. vivax. 16<br />

Epidemiología<br />

En 1947 Stoll calculó que existían 644 millones de personas<br />

infectadas por A. lumbricoides con una población mundial de<br />

477 millones. En 2003 se calculó que existen mil millones, es<br />

decir, 25.6%, 14 con el verme. En Brasil, con una población de<br />

90 millones, se calcula que existían 54 millones con ascariasis<br />

(66%). La parasitosis es más prevalente en niños de 2 a 4 años,<br />

donde la frecuencia puede llegar a 80% en colectividades de<br />

condiciones socioeconómicas y culturales precarias.<br />

La ascariasis es una infección cosmopolita que es más frecuente<br />

en las regiones subtropicales del planeta, al igual que las<br />

otras geohelmintiasis (trichuriasis, uncinariasis y estrongiloidiasis).<br />

En algunos lugares su prevalencia es mayor, sobre todo<br />

en zonas donde viven personas que tienen por hábitos abonar<br />

la tierra con heces humanas e ingerir crudas las verduras y hortalizas<br />

que crecen a ras del suelo. La gran resistencia de los huevos<br />

a condiciones ambientales adversas contribuye para que la<br />

ascariasis sea una parasitosis extendida en el globo terráqueo.<br />

Tal como sucede en otras geohelmintiasis, el hecho de adquirir<br />

la infección por la ingestión de huevos larvados que se<br />

han desarrollado en la tierra, determina que los más parasitados<br />

sean niños que habitualmente tienen más contacto con ella,<br />

que por lo general existan infecciones simultáneas con varios<br />

geohelmintos y que ocasionalmente coincida la enfermedad<br />

con otras patologías infecciosas adquiridas por vía oral.<br />

La temperatura, humedad ambiental y características fisicoquímicas<br />

del suelo son factores importantes en el desarrollo<br />

del ciclo vital de A. lumbricoides.<br />

La temperatura óptima para el desarrollo de los huevos es<br />

de 21°C; una temperatura sobre 60°C o bajo 18°C, origina la<br />

muerte de los huevos o detención de su desarrollo, respectivamente.<br />

La humedad es importante; un ambiente seco y caluroso<br />

destruye los huevos. El suelo arcilloso, con poros que permitan<br />

la entrada de agua y su manutención, favorece el desarrollo de<br />

los huevos. De cierta manera el suelo permite que se desarrollen<br />

las larvas, actuando de la misma forma que un hospedero intermediario.<br />

Después de dos semanas en el ambiente externo y<br />

con condiciones favorables de temperatura, humedad, características<br />

fisicoquímicas del suelo, luminosidad, se desarrollan las<br />

larvas (L3) infectantes.<br />

Se han descrito huevos de ascaris en piscinas, frutas, vegetales,<br />

baños públicos y papel moneda, que pueden diseminar la<br />

infección.<br />

La carga parasitaria es determinante no sólo de la repercusión<br />

clínica, sino de la contaminación del medio ambiente.<br />

Si bien es frecuente la infección mixta de A. lumbricoides<br />

con otras geohelmintiasis, con el síndrome de larva migrante<br />

visceral cuya infección se contrae en forma similar, es decir,<br />

por la ingestión de huevos larvados de Toxocara canis o T. cati o<br />

Toxascaris leonina, es excepcional que coexista con la ascariasis.<br />

Clínica<br />

Las manifestaciones clínicas son diferentes en la fase larvaria y<br />

en las originadas por los vermes adultos.<br />

El cuadro clínico que se puede originar durante el ciclo de<br />

Loos, es decir, el síndrome de Loeffler, depende del número<br />

de larvas infectantes, de la cantidad de larvas desintegradas<br />

y del grado de sensibilidad de los pacientes. Por lo general el<br />

ciclo pulmonar cursa sin originar síntomas. En infecciones leves<br />

y moderadas se originan tos y alteraciones radiológicas de<br />

una neumonitis migratoria fugaz. Los casos graves evolucionan<br />

con fiebre, tos, disnea, dolor torácico asociado a roncos, sibilancias<br />

y eosinofilia. Ocasionalmente puede haber expectoración<br />

herrumbrosa. Cuando las larvas franquean la barrera hepática<br />

y pulmonar, pueden llegar vía circulación sistémica al<br />

cerebro y al riñón, originando una ascariasis aberrante, entidad<br />

de baja frecuencia y que por lo general es un hallazgo. De manera<br />

excepcional, se pueden producir síntomas similares a los<br />

del síndrome de larva migrante visceral. Los gusanos adultos,<br />

al igual que los otros nematodos que parasitan al hombre, pueden<br />

originar síntomas generales, gastrointestinales, del sistema<br />

nervioso central (SNC) y alérgicos. Los síntomas generales más


218 PARTE II Parasitología humana<br />

frecuentes son anorexia, baja de peso, retardo del desarrollo<br />

pondoestatural y desnutrición en niños. 18 Malestar abdominal,<br />

dolores tipo cólico, náuseas, meteorismo, vómitos ocasionales y<br />

diarreas recidivantes son los síntomas gastrointestinales que<br />

suelen producirse. La afectación del SNC se traduce en mal<br />

dormir, irritabilidad y convulsiones en pacientes con una predisposición<br />

de base. Por lo general el hospedero se sensibiliza a<br />

sustancias que excretan y secretan los vermes; por este motivo<br />

se producen rash cutáneos y crisis de asma bronquial. La bronquitis<br />

es otra alteración originada por la sensibilización de los<br />

pacientes. La migración de los parásitos adultos en respuesta a<br />

estímulos químicos y físicos puede desencadenar una pancreatitis<br />

al obstruirse el conducto de Wirsung; colangitis al obstruirse<br />

el colédoco y arrastrar gérmenes a ese conducto; peritonitis<br />

al pasar al peritoneo por zonas débiles; dehiscencia de<br />

suturas; divertículos; 10 apendicitis al penetrar el apéndice y<br />

desencadenar un proceso de Sanarelli-Schwartzman.<br />

Ocasionalmente puede originar abscesos hepáticos. En zonas<br />

de alta prevalencia es frecuente la obstrucción intestinal por<br />

ovillos de ascaris. En este caso los pacientes presentan todos los<br />

síntomas de un cuadro obstructivo intestinal alto; síntomas de<br />

intoxicación, cólicos intestinales, vómitos, meteorismo alto,<br />

deshidratación y alteraciones del equilibrio hidrosalino y acidobásico.<br />

Al examen se aprecia un abdomen distendido, abombado;<br />

hay timpanismo y muchas veces se palpa masa como un<br />

sándwich en la región periumbilical o en el cuadrante inferior<br />

derecho del abdomen. A veces se observan ondas peristálticas,<br />

especialmente al inicio del cuadro. Si la patología persiste, el<br />

abdomen se torna silencioso por isquemia intestinal y necrosis<br />

posterior con peritonitis, y se origina un abdomen agudo de<br />

origen ascariano (figura 30-5).<br />

Es común que los ejemplares adultos sean eliminados por<br />

la nariz, boca y ano.<br />

Diagnóstico<br />

El diagnóstico se debe sospechar en pacientes que viven en zonas<br />

rurales endémicas, en especial en niños que tienen geofagia<br />

y que presentan la sintomatología anteriormente mencionada. 9<br />

Se confirma por el hallazgo de huevos en heces mediante técnicas<br />

de concentración como Teleman modificado, Kato Katz,<br />

etc. Debido a lo prolífero de la hembra, por lo general basta un<br />

estudio seriado de tres muestras tomadas día por medio. Un<br />

examen negativo no descarta la ascariasis debido a que el paciente<br />

puede estar cursando el periodo prepatente o porque<br />

sólo presenta ejemplares machos. Se puede confirmar también<br />

la presunción diagnóstica, al observar ejemplares adultos eliminados<br />

por los orificios naturales (figura 30-6). 7<br />

Excepcionalmente se puede efectuar el diagnóstico en estudios<br />

con imágenes del tubo digestivo, por ejemplo: estudio<br />

de intestino delgado con medio de contraste; los vermes dejan<br />

una imagen lacunar que corresponde al cuerpo del gusano. La<br />

ecografía y la tomografía axial computarizada también son herramientas<br />

útiles. La eosinofilia en la fase intestinal es inferior a<br />

20%; en la fase pulmonar es mayor. En casos excepcionales se<br />

pueden observar larvas de A. lumbricoides en la expectoración.<br />

En la fase pulmonar se han utilizado reacciones serológicas de<br />

precipitación y hemaglutinación con resultados variables.<br />

Tratamiento<br />

Los derivados benzoimidazólicos: mebendazol, albendazol, que<br />

actúan impidiendo la absorción de glucosa por los microtúbulos<br />

de las mitocondrias y, por consiguiente, alterando la respiración<br />

celular, son altamente efectivos. El mebendazol se absorbe<br />

poco, sólo 10% se elimina por la orina como mebendazol<br />

descarboxilado. Se utiliza en dosis de 100 mg dos veces al día<br />

por tres días en adultos y niños. El albendazol se absorbe casi<br />

completamente, recuperándose 90% en la orina y heces antes<br />

del quinto día de la ingestión. Es útil también porque actúa<br />

sobre las formas larvales. El albendazol, a dosis de 400 mg al día<br />

en adultos por tres días o 10 mg/kg/día por ese mismo periodo,<br />

es eficaz en niños. 3 Ambos medicamentos no deben ser utilizados<br />

en embarazadas, por su posible efecto teratogénico en humanos,<br />

demostrado en ratas. 3,4,5<br />

Otros fármacos actúan sobre el sistema nervioso de los vermes,<br />

provocándoles una parálisis, lo que permite que sean eliminados<br />

por el peritaltismo intestinal, tales como la piperazina<br />

y el pamoato de pirantel, también son útiles.<br />

La piperazina es efectiva a dosis de 100 mg/kg/día, con un<br />

máximo de 3 g en niños y 4 g diarios en adultos por 2 a 5 días.<br />

El medicamento origina una parálisis flácida por acción anticolinérgica<br />

en la unión mioneuronal. Se absorbe bien y el rango<br />

terapéutico tóxico es muy amplio. En la actualidad se ha dejado<br />

de utilizar, excepto durante el embarazo, ya que en la práctica<br />

se ha demostrado que no origina efectos adversos en el feto. El<br />

pamoato de pirantel se absorbe poco, por lo que origina escasos<br />

efectos secundarios. Produce un efecto nicotínico permanente<br />

que origina una parálisis espástica por bloqueo depolarizante<br />

neuromuscular. Por este motivo no se debe administrar junto a<br />

la piperazina. Se emplea a dosis única de 750 mg en adultos y<br />

de 10 mg/kg en niños por un solo día.<br />

Hoy en día los fármacos que actúan sobre las mitocondrias<br />

de los microtúbulos se emplean más que los que actúan sobre el<br />

sistema nervioso de los vermes por ser más efectivos, ya que<br />

matan a los gusanos; en cambio, los otros mantienen su vitalidad;<br />

así, por ejemplo, se ha demostrado que ascaris expulsados<br />

del hospedero por tratamiento con pirantel, al ser colocados en<br />

solución salina caliente, recuperan su movilidad después de algunas<br />

horas.<br />

La buena tolerancia y eficiencia de los fármacos que actúan<br />

sobre las mitocondrias de los túbulos han permitido que<br />

éstos se utilicen en terapias masivas aplicadas una a dos veces<br />

por año. Japón ha logrado erradicar las geohelmintiasis gracias<br />

a este procedimiento. Actualmente este tipo de terapia se está<br />

aplicando en diferentes países con la finalidad no de erradicar<br />

la parasitosis, sino de disminuir la carga parasitaria a un nivel<br />

tal que no se produzca su transmisión. 15,19


CAPÍTULO 30 Ascariasis 219<br />

Recientemente se ha demostrado que la nitazoxanida es<br />

efectiva en esta parasitosis. 11 Como este fármaco es eficaz en el<br />

tratamiento de Entamoeba histolytica y Giardia lamblia, podría<br />

ser aplicado en infecciones mixtas por protozoos y helmintos.<br />

En el capítulo 94 se describen detalles sobre la utilización<br />

de estos fármacos.<br />

Prevención<br />

Como en las demás geohelmintiasis, la contaminación fecal del<br />

suelo con heces humanas constituye el factor principal de diseminación<br />

de esta parasitosis. A nivel individual es fundamental<br />

el lavado cuidadoso de manos, especialmente de los niños después<br />

de tener contacto con tierra; evitar la geofagia, 9 y la onicofagia;<br />

además de ingerir las verduras y hortalizas que crecen a<br />

ras del suelo peladas o cocidas.<br />

Es importante señalar que los desinfectantes habituales<br />

que se utilizan en las verduras contra bacterias no tienen efecto<br />

sobre los huevos de A. lumbricoides ni sobre los huevos de helmintos<br />

ni sobre quistes de parásitos.<br />

La prevención a nivel colectivo se basa en la educación<br />

sanitaria, informando y posteriormente creando hábitos que<br />

eviten la contaminación fecal del suelo. La existencia de sistemas<br />

de alcantarillado y agua potable es esencial para una buena<br />

prevención. Evitar regar con aguas servidas y utilizar abono con<br />

heces humanas. 2<br />

La existencia de plantas de tratamiento de aguas servidas<br />

ha logrado disminuir en forma importante la contaminación<br />

fecal del suelo con heces humanas, ya que el riego se efectúa<br />

con aguas limpias. La educación continua de la población permite<br />

crear hábitos sanitarios que evitan la propagación de las<br />

parasitosis.<br />

Referencias<br />

1. Alderman H, Konde-Lule J, Sebuliba I, Bundy D,<br />

Hall A. Effect on weight gain of routinely giving albendazole<br />

to preschool children during child health days in<br />

Uganda: cluster randomised controlled trial. BMJ,<br />

2006;333:122.<br />

2. Barreto M, Genser B, Strina A, Teixeira M, Assis A,<br />

Rego R, Teles C, Prado M, Matos S, Alcántara-Neves<br />

N, Cairncross S. Impact of a City-Wide Sanitation Programme<br />

in Northeast Brazil on Intestinal Parasites Infection<br />

in Young Children. Environ Health Perspect, 2010.<br />

3. Bennett A, Guyatt H. Reducing intestinal nematode<br />

infection: efficacy of albendazole and mebendazole. Parasitol<br />

Today, 2000;16:71-74.<br />

4. Bundy D, Peto R. Treatment for intestinal helminth infection.<br />

Studies of short term treatment cannot assess<br />

long term benefits of regular treatment. BMJ, 2000;321:<br />

1225.<br />

5. Crompton D. Biology of Ascaris lumbricoides. En:<br />

Crompton D, Nesheim M, Pawlowski Z (eds.). Ascariasis<br />

and its prevention and control, Taylor and Francis, London,<br />

Reino Unido, 1989:9-44.<br />

6. Dickson R, Awasthi S, Demellweek C, Williamson<br />

P. Anthelmintic drugs for treating worms in children:<br />

effects on growth and cognitive performance. (Cochrane<br />

Review) Cochrane Database of Systematic Reviews 2000,<br />

Issue 2, Art N° CD 000371, 2005.<br />

7. Ferreyra N, Cerri G. Ascariasis of the alimentary tract,<br />

liver, pancreas and biliary system: its diagnosis by ultrasonography.<br />

Hepatogastroenterology, 1998;45:932-937.<br />

8. Figueiredo A, Barreto M, Rodrigues L, Cooper P, Silva<br />

N, Amorim L, Alcántara-Neves N. Chronic intestinal<br />

helminth infections are associated with immune hyporesponsiveness<br />

and induction of a regulatory network.<br />

Infect Immun, 2010;78:3160-3167.<br />

9. Geissler P, Mwaniki D, Thiong F, Friis H. Geophagy<br />

as a risk factor for geohelminth infections: a longitudinal<br />

study of Kenyan primary school children. Trans R Soc<br />

Trop Med Hyg, 1998;92:7-11.<br />

10. Guzmán G, Teves P, Monge E. Ascariasis as a cause of<br />

recurrent abdominal pain. Dig Endosc, 2010;22:156-<br />

157.<br />

11. Hagel I, Giusti T. Ascaris lumbricoides: an overview of<br />

therapeutic targets. Infect Disord Drug Targets, 2010;10:<br />

349-367.<br />

12. Hall, A. Nutritional aspects of parasitic infection. Progr<br />

Food Nutri Sci, 1985:9:227-256.<br />

13. Hall A. Micronutrient supplements for children after<br />

deworming. Lancet Infect Dis, 2007;7:297-302.<br />

14. Hall A, Hewitt G, Tuffrey V, de Silva N. A review and<br />

meta-analysis of the impact of intestinal worms on child<br />

growth and nutrition. Mater Child Nut, 2008;4:118-<br />

236.<br />

15. Horton J. Global anthelmintic chemotherapy programs:<br />

learning from history. Trends Parasitol, 2003;19:405-<br />

409.<br />

16. Melo G, Reyes-Lecca R, Vitor-Silva S, Monteiro W,<br />

Martins M, Benzecry S, Alecrim M, Lacerda M. Concurret<br />

helminthic infection protects school children with<br />

Plasmodium vivax from anemia. PloS One, 2010;5:e11206.<br />

17. Shin D, Lim D, Choi K, Oh C, Kim M, Lee I, Kim S,<br />

Shin J, Bok G, Chai J, Seo M. Scanning electron microscope<br />

study of ancient parasite eggs recovered from<br />

Korean mummies of Joseon Dynasty. J Parasitol, 2008:<br />

4:1.


220 PARTE II Parasitología humana<br />

18. Symons L. Anorexia: occurrence, pathophysiology, and<br />

possible causes in parasitic infections. Adv Parasitol,<br />

1985;24:103-133.<br />

19. WHO. Preventive chemotherapy in human helminthiasis.<br />

Coordinated use of anthelminthic drugs in control<br />

interventions: a manual for health professionals and programme<br />

managers. World Health Organization, Génova,<br />

Italia, 2006:56.


Capítulo<br />

31<br />

Trichuriasis (tricocefalosis)*<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Antecedentes históricos<br />

El gusano fue descubierto por Linneo en 1771. Grassi en 1877<br />

descubrió el ciclo vital del parásito del hombre. Posteriormente,<br />

Fülleborn (1923) y Hasegawa (1924) completaron estos<br />

estudios. El ciclo de Trichuris vulpis del perro, parásito afín con<br />

T. trichiura, fue descrito por Miller en 1941. 3<br />

Es una parasitosis muy antigua: en coprolitos de roedores<br />

de alrededor de 6 700 años encontrados en el Parque Nacional<br />

Perito Moreno de Argentina, se observaron huevos de Trichuris<br />

spp. 25 Este material corresponde a un periodo de 4 500 años<br />

a.C. 10 En excavaciones realizadas en Namur-Bélgica, se han encontrado<br />

huevos de parásito que datan de la época Gali-Romana<br />

(600 a.C. hasta 200 d.C.). 7 En una momia inca de nueve<br />

años encontrada a 5 355 m de altura en Chile, se observaron en<br />

el recto huevos de T. trichiura en perfecto estado de conservación.<br />

Se calculó que la momia era del siglo xv d.C. Descubrimientos<br />

similares se han efectuado en Corea. 26<br />

Concepto<br />

Sinónimos: tricuriasis, whipworm disease. Infección del intestino<br />

grueso humano por el nematodo Trichuris trichiura que habitualmente<br />

no provoca daño, es decir, actúa como comensal,<br />

pero que origina un cuadro grave cuando se presenta en grandes<br />

cantidades en niños con diferentes grados de desnutrición.<br />

Clasificación<br />

Phylum: Nematodo<br />

Clase: Aphasmidia<br />

Orden: Enoplata<br />

Familia: Trichuroidea<br />

Género: Trichocephalus o Trichuris<br />

Especie: trichiura<br />

Biología<br />

Trichuris trichiura es un nematodo blanquecino. La hembra<br />

mide 35-50 mm y el macho 30-45 mm. Tiene una forma característica<br />

muy delgada en las 3/5 partes anteriores y más gruesa<br />

en los 2/5 posteriores; semeja una fusta o látigo. De ahí su<br />

nombre tricho “pelo”, cephalus “cabeza”.<br />

La extremidad anterior está constituida por el orificio bucal<br />

que no presenta labios, y el esófago, cuya parte anterior es<br />

un tubo muscular delgado y la posterior un tubo capilar rodeado<br />

por una capa única de células secretoras, los estrocitos. La<br />

parte posterior del gusano contiene el aparato genital, que se<br />

encuentra enrollado varias veces sobre sí mismo.<br />

Es recto en la hembra y en el varón está enroscado en sentido<br />

ventral (figura 31-1). Su hábitat es el ciego, al cual queda<br />

enhebrado por su parte anterior delgada, que introduce en las<br />

criptas de Lieberkühn (figura 31-2). En casos masivos, los parásitos<br />

se distribuyen a lo largo de todo el intestino grueso (figura<br />

31-3). Los huevos son elípticos, de color pardusco, miden<br />

40-50 por 22-23 mm y presentan una doble envoltura gruesa<br />

que cubre a la célula huevo. Los dos polos presentan tapones<br />

mucosos, que le dan una forma típica de limón o tonel (figura<br />

31-4). La cantidad de huevos que elimina una hembra es de<br />

200-300 por gramo de heces, es decir, entre 1 000 y 46 000<br />

huevos al día, con un promedio de 5 000 a 7 000. La cantidad<br />

de huevos eliminados depende de la carga parasitaria y de la<br />

antigüedad de ésta. En el momento de la postura el huevo fecundado<br />

no está segmentado. Para continuar su desarrollo necesita<br />

humedad, temperatura, cierto tipo de suelo y sombra similar<br />

a las condiciones requeridas para el desarrollo del huevo<br />

de A. lumbricoides, ya que ambos son geohelmintos. En condiciones<br />

óptimas de temperatura, 25-30°C, y alto porcentaje de<br />

humedad del suelo, el huevo se larva en dos a cuatro semanas y<br />

recién entonces es infectante para un susceptible. El tiempo de<br />

maduración del huevo es variable y éstos por lo general son<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

221


222 PARTE II Parasitología humana<br />

En la actualidad, si bien se ha demostrado que la trichuriasis<br />

sola es capaz de alterar el desarrollo y crecimiento de niños,<br />

proceso que es reversible, ya que al desparasitarlos presentan un<br />

desarrollo normal, se desconocen las causas de esto, ya que por<br />

lo general las alteraciones nutritivas originadas por helmintos<br />

intestinales, incluyendo T. trichiura, no son importantes. 1,4,6<br />

En la tricocefalosis masiva, especialmente en niños, la intensa<br />

diarrea origina una relajación del esfínter anal e hipotonía,<br />

lo que puede ocasionar prolapso rectal (figura 31-6).<br />

La irritación de los plexos nerviosos intramurales originados<br />

por los numerosos parásitos provoca dolores tipo cólico<br />

intestinal, hiperperistaltismo y posiblemente disentería.<br />

Figura 31-3. Tricocéfalo en apéndice.<br />

1<br />

muy resistentes y pueden permanecer viables por muchos años.<br />

Un bajo porcentaje de humedad del suelo, temperatura sobre<br />

50°C, destruye los huevos, mientras que temperatura bajo<br />

10°C detiene su desarrollo.<br />

En condiciones naturales, el humano es el único hospedero<br />

de T. trichiura; se infecta por vía oral al ingerir huevos larvados<br />

del parásito. Los huevos pierden su envoltura en el intestino<br />

delgado y las larvas liberadas penetran a la cripta glandular<br />

del intestino grueso, donde alcanzan la adultez. El periodo<br />

prepatente, es decir, el tiempo transmitido entre la ingestión<br />

del huevo infectante, el crecimiento, madurez de los gusanos y<br />

la aparición de huevos en las heces del hospedero, es de alrededor<br />

de un mes. La longevidad del tricocéfalo se ha estimado<br />

entre 7-10 años (figura 31-5).<br />

1e<br />

1d<br />

1a<br />

1b<br />

Patogenia<br />

En estudios experimentales en ratones se ha demostrado que en<br />

el intestino grueso existe una dependencia de Trichuris muris<br />

con la microflora intestinal y cierta inmunomodulación de la<br />

respuesta inmune por parte del hospedero. 13<br />

No se conoce con exactitud cómo T. trichiura produce<br />

daño al hospedero. Existe un factor traumático por la penetración<br />

de los gusanos en la mucosa colónica, uno toxialérgico por<br />

sustancias excretas-secretadas que originan crisis de urticaria,<br />

elevación de IgE, aumento de eosinófilos sanguíneos y eliminación<br />

de cristales de Charcot-Leyden por las heces. Con la eliminación<br />

de los tricocéfalos, desaparecen todas las alteraciones<br />

producidas por el proceso toxialérgico. Otro elemento importante<br />

es la hematofagia. Cada gusano llega a ingerir 0.005 ml<br />

de sangre al día; este proceso se puede observar a través de la<br />

delgada cutícula del parásito. Estudios recientes han demostrado<br />

que niños con tricocefalosis tienen el doble de riesgo de<br />

presentar anemia, no dependiendo del déficit de hierro. De estas<br />

investigaciones se deduce que hasta la fecha no se conoce el<br />

mecanismo íntimo de la anemia en esta parasitosis.<br />

I<br />

1c<br />

Figura 31-5. Ciclo biológico de Trichuris trichiura. 1) El parásito<br />

adulto se ubica en el intestino grueso. 1a) Huevo de tricocéfalo<br />

recién eliminado. 1b) Huevo con cigoto en desarrollo. 1c) Riego de<br />

plantas con aguas servidas (con heces humanas). 1d) Huevo<br />

larvado (infectante). 1e) Al consumir verduras crudas contaminadas<br />

con huevos infectantes se adquiere la infección. I, Trichuris trichiura.<br />

Adultos sexualmente maduros.


CAPÍTULO 31 Trichuriasis (tricocefalosis) 223<br />

No se conoce la causa de la geofagia o “pica” que se observa<br />

en algunos casos de infecciones masivas (figura 31-7); esto<br />

puede contribuir a la masividad de la infección, pero no es la<br />

causa única del incremento de la infección, ya que al tratar<br />

la anemia, este signo desaparece.<br />

La inmunomodulación que T. trichiura produce estimulando<br />

las células dendríticas que participan en la inmunidad<br />

innata y adaptativa, citocinas que estimulan los sistemas Th 1 y<br />

Th 2 originando un estado de “anergia” evitando así su eliminación,<br />

14 se está utilizando para tratar las enfermedades inflamatorias<br />

intestinales (EII): ileítis regional que es de tipo Th 1 y<br />

colitis ulcerosa que es de tipo Th 2 . 11,12 Ésta es la base para infectar<br />

con Trichuris suis (apatógeno para el humano) a individuos<br />

con EII. Los parásitos producen una anergia y las EII<br />

disminuyen. Al eliminar los vermes se vuelve al estado inicial<br />

de las EII. La teoría higiénica, es decir, la falta de estímulos<br />

antigénicos en la infancia por gusanos y otros microorganismos,<br />

facilita el desarrollo de otras patologías en las cuales la<br />

inmunidad tiene un papel. Por este motivo, en los países africanos<br />

la EII, esclerosis múltiple y otras, tendrían escasa prevalencia.<br />

5,9,20,23,28,29 En estudios experimentales en ratones sensibles<br />

y resistentes a la infección por Trichuris muris se ha investigado<br />

la respuesta fenotípica, expresión génica y la respuesta transcripcional.<br />

Esta última y la respuesta fenotípica en los ratones<br />

infectados con Trichuris muris fueron similares a la de los modelos<br />

de las enfermedades inflamatorias intestinales humanas. 18<br />

Anatomía patológica<br />

En las infecciones corrientes no se observan lesiones microscópicas<br />

importantes de la mucosa. Puede existir una distorsión de<br />

las células y de las glándulas del intestino grueso por el contacto<br />

con la parte delgada del verme. En casos masivos existe hiperemia<br />

y presencia de gran cantidad de parásitos (cientos o miles<br />

que tapizan la mucosa desde la válvula ileocecal hasta el ano).<br />

Pueden existir parásitos en la parte terminal del íleon. No existe<br />

una reacción inflamatoria importante ni lesiones severas de<br />

la mucosa. Por lo general se observa una reacción inflamatoria<br />

linfoplasmocitaria leve en las criptas de Lieberkühn y un escaso<br />

daño de la mucosa en los puntos donde penetran los tricocéfalos<br />

(figura 31-5).<br />

Epidemiología<br />

La OMS calcula que existen en el mundo 900 millones de personas<br />

con esta parasitosis. Infección cosmopolita, prevalece en<br />

zonas tropicales y templadas con un elevado régimen de lluvias.<br />

La prevalencia de la infección tiene estrecha relación con el grado<br />

de humedad y la cantidad de lluvias de las zonas geográficas.<br />

Así, por ejemplo, en Chile, en el norte grande, de clima seco y<br />

caluroso, la prevalencia de la infección por T. trichiura es inferior<br />

a 1%; en cambio, en la zona sur, con abundante vegetación<br />

y elevada humedad, la prevalencia es de 40-50%.<br />

La epidemiología de T. trichiura es similar a la de A. lumbricoides;<br />

ambos son geohelmintos cuyos huevos necesitan desarrollarse<br />

en el medio ambiente por 2-4 semanas para ser infectantes.<br />

La contaminación fecal del suelo, las características<br />

fisicoquímicas de la tierra, la humedad y temperatura ambiental,<br />

favorecen la manutención y propagación de ambas parasitosis.<br />

En las áreas urbanas de países en vías de desarrollo se ha<br />

observado una importante disminución de la prevalencia de<br />

ambas parasitosis, lo que se explica por el mejoramiento de la<br />

urbanización, pavimentación de las calles, la extensión de redes<br />

de agua potable y alcantarillado, la disminución de acequias de<br />

riego y una mayor cultura higiénica de la población. 2,19<br />

Clínica<br />

El cuadro clínico está relacionado con la carga parasitaria. En<br />

niños y adultos portadores de un pequeño número de parásitos,<br />

la infección cursa en forma asintomática, lo cual sucede en<br />

la inmensa mayoría de los casos. La variada sintomatología que<br />

ocasionalmente presentan individuos infectados con un reducido<br />

número de parásitos puede corresponder a otras etiologías.<br />

Los niños con infecciones moderadas presentan signos y<br />

síntomas diversos, siendo la diarrea crónica la más frecuente,<br />

junto a cólicos intestinales, náuseas y vómitos. Estos últimos<br />

impiden la alimentación, contribuyendo a la deshidratación.<br />

La tricocefaliasis puede originar dolor en el cuadrante inferior<br />

derecho del abdomen, simulando una apendicitis. En<br />

infecciones severas la disentería reemplaza a la diarrea y los<br />

enfermos presentan evacuaciones mucosanguinolentas, pujo,<br />

tenesmo y enterorragia. Este cuadro se acompaña de anemia<br />

microcítica e hipocrómica. 16,17,22 Los niños con infecciones<br />

masivas frecuentemente presentan prolapso rectal. Las madres<br />

de estos niños suelen advertir gusanos en la mucosa rectal prolapsada;<br />

muchos de ellos presentan geofagia o “pica”; esta necesidad<br />

de ingerir tierra desaparece al curar la enfermedad. 6<br />

En una recopilación de 13 investigadores, en 697 niños<br />

con tricocefalosis masiva se observaron los siguientes síntomas<br />

y signos: disentería 81%, anemia 81%, retardo del crecimiento<br />

71%, dedos en palillo de tambor 40% y prolapso rectal 34%.<br />

En las infecciones corrientes, el pronóstico de la tricocefalosis<br />

es benigno, pero en las infecciones masivas en niños con<br />

enterorragia el pronóstico es sombrío, ya que si se dejan evolucionar<br />

de manera espontánea, terminan con la muerte por anemia,<br />

infecciones intercurrentes o por complicaciones quirúrgicas<br />

(peritonitis, intususcepción, etcétera.). 24<br />

Diagnóstico<br />

En los casos masivos el diagnóstico clínico se basa en los antecedentes<br />

epidemiológicos de vivir en zona endémica y presentar<br />

la sintomatología y signología antes descrita. En los casos<br />

con infecciones escasas o moderadas, el diagnóstico se basa en<br />

exámenes de laboratorio; estos exámenes permiten el diagnóstico<br />

de certeza al observar los huevos típicos de T. trichiura en<br />

las heces (figura 31-6). Se utiliza el examen seriado de deposiciones<br />

con técnicas de enriquecimiento, siendo suficientes tres<br />

muestras tomadas en días alternados. El diagnóstico parasitoló-


224 PARTE II Parasitología humana<br />

gico se puede efectuar por medio de la observación directa de<br />

los parásitos en la mucosa rectal prolapsada, o al efectuar una<br />

colonoscopia o rectoscopia. La colonoscopia ha permitido el<br />

diagnóstico de casos asintomáticos. 8 El recuento de huevos es<br />

importante, especialmente en los casos masivos con intensa<br />

anemia (ver capítulo 93, Aplicación del cultivo in vitro al diagnóstico<br />

de las parasitosis).<br />

El hemograma es normal en las infecciones leves, pero en los<br />

casos masivos revela anemia microcítica hipocroma y eosinofilia<br />

elevada. La anemia puede ser importante y grave, con cifras de<br />

2 000 000 o menos de eritrocitos por mm 3 . Los eosinófilos alcanzan<br />

cifras superiores a 30-50% (figura 31-7). En la trichuriasis<br />

y ascariasis de cerdos, se ha utilizado la técnica de ELISPOT<br />

para pesquisar IL4 específica con fines diagnósticos. En el humano<br />

no se ha utilizado esta técnica. 27 En cerdos infectados con T.<br />

suis, se han utilizado antígenos excretores para pesquisar anticuerpos<br />

específicos. 15 Hasta la fecha no se han utilizado esos antígenos<br />

en el diagnóstico de las infecciones humanas.<br />

Tratamiento<br />

Los fármacos de elección son:<br />

Oxipirantel. Con la dosis de 10 mg/kg se obtiene curación<br />

entre 75-91%. Tiene buena tolerancia y origina muy pocos<br />

efectos colaterales.<br />

Mebendazol. Es un benzoimidazólico que impide la captación<br />

de glucosa y aminoácidos por el gusano. Se utiliza en dosis de<br />

100 mg dos veces al día por tres días. Tiene buena tolerancia y<br />

una eficacia moderada.<br />

Albendazol. Fármaco benzoimidazólico que impide la absorción<br />

de glucosa por el parásito. Con una dosis de 400 mg al día<br />

durante tres días se obtiene curación en 80% de los casos (véase<br />

capítulo 94).<br />

Prevención<br />

La prevención colectiva se basa en tener un adecuado saneamiento<br />

básico, especialmente contar con buenos sistemas de<br />

eliminación de excreta y redes de agua potable para evitar la<br />

contaminación fecal del suelo con heces humanas infectadas,<br />

así como en alcanzar una buena cultura higiénica de la población,<br />

a través de un adecuado saneamiento permanente. La<br />

prevención individual se basa en un adecuado lavado de manos<br />

antes de ingerir alimentos o haber jugado con tierra, lavar o<br />

pelar frutas y verduras que crecen a ras del suelo o consumir<br />

aquellas que son regadas con agua potable, agua de pozo de<br />

primera fuente o de cultivo hidropónico. Tratar a las personas<br />

infectadas para evitar la diseminación de la infección es otra<br />

medida profiláctica importante. 1,21<br />

Referencias<br />

1. Alderman H, Konde-Lule J, Sebuliba I, Bundy D,<br />

Hall A. Effect on weight gain of routinely giving albendazole<br />

to preschool children during child health days in<br />

Uganda: cluster randomised controlled trial. BMJ,<br />

2006;333:122.<br />

2. Broker S, Clemente A, Bundy D. Global epidemiology,<br />

ecology and control of soil-transmitted helminth infections.<br />

Adv Parasitol, 2006;62:221-261.<br />

3. Bundy D, Cooper E. Trichuris and trichuriasis in humans.<br />

Adv Parasitol, 1989;28:107-173.<br />

4. Casapía M, Joseph S, Núñez C, Rahme E, Gyorkos<br />

T. Parasite and maternal risk factors for malnutrition in<br />

preschool-age children in Belen, Peru, using the new<br />

WHO Child Growth Standards. Br J Nutr, 2007;98:1259-<br />

1266.<br />

5. Cliffe L, Potten S, Booth C, Grencis R. An increase in<br />

epithelial cell apoptosis is associated with chronic intestinal<br />

nematode infection. Infect Immun, 2007;75:1556-<br />

1564.<br />

6. Dantas V, Schxarzschild L de F, de Medeiros R, dos<br />

Santos A, Sales V. Nutritional evaluation of children<br />

with enteroparasitosis. Acta Cir Bras, 2005;1:57-62.<br />

7. Da Rocha G, Harter-Lailheugue S, Le Bailly M,<br />

Araújo A, Ferreira L, da Serra-Freire N, Bouchet F.<br />

Paleoparasitological remains revealed by seven historic<br />

contexts from “Place d’Armes”, Namur, Belgium. Mem<br />

Inst Oswaldo Cruz (Suppl. 2), 2006:43-52.<br />

8. Do K, Cho Y, Kim H, Hwang B, Shin E, Jeong H,<br />

Kim S, Chae H, Choi M. Intestinal helminthic infections<br />

diagnosed by colonoscopy in a regional hospital during<br />

2001-2008. Korean J Parasitol, 2010;48:75-78.<br />

9. Frase R, Latiune D. Intestinal helminths: a clue explaining<br />

the low incidente of inflamatory bowel disease in<br />

Subsaharan Africa? Potential benefits and hazards of helminth<br />

therapy. Acta Gastroenterol Belg, 2006;69:418-<br />

422.<br />

10. Fugassa M, Denegri G, Sardella N, Araújo A, Guichón<br />

R, Martínez P, Civalero M, Aschero C. Paleoparasitological<br />

records in a canid coprolite from Patagonia,<br />

Argentina. J Parasitol, 2006;92:1110-1113.<br />

11. Hayes K, Bancroft A, Grencis R. The role of TNFalpha<br />

in Trichuris muris infection I: influence of TNFalpha<br />

receptor usage, gender and IL-13. Parasite Immunol,<br />

2007;29:575-582.


CAPÍTULO 31 Trichuriasis (tricocefalosis) 225<br />

12. Hayes K, Bancroft A, Grencis R. The role of TNFalpha<br />

in Trichuris muris infection II: global enhancement<br />

of ongoing Th1 or Th2 responses. Parasite Immunol,<br />

2007;29:583-594.<br />

13. Hayes K, Bancroft A, Goldrick M, Portsmouth C,<br />

Roberts I, Grencis R. Exploitation of the intestinal microflora<br />

by the parasitic nematode Trichuris muris. Science,<br />

2010;328:1391-1394.<br />

14. Koyama K. Dendritic cells have a crucial role in the production<br />

of citokynes in mesenteric lymph nodes of B10<br />

BR mice infected with Trichuris muris. Parasitol Res,<br />

2007;102:349-356.<br />

15. Kringel H, Roepstorff A. Trichuris suis excretory/secretory<br />

antigen-specific antibodies in serum from singleinoculated<br />

pigs. Parasite Immunol, 2007;29:327-330.<br />

16. Le Houng, Brouwer I, Verhoef H, Nguyen K, Kok<br />

F. Anemia and intestinal parasite infection in school children<br />

in rural Vietnam. Asia Pac J Clin Nutr, 2007;16:716-<br />

723.<br />

17. Le Huong T, Brouwer I, Nguyen K, Burema J, Kok<br />

F. The effect of iron fortification and de-worming on<br />

anaemia and iron status of Vietnamese schoolchildren. Br<br />

J Nutr, 2007;97:955-962.<br />

18. Levison S, McLaughlin J, Zeef L, Fischer P, Grencis<br />

R, Pennock J. Colonic transcriptional profiling in resistance<br />

and susceptibility to trichuriasis: Phenotyping a<br />

chronic colitis and lessons for iatrogenic helminthosis.<br />

Inflamm Bowel Dis, 2010;16:2065-2079.<br />

19. Lin S, Wang S, Hu X, Chen D, Tong C, Li S. Epidemiology<br />

of soil-transmitted nematode infections in central<br />

mountain area of Hainan province. Zhongguo J<br />

Sheng Chong Xue Yu Ji Sheng Chong Bing Za Zhi, 2010;<br />

28:160-161.<br />

20. Moreels T, Pelckmans P. Gastrointestinal parasites: potential<br />

therapy for refractory inflammatory bowel diseases.<br />

Inflamm Bowel Dis, 2005;11:178-184.<br />

21. Olsen A. Efficacy and safety of drug combinations in the<br />

treatment of schistosomiasis, soil-transmitted helminthiasis,<br />

lymphatic filariasis and onchocerciasis. Trans R Soc<br />

Trop Med Hyg, 2007;101:747-758.<br />

22. Quihui-Cota L, Morales-Figueroa G, Esparza-Romero<br />

J, Valencia M, Astiazarán-García H, Méndez R,<br />

Pacheco-Moreno B, Crompton D, Diaz-Camacho<br />

S. Trichuriasis and low-iron status in schoolchildren<br />

from Northwest Mexico. Eur J Clin Nutr, 2010.<br />

23. Reddy A, Fried B. The use of Trichuris suis and other<br />

helminth therapies to treat Crohn’s disease. Parasitol Res,<br />

2007;100:921-927.<br />

24. Saldiva S, Silveira A, Philippi S, Torres D, Mangini<br />

A, Dias R, da Silva R, Buratini M, Massad E. Ascaris-<br />

Trichuris association and malnutrition in Brazilian children.<br />

Paediatr Perinat Epidemiol, 1999;13:89-98.<br />

25. Sardella N, Fugassa M, Rindel D, Goñi R. Paleoparasitological<br />

results for rodent coprolites from Santa Cruz<br />

Province, Argentina. Mem Inst Oswaldo Cruz,<br />

2010;105:33-40.<br />

26. Seo M, Guk S, Kim J, Chai J, Bok G, Park S, Oh C,<br />

Kim M, Yil Y, Shin M, Kang I, Shin D. Paleoparasitological<br />

report on the stool from a medieval child mummy<br />

in Yangju, Korea. J Parasitol, 2007;93:589-592.<br />

27. Steenhard N, Kringel H, Roepstorff A, Thamsborg S,<br />

Jungersen G. Parasite-specific IL-4 responses in Ascaris<br />

suum and Trichuris suis-infected pigs evaluated by ELIS-<br />

POT. Parasite Immunol, 2007;29:535-538.<br />

28. Zaiss D, Yang L, Shah P, Kobie J, Urban J, Mosmann<br />

T. Amphiregulin, a TH2 cytokine enhancing resistance<br />

to nematodes. Science, 2006;314:1746.<br />

29. Zaph C, Troy A, Taylor B, Berman-Booty L, Guild K,<br />

Du Y, Yost E, Gruber A, May M, Greten F, Eckmann<br />

L, Karin M, Artis D. Epithelial-cell-intrinsic IKK-beta<br />

expression regulates intestinal immune homeostasis. Nature,<br />

2007;446:552-556.


Capítulo<br />

32<br />

Enterobiasis (oxiuriasis)*<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Historia<br />

Huevos de Enterobius vermicularis han sido encontrados en coprolitos<br />

humanos de 7 800 años a.C. de la Cueva del Peligro de<br />

Utah (EUA). 5 En diferentes sitios arqueológicos se han hallado<br />

coprolitos con huevos del parásito; la mayoría provienen de<br />

EUA, dos sitios de Chile, 3,7,8 y uno de cada uno de estos países:<br />

Perú, México, Alemania, Dinamarca y Argentina. También se<br />

han observado en una momia china de la dinastía Han. 4 En los<br />

antiguos escritos de Hipócrates (430 a.C.) ya se hace mención<br />

al oxiuro.<br />

La observación de oxiuros en material arqueológico, fuera<br />

del Nuevo Mundo, ha sido escasa por razones aún no conocidas.<br />

Se ha postulado la hipótesis de que el parásito no es originario<br />

de América y que llegó por tierra a través de Beringia<br />

(Unión de Asia y América, 18 000 000 de años atrás). Los oxiuros<br />

pudieron seguir esta ruta, ya que no dependen, a diferencia<br />

del resto de los helmintos, de condiciones climáticas y características<br />

del suelo para mantener su ciclo vital. La sobrevivencia<br />

de los demás helmintos habría sido imposible por las frías temperaturas<br />

de las regiones del norte. 5<br />

Definición<br />

Sinonimia: Oxyuris vermicularis, pinworm, threadworm. Parasitosis<br />

cosmopolita de tipo familiar producida por el nematodo<br />

Enterobius vermicularis, conocido vulgarmente en Chile como<br />

“pidulle”, que se localiza en ciego y apéndice, originando síntomas<br />

diversos entre los que destacan el prurito anal y manifestaciones<br />

nerviosas.<br />

Clasificación<br />

Reino: Animalia<br />

Phylum: Nematoda<br />

Clase: Secernentea<br />

Orden: Ascaridoidea<br />

Familia: Oxyuridae<br />

Género: Oxyuris<br />

Especie: vermicularis<br />

Especie: gregorii 4,15<br />

Biología<br />

Enterobius vermicularis es un gusano pequeño de color blanquecino,<br />

delgado como un hilo; tienen dimorfismo sexual; el<br />

macho mide 0.5 cm de largo y la hembra 1 cm con un diámetro<br />

de 0.4-0.6 mm, respectivamente. Su extremo anterior presenta<br />

una expansión cuticular, la cual se puede llenar con fluidos<br />

tisulares, sirviendo como órgano de fijación del verme<br />

(figura 32-1). El tubo digestivo se inicia en la boca, que presenta<br />

labios y se continúa con un esófago potente y el intestino.<br />

Su extremo posterior es aguzado, por este motivo se denomina<br />

oxyuris, que significa cola aguzada. El extremo posterior del macho<br />

está enrollado en sentido ventral y presenta una espícula. El<br />

extremo posterior de la hembra es recto y termina en una punta<br />

alargada fina. La mayor parte de su estructura interna está<br />

formada por un aparato genital muy desarrollado. En un corte<br />

transversal se observan desde afuera hacia adentro: cutícula<br />

gruesa, haces musculares (meromiario), tubo digestivo y aparato<br />

genital dentro de la cavidad seudocelomática. Los huevos<br />

son translúcidos, de 50 a 60 mm de largo por 30 mm de ancho.<br />

Tienen una cara plana y una convexa, y contienen en su interior<br />

una larva (figura 32-2). Su hábitat es el ciego, pero también<br />

se ubican en el colon ascendente y en el íleon terminal, donde<br />

se fijan a la mucosa por medio de su expansión cuticular.<br />

E. gregorii (Hugot, 1983) es una especie que se ha encontrado<br />

en Europa, África y Asia. Su ciclo vital, patología, epidemiología,<br />

clínica y tratamiento son idénticos a los de E. vermicularis.<br />

El macho de E. gregorii tiene una espícula de menor<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

226


CAPÍTULO 32 Enterobiasis (oxiuriasis) 227<br />

50 μm<br />

1<br />

1a<br />

Figura 32-2. Huevos de E. vermicularis (Graham).<br />

tamaño que E. vermicularis, y las hembras presentan características<br />

morfológicas diferentes del aparato genital en relación con<br />

E. vermicularis. 9<br />

El ciclo vital de este helminto es distinto al de los demás<br />

nematodos intestinales. Después de la cópula, los machos son<br />

eliminados con las heces y las hembras grávidas se desplazan<br />

por todo el intestino grueso (1.80 m), atraviesan el esfínter anal<br />

y ponen sus huevos en la región perianal y parte interior de los<br />

muslos (hasta 6 cm del ano). Éstos se adhieren a la piel por una<br />

sustancia pegajosa. La migración de las hembras se produce al<br />

atardecer y en la noche. La hembra muere después de la postura<br />

de los huevos. Cada hembra coloca alrededor de 11 000 huevos,<br />

los cuales, por ser muy livianos, una vez que se seca la<br />

sustancia que los adhiere a la piel, se diseminan en la ropa interior,<br />

de cama, el suelo, las paredes y el aire. Los huevos larvados<br />

no son infectantes en el momento de la postura, pero sí lo son<br />

a las seis horas a la temperatura corporal. A una temperatura<br />

ambiental de 20°C demoran 36 h para ser infectantes. El hombre<br />

se infecta por ingestión o inhalación y posterior ingestión<br />

de huevos infectantes, es decir, la vía de transmisión es la digestiva.<br />

Los huevos pierden su envoltura en el estómago e intestino<br />

delgado y la larva migra hasta el ciego, donde se desarrolla,<br />

diferenciándose en machos y hembras. El periodo prepatente es<br />

de 35-70 días. El oxyuris vive un promedio de tres meses.<br />

Se ha descrito en oxiuriasis la retroinfección, es decir,<br />

huevos de la región perianal se rompen y algunas larvas franquean<br />

el esfínter anal, migran por el colon descendente, transverso<br />

y ascendente hasta llegar al ciego, donde sigue el ciclo<br />

vital (figura 32-3). 1,2,12,13<br />

Patología<br />

Por lo general los oxiuros no producen lesiones intestinales. El<br />

prurito se origina por hipersensibilidad del hospedero a sustancias<br />

excretadas y secretadas por el parásito. Las manifestaciones<br />

nerviosas se podrían deber a este mismo mecanismo. Si bien<br />

es relativamente frecuente encontrar oxiuros en el apéndice,<br />

tanto en los extirpados por una apendicitis como en hallazgos<br />

1c<br />

1d<br />

I<br />

Figura 32-3. Ciclo vital de Enterobius vermicularis. 1a) Huevos en<br />

los márgenes del ano. 1b) Huevo de Enterobius vermicularis recién<br />

emitido. 1c) Huevo larvado (infectante). 1d) Huevos dispersados por<br />

el aire inhalados e ingeridos. I, ejemplares adultos macho y hembra.<br />

de autopsias, hoy en día se considera que el parásito no origina<br />

la apendicitis, a lo más provoca pequeños traumatismos de la<br />

pared apendicular por donde pueden penetrar gérmenes luminales,<br />

o bien participa como elemento desencadenante en un<br />

fenómeno tipo Sanarelli-Schwartzman. La observación de<br />

oxiuros en apéndices normales es otro elemento en contra del<br />

origen parasitario de la apendicitis (figura 32-4). 13,14<br />

En la mujer los oxiuros pueden penetrar la vulva y la vagina,<br />

produciendo intenso prurito y colpitis con leucorrea. En<br />

casos excepcionales pueden llegar al útero, trompas y desde allí<br />

pasar al peritoneo. En la serosa el parásito es aislado como un<br />

1b


228 PARTE II Parasitología humana<br />

cuerpo extraño, produciendo una peritonitis plástica localizada<br />

que obliga a efectuar una intervención quirúrgica para extraer<br />

el granuloma en cuyo centro está el oxiuro. Granulomas similares<br />

se han encontrado en hígado y otras vísceras.<br />

Algunos investigadores señalan que Dientamoeba fragilis<br />

podría transmitirse por los huevos de E. vermicularis. 6<br />

Epidemiología<br />

La enterobiasis es cosmopolita. Afecta por igual a ambos sexos,<br />

tanto en la infancia como en la edad adulta. En la edad puberal<br />

afecta más al sexo masculino, debido a que las niñas cumplen<br />

antes las medidas de higiene. El ciclo vital de la parasitosis<br />

determina que la oxiuriasis contamina fácilmente el ambiente<br />

alrededor del caso índice; por este motivo son frecuentes las<br />

reinfecciones y sobreinfecciones, la infección intrafamiliar o de<br />

convivientes en el hogar o en establecimientos con régimen<br />

de internado, asilos, colegios, regimientos, guarderías, etc. La<br />

oxiuriasis es provocada por un parásito que se desarrolla esencialmente<br />

dentro de las viviendas, donde los huevos del oxyuris<br />

contaminan la ropa interior y de cama. Por este motivo la fuente<br />

principal de contaminación de las viviendas son los dormitorios,<br />

pero los huevos se diseminan además en los servicios higiénicos,<br />

las toallas, sábanas, pijamas, etc. El prurito anal y/o nasal<br />

provoca intenso rascado que origina la contaminación de manos<br />

y uñas, lo que facilita el ciclo ano-mano-boca durante el<br />

sueño. Al hacer y sacudir las camas al día siguiente, los huevos<br />

se diseminan por el dormitorio y los baños.<br />

Los huevos, por ser livianos, pueden flotar en el aire por<br />

varios minutos antes de contaminar una superficie. En las viviendas<br />

de personas con oxiuros se han encontrado huevos en<br />

la ropa de cama, el suelo, paredes y muebles. La forma infectante<br />

es el huevo larvado y las vías principales son la oral, ingestión<br />

e inhalación. La importancia de la vía rectal por retroinfección<br />

en la diseminación de la oxiuriasis es difícil de evaluar. Es altamente<br />

probable que los niños que acuden al colegio adquieran<br />

allí la infección y al llegar al hogar contaminen éste e infecten<br />

al núcleo familiar.<br />

La onicofagia favorece la diseminación de la infección. 11<br />

El ciclo biológico de la parasitosis determina que la infección la<br />

adquieran diversos grupos independientemente de su estrato<br />

socioeconómico y las condiciones higiénico-ambientales.<br />

En esta parasitosis no existe contaminación fecal-suelo, ya<br />

que la hembra coloca los huevos en las márgenes del ano y los<br />

huevos por lo general no salen con las heces y, por consiguiente,<br />

factores como el sistema de eliminación de excreta, existencia<br />

de agua potable, etc., no influyen en su prevalencia, lo que hace<br />

que la epidemiología de la enterobiasis sea distinta a la de otras<br />

enteroparasitosis.<br />

Los huevos larvados son sensibles a la luz solar, a la desecación<br />

y a temperaturas elevadas. Habitualmente en el ambiente<br />

intradomiciliario los huevos mantienen su capacidad infectante<br />

por varias semanas o meses; después las larvas pierden su capacidad<br />

infectante. 2,13<br />

Clínica<br />

La mayoría de las infecciones originan síntomas leves o cursan<br />

en forma asintomática. Cuando la infección es intensa, en especial<br />

en niños que presentan autoinfección y sobreinfecciones,<br />

se producen cuadros clínicos relevantes. Los síntomas más importantes<br />

son el prurito y los síntomas nerviosos. El prurito es<br />

perianal, nasal y vulvar. El prurito perianal es de predominio<br />

nocturno, cuando el individuo está en la cama dormido o en<br />

vías de dormirse. Obliga a la persona a rascarse con desesperación.<br />

El prurito nasal también incomoda al hospedero, que se<br />

ve obligado a rascarse provocando lesiones por grataje. Las niñas<br />

con oxiuriasis presentan prurito vulvar que muchas veces se<br />

acompaña de leucorrea. Por este motivo acuden al médico,<br />

quien debe efectuar el diagnóstico diferencial con otras etiologías<br />

de leucorrea, como tricomoniasis, micosis, vulvovaginitis<br />

bacterianas, etcétera.<br />

Los síntomas nerviosos se originan por las alteraciones del<br />

sueño nocturno y sus consecuencias diurnas. Los niños presentan<br />

insomnio, irritabilidad; si logran dormir tienen pesadillas,<br />

hablan dormidos, se vuelven inquietos, pudiendo presentar<br />

bruxismo (rechinar los dientes mientras duermen). Durante el<br />

día los niños están ojerosos, pálidos, inquietos, con poco rendimiento<br />

escolar. El vulgo chileno, cuando una persona es muy<br />

inquieta, en especial cuando está sentada, le dice que “tiene<br />

pidulles”. Cuando este proceso se mantiene en el tiempo, cambia<br />

el carácter del niño, son más inestables, más apáticos y están<br />

más cansados durante el día. Algunos presentan enuresis.<br />

Al igual que en otras nematodiasis, la oxiuriasis puede originar<br />

síntomas digestivos como dolores abdominales, meteorismo<br />

y en ocasiones diarrea. 2,10,13<br />

Diagnóstico<br />

El antecedente epidemiológico de presentar prurito anal, nasal<br />

o vulvar en varios miembros de una familia orienta al diagnóstico,<br />

que se confirma por el hallazgo de huevos en la región<br />

perianal detectados por la técnica de Graham o del celofán<br />

transparente (scotch o diurex) sobre un portaobjetos. La persona<br />

en la mañana antes de efectuar el aseo, desprende el scotch y<br />

lo aplica en los márgenes del ano (para que se adhieran los huevos)<br />

y posteriormente coloca de nuevo el scotch sobre el portaobjetos.<br />

El ideal es realizar el proceso diariamente durante<br />

cinco días. En los niños, la técnica de Graham debe ser aplicada<br />

por la madre. Los portaobjetos con el scotch, una vez aplicados,<br />

se observan al microscopio con aumento mediano de 40. Un<br />

solo examen detecta 60% de las oxiuriasis y el examen seriado,<br />

siete placas, el 100%. Es importante recordar que en las heces<br />

es posible observar huevos sólo en 10% de los casos, debido a<br />

las características biológicas de la enterobiasis, donde la hembra<br />

coloca los huevos en la región perianal. Muchas veces se efectúa<br />

el diagnóstico al observar ejemplares adultos, gusanos pequeños<br />

como hilos, blanquecinos, que han quedado adheridos al<br />

scotch (Graham) o que se visualizan en la región perianal, o que


CAPÍTULO 32 Enterobiasis (oxiuriasis) 229<br />

el enfermo los trae por haber sido encontrados en las regiones<br />

vecinas del ano (figura 32-5).<br />

Tratamiento y prevención<br />

En esta parasitosis intrafamiliar es necesario:<br />

1. Cumplir medidas de higiene personal.<br />

2. Eliminar el ambiente oxiurótico.<br />

3. Realizar terapia específica.<br />

Higiene personal. Informar sobre el ciclo biológico del oxiuro,<br />

cómo se transmite la infección. Mantener las uñas cortas, evitar<br />

la onicofagia. Lavarse bien las manos después de ir al baño y<br />

antes de ingerir alimentos.<br />

Higiene ambiental. La eliminación del ambiente oxiurótico<br />

que rodea a la persona se basa en:<br />

1. Si hay un día soleado, es adecuado abrir las ventanas, ya<br />

que los huevos son sensibles a la luz.<br />

2. Pasar un paño húmedo por todas las habitaciones de la<br />

casa, incluyendo las paredes hasta la altura que alcance<br />

la mano extendida.<br />

3. Echar cloro o un desinfectante similar al WC.<br />

4. Realizar una limpieza profunda a la casa.<br />

Hervir y luego lavar toda la ropa interior, pijamas, sábanas, etc.<br />

(Si esto no se puede efectuar, es posible reemplazar el hervido<br />

por planchar toda la ropa, después de ser lavada.)<br />

Terapia específica. Debe aplicarse a todo el grupo familiar.<br />

1. Albendazol o flubendazol: 400 mg diarios en adultos en<br />

dosis única, 10-14 mg/kg en niños en dosis única, o<br />

2. Mebendazol: 500 mg diarios en adultos en dosis única,<br />

100 mg diarios en niños


Capítulo<br />

33<br />

Uncinariasis*<br />

Abelardo Tejada<br />

Definición<br />

Sinonimia: ancilostomiasis, anquilostomiasis, hookworm disease,<br />

opilación. Enfermedad parasitaria debida a nematodos hematófagos,<br />

de la familia Ancylostomatidae, Ancylostoma duodenale<br />

y Necator americanus, que ocasionan trastornos digestivos,<br />

anemia microcítica hipocrómica, más intensa en las infecciones<br />

masivas o severas, con manifestaciones generales. Los niños con<br />

infección intensa y prolongada pueden presentar hipoproteinemia<br />

y retardo en su desarrollo físico y mental.<br />

Biología<br />

Los parásitos del humano son Ancylostoma duodenale, Necator<br />

americanus y Ancylostoma ceylanicum; en el perro y el gato existe<br />

Ancylostoma braziliensis y en el perro Ancylostoma caninum;<br />

estos últimos ocasionan en el ser humano el síndrome de larva<br />

migrante cutánea.<br />

Los gusanos adultos son cilíndricos; se encuentran en el<br />

intestino delgado; tienen dimorfismo sexual, siendo las hembras<br />

más grandes y más gruesas que los machos.<br />

Las dimensiones de Ancylostoma duodenale son, en el macho,<br />

de 8-11 mm 0.5 mm y en la hembra 10-13 mm 0.7<br />

mm; mientras que en Necator americanus el macho mide 5-9<br />

mm 0.3 mm y la hembra 9-11 mm 0.4 mm.<br />

Tienen características morfológicas diferentes, presentando<br />

una extremidad anterior con la cápsula bucal en A. duodenale<br />

con dientes y en N. americanus placas o láminas cortantes y<br />

en el extremo distal la bolsa copulatriz, ensanchamiento radial<br />

en los machos y que terminan en punta en las hembras (los<br />

órganos genitales están bien desarrollados, en el momento de la<br />

cópula se forma una Y en Necator y una V en Ancylostoma) (figuras<br />

33-1, 33-2, 33-3).<br />

Los dientes o placas cortantes les sirven como órganos cortantes<br />

y de fijación en la mucosa intestinal, ocasionando lesiones<br />

que sangran porque segregan una sustancia anticoagulante. La<br />

cápsula bucal sirve como una bomba aspirante para la succión de<br />

sangre, la que pasa por el esófago al intestino, que desemboca en<br />

la cloaca. Los gusanos suelen desprenderse y fijarse en otro sitio<br />

de la mucosa, dejando sangrantes las lesiones; se ha calculado que<br />

un parásito puede succionar hasta 0.5 cc de sangre al día.<br />

Se calcula que las hembras oviponen entre 10 000 y<br />

20 000 huevos al día. Los huevos son ovalados y miden 60 <br />

40 micras, la cáscara es delgada y translúcida y contienen 4 a 8<br />

blastómeros, salen con las materias fecales al exterior; en el medio<br />

ambiente, en el suelo, en condiciones de humedad y temperatura<br />

adecuadas, en uno o dos días se forma una larva que<br />

emerge, la larva rabditiforme, que mide unas 250 micras de<br />

largo por 20 micras de ancho, con un esófago musculoso, característico.<br />

Estas larvas (L1) se movilizan y se alimentan activamente;<br />

al tercer día sufren una muda (L2), nutriéndose de<br />

materia orgánica descompuesta, y después de 3 a 4 días se<br />

transforman en larva filariforme (L3), que es la forma infectante<br />

para el humano; muy móvil, mide 500 micras de largo por<br />

25 de diámetro; éstas no se alimentan, pierden la cápsula bucal<br />

y por un tactismo especial penetran por la piel del ser humano,<br />

en particular por los espacios interdigitales de los pies en las<br />

personas que andan descalzas, u otras zonas de la piel como<br />

las manos, nalgas o tórax posterior; atraviesan activamente las<br />

capas superficiales y penetran en las vénulas y linfáticos, llegando<br />

por la sangre al corazón y los pulmones, donde se va a producir<br />

la fase pulmonar (ciclo de Loos), con la presencia de otra<br />

muda (L4). De los alvéolos pasan a las vías aéreas superiores,<br />

llegando al esófago y luego al intestino, donde adquieren el estado<br />

adulto y en 2 a 3 semanas comienzan a eliminar los huevos<br />

por las heces (figura 33-2; cuadro 33-1). Viven en el intestino<br />

de 5 a 8 años. En A. duodenale la infección se produce también<br />

por vía oral al ingerir las larvas filariformes con los líquidos o<br />

los alimentos contaminados; en cambio, en Necator sólo se adquiriría<br />

por vía cutánea (figura 33-3).<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

230


CAPÍTULO 33 Uncinariasis 231<br />

6<br />

I a-c Ancylostoma duodenale<br />

a<br />

c<br />

b<br />

5<br />

1a<br />

Figura 33-3. Ciclo vital de Ancylostoma duodenale y Necator<br />

americanus. 1a) Ancylostoma duodenale en posición de cópula.<br />

1b) Necator americanus en posición de cópula. Ciclo en el ambiente<br />

externo. 2a) Huevo recién eliminado. Estadio con dos células.<br />

2b) Huevo segmentado con seis células. 3) Huevo larvado. 4) Larva<br />

rabdiforme saliendo del huevo. 5) Primera muda de la larva. 6) Larva<br />

filariforme después de la segunda muda. La larva conserva su<br />

envoltura (larva enquistada). I, Ancylostoma duodenale. a) Cápsula<br />

cefálica. b) Bolsa copulatriz del macho. c) Ápice de la cola de la<br />

hembra. II, Necator americanus. a) Cápsula cefálica. b) Bolsa<br />

copulatriz del macho. c) Ápice de la cola de la hembra. III. Curso de una<br />

larva de Ancylostoma en color azul. La larva filariforme después de<br />

penetrar activamente por vía percutánea llega por las venas al<br />

corazón, desde allí a los pulmones donde abandona los capilares<br />

sanguíneos y penetra a los alvéolos (ciclo de Loos). En color rojo:<br />

desde los alvéolos continúa hacia los bronquíolos, bronquios, tráquea,<br />

hasta el esófago, desde allí por deglución llega al estómago y<br />

posteriormente al intestino delgado donde residen las formas adultas.<br />

Epidemiología<br />

1b<br />

III<br />

a<br />

b<br />

4<br />

c<br />

2a<br />

3<br />

2b<br />

II a-c Necator americanus<br />

La anquilostomiasis es una geohelmintiasis ampliamente distribuida<br />

en el mundo, en particular en los países tropicales y sub-<br />

tropicales, entre los paralelos 38 de latitud norte y 34 de latitud<br />

sur; se presenta también en zonas templadas, donde las condiciones<br />

son adecuadas para la supervivencia de las larvas, en especial<br />

en algunas minas.<br />

Existen amplias zonas endémicas, ligadas a las zonas rurales<br />

y a las condiciones socioeconómicas deficientes, en las cuales<br />

existe desnutrición y carencia de hierro en la alimentación,<br />

donde la eliminación de las heces humanas se hace a campo<br />

abierto, y las condiciones del suelo, la humedad y la temperatura<br />

favorecen el desarrollo de las larvas.<br />

La distribución de A. duodenale y de N. americanus se encuentra<br />

en Asia, África y América Latina.<br />

A. duodenale es conocido como anquilostomideo del Viejo<br />

Mundo, predominando en los países mediterráneos, Irán,<br />

Paquistán, norte de India, Japón, Sudamérica. N. americanus,<br />

conocido como anquilostomideo del Nuevo Mundo, se encuentra<br />

en América Latina, también en África Central y del<br />

Sur. 2,7,9,10,14 A. ceylanicum se encuentra en Asia, India, Malasia,<br />

Java, China, Filipinas; es menos común que A. duodenale y N.<br />

americanus. 13<br />

En Sudamérica, en Venezuela, señalan una prevalencia de<br />

27.8% basados en 89 098 exámenes coproparasitológicos; en<br />

Colombia la prevalencia general es 25%; en las grandes ciudades<br />

5%; en las zonas endémicas rurales llega a 80%, predominando<br />

las formas leves. Brasil, por su situación geográfica, presenta<br />

elevados índices de parasitismo por uncinarias, sumado a<br />

las condiciones precarias de las instalaciones sanitarias e higiénico-dietéticas<br />

de la población. En el Perú es mucho más frecuente<br />

en la selva; en algunos lugares alcanza más de 80%, siendo<br />

menos frecuente en la sierra y en la costa. En Chile existía<br />

hasta 1950, en las minas de carbón de la provincia de Concepción<br />

(Lota, Coronel). 2<br />

Se considera que el humano es la única fuente de infección<br />

humana, que está relacionada con las condiciones del medio<br />

ambiente adecuado para el desarrollo de los huevos y de las<br />

larvas; la contaminación fecal del suelo con huevos de los parásitos<br />

y el contacto del hombre con el suelo contaminado con las<br />

larvas filariformes. Éstas estarían condicionadas por la exuberante<br />

vegetación, las lluvias, sombra y riqueza de los detritus<br />

orgánicos, favorecidos por las altas temperaturas de las zonas<br />

endémicas.<br />

La población infantil, que es la que juega con la tierra, es<br />

la que está en mayor relación con el suelo contaminado, seguida<br />

por los agricultores, que frecuentemente no utilizan calzado;<br />

el sexo masculino es el más infectado.<br />

Patogenia<br />

En la patogenia de la anquilostomiasis se deben considerar las<br />

alteraciones ocasionadas por las formas larvarias, como una fase<br />

invasiva, y una fase de migración por los pulmones y por los<br />

parásitos adultos o fase de fijación en el intestino.<br />

Las larvas filariformes penetran en el organismo a través de<br />

la piel, especialmente de los pies o de las manos, ocasionando<br />

eritema, a veces vesículas, edema y prurito.


232 PARTE II Parasitología humana<br />

En la fase de migración de las formas larvarias a los pulmones,<br />

las larvas rompen los capilares, ocasionando pequeñas hemorragias<br />

y producen neumonitis y aumento de los eosinófilos<br />

en sangre periférica.<br />

En la fase intestinal, dependerá en particular del número<br />

de parásitos, de la existencia de otros parásitos y de las condiciones<br />

nutricionales del hospedero. Se considera que menos de<br />

100 parásitos producen poco daño, pero cuando hay más<br />

de 500 gusanos, las lesiones están dadas por destrucción de la<br />

mucosa intestinal, con pequeñas ulceraciones, y sangrado por<br />

acción directa de los parásitos por las heridas que producen y<br />

porque segregan sustancias anticoagulantes que determinan<br />

que siga el sangrado, aun cuando se hayan movilizado a otro<br />

sitio. 6,12 Hay inflamación de la mucosa intestinal, enteritis que<br />

puede determinar malabsorción intestinal; hay eosinofilia en<br />

la mucosa y submucosa. La hemorragia intestinal y el consumo<br />

de sangre por los parásitos, que se calcula en 0.5 ml por<br />

gusano por día, llevan a una anemia microcítica, hipocrómica<br />

y ferropénica, después de unos meses de la infección. La anemia<br />

determina trastornos generales de los órganos hematopoyéticos;<br />

hay hiperplasia medular; en casos severos se presenta<br />

insuficiencia cardiaca con degeneración grasa del corazón y del<br />

hígado. La infección masiva y numerosas ulceraciones favorecen<br />

las infecciones bacterianas secundarias, agravando los cuadros.<br />

Sintomatología<br />

En general en las infecciones por anquilostomas, se pueden encontrar<br />

personas asintomáticas, oligosintomáticas y casos severos,<br />

dependiendo del número de parásitos y de las condiciones<br />

nutricionales de los pacientes.<br />

En la fase de invasión en el sitio de la penetración de las<br />

larvas filariformes se observa dermatitis, con erupción papular,<br />

eritema, edema y a veces vesículas pruriginosas que duran de<br />

una a dos semanas (figura 33-4). En la fase de migración de las<br />

larvas por los pulmones, a las dos semanas el paciente puede<br />

desarrollar sintomatología pulmonar bronquial, con tos seca,<br />

ocasionando el síndrome de Loeffler, neumonitis eosinofílica y<br />

febrículas.<br />

En la fase de localización intestinal, de acuerdo con el número<br />

de parásitos y estado nutricional, los pacientes pueden<br />

presentar dispepsia, anorexia, náuseas, dolor epigástrico, diarreas<br />

o estreñimiento, melena, anemia, geofagia, frecuentes en<br />

niños y adolescentes.<br />

La anemia constituye la principal manifestación de la anquilostomiasis;<br />

1,4,5 en las infecciones moderadas, existe una<br />

anemia microcítica hipocrómica, de instalación insidiosa, palidez<br />

de piel y mucosas, anorexia, cansancio, fatiga, somnolencia,<br />

falta de iniciativa para el trabajo, a veces lipotimias. En las<br />

infecciones crónicas graves, los niños pueden presentar retraso<br />

en el crecimiento y en el aprendizaje. En los casos severos la<br />

hemoglobina puede llegar a 1 g/100 ml y se agrega una malabsorción<br />

intestinal (figura 33-5a, b y c). Los enfermos presentan<br />

palpitaciones, vértigos y depresión física y mental. En estos<br />

casos severos se produce edema de miembros inferiores e incluso<br />

generalizado, que es lo que llaman en la selva sur del Perú y<br />

en Brasil opilación. Este edema no cede a los diuréticos, pero<br />

sí responde al tratamiento antihelmíntico.<br />

Las mujeres pueden presentar amenorrea y partos prematuros.<br />

En las embarazadas se han observado perturbaciones de<br />

la función renal y albuminuria (cuadro 33-2). 3<br />

Principales manifestaciones clínicas<br />

en uncinariasis<br />

Lesiones cutáneas erosivas, pruriginosas y eritematosas. Tos,<br />

neumonitis intersticial eosinofílica, dolor abdominal epigástrico,<br />

diarrea, estreñimiento, melena, anemia y edema.<br />

Diagnóstico<br />

El diagnóstico clínico se basa fundamentalmente en la sintomatología<br />

descrita en personas que proceden de zonas endémicas,<br />

especialmente de la selva. Se confirma por el hallazgo de<br />

huevos característicos de uncinarias en heces. Son útiles el examen<br />

directo, los métodos de concentración, Willis, Faust; las<br />

técnicas cuantitativas de Stoll, Kato, que indican el número de<br />

huevos por gramo de heces.<br />

El coprocultivo por el método de Harada-Mori permite<br />

identificar las especies de Ancylostoma duodenale y Necator americanus<br />

por la morfología de las larvas filariformes.<br />

La evaluación de la anemia y el estado hematológico se<br />

realiza mediante hemogramas y exámenes de coagulación. Se<br />

puede investigar sangre oculta en heces. 3<br />

Existen pruebas inmunológicas, incluso intradermorreacción,<br />

pero no tienen utilidad práctica. Se está aplicando la deteccion<br />

de coproantígenos en el diagnóstico de la uncinariasis,<br />

con resultados promisorios. 11,13<br />

Tratamiento<br />

Tratamiento antihelmíntico<br />

Se realiza después del hallazgo de huevos de anquilostomas<br />

en heces. Los medicamentos que se utilizan más frecuentemente<br />

son mebendazol, albendazol, pamoato de pirantel, tiabendazol<br />

(ver capítulo 94).<br />

Tratamiento de la anemia<br />

De acuerdo con el cuadro clínico y con la intensidad de la anemia,<br />

se indicará transfusión de sangre en los casos muy severos<br />

de anquilostomiasis. En general, después del tratamiento antihelmíntico,<br />

se administra por vía oral sulfato ferroso, a la dosis


CAPÍTULO 33 Uncinariasis 233<br />

de 3 a 5 mg/kg/día; dosis máxima de 400 a 800 mg, de preferencia<br />

lejos de la ingestión de los alimentos.<br />

Prevención<br />

En teoría es posible la eliminación o reducción de la transmisión<br />

de esta parasitosis adoptando una serie de medidas preventivas,<br />

consistentes fundamentalmente en evitar la contaminación<br />

fecal del suelo, mejorando las condiciones sanitarias,<br />

educación sanitaria, tratamiento de los individuos parasitados;<br />

estimular el uso de calzado adecuado en las zonas endémicas;<br />

higiene personal.<br />

Establecer programas de saneamiento básico, de agua y alcantarillado,<br />

instalación de letrinas en las zonas rurales. Combatir<br />

la desnutrición, mejorar el estado de pobreza y miseria en<br />

las poblaciones de los países en vías de desarrollo.<br />

Está bajo evaluación una serie de antígenos que podrían<br />

ser utilizados en un futuro próximo como vacunas. 8<br />

Referencias<br />

1. Albonico M, Stoltzfus R, Savioli L, Tielsch J, Chwaya<br />

H, Ercole E, Cancrini G. Epidemiological evidence for<br />

a differential effect of hookworm species, Ancylostoma<br />

duodenale or Necator americanus, on iron status of children.<br />

Int J Epidemiol, 1998;27:530-537.<br />

2. Apt W. Helmintiasis intestinales humanas en América<br />

Latina: Prevalencia actual y sus factores contribuyentes.<br />

Parasitol al Día, 1987;11:155-166.<br />

3. Botero J, Restrepo A, Botero D, Latorre G. Clinical<br />

and laboratory studies on hookworm disease in Colombia.<br />

J Trop Med Hyg, 1961;10:735-741.<br />

4. Bhargava D, Dasarathy S, Chowdhry G, Anand A,<br />

Saraswat V. Upper gastrointestinal bleeding due to<br />

hookworms (Ancylostoma duodenale): a case report. Endoscopy,<br />

1993;25:548-549.<br />

5. Christodoulou D, Sigounas D, Katsanos K, Dimos G,<br />

Tsianos E. Small bowel parasitosis as cause of obscure<br />

gastrointestinal bleeding diagnosed by capsule endoscopy.<br />

World J Gastrointest Endosc, 2010;16:369-371.<br />

6. Gan W, Deng L, Yang C, He Q, Hu J, Yin H, Jin X, Lu<br />

C, Wu Y, Peng L. An anticoagulant peptide from the<br />

human hookworm, Ancylostoma duodenale, that inhibits<br />

coagulation factors Xa and XIa. FEBS Let, 2009;583:1976-<br />

1980.<br />

7. Garaguso P, Lanari F, Modesta L, Méndez O. Uncinariasis:<br />

parasitosis por Necator americanus y Ancylostoma duodenale.<br />

Fundación Hirsuto, Buenos Aires, Argentina, 1976.<br />

8. Hotez P, Bethony J, Diemert D, Pearson M, Loukas<br />

A. Developing vaccines to combat hookworm infection<br />

and intestinal schistosomiasis. Nat Rev Microbiol, 2010;<br />

8:814-826.<br />

9. Lumbreras H, Náquira C. Parasitismo intestinal en el<br />

Perú. Encuesta epidemiológica en 12 localidades. IV Jornadas<br />

Científicas UPCH. Libro Resúmenes; 1986:294.<br />

10. Romero-Morrell J. Consideraciones sobre prevalencia<br />

de algunas helmintiasis intestinales en Venezuela. Compendium<br />

de investigaciones clínicas latinoamericanas. Vol. I,<br />

sup. II; 1981.<br />

11. Sato M, Sanguankiat S, Yoonuan T, Pongvongsa T,<br />

Keomoungkhoun M, Phimmayoi I, Boupa B, Moji K,<br />

Waikagul J. Copro-molecular identification of infections<br />

with hookworm eggs in rural Lao PDR. Trans R Soc<br />

Trop Med Hyg, 2010;104:617-622.<br />

12. Souadkia N, Brown A, Leach L, Pritchard D.<br />

Hookworm (Necator americanus) larval enzymes disrupt<br />

human vascular endothelium. Am J Trop Med Hyg,<br />

2010;83:549-548.<br />

13. Traub R, Inpankaew T, Sutthikornchai C, Sukthana<br />

Y, Thompson R. PCR-based coprodiagnostic tools reveal<br />

dogs as reservoirs of zoonotic ancylostomiasis caused<br />

by Ancylostoma ceylanicum in temple communities in<br />

Bangkok. Vet Parasitol, 2008;155:67-73.<br />

14. Zonta M, Oyhenart E, Navone G. Nutritional status,<br />

body composition, and intestinal parasitism among the<br />

Mbyá-Guaraní communities of Misiones, Argentina. Am<br />

J Hum Biol, 2010;22:193-200.


Capítulo<br />

34<br />

Estrongiloidiasis*<br />

Rubén Mercado<br />

Antecedentes históricos<br />

El primer hallazgo de estados larvales de S. stercoralis fue efectuado<br />

por Normand en 1876 al estudiar biopsias de la pared del<br />

íleon y de conductos biliares y pancreáticos de cinco soldados<br />

franceses fallecidos en la Cochinchina. Bavay en 1876 descubrió<br />

las formas estercorálicas y los gusanos intestinales. Para 1936 el<br />

ciclo evolutivo del parásito estaba mayoritariamente dilucidado<br />

gracias a las investigaciones de Grassi (1879), Perroncito (1880),<br />

Leuckart (1882), Leichtenstern (1899), Askanazy (1900), Loos<br />

(1899, 1905), Durme (1902), Ransom (1907), Fulleborn<br />

(1914), Sandground (1926) y Nishigori y Faust (1932 y 1936).<br />

Por otra parte, en 1946 Buckley describió que la especie Strongyloides<br />

fulleborni (von Linstow 1905), que parasita comúnmente<br />

a chimpancés y babuinos africanos, producía infecciones<br />

en humanos. Wallace describió por primera vez la infección humana<br />

por la especie S. fulleborni en Filipinas. 3<br />

En 1966 Little comparó desde el punto de vista morfológico<br />

seis especies de Strongyloides, redefinió el género y describió<br />

otras siete nuevas especies. 9 Según Speare (1989), el género<br />

Strongyloides comprendería 52 especies válidas que causan infecciones<br />

en un amplio espectro de animales vertebrados e<br />

invertebrados. 17 Las especies de Strongyloides que producen infecciones<br />

en humanos son: S. stercoralis (distribución cosmopolita),<br />

S. fulleborni subespecie fulleborni (restricta a África) y S.<br />

fulleborni subespecie kelley, descrita en habitantes de Nueva<br />

Guinea. En 2002, Dorris, Viney y Blaxter estudiaron la filogenética<br />

molecular del género Strongyloides y describieron que S.<br />

fulleborni kelley no sería una subespecie, sino una especie nueva<br />

S. kelley. 5<br />

La primera descripción en Chile de infectados por Strongyloides<br />

stercoralis (Bavay, 1876; Stiles y Hassall, 1902) ocurrió<br />

en 1920. Sesenta y nueve mineros del carbón de 991 estudiados<br />

en las zonas de Concepción y Arauco presentaron la helmintiasis.<br />

De manera interesante, hubo ausencia de casos de<br />

strongiloidiasis al estudiar 323 familiares de los mineros que<br />

habitaban terrenos circunvecinos, pero que nunca habían ingresado<br />

a las minas de carbón. 6<br />

Concepto<br />

Parasitosis intestinal por nematodos diminutos, Strongyloides<br />

stercoralis, S. fulleborni y S. kelley, que originan una infección<br />

crónica de ciclo evolutivo complejo en el hospedero inmunocompetente.<br />

En individuos inmunocomprometidos, además,<br />

causa infecciones diseminadas que pueden ser fatales.<br />

Clasificación<br />

Reino: Animalia<br />

Subreino: Metazoa<br />

Phylum: Helminthes<br />

Clase: Nematoda<br />

Subclase: Secernentea<br />

Orden: Rhabditida<br />

Superfamilia: Rhabdiasoidea<br />

Familia: Strongyloididae<br />

Género: Strongyloides<br />

Especie: stercoralis<br />

Biología<br />

S. stercoralis, durante su ciclo de desarrollo, presenta diversas<br />

formas evolutivas, tanto parasitarias como de vida libre. Entre<br />

éstas existen dos estados larvales (larva rabditoide y larva filariforme),<br />

hembras parásitas, y machos y hembras de vida libre.<br />

Larva rabditoide. Este estado evolutivo emerge del huevo de<br />

S. stercoralis (larva de primer estadio) que ha sido colocado por<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

234


CAPÍTULO 34 Estrongiloidiasis 235<br />

hembras tanto parásitas como de vida libre. Puede alcanzar un<br />

tamaño de 380 micrones de largo por 20 micrones de ancho<br />

(promedio: 250 micrones de largo). Sus características morfológicas<br />

más importantes son: extremo caudal alargado, extremo<br />

anterior dotado de una cavidad bucal muy corta y esófago bulboso;<br />

en la porción ventral destaca un prominente primordio<br />

genital ubicado entre la pared cuticular y el tracto intestinal de<br />

la larva.<br />

Larva filariforme. Es la forma o elemento infectante para el hospedero.<br />

Surge a partir del desarrollo de la larva rabditoide y es<br />

inmediatamente infectante. Desde el punto de vista morfológico<br />

es muy distinta a la larva que la originó. Es delicadamente delgada,<br />

puede alcanzar un tamaño de hasta 630 micrones de largo<br />

por 16 micrones de ancho, tamaño promedio 500 micrones. El<br />

detalle morfológico más característico de estas larvas es su extremo<br />

caudal, el que presenta una muesca o corte en forma de “v”.<br />

Macho de vida libre. La larva de primer estadio o rabditoide<br />

debe sufrir cinco mudas para dar origen al macho de vida libre<br />

en el medio ambiente; generalmente requiere de tierra con elevado<br />

porcentaje de humedad. Mide 1 mm de largo por 50 micrones<br />

de ancho. El extremo posterior aguzado es incurvado;<br />

presenta dos notorias espículas.<br />

Hembra de vida libre. Es de mayor tamaño que el macho de<br />

vida libre, en general 2 mm de largo por 75 micrones de ancho.<br />

De extremos aguzados, conserva las características morfológicas<br />

de la larva rabditoide en su extremo anterior. Completamente<br />

desarrollada, tiene dos úteros que terminan en una vulva<br />

localizada en la porción media del gusano. En forma habitual<br />

se observa su cuerpo lleno de huevos que están parcialmente<br />

desarrollados. Son eliminados por el gusano en esta condición,<br />

pero en sólo horas completan el desarrollo de la larva de primer<br />

estadio, la que eclosiona en el medio ambiente. Las hembras de<br />

vida libre sólo dan origen a una generación de S. stercoralis en<br />

el medio ambiente.<br />

Hembras parásitas. Morfológicamente son distintas a todos<br />

los otros estadios evolutivos de este nematodo, aunque su esófago<br />

es alargado, similar al de la larva filariforme. Mide 2.5 a 3<br />

mm de largo por 30 a 40 micrones de ancho. El extremo caudal<br />

no es aguzado sino redondeado. Elimina huevos con su embrión<br />

en desarrollo. Los huevos que miden 50-60 micrones por<br />

30-35 micrones completan rápidamente su desarrollo en el epitelio<br />

de la mucosa intestinal, desde donde eclosionan las larvas<br />

rabditoides; luego, alcanzan el lumen intestinal y son eliminadas<br />

con las materias fecales de los hospederos infectados. Las<br />

hembras parásitas tienen su hábitat en el intestino delgado,<br />

principalmente duodeno y yeyuno superior. Dado que no existen<br />

los machos parásitos, las hembras de S. stercoralis dan origen<br />

a nuevos individuos por partenogénesis (figura 34-1).<br />

Aspectos patogénicos<br />

S. stercoralis parasita la mucosa del intestino delgado, con frecuencia,<br />

duodeno. Las hembras expulsan huevos, desde donde<br />

5<br />

a<br />

II<br />

6<br />

b<br />

4<br />

1c<br />

3<br />

C<br />

A<br />

B<br />

Figura 34-1. Ciclo vital de Strongyloides stercolaris. 1a) Hembra<br />

parásita, generación partogenética. A) Desarrollo cíclico directo en el<br />

medio ambiente. 1b) Larva rabditiforme de heces recién emitidas.<br />

1c) Larva filariforme (apta para la infección). B) Ciclo evolutivo<br />

indirecto en el medio ambiente. 2a) Larva rabditiforme de heces<br />

recién emitidas. 2b) Generaciones con separación de sexos<br />

macho-hembra.3) Huevo fecundado. 4) Huevo con larva. 5) Larva<br />

rabditiforme. 6) Larva filariforme. C) Autoinvasión interna (ciclo rojo).<br />

Las larvas rabditiformes de la generación partenogenética se<br />

convierte en el lumen intestinal en larvas filariformes, las cuales<br />

penetran a las venas de las paredes intestinales. I, Vías que la larva<br />

strongiloides recorre en el humano. Azul: La larva filariforme penetra<br />

por vía percutánea al hospedador, emigra por las venas al corazón y<br />

desde allí a los pulmones, donde penetra a los alvéolos (ciclo de<br />

Loos). Rojo: De los alvéolos prosigue su camino por las vías<br />

respiratorias y por deglución alcanza el estómago del que pasa al<br />

intestino delgado donde reside y llega a la madurez sexual. IIa, larva<br />

rabditiforme, b: larva filariforme (100 ). III, formas adultas de las<br />

generaciones que viven en el ambiente externo (50 ).<br />

I<br />

eclosionan larvas de primer estadio o rabditoides. Las larvas filariformes<br />

pueden penetrar el corion, causando infiltración de<br />

1a<br />

1b<br />

2b<br />

III<br />

2a


236 PARTE II Parasitología humana<br />

Figura 34-2a. Estrongiloidiasis intestinal. Hiperinfección, se<br />

aprecian múltiples parásitos en el intestino (seccionados<br />

transversalmente) (HE 40).<br />

polimorfonucleares neutrófilos; puede haber una enteritis aguda<br />

necrótica por infección bacteriana secundaria. En las infecciones<br />

crónicas los gusanos adultos pueden además causar gastritis<br />

y ulceraciones. La penetración de las larvas por la piel<br />

produce una lesión de tipo circular, lineal o interrumpida. Esta<br />

lesión suele desaparecer entre 12 y 48 horas después de haberse<br />

originado, sin dejar pigmentación o descamación. A nivel pulmonar<br />

la migración de las larvas que tratan de alcanzar la epiglotis<br />

produce pequeñas zonas hemorrágicas con infiltrado celular<br />

en los alvéolos y bronquíolos. La hiperinfección se ha<br />

descrito asociada a varias condiciones que disminuyen la inmunidad<br />

del infectado, especialmente la celular. Entre ellas se puede<br />

mencionar a la malnutrición, lepra lepromatosa, cáncer y<br />

otras afecciones similares. El uso de corticosteroides, incluyendo<br />

los inyectables locales y otros agentes quimioterapéuticos<br />

inmunosupresores, también se relaciona con cuadros de hiperinfección.<br />

El ciclo evolutivo se exacerba, produciéndose un mayor<br />

número de hembras parásitas que ocupan mayores porciones<br />

del intestino, pudiendo ocasionarse íleo paralítico y<br />

perforaciones (figura 34-2a, 34-2b). A nivel pulmonar puede<br />

haber neumonitis, infiltrados nodulares y hemoptisis. Puede<br />

ocurrir afectación de otros órganos como cerebro, infartos cerebrales,<br />

meningitis y abscesos. Por lo general se presenta infección<br />

bacteriana secundaria, lo que conduce a una coagulación<br />

intravascular diseminada.<br />

Epidemiología<br />

Las infecciones por S. stercoralis son cosmopolitas. En forma<br />

tradicional se ha considerado que son de mayor frecuencia en<br />

países de clima cálido que en los templados, pero ciertamente<br />

no se ha podido definir a cabalidad el panorama epidemiológico<br />

de esta parasitosis (cuadro 34-1). Las formas diagnósticas<br />

son las larvas rabditoides del parásito y se considera que los<br />

métodos tradicionales de búsqueda directa de parásitos intestinales<br />

no poseen adecuada sensibilidad para detectar las infecciones.<br />

Si se emplean métodos seroepidemiológicos, es decir, la<br />

determinación de anticuerpos específicos en el suero de los presuntamente<br />

infectados, la tasas de infección aparecen mayores<br />

a las que se obtienen mediante métodos de estudio directos,<br />

como la búsqueda de larvas en exámenes de deposiciones de los<br />

infectados. Por otra parte, esta mayor frecuencia no se sabe si se<br />

produce por la existencia de infecciones antiguas curadas, donde<br />

persisten los anticuerpos, por infecciones crónicas o constantes<br />

reinfecciones de los individuos encuestados. En el cuadro<br />

34-1 se resumen los porcentajes de infección por S.<br />

stercoralis determinados en algunos estudios epidemiológicos<br />

efectuados en los diversos países de América y de otros continentes;<br />

ciertamente esta información está restringida a las localidades<br />

donde se afectaron los estudios y no se puede generalizar<br />

a todo el territorio de un país y menos a un continente. 4,13,16<br />

S. fulleborni es un parásito de primates no humanos de África y<br />

de manera esporádica ha sido descrito como causante de infecciones<br />

en humanos en algunas zonas de ese continente. S. kelley<br />

está restringido a determinadas zonas de Papúa Nueva Guinea,<br />

donde se ha detectado en el humano. 2<br />

Manifestaciones clínicas<br />

En pacientes inmunocompetentes<br />

Diversos estudios epidemiológicos descriptivos dan cuenta de<br />

casos de estrongiloidiasis asintomáticas. En una población<br />

de Uberlandia, Minas Gerais, Brasil, se observó una frecuencia<br />

de estrongiloidiasis de 5.5% (5/90) en individuos aparentemente<br />

sanos de edad promedio 47 / 10 años. En niños<br />

también asintomáticos de edades que variaban entre uno y siete<br />

años y que asistían a jardines infantiles se determinó 13%<br />

(39/300) de infecciones por S. stercoralis. 10 Al igual que otras<br />

enteroparasitosis, la estrongiloidiasis puede existir en individuos<br />

asintomáticos. No existe claridad sobre qué factores del<br />

hospedero, así como del parásito, puedan participar directamente<br />

en la expresión clínica de las infecciones humanas.<br />

En la estrongiloidiasis se pueden distinguir dos formas de<br />

presentación: aguda y crónica.<br />

Aguda<br />

Puede presentarse reacción dérmica localizada en el sitio de la<br />

penetración de las larvas filariformes. Existe un cuadro clínico<br />

dérmico denominado larva currens, que se considera que es<br />

ocasionado por las larvas filariformes de S. stercoralis que avanzan<br />

por la piel. Se caracteriza por originarse generalmente en<br />

los alrededores del ano y extenderse por la dermis hacia las extremidades<br />

superiores o inferiores. La velocidad de formación<br />

de la erupción reptante de color rojizo y de línea fina se ha<br />

calculado de 10 cm por hora. La lesión permanece por 24 a 48


CAPÍTULO 34 Estrongiloidiasis 237<br />

horas y luego desaparece sin dejar descamación o pigmentación.<br />

Por otra parte, una vez que se han interiorizado las larvas<br />

filariformes y acceden a otros órganos como pulmones, pueden<br />

presentarse síntomas como tos, irritación traqueal o bronquitis.<br />

También se observan síntomas gastrointestinales como diarrea,<br />

constipación, anorexia y dolor abdominal que aparece generalmente<br />

después las dos semanas de producida la infección. En<br />

infecciones humanas experimentales se ha observado la eliminación<br />

de larvas del parásito en las deposiciones después de<br />

transcurridas 3 a 4 semanas de la primera infección.<br />

Crónica<br />

De no mediar tratamiento antiparasitario, las infecciones por<br />

S. stercoralis se pueden hacer crónicas. Se ha observado la eliminación<br />

de larvas en las heces de soldados que 30 a 35 años antes<br />

estuvieron combatiendo en zonas de transmisión endémica; ahí<br />

adquirieron la infección y, posteriormente, al trasladarse a regiones<br />

libres de la parasitosis, años después se hicieron los diagnósticos<br />

respectivos. 14 En esta etapa se pueden presentar igualmente<br />

síntomas pulmonares: tos, crisis de asma recurrente,<br />

síntomas gastrointestinales: diarrea, vómitos, constipación,<br />

borborigmo y malestar abdominal e incluso síntomas dérmicos<br />

como urticaria y larva currens. Las infecciones crónicas se han<br />

asociado, además, a síndrome de malabsorción, síndrome nefrótico<br />

y hepatitis granulomatosa.<br />

El fenómeno de la autoinfección que ocurre en esta parasitosis<br />

explicaría la persistencia de la estrongiloidiasis por años<br />

en los pacientes. Larvas filariformes que se han producido a<br />

nivel intestinal pueden penetrar los tejidos a partir de esa misma<br />

mucosa o alcanzando la región perianal. Estas larvas llegarán<br />

a dar origen a nuevas hembras partenogenéticas que lograrán<br />

la persistencia del ciclo de desarrollo de S. stercoralis. Estos<br />

nuevos procesos de invasión hacia los tejidos en el hospedero<br />

inmunocompetente son controlados, estableciéndose un equilibrio<br />

en la existencia del parásito y su hospedador. En individuos<br />

inmunocomprometidos el equilibrio se altera, adquiriendo<br />

el parásito otra magnitud en cuanto al número que lo puede<br />

invadir y diseminar en el organismo.<br />

En pacientes inmunocomprometidos<br />

Algunos autores describen dos procesos relacionados con el<br />

ciclo evolutivo del parásito en los pacientes inmunocomprometidos.<br />

Hiperinfección<br />

En los pacientes con respuesta inmune disminuida por diversas<br />

causas, entre éstas, terapia con fármacos inmunosupresores tales<br />

como glucocorticoides o anticancerígenos, trasplante de órganos<br />

como riñón o médula ósea, infecciones virales por HIV<br />

o HTLV-1, hipogammaglobulinemia y malnutrición severa,<br />

pueden ocurrir fenómenos de autoinfección que harían que los<br />

ciclos de desarrollo del parásito fuesen más cortos, originando<br />

un elevado número de nuevos parásitos.<br />

Este proceso se conoce como hiperinfección, que puede<br />

originar los síntomas tanto pulmonares como gastrointestinales<br />

que se observan en los imunocompetentes, pero exacerbados.<br />

De igual manera el número de larvas que se eliminan con las<br />

heces es muy abundante, e incluso se pueden observar larvas en<br />

muestras de expectoración de estos pacientes. Las lesiones de<br />

los tejidos ocasionadas por la migración de las larvas pueden<br />

complicarse secundariamente por el arrastre y establecimiento<br />

de infecciones causadas por bacterias entéricas.<br />

Diseminación<br />

Término que alude al hallazgo de larvas de S. stercoralis en casi<br />

todos los órganos y tejidos del hospedero y que habitualmente<br />

no son alcanzados por el desarrollo del ciclo natural de infección.<br />

En pacientes con diseminación estrongiloidiásica se observan<br />

síntomas gastrointestinales, cardiopulmonares, dermatológicos,<br />

del sistema nervioso central y de otras localizaciones.<br />

Hay diarrea acuosa, baja de peso, sangramientos intestinales,<br />

íleo, obstrucción intestinal, enteropatía por pérdida de proteínas,<br />

esofagitis, gastritis, ulceraciones de la mucosa de esófago,<br />

estómago y recto. Pueden presentarse infiltrados inflamatorios<br />

y áreas de necrosis del tubo digestivo.<br />

A nivel pulmonar, síntomas exacerbados acompañados<br />

por hemoptisis, y disnea. Los pulmones pueden presentar hemorragias<br />

alveolares, hemorragia petequial e hiperemia de la<br />

mucosa del tracto respiratorio superior. El compromiso cardiaco<br />

provoca palpitaciones y fibrilación. Pueden presentarse manifestaciones<br />

dérmicas en todo el cuerpo con rashes o exantemas<br />

urticariales y petequiales y vasculitis dérmica. Se presentan<br />

signos meníngeos, meningitis, absceso e infartos cerebrales al<br />

comprometerse el sistema nervioso central. Puede dañarse el<br />

parénquima hepático, que muestra un patrón obstructivo de<br />

las enzimas hepáticas. Sobreviene habitualmente sepsis por<br />

bacterias entéricas gramnegativas o de naturaleza polimicrobiana,<br />

pudiendo asociarse a la presencia de Candida. Las infecciones<br />

diseminadas por lo general tienen curso fatal.<br />

Diagnóstico clínico y de laboratorio<br />

La estrongiloidiaisis debe investigarse en todas aquellas personas<br />

que presenten eosinofilia sanguínea moderada con o sin<br />

síntomas digestivos como dolor abdominal y especialmente<br />

diarrea. También se debe investigar en aquellos individuos que<br />

presenten manifestaciones clínicas de larva currens. En un estudio<br />

de un caso índice de eosinofilia sanguínea moderada de un<br />

hospital psiquiátrico de Santiago de Chile se pudo determinar<br />

que por lo menos 7 de 20 pacientes internos del mismo centro<br />

hospitalario con esta alteración hematológica eliminaron larvas<br />

rabditoides de S. stercoralis en sus materias fecales. 11<br />

Se han descrito diversos métodos de diagnóstico parasitológico<br />

de laboratorio para esta parasitosis; sin embargo, su sensibilidad<br />

y especificidad no se han determinado con exactitud.<br />

Los métodos directos, es decir, aquellos que permiten observar<br />

al parásito o a sus elementos evolutivos, en este caso las larvas


238 PARTE II Parasitología humana<br />

rabditoides o filariformes, tienen rendimiento variable. El estudio<br />

microscópico de la materia fecal del paciente entre lámina<br />

y laminilla o por el método de Kato-Katz tendría menor sensibilidad<br />

que las pruebas de laboratorio que permiten concentrar<br />

las larvas vivas como los métodos de Baermann o de Rugai, que<br />

es ampliamente usado en laboratorios clínicos de Brasil.<br />

Los métodos de concentración de los elementos parasitarios<br />

mediante centrifugación de las muestras preservadas en<br />

formalina como el método de Ritchie (en otros países, método<br />

de Telemann modificado), o de Burrows (PAFS) o de SAF también<br />

permitirían detectar las larvas. Se debe tener la precaución<br />

de buscar las larvas en sedimentos de centrifugados sin adicionar<br />

solventes orgánicos como el acetato de etilo o el éter etílico,<br />

ya que las larvas quedan en los tapones de detritus fecal que<br />

producen estos solventes y no en el sedimento. También se pueden<br />

observar larvas o sus trayectos lineales en cultivos de materia<br />

fecal en placas de agar simple. Debido a su elevada sensibilidad,<br />

esta última técnica de laboratorio es considerada por<br />

algunos investigadores como la prueba estándar. 8<br />

A diferencia de otras enteroparasitosis, la estrongiloidiasis,<br />

debido que las larvas pueden circular por los diversos órganos<br />

del individuo infectado, producen una respuesta inmune detectable<br />

en el suero sanguíneo de los pacientes. Suelen emplearse<br />

ELISA o inmunoelectrotransferencia (Western-Blot) para<br />

detectar inmunoglobulinas específicas. 12 Además, se ha podido<br />

determinar que la IgG4 entre todos los isotipos de inmunoglobulinas<br />

es la que se produce con mayor frecuencia en los infectados<br />

por S. stercoralis. 7 La prueba molecular de la reacción en<br />

cadena de la polimerasa (PCR) se ha utilizado para complementar<br />

estudios epidemiológicos aportando información sobre<br />

las especies que afectarían al humano. 15<br />

Tratamiento<br />

Los fármacos considerados de elección para infecciones agudas<br />

o crónicas en inmunocompetentes son la ivermectina, 200<br />

microgramos/kg/día por dos días para niños y adultos, o tiabendazol,<br />

50 miligramos/kg/día en dos dosis por dos días o albendazol,<br />

400 miligramos diarios por siete días. Se requiere<br />

prolongar el tratamiento de las estrongiloidiasis diseminadas o<br />

hiperinfecciones, ya que las dosis habitualmente descritas son<br />

insuficientes, además del cuidado del paciente en unidades de<br />

tratamiento intensivo (véase capítulo 94). 1<br />

Referencias<br />

1. Anónimo. Drugs for Parasitic Infections. The Medical<br />

Letter on Drugs and Therapeutics, 2004:46(Issue 1189).<br />

2. Ashford R, Barnish G. Strongyloides fulleborni and similar<br />

parasites in animals and man. En: Strongyloidiasis: a<br />

major roundworm infection of man (DI Grove ed.), Taylor<br />

& Francis, Londres, Reino Unido, 1989:271-286.<br />

3. Beaver P, Jung R, Cupp E. Clinical Parasitology. 9a. ed.<br />

Lea & Febiger, Filadelfia, EUA, 1989:253-262.<br />

4. De Muynck A, Zuna H, Silva de Lagrava M, Ribera<br />

B. Estudio clínico-epidemiológico de la estrongiloidiasis<br />

en mujeres embarazadas de Santa Cruz, Bolivia. Bol Chile<br />

Parasitol, 1982;7:50-54.<br />

5. Dorris M, Viney M, Blaxter M. Molecular phylogenetic<br />

analysis of the genus Strongyloides and related nematodes.<br />

Int J Parasitol, 2002;32:1507-1517.<br />

6. Fernández W. Investigaciones etiológicas y epidemiológicas<br />

sobre anquilostomiasis. Tesis Universidad de Chile. Imprenta<br />

Universitaria, Santiago, Chile, 1920.<br />

7. Genta R, Lillibridge J. Prominence of IgG4 antibodies<br />

in the human responses to Strongyloides stercoralis infection.<br />

J Infect Dis, 1989;160:692-699.<br />

8. Koga K, Kasura S Khamboonruang C, Sukhavat K,<br />

Ieda M, Tanaka N, Kita K, Ohtomo H. A modified<br />

agar plate method for detection of Strongyloides stercoralis.<br />

Am J Trop Med Hyg, 1991;45:518-521.<br />

9. Little M. Seven new species of Strongyloides (Nematoda)<br />

from Louisiana. J. Parasitol, 1966;52:85-97.<br />

10. Machado E, Costa-Cruz J. Strongyloides stercoralis and<br />

other enteroparasites in children at Uberlandia city, state<br />

of Minas Gerais, Brazil. Mem Inst Oswaldo Cruz, 1998;<br />

93:161-164.<br />

11. Mercado R, Jercic M, Ueta M. Infecciones por Strongyloides<br />

stercoralis en Chile. Bol Chil Parasitol, 2001;57:72-75.<br />

12. Mercado R, Jercic M, Torres P, Alcayaga S, de Paula<br />

F, Costa-Cruz J, Ueta M. Inmunodiagnóstico de las infecciones<br />

por Strongyloides stercoralis en Chile. Rev Med<br />

Chile, 2002;130:1358-1364.<br />

13. Mercado R, Jercic M, Alcayaga S, de Paula F, Ueta M,<br />

Costa-Cruz J. Seroepidemiological aspects of human<br />

Strongyloides stercoralis infections in Chile. Rev Inst Med<br />

Trop S Paulo, 2007;49:247-249.<br />

14. Pelletier L. Chronic strongyloidiasis in Word War II Far<br />

East ex-prisoner of war. Am J Trop Med Hyg, 1984;33:55-61.<br />

15. Ramachandran S, Gam A, Neva F. Molecular differences<br />

between several species of Strongyloides and comparison<br />

of selected isolates of S. stercoralis using a polymerase<br />

chain reaction linked restriction fragment length polymorphism<br />

approach. Am J Trop Med Hyg, 1997;56:61-65.<br />

16. Siddiqui A, Berk S. Diagnosis of Strongyloides stercoralis<br />

infection. Clin Infect Dis, 2001;33:1040-1047.<br />

17. Speare R. Identification of species of Strongyloides. En:<br />

Strongyloidiasis: a major roundworm infection of man (DI<br />

Grove ed.), Taylor & Francis, Londres, Reino Unido,<br />

1989:11-83.


Capítulo<br />

35<br />

Anisakidiasis*<br />

Patricio Torres<br />

Antecedentes históricos<br />

En Japón, Ishikura observó en 1950 una enfermedad que solía<br />

suceder en invierno, afectando el íleon terminal, de la cual informó<br />

ocho casos en el transcurso de dos meses durante 1955.<br />

Este investigador y su equipo, así como Kikuchi y colaboradores,<br />

constataron que las lesiones se caracterizaban por intensa<br />

enteritis regional, severa reacción alérgica y extensa infiltración<br />

de eosinófilos, y se comprobó la presencia de gusanos similares<br />

a nematodos en cortes histológicos. 13 En 1960, Rodenburg y<br />

Wielinga, así como Kuipers y colegas en Holanda, describieron<br />

una enfermedad aguda abdominal asociada a inflamación del<br />

intestino delgado, causada por larvas identificadas como Eustoma<br />

rotundatum y ligada al consumo de arenques salados. Más<br />

tarde, en el mismo año, van Thiel y colaboradores reportaron<br />

11 casos de esta enfermedad en cuya mayoría los gusanos fueron<br />

encontrados por laparotomía realizada para aliviar un cuadro<br />

de obstrucción intestinal. El parásito fue ubicado en el género<br />

Anisakis, creado por Dujardin, para incluir nematodos<br />

que desarrollan su fase adulta en mamíferos marinos, como<br />

Anisakis marina, más tarde denominada como A. simplex por<br />

van Thiel y Davey, respectivamente. 10 En Japón, la infección<br />

fue reconocida en 1965 por Asami y colaboradores. 10 Van<br />

Thiel considera que el primer caso de anisakidiasis en Holanda<br />

fue descubierto por Straub, 32 quien encontró un gusano en un<br />

flegmón eosinofílico en la pared intestinal de un paciente en<br />

Rotterdam. Pseudoterranova decipiens fue incluida inicialmente<br />

en distintos géneros, como Ascaris, Porrocaecum, Terranova y<br />

Phocanema. El género Pseudoterranova incluye a P. decipiens<br />

(sensu lato) que se desarrolla en mamíferos pinnípedos. 19,21 Los<br />

primeros casos de seudoterranoviasis humana fueron registrados<br />

en Groenlandia en 1921, y luego en EUA (Alaska) en 1950<br />

e Inglaterra en 1951. 19 En Japón, los primeros casos se dieron<br />

a conocer en 1972 por Kagei, Nagano y Suzuki y colaboradores.<br />

Hoy, la anisakidiasis humana se considera una infección en<br />

franco incremento, describiéndose en más de 30 países de diferentes<br />

continentes.<br />

Definición<br />

La anisakidiasis es una zoonosis causada por larvas de nematodos<br />

de la familia Anisakidae, en especial de los géneros Anisakis<br />

(anisakiasis) y Pseudoterranova (seudoterranoviasis). Se adquiere<br />

mediante el consumo de crustáceos, o carne de pescado cruda,<br />

ahumada o sometida a cocción insuficiente y afecta esencialmente<br />

el tracto digestivo. Los parásitos adultos se desarrollan<br />

en mamíferos marinos que diseminan la infección, favoreciendo<br />

su desarrollo posterior en crustáceos y peces.<br />

Clasificación<br />

Reino: Animalia<br />

Phylum: Nematoda<br />

Clase: Secernentea<br />

Orden: Ascarididae<br />

Familia: Anisakidae<br />

Géneros: Anisakis, Pseudoterranova, Contracaeucum, Hysterothylacium<br />

Biología<br />

Además de la infección humana causada por larvas de Anisakis<br />

y Pseudoterranova, también se describen algunos casos por larvas<br />

de otros anisákidos, como Contracaecum osculatum y un<br />

único caso por Hysterothylacium aduncum en Japón. 30<br />

Los nematodos de la familia Anisakidae presentan una<br />

boca rodeada por tres labios (uno dorsal y dos ventrolaterales,<br />

de menor tamaño) y un esófago muscular filariforme. Detrás<br />

del esófago presentan un ventrículo. En el caso de las especies<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

239


240 PARTE II Parasitología humana<br />

de Pseudoterranova, Hysterothylacium y Contracaecum, se presenta<br />

un ciego intestinal de dirección anterior, mientras que, en<br />

Hysterothylacium y Contracaecum, se observa además un apéndice<br />

de dirección posterior, originado en el ventrículo. Hysterothylacium<br />

se diferencia de Contracaecum, Pseudoterranova y<br />

Anisakis por tener un poro excretor detrás del anillo nervioso,<br />

mientras que en los demás géneros el poro se localiza en la base<br />

de los labios. Los adultos (machos) de las especies de los cuatro<br />

géneros están provistos de dos espículas en el extremo posterior<br />

y abundantes papilas caudales, cuyo número y disposición tienen<br />

importancia en la identificación a nivel de especies. Los<br />

adultos de Anisakis, Pseudoterranova y Contracaecum se desarrollan<br />

en mamíferos marinos; algunas especies de Contracaecum<br />

también se desarrollan en aves piscívoras. Las especies de Hysterothylacium<br />

maduran en el intestino de peces ictiófagos.<br />

El ciclo vital de las especies de los cuatro géneros incluye,<br />

además del hospedero definitivo, dos hospederos sucesivos:<br />

crustáceos y peces en los cuales se encuentran las larvas del tercer<br />

estadio (L3). La infección humana es provocada por L3 y<br />

larvas del cuarto estadio (L4), las que miden entre 20 y 40 mm<br />

de largo con un diámetro de 0.3 a 1.2 mm.<br />

Estudios mediante pruebas moleculares demostraron que<br />

las dos especies de anisákidos más frecuentes en infección humana:<br />

Anisakis simplex sensu lato (s.l.) y Pseudoterranova decipiens<br />

(s.l.), corresponden a un complejo de especies gemelas que difieren<br />

genética y morfológicamente, esto último sólo a nivel del<br />

estado adulto del parásito. Actualmente, se conocen 10 especies<br />

de Anisakis (Anisakis simplex sensu stricto, s.s., A. simplex C, A.<br />

typica, A. pregreffii, A. insignis, A. paggiae y Anisakis spp.; esta<br />

última, sin nombre específico, se encuentra en estudio, A. physeteris,<br />

A. brevispiculata y A. ziphidarum) y ocho especies de Pseudoterranova<br />

(P. decipiens, s.s, P. karbie, P. bulbosa, P. azarasi, P. decipiens<br />

E, P. cattani, P. ceticola y P. kogiae). Estas especies tienen<br />

distintos hospederos y distribución geográfica. 20,21,31-33<br />

Pseudoterranova decipiens (s.s.), denominada comúnmente<br />

“gusano de las focas” o “gusano de la foca”, y “gusano del bacalao”<br />

o “codworm”, por ser sus hospederos más comunes en el<br />

Hemisferio Norte, presenta un ciclo vital relativamente bien<br />

conocido y que incluye las siguientes etapas:<br />

a) Los huevos de 40 a 50 mm de diámetro, con un embrión,<br />

son expulsados por los gusanos hembra localizados en el<br />

estómago de mamíferos marinos, en particular carnívoros<br />

pinnípedos (focas y lobos o leones marinos). Los huevos<br />

eliminados con las heces del hospedero al llegar al agua<br />

originan sucesivamente larvas del primero (L1), segundo<br />

(L2) y tercer (L3) estadios, esta última con doble cutícula<br />

(Koie y cols. 1995) y 200 mm de longitud, eclosionan y se<br />

adhieren a un sustrato por su extremo caudal; presentan<br />

movimiento activo, dependiendo de la temperatura ambiental.<br />

Las larvas se desarrollan en 7 días a 22°C y en 125<br />

días a 1.7°C; no se desarrollan a 0°C y después de permanecer<br />

un año a esta temperatura, si se transfieren a temperaturas<br />

óptimas, la larva desarrolla pero no eclosiona. Las<br />

larvas sobreviven 24-48 horas a temperaturas iguales o<br />

mayores de 20°C y hasta 90 y 140 días a 0-5°C, pero no<br />

completan su desarrollo a 25°C. 21<br />

b) Las L3, al ser ingeridas por crustáceos copépodos (ciclopoideos<br />

o harpacticoideos bentónicos o epibentónicos),<br />

anfípodos y misidáceos juveniles, se establecen en la cavidad<br />

corporal, alcanzando hasta 500 mm de largo, previo<br />

desprendimiento de su cutícula más externa en el tracto<br />

digestivo, probablemente por acción de las estructuras bucales<br />

del hospedero. 17 Estos crustáceos favorecen la transmisión<br />

a macroinvertebrados (poliquetos, nudibranquios,<br />

anfípodos maduros, misidáceos, isópodos, cumáceos y<br />

decápodos); los anfípodos gammáridos también pueden<br />

infectarse a partir de L3 libres con doble cutícula. 21,22<br />

c) Estas larvas se transmiten a los peces bentónicos (hospedero<br />

primario), cuando éstos predan sobre los invertebrados.<br />

22 Las L3 en peces de aguas polares y temperadas presentan<br />

baja especificidad de hospedero. Las L3 mayores<br />

de 2 mm son infectantes para los peces; las que penetran<br />

la pared del tracto digestivo, vísceras y músculos, alcanzan<br />

hasta 31 mm a los 56 días de infección, y se mantienen<br />

viables por más de seis años. 21 Estos peces pueden transmitir<br />

la infección a peces ictiófagos (hospedero secundario),<br />

generalmente de mayor tamaño que el hospedero<br />

primario. Algunos peces pueden comportarse como hospedero<br />

primario, en su fase juvenil, y secundario en su<br />

fase adulta. Al parecer la distribución de las larvas en estos<br />

peces varía con las especies de parásito y hospedero, así<br />

como con la edad de este último. Así, por ejemplo, P. decipiens<br />

de la Antártica se encuentra de preferencia en la<br />

superficie del hígado y en otros sitios en la cavidad corporal,<br />

pero no en la musculatura.<br />

d) El hospedero definitivo se infecta al consumir crustáceos<br />

(hospedero intermediario) o peces (hospedero paraténico/<br />

intermediario) infectados con L3, las que desarrollan a larvas<br />

del cuarto estadio (L4) y finalmente hasta adultos en su<br />

estómago. Una especie de mamífero puede albergar más de<br />

una especie de Pseudoterranova, por ejemplo: P. karbie y P.<br />

decipiens (s.s.) pueden desarrollar en las focas Phoca vitulina<br />

y Halichoerus grypus en el Hemisferio Norte, mientras<br />

que P. decipiens E sólo aparece descrita en Leptonichotes<br />

weddellii. 21 En el hospedero definitivo las L3, L4 y adultos<br />

se fijan aisladamente o agregadas a la mucosa estomacal<br />

con su extremidad anterior introducida en los tejidos. Las<br />

larvas penetran hasta la submucosa, y los adultos se fijan<br />

superficialmente a la mucosa. En la figura 35-1 se muestra<br />

un ciclo vital más hipotético de P. decipiens (s.l.), basado en<br />

el ciclo de P. decipiens (s.s.) del Hemisferio Norte, de la<br />

única especie descrita en Chile (P. cattani) y de los registros<br />

en hospederos de la costa de este país.<br />

El ciclo vital de Anisakis spp. es menos conocido que el de<br />

Pseudoterranova spp. El hospedero definitivo de Anisakis spp.<br />

está representado por cetáceos (ballenas, delfines y cachalotes)<br />

que albergan el estado adulto del parásito a nivel estomacal. El<br />

ciclo de A. simplex (s.s.) es el mejor conocido:


CAPÍTULO 35 Anisakidiasis 241<br />

9<br />

10<br />

11<br />

1<br />

2<br />

3<br />

bién pelágicos, tales como eufáusidos (“krill”) y calamares<br />

que participan como hospedero intermediario.<br />

b) En los invertebrados las larvas pierden su cutícula más externa,<br />

probablemente por acción mecánica de las estructuras<br />

bucales del crustáceo, localizándose en la cavidad<br />

corporal. 17<br />

c) Los invertebrados transmiten la infección a peces bentónicos<br />

que permanecen en el fondo durante el día y que<br />

durante la noche predan sobre invertebrados pelágicos. 22<br />

d) La infección del hospedero definitivo sucede cuando éste<br />

consume los crustáceos (hospedero intermediario) o peces<br />

(hospedero paraténico/intermediario) que albergan L3<br />

que mudarán dos veces en su estómago originando el estadio<br />

adulto. En el caso de H. aduncum, se ha comprobado<br />

que las L3 son infectantes para el hospedero definitivo<br />

cuando miden más de 3 mm, y se cree que esto también<br />

sucedería en el caso de Anisakis y Pseudoterranova spp.<br />

8<br />

7<br />

Figura 35-1. Ciclo vital hipotético de Pseudoterranova decipiens<br />

(s.l.) en la costa de Chile, basado en el conocimiento de P. decipiens<br />

(s.s.) en el hemisferio norte y P. cattani en Chile, así como en los<br />

registros de infección en peces del litoral chileno. 1-6) Los huevos<br />

del parásito son eliminados con las heces del hospedero definitivo,<br />

en el agua desarrollan una larva de primer estadio que experimenta<br />

dos mudas sucesivas originando una larva del tercer estadio (L3)<br />

con doble cutícula, la cual eclosiona y se fija a un sustrato con el<br />

extremo caudal de acuerdo al conocimiento sobre P. decipiens (s.s.).<br />

Las larvas infectan a copépodos inicialmente o a otros crustáceos en<br />

los cuales la L3 pierde su cutícula externa localizándose en el<br />

hemocele. Los crustáceos pueden transmitir la infección a otros<br />

crustáceos o peces e incluso al hospedero definitivo. 7-9) Los peces<br />

participan como hospedero paraténico/intermediario posibilitando<br />

su transmisión a otros peces ictiofágos o al hospedero definitivo.<br />

10) En el hospedero definitivo, mamíferos otáridos, desarrollan<br />

sucesivamente a partir de las L3, las larvas del cuarto estadio y<br />

adultos del parásito. 11) Los humanos se infectan al consumir<br />

crustáceos o pescado crudo (cebiche, sushi, sashimi); las L3 se<br />

localizan principalmente en el tracto digestivo y pueden mudar a L4.<br />

En Chile, Otaria byronia o lobo común es el hospedero de P. cattani.<br />

a) Los huevos embrionados expulsados con las heces del hospedero<br />

definitivo desarrollan sucesivamente las L1, L2 y<br />

L3 en el agua, las que eclosionan con doble cutícula y<br />

tienen carácter pelágico, infectando a invertebrados tam-<br />

6<br />

5<br />

4<br />

En la figura 35-2 se señala un ciclo vital hipotético para A.<br />

simplex (s.l.) con hospederos de la costa de Chile y basado en el<br />

conocimiento del ciclo de A. simplex (s.s.) en el Hemisferio<br />

Norte y los registros en mamíferos marinos y peces de A. simplex<br />

(s.l.).<br />

La especie humana es un hospedero accidental que se infecta<br />

con L3 de A. simplex (s.l.) o P. decipiens (s.l.) al consumir<br />

pescado crudo, ahumado o insuficientemente cocido. Las L3<br />

pueden mudar a L4 en el tracto digestivo de la especie humana,<br />

así como cuando son ingeridas experimentalmente en ratas, conejos,<br />

perros y gatos, lo que sucede alrededor de 3 a 5 días<br />

después de su ingestión (figura 35-3 [3 y 4]); algo similar sucede<br />

con P. decipiens (s.l.), aunque la muda se describe hacia los<br />

tres días. 12<br />

Los nichos ecológicos parecen ser marcadamente distintos<br />

en anisákidos, existiendo diferencias genéticas, morfológicas y<br />

de hospedero en cada grupo de especies de Anisakis: Grupo 1:<br />

incluye a A. simplex (s.s.), A. pregreffii, A. simplex C, A. typica,<br />

A. ziphidarum y Anisakis spp.; esta última, no identificada, se<br />

encuentra actualmente en estudio. 31 Presentan ventrículo alargado<br />

y en su parte distal oblicuo, respecto a su unión con el<br />

intestino. Los machos presentan espículas largas, angostas y<br />

habitualmente desiguales, excepto en A. ziphidarum. A. ziphidarum<br />

y Anisakis spp. se desarrollan en las “ballenas picudas”<br />

(familia Ziphiidae); las demás especies se desarrollan en delfines<br />

y marsopas (familias Delphiniidae, Monodontidae y Phocoenidae).<br />

Grupo 2: incluye a A. physeteris, A. brevispiculata y<br />

A. paggiae; 20,31 presentan ventrículo corto y más ancho que<br />

largo; las espículas son cortas y de similar longitud. Se desarrollan<br />

en “cachalotes” (cetáceos de las familias Physeteridae y Kogiidae).<br />

A. brevispiculata y A. paggiae comparten un mismo<br />

hospedero definitivo (K. breviceps). La morfología del ventrículo<br />

puede caracterizar las L3 o L4 de Anisakis spp., como tipo I<br />

(aquellas del grupo 1) y tipo II (aquellas del grupo 2).<br />

Ocho de las 10 especies de Anisakis aparecen registradas en<br />

el Hemisferio Norte, donde se ha efectuado la mayor parte de<br />

los estudios. En el Hemisferio Sur, mediante estudios con prue-


242 PARTE II Parasitología humana<br />

8<br />

10<br />

9<br />

7<br />

6<br />

1<br />

5<br />

2<br />

4<br />

3<br />

El hospedero definitivo de Pseudoterranova spp. está representado<br />

por mamíferos pinnípedos como focas (Phocidae) y<br />

leones marinos (Otariidae). El número de estudios sobre distribución<br />

de estos parásitos es escaso, mediante métodos moleculares.<br />

En el Hemisferio Norte se citan cinco especies; algunas de<br />

ellas son simpátricas, como P. decipiens (s.s.) y P. karbie, ambas<br />

en las focas P. vitulina y H. grypus, en el Atlántico noreste. P.<br />

azarasi alcanza su madurez en el león marino Eumetopias<br />

jubatus, en la foca Phoca fasciata y en el lobo fino Callorhynus<br />

ursinus en Japón.<br />

En el Hemisferio Sur, en la costa de Chile, se registra P.<br />

cattani en el lobo común Otaria byronia, P. decipiens E, en la<br />

Antártica en la foca de Weddell, L. weddelli y P. kogiae en el<br />

cachalote enano, Kogia simus, en Australia. En la costa de Chile<br />

es posible que además de P. cattani existan otras especies de<br />

Pseudoterranova por las siguientes razones: 1) algunos mamíferos<br />

marinos tienen capacidad para desplazarse y con ello trasladar<br />

o diseminar infecciones parasitarias, por ejemplo, la foca de<br />

Weddell, único hospedero de P. decipiens E que habita la Antártica,<br />

puede desplazarse a la costa patagónica de Chile y alcanzar<br />

hasta las islas Juan Fernández. Además, el cachalote K. simus,<br />

hospedero de P. kogiae en la costa de Australia, también ha sido<br />

observado en forma esporádica en la costa central de Chile, y 2)<br />

en el delfín C. eutropia y en la marsopa Phocoena spinipinnis en<br />

el sur de Chile, se han identificado L3 y L4 de una especie no<br />

identificada de Pseudoterranova. 28<br />

Figura 35-2. Ciclo vital hipotético de Anisakis simplex (s.l.) en la<br />

costa de Chile, basado en el conocimiento de A. simplex (s.s.) en el<br />

hemisferio norte y en las especies de hospedero registradas en<br />

Chile. 1-5) Los huevos del parásito son eliminados con las heces del<br />

hospedero definitivo los cuales desarrollan sucesivamente una larva<br />

del primero, segundo y tercer estadio (L3) en el agua. La L3<br />

eclosiona del huevo con doble cutícula y es de carácter pelágico.<br />

6) La L3 infecta a crustáceos eufaúsidos que participan como<br />

hospedero intermediario, en los cuales se libera de su cutícula más<br />

externa, localizándose en el hemocele. 7-8) Los crustáceos pueden<br />

infectar a otros crustáceos, cefalópodos, peces e incluso al<br />

hospedero definitivo. 9) El hospedero definitivo está representado<br />

por especies de cetáceos, entre ballenas, delfines y cachalotes. En<br />

el estómago del hospedero definitivo las L3 desarrollan a larvas del<br />

cuarto estadio (L4) y finalmente hasta el estado de adulto. 10) Los<br />

humanos se infectan al consumir crustáceos o peces crudos<br />

(cebiche, sushi, sashimi), la infección afecta principalmente el tracto<br />

digestivo y las L3 pueden mudar a L4.<br />

bas moleculares, se mencionan A. brevispiculata, A. simplex C,<br />

A. typica, A. pregreffii, A. ziphydarum y Anisakis spp. Morfológicamente<br />

también se indican A. physeteris y A. insignis en su<br />

hospedero definitivo. En Chile, diversos estudios basados en la<br />

morfología de adultos han registrado A. simplex (s.l.) en Lissodelphis<br />

peroni, Tursiops truncatus, y en las ballenas Balaenoptera<br />

borealis, B. eden y B. physalis y en el delfín Cephallorhynchus<br />

eutropia. También se menciona la presencia de A. physeteris en<br />

la marsopa Physeter macrocephalus.<br />

Patología<br />

Las características clínicas de la anisakidiasis en América, causada<br />

principalmente por P. decipiens (s.l.), muestran semejanza<br />

pero difieren con Japón, donde la mayoría de los casos corresponden<br />

a Anisakis spp., que ha demostrado provocar enfermedad<br />

más invasora y severa. 2,7,19,30<br />

En la mayoría de las helmintiasis la enfermedad es crónica<br />

y el parásito tiene estrategias de supervivencia mediante mecanismos<br />

de evasión de la respuesta inmune; en la anisakidiasis la<br />

infección es transitoria y el parásito no está adaptado para vivir<br />

en humanos; como en otras infecciones por helmintos, los<br />

cambios patológicos en el tracto gastrointestinal corresponden<br />

a la acción directa del parásito durante su invasión tisular y a la<br />

interacción de los productos excretados o secretados, o bien liberados<br />

por la destrucción del parásito y el sistema inmune del<br />

hospedero. 2<br />

Se distinguen cuatro formas de presentación para la anisakidiasis:<br />

gástrica, intestinal, extragastrointestinal y alérgica. 2<br />

Forma gástrica<br />

Aguda<br />

La L3 se adhiere a la mucosa antes de la hora de haber sucedido<br />

la infección, penetra en la pared estomacal probablemente mediante<br />

enzimas (con actividad proteolítica y hialurodinasa originadas<br />

quizá a nivel de la célula excretora, células de Renette o


CAPÍTULO 35 Anisakidiasis 243<br />

glándulas del esófago) y acción mecánica ejercida por su diente<br />

perforador, alcanzando los estratos mucoso y submucoso, de<br />

preferencia en la curvatura mayor del estómago. El sitio de penetración<br />

es acompañado de edema, hiperemia, sangramiento,<br />

petequias y erosión, dependiendo de la antigüedad de la infección<br />

y de la capacidad de respuesta del hospedero. 13<br />

La presencia de sustancias anticoagulantes en los productos<br />

excretados y secretados por el parásito explicaría en parte las<br />

lesiones causadas; asimismo, algunos productos parasitarios<br />

pueden causar inmunosupresión. 2 La larva se observa intacta<br />

en la submucosa edematosa rodeada por neutrófilos y eosinófilos;<br />

la pared gástrica se muestra engrosada y las capas muscular<br />

y serosa comprometidas en el proceso inflamatorio. 13<br />

Crónica<br />

Ishihura y colaboradores consideran cuatro fases: 13 a) fase de<br />

flegmón, causada por la respuesta inmune a una reinfección<br />

de aspecto similar a la forma aguda en que la larva se encuentra<br />

bien preservada y ocasionalmente viva; b) fase de absceso, con<br />

abundantes eosinófilos, neutrófilos, macrófagos y linfocitos<br />

que envuelven al parásito levemente degenerado o sus restos,<br />

localizados de preferencia en la submucosa con escaso tejido<br />

granulomatoso que rodea al absceso; c) fase de absceso-granuloma;<br />

el absceso se reduce hacia los seis meses; la larva degenerada<br />

o sus restos se sitúan en el centro del absceso pequeño<br />

rodeado por tejido de granulación. La larva degenerada es infiltrada<br />

por eosinófilos y a veces por células epitelioides o gigantes,<br />

predominando el infiltrado de linfocitos, y d) fase de<br />

granuloma, etapa avanzada de la anisakidiasis crónica, por lo<br />

general sin vestigios de larvas, o de existir éstos se encuentran<br />

rodeados de tejido granulomatoso. Las lesiones granulomatosas<br />

en las formas crónica gástrica, intestinal y ectópica corresponden<br />

a una reacción de hipersensibilidad tipo IV. 2<br />

Forma intestinal<br />

Afecta esencialmente el íleon terminal; en forma esporádica se<br />

identifican casos a nivel del duodeno, yeyuno y colon. 13<br />

Aguda<br />

Por lo general con lesión tipo flegmón en el íleon terminal.<br />

Ascitis con alto grado de eosinófilos, líquido ascítico transparente<br />

o amarillento, alcanzando hasta 300-500 ml. 13 Los cambios<br />

inflamatorios incluyen edema severo que puede causar<br />

obstrucción y dilatación proximal. En la serosa y mesenterio<br />

pueden observarse edema, petequias e hiperemia. El examen<br />

microscópico muestra la larva incluida en la submucosa con<br />

intenso edema e infiltrado celular, que incluye a la serosa, aumentando<br />

en tres a cinco veces el grosor normal de la pared. La<br />

larva intacta generalmente se observa en la submucosa. 13<br />

Crónica<br />

Se caracteriza por cambios granulomatosos que favorecen el engrosamiento<br />

de la pared intestinal, con síntomas abdominales<br />

crónicos; es similar a la anisakidiasis crónica estomacal. La enfermedad<br />

al parecer es causada por prolongación de la reacción<br />

alérgica por permanencia de antígenos parasitarios de la fase<br />

aguda. Varios de estos casos han sido diagnosticados accidentalmente<br />

durante una laparostomía para investigar otras enfermedades.<br />

La infección crónica puede clasificarse en cuatro fases de<br />

igual manera que la infección gástrica: a) fase de flegmón: es<br />

similar a la fase aguda intestinal; b) fase de absceso: se puede<br />

complicar con infección bacteriana. Abundantes eosinófilos,<br />

neutrófilos, macrófagos, linfocitos y material necrótico rodean<br />

la larva degenerada o sus restos; pequeña cantidad de tejido<br />

granulomatoso rodea al absceso; c) fase de absceso-granuloma;<br />

suele encontrarse de manera accidental cuando se opera por<br />

una enfermedad intestinal y el absceso ha permanecido por mucho<br />

tiempo, originándose tejido granulomatoso. En el centro<br />

del absceso-granuloma se presenta la larva completamente degenerada,<br />

que no es posible de identificar morfológicamente, y<br />

d) fase de granuloma; rara de encontrar, debido a que los pacientes<br />

suelen ser operados antes de esta fase, en la que es imposible<br />

identificar la larva alterada mediante microscopia.<br />

Forma extragastrointestinal o ectópica<br />

Las larvas, al atravesar la pared gastrointestinal, pueden presentarse<br />

en otros sitios (cavidad abdominal, pared abdominal, mesenterios,<br />

hígado, pulmones, páncreas, ovario, cuello uterino,<br />

oviducto, tejido subcutáneo, membranas mucosas de la cavidad<br />

oral, amígdalas, faringe o esófago, cavidad pleural, lengua,<br />

úvula). 11,13,16 Las larvas, desde el estómago, pueden ascender<br />

por el esófago y nasofaringe y ser expulsadas por la boca, como<br />

suele suceder con la seudoterranoviasis en Norteamérica y en<br />

Sudamérica. 30<br />

Forma alérgica<br />

Las larvas y sus antígenos pueden provocar reacción alérgica<br />

mediada por IgE. Existen antecedentes de que al tratar los pescados<br />

mediante congelación o cocción pueden matarse las larvas,<br />

pero algunos antígenos termoestables permanecen en el<br />

alimento tratado y desencadenan reacciones alérgicas, después<br />

de su ingestión. En España, desde 1995, se han registrado más<br />

de 150 casos de alergia por antígenos de A. simplex. 2 La hipersensibilidad<br />

tipo I en la anisakidiasis aguda se manifiesta por<br />

los niveles de IgE anti-A. simplex, que se incrementan en los<br />

primeros días de la infección, y permanecen altos por varios<br />

meses y años. 4<br />

Epidemiología<br />

Las L3 de Anisakis spp. y Pseudoterranova spp. se encuentran<br />

distribuidas en cientos de especies de peces marinos y anádromos<br />

en el mundo. Sin embargo, la infección humana está directamente<br />

vinculada con el hábito de consumir pescado crudo


244 PARTE II Parasitología humana<br />

(como cebiche, sushi, sashimi, lomi-lomi, boquerones en vinagre<br />

y otros), ahumado o insuficientemente cocido sin previa<br />

congelación.<br />

En Japón, se registran alrededor de 97% de 31 575 casos<br />

de anisakidiasis publicados a nivel mundial, correspondiendo<br />

un total de 886 casos a otros 26 países. 28 En Japón, se estiman<br />

2 000 casos por año de anisakidiasis y en Europa se calcularon<br />

hasta 500 casos hasta 2002, que en su mayoría corresponden a<br />

Holanda, Alemania, Francia y España. En Europa la anisakidiasis<br />

intestinal en general es más frecuente que la estomacal, al<br />

contrario de lo que sucede en Japón, donde se registraron<br />

27 628 casos de anisakidiasis/seudoterranoviasis estomacal de<br />

30 689 casos de anisakidiasis. 2,28 En Francia, hasta 1995 se habían<br />

registrado 55 casos de anisakidiasis. 6<br />

En América se le conoce en Canadá, EUA (50 casos por<br />

año), México, Venezuela, Brasil, Perú y Chile. 2,23,28,30 En Europa<br />

y Japón la mayoría de los casos corresponden a anisakidiasis,<br />

3,28 mientras que en América la mayor proporción de casos<br />

corresponden a seudoterranoviasis. 30 Esta situación puede atribuirse<br />

a diferencias epidemiológicas o métodos utilizados en el<br />

diagnóstico, así como a diferencias en la distribución geográfica<br />

de la diversidad de especies y su comportamiento en el hospedero.<br />

En Chile se conocen 28 casos publicados de anisakidiasis<br />

humana, desde su primer registro, 26 y en su gran mayoría corresponden<br />

a seudoterranoviasis; Chile es el país de Sudamérica<br />

donde se ha publicado la mayoría de los casos. Sin embargo,<br />

esto representa una punta del iceberg, ya que no todos los casos<br />

son publicados. Sólo en dos casos de seudoterranoviasis, las larvas<br />

fueron aisladas de la pared del estómago y en los restantes<br />

casos fueron eliminadas por la boca y en una minoría con las<br />

heces. Además, dos de ellos, adquiridos en Chile, fueron diagnosticados<br />

en Bélgica (anisakidiasis intestinal) y Paraguay (seudoterranoviasis),<br />

respectivamente. 30<br />

La emergencia de la anisakidiasis en Chile y otros países se<br />

puede atribuir a: 1) mayor conocimiento de la infección por<br />

profesionales de la salud y existencia de mejores tecnologías<br />

para su diagnóstico; 2) mayor popularidad por el consumo de<br />

alimento a base de pescado crudo; 3) eliminación de despojos<br />

de la pesca por buques factorías y pescadores artesanales, lo que<br />

incrementa la abundancia de infección en mamíferos marinos<br />

y peces que se alimentan de éstos; 4) la protección de las poblaciones<br />

de mamíferos marinos y la prohibición de sus capturas<br />

ha incrementado dichas poblaciones, favoreciendo la diseminación<br />

de la infección hacia crustáceos y peces e indirectamente a<br />

humanos; la abundancia de infección por Pseudoterranova spp.,<br />

en peces capturados en la proximidad de las colonias de mamíferos<br />

marinos, suele ser mayor, y 5) en Chile y otros países la<br />

comercialización interna de pescado fresco no implica congelación<br />

ni inspección de la carne, por lo cual su consumo crudo<br />

implica un riesgo de infección para la población. 3,7,18,30<br />

En el norte de España, A. simplex es considerado como el<br />

principal factor asociado con cuadros de urticaria y angioedema,<br />

siendo responsable de 8% de los casos cuya mayoría están<br />

asociados al consumo de merluza Merluccius merluccius. 2,4<br />

También se registran casos de alergia ocupacional en vendedores<br />

de pescado, o personas expuestas a contacto o inhalación de<br />

alimento para aves, a base de pescado. 2<br />

La principal fuente de infección en los casos conocidos en<br />

Chile corresponde al consumo de cebiche, sushi, pescado ahumado<br />

o frito, ligada al consumo de merluzas (Merluccius gayi o<br />

Merluccius australis), corvina (Cilus gilberti), jurel (Trachurus<br />

murphyi), reineta (Brama australis), congrios (Genypterus spp.)<br />

y salmón.<br />

En EUA, la mayoría de los casos de anisakidiasis han sido<br />

provocados por consumo de salmón del Pacífico; en la transmisión<br />

de seudoterranovosis participaría principalmente Sebastes<br />

spp.<br />

En Europa, el arenque (Clupea harengus) es la principal<br />

fuente de infección por Anisakis spp., en España el consumo de<br />

boquerones (Engraulis encrasicholus) y sardinas (Sardina pilchardus).<br />

En Japón, la caballa (Scomber japonicus) y el calamar<br />

Todarodes pacificus. En este último país la transmisión de Pseudoterranova<br />

es más frecuente por el bacalao (Gadus macrocephala)<br />

y el halibut del Pacífico (Hippoglossus stenolepis). 2,4<br />

La prevalencia y abundancia de infección por nematodos<br />

anisákidos en los peces depende de la especie, talla o edad del<br />

hospedero; de la misma manera, los parásitos pueden distribuirse<br />

de manera distinta en la musculatura, pudiéndose encontrar<br />

de preferencia en las regiones ventral o dorsal, o distribuirse<br />

de manera uniforme en ambas musculaturas. En general,<br />

Anisakis spp. tiende a predominar en la musculatura ventral,<br />

mientras que Pseudoterranova spp. en forma habitual se distribuye<br />

uniformemente en la musculatura ventral y dorsal.<br />

En Chile, en diversos estudios se han determinado larvas<br />

de Anisakis spp. y Pseudoterranova spp. en alrededor de 31 y 21<br />

especies de peces respectivamente. La infección por las L3 suele<br />

ser mayor en las vísceras respecto a los músculos (figuras 35-3<br />

[7], 35-4, 35-5).<br />

Un resumen de los registros efectuados por distintos investigadores<br />

en la musculatura revela la presencia simultánea de<br />

larvas de Anisakis o Pseudoterranova en especies comercializadas,<br />

tales como merluzas (M. gayi y Macruronus magellanicus),<br />

lenguados (Paralichthys microps y P. adspersus), jurel (Trachurus<br />

murphyi), congrio colorado (Genypterus chilensis) y congrio dorado<br />

(Genypterus blacodes), así como la presencia de Pseudoterranova<br />

spp. en congrio negro, G. maculatus y corvina, Cilus<br />

gilberti. 29 Sólo se ha efectuado un estudio molecular y morfológico<br />

de larvas y adultos de Pseudoterranova, y se ha comprobado<br />

la presencia de P. cattani en el lobo común, O. byronia y<br />

en merluzas, M. gayi, congrio dorado, lenguado P. microps<br />

y corvina. 9<br />

La presencia de anisákidos en peces tiene impacto económico,<br />

dadas las exigencias sanitarias de inspección de su carne. La<br />

detección y remoción de nematodos anisákidos del bacalao y<br />

otros peces en la costa atlántica del Canadá significa un gasto de<br />

alrededor de 50 millones de dólares, y un 50% de los costos<br />

de producción se gastan por el mismo concepto en el mar de<br />

Bering y bahía de Alaska; 21 la situación es similar en otros países.<br />

En Japón la anisakidiasis es más frecuente en poblaciones<br />

costeras y afecta principalmente a varones de 20-50 años de


CAPÍTULO 35 Anisakidiasis 245<br />

1<br />

B<br />

D<br />

An<br />

B<br />

D<br />

5<br />

2<br />

An 6<br />

G<br />

de Pseudoterranova, se requiere de investigación para determinar<br />

si los productos de estos parásitos en la carne pueden inducir<br />

por sí solos cuadros alérgicos, al igual de lo que sucede con<br />

A. simplex.<br />

E<br />

V<br />

C<br />

I<br />

L<br />

3<br />

R<br />

A<br />

M<br />

An<br />

4 8<br />

A<br />

E<br />

V<br />

I<br />

7<br />

L<br />

A<br />

M<br />

An<br />

A<br />

Aspectos clínicos<br />

Forma gástrica<br />

Aguda<br />

Curso clínico acompañado principalmente por dolor epigástrico,<br />

náusea y vómito que se manifiesta horas después de haber<br />

ingerido la carne infectada; además, se describen abdomen<br />

abultado, diarrea, pirexia y hematemesis. El hemograma revela<br />

leucocitosis y algunas veces eosinofilia. En 10% de los pacientes<br />

esta forma se encuentra asociada a síntomas alérgicos, tales<br />

como urticaria/angioedema e incluso anafilaxis. 2 En Japón el<br />

tiempo transcurrido desde la ingesta de pescado hasta la consulta<br />

médica alcanza las 24 horas en 80% de los pacientes con<br />

anisakidiasis gástrica.<br />

Figura 35-5. Anisakidiasis. 1) Región anterior de una larva del tercer<br />

estadio (L3) de P. decipiens (s.l.). 2) Región caudal de la misma<br />

larva. 3) Región cefálica de una larva de cuarto estadio (L4) de<br />

P. ecipiens (s.l.). 4) Región caudal de la misma larva. 5) Región<br />

anterior de una L3 de Anisakis simplex (s.l.). 6) Región caudal de la<br />

misma larva. 7) Región cefálica de una L4 de Anisakis simplex (s.l.)<br />

8) Región caudal de la misma larva. A, ano; An, anillo nervioso;<br />

B, boca; C, ciego intestinal; D, diente perforador; E,esófago; G, glándulas<br />

rectales; I, intestino; L, labios; M, mucrón; R, recto; V, ventrículo.<br />

edad; 4 no obstante, siendo más frecuente en adultos, puede<br />

afectar a individuos de 1 a 68 años según la casuística chilena.<br />

En general, no se registra asociación entre sexo del hospedero y<br />

anisakidiasis humana, aunque en algunos estudios puntuales en<br />

Japón, se ha observado un predominio de la infección en varones.<br />

En Chile, la casuística de seudoterranoviasis humana parece<br />

ser más elevada en invierno y otoño, lo que podría asociarse<br />

a un mayor consumo de peces, con mayor prevalencia de infección<br />

en dichas estaciones. En Japón se ha descrito mayor número<br />

de casos de seudoterranoviasis en invierno, coincidiendo<br />

con la época de captura de peces asociada con la migración de<br />

mamíferos marinos que diseminan la infección, lo cual favorece<br />

su transmisión a crustáceos y peces. 28<br />

El cambio climático global, por su influencia sobre las poblaciones<br />

de cada hospedero, así como sobre el desarrollo de los<br />

huevos de los parásitos en el ambiente acuático, puede influir<br />

sobre la prevalencia de anisakidiasis humana. 14,28<br />

La alergia por A. simplex es al parecer un cuadro sujeto a<br />

predisposición genética y ha sido registrada especialmente en<br />

Japón y España; su número de casos se encuentra en aumento;<br />

se citan algunos casos en Francia, Italia y Portugal. 4 En Sudamérica,<br />

donde la mayoría de los casos es provocada por larvas<br />

Crónica<br />

Dolor epigástrico severo, que posteriormente se alivia; dispepsia,<br />

vómito y anorexia que persisten por meses y años. Por lo<br />

general, la infección a nivel del tracto digestivo es leve, habitualmente<br />

por una larva; sin embargo, según autores japoneses<br />

las infecciones múltiples suceden entre 5 y 10% a nivel gástrico;<br />

se registró un caso de infección por 56 larvas (L3 y L4) en<br />

el estómago de una paciente adulta que presentó severo dolor<br />

epigástrico y náuseas después de ocho horas de haber ingerido<br />

sashimi y que requirió una intervención de 90 minutos para<br />

aislar las larvas. 15 En Chile, de 15 casos de seudoterranoviasis<br />

en dos casos se registró infección por dos larvas. 30<br />

Forma intestinal<br />

Aguda<br />

Dolor abdominal, que aparece entre las 24 y 48 horas después<br />

de consumir la carne infectada, acompañado de náuseas, vómito,<br />

abdomen hinchado, constipación o diarrea. A veces fiebre<br />

(sobre 38°C), por lo general, asociada a infección bacteriana<br />

secundaria; leucocitosis y eosinofilia, esta última por lo general<br />

ausente. En algunos casos síndrome obstructivo y artralgias; las<br />

heces pueden ser mucosas o con sangre.<br />

Crónica<br />

El engrosamiento de la pared y la estenosis luminal llevan a sintomatología<br />

abdominal crónica. En ratas infectadas experimentalmente<br />

se ha observado que las L3 de A. simplex o sus extractos<br />

crudos, provocan hiperactividad colinérgica en la totalidad del<br />

intestino delgado, lo que lleva a síntomas gastrointestinales antes<br />

de determinarse IgE específica contra el parásito. 24


246 PARTE II Parasitología humana<br />

Forma extragastrointestinal<br />

(heteróloga o ectópica)<br />

Las manifestaciones clínicas suelen ser ligeras; los síntomas serían<br />

severos durante la penetración de las larvas a la pared intestinal.<br />

Las larvas que ascienden hacia el esófago y faringe para<br />

ser expulsadas por la boca, como suele suceder en la seudoterranoviasis,<br />

causan el síndrome de “hormigueo de la garganta”,<br />

acompañado de la expulsión de la larva por acceso de tos.<br />

En Chile, en 14 de 15 casos de seudoterranoviasis, las larvas<br />

fueron eliminadas por la boca. En una oportunidad fue encontrada<br />

entre los dientes por el paciente al efectuarse aseo<br />

bucal; en otro caso la larva fue expulsada después de recibir<br />

anestesia general y experimentar cosquilleo a nivel de la faringe<br />

y tos; en 11 casos la larva fue expulsada tras presentar tos, a<br />

veces intensa, o cosquilleo de la faringe; finalmente, en un caso,<br />

tras experimentar un episodio de gastritis, la larva fue eliminada<br />

por vómito. En 1 de los 15 casos la larva fue expulsada con<br />

las heces tras experimentar intensa diarrea y pérdida de apetito.<br />

Forma alérgica<br />

Lo más característico es el incremento de IgE específica y total.<br />

4 En casos de anisakidiasis gastrointestinal, existen cuadros<br />

de urticaria, aunque las reacciones de hipersensibilidad pueden<br />

estar presentes sin haber síntomas gástricos o intestinales. Los<br />

primeros síntomas suelen aparecer dentro de una a dos horas<br />

después de la ingestión de pescado, pero esto puede tardar hasta<br />

seis horas. La anafilaxia puede tardar desde minutos hasta<br />

una hora. 2<br />

El curso clínico sigue el patrón de hipersensibilidad tipo I<br />

y varía de urticaria o angioedema a choque anafiláctico; afecta<br />

a la piel, sistema respiratorio, sistema digestivo y sistema cardiovascular.<br />

Las alergias por anisakidiasis con frecuencia afectan<br />

a individuos mayores de 50 años, lo que se ha atribuido a<br />

que los adultos consumen con mayor frecuencia pescado crudo<br />

o con insuficiente cocción.<br />

Diagnóstico<br />

La confirmación diagnóstica de la anisakidiasis se sustenta en la<br />

identificación del parásito mediante análisis microscópico de las<br />

L3 o L4 expulsadas por la boca o ano del paciente, o bien aisladas<br />

mediante endoscopia; esta última permite visualizar y efectuar<br />

el tratamiento de la infección o intervención quirúrgica con<br />

resección de tejido o biopsia para su estudio histopatológico.<br />

La colonoscopia ha permitido diagnosticar y tratar casos esporádicos<br />

de infección del colon o región ileocecal. 11 Las larvas<br />

de Anisakis spp. de localización estomacal, al ser examinadas mediante<br />

endoscopia, son por lo general más delgadas y de color<br />

blanco lechoso; en cambio, las larvas de Pseudoterranova suelen<br />

ser más gruesas y de color amarillento o pardo amarillento. 13<br />

El análisis morfológico de L3 o L4 no permite diferenciar<br />

las distintas especies de Anisakis y Pseudoterranova, ya que son<br />

similares y, por tanto, la identificación específica no es posible.<br />

El estudio morfológico de las larvas se informa por lo general<br />

como Pseudoterranova spp. o P. decipiens (s.l.) o Anisakis spp.<br />

tipo I o II o A. simplex (s.l.), estas dos últimas de acuerdo con<br />

las características del ventrículo (ver sección de biología).<br />

Las L3 se diferencian de las L4 en Anisakis y Pseudoterranova<br />

por tener las L3 protuberancias labiales, una dorsal y dos<br />

ventrales, que rodean la boca con un diente perforador triangular<br />

y ventral, además de un mucrón en la región caudal; estos<br />

dos últimos caracteres están ausentes en las L4 (figura 35-2 [6<br />

a 10], 35-3 [1 a 3] y 35-4 [1]). En estas últimas los labios están<br />

bien definidos y presentan hileras dentígeras en sus bordes medios,<br />

con 35-45 dentículos únicos o bifurcados en A. simplex y<br />

con 45 a 50 dentículos bifurcados en su mayoría en P. decipiens;<br />

además, pueden observarse dos papilas cervicales y un par de<br />

fasmidios en la región caudal; la diferenciación entre larvas<br />

de Anisakis y Pseudoterranova se sustenta en la presencia (Pseudoterranova<br />

spp.) o ausencia (Anisakis spp.) de ciego intestinal<br />

(figuras 35-3 [1, 2] y 35-4 [1 a 8]). Las L4 hembras presentan<br />

un sistema reproductor en la región media y constan de una<br />

vagina corta y dos úteros; la vulva no se abre externamente. En<br />

L4 de P. decipiens machos, se describen un vaso deferente rudimentario<br />

y primordios de espículas. 12<br />

Para estudiar la morfología de las larvas de anisákidos se<br />

depositan en solución de lactofenol de Amann (cristales de fenol:<br />

20 gramos, ácido láctico: 16 ml, glicerina: 32 ml, agua<br />

destilada: 20 ml) entre porta y cubreobjetos, previa fijación en<br />

etanol de 70% o formalina de 10%.<br />

Para la búsqueda de larvas de anisákidos en muestras de<br />

tejidos deben realizarse cortes histológicos teñidos con hematoxilina-eosina.<br />

En los cortes transversales de la larva se observan<br />

entre 60 y 90 células musculares por cuadrante, y en A.<br />

simplex se distinguen entre 60 y 80 células intestinales columnares<br />

con núcleos basales, mientras que en los cortes de P. decipiens<br />

se observan más de 100 células (figura 35-3 [5, 6]). Los<br />

cordones laterales de la hipodermis suelen tener forma de Y con<br />

una base estrecha en A. simplex y forma de mariposa con base<br />

ancha en P. decipiens, además de la ausencia de ciego intestinal.<br />

Una célula excretora (célula de Renette) recorre el cuerpo ventral<br />

o subventralmente al tracto digestivo, la que está fijada al<br />

cordón lateral izquierdo (figura 35-3 [6]). 12 Las larvas alteradas<br />

de infecciones antiguas son difíciles de diferenciar a nivel<br />

genérico.<br />

Hallazgos radiológicos permiten detectar engrosamiento<br />

de la pared del tracto digestivo, estrechamiento luminal y obstrucción<br />

de áreas afectadas a causa de anisakidiasis, como en un<br />

caso de anisakidiasis intestinal adquirido en Chile y diagnosticado<br />

en Bélgica y en el cual se observó obstrucción intestinal y<br />

serología positiva. 30<br />

Zhu y colaboradores 32 diferencian las L3 de distintas especies<br />

de Pseudoterranova mediante análisis de la variación secuencial<br />

en sus ITS-1 e ITS-2, generando marcadores para la<br />

identificación específica de Pseudoterranova spp. También se ha<br />

utilizado esta metodología para la identificación de especies de<br />

Anisakis y otros nematodos de importancia zoonótica poten-


CAPÍTULO 35 Anisakidiasis 247<br />

cial. 33 Un método de PCR múltiple ha sido utilizado para la<br />

identificación rápida de algunas especies de Anisakis, basado en<br />

la secuenciación de nucleótidos de la región ITS. 5<br />

Se mencionan tres fuentes de alergenos de A. simplex: a) la<br />

penetración de la larva y posterior degeneración en los tejidos<br />

lleva a liberar antígenos de excreción/secreción, somáticos y cuticulares;<br />

b) la sola penetración y posterior eliminación intacta<br />

de la larva por el hospedero lleva a la exposición de antígenos<br />

ES, y c) en el caso de consumo de pescado en el cual se encontraban<br />

larvas muertas, sólo aquellos antígenos somáticos y cuticulares<br />

actuarían como alergenos; la presencia de antígenos ES<br />

sería mínima; hasta la fecha se han descrito ocho alergenos a<br />

nivel molecular identificados como Ani s 1 a Ani s 8, de los<br />

cuales seis son ES y dos de origen somático. 4<br />

Es probable que en el caso de las larvas de anisákidos que<br />

mudan de L3 a L4 en el organismo humano, como en la mayoría<br />

de los casos de seudoterranoviasis en Chile, y que luego son<br />

expulsadas por el hospedero, actúen antígenos ES y cuticulares<br />

dada la muda experimentada.<br />

La infección por A. simplex estimula una fuerte respuesta<br />

inmune en que los más elevados niveles de IgE, IgG e IgA se<br />

presentan al parecer después de un mes de la infección, en tanto<br />

que las IgM muestran sus niveles más elevados dentro de las 24<br />

horas y progresivamente decaen en los siguientes seis meses. 4<br />

En el diagnóstico de la anisakidiasis se utilizan distintas<br />

técnicas serológicas, entre ellas aglutinación en látex, fijación<br />

del complemento, inmunofluorescencia indirecta, hemaglutinación,<br />

inmunoelectroforesis, ELISA, inmunoblotting, entre<br />

otras; suelen usarse antígenos sin fraccionar o parcialmente<br />

purificados. 4 Sin embargo, un problema frecuente son las reacciones<br />

cruzadas con otros nematodos ascáridos como Ascaris<br />

lumbricoides y Toxocara canis y otros helmintos (nematodos,<br />

trematodos, cestodos) y enfermedades de otra etiología, 2,6 con<br />

lo que se disminuye su potencial diagnóstico.<br />

Los anticuerpos monoclonales específicos para antígenos<br />

de larvas de A. simplex también se han utilizado en diagnóstico<br />

serológico mediante la técnica de ELISA. La purificación de antígenos<br />

ha permitido la aplicación de pruebas cutáneas para el<br />

diagnóstico de alergia por A. simplex, excluyendo proteínas responsables<br />

de reacciones cruzadas con A. lumbricoides. Se ha recomendado<br />

el uso de proteínas recombinantes como antígenos,<br />

lo que podría ser ventajoso respecto al uso de extractos crudos o<br />

fracciones de antígenos para obviar las reacciones cruzadas.<br />

La hipersensibilidad tipo I es diagnosticada mediante una<br />

prueba cutánea y confirmación in vitro (IgE específica, activación<br />

de basófilos o liberación de histamina). También se ha<br />

propuesto la búsqueda de alergenos inductores de activación de<br />

basófilos mediante citometría para investigar alergia por A. simplex.<br />

4<br />

Tratamiento<br />

Muchos casos de anisakidiasis son diagnosticados y tratados<br />

mediante el uso del fibrogastroscopio en su fase aguda o por<br />

resección quirúrgica, en especial en las formas intestinales. En<br />

una fracción importante de casos, en especial de seudoterranoviasis,<br />

las larvas son expulsadas por la boca o ano y no se ha<br />

requerido de tratamiento adicional. En algunos casos se han<br />

aplicado fármacos con la finalidad de expulsar larvas adicionales<br />

que podrían permanecer en el tracto digestivo. En el primer<br />

caso humano chileno, el paciente eliminó una larva por la boca<br />

y se le administró mebendazol por vía oral; eliminó más tarde<br />

por el ano una larva muerta. 26<br />

Se han efectuado estudios experimentales in vitro y en cobayos<br />

utilizando albendazol e ivermectina, en los cuales se ha<br />

comprobado eficacia contra las larvas de A. simplex, pero se requiere<br />

aún de evaluación clínica. 8 También se ha ensayado la<br />

ivermectina in vitro contra P. decipiens y ha resultado altamente<br />

efectiva.<br />

Prevención y control<br />

La educación sanitaria de la población es esencial para crear<br />

conciencia sobre el adecuado tratamiento de la carne de pescado<br />

para evitar la adquisición de anisakidiasis y otras parasitosis<br />

por consumo, en especial de pescado fresco que se expende en<br />

los mercados sin previa congelación e inspección sanitaria. La<br />

carne de pescado debe ser tratada a temperaturas sobre 65°C<br />

por un mínimo de 10 minutos y en microondas sobre<br />

77°C para matar las larvas de anisákidos, lo cual también se<br />

logra congelando la carne a 20°C por 7 días o a 35°C por<br />

15 horas. El consumo de carne cruda o ahumada en frío requiere<br />

de su congelación previa (U.S. Food and Drugs Administration<br />

Food Code). En el pez Atheresthes stomia se determinó que<br />

las larvas de A. simplex morían al mantenerse 96, 60, 12 y 9<br />

horas a 15, 20, 30 y 40°C respectivamente, y se concluyó<br />

que la supervivencia está directamente asociada al grosor<br />

o peso de los filetes de pescado. 1<br />

El examen de inspección al trasluz (superficie transparente<br />

bajo la cual se coloca una fuente luminosa con ciertas especificaciones<br />

técnicas y que permite observar y extraer las larvas por<br />

luz incidente en el espesor de los filetes) que se aplica en las<br />

plantas de procesamiento de pescado, tiene un rendimiento variable<br />

según la especie de hospedero y parásito, color de la carne<br />

y espesor de los filetes. Este procedimiento determina aproximadamente<br />

entre 50 y 80% de los filetes infectados con larvas<br />

de anisákidos. En plantas de procesamiento de pescado en Canadá,<br />

la inspección al trasluz detecta entre 33 y 93% de los filetes<br />

infectados por P. decipiens. 21<br />

También se han ensayado procedimientos basados en luz<br />

fluorescente, rayos X, ultrasonido, tomografía computarizada y<br />

resonancia magnética para detectar las larvas en la carne; sin embargo,<br />

ninguno ha reunido los requisitos de eficiencia y costos.<br />

Igualmente, se ha ensayado la detección de productos parasitarios<br />

en la musculatura, mediante cromatografía líquida<br />

de alto rendimiento, en la cual se ha comprobado la presencia de<br />

sustancias de A. simplex a longitudes de onda de 300-600 nm. 27<br />

En España, las anchoas o boquerones son marinados por<br />

procedimiento tradicional, dejando en vinagre (6% de ácido


248 PARTE II Parasitología humana<br />

acético) por 4 a 24 horas, pero este procedimiento no mata las<br />

larvas de Anisakis. Sánchez-Monsalvez y colaboradores proponen<br />

utilizar ácido acético de 10%, con lo cual logran matar la<br />

totalidad de las larvas en cinco días de tratamiento, más una<br />

hora de lavado, lo que no afecta la textura, apariencia y color de<br />

la carne. 25<br />

También se ha utilizado la aplicación de alta presión hidrostática<br />

sobre la carne y se ha observado que 100% de las<br />

larvas de A. simplex mueren, aunque el procedimiento tiene un<br />

inconveniente, que altera el color de la carne, en especial en<br />

salmones. En jugo de limón y en cebiche las larvas pueden sobrevivir<br />

varias semanas a 4°C.<br />

Referencias<br />

1. Adams A, Ton M, Wekell M, Mackensie A, Dong<br />

F. Survival of Anisakis simplex in arrowtoth flounder<br />

(Ateresthes stomia) during frozen storage. J Food Protect,<br />

2005;68:1441-1446.<br />

2. Audicana M, Ansotegui I, Fernández de Corres I,<br />

Kennedy M. Anisakis simplex: dangerous-dead and alive?<br />

Trends Parasitol, 2002;18:20-25.<br />

3. Audicana M, del Pozo M, Iglesias R, Ubeira F. Anisakis<br />

simplex and Pseudoterranova decipiens. Food Sci Tech,<br />

2003;125:613-636.<br />

4. Audicana M, Kennedy M. Anisakis simplex: from obscure<br />

infectious word to inducer of immune hypersensitivity.<br />

Clin Microbiol Rev, 2008;21:360-379.<br />

5. Azusa U, Kawakami Y, Araki J, Uchida A. Multiplex<br />

PCR for the identification of Anisakis simplex sensu stricto,<br />

Anisakis pregreffii and the other anisakid nematodes. Parasitol<br />

Int, 2007;57:49-53.<br />

6. Bouree P, Paugam A, Petithory J. Anisakidosis: report<br />

of 25 cases and review of the literature. Comp Immun<br />

Microbiol Infect Dis, 1995;18:75-84.<br />

7. Deardorff T, Overstreet R. Seafood-transmitted<br />

zoonoses in the United States: the fish, the dishes, and the<br />

worms. En: Ward D, Hackney CR (eds.). Microbiology of<br />

marine food products. Van Nostrand and Reinhold, Nueva<br />

York, EUA, 1990:211-265.<br />

8. Dziekonoska-Rynko J, Rokicki J, Jablonowski<br />

Z. Effects of ivermectin and albendazole against Anisakis<br />

simplex in vitro and in Guinea pig. J. Parasitol, 2002;88:<br />

395-398.<br />

9. George-Nascimento M, Llanos A. Micro-evolutionary<br />

implications of allozimic and morphometric variations in<br />

seal worms Pseudoterranova sp. (Ascaridoidea: anisakidae)<br />

among sympatic hosts from the Southestern Pacific ocean.<br />

Int J Parasitol, 1995;25:1163-1171.<br />

10. Grove D. A history of human helminthology. Oxon CAB<br />

International, 1996; 848 pp.<br />

11. Ishiguro A, Uno Y, Ishiguro Y, Saturaba H, Manukata<br />

A. Anisakiasis of the ileocecal valve Gastrointest Endosc,<br />

2001;53:677-679.<br />

12. Ishii Y, Fujino T, Weerasooriya MV. Morphology of<br />

Anisakine larvae. En: Ishikura H, Namiki M (eds.). Gastric<br />

anisakiasis in Japan. Springer-Verlag, Nueva York,<br />

EUA, 1989:19-29.<br />

13. Ishikura H, Kikuchi K, Nagasawa K, Ooiwa T, Takamiya<br />

N, Sato N, Sugane K. Anisakidae and anisakidosis.<br />

En: Sun T (ed.). Progress in Parasitology. Springer-Verlag,<br />

Nueva York, EUA, 1993:43-102.<br />

14. Ishikura H, Takahashi S, Sato, N, Matsuura A, Nitto<br />

H, Tsunokawa M, Kikuchi K. Epidemiology of anisakidosis<br />

and related human disease and studies on parasite<br />

infecting marine mammals, fishes and squids. Bull<br />

Mar Biomed Inst Sapporo Medical University, 1996;3:<br />

23-37.<br />

15. Kagei N, Isogaki H. A case of abdominal syndrome<br />

caused by the presence of a large number of Anisakis larvae.<br />

Int J Parasitol, 1992;22:251-253.<br />

16. Kagei N, Orikasa H, Hori E, Sannomiya A, Yasumura<br />

Y. A case of hepatic anisakiasis with a literal survey for<br />

extra-gastrointestinal anisakiasis. Jpn J Parasitol, 1995;44:<br />

346-351.<br />

17. Koie M, Berland B, But M. Development to third-stage<br />

larvae occurs in the eggs of Anisakis simplex and Pseudoterranova<br />

decipiens (Nematoda, Ascaridoidea, Anisakidae).<br />

Can J Fish Aquat Sci, 1995;25:1163-1171.<br />

18. López-Sabater E, López-Sabater CJ. Riesgos para la<br />

salud asociados al parasitismo del pescado por nematodos<br />

de los géneros Anisakis y Pseudoterranova. Food Sci Tech<br />

Int, 2000;6:183-195.<br />

19. Margolis L. Public health aspects of “codworm” infection:<br />

a review. J Fish Res Brd Can, 1977;34:887-898.<br />

20. Mattiucci S, Paggi L, Nascetti G, Portes C, Costa G,<br />

Di Benedicto AP, Ramos R, Argyrou M, Cianchi R,<br />

Bullini L. Evidence for a new species of Anisakis Dujardin,<br />

1845: morphological description and genetic relationships<br />

between congeners (Nematoda: Anisakidae).<br />

Syst Parasitol, 2005;61:157-171.<br />

21. McClelland G. The trouble with seal worm (Pseudoterranova<br />

decipiens species complex, Nematoda): a review.<br />

Parasitology, 2002;124:S183-S203.<br />

22. McClelland G. Nematoda (roundworms). En: Rohde K<br />

(ed). Marine parasitology. Oxon CABI Publishing, 2005:<br />

104-115.<br />

23. Puccio F, Blanco F, López A, Cifarelli D, Ordaz R,<br />

Figueroa I, Sarmiento L, Machado L, Ghezzi ME,<br />

Romer P, Palenque M. Posible implicación del Anisakis<br />

simplex en el desarrollo del asma bronquial de niños esco-


CAPÍTULO 35 Anisakidiasis 249<br />

lares del estado de Nueva Esparta. Bol Malariol Salud<br />

Amb, 2007:48-145.<br />

24. Sánchez-Monsálvez I, de Armas-Serrá C, Bernardina<br />

W, Rodriguez-Caabeiro F. Altered autonomic control<br />

in rat intestine due to both infection with Anisakis simples<br />

and incubation with the parasite´s crude extract. Digest<br />

Dis Sci, 2003;48:2342-2352.<br />

25. Sánchez-Monsálvez I, Armas-Sierra C, Martínez J,<br />

Dorado M, Sánchez A, Rodríguez-Caabeiro F. A new<br />

procedure for marinating fresh anchovies and ensuring<br />

the rapid destruction of Anisakis larvae. J Food Protect,<br />

2005;68:1066-1072.<br />

26. Sapunar J, Doerr E, Letonja T. Anisakiasis humana en<br />

Chile. Bol Chile Parasitol, 1976;31:79-83.<br />

27. Stormo S, Ernsten A, Nilsel H, Heia K, Siversten A,<br />

Elvevoll E. Compounds of parasitic roundworm absorbing<br />

in the visible region: target molecules for detection<br />

of roundworm in Atlantic cod. J Food Protect, 2004;67:<br />

1522-1525.<br />

28. Takahashi S, Ishikura H, Kikuchi K. Anisakidosis:<br />

global point of view. En: Ishikura H, Aikawa M, Itakura<br />

H, Kikuchi K (eds.). Host response to international parasitic<br />

zoonoses. Springer, Nueva York, EUA, 1998:109-120.<br />

29. Torres P, Moya R, Lamilla J. Nematodos anisákidos de<br />

interés en Salud Pública en peces comercializados en Valdivia,<br />

Chile. Arch Med Vet, 2000;32:107-113.<br />

30. Torres P, Jercic M, Weitz JC, Dobrew E, Mercado<br />

R. Human Pseudoterranovosis, an emerging infection in<br />

Chile. J Parasitol, 2007;93:440-443.<br />

31. Valentini A, Mattiucci S, Bondanelli P, Wenn S, Mignucci-Giannone<br />

A, Colomllavina M, Nascetti G. Genetic<br />

relationship among Anisakis species (Nematoda:<br />

Anisakidae) inferred from mitochondrial COX2 sequences,<br />

and comparison with allozime data. J Parasitol,<br />

2006;92:156-166.<br />

32. Zhu X, Amelio S, Palm H, Paggi I, George-Nascimento<br />

M, Passer R. SSCP-based identification of members<br />

within the Pseudoterranova decipiens complex (Nematoda:<br />

Ascaridoidea: Anisakidae) using genetic markers in the<br />

internal transcribed spacers of ribosomal DNA. Parasitology,<br />

2002;124:615-623.<br />

33. Zhu X, Podolska M, Liu J, Yu H, Chen H, Lin Z, Luo<br />

C, Song H, Lin R. Identification of anisakid nematodes<br />

with zoonotic potential from Europe and China by singlestrand<br />

conformation polymorphism analysis of nuclear<br />

ribosomal DNA. Parasitol Res, 2007;101:1703-1707.


Capítulo<br />

36<br />

Capilariasis intestinal*<br />

Nadia El Dib • Thomas Weitzel<br />

Los capiláridos pertenecen a Trichinelloidea, un grupo de nematodos<br />

de mayor tamaño que incluyen importantes parásitos<br />

del ser humano, como Trichinella spiralis y Trichuris trichiura.<br />

Más de 250 especies del género Capillaria se han reportado<br />

como parásitos de casi todos los tipos de animales, pero sólo<br />

cuatro especies se sabe que infecten seres humanos: C. philippinensis,<br />

C. hepatica, C. aerophyla y Anatrichosoma cutaneum. Los<br />

miembros del género Capillaria son delicados y parecidos a capilares.<br />

El cuerpo del gusano tiene una parte delgada anterior y<br />

una parte posterior relativamente más gruesa. El esófago celular<br />

está rodeado por células secretoras tipo glándula conocidas<br />

como esticocitos (figura 36-1). La hembra deposita huevos<br />

bioperculados inmaduros, en forma de barril o de cacahuate<br />

(maní), o larvas.<br />

En este capítulo se hará referencia a la capilariasis intestinal;<br />

la otra se describirá en el capítulo 62, Capilariasis tisular.<br />

Capillaria philippinensis<br />

Introducción histórica<br />

La capilariasis intestinal es una enfermedad zoonótica causada<br />

por la infección por Capillaria philippinensis, un parásito natural<br />

de aves que se alimentan de peces. La infección de seres<br />

humanos por este parásito recientemente identificado se considera<br />

una enfermedad infecciosa emergente que puede llevar a<br />

enteropatía perdedora de proteínas que es mortal sin tratamiento.<br />

En Filipinas, justo después de la mitad del siglo pasado,<br />

personas en el barrio del oeste de Pudoc, Tagudin, en la provincia<br />

de Ilocos Sur, norte de Luzón, experimentaron una enfermedad<br />

caracterizada por borborigmos, dolor abdominal y diarrea,<br />

y muchos de los pacientes murieron por una enfermedad<br />

que produjo emaciación. Los habitantes de la localidad se alarmaron<br />

y creyeron que todos estaban destinados a morir por la<br />

enfermedad que llamaron “la enfermedad misteriosa de Pudoc”.<br />

Las personas tuvieron algunas creencias supersticiosas de<br />

que se les había embrujado para que presentaran la misteriosa<br />

enfermedad en el abdomen, y aceptaron muchas soluciones y<br />

remedios poco comunes ofrecidos por brujas y herbolarios,<br />

pero sin beneficio alguno.<br />

En 1967, equipos médicos del Ministerio de Salud de Filipinas<br />

empezaron a estudiar la situación en el área endémica.<br />

Esto fue después de la aparición de un gran número de casos de<br />

esta enfermedad, así como de un número extraordinariamente<br />

alto de muertes de varones de mediana edad, por enteritis crónica<br />

de causa desconocida durante los 18 meses previos. El<br />

equipo de salud sospechó que la enfermedad y las muertes se<br />

originaron por una intoxicación producida por el consumo de<br />

un vino de caña de azúcar conocido localmente como basi. La<br />

causa de la enfermedad finalmente se determinó en la autopsia<br />

de un paciente que murió por el padecimiento, paciente en<br />

cuyo intestino delgado se encontraron abundantes gusanos pequeños.<br />

8 Se detectaron etapas del parásito similares en las heces<br />

de personas con síntomas de la enfermedad. En un estudio retrospectivo<br />

efectuado en el oeste de Pudoc entre agosto de<br />

1965 y enero de 1968, se habían identificado un total de 229<br />

casos de capilariasis intestinal. 9<br />

Aunque la epidemia dio por resultado un reconocimiento<br />

internacional de la enfermedad, ésta y el parásito se habían reportado<br />

por vez primera algunos años antes en un paciente filipino.<br />

Este paciente, un maestro de escuela de 29 años de edad<br />

oriundo de un área cercana al oeste de Pudoc, tenía antecedentes<br />

de alcoholismo crónico, ascitis recurrente, emaciación y caquexia.<br />

Había presentado diarrea resistente a tratamiento durante<br />

tres semanas antes de ser admitido en el Hospital General<br />

de Filipinas en Manila. Después de que falleció, se recuperó un<br />

gran número de gusanos en la autopsia. Fue imposible identificar<br />

el parásito como cualquier especie conocida en esa época.<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

250


CAPÍTULO 36 Capilariasis intestinal 251<br />

Chitwood y colaboradores 5 presentaron un reporte preliminar<br />

de este caso en el First International Congress of Parasitology en<br />

Roma en 1964. Después, los mismos autores describieron el<br />

parásito como una especie nueva, C. philippinensis. 6<br />

Posteriormente se han reportado epidemias de la enfermedad<br />

en Tailandia y en algunas áreas de Filipinas. 10,16 Se han<br />

descrito casos esporádicos en Egipto y en varios otros países.<br />

Concepto<br />

V<br />

Sp<br />

Infección por nematodo zoonótica transmitida por consumo<br />

de pescado crudo o no bien cocido y que afecta el tracto intestinal,<br />

donde los adultos invaden la mucosa. Es uno de los pocos<br />

helmintos que tiene la capacidad de multiplicarse dentro del<br />

hospedero, lo que lleva a manifestaciones clínicas graves y que<br />

ponen en peligro la vida.<br />

a)<br />

Clasificación taxonómica<br />

Clase: Nematoda<br />

Subclase: Adenophorea<br />

Orden: Enoplida (Chitwood, 1933)<br />

Superfamilia: Trichudoidea (Railliet, 1916)<br />

Familia: Capillaridae<br />

V<br />

Sp<br />

Aspectos biológicos<br />

Morfología<br />

El gusano adulto es muy pequeño, más delgado en su extremo<br />

anterior, y relativamente más grueso en el posterior. Tiene un<br />

esófago largo rodeado por células secretoras llamadas esticocitos<br />

(figura 36-1), que alcanza alrededor de la mitad de la longitud<br />

del cuerpo, y un grupo único de genitales en cada sexo.<br />

La hembra mide 2.3 a 5.3 mm de largo. El ancho es de 5 a 8<br />

mm en su extremo anterior, y de alrededor de 47 mm en su<br />

parte más gruesa cerca de la mitad del cuerpo. Hay dos tipos de<br />

hembras que alternan en sus generaciones dentro del organismo<br />

del hospedero: una hembra ovípara que deposita huevos con<br />

cubierta gruesa, y una hembra larvípara que porta huevos<br />

de cubierta delgada que pueden desarrollarse hacia larvas en el<br />

útero (figura 36-2). En infecciones experimentales en monos,<br />

se observó una proporción de 200:1 entre hembras ovíparas y<br />

larvíparas. 8<br />

La presencia del primer tipo de hembras mantiene el ciclo<br />

de vida del parásito fuera del hospedero definitivo, mientras<br />

que el segundo tipo causa autoinfección e hiperinfección dentro<br />

del hospedero. La vulva es saliente, sin un faldillo y se abre<br />

justo detrás del esófago, cerca de la parte media del cuerpo, y el<br />

ano es subterminal. 12 El macho adulto es más corto y más delgado<br />

(2. 5 a 4 mm de longitud por 3 a 30 mm de ancho). Tiene<br />

una espícula retráctil larga, y una vaina retráctil transparente<br />

protectora (figura 36-3a, b). Los huevos de cubierta gruesa característicos<br />

miden alrededor de 20 40 mm, son de color<br />

b)<br />

Figura 36-3. a y b. Macho de C. philippinensis con espícula (Sp) y<br />

vaina transparente (V).<br />

amarillo oro, tienen forma de cacahuate o de barril, y son bioperculados<br />

con contenido inmaduro, por lo general una sola<br />

célula, cuando se expulsan en las heces (figura 36-4). Las larvas<br />

de primer estadio miden 130 a 150 mm de longitud; el esófago<br />

ocupa más de tres cuartas partes del cuerpo, y está formado de<br />

una doble capa de esticocitos. 12<br />

Ciclo de vida<br />

Sp<br />

En 1970, Cross y colaboradores investigaron el ciclo de vida<br />

experimental en monos (Macaca cyclopis, M. fascicularis y M.<br />

mulatta). Asimismo, infectaron exitosamente jerbos de Mongolia<br />

(Meriones unguiculatus), mientras que las ratas (Rattus<br />

spp.) sólo mostraron infección asintomática leve. Como resultado<br />

de sus estudios, se dilucidó el ciclo de vida de este singular<br />

parásito. 7<br />

Los hospederos definitivos de C. philippinensis son aves<br />

que se alimentan de peces. Los seres humanos quedan infecta-


252 PARTE II Parasitología humana<br />

dos accidentalmente. Los hospederos intermediarios son peces<br />

pequeños de agua dulce o de agua salada. El parásito adulto<br />

invade la pared del intestino delgado del hospedero definitivo,<br />

y vive parcialmente alojado en la mucosa del yeyuno y el íleon.<br />

Muestra un ciclo de vida muy poco común, con alternación de<br />

hembras ovíparas y larvíparas. Una parte integral es un ciclo<br />

interno singular de autoinfección que es mantenido por larvas<br />

depositadas en la mucosa intestinal que se desarrollan hacia<br />

adultos. En contraste, los huevos de cubierta gruesa depositados<br />

por hembras ovíparas llegan al ambiente junto con las heces,<br />

y maduran en agua en 5 a 10 días. Después de ser comidos<br />

por peces pequeños, eclosionan y las larvas se entierran en la<br />

mucosa intestinal, aumentan de tamaño de 150 a 300 mm, y se<br />

hacen infecciosas para el hospedero definitivo que adquiere la<br />

infección al ingerir estas larvas junto con pescado crudo o no<br />

bien cocido. Por lo general sólo se adquieren algunos parásitos<br />

con el consumo inicial de pescado infectado.<br />

La infección experimental de animales con un número conocido<br />

de larvas dio por resultado la producción de un número<br />

muy alto de gusanos adultos parásitos y larvas en el hospedero,<br />

lo que denota que hay autoinfección interna. 8 Las larvas ingeridas<br />

maduran en alrededor de 10 días y se aparean. La primera<br />

generación de hembras deposita larvas que invaden la mucosa<br />

intestinal y se desarrollan hacia adultos. La segunda generación<br />

de hembras deposita huevos, que pueden detectarse en muestras<br />

de heces tras un periodo prepatente de 22 a 96 días. La<br />

autoinfección en el hospedero definitivo lleva a incremento<br />

gradual tanto de la carga de gusanos como de la gravedad de las<br />

manifestaciones clínicas.<br />

Los ciclos naturales de C. philippinensis podrían involucrar<br />

una amplia gama de peces de agua dulce como intermediarios,<br />

y aves que se alimentan de peces como hospederos definitivos.<br />

Bhaibulaya y colaboradores lograron infectar diversas especies<br />

de Pez Thai, y pudieron propagar también la infección en jerbos.<br />

4 En otros estudios se probó la infección experimental de<br />

diferentes especies de aves que se alimentan de peces, que ocurren<br />

en áreas endémicas en el sudeste de Asia (Amaurornis<br />

phoenicurus, Ardeola bacchus, Bubulcus ibis, Nycticorax nycticorax,<br />

Ixobrynchus sinensis). 8<br />

Patogenicidad y anatomía patológica<br />

Figura 36-4. Biopsia duodenal con adultos de C. philippinensis<br />

seccionados en forma longitudinal y transversal rodeados por<br />

reacción inflamatoria (se observan unos huevos en su interior).<br />

HE 40.<br />

Estudios con microscopia electrónica de casos en seres humanos<br />

demostraron que en biopsias de yeyuno los cambios estructurales<br />

estuvieron dominados por una pérdida completa de<br />

especialización de adhesión y separación amplia de células epiteliales.<br />

Estudios similares en tejido yeyunal de jerbo obtenido<br />

en la autopsia mostraron microulceraciones del epitelio, compresión<br />

mecánica con degeneración celular subsiguiente, y la<br />

presencia de una capa gruesa de material homogéneo electrodenso<br />

a lo largo del extremo oral del parásito. 17<br />

La patogenia depende principalmente de la presencia de las<br />

etapas parasitarias en la mucosa del intestino, lo que lleva a reacción<br />

inflamatoria con atrofia, aplanamiento u obliteración completa<br />

de las vellosidades, y profundización de las criptas de Lieberkühn.<br />

Estos cambios causan malabsorción de grasa, azúcares,<br />

proteínas, electrólitos y vitaminas. 1 En las infecciones graves, la<br />

pared del intestino delgado está engrosada e indurada, y el intestino<br />

está distendido con líquido acuoso de color gris. En ocasiones<br />

se han notado parásitos en el lumen de la laringe, el esófago,<br />

el estómago y el colon, y rara vez cerca de las tríadas portales del<br />

hígado. En un paciente también se encontraron secciones de<br />

gusanos en el hígado. Asimismo, se observaron cambios en los<br />

órganos, entre ellos metamorfosis grasa del hígado y vacuolización<br />

de células que revisten los túbulos contorneados proximales<br />

de los riñones, así como de células miocárdicas. 15<br />

Datos epidemiológicos<br />

La enfermedad es endémica en Filipinas y Tailandia, donde el<br />

pescado pequeño crudo es una parte importante de la dieta<br />

cotidiana. Los pescados pequeños son difíciles de eviscerar y,<br />

así, se comen enteros. Bagsit (Hypseleotris bipartita) y Bagsan<br />

(Ambassis miops) son tipos de peces pequeños recolectados en<br />

lagunas en Filipinas, y fueron infecciosos para jerbos cuando se<br />

les alimentó con ellos. Estos tipos de pescado se comen crudos<br />

o a veces sazonados en vinagre, sal, ajo o pimienta. En áreas<br />

endémicas, la enfermedad afecta en su mayor parte a varones de<br />

mediana edad que comen parte del pescado fresco capturado<br />

en sus trampas para peces después de terminar el trabajo antes<br />

de transportar el resto del pescado a su hogar. 8<br />

Se han reportado casos esporádicos en diversas áreas, como<br />

Japón, Irán, Taiwán, Egipto, Italia, Corea, España e India. Lo<br />

más probable es que los dos casos europeos reportados en Italia<br />

y España se hayan importado desde Indonesia y Colombia, respectivamente.<br />

8<br />

En Egipto, donde se ha reportado el mayor número de<br />

casos fuera del área asiática endémica, la mayoría de los pacientes<br />

es del sexo femenino, de mediana edad. Comer pescado<br />

crudo no es un hábito en Egipto. Lo más probable es que las


CAPÍTULO 36 Capilariasis intestinal 253<br />

pacientes hayan quedado infectadas por llevar a cabo actividades<br />

domésticas, entre ellas evisceración de pescado. Durante<br />

estas actividades comieron partes de pescado crudas o quedaron<br />

infectadas a través de las manos o de las uñas que quedaron<br />

contaminadas con larvas infecciosas. 13<br />

El mantenimiento de la infección y la distribución geográfica<br />

amplia de la enfermedad dependen principalmente de los<br />

hospederos definitivos, aves migratorias que se alimentan de<br />

peces, que pueden introducir el parásito hacia nuevas áreas. En<br />

áreas con servicios sanitarios inadecuados, el hábito de defecación<br />

indiscriminada en las orillas de lagunas, por seres humanos<br />

y sus animales domésticos que portan parásitos intestinales,<br />

podría ser la causa de la prevalencia alta de algunos parásitos<br />

intestinales, incluso C. philippinensis. 8<br />

Manifestaciones clínicas<br />

En etapas tempranas de la enfermedad es posible que no haya<br />

síntomas. Los primeros síntomas clínicos son borborigmos, seguidos<br />

por dolor de tipo cólico y diarrea intermitentes. Sin tratamiento<br />

específico, la diarrea se hace frecuente y prolongada,<br />

con anorexia, vómitos, deshidratación, pérdida de peso y edema<br />

de las extremidades inferiores (debido a hipoproteinemia).<br />

Los pacientes al principio son ambulatorios, pero cuando la<br />

afección es grave quedan confinados al lecho y experimentan<br />

debilidad profunda, emaciación extrema, palidez y deshidratación<br />

notoria o anasarca. 1,13 Pueden observarse ondas peristálticas<br />

visibles sobre el abdomen distendido. La enfermedad podría<br />

acompañarse de ascitis, o derrames pleurales, o ambos.<br />

Las infecciones bacterianas, micóticas y parasitarias oportunistas,<br />

por ejemplo, criptosporidiosis, pueden complicar el<br />

estado del paciente y agravar el cuadro clínico. Las mujeres<br />

adultas presentan amenorrea, y las embarazadas pueden sufrir<br />

aborto o dar a luz un niño con peso bajo al nacer. La muerte<br />

puede ocurrir cuando hay desequilibrio electrolítico o infección<br />

bacteriana superpuesta, grave. 1,13<br />

Diagnóstico de laboratorio<br />

El diagnóstico depende principalmente de la detección de estadios<br />

del parásito en muestras de heces. En la infección temprana<br />

sólo aparecen huevos en las heces. En casos graves, podrían<br />

detectarse huevos, larvas y gusanos adultos. Sin embargo, al<br />

igual que en otras parasitosis, a veces es necesario repetir varias<br />

veces los análisis de heces a fin de aumentar la sensibilidad. Las<br />

heces por lo general son voluminosas, acuosas o mucoides, de<br />

color amarillo o verde claro con contenido alto de proteína y<br />

grasa, y alimento no digerido visible, pero sin sangre. Los estadios<br />

del parásito por lo general están embebidas en el moco; de<br />

este modo, el examen del frotis directo es tan importante como<br />

los métodos de concentración para el diagnóstico. En los métodos<br />

de concentración se tamizan muestras de heces para eliminar<br />

restos, pero también se eliminan las hebras de moco que<br />

enmarañan casi todas las etapas del parásito. 12<br />

Los huevos de C. philippinensis tienen un aspecto característico:<br />

miden 30 a 45 × 20 mm, tienen forma de cacahuate con<br />

tapones bipolares aplanados, y una cubierta estriada gruesa (figura<br />

36-4). Los microscopistas inexpertos podrían confundirlos<br />

con huevos de Trichuris, que también tienen dos tapones<br />

polares pero son de mayor tamaño y tienen forma de barril<br />

(véase el capítulo 31, Trichuriasis [tricocefalosis]). Los cristales<br />

de Charcot-Leyden, que suelen encontrarse, son un dato microscópico<br />

importante en casos de capilariasis intestinal. Se<br />

expulsa un gran número de gusanos y larvas en las heces durante<br />

los primeros días después de la administración de terapia<br />

antihelmíntica específica. Ésta es la base de una prueba de provocación<br />

en la cual el paciente deglute dos tabletas de albendazol<br />

el día previo al examen a fin de aumentar la probabilidad<br />

de detectar estadios del parásito en especímenes de heces. 8,13<br />

Los estadios del parásito también podrían detectarse mediante<br />

examen al microscopio de líquido de aspirado duodenal. 11 La<br />

reactividad de sueros provenientes de casos confirmados de infección<br />

por C. philippinensis fue examinada por medio de pruebas<br />

de difusión doble y de hemaglutinación indirecta usando<br />

antígeno de Capillaria obsignata. Las pruebas mostraron reactividad<br />

cruzada con otros parásitos nematodos y, por ende, probablemente<br />

fueron demasiado inespecíficas como para que<br />

sirvieran como un recurso diagnóstico fiable. 3 Se usaron sueros<br />

hiperinmunes contra antígeno de gusano crudo preparado a<br />

partir de gusanos adultos de C. philippinensis, para detectar coproantígeno<br />

de C. philippinensis en las heces de pacientes que<br />

mostraron signos de infección sin la aparición de estadios del<br />

parásito. 14<br />

Los exámenes histopatológicos de especímenes de biopsia<br />

del duodeno o el yeyuno muestran infiltración de la lámina propia<br />

con células inflamatorias, linfocitos, plasmocitos y eosinófilos,<br />

así como atrofia de las glándulas superficiales. También se<br />

observan secciones de los parásitos embebidos (figura 36-5). 11<br />

Otras investigaciones de laboratorio demuestran malabsorción<br />

de azúcares (xilosa) y grasas, y concentraciones séricas<br />

bajas de electrólitos (potasio, sodio, calcio), caroteno, proteínas<br />

totales, albúmina y colesterol. En algunos pacientes podría<br />

ocurrir eosinofilia periférica, pero no es un dato regular. Una<br />

ingesta de bario seguida por un estudio radiográfico del avance<br />

del medio de contraste por lo general demuestra engrosamiento<br />

de la mucosa y definición insuficiente del contorno intestinal<br />

asociado con floculación del bario, especialmente en las asas<br />

ileales. El examen endoscópico superior puede resultar normal,<br />

pero a menudo muestra esofagitis, gastritis y duodenitis. 1 En<br />

casos raros se ha requerido exploración quirúrgica para identificar<br />

la causa de la enfermedad. 13<br />

Diagnóstico diferencial<br />

El diagnóstico diferencial de capilariasis intestinal incluye principalmente<br />

otras causas infecciosas y no infecciosas de diarrea<br />

prolongada o crónica y malabsorción. Las infecciones por protozoarios<br />

patógenos, como Giardia lamblia, Cryptosporidium


254 PARTE II Parasitología humana<br />

spp., Cyclospora cayetanensis, Isospora belli, microsporidia, y rara<br />

vez Entamoeba histolytica, podrían causar cuadros clínicos similares.<br />

Asimismo, otras infecciones helmínticas, como la estrongiloidiasis,<br />

infecciones graves por uncinarias o Trichuris, así<br />

como la esquistosomiasis intestinal podrían manifestarse como<br />

diarrea crónica. Rara vez, las bacterias patógenas intestinales,<br />

como Yersinia enterocolitica, Aeromonas spp., Plesiomonas spp. y<br />

Mycobacterium tuberculosis pueden causar diarrea prolongada<br />

con malabsorción. Las causas no infecciosas comprenden las<br />

enfermedades inflamatorias intestinales crónicas, alergias e intolerancias<br />

alimentarias, linfomas intestinales, medicamentos,<br />

diarrea de Brainerd, y muchas otras.<br />

Tratamiento<br />

La experiencia clínica favorece el uso de tratamiento con fármacos<br />

nematocidas comunes durante periodos prolongados.<br />

Como terapia de primera línea, se recomienda mebendazol,<br />

400 mg al día durante al menos 20 días. Pueden ocurrir recaídas<br />

en pacientes tratados de manera inadecuada. 4 Las recaídas<br />

deben tratarse con mebendazol durante 30 días. También se ha<br />

usado con eficacia el albendazol (400 mg/día) durante periodos<br />

más breves, de 10 a 15 días. 1,8 Empero, se recomienda más bien<br />

dar tratamiento excesivo que insuficiente debido a la gravedad<br />

de la enfermedad y para evitar recaídas. 1 Se ha reportado un<br />

caso poco común con 16 recaídas y admisiones al hospital. 2 La<br />

administración de terapia de sostén en forma de una dieta alta<br />

en proteína, así como con electrólitos y vitaminas, ayuda a mejorar<br />

el estado general de los pacientes (véase cap. 94).<br />

Medidas preventivas<br />

La enfermedad es difícil de controlar en su ciclo natural en aves<br />

silvestres que se alimentan de peces. Para prevenir casos en seres<br />

humanos es necesario detectar casos y tratarlos, evitar la contaminación<br />

del agua en arroyos y lagunas mediante eliminación<br />

sanitaria de excretas de humanos, y educar a las personas respecto<br />

a los peligros de comer pescado crudo.<br />

Referencias<br />

1. Ahmed L, El-Dib N, El-Boraey Y, Ibrahim M. Capillaria<br />

philippinensis: An emerging parasite causing severe diarrhea<br />

in Egypt. J Egypt Soc Parasitol, 1999;29:483-493.<br />

2. Alcantara A, Uylangco C, Cross, J. An obstinate case<br />

of intestinal capillariasis. Southeast Asian J Trop Med Public<br />

Health, 1985;16:410-413.<br />

3. Banzon T, Lewer R, Yagore M. Serology of Capillaria<br />

philippinensis infection. Reactivity of human sera to antigens<br />

prepared from Capillaria obsignata and other helminthes.<br />

Am J Trop Med Hyg, 1975;24:256-263.<br />

4. Bhaibulaya M, Indra-Ngram S, Anathapruit M. Fresh<br />

water fishes of Thailand as experimental intermediate<br />

host for Capillaria philippinensis. Int J Parasitol, 1979;9:<br />

105-108.<br />

5. Chitwood M, Velasquez C, Salazar N. Physiological<br />

changes in a species of Capillaria (Trichuroidae) causing a<br />

fatal case of human intestinal capillariasis. Proc Int Congr<br />

Parasitol, 1964;2:797.<br />

6. Chitwood M, Velasquez C, Salazar N. Capillaria philippinensis<br />

sp. n. (Nematoda: Trichinellidae) from intestine of<br />

man in the Philippines. J Parasitol, 1968;54:368-371.<br />

7. Cross J, Banzon T, Murrel K, Watten R, Dizon J. A<br />

new epidemic diarrheal disease caused by the nematode,<br />

Capillaria philippinensis. Ind Trop Health, 1970;7:124-<br />

131.<br />

8. Cross J, Bhaibulaya M. Intestinal Capillariasis in the<br />

Philippines and Thailand. Human Ecology and Infectious<br />

Diseases. Acad Press Inc New York, 1983:103-136 pp.<br />

9. Detels R, Gutman L, Jaramillo J, Zurrudo E, Banzon<br />

T, Valera J, Murrell K, Cross J, Dizon J. An epidemic of<br />

intestinal capillariasis in man. A study in a barrio in Northern<br />

Luzon. Am J Trop Med Hyg, 1969;18:672-682.<br />

10. Dizon J, Watten R. Preliminary observations on a new<br />

disease in man. Intestinal capillariasis. J Philipp Med Assoc,<br />

1969;45:5-20.<br />

11. El-Dib N, Farrag A, Salama H, Salama Z, Mostafa<br />

S. A new case of intestinal capillariasis in Egypt. J Trop<br />

Med Hyg, 1992;2:75-76.<br />

12. El-Dib N, Ahmed J, El-Arousy M, Mahmoud M,<br />

Garo K. Parasitological aspects of Capillaria philippinensis<br />

recovered from Egyptian patients. J Egypt Soc Parasitol,<br />

1999;29:139-147.<br />

13. El-Dib N, Doss W. Intestinal capillariasis in Egypt, Epidemiological<br />

background. J Egypt Soc Parasitol, 2002;32:<br />

145-154.<br />

14. El-Dib N, Sabry M, Ahmed J, Basiouni S, El-Badry<br />

A. Evaluation of Capillaria philippinensis coproantigen<br />

in the diagnosis of infection. J Egypt Soc Parasitol, 2004;<br />

34:97-106.<br />

15. Fresh J, Cross J, Reyes V, Whalen G, Uylangco, C,<br />

Dizon J. Necropsy findings in intestinal capillariasis.<br />

Am J Trop Med Hyg, 1972;21:169-173.<br />

16. Pradatsundarasar A, Pecharanond K, Chintanawongs<br />

C, Ungthavorn P. The first case of intestinal<br />

capillariasis in Thailand. Southeast Asian J Trop Med Public<br />

Health, 1973;4:131-134.<br />

17. Sun S, Cross J, Berg H, Kau S, Singson C. Banzon T,<br />

Watten R. Ultrastructural studies of intestinal capillariasis<br />

Capillaria philippinensis in human and gerbil hosts. Southeast<br />

Asian J Trop Med Public Health, 1974;5:524-934.


Capítulo<br />

37<br />

Otras parasitosis<br />

del tubo digestivo*<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Trematodos intestinales menores<br />

Las trematodiasis intestinales más importantes que infectan al<br />

hombre son: Fasciolopsis buskii, sin lugar a dudas la más relevante,<br />

por su frecuencia y tamaño (descrito en el capítulo 25,<br />

Fasciolopsiasis), y cinco trematodiasis pequeñas: Heterophyes<br />

heterophyes, Metagonimus yokogawai, Gastrodiscoides hominis,<br />

Echinostoma spp. y Nanophyetus salmincola. Accidentalmente el<br />

hombre se puede infectar con Watsonius watsoni y Fischoederus<br />

elongatus. 39,40<br />

Heterofiasis<br />

Heterophyes heterophyes mide 1 a 1.8 mm de largo y 0.3 a 0.7<br />

mm de ancho, la ventosa oral es subterminal y mide un tercio<br />

del tamaño de la ventosa ventral.<br />

Los gusanos adultos viven en el intestino de perros, gatos,<br />

zorros y una serie de mamíferos ictiófagos, excepcionalmente<br />

pueden infectar a humanos. Los parásitos adultos eliminan<br />

huevos por las heces, los cuales deben alcanzar el agua salada<br />

y/o dulce para su desarrollo. En este medio, el huevo (que contiene<br />

al miracidio) debe ser ingerido por caracoles, donde las<br />

larvas se reproducen en forma asexuada: esporoquistes, redias y<br />

cercarias; estas últimas abandonan los caracoles. De manera habitual<br />

las cercarias de H. heterophyes penetran en la superficie o<br />

en músculos superficiales de peces de agua salada o dulce, donde<br />

se enquistan.<br />

Los huevos miden 20 por 15 micrones, son operculados y<br />

se parecen a los de Clornorchis sinensis.<br />

El humano y los animales ictiófagos se infectan al ingerir<br />

peces con metacercarias enquistadas.<br />

En el hombre la parasitosis afecta al yeyuno e íleon, donde<br />

produce ulceraciones superficiales, inflamación y/o necrosis;<br />

por lo general provoca dispepsia, diarrea y dolor abdominal.<br />

Los huevos, en especial los ejemplares adultos, pueden<br />

penetrar vasos sanguíneos originando embolizaciones cerebrales,<br />

de la médula espinal y formación de granulomas. Los huevos<br />

pueden llegar al corazón a través de los linfáticos mesentéricos<br />

provocando una miocarditis, insuficiencia cardiaca,<br />

congestión crónica y muerte. En Filipinas 14% de fallecimientos<br />

por ataques cardiacos se deben a una miocarditis por H.<br />

heterophyes.<br />

La sospecha diagnóstica se debe efectuar en personas que<br />

viven en zona endémica que ingieren pescados crudos (incluyendo<br />

sushi) y que presentan síntomas digestivos vagos y/o síntomas<br />

de carditis, y se confirma por el hallazgo de huevos en<br />

heces. En el tratamiento se debe utilizar praziquantel, 10-15<br />

mg/kg/día en dosis única por un solo día.<br />

La parasitosis es más frecuente en el lejano este y suroeste<br />

asiático. También se ha encontrado en el delta del Nilo en<br />

Egipto. La prevención se basa en no ingerir pescado crudo o<br />

mal cocido.<br />

En Japón y Corea se ha descrito la infección humana por<br />

Heterophyes katsuradai, trematodo intestinal que afecta a unas<br />

300 000 personas y cuyo ciclo vital, clínica, terapia y prevención<br />

son similares a los de H. heterophyes (figura 37-1).<br />

Metagonimiasis<br />

Metagonimus yokogawai es un trematodo pequeño muy relacionado<br />

con H. heterophyes. La forma adulta mide 1-2.5 mm de<br />

largo por 0.4-0.75 mm de ancho. La ventosa ventral está a la<br />

derecha de la línea media. Su ciclo vital es similar en todo al de<br />

H. heterophyes, es decir, los ejemplares adultos viven en el intestino<br />

delgado, donde colocan huevos que salen con las heces.<br />

Los huevos deben llegar al agua e infectar al primer hospedero<br />

intermediario: caracoles de agua dulce, donde se desarrollan los<br />

esporoquistes, redias y cercarias. Estas últimas abandonan el<br />

caracol y penetran al segundo hospedero intermediario, peces<br />

de agua dulce donde se enquistan como metacercarias. Las per-<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

255


256 PARTE II Parasitología humana<br />

que presentan síntomas digestivos vagos, y se confirma por el<br />

hallazgo de huevos en las deposiciones.<br />

El praziquantel, a dosis de 10-15 mg/kg/día en dosis única<br />

por un solo día, ha demostrado ser eficaz.<br />

D<br />

4<br />

C<br />

M<br />

3<br />

1<br />

Figura 37-1. Ciclo vital de Heterophyes heterophyes. Este distoma<br />

tiene un tamaño aproximado de 2 mm de largo por 0.4 mm de ancho<br />

y se caracteriza por presentar un bulbo muscular (cerca de la<br />

ventosa ventral) alrededor de la abertura genital. Este trematodo<br />

vive en el intestino delgado y ciego de mamíferos ictiófagos,<br />

incluyendo el hombre (A, D). Los primeros hospederos intermediarios<br />

son caracoles (B), por ejemplo, Pirinella conica y varias especies<br />

de peces de agua salada (C), como Oreochromis spp., Tilapia spp.,<br />

Mugil spp. 1) Forma adulta, vista ventral. 2) Huevos pequeños (24 <br />

14 mm), operculados que contienen una larva: miracidio y que son<br />

eliminados por el hospedero definitivo (A). Al ser ingeridos por<br />

caracoles (B) del mar Mediterráneo del Este, del mar Rojo, del mar<br />

del Golfo, se desarrollan llegando a los 3 cm. 3) Después de varias<br />

fases de reproducción que incluye una de esporoquiste y dos de<br />

redias, se liberan cercarias que abandonan al caracol y penetran la<br />

piel de los peces (C). La cercaria llega a tener un tamaño de 185 <br />

90 mm. Sólo la cabeza de ésta penetra en el pez y se enquista con<br />

metacercaria (que tiene 0.8 mm de diámetro) debajo de las escamas<br />

o en la musculatura de los peces. El humano se infecta al ingerir<br />

carne cruda o insuficientemente cocida de peces infectados. La<br />

metacercaria se desenquista en el intestino del hospedero<br />

definitivo, se fija a la pared intestinal, llegando al estado adulto a las<br />

1-2 semanas. Abreviaturas: M, metacercaria; MI, miracidio; OP,<br />

opérculo.<br />

sonas y los animales ictiófagos se infectan al ingerir peces de<br />

agua dulce con metacercarias.<br />

En el humano provoca diarrea y dolores abdominales. De<br />

manera excepcional pueden los huevos originar embolización a<br />

distancia, pero con menos frecuencia que H. heterophyes.<br />

El diagnóstico se debe plantear en personas de zonas endémicas<br />

que ingieren peces crudos o mal cocidos de agua dulce, y<br />

H<br />

A<br />

T<br />

MI<br />

B<br />

OP<br />

2<br />

Gastrodisciasis<br />

Esta parasitosis es producida por Gastrodiscoides hominis, trematodo<br />

pequeño que habita el ciego del cerdo y del humano. Esta<br />

zoonosis es prevalente en Asia, India, Vietnam, Filipinas, República<br />

Soviética y últimamente se ha encontrado en África. 34<br />

Los adultos miden 5-10 mm de largo por 4-6 mm de ancho,<br />

ponen huevos operculados de 65 por 150 mm. Estos huevos<br />

al caer al agua (dulce) maduran y después de un tiempo<br />

variable salen embriones que infectan a caracoles del género<br />

Planorbid o Heliocorbus; en el interior de estos moluscos se desarrollan<br />

el esporoquiste, las redias y las cercarias. Estas últimas<br />

abandonan los caracoles y se enquistan como metacercarias en<br />

plantas y frutas acuáticas. El humano y el cerdo se infectan al<br />

ingerir plantas y frutas acuáticas con metacercarias. Una vez ingeridas<br />

las metacercarias, pierden su envoltura en el intestino<br />

delgado por acción de los fermentos digestivos; las formas juveniles<br />

emergentes migran al ciego, donde terminan su desarrollo.<br />

El periodo prepatente es de 9-14 semanas.<br />

En el humano las infecciones leves no provocan sintomatología,<br />

pero en casos de infecciones intensas puede originar<br />

dolores abdominales y diarrea. El diagnóstico presuntivo se<br />

debe plantear en personas que viven en zona endémica y que<br />

presentan dolores abdominales y/o diarrea. La confirmación<br />

diagnóstica se efectúa por la observación de los huevos.<br />

El tratamiento con praziquantel, 10 mg/kg en dosis única<br />

por un solo día, tiene alto rendimiento.<br />

La prevención colectiva se basa en el control de los moluscos<br />

con sustancias químicas, lucha biológica, etc., y la persona<br />

en no consumir plantas y frutas acuáticas crudas, las cuales deben<br />

ingerirse peladas y/o cocidas.<br />

Equinostomiasis<br />

La equinostomiasis es una zoonosis que se distribuye en todo el<br />

mundo, pero es más prevalente en el sureste de Asia: Corea, 46<br />

Filipinas, 52 Tailandia, Indonesia y Camboya. Se ha detectado<br />

0.5% de equinostomiasis en universitarios de Corea, y en 0.1%<br />

de adultos de Tailandia. Se le ha encontrado también en personas<br />

de China y Brasil. 48<br />

Es producida por trematodos digénicos pequeños que miden<br />

entre 0.6-1 cm de largo por 0.2-0.3 de ancho y 0.1 cm de<br />

espesor, y que pertenecen a la familia Echinostomatidae, que<br />

incluye a 400 especies de trematodos intestinales, clasificados<br />

en 40 géneros. La mayoría parasita aves y mamíferos. Hasta la<br />

fecha se ha demostrado que 23 especies pueden infectar al<br />

hombre.<br />

El término echinostoma deriva de una característica de esta<br />

familia que consiste en presentar un collar de espinas alrededor<br />

de la ventosa oral.


CAPÍTULO 37 Otras parasitosis del tubo digestivo 257<br />

Los ejemplares adultos viven en el intestino de aves y mamíferos,<br />

eliminan huevos operculados, similares a los de otros<br />

trematodos digénicos, pero más pequeños, 83-120 mm por 58-<br />

90 mm. De estos huevos emergen miracidios que penetran a<br />

caracoles de agua dulce, donde se desarrollan esporoquistes,<br />

redias y cercarias. Estas últimas salen del caracol y se enquistan<br />

como metacercarias en otros moluscos o en peces de agua dulce.<br />

El hombre se infecta al ingerir moluscos o peces crudos o<br />

mal cocidos con metacercarias. La infección humana, cuando<br />

es leve, no provoca sintomatología. En las infecciones intensas<br />

por Echinostoma spp., se puede originar diarrea crónica, baja de<br />

peso y compromiso del estado general. 8,35 La sospecha diagnóstica<br />

se basa en los antecedentes epidemiológicos de ingestión de<br />

moluscos y/o peces de agua dulce crudos o mal cocidos, así<br />

como de vivir en zona donde la equinostomasis es endémica y<br />

presentar la sintomatología antes mencionada. La confirmación<br />

etiológica se realiza por hallazgo de los huevos en heces<br />

que deben diferenciarse de otros huevos de trematodos intestinales<br />

y hepáticos (figura 37-2). 28<br />

Para el tratamiento se utiliza praziquantel, 10-25 mg/kg<br />

en dosis única por un solo día. La prevención se basa en la no<br />

ingestión de caracoles, moluscos y peces crudos o mal cocidos,<br />

especialmente en zonas endémicas.<br />

a<br />

c<br />

C<br />

7<br />

6<br />

b<br />

5<br />

A<br />

c<br />

d<br />

1<br />

2<br />

B<br />

b<br />

3<br />

a<br />

e<br />

4<br />

Nanofietasis<br />

Concepto<br />

Infección del humano y mamíferos ictiófagos por trematodos<br />

digénicos del género Nanophyetus que se localiza en el intestino<br />

delgado, originando diarrea crónica, baja de peso y eosinofilia.<br />

Clasificación<br />

Phylum: Platyhelminthe<br />

Clase: Digenea sin trematoda<br />

Orden: Plagiorchiida<br />

Familia: Troglotrematidae<br />

Género: Nanophyetus<br />

Especie: salmincola<br />

Biología<br />

Nanophyetus salmincola sin Troglotrema salmincola es un trematodo<br />

pequeño, mide 2 por 5 mm con un saco de cirro dorsal<br />

cerca del acetabulum. El útero contiene escasos huevos operculados<br />

no más de 12. Los huevos que no son embrionados caen<br />

al agua dulce, donde después de 87-200 días se desarrolla el<br />

embrión que penetra a caracoles de río del género Oxytrema,<br />

donde se desarrollan redias y cercarias; estas últimas abandonan<br />

el caracol y penetran en peces: salmones y truchas asalmonadas,<br />

ubicándose en la musculatura y riñones, donde se enquistan<br />

como metacercarias que sobreviven un largo tiempo, periodo<br />

en que el salmón sale al mar y posteriormente regresa a desovar<br />

a los ríos. 10,39-42,56<br />

I<br />

II<br />

IV<br />

Figura 37-2. Ciclo vital de Echinostoma ilocanum. A) Hospederos<br />

definitivos aves y mamíferos incluyendo al hombre. 1) Echinostoma<br />

ilocanum sexualmente maduro (tamaño natural). 2) Huevo recién<br />

emitido. 3) Huevo con miracidio. A) Primer hospedero intermediario:<br />

caracoles del género Cyranulus (B4e). 4a, Miracidio libre. 4b, Estadio<br />

de redia. 4c, Redia madre adulta. 4d, Redia hija. 5, Cercaria liberada.<br />

B) Segundo hospedero intermediario: caracoles del género Pila (6)<br />

del género Cyranulus y conchas del género Corbicula (6c). 6a,<br />

Metacercaria. 7, Metacercaria emergiendo. I, huevo de Echinostoma<br />

ilocanum 250 . II, huevo con miracidio 250 . III, cercaria.<br />

IV, distoma adulto 10 .<br />

Los hospederos definitivos son nutrias, mapaches, perros,<br />

gatos, aves ictiófagas y el hombre. Los hospederos intermediarios<br />

son caracoles y peces de agua dulce. 8,44 El humano se infecta<br />

al ingerir salmones y/o truchas crudas o mal cocidas con<br />

metacercarias (quistes), o de manera excepcional por manipular<br />

peces altamente infectados (contaminación de manos con<br />

metacercarias). 29<br />

Es importante señalar que Nanophyetus spp. es vector de<br />

Neorickettsia helmintocea (enfermedad de envenenamiento por<br />

salmón), que se transmite a mamíferos ictiófagos, excepto al<br />

hombre. 18<br />

III


258 PARTE II Parasitología humana<br />

Patología<br />

Poco se sabe en relación con las alteraciones del intestino delgado<br />

en los hospederos definitivos, incluyendo el hombre. En<br />

infecciones severas de perros, gatos y osos las lesiones se deben<br />

a Neorickettsia helmintocea, y se mejoran con antibióticos. Los<br />

peces (hospederos intermediarios) con intensa infección por<br />

metacercarias, tienen menor sobrevida, especialmente los salmones<br />

jóvenes, antes de salir al mar.<br />

Epidemiología<br />

N. salmincola es una parasitosis endémica de EUA, especialmente<br />

de Washington, Oregon, norte de California, noreste<br />

del Pacífico, alrededor de la cuenca del río Columbia y sus<br />

afluentes, Columbia Británica y Alaska. N. salmincola schikhobalowi<br />

es también endémica del este de Siberia. Pocos casos<br />

humanos se han publicado en EUA, pero en Rusia en poblaciones<br />

de Siberia se han encontrado infecciones de 95-98% de los<br />

habitantes.<br />

Clínica<br />

En las personas causa diarrea, malestar abdominal, baja de<br />

peso, fatiga y eosinofilia. Hay portadores sanos.<br />

Diagnóstico<br />

Un indicio es el antecedente de haber ingerido peces de agua<br />

dulce crudos o mal cocidos; la sintomatología descrita, junto a<br />

la eosinofilia, orienta al diagnóstico que se confirma por la observación<br />

de los huevos en heces, por técnica de sedimentación<br />

en copa. Estos huevos son difíciles de diferenciar de los huevos<br />

de D. latum. Técnicas de biología molecular que detectan DNH<br />

(HAT-RAPD) tienen alto rendimiento. 10<br />

Tratamiento<br />

Praziquantel, 50 mg/kg/día repartidos en tres dosis por un solo<br />

día.<br />

Prevención<br />

No ingerir peces de agua dulce crudos o mal cocidos. Realizar<br />

el hallazgo de metacercarias en los peces es difícil. Con transiluminación<br />

de cortes delgados sólo se detectan las infecciones<br />

intensas.<br />

Parafistomiasis<br />

La infección del humano por trematodos digénicos de la familia<br />

Paramphistomidae del género Watsonius (Watsonius watsoni)<br />

y del género Fischoederus (Fischoederus elongatus), se denomina<br />

parafistomiasis.<br />

Excepcionalmente el hombre se puede infectar con trematodos<br />

digénicos del mono Watsonius watsoni (denominado antes<br />

como Amphistonia watsoni) en África.<br />

Definición<br />

Infección accidental del humano por Watsonius watsoni, trematodo<br />

digénico del mono que se localiza en el intestino, originando<br />

cuadros clínicos diversos que fluctúan de diarreas y<br />

enterorragia (formas juveniles), a infecciones asintomáticas<br />

(formas adultas).<br />

Clasificación<br />

Phylum: Platelmintos<br />

Clase: Digenea (sin trematoda)<br />

Orden: Prosostomas<br />

Familia: Paramphistomatidae<br />

Género: Watsonius<br />

Especie: watsoni<br />

Biología<br />

Los trematodos adultos miden 8-10 mm y viven en el intestino<br />

delgado de monos. Los huevos fecundados miden 1.25 75<br />

mm y deben caer al agua para su último desarrollo. El primer<br />

hospedero intermediario son caracoles del género Bulinus spp.<br />

y Stagnicola spp. El segundo hospedero intermediario son plantas<br />

acuáticas (bambú de agua). 39,43<br />

Epidemiología<br />

Se han descrito casos humanos en Nigeria y Namibia por ingestión<br />

de bambú acuático con metacercarias.<br />

Clínica<br />

La forma adulta habitualmente no origina síntomas. Las formas<br />

juveniles pueden provocar anorexia, enteritis y enterorragia.<br />

El diagnóstico se efectúa por el hallazgo de huevos operculados<br />

en heces; excepcionalmente se ha utilizado la pesquisa de<br />

DNH parasitaria mediante HAT-RAPD. 50,55 Los pocos casos<br />

humanos descritos se han encontrado en forma accidental.<br />

Tratamiento<br />

Praziquantel, 10-25 mg/kg en dosis única.<br />

Prevención<br />

No ingerir plantas acuáticas cuya procedencia no se conoce o<br />

ingerirlas peladas.<br />

Fischoederiasis<br />

Se han descrito infecciones humanas por Fischoederus elongatus,<br />

trematodo que excepcionalmente puede infectar el intestino<br />

delgado de seres humanos. Los adultos miden 8-10 mm y sus<br />

huevos 75 125 mm. Su ciclo biológico es similar al de Gastrodiscoides<br />

hominis. Los primeros hospederos intermediarios<br />

son caracoles acuáticos del género Bulinus o Stagnicola (Bulinus<br />

spp y Stagnicola spp.), y los segundos hospederos intermediarios<br />

son plantas acuáticas. El hombre y los animales se infectan


CAPÍTULO 37 Otras parasitosis del tubo digestivo 259<br />

al consumir plantas acuáticas con metacercarias. 27,39 Haplorchis<br />

yokogawa y H. pumilio son trematodos intestinales frecuentes<br />

en Filipinas. Su ciclo vital, la sintomatología, terapia y prevención<br />

son similares a los de otras trematodiasis intestinales.<br />

Cestodos<br />

Teniasis por Taenia taeniformis<br />

(sin. Taenia infantis)<br />

El parásito adulto vive en el intestino de gatos y otros felinos. 37<br />

Los hospederos intermediarios son roedores (ratas y ratones) y<br />

posiblemente algunos artrópodos que albergan Cysticercus fasciolaris.<br />

25 Los niños pueden infectarse por accidente al ingerir<br />

artrópodos o restos de ratas o ratones infectados con larvas.<br />

T. taeniformis mide 15-60 cm, su escólex tiene cuatro ventosas<br />

y presenta una proglótide por segmento.<br />

En los escasos pacientes humanos observados, la parasitosis<br />

fue un hallazgo y los niños afectados no presentaban signos<br />

o síntomas relevantes.<br />

El diagnóstico se efectúa por el hallazgo de huevos y/o<br />

ejemplares adultos eliminados después de la utilización de praziquantel.<br />

Tratamiento: praziquantel, 10 mg/kg dosis única por un<br />

solo día.<br />

Es importante señalar que por intermedio de antígenos recombinantes<br />

de metacestodos de T. taeniformis y T. hydatigena,<br />

o la utilización de material antigénico de huevos de T. pisiformis<br />

o T. hydatigena, se está preparando una vacuna que impida el<br />

desarrollo de larvas en roedores hospederos intermediarios habituales<br />

de esta parasitosis. 24,45<br />

Inermicapsiferiasis<br />

y raillietiniasis<br />

Inermicapsifer spp. y Raillietina spp. son cestodos parásitos habituales<br />

de roedores que ocasionalmente pueden infectar al<br />

hombre.<br />

Inermicapsifer madagascaris, cestodo de ratas, es el que se<br />

ha encontrado más a menudo en seres humanos. Se le ha encontrado<br />

en pacientes de Madagascar, Venezuela, Cuba, Puerto<br />

Rico, Zimbabwe, Kenia, Zambia, Zaire, Tailandia, Filipinas y<br />

Mauricio. Inermicapsifer en latín significa “cabeza inerme”,<br />

para señalar que el escólex no tiene ganchos. 30<br />

En relación con Raillietina spp., si bien es un parásito de<br />

roedores, también se le ha encontrado en monos aulladores rojos<br />

(Alouatta seniculus). I. madagascaris mide entre 24-40 cm de<br />

largo con alrededor de 380 proglótidas parecidas a “granos de<br />

arroz”.<br />

Raillietina spp. mide 25-26 cm de largo por 2.3 a 2.8 mm<br />

de ancho. El escólex mide 330-340 mm y presenta un rostelo<br />

retráctil con doble cadena de ganchos. Sus ventosas miden 120<br />

mm de largo por 90-100 de ancho y 80 micras de profundidad.<br />

No se conoce el ciclo vital de estos cestodos; es muy probable<br />

que en su ciclo biológico participen artrópodos (ácaros) como<br />

hospederos intermediarios.<br />

Ambos cestodos por lo general parasitan a lactantes o niños<br />

menores, aunque I. madagascaris se ha pesquisado en adultos<br />

en Cuba. La sintomatología es muy poliforma: diarrea, malestar<br />

abdominal y síntomas de alergia cutánea.<br />

El diagnóstico se sospecha por la eliminación de elementos<br />

como granos de arroz en las heces (Inermicapsifer spp.), o proglótidas<br />

grávidas de Raillietina spp.<br />

El tratamiento con praziquantel, 10 mg/kg/dosis única un<br />

solo día, es eficaz.<br />

La prevención se basa en el control de roedores, control de<br />

artrópodos y una adecuada educación sanitaria, especialmente<br />

de las madres en relación con estas parasitosis. 9,17,26,31,38<br />

Bertielliasis<br />

Bertiella studeri y B. mucronata son cestodos de la familia Anoplocephalidae<br />

que parasitan monos, y que accidentalmente infectan<br />

a lactantes, niños menores y en forma excepcional a<br />

adultos. B. studeri se ha encontrado en casos humanos de India,<br />

África, Rusia, Inglaterra, España, EUA y Mauritania. B. mucronata<br />

se ha observado en personas de Argentina, Cuba, Paraguay<br />

y Brasil. 4,5,7,12,14-16,19<br />

El parásito mide 10 cm de largo por 1.8 cm de ancho. El<br />

escólex mide 800 580 mm y presenta un rostelo con ganchos.<br />

En el ciclo biológico intervienen ácaros coprofílicos como<br />

hospederos intermediarios. El humano se infecta al ingerir ácaros<br />

infectados. 25 Así, por ejemplo, la ingestión de jalea de frutillas<br />

contaminadas con ácaros de monos que se alimentan de<br />

ellas originó algunos casos humanos de las parasitosis. 4,5,51<br />

El cuadro clínico es muy abigarrado; la mayoría de los pacientes<br />

presentan: diarrea, epigastralgia, anorexia, náuseas y<br />

baja de peso. El diagnóstico se realiza al hallar proglótides grávidas<br />

y/o huevos en heces.<br />

El tratamiento con praziquantel, 10 mg kg en dosis única<br />

por un solo día, es efectivo. La prevención se basa en un<br />

adecuado control de los monos, utilización de fármacos acaricidas<br />

y educación sanitaria de las madres en relación con estas<br />

parasitosis. 4,7-10<br />

Nematodos<br />

Fisalopteriasis<br />

Infección del tubo digestivo de vertebrados, en especial aves y<br />

mamíferos, por nematodos del género Physaloptera que accidentalmente<br />

pueden parasitar al hombre. 23<br />

Los nematodos de este género parasitan diversos vertebrados:<br />

P. truncata se encuentra en faisanes y pollos, P. gemina en<br />

gatos y pollos, P. rara en perros, 37 y P. caucasica en monos. De<br />

estas especies, las únicas que se han encontrado en el hombre<br />

son Physaloptera caucasica y P. transfuga. Linston en 1902 lo


260 PARTE II Parasitología humana<br />

observó en monos, Leiper en 1907 lo encontró por primera vez<br />

en nativos africanos (P. mordens, sinónimo P. caucasica). 36<br />

Epidemiología<br />

Se le ha encontrado en la República de Georgia, sur de Rusia,<br />

Cáucaso, África Central, Mozambique, Uganda, Malawi, India,<br />

Israel, Panamá, Colombia y Chile. De estas especies, P.<br />

caucasica es la más importante.<br />

La hembra de P. caucasica mide 2.5-10 cm de largo por 0.1<br />

a 0.3 cm de diámetro. El macho es algo menor. Se diferencian<br />

de Ascaris lumbricoides juveniles por presentar una cápsula cutilar<br />

alrededor de la cabeza y tener los labios carnosos alrededor<br />

de la boca. El gusano adulto se ubica desde el esófago al íleon,<br />

introduciendo su cabeza en la mucosa. Excepcionalmente se le<br />

ha encontrado en la vía biliar y en el hígado.<br />

La hembra grávida coloca huevos embrionados que serían<br />

ingeridos por coleópteros coprófagos o cucarachas, las que actuarían<br />

como hospederos intermediarios. Cuando los hospederos<br />

definitivos, habitualmente monos o de manera accidental el<br />

hombre, ingieren cucarachas u otros artrópodos coprófagos<br />

infectados, adquieren la parasitosis (figura 37-3).<br />

La infección humana por lo general es un hallazgo, ya que<br />

en la mayoría de las personas no provoca sintomatología, tal<br />

como ha sido observado por el equipo de trabajo del autor de<br />

este capítulo. 1 Excepcionalmente puede provocar epigastralgia<br />

y vómitos. 49<br />

La confirmación diagnóstica se hace por el hallazgo de los<br />

huevos en deposiciones o en material obtenido por sondeo<br />

duodenal.<br />

El tratamiento es albendazol, 400 mg en dosis única por<br />

un solo día.<br />

Esofagostomiasis<br />

La esofagostomiasis es producida por nematodos estrongiloideos<br />

del género Oesophagostomum que parasitan el intestino<br />

grueso de diversos mamíferos, herbívoros u omnívoros y que<br />

pueden infectar al hombre.<br />

La esofagostomiasis es una nematodiasis prevalente en los<br />

vacunos, cabras, cerdos y monos. 21 Su distribución es cosmopolita,<br />

ya que esta zoonosis se ha descrito en los cinco continentes,<br />

pero tiene mayor prevalencia en África. La infección<br />

humana es importante en algunos países del continente africano,<br />

como Ghana y Togo, donde cerca de 50% de la población<br />

está parasitada por Oesophagostomum bifurcum.<br />

Los adultos machos y hembras tienen un tamaño de 8 a 10<br />

mm por 0.3 mm de diámetro similar al de los anquilostomidos.<br />

Una vez fecundada la hembra, elimina huevos morulados<br />

de 60-63 por 27-40 micras, los cuales se desarrollan en el ambiente<br />

exterior, originando larvas seudorrabditoides. Las larvas,<br />

al término del tercer estadio, son infectantes. Si bien no se<br />

conoce el ciclo vital completo de Oesophagostomum spp., existen<br />

presunciones fundamentadas de que las larvas infectantes<br />

penetran vía oral, manteniendo sus vainas en el estómago e<br />

intestino delgado; pierden las vainas, 32 migran hasta el intestino<br />

grueso, invaden la mucosa, y el hospedero reacciona formando<br />

granulomas que presentan una larva en su centro. 33,59,60<br />

Una vez que los granulomas o helmintomas maduran, las larvas<br />

se abren al lumen del intestino grueso, donde se desarrollan a<br />

formas adultas, que se fijan a la mucosa. La rotura de los nódulos<br />

granulomatosos puede originar un síndrome disentérico si<br />

se abren al lumen intestinal, y si se rompen hacia la cavidad<br />

abdominal, originan una peritonitis. El daño en el hospedero<br />

se debe a los granulomas y a la evolución de éstos.<br />

Un número importante de personas con esfagostomiasis<br />

no presenta sintomatología. El diagnóstico es un hallazgo radiológico,<br />

de biopsia o autopsia. Los casos sintomáticos presentan<br />

dolor abdominal, diarrea o disentería. En casos excepcionales<br />

existe una peritonitis, cuando los granulomas se abren a la<br />

cavidad abdominal.<br />

El diagnóstico se basa en los antecedentes epidemiológicos<br />

de vivir en zonas de alta endemia de esta parasitosis, trabajar o<br />

tener contacto con animales que presentan alta prevalencia de<br />

la infección: vacunos, cabras, cerdos, jabalíes, monos, etc., presencia<br />

de síntomas y signos compatibles: dolor abdominal, disentería,<br />

etcétera.<br />

La imagenología de colon: enema baritada con doble contraste,<br />

sonografía, TC de abdomen, permiten pesquisar los<br />

granulomas. La colonoscopia complementa los exámenes anteriores<br />

al observar nódulos del colon, y la biopsia de los granulomas<br />

permite detectar larvas del nematodo. La confirmación<br />

etiológica se realiza a través de la observación de huevos morulados<br />

y la reacción de polimerasa cuantitativa (PCR absoluto)<br />

en heces, que permite diferenciar los casos de uncinarias de los<br />

de Oesophagostomum. 20,54<br />

Tratamiento<br />

Los granulomas se tratan por medios quirúrgicos. Cuando son<br />

muy numerosos, han sido útiles el albendazol y la ivermectina.<br />

El albendazol se utiliza en dosis de 400 mg al día por un<br />

solo día. Este fármaco se ha utilizado en terapias masivas en la<br />

población de Ghana. Después de cuatro terapias masivas se ha<br />

logrado reducir la infección desde 53 a 0.8%. 61,62<br />

También es eficaz la ivermectina, 200 mg/kg/en dosis única<br />

por un solo día. 6,61<br />

Estos fármacos han demostrado ser eficientes en infecciones<br />

experimentales por Oesophagostomum spp. en cerdos, en<br />

donde se obtuvo 94% de curación.<br />

Haemonchiasis<br />

Infección intestinal de mamíferos herbívoros por el nematodo<br />

hematófago tricostrongilido Haemonchus contortus que accidentalmente<br />

puede parasitar al hombre.<br />

Haemonchus contortus es un nematodo hematófago pequeño;<br />

el macho mide 10-20 mm por 0.4 mm y las hembras


CAPÍTULO 37 Otras parasitosis del tubo digestivo 261<br />

18-30 por 0.5 mm. Su hábitat es el cuarto estómago de los<br />

rumiantes y en ocasiones el duodeno, donde se adhieren y penetran<br />

la mucosa para succionar sangre. Producen sustancias<br />

anticoagulantes y hemolíticas. 11 Su ciclo vital es similar al del<br />

Trichostrongylus. La hembra grávida coloca huevos de 75 a 97<br />

mm de largo por 40 a 50 mm de ancho rodeados de una capa<br />

hialina que contienen una mórula. Éstos, en el ambiente exterior,<br />

bajo condiciones favorables de temperatura, humedad y<br />

condiciones físico-químicas del suelo, maduran y se transforman<br />

en larvas rabditoides, las cuales, después de mudar, se<br />

convierten en larvas L3 o filariformes. La infección de los herbívoros<br />

y accidentalmente del hombre se origina por la ingestión<br />

de vegetales o pasto contaminado con larvas de tercer estadio.<br />

22<br />

La haemonchiasis es la parasitosis intestinal más frecuente<br />

e importante de las ovejas, pudiendo afectar a otros herbívoros,<br />

incluyendo al ganado bovino. Provoca en estos animales una<br />

intensa anemia proporcional a la carga parasitaria y que depende,<br />

entre otros factores, de las defensas del hospedero, especialmente<br />

su reserva de hierro y estado nutritivo. Además puede<br />

originar diarrea y baja de peso.<br />

El diagnóstico se realiza por la identificación de los gusanos<br />

adultos en heces después de utilizar antihelmínticos, ya que<br />

los huevos se pueden confundir con los de otros estrongílidos.<br />

La terapia se basa en la aplicación de una dosis única de<br />

ivermectina de 200 mg por kg de peso. Actualmente están bajo<br />

investigación vacunas con base en la utilización de una aminopeptidasa<br />

de H. contortusy proteínas recombinantes de excreción/secreción<br />

del parásito. 3,13,53<br />

La prevención conlleva evitar la ingestión de verduras crudas<br />

que crecen a ras del suelo sin antes pelarlas o cocerlas.<br />

Tricostrongiliasis<br />

Concepto<br />

Zoonosis que afecta a animales herbívoros domésticos y silvestres<br />

originada por nematodos del género Trichostrongylus y que<br />

puede infectar al hombre, produciendo enflaquecimiento y<br />

diarrea.<br />

La infección humana se conoce desde tiempo antiguo; ya<br />

en momias del siglo xvii se encontraron larvas de Trichostrongylus<br />

spp. 47<br />

Biología<br />

L3<br />

7<br />

ES<br />

B<br />

AN<br />

V<br />

8<br />

V<br />

6<br />

V<br />

9<br />

Figura 37-4. Ciclo vital de Trichostrongylus spp., Haemonchus spp.<br />

y Oesophagostomum spp. A) Ciclo vital de diferentes nematodos<br />

tricostrongilideos. 1) Adultos viven unidos a las vellosidades del<br />

abomasum (cuarto compartimiento del estómago de los rumiantes)<br />

o del intestino. 2) Huevos no embrionados, cubiertos por una<br />

cáscara delgada se eliminan con las heces. 3) En condiciones<br />

favorables se desarrolla la larva dentro del huevo. 4-7) Larvas<br />

rabditoides emergen del huevo y se alimentan de detritus. Después<br />

de dos mudas se desarrolla la larva L 3 que es infectante para el<br />

hospedero definitivo. Esta larva puede trepar hasta la parte superior<br />

de plantas o incluso puede hibernar. 8-9) El hospedero definitivo<br />

ingiere la larva L 3 con el forraje. Su desarrollo se realiza en el<br />

estómago. Después de varias mudas se desarrollan los ejemplares<br />

adultos, alcanzando su estado adulto entre 3-5 meses. Una vez<br />

fecundadas las hembras colocan huevos que se eliminan por las<br />

heces. A) Parte anterior (1) y posterior de larvas L 3 infectantes 2, 3,<br />

4. Abreviaturas: AN, anillo nervioso; ES, esófago; L 3 , larva infectante;<br />

V, vaina.<br />

A<br />

1 2<br />

TRICHOSTRONGYLUS HAEMONCHUS OESOPHA-GOSTOMUM<br />

1 2 3 4<br />

Las formas adultas miden 4-6 mm en machos y 5-8 mm en<br />

hembras, presentan dimorfismo sexual y los machos en su extremo<br />

posterior tienen la bolsa copulatriz.<br />

Una vez que la hembra es fecundada, elimina al medio<br />

ambiente gran cantidad de huevos que a las 24 horas eclosionan<br />

a larvas rhabditoides (L1) que en 3-5 días se desarrollan a<br />

larvas infectantes (L3) que viven libremente. Cuando estas larvas<br />

son ingeridas, se localizan en el estómago o en el intestino<br />

delgado según sea la especie. En el hombre su hábitat es el intestino<br />

delgado, donde las larvas se desarrollan hasta la forma<br />

adulta (no hay ciclo de Loos). Una vez que el macho fecunda a<br />

la hembra, ésta elimina huevos y se reinicia el ciclo.<br />

Los huevos fecundados por lo general presentan en su interior<br />

blastómeros en división. Miden 73-95 mm de largo por<br />

40 mm de ancho. Son ovalados, elongados y puntiagudos en<br />

uno o en ambos extremos. Su envoltura es transparente (figura<br />

37-4).<br />

5<br />

V<br />

4<br />

3


262 PARTE II Parasitología humana<br />

Epidemiología<br />

Un gran número de animales herbívoros, entre los cuales se<br />

cuentan bovinos, ovinos, caprinos, equinos, burros, ciervos,<br />

conejos, están infectados con Trichostrongylus spp.<br />

Es una zoonosis universal que predomina en animales de<br />

países de clima templado, provocando una gastroenteritis. En<br />

países de clima subtropical también provoca patología importante<br />

en animales rumiantes. Se ha demostrado hasta la fecha la<br />

infección del hombre por 10 especies de tricostrongilos, de los<br />

cuales las más importantes son: Trichostrongylus orientalis, T.<br />

axei, T. capricola, T. colubriformis, T. vitrinus, T. probolurus y<br />

T. skrjabini. La infección del hombre se produce cuando ingiere<br />

hortalizas o frutas que han sido abonadas con estiércol de<br />

animales herbívoros infectados y que se contaminan con larvas<br />

infectantes (L3). Los animales se infectan por ingerir pastos o<br />

agua contaminada.<br />

Esta zoonosis es endémica en Corea y Japón. Se han reportados<br />

casos en Egipto, Irán, Armenia, Indonesia, Australia,<br />

EUA, China, Taiwán, Rusia, Chile, Perú y Brasil. 2,58<br />

Clínica<br />

La mayoría de las infecciones humanas son leves y no originan<br />

sintomatología. En los casos moderados hay diarrea, malestar<br />

general y náuseas. Los casos severos producen anemia, enflaquecimiento<br />

y colecistitis.<br />

Diagnóstico<br />

Se realiza mediante el hallazgo de huevos en heces; éstos deben<br />

diferenciarse de los huevos de uncinarias, que son más pequeños<br />

y no terminan en forma puntiaguda. Se está intentando<br />

diferenciar estos huevos mediante PCR empleando la secuencia<br />

ITS-1. 57 La especie sólo se puede conocer si se eliminan formas<br />

adultas. Las características de las espículas de los machos permiten<br />

diferenciar las especies.<br />

Tratamiento<br />

El pamoato de pirantel a dosis de 11 mg/kg con un máximo de<br />

1 g administrado en un solo día es efectivo. El mebendazol a<br />

dosis de 100 mg dos veces al día durante tres días también es<br />

eficaz. El albendazol a dosis de 400 mg en una sola dosis también<br />

es útil. Por último, con la ivermectina, 0.2 mg por kilo en<br />

una sola dosis durante un solo día también se obtienen excelentes<br />

resultados.<br />

Prevención<br />

Con la vacunación de los animales se han obtenido escasos resultados.<br />

La desparasitación periódica y el manejo adecuado de<br />

los pastizales ayuda a controlar la dispersión de esta zoonosis.<br />

En el humano la mejoría de la higiene de los alimentos, evitar<br />

la ingesta de frutas y hortalizas crudas que crecen a ras del suelo,<br />

ingestión de agua potable y/o hervida ayudan a prevenir la<br />

infección. Sin lugar a dudas, evitar la utilización de estiércol de<br />

animales infectados como abono es una de las medidas preventivas<br />

más importantes.<br />

Acantocéfalos<br />

Acantocefaliasis<br />

Infección de los animales y del humano por helmintos del género<br />

Acanthocephalus. Las especies que más frecuentemente se<br />

han hallado en humanos son: Macracanthorhynchus hirudinaceus<br />

y Moniliformis moniliformis. Esta parasitosis se ha encontrado<br />

en humanos de China, Tailandia, Rusia, República Checa,<br />

Alemania, Brasil, Perú y Nueva Guinea.<br />

M. hirudinaceus es un helminto que habitualmente parasita<br />

cerdos, jabalíes y mamíferos. La hembra adulta mide 65 cm<br />

de largo por 0.7-0.8 cm de ancho. Los machos miden 5-9 cm<br />

de largo por 0.6-0.8 cm de ancho. Tienen una proboscis retráctil<br />

con seis ganchos. La proboscis está unida al tronco por el<br />

cuello. Presenta, desde la base del cuello hasta el seudoceloma,<br />

extensiones en forma de cinta (prolongaciones del tegumento o<br />

pared).<br />

M. hirudinaceus tiene un ciclo vital con un hospedero intermediario,<br />

normalmente escarabajos y hospederos definitivos:<br />

cerdos, jabalíes y otros suinos y en forma accidental el<br />

hombre (figura 37-5).<br />

Cuando niños pequeños ingieren por accidente escarabajos<br />

infectados con cistacantos o adultos, el cistacanto se fija a la<br />

mucosa del intestino mediante sus ganchos y termina su desarrollo<br />

hasta llegar al estado adulto.<br />

El ciclo vital se inicia cuando los hembras adultas de un<br />

hospedero definitivo infectado eliminan huevos embrionados<br />

que caen al suelo. El embrión en el interior del huevo se desarrolla<br />

hasta larva que se denomina acantor. Cuando las larvas<br />

de escarabajos ingieren estos huevos con acantor, a las pocas<br />

horas el acantor sale del huevo, con sus ganchos rompe la pared<br />

intestinal del escarabajo y se ubica en el hemocele del artrópodo<br />

donde se alimenta y desarrolla. En alrededor de 5-20 días se<br />

desarrolla la acantela, la que después de un periodo variable<br />

se transforma en una forma juvenil que presenta todas las estructuras<br />

de la forma adulta; el cistacanto en su forma juvenil<br />

infectante forma el hospedero definitivo.<br />

Una serie de mamíferos vertebrados pueden ingerir el cistacanto,<br />

y como no son los hospederos definitivos habituales,<br />

se transforman en hospederos paraténicos, es decir, simples<br />

transportadores de los parásitos, sin que en ellos se efectúe ninguna<br />

transformación del parásito. Cuando un hospedero definitivo<br />

ingiere a un hospedero paraténico infectado con cistacanto<br />

(en su tubo digestivo) se desarrolla la acantocefaliasis; por<br />

ejemplo, ingestión por suinos de restos del tubo digestivo de<br />

herbívoros infectados (hospederos paraténicos).<br />

En el humano la parasitosis por M. hirudinaceus provoca<br />

dolor abdominal, diarrea, síntomas alérgicos: rash cutáneo, etc.<br />

En casos más graves puede haber peritonitis por perforación<br />

intestinal y localización peritoneal de los parásitos. El diagnós-


CAPÍTULO 37 Otras parasitosis del tubo digestivo 263<br />

A<br />

MACRACANTHORHYNCHUAS<br />

Pln<br />

Pl<br />

GP<br />

1<br />

1<br />

Hospedero<br />

definitivo<br />

B<br />

5<br />

AC<br />

Hospedero intermedio<br />

AL<br />

3<br />

4<br />

2<br />

Figura 37-5. Ciclo vital de Macrancanthorhynchus hirudinaceus.<br />

1) Los ejemplares adultos viven en el intestino de los hospederos<br />

definitivos, fijados con sus ganchos. La penetración en la pared<br />

intestinal origina profusiones inflamatorias que se presentan en la<br />

parte externa. 2) Después de la cópula, la hembra excreta huevos<br />

durante varios meses (periodo patente). Los huevos salen con las<br />

heces totalmente embrionados, conteniendo la larva con ganchos: el<br />

acantor. 3-6) Hospederos intermediarios que se infectan al ingerir<br />

los huevos larvados. En el intestino de los hospederos intermediarios,<br />

el acantor es liberado del huevo (4 AL), penetra en la cavidad<br />

del cuerpo y se transforma en la larva acantella. 5) Ésta termina de<br />

desarrollarse en 60-95 días y se transforma en la larva infectante o<br />

cistacanto. La infección de los hospederos definitivos (cerdo,<br />

humano) se produce cuando ingieren hospederos intermediarios<br />

infectados. Los gusanos juveniles alcanzan la madurez sexual en el<br />

intestino a los 60-90 días y comienza a eliminar huevos. Abreviaturas:<br />

AC, acantor; AL, acantor liberado; GP, ganchos de la proboscis;<br />

PI, pared intestinal; PIn, protrusiones inflamatorias.<br />

tico se debe sospechar por la sintomatología y signología descrita<br />

en personas de zona endémica que tengan por hábito la<br />

ingestión de escarabajos y artrópodos crudos. El diagnóstico se<br />

confirma por el hallazgo de huevos característicos que tiene en<br />

su interior el acantor.<br />

En caso de perforación intestinal la terapia es quirúrgica.<br />

En la mayoría de los pacientes con acantocefalosis el tratamiento<br />

es farmacológico a base de levamisol, 2.5 mg/kg en dosis<br />

única por un solo día.<br />

Prevención<br />

Personal: no ingerir artrópodos crudos o mal cocidos. Colectiva:<br />

crianza higiénica de cerdos.<br />

Moniliformis moniliformis. El ciclo biológico de este acantacéfalo<br />

es similar al de M. hirudinaceus. Los hospederos definitivos<br />

habitualmente son ratas: Rattus rattus, Rattus norvegicus y<br />

excepcionalmente el hombre. Los hospederos intermediarios<br />

son cucarachas, por ejemplo: Periplaneta americana y otros artrópodos.<br />

Los casos humanos son menos frecuentes que los de<br />

M. hirudinaceus y la mayoría corresponde a niños pequeños<br />

que han ingerido cucarachas infectadas. Dolor abdominal, diarrea,<br />

vómitos y edema facial son los síntomas que puede originar<br />

M. moniliformis.<br />

El diagnóstico se debe plantear en personas (especialmente<br />

niños) que por accidente han ingerido cucarachas y se confirma<br />

por la observación de huevos característicos en heces y/o de<br />

ejemplares adultos.<br />

El tratamiento se basa en la utilización de levamisol y probablemente<br />

también albendazol (400 mg dosis única por un<br />

solo día).<br />

La prevención individual consiste en no ingerir cucarachas<br />

y otros artrópodos, y la general es un adecuado control de roedores<br />

y artrópodos.<br />

Referencias<br />

1. Apt W, Sapunar J, Doren G, Rojo M. Physaloptera caucasica.<br />

Primeros casos humanos en Chile. Bol Chile Parasitol,<br />

1965;4:111-113.<br />

2. Apt W, Prudant M, Tagle I, González G. Nuevos casos<br />

de trichostrongylosis humana en Chile. Bol Chile Parasitol,<br />

1967;22:163-165.


264 PARTE II Parasitología humana<br />

3. Bethony J, Loukas A, Hotez P, Knox D. Vaccines<br />

against blood-feeding nematodes of humans and livestock.<br />

Parasitology, 2006;133:63-79.<br />

4. Bhagwant S. Human Bertiella studeri (family Anoplocephalidae)<br />

infection of probable Southeast Asian origin<br />

in Mauritian children and an adult. Am J Trop Med Hyg,<br />

2004;70:225-228.<br />

5. Bhaibulaya M. Human infection with Bertiella studeri<br />

in Thailand. Southeast Asian J Trop Med Public Health,<br />

1985;16:505-507.<br />

6. Borgsteede F, Gaasenbeek C, Nicoll S, Domanque R,<br />

Abbott E. A comparison of the efficacy of two ivermectin<br />

formulations against larval and adult Ascaris suum and<br />

Oesophagostomum dentatum in experimentally infected<br />

pigs. Vet Parasitol, 2007;31:288-293.<br />

7. Cameron T. A new record of the occurrence of a tapeworn<br />

of the genus Bertiella in man. J. Helmithol,<br />

1929;7:231.<br />

8. Cheng H, Shieh Y. Investigation on subclinical aspects<br />

related to intestinal parasitic infections among laborers in<br />

Taipei. J Travel Med, 2000;7:319-324.<br />

9. Chandler A, Pradatsundarasar A. Two cases of Raillietina<br />

infection in infants in Thailand, with a discussion of<br />

the taxonomy of the species of Raillietina (Cestoda) in<br />

man, rodents and monkeys. J Parasitol, 1957;43:81-89.<br />

10. Companion Animal Parasite Council (CAPC Guidelines.<br />

Trematode Guidness). www.capcvet.org/p guidness<br />

trematode, 31/08/08, 2008.<br />

11. Crab A, Noppe W, Pelicaen C, Van Hoorelbeke K,<br />

Deckmyn H. The parasitic hematophagous worm Haemonchus<br />

contortus inhibits human platelet aggregation<br />

and adhesion: partial purification of a platelet inhibitor.<br />

Thromb Haemost, 2002;87:899-904.<br />

12. D´Alessandro A, Beaver P, Masi-Pallares R. Bertiella<br />

infection in man in Paraguay. Am J Trop Med Hyg,<br />

1963;12:193-198.<br />

13. Dalton J, Brindley P, Knox D, Brady C, Hotez P,<br />

Donnelly S, O´Neill S, Mulcahy G, Loukas A. Helminth<br />

vaccines: from mining genomic information for<br />

vaccine targets to systems used for protein expression. Int<br />

J Parasitol, 2003;33:621-640.<br />

14. Denegri G. Desarrollo experimental de Bertiella mucronata<br />

(Cestoda: Anoplocephalidae) de humanos en su<br />

huésped intermediario. Zbl Vet Med (Buenos Aires),<br />

1985;32:498-504.<br />

15. Denegri G, Pérez-Serrano J. Bertiellosis in man: A review<br />

of cases. Rev Inst Med Trop São Paulo, 1997;39:123-<br />

128.<br />

16. de Souza J, Goulart J, Varnier S, Denegri G, da Silva<br />

H, Hirano Z, Ávila-Pires F. Bertiellosis in Brazilian<br />

non-human primates: natural infection in Alouatta guariba<br />

clamitans (Cabrera, 1940) (Primates: Atelidae) in Santa<br />

Catarina State, Brasil. Rev Patol Trop São Paulo,<br />

2008;37:48-54.<br />

17. Faust E, Russel P, Jung R. Craig and Faust´s Clinical<br />

Parasitology, 8a. ed. Lea & Febiger, Filadelfia, 1971:605-<br />

606.<br />

18. Gai J, Marks S. Salmon poisoning disease in two Malayan<br />

sun bears. J Am Vet Med Assoc, 2008;15:586-588.<br />

19. Galán-Puchades M, Fuentes M, Mas-Coma S. Parasitismo<br />

importado en Valencia: primer caso de Bertiellosis<br />

humana en España. En: Resúmenes del Congreso Ibérico<br />

de Parasitología, Santiago de Compostela, España,<br />

1995:197-198.<br />

20. Gasser R, Gruijeter J. Polderman A. Insights into the<br />

epidemiology and genetic make-up of Oesohagostomum<br />

bifurcum from human and non-human primates using<br />

molecular tools. Parasitology, 2006;132:453-460.<br />

21. Geurden T, Somers R, Thanh N, Vien L, Nga V, Giang<br />

H, Dorny P, Giao H, Vercruysse J. Parasitic infections<br />

in dairy cattle around Hanoi, northern Vietnam. Vet Parasitol,<br />

2008;153:384-388.<br />

22. Ghadirian E, Arfaa F. First report of human infection<br />

with Haemonchus contortus. Ostertagia ostertagi and Marshallagia<br />

marshalli (Family Trichostrongylidae) in Iran. J.<br />

Parasitol, 1973;59:1145.<br />

23. Gillespie S. Intestinal Nematodes. En: Gillespie S, Pearson<br />

R (eds.). Principles and Practice of Clinical Parasitology,<br />

2002;561-583.<br />

24. Girdhar M. Taenia taeniformis (on line), Animal Diversity<br />

Web. Accesed. April 5, 2008 at http://animal diversity.<br />

Umm2. umich/edu/site/accounts/information/Taenia<br />

taeniformis html, 2003.<br />

25. Goldsmid J. Primer of Tropical Medicine. Chapter XIII.<br />

Arthropod-borne infections in the tropics: A synopsis,<br />

2005.<br />

26. González I, Díaz M, Núñez F. Infection by Inermicapsifer<br />

madagascariensis. Davaine 1870; Baer 1956. A report<br />

of 2 cases. Rev Cub Med Trop, 1996;48:224-226.<br />

27. Gouri M. Final thesis. A study of intestinal helminth parasites<br />

of buffaloes brought to satungal (kathmandu) for<br />

Slaughter purpose, 76 págs. www.scribol.com/doc/3467<br />

474, 2007.<br />

28. Grover Grover M, Dutta R, Kumar R, Aneja S, Mehta<br />

G. Echinostoma ilocanum infection. Indian Pediatr,<br />

1998;35:549-552.<br />

29. Harrell L, Deardorff T. Human nanophyetiasis: transmission<br />

by handling naturally infected coho salmon (Oncorhynchus<br />

kisutch). J Infect Dis, 1990;161:146-148.<br />

30. Herrera N, Díaz M, Sandoval M, García N. Inermicapsifer<br />

madagascariensis. Rev Cub Med Mil, 2007;36:<br />

1-4.<br />

31. Hira P. Some helminthozoonotic infections in Zambia.<br />

Afr J Med Med Sci, 1978;7:1-7.<br />

32. Joachim A, Ruttkowski B, Daugschies A. Ecdysis of<br />

Oesophagostomum: possible involvement of eicosanoids<br />

and development of a bioassay. Parasitol Res, 2005;95:391-<br />

397.


CAPÍTULO 37 Otras parasitosis del tubo digestivo 265<br />

33. Krief S, Jamart A, Mahé S, Leendertz F, Mätz-Rensing<br />

K, Crespeaur F, Bain O, Guillot J. Clinical<br />

and pathological manifestation of oesophagostomosis in<br />

African great apes: does self-medication in wild apes influence<br />

disease progression. J Med Primatol, 2008;37:188-<br />

195.<br />

34. Kumar V. The digenetic trematodes, Fasciolopsis buskii,<br />

Gastrodiscoides hominis and Artyfechinostomum malayanum,<br />

as zoonotic infections in South Asian countries.<br />

Ann Soc Belg Med Trop, 1980;60:331-339.<br />

35. Lee K, Bae Y, Kim D, Deung Y, Ryang Y, Kim H, Im<br />

K, Yong T. Status of intestinal parasites infection among<br />

primary school children in Kampongcham, Cambodia.<br />

Korean J Parasitol, 2002;40:153-155.<br />

36. Leiper R. Physaloptera mordens: A new parasite of man.<br />

Trans R Soc Trop Med Hyg, 1907;1:76-82.<br />

37. López J, Abarca K, Paredes P, Inzunza E. Parásitos<br />

intestinales en caninos y felinos con cuadros digestivos en<br />

Santiago, Chile. Consideraciones en Salud Pública. Rev<br />

Med Chile, 2006;134:193-200.<br />

38. Martínez R, Tantalean V. Primer registro en el Perú de<br />

Raillietina demerariensis (Cestoda: Taenidae) in Rattus ratus.<br />

Rev Per Biol, 1998;5:65-68.<br />

39. Mas-Coma S, Bargues M, Valero M. Fascioliasis and<br />

other plant-borne trematode zoonoses. Int J Parasitol,<br />

2005;35:1255-1278.<br />

40. Mas-Coma S, Bargues M, Valero M. Plant-borne trematozode<br />

zoonoses. Chapter 19. En: Murell K, Fried B.<br />

Food-borne parasitic zoonoses. Fish and plant-borne<br />

zoonosis. 2008: 293.<br />

41. Mattison R, Hanna R, Nizami W. Ultrastructure and<br />

histochemistry of the lymph system and parenchyma of<br />

juvenile paramphistomes (Paramphistomidae: Digenea)<br />

during migration in Indian ruminants. Int J Parasitol,<br />

1992;22:1117-1135.<br />

42. Muzzall P. Parasites of juvenile brook trout (Salvelinus<br />

fontinalis) from Hunt Creek, Michigan. J Parasitol,<br />

2007;93:313-317.<br />

43. Pick F. New data on distomatosis due to Watsonius watsoni.<br />

Bull Soc Pathol Exot, 1964;57:502-510.<br />

44. Pokora Z. Role of gastropods in epidemiology of human<br />

parasitic diseases. Wiad Parazytol, 2001;47:3-24.<br />

45. Rickard M, Rajasekariah G, Mitchell G. Immunization<br />

of mice against Taenia taeniaeformis using antigens<br />

prepared from T. pisiformis and T. hydatigena eggs or oncospheres.<br />

Z Parasitenkd, 1981;66:49-56.<br />

46. Ryang Y, Ahn K, Kim W, Shin K, Lee K, Kim T. Two<br />

cases of human infection by Echinostoma cinetorchis. Parasitol,<br />

1986;24:71-76.<br />

47. Shin D, Chai J, Park E, Lee W, Lee H, Lee J, Choi Y,<br />

Koh B, Parak J, Oh C, Bok G, Kim W, Lee E, Lee E,<br />

Seo M. Finding ancient parasite larvae in a sample from<br />

a male living in late 17 th century Korea. J Parasitol,<br />

2009;95:768-771.<br />

48. Sianto L, Reinhard K, Chame M, Chaves S, Mendonça<br />

S, Gonçalves M, Fernandes A, Ferreira L,<br />

Araújo A. The finding of Echinostoma (Trematoda: Digenea)<br />

and hookworm eggs in coprolites collected from a<br />

Brazilian mummified body dated 600-1200 years before<br />

present. J Parasitol, 2005;91:972-975.<br />

49. Soriano Lleras A, Pan C. Two cases of Physaloptera infections<br />

in man from Colombia. J Parasitol, 1955;41:635.<br />

50. Sripalwit P, Wongsawad C, Wongsawad P, Anuntalabhochai<br />

S. High annealing temperature-random amplified<br />

polymorphic DNA (HAT-RAPD) analysis of three<br />

paramphistome flukes from Thailand. Exp Parasitol,<br />

2007;115:98-102.<br />

51. Stunkard H. The morphology and life history of the<br />

cestode. Bertiella studeri A. J Trop Med, 1940;20:305-<br />

335.<br />

52. Tangtrongchitr A, Monzon R. Eating habits associated<br />

with Echinostoma malayanum infections in the Philippines.<br />

Southeast Asian J Trop Med Public Health,<br />

1991;22:212-216.<br />

53. Vervelde L, Van Leeuwen M, Kruidenier M, Kooyman<br />

F, Huntley J, Van Die I, Cornelissen A. Protection<br />

studies with recombinant excretory/secretory proteins<br />

of Haemonchus contortus. Parasite Immunol,<br />

2002;24:189-201.<br />

54. Verweoj J, Brienen E, Ziem J, Yelifari L, Polderman<br />

A, Van Lieshout L. Simultaneous detection and quantification<br />

of Ancylostoma duodenale, Necator americanus and<br />

Oesophagostomum bifurcum in fecal samples using multiplex<br />

real time PCR. Am J Trop Med Hyg, 2007;77:685-<br />

690.<br />

55. Wongsawad C, Wongsawad P, Chai J, Paratasilpin T,<br />

Anuntalabhochai S. DNA quantities and qualities<br />

from various stages of some trematodes using optical and<br />

HAT-RAPD methods. Southeast Asian J Trop Med Public<br />

Health, 2006;3:62-68.<br />

56. Yamaguti S. Parasitic worms mainly from celebres. Part<br />

5. Trematodes of mammals. Act Med Okayama,<br />

2007;8:341-352.<br />

57. Yong T, Lee J, Sim S, Lee J, Min D, Chai J, Eom K,<br />

Sohn W, Lee S, Rim H. Differential diagnosis of Trichostrongylus<br />

and hookworm eggs via PCR using ITS-1<br />

sequence. Korean J Parasitol, 2007;45:69-74.<br />

58. Youn H. Review of zoonotic parasites in medical and veterinary<br />

fields in the Republic of Korea. Korean J Parasitol,<br />

2009;47:33-41.<br />

59. Ziem J, Spannbrucker N, Magnussen P, Olsen A,<br />

Amon-Kotey D, Frenzel K, Nang-Beifubah A, Westendorn<br />

R, Polderman A. Oesophagostomum bifurcuminduce<br />

nodular pathology in a highly endemic area of<br />

Northern Ghana. Trans R Soc Trop Med Hug, 2005;99:<br />

417-422.<br />

60. Ziem J, Olsen A, Magnussen P, Horton J, Agongo E,<br />

Geskus R, Polderman A. Distribution and clustering of


266 PARTE II Parasitología humana<br />

Oesophagostomum bifurcum and hookworm infections in<br />

northern Ghana. Parasitology, 2006;132:525-534.<br />

61. Ziem J, Magnussen P, Olsen A, Horton J, Asigri V,<br />

Polderman A. Impact of repeated mass treatment on<br />

human Oesophagostomum and hookworm infections in<br />

Northem Ghana. Trop Med Int Health, 2006;11:1764-<br />

1772.<br />

62. Ziem J, Spannbrucker N, Olsen A, Magnussen P, Diederen<br />

B, Horton J, Polderman A. Mass treatment with<br />

albendazole reduces the prevalence and severity of Oesophagostomum-induced<br />

nodular pathology in Northem<br />

Ghana. Trans R Soc Trop Med Hyg, 2006;100:760-766.


Capítulo<br />

38<br />

Comensales del tubo digestivo*<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Flagelados<br />

Orden: Trichomonadida. Trichomonas tenax, sinónimos T. buccalis<br />

y Trichomonas hominis, son protozoos flagelados cuyo hábitat<br />

es la boca y el intestino del hombre respectivamente; en el<br />

capítulo 49, Tricomoniasis, se señalan las principales características<br />

de estos tricomónidos.<br />

Orden Retortamonadidae: comprende a flagelados pequeños<br />

comensales del ciego y colon del hombre, monos, jabalíes y<br />

otros vertebrados. Carecen de mitocondrias y de aparato de<br />

Golgi. Existen tres géneros: Chilomastix, Retortamonas y Enteromonas.<br />

Chilomastix mesnili. El trofozoíto mide 10-15 mm de diámetro,<br />

de forma piriforme con un gran citostoma. Tiene cinco<br />

flagelos que salen de la parte anterior. Cuatro son libres y uno<br />

está unido a la membrana, directamente en el fondo del citostoma<br />

que se extiende por todo el cuerpo del protozoo, excepto<br />

la cola. Se reproduce por fisión binaria. El núcleo es esférico<br />

con uno o varios acúmulos de cromatina. El quiste mide 7-9<br />

mm de diámetro y tiene aspecto de pepa de uva con un núcleo<br />

esférico que presenta gránulos de cromatina toscos y un filamento<br />

grueso. Tiene una prominencia en el extremo anterior<br />

en forma de pezón.<br />

Los quistes son infectantes desde el momento en que se<br />

eliminan. La transmisión es por fecalismo. Los quistes de Ch.<br />

mesnili son los del comensal flagelado que con mayor frecuencia<br />

se observa en el examen parasitológico seriado de heces con<br />

tinción de formol-éter (Telemann modificado). La prevención<br />

individual está dirigida al mejoramiento de los hábitos de higiene<br />

y la colectiva a mejorar las condiciones de saneamiento<br />

ambiental.<br />

Retortamonas intestinalis. Protozoo flagelado que rara vez<br />

infecta el intestino grueso del hombre. Se le ha encontrado en<br />

el jugo pancreático de un paciente con nódulos del conducto<br />

de Wirsung. 5 Habitualmente se encuentra en monos y otros<br />

vertebrados. El trofozoíto mide 8 mm de diámetro, presenta un<br />

citostoma y dos flagelos anteriores. El núcleo es anterior. Se<br />

reproduce por fisión binaria. Los quistes uninucleados son piriformes.<br />

El diagnóstico se realiza con el examen parasitológico<br />

seriado de heces, técnica de formol-éter mediante preparaciones<br />

permanentes teñidas con hematoxilina. Se transmiten por<br />

fecalismo. La prevención se efectúa con mejoramiento de los<br />

hábitos de higiene y del saneamiento ambiental.<br />

Enteromonas hominis. El trofozoíto mide 4-10 mm de diámetro,<br />

tiene tres flagelos anteriores y uno adosado al cuerpo. Se<br />

reproduce por fisión binaria. Los quistes son binucleados, aunque<br />

pueden tener cuatro núcleos. Este hecho lo diferencia de Ch.<br />

mesnili. El diagnóstico es difícil y se realiza por examen parasitológico<br />

seriado de heces con técnica formol-éter mediante preparaciones<br />

permanentes teñidas con hematoxilina. 11 Se transmite a<br />

través del fecalismo ambiental y por consiguiente su prevención<br />

se basa en medidas de higiene personal y colectiva.<br />

Rizópodos<br />

Este género Entamoeba se puede dividir en relación con la presencia<br />

o ausencia de quistes y el número de núcleos de los quistes<br />

en cuatro grupos:<br />

1. Entamoeba con quistes de ocho núcleos, llamado grupo<br />

coli y que comprende: E. coli (humano); E. muris (de roedores)<br />

y E. gallinarum (de aves).<br />

2. Entamoeba con quistes con cuatro núcleos, llamado grupo<br />

histolytica y que comprende: E. histolytica, E. dispar, E.<br />

hartmanni, E. invadens (reptiles, especialmente cobras),<br />

E. knowlesi y E. terrapinae (de tortugas), E. ranarum (sapos<br />

y ranas) y E. moshkovskii (de vida libre).<br />

3. Entamoeba con quistes con un solo núcleo y que comprende:<br />

E. polecki (cerdo, monos y excepcionalmente el hombre),<br />

E. bovis (de los bovinos) y E. chattoni (de monos). 6,9<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

267


268 PARTE II Parasitología humana<br />

4. Entamoeba sin quistes conocidos: E. gingivalis (hombres<br />

y monos).<br />

Entamoeba gingivalis. Protozoo del género Entamoeba que<br />

existe sólo bajo la forma de trofozoíto. Su hábitat es la boca del<br />

hombre, de monos y otros animales vertebrados. Mide 20 mm<br />

de diámetro, presenta un endoplasma granuloso y un ectoplasma<br />

claro. El núcleo es esférico con un cariosoma central y una<br />

membrana nuclear remarcada por gránulos de cromatina (figura<br />

38-1). Se multiplica por fisión binaria. Se transmite directamente<br />

de persona a persona a través de gotitas de Pflügge (saliva)<br />

y por estrecho contacto con individuos infectados (beso).<br />

Se le ha encontrado en la boca de monos. 2 Su prevalencia fluctúa<br />

entre 10-15% en personas con buena higiene bucal y 60-<br />

95% en individuos con mala higiene bucal. Aunque no es patógena,<br />

se le ha encontrado junto a Trichomonas tenax en el<br />

sarro dental y en las encías. 4,7,15 El diagnóstico se efectúa por la<br />

observación de trofozoítos del borde de las encías o del sarro<br />

dental, en preparaciones al fresco y/o con coloración vital. Se<br />

ha elaborado una sonda genética DNA-específica con fines<br />

diagnósticos. 14 En preparaciones permanentes teñidas con<br />

Giemsa se aprecian mejor las características del núcleo. La prevención<br />

está dirigida a una buena higiene bucal.<br />

Entamoeba polecki. Esta ameba parasita habitualmente a<br />

cerdos y monos, excepcionalmente infecta al hombre. Su morfología<br />

es similar a la de E. histolytica, tanto la forma de trofozoíto<br />

como la de quistes. Estos últimos se diferencian por presentar<br />

un solo núcleo. Como es una ameba apatógena, los<br />

trofozoítos no fagocitan glóbulos rojos. En la actualidad, con la<br />

crianza higiénica de los cerdos, la prevalencia de E. polecki en<br />

ellos ha disminuido notablemente. El diagnóstico se confirma<br />

por la presencia de quistes uninucleados en heces preservados<br />

con formol-sal y procesados con técnica de Telemann modificado.<br />

3 Se han utilizado técnicas de hibidración e identificación<br />

basadas en el análisis de 18S rRNA en el diagnóstico de esta<br />

protozoosis. 8,13<br />

Entamoeba dispar. Fue descubierta por Brumpt en 1925,<br />

pero su importancia se conoce recién en los últimos 25 años<br />

cuando se indagó su genoma y se le pudo diferenciar de E.<br />

histolytica. Desde el punto de vista morfológico es idéntica a<br />

E. histolytica, tanto el trofozoíto como el quiste, pero este último<br />

es más pequeño, de


CAPÍTULO 38 Comensales del tubo digestivo 269<br />

es lo más frecuente. En preparaciones húmedas teñidas con Lugol,<br />

es difícil visualizar el núcleo; en preparaciones permanentes<br />

teñidas con hematoxilina férrica el núcleo se observa bien,<br />

con un cariosoma condensado adherido a la membrana nuclear.<br />

Esta ameba no es patógena para el hombre. Su hábitat es<br />

el intestino grueso y se transmite por fecalismo. Su distribución<br />

es cosmopolita y se le ha observado en 10-40% de la población<br />

aparentemente sana. La prevención se basa en medidas de higiene<br />

personal y colectiva.<br />

Figura 38-3. c) Quiste Iodamoeba bütschlii en heces. 1000.<br />

Género Endolimax<br />

Endolimax nana. Los trofozoítos miden menos de 12 mm; tiene<br />

un núcleo pequeño, vesicular, con una membrana nuclear nítida,<br />

sin cromatina periférica. El cariosoma es grande, compacto<br />

e irregular, por lo general excéntrico.<br />

Los quistes son elípticos u ovalados, pequeños, con 6-10<br />

mm de diámetro; contienen uno a cuatro núcleos; esto último<br />

Género Iodamoeba<br />

Iodamoeba bütschlii. Ameba cosmopolita cuyo hábitat es el intestino<br />

grueso del hombre, de monos, cerdos y otros vertebrados.<br />

Los trofozoítos miden 10-20 mm de diámetro. En preparaciones<br />

húmedas teñidas con Lugol el núcleo se presenta bien<br />

nítido, con la cromatina en una gran masa central o excéntrica.<br />

Se reproduce por fisión binaria. Los quistes miden 6-12<br />

mm, son redondos u ovalados, con una gran vacuola de glucógeno<br />

que se torna de color castaño oscuro con el Lugol. Por<br />

este motivo se le da el nombre de iodamoeba (figura 38-3 a,<br />

b, c). El diagnóstico se realiza mediante el examen parasitológico<br />

seriado de heces con técnicas de concentración y tinción<br />

ricas en yodo que permiten teñir la vacuola de glucógeno. Se<br />

transmite por fecalismo, y la prevención se basa en medidas de<br />

higiene personal y colectiva.<br />

Referencias<br />

1. Clark G, Kaffashian F, Tawari B, Windsor J, Twigg-<br />

Flesner A, Davies-Morel M, Blessmann J, Ebert F, Peschel<br />

B, Le Van A, Jackson J, Macfarlane L, Tannich<br />

E. New insights into the phylogeny of Entamoeba species<br />

provided by analysis of four new small-subunit rRNA genes.<br />

Int J Syst Evol Microbiol, 2006;56:2235-2239.<br />

2. Favoreto J, Machado M. Incidence, morphology and<br />

diagnostic studies of Entamoeba gingivalis, Gros, 1849.<br />

Rev Soc Bras Med Trop, 1995;28:379-387.<br />

3. Fotedar R, Stark D, Beebe N, Marriott D, Ellis J,<br />

Harkness J. Laboratory diagnostic techniques for Entamoeba<br />

species. Clin Microbiol Rev, 2007;20:511-532.<br />

4. Fuentes R, Sánchez A, Castillo C, Hernández-Sierra<br />

F. Prevalencia y asociación epidemiológica de los protozoarios<br />

orales Entamoeba gingivalis y Trhichomonas tenax<br />

en niños mexicanos. Rev ADM, 2008;65:259-262.<br />

5. Kawamura O, Kon Y, Naganuma A, Iwami T, Maruyama<br />

H, Yamada T, Sonobe K, Horikoshi T, Kusano<br />

M, Mori M. Retortamonas intestinalis in the pancreatic<br />

juice of a patient with small nodular Resiions of the main<br />

pancreatic duct. Gastrointest Endosc, 2001;53:508-510.<br />

6. Levecke B, Dorny P, Geurden T, Vercammen F, Vercruysse<br />

J. Gastrointestinal protozoa in non-human primates<br />

of four zoological gardens in Belgium. Vet Parasitol,<br />

2007;148:236-246.<br />

7. Osorio E, Ibáñez A, Ibáñez C, Mora A, Parra J, Urdaneta<br />

Y, Urdaneta M. Entamoeba gingivalis y Trhichomonas<br />

tenax en cavidad bucal de pacientes de la Clínica Integral<br />

del Adulto en la Facultad de Odontología. Maracaibo,<br />

Venezuela. Rev Soc Ven Microbiol, 2009;29:122-127.<br />

8. Santos H, Bandera R, Martins L, Macedo H, Peralta<br />

R, Peralta J, Ndubuisi M, da Silva A. Differential<br />

identification of Entamoeba spp based on analysis of 18S<br />

rRNA. Parasitol Res, 2010;106:883-888.<br />

9. Soledad Gómez M, Gracenea M, Montoliu I, Feliu C,<br />

Monleón A, Fernández J, Enseñat C. Intestinal parasitism-protozoa<br />

and helminthes in primates at the Barcelona<br />

Zoo. Med Primatol, 1996;25:419-423.<br />

10. Stark D, Fotedar R, van Hal S, Beebe N, Marriott D,<br />

Ellis J, Harkness J. Prevalence of enteric protozoa in<br />

human immunodeficiency virus (HIV)-positive and<br />

HIV-negative men who have sex with men from Sydney,<br />

Australia. Am J Trop Med Hyg, 2007;76:549-552.<br />

11. Tas C, Akbayram S, Cicek M, Yilmaz H. Intestinal<br />

parasitoses detected in primary schoolchildren in the Van<br />

province. Turkiye Parazitol Derg, 2009;33:289-293.


270 PARTE II Parasitología humana<br />

12. Verweij J, Polderman A, Clark C. Genetic variation<br />

among human isolates of uninucleated cyst-producing<br />

Entamoeba species. J Clin Microbiol, 2001;39:1644-<br />

1646.<br />

13. Verweij J, Laeijendecker D, Brienen E, van Lieshout<br />

L, Polderman A. Detection and identification of Entamoeba<br />

species in stool samples by a reverse line hybridization<br />

assay. J Clin Microbiol, 2003;41:5041-5045.<br />

14. Yamamoto A, Kikuta N, Hashimoto T, Oyaizu H,<br />

Goto N. Nucleotide sequence of the SrRNA gene of Entamoeba<br />

gingivalis: applications for construction of a species-specific<br />

DNA probe and phylogenetic analysis. Microbiol<br />

Immunol, 1995;39:185-192.<br />

15. Zdero M, Ponce de León P, Vasconi M, Nocito I, Lucca<br />

A. Entamoeba gingivalis y Trichomonas tenax. Hallazgo<br />

en poblaciones humanas con y sin patología bucal. Acta<br />

Bioquim Clin Latinoam, 1999;33:359-365.


Capítulo<br />

39<br />

Características generales<br />

de las parasitosis de los tejidos,<br />

sangre, vías urinarias<br />

y de localizaciones diversas<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Generalidades<br />

Los histoparásitos, hemoparásitos, parásitos de las vías urinarias<br />

y de otras localizaciones, tienen ciertas características comunes<br />

que permiten diferenciar la enfermedad que producen<br />

de otras parasitosis y de otras patologías.<br />

En el cuadro 39-1 se describen las principales características<br />

biológicas y clínicas de estas parasitosis del humano.<br />

La mayoría de estas parasitosis son zoonosis, y por consiguiente,<br />

no sólo afectan la salud del humano sino que provocan<br />

un serio deterioro en la producción pecuaria con grandes pérdidas<br />

económicas.<br />

En los parásitos de los tejidos, el contacto interno con los<br />

órganos del hospedero origina una respuesta inmunológica más<br />

potente que la que originan los enteroparásitos. Este contacto<br />

más cercano al hospedero provoca lesiones más intensas por<br />

acción mecánica y expoliatriz y por consiguiente, los procesos<br />

de atrofia, hiperplasia e hipertrofia de los tejidos son más frecuentes<br />

e importantes, al igual que la sintomatología y signología,<br />

que en las otras parasitosis. La respuesta inmune celular y<br />

humoral permite realizar el diagnóstico de estas parasitosis,<br />

tanto en el suero como en los tejidos.<br />

El médico debe sospechar el diagnóstico por los antecedentes<br />

epidemiológicos, la historia familiar y los síntomas clínicos<br />

que se describen en el cuadro 39-1.<br />

En la anamnesis son importantes los antecedentes epidemiológicos,<br />

ya que permiten conocer que varios miembros de<br />

la misma familia presentan la infección debido a que el mecanismo<br />

de adquisición ha sido el mismo, tal como sucede en la<br />

triquinosis, fascioliasis, paragonimiasis, difilobotriasis, clonorquiasis,<br />

etcétera.<br />

La procedencia del parásito es también un antecedente de<br />

importancia, pues ciertas zoonosis sólo existen en países o zonas<br />

donde se encuentran los vectores biológicos, tal como sucede<br />

en la leishmaniasis, enfermedad del sueño, enfermedad de<br />

Chagas, esquistosomiasis, angiostrongiliasis, etc. El antecedente<br />

de algún viaje, en este siglo de la globalización, es también<br />

un dato importante porque la persona puede haber adquirido<br />

271<br />

la parasitosis años antes y presentar manifestaciones clínicas recientes,<br />

tal como sucede en la malaria por P. malariae.<br />

Tal como se describe en el cuadro 39-1, los síntomas<br />

y signos más relevantes de estas parasitosis son inespecíficos.<br />

Para confirmar el diagnóstico se utilizan exámenes de laboratorio<br />

directos que pesquisan parásitos en sangre, por ejemplo,<br />

plasmodios, babesias, filarias, leishmanias, huevos en<br />

heces, por ejemplo: Schistosoma mansoni y S. japonicum, S. intercalatum,<br />

etc., o en orina huevos de S. haematobium y de<br />

Dioctophyma renale, o la observación de formas juveniles en la<br />

faringe o fosas nasales, por ejemplo, Linguatula serrata, Hirudo<br />

medicinalis.<br />

Técnicas indirectas que pesquisan los anticuerpos originados<br />

por el hospedero, como reacción a la parasitosis, también<br />

son útiles en enfermedad de Chagas, toxoplasmosis, leishmaniasis,<br />

fascioliasis, amebiasis extraintestinal, etc. Las técnicas de<br />

biología molecular como PCR (polimerasa en cadena) también<br />

tienen rendimiento en estas parasitosis. (Ver capítulo 92, Diagnóstico<br />

de laboratorio de las parasitosis y capítulo 93, Aplicación<br />

del cultivo in vitro al diagnóstico de las parasitosis.)<br />

Una serie de exámenes complementarios: imagenología,<br />

radiografías, ecografías, TC (tomografía computarizada), RMN<br />

(resonancia magnética nuclear) son de ayuda, especialmente<br />

en toxoplasmosis, cisticercosis, fascioliasis, neumocistosis, etcétera.<br />

El hemograma permite demostrar anemia importante en<br />

malaria, leve en fascioliasis crónica, toxoplasmosis y enfermedad<br />

de Chagas, eosinofilia en fascioliasis, clonorquiasis, paragonimiasis,<br />

etc. (Ver capítulo 82, Síndrome de hipereosinofilia<br />

y parasitosis.) La citoscopia tiene rendimiento en S. haematobium,<br />

y la ERCP (colangiopancreatografía retrógrada endoscópica)<br />

en fascioliasis.<br />

El tratamiento de estas parasitosis se describe en el capítulo<br />

94.<br />

Las filarias dérmicas, linfáticas y viscerales Onchocerca volvulus,<br />

Wuchereria bancrofti, Brugia malayi, Dirofilaria immitis<br />

presentan simbiontes intracelulares del género Wolbachia que<br />

se transmiten por vía transovárica. Se trata de una simbiosis


272 PARTE II Parasitología humana<br />

obligada, lo que se demuestra con el hecho de que al tratar con<br />

antibióticos a Wolbachia (rickettsia), se bloquea en forma irreversible<br />

la producción de microfilarias. Por este motivo se considera<br />

hoy en día que Wolbachia es un blanco útil en el control<br />

de la oncocercosis. La Wolbachia es un buen antígeno y los casos<br />

humanos de oncocercosis presentan anticuerpos contra<br />

Wolbachia.<br />

La distribución geográfica de las principales parasitosis tisulares<br />

de la sangre, de las vías urinarias y de otras localizaciones<br />

se describen en el cuadro 39-2.<br />

Referencia<br />

1. De Carneri Y. Parasitología generale e umana, 13a. ed.<br />

Ed. Ambrosiana, Italia, 2002:376-379.


Capítulo<br />

40<br />

Tripanosomiasis africana<br />

(enfermedad del sueño)*<br />

August Stich<br />

Introducción histórica<br />

La tripanosomiasis africana humana (HAT) o enfermedad del<br />

sueño es una de las enfermedades tropicales clásicas de África.<br />

Los primeros reportes de caso se remontan al siglo xiv. Hasta el<br />

presente siglo, la HAT ha tenido enormes repercusiones sobre<br />

la salud en África. Durante mucho tiempo diversas áreas se habían<br />

hecho inhabitables para personas y ganado. Millones de<br />

personas pueden haber muerto por esta causa en África central<br />

alrededor del lago Victoria y en la cuenca del Congo.<br />

En 1895, el científico británico sir David Bruce (1855-<br />

1931) sugirió una asociación entre tripanosomas y la “fiebre<br />

por la mosca del ganado”, un problema importante para el ganado<br />

en Sudáfrica. En 1902, Robert M. Forde y Everett<br />

Dutton, de la Liverpool School of Tropical Medicine, identificaron<br />

tripanosomas en la sangre de un paciente durante una<br />

expedición de investigación en República del Gambia, y en<br />

1903, el italiano Aldo Castellani aisló tripanosomas a partir del<br />

líquido cefalorraquídeo (LCR). En el mismo año, se identificó<br />

a las moscas tse-tse como el vector.<br />

Concepto<br />

La tripanosomiasis africana o enfermedad del sueño es una zoonosis<br />

producida por Trypanosoma brucei gambiense y T. brucei rhodesiense,<br />

que se transmite por moscas del género Glossina (tse-tse) y<br />

que se caracteriza por originar alteración del sistema nervioso central<br />

(SNC) con deterioro mental progresivo y coma. La forma<br />

occidental (T. brucei gambiense) es de evolución crónica (meses o<br />

años), y la oriental (T. brucei rhodesiense) es de evolución aguda.<br />

Clasificación taxonómica<br />

La HAT se origina por subespecies del protozoario hemoflagelado<br />

Trypanosoma brucei transmitidas al ser humano y animales<br />

por moscas tse-tse (Glossina spp.). La distribución del vector<br />

restringe la enfermedad del sueño al continente africano entre<br />

14° norte y 29° sur.<br />

Trypanosoma brucei, Phylum Sacromastigophora, orden<br />

Kinetoplastida, es un parásito protozoario extracelular. Al igual<br />

que Leishmania, posee un núcleo colocado centralmente y un<br />

cinetoplasto, un orgánulo separado que contiene DNA extracelular.<br />

El cinetoplasto es el sitio de inserción de una membrana<br />

ondulante, que se extiende sobre casi toda la longitud de la<br />

célula y termina como un flagelo libre.<br />

Las tres subespecies de T. brucei son indistinguibles desde el<br />

punto de vista morfológico. Sin embargo, difieren de manera<br />

considerable en su interacción con su huésped mamífero, y en el<br />

modelo epidemiológico de las enfermedades que causan. Anteriormente,<br />

los aislados de T. b. gambiense y T. b. rhodesiense se<br />

caracterizaron mediante análisis de isoenzimas o por medio de<br />

inoculación en animales. El advenimiento de técnicas moleculares<br />

creó expectativas de recursos más fiables para su diferenciación.<br />

Empero, la caracterización genómica ha revelado varias<br />

más subdivisiones en lugar de las tres esperadas. Mientras que<br />

los aislados en el occidente de África resultaron ser relativamente<br />

homogéneos, los aislados en el oriente de África a partir de<br />

seres humanos y animales no se conformaron simplemente a lo<br />

que aún se llama T. b. rhodesiense y T. b. brucei, sino que mostraron<br />

una compleja relación con evidencia de intercambio genético<br />

en el vector, hasta ahora no descubierto. La investigación<br />

molecular adicional quizás pronto lleve a un árbol filogenético<br />

integral y un entendimiento más profundo de la evolución de<br />

los tripanosomas y las características biológicas de los mismos.<br />

Aspectos biológicos<br />

Aunque se ha reportado transmisión congénita, mediante la<br />

sangre y mecánica, y puede desempeñar un papel ocasional, el<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

273


274 PARTE II Parasitología humana<br />

principal modo de transmisión es por medio de la mordedura<br />

de moscas tse-tse infectadas (Glossina spp., orden Diptera). Éstos<br />

son insectos singulares desde el punto de vista biológico,<br />

que sólo se encuentran en África en 31 especies y subespecies.<br />

Menos de la mitad son vectores potenciales de HAT. Su conducta,<br />

características ecológicas y hábitat elegido distintivos<br />

explican muchas características epidemiológicas de la enfermedad<br />

del sueño. Las moscas tse-tse pueden vivir muchos meses<br />

en su hábitat natural, pero sólo dan a luz a alrededor de<br />

ocho larvas durante todo su lapso de vida. Ambos sexos se<br />

alimentan de sangre. Requieren temperaturas calurosas, sombra<br />

y humedad para descansar y para depositar larvas; así, su<br />

distribución es altamente localizada. Recientemente, el mapeo<br />

y la vigilancia de posibles focos de transmisión de HAT se han<br />

hecho posibles con el uso de técnicas de obtención de imágenes<br />

satelitales.<br />

Durante una comida de sangre a partir de un huésped mamífero<br />

infectado, la mosca tse-tse ingiere tripanosomas (“forma<br />

gruesa”) que llegan al intestino medio, donde se desarrollan<br />

hacia formas procíclicas y se multiplican. Después de alrededor<br />

de dos semanas, migran como epimastigotes hacia las glándulas<br />

salivales, donde finalmente se desarrollan formas metacíclicas<br />

infecciosas. En la siguiente ingestión de sangre, son inyectadas<br />

hacia un nuevo huésped vertebrado, donde aparecen como<br />

tripomastigotes “delgados y largos” y se multiplican mediante<br />

fisión binaria. En contraste con Leishmania y T. cruzi, T. brucei<br />

es un parásito exclusivamente extracelular (figura 40-1).<br />

Los cambios cíclicos del tripanosoma hacia diferentes etapas<br />

de desarrollo se acompañan de variaciones de la morfología,<br />

el metabolismo y la antigenicidad. Se han descrito varias<br />

vías metabólicas únicas en tripanosomas, distintas de su huésped<br />

y que, de este modo, reúnen las características necesarias<br />

como blancos farmacológicos potenciales.<br />

Las formas de T. brucei en el torrente sanguíneo están revestidas<br />

con una cubierta densa de glucoproteínas idénticas;<br />

cada molécula tiene hasta alrededor de 500 aminoácidos. Al<br />

ser altamente inmunogénicas, estimulan la producción de anticuerpos<br />

específicos, principalmente de la subclase IgM. Una<br />

vez que los anticuerpos del huésped han reconocido las glucoproteínas<br />

de superficie, el parásito será atacado y destruido<br />

mediante activación del complemento y liberación de citocinas,<br />

lo que da lugar a reacciones inflamatorias locales y sistémicas.<br />

Con todo, en cada nueva generación de T. brucei alrededor<br />

de 2% cambia la expresión de su glucoproteína de superficie<br />

específica. La “cubierta” será entonces diferente en la nueva clona<br />

(así, glucoproteína de superficie “variante”: VSG). Este cambio<br />

fenotípico es efectuado principalmente por reordenamiento<br />

de DNA programado, lo cual mueve un gen que codifica<br />

para VSG silencioso desde el punto de vista de la transcripción<br />

hacia un sitio de expresión activa, localizado en telómeros.<br />

Cada parásito de T. brucei ya tiene la información para cientos<br />

de diferentes genes que codifican para VSG, y dentro de una<br />

población completa de tripanosomas, el repertorio potencial de<br />

esas copias de VSG diferentes parece ser casi infinito.<br />

d<br />

e<br />

c<br />

5<br />

4 4<br />

3<br />

1<br />

b<br />

2<br />

a<br />

A<br />

B<br />

C<br />

Figura 40-1. Ciclo vital de Trypanosoma brucei gambiense y<br />

Trypanosoma brucei rhodesiense. A. Ciclo evolutivo en el humano.<br />

Tripanosomas en sangre periférica; invasión del sistema nervioso.<br />

1-2) Tripanosomas en división. Tinción Giemsa. B. Ciclo evolutivo en<br />

la mosca tse-tse (Glossina) agente transmisor: 3) Tripanosoma<br />

procedente del estómago de la mosca. 4) Crithidia del intestino a la<br />

mosca (D). 5) Forma metacíclica procedente de la glándula salival<br />

(S). a y b) Mosca tse-tse picando. c) Glossina forma habitual.<br />

d) Mosca antes de la ingestión. e) Mosca después de la ingestión.<br />

f ) Glossina grávida. g) Glossina depositando una larva. h) Larva.<br />

i) Capullo. Vías que recorren los tripanosomas en la Glossina. Azul:<br />

los tripanosomas llegan con la sangre ingerida al intestino de la<br />

mosca. Amarillo: camino que recorren los tripanosomas desde el<br />

intestino a la glándula salival (S) (forma Crithidia). Rojo: las formas<br />

metacíclicas llegan con la saliva, a través de la picadura, a los<br />

hospederos vertebrados. C. Evolución similar a los de A en algunos<br />

hospederos reservorios, por ejemplo, antílope para T. brucei<br />

rhodesiense.<br />

Cada nueva copia de VSG es diferente desde el punto de<br />

vista antigénico, lo que estimula la producción de una nueva<br />

población de IgM. Esta variación antigénica es la principal estrategia<br />

de evasión inmunitaria del parásito; permite al tripanosoma<br />

persistir en su huésped vertebrado. También reduce la<br />

carga de parásitos y prolonga la infección. Aun así, el resultado<br />

inevitable es el agotamiento inmunitario del huésped (apoyado<br />

por metabolitos inmunosupresores adicionales de los parásitos),<br />

penetración de tripanosomas hacia sitios inmunoprivilegiados,<br />

como el SNC, y finalmente la muerte.<br />

D<br />

S<br />

b<br />

a<br />

1<br />

2<br />

5<br />

3<br />

h<br />

f<br />

i<br />

g


CAPÍTULO 40 Tripanosomiasis africana (enfermedad del sueño) 275<br />

Datos epidemiológicos<br />

La enfermedad en seres humanos ocurre en dos formas distintas<br />

desde los puntos de vista clínico y epidemiológico, enfermedad<br />

del sueño de África occidental y de África oriental (cuadro<br />

40-1). Una tercera subespecie del parásito, T. b. brucei, causa<br />

enfermedad en ganado vacuno (Nagana) pero no es patogénica<br />

en seres humanos. En Uganda, el único país donde ocurren las<br />

tres formas, las áreas de enfermedad del sueño por T. b. gambiense<br />

y por T. b. rhodesiense están a punto de superponerse.<br />

El éxito de los programas de control durante el decenio de<br />

1960-1969 pareció prometer la desaparición de la enfermedad<br />

del sueño como un problema de salud pública. De cualquier<br />

modo, epidemias recientes en la República Democrática del<br />

Congo, Angola del Norte, Sudán, Uganda y otros países dieron<br />

lugar a un resurgimiento importante de HAT. Al final del siglo,<br />

los logros en el control de la enfermedad del sueño obtenidos<br />

durante la época colonial se habían revertido casi por completo.<br />

Afortunadamente, programas de instituciones nacionales y<br />

diversas organizaciones no gubernamentales, finalmente tuvieron<br />

éxito en la reducción de la transmisión en muchas áreas<br />

accesibles de África central. 3,10,12 No obstante, se desconoce la<br />

prevalencia verdadera de la HAT en África, puesto que muchos<br />

países aún se encuentran en un estado de guerra y de agitación<br />

civil, con una población desesperada que no puede ser alcanzada<br />

por los programas de salud.<br />

En la actualidad, aproximadamente 60 millones de personas<br />

en 36 países de África están expuestas al riesgo potencial de<br />

HAT. En alrededor de 300 focos activos que existen actualmente,<br />

se cree que entre 100 000 y 300 000 personas aún están<br />

infectadas, la mayoría por T. b. gambiense. Están destinadas a<br />

morir si se les deja sin tratamiento. Para los turistas y expatriados,<br />

la enfermedad del sueño siempre ha sido un padecimiento<br />

raro, aunque se reportan con regularidad agrupaciones ocasionales<br />

de casos en turistas que visitan Tanzania, Zambia y<br />

Malawi. Se está investigando el papel de tripanosomas recientemente<br />

diagnosticados en pacientes en algunas áreas del subcontinente<br />

indio (más probablemente T. evansi).<br />

Difícilmente hay alguna otra enfermedad tropical que demuestre<br />

con mayor claridad la hipocresía que caracteriza a esta<br />

época. Por un lado, se mantienen en cultivo tripanosomas y se<br />

estudian extensamente en muchos laboratorios de investigación.<br />

Se efectúa secuenciación de su genoma, y muchos fenómenos<br />

moleculares, bioquímicos e inmunológicos se han descubierto<br />

como resultado de investigación de ciencia básica. Por<br />

consiguiente, el interés científico por esta enfermedad por lo<br />

general sólo se restringe a sus aspectos de investigación. Por<br />

otro lado, los recursos diagnósticos y en especial terapéuticos<br />

están cada vez menos disponibles, porque los cientos de miles<br />

de personas infectadas en África no son consumidores comercialmente<br />

viables. 1<br />

Las perspectivas de combatir la tripanosomiasis son desalentadoras,<br />

aunque se han logrado algunos éxitos recientes,<br />

por lo general mediante el trabajo de organizaciones no gubernamentales<br />

comprometidas. La preocupación mundial acerca<br />

de la crisis de HAT en África es una cuestión de ética científica<br />

y solidaridad internacional.<br />

Patogenicidad y anatomía patológica<br />

La HAT progresa mucho más rápidamente (en el transcurso de<br />

meses o semanas) en la variedad del oriente de África o por T.<br />

b. rhodesiense en comparación con un inicio más insidioso y<br />

evolución prolongada que puede durar años en la infección por<br />

T. b. gambiense (del occidente de África). En general, hay muchos<br />

más organismos circulantes en la infección por T. b. rhodesiense<br />

en comparación con la infección por T. b. gambiense, lo<br />

que facilita el diagnóstico parasitológico en la enfermedad del<br />

sueño del oriente de África. El número de organismos en la<br />

sangre también varía ampliamente dependiendo de la respuesta<br />

inmune a la infección. Estos números aumentan y disminuyen<br />

en ondas porque los anticuerpos que se desarrollan contra un<br />

tipo antigénico de tripanosoma pueden lisarlos, pero son ineficaces<br />

para suspender la multiplicación de un número más pequeño<br />

de organismos que tienen un tipo antigénico diferente,<br />

y se requiere tiempo para que los sistemas inmunitarios muestren<br />

respuesta a esta nueva variante. Las respuestas inflamatorias<br />

(con citocinas) del huésped son importantes y, junto con<br />

las respuestas inmunes, pueden contribuir a la fisiopatología.<br />

Hay dos etapas de la infección, cuya distinción tiene importancia<br />

porque la etapa determina la elección del tratamiento y los<br />

riesgos acompañantes.<br />

Algunos días después de una mordedura por una mosca<br />

tse-tse infecciosa, puede aparecer una pápula pequeña, más a<br />

menudo en la infección por T. b. rhodesiense que en la infección<br />

por T. b. gambiense. Conforme los organismos se multiplican<br />

localmente, estimulan respuestas inflamatorias y puede aparecer<br />

una reacción tisular eritematosa con edema y linfadenopatía.<br />

Este “chancro tripanosómico” comúnmente se encuentra<br />

en las infecciones por T. b. rhodesiense, pero rara vez en las que<br />

dependen de T. b. gambiense. Los organismos a continuación<br />

invaden con rapidez el sistema hemolinfático, donde se multiplican.<br />

Posteriormente aparecen síntomas de fiebre, temblores,<br />

cefaleas y artralgias. Éstos pueden ser menos notorios en las<br />

infecciones por T. b. gambiense. Suele detectarse linfadenopatía,<br />

en especial en el triángulo posterior del cuello. Este “signo de<br />

Winterbottom” tiene utilidad diagnóstica, porque la linfa obtenida<br />

a partir de estos ganglios puede mostrar parásitos y ayudar<br />

a establecer un diagnóstico.<br />

Después de multiplicación local en el sitio de inoculación,<br />

los tripanosomas invaden el sistema hemolinfático, donde pueden<br />

detectarse después de 7 a 10 días. Durante este periodo de<br />

diseminación, están expuestos a mecanismos de defensa del<br />

huésped vigorosos, que evaden mediante variación antigénica.<br />

Esta batalla continua entre cambios antigénicos y defensa humoral<br />

da lugar a una parasitemia fluctuante; los parásitos a menudo<br />

se hacen indetectables, en particular en la HAT por T. b.<br />

gambiense. La liberación cíclica de citocinas durante periodos<br />

de lisis celular aumentada da lugar a síntomas inespecíficos in-


276 PARTE II Parasitología humana<br />

termitentes: fiebre, escalofríos, temblores, cefalea y artralgias.<br />

Éstos fácilmente pueden diagnosticarse de modo erróneo como<br />

paludismo, infección viral, fiebre tifoidea y muchas otras enfermedades.<br />

La hepatosplenomegalia y la linfadenopatía generalizada<br />

son comunes, e indican activación del sistema reticuloendotelial<br />

e hiperplasia del mismo.<br />

Los tripanosomas cruzan la barrera hematoencefálica semanas<br />

después de la infección por T. b. rhodesiense, y meses después<br />

en las infecciones por T. b. gambiense. Esto empieza la fase de<br />

“enfermedad del sueño”, que se asocia con cambios de la personalidad,<br />

cefaleas, aislamiento del ambiente y otros signos de<br />

afección neurológica. Los pacientes tienen dificultad para llevar<br />

a cabo sus tareas salvo las más simples, y muestran una especie<br />

de “visión en túnel mental”. También hay cambios del ritmo<br />

circadiano, como insomnio nocturno y somnolencia diurna. A<br />

menos que se dé tratamiento, estos síntomas progresan y se asocian<br />

con apatía, inanición, y eventualmente infecciones secundarias,<br />

como neumonías que preceden a la muerte. 2,5,7,9<br />

Manifestaciones clínicas<br />

La enfermedad del sueño es una enfermedad terrible, que causa<br />

gran sufrimiento a los pacientes, su familia y la comunidad<br />

afectada. La infección a menudo tiene un inicio insidioso, pero<br />

T. brucei, sea la subespecie del oriente o del occidente de África,<br />

siempre matará al paciente si no se trata a tiempo. La evolución<br />

natural de la HAT puede dividirse en etapas. Su reconocimiento<br />

y diferenciación tienen importancia para el manejo clínico<br />

del paciente.<br />

El chancro tripanosómico<br />

Las mordeduras de mosca tse-tse pueden ser bastante dolorosas;<br />

por lo general dejan una marca pequeña y que cicatriza por<br />

sí sola. En el caso de una infección por tripanosomas, la reacción<br />

local puede ser bastante pronunciada y de duración más<br />

prolongada. Se formará una pápula elevada después de unos<br />

cinco días. Aumenta rápidamente de tamaño, y queda rodeada<br />

por una reacción tisular eritematosa intensa con edema local y<br />

linfadenopatía regional. Aunque algunos chancros tienen un<br />

aspecto muy inflamado, por lo general no suscitan mucho dolor<br />

a menos que queden ulcerados y superinfectados. Cicatrizan<br />

sin tratamiento después de dos a cuatro semanas, y dejan<br />

una mancha hiperpigmentada permanente.<br />

Aparecen chancros tripanosómicos en más de la mitad de<br />

los pacientes con infección por T. b. rhodesiense. En la infección<br />

por T. b. gambiense son mucho menos comunes y a menudo<br />

evaden la detección en poblaciones endémicas.<br />

Etapa hemolinfática (HAT en etapa I)<br />

Un signo fiable, particularmente en la infección por T. b. gambiense,<br />

es el agrandamiento de ganglios linfáticos en el triángulo<br />

posterior del cuello (signo de Winterbottom). Otros signos<br />

típicos son un exantema en placas o circinado fugaz, una infiltración<br />

mixedematosa del tejido conjuntivo (“síndrome de la<br />

cara abotagada”), y una periostitis poco notoria de la tibia, con<br />

hiperestesia tardía (signo de Kérandel).<br />

En la infección por T. b. rhodesiense, esta etapa hemolinfática<br />

es muy pronunciada, con síntomas intensos; a menudo<br />

semeja en clínica paludismo por P. falciparum o septicemia. A<br />

menudo los pacientes mueren en el transcurso de las primeras<br />

semanas después del inicio de los síntomas, en su mayor parte<br />

por afección cardiaca (miocarditis). En la etapa temprana de<br />

infección por T. b. gambiense, los síntomas por lo general son<br />

poco frecuentes y leves. Los episodios febriles se hacen menos<br />

graves a medida que progresa la enfermedad.<br />

En pacientes que se presentan con un antecedente apropiado<br />

de viaje, quizá un antecedente de haber sido mordido<br />

por moscas tse-tse, y síntomas sistémicos de fiebre, debe sospecharse<br />

HAT, así como infecciones importadas más comunes,<br />

como paludismo.<br />

Etapa meningoencefalítica<br />

(HAT en etapa II)<br />

En el transcurso de semanas en la infección por T.b. rhodesiense,<br />

y de meses (a veces años) en la infección por T. b. gambiense,<br />

siempre habrá afección cerebral; los tripanosomas cruzan la barrera<br />

hematoencefálica.<br />

El inicio de la etapa II es insidioso. Es imposible determinar<br />

en clínica el tiempo exacto de afección del SNC. En el estudio<br />

histológico, pueden detectarse infiltración (“manguito”) perivascular<br />

de células inflamatorias y proliferación glial, que semejan<br />

endarteritis cerebral. A medida que progresa la enfermedad, los<br />

pacientes se quejan de cefalea creciente, y su familia puede detectar<br />

un cambio notorio de la conducta y la personalidad. Los<br />

síntomas neurológicos, que aparecen de manera gradual, pueden<br />

ser focales o generalizados, dependiendo del sitio de daño celular<br />

en el SNC. Las convulsiones son comunes, y por lo general<br />

indicativas de mal pronóstico. Los periodos de confusión y agitación<br />

evolucionan lentamente hacia una etapa de perplejidad<br />

característica, cuando los pacientes pierden interés por sus alrededores<br />

y su propia situación. Las reacciones inflamatorias en las<br />

estructuras hipotalámicas llevan a disfunción de los ritmos circadianos<br />

y de los sistemas reguladores del sueño. El patrón de sueño<br />

se hace fragmentado y, finalmente, da lugar a un estado somnoliento<br />

o comatoso. La incapacidad para comer y beber va<br />

seguida por emaciación y deshidratación progresivas.<br />

En niños, la HAT progresa aún más rápidamente hacia<br />

esta etapa meningoencefalítica. Los padres suelen notar insomnio<br />

y cambios conductuales mucho tiempo antes de que se establezca<br />

el diagnóstico.<br />

No hay un signo clínico patognomónico de HAT tardía;<br />

en lugar de eso, el diagnóstico diferencial comprende una amplia<br />

gama de enfermedades neurológicas y psiquiátricas. Sin<br />

embargo, la apatía, la facies inexpresiva típica y los ganglios linfáticos<br />

hinchados en el triángulo posterior del cuello son muy<br />

sugestivos de HAT en áreas endémicas. 2,5,9


CAPÍTULO 40 Tripanosomiasis africana (enfermedad del sueño) 277<br />

Diagnóstico de laboratorio<br />

La HAT nunca puede diagnosticarse con certeza sólo con base<br />

en los datos clínicos. El diagnóstico definitivo requiere la detección<br />

del parásito en aspirado de chancro, sangre, linfa, o LCR<br />

usando diversas técnicas parasitológicas. Los métodos para el<br />

diagnóstico son en esencia los mismos para HAT por T. b. gambiense<br />

y por T. b. rhodesiense.<br />

Aspirado de ganglio linfático<br />

La aspiración de ganglio linfático se utiliza ampliamente, en<br />

especial para el diagnóstico de HAT por T. b. gambiense. El líquido<br />

de ganglios linfáticos agrandados, de preferencia del<br />

triángulo posterior del cuello (signo de Winterbottom), se aspira<br />

y se examina de inmediato a aumento de 400 sin tinción<br />

adicional. Pueden detectarse tripanosomas móviles durante algunos<br />

minutos entre los numerosos linfocitos.<br />

Preparación húmeda, frotis sanguíneo<br />

delgado y de gota gruesa<br />

Durante todas las etapas de la enfermedad, los tripanosomas<br />

pueden aparecer en la sangre, donde pueden detectarse en preparaciones<br />

húmedas no teñidas, o en preparaciones teñidas. El rendimiento<br />

de la detección es más alto en el frotis de gota gruesa de<br />

sangre, técnica ampliamente usada para el diagnóstico de parásitos<br />

en la sangre, como Plasmodium o microfilarias. Las técnicas<br />

de tinción de Giemsa o Field son apropiadas (figura 40-2).<br />

Especialmente en HAT por T. b. gambiense, la parasitemia<br />

por lo general es baja y fluctuante, a menudo incluso indetectable.<br />

A veces se necesitan exámenes repetidos en días sucesivos<br />

hasta que es posible documentar tripanosomas.<br />

Métodos de concentración<br />

Para aumentar la sensibilidad de los exámenes de sangre, se han<br />

creado diversos análisis de concentración. Los tripanosomas<br />

Figura 40-2. Trypanosoma brucei gambiense en sangre.<br />

tienden a acumularse en la capa leucocítica después de centrifugación<br />

de una muestra de sangre. Los mejores resultados se<br />

han obtenido con la mAECT (técnica en mini-columna de intercambio<br />

aniónico), donde los tripanosomas son concentrados<br />

después del paso a través de una columna de celulosa; el<br />

método de QBC (capa leucocítica cuantitativa), que originalmente<br />

se creó para el diagnóstico de paludismo, o el método de<br />

CTC (centrifugación en tubo capilar), que se usa ampliamente<br />

en el campo.<br />

Técnicas de amplificación nucleicas<br />

Se han descrito varios cebadores específicos para detectar DNA<br />

de tripanosoma usando la reacción en cadena de la polimerasa<br />

(PCR). Se han aplicado exitosamente a muestras de sangre, linfa<br />

y LCR, en su mayor parte en condiciones de un laboratorio<br />

de investigación. Aunque algunos de ellos son capaces de detectar<br />

menos de 10 tripanosomas por cada muestra, en la realidad<br />

del diagnóstico clínico los análisis con PCR aún son inferiores<br />

a las técnicas parasitológicas convencionales.<br />

Análisis serológicos<br />

El estudio serológico es un recurso útil para detectar anticuerpos<br />

contra tripanosomas. Se han descrito diversos métodos de<br />

análisis; algunos de ellos ahora se encuentran disponibles en el<br />

comercio. Se basan principalmente en la técnica de valoración<br />

inmunosorbente ligada a enzimas (ELISA), o de inmunofluorescencia,<br />

pero sólo proporcionan resultados fiables en HAT<br />

por T. b. gambiense. Para detección rápida en condiciones de<br />

campo, la CATT (prueba de aglutinación en tarjeta para tripanosomiasis)<br />

es un excelente recurso en áreas de infestación por<br />

T. b. gambiense. Es fácil de efectuar y proporciona resultados en<br />

el transcurso de 5 min. Una aglutinación visible en la CATT<br />

sugiere la existencia de anticuerpos, pero no necesariamente<br />

implica enfermedad declarada. Aun así, cualquier resultado positivo<br />

en el estudio serológico siempre requiere confirmación<br />

parasitológica antes del inicio de tratamiento.<br />

Datos de laboratorio inespecíficos<br />

La anemia y la trombocitopenia se originan por los efectos sistémicos<br />

de la liberación de citocinas, en especial de TNF-a. La<br />

hipergammaglobulinemia puede alcanzar cifras extremas como<br />

resultado de activación policlonal de plasmocitos. La concentración<br />

de IgM detectada en la HAT figura entre las más altas<br />

observadas en cualquier enfermedad infecciosa.<br />

Diagnóstico de la etapa II<br />

La determinación de la etapa es crucial para el manejo correcto<br />

de un paciente. Esto no puede efectuarse con base en los datos<br />

clínicos solos. Por ende, es necesario examinar el LCR en todo<br />

paciente en quien se encuentren resultados positivos para tripanosomas<br />

en sangre o en aspirado de linfa. También debe reali-


278 PARTE II Parasitología humana<br />

zarse una punción lumbar en todos los pacientes en quienes se<br />

sospeche HAT en clínica incluso si los exámenes de sangre periférica<br />

han resultado negativos. Se requieren 5 ml de LCR<br />

como mínimo para buscar:<br />

Leucocitos. La afección cerebral en la HAT en etapa II se<br />

acompaña de pleocitosis, en su mayor parte de linfocitos, en el<br />

LCR. Por convención, cinco células o más por milímetro cúbico<br />

de LCR define afección del SNC incluso si el paciente (todavía)<br />

no presenta síntomas neurológicos. La aparición de plasmocitos<br />

activados con inclusiones eosinofílicas, las células<br />

morulares de Mott, en el LCR es patognomónica de HAT.<br />

Tripanosomas. Las probabilidades de detectar tripanosomas<br />

en el LCR aumentan con la magnitud de pleocitosis y con la<br />

técnica usada. El rendimiento más alto se obtiene mediante<br />

centrifugación doble de LCR y examen rápido al microscopio<br />

al lado de la cama.<br />

Proteína. En pacientes con HAT, una concentración de 37 mg<br />

de proteína por 100 ml de LCR (análisis de proteína de unión<br />

a colorante) o más es altamente sugestiva de la etapa avanzada.<br />

La HAT en etapa II se caracteriza por una producción autóctona<br />

de anticuerpos IgM en el LCR, que puede detectarse de<br />

manera selectiva si hay instalaciones de laboratorio idóneas (p.<br />

ej., prueba de IgM en látex).<br />

Tratamiento<br />

Consideraciones generales<br />

La HAT es curable, en especial si el diagnóstico es temprano.<br />

Empero, en la cruda realidad de la situación africana hay muchos<br />

obstáculos importantes para el manejo exitoso de pacientes;<br />

a continuación se listan algunos de ellos.<br />

1. La enfermedad del sueño es propia de sitios rurales remotos.<br />

Los focos activos de enfermedad del sueño por lo<br />

general están en lugares lejanos e inseguros, a los cuales es<br />

difícil llegar. Muchos centros de tratamiento funcionan<br />

en condiciones de emergencia con recursos en extremo<br />

restringidos. Gran cantidad de pacientes, sin acceso apropiado<br />

al cuidado de la salud, se dejan sin atención.<br />

2. El diagnóstico es difícil. El diagnóstico inicial y la estadificación<br />

exacta de la tripanosomiasis requieren métodos<br />

complejos que a menudo son peligrosos para el paciente y<br />

sólo están justificados en manos de personal experimentado.<br />

Se requieren programas de capacitación repetitivos,<br />

supervisión constante y control de calidad continuo, pero<br />

en realidad rara vez están disponibles.<br />

3. El tratamiento de la tripanosomiasis es en extremo costoso,<br />

aunque los fármacos en sí ahora están cubiertos por un<br />

programa de donación. La demanda siempre excede los<br />

recursos disponibles localmente. El patrocinio externo y<br />

los compromisos de donadores sostenibles para África rural<br />

en general están disminuyendo.<br />

4. El tratamiento es complicado. El tratamiento de la HAT<br />

es peligroso, prolongado y por lo general requiere hospitalización.<br />

La mayoría de los pacientes con tripanosomiasis<br />

en etapa terminal está muy grave y desnutrida. Las reacciones<br />

farmacológicas adversas durante el tratamiento son<br />

difíciles de evaluar debido a enfermedades concomitantes.<br />

Su manejo requiere habilidad médica considerable y buen<br />

cuidado de enfermería. En los hospitales de África rural a<br />

menudo se dispone de equipo y personal insuficientes<br />

para lograr buen cuidado de los pacientes.<br />

5. Muchos fármacos no están fácilmente disponibles. Muchos<br />

agentes tripanosomicidas están a punto de desaparecer<br />

pese a demanda creciente. La gama de fármacos está<br />

disminuyendo, y apenas algún tratamiento nuevo está en<br />

el horizonte. Esto despierta preocupación especial en vista<br />

de la diseminación reportada de resistencia a fármacos.<br />

6. El tratamiento de la HAT no está estandarizado. Los regímenes<br />

de tratamiento para la tripanosomiasis varían considerablemente<br />

entre los países y centros de tratamiento.<br />

Los resultados provenientes de distintos centros sólo son<br />

comparables en un grado muy limitado. Pocos estudios<br />

clínicos efectuados de manera apropiada y suficientemente<br />

potentes están disponibles para evaluar la duración,<br />

dosificación y posibles combinaciones de fármacos. Sólo<br />

en un puñado de lugares existe infraestructura suficiente<br />

para llevar a cabo investigación clínica.<br />

7. El precio de la cura para HAT es alto. Fármacos peligrosos<br />

con disponibilidad limitada y programas de tratamiento<br />

prolongados administrados en muchos sitios por personal<br />

poco capacitado en instalaciones médicas rudimentarias.<br />

Se ha logrado poco progreso en los últimos 30 años. 8<br />

Fármacos para la etapa I<br />

El tratamiento de la HAT depende de la subespecie de tripanosoma,<br />

y de la etapa de la enfermedad (cuadro 40-2).<br />

Pentamidina<br />

Desde su introducción en 1937, la pentamidina se ha convertido<br />

en el mejor fármaco para HAT por T. b. gambiense en etapa<br />

I; proporciona tasas de curación de hasta 98%. Con todo, hay<br />

fracasos frecuentes en la HAT por T. b. rhodesiense. Las tasas<br />

más bajas de captación celular de pentamidina en la infección<br />

por T. b. rhodesiense tal vez expliquen estas diferencias. Asimismo,<br />

se han informado algunas curaciones de infecciones en<br />

etapa II, pero la concentración del fármaco en el LCR no es<br />

suficientemente alta como para asegurar un efecto tripanosomicida<br />

fiable en el SNC.<br />

La pentamidina por lo general se administra por vía intramuscular<br />

profunda, a menudo de manera ambulatoria. Si se<br />

dispone de cuidado intrahospitalario y condiciones de vigilancia<br />

razonables, en lugar de eso podría administrarse por vía intravenosa<br />

lenta, suministrada en solución salina normal durante 2 h.<br />

La principal ventaja de la pentamidina sobre otros fármacos es


CAPÍTULO 40 Tripanosomiasis africana (enfermedad del sueño) 279<br />

la duración breve del tratamiento y la facilidad de administración.<br />

Los efectos adversos se relacionan con la vía de administración<br />

o con su dosis, y por lo general son rever sibles.<br />

En medicina clínica, la pentamidina también se usa como<br />

terapia de segunda línea para la leishmaniasis visceral, y especialmente<br />

en la profilaxis y el tratamiento de neumonía por<br />

Pneumocystis jiroveci oportunista en el SIDA. Desde el inicio de<br />

la pandemia de infección por HIV, los productores aumentaron<br />

más de 10 veces el costo de la pentamidina, lo cual la hizo<br />

incosteable por instituciones de salud en países de bajos ingresos.<br />

Después de una intervención encabezada por la Organización<br />

Mundial de la Salud (OMS), ahora se pone a disposición<br />

una cantidad limitada de pentamidina para uso en HAT.<br />

Suramina<br />

A principios del siglo xx, la creación de la suramina, como resultado<br />

de investigación alemana sobre la actividad tripanosomicida<br />

de diversos colorantes (“Bayer 205”), fue un avance<br />

importante en el campo de la medicina tropical. Por vez primera,<br />

la tripanosomiasis africana, al menos en sus etapas tempranas,<br />

se hizo tratable sin causar daño importante.<br />

La suramina aún se usa para tratar HAT en etapa I, en especial<br />

por T. b. rhodesiense. Al igual que la pentamidina, no alcanza<br />

la concentración terapéutica en el LCR. La suramina se<br />

administra por vía intravenosa, diluida en agua destilada.<br />

Los efectos adversos dependen del estado nutricional, enfermedades<br />

concomitantes (en especial oncocercosis) y el estado<br />

clínico del paciente. Aunque se han descrito reacciones que<br />

ponen en peligro la vida, los efectos adversos graves son raros.<br />

DB289<br />

El único compuesto nuevo introducido recientemente para el<br />

tratamiento de HAT fue el DB289. Es un profármaco relacionado<br />

con la pentamidina, pero puede administrarse por vía<br />

oral. Se esperó que en el futuro facilitara las opciones de tratamiento<br />

en HAT por T. b. gambiense en etapa I, pero después de<br />

entrar rápidamente a estudios clínicos fase III, el DB289 tuvo<br />

que abandonarse debido a efectos secundarios graves.<br />

Fármacos para la etapa II<br />

Melarsoprol<br />

Hasta la introducción sistemática del compuesto arsenical melarsoprol<br />

en 1949, la tripanosomiasis en etapa tardía era casi intratable.<br />

Desde entonces, ha permanecido como el fármaco contra<br />

tripanosomiasis en etapa II más ampliamente usado para infecciones<br />

tanto por T. b. gambiense como por T. b. rhodesiense. Ha salvado<br />

muchas vidas, pero genera una tasa alta de efectos adversos<br />

peligrosos. En algunas partes de Congo, Angola, Sudán y Uganda<br />

se ha reportado frecuencia creciente de recaídas y resistencia.<br />

El melarsoprol elimina tripanosomas rápidamente de la<br />

sangre, la linfa y el LCR. Su toxicidad por lo general restringe<br />

su uso a la enfermedad en etapa tardía. Se administra por vía<br />

intravenosa lenta; es necesario evitar el escape extravascular.<br />

Un régimen nuevo y más simple se basa en el conocimiento<br />

recientemente adquirido de la farmacocinética del melarsoprol.<br />

4 El efecto adverso de mayor importancia es una encefalopatía<br />

aguda, que se produce alrededor del quinto a octavo día<br />

de tratamiento en 5 a 14% de los pacientes. Hay cefalea intensa,<br />

convulsiones, deterioro neurológico rápido, o profundización<br />

de coma. Es característico que el paciente comatoso permanezca<br />

con los ojos abiertos. Más probablemente, esta es una<br />

reacción mediada por mecanismos inmunitarios, precipitada<br />

por la liberación de antígenos del parásito durante los primeros<br />

días del tratamiento. La tasa de letalidad general bajo tratamiento<br />

varía entre 2 y 12%, dependiendo de la etapa de la enfermedad<br />

y de la calidad del cuidado médico y de enfermería.<br />

La administración simultánea de glucocorticoides (prednisolona,<br />

1 mg/kg de peso corporal; máximo 40 mg al día) podría<br />

reducir la mortalidad, especialmente en casos con pleocitosis<br />

alta en el LCR. 11 Aun así, en áreas con prevalencia alta de tuberculosis,<br />

amebiasis y estrongiloidiasis, los corticosteroides<br />

plantean peligro por sí solos.<br />

Eflornitina (DFMO)<br />

Inicialmente creada como un agente antitumoral, la eflornitina<br />

(alfa-difluoro-metilornitina) se introdujo en 1980 como un<br />

fármaco contra tripanosomas, con la esperanza de que podría<br />

reemplazar al melarsoprol para el tratamiento de la tripanosomiasis<br />

en etapa II. De cualquier modo, los costos exorbitantes<br />

y la disponibilidad limitada han restringido su uso en su mayor<br />

parte a casos de enfermedad del sueño por T. b. gambiense resistente<br />

a melarsoprol. T. b. rhodesiense es mucho menos sensible<br />

debido a una tasa de recambio mucho más alta de la enzima<br />

blanco ornitina descarboxilasa y, por ende, la infección por este<br />

microorganismo no puede tratarse con eflornitina.<br />

Puede administrarse por vía oral, pero se prefiere la vía<br />

intravenosa porque alcanza biodisponibilidad y tasa de éxito<br />

mucho más altas. La eflornitina debe administrarse lentamente<br />

durante un periodo de al menos 30 min. Si las instalaciones lo<br />

permiten, es preferible la administración continua durante 24<br />

horas.<br />

La gama de reacciones adversas a la eflornitina es amplia, al<br />

igual que con otros fármacos citotóxicos en el tratamiento del<br />

cáncer. Su aparición e intensidad aumentan con la duración<br />

del tratamiento y con la gravedad del estado general del paciente.<br />

Durante finales del decenio de 1990-1999, ninguna compañía<br />

farmacéutica había producido eflornitina para uso contra<br />

HAT, a pesar de demandas por parte de la OMS. El descubrimiento<br />

de su efecto terapéutico en cremas cosméticas contra el<br />

pelo facial ayudó a volver a estimular la producción y, así, tuvo<br />

un efecto secundario beneficioso para HAT. En 2001 se firmaron<br />

acuerdos entre la OMS y dos importantes compañías productoras<br />

de fármacos que llevaron a una asociación públicaprivada<br />

(“Public-Private-Partnership” [PPP]) y ayudaron a<br />

asegurar un abasto suficiente de eflornitina y otros fármacos


280 PARTE II Parasitología humana<br />

esenciales para el tratamiento de la HAT. En 2006, el acuerdo<br />

se prolongó hasta 2011.<br />

Nifurtimox<br />

Diez años después de su introducción para el tratamiento de la<br />

tripanosomiasis americana en 1967, se encontró que el nifurtimox<br />

es eficaz en el tratamiento de la enfermedad del sueño por<br />

T. b. gambiense. Tiene un sitio como un tratamiento de segunda<br />

línea en casos resistentes a melarsoprol, o en quimioterapia<br />

combinada. La experiencia se limita a algunos casos tratados<br />

por compasión. Se encuentran en proceso estudios clínicos<br />

prospectivos en HAT.<br />

El nifurtimox en general no se tolera bien, pero los efectos<br />

adversos no suelen ser graves. Se relacionan con la dosis y son<br />

rápidamente reversibles después de que se suspende el fármaco.<br />

Tratamientos combinados para HAT<br />

El melarsoprol, la eflornitina y el nifurtimox interfieren con la<br />

síntesis de tripanotiona y la actividad de la misma en diferentes<br />

etapas. También hay evidencia experimental de que las combinaciones<br />

de suramina y fármacos para la etapa II podrían ser<br />

beneficiosas. Por consiguiente, al reducir la dosificación general<br />

de cada componente individual, las combinaciones de fármacos<br />

quizá podrían reducir la frecuencia de efectos secundarios graves,<br />

y la aparición de resistencia, que son problemas muy comunes<br />

en el tratamiento de la enfermedad del sueño. Por desgracia,<br />

hasta ahora todavía no hay recomendaciones aceptadas en general<br />

sobre combinaciones farmacológicas (cuadro 40-3).<br />

Medidas preventivas<br />

Protección individual<br />

La mosca tse-tse tiene una distribución muy irregular. Las franjas<br />

de tierra infestadas a menudo son bien conocidas por la<br />

población local, y deben evitarse hasta donde sea posible. La<br />

HAT entre turistas y visitantes ocasionales de áreas endémicas<br />

es un evento raro. La quimioprofilaxis con pentamidina o suramina<br />

sólo tiene interés histórico, y ya no puede recomendarse.<br />

La mejor defensa contra el ataque de moscas tse-tse son la ropa<br />

de colores vivos y los repelentes de insectos.<br />

Los repelentes de insectos tienen utilidad limitada. La<br />

ropa de colores vivos (excepto de negro o azul oscuro) puede<br />

disminuir lo atractivo para las moscas. No hay quimioprofilaxis<br />

recomendada.<br />

Control en áreas endémicas<br />

En el pasado, se emprendieron grandes esfuerzos para controlar<br />

la amenaza planteada por la enfermedad del sueño para la vida<br />

de seres humanos y para el desarrollo económico en África rural.<br />

Los programas de control se basan en los cinco pilares complementarios<br />

que se presentan en el cuadro 40-4.<br />

La estrategia de mayor importancia es la búsqueda activa<br />

de casos. Esto requiere equipos móviles, que visitan con regularidad<br />

localidades en áreas endémicas. En su mayor parte con<br />

base en los resultados de la investigación CATT, se identifican<br />

pacientes, de preferencia en etapa temprana de la enfermedad,<br />

y se tratan. El reservorio de parásitos se disminuye de manera<br />

gradual. Puesto que Glossina es un vector relativamente incompetente,<br />

con tasas de infectividad por lo general de menos de<br />

0.1%, y susceptible a medidas de control, como la aplicación<br />

de insecticidas o de trampas, la combinación de diversos métodos<br />

puede llevar a una rotura completa del ciclo de transmisión.<br />

6 Esto se logró en el pasado en muchos lugares. Empero, el<br />

resurgimiento reciente de la enfermedad del sueño en áreas<br />

asoladas por la guerra y la agitación civil, en combinación con<br />

la disponibilidad decreciente de fármacos en el mercado internacional<br />

y la pérdida general del interés por la salud en África,<br />

dan lugar al temor de que la HAT pronto volverá a ser incontrolable<br />

e intratable. 13,14,15<br />

Referencias<br />

1. Boelaert M, Meheus F, Robays J, Lutumba P. Socioeconomic<br />

aspects of neglected diseases: sleeping sickness<br />

and visceral leishmaniasis. Ann Trop Med Parasitol,<br />

2010;104:535-542.<br />

2. Brun R, Balmer O. New developments in human African<br />

trypanosomiasis. Curr Opin Infect Dis, 2006;19:415-<br />

420.<br />

3. Brun B, Blum J, Chappuis S, Burri C. Human African<br />

trypanosomiasis Lancet, 2010;375:148-159.<br />

4. Burri C, Nkunku S, Merolle A, Smith T, Blum J,<br />

Brun R. Efficacy of new, concise schedule for melarsoprol<br />

in treatment of sleeping sickness caused by Trypanosoma<br />

brucei gambiense: a randomised trial. Lancet, 2000;<br />

355:1419-25.<br />

5. Centers for Disease Control and Prevention: African<br />

trypanosomiasis Guide Sheet, November 2010.<br />

6. Davis S, Aksoy S, Galvani A. A global sensitivity analysis<br />

for African sleeping sickness. Parasitology, 2010;16:1-11.<br />

7. Dumas M, Bouteille B, Buguet A, eds. Progress in human<br />

African trypanosomiasis, sleeping sickness. Springer-<br />

Verlag. France, 1999.<br />

8. Jannin J, Cattand P. Treatment and control of human<br />

African trypanosomiasis. Curr Opin Infect Dis, 2004;17:<br />

565-570.


CAPÍTULO 40 Tripanosomiasis africana (enfermedad del sueño) 281<br />

9. Maudlin I. African Trypanosomiasis. Ann Trop Med Paras,<br />

2006;100:679-701.<br />

10. Nimmo C. Time to put out the lights on sleeping sickness?<br />

Travel Med Infect Dis, 2010;8:263-268.<br />

11. Pepin J, Milord F, Guern C, Mpia B, Ethier L, Mansinsa<br />

D. Trial of prednisolone for prevention of melarsoprol-induced<br />

encephalopathy in gambiense sleeping sickness.<br />

Lancet, 1989;33:1246-1250.<br />

12. Sternberg J, Black S, Magez S. African trypanosomiasis<br />

new insights for disease control. Preface. Parasitology,<br />

2010;137:1975.<br />

13. Simarro P, Jannin J, Cattand P. Eliminating human<br />

African trypanosomiasis: where do we stand and what comes<br />

next? PLOS Med, 2008;5:55.<br />

14. Stich A, Barrett M, Krishna S. Waking up to sleeping<br />

sickness. Trends Paras, 2003;19:195-197.<br />

15. World Health Organization. Control and surveillance<br />

of African trypanosomiasis. WHO Technical Report Series<br />

881. WHO, Geneva, 1998.


Capítulo<br />

41<br />

Tripanosomiasis americana<br />

(enfermedad de Chagas)*<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Antecedentes históricos<br />

La enfermedad de Chagas se conoce desde hace más de 9 000<br />

años. En 41% de los restos de momias del norte de Chile y sur<br />

del Perú se confirmó la presencia de kDNA de Trypanosoma cruzi<br />

mediante la reacción en cadena de polimerasa (PCR). Estos restos<br />

correspondían a aborígenes que vivieron desde 7000 a.C.<br />

(cultura chinchorro), hasta 1500 d.C., tras la llegada de los españoles.<br />

7,38 En otras momias perfectamente conservadas, encontradas<br />

a 1 500 m de altura en sitios arqueológicos de la quebrada de<br />

Tarapacá, Chile, se confirmó la presencia de megacolon y cardiopatía<br />

chagásica. Estas momias corresponden a los indios wankarani<br />

que emigraron desde Bolivia hace 3 500 años (1500 a.C.).<br />

En 1909 Carlos Chagas descubrió Trypanosoma cruzi en<br />

monos, y el vector Panstrongylus megistus en Lassance, Minas<br />

Gerais, mientras realizaba trabajos en el control de la malaria.<br />

Posteriormente observó al parásito en un lactante; este insigne<br />

investigador brasileño describió el ciclo evolutivo del parásito,<br />

la patología, clínica y epidemiología de la enfermedad de Chagas.<br />

5,13<br />

Concepto<br />

Antropozoonosis originada por un protozoo flagelado Trypanosoma<br />

cruzi, que infecta mamíferos y triatominos. La enfermedad<br />

de Chagas humana puede ser adquirida o congénita, y<br />

compromete en grado variable diversos órganos y sistemas, en<br />

especial el corazón y tubo digestivo.<br />

Clasificación<br />

Desde el punto de vista taxonómico, T. cruzi pertenece al:<br />

Reino: Animal<br />

Subreino: Neozoa<br />

Phylum: Euglenozoa<br />

Clase: Kinetoplastoidea<br />

Orden: Kinetoplastea<br />

Suborden: Trypanosomatina<br />

Familia: Trypanosomatidae<br />

Género: Trypanosoma<br />

Subgénero: Schizotrypanum<br />

Especie: cruzi<br />

Biología<br />

En los diversos hospederos mamíferos, en el insecto vector y en<br />

los medios de cultivo, T. cruzi presenta tres formas evolutivas<br />

con diferentes características morfológicas: tripomastigote, epimastigote<br />

y amastigote.<br />

Tripomastigote. Forma infectante del parásito, de aspecto fusiforme<br />

(20-25 2 mm), citoplasma granuloso y un núcleo<br />

central vesiculoso. Tiene un cinetoplasto subterminal posterior<br />

al núcleo, del cual emerge un flagelo que recorre al parásito. De<br />

gran movilidad, se le encuentra en la sangre de los vertebrados<br />

y en el intestino posterior de los vectores. No tiene capacidad<br />

de multiplicación. Es la forma de diseminación de la infección<br />

en los mamíferos (figura 41-1a).<br />

Epimastigote. Es la forma de reproducción del parásito en el<br />

vector y los medios de cultivo. También tiene aspecto fusiforme<br />

(20 2 mm) con un cinetoplasto localizado a nivel del núcleo<br />

o por delante de éste, del cual emerge el flagelo. Tiene gran<br />

movilidad (figura 41-1b).<br />

Amastigote. Forma esférica u ovalada (2-4 mm), sin movilidad<br />

y que carece de flagelo libre. Al microscopio electrónico se observa<br />

un flagelo corto no emergente. Es la forma de reproducción<br />

intracelular en los hospederos vertebrados (figura 41-1c).<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

282


CAPÍTULO 41 Tripanosomiasis americana (enfermedad de Chagas) 283<br />

En el estómago de los triatominos existen otras formas del<br />

parásito con capacidad de multiplicación y un pequeño flagelo<br />

libre que bordea el cuerpo celular. Son los esferomastigotes. 17<br />

T. cruzi no es una población homogénea. Diferentes “cepas”<br />

(subpoblaciones) circulan en la Naturaleza con grandes variaciones<br />

intraespecíficas en relación con polimorfismo, capacidad infectante,<br />

comportamiento en diferentes hospederos (virulencia,<br />

histotropismo, curvas de parasitemia), adaptación a diversas especies<br />

de vectores, capacidad de inducir respuesta inmune, sensibilidad<br />

a diferentes compuestos químicos, capacidad de replicación<br />

y diferenciación, etc. Hoy en día las sub poblaciones se<br />

diferencian por métodos bioquímicos, inmunológicos y de biología<br />

molecular. Entre los primeros se cuentan las lectinas con<br />

diferente especificidad de los hidratos de carbonos; los zimodemas,<br />

es decir, isoenzimas que se diferencian por electroforesis en<br />

gel. Entre los segundos están los esquizodemas que cortan los<br />

minicírculos del DNA mediante enzimas de restricción, 33 y las<br />

diferentes pruebas de DNA, como la polimerasa en cadena<br />

(PCR), microsatélites, etc. Desde el punto de vista inmunológico,<br />

se ha logrado avanzar con métodos que utilizan anticuerpos<br />

monoclonales y procedimientos que permiten la detección de<br />

antígenos específicos. 23 La determinación de poblaciones de T.<br />

cruzi diferenciados genética y bioquímicamente es muy importante.<br />

En la actualidad se conoce la existencia de dos grandes linajes<br />

de T. cruzi, TcI y TcII; a su vez, este último tiene cinco<br />

subgrupos: a, b, c, d, e. De forma reciente se ha demostrado que<br />

TcI también presenta al menos cuatro subgrupos: a, b, c y d.<br />

Mientras el linaje TcII es frecuente en el ciclo doméstico, el TcI<br />

lo es del ciclo silvestre y de infecciones humanas del Altiplano<br />

chileno y boliviano, y de pacientes con enfermedad de Chagas de<br />

Venezuela. 33 Con el fin de unificar los diferentes genotipos de T.<br />

cruzi, recientemente se propuso una nueva clasificación que<br />

comprende seis linajes: TcI, TcII, TcIII, TcIV, TcV y TcVI, en<br />

que TcI corresponde al antiguo TcI; TcII al antiguo TcIIb,<br />

TcIIIa, TcIIc; TcIV al antiguo TcIIa; TcV a TcIId y TcVI al<br />

antiguo TcIIe y al clon de Brener. 39<br />

Los vectores invertebrados de T. cruzi (insectos, hemípteros,<br />

reduviidae) son hematófagos estrictos que adquieren al parásito<br />

al ingerir sangre de mamíferos que contienen tripomastigotes.<br />

Los parásitos se multiplican en el intestino medio como<br />

epimastigotes y en un plazo de 15-30 días se desarrollan en el<br />

intestino posterior los tripomastigotes metacíclicos o infectantes<br />

que salen al exterior con las deyecciones del vector (mezcla<br />

de orina y heces). Diversos factores como la “cepa” de T. cruzi,<br />

especie de triatoma y factores ambientales, influyen en el ciclo<br />

de T. cruzi en el vector. El parásito se ubica exclusivamente en<br />

el tubo digestivo y tubos de Malpighi del insecto sin provocarle<br />

daño alguno, lo que lo diferencia de Blastocrithidia triatomae<br />

que daña al vector y Trypanosoma rangeli que invade las glándulas<br />

salivales. Estos dos protozoos pueden encontrarse infectando<br />

naturalmente a los mismos triatominos que transmiten a T.<br />

cruzi. 23 En síntesis, el ciclo de T. cruzi en los vectores consiste<br />

en formas tripomastigotes sanguíneos en intestino anterior, y<br />

tripomastigotes matacíclicos en intestino posterior y epimastigotes<br />

en división constante en intestino medio. Entre las formas<br />

tripomastigotes sanguíneos y los epimastigotes hay formas<br />

esferomastigotes en el estómago del vector. En la Naturaleza<br />

es posible que algunos animales insectívoros (primates, marsupiales)<br />

se infecten al ingerir vectores con parásitos, es decir,<br />

existe una transmisión oral en estos vertebrados. En forma excepcional,<br />

por canibalismo o coprofagia de triatominos infectados,<br />

puede haber una transmisión de un vector a otro.<br />

En los mamíferos los tripomastigotes metacíclicos penetran<br />

las células del tejido celular vecino al sitio de la picadura<br />

del vector, y dentro de ellas se transforman en amastigotes que<br />

se reproducen por simple división.<br />

Dentro de la célula se origina la diferenciación amastigotetripomastigote<br />

de modo tal, que cuando se rompe la célula repleta<br />

de parásitos salen tripomastigotes que se diseminan por<br />

linfa y sangre, penetran en otra célula y se reproducen dentro<br />

de ella como amastigotes, repletando la célula, que se rompe, lo<br />

que origina la salida de tripomastigotes, ciclo que se repite en<br />

múltiples ocasiones. Éste se completa cuando los tripomastigotes<br />

sanguíneos son ingeridos por los triatominos hematófagos<br />

(figura 41-2).<br />

Patogenia<br />

En el periodo agudo el número de parásitos aumenta en forma<br />

exponencial: tripomastigotes en sangre y amastigotes en los tejidos.<br />

Como reacción del hospedero se origina una inmunidad<br />

suficiente para disminuir la reproducción celular y los parásitos<br />

circulantes; cuando esto sucede se pasa al periodo crónico. En<br />

un bajo número de hospederos el proceso no es detenido, llevando<br />

a los animales a la muerte.<br />

Diferentes especies de mamíferos responden en forma diversa<br />

a un mismo inóculo de una determinada “cepa” de T.<br />

cruzi. La mayoría presenta una parasitemia inicial fugaz, la cual<br />

después es controlada, quedando los animales infectados. Los<br />

animales de sangre fría y las aves son naturalmente refractarios<br />

a T. cruzi. 1,23<br />

Diversos factores del parásito y del hospedero intervienen<br />

en la relación parásito-vertebrado; entre ellos es importante señalar:<br />

la “cepa” del parásito, tamaño del inóculo, raza, edad, sexo,<br />

condición nutricional e inmunológica del hospedero, etc. Así,<br />

por ejemplo, hay linajes del parásito que originan infecciones<br />

más intensas en animales jóvenes, desnutridos e inmunosuprimidos.<br />

En relación con la enfermedad de Chagas humana, la invasión<br />

inicial del sistema macrofágico mononuclear, en especial en<br />

el corazón, tejido muscular liso y células del sistema nervioso<br />

por el parásito, influye en el curso clínico de la infección.<br />

Hoy en día se sabe que tanto en el periodo agudo como en<br />

el crónico hay presencia de parásitos que originan las diversas<br />

lesiones. En el periodo agudo, la intensa inflamación se produce<br />

por la gran cantidad de formas amastigotes en reproducción<br />

en los diferentes tejidos. En el periodo crónico, aparecen la inflamación<br />

linfoplasmática y la fibrosis. Esto último, secuela de<br />

los procesos agudos, se debe a la acción del parásito, el cual por<br />

lo general no se observa a microscopio óptico ni electrónico,


284 PARTE II Parasitología humana<br />

2<br />

4<br />

A<br />

5<br />

1<br />

b<br />

a<br />

8<br />

6<br />

B<br />

7<br />

7<br />

BB<br />

6<br />

8<br />

b<br />

a<br />

5<br />

1<br />

4<br />

C<br />

2<br />

3<br />

Figura 41-2. Ciclo evolutivo de Trypanosoma cruzi. A) Ciclo evolutivo<br />

en el humano. 1) Tripanosomas metacíclicos llegan al humano con<br />

las deyecciones del triatomino. 2) Multiplicación intracelular en el<br />

estadio de amastigote. 3) Epimastigote. 4 y 5) Tripomastigotes en<br />

sangre periférica. B) Ciclo evolutivo en el intestino del triatomino.<br />

6) Tripomastigotes recién adquiridos en división. 7) Evolución al<br />

estadio de epimastigote. 8) Tripomastigote metacíclico procedentes<br />

de las deyecciones del triatomino. C) El mismo desarrollo de A ocurre<br />

en el reservorio silvestre (armadillo, Didelphys, perro y otros<br />

animales).<br />

pero está presente, ya que mediante PCR de kDNA de T. cruzi<br />

se confirma la presencia del parásito o de fracciones de su genoma.<br />

Además, mediante anticuerpos monoclonales, se ha logrado<br />

demostrar la presencia de diversos antígenos de T. cruzi en<br />

este periodo, existiendo una relación directa entre éstos y los<br />

procesos inflamatorios, de modo tal que los mecanismos inmunitarios<br />

que surgen en el periodo crónico serían epifenómenos<br />

del proceso y no la causa de éste. 1<br />

3<br />

En el periodo agudo predomina un proceso inflamatorio<br />

vascular, exudativo y con intensa necrosis. El exudado celular<br />

está constituido de manera predominante por macrófagos y<br />

linfocitos. Existe una relación directa entre la intensidad del<br />

parásito y la respuesta inflamatoria. La clínica confirma esta<br />

relación, al regresar el cuadro por el tratamiento, desapareciendo<br />

los parásitos y el proceso inflamatorio. En el periodo crónico<br />

el parasitismo decrece en forma importante, no así la inflamación.<br />

En realidad hay reproducción de formas amastigotes,<br />

ruptura celular e invasión de nuevas células, pero en un grado<br />

mucho menor que en la fase aguda. La desproporción entre el<br />

número de parásitos y la respuesta inflamatoria en este periodo,<br />

hizo plantear la hipótesis de que los procesos inmunitarios de<br />

hipersensibilidad tardía y de autoinmunidad serían los responsables<br />

del proceso inflamatorio, pero como ya se señaló en este<br />

periodo, el parásito es el responsable de la inflamación, y de<br />

acuerdo con la intensidad de la infección se desarrollan los procesos<br />

inflamatorios. 1,17,25<br />

Patología<br />

En general se presentan tres procesos patológicos en la enfermedad<br />

de Chagas: inflamación, lesiones celulares y fibrosis, los<br />

cuales están estrechamente relacionados y comprometen a la<br />

mayoría de los órganos de los vertebrados, pero tienen mayor<br />

intensidad e importancia en el corazón, tubo digestivo y sistema<br />

nervioso.<br />

Las lesiones celulares se deben a la acción directa de los<br />

parásitos, a la acción citotóxica de células CD8 o a intervención<br />

de células CD4. 1,35<br />

En el humano las lesiones más importantes son las de<br />

las células miocárdicas y de las neuronas. La destrucción de las<br />

neuronas ocurre durante todos los periodos, pero es más intensa<br />

en la fase aguda.<br />

La fibrosis, si bien se inicia levemente en fase aguda, adquiere<br />

importancia e intensidad en la fase crónica. Es una neoformación<br />

de tejido colágeno poco vascularizado. En su génesis<br />

participan de manera interactiva la inflamación, microcirculación<br />

y factores inmunológicos. La fibrosis sustituye las células<br />

destruidas, especialmente miocárdicas y neuronales.<br />

Las alteraciones anatomopatológicas que se observan en<br />

los diferentes periodos de la historia natural de la enfermedad<br />

de Chagas, se describen a continuación (figura 41-3).<br />

Forma adquirida<br />

Periodo agudo<br />

Después de la primoinfección hay gran cantidad de amastigotes<br />

reproduciéndose en prácticamente todas las células del organismo<br />

y numerosos tripomastigotes en sangre y linfa. Los parásitos<br />

invaden células del sistema reticuloendotelial. Uno de los<br />

órganos más comprometidos es el miocardio; se produce una<br />

miocarditis aguda difusa con gran compromiso de las células<br />

miocárdicas y del sistema excitoconductor (figura 41-4). Hay


CAPÍTULO 41 Tripanosomiasis americana (enfermedad de Chagas) 285<br />

Infección<br />

Periodo agudo<br />

1-4 meses<br />

Indeterminado<br />

o latente<br />

Meses-años<br />

Periodo crónico<br />

Determinado<br />

> 10 años<br />

Inaparente<br />

95%<br />

Clínicamente<br />

manifiesta<br />

(


286 PARTE II Parasitología humana<br />

provocan un tromboembolismo periférico importante especialmente<br />

de riñones, pulmones, bazo y cerebro. 4,26 La miocarditis<br />

crónica tiene una función desencadenante de las arritmias, hay<br />

focos arritmogénicos en zonas inflamadas o aneurismáticas con<br />

aumento del automatismo ventricular. En relación con el sistema<br />

excitoconductor, los procesos patogénicos seccionan o destruyen<br />

el haz de His, originando todo tipo de bloqueos. La insuficiencia<br />

cardiaca y los bloqueos frecuentemente conducen a<br />

una muerte súbita.<br />

En la enfermedad de Chagas crónica cardiaca terminal hay<br />

cardiomegalia, aneurismas de la punta, fibrosis miocárdica intensa<br />

y pérdida de la función de los miocitos (dilatados e hipertrofiados),<br />

presencia de focos inflamatorios distribuidos en<br />

todo el miocardio con escasos parásitos y lesiones inflamatorias<br />

y degenerativas en el sistema excitoconductor His-Purkinje,<br />

(nódulo sinusal, y AV, ramas derecha e izquierda), y alteraciones<br />

de la microcirculación (con sistema coronario y sus ramas<br />

mayores conservadas). 26<br />

Formas digestivas<br />

Si bien las lesiones afectan todo el tubo digestivo, las más importantes<br />

comprometen esófago y colon terminal, es decir, los<br />

segmentos que tienen contenidos más sólidos, originando alteraciones<br />

motoras, anatómicas, así como de absorción y secreción.<br />

28 El sustrato anatomofisiológico básico es la denervación<br />

parasimpática intraneural con lesiones inflamatorias crónicas<br />

distribuidas en forma irregular. Por este motivo se observan<br />

ganglios alterados o destruidos, al lado de ganglios indemnes.<br />

Las alteraciones funcionales están estrechamente relacionadas<br />

con la despoblación neuronal. A nivel muscular se observan<br />

miositis focal y fibrosis en grado variable. Desde el punto de<br />

vista macroscópico, el segmento puede estar normal (estados<br />

iniciales) e ir progresivamente a la dilatación: megaesófago, megacolon,<br />

megaestómago, y a la elongación: dolicomegaesófago-dolicomegacolon.<br />

Existen hipertonía y disfunción del esfínter<br />

esofágico inferior desde el inicio de las alteraciones<br />

motoras. En el colon la complicación más frecuente es la torsión,<br />

especialmente del sigmoides (vólvulo). 28<br />

Forma nerviosa<br />

El compromiso del SNC puede ser difuso o focal con escasa<br />

repercusión clínica. El perfil psicológico del paciente chagásico<br />

crónico es el de una persona que actúa como si estuviera permanentemente<br />

estresado. 23<br />

Forma congénita<br />

T. cruzi se puede transmitir a través de la placenta después del<br />

primer trimestre de la gestación. Diversos factores influyen en<br />

la transmisión vertical del parásito; los más importantes son: la<br />

parasitemia e inmunidad de la madre, la inmunidad especialmente<br />

celular del recién nacido (RN) y las características morfofisiológicas<br />

de la placenta.<br />

La ausencia de infección placentaria no descarta una infección<br />

congénita; por otra parte, la presencia de formas amastigotas<br />

en la placenta decidual sólo indica infección materna y no<br />

fetal. El RN por lo general nace aparentemente sano, pero infectado.<br />

Recién nacidos prematuros con hepatosplenomegalia,<br />

lesiones cutáneas y alteraciones de la coagulación, patología<br />

que se consideraba hace algunos años como característica de<br />

esta afección, son un caso excepcional. 12,29,30<br />

La transmisión congénita por T. cruzi se puede repetir<br />

en embarazos sucesivos. 30 No está claro si la transmisión transplacentaria<br />

es causa de aborto. En síntesis, la transmisión congénita<br />

por el parásito es causa de fetopatía, prematurez y en la<br />

mayoría de los casos de RN de término infectados, pero aparentemente<br />

sanos (figura 41-5). 12,30<br />

Enfermedad de Chagas<br />

en el inmunosuprimido<br />

En general, cuando un paciente con enfermedad de Chagas<br />

crónica en periodo indeterminado adquiere alguna patología<br />

inmunosupresora como SIDA, leucemias, Hodgkin, cáncer,<br />

etc., se produce una reactivación de la enfermedad de Chagas<br />

crónica que se disemina por todo el organismo, originando una<br />

sepsis tripanosómica. Este cuadro produce una pancarditis y en<br />

el SNC una meningoencefalitis. Es muy grave, ya que si no es<br />

pesquisada a tiempo y/o evitada (con terapia profiláctica), su<br />

mortalidad es elevada (véase capítulo 84, Síndrome de inmunosupresión<br />

adquirida y parasitosis).<br />

Epidemiología<br />

En la Naturaleza, el parásito circula en dos ciclos básicos: el<br />

silvestre y el doméstico que se distribuyen en todo el continente<br />

americano, desde el sur de EUA, paralelo 42° N, hasta la<br />

Patagonia argentina, paralelo 46° S.<br />

El ciclo silvestre es el más antiguo y se mantiene por transmisión<br />

del parásito entre vectores y reservorios silvestres que<br />

viven en ecotopos naturales muy variados que van desde el desierto<br />

de California a las palmeras de América Central y del<br />

Caribe; de las matas amazónicas y atlánticas a “pircas” de Chile<br />

y Venezuela; de la pampa húmeda del Chaco a pantanales de la<br />

precordillera andina, etc. En estos ecotopos el parásito infecta a<br />

un gran número de mamíferos y vectores silvestres. En este ciclo<br />

es común la transmisión oral, ya que numerosos reservorios<br />

son carnívoros o insectívoros que se infectan al ingerir otros<br />

mamíferos o triatominos que albergan el parásito. 1,4,25<br />

Los reservorios silvestres más importantes son: marsupiales,<br />

roedores (ratones y ratas silvestres), animales desdentados<br />

(tatú), pequeños carnívoros (gatos silvestres), lagomorfos (liebres),<br />

y varios tipos de monos y murciélagos. A una parte importante<br />

de este ciclo contribuyen los animales sinantrópicos,<br />

es decir, que son capaces de acercarse al hombre (diversas<br />

especies de roedores) por la posibilidad de infectarlo (cuadro<br />

41-1).<br />

Los vectores silvestres representan 96% de todas las especies<br />

de triatominos descritos; por lo general, se alimentan de


CAPÍTULO 41 Tripanosomiasis americana (enfermedad de Chagas) 287<br />

aves que son refractarias al parásito, pero también obtienen su<br />

alimento de animales poiquilotermos, de anfibios, reptiles, así<br />

como varios tipos de lagartos. La fuente de alimentación de los<br />

vectores silvestres se determina mediante reacciones de precipitinas,<br />

que permiten conocer ciertas predilecciones de los triatómicos<br />

silvestres, por ejemplo, Mepraia spinolai, autóctona de<br />

Chile, se alimenta principalmente de roedores, 8 y Triatoma<br />

sordida y Cavernicola pilosa del Brasil, de murciélagos.<br />

El ciclo doméstico es más reciente y se inicia con la incorporación<br />

del hombre al medio selvático. A medida que el hombre<br />

iba colonizando territorios, los vectores se fueron adaptando<br />

a las viviendas precarias de éste. La gran dispersión de la<br />

enfermedad de Chagas se debe al triatomismo domiciliario en<br />

viviendas de baja calidad que tienen piso de tierra, paredes de<br />

barro, techo de paja, escasa iluminación y ventilación (“rancho<br />

chagásico”) (figura 41-6).<br />

De las 120 especies de triatominos conocidas, ocho son<br />

vectores del tipo doméstico. Dentro de éste existen dos tipos;<br />

un grupo corresponde a vectores silvestres que fueron desplazados<br />

por la acción humana al colonizar grandes regiones. En este<br />

caso, el vector se adapta al domicilio y peridomicilio como método<br />

de sobrevivencia. Panstrongylus megistus, Triatoma brasiliensis,<br />

Triatoma pseudomaculata, Triatoma sordida, Triatoma<br />

dimidiata y algunas especies de Rhodnius corresponden a este<br />

grupo. El otro está constituido por T. infestans, originario de<br />

Bolivia y que ha seguido a las poblaciones humanas desde el<br />

inicio. Es el principal vector del Cono Sur. Su antropofilia y<br />

gran capacidad de adaptación le han permitido distribuirse en<br />

la mayor parte de la población rural de los países endémicos. Se<br />

moviliza activamente de casa en casa y en forma pasiva a través<br />

de diferentes objetos que utilizan las personas.<br />

Los vectores de la enfermedad de Chagas son insectos hemípteros<br />

de la familia Reduvidae y subfamilia Triatominae. Son<br />

hematófagos estrictos, pero pueden efectuar canibalismo y coprofagia.<br />

Viven uno a dos años y presentan una metamorfosis<br />

incompleta con cinco estados ninfales y una fase adulta con<br />

dimorfismo sexual. Tienen hábitos nocturnos, y por lo general<br />

vuelan poco. Las hembras tienen un periodo de 3-4 meses de<br />

oviposición, colocando 100-200 huevos por año, que eclosionan<br />

entre 18-25 días después de la postura. Se les conoce vulgarmente<br />

como barbeiros y chupones en el Brasil; vinchucas en<br />

Argentina, Uruguay, Paraguay, Chile y Bolivia; chipos en el<br />

Perú, Venezuela y Colombia; chinches en Panamá, América<br />

Central y México; kissing bugs en EUA (figura 41-7a, b, c). 16,34<br />

De acuerdo con la capacidad de adaptación a viviendas y<br />

con sus características biológicas, las principales especies de<br />

triatominos se pueden distribuir en cinco grupos:<br />

1. Especies adaptadas a las viviendas y a ecotopos artificiales<br />

con muy escasos focos silvestres: T. infestans, T. rubrovaria<br />

y Rhodnius prolixus.<br />

2. Especies en proceso de adaptación a la vivienda humana,<br />

con presencia en focos silvestres: Triatoma dimidiata, T.<br />

sordida, T. maculata, T. brasiliensis, T. pseudomaculata, T.<br />

barberi, T. longipennis y Panstrongilus megistus.<br />

3. Especies predominantemente silvestres con escasa presencia<br />

de colonias en viviendas y en ecotopos artificiales:<br />

Triatoma rubrovaria, T. protacta, T. tibiamaculata, T. vitticeps,<br />

T. matogrossensis, Rhodnius neglectus, R. nasutus, R.<br />

pictipes, R. ecuadoriensis, R. robustus, R. pallescens y Mepraia<br />

spinolai.<br />

4. Especies silvestres; excepcionalmente se pueden encontrar<br />

ejemplares adultos en viviendas, pero sin colonizarlas:<br />

Triatoma arthurneivai, T. nituda, T. platensis, Panstrongylus<br />

geniculatus, P. lutzi, P. diasi.<br />

5. Especies exclusivamente silvestres: Dipetalogaster maximus,<br />

Microtriatoma spp., Belminus spp.<br />

En general, los triatominos vectores biológicos de T. cruzi<br />

se infectan en cualquier periodo y la infección permanece durante<br />

toda de su vida.<br />

Los reservorios de T. cruzi son pequeños mamíferos de los<br />

ciclos silvestre y doméstico, incluyendo al humano, que se han<br />

infectado principalmente a través de las deyecciones de triatominos<br />

infectados o por vía oral por la ingestión de triatominos<br />

y de otros mamíferos infectados.<br />

Algunos de los reservorios silvestres de T. cruzi, especialmente<br />

roedores, se adaptan al humano y pueden llegar a vivir<br />

en las viviendas y construcciones aledañas (bodegas de granos<br />

de forrajes, etc.); por este motivo son considerados animales<br />

sinantrópicos.<br />

En el ciclo doméstico ajeno al hombre, una serie de mamíferos<br />

pequeños que lo rodean son reservorios importantes; entre<br />

los carnívoros se cuentan perros y gatos (Canis familiaris y Felis<br />

domesticus), de los roedores la rata común (Rattus rattus), la rata<br />

de alcantarilla Rattus norvegicus, ratones (Mus musculus) y cobayos<br />

(Cavia porcellus). Son también reservorios, pero en un grado<br />

de importancia menor que los anteriores. Es importante señalar<br />

que en los países andinos (Perú, Bolivia) se cría a los cobayos<br />

para el consumo. Los lagomorfos como Oryctolagus cuniculus<br />

(conejos) también presentan infección por T. cruzi. Las cabras<br />

(Capra hyrcus) y otros caprinos prevalentes de las zonas endémicas<br />

representan un nexo entre el ciclo doméstico y el silvestre<br />

por los hábitos de transhumancia (en periodos secos estos animales<br />

se trasladan a la precordillera para alimentarlos). 2<br />

El control vectorial de la enfermedad de Chagas, que ha<br />

permitido la interrupción de la transmisión por los triatominos<br />

domiciliarios, ha originado también una disminución importante<br />

de la infección en los animales domésticos. Así, por ejemplo,<br />

perros y gatos de zonas endémicas de Minas Gerais y São<br />

Paulo, que tenían 5-30% de infección en 1950, hoy en día<br />

presentan infecciones inferiores a 0.5%.<br />

Las personas se pueden infectar por diversos mecanismos:<br />

por intermedio de vectores, transfusiones, a través de la placenta,<br />

por trasplantes de órganos, por accidente y por vía oral.<br />

Transmisión vectorial<br />

El triatomino infectado, al picar en zonas descubiertas de la<br />

piel, emite una gota de deyección que tiene tripanosomas meta-


288 PARTE II Parasitología humana<br />

cíclicos que penetran la piel cuando la persona se rasca o por<br />

soluciones de continuidad a la picadura, o a través de las mucosas<br />

cuando la persona se lleva las manos contaminadas a la boca<br />

o a los ojos. T. infestans y Rhodnius prolixus son las especies con<br />

mayor importancia en la transmisión vectorial por su gran capacidad<br />

de adaptación domiciliaria. La picadura por triatomas<br />

es indolora por las sustancias anestésicas y anticoagulantes de la<br />

saliva de los insectos, pero sí puede ser pruriginosa por las manifestaciones<br />

alérgicas que origina, especialmente la picadura<br />

por Rhodnius.<br />

Los triatominos adultos y las ninfas de V estadio durante<br />

los 10-30 minutos de succión ingieren 0.2-0.5 ml de sangre<br />

cada vez, lo que sucede cada 17 o 15 días, y es más frecuente<br />

durante el verano. La cantidad de sangre que pierden las<br />

personas, en particular niños que habitan en viviendas rurales<br />

infestadas con cientos de “vinchucas”, es enorme, cuando al<br />

menos 5% de las viviendas presentan triatominos. Por lo general,<br />

la transmisión de la enfermedad de Chagas es excepcional o<br />

no ocurre, es decir, existe una relación directa entre la densidad<br />

intradomiciliaria del vector, y la transmisibilidad de la infección<br />

(figura 41-8).<br />

Transmisión por transfusiones<br />

Se trata del segundo mecanismo en importancia. Ha aumentado<br />

en los últimos años por el gran desplazamiento de las poblaciones<br />

rurales hacia las ciudades, es decir, este mecanismo se ha<br />

visto favorecido por la urbanización del paciente chagásico.<br />

T. cruzi permanece viable y transmisible en sangre total,<br />

plasma y concentrados hemáticos mantenidos en refrigeración<br />

por dos o más semanas. El riesgo de transmitir el parásito por<br />

una transfusión de 500 cm 3 de sangre total fluctúa entre 12.5-<br />

25%. A mayor prevalencia de la infección en los donadores y<br />

mayor número de transfusiones, mayor es la posibilidad de que<br />

el receptor se infecte por este mecanismo. El adecuado control<br />

de los bancos de sangre, desechando la sangre infectada por T.<br />

cruzi , ha permitido disminuir este mecanismo de transmisión.<br />

El control vectorial al disminuir la prevalencia en los donadores<br />

también ha servido a este propósito. La prevalencia de<br />

la infección en los bancos de sangre de Latinoamérica fluctúa<br />

entre 2-4%, con valores cercanos al 0% en Uruguay y São Paulo,<br />

y sobre el 7.9% en algunos bancos de sangre de Bolivia.<br />

Transmisión congénita<br />

(vertical o transplacentaria)<br />

Entre 0.5-3% de las embarazadas con enfermedad de Chagas<br />

crónica transmite el parásito a través de la placenta. En algunos<br />

países como Bolivia, la prevalencia de la enfermedad de<br />

Chagas en mujeres en edad fértil es elevada, y por consiguiente,<br />

la transmisibilidad es mayor. La mayoría de las gestantes presenta<br />

una forma crónica indeterminada de la parasitosis; este<br />

tipo de infección se presenta después del primer trimestre del<br />

embarazo. La mayoría de los RN infectados son aparentemente<br />

sanos; una excepción son los prematuros con hepatosplenomegalia,<br />

alteraciones cutáneas y fiebre. La placenta en estos casos<br />

puede o no estar comprometida. 29,30<br />

Transmisión accidental<br />

La enfermedad de Chagas se puede adquirir por manipulación<br />

de sangre infectada, de heces de triatominos, por accidentes<br />

con animales con altas parasitemias, etc. Existen más de 70 casos<br />

publicados en la literatura científica.<br />

Transmisión por trasplantes<br />

Donadores vivos y órganos de cadáveres han originado infección<br />

por T. cruzi; por lo general, la inmunosupresión que se<br />

necesita para que no se rechace el trasplante, permite la reactivación<br />

de una enfermedad de Chagas crónica del órgano donado<br />

(dador), o de la infección chagásica crónica del receptor. La<br />

mayoría de los casos se han originado en trasplantes renales,<br />

pero hay casos de trasplantes de médula ósea y cardiacos que<br />

han originado este tipo de transmisión.<br />

Transmisión por vía oral<br />

Es posiblemente el mecanismo de transmisión más importante<br />

en la naturaleza (animales invertebrados). Hay casos humanos<br />

demostrados de transmisión por vía oral. 15,21 La epidemia de<br />

Santa Catarina (Brasil) del año 2005 afectó a más de 25 personas<br />

con seis muertes, y en ella se confirmó que la infección se<br />

originó por la ingesta de jugo de caña contaminada con restos<br />

de triátomos infectados (deyecciones, contenido intestinal, etcétera).<br />

En la actualidad existen en Latinoamérica entre 8 y<br />

10 000 000 de personas infectadas por T. cruzi. 20,31 La incidencia,<br />

prevalencia, morbilidad y mortalidad de la enfermedad<br />

de Chagas son diferentes en los diversos países. En Estados<br />

Unidos, si bien existen vectores y animales reservorios, los casos<br />

humanos autóctonos son muy escasos. 1,20 En la actualidad, con<br />

una población hispanoparlante de más de veinte millones, con<br />

muchos inmigrantes ilegales, se ha calculado que existen sobre<br />

100 000 personas con enfermedad de Chagas. En México hasta<br />

hace poco las autoridades sanitarias señalaban que no tenían<br />

esta patología: hoy se sabe que existe y que es prevalente en este<br />

país. Es así como en bancos de sangre se ha detectado en promedio<br />

un 2.03% de infección (0.17% en Chihuahua hasta<br />

16.8% en Morelos) y la prevalencia en zona endémica fue de<br />

5.8% en el año 2006. 16 En las naciones centroamericanas: Costa<br />

Rica, El Salvador, Guatemala y Honduras, la enfermedad es<br />

prevalente, pero su morbimortalidad es muy inferior a la de los<br />

países de Sudamérica. 14,23,28<br />

En la Argentina existen alrededor de 1 200 000 personas<br />

infectadas, 30% de ellas presentan cardiopatía; las megaformaciones<br />

y el compromiso del SNC tienen menor frecuencia. En el<br />

año 2004 3.2% de los bancos de sangre presentaban serología<br />

positiva para T. cruzi. El vector más importante es T. infestans.


CAPÍTULO 41 Tripanosomiasis americana (enfermedad de Chagas) 289<br />

En Bolivia la enfermedad se extiende desde 1 000-2 800 m<br />

de altura (valle de Los Andes) a los 400 m (del plano). En algunos<br />

municipios se detectó 15.8% de infección en menores de<br />

cinco años (Chuquisaca). En la actualidad hay cerca de 620 000<br />

personas infectadas, con una prevalencia de 6.7% e incidencia<br />

de 0.11%. 20<br />

Brasil es el país con mayor cantidad de infectados (2 000 000).<br />

La enfermedad de Chagas representa un importante problema<br />

de salud pública, ya que afecta a las zonas más pobladas del<br />

país. La cardiopatía es la patología más a menudo observada<br />

(30%), seguida a distancia del megaesófago; este último es más<br />

frecuente que el megacolon en los estados de Goias, Minas Gerais<br />

y São Paulo. La seroprevalencia de los bancos de sangre fue<br />

de 0.65% en 2005. Hoy en día se ha logrado la eliminación de<br />

la transmisión por T. infestans en los 12 estados del país. 14,31<br />

En Colombia los vectores principales son: Rhodnius prolixus<br />

y Triatoma dimidiata. Se han detectado casos de cardiopatía<br />

y de transmisión congénita.<br />

En Chile el área endémica se extiende por el norte desde<br />

el límite con el Perú, paralelo 18° L. N. (XIII Región), hasta el<br />

paralelo 34° Sur (VI Región). El vector domiciliario más importante<br />

es T. infestans. En la actualidad, gracias a campañas y al<br />

Programa Nacional de Control del Vector, que forma parte de<br />

INCOSUR, se logró interrumpir la transmisión vectorial por T.<br />

infestans en 1999. 38 Hoy en día, es excepcional encontrar ejemplares<br />

del vector en viviendas, y los escasos ejemplares capturados<br />

son adultos sin infección por T. cruzi. El índice de infección del<br />

vector es inferior al 1%; por este motivo, la prevalencia de la<br />

enfermedad de Chagas ha disminuido en forma notable en los<br />

últimos años. Así, por ejemplo, en menores de 10 años la infección<br />

era de 5.4% en 1983 y en el año 2000 fue de 0.38%. 38<br />

Actualmente la prevalencia serológica de la población de las áreas<br />

endémicas es menor a 6%, siendo que en 1960 era de 18%.<br />

En cuanto al ciclo silvestre, Mepraia spinolai es el vector<br />

principal que presenta infección por T. cruzi en un 25%, como<br />

promedio (5-40%). Recientemente se han pesquisado algunos<br />

focos silvestres de T. infestans que son ejemplares que se han<br />

“asilvestrado”. Su importancia en la manutención de la enfermedad<br />

de Chagas aún no se ha determinado.<br />

De las formas crónicas, la cardiopatía es la más importante,<br />

seguida del megacolon y del megaesófago. Las formas adquiridas<br />

agudas son poco comunes (excepto las formas congénitas<br />

y las reactivaciones de la enfermedad de Chagas crónica<br />

en inmunosuprimidos y en trasplantados).<br />

En Ecuador los vectores más importantes son T. dimidiata y<br />

T. carrioni. La infección se distribuye principalmente en la zona<br />

costera de las provincias de Guayas, Esmeraldas, Manabí y Los<br />

Ríos. En Panamá el vector más importante es Rhodnius pallescens.<br />

En el Perú la seroprevalencia de los bancos de sangre en 2006 fue<br />

de 0.14% (promedio del país). La infección humana en zona<br />

endémica fluctuó entre 1.3 y 12%. Los vectores más importantes<br />

son: T. infestans, R. prolixus y Panstrongylus megistus. 34<br />

En Uruguay, T. infestans es el vector principal. En el año<br />

2004 había una seroprevalencia de 0.38% y la transmisión congénita<br />

en área endémica fluctuaba entre 0.5 y 3.5%. 10 Hoy en<br />

día, la seroprevalencia es de 0.6% y la incidencia de casos congénitos<br />

es de 0.03%. 20<br />

En Venezuela el área endémica abarca 80% del territorio.<br />

La cardiopatía chagásica crónica representa un importante problema<br />

médico-social. R. prolixus es el principal vector. Se ha<br />

calculado que existen alrededor de 300 000 personas infectadas<br />

con una prevalencia de 1.1% e incidencia de 0.05%. 20<br />

Es importante señalar que la enfermedad de Chagas presenta<br />

en los diversos países latinoamericanos una patología regional<br />

bien marcada. Así, por ejemplo, el grado de compromiso<br />

cardiaco y digestivo es diferente en los países del Atlántico y los<br />

del Pacífico. En Chile es más frecuente el megacolon que el<br />

megaesófago. En Brasil es más frecuente el megaesófago. En<br />

Chile es excepcional la forma adquirida aguda. En el norte de<br />

Argentina esto es frecuente hasta hoy en día. 4,30 En Venezuela<br />

hasta hace poco sólo se describían casos digestivos; hoy en día<br />

se sabe que también existe la cardiopatía. En relación con esta<br />

última, es mucho más grave y provoca más insuficiencia cardiaca<br />

en el Brasil que en Chile. 1,4,23<br />

El costo médico social de la enfermedad de Chagas es elevado,<br />

especialmente en países de Sudamérica que tienen una<br />

mayor prevalencia y morbimortalidad. Así, por ejemplo, en el<br />

Brasil el costo directo de las arritmias de la cardiopatía chagásica<br />

es de 46 000 000 de dólares estadounidenses/año. La implantación<br />

de marcapasos y de cirugía en las formas digestivas avanzadas<br />

que la necesitan, sube este valor a 250 000 000 de dólares<br />

anuales. Esta zoonosis es sin duda la más importante del continente<br />

en relación con su impacto económico. Sólo en Brasil se<br />

calcula que por ausentismo laboral se pierden más de dos millones<br />

de días de trabajo al año por la cardiopatía chagásica<br />

crónica. 14,31<br />

Manifestaciones clínicas<br />

Después de un periodo de incubación de 7-10 días, se desarrolla<br />

la enfermedad que tiene un periodo agudo, periodo crónico<br />

latente o indeterminado y crónico determinado (figura 41-9).<br />

Periodo agudo<br />

La mayoría de los pacientes que cursan esta fase no presentan<br />

sintomatología. Sólo 5% desarrollan la forma aguda sintomática,<br />

que tiene mayor frecuencia e importancia en niños. Este<br />

periodo dura entre 1 y 4 meses. Las manifestaciones clínicas<br />

corresponden al chagoma de inoculación y al compromiso de<br />

vísceras. La primoinfección o chagoma de inoculación, por lo<br />

general se presenta en la cara, pero puede afectar a otros sitios de<br />

la piel que permanecen descubiertos al dormir. Cuando la infección<br />

se origina en la piel periorbitaria, se produce el complejo<br />

oftalmoganglionar signo de Romaña, que se caracteriza por<br />

edema bipalpebral unilateral de color violáceo como “ojo en<br />

tinta” u “ojo morado”; hay además hiperemia conjuntival, dacriocistisis<br />

y adenopatía satélite, por lo general preauricular. En<br />

ocasiones se pueden comprometer los ganglios supraclavicula-


290 PARTE II Parasitología humana<br />

Periodo agudo<br />

Chagoma de inoculación<br />

Compromiso visceral<br />

1. Adquirida<br />

Indeterminado<br />

Enfermedad<br />

de<br />

Chagas<br />

Periodo crónico<br />

Determinado<br />

Cardiopatía chagásica<br />

Megaformaciones digestivas<br />

Otras formas<br />

Megatracto urinario<br />

Compromiso de sistema nervioso<br />

Autónomo<br />

Central<br />

2. Congénita<br />

3. Del inmunosuprimido<br />

Figura 41-9. Clasificación clínica de la enfermedad de Chagas.<br />

res e infraclaviculares, esternocleidomastoideos y otros ganglios<br />

tributarios del sitio de entrada de los parásitos. Por lo general los<br />

ganglios tienen 1-2 cm de diámetro, no se adhieren a planos<br />

superficiales ni profundos, no supuran y son discretamente dolorosos.<br />

El complejo oftalmoganglionar desaparece al mes.<br />

Cuando el chagoma de inoculación se presenta en otra parte de<br />

la piel, su aspecto puede ser semejante a otras patologías cutáneas:<br />

formas furunculoides, erisipelatoides, lupoides y seudotumorales;<br />

todas presentan adenopatías satélite. Se pueden desarrollar<br />

exantemas y chagomas metastásicos (figura 41-10).<br />

El compromiso visceral se observa por lo general en niños<br />

menores, que presentan hepatosplenomegalia, fiebre, poliadenopatías,<br />

anasarca, diarrea, signos bronquiales y cardiomegalia.<br />

Alrededor de 30% de los niños menores de dos años presentan<br />

esta sintomatología. 23 A menor edad, más intensa es la sintomatología,<br />

hay mayor letalidad y habitualmente se desarrolla<br />

una meningoencefalitis. El compromiso cardiaco es el de una<br />

miocarditis aguda que fluctúa desde formas con discreto aumento<br />

cardiaco y leves alteraciones del ECG hasta casos severos<br />

con gran cardiomegalia, alteraciones importantes del ECG e<br />

insuficiencia cardiaca congestiva. El ECG demuestra taquicardia<br />

sinusal, aumento del espacio PR, alteraciones de la repolarización,<br />

voltaje disminuido de QRS, signos de isquemia y en<br />

menor número de casos bloqueos A-V de primer grado y trastornos<br />

de la conducción intraventricular. La telerradiografía<br />

revela una cardiomegalia global; este cuadro por lo general evoluciona<br />

bien y mejora en un lapso de 1 a 2 meses.<br />

La meningoencefalitis se caracteriza por trastornos motores,<br />

sensoriales, convulsiones, vómitos y escasas alteraciones del<br />

líquido cefalorraquídeo.<br />

En síntesis, el periodo agudo se presenta en 5% de los infectados<br />

chagásicos, de los cuales 90% son niños. Las manifestaciones<br />

clínicas más relevantes son las lesiones de puerta de<br />

entrada, signo de Romaña o chagomas cutáneos, fiebre, poli-<br />

Figura 41-10. Signo de Romaña.


CAPÍTULO 41 Tripanosomiasis americana (enfermedad de Chagas) 291<br />

adenopatías, hepatosplenomegalia, compromiso cardiaco y meningoencefálico.<br />

Estas manifestaciones fluctúan de un caso a<br />

otro, y algunos pacientes pueden presentar sólo algunas de las<br />

alteraciones. La letalidad fluctúa entre 1-13% y se debe al compromiso<br />

cardiaco o a la meningoencefalitis. 14,16,25,26<br />

Forma crónica indeterminada o latente<br />

Una vez transcurrido el periodo agudo, la infección pasa a un<br />

periodo con lenta reproducción de amastigotes celulares y muy<br />

escasa parasitemia. La mayoría de los pacientes chagásicos de<br />

zonas endémicas, 60-70%, se encuentran en este periodo que<br />

puede durar indefinidamente o pasar a la forma crónica determinada.<br />

En Chile y Brasil, anualmente, alrededor de 2% de<br />

estos pacientes desarrollan cardiopatía, es decir, pasan a la forma<br />

crónica determinada. 4 En este periodo latente las personas<br />

son asintomáticas; su examen físico, electrocardiograma, radiología<br />

de corazón, tubo digestivo y exámenes rutinarios arrojan<br />

resultados normales; presentan serología y exámenes parasitológicos<br />

para T. cruzi positivos (están infectados).<br />

Hasta la fecha no existe un marcador que permita conocer<br />

a las personas en periodo indeterminado que van a desarrollar<br />

cardiopatía o megaformaciones digestivos; por este motivo es<br />

fundamental hacer un control anual de ellos que incluya examen<br />

clínico, electrocardiográfico y radiológico para investigar<br />

con oportunidad el cambio a las formas determinadas y poder<br />

tratarlas. 4,24,38<br />

Forma crónica cardiaca o cardiopatía<br />

chagásica (CCC)<br />

Es la forma clínica más importante de la enfermedad de Chagas<br />

por su elevada morbilidad. Es más frecuente y severa en el sexo<br />

masculino, provocando un elevado ausentismo laboral y disminución<br />

de la calidad de vida. Por lo general la CCC es progresiva,<br />

originando arritmias, insuficiencia cardiaca congestiva<br />

(ICC) y tromboembolismo, procesos que pueden estar asociados<br />

y potenciarse recíprocamente. A medida que progresa el<br />

cuadro anatómico de la CCC, las alteraciones funcionales son<br />

el reflejo de las alteraciones de la formación y conducción del<br />

estímulo y del déficit de bomba del músculo cardiaco. Los grados<br />

avanzados de CCC presentan gran dilatación cardiaca y<br />

sintomatología (cuadro 41-2). El ECG es de gran ayuda diagnóstica,<br />

el bloqueo completo de la rama derecha (BCRD) solo<br />

o asociado con hemibloqueo anterior izquierdo (HBAI); las<br />

extrasístoles multifocales y las alteraciones de la onda T junto a<br />

bradiarritmias, son los elementos que sugieren la CCC en pacientes<br />

que provienen de zonas endémicas.<br />

Los cuadros más graves presentan extrasístoles frecuentes y<br />

polimórficas, taquicardia paroxística ventricular, fibrilación<br />

atrial en áreas inactivas extensas y bloqueos de rama asociados<br />

a extrasístoles y a bloqueo A-V avanzados. La telerradiografía<br />

revela una silueta cardiaca agrandada. El tamaño de ésta tiene<br />

valor pronóstico; es así como las grandes imágenes cardiacas se<br />

asocian con cuadros graves de ICC que se acompañan de congestión<br />

pulmonar y derrames pleurales.<br />

Las principales manifestaciones clínicas son: palpitaciones,<br />

síntoma precoz originado por ectopias ventriculares y taquiarritmias<br />

paroxísticas, que se pueden presentar como crisis y<br />

corresponden a salvas prolongadas de extrasístoles o taquicardia<br />

paroxística ventricular, que pueden originar síncopes por disminución<br />

del débito. Esto último puede ser desencadenado por<br />

esfuerzos físicos, emociones, estrés, maniobras de Valsalva, hiperventilación,<br />

etc. Vértigo y mareos son frecuentes en las taquiarritmias,<br />

fibrilación atrial, bradiarritmias, bloqueo A-V<br />

avanzados y la enfermedad del nódulo sinusal. En los bloqueos<br />

A-V completos, se presentan crisis de Adams-Stokes con síncopes<br />

severos por baja del débito que a veces se confunden con<br />

crisis epileptiformes, crisis histéricas y accidentes vasculares cerebrales.<br />

La ICC por la CCC corresponde a una cardiopatía<br />

dilatada con bajo débito y congestión pasiva de órganos: hepatomegalia<br />

sensible, edema, estasis de la vena yugular, reflujo<br />

hepatoyugular y presión venosa periférica aumentada son los<br />

signos detectables al examen físico.<br />

La dilatación cardiaca se evidencia con la telerradiografía y<br />

el ecocardiograma. Una fracción de eyección inferior al 50% en<br />

este último examen, es un indicador de mayor gravedad. La<br />

presencia de soplos sistólicos de eyección en la punta (mitrales)<br />

indica insuficiencia valvular por dilatación.<br />

El electrocardiograma es un examen relevante en la CCC,<br />

ya que permite demostrar elementos que sirven en el diagnóstico<br />

y pronóstico de esta cardiopatía, y está al alcance de los<br />

médicos generales que atienden a estas pacientes en las áreas<br />

rurales endémicas. No existen alteraciones patognomónicas del<br />

ECG en la CCC. Elementos sugerentes son: bloqueos atrioventriculares,<br />

bloqueos intraventriculares, especialmente BCRD<br />

asociado con HBAI, bradicardia sinusal con una frecuencia inferior<br />

a 50 contracciones/minuto, extrasistolia ventricular y alteraciones<br />

primarias y difusas de la repolarización ventricular.<br />

En relación con el pronóstico, pacientes jóvenes con enfermedad<br />

de Chagas y ECG normal tienen una sobrevida nueve<br />

veces superior a la de individuos chagásicos con ECG alterado.<br />

26 La prolongación del periodo QTc puede ser la primera<br />

manifestación electrocardiográfica de una cardiopatía chagásica<br />

en zonas endémicas. 3 Algunas alteraciones aisladas del ECG<br />

son totalmente benignas, representando un proceso focal de<br />

compromiso miocárdico que puede no evolucionar, por ejemplo:<br />

BCRD que en personas jóvenes, generalmente puede durar<br />

más de 30 años o toda la vida sin manifestaciones clínicas de<br />

ningún tipo. La electrocardiografía dinámica (Holter), ecografía<br />

Doppler y ergometría (prueba de esfuerzo) son exámenes<br />

complementarios que ayudan sobre la terapia a seguir.<br />

En las formas más avanzadas de CCC con ICC hay tromboembolismo,<br />

especialmente de trombos desgarrados de la<br />

punta de ventrículo izquierdo y del atrio derecho. Por este motivo,<br />

se originan embolias pulmonares, cerebrales, renales, esplénicas<br />

y mesentéricas. Cuando este proceso se instala en un<br />

paciente hemodinámicamente alterado, puede llegar a desencadenar<br />

la muerte (figuras 41-11 y 41-12).


292 PARTE II Parasitología humana<br />

Formas crónicas digestivas<br />

Esofagopatía<br />

La esofagopatía chagásica afecta más al sexo masculino después<br />

de la segunda década de vida. En la historia natural se distinguen<br />

cuatro estadios:<br />

1. Forma anectásica. Esófago de calibre normal con pequeño<br />

retraso en el tránsito.<br />

2. Esófago discinético. Con discreta dilatación (5 cm). Gran retención<br />

del medio de contraste y actividad motora reducida.<br />

4. Dólico-megaesófago.<br />

Los síntomas principales son disfagia, especialmente por<br />

alimentos más secos y duros (disfagia lógica), lo que induce a<br />

los pacientes a tomar grandes cantidades de agua para facilitar<br />

la deglución y dolor al deglutir (odinofagia).<br />

En los casos extremos, fuera de la dilatación del esófago,<br />

éste se elonga. A medida que evoluciona el megaesófago, la sintomatología<br />

también aumenta. En las etapas avanzadas este<br />

órgano prácticamente no transporta su contenido, que se retiene<br />

por largo tiempo. Los pacientes se desnutren.<br />

Las complicaciones de la esofagopatía son la neumopatía<br />

por regurgitación, esofagitis por irritación y excepcionalmente<br />

rotura del órgano. El diagnóstico de esta afección es clínico y<br />

radiológico (zona de acalasia, achalasia “sin relajación”) y puede<br />

complementarse con endoscopia oral del tubo digestivo, por exámenes<br />

farmacológicos y registro de motilidad (figura 41-13).<br />

Colopatía<br />

La colopatía chagásica es común en los países endémicos; en<br />

Chile es más frecuente que la esofagopatía, a diferencia del Brasil,<br />

donde esta última es más prevalente. 24 Por lo general se<br />

presenta en la tercera o cuarta década de la vida. Después de la<br />

cardiopatía, es la forma con mayor morbimortalidad.<br />

El síntoma principal del megacolon chagásico es la estitiquez<br />

pertinaz y progresiva. Otros síntomas son meteorismo y<br />

disquecia (dificultad en la expulsión de masa fecal). Las principales<br />

complicaciones son: fecaloma, impactación fecal y vólvulos<br />

del sigmoides. Al igual que en el esófago, existen trastornos<br />

motores por la mayor denervación, la zona acalásica origina<br />

que el colon por encima de ella se dilate (megacolon) y a veces<br />

se elonge (dolicocolon). En los estados avanzados los pacientes<br />

pueden estar desde 3 a 7 días hasta 2 a 3 meses sin evacuar.<br />

El diagnóstico presuntivo de megacolon chagásico se<br />

orienta por la estitiquez progresiva, meteorismo y disquecia que<br />

relata el paciente, por el examen físico que demuestra dilatación<br />

del abdomen, meteorismo y en ocasiones fecaloma. Se<br />

confirma éste por el estudio radiológico de colon: enema baritada<br />

simple o con doble contraste. El diagnóstico diferencial<br />

debe plantearse con el megacolon congénito (Hirschsprung),<br />

megacolon de altura y diversas causas de constipación crónica,<br />

entre las cuales hay que considerar neoplasias, enteroparasitosis<br />

y dietas inadecuadas (figura 41-14). Se puede observar megaduodeno<br />

en pacientes chagásicos crónicos que presentan como<br />

sintomatología un síndrome dispéptico.<br />

Otras formas crónicas<br />

Por la denervación autonómica se pueden presentar megas del<br />

tracto urinario: megauréter y megavejiga, que por lo general<br />

se complican con infección urinaria.<br />

El compromiso del SNC y del sistema nervioso autónomo<br />

(SNA) se traduce en moderados trastornos de la transmisión<br />

nerviosa en el tronco cerebral y alteraciones del comportamiento.<br />

En las dos formas, junto a los megas ya descritos, existe una<br />

hipersecreción salival y sudorípara.<br />

Diagnóstico de laboratorio<br />

El diagnóstico de laboratorio de la enfermedad de Chagas depende<br />

de la fase de la enfermedad. En la etapa aguda, los métodos<br />

de elección son parasitológicos, que demuestran la existencia<br />

de Trypanosoma cruzi. En la etapa crónica las pruebas<br />

indirectas o serológicas que evidencian la respuesta inmune del<br />

hospedero, son las técnicas de elección.<br />

Diagnóstico parasitológico directo<br />

Se utiliza especialmente en la etapa aguda, cuando se pueden<br />

detectar con mayor facilidad los tripomastigotes en la sangre.<br />

Existen diferentes procedimientos.<br />

Examen microscópico directo de sangre al fresco. Es el método<br />

de elección para el diagnóstico rápido de las formas congénitas.<br />

Una gota de sangre recién obtenida, se observa entre<br />

porta y cubreobjetos directamente al microscopio, en búsqueda<br />

de las formas tripomastigotes móviles de T. cruzi. La preparación<br />

también puede ser efectuada en una muestra de sangre<br />

recibida con citrato de sodio, anticoagulante útil para recibir<br />

sangre de cordón de recién nacido en el cual se investiga transmisión<br />

vertical del parásito.<br />

Frotis sanguíneo. Esta técnica es un complemento de la anterior,<br />

y permite realizar preparaciones permanentes. Con una<br />

gota de sangre se hace un extendido delgado en portaobjetos<br />

que se deja secar a temperatura ambiente. Después se tiñe con<br />

colorante May-Grünwald, Giemsa o de Wright y se observa al<br />

microscopio (figura 41-15).<br />

Examen de gota gruesa. Es también un procedimiento indicado<br />

en la fase aguda de la infección y en el cual se examina una<br />

mayor cantidad de sangre, lo que aumenta el rendimiento al<br />

comparar el método con el examen microscópico de sangre<br />

al fresco. Se colocan tres gotas de sangre en un portaobjetos y,<br />

con una aguja o el vértice de un cubreobjetos, se mezclan las<br />

gotas con movimientos circulares durante 2 a 3 minutos, con el<br />

fin de desfibrinar la muestra, después de lo cual se deja secar a<br />

temperatura ambiente. La tinción se realiza utilizando coloran-


CAPÍTULO 41 Tripanosomiasis americana (enfermedad de Chagas) 293<br />

te de Giemsa diluido al 1:10 durante 30 minutos, con lo que se<br />

consigue, además de la coloración, la deshemoglobinización de<br />

la muestra, lo cual facilita la observación de las formas tripomastigotes<br />

de T. cruzi.<br />

Método de Strout. Es una técnica de concentración de los tripomastigotes<br />

de T. cruzi. Consiste en centrifugar sangre citratada<br />

por 10 minutos a 1 000 rpm. El sobrenadante se centrifuga<br />

a 1 500 rpm durante 10 minutos y, finalmente, el último<br />

sobrenadante se centrifuga a 2.500 rpm por el mismo tiempo.<br />

El sedimento final se examina al fresco o en un frotis teñido<br />

con Giemsa.<br />

Método de microhematócrito o microstrout. Se utiliza sangre<br />

venosa total o suero que se recoge en capilares de microhematócrito<br />

heparinizados. Se tapa con masilla al extremo inferior<br />

y se centrifuga a 1 000 rpm durante tres minutos. Se<br />

fractura al capilar en el límite de la capa leucocitaria. Se deposita<br />

la capa de leucocitos y plasma sobre un portaobjetos; se<br />

recorre y revisa en forma cuidadosa la preparación al microscopio.<br />

Es necesario realizar al menos tres microhematócritos por<br />

paciente. Es un método para uso especialmente en la fase final<br />

de la etapa aguda, cuando los parásitos ya no son tan abundantes<br />

en la sangre.<br />

Xenodiagnóstico. Se basa en la multiplicación activa de Trypanosoma<br />

cruzi en el tubo digestivo de los triatomas. Este método<br />

de demostración de formas circulantes del parásito, consiste en<br />

la utilización de ninfas de triatomíneos libres de infección, las<br />

que se alimentan de la sangre del paciente. Se recomienda aplicar<br />

7 a 10 ninfas en cada ocasión y repetir periódicamente los<br />

exámenes. A los 30, 60 y 90 días después de aplicado el xenodiagnóstico,<br />

se examinan las deyecciones de los insectos para<br />

buscar formas tripomastigotes de Trypanosoma cruzi. La sensibilidad<br />

de este método, utilizado en forma seriada, es de aproximadamente<br />

60% en pacientes chagásicos crónicos.<br />

Reacción en cadena de polimerasa (PCR). La técnica de PCR<br />

es un método enzimático de síntesis de múltiples copias de un<br />

segmento específico de DNA. Se asemeja al proceso natural de<br />

replicación de DNA, donde el número de moléculas se duplica<br />

después de la repetición de tres pasos sucesivos que forman un<br />

ciclo bajo condiciones de temperaturas controladas: desnaturación,<br />

alineación de partidores de extensión y extensión de los<br />

partidores. La PCR ha permitido optimizar el diagnóstico parasitológico<br />

de T. cruzi amplificando DNA desde regiones altamente<br />

repetidas del genoma de T. cruzi, constituyéndose en<br />

una promisoria herramienta para ser utilizada en el diagnóstico<br />

de la infección. El DNA nuclear y cinetoplastídico de T. cruzi<br />

contiene varias secuencias repetitivas que son de mucha utilidad<br />

como blanco para la técnica de PCR, abundantes y fáciles<br />

de purificar desde la célula tripanosómica.<br />

Un fragmento de aproximadamente 330 pb de los minicírculos<br />

del cinetoplasto de T. cruzi suele usarse para la amplificación<br />

utilizando primers 121 y 122. Por otra parte, el satélite<br />

repetido de DNA nuclear de 195 pb de T. cruzi, es el blanco<br />

para los primers Tcz1/Tcz2 y Diaz1/Diaz2, los cuales no amplifican<br />

DNA de otros parásitos del género Trypanosoma o Leishmania.<br />

Desde hace algunos años, la técnica de PCR ha sido introducida<br />

no solamente para reconocer la presencia de T. cruzi<br />

en la sangre, sino también para caracterizar las cepas circulantes<br />

abriendo nuevas perspectivas de investigación. Numerosos estudios<br />

realizados en la última década han evidenciado que la técnica<br />

de PCR en muestras de sangre de individuos infectados<br />

posee mayor sensibilidad en relación con otras técnicas de diagnóstico<br />

parasitológicas, tales como XD y hemocultivo.<br />

Estudios realizados en pacientes crónicos en distintas áreas<br />

geográficas del Brasil, y en los que se emplearon diferentes volúmenes<br />

de muestra, revelaron porcentajes de sensibilidad que<br />

oscilan entre 59.4 y 100%. Es decir, existirían variaciones de<br />

los niveles de parasitemia detectados por PCR que dependerían<br />

de la fase de la infección, edad del paciente, volúmenes de<br />

muestras empleados y área geográfica de los individuos analizados.<br />

La PCR ha sido además aplicada en la detección de kDNA<br />

de T. cruzi en deyecciones de diversas especies de triatominos<br />

silvestres, permitiendo determinar la existencia de infecciones<br />

mixtas e identificación de los principales clones circulantes.<br />

También se ha descrito la aplicación de PCR en muestras de<br />

tejido fresco de triatominos (recto más intestino), suero y<br />

muestras histológicas, entre otras. 40<br />

Además de la técnica de PCR cualitativa, la PCR cuantitativa<br />

(PCR en tiempo real) ha demostrado ser útil en la determinación<br />

de las parasitemias de pacientes con enfermedad de<br />

Chagas, 9 y en un futuro próximo será la prueba de elección<br />

para determinar la curación de pacientes con enfermedad de<br />

Chagas crónica sometidos a tratamiento.<br />

Diagnóstico parasitológico indirecto<br />

Es el diagnóstico inmunológico que evidencia los anticuerpos<br />

en el presunto infectado chagásico. Las pruebas más utilizadas<br />

son las reacciones de inmunofluorescencia indirecta (IFI), hemaglutinación<br />

indirecta (HAI) y ELISA.<br />

Reacción de inmunofluorescencia indirecta (IFI). En esta<br />

técnica, el antígeno figurado, ya sea formas tripomastigotes o<br />

epimastigotes de T. cruzi, es fijado en espacios marcados sobre<br />

portaobjetos y, sobre éste, se hace actuar el suero del paciente<br />

en diluciones crecientes. Si el suero contiene anticuerpos específicos<br />

contra el parásito, se fijarán en éste y no serán removidos<br />

con los lavados que se hagan a continuación. Más tarde se añade<br />

una antigammaglobulina humana ligada a un fluorocromo,<br />

habitualmente isotiocianato de fluoresceína, que se conoce<br />

como conjugado. Dicho conjugado se unirá a la inmunoglobulina<br />

humana que, a su vez, está formando un complejo con el<br />

antígeno. La reacción se lee en un microscopio de fluorescencia,<br />

que cuenta con un sistema de filtros que selecciona un rango<br />

de longitudes de onda apropiado para excitar el fluorocromo,<br />

el que fluorece. El brillo del antígeno expresa positividad<br />

de la reacción.<br />

Reacción de hemaglutinación indirecta (HAI). En esta técnica,<br />

el antígeno soluble de formas epimastigotes de T. cruzi se


294 PARTE II Parasitología humana<br />

une mediante un proceso de tamización a glóbulos rojos, los<br />

que actúan como marcadores que permiten observar la presencia<br />

o no de reacción. Al combinar el antígeno adherido a eritrocitos<br />

con el suero del paciente, si hay anticuerpos presentes<br />

contra el antígeno, se podrá observar aglutinación homogénea<br />

de los hematíes, que han sido unidos a los anticuerpos, formando<br />

una red entre ellos. Si no hay anticuerpos específicos para el<br />

antígeno, los glóbulos rojos precipitarán al fondo del pocillo<br />

donde se realiza la prueba, dando una imagen de botón.<br />

Ensayo inmunoabsorbente ligado a enzima (ELISA). En<br />

este método, el antígeno soluble de formas epimastigotes de T.<br />

cruzi, se une a una fase sólida, habitualmente placas de poliestireno<br />

u otros plásticos que son capaces de adherir proteínas a<br />

su superficie. Si el suero del paciente contiene anticuerpos contra<br />

el antígeno, se unirán a éste y, por ende, quedarán también<br />

unidos a la superficie del plástico, y no serán removidos por los<br />

sucesivos lavados. En seguida, se agrega un conjugado constituido<br />

por una antigammaglobulina humana ligada a una enzima<br />

(fosfatasa alcalina o peroxidasa). Este conjugado reconoce<br />

como antígeno las inmunoglobulinas unidas al antígeno parasitario<br />

y, se fija en ellas, no siendo removido por los lavados<br />

subsecuentes. Al agregar un sustrato cromógeno de la enzima,<br />

se obtendrá, si la reacción es positiva, desarrollo de color, que<br />

puede ser visible a simple vista u objetivamente, mediante un<br />

espectrofotómetro, el que entrega la lectura expresada en densidad<br />

óptica.<br />

ELISA es una técnica extremadamente sensible, comparable<br />

a la sensibilidad del radioinmunoensayo, ya que ocurre una<br />

reacción de amplificación de la reacción antígeno-anticuerpo.<br />

Esto se explica porque una molécula de enzima es capaz de catalizar<br />

la reacción de muchas moléculas de sustrato, pudiendo así<br />

poner en evidencia muy pequeñas cantidades de anticuerpos. La<br />

positividad de la reacción se determina de acuerdo al cut-off<br />

(corte) establecido entre los controles negativos y positivos.<br />

Western-blot. Es un método de gran utilidad para mezclas antigénicas<br />

complejas como lo es T. cruzi. Primeramente, se separan<br />

mediante una electrosinéresis en geles de poliacrilamida los<br />

constituyentes polipeptídicos que conforman la mezcla antigénica<br />

según su peso molecular. Más tarde, los polipéptidos son<br />

transferidos, mediante una electroforesis horizontal, a nitrocelulosa,<br />

en que son detectados los antígenos por los anticuerpos,<br />

al incubar el soporte sensibilizado con la muestra del paciente<br />

en estudio. La reacción antígeno-anticuerpo es visualizada mediante<br />

una reacción enzimática cuyo producto es precipitante.<br />

En el diagnóstico de la enfermedad de Chagas, esta reacción se<br />

utiliza en estudios de investigación y para confirmar reacciones<br />

dudosas realizadas con las técnicas serológicas habituales tales<br />

como ELISA, hemaglutinación indirecta o inmunofluorescencia<br />

indirecta.<br />

Antígenos recombinantes y péptidos sintéticos. La elaboración<br />

de la librería genómica de T. cruzi ha permitido la obtención<br />

de antígenos de DNA recombinantes y péptidos sintéticos.<br />

Se ha propuesto que su utilización permitiría diferenciar la<br />

respuesta inmune del paciente agudo, crónico y congénito.<br />

Estas nuevas herramientas facilitarían el diagnóstico precoz, así<br />

como el estudio de la evolución de la infección.<br />

Tratamiento<br />

Existe un tratamiento etiológico cuyo objetivo es eliminar al<br />

parásito y un tratamiento sintomático que tiene por finalidad<br />

tratar las alteraciones y lesiones originadas por la infección. Por<br />

lo general el tratamiento es ambulatorio y lo realiza el médico<br />

indiferenciado en los consultorios rurales de zonas endémicas o<br />

en hospitales de nivel 2. Sólo los casos más complicados deberán<br />

ser controlados por cardiólogos, gastroenterólogos o cirujanos.<br />

Tratamiento etiológico<br />

Existe hoy en día el consenso de que la enfermedad de Chagas<br />

deber ser tratada en todos sus periodos, agudo, crónico indeterminado<br />

y crónico determinado, excepto sólo el periodo crónico<br />

terminal (core bovis), ya que la terapia en estos casos tiene rendimiento,<br />

y si es aplicada a tiempo puede modificar la evolución<br />

natural de la enfermedad. 4,6,15,25,37<br />

Dos son los fármacos que por razones éticas y eficacia pueden<br />

ser utilizados en clínica: nifurtimox (Lampit Bayer ® ) y<br />

benznidazol (Rochagan, Ragonil Roche ® ). Nifurtimox en comprimidos<br />

de 120 mg se utiliza en dosis de 8-10 mg/kg peso<br />

diario en adultos y 10-15 mg/kg peso diario en niños, en dos<br />

tomas diarias durante 30-60 días. Benznidazol en comprimidos<br />

de 100 mg se utiliza en dosis de 6 mg/kg/día en adultos y de<br />

7-10 mg/kg/día en niños, también en dos dosis diarias por 30-<br />

60 días. Ambos fármacos originan efectos secundarios importantes:<br />

30% de los pacientes presentan a partir de la segunda<br />

semana de la terapia afecciones dermatológicas que van desde<br />

dermatitis urticariforme a síndrome de Stevens-Johnson; esto<br />

último origina la suspensión de la terapia, hospitalización de<br />

los casos y utilización de esteroides. Por lo general la recuperación<br />

es completa.<br />

Alrededor de 20-30% de los casos presentan polineuropatías,<br />

que fluctúan desde paresias a parálisis, y que se observan al<br />

término del tratamiento. Se pueden presentar otros efectos adversos<br />

menos importantes y de corta duración, como dolor epigástrico<br />

por gastritis, náuseas y vómitos. En raras ocasiones los<br />

fármacos originan leucopenia y trombocitopenia, cuadro grave<br />

que si se asocia a fiebre, motiva la suspensión del tratamiento.<br />

Los efectos secundarios son dosis-dependientes. En general, los<br />

niños toleran mejor la terapia que los adultos. 4<br />

En la actualidad existe dificultad en la obtención de estos<br />

fármacos. Nifurtimox no se fabrica más por la química Bayer y<br />

sólo existe en el comercio una pequeña partida. Benznidazol<br />

también dejó de ser producido por Roche, y hoy se fabrica en<br />

un laboratorio de Salvador de Bahía, Brasil. Este hecho, más los<br />

efectos colaterales importantes que originan, indujo a la búsqueda<br />

de otros medicamentos. Entre éstos se encuentra el itraconazol,<br />

fármaco antimicótico que se aplica en clínica desde<br />

hace más de 50 años. En la enfermedad de Chagas se utiliza en


CAPÍTULO 41 Tripanosomiasis americana (enfermedad de Chagas) 295<br />

dosis de 6 mg/kg/día por 120 días. Viene en cápsulas de 100<br />

mg y se administra oralmente c/12 horas. En pacientes con<br />

enfermedad de Chagas crónica indeterminada y determinada<br />

(cardiópatas) se ha logrado “curación” en 30% y mejoría de la<br />

cardiopatía en 50% (ver capítulo 94). 4 Un derivado del itraconazol,<br />

el posaconazol, ha demostrado ser eficiente en estudios<br />

in vitro e in vivo sobre T. cruzi; 36 podría ser el fármaco de elección<br />

en el futuro. Se ha administrado con éxito en un paciente<br />

con lupus eritematoso diseminado y enfermedad de Chagas<br />

crónica que había recibido previamente benznidazol con disminución<br />

de la parasitemia, pero sin curación. 22<br />

El criterio de curación de la enfermedad de Chagas se basa<br />

en la desaparición de los parásitos (xenodiagnóstico, hemocultivo,<br />

PCR, sondas de hibridación) y desaparición de la serología<br />

convencional. Esto último es válido para los casos agudos (adquiridos<br />

y congénitos) y los crónicos indeterminados y determinados<br />

de corta evolución, especialmente en niños. 4,24,25 En<br />

adultos con enfermedad de Chagas crónica, que son la inmensa<br />

mayoría de los casos, a mayor tiempo de evolución más tiempo<br />

se necesita para la desaparición de los anticuerpos convencionales.<br />

Después de la terapia etiológica, en un alto porcentaje de<br />

estos casos, si bien presentan una disminución de los títulos serológicos,<br />

éstos permanecen a nivel positivo por toda la vida.<br />

En épocas recientes se ha demostrado que ratones experimentalmente<br />

infectados por T. cruzi tratados y curados, en los<br />

cuales no existían parásitos ni antígenos de T. cruzi, tenían células<br />

TCD 8<br />

<br />

centrales de memoria que mantenían una serología<br />

por más de un año. 10 No se ha determinado si este proceso<br />

se produce en el humano, pero si fuera así, explicaría por qué<br />

la curación de casos crónicos se podría originar sin conversión<br />

serológica. En los pacientes con enfermedad de Chagas crónica,<br />

el criterio de curación se basa en la desaparición de dos o más<br />

criterios parasitológicos y uno o más criterios clínicos o electrocardiográficos<br />

(cuadro 41-2).<br />

Es importante señalar que en etapas crónicas iniciales e<br />

intermedias de la enfermedad, la fibrosis puede ser reversible al<br />

igual que las lesiones, no así en estados más avanzados. 1 Por<br />

este motivo, las alteraciones del ECG en la cardiopatía chagásica<br />

crónica (I, II y parte de III) se pueden normalizar con el<br />

tratamiento y permanecer así por toda la vida. 4,37<br />

La enfermedad de Chagas accidental se debe tratar durante<br />

10 días. En los casos de infección por trasplantes, basta con aplicar<br />

terapia etiológica al dador (si éste es positivo) durante 60<br />

días antes del trasplante y si el receptor es positivo. Se efectúa<br />

tratamiento si hay reactivación del cuadro crónico, que por lo<br />

general ocurre en un 30% de los casos. Actualmente se está realizando<br />

una investigación en cardiópatas chagásicos crónicos<br />

para conocer el rendimiento del benznidazol (Proyecto Benefit);<br />

se espera tener los resultados definitivos en 2014. 18<br />

Tratamiento sintomático<br />

En la fase aguda, antitérmicos, analgésicos. Diuréticos y cardiotónicos<br />

en la miocarditis. Anticonvulsivos en las meningoencefalitis.<br />

Cardiopatía chagásica crónica (CCC)<br />

Los grados I, II y III pueden ser tratados por el médico general<br />

en forma ambulatoria. Los grados IV y V por cardiólogos. Los<br />

pacientes con ICC deben ser hospitalizados.<br />

En las arritmias se deben suprimir o disminuir los factores<br />

precipitantes y utilizar fármacos antiarrítmicos: amiodarona,<br />

disopiramida en casos de extrasístoles ventriculares. Colocación<br />

de marcapasos electrónico en bloqueos A-V completos,<br />

bradicardias importantes y enfermedad del nódulo sinusal.<br />

Desfibrilación eléctrica inmediata en pacientes con fibrilación<br />

ventricular, etc. La cirugía se utiliza cuando existen aneurismas<br />

de la punta y es necesario eliminar focos arritmogénicos.<br />

La ICC por CCC es de difícil manejo, ya que el cuadro es<br />

progresivo y debilitante, y sin lugar a dudas es la de peor pronóstico<br />

dentro de las insuficiencias cardiacas por cardiopatías<br />

crónicas. En los casos menos severos, la dieta hiposódica, diuréticos<br />

tiazídicos y cardiotónicos: digoxina oral son útiles. En<br />

los casos graves se deben agregar a la terapia inhibidores de<br />

ECA como captopril y similares, nitratos e hidralazina como<br />

vasodilatadores. Los cardiotónicos no son bien tolerados, especialmente<br />

en la ICC avanzada; se deben preferir los de vida<br />

media corta, por ejemplo, lanatósido C por vía EV, con los<br />

cuales se obtiene algún efecto. En esta etapa furosemida EV es<br />

también de ayuda. En casos de ICC grave por CCC, está indicado<br />

el trasplante de corazón.<br />

Los procesos tromboembólicos se tratan con heparina o<br />

warfarina, estreptocinasa y urocinasa. 26<br />

En la esofagopatía chagásica se utilizan sondas hiperbáricas<br />

para casos iniciales o leves hasta la cirugía, cardiotomía extra,<br />

mucosa de Heller y sus variantes en casos más avanzados. En<br />

estos últimos, es posible también realizar resecciones de los segmentos<br />

dilatados, reemplazándolos por asas desfuncionalizadas<br />

de yeyuno. Algunos fármacos, como dinitratos de isorbitol o<br />

nifedipino, que disminuyen la presión esfinteriana y facilitan la<br />

deglución, son útiles en los periodos iniciales si se administran<br />

15 minutos antes de ingerir alimentos. En la colopatía chagásica<br />

una dieta rica en fibras y la utilización de laxantes son de ayuda.<br />

El fecaloma se trata con proctoclisis y vaselina oral. Las torsiones<br />

parciales del sigmoides se pueden resolver con endoscopia monitorizada,<br />

siempre que no haya necrosis. La cirugía con resección<br />

del segmento dilatado y manutención del esfínter rectal,<br />

sólo se indica en casos extremos que no obedecen a la terapia.<br />

Prevención<br />

En general existen tres niveles de prevención de la enfermedad<br />

de Chagas: la primaria se basa en acciones que eviten la transmisión<br />

del parásito a personas susceptibles, la secundaria prevenir<br />

el daño e incapacidad de los infectados y la terciaria disminuir<br />

la incapacidad instalada. 27<br />

No existen vacunas eficaces que se apliquen al humano<br />

para controlar la transmisión de la enfermedad.<br />

El control de la infección congénita y la prevención de la<br />

enfermedad de Chagas accidental iniciada en diferentes países de<br />

Latinoamérica, han contribuido a la prevención de esta zoonosis.


296 PARTE II Parasitología humana<br />

El control del vector se ha logrado gracias a la utilización<br />

de insecticidas, mejoría de las viviendas y educación sanitaria.<br />

Los insecticidas deben tener poder remanente, por ejemplo,<br />

lindano o gamexano al 1%, piretroides de síntesis: deltametrina,<br />

cipermetrina, etc., que se aplican en el interior, exterior y<br />

anexos peridomiciliarios de las viviendas infestadas, y en los<br />

colindantes (fase de ataque). El rociado debe repetirse regularmente.<br />

En años posteriores los insecticidas se aplican sólo a las<br />

casas con triatominos y se instala una vigilancia descentralizada<br />

con participación comunitaria. Gracias a estos programas gubernamentales<br />

se ha logrado interrumpir la transmisión vectorial<br />

por T. infestans y transfusional en Uruguay en 1997, Chile<br />

1999, en Brasil 2006, y parte de Argentina en 2009. 19,27<br />

La mejoría de la vivienda mediante revoque de sus paredes,<br />

colocación de pisos de madera y ventanas amplias o el<br />

cambio a viviendas nuevas, ha sido un pilar trascendental en<br />

el control de la parasitosis.<br />

La educación sanitaria es sin lugar a dudas lo más importante<br />

en la prevención; sin ella no hay control de la transmisión,<br />

aun aplicando insecticidas o mejorando la vivienda. Enseñanzas<br />

sobre el vector, higiene personal, manutención de las viviendas,<br />

importancia de la enfermedad, etc., son conocimientos esenciales<br />

que los habitantes de zonas endémicas deben adquirir. El<br />

ideal es enseñar a los niños en los colegios, y a través de ellos a<br />

sus padres. Gracias a la educación se ha logrado la participación<br />

activa de la población en la lucha antitriatominos. 19<br />

El control de la sangre en los bancos de sangre, desechando<br />

los casos positivos pesquisados mediante IFI o ELISA para<br />

enfermedad de Chagas, ha permitido disminuir este tipo de<br />

transmisión en todos los países que tienen programa de control.<br />

En los casos congénitos, la medida preventiva más importante<br />

es determinar la infección en la embarazada, y si ésta es<br />

positiva, detectar en forma oportuna la infección en el RN mediante<br />

detección de parásitos en sangre del cordón. Si el RN es<br />

positivo, tratarlo. Si hay sospecha clínica y/o serología positiva<br />

al nacer, se debe repetir ésta a los nueve meses. Si persiste la<br />

positividad tratar al RN, ya que los anticuerpos pasivos desaparecen<br />

al octavo mes. 12,29,30<br />

Referencias<br />

1. Andrade Z, Andrade S. Patología Da Doença de Chagas.<br />

En: Brener Z, Andrade Z, Barral-Neto<br />

(eds.). Trypanosoma cruzi e doença de Chagas, 2a. ed.<br />

Guanabara Koogan, Rio de Janeiro, Brasil, 2000:201-<br />

230.<br />

2. Apt W, Aguilera X, Arribada A et al. Epidemiology of<br />

Chagas disease in Northern Chile: isoenzime profiles of<br />

Trypanosoma cruzi from domestic and selvatic transmission<br />

cycles and the association with cardiopathy. Am J<br />

Trop Med & Hyg, 1987;37:302-207.<br />

3. Apt W, Arribada A, Zulantay I et al. Itraconazole an<br />

allopurinol in the treatment of chronic American tripanosomiasis:<br />

the results of clinical and parasitological examinations<br />

11 years post treatment. Ann Trop Med Parasitol,<br />

2005;99:733-741.<br />

4. Apt W, Heitman J, Jercic M et al. Guías Clínicas para la<br />

Enfermedad de Chagas, Parte II: Enfermedad de Chagas<br />

en el adulto, Parte IV: Tratamiento. Rev Chilena Infectol,<br />

2008;25:194-199, 379-389.<br />

5. Apt W. Centenario del Descubrimiento de Carlos Chagas<br />

(1909-2009). Rev Med Parasitol Ibero-Latinoamerican,<br />

2009;68:92-94.<br />

6. Apt W, Zulantay I. Estado actual en el tratamiento de la<br />

enfermedad de Chagas. Rev Med Chil, 2011;139:247-<br />

257.<br />

7. Aufderheide A, Salo W, Madden M et al. A 9 000 year<br />

record of Chagas’ disease. Proc Natl Acad Sci USA,<br />

2004;101:2034-2039.<br />

8. Botto-Mahan C, Cattan P, Medel R. Chagas disease<br />

parasite induces behavioural changes in the kissing bug<br />

Mepraia spinolai. Acta Trop, 2006;98:219-223.<br />

9. Britto C. Usefulness of PCR based assays to assess drug<br />

efficacy in Chagas disease chemotherapy: value and limitations.<br />

Mem Inst Oswaldo Cruz, 2009;104:122-135.<br />

10. Bulla D. Enfermedad de Chagas. Situación epidemiológica<br />

en Uruguay. Consulta Técnica Regional OPS/MSF<br />

sobre Organización y Estructura de la Atención Médica<br />

del Enfermo o Infectado por Trypanosoma cruzi. Montevideo,<br />

Uruguay (OPS/DPC/CD/353/05), 2005.<br />

11. Bustamante J, Bixby L, Tarleton R. Drug induced<br />

cure drives conversion to a stable and protective CD8T<br />

central memory response in chronic Chagas disease. Nat<br />

Med, 2008;14:542-550.<br />

12. Carlier Y. ¿Cuál estrategia para el control del Chagas<br />

congénito? Consulta Técnica Regional OPS/MSF sobre<br />

Organización y Estructura de la Atención Médica del Enfermo<br />

e Infectado por Trypanosoma cruzi/Enfermedad de<br />

Chagas OPS/MSF. Montevideo, Uruguay (OPS/DPC/<br />

CD/353/05), 2005.<br />

13. Chagas C. Nova tripanossomiase humana. Estudos sobre<br />

a morfología e o ciclo evolutivo de Schizotrypanum<br />

cruzi n.g.n.e., agente etiológico de nova entidade morbida<br />

do homem. Mem Int Osvaldo Cruz, 1911;3:159-218.<br />

14. Coura R. Chagas disease: clinical and therapeutic features.<br />

Enf Emerg, 2005;8:18-24.<br />

15. Coura JR, Borges-Pereira J. Chronic phase of Chagas<br />

disease: why should it be treated? A comprehensive review.<br />

Mem Inst Oswaldo Cruz, 2011; 106:641-645.<br />

16. Cruz-Reyes A, Pickering-López J. Chagas disease in<br />

Mexico: an analysis of geographical distribution during the<br />

past 76 years. A review. Mem Inst Oswaldo Cruz, Rio de<br />

Janeiro, Brasil, 2006;101:345-354.


CAPÍTULO 41 Tripanosomiasis americana (enfermedad de Chagas) 297<br />

17. De Souza W. O parasito e sua interaçao com os hospedeiros.<br />

En: Brener Z, Andrade Z, Barral-Neto M (eds.).<br />

Trypanosoma cruzi e doença de Chagas, 2a. ed. Guanabara<br />

Koogan, Rio de Janeiro, Brasil. 2000:88-126.<br />

18. Marin-Neto J, Rassi A Jr, Avezum A Jr. Benefit trial:<br />

testing the hypothesis that trypanocidal therapy is benefical<br />

for patients with chronic Chagas heart disease. Mem<br />

Inst Oswaldo Cruz, 2009;1:319-324.<br />

19. OPS. XVa Reunión de la Comisión Intergubernamental<br />

del Cono Sur para la eliminación de Triatoma infestans y la<br />

interrupción de la transmisión de la tripanosomiasis transfusional<br />

(INCOSUR-Chagas). Brasilia, 6-9 junio, 2006.<br />

20. OPS. (OPS/HDM/CD/425-06) Estimación cuantitativa<br />

de la enfermedad de Chagas en las Américas, 2006:28.<br />

21. Pereira K, Schimidt F, Guaraldo A et al. Chagas disease<br />

as a foodborne illness. J Food Prot, 2009;72:441-446.<br />

22. Pinazo M, Espinosa G, Gallego M. Successful treatment<br />

with posaconazole of a patient with chronic Chagas<br />

disease and systemic lupus erythematosus. Am J Trop<br />

Med Hyg, 2010;82:583-587.<br />

23. Pinto Dias J. Doença de Chagas. En: Cimerman B,<br />

Cimerman S (eds.). Parasitología <strong>Humana</strong> e Seus Fundamentos<br />

Gerais. Atheneu – Sao Paulo – Rio de Janeiro –<br />

Belo Horizonte, Brasil, 1999;81-111.<br />

24. Pinto Dias J. The treatment of Chagas Disease (South<br />

American trypanosomiasis) Ann Int Med, 2006;144:772-<br />

774.<br />

25. Prata A. Abordagem general do paciente chagasico. En:<br />

Pinto Dias J. Coura (Eds.). Clinica e terapeutica do doença<br />

de Chagas. Um manual práctico para o clinico general. Fio<br />

Cruz, Rio de Janeiro, Brasil, 1997;115-126.<br />

26. Rassi A, Rassi Jr A, Rassi S. Cardiopatía crónica: arritmias.<br />

em: Pinto Dias J, Coura J (Eds.). Doença de Chagas.<br />

Um manual para o clinico general. Fio Cruz, Rio de Janeiro,<br />

Brasil, 1997;201-222.<br />

27. Rassi A Jr, Dias J, Marin-Neto J et al. Challenges and<br />

opportunities for primary, secondary, and tertiary prevention<br />

of Chagas’ disease. Heart, 2009;95:524-534.<br />

28. Rezende J, Moreira H. Forma Digestiva da Doença de<br />

Chagas. En Brener Z, Andrade Z, Barral-Neto M (eds.).<br />

En: Trypanosoma cruzi e doença de Chagas, 2a. Ed. Guanabara<br />

Koogan, Rio de Janeiro, Brasil, 2000;297-343.<br />

29. Russomando G, Almiron M, Candra N et al. Implementation<br />

and evaluation of a locally sustainable system<br />

of prenatal screening that allows the detection of cases of<br />

congenital transmission of Chagas disease in endemic<br />

zone of Paraguay. Rev Soc Bras Med Trop, 2005;38:49-<br />

54.<br />

30. Sánchez O, Mora M, Basombrio M. High prevalence<br />

of congenital Trypanosoma cruzi infection and clustering<br />

in Salta, Argentina. Pediatrics, 2005;115:668-672.<br />

31. Schofield C, Jannin J, Salvatella R. The future of<br />

Chagas disease control. Trends Parasitol, 2006;22:583-<br />

588.<br />

32. Shikanai-Yasuda M, Carvalho N. Oral transmission of<br />

Chagas disease. Clin Infect Dis, 2012; 54:845-852.<br />

33. Solari A, Muñoz S, Venegas J et al. Characterization of<br />

Chilean, Bolivian and Argentinian Trypanosoma cruzi populations<br />

by restrictive endonuclease and isoenzime<br />

analysis. Exp Parasit, 1992;75:187-195.<br />

34. Solís H. La enfermedad de Chagas en el Perú. A Biol<br />

Clin Latin, 2006;3:67.<br />

35. Teixeira A, Nascimento R, Sturm N. Evolution and<br />

pathology in Chagas disease – A Review. Mem Inst<br />

Oswaldo Cruz, 2006;101:463-491.<br />

36. Urbina J. New chemotherapeutic approaches for the<br />

treatment of Chagas disease (American trypanosomiasis),<br />

Expert Opin Ther Patents. 2003;13:664-669.<br />

37. Viotti R, Vigliano C, Lococo B et al. Long-term cardiac<br />

outcome of treating chronic Chagas disease with<br />

benznidazole versus no treatment: a nonrandomized trial.<br />

Ann Intern Med, 2006;144:724-734.<br />

38. WHO. Control of Chagas disease. WHO Technical Report<br />

Series N-905. Ginebra, Suiza, 2002.<br />

39. Zingales B, Andrade S, Briones M et al. A new consensus<br />

for Trypanosoma cruzi intraspecific nomenclature:<br />

second revision meeting recommends TcI to TcIV. Mem<br />

Inst Owsaldo Crz, 2009;104:1051-1054.<br />

40. Zulantay I, Apt W, Gil C, Rocha C et al. The PCRbased<br />

detection or Trypanosoma cruzi in the faeces of Triatoma<br />

infestans fed on patients with chronic American<br />

Trypanosomiasis gives higher sensitivity and a quicker<br />

result them routine xenodiagnosis. Ann Trop Med Parasitol,<br />

2007;101:673-679.


Capítulo<br />

42<br />

Leishmaniasis*<br />

Alejandro Llanos-Cuenta<br />

Antecedentes históricos<br />

La leishmaniasis es un problema de salud pública, complejo y<br />

cosmopolita, que afecta a 88 países de cuatro continentes. La<br />

forma cutánea se conoce desde la antigüedad, tanto en el Viejo<br />

como en el Nuevo Mundo. Ha sido descrita por los árabes desde<br />

el siglo x en el Medio Oriente y representada en “huacos”<br />

(vasos de cerámica) por culturas preincaicas. La forma visceral<br />

(kala-azar) fue descrita posteriormente y las referencias en la<br />

literatura occidental datan de 1869, quizá por las dificultades<br />

de distinguirla de otras enfermedades sistémicas crónicas como<br />

la malaria.<br />

Definición<br />

Es una clase de enfermedades que son causadas por un grupo<br />

heterogéneo de protozoos del género Leishmania, los que producen<br />

diversas y variadas manifestaciones clínicas, caracterizadas<br />

por lesiones cutáneas, mucosas o viscerales y son transmitidas<br />

por la picadura de insectos dípteros de la familia<br />

Phlebotomodiae. Los reservorios por lo general son mamíferos<br />

silvestres y/o domésticos y en algunas ocasiones el humano.<br />

Biología<br />

La leishmania es un protozoario perteneciente al orden Kinetoplastida<br />

y a la familia Trypanosomatidae. El ciclo biológico<br />

transcurre en el intestino de los insectos vectores y en los tejidos<br />

de un hospedero vertebrado (figura 42-1). Es un parásito dimorfo<br />

que presenta dos estadios en su ciclo evolutivo: a) el<br />

amastigote (figura 42-2), que es la forma intracelular obligatoria<br />

en las células del sistema fagocítico mononuclear (SFM) en<br />

el hospedero mamífero; tiene forma ovoidea o esférica, mide de<br />

2 a 5 mm de diámetro, el núcleo es redondo, y un cinetoplasto<br />

de forma de bastón y sin flagelo libre, y b) el promastigote (figura<br />

42-3), es la forma flagelada, que se encuentra en el intestino<br />

del insecto vector y en medios de cultivo in vitro; es fusiforme<br />

y mide de 14 a 20 mm de largo por 2 a 4 mm de ancho.<br />

La morfología de las diferentes especies del género Leishmania<br />

es muy similar, y genéticamente tienen un alto nivel<br />

de polimorfismo, de allí que su taxonomía se basa en el uso de<br />

múltiples características, las más aceptadas de las cuales son la<br />

evaluación por isoenzimas (zimodemas), por anticuerpos monoclonales<br />

específicos (serodemas), la hibridización de DNA<br />

del cinetoplasto (esquizodemas) y el comportamiento biológico<br />

de Leishmania, principalmente en el intestino del vector. 28<br />

Epidemiología<br />

El género Leishmania está constituido por numerosas especies y<br />

subespecies. Se han utilizado varias clasificaciones desde Linnean<br />

o Linneo (1916), y la de mayor aceptación es la propuesta<br />

por Lainson y Shaw (1987), que divide el género Leishmania en<br />

dos subgéneros: i) Leishmania sensu stricto, con especies en el<br />

Nuevo y Viejo Mundo y ii) Viannia, restricto al Nuevo Mundo.<br />

Cada uno de estos subgéneros tiene varios complejos; se<br />

han descrito 18 especies que causan enfermedad en el ser humano<br />

y 12 de ellas en las Américas (cuadro 42-1). También se<br />

han descrito formas híbridas de L. (V.) braziliensis/L. (V.) peruviana<br />

en pacientes con leishmaniasis cutánea en la región de<br />

Húanuco, Perú.<br />

En el Viejo Mundo se han informado seis especies que<br />

causan enfermedad. Dos especies aún no identificadas han sido<br />

aisladas de casos cutáneos, una de ellas en Kenia, Etiopía y Somalia<br />

y otra en República Dominicana, aislada de un paciente<br />

con leishmaniasis difusa. 13<br />

La mayoría de las especies de Leishmania circulan en la<br />

Naturaleza en focos (“nichos”) de transmisión no estáticos,<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

298


CAPÍTULO 42 Leishmaniasis 299<br />

Promastigotes<br />

Promastigotes<br />

metacíclicos<br />

Inoculación<br />

en la piel<br />

Vector<br />

Humanos<br />

hospederos secundarios<br />

Hospedero<br />

secundario<br />

Hospedero<br />

primario<br />

Mamíferos<br />

silvestres<br />

Ciclo enzoótico<br />

Amastigotes<br />

Figura 42-1. Ciclo vital de Leishmania spp.<br />

donde insectos hematófagos actúan como vectores y los mamíferos<br />

silvestres como reservorios (zoonosis).<br />

Se han descrito más de 800 especies de flebotomíneos distribuidos<br />

en cinco géneros: Phlebotomus y Sergentomyia en el Viejo<br />

Mundo y Lutzomya, Brumptomyia y Warileya en el Nuevo Mundo.<br />

De éstas, 88 especies son vectores potenciales pertenecientes<br />

sólo a los géneros Phlebotomus y Lutzomya (cuadro 42-1). 12<br />

Los flebótomos son insectos dípteros que pertenecen a la<br />

familia Psychodidae, subfamilia Phlebotominae. Los flebótomos<br />

hembra requieren sangre para su reproducción; es por ello<br />

que pican a humanos o animales (desde reptiles hasta mamíferos),<br />

aunque sus hábitos alimentarios dependen de las especies.<br />

Las hembras infectadas son las que transmiten la enfermedad<br />

cuando inoculan los promastigotes al picar a los hospederos<br />

susceptibles. Esta forma, que tiene una fase reproductiva, no<br />

infectante (procíclica), se adosa en la membrana peritrófica en<br />

la pared del tubo digestivo del vector, donde se reproducen por<br />

fisión binaria.<br />

Mediante un proceso denominado metaciclogénesis, estas<br />

formas se tornan infectantes (promastigotes metacíclicos), a<br />

través de una serie de procesos bioquímicos, que determinan la<br />

pérdida de la capacidad de adhesión al epitelio del intestino<br />

medio del flebótomo. Como resultado, las formas metacíclicas<br />

migran a la faringe y cavidad bucal del insecto, donde son inoculadas<br />

por el vector cuando pica a un hospedero. En los mamíferos,<br />

los promastigotes entran a los monocitos o macrófagos<br />

a través de receptores específicos, en donde se transforman en<br />

amastigotes, los que se multiplican sólo en el interior de estas<br />

células (parásitos intracelulares obligados).<br />

Las lutzomyias (vectores en las Américas) son insectos<br />

cuya mayor actividad es al atardecer y durante la noche, aunque<br />

el clima y la temperatura influencian esta actividad. Su ciclo<br />

de reproducción, dependiendo de las especies, varía entre<br />

30 y 60 días, y es influenciado por el clima y la cantidad de<br />

sustrato; por esta razón el cambio climático está determinando<br />

cambios sustanciales en el tiempo de reproducción y en su distribución.<br />

La mayoría de las leishmaniasis son zoonosis, por lo que<br />

los reservorios primarios usualmente son mamíferos silvestres,<br />

los que no suelen mostrar signos evidentes de la infección,<br />

y los amastigotes, presentes en la piel o las vísceras, son escasos<br />

(figura 42-4). Los mamíferos domésticos con frecuencia son<br />

reservorios secundarios y los humanos son hospederos accidentales<br />

los que, dependiendo de sus actividades, se ponen en contacto<br />

con el ciclo primario de transmisión animal-vector. La<br />

excepción son la leishmaniasis visceral en la India o leishmaniasis<br />

cutánea por L. tropica en África, en donde el ciclo primario<br />

de transmisión ocurre entre humano-vector-humano (antropozoonosis).<br />

Sin embargo, cada vez hay mayores evidencias de<br />

que el ser humano podría tener un papel en la transmisión<br />

de enfermedad cutánea en las Américas, lo que, aunado a una<br />

mayor tendencia a la urbanización de la enfermedad, torna<br />

plausible la hipótesis de una creciente antropización de la leishmaniasis<br />

cutánea.<br />

Existe una relativa especificidad de vectores y reservorios<br />

con la especie de leishmania en los focos de transmisión, por<br />

ejemplo, el vector de L. (L.) amazonensis es L. flaviscutellata y<br />

los reservorios descritos son Proechimys guyanensis y Proechimis<br />

cuvieri. Sin embargo, en otros casos, para una misma especie,<br />

hay varios vectores, así como reservorios, dependiendo de la<br />

localización de los focos de transmisión; un ejemplo de ello es<br />

el caso de L. (V.) peruviana, de la que en la región centro-occidental<br />

del Perú el principal vector es L. peruensis y los reservorios<br />

descritos son Didelphis albiventris, Phyllotis andinum y<br />

Akodon spp., en tanto que en la región noroccidental de los<br />

Andes para la misma especie el vector es L. ayacuchensis y los


300 PARTE II Parasitología humana<br />

reservorios no son conocidos, pero son diferentes a los descritos<br />

en la parte central del país. El papel del perro en la leishmaniasis<br />

cutánea aún no se ha esclarecido, y aunque es un reservorio<br />

secundario, por su cercanía con los humanos tiene una función<br />

importante en transmisión de la enfermedad.<br />

Tanto en las secciones de Leishmania visceral (LV) como de<br />

Leishmania tropical (LT) se describen características epidemiológicas<br />

específicas de estas formas, pero la expansión del SIDA está<br />

cambiando la epidemiología de la leishmaniasis a nivel global.<br />

Leishmaniasis visceral<br />

Se denomina también kala-azar (que significa “fiebre negra”),<br />

y cuyo agente fue descrito en 1903 por Laveran y Mesnil en la<br />

India. Se han descrito seis especies como agentes de LV; las más<br />

importantes pertenecen al complejo L. donovani: L. (L.) donovani,<br />

L. (L.) infantum y L. (L.) chagasi, estas dos últimas indistinguibles<br />

entre sí. Ocasionalmente se han descrito casos de LV<br />

causadas por L. (L.) tropica en el Viejo Mundo, L. (L.) mexicana<br />

y L. (L.) amazonensis en el Nuevo Mundo (cuadro 42-1).<br />

L. (L.) donovani es el agente más importante en Asia y África,<br />

y L. (L.) infantum predomina en el Mediterráneo europeo, en<br />

tanto que L. (L.) chagasi en las Américas. 8<br />

Epidemiología<br />

Más de 90% de los casos de kala-azar a nivel mundial son reportados<br />

en la India, Bangladesh, Nepal, Sudán, Kenia y Brasil.<br />

En la costa mediterránea, esta enfermedad se incrementó asociada<br />

al síndrome de inmunodeficiencia humana (SIDA). En<br />

las Américas, es una enfermedad en expansión y su distribución<br />

se extiende desde el sur de EUA hasta el norte de Argentina,<br />

ocurriendo la mayor incidencia en Brasil. El riesgo de urbanización<br />

está asociado a una mayor adaptación de L. longipalpis<br />

(su principal vector) en lugares periurbanos y urbanos, como lo<br />

demuestra los recientes brotes epidémicos en varias ciudades en<br />

Brasil y Paraguay. 22 En Ecuador, Perú, Chile y Uruguay no se<br />

han reportado casos autóctonos de LV. Los factores de riesgo<br />

para esta enfermedad son la desnutrición (por lo que los niños<br />

son el grupo más afectado) y la presencia de perros infectados<br />

en las localidades endémicas. Animales salvajes como el zorro y<br />

la zarigüeya pueden mantener y propagar esta zoonosis.<br />

Patogénesis y patología<br />

El kala-azar es una enfermedad que compromete el sistema fagocítico<br />

mononuclear (SFM), por lo que afecta de manera preferente<br />

el bazo, hígado, médula ósea y ganglios. Sin embargo,<br />

órganos ricos en células del SFM también pueden estar afectados,<br />

como pulmones, riñones, piel, etc.; en casos avanzados y<br />

severos todos los órganos están comprometidos. El bazo, que<br />

por lo general está considerablemente aumentado de tamaño,<br />

es nodular y en los casos crónicos, hay fibrosis. En el hígado<br />

con frecuencia hay infiltrado linfomonocitario de los espacios<br />

porta. En la médula ósea hay presencia de amastigotes intracelulares<br />

y depresión de la serie roja y blanca. Los ganglios mesentéricos<br />

son los más comprometidos.<br />

Sintomatología<br />

Las personas que se infectan por cualquiera de los parásitos que<br />

causan kala-azar, en las áreas endémicas, pasan por tres fases:<br />

i) estadio asintomático; estudios poblacionales en Brasil muestran<br />

que entre 80-88% de los infectados son asintomáticos;<br />

ii) estadio subclínico, con frecuencias que varían de 12 a 19%<br />

de los afectados; iii) estadio clínico, que son una minoría, entre<br />

1.1 y 1.3%. El periodo de incubación promedio es de 2 a 4<br />

meses (rango entre tres semanas a más de dos años). En la forma<br />

asintomática las personas no desarrollan síntomas ni hay<br />

evidencia de visceromegalia o hipergammaglobulinemia; sin<br />

embargo, la prueba de leishmanina es positiva, así como títulos<br />

bajos de anticuerpos específicos.<br />

Los pacientes con formas subclínicas desarrollan fiebre<br />

baja, leve adinamia, anemia (∼70%) y visceromegalia (∼50%<br />

hepatomegalia y ∼30% esplenomegalia), pero sin pérdida de<br />

peso, ni signos de hemorragia. Lo relevante en los exámenes<br />

de laboratorio son títulos altos de anticuerpos específicos e hipergammaglobulinemia<br />

(>60%); la leishmanina puede ser positiva<br />

o negativa y en 30% se puede detectar el parásito en exámenes<br />

de médula ósea. En aquellos que desarrollan enfermedad<br />

clínica, se pueden diferenciar tres periodos que tienen implicancias<br />

diferentes en el pronóstico: i) fase aguda, es el periodo<br />

inicial, en donde los pacientes desarrollan fiebre, moderada<br />

adinamia, pérdida de peso, hepatosplenomegalia, y signos moderados<br />

de sangrado. Los signos clínicos más relevantes son:<br />

fiebre, palidez y esplenomegalia (firme y de superficie lisa). En<br />

el laboratorio se evidencia anemia moderada (usualmente normocrómica<br />

y normocítica), leve trombocitopenia, moderada<br />

hipergammaglobulinemia, altos títulos de anticuerpos y el examen<br />

de la médula ósea usualmente es positivo; en cambio, la<br />

prueba de leishmanina se torna negativa, ii) fase de estado<br />

(también se conoce como la forma “clásica”), en donde el cuadro<br />

clínico se desarrolla plenamente; los síntomas, signos y hallazgos<br />

laboratoriales son similares a la fase aguda, pero más<br />

marcados; así, la fiebre es alta (38-39°C, pero puede alcanzar<br />

40-41°C) con diferentes patrones (continua, ondulante y remitente),<br />

severa adinamia, visceromegalia muy acentuada; los signos<br />

de sangrado son frecuentes y a los hallazgos de laboratorio<br />

ya descritos se agrega neutropenia (figura 42-5).<br />

El tiempo en que se alcanza la fase de estado es variable,<br />

pero en los niños es menor que en los adultos. En el periodo final<br />

(fase severa) todas las manifestaciones clínicas son serias; los<br />

pacientes están caquécticos, con fiebre alta, constante, severa<br />

adinamia, esplenomegalia masiva, ascitis e ictericia, y frecuentes<br />

manifestaciones hemorrágicas. Los hallazgos de laboratorio son<br />

similares a la fase de estado, pero de mayor gravedad. En este<br />

periodo es en el que se describen los cinco signos clásicos (conocido<br />

también como “penta”) del kala-azar: fiebre, caquexia, esplenomegalia<br />

marcada, pancitopenia e hipergammaglobuline-


CAPÍTULO 42 Leishmaniasis 301<br />

mia. Ésta es la forma con mayor riesgo de mortalidad, y los<br />

factores clínicos pronósticos asociados son: niños menores de<br />

seis meses, palidez marcada, ictericia, sangrado (excepto epistaxis),<br />

edema y toxemia. Los factores de riesgo de laboratorio de<br />

mal pronóstico son: hemoglobina menor a 7 g/dl, leucocitos<br />

< 1 000, plaquetas


302 PARTE II Parasitología humana<br />

Pronóstico<br />

La mortalidad del kala-azar en la forma clásica, sin tratamiento,<br />

varía entre 85 y 90%, pero con tratamiento adecuado es menor<br />

a 5%. La desnutrición, depresión de la inmunidad celular (neoplasias,<br />

tratamiento con corticoides, etc.), y la coinfección con<br />

el virus de HIV son factores que incrementan la mortalidad.<br />

Cuando los pacientes se curan, por lo general no desarrollan<br />

secuelas y la leishmanina se torna positiva. Cerca de 20% de los<br />

pacientes en la India y 56% en Sudán desarrollan leishmaniasis<br />

dérmica pos-kala-azar. Actualmente se observan recaídas con<br />

mayor frecuencia y se asume que es consecuencia del incremento<br />

de la resistencia de los parásitos a los antibióticos usados.<br />

Prevención<br />

Las medidas de control son múltiples y deberían ser integradas;<br />

sin embargo, la mayoría de ellas en la práctica han demostrado<br />

importantes limitaciones. Incluyen acciones de diagnóstico y<br />

eliminación de los perros infectados, uso de collares con insecticidas<br />

para perros, aplicación de insecticidas de acción residual<br />

contra los vectores, diagnóstico y tratamiento precoz de las personas<br />

infectadas (en África y la India tratamiento de los pacientes<br />

que desarrollan leishmaniasis dérmica pos-kala-azar). Las<br />

acciones de control implican medidas educativas y la participación<br />

comunitaria.<br />

Leishmaniasis tegumentaria<br />

americana (LTA)<br />

La leishmaniasis tegumentaria en las Américas se conoce desde<br />

la época precolombina, documentada por la existencia de huacos<br />

antropomórficos representando lesiones cutáneas y mucosas.<br />

La enfermedad puede manifestarse de tres formas clínicas<br />

diferentes: cutánea (LC), mucocutánea (LCM) y cutánea difusa<br />

(LCD). En algunos países la leishmaniasis recibe nombres<br />

populares, como úlcera de los chicleros en México, pian bois<br />

en las Guayanas, uta en Perú para las formas cutáneas y espundia<br />

para las formas cutáneo-mucosas en Perú y Bolivia.<br />

Epidemiología<br />

La leishmaniasis en las Américas se distribuye desde el sur de<br />

EUA (45° de latitud norte) hasta el norte de Argentina (32 grados<br />

de latitud sur). Canadá, Chile, Uruguay y la mayoría de las<br />

islas del Caribe se encuentran libres de transmisión. La LC está<br />

en franca expansión en la mayoría de los países latinoamericanos,<br />

con un incremento importante del número de casos a<br />

partir de la década de 1980. La situación epidemiológica de la<br />

enfermedad es similar a la que existía al inicio del siglo xix, con<br />

el agravante de una creciente urbanización, y la aparición de<br />

brotes epidémicos importantes, en las últimas dos décadas, en<br />

diversos estados (departamentos/provincias) en la mayoría de<br />

países endémicos en Sudamérica, como Brasil, Colombia, Perú,<br />

Paraguay. Esta situación también está ocurriendo en el Viejo<br />

Mundo, como la epidemia descrita en Sudán en la decáda de<br />

1980 o en Burkina Faso en 1996. La distribución y la epidemiología<br />

de la enfermedad están relacionadas con diferentes características<br />

ecológicas, climatológicas y socioeconómicas, las que<br />

condicionan diversos comportamientos de vectores, así como de<br />

los hospederos mamíferos y humanos. Las zonas endémicas de<br />

leishmaniasis son las zonas andinas de Perú y Ecuador (en donde<br />

la trasmisión guarda relación con la distribución altitudinal<br />

del vector, que oscila entre los 700 a 2 800 msnm); algunas zonas<br />

tropicales del Pacífico en Co lombia, zonas montañosas con<br />

características tropicales de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y<br />

la mayoría de los países centroamericanos; en Brasil se presenta<br />

en todas las regiones geográficas y no sólo en las regiones de<br />

mata Atlántica paralela a la costa, como se reportaba años atrás.<br />

El cambio climático está alterando la distribución de la enfermedad<br />

y ha comenzado a describirse en lugares y altitudes donde<br />

previamente nunca se había reportado. Brasil, Colombia y<br />

Perú son los países que reportan el mayor número de casos en las<br />

Américas, con una media (última década) de 32 000 casos por<br />

año en Brasil, y aproximadamente entre 10 000 y 15 000 casos<br />

en Perú y Colombia, respectivamente. A pesar de esta información,<br />

no se conoce con exactitud la carga de la enfermedad cutánea<br />

(LTA) en la mayoría de los países, y se asume que existe un<br />

importante subregistro, principalmente relacionado con que es<br />

una enfermedad rural, que afecta lugares con escasez de servicios<br />

de salud. 22<br />

En el Nuevo Mundo actualmente son reconocidas 11 especies<br />

dermatotrópicas que causan enfermedad tegumentaria<br />

(cuadro 42-1). Sin embargo, las especies de mayor importancia<br />

epidemiológica en LTA son L. (V.) braziliensis, L. (V.) guyanensis,<br />

L. (V.) panamensis, L. (L.) amazonensis; L. (V.) peruviana<br />

es particularmente importante en algunas regiones del Perú. 7,14<br />

El ciclo de transmisión usualmente es complejo y por lo<br />

general existe especificidad entre los reservorios y los vectores<br />

de cada subespecie de Leishmania.<br />

Los vectores del parásito son especies del género Lutzomya<br />

(en el Nuevo Mundo, 44 especies son potenciales vectores),<br />

que tienen su hábitat generalmente en las zonas rurales, tanto<br />

en las zonas de floresta, como en las zonas de colonización antigua,<br />

donde la tendencia es de una transmisión peridomiciliaria,<br />

aunque con una tendencia creciente de adaptación de los<br />

vectores a zonas periurbanas, principalmente en zonas de colonización<br />

reciente.<br />

La transmisión depende del lugar de contacto hombrevector.<br />

Se han descrito tres patrones de transmisión (figura<br />

42-6): 1) intradomiciliario, cuando la transmisión ocurre dentro<br />

de las casas de las personas; 2) peridomiciliario-rural, cuando<br />

el contacto hombre-vector ocurre alrededor del domicilio<br />

en zonas rurales; y 3) silvestre, cuando las personas se exponen<br />

a la picadura del vector al internarse en la floresta o realizar<br />

actividades (usualmente agrícolas) en lugares donde los reservorios<br />

y vectores han establecido focos de transmisión. Dependiendo<br />

de los lugares y las características del comportamiento<br />

humano, los patrones de transmisión pueden ser mixtos; cuan-


CAPÍTULO 42 Leishmaniasis 303<br />

Polo<br />

hiperérgico<br />

Polo<br />

anérgico<br />

Enfermedad<br />

mucosa<br />

Enfermedad<br />

cutánea<br />

difusa<br />

Enfermedad<br />

cutánea crónica<br />

Enfermedad<br />

cutánea diseminada<br />

Enfermedad<br />

cutánea “clásica”<br />

Enfermedad<br />

temprana<br />

Infección<br />

NO enfermedad<br />

Figura 42-7. Leishmaniasis. Espectro de enfermedad asociada a la carga parasitaria y la respuesta inmune del hospedero. Los estadios<br />

cutáneos cuanto más cerca de una respuesta balanceada (estadio de infección, sin desarrollo de enfermedad) tienen mayor probabilidad de<br />

cura espontánea.<br />

Parásito<br />

TH1<br />

TH2<br />

do predomina la transmisión intradomiciliaria y peridomiciliaria,<br />

ambos sexos son afectados en proporciones similares y afecta<br />

básicamente a niños menores de cinco años; en tanto, cuando<br />

la transmisión es rural, los adultos y en especial los varones, son<br />

los afectados. 22<br />

Para entender la función de los reservorios en leishmaniasis,<br />

es necesario comprender la interacción reservorio-parásito,<br />

que es compleja, multifactorial y dinámica, que incluye animales<br />

silvestres, domésticos e incluso al propio humano, en determinado<br />

ambiente, conformando una unidad biológica de<br />

transmisión (microfoco). Esa unidad está en cambios constantes<br />

en función de las alteraciones del medio ambiente, el clima<br />

y el comportamiento humano.<br />

Los reservorios naturales del parásito los constituyen los<br />

vertebrados silvestres (principalmente roedores); los animales<br />

domésticos en leishmaniasis cutánea tienen un papel menor<br />

(reservorios secundarios). Los animales naturalmente infectados<br />

suelen no presentar lesiones evidentes en la piel; son necesarios<br />

estudios parasitológicos (cultivos, PCR) en biopsias para<br />

la demostración del parásito. 29<br />

Las razones por las cuales la leishmaniasis persiste y se incrementa,<br />

están relacionadas con la expansión de los vectores a<br />

nuevas áreas geográficas, comportamientos humanos de alto<br />

riesgo, como son las guerras, guerrillas (las que además, determinan<br />

desplazamientos humanos masivos), actividades ilícitas<br />

relacionadas con el narcotráfico (por ejemplo, cultivos de coca),<br />

y ausencia de actividades efectivas para el control de la enfermedad.<br />

Fisiopatogenia<br />

La leishmaniasis tegumentaria es una enfermedad con un amplio<br />

espectro de manifestaciones clínicas, que se expresan desde<br />

la cura espontánea hasta el desarrollo de enfermedad mucosa o<br />

cutánea difusa (figura 42-7). El mecanismo básico para entender<br />

este comportamiento espectral es la interacción hospederoparásito.<br />

Las manifestaciones de la enfermedad dependen en<br />

parte de la especie involucrada y en especial del estado inmunológico<br />

del individuo infectado. Cuando la respuesta inmune<br />

celular del hospedero es adecuada, balanceada y modulada, se<br />

refleja en una tendencia a la cura espontánea o en una buena<br />

respuesta al tratamiento.<br />

Después de la inoculación, los promastigotes metacíclicos<br />

necesitan sobrevivir a los mecanismos innatos de la defensa del<br />

hospedero. Los cambios en la metaciclogénesis confieren al parásito<br />

un incremento en la resistencia a la lisis mediada por<br />

complemento. Las diversas sustancias presentes en la saliva de<br />

los flebotomíneos también favorecen el inicio de la infección.<br />

Cuando los promastigotes metacíclicos son inoculados en<br />

la piel, la respuesta inmune innata tiende a destruirlos. Por un<br />

mecanismo aún no conocido, los parásitos se adhieren a la superficie<br />

de los macrófagos y las células de Langerhans y son<br />

internalizados por mecanismo de fagocitosis mediada por receptores<br />

(los promastigotes que no consiguen ingresar son destruidos).<br />

A través de estas células son llevados a los linfonódulos<br />

regionales, donde sufren modificaciones, transformándose a<br />

la forma amastigote, que facilitan su sobrevivencia y migración.<br />

Dentro el macrófago, los amastigotes se localizan dentro<br />

de un fagolisosoma; sin embargo, desarrollan mecanismos de<br />

escape a la acción microbicida de las sustancias líticas del fagolisosoma.<br />

Durante este proceso las partículas antigénicas de los<br />

parásitos son presentadas al sistema inmune del hospedero y<br />

estimulan la respuesta inmune específica, las que migran al lugar<br />

de la infección, auxiliando al proceso inflamatorio que ha<br />

generado el organismo. Es probable que en este momento, la<br />

intensidad y calidad de la respuesta inmune influencien la evo-


304 PARTE II Parasitología humana<br />

lución de la enfermedad, que puede ir desde la cura espontánea,<br />

hasta las formas autolimitadas o a las progresivas.<br />

En la leishmaniasis, los macrófagos son al mismo tiempo<br />

las células hospederas, las presentadoras de los antígenos y también<br />

las efectoras para la destrucción del parásito. La cura está<br />

en función de la respuesta celular, siendo las células T ayudadoras<br />

o ayudantes (helper) CD4 (Th1) las de acción relevante.<br />

Después de la estimulación antigénica, las células Th1 producen<br />

INF-g y citocinas IL-12, factores asociados a la protección<br />

contra los patógenos intracelulares. La respuesta Th2 induce la<br />

producción de interleucinas IL-4, IL-5 y IL-10. El exceso de<br />

esta respuesta lleva al agravamiento de la enfermedad. El balance<br />

de la respuesta Th1/Th2 es crítico para el control de la enfermedad;<br />

conjuntamente con factor de necrosis tumoral alfa<br />

(TNF-a) e INF-g conducen a la eliminación del parásito. La<br />

localización intracelular de los amastigotes determina que los<br />

anticuerpos sean ineficaces para el control de la enfermedad.<br />

En la mayoría de casos de leishmaniasis cutánea (LC) la<br />

respuesta inmune está preservada y tiende a encontrar un balance<br />

en semanas a meses; ello se traduce en cura espontánea o<br />

en una buena respuesta al tratamiento antileishmania. Cuando<br />

el sistema inmune de los individuos no es capaz de generar una<br />

respuesta eficaz, la infección no se controla y la enfermedad<br />

tiende a evolucionar a los extremos del espectro, con manifestaciones<br />

de mayor gravedad: i) polo anérgico multiparasitario<br />

(forma cutáneo difusa), o ii) polo hiperérgico pausiparasitario<br />

(forma mucosa). Un grupo pequeño de pacientes tiene una<br />

deficiencia específica (anergia) contra los antígenos de leishmania<br />

y desarrollan el cuadro de leishmaniasis cutánea difusa, que<br />

se caracteriza por una anergia celular y una gran proliferación<br />

de los parásitos (figura 42-7). Las personas con síndrome de<br />

inmunodeficiencia adquirida pueden desarrollar cuadros similares.<br />

El polo opuesto es la forma mucosa, en la cual hay una<br />

respuesta celular exagerada con escasez de parásitos (incapacidad<br />

de desarrollar una respuesta balanceada). La respuesta proliferativa<br />

de INF y TNF es significativamente mayor que en la<br />

forma cutánea. Esto promueve la destrucción del tejido donde<br />

existan partículas antigénicas y contribuye a que la respuesta<br />

terapéutica de las formas severas no sea buena y a que las recidivas<br />

sean más frecuentes.<br />

La cura de las leishmaniasis no es estéril; incluso después<br />

del tratamiento con los antimoniales pentavalentes, en un alto<br />

porcentaje (∼80%) es posible aislar parásitos de leishmania de<br />

las cicatrices o la sangre de las personas infectadas.<br />

La lesión cutánea comienza como una pápula en el sitio de<br />

entrada del parásito. Hay una reacción inflamatoria con hiperplasia<br />

del epitelio y necrosis de la dermis, como respuesta inmune<br />

a la presencia del parásito, lo que conlleva a la ulceración.<br />

En la superficie de la úlcera hay tejido necrótico, con exudado<br />

con polimorfonucleares. En el tejido afectado, se observan histiocitos<br />

que contienen amastigotes, los cuales están en reproducción,<br />

invadiendo otras células; posteriormente, la reacción<br />

histiocitaria es reemplazada por una granulomatosa, con aumento<br />

de linfocitos y células plasmáticas, células epitelioides y<br />

células gigantes de Langerhans; en estas circunstancias, disminuye<br />

el número de parásitos, lo que hace difícil su demostración.<br />

La lesión puede progresar espontáneamente a la cicatrización.<br />

Los ganglios regionales, en las etapas iniciales de la<br />

enfermedad, suelen ser palpables.<br />

Todas las leishmanias de importancia médica producen<br />

lesiones cutáneas y la mayoría también pueden producir lesiones<br />

mucosas, en especial en pacientes con deficiencias específicas<br />

en el sistema inmune; sin embargo, es L. (V.) braziliensis la<br />

que causa la mayoría de los casos mucosos. Tanto en América<br />

como en Europa se han descrito casos eventuales de enfermedad<br />

mucosa por L. (V.) guyanensis, L. (L.) amazonensis, L. (V.)<br />

panamensis y L. (V.) peruviana; L. (L.) donovani, L. (L.) aethiopica<br />

y L. (L.) tropica.<br />

El mecanismo más común en el desarrollo de las lesiones<br />

mucosas es por metástasis (∼99%); el mecanismo por contigüidad<br />

es raro (


CAPÍTULO 42 Leishmaniasis 305<br />

Es una manifestación crónica de la enfermedad cutánea y descrita<br />

en un inicio en el Viejo Mundo debido básicamente a L.<br />

(L.) tropica; sin embargo, también ocurre en el Nuevo Mundo,<br />

principalmente relacionada con L. (V.) braziliensis y L. (V.) peruviana;<br />

se caracteriza por tener un curso crónico (meses a<br />

años), donde la parte central de la lesión ha cicatrizado, aunque<br />

se evidencian lesiones periféricas, principalmente de tipo nodular,<br />

las que muchas veces tienden a confluir (figura 42-10). Se<br />

localiza con mayor frecuencia en la cara, pero también se observa<br />

en los miembros. La lesión contiene escaso número de parásitos<br />

y se interpreta que esta forma de enfermedad corresponde<br />

a una respuesta inmune exagerada por parte del hospedero.<br />

Como a menudo el tratamiento antimonial falla, la enfermedad<br />

compromete en forma progresiva mayor superficie de la<br />

piel y causa cicatrices antiestéticas.<br />

Figura 42-9. Leishmaniasis. Lesiones verrucosas, en un paciente<br />

varón de 30 años.<br />

Si la lesión se ha infectado, lo cual es frecuente, se aprecia<br />

un exudado blanco amarillento que en ocasiones puede tener<br />

mal olor, con dolor local y desarrollo de linfangitis y aumento<br />

de los ganglios regionales. Desde el punto de vista morfológico,<br />

es muy difícil distinguir las lesiones causadas por las diferentes<br />

especies de Leishmania; sin embargo, se acepta que L. (V.) braziliensis<br />

es la más agresiva. Las zonas de la piel más afectadas<br />

son las descubiertas, principalmente cara, miembros superiores<br />

e inferiores. Es raro observar lesiones en la palma de las manos,<br />

planta de pies o cuero cabelludo. Otras formas morfológicas<br />

son lesiones infiltrativas en placas, nódulos subcutáneos o formaciones<br />

vegetantes (figura 42-9).<br />

El diagnóstico diferencial depende de las características<br />

climatológicas y ecológicas de la zona, y hay que tener en cuenta<br />

lesiones piógenas, heridas contaminadas, úlceras varicosas,<br />

micosis subcutáneas, tuberculosis cutánea y en especial esporotricosis,<br />

tanto la forma cutánea fija como la linfática. Otros<br />

diagnósticos alternativos son: lesiones por micobacterias atípicas,<br />

paracoccidioidomicosis, vasculitis, lupus eritematoso discoide,<br />

granulomas por cuerpos extraños, carcinoma basocelular,<br />

linfoma cutáneo y picadura de insectos.<br />

Leishmaniasis recidivans<br />

Enfermedad mucosa<br />

Se observan tres patrones en el compromiso mucoso: 1) el intermedio,<br />

que ocurre en más de 80% de los casos, en donde las<br />

lesiones mucosas se desarrollan en un lapso mayor a dos años<br />

posteriores a la cicatrización de las lesiones cutáneas. La enfermedad<br />

se inicia en el tabique nasal y progresivamente (meses a<br />

años) compromete las otras mucosas, en ausencia de tratamiento<br />

específico; 2) patrón lento, ocurre en menos de 10% de los<br />

pacientes con leishmaniasis mucosa (LM), en donde la lesión<br />

queda restringida a la cavidad nasal (tabique y cornetes) y permanece<br />

casi estacionaria por años (inclusive >30 años), y<br />

3) patrón rápido, en menos de 10% de los pacientes con LM,<br />

en donde múltiples mucosas son comprometidas en menos de<br />

seis meses, y con frecuencia la lesión cutánea está activa.<br />

El riesgo de desarrollo de una lesión mucosa aún no está<br />

bien precisado, pero las evidencias sugieren que es menor a 3%,<br />

en un periodo de 20 años posterior a la lesión cutánea primaria.<br />

El periodo en que una persona puede desarrollar lesiones mucosas<br />

varía desde algunos meses a años (>70 años), pero en la<br />

mayoría de los casos ocurre en los cinco primeros años posteriores<br />

a la aparición de la lesión cutánea primaria.<br />

En alrededor de 99% de los casos las lesiones mucosas se<br />

inician en el tabique (tercio inferior y medio) y cornetes nasales<br />

(figura 42-11a); después se extienden por contigüidad hacia la<br />

rinofaringe, cavidad oral (principalmente úvula y paladar blando),<br />

epiglotis y cuerdas vocales (figura 42-11b). Cuando éstas<br />

se comprometen, en 80% de los casos también se observa afectación<br />

de la mucosa de la tráquea y en ocasiones de los bronquios<br />

mayores. El compromiso del labio superior es por extensión<br />

de la enfermedad nasal; la afectación de la conjuntiva<br />

puede ocurrir por lesiones cutáneas cercanas a los párpados. Es<br />

poco común el compromiso del labio inferior, así como de la<br />

lengua. En forma ocasional se observan lesiones en el pene y<br />

son consecuencia de la picadura del insecto en este lugar.<br />

En el compromiso nasal, al inicio se aprecian lesiones inflamatorias,<br />

hiperémicas, infiltrativas, con escaso tejido granulomatoso,<br />

poco doloroso y escaso sangrado. Cuando se compromete<br />

la mucosa del paladar blando, las lesiones tienden a ser<br />

proliferativas, granulosas, que en casos muy severos puede dar<br />

una imagen de cruz, denominada la Cruz de Escomel; estas<br />

lesiones tienden a ulcerarse. En casos avanzados, se puede observar<br />

amputaciones del tabique nasal (que produce lo que se<br />

ha denominado nariz de tapir o huanucoide), cornetes o parte<br />

de las alas de la nariz. El compromiso de la epiglotis, cuerdas<br />

vocales y la tráquea conlleva a la pérdida de voz (disfonía), dolor<br />

a la deglución de los alimentos (disfagia) y dificultad respiratoria<br />

(disnea). Los pacientes con compromiso severo y crónico<br />

están propensos a infecciones respiratorias intercurrentes<br />

(usualmente aspirativas) y representa riesgo de muerte.<br />

Existen tres patrones de severidad clínica: 1) leve, cuando<br />

el compromiso se circunscribe a la cavidad nasal y/o orofaringe,


306 PARTE II Parasitología humana<br />

y la sintomatología usual conlleva tupidez nasal, costras y escaso<br />

sangrado; 2) moderado, cuando la enfermedad, además,<br />

compromete la epiglotis y clínicamente se encuentran disfonía<br />

y odinofagia de leve a moderada y 3) severo, cuando la enfermedad<br />

compromete las cuerdas vocales (y en alto porcentaje la<br />

tráquea), las manifestaciones clínicas son disfonía y odinofagia<br />

severa, y distrés respiratorio moderado a severo. 19,20<br />

El diagnóstico diferencial de las lesiones mucosas debe ser<br />

con micosis (en especial de paracoccidiodomicosis), neoplasias<br />

de la cavidad oral, linfomas, compromiso de la cavidad nasal<br />

por amebas de vida libre, y otras enfermedades más raras, entre<br />

ellas, rinoescleroma, rinofima, hanseniasis, perforación septal<br />

traumática, sacordiosis, granulomatosis de Wegener y sífilis.<br />

Leishmaniasis difusa<br />

En la leishmaniasis difusa, donde existe una insuficiencia inmunitaria<br />

específica, las lesiones se manifiestan por infiltraciones<br />

difusas de la piel y el tejido celular subcutáneo, dando lugar<br />

a ondulaciones que, cuando se localizan en la cara, dan el aspecto<br />

de lepromas (figura 42-12); en estas lesiones los parásitos<br />

son abundantes. 5<br />

Coinfección de leishmaniasis<br />

y HIV<br />

La evolución de LTA se puede modificar por la infección de<br />

HIV. No existe un perfil clínico definido, pero lo más común<br />

son lesiones diseminadas, tanto cutáneas como mucosas (LCM),<br />

y que en algunas ocasiones comprometen vísceras. 9<br />

Diagnóstico<br />

El diagnóstico presuntivo se basa, en primer lugar, en las características<br />

clínicas de la enfermedad, las más importantes de las<br />

cuales son lesión ulcerativa, no dolorosa, con un fondo granulomatoso<br />

grueso, con bordes indurados, violáceos y con una<br />

duración mayor a cuatro semanas. El segundo aspecto importante<br />

es el antecedente epidemiológico.<br />

El diagnóstico definitivo requiere la demostración del parásito,<br />

el cual puede ser por diferentes métodos:<br />

a) Demostración de los amastigotes en el frotis y/o biopsia.<br />

El frotis es el método más común, y hay diferentes<br />

procedimientos para tomar la muestra, entre ellos, por<br />

raspado con hoja de bisturí, espátula, por aspiración con<br />

una aguja hipodérmica o micropipeta. La mejor muestra<br />

es aquella rica en linfa y sin sangre, gérmenes o mucus que<br />

impiden una buena observación. El método de coloración<br />

es el Giemsa y debe observarse con objetivo de inmersión<br />

por 30 minutos. Los parásitos se encuentran libres<br />

o en el interior de los macrófagos. En las lesiones<br />

recientes y no tratadas, el hallazgo de los amastigotes es<br />

más frecuente, lo que no ocurre en lesiones contaminadas<br />

o crónicas. Se trata de un método barato, pero de baja<br />

sensibilidad porque es afectado por tratamientos previos o<br />

sobreinfección bacteriana y requiere de personal entrenado<br />

para su lectura.<br />

b) Los cultivos in vitro. El material se obtiene por aspiración<br />

o biopsia, el cual debe triturarse antes de la inoculación<br />

al medio de cultivo. La obtención de la muestra es<br />

más complicada en lesiones nasales. El más usado es el<br />

NNN suplementando con sangre desfibrinada de conejo<br />

(15%), otros medios son el RPMI o M199. Los cultivos<br />

deben mantenerse a 23°C y se tornan positivos entre 3-30<br />

días, siendo lo usual de 7 a 15 días. La sensibilidad es alrededor<br />

de 60-70%, pero las desventajas son que se requiere<br />

tener sistemas de incubación con temperatura controlada<br />

y microscopios invertidos, infraestructura limitada<br />

en las áreas endémicas. Este material también se puede<br />

usar para la determinación de la especie de Leishmania,<br />

mediante la hibridación de K-DNA y el uso de los anticuerpos<br />

monoclonales (ver capítulo 93, Aplicación del cultivo<br />

in vitro al diagnóstico de las parasitosis).<br />

c) PCR (polimerase chain reaction, reacción en cadena de la<br />

polimerasa) es el método más sensible (>90%); sin embargo,<br />

su uso requiere de equipos sofisticados y personal altamente<br />

entrenado, por lo que se restringe aun en laboratorios<br />

especializados. Además del PCR clásico, se dispone<br />

RT-PCR (PCR en tiempo real), PCR-RLFP.<br />

d) La biopsia, misma que, además de que se utiliza en el<br />

diagnóstico parasitológico, permite el estudio histológico.<br />

El diagnóstico de leishmaniasis recidivans cutis es difícil<br />

con los métodos parasitológicos usuales porque el número de<br />

parásitos es escaso, sin embargo, con el PCR la sensibilidad se<br />

incrementa de manera significativa. 25<br />

El diagnóstico inmunológico se refiere a la detección de<br />

una respuesta inmune mediada por células o de anticuerpos<br />

específicos para leishmanina.<br />

La prueba intradérmica de Montenegro (denominada<br />

también prueba de leishmanina) consiste en la inoculación intraepidérmica<br />

de un extracto proteico (concentración 30 mg/<br />

ml) de un lisado de promastigotes de Leishmania procedentes<br />

de un cultivo en masa. La aparición de una mácula-pápula en<br />

el punto de inoculación a partir de las 48 horas se considera<br />

positiva (diámetro igual o mayor a 5 mm). Es útil cuando no se<br />

puede hacer diagnóstico parasitológico porque su correlación<br />

con la clínica es buena (la sensibilidad varía entre 85-95% y la<br />

especificidad entre 88-93%, dependiendo de la forma clínica);<br />

sin embargo, su limitación es la falta de estandarización. El periodo<br />

de ventana puede ir de 4 a 6 semanas posterior a la primera<br />

manifestación de la lesión cutánea. Existe reacción cruzada<br />

con la enfermedad de Chagas.<br />

Pruebas serológicas. La inmunofluorescencia indirecta y<br />

ELISA son los métodos más usados para la detección de anticuerpos.<br />

Dan reacción cruzada, principalmente con enfermedad<br />

de Chagas y kala-azar. Teniendo en cuenta que las diferentes<br />

especies de Leishmania varían en forma considerable en


CAPÍTULO 42 Leishmaniasis 307<br />

cuanto a su capacidad para inducir anticuerpos detectables, en<br />

leishmaniasis tegumentaria estas pruebas son poco usadas por<br />

limitaciones en la sensibilidad y especificidad.<br />

Tratamiento<br />

Los fármacos de elección son los antimoniales pentavalentes<br />

(Sb 5 ), ya sea el antimoniato de N-metilglucamina (Glucantime<br />

® ) o el estibogluconato sódico (Pentostam ® ). La dosis es de<br />

20 mg de Sb 5 /kg/día, EV o IM, durante 20 días en la forma<br />

cutánea y 28 días en la mucosa. En LTA la eficacia en la enfermedad<br />

cutánea varía entre 68 a 83% y está asociada a la especie<br />

de Leishmania infectante. La eficacia en niños es menor<br />

(∼40%). Los Sb 5 deben de ser administrados a través de un<br />

programa supervisado, debido a su toxicidad, así como ser de<br />

uso parenteral por periodos prolongados, lo cual afecta la adherencia.<br />

La eficacia de Sb 5 en la LM varía con la severidad de la<br />

enfermedad; en los cuadros leves es aproximadamente de 80%,<br />

en los moderados 40% y en los severos 90% en áreas de L. panamensis. Sus efectos colaterales son<br />

serios; los más frecuentes son la hipotensión, cefalea, mialgias,<br />

hipopotasemia, hipomagnesemia, hipocalcemia; el más importante<br />

es hipoglucemia y puede producir diabetes mellitus en<br />

forma irreversible. Los azoles (ketoconazol, itraconazol, fluconazol)<br />

tienen una eficacia cuestionable, por lo general menor al<br />

50 por ciento.<br />

La aminosidina (paromomicina) como medicamento único<br />

tiene baja eficacia; sin embargo, en combinación con Sb 5<br />

(la dosis de aminosidina es 14 mg/kg/día EV por 21 días <br />

glucantime, 20 mg Sb 5 /kg/día EV por 28 días) incrementa la<br />

eficacia a >85%. Otra alternativa terapéutica es la miltefosina,<br />

en dosis de 2 a 2.5 mg/kg/día, VO, por 28 días, con una tasa de<br />

eficacia que varía según la especie, entre 53% en L. (V.) braziliensis<br />

y 91% en L. (V.) panamensis.<br />

En los últimos años se ha introducido la terapia combinada<br />

utilizando un fármaco antiparasitario más un inmunomodulador.<br />

Los esquemas más promisorios son la combinación de<br />

Sb 5 más imiquimod en LC y Sb 5 más pentoxifilina en LC y<br />

LM (ver capítulo 94). 1,6,10,31<br />

Prevención<br />

El control de la leishmaniasis es complejo y requiere la aplicación<br />

de medidas integradas con enfoque multidisciplinario. En<br />

la actualidad las experiencias son limitadas. Los estudios sugieren<br />

que se tengan que aplicar diversas metodologías, en forma<br />

simultánea, como el diagnóstico y tratamiento precoz (detectando<br />

a los pacientes pasiva o activamente), lucha contra los<br />

vectores y reservorios, gestión ambiental, educación, con activa<br />

participación comunal y protección personal. 21<br />

La protección individual tiene indicación en personas que<br />

visitan las zonas endémicas por cortos periodos y se basa en el<br />

uso de repelentes o la impregnación de vestidos con permetrina,<br />

que establecen una barrera entre el sujeto y el vector, impidiendo<br />

la picadura.<br />

El control del vector, generalmente, se hace con el uso de<br />

insecticidas de acción residual, su efecto es temporal y sólo será<br />

eficiente si la transmisión es intradomiciliaria. 18<br />

Leishmaniasis cutánea<br />

del Viejo Mundo<br />

Epidemiología<br />

La leishmaniasis en el Viejo Mundo es causada por Leishmania<br />

(L.) tropica, L. (L.) major, L. (L.) aethiopica y ocasionalmente L.<br />

(L.) infantum. La forma conocida también como “botón de<br />

oriente” es causada por L. (L.) tropica, es una forma antropomórfica<br />

y tiene distribución principalmente urbana. Los países<br />

más afectados son Afganistán, Irán, Arabia Saudita y Siria. Los<br />

principales vectores son P. sergenti y P. guggisbergi. Si bien el<br />

reservorio es el humano, en Namibia un reservorio animal adicional<br />

es el hyrax (Procavia capensis) y el vector P. rossi.<br />

Por su parte, la enfermedad causada por L. (L.) major está<br />

más relacionada con transmisión rural y es más agresiva. Esa


308 PARTE II Parasitología humana<br />

forma está en expansión y con tendencia a urbanizarse. Su distribución<br />

es en áreas calientes y secas del Mediterráneo, en la<br />

región subsahariana, Oriente Medio y Asia Central; sus principales<br />

reservorios son roedores (Psammomus obesus) y gerbos<br />

(Meriones spp.) y el vector más importante es Phlebotomus papatasi,<br />

aunque otros vectores están involucrados en otras áreas.<br />

L. (L.) aethiopica ocurre en las regiones montañosas de<br />

Etiopía y Kenia, en donde los vectores son P. longipes y P. pedifer<br />

y los hyraxes el reservorio. Enfermedad cutánea por L. (L.) infantum<br />

ha sido reportada en algunos países africanos mediterráneos<br />

como Túnez, pero su epidemiología no es clara.<br />

Sintomatología<br />

Las lesiones producidas por L. (L.) major son generalmente ulcerativas,<br />

exudativas, con inflamación marcada, las que tienen<br />

un tiempo de incubación entre una semana y dos meses. Las<br />

lesiones están usualmente localizadas en los miembros, el tamaño<br />

promedio es de 3-6 cm y por lo general no producen metástasis<br />

a las mucosas. Aunque esta especie es más agresiva, el tiempo<br />

de cura espontánea es también más corto (menos de seis<br />

meses). Una forma especial de L. (L.) tropica es la leishmaniasis<br />

recidivans cutis o leishmaniasis lupoide, que tiende a recurrir<br />

durante años, causando lesiones desfigurantes. Las lesiones por<br />

L. (L.) tropica son menos severas, afectan principalmente a los<br />

niños, se localizan por lo general en la cara, y el tamaño promedio<br />

menor es de 1-2 cm; el tiempo de incubación es de 2-4<br />

meses. Las lesiones suelen curar de manera espontánea entre<br />

1 a 2 años y dejan una cicatriz en bajorrelieve que suele ser<br />

bastante característica. L. (L.) aethiopica generalmente causa<br />

lesiones, localizadas en la cara. Puede extenderse a través de<br />

pápulas satélite, produciendo lesiones en placas o ulcerativas.<br />

Tiende a curar lentamente en periodos entre 2-5 años. En un<br />

grupo de personas esta especie produce leishmaniasis cutánea<br />

difusa, con grandes placas y nódulos que tienden a confluir,<br />

pero en general no ulceran. De manera ocasional también produce<br />

compromiso mucoso. También se ha descrito esta forma,<br />

infrecuentemente, causada por L. (L.) major y L. (L.) donovani<br />

en África (Sudán, Chad y Etiopía).<br />

Diagnóstico y tratamiento<br />

Tanto los procedimientos de diagnóstico, como de tratamiento,<br />

son los mismos que se utilizan en la leishmaniasis tegumentaria<br />

americana. La dosis de los antimoniales pentavalentes,<br />

para todas las especies mencionadas, es de 10-20 mg/kg/día<br />

durante 20 días consecutivos. Si las lesiones no curan en seis<br />

meses, se puede repetir el mismo esquema terapéutico. Las lesiones<br />

por L. (L.) aethiopica generalmente no responden a las<br />

dosis usuales de antimoniales pentavalentes, por lo que se recomienda<br />

el uso de pentamidina o de la combinación de antimonio<br />

pentavalente (20 mg/kg/día) más paromomicina (15 mg/<br />

kg/día).<br />

La pomada de uso tópico de paromomicina al 15% más<br />

metilbenzetonio al 12% ha mostrado ser eficiente para las infecciones<br />

de L. (L.) major en Israel (77% de cura).<br />

Referencias<br />

1. Amato V, Tuon F, Siqueira A, Nicodeme A, Neto V.<br />

Treatment of mucosal leishmaniasis in Latin America: Systematic<br />

Review. Am J Trop Med Hyg, 2007;77:266–274.<br />

2. Barral A, Badaró R, Barral-Netto M, Grimaldi G,<br />

Momem H, Carvalho E. Isolation of Leishmania Mexicana<br />

amazonensis from the bone marrow in a case of American<br />

visceral leishmaniasis. Am J Trop Med Hyg, 1986;<br />

35:372-374.<br />

3. Berman J. Current treatment approaches to leishmaniasis.<br />

Curr Opin Infect Dis, 2003;16:397-401.<br />

4. Carvalho E, Barral A, Pedral-Sampaio D, Barral-<br />

Netto M, Badaró R, Rocha H, Johnson W. Jr. Immunologic<br />

markers of clinical evolution in children recently<br />

infected with Leishmania donovani chagasi. J Infect Dis,<br />

1992;165:535-540.<br />

5. Costa J, Marsden P, Llanos-Cuentas E, Netto E, Carvalho<br />

E, Barral A, Rosa A, Cuba C, Magalhães A, Barreto<br />

A. Disseminated cutaneous leishmaniasis in a field<br />

clinic in Bahia, Brasil: a report of eight cases. J Trop Med<br />

& Hyg, 1986;89:319–323.<br />

6. Croft S, Sundar S, Fairlamb A. Drug resistance in leishmaniasis.<br />

Clin Micro Rev, 2006;19:111-126.<br />

7. Davies C, Llanos-Cuentas E, Pyke S, Dye C. Cutaneous<br />

leishmaniasis in the Peruvian Andes: an epidemiological<br />

study of infection and immunity. Epidemiol Infect,<br />

1995;114:297-318.<br />

8. Dedet J, Pratlong F. Chapter 75 Leishmaniasis. En:<br />

Manson`s tropical diseases. 21 a. ed. Elsevier Science Limited,<br />

EUA, 2003.<br />

9. Desjeux P, Alvar J, Gradoni L, Gramiccia M, Medrano<br />

F, Deniau M, Portus M, Laguna F, Farault-Gambarelli<br />

F, Montalbán C, Marty P, Rosenthal E, Gemetchu<br />

T, Russo R, Dedet J, Matheron S, Antunes F. Epidemiological<br />

analysis of 692 retrospective cases of Leishmania/HIV<br />

co-infections. WHO/LEISH/1996,9639.<br />

10. González U, Pinart M, Rengifo-Pardo M, Macaya A,<br />

Alvar J, Tweed J. Interventions for American cutaneous<br />

and mucocutaneous leishmaniasis. Cochrane Database of<br />

Systematic Reviews. Issue 2. Art. No.: CD004834. DOI:<br />

10.1002/14651858.CD004834.pub2, 2009.


CAPÍTULO 42 Leishmaniasis 309<br />

11. Jha T, Sundar S, Thakur C, Bachmann P, Karbwang<br />

J, Fischer C, Voss A, Berman J. Miltefosine, an oral<br />

agent, for the treatment of Indian visceral leishmaniasis.<br />

N Engl J Med, 1999;341:1795-1800.<br />

12. Killick-Kendric R. Phlebotomine vectors in the leishmaniasis:<br />

a review. Med Vet Entomol, 1990;4:1-24.<br />

13. Lainson R, Shaw J. Evolution, classification and geographical<br />

distribution. En: Peters W, Lillick-Kendrick R<br />

(eds.). The leishmaniases in biology and medicine, vol. 1.<br />

Academy Press, Londres, Reino Unido, 1987:1-120.<br />

14. Llanos-Cuentas A, Marsden P, Lago L, Barreto C,<br />

Cuba C, Johnson D. Human mucocutaneous leishmaniasis<br />

in Tres Bracos, Bahia-Brasil. An area of Leishmania<br />

braziliensis braziliensis transmission. II. Cutaneous diseases:<br />

presentation and evolution. Rev Soc Brasil Med Trop,<br />

1984;17:169-177.<br />

15. Llanos-Cuentas A, Echevaría J, Cruz M, La Rosa A,<br />

Campos P, Campos M, Franke E, Berman J, Modabber<br />

F, Marr J. Efficacy of sodium stibogluconate alone and in<br />

combination with allopurinol for treatment of mucocutaneous<br />

leishmaniasis. Clin Infect Dis, 1997;25:677-684.<br />

16. Llanos-Cuentas A, Tulliano G, Araujo-Castillo R,<br />

Miranda-Verástegui C, Santamaría-Castrellón G,<br />

Ramírez L, Lazo M, De Doncker S, Boelaert M, Robays<br />

J, Dujardin J, Arevalo J, Chappuis F. Clinical<br />

and parasite species risk factors for pentavalent antimonial<br />

treatment failure in cutanoeus leishmaniasis in Peru.<br />

Clin Infect Dis, 2008;46:223-231.<br />

17. Machado P, Lessa H, Lessa M, Guimarães L, Bang H,<br />

Ho J, Carvalho E. Oral pentoxifylline combined with<br />

pentavalent antimony: a randomized trial for mucosal<br />

leishmaniasis. Clin Infect Dis, 2007;44:788-793.<br />

18. Manual de Vigilância da Leishmaniose Tegumentar Americana.<br />

Ministério da Saúde. Brasil. 2ª. Ed. Brasilia-DF, Brasil,<br />

2007.<br />

19. Marsden P, Llanos-Cuentas A, Lago L, Cuba C, Barreto<br />

C, Costa J, Jones T. Human mucocutaneous leishmaniasis<br />

in Tres Bracos, Bahia-Brasil. An area of Leishmania<br />

braziliensis braziliensis transmission. III. Mucosal<br />

disease presentation and initial evolution. Rev Soc Brasil<br />

Med Trop, 1984;17:179-186.<br />

20. Mardsen P. Mucosa leishmaniasis (“espundia”, Escomel<br />

1911). Trans R Soc Trop Med Hyg, 1986;80:859-876.<br />

21. Marzocchi M. Tegumentary and visceral leishmaniasis<br />

in Brazil: emerging anthropozoonosis and possibilities for<br />

their control. Cadernos de Saúde Pública, Rio de Janeiro,<br />

Brasil, 1994;10:359-375.<br />

22. Marzocchi M, Schubach A, Marzocchi K. Leishmaniose<br />

tegumentar americana. En: Cimerman B, Cimerman<br />

S. <strong>Parasitologia</strong> humana e sus fundamentos gerais.<br />

Atheneu, São Paulo, Brasil, 1999.<br />

23. Minodier P, Parola P. Cutaneous leishmaniasis<br />

treatment. Travel Med & Infec Dis, 2007;5:150-158.<br />

24. Miranda V, Llanos-Cuentas A, Ward B, Matlashewski<br />

G. Randomized, double-blind clinical trial of topical<br />

imiquimod 5% with parenteral meglumine antimoniate<br />

in the treatment of cutaneous leishmaniasis in Peru. Clin<br />

Infect Dis, 2005;40:1395-1403.<br />

25. Nolder D, Roncal N, Davies C, Llanos-Cuentas A,<br />

Miles M. Multiple hybrid genotypes of Leishmania<br />

(Viannia) in a focus of mucocutaneous leishmaniasis. Am<br />

J Trop Med Hyg, 2007;76:573-578.<br />

26. Palacios R, Osorio L, Grajales L, Ochoa M. Treatment<br />

failure on children in a randomized clinical trial with 10<br />

and 20 days of meglumine antimoniate for cutaneous<br />

leishmaniasis due to Leishmania Viannia species. Am J<br />

Trop Med Hyg, 2001;64:187-193.<br />

27. Romero A, Farias M, Paes M, Macedo V. Comparison<br />

of cutaneous leishmaniasis due to Leishmania (Viannia)<br />

braziliensis and Leishmania (Viannia) guyanensis in Brazil:<br />

therapeutic response to meglumine antimoniate. Am J<br />

Trop Med Hyg, 2001;65:456-465.<br />

28. Rioux J, Lanotte G, Serres E, Pratlong F, Bastien P,<br />

Perieres J. Taxonomy of Leishmania. Use of isoenzymes.<br />

Suggestions for a new classification. Ann Parasitol Hum<br />

Comp, 1990;65:111-125.<br />

29. Reithinger R, Canales-Espinoza J., Llanos-Cuentas<br />

A, Davis C. Domestic dog ownership: a risk factor for<br />

human infection with Leishmania (Viannia) species.<br />

Transactions of the Royal Society of Tropical Medicine<br />

and Hygiene, 2003;97:141-145.<br />

30. Thakur C, Kanyok T, Pandey A, Sihna G, Zaniewski<br />

A, Houlihan H, Olliaro P. A prospective randomized,<br />

comparative, open-label trial of the safety and efficacy of<br />

paromomycin (aminosidine) plus sodium stiboglocunate<br />

versus sodium stibogluconate alone for the treatment of<br />

visceral leishmaniasis. Trans R Soc Trop Med Hyg, 2000;<br />

94:429-431.<br />

31. Vergel C, Palacios R, Cadena H, Posso C, Valderrama<br />

L, Pérez M, Walker J, Travi B, Saravia N. Evidence for<br />

Leishmania (Viannia) parasites in skin and blood before<br />

and after the treatment. J Inf Dis, 2006;194:503-511.


Capítulo<br />

43<br />

Paludismo (malaria)*<br />

Pierre Carnevale • Arezki Izri<br />

El paludismo, también conocido como malaria, es una enfermedad<br />

parasitaria transmitida por vector, que puede poner en<br />

peligro la vida si no se maneja de manera correcta en cuanto al<br />

diagnóstico y el tratamiento rápido y exacto. El sinónimo de<br />

paludismo, malaria, se deriva del italiano mal aria (mal aire),<br />

puesto que inicialmente se creyó que la enfermedad se originaba<br />

por pantanos fétidos, mientras que la palabra “paludismo” se<br />

deriva de “palud” que significa pantanos y, por ende, la enfermedad<br />

ligada a los pantanos, una relación más sensata y significativa<br />

desde el punto de vista ecológico que enfermedad “relacionada<br />

con el aire”.<br />

Si bien la distribución del paludismo disminuyó durante<br />

el siglo xx, en la actualidad 40% de la población mundial, en<br />

su mayor parte la que vive en los países más pobres, aún tiene<br />

riesgo de contraer la enfermedad. El paludismo se encuentra en<br />

todas las regiones tropicales y subtropicales, y anualmente causa<br />

más de 300 millones de enfermedades agudas, y al menos un<br />

millón de muertes. Por lo menos 90% de estas muertes ocurre<br />

en África al sur del Sahara, donde cada 30 segundos muere un<br />

niño (figura 43-1).<br />

Perspectiva histórica<br />

Antes de los grandes descubrimientos, durante milenios se conocieron<br />

los síntomas de fiebres regulares intermitentes con<br />

etapas sucesivas (una etapa fría, seguida por una caliente, y después<br />

una de sudoración) asociadas con cefalea y otros dolores.<br />

Es factible encontrar referencias a esto en varios textos religiosos<br />

y médicos asirios, chinos e indios de la antigüedad (aun<br />

cuando a veces es difícil confirmar si estas fiebres en realidad<br />

fueron paludismo). En el libro médico chino Nei Ching (2700<br />

a.C.) se menciona la relación de fiebre terciana y cuartana con<br />

agrandamiento del bazo, y se describen síntomas de cefalea,<br />

escalofríos y fiebres con tres demonios: uno con un martillo,<br />

uno con un balde de agua, y otro con una estufa. 10 En las tablillas<br />

de arcilla con inscripciones cuneiformes que se encontraron<br />

en la biblioteca de Asurbanipal (2000 a.C.) se mencionan fiebres<br />

periódicas mortales; esto sugiere que hace más de 4 000<br />

años la región entre los ríos Tigris y Éufrates ya era palúdica. 53<br />

El papiro de Ebers egipcio (1570 a.C.) se refiere a casos de<br />

bazos agrandados con fiebre concurrente, y su tratamiento. 56<br />

El médico griego Hipócrates (siglo v a.C.) debe considerarse<br />

el primer epidemiólogo y ecologista; notó una relación<br />

entre el inicio de la enfermedad en una población y las estaciones<br />

o los lugares donde los enfermos estuvieron viviendo; al<br />

mismo tiempo dio detalles de los aspectos clínicos de las enfermedades<br />

e incluso algunas de sus complicaciones. Para evitar<br />

estas fiebres y la esplenomegalia asociada recomendó vivir lejos<br />

de pantanos y de agua estancada; esta recomendación aún es<br />

válida. El principal método de control era el drenaje emprendido<br />

en su mayor parte por los romanos (a fin de evitar la bien<br />

conocida “fiebre romana” en la vecindad de Roma) y los griegos,<br />

y después por los franceses, holandeses, ingleses, etcétera.<br />

Se reportaron epidemias cíclicas de paludismo (por lo menos<br />

fiebres) en muchos países europeos 7 y otros continentes<br />

durante muchos siglos antes de que se conociera su causa incluso<br />

si su relación con áreas pantanosas estuvo bien establecida. 10<br />

Se supone que algunas muertes de personajes famosos,<br />

como Alejandro Magno en 323 a.C., se debieron a paludismo.<br />

21 Ya a principios del siglo xvii era bien conocida la eficacia<br />

del tratamiento de “fiebres” usando una “corteza peruana” que<br />

llevaron a Europa los jesuitas provenientes de Perú; esto es, mucho<br />

tiempo antes de que se conociera el origen parasitario de la<br />

enfermedad, y en el siglo xvii, en Inglaterra (Morton y Sydenham)<br />

e Italia (Torti) se propuso la clasificación de las fiebres en:<br />

aquellas que mostraban respuesta a este fármaco y aquellas que<br />

no la mostraban.<br />

En 1820, Pelletier y Caventou aislaron el principio activo<br />

de la corteza de quina en Francia, y fue posible determinar la<br />

dosificación real para el tratamiento, que antes había sido “em-<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

310


CAPÍTULO 43 Paludismo (malaria) 311<br />

pírica”, usando la corteza en polvo (que de hecho no siempre se<br />

derivaba de la corteza).<br />

Algunos hitos en la historia del parásito<br />

del paludismo de seres humanos<br />

y su transmisión 9<br />

1847. Dempster en India introdujo la palpación del bazo de<br />

niños como un índice de clasificación del paludismo.<br />

1848. Virchow y Frerichs en Alemania reconocieron que el<br />

pigmento en órganos internos podría relacionarse con muertes<br />

por fiebres intermitentes.<br />

1878. Manson en China mostró que Culex fatigans puede actuar<br />

en el desarrollo de filarias de seres humanos.<br />

1880. Laveran en Constantina (Algeria) observó y demostró<br />

que la enfermedad se debe a un parásito en la sangre, y lo describió<br />

como Oscillaria malariae. 44<br />

1886. Golgi en Italia describió y detalló P. vivax y P. malariae, y<br />

los enlazó con fiebre palúdica terciana y cuartana rítmica.<br />

1889-1890. Celli y Marchiafava en Italia describieron P. falciparum.<br />

1841. Romanowsky creó un método de tinción para observar<br />

plasmodios en frotis de sangre.<br />

1894. Manson apoyó la teoría de que el paludismo se desarrollaba<br />

en mosquitos.<br />

1897. Ross en India descubrió células pigmentadas (oocisto)<br />

en el estómago de mosquitos Anopheles (An. stephensi) que se<br />

habían alimentado de un portador de células falciformes ocho<br />

días antes.<br />

1897. MacCallum en EUA describió la fase sexual; observó<br />

una exflagelación de P. falciparum y la penetración del gametocito<br />

hembra por un flagelo. 40<br />

1898. Ross, en Calcuta (India), completó el ciclo del paludismo<br />

aviar (gorrión).<br />

1898. Grassi, Bignami y Bastianelli en Italia describieron el<br />

ciclo de los parásitos del paludismo en mosquitos Anopheles<br />

(An. claviger).<br />

1900. Experimento famoso (dirigido por Manson) en Ostia<br />

(cerca de Roma) con tres voluntarios que respiraron “aire malo”<br />

durante tres meses en un área palúdica pero que fueron protegidos<br />

contra picaduras de mosquito y no adquirieron enfermedades,<br />

mientras que mosquitos Anopheles infectados enviados de<br />

Roma a Londres indujeron enfermedades palúdicas al hijo<br />

de Manson y un colaborador cuando fueron picados por ellos.<br />

Demostración final de la “teoría de la transmisión del paludismo<br />

por mosquitos”.<br />

1901. Grassi prevé la existencia de una tercera fase en el ciclo<br />

de vida del parásito del paludismo entre su entrada como esporozoítos<br />

y su primera aparición en la sangre como trofozoítos<br />

algunos días más tarde. 30<br />

1922. Stephens describió P. ovale.<br />

1948. Shortt, Garnham, Covell y Shute describieron formas<br />

preeritrocíticas de P. vivax en el hígado de ser humano.<br />

1948. Rodhain demostró que el chimpancé es un hospedero de<br />

P. malariae ( “P. rodhaini”) en África central.<br />

1949. Nikolaev describió P .vivax hibernans con un periodo de<br />

incubación prolongado.<br />

1949. Shortt, Fairley, Covell, Shute y Garnham describieron formas<br />

preeritrocíticas de P. falciparum en el hígado del ser humano.<br />

1953. Garnham describió formas preeritrocíticas de P. ovale en<br />

el hígado del ser humano.<br />

1955-1969. Programa de erradicación del paludismo.<br />

1976. Cultivo in vitro de P. falciparum por Trager y Jensen en<br />

EUA.<br />

1982. Krotovski et al.: los hipnozoítos y la recaída en P. vivax.<br />

1992. Conferencia de Ámsterdam: Nuevo Programa para el<br />

Control Global de la Malaria.<br />

1998. Retroceso del Programa de la Malaria.<br />

2002. Publicación de la secuencia del genoma del vector del<br />

paludismo An. gambiae (Holt et al.) y la secuencia de genoma<br />

de P. falciparum (Gardner et al., quienes notaron 14 cromosomas<br />

y alrededor de 5 300 genes).<br />

Definición<br />

Antropozoonosis parasitaria producida por esporozoos del género<br />

Plasmodium, transmitidos por la picadura de mosquitos<br />

del género Anopheles que desencadenan el acceso de paludismo<br />

(etapa fría, etapa caliente, etapa de sudoración).<br />

Clasificación taxonómica<br />

Los agentes de los cuales depende el paludismo son protozoos<br />

que pertenecen a la clase esporozoos, género Plasmodium. 42<br />

El orden de Coccidiomorpha se divide en tres subórdenes: 26<br />

Eimeriidae (que incluye coccidios, parásitos del tracto digestivo<br />

de vertebrados); Adeleidae (parásito gregario de insectos), y<br />

Haemosporidae, que tiene un ciclo de vida bifásico que alterna<br />

entre sangre de vertebrado y tejidos de artrópodo. El suborden<br />

Haemosporidae contiene tres familias:<br />

1. Plasmodidae, que incluye el género Plasmodium que contiene<br />

66 a 80 especies (de acuerdo con los autores) transmitidas<br />

principalmente por Anopheles o Culex.<br />

2. Haemoprotidae, que incluye alrededor de 10 géneros de<br />

parásitos de vertebrados superiores, transmitidos por Culicoides,<br />

Stomoxys e Hippoboscidae.<br />

3. Leucytozoonidae, parásitos de leucocitos de aves y transmitidos<br />

por diferentes Simulium spp.<br />

Clasificación de Plasmodidae (cuadro 43-1): 42<br />

De acuerdo con Garnham, 26 P. falciparum y P. reichenowi,<br />

por un lado, y P. vivax y P. schwetzi, por el otro, descienden de<br />

dos troncos comunes.


312 PARTE II Parasitología humana<br />

11<br />

10<br />

a<br />

d<br />

1<br />

12<br />

C<br />

b<br />

e<br />

Figura 43-2. Ciclo vital del paludismo.<br />

Vale la pena que el lector consulte el famoso libro de Garnham<br />

(1966), donde encontrarán descripciones detalladas de<br />

plasmodios y Hepatocystis de mamíferos (cuadro 43-2).<br />

Aspectos biológicos<br />

13<br />

9<br />

c<br />

8<br />

A<br />

El ciclo biológico de Plasmodium de seres humanos se caracteriza<br />

por un desarrollo en dos hospederos:<br />

1. En el ser humano.<br />

2. En el vector donde ocurren las etapas sexuales de Plasmodium,<br />

lo que significa que el vector es el hospedero definitivo<br />

de Plasmodium, mientras que el ser humano es un<br />

hospedero intermedio.<br />

La alternación entre el hospedero humano y el mosquito<br />

representa el ciclo biológico de transmisión del parásito del paludismo.<br />

La transmisión de la infección por el mosquito desde el<br />

portador humano (“donante”) hacia la víctima humana (“receptor”)<br />

representa la cadena de transmisión (figura 43-2).<br />

Plasmodium son inoculados a seres humanos por medio de<br />

la picadura de un mosquito Anopheles infectado (es decir, mosquito<br />

Anopheles cuando presentan “esporozoítos”). Por lo general,<br />

cuando el mosquito Anopheles ingiere una comida de sangre<br />

inyecta saliva desde las glándulas salivales y si hay esporozoítos<br />

7<br />

B<br />

C<br />

2b<br />

6<br />

a<br />

e<br />

3<br />

B<br />

b<br />

2a<br />

d<br />

c<br />

5<br />

4<br />

maduros (es decir, que han terminado su desarrollo llamado<br />

“fase esporogónica”), son inoculados de esta manera en el cuerpo<br />

del ser humano: (C).<br />

En realidad, en los mosquitos Anopheles los esporozoítos se<br />

encuentran en las glándulas salivales, un par de tres lóbulos<br />

cada una, que están ubicadas en la parte ventral del primer<br />

segmento del tórax.<br />

Evolución de Plasmodium en el organismo humano: fase<br />

esquizogónica.<br />

Ocurren dos fases en el organismo del ser humano:<br />

1. Una en el hígado: (“fase tisular”) llamada fase “exoeritrocítica”<br />

o “preeritrocítica” (A) que varía de acuerdo con la<br />

especie de Plasmodium:<br />

• Para P. falciparum y P. malariae sólo hay una fase con<br />

desarrollo inmediato.<br />

• Para P. vivax y P. ovale, los esporozoítos pueden desarrollarse<br />

de inmediato, o pueden permanecer en un estado<br />

latente llamado “hipnozoítos” que empiezan otro desarrollo<br />

adicional (gráfico) a una cronología codificada<br />

genéticamente; todavía no se ha resuelto el mecanismo<br />

subyacente (B).<br />

2. Una en la sangre: “fase eritrocítica” con dos evoluciones<br />

diferentes:<br />

• Fase asexual, durante la cual ocurren síntomas clínicos,<br />

con un ciclo de maduración de dos o tres días, de<br />

acuerdo con la especie de Plasmodium, y que induce el<br />

ritmo de síntomas clínicos; este desarrollo es suspendido<br />

por respuestas inmunitarias o fármacos (C).<br />

• Fase sexual, que produce gametocitos femeninos (“macrogametocitos”)<br />

y masculinos (“microgametocitos”)<br />

que no tienen desarrollo adicional en seres humanos y<br />

sólo pasan su desarrollo adicional (“ciclo esporogónico”)<br />

en un mosquito Anopheles “competente” (cuadro 43-2).<br />

La fase exoeritrocítica ocurre en el hígado (etapa tisular)<br />

(a, b, c, d y e).<br />

Desarrollo inmediato clásico<br />

Mientras el mosquito Anopheles está sondeando y picando inyecta<br />

esporozoítos en el organismo del ser humano, a través de<br />

la epidermis hacia la dermis y la sangre. A continuación los<br />

parásitos son llevados al hígado (todavía no se dilucida el mecanismo),<br />

entran en las células parenquimatosas (hepatocitos)<br />

por medio de las células de Kupffer, e inician la fase exoeritrocítica<br />

primaria (o “esquizogonia preeritrocítica”) (figura 43-3).<br />

Los esporozoítos alargados se hacen redondeados y empieza<br />

una división asexual rápida y numerosa de la cromatina nuclear<br />

por la esquizogonia. Después de algunos días, esto varía de<br />

acuerdo con la especie de Plasmodium (cuadro 43-3), el esquizonte<br />

exoeritrocítico está muy agrandado; a continuación hay<br />

segmentación del citoplasma en el de la cromatina nuclear y,<br />

así, se forman miles de “merozoítos” dentro de cada “esquizonte<br />

hepático”. Cuando está maduro, el esquizonte (30 a 70 mm)<br />

se rompe y libera “merozoítos” pequeños (de 1 mm de diáme-


CAPÍTULO 43 Paludismo (malaria) 313<br />

tro) que invaden los eritrocitos presentes en los sinusoides del<br />

hígado, lo que inicia la fase eritrocítica del ciclo.<br />

La duración de esta fase preeritrocítica, el tamaño del esquizonte<br />

que tiene crecimiento completo, y el número de merozoítos<br />

que contiene, dependen de la especie de Plasmodium<br />

(cuadro 43-3) y de la cepa del mismo.<br />

Desarrollo retrasado<br />

En algunas cepas de P. vivax y P. ovale algunos esporozoítos<br />

desarrollan una esquizogonia habitual, mientras que algunos<br />

permanecen “latentes” en los hepatocitos durante “periodos<br />

considerables” como formas uninucleadas de 4 a 5 mm de diámetro,<br />

y se llaman “hipnozoítos”. En un tiempo predeterminado<br />

estos hipnozoítos (todos o algunos de ellos) se “despiertan”<br />

y pasan por una esquizogonia exoeritrocítica clásica que lleva<br />

a una nueva ola de merozoítos que invaden los eritrocitos e<br />

inducen nuevas crisis de paludismo llamadas recaídas, largo<br />

tiempo después de haber sido inoculados/infectados. Este retraso<br />

debe recibir la debida consideración cuando se diagnostica<br />

un episodio de crisis de fiebre en personas que han salido de<br />

“países palúdicos” algún tiempo atrás.<br />

Fase eritrocítica o sanguínea<br />

Ciclo asexual, ciclo esquizogónico<br />

Los trofozoítos: después de entrar a un eritrocito el pequeño<br />

parásito joven se llama “trofozoíto” (es decir, etapa de consumo<br />

de alimento). Aikawa y colaboradores han estudiado bien con<br />

buenas microfotografías electrónicas los mecanismos de fijación<br />

y entrada de merozoítos al eritrocito, 2,3 y sus estudios se<br />

describen en el libro de Bruce-Chwatt: 9 “los merozoítos contienen<br />

en su ápex ciertos orgánulos (roptrías y micronemas) que,<br />

después de haber estado en contacto con el eritrocito, causan<br />

una invaginación de su superficie; el hoyuelo resultante se profundiza<br />

de manera gradual, de modo que los merozoítos se deslizan<br />

hacia el eritrocito”. Durante este proceso los merozoítos<br />

pierden dos de sus tres membranas y adoptan una forma redonda;<br />

éste es un proceso de cinco pasos:<br />

1. Reconocimiento y fijación iniciales de los merozoítos al<br />

eritrocito.<br />

2. Formación de una unión.<br />

3. Creación de una membrana de vacuola continua con la<br />

membrana del eritrocito.<br />

4. Entrada a esta vacuola por medio de la unión en movimiento.<br />

5. Sellado del eritrocito después de la entrada.<br />

Por ende, el parásito es “intracelular”, dentro de una vacuola<br />

formada por la membrana interna del eritrocito.<br />

El trofozoíto es nucleado (teñido de color rojo con la tinción<br />

de Giemsa habitual), y tiene un anillo de citoplasma (teñido<br />

de azul) y una vacuola digestiva grande. A esta etapa del<br />

desarrollo es difícil determinar la especie de parásitos individuales;<br />

pero en el caso de P. falciparum, a menudo hay dos o<br />

más parásitos dentro del mismo eritrocito, y esto podría ser útil<br />

en la determinación. Al trofozoíto joven a menudo se le llama<br />

“la forma en anillo”.<br />

Al alimentarse de la hemoglobina del eritrocito, el parásito<br />

crece con rapidez, y el citoplasma se agranda, mientras que la<br />

vacuola disminuye de tamaño. El crecimiento del parásito puede<br />

causar agrandamiento de la célula infectada, como suele verse<br />

con P. vivax, con su bien observada decoloración.<br />

En trofozoítos que están madurando pueden observarse<br />

con frecuencia puntos de color rosado sobre la envoltura de la<br />

célula hospedera; la cantidad de este punteado y la forma del<br />

mismo se usan en la determinación específica para especie (puntos<br />

de Schüffner para P. vivax; gránulos de Maurer para P. falciparum).<br />

Estos puntos se deben a la membrana de la vacuola<br />

que se forma durante la entrada de los merozoítos que aumenta<br />

mientras el parásito crece y se acumulan partículas pequeñas sobre<br />

la membrana interna del eritrocito infectado, lo que produce<br />

el punteado que se observa después de teñir el frotis de sangre.<br />

Durante su desarrollo, los trofozoítos absorben la hemoglobina<br />

del eritrocito, y el producto de la digestión se llama<br />

hemozoína (combinación de hematina y proteína), que es liberada<br />

en el torrente sanguíneo cuando el eritrocito explota después<br />

de que se completa el desarrollo esquizogónico e induce<br />

reacciones del hospedero. El pigmento que contiene hierro (hemozoína)<br />

se observa en el cuerpo del parásito en forma de gránulos<br />

oscuros que fueron los elementos clave identificados y<br />

“vigilados” por Laveran cuando estuvo investigando enfermedades<br />

palúdicas y dilucidó su naturaleza por Plasmodium. 52<br />

El esquizonte: después de su periodo de “crecimiento”, el<br />

citoplasma está “lleno” mientras que la vacuola digestiva ha desaparecido<br />

casi por completo, el parásito se multiplicará por esquizogonia,<br />

el núcleo se divide 3 a 5 veces, lo que da hasta 32 núcleos;<br />

ello va seguido por división del citoplasma. Esto forma el<br />

esquizonte maduro, en el cual hay varios “merozoítos” redondeados<br />

pequeños. Cuando este proceso de “crecimiento y después<br />

multiplicación mediante esquizogonia” se completa, el esquizonte<br />

maduro ocupa todo el eritrocito, que estalla y los merozoítos<br />

son liberados hacia el torrente sanguíneo (figuras 43-4 y 43-5),<br />

donde tienen que evadir los mecanismos inmunitarios (anticuerpos,<br />

macrófagos) de sus hospederos humanos; si tienen éxito,<br />

invaden con rapidez otros eritrocitos, y empieza otro ciclo con<br />

“generación” nueva de parásitos. El número de merozoítos producido<br />

por un esquizonte intraeritrocítico varía de acuerdo con la<br />

especie de Plasmodium, e incluso dentro de la especie. El esquizonte<br />

de P. malariae es casi característico; una disposición regular<br />

de los ocho merozoítos de manera asimétrica alrededor del centro<br />

a menudo se denomina “margarita” o “roseta”.<br />

El ciclo eritrocítico de esquizogonia continúa hasta que la<br />

inmunidad o fármacos suspenden el desarrollo de los parásitos.<br />

La longitud de esta esquizogonia eritrocítica, o periodo<br />

esquizogónico, difiere de acuerdo con la especie de Plasmodium:<br />

dura 48 h para P. falciparum, P. vivax y P. ovale, pero es<br />

más prolongado y dura 72 h para P. malariae. Este ciclo explica<br />

la periodicidad de los síntomas febriles que ocurre cada tres días


314 PARTE II Parasitología humana<br />

(“fiebre terciana”) con P. falciparum, P. vivax y P. ovale, y cuatro<br />

días (“fiebre cuartana”) con P. malariae.<br />

Todas las etapas de desarrollo (trofozoítos jóvenes y maduros,<br />

esquizonte joven y maduro) pueden observarse en la sangre<br />

periférica en caso de infección por P. vivax, P. ovale y P. malariae,<br />

mientras que en la infección por P. falciparum por lo general<br />

sólo se observan trofozoítos jóvenes y gametocitos maduros;<br />

los trofozoítos más viejos “desaparecen” de la circulación periférica<br />

después de 24 h, y se encuentran en los capilares de los<br />

órganos internos, como el cerebro, el corazón, la placenta,<br />

bazo, intestino o médula ósea, donde tiene lugar su desarrollo<br />

continuo. La esquizogonia ocurre en estos capilares durante las<br />

siguientes 24 h del ciclo completo, y da 8 a 24 merozoítos (16<br />

en promedio). La distribución del parásito en los órganos y tejidos<br />

del cuerpo humano varía en diferentes casos; esto explica<br />

las manifestaciones clínicas diversas que se observan en el paludismo<br />

por P. falciparum; 9 el peor es el secuestro en capilares<br />

cerebrales que lleva a paludismo cerebral.<br />

El ciclo esquizogónico asexual tiene importancia clínica<br />

(figura 43-6).<br />

Fase sexual: gametocitos<br />

La fase sexual tiene importancia epidemiológica<br />

Después de entrar al eritrocito los merozoítos se convierten en<br />

trofozoítos, que tienen el aspecto de los trofozoítos de la etapa<br />

asexual pero que en lugar de dividirse mediante esquizogonia<br />

los trofozoítos que portan características sexuales, se desarrollan<br />

hacia gametocitos masculinos o femeninos llamados “microgametocito”<br />

para el masculino y “macrogametocito” para el<br />

femenino, y tienen una forma diferente en la etapa de maduración<br />

de acuerdo con la especie de Plasmodium:<br />

• Redonda u oval para P. vivax, P. ovale y P. malariae.<br />

• En forma de media luna para P. falciparum.<br />

Los gametocitos femenino y masculino aún tienen gran<br />

cantidad de pigmentos (notado por autores anteriores que “vigilaron”<br />

este pigmento en eritrocitos y leucocitos para dilucidar<br />

el origen de la fiebre palúdica, y Ross cuando notó este pigmento<br />

en células redondas en el estómago de mosquitos y dilucidó<br />

el papel del mosquito como vector), y pueden distinguirse uno<br />

de otro por su forma y coloración. Los eritrocitos con gametocitos<br />

pueden mostrar el punteado de la especie de Plasmodium<br />

involucrada.<br />

En macrogametocitos (femeninos) la masa de cromatina<br />

es grande pero densa o compacta, y se tiñe de color azul oscuro/<br />

púrpura; puede estar ubicada sea de manera central o excéntrica<br />

dentro del citoplasma que se tiñe como color azul oscuro<br />

homogéneo. Los gránulos de pigmento son claramente visibles<br />

y abundantes, y puede observarse punteado sobre la envoltura<br />

del eritrocito infectado.<br />

En microgametocitos (masculinos) la cromatina está difundida<br />

en el citoplasma, de modo que el parásito tiene una coloración<br />

azul/roja general que a veces se llama “rojo ladrillo”. Hay<br />

pigmento que por lo general está distribuido lejos del centro.<br />

Se ha dedicado mucha investigación a los gametocitos debido<br />

a su importancia epidemiológica. 15,54 El tiempo necesario<br />

para que se complete la gametocitogénesis no es el mismo para<br />

las diversas especies de Plasmodium. Para P. vivax los gametocitos<br />

pueden aparecer en la sangre en el transcurso de tres días<br />

luego de la primera aparición de parásitos asexuales. En P. falciparum<br />

el desarrollo de gametocitos toma más tiempo; tiene<br />

lugar en los órganos internos, y sólo formas jóvenes pueden<br />

observarse a veces en la sangre periférica. Las cinco etapas de<br />

desarrollo de los gametocitos de P. falciparum se han estudiado<br />

de manera intensiva.<br />

La forma característica de los gametocitos en etapa V de<br />

P. falciparum que se observan en la sangre periférica permite<br />

la identificación rápida y fiable tanto de la especie como de la<br />

etapa. Los gametocitos se desarrollan en los órganos internos<br />

(incluso si ocasionalmente es posible observar formas jóvenes<br />

en la sangre periférica).<br />

Todavía no se han dilucidado los estímulos que desencadenan<br />

el desarrollo sexual de gametocitos en lugar de desarrollo<br />

asexual y ciclo esquizogónico completo de trofozoítos.<br />

Cuando un mosquito Anopheles pica a alguien que tiene<br />

parásitos del paludismo en la sangre periférica, el mosquito ingiere<br />

elementos de la sangre: plaquetas, eritrocitos (infectados o<br />

no), leucocitos, suero y anticuerpos. En el estómago del mosquito<br />

las formas asexuales de Plasmodium son destruidas por el<br />

proceso digestivo junto con todos los otros elementos de la sangre.<br />

Si el mosquito Anopheles es genéticamente capaz de asumir<br />

el desarrollo de Plasmodium, los gametocitos no sólo resisten a<br />

la digestión, sino que pueden pasar por desarrollo rápido que<br />

proporcionan gametocitos masculinos y femeninos, y empezar<br />

una nueva fase de desarrollo llamada fase esporogónica, que es<br />

crucial para la transmisión del paludismo (figura 43-7).<br />

En el transcurso de 10 min después de que el gametocito<br />

entra al estómago del mosquito Anopheles, ocurre formación de<br />

gametos que empieza con la destrucción del eritrocito y maduración<br />

rápida.<br />

En el microgametocito el núcleo se divide hacia cuatro a<br />

ocho núcleos, cada uno de los cuales a continuación forma una<br />

“estructura larga parecida a hebra” de 20 a 25 mm de longitud,<br />

que azota y pronto se desprende de la célula; estos fenómenos<br />

se llaman “exflagelación”, y fue lo que Laveran observó en una<br />

gota de sangre fresca examinada cuidadosamente durante un<br />

tiempo prolongado. Éstos son los gametos masculinos o microgametos<br />

que también se han llamado flagelo y que están libres<br />

y son móviles en la sangre dentro del estómago del vector. Los<br />

microgametos tienen un núcleo, citoplasma y pigmento. La<br />

exflagelación dura algunos minutos, y puede observarse cuando<br />

se examina una gota fresca de sangre con un microscopio<br />

para verificar si los gametocitos son maduros (para infección<br />

experimental), pero algún microscopista inexperto podría confundir<br />

esa exflagelación con infección por tripanosoma, y hacer<br />

un diagnóstico erróneo de la laminilla y la enfermedad.<br />

El macrogametocito pasa por un proceso de maduración y<br />

se convierte en un gameto femenino o macrogameto, pero el<br />

macrogametocito produce un gameto femenino único mien-


CAPÍTULO 43 Paludismo (malaria) 315<br />

tras que un microgametocito puede producir ocho gametos<br />

masculinos que tienen que encontrar rápidamente un gameto<br />

femenino.<br />

Cuando esto sucede, el microgameto entra al macrogameto<br />

y ocurre fecundación. El producto de la fusión entre gametos<br />

masculino y femenino se llama cigoto, que aparece primero<br />

como un cuerpo globular inmóvil. El cigoto (gameto femenino<br />

fecundado) permanece “latente” durante alrededor de 4 a 6 h.<br />

en el contenido de los jugos digestivos del estómago. A continuación,<br />

durante las 18 a 24 h siguientes se alarga y se hace<br />

móvil, mide alrededor de 8 a 24 mm y se llama oocineto. En esta<br />

etapa es diploide con 2 n cromosomas, el conjunto del gameto<br />

masculino y el conjunto del gameto femenino.<br />

El citoplasma y la cromatina y pigmento nucleares son claramente<br />

visibles, así como una vacuola transparente dentro del<br />

citoplasma.<br />

El oocineto se mueve a través del contenido de sangre (figura<br />

43-8) hacia las paredes del estómago, donde tiene que<br />

pasar a través de células epiteliales o entre las mismas para llegar<br />

al espacio entre las membranas interna y externa del estómago,<br />

donde se redondea y forma un oocisto. Si no completa el proceso,<br />

que empieza por unirse y pasar a través de células epiteliales<br />

en el transcurso de las 48 h que siguen a la fecundación,<br />

probablemente perecerá. Se encuentran en proceso estudios en<br />

los cuales se están evaluando todos los eventos en esta fase crucial<br />

para crear una “vacuna altruista” que evitará el desarrollo de<br />

Plasmodium en esta etapa al evitar que el oocineto se enlace a<br />

las células del estómago.<br />

La primera división del núcleo es meiótica, que induce<br />

varios procesos de recombinación genética.<br />

Conforme la etapa sexual completa ocurre en el vector<br />

mosquito Anopheles, se considera que son el hospedero definitivo<br />

de Plasmodium, mientras que el ser humano es considerado<br />

el hospedero intermedio.<br />

Durante el desarrollo de Plasmodium sólo hay una meiosis,<br />

y la diversidad biológica (y antigenicidad) de Plasmodium se<br />

deben a su desarrollo por medio de mosquitos Anopheles; todas<br />

las otras divisiones celulares son mitosis, y todas las otras etapas<br />

son haploides con n 14 cromosomas.<br />

El pigmento del macrogametocito aún es visible “sobre” el<br />

oocisto; el elemento que fue un punto crucial en la observación<br />

de Ross de que estos elementos redondos en realidad eran el<br />

parásito en un proceso evolutivo dentro del mosquito Anopheles.<br />

A continuación sigue un periodo de crecimiento del oocisto<br />

(40 a 80 mm), y ocurren varias divisiones nucleares; el citoplasma<br />

circundante origina “esporoblastos” y después “esporozoítos”<br />

que miden aproximadamente 11 mm de longitud y<br />

1 mm de diámetro. Los esporozoítos contienen un núcleo, mitocondrias<br />

y endoplasma con ribosomas. Un oocisto único<br />

puede contener varios miles de esporozoítos que se producen a<br />

partir de al menos 10 divisiones mitóticas sucesivas. Cuando<br />

los esporozoítos están maduros emergen mediante un proceso<br />

de gemación desde el oocisto, y son liberados en un hemocele<br />

del mosquito Anopheles, donde son atraídos (mediante un mecanismo<br />

desconocido) hacia las glándulas salivales, en las cuales<br />

penetran de manera activa y donde maduran en el transcurso<br />

de dos días; así, las picaduras de esos mosquitos Anopheles infectados<br />

son por consiguiente infecciosas para seres humanos<br />

(figura 43-9).<br />

La duración de esta fase esporogónica, desde gametocitos<br />

infecciosos que entran al estómago del mosquito Anopheles,<br />

hasta la producción de esporozoítos maduros, varía de acuerdo<br />

con la especie de Plasmodium y la temperatura externa (cuadro<br />

43-3); promedia 8-10-12 días para los parásitos principales (P.<br />

vivax y P. falciparum) a la temperatura tropical habitual de 25 a<br />

27°C.<br />

Los umbrales mínimos son 16°C para que se complete el<br />

desarrollo de P. vivax y 18°C para P. falciparum; la temperatura<br />

limitante más alta es de 33°C. P. vivax tiene la esporogonia más<br />

corta, y P. malariae la más larga.<br />

Es necesario recordar dos puntos del desarrollo esporogónico.<br />

• Desde un punto de vista parasitológico: Sólo es durante<br />

esta fase, en el vector biológico mosquito Anopheles, donde<br />

ocurre meiosis, esto es, el mosquito Anopheles es el hospedero<br />

definitivo, y el ser humano es el intermediario para<br />

Plasmodium, y la diversidad biológica/inmunológica de cepas<br />

de Plasmodium proviene de su etapa en el mosquito<br />

Anopheles antes de que los procesos inmunitarios o fármacos<br />

antipalúdicos en el cuerpo humano “seleccionen” algunos<br />

de ellos.<br />

El mosquito Anopheles puede reaccionar a la invasión<br />

y la maduración de Plasmodium, y se han identificado y<br />

analizado varios procesos inmunológicos; muchos estudios<br />

a profundidad en la actualidad se dedican a su trasfondo y<br />

mecanismos genéticos en un intento por elaborar una “vacuna”<br />

que bloquee la evolución de Plasmodium en el mosquito<br />

Anopheles y suspenda la transmisión. 23,24<br />

• Desde un punto de vista epidemiológico: la duración<br />

de esta fase es crucial en el entendimiento de la dinámica de<br />

la inoculación de esporozoítos (por lo general llamada<br />

“transmisión de paludismo”, en realidad es “transmisión<br />

de parásito”) y en la preparación de operaciones de control<br />

de vector que lleven a reducir la transmisión o incluso<br />

suspenderla.<br />

Es obvio que si la longevidad del vector es más breve que<br />

la duración de su fase esporogónica, no ocurrirá transmisión<br />

porque no habrá trofozoítos en las glándulas salivales. Durante<br />

el proceso continuo de esporogonia de Plasmodium en su cuerpo,<br />

el mosquito Anopheles hembra aún picará y tomará sangre<br />

(cada dos o tres días de acuerdo con su ciclo gonotrófico) de<br />

modo que incluso si está “infectada” no es “infecciosa”. En general,<br />

si la vida de un mosquito Anopheles hembra es de menos<br />

de dos semanas, no puede transmitir Plasmodium.<br />

Las temperaturas crecientes acelerarán la esporogonia; por<br />

ejemplo, el desarrollo tomará 22 días a 20°C; 15 días a 23°C,<br />

y 9 a 11 días a 25 a 28°C para P. falciparum; así, cuando la<br />

temperatura aumenta, los riesgos de transmisión del parásito se<br />

incrementan porque el vector podría vivir un tiempo mucho


316 PARTE II Parasitología humana<br />

mayor que el que necesita para que se complete la esporogonia,<br />

y cada picadura será en realidad infecciosa (al considerar una<br />

longevidad promedio de tres semanas para el mosquito Anopheles<br />

en países tropicales, una esporogonia de 22 días significa<br />

transmisión nula, mientras que una de 12 días significa varias<br />

posibilidades de picadura infecciosa durante lo que se llama la<br />

vida infecciosa esperada de los vectores, es decir, los días de vida<br />

con esporozoítos en las glándulas salivales).<br />

Las especies de Plasmodium del ser humano no se desarrollarán<br />

en todos los anofelinos: de las 484 especies de mosquitos<br />

Anopheles reconocidas, sólo 60 son vectores, 30 son “buenos<br />

vectores” y hay algunas especificidades: An. atroparvus o An.<br />

messae, aún presente en Europa, no permite el desarrollo de<br />

cepas tropicales africanas de P. falciparum, pero se ha notado<br />

esporogonia de P. vivax con cepas asiáticas en infecciones experimentales.<br />

El umbral mínimo “explica” por qué no hay transmisión a<br />

altitud elevada y en las latitudes norte (para P. falciparum) donde<br />

el riesgo de transmisión de hecho está enlazado a la hibernación<br />

de hembras de mosquito Anopheles; P. vivax tiene el rango<br />

geográfico más amplio al ser prevaleciente en muchas zonas<br />

templadas, así como en áreas subtropicales y tropicales (cuadro<br />

43-3).<br />

Identificación morfológica de las<br />

cuatro especies de Plasmodium<br />

del ser humano<br />

Cuando se examina sangre tratando de identificar plasmodios,<br />

es necesario verificar cuatro elementos con sumo cuidado: trofozoítos<br />

(jóvenes y adultos); esquizontes (jóvenes y adultos);<br />

gametocitos (femeninos y masculinos), y el eritrocito mismo,<br />

que puede haber cambiado de tamaño, forma, color, y tener<br />

algún punteado específico.<br />

Plasmodium falciparum (Wells, 1897)<br />

P. falciparum es la más patogénica de las cuatro especies; causa<br />

lo que se denominó “fiebre terciana maligna” y puede llevar al<br />

paludismo cerebral mortal y, como tal, es crucial reconocer sus<br />

trofozoítos.<br />

El trofozoíto joven es la etapa que se identifica con mayor<br />

frecuencia (figura 43-10, 2 a 10). El citoplasma es pequeño,<br />

fino, de color azul claro, y tiene la forma de anillo clásica (figura<br />

43-10, 2, 3); mide una sexta parte del diámetro del eritrocito<br />

que no está deformado (figura 43-10, 1). La cromatina aparece<br />

como un punto de color rojo; pueden observarse uno o<br />

dos puntos (figura 43-10, 5) (auxiliar importante para el diagnóstico),<br />

uno o dos parásitos en el mismo eritrocito (figura<br />

43-10, 6), pueden observarse algunas “formas yuxtapuestas”<br />

(figura 43-10, 7, 8), así como en signo de admiración (figura<br />

43-10, 4). Puede observarse que los trofozoítos maduros tienen<br />

un citoplasma aumentado, miden una cuarta parte de lo que<br />

mide el eritrocito, con uno o dos gránulos de pigmento en el<br />

citoplasma (figura 43-10, 11 a 14); algunos pueden confundirse<br />

con P. malariae (figura 43-10, 15) (cuando se observa un<br />

trofozoíto único es imposible hacer un diagnóstico fiable de la<br />

especie de Plasmodium, y cuando se trata de parásitos del paludismo<br />

siempre es mejor observar varias imágenes antes de dar<br />

un nombre de especie definido); la cromatina está un poco<br />

aumentada y aparece como un punto rojo, o incluso como dos<br />

puntos rojos; la vacuola digestiva aún está ahí. En trofozoítos<br />

maduros, el citoplasma es grande, la vacuola digestiva casi ha<br />

desaparecido, y la cromatina agrandada se dividirá.<br />

Esquizontes. No se observan habitualmente en sangre periférica,<br />

excepto en casos clínicos muy graves. Todas las etapas<br />

del desarrollo (esquizontes jóvenes, adultos) se observan bien<br />

en la placenta (o en cultivos). Cuando el esquizonte está por<br />

completo crecido, ocupa alrededor de dos terceras partes del<br />

eritrocito (figura 43-10, 19). A continuación la cromatina<br />

pasa por segmentación (figura 43-10, 21 y 22) para crear 18 a<br />

32 merozoítos (número promedio 16) que se liberarán cuando<br />

el eritrocito estalle (figura 43-10, 26). Las formas en segmentación<br />

se reconocen con facilidad porque tienen uno o dos granos<br />

de pigmento de color pardo oscuro-negro (figura 43-10,<br />

23 a 25). Estas formas son secuestradas en órganos internos<br />

debido al fenómeno de “formación de rosetas” y de “placas”, los<br />

eritrocitos infectados por algunas cepas de P. falciparum tienen<br />

proyecciones parecidas a perillas que inducen citoadherencia<br />

entre sí mismos y entre sí y las células del revestimiento endotelial.<br />

Gametocitos<br />

Esta etapa suele encontrarse en frotis de sangre, y se reconoce<br />

con facilidad; permite una determinación rápida de la especie<br />

debido a su forma característica: forma de plátano (banana) o<br />

falciforme o “en media luna” o en “embutido”. El desarrollo de<br />

gametocitos tiene lugar en órganos internos, y no se encuentran<br />

en la sangre periférica (excepto a veces formas jóvenes).<br />

Aparecen como medias lunas en la sangre periférica alrededor<br />

de 10 días después de los trofozoítos. Se identifican con facilidad<br />

gametocitos masculino y femenino.<br />

El femenino, o macrogametocito, por lo general es más<br />

delgado y de tamaño un poco mayor que el masculino, y el<br />

citoplasma tiene un color azul más oscuro con los métodos de<br />

tinción habituales; el núcleo es pequeño y compacto, con un<br />

color rojo; éste parece oscuro debido al pigmento que está estrechamente<br />

agregado alrededor de él (figura 43-10, 27 y 28).<br />

El masculino o microgametocito es más ancho que el femenino<br />

y tiene más forma de embutido; el citoplasma está teñido<br />

de color rosado (en francés “lilas mauve”) debido al núcleo<br />

de color rojo que es grande y menos compacto que en el femenino;<br />

los gránulos de pigmento están dispersos en el citoplasma<br />

de todo el microgametocito (figura 43-10, 29 y 30).<br />

Los eritrocitos tienen tamaño normal; en algunos de ellos,<br />

junto con los trofozoítos adultos, hay puntos de color rosado<br />

grandes llamados gránulos de Maurer (o punteado de Maurer).


CAPÍTULO 43 Paludismo (malaria) 317<br />

Plasmodium vivax (Grassi y Feletti, 1890)<br />

Es la causa de la llamada fiebre palúdica “terciana benigna” comúnmente<br />

encontrada en zonas templadas, así como en partes<br />

grandes de las áreas tropicales, excepto donde las personas son<br />

Duffy-negativas con eritrocitos que son genéticamente resistentes<br />

a la fijación de merozoítos de P. vivax.<br />

Todas las etapas del desarrollo de P. vivax pueden observarse<br />

en un frotis sanguíneo: trofozoítos jóvenes y adultos, esquizontes<br />

jóvenes y adultos, y gametocitos masculinos y femeninos.<br />

Trofozoítos<br />

En su etapa temprana el trofozoíto joven de P. vivax se parece al<br />

de P. falciparum (figura 43-11, 3 a 6) pero el citoplasma por lo<br />

general es irregular, bastante grueso (más que el de P. falciparum)<br />

(figura 43-11, 4 y 5) y la cromatina aparece como un<br />

punto de color rojo más bien grande (figura 43-11, 1 a 4) con<br />

una vacuola digestiva grande. Es posible que se observen dos<br />

parásitos en el mismo eritrocito (figura 43-11, 6) o con<br />

dos núcleos (figura 43-11, 8); estas formas podrían confundirse<br />

con P. falciparum, pero deben considerarse otros criterios y<br />

observar otras formas antes de emitir un diagnóstico específico,<br />

como el tamaño del eritrocito donde los P. vivax en desarrollo<br />

son uniformes en esta etapa, y su punteado.<br />

Mientras el trofozoíto está creciendo el citoplasma se observa<br />

grande (figura 43-11, 11 y 12), de color azul, irregular,<br />

dividido en tres a cuatro partes, incluso ameboide (figura<br />

43-11, 13 a 15) con varias partículas pequeñas de pigmento de<br />

color pardusco-anaranjado, y un punto grande de cromatina<br />

de color rojo. Estas formas son características de P. vivax. Se<br />

notan algunas formas a manera de “raqueta de tenis” (figura<br />

43-11, 8). Cuando está por completo maduro, el trofozoíto<br />

tiene un citoplasma grande de color azul (figura 43-11, 17 a<br />

19), la vacuola casi ha desaparecido, y ocupa por completo el<br />

eritrocito que está agrandado; su punteado es muy notable<br />

(“puntos de Schüffner”).<br />

Esquizonte<br />

El esquizonte muestra un citoplasma grande teñido de color<br />

azul con varios puntos de cromatina de color rojo; el pigmento<br />

es claramente visible (figura 43-11, 21 a 27), así como los<br />

puntos de Schüffner sobre el eritrocito ocupado casi en su totalidad<br />

por el esquizonte maduro (figura 43-11, 25 y 26); se<br />

producen alrededor de 12 a 18 merozoítos, y se liberarán en la<br />

sangre, junto con el pigmento, cuando el eritrocito infectado se<br />

rompa.<br />

A menudo se encuentran esquizontes en frotis de sangre<br />

de P. vivax, y esto permite un diagnóstico rápido y específico.<br />

Gametocitos<br />

Los gametocitos aparecen en la sangre en el transcurso de tres<br />

días luego de la primera aparición de los parásitos asexuales, y<br />

pueden observarse en el mismo frotis de sangre que las otras<br />

etapas sanguíneas.<br />

Los gametocitos tanto masculino como femenino son<br />

grandes, redondos (u ovales); llenan casi la totalidad del eritrocito<br />

agrandado y punteado. En el caso de infección por P. vivax<br />

suelen encontrarse gametocitos en frotis de sangre; hay un dimorfismo<br />

sexual similar al de P. falciparum:<br />

El gametocito femenino es de color azul oscuro, oval o<br />

redondo, y tiene un aspecto denso (figura 43-11, 28 y 29) con<br />

un núcleo compacto pequeño triangular de color rojo, denso, a<br />

menudo en un extremo del eritrocito; se observan claramente<br />

muchas partículas de pigmento anaranjado en el citoplasma<br />

(figura 43-11, 29).<br />

El gametocito masculino tiene un citoplasma de color<br />

azul-grisáceo y un núcleo difuso grande que ocupa una posición<br />

más central, con algunas partículas de pigmento anaranjado<br />

en el citoplasma.<br />

El eritrocito está agrandado, a menudo se tiñe de color<br />

claro, con puntos de Schüffner característicos.<br />

Plasmodium ovale (Stephens, 1922)<br />

La infección por P. ovale produce un tipo terciano de fiebre similar<br />

a la que se experimenta en el paludismo por P. vivax; los<br />

síntomas clínicos son más leves, y a menudo tienen una latencia<br />

prolongada (la fiebre puede ocurrir varios meses después de<br />

abandonar los países palúdicos y, por ende, el diagnóstico podría<br />

ser difícil). Fue descrito por Stephens en 1922 a partir de<br />

la sangre de un soldado que había vuelto del oriente de África.<br />

Se observó en África tropical, pero también en China, el sudeste<br />

de Asia, etc., pero en algunos casos la identificación de P.<br />

ovale puede confundirse fácilmente con P. vivax. Todas las etapas<br />

de desarrollo pueden observarse en sangre periférica y en<br />

frotis de sangre.<br />

Trofozoíto<br />

Los trofozoítos jóvenes miden alrededor de una tercera parte<br />

del diámetro del eritrocito hospedero. El citoplasma es regular,<br />

denso, de color azul, y la cromatina aparece como un punto de<br />

color rojo; el eritrocito no está deformado (figura 43-12, 2 y 3)<br />

y en esta etapa la determinación de especie de un parásito único<br />

no es definitiva; su aspecto es como el de P. vivax o incluso de<br />

P. falciparum (figura 43-12, 2). P. ovale debilita la membrana<br />

del eritrocito, que queda alargado cuando se preparan los frotis,<br />

y tienen una forma oval típica en frotis delgados, no en los de<br />

gota gruesa.<br />

Cuando maduran el citoplasma aumenta (figura 43-12, 6<br />

a 9) es de color azul intenso, y pueden observarse partículas de<br />

pigmento de color pardo (figura 43-12, 7, 9 y 10). Se observan<br />

“puntos de James” de color rojo sobre el eritrocito tan<br />

pronto como el parásito llega a la etapa de trofozoíto joven<br />

(figura 43-12, 4 a 21) (esto es, más pronto que el punto de<br />

Schüffner en P. vivax); podrían notarse dos parásitos en el mismo<br />

eritrocito (figura 43-12, 7). Formas que pueden diagnosti-


318 PARTE II Parasitología humana<br />

carse fácilmente de modo erróneo como P. vivax (figura 43-12,<br />

8, 11 y 12), en ellas deben observarse varios eritrocitos infectados<br />

antes de dar una determinación de especie definitiva. Las<br />

formas como las que aparecen en la figura 43-12, 6 pueden<br />

diagnosticarse como P. malariae (pero esta especie por lo general<br />

tiene pigmentación más pronunciada).<br />

En trofozoítos maduros el citoplasma por lo general es redondo<br />

y compacto (diferente de P. vivax ameboide), de color<br />

azul oscuro, con un punto grande de cromatina de color rojo y<br />

pigmento más basto que en P. vivax; muchos eritrocitos aparecen<br />

un poco agrandados (figura 43-12, 7 a 16), y se observan<br />

algunas formas ovales típicas en frotis delgados (figura 43-12,<br />

8, 13 y 17). El punteado es importante. Cuando está maduro,<br />

el trofozoíto ocupa casi todo el eritrocito (figura 43-12, 15).<br />

Esquizontes<br />

Los núcleos divididos pueden observarse con facilidad (figura<br />

43-12, 17 a 20), y algunas formas se parecen a esquizontes de<br />

P. vivax (figura 43-12, 19) o de P. malariae (figura 43-12, 23).<br />

Los esquizontes son redondos, compactos, y cuando maduran<br />

contienen 8 a 14 núcleos con frecuencia dispuestos en la periferia<br />

alrededor de la agrupación central de gránulos de pigmento<br />

de color pardo (formas a menudo llamadas “rosetas”) como<br />

los esquizontes maduros de P. malariae. El punteado en el eritrocito<br />

aún es bien visible (figura 43-12, 21).<br />

Gametocitos<br />

Los gametocitos de P. ovale (figura 43-12, 24 y 25) son grandes,<br />

redondos u ovales, con citoplasma denso de color azul (femenino)<br />

(figura 43-12, 24) o malva (masculino) (figura 43-12, 25), con<br />

un núcleo como una mancha de color rojo redonda; el pigmento<br />

aparece como algunas partículas de color pardo en el citoplasma,<br />

y el punteado del eritrocito hospedero aún es visible.<br />

Los gametocitos de P. ovale pueden diferenciarse de:<br />

• P. vivax por su pigmento pardo (principalmente anaranjado<br />

en P. vivax), pero los errores son frecuentes (sin repercusión<br />

crucial en cuanto al seguimiento clínico; es necesario<br />

tener cuidado en caso de infecciones experimentales).<br />

• P. malariae por la presencia de punteado en los eritrocitos<br />

y pigmento (algunas partículas de color pardo en lugar de<br />

gránulos oscuros grandes en el citoplasma de P. malariae).<br />

Plasmodium malariae (Laveran, 1881)<br />

P. malariae es el organismo causal del paludismo cuartano, así<br />

llamado porque los temblores recurren al cuarto día, después<br />

de un intervalo de dos días; esto se debe a que su ciclo esquizogónico<br />

en la sangre es de tres días en lugar de los dos días en los<br />

otros tres Plasmodium de ser humano.<br />

Otras características de P. malariae son:<br />

a) Tiene una persistencia prolongada (sin hipnozoítos), y los<br />

ataques de paludismo pueden ocurrir varios años después<br />

de abandonar áreas palúdicas, lo que lleva a muchas dudas<br />

respecto a su diagnóstico.<br />

b) Ocurre de manera natural en chimpancés, y estos animales<br />

pueden considerarse reservorios potenciales de paludismo<br />

cuartano (también se llamó P. rhodaini, un parásito<br />

natural del chimpancé); por ende, P. malariae puede considerarse<br />

una antropozoonosis.<br />

c) Su presencia es “irregular”, pero esto podría tener como<br />

causa la debilidad de los estudios parasitológicos que por<br />

lo general se concentran en investigación sobre P. falciparum<br />

por razones clínicas en lugar de estudios parasitológicos<br />

clásicos que detectarían Plasmodium.<br />

d) Ocurre en países tanto tropicales como subtropicales.<br />

Todas las etapas de desarrollo pueden observarse en frotis<br />

sanguíneos.<br />

Trofozoítos<br />

Esta etapa suele encontrarse en frotis de sangre periférica; el<br />

citoplasma de trofozoítos jóvenes es de color azul, grueso, denso<br />

(figura 43-13, 2 a 4) con algunos gránulos de pigmento negro.<br />

Los trofozoítos jóvenes de P. malariae se ven como los de P. vivax,<br />

pero su citoplasma es más grueso y más azul cuando se tiñe.<br />

Se observan una, o incluso dos (figura 43-13, 5) manchas<br />

de cromatina de color rojo, a veces alargadas cuando los trofozoítos<br />

están madurando con citoplasma que se extiende en todo<br />

el eritrocito (figura 43-13, 6 a 8), lo que da a éste una forma<br />

característica llamada “forma de banda” (figura 43-13, 10 y<br />

13) que se observa en frotis, y que permite una determinación<br />

rápida y fiable de P. malariae. En esta etapa del trofozoíto maduro<br />

el pigmento aparece como muchas partículas de color negro<br />

entre el citoplasma de color azul intenso; este pigmento<br />

también permite la determinación rápida de esta especie.<br />

Esquizontes<br />

Pueden observarse núcleos divididos, y el esquizonte maduro<br />

ocupa todo el eritrocito hospedero (figura 43-13, 17 a 20). El<br />

esquizonte maduro tiene un promedio de ocho núcleos dispuestos<br />

de manera regular alrededor de la periferia, mientras<br />

que el pigmento se encuentra en la parte central (figura 43-13,<br />

20 y 21) y representa las formas en “margarita” (o “rosetas”)<br />

características del esquizonte de P. malariae fácilmente reconocidas<br />

en frotis.<br />

Gametocitos<br />

Los gametocitos por lo general son redondos (a veces ovales)<br />

con un citoplasma de color azul denso (femenino) (figura<br />

43-13, 24) o azul-malva claro (masculino) (figura 43-13, 25);<br />

se encuentra un punto redondo de cromatina de color rojo<br />

contra un borde. El pigmento aparece como gránulos negros<br />

grandes en el citoplasma; ése es uno de los principales criterios<br />

para la determinación de especie.


CAPÍTULO 43 Paludismo (malaria) 319<br />

El tamaño y la forma de los eritrocitos son normales; los<br />

eritrocitos a veces incluso son de menor tamaño que los eritrocitos<br />

no infectados. Por lo general no se observan puntos de<br />

color rojo sobre ellos; con alguna tinción especial podría observarse<br />

punteado leve (a menudo llamado “punteado de Ziemann”).<br />

Datos epidemiológicos<br />

Uno de los principales objetivos del estudio epidemiológico del<br />

paludismo es determinar la dinámica de la relación entre el<br />

hospedero, el parásito y vectores en los distintos ambientes<br />

donde están viviendo, y que están involucrados en la transmisión<br />

del parásito y el inicio de la enfermedad. Los estudios epidemiológicos<br />

pueden ser descriptivos, de intervención o analíticos,<br />

en los cuales se usan en su mayor parte métodos de<br />

análisis matemáticos. El estudio epidemiológico cuantitativo<br />

del paludismo se basa principalmente en el famoso libro de<br />

Macdonald, The epidemiology and control of malaria, 41 donde<br />

se describen bien los principales conceptos sobre el paludismo:<br />

endémico en contraposición con epidemias; estable en contraposición<br />

con inestable, tasa de propagación del parásito, y magnitudes<br />

críticas de parámetros entomológicos.<br />

El paludismo biológico (esto no se refiere a la infección<br />

experimental o infección accidental, etc.) sólo ocurre cuando la<br />

transmisión del parásito puede suceder con desarrollo esporogónico<br />

completo, es decir, cuando y donde la temperatura es<br />

de más de 16°C (para P. vivax) o 18°C (para P. falciparum),<br />

y de menos de 33°C, y cuando hay vector mosquito Anopheles<br />

competente desde el punto de vista genético, en número y con<br />

la longevidad, antropofilia, densidad etc., requeridos.<br />

El paludismo se describe como endémico cuando hay una<br />

incidencia constante de casos en años sucesivos.<br />

Paludismo epidémico indica incrementos agudos periódicos<br />

u ocasionales de la incidencia de paludismo en una comunidad<br />

nativa dada.<br />

Los paludismos estable e inestable se caracterizan por varios<br />

parámetros (cuadro 43-4):<br />

• En un área de paludismo estable la cantidad de transmisión<br />

es alta, sin fluctuaciones notorias con los años; puede haber<br />

fluctuaciones estacionales; la inmunidad es alta, y es poco<br />

probable que ocurran epidemias, y deben diferenciarse de<br />

incrementos de la incidencia de paludismo debido a repercusiones<br />

estacionales (p. ej., lluvias).<br />

• En el paludismo inestable el grado de transmisión varía<br />

mucho de un año a otro: la inmunidad en la población es<br />

baja y pueden ocurrir epidemias en caso de, incluso, un<br />

episodio de transmisión “débil” después de algunos eventos<br />

climáticos (El Niño, etc.).<br />

Pueden observarse varias situaciones intermedias entre estas<br />

dos condiciones principales, a saber paludismo estable en<br />

contraposición con inestable; estas situaciones se denominan<br />

“estabilidad intermedia”.<br />

Macdonald propuso una fórmula para calcular la estabilidad:<br />

(a/–log e p)<br />

y se definen tres clases:<br />

• Menos de 0.5 inestabilidad;<br />

• entre 0.5 y 2.5 estabilidad media, y<br />

• >2.5 estabilidad<br />

donde:<br />

a número de seres humanos picados por una hembra de<br />

mosquito Anopheles en un día preferencia por alimentación<br />

con sangre de ser humano/ciclo gonotrófico de la especie Anopheles<br />

que es el tiempo entre dos comidas de sangre consecutivas<br />

seguidas por maduración de los ovarios y oviposición.<br />

p tasa de supervivencia diaria estimada a partir de la proporción<br />

de hembras de mosquito Anopheles nulíparas (que nunca<br />

han depositado huevos) y que ya han puesto huevos (al menos<br />

una oviposición) y el tiempo de su ciclo gonotrófico.<br />

Macdonald considera que en el estudio epidemiológico<br />

del paludismo, para elaborar estrategias de control de este último<br />

basadas en el control del vector, lo más importante es el<br />

concepto de “tasa de reproducción” que representa el número<br />

real de infecciones nuevas esperadas por cada caso en ausencia<br />

de inmunidad; es decir, el número total de infecciones nuevas<br />

que podrían suceder en una comunidad de seres humanos sin<br />

inmunidad si un portador infeccioso de gametocitos está llegando<br />

y pica, por la población local de mosquitos Anopheles<br />

que se hizo infecciosa después de cada picadura y entonces podrían<br />

quedar todos infectados y hacerse infecciosos, y transmitir<br />

el parásito durante toda su vida. Es obvio que en ausencia de<br />

los “frenos” naturales, como inmunidad, etc., esas infecciones<br />

nuevas “esperadas” deben ser muy altas.<br />

Para Macdonald “obviamente el objeto de todo el control<br />

es mantener la tasa de reproducción por debajo de uno, de<br />

modo que las generaciones sucesivas disminuyan de tamaño y<br />

la enfermedad desaparezca”.<br />

La tasa de reproducción se calcula mediante la fórmula<br />

clásica:<br />

z ma 2 bp n /r(–log e p)<br />

donde:<br />

ma tasa de picadura a ser humano<br />

a hábito de picar a seres humanos<br />

b receptividad del mosquito (proporción de especímenes infectados<br />

pero en realidad infecciosos)<br />

p n /–log e p expectativa de vida infecciosa de mosquitos Anopheles<br />

r tasa de recuperación<br />

Estos parámetros pueden determinarse mediante estudios<br />

entomológicos y parasitológicos. A partir de esta fórmula es


320 PARTE II Parasitología humana<br />

fácil calcular el “nivel crítico” para cada parámetro de modo<br />

que z


CAPÍTULO 43 Paludismo (malaria) 321<br />

de la transmisión cada año puede aparecer premunición, pero<br />

requiere más tiempo que en áreas donde hay transmisión permanente;<br />

esto significa que el paludismo puede afectar incluso<br />

a niños en edad escolar.<br />

Facie saheliana con paludismo intermedio: en áreas sahelianas<br />

secas la transmisión de paludismo está concentrada durante la<br />

estación lluviosa corta (2 meses); puede estar ausente en casos<br />

de sequía como la que se observa en las regiones sahelo-saharianas<br />

desde 1970. 45 Cuando ocurre transmisión de manera regular<br />

cada año, si hay lluvia las personas pueden presentar algo de<br />

premunición; esto se alcanza más tarde que en las regiones tropicales<br />

o ecuatoriales; así, los adultos pueden sufrir paludismo.<br />

La EIR es baja (10 picaduras infecciosas/ser humano/año) y<br />

está concentrada en la estación lluviosa, durante la cual ocurre<br />

90 a 95% de los episodios de paludismo. Después de periodos<br />

prolongados de sequía, 47 las personas pueden perder su inmunidad,<br />

y la recurrencia de la transmisión cuando hay una nueva<br />

época lluviosa podría ir seguida por epidemias graves.<br />

La facie desértica sin paludismo o con paludismo inestable,<br />

como la que se observa en áreas desérticas del norte de<br />

Sudán o el sur del Sahara, donde el paludismo ocurre principalmente<br />

en los oasis, 22 o en lugares localizados; debido a la falta<br />

de agua, los mosquitos Anopheles vectores son escasos o sólo<br />

están presentes durante periodos breves (se ha notado “estivación”<br />

de mosquitos Anopheles, 50 pero este mecanismo aún no se<br />

ha resuelto); por lo general no hay transmisión. Aún no se ha<br />

resuelto el cuestionamiento sobre el origen de la población de<br />

mosquitos Anopheles observada cuando van a llegar las lluvias:<br />

si se trata de poblaciones pequeñas que permanecen ocultas en<br />

algún lugar de la región o nueva población que llega con el<br />

frente intertropical.<br />

En caso de lluvia o modificación ambiental podría empezar<br />

la transmisión, y ocurrir un brote entre la población no inmune.<br />

Las facies del sur de “Llanos” (1 000 a 2 000 m de altitud)<br />

con paludismo inestable, debido a la altitud es fría en invierno,<br />

y la transmisión cesa de manera natural. Cuando ocurre<br />

por alguna razón (modificación ambiental para propósitos agrícolas,<br />

lluvias, presencia y abundancia de un vector importante<br />

en una época y periodo limitado específico, etc.), el paludismo<br />

puede aumentar, con graves consecuencias, como las que se observan<br />

en la parte central de Madagascar. 36,48,49<br />

Facie montañosa (>1 500 m) con paludismo inestable en<br />

estas regiones >1 500 m de altitud donde, debido a las características<br />

topográficas, el paludismo de hecho está concentrado<br />

en los valles. Debido a la falta habitual de vectores y transmisión<br />

de la enfermedad en estas áreas altas, las personas no son<br />

inmunes y en 1958 se observaron epidemias graves en Etiopía,<br />

25 y otras partes del oriente de África; 16 por ejemplo, después<br />

de eventos de El Niño en las tierras altas de Kenia 8 y<br />

Uganda. 38<br />

Además de estas facies epidemiológicas primarias (naturales),<br />

se observan algunas secundarias con situación particular<br />

ambiental y eventos climáticos o sociales, como:<br />

• Suelo. Dependiendo de la permeabilidad de los suelos la<br />

superficie de la tierra podría ser más o menos idónea para<br />

sitios de crianza de mosquitos Anopheles (cuyo desarrollo<br />

preimaginal dura al menos una semana) y el paludismo podría<br />

estar enlazado con la acción antrópica: en la isla Grande<br />

Comoros la tierra está compuesta de cenizas y lava y es<br />

permeable; no retiene agua superficial. El paludismo no<br />

apareció ahí sino hasta 1920, cuando se construyeron tanques<br />

de agua. 5,6<br />

• Ríos y arroyos. Los ríos y arroyos proporcionan maneras<br />

de penetrar hacia regiones selváticas, y pueden constituir<br />

sitios de crianza idóneos para mosquitos Anopheles vectores<br />

buenos como An. nil 12 y An. moucheti. 45 Los lagos y las lagunas,<br />

como las lagunas negruzcas en la costa de África occidental<br />

y oriental, agradan a algunos anofelinos, como An.<br />

melas 1 y An. merus; 51 éstos viven en aguas negruzcas y son<br />

vectores relativamente malos del paludismo (a pesar de sus<br />

densidades altas casi permanentes), pero cuando sus poblaciones<br />

se mezclan con An. gambiae s.l. durante la estación<br />

lluviosa, la transmisión aumenta, con máximos estacionales<br />

que inducen un máximo de morbilidad.<br />

• Modificaciones antropogénicas del ambiente. El paludismo<br />

propiciado por el hombre es una fuente de gran<br />

preocupación, y se han dedicado varios estudios a este tema.<br />

Esto normalmente ocurre cuando se implementan proyectos<br />

agrícolas a gran escala, como campos de arroz o diques;<br />

éstos podrían constituir sitios de crianza idóneos para los<br />

vectores principales, como An. gambiae o An. funestus. En<br />

términos del paludismo, el cultivo de arroz tiene repercusiones<br />

diferentes dependiendo de cuál es la situación local<br />

previa, a saber: paludismo estable o inestable, y los factores<br />

que pueden desarrollarse en arrozales llevan desde nulo<br />

riesgo 14,31 hasta brotes de paludismo. 36 Se observan otras<br />

repercusiones donde hay deforestación (que aumenta los<br />

sitios de crianza idóneos para An. gambiae, el vector principal),<br />

construcción de diques, etc. Éstos pueden cambiar de<br />

manera bastante notoria las características epidemiológicas<br />

locales del paludismo en áreas del proyecto.<br />

• Urbanización. Es uno de los principales desafíos que surgen<br />

por intervenciones del ser humano. El agua estancada<br />

sucia en ambientes urbanos es en extremo idónea para el<br />

desarrollo de Culex, pero no de mosquitos Anopheles. Por<br />

consiguiente, la transmisión de paludismo por lo general<br />

es más baja que en suburbios circundantes en África. 13 La<br />

transmisión es focal en lugares donde hay sitios idóneos de<br />

crianza de mosquitos Anopheles que podrían ser naturales<br />

o antrópicos, como tanques de agua en áreas secas. Se observa<br />

paludismo incluso en adultos, quienes pueden sufrir<br />

paludismo grave y complicado, síntomas clínicos que por<br />

lo general no se observan en adultos que viven permanentemente<br />

en las áreas rurales circundantes.<br />

• Eventos accidentales, climáticos o sociales. Pueden inducir<br />

grandes cambios de las características epidemiológicas<br />

del paludismo, como lluvias intensas asociadas con<br />

El Niño, 39 inundaciones, 35 sequías, 47 crisis de refugiados,


322 PARTE II Parasitología humana<br />

etc. Éstos por lo general se asocian con un aumento notorio<br />

de la mortalidad por paludismo.<br />

El punto clave que hay que tener en mente es la biodiversidad<br />

del paludismo, que es una interacción dinámica entre el<br />

hospedero, el parásito y los vectores que están viviendo en una<br />

situación ambiental cambiante, y deben crearse estrategias de<br />

control que tomen en consideración estas variables a fin de lograr<br />

control exitoso del paludismo.<br />

Manifestaciones clínicas<br />

Diagnóstico clínico<br />

Los signos y síntomas de paludismo son inespecíficos. El paludismo<br />

se diagnostica en clínica en su mayor parte con base en<br />

fiebre o antecedente de fiebre. Las siguientes recomendaciones<br />

de la Organización Mundial de la Salud (OMS) aún se consideran<br />

válidas para el diagnóstico clínico. 59<br />

En situaciones en las cuales el riesgo de paludismo es bajo,<br />

el diagnóstico clínico de paludismo no complicado debe basarse<br />

en el grado de exposición al paludismo y en un antecedente<br />

de fiebre en los tres días previos sin características de otras enfermedades<br />

graves.<br />

En circunstancias en las cuales el riesgo de paludismo es<br />

alto, el diagnóstico clínico debe basarse en un antecedente de<br />

fiebre en las 24 h previas, o en la presencia de anemia, para la<br />

cual la palidez de las palmas parece ser el signo más fiable en<br />

niños de corta edad, o en fiebre y anemia a la vez.<br />

La estrategia de la OMS/UNICEF para el manejo integrado<br />

de enfermedad durante la niñez “IMCI” 33 también ha desarrollado<br />

algoritmos prácticos para el manejo de niños enfermos<br />

que se presentan con fiebre en lugares donde se carece de instalaciones<br />

para el diagnóstico de laboratorio. Un punto clave que<br />

es necesario tener en mente: no puede haber “paludismo” sin<br />

que se detecte Plasmodium en la sangre, pero pueden observarse<br />

muchos Plasmodium en un frotis delgado/de gota gruesa de<br />

pacientes sin síntoma alguno (“portadores asintomáticos”) en<br />

áreas endémicas de paludismo y, por consiguiente, el diagnóstico<br />

de cualesquier caso de fiebre es muy difícil.<br />

Tratamiento presuntivo<br />

En áreas altamente endémicas (particularmente en África), la<br />

gran prevalencia de infecciones asintomáticas y la falta de recursos<br />

(como microscopios y microscopistas capacitados) ha<br />

motivado a que en las instalaciones de salud periféricas se use<br />

“tratamiento presuntivo”. Se asume que los pacientes que presentan<br />

fiebre que no tiene alguna causa obvia, tienen paludismo,<br />

y se les da tratamiento para esta enfermedad, con base sólo<br />

en la sospecha clínica, y sin el beneficio de la confirmación de<br />

laboratorio. Esta práctica está dictada por consideraciones<br />

prácticas, y permite el tratamiento de una enfermedad en potencia<br />

mortal. Sin embargo, a menudo también lleva a diagnósticos<br />

incorrectos (con estadísticas de salud epidemiológicas<br />

erróneas) y uso innecesario de fármacos antipalúdicos. Esto da<br />

lugar a gastos adicionales y aumenta el riesgo de seleccionar<br />

parásitos resistentes a fármacos.<br />

Crisis de paludismo<br />

La infección por parásitos del paludismo puede dar por resultado<br />

una amplia variedad de síntomas, que varían desde ausencia<br />

de síntomas, o síntomas muy leves, hasta enfermedad grave e<br />

incluso la muerte. El paludismo puede clasificarse como no<br />

complicado o grave (complicado). En general, el paludismo es<br />

una enfermedad curable si se diagnostica y trata con prontitud<br />

y de manera correcta.<br />

Crisis por primoinvasión<br />

Periodo de incubación<br />

Después de la picadura infecciosa por el mosquito Anopheles,<br />

transcurre un lapso (el “periodo de incubación”) antes de que<br />

aparezcan los primeros síntomas. El periodo de incubación casi<br />

siempre varía de 7 a 30 días. Los periodos más breves se observan<br />

más frecuentemente con P. falciparum, y los más prolongados,<br />

con P. malariae.<br />

Paludismo no complicado<br />

El ataque de paludismo clásico (pero que rara vez se observa)<br />

dura 6 a 10 h y consta de una etapa fría (escalofrío, temblores)<br />

seguida por una etapa caliente (fiebre, cefaleas, vómitos; crisis<br />

convulsivas en niños de corta edad) y, finalmente, una etapa de<br />

sudoración (sudores, regreso a la temperatura normal, cansancio)<br />

(figuras 43-15, 43-16 y 43-17).<br />

Es clásico (pero esto se observa con poca frecuencia) que<br />

los ataques ocurran cada segundo día con los parásitos que producen<br />

paludismo “terciano” (P. falciparum, P. vivax y P. ovale),<br />

y cada tercer día con el parásito que produce paludismo “cuartano”<br />

(P. malariae). Más comúnmente, el enfermo se presenta<br />

con una combinación de los siguientes síntomas: fiebre, escalofríos,<br />

sudores, cefaleas, náuseas y vómitos, dolores corporales y<br />

malestar general.<br />

En países donde los casos de paludismo son poco frecuentes,<br />

estos síntomas pueden atribuirse a gripe, un resfriado u<br />

otras infecciones comunes, en especial cuando no se sospecha<br />

paludismo. Por el contrario, en países donde el paludismo es<br />

frecuente, los residentes a menudo reconocen los síntomas<br />

como paludismo y se tratan a sí mismos sin buscar confirmación<br />

diagnóstica (“tratamiento presuntivo”).<br />

Los signos pueden incluir temperatura alta, transpiración,<br />

debilidad y bazo agrandado (figura 43-18).<br />

En el paludismo por P. falciparum, otros hallazgos pueden<br />

incluir: ictericia leve, agrandamiento del hígado y aumento de<br />

la frecuencia respiratoria.<br />

El diagnóstico de paludismo depende de la demostración<br />

de parásitos en un frotis sanguíneo examinado al microscopio.


CAPÍTULO 43 Paludismo (malaria) 323<br />

En el paludismo por P. falciparum, otros datos de laboratorio<br />

pueden ser anemia leve, decremento leve de las plaquetas en<br />

sangre (trombocitopenia), aumento de la bilirrubina, e incremento<br />

de aminotransferasas, albuminuria, y la presencia de<br />

cuerpos anormales en la orina (“cilindros urinarios”).<br />

El paludismo grave ocurre cuando las infecciones por P.<br />

falciparum se complican por insuficiencias graves de órganos o<br />

anormalidades en la sangre o el metabolismo del paciente. Las<br />

manifestaciones y complicaciones graves del paludismo por P.<br />

falciparum son (figura 43-19): 58<br />

• Paludismo cerebral, con conducta anormal, deterioro del<br />

conocimiento, crisis convulsivas, coma con imposibilidad<br />

de despertar al paciente, u otras anormalidades neurológicas<br />

(figura 43-20).<br />

• Anemia normocítica grave debida a la hemólisis (destrucción<br />

de eritrocitos): con hematócrito


324 PARTE II Parasitología humana<br />

moglobinuria con un ataque grave de paludismo han permitido<br />

la identificación de dos grupos de pacientes: los portadores<br />

de un déficit de G6PD y que están recibiendo un tratamiento<br />

antipalúdico, más particularmente primaquina, y aquellos con<br />

paludismo grave, una lisis globular masiva e hiperparasitemia.<br />

En fecha más reciente, se han reportado observaciones de fiebre<br />

de aguas negras después de sesiones al azar de diferentes aminoalcoholes<br />

(cuadro 43-6).<br />

Consecuencias del paludismo cerebral<br />

De acuerdo con documentos de Roll Back Malaria, alrededor<br />

de 7% de los niños que sobreviven al paludismo cerebral (una<br />

forma grave de la enfermedad, caracterizada por coma y convulsiones)<br />

queda con problemas neurológicos permanentes.<br />

Estos últimos comprenden debilidad, espasticidad, ceguera,<br />

problemas de lenguaje y epilepsia. La disponibilidad limitada<br />

de educación y equipo especializados para esos niños significa<br />

que las oportunidades de aprendizaje subsiguiente, y para<br />

el logro de independencia, están comprometidas aún más. La<br />

epilepsia puede tratarse de manera inadecuada, o no tratarse,<br />

debido a la falta de fármacos y de pericia apropiados, y puede<br />

sobrevenir lesión adicional o muerte por convulsiones incontrolables.<br />

Evidencia reciente sugiere que algunos niños que parecen<br />

haber tenido una recuperación neurológica completa<br />

luego de paludismo cerebral pueden presentar problemas cognitivos<br />

importantes (déficit de atención, dificultad con la planeación<br />

de tareas y el inicio de las mismas, problemas del habla<br />

y el lenguaje), que pueden afectar de manera adversa el rendimiento<br />

escolar (figuras 43-21, 43-22, 43-24; cuadro 43-7).<br />

Diagnóstico de laboratorio<br />

Diagnóstico parasitológico microscópico<br />

Los parásitos del paludismo pueden identificarse al examinar al<br />

microscopio una gota de sangre del paciente, extendida como<br />

un “frotis de sangre” sobre una laminilla de microscopio. Antes<br />

del examen, se tiñe el espécimen (más a menudo con la tinción<br />

de Giemsa) para dar a los parásitos un aspecto distintivo. Esta<br />

técnica persiste como el estándar para la confirmación de laboratorio<br />

de paludismo. Sin embargo, depende de la calidad de<br />

los reactivos, del microscopio, y de la experiencia del laboratorista<br />

(figuras 43-25, 43-26, 43-27).<br />

Ventajas<br />

La microscopia es una técnica relativamente simple, establecida,<br />

con la cual la mayoría de los laboratoristas en países endémicos<br />

está familiarizada. En esas áreas, la microscopia es una<br />

técnica estándar que se usa para diagnosticar especies de Plasmodium<br />

que no son P. falciparum, e incluso otras enfermedades<br />

(como tuberculosis), a menudo por los mismos laboratoristas,<br />

usando las mismas instalaciones y equipo.<br />

Desventajas<br />

En muchos países en desarrollo, la microscopia no es fiable<br />

porque los microscopistas tienen capacitación y supervisión insuficientes,<br />

tienen exceso de trabajo, los microscopios y los<br />

reactivos son de mala calidad, y el suministro de electricidad<br />

suele ser poco fiable. Por el contrario, en países no endémicos,<br />

los técnicos de laboratorio a menudo no están familiarizados<br />

con el paludismo, y es posible que no identifiquen los parásitos<br />

(figuras 43-28, 43-29, 43-30, 43-31, 43-32, 43-33, 43-34).<br />

Diagnóstico inmunológico<br />

Prueba diagnóstica rápida (rapid diagnostic test, RDT) detección<br />

de antígeno.<br />

Una RDT para paludismo, a veces llamada “varilla” o “dispositivo<br />

para el diagnóstico rápido de paludismo”, detecta antígenos<br />

(proteínas) específicos producidos por parásitos del<br />

paludismo; estos antígenos están presentes en la sangre de personas<br />

infectadas o recientemente infectadas. La RDT funciona<br />

por medio del método de flujo lateral o de tira inmunocromatográfica<br />

(ICS), y significa la presencia de antígenos por un<br />

cambio de color en una tira de nitrocelulosa absorbente.<br />

También hay RDT que detectan anticuerpos contra Plasmodium,<br />

pero tienen indicaciones que no son el manejo de casos.<br />

Por ejemplo, pueden usarse para investigar sangre donada<br />

en bancos de sangre a fin de prevenir paludismo inducido por<br />

transfusión.<br />

Los resultados, positivos o negativos, pueden observarse<br />

en menos de 15 min, y su observación también podría ser útil<br />

tanto para el médico como para el paciente, quienes, así, estarían<br />

convencidos de que la enfermedad es paludismo, y se apegarían<br />

más al tratamiento recomendado.<br />

Tipos de pruebas diagnósticas rápidas<br />

de paludismo<br />

Las RDT por lo general vienen en tres formatos. La forma más<br />

simple es una varilla (tira de prueba), que se coloca en pozos<br />

que contienen sangre o amortiguador. La tira de nitrocelulosa<br />

puede colocarse en un casete de plástico o sobre una tarjeta. Los<br />

casetes y las tarjetas tienden a ser más caros, pero su uso es más<br />

sencillo. Una prueba diagnóstica rápida (RDT) es una manera<br />

alternativa de establecer con rapidez el diagnóstico de paludismo<br />

al detectar antígenos de Plasmodium específicos en la sangre<br />

de una persona.<br />

Los tres grupos principales de antígenos detectados mediante<br />

RDT disponibles en el comercio son:<br />

1. Proteína rica en histidina 2 (HRP-2), específica para<br />

P. falciparum. Es un antígeno estable ante el calor, soluble,<br />

abundante, que se encuentra en el citoplasma y la membrana<br />

de eritrocitos infectados.<br />

2. Lactato deshidrogenasa de Plasmodium (pLDH) específica<br />

para parásito, en la actualidad disponible como anti-


CAPÍTULO 43 Paludismo (malaria) 325<br />

cuerpos contra pLDH específicos para P. falciparum, panespecíficos,<br />

y específicos para P. vivax.<br />

3. Aldolasa (panespecífica). Estos dos antígenos son enzimas<br />

importantes conservadas en la vía glucolítica de los parásitos<br />

del paludismo; son abundantes, y son solubles en el<br />

parásito.<br />

Las RDT que detectan antígenos blanco tanto específicos<br />

para falciparum como no de falciparum (o panespecíficos) comúnmente<br />

se denominan pruebas de combinación o pruebas<br />

“combo”. Panespecífico significa que la RDT detecta las cuatro<br />

especies de plasmodios que infectan a seres humanos.<br />

Las pruebas que detectan HRP2 tienen probabilidades de<br />

tener mayor sensibilidad que la pLDH y la aldolasa para la detección<br />

de infección actual por P. falciparum en casi todos los<br />

ambientes.<br />

Cuando se almacenan y se usan en ambientes con temperatura<br />

controlada, las RDT que detectan pLDH tienen probabilidades<br />

de tener mayor sensibilidad que la aldolasa en la detección<br />

de infecciones no por falciparum. La microscopia por lo<br />

general es el instrumento preferido para este propósito.<br />

Las RDT que detectan pLDH y aldolasa tienen probabilidad<br />

de ser menos estables ante la temperatura que la HRP2, y,<br />

por ende, perderán sensibilidad con mayor rapidez en almacenamiento<br />

no controlado.<br />

Las RDT que detectan especies que no son falciparum<br />

ofrecen pocas ventajas en términos del manejo de casos en áreas<br />

donde predomina P. falciparum y las especies no falciparum casi<br />

siempre ocurren como coinfecciones. En esas situaciones, en<br />

particular en lugares donde las pruebas se almacenarán sin control<br />

de temperatura, las RDT que detectan HRP2 ofrecen ventajas<br />

en términos de sensibilidad, estabilidad, costo y formato.<br />

Los casetes son preferibles en lugar de las varillas en áreas<br />

remotas debido a la sencillez relativa de la preparación y el uso.<br />

Las RDT recientemente han quedado disponibles en<br />

EUA. El 13 junio de 2007, la U.S. Food and Drug Administration<br />

(FDA) aprobó la primera RDT para uso en EUA. Esta<br />

RDT está aprobada para uso por hospitales y laboratorios comerciales,<br />

no por médicos individuales ni por los pacientes<br />

mismos. Se recomienda que todas las RDT vayan seguidas por<br />

microscopia para confirmar los resultados, y si éstos son positivos,<br />

cuantificar la proporción de eritrocitos que están infectados.<br />

El uso de esta RDT puede disminuir la cantidad de tiempo<br />

que se requiere para determinar que un paciente padece<br />

paludismo (figura 43-35). Binax Now es la única marca de<br />

RDT para paludismo aprobada para uso en EUA.<br />

Técnica<br />

Un espécimen de sangre recolectada partir del paciente se aplica<br />

a la plataforma para muestra sobre la tarjeta de prueba, junto<br />

con ciertos reactivos. Después de 15 min, la presencia de bandas<br />

específicas en la ventana de la tarjeta de prueba indica si el<br />

paciente está infectado por Plasmodium falciparum o una de las<br />

otras tres especies que producen paludismo en seres humanos.<br />

Se recomienda que el laboratorio mantenga un abasto de sangre<br />

que contenga P. falciparum para uso como control positivo.<br />

El anticuerpo marcado con colorante específico para antígeno<br />

blanco, está presente en el extremo inferior de la tira de<br />

nitrocelulosa o en un pozo de plástico proporcionado con la<br />

tira. Los anticuerpos, también específicos para el antígeno<br />

blanco, están unidos a la tira en una línea delgada (de prueba),<br />

y el anticuerpo específico para el anticuerpo marcado, o antígeno,<br />

está unido en la línea control (figura 43-36).<br />

Ventajas<br />

La microscopia de alta calidad para observar Plasmodium no<br />

siempre está inmediatamente disponible en toda situación clínica,<br />

donde los pacientes podrían buscar atención médica.<br />

Aunque no se recomienda esta práctica, en muchas situaciones<br />

de cuidado de la salud se guardan muestras de sangre para estudio<br />

al microscopio para buscar Plasmodium hasta que una persona<br />

con la capacitación adecuada está disponible para realizar<br />

la prueba, o envían las muestras de sangre a laboratorios comerciales<br />

o de referencia. Estas prácticas han dado lugar a retrasos<br />

prolongados del diagnóstico. Los laboratorios asociados con<br />

estas situaciones de cuidado de la salud ahora pueden usar una<br />

RDT para determinar con mayor rapidez si sus pacientes están<br />

infectados por Plasmodium.<br />

Desventajas<br />

El uso de RDT no elimina la necesidad de estudio al microscopio<br />

para buscar Plasmodium. La RDT puede no ser capaz de<br />

detectar algunas infecciones con números muy bajos de parásitos<br />

del paludismo en el torrente sanguíneo. Asimismo, los datos<br />

disponibles son insuficientes para determinar la capacidad<br />

de esta prueba para detectar las dos especies menos comunes<br />

que causan paludismo: P. ovale y P. malariae. Por consiguiente,<br />

todas las RDT con resultados negativos han de ir seguidas por<br />

microscopia para confirmar el resultado.<br />

Además, todas las RDT con resultados positivos también<br />

deben ir seguidas por microscopia. La RDT aprobada en la<br />

actualidad detecta dos antígenos de Plasmodium diferentes; una<br />

es específica para P. falciparum y la otra se encuentra en las<br />

cuatro especies de Plasmodium que infectan a seres humanos.<br />

Así, se necesita estudio al microscopio para determinar la especie<br />

de Plasmodium que se detectó mediante la RDT. Además, se<br />

requiere de microscopia a fin de cuantificar la proporción de<br />

eritrocitos que están infectados, lo cual es un indicador pronóstico<br />

importante.<br />

Tratamiento<br />

De acuerdo con las pautas de la OMS para el tratamiento de<br />

paludismo:<br />

Para paludismo no complicado. El objetivo de tratar paludismo<br />

no complicado es curar la infección. Esto es importante


326 PARTE II Parasitología humana<br />

porque ayudará a evitar la progresión hacia enfermedad grave y<br />

prevendrá morbilidad adicional asociada con fracaso del tratamiento.<br />

La curación de la infección significa erradicación del<br />

cuerpo de la infección que causó la enfermedad. En evaluaciones<br />

de tratamiento en todas las circunstancias, evidencia que<br />

está surgiendo indica que es necesario dar seguimiento a los<br />

pacientes durante un tiempo suficiente para documentar curación.<br />

En la evaluación de la eficacia de fármacos en situaciones<br />

de transmisión alta, no se considera suficiente la supresión de la<br />

infección durante 14 días.<br />

El objetivo del tratamiento en cuanto a salud pública es<br />

reducir la transmisión de la infección a otros, esto es, reducir el<br />

reservorio infeccioso.<br />

Un objetivo secundario pero igual de importante del tratamiento<br />

es prevenir el surgimiento de resistencia a antipalúdicos<br />

y la diseminación de la misma. La tolerabilidad, el perfil de<br />

efectos adversos y la rapidez de la respuesta terapéutica también<br />

son consideraciones importantes.<br />

Para paludismo grave. El objetivo primario del tratamiento<br />

antipalúdico en el paludismo grave es evitar la muerte. La prevención<br />

de la recrudescencia y la evitación de efectos adversos<br />

menores son secundarias. Al tratar paludismo cerebral, la prevención<br />

de déficit neurológico también es un objetivo importante.<br />

En el tratamiento de paludismo grave en el embarazo, el<br />

objetivo primario es salvar la vida de la madre (figura 43-37).<br />

Tratamiento de las formas no complicadas<br />

de paludismo por P. falciparum<br />

De acuerdo con Touze y colaboradores, 57 el uso correcto de<br />

antipalúdicos sigue algunos principios sencillos que abordan su<br />

eficacia esperada de acuerdo con la especie y la cepa de Plasmodium<br />

(conocido como más o menos resistente a fármacos en<br />

algún área) y la toxicidad potencial.<br />

Recomendaciones de la OMS<br />

sobre el tratamiento del paludismo<br />

Como respuesta a la resistencia creciente a medicinas antipalúdicas,<br />

la OMS recomienda que en todos los países donde esté<br />

ocurriendo resistencia a monoterapias convencionales, como<br />

cloroquina, amodiaquina o sulfadoxina-pirimetamina, se usen<br />

terapias combinadas, de preferencia las que contienen derivados<br />

de la artemisina (ACT-terapias combinadas basadas en artemisina)<br />

para paludismo por P. falciparum.<br />

La artemisina y sus derivados (artesunato, artemeter, artemotil,<br />

dihidroartemisina) producen eliminación rápida de la<br />

parasitemia, y resolución rápida de los síntomas. Disminuyen<br />

el número de parásitos por un factor de aproximadamente<br />

10 000 en cada ciclo asexual, lo cual es más de lo que se alcanza<br />

con otros antipalúdicos actuales (que reducen el número de<br />

parásitos 100 a 1 000 veces por cada ciclo). La artemisina y sus<br />

derivados son eliminados con rapidez. Cuando se administran<br />

en combinación con compuestos que se eliminan con rapidez<br />

(tetraciclinas, clindamicina), se requiere un periodo de siete<br />

días de tratamiento con un compuesto artemisina, pero cuando<br />

se administran en combinación con antipalúdicos que se eliminan<br />

lentamente, son eficaces los periodos de tratamiento más<br />

breves (tres días). La evidencia de su superioridad en comparación<br />

con las monoterapias se ha documentado con claridad.<br />

Como otro paso hacia el combate de la resistencia a fármacos<br />

en África, la OMS ha disminuido el umbral de resistencia<br />

recomendado para cambio de política de tratamiento desde 25<br />

hasta 10% según se evalúa mediante protocolos de la OMS<br />

estándares en menores de cinco años, lo que significa que debe<br />

adoptarse un tratamiento más eficaz cuando la proporción de<br />

fracasos de la terapéutica con el tratamiento antiguo alcanza<br />

10%.<br />

La OMS (2006) en sus pautas para el tratamiento de paludismo<br />

en la actualidad recomienda las terapias combinadas que<br />

siguen (en orden alfabético):<br />

1. Artemeter/lumefantrina: en la actualidad está disponible<br />

como tabletas coformuladas que contienen 20 mg de artemeter<br />

y 120 mg de lumefantrina. El tratamiento recomendado<br />

total es un régimen de seis dosis de artemeterlumefantrina<br />

dos veces al día durante tres días.<br />

2. El artesunato más amodiaquina (en áreas donde la tasa de<br />

curación con monoterapia con amodiaquina es de más<br />

de 80%) en la actualidad se encuentra disponible como<br />

tabletas con ranuras en cruz, separadas, que contienen 50<br />

mg de artesunato y 153 mg de amodiaquina base, respectivamente.<br />

Se están desarrollando tabletas coformuladas.<br />

El tratamiento recomendado total es de 4 mg/kg de peso<br />

corporal de artesunato y 10 mg de amodiaquina base/kg<br />

de peso corporal administrados una vez al día durante tres<br />

días.<br />

3. Artesunato más mefloquina (no existen antecedentes suficientes<br />

de su seguridad para recomendar su uso en África).<br />

Se encuentra disponible en tabletas granuladas que contienen<br />

50 mg de artesunato y 250 mg de mefloquina. Se están<br />

desarrollando tabletas coformuladas. El tratamiento recomendado<br />

es de 4 mg/kg de peso corporal de artesunato administrado<br />

una vez al día por tres días y 25 mg/kg de peso<br />

corporal de mefloquina administrada durante 2 a 3 días.<br />

4. Artesunato más sulfadoxina-pirimetamina (en áreas donde<br />

la tasa de curación con sulfadoxina/pirimetamina es de<br />

más de 80%); actualmente se encuentra disponible como<br />

tabletas con ranuras en cruz separadas que contienen<br />

50 mg de artesunato, y tabletas que contienen 500 mg de<br />

sulfadoxina y 25 mg de pirimetamina. El tratamiento recomendado<br />

total es de 4 mg/kg de peso corporal de artesunato<br />

administrados una vez al día durante tres días, y<br />

una administración única de sulfadoxina-pirimetamina<br />

(25 mg/1.25 mg de base/kg de peso corporal) en el día<br />

uno. Nota: la amodiaquina más sulfadoxina-pirimetamina<br />

puede considerarse una opción interina en lugares<br />

donde no pueden ponerse a disposición ACT, siempre y<br />

cuando la eficacia de ambas sea alta.


CAPÍTULO 43 Paludismo (malaria) 327<br />

Fundamento para la exclusión<br />

de ciertos antipalúdicos<br />

Varios fármacos disponibles que fueron considerados por el<br />

Grupo de Desarrollo de Pautas Técnicas de la OMS no se recomiendan<br />

en la actualidad.<br />

La clorproguanil-dapsona todavía no se ha evaluado como<br />

un fármaco pareja ACT, de modo que hay evidencia insuficiente<br />

tanto de eficacia como de seguridad como para recomendarlas<br />

como una pareja para combinación.<br />

En un estudio grande se ha mostrado que la atovacuonaproguanil<br />

es segura y eficaz como una pareja para combinación,<br />

pero no se incluyen en estas recomendaciones para utilización<br />

en áreas endémicas debido a su costo muy alto.<br />

La halofantrina todavía no se ha evaluado como una medicina<br />

pareja para ACT, y no se incluye en estas recomendaciones<br />

debido a preocupaciones respecto a seguridad.<br />

En estudios grandes en Asia se ha mostrado que la dihidroartemisina<br />

(artenimol)-piperacina es segura y eficaz, pero<br />

no se incluye en estas recomendaciones porque todavía no se<br />

encuentra disponible como una formulación fabricada bajo<br />

buenas prácticas de fabricación, y todavía no se ha evaluado lo<br />

suficiente en África y Sudamérica.<br />

Varios otros compuestos antipalúdicos nuevos se encuentran<br />

en desarrollo, pero todavía no tienen una evidencia clínica<br />

suficiente como para apoyar recomendarlos aquí.<br />

Touze y colaboradores recomiendan la quinina (como<br />

Quinimax ® ) por vía oral (25 mg/kg durante cinco días) que es<br />

segura y eficiente, pero pueden notarse algunos problemas digestivos.<br />

57<br />

Tratamientos antipalúdicos de segunda<br />

línea recomendados<br />

Con base en la evidencia a partir de la práctica actual y la opinión<br />

de consenso del Grupo de Desarrollo de Pautas, se recomiendan<br />

los tratamientos de segunda línea que siguen, en orden<br />

de preferencia:<br />

1. ACT alternativa que se sepa que es eficaz en la región.<br />

2. Artesunato tetraciclina o doxicilina o clindamicina.<br />

3. Quinina tetraciclina o doxicilina o clindamicina.<br />

La ACT alternativa tiene las ventajas de sencillez y, en lugares<br />

donde está disponible, coformulación para mejorar el<br />

apego. Los regímenes de quinina de siete días no se toleran<br />

bien, y es probable que el apego a las indicaciones sea inadecuado<br />

si no se observa el tratamiento.<br />

Tratamiento del paludismo grave<br />

por P. falciparum<br />

Para las pautas de la OMS (2006) “en un paciente con parasitemia<br />

asexual por P. falciparum y ninguna otra causa obvia de<br />

los síntomas”, la presencia de una o más de las características<br />

clínicas o de laboratorio que siguen clasifica al paciente como<br />

afectado por paludismo grave.<br />

Manifestación clínica: postración, deterioro del conocimiento,<br />

dificultad respiratoria (respiración acidótica), convulsiones<br />

múltiples, colapso circulatorio, edema pulmonar (radiográfico),<br />

sangrado anormal, ictericia, hemoglobinuria.<br />

En los análisis de laboratorio se determina: anemia grave,<br />

hipoglucemia, acidosis, deterioro renal, hiperlactatocidemia,<br />

hiperparasitemia.<br />

Tratamiento antipalúdico específico<br />

Es esencial que el tratamiento antipalúdico en dosis completas se<br />

administre tan pronto como sea posible en pacientes con paludismo<br />

grave. En la actualidad se encuentran disponibles dos clases<br />

de fármacos para el tratamiento por vía parenteral de paludismo<br />

grave: los alcaloides de la quina (quinina y quinidina) y los<br />

derivados de la artemisina (artesunato, artemeter y artemotil).<br />

Aunque hay algunas áreas donde la cloroquina aún es eficaz,<br />

ya no se recomienda por vía parenteral para el tratamiento de<br />

paludismo grave, debido a resistencia diseminada. Tampoco se<br />

recomienda la sulfadoxina-pirimetamina por vía intramuscular.<br />

La quinina es el mejor fármaco, con una dosis de saturación<br />

de dos veces la dosis de mantenimiento (es decir, 20 mg de<br />

la sal/kg de peso corporal en 4 h) que reduce el tiempo necesario<br />

para alcanzar las concentraciones plasmáticas terapéuticas.<br />

Después del primer día de tratamiento, la dosis de mantenimiento<br />

diaria total de quinina es de 30 mg de la sal/kg de peso<br />

corporal (por lo general divididos en tres administraciones<br />

iguales a intervalos de 8 h).<br />

Cuando el paciente ha quedado infectado por una cepa<br />

asiática, se recomienda la asociación con doxicilina (20 mg/día<br />

por vía intravenosa lenta). En adultos (en el caso de mujeres,<br />

sin embarazo), se añade docicilina a quinina, artesunato o artemeter,<br />

y debe administrarse también durante siete días. La doxicilina<br />

se prefiere en lugar de otras tetraciclinas porque puede<br />

administrarse una vez al día, y no se acumula en presencia de<br />

insuficiencia renal. Sin embargo, puesto que el tratamiento con<br />

doxicilina sólo empieza cuando el paciente se ha recuperado lo<br />

suficiente, el periodo de tratamiento con doxicilina termina<br />

después del periodo de tratamiento con quinina, artemeter o<br />

artesunato.<br />

Cuando está disponible, la doxicilina puede sustituirse por<br />

clindamicina en niños y en embarazadas, porque la doxicilina<br />

no puede administrarse a estos grupos.<br />

Derivados de la artemisina: se han usado diversos derivados<br />

de la artemisina en el tratamiento de paludismo grave, incluso<br />

artemeter, artemisina (por vía rectal), artemotil y artesunato. Las<br />

propiedades farmacocinéticas del artesunato son superiores a las<br />

del artemeter y del artemotil porque es hidrosoluble y puede<br />

administrarse por vía intravenosa o intramuscular.<br />

Aunque el artesunato tiene mejores propiedades farmacocinéticas<br />

que el artemeter o el artemotil, hay relativamente pocos<br />

estudios clínicos comparativos publicados.


328 PARTE II Parasitología humana<br />

Han surgido preocupaciones respecto a la posibilidad de<br />

que los beneficios intrínsecos del artemeter como un antipalúdico<br />

pueden haber quedado anulados por su absorción errática<br />

después de administración por vía intramuscular. El artemotil<br />

es muy similar al artemeter, pero se han realizado muy pocos<br />

estudios clínicos.<br />

El artemeter (Paluther ® ) es interesante para el tratamiento<br />

de paludismo grave con la siguiente dosificación:<br />

Adultos: dos veces 80 mg/IM el primer día, y después 80<br />

mg/día durante cuatro días.<br />

Niños: 3.2 mg/kg de peso corporal el primer día, y después<br />

1.6 mg/kg de peso corporal durante cuatro días.<br />

La artemisina está formulada como un supositorio para<br />

administración por vía rectal.<br />

El artemeter y el artemotil están formulados en aceite, y se<br />

administran por vía intramuscular. Ambos se absorben de manera<br />

errática, particularmente en pacientes muy graves.<br />

El artesunato es hidrosoluble, y puede administrarse por<br />

vía intravenosa o intramuscular. También hay formulaciones de<br />

artesunato, artemeter y dihidroartemisina para administración<br />

por vía rectal.<br />

La recomendación de la opinión de expertos es completar<br />

el tratamiento en el paludismo grave después de la administración<br />

del fármaco por vía parenteral al dar un periodo completo<br />

de terapia combinada, ACT o quinina clindamicina o docixilina<br />

(figuras 43-38, 43-39).<br />

El manejo clínico de manifestaciones y complicaciones<br />

graves de paludismo por P. falciparum debe quedar en manos<br />

de especialistas, y la información detallada debe encontrarse en<br />

libros y estudios médicos especializados. 58<br />

Tratamiento durante el embarazo<br />

según las pautas de la OMS (2006)<br />

Las embarazadas, en particular durante el segundo y tercer trimestres<br />

de la gestación, tienen más probabilidades de presentar<br />

paludismo grave que otros adultos, a menudo complicado por<br />

edema pulmonar e hipoglucemia. La mortalidad materna es de<br />

alrededor de 50%, que es más alta que en adultos en ausencia<br />

de embarazo. La muerte fetal y el trabajo de parto prematuro<br />

son comunes. No se ha probado el papel de la cesárea temprana<br />

para el feto vivo viable, pero muchos expertos la recomiendan.<br />

Es necesario buscar orientación obstétrica a una etapa temprana,<br />

avisar al pediatra, y verificar la glucosa en sangre con frecuencia.<br />

Debe esperarse hipoglucemia y a menudo es recurrente<br />

si la mujer está recibiendo quinina. Es preciso administrar<br />

antipalúdicos en dosis completas.<br />

El paludismo grave también puede presentarse de inmediato<br />

después del parto. La infección bacteriana posparto es<br />

una complicación común en estas pacientes.<br />

Las embarazadas que padecen paludismo grave deben recibir<br />

sin retraso antipalúdicos por vía parenteral en dosis completas.<br />

Se prefiere el artesunato o artemeter en lugar de la quinina<br />

durante el segundo y tercer trimestres, porque esta última se<br />

asocia con hipoglucemia recurrente. Evidencia reciente muestra<br />

que en adultos (en el caso de mujeres, sin embarazo) con<br />

paludismo grave en áreas de transmisión baja, el artesunato fue<br />

superior a la quinina; redujo la mortalidad 35% en comparación<br />

con la quinina, lo cual hace que el artesunato sea la opción<br />

preferida durante el segundo y tercer trimestres. Durante el primer<br />

trimestre, el riesgo de hipoglucemia asociada con quinina<br />

es más bajo, y las incertidumbres respecto a la seguridad de<br />

los derivados de la artemisina son mayores. Sin embargo, al<br />

sopesar estos riesgos contra la evidencia anterior a favor de la<br />

eficacia del artesunato, y en tanto no quede disponible más<br />

evidencia, tanto el artesunato como la quinina pueden considerarse<br />

opciones. El tratamiento no debe retrasarse, de modo que<br />

si sólo está disponible uno de los fármacos (artesunato, artemeter<br />

o quinina), su aplicación debe iniciarse de inmediato.<br />

Tratamiento de paludismo originado<br />

por P. vivax, P. ovale o P. malariae<br />

(de acuerdo con las pautas<br />

de la OMS [2006])<br />

P. vivax, la segunda especie más importante que causa paludismo<br />

en seres humanos, representa alrededor de 40% de los casos<br />

de paludismo en todo el mundo, y es la especie dominante que<br />

causa paludismo fuera de África. Es prevalente en áreas endémicas<br />

en el Medio Oriente, Asia, Oceanía y Centroamérica y<br />

Sudamérica. En África, es raro excepto en el Cuerno, y casi no<br />

se encuentra en África occidental. En casi todas las áreas donde<br />

P. vivax es prevalente, las tasas de transmisión de paludismo son<br />

bajas, y, por ende, las poblaciones afectadas alcanzan poca inmunidad<br />

contra este parásito. En consecuencia, personas de<br />

todas las edades están en riesgo. Las otras dos especies de parásitos<br />

que producen paludismo en seres humanos, P. malariae y<br />

P. ovale, por lo general son menos prevalentes, pero están distribuidas<br />

en todo el mundo, especialmente en las áreas tropicales<br />

de África.<br />

Entre las cuatro especies de Plasmodium que afectan a seres<br />

humanos, sólo P. vivax y P. ovale forman hipnozoítos, etapas del<br />

parásito en el hígado que pueden dar lugar a múltiples recaídas<br />

de infección, semanas a meses después de la infección primaria.<br />

Así, una infección única causa brotes repetidos de enfermedad.<br />

Esto afecta el desarrollo de niños y su rendimiento escolar, y<br />

debilita a adultos, lo que altera el desarrollo humano y económico<br />

en las poblaciones afectadas. El objetivo de tratar paludismo<br />

causado por P. vivax y P. ovale es curar las infecciones en<br />

etapa tanto sanguínea como hepática y, así, evitar tanto recaída<br />

como recrudescencia.<br />

Lo anterior se llama cura radical. La infección por P. vivax<br />

durante el embarazo, al igual que con P. falciparum, reduce el<br />

peso al nacer. En primigrávidas, la reducción es de aproximadamente<br />

dos terceras partes de la asociada con P. falciparum<br />

(110 g en comparación con 170 g), pero este efecto adverso no<br />

declina con embarazos sucesivos, como con las infecciones por<br />

P. falciparum, de hecho, en una serie grande en la cual se estu-


CAPÍTULO 43 Paludismo (malaria) 329<br />

dió esto, aumentó. La reducción del peso al nacer (


330 PARTE II Parasitología humana<br />

recomendados por la OMS, o pabellones para mosquitos<br />

tratados con insecticida (con uno de los insecticidas recomendados<br />

por la OMS), o uso de los recién creados “pabellones<br />

tratados con insecticida de larga duración”<br />

(LLIN) que duran varios años y pueden resistir varias lavadas,<br />

siguiendo las pautas de la OMS.<br />

Repelentes<br />

Se han efectuado muchas investigaciones sobre estos productos<br />

y se han escrito varios libros con algunas recomendaciones que<br />

podrían no ser las mismas principalmente cuando se aborda el<br />

uso de algún repelente, como DEET, en niños. 4,18,19<br />

Las declaraciones oficiales de los Centros de Control y<br />

Prevención de Enfermedades, de EUA (información al día en<br />

relación a repelentes de mosquitos, 8 de mayo, 2008) son un<br />

recurso importante para ayudar a las personas a protegerse a sí<br />

mismas contra enfermedades transmitidas por mosquitos.<br />

Los CDC recomiendan el uso de productos que contengan<br />

ingredientes activos que hayan sido registrados por la<br />

Agencia de Protección del Medio Ambiente, de EUA (EPA)<br />

para uso como repelentes aplicados en la piel y en ropas. El registro<br />

de ingredientes activos de repelentes en la EPA indica<br />

que se han revisado y aprobado la eficacia y la seguridad de los<br />

materiales para seres humanos cuando se aplican de acuerdo<br />

con las instrucciones que aparecen en la etiqueta.<br />

Repelentes para uso en la piel y en las ropas. La evaluación por<br />

los Centros de Control y Prevención de Enfermedades, de EUA<br />

(CDC) de la información contenida en la literatura científica<br />

revisada por pares, y los datos disponibles a partir de la EPA han<br />

identificado varios productos registrados en la EPA que proporcionan<br />

suficiente actividad repelente para ayudar a las personas a<br />

evitar picaduras de mosquitos que portan enfermedad. Los productos<br />

que contienen estos ingredientes activos típicamente<br />

proporcionan protección razonablemente duradera:<br />

• DEET (nombre químico: N,N-dietil-m-toluamida o N,Ndietil-3-metil-benzamida).<br />

• Picaridina (KBR 3023, nombre químico: ácido 2-[2-hidroxietil]-1-piperidinecarboxílico<br />

1-metilpropil éster).<br />

• Aceite de limón-eucalipto o PMD (nombre químico: paramentano-3,8-diol),<br />

la versión sintetizada del aceite de limón<br />

eucalipto.<br />

• IR3535 (nombre químico: ácido 3-[N-butil-N-acetil]-aminopropiónico,<br />

etil éster).<br />

La EPA caracteriza los ingredientes activos DEET y picaridina<br />

como “repelentes convencionales”, y del aceite de limóneucalipto,<br />

PMD e IR3535, como “repelentes bioplaguicidas”,<br />

que se derivan de materiales naturales.<br />

Los datos publicados indican que la eficacia repelente y la<br />

duración de la protección varían mucho entre los productos y<br />

entre especies de mosquitos, y son muy afectadas por la temperatura<br />

ambiente, la cantidad de transpiración, la exposición a<br />

agua, la eliminación con abrasivo, y otros factores.<br />

En general, las concentraciones más altas de ingrediente<br />

activo proporcionan protección más duradera, independientemente<br />

del ingrediente activo, aunque las concentraciones por<br />

arriba de ∼50% no ofrecen un incremento notorio del tiempo<br />

de protección. Los productos con


CAPÍTULO 43 Paludismo (malaria) 331<br />

se usan repetidas veces en un día o en días consecutivos. 7) Asimismo,<br />

es necesario lavar la ropa tratada antes de volver a usarla<br />

(esta precaución puede variar con diferentes repelentes y es<br />

necesario revisar la etiqueta del producto).<br />

Si un adulto o un niño presenta un exantema u otra reacción<br />

adversa por un repelente de insectos, es preciso suspender<br />

el uso del repelente, eliminar el repelente por medio de lavado<br />

con jabón suave y agua, y se llama a un centro local de control<br />

de envenenamientos para obtener más guía. Si se acude con un<br />

médico debido al repelente, es necesario llevarlo consigo para<br />

mostrarlo al médico. Note que la etiqueta de productos que<br />

contienen aceite de limón-eucalipto especifica que no deben<br />

usarse en niños de menos de tres años de edad. Salvo las antes<br />

listadas, la EPA no recomienda precauciones adicionales para el<br />

uso de repelentes registrados en niños o en mujeres embarazadas<br />

o que amamantan.<br />

Las recomendaciones oficiales francesas de repelentes (no<br />

más de tres aplicaciones/día) de acuerdo al grupo de edad son<br />

como se muestra en el cuadro 43-8.<br />

Estos repelentes, y su uso, se recomendaron después de un<br />

brote de arbovirus chikungunya en Mayotte y en la isla La Réunion,<br />

y después del virus del dengue en Cayena, ambos transmitidos<br />

por mosquitos Aedes, pero también deben seguirse para<br />

protección contra picaduras de mosquitos Anopheles incluso si<br />

se sabe bien que la eficacia debe ser diferente de acuerdo con los<br />

géneros de mosquitos.<br />

El grupo de pediatras francés recientemente ha adoptado<br />

las recomendaciones que siguen para niños 12 años. Igual que el anterior, pero la concentración de<br />

DEET debe ser de 50% y es necesario efectuar tres aplicaciones/día<br />

si es necesario.<br />

Los criterios apropiados para repelentes son reducción de<br />

al menos 80% de las picaduras durante 6 h después de la aplicación,<br />

sin efecto secundario adverso percibido, 4 mientras que<br />

a menudo se considera que un “tiempo de protección completa”<br />

de 6 h es un criterio válido para la eficacia de un repelente<br />

aplicado en la piel.<br />

La casa a prueba de mosquitos es un concepto antiguo que<br />

se usó en el famoso estudio realizado en 1900 en el área italiana<br />

palúdica cerca de Roma para demostrar que la enfermedad en<br />

realidad se debe a la picadura de mosquitos y no a respirar “aire<br />

malo” en áreas pantanosas. 9<br />

Las mallas contra mosquitos sobre camas se conocen bien<br />

desde hace mucho tiempo, y despertaron especial interés durante<br />

los últimos dos decenios gracias a su eficacia mejorada al<br />

impregnarlos con un insecticida piretroide, 62 lo que disminuyó<br />

casi 50% la morbilidad por paludismo, 17 así como la mortalidad<br />

de lactantes general alrededor de 15 a 20% cuando se usaron<br />

a gran escala (cuadro 43-9). 37<br />

Nota: Las recomendaciones de la OMS sobre el uso de<br />

plaguicidas en salud pública SÓLO son válidas si se enlazan<br />

con las especificaciones de la OMS para su control de calidad.<br />

Las especificaciones de la OMS para plaguicidas para salud pública<br />

están disponibles en la página principal de la OMS en<br />

Internet, en http://www.who.int/whopes/quality/en/<br />

K-O TAB 1-2-3 ® son tabletas que permiten un tratamiento<br />

duradero de pabellones individuales. 63<br />

A fin de superar el problema de eficacia de duración relativamente<br />

breve de esas mallas tratadas de manera convencional<br />

(seis meses) y resistencia débil a lavadas (por lo general no<br />

más de cinco), recientemente se crearon dos conceptos para<br />

“mallas duraderas”:<br />

Tratamiento convencional de las mallas con formulaciones<br />

especiales de insecticida fijador (“tratamiento duradero”),<br />

como K-O TAB 1-2-3 ® o Icon Maxx.<br />

4. Mallas contra mosquitos tratadas en forma industrial, que<br />

tienen una eficacia de tres a cinco años y una resistencia a<br />

20 lavadas, llamadas mallas tratadas con insecticida duraderos<br />

(LLIN).<br />

Despierta interés que están quedando disponibles nuevos<br />

equipos de tratamiento que mejoran considerablemente la durabilidad<br />

del insecticida luego de lavadas sobre mallas de poliéster<br />

convencionales. El WHOPES recientemente ha recomendado<br />

el uso de K-O TAB 1-2-3 ® para el tratamiento en el hogar<br />

de mallas contra mosquitos, y en la actualidad el WHOPES<br />

está evaluando otro equipo para tratamiento de mallas resistentes<br />

a lavadas. Se ha mostrado que un tratamiento único con<br />

K-O TAB 1-2-3 ® aumenta la resistencia a lavadas de mallas de<br />

poliéster convencionales de color blanco y de otros colores, a<br />

15 lavadas estándar, que, en condiciones de campo normales,<br />

pueden ser adecuados para mantenerlos eficazmente como<br />

ITN durante gran parte de su lapso de vida restante.<br />

En la actualidad la OMS recomienda cinco LLIN, uno con<br />

recomendación completa: Olyset ® (Sumitomo) desde 2001, y<br />

cuatro con recomendación interina. 60,63 En la actualidad, casi<br />

todos los pabellones adquiridos por programas de control del<br />

paludismo nacionales son LLIN.<br />

La OMS recomendó mallas contra mosquitos con insecticida<br />

duraderos (actualizado a diciembre de 2007) (cuadro 43-10).<br />

Varios millones de LLIN se distribuyeron y se siguen distribuyendo,<br />

de manera gratuita, en muchos países, con gran<br />

éxito respecto tanto a aceptabilidad como a repercusiones sobre<br />

la reducción aguda de la incidencia de la morbilidad por paludismo.<br />

Aplicación de aerosol en casas<br />

Durante mucho tiempo la aplicación de insecticida residual en<br />

aerosol en casas fue el principal método de control de vector a


332 PARTE II Parasitología humana<br />

gran escala, y un método crucial para combatir el brote de paludismo;<br />

éste fue el mejor método durante el Programa Global<br />

para la Erradicación de la Malaria que se empezó durante el decenio<br />

de 1950, pero varias restricciones limitaron su uso: costos<br />

operativos, resistencia al insecticida, actividad residual de corta<br />

duración de los insecticidas principales, etc. Sin embargo, recientemente<br />

despertó nuevo interés, y varios insecticidas, de<br />

cada familia, podrían recomendarse de acuerdo con las condiciones<br />

entomológicas y ecológicas locales (cuadro 43-11).<br />

Quimioprofilaxis<br />

Ningún régimen profiláctico antipaludismo proporciona protección<br />

completa, pero la quimioprofilaxis adecuada (apego al<br />

régimen farmacológico recomendado) disminuye el riesgo de<br />

enfermedad mortal. De acuerdo con el documento de la OMS,<br />

Viajes Internacionales y Salud (2007), lo que sigue también<br />

debe tomarse en consideración:<br />

Los programas de dosificación para niños deben basarse en<br />

el peso corporal.<br />

Los antipalúdicos que tienen que tomarse a diario deben<br />

iniciarse el día antes de la llegada al área de riesgo.<br />

Debe iniciarse administración semanal de cloroquina una<br />

semana antes de la llegada.<br />

De preferencia, la administración semanal de mefloquina<br />

debe iniciarse dos a tres semanas antes de la salida, para alcanzar<br />

concentraciones más altas en sangre antes del viaje, y para<br />

permitir que se detecten efectos secundarios antes del viaje, de<br />

modo que puedan considerarse alternativas posibles.<br />

Todos los fármacos profilácticos deben tomarse con regularidad<br />

y de manera indefectible durante todo el tiempo que<br />

dure la estancia en el área de riesgo de paludismo, y deben continuarse<br />

durante cuatro semanas después de la última exposición<br />

posible a la infección, porque durante este periodo aún<br />

pueden salir parásitos del hígado. La única excepción es la atovacuona<br />

proguanil, que puede suspenderse una semana después<br />

del regreso debido a su efecto sobre parásitos en etapa<br />

hepática temprana (“esquizontes hepáticos”).<br />

Dependiendo del tipo predominante de paludismo en el<br />

lugar de destino, se debe dar orientación a los viajeros acerca de<br />

posible infección de inicio tardío por P. vivax y P. ovale.<br />

Dependiendo del riesgo de paludismo en el área visitada<br />

(véase la lista de países), el método de prevención recomendado<br />

puede ser sólo prevención de picaduras de mosquito, o prevención<br />

de picaduras de mosquito en combinación con quimioprofilaxis,<br />

como sigue (cuadro 43-12).<br />

Todos los fármacos antipalúdicos tienen contraindicaciones<br />

específicas y posibles efectos secundarios.<br />

Las reacciones adversas atribuidas a la quimioprofilaxis del<br />

paludismo son comunes, pero casi todas son menores y no<br />

afectan las actividades del viajero. Los efectos adversos graves,<br />

definidos como aquellos que constituyen una amenaza manifiesta<br />

para la vida, que requieren hospitalización o la prolongan,<br />

o que dan lugar a discapacidad o incapacidad persistente o<br />

importante; son raros y normalmente sólo se identifican cuando<br />

un fármaco ha estado en uso durante cierto tiempo.<br />

Cada uno de los fármacos antipalúdicos está contraindicado<br />

en ciertos grupos de individuos, y las contraindicaciones<br />

deben considerarse con sumo cuidado a fin de disminuir el<br />

riesgo de reacciones adversas graves. Las embarazadas, las personas<br />

que viajan con niños de corta edad, y las personas con<br />

enfermedades crónicas deben buscar orientación médica individual.<br />

Cualquier viajero que presente efectos secundarios graves<br />

de un antipalúdico debe suspender el fármaco y buscar<br />

atención médica de inmediato. Esto se aplica en particular a<br />

alteraciones neurológicas o psicológicas experimentadas con<br />

profilaxis con mefloquina. Las náuseas leves, los vómitos o las<br />

heces aguadas, ocasionales, no deben dar pie a suspensión de la<br />

profilaxis, pero si persisten los síntomas debe buscarse orientación<br />

médica.<br />

Referencias<br />

1. Ago Kbeto M. Le paludisme côtier lagunaire à Cotonou:<br />

données entomologiques. Cahiers Santé, 2000;10:<br />

267-275.<br />

2. Aikawa M, Miller L, Johnson J, Rabbege J. Erythrocyte<br />

entry by malaria parasites: A moving junction between<br />

erythrocyte and parasite. Journal Cell Biology,<br />

1978;77:72-82.<br />

3. Aikawa M, Miller L, Rabbege J, Epstein N. Freeze<br />

fracture study on the erythrocyte membrane during malaria<br />

parasite invasion. Journal Cell Biology, 1981;91:55-62.<br />

4. Barnard D. Repellents and Toxicants for Personal Protection.<br />

WHO/CDS/WHOPES/GCDPP/2000.5, 2000.<br />

5. Blanchy S, Benthein F, Sabatinelli G. Epidémiologie<br />

du paludisme en République Fédérale Islamique des Comores.<br />

Cah. O.R.S.T.O.M., sér. Ent. med. Parasitol. N°<br />

sp, 1987:45-52.<br />

6. Blanchy S, Benthein F, Houmadi A. Morbidité palustre<br />

en Grande Comores. Med Trop, 1990;50:209-214.<br />

7. Boyd M. Historical Review. Malariology. M.F. Boyd ed.<br />

The W.B.Saunders Co., Philadelphia, 1949:3-25.<br />

8. Brown V, Abdir Issak M, Rossi M et al. Epidemic of malaria<br />

in north-eastern Kenya. Lancet, 1998;352:1356-1357.<br />

9. Bruce-Chwatt L. Essential Malariology. W. Heineman<br />

Med. Books Ltd. London, 1985:452.<br />

10. Bruce-Chwatt L. History of malaria from prehistory to<br />

eradication. Principles and Practice of Malariology. W.<br />

Wersdorfer and I. McGregor (ed.). Churchill Livingstone,<br />

Edinburgh, United Kingdom, 1988;1:1-59.


CAPÍTULO 43 Paludismo (malaria) 333<br />

11. Carnevale P, Robert V, Molez J, Baudon D. Epidémiologie<br />

générale: faciès épidémiologiques des paludismes<br />

en Afrique Subsaharienne. Etudes Médicales, 1984;3:<br />

123-133.<br />

12. Carnevale P, Le Goff G, Toto J, Robert V. Anopheles<br />

nili 1904 as main vector of human malaria in villages in<br />

south Cameroon. Med Vet Entomol, 1992;6:135-138.<br />

13. Carnevale P, Robert V, le Goff G et al. Données entomologiques<br />

sur le paludisme urbain en Afrique tropicale.<br />

Cahiers Santé, 1993;3:239-245.<br />

14. Carnevale P, Guillet P, Robert V et al. Diversity of<br />

malaria in rice growing areas of the Afrotropical region.<br />

Parassitologia, 1999;41:273-276.<br />

15. Carter R, Graves P. Gametocite. In Malaria. Principles<br />

and practice of malariology. Eds.: Wernsdorfer W. H. &<br />

McGregor I., Churchill Livingstone, 1988;1:1-59.<br />

16. Checchi F, Cox J, Balkan S et al. Malaria epidemics and<br />

interventions, Kenya, Burundi, southern Sudan, and Ethiopia,<br />

1999-2004. Emerg Infect Dis, 2006;12:1477-1485.<br />

17. Choi H, Breman J, Teusch S et al. The effectiveness of<br />

insecticide-impregnated bed nets in reducing cases of malaria<br />

infection: a meta-analysis of published results. Am J<br />

Trop Med Hyg, 1995;52:377-382.<br />

18. Combemale P. La prescrition des répulsifs. Med Trop,<br />

2001;61:99-103.<br />

19. Debboun M, Frances S, Strickman D. Insects Repellents:<br />

Principles, Methods and Uses. CRC Press, Taylor<br />

& Francis Group, 2007.<br />

20. Dempster I. Notes on the application of the test of organic<br />

disease of the spleen as an easy and certain method of<br />

detecting malarious localities in hot climate. Rec. Mal.<br />

Sur. India, 1948:1.<br />

21. Destaing F. La mort d’Alexandre. Presse Med, 1970;7:<br />

2391-3.<br />

22. Develoux M, Chegou A, Prual A, Olivar M. Le paludisme<br />

dans l’oasis de Bilma, République du Niger. Trans<br />

R Soc Trop Med Hyg, 1994;88:644.<br />

23. Dimopoulos G, Muller H, Levashina E, Kafatos<br />

F. Innate immune defense against malaria infection in<br />

the mosquito. Current Opinion in Immunology,<br />

2001;13:79-88.<br />

24. Dimopoulos G, Christophides G, Meister S et al. Genome<br />

expression analysis of Anopheles gambiae: responses<br />

to injury, bacterial challenge, and malaria infection. Proc<br />

Nat Acad Sci USA, 2002;99:8814-8819.<br />

25. Fontaine R, Najjar A, Prince E. The 1958 malaria epidemic<br />

in Ethiopia. Am J Trop Med Hyg, 1961;10:795-<br />

803.<br />

26. Garnham P. Malaria parasites and other haemosporidia.<br />

Oxford: Blackwell, 1966.<br />

27. Garrett-Jones C. The human blood index of malaria<br />

vectors in relation to epidemiological assessment. Bull<br />

Wld Hlth Org, 1964;30:241-261.<br />

28. Garrett-Jones C, Grab B. The assessment of insecticidal<br />

impact on the malaria mosquito’s vectorial capacity<br />

from data on the proportion of parous females. Bull Wld<br />

Hlth. Org. 31, 1964.<br />

29. Hackett L. Spleen measurements in Malaria. J Natl Mal<br />

Soc, 1944;3:121.<br />

30. Harrison G. Mosquitoes, Malaria and Man: a History<br />

of the Hostilities since 1880. Dutton, New York, 1978.<br />

31. Henry M-C, Rogier C, Nzeyimana I et al. In land valley<br />

rice production systems and malaria infection and<br />

disease in the savannah of Côte d’Ivoire. Trop Med Int<br />

Health, 2003;8:449-458.<br />

32. Howden B, Vaddadi G, Manitta J, Grayson M. Chronic<br />

falciparum malaria causing massive splenomegaly 9<br />

years after leaving an endemic area. Med J Australia,<br />

2005;182:186-188.<br />

33. IMCI information package. Geneva, World Health<br />

Organization, document WHO/CHS/CAH/98.1, 1999.<br />

34. Kimani E, Vulule J, Kuria I et al. Use of insecticidetreated<br />

clothes for personal protection against malaria: a<br />

community trial. Malar J, 2006;5:63.<br />

35. Kondo H, Seo N, Yasuda T et al. Post-flood-infectious<br />

diseases in Mozambique. Prehosp Disaster Med, 2002;17:<br />

126-133.<br />

36. Laventure S, Mouchet J, Blanchy S et al. Le riz, source<br />

de vie et de mort sur les plateaux de Madagascar. Cahiers<br />

Santé, 1996;6:79-86.<br />

37. Lengeler C. Insecticide treated bednets and curtains for<br />

malaria control: a Cochrane review. The Cochrane Library,<br />

Issue 3. Oxford, United Kingdom: Oxford Update<br />

Software Ltd, 2005.<br />

38. Lindblade K, Walker E, Onapa A et al. Highland malaria<br />

in Uganda: prospective analysis of an epidemic associated<br />

with El Niño. Trans R Soc Trop Med Hyg, 1999;<br />

93:480-487.<br />

39. Mabaso M, Kleinschmidt I, Sharp B, Smith T. El<br />

Niño Southern Oscillation (ENSO) and annual malaria<br />

incidence in Southern Africa. Trans R Soc Trop Med Hyg,<br />

2007;101:326-330.<br />

40. MacCallum W. On the haematozoan infections of<br />

birds. J Exp Med, 1898;3:117-36.<br />

41. Macdonald G. The epidemiology and control of malaria.<br />

London, United Kingdom, Oxford University Press,<br />

1957.<br />

42. Manguin S, Carnevale P, Mouchet J et al. Biodiversity<br />

of Malaria in the World. J. Libbey Eurotext Ltd, UK,<br />

2008;428.<br />

43. Metselaar D, Van Thiel P. Classification of malaria.<br />

Trop. Geogr. Med, 1959;11:157-161.<br />

44. Mollaret P. Découverte, par Alphonse Laveran de<br />

l’agent du paludisme. Constantine, 6 novembre 1880.<br />

Nouv Press Med, 1980;9:3055-3063.<br />

45. Mouchet J, Gariou J. Anopheles moucheti au Cameroun.<br />

Cah. O.R.S.T.O.M., sér. Ent Med, 1966;4:71-81.<br />

46. Mouchet J, Carnevale P, Coosemans M et al. Typologie<br />

du paludisme en Afrique. Cahiers Santé, 1993;3:220-<br />

238.


334 PARTE II Parasitología humana<br />

47. Mouchet J, Faye O, Julvez J, Manguin S. Drought and<br />

malaria retreat in the Sahel, west Africa. Lancet, 1996;348:<br />

1735-1736.<br />

48. Mouchet J, Laventure S, Blanchy S et al. La reconquête<br />

des Hautes-Terres de Madagascar par le paludisme.<br />

Bull. Soc. Path. Exot, 1997;90:162-168.<br />

49. Mouchet J. Malaria in Madagascar. Res Rev Parasitol,<br />

1998;58:185-188.<br />

50. Omer S, Clousdley-Thomson J. Survival of Anopheles<br />

gambiae Giles through a 9-month dry season in Sudan.<br />

Bull Wld Hlth Org, 1970;42:319-330.<br />

51. Pock Tsy J, Duchemin J-B, Marrama L et al. Distribution<br />

of the species of the Anopheles gambiae complex<br />

and first evidence of Anopheles merus as a malaria vector<br />

in Madagascar, Malar J, 2003;2:33.<br />

52. Regnier C. L’obstination d’Alphonse Laveran. Rev Prat,<br />

1999;49:1145-1148.<br />

53. Sherman I. A Brief History of Malaria and Discovery of<br />

the Parasite’s Life Cycle. Malaria: Parasite, Biology, Pathogenesis<br />

and Protection. Irwin W. Sherman Ed. ASM<br />

Press, Washington, D.C chapter, 1998;1:3-10.<br />

54. Sinden R. Gametocitos and sexual development. in Malaria:<br />

parasite biology, pathogenesis, and protection. Sherman<br />

I. W. Ed, American Society for Microbiology Press, 1998.<br />

55. Sorge F, Imbert P, Laurent C et al. Protection antivectorielle<br />

de l’enfant: insecticides et insectifuges. Arch Ped.<br />

2007;14:1442-1450.<br />

56. Sournia J. Histoire de la médecine. Paris: Editions la<br />

Découverte et Syros, 1997:358.<br />

57. Touze J, Heno P, Fourcade L, N’guyen H. Accès palustre<br />

simple. Rev Prat, 1998;48:268-272.<br />

58. Warrell D, Molyneux M, Beales P. Severe and complicated<br />

malaria. Second Edition. Trans R Soc Trop Med<br />

Hyg, 1990;84:1-65.<br />

59. WHO. Expert Committee on Malaria, Twentieth report.<br />

WHO Technical Report Series, Geneva, World Health<br />

Organization No. 892, 2000.<br />

60. WHO/CDS/NTD/WHOPES/2008.1. Review of Sinosad<br />

7.48% DT, Netprotect, Duranet, Dawa Plus, Icon<br />

Maxx. Report of the Eleventh WHOPES Working Group<br />

Meeting, 2008.<br />

61. WHO/CDS/WHOPES/2001.2. Review of IR3535,<br />

KBR3023, (RS)-Methoprene 20% EC, Pyriproxyfen<br />

0.5% GR, Lambda-cyhalothrin 2.5% CS. Report of the<br />

fourth WHOPES working group meeting, 2001.<br />

62. WHO/CDS/WHOPES/GCDPP/2002.4. Insecticide<br />

treatment of mosquito net, 2000.<br />

63. WHOPES/CDS/NTD/WHOPES/2007.1. Review of<br />

Sinosad 0.5% GR and 12% SC, Lambda-cyhalothrin<br />

10% CS, K-O Tab 1-2-3, Interceptor. Report of the<br />

Tenth WHOPES Working Group Meeting, 2007.<br />

64. Wilson DB. In Boyd MF. Malariology. Philadelphia:<br />

Saunders Ed, 1949.


Capítulo<br />

44<br />

Babesiosis*<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Antecedentes históricos<br />

La peste sarampionosa del ganado bovino, que se conoce desde<br />

el periodo de Ramsés II, sería originada por Babesia spp. Víctor<br />

Baber, de Rumania, describió al parásito en los glóbulos rojos<br />

de bovinos a fines del siglo xix. Desde esa fecha la babesiosis ha<br />

emergido como enfermedad importante en el ganado de abasto<br />

y del ser humano.<br />

Concepto<br />

Antropozoonosis originada por el protozoo Babesia, de gran<br />

importancia pecuaria, que afecta al ganado bovino. Las garrapatas<br />

son sus vectores, y los reservorios son roedores, especialmente<br />

la rata de patas blancas. El humano esplenectomizado e<br />

inmunosuprimido es el más afectado por esta parasitosis; en él<br />

se desarrolla un cuadro clínico semejante al que produce la malaria.<br />

Clasificación<br />

Reino: Animal<br />

Phylum: Apicomplexa<br />

Clase: Sporozoea<br />

Orden: Piroplasmorida<br />

Familia: Babesiae<br />

Género: Babesia<br />

Especies: Existen 71, pero las más importantes para el ser<br />

humano son: microti, bovis, divergens.<br />

Biología<br />

En el interior de los eritrocitos la babesia mide 1-5 micras, tiene<br />

una forma piriforme (de allí el nombre del orden ovalada),<br />

con una configuración en anillo con localización periférica. A<br />

veces puede ser confundido con P. falciparum.<br />

El ciclo biológico se inicia cuando una garrapata, al alimentarse<br />

de sangre de un reservorio mamífero, por ejemplo un roedor<br />

infectado, ingiere gametocitos masculinos y femeninos que<br />

existen en la sangre periférica del hospedero. En el intestino del<br />

vector biológico (garrapatas), se produce la fecundación de los<br />

gametocitos, originando un cigoto móvil, el ooquinete, que<br />

abandona el intestino y se distribuye por diversos tejidos, transformándose<br />

en esporoquistes (reproducción sexuada). En el<br />

ovario y en las glándulas salivales de las garrapatas hay esporoquistes<br />

con esporozoítos. La parasitosis del ovario origina la<br />

transmisión transovárica de la infección de las garrapatas, es decir,<br />

las nuevas generaciones no necesitan de la ingesta de gametocitos<br />

para mantenerse infectadas; esto sucede en las garrapatas<br />

de un solo hospedero. En las garrapatas de 2 a 3 hospederos la<br />

transmisión transovárica es transestadial de larvas a ninfas o de<br />

éstas a adultos. Los esporozoítos de las glándulas salivales son los<br />

que diseminan la infección en los mamíferos (figura 44-1). 1,3,4<br />

La infección del hombre y de los animales se produce por<br />

la picadura de garrapatas infectadas que inoculan esporozoítos<br />

que invaden los glóbulos rojos, diferenciándose en trofozoítos,<br />

es decir, existe en ellos la reproducción asexuada o merogonia. 5<br />

Los trofozoítos maduran, rompen el glóbulo rojo, liberando así<br />

a merozoítos que invaden otros glóbulos rojos.<br />

A diferencia de la malaria, no existe lisis sincrónica de los<br />

eritrocitos y, por consiguiente, no se presentan crisis de hemólisis.<br />

Epidemiología<br />

El primer caso humano fue descrito en 1957 en un paciente<br />

esplenectomizado de Yugoslavia infectado con Babesia bovis.<br />

Hasta la fecha se han descrito más de 30 casos con Babesia divergens<br />

en esplenectomizados.<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

335


336 PARTE II Parasitología humana<br />

VI<br />

19<br />

18<br />

13<br />

JS<br />

20<br />

NH<br />

PD<br />

NH<br />

12<br />

EA<br />

ESPOROGONÍA<br />

VI<br />

21<br />

VI<br />

QD<br />

N<br />

VI<br />

CY<br />

SP<br />

GAMAGONÍA<br />

ESQUIZOGONÍA<br />

Figura 44-1. Ciclo vital de Babesia canis. (1) Esporozoítos en la<br />

saliva de garrapatas. (2-5) Ciclo asexual de reproducción en el<br />

hospedero vertebrado (perro) mediante fisión binaria originando<br />

merozoítos que penetran a otros eritrocitos. Cuando estos merozoítos<br />

son ingeridos por una garrapata (5.1) son digeridos en el<br />

intestino (5.2). Algunos merozoítos originan gamontes ovoides (7,8)<br />

en la pared intestinal. Estos gamontes producen protrusiones que<br />

aparecen como cuerpos en forma de rayos (8). La fusión de dos<br />

gametos (cuerpos en forma de rayos) origina un cigoto (10). (11-14)<br />

Formación de un quinete único a partir de un cigoto. El quinete deja<br />

la pared intestinal y penetra a diversas células incluyendo los<br />

huevos de la garrapata vectora. (15-18) Formación de varios<br />

esporoquistes; este proceso se repite incluso en los huevos de<br />

las garrapatas. La infección se transmite a la próxima generación de<br />

garrapatas por vía transovárica. (19-21) Algunos quinetes penetran<br />

a las células de las glándulas salivales donde un esporonte grande<br />

JS, produce miles de esporozoítos (SP) que se inyectan durante la<br />

alimentación de la garrapata. Abreviaturas: CY, citómero uninucleado;<br />

E, eritrocito; EA, esporonte agrandado; ED, eritrocito digerido;<br />

N, núcleo; NH, núcleo célula del hospedero; P, protrusión en forma<br />

de rayo; PD, parásito en desarrollo; QD, quinete en desarrollo;<br />

SP, esporozoíto; VI, vacuola interna.<br />

Los roedores son los principales reservorios de la babesiosis.<br />

En EUA la rata de patas blancas es el reservorio principal. Se<br />

han descrito más de 300 casos humanos en varios estados de<br />

EUA: Massachusetts, Nueva York, Maryland, Virginia, California,<br />

Wisconsin, Minnesota y Washington; la mayoría de los ca-<br />

N<br />

N<br />

P<br />

2<br />

5.<br />

1<br />

TH<br />

8<br />

ED<br />

sos se deben a B. microti y otras babesias similares (Babesia spp).<br />

En América Central y México, se han confirmado casos al igual<br />

que en Sudamérica, en Brasil. En Australia y Corea se han presentando<br />

algunas babesiosis. Entre las garrapatas importantes en<br />

la transmisión está Ixodes scapularis que presenta tres fases en su<br />

desarrollo: larva, ninfa y adulto. Las tres son hematófagas y necesitan<br />

sangre para su desarrollo. Se multiplican por lo general<br />

en verano, época de mayor frecuencia de la parasitosis.<br />

En Sudamérica, Boophilus microplus, que existe en la región<br />

ganadera de Río Grande do Soul en Brasil, tiene relación<br />

con la babesiosis, aunque la mayoría de estas garrapatas no presentan<br />

infección por los parásitos. Amblyomma maculatum y A.<br />

auricular tienen relación con la protozoosis. Babesia microti, B.<br />

bigemina, B. bovis, B. divergens, B. equi (figura 44-2) y B. canis<br />

pueden originar la parasitosis.<br />

La mayoría de los casos humanos se originan por la picadura<br />

de garrapatas infectadas, pero existen casos de babesiosis<br />

en que la parasitosis se adquiere a través de transfusiones, en<br />

especial en personas que han recibido trasplantes de corazón.<br />

Patología<br />

El proceso da comienzo cuando el antígeno de membrana 1<br />

(AMA1), que es una proteína del micronema del parásito, es<br />

secretado hacia la superficie y se une a un receptor del glóbulo<br />

rojo sensible a tripsina y quimotripsina (BdAMA1), tal como<br />

se ha demostrado para Babesia divergens. 6<br />

El daño se produce por la reproducción asexuada del parásito<br />

dentro del glóbulo rojo, provocando la lisis del eritrocito.<br />

Clínica<br />

La mayoría de las infecciones cursan en forma asintomática. En<br />

pacientes esplenectomizados o inmunosuprimidos la enfermedad<br />

es más grave. Por lo general, una a tres semanas después de<br />

la picadura de garrapatas infectadas, los pacientes presentan fiebre,<br />

malestar general, anorexia, cefalea, mialgias, artralgias, dolores<br />

abdominales y orinas oscuras. La temperatura es alta, pudiendo<br />

llegar a los 40°C. Muchos enfermos presentan exantema<br />

migratorio y distrés respiratorio. En las personas inmunocompetentes<br />

se pueden presentar hepatosplenomegalia y petequias.<br />

El cuadro clínico es similar al de la enfermedad de Lyme<br />

producida por Borrelia burgdoferi, y que se transmite también<br />

por garrapatas. Existen coinfecciones de babesiosis y enfermedad<br />

de Lyme.<br />

Los exámenes de laboratorio por lo general demuestran<br />

anemia, hemoglobinuria y proteinuria, y ocasionalmente aumento<br />

de la bilirrubina indirecta y de las transaminasas.<br />

Diagnóstico<br />

El diagnóstico clínico es difícil por la ausencia de síntomas o<br />

signos patognomónicos. Las complicaciones más graves se deben<br />

al compromiso cardiaco, renal o pulmonar.


CAPÍTULO 44 Babesiosis 337<br />

El cuadro clínico es similar a la enfermedad de Lyme y<br />

puede confundirse con esa patología. El frotis de sangre teñido<br />

con Giemsa o Wright permite realizar el diagnóstico cuando<br />

existen parásitos que forman dentro del eritrocito la Cruz de<br />

Malta; si no es así, los parásitos se confunden con P. falciparum<br />

(figura 44-2). 3<br />

Una prueba de inmunofluorescencia es útil en infección<br />

por B. microti. Títulos sobre 1:256 son sugerentes y niveles sobre<br />

1:1 024 son confirmatorios; esta técnica también permite el<br />

diagnóstico de B. divergens, pero en este caso los anticuerpos se<br />

pesquisan en una etapa tardía de la infección. Un examen de<br />

ELISA y técnicas de biología molecular, como la PCR, permiten<br />

también confirmar la parasitosis. 8<br />

En algunos casos la inoculación de sangre infectada en el<br />

peritoneo de hámsteres permite ratificar el diagnóstico, pero<br />

este procedimiento tiene mayor aplicación en la investigación.<br />

Es probable que el antígeno dominante BmP 94 de B. microti<br />

recientemente identificado sea útil en el futuro próximo en el<br />

diagnóstico de esta parasitosis. 7<br />

Tratamiento<br />

En infecciones graves, con más de 10% de eritrocitos parasitados<br />

por B. divergens, es necesario realizar transfusiones, más<br />

clindamicina, 300-600 mg EV o por vía oral c/6 horas, es decir,<br />

20 mg/kg/día por 7-10 días. En casos menos severos es suficiente<br />

la clindamicina sola por vía oral. En infecciones por B.<br />

microti, es preferible la combinación de clindamicina, 300 mg<br />

c/6 horas (1 200 mg/día), más quinina, 500 mg c/8 horas (650<br />

mg/día) por vía oral por siete días. Se han descrito babesiosis<br />

graves que han requerido exsanguinotransfusión y/o reemplazo<br />

total de los eritrocitos, con buenos resultados. 2<br />

Azitromicina, 500 mg el primer día, seguida de 250 mg<br />

por 7 días más atovaquona, 750 mg diarios por 7-10 días por<br />

vía oral también ha dado buenos resultados. Se ha observado<br />

resistencia de B. microti a la combinación de azitromicina más<br />

atovaquona en pacientes inmunosuprimidos (ver capítulo 94). 9<br />

Prevención<br />

Por el momento no existen vacunas. Se está investigando la<br />

utilización de tres antígenos combinados.<br />

La medida de mejor rendimiento en pacientes esplenectomizados<br />

e inmunosuprimidos es evitar el contacto con el vector.<br />

Si deben estar en una zona donde existan las garrapatas que<br />

puedan transmitir la parasitosis, es necesario usar botas, calcetas<br />

largas, camisa de manga larga y aplicación de repelentes.<br />

Referencias<br />

1. Dood J, Aquino S, Sharma A, Babebiosis: CT and hematologic<br />

findings. J Thorac Imaging, 2007;22:271-<br />

273.<br />

2. Dorman S, Cannon M, Telford S 3 rd et al. Fulminant<br />

babesiosis treated with clindamycin, quinina and wholeblood<br />

exchange transfusion. Transfusion, 2000;40:375-<br />

380.<br />

3. Gorenflot A, Moubri K, Precigout E et al. Human babesiosis.<br />

Ann Trop Med Parasitol, 1998;92:489-501.<br />

4. Hunfeld K, Hildebrandt A, Gray J. Babesiosis: recent<br />

insights into an ancient disease. Int J Parasitol, 2008;38:<br />

1219-1237.<br />

5. Kjemtrup A, Conrad P. Human babesiosis: an emerging<br />

tick-borne disease. Int J Parasitol, 2000;30:1323-1337.<br />

6. Montero E, Rodríguez M, Oskov Y. Babesia divergens<br />

apical membrane antigen 1 and its interaction with the<br />

human red blood cell. Infect Immun, 2009;77:4783-<br />

4793.<br />

7. Ooka H, Terkawi M, Goo Y et al. Babesia microti: Molecular<br />

and antigenic characterizations of a novel 94 kDa<br />

protein (BmP94). Exp Parasitol, 2010;127:287-293.<br />

8. Petrigh R, Ruybal P, Thompson C et al. Improved<br />

molecular tools for detection of Babesia bigemina. Ann N<br />

Y Acad Sci, 2008;1149:155-157.<br />

9. Wormser G, Prasad A, Neuhaus E et al. Emergence of<br />

resistance to azithromycin-atovaquone in immunocompromised<br />

patiens with Babesia microti infection. Clin Infect<br />

Dis, 2010;1:381-386.


Capítulo<br />

45<br />

Toxoplasmosis*<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Introducción histórica<br />

Nicolle y Manceaux descubrieron el parásito en 1908 en Túnez<br />

en el interior de monocitos del bazo de un roedor gondii al que<br />

llamaron Leishmania gondii. En esa misma fecha, Splendore lo<br />

observó en Brasil en conejos y lo clasificó como Toxoplasma<br />

cuniculi por tener los trofozoítos libres forma de arco (toxo,<br />

“arco”, en griego). En 1909. Nicolle y Manceaux lo denominaron<br />

Toxoplasma gondii, ya que pudieron demostrar que no tienen<br />

cinetoplasto, y por consiguiente, no eran leishmanias. 1,2<br />

El primer caso humano fue observado por Janku, en 1923,<br />

al detectar al parásito en la retina de un lactante. Levaditi en<br />

1928 confirmó al parásito como T. gondii. En 1937. Wolf y<br />

Cowen publicaron un caso de encefalitis granulomatosa congénita<br />

por encefalitozoo; posteriormente Sabin demostró que la<br />

causa del cuadro era T. gondii al inocular líquido cerebral en<br />

cobayos. 2<br />

El primer caso de toxoplasmosis adquirida fue demostrado<br />

en el Perú por Pinkerton y Weinman en 1940. Se trató de una<br />

toxoplasmosis generalizada de curso fatal en un adulto joven<br />

que también presentaba una bartonelosis generalizada (enfermedad<br />

de Carrion). 2<br />

Desde esa fecha hasta nuestros días se han publicado más<br />

de 250 000 trabajos. Este interés, superado sólo por el cáncer y<br />

el SIDA, se debe a su: 1) amplia distribución universal, 2) alta<br />

prevalencia, 3) polimorfismo de la enfermedad, 4) reproducción<br />

intracelular, 5) ciclo biológico y por consiguiente los mecanismos<br />

de transmisión se conocen apenas desde 1970. 1,2,7,18,20<br />

Definición<br />

Zoonosis cosmopolita producida por un protozoo, esporozoario<br />

o apicomplexa de la familia Sarcocystidae, subfamilia<br />

Toxoplasmatinae, que afecta a casi todos los animales de sangre<br />

caliente incluyendo al humano. En carnívoros rumiantes y cerdos<br />

compromete el sistema nervioso central (SNC), provocando<br />

pérdidas económicas importantes. Alrededor de 40% de la<br />

población mundial está infectada por Toxoplasma gondii. Estas<br />

personas son en su mayoría portadores sanos, es decir, presentan<br />

quistes en diferentes órganos como corazón, músculo esquelético<br />

y SNC. 1,2,7,20,28<br />

Clasificación<br />

Desde el punto de vista taxonómico, Toxoplasma gondii pertenece<br />

al:<br />

Reino: Animal<br />

Subreino: Neozoa<br />

Phylum: Apicomplexa ( Sporozoa)<br />

Clase: Conoidasida<br />

Subclase: Coccidiasida<br />

Orden: Eucoccidiasida<br />

Suborden: Eimeriorina<br />

Familia: Sarcocystidae<br />

Subfamilia: Toxoplasmatidae<br />

Género: Toxoplasma<br />

Especie: gondii<br />

Biología<br />

Parásito dixénico con un hospedero definitivo (donde se desarrolla<br />

la forma sexuada) representado por el gato doméstico,<br />

jaguarundi, gato montés y otros felinos, y un hospedero intermediario<br />

(con reproducción asexuada), que comprende prácticamente<br />

a todos los animales de sangre caliente, incluyendo al<br />

hombre.<br />

En el ciclo vital de T. gondii se distinguen las siguientes<br />

formas: 1) trofozoítos libres; 2) formas proliferativas o trofozoítos<br />

intracelulares; 3) quistes clásicos, y 4) ooquistes. El trofo-<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

338


CAPÍTULO 45 Toxoplasmosis 339<br />

zoíto libre mide 5-7 mm de largo por 2 mm de ancho, tiene<br />

forma de arco. El trofozoíto es la forma de diseminación de los<br />

parásitos. Cuando el trofozoíto libre penetra en células del hospedero<br />

(trofozoíto intracelular), se reproduce por endodiogenia<br />

que es una forma especial de mitosis, donde las células hijas<br />

quedan dentro de la célula madre. La forma del trofozoíto intracelular<br />

va a depender de la forma de la célula hospedera. En<br />

el corazón son fusiformes, en el cerebro adquieren una forma<br />

redonda, etcétera.<br />

La forma proliferativa que se encuentra dentro de la membrana<br />

celular o plasmanella se denomina taquizoíto; éste es de<br />

rápida reproducción de acuerdo con la virulencia de las razas<br />

de T. gondii (figuras 45-1 y 45-2).<br />

En los quistes clásicos los protozoos quedan dentro de una<br />

pared, formada por el parásito; pueden reproducirse, es decir, el<br />

quiste puede crecer, pero lentamente. Esas formas de toxoplasmas<br />

contenidos en el quiste se denominan bradizoítos, que se<br />

diferencian de los taquizoítos por crecer y reproducirse de manera<br />

muy lenta. El tamaño de los quistes fluctúa entre 10 a 300<br />

micras de acuerdo con el número de bradizoítos que contengan.<br />

Se han descrito quistes de mayor tamaño, pero esto no es<br />

habitual (figura 45-3).<br />

El ooquiste es la forma sexuada que eliminan el gato y<br />

otros hospederos definitivos de la parasitosis. El ooquiste mide<br />

10 12 mm de diámetro y contiene dos esporoquistes con<br />

cuatro esporozoítos cada uno (figura 45-4).<br />

El humano y los animales se infectan al ingerir ooquistes<br />

eliminados por gatos jóvenes infectados, por lo general de menos<br />

de seis meses, que contaminan el suelo, agua etc., o por ingestión<br />

de carne cruda o insuficientemente cocida con quistes<br />

clásicos y más infrecuentemente por el paso de trofozoítos a<br />

través de la placenta desde una embarazada o animal preñado al<br />

producto. Cualquiera que sea el mecanismo de infección, los<br />

trofozoítos penetran las células del hospedero y se reproducen<br />

(formas proliferativas), destruyendo la célula. Los taquizoítos<br />

resultantes pasan a linfa y sangre, se diseminan y penetran a<br />

otras células. Este periodo en que existe gran cantidad de formas<br />

proliferativas en prácticamente todos los órganos, es el periodo<br />

agudo de la toxoplasmosis; más tarde se desarrolla en el<br />

hospedero (personas y animales) una inmunidad. Al penetrar<br />

éstos a una nueva célula, lo hacen dentro de una vacuola (parasitosfora).<br />

Al crecer los parásitos dentro de la vacuola van desplazando<br />

los elementos de la célula hospedera. Después las parasitosforas<br />

se rodean de una pared formada por el parásito. La<br />

inmunidad permite eliminar gran parte de las formas proliferativas,<br />

quedando éstas sólo en órganos con poco desarrollo inmunológico<br />

como el cerebro, ojos y corazón; este periodo con<br />

pocas formas proliferativas y algunos quistes es el periodo subagudo.<br />

Entonces se eliminan todas las formas proliferativas y<br />

quedan en estos órganos sólo los quistes (contienen bradizoítos),<br />

constituyendo el periodo crónico de la parasitosis. La inmensa<br />

mayoría de las toxoplasmosis humanas pertenecen a este<br />

periodo, es decir, son toxoplasmosis crónicas en que por la escasa<br />

virulencia de la raza, el periodo agudo, con trofozoítos libres<br />

y formas proliferativas, y el periodo subagudo, con escasa forma<br />

proliferativa y algunos quistes, pasaron en forma subclínica.<br />

Los casos de toxoplasmosis aguda se producen por razas<br />

virulentas de T. gondii, es decir, poco quistogénicas, con más<br />

taquizoítos de rápida reproducción, en personas con inmunidad<br />

deprimida. Dicho de otro modo, la relación parásito-hospedero<br />

es esencial en toxoplasmosis. Una raza poco virulenta,<br />

quistogénica, en una persona inmunodeprimida puede originar<br />

cuadros agudos graves. Una toxoplasmosis originada por<br />

una raza virulenta en un individuo con buenas defensas puede<br />

originar un cuadro agudo benigno o pasar inadvertida (figura<br />

45-5). 1,2,7,15,16,28<br />

Patogenia y patología<br />

Las razas de T. gondii, virulentas y avirulentas, se determinan<br />

mediante pruebas in vitro a través de la destrucción de células<br />

HeLa; las virulentas las destruyen en horas, las avirulentas no.<br />

También se usan pruebas in vivo como la inoculación de trofozoítos,<br />

en ratones sensibles, C3H. En esta prueba las razas virulentas<br />

matan los ratones en cinco a siete días, con presencia de<br />

parásitos en casi todos los órganos. Las razas avirulentas no<br />

matan los ratones. Al inocular órganos de estos animales a<br />

otros, éstos se infectan, demostrando que los animales presentan<br />

una infección leve a moderada, donde predominan los<br />

quistes.<br />

El daño se debe a la producción de los taquizoítos intracelulares<br />

(formas proliferativas) que rompen las células de hospedero.<br />

Hay inflamación con predominio de linfocitos, macrófagos<br />

y algunos neutrófilos. En el corazón y ojos se produce daño<br />

por hipersensibilidad. El órgano reacciona a los antígenos del<br />

parásito, produciendo anticuerpos celulares que reaccionan<br />

con los parásitos y células parasitadas, aumentando el daño.<br />

Parásito<br />

Núm. parásitos<br />

Hospedero<br />

Susceptibilidad de especie<br />

Constitución genética<br />

Virulencia<br />

Capacidad<br />

de<br />

Penetración<br />

Multiplicación<br />

Formar quistes<br />

Inmunidad<br />

Inespecífica<br />

Específica<br />

Humoral<br />

Celular<br />

Figura 45-5. Patogenia de la toxoplasmosis. Relación parásito-hospedero.


340 PARTE II Parasitología humana<br />

Los quistes con bradizoítos, las formas dormant de los<br />

franceses, pueden romperse provocando una reactivación de<br />

una toxoplasmosis crónica. Esta reactivación es local si sólo<br />

afecta el tejido que circunda al quiste o generalizada si se disemina<br />

por todo el organismo. Esto último es lo que sucede en<br />

personas con toxoplasmosis crónica que adquieren SIDA, o<br />

una enfermedad que altera su inmunidad como Hodgkin, leucemias,<br />

neoplasias, o en individuos a los que se les provoca una<br />

disminución de su inmunidad (celular) para recibir un trasplante,<br />

etc. La hiperplasia reticular que se observa en las toxoplasmosis<br />

ganglionares que afectan los linfonodos de la región<br />

cervical o base del cráneo, y ocasionalmente axilares, subclaviculares<br />

e inguinales, se debería a una reacción inmunológica, ya<br />

que no se observan taquizoítos, y los quistes (bradizoítos) son<br />

raros. La estructura de los linfonodos está conservada, pero hay<br />

hiperplasia cortical y medular con abundantes células inflamatorias,<br />

histiocitos, linfocitos de Downey, etc., es decir, existe<br />

una hiperplasia linforreticular. 2<br />

En 20-40% de las primoinfecciones de las embarazadas se<br />

comprometen la placenta y el producto. La toxoplasmosis congénita<br />

cursa en forma asintomática en 80-90% de los casos. Si<br />

la infección de las embarazadas se efectúa en el tercer trimestre<br />

cerca del parto, el recién nacido puede presentar hepatosplenomegalia,<br />

carditis, neumonitis, es decir, un cuadro generalizado<br />

que forma parte del síndrome TORCH. Si la infección de las<br />

embarazadas se produce en el segundo trimestre, la fase aguda<br />

y la subaguda de la toxoplasmosis ocurren en útero, y el recién<br />

nacido presenta en el parto los signos de secuelas conocidos<br />

como tríada de Sabin: hidrocefalia, coriorretinitis, calcificaciones<br />

cerebrales. En ocasiones pueden presentar dos o una de<br />

las patologías de la tríada, o bien presentar la forma oligosintomática,<br />

cuya mayor manifestación clínica es el retardo mental.<br />

1,2 La hidrocefalia se produce por invasión de los parásitos del<br />

SNC con destrucción de parénquimas, lo que origina una obstrucción<br />

del acueducto de Silvio e hipertensión de las cavidades<br />

ventriculares. Los antígenos del parásito se unen a anticuerpos<br />

en los vasos sanguíneos periventriculares, obstruyéndolos y originando<br />

una inflamación perivascular. Esta reacción antígenoanticuerpo,<br />

las zonas de necrosis que rodean al tercer ventrículo,<br />

ventrículos laterales y el compromiso del acueducto de<br />

Silvio, son lesiones patognomónicas de la toxoplasmosis congénita.<br />

Las calcificaciones que se observan en la radiografía simple<br />

del cráneo se producen alrededor del acueducto de Silvio y<br />

en las áreas periventriculares.<br />

La retinocoroiditis que se detecta en recién nacidos con<br />

toxoplasmosis congénita y en la toxoplasmosis adquirida del<br />

adulto, suele deberse a reactivaciones locales de quistes. De manera<br />

excepcional, en menos de 1%, se presenta esta patología<br />

ocular en toxoplasmosis generalizadas. La destrucción de parásitos<br />

y liberación de antígenos provoca una reacción de hipersensibilidad<br />

que agrava las lesiones. En los casos congénitos las<br />

lesiones oculares cercanas a la mácula producen gran sintomatología.<br />

Este mismo tipo de lesión focal en un músculo, o incluso<br />

en el cerebro, por lo general no provoca síntomas.<br />

La toxoplasmosis es muy grave en personas con alteraciones<br />

de su sistema inmune: SIDA, leucemias, corticoterapias,<br />

etc. Al romperse los quistes, y al no haber inmunidad celular,<br />

los zoítos resultantes invaden nuevas células (taquizoítos), produciendo<br />

lesiones cerebrales focales. No hay granulocitos, y por<br />

consiguiente no hay pus en las lesiones, sólo tejido necrosado y<br />

parásitos. Esto es lo que se observa en las biopsias cerebrales<br />

que se realizan cuando ni la TAC ni la RNM permitan confirmar<br />

el diagnóstico, o cuando éste se logra confirmar y a pesar<br />

de la terapia específica aplicada al cuadro clínico, no mejora.<br />

1,18,28<br />

En la toxoplasmosis, en la interacción entre el parásito y el<br />

sistema inmune, no se produce una eliminación del parásito,<br />

sino una reducción de su carga, cambios morfológicos y de los<br />

antígenos de superficie. El parásito persiste como bradizoíto en<br />

el interior de los quistes. Una baja de la inmunidad celular origina<br />

una reactivación de la parasitosis al romperse la pared<br />

quística, y los bradizoítos liberados penetran a otras células y<br />

adquieren el carácter de taquizoítos tal como ya fue señalado.<br />

T. gondii es capaz de reproducirse en cualquier célula nucleada<br />

de mamíferos. En relación con la resistencia a la división y crecimiento<br />

intracelulares de T. gondii, las células del hospedero se<br />

pueden dividir en tres tipos: 1) células que dificultan la reproducción<br />

del parásito aun en ausencia de activación, como los<br />

monocitos; 2) células que sólo restringen el desarrollo del parásito<br />

al ser activadas por citocinas como macrófagos de ratón y<br />

fibroblastos humanos, y 3) células que no impiden el desarrollo<br />

del parásito aun activadas. Estas últimas células le sirven a<br />

T. gondii como vehículo para ser transportadas y diseminar la<br />

infección. Esas diferentes células varían de acuerdo con las distintas<br />

especies de animales. Así, por ejemplo, eritrocitos y fibroblastos<br />

humanos activados restringen el desarrollo de los<br />

toxoplasmas; estas mismas células activadas de ratones no alteran<br />

el crecimiento del parásito. 1,2,16,20,28<br />

Quizá el mayor desarrollo de T. gondii en ratones en relación<br />

con el ser humano se debe a la mayor cantidad de células<br />

de tipo 3 en esta especie. De las citocinas con efecto antiparasitario,<br />

el INF es el más activo. Actúa a través de la producción<br />

de radicales tóxicos de oxígeno, óxido nítrico y degradación de<br />

l-triptófano (aminoácido esencial para el parásito). Sin lugar a<br />

dudas que el mecanismo protector más importante contra<br />

T. gondii, al igual que para la mayoría de los patógenos intracelulares,<br />

es la producción de óxido nítrico inducida por INF. Los<br />

taquizoítos resisten en forma parcial los radicales tóxicos de<br />

oxígeno, ya que tienen elementos químicos que reaccionan<br />

contra ellos. El paso por el cual el parásito penetra a las células<br />

determina su destino. Si la superficie del parásito está rodeada<br />

de anticuerpos, al penetrar a los granulocitos, es destruido rápidamente<br />

por acción de aniones superóxidos; si el parásito penetra<br />

sin tener anticuerpos en su superficie, se puede dividir y<br />

desarrollar. La inmunidad natural contra el parásito está dada<br />

por la acción de neutrófilos y de plaquetas. Los taquizoítos originan<br />

un aumento de plaquetas humanas, y el factor de crecimiento<br />

plaquetario disminuye el crecimiento intracelular de<br />

T. gondii.


CAPÍTULO 45 Toxoplasmosis 341<br />

En relación con la inmunidad adquirida humoral, IgG e<br />

IgM anti-T. gondii no actúan contra los parásitos intracelulares,<br />

pero sí activan el sistema del complemento, lo que origina la<br />

lesión de parásitos libres. La IgA anti-T. gondii posiblemente<br />

reduzca la capacidad de penetración del parásito. La inmunidad<br />

celular está representada por células NK y células T. Cuando<br />

las células T reciben el superantígeno de T. gondii, provocan<br />

una expansión de linfocitos CD8 que originan INF. Los linfocitos<br />

CD8 protegen a través de: 1) producción de INF que activa<br />

los macrófagos; 2) disminución de la citotoxicidad de las<br />

células infectadas, y 3) acción citolítica directa sobre taquizoítos.<br />

Es decir, el mecanismo protector en toxoplasmosis son las<br />

células T con participación de citocinas, especialmente IL-1a e<br />

INF. 38 Esto explica por qué en los inmunocompetentes la toxoplasmosis<br />

del SNC representa una infección asintomática, albergando<br />

sólo formas quísticas. En cambio, en un inmunosuprimido<br />

se origina una encefalitis grave, la mayoría de las veces<br />

mortal. Si bien los anticuerpos y citocinas no cruzan la barrera<br />

hematoencefálica, las células gliales y otras son protectoras. En<br />

pacientes con SIDA, con CD4


342 PARTE II Parasitología humana<br />

Hospedero final:<br />

gato<br />

Esporogonía<br />

en heces:<br />

3 a 4 días<br />

Ingestión<br />

de carne<br />

cruda<br />

Bistec casi<br />

crudo<br />

Hospederos<br />

intermediarios<br />

infectados por:<br />

Contaminación<br />

fecal<br />

Vía placenta<br />

Durante la infección<br />

crónica: ratón<br />

Durante la infección<br />

aguda: hombre<br />

Figura 45-6. Ciclo evolutivo de Toxoplasma gondii.<br />

los ganglios del cuello y de la base del cráneo. De manera ocasional<br />

se afectan los ganglios subclaviculares, axilares e inguinales.<br />

El ganglio es duro, mide 2 3 cm, puede ser sensible, no<br />

conglomera ni se fistuliza. Muchas veces el paciente se da cuenta<br />

al peinarse o lavarse. Cuando existe compromiso cardiaco,<br />

hay taquicardia, ocasionalmente dolor precordial por compromiso<br />

pericárdico y ruidos apagados. 33 El compromiso ocular<br />

origina una retinocoroiditis o una iridociclitis. Cuando hay<br />

compromiso retiniano, por lo general se afecta la parte periférica,<br />

a diferencia de las formas congénitas (figuras 45-8 y 45-9).<br />

La forma pulmonar se expresa como una neumonitis intersticial:<br />

disnea sine materia, fiebre, distrés respiratorio. Es poco frecuente<br />

el compromiso del SNC en las personas inmunocompetentes,<br />

pero en algunos casos se puede producir una encefalitis o<br />

una meningoencefalitis. Las formas crónicas son secuelas de los<br />

procesos agudos oculares, cardiacos o cerebrales. 1,2,18,28<br />

Sin duda, la toxoplasmosis congénita es la forma más importante<br />

de la parasitosis, sobre todo por la gravedad del compromiso<br />

del recién nacido. Este cuadro aparece cuando la embarazada<br />

presenta una primoinfección durante la gestación.<br />

Sólo en un tercio de las primoinfecciones la toxoplasmosis<br />

pasa de la embarazada al producto; dicho de otro modo, en<br />

66% de las infecciones de las gestantes, a pesar de la presencia<br />

del parásito, no hay infección congénita, posiblemente por la<br />

protección que representan la placenta y el sistema inmune<br />

madre-producto. La transmisión transplacentaria se puede originar<br />

en el curso de los nueve meses de gestación, pero es mucho<br />

más frecuente en el tercer trimestre; en el primer trimestre<br />

es menos frecuente pero mucho más grave, ya que el producto<br />

por lo general muere. Una vez que se ha originado el feto y T.<br />

gondii atraviesa la placenta, el compromiso fetal va a ser similar<br />

a lo que se observa en la toxoplasmosis adquirida del adulto, es<br />

Figura 45-7. Formas clínicas de la<br />

toxoplasmosis.<br />

Toxoplasmosis<br />

1. Adquirida<br />

2. Congénita<br />

3. Del inmunocomprometido<br />

Aguda<br />

Crónica<br />

Sintomática<br />

Asintomática<br />

Sintomática<br />

Asintomática<br />

Formas generalizadas<br />

Ganglionar<br />

Digestiva<br />

Cardiaca<br />

Neurológica<br />

Ocular<br />

Pulmonar<br />

Cutánea<br />

Ocular<br />

Cardiaca<br />

SNC


CAPÍTULO 45 Toxoplasmosis 343<br />

decir, habría una fase generalizada, seguida de una etapa subaguda<br />

y posteriormente un periodo crónico o de secuelas. Si la<br />

infección de la embarazada se realiza cerca del parto, el recién<br />

nacido (RN) podrá nacer aparentemente sano y posteriormente<br />

desarrollará un cuadro agudo. Si la infección se produce cerca<br />

del inicio del noveno mes, el cuadro agudo se desarrolla in<br />

utero y el RN podría presentar un cuadro subagudo o de encefalitis.<br />

Si la infección de la gestante es alrededor del quinto o<br />

sexto mes, la etapa aguda (septicemia) y subaguda (encefalitis)<br />

se desarrollan in utero y el RN podrá nacer con secuelas (figura<br />

45-10). 2,17,18,28<br />

El espectro clínico de la toxoplasmosis congénita fluctúa<br />

desde un RN aparentemente sano hasta cuadros graves generalizados.<br />

En la mayoría de las infecciones congénitas, en alrededor<br />

de dos tercios de los casos el RN es aparentemente sano, es<br />

decir, sólo presenta la infección. En el tercio restante, la mayor<br />

parte presenta secuelas de una toxoplasmosis crónica. Dentro<br />

de éstas se tiene la tríada de Sabin: coriorretinitis, calcificaciones<br />

cerebrales e hidrocefalia. Habitualmente se presenta uno o<br />

dos componentes de la tríada. Lo más frecuente es que los RN<br />

presenten como única manifestación clínica de la infección<br />

congénita, retardo mental, es decir, presentan una forma oligosintomática.<br />

La relación entre los cuadros congénitos generalizados<br />

(agudos tipo sepsis), subagudos (meningoencefalitis),<br />

crónicos o de secuelas, es de 1:10:100. 1,2,20,23<br />

En los pacientes inmunocomprometidos las manifestaciones<br />

clínicas más importantes de la toxoplasmosis son debidas a<br />

encefalitis, neumonitis, coriorretinitis y posiblemente miocarditis.<br />

A diferencia de la enfermedad de Chagas, en inmunosuprimidos<br />

donde la pancarditis es muy importante, en la toxoplasmosis,<br />

en pacientes con SIDA, esto ha sido poco descrito.<br />

La encefalitis es la entidad clínica más importante en pacientes<br />

con toxoplasmosis crónica que adquieren SIDA. Entre 25 y<br />

50% de los pacientes con serología positiva para toxoplasmosis<br />

que contraen SIDA desarrollan encefalitis. Esta última entidad<br />

presenta una sintomatología inespecífica, de un síndrome de<br />

granuloma único o múltiple o de encefalopatía, dependiendo la<br />

sintomatología del número, localización y tamaño de las lesiones<br />

cerebrales. El cuadro clínico tiene un curso rápido y fatal si<br />

no es tratado en forma oportuna.<br />

La neumonitis toxoplasmósica origina síntomas y signos<br />

inespecíficos de fácil confusión en pacientes con SIDA de los<br />

que origina Pneumocystis jiroveci. Puede ser la única manifestación<br />

toxoplasmósica de un paciente con depresión de su sistema<br />

inmune o formar parte de un cuadro agudo generalizado.<br />

La coriorretinitis es la segunda causa etiológica de los pacientes<br />

con SIDA, aventajada sólo por el CMV (citomegalovirus).<br />

Las lesiones retinianas son intensas y por lo general son<br />

bilaterales y comprometen en forma importante la agudeza visual.<br />

Pueden aparecer antes, durante o después de la encefalitis.<br />

Las siguientes cifras indican la importancia de la toxoplasmosis<br />

en clínica humana: 20% de las alteraciones mentales, 15<br />

a 25% de las uveítis de causa desconocida, 7% de las cegueras<br />

no traumáticas se deben a toxoplasmosis congénitas y 13% de<br />

las adenopatías se producen por toxoplasmosis adquiridas.<br />

Infección fetal<br />

Fase generalizada<br />

Fase de encefalitis<br />

Fase de secuela<br />

Retardo mental,<br />

epilepsia<br />

Hidro y microcefalia,<br />

calcificaciones<br />

cerebrales,<br />

coriorretinitis<br />

Figura 45-10. Esquema de la toxoplasmosis congénita a partir de<br />

una infección activa de la madre.<br />

En perros, gatos y cerdos la toxoplasmosis origina una coriorretinitis<br />

focal, uveítis anterior, hemorragias retinianas, cegueras.<br />

En vacunos hay compromiso ocular. En vacunos, ovejas<br />

y cabras hay compromiso del SNC: cerebro, tronco cerebral y<br />

médula espinal. Los animales presentan ataxia, incoordinación,<br />

opistótonos, andar en círculo, etc. Existen focos de necrosis y<br />

daño vascular, nódulos gliales y formación de granulomas en el<br />

tejido nervioso. 20,24<br />

Diagnóstico<br />

Infección fetal<br />

Fase generalizada<br />

N A C I M I E N T O<br />

Fase de encefalitis<br />

Estado infeccioso con<br />

compromiso<br />

meningoencefálico:<br />

convulsiones, apatía,<br />

parálisis, hidrocéfalo<br />

interno (calcificaciones),<br />

coriorretinitis<br />

Fase de secuela<br />

Infección fetal<br />

Fase generalizada<br />

Estado infeccioso con<br />

hepatoesplenomegalia,<br />

ictericia y compromiso<br />

de cualquier otro órgano:<br />

miocarditis, neumonitis,<br />

hepatitis, etc.<br />

Fase de encefalitis<br />

Fase de secuela<br />

La presunción clínica se puede confirmar a través de exámenes<br />

directos e indirectos.<br />

El método directo, es decir, la observación de los parásitos<br />

tiene bajo rendimiento. La detección de T. gondii en material<br />

obtenido por punción (adenopatías), o biopsias o necropsias se<br />

puede realizar por técnicas que utilizan anticuerpos mono o<br />

policlonales marcados con fluoresceína o por técnicas de<br />

PCR. 32 Excepcionalmente, material fresco obtenido por punción<br />

de ganglios, se puede inocular en ratones sensibles libres<br />

de infección. Si el material inoculado tiene parásitos, los ratones<br />

se infectan y mueren (razas virulentas) o se infectan, presentando<br />

trofozoítos intracelulares y/o quistes (figura 45-11). 34<br />

Los métodos indirectos o serológicos más utilizados son<br />

prueba de Sabin y Feldman (SF), que aún hoy en día es el estándar<br />

de oro, ya que es específico y muy sensible. Las reacciones<br />

de inmunofluorescencia indirecta (IFI) y de ELISA siguen


344 PARTE II Parasitología humana<br />

Ácido paraaminobenzoico<br />

Sulfa<br />

Parásito<br />

intracelular<br />

Ácido fólico<br />

Reductasa<br />

Ácido folínico<br />

(tetrahidrofólico)<br />

Hombre<br />

intracelular<br />

Ácido fólico<br />

Reductasa<br />

Ácido folínico<br />

(tetrahidrofólico)<br />

Pirimetamina<br />

Coenzimas<br />

Coenzimas<br />

Pirimetamina<br />

Figura 45-11. Adenograma. Se observa macrófago que ha fagocitado<br />

restos celulares.<br />

Purinas<br />

Pirimidas<br />

Ácidos<br />

nucleicos<br />

Purinas<br />

Pirimidinas<br />

Ácidos<br />

nucleicos<br />

curvas paralelas al SF. 2,18,28 Se han obtenido buenos resultados<br />

al utilizar antígenos recombinantes en estudios experimentales<br />

(figura 45-12). 22<br />

En la toxoplasmosis congénita, la presencia clínica se puede<br />

confirmar por la detección de IgM o IgA anti-T. gondii en el<br />

RN en ausencia de rotura placentaria, ya que estas inmunoglobulinas<br />

no atraviesan la placenta. La PCR en sangre del cordón<br />

umbilical y/o del líquido amniótico permite confirmar el diagnóstico.<br />

17,29,31<br />

En la toxoplasmosis del inmunosuprimido, incluyendo el<br />

SIDA, es necesario considerar que en la mayoría de los casos no<br />

se produce IgM, y por consiguiente, no se deben utilizar en el<br />

diagnóstico técnicas con base en esta inmunoglobulina. En estos<br />

casos por lo general los títulos serológicos de IgG e IgA son bajos,<br />

lo que dificulta el diagnóstico. La reacción de Sabin y Feldman<br />

sigue siendo el estándar de oro. Cuando en la RNM con gadolinio<br />

aparecen múltiples lesiones cerebrales nodulares y en anillo<br />

Figura 45-13. Vías metabólicas del ácido fólico-folínico y su interferencia<br />

por pirimetamina y sulfas en el hombre y en el toxoplasma.<br />

con intensas señales en los ganglios basales, se puede sospechar el<br />

diagnóstico. 30,37 En numerosas ocasiones en pacientes con SIDA<br />

que presentan granulomas cerebrales, y en los que se sospecha<br />

toxoplasmosis, se debe recurrir a la biopsia cerebral con detección<br />

de PCR de T. gondii para confirmar la etiología. 4,5,6,14<br />

Tratamiento<br />

Las personas inmunocompetentes deben recibir terapia en todos<br />

los casos agudos, subagudos o crónicos reagudizados, ya<br />

que en ellos los fármacos tienen rendimiento. 1,2,28<br />

Se utiliza pirimetamina (Daraprim) (D) en dosis de 0.5-<br />

1 mg/kg/peso durante 30 días. Este fármaco es un antifólico y<br />

68 000<br />

PERIODOS<br />

a Agudo b Subagudo a Crónico recurrente b<br />

32 000<br />

16 000 FC<br />

8 000<br />

4 000<br />

2 000 320<br />

1 000 160<br />

512 80<br />

256 40<br />

64 20<br />

16 10<br />

4 5<br />

2 3 4<br />

Meses<br />

IgM detectada por IFI<br />

IgM detectada por ELISA reversa: doble sándwich<br />

IgM detectada por ELISA indirecta convencional<br />

a - b Periodo de actividad serológica<br />

Años<br />

SF, ELISA, IFI. Reacción de Sabin y Feldman<br />

o de inmunofluorescencia indirecta o ELISA<br />

Reacción de hemaglutinación indirecta<br />

Reacción de fijación al complemento<br />

Figura 45-12. Toxoplasmosis. Evolución<br />

de las reac ciones serológicas.


CAPÍTULO 45 Toxoplasmosis 345<br />

puede originar anemia, leucopenia y trambocitopenia. Cuando<br />

estos efectos secundarios se producen, se agrega al tratamiento<br />

ácido folínico en dosis de 5-15 mg al día por 30 días, que evita<br />

estos efectos sin interferir en la acción de la D sobre el parásito.<br />

Por la posibilidad de que se afecte la médula ósea, es necesario<br />

efectuar en forma periódica controles hematológicos a estos pacientes<br />

(figura 45-13).<br />

A la pirimetamina se asocia la sulfa (S) (sulfadiazina) ya<br />

que existe sinergismo entre ambos fármacos sobre T. gondii. Se<br />

administra 0.1 g kg de sulfa por 30 días. 1,2<br />

En aquellos casos en que fuera de la acción directa del parásito<br />

existe un componente inmunoalérgico, se agrega a la terapia<br />

de D S de corticosteroides, por ejemplo, prednisona en<br />

dosis de 0.5 mg/kg de peso durante 10-15 días.<br />

En pacientes inmunosuprimidos se utiliza el mismo esquema<br />

anterior, pero con mayor dosis y por un mayor tiempo.<br />

Así, por ejemplo, los pacientes con toxoplasmosis crónica que<br />

adquieren SIDA y se reactiva la parasitosis (toxoplasmosis crónica<br />

reagudizada), se pueden tratar con una dosis de carga<br />

de 200 mg de D el primer día seguida de 50-75 mg al día más<br />

4-6 g de S y ácido folínico (leucovorina), 10-15 mg/día por<br />

6 semanas. Posteriormente se administran 25 mg de D y 2-4 g<br />

de S más 12.5 mg de leucovorina por toda la vida. Otro esquema<br />

consiste en administrar 50-75 mg de D/día más 4-6 g de S<br />

y 10 mg de ácido folínico por 90-120 días y luego se baja la<br />

dosis a la mitad por toda la vida. 1,2,25-28<br />

Un 40% de estos pacientes presentan efectos secundarios<br />

severos que obligan a reemplazar los fármacos, especialmente<br />

las S por atovacuona, clindamicina, claritromicina, azitromicina<br />

y doxiciclina en las siguientes dosis:<br />

• Atovacuona: 750 mg 4 veces al día 120 días.<br />

• Clindamicina: 600 mg c/6 horas por 45-60 días.<br />

• Claritromicina: 500 mg a 1 g c/12 horas por 3-4 meses.<br />

• Azitromicina: 500 mg a 1 g al día por 3-4 meses.<br />

• Doxiciclina: 200 mg c/12 horas por 3-4 meses.<br />

En la mujer embarazada con primoinfección en el primer<br />

trimestre de la gestación, se reemplazará a la pirimetamina por<br />

espiramicina (Esp) 2-4 g al día, por 30 días, es decir, se le administra<br />

Esp S. En los otros trimestres se puede administrar D<br />

S. 1,2,17,23,36<br />

En la toxoplasmosis congénita, al RN se le debe administrar<br />

D S alternando con espiramicina durante un año en<br />

dosis habituales. La alternancia se puede realizar al mes, o cada<br />

tres meses. Se recomienda además continuar el tratamiento por<br />

un mes por año hasta los 15 años. 35<br />

Prevención<br />

La prevención humana consiste en educar a la población para<br />

que ingiera la carne bien cocida, y evitar la manipulación de<br />

carne cruda sin guantes. Los dueños de gatos deben evitar manipular<br />

a las crías jóvenes o tener contacto con tierra que pueda<br />

estar contaminada con heces de gato. Si se tienen gatos jóvenes<br />

en departamentos con cajones de tierra para hacer sus necesidades,<br />

es necesario cambiar la tierra de estos recipientes cada<br />

tres días para evitar la maduración de los ooquistes. Las mujeres<br />

embarazadas deben evitar tener contactos con gatos jóvenes.<br />

1,2,18,28<br />

Referencias<br />

1. Amato Neto U, de Marchi C. Toxoplasmose. En: Cimerman<br />

B, Cimerman S (ed.). Parasitología <strong>Humana</strong> e<br />

Seus Fundamentos Gerais de Atheneu, São Paulo, Rio de<br />

Janeiro, Belo Horizonte, Brasil, 1999, 159-181.<br />

2. Apt W, Thiermann E, Niedman G et al. Toxoplasmosis.<br />

Ed. Universidad de Chile, 1973:163.<br />

3. Caetano B, Bruna-Romero O, Fux B et al. Vaccination<br />

with replication-deficient recombinant adenoviruses<br />

encoding the main surface antigens of Toxoplasma gondii<br />

induces immune response and protection against infection<br />

in mice. Hum Gene Ther, 2006;17:415-426.<br />

4. Campbell A, Goldberg C, Magid M et al. First case of<br />

toxoplasmosis following small bowel transplantation and<br />

systematic review of tissue-invasive toxoplasmosis following<br />

noncardiac solid organ transplantation. Transplantation,<br />

2006;81:408-417.<br />

5. Colombo F, Vidal J, Penalva de Oliveira A et al. Diagnosis<br />

of cerebral toxoplasmosis in AIDS patients in Brazil:<br />

importance of molecular and immunological methods<br />

using peripheral blood samples. J Clin Microbiol, 2005;<br />

43:5044-5047.<br />

6. Daligand H, Weber G, Simon F. Severe acute toxoplasmosis<br />

in immunocompromised subjects: an outbreak in<br />

the Amazon. Med Trop, 2000;65:420-421.<br />

7. De Carli G. Toxoplasmosis. Libro Parasitología Clínica.<br />

Seleçao de Metódos e Tecnicas de Laboratorio para o Diagnóstico<br />

des Parasitoses <strong>Humana</strong>s. Ed. Atheneu, São Paulo,<br />

Rio de Janeiro, Belo Horizonte, Brasil, 2001:525-528.<br />

8. Dimier-Poisson I, Aline F, Bout D et al. Induction of<br />

protective immunity against toxoplasmosis in mice by<br />

immunization with Toxoplasmosis gondii RNA. Vaccine,<br />

2006;24:1705-1709.<br />

9. Dubey J, Rajapakse R, Ekanayake D et al. Isolation<br />

and molecular characterization of Toxoplasma gondii<br />

from chickens from Sri Lanka. J Parasitol, 2005;91:1480-<br />

1482.


346 PARTE II Parasitología humana<br />

10. Dubey J, Gennari S, Labruna M et al. Characterization<br />

of Toxoplasma gondii isolated in free-range chickens<br />

from Amazona, Brazil. J Parasitol, 2006;92:36-40.<br />

11. Dubey J, Vianna M, Sousa S et al. Characterization of<br />

Toxoplasma gondii isolated in free-range chickens from<br />

Portugal. J Parasitol, 2006;92:184-186.<br />

12. Dubey J. Comparative infectivity of oocysts and bradyzoites<br />

of Toxoplasma gondii for intermediate (mice) and<br />

definitive (cats) hosts. Vet Parasit, 2006;140:69-75.<br />

13. Dubey J, Su C, Oliveira J et al. Biologic and genetic<br />

characteristics of Toxoplasma gondii isolates in free-range<br />

chickens from Costa Rica, Central America. Vet Parasitol,<br />

2006;139:29-36.<br />

14. Edvinsson B, Lappalainen M, Evengard B. ESCMID<br />

Study Group for Toxoplasmosis. Real-time PCR targeting<br />

a 529-bp repeat element for diagnosis of toxoplasmosis.<br />

Clin Microbiol Infect, 2006;12:131-136.<br />

15. Frenkel J. Immunity in toxoplasmosis. Bull Pan Am<br />

Health Organ, 1985;19:354-367.<br />

16. Frenkel J. Pathophysiology of toxoplasmosis. Parasitol<br />

Today, 1998;4:273-278.<br />

17. Frenkel J. Diagnosis incidence and prevention of congenital<br />

toxoplasmosis. Am J Dis Child, 1990;144:956-958.<br />

18. Frenkel J. Toxoplasmosis in human beings. J Am Vet<br />

Med Assoc, 1990;196:240-248.<br />

19. Frenkel J, Pfefferkorn E, Smith D et al. Prospective<br />

vaccine prepared from a new mutant of Toxoplasma gondii<br />

for use in cats. Am J Vet Res, 1991;52:759-763.<br />

20. Freyre A. Toxoplasmosis. Ed. Universidad de la República<br />

del Uruguay, Uruguay, 1989:338.<br />

21. Gallego D, Saavedra-Matiz C, Gómez-Marín J. Direct<br />

genotyping of animal and human isolates of Toxoplasmosis<br />

gondii from Colombia (South America). Acta Trop,<br />

2006;97:161-167.<br />

22. Gatkowska J, Hiszczynska-Sawicka E, Kur J et al.<br />

Toxoplasma gondii: An evaluation of diagnostic value of<br />

recombinant antigens in a murine model. Exp Parasitol,<br />

2006;114:220-227.<br />

23. Gras L, Wallon M, Pollak A et al. Association between<br />

prenatal treatment and clinical manifestations of congenital<br />

toxoplasmosis in infancy: a cohort study in 13 European<br />

Centres. Acta Paediatr, 2005;94:1721-1731.<br />

24. Hill D, Chirukandoth S, Dubey L. Biology and epidemiology<br />

of Toxoplasma gondii in man and animals. Anim<br />

Health Res Rev, 2005;6:41-61.<br />

25. Jones J, Muccioli C, Belfort R Jr et al. Recently acquired<br />

Toxoplasma gondii infection, Brazil. Emerg Infect Dis,<br />

2006;12:582-587.<br />

26. Khan A, Su C, German M et al. Genotyping of Toxoplasma<br />

gondii strains from immunocompromised patients<br />

reveals high prevalence of type I strains. J Clin Microbiol,<br />

2005;43:5881-5887.<br />

27. Laurenco E, Bernardes E, Silva N et al. Immunization<br />

with MIC1 and MIC4 induces protective immunity<br />

against Toxoplasma gondii. Microbes Infect, 2006;8:1244-<br />

1251.<br />

28. Mehlhorn H. Encyclopedic Reference of Parasitology<br />

Diseases-Treatment-Therapy. Biology-Structure-Function.<br />

49-59 pp. Springer, Berlín, Heidelberg, Nueva York,<br />

Barcelona, Hong Kong, Londres, Milán, París, Singapur,<br />

Tokio, 2001:449-457 y 583-591.<br />

29. Nagy B, Ban Z, Beke A et al. Detection of Toxoplasma<br />

gondii from amniotic fluid, a comparison of four different<br />

molecular biological methods. Clin Chim Acta, 2006;368:<br />

131-137.<br />

30. Naqi R, Azeemuddin M, Ahsan H. Cerebral toxoplasmosis<br />

in a patient with acquired immunodeficiency syndrome.<br />

J Pak Med Assoc, 2010;60:316-318.<br />

31. Nowakowska D, Colon I, Remington J et al. Genotyping<br />

of Toxoplasma gondii by Multiplex PCR and peptidebased<br />

serological testing of samples from infants in poland<br />

diagnosed with congenital toxoplasmosis. J Clin<br />

Microbiol, 2006;44:1282-1289.<br />

32. Okubo Y, Shinozaki M, Yoshizawa S et al. Diagnosis of<br />

systemic toxoplasmosis with HIV infection using DNA extracted<br />

from paraffin-embedded tissue for polymerase chain<br />

reaction: a case report. J Med Case Report, 2010:4:165.<br />

33. Pergole G, Cascone A, Russo M. Acute pericarditis and<br />

myocarditis by Toxoplasma gondii in an immunocompetent<br />

young man: a case report. Infez Med, 2010;18:48-52.<br />

34. Remington J, Thulliez P, Montoya J. Recent developments<br />

for diagnosis of toxoplasmosis. J Clin Microbiol,<br />

2004;42:941-945.<br />

35. Saeij J, Boyle J, Boothroyd J. Differences among the<br />

three major strains of Toxoplasma gondii and their specific<br />

interactions with the infected host. Trends Parasitol,<br />

2005;21:476-481.<br />

36. Schmidt D, Hogh B, Andersen O et al. Treatment of<br />

infants with congenital toxoplasmosis: tolerability and<br />

plasma concentrations of sulfadiazine and pyrimethamine.<br />

Eur J Pediatr, 2006;165:19-25.<br />

37. Suzuki K, Masuya M, Matsumoto T et al. High-intensity<br />

signals in the basal ganglia from gadolinium-enhanced<br />

T1-weighted MRI as an early change in Toxoplasma<br />

encephalitis in an AIDS patient, 2010. J Infect<br />

Chemother, 2010;16:135-138.<br />

38. Vallochi A, Goldberg A, Falcai A et al. Molecular markers<br />

of susceptibility to ocular toxoplasmosis, host and<br />

guest behaving badly. Clin Ophthalmol, 2010;2:837-848.<br />

39. Xiao Y, Yin J, Jiang N et al. Seroepidemiology of human<br />

Toxoplasma gondii infection in China. BMC Infect<br />

Dis, 2010;7:10-14.


Capítulo<br />

46<br />

Amebas de vida libre*<br />

Víctor Muñoz †<br />

• Rodrigo Donoso<br />

Antecedentes históricos<br />

En 1841, Dujardin las denomina amebas limax, nombre que se<br />

utilizó por muchos investigadores para incluir las diversas amebas<br />

que se fueron descubriendo; por tanto, en este periodo se<br />

avanzó poco en su conocimiento. En 1899, Schardinger describió<br />

la Ameba gruberi, a la que posteriormente se le denomina<br />

Naegleria gruberi, amebas que más tarde fueron agrupadas dentro<br />

de las de tipo flagelar por Awerinzer en 1910 y Rafalko en<br />

1947, característica que se usa para seleccionar y aislar aquellas<br />

que son tan patógenas, como las del género Vahlkampfia.<br />

En 1912, Alexieff define y reúne a pequeñas amebas con<br />

aspecto de vermes y las bautiza como Hartmanellas. En 1959,<br />

Culbertson y colaboradores comprobaron que las amebas que<br />

contaminaban cultivos de tejidos, eran capaces de producir<br />

cuadros de meningoencefalitis en ratones y monos. 9 Fowler y<br />

Carter, 15 en 1965, encontraron que estas amebas eran capaces<br />

de producir un cuadro meníngeo fulminante, en el hombre.<br />

Patras y Andujar en 1966, y Kenney en 1971, identificaron<br />

como Acanthamoeba amebas recolectadas de autopsias de<br />

pacientes.<br />

Carter, en 1968, por primera vez aisló una ameba desde<br />

líquido cefalorraquídeo de un paciente que padecía de meningoencefalitis;<br />

posteriormente, el mismo Carter, 7 en 1970, determinó<br />

que correspondía a Naegleria fowleri.<br />

En los años 2001 y 2003, Gelman publicó el caso de encefalitis<br />

amebiana causada por Sappinia diploidea, en un enfermo<br />

de 38 años de edad, cuya biopsia reveló una inflamación necrosante<br />

y hemorrágica con trofozoítos de doble núcleo, cuyos<br />

caracteres morfológicos estructurales y ultraestructurales correspondieron<br />

a esta ameba. 18<br />

En relación con Chile, en 1993, Muñoz y colaboradores<br />

dan a conocer la presencia de amebas de vida libre en fuentes<br />

acuáticas de algunas zonas del país. 36 Los mismos autores en<br />

2003 publicaron el aislamiento de amebas de vida libre en piscinas<br />

públicas de Santiago de Chile. 39 Dentro de las amebas de<br />

vida libre potencialmente patógenas (AVLPP), se encontró mayor<br />

número de Naegleria con 7.8% (5 casos), mientras que la<br />

Acanthamoeba dio un porcentaje de 4.7% (3 casos).<br />

Recientemente en Turquía, Ozkoc S. y colaboradores<br />

encontraron una nueva cepa potencialmente patógena, Paravahlkampfia,<br />

que posiblemente sea la primera cepa que se ha aislado<br />

de un paciente con queratitis que ha revelado molecularmente<br />

diferenciarse de Vahlkampfia. 44<br />

Concepto<br />

Las amebas de vida libre (AVL) las describe Page como amebas<br />

anfizoicas, 45 por la capacidad que tienen de vivir en forma libre<br />

en el ambiente natural. Algunas pueden potencialmente provocar<br />

cuadros graves en humanos y animales; también algunos<br />

autores describen el concepto de AVL con ausencia de portadores<br />

humanos de importancia epidemiológica y escasa relación<br />

entre una higiene deficiente y la diseminación de la infección. 33<br />

Clasificación<br />

Actualmente se han descrito numerosas amebas de vida libre;<br />

muchas de ellas aún no tienen bien definida su clasificación<br />

taxonómica y es posible que a medida que se apliquen métodos<br />

o estudios biomoleculares, determinaciones genómicas puedan<br />

ir modificando su ubicación dentro de géneros y especies.<br />

La infección humana por estos protozoarios se ha ido incrementando<br />

de manera significativa en los últimos 15 años.<br />

Numerosas publicaciones en todo el mundo, como Australia,<br />

EUA, Europa, Asia, América Central y Sudamérica, han identificado<br />

grupos de amebas potencialmente patógenas pertene-<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

† Fallecido.<br />

347


348 PARTE II Parasitología humana<br />

cientes a los géneros Naegleria ( fowleri), Acanthamoeba, Balamuthia,<br />

existiendo hasta ahora, un caso clínico producido por<br />

Sappinia diploidea, 18 y otro potencialmente por una nueva cepa<br />

de Paravahlkampfia. 44<br />

Género Naegleria<br />

Diversos autores describen a Naegleria fowleri como la única<br />

potencialmente patógena en su género, 4,5,27 pero la Sociedad<br />

de Protozoología, desde 1985, 23 considera patógena no sólo a<br />

N. fowleri, sino también a N. australiensis, N. lovaniensis, N.<br />

jadini y N. thontoni, siendo considerada no patógena N. gruberi.<br />

Es importante destacar que la única especie de Naegleria que<br />

se ha aislado de muestras recolectadas de pacientes humanos es<br />

N. fowleri, y las demás sólo han demostrado ser patógenas en<br />

animales de experimentación. Por esta razón, nos referiremos<br />

principalmente a N. fowleri.<br />

Naegleria fowleri<br />

Según Patterson, 46 Naegleria son protistas Heterolobosea, es<br />

decir, en su ciclo de vida presentan un estado ameboideo y<br />

frente a determinadas variables ambientales y nutricionales,<br />

presentan un estado flagelar, con un cuerpo flexible y con emisión<br />

de seudópodos como bombeos eruptivos monopodiales;<br />

es una de las amebas pequeñas no mayor de 30 mm. El género<br />

Naegleria se puede comparar con Vahlkampfias, pero algunas<br />

especies, especialmente aquellas que habitan en aguas temperadas,<br />

son patógenas facultativas, que causan meningitis amebiana<br />

primaria (PAM) en los seres humanos.<br />

Suelen ingresar como flagelados a través de las fosas nasales.<br />

La identificación de las especies es un procedimiento complejo<br />

y no pueden ser obtenidos por microscopia sólo de luz,<br />

según lo indicado por Martínez en 1985. 29 Para identificar las<br />

diversas especies se estudiarán varios parámetros como morfología<br />

de quistes, tolerancia a la temperatura, conducta inmunológica,<br />

patrones enzimáticos, capacidad agresora, entre otros.<br />

Quistes<br />

Adultos o niños espuestos a<br />

Naegleria fowleri en aguas<br />

Trofozoítos<br />

Forma ameboidea<br />

que invade el sistema<br />

nervioso cerebral<br />

Trofozoíto flagelar<br />

Estructura o forma<br />

capaz de nadar o<br />

deslizarse hacia la boca<br />

o nariz del hospedero<br />

Figura 46-1. Ciclo evolutivo y clínico de Naegleria fowleri.<br />

Biología<br />

Naegleria fowleri es una ameba flagelar, que en su ciclo de vida<br />

presenta tres estadios o etapas de vida: 5 trofozoíto ameboideo,<br />

trofozoíto flagelar y quiste. Los tamaños de las formas trofozoíticas<br />

oscilan entre 15 a 25 mm.<br />

En la fase de trofozoíto ameboideo el aspecto del citoplasma<br />

es granular, con mitocondrias con aspecto de copa, presencia<br />

de lisosomas y vacuolas contráctiles. Usualmente el núcleo<br />

se ubica en la zona central, sobresaliente, con gránulos de cromatina<br />

y con notorio nucléolo esférico grande. En esta forma<br />

vegetativa N. fowleri desarrolla la división celular por mitosis,<br />

proceso que se caracteriza por conservar intacta la membrana<br />

nuclear durante la división. En esta fase la ameba se reproduce,<br />

crece y se alimenta. 5,33<br />

La temperatura normal de crecimiento es a 37°C, pero se<br />

desarrolla sin problemas a temperaturas más altas, cercana a<br />

46°C, propiedad que la ubica entre los microorganismos termófilos.<br />

5,45,46 Sus movimientos son generalmente unidireccionales,<br />

por seudópodos lobopodiales (anchos y de forma globosa).<br />

Éstos se forman por abultamiento del citoplasma en la<br />

parte frontal de la célula en una serie de erupciones. Surgen<br />

componentes visibles de la célula, como núcleos, vacuolas contráctiles<br />

y vacuolas de alimentos. 46<br />

Es posible que las tres fases de N. fowleri lleguen o invadan<br />

la mucosa nasal, pero nunca se han aislado formas flagelares ni<br />

quistes en líquido cefalorraquídeo ni en tejidos, solamente formas<br />

trofozoíticas ameboideas. Es factible que al llegar a la zona<br />

nasal con prontitud los quistes se transformen en trofozoítos y<br />

las formas flagelares en trofozoítos ameboideos y en esta condición<br />

invadan el tejido nervioso (figura 46-1). 5,45<br />

Aparentemente N. fowleri puede crecer en ambientes con<br />

rangos amplios de pH, de modo que éste no parece ser un factor<br />

limitante de su distribución. Se le ha aislado en agua dulce<br />

a 10°C y suelo a 8°C. No obstante, la mayor parte de las cepas<br />

proviene de acuíferos con temperaturas elevadas, natural o artificialmente<br />

en el laboratorio en rangos de 40 a 45°C. 5,43<br />

Como la mayoría de los protozoos, en condiciones desfavorables<br />

los trofozoítos se enquistan. Los quistes miden entre<br />

7-10 mm, con una delgada doble pared, que presenta uno o dos<br />

poros aplanados, apenas visibles al microscopio óptico corriente<br />

(figura 46-2, a-f). 20,43 Por microscopia electrónica de barrido se<br />

demostró de manera concluyente la presencia de poros aplanados<br />

en las paredes de N. fowleri, no así la visibilidad superior de<br />

poros con presencia de un borde externo sobresaliente en anillo,<br />

que se observa en N. gruberi (figura 46-3, a y b). 43,54<br />

Las amebas del ambiente pueden comportarse como transmisores<br />

de otros microorganismos. Legionella pneumophila se<br />

desarrolla fácilmente en la ameba N. fowleri y este protozoario<br />

puede proporcionar un entorno propicio intracelular para la<br />

multiplicación de L. pneumophila. Generalmente Naegleria spp<br />

destruye a L. pneumophila dentro de las primeras 24 horas de la


CAPÍTULO 46 Amebas de vida libre 349<br />

fagocitosis, pero se ha observado que algunas pueden mantener<br />

el crecimiento intracelular de ésta, postulándose que L. pneumophila<br />

conserva su virulencia debido a su asociación con Naegleria<br />

spp. 42<br />

Patogenia y patología<br />

El daño más significativo que produce N. fowleri es la meningoencefalitis<br />

amebiana primaria (MAP). Es un tipo de encefalitis<br />

aguda fulminante que afecta también a las meninges y lleva<br />

a la muerte en pocos días. En esta patología, los hemisferios<br />

cerebrales y el cerebelo aparecen edematosos y muy congestionados;<br />

el bulbo olfatorio y la corteza orbitofrontal presentan<br />

necrosis y hemorragia. El exudado fibrinopurulento es exiguo.<br />

33,43 La mayoría de los casos de MAP se presenta en niños<br />

y/o jóvenes aparentemente sanos, con antecedentes anamnésicos<br />

de haber practicado recientemente natación o juegos en<br />

fuentes de agua dulce. 23,47<br />

La puerta de entrada es la aspiración de aguas contaminadas,<br />

en donde las amebas alcanzan el techo de la cavidad nasal<br />

hasta llegar a la mucosa olfatoria, migran al nervio olfatorio,<br />

atraviesan la lámina cribiforme y avanzan hasta el espacio subaracnoideo.<br />

En el cerebro, causan histólisis por producción de<br />

hidrolasas lisosomales y fosfolipasas que degradan la mielina,<br />

ocasionan necrosis hemorrágica y edema, que son las características<br />

histopatológicas de la MAP, provocando daños graves e<br />

irreversibles. Los sitios infectados más cercanos al SNC son la<br />

mucosa y los nervios olfatorios. Otras zonas comprometidas<br />

son la base y el tronco del encéfalo, como también el cerebelo.<br />

Estudios histológicos revelan que los trofozoítos rodean<br />

los vasos sanguíneos en los espacios de Virchow-Robin, con un<br />

bajo número de polimorfonucleares (PMN). En los espacios<br />

subaracnoideos, es posible verificar la existencia de exudado<br />

purulento con amebas. En muestras de tejidos humanos hasta<br />

ahora sólo se han encontrado trofozoítos, principalmente perivasculares.<br />

5,27<br />

Las lesiones meníngeas permiten distinguir entre la MAP<br />

y las encefalopatías producidas por otros tipos de amebas,<br />

como Acanthamoeba y Balamuthia, que provocan lesiones cerebrales<br />

granulomatosas.<br />

Epidemiología<br />

Generalmente la MAP por N. fowleri ha sido adquirida en lugares<br />

de recreación en que las piscinas están contaminadas con<br />

estos agentes. En su mayoría los afectados son niños y jóvenes<br />

en buen estado de salud y con el antecedente de haberse bañado<br />

o haber nadado en agua corriente supuestamente limpia, o<br />

en piscinas calentadas de modo artificial. También se han registrado<br />

casos relacionados con el lavado de la cara con agua contaminada<br />

y la inhalación de polvo; N. fowleri se ha aislado<br />

de una variedad de fuentes de agua, incluidas de suministro de<br />

agua doméstica, recreativas e instalaciones de aguas térmicas<br />

como también en aguas contaminadas de fuentes industriales.<br />

Factores favorecedores de la presencia de N. fowleri en fuentes<br />

acuáticas del medio ambiente han sido propuestos, entre ellos<br />

la temperatura, pH, coliformes, y la cantidad de materia orgánica<br />

presente. 26,33<br />

Lamentablemente, la infección por N. fowleri termina, la<br />

mayoría de las veces, con la muerte de las personas que presentan<br />

un cuadro agudo, cuyo desenlace es tan rápido que no es<br />

posible aún conocer con precisión el papel de los anticuerpos<br />

en la protección contra la MAP. A pesar de la evolución tan<br />

fulminante, se ha planteado que la IgA secretora desempeña<br />

una función de protección contra N. fowleri, debido a que este<br />

agente invade la mucosa nasal. 5,43<br />

No se conocen los elementos que utilizan las AVL patógenas<br />

para debilitar y neutralizar la reacción inmunitaria. Se ha<br />

señalado la destreza de N. fowleri para aprisionar y destruir anticuerpos<br />

en su superficie, lo que explica cómo este agente patógeno<br />

es capaz de eludir las defensas inmunitarias del hospedero.<br />

5<br />

Clínica<br />

La MAP afecta a individuos saludables, inmunocompetentes,<br />

niños o adultos que la mayoría de las veces presentan antecedentes<br />

de actividades acuáticas, a diferencia de las infecciones<br />

por amebas del género Acanthamoeba spp. o Balamuthia mandrillaris,<br />

las cuales principalmente se instalan en individuos<br />

inmunodeficientes. 4,5,33<br />

Los síntomas se inician de manera repentina, con elevación<br />

tenue de temperatura y malestar general y que con frecuencia<br />

desemboca en meningoencefalitis aguda, a menudo<br />

terminal. Los síntomas aparecen uno o dos días después de la<br />

exposición al agua contaminada y la evolución de la enfermedad<br />

es rápida, con un periodo de incubación de tres a cinco<br />

días. La enfermedad se caracteriza por intensa cefalea, principalmente<br />

frontal, fotofobia, fiebre alta, náuseas, vómitos, rigidez<br />

de nuca y signos de irritación meníngea, ocasionalmente<br />

convulsiones, seguidas de coma. La muerte ocurre entre tres y<br />

diez días después de iniciados los síntomas, por falla cardiorrespiratoria<br />

y edema cerebral grave. 4,33,43<br />

Diagnóstico<br />

La mayoría de los casos se reconoce en la autopsia debido a que<br />

las características clínicas son muy poco diferenciadas de la meningoencefalitis<br />

bacteriana o viral y porque en clínica hay poco<br />

conocimiento sobre esta patología. Una aparente meningoencefalitis<br />

bacteriana relacionada con antecedentes recientes de<br />

actividad acuática, debe poner en alerta al tratante y realizar un<br />

análisis microscópico de líquido cefalorraquídeo, en busca de<br />

trofozoítos ameboideos de unos 15 a 25 mm, con lobopodios<br />

ameboideos muy móviles. En caso de MAP, este sencillo análisis<br />

puede ser de ayuda vital para salvar la vida del paciente, mas<br />

tiene el inconveniente de que no es fácil visualizar y determinar<br />

las características morfológicas y de movilidad de estos agentes.<br />

Si no se tiene un conocimiento cabal y experiencia en el diagnóstico<br />

de AVL, se puede formular un diagnóstico falso positivo,<br />

al confundir AVL con macrófagos y otras células mononucleares.<br />

33,43,53


350 PARTE II Parasitología humana<br />

La muestra de LCR se estudia con métodos que previamente<br />

fijan la muestra a la placa de vidrio y al utilizar tinciones<br />

de Wright, Giemsa o hematoxilina-eosina, que permiten visualizar<br />

el citoplasma teñido de azul y el núcleo de color rosa. Al<br />

centrifugar, las amebas se observan redondeadas y planas sin<br />

seudópodos, lo cual también tiene el inconveniente de no diferenciar<br />

con otras células que también pueden aparecer en el<br />

LCR, como macrófagos, células epiteliales o camuflar como<br />

una partícula más de sedimento del fluido espinal. 5,43<br />

El diagnóstico de certeza se logra con el aislamiento y clonación<br />

de trofozoítos, 38,45 del LCR o tejidos de biopsia cerebral.<br />

Para la siembra y cultivo de las AVL en busca de N. fowleri,<br />

se recomienda centrifugar el LCR a 1 000 rpm por 5-8<br />

minutos. Con pipeta estéril, cuidadosamente transferir 0.5 ml<br />

del sobrenadante a un tubo estéril y guardar a 4°C para su posible<br />

uso posterior. Mezclar el sedimento en el fluido restante y<br />

con una pipeta Pasteur o pipeta desechable estéril, depositar<br />

dos a tres gotas en el centro de dos placas sobre la superficie del<br />

agar no nutritivo (ANNE) que previamente se ha depositado<br />

en una película con Escherichia coli o Enterobacter aerogenes, de<br />

preferencia inactivadas, lo cual proporciona los nutrientes necesarios<br />

para el desarrollo de la AVL. Una de las placas se incuba<br />

a 37°C y la otra a 42°C, durante 8 a 10 días, examinándolas<br />

cada 24 horas bajo estereoscopio y microscopio. 36,39,53<br />

Es importante recordar que el LCR en pacientes con MAP<br />

presenta leucocitos, sobre todo neutrófilos, que pueden fluctuar<br />

desde varios miles hasta 20 000 células/mm 3 . Los valores de<br />

glucosa son bajos y generalmente el contenido de proteínas es<br />

alto. Los cultivos bacterianos son negativos. 5 Se recomienda emplear<br />

el método de Page, 45 para clonar y posteriormente identificar<br />

cepas obtenidas de muestras biológicas, aguas y suelos.<br />

En relación con Naegleria, la visualización es difícil. En<br />

cada cepa se comprueba capacidad ameboflagelar o prueba de<br />

exflagelación; es un procedimiento simple, que se realiza utilizando<br />

un asa bacteriológica; se raspa la superficie de la placa o<br />

se desprende un trozo de agar que contiene las colonias altamente<br />

sugerentes de Naegleria y se transfiere a un tubo estéril<br />

con 1.0 ml de agua destilada. Agitar y dejar en cámara húmeda<br />

e incubar a 37°C y/o 42°C por 2 a 3 horas. Luego depositar<br />

una o dos gotas en el centro de un portaobjetos que tenga un<br />

socavado o hundimiento, se sella con un cubreobjetos y se examina<br />

bajo el microscopio si las amebas flagelan 45 (figuras 46-4<br />

a 46-10). Además, en la observación microscópica se investiga<br />

la presencia o ausencia de un aro o collar alrededor de los poros<br />

que están en las paredes lisas de todos los quistes de Naegleria<br />

spp. 54 Las diferentes técnicas de biología molecular utilizadas<br />

para el estudio de Naegleria no se enfocan todavía a fines de<br />

diagnóstico clínico, sino a estudios de la filogenia y la determinación<br />

taxonómica de las especies.<br />

Comparado con el de Acanthamoeba, el diagnóstico de la<br />

presencia de Naegleria fowleri en un paciente presenta menos<br />

problemas, dado que es una sola especie la implicada en la patología.<br />

Sin embargo, los estudios moleculares pueden tener varias<br />

aplicaciones, entre otras, distinguir Naegleria spp. de N. fowleri.<br />

Tratamiento<br />

Si el diagnóstico es oportuno en etapas iniciales de la infección,<br />

el tratamiento con el antimicótico anfotericina B, podría tener<br />

éxito y posibilidades de sobrevivir.<br />

Las dosis utilizadas para los escasos pacientes que se recuperaron<br />

fluctuaban entre 0.72 y 1.5 mg/kg de peso durante 10<br />

días; la vía de administración fue intravenosa o intracraneal.<br />

No hubo secuelas neurológicas provocadas por el medicamento<br />

o por la ameba. Un niño dosificado por vía intravenosa e intratecal<br />

con anfotericina B, miconazol intratecal y rifampicina<br />

oral, es el mejor caso documentado como un tratamiento exitoso<br />

de MAP. 5,31,33,43<br />

Control<br />

Es importante que los médicos y los especialistas, como los infectólogos,<br />

conozcan y manejen mejor esta enfermedad emergente<br />

que hoy se diagnostica con poca frecuencia. También es<br />

vital que se eduque al respecto a la población, se realicen acciones<br />

de descontaminación de las aguas de las charcas y piscinas<br />

con cloro con las normas e indicaciones de concentración adecuadas<br />

(niveles continuos de cloro libre residual de 0.5 a 1.0<br />

mg/L de agua a 26°C). Estudios recientes demuestran la resistencia<br />

de N. fowleri al cloro, el cual pierde su efecto en pocas<br />

horas. 39 Como precaución local, se aconseja reparar y limpiar<br />

las paredes y fondo de las piscinas en forma periódica, que exista<br />

una adecuada recirculación de agua, que haya control del<br />

número de bañistas, revisar y cambiar periódicamente los filtros<br />

utilizados en la piscina. Se sugiere que la autoridad sanitaria<br />

advierta con letreros u otro medio de comunicación sobre la<br />

potencial presencia de amebas de vida libre en centros acuáticos<br />

recreativos o vacacionales sospechosos, en los que se ha demostrado<br />

la presencia de AVL, en especial en cuanto a no bucear,<br />

no zambullirse, no introducir la nariz en el agua, etc. 2,15,17,18 Es<br />

importante estar alertas en cuanto a las consecuencias del calentamiento<br />

global, que puede ser la causa de aparición de un<br />

mayor número de casos de MAP, en especial en aquellos países<br />

en que hasta este instante no existe registro de esta patología. 21<br />

Género Acanthamoeba<br />

Biología<br />

Acanthamoeba spp.<br />

Numerosas especies del género Acanthamoeba se han aislado<br />

como agentes de meningoencefalitis granulomatosa y de queratitis<br />

humanas como: A. castellani, A. polyphaga, A. culbertsoni,<br />

A. rhysodes, A. hatchetti, A. palestinensis, A griffin, A. astronyxis,<br />

A. mauritaniensis, A. royreba, A. divionensis, A. healyi, A. terricola,<br />

A. lenticulata, A. jacobsi. 22 Acanthamoeba se diferencia de<br />

otro género llamado Balamuthia, cuya morfología es relativamente<br />

similar de acuerdo con los resultados de estudios genético-moleculares<br />

de rRNA 16S. 33<br />

Esta ameba presenta dos estadios: trofozoíto o forma vegetativa<br />

y quiste o etapa de resistencia. La forma vegetativa pre-


CAPÍTULO 46 Amebas de vida libre 351<br />

senta un diámetro entre 20 y 55 mm. En preparaciones frescas<br />

los trofozoítos presentan un movimiento torpe, lento, irregular,<br />

y sus seudópodos toman aspecto de verdaderas púas, finas, filamentosas,<br />

denominadas acantopodios o acantápodos, lo que le<br />

da el nombre al género (figura 46-11, a-d). Estas amebas pueden,<br />

además, emitir lobópodos hialinos y de gran tamaño, que<br />

les permiten movimientos unidireccionales, que son más lentos<br />

comparados con los de otras amebas.<br />

El núcleo es central, claro y esférico, con un nucléolo redondo,<br />

tupido. Los trofozoítos se dividen por fisión binaria y la<br />

división del núcleo se realiza por mitosis. El desarrollo óptimo<br />

lo realiza a temperatura aproximada a los 25°C; no obstante,<br />

puede hacerlo a temperaturas superiores. 4,5,43<br />

La etapa de quiste es característica. Su forma es moderadamente<br />

redondeada. Su diámetro varía entre 11 y 25 mm y presenta<br />

doble pared. La externa, o exoquiste, es ondulada o corrugada;<br />

mientras que la interna, o endoquiste, puede tener<br />

forma estrellada, poligonal, esférica u oval (figura 46.11b y d).<br />

La pared o cutícula contiene celulosa y es responsable de su<br />

resistencia. Presenta poros que se forman en la unión del exoquiste<br />

y el endoquiste y están cubiertos por un borde circular u<br />

opérculo. El núcleo se muestra como una débil estructura refráctil,<br />

con un cariosoma redondeado y reluciente. Los quistes<br />

aparecen como reacción a condiciones ambientales desfavorables<br />

como temperatura, deshidratación, cloración de las aguas,<br />

además resisten a una diversidad de antisépticos y agentes antimicrobianos.<br />

5,33,43<br />

Se han realizado estudios moleculares y desarrollado esquemas<br />

basados en la secuencia de genes nucleares de rRNA<br />

(18S rDNA) y se han definido cuatro tipos o subgéneros de<br />

Acanthamoeba, con el objetivo de proporcionar un esquema<br />

de clasificación determinado. 33 El ciclo biológico de Acanthamoeba<br />

spp. se describe en la figura 46-12.<br />

Balamuthia mandrillaris<br />

El ciclo de vida y morfología son similares a los de Acanthamoeba,<br />

pero es de diámetro mayor. En la fase ameboidea miden<br />

entre 12 y 60 mm, y algunas veces pueden alcanzar hasta 60 y<br />

120 mm de largo, lo que implica que son claramente mayores<br />

que Acanthamoeba y Naegleria (figura 46-13).<br />

Los trofozoítos tienen forma irregular: redondeados, rizados,<br />

con gran cantidad de seudópodos sin ramificaciones. Son<br />

mononucleares, pero en algunas ocasiones se advierten formas<br />

binucleadas; el núcleo es vesicular y presenta varios nucléolos.<br />

Se desplazan lentamente por medio de seudópodos anchos y<br />

aplanados, que algunos autores denominan lamelopodios (con<br />

forma de lámina).<br />

El quiste presenta triple pared: una delgada capa externa<br />

irregular o ectoquiste; una interna densa y gruesa o endoquiste;<br />

y una porción media fibrilar amorfa, llamada mesoquiste. Sus<br />

medidas oscilan entra 6 y 30 mm y no tiene poros. 5,33,43<br />

Patogenia y patología<br />

Se postula que la vía de infección más frecuente es la aspiración<br />

o inhalación de amebas a través de los conductos nasales, 33 pero<br />

puede ser intranasal, como se indicó con anterioridad, lo que<br />

permite a las amebas migrar al sistema nervioso central (SNC)<br />

directamente, o puede ser a través de una rotura en la piel o a<br />

través de las vías respiratorias, con la consiguiente propagación<br />

de amebas al SNC por vía hematógena (figura 46-13). 16<br />

La encefalitis amebiana granulomatosa (EAG) es una infección<br />

silenciosa, de lenta progresión, oportunista, que se presenta<br />

con mayor frecuencia en sujetos inmunodeficientes. La<br />

llegada de las amebas al SNC es por vía hematógena, aunque<br />

también existe la posibilidad de que lo hagan directamente por<br />

Trofozoítos<br />

Quistes<br />

CUALQUIER ÉPOCA DEL AÑO<br />

Medio<br />

ambiente<br />

Aire<br />

Polvo<br />

Suelo<br />

Agua<br />

Infección nasal<br />

Encefalitis amebiana<br />

granulomatosa<br />

Dermatitis por<br />

Acanthamoeba sp.<br />

Neumonitis por<br />

Acanthamoeba sp.<br />

Hospedero inmunocomprometido<br />

Figura 46-12. Ciclo evolutivo<br />

y clínico de Acanthamoeba.<br />

Estuches y soluciones<br />

oftálmicas no estériles<br />

contaminan lentes de contacto<br />

Trauma corneal<br />

Queratitis por<br />

Acanthamoeba sp.


352 PARTE II Parasitología humana<br />

Cualquier época del año<br />

Encefalitis granulomatosa<br />

amebiana<br />

Trofozoíto<br />

Ambiente<br />

Infección nasal<br />

Dermatitis por<br />

Balamuthia sp.<br />

Quiste<br />

Gorila - Mandril - Asno<br />

Caballo - Oveja<br />

Paciente<br />

inmunocomprometido<br />

Figura 46-13. Ciclo de transmisión e infección de Balamuthia. (Esquema de los CDC modificado.)<br />

el neuroepitelio olfatorio. El daño al SNC se caracteriza por<br />

necrosis hemorrágica, trombos de fibrina e inflamación; se observan<br />

edema y lesiones multifocales en el cerebro, tallo cerebral,<br />

cuerpo calloso y cerebelo; el exudado inflamatorio está<br />

compuesto de células mononucleares y leucocitos polimorfonucleares.<br />

En el tejido cerebral se pueden identificar numerosos<br />

trofozoítos. Alrededor de las amebas se observan células epitelioides,<br />

aunque cuando la reacción inmunitaria de las células es<br />

deficiente, las lesiones granulomatosas son escasas.<br />

En individuos inmunosuprimidos, como alcohólicos crónicos,<br />

embarazadas, personas positivas al HIV-SIDA, o lupus<br />

eritematoso sistémico, estos parásitos pueden diseminarse a los<br />

pulmones, riñones, glándulas suprarrenales, tráquea, oído interno<br />

y tejido óseo. Las infecciones cutáneas se presentan sobre<br />

todo en individuos con HIV-SIDA y pueden o no, estar asociadas<br />

con la EAG. 33 Pese a que puede evolucionar como un cuadro<br />

insidioso, se puede transformar en crónico y provocar la<br />

muerte. 4<br />

En cualquier paciente con SIDA con lesiones cutáneas y<br />

sin ninguna etiología conocida, se debe pensar infección por<br />

Acanthamoeba. En esta entidad, las lesiones de piel son típicamente<br />

papulonodulares, firmes, que drenan material purulento<br />

y después se convierten en ulceraciones que no curan. 17,49<br />

Existen factores patogénicos que las AVL utilizan para<br />

causar daño en el hospedero como la capacidad de producir<br />

enzimas, como aminopeptidasas, hidrolasas, estearasas, fosfatasas<br />

ácidas y alcalinas, las que directa o indirectamente dañan el<br />

SNC. Las fosfolipasas son muy activas en cepas virulentas de<br />

Acanthamoeba, lo que permitiría suponer que esta enzima provocaría<br />

la desmielinización del tejido cerebral. Otro tipo de<br />

enzimas líticas son las proteasas, las cuales, al estar en la membrana<br />

celular, podrían explicar el efecto citolítico directo. En el<br />

SNC se pueden observar trofozoítos y quistes rodeando vasos<br />

sanguíneos y también en áreas necróticas. 33<br />

La patología descrita para las infecciones por Balamuthia<br />

mandrillaris es similar a la originada por Acanthamoeba (figura<br />

46-13). También se han comprobado en distintos tipos de pacientes,<br />

en particular en inmunocomprometidos como aquellos<br />

con HIV, pero también en pacientes inmunocompetentes.<br />

En el SNC la lesión es una encefalopatía granulomatosa equivalente<br />

a la EAG producida por Acanthamoeba. Histológicamente<br />

se observa la existencia de una encefalitis necrosante con<br />

angeítis y arteritis con necrosis fibrinoide, y en la cual se constata<br />

la presencia no sólo de trofozoítos sino también de quistes.<br />

4,16,33<br />

Epidemiología<br />

Aunque existen variadas formas de infectarse con Acanthamoeba,<br />

por su amplia distribución en la Naturaleza, el número<br />

de casos en humanos y animales es relativamente bajo. En humanos<br />

afecta preferentemente a sujetos con debilidad general,<br />

inmunodeficientes o inmunosuprimidos, y en animales, la<br />

acantamoebiasis ha sido descrita en numerosos animales, tales<br />

como perros, monos, toros, canguros y búfalos de la India. 33<br />

Para el caso de queratitis las posibilidades de infección aumentan<br />

al utilizar lentes de contacto o sumergirse en aguas termales<br />

o en baños con aguas calientes naturales, los cuales pueden<br />

contener bacterias y amebas (figura 46-12).<br />

En investigaciones realizadas en Río de Janeiro se logró<br />

aislar Acanthamoeba de heces humanas que se inocularon a ratones<br />

por vía intranasal, demostrando que en 57% de los casos<br />

se les pudo observar en el cerebro y pulmones de estos animales,<br />

donde habían producido inflamaciones agudas, lo cual sugiere<br />

que potencialmente los individuos portadores pueden<br />

desarrollar una meningoencefalitis granulomatosa, como una<br />

infección oportunista, de origen endógeno. Esta AVL se encuentra<br />

en el suelo y probablemente en el agua, pero los pacien-


CAPÍTULO 46 Amebas de vida libre 353<br />

tes no tienen antecedentes evidentes de actividad acuática reciente.<br />

La infección tendría su inicio en las vías respiratorias<br />

altas, mediante quistes que después de exquistarse y formar los<br />

trofozoítos, se difunden por vía sistémica y llegan a afectar el<br />

SNC.<br />

Desde 1993 a la fecha se han informado sólo 100 casos bien<br />

documentados de EAG por Balamuthia, en Australia, EUA, Japón,<br />

República Checa, y Latinoamérica, incluyendo Argentina,<br />

Brasil, México, Perú y Venezuela, lo cual demuestra que los conocimientos<br />

sobre esta parasitosis son muy restringidos.<br />

Clínica<br />

Encefalitis amebiana granulomatosa<br />

Las infecciones sistémicas por Acanthamoeba se presentan en<br />

forma insidiosa; esta enfermedad es de naturaleza prolongada.<br />

A diferencia de la infección causada por Naegleria fowleri, por<br />

lo general es subaguda o crónica. Aunque esta infección puede<br />

ser provocada en los animales por la vía respiratoria, la presencia<br />

de lesiones granulomatosas en la piel y, de manera ocasional,<br />

en el riñón o la próstata de los pacientes humanos sugiere<br />

que la piel o el tracto genitourinario pueden ser puerta de entrada.<br />

El parásito se propaga probablemente por vía hematógena<br />

sistémica y con frecuencia se produce la difusión a sistema<br />

nervioso central. En estos casos la mayoría de los pacientes tienen<br />

subyacente una enfermedad de base tratada con terapia<br />

inmunosupresora, o una patología inmunodeprimida, como el<br />

HIV, o bien son trasplantados, alcohólicos, diabéticos o portadores<br />

de lupus eritematoso. 30<br />

Sus manifestaciones típicas son cefalea, cambios en la personalidad,<br />

fiebre baja, convulsiones, hemiparesia, bajo nivel de<br />

la conciencia y coma. El síndrome apunta a una encefalopatía<br />

focal con irritación meníngea y encefalitis. El curso clínico es<br />

insidioso y puede llevar a confusión con leptomeningitis bacteriana,<br />

meningitis tuberculosa o encefalitis viral.<br />

Los casos provocados por Balamuthia mandrillaris se caracterizan<br />

por fiebre, cambios en la personalidad, rigidez de<br />

cuello, ataxia cerebelar, hemiparesia, afasia y convulsiones. No<br />

es fácil realizar el diagnóstico de encefalitis amebiana granulomatosa;<br />

puede sospecharse en un paciente inmunocomprometido,<br />

con base en el análisis conjunto de las manifestaciones<br />

clínicas, exámenes de laboratorio e imagenología. El diagnóstico<br />

definitivo requiere numerosas veces la identificación de<br />

quistes y trofozoítos en las muestras de tejido cerebral. La evolución<br />

es crónica y puede tomar de varias semanas a dos años,<br />

lo cual favorece la producción de anticuerpos. 48,54<br />

Como en acantamoebiasis, la balamuthiasis, la encefalitis<br />

amebiana granulomatosa puede ser considerada como infección<br />

secundaria, sobre todo en individuos inmunosuprimidos<br />

o inmunodeficientes, pero también se han descrito casos en<br />

individuos considerados inmunocompetentes. También se ha<br />

postulado que la presencia de trofozoítos y quistes en las ulceraciones<br />

de la piel, es la puerta de entrada al torrente sanguíneo.<br />

5<br />

Diagnóstico clínico y de laboratorio<br />

Encefalitis amebiana granulomatosa<br />

El diagnóstico clínico es bastante difícil de realizar, siendo muy<br />

importante la anamnesis y la historia clínica del paciente, vital la<br />

confirmación de la identificación y/o el aislamiento de Acanthamoeba<br />

de los fluidos, el sedimento de LCR y tejidos afectados,<br />

reconociendo los trofozoítos y/o quistes. Es conveniente señalar<br />

que el examen directo de LCR no es muy exacto, pues los trofozoítos<br />

de la ameba poseen una morfología similar a la de los<br />

macrófagos y existe la posibilidad de confundirla y dar un diagnóstico<br />

falso positivo; es más, en la mayoría de los casos se hace<br />

post mortem. Es frecuente confundir este parásito con tuberculosis<br />

cerebral, encefalitis viral, tumores y/o absceso cerebral. Solamente<br />

una acuciosa anamnesis del paciente, verificando la presencia<br />

de cuadros respiratorios bajos, fallas en la respuesta a<br />

tratamientos y en ocasiones, la detección de algunos nódulos<br />

cutáneos, pueden orientar hacia una acantamoebiasis. 5,28,30,33,43<br />

Utilizando tejido como diagnóstico: la biopsia cerebral<br />

puede ser útil para establecer el diagnóstico y para excluir otras<br />

lesiones tratables, tales como meningoencefalitis por herpes<br />

simple. La manifestación de úlceras crónicas de piel que contienen<br />

trofozoítos y quistes ha sido comprobada en pacientes que<br />

fallecieron. En algunos casos, estas lesiones pueden representar<br />

una forma terminal de difusión hematógena de trofozoítos y<br />

quistes desde los focos primarios en los pulmones o de sistema<br />

nervioso central y no de una lesión primaria dermatológica. En<br />

otros casos, a la inversa, la diseminación se realiza a partir de un<br />

foco primario en la piel. También se ha informado secreción<br />

purulenta de los oídos o la boca y ulceraciones de los tejidos<br />

oculares pero sin afectación del SNC.<br />

Las biopsias permiten realizar técnicas de tinción y reacciones<br />

histoquímicas o inmunohistoquímicas, las cuales llevan<br />

a la identificación de quistes o trofozoítos.<br />

Muestras de LCR, cerebro, tejido pulmonar, lesiones en la<br />

piel, raspado o biopsia de córnea, tejido del seno nasal, raspado<br />

faríngeo, lentes de contacto, soluciones para lentes de contacto,<br />

suelo, agua, deben ser tratadas con prontitud. La mayor parte de<br />

estas muestras deben mantenerse a una temperatura ambiente de<br />

24°C, o pueden ser refrigeradas, pero no congeladas. Deben ser<br />

manipuladas en un gabinete de seguridad biológica, o en una<br />

campana de flujo laminar. El personal responsable de la manipulación,<br />

almacenamiento y procesamiento de muestras debe ser<br />

competente en técnicas asépticas y debe tomar las precauciones<br />

adecuadas, tales como usar mascarillas quirúrgicas y guantes.<br />

LCR o material de biopsia de tejido, y muestras de suero deben<br />

almacenarse a una temperatura de 20°C para la detección de<br />

antígenos o anticuerpos. Métodos como la inmunofluorescencia<br />

indirecta (IFI) y las reacciones de inmunoperoxidasa en tejidos<br />

infectados han permitido resultados satisfactorios, pero todavía<br />

no es posible identificar la especie, sólo el género. Deben preservarse<br />

porciones no utilizadas de tejido en 10% de formalina<br />

tamponada neutral para los futuros estudios histológicos. Para<br />

estudios de métodos de reacción en cadena de polimerasa (PCR)


354 PARTE II Parasitología humana<br />

se recomienda preservar los especímenes en alcohol etílico al<br />

70%. En los tejidos, los trofozoítos de Acanthamoeba y Balamuthia<br />

se observan con un diámetro promedio de 22 mm, destacándose<br />

el núcleo característico, robusto y visible, que se colorea<br />

oscuro con hematoxilina y eosina. En este tipo de muestra<br />

tisular no es posible observar los acantapodios, seudópodos característicos<br />

de la Acanthamoeba. Por su doble pared, irregular,<br />

los quistes son relativamente fáciles de diagnosticar. 5,30,43<br />

El examen de líquido cerebroespinal puede ser efectuado en<br />

pacientes con diagnóstico presuntivo de Acanthamoeba; el líquido<br />

cefalorraquídeo debe ser centrifugado a 250 g durante 10 minutos<br />

para concentrar los amebas antes de preparar la laminilla.<br />

La identificación de los trofozoítos de Acanthamoeba spp. y sus<br />

quistes en muestras del sistema nervioso central, de raspado de<br />

córnea, lentes de contacto, portalentes, proporciona un método<br />

eficaz para el diagnóstico. El cultivo puede ser en medio axénico,<br />

o más simple, como lo describe Page; las muestras para estudiar<br />

la presencia de Acanthamoeba o Naegleria pueden ser cultivadas<br />

en medio de agar no nutriente básico (ANNE), depositando,<br />

previo al inóculo, una película de solución de Escherichia coli atenuada,<br />

que proporciona el nutriente necesario para el crecimiento<br />

y multiplicación de las amebas. Posteriormente se colocan a<br />

estufa a 37°C, y se observan a diario bajo estereoscopio, durante<br />

7 a 10 días. En cuanto al cultivo de Balamuthia, apenas ahora se<br />

ha podido efectuar en medios celulares (ver capítulo 93, Aplicación<br />

del cultivo in vitro al diagnóstico de las parasitosis). 37<br />

Como método rápido de diagnóstico se recomienda la tinción<br />

de los polisacáridos de la pared poliédrica que conforman los<br />

quistes de Acanthamoeba con una solución que emite autofluorescencia,<br />

teniendo el inconveniente de que sólo detecta la forma<br />

quística y no trofozoítos y también tiene mucha afinidad con<br />

otros microorganismos como hongos, otros parásitos y bacterias.<br />

53 Recientemente se ha descrito el potencial diagnóstico rápido<br />

de Acanthamoeba al realizar un examen histopatológico a la<br />

lente de contacto de un paciente con queratitis, en el cual, al enfocar<br />

con aumento (400) se observan con claridad estructuras<br />

poliédricas que están dentro y fuera de cortes laxos de la lente de<br />

contacto (figura 46-14). La coloración fucsia abarca todo el cuerpo,<br />

incluidos el soma y la pared, con un tamaño estándar entre<br />

10-15 mm. No se visualizan núcleo ni cariosoma. La cutícula que<br />

corresponde a la pared se manifiesta en forma irregular y poliédrica,<br />

altamente sugerente de quistes de Acanthamoeba spp. 40<br />

Prevención<br />

Agentes como las AVL no son considerados como un problema<br />

de salud pública, a pesar de que se encuentran diseminadas ampliamente<br />

en la Naturaleza, en aguas oceánicas, lagunas, ríos,<br />

filtros de aire, heces, polvo, descarga nasal de individuos sanos;<br />

desde lugares muy inhóspitos de altas temperaturas ambientales,<br />

zonas desérticas y también en áreas de bajas temperaturas<br />

como la Antártida junto con los más recientes cambios de orden<br />

ecológico en el planeta, de modo que hay un ambiente<br />

muy favorable para el desarrollo de estas AVL. Esto podría remontar<br />

los casos de infecciones humanas, tanto por parte de<br />

cepas ya comprobadamente tipificadas, como por géneros o<br />

especies que son considerados como no patógenos. Por eso<br />

existe la dificultad de carecer en la mayoría de los casos de un<br />

diagnóstico precoz, lo cual puede acrecentar las probabilidades<br />

de mortalidad entre la población expuesta.<br />

En esta dirección cabe mencionar los casos de encefalopatía<br />

por Balamuthia mandrillaris, la cual es causante de patologías<br />

en primates y ahora se han detectado también en el ser<br />

humano. Del mismo modo, Sappinia y Paravahlkampfia son<br />

otros patógenos considerados recientemente como productores<br />

de patología en el SNC.<br />

Lo expuesto refuerza la necesidad de que el médico, y muy<br />

especialmente el infectólogo, tengan antecedentes y conocimientos<br />

sobre las enfermedades originadas por AVL. Para los<br />

oftalmólogos resulta vital tener los recursos diagnósticos de laboratorio<br />

para generar con precisión la conducta a seguir frente<br />

a las queratitis por Acanthamoeba.<br />

Por estos motivos la investigación, tanto básica como clínica,<br />

es fundamental y ha de abarcar tanto los aspectos genéticos<br />

como biomoleculares de estos protozoos, los cuales pueden<br />

aportar un mayor acercamiento a la filogenia y generar una<br />

taxonomía más precisa para cada especie, lo que permitiría implementar<br />

métodos y técnicas que faciliten el diagnóstico y tratamiento<br />

de enfermedades producidas por amebas de vida libre.<br />

Plantear el diagnóstico de encefalitis amebiana granulomatosa<br />

no es recomendable sin tener el análisis de las manifestaciones<br />

clínicas y exámenes de laboratorio e imagenología. En<br />

estos casos su prevención presenta dificultades, dado que<br />

Acanthamoeba es oportunista y esto implica que lo más recomendable<br />

es evitar los factores de riesgo, en especial en aquellos<br />

pacientes inmunocomprometidos.<br />

Desde el punto de vista práctico, para prevenir la queratitis<br />

por Acanthamoeba debe instruirse para seguir cuidadosamente<br />

las recomendaciones de los fabricantes de lentes de contacto,<br />

utilizar soluciones estériles para limpiar las lentes, tener la precaución<br />

de lavarse las manos cada vez que las lentes sean removidas<br />

o manipuladas, y evitar llevarlas durante la natación o<br />

deportes náuticos.<br />

Es importante efectuar educación real de la población y<br />

usuarios de piscinas y de lentes de contacto, además del adecuado<br />

proceso de cloración del agua de piscinas (niveles mantenidos<br />

de cloro libre residual de 0.5 a 1.0 mg/L de agua, a 26°C)<br />

y cambio periódico de filtros de fuentes acuáticas. Se sabe que<br />

la presencia de las AVL en las piscinas no es uniforme y el emplazamiento<br />

de ellas depende de variables como tipo de AVL,<br />

material utilizado en la construcción de la piscina, concentración<br />

de sustancias orgánicas, número de bañistas, recirculación<br />

del agua, etcétera. 4,5,33,39,43<br />

Tratamiento<br />

Encefalitis amebiana granulomatosa (EAG)<br />

No existe un esquema básico para el tratamiento de estos casos.<br />

Los medicamentos más ensayados, solos o en combinación, han


CAPÍTULO 46 Amebas de vida libre 355<br />

sido ketoconazol, rifampicina y cotrimoxazol; o bien, la pentamidina,<br />

clorhexidina y otros fármacos. 43 Falta mayor investigación<br />

experimental para ir precisando el o los esquemas adecuados.<br />

Deben considerarse, además, las complicaciones que estos<br />

casos pueden ocasionar en pacientes inmunodeficientes. 4,43<br />

Queratitis por Acanthamoeba<br />

Introducción y epidemiología<br />

Las especies del género Acanthamoeba fueron consideradas<br />

por mucho tiempo como inofensivas para la salud humana.<br />

Hoy se conocen como agentes causales de dos cuadros infecciosos<br />

relativamente raros, pero graves: la queratitis y encefalitis<br />

granulomatosa. La infección ocular se informó con escasa frecuencia<br />

desde las primeras descripciones a mediados del decenio<br />

de 1970-1979, 19,41 para aumentar de manera significativa<br />

desde 1985, seguramente por la masificación del uso de lentes<br />

de contacto y por la identificación del cuadro por los oftalmólogos.<br />

El primer caso fue descrito en 1975 por Jones, Visvesvara<br />

y Robinson; correspondió a una queratouveítis asociada con<br />

una meningoencefalitis fatal por Acanthamoeba polyphaga.<br />

Aunque es una dolencia corneal poco frecuente, la queratitis<br />

por Acanthamoeba es un cuadro grave, prolongado y doloroso,<br />

pudiendo ser bilateral en un 8 a 17%, y con alta probabilidad<br />

de llegar a la pérdida de visión e incluso del globo ocular. En la<br />

figura 46-15 se describe el mecanismo del daño corneal por<br />

Acanthamoeba.<br />

Su incidencia por millón de habitantes es de 1.36, en<br />

EUA; de 3.06 en Holanda y de 1.2 en Inglaterra, mientras que<br />

la incidencia de queratitis microbiana puede ser 63 millón<br />

de habitantes y 340 millón en usuarios de lentes de contacto<br />

(LC). Estudios demuestran que en usuarios de LC existe una<br />

considerable variación regional de Acanthamoeba: 20 0 a 85 <br />

millón en Londres, y 33 millón en Hong Kong. 10,23<br />

Acanthamoeba es una familia de protozoos de vida libre en<br />

tierra, agua y aire, habiéndose aislado en el alcantarillado, tinas<br />

calientes, filtros de aire y sistemas de aire acondicionado. Su<br />

ciclo vital consiste en una fase activa, trofozoíto, y una fase de<br />

quiste inactivo en condiciones desfavorables. Este quiste es<br />

muy estable y resistente al desecamiento, calor, frío, pH extremos<br />

y quimioterapia. En condiciones ambientales favorables y<br />

utilización de corticoides pasa a trofozoíto en menos de tres<br />

días (figura 46-16). 32<br />

La relación con el uso de lentes de contacto se atribuye a la<br />

utilización de soluciones de limpieza caseras y a la contaminación<br />

de las comerciales, 12,50 especialmente cuando las lentes se<br />

manipulan en el baño. Produce un cuadro grave, prolongado y<br />

doloroso, el cual puede ser bilateral y llegar a la pérdida de la<br />

visión e incluso del globo ocular.<br />

Entre los distintos factores de riesgo que pueden conducir<br />

a una queratitis, el uso de lentes de contacto es por mucho, el<br />

factor predisponente más frecuente. Estudios epidemiológicos<br />

lo asocian en hasta 85 a 93% de los casos al uso de lentes de<br />

Figura 46-15. Queratitis por Acanthamoeba: fisiopatología.<br />

contacto en todos sus tipos (duras, semirrígidas, blandas, incluyendo<br />

las desechables); 35,51 en una proporción menor a traumatismo<br />

agrícola y exposición a aguas estancadas, de riego y<br />

baños calientes. 48<br />

Diversos estudios han demostrado que 60% de los casos se<br />

adquiere por su desinfección insuficiente y también al nadar, 2<br />

con lentes de contacto o incluso sin usarlas, por contaminación<br />

en aguas temperadas, termales, piscinas, etcétera. 1<br />

Otro factor de riesgo, desde un punto de vista epidemiológico,<br />

sería el agua “dura” (200 o más mg/L carbonato-calcio). 8<br />

Diagnóstico<br />

Epitelio<br />

Queratinocitos<br />

Acanthamoebas<br />

Neutrófilos<br />

La queratitis por Acanthamoeba, no obstante su difusión como<br />

entidad clínica específica en nuestro medio allá por el año<br />

1993, sigue siendo de difícil diagnóstico oftalmológico y, por<br />

tanto, de tratamiento tardío. Esto, junto a su lenta y también<br />

difícil curación, por desgracia se traduce en mal pronóstico. Se<br />

logra un diagnóstico precoz (30 días) sólo en 30 a 79% de los<br />

casos, 13 con cultivo positivo en 43 a 70% de las series publicadas,<br />

3 con una latencia en el tratamiento de 1 a 5 meses y una


356 PARTE II Parasitología humana<br />

erradicación de la infección a los 4.9 meses en promedio (rango<br />

de 2 a 11 meses). 11<br />

Sigue siendo entonces un cuadro no muy conocido para<br />

los especialistas, el cual tiende a confundirse, por lo que se requiere<br />

hacer el diagnóstico diferencial con queratitis por Herpes<br />

simplex, fúngica, bacteriana, por hapteno, especialmente debido<br />

a abuso de anestésicos tópicos y otras queratitis más comunes<br />

como tóxica, o abrasión e hipoxia en usuarios de lentes de contacto.<br />

Se debe hacer énfasis en los signos clínicos precoces de<br />

esta queratitis que se confunden con los diagnósticos mencionados.<br />

Éstos son queratitis y defectos epiteliales, infiltrados<br />

subepiteliales, limbitis, perineuritis, úlcera en anillo o disco<br />

con, más raro aún, antecedentes de uso lentes de contacto (LC).<br />

Una muy buena aproximación clínica para sospecharla y<br />

estudiarla de manera oportuna será considerar que ante una<br />

queratitis que no sea claramente bacteriana en un paciente<br />

usuario de LC, se tratará de una queratitis por Acanthamoeba<br />

hasta que no se demuestre lo contrario. Sólo si no es usuario de<br />

lentes de contacto, se podrá pensar como primer diagnóstico<br />

diferencial en queratitis herpética. Desgraciadamente en nuestra<br />

casuística hasta 20% es bilateral y en estos casos obviamente<br />

el diagnóstico se hace más evidente cuando es usuario de LC.<br />

Existe también en no usuarios de LC y en este caso el diagnóstico<br />

será aún más difícil (figuras 46-17 a 46-26).<br />

La muestra debe ser tomada con anestesia tópica de los<br />

bordes epiteliales de la lesión activa, obteniendo la mayor<br />

muestra posible y de preferencia de distintos lugares, para sembrarla<br />

en agar simple no nutritivo con Escherichia coli, el método<br />

de cultivo más eficiente y directo para confirmar el diagnóstico,<br />

aunque su cuadro clínico característico por aspecto y<br />

anamnesis debe ser suficiente para indicar e instaurar el tratamiento.<br />

11 Mediante este método los autores obtienen 70% de<br />

positividad en el cultivo, mientras otros reportan de 43 a<br />

57.7% de cultivos positivos.<br />

Otros métodos diagnósticos que se pueden usar son la<br />

histopatología (figuras 46-27 a 46-29), 24 microscopia confocal<br />

(figura 46-30) 52 y cabe destacar el desarrollo de la técnica<br />

para el diagnóstico serológico, que parece ser una gran promesa<br />

y ayuda para el diagnóstico y por lo tanto para su tratamiento<br />

oportuno, así como para evitar la gran toxicidad de tratamientos<br />

equivocados. 6<br />

Tratamiento<br />

Los primeros tratamientos médicos descritos fueron agentes<br />

antifúngicos no específicos, aminoglucósidos (neomicina),<br />

imidazoles (clotrimazol, miconazol, ketoconazol), polimixinas<br />

(polimixina B) y propamidina, que requerían una prolongada<br />

aplicación, generalmente con alta toxicidad y controvertida penetración<br />

estromal y actividad cisticida.<br />

El primer tratamiento médico exitoso fue el biasociado<br />

descrito por Wright en 1985. 55 Posteriormente dos antisépticos<br />

catiónicos, clorhexidina y polihexametil biguanida (PHMB),<br />

probaron ser eficaces en contra de ambas formas de ameba, la<br />

de trofozoíto y la quística. 31 Esto fue muy importante, ya que<br />

fue posible eliminar los quistes que reactivan la enfermedad corneal,<br />

incluso penetrando a su ubicación profunda en el estroma,<br />

donde permanecen viables y fuera del alcance del tratamiento<br />

médico previamente disponible, y asociándose polihexametilbiguanida<br />

(PHMB) con propamidina isetionato 0.1% (Brolene<br />

® ); se observó notable mejoría en estos cuadros. 14,34 Por ello,<br />

la introducción de clorhexidina y PHMB en 1992, resultó en<br />

una notable mejoría en el manejo clínico de la queratitis por<br />

Acanthamoeba en reportes del Moorfields Eye Hospital, 22 lográndose<br />

un efecto aditivo al asociarse con propamidina isetionato<br />

al 0.1%, lo que mejora aún más el rendimiento. 34<br />

El pronóstico visual del tratamiento dependerá fundamentalmente<br />

del estado en que se inicia y por lo tanto de lo<br />

oportuno de su diagnóstico. En nuestro medio se logra un<br />

diagnóstico precoz sólo en alrededor de 29% de los casos con<br />

una latencia en el comienzo de la terapia de 1 a 5 meses; resulta<br />

más rápida y total la recuperación (agudeza visual final de<br />

20/40). 11 Duguid y colaboradores informan una latencia de 28<br />

días. 13 Un diagnóstico tardío prolongará el tratamiento por una<br />

enfermedad más grave y profunda, produciéndose recurrencia<br />

si se suspende en forma prematura. 22 En nuestra casuística el<br />

diagnóstico tardío aún sigue siendo en alrededor de 26%, con<br />

agudeza visual final “de cuenta dedos” a 0, lo que confirma la<br />

importancia de la precocidad del diagnóstico y tratamiento.<br />

Los autores han obtenido éxito terapéutico, curación de la<br />

infección, en más de 50 pacientes, todos tratados con este tratamiento<br />

biasociado desde 1993 (sin resistencia), logrando regresión<br />

del dolor, de los infiltrados y defectos epiteliales. No ha<br />

habido necesidad de enucleación en ningún caso. Ello debido<br />

al PHMB, que es de gran penetración estromal, cisticida y trofozoiticida<br />

y de poca toxicidad, asociado a la propamidina, que<br />

es de acción más superficial, cisticida y bastante más tóxico.<br />

Otro tratamiento exitoso ha sido la asociación con clorhexidina<br />

y pentamidina. El uso de clorhexidina sola es también preconizado<br />

por algunos especialistas, aunque no hay trabajos que demuestren<br />

cuál terapia podría ser mejor (figura 46-31). 25<br />

Los resultados visuales serán mejores y con menores complicaciones<br />

en la medida que, no sólo el diagnóstico sea más<br />

precoz, sino también se calcule el equilibrio de la dosificación<br />

de acuerdo con la evolución y estado de la enfermedad. Debido<br />

al escaso margen terapéutico, sobre todo al inicio del tratamiento<br />

y en estados tardíos, la frecuente dosificación muchas<br />

veces se traduce en alta toxicidad, con defectos epiteliales y necrosis<br />

estromal secundaria (figuras 46-32 a 46-34). Por ello,<br />

en el tratamiento de esta penosa y larga enfermedad, se requiere<br />

de gran experiencia clínica no sólo para su diagnóstico sino<br />

también y sobre todo para su tratamiento, que debe ser prolongado<br />

para evitar la recidiva a partir de los quistes profundos del<br />

estroma, y lo más corto posible para evitar la toxicidad y yatrogenia<br />

del tratamiento que muchas veces puede llevar a secuelas<br />

muy graves como cicatrización corneal con leucoma corneal<br />

total, perforación corneal por necrosis (ambos casos requerirán<br />

de queratoplastia), glaucoma, catarata y destrucción del limbo<br />

con sus células troncales.


CAPÍTULO 46 Amebas de vida libre 357<br />

100<br />

80<br />

Efecto promedio de diferentes fármacos por trofozoítos y quistes<br />

de amebas de vida libre para todos los aislados corneales (μg/ml)<br />

toda queratitis, es fundamental, pero en este cuadro es más larvada<br />

y puede tener recaídas durante su mejoría que pueden<br />

confundir, pues no necesariamente son producto de una falla<br />

del tratamiento o empeoramiento de la enfermedad. La buena<br />

respuesta al tratamiento, ya sea precoz o mediata, nos confirmará<br />

también el diagnóstico aunque no tengamos un cultivo<br />

positivo.<br />

60<br />

Conclusiones<br />

40<br />

20<br />

0<br />

Polihexametil<br />

biguanida<br />

Pentamidina<br />

Propamidina<br />

7. Carter R. Description of a Naegleria species isolated<br />

from two cases of primary amoebic meningoencephalitis<br />

and of the experimental pathological changes induced by<br />

it. J Path, 1970;100:217-244.<br />

8. Radford C, Minassian D, Dart J. Acanthamoeba keratitis<br />

in England and Wales: incidence, outcome, and risk<br />

factors. Br J Ophthalmol, 2002;86:536.<br />

9. Culbertson C, Smith G, Cohen J et al. Experimental<br />

infection of mice and monkey by acanthamoeba. Amer J<br />

Path, 1959;35:185-187.<br />

10. Radford C, Minassian D, Dart J. Acanthamoeba keratitis<br />

in England and Wales: incidence, outcome, and risk<br />

factors. Br J Ophtalmol, 2002;86:536-542.<br />

11. Donoso R, Mura J, López M. Acanthamoeba keratitis<br />

treated with propamidine and polyhexamethyl biguanide<br />

(PHMB). Rev Med Chil, 2002;130:396-401.<br />

12. Donzis P, Mondino B, Weissman B et al. Microbial<br />

analysis of contact lens care systems contaminated with<br />

Acanthamoeba. Am J Ophthalmol, 1989;108:53-56.<br />

13. Duguid I, Dart J, Morlet N et al. Outcome of Acanthamoeba<br />

keratitis treated with polyhexamethyl biguani-<br />

Clorhexidina<br />

Imidazoles<br />

Neomicina Paromomicina<br />

Figura 46-31. Gráfico de potencia cisticida y trofozoiticida de los<br />

distintos fármacos aplicados en el tratamiento de la queratitis por<br />

Acanthamoeba.<br />

La respuesta clínica al tratamiento, tanto subjetiva del paciente<br />

como al examen de la lámpara de hendidura, como en<br />

1. La queratitis por Acanthamoeba es una enfermedad rara y<br />

de difícil diagnóstico.<br />

2. La clínica, con o sin cultivo positivo, justifica el inmediato<br />

tratamiento antiamebiano, especialmente en usuarios<br />

de LC.<br />

3. El tratamiento biasociado PHMB y propamidina sin corticoides,<br />

es efectivo en queratitis precoz y tardía por Acanthamoeba.<br />

4. El pronóstico visual depende de la precocidad del tratamiento,<br />

equilibrio entre efecto terapéutico y toxicidad y<br />

por último del manejo de las complicaciones posinfección<br />

(necrosis, toxicidad, perforación, inflamación, catarata,<br />

glaucoma).<br />

5. Se deben hacer esfuerzos en salud pública para su prevención<br />

en usuarios de LC.<br />

6. La cirugía refractiva para no usar LC debe ser médicamente<br />

indicada en usuarios descuidados.<br />

Referencias<br />

1. Anger C, Lally J. Acanthamoeba: a review of its potential<br />

to cause keratitis, current lens care solution disinfection<br />

standards and methodologies, and strategies to reduce<br />

patient risk. Eye Contact Lens, 208;34:247-253.<br />

2. Awwad S, Petroll W, McCulley J et al. Updates in<br />

Acanthamoeba keratitis. Eye Contact Lens, 2007;33:1-8.<br />

3. Bacon A, Frazer D, Dart J et al. A review of 72 consecutive<br />

cases of Acanthamoeba keratitis, 1984-1992. Eye,<br />

1993;7:719-725.<br />

4. Beatriz G. Capítulo 33. Amibas de vida libre potencialmente<br />

patógenas. En: Atlas Antonio. Parasitología médica.<br />

Editorial Mediterráneo. 1998:302.<br />

5. Bonilla P, Ramírez E. Infecciones por amebas de vida<br />

libre. En: Becerril Flores Marco Antonio, Romero Cabello<br />

Raúl. Parasitología médica: de las moléculas a la enfermedad.<br />

Editorial McGraw-Hill, México, 2004.<br />

6. Cancino M. Obtención y evaluación de antígeno para el<br />

diagnóstico serológico en pacientes con queratitis por Acanthamoeba<br />

spp. Tesis presentada al Departamento de Ciencias<br />

Básicas, Biomédicas y Microbiología. Facultad de Ciencias<br />

de la Salud, Universidad de Talca, 2007.


358 PARTE II Parasitología humana<br />

de and propamidine. Ophthalmology, 1997;104:1587-<br />

1592.<br />

14. Elder M, Dart J, Kilvington S et al. Chemotherapy for<br />

Acanthamoeba keratitis. Lancet, 1995;345:791-793.<br />

15. Fowler M, Carter R. Acute pyogenic meningitis probably<br />

due to Acanthamoeba sp. Brit Med J, 1965;2:740-742.<br />

16. Fredirick L. Cultivation of pathogenic and opportunistic<br />

free-living amebas. Clin Microbiol Rev, 2002;15(3):<br />

342-354.<br />

17. Galarza C, Gutiérrez E, Uribe M et al. Amebas de<br />

vida libre en lesiones cutáneas: Reporte de 4 casos. Dermatol<br />

Peru, 2006;16:249-253.<br />

18. Gelman B, Popov V, Chaljub G et al. Neuropathological<br />

and ultrastructural features of amebic encephalitis<br />

caused by Sappinia diploidea. J Neuropathol Exp Neurol,<br />

2003;62:990-998.<br />

19. Jones D, Visvesvara G, Robinson N. Acanthamoeba polyphaga<br />

keratitis and Acanthamoeba uveitis associated<br />

with fatal meningoencephalitis. Trans Ophthalmol Soc<br />

UK, 1975;95:221-232.<br />

20. Kean B, Sun T, Ellsworth R. Color Atlas/Text of<br />

Ophthalmic Parasitology. Igakli-Shoin Medical Publishers,<br />

Inc. Nueva York, EUA, 1991.<br />

21. King D. Calentamiento global: el riesgo oculto para la<br />

salud. Rev Arg Microb, 2007;39:131-132.<br />

22. Kumar R, Lloyd D. Recent advances in the treatment of<br />

Acanthamoeba keratitis. Clin Infect Dis, 2002;35:434-<br />

441.<br />

23. Lam D, Houang E, Fan D et al. Hong Kong Microbial<br />

Keratitis Study Group. Eye, 2002;16:608-618.<br />

24. Lehmann O, Green S, Morlet N et al. Polymerase<br />

chain reaction analysis of corneal epithelial and tear samples<br />

in the diagnosis of Acanthamoeba keratitis. Investigative<br />

Ophthalmology and Visual-Science, 1998;39:1261-<br />

1265.<br />

25. Lim N, Goh D, Bunce C et al. Comparison of polyhexamethylene<br />

biguanide and chlorhexidine as monotherapy<br />

agents in the treatment of Acanthamoeba keratitis.<br />

Am J Ophthalmol, 2008;145:130-135.<br />

26. Marciano-Cabral F, MacLean R, Mensah H et al.<br />

Identification of Naegleria fowleri in domestic water sources<br />

by nested PCR. Appl Envir Microbiol, 2003;69:5864-<br />

5869.<br />

27. Markell. Las amebas oportunistas. En: Parasitología médica,<br />

6ª. ed. McGraw-Hill-Interamericana, México,<br />

1990;48-49 pp.<br />

28. Martínez A, Dume R, Nelson E et al. Experimental<br />

Naegleria meningoencephalitis in mice. Penetration of<br />

the olfactory mucosal epitealium by Naegleria and pathologic<br />

changes produced: a light and electron microscope<br />

study. Lab. Invest, 1973;29:121-133.<br />

29. Martínez A. Free-living amebas: natural history, prevention,<br />

diagnosis, pathology, and treatment of disease. CRC<br />

Press Inc, Boca Raton, Florida, EUA, 1985.<br />

30. Martinez A, Visvesvara G. Laboratory diagnosis of<br />

pathogenic free-living amoebas: Naegleria, Acanthamoeba,<br />

and Leptomyxid. Diagnosis of important parasitic<br />

diseases. Clin Labor Med Vol, 1991;11:861-868.<br />

31. Martínez A, Visvesvara G, Chandler FW. Free-living<br />

amebic infections. En: Connors D, Chandler F, Schwartz<br />

D, Manz H, Lack E (eds.). Pathology of infectious diseases,<br />

Vol II. Ed. Appleton & Lange. Stamford, Connecticut,<br />

EUA, 1997;1163-1176.<br />

32. McClella V, Howard K, Niederkorn J et al. Effect of<br />

steroids on Acanthamoeba cysts and trophozoites. Invest<br />

Ophthalmol Vis Sci, 2001;42:2885-2893.<br />

33. Mineko Shibayana Salas et al. Aprendizaje de la parasitología<br />

basado en problemas. Edit. Ana Flisser y Ruy<br />

Pérez Tamayo. Editores Textos Mexicanos, Cap. 45, 2006:<br />

482 pp.<br />

34. Moore M, McCulley J, Luckenbach M et al. Acanthamoeba<br />

keratitis associated with soft contact lenses. Am J<br />

Ophthalmol, 1985;100:396-403.<br />

35. McCulley J. Acanthamoeba keratitis associated with<br />

contact lenses: Six consecutive cases of successful management.<br />

Br J Ophthalmol, 1989;73:271-275.<br />

36. Muñoz V, Reyes H, Astorga B et al. Amebas de vida<br />

libre en habitat de aguas dulces de Chile. Parasitol al Dia,<br />

1993;17:147-152.<br />

37. Muñoz V, Donoso R. Evaluación de la toma de muestra<br />

en pacientes con diagnóstico presuntivo de queratitis por<br />

Acanthamoeba. Rev Chil Tecnol Med, 2001;[A]21:968.<br />

38. Muñoz V, Toche P, Cárcamo C et al. Inoculación experimental<br />

en ratas con amebas de vida libre potencialmente<br />

patógenas (AVLPP) aisladas de piscinas públicas de<br />

Santiago de Chile. Rev Chil Tecnol Med, 2002;22:1012-<br />

1018.<br />

39. Muñoz V, Reyes H, Toche P et al. Aislamiento de amebas<br />

de vida libre en piscinas públicas de Santiago de Chile.<br />

Parasitol Latinoam, 2003;58:106-111.<br />

40. Muñoz V, Araya J, González R. Examen histopatológico<br />

a lente de contacto en paciente con queratitis por<br />

Acanthamoeba. Informe preliminar. Rev Chil Tecnol<br />

Med, 2006;26:1297-1301.<br />

41. Naginton J, Watson P, Playfair T et al. Amoebic infection<br />

of the eye. Lancet, 1974;2:1537-1540.<br />

42. Newsome A, Baker R, Miller R et al. Interactions between<br />

Naegleria fowleri and Legionella pneumophila. Infect<br />

Immun, 1985;50:449-452.<br />

43. Oddó D. Infecciones por amebas de vida libre. Comentarios<br />

históricos, taxonomía y nomenclatura, protozoología<br />

y cuadros anatomoclínicos. Rev Chil Infec, 2006;23:<br />

200-214.<br />

44. Ozkoc S, Tuncay S, Delibas S et al. Identification of<br />

Acanthamoeba genotype T4 and Paravahlkampfia sp<br />

from two clinical samples. Identification of Acanthamoeba<br />

genotype T4 and Paravahlkampfia sp from two<br />

clinical samples. J Med Microbiol, 2008;57:392-396.


CAPÍTULO 46 Amebas de vida libre 359<br />

45. Page F. Illustrated key to Freshwater and soil amoebae<br />

with notes on cultivation and ecology. Scientific Publication<br />

N° 34 the Freshwater Biological Association, 1988.<br />

46. Patterson D. Free-Living Freshwater Protozoa. A Colour<br />

Guide. Manson Publishing, 2003:223.<br />

47. Petit F, Vilchez V, Torres G et al. Meningoencefalitis<br />

amebiana primaria. Comunicación de dos nuevos casos<br />

venezolanos. Arq Neuropsiquiatr, 2006;64:1043-1046.<br />

48. Samples J, Binder P, Luibel F et al. Acanthamoeba keratitis<br />

possibly acquired from a hot tub. Arch Ophthalmol,<br />

1984;102:707-710.<br />

49. Seas C, Bravo P. Encefalitis amebiana granulomatosa<br />

por Balamuthia mandrillaris: una enfermedad fatal reconocida<br />

cada vez más frecuentemente en América Latina.<br />

Rev Chil Infectol, 2006;23:197-199.<br />

50. Stehr-Green J, Bailey T, Brandt F et al. Acanthamoeba<br />

keratitis in soft contact lens wearers. A case-control study.<br />

JAMA, 1987;258:57-60.<br />

51. Stehr-Green J, Baily T, Visvesvara G. The epidemiology<br />

of Acanthamoeba keratitis in the United States. Am<br />

J Ophthalmol, 1989;107:331-336.<br />

52. Tu E, Joslin C, Sugar J et al. The relative value of confocal<br />

microscopy and superficial corneal scrapings in the<br />

diagnosis of Acanthamoeba keratitis. Cornea, 2008;27:<br />

764-772.<br />

53. Wilhelmus K, Osato M, Font R et al. Rapid diagnosis<br />

of Acanthamoeba keratitis using calcofluor white. Arch<br />

Ophthalm, 1986;104:1309-1312.<br />

54. Willaert E. Etude Inmuno-Taxonomique des genres Naegleria<br />

et Acanthamoeba (Protozoa a: Amoebida): These.<br />

Université de Lille, Francia, 1975:34 pp.<br />

55. Wright P, Warhurst D, Jones B. Acanthamoeba keratitis<br />

successfully treated medically. Br J Ophthalmol, 1985;<br />

69:778-782.


Capítulo<br />

47<br />

Neumocistosis*<br />

Sergio Vargas<br />

Antecedentes históricos<br />

Pneumocystis spp. fue considerado como un agente infeccioso<br />

sin mayor importancia clínica y restringido a roedores durante<br />

las primeras tres o cuatro décadas que siguieron a su descubrimiento.<br />

Brotes de neumocistosis en desnutridos y cambios inmunológicos<br />

secundarios, desarrollo de tratamientos oncológicos<br />

y otros tratamientos inmunosupresores fueron ampliando<br />

este espectro y haciéndolo conocido como un patógeno oportunista<br />

causante de infección grave y de elevada mortalidad en<br />

el hospedero humano a partir de la década de 1940. 4<br />

El patógeno fue descubierto en 1909, por Carlos Chagas<br />

en Río de Janeiro, quien fue el primero en reconocer formas<br />

biológicas del ciclo de Pneumocystis en secciones histológicas de<br />

pulmón de ratas coinfectadas por Trypanosoma lewisi.<br />

Antonio Carini, médico italiano que en ese entonces era<br />

director del recientemente creado Instituto Pasteur de São Paulo,<br />

envió pulmones de ratas coinfectadas por T. lewisi y Pneumocystis<br />

spp. al Instituto Pasteur de París, donde el matrimonio<br />

de investigadores franceses Pierre y Mme Delanoe inició estudios<br />

en ratas recolectadas en las alcantarillas de París. Estas ratas<br />

no estaban infectadas con tripanosomas y al comprobar<br />

Pneumocystis spp. en sus pulmones les permitió reconocerlo<br />

como un microorganismo diferente. Los Delanoe propusieron<br />

el nombre de Pneumocystis porque el microorganismo no pudo<br />

ser encontrado fuera de los pulmones y carinii para la especie<br />

en reconocimiento del científico que facilitó las muestras para<br />

estudio.<br />

Los primeros casos de neumonitis intersticial plasmocelular<br />

fueron descritos por Ammich en lactantes en Berlín en<br />

1938, antes que se descubriera la relación etiológica entre este<br />

cuadro clínico y Pneumocystis. Esta enfermedad, de etiología<br />

hasta entonces desconocida, se reportó con progresiva frecuencia<br />

en lactantes y niños en distintos países de Europa. En 1942,<br />

dos investigadores holandeses, van der Meer y Brug, describen<br />

Pneumocystis en los pulmones de tres lactantes con neumonitis,<br />

incluyen fotografías en el reporte y sugieren que éste es el agente<br />

etiológico de la neumonitis intersticial plasmocelular. Sin<br />

embargo, su reporte fue publicado en una revista holandesa<br />

mientras transcurría la Segunda Guerra Mundial y la publicación<br />

pasó inadvertida durante años, hasta que Vanek en 1951<br />

en Checoslovaquia describió Pneumocystis en los pulmones de<br />

17 lactantes que fallecieron de esta neumonitis. Reportes adicionales<br />

por Vanek, junto a sus colaboradores Jirovec y Lukes,<br />

fueron publicados después en revistas checas y alemanas, llevando<br />

a que esta relación etiológica fuera universalmente aceptada.<br />

4 La incidencia de neumonitis plasmocelular disminuyó<br />

pronto gracias a la superación de la desnutrición infantil en<br />

Europa y Pneumocystis se continuó diagnosticando como causa<br />

de neumonía en enfermos de cáncer y con menor frecuencia en<br />

otros pacientes inmunocomprometidos hasta 1981, en que<br />

Masur y Gottlieb en Nueva York y Los Ángeles, respectivamente,<br />

reportaron 15 enfermos con neumonía por Pneumocystis<br />

que llevaron al descubrimiento del síndrome de inmunodeficiencia<br />

adquirida (SIDA). A partir de entonces, el número de<br />

casos de neumonía por Pneumocystis aumentó en forma paralela<br />

a la epidemia del virus de la inmunodeficiencia humana<br />

(HIV), ya que, al comienzo de esta epidemia, un porcentaje<br />

superior al 50% de los pacientes infectados por HIV eran diagnosticados<br />

por presentarse con neumonía por Pneumocystis. 14<br />

La introducción de quimioprevención en 1989 y, recientemente,<br />

de terapia antirretroviral altamente efectiva (HAART),<br />

produjo una disminución importante en la incidencia de neumonía<br />

por Pneumocystis. Sin embargo, han transcurrido más de<br />

25 años desde el inicio de la epidemia de SIDA y esta infección<br />

continúa siendo la causa más frecuente de infección oportunista<br />

grave en adultos y niños con SIDA, y también una causa frecuente<br />

de neumonía severa en pacientes inmunosuprimidos por<br />

terapia anticáncer, trasplantes, y por otras condiciones. 5<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

360


CAPÍTULO 47 Neumocistosis 361<br />

Definición y concepto<br />

La neumonia por Pneumocystis (abreviado “PcP” del inglés<br />

“Pneumocystis pneumonia”), también conocida como neumocistosis,<br />

es una infección grave normalmente localizada en los<br />

pulmones, que afecta a una amplia gama de mamíferos durante<br />

estados de inmunosupresión. Su agente etiológico es Pneumocystis<br />

spp., actualmente clasificado como un microhongo extracelular.<br />

Evidencia creciente indica que cada especie de mamífero<br />

tiene su Pneumocystis propio, el que es hospedero-específico y<br />

no se transmite a otras especies. De esta manera, la neumocistosis<br />

humana es una antroponosis no zoonótica. La especificidad<br />

de hospedero que se observa para Pneumocystis es muy<br />

particular y no ha sido descrita para otros hongos. 1<br />

El agente etiológico de PcP del humano es conocido progresivamente<br />

como Pneumocystis jiroveci. 17,18 La adopción de<br />

este nombre para Pneumocystis asociado a la especie humana<br />

se fundamenta en la progresiva diferenciación de Pneumocystis<br />

aislado del hombre del obtenido de diversas especies de mamíferos.<br />

Sin embargo, el nombre P. jiroveci no ha logrado aún<br />

aceptación universal en la comunidad de investigadores en<br />

este patógeno. 2 Previamente Pneumocystis aislado de humanos<br />

se conocía como Pneumocystis carinii formae specialis hominis.<br />

Asimismo, Pneumocystis aislados de otras especies son actualmente<br />

llamados P. carinii formae specialis oryctolagi, felis, equi,<br />

canis, respectivamente para los aislados desde conejo, gato,<br />

equino, perro. El nombre Pneumocystis carinii se ha reservado<br />

para Pneumocystis aislado de rata, la especie en la cual se describió<br />

este microorganismo. Otras especies de Pneumocystis se<br />

han propuesto y la nomenclatura y diferenciación de Pneumocystis<br />

es motivo de activas investigaciones actualmente. Su caracterización<br />

en posibles nuevas especies seguirá probablemente<br />

evolucionando hasta lograr la caracterización final de este<br />

microorganismo cuando se disponga de un método de cultivo<br />

microbiológico que permita diferenciarlo definitivamente. 18<br />

Taxonomía<br />

La localización taxonómica de Pneumocystis ha evolucionado<br />

recientemente. Fue considerado un protozoo durante casi un<br />

siglo, debido a la apariencia de sus formas biológicas quiste y<br />

trofozoítos y a su respuesta clínica al tratamiento con fármacos<br />

antiprotozoarios como el antimalárico pentamidina, o a la combinación<br />

de trimetoprim y sulfametoxazol. Sin embargo, su posición<br />

taxonómica como protozoo nunca fue clara. Su caracterización<br />

como hongo fue difícil. Envolturas características de<br />

formación de ascosporas fueron descritas para Pneumocystis en<br />

1970 por Vavra y Kucera. Sin embargo, sólo en 1988 el estudio<br />

filogenético de la subunidad menor de 16S-like RNA de Pneumocystis<br />

logró demostrar homología fúngica. La evidencia actual<br />

sugiere que Pneumocystis tendría su propia familia (Pneumocystidaceae)<br />

dentro del reino de los hongos, phylum Ascomycota,<br />

clase Pneumocystidomicetes, orden Pneumocystidales. 20<br />

Biología<br />

La carencia de un método reproducible de cultivo microbiológico<br />

para Pneumocystis ha limitado el estudio de su ciclo de vida y<br />

enlentecido en forma importante la comprensión de las características<br />

biológicas de este microorganismo. Quiste y trofozoíto<br />

son las dos formas biológicas que se reconocen en Pneumocystis;<br />

sus nombres han sido mantenidos a pesar de la inclusión de<br />

Pneumocystis como hongo. La etapa de quiste maduro, con hasta<br />

ocho trofozoítos en su interior, mide 8-10 micras de diámetro<br />

y el trofozoíto mide entre 2-4 micras (figura 47-1).<br />

La observación mediante microscopia de pulmones infectados,<br />

permite identificar que la inmensa mayoría de los trofozoítos<br />

de Pneumocystis son haploides, y ha permitido plantear<br />

que el ciclo biológico de Pneumocystis es fundamentalmente<br />

sexual, con dos núcleos haploides que se conjugan y dan origen<br />

a un prequiste diploide en cuyo interior dos núcleos tendrían<br />

subsecuentemente dos multiplicaciones mitóticas que darían<br />

finalmente origen a ocho cuerpos intraquísticos. Además, se ha<br />

planteado que Pneumocystis tendría también un ciclo de menor<br />

importancia de reproducción asexual mediante fisión binaria.<br />

De cada 10 trofozoítos, ocho se originarían en el ciclo de reproducción<br />

sexual y dos mediante bipartición, conocida también<br />

como fisión binaria (figura 47-2). 20<br />

El genoma de Pneumocystis se está secuenciando y comprende<br />

∼8 millones de pares de base de DNA divididos en 15<br />

cromosomas lineales. Se han clonado algunos genes que codifican<br />

procesos vitales de Pneumocystis y que tienen importancia<br />

en la interacción hospedero-patógeno. 20<br />

Patogenia y patología<br />

La neumonía por Pneumocystis sólo se presenta en el hospedero<br />

inmunocomprometido. El principal factor predisponente es<br />

una disminución o alteración funcional de los linfocitos T. Pacientes<br />

adultos tienen riesgo de PcP cuando sus recuentos de<br />

linfocitos T CD4 caen bajo 300-200 células por milímetro<br />

cúbico. Esta caída en el recuento de linfocitos generalmente<br />

ocurre en forma secundaria, como resultado de una infección<br />

por HIV o administración de terapia inmunosupresora, incluidos<br />

los corticosteroides que afectan la función y el número de<br />

linfocitos T. 6 Existen también una variedad de defectos genéticos,<br />

primarios, de la inmunidad que predisponen a PcP, entre<br />

ellos, el síndrome de inmunodeficiencia combinada severa<br />

(SCIDS T-B y T-B), síndrome de hiper-IgE, y el síndrome<br />

de hiper-IgM ligado a cromosoma X.<br />

La infección por Pneumocystis se restringe al pulmón salvo<br />

muy excepcionales casos de diseminación a otros órganos que<br />

se han descrito en pacientes con defectos severos y avanzados<br />

de inmunidad celular. El microorganismo es extracelular y la<br />

infección se inicia cuando Pneumocystis se adhiere a neumocitos<br />

tipo I. Desde allí, induce una respuesta inmune principalmente<br />

celular con participación secuencial de mecanismos de inmunidad<br />

innata y adaptativa; Pneumocystis entra en contacto con


362 PARTE II Parasitología humana<br />

a. Asexual b. Sexual<br />

Núcleo<br />

Mitocondria<br />

Célula<br />

haploide<br />

Conjugación<br />

Desenquistamiento<br />

Prequiste<br />

diploide<br />

Maduración<br />

Figura 47-2. Ciclo celular de Pneumocystis. Se postulan dos formas de multiplicación de Pneumocystis. a) Asexual, en que se produciría fisión<br />

binaria de un núcleo dando origen a dos núcleos; esto explica que la proporción de quistes:trofozoítos que se encuentra en pulmones<br />

infectados sea 1:8-10 (ref. 19). b) Sexual, en que dos núcleos haploides se conjugan dando origen a un prequiste diploide que sufre dos<br />

mitosis formando ocho cuerpos intraquísticos, los que maduran hasta que son exquistados.<br />

macrófagos alveolares y neumocitos tipo II, activando NF-kB y<br />

señales pro-inflamatorias con expresión de citocinas y quimiocinas<br />

que generan respuestas complejas de linfocitos T CD4,<br />

linfocitos T CD8, neutrófilos, proteínas del hospedero e inflamación.<br />

El éxito de la respuesta inmune es la eliminación<br />

de la infección, lo que requiere de una respuesta coordinada de<br />

linfocitos T CD4, linfocitos T CD8 y linfocitos B (figura<br />

47-3). 3,16<br />

Pacientes inmunocomprometidos que tienen mayor depresión<br />

de su sistema inmune, como por ejemplo pacientes con<br />

SIDA, tienen mejor respuesta a tratamiento anti-Pneumocystis<br />

y sobrevida que los pacientes inmunocomprometidos capaces<br />

de generar una respuesta inmune algo más completa y mejor,<br />

como por ejemplo pacientes oncológicos o reumáticos. Esta<br />

correlación entre severidad de respuesta inmune y resultado final<br />

del proceso infeccioso en pacientes inmunocomprometidos<br />

en términos de gravedad clínica y sobrevida, se explica por la<br />

intensidad de la respuesta inmune del hospedero, más que por<br />

la capacidad patogénica del microorganismo. 3<br />

Epidemiología y transmisión<br />

La extrema especificidad de Pneumocystis por su hospedero<br />

plantea que la infección en el hombre es adquirida exclusivamente<br />

desde otro ser humano. Investigaciones han demostrado<br />

DNA de Pneumocystis en muestras de aire o de agua de charcos.<br />

Sin embargo, no se ha descrito una fuente definida como fuente<br />

infectante ambiental.<br />

La neumocistosis es una infección contagiosa que se transmite<br />

por vía aérea. La infección del ser humano es con toda<br />

probabilidad adquirida desde otro ser humano, el que puede<br />

ser un individuo inmunocompetente colonizado por Pneumocystis<br />

sin presentar síntomas, o ser una persona inmunocomprometida<br />

también colonizada en forma asintomática o eventualmente<br />

enferma con PcP.<br />

Inmunocomprometidos<br />

La epidemiología de PcP ha cambiado a través del tiempo, dependiendo<br />

del número de pacientes inmunocomprometidos<br />

susceptibles. Las descripciones originales en lactantes desnutridos<br />

durante la Segunda Guerra Mundial dieron paso en 1956 a<br />

una nueva epidemiología en que la infección se comenzó a ver<br />

con frecuencia a edades posteriores como resultado de la implementación<br />

progresiva de quimioterapia anticáncer. El último<br />

gran cambio epidemiológico comenzó en 1981 con el aumento<br />

dramático en el número de casos durante las primeras décadas<br />

de la epidemia de SIDA. Estos pacientes constituyen el grupo<br />

inmunocomprometido de mayor riesgo y más de la mitad de<br />

ellos desarrollaba PcP en los inicios de esa epidemia, lo que<br />

llevó a implementar la administración masiva de tratamiento<br />

quimioprofiláctico en 1989. Esta medida, y posteriormente el<br />

desarrollo de terapia antirretroviral de alta eficacia (HAART)<br />

en 1996, disminuyeron la incidencia de PcP a las cifras actuales<br />

de 0.3 casos/100 años/persona en países industrializados. 3 Los<br />

datos epidemiológicos de incidencia de PcP en países no industrializados<br />

son escasos y es probable que la incidencia real en<br />

estos países no esté adecuadamente estimada por la sobrevida<br />

más breve de los pacientes o por dificultades inherentes al diagnóstico.<br />

2 Actualmente, la PcP continúa siendo la infección oportunista<br />

severa más frecuente del paciente con SIDA. 9


CAPÍTULO 47 Neumocistosis 363<br />

Quimiocinas<br />

Quimiocinas<br />

a. b. c. d.<br />

TNF-α<br />

NF-κB<br />

NF-κB<br />

Células CD8+<br />

TNFR<br />

IFNAR<br />

Daño pulmonar<br />

Activación directa de AEC tipo II por Pc<br />

Señales inflamatorias liberadas<br />

por AEC<br />

¿Daño epitelial directo por Pc?<br />

Respuesta inmune inefectiva<br />

Proliferación de Pc<br />

Activación de AM por Pc<br />

Señales inflamatorias<br />

liberadas por AM<br />

Proliferación de Pc<br />

Reclutamiento de células TCD8+<br />

Liberación aumentada de citocinas<br />

Daño pulmonar mediada inmunológicamente<br />

Alteración del surfactante<br />

Dificultad respiratoria<br />

Continúa la proliferación de Pc<br />

Predominancia de linfocitos CD8+<br />

Severo daño pulmonar mediado<br />

inmunológicamente<br />

Daño epitelial directo<br />

Severa alteración del surfactante<br />

Reclutamiento de PMN<br />

Falla respiratoria<br />

c. IL-1<br />

d. e.<br />

TNF MCP-1<br />

Respuesta inmune<br />

Reclutamiento de células TCD4+<br />

Liberación de citocinas inflamatorias<br />

Daño pulmonar mediado inmunológicamente<br />

Disfunción del surfactante<br />

Dificultad respiratoria<br />

Predominio de linfocitos CD4+<br />

Activación AM<br />

Daño pulmonar mediado inmunológicamente<br />

Alteración del surfactante<br />

Dificultad respiratoria<br />

Reclutamiento de PMN<br />

Mortalidad significativa<br />

Eliminación de Pc<br />

Resolución de la enfermedad<br />

Mínimas complicaciones a largo plazo<br />

Pneumocystis carinii (Pc)<br />

Neumocitos tipo I<br />

Neumocitos tipo II<br />

Células T CD8+<br />

Células T CD4+<br />

Macrófago alveolar (AM)<br />

Neutrófilo (PMN)<br />

Figura 47-3. Representación esquemática de la progresión del daño pulmonar mediado por la respuesta inmune durante PcP. Pneumocystis<br />

se adhiere al neumocito tipo I en el epitelio alveolar e interactúa con neumocito tipo II y macrófagos alveolares activando el NF-kB y liberación<br />

de proteínas proinflamatorias. La evolución de PcP es diferente y menos severa en ausencia de una respuesta efectiva de linfocitos T CD4<br />

(por ejemplo en infección por HIV), que cuando existe una respuesta inmune residual como en el caso de inmunodeficiencia secundaria a<br />

quimioterapia en pacientes con cáncer (adaptado de ref. 3).<br />

El riesgo de desarrollar PcP en pacientes susceptibles varía<br />

dependiendo de la condición de inmunocompromiso subyacente<br />

del paciente y de si recibe o no prevención anti-Pneumocystis.<br />

Sin quimioprevención, el riesgo de PcP es 5-25% en enfermos<br />

trasplantados, 2-6% en pacientes con colagenopatías, y 1-25%<br />

en pacientes oncológicos. Incidencias específicas que se han reportado<br />

varían entre 7-43% para pacientes con leucemia linfoblástica<br />

aguda, 27-42% para pacientes con síndrome de inmunodeficiencia<br />

combinada severa (SCIDS); 4-25% para enfermos<br />

con rabdomiosarcoma; 4-12% para granulomatosis de Wegener,<br />

y 1-2% para otras condiciones de inmunosupresión como<br />

enfermedad de Hodgkin o enfermedades vasculares del colágeno.<br />

13 Reportes recientes en pacientes que reciben anticuerpos<br />

humanizados anti-TNFa señalan que el riesgo de PcP en pacientes<br />

con artritis reumática u otras condiciones que usan estos<br />

fármacos en combinación con metotrexato es cercano a 1%.<br />

Inmunocompetentes<br />

El desarrollo de técnicas de biología molecular y de microscopia<br />

ha permitido, a partir del decenio de 1990, detectar infecciones<br />

asintomáticas en personas inmunocompetentes que son<br />

conocidas como colonización. 10 Estas infecciones asintomáticas<br />

son inmensamente más frecuentes que los casos de PcP que<br />

ocurren en pacientes inmunocomprometidos. 8,12 El diagnóstico<br />

de colonización requiere de técnicas de biología molecular<br />

de sensibilidad alta que permitan demostrar cargas parasitarias<br />

mínimas, difícilmente o en general no demostrables por microscopia.<br />

12,22<br />

La infección asintomática que ha sido más estudiada es la<br />

infección primaria (primera infección), la que es adquirida precozmente<br />

en la vida. 21 Esta infección es muy frecuente y es<br />

posible demostrar Pneumocystis en los pulmones de casi el<br />

100% de los lactantes entre 2 y 5 meses de edad que fallecen<br />

por cualquier causa independientemente de su condición inmunológica.<br />

Experimentos en animales que documentan la<br />

eliminación de Pneumocystis del pulmón después de la infección<br />

primaria, y la demostración de genotipos diferentes de<br />

Pneumocystis en episodios recurrentes de PcP, sugieren que PcP<br />

es el resultado de infecciones recientemente adquiridas y que el<br />

fenómeno de latencia, en caso de que exista, sería limitado. Así,<br />

después de la infección primaria ocurrirían reinfecciones que


364 PARTE II Parasitología humana<br />

son muy frecuentes en la población general y que pasan inadvertidas<br />

de no mediar una condición de inmunosupresión subyacente<br />

que permita que Pneumocystis se multiplique y que estas<br />

reinfecciones evolucionen a PcP. 12<br />

Clínica<br />

El diagnóstico clínico requiere de un elevado índice de sospecha.<br />

Aun así, es difícil y necesita confirmación de laboratorio<br />

porque los signos y síntomas son inespecíficos y pueden ser<br />

muy sutiles, al menos inicialmente. La neumonía suele tener<br />

un comienzo insidioso caracterizado por tos seca no irritativa e<br />

hipoxemia y polipnea progresivas. No necesariamente hay fiebre.<br />

La duración de este periodo dependerá del compromiso<br />

inmunológico del paciente; será más larga (2 a 3 semanas) en el<br />

paciente infectado por HIV que en el paciente con mejor respuesta<br />

inmune (comienzo brusco o de pocos días). 19 Lo característico<br />

en pacientes oncológicos es que el inicio del cuadro<br />

clínico coincida con la disminución del régimen inmunosupresor<br />

o con un aumento en las dosis de corticosteroides. Asimismo,<br />

la sobrevida y respuesta al tratamiento médico son paradójicamente<br />

mejores en pacientes con compromiso inmunológico<br />

más severo. La hipoxemia es un signo cardinal y en forma característica<br />

se acompaña de ausencia de signos auscultatorios;<br />

una disminución del murmullo pulmonar podría ser el único<br />

hallazgo a la auscultación.<br />

La radiografía de tórax es útil como elemento diagnóstico<br />

y muestra infiltrados intersticiales inespecíficos, que pueden ser<br />

uni o bilaterales, perihiliares, focales o difusos y que se hacen<br />

más confluentes a medida que la neumonía progresa. Los neumatoceles<br />

son frecuentes y pueden llegar al neumotórax. El<br />

hallazgo de imágenes nodulares es poco común y se presenta en<br />

general cuando existe cierta respuesta inmune celular. La tomografía<br />

axial computarizada puede ser útil en fases precoces de la<br />

enfermedad y mostrar imágenes de opacidad “en vidrio esmerilado”<br />

y neumatoceles pequeños, no visibles aún en la radiografía.<br />

Este examen se recomienda cuando la radiografía es normal<br />

en presencia de un cuadro clínico compatible. 19<br />

El grado de hipoxemia ha sido útil para caracterizar la severidad<br />

de la infección en el paciente con SIDA. Así, se habla<br />

de infección severa cuando la saturación de O 2 es menor que<br />

60%, respirando aire ambiental. La PcP en paciente con SIDA,<br />

con saturación de O 2 mayor que 60 torr respirando aire ambiental<br />

amerita en general tratamiento por vía oral, en forma<br />

ambulatoria, con seguimiento estrecho pero sin necesidad de<br />

hospitalizar al paciente. En pacientes no HIV la recomendación<br />

es hospitalizar e iniciar tratamiento parenteral hasta que se<br />

logre un curso clínico estable y mejore su saturación de O 2 .<br />

Diagnóstico de laboratorio<br />

La carencia de un método de cultivo microbiológico para uso<br />

diagnóstico hace que la demostración mediante microscopia,<br />

de formas quísticas y/o trofozoítos de Pneumocystis spp. obtenidos<br />

de muestras biológicas sea crítica para confirmar el diagnóstico<br />

de PcP. Esto requiere de un laboratorio con experiencia<br />

y personal entrenado en el reconocimiento de este patógeno.<br />

Pacientes más inmunocomprometidos, como aquellos con<br />

SIDA, tienen PcP con una carga infectante mayor de Pneumocystis<br />

que pacientes cuyo grado de inmunocompromiso es menor,<br />

como aquellos con tumor de órganos sólidos que están<br />

recibiendo fármacos inmunosupresores. Esto se refleja en el<br />

número y densidad de células de Pneumocystis presentes en la<br />

muestra biológica que recibe el laboratorio y tiene relevancia<br />

práctica en el volumen de muestra que se requiere examinar, en<br />

el procesamiento de la muestra y en el tiempo que debe dedicarse<br />

a examinar dicha muestra al microscopio. De esta forma<br />

el procedimiento de toma de muestra, el volumen de la muestra<br />

y su procesamiento en el laboratorio son críticos, especialmente<br />

cuando la muestra corresponde a un paciente inmunocomprometido<br />

por causa no de HIV.<br />

Las tinciones más frecuentemente utilizadas para microscopia<br />

son la tinción de metenamina de plata o Gomori-Grocott,<br />

o azul de toluidina, que tiñen la pared del quiste, la tinción<br />

de Wright-Giemsa que tiñe trofozoítos y las tinciones<br />

inmunológicas específicas con anticuerpos monoclonales dirigidos<br />

a proteínas de Pneumocystis (GpA/MsG) conjugados a<br />

fluoresceína que pueden teñir ambas formas biológicas del<br />

hongo, dependiendo del anticuerpo monoclonal que se utilice.<br />

Otras tinciones inespecíficas usadas para diagnóstico son blanco<br />

de calcoflúor, violeta cresyl echt, Gram-Weigert, y la tinción<br />

de Papanicolaou que tiñe moldes alveolares de exudado formados<br />

durante PcP. Se recomienda el análisis microscópico de extendidos<br />

con dos tinciones diferentes a partir de una muestra<br />

para disminuir la posibilidad de falsos positivos y negativos.<br />

Técnicas moleculares como la reacción de la polimerasa en<br />

cadena (PCR, o real time PCR), que detectan DNA de Pneumocystis,<br />

están siendo evaluadas, pero su sensibilidad versus especificidad<br />

varía según el tipo de inmunosupresión del paciente,<br />

y de acuerdo al uso previo de medicamentos con actividad<br />

anti-Pneumocystis. La alta sensibilidad de estas técnicas tendría<br />

mayor utilidad en pacientes que tienen baja carga de organismos<br />

de Pneumocystis y que, por lo tanto, son más difíciles de<br />

detectar mediante microscopia. Sin embargo, el uso de PCR no<br />

puede recomendarse por el alto número de falsos positivos. 5,15<br />

Tratamiento<br />

El diagnóstico e inicio oportuno de terapia es de vital importancia<br />

en esta infección, ya que de otro modo llevará rápidamente<br />

a la muerte. El resultado clínico de la terapia es mejor en<br />

pacientes con inmunosupresión secundaria a HIV que con inmunosupresión<br />

secundaria a quimioterapia u otras condiciones.<br />

El tratamiento contempla medidas de soporte como control<br />

seriado de saturación de oxígeno y eventual administración<br />

suplementaria de oxígeno y la modulación de la respuesta inmune<br />

mediante administración de corticosteroides cuando la<br />

enfermedad es severa. La administración de fármacos con efec-


CAPÍTULO 47 Neumocistosis 365<br />

to anti-Pneumocystis en dosis terapéuticas durante 2 a 3 semanas,<br />

puede lograr cura clínica. Sin embargo, los medicamentos<br />

anti-Pneumocystis disponibles no logran erradicar al microorganismo<br />

del pulmón, pudiéndose demostrar quistes de Pneumocystis<br />

en muestras de esputo obtenidas hasta 4-6 semanas después<br />

de iniciado el tratamiento independientemente de si el<br />

paciente haya tenido una buena respuesta clínica o no. 11<br />

El esquema terapéutico preferido es la combinación trimetoprim-sulfametoxazol.<br />

Esta combinación actúa bloqueando<br />

las enzimas dihidropropteroato sintetasa y dihidrofolato reductasa,<br />

las cuales forman parte del ciclo del ácido fólico de<br />

Pneumocystis. Su acción detiene la multiplicación de Pneumocystis.<br />

La creciente demostración en Pneumocystis de mutaciones<br />

en genes de estas enzimas que en otras especies microbianas<br />

confieren resistencia a sulfas, ha creado preocupación de que<br />

esto pudiera significar riesgo de resistencia clínica a tratamiento<br />

anti-Pneumocystis. Hasta la fecha no se dispone de fármacos<br />

con efecto neumocisticida (cuadro 47-1).<br />

Medidas preventivas<br />

Dado que esta infección se adquiere por vía aérea, evitar el contagio<br />

aéreo sería la forma natural de prevención. Al respecto, la<br />

recomendación actual para evitar contagio de un paciente inmunocomprometido<br />

susceptible desde un enfermo que está<br />

cursando con PcP es evitar que el paciente susceptible entre en<br />

la habitación del enfermo. Sin embargo, la efectividad de esta<br />

medida no ha sido demostrada, ya que Pneumocystis es ubicuo<br />

y un paciente susceptible puede también adquirir el contagio<br />

desde cualquier portador que puede ser una persona inmunocompetente<br />

y sana. 8,12 Por esto, la mejor alternativa para prevenir<br />

el desarrollo de la infección es la quimioprevención para<br />

todo paciente susceptible. La quimioprevención cobra más relevancia<br />

aún donde no se dispone de la infraestructura adecuada<br />

para obtención y análisis oportuno de muestras respiratorias<br />

para diagnóstico en las fases precoces de la neumonía, o no se<br />

dispone de un laboratorio con experiencia en Pneumocystis. 13<br />

Hughes, en 1978, previo al inicio de la epidemia de HIV,<br />

describió que la neumonía por Pneumocystis podía prevenirse<br />

con trimetoprim-sulfametoxazol en dosis bajas. Esta quimioprevención<br />

se debe administrar mientras persista la condición<br />

de inmunosupresión que coloca al paciente en riesgo de desarrollar<br />

PcP y, después de superada esta condición, debe considerarse<br />

además un tiempo suficiente para restauración de la<br />

función inmune debido al riesgo potencial de síndrome de reconstitución<br />

inmunológica, que consiste en una respuesta inmune<br />

intensa con rápido deterioro de la función pulmonar y<br />

elevada mortalidad.<br />

El recuento de linfocitos T CD4 es el marcador más utilizado<br />

para indicar el uso de prevención en el paciente adulto<br />

con infección por HIV. 7 De esta manera, la prevención anti-<br />

Pneumocystis puede discontinuarse en el paciente adulto con<br />

SIDA una vez que ha ocurrido una respuesta sostenida a<br />

HAART por más de tres meses con linfocitos T CD4 por<br />

sobre 200 células/mm 3 y en otros pacientes, como por ejemplo<br />

pacientes oncológicos, una vez resueltos los factores predisponentes.<br />

La prevención debe reinstituirse si los linfocitos CD4<br />

vuelven a disminuir bajo 200 células/mm 3 . En niños, la indicación<br />

de prevención debe ajustarse a los niveles pediátricos de<br />

linfocitos T CD4; sin embargo, con independencia de lo anterior,<br />

los hijos de madres HIV deben recibir prevención en<br />

forma empírica a partir de un mes de edad y hasta que se demuestren<br />

libres de infección por HIV.<br />

Los fármacos y esquemas alternativos descritos para quimioprevención<br />

son pocos (cuadro 47-1). El más utilizado es la<br />

combinación trimetoprim-sulfametoxazol (TMP-SMZ) tres<br />

veces a la semana (lunes, martes y miércoles); esta combinación<br />

ha sido altamente efectiva desde que fuera descrita en 1978, sin<br />

embargo, una revisión de los casos de PcP en pacientes HIV<br />

realizada por los Centers for Disease Control, de EUA a fines de<br />

la última década, demostró que la mitad de los casos de PcP<br />

ocurrió en pacientes a los que se les había recetado prevención.<br />

Esto podría indicar falta de adherencia de los pacientes y subraya<br />

la importancia de mantener una estricta vigilancia epidemiológica.<br />

9<br />

Referencias<br />

1. Durand-Joly I, Aliouat el M, Recourt C et al. Pneumocystis<br />

carinii f. sp. hominis is not infectious for SCID<br />

mice. J Clin Microbiol, 2002;40:1862-1865.<br />

2. Gigliotti F. Pneumocystis carinii: has the name really<br />

been changed? Clin Infect Dis, 2005;41:1752-1755.<br />

3. Gigliotti F, Wright T. Immunopathogenesis of Pneumocystis<br />

carinii neumonia. Expert Rev Mol Med, 2005;<br />

7:1-16.<br />

4. Hughes W. Historical Overview. En: W PD (ed.). Pneumocystis<br />

neumonia, 3a. ed. Marcel Dekker, Nueva York,<br />

EUA, 2005:1-37 pp.<br />

5. Kovacs J, Masur H. Evolving health effects of Pneumocystis:<br />

one hundred years of progress in diagnosis and<br />

treatment. JAMA, 2009;301:2578-2585.<br />

6. Mansharamani N, Balachandran D, Vernovsky I et al.<br />

Peripheral blood CD4 T-lymphocyte counts during<br />

Pneumocystis carinii neumonia in immunocompromised patients<br />

without HIV infection. Chest, 2000;118: 712-720.<br />

7. Masur H, Ognibene F, Yarchoan R et al. CD4 counts<br />

as predictors of opportunistic neumonias in human immunodeficiency<br />

virus (HIV) infection. Ann Intern Med,<br />

1989;111:223-231.


366 PARTE II Parasitología humana<br />

8. Medrano F, Montes-Cano M, Conde M et al. Pneumocystis<br />

jirovecii in general population. Emerg Infect Dis,<br />

2005;11:245-250.<br />

9. Morris A, Lundgren J, Masur H et al. Current epidemiology<br />

of Pneumocystis neumonia. Emerg Infect Dis,<br />

2004;10:1713-1720.<br />

10. Morris A, Wei K, Afshar K et al. Epidemiology and<br />

clinical significance of Pneumocystis colonization. J Infect<br />

Dis, 2008;197:10-17.<br />

11. O’Donnell W, Pieciak W, Chertow G et al. Clearance<br />

of Pneumocystis carinii cysts in acute P. carinii neumonia:<br />

assessment by serial sputum induction. Chest, 1998;114:<br />

1264-1268.<br />

12. Ponce C, Gallo M, Bustamante R et al. Pneumocystis<br />

colonization is highly prevalent in autopsied lungs of general<br />

population. Clin Infect Dis, 2009;50:347-353.<br />

13. Rodriguez M, Fishman J. Prevention of infection due<br />

to Pneumocystis spp. in human immunodeficiency virusnegative<br />

immunocompromised patients. Clin Microbiol<br />

Rev, 2004;17:770-782.<br />

14. Sepkowitz K. AIDS-the first 20 years. N Engl J Med,<br />

2001;344:1764-1772.<br />

15. Sing A, Trebesius K, Roggenkamp A et al. Evaluation<br />

of diagnostic value and epidemiological implications of<br />

PCR for Pneumocystis carinii in different immunosuppressed<br />

and immunocompetent patient groups. J Clin<br />

Microbiol, 2000;38:1461-1467.<br />

16. Steele C, Shellito J, Kolls J. Immunity against the opportunistic<br />

fungal pathogen Pneumocystis. Med Mycol,<br />

2005;43:1-19.<br />

17. Stringer J, Beard C, Miller R et al. A new name (Pneumocystis<br />

jirovecii) for Pneumocystis from humans. Emerg<br />

Infect Dis, 2002;8:891-896.<br />

18. Stringer J, Beard C, Miller R. Spelling Pneumocystis<br />

jirovecii. Emerg Infect Dis, 2009;15:506.<br />

19. Thomas C Jr, Limper A. Pneumocystis neumonia. N<br />

Engl J Med, 2004;350:2487-98.<br />

20. Thomas C Jr, Limper A. Current insights into the biology<br />

and pathogenesis of Pneumocystis neumonia. Nat Rev<br />

Microbiol, 2007;5:298-308.<br />

21. Vargas S, Hughes W, Santolaya M et al. Search for<br />

primary infection by Pneumocystis carinii in a cohort of<br />

normal, healthy infants. Clin Infect Dis, 2001;32:855-<br />

861.<br />

22. Vargas S, Pizarro P, López-Vieyra M et al. Pneumocystis<br />

colonization in older adults and diagnostic yield of<br />

single versus paired non-invasive respiratory sampling.<br />

Clin Infect Dis, 2010;50:19-21.


Capítulo<br />

48<br />

Microsporidiasis*<br />

Heinz Mehlhorn • <strong>Werner</strong> Apt<br />

Antecedentes históricos<br />

El nombre microsporidio proviene del griego mikros “pequeño”<br />

y sporos “semillas” o “esporas”, y se refiere al hecho de que<br />

la transmisión se produce por la ingestión de esporas muy pequeñas<br />

que contienen un tubo espiral para provocar lesiones, a<br />

través del cual el esporoplasma infectante es introducido al<br />

citoplasma de la célula del hospedero. 49<br />

Los microsporidios se conocen desde hace más de 100<br />

años. Se les ha encontrado mayormente en invertebrados, en<br />

especial en los peces, originando grandes pérdidas económicas<br />

en sus cultivos. Hasta la fecha se han descrito 140 géneros<br />

y por lo menos 1 300 especies. 13,29,32 Debido al aumento de<br />

los casos con inmunosupresión, los microsporidios motivan<br />

el interés público, ya que son encontrados en gran número<br />

como agentes oportunistas de enfermedades en estos individuos.<br />

5,8,11,12,15,17,27,32,36,37,40,47<br />

Definición<br />

Zoonosis parasitaria producida por diversos géneros de microsporidios<br />

que infectan a artrópodos, peces, reptiles, aves, mamíferos,<br />

incluyendo a humanos. Constituye una infección oportunista<br />

tanto en personas inmunocomprometidas, en las que<br />

originan cuadros multiorgánicos graves, como en inmunocompetentes,<br />

donde por lo general producen cuadros localizados,<br />

oculares o intestinales.<br />

Biología<br />

Alrededor de ocho géneros con 14 especies se conocen como<br />

potenciales invasores del hombre: Encephalitozoon (figura<br />

48-1), Enterocytozoon, Pleistophora, Trachipleistophora, Vittaforma,<br />

Nosema, Anncaliia.<br />

La espora es la forma infectante, que se caracteriza por tener<br />

un tubo hueco, largo, que es exteriorizado e inyectado en la<br />

célula hospedera en cuanto la espora alcance el último sitio de<br />

parasitación. El esporoplasma trepa por el tubo hacia el citoplasma<br />

de la célula hospedera, donde una reproducción asexual<br />

(merogonia, esporogonia) origina finalmente numerosas esporas,<br />

que van a quedar libres después de la destrucción de la célula.<br />

Esporas libres constituyen la fuente de nuevas transmisiones.<br />

12 Enterocytozoon bieneusi y Encephalitozoon spp. son los microsporidios<br />

más prevalentes del hombre. Los microsporidios<br />

son parásitos intracelulares y su estadio infectante son las esporas<br />

que están rodeadas por una capa de glucoproteínas por fuera<br />

y una capa quitinosa por dentro que las protege del medio<br />

ambiente. Su citoplasma presenta un núcleo monocariótico<br />

o dicariótico, un disco de anclaje anterior, un poroplasto laminar<br />

membranoso que incluye un aparato de Golgi rudimentario,<br />

vesículas polares que corresponden a mitocondrias reducidas<br />

llamadas mitosomas, retículo endoplasmático y una<br />

vacuola posterior que funciona como peroxisoma.<br />

Un tubo polar enrollado sale del disco de anclaje y constituye<br />

una estructura única de los microsporidios, cuya función<br />

es facilitar la infección de las células del hospedero. Cambios en<br />

la presión osmótica originan el hinchamiento de la vacuola<br />

posterior, provocando la eversión del tubo polar, seguido de la<br />

transferencia del contenido citoplasmático a través del tubo polar<br />

evertido hacia la célula del hospedero.<br />

En el pasado se creyó que los microsporidios pertenecían a<br />

los eucariontes primitivos por no presentar mitocondrias, aparato<br />

de Golgi y peroxisomas típicos y presentar pequeños ribosomas<br />

semejantes a los procariontes. Hoy en día se les considera<br />

como parásitos especializados que pertenecen a los hongos. 22<br />

El genoma de Encephalitozoon cuniculi tiene 2.9 Mb y presenta<br />

aproximadamente 2 000 genes fuertemente empaquetados con<br />

pocos intrones. 41 Los microsporidios han perdido gran parte de<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

367


368 PARTE II Parasitología humana<br />

5<br />

NH<br />

4<br />

C<br />

N<br />

VP<br />

Figura 48-1. Ciclo vital de Encephalitozoon cuniculi. Parásito que<br />

puede infectar a una serie de hospederos y a humanos inmunodeprimidos.<br />

La infección de pacientes con SIDA se produce por vía oral<br />

al ingerir esporas eliminadas por animales (vía contaminación de<br />

alimentos o por tocar la piel). La espora uninuclear madura se<br />

caracteriza por presentar cinco circulares del tubo polar (1) y la<br />

presencia de una vacuola posterior (VP). En el intestino humano la<br />

espora exterioriza el tubo polar, que es inyectado al interior de la<br />

célula hospedera (2, 3). El esporoplasma uninuclear se desplaza a<br />

través del tubo polar hacia el citoplasma de la célula del hospedero y<br />

es incluido en una vacuola parasitófora (4, 5). El esporoplasma se<br />

reproduce por divisiones binarias (5); la última división origina dos<br />

esporoblastos uninucleares; cada uno de ellos crece y se transforma<br />

en formas infectantes. Abreviaturas: C, circulares del tubo polar;<br />

N, núcleo del esporoplasma; NH, núcleo de la célula hospedera;<br />

T, tubo polar; VP, vacuola posterior; VPf, vacuola parasitófora.<br />

los genes relacionados con la regulación de las vías metabólicas<br />

y han retenido a los que tienen relación con el transporte de<br />

energía y metabolitos, posiblemente como consecuencia de su<br />

dependencia de las células de los hospederos. Análisis filogenéticos<br />

de múltiples secuencias de genes apoyan una relación<br />

entre los microsporidios y los hongos, especialmente los ascomicetos<br />

y basidiomicetos. En relación con la infección del humano,<br />

las siguientes especies son las más importantes (cuadro<br />

48-1).<br />

Encephalitozoon intestinalis (antes Septata intestinalis), que<br />

se ha encontrado en el intestino delgado. Las esporas miden 2.5<br />

a 3.3 1.3 a 2.1 micrones con 4 a 7 vueltas del tubo polar.<br />

1<br />

T<br />

NH<br />

3<br />

PVf<br />

2<br />

N<br />

NH<br />

Encephalitozoon cuniculi, que se ha encontrado en células<br />

renales de conejos y puede parasitar a células del hombre. Las<br />

esporas miden 2.5 a 3.2 1.2 a 1.6 micrones con 4 a 6 vueltas<br />

del tubo polar.<br />

Encephalitozoon helen, que se ha encontrado en ojos humanos<br />

y se parece a E. cuniculi.<br />

Enterocytozoon bieneusi, que es la especie más frecuente en<br />

pacientes con SIDA, con una prevalencia que llega a 20%. Se<br />

le encuentra especialmente en el intestino delgado en el interior<br />

de los enterocitos, pero también está en los conductos biliares.<br />

Las esporas son muy delgadas y miden 1.1 a 1.6 0.7 a 0.9<br />

micrones.<br />

Otras especies más recientes que producen patología al humano<br />

son: Anncaliia connori (antes Nosema connori) (en muchos<br />

órganos), Nosema ocularum (en ojos), Microsporidium<br />

africanum y Microsporidium ceylonensis (en ojos), Vittaforma<br />

corneae (antes Nosema corneum) en ojos, Trachipleistophora hominis<br />

(antes del género Pleistophora) en musculatura.<br />

Patología<br />

Los microsporidios son parásitos intracelulares obligados que<br />

invaden una gran variedad de hospederos invertebrados y vertebrados.<br />

Presentan dos estadios: uno proliferativo intracelular<br />

y uno extracelular y metabólicamente inactivo, la espora infectante.<br />

En E. cuniculi, ambos estadios presentan genes de transcripción<br />

y de empalme diferentes. Estos últimos sólo existen en<br />

la forma de reproducción intracelular. 23 Los microsporidios de<br />

mamíferos infectan a roedores, conejos, caballos, carnívoros y<br />

humanos. En estos últimos constituyen patógenos oportunistas<br />

en personas inmunodeprimidas. El daño que originan depende,<br />

entre otros factores, del hospedero que invaden y del estado<br />

inmunológico de éstos, por ejemplo: E. cuniculi tiene como<br />

hospederos habituales a conejos, los cuales, al estado adulto,<br />

por lo general presentan una parasitosis subclínica; en cambio,<br />

conejos jóvenes pueden presentar cuadros graves por afectación<br />

del sistema nervioso, riñones y ojos, originando una meningoencefalitis<br />

granulomatosa, nefritis crónica intersticial y uveítis<br />

facoclástica, respectivamente. 32<br />

Enterocytozoon bieneusi origina diarrea en el ser humano.<br />

Es el microsporidio más frecuente que ha invadido al humano<br />

en los últimos 15 años. El parásito invade los enterocitos<br />

y origina atrofia de las vellosidades intestinales, produciendo<br />

un síndrome de malabsorción en pacientes con SIDA, debido<br />

esencialmente a una hiperplasia e hipertrofia de las células<br />

de las criptas con una mayor mitosis de células en tránsito,<br />

troncales e inmaduras de las células epiteliales de las vellosidades<br />

intestinales. 3 En personas inmunocompetentes origina una<br />

diarrea subaguda autolimitada o cursa en forma subclínica.<br />

1,7,34,35,48<br />

En la actualidad se ha demostrado que aparte del mecanismo<br />

habitual de infección de las células del hospedero por los<br />

microsporidios, es decir, el desenrollamiento del tubo polar, su<br />

exteriorización e inyección con paso del esporoplasma al citoplasma<br />

de la célula hospedera, también pueden penetrar por


CAPÍTULO 48 Microsporidiasis 369<br />

fagocitosis. Una vez que son fagocitados, el tubo polar se utiliza<br />

para escapar de los fagosomas e infectar el citoplasma de las<br />

células del hospedero. 20<br />

Inmunología<br />

La hipótesis de que existe resistencia a los microsporidios se<br />

basa en la observación de personas con SIDA y que tienen menos<br />

de 100 linfocitos CD4 y en experimentos letales en animales<br />

depletados de linfocitos CD4 y CD8 e infectados<br />

con microsporidios. Estudios en ratones y en investigaciones ex<br />

vivo en humanos han demostrado la importancia de las citocinas<br />

proinflamatorias (Th1) como el interferón (INF-g), el factor<br />

de necrosis tumoral (TNF-a) y la interleucina (IL)-12, solas<br />

y con participación de óxido nítrico (NO) en la resistencia<br />

a Encephalitozoon spp. Linfocitos intraepiteliales CD8aa<br />

aumentan rápidamente después de la administración oral de E.<br />

cuniculi a ratones. Estas células participan en una respuesta<br />

proinflamatoria vía INF-g y actividad citotóxica, contribuyendo<br />

además a la regulación inmune vía IL-10. En animales a los<br />

que se administró per os E. cuniculi y que presentaban una deficiencia<br />

inmunológica severa (SCID), la administración de<br />

anticuerpos séricos anti-E. cuniculi les prolongó la vida.<br />

Epidemiología<br />

Los conocimientos sobre la epidemiología de los microsporidios<br />

son escasos. Las esporas pueden sobrevivir en el ambiente<br />

externo fuera del hospedero por lo menos algunas semanas. Algunas<br />

especies no son hospedero-específicas, y por este motivo<br />

pueden ser transmitidas desde animales al hombre. 14<br />

Bajo condiciones experimentales, algunas esporas de E.<br />

cuniculi conservan su poder infectante en cultivo de tejidos<br />

mantenidos en medio 199 (M199) por 16 días a 22°C, y más<br />

de 98 días a 4°C. Las esporas, aun después de un proceso de<br />

deshidratación o congelación, mantienen su capacidad infectante.<br />

Esporas de E. cuniculi pueden originar infecciones letales<br />

a ratones después de ser incubadas a 4°C durante dos años, o<br />

haber sido congeladas a 12 o 24°C por 24 horas. Las esporas<br />

de Encephalitozoon intestinalis, E. helen y E. cuniculi, después<br />

de ser incubadas en agua a temperaturas de 10 a 30°C por<br />

semanas o meses, mantienen la capacidad de infectar a células<br />

de cultivos de tejidos.<br />

Estos experimentos indican que los microsporidios tienen<br />

el potencial de persistir en agua corriente, agua salada (p. ej.,<br />

después de ser incubados en medio de cultivo de tejidos), después<br />

de ser deshidratados o sometidos a diferentes temperaturas<br />

ambientales, constituyendo así un riesgo para la salud al<br />

poder ser transmitidos a hospederos susceptibles. 14-16,45<br />

La prevalencia de la microsporidiasis en el hombre fluctúa<br />

entre 0 a 50%, dependiendo de la técnica de pesquisa, procedencia<br />

de la persona y del estado inmunológico de ella. 30,32,33<br />

Alrededor de 5 a 8% de la población presenta anticuerpos<br />

contra microsporidios, sin presentar sintomatología (p. ej., especies<br />

de Encephalitozoon). 32 Sin embargo, en pacientes con<br />

SIDA el porcentaje con infecciones por microsporidios es alto<br />

y en muchos casos de curso fatal, con generalización de la parasitosis<br />

y demostración de los microsporidios en diferentes órganos.<br />

En países de Asia, África y ciertas regiones de Sudamérica,<br />

donde se aplica de rutina la terapia retroviral en pacientes con<br />

SIDA, diarrea y menos de 100 linfocitos CD4 por mm 3 , los<br />

microsporidios se detectan constantemente y son un factor<br />

agravante, junto a las malas condiciones de vida, sanitarias y el<br />

contacto con animales. En personas inmunocompetentes como<br />

viajeros, niños y ancianos (estos dos últimos con una inmunosupresión<br />

fisiológica), las microsporidiasis se han detectado<br />

cada vez más. 32,43<br />

Esporas de E. bieneusi se han encontrado en la superficie<br />

del agua, en animales silvestres, domésticos, de granjas y en<br />

animales mamíferos de zoológicos. La presencia de esporas de<br />

microsporidios en cursos de agua de uso doméstico, profesional<br />

o recreacional es la base para considerar a estos organismos<br />

dentro de las parasitosis transmitidas a través del agua y de alimentos,<br />

ya que parte del agua contaminada se puede utilizar en<br />

el regadío de frutas y hortalizas que crecen a ras del suelo. 18,19,24<br />

Se han demostrado esporas de microsporidios en lechugas, cilantro,<br />

perejil y frutillas de Costa Rica. 9<br />

Los principales reservorios de los microsporidios son animales,<br />

especialmente aves silvestres y algunos mamíferos. Aves<br />

acuáticas eliminan por sus heces esporas de E. helen; los cisnes<br />

constituyen un reservorio importante de esta zoonosis. Esporas<br />

de E. helen y de E. intestinalis se han encontrado en heces de<br />

palomas, gansos domésticos y cuervos. 39<br />

Por los antecedentes señalados anteriormente, la microsporidiasis<br />

forma parte de las parasitosis que se transmiten por<br />

agua, alimentos y animales zoonóticos. 31<br />

Clínica<br />

La infección humana por microsporidios se produce por vía<br />

oral por la ingestión de esporas que contaminan alimentos o<br />

agua o por manipulación de heces humanas infectadas. Algunas<br />

especies, como E. bieneusi y E. intestinalis, originan diarreas<br />

crónicas severas y en pacientes inmunosuprimidos, diseminación<br />

e infiltración de prácticamente todos los órganos. Otras<br />

especies, como M. ceylonensis, M. africanum y Vittaforma corneae,<br />

pueden invadir los ojos, originando queratitis de curso<br />

tórpido. Las infecciones generalizadas por microsporidios se<br />

originan en personas con cierto grado de depresión inmunológica,<br />

en particular de tipo celular. 32<br />

Formas generalizadas<br />

Se ha demostrado que Encephalitozoon cuniculi, E. intestinalis,<br />

E. helen y Anncaliia connori pueden producir esta patología en<br />

personas con depresión de su sistema inmune. Infecciones intestinales,<br />

hepáticas, de la vía biliar y de la musculatura estriada,<br />

por lo general graves, producen estas especies. La relación


370 PARTE II Parasitología humana<br />

entre los microsporidios y el síndrome diarreico no está clara en<br />

los pacientes con SIDA, ya que hay estudios con pacientes<br />

HIV-positivos con y sin diarrea que presentan porcentajes de<br />

microsporidios similares. Además, en individuos asintomáticos<br />

HIV-positivos también se ha observado la presencia de esporas<br />

de estos pacientes (ver capítulo 84, Síndrome de inmunosupresión<br />

adquirida y parasitosis).<br />

E. cuniculi se ha aislado del hígado y vía biliar de pacientes<br />

con SIDA, algunos de ellos con colangitis esclerosante. No se<br />

conoce hasta la fecha el papel que los microsporidios tienen en<br />

esta patología que también se ha hallado en pacientes con<br />

SIDA y E. intestinalis. 6 Se ha informado una miositis fatal por<br />

Anncaliia algerae (antes Brachiola algerae) en una paciente con<br />

artritis reumatoidea. Este microsporidio habitualmente infecta<br />

a mosquitos. 12<br />

Formas localizadas<br />

Enterocytozoon bieneusi y Encephalitozoon intestinalis en personas<br />

inmunocompetentes producen cuadros diarreicos crónicos,<br />

de gran volumen, sin pujo ni tenesmo, ni mucosidades ni sangre.<br />

El cuadro por lo general evoluciona sin fiebre.<br />

La localización ocular se presenta en personas inmunocompetentes<br />

e inmunodeprimidas. En los primeros se localiza<br />

en el estroma corneal y en los pacientes con SIDA o con<br />

inmunosupresión en la superficie corneal. 28 Esta situación paradójica<br />

es similar a lo que se observa en pacientes con SIDA<br />

coinfectados con Pneumocystis jiroveci que presentan lesiones<br />

pulmonares más leves que los pacientes con depresiones inmunitarias<br />

menores (presentan lesiones granulomatosas) (ver capítulo<br />

47, Neumocistosis). En personas inmunocompetentes se ha<br />

demostrado que el compromiso ocular se origina por Microsporidium<br />

ceylonensis, Microsporidium africanum y Vittaforma corneae.<br />

En inmunosuprimidos el compromiso ocular es producido<br />

mayoritariamente por Encephalitozoon helen. En estos casos<br />

la infección puede extenderse a las fosas nasales y senos paranasales,<br />

originando una rinitis y sinusitis asociadas. Trachipleistophora<br />

anthropopthera se ha encontrado en la infección de la<br />

córnea de un paciente con SIDA. 27 La mayoría de los pacientes<br />

con microsporidiasis ocular presenta una disminución o falta<br />

de visión con inflamación conjuntival. Al examen se confirma<br />

una queratitis profunda (casos no SIDA) o superficial casi<br />

siempre bilateral (casos con SIDA) que no responde a la terapia<br />

tópica habitual. Ocasionalmente, cuando no se sospecha que la<br />

queratitis es por Microsporidium y se ha prescrito tratamiento<br />

tópico con glucocorticoides, éstos pueden contribuir a una inmunosupresión<br />

localizada y agravar la patología.<br />

Existe un aumento de queratitis por microsporidios en<br />

portadores de lentes de contacto, ratificando así que esta parasitosis<br />

es una infección emergente. 44<br />

Diagnóstico<br />

El diagnóstico directo se efectúa mediante la observación de<br />

esporas excretadas o de biopsias. Se requiere un observador<br />

adiestrado y experimentado para observar las esporas de microsporidios<br />

en heces y otros líquidos biológicos: orina, secreción<br />

nasal, escarificación corneal, aspirado duodenal, etc.,<br />

por su pequeño tamaño: 1.5-5 mm. 42 En las heces de pacientes<br />

con microsporidiasis intestinal se ha utilizado con éxito<br />

la tinción tricrómica de Weber y sus variantes y el calcoflúor,<br />

este último con microscopio de fluorescencia. El ideal<br />

es utilizar dos reacciones, una con tinción tricrómica y una<br />

con fluorescencia, calcoflúor, Uvitex 2B, fungiflúor, etc.,<br />

que tienen como blanco la pared quitinosa externa de las esporas.<br />

La tinción tricrómica sola o en combinación con la tinción<br />

de Gram o la tinción de plata Warthin-Starry tienen utilidad.<br />

En todos los casos en que se sospecha una microsporidiasis, se<br />

debe agregar estudio con microscopia electrónica que permite<br />

confirmar el diagnóstico con base en la detección del filamento<br />

polar dentro de las esporas y la presencia de elementos ultraestructurales;<br />

además permite diferenciar en los enterocitos a Encephalitozoon<br />

intestinalis, que se encuentra dentro de una vacuola<br />

parasitófora de Enterocytozoon bieneusi, que se ubica<br />

directamente en el citoplasma de la célula.<br />

Se han elaborado anticuerpos monoclonales contra E. bieneusi<br />

y Encephalitozoon spp., lo que permite tener técnicas específicas<br />

para estos organismos. 2,38 Técnicas de biología molecular<br />

como PCR se están empezando a utilizar en el diagnóstico<br />

de la microsporidiasis. Un procedimiento que utiliza oligonucleótidos<br />

en un sistema de micromatriz que permite buscar los<br />

cuatro microsporidios más frecuentes que afectan a humanos<br />

ha permitido mejorar el diagnóstico de estos casos. 46 Glucoepítopos<br />

del tubo polar de los microsporidios se están utilizando<br />

como antígenos para indagar la respuesta serológica en el<br />

hombre, lo cual tiene importancia porque permite conocer los<br />

casos subclínicos y los que pueden ser fuente de infección para<br />

otros individuos y/o el medio ambiente. Hasta la fecha las técnicas<br />

serológicas para microsporidios no han demostrado ser<br />

útiles en clínica humana, ya que no disciernen entre una infección<br />

activa y una anamnésica.<br />

En la actualidad en muchos laboratorios no suele incluirse<br />

la detección de microsporidios en el examen de heces en personas<br />

con diarrea y/u otra patología digestiva, o en la orina de<br />

inmunocomprometidos.<br />

Tratamiento<br />

La mayoría de las microsporidiasis son sensibles al albendazol,<br />

un inhibidor de la unión de los microtúbulos de los helmintos,<br />

excepto E. bieneusi. Para este último se ha descrito que tienen<br />

efecto octreótido, nitazoxanida y fumagilina. 4 No obstante, en<br />

cuadros generalizados con compromiso multiorgánico la mayoría<br />

de los fármacos no sirven. La fumagilina, un antibiótico<br />

antiangiogénico producido por Aspergillus fumigatus, actúa sobre<br />

E. bieneusi y E. intestinalis, pero es tóxico si se utiliza en<br />

forma sistémica. Se están investigando fármacos que actúan<br />

sobre la poliamina y análogos de los microsporidios, por ejem-


CAPÍTULO 48 Microsporidiasis 371<br />

plo, análogos de la poliamina sobre la metionina aminopeptidasa,<br />

compuestos relacionados de la fumagilina sobre la quitina,<br />

como la nicomicina y la topoisomerasa, derivados de la<br />

fluoroquinolona.<br />

La reconstitución inmunológica, gracias a la terapia retroviral<br />

en los pacientes con SIDA, reduce la microsporidiasis en<br />

estos pacientes. La inhibición de la aspartilproteasa del virus<br />

del SIDA inhibe también el desarrollo de E. intestinalis en cultivo<br />

de tejido (véase capítulo 94).<br />

Prevención<br />

Es recomendable evitar las heces humanas o de animales y<br />

mantener estrictas normas de higiene. Se han desinfectado<br />

aguas contaminadas con E. intestinalis utilizando cloro y ozono.<br />

Se ha eliminado E. cuniculi de alimentos mediante procesos<br />

que utilizan altas presiones. 25 La exposición de este microsporidio<br />

a blanqueadores y etanol fue efectiva en la reducción de este<br />

organismo en cultivos de tejidos. 26<br />

Referencias<br />

1. Abreu-Acosta N, Lorenzo-Morales J, Leal-Guio Y et<br />

al. Enterocytozoon bieneusi (microsporidia) in clinical<br />

samples from immunocompetent individuals in Tenerife,<br />

Canary Islands, Spain. Trans R Soc Trop Med Hyg, 2005;<br />

99:848-855.<br />

2. Accoceberry I, Thellier M, Desportes-Livage I et<br />

al. Production of monoclonal antibodies directed against<br />

the microsporidium Enterocytozoon bieneusi. J Clin Microbiol,<br />

1999;37:4107-4112.<br />

3. Batman P, Kotler D, Kapembwa M et al. HIV enteropathy:<br />

crypt stem and transit cell hyperproliferation induces<br />

villous atrophy in HIV/Microsporidia-infected jejunal<br />

mucosa. AIDS, 2007;21:433-439.<br />

4. Bicart-Sée A, Massip P, Linas M et al. Successful<br />

treatment with nitazoxanide of Enterocytozoon bieneusi<br />

microsporidiosis in a patient with AIDS. Antimicrob<br />

Agents Chemother, 2000;44:167-168.<br />

5. Botterel F, Minozzi C, Vittecoq D et al. Pulmonary<br />

localization of Enterocytozoon bieneusi in an AIDS patient:<br />

case report and review. J Clin Microbiol, 2002;40:4800-<br />

4801.<br />

6. Bouche H, Housset C, Dumont J et al. AIDS-related<br />

cholangitis: diagnostic features and course in 15 patients.<br />

J Hepatol, 1993;17:34-39.<br />

7. Bryan R, Weber R, Schwartz D. Microsporidiosis in<br />

patients who are not infected with human immunodeficiency<br />

virus. Clin Infect Dis, 1997;24:534-535.<br />

8. Cali A, Takvorian P. Ultrastructure and development<br />

of Pleistophora ronneafiei n. sp., a microsporidium (Protista)<br />

in the skeletal muscle of an immune-compromised<br />

individual. J Eukaryot Microbiol, 2003;50:77-85.<br />

9. Calvo M, Carazo M, Arias M et al. Prevalence of Cyclospora<br />

sp., Cryptosporidium sp, microsporidia and fecal<br />

coliform determination in fresh fruit and vegetables consumed<br />

in Costa Rica. Arch Latinoam Nutr, 2004;54:428-<br />

432.<br />

10. Canning E, Lom J. The microsporidia of vertebrates,<br />

Academic Press, London, UK, 1986: 289 pp.<br />

11. Coyle C, Wittner M, Kotler D et al. Prevalence of microsporidiosis<br />

due to Enterocytozoon bieneusi and Encephalitozoon<br />

(Septata) intestinalis among patients with<br />

AIDS-related diarrhea: determination by polymerase<br />

chain reaction to the microsporidian small-subunit rRNA<br />

gene. Clin Infect Dis, 1996;23:1002-1006.<br />

12. Coyle C, Weiss L, Rhodes L III et al. Fatal myositis<br />

due to the microsporidian Brachiola algerae, a mosquito<br />

pathogen. N Engl J Med, 2004;351:42-47.<br />

13. Curry A. Microsporidiosis. En: Cox FEG, Wakelin D,<br />

Gillespie SH et al. (eds.). Topley and Wilsons´s Microbiology,<br />

10a. ed., Hodder and Arnold, London, UK, 2005.<br />

14. Didier E, Stovall M, Green L et al. Epidemiology of<br />

microsporidiosis: sources and modes of transmission. Vet<br />

Parasitol, 2004;126:145-166.<br />

15. Didier E. Microsporidiosis: an emerging and opportunistic<br />

infection in humans and animals. Acta Trop, 2005;<br />

94:61-76.<br />

16. Didier E, Weiss L. Microsporidiosis: current status.<br />

Curr Opin Infect Dis, 2006;19:485-492.<br />

17. Dionisio D, Manneschi L, Di Lollo S et al. Enterocytozoon<br />

bieneusi in AIDS: symptomatic relief and parasite<br />

changes after furazolidone. J Clin Pathol, 1997;50:472-476.<br />

18. Fournier S, Liguory O, Santillana-Hayat M et al. Detection<br />

of microsporidia in surface water: a one-year follow-up<br />

study. FEMS Immunol Med Microbiol, 2000;<br />

29:95-100.<br />

19. Fournier S, Dubrou S, Liguory O et al. Detection of<br />

microsporidia, cryptosporidia and giardia in swimming<br />

pools: a one-year prospective study. FEMS Immunol Med<br />

Microbiol, 2002;33:209-213.<br />

20. Franzen C. Microsporidia: how can they invade other<br />

cells? Trends Parasitol, 2004;20:275-279.<br />

21. Franzen C, Nassonova E, Schölmerich J et al. Transfer<br />

of the members of the genus Brachiola (microsporidia)<br />

to the genus Anncaliia based on ultrastructural and molecular<br />

data. J Eukaryot Microbiol, 2006;53:26-35.<br />

22. Gill E, Fast N. Assessing the microsporidia-fungi relationship:<br />

Combined phylogenetic analysis of eight genes.<br />

Gene, 2006;375:103-109.<br />

23. Gill E, Lee R, Corradi N et al. Splicing and transcription<br />

differ between spore and intracellular life stages in


372 PARTE II Parasitología humana<br />

the parasitic microsporidia. Mol Biol Evol, 2010;27:1579-<br />

1584.<br />

24. Graczyk T, Sunderland D, Tamang L et al. Bather<br />

density and levels of Cryptosporidium, Giardia, and<br />

pathogenic microsporidian spores in recreational bathing<br />

water. Parasitol Res, 2007;101:1729-1731.<br />

25. Jordan C, Zajac A, Holliman D et al. Effects of highpressure<br />

processing on in vitro infectivity of Encephalitozoon<br />

cuniculi. J Parasitol, 2005;91:1487-1488.<br />

26. Jordan C, Dicristina J, Lindsay D. Activity of bleach,<br />

ethanol and two commercial disinfectants against spores<br />

of Encephalitozoon cuniculi. Vet Parasitol, 2006;136:343-<br />

346.<br />

27. Juárez S, Putaporntip Ch, Jongwutiwes S et al. In vitro<br />

cultivation and electron microscopy characterization<br />

of Trachipleistophora anthropophthera isolated from the<br />

cornea of an AIDS patient. J Eukaryot Microbiol, 2005;<br />

52:179-190.<br />

28. Kakrania R, Joseph J, Vaddavalli P et al. Microsporidia<br />

keratoconjunctivitis in a corneal graft. Eye, 2005;20:<br />

1314-1315.<br />

29. Larsson J. Molecular versus morphological approach to<br />

microsporidian classification. Folia Parasitol, 2005;52:<br />

143-144.<br />

30. Leelayoova S, Subrungruang I, Rangsin R et al.<br />

Transmission of Enterocytozoon bieneusi genotype a in a<br />

Thai orphanage. Am J Trop Med Hyg, 2005;73:104-107.<br />

31. Mathis A, Weber R, Deplazes P. Zoonotic potential of<br />

the microsporidia. Clin Microbiol Rev, 2005;18:423-<br />

445.<br />

32. Mehlhorn H (ed.). Encyclopedia of Parasitology, 3 a ed.<br />

(vols. 1, 2), Springer, Nueva York, EUA, 2008.<br />

33. Metge S, Van Nhieu J, Dahmane D et al. A case of<br />

Enterocytozoon bieneusi infection in an HIV-negative renal<br />

transplant recipient. Eur J Clin Microbiol Infect Dis,<br />

2000;19:221-223.<br />

34. Mungthin M, Subrungruang I, Naaglor T et al. Spore<br />

shedding pattern of Enterocytozoon bieneusi in asymptomatic<br />

children. J Med Microbiol, 2005;54:473-476.<br />

35. Nkinin S, Asonganyi T, Didier E et al. Microsporidian<br />

infection is prevalent in healthy people in Cameroon.<br />

J Clin Microbiol, 2007;45:2841-2846.<br />

36. Orenstein J, Russo P, Didier E et al. Fatal pulmonary<br />

microsporidiosis due to Encephalitozoon cuniculi following<br />

allogeneic bone marrow transplantation for acute<br />

myelogenous leukemia. Ultrastruct Pathol, 2005;29:269-<br />

276.<br />

37. Sarfati C, Bourgeois A, Menotti J et al. Prevalence of<br />

intestinal parasites including microsporidia in human immunodeficiency<br />

virus-infected adults in Cameroon: a<br />

cross-sectional study. Am J Trop Med Hyg, 2006;74:162-<br />

164.<br />

38. Sheoran A, Feng X, Singh I et al. Monoclonal antibodies<br />

against Enterocytozoon bieneusi of human origin. Clin<br />

Diagn Lab Immunol, 2005;12:1109-1113.<br />

39. Słodkowicz-Kowalska A. Animal reservoirs of human<br />

virulent microsporidian species. Wiad Parazytol, 2009;55:<br />

63-65.<br />

40. Stark D, Barratt J, van Hal S et al. Clinical significance<br />

of enteric protozoa in the immunosuppressed human<br />

population. Clin Microbiol Rev, 2009;22:634-650.<br />

41. Texier C, Brosson D, El Alaoui H et al. Post-genomics<br />

of microsporidia, with emphasis on a model of minimal<br />

eukaryotic proteome: a review. Folia Parasitol, 2005;52:<br />

15-22.<br />

42. Thellier M, Breton J. Enterocytozoon bieneusi in human<br />

and animals, focus on laboratory identification and molecular<br />

epidemiology. Parasite, 2008;15:349-358.<br />

43. Tumwine J, Kekitiinwa A, Bakeera-Kitaka S et al.<br />

Cryptosporidiosis and microsporidiosis in Ugandan children<br />

with persistent diarrhea with and without concurrent<br />

infection with the human immunodeficiency virus.<br />

Am J Trop Med Hyg, 2005;73:921-925.<br />

44. Vemuganti G, Garg P, Sharma S et al. Is microsporidial<br />

keratitis an emerging cause of stromal keratitis? A<br />

case series study. BMC Ophthalmol, 2005;5:19.<br />

45. Visvesvara G, Moura H, Leitch G et al. Public health<br />

importance of Brachiola algerae (Microsporidia)-an emerging<br />

pathogen of humans. Folia Parasitol, 2005;52:83-<br />

94.<br />

46. Wang Z, Orlandi P, Stenger D. Simultaneous detection<br />

of four human pathogenic microsporidian species<br />

from clinical samples by oligonucleotide microarray. J<br />

Clin Microbiol, 2005;43:4121-4128.<br />

47. Weber R, Deplazes P, Flepp M et al. Cerebral microsporidiosis<br />

due to Encephalitozoon cuniculi in a patient<br />

with human immunodeficiency virus infection. N Engl J<br />

Med, 2004;336:474-478.<br />

48. Wichro E, Hoelzl D, Krause R et al. Microsporidiosis<br />

in travel-associated chronic diarrhea in immune-competent<br />

patients. Am J Trop Med Hyg, 2005;73:285-287.<br />

49. Xu Y, Weiss L. The microsporidian polar tube: a highly<br />

specialised invasion organelle. Int J Parasitol, 2005;35:941-<br />

953.


Capítulo<br />

49<br />

Tricomoniasis*<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Antecedentes históricos<br />

Trichomonas tenax fue descubierta en 1773 por Müller, 15 quien<br />

la observó en la boca de una persona aparentemente sana. Donné,<br />

en 1836, 6 presentó a la Sociedad Científica de París el trabajo<br />

“Secreciones del aparato urogenital femenino y masculino”<br />

originadas por tricomonas. Ehrenberg, en 1839, confirma<br />

el descubrimiento de Donné y le dio el nombre de Trichomonas<br />

vaginalis al agente etiológico. Trichomonas hominis fue descubierta<br />

por Devaine en 1854.<br />

Concepto<br />

Infección del aparato genitourinario y digestivo del hombre y<br />

una gran variedad de animales por protozoos flagelados del género<br />

Trichomonas. El humano presenta tres especies: Trichomonas<br />

vaginalis, la única patógena del aparato urogenital y los<br />

comensales Trichomonas tenax de la boca y Trichomonas hominis<br />

del intestino.<br />

Clasificación<br />

Reino: Animal<br />

Subreino: Neozoa<br />

Phylum: Parabasalia<br />

Clase: Trichomonadea<br />

Orden: Trichomonadida<br />

Familia: Trichomonadidae<br />

Subfamilia: Trichomonaninae<br />

Género: Trichomonas<br />

Especie: vaginalis - tenax - hominis<br />

Generalidades<br />

La familia Trichomonadidae tiene en su polo apical 4, 5 o 6<br />

flagelos, un flagelo recurrente que bordea la membrana ondulante.<br />

Los protozoos de esta familia tienen axostilo, penta, costa<br />

y cuerpos parabasales que le sirven como citoesqueleto. Todos<br />

los representantes son anaerobios y tienen hidrogenosomas.<br />

El sistema enzimático de estos corpúsculos es diferente al de las<br />

mitocondrias, ya que metabolizan piruvato de la glucólisis a<br />

acetato CO 2 y H 2 . Esto diferencia a los flagelados de los ciliados,<br />

ya que estos últimos tienen hidrogenosomas y mitocondrias.<br />

Los tricomónidos que carecen de citostoma, se alimentan<br />

por endocitosis: fagocitosis (leucocitos, bacterias) y pinocitosis<br />

(fluidos corporales). Su reproducción es por fisión binaria sólo<br />

bajo la forma de trofozoíto. Como no existen formas de resistencia<br />

(quistes), su transmisión entre los diferentes hospederos<br />

es directa, por contacto entre infectado y susceptible, a través<br />

de relación sexual, boca a boca y directo con heces frescas. Dentro<br />

de los tricomónidos hay apatógenos, patógenos facultativos<br />

y patógenos. Su mayor fuente de energía para su movilidad,<br />

reproducción y alimentación la obtienen de los hidratos de carbono<br />

adquiridos del medio ambiente. Junto a Giardia lamblia<br />

y algunas algas verdes son los únicos eucariontes que utilizan la<br />

ruta de la arginina dehidrolasa, en la cual la arginina es degradada<br />

a ornitina, amonio y CO 2 por la acción sucesiva de tres<br />

enzimas; este sistema le permite obtener energía, ornitina y la<br />

biosíntesis de poliaminas.<br />

Trichomonas vaginalis<br />

Biología<br />

Protozoo flagelado de forma globular, mide 10-30 mm de longitud<br />

por 7 mm de ancho. Presenta cinco flagelos, cuatro anteriores<br />

libres y uno adherido al borde de su superficie, constituyendo<br />

parte de la membrana ondulante. Tiene un citostoma<br />

pequeño y un axostilo grueso con gran cantidad de gránulos<br />

siderófilos a su alrededor. Una fila de microtúbulos constituyen<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

373


374 PARTE II Parasitología humana<br />

Figura 49-1. Trichomonas vaginalis en secreción vaginal. 1 000.<br />

Tinción Giemsa.<br />

el penta y la costa. El complejo blefaroplástico es único y se<br />

encuentra en el extremo anterior del cuerpo; está constituido<br />

por un cinetonúcleo y un corpúsculo basal del cual emergen los<br />

flagelos. La membrana ondulante ocupa los dos tercios anteriores<br />

del cuerpo y es una prolongación del protoplasma. Su borde<br />

libre está constituido por el flagelo posterior y en su base se<br />

encuentra la costa o filamento fibrilar. El aparato de Golgi o<br />

cuerpo parabasal está cerca del núcleo y tiene forma piriforme.<br />

El núcleo es periférico; contiene cinco cromosomas, con un<br />

cariosoma subcentral. El citoplasma es rico en glucógeno, vacuolas<br />

de digestión, contráctiles y excretoras. Se divide por fisión<br />

binaria longitudinal. El parásito se desplaza con facilidad<br />

en todas las direcciones, con movimientos de rotación y balanceo<br />

mediante sus flagelos o por seudópodos. 5<br />

Existe bajo la forma de trofozoíto (figuras 49-1 y 49-2 a<br />

49-4). Por este motivo, la transmisión se realiza de persona<br />

a persona, fundamentalmente a través del acto sexual. La tricomoniasis<br />

es una infección venérea. Existe transmisión directa a<br />

través de toallas, piscinas temperadas, material quirúrgico mal<br />

desinfectado, etc. Este tipo de transmisión es infrecuente, ya<br />

que el trofozoíto no se reproduce en este medio. El hábitat de<br />

T. vaginalis es el aparato genitourinario femenino y masculino,<br />

pero su reservorio es la mujer, siendo el hombre su transmisor.<br />

Patogenia<br />

Protozoo extracelular, anaerobio, facultativo. Su desarrollo óptimo<br />

es con un pH entre 5.5-6. El pH normal de la vagina es<br />

de 3.5-5, que se mantiene por la acción de los bacilos de Döderlein<br />

sobre el glucógeno de las células poligonales superficiales<br />

de la vagina (flora I). Para que se desarrolle una tricomoniasis,<br />

debe alcalinizarse el pH normal de la vagina; esto acontece<br />

en los periodos menstruales (por el pH de la sangre), en casos<br />

de insuficiencia ovárica (bajan los estrógenos y por consiguiente<br />

el glucógeno de las células vaginales) y en infecciones vaginales<br />

que modifiquen la flora I, es decir, existe una flora II, III o<br />

IV. Los niveles de estrógeno son fundamentales para mantener<br />

el pH normal de la vagina. T. vaginalis puede presentarse en<br />

recién nacidos (RN), infección connatal que se produce en un<br />

periodo en que el RN recibe los estrógenos de su madre. Posteriormente,<br />

después de los seis meses no existe tricomoniasis en<br />

los lactantes y preescolares. Los escolares pueden presentar la<br />

infección después de la menarquía, fecha en que la mujer presenta<br />

niveles de estrógenos. Desde los 12-40 años se presenta la<br />

mayoría de las tricomoniasis; después de la menopausia ya no<br />

hay tricomonas, excepto en mujeres mayores que presenten tumores<br />

ováricos secretores de estrógenos.<br />

En la actualidad se sabe que T. vaginalis produce proteínas<br />

excretoras-secretoras que tienen un factor quimiotáctico de<br />

neutrófilos. Estos neutrófilos son posteriormente estimulados<br />

por el parásito para producir quimiocinas, como IL-8 y GRO–<br />

alfa, que promueven la reclutación y quimiotaxis. Esta acumulación<br />

de neutrófilos mantiene y/o agrava la inflamación. Sin<br />

embargo, el aumento de la apoptosis de los neutrófilos inducido<br />

por T. vaginalis ayuda a la resolución de la inflamación. Los<br />

macrófagos constituyen, de por sí o activados por linfocinas u<br />

óxido nítrico, un factor defensivo del hospedero, ya que destruyen<br />

al parásito. T. vaginalis tiene proteasas capaces de romper<br />

las moléculas de inmunoglobulinas del hospedero y puede así<br />

escapar de la respuesta inmunológica de éste. 19 T. vaginalis tiene<br />

una proteasa de cisteína de 30 kDa (CP 30) relacionada con<br />

la citoadherencia del parásito. Los niveles de CP 30 son mayores<br />

en mujeres sintomáticas que en las asintomáticas, constituyendo<br />

así un factor importante en la virulencia del parásito y en<br />

la patogenia de la tricomoniasis. 28<br />

Estudios experimentales en ratones demuestran que los<br />

infectados con tricomonas de mujeres asintomáticas presentan<br />

una respuesta tipo Th-1 con producción de IL-2 e INF-g mayor<br />

que en los ratones infectados con tricomonas de pacientes<br />

sintomáticos, sugiriendo que las citocinas tipo Th-1 tienen un<br />

papel en la manutención de bajos niveles de infección. 13<br />

En la mujer embarazada, con altos niveles de hormonas<br />

sexuales, la descarga vaginal aumenta por la secreción de moco<br />

por un cérvix hiperactivo, hipertrófico y blando. En estas pacientes<br />

la tricomoniasis puede originar síntomas refractarios y<br />

una elevación de los niveles de citocinas, quimiocinas (GM-<br />

CSF, factor de estimulación colonia de macrófagos-granulocitos),<br />

y de la proteína C reactiva. 3<br />

La tricomoniasis es más frecuente en poblaciones de raza<br />

negra, posiblemente debido a factores socioeconómicos como<br />

educación, ingreso, condiciones de vida y facilidades sanitarias.<br />

En mujeres adolescentes (14 a 17 años) en EUA, se encontró<br />

un 6% de infección por T. vaginalis determinada por PCR.<br />

En esta investigación se estudió la historia natural de la infección,<br />

ya que hubo un seguimiento de 27 meses. Se pudo establecer<br />

que la reinfección es común después del tratamiento. 26<br />

Se ha demostrado que la potente inducción de citocina<br />

proinflamatoria de T. vaginalis en las embarazadas con coinfección<br />

con Gardnerella vaginalis, contribuye al nacimiento precoz<br />

entre mujeres con vaginitis bacterianas (BV). 4 Se ha confirmado<br />

que el parásito favorece la adquisición del HIV-1. 14,25


CAPÍTULO 49 Tricomoniasis 375<br />

Trichomonas vaginalis no puede vivir naturalmente sin estrecha<br />

relación con el tejido vaginal, uretral o prostático.<br />

Patología<br />

Se requiere un gran número de parásitos para originar síntomas.<br />

Un número pequeño de tricomonas puede ocasionalmente ser<br />

encontrado en una paciente asintomática con pH vaginal normal<br />

y flora tipo I (normal), lo que constituiría un estado de portador.<br />

El parásito se reproduce en la superficie de la mucosa vaginal<br />

y en el tejido uretral o prostático. La proliferación de un gran<br />

número de tricomonas origina degeneración y descamación del<br />

epitelio vaginal con infiltración leucocitaria y aumento de las secreciones<br />

vaginales que se hacen abundantes de un color verde o<br />

amarillo, de mal olor y con un gran número de leucocitos. El<br />

clítoris, las glándulas vestibulares y el orificio uretral se observan<br />

intensamente inflamados. Cuando este proceso agudo pasa a<br />

crónico, lo que sucede en la mayoría de los casos, los síntomas se<br />

atenúan y la secreción ya no es purulenta por la disminución del<br />

número de tricomonas y leucocitos, el aumento de células epiteliales<br />

y la existencia de una placa bacteriana (tipo II o III).<br />

En el hombre por lo general la infección es asintomática,<br />

aunque puede originar una uretritis o prostatitis. 21<br />

Se ha demostrado que la tricomoniasis urogenital favorece<br />

la coinfección con el HIV. 25 También se ha confirmado que la<br />

circuncisión protege al hombre y por consiguiente a la pareja<br />

de adquirir una tricomoniasis. 11,24<br />

Epidemiología<br />

La tricomoniasis es una de las infecciones de transmisión sexual<br />

(ITS) más frecuentes, con una incidencia anual de 170 millones<br />

de mujeres en el mundo 17,19 y de 2.5-3 millones anuales en<br />

EUA. La mayor frecuencia la presentan las mujeres en edad<br />

sexual activa, es decir, entre los 20-50 años. La infección tiene<br />

mayor prevalencia en mujeres con múltiples parejas sexuales.<br />

En mujeres que consultan en un servicio de ginecología, T. vaginalis<br />

se presenta entre 13 y 50% de las pacientes. 10 En mujeres<br />

aparentemente sanas el parásito se observa en 2 a 25% de<br />

ellas; entre prostitutas se ha detectado una infección por T. vaginalis<br />

en 50 a 75%. En un servicio de urgencia pediátrico, se<br />

ha hallado en adolescentes sintomáticas una prevalencia de<br />

9.9%. 8 En las enfermedades de transmisión sexual (ETS) son<br />

frecuentes las coinfecciones. T. vaginalis presenta alta incidencia<br />

en poblaciones de alto riesgo para otras enfermedades venéreas.<br />

La coinfección con Neisseria gonorrhoeae es de 20-50% y<br />

con Gardnerella vaginalis también presenta una alta frecuencia.<br />

Por el contrario, la coinfección con hongos es baja posiblemente<br />

debido al diferente pH vaginal en que se desarrollan ambas<br />

infecciones, pH ligeramente alcalino para T. vaginalis y pH ligeramente<br />

ácido para los hongos.<br />

En el hombre la incidencia de la infección es menor que en<br />

la mujer, y por lo general la tricomoniasis no origina sintomatología.<br />

En el hombre aparentemente sano, la prevalencia fluctúa<br />

entre 1.5-17%, y en pacientes con uretritis y prostatitis se<br />

han encontrado prevalencias de 10 a 30%. En pacientes parejas<br />

de mujeres con tricomoniasis la infección fluctúa entre 72 y<br />

100%, 77% de los cuales son asintomáticos. 21<br />

La real prevalencia de la tricomoniasis en la población general<br />

no se conoce, ya que no es una enfermedad de declaración<br />

obligatoria y por la utilización de diferentes métodos de<br />

diagnóstico con distinta sensibilidad. Lo que sí se conoce es la<br />

prevalencia de la infección en grupos específicos de la población<br />

donde la frecuencia fluctúa en relación con la actividad<br />

sexual, raza y técnicas diagnósticas.<br />

Clínica<br />

En la mujer se pueden presentar varias formas clínicas, dependiendo<br />

de la localización del parásito. Existe una forma vulvovaginal<br />

y una vaginal uretral que pueden evolucionar en forma<br />

asintomática o con manifestaciones clínicas. La sintomatología<br />

más frecuente es la de una vulvovaginitis de evolución aguda o<br />

crónica. T. vaginalis es causa de 13-50% de las vulvovaginitis.<br />

El periodo de incubación fluctúa entre cuatro a veintiocho días<br />

y los síntomas y signos frecuentes son leucorrea, vulvitis y prurito<br />

vulvar. En la forma vaginal uretral se agregan disuria y dispareunia.<br />

La sintomatología descrita es inespecífica, ya que es<br />

similar a la vulvovaginitis originada por Neisseria gonorrhoeae,<br />

Candida albicans, Chlamydia trachomatis y Gardnerella vaginalis.<br />

La leucorrea purulenta, espumosa, con irritación vaginal<br />

que se consideraba como característica de la tricomoniasis, se<br />

presenta en un porcentaje bajo de mujeres y no constituye un<br />

elemento específico de la parasitosis. La descarga vaginal de<br />

presentación aguda es el síntoma más frecuente en las pacientes<br />

con tricomoniasis. La leucorrea es variable en cantidad y calidad,<br />

puede tener color amarillento, verde o gris o teñido con<br />

sangre, espumosa, inodora o con fuerte olor. El prurito vulvar,<br />

el ardor y la irritación genital dolorosa pueden llegar a provocar<br />

intensa dispareunia. La metrorragia es por cervicitis crónica. Al<br />

examen ginecológico la presencia de un cérvix edematoso, eritematoso<br />

y friable, con áreas puntiformes de exudado, sugiere<br />

el diagnóstico. El proceso inflamatorio afecta también la mucosa<br />

vaginal que presenta eritema y edema. Esta vulvitis provoca<br />

intenso dolor. Alrededor de 20% de las mujeres con tricomoniasis<br />

tiene disuria originada por uretritis o cistitis. T. vaginalis<br />

aparece asociada a una incidencia aumentada de endometritis<br />

posparto, siendo el doble que en las mujeres libres de infección.<br />

La tricomoniasis coexiste con otros patógenos; por este motivo<br />

siempre es importante la búsqueda de ellos: Chlamydias, Ureaplasma,<br />

Mycoplasma, etcétera.<br />

En la mayoría de los hombres la infección se presenta en<br />

forma latente, y por consiguiente, poco sintomática. Puede originar<br />

morbilidad: uretritis, prostatitis, cistitis y epididimitis.<br />

En uretritis inespecíficas se ha detectado T. vaginalis en 10-<br />

30% de las personas.<br />

La infección puede evolucionar en forma aguda o crónica,<br />

siendo esta última la más frecuente en forma persistente o recurrente.<br />

La prostatitis es frecuente en la etapa crónica de la infección.


376 PARTE II Parasitología humana<br />

Diagnóstico<br />

La inespecificidad de las manifestaciones clínicas de la tricomoniasis<br />

y la existencia de una población asintomática, hacen que<br />

el diagnóstico se base en demostrar al parásito por exámenes de<br />

laboratorio.<br />

La confirmación diagnóstica se realiza mediante técnicas<br />

directas e indirectas. La sensibilidad de éstas depende del número<br />

de parásitos y del método utilizado.<br />

Los métodos directos se basan en la observación del parásito<br />

en secreción vaginal uretral, prostática y en muestras de<br />

orina por examen directo al fresco, cultivos, inmunofluorescencia<br />

directa y PCR.<br />

En la mujer la muestra se obtiene en “posición ginecológica”<br />

con la inserción de un espéculo en la vagina y por medio de<br />

una tórula que se aplica al fondo de saco posterior, lo cual se<br />

coloca sobre un portaobjetos que tiene un gota de solución salina<br />

y se examina de inmediato. Se puede efectuar también irrigación<br />

vaginal con 10 ml de NaCl al 0.9% estéril por medio de<br />

una pipeta. Una vez retirada ésta, se procede al examen del<br />

material obtenido entre lámina y laminilla, o se inocula en medio<br />

de cultivo. En el hombre el diagnóstico de laboratorio es<br />

difícil y el parásito se debe buscar en muestras de orina, de secreción<br />

uretral, líquido espermático o en secreción prostática<br />

obtenida por masaje de la glándula.<br />

Métodos directos. Examen directo al fresco. Secreción vaginal.<br />

Una muestra recién obtenida se coloca entre porta y cubreobjetos<br />

para visualizar las tricomonas móviles. Esta técnica es aún la<br />

más utilizada en el diagnóstico rutinario de las parasitosis por<br />

su fácil ejecución y bajo costo, aunque poco sensible, ya que<br />

sólo detecta 50 a 70% de los casos. La sensibilidad de este método<br />

depende del número de tricomonas; por lo general infecciones<br />

sobre 1 000 parásitos por mililitro de descarga son detectados<br />

por esta técnica, y por la rapidez de la observación al<br />

microscopio. Después de 2-4 h, las tricomonas se inmovilizan<br />

y se pueden confundir con leucocitos. Para evitar esto, se pueden<br />

mantener los parásitos vivos en preparaciones entre cubre<br />

y portaobjetos sellados con parafina y mantenidos a 20°C, o<br />

bien agregar a la muestra glicerol para evitar la muerte de los<br />

parásitos.<br />

En muestras de orina, se debe utilizar orina de primer chorro<br />

o sedimento urinario obtenido por centrifugación de la<br />

muestra a baja velocidad. En otras secreciones diluidas o en<br />

solución salina isotónica se pueden hallar directamente los parásitos.<br />

Cultivo. Es más sensible que el examen directo al fresco, pero<br />

es una técnica de mayor costo. Su sensibilidad fluctúa entre 97<br />

y 98%. Esta técnica es capaz de detectar 5 a 10 parásitos por<br />

mililitro. Es el complemento ideal del examen directo al fresco.<br />

Los cultivos en medios selectivos o en cultivos celulares son<br />

muy útiles en infecciones con un escaso número de tricomonas,<br />

uretritis en el hombre e infecciones asintomáticas de hombres<br />

y mujeres (ver capítulo 93, Aplicación del cultivo in vitro<br />

al diagnóstico de las parasitosis).<br />

Técnica de inmunofluorescencia directa (IFD). Técnica útil<br />

en casos con baja cantidad de parásitos. Tiene una sensibilidad<br />

de 80%. Requiere de 300 parásitos por mililitro para ser detectado<br />

por esta técnica.<br />

Reacción en cadena de polimerasa (PCR). Reacción específica<br />

(100%) y sensible (96%). En la actualidad se ha utilizado<br />

PCR cualitativa y PCR cuantitativa (PCR tiempo real) con diferentes<br />

oligonucleótidos de DNA de T. vaginalis. 9,18,20,22 Esta<br />

última técnica es la que tiene mejor rendimiento en el diagnóstico<br />

de las tricomoniasis. La detección del genoma de T. vaginalis<br />

en 2007 y la identificación de antígenos proteicos en su<br />

superficie, permitirán en un futuro cercano tener antígenos<br />

específicos y más sensibles. 12,23<br />

Métodos indirectos o serológicos. La tricomoniasis origina anticuerpos<br />

tipo IgG, IgM e IgA. Todos ellos se pueden detectar en<br />

el suero de mujeres infectadas. IgA se puede detectar localmente<br />

en el aparato urogenital. Se están investigando los anticuerpos<br />

responsables de las respuestas inmune humoral y celular.<br />

Tratamiento<br />

Derivados imidazólicos. 1,2,16 Especialmente metronidazol,<br />

1 g al día repartido en 2-3 dosis por 7-10 días a la pareja. En la<br />

mujer se agregan óvulos vaginales de 500 mg, uno al día. En<br />

caso de resistencia al metronidazol se ha utilizado con éxito el<br />

tinidazol. 14<br />

Debido a que los imidazólicos tienen efectos mutagénicos,<br />

no deben ser utilizados durante el primer trimestre del embarazo<br />

(ver capítulo 94).<br />

Prevención<br />

Por ser la tricomoniasis una infección que se contrae principalmente<br />

a través del acto sexual, la infección asintomática o poco<br />

sintomática de hombres debe ser diagnosticada y tratada. Por<br />

ser frecuentes las infecciones y reinfecciones, es necesario educar<br />

a la pareja en relación con la tricomoniasis y sus mecanismos<br />

de transmisión, y efectuar el diagnóstico de las personas<br />

infectadas. Por la posibilidad de transmisión extravenérea, es<br />

necesario realizar un aseo cuidadoso de instrumentos ginecológicos,<br />

así como de los elementos del baño, evitar baños comunales<br />

y no compartir toallas o ropa interior con otras mujeres.<br />

Una mujer infectada no debe bañarse en piscinas temperadas<br />

hasta que se haya curado de la parasitosis.<br />

Otras tricomonas del hombre<br />

Trichomonas tenax sin buccalis<br />

Es un flagelado de aspecto piriforme, que mide 5-16 mm de<br />

longitud y 2-15 mm de ancho, con cuatro flagelos libres<br />

de aproximadamente igual longitud y un quinto sobre la membrana<br />

ondulante, la cual no alcanza el extremo posterior del


CAPÍTULO 49 Tricomoniasis 377<br />

cuerpo. Presenta un citostoma cerca del extremo anterior y en el<br />

lado opuesto a la membrana ondulante, un grueso axostilo que<br />

se extiende una distancia considerable detrás del cuerpo; además,<br />

posee un núcleo ovoide con escasos gránulos de cromatina<br />

y cariosoma excéntrico, su citoplasma es finalmente granular.<br />

T. tenax puede vivir solamente en la cavidad bucal y aparentemente<br />

no sobrevive al pasaje a través del tracto digestivo.<br />

Son protozoos comensales inocuos, que se alimentan de microorganismos<br />

y detritus celulares; son más abundantes en individuos<br />

con deficiente higiene bucal, ubicándose entre los dientes<br />

y encías, en cavidades de caries dentales y criptas tonsilares.<br />

La transmisión de T. tenax de un individuo a otro es directa,<br />

por medio de las gotitas de Pflügge desde la boca, a través<br />

del beso y del uso común de utensilios de comida y bebida<br />

contaminados. Este organismo es muy resistente a cambios de<br />

temperatura y sobrevive varias horas en el agua. La infección es<br />

de amplia distribución en el mundo, con una prevalencia que<br />

varía entre 0 y 25%.<br />

El diagnóstico se hace por el hallazgo de tricomonas, desde<br />

muestras obtenidas de tártaro entre los dientes, desde los márgenes<br />

gingivales de las encías o de las criptas amigdalinas, mediante<br />

examen directo o por cultivo en medios especiales.<br />

No se requiere de tratamiento específico y sólo está indicado<br />

mejorar la higiene bucal para disminuir o eliminar la infección.<br />

La prevención se logra a través de una adecuada higiene de<br />

la cavidad oral y evitando la exposición a la infección.<br />

Hoy en día se sabe que T. tenax, que se había observado en<br />

abscesos pulmonares en pacientes inmunocompetentes e inmunosuprimidos,<br />

no corresponde a esta especie sino probablemente<br />

a tricomónidos de animales que pueden parasitar al<br />

hombre (zoonosis). 7,27<br />

Trichomonas hominis<br />

Se conoce también como Pentatrichomonas hominis. Este organismo<br />

ha sido asignado como una especie del género Pentatrichomonas,<br />

puesto que la mayoría presenta cinco flagelos anteriores<br />

a diferencia del género Trichomonas con cuatro. Es un<br />

comensal del tracto intestinal del hombre, de otros primates y<br />

de varios animales domésticos.<br />

En su morfología, difiere en algunos aspectos de Trichomonas:<br />

su tamaño es de 8 a 20 mm de largo por 3 a 14 mm de<br />

ancho; uno de los flagelos anteriores se origina y se mueve independientemente<br />

de los otros y presenta un sexto, a lo largo<br />

de la membrana ondulante, el cual se continúa como un largo<br />

flagelo libre.<br />

Habita exclusivamente en el lumen del intestino grueso y<br />

región cecal, sobreviviendo a las condiciones ácidas del estómago.<br />

La transmisión del trofozoíto ocurre a través del consumo<br />

de alimentos o agua de bebida contaminados con deposiciones<br />

o a través de vectores mecánicos.<br />

Su prevalencia está relacionada con deficientes condiciones<br />

sanitarias del medio, con cifras que oscilan desde menos de<br />

1 hasta 14%. La infección es encontrada más frecuentemente<br />

en climas cálidos y en niños menores de diez años.<br />

El diagnóstico depende de la identificación del parásito<br />

móvil en muestras de deposiciones diarreicas frescas. En deposiciones<br />

formadas, el organismo es difícil de identificar, porque<br />

se redondea y no exhibe los movimientos característicos del<br />

estado activo.<br />

La prevención depende del saneamiento de la comunidad<br />

y de la higiene personal.<br />

Las características morfológicas, fisiológicas y patogénicas<br />

de las tricomonas del hombre, se describen en el cuadro 49-1.<br />

Referencias<br />

1. Abauleth R, Boni S, Kouassi-Mbengue A et al. Causation<br />

and treatment of infectious leucorrhoea at the Cocody<br />

University Hospital (Abidjan, Côte d’Ivoire). Sante,<br />

2006;16:191-195.<br />

2. Ali V, Nozaki T. Current therapeutics, their problems,<br />

and sulfur-containing-aminoacid metabolism as a novel<br />

target against infections by “amitochondriate” protozoan<br />

parasites. Clin Microbiol Rev, 2007;20:164-187.<br />

3. Anderson B, Cosentino L, Simhan H et al. Systemic<br />

immune response to Trichomonas vaginalis infection during<br />

pregnancy. Sex Transm Dis, 2007;34:392-396.<br />

4. Cauci S, Culhane J. Modulation of vaginal immune<br />

response among pregnant women with bacterial vaginosis<br />

by Trichomonas vaginalis, Chlamydia trachomatis, Neisseria<br />

gonorrhoeae, and yeast. Am J Obstet Gynecol, 2007;<br />

196:133-137.<br />

5. Costamagna S, Figueroa M. On the ultrastructure of<br />

Trichomonas vaginalis: Cytoskeleton, endocytosis and hydrogenosomes<br />

Parasitol al Dia, 2001;25:3-4.<br />

6. Donné M. Animalcules observe dans les matieres purulent<br />

et le produit des secretions des organes genitaux de l´hourme<br />

et de la feurme. C.R. Soc Acad Sci París, 1836:385-386.<br />

7. Duboucher C, Caby S, Chabé M et al. Human pulmonary<br />

trichomonoses Presse Med, 2007;36:835-839.<br />

8. Goyal M, Hayes K, Mc Gowan K et al. Prevalence of<br />

Trichomonas vaginalis infection in symptomatic adolescent<br />

females presenting to a Pediatric Emergency Departament.<br />

Acad Emerg Med, 2011;18:763-766.<br />

9. Guerra L, Lepe J, Blanco M et al. Utility of molecular<br />

biology techniques in the diagnosis of sexually transmitted<br />

diseases and genital infections. Enferm Infecc Microbiol<br />

Clin, 2008;9:42-49.


378 PARTE II Parasitología humana<br />

10. Kurnatowska A, Mamos A. Prevalence of Trichomonas<br />

vaginalis Donné in women of Lódź population in 1955-<br />

1999 years. Wiad Parazytol, 2001;47:1:9-12.<br />

11. Larke N. Male circumcision, HIV and sexually transmitted<br />

infections: a review. Br J Nurs, 2010;19:629-634.<br />

12. Lee H, Hyung S, Lee J et al. Identification of antigenic<br />

proteins in Trichomonas vaginalis. Korean J Parasitol,<br />

2011;49:79-83.<br />

13. Malla N, Yadav M, Gupta I. Kinetics of serum and local<br />

cytokine profile in experimental intravaginal trichomoniasis<br />

induced with Trichomonas vaginalis isolates from<br />

symptomatic and asymptomatic women. Parasite Immunol,<br />

2007;29:101-105.<br />

14. McClelland R, Sangare L, Hassan W et al. Infection<br />

with Trichomonas vaginalis increases the risk of HIV-1<br />

acquisition. J Infect Dis, 2007;195:698-702.<br />

15. Müller A. Bemühungen um die standardisierning der<br />

Trichomonaden – Laborator – diagnostic. Dtsh. Gesundh,<br />

1958;23:2041-2043.<br />

16. Nailor M, Sobel J. Tinidazole for the treatment of vaginal<br />

infections. Expert Opin Investig Drugs, 2007;16:743-<br />

751.<br />

17. Pájaro M, Barberis I, Godino S et al. Epidemiology of<br />

sexually transmitted diseases in Río Cuarto, Argentina.<br />

Rev Latinoam Microbiol, 2001;43:157-160.<br />

18. Pillay A, Radebe F, Fehler G et al. Comparison of a<br />

TaqMan-based real-time polymerase chain reaction with<br />

conventional tests for the detection of Trichomonas vaginalis.<br />

Sex Transm Infect, 2007;83:126-129.<br />

19. Ryu J, Mind D. Trichomonas vaginalis and trichomoniasis<br />

in the Republic of Korea. Korean J Parasitol, 2006;44:<br />

101-116.<br />

20. Schirm J, Bos P, Roozeboom-Roelfsema I et al. Trichomonas<br />

vaginalis detection using real-time TaqMan<br />

PCR. J Microbiol Methods, 2007;68:243-247.<br />

21. Seña A, Miller W, Hobbs M et al. Trichomonas vaginalis<br />

infection in male sexual partners: implications for diagnosis,<br />

treatment, and prevention. Clin Infect Dis, 2007;44:13-22.<br />

22. Simpson P, Higgins G, Qiao M et al. Real-time PCRs<br />

for detection of Trichomonas vaginalis beta-tubulin and<br />

18S rRNA genes in female genital specimens. J Med Microbiol,<br />

2007;56:772-777.<br />

23. Smith A, Johnson P. Gene expression in the unicellular<br />

eukaryote Trichomonas vaginalis. Res Microbiol, 2001;<br />

162:646-654.<br />

24. Tobian A, Gray R, Quinn T. Male circumcision for the<br />

prevention of acquisition and transmission of sexually<br />

transmitted infections: the case for neonatal circumcision.<br />

Arch Pediatr Adolesc Med, 2010;164:78-84.<br />

25. Thurman A, Doncel G. Innate immunity and inflammatory<br />

response to Trichomonas vaginalis and bacterial<br />

vaginosis: relationship to HIV acquisition. Am J Reprod<br />

Immunol, 2010;65:89-98.<br />

26. Van Der Pol B, Williams J, Orr D et al. Prevalence,<br />

incidence, natural history, and response to treatment of<br />

Trichomonas vaginalis infection among adolescent women.<br />

J Infect Dis, 2005;192:2039-2044.<br />

27. Wang H, Jerng J, Su K et al. Trichomonas empyema<br />

with respiratory failure. Am J Trop Med Hyg, 2006;75:<br />

1234-1236.<br />

28. Yadav M, Dubey M, Gupta I et al. Cysteine proteinase<br />

30 in clinical isolates of T. vaginalis from symptomatic<br />

and asymptomatic infected women. Exp Parasitol, 2007;<br />

116:399-406.


Capítulo<br />

50<br />

Fascioliasis<br />

Santiago Mas-Coma<br />

Antecedentes históricos<br />

Es una distomatosis causada por dos especies: la duela hepática<br />

común, Fasciola hepatica, presente en Europa, Asia, África,<br />

Norte, Centro y Sudamérica y Oceanía, y la duela hepática gigante,<br />

F. gigantica, de distribución restringida a Europa, Asia y<br />

África. Considerada tradicionalmente una zoonosis secundaria<br />

que afecta a seres humanos sólo en forma esporádica, con sólo<br />

2 000 casos diagnosticados entre 1970 y 1990, 8 se empezó a<br />

detectar una emergencia inusitada en la fascioliasis humana<br />

a partir de 1990, esencialmente en América Latina, África y<br />

Asia; las estimaciones actuales son superiores a 17 millones de<br />

personas infectadas. 31 Así, el panorama actual de esta enfermedad<br />

ha cambiado por completo y dista mucho de lo conocido<br />

hasta la década de 1990. En la actualidad se sabe que se trata de<br />

la enfermedad parasitaria de transmisión vectorial que demuestra<br />

la más amplia distribución latitudinal, longitudinal y altitudinal<br />

conocida. 23 Ello, unido a su patogenicidad extrema y sus<br />

efectos subdesarrollantes, implica un serio problema de salud<br />

pública.<br />

Concepto<br />

Zoonosis parasitaria producida por Fasciola hepatica, trematodo<br />

digénico que puede originar en el humano hepatomegalia,<br />

fiebre, dolor y eosinofilia (figura 50-1).<br />

Clasificación<br />

Reino: Metazoa<br />

Subreino: Invertebrata<br />

Phylum: Platyhelminthes<br />

Superclase: Trematoda<br />

Clase: Digenea<br />

Orden: Fasciolida<br />

Superfamilia: Fasciolioidea<br />

Familia: Fasciolidae<br />

379<br />

Género:<br />

Especie:<br />

Biología<br />

Fasciola<br />

hepatica y gigantica<br />

El estadio adulto de F. hepatica es aplanado, foliáceo, de 20-<br />

50/6-13 mm, con ventosas pequeñas localizadas en una extensión<br />

anterior cónica y un extremo posterior adelgazado y algo<br />

puntiagudo. La faringe es prominente y los ciegos son muy ramificados.<br />

Las gónadas son también ramificadas, con los dos<br />

testículos rellenando el segundo y tercer cuartos del cuerpo y<br />

un ovario dextro pretesticular. La bolsa del cirro es bien patente,<br />

pretesticular, con un cirro con espinas y evaginable a través<br />

de un atrio genital posbifurcal. Los vitelógenos cubren ambos<br />

laterales hasta la parte posterior del cuerpo. El útero es corto,<br />

con asas que se contornean entre el ovario y la bifurcación intestinal<br />

(figura 50-2). El adulto de F. gigantica es similar, más<br />

largo y delgado, de 24-76/5-13 mm. La relación longitud/anchura<br />

es de 1.88-2.32 en F. hepatica y de 4.39-5.20 en F. gigantica.<br />

La duela gigante se diferencia de la duela común por presentar<br />

hombros menos pronunciados, cono cefálico más corto,<br />

ciegos más ramificados, ovario con ramificaciones más largas y<br />

numerosas y con una distancia entre testículo posterior y extremo<br />

posterior del cuerpo mayor que en F. hepatica (figura 50-3). 25<br />

En zonas de Asia y África con solapación de ambas especies<br />

aparecen formas intermedias. 33<br />

Los huevos, operculados, ovoides, amarillentos y no embrionados<br />

en la puesta, son similares en ambas especies. El tamaño<br />

de los huevos, al igual que el de los adultos, varía según<br />

la especie hospedera, 46 si bien son más largos en F. gigantica. En<br />

el hospedero humano se ha verificado recientemente una variabilidad<br />

de 100.6-162.2/65.9-104.6 mm para los huevos de F.<br />

hepatica y de 150.9-182.2/85.1-106.2 mm para los de F. gigantica,<br />

datos diferentes de los considerados hasta la fecha y que<br />

eran erróneos al tratarse de meras extrapolaciones de medidas<br />

de huevos en animales. En zonas de solapamiento de ambas<br />

especies, pueden aparecer huevos de tamaños intermedios entre<br />

los antes citados en el caso de formas híbridas intermedias. 50


380 PARTE II Parasitología humana<br />

Fasciola hepatica<br />

A<br />

1a<br />

6<br />

1b<br />

5<br />

2<br />

b<br />

3<br />

a<br />

c<br />

4<br />

B<br />

Figura 50-1. Ciclo vital de Fasciola hepatica. A: Hospederos definitivos: herbívoros y hombre: Distoma en canales biliares. 1a: Fasciola<br />

hepatica sexualmente madura. 1b: huevo eliminado por heces. 2: Miracidium libre en el agua. B: Hospederos intermediarios: caracoles.<br />

3a: Esporoquiste. 3b: Redia madre. 3c: Redia hija expulsando una cercaria. 4: Cercaria libre. C: Plantas acuáticas, por ejemplo: Nasturtium officinale<br />

(berro). 5: Metacercaria enquistada. 6: Forma juvenil que sale en el intestino, lo perfora, pasa a la cavidad abdominal y penetra al hígado.<br />

El adulto de ambos fasciólidos es parásito de los canales<br />

biliares y de la vesícula biliar de herbívoros rumiantes, especialmente<br />

ovinos, bovinos y caprinos. En las zonas de endemia<br />

humana, los búfalos, porcinos y asninos desarrollan también<br />

un importante papel como reservorios. Otros animales susceptibles<br />

son caballos, dromedarios, camellos y camélidos sudamericanos,<br />

además de un amplio número de herbívoros silvestres<br />

como lagomorfos, marsupiales, asi como roedores, y en el caso<br />

de F. gigantica, varias especies de la fauna silvestre africana. 25<br />

La infección humana ha sido reportada en 51 países de<br />

Europa, Asia, África, América y Oceanía. 27 Las zonas de mayor<br />

afección humana son: i) los países andinos, sobre todo Perú,<br />

Bolivia, Chile y Ecuador y más secundariamente Venezuela,<br />

Argentina y Colombia; ii) Centroamérica y Caribe con<br />

Cuba y México; iii) Europa occidental con Portugal, Francia y<br />

España; iv) África mediterránea, esencialmente Egipto y en forma<br />

secundaria Túnez; v) cercano Oriente, incluyendo países<br />

como Irán, Georgia y Turquía, y vi) sudeste de Asia, destacando<br />

Vietnam. 32 La cita reciente sobre la fascioliasis humana como<br />

una zoonosis importante asociada al ovino en el Chaco de Bolivia,<br />

Paraguay y Argentina 19 no es evidentemente más que un<br />

lapsus, pues no se cuenta con ningún reporte de infección humana<br />

en dicho paraje.<br />

Ciclo biológico y hospederos<br />

intermediarios<br />

El ciclo biológico de ambas especies de Fasciola sigue un mismo<br />

patrón diheteroxeno, con un caracol dulce acuícola de una especie<br />

de la familia Lymnaeidae como hospedero intermediario<br />

(también denominado vector por los anglosajones).<br />

Los huevos salen con las heces del hospedero definitivo.<br />

Aquellos que alcancen el agua dulce se embrionarán y en unos<br />

9-21 días según la temperatura eclosionarán un miracidio de<br />

unos 130/28 mm que nadará gracias a sus cilios durante no más<br />

de 24 horas hasta encontrar un individuo de una especie apropiada<br />

de lymnaeido (figuras 50-4, 50-5, 50-6 y 50-7).<br />

La especificidad de cada especie de Fasciola para con los<br />

moluscos difiere. Así, F. hepatica utiliza esencialmente especies<br />

pequeñas y de aguas superficiales y poco profundas del denominado<br />

grupo Galba/fossaria, dentro de las cuales Galba truncatula<br />

es el hospedero principal. Otras especies que también<br />

transmiten F. hepatica son Lymnaea humilis y L. bulimoides en<br />

Norteamérica, L. cubensis y Pseudosuccinea columella en Centroamérica<br />

y el Caribe, y L. viatrix, L. neotropica y L. cousini en<br />

Sudamérica, L. tomentosa en Oceanía, y secundariamente algún


CAPÍTULO 50 Fascioliasis 381<br />

Figura 50-3. Estadio adulto de Fasciola gigantica procedente del<br />

hígado de un bovino de Bobo Dioulasso, en Burkina Faso. Observe<br />

las casi inexistentes hombreras y la forma alargada del cuerpo con<br />

bordes laterales casi paralelos.<br />

stagnicolino como Stagnicola palustris y Catascopia occulta en<br />

Eurasia. En cambio, F. gigantica es transmitida por especies<br />

en general de mayor tamaño y aguas usualmente más profundas<br />

del género Radix, esencialmente R. natalensis en África y<br />

formas de R. auricularia y R. viridis en Asia, incluyendo L. rufescens,<br />

L. acuminata y L. luteola en India, L. rubiginosa en Extremo<br />

Oriente y Malasia, y R. ollula en Hawai y Japón. La revisión<br />

de todos estos vectores se está efectuando en la actualidad<br />

dentro de una iniciativa mundial mediante secuenciación de<br />

marcadores de DNA (figura 50-8). 5,33<br />

El miracidio penetra y procede a desarrollar un esporocisto<br />

rediágeno sacular elíptico, de unos 150-500 mm, en el manto,<br />

collar del manto y zona periesofágica del caracol; este esporocisto<br />

produce redias madre que, a su vez, dan lugar a redias hijas<br />

cilíndricas, de 250-750 mm de longitud y cercariógenas que<br />

se desarrollan esencialmente en la glándula digestiva (figura<br />

50-9). Se dan hasta cuatro generaciones de redias en F. hepatica<br />

y hasta cinco generaciones en F. gigantica. Las cercarias, de<br />

cuerpo redondeado de 28-320/250 mm y una cola simple y<br />

móvil de 700 mm, salen por el poro redial de puesta y son eliminadas<br />

al agua. El periodo prepatente varía según la temperatura<br />

entre 86 días a 15°C y 38 días a 25°C. Las temperaturas<br />

de desarrollo son diferentes para ambos fasciólidos; F. hepatica<br />

prefiere temperaturas más frías que F. gigantica; la temperatura<br />

mínima es de 9-10°C para la primera y de 16°C para la segunda,<br />

lo que explica el confinamiento de F. gigantica a zonas bajas<br />

y países más cálidos y el de F. hepatica a zonas templadas y frías<br />

en latitudes y altitudes más altas.<br />

Las cercarias nadan por no más de una hora hasta contactar<br />

con un soporte sólido, preferentemente hojas de plantas<br />

dulceacuícolas. Al contactar, desprenden la cola, se enquistan y<br />

quedan adheridas gracias a una especie de barniz que secretan.<br />

Así se originan las metacercarias, de unos 200 mm de diámetro<br />

y que son ya infectantes a las 24 horas. Algunas metacercarias<br />

se originan a nivel de la línea superficial del agua. Los quistes<br />

metacercarianos son muy resistentes y pueden permanecer viables<br />

hasta dos años, pero sucumben ante un calor excesivo y la<br />

desecación (figura 50-10).<br />

Las metacercarias infectan al hospedero definitivo al ser<br />

ingeridas conjuntamente con el vegetal o agua de bebida, se<br />

desenquistan a nivel intestinal, acceden a la cavidad abdominal<br />

después de atravesar la pared del intestino y alcanzan el hígado<br />

a los seis días de la infección. Entonces penetran y migran por<br />

el parénquima hepático durante 5-6 semanas hasta arribar a un<br />

conducto biliar dentro del cual alcanzarán la madurez sexual<br />

(figura 50-11). El periodo prepatente desde la ingestión de las<br />

metacercarias hasta la aparición de los primeros huevos en heces<br />

es de 8-15 semanas en ovinos y bovinos y de 3-4 meses en<br />

humanos. La longevidad de los adultos es de hasta 11 años<br />

en ovinos, de sólo 9-12 meses en bovinos y de 9-13.5 años en<br />

humanos. 25<br />

Epidemiología<br />

Factores epidemiológicos<br />

La infección humana viene determinada por la presencia de<br />

colecciones acuosas habitadas por especies vectoras de Lymnaeidae,<br />

condiciones climáticas apropiadas, la presencia de animales<br />

herbívoros reservorios y hábitos dietéticos humanos.<br />

Pluviometría, humedad, hidrografía y evapotranspiración<br />

son factores fundamentales para la fascioliasis. Hay zonas endémicas<br />

en las cuales la transmisión de la enfermedad es durante<br />

todo el año como consecuencia de que los lymnaeidos habitan<br />

en colecciones de agua permanentes, como en la isla mediterránea<br />

de Córcega o el altiplano norte boliviano, mientras que en<br />

otras la transmisión es estacional debido a que los lymnaeidos<br />

son caracoles que se desarrollan sólo en aguas temporales gracias<br />

a su capacidad de hibernar y estivar enterrándose cuando<br />

las condiciones climáticas no son apropiadas o aparece la desecación,<br />

como sucede en Europa continental, norte de África o<br />

en los valles andinos. En otras zonas, la periodicidad de la<br />

transmisión está marcada por el hombre, como sucede en lugares<br />

en donde los lymnaeidos vectores viven en campos de arroz<br />

irrigados en unas u otras épocas del año según estrategias de<br />

producción, como sucede en España o Vietnam. Sea como sea,<br />

los focos de transmisión siempre muestran una distribución,<br />

dentro de un área de endemia, típicamente en islotes como<br />

consecuencia de la distribución de las colecciones de agua. De<br />

entre estos factores relacionados con el agua, la humedad resul-


382 PARTE II Parasitología humana<br />

ta también crucial para la supervivencia de las metacercarias<br />

cuando las aguas bajan y las plantas a las que se encuentran<br />

adheridas quedan al aire. Así, se ha observado cómo la fascioliasis<br />

humana en Francia es mucho más frecuente en años muy<br />

lluviosos.<br />

El otro factor climático crucial es la temperatura, al ser el<br />

desarrollo de los estadios larvarios intramoluscales inversamente<br />

proporcional a la temperatura ambiente. Además, la temperatura<br />

incide en el deshielo, dando lugar a aguas que fluyen y abastecen<br />

a focos de transmisión. Todo ello explica el porqué la fascioliasis<br />

es una enfermedad susceptible de verse afectada tanto<br />

por el calentamiento global como por el cambio climático; se ha<br />

detectado ya su incidencia en lugares como Bolivia, Ecuador y<br />

Europa y se ha demostrado cómo nuevas tecnologías, como los<br />

modelos matemáticos de predicción basados en factores climáticos<br />

y los sistemas de información geográfica o SIG, resultan ser<br />

de gran utilidad futura para el control de esta enfermedad. 34<br />

Las especies de animales domésticos reservorios, jugando<br />

un papel importante en zonas de endemia humana, difieren<br />

según los lugares. En América, ovinos y bovinos junto con porcinos<br />

y asninos son los que más intervienen. En Europa, el papel<br />

se restringe a ovinos y bovinos y secundariamente a caprinos,<br />

destacando la no susceptibilidad de los cerdos europeos.<br />

En Egipto e Irán, búfalos y asnos se añaden a ovinos y bovinos,<br />

mientras que en Vietnam este papel se restringe casi exclusivamente<br />

a los bovinos.<br />

Problemas inherentes a la reciente<br />

emergencia de una enfermedad<br />

desatendida<br />

El hecho de que la fascioliasis sea una enfermedad parasitaria<br />

bien conocida en el ámbito veterinario desde la antigüedad,<br />

mientras que su interés a nivel médico sea siempre considerado<br />

como muy secundario debido al escaso número de personas<br />

infectadas reportadas en el mundo hasta 1990, fue el motivo de<br />

que se hubiese prestado poca atención a la fascioliasis humana<br />

y que sus características fueran muy simplificadas a partir de los<br />

conocimientos sobre la enfermedad en animales. En la actualidad,<br />

aun y a pesar de contarse ya con amplios conocimientos<br />

que demuestran la singularidad y complejidad de la fascioliasis<br />

humana en los cinco continentes y sus peculiaridades y heterogeneidad<br />

muy diferentes de la fascioliasis animal, el fenómeno<br />

de la emergencia de la fascioliasis humana es tan reciente que<br />

aún siguen publicándose trabajos en los que la fascioliasis humana<br />

sigue analizándose desde el punto de vista simplista de la<br />

problemática veterinaria.<br />

Un buen ejemplo es el de la zona de hiperendemia del altiplano<br />

norte boliviano, que es la zona de endemia humana<br />

más estudiada hasta la fecha, en donde la infección humana<br />

presenta las mayores prevalencias e intensidades jamás detectadas<br />

y cuyos amplios conocimientos sobre transmisión y<br />

epidemiología han venido a constituir el cuadro piloto a ser<br />

extrapolado para el análisis de las zonas de endemia humana de<br />

todo el mundo (figura 50-12). Los completos, amplios y multidisciplinares<br />

estudios efectuados a lo largo de muchos años<br />

han permitido la comprensión global del problema de salud en<br />

esta zona, las dimensiones del impacto de la fascioliasis humana<br />

y animal en la región y la determinación de todos y cada uno<br />

de los factores incidentes sobre la distribución espacial en subzonas<br />

de mayor o menor infección dentro del área hiperendémica.<br />

12,13,14,28,30 Sin embargo, trabajos recientes 38 están incorporando<br />

numerosos errores e inexactitudes como consecuencia<br />

de no considerar los resultados de dichos estudios previos, falta<br />

de experiencia personal en la zona endémica en cuestión,<br />

desconocimiento de las tradiciones y comportamiento de los<br />

habitantes aymara de dicha zona y finalmente también de un<br />

inapropiado filtrado de los datos de la literatura. Entre estos<br />

problemas cabe enumerar errores en la distribución geográfica,<br />

en la correlación de la infección entre humanos y bovinos, en la<br />

relación con el sexo, en la producción de huevos por las duelas<br />

adultas, en la atribución de un papel a llamas y alpacas<br />

como importantes reservorios y en cambio en ignorar el crucial<br />

papel de los asnos, el ligar la transmisión a las crecidas del lago<br />

Titicaca cuando en realidad es todo lo contrario debido a su<br />

salinidad; el citar a la totora como planta más importante en la<br />

transmisión cuando es precisamente lo opuesto debido a las<br />

secreciones molusquicidas de sus raíces; el considerar que el<br />

agua de bebida de fuentes bombeadas no constituye origen de<br />

contaminación; el afirmar que se trata de una verdadera zoonosis<br />

en la zona; mencionar que se da una alta incidencia en niños<br />

cuando no se dispone de estudio alguno sobre incidencia hasta<br />

la fecha y los resultados del estudio actualmente en proceso aún<br />

van a precisar de tiempo, y finalmente ignorar los problemas en<br />

la obtención de muestras sanguíneas a partir de población aymara.<br />

38<br />

Aseveraciones erróneas como las antes citadas no pueden<br />

ser menospreciadas ante una enfermedad tan subdesarrollada<br />

como la fascioliasis y precisamente en la zona de mayor hiperendemia<br />

humana conocida y con altísima morbilidad infantil,<br />

ya que pueden conducir a problemas futuros como consecuencia<br />

de la aplicación de medidas de control inapropiadas, a la<br />

difusión de conocimientos erróneos y a extrapolaciones incorrectas<br />

a otras zonas de endemia humana. Todo ello constituye<br />

un claro ejemplo de la problemática inherente no sólo a una<br />

enfermedad humana totalmente desatendida durante décadas,<br />

sino también a la emergencia de la misma únicamente a partir<br />

de los últimos años. Resulta evidente, pues, la necesidad de<br />

considerar a la fascioliasis humana dentro de las enfermedades<br />

parasitarias importantes de la humanidad y a obrar en consecuencia,<br />

tal y como está realizando la OMS.<br />

Situaciones epidemiológicas<br />

La fascioliasis es una enfermedad predominantemente rural, si<br />

bien las infecciones en zonas urbanas de grandes ciudades cada<br />

vez son más habituales como consecuencia de la venta ambulante<br />

incontrolada de vegetales dulceacuícolas procedentes de<br />

zonas endémicas aledañas. En estos últimos años se ha visto,


CAPÍTULO 50 Fascioliasis 383<br />

1<br />

Achacachi<br />

N<br />

LAGO<br />

TITICACA<br />

CADENA ANDINA DEL ESTE<br />

2<br />

Huarina<br />

3<br />

Batallas<br />

LAGO<br />

TITICACA<br />

21<br />

Huacullani<br />

18<br />

20<br />

4<br />

5 6<br />

7<br />

17<br />

16<br />

8<br />

19<br />

Chijipata Alto<br />

Pucarani<br />

9<br />

10<br />

EL ALTO<br />

LA PAZ<br />

15<br />

22<br />

23 24<br />

Guaqui Tiwanaku<br />

Tambillo<br />

Laja<br />

14<br />

11<br />

Viacha<br />

Ruta a Oruro<br />

Cochabamba<br />

12<br />

13<br />

Figura 50-12. Mapa del altiplano norte boliviano que muestra la zona de hiperendemia con mayores prevalencias e intensidades conocidas en<br />

humanos.<br />

además, que en las zonas de endemia humana las prevalencias<br />

pueden llegar a ser muy altas, como en el altiplano norte boliviano,<br />

donde más de 70% de la gente de una comunidad excreta<br />

huevos y hasta 100% llega a veces a mostrar positividad serológica,<br />

o en la provincia peruana de Cajamarca, donde más<br />

de 40% de los niños escolares resultan copropositivos en determinados<br />

pueblos, o en localidades del delta del Nilo en Egipto,<br />

donde se han detectado prevalencias de hasta 19% de afección<br />

en la población total.<br />

De un modo similar, si antiguamente lo conocido eran<br />

intensidades en humanos que casi nunca eran superiores a uno<br />

o dos huevos por gramo de heces, hoy en día se ha confirmado<br />

cómo las intensidades pueden llegar a ser altísimas, de varios<br />

miles de huevos por gramo de heces (hgh) tanto en niños como<br />

en adultos. El récord ha sido recientemente detectado en un<br />

niño boliviano que emitía más de 8 000 hgh (Aguirre y colaboradores,<br />

datos no publicados).<br />

Aunque la fascioliasis puede afectar a todas las edades, en<br />

las zonas de endemia humana, como en Bolivia, Perú, Ecuador,<br />

Venezuela o Egipto, las mayores prevalencias e intensidades se<br />

dan en niños de 5 a 15 años de edad, con un pico usualmente<br />

entre los 9 y los 11 años de edad. En cambio, en los lugares en<br />

los que la fascioliasis humana es poco frecuente, suelen ser los<br />

adultos los más afectados, como en Francia. En lo referente al<br />

sexo, en las zonas de endemia humana suelen ser las féminas,<br />

tanto niñas como mujeres adultas, las más afectadas, bien en<br />

prevalencias como en Egipto, bien en intensidades como en Bolivia.<br />

31 Profesiones de campo ligadas al pastoreo o cuidado del<br />

ganado constituyen grupos de riesgo y la enfermedad tiende<br />

también a mostrarse en agregados familiares, tanto en zonas de<br />

alta endemia como en Bolivia, como en reducidas epidemias tal<br />

y como sucede en Córcega. 25<br />

La clasificación de situaciones epidemiológicas propuesta<br />

en la OMS sigue siendo hoy en día totalmente válida, distinguiéndose:<br />

26<br />

A) Casos importados, diagnosticados en zonas sin fascioliasis<br />

ni humana ni animal y contraídos en alguna zona de<br />

transmisión.<br />

B) Casos autóctonos, aislados e inconstantes, de pacientes<br />

esporádicamente infectados en la zona donde viven y en la<br />

que se da fascioliasis animal.<br />

C) Endemias, diferenciándose tres situaciones según prevalencias<br />

estimadas por coprología:<br />

a) Hipoendemia: prevalencia inferior al 1%; intensidad<br />

media inferior a 50 huevos por gramo de heces (hgh).<br />

b) Mesoendemia: prevalencia de 1-10%, aunque los niños<br />

de 5-15 años puedan presentar prevalencias algo<br />

superiores (holoendemia); intensidad media usualmente<br />

entre 50 y 300 hgh.<br />

c) Hiperendemia: prevalencia superior al 10%, con niños<br />

de 5-15 años que usualmente presentan prevalencias<br />

superiores (holoendemia); la intensidad media<br />

puede superar los 300 hgh.<br />

d) Epidemias, en las cuales se distinguen dos situaciones:<br />

• Epidemias en áreas de endemia animal pero no<br />

humana: se dan en zonas que suelen presentar reportes<br />

humanos previos aislados y esporádicos;


384 PARTE II Parasitología humana<br />

conciernen a pocas personas infectadas a partir de<br />

la misma fuente (familias o pequeños grupos infectados<br />

a partir de la misma comida incluyendo<br />

vegetales contaminados).<br />

• Epidemias en áreas de endemia humana: se dan en<br />

zonas que presentan hipo, meso o hiperendemia<br />

humana y en los que tienen lugar brotes que afectan<br />

a un número mayor, de hasta varios miles de<br />

personas en un periodo concreto; suelen estar relacionadas<br />

con condiciones climáticas previas que<br />

han favorecido la transmisión (lluvias cuantiosas).<br />

Patrones de transmisión<br />

En los estudios realizados en los últimos años, se han podido<br />

distinguir los siguientes patrones de transmisión: 24<br />

A) Patrón de elevada altitud en países andinos, relacionado con<br />

F. hepatica y G. truncatula e incluyendo dos subpatrones:<br />

• Subpatrón altiplánico, con transmisión durante todo el<br />

año, como en los altiplanos boliviano y peruano (figura<br />

50-13).<br />

• Subpatrón valle, con transmisión estacional como en<br />

los valles peruanos de Cajamarca y Mantaro (figura<br />

50-14).<br />

B) Patrón caribeño, con hipoendemia humana permanente y<br />

epidemias más o menos periódicas e involucrando a un<br />

número no muy elevado de decenas o pocas centenas de<br />

personas, relacionado con F. hepatica y L. cubensis, como<br />

en Pinar del Río en Cuba (figura 50-15).<br />

C) Patrón afromediterráneo, con solapamiento de ambos fasciólidos<br />

transmitidos por G. truncatula y R. natalensis y<br />

secundariamente P. columella, con típica estacionalidad<br />

como en el delta del Nilo en Egipto (figura 50-16).<br />

D) Patrón de las zonas del mar Caspio, incluyendo hipoendemias<br />

permanentes y epidemias que involucran a varios<br />

miles de personas, con solapamiento de ambos fasciólidos<br />

transmitidos por G. truncatula y formas de R. auricularia,<br />

además de stagnicolinos, como en la provincia de Gilán<br />

en Irán.<br />

E) Patrón del sudeste de Asia, en tierras bajas con solapamiento<br />

de ambos fasciólidos pero esencialmente ligado a<br />

F. gigantica y especies de Radix y con amplias epidemias,<br />

como en Vietnam (figura 50-17).<br />

Es de destacar la gran capacidad de colonización y expansión<br />

de esta enfermedad a partir de los orígenes euroasiático de<br />

F. hepatica y africano de F. gigantica, relacionadas con la gran<br />

adaptabilidad tanto de los fasciólidos como de los lymnaeidos<br />

vectores a medios muy diversos (figuras 50-18 y 50-19). En el<br />

caso de F. hepatica resalta su capacidad de incluso adaptarse y<br />

dar lugar a grandes endemias en lugares tan extremos e inhóspitos<br />

como los de la gran altitud, como los 4 000 m de los altiplanos<br />

boliviano y peruano, donde tanto parásito como vector han<br />

desarrollado estrategias especiales de adaptación que funcionan<br />

en el sentido de favorecer la transmisión de la enfermedad. 30<br />

Vías de infección humana<br />

Los hábitos dietéticos y costumbres de vida, sobre todo en lo<br />

referente a la ingestión de vegetales crudos o la frecuencia y<br />

relaciones con colecciones de agua contaminadas, son trascendentales.<br />

La infección humana puede tener lugar por varias<br />

vías: a) ingestión de plantas dulceacuícolas silvestres, esencialmente<br />

berros u otros como diente de león, juncáceas como totorillas,<br />

etc., que se utilizan en ensaladas o se colectan en el<br />

campo, se llevan a la boca y mascan, como en Bolivia (figuras<br />

50-20 y 50-21); b) ingestión de plantas dulceacuícolas cultivadas,<br />

sobre todo cultivos de berros no controlados, como en<br />

Francia; c) ingestión de plantas terrestres silvestres susceptibles<br />

de transportar metacercarias que se les adhirieron cuando estaban<br />

sumergidas en periodos de lluvias; d) ingestión de plantas<br />

terrestres cultivadas, en los casos de vegetales que precisan de<br />

mucha irrigación, como en Egipto; e) alimentos locales tradicionales<br />

como aperitivos iraníes confeccionados a partir de<br />

plantas silvestres; f ) bebidas locales preparadas a partir de plantas<br />

silvestres como en Cabo Verde o los emolientes peruanos; g)<br />

ingestión de agua de bebida contaminada con metacercarias<br />

flotantes, como en los altiplanos peruano y boliviano o en<br />

Egipto; h) ingestión de platos de comida o sopas hechos con<br />

agua contaminada; i) lavado de utensilios de cocina u otros<br />

objetos mediante aguas contaminadas, conllevando un riesgo<br />

de contaminación, y j) ingestión de hígado crudo cuando en el<br />

parénquima hepático ingerido se encontraban metacercarias<br />

jóvenes en vías de migración. 23<br />

Patología, sintomatología<br />

y manifestaciones clínicas<br />

Fases de la enfermedad<br />

En el desarrollo de la enfermedad cabe distinguir cuatro fases:<br />

8,25,27,29<br />

a) Fase de incubación: comprende desde la ingestión de la<br />

metacercaria hasta la aparición de los primeros síntomas.<br />

Difiere considerablemente según el número de metacercarias<br />

ingeridas y la respuesta del hospedero. En humanos,<br />

la duración de esta fase no está aún determinada con exactitud,<br />

oscilando entre 1, 5 y 3 meses.<br />

b) Fase aguda: corresponde a la migración de los vermes<br />

hasta los conductos biliares. La sintomatología se debe a la<br />

destrucción mecánica de tejido hepático y peritoneo abdominal<br />

por el paso de los estadios larvarios, causando<br />

reacciones tóxicas y alérgicas localizadas o generalizadas<br />

de 2 a 4 meses de duración. En áreas endémicas, la infección<br />

es usualmente repetitiva y las lesiones agudas se superponen<br />

a la fase crónica. Así, la fase aguda puede verse<br />

prolongada y correr paralela a la latente o a la crónica.<br />

Los síntomas mayores de la fase aguda son fiebre, dolor<br />

abdominal, alteraciones gastrointestinales y urticaria. La<br />

fiebre es usualmente el primer síntoma, en general baja o


CAPÍTULO 50 Fascioliasis 385<br />

moderada, pero a veces alcanzando 40°C e incluso 42°C<br />

en casos de infección masiva. El dolor abdominal, desde<br />

ligero a pronunciado, puede ser generalizado al principio<br />

pero usualmente se localiza en el hipocondrio derecho.<br />

La pérdida de apetito, flatulencia, náuseas y diarrea son<br />

comunes, mientras que los vómitos y el estreñimiento<br />

son raros. La tos es frecuente pero no así el dolor de pecho.<br />

En un examen físico pueden aparecer hepatomegalia<br />

y esplenomegalia, ascitis, anemia, signos respiratorios e ictericia.<br />

c) Fase latente: comienza con la maduración de las duelas y<br />

dura hasta el inicio de la excreción de huevos en las heces.<br />

Puede durar meses o años y de hecho la proporción de<br />

pacientes asintomáticos en esta fase es desconocida. Una<br />

eosinofilia prominente, de origen desconocido, puede ser<br />

sugestiva de esta fase. Estos pacientes pueden tener dolencias<br />

gastrointestinales o una o más recaídas con síntomas<br />

de la fase aguda.<br />

d) Fase crónica u obstructiva: esta fase puede desarrollarse<br />

después de meses o años de la infección. La proporción de<br />

los pacientes que desarrollan esta fase obstructiva no ha<br />

sido definida. Los trematodos adultos causan inflamación<br />

e hiperplasia del epitelio de los conductos biliares.<br />

Tienen lugar un engrosamiento y dilatación de las paredes<br />

de los conductos y de la vesícula biliar, originándose colangitis<br />

y colecistitis. Cólicos biliares, dolor epigástrico, intolerancia<br />

a comidas grasas, náuseas, ictericia, prurito, sensibilidad<br />

abdominal en el cuadrante superior derecho; son<br />

síntomas indiferenciables de colangitis, colecistitis y colelitiasis<br />

de otros orígenes. La dilatación del hígado puede estar<br />

asociada a un incremento de bazo o ascitis. Los conductos<br />

biliares y la vesícula biliar pueden contener sangre<br />

mezclada con bilis (hemobilia), coágulos y tapones fibrinosos.<br />

Esta fase puede ser más problemática en F. gigantica<br />

que en F. hepatica debido a su mayor tamaño y capacidad<br />

de obstrucción. Cabe destacar también que la fascioliasis<br />

no induce colangiocarcinoma, a diferencia de otras trematodiasis<br />

hepáticas como clonorquiasis y opistorquiasis.<br />

Complicaciones y secuelas<br />

Algunas complicaciones son conocidas desde hace mucho; fueron<br />

detectadas durante la década de 1990 o se suponen pero<br />

siguen aún sin demostrarse: 8,25,27,29<br />

a) Hemorragias. Se ha reportado hematoma subcapsular y<br />

severa hemobilia. Hematemesis y sangre en heces se han<br />

asociado con ictericia obstructiva, dolor epigástrico y anemia<br />

severa.<br />

b) Cirrosis biliar. Durante la infección, la inflamación, hiperplasia<br />

e hipertrofia del epitelio de los conductos biliares<br />

pueden dar lugar a fibrosis periductal. Infecciones masivas<br />

prolongadas pueden desencadenar cirrosis biliar. Una colangitis<br />

esclerosante con cirrosis biliar pudo detectarse mediante<br />

colangiopancreatografía endoscópica retrógrada.<br />

c) Trombosis venosa extrahepática múltiple. Se trata de<br />

una complicación seria detectada inesperadamente en venas<br />

ováricas, suprahepáticas, mesentéricas y miocárdicas<br />

en un paciente post mortem, y en la vena cava superior en<br />

otro paciente, aunque la relación con fascioliasis aún no<br />

ha sido demostrada de manera fehaciente.<br />

d) Pancreatitis. Rara vez citada en la literatura, esta complicación<br />

es de detección muy reciente y sigue sin haber aún<br />

un consenso sobre el procedimiento quirúrgico a aplicar<br />

en esta situación.<br />

e) Cólicos biliares. Esta complicación ha aparecido en situaciones<br />

postratamiento en Cuba, sin tener relación con<br />

el medicamento utilizado. Estos cólicos pueden ser consecuencia<br />

de obstrucción biliar de los conductos biliares por<br />

duelas arrastradas después de la aplicación de una dosis<br />

alta, sobre todo en niños masivamente infectados.<br />

f) Infección transplacentaria. Descrita en ovinos, bovinos<br />

y búfalos, aunque nunca en humanos; no parece haber<br />

nada que impida que ello también sea posible en humanos,<br />

sobre todo en zonas de hiperendemia humana.<br />

g) Muerte. Casos fatales debidos a fascioliasis se han comunicado<br />

en raras ocasiones, pero ello ha sido en zonas de<br />

endemia animal. Se necesitan estudios apropiados, sobre<br />

todo de mortalidad infantil en zonas de hiperendemia humana,<br />

para analizar hasta qué punto la fascioliasis se encuentra<br />

detrás de una mortalidad que en algunas de esas<br />

zonas es bien elevada.<br />

En estos últimos años se han realizado una serie de<br />

investigaciones experimentales en modelo de laboratorio<br />

extrapolable al hombre para poder estudiar otros aspectos<br />

cuya causa-efecto resultaba imposible de analizar en zonas<br />

de endemia humana ante la imposibilidad de estudiar<br />

personas que se encuentren únicamente infectadas por<br />

Fasciola, debido a la asociación de la fascioliasis con numerosas<br />

coinfecciones por diferentes agentes infecciosos.<br />

Los resultados de estos experimentos han permitido demostrar<br />

las siguientes complicaciones y secuelas de indudable<br />

alto impacto en zonas de endemia humana.<br />

h) Anemia. Aunque la anemia había sido descrita ya en pacientes<br />

con fascioliasis, el hecho de que la fascioliasis<br />

vaya casi siempre ligada a coinfecciones por otros agentes<br />

infecciosos, muchos de ellos bien conocidos causantes<br />

de anemia, había impedido la verificación de causa-efecto<br />

en esta enfermedad. Sin embargo, un estudio experimental<br />

reciente en modelo murino de laboratorio ha permitido<br />

demostrar que la fascioliasis causa anemia, que<br />

ésta pasa de normocítica a macrocítica al principio de<br />

la fase crónica y luego a microcítica más adelante. Además,<br />

la anemia se muestra asociada a la carga parasitaria,<br />

intensidad de hgh, área corporal total de los trematodos<br />

presentes, presencia de sangre en heces, IgG 1 y<br />

niveles de eosinófilos y porcentaje de peso esplénico. Ello<br />

indica claramente el riesgo de padecer anemia en las personas<br />

altamente infectadas en zonas de endemia humana.<br />

49


386 PARTE II Parasitología humana<br />

i) Litiasis. Estudios experimentales en rata son los que han<br />

permitido demostrar también cómo la fascioliasis induce<br />

litiasis, hallándose el riesgo de cálculos biliares relacionado<br />

con el número de trematodos presentes, así como también<br />

de otros factores que favorecen la obstrucción de los<br />

conductos biliares como colangitis y desarrollo corporal<br />

de los trematodos con el tiempo. Todo ello viene a indicar<br />

asimismo un mayor riesgo de litiasis en habitantes de zonas<br />

de hiperendemia humana. 47<br />

j) Bacteriobilia. La experimentación con ratas de laboratorio<br />

ha permitido también comprobar cómo infecciones<br />

prolongadas con Fasciola inducen bacteriobilia, con Escherichia<br />

coli en 45% de los casos, Enterococcus faecalis en<br />

45% y Klebsiella pneumoniae en 10%. La bacterobilia apareció<br />

asociada a enzimas hepáticas séricas como AST, ALT,<br />

AP y niveles de bilirrubina total, además de la duración de<br />

la infección por Fasciola, intensidad de la misma, daño<br />

hepático y en general con la obstrucción. Esta complicación<br />

indica la necesidad de verificar si se precisa de tratamiento<br />

bactericida adicional al fasciolicida, sobre todo en<br />

pacientes crónicos. 48<br />

k) Fascioliasis ectópica. Cabe destacar la existencia de casos<br />

atípicos, en los que los vermes inmaduros se desvían durante<br />

su migración, penetran en otros órganos y causan<br />

fascioliasis ectópica, con mayor frecuencia en el tracto<br />

gastrointestinal pero también en tejido subcutáneo, corazón,<br />

vasos sanguíneos, pulmón y cavidad pleural, cerebro,<br />

ojos, pared abdominal, apéndice, páncreas, bazo, nódulos<br />

inguinales y cervicales, músculo esquelético y epidídimo.<br />

Los efectos patológicos de las lesiones ectópicas se deben a<br />

los trayectos migratorios causantes de daño tisular con inflamación<br />

y fibrosis. 8,25,27,29<br />

l) Inmunosupresión. Los fasciólidos promueven su propia<br />

supervivencia mediante varias estrategias dirigidas a submodular<br />

la respuesta inmune del hospedero durante la<br />

fase precoz de la infección y también en la fase crónica<br />

avanzada induciendo una inmunosupresión persistente.<br />

6,15 Estas respuestas son no protectivas en términos de<br />

eliminar la infección existente o prevenir nuevas infecciones.<br />

La extrapolación de estos resultados experimentales a<br />

seres humanos confiere una dimensión nueva a las zonas<br />

de endemia humana en las que la inmensa mayoría de los<br />

infectados se encuentran en fase crónica, dado el hecho de<br />

que la inmunosupresión inducida y el efecto de las citocinas<br />

controlando la polarización de Th1 o Th2 coloca en<br />

situación de gran riesgo a los afectados por Fasciola a adquirir<br />

infecciones concomitantes por otros helmintos,<br />

pero también por protozoos, virus y bacterias. De hecho,<br />

resulta rarísimo encontrar a alguien únicamente infectado<br />

por Fasciola en una zona de endemia humana; ello indica<br />

que en la morbilidad y mortalidad causadas por la fascioliasis<br />

debe incluirse toda la problemática inherente a estas<br />

coinfecciones que, por ejemplo en el altiplano norte, en<br />

algunos casos llegan a ser de hasta ocho parásitos concomitantes<br />

a la infección por Fasciola. 23<br />

Diagnóstico<br />

Exámenes parasitológicos<br />

El examen coprológico en búsqueda e identificación de huevos<br />

en heces sigue siendo el método más utilizado por ser de certeza,<br />

fácil y barato. Deben tenerse en cuenta, empero, varias situaciones<br />

peculiares: a) falsos positivos cuando se trata sólo de<br />

huevos en tránsito en personas que previamente han comido<br />

hígado de animal infectado; b) imposibilidad de encontrar<br />

huevos en heces durante la fase sintomática aguda, ya que los<br />

vermes aún están en migración y, por tanto, no se ha iniciado<br />

la fecundación de las duelas y su subsiguiente puesta de huevos;<br />

c) dinámica intermitente de salida de huevos en heces, sobre<br />

todo en casos de escasos vermes y en los cuales se debe proceder<br />

a exámenes repetidos distanciados en el tiempo; d) formas ectópicas<br />

que nunca maduran ni ponen huevos ni siquiera en sus<br />

localizaciones intestinales; e) formas inmaduras, sobre todo en<br />

zonas en donde el ser humano no es un hospedero susceptible<br />

adecuado y los fasciólidos muestran dificultades de maduración<br />

en él.<br />

Existen varias técnicas coprológicas útiles, desde el simple<br />

frotis fecal directo hasta diferentes técnicas de concentración,<br />

entre las cuales las de sedimentación se muestran mejores que<br />

las de flotación. La técnica de sedimentación rápida parece ser<br />

más sensible que otras de concentración también muy usadas<br />

como el mertiolato-iodina-formaldehído (MIF) y el formoléter.<br />

Para un análisis cuantitativo tanto para estudio de intensidades<br />

como para deducir cuál es la dosis apropiada de tratamiento,<br />

en la actualidad la OMS recomienda la técnica<br />

estandarizada y comercializada de Kato-Katz que permite análisis<br />

comparados. Si bien es cierto que la técnica de Kato-Katz<br />

es poco sensible, su sensibilidad se aumenta fácilmente efectuando<br />

varios frotis según esta técnica para una misma muestra<br />

fecal.<br />

Otras técnicas directas permiten el hallazgo e identificación<br />

de huevos y también de adultos en localizaciones diferentes<br />

a muestras fecales, como en fluido duodenal o aspirados<br />

duodenal y biliar. Adultos y huevos pueden encontrarse asimismo<br />

en intervenciones quirúrgicas de laparotomía, colecistectomía<br />

y esfinterotomía en pacientes con colangitis, colelitiasis o<br />

ictericia obstructiva de causa desconocida. El examen histológico<br />

de materiales obtenidos en biopsias esencialmente de hígado<br />

pero también de otros órganos en formas ectópicas puede revelar<br />

granulomas con huevos o secciones de adultos. Sin embargo,<br />

por lo general el diagnóstico puede efectuarse sin tener que<br />

recurrir ni a biopsias ni a cirugía. 27<br />

Técnicas inmunológicas<br />

Las técnicas indirectas fueron desarrolladas desde un principio<br />

para solventar el diagnóstico en casos de no emisión de huevos<br />

como en la fase aguda, si bien con el tiempo sus ventajas han<br />

conllevado su utilización generalizada tanto en hospitales como<br />

en encuestas de campo. Ello no quiere decir, sin embargo, que


CAPÍTULO 50 Fascioliasis 387<br />

estas técnicas no presenten también problemas, esencialmente<br />

de sensibilidad y especificidad.<br />

Dentro de las técnicas serológicas, aquellas destinadas a la<br />

detección de anticuerpos han sido las preferentes debido a la fácil<br />

obtención de los reactivos necesarios, sencillez de realización<br />

y su positividad precoz, si bien la ausencia de técnicas comercializadas<br />

y falta de consenso sobre un test óptimo han conducido<br />

a la actual situación en la cual cada laboratorio desarrolla<br />

y aplica su propia prueba, con el consiguiente problema de falta<br />

de uniformidad, imposibilidad de análisis comparados entre<br />

estudios diferentes, relativa frecuencia de hallazgo de huevos en<br />

heces en pruebas serológicas negativas y a veces existencia o<br />

falta de verificación de reacciones cruzadas con otros parásitos.<br />

En la fascioliasis humana se han empleado pruebas de precipitación<br />

(difusión radial, inmunoelectroforesis, contrainmunoelectroforesis-CEP<br />

y pruebas de precipitación metacercarial),<br />

pruebas de hemaglutinación indirecta (IHA), pruebas de<br />

fijación de complemento (CF), pruebas de inmunofluorescencia<br />

(IFA), radioinmunoensayo, pruebas enzimáticas (ELISA o<br />

enzyme-linked immunosorbent assay, ELIFA o enzyme-linked<br />

immunofiltration assay, EITB o enzyme-linked immuno-electrotransfer<br />

blot, y FAST-ELISA o Falcon assay screening test-enzyme<br />

linked immunosorbent assay) y tests de anticuerpos anti-P 1<br />

(figura 50-22). 18,27<br />

Las técnicas serológicas usando productos de excreciónsecreción<br />

(E/S) de fasciólido adulto como antígeno han demostrado<br />

ser de alta sensibilidad y especificidad (CEP, IFA y sobre<br />

todo ELISA, EITB y FAST-ELISA). Las cisteína proteinasas<br />

secretadas por vermes adultos y juveniles son altamente antigénicas<br />

tanto en animales como en humanos y ofrecen marcadores<br />

de gran sensibilidad y especificidad para el diagnóstico de la<br />

fascioliasis humana tanto por F. hepatica como por F. gigantica.<br />

32 Técnicas basadas en cisteína proteinasas como CL1, 37 y<br />

Fas2, 11 han demostrado ya su valía para el diagnóstico serológico<br />

en humanos. Otra técnica de ELISA sándwich para la detección<br />

de antígenos E/S como FASCIDIG ® resulta útil para la<br />

detección de coproantígenos en muestras fecales y para evaluación<br />

del éxito terapéutico, 10 si bien esta prueba tiene aún problemas<br />

de deterioro en almacenamiento. Una reciente prueba<br />

similar, MM3-Copro, ya ha resuelto este problema; tiene la<br />

ventaja de contar con una prueba serológica paralela como<br />

MM3-Seroy que se encuentra actualmente en evaluación para<br />

su uso en humanos. 35,36<br />

Técnicas no invasivas<br />

Entre las nuevas técnicas no invasivas útiles para el diagnóstico<br />

de la fascioliasis en humanos, cabe enumerar a la radiología,<br />

scanning de radioisótopos, ultrasonidos, tomografía computarizada<br />

y resonancia magnética (figuras 50-23 a 50-28). 27<br />

Diagnóstico clínico orientativo<br />

Situaciones clínicas en que cabe pensar en fascioliasis incluyen<br />

historia de ingestión de berros u otros vegetales dulceacuícolas,<br />

eosinofilia, fiebre, dolor abdominal atípico, lesiones intrahepáticas<br />

focales, hepatitis granulomatosa, serositis y meningitis<br />

con eosinofilia periferal o fluida, historia familiar de<br />

fascioliasis, cólicos biliares o colangitis, y ultrasonografía abdominal<br />

normal o no. En la fase aguda, el cuadro clínico comprende<br />

fiebre, dolor en el hipocondrio derecho, eosinofilia<br />

prominente con leucocitosis, anemia desde moderada a alta;<br />

puede o no haber incrementos en AKP, GPT, GOT y g-globulinas.<br />

En la fase crónica, el cuadro clínico se atenúa y resulta<br />

fácilmente confundible con otras enfermedades. Resultan típicas<br />

las dolencias gastrointestinales vagas, dolor en el hipocondrio<br />

derecho o epigástrico, colecistitis, colangitis y litiasis con<br />

cálculos en conductos biliares o vesícula biliar, con hígado<br />

usualmente dilatado con o sin dolor a la palpación, y ascitis en<br />

casos avanzados. 8 En pacientes procedentes de zonas de endemia<br />

humana, el cuadro clínico-sintomatológico debe analizarse<br />

con sumo cuidado, dada la asociación de la fascioliasis con<br />

otras parasitosis por otros helmintos y/o protozoos y que puede<br />

llegar a enmascarar e incluso imposibilitar el extraer conclusiones<br />

correctas.<br />

Diagnóstico diferencial de infección<br />

por F. hepatica y F. gigantica<br />

El diagnóstico diferencial entre ambos fasciólidos resulta trascendental<br />

desde los puntos de vista de epidemiología, patología<br />

y control por las diferencias entre las dos especies. Sin embargo,<br />

en la actualidad no hay modo alguno de poder diferenciar la<br />

infección por una u otra especie de Fasciola en humanos a través<br />

del cuadro clínico, la patología o las técnicas inmunológicas.<br />

Sólo la longitud del huevo en el diagnóstico coprológico<br />

permite la diferenciación siempre y cuando muestre valores<br />

extremos y no coincida con el rango solapado de longitud o se<br />

trate de formas híbridas intermedias. 50 No obstante, recientemente<br />

se ha desarrollado una técnica molecular de PCR-RFLP<br />

basada en una secuencia de 618 nucleótidos de longitud del<br />

gen ribosómico nuclear 28S rRNA, sin variabilidad intraespecífica<br />

pero con algunas diferencias nucleotídicas entre ambos<br />

fasciólidos, y utilizando enzimas de restricción comunes como<br />

AvaII and DraII. 21<br />

La secuenciación completa de marcadores del DNA ribosómico<br />

nuclear, como el ITS-2 y el ITS-1, y también del DNA<br />

mitocondrial, como los genes cox1 y nad1, ha demostrado recientemente<br />

no sólo ser capaz de diferenciar entre ambas especies,<br />

sino también de permitir la detección de formas genéticas<br />

híbridas mediante haplotipaje combinado de rDNA y mtDNA,<br />

así como también deducir si el fenotipo es de una u otra especie,<br />

aspecto de interés en patología dado el mayor tamaño de F.<br />

gigantica. 33<br />

Tratamiento<br />

Para el tratamiento de la fascioliasis en humanos se han utilizado<br />

varios fármacos. La dehidroemetina fue considerada la tera-


388 PARTE II Parasitología humana<br />

pia de elección hace varias décadas, pero las consecuencias de<br />

su toxicidad llevaron al bitionol a convertirse en la elección<br />

durante años a pesar de precisar de un prolongado tratamiento.<br />

La falta de consenso finalizó al verificarse que el triclabendazol<br />

resultaba altamente eficaz. 32 El triclabendazol para uso humano<br />

(Egaten ® ) es en la actualidad el medicamento de elección<br />

para la infección humana tanto por F. hepatica como por F. gigantica.<br />

43<br />

El triclabendazol es mejor absorbido si se administra tras<br />

las comidas. La dosificación recomendada son dos dosis separadas<br />

de 10 mg/kg. Se obtuvo una tasa de curación de 79.2% con<br />

una dosis y del 100% tras la segunda dosis en ensayos efectuados<br />

en Chile. 1 Este fármaco parece mantener su eficacia en áreas<br />

de endemia humana después de varios años, si bien en algunos<br />

lugares unos pocos pacientes pueden requerir una tercera dosis<br />

de 10 mg/kg para su total curación. 32 Este fármaco no muestra,<br />

además, efectos colaterales adversos de importancia, aunque su<br />

administración debe evitarse en embarazadas y dosificaciones<br />

de 20 mg/kg, a veces utilizadas, no deben aplicarse en pacientes<br />

que excreten más de 400 hgh (huevos por gramo de heces) para<br />

evitar posibles cólicos consecuencia del arrastre y aglomeración<br />

de duelas muertas y consiguiente obstrucción biliar en pacientes<br />

masivamente infectados, sobre todo niños. Por esta razón,<br />

en zonas de hiperendemia humana, la hospitalización de niños<br />

con altas cargas parasitarias resulta recomendable durante días<br />

postratamiento.<br />

A pesar de que la posibilidad de reinfección después de un<br />

tratamiento por vivir en un área de endemia no pueda descartarse,<br />

el riesgo de aparición de resistencia al triclabendazol no<br />

puede ignorarse, sobre todo si se piensa que el triclabendazol de<br />

uso veterinario (Fasinex ® ) es de aplicación común desde hace<br />

ya varios años, que es un medicamento animal muy asequible y<br />

que la resistencia a este principio activo ya ha sido descrita en<br />

diferentes países como Australia, Holanda, Escocia, Irlanda y<br />

España. Esta resistencia representa una seria amenaza, ya que el<br />

triclabendazol es en la actualidad el único fármaco disponible<br />

para uso humano, habida cuenta que la producción del bitionol<br />

fue discontinuada hace ya varios años. Para minimizar el<br />

riesgo de aparición de resistencia cabe recurrir al tratamiento<br />

humano únicamente a personas detectadas como infectadas en<br />

encuestas previas y a utilizar fármacos diferentes para los animales<br />

presentes en las zonas de endemia humana.<br />

En la actualidad se están evaluando otros fármacos que<br />

pudieran constituirse en medicamentos alternativos. Entre<br />

ellos se cuenta con la nitazoxanida y el myrrh (Mirazid ® ), cuyas<br />

eficacias en multidosis ha sido descritas varias veces en la literatura,<br />

si bien aún siguen precisando de más estudios sobre su<br />

eficacia y tolerabilidad en fascioliasis humana. Más recientemente<br />

se ha observado cómo los derivados de la artemisina (artesunato,<br />

artemeter) podrían erigirse también como buenos<br />

fasciolicidas para tratamiento humano de potencial utilidad en<br />

zonas no endémicas de malaria, si bien su eficacia aún debe<br />

verificarse en diferentes zonas de endemia humana de fascioliasis.<br />

32 A todo ello cabe añadir que la fascioliasis es la única trematodiasis<br />

que no responde al tratamiento con praziquantel.<br />

Prevención y control<br />

Siempre se habían anotado como medidas de prevención y<br />

control de la fascioliasis humana las mismas y bien conocidas<br />

que para la fascioliasis animal en lo referente a acciones a desarrollar<br />

a nivel de animales reservorios (medidas para evitar su<br />

infección como estabulación y demás, tratamientos periódicos,<br />

etc.), de caracoles transmisores (desecado de charcas, etc.) y del<br />

medio (cuidados de canalizaciones en irrigaciones para evitar la<br />

aparición de vegetación y subsiguiente colonización por lymnaeidos,<br />

etc.). Sin embargo, los estudios de los últimos años<br />

han demostrado cómo los patrones epidemiológicos tradicionales<br />

no explican las diferentes situaciones epidemiológicas y<br />

diversos patrones de transmisión detectados en zonas de endemia<br />

humana. 33 El problema estriba en que una oveja o una<br />

vaca muestra comportamientos similares, sea cual sea el lugar,<br />

mientras las comunidades humanas difieren marcadamente en<br />

aspectos fundamentales para esta enfermedad, como sus comportamientos,<br />

hábitos, dieta, manejo de animales, etc., de un<br />

país a otro y a veces incluso según diferentes zonas de un mismo<br />

país, sin olvidar que se dan áreas de fascioliasis humanas en<br />

lugares en los que la enfermedad muestra características totalmente<br />

opuestas (figuras 50-29 y 50-30).<br />

Un error serio lo constituye proponer como medidas de<br />

control para la fascioliasis en el altiplano norte boliviano las<br />

mismas medidas que se han estado aplicando con éxito en la<br />

región del delta del Nilo en Egipto, tal y como se ha aconsejado<br />

muy recientemente. 39 No se pueden pasar por alto diferencias<br />

tan importantes como las siguientes:<br />

• Existencia de sólo F. hepatica en Bolivia pero de solapamiento<br />

de ambas, F. hepatica y F. gigantica, en Egipto, de un solo<br />

lymnaeido vector en Bolivia pero de varios en Egipto.<br />

• El cerdo juega un importante papel de reservorio en Bolivia<br />

pero es inexistente en Egipto por ser zona musulmana y<br />

en cambio el búfalo resulta trascendental en Egipto pero<br />

inexistente en Bolivia.<br />

• En Bolivia se trata de un área de extrema inhospitalidad<br />

por su gran altitud y especiales características fisiográficas<br />

y climáticas frente a las cuales tanto el parásito como el<br />

lymnaeido desarrollan diferentes estrategias de adaptación,<br />

mientras que el delta del Nilo es una zona a nivel del mar,<br />

totalmente árida pero transformada por irrigaciones construidas<br />

por el hombre a partir de las aguas del Nilo.<br />

• La transmisión de la fascioliasis es permanente todo el año<br />

en el altiplano pero sólo estacional en Egipto.<br />

• Las prevalencias son muy altas (de hasta 70 y 100% por<br />

coprología y serología) en Bolivia pero sólo de hasta 20%<br />

en Egipto.<br />

• Las intensidades llegan a ser muy altas en Bolivia y en cambio<br />

suelen ser bajas en Egipto.<br />

• Se da coinfección con teniasis solium y cisticercosis en Bolivia<br />

con sus consecuentes riesgos en el tratamiento, pero no<br />

así en Egipto por la inexistencia de ganado porcino.<br />

• Las diferencias entre aymaras y musulmanes son muy pronunciadas<br />

tanto en lo referente a dieta como a vías de infec-


CAPÍTULO 50 Fascioliasis 389<br />

ción humana, cohabitación con y dependencia del ganado<br />

y tradiciones de manejo animal, así como también la ausencia<br />

en Bolivia o existencia en Egipto de sistemas de salud<br />

y personal experimentado implementados en el área de<br />

endemia.<br />

Estas diferencias resultan muy evidentes desde el punto de<br />

vista de la enfermedad en humanos, sobre todo para expertos<br />

en fascioliasis humana que hayan trabajado en ambas zonas y<br />

podido compararlas in situ, y recomiendan medidas de prevención<br />

y control totalmente distintas para Bolivia y Egipto, pero<br />

para los veterinarios pueden pasar inadvertidas, sobre todo si<br />

no se cuenta con experiencia personal de trabajo en los lugares<br />

en cuestión.<br />

La OMS ha tenido en cuenta estas diferencias y en consecuencia<br />

se están siguiendo estrategias de control totalmente<br />

diferentes ya no sólo para Bolivia y Egipto, sino también para<br />

Vietnam y Perú, los cuatro países seleccionados por sus diferencias<br />

de transmisión y epidemiología en la fascioliasis humana y<br />

en los cuales se está desarrollando la fase piloto inicial de la estrategia<br />

mundial de control de esta enfermedad cuya morbilidad<br />

resulta tan subdesarrollante para las comunidades humanas<br />

afectadas. En la actualidad ya se han incorporado otros<br />

países de diferentes continentes a esta iniciativa y se prevé la<br />

incorporación progresiva de todos aquellos en los que la infección<br />

humana no sea esporádica sino que constituya un importante<br />

problema de salud humana.<br />

La prevención puede conseguirse con un estricto control<br />

de las fuentes de contaminación en cada lugar. Los cultivos de<br />

berros deben ser controlados, la adquisición de plantas silvestres<br />

en mercados ambulantes no controlados evitada, y se debe<br />

huir del consumo de comidas y bebidas tradicionales confeccionadas<br />

a partir de vegetales procedentes de zonas de endemia.<br />

Ni siquiera el consumo de ensaladas en hoteles de lujo de grandes<br />

ciudades aledañas a zonas de endemia humana ofrece garantías<br />

totales de seguridad; incluso se ha diagnosticado algún<br />

paciente que se había infectado en restaurantes de algún hotel<br />

de esta categoría. La infección humana por estas vías es ya conocida<br />

en varias ciudades. 23 En el medio rural, debe evitarse<br />

además que sobre todo los niños se lleven a la boca vegetales<br />

suculentos pero de alto riesgo como las totorillas, berros o similares.<br />

Desgraciadamente, el permanganato potásico, en su día<br />

destacado como el medio preventivo más eficaz para matar a las<br />

metacercarias adheridas a hojas y vegetales de utilización en<br />

ensaladas, ha resultado ineficaz para este fin ni siquiera a dosis<br />

tan altas como 1 200 mg/L. 4 Publicaciones posteriores de revisión<br />

aún más recientes siguen refiriéndose a este producto<br />

como eficaz preventivo y deberían rectificarse. 2,22<br />

La infección humana no únicamente se restringe a la ingestión<br />

de vegetales crudos. En varias zonas de endemia humana<br />

la gente se infecta sin ni siquiera existir tradición alguna de<br />

comer vegetales dulceacuícolas. En Egipto, el descenso desde<br />

una prevalencia de 18% en población total a 1-2% tras la construcción<br />

y utilización de las denominadas “unidades de lavado”<br />

donde el agua es apropiadamente filtrada y a las que las amas de<br />

casa acuden para lavar utensilios de cocina, ropa y otros enseres<br />

y también obtener agua para bebida y cocinado, ha venido a<br />

demostrar que en algunos lugares la infección por agua de bebida<br />

puede llegar a ser la responsable de gran parte de la prevalencia<br />

humana. 23<br />

Finalmente, cabe destacar la importancia de la educación<br />

sanitaria de padres y niños, sobre todo en las zonas de endemia<br />

humana. Bolivia lleva ya años de experiencia en esta materia a<br />

través de las numerosas escuelas distribuidas por toda el área<br />

endémica del altiplano norte.<br />

Referencias<br />

Nota: las referencias se encuentran en el capítulo 52.


Capítulo<br />

51<br />

Clonorquiasis<br />

Santiago Mas-Coma<br />

Antecedentes históricos<br />

Conocida como la duela de China, la trematodiasis hepática<br />

que origina es la distomatosis humana considerada como la de<br />

mayor importancia en Asia, con estimaciones recientes que cifran<br />

en 35 millones de personas las afectadas, de las cuales se<br />

calculan 15 millones en China, 20 y 290 millones en situación<br />

de riesgo en Extremo Oriente.<br />

Concepto<br />

Zoonosis parasitaria producida por Clonorchis sinensis, trematodo<br />

digénico que se localiza en el hígado y vía biliar, que puede<br />

originar en el hombre hepatomegalia, dolor, leucocitosis y<br />

eosinofilia.<br />

Clasificación<br />

Reino: Metazoa<br />

Subreino: Invertebrata<br />

Phylum: Platyhelminthes<br />

Superclase: Trematoda<br />

Clase: Digenea<br />

Orden: Opisthorchida<br />

Superfamilia: Opisthorchioidea<br />

Familia: Opisthorchiidae<br />

Género: Clonorchis<br />

Especie: sinensis<br />

Biología<br />

El estadio adulto de Clonorchis sinensis es aplanado, transparente,<br />

de tegumento liso no espirulado, forma atenuada anteriormente<br />

y algo redondeada posteriormente, y de una longitud de<br />

8-25 mm y una anchura máxima de 1.5-5 mm. La ventosa oral<br />

es algo mayor que la ventral. El acetábulo se localiza más o<br />

menos a un cuarto de la longitud total del verme. Una faringe<br />

prominente está seguida por dos ciegos intestinales no ramificados<br />

que alcanzan el extremo posterior del verme. Los dos<br />

testículos, grandes y ramificados, se ubican en tándem en la<br />

parte posterior del cuerpo. Una amplia y serpenteante vesícula<br />

seminal situada en la zona ecuatorial del verme desemboca en<br />

un conducto eyaculador muscular que se abre a través de un<br />

poro genital medio y preacetabular. Cabe, pues, destacar la ausencia<br />

de bolsa del cirro y de cirro. El ovario es pequeño, medio,<br />

pretesticular y trilobulado. El receptáculo seminal es grande<br />

y transverso, situado justo por detrás del ovario. Los folículos<br />

vitelinos son pequeños, bilaterales y confinados al tercio ecuatorial<br />

del cuerpo. El útero asciende intracecalmente mediante<br />

asas y bucles apretados hasta el atrio genital. Los huevos son<br />

ovoides, de cáscara delgada, de color ligeramente marrón amarillento,<br />

con un amplio opérculo convexo que se ajusta a una<br />

expansión ribeteada de la cáscara del huevo. En el extremo<br />

opuesto del huevo suele presentarse una protuberancia pequeña<br />

tubercular o en forma de coma. Los huevos son ya embrionados<br />

en el momento de la puesta, midiendo 26-35/12-19 mm<br />

(media 29/16 mm). 25<br />

El estadio adulto de C. sinensis vive en los canales biliares,<br />

vesícula biliar y ocasionalmente en el conducto pancreático del<br />

humano y de mamíferos depredadores de peces, mostrándose<br />

el hombre como el hospedero más apropiado. Otros hospederos<br />

definitivos son el perro, cerdo, gato, gato montés, otros carnívoros,<br />

la rata (Rattus norvegicus) y también camélidos. Los<br />

estudios en la Naturaleza han demostrado que perros, gatos,<br />

cerdos y ratas constituyen reservorios efectivos, mostrando prevalencias<br />

elevadas incluso en lugares en los que la infección en<br />

humanos es baja o inexistente.<br />

La distribución geográfica de C. sinensis coincide con la<br />

de su molusco hospedero intermediario, esencialmente la especie<br />

de caracol dulceacuícola Parafossarulus manchouricus y<br />

en forma secundaria otras especies de Hydrobiidae próximas.<br />

En humanos, la parasitación ha sido reportada en China, Taiwán,<br />

Corea, Japón, Hong Kong, Vietnam, Laos, Campuchea<br />

(Camboya) y el extremo oriente de Rusia. En esta amplia región,<br />

la incidencia de la clonorquiasis varía de manera conside-<br />

390


CAPÍTULO 51 Clonorquiasis 391<br />

rable de un lugar a otro, incluso dentro de una misma pequeña<br />

zona.<br />

La clonorquiasis humana es verdaderamente endémica por<br />

lo menos en China, Taiwán, Corea, Japón, Vietnam y el extremo<br />

oriente de Rusia, en donde existen focos de transmisión<br />

reales con presencia de caracoles transmisores y donde la gente<br />

está acostumbrada a comer pescado crudo. 25 La relativa frecuencia<br />

de casos humanos reportados en los demás países, en<br />

los cuales no hay verdaderos focos de transmisión por la ausencia<br />

de los caracoles transmisores, está relacionada con dos importantes<br />

aspectos epidemiológicos:<br />

i) La marcada resistencia de las metacercarias en el pescado<br />

(son capaces de sobrevivir a varios tipos de preparación<br />

del pescado como la salazón, el secado y el ahumado),<br />

explica la mayoría de los casos en países vecinos en los que<br />

no se presentan ni los caracoles transmisores ni las especies<br />

de peces hospederos intermediarios. Así, la importación<br />

de pescado es la causa de las elevadas prevalencias en<br />

Hong Kong, Tailandia, Malasia, Singapur y Filipinas.<br />

Emigrantes procedentes de Laos y Campuchea (Camboya)<br />

suelen estar infectados.<br />

ii) La larga duración del estadio adulto en el humano es el<br />

factor responsable de la detección de casos en países de<br />

todo el mundo, a veces tan alejados de las verdaderas regiones<br />

endémicas como EUA, Canadá, Hawai, Panamá,<br />

Brasil, Francia, Arabia Saudita o Australia, en los que<br />

siempre se trata de casos importados relacionados con viajantes<br />

(inmigrantes, refugiados). 25<br />

Ciclo biológico y hospederos<br />

intermediarios<br />

Clonorchis sinensis sigue un ciclo triheteroxeno dulceacuícola.<br />

Los vermes adultos depositan huevos embrionados en los pasajes<br />

biliares del mamífero hospedero definitivo. Estos huevos<br />

salen al exterior con las heces tras un tránsito intestinal. Una<br />

vez que el huevo ha sido ingerido por un caracol de una especie<br />

de agua dulce apropiada, el miracidio eclosiona en el intestino<br />

o recto del caracol, penetra en su glándula digestiva y metamorfosea<br />

a esporocisto ovalado ya a las cuatro horas de la ingestión.<br />

Este esporocisto da lugar a redias cercariógenas que salen del<br />

esporocisto para ubicarse en el tejido conjuntivo de diferentes<br />

partes del caracol; estas redias en forma de salchicha, producen<br />

de 5 a 50 cercarias cada una de ellas. Las cercarias son pleurolofocercas,<br />

de cuerpo de un tamaño de 130-260/43-80 mm, espinoso<br />

y con pelos, dos manchas oculares pigmentadas, glándulas<br />

de penetración y una cola de 258-490/28-53 mm con una quilla<br />

membranosa en su superficie dorsal y ventral.<br />

Las cercarias escapan de las redias, salen del caracol y pasan<br />

a nadar libremente en el agua, mostrándose como positivamente<br />

fototácticas y geotrópicas. La longevidad de las cercarias en<br />

el agua es escasa, de 24 horas a 12-27°C y de 28-29 horas a<br />

8-9°C. En este corto periodo tienen que encontrar un pez<br />

apropiado, penetrar bajo sus escamas, para dar lugar a una metacercaria<br />

enquistada de 121-160/85-140 mm principalmente<br />

a nivel de los músculos y tejidos subcutáneos. 25<br />

Cuando el hospedero definitivo ingiere metacercarias al<br />

consumir pescado infectado, los parásitos se desenquistan en el<br />

duodeno, migran al conducto biliar vía la ampolla de Vater en<br />

tan sólo 4-7 horas y posteriormente hasta los conductos biliares<br />

distales, donde se desarrollarán hasta vermes adultos maduros.<br />

Su actividad sexual comienza a las dos semanas de llegados,<br />

pero los huevos no aparecen en heces sino después de 12 días<br />

adicionales. El periodo prepatente varía según los hospederos<br />

definitivos, siendo de alrededor de cuatro semanas en el hombre,<br />

lo cual significa un total de tres meses para el ciclo completo<br />

(figura 51-1). 41<br />

La longevidad del verme adulto está relacionada con la especie<br />

de hospedero definitivo y la tolerancia del individuo. En<br />

general, el estadio adulto sobrevive normalmente 15-25 años<br />

en el humano, con un máximo de hasta 40 años. 25<br />

Se han descrito hasta nueve especies diferentes de caracoles<br />

de agua dulce como primeros hospederos intermediarios de<br />

C. sinensis:<br />

• Fam. Hydrobiidae: Parafossarulus manchouricus (P. striatulus),<br />

P. anomalospiralis, Bithynia fuchsiana, B. chaperi y Alocinma<br />

longicornis.<br />

• Fam. Thiaridae: Thiara granifera y Melanoides tuberculata.<br />

• Fam. Assimineidae: Assiminea lutea.<br />

• Fam. Pleuroceridae: Semisulcospira libertina.<br />

De ellas, P. manchouricus, de 7-10 mm de longitud, es el<br />

principal hospedero intermediario en todas las regiones endémicas<br />

donde hay transmisión completa del ciclo. Esta especie<br />

de caracol habita en diferentes tipos de colecciones de agua<br />

como acequias, torrentes, reservorios de agua en áreas bajas y<br />

llanas, y es común en balsas, incluyendo aquellas para el cultivo<br />

de peces, pero también en lagos, áreas pantanosas, y partes lentas<br />

de ríos y pequeños torrentes. La temperatura afecta la actividad<br />

de estos caracoles, de manera que a temperaturas bajas de<br />

10°C se entierra en el barro y cuando la temperatura sube, el<br />

caracol sale, se adhiere a la vegetación acuática, asciende y efectúa<br />

su puesta de huevos. Salvo excepciones, la prevalencia de<br />

parasitación de estos caracoles por C. sinensis es muy baja (normalmente<br />

alrededor de 1% o menos) y muestra variaciones<br />

estacionales. 25<br />

Como segundo hospedero intermediario actúan varias especies<br />

de peces de agua dulce. En total, se han descrito hasta<br />

113 especies diferentes pertenecientes a varias familias, principalmente<br />

de la familia Cyprinidae. 41 De estas especies, aquellas<br />

que, consumiéndose crudas, forman parte más frecuentemente<br />

de la dieta alimenticia tradicional en cada lugar, son las que se<br />

ven más implicadas en la transmisión al hombre.<br />

Epidemiología<br />

La distribución geográfica de la clonorquiasis está muy marcada<br />

por la del caracol hospedero intermediario, esencialmente la<br />

especie Parafossarulus manchouricus. A pesar de que las preva-


392 PARTE II Parasitología humana<br />

5<br />

6<br />

I<br />

C<br />

Clonorchis sinensis<br />

Opisthorchis felineus<br />

4<br />

Figura 51-1. Ciclo vital de Clonorchis sinensis y Opisthorchis<br />

felineus. A. Hospedero definitivo: hombres, gatos, perros y otros<br />

animales domésticos. 1. Distoma hepático sexualmente maduro<br />

(tamaño natural). 2. Huevo (con miracidio) de Clonorchis sinensis.<br />

B. Primer hospedero intermediario: caracoles del género Bulimus<br />

(Bythinia) y otros. 3a: Esporocisto joven. 3b: Redia madre. 3c: Redia<br />

hija en la que se dibuja la cercaria. 4: Cercaria libre. C. Segundo<br />

hospedero intermediario: preferentemente ciprínidos. 5. Pez con<br />

metacercaria. 6. Metacercaria (a gran aumento). I. Clonorchis<br />

sinensis (aumento aprox. 5:1). II. Opisthorchis felineus (aumento<br />

aprox. 7:1). IIa. Huevo con miracidio de O. felineus. III. Miracidio libre<br />

procedente de un caracol. IV. Cercaria nadando en posición típica.<br />

II<br />

lencias de esta especie de caracol son usualmente muy bajas, su<br />

gran capacidad de producción de cercarias resulta suficiente<br />

para asegurar la propagación del parásito.<br />

La emisión de cercarias tiene lugar en el periodo de mayooctubre<br />

en latitudes nórdicas y se amplía comenzando en marzo<br />

en latitudes meridionales. 41 Así, el periodo de riesgo para la<br />

adquisición de la clonorquiasis por parte de los humanos comprende<br />

el verano y el otoño. La gente infectada se encuentra<br />

más o menos concentrada alrededor de las colecciones de agua<br />

donde tiene lugar la transmisión, decreciendo las prevalencias a<br />

A<br />

IIa<br />

1<br />

c<br />

III<br />

B<br />

3<br />

IV<br />

a<br />

2<br />

b<br />

medida que nos alejamos de las mismas, si bien esas concentraciones<br />

están a veces enmascaradas debido a la gran supervivencia<br />

de las metacercarias que posibilitan la contaminación humana<br />

en lugares distantes a dichas colecciones de agua.<br />

Las prevalencias e intensidades en animales reservorios<br />

como perros, gatos, cerdos, ratas y otros, no guardan un paralelismo<br />

con las características de las infecciones en humanos en<br />

un lugar concreto, ya que la prevalencia e intensidad en humanos<br />

vienen esencialmente marcadas por los hábitos alimenticios<br />

de la gente en esa zona. A veces son parecidas, pero en determinadas<br />

áreas las prevalencias e intensidades en humanos son inferiores<br />

a las de los animales y en otras áreas sucede lo contrario.<br />

De todos modos, lo más frecuente es que la situación en los<br />

seres humanos sea peor que en los animales, lo que indica que<br />

el papel de la infección humana en la transmisión de la enfermedad<br />

es mayor que en los animales. 41<br />

Hay tres factores epidemiológicos a destacar: 41<br />

i) Un factor social que se refiere a las costumbres de consumir<br />

pescado crudo y que difiere según los grupos étnicos<br />

y sociales y que permite explicar el porqué de las a veces<br />

marcadas diferencias de incidencia de la parasitación entre<br />

unos y otros. Este factor también se deja sentir a nivel familiar,<br />

pues la familia actúa como una unidad epidemiológica,<br />

apareciendo una tendencia hacia la agregación.<br />

ii) Un factor de edad por el cual la enfermedad se manifiesta<br />

en grupos etarios diferentes según los lugares. Así, en áreas<br />

endémicas de Japón, Corea, Taiwán y Hong Kong la enfermedad<br />

se da sobre todo en adultos, con incidencia superior<br />

en el grupo de edad entre 30 y 50 años, mientras<br />

que en áreas de China la clonorquiasis afecta sobre todo a<br />

niños de menos de 15 años. Estas diferencias están relacionadas<br />

con los hábitos alimenticios en cada lugar.<br />

iii) Un factor de distribución de la parasitación relacionado<br />

con el sexo, por el cual si bien en determinadas áreas de<br />

Japón no aparece diferencia alguna entre los varones y las<br />

mujeres, en cambio en Corea, China y Taiwán los varones<br />

se ven más afectados que las mujeres. Este fenómeno también<br />

está relacionado con las tradiciones alimenticias según<br />

las cuales los varones comen más pescado crudo, lo<br />

que a su vez parece tener asimismo un componente de<br />

costumbres sociales.<br />

Patología, sintomatología<br />

y manifestaciones clínicas<br />

La patología en humanos se concentra a nivel de hígado, y en<br />

forma secundaria en páncreas y bazo. En el hígado, los primeros<br />

cambios observables en los conductos biliares son un exceso de<br />

formación mucosa, descamación e hiperplasia adenomatosa del<br />

epitelio de los conductos con metaplasia celular. En la fase crónica,<br />

cabe citar engrosamiento, dilatación y tortuosidad progresiva<br />

y fibrosis de los conductos biliares. La afección biliar resulta en<br />

infección secundaria conducente a pericolangitis, colangiohepatitis,<br />

pieloflebitis y abscesos múltiples. En infecciones masivas, el


CAPÍTULO 51 Clonorquiasis 393<br />

hígado puede llegar a doblar o incluso triplicar su tamaño y su<br />

superficie externa mostrar áreas císticas pálidas. Una manifestación<br />

común es la dilatación localizada de los conductos biliares,<br />

usualmente cerca del borde del hígado y en especial en el lóbulo<br />

izquierdo, mientras que la dilatación generalizada de los conductos<br />

biliares es rara. Los parásitos no invaden el tejido y, por consiguiente,<br />

originan poca o ninguna reacción inflamatoria.<br />

El páncreas se ve también afectado a veces. Los conductos<br />

pancreáticos, repletos de vermes, se engrosan y dilatan y exhiben<br />

metaplasia mucosa y escamosa. Sin embargo, no es común<br />

una pancreatitis y si se presenta es usualmente moderada. Una<br />

congestión esplénica es observable en la fase inicial de la infección.<br />

El bazo puede aumentar de tamaño, mostrando un incremento<br />

de tejido conjuntivo fibroso.<br />

Entre las complicaciones de la clonorquiasis, la aparición<br />

de cálculos intrahepáticos es característica. La obstrucción de<br />

los conductos biliares causa colangitis y colecistitis. Suelen observarse<br />

asociados cirrosis hepática y carcinoma de los conductos<br />

biliares. Los vermes provocan hiperplasia y, en algunos sujetos,<br />

neoplasia conducente a colangiocarcinoma. La asociación<br />

entre C. sinensis y colangiocarcinoma ha sido constatada y documentada<br />

epidemiológicamente desde hace muchos años.<br />

Muchos pacientes se muestran asintomáticos y albergan<br />

pocos parásitos, incluso en las áreas endémicas. Entre los pacientes<br />

sintomáticos se encuentran tanto síndromes agudos<br />

como crónicos. Los síntomas y signos pueden aparecer y persistir<br />

durante varios meses, incluyendo malestar, fiebre escasa, leucocitosis<br />

y eosinofilia elevadas, hígado dilatado y blando, y dolor<br />

hepático y epigástrico. La fase aguda se reconoce raramente,<br />

y el diagnóstico es difícil porque los huevos pueden no aparecer<br />

sino hasta 3 o 4 semanas después de la aparición de los síntomas.<br />

En la clonorquiasis crónica, los cuadros clínicos varían según<br />

la carga parasitaria y la duración de la infección. Las manifestaciones<br />

clínicas incrementan progresivamente en severidad<br />

a medida que la infección se hace antigua y el número de vermes<br />

aumenta por acumulación gradual. Las personas infectadas<br />

ligeramente no suelen mostrar síntomas, pero las infecciones<br />

moderadas o progresivas manifiestan síntomas como pérdida<br />

de apetito, indigestión, plenitud abdominal, dolor epigástrico<br />

no relacionado con las comidas, malestar a nivel del cuadrante<br />

superior derecho, diarrea, edema y algo de hepatomegalia. En<br />

casos de infección severa, los pacientes presentan debilidad y<br />

lasitud, malestar epigástrico, parestesia, pérdida de peso, palpitación<br />

de corazón y taquicardia, diarrea, vértigo, calambres tetánicos<br />

y temblores, y toxemia por afección del hígado. En un<br />

estadio posterior de infección severa los síntomas incluyen alteraciones<br />

marcadas, con un síndrome asociado a cirrosis portal,<br />

esplenomegalia, ascitis y edema. 25,29<br />

Diagnóstico<br />

El diagnóstico parasitológico se basa en métodos coprológicos<br />

para la búsqueda de los huevos característicos en las heces o<br />

drenaje biliar. Es preciso ir con cuidado para no dejar pasar<br />

inadvertidos por su pequeño tamaño y la necesidad de diferenciarlos<br />

respecto de los huevos de otras especies de Opisthorchidos<br />

y Heterophyidos que puedan presentarse en la misma región;<br />

por ello se recomiendan técnicas de concentración, como<br />

la sedimentación con éter-formalina u otras técnicas de centrifugación.<br />

El método del frotis directo sólo resulta útil en casos<br />

de infecciones muy severas. 41<br />

A fin de evaluar la severidad clínica de la infección cabe<br />

utilizar métodos cuantitativos, como la dilución de Stoll o el<br />

método estandarizado de Kato-Katz. Este último tiene la ventaja<br />

de ser simple, barato y reproducible, aunque su relativamente<br />

baja sensibilidad sugiere la conveniencia de realizar exámenes<br />

repetidos, o bien de acompañarla de la técnica de éter-formalina.<br />

Una clasificación orientativa comprende la distinción de<br />

infecciones ligeras (1-999 huevos/g de heces), infecciones medias<br />

(1 000-9 999 huevos/g), infecciones altas (10 000-29 999<br />

huevos/g), e infecciones muy elevadas (30 000 huevos/g o superiores).<br />

25<br />

En pacientes con obstrucción biliar, los huevos no pasan a<br />

las heces, pero pueden encontrarse en el conducto biliar por<br />

aspiración percutánea por aguja. Si el paciente es sometido a<br />

intervención quirúrgica, tanto vermes adultos como huevos<br />

pueden hallarse tanto en el sistema biliar como en el conducto<br />

pancreático.<br />

Los tests serológicos que se aplican a la clonorquiasis (fluorescencia<br />

indirecta, ELISA, hemaglutinación indirecta, fijación<br />

de complemento, contrainmunoelectroforesis, etc.) son por lo<br />

general poco específicos y de escaso valor. A pesar del problema<br />

de las reacciones cruzadas, el ELISA se ha mostrado útil por lo<br />

menos como test de prospección o sondeo. 7,17<br />

En aquellas áreas en las que el consumo de pescado crudo<br />

es habitual, el diagnóstico clínico en pacientes con hígado engrosado<br />

y síntomas de hepatitis cabe considerarlo como sugerente.<br />

Las infecciones avanzadas requieren la diferenciación<br />

respecto de malignidad, cirrosis hepática u otras causas de engrosamiento<br />

del hígado. 41 La hematología puede ser de ayuda.<br />

La leucocitosis varía con la intensidad de la infección y se puede<br />

dar eosinofilia.<br />

En los colangiogramas transhepáticos de los conductos intrahepáticos<br />

de tamaño medio y grande, los vermes aparecen<br />

como defectos curvados rellenantes dentro de conductos biliares<br />

dilatados o como túmulos adheridos a las paredes de los<br />

conductos. 7 De todos modos, a pesar de haberse utilizado varios<br />

tipos de colangiografías, su uso es decreciente ante la introducción<br />

de la ultrasonografía y la tomografía computarizada en<br />

el diagnóstico de enfermedades hepatobiliares. La ultrasonografía<br />

es hoy en día muy utilizada en el diagnóstico de la clonorquiasis,<br />

permitiendo la determinación de los parásitos en<br />

los conductos biliares, el análisis de la extensión de la enfermedad<br />

e incluso la evaluación de la efectividad del tratamiento.<br />

Las técnicas de imagen son cruciales en la evaluación de los<br />

pacientes con colangitis piogénica recurrente, situación frecuentemente<br />

asociada a la clonorquiasis y caracterizada por dilatación<br />

y estructura de radicales biliares de segundo orden y<br />

por la presencia de piedras biliares pigmentadas intrahepáticas<br />

o residuos. Si bien la colangiografía percutánea y endoscópica y


394 PARTE II Parasitología humana<br />

la ultrasonografía ponen fácilmente estos hallazgos en evidencia,<br />

la tomografía computarizada es la que se muestra como la<br />

modalidad de diagnóstico más sensible. 25<br />

El pronóstico es bueno en aquellos pacientes con infecciones<br />

ligeras. Los pacientes fallecen, raras veces, debido únicamente<br />

a la clonorquiasis. La muerte puede llegar, no obstante,<br />

en infecciones severas y de larga duración cuando los parásitos<br />

han causado un serio impacto funcional, en especial en casos<br />

con colangitis piogénica recurrente. 7<br />

Tratamiento<br />

El fármaco de elección es el praziquantel. Dosis posprandiales<br />

(tras las comidas) de 25 mg/kg tres veces al día por 1 o 2 días o<br />

de 20 mg/kg de peso corporal por tres días dan una efectividad<br />

de 85-100%. El intervalo entre dosis individuales no debe ser<br />

inferior a las cuatro horas ni superior a las seis horas. La tasa de<br />

curación del praziquantel está relacionada con la intensidad<br />

de la infección. La tasa de curación de una dosis única de 40<br />

mg/kg puede ser más baja en casos de elevada intensidad de<br />

infección. En programas de tratamientos a gran escala, las dosis<br />

propuestas son las siguientes: a) una dosis única de 40 mg/kg<br />

para infecciones ligeras (10 000 huevos/g).<br />

Como efectos adversos transitorios descritos en tratamientos<br />

con praziquantel cabe incluir náuseas y vómitos (15%), vértigo<br />

(12%), hepatomegalia (4.5%), dolor de cabeza (1.5%),<br />

sarpullido (1.5%) e hipotensión (1.5%). Dado el hecho de que<br />

el praziquantel es también efectivo contra la cisticercosis y la<br />

paragonimiasis, la muerte de estos parásitos cuando se encuentran<br />

en el cerebro puede dar lugar a reacciones de Jarisch-Herxheimer-like<br />

y a síntomas cerebrales serios, que comprenden<br />

convulsiones, parálisis, coma o muerte del paciente. En consecuencia,<br />

en áreas de solapamiento de clonorquiasis con cisticercosis<br />

y/o paragonimiasis, debe descartarse la afección cerebral<br />

antes de la administración del praziquantel. 25<br />

La eficacia terapéutica del albendazol resulta comparable a<br />

la del praziquantel. El albendazol tiene además la ventaja de<br />

actuar simultáneamente sobre varias infecciones intestinales<br />

por helmintos, con muy baja toxicidad, excelente tolerancia y<br />

bajo costo, si bien el tratamiento con albendazol para la clonorquiasis<br />

requiere de siete días.<br />

En los casos de clonorquiasis avanzadas o severas, con engrosamiento<br />

de la vesícula biliar y obstrucción de los conductos<br />

biliares, cabe recurrir a la intervención quirúrgica. En los casos<br />

de colangitis con infección bacteriana concomitante, deben administrarse<br />

también antibóticos. Medidas adicionales como<br />

una dieta nutricia y un control de líquidos y electrólitos pueden<br />

ayudar en la recuperación del paciente (véase capítulo 94). 7<br />

Prevención y control<br />

Las medidas de control deben dirigirse a la reducción o interrupción<br />

y eliminación de la transmisión de la enfermedad, con<br />

el fin de prevenir nuevas infecciones humanas. Estas medidas<br />

son diferentes según las diversas fases del ciclo biológico del parásito:<br />

a) control de los moluscos transmisores; b) educación<br />

sanitaria; c) tratamiento de personas infectadas y de los animales<br />

domésticos afectados; d) eliminación de las excreta humanas y<br />

animales; e) protección de las balsas de peces para evitar su contaminación.<br />

La selección de los métodos debe tener en cuenta<br />

las características de los focos de transmisión en el lugar, los<br />

hábitos y costumbres de la gente, el patrón de transmisión, y las<br />

disponibilidades del país y de la zona endémica en cuestión. 41<br />

Las medidas para controlar los caracoles hospederos intermediarios<br />

en la naturaleza no resultan factibles, pero en cambio<br />

sí pueden ser útiles en colecciones de agua artificiales, como es<br />

el caso de las balsas en piscifactorías. Medidas para evitar el que<br />

muestras fecales con huevos del parásito alcancen las colecciones<br />

de agua habitadas por los moluscos transmisores son viables en<br />

el caso de las heces humanas, pero muy difíciles en el caso de<br />

heces de animales reservorios. Así pues, la mejor medida para<br />

reducir los niveles de infección de los caracoles en las áreas endémicas<br />

ha consistido precisamente en el tratamiento tanto de<br />

los humanos como de los animales domésticos afectados.<br />

A nivel humano, el control se dirige esencialmente a evitar<br />

la ingestión de metacercarias con pescado de agua dulce crudo,<br />

escabechado fresco o insuficientemente cocido. Las metacercarias<br />

mueren después de siete horas de desecación a temperatura<br />

ambiente, tres minutos a 65°C, y también después de 2.5 horas<br />

a 39-40°C. Hay que considerar, sin embargo, que las metacercarias<br />

pueden permanecer viables en el pescado transportado<br />

desde Oriente hasta otras partes del mundo. Estudios concretos<br />

al respecto demostraron que las metacercarias en refrigeración<br />

(3-6°C) sobreviven perfectamente durante 40 días y su viabilidad<br />

decrece sólo hasta 50% después de 60 días. 25<br />

Si bien la protección completa se consigue simplemente por<br />

cocción del pescado, de hecho pretender cambiar tradiciones milenarias<br />

resulta imposible y además en las zonas endémicas no se<br />

suele disponer de los medios para cocinar. Ello no significa, empero,<br />

que no se deban realizar esfuerzos educativos difundiendo<br />

la importancia de cocer el pescado dulceacuícola para prevenir la<br />

clonorquiasis. En Corea, medidas de educación, conjuntamente<br />

con cambios conseguidos en aspectos culturales, dietéticos y económicos,<br />

contribuyeron en la reducción de esta enfermedad. 41<br />

Referencias<br />

Nota: las referencias se encuentran en el capítulo 52.


Capítulo<br />

52<br />

Opistorquiasis*<br />

Santiago Mas-Coma<br />

Antecedentes históricos<br />

Es una trematodiasis hepática bien conocida desde tiempo<br />

atrás y es causada por dos especies distintas del mismo género<br />

Opisthorchis: O. viverrini en el sudeste de Asia y O. felineus en<br />

una amplísima franja de la región palaeártica que abarca desde<br />

Europa central en el oeste hasta Siberia occidental, Kazakhstán<br />

y el lago Baikal en el este. 25 Opisthorchis felineus infecta a varias<br />

especies de mamíferos depredadores de peces dulceacuícolas en<br />

el sur, centro y oriente de Europa, incluyendo Italia, Albania,<br />

Grecia, Suiza, Holanda, Alemania, Polonia, Ucrania y Bielorusia,<br />

y en Asia se encuentra en Turquía, áreas del este de los<br />

Urales y hasta Siberia oriental. 9 La distribución de O. felineus<br />

en peces dulceacuícolas no coincide con la de la opistorquiasis<br />

humana, debido a los patrones naturales de migración de peces<br />

que dan lugar a infecciones humanas en lugares alejados de las<br />

zonas de endemia y también al transporte de pescado para su<br />

venta. 51 En los últimos años, en Europa se han descrito casos<br />

esporádicos en Alemania, Bielorrusia y Grecia, y hasta cuatro<br />

epidemias en Italia. 3<br />

Concepto<br />

Antropozoonosis originada por Opisthorchis viverrini y O. felineus,<br />

trematodos digénicos de la vía biliar que pueden originar<br />

hepatomegalia, fiebre, ictericia y eosinofilia.<br />

Clasificación<br />

Reino:<br />

Subreino:<br />

Phylum:<br />

Superclase:<br />

Clase:<br />

Metazoa<br />

Invertebrata<br />

Platyhelminthes<br />

Trematoda<br />

Digenea<br />

Orden: Opisthorchida<br />

Superfamilia: Opisthorchioidea<br />

Familia: Opisthorchiidae<br />

Género: Opisthorchis<br />

Especies: viverrini y felineus<br />

Biología<br />

El estadio adulto de O. viverrini es aplanado, alargado, lanceolado,<br />

redondeado posteriormente y atenuado anteriormente,<br />

delgado, transparente, de tegumento externo liso y de un tamaño<br />

de 5.5-9.5 mm de longitud y 0.77-1.65 mm de anchura<br />

máxima (media 7.4/1.47 mm). La ventosa oral es subterminal<br />

y el acetábulo está localizado a un cuarto de la longitud total<br />

del verme respecto del extremo anterior. La faringe es pequeña,<br />

hay un corto esófago y los ciegos alcanzan hasta casi el extremo<br />

posterior. Los dos testículos son notablemente lobulados y dispuestos<br />

en tándem oblicuo en la parte posterior del cuerpo.<br />

Una vesícula seminal larga y levemente contorneada finaliza en<br />

un conducto eyaculador escasamente musculoso que se abre<br />

en un poro genital directamente preacetabular. No hay ni bolsa<br />

del cirro ni cirro. El ovario es oval o ligeramente lobulado, medio<br />

y directamente pretesticular. Los numerosos folículos vitelinos<br />

se muestran agregados en pocos grupos dispuestos bilateralmente<br />

a lo largo del tercio central del cuerpo. El útero<br />

procede hacia la parte anterior como un tubo contorneado intracecal<br />

que termina con un metratermo que se abre en el poro<br />

genital. Los huevos de O. viverrini son ovoides y alargados, de<br />

color ligeramente marrón amarillento, de un tamaño de 22 a<br />

32/11 a 22 mm (media 28/16 mm; relación longitud/anchura<br />

1.75), con un opérculo que se ajusta a un reborde engrosado<br />

de la cáscara y con una protuberancia tubercular diminuta terminal<br />

(no visible en todos los huevos). 25<br />

El estadio adulto de O. felineus es muy parecido al de<br />

O. viverrini desde el punto de vista morfoanatómico, si bien se<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

395


396 PARTE II Parasitología humana<br />

han detectado algunas diferencias en estudios profundos. Así,<br />

los adultos de O. felineus son de 8-18/1.2-2.5 mm y por tanto<br />

algo mayores en tamaño; su esófago es menos prominente y<br />

más corto; la distancia entre testículo anterior y ovario es mayor;<br />

los testículos muestran una lobulación menos pronunciada;<br />

la localización del testículo posterior está más alejada respecto<br />

del extremo terminal de los ciegos; la vesícula seminal<br />

es más larga y contorneada; el ovario aparece menos lobulado<br />

y la distribución de los folículos vitelinos no se muestra agregada<br />

en grupos. Los huevos de O. felineus muestran unas dimensiones<br />

de 21-36/11-17 mm (media 30/14 mm) que se solapan<br />

con las de los huevos de O. viverrini, si bien su relación<br />

longitud/anchura es de 2.75 y por tanto mayor. De cualquier<br />

manera, la variabilidad intraespecífica de cada una de las dos<br />

especies conlleva el solapamiento de sus características morfoanatómicas<br />

y morfométricas, y por tanto, puede dar lugar<br />

fácilmente a errores de clasificación. Por fortuna, no hay lugar<br />

a confusión debido a que las distribuciones geográficas de cada<br />

una de estas dos especies de Opisthorchis no se solapan en absoluto.<br />

25<br />

El verme adulto de O. viverrini parasita los conductos biliares<br />

distales y menos intensamente la vesícula biliar del hombre<br />

y animales como gatos, perros y otros mamíferos que comen<br />

peces. La opistorquiasis viverrini es conocida en Tailandia,<br />

Laos y Malasia, y ciertos reportes en emigrantes indican que<br />

probablemente exista también, aunque esporádicamente, en<br />

Vietnam, Campuchea (Camboya) y sur de China. La infección<br />

por este trematodo ha sido también detectada en inmigrantes<br />

de estos países en lugares distantes como Japón, EUA, Alemania,<br />

Francia, República Checa y Kuwait. 25<br />

En el caso de O. felineus, el estadio adulto vive principalmente<br />

en los conductos biliares mayores, vesícula biliar y también<br />

conductos pancreáticos cuando se trata de infecciones<br />

masivas. Además del humano, este parásito infecta también a<br />

mamíferos depredadores de peces dulceacuícolas, como gato,<br />

zorro, cerdos domésticos y silvestres, pero adicionalmente a perros<br />

y otros carnívoros silvestres como mustélidos como castor,<br />

marta cibelina o nutria, y roedores como la rata Rattus norvegicus<br />

y arvicolinos como Arvicola terrestris, lagomorfos como el<br />

conejo y pinnípedos como diferentes especies de focas. 9 La distribución<br />

geográfica de este parásito es muy amplia, cubriendo<br />

desde Italia, Suiza, Alemania y Países Bajos en su extremo occidental<br />

hasta las regiones de llanuras bajas de Siberia y Kazakhstán<br />

hasta el lago Baikal en su extremo oriental. La infección se<br />

muestra endémica en humanos, animales domésticos y silvestres<br />

en un área que cubre casi todo el territorio de la antigua<br />

Unión Soviética (con una estimación de 1.5 millones de personas<br />

afectadas y 84% de la población en situación de riesgo),<br />

con la excepción de la parte norte de Siberia central y oriental,<br />

la región del extremo oriente, el Cáucaso y las antiguas repúblicas<br />

del centro-oriente de Asia. 51 Son de destacar las nueve regiones<br />

endémicas siguientes: Siberia occidental, Kazakhstán,<br />

Siberia oriental, la cuenca del río Kama, las montañas de los<br />

Urales centrales, la cuenca del río Volga, la región de Moscú,<br />

Ucrania y Bielorrusia.<br />

Ciclo biológico y hospederos<br />

intermediarios<br />

Opisthorchis viverrini sigue un ciclo triheteroxeno que se desarrolla<br />

en el agua dulce. Los huevos, ya embrionados en el momento<br />

de la puesta, alcanzan el medio externo con las heces del<br />

hombre o cualquier mamífero infectado. La capacidad de puesta<br />

es de 160-900 huevos/adulto/día en el gato y de 2 000-4 000<br />

(media 3 160) huevos/adulto/día en el hombre, lo que representa<br />

una media de 180 huevos/adulto/g de heces, indicando una<br />

correlación entre carga parasitaria y número de huevos en heces<br />

pero con reducciones de fecundidad en infecciones severas.<br />

Aquellos huevos que llegan a un medio dulceacuático habitado<br />

por los moluscos apropiados, tendrán la oportunidad de<br />

proseguir su desarrollo. Una vez en el agua, el miracidio culmina<br />

su maduración dentro del huevo y eclosiona en el tracto<br />

digestivo del caracol tras ingestión del huevo por un individuo<br />

de una especie apropiada de molusco. No existe, pues, fase libre<br />

de miracidio nadante en el agua. El miracidio atraviesa la<br />

pared del aparato digestivo del caracol para metamorfosear a<br />

esporocistos en las regiones peridigestivas. Los esporocistos maduros<br />

son generalmente contorneados, de 1 100/650 mm de<br />

tamaño y de pared muy delgada. Este estadio esporocístico es<br />

ya rediágeno. Las redias miden 180-1 100/80-280 mm (media<br />

540/120 mm). Las redias madre son muy largas, delgadas y<br />

saculares, mientras que las redias hijas son fusiformes o alargadas.<br />

Las redias migran a la región del hepatopáncreas o glándula<br />

digestiva y proceden a comenzar la producción de cercarias.<br />

Las redias cercariógenas aparecen más o menos al mes de la<br />

infección. Dentro de una de estas redias cabe observar hasta 15<br />

cercarias en desarrollo simultáneo. El periodo prepatente es de<br />

aproximadamente ocho semanas.<br />

Las cercarias salen de las redias cuando aún son inmaduras<br />

(de una longitud de 200 mm), para continuar su desarrollo hasta<br />

el estadio de cercaria madura que abandona al molusco más<br />

o menos a los dos meses. Las cercarias emitidas miden 490-565<br />

mm de longitud, con un cuerpo de 140-183/61-96 mm, con<br />

dos manchas oculares, cubierto de diminutas espinas y por lo<br />

menos 10 cilios largos a cada lado, y una cola indivisa de 350-<br />

437 mm de largo y 26 mm de ancho y que lleva una membrana<br />

fina marginal. Estas cercarias se muestran positivamente fototácticas<br />

y geotrópicas, tendiendo a permanecer en el fondo con<br />

intermitentes periodos natatorios.<br />

Cuando la cercaria entra en contacto con una especie apropiada<br />

de pez, se adhiere a sus escamas, pierde la cola y penetra a<br />

través de los tejidos para enquistarse a nivel de los músculos. El<br />

quiste metacercariano es oval, de 190-250/150-220 mm y rodeado<br />

de una capa gruesa de tejido del hospedero. Las metacercarias<br />

maduran en aproximadamente seis semanas a 18-20°C y<br />

su supervivencia en peces ciprínidos es probablemente de no<br />

más de un año. Cuando es ingerida por un humano o cualquier<br />

otro hospedero definitivo, la metacercaria se desenquista en el<br />

duodeno o yeyuno y migra a través de la ampolla de Vater hasta<br />

los conductos biliares distales, donde se adhiere al epitelio, madura<br />

en tres a cuatro semanas y comienza la producción de hue-


CAPÍTULO 52 Opistorquiasis 397<br />

vos. El ciclo completo se cierra en 4-4.5 meses y los vermes<br />

adultos pueden sobrevivir hasta 10 o más años. 25<br />

Opisthorchis viverrini se muestra estenoxeno a nivel de primer<br />

hospedero intermediario, con una marcada especificidad<br />

por caracoles acuáticos pertenecientes únicamente al género<br />

Bithynia (subgénero Digoniostoma) (Fam. Hydrobiidae, Subfam.<br />

Bithyniinae). Cuatro especies o subespecies próximas han sido<br />

citadas desarrollando este papel de transmisores: B. siamensis siamensis,<br />

B. siamensis goniomphalos, B. siamensis laevis y B. funiculata.<br />

Como segundo hospedero intermediario actúan diferentes<br />

especies de peces Ciprinidae de agua dulce, si bien el número de<br />

las especies que muestran esta capacidad es relativamente escaso<br />

(nueve especies en Tailandia y siete en Laos). 25,45<br />

Opisthorchis felineus sigue un ciclo con un patrón similar al<br />

de O. viverrini. El cuerpo de las cercarias emitidas mide 132-<br />

172/41-48 mm y su cola es de 400-500 mm de longitud. Los<br />

quistes metacercarianos miden 213-230/147-197 mm. Solamente<br />

tres especies de caracoles hidróbidos del género Codiella<br />

han sido reportados como primer hospedero intermediario de<br />

O. felineus: C. inflata (sinónimo Bithynia inflata), C. troscheli y<br />

C. leachii. Codiella tentaculata (considerada un sinónimo de C.<br />

leachii por varios autores) también ha demostrado su capacidad<br />

transmisora por lo menos de manera experimental. Codiella<br />

inflata parece ser el primer hospedero intermediario más<br />

importante, si bien se dan diferencias de susceptibilidad según<br />

diferentes cepas geográficas de este molusco. Un estudio taxonómico<br />

más reciente eleva a rango familiar a los Bithyniidae y<br />

redistribuye la adscripción genérica de las especies antedichas:<br />

Bithynia tentaculata, Codiella leachii, Opisthorchophorus troscheli<br />

y Opisthorchophorus hispanicus (sin. Bithynia inflata, Codiella<br />

inflata). 25 Como segundos hospederos intermediarios de O.<br />

felineus se han enumerado hasta 22 especies diferentes de peces<br />

ciprinoides de agua dulce. 51<br />

Epidemiología<br />

En O. viverrini, la transmisión del parásito a los caracoles está<br />

relacionada con los hábitos de defecación de los hospederos<br />

definitivos, esencialmente humanos pero también mamíferos<br />

depredadores de peces como gatos y perros, en o cerca de colecciones<br />

de agua en las cuales se dan tanto caracoles apropiados<br />

como ciprínidos. En las zonas de endemia, las especies apropiadas<br />

de moluscos son omnipresentes y la ausencia de letrinas<br />

constituye un importante factor responsable de la propagación<br />

dada la costumbre de la gente de defecar en el medio externo<br />

arbustivo cercano a las casas, muchas de ellas situadas alrededor<br />

de los lagos, lechos de agua o cauces de torrenteras. De este<br />

modo, la contaminación del agua por heces que contienen huevos<br />

de O. viverrini tiene lugar en la época de lluvias. 16,42<br />

El hombre y los animales adquieren la infección por ingestión<br />

de pescado que contiene metacercarias. En Tailandia, los<br />

ciprinoides se desarrollan en la naturaleza y están disponibles<br />

en la mayoría de las colecciones de agua, incluyendo campos de<br />

arroz inundados. 44 Algunas especies juegan un papel mayor<br />

que otras en la transmisión, las más importantes de las cuales<br />

son: P. orphoides (79 metacercarias por pescado; 65% de prevalencia),<br />

seguido de C. siaja (26 por pescado; 51% de prevalencia)<br />

y H. dispar (22 por pescado; 74% de prevalencia). En Laos,<br />

la especie más involucrada es Cyclocheilichthys repasson (1-66,<br />

media 15 metacercarias; 63% de prevalencia). 25<br />

El humano demuestra ser el hospedero definitivo más importante<br />

en las zonas endémicas, mientras que gatos y perros lo<br />

son en aquellas áreas en las que se da poca o ninguna infección<br />

humana. A pesar de que la infección humana puede tener su<br />

origen en agua de bebida contaminada por metacercarias procedentes<br />

de peces en descomposición o a partir de pescado desecado<br />

o salado, el grueso de la infección humana se adquiere<br />

por consumo de pescado crudo o poco cocido, lo que es habitual<br />

en todas las áreas de alta endemicidad. Así pues, las tradiciones<br />

culinarias están claramente relacionadas con la infección<br />

humana y explican las diferencias en prevalencias e intensidades<br />

detectadas entre personas de orígenes distintos. Por otra<br />

parte, las diferencias en prevalencias e intensidades entre diferentes<br />

regiones, y también entre distintas localidades y comunidades<br />

dentro de una misma área endémica, están relacionadas<br />

con características locales de distribución discontinua de los<br />

caracoles transmisores y de los focos de transmisión, disponibilidad<br />

del pescado y también a programas de tratamientos y<br />

cambios en las tradiciones culinarias introducidas en campañas<br />

de Salud Pública. 44<br />

Dentro de una comunidad humana concreta, la distribución<br />

de la infección por O. viverrini se muestra agregada, de<br />

modo que la mayoría de la gente alberga infecciones leves<br />

mientras que una minoría alberga la mayor parte de la población<br />

del parásito en infecciones severas. El máximo detectado<br />

ha sido de 7 900 vermes adultos hallados en un paciente a<br />

quien se le practicó la autopsia, pero lo común son cargas de<br />

menos de 100 vermes. En el futuro se espera que los tratamientos<br />

conduzcan a un mayor número de infecciones leves y que el<br />

tiempo para poder acumular hasta alcanzar infecciones severas<br />

pase a ser considerablemente superior a los del pasado.<br />

La infección por O. viverrini muestra un claro componente<br />

estacional. La mayor parte de las infecciones humanas se<br />

adquieren hacia el último tercio de la época de lluvias y el primer<br />

tercio de la época seca, ya que es precisamente en este periodo<br />

(septiembre a febrero) en el cual los peces albergan el<br />

mayor número de metacercarias y hacia el final de este periodo<br />

es cuando los peces son capturados más fácilmente. La infección<br />

de los peces ciprinoides por metacercarias sigue un patrón<br />

estacional similar, con altas cargas al final de la estación de<br />

lluvias e invierno (julio a enero) y bajas cargas durante el verano<br />

(marzo a junio), en el hemisferio norte. Los caracoles emiten<br />

cantidades crecientes de cercarias hasta que las balsas se<br />

secan en marzo.<br />

La infección por O. viverrini muestra también una cierta<br />

relación con el sexo, de manera que los varones ostentan una<br />

incidencia superior a las mujeres en encuestas a nivel nacional,<br />

aunque ello no aparezca en encuestas epidemiológicas, si bien<br />

las infecciones severas suelen detectarse más frecuentemente<br />

también en varones. 44


398 PARTE II Parasitología humana<br />

En las zonas endémicas se observa que tanto la prevalencia<br />

como la intensidad aumentan con la edad. La gente adquiere la<br />

infección en la primera infancia (1-4 años de edad) y luego las<br />

reinfecciones conllevan acumulaciones conducentes a infecciones<br />

severas, 42 alcanzándose una meseta a partir de los 20 años.<br />

En tiempos recientes, las campañas de control están modificando<br />

estas características típicas de la opistorquiasis viverrini del<br />

pasado. En los grupos de mayor edad (50 años o más) las cargas<br />

parasitarias decrecen, quizás por una inmunidad protectiva de<br />

adquisición lenta o más probablemente por mortalidad asociada<br />

a la enfermedad, ya que los individuos que ostentan infecciones<br />

severas de larga duración desarrollan frecuentemente<br />

colangiocarcinoma.<br />

En la opistorquiasis por O. felineus, los aspectos relacionados<br />

con los moluscos transmisores son parecidos a los de O.<br />

viverrini, con los caracoles mostrando distribuciones discontinuas<br />

relacionadas con la existencia de colecciones de agua y<br />

periodos estacionales favorables. 25<br />

La opistorquiasis felineus también se adquiere por ingestión<br />

de pescado crudo o no bien cocido e infectado con metacercarias.<br />

La mayor o menor importancia de una especie concreta de<br />

pescado en la transmisión de la enfermedad difiere según las<br />

zonas endémicas y los hábitos humanos; ello se refleja también<br />

en la infección humana. En general los niveles de infección humana<br />

decrecen cuando ascendemos a lo largo de la cuenca de un<br />

río y también hacia la periferia de la cuenca. Esta trematodiasis<br />

se muestra como una antroponosis; en tanto, el hombre es el<br />

hospedero responsable principal de la transmisión. De todos<br />

modos, en áreas concretas como en Kazakhstán, los focos de<br />

opistorquiasis felineus difieren de los de otras áreas de la antigua<br />

Unión Soviética al ser los focos más naturales que antroponóticos.<br />

Los carnívoros, principalmente gatos, pero también perros,<br />

juegan un importante papel en el mantenimiento del ciclo del<br />

parásito, mostrando prevalencias muy altas en varios focos de<br />

esta enfermedad (por ejemplo: 76% en gatos y 70% en perros<br />

en el territorio del Altai; 61.5% en gatos en la cuenca del río<br />

Kama; 68.7-92.8% en los gatos en Bielorrusia). 25<br />

Estudios post mortem efectuados en Siberia mostraron altas<br />

cargas parasitarias del orden de menos de 1 000 vermes en 12<br />

individuos, 1 000-5 000 vermes en 23 sujetos, 5 001-15 000<br />

en 22, y de más de 15 000 en cinco individuos. En la misma<br />

región siberiana, la prevalencia alcanzó 57.6% en niños de 2-15<br />

años de edad y de 70.8% en adultos. En la opistorquiasis felineus<br />

se observa una relación directa entre incidencia y edad, con<br />

las mayores prevalencias reportadas en los grupos de edad adulta,<br />

como 30-50 años en Ucrania o 25-40 años en Bielorrusia.<br />

La opistorquiasis felineus es una enfermedad en la cual los<br />

fenómenos migratorios poblacionales humanos han demostrado<br />

tener un gran interés. En lo que se refiere a inmigrantes de<br />

áreas no endémicas, la prevalencia aumenta con la duración<br />

de la estancia en la zona de endemia, lo que es particularmente<br />

marcado en los primeros 10 años después de la llegada y que se<br />

relaciona con una rápida aceptación de las costumbres locales<br />

del consumo de pescado crudo. En lo que concierne a la emigración<br />

desde áreas endémicas, el riesgo de diseminar la enfermedad<br />

se relaciona con la larga supervivencia del estadio adulto<br />

del trematodo y la presencia de moluscos y peces transmisores,<br />

así como de hábitos dietéticos humanos apropiados en las zonas<br />

de inmigración. 25<br />

La endemicidad de la opistorquiasis felineus se clasifica según<br />

la prevalencia, la intensidad y el grado de las manifestaciones<br />

clínicas: a) no endémica: únicamente casos importados;<br />

b) hipoendémica: casos esporádicos o prevalencia inferior a<br />

10%; número medio de huevos por gramo de heces inferior<br />

a 100; manifestaciones clínicas severas en menos de 10% de las<br />

personas infectadas; c) mesoendémica: prevalencia de 10-40%;<br />

100-300 huevos por gramo de heces; manifestaciones clínicas<br />

moderadas o severas en 10-50% de las personas infectadas;<br />

d) hiperendémica: prevalencia superior a 40%; más de 300<br />

huevos por gramo de heces; manifestaciones clínicas moderadas<br />

o severas en más de 50% de las personas infectadas. 51<br />

Patología, sintomatología<br />

y manifestaciones clínicas<br />

La morbilidad y mortalidad difieren según se trate de O. viverrini<br />

o de O. felineus, siendo la primera un problema de salud<br />

pública de primer orden mientras la segunda se caracteriza en<br />

general por su escaso impacto en el paciente. No obstante, los<br />

cuadros clínicos y sintomatología son semejantes. 25,40<br />

Los cambios patológicos tienen lugar en los conductos biliares<br />

y la vesícula biliar. Los movimientos de los parásitos dan<br />

lugar a hiperplasia adenomatosa del epitelio biliar y engrosamiento<br />

de sus paredes con tejido conectivo fibroso, hipertrofiándose<br />

y dilatándose los conductos biliares. La hepatomegalia<br />

es frecuente y la descamación de células epiteliales en los conductos<br />

biliares secundarios con infiltración celular inflamatoria<br />

es predominante. Puede darse retención de bilis en las células<br />

biliares y en casos severos se observa necrosis y atrofia de las<br />

células hepáticas. Aparece infección bacteriana superpuesta y<br />

colangitis supurativa frecuente; puede extenderse la infección al<br />

parénquima hepático y causar hepatitis con formación de micro<br />

y macroabcesos. Las pruebas hepáticas, exámenes sanguíneos<br />

y análisis bioquímicos no ofrecen información significativa<br />

para el diagnóstico, severidad y pronóstico de la enfermedad.<br />

La opistorquiasis estimula respuestas inmunológicas humoral<br />

y celular pero no protectoras. La respuesta inmune de<br />

hecho parece beneficiar al parásito; los altos niveles de anticuerpos<br />

específicos se asocian a la dilatación de la vesícula biliar y a<br />

un incremento de la fecundidad de los vermes. Además, en la<br />

opistorquiasis viverrini, la respuesta inmune puede desembocar<br />

en el desarrollo de colangiocarcinoma y subsiguiente muerte<br />

del paciente tras 20-40 años de infección.<br />

En la opistorquiasis viverrini, infecciones ligeras de menos<br />

de 100 vermes suelen ser asintomáticas o con dispepsia flatulenta<br />

como único síntoma y a veces dolor en el hipocondrio<br />

derecho. En infecciones moderadas aparecen diarrea, fiebre<br />

moderada, ictericia y dilatación del hígado y vesícula acompañada<br />

de pérdida de apetito, lasitud y pérdida de peso. En infec-


CAPÍTULO 52 Opistorquiasis 399<br />

ciones severas aparecen cirrosis hepática, ascitis, edema de piernas,<br />

dolor abdominal fuerte y de manera ocasional carcinoma.<br />

La sintomatología de muchas infecciones resulta muy peligrosa<br />

por la aparición última de colangiocarcinoma, una de las causas<br />

más frecuentes de mortalidad en el norte de Tailandia, donde la<br />

incidencia de cáncer de hígado es la más alta del mundo. 45<br />

En la opistorquiasis felineus, las infecciones agudas comprenden<br />

fiebre, dolor abdominal, mareos y urticaria. La fase crónica<br />

incluye diarrea, flatulencia, intolerancia a las grasas, dolores<br />

epigástricos y en cuadrante superior derecho, ictericia, fiebre,<br />

hepatomegalia, lasitud, anorexia y a veces emaciación y edema.<br />

En casos severos se ha observado también hepatitis. En áreas hiperendémicas,<br />

también se observan colecistitis, colangitis, abscesos<br />

hepáticos, hepatitis portal crónica, quistes hepáticos y litiasis.<br />

La cuestión de por qué O. felineus no es desencadenante de un<br />

impacto tan grande en cáncer de hígado sigue abierta.<br />

Diagnóstico<br />

El diagnóstico se basa en la identificación de los huevos típicos<br />

recuperados a partir de muestras fecales o de drenaje duodenal.<br />

El diagnóstico diferencial entre O. viverrini, O. felineus y C.<br />

sinensis se fundamenta en las diferencias morfológicas y morfométricas<br />

del huevo en cada especie (relación longitud/anchura<br />

de 1.75 en O. viverrini y de 2.75 en O. felineus), pero esencialmente<br />

en las distribuciones geográficas que en el caso de las dos<br />

opistorquiasis no se solapan. Es preciso considerar que es posible<br />

no encontrar huevos en situaciones de infecciones ligeras,<br />

obstrucción biliar o en el periodo prepatente; puede haber eosinofilia<br />

y la leucocitosis varía con la intensidad. 25<br />

Las técnicas coprológicas de sedimentación, concentración<br />

por el método de formol-éter, dilución por el método de<br />

Stoll y la técnica cuantitativa de Kato-Katz, además de serológicas<br />

como ELISA, han mostrado su eficacia tanto en hospitales<br />

como en encuestas en zonas de endemia. Colangiografía,<br />

examen biliar y ultrasonografía son técnicas adicionales utilizables.<br />

Los marcadores tumorales CA-125 y CA-19-9 medibles<br />

por radioinmunoensayo en muestras séricas pueden ser útiles<br />

en la detección precoz de colangiocarcinoma por O. viverrini. 40<br />

Tratamiento<br />

El fármaco de elección para ambas opistorquiasis es el praziquantel,<br />

el cual muestra una efectividad del 100% a dosis de 25<br />

mg/kg en tres administraciones en un mismo día. Una única<br />

dosis de 40-50 mg/kg resulta apropiada para terapias de masa,<br />

proporcionando tasas de curación de 91 a 97%. Si bien los<br />

huevos desaparecen tras el tratamiento, los síntomas y signos<br />

pueden llegar a necesitar varios meses para desaparecer. 25 En el<br />

caso de la opistorquiasis viverrini, se ha visto que el uso de<br />

campañas de tratamiento en masa no conlleva reducción en la<br />

frecuencia de colangiocarcinoma, lo que muy probablemente<br />

va a necesitar varias décadas. 44<br />

Albendazol y mebendazol se han mostrado también efectivos.<br />

El primero da curas de 40 y 60% en dosis de 400 mg dos<br />

veces al día por 3 y 7 días, respectivamente. Mebendazol llega<br />

hasta 89-94% de curación a dosis de 30 mg/kg por 20-30 días. 25<br />

Se puede requerir una yeyunostomía coledocal como cirugía<br />

paliativa en los pacientes con opistorquiasis viverrini que<br />

presentan ictericia. Además, se deben administrar antibióticos<br />

apropiados en casos de septicemia, colangitis o colecistitis (véase<br />

capítulo 94). 16<br />

Prevención y control<br />

Las medidas de prevención y control en ambas opistorquiasis<br />

están relacionadas con las características del ciclo biológico del<br />

trematodo y deben incluir control de los caracoles dulceacuícolas<br />

transmisores, educación en salud, tratamiento de las personas<br />

y animales domésticos infectados, eliminación de excreta<br />

humanas y animales, y protección de la contaminación en<br />

cuerpos de agua habitados por peces.<br />

La medida más práctica es evitar la ingestión de pescado<br />

crudo o insuficientemente cocido. En campañas de control, las<br />

medidas se han encaminado a cambiar los hábitos y tradiciones<br />

de la gente en las zonas de endemia en lo referente a cómo cocinar<br />

el pescado, la construcción de letrinas para evitar la defecación<br />

externa, además de tratamientos con praziquantel. Por<br />

desgracia, cambiar tradiciones es muy difícil y necesita de mucho<br />

tiempo, y resulta complicado conseguir la participación<br />

general de todas las personas en campañas generales de control.<br />

Además, las iniciativas de control muchas veces carecen de continuidad<br />

y cuando se terminan, las prevalencias suelen volver a<br />

los niveles iniciales un tiempo después. Otro aspecto a destacar<br />

es que hasta la fecha todos los esfuerzos se han orientado sólo<br />

hacia el factor humano. Queda mucho por hacer en la implementación<br />

de medidas de control a nivel de caracoles y peces<br />

transmisores así como de mamíferos reservorios domésticos. 25,42<br />

Referencias<br />

1. Apt W, Aguilera X, Vega F et al. Treatment of human<br />

chronic fascioliasis with triclabendazol: drug efficacy and<br />

serologic response. Am J Trop Med Hyg, 1995;52:532-535.<br />

2. Arauco R, Zetola N, Calderón F et al. Human fascioliasis:<br />

a case of hyperinfection and an update for clinicians.<br />

Foodb Path Dis, 2007;4:305-312.<br />

3. Armignacco O, Caterini L, Marucci G et al. Human<br />

illnesses caused by Opisthorchis felineus flukes, Italy.<br />

Emerg Inf Dis, 2008;14:1902-1905.<br />

4. Ashrafi K, Valero M, Massoud J et al. Plant-borne human<br />

contamination by fascioliasis. Am J Trop Med Hyg,<br />

2006;75:295-302.


400 PARTE II Parasitología humana<br />

5. Bargues M, Mas-Coma S. Reviewing lymnaeid vectors<br />

of fascioliasis by ribosomal DNA sequence analyses. J<br />

Helminthol, 2005;79:257-267.<br />

6. Brady M, O’Neil S, Dalton J, Mills K. Fasciola hepatica<br />

supresses a protective Th1 response against Bordetella<br />

pertussis. Inf Imm, 1999;67:5372-5378.<br />

7. Bunnag D, Harinasuta K. Liver, lung and intestinal<br />

trematode diseases. En: Goldsmith R, Heyneman D<br />

(eds.). Tropical Medicine and Parasitology. Prentice Hall<br />

International Editions, EUA, 1989;459-484.<br />

8. Chen M, Mott K. Progress in assessment of morbidity<br />

due to Fasciola hepatica infection: a review of recent literature.<br />

Trop Dis Bull, 1990;87:1-38.<br />

9. Erhardt A, Germer W, Hörning B. Die Opistorquiasis,<br />

hervorgerufen durch dem Katzenleberegel Opisthorchis<br />

felineus (Riv.). Parasitol Schriftenr, 1962;15:1-170.<br />

10. Espino A, Finlay C. Sandwich enzyme-linked immunosorbent<br />

assay for detection of excretory secretory antigens<br />

in humans with fascioliasis. J Clin Microbiol, 1994;32:<br />

190-193.<br />

11. Espinoza J, Maco V, Marcos L et al. Evaluation of<br />

Fas2-ELISA for the serological detection of Fasciola hepatica<br />

infection in humans. Am J Trop Med Hyg, 2007;<br />

76:977-982.<br />

12. Esteban J, Flores A, Angles R et al. High endemicity of<br />

human fascioliasis between Lake Titicaca and La Paz valley,<br />

Bolivia. Trans Roy Soc Trop Med Hyg, 1999;93:151-156.<br />

13. Fuentes M, Valero M, Bargues M et al. Analysis of climatic<br />

data and forecast indices for human fascioliasis at<br />

very high altitude. Ann Trop Med Parasitol, 1999;93:835-<br />

850.<br />

14. Fuentes M, Malone J, Mas-Coma S. Validation of a<br />

mapping and predicting model for human fasciolosis<br />

transmission in Andean very high altitude endemic areas<br />

using remote sensing data. Acta Trop, 2001;79:87-95.<br />

15. Gironés N, Valero M, García-Bodelon M et al. Immune<br />

supression in advanced chronic fascioliasis: an experimental<br />

study in a rat model. J Inf Dis, 2007;195:1504-<br />

1512.<br />

16. Harinasuta T, Pungpak S, Keystone J. Trematode infections.<br />

Opistorquiasis, clonorchiasis, fascioliasis and paragonimiasis.<br />

Inf Dis Clin North Amer, 1993;7:699-716.<br />

17. Hillyer G. Fascioliasis, paragonimiasis, clonorchiasis,<br />

and opistorquiasis. En: Walls K, Schantz P (eds.). Immunodiagnosis<br />

of Parasitic Diseases, Vol. 1, Helminthic diseases.<br />

Academic Press, Inc, 1986:39-68.<br />

18. Hillyer G. Immunodiagnosis of human and animal fasciolosis.<br />

En: Dalton JP (ed.). Fasciolosis. CAB International<br />

Publishing, Wallingford, Oxon, UK, 1999:435-447.<br />

19. Hotez P, Bottazzi M, Franco-Paredes C et al. The neglected<br />

tropical diseases of Latin America and the Caribbean:<br />

a review of disease burden and distribution and a<br />

roadmap for control and elimination. PMID:18820747,<br />

PLoS Negl Trop Dis, 2008;2:e300.<br />

20. Lun Z, Gasser R, Lai D et al. Clonorchiasis: a key fooborne<br />

zoonosis in China. Lancet Inf Dis, 2005;5:31-41.<br />

21. Marcilla A, Bargues M, Mas-Coma S. A PCR-RFLP<br />

assay for the distinction between Fasciola hepatica and F.<br />

gigantica. Mol Cell Prob, 2002;16:327-333.<br />

22. Marcos L, Terashima A. Update on human fascioliasis<br />

in Peru: diagnosis, treatment and clinical classification<br />

proposal. Neotrop Helminthol, 2007;1:85-103.<br />

23. Mas-Coma S. Human fascioliasis. En: Cotruvo JA et al.<br />

(eds.). World Health Organization (WHO). Waterborne<br />

Zoonoses: Identification, Causes and Control. IWA Publishing,<br />

London, UK, 2004:305-322.<br />

24. Mas-Coma S. Epidemiology of fascioliasis in human endemic<br />

areas. J Helminthol, 2005;79:207-216.<br />

25. Mas-Coma S, Bargues M. Human liver flukes: a review.<br />

Res Rev Parasitol, 1997;57:145-218.<br />

26. Mas-Coma S, Esteban J, Bargues M. Epidemiology of<br />

human fascioliasis: a review and proposed new classification.<br />

Bull WHO, 1999a;77:340-346.<br />

27. Mas-Coma S, Bargues M, Esteban J. Human fasciolosis.<br />

En: Dalton JP (ed.). Fasciolosis. CAB International<br />

Publishing, Wallingford, Oxon, UK, 1999b:411-434.<br />

28. Mas-Coma S, Angles R, Esteban J et al. The Northern<br />

Bolivian Altiplano: a region highly endemic for human<br />

fascioliasis. Trop Med Int Health, 1999c;4:454-467.<br />

29. Mas-Coma S, Bargues M, Marty A et al. Hepatic Trematodiases.<br />

En: Meyers W et al. (ed.). Pathology of Infectious<br />

Diseases, Vol. 1 Helminthiases. Armed Forces Institute<br />

of Pathology and American Registry of Pathology,<br />

Washington DC, 2000:69-92.<br />

30. Mas-Coma S, Funatsu I, Bargues M. Fasciola hepatica<br />

and lymnaeid snails occurring at very high altitude in<br />

South America. Parasitology, 2001;123:115-127.<br />

31. Mas-Coma S, Bargues M, Valero M. Fascioliasis and<br />

other plant-borne-trematode zoonoses. Int J Parasitol,<br />

2005;35:1255-1278.<br />

32. Mas-Coma S, Bargues M, Valero M. Plantborne trematode<br />

zoonoses: fascioliasis and fasciolopsiasis. En: Murrell<br />

D, Fried B (eds.). World Class Parasites, Vol. 11.<br />

Food-Borne Parasites, Fish and Plant-Borne Parasites,<br />

Springer Verlag, Nueva York, EUA, 2007;11:293-334.<br />

33. Mas-Coma S, Valero M, Bargues M. Fasciola, lymnaeids<br />

and human fascioliasis, with a global frame on disease<br />

transmission, epidemiology, evolutionary genetics,<br />

molecular epidemiology and control. Adv Parasitol,<br />

2009a;69:41-146.<br />

34. Mas-Coma S, Valero M, Bargues M. Climate change<br />

effects on trematodiases, with emphasis on zoonotic fascioliasis<br />

and schistosomiasis. Vet Parasitol, 2009b;163:264-<br />

280.<br />

35. Mezo M, González-Warleta M, Ubeira F. Optimized<br />

serodiagnosis of sheep fascioliasis by fast-D protein liquid<br />

chromatography fractionation of F. hepatica excretory-secretory<br />

antigens. J Parasitol, 2003;89:843-849.


CAPÍTULO 52 Opistorquiasis 401<br />

36. Mezo M, González-Warleta M, Carro C et al. An ultrasensitive<br />

capture ELISA for detection of Fasciola hepatica<br />

coproantigens in sheep and cattle using a new monoclonal<br />

antibody (MM3). J Parasitol, 2004;90:845-852.<br />

37. O’Neill S, Parkinson S, Dowd A et al. Immunodiagnosis<br />

of human fascioliasis using recombinant Fasciola<br />

hepatica cathepsin L1 cysteine proteinase. Am J Trop Med<br />

Hyg, 1999;60:749-751.<br />

38. Parkinson M, O’Neill S, Dalton J. Endemic human<br />

fasciolosis in the Bolivian Altiplano. Epidemiol Inf,<br />

2007a;135:669-674.<br />

39. Parkinson M, O’Neill S, Dalton J. Controlling fasciolosis<br />

in the Bolivian Altiplano. Trends Parasitol, 2007b;23:<br />

238-239.<br />

40. Pungpak S, Akai P, Longenecker B et al. Tumor markers<br />

in the detection of opistorquiasis-associated cholangiocarcinoma.<br />

Trans Roy Soc Trop Med Hyg, 1991;85:<br />

277-279.<br />

41. Rim H. Clonorchiasis. En: Steele JH (ed.). CRC Handbook<br />

Series in Zoonoses, Section C, Hillyer G, Hopla C<br />

(eds.). Parasitic Zoonoses, Vol. III. CRC Press Inc., Boca<br />

Ratón, EUA, 1982a:17-32.<br />

42. Rim H. Opistorquiasis. En: Steele J (ed.). CRC Handbook<br />

Series in Zoonoses, Section Cm Hillyer G, Hopla C<br />

(eds.). Parasitic Zoonoses, Vol. III. CRC Press Inc., Boca<br />

Ratón, EUA, 1982b:109-121.<br />

43. Savioli L, Chitsulo L, Montresor A. New opportunities<br />

for the control of fascioliasis. Bull WHO, 1999;<br />

77:300.<br />

44. Sithithaworn P, Haswell-Elkins M, Mairiang P et al.<br />

Parasite-associated morbidity: liver fluke infection and<br />

bile duct cancer in northeast Thailand. Int J Parasitol,<br />

1994;24:833-843.<br />

45. Sithithaworn P, Pipitgool V, Srisawangwong T et al.<br />

Seasonal variation of Opisthorchis viverrini infection in<br />

cyprinoid fish in north-east Thailand: implications for<br />

parasite control and food safety. Bull WHO, 1997;75:125-<br />

131.<br />

46. Valero M, Darce N, Panova M et al. Relationships between<br />

host species and morphometric patterns in Fasciola<br />

hepatica adults and eggs from the Northern Bolivian Altiplano<br />

hyperendemic region. Vet Parasitol, 2001;102:85-<br />

100.<br />

47. Valero M, Santana M, Morales M et al. Risk of gallstone<br />

disease in advanced chronic phase of fascioliasis: an<br />

experimental study in a rat model. J Inf Dis, 2003;188:787-<br />

793.<br />

48. Valero M, Navarro M, García-Bodelon M et al. High<br />

risk of bacterobilia in advanced experimental chronic fasciolosis.<br />

Acta Trop, 2006;100:17-23.<br />

49. Valero M, Gironés N, García-Bodelon M et al. Anemia<br />

in advanced chronic fascioliasis. Acta Trop, 2008;108:<br />

35-43.<br />

50. Valero M, Pérez-Crespo I, Periago M et al. Fluke egg<br />

characteristics for the diagnosis of human and animal fascioliasis<br />

by Fasciola hepatica and F. gigantica in human<br />

endemic areas. Acta Tropica, 2009;111:150-159.<br />

51. World Health Organization. Control of foodborne trematode<br />

infections. WHO Techn Rep Ser No, 1995;849:1-<br />

157.


Capítulo<br />

53<br />

Paragonimiasis*<br />

César Náquira<br />

Antecedentes históricos<br />

Diesing (1850) observa un Paragonimus en un mustélido en<br />

Brasil, posteriormente nominado P. rudis. Paragonimus westermani<br />

fue estudiado por Kerbert (Kerbert, 1878) en ejemplares<br />

adultos obtenidos de los pulmones de un tigre de bengala del<br />

zoológico de Ámsterdam. El nombre de P. westermani se deriva<br />

del apellido del cuidador del zoológico Westerman.<br />

El parásito es descubierto en un residente de Formosa por<br />

Ringer (1879), y Cobbold (1880) lo nomina Distoma ringeri.<br />

Estudios de diversos autores mostraron la amplia distribución<br />

del parásito en Asia, África y América.<br />

Ward (1894) encontró un Paragonimus en el pulmón de<br />

un gato de Michigan y lo denominó P. kellicotti. Barton (1910)<br />

describe el primer caso de paragonimiasis en el Perú. 1 Ejemplares<br />

obtenidos del norte del país son descritos como Paragonimus<br />

peruvianus por Miyazaki, Ibáñez y Miranda (1969), 6 el<br />

cual sería sinónimo de P. mexicanus y P. ecuadoriensis. 7 Además,<br />

un grupo de investigadores japoneses ha descrito en Perú P.<br />

caliensis, P. amazonicus y P. inca. En 1945, se describe la presencia<br />

de P. rudis en Guatemala. En 1994, Vélez describe la presencia<br />

de P. emberai en la población indígena del departamento<br />

de Antioquia. 9<br />

Definición o concepto<br />

La paragonimiasis es una zoonosis parasitaria causada por trematodos<br />

del género Paragonimus. Los adultos se localizan primariamente<br />

en el pulmón de mamíferos incluyendo al humano.<br />

En las últimas décadas se están realizando muchos estudios,<br />

incluyendo de biología molecular, para determinar con<br />

mayor precisión las nuevas especies o subespecies, las que en la<br />

actualidad son aproximadamente más de cuarenta, algunas tal<br />

vez sinónimas; algunas son reconocidas como causa de paragonimiasis<br />

en el humano: Paragonimus westermani en países de<br />

Asia, P. skrjabini en China, P. heterotremus, en Camerún, Nigeria,<br />

Tailandia, China, India, 3 P. miyazakii, P. ohirai en Japón, P.<br />

africanus, P. uterobilateralis en países de África occidental y P.<br />

mexicanus (P. peruvianus, P. ecuadoriensis), P. kellicotti, P. emberai<br />

en América.<br />

El humano se infecta al ingerir cangrejos u otros crustáceos<br />

crudos o no bien cocidos que contienen la metacercaria,<br />

forma infectiva del parásito.<br />

Clasificación<br />

Las especies de Paragonimus pertenecen al:<br />

Reino: Animalia<br />

Subreino: Bilateria<br />

Phylum: Platyhelminthes<br />

Sub-phylum: Neodermata<br />

Clase: Trematoda<br />

Subclase: Digenea<br />

Orden: Plagiorchiida<br />

Suborden: Troglotremata<br />

Familia: Paragonimidae<br />

Género: Paragonimus<br />

Especies: westermani, skrjabini, heterotremus, miyazakii,<br />

ohirai, uterobilateralis, africanus, mexicanus<br />

(peruvianus, ecuadoriensis), kellicotti, emberai<br />

Biología<br />

La existencia de gran número de especies de Paragonimus, algunas<br />

de las cuales pueden parasitar al humano y cuya ubicación<br />

taxonómica, a pesar de nombres diferentes, puede correspon-<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

402


CAPÍTULO 53 Paragonimiasis 403<br />

der a la misma especie, hace necesario ampliar los estudios<br />

morfológicos y de la biología de Paragonimus para el mejor conocimiento<br />

de las especies involucradas en el parasitismo del<br />

humano.<br />

El adulto, en la mayoría de las especies, es un gusano aplanado<br />

a ovalado de 8-15 mm de largo por 4-5 mm de ancho,<br />

generalmente de color rosado. En la morfología externa se le<br />

reconocen dos ventosas, la oral, situada en la extremidad anterior<br />

que es la puerta de entrada del tubo digestivo del parásito<br />

y la ventral o acetábulo, situada en la porción central y ventral<br />

del parásito, de fondo ciego y útil para la fijación. La superficie<br />

del parásito está cubierta de espinas y alrededor de la ventosa<br />

oral, de papilas sensoriales.<br />

Paragonimus es hermafrodita; en especímenes preparados y<br />

coloreados para dicha observación, pueden apreciarse los ovarios<br />

y los testículos y el tubo digestivo que se inicia en la ventosa<br />

oral como dos tubos laterales que terminan en fondo ciego<br />

(figura 53-1).<br />

El adulto por lo general se ubica en cavidades del parénquima<br />

pulmonar de los mamíferos, hospederos habituales o del<br />

humano, hospedero accidental, donde coloca los huevos que<br />

salen por las vías respiratorias al exterior, por el esputo o heces,<br />

en el hombre y por las heces en los animales. Los huevos son de<br />

forma ovalada, de aproximadamente 60-80 mm de largo por<br />

50-60 mm de ancho. En uno de los extremos se distingue un<br />

opérculo, así como una cáscara gruesa (figura 53-2).<br />

El ciclo evolutivo continúa cuando los huevos eliminados<br />

al exterior son arrastrados a colecciones de agua dulce donde<br />

continuarán su desarrollo. En el interior de los huevos se desarrolla<br />

un embrión o miracidio, cubierto de cilios, que levantado<br />

el opérculo del huevo, sale al agua en busca de caracoles que<br />

son específicos para su desarrollo. El caracol constituye el primer<br />

hospedero intermediario y las especies involucradas son<br />

variadas pero específicas, en las diferentes regiones del mundo,<br />

para cada especie de Paragonimus. Se reconocen caracoles de las<br />

familias Thiaridae y Pleuroceridae para P. westermani, así como<br />

las familias Assimineidae, Hydrobiidae y Pomatiopsidae para<br />

otras especies de Paragonimus. 2,12 En Centro y Sudamérica se<br />

ha mencionado a especies del género Aroapyrgus, principalmente<br />

A. colombiensis (figura 53-3).<br />

En el caracol se desarrollan los siguientes estadios larvarios:<br />

esporoquiste, vesículas en cuyo interior se desarrollan las<br />

cercarias o formas alargadas que presentan las ventosas oral y<br />

ventral y una cola. Estas cercarias están contenidas aún en la<br />

vesícula y ella recibe el nombre de redia. Las cercarias abandonan<br />

la redia desarrollada en los caracoles y van en busca del segundo<br />

hospedero intermediario, cangrejos u otros crustáceos<br />

cuyas especies son variadas en cada región del mundo, donde se<br />

transforman en metacercarias; así, por ejemplo, el principal segundo<br />

hospedero intermediario de P. westermani es Eriocheir<br />

japonicus, así como de los Paragonimus de América son los cangrejos<br />

de los géneros Hypolobocera o Pseudothelphusa. Las metacercarias<br />

de P. westermani están dentro de una membrana, no<br />

así las especies P. mexicanus, P. peruvianus que están libres en el<br />

hepatopáncreas del crustáceo (figura 53-4).<br />

5<br />

I<br />

II<br />

Figura 53-6. Ciclo vital de Paragonimus westermani. A: Hospedero<br />

definitivo: humanos y otros animales mamíferos. 1. Distoma<br />

pulmonar adulto. 2a. Huevo recién emitido. 2b: Miracidio recién<br />

emergido. B: Primer hospedero: caracoles acuáticos. 3a: Esporoquistes.<br />

3b: Redia madre. 3c: Redia hija. 4: Cercaria libre. C: Segundo<br />

hospedero intermediario: camarones y cangrejos. 5: Cangrejo.<br />

6: Metacercaria obtenida de la musculatura de un camarón.<br />

I: Distoma pulmonar adulto. 4x. II: Vías que recorre un distoma<br />

pulmonar en el hospedero definitivo: Azul, las metacercarias llegan<br />

al tubo digestivo; rojo, los distomas perforan la pared del intestino<br />

delgado y emigran, atravesando el diafragma, a los pulmones. Los<br />

ejemplares adultos colocan huevos que son expulsados con la<br />

expectoración o se tragan, en cuyo caso aparecen en las heces.<br />

III: Metacercarias en el corazón de un cangrejo.<br />

Los animales que se alimentan con cangrejos o crustáceos<br />

que contienen las metacercarias, y el ser humano que los ingiere<br />

no bien cocidos pueden infectarse (figuras 53-5 y 53-6).<br />

Epidemiología<br />

6<br />

C<br />

1<br />

4<br />

Se ha reportado paragonimiasis humana en aproximadamente<br />

37 países, con mayor prevalencia en China, India, Corea del<br />

Sur, Japón, Filipinas, Laos, Ecuador, Perú, Camerún y Nigeria.<br />

En investigaciones epidemiológicas, en China, se han encontrado<br />

metacercarias en el segundo hospedero (cangrejos o langosti-<br />

A<br />

c<br />

3<br />

2a<br />

B<br />

III<br />

2b<br />

a<br />

b


404 PARTE II Parasitología humana<br />

nos) en más de 400 comunidades y la población en riesgo se<br />

estima en 90 millones. En Corea 6% de la población de zonas<br />

endémicas tiene intradermorreacción positiva. En Japón la prevalencia<br />

ha disminuido considerablemente debido a las medidas<br />

de control. En otros países asiáticos hay focos endémicos, pero<br />

con escasos números de casos reportados como Tailandia, Laos,<br />

India, Nepal, Vietnam, Camboya y el este de Siberia y Rusia.<br />

En África, Camerún muestra una prevalencia en algunas<br />

áreas endémicas entre 1 a 3% por el hallazgo de huevos en el<br />

esputo. Nigeria es otro país africano con una importante prevalencia<br />

en el este del país con 5% de intradermorreacción positiva<br />

en escolares.<br />

En América se han mencionado ocho especies de Paragonimus<br />

y se han relacionado con casos humanos a Paragonimus<br />

mexicanus, P. peruvianus y P. ecuadoriensis, 10 que según Miyasaki<br />

corresponderían a la misma especie. Últimamente se ha señalado<br />

a P. emberai en Colombia. 9 Limitados focos endémicos<br />

y casos esporádicos se han encontrado en Venezuela, México,<br />

Canadá, EUA, Cuba, Guatemala, Salvador, Honduras, Nicaragua,<br />

Costa Rica y Panamá. 11 En Ecuador, se han encontrado<br />

cangrejos infectados en 15 de 22 provincias de ese país, calculándose<br />

la población en riesgo en alrededor de 2 millones de<br />

personas, y en algunas provincias las encuestas serológicas llegan<br />

al 20% de positividad. En el Perú, la mayor área endémica<br />

es el valle de Condebamba del departamento de Cajamarca, en<br />

el norte del país, donde se encontró en el pasado hasta 9% de<br />

casos positivos por serología; esta situación ha venido disminuyendo<br />

debido a la educación sanitaria en el área; sin embargo,<br />

se han detectado otros focos endémicos, principalmente en la<br />

selva, donde otras especies de Paragonimus han sido halladas en<br />

animales silvestres y en cangrejos como P. amazonicus y P. inca<br />

(figura 53-7). 4,8<br />

Sintomatología<br />

La patología está asociada a la presencia de los gusanos adultos<br />

y de los huevos no eliminados por el esputo, en el pulmón y<br />

también en otros sitios, siendo la ubicación en el cerebro la más<br />

importante, debido a la migración por el organismo y a los<br />

metabolitos producidos por el parásito (figura 53-8).<br />

Figura 53-7. Distribución geográfica de paragonimiasis.<br />

Se pueden reconocer dos fases: aguda o invasiva y crónica.<br />

Fase aguda o invasiva. Por lo general pasa inadvertida. Se han<br />

descrito, en relación con la paragonimiasis asiática, dolor abdominal,<br />

diarrea, fiebre, tos, urticaria, hepatosplenomegalia y eosinofilia,<br />

lo cual es raro en los casos de América. Este periodo<br />

puede durar de semanas a meses.<br />

Fase crónica. Las manifestaciones pulmonares son evidentes:<br />

tos, esputo hemoptoico o herrumbroso, de color marrón; en<br />

ocasiones hemoptisis, neumotórax, derrame pleural, disnea. El<br />

estado general del paciente no está afectado en la mayoría de los<br />

casos. La evolución puede llevar a calcificaciones, y las manifestaciones<br />

pueden durar años si no se hace tratamiento etiológico.<br />

La paragonimiasis extrapulmonar ocurre por migración de<br />

las formas juveniles antes de alcanzar a los pulmones. Se ha<br />

observado migración espontánea de adultos del pulmón a otros<br />

órganos, principalmente cerebro, con ubicación en los lóbulos<br />

occipital, temporal, pero también en espina dorsal, músculos<br />

torácicos y tejido subcutáneo, hígado, bazo, epiplón mayor, cavidad<br />

peritoneal, músculo cardiaco, mediastino, útero, trompas<br />

de Falopio, ovario, escroto y tracto urinario. El parásito<br />

produce huevos en esas ubicaciones.<br />

Diagnóstico clínico y de laboratorio<br />

Es posible establecer el diagnóstico clínico en la fase crónica; la<br />

diversidad de la sintomatología, fácilmente atribuible a otras<br />

causas, dificulta el diagnóstico. En la mayoría de los casos, el<br />

diagnóstico inicial es el de una tuberculosis, por la sintomatología<br />

pulmonar y en especial por la tos con esputo hemoptoico.<br />

Por este motivo, no es infrecuente que el paciente haya estado<br />

o esté recibiendo tratamiento antituberculoso, pero hay algunas<br />

manifestaciones que permiten diferenciar la paragonimiasis<br />

pulmonar de la tuberculosis y ello se puede resumir señalando<br />

que en la paragonimiasis no se afecta el estado general del paciente,<br />

que el esputo no es con sangre fresca sino más bien es un<br />

esputo herrumbroso que indica que la hemorragia pulmonar es<br />

escasa y existen cambios en el color de la sangre.<br />

En los exámenes de laboratorio llaman la atención, en las<br />

radiografías pulmonares, las escasas alteraciones; sin embargo,<br />

pueden existir lesiones pulmonares en la parte media o basal de<br />

los pulmones, como infiltrados, condensaciones, nódulos, derrames<br />

pleurales, etc., de hecho, se considera como lesión típica<br />

la imagen en “panal de abejas”, en la que se pueden apreciar<br />

múltiples cavidades del pulmón. Son útiles los exámenes por<br />

tomografía axial computarizada y la broncoscopia. En el recuento<br />

hemático se observan leucocitosis y eosinofilia. El diagnóstico<br />

parasitológico directo consiste en la observación de<br />

huevos en el esputo, para lo cual se debe efectuar el examen por<br />

concentración; la técnica más sencilla es la sedimentación rápida<br />

del esputo en frascos cónicos, previa colección del esputo<br />

por 24 horas y tamizaje del mismo por filtro con gasa. El sedimento<br />

lavado un par de veces se observa al microscopio. Es útil<br />

realizar la misma prueba con las heces del paciente, ya que los<br />

huevos pueden eliminarse en ellas. 5


CAPÍTULO 53 Paragonimiasis 405<br />

Las pruebas inmunológicas de laboratorio incluyen intradermorreacción:<br />

el antígeno que se usa es un extracto de los<br />

parásitos adultos (usualmente 0.1 ml de antígeno de Paragonimus<br />

en una dilución de 1:2 000 con 1:10 000 de merthiolate<br />

en solución salina). La lectura es inmediata y su positividad nos<br />

indica contacto con el parásito.<br />

Pruebas serológicas. La reacción de fijación del complemento<br />

fue muy usada y útil en las paragonimiasis asiáticas, pues su<br />

positividad permitía asociarla a la sobrevida del parásito en los<br />

tejidos. La prueba de ELISA es muy sensible y aumenta su especificidad<br />

si se usa como antígeno el excretado/secretado del<br />

parásito. Se aconseja utilizar ELISA que detecte anticuerpos<br />

IgM e IgG, pues los primeros están más asociados a lesiones<br />

pleurales y eosinofilia. El immunoblot es otra prueba con alta<br />

especificidad, en especial cuando se trata de diferenciar el diagnóstico<br />

con el de otros trematodos. La detección de antígenos<br />

circulantes mediante anticuerpos monoclonales utilizando el<br />

método de ELISA se aconseja para corroborar la eliminación<br />

del parásito.<br />

Tratamiento<br />

El fármaco usado en las paragonimiasis fue el bithionol a la dosis<br />

de 40 mg por kg/día, dejando un día de descanso, 10 a 20<br />

dosis. Los efectos colaterales eran muy frecuentes, incluyendo<br />

náuseas, vómitos, diarrea, rash (exantema). Actualmente ya no<br />

se utiliza. El fármaco de elección es el praziquantel, a dosis de<br />

25 a 50 mg por kg/día por 2 a 4 días; los efectos colaterales son<br />

mínimos (véase capítulo 94). 5<br />

Prevención<br />

La estrategia de control tiene dos áreas, la prevención de la infección<br />

de los cangrejos o crustáceos con la metacercaria y la<br />

inactivación de las metacercarias que han ingresado al alimento.<br />

a) Prevención de la infección del cangrejo o crustáceo (segundo<br />

hospedero intermediario) con metacercarias. Involucra<br />

el control de las aguas superficiales que puedan contaminarse<br />

con las heces de los animales silvestres (hospederos<br />

definitivos habituales) de Paragonimus. El control o eliminación<br />

de los caracoles (primer hospedero intermediario)<br />

sólo es posible en determinadas condiciones y con resultados<br />

limitados con el uso de moluscocidas; es más apropiado<br />

el control biológico de los caracoles. No es posible alcanzar<br />

la prevención de la infección del cangrejo o crustáceo.<br />

b) Inactivación de la metacercaria que ha ingresado al alimento.<br />

La educación sanitaria dirigida a que la población<br />

ingiera el cangrejo o crustáceos bien cocidos es la medida<br />

más adecuada en la mayor parte del mundo, y dicha educación<br />

sanitaria, aunada al manejo adecuado de estos animales<br />

en la preparación del alimento, vienen a constituir<br />

las principales maneras de prevención de la infección. El<br />

cambio de conducta de la población no es fácil de conseguir;<br />

sin embargo, la educación con la participación comunitaria<br />

ha logrado bajar los índices en muchos lugares<br />

del mundo como Japón y Perú, donde en zonas endémicas<br />

se ha reducido la prevalencia de 20 a 2% en los últimos<br />

años. Los mensajes educacionales deben basarse en<br />

datos epidemiológicos y de resultados de estudios socioculturales<br />

y antropológicos de las comunidades.<br />

Referencias<br />

1. Barton A. Un caso de distomatosis pulmonar contraída<br />

en el Perú. La Crónica Médica. Lima, 1919;511:142-144.<br />

2. Blair D, Xu Z, Agatsuma T. Paragonimiasis and genus<br />

Paragonimus. Adv. Parasitol, 1999;42:113-122.<br />

3. Devi K, Narain K, Bhattacharya S et al. Pleuropulmonar<br />

paragonimiasis due to Paragonimus heterotremus:<br />

molecular diagnosis, prevalence of infection and clinicoradiological<br />

features in an endemic area of northeastern<br />

India. Trans R Soc Trop Med Hyg, 2007;101:786-792.<br />

4. Ibáñez N, Fernández E. Actual state of paragonimiasis<br />

in Peru. Bol Peruano Parasit, 1980;2:12-18.<br />

5. Jonson R, Jong E, Dunning S et al. Paragonimiasis.<br />

Diagnosis and the use of praziquantel in treatment. Reviews<br />

Infect Dis, 1985;7:200-206.<br />

6. Miyazaki I, Ibáñez H, Miranda H. On a new lung fluye<br />

found in Peru, Paragonimus peruvianus (Trematoda,<br />

Troglotrematidae). Jap. J. Parasit, 1969;18:123-130.<br />

7. Rumbea J. Paragonimiasis en Medicina Tropical. Editor<br />

Fernández T. 3a. ed. Capítulo 14, Imprenta Mariscal.<br />

Guayaquil, Ecuador, 2004:241-250.<br />

8. Tantaleán M, Náquira C, Huiza A et al. La vía de penetración<br />

de la larva de Paragonimus peruvianus en animales<br />

de experimentación. Rev. Ins. Med. Trop. São Paulo,<br />

1974;16:332-336.<br />

9. Velez I, Ortega J, Hurtado M et al. Epidemiology of<br />

Paragonimosis in Colombia. Trans. R. Soc Trop Med<br />

Hyg, 2000;94:661-663.<br />

10. Voelker J, Arzube M. Ein neuer Lungenegel aus der<br />

Kustenkordillere von Ecuador: Paragonimus ecuadoriensis<br />

sp. (Paragonomidae; Trematoda). Tropenmed. Parasit,<br />

1979;30:249-263.<br />

11. World Health Organization (WHO). Control of food-borne<br />

trematode infections. Report of WHO study group.<br />

Thecnical Report. Series No. 849. Geneva, 1995.<br />

12. Yokogawa M. Paragonimus and paragonimosis. Adv Parasitol,<br />

1969;7:375-387.


Capítulo<br />

54<br />

Esquistosomiasis<br />

por Schistosoma mansoni*<br />

Naftale Katz • Paulo Z. Coelho<br />

Antecedentes históricos<br />

Fue Theodore Bilharz, patólogo alemán, quien por primera vez<br />

identificó al agente etiológico de la esquistosomiasis en Egipto.<br />

En 1851 envió una carta a su profesor de parasitología en la<br />

Universidad de Friburgo relatando haber encontrado un helminto<br />

blanco y largo en la sangre de la vena porta al que se<br />

denominó Distomum (dos bocas) haematobium (por estar en la<br />

sangre). Al año siguiente, describió las hembras del helminto al<br />

encontrar numerosos vermes cuando observó contra la luz a<br />

todo el mesenterio, identificó a gusanos en movimiento dentro<br />

de las venas; ese mismo año Bilharz describió el canal ginecóforo<br />

donde la hembra se aloja en el cuerpo del macho. Relata<br />

también haber encontrado muchos huevos ovalados que tenían<br />

una espícula dentro del útero de la hembra. En 1852, von Siebold<br />

designó con el nombre de Bilharz a este notable descubrimiento<br />

en el congreso realizado en Gotha, Alemania. Era la<br />

primera vez que se describe un trematodo sanguíneo. Pocos<br />

años después Weinland (1858) sugirió que el género se llamara<br />

Schistosoma (cuerpo hendido), debido a que el gusano por tener<br />

sólo una cavidad oral no podía ser llamado Distoma (dos bocas).<br />

A partir de esta fecha, la enfermedad se denomina bilharziasis,<br />

especialmente en África, y el parásito Schistosoma haematobium.<br />

Posteriormente, se produjo una discusión entre los que encontraban<br />

huevos con espícula lateral y con espícula terminal.<br />

A partir de 1900, Patrick Manson, médico inglés, creador de la<br />

Medicina Tropical, describió la existencia de huevos con espícula<br />

lateral en el intestino y heces, y huevos con espícula terminal<br />

en la orina. En 1903, con su genial intuición, basándose en<br />

el examen de un paciente inglés que vivió largos años en varias<br />

islas del Caribe y que presentaba huevos de esquistosoma con<br />

espícula lateral, sugirió que posiblemente existían dos especies<br />

de Schistosoma, una con huevos con espícula lateral que eran<br />

depositados en el recto, y otros que infectaban indiscriminadamente<br />

al recto y la vejiga urinaria con espícula terminal. 11<br />

En 1907, Sambon, parasitólogo italiano, propone a la Sociedad<br />

Zoológica de Londres la creación de una nueva especie<br />

de parásito del humano, denominado Schistosoma mansoni en<br />

homenaje a Patrick Manson, con base en la observación de<br />

huevos con espícula lateral, exclusivamente en las heces de pacientes<br />

del Congo y otras regiones geográficas de África y en las<br />

Indias Occidentales (Caribe), por la descripción morfológica<br />

de un macho parásito único en mal estado de conservación. 16<br />

La enfermedad de Katayama habría sido descrita por<br />

Fujii en el Japón en 1847 y publicada en 1909. En 1882, un<br />

huevo del parásito, muy similar al de los trematodos de gatos,<br />

fue encontrado en heces e hígado de pacientes. En 1904, el<br />

investigador japonés F. Katsura publicó la observación de trematodos<br />

parásitos en gatos de Yamanashi y denominó al parásito<br />

como Schistosoma japonicum. 16<br />

En el Continente Americano el primer relato sobre un enfermo<br />

que se había infectado en las Indias Occidentales, lo hizo<br />

Manson. Los primeros casos de la enfermedad fueron descritos<br />

por González Martínez en 1904 en Puerto Rico, por Souto en<br />

Venezuela y por Pirajá da Silva en 1908, en Bahía, Brasil, posteriormente<br />

por Flu en la Guyana en 1911, entre otros.<br />

Es importante señalar la enorme contribución efectuada<br />

por Pirajá da Silva, gran investigador brasileño. Publicó su primer<br />

trabajo sobre el hallazgo de huevos con espícula lateral en<br />

heces en varios pacientes. Realizó la necropsia de tres casos,<br />

encontrando un gusano en los dos primeros y 24 en el último<br />

(machos y hembras aisladas y en cópula). Describió además la<br />

morfología de los gusanos, a los que fotografió y con una gran<br />

exactitud describe la observación de huevos con espícula lateral<br />

en el útero de la hembra; esa fue la prueba que Loos, parasitólogo<br />

alemán que trabajaba en El Cairo, necesitaba para que la<br />

teoría dualista fuese aceptada. Es histórica la discusión de cien-<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

406


CAPÍTULO 54 Esquistosomiasis por Schistosoma mansoni 407<br />

tíficos de diferentes nacionalidades en que se debatía el apoyo a<br />

la teoría unicista o dualista referida a una o dos especies de<br />

Schistosoma. La descripción de Pirajá da Silva de los helmintos,<br />

los huevos (del útero de las hembras), de la eclosión de miracidio,<br />

y posteriormente (1912) de la eliminación de Cercaria<br />

blanchard por un caracol, fueron contribuciones fundamentales<br />

para que la nueva especie de Schistosoma mansoni fuese aceptada.<br />

Es importante señalar que los trabajos de Pirajá da Silva<br />

han sido publicados en revistas científicas de Brasil, Francia e<br />

Inglaterra. Los investigadores Sambon y Leiper (1916), que<br />

describen el ciclo evolutivo de S. mansoni identificando los caracoles,<br />

hospederos intermediarios de cada una de las especies<br />

(Bulinus para S. haematobium y Biomphalaria para S. mansoni),<br />

desconocieron y aminoraron las valiosas contribuciones del investigador<br />

brasileño. 16 Adolfo Lutz merece ser destacado por la<br />

publicación sobre el ciclo de S. mansoni en el Brasil, confirmando<br />

los datos obtenidos por Leiper, un año antes.<br />

Recientemente se ha conmemorado el primer centenario<br />

del descubrimiento y la descripción de Schistosoma mansoni en<br />

el Brasil por Pirajá da Silva, 1908; es necesario destacar su participación<br />

esencial en la descripción del parásito, lo que consolidó<br />

la teoría dualista al probar la existencia de dos especies diferentes:<br />

S. mansoni y S. haematobium.<br />

Definición<br />

Esquistosomiasis<br />

por Schistosoma mansoni<br />

Enfermedad producida por la presencia en los vasos viscerales<br />

portohepáticos del trematodo digénico, Schistosoma mansoni.<br />

Los huevos depositados en los tejidos, especialmente intestino<br />

y parénquima hepático, provocan una reacción inflamatoria<br />

granulomatosa, elemento fundamental de la patogenia. La enfermedad<br />

tiene un ciclo evolutivo complejo, donde caracoles<br />

de agua dulce del género Biomphalaria, son hospederos intermediarios,<br />

y son hospederos definitivos diversos mamíferos, de<br />

los cuales el humano es el principal.<br />

Clasificación<br />

Phylum: Platyhelminthes<br />

Clase: Trematoda<br />

Subclase: Digenea<br />

Orden: Strigeida<br />

Familia: Schistosomatidae<br />

Género: Schistosoma<br />

Especie: mansoni<br />

El género Schistosoma incluye otras especies que infectan al ser<br />

humano y que no mantienen su ciclo biológico en el Continente<br />

Americano, ellos son: Schistosoma haematobium y Schistosoma<br />

intercalatum (Continente Africano), Schistosoma japonicum<br />

y Schistosoma mekongi (Continente Asiático).<br />

Biología<br />

En el género Schistosoma, los gusanos presentan sexos separados<br />

(machos y hembras). Los helmintos maduros pueden tener más<br />

de 1 cm de largo, siendo la hembra más delgada y más larga que<br />

el macho. Se aloja en el canal ginecóforo del macho.<br />

Ciclo biológico de S. mansoni<br />

Presenta las siguientes formas evolutivas: esquistosómula, gusano<br />

adulto (machos y hembras), huevo, miracidio, esporoquiste<br />

y cercarias.<br />

Esquistosómula<br />

La cercaria de S. mansoni, inmediatamente después de su penetración,<br />

pierde su estructura, es decir, el contenido glandular<br />

y el glucocálice. En el sitio de penetración las esquistosómulas<br />

no aumentan su peso; se fijan al tejido hipodérmico por algunos<br />

días; después del cuarto día de infección llegan a los vasos<br />

pulmonares vía corazón derecho. En esta fase tampoco aumentan<br />

en forma significativa su masa corporal y asumen una forma<br />

vermiforme para adaptarse a los capilares pulmonares. Después<br />

de ocho días las esquistosómulas salen de los vasos<br />

pulmonares y se ubican en el sistema circulatorio visceral portal<br />

hepático, donde aumentan la masa corporal. Su morfología se<br />

modifica, constituyendo entidades denominadas gusanos jóvenes.<br />

Una infección única origina gusanos jóvenes en diferentes<br />

estados evolutivos. 3<br />

Gusano adulto<br />

Los helmintos se ubican en la luz de los vasos del sistema portal<br />

hepático de los hospederos vertebrados. El gusano macho tiene<br />

13 mm de largo por 1.1 mm de ancho. Presenta dos ventosas<br />

en su parte anterior, una ventosa oral que rodea la boca y otra<br />

en los vasos venosos o acetábulo, con una gran masa muscular<br />

que permite la fijación de los gusanos machos contra la corriente<br />

sanguínea. El macho presenta un canal formado por pliegues<br />

de los márgenes del cuerpo llamado ginecóforo, en el cual se<br />

instala la hembra (figura 54-1). El cuerpo está cubierto por un<br />

tegumento que tiene pequeños tubérculos y microespinas. Este<br />

tegumento está constituido por siete capas laminadas que se<br />

renuevan constantemente, y permiten la entrada de nutrientes<br />

para los gusanos. Debajo del tegumento se encuentran músculos<br />

circulares y longitudinales y fibras nerviosas que permiten la<br />

gran motilidad de los vermes. El esófago se inicia en la boca, es<br />

bifurcado y se une en la parte media del parásito; se continúa<br />

como ciego único que no tiene apertura anal. La eliminación<br />

de la sangre digerida se efectúa a través de regurgitación. En S.<br />

mansoni existen seis a nueve masas testiculares; éstas tienen<br />

apertura testicular; se conectan formando un canal deferente<br />

único que se dilata, constituyendo la vesícula seminal que se<br />

abre al poro genital situado al comienzo del canal ginecóforo,<br />

por donde sale el esperma que irá a fecundar a la hembra que se<br />

aloja allí, ya que el gusano no posee órgano copulador.


408 PARTE II Parasitología humana<br />

La hembra es más larga y más delgada que el macho. Sus<br />

dimensiones son de 10 a 20 mm de largo por 1 mm de ancho.<br />

También tiene dos ventosas oral y ventral y acetábulo. El tegumento<br />

de la hembra es liso con pocos tubérculos. El sistema<br />

digestivo es similar al del macho. El ciego de la hembra contiene<br />

hematina (por digestión de elementos sanguíneos). El ovario<br />

es único, está ubicado en la mitad anterior del gusano. Del<br />

ovario sale un oviducto corto que llega al ootipo, que continúa<br />

con el útero que termina en el poro genital, localizado ventral y<br />

posteriormente al acetábulo. Por lo general existe apenas un<br />

huevo en el útero. La parte más voluminosa del aparato genital<br />

femenino está constituida por las glándulas vitelínicas. De ellas<br />

sale un canal que llega al oviducto. La hembra coloca alrededor<br />

de 300 a 400 huevos al día (la hembra de S. japonicum<br />

cerca de 1 000 huevos diarios), en los capilares de la submucosa<br />

de la vena mesentérica inferior.<br />

Al igual que en otros trematodos digénicos, los gusanos<br />

adultos de S. mansoni no tienen aparato circulatorio. Los fluidos<br />

se distribuyen a todo el cuerpo por contracciones musculares,<br />

constituyendo así un sistema circulatorio abierto.<br />

Huevo<br />

Los huevos de S. mansoni tienen forma oval, con un espículo<br />

lateral que lo hace muy característico. El huevo de S. haematobium<br />

tiene una espícula terminal y el huevo de S. japonicum<br />

también presenta un espículo lateral o residual o inexistente.<br />

En S. mansoni el huevo mide alrededor de 150 mm de<br />

longitud por unos 65 mm de ancho. Los huevos inmaduros se<br />

colocan (primera fase); después se desarrollan la segunda, tercera<br />

y cuarta etapas, sexto día a la forma madura, cuando el miracidio<br />

ha sido completamente formado. El huevo maduro<br />

eliminado con las heces, en contacto con el agua, se rompe,<br />

dando la salida al miracidio (figura 54-2).<br />

Miracidios<br />

Es el primer estadio de vida libre del parásito. Tiene 150-170<br />

micras de largo por 60-70 micras de ancho. Presenta un cuerpo<br />

ovalado cubierto de placas ciliares. En la parte anterior está<br />

el terebratorio que tiene funciones táctiles relacionadas con el<br />

proceso de penetración. El miracidio tiene un par de glándulas<br />

de adhesión y una de penetración. En el cuerpo presenta dos<br />

pares de células flamas o en llama (aparato excretor primitivo),<br />

masa neuronal y células germinativas. Estas últimas tienen relación<br />

con la producción de esporoquistes en el caracol (figura<br />

54-3).<br />

Esporoquistes<br />

Figura 54-3. Miracidios penetrando en el caracol (Biomphalaria<br />

spp.).<br />

Cuando el miracidio penetra en el hospedero intermediario,<br />

pierde las células ciliares, el terebratorio, las glándulas de penetración<br />

y otras estructuras. Es importante señalar que el miracidio<br />

que sobrevive en medio acuático muda a esporoquiste<br />

primario que sólo sobrevive en medio isotónico; 48 horas después<br />

de la penetración, se aprecia un saco alargado, lleno de células<br />

germinales que constituye el esporoquiste primario. Después<br />

de ocho días éste aumenta de tamaño (1.5 mm de largo por<br />

150 mm de ancho) y contiene 40-60 células germinales. A los<br />

15 días el esporoquiste primario madura y los secundarios rompen<br />

la pared y migran al hepatopáncreas y glándulas reproductivas<br />

(ovotestis) del caracol. Dentro de los esporocitos secundarios<br />

las células germinativas se transforman en cercarias, las que<br />

atraviesan la pared del esporoquiste y caen al sistema circulatorio,<br />

donde son influenciadas por la luz y la temperatura, emergen<br />

por la región cefalopodal, llegando así al medio acuático. La<br />

evolución dentro del molusco es de alrededor de 30 días.<br />

Cercaria<br />

La cercaria es un organismo adaptado a la vida acuática, como<br />

el miracidio que le dio origen. Las cercarias tienen cuerpo y<br />

cola. El cuerpo mide 0.2 mm por 0.7 mm y la cola 300 mm. La<br />

cola es bifurcada (furocercaria). El cuerpo tiene una ventosa<br />

oral rudimentaria y una ventosa ventral musculosa y prominente.<br />

El cuerpo está revestido por tubérculos con pequeñas<br />

espinas. Tiene tubo digestivo primitivo, sistema nervioso rudimentario,<br />

glándulas de penetración, sistema excretor y grandes<br />

fibras musculares longitudinales y circulares.<br />

Ciclo evolutivo<br />

El ciclo de vida de S. mansoni es complejo. Presenta dos fases<br />

parasitarias, una en el hospedero definitivo (vertebrados) y otra<br />

en el hospedero intermediario (invertebrados). Dos de sus formas<br />

evolutivas, miracidio y cercaria, están adaptadas para so-


CAPÍTULO 54 Esquistosomiasis por Schistosoma mansoni 409<br />

brevivir en medio acuático. Los gusanos adultos, normalmente,<br />

se encuentran en los vasos venosos del sistema porta del hombre<br />

y de otros mamíferos. Estos vermes se fijan apareados con<br />

la hembra alojada en el canal ginecóforo del macho. Las hembras<br />

migran desde los capilares de la submucosa de la pared<br />

intestinal, donde depositan los huevos. Éstos pueden progresar<br />

hasta el lumen intestinal y ser eliminados con las heces, pero<br />

parte de ellos son retenidos en los tejidos y desde allí son llevados<br />

pasivamente por la corriente sanguínea hasta el hígado. Los<br />

huevos son eliminados inmaduros y demoran hasta seis días<br />

para madurar. Por enzimas proteolíticas secretadas por las<br />

membranas internas del huevo y del miracidio, como por la<br />

reacción inflamatoria del hospedero, van avanzando a través de<br />

los tejidos hasta alcanzar la luz intestinal.<br />

Los huevos maduros permanecen viables hasta 12 días en<br />

la pared intestinal. Se estima que sólo 50% de los huevos maduros<br />

se eliminan con las deposiciones, de los cuales un 95%<br />

son viables. Cuando los huevos encuentran agua, los miracidios<br />

eclosionan y nadan activamente en busca del hospedero intermediario.<br />

El fototropismo positivo, la temperatura (de 26 a<br />

28°C) y la baja osmolaridad del agua, son factores que facilitan<br />

la eclosión del miracidio. El miracidio nada velozmente y tiene<br />

poco tiempo (no más de 6-8 horas) para encontrar al caracol.<br />

La penetración se efectúa por el pie o por la antena, y ventralmente<br />

por otra parte blanda del molusco, todos del género<br />

Biomphalaria. Después de la penetración, el miracidio se transforma<br />

en esporoquiste primario, el cual a través de multiplicación<br />

se transforma en esporoquiste secundario. Éstos eclosionan<br />

y migran a las glándulas reproductivas y digestivas del<br />

caracol. En estos órganos el esporoquiste secundario produce<br />

miles de cercarias. Se estima que un miracidio puede originar<br />

hasta 300 000 cercarias, siempre del mismo sexo; este ciclo<br />

dura 30 días (figura 54-4A y B).<br />

En Sudamérica y el Caribe, tres especies del género<br />

Biomphalaria son transmisoras: B. glabrata, B. straminea y B.<br />

tenagophila. La eliminación de cercarias se produce mayormente<br />

entre 10 y 14 horas. Las cercarias pueden sobrevivir hasta dos<br />

días en el agua, pero su actividad infectante decrece en forma<br />

importante después de estar seis horas en el agua. Las cercarias<br />

tienen movimientos rápidos, con un geotropismo negativo. Al<br />

encontrar al hospedero definitivo, el hombre u otro mamífero,<br />

penetran por la piel o mucosas, donde son atraídas por los lípidos<br />

y otras sustancias de esos tejidos. La cercaria se adhiere a la<br />

piel o mucosas, fijándose con su ventosa oral y con movimientos<br />

rápidos e intensos y utilizando las enzimas con actividad<br />

lítica producida por las glándulas de penetración; junto con<br />

una acción mecánica penetra la piel. En este proceso la cola se<br />

desprende. Después de la penetración, la cercaria se transforma<br />

en esquistosómula; éstas permanecen por 2 a 3 días en la piel,<br />

donde muchas mueren y otras son llevadas al corazón derecho<br />

y después a los pulmones. Por vía sanguínea llegan a las arterias<br />

pulmonares, capilares alveolares y son llevadas al corazón izquierdo.<br />

Desde allí los parásitos por vía sanguínea son diseminados<br />

por el organismo, hasta llegar al sistema portal intrahepático.<br />

Allí permanecen y se transforman en gusanos adultos,<br />

4<br />

b<br />

1a<br />

b<br />

a<br />

I. S. haematobium Weinland 1958 II. S. japonicum Katsurada 1904<br />

Figura 54-4. Ciclo vital de Schistosoma: S. mansoni, S. haematobium<br />

y S. japonicum. A) Hospedero definitivo: el humano; los<br />

parásitos adultos habitan en los vasos mesentéricos. 1a: Pareja<br />

adulta de S. mansoni. 1b: Huevo maduro de S. mansoni (espolón<br />

lateral). 2: miracidio. B) Hospedero intermediario: caracoles<br />

acuáticos (p. ej., Planorbis boissyi, Australorbis glabratus).<br />

3a: Esporoquiste de primer orden (esporoquiste madre).<br />

3b: Esporoquiste de segundo orden (esporoquiste hijo). 4: Cercaria.<br />

I. Schistosoma haematobium: huevo con miracidio (¡espolón<br />

terminal!). Caparazones de caracoles que sirven de hospederos<br />

intermediarios de las especies: a) Bulinus truncatus; b) Bulinus<br />

globosus. II. Schistosoma japonicum: huevo con miracidio<br />

(minúsculo espolón lateral). Caparazones de caracoles que sirven<br />

de hospederos intermediarios de las especies: a, Schistosomophora,<br />

b, Oncomelania, c, Katayama.<br />

machos y hembras; alrededor de 30 días después de la penetración<br />

empiezan a poner huevos. La migración pulmonar se puede<br />

alcanzar también por vía transtisular.<br />

Las esquistosómulas en los alvéolos pulmonares rompen<br />

el parénquima, perforan la pleura y llegan a la cavidad peritoneal,<br />

atraviesan la cápsula de Glisson (o hepática) y llegan al sistema<br />

sanguíneo intrahepático. Los gusanos así alcanzan el sistema<br />

portal intrahepático, desde donde emigran a las tributarias<br />

de la mesentérica inferior, donde las hembras abandonan a los<br />

machos para efectuar la postura de huevos.<br />

A<br />

B<br />

3<br />

a<br />

b<br />

1b<br />

c<br />

a<br />

2


410 PARTE II Parasitología humana<br />

Patogenia y patología<br />

La interacción entre parásito y hospedero es compleja y es muy<br />

difícil separar la acción directa del gusano de la respuesta del<br />

hospedero infectado. Diversos factores influyen en la intensidad<br />

de esta interacción, en la patogenia, entre ellas, la carga<br />

parasitaria, el linaje del parásito, así como ciertas características<br />

de los pacientes como la edad, el estado nutritivo e inmunitario,<br />

la etnia y otros factores diversos. Existe consenso de que la<br />

carga parasitaria está asociada positivamente, al igual que la intensidad<br />

de la respuesta inflamatoria del hospedero. 5<br />

El gusano desarrolla constantemente mecanismos de escape<br />

de la respuesta inmune protectora del hospedero definitivo.<br />

Esto se realiza por la constante renovación de las capas del tegumento<br />

y por mimetización de proteínas del hospedero que<br />

son incorporadas o sintetizadas por el parásito.<br />

Es muy interesante señalar que S. mansoni, un metazoo<br />

que vive en la corriente sanguínea donde transitan todos los<br />

elementos de defensa del hospedero, tanto celulares como humorales<br />

de la respuesta inmunoprotectora, logra permanecer<br />

allí por décadas.<br />

Los gusanos tienen una vida media de 3 a 7 años, aunque<br />

existen casos humanos donde los vermes sobreviven por más de<br />

30 años. El huevo es el principal agente patógeno en la esquistosomiasis.<br />

La postura diaria fluctúa entre 300 y 400 huevos,<br />

de los cuales 50% son retenidos en los tejidos, especialmente en<br />

intestino, hígado y cualquier órgano del cuerpo humano.<br />

Granulomas con huevos han sido encontrados en todos los órganos<br />

y tejidos, como hígado, bazo, cerebro, médula espinal,<br />

corazón, riñones, testículos, ovarios y piel.<br />

Los huevos constituyen los elementos principales de la patogénesis<br />

de la esquistosomiasis. Aun en la etapa previa a la<br />

postura de huevos, las personas presentan sintomatología como<br />

dermatitis por la penetración de cercarias, y reacciones de hipersensibilidad<br />

derivadas de antígenos de las formas inmaduras,<br />

que en algunos casos originan fiebre, tos (el paso por el<br />

pulmón), aumento del bazo y eosinofilia, pero sin lugar a dudas<br />

la aparición de huevos es la que desarrolla de hecho la enfermedad<br />

esquistosomiásica. Los huevos maduran en los tejidos<br />

(figura 54-5), excretan por los poros una gran cantidad de<br />

proteínas, muchas de ellas potentes enzimas proteolíticas, que<br />

originan, en la fase aguda, una intensa reacción inflamatoria<br />

granulomatosa (figura 54-6a). En la fase aguda son comunes<br />

los granulomas necróticos exudativos que muchas veces exceden<br />

100 o más veces el tamaño de los huevos. Los granulomas<br />

evolucionan a una fase productiva que posteriormente cura por<br />

fibrosis (figura 54-6b). En la fase crónica, el hospedero consigue<br />

inmunomodular la respuesta granulomatosa que disminuye<br />

de intensidad. 2 La reacción granulomatosa impide la difusión<br />

a los tejidos de potentes enzimas proteolíticas producidas<br />

por los huevos. Se puede deducir que el granuloma inmunomodulado<br />

de la fase crónica va en beneficio del hospedero. A<br />

este respecto, en animales inmunosuprimidos en los que no se<br />

origina una reacción granulomatosa, se produce una extensa<br />

área de necrosis colicuativa (por digestión enzimática) alrededor<br />

del huevo, mucho mayor que la que se observa en la fase<br />

crónica granulomatosa.<br />

Otro fenómeno interesante es la denominada inmunidad<br />

concomitante, en que los gusanos adultos continúan sobreviviendo<br />

en el hospedero, pero nuevas infecciones son bloqueadas<br />

parcialmente debido a que los parásitos jóvenes mueren en<br />

la fase de esquistosómula. Esta inmunidad concomitante parece<br />

más intensa en el hombre después de los 14 años de edad; no<br />

existe en los niños menores.<br />

Los gusanos dentro de los vasos no originan lesiones importantes.<br />

Los vermes muertos, especialmente después de la<br />

utilización de fármacos esquistosomicidas, provocan embolización<br />

de los vasos pequeños del hígado, aunque estas alteraciones<br />

no originan consecuencias importantes.<br />

En la infección esquistosomiásica crónica existe una gran<br />

cantidad de granulomas hepáticos que producen acúmulos sucesivos<br />

en el espacio porta intrahepático, y originan una patología<br />

patognomónica que es la fibrosis periportal que tiene su<br />

expresión mayor en la fibrosis de Symmers, la cual se caracteriza<br />

por la peripileflebitis. La obstrucción de los vasos sanguíneos<br />

en los espacios porta provoca una dificultad en la circulación<br />

sanguínea visceral, originando hipertensión portal. Como<br />

consecuencia de esto se producen hepatomegalia, esplenomegalia<br />

y circulación venosa colateral, varices esofágicas y rectales.<br />

Aunque en la esquistosomiasis por lo general la función<br />

hepática se conserva, las varices se pueden romper, originando<br />

una pérdida masiva de sangre que puede provocar la muerte<br />

del paciente. 5<br />

Algunos enfermos presentan una respuesta inmunológica<br />

peculiar, con depósito de inmunocomplejos en la membrana<br />

basal glomerular del riñón. La destrucción de la membrana<br />

por la reacción inflamatoria puede llevar a la insuficiencia<br />

renal. Los antígenos responsables de la formación de los inmunocomplejos<br />

se originan en los procesos de regurgitación de<br />

los gusanos adultos. También en pacientes con anastomosis<br />

del plexo de Batson se puede producir un desplazamiento de<br />

los huevos y también de gusanos adultos que pueden llegar a<br />

la médula espinal, originando una radiculomielopatía, cuadro<br />

clínico grave que puede originar una paraplejía, muchas veces<br />

irreversible, aun después de terapia con corticoides y esquistosomicidas.<br />

19<br />

En síntesis, la esquistosomiasis es una enfermedad que<br />

tiene múltiples mecanismos fisiopatológicos, siendo la reacción<br />

granulomatosa alrededor del huevo el elemento fundamental<br />

de la patogenia. La fibrosis periportal y sus consecuencias<br />

en la hemodinámica visceral representan el cuadro más<br />

grave. Las lesiones a distancia por inmunocomplejos también<br />

tienen importancia clínica, principalmente en la función renal.<br />

Es importante señalar que los casos de mielorradiculopatía<br />

se están presentando con mayor frecuencia en la literatura<br />

científica.<br />

Por último, es importante consignar que la asociación de<br />

esquistosomiasis con otras patologías hepáticas, como hepatitis,<br />

leishmaniasis visceral, malaria, puede agravar el cuadro clínico.


CAPÍTULO 54 Esquistosomiasis por Schistosoma mansoni 411<br />

Epidemiología<br />

La esquistosomiasis humana existe desde hace más de 3 000<br />

años. Lesiones granulomatosas típicas y antígenos característicos<br />

de S. haematobium han sido encontrados en tejidos viscerales<br />

de momias egipcias.<br />

Alrededor de 70 millones de personas están infectadas por<br />

S. mansoni en África y América, y cerca de 350 millones de individuos<br />

viven en áreas de riesgo donde la transmisión se ha<br />

mantenido (OMS). 7<br />

La llegada de especies del género Schistosoma en América se<br />

produjo a través del mercado de esclavos traídos de África. No<br />

obstante estar infectados los esclavos africanos por S. mansoni<br />

y/o S. haematobium, sólo S. mansoni logró establecer su ciclo<br />

biológico; esto fue posible por la existencia de caracoles del género<br />

Biomphalaria, susceptible a S. mansoni (figura 54-7). De<br />

las diversas especies descritas en América sólo B. glabrata, B. tenagophila<br />

y B. straminea fueron encontradas en ambientes naturales<br />

eliminando cercarias y por consiguiente con importancia<br />

epidemiológica.<br />

La especie B. glabrata es la más importante en la transmisión,<br />

por su susceptibilidad a todos los linajes de S. mansoni;<br />

presenta alta producción de cercarias (hasta 18 mil al día), con<br />

amplia distribución geográfica, y es responsable de la mayoría<br />

de los focos de transmisión de la esquistosomiasis en América.<br />

Las especies B. tenagophila y B. straminea tienen importancia<br />

epidemiológica en Brasil, B. straminea en la región noreste<br />

y otras, y B. tenagophila en áreas endémicas del estado de São<br />

Paulo y en los estados del sureste y sur del país brasileño.<br />

Hoy en día, se ha establecido que el tráfico de esclavos<br />

africanos representa la fuente principal de introducción de la<br />

esquistosomiasis en el Continente Americano y en las Antillas.<br />

En la actualidad existe transmisión de la enfermedad en Brasil,<br />

Venezuela, Puerto Rico, Santa Lucía, Surinam y la República<br />

Dominicana. En el Caribe han disminuido en forma importante<br />

la prevalencia y la transmisión. En Venezuela, gracias al<br />

programa de control iniciado en 1940, el área de transmisión se<br />

ha reducido y la prevalencia, que se situaba alrededor de 14%<br />

en décadas pasadas, hoy en día se estima en menos de 2%. El<br />

número total (prevalencia) en el continente no se conoce; se<br />

estima que alcanza a los 6 a 8 millones de personas infectadas,<br />

de las cuales 90% son de Brasil (figura 54-8).<br />

Entre las condiciones observadas en las áreas endémicas<br />

de la esquistosomiasis, además de la presencia obligatoria de<br />

personas infectadas y de caracoles susceptibles, existe generalmente<br />

una falta de saneamiento básico y bajas condiciones<br />

socioeconómicas de las poblaciones expuestas. Existe desconocimiento<br />

de la población del ciclo vital de la enfermedad y de<br />

las medidas de prevención. Por este motivo, la transmisión progresa<br />

en áreas tropicales con condiciones precarias de saneamiento<br />

y poblaciones necesitadas.<br />

La prevalencia de la enfermedad presenta una curva típica<br />

con tasas y cargas parasitarias que se inician a los cinco años; la<br />

prevalencia alcanza un máximo a partir de los 10-14 años o 15-<br />

19; los hombres son los más infectados por mayor contacto con<br />

Figura 54-8. Schistosoma mansoni en el Continente Americano.<br />

agua contaminada, ya sea por causas profesionales u ocio. En<br />

este grupo etario la morbilidad de la enfermedad tiene su mayor<br />

impacto (figura 54-9). 9<br />

El contacto con agua contaminada con cercarias origina la<br />

infección en relación con actividades profesionales y domésticas<br />

(lavado de vajilla y ropa, ricicultores, torneros, horticultores, etc.)<br />

y recreativas (natación y pesca). Son frecuentes las infecciones de<br />

grupos que realizan actividades turísticas o religiosas. 10<br />

La costumbre de construir instalaciones sanitarias domésticas<br />

que evacuan los desechos directamente a los ambientes<br />

acuáticos, hábitat de los caracoles, complica enormemente el<br />

control de la enfermedad.<br />

100<br />

90<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

MÉXICO BELICE JAMAICA<br />

GUATEMALA HONDURAS<br />

NICARAGUA<br />

EL SALVADOR<br />

COSTA RICA PANAMÁ<br />

0<br />

CUBA<br />

ECUADOR<br />

REPÚBLICA DOMINICANA<br />

PUERTO RICO<br />

HAITÍ<br />

GUADALUPE<br />

ST. LUCÍA<br />

VENEZUELA SURINAME<br />

GUYANA GUYANA FRANCESA<br />

COLOMBIA<br />

PERÚ<br />

CHILE<br />

BOLIVIA<br />

ARGENTINA<br />

PARAGUAY<br />

URUGUAY<br />

BRASIL<br />

0-5 6-10 11-15 16-20 21-30 31-40 41-50 51-60 > 60<br />

Grupo etáreo<br />

Figura 54-9. Prevalencia de la infección por Schistosoma mansoni<br />

en una zona endémica de Minas Gerais en Brasil.


412 PARTE II Parasitología humana<br />

En relación con los reservorios vertebrados, varias órdenes<br />

de mamíferos presentan especies infectadas en la Naturaleza.<br />

Ciertos roedores de hábitos acuáticos (especialmente Nectomys<br />

y Holochilus) y bovinos de lechería, 20 tienen potencial para actuar<br />

en la manutención del ciclo evolutivo, aunque no existen<br />

pruebas que indiquen que tienen importancia epidemiológica.<br />

En Guadalupe existen dos linajes de S. mansoni con comportamiento<br />

diferente en relación con la eliminación de cercarias. El<br />

linaje adaptado a roedores de hábitos nocturnos, elimina cercarias<br />

de B. glabrata en horas crepusculares y el linaje que deriva<br />

de seres humanos elimina cercarias durante el día.<br />

No existen dudas de que el humano es el hospedero de<br />

vertebrados más importante en la epidemiología de la esquistosomiasis<br />

mansoni. Entre los factores importantes que favorecen<br />

la expansión de la infección se puede mencionar la migración<br />

de personas infectadas a áreas donde existen caracoles del género<br />

Biomphalaria potencialmente susceptibles a la infección;<br />

también la dispersión de especies de Biomphalaria susceptibles<br />

(principalmente B. glabrata) hacia áreas donde las condiciones<br />

de saneamiento básico son precarias.<br />

La presencia de una infección activa en adultos dificulta el<br />

desarrollo de nuevos gusanos originados por reinfecciones (inmunidad<br />

concomitante). Los niños se infectan más fácilmente,<br />

aumentando así su carga parasitaria. Se ha demostrado que personas<br />

con títulos altos de IgE específica y bajos títulos de IgG4<br />

específica (que compite con los sitios de IgE en relación con los<br />

antígenos del parásito) son más resistentes a la infección. 6<br />

En relación con el impacto de la enfermedad sobre distintas<br />

etnias, hay trabajos que señalan que la raza negra presenta<br />

menos formas clínicas hepatoesplénicas de la enfermedad.<br />

Existe una relación directa entre la prevalencia de la parasitosis<br />

en la población humana con las formas hepatoesplénicas. Existe<br />

también una relación directa entre la prevalencia e intensidad<br />

de la infección y la cantidad de huevos eliminados por las<br />

heces. Es interesante mencionar que cuando la prevalencia es<br />

menor al 20%, las formas hepatoesplénicas son raras. Cuando<br />

la prevalencia es mayor a 40%, el porcentaje de formas hepatoesplénicas<br />

fluctúa entre 5-12%.<br />

La vida media de S. mansoni parece ser de 3 a 7 años. Existen<br />

publicaciones en que las personas parasitadas siguen eliminando<br />

huevos de S. mansoni, después de haber salido de zonas<br />

endémicas hace más de 30 años.<br />

Clínica<br />

La clasificación que se describe fue elaborada por un grupo de<br />

especialistas brasileños que se reunieron en Porto Alegre en<br />

marzo de 2008, durante el 44° Congreso de la Sociedad Brasilera<br />

de Medicina Tropical, a petición del Ministerio de Salud<br />

(cuadro 54-1).<br />

1. Fase inicial. Comienza inmediatamente después de la penetración<br />

de las cercarias en la piel. Las manifestaciones<br />

alérgicas predominan en esta fase. Aparte de las alteraciones<br />

cutáneas, pueden presentarse otras manifestaciones.<br />

La forma aguda se puede dividir en: asintomática o<br />

sintomática. En la última, después del contacto infectante,<br />

los pacientes se quejan de prurito con micropápulas en<br />

la piel. Antígenos de las cercarias originan la dermatitis.<br />

Este cuadro es transitorio y dura 24 a 72 horas. La forma<br />

aguda grave, llamada también toxemia o fiebre de Katayama<br />

(cuando es producida por S. japonicum), se origina<br />

habitualmente después del inicio de la postura de huevos<br />

por los helmintos; el cuadro clínico se caracteriza por<br />

presentar fiebre, tos seca, diarrea con heces mucosanguinolentas,<br />

transpiración, astenia, cefalea, dolor en hipocondrio<br />

derecho, entre otros síntomas. Estos síntomas<br />

persisten durante pocos meses, con tendencia espontánea<br />

a reducción de la sintomatología, o agravación que pueda<br />

originar la muerte de los pacientes. 21<br />

A fin de efectuar el diagnóstico es necesario conocer<br />

los antecedentes epidemiológicos (últimos dos meses). La<br />

existencia de contacto con agua contaminada, especialmente<br />

de grupos de personas donde varias presentan síntomas<br />

similares y la eosinofilia alta, son elementos que orientan<br />

al diagnóstico de esquistosomiasis aguda. Los huevos<br />

en las deposiciones por lo general se observan después del<br />

día 40 posinfección. La serología puede ser orientadora de<br />

utilizar la determinación de anticuerpos IgA y del anti-<br />

KLH (Keylimphet haemocianine). La biopsia hepática puede<br />

demostrar granulomas en etapa necrótica-exudativa, lo<br />

cual es patognomónico de la enfermedad.<br />

2. Fase tardía. La fase crónica se presenta después del sexto<br />

mes de infección. Esta clasificación se basa en el órgano más<br />

comprometido; así, existe la forma hepatointestinal cuando<br />

se afectan principalmente los intestinos, presentando los<br />

síntomas correspondientes y granulomas hepáticos productivos<br />

con o sin hepatomegalia. Las principales manifestaciones<br />

clínicas son desánimo, indisposición para el trabajo,<br />

mareos, cefalea, diarrea o constipación; ocasionalmente hay<br />

evacuaciones disenteriformes. Estos signos y síntomas son<br />

similares a los que se observan en individuos parasitados por<br />

helmintos intestinales; las heces sanguinolentas son significativas<br />

en la esquistosomiasis. Al examen físico existe dolor<br />

al palpar el colon, hígado palpable de consistencia aumentada,<br />

ocasionalmente hay hipertrofia del lóbulo izquierdo con<br />

superficie irregular. En las zonas endémicas la mayoría de la<br />

población infectada es oligosintomática o asintomática.<br />

Forma hepática<br />

Se caracteriza por la fibrosis hepática sin hipertensión portal y<br />

sin esplenomegalia. Los signos y síntomas son muy similares a<br />

la forma hepatointestinal. La ultrasonografía abdominal revela<br />

fibrosis hepática moderada o intensa.<br />

Forma hepatoesplénica<br />

Es la más grave y se caracteriza por el crecimiento de hígado y<br />

del bazo que se palpa bajo el reborde costal, endurecidos y con


CAPÍTULO 54 Esquistosomiasis por Schistosoma mansoni 413<br />

superficie irregular. Son diversas las variantes clínico-evolutivas<br />

de la forma hepatoesplénica (cuadro 54-2).<br />

El diagnóstico de la forma hepatoesplénica debe efectuarse<br />

siempre con la ayuda de exámenes complementarios. Hoy en<br />

día, la ultrasonografía, por ser un examen no invasivo, ha sido<br />

preferida para realizar el diagnóstico. En esta forma la presencia<br />

de hipertensión portal origina esplenomegalia y varices esofágicas.<br />

Las varices se pueden romper y si no existe asistencia de<br />

emergencia, ello puede provocar la muerte del paciente. En la<br />

esquistosomiasis (a diferencia de la cirrosis hepática), la capacidad<br />

funcional hepática está conservada sin evidencia de insuficiencia<br />

hepática. El hiperesplenismo se puede manifestar por<br />

leucopenia y plaquetopenia. Las formas complicadas se originan<br />

por el compromiso de otros órganos. La forma vasculopulmonar<br />

tiene dos variedades clínicas importantes: la hipertensión<br />

y la cianosis. Otra complicación es la glomerulopatía que<br />

compromete los riñones en 10 y 15% de los pacientes con la<br />

forma hepatoesplénica, constituyendo el síndrome nefrótico su<br />

manifestación más común.<br />

La forma neurológica se origina por la presencia de huevos<br />

y de granulomas, aunque también se han encontrado gusanos<br />

en el tejido nervioso. La lesión más frecuente es la mielitis<br />

transversa. Esta mielitis se presenta con mayor frecuencia en<br />

pacientes con las formas agudas, en mayor proporción que<br />

en las formas crónicas. El diagnóstico presuntivo se efectúa por<br />

medio de la resonancia magnética. En caso de alta sospecha de<br />

esquistosomiasis medular, la terapia debe ser aplicada rápidamente<br />

con esquistosomicidas y corticoterapia, con el fin de<br />

evitar secuelas graves (paraplejía). Otras localizaciones han sido<br />

publicadas al observar huevos o granulomas en diferentes órganos<br />

y tejido del humano.<br />

En la forma seudoneoplásica existen formaciones tumorales<br />

producidas por reacciones tisulares exacerbadas alrededor de<br />

huevos o gusanos adultos. Muchas veces el diagnóstico se realiza<br />

por biopsia quirúrgica.<br />

En la esquistosomiasis puede presentarse asociación con<br />

otras patologías, que influye en el curso de la enfermedad. Entre<br />

ellas se puede mencionar Salmonella, que origina una septicemia<br />

salmonelósica prolongada, otras enterobacterias, el absceso<br />

hepático (por Staphylococcus aureus) y otras hepatopatías<br />

(virus de hepatitis B y C).<br />

En pacientes inmunosuprimidos debe considerarse la posibilidad<br />

de una hepatitis tóxica con ausencia de granulomas,<br />

reducido número o ausencia de huevos en heces, por la menor<br />

reacción inflamatoria, diseminación de huevos por varios tejidos<br />

y menor eficacia de fármacos esquistosomicidas, especialmente<br />

el praziquantel, que actúa más eficazmente cuando existe<br />

inmunorrespuesta específica contra el parásito.<br />

Diagnóstico clínico<br />

de laboratorio<br />

El cuadro clínico, por ser bastante polimórfico, sólo orienta al<br />

diagnóstico. Por este motivo es necesario recurrir a exámenes<br />

de laboratorio. Hay técnicas de laboratorio directas e indirectas.<br />

Los métodos directos demuestran la presencia de huevos de<br />

S. mansoni en heces o en tejidos y más recientemente presencia<br />

de antígenos circulantes, o del DNA del parásito.<br />

Métodos directos<br />

Métodos coproscópicos<br />

La detección de huevos de S. mansoni en heces debe ser efectuada<br />

por el método de Kato-Katz, que, además de ser fácil de<br />

ejecutar, es rápido y permite conservar las láminas por más<br />

de un año. El método de Kato-Katz puede ser cualitativo o<br />

cuantitativo, determinando el número de huevos en las heces. 14<br />

En áreas de baja prevalencia, o después de la terapia, la repetición<br />

del Kato-Katz permite aumentar los casos que se diagnostican.<br />

Otra técnica muy utilizada es la sedimentación espontánea<br />

o Lutz, conocida también como de Hoffman, Pons y James<br />

(HPJ). Es una buena técnica cualitativa, pero no permite cuantificar<br />

la intensidad de la infección ni el control de calidad. Es<br />

un método más engorroso y lento que el de Kato-Katz.<br />

A fin de obtener la eclosión de miracidios es necesario que<br />

existan condiciones para que esto se produzca (luz, medio hipotónico<br />

y calor); así se observa nadar a los miracidios hacia la<br />

superficie. El proceso es lento y exige agua en buenas condiciones<br />

(para que no exista confusión con protozoos de vida libre),<br />

lo cual dificulta su observación en estudios en terreno.<br />

Detección de antígeno circulante<br />

del parásito<br />

Se emplea ELISA de captura. Se fijan anticuerpos monoclonales<br />

en las placas y se investiga la presencia de antígenos en el<br />

suero u orina de los pacientes. Esta técnica tiene alta especificidad<br />

y baja sensibilidad en los pacientes con escasa carga parasitaria.<br />

Detección de DNA de S. mansoni en heces<br />

Método desarrollado recientemente con un gran potencial<br />

diagnóstico. Tiene alta sensibilidad y especificidad, detectando<br />

cantidades mínimas de ácidos nucleicos de los huevos de S.<br />

mansoni en las heces. Aunque es de alto costo y necesita de<br />

equipamiento especial, es probable que en un futuro próximo<br />

pase a ser el método de elección para el diagnóstico.<br />

Otras técnicas directas<br />

Biopsia rectal. Consiste en obtención de fragmentos de la mucosa<br />

rectal para observar huevos en diferentes estados de evolución.<br />

El examen es cruento y de muy difícil aceptación por la<br />

población en las zonas endémicas. 26<br />

Biopsia hepática. Sólo se utiliza para casos graves cuando los<br />

métodos diagnósticos habituales no permiten una conclusión<br />

definitiva. Ocasionalmente permite efectuar el diagnóstico diferencial<br />

con otras hepatopatías.


414 PARTE II Parasitología humana<br />

Métodos indirectos<br />

Se basan en procesos inmunológicos, especialmente en la detección<br />

de anticuerpos. La presencia de anticuerpos no indica<br />

infección activa, porque incluso pueden permanecer años después<br />

de la cura parasitológica. Todavía son utilizados en áreas<br />

de baja prevalencia para ayudar en la pesquisa de falsos portadores<br />

negativos en el examen de heces. 13<br />

Principales reacciones utilizadas<br />

Reacción de ELISA. En placas de poliestireno se absorben los<br />

antígenos solubles para identificación de anticuerpos IgG, IgM<br />

e IgA. IgA es más frecuente en forma aguda, al igual que la<br />

presencia de anti-KLH (Keylimphet haemocianine); antígeno<br />

encontrado en moluscos marinos.<br />

Reacción periovular. Cuando los huevos maduros de S. mansoni<br />

se incuban en lámina de vidrio con suero de pacientes con<br />

esquistosomiasis, se producen reacciones de precipitación hialina<br />

que se observan como glóbulos o en cadena (similar al cuerpo<br />

y proglótides de Taenia); ésta es una técnica sensible y específica,<br />

pero muy laboriosa. Es importante señalar que es la<br />

única reacción inmunológica que se negativiza a los ocho meses<br />

después de la curación. 22<br />

Intradermorreacción. Fue abandonada totalmente en los estudios<br />

epidemiológicos, por presentar un gran número de falsos<br />

positivos en adultos y falsos negativos en los niños menores.<br />

Además se necesita aplicar un extracto de gusanos adultos a los<br />

pacientes. Por lo general persiste positiva después de la curación<br />

de los enfermos.<br />

Tratamiento<br />

En la actualidad, dos son los fármacos que se usan en el tratamiento<br />

clínico en América, la oxamniquina y el praziquantel.<br />

4,12 La oxamniquina es un derivado de la hidroxiquinolina;<br />

debe ser administrada en dosis única oral de 20 mg/kg de peso<br />

en niños (hasta 15 años) y 15 mg/kg en adultos. De preferencia<br />

se administra después de cenar. Como no hay la posibilidad de<br />

su administración en la noche, el ideal es que el paciente haga<br />

reposo en casa por los posibles efectos secundarios que pueden<br />

ponerlo en riesgo al manejar vehículos, realizar trabajos intensos,<br />

etc. Con esta dosis, oxamniquina produce una curación de<br />

80-85% en adultos y 65-70% en niños. Los efectos adversos<br />

más frecuentes son: cefalea, temblores, somnolencia y náuseas;<br />

estos efectos duran por lo general algunas horas y tienen una<br />

intensidad leve o moderada. Es importante señalar que 0.5%<br />

de los pacientes tratados presentan alucinaciones y/o convulsiones;<br />

por este motivo el reposo es importante. 17 La oxamniquina<br />

destruye más a los gusanos machos, produciendo edema<br />

y necrosis de su tegumento con posterior aparición de lesiones<br />

“en bola”. Los gusanos lesionados se desprenden de las venas<br />

mesentéricas, y son arrastrados por la corriente sanguínea al<br />

hígado, donde son fagocitados. Los vermes inmaduros son más<br />

resistentes al tratamiento. 8<br />

Los pacientes que siguen eliminando huevos de S. mansoni<br />

después de la terapia, pueden, a partir del tercer mes, ser tratados<br />

de nuevo con el mismo fármaco. Se han descrito casos de<br />

cepas resistentes a la terapia, pero no existen evidencias de que<br />

esta resistencia sea un problema real para la salud pública. 15 La<br />

oxamniquina no tiene actividad en otras especies de esquistosoma<br />

que parasitan al humano. Hasta la fecha se ha tratado a más<br />

de 13 millones de enfermos sin que se haya registrado ningún<br />

caso fatal. 1<br />

El praziquantel, derivado pirazino-isoquinolínico, debe<br />

utilizarse en dosis de 65 mg/kg de peso en niños y de 50 mg/kg<br />

para adultos en una dosis única oral administrado después de<br />

una comida. La utilización simultánea de carbohidratos y/o lípidos<br />

con praziquantel, aumenta la absorción del medicamento<br />

y su concentración en la sangre. El porcentaje de curación es<br />

similar al descrito para oxamniquina. Los efectos secundarios<br />

más comunes son cefalea, dolor abdominal, diarrea, fiebre y<br />

reacciones urticariformes. 12,17<br />

El praziquantel, in vitro, origina en los gusanos contracciones<br />

tetánicas por interferencia con los canales de Ca, Mg y<br />

K. Experimentalmente en animales de laboratorio el praziquantel<br />

produce vacuolización del tegumento, parálisis y lesión<br />

“en bola”, originando un acarreo pasivo de gusanos al hígado,<br />

donde son fagocitados. 23 El praziquantel es más activo contra<br />

las hembras y las formas maduras de los gusanos. 25<br />

Se observó tolerancia de los gusanos al medicamento en<br />

Senegal, donde el porcentaje de curación fue más bajo. En otras<br />

regiones del mundo donde se utiliza el tratamiento masivo, una<br />

o más veces, no se ha demostrado resistencia y esto no representa<br />

un problema de salud pública.<br />

El praziquantel actúa contra todas las especies de Schistosoma<br />

que parasitan al hombre; presenta además un espectro amplio<br />

de actividad contra otras parasitosis del área médica y veterinaria.<br />

Se le ha utilizado también en el tratamiento de teniasis<br />

(Taenia solium, T. saginata e Hymenolepis nana) y de cisticercosis.<br />

Hasta la fecha se han tratado más de 53 millones de pacientes<br />

de todo el mundo, sin que se registren casos fatales.<br />

La terapia está indicada en todas las personas que presentan<br />

huevos viables de esquistosoma. El tratamiento se puede<br />

repetir en los pacientes no curados, empleando el mismo fármaco<br />

por segunda vez y si no hubiese curación se debe utilizar<br />

oxamniquina. Entre cada terapia deben transcurrir por lo menos<br />

tres meses, excepto las formas agudas o neurológicas, donde<br />

la terapia puede ser repetida al segundo mes si los pacientes<br />

siguen eliminando huevos en las heces. 18<br />

En zonas endémicas se ha observado que el tratamiento<br />

previene la aparición de formas hepatosplénicas, en especial<br />

cuando la terapia se efectúa en niños y jóvenes. 4,18 Por otra parte,<br />

muchos enfermos con hepatosplenomegalia inicial, después<br />

de la terapia, tienen una reducción del tamaño del hígado y/o<br />

bazo. En los enfermos con la forma hepatosplénica avanzada<br />

con hipertensión portal, la terapia debe efectuarse con supervisión<br />

médica directa, encaminada posteriormente a la remisión<br />

del paciente a cirugía por la descompresión del sistema portal,<br />

o a la extirpación del bazo, cuando su tamaño es excesivo.


CAPÍTULO 54 Esquistosomiasis por Schistosoma mansoni 415<br />

En la forma aguda moderada o toxémica, la terapia específica<br />

debe ser precedida por tratamiento con corticosteroides, y<br />

después de la administración de la terapia, especificando que el<br />

corticosteroide debe mantenerse por lo menos durante una semana.<br />

En los casos de neuroesquistosomiasis, los corticosteroides<br />

deben ser mantenidos por seis o más meses. 19<br />

Para el control de curación se emplean seis muestras de heces<br />

que deben ser examinadas por el método de Kato-Katz, de<br />

preferencia cuantitativo, 4 a 6 meses después del tratamiento.<br />

El examen de heces por el método de Kato-Katz cuantitativo<br />

permite clasificar el resultado del tratamiento, como curación,<br />

ineficaz o parcialmente eficaz. Esto último, si después de la terapia<br />

se demuestra una caída significativa del número de huevos<br />

de S. mansoni por gramo de heces (véase capítulo 94).<br />

Medidas preventivas<br />

La esquistosomiasis es una enfermedad originada por las condiciones<br />

económicas precarias de poblaciones que generalmente<br />

carecen de redes de alcantarillado y agua potable; el hombre es<br />

el principal vertebrado que mantiene la transmisión (figura<br />

54-10).<br />

La migración de poblaciones infectadas y la dispersión de<br />

especies de Biomphalaria complican el proceso de control y expansión<br />

de la enfermedad; para la esquistosomiasis existen dos<br />

tipos de control: morbilidad y transmisión. El control de la<br />

morbilidad tiene por objeto impedir (o disminuir) la aparición<br />

de formas graves en áreas endémicas. Para este control las medidas<br />

principales son el diagnóstico y el tratamiento. El control<br />

de la transmisión tiene por finalidad interrumpir el ciclo evolutivo<br />

del parásito. Para este objetivo, además del diagnóstico y<br />

tratamiento, se debe mejorar el saneamiento básico, control de<br />

los caracoles y modificaciones ambientales. La educación para<br />

la salud debe siempre acompañar a las medidas precedentes.<br />

Las medidas de control que tienen mayor impacto en la transmisión<br />

y en la morbilidad son:<br />

1. Saneamiento (redes de alcantarillado y agua potable).<br />

Sin duda es la medida más importante, ya que disminuye<br />

la transmisión en forma significativa. Tiene un efecto permanente,<br />

además de prevenir un gran número de otras<br />

enfermedades originadas por la contaminación ambiental<br />

por excreta humanas y utilización de agua de baja calidad.<br />

2. Tratamiento de la población infectada. Esta medida tiene<br />

necesariamente que ser implementada, ya que además<br />

de eliminar al agente causal, que a diario estaría produciendo<br />

huevos y, con ello, favoreciendo el desarrollo de la<br />

enfermedad hacia cuadros clínicos más graves, los pacientes<br />

tratados en la etapa inicial presentan una regresión de<br />

las formas clínicas graves de la enfermedad, con reducción<br />

del tamaño del hígado y del bazo. El tratamiento con esquistosomicidas<br />

debe efectuarse siempre en gran escala,<br />

considerando que si la enfermedad está presente en más<br />

de 50% de la población, toda la comunidad tiene que recibir<br />

tratamiento (tratamiento masivo). La terapia debe<br />

ser repetida cada año, o más a menudo, de acuerdo con la<br />

intensidad de la parasitosis en el área endémica. Con el<br />

tratamiento a gran escala efectuado en varios países se logró<br />

una reducción importante de las formas hepatosplénicas<br />

junto a una disminución de la prevalencia e incidencia.<br />

1 Es importante señalar que en la mayoría de las áreas<br />

donde la intervención de los programas de control no<br />

consideró simultáneamente el saneamiento básico, la<br />

transmisión de la enfermedad se mantuvo.<br />

3. Control de los caracoles. Es una de las medidas más difíciles<br />

debido a la amplitud de las cuencas hidrográficas en<br />

áreas de transmisión y por la adaptabilidad y la proliferación<br />

de los caracoles del género Biomphalaria. En áreas<br />

donde se aplicaron molusquicidas se verifica una rápida<br />

repoblación del ambiente acuático pocos meses después<br />

de la aplicación del fármaco. El fármaco empleado (niclosamida/Bayluscide<br />

® ) no tiene acción selectiva y elimina<br />

todos los organismos del ecosistema del ambiente acuático.<br />

Lo que habitualmente sucede es un aumento inicial de<br />

la población de Biomphalaria, debido a que sus competidores<br />

y predadores necesitan más tiempo para recuperar<br />

su antiguo papel en la cadena alimentaria del ecosistema.<br />

La remoción de plantas acuáticas, aumento de la corriente<br />

del agua, utilización de predadores como aves<br />

acuáticas (patos, cercetas, gansos), y algunas especies de<br />

peces puede ayudar a disminuir la densidad poblacional<br />

de los moluscos transmisores. Obviamente, la eliminación<br />

y la canalización de aguas que sirven de criaderos de Biomphalaria,<br />

en algunos casos, pueden constituir una solución<br />

definitiva del problema.<br />

4. Educación para la salud. Es una medida muy importante,<br />

ya que induce a cambios de hábitos y conductas de la<br />

población mediante educación e información sobre las<br />

medidas de prevención y control de la enfermedad, que<br />

siempre deben ser complementadas con otras medidas de<br />

control. 27<br />

Por la complejidad relacionada con las características ambientales<br />

y socioeconómicas de cada foco de transmisión, se<br />

debe plantear una estrategia de control en cada caso. El saneamiento<br />

básico debe ser recomendado siempre. Asociado a otras<br />

medidas de control, debe ser considerado como una alternativa<br />

válida en la mayoría de los focos.<br />

Aunque el control de la morbilidad constituye la principal<br />

etapa, a mediano y largo plazos se debe tratar de bloquear la<br />

transmisión de esquistosomiasis en las zonas endémicas. 7,22,24


416 PARTE II Parasitología humana<br />

Referencias<br />

1. Amaral R, Tauil P, Lima D et al. An analysis of the impact<br />

of the schistosomiasis control programme in Brazil.<br />

Memórias do Instituto Oswaldo Cruz, 2006;10:79-85.<br />

2. Andrade, Z, Warren K. Mild prolonged schistosomiasis<br />

in mice, alterations in host response with time and the<br />

development of portal fibrosis. Transactions of the Royal<br />

Society of Tropical Medicine and Hygiene, 1964;58:53-<br />

54.<br />

3. Barbosa M, Pellegrino J, Coelho P et al. Quantitative<br />

aspects of the migration and evolutive asynchronism of<br />

Schistosoma mansoni in mice. Instituto de Medicina Tropical<br />

de São Paulo, 1978;20:121-132.<br />

4. Bina J. Influência da terapêutica específica na evolução da<br />

esquistossomose mansoni. Tese, Universidade Federal da<br />

Bahia, Salvador, 1977.<br />

5. Bogliolo L. Esquistossomose: patologia. Rev Bras Malariol,<br />

1959;11:359-424.<br />

6. Butterworth A. Immunological aspects of human schistosomiasis.<br />

Br Med Bull, 1998;54:357-368.<br />

7. Chitsulo L, Engels D, Montessor A et al. The global<br />

status of Schistosomiasis and its control. Acta Tropica,<br />

2000;77:41-51.<br />

8. Coelho P, Mello R, Gerken S. Schistosoma mansoni:<br />

evaluation of the activity of oxamniquine on schistosomules,<br />

at 24 hours after infection. Rev Inst Med Trop de<br />

São Paulo, 1993;15:557-561.<br />

9. Costa M, Rocha R, Zicker F et al. Evolution of schistosomiasis<br />

in an hyperendemic area of the Minas Gerais<br />

State: two cross-sectional studies. Rev Inst Med Trop São<br />

Paulo, 1985;27:66-75.<br />

10. Enk M, Caldeira R, Carvalho O et al. Rural tourism<br />

as risk factor for the transmission of schistosomiasis in<br />

Minas Gerais, Brazil. Memórias do Instituto Oswaldo<br />

Cruz, 2004;99:105-108.<br />

11. Farley J. Bilharzia: a history of imperial tropical medicine.<br />

Press Syndicate of the University of Cambridge, UK,<br />

1991.<br />

12. Ferrari M, Coelho P, Antunes C et al. Efficacy of oxamniquine<br />

and praziquantel in the treatment of Schistosoma<br />

mansoni infection: a controlled trial. Bulletin of the World<br />

Health Organization, 2003;81:190-196.<br />

13. Kanamura H, Silva R, Rabello A et al. Anticorpos séricos<br />

IgA no diagnóstico da fase aguda da esquistossomose<br />

mansoni humana. Rev Ins Adolfo Lutz, 1991;51:101-<br />

104.<br />

14. Katz N, Chaves A, Pellegrino J. Simple device for<br />

quantitative stool thick-smear technique in schistosomiasis<br />

mansoni. Rev Inst Med Trop São Paulo, 1972;14:397-<br />

400.<br />

15. Katz N, Dias E, Araujo N et al. Estudo de uma cepa<br />

humana de Schistosoma mansoni resistente a agentes esquistossomicidas.<br />

Rev Soc Bras Med Trop, 1973;7:381-<br />

387.<br />

16. Katz N. The discovery of Schistosomiasis mansoni in Brazil.<br />

Acta Tropica, 2008;108,69-71.<br />

17. Katz N, Coelho P. Clinical therapy of schistosomiasis<br />

mansoni: The Brazilian contribution. Acta Tropica, 2008;<br />

108:72-78.<br />

18. Kloetzel K. A rationale for the treatment of schistosomiasis<br />

mansoni, even when reinfection is expected. Trans<br />

R Soc Trop Med Hyg, 1967;61:609-610.<br />

19. Lambertucci J, Silva L, Voieta I. Esquistossomose e<br />

Doenças Associadas. En: Carvalho OS, Coelho PMZ,<br />

Lenzi HL. Schistosoma mansoni e Esquistossomose: Uma<br />

visão multidisciplinar. Editora Fiocruz, Rio de Janeiro,<br />

Brasil, 2008:789-806 pp.<br />

20. Modena C, Lima W, Coelho P. Wild and domesticated<br />

animals as reservoirs for schistosomiasis mansoni in Brazil.<br />

Acta Tropica, 2008;108:242-244.<br />

21. Neves J. Forma aguda ou toxêmica da esquistossomose<br />

mansoni. Memórias do Instituto Oswaldo Cruz, 1992;87:<br />

321-324.<br />

22. Noya B, Guevara R, Colmenares C et al. Low transmission<br />

areas of schistosomiasis in Venezuela: consequences on<br />

the diagnosis, treatment, and control. Memórias Instituto<br />

Oswaldo Cruz, 2006;101:29-35.<br />

23. Pellegrino J, Oliveira C, Faria J et al. New approach<br />

to the screening of drugs in experimental Schistosoma<br />

mansoni in mice. Am J Trop Med Hyg, 1962;11:201-215.<br />

24. Pellegrino J, Coelho P. ‘Schistosoma mansoni’: wandering<br />

capacity of a worm couple. J Parasitol, 1978;64:181-<br />

182.<br />

25. Pica-Mattoccia L, Cioli D. Sex-and stage-related sensitivity<br />

of Schistosoma mansoni to in vivo and in vitro praziquantel<br />

treatment. Internat J Parasitol, 2004;34:527-533.<br />

26. Prata A. Biópsia retal na esquistossomose mansoni Bases e<br />

aplicações no diagnóstico e tratamento. Thesis. Serviço Nacional<br />

de Educação Sanitária; Rio de Janeiro, Brasil,<br />

1957:197 pp.<br />

27. Schall V, Massara C, Diniz M. Educação em Saúde no<br />

Controle da Esquistossomose. En: Carvalho OS, Coelho<br />

PMZ, Lenzi HL. Schistosoma mansoni e Esquistossomose:<br />

Uma visão multidisciplinar. Editora Fiocruz, Rio de Janeiro,<br />

Brasil, 2008:1029-1079 pp.


Capítulo<br />

55<br />

Cisticercosis por Taenia solium*<br />

Ana Flisser • Arve L. Willingham III<br />

Concepto<br />

Infección por cisticercos. En relación con el humano es importante<br />

Cysticercus cellulosae metacestodo, o forma larval de<br />

Taenia solium, que normalmente infecta a cerdos, su hospedero<br />

habitual, que también puede infectar a las personas, y originar<br />

cuadros clínicos graves cuando se localiza en el sistema nervioso<br />

central. Los antecedentes históricos y el ciclo vital de Taenia<br />

solium, se describen en el capítulo 26, Teniasis por Taenia solium,<br />

T. saginata y T. asiatica.<br />

Prevalencia<br />

La cisticercosis humana es una enfermedad que se relaciona<br />

con el subdesarrollo. Se presenta en países que no tienen buena<br />

infraestructura sanitaria y educación para la salud, principalmente<br />

en áreas en donde se crían cerdos en traspatio y tienen<br />

acceso a materia fecal humana; además se consume su carne<br />

cruda o inadecuadamente cocinada. Esta parasitosis se identificó<br />

a partir de estudios de necropsias y su importancia se hizo<br />

evidente por la alta frecuencia de neurocisticercosis en hospitales<br />

neurológicos, en los que ascienden a más de uno de cada 10<br />

enfermos, y causa epilepsia de inicio tardío en uno de cada dos<br />

a tres casos de neurocisticercosis. El uso de métodos inmunodiagnósticos<br />

ha mostrado que la población abierta, tanto rural<br />

como urbana, puede tener hasta 15% de anticuerpos anticisticerco.<br />

En el Hemisferio Occidental las zonas endémicas para<br />

cisticercosis incluyen a México, Guatemala, Honduras, Nicaragua,<br />

Ecuador, Perú, Bolivia, Colombia, Venezuela y Brasil.<br />

Mientras que India, Nepal, Bután, Vietnam, Laos, China, partes<br />

de Indonesia, Papúa, y Filipinas también son endémicos<br />

para cisticercosis. 4,12<br />

La neurocisticercosis fue introducida en Nueva Guinea occidental<br />

en 1971 y seis años después ocupaba el sexto lugar<br />

como causa de muerte entre los adultos de la tribu Ekari. En<br />

Papúa, Nueva Guinea, 24% de casos de quemaduras admitidos<br />

al Hospital en la Provincia de Milne Bay se debían a que cayeron<br />

en la fogata durante una crisis convulsiva, que pudo haber sido<br />

causada por neurocisticercosis. T. solium también se encuentra<br />

en África subsahariana y está emergiendo como un problema<br />

grave en esa región relacionado con el aumento en la crianza y<br />

consumo de cerdo. En general se teme que la ocurrencia de la<br />

enfermedad en países en vías de desarrollo aumente en relación<br />

con la demanda creciente de cerdos en esos países. El posible incremento<br />

se asocia con el aumento en la migración de poblaciones<br />

humanas y en el transporte de cerdos sanos y con cisticercosis<br />

de sitios rurales endémicos a grandes centros urbanos. 9,11,29,40<br />

Se ha encontrado T. asiatica en Taiwán, Corea, China,<br />

Vietnam, Filipinas, Indonesia y Tailandia, aunque se cree que<br />

también ocurra en Laos, Camboya y Myanmar. Un estudio epidemiológico<br />

reciente de T. asiatica en una comunidad rural<br />

étnica Batak en Ambarina, de la isla Samosir, lago Toba, Sumatra,<br />

con la participación de 240 personas que contestaron un<br />

cuestionario, mostró que ocho dijeron haber arrojado proglótidos,<br />

seis (2.5% de prevalencia) eran de T. asiatica (confirmado<br />

por PCR) y dos eran de T. solium. Esto indica que, por lo menos<br />

en algunas partes del sudeste asiático, ambas especies de<br />

Taenia tienen una distribución simpátrica, lo cual se ha demostrado<br />

en grupos étnicos tibetanos y baianos en China sur occidental<br />

y karenianos en la provincia de Kanchanaburi, Tailandia,<br />

en la frontera con Myanmar. En los karenianos se<br />

encontraron las tres especies de Taenia, pues la gente come<br />

carne de cerdo y de res insuficientemente cocinada; además se<br />

encontró un individuo infectado con T. solium y T. asiatica;<br />

ambas especies se confirmaron por análisis de DNA. 38,42<br />

Cada vez se notifican más casos de cisticercosis en países<br />

ricos como resultado del aumento de viajeros y de la inmigración<br />

de personas infectadas entre áreas endémicas y no endémicas.<br />

En el condado de Los Ángeles, California, se presentó entre<br />

1973 y 1983 un aumento de cuatro veces en el número de ca-<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

417


418 PARTE II Parasitología humana<br />

sos anuales de neurocisticercosis. Recientemente en EUA se<br />

han encontrado portadores de T. solium intestinal; por lo tanto,<br />

ahora se considera a la neurocisticercosis humana como una<br />

enfermedad infecciosa emergente en ese país. 34<br />

Factores de riesgo<br />

La cisticercosis es una enfermedad fascinante en su componente<br />

epidemiológico. La mayoría de los libros de parasitología<br />

muestran el ciclo de vida de T. solium, que incluye al ser humano<br />

como hospedero definitivo y a los cerdos como hospederos<br />

intermediarios. Sin embargo, siempre se ha considerado que la<br />

enfermedad se adquiere por comer huevos en vegetales y frutas<br />

irrigadas con aguas negras, incluyendo las fresas. En la última<br />

década del siglo pasado, después de varios estudios de campo,<br />

se identificó al principal factor de riesgo, que es la presencia de<br />

un portador del gusano intestinal entre los convivientes en casa<br />

o en su cercanía. 14,33 Este hallazgo cambia el concepto de control,<br />

en vista de que es más fácil tratar a un portador de la solitaria<br />

intestinal que modificar el manejo del drenaje y la infraestructura<br />

de irrigación en países en desarrollo. La cisticercosis es<br />

endémica en varios países de América Latina, África y Asia.<br />

La gente que no cría cerdos ni consume carne de puerco<br />

también está en riesgo de contraer cisticercosis al ingerir huevos<br />

de T. solium después de entrar en contacto directo o indirecto<br />

con portadores de la tenia intestinal. Por ejemplo, se reportaron<br />

casos de cisticercosis en judíos ortodoxos de Nueva York y en<br />

musulmanes en el Medio Oriente; todos ellos tienen prohibición<br />

religiosa de comer cerdo; la fuente de infección se identificó<br />

en la servidumbre casera que tenía teniasis adquirida en sus<br />

países de origen que son endémicos para T. solium. 33<br />

En la India una parte importante de la población es vegetariana,<br />

lo que sugiere que debe haber diferentes factores de<br />

riesgo, ya que se ha encontrado que los vegetarianos en India<br />

tienen un alto riesgo de contraer la infección a partir de cocineros<br />

que son portadores del parásito adulto. En cambio, en Vietnam<br />

hay reportes que sugieren una relación entre la cisticercosis<br />

y el uso de heces humanas y aguas negras o de desecho como<br />

fertilizantes de cultivos. Se han recuperado huevos de Taenia<br />

spp. de una gran variedad de verduras y frutas en mercados locales<br />

de áreas endémicas. Por tanto, es necesario mantener las<br />

medidas higiénicas y demás recomendaciones para evitar la cisticercosis<br />

en todos los individuos independientemente de sus<br />

creencias religiosas y culturales y sus prácticas de consumo de<br />

alimentos. Se han encontrado casos de cisticercosis en personal<br />

en áreas de desarrollo de países no endémicos que fueron a trabajar<br />

a áreas endémicas. Aunque el ciclo de vida de T. solium<br />

abarca al cerdo como hospedero intermediario, los cisticercos<br />

se pueden desarrollar en perros, por lo que en los países asiáticos<br />

en donde se consume perro se debe evitar su consumo para<br />

prevenir nuevas fuentes de teniasis. 22,25,30,41<br />

En México se han realizado varios estudios epidemiológicos<br />

que incluyeron censos demográficos, ambientales, de historia<br />

clínica y de diagnóstico de teniasis y cisticercosis. Los factores<br />

de riesgo que se identificaron asociados a la seropositividad<br />

fueron historia de desalojar proglótidos, consumo frecuente de<br />

carne de cerdo, higiene personal y habitacional mala e historia<br />

de convulsiones. Las personas seropositivas se agruparon significativamente<br />

en casas, sobre todo en aquellas en las que un<br />

miembro reportó historia de teniasis o que tenía un estudio<br />

coproparasitoscópico positivo para huevos de Taenia spp. La<br />

cisticercosis porcina se asoció con dejar a los cerdos deambulando<br />

libremente y usar en forma deliberada el corral como<br />

baño, pues los cerdos comerían y, por tanto, eliminarían la materia<br />

fecal. Los resultados de estos estudios permitieron identificar<br />

las prácticas comunitarias, de comportamiento y ambientales<br />

que deben ser modificadas para prevenir la transmisión<br />

continua de teniasis y cisticercosis. Además mostraron que la<br />

respuesta inmune es un indicador sensible de una infección por<br />

tenia en una casa o una familia, y que es más fácil determinarla<br />

que la búsqueda tradicional de huevos de tenia en heces. Más<br />

importante aún, estos estudios han mostrado que el principal<br />

factor de riesgo de adquirir cisticercosis es la presencia de un<br />

portador de tenia en el medio cercano. La neurocisticercosis<br />

humana ha sido el principal indicador de la presencia de T. solium<br />

debido a sus implicaciones en la salud pública. 14<br />

A partir del desarrollo del ELISA y del western blot, técnicas<br />

inmunológicas utilizadas para diagnóstico, se realizaron estudios<br />

de campo para conocer la prevalencia de cisticercosis en<br />

población abierta e identificar factores de riesgo para adquirirla.<br />

La frecuencia de personas con anticuerpos anticisticerco varía<br />

de 5 a 15% y la de personas con huevos o antígenos de tenia en<br />

heces, de 0.5 a 2%; la cisticercosis porcina, detectada por la<br />

presencia de cisticercos en lengua o anticuerpos séricos por Western<br />

blot, es de alrededor de 5% en México, pero llega a 50% en<br />

Perú. Los factores de riesgo que se identificaron asociados a la<br />

seropositividad son: historia de desalojar proglótidos, consumo<br />

frecuente de carne de cerdo, higiene personal y habitacional<br />

mala e historia de convulsiones. Los resultados de estos estudios<br />

han mostrado en reiteradas ocasiones que el principal factor de<br />

riesgo para adquirir cisticercosis es la presencia de un portador<br />

de Taenia en el entorno cercano. Este hallazgo cambia el concepto<br />

de control, ahora enfocado a los portadores del parásito<br />

intestinal. En estudios de campo se demostró que la educación<br />

para la salud es altamente eficaz para el control de la cisticercosis<br />

y en menor grado el tratamiento masivo contra la teniasis.<br />

Para el control de la cisticercosis porcina se ha dado tratamiento<br />

con praziquantel o con oxfendazol, con resultados satisfactorios<br />

y actualmente se están evaluando vacunas elaboradas con proteínas<br />

recombinantes o sintéticas. En contraste con la neurocisticercosis,<br />

la teniasis ha sido poco estudiada; la información que<br />

existe se refiere principalmente a aspectos clínicos, diagnósticos<br />

y de tratamiento de Taenia saginata. Sobresale el hecho de que<br />

la teniasis causada por T. solium es benigna y con frecuencia<br />

asintomática. Sin embargo, la percepción de que la tenia es un<br />

hospedero silencioso que no causa daño al ser humano debe<br />

considerarse errónea, ya que los portadores de tenia deben visualizarse<br />

como fuentes potenciales de contagio a ellos mismos<br />

y a aquellos que viven en el ambiente cercano. 11


CAPÍTULO 55 Cisticercosis por Taenia solium 419<br />

Epilepsia y cisticercosis<br />

La Organización Mundial de la Salud calcula que por lo menos<br />

50 millones de personas en el mundo sufren epilepsia y que<br />

más de 80% de los epilépticos viven en países en vías de desarrollo.<br />

Estudios realizados en México, Perú y en Sudáfrica demuestran<br />

que la neurocisticercosis es la causa más común de<br />

epilepsia de aparición tardía, y es la causa de enfermedad por<br />

un parásito más frecuente del sistema nervioso central. Además<br />

esta enfermedad se considera como la causa de epilepsia más<br />

frecuentemente prevenible en el mundo en desarrollo. La neurocisticercosis<br />

causa entre 20 y 50% de epilepsia de aparición<br />

tardía a nivel mundial; también se reporta comúnmente en la<br />

epilepsia juvenil en ciertas áreas, en particular en Sudáfrica. Actualmente<br />

se está evaluando el costo económico y en años de<br />

vida inhabilitados en países endémicos en África, Asia y América<br />

Latina, así como en países industrializados, tales como EUA,<br />

en los que esta enfermedad está siendo un problema creciente.<br />

2,3,5,32<br />

En países en vías de desarrollo con frecuencia se permite<br />

que los cerdos deambulen libremente e ingieran materia fecal<br />

humana en áreas en donde existe fecalismo al ras del suelo; es<br />

más, en algunas áreas se permite que los cerdos tengan acceso<br />

directo a letrinas, lo que facilita que ingieran proglótidos o huevos<br />

de T. solium. La cisticercosis porcina lleva indirectamente a<br />

la epilepsia humana, lo que reduce el valor de mercado de los<br />

cerdos y hace que su carne no sea segura para consumo. Las<br />

malas condiciones de crianza de cerdos, que reflejan pobreza, se<br />

asocian a la falta de inspección sanitaria y, por tanto, a la producción<br />

de carne de cerdo de baja calidad, aunque en teoría<br />

esto sería fácil de remediar, lo que llevaría a declarar a la cisticercosis<br />

como una enfermedad erradicable. 31,40,41<br />

Clínica<br />

Neurocisticercosis<br />

La patología de la neurocisticercosis, tanto en seres humanos<br />

como en cerdos, muestra varias etapas en el desarrollo de los<br />

parásitos. La etapa encefalítica se asocia a una reacción inflamatoria<br />

local con edema cerebral que rodea al parásito, que puede<br />

producir dolores de cabeza y, en algunos casos, crisis convulsivas<br />

focales. Antes del surgimiento de las técnicas de diagnóstico<br />

por imagen, esta etapa se llamaba seudotumor cerebral, ya<br />

que se comportaba como tal, pero la sintomatología desaparecía<br />

cuando el cisticerco único e incipiente era destruido por la<br />

reacción inflamatoria. La etapa quística se debe a cisticercos<br />

viables, que han evadido la respuesta inmune del hospedero y<br />

que tienen la pared vesicular delgada y transparente, contienen<br />

líquido claro y prácticamente no hay evidencia de que haya<br />

inflamación rodeándolos. La etapa de degeneración parcial se<br />

puede deber a que los cisticercos pierden la habilidad para controlar<br />

la respuesta inmune del hospedero, a la historia natural<br />

de los parásitos o al tratamiento farmacológico; entonces ocurre<br />

una reacción inflamatoria que, por lo general, produce síntomas<br />

clínicos. En esta etapa el parásito ya no es viable, su tegumento<br />

se engrosa y se observa como membranas hialinizadas,<br />

el líquido vesicular se vuelve viscoso; además se incrementa el<br />

proceso inflamatorio hasta que se genera una calcificación o un<br />

granuloma terminal, y el edema que rodea al granuloma o a la<br />

calcificación, puede causar síntomas. Los cisticercos encontrados<br />

en cerdos jóvenes muestran una reacción inflamatoria mínima<br />

a su alrededor, mientras que en los cerdos mayores de 2 a<br />

3 años o en los animales tratados con fármacos cestocidas, los<br />

parásitos muestran una reacción intensa que incluye eosinófilos,<br />

linfocitos y macrófagos. 1,8,9,11,15,29,35<br />

La sintomatología asociada a neurocisticercosis es pleomórfica,<br />

ya que se pueden presentar diversas manifestaciones clínicas<br />

inespecíficas. Se considera que esto se debe al número, localización<br />

y grado de desarrollo o involución de los parásitos, así<br />

como al tipo e intensidad de la respuesta inmune del hospedero;<br />

sin embargo, los cisticercos en el parénquima cerebral generan<br />

principalmente crisis convulsivas que pueden ser controladas<br />

con fármacos antiepilépticos, con excepción de casos ocasionales<br />

en los que el crecimiento del parásito produce manifestaciones<br />

de efecto de masa y compresión tisular. Los cisticercos extraparenquimatosos<br />

pueden causar hidrocefalia por obstrucción<br />

mecánica de los ventrículos o de las cisternas basales por los<br />

mismos parásitos o por la reacción inflamatoria (ependimitis o<br />

aracnoiditis); hay una asociación entre la inflamación perilesional<br />

y el desarrollo de síntomas, especialmente con respecto a las<br />

crisis convulsivas, la pérdida de la visión y la seudohipertrofia<br />

muscular. Los cisticercos racemosos siguen un curso progresivo<br />

debido a su crecimiento, el cual produce manifestaciones de<br />

efecto de masa, compresión tisular, hidrocefalia, meningitis y<br />

aracnoiditis. En estos casos se requiere colocar una válvula que<br />

drene el líquido cefalorraquídeo de los ventrículos al peritoneo,<br />

aunque tanto los parásitos como las células inflamatorias y las<br />

proteínas pueden bloquear la válvula. Los parásitos deben ser<br />

extirpados por cirugía, siempre que esto sea factible. Por lo general<br />

las complicaciones se deben a la inflamación, al efecto de<br />

masa o a la cicatrización residual. 1,8,9,11,15,29,35<br />

La reacción inflamatoria que rodea a los cisticercos generalmente<br />

induce múltiples cambios en el parénquima cerebral,<br />

las meninges, los ventrículos cerebrales y la médula espinal. La<br />

reacción inflamatoria que rodea a cisticercos parenquimatosos<br />

es discreta y está constituida por eosinófilos, linfocitos, células<br />

plasmáticas, edema y gliosis. Ésta es la forma benigna o asintomática<br />

de la enfermedad y generalmente está asociada a cisticercos<br />

de tipo celuloso. Los cisticercos meníngeos generan una<br />

reacción inflamatoria intensa dentro del espacio subaracnoideo<br />

con la formación de exudado denso compuesto por fibras de<br />

colágeno, linfocitos, células multinucleadas gigantes y eosinófilos,<br />

lo que provoca engrosamiento de las leptomeninges en la<br />

base del cráneo, desde la región optoquiasmática hasta el foramen<br />

magno. También se observan membranas hialinizadas que<br />

son restos de cisticercos en proceso de degeneración. El cisticerco<br />

de tipo racemoso generalmente es el responsable de esta patología,<br />

por lo que causa la forma más peligrosa de neurocisticercosis,<br />

que es la meníngea basal. Cuando el parásito está en


420 PARTE II Parasitología humana<br />

contacto con las meninges, la reacción inflamatoria es severa y<br />

progresiva con proliferación cicatrizal que atrapa al parásito,<br />

pero también a nervios y vasos sanguíneos, causa obstrucción<br />

mecánica de la circulación del líquido cefalorraquídeo, hipertensión<br />

endocraneana e hidrocefalia. La cisticercosis ventricular<br />

también induce una reacción inflamatoria local cuando los<br />

parásitos se encuentran adheridos al plexo coroideo o a la pared<br />

del ventrículo. Las células ependimales proliferan y causan obstrucción<br />

de los ventrículos cerebrales, produciendo hipertensión<br />

endocraneana, ependimitis granular e hidrocefalia obstructiva.<br />

Los cisticercos que se localizan en la médula espinal<br />

generalmente inducen una reacción inflamatoria similar a la<br />

que causan los cisticercos cerebrales y, dependiendo de su ubicación,<br />

es parenquimatosa, meníngea o ventricular, así como<br />

desmielinización de las raíces dorsales y ventrales de los nervios<br />

periféricos, como sucede con los nervios craneales. 1,8,9,11,29,35<br />

Las manifestaciones clínicas de la neurocisticercosis (NC)<br />

varían e incluyen infecciones asintomáticas, ceguera por infecciones<br />

oftálmicas, compromiso del parénquima cerebral que<br />

se presenta principalmente como convulsiones, compromiso<br />

subaracnoideo y ventricular como resultado de la hidrocefalia,<br />

meningitis crónica e infartos e infección masiva y encefalitis, lo<br />

que ocasiona costos médicos muy altos relacionados con su<br />

diagnóstico y manejo. La epilepsia es un síndrome que causa<br />

un impacto social psicológico, económico y físico muy considerable<br />

en una comunidad, y los pacientes con epilepsia sufren<br />

de un deterioro en su calidad de vida, dependiendo de la frecuencia<br />

de sus convulsiones. En áreas endémicas, de 2 a 4% de<br />

la población puede estar afectada por NC y 10% de los casos<br />

neurológicos agudos está relacionado con pacientes con NC. Se<br />

ha calculado que de 69 a 96% de los casos de NC sintomática<br />

desarrollan epilepsia y que más de 400 000 casos de NC sintomática<br />

ocurren en América Latina. Casi 10% de estos casos se<br />

encuentra en Perú. En casos severos, la NC puede ser fatal y se<br />

ha observado con mayor frecuencia que es una causa de muerte<br />

de hispanos y latinos adultos jóvenes en EUA (figura 55-1) (ver<br />

capítulo 71, Parasitosis del sistema nervioso central). 2,3,5,32<br />

Diagnóstico de cisticercosis humana<br />

El diagnóstico clínico de la neurocisticercosis podría dificultarse<br />

debido a que los signos y síntomas no son específicos de la<br />

enfermedad. Además, una alta proporción de personas infectadas<br />

con neurocisticercosis no muestra síntomas, mientras que<br />

otras desarrollan manifestaciones clínicas muchos años después<br />

de haberse infectado. Entre 40 y 65% de los enfermos sintomáticos<br />

tiene convulsiones; una menor proporción tiene cefalea,<br />

aumento en la presión intracraneana e hidrocefalia, dependiendo<br />

del estadio de la infección. La opinión general es que los<br />

criterios diagnósticos congruentes y exactos para la cisticercosis<br />

deben basarse en la combinación de aspectos epidemiológicos,<br />

antecedentes de exposición, presentación clínica, así como resultados<br />

de pruebas de imagen, serológicas y de biopsia de nódulos<br />

subcutáneos, si los hay. Aunque los nódulos subcutáneos<br />

son raros en América Latina, son un signo claro de infección en<br />

Figura 55-1. Sección de un encéfalo humano que tiene múltiples<br />

cisticercos. Fuente: Dr. Theodore Nash, National Institute of Health,<br />

EUA.<br />

Asia y en partes de África, indicando la necesidad de tratamiento.<br />

Se presentan como nódulos pequeños, no fijos e indoloros y<br />

son más frecuentes en el tórax, brazos y espalda. Las personas<br />

pueden tener abundantes nódulos subcutáneos, ya que se han<br />

registrado casos con más de 300. Si es posible, se realiza una<br />

biopsia o citología con aguja fina para confirmar el diagnóstico.<br />

La exploración física para la detección de nódulos subcutáneos<br />

es un método sencillo para diagnóstico de cisticercosis, en especial<br />

en áreas remotas donde podría no haber técnicas más sofisticadas.<br />

La tomografía computarizada (TC) y la resonancia<br />

magnética (RM) se usan para identificar los cisticercos en el<br />

cerebro, no sólo para confirmar la etiología de la enfermedad,<br />

sino también para obtener información sobre la intensidad de<br />

la infección, la ubicación de los quistes y el estadio de las lesiones.<br />

Estas técnicas de imagenología proporcionan una manera<br />

precisa, aunque bastante costosa, para diagnosticar la neurocisticercosis,<br />

y además están disponibles en muy pocas áreas endémicas<br />

pobres del mundo.<br />

Las imágenes que se ven en RM y en TC de cisticercos<br />

pequeños y redondos, por lo general no se intensifican con el<br />

medio de contraste; en ellas se puede observar el escólex invaginado<br />

hiperdenso (TC) o hiperintenso (RM). Algunos parásitos<br />

parenquimatosos y los subaracnoideos se refuerzan con el<br />

medio de contraste; también se pueden ver calcificaciones redondas<br />

o imágenes mixtas, todas ellas como parásitos únicos,<br />

escasos o múltiples. Las técnicas de imagen pueden detectar<br />

cisticercos en estadios tempranos y casos asintomáticos; por lo<br />

tanto, podrían ser útiles para realizar estudios epidemiológicos.<br />

La TC tiene sensibilidad y especificidad superior a 95% para el<br />

diagnóstico de la neurocisticercosis y es más sensible para detectar<br />

quistes calcificados, mientras que la RM se considera la<br />

técnica de imagenología más exacta para evaluar la intensidad<br />

de la infección, la ubicación y el estado de evolución de los<br />

quistes (ver figuras 71-8 a 71-13, del capítulo 71, Parasitosis<br />

del sistema nervioso central). 1,6,8,15,35<br />

Las técnicas inmunodiagnósticas incluyen métodos para la<br />

detección de anticuerpos específicos en suero y en líquido cefalorraquídeo,<br />

que indican una infección presente o pasada, así


CAPÍTULO 55 Cisticercosis por Taenia solium 421<br />

como de antígenos del parásito que indican una infección actual.<br />

El Western blot (también llamado electroinmunotransferencia)<br />

es la prueba de elección para la detección de anticuerpos<br />

en casos clínicos; se utiliza un extracto semipurificado que contiene<br />

siete glucoproteínas específicas (con masas moleculares de<br />

50, 39-42, 24, 21, 18, 14 y 13 kDa); las muestras se consideran<br />

positivas cuando reaccionan con una o más de las siete glucoproteínas.<br />

La prueba tiene 100% de especificidad y 98% de<br />

sensibilidad cuando hay tres o más quistes; su sensibilidad cae<br />

a 28% en pacientes con lesiones únicas o calcificadas. Los antígenos<br />

de 10, 14 y 18 kDa se han clonado y aparentemente<br />

tienen utilidad diagnóstica. El inmunodiagnóstico de la cisticercosis<br />

es útil para realizar vigilancia y estudios epidemiológicos<br />

para conocer la prevalencia e identificar comunidades endémicas<br />

en las que se deben aplicar medidas de prevención y<br />

control. En países endémicos menos desarrollados, donde el<br />

transporte en cadena fría y el mantenimiento de las muestras de<br />

sangre, resultan problemáticos y es frecuente que las personas<br />

se muestren renuentes a la venipunción, se pueden obtener<br />

muestras de sangre del dedo con una lanceta, y depositar 2 a 4<br />

gotas en papel filtro para transportarlas y almacenarlas. 6,7,10,39<br />

Las técnicas de inmunodiagnóstico se pueden usar también<br />

para complementar las de imagenología, ya que proporcionan<br />

un diagnóstico diferencial de otras condiciones formadoras<br />

de quistes, como equinococosis, tuberculosis y tumores<br />

cerebrales. Sin embargo, es muy probable que la tecnología de<br />

imagenología no esté accesible en poblaciones rurales en riesgo<br />

en muchos países endémicos. En este caso, las técnicas inmunodiagnósticas<br />

podrían ser la única herramienta para el diagnóstico<br />

de la cisticercosis. El inmunodiagnóstico también es<br />

útil para monitorizar el progreso del tratamiento individual y<br />

los programas de prevención y control en las comunidades. De<br />

forma alternativa el ELISA también se usa, sobre todo en países<br />

en donde el Western blot no está disponible, en casos neurológicos<br />

con síntomas compatibles con neurocisticercosis, en donde<br />

no hay equinococosis y, a pesar de ser menos específico y<br />

menos sensible, los resultados son confiables. El ELISA para la<br />

detección de anticuerpos es popular en los países en vías de<br />

desarrollo porque es sencillo de realizar, está fácilmente disponible<br />

y es más económico que el Western blot. Un método<br />

sencillo para purificar las glucoproteínas específicas de T. solium,<br />

fraccionadas a partir del fluido vesicular de cisticercos, ha<br />

generado antígenos muy específicos, que en ELISA tienen especificidad<br />

y sensibilidad similares a las del Western blot (figura<br />

55-2). 6,7,10<br />

Una limitación seria de los estudios de seroprevalencia en<br />

campo, basados en la detección de anticuerpos, es el cálculo<br />

excesivo de enfermedad activa debido a la ocurrencia de una<br />

respuesta transitoria de anticuerpos, en la que se ha encontrado<br />

que un gran porcentaje de personas seropositivas muestran ser<br />

seronegativas cuando se repite la prueba un tiempo después. La<br />

explicación podría ser la exposición a huevos de T. solium que<br />

no se desarrollan en una infección viable o como resultado de<br />

una autocuración. Además, los anticuerpos pueden persistir<br />

mucho tiempo después de que se ha eliminado al parásito por<br />

mecanismos inmunológicos o por terapia farmacológica. Es necesario<br />

tener en cuenta el cálculo excesivo de infección activa<br />

cuando se obtiene por la detección de anticuerpos a T. solium<br />

en estudios epidemiológicos en comunidades. Es importante<br />

verificar la infección activa por métodos de imagen; de otra<br />

manera habría necesidad de administrar tratamiento antiparasitario<br />

individual. 6,7,10,39<br />

También se han diseñado pruebas indirectas de ELISA basadas<br />

en la captura de antígenos por medio de anticuerpos monoclonales<br />

o policlonales adsorbidos a la placa. Ese ELISA es<br />

sensible y específico para detectar antígenos parasitarios en circulación,<br />

por lo que diagnostica casos de cisticercosis activa, es<br />

decir, con presencia de cisticercos vivos y puede ser útil cuando<br />

se tiene que tomar decisiones para dar tratamiento antiparasitario.<br />

Esto es importante porque los pacientes que sólo tienen<br />

quistes calcificados y que no se beneficiarían con un tratamiento<br />

antihelmíntico por lo general tienen resultados negativos en<br />

esta prueba. La detección de antígenos puede realizarse en suero<br />

y también en líquido cefalorraquídeo. Debido a la localización<br />

de los quistes en el cerebro, la detección de antígenos en líquido<br />

cefalorraquídeo es más complicada y riesgosa que en<br />

muestras de sangre. La sensibilidad del ELISA para antígenos<br />

ha demostrado ser de 85% en pacientes que tienen solamente<br />

un quiste viable o parásitos degenerados que dan resultados falsos<br />

negativos, mientras que la especificidad de la prueba es de<br />

92%. Es una herramienta útil para dar seguimiento al tratamiento<br />

antiparasitario por la buena correlación que existe entre<br />

la presencia de antígenos en circulación, la biopsia de nódulos<br />

subcutáneos y los cisticercos viables en cerebro; además, se<br />

vuelven negativos tres meses después de tratamiento favorable.<br />

6,7,14,39<br />

Cisticercosis porcina<br />

La detección de cisticercosis porcina es importante para establecer<br />

si existe una situación endémica y para dar seguimiento<br />

a las intervenciones. Los métodos para detectar cisticercosis en<br />

cerdos incluyen exploración de la lengua y pruebas serológicas,<br />

así como inspección de las canales en el matadero. Los porcicultores<br />

y los comerciantes de cerdos usan la inspección visual<br />

y la palpación de la lengua para detectar la presencia de quistes<br />

en la superficie ventral, ya que es una manera económica y rápida<br />

en países endémicos para identificar a los cerdos con cisticercos.<br />

La especificidad de la palpación puede ser de 100% si la<br />

realiza alguien con experiencia. La sensibilidad de la técnica<br />

depende en gran medida de la intensidad de la infección de los<br />

animales y se ha reportado que es hasta de 71% en cerdos altamente<br />

infectados, aunque considerablemente menor en cerdos<br />

con infección de baja intensidad; por tanto, es muy común que<br />

este método de detección subestime la prevalencia de cisticercosis<br />

porcina. Sin embargo, puede ser una herramienta útil<br />

para una evaluación rápida y así establecer y dar seguimiento a<br />

los puntos endémicos que requieren atención. En países en<br />

donde es mínima la capacidad de inspección oficial de la carne,


422 PARTE II Parasitología humana<br />

o cuando no se cuenta con los recursos para realizar inmunodiagnóstico,<br />

la palpación de la lengua podría ser el único método<br />

disponible para detectar la cisticercosis porcina. 17,29<br />

Los lineamientos y las prácticas oficiales para detección de<br />

cisticercosis por T. solium durante la inspección de las canales<br />

de cerdos varían en gran manera de un país a otro. En algunos<br />

países sólo se realiza la inspección visual en uno o varios músculos<br />

y órganos seleccionados, mientras que en otros se exige<br />

que se hagan incisiones en algunos de estos grupos musculares.<br />

La efectividad de este método para la detección de casos de<br />

cisticercosis porcina puede ser bastante baja, dependiendo del<br />

cuidado con que se realice, en especial para cerdos con infecciones<br />

de baja intensidad. Aunque los registros de la inspección de<br />

carne proporcionan pruebas sobre la presencia de cisticercosis<br />

porcina, por lo general se considera que subestiman la situación<br />

prevalente en la población de cerdos debido a la baja sensibilidad<br />

de la técnica, y al hecho de que los porcicultores y los comerciantes<br />

de cerdos podrían evitar llevar a los cerdos a mataderos<br />

oficiales si sospechan que están infectados con cisticercos.<br />

Cuando se realiza correctamente la inspección de la carne, esto<br />

constituye una herramienta útil para validar los métodos diagnósticos<br />

y las estrategias de intervención. 7,17,29<br />

El inmunodiagnóstico en cerdos proporciona un método<br />

de detección ante mortem más sensible que la exploración lingual,<br />

adecuado para usarse en encuestas de prevalencia y comunitarias<br />

y también en estudios de intervención. Las técnicas que<br />

se han desarrollado para el diagnóstico de cisticercosis en humanos<br />

también se han adaptado para la detección de infección<br />

en cerdos, incluyendo tanto detección de anticuerpos como de<br />

antígenos. Se ha reportado que la sensibilidad de estas técnicas<br />

inmunodiagnósticas disponibles es reducida en cerdos en infecciones<br />

de baja intensidad. Aunque las pruebas inmunológicas<br />

son populares para detectar cisticercosis porcina, se debe tener<br />

cuidado de no calcular niveles excesivos de la infección debido<br />

a la presencia de anticuerpos, aun cuando no haya infección<br />

debido sólo a exposición, como ocurre en los seres humanos, o<br />

a la transferencia pasiva por el calostro de las cerdas a sus crías;<br />

se ha encontrado que persisten durante más de seis meses después<br />

del destete.<br />

Si se considera que la mayor parte de los cerdos se llevan al<br />

mercado a los 9-12 meses aproximadamente, conservarán estos<br />

anticuerpos durante casi toda su vida, independientemente de<br />

que estén infectados o no. La lógica sugiere que el ELISA para<br />

detección de antígenos sería la prueba más adecuada para detectar<br />

cisticercosis porcina porque, por lo general, los cerdos no<br />

viven el tiempo suficiente para que mueran los cisticercos y, por<br />

tanto, se esperaría que tengan infecciones activas. Se ha reportado<br />

que ELISA es una prueba altamente específica y sensible<br />

incluso para detectar cerdos que albergan un solo quiste de T.<br />

solium, ya que los antígenos en circulación se pueden detectar<br />

desde las dos a seis semanas posteriores a la infección. Sin embargo,<br />

debido a que no hay especificidad, no se pueden diferenciar<br />

las infecciones por T. solium de las debidas a T. hydatigena<br />

y, posiblemente, a las de T. asiatica en áreas donde coexisten<br />

estos parásitos. 7,17,29<br />

Tratamiento de la cisticercosis humana<br />

El tratamiento de los casos de cisticercosis humana ayuda a reducir<br />

la carga de la enfermedad, debido a la morbimortalidad<br />

tan importante asociada con neurocisticercosis, pero no tiene<br />

un efecto directo en el control de las infecciones por T. solium<br />

en los hogares o en las comunidades, porque los seres humanos<br />

son el hospedero “sin salida” para la infección larvaria. Sin embargo,<br />

una proporción de personas con cisticercosis también<br />

podrían ser portadoras del adulto de T. solium. El manejo de la<br />

neurocisticercosis debe adaptarse a la persona, considerando el<br />

número, ubicación, tamaño, viabilidad o etapa de degeneración<br />

de los cisticercos en el sistema nervioso y puede incluir<br />

fármacos antiparasitarios, esteroides, fármacos antiepilépticos y<br />

cirugía, siendo el tratamiento de los síntomas muy importante<br />

como terapia inicial.<br />

El praziquantel y el albendazol son fármacos efectivos contra<br />

los cisticercos de T. solium; del primero se usan 50-100 mg/<br />

kg durante dos semanas, y del segundo 15-20 mg/kg durante<br />

una semana. La mayoría de los cisticercos alojados en el parénquima<br />

cerebral mueren, pero pueden presentarse edema e hipertensión<br />

intracraneal debido a la inflamación local ocasionada<br />

por la muerte de los parásitos. En estos casos se administran<br />

esteroides o fármacos anticonvulsivos al mismo tiempo que la<br />

medicación cestocida. Es necesario recordar que los niveles séricos<br />

de la fenitoína y la carbamacepina pueden disminuir durante<br />

la administración de praziquantel.<br />

El albendazol tiene mejor penetración en el líquido cefaloraquídeo<br />

y es más barato; sin embargo, recientemente se ha demostrado<br />

la utilidad de un solo día de tratamiento con praziquantel.<br />

Por estudios de imagen se ha visto que algunos tipos de<br />

cisticercos parenquimatosos se eliminan sin tratamiento con<br />

fármacos cestocidas, por lo que se ha sugerido que la inflamación<br />

cerebral aguda y frecuentemente severa, causada por su<br />

uso, es innecesaria. Sin embargo, es cuestionable dejar a un parásito<br />

en el cerebro cuando hay fármacos cestocidas eficientes,<br />

esto aunado al hallazgo en cerdos que indica que no se forman<br />

calcificaciones después de haber sido tratados con praziquantel.<br />

Los cisticercos en el IV ventrículo y aquellos parásitos grandes y<br />

accesibles se pueden extirpar por cirugía. La cirugía también se<br />

utiliza para colocar válvulas ventrículo-peritoneales con el propósito<br />

de controlar la hidrocefalia.<br />

La dexametasona, en dosis de 4.5 a 12 mg/día, es el fármaco<br />

de elección para controlar la inflamación. La prednisona, en<br />

dosis de 1 mg/kg/día, puede reemplazar a la dexametasona<br />

cuando se requiere utilizar esteroides por tiempos largos. La<br />

aracnoiditis y la encefalitis se pueden tratar con dexametasona<br />

en dosis de hasta 32 mg/día. Las crisis convulsivas generalmente<br />

se controlan con cualquier fármaco antiepiléptico de primera<br />

línea, que no se suspende para evitar posibles recaídas por cicatrices<br />

calcificadas. Los cisticercos en los ojos generalmente se<br />

extirpan por cirugía; en cambio, los parásitos subcutáneos y<br />

musculares se eliminan con alta eficacia con tratamiento cestocida.<br />

Es necesario considerar que cuando hay múltiples cisticercos<br />

viables diseminados, el uso de fármacos cestocidas puede


CAPÍTULO 55 Cisticercosis por Taenia solium 423<br />

generar una anafilaxia no controlable que puede ser fatal; por<br />

tanto, es necesario aplicarlos a dosis menor pero a tiempos más<br />

prolongados, de manera concomitante al uso de fármacos antiinflamatorios.<br />

1,8,15,16,28,29,35,36<br />

Los agentes antiepilépticos son la terapia principal para las<br />

convulsiones asociadas a la neurocisticercosis, y con el tiempo<br />

podrían reducirse o incluso retirarse. La presencia de calcificaciones<br />

en el cerebro es un factor de riesgo conocido como recidiva<br />

de las convulsiones, y la proporción de calcificaciones<br />

podría aumentar en pacientes con cisticercosis tratados con<br />

medicamentos antiparasitarios. En pacientes con hipertensión<br />

intracraneana secundaria a neurocisticercosis, la prioridad es<br />

manejar el problema de la hipertensión antes de considerar alguna<br />

otra forma de terapia. Por lo general, la cirugía es necesaria<br />

para tratar la hidrocefalia secundaria a neurocisticercosis y<br />

también es adecuada para extirpar los cisticercos ventriculares,<br />

espinales u oftálmicos (véase capítulo 94). 1,8,15,16,28,29,35,36<br />

Tratamiento de la cisticercosis porcina<br />

La administración oral de praziquantel o albendazol es efectiva<br />

para tratar la cisticercosis porcina, pero es necesario dar varias<br />

dosis, lo cual la hace poco práctica para programas de control a<br />

gran escala. Se ha visto que el tratamiento de cerdos con albendazol<br />

produce efectos secundarios, como letargo y anorexia.<br />

Las inyecciones subcutáneas de sulfóxido de albendazol, en dosis<br />

de 15 mg/kg diarios por ocho días, han probado ser 100%<br />

efectivas para matar cisticercos musculares, pero menos eficaces<br />

para matar cisticercos cerebrales; de nuevo, se requieren varias<br />

dosis. En contraste, se sabe que un benzimidazol veterinario<br />

económico, oxfendazol, tiene más de 95% de efectividad para<br />

matar cisticercos cuando se da en una dosis única de 30 mg/kg<br />

y los cerdos pueden permanecer resistentes a una nueva infección<br />

durante tres meses después del tratamiento. Los cerdos<br />

tratados con oxfendazol necesitan por lo menos ocho semanas<br />

para que se degeneren los quistes y hasta 12 semanas para lograr<br />

un aspecto claro y aceptable de la carne para consumo humano.<br />

Gracias a esta medida, aumenta el valor comercial de la carne.<br />

De hecho, el oxfendazol se desarrolló para usarse como un antihelmíntico<br />

para rumiantes y se administra al ganado en una<br />

dosis oral de 4.5 mg/kg. El tiempo de eliminación de los parásitos<br />

es de siete días después del tratamiento al ganado a esta<br />

dosis. Por lo tanto, no se sacrifica una vaca antes de este tiempo<br />

como una medida de precaución y de seguridad para los consumidores<br />

de carne de res, y para que los niveles residuales del<br />

antihelmíntico en la carne sean seguros. Todavía falta por examinar<br />

la seguridad del oxfendazol en cerdos y en los consumidores,<br />

debido a la dosis mucho más alta requerida para curar la<br />

cisticercosis porcina. Aún no se ha probado el oxfendazol para<br />

tratar la cisticercosis humana. 18,19,20,37<br />

Prevención<br />

Se considera que la cisticercosis es una de las principales enfermedades<br />

parasitarias que representa una amenaza seria de salud<br />

pública, afectando el desarrollo y la calidad de vida en países<br />

endémicos y contribuye a la pobreza de estas áreas. Esta enfermedad<br />

cobra un costo triple por: 1) afectar la salud, vida social,<br />

familiar y productividad de personas con neurocisticercosis; 2)<br />

ser causa de desnutrición por falta de ingesta de proteínas animales<br />

en comunidades con limitaciones nutricionales debido a<br />

la presencia de cisticercos en la carne de cerdo y a que se confiscan<br />

las canales de los cerdos infectados, y 3) reducir severamente<br />

los ingresos familiares de los porcicultores, muchos de ellos<br />

mujeres, ya que representa un obstáculo para la venta de cerdos<br />

y de su carne.<br />

Por tanto, la enfermedad es un obstáculo serio para mejorar<br />

la vida y la subsistencia, en especial, de pequeñas comunidades<br />

porcícolas. Las consecuencias sociales de la neurocisticercosis,<br />

principalmente como resultado de las convulsiones,<br />

incluyen la estigmatización y la incapacidad, lo que produce<br />

una menor productividad laboral. En muchos países endémicos<br />

la cisticercosis afecta a adultos jóvenes, representando un<br />

precio muy alto entre personas en edad altamente productiva.<br />

Los estudios en India indican que las personas con epilepsia<br />

tienen una reducción anual en su productividad laboral hasta<br />

de 30%.<br />

Vacunación<br />

Se sabe que las respuestas inmunológicas a los cestodos que<br />

protegen al hospedero son contra la oncosfera. Los antígenos<br />

nativos específicos obtenidos de oncosferas se han identificado<br />

como una fuente de estas respuestas protectoras para el hospedero<br />

y se han usado técnicas de DNA recombinante para clonar<br />

y expresar los genes que codifican estos antígenos, haciendo<br />

posible producir antígenos recombinantes candidatos para la<br />

vacuna. El antígeno recombinante obtenido de oncosferas de T.<br />

solium más prometedor, llamado TSOL18, se ha evaluado en<br />

estudios experimentales de vacunas en diferentes países y por<br />

distintos grupos en América Latina y en África, y se ha demostrado<br />

que induce una protección completa o casi completa<br />

contra la infección producida con el desafío experimental en<br />

cerdos (99.5 a 100%). También se desarrolló una vacuna compuesta<br />

de tres péptidos sintéticos, que se ha reportado con efectos<br />

preventivos y terapéuticos para reducir la carga parasitaria y<br />

la viabilidad de los cisticercos en cerdos. En un estudio de campo<br />

realizado en dos comunidades endémicas rurales, se demostró<br />

que la vacuna de péptidos redujo en 52.6% la prevalencia<br />

de cisticercosis porcina adquirida naturalmente, y redujo en<br />

97.9% el número total de cisticercos recuperados, y se encontró<br />

que 80% de los cisticercos establecidos en cerdos vacunados<br />

estaban dañados. 13,21,23,24<br />

La vacunación contra la cisticercosis porcina se ha propuesto<br />

como un componente clave, junto con la educación<br />

para la salud y el tratamiento de posibles portadores del parásito<br />

adulto intestinal para la mejor estrategia integrada para combatir<br />

la cisticercosis/teniasis. Si se logra reducir la prevalencia<br />

de la cisticercosis porcina mediante una vacunación efectiva, se<br />

rompería el ciclo de vida del parásito y se bloquearía la transmi-


424 PARTE II Parasitología humana<br />

sión a los humanos. Por lo tanto, es muy probable que la incorporación<br />

de una vacuna efectiva para la prevención de infecciones<br />

en cerdos aumente la efectividad de los esfuerzos por<br />

controlar a T. solium y reducir el impacto de una cobertura incompleta<br />

de quimioterapia en los portadores humanos de tenia<br />

y la reintroducción de la transmisión de la enfermedad por la<br />

inmigración de portadores humanos de T. solium en áreas con<br />

control de la enfermedad.<br />

De esta manera se eliminaría a los hospederos intermedios<br />

susceptibles que podrían actuar como reservorios de la infección.<br />

Como la población objetivo serían las aldeas endémicas<br />

rurales en los países en desarrollo, una vacuna tendría que tener<br />

un costo muy bajo para que sea aceptable y sustentable, aunque<br />

al ser un producto público internacional, podría ser atractivo<br />

para agencias internacionales, como el Banco Mundial, bancos<br />

regionales de desarrollo, la Alianza Global para Vacunas de Ganado<br />

(GALV, por sus siglas en inglés), etc., como una estrategia<br />

valiosa para apoyar los aspectos relacionados con el alivio a la<br />

pobreza. La misma vacuna también podría ser efectiva en humanos,<br />

pero el desarrollo de una vacuna para uso humano se ve<br />

obstaculizado por la falta de estudios de costo-beneficio que<br />

justifiquen el costo tan alto para realizar estudios clínicos y para<br />

fabricar una vacuna que sea adecuada para humanos y no sólo<br />

en animales. Se están examinando varios enfoques para el desarrollo<br />

de vacunas contra T. solium, incluyendo la aplicación de<br />

antígenos recombinantes obtenidos de oncosferas. 26,27<br />

Manejo de cerdos y de su carne<br />

Las intervenciones que se enfocan en la población de cerdos no<br />

sólo controlarán las infecciones futuras de personas en la comunidad,<br />

sino que también el aumento en el valor de los cerdos<br />

actuará como un incentivo económico y dará como resultado<br />

un mejor cumplimiento con otras actividades de control, como<br />

tratamiento y educación para la salud de las personas. Los estudios<br />

de intervención en Perú, que incluyen la quimioterapia<br />

intensiva concurrente de las personas y de los cerdos, indican<br />

que es posible bloquear la transmisión y eliminar el parásito de<br />

las comunidades si se mantiene el régimen de tratamiento y se<br />

implanta un sistema de vigilancia para contrarrestar el movimiento<br />

de los portadores humanos de tenia o de cerdos infectados<br />

hacia las comunidades tratadas. Mejores precios en el<br />

mercado para la carne de cerdo tratada y acceso al sistema formal<br />

de comercialización serán fuertes incentivos para que los<br />

porcicultores traten a sus cerdos, ayudando a garantizar la cooperación<br />

de la comunidad.<br />

Sin embargo, para mejorar el valor comercial de la carne<br />

de cerdo es necesario contar con praziquantel de uso veterinario<br />

solo o en combinación con oxfendazol, que son fármacos<br />

muy efectivos para curar a los cerdos y para la eliminación de<br />

los cisticercos, con el beneficio adicional de que la resistencia a<br />

otra infección motiva a los pequeños productores de carne de<br />

cerdo para que cumplan con las medidas de control. Algún día,<br />

las vacunas contra la infección por T. solium podrían lograr que<br />

ya no sea necesario tratar a los cerdos, proporcionando una herramienta<br />

muy útil para combatir la cisticercosis, en especial si<br />

éstas tienen efectos preventivos y terapéuticos al mismo tiempo.<br />

Un factor importante con respecto a su probable efectividad<br />

y utilidad real, que actualmente se está evaluando en estudios<br />

de campo controlados, es la capacidad de que las vacunas<br />

protejan a los lechones directa o indirectamente a través de sus<br />

madres antes del nacimiento.<br />

Se necesita prestar mucha atención para establecer cómo<br />

las comunidades endémicas pueden usar estas herramientas<br />

realmente para garantizar el cumplimiento, ya que podrían<br />

no estar al alcance de muchos criadores pequeños de cerdos.<br />

De nuevo, los incentivos económicos de la prevención podrían<br />

ayudar a superar el problema del cumplimiento si los criadores<br />

están conscientes de que los beneficios son superiores a los<br />

costos.<br />

La transmisión de infecciones por T. solium puede bloquearse<br />

si se previene la venta y consumo de carne de cerdo<br />

infectada (figura 55-3), inspeccionando la carne en los mataderos<br />

y confiscando las canales de cerdos infectadas. Por desgracia,<br />

en muchos países los lineamientos nacionales para la<br />

inspección de carne de cerdo pueden ser inadecuados y con<br />

poca atención al problema de la cisticercosis porcina. En consecuencia,<br />

habría bajos niveles de detección de las canales infectadas,<br />

sobre todo en aquellos países donde la cría de cerdos y el<br />

consumo de su carne han cobrado popularidad recientemente.<br />

Las políticas relacionadas con la confiscación de canales de cerdo<br />

infectadas deben ser estratégicas, puesto que esta acción, sin<br />

que el dueño del cerdo reciba ningún pago, podría producir el<br />

establecimiento de mercados clandestinos y de mataderos no<br />

oficiales para cerdos infectados con T. solium.<br />

En Perú, donde los cerdos se confiscan sin pago para su<br />

propietario, más de 50% de los cerdos se sacrifican ilegalmente.<br />

Además de hacer cumplir la inspección de la carne, su cocimiento<br />

y congelamiento también podrían romper el ciclo de<br />

vida del parásito. La mejor manera para matar a los cisticercos<br />

es cocinando la carne de cerdo hasta que ya no tenga su color<br />

rosado, sino que se torne gris, o también se puede congelar la<br />

carne de cerdo a 5°C durante cuatro días, a 15°C durante<br />

tres días o a 24°C durante un día. La refrigeración de la carne<br />

de cerdo a temperaturas de 0°C no afecta al parásito.<br />

Si la intervención primaria se enfoca en los mataderos, no<br />

se logrará ninguna influencia en las prácticas de crianza, que<br />

ocurren antes de que los cerdos sean llevados al mercado. La<br />

crianza de cerdos es una práctica popular entre los pequeños<br />

criadores, en gran parte porque son muy bajos los insumos que<br />

se necesitan para obtener una buena retribución por su inversión.<br />

Al permitir que un cerdo deambule libremente, éste puede<br />

complementar su dieta con basura local y con heces humanas<br />

y de otros animales, ayudando a mantener la comunidad<br />

limpia, y el criador se ahorra mucho dinero al no tener que<br />

comprar alimento caro. La confinación de los cerdos da como<br />

resultado mayores gastos de capital para los granjeros.<br />

Las estrategias de control deben considerar estos costos<br />

probables y se necesitará ofrecer los incentivos económicos re-


CAPÍTULO 55 Cisticercosis por Taenia solium 425<br />

queridos para que se adopten prácticas diferentes en la crianza<br />

de cerdos. Hay casos donde se han introducido cosechas nuevas<br />

en las comunidades que representan ventajas económicas para<br />

que mantengan a sus cerdos confinados o amarrados y evitar<br />

que se coman las cosechas directamente. De esta manera, se<br />

reduce o se elimina la posibilidad de que los cerdos tengan acceso<br />

a las heces humanas y disminuye la carga de la cisticercosis<br />

en la población de cerdos.<br />

Referencias<br />

1. Arriagada C, Nogales-Gaeta J, Apt W. Neurocisticercosis.<br />

Arrynog Ediciones. Chile. ISBN, 1997;956-272-689-<br />

694.<br />

2. Bern C, García H, Evans C et al. Magnitude of the<br />

disease burden from neurocysticercosis in a developing<br />

country. Clin Infec Dis, 1999;29:1203-1209.<br />

3. Carabin H, Krecek R, Cowan L et al. Estimation of<br />

the cost of T. solium cysticercosis in Eastern Cape Province,<br />

South Africa. Trop Med Int Health, 2006;11:906-<br />

916.<br />

4. Craig P, Pawlowski Z (ed.). Cestode Zoonoses: Echinococcosis<br />

and Cysticercosis. An emergent and global problem.<br />

Nato Science Series. IOS Press, Amsterdam, 2002, Vol.<br />

341:335-342.<br />

5. Del Brutto O, Santibáñez R, Nobo C et al. Epilepsy<br />

due to neurocysticercosis: analysis of 203 patients. Neurology,<br />

1992;42:389-392.<br />

6. Del Brutto O, Rajshekhar V, White Jr. A et al. Proposed<br />

diagnostic criteria for neurocysticercosis. Neurology,<br />

2001;57:177-183.<br />

7. Dorny P, Brandt J, Zoli A, Geerts S. Immunodiagnostic<br />

tools for human and porcine cysticercosis. Acta Trop,<br />

2003;87:79-86.<br />

8. Fleury A, Flisser A, Flores-Rivera J et al. Parasitic infections.<br />

13. Taenia solium. En: Smith JL, Brogden KA,<br />

Fratamico P (eds.). A Post-Infectious Sequelae and Long-<br />

Term Consequences of Infectious Diseases. American Society<br />

for Microbiology Press, Washington, EUA, 2009:229-<br />

243.<br />

9. Flisser A. Taeniasis and cysticercosis due to T. solium.<br />

En: Sun T (ed.). Progress in Clinical Parasitology. CRC<br />

Press, Boca Raton, Florida, EUA, Vol. 4, 1994:77-116.<br />

10. Flisser A, Madrazo I, Delgado H. Cisticercosis humana.<br />

El Manual Moderno y Universidad Nacional Autónoma<br />

de México. México, DF. Primera reimpresión, 1998.<br />

ISBN 968-426-739-8 (EMM), 968-36-5530-0 (UNAM),<br />

1997, 176.<br />

11. Flisser A. Epidemiological studies of taeniosis and cysticercosis<br />

in Latin America. En: Craig P, Pawlowski Z<br />

(eds.). Cestode Zoonoses: Echinococcosis and cysticercosis, an<br />

emergent and global problem. IOS Press, NATO Science<br />

Series. Vol 341. Amsterdam, 2002a:3-11.<br />

12. Flisser A. Risk factors and control measures for taeniosis/cysticercosis.<br />

En: Craig P, Pawlowski Z (eds.). Cestode<br />

Zoonoses: Echinococcosis and cysticercosis, an emergent and<br />

global problem. IOS Press, NATO Science Series. Vol 341.<br />

Amsterdam, 2002b:335-342.<br />

13. Flisser A, Gauci C, Martínez-Ocaña J et al. Protection<br />

against porcine cysticercosis induced by vaccination with<br />

recombinant oncosphere antigens. Infect Inmun, 2004;<br />

72:5292-5297.<br />

14. Flisser A, Gyorkos T. Contribution of immunodiagnostic<br />

tests to epidemiological/intervention studies of cysticercosis/teniosis<br />

in Mexico. Par Immunol, 2007;29:637-649.<br />

15. García H, Evans C, Nash T et al. Current consensus<br />

guidelines for treatment of neurocysticercosis. Clin Microbiol<br />

Rev, 2002;15:747-756.<br />

16. García H, Del Brutto O, Nash T et al. New concepts<br />

in the diagnosis and management of neurocysticercosis<br />

(T. solium). Am J Trop Med Hyg, 2005;72:3-9.<br />

17. González A, Cama V, Gilman R et al. Prevalence and<br />

comparison of serologic assays, necropsy, and tongue examination<br />

for the diagnosis of porcine cysticercosis in<br />

Peru. Am J Trop Med Hyg, 1990;43:194-199.<br />

18. González A, García H, Gilman R et al. Effective, single-dose<br />

treatment of porcine cysticercosis with oxfendazole.<br />

Am J Trop Med Hyg, 1996;54:391-394.<br />

19. González A, Falcón N, Gavidia C et al. Time-response<br />

curve of oxfendazole in the treatment of swine cysticercosis.<br />

Am J Trop Med Hyg, 1998;59:832-836.<br />

20. González A. Control of T. solium with porcine chemotherapy.<br />

En: Singh G, Prabhakar S (eds.). T. solium<br />

Cysticercosis. From Basic to Clinical Science CABI Publishing,<br />

Wallingford, UK, 2002:431-435.<br />

21. González A, Gauci C, Barber D et al. Short report:<br />

vaccination of pigs to control human neurocysticercosis.<br />

Am J of Trop Med Hyg, 2005;72:837-839.<br />

22. Hira P, Francis I, Abdella N et al. Cysticercosis: imported<br />

and autochthonous infections in Kuwait. Trans R<br />

Soc Trop Med Hyg, 2004;98:233-239.<br />

23. Huerta M, de Aluja A, Fragoso G et al. Synthetic peptide<br />

vaccine against T. solium pig cisticercosis: successful<br />

vaccination in a controlled field trial in rural Mexico. Vaccine,<br />

2002;20:262-266.<br />

24. Kyngdon C, Gauci C, González A, Flisser A et al. Antibody<br />

responses and epitope specificities to the Taenia<br />

solium cysticercosis vaccines TSOL18 and TSOL45-1A.<br />

Parasite Immunol, 2006;28:191-199.


426 PARTE II Parasitología humana<br />

25. Leutsher P, Andriantsimahavandy A. Cysticercosis in<br />

peace corps volunteers in Madagascar. N Engl J Med,<br />

2004;350:311-312.<br />

26. Lightowlers M. Eradication of Taenia solium cysticercosis:<br />

a role for vaccination of pigs. Int J Parasitol, 1999;29:<br />

811-817.<br />

27. Lightowlers M. Vaccines for prevention of cysticercosis.<br />

Acta Tropica, 2003;87:129-135.<br />

28. López-Gómez M, Castro N, Jung H et al. Optimization<br />

of the single-day-praziquantel therapy for neurocisticercosis.<br />

Neurology, 2001;57:1029-1030.<br />

29. Murrell K (ed.). WHO/FAO/OIE Guidelines for the<br />

Surveillance, Prevention and Control of Teniosis/Cysticercosis.<br />

Office International des Epizooties, París, Francia,<br />

ISBN 92-9044-656-0, 2005:139.<br />

30. Okolo M. Observations on Cysticercus cellulosae in the<br />

flesh of rural dogs. Inter J Zoon, 1986;13:286-289.<br />

31. Pouedet M, Zoli A, Nguekam L et al. Epidemiological<br />

survey of swine cisticercosis in two rural communities of<br />

West-Cameroon. Veter Parasitol, 2002;106:45-54.<br />

32. Preux P, Druet-Cabanac M. Epidemiology and aetiology<br />

of epilepsy in sub-Saharan Africa. Lancet Neurology,<br />

2005;4:21-31.<br />

33. Schantz P, Moore A, Muñoz J et al. Neurocysticercosis<br />

in an Orthodox Jewish community in New York City. N<br />

Engl J Med, 1992;327:692-695.<br />

34. Schantz P, Wilkins P, Tsang V. Immigrants, imaging<br />

and immunoblots: the emergence of neurocysticercosis as<br />

a significant public health problem. En: Scheld WM,<br />

Craig WA, Hughes JM (eds.). Emerging Infections 2.<br />

ASM Press, Washington, DC, 1998:213-241.<br />

35. Sotelo J, Flisser A. Neurocysticercosis: practical treatment<br />

guidelines. CNS Drugs, 1997;7:17-25.<br />

36. Sotelo J, del Brutto O. Brain cysticercosis. Arch Med<br />

Res, 2000;31:3-14.<br />

37. Torres A, Plancarte A, Villalobos A et al. Praziquantel<br />

treatment of porcine brain and muscle T. solium cysticercosis.<br />

3. Effect of 1-day treatment. Parasitology Research,<br />

1992;78:161-164.<br />

38. Wandra T, Ito A, Yamasaki H et al. T. solium cysticercosis,<br />

Irian Jaya, Indonesia. Emerg Infect Dis, 2003;9:884-<br />

885.<br />

39. White A Jr. Neurocysticercosis: updates on epidemiology,<br />

pathogenesis, diagnosis and management. Ann Rev<br />

Med, 2000;51:187-206.<br />

40. Willingham III A, Doanh N, Cong L et al. Current<br />

status of cysticercosis in Vietnam. Southeast Asian J Trop<br />

Med Pub Health, 2003;34:35–50.<br />

41. Willingham III A, Schantz P. Assessing the burden of<br />

T. solium cysticercosis and echinococcosis. Vet Parasitol,<br />

2004;125:183-202.<br />

42. Zoli A, Shey-Njila O, Assana E et al. Regional status,<br />

epidemiology and impact of T. solium cysticercosis in<br />

Western and Central Africa. Acta Tropica, 2003;87:35-<br />

42.


Capítulo<br />

56<br />

Hidatidosis y equinococosis*<br />

Jorge Sapunar<br />

Antecedentes históricos<br />

La hidatidosis fue conocida por los médicos de la antigüedad.<br />

Hipócrates sabía que la vesícula hidatídica tenía un líquido en su<br />

interior. Galeno mencionó que la localización más común de la<br />

vesícula era en el hígado y vio un parecido entre la parasitación<br />

humana y la animal. Areteo también se refirió a esta enfermedad.<br />

Redi (1684), Hartmann (1685) y Tyson (1691) fueron los<br />

primeros en presumir su origen animal. 1,5 Pallas (1766) hizo<br />

notar la semejanza de la hidátide humana con la de otros animales<br />

y reconoció la naturaleza animal de las vesículas hidatídicas.<br />

Goeze (1782), usando el microscopio, observó en las hidátides<br />

pequeños cuerpos ovoideos con ganchitos; con ello describió<br />

los escólices, sus ventosas y la corona de ganchitos. 31 Laennec<br />

(1804) distinguió la enfermedad hidatídica de la cisticercosis. 20<br />

Bremsen (1819) describió por primera vez el parásito en el<br />

hombre. 20 Von Siebold (1852) confirmó la relación entre el cestodo<br />

adulto y los quistes, dando a perros hidátides de carne<br />

junto con sus alimentos y logró obtener el gusano adulto. Después,<br />

Kuchenmeister, von Beneden, Haubner, Leuckart y Nettleship<br />

les dieron a perros en su alimento escólices de quistes de<br />

animales domésticos, y observaron el desarrollo del gusano<br />

adulto en el intestino de los perros. 31 Naunyn (1863), Krabble<br />

(1863) y Thomas (1885) lograron obtener ejemplares adultos<br />

en perros, dándoles escólices de origen humano. 1,5<br />

Felix Dévé describió la transformación del embrión hexacanto<br />

(oncosfera) en hidátide y la alteración que produce en los<br />

tejidos parasitados. Demostró que además de la hidatidosis primaria<br />

originada por el embrión hexacanto, existía una hidatidosis<br />

secundaria y que el escólex era la causa de la siembra en<br />

las serosas. Estudió las formas clínicas de la hidatidosis y planteó<br />

la prevención de la enfermedad. 9,10<br />

Alejandro Posadas (1870-1902) ideó el método quirúrgico<br />

que lleva su nombre, cierre de la adventicia del quiste hidatídico<br />

sin drenaje. Marcelino Herrera y Daniel J. Cranwell, en<br />

1901, publican el libro Los quistes hidatídicos en la República<br />

Argentina. Reunieron 970 casos humanos de hidatidosis entre<br />

1877 y 1900. 20 Adolfo Posselt (1867-1936) estudió un grupo<br />

de hidatidosis en el Tirol y escribió sobre la hidatidosis alveolar.<br />

En 1941 se creó en Colonia, Uruguay, la Asociación Internacional<br />

de Hidatidología y se realizaron luego numerosas jornadas<br />

y congresos. En 1972, Rausch y Berstein describieron a<br />

Echinococcus vogeli. 7 D’Alessandro estudió el ciclo biológico, la<br />

descripción y la distribución geográfica de las diferentes especies<br />

del género Echinococcus. 7<br />

En el diagnóstico de la hidatidosis humana los actuales<br />

métodos serológicos han adquirido gran relevancia, entre éstos<br />

la técnica de ELISA por su sensibilidad y especificidad. 4<br />

De gran utilidad es el uso del ultrasonido en el diagnóstico<br />

de procesos ocupantes de espacio en el hígado, siendo la ecotomografía<br />

un gran avance en el diagnóstico de la hidatidosis hepática,<br />

14,16 y otros métodos de imágenes como la tomografía<br />

computarizada y la resonancia nuclear.<br />

El tratamiento de la afección, hasta la década de 1970, era<br />

exclusivamente cirugía. Se intentó el uso de diversos fármacos<br />

hasta hace un tiempo, con resultados no satisfactorios; en 1974<br />

los estudios experimentales realizados por Heath y Chevis demostraron<br />

la eficacia del mebendazol en el tratamiento de la<br />

hidatidosis; 17 luego, en 1977, Bekhti y colaboradores, 2 usando<br />

este compuesto benzimidazólico, el mebendazol (5-benzoil<br />

benzimidazol-2-metil carbamato), señalaron la actividad antiparasitaria<br />

para el quiste hidatídico en el hombre. En 1983,<br />

Morris 27 usó el albendazol (metil-5-propiltio-1-4-benzimidazol),<br />

que constituye actualmente el fármaco de primera elección<br />

solo o asociado a cirugía, según sea el caso. Un fármaco<br />

que se propone por sus características para el tratamiento médico<br />

es el oxfendazol, también del grupo benzimidazol, pero<br />

aún falta su estudio.<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

427


428 PARTE II Parasitología humana<br />

Concepto<br />

Zoonosis producida por cestodos del género Echinococcus: E.<br />

granulosus (Batsch, 1786), E. multilocularis (Leuckart, 1863),<br />

E. vogeli (Rausch y Berstein, 1972) y E. oligarthus (Diesing,<br />

1863), de los cuales los dos primeros son los más importantes.<br />

La infección con la forma adulta del parásito se denomina<br />

equinococosis. Según la especie los hospederos definitivos, siempre<br />

carnívoros, pueden ser perros, zorros, lobos, coyotes, perros<br />

salvajes, especies de algunos felinos como puma, ocelote, etc.<br />

La infección con la forma larval o metacestodo se llama hidatidosis,<br />

enfermedad hidatídica o equinococosis hidatídica; son<br />

hospederos intermediarios animales herbívoros y el hombre.<br />

En el hombre puede comprometer diferentes órganos, en especial<br />

hígado y pulmón, y fuera de los caracteres generales en cada<br />

localización tiene además cualidades especiales.<br />

Clasificación<br />

Taxonomía de los principales parásitos del género Echinococcus:<br />

Reino: Animalia<br />

Subreino: Metazoa<br />

Phylum: Platyhelminthes<br />

Clase: Cestoidea<br />

Subclase: Eucestoda<br />

Orden: Cyclophyllidea<br />

Familia: Taeniidae<br />

Género: Echinococcus<br />

Especies: granulosus, multilocularis, vogeli y oligarthus<br />

Biología<br />

Echinococcus granulosus<br />

Es un cestodo de muy pequeña talla que vive fijo a la mucosa<br />

del intestino delgado del perro (Canis familiaris), el hospedero<br />

definitivo más importante, y también en otros cánidos como el<br />

lobo, chacal, dingo de Australia, etc.; siempre es un animal carnívoro,<br />

pero los felinos parecen ser refractarios a la infección<br />

por E. granulosus.<br />

Los estudios realizados permiten apreciar la existencia de<br />

gran variabilidad de genotipos de E. granulosus encontrados en<br />

diferentes hospederos y en diferentes regiones. Hasta ahora se<br />

han descrito cepas con genotipo de G1 a G10. 3,41 Las cepas de<br />

E. granulosus son importantes, pues cada una tiene características<br />

especiales, principalmente en relación con infectividad para<br />

el hombre.<br />

E. granulosus mide 3 a 7 mm de largo con un escólex piriforme<br />

con cuatro ventosas y 30 a 50 ganchitos dispuestos en<br />

dos coronas, con un cuello corto que origina las proglótides<br />

que forman el cuerpo o estróbilo, constituido por tres proglótidas:<br />

inmadura, madura y grávida; esta última es la más ancha y<br />

larga, tiene casi la mitad de la longitud del verme (figura 56-1)<br />

y su útero grávido contiene, según estudios recientes, 500 a<br />

1 500 huevos ovoides de unos 40 mm de diámetro con una<br />

capa externa estriada, gruesa, impermeable, muy resistente, llamada<br />

embrióforo que protege al embrión hexacanto (oncosfera)<br />

que está en su interior. La morfología de este huevo es semejante<br />

a los huevos de Taenia spp., por lo que al microscopio son<br />

indistinguibles de aquéllos. Estos huevos salen periódicamente<br />

con las excreta del perro parasitado; pueden sobrevivir en el<br />

ambiente un tiempo variable de hasta un año; son muy resistentes,<br />

pero sensibles a la desecación y temperaturas de 60°C.<br />

Los huevos pueden contaminar el pelo del perro, suelo,<br />

verduras, agua de bebida y de allí ser tomados por los hospederos<br />

intermediarios bovinos, ovinos, porcinos y los mamíferos<br />

de menor importancia epidemiológica como el caballo, el conejo,<br />

la rata, etc., y también por accidente por el hombre directamente<br />

en contacto con el perro o de manera indirecta en los<br />

alimentos, agua de bebida contaminada con las deyecciones del<br />

perro, en cuyas vísceras se desarrolla la larva (metacestodo).<br />

El hospedero definitivo (perro) se infecta al comer vísceras<br />

de animales con quistes hidatídicos fértiles, viables, que contienen<br />

escólices, que son miles en un solo quiste, y cada uno puede<br />

originar un verme adulto. Los escólices se desenvaginan generalmente<br />

después de unas 6 h, pero pueden demorarse más<br />

de tres días; se fijan en el intestino y tardan aproximadamente<br />

6 a 10 semanas en alcanzar la madurez sexual. El gusano adulto<br />

en los perros vive 5 a 8 meses en promedio; sólo algunos pueden<br />

sobrevivir más de dos años. 7 La infección del perro suele<br />

ser intensa, pero generalmente E. granulosus no le produce molestias<br />

ni lesiones muy importantes a pesar de tener miles de<br />

parásitos (figura 56-2).<br />

El diagnóstico de la equinococosis canina se efectúa mediante<br />

purgas con bromhidrato de arecolina para visualizar el<br />

parásito en las heces del perro. Otra forma de diagnóstico es<br />

una reacción de ELISA que evidencia coproantígenos del parásito<br />

o técnicas de PCR que detectan el DNA del parásito.<br />

Los huevos ingeridos por los hospederos intermediarios,<br />

incluido el hombre, liberan en el intestino delgado los embriones<br />

hexacantos (oncosferas) que penetran en la mucosa de la<br />

parte alta del intestino delgado, migran por la pared, entran en<br />

venas tributarias de la porta y llegan a diferentes órganos. Los<br />

factores que determinan la localización del metacestodo en un<br />

hospedero intermedio no son claros, pero tal vez influyen las<br />

características anatómicas y fisiológicas del hospedero, la especie<br />

y la cepa del parásito. El embrión hexacanto mide 20 a<br />

25 mm de diámetro, pero puede deformarse y pasar por todas<br />

las partes por donde pasa un glóbulo rojo; en 60 a 70% de las<br />

infecciones humanas se detiene en el hígado y otros pasan el<br />

filtro hepático y por las venas suprahepáticas, cava inferior, corazón<br />

derecho, arterias pulmonares; se detiene en el pulmón,<br />

segunda localización de importancia y con menos frecuencia<br />

llega a otros órganos.<br />

Los embriones en los capilares hepáticos o pulmonares<br />

aparecen como una masa multinucleada de 30 a 35 mm, rodeada<br />

de leucocitos; a los cuatro días el parásito de 30 a 40 mm<br />

ofrece un comienzo de vacuolización; a los siete días esta formación,<br />

denominada hidátide, mide 60 a 70 mm; es redonda,


CAPÍTULO 56 Hidatidosis y equinococosis 429<br />

1a<br />

4<br />

A<br />

Cutícula<br />

Germinativa<br />

Vesículas<br />

Prolígeras<br />

con escólex<br />

3<br />

B<br />

1b<br />

b<br />

a<br />

2<br />

B2c<br />

Figura 56-3. Corte histológico de la pared de un quiste hidatídico.<br />

Muestra la adventicia, la cutícula laminar, una delgada prolígera<br />

(germinativa) y vesículas prolígeras libres con escólices en su<br />

interior.<br />

Figura 56-2. Ciclo vital de Echinococcus granulosus, y de<br />

E. multilocularis. A: Hospedero definitivo: el perro (y otros cánidos).<br />

1a: Echinococcus granulosus (al lado de tamaño natural). 1b: Hembrióforo,<br />

huevo con larva de 6 ganchos (oncosfera). B: Hospedero<br />

intermediario: la oveja (y otros herbívoros y omnívoros). 2a: Hígado<br />

con vesícula quística (larva). 2b: Esquema de hidátide con vesículas<br />

hijas y escólices. 2c: El hombre como hospedador intermediario<br />

accidental (hidatidosis). Órganos afectados preferentemente hígado<br />

y pulmón. 3 y 4: Escólices aislados. 3: Escólex invaginado, 4: Escólex<br />

evaginado, se distinguen la corona de ganchos y las ventosas.<br />

vesicular y ya tiene una estructura definitiva esbozada, y su pared<br />

presenta una capa externa laminar y otra interna nucleada.<br />

La hidátide crece aproximadamente 1 cm por año y a su alrededor<br />

el tejido parasitado reacciona formando una envoltura fibrosa<br />

llamada adventicia. El crecimiento de la larva en ocasiones<br />

la lleva a tener 20 cm o más de diámetro, después de<br />

muchos años; esto explica la rareza con que se observan quistes<br />

en niños grandes. El crecimiento de la hidátide depende en<br />

cierto modo de la especie del hospedero, también del órgano<br />

parasitado; así en el hígado es más lento que en el pulmón y<br />

más aún en los huesos.<br />

Estrictamente, el término enfermedad hidatídica, hidatidosis<br />

o equinococosis hidatídica debe referirse a la infección<br />

por el metacestodo, y equinococosis a la infección con el parásito<br />

adulto. 20<br />

Quiste hidatídico<br />

El quiste hidatídico comprende la hidátide (metacestodo) o larva<br />

propiamente dicha, más la reacción tisular del hospedero o<br />

adventicia, que es una reacción degenerativa del tejido vecino a<br />

la hidátide (figura 56-3).<br />

Hidátide<br />

Habitualmente tiene la forma de un globo esférico lleno de un<br />

líquido transparente e incoloro. La hidátide tiene una pared<br />

constituida por una capa externa de color blanquecino, como<br />

clara de huevo coagulada de espesor variable, laminar, no nucleada,<br />

quitinosa, llamada cutícula, secretada por una capa interna<br />

que la reviste en toda su extensión, amarillenta, granulosa,<br />

de unos 15 mm de espesor, con gran cantidad de núcleos,<br />

rica en glucógeno, llamada germinativa o prolígera; es la parte<br />

noble del parásito, de ella se forman directa o indirectamente<br />

todas las constituyentes de la hidátide; por yemación hacia el<br />

interior de la cavidad quística se forman las vesículas prolígeras<br />

de unos 250 mm de diámetro; pueden estar adheridas a ellas o<br />

libres en el líquido, y en el interior de estas vesículas se forman<br />

las escólices en número de 30 a 40, invaginadas, de forma ovoidea<br />

y pueden quedar libres en el líquido. Estas escólices invaginadas<br />

tienen ventosas, ganchitos y un sistema excretor (células<br />

flamígeras) (figura 56-4).<br />

En el líquido de la hidátide pueden existir formaciones<br />

macroscópicas, las vesículas hijas (figura 56-5), que tienen<br />

una pared igual que la hidátide con cutícula y prolígera; estas<br />

vesículas hijas se forman, según Dévé, de los escólices. Pueden<br />

existir vesículas fuera de la hidátide que se formarían por el<br />

resto de la germinativa, incluidas en la cutícula.<br />

En su interior la hidátide tiene el líquido hidatídico, producido<br />

por el metabolismo del parásito; es claro y transparente;<br />

tiene una densidad de 1 007 a 1 012, pH de 7.4 y una presión<br />

de 60 a 80 cm de agua. Está compuesto por agua, cloruro de


430 PARTE II Parasitología humana<br />

sodio, glucosa, urea e indicios de proteínas con propiedades<br />

antigénicas.<br />

Al dejar sedimentar el líquido de un quiste hidatídico fértil<br />

en una copa coniforme, se forma un sedimento blanquecino<br />

llamado arenilla hidatídica, que tiene vesículas prolígeras, escólices<br />

y ganchitos. Según Dévé, 1 ml de esta arenilla tiene<br />

unos 400 000 escólices, y un quiste hidatídico mediano forma<br />

aproximadamente 5 ml de arenilla.<br />

En el hombre los quistes hidatídicos hepáticos son habitualmente<br />

fértiles; en cambio, no lo son en el pulmón. Se llama<br />

acefaloquiste o quiste estéril, al quiste sin vesículas prolígeras y<br />

sin escólices. En los quistes con escólices en su interior es importante<br />

estudiar su vitalidad. Hay diferencias de fertilidad en<br />

los quistes hidatídicos según la especie, órgano parasitado y<br />

también podría ser importante la cepa del parásito.<br />

En el humano, la hidátide habitualmente es esférica y comúnmente<br />

se desarrolla una sola hidátide; son poco frecuentes<br />

dos o más quistes en un enfermo. Por último, el quiste hidatídico<br />

tiene una tercera capa, la adventicia, producida por los<br />

tejidos parasitados. Entre ella y la hidátide existe un plano quirúrgico<br />

de “clivage”, es decir, se pueden separar fácilmente. La<br />

adventicia está constituida por tejido conjuntivo, de espesor<br />

variable según el hospedero y el órgano comprometido; es más<br />

gruesa en el hígado que en el pulmón, no se forma en el hueso<br />

parasitado; por ello en este caso se debe llamar hidatidosis ósea<br />

y no quiste hidatídico óseo.<br />

La adventicia puede calcificarse en 10% de los quistes hidatídicos<br />

hepáticos; este proceso también se produce en el riñón<br />

y en el bazo y prácticamente nunca en el pulmón. Con la<br />

calcificación se altera la nutrición del parásito (figura 56-6).<br />

Patogenia y patología<br />

La hidatidosis por E. granulosus no es una afección benigna a<br />

pesar de su lenta evolución; siempre debe considerarse una enfermedad<br />

seria porque altera tejidos en cualquier localización;<br />

además a veces se necesita tratamiento quirúrgico que con cierta<br />

frecuencia puede tener complicaciones incluso fatales, 38 o<br />

quimioterapia que también puede tener dificultades. 8,15,19<br />

Los síntomas se pueden originar por compresión, por<br />

complicaciones del quiste, como rotura que puede provocar<br />

alteraciones inmediatas (reacción alérgica o anafiláctica) o tardías<br />

(hidatidosis peritoneal), infección bacteriana, produciéndose<br />

un absceso y por alteraciones inmunológicas provocadas<br />

por sustancias liberadas por el parásito; el paciente se puede<br />

sensibilizar y presentar crisis urticarianas. Los síntomas y su<br />

intensidad dependen mucho de la localización del parásito.<br />

Epidemiología<br />

La hidatidosis es una zoonosis parasitaria que constituye un importante<br />

problema de salud pública en muchos países, principalmente<br />

en zonas agrícolas, ganaderas; es motivo de constante<br />

preocupación para médicos, veterinarios y autoridades de salud.<br />

La prevalencia de la hidatidosis varía según las zonas geográficas.<br />

Se han comunicado miles de casos humanos de hidatidosis.<br />

Es frecuente que la mayoría de los casos humanos se<br />

adquieren en la niñez. La enfermedad afecta a todas las edades,<br />

pero 70% ocurre en personas en plena capacidad de trabajo.<br />

La hidatidosis se encuentra en todos los continentes, teniendo<br />

elevados índices de infección en Argelia, Marruecos,<br />

Túnez, Chipre, Grecia, Italia, Portugal, España y Australia.<br />

Sudamérica se encuentra entre las regiones más afectadas; 23 los<br />

países que tienen la mayor prevalencia son Argentina, 22 Brasil<br />

en la provincia de Rio Grande do Sur, Chile, Perú, Uruguay 23<br />

y en menor grado Bolivia, Colombia y Paraguay.<br />

La epidemiología y prevención de la enfermedad han sido<br />

estudiadas por más de 40 años por Neghme, quien señala que<br />

favorecen la endemia la ignorancia del problema; las costumbres<br />

y actitudes que favorecen la infección de animales y del<br />

hombre; la realización por el hombre de condiciones ecológicas<br />

que favorecen el desarrollo del ciclo vital del parásito (por<br />

ejemplo, dar vísceras crudas con quistes al perro); la matanza<br />

ilegal de animales; el exceso de perros; metodología deficiente<br />

cuando se trata el problema de la zoonosis. 29 La hidatidosis lesiona<br />

al enfermo, repercutiendo sobre el grupo familiar y la<br />

economía del país. 29<br />

Clínica<br />

El quiste hidatídico (metacestodo) en cualquier localización<br />

puede originar trastornos locales y generales, pero de manera<br />

habitual durante años no causa síntomas ni signos, evolucionando<br />

de modo silencioso; a veces se evidencia en personas<br />

asintomáticas que se hacen exámenes de imágenes por motivos<br />

no relacionados con esta enfermedad. El periodo asintomático<br />

varía en cada localización, llegando en el hueso a ser de 20 a 30<br />

o más años.<br />

Cada localización del parásito fuera de los rasgos generales<br />

puede presentar características particulares, constituyendo un<br />

libro aparte. En las manifestaciones clínicas influyen la sensibilización<br />

del paciente y la localización del parásito.<br />

El cuadro clínico es variable, no característico; es semejante<br />

al de cualquier tumoración, pudiendo originar aumento de<br />

tamaño del órgano, rechazo de vísceras, un síndrome doloroso<br />

casi siempre leve, vago, salvo en la órbita, en donde el dolor es<br />

precoz; cuando el quiste se complica el dolor presenta características<br />

variables; puede ser muy intenso en los quistes hepáticos<br />

y renales abiertos a los conductos biliares o urinarios respectivamente,<br />

apareciendo un cólico hepático o renal según el caso<br />

y puede haber un síndrome de hipersensibilidad con prurito,<br />

urticaria, asma, etcétera.<br />

Hidatidosis hepática<br />

En el humano el hígado es la víscera más parasitada; en cambio,<br />

en algunos animales, como por ejemplo en los ovinos, es el<br />

pulmón. Se ubica de preferencia en el lóbulo derecho del hígado<br />

y hacia la convexidad, porque casi toda la sangre del intesti-


CAPÍTULO 56 Hidatidosis y equinococosis 431<br />

no delgado llega a ese lóbulo y la distribución de las ramas<br />

portales explica lo segundo. Por lo general existe un solo quiste<br />

y raras veces dos o más. 20,38 El tamaño varía con el tiempo de<br />

evolución del quiste; se han encontrado de 20 a 30 cm de diámetro.<br />

La hidatidosis hepática puede ser primaria o raras veces<br />

secundaria. En el humano la vía principal de llegada del embrión<br />

hexacanto al hígado es por el sistema venoso portal.<br />

El quiste hidatídico puede ubicarse profundamente (intrahepático)<br />

o superficialmente (emergente) y puede crecer y exteriorizarse<br />

hacia el abdomen o tórax, no “migrar” como se anota<br />

con frecuencia, pues la migración supone movimiento. La hidátide<br />

crece de manera excéntrica, pero conserva su forma casi<br />

esférica en la mayoría de los casos humanos.<br />

En el hígado, alrededor de 90% de las hidátides son fértiles<br />

y el resto estériles, las cuales se llaman acéfalo hidátides.<br />

Cuando la nutrición del parásito se dificulta o cuando envejece,<br />

se produce formación de vesículas hijas y se transforma en un<br />

quiste multivesicular, que parece ser una forma de resistencia a<br />

condiciones adversas. La vesiculización puede ser endógena o<br />

exógena; en el hígado humano la exógena es poco frecuente; en<br />

cambio, es común en el hígado de bovinos.<br />

El aumento de volumen del parásito comprime la adventicia<br />

originando trastornos en su nutrición, produce su degeneración<br />

hialina y finalmente calcificación. En el hombre, más o<br />

menos en 10% de los quistes hepáticos se calcifican en forma<br />

parcial y en algunos casos toda la superficie, 20 lo cual se llama<br />

calcificación en bola de billar y con seguridad el quiste en este<br />

caso no tiene vitalidad. Los quistes hidatídicos hepáticos asociados<br />

con otras localizaciones, por ejemplo pulmón, no son<br />

excepcionales.<br />

Cuadro clínico<br />

La edad del enfermo fluctúa entre 20 y 40 años. Los quistes<br />

hidatídicos hepáticos evolucionan silenciosamente por 10 a 30<br />

años. El síndrome tumoral predomina en los quistes hepáticos<br />

no complicados. Los quistes de evolución abdominal son los<br />

que alcanzan mayor tamaño sin provocar trastornos; el dolor es<br />

poco frecuente. El aumento de volumen a veces se ve o se palpa<br />

como una masa, regular, renitente, subcostal, sensible a la palpación,<br />

con excursión respiratoria. A veces la tumoración puede<br />

no percibirse clínicamente y los exámenes de imágenes la<br />

evidencian. Además, pueden existir, como en otras localizaciones,<br />

manifestaciones alérgicas como urticaria, asma, etcétera.<br />

Complicaciones del quiste hidatídico hepático<br />

El quiste evoluciona lentamente y con el tiempo puede dar lugar<br />

a complicaciones como infección bacteriana, que llega por<br />

vía canalicular, y se transforma en un absceso a veces con el<br />

cuadro clínico clásico de hepatomegalia, dolor y fiebre o en<br />

ocasiones sólo con un síndrome febril. Otra complicación es la<br />

rotura, que origina como consecuencia inmediata prurito, urticaria<br />

o hasta un choque anafiláctico a veces mortal y como consecuencias<br />

tardías una forma de hidatidosis peritoneal al romperse<br />

en esa serosa o la vía canalicular, lo cual ocasiona una<br />

ictericia obstructiva; finalmente puede romperse a una víscera<br />

hueca.<br />

a) Abertura del quiste hidatídico hepático a los conductos<br />

biliares. Al crecer, el quiste toma contacto con la vía<br />

biliar y estos conductos se incorporan a la adventicia. En<br />

90% de los casos existen pequeñísimas comunicaciones<br />

del quiste con la vía biliar, la perforación se produce en los<br />

gruesos conductos intrahepáticos, con menor frecuencia<br />

en el colédoco y muy rara vez en la vesícula biliar. 20 Aparece<br />

ictericia, cólicos hepáticos, fiebre por la migración de<br />

elementos hidatídicos.<br />

b) Abertura en el peritoneo. En la rotura reciente el enfermo<br />

puede presentar prurito, urticaria y hasta choque anafiláctico<br />

y posteriormente alguna forma de hidatidosis<br />

secundaria peritoneal: hidatidosis peritoneal secundaria<br />

múltiple, hidátide heterotópica, hidatoperitoneo, hidatidoperitoneo,<br />

coleperitoneo hidatídico (ver Hidatidosis<br />

de serosas).<br />

c) Abertura al tórax. Los quistes de la cara superior del hígado<br />

tienden a evolucionar hacia el tórax y abrirse en él,<br />

más frecuentemente en bronquios que en la cavidad pleural.<br />

Los pacientes pueden presentar dolores torácicos, tos,<br />

a veces con expectoración mucopurulenta o mucosanguinolenta,<br />

lo cual induce a investigar esta complicación (ver<br />

Hidatidosis de serosas) (figura 56-7).<br />

d) Abertura en vísceras huecas. La abertura al estómago,<br />

duodeno, colon y pelvis renales es excepcional. A veces la<br />

hemorragia precede a la eliminación de membranas y vesículas<br />

en vómitos, en la abertura en estómago o en deposiciones<br />

en la rotura en el intestino.<br />

e) Abertura en el sistema venoso. Cuando el quiste hidatídico<br />

se abre en la vena cava o suprahepática, se produce<br />

una embolia parasitaria que llega al corazón derecho y se<br />

detiene en ramas de la arteria pulmonar; la rotura en cava<br />

es siempre grave. La gravedad depende de las características<br />

de los elementos parasitarios y de la sensibilización del<br />

enfermo. Una rotura en un vaso puede producir hidatidosis<br />

secundaria metastásica que se origina de escólices.<br />

Hidatidosis pulmonar<br />

El quiste hidatídico pulmonar generalmente es primitivo; la<br />

infección del pulmón se produce en la mayoría de los casos por<br />

vía sanguínea, después de que el embrión hexacanto ha pasado<br />

el “filtro” hepático. La hidatidosis pulmonar raramente es secundaria,<br />

y se origina por vía sanguínea por la rotura de un<br />

quiste hepático en las venas suprahepáticas o cava inferior o por<br />

siembra broncógena.<br />

El quiste hidatídico pulmonar primitivo es más frecuente<br />

en los lóbulos inferiores y con predilección por el pulmón derecho.<br />

La generalidad de los enfermos (95%) presenta un solo<br />

quiste (figura 56-8). La hidatidosis pulmonar múltiple puede<br />

ser primitiva, pero mucho más frecuentemente es secundaria y


432 PARTE II Parasitología humana<br />

A<br />

MP<br />

LÍQUIDO<br />

AIRE<br />

AIRE<br />

LÍQUIDO<br />

A<br />

MP<br />

AIRE<br />

1 2<br />

3<br />

A<br />

MP<br />

AIRE<br />

Figura 56-9. Esquema de imágenes radiológicas del quiste<br />

hidatídico del pulmón. 1. Quiste no complicado. 2. Quiste con signo<br />

de la neumoperiquística. 3. Quiste con signo del doble arco. 4. Quiste<br />

con signo de camalote. A, Adventicia; MP, membrana parasitaria.<br />

puede ser uni y bilateral. La forma secundaria por siembra<br />

broncogénica es excepcional, no tiene adventicia y origina sombras<br />

radiológicas casi uniformes. La hidatidosis metastásica se<br />

produce después de la rotura de un quiste visceral, en la circulación<br />

de retorno del hígado; los escólices llegan al ventrículo<br />

derecho y desde allí a los pulmones.<br />

En el humano el quiste primitivo puede ser intrapulmonar<br />

o emergente; en cambio, en bovinos y ovinos la mayoría son<br />

emergentes. Tienen forma redondeada u oval. El tamaño depende<br />

del tiempo que tiene el quiste y aunque sea grande, en el<br />

hombre adulto no deforma el tórax.<br />

El quiste hidatídico pulmonar es univesicular, amicrobiano<br />

y tiene una presión de 50 a 60 cm de agua. La hidátide está<br />

aplicada a la adventicia vascularizada que asegura su nutrición.<br />

En el pulmón las hidátides pocas veces, o prácticamente nunca,<br />

tienen vesículas hijas; la mayoría son estériles a diferencia de<br />

las del hígado.<br />

La sintomatología está en relación con el tamaño, con la<br />

localización del quiste y con la sensibilización del parásito. Pasan<br />

en promedio unos dos años asintomáticos y en la mayoría<br />

los síntomas comienzan cuando el quiste tiene 5 a 6 cm. 20 Los<br />

síntomas más comunes son: tos, hemoptisis, expectoración<br />

mucopurulenta, hidatoptisis, dolor o disnea que aparecen antes<br />

en los quistes centrales; pueden agregarse manifestaciones alérgicas<br />

y enflaquecimiento moderado; a veces se diagnostica casualmente<br />

con un examen radiológico. El examen físico del<br />

paciente, en caso de un quiste de cierto tamaño y próximo a la<br />

pared torácica, puede darles signos de una colección líquida.<br />

Los bronquios son comprimidos, rechazados y luego perforados<br />

por la hidátide. Roto el quiste, la adventicia tiene poca<br />

tendencia a colapsarse y desaparecer, se epiteliza; la insuflación<br />

de la cavidad y las secreciones bronquiales se oponen y se forma<br />

una cavidad residual.<br />

En el hombre la adventicia en el pulmón no se calcifica o<br />

excepcionalmente lo hace.<br />

La localización pulmonar evoluciona y se complica con<br />

mayor rapidez que en el hígado. Precozmente se produce abertura,<br />

lo más frecuente a los bronquios, de manera excepcional a<br />

pericardio u órganos abdominales. En los quistes operados casi<br />

todos aparecen comunicados con los bronquios y muchos con<br />

infección bacteriana.<br />

La rotura por un traumatismo, o más a menudo espontánea,<br />

es anunciada por hemoptisis repetida, un estado subfebril o<br />

por clima de angustia y dolor torácico. La vómica marca la rotura<br />

de un quiste en los bronquios, eliminando un líquido de sabor<br />

salado, restos de membrana y si existen, vesículas y elementos<br />

de la arenilla hidatídica. La vómica puede ser fraccionada,<br />

inaparente, acompañada de hemoptisis, pero siempre es algo<br />

serio capaz de producir un choque grave, a veces mortal. En<br />

general, sin embargo, todo disminuye en horas. Es excepcional<br />

que la evacuación del parásito sea completa y que el enfermo<br />

sane con la vómica. Si el quiste se vacía en los bronquios parcialmente,<br />

como es lo más frecuente, lo habitual es que la cavidad<br />

retenga gran parte de membranas y una gran cantidad de líquido,<br />

produciéndose un hidroneumoquiste y luego un pioneumoquiste<br />

hidatídico, y cuando todo el líquido ha sido eliminado<br />

por vómica, quedan membranas parasitarias retenidas, degeneran<br />

y se pueden eliminar pequeños trozos. El quiste seco o de<br />

membranas encarceladas se produce en 5% de los casos. Con la<br />

rotura de un quiste se puede originar una serie de imágenes radiológicas<br />

muy importantes para el diagnóstico (signo de la<br />

neumoperiquística, del doble arco, del camalote o de membranas<br />

flotantes [figura 56-9] o de membranas encarceladas).<br />

Los quistes que crecen hacia la superficie pueden romperse<br />

a la cavidad pleural, originando un cuadro dramático (dolor,<br />

disnea, cianosis) de reacción pleural y rara vez una hidatidosis<br />

pleural secundaria o un choque. Los signos del examen son de<br />

un hidroneumotórax y la evolución es de una pleuresia crónica,<br />

grave, muy rápidamente purulenta. Otra complicación del<br />

quiste es la infección bacteriana que llega por vía bronquial;<br />

supurando el quiste, se transforma en un absceso que debe operarse.<br />

Hidatidosis del bazo<br />

LÍQUIDO<br />

LÍQUIDO<br />

La hidatidosis esplénica puede ser primitiva, que tiene su origen<br />

en la evolución vesicular de un embrión hexacanto (oncosfera)<br />

que llega por vía arterial al bazo; no es muy frecuente,<br />

dado el largo camino lleno de obstáculos que debe recorrer el<br />

embrión para llegar al bazo. Se produce según diferentes estadísticas,<br />

entre 1 y 8% de los casos de hidatidosis. Dévé, en<br />

2 700 casos de hidatidosis, la encontró en 2.12%. 10<br />

En la hidatidosis secundaria, los escólices de la rotura de<br />

un quiste hidatídico fértil del corazón izquierdo llegan por<br />

4


CAPÍTULO 56 Hidatidosis y equinococosis 433<br />

vía arterial al bazo; es una rareza. El quiste hidatídico primitivo<br />

del bazo de regla es único; la multiplicidad es la excepción;<br />

puede tener o no vesículas hijas. La calcificación de la adventicia<br />

es menos frecuente que en el hígado y riñón; se encuentra<br />

en menos de 9%. El quiste hidatídico se puede asociar con uno<br />

hepático. El embrión hexacanto, llegando al bazo, crece lentamente,<br />

en el parénquima esplénico se desarrolla, pudiendo<br />

ocupar diferentes posiciones; así, existen quistes centrales y periféricos.<br />

El bazo es un órgano en extremo tolerante, sin conductos<br />

excretores que faciliten las complicaciones tempranas<br />

como ocurre en otras localizaciones (por ejemplo: hígado, riñón,<br />

pulmón), lo que hace que cuando se evidencian clínicamente<br />

los quistes, han alcanzado gran tamaño, el bazo está más<br />

o menos deformado y como son emergentes, pueden exteriorizarse<br />

por delante o detrás del hilio esplénico con diferente sintomatología.<br />

El quiste hidatídico se desarrolla libremente en la celda<br />

esplénica, pudiendo crecer hacia el abdomen y llegar hasta la<br />

parte baja de la cavidad del abdomen, o más raras veces hacia el<br />

tórax y de manera excepcional en ambos sentidos. En el curso<br />

del crecimiento el quiste contacta con los órganos vecinos y con<br />

la pared toracoabdominal, y compromete órganos, en especial<br />

estómago y colon, pudiendo desarrollarse adherencias, lo más<br />

frecuente al diafragma y llegan a tener enormes dimensiones.<br />

En un caso del autor el bazo con su quiste pesaron 2 500 g<br />

(figura 56-10).<br />

Cuando la hidátide ha crecido como para tener las características<br />

de una tumoración semiológica, es el momento en<br />

que la enfermedad preocupa al paciente. El quiste del bazo no<br />

complicado, evoluciona silenciosamente durante 20 años o<br />

más y se constituye en una formación que desplaza vísceras.<br />

En los casos habituales, la sintomatología es abdominal, el<br />

bazo parasitado tiene gran parte oculta bajo la pared torácica,<br />

ocasionando una leve pesadez o dolor poco intenso en el cuadrante<br />

superior izquierdo del abdomen, que puede irradiarse al<br />

cuello por irritación del nervio frénico, o a la escápula izquierda;<br />

también puede irradiarse por el abdomen hasta el miembro<br />

inferior; nunca es muy intenso ni continuo; cuando existe periesplenitis,<br />

el dolor se hace permanente. El paciente a veces no<br />

puede acostarse sobre el lado izquierdo por exacerbación del<br />

dolor al tomar esa posición.<br />

Los quistes que evolucionan hacia el abdomen dan sintomatología<br />

tumoral abdominal, y los que lo hacen hacia el tórax<br />

dan síntomas torácicos. El cuadro tumoral abdominal domina<br />

y se evidencia desplazando el estómago, colon, cola del páncreas<br />

o riñón izquierdo y deben diferenciarse del tumor del lóbulo<br />

izquierdo del hígado, tumores renales y suprarrenales y de<br />

otras afecciones del bazo. El quiste origina una asimetría abdominal<br />

de consistencia dura o renitente, apreciándose a menudo<br />

frémito hidatídico.<br />

El quiste del bazo torácico provoca frecuentemente alteraciones<br />

respiratorias y una deformación de la pared. El quiste<br />

del bazo puede ser reconocido por una complicación. En cuanto<br />

a las complicaciones, si bien son más raras que en otras localizaciones,<br />

existe la supuración, que origina un cuadro febril<br />

y la rotura, acompañada de una anafilaxia, o bien ésta pasa ignorada<br />

hasta que aparece clínicamente una hidatidosis peritoneal.<br />

En la evolución torácica rechaza el diafragma, levanta la<br />

parrilla costal y en raras ocasiones se produce rotura a los bronquios,<br />

apareciendo tos, expectoración, hemoptisis o hidatidoptisis.<br />

La abertura a la cavidad pleural origina el cuadro clínico<br />

de un derrame pleural. También es posible la rotura al estómago,<br />

colon y peritoneo.<br />

Al examen del enfermo se aprecia una pronunciada asimetría<br />

del abdomen en el cuadrante superior izquierdo; el reborde<br />

costal está levantado; a la palpación se encuentra en el hipocondrio<br />

izquierdo una tumoración con excursión respiratoria, de<br />

superficie lisa o abollonada, de consistencia a veces renitente,<br />

en algunos casos con fluctuación, mate a la percusión y a la<br />

auscultación; el murmullo pulmonar disminuido o abolido.<br />

Hidatidosis del riñón<br />

La localización renal del quiste hidatídico se presenta entre 2 a<br />

4% del total de las hidatidosis según diferentes autores. Afecta<br />

un riñón con un solo quiste; son muy raros los quistes múltiples.<br />

El quiste renal es prácticamente siempre primitivo y rara<br />

vez coincide con otra localización del parásito. La hidatidosis<br />

renal excepcionalmente puede ser secundaria cuando un quiste<br />

cardiaco se rompe en las cavidades izquierdas del corazón por<br />

vía sanguínea; los escólices (protoescólices) llegan al riñón y<br />

evolucionan en estos casos a una hidatidosis renal metastásica<br />

que se asocia a menudo con quistes en otros órganos como cerebro<br />

y bazo. Existen casos de siembra secundaria local por rotura<br />

de un quiste renal por un traumatismo, accidente quirúrgico<br />

o una punción. Según algunas estadísticas, la localización<br />

renal primitiva es de igual frecuencia en ambos riñones, pero en<br />

otras predomina en el riñón izquierdo.<br />

El quiste hidatídico renal, ubicado en uno de los polos o<br />

en el centro del riñón, crece hacia la superficie o hacia el hilio<br />

renal, pero muchos siguen ambos desarrollos; después de muchos<br />

años tendrán relaciones y adherencias con las paredes de la<br />

celda renal y con los órganos que la limitan; por esto los quistes<br />

renales, aunque raramente, pueden abrirse al colon, duodeno,<br />

pleura, bronquios y peritoneo.<br />

La hidátide, en su crecimiento en el parénquima, puede<br />

desplazar la pelvis renal y el uréter, provocando deformaciones<br />

que la pielografía evidencia. Las arterias renales pueden comprometerse,<br />

con las respectivas consecuencias.<br />

En el humano, la hidátide se localiza principalmente en la<br />

sustancia cortical del riñón porque las arterias son terminales y<br />

los embriones se detienen en los capilares. Esta localización explica<br />

por qué casi todos los quistes renales son emergentes. En<br />

su crecimiento la hidátide comprime y rechaza el parénquima<br />

renal, distiende la cápsula renal, originándose una espesa adventicia,<br />

en la cual se integran túbulos, glomérulos y vasos, y en<br />

el espesor de la adventicia suelen hallarse vesículas hijas. La<br />

calcificación de la adventicia es frecuente y se aprecia fácilmente<br />

en las radiografías. La mayoría de las hidátides, al hacer el


434 PARTE II Parasitología humana<br />

diagnóstico, son fértiles y la vesiculización filial endógena es<br />

habitual, la exógena es rara.<br />

La infección bacteriana es frecuente, puede llegar por vía<br />

hemática o urinaria. La hidátide en el riñón abre y obstruye los<br />

conductos urinarios y cuando toma contacto con los cálices los<br />

distiende y los abre, así el parásito queda en contacto con la<br />

orina. Esto implica contacto con gérmenes que pueden infectarla<br />

iniciando la vesiculización filial y luego el absceso. Según<br />

el tipo de bacterias, en algunos casos se producen gases, constituyéndose<br />

el pioneumoquiste. La eliminación de pus por el<br />

uréter origina la infección pieloureterovesical con repercusión<br />

local y general.<br />

El quiste roto puede tener las mismas consecuencias que<br />

en el hígado y en el pulmón, eliminación total o parcial, retención<br />

e involución de membranas. Esta evacuación se hace habitualmente<br />

por etapas. La inundación del árbol urinario por el<br />

líquido y trozos de membrana y vesículas ocasionan cólicos<br />

nefríticos, y en algunos casos cólicos ureterales. En el riñón<br />

también puede producirse la epitelización de la adventicia, persistiendo<br />

la cavidad.<br />

Una hidátide de gran tamaño, al comprimir y desviar los<br />

conductos urinarios, origina estasis urinaria y esto además favorece<br />

la infección bacteriana y la precipitación de sales, pero la<br />

litiasis consecutiva a la hidatidosis es rara y muy tardía.<br />

Sintomatología<br />

Los enfermos con quistes renales acuden porque han tenido un<br />

cólico nefrítico o porque han notado una tumoración abdominal.<br />

El síndrome doloroso domina el cuadro clínico, aunque el<br />

cólico suele ser menos intenso que en los litiásicos; a veces pueden<br />

presentar urticaria. Cuando los pacientes tienen cólico nefrítico<br />

debe plantearse el diagnóstico diferencial con la litiasis<br />

renal; es importante el examen del sedimento urinario.<br />

El cólico nefrítico es el síntoma dominante con tumoración<br />

que ocupa la región lumbar que a veces se visualiza y a la<br />

palpación se presenta como una masa de superficie lisa, dura o<br />

renitente, comprobándose algunas veces el frémito hidatídico<br />

en grandes quistes y matidez a la percusión.<br />

En presencia de la tumoración sola o con dolor, debe diferenciarse<br />

de tumores renales, suprarrenales, hepáticos, esplénicos,<br />

del mesenterio, aneurisma de la arteria renal, quistes serosos,<br />

realizando estudio de imágenes. La radiografía simple<br />

puede mostrar calcificaciones de la adventicia; la pielografía<br />

evidenciará modificaciones anatómicas del riñón en los cálices,<br />

bacinete y el uréter del lado afectado. En los quistes avanzados<br />

la pielografía muestra signos muy característicos (signos de la<br />

copa, signo de crecimiento de luna, signo del racimo, signo de<br />

la espiga y signo de la garra).<br />

La hematuria en los quistes es habitualmente tardía, ocurre<br />

cuando la hidátide se abre en la vía urinaria y es discreta.<br />

Cuando a la tumoración se agregan fiebre y dolor local, se plantean<br />

quiste hidatídico supurado, absceso renal o flemón perinefrítico.<br />

Un síntoma del quiste hidatídico renal suele ser la hematuria;<br />

si no se presenta en la anamnesis, se debe buscar en el<br />

sedimento urinario. La hematuria suele ser discreta y muchas<br />

veces pasa inadvertida, puede ser microscópica y ser seguida<br />

por piuria e hidatiduria.<br />

La hidatiduria macro o microscópica da el diagnóstico de<br />

quiste hidatídico renal abierto a las vías urinarias, salvo el caso<br />

de un quiste peritoneal abierto a la vejiga.<br />

Hidatidosis del corazón<br />

Felix Dévé hizo un extenso estudio sobre esta localización. 10 Se<br />

presenta entre 0.2 a 2% de los casos de hidatidosis. La infección<br />

se hace evidente entre los 10 y 40 años de edad, con predominio<br />

en el sexo masculino.<br />

La ubicación cardiaca puede ser primitiva o secundaria,<br />

pero prácticamente siempre es primitiva. Ingerido el huevo, el<br />

embrión hexacanto (oncosfera) pasa al intestino, a la vena porta,<br />

hígado, corazón derecho, arteria pulmonar, corazón izquierdo,<br />

aorta y arterias coronarias; se fija y evoluciona en el miocardio,<br />

lo más común en el ventrículo izquierdo; sigue en orden<br />

decreciente: ventrículo derecho, tabique interventricular, aurícula<br />

derecha, aurícula izquierda y tabique interauricular. 20 No<br />

es excepcional que coexista con quistes en otros órganos o tejidos.<br />

El tamaño del quiste cardiaco va desde unos 15 a 60 mm<br />

de diámetro. Es univesicular, pero con el tiempo se hace multivesicular<br />

por los inconvenientes a que está sometido en el corazón.<br />

La adventicia sufre degeneración y se calcifica. El crecimiento<br />

de la hidátide es lento, distiende y atrofia las fibras<br />

miocárdicas, originando fibrosis. A medida que crece, tiende a<br />

exteriorizarse hacia las cavidades cardiacas o hacia el pericardio.<br />

Como en otras localizaciones el quiste cardiaco no complicado<br />

evoluciona silenciosamente durante años; la enfermedad<br />

se manifiesta más temprano según la localización del parásito<br />

en el miocardio y sus complicaciones. Las complicaciones aparecen<br />

antes que en otros órganos. La rotura del quiste causa<br />

dolor precordial que puede acompañarse de náuseas, vómitos,<br />

diarrea, lipotomía y urticaria. La rotura intracardiaca produce<br />

habitualmente graves fenómenos de anafilaxia. El dolor ocurre<br />

en personas jóvenes y se puede irradiar como en el infarto. Los<br />

síntomas a veces dependen de la localización del parásito; así,<br />

un quiste pequeño puede comprimir una arteria coronaria; si<br />

está cerca de los pilares de una válvula, puede alterar su función;<br />

si está en el haz de His puede originar alteraciones de la<br />

conducción y hasta la muerte y por otro lado, un quiste de gran<br />

tamaño, si emerge en el ventrículo izquierdo, puede producir<br />

trastornos semejantes a la estenosis mitral.<br />

La muerte súbita puede ser la primera manifestación de un<br />

quiste cardiaco; se produce en 20% de los casos según las estadísticas.<br />

Rotura del quiste hidatídico cardiaco<br />

La rotura puede hacerse brusca o lentamente. El quiste puede<br />

abrirse en las cavidades cardiacas, en el pericardio o en el mis-


CAPÍTULO 56 Hidatidosis y equinococosis 435<br />

mo miocardio. La gravedad depende de la sensibilización del<br />

paciente y de las características de los elementos hidatídicos<br />

que pasan a las cavidades cardiacas. La inundación brusca intracardiaca<br />

o intrapericárdica de líquido y membranas, sumada<br />

al factor mecánico, a la reacción de hipersensibilidad, puede<br />

ocasionar la muerte súbita. La rotura del quiste en el pericardio<br />

se produce, según Dévé, en 25% de los casos; esta rotura, con<br />

algunas diferencias, tiene las mismas características que en el<br />

peritoneo y pleura (ver Hidatidosis de serosas).<br />

La rotura en el pericardio es seria, pero raramente mortal.<br />

Puede ser silenciosa con lenta invasión, constituyendo el hidatopericardio,<br />

cuando el líquido de una acéfalo hidátide o<br />

un líquido fértil sin vesículas cae en el pericardio; la reacción<br />

serosa con o sin síntomas puede producir una pericarditis serosa<br />

aguda con gran derrame. La reacción pericárdica puede ser<br />

fugaz, pero puede ser muy intensa y dar una exudación que<br />

lleva al taponamiento cardiaco. La reabsorción de este exudado<br />

puede ser espontánea o pueden quedar tabiques fibrosos que<br />

llegan a la pericarditis constrictiva. También se puede producir<br />

el hidatidopericardio cuando se derrama en el pericardio un<br />

líquido hidatídico con vesículas hijas y escólices; la reacción<br />

es semejante a la del peritoneo. Pasado el periodo agudo, la<br />

exudación puede producir un derrame permanente y en él evolucionar<br />

vesículas hijas y escólices libres o fijos. Con la rotura<br />

también se puede originar una hidatidosis secundaria múltiple<br />

o aislada; una hidátide heterotópica por rotura sólo de la adventicia,<br />

cayendo la hidátide entera al pericardio, es muy rara.<br />

En general la rotura es pequeña o con gran intensidad,<br />

pero los síntomas son de intensidad variable, dolor precordial,<br />

disnea en sujeto joven y puede acompañarse de lipotimia, opresión,<br />

urticaria. En algunos pacientes sensibilizados la rotura de<br />

la hidátide en el pericardio va seguida de un choque anafiláctico<br />

grave o de pericarditis intensa con taponamiento cardiaco<br />

que origina el hidato e hidatidopericardio y a veces una pericarditis<br />

constrictiva y en otros casos se produce una asistolia<br />

irreductible.<br />

Rotura intracardiaca. Se produce alrededor de 50% de los<br />

casos según Dévé; conlleva casi siempre a la muerte y los que<br />

sobreviven presentan una serie de complicaciones. Si la rotura<br />

es en el corazón derecho, la arenilla hidatídica y las vesículas<br />

hijas llevadas por la circulación originan una siembra hidatídica<br />

en el pulmón o un resto de membrana; una vesícula puede<br />

embolizar una rama de la arteria pulmonar, produciendo un<br />

infarto pulmonar. Si la rotura es en el corazón izquierdo, las<br />

embolias se dispersan en la gran circulación, comprometiendo<br />

el cerebro y el bazo; en caso de hidatidosis múltiple de estos<br />

órganos, se debe plantear la posibilidad de un quiste hidatídico<br />

cardiaco roto.<br />

La hidatidosis secundaria por llegada al corazón de escólices<br />

de quiste de otras localizaciones vaciados en la circulación<br />

venosa, también puede originarse por rotura intramiocárdica<br />

de un quiste hidatídico cardiaco primitivo.<br />

La infección bacteriana de un quiste cardiaco se observa<br />

pocas veces; las bacterias llegan por vía sanguínea. En el quiste<br />

cardiaco, al examen físico se encuentran cardiomegalia, ruidos<br />

marcados, a veces rodamiento diastólico, soplos diversos y alteraciones<br />

del ritmo. El diagnóstico es difícil en la mayoría de los<br />

casos; se facilita cuando se calcifica la adventicia. El diagnóstico<br />

diferencial habitualmente se presenta con tumores cardiacos y<br />

con los aneurismas del corazón.<br />

La radiografía de tórax puede revelar cardiomegalia, deformación<br />

del contorno cardiaco o una imagen redondeada, calcificada<br />

o no. Los exámenes de imágenes (Eco, TAC, RN) evidencian<br />

la lesión. La electrocardiografía puede mostrar cambios<br />

a veces importantes para el diagnóstico, ciertas alteraciones de<br />

la conducción y del ritmo, como taquicardia sinusal, extrasístoles,<br />

atipias de la onda P, disociaciones auriculoventriculares y<br />

bloqueo de rama, observado en casos de quiste hidatídico septal,<br />

imágenes seudocoronarias con QRS profundas y ondas T<br />

negativas. El médico debe, en lo posible, indicar el tratamiento<br />

antes de que el quiste se rompa (ver capítulo 70, Parasitosis del<br />

corazón).<br />

Hidatidosis del sistema nervioso<br />

La hidatidosis del encéfalo puede ser primitiva o secundaria.<br />

En la primitiva el embrión hexacanto (oncosfera) llega por las<br />

carótidas y se presenta en no más de 3% de las hidatidosis. La<br />

ubicación en el encéfalo es generalmente en los hemisferios cerebrales<br />

(figura 56-11), con predilección por el izquierdo; excepcionalmente<br />

en el cerebelo, istmo del encéfalo e hipófisis;<br />

no se han comunicado casos primitivos en los ventrículos cerebrales<br />

ni en las meninges.<br />

El quiste hidatídico en el cerebro es único, rara vez múltiple;<br />

en esos casos debe plantearse la posibilidad de una hidatidosis<br />

secundaria. La literatura señala que los quistes pueden<br />

tener tamaños variados, con un promedio de 8 cm de diámetro.<br />

El quiste hidatídico primitivo del encéfalo es casi siempre fértil<br />

con vesículas hijas.<br />

Los embriones (oncosferas) se localizan frecuentemente en<br />

la sustancia blanca; luego la hidátide, creciendo, llega a la corteza<br />

o cerca de la cavidad ventricular. El aumento de tamaño<br />

comprime el tejido nervioso y se origina la adventicia, que es<br />

muy tenue o incluso puede faltar; en pocos casos es gruesa,<br />

sufre degeneración hialina y raramente se calcifica. Cuando la<br />

hidátide llega a la superficie del encéfalo, la leptomeninge suele<br />

unirse a la adventicia formando una sola membrana. La hidátide<br />

en el cerebro llega a comprimir y rechazar el tejido nervioso<br />

contra las paredes del cráneo, alterando los ventrículos y los<br />

espacios subaracnoideos; las circunvoluciones se aplanan; por<br />

último, el cráneo es alterado por la presión lenta, los huesos se<br />

adelgazan, a veces las suturas se separan y la calota es horadada<br />

y en ocasiones la situación se agrava por el obstáculo que produce<br />

la hidátide a la circulación del líquido cefalorraquídeo.<br />

A medida que crece, la hidátide se va acercando a la cavidad<br />

ventricular, el tejido nervioso afectado se desintegra y la<br />

hidátide se asoma al ventrículo, y rotas la adventicia y la membrana<br />

ependimaria, el parásito se rompe y vacía su contenido<br />

en el ventrículo. La rotura del quiste se produce habitualmente<br />

en los ventrículos laterales por la mayor frecuencia de la lo-


436 PARTE II Parasitología humana<br />

calización en los hemisferios cerebrales, pero también se han<br />

visto en el tercer ventrículo y en el cuarto ventrículo en quistes<br />

del cerebelo. Roto el quiste, si el enfermo no muere, posteriormente<br />

pueden aparecer un hidatoventrículo, un hidatidoventrículo<br />

o una siembra.<br />

La sintomatología de la hidatidosis del encéfalo depende<br />

de la ubicación del parásito y de la sensibilización del enfermo.<br />

La evolución clínica es lenta. La edad media en que se manifiesta<br />

es a los 10 años de edad, o sea cuando el quiste mide 6 a 10<br />

cm de diámetro, porque el paciente no tolera quistes de mayor<br />

tamaño. 20<br />

Entre los síntomas el dolor ocupa el primer lugar, evidenciando<br />

la hipertensión endocraneana debido al tamaño de la<br />

hidátide y al obstáculo que produce en la circulación del líquido<br />

cefalorraquídeo. La cefalea puede ser difusa, intensa, persistente;<br />

se exacerba con la tos, esfuerzos y además es resistente al<br />

tratamiento sintomático del dolor.<br />

El cuadro neurológico es polimorfo por las diferentes localizaciones<br />

posibles, pero tienen en común la hipertensión endocraneana.<br />

En la zona frontoparietal origina alteraciones motoras<br />

como paresia, parálisis, crisis epileptiformes, raras veces<br />

disartria y en ocasiones trastornos de conducta; en la zona posterior<br />

aparecen vértigos, alteraciones auditivas y trastornos de la<br />

deambulación y del equilibrio.<br />

El cuadro clínico de forma tumoral se presenta cuando la<br />

hidátide está en una etapa avanzada, con aumento de la calota,<br />

adelgazamiento y perforación de huesos del cráneo.<br />

Cuando el quiste se rompe a los ventrículos, la inundación<br />

ventricular puede tener consecuencias mecánicas con síntomas<br />

de hipersensibilidad. Al romperse el quiste en el ventrículo,<br />

se produce una hemorragia grave; aparecen intenso dolor,<br />

vómitos, estrabismo, rigidez de la nuca, colapso con o sin convulsiones.<br />

La hidatidosis secundaria proviene de un quiste primitivo,<br />

generalmente del corazón izquierdo abierto a las cavidades cardiacas,<br />

que origina una hidatidosis secundaria encefálica metastásica<br />

que se caracteriza por la multiplicidad de los quistes,<br />

coexistencia con quistes en otros órganos como riñón, bazo. Si<br />

un quiste primitivo del sistema nervioso se rompe en la masa<br />

encefálica, puede originar una siembra local; la hidatidosis secundaria<br />

local del encéfalo puede desarrollarse en la misma sustancia<br />

nerviosa, en los ventrículos cerebrales o en los espacios<br />

subaracnoideos. Cuando la rotura es espontánea, lo más común<br />

es que el quiste se abra en los ventrículos. También puede<br />

producirse hidatidosis secundaria en punciones de la hidátide o<br />

como accidente quirúrgico.<br />

Diagnóstico<br />

Se hace cuando el quiste pasa los 10 cm; muchos enfermos toleran<br />

durante años dolores, trastornos visuales, alteraciones<br />

motoras y no consultan; a veces el diagnóstico es tardío por el<br />

sitio en que se ubica el quiste; en ocasiones no se supo valorar<br />

los síntomas y se hicieron largos tratamientos sintomáticos.<br />

El diagnóstico topográfico se hace con base en los síntomas<br />

de localización o focales. También tiene valor el estudio de<br />

los pares craneales. Todo proceso que compromete la región<br />

rolándica dará trastornos motores; en la región temporal provoca<br />

alteraciones psíquicas; en la región occipital afectará los centros<br />

visuales y también existen zonas silenciosas, especialmente<br />

las frontoparietales. La localización cerebelosa da ataxia cerebelosa,<br />

temblor intencional, dismetría, hipotonía muscular y alteración<br />

de los reflejos.<br />

Exámenes auxiliares del diagnóstico<br />

Radiografía simple de cráneo. Puede presentar signos de hipertensión<br />

endocraneana con aumento de las impresiones digitales,<br />

adelgazamiento de los huesos del cráneo; se pueden ver<br />

calcificaciones, son poco frecuentes.<br />

Tomografía axial computarizada (TAC). Valiosa en todos los<br />

procesos cerebrales.<br />

Resonancia nuclear (RN). Refuerza la TAC con medio de<br />

contraste (gadolinio). Las imágenes son muy demostrativas.<br />

Angiografía cerebral. El quiste hidatídico origina una zona<br />

avascular; los vasos arteriales forman un anillo alrededor de<br />

ella.<br />

Electroencefalograma. Los trazados muestran desorganización<br />

del ritmo bioeléctrico, área de silencio eléctrico rodeada de<br />

ondas delta, lo cual es muy característico.<br />

Ecoencefalograma. Da una desviación del eco medio.<br />

Reacciones inmunobiológicas. Útiles, pero no siempre son<br />

positivas.<br />

El pronóstico en cuanto a vida es grave. Aun evacuado el<br />

quiste, antes de afirmar la curación deben dejarse pasar varios<br />

años.<br />

El tratamiento quirúrgico debe preocuparse de la eliminación<br />

completa del parásito, evitando la rotura del quiste. En el<br />

tratamiento médico de la hidatidosis del SNC se han comunicado<br />

resultados alentadores en la localización cerebral y raquídea<br />

con albendazol. 42<br />

Hidatidosis del hueso<br />

En 1801 Cullerier, citado por Dévé, habría visto el primer enfermo<br />

con hidatidosis ósea. Félix Dévé estudió 52 casos con<br />

hidatidosis ósea; 9 muchos de los resultados de ese trabajo fueron<br />

confirmados después; a principios del siglo xx publicó una<br />

monografía sobre el tema y luego un libro en que expone espléndidamente<br />

la parasitosis. 9 Posteriormente aparecen trabajos<br />

sobre el tema en varios países.<br />

La localización ósea de la hidatidosis tiene características<br />

muy particulares que la diferencian de otras localizaciones en el<br />

organismo humano. En el hueso tiene una forma microvesicular<br />

múltiple, invasora, sin reacción del hueso; no se forma ad-


CAPÍTULO 56 Hidatidosis y equinococosis 437<br />

venticia; por ello en esta ubicación no es un quiste hidatídico;<br />

este nombre es erróneo en la localización ósea. El hueso parasitado<br />

se deja invadir, destruir y reemplazar; por esto todos los<br />

autores la consideran una afección grave.<br />

La hidatidosis ósea es poco frecuente; se presenta entre 2 y<br />

8.9% del total de las localizaciones; 9,20 clínicamente se presenta<br />

más en adultos que en niños. La infección ósea tiene una lentísima<br />

evolución; se hace sintomática después de 20 a 30 años.<br />

Los huesos más frecuentemente parasitados son las vértebras,<br />

especialmente las torácicas y el sacro, siguiendo en orden<br />

decreciente el coxal, húmero, tibia y fémur; 9,20,39 excepcionalmente<br />

cráneo, costillas, omóplato y esternón.<br />

La localización ósea suele ser la única en el organismo,<br />

pero podrían existir otras de manera concomitante; por ello se<br />

aconseja descartarlas, en especial en hígado y pulmón.<br />

El huevo de Echinococcus granulosus ingerido, en el intestino<br />

libera el embrión hexacanto (oncosfera) y por vía sanguínea<br />

pasa por el hígado, pulmón, corazón y finalmente, por vía arterial,<br />

llega al hueso; por eso se concluye que la hidatidosis ósea<br />

sea siempre primitiva y poco frecuente.<br />

El embrión en el hueso comienza su cambio vesicular,<br />

pero al crecer es detenido por las trabéculas óseas, por lo cual<br />

realiza una vesiculización exógena para reproducirse, adquiriendo<br />

la forma multivesicular infiltrante, típica de la hidatidosis<br />

ósea, sin adventicia. Al crecer las vesículas comprimen las<br />

trabéculas y las laminillas óseas; sin circulación, éstas se necrosan,<br />

originando secuestros microscópicos y macroscópicos;<br />

quedan espacios que va ocupando el parásito en su crecimiento<br />

y a todo esto el hueso no reacciona. El hueso conserva su configuración<br />

externa si no hay fractura. En la diáfisis la progresión<br />

de la lesión se hace en todo sentido, llegando a comprometer el<br />

hueso entero.<br />

Llegando a la cortical se erosiona, el periostio no reacciona<br />

y se rompe en uno o varios puntos. La necrosis ósea hidatídica<br />

origina un hueso pulverulento dentro del foco, debilitándolo<br />

tanto que basta un trauma mínimo para que se produzca una<br />

fractura patológica. Al llegar el parásito a las partes blandas,<br />

adquiere la forma macrovesicular o quística; se forma adventicia<br />

a su alrededor; es la llamada hidatidosis extraósea. No se<br />

ha comprobado hidatidosis secundaria de los huesos por invasión<br />

de una hidátide primitiva de las partes blandas. Los huesos<br />

vecinos se pueden comprometer, propagándose a través de los<br />

ligamentos articulares.<br />

La hidatidosis ósea evoluciona lenta pero progresivamente<br />

y se hace sintomática en etapa avanzada, a menudo ya irreparable.<br />

Un paciente con hidatidosis ósea puede consultar al médico<br />

por dolor, tumoración, fractura, síntomas articulares, causas<br />

que pueden asociarse y que varían según la localización ósea. El<br />

dolor muchas veces está ausente o es poco intenso, de aparición<br />

caprichosa, sin ritmo, localizado en un segmento del miembro<br />

o en todo el miembro, planteándose a veces un reumatismo<br />

hasta que una radiografía orienta el diagnóstico.<br />

Desde el punto de vista clínico se puede encontrar una<br />

tumoración que parece formar parte del hueso o es difusa, de<br />

consistencia firme o pastosa, indolora o escasamente sensible<br />

con la piel que la cubre normal.<br />

En cuanto a fractura existe desproporción entre la intensidad<br />

del trauma y su efecto; puede llevar o no a una consolidación.<br />

El diagnóstico gira alrededor del examen radiológico que<br />

otorga el conocimiento anatómico de la lesión, su amplitud y a<br />

veces su naturaleza. Existen varios signos radiológicos que solos<br />

sirven poco, pero reunidos dan individualidad al proceso. En el<br />

periodo inicial, el diagnóstico radiológico es prácticamente imposible.<br />

En etapas avanzadas, si bien no existen imágenes radiológicas<br />

específicas, presentan caracteres que cuando se ven permiten<br />

casi siempre plantear la naturaleza hidatídica de la lesión.<br />

Así, por ejemplo, en el caso de una fractura en la diáfisis de un<br />

hueso patológico que tiene osteólisis confluente, sin reacción<br />

ósea, si se observa la sombra de partes blandas se puede encontrar<br />

“el signo del cielo estrellado”: sobre la sombra oscura de las<br />

partes blandas se ven pequeños puntos brillantes en la necrosis<br />

pulveriforme. Este aspecto radiológico tiene gran valor diagnóstico,<br />

pues sólo se ha visto en hidatidosis.<br />

Cuando las microvesículas crecen o se multiplican, las trabéculas<br />

óseas destruidas dejan espacios que en las placas radiográficas<br />

se ven como zonas claras de tamaño variable limitadas<br />

por trabéculas (figura 56-12); el hueso vecino no reacciona<br />

salvo que se agregue una infección bacteriana. El hueso conserva<br />

su forma y en algunos casos se puede ver la imagen del hueso<br />

soplado.<br />

Para completar el estudio de la hidatidosis ósea se deben<br />

realizar los siguientes exámenes:<br />

• Hemograma. En hidatidosis la eosinofilia, si existe, es de<br />

poca magnitud y además es poco frecuente. 38,39,40<br />

• Técnicas de imágenes. Ecotomografía o TAC abdominal<br />

para descartar localizaciones hepáticas u otras.<br />

• Radiografía de tórax. Debe realizarse, cualquiera sea la localización<br />

del quiste, para descartar hidatidosis pulmonar<br />

concomitante.<br />

• Test de ELISA IgG para hidatidosis. Tiene buena sensibilidad<br />

y especificidad. 4<br />

• Tomografía axial computarizada (TAC) ósea. De gran utilidad.<br />

• Biopsia ósea. Debe realizarse en caso de duda.<br />

El diagnóstico diferencial debe hacerse con procesos inflamatorios<br />

agudos de los huesos, con procesos crónicos específicos<br />

y no específicos y con tumores.<br />

En cuanto al pronóstico, a pesar de la larga latencia y lenta<br />

evolución, la localización ósea tiene una alta gravedad. Las lesiones<br />

raquídeas son graves; en las extremidades, en la mayoría<br />

de los casos la terapia eficaz es mutilante. En cuanto a tratamiento<br />

médico con benzoimidazoles (mebendazol, albendazol),<br />

parecen no ser efectivos en los huesos.<br />

El tratamiento actualmente es quirúrgico y al plantearlo se<br />

debe recordar que la lesión tiene un carácter infiltrante y la extensión<br />

es mayor que la que indica la radiografía o el examen<br />

macroscópico de la lesión. El tratamiento debe ser precoz, radical,<br />

pues si la exéresis es incompleta, el proceso sigue evolucio-


438 PARTE II Parasitología humana<br />

nando. El curetaje no debe recomendarse por ser insuficiente<br />

en la mayoría de los casos. En huesos largos a veces se debe<br />

realizar el reemplazo total con prótesis o injertos. 39<br />

Otras localizaciones<br />

Vencidas las barreras hepática y pulmonar, el embrión hexacanto<br />

(oncosfera) del corazón por vía arterial se puede localizar en<br />

cualquier órgano; fuera de los anotados anteriormente, puede<br />

ubicarse en la órbita, mamas, músculos, tiroides, paratiroides,<br />

mediastino, páncreas, genitales, etcétera.<br />

Complicaciones de la hidatidosis<br />

Un quiste hidatídico puede tener las siguientes complicaciones:<br />

infección bacteriana, rotura, calcificación y muerte.<br />

1. Infección bacteriana. Las bacterias llegan al quiste por<br />

vía canalicular (vía biliar, bronquios) y se transforma en<br />

un absceso que en este caso debe tratarse por medios quirúrgicos.<br />

2. Rotura. Puede producirse sin causa aparente, por un traumatismo,<br />

accidentalmente en el curso de una intervención<br />

quirúrgica, por una punción o biopsia. En los bronquios<br />

se origina una vómica y en la vía biliar una ictericia<br />

obstructiva; la rotura al peritoneo o pleura puede ocasionar<br />

un tipo de hidatidosis peritoneal o pleural, según el<br />

caso.<br />

3. Calcificación de la adventicia. Se presenta en quistes hepáticos,<br />

esplénicos y renales con años de evolución; no<br />

aparece casi nunca en el pulmón.<br />

4. Muerte del quiste hidatídico.<br />

Hidatidosis de serosas<br />

Las hidatidosis de las serosas (peritoneo, pleura, pericardio)<br />

siempre son secundarias; las primarias, si existen, serían excepcionales.<br />

Las más frecuentes son las peritoneales, por la mayor<br />

frecuencia y fertilidad de los quistes hidatídicos hepáticos.<br />

Dévé, basado en la clínica y en la experimentación, les dio<br />

nombre a las diferentes formas de hidatidosis secundaria de las<br />

serosas. El tipo de reacción de la serosa depende de la estructura<br />

del quiste primitivo roto y de la sensibilización del enfermo<br />

parasitado.<br />

Tipos de hidatidosis secundaria<br />

del peritoneo<br />

1. Hidatoperitoneo. Dos variedades:<br />

a) Derrame al peritoneo solamente de líquido hidatídico,<br />

sin otros elementos parasitarios; termina con la<br />

reabsorción del líquido, pudiendo quedar sólo adherencias.<br />

b) Caen al peritoneo líquido hidatídico, escólices y vesículas<br />

prolígeras; puede reabsorberse el líquido y,<br />

además de adherencia, puede producirse posteriormente<br />

una siembra peritoneal.<br />

2. Hidatidoperitoneo. En este caso llega al peritoneo líquido<br />

hidatídico, escólices y vesículas hijas. A veces se forma<br />

una membrana que se inicia en los bordes del quiste<br />

roto, gruesa, en cuya cara interna, a veces, se ven pequeñas<br />

granulaciones que corresponden a granulomas; en su espesor<br />

pueden encontrarse quistes chicos por transformación<br />

de escólices.<br />

La cavidad de esta formación previsceral contiene un<br />

líquido amarillento, turbio y vesículas. La seudotuberculosis<br />

hidatídica del hidatidoperitoneo con los años puede<br />

originar la forma múltiple y aislada.<br />

Al comienzo el hidato e hidatidoperitoneo son clínicamente<br />

iguales, con un derrame peritoneal similar. La<br />

reacción peritoneal se manifiesta con dolor y contractura<br />

muscular abdominal. Después de 2 a 3 días de etapa aguda,<br />

la reacción peritoneal disminuye y la ascitis se enquista<br />

delante del epiplón.<br />

3. Hidatidosis peritoneal secundaria múltiple. Formado<br />

el hidato e hidatidoperitoneo, el líquido abdominal se<br />

reabsorbe y los escólices y vesículas hijas se fijan por fibrina<br />

en la superficie del peritoneo y se desarrollan, llegando<br />

a tener diferentes tamaños. Por lo general la siembra peritoneal<br />

es múltiple y difusa, pero puede afectar cualquier<br />

sector del peritoneo. Los quistes peritoneales pueden<br />

romperse, degenerar, calcificarse la adventicia o tener raramente<br />

una infección bacteriana.<br />

Son enfermos de 20 a 40 años de edad, con buen estado<br />

general, con tumoraciones abdominales múltiples,<br />

redondeadas, a veces sensibles (figuras 56-13 y 56-14).<br />

En ocasiones presentan prurito o urticaria. A veces pueden<br />

relatar el antecedente de un traumatismo, un esfuerzo<br />

o una intervención quirúrgica anterior de quiste hidatídico<br />

hepático o renal.<br />

4. Coleperitoneo hidatídico. Es un hidato o hidatidoperitoneo<br />

al que se agrega bilis. El quiste, antes de abrirse al<br />

peritoneo, ya estaba abierto a los conductos biliares y se<br />

produce en el peritoneo una membrana de enquistamiento<br />

gruesa, resistente, con una superficie interna con pigmentos<br />

biliares; el líquido de color amarillo o verde es un<br />

exudado con gran cantidad de polinucleares, eosinófilos y<br />

eritrocitos, además tiene lípidos. La membrana de enquistamiento<br />

comunica con la adventicia del quiste hidatídico<br />

hepático roto.<br />

En cuanto al diagnóstico, el hidato, el hidatido y<br />

coleperitoneo tienen un cuadro clínico semejante. Los<br />

antecedentes epidemiológicos, el dolor abdominal, contractura<br />

y matidez del abdomen orientan el diagnóstico.<br />

En la hidatidosis múltiple las tumoraciones abdominales<br />

no tienen características semiológicas especiales; llama<br />

la atención el buen estado general (figuras 56-13 y<br />

56-14) del enfermo y a veces pueden tener hidatidentería.


CAPÍTULO 56 Hidatidosis y equinococosis 439<br />

5. Hidatidosis peritoneal heterotópica. Rota la adventicia<br />

de un quiste hidatídico hepático o del bazo, la hidátide<br />

cae entera a la cavidad peritoneal y se ubica en sitios de<br />

declive del peritoneo, se fija y sigue evolucionando. Es<br />

poco frecuente.<br />

Hidatidosis de la pleura<br />

Prácticamente siempre es secundaria a una hidatidosis primitiva<br />

del pulmón o del hígado, excepcionalmente del bazo, riñón,<br />

columna vertebral, costillas o del esternón. La hidatidosis secundaria<br />

de la pleura es mucho menos frecuente que la peritoneal;<br />

casi todos los quistes hidatídicos pulmonares que se abren<br />

a la pleura están complicados. El quiste hidatídico pulmonar se<br />

rompe en ocasiones sin causa aparente, pocas veces en una punción<br />

o en una operación; favorecen la rotura del quiste su adventicia<br />

y cutícula de poco espesor y la presión intratorácica en<br />

caso de esfuerzo o traumatismo.<br />

Cuando se rompe el quiste hidatídico vacía su contenido en<br />

la cavidad pleural; sucede lo mismo que en el peritoneo y pericardio,<br />

pero con el agravamiento del neumotórax que se produce el<br />

enfermo puede tener un choque grave o no presentar síntomas.<br />

Cuadros clínicos de la hidatidosis pleural secundaria.<br />

1. Hidatopleura. Se derrama líquido hidatídico con o sin<br />

elementos fértiles, pero sin vesículas hijas; el líquido generalmente<br />

se reabsorbe; las membranas parasitarias quedan<br />

retenidas en la adventicia del quiste. Si la hidátide es<br />

fértil, se origina una hidatidosis secundaria pleural. La<br />

rotura del quiste pulmonar habitualmente va seguida de<br />

neumotórax y luego de infección bacteriana, originando<br />

una hidatoneumopleura o una hidatopioneumopleura.<br />

La radiografía de tórax revela el derrame pleural, la<br />

extensión del neumotórax y ocasionalmente el “signo del<br />

camalote” en el líquido pleural y en el quiste.<br />

2. Hidatidopleura. La existencia de vesículas hijas le dan el<br />

carácter especial a la hidatidopleura. Los escólices presentes<br />

pueden evolucionar y dar la forma secundaria múltiple<br />

igual que en el peritoneo y pericardio. La hidatidopleura<br />

puede originarse de un quiste hidatídico pulmonar o hepático<br />

roto; se piensa primero en un quiste hepático porque el<br />

pulmonar pocas veces es multivesicular. Cuando el quiste<br />

está comunicado a los bronquios o a la vía biliar, se agregan<br />

neumotórax, pioneumotórax, colepleura y piocolepleura.<br />

3. Hidatidosis secundaria pleural múltiple y aislada. Es<br />

una forma tardía con siembra pleural por rotura de un<br />

quiste hidatídico pulmonar fértil, del hígado o de las paredes<br />

torácicas; tienen poca frecuencia. Se forman en la<br />

pleura con adherencias, múltiples quistes que comprometen<br />

un hemitórax, a diferencia de las hidatidosis pulmonares<br />

metastásicas que son bilaterales igualmente que las<br />

broncogénicas.<br />

Síntomas de la hidatidosis pleural. La rotura de un<br />

quiste en la pleura puede no originar síntomas ni signos físicos,<br />

pero generalmente el enfermo tiene dolor torácico,<br />

disnea, fiebre rara vez, hemoptisis, biliptisis, o hidatidoptisis,<br />

pero después con el derrame pleural o neumotórax se<br />

originan los síntomas y signos correspondientes; a veces la<br />

intensidad del neumotórax obliga a un tratamiento urgente.<br />

Diagnóstico de los derrames pleurales hidatídicos.<br />

En un enfermo con dolor torácico se realizan una anamnesis,<br />

examen físico y radiografía de tórax. Evacuado el<br />

derrame en el líquido, se reconocen restos de membranas<br />

parasitarias, a veces escólices y gran número de eosinófilos.<br />

El diagnóstico diferencial de estos derrames es con los<br />

de origen tuberculoso y tumorales.<br />

4. La hidátide heterotópica es muy rara en la pleura.<br />

Hidatidosis del pericardio<br />

Cumple con la ley general de la hidatidosis de las serosas y<br />

también es principalmente secundaria. Resulta de la evolución<br />

de escólices o vesículas hijas de un quiste hidatídico primitivo<br />

del miocardio que se abre en el pericardio, pudiendo originar<br />

las formas de hidatidosis secundaria de las serosas. También se<br />

puede romper al pericardio un quiste hidatídico hepático o<br />

pulmonar, pero es menos frecuente.<br />

En la literatura se encuentra en ocasiones hidatopericardio<br />

e hidatidopericardio con diferentes nombres.<br />

1. Hidatopericardio. Se rompe al pericardio un quiste del<br />

miocardio con o sin escólices, pero sin vesículas hijas,<br />

provocando una reacción pericárdica exudativa igual que<br />

en el peritoneo; el líquido serofibrinoso producido tiene<br />

numerosos eosinófilos y el enfermo puede tener o no alteraciones<br />

cardiovasculares. El diagnóstico es difícil, la punción<br />

puede dar la sospecha o el diagnóstico. Se plantea<br />

una pericarditis aguda, pasan a la cronicidad o fallecen<br />

por taponamiento cardiaco, insuficiencia miocárdica, piopericardio<br />

o pericarditis constrictiva. Si la hidátide rota<br />

tiene escólices puede llegar a la forma múltiple o aislada.<br />

2. Hidatidopericardio. Homólogo al hidatidoperitoneo y<br />

a la hidatidopleural. Se origina por una hidátide multivesicular<br />

del miocardio que se rompe al pericardio. En el<br />

líquido serofibrinoso o hemorrágico flotan restos de<br />

membranas y vesículas hijas. Puede producirse un hidatidopericardio<br />

tabicado que, reabsorbido el líquido, los<br />

elementos fértiles pueden evolucionar constituyendo una<br />

hidatidosis múltiple del pericardio. Si el saco pericárdico<br />

se mantiene con líquido, la sínfisis puede llegar a la pericarditis<br />

constrictiva.<br />

Diagnóstico clínico y de laboratorio<br />

En la anamnesis es importante averiguar procedencia del enfermo,<br />

contacto con perros; en la casuística del autor fue positivo<br />

en 94.7% de los casos, 38 la existencia de convivientes que hayan<br />

tenido hidatidosis, 34.6% en esta experiencia. 38 La afección<br />

tiene larga evolución, por lo general sin compromiso del<br />

estado general. Los síntomas y signos del examen físico son


440 PARTE II Parasitología humana<br />

habitualmente inespecíficos, salvo cuando presentan hidatoptisis,<br />

hidantería o en forma excepcional frémito hidatídico.<br />

La sospecha clínica se complementa con:<br />

1. Hemograma. A menudo en la hidatidosis no se presenta<br />

eosinofilia, y si existe es de poca magnitud; en estos casos<br />

es de mayor valor la eosinofilia absoluta. En la casuística<br />

de autor 69% de los casos tuvo cifras normales de eosinófilos.<br />

38 En el quiste hidatídico visceral roto a serosa puede<br />

aparecer hipereosinofilia que dura pocos días.<br />

2. Inmunodiagnóstico (reacciones serológicas). Con él ha<br />

mejorado el diagnóstico de la hidatidosis como también el<br />

control postratamiento buscando no sólo anticuerpos<br />

sino también antígenos circulantes. La detección de anticuerpos<br />

circulantes se hace con diferentes técnicas:<br />

Hemaglutinación indirecta. Tiene una sensibilidad<br />

y especificidad que varían según la técnica empleada; en<br />

Chile la hemaglutinación indirecta tiene una sensibilidad<br />

global de 76.8% y una especificidad aceptable. 4 Puede<br />

presentar falsos positivos en pacientes con fascioliasis o<br />

triquinosis. La reacción de hemaglutinación puede persistir<br />

positiva incluso años a títulos bajos después de la intervención<br />

quirúrgica.<br />

ELISA IgG para hidatidosis. Es la técnica de elección;<br />

tiene mayor sensibilidad y especificidad, aumentando su<br />

ren dimiento en la localización hepática y sobre todo pulmonar.<br />

En otra experiencia la positividad global de ELISA IgG<br />

fue de 94.6% y de 94.3 y 92.9% para las localizaciones hepáticas<br />

y pulmonares, respectivamente, con excelente especificidad;<br />

4 resultados semejantes obtienen otros autores. 35<br />

3. Exámenes por imágenes<br />

a) Exámenes radiológicos. Se efectúan en cualquier localización<br />

del parásito:<br />

Radiografía de tórax. Cumple un papel muy importante<br />

en el estudio de la hidatidosis pulmonar. En<br />

las radiografías de tórax de frente y perfil el quiste no<br />

complicado aparece como una imagen más o menos<br />

redonda de límites precisos de diferentes tamaños y a<br />

veces con una muesca (“signo de la muesca”). Los quistes<br />

hidatídicos pulmonares complicados tienen imágenes<br />

radiológicas que se consideran más características,<br />

pero no patognomónicas. Cuando penetra aire entre la<br />

adventicia y la cutícula, se ve una zona clara alrededor<br />

de la hidátide; es el signo de la neumoperiquística. Si el<br />

aire además entra al interior de la hidátide se produce<br />

la imagen llamada del doble arco y en una etapa posterior<br />

las membranas parasitarias desplazadas flotan sobre<br />

el líquido dando la imagen del camalote (figura<br />

56-9). En cualquier localización del quiste hidatídico<br />

debe hacerse siempre una radiografía de tórax para descartar<br />

un quiste concomitante en el pulmón.<br />

Radiografía simple de abdomen. En un quiste<br />

hidatídico hepático o del bazo puede mostrar deformación<br />

del diafragma y cuando existen calcificaciones<br />

en los quistes hepáticos, esplénicos o renales.<br />

Estudio con medio de contraste del tubo digestivo.<br />

Puede evidenciar compresiones o desplazamiento<br />

del estómago, duodeno o intestino provocado<br />

por un quiste hidatídico.<br />

b) Ecotomografía o ultrasonografía. El aporte de la<br />

ecotomografía al conocimiento de la hidatidosis ha<br />

sido muy importante en la epidemiología, diagnóstico<br />

y terapéutica. Así se encontró en áreas endémicas<br />

la prevalencia de portadores asintomáticos; se utiliza<br />

para evaluar la respuesta terapéutica posoperatoria y<br />

a los fármacos mostrando las alteraciones en los quistes,<br />

participa en el tratamiento llamado PAIR (punción,<br />

aspiración, inyección y reaspiración) dirigiendo<br />

la punción y en la inyección bajo eco de sustancias<br />

escolicidas dentro del quiste.<br />

El examen ecotomográfico informa lesiones quísticas,<br />

su localización, número, forma, tamaño, contenido<br />

y relación con otros órganos y estructuras vasculares<br />

con gran eficiencia. Los quistes hidatídicos<br />

pueden presentar signos ecográficos característicos<br />

que permiten realizar un diagnóstico presuntivo.<br />

Si se emplea la ecotomografía en quistes hidatídicos<br />

hepáticos se aprecian las siguientes características:<br />

• Quiste hidatídico univesicular. Aparece una imagen<br />

anecogénica, redonda, bien delimitada con una pared<br />

de diferente grosor, a veces con pequeños puntos<br />

ecoicos que flotan y decantan y que corresponden a la<br />

arenilla hidatídica (“signo del nevado”). El signo del<br />

nevado se considera como patognomónico de quiste<br />

hidatídico hepático, se provoca cambiando rápidamente<br />

de posición al enfermo de decúbito ventral al<br />

dorsal y se observa el desplazamiento de la arenilla<br />

como si estuviera nevando. 14,16<br />

• Quiste multivesicular con o sin calcificaciones de la<br />

pared. Se presenta una imagen redonda anecogénica,<br />

bien limitada, con formaciones anecogénicas en su<br />

interior separadas por tabiques ecogénicos similar a<br />

un panal de abejas y que corresponden a vesículas<br />

hijas. El diagnóstico de hidatidosis es prácticamente<br />

seguro (figuras 56-15 y 56-16).<br />

• Quiste con membranas despegadas. La imagen anecogénica<br />

redonda tiene en su interior bandas ecogénicas<br />

que son las membranas parasitarias que se han<br />

desprendido parcial o totalmente de la adventicia. Su<br />

existencia es de alta especificidad para el diagnóstico<br />

de hidatidosis.<br />

• Quiste seudotumoral. Aspecto similar a un tumor salido,<br />

redondeado, bien limitado, con refuerzo posterior.<br />

• Quiste calcificado. Aparece una imagen hiperecogénica<br />

que produce sombra acústica posterior.<br />

La calcificación ocurre en la adventicia; su existencia<br />

no implica la muerte del parásito; salvo si la<br />

calcificación es densa y completa, en “bola de billar”,<br />

se debe presumir que el quiste está inactivo. La presencia<br />

de calcificación en una formación quística hace


CAPÍTULO 56 Hidatidosis y equinococosis 441<br />

plantear el diagnóstico de hidatidosis. Las causas más<br />

comunes de calcificaciones hepáticas son la hidatidosis,<br />

los granulomas calcificados y los tumores. Otras<br />

causas son la toxoplasmosis, citomegalovirus, esquistosomiasis<br />

e hidatidosis alveolar.<br />

La ecotomografía ha sido ampliamente utilizada<br />

para el diagnóstico de la hidatidosis por su alto rendimiento<br />

en la localización hepática, bajo costo y gran<br />

accesibilidad. 16<br />

c) Tomografía computarizada (TC). Es un excelente<br />

examen para el diagnóstico de la hidatidosis de órganos<br />

y tejidos, especialmente para la hidatidosis pulmonar<br />

y abdominal. Se solicita cuando la ecotomografía<br />

no es concluyente. Es útil para organizar un<br />

tratamiento quirúrgico y para evaluar su resultado.<br />

Sirve para detectar las calcificaciones y permite conocer<br />

la relación del quiste con vasos, intestino, pleura y<br />

peritoneo. Además sirve para el diagnóstico de quistes<br />

hidatídicos con complicaciones.<br />

El hígado aparece con textura homogénea; las<br />

lesiones quísticas se observan como formaciones menos<br />

densas y puede evidenciar membranas y vesículas<br />

hijas (figuras 56-17, 56-18 y 56-19).<br />

d) Resonancia magnética (RM). Es de utilidad para estudiar<br />

cualquier órgano. Muestra en forma característica<br />

quistes con o sin vesículas hijas o con fenómenos<br />

degenerativos. Los quistes hidatídicos pueden mostrar<br />

un anillo con una señal de baja intensidad en T3,<br />

lo cual es muy sugerente, ocasionado por la riqueza en<br />

colágeno de la adventicia.<br />

La RM sería de elección en los quistes voluminosos<br />

y centrales del hígado para determinar mejor las<br />

relaciones vasculares y biliares. En un paciente en que<br />

se piensa en una posible comunicación con la vía biliar<br />

principal, actualmente lo ideal es una colangiorresonancia<br />

que da imágenes más exactas de la vía biliar.<br />

También la RM tiene una gran papel cuando se plantea<br />

un tratamiento quirúrgico. Corrientemente se solicita<br />

en casos de duda para hacer un diagnóstico diferencial<br />

y para algunas complicaciones del quiste.<br />

e) Examen directo de laboratorio de líquidos orgánicos.<br />

Se encuentran elementos hidatídicos como<br />

membranas parasitarias, vesículas, escólices y ganchitos<br />

cuando el quiste roto comunica con el exterior,<br />

por ejemplo: en un quiste hidatídico de pulmón roto<br />

a bronquios se examina la expectoración o vómica; 37<br />

en un quiste del riñón roto a la vía urinaria los elementos<br />

hidatídicos se buscan en la orina, etcétera. 37,40<br />

Tratamiento<br />

Para el tratamiento de la hidatidosis se cuenta con la cirugía, la<br />

quimioterapia, el PAIR y la cirugía laparoscópica. Cada una de<br />

ellas tiene sus indicaciones y contraindicaciones, que están en<br />

relación con cada caso en particular. Para elegir el tratamiento<br />

Figura 56-19. Tomografía computarizada (TC) de pelvis. Hidatidosis<br />

hepática complicada. Imagen de quiste multivesicular en la pelvis.<br />

correcto del quiste hidatídico se deben considerar el enfermo,<br />

el quiste y los recursos terapéuticos disponibles.<br />

Cirugía<br />

Durante muchos años fue considerada como la única terapia<br />

efectiva a pesar de tener alta morbilidad y mortalidad intra y<br />

posoperatoria. 19,25,26,38 Existen avances en el tratamiento de la<br />

hidatidosis; parece que se están reduciendo las indicaciones<br />

quirúrgicas o por lo menos se está asociando a la quimioterapia.<br />

El tratamiento quirúrgico como única medida de curación ha<br />

cambiado últimamente con la introducción del tratamiento<br />

médico con benzimidazólicos y el PAIR.<br />

En el tratamiento quirúrgico existen varias técnicas operatorias,<br />

cada una con sus indicaciones precisas; es muy importante<br />

la decisión correcta, pues el error lleva a mayor morbilidad<br />

y mortalidad. 38<br />

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el tratamiento<br />

quirúrgico es recomendado en el quiste hidatídico<br />

hepático de gran tamaño, en el quiste hepático único de localización<br />

superficial y susceptible de rotura espontánea, en el<br />

quiste hepático supurado, en el comunicado con la vía biliar, en<br />

el quiste hepático que ejerce importante presión sobre órganos<br />

vecinos y también en el quiste hepático en hidatidosis peritoneal<br />

secundaria. 44 La técnica operatoria está contraindicada en<br />

quistes múltiples, quistes de localización inaccesible, quistes<br />

parcial o totalmente calcificados, quistes de muy pequeño tamaño<br />

o en casos de rechazo de la cirugía por el enfermo. 44<br />

Como parte del tratamiento del quiste hepático comunicado<br />

a vía biliar e ictericia obstructiva, se puede realizar papilotomía<br />

endoscópica con extracción de elementos hidatídicos.<br />

Salvo excepciones, existe acuerdo en indicar tratamiento con<br />

albendazol en el pre y posoperatorio.


442 PARTE II Parasitología humana<br />

En hidatidosis ósea el tratamiento médico hasta ahora parece<br />

no ser efectivo por las características de esta localización;<br />

el tratamiento quirúrgico debe ser precoz, radical, pues si<br />

la exéresis es incompleta, el proceso sigue evolucionando y recidivará.<br />

En los huesos largos se propone el reemplazo por prótesis.<br />

39<br />

Quimioterapia<br />

Contra esta parasitosis se han ensayado in vitro, entre otros fármacos,<br />

mebendazol, praziquantel, levamisol, ivermectina, albendazol,<br />

oxfendazol, obteniéndose diferentes grados de efectividad.<br />

Las experiencias de la eficacia in vitro e in vivo del<br />

albendazol y de su metabolito activo, el albendazol sulfóxido,<br />

lo han señalado como el mejor fármaco para el tratamiento<br />

médico de la hidatidosis. Los benzimidazol carbamatos mostraron<br />

ser efectivos contra la hidátide de Echinococcus granulosus y<br />

desde entonces el mebendazol y luego el albendazol tuvieron<br />

un amplio uso en el tratamiento de la hidatidosis. 2,8,13,15,17,18,19,43<br />

El mebendazol fue el primer benzimidazol usado en la hidatidosis<br />

humana; tiene poca absorción intestinal, menos de 5<br />

a 10% de la dosis administrada, con baja concentración plasmática<br />

y en el quiste. El albendazol tiene más absorción intestinal<br />

que el mebendazol, mayor concentración plasmática, 27,36<br />

alcanzando en el quiste 20% de la concentración plasmática, y<br />

de sus tres metabolitos sólo el sulfóxido es activo. El albendazol<br />

tiene mayor acción contra el quiste que el mebendazol; después<br />

de su primera aplicación en el hombre, numerosas experiencias<br />

publicadas evidencian su uso. 13,27,28,36<br />

La quimioterapia con albendazol es más efectiva en pacientes<br />

jóvenes con quistes pequeños. Se ha comprobado mayor<br />

absorción intestinal de los benzimidazoles cuando son administrados<br />

junto con comidas ricas en grasa.<br />

El modo de acción de este fármaco se efectúa al inhibirse<br />

la absorción de glucosa por el parásito, al inducir disminución<br />

del glucógeno, con lo cual se provocan alteraciones del retículo<br />

endoplásmico y de las mitocondrias de la membrana prolígera,<br />

al aumentar los lisosomas y por último al producir autólisis<br />

celular. 21 El fármaco también produce alteraciones en el tegumento<br />

de los escólices.<br />

La dosis de albendazol es de 10 a 20 mg/kg/día con dosis<br />

máxima diaria de 800 mg y en curas no inferiores a tres meses<br />

separadas o no con intervalos de 7 a 14 días; se ha comprobado<br />

alta eficacia en el tratamiento del quiste hidatídico hepático.<br />

Con la excepción de algunos efectos colaterales, en general leves<br />

y transitorios, el albendazol es generalmente bien tolerado.<br />

El efecto adverso más frecuente fue elevación de las transaminasas<br />

y rara vez cefalea, dolor abdominal, náuseas, alopecia y<br />

anafilaxia. 8,15,19,27 Está contraindicado en el embarazo; este<br />

fármaco es teratógeno y embriotóxico en animales, por lo que<br />

se prefiere no usarlo en embarazadas.<br />

El ultrasonido hace posible relacionar las imágenes ecográficas<br />

con el estado evolutivo del parásito; es entonces importante<br />

para evaluar la eficacia del tratamiento, en especial de la quimioterapia<br />

y del PAIR. 13,14,16<br />

El éxito de la quimioterapia apreciada por exámenes<br />

ecotomográficos periódicos se evidencia por despegamiento de<br />

las membranas parasitarias, disminución del líquido y solidificación<br />

del quiste. 26<br />

La quimioterapia pre y posoperatoria está indicada para<br />

reducir el riesgo de hidatidosis secundaria, después de una intervención<br />

quirúrgica, 27 y para disminuir la recurrencia del<br />

quiste. Igualmente se indica antes y después del PAIR. Además,<br />

la quimioterapia es el tratamiento de elección cuando existe<br />

contraindicación quirúrgica, presencia de numerosos quistes,<br />

en hidatidosis peritoneal, aunque haya sido operado el enfermo<br />

o cuando el paciente rechaza la cirugía.<br />

Un fármaco que se plantea para el tratamiento es el oxfendazol,<br />

también del grupo benzimidazol; tiene una vida media<br />

mayor que el albendazol, pero aún no se ha hecho un estudio<br />

comparativo de su eficacia ni se ha probado en el hombre, pero<br />

los estudios en animales demuestran gran actividad del medicamento.<br />

En conclusión, la terapia farmacológica no debe considerarse<br />

en oposición sino como complemento de la cirugía y de la<br />

punción de los quistes (PAIR).<br />

Con los avances, especialmente de los métodos de imágenes,<br />

empezó a aumentar el tratamiento de los quistes hidatídicos<br />

hepáticos con punción; la punción guiada por ecografía o<br />

TAC, es lo esencial de esta técnica mínimamente invasiva y con<br />

buenos resultados. Aunque la técnica usada tenga diferentes<br />

escolicidas, utilización o no de catéter de drenaje y uso de albendazol<br />

con cualquier método, fueron pocas las complicaciones<br />

y tuvieron alto porcentaje de éxito aun en algunos casos<br />

con controles a largo plazo. 11,12,30<br />

La Organización Mundial de la Salud (OMS) la declaró de<br />

primera elección para tratar quistes hidatídicos hepáticos uni o<br />

multivesiculares (tipos I y II de Gharby). 14<br />

Para realizar el PAIR se requiere colaboración del paciente<br />

(anestesia local) con quiste univesicular, multivesicular o con<br />

membranas desprendidas (tipos I, II y III de Gharby), 14 pacientes<br />

inoperables o sin respuesta a la quimioterapia. El PAIR está<br />

contraindicado en los quistes hepáticos sólidos, quistes calcificados,<br />

quistes rotos a vía biliar, peritoneo o tórax, quistes supurados,<br />

alteraciones de la hemostasia, quistes inaccesibles y en<br />

quistes múltiples.<br />

Al realizar el PAIR se debe contar con equipo para tratamiento<br />

quirúrgico y anafilaxia en caso de complicaciones del<br />

procedimiento. Los riesgos que pueden existir con el PAIR son:<br />

hematomas, infección, posibilidad de siembra hidatídica, colangitis<br />

esclerosantes, aparición de fístulas biliares y anafilaxia.<br />

Las ventajas que se anotan sobre la cirugía son: se evitan<br />

eventraciones, cicatrices, periodo de hospitalización más corto,<br />

disminución del costo laboral, menor morbilidad, mortalidad<br />

y menor costo del procedimiento. 30<br />

Cirugía laparoscópica<br />

Se ha comenzado a realizar en hidatidosis hepática a pesar de que<br />

los resultados son aún precoces; se han comprobado beneficios.


CAPÍTULO 56 Hidatidosis y equinococosis 443<br />

Prevención<br />

Es fundamental la educación del hombre en salud. La educación<br />

sanitaria debe ser constante y dirigida a todos los habitantes.<br />

Consiste en dar a conocer el tema, cambiar costumbres y<br />

actitudes que favorecen la infección de los animales y del hombre<br />

y que ayudan al ciclo biológico del parásito, 29 como alimentar<br />

perros con vísceras crudas con quistes y la matanza ilegal<br />

de animales; con este fin es importante la construcción de<br />

mataderos adecuados con control médico veterinario, la existencia<br />

de una legislación para la regulación de la población canina<br />

y el control y tratamiento de los perros parasitados con<br />

praziquantel. 23 Estas medidas preventivas podrían ser de ayuda<br />

para llegar a la extinción del parásito.<br />

Como se ha descrito, numerosas veces “el perro transmite<br />

la infección, pero el responsable es el hombre”. Otra medida<br />

útil es lavarse bien las manos antes de comer y lavar bien o pelar<br />

las verduras y frutas que se comen crudas. Actualmente la investigación<br />

de la tasa de infección del perro se puede hacer mediante<br />

la detección de coproantígenos que tiene gran sensibilidad<br />

y especificidad. En el hombre es útil la ecotomografía para<br />

determinar la tasa de infección que también se ha planteado<br />

utilizarla para determinar la infección en el ovino. 23<br />

En diferentes reuniones y congresos se han analizado las<br />

posibilidades de control y erradicación de la hidatidosis planteando<br />

mecanismos de colaboración entre países y la preparación<br />

de planes de acción comunes.<br />

Los programas de control de la hidatidosis han logrado<br />

alterar el ciclo del parásito, lo cual se ha evidenciado en la disminución<br />

de la prevalencia de la hidatidosis en el hombre y en<br />

el animal. 23<br />

Marshall Lightowlers y colaboradores, de la Universidad<br />

de Melbourne, Australia, son los creadores de la vacuna denominada<br />

EG95, 24 basada en un clonado de antígenos recombinantes<br />

(EG95) elaborada de huevos del parásito. Los resultados<br />

del ensayo de esa vacuna contra la hidatidosis en ovejas dieron<br />

el siguiente grado de protección: en Nueva Zelanda 100% (tres<br />

dosis); en Australia 96%; en Argentina 99%, y en China 97%; 24<br />

esto confirma la eficacia de la vacuna; tales resultados en animales<br />

plantearon investigaciones para el posible uso de la vacuna<br />

en el hombre para prevenir la enfermedad hidatídica originada<br />

por la infección con Echinococcus granulosus.<br />

Echinococcus multilocularis<br />

o Echinococcus alveolaris<br />

Este parásito ocasiona la hidatidosis alveolar, una de las helmintiasis<br />

más graves para el hombre y de difícil tratamiento. Fue<br />

descrito por primera vez en 1852 por Bühl, quien lo llamó “cáncer<br />

coloideo alveolar del hígado”. Virchow en 1855 demostró su<br />

naturaleza parasitaria. Leuckart en 1863 lo identifica y llama al<br />

agente etiológico E. multilocularis y Klemm en 1863 le dio el<br />

nombre de E. alveolaris. Entre 1895 y 1904 Posselt estudió un<br />

foco de hidatidosis hepática en el Tirol y escribió sobre Echinococosis<br />

alveolar y su cirugía. Rausch y Sohiller en 1951 presentan<br />

un estudio sobre el ciclo evolutivo del parásito. 5<br />

La hidatidosis alveolar humana se ha encontrado en Alemania,<br />

Suiza, Tirol, Polonia, Italia, países balcánicos, Inglaterra,<br />

Uruguay, Argentina, Nueva Zelanda, Canadá, EUA, Turquía,<br />

Japón, China y otros. 1,33<br />

El cestodo adulto es pequeño; mide alrededor de 4 mm de<br />

longitud y se distingue por sus características morfológicas<br />

de las otras especies del género Echicococcus. Vive en la mucosa<br />

del intestino delgado de un cánido; son hospederos definitivos<br />

zorros (géneros Vulpes y Alopex), lobos, coyotes y perros<br />

salvajes. El perro doméstico puede albergarlo, y parece ser la<br />

fuente más importante de la infección humana. 7,33 Los gatos<br />

domésticos también pueden ser hospederos definitivos (figura<br />

56-20). El hospedero definitivo infectado elimina en sus excreta<br />

huevos del parásito que va a contaminar tierra, agua, verduras<br />

y frutas y de allí pueden ser ingeridos por los roedores o de<br />

manera accidental por el humano. Dichos hospederos intermediarios<br />

son pequeños roedores (géneros Microtus, Lemmas,<br />

etc.); en ellos la forma larval se localiza en el hígado. La infección<br />

crónica afecta otros órganos. El ciclo se completa cuando<br />

a estos roedores infectados con larvas fértiles los devoran los<br />

hospederos definitivos.<br />

En el humano igualmente el sitio primitivo es el hígado;<br />

allí la hidatidosis alveolar se presenta como una sustancia amorfa,<br />

sin límites precisos que macroscópicamente parece un tumor<br />

maligno, gelatinoso y fibroso que infiltra el hígado en forma<br />

difusa, formando numerosas cavidades irregulares de no<br />

más de 2 mm, limitadas por trozos de cutícula, sin formar adventicia.<br />

Es frecuente que tenga una zona central de necrosis<br />

cavitaria con escaso líquido verdoso o purulento y restos de tejido<br />

necrótico (figura 56-21). Al microscopio existe un infiltrado<br />

con eosinófilos y se pueden reconocer trozos de cutícula<br />

y germinativa; en el humano casi nunca se observan escólices.<br />

La enfermedad puede ser asintomática durante muchos<br />

años. El enfermo puede presentar dolor en el cuadrante superior<br />

derecho del abdomen, hepatomegalia, y al crecer la masa puede<br />

producir obstrucción biliar y portal y más tardíamente esplenomegalia,<br />

ascitis y raras veces metástasis en el pulmón y cerebro;<br />

en su crecimiento puede comprometer el diafragma, tórax y abdomen.<br />

Se describen algunas formas clínicas: caquectizante, con<br />

insuficiencia hepática, ictericia obstructiva, infiltración del diafragma,<br />

pleura y metástasis a distancia (cerebro, pulmón).<br />

Para el diagnóstico se solicitan los exámenes señalados en<br />

hidatidosis. Las pruebas hepáticas pueden tener un patrón obstructivo.<br />

La radiografía simple de abdomen puede evidenciar<br />

hepatomegalia, calcificaciones miliares y a veces imágenes hidroaéreas.<br />

La ecotomografía abdominal presenta una imagen<br />

como de tumor sólido con estructura heterogénea de límites<br />

irregulares. En el estudio histológico se puede encontrar cutícula<br />

y germinativa, casi nunca escólices.<br />

En infecciones tempranas es posible la curación de la enfermedad<br />

con una extirpación quirúrgica completa del parásito,<br />

pero de todos modos debe hacerse una cura posterior con<br />

albendazol.


444 PARTE II Parasitología humana<br />

El tratamiento con benzimidazoles en animales ha logrado<br />

reducir el tamaño de la larva y en el hombre con tratamiento<br />

prolongado, se aprecia mejoría y aumento de la supervivencia<br />

en cierto número de pacientes.<br />

En los ensayos clínicos se indica el fármaco en enfermos<br />

inoperables, después de cirugía paliativa o radical y en caso de<br />

trasplante hepático.<br />

Echinococcus vogeli<br />

Rausch y colaboradores en 1981 describieron su morfología. 32<br />

E. vogeli mide alrededor de 5.5 mm de longitud. El hospedero<br />

definitivo natural es un perro silvestre (Speothos venaticus) que<br />

existe en América Central y en Sudamérica (Ecuador, Venezuela,<br />

Colombia, Perú, Bolivia, Paraguay), pero también puede<br />

infectarse el perro doméstico. El estado larval (metacestodo) se<br />

desarrolla con frecuencia en un hospedero intermediario, el<br />

paca (Cuniculus paca), roedor americano; 6 Rausch y D’Alessandro<br />

estudiaron su histogénesis y patogénesis. 34<br />

En el paca y la nutria la larva es, desde el punto de vista<br />

macroscópico, una hidátide poliquística que se ubica de manera<br />

habitual en el hígado, y que tiene una pared constituida por<br />

cutícula y germinativa rodeada de una capa de tejido fibroso.<br />

En Sudamérica el paca se come por su carne de buen sabor,<br />

y sus vísceras son a menudo entregadas al perro doméstico<br />

que se infecta con E. vogeli. El humano se infecta al ingerir los<br />

huevos de E. vogeli que salen con las heces del hospedero definitivo;<br />

es probable que el perro doméstico sea la fuente principal<br />

de la infección humana. 1 El perro silvestre (Speothos venaticus)<br />

rara vez está en contacto con el hombre; por eso parece<br />

tener poca importancia en la infección humana.<br />

En las personas la parasitación del hígado y de los órganos<br />

abdominales es lo más frecuente, originando un cuadro clínico<br />

similar a una cirrosis con ictericia e hipertensión portal que<br />

conduce a la muerte. La localización pulmonar se presenta en<br />

segundo lugar y luego siguen otros órganos.<br />

El diagnóstico por lo general se realiza en un examen<br />

histopatológico de piezas quirúrgicas o de necropsia. 1 Para el<br />

diagnóstico diferencial de las especies de E. vogeli, en las larvas<br />

es importante observar las formas y tamaño de los ganchitos de<br />

los escólices. 7<br />

El tratamiento quirúrgico en algunos casos ha tenido éxito.<br />

También se intenta quimioterapia con derivados benzimidazólicos.<br />

Sin tratamiento, la evolución es mala.<br />

Echinococcus oligarthus<br />

El adulto de E. oligarthus es el de menor tamaño entre las especies<br />

de Echinococcus; mide 2.9 mm de longitud; sus características<br />

morfológicas lo diferencian de otras especies; lo más específico<br />

es la forma y tamaño de los ganchitos del escólex. 1,7 Se<br />

desarrolla en el intestino de felinos silvestres y experimentalmente<br />

también en el gato doméstico, pero no en el perro doméstico.<br />

Se ha encontrado en felinos de América Central y del<br />

Sur: Ocelote (Felis pardalis), gato jaguarundi (F. yagouaroundi),<br />

puma (F. oncola), jaguar (F. onca), gato geoffroy (F. geoffroyi),<br />

lince (Lynx rufus) y en el gato de las pampas (F. colocolo). 7,33<br />

Los felinos silvestres se encuentran desde Canadá hasta la<br />

Argentina; por ello E. oligarthus puede tener una distribución<br />

extensa. 7<br />

Las larvas de E. oligarthus (metacestodo) tiene una cutícula<br />

muy fina con una germinativa gruesa, pero las características<br />

son la forma y tamaño de los ganchitos de los escólices. 1<br />

Son hospederos intermediarios de la larva de E. oligarthus,<br />

principalmente el agutí (Dasyprocta spp.), la rata espinosa<br />

(Proechimys spp.) y ocasionalmente el paca (Cuniculus paca).<br />

Los agutíes son los hospederos intermediarios más importantes;<br />

deben ingerir los huevos eliminados en las heces de los gatos<br />

silvestres infectados y que contaminan semillas o frutas. En<br />

cuanto al hombre, existe la posibilidad de que en la transmisión<br />

participe el gato doméstico. Se ha encontrado en animales de<br />

Costa Rica, Venezuela, Panamá, Colombia, Ecuador, Brasil y<br />

Argentina. 6 La localización de la larva es principalmente extrahepática,<br />

en los tejidos conjuntivos intermusculares de las patas,<br />

lomo y en las vísceras torácicas (corazón) y abdomen.<br />

Se han informado algunos casos humanos con larvas (metacestodos)<br />

de E. oligarthus localizadas en la órbita, en el miocardio,<br />

pero no se ha precisado cómo se produjo la infección. 7<br />

Referencias<br />

1. Beaver P, Jung R, Cupp E. Clinical Parasitology, 9a ed.<br />

Lea and Febiger, Filadelfia, EUA, 1984.<br />

2. Bekhti A, Schaaps J, Capron M et al. Treatment of hepatic<br />

hydatid disease with mebendazole: preliminary results<br />

in four cases. Br. Med. J, 1977;2:1047-1051.<br />

3. Bowles J, Blair D, McManus D. Molecular genetic<br />

characterization of the cervid strain (“northern form”) of<br />

Echinococcus granulosus. Parasitology, 1994;109:215-221.<br />

4. Contreras M del C, Gallo S, Salinas O et al. Evaluación<br />

de la ELISA IgG usando un antígeno purificado en<br />

el diagnóstico de la hidatidosis humana. Bol Chil Parasitol,<br />

1994;49:24-30.<br />

5. Craig C, Faust E. Parasitología Clínica. Salvat Editores,<br />

México, 1974.<br />

6. D’Alessandro A, Rausch R, Morales G et al. Echinococcosis<br />

infections in colombian animals. Am J Trop Med<br />

Hyg, 1981;30:1263-1276.<br />

7. D’Alessandro A. Descripción morfológica, ciclo biológico<br />

y distribución geográfica de las especies del género<br />

Echinococcus en situación de la hidatidosis. Echinococco-


CAPÍTULO 56 Hidatidosis y equinococosis 445<br />

sis en la República Argentina. Ed. Denegri, Elissondo y<br />

Dopchiz. Editorial Martínez. Mar del Plata, Argentina,<br />

2000:19-30.<br />

8. De Rosa F, Teggi A. Treatment of Echinococcus granulosus<br />

hydatid disease with albendazole. Ann Trop Med Parasitol,<br />

1990;84:467-472.<br />

9. Dévé F. L’echinococcose osseuse. Ed. Monteverde y Cía.<br />

Montevideo, Uruguay, 1848.<br />

10. Dévé F. L’chinoccose primitive. Masson et Cia. Francia,<br />

1949.<br />

11. Felice C, Pirola F, Brunetti E et al. A new therapeutic<br />

approach for hydatid liver cysts. Gastroenterology, 1990;<br />

98:1366-1368.<br />

12. Felice C, Brunetti E. Use of PAIR in human cystic<br />

echinococcosis. Acta Trop, 1997;64:95-107.<br />

13. Franchi C, Di Vico B, Teggi A. Long-term evaluation<br />

of patients with hydatidosis treated with benzimidazole<br />

carbamates. Clin Infect Dis, 1999;29:304-309.<br />

14. Gharbi H, Hassine W, Brauner M et al. Ultrasound<br />

examination of the hydatic liver. Radiology, 1981;139:459-<br />

463.<br />

15. Gil-Grande L, Rodríguez-Caabeiro F, Prieto J et<br />

al. Randomised controlled trial of efficacy of albendazole<br />

in intra-abdominal hydatid disease. Lancet, 1993:342:<br />

1269-1272.<br />

16. Guerra M, Arroyo A, Ubilla R. Quiste hidatídico hepático.<br />

Estudio ecotomográfico. Bol Chil Parasitol,<br />

1990;45:35-38.<br />

17. Heath D, Chevis R. Mebendazole and hydatid cysts.<br />

Lancet, 1974;2:218-221.<br />

18. Horton R. Chemotherapy of Echinococcus infection in<br />

man with albendazole. Trans R Soc Trop Med Hyg,<br />

1989;83:97-102.<br />

19. Horton R. Albendazole in treatment of human cystic<br />

echinococcosis: 12 years of experience. Acta Trop, 1997;<br />

64:79-93.<br />

20. Ivanissevich O, Rivas C. Echinococcosis hidatídica. Vol.<br />

I y II. Talleres Gráficos. Ministerio de Educación y Justicia.<br />

Buenos Aires, Argentina, 1961.<br />

21. Lacey E. Mode of action of benzimidazoles. Parasitol<br />

Today, 1990;6:112-119.<br />

22. Larrieu E, Díaz M, Costa M et al. Control de la hidatidosis<br />

en áreas continentales: Patagonia. En: Situación de<br />

la hidatidosis-Echinococcosis en la República Argentina. Ed.<br />

Denegri Elisson y Dopchiz, 2002:153-156 pp.<br />

23. Larrieu E, Belloto A, Arambulo R et al. Echinococcosis<br />

quística: epidemiología y control en América del Sur.<br />

Parasitol Latinoam, 2004;59:82-89.<br />

24. Lightowlers M, Flisser A, Gauci C et al. Vaccination<br />

against cysticercosis and hydatid disease. Parasitol Today,<br />

2000;16:191-196.<br />

25. Magistrelli P, Masetti R, Coppola R et al. Surgical<br />

treatment of hydatid disease of the liver. A 20-year experience.<br />

Arch Surg, 1991;126:518-523.<br />

26. Menezes Da Silva A. Hydatid cyst of the liver-criteria<br />

for the selection of appropriate treatment. Acta Trop,<br />

2003;85:237-242.<br />

27. Morris D, Dykes P, Dickson B et al. Albendazole in<br />

hydatid disease. Br Med J, 1983;286:103-104.<br />

28. Nahmias J, Goldsmith R, Soibelman M et al. Three<br />

to seven years follow-up after albendazole treatment of 68<br />

patients with cystic echinococcosis (hydatid disease). Ann<br />

Trop Med Parasitol, 1994;88:295-304.<br />

29. Neghme A. Enfoque epidemiológico de la hidatidosis.<br />

Bol Of Sanit Panam, 1987;102:123-129.<br />

30. Peláez V, Kugler C, Del Carpio M et al. Tratamiento de<br />

quistes hidatídicos hepáticos por aspiración percutánea e<br />

inyección de solución salina hipertónica: Resultados de un<br />

trabajo cooperativo. Bol Chil Parasitol, 1999;54:63-69.<br />

31. Piekarski G. Tratado de Parasitología. Ed. Aguilar. Madrid,<br />

España. (Versión española), 1959.<br />

32. Rausch R, D’Alessandro A, Rausch V. Characteristics<br />

of the larval Echinococcus vogeli (Rausch and Bernstein,<br />

1972) in the natural intermediate host, the paca, Cuniculus<br />

paca L. (Rodentia: Dasyproctidae). Am J Trop Med<br />

Hyg, 1981;30:1043-1052.<br />

33. Rausch R. Life-cycle patterns and geographic distribution<br />

of Echinococcus species. En: The Biology of Echinococcus<br />

and Hydatid Disease. Ed. Thompson RCA, Allen<br />

George and Unwin, Londres, UK, 1986;48-80.<br />

34. Rausch R, D’Alessandro A. Histogenesis in the metacestode<br />

of Echinococcus vogeli and mechanism of pathogenesis<br />

in polycystic hydatid disease. J Parasitol, 1999;85:<br />

410-418.<br />

35. Rogan M, Craig P, Zeyhle E et al. Evaluation of a rapid<br />

dot-ELISA as a field test for the diagnosis of cystic<br />

hydatid disease. Trans R Soc Trop Med Hyg, 1991;85:773-<br />

777.<br />

36. Saimat A, Meulemans A, Cremieux A et al. Albendazol<br />

as a potential treatment for human hydatidosis. Lancet,<br />

1983;652-656.<br />

37. Sapunar J, Klapp J. Dos casos de hidatidosis pulmonar<br />

diagnosticados por examen microscópico de la expectoración.<br />

Bol Chil Parasitol, 1966;21:44-48.<br />

38. Sapunar J, Rappoport J, Sapunar J (Jr) et al. Quiste<br />

hidatídico hepático: características clínicas, factores pronósticos<br />

y resultados quirúrgicos. Parasitol al Dia,<br />

1989;13:52-63.<br />

39. Sapunar J, Bahamondes L. Hidatidosis del húmero<br />

complicada con fractura, infección bacteriana, fístula y<br />

localización extraósea. Bol Chil Parasitol, 1995;50:37-41.<br />

40. Sapunar J. Hidatidosis en Parasitología Médica. Ed. Atías<br />

Publicaciones Mediterráneo. Santiago, Chile, 1999:338-<br />

354.<br />

41. Scott J, Stefaniak J, Pawlowski Z et al. Molecular genetic<br />

analysis of human cystic hydatid cases from Poland:<br />

identification of a new genotypic group (G9) of Echinococcus<br />

granulosus. Parasitology, 1997;114:37-43.


446 PARTE II Parasitología humana<br />

42. Todorov T, Vutova K, Petkov D et al. Albendazole<br />

treatment of multiple cerebral hydatid cystic: case report.<br />

Trans R Soc Trop Med Hyg, 1988;82:150-152.<br />

43. Todorov T, Vutova K, Mechkov G et al. Evaluation of<br />

response to chemotherapy of human cystic echinococcosis.<br />

Br J Radiol, 1990;63:523-531.<br />

44. WHO. Informal working group on Echinococcosis. Guidelines<br />

for treatment of cystic alveolar echinococcosis in<br />

human. Bull WHO, 1996;74:231-242.


Capítulo<br />

57<br />

Larva migrante cutánea*<br />

Abelardo Tejada<br />

Sinonimia<br />

Erupción serpiginosa, dermatitis lineraris migrans, erupción<br />

progresiva, creeping disease, gusano de la arena.<br />

Historia<br />

En 1874, el médico inglés Lee lo reportó por primera vez; en<br />

1893, Crocker estableció el término de “larva migrante cutánea”<br />

y en 1896, Hammelstjerna probó su etiología parasitaria.<br />

Definición<br />

Dermatitis parasitaria cutánea, ocasionada por la migración de<br />

larvas filariformes de Ancylostoma braziliensis (nematodo parásito<br />

del intestino de perros y gatos) y Ancylostoma caninum (parásito<br />

del perro), en la piel con trayectos serpiginosos.<br />

Biología<br />

Los parásitos adultos de Ancylostoma braziliensis y Ancylostoma<br />

caninum se encuentran en el intestino de perros y gatos, los que<br />

eliminan los huevos con las heces; en el suelo húmedo y a temperaturas<br />

de 20 a 30°C, en uno o dos días liberan las larvas<br />

rabditoides; a la semana éstas se mudan, crecen y se desarrollan<br />

las larvas filariformes, que son las infectantes; miden 850 micras<br />

de longitud por 35 micras de diámetro y se encuentran en<br />

el suelo; cuando entran en contacto con la piel de los animales,<br />

van a seguir su ciclo evolutivo hacia los pulmones (ciclo de<br />

Loos) y luego por tráquea y esófago van a llegar al intestino,<br />

donde adquieren la forma adulta, cerrando el ciclo biológico.<br />

Cuando las larvas filariformes que se encuentran en el suelo<br />

se ponen en contacto con la piel humana (hospedero accidental),<br />

penetran por erosiones o soluciones de continuidad de<br />

la piel, especialmente por los pies, manos, nalgas, tórax y comienza<br />

la migración por la epidermis, favorecida por la producción<br />

de hialuronidasa, realizando trayectos serpiginosos<br />

(cuadro 57-1 y figura 57-1).<br />

Epidemiología<br />

El síndrome de larva migrante cutáneo es de distribución mundial,<br />

pero es más frecuente en los países tropicales y subtropicales.<br />

Es endémico en las islas del Caribe, en el sureste de EUA,<br />

Sudamérica, en África y Asia. Es más frecuente en el verano y<br />

épocas lluviosas del año; son afectados los niños y las personas<br />

que veranean en las playas y aquellas que manipulan tierra. La<br />

naturaleza endémica de la enfermedad depende de dos factores<br />

principalmente: las bajas condiciones de salubridad y elementos<br />

ambientales y climáticos apropiados (humedad y temperatura),<br />

así como el grado de contaminación del suelo, con heces<br />

de perros y gatos infectados con anquilostomas, los que favorecen<br />

el desarrollo y supervivencia de las larvas. Por los continuos<br />

viajes (globalización) se han detectado casos no autóctonos. 6,7<br />

Recientemente se diagnosticó un paciente alemán que adquirió<br />

la parasitosis en ese país. 5<br />

Patología<br />

Las larvas filariformes de A. braziliensis o A. caninun, que se<br />

encuentran en el suelo húmedo, penetran activamente la piel<br />

de los pies, manos, nalgas del humano y como éste no es el<br />

hospedero específico, migran a través de la epidermis ocasionando<br />

trayectos lineales, tortuosos, serpiginosos, eritematopapulosos<br />

de 1-2 mm de ancho, avanzando 1 a 3 cm por día;<br />

producen una reacción inflamatoria con eosinófilos.<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, misma que se encuentra disponible para el lector en el Centro de Aprendizaje en línea (On-line Center)<br />

vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

447


448 PARTE II Parasitología humana<br />

Intestino (Hospedero definitivo: perros, gatos)<br />

Huevos en las heces<br />

Huevos embrionados: en el suelo<br />

Larva rabditoide (I Estadio larvario): suelo<br />

Larva filariforme (II Estadio larvario): suelo<br />

Larva filariforme infectante: penetra piel humana<br />

(Hospedero accidental)<br />

Larva migrante cutánea<br />

Figura 57-1. Esquema Ciclo de vida de Ancylostoma braziliensis y<br />

Ancylostoma caninum en el hombre (hospedero accidental).<br />

Sintomatología<br />

El cuadro clínico varía desde una dermatitis no específica a una<br />

erupción típica progresiva. La lesión inicial es papular, eritematosa<br />

y pruriginosa (figura 57-2). Se hace migratoria con disposición<br />

lineal, serpiginosa, errática, labrando un túnel, avanzando<br />

de 1-3 cm por día. Puede producirse edema, 4 muy rara vez<br />

en infecciones severas, masivas; algunas personas pueden tener<br />

muchos trayectos. 8 La infección puede durar meses. En general<br />

consultan al médico por el intenso prurito que ocasionan; pueden<br />

hallarse excoriaciones y a veces infección bacteriana. 5<br />

Diagnóstico<br />

Eminentemente clínico, por la historia clínica y las características<br />

de las lesiones cutáneas lineales eritematopapulosas migratorias.<br />

Cuando se hace la biopsia de piel, la lesión muestra un túnel<br />

vacío con infiltrado celular, polimorfonuclear, con eosinófilos<br />

y queratinocitos necróticos en la epidermis; si se encuentra la<br />

larva, difícilmente es identificada. En el diagnóstico diferencial<br />

se incluirá escabiasis, urticaria, fotodermatitis, eritema crónico<br />

migratorio (gnathostomiasis) y picadura de medusas.<br />

Tratamiento<br />

Congelación con un chisguete de cloruro de etilo o nieve carbónica.<br />

El tratamiento con antihelmínticos es con tiabendazol<br />

VO a la dosis de 25 mg/kg/día por 1 a 5 días. El albendazol a<br />

la dosis de 400-800 mg/día y la ivermectina en dosis única de<br />

150-200 mg/kg, han dado buenos resultados. 1-3,9<br />

b)<br />

a)<br />

Figura 57-2. a) Múltiples imágenes serpiginosas por Ancylostoma<br />

braziliensis en parte posterior del tórax y brazo izquierdo.<br />

b) Lesiones serpiginosas por A. braziliensis en ambos muslos.


CAPÍTULO 57 Larva migrante cutánea 449<br />

Prevención<br />

La medida más apropiada es evitar el contacto directo de la piel<br />

expuesta con suelos contaminados con heces de perros o gatos;<br />

el uso de zapatos o toallas en la playa cuando se está en contacto<br />

con la arena, puede evitar la exposición a las larvas infectantes.<br />

Desparasitar en forma periódica a perros y gatos domésticos<br />

puede reducir la contaminación de los suelos.<br />

Referencias<br />

1. Albanese G, Venturi C, Galbiati G. Treatment of larva<br />

migrans cutanea (creeping eruption): a comparison between<br />

albendazole and traditional therapy. Int J Dermatol,<br />

2001;40:67-71.<br />

2. Blackwell V. Vega-López F. Cutaneous larva migrans:<br />

Clinical features and management of 44 cases presenting<br />

in the returning traveler. Br J Dermatol, 2001;145:434-<br />

437.<br />

3. Katthikeyan K, Thappa D. Cutaneous larva migrans.<br />

Indian J Dermatol Venereol Leprol, 2002;68:252-258.<br />

4. Kuijpers D, Berretty P. Diagnostic image. A man with<br />

an itching foot. Larva migrans cutanea. Ned Tijdschr Geneeskd,<br />

2002;146:1585.<br />

5. Müller-Stöver I, Richter J, Häussinger D. Cutaneous<br />

larva migrans (creeping eruption) acquired in Germany.<br />

Dtsch Med Wocherschr, 2010;135:859-861.<br />

6. Nevoralová Z. Larva migrans cutánea. Cas Lek Cesk,<br />

2006;145:325-326.<br />

7. Schenone M, Roibles E, Montoya C. Dos casos de<br />

erupción reptante. Bol Chil Parasit, 1956;11:71-73.<br />

8. Sugathan P. Massive infestation of cutanea larva migrans.<br />

Dermatol Online, 2002;8(2):21.<br />

9. Veraldi S, Rizzitelli G. Effectiveness of new therapeutic<br />

regimen with albendazole in cutaneous larva migrans. Eur<br />

J Dermatol, 1999;9:352-353.


Capítulo<br />

58<br />

Larva migrante visceral*<br />

Isabel Noemí<br />

Toxocariasis<br />

Antecedentes históricos<br />

Wilder descubrió la toxocariasis ocular en 1950 en pacientes<br />

con granulomas cuyo diagnóstico era de un retinoblastoma.<br />

Beaver posteriormente confirmó la presencia de larvas de toxocara<br />

en granulomas extirpados de casos oculares.<br />

Concepto<br />

Síndrome producido en el humano por nematodos de perros y<br />

gatos, entre otros animales; los más importantes son Toxocara<br />

canis, Toxocara cati, Toxascaris leonina, Baylisascaris procyionis,<br />

T. lyncys, T. malayensis y A. suum. De ellos, T. canis es el de<br />

mayor importancia epidemiológica. 2,10<br />

Biología<br />

Provienen de diferentes animales como los ya mencionados,<br />

incluidos los mapaches. Su ciclo varía de acuerdo con la edad<br />

de su hospedero. El hábitat es el intestino delgado, sus hospederos<br />

definitivos. 3 La hembra habitualmente coloca alrededor<br />

de 200 000 huevos/día, los que son eliminados en las heces del<br />

animal y se vuelven infectantes (huevos larvados), luego de estar<br />

2 a 3 semanas en el ambiente (en condiciones de humedad,<br />

temperatura, calidad del suelo, favorables). Los huevos larvados<br />

en el suelo, son viables por varios meses, incluso por más de un<br />

año, dependiendo de la zona (tropical o subtropical) y del tipo<br />

de ambiente en que se encuentren. El perro, si es de pocos meses,<br />

se puede infectar al ingerir los huevos, liberándose en su<br />

intestino la larva que atraviesa la pared y, por vía sanguínea,<br />

llega al hígado y a los pulmones. Continúa el ciclo dependiendo<br />

de la edad del can. En el cachorro, las larvas atraviesan los<br />

alvéolos pulmonares, ascienden por la tráquea, alcanzan el esófago<br />

y llegan al intestino delgado, donde se convierten en adultos.<br />

En los perros mayores y en el hombre, las formas larvarias<br />

arriban a los capilares pulmonares y de allí van a la circulación<br />

general, alcanzando a diferentes parénquimas como la musculatura<br />

estriada, el hígado (aumento leve de las transaminasas y<br />

bilirrubinemia total a predominio de la forma indirecta), los<br />

pulmones (donde es un desencadenante de asma en pacientes<br />

predispuestos y que constituyen 20-30% de los casos), 16 los<br />

ojos, con pérdida severa de la visión, 5,7,9,11,19,22,32 produciéndose<br />

incluso la amaurosis total del ojo afectado (figura 58-1).<br />

En el cerebro se ha demostrado que es un importante desencadenante<br />

de epilepsia focal, y secundariamente generalizada,<br />

retardo mental y déficit atencional. 1,7,9,12,24,25,28,29 En la<br />

mayoría de estos órganos las larvas son inmovilizadas y englobadas<br />

en un granuloma inflamatorio generado por el hombre y<br />

animales adultos (figura 58-2). 28 Es una importante causa de<br />

eosinofilia en niños (25% de los casos).<br />

En el perro macho adulto y en las hembras no preñadas,<br />

todas las larvas se encuentran en los tejidos, encapsuladas. En<br />

las hembras preñadas, al parecer por cambios hormonales, estas<br />

formas enquistadas se movilizan, migran a la placenta y de allí<br />

infectan a sus fetos. Así, los cachorros pueden nacer infectados<br />

por vía transplacentaría o infectarse después de nacer, por diversos<br />

mecanismos: por ingerir huevos larvados, por alimentarse<br />

de otro hospedero que porta formas larvales del parásito (ratas,<br />

ratones, por ejemplo) o por lactancia materna. Después de<br />

algunas semanas y luego de pasar por los pulmones, las larvas se<br />

transforman en adultos en el intestino del animal, el que comienza<br />

a eliminar huevos junto con sus heces, completando así<br />

su ciclo (figura 58-3).<br />

En cuanto al ciclo de Toxocara cati, es similar al de T. canis;<br />

se diferencia en que no hay infección transplacentaria. Toxascaris<br />

leonina posee un ciclo igual al anterior; infecta de forma indistinta<br />

a perros y gatos.<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

450


CAPÍTULO 58 Larva migrante visceral 451<br />

8<br />

1<br />

7<br />

6<br />

5<br />

Pasa por<br />

corazón-pulmón<br />

y tráquea<br />

Intestino<br />

Infección oral<br />

2<br />

Granuloma<br />

L 1<br />

3<br />

L 2<br />

L 2<br />

4<br />

Figura 58-2. TAC. Granuloma cerebral por Toxocara spp.<br />

Epidemiología<br />

T. canis es común en todo el mundo, la infección de los cachorros<br />

oscila entre 23 y 40% en Chile; en perros adultos fluctúa<br />

entre 2 y 100% en diversos países del orbe, en tanto que la infección<br />

de gatos por Toxocara cati es de 50% en Chile, y llega<br />

hasta 75% en otros países.<br />

Diversos trabajos también describen la adquisición de la<br />

infección humana por la ingestión de carnes de diferentes animales<br />

insuficientemente cocidas y con larvas en segundo estadio<br />

encapsuladas en sus tejidos de estos nematodos. 12,23,31<br />

Según diversos estudios realizados en algunos parques de<br />

entretenimiento de Santiago de Chile, se han encontrado huevos<br />

de Toxocara spp. en 10.3% de los parques públicos, a excepción<br />

de las áreas verdes de la comuna de La Cisterna, donde se<br />

halló 90% de contaminación; a su vez, se encontraron los huevos<br />

larvados en 92% de áreas rurales de Salamanca (España); en<br />

los parques públicos de Gran Bretaña en 25% y entre 10 y 30%<br />

en lugares de juegos en EUA; en Irlanda entre 15 y 38%; en<br />

Japón entre 63 y 87.5% de los arenales de juegos de los niños<br />

estaban contaminados. 2<br />

Por hábitos y actitudes, son los niños de corta edad los más<br />

susceptibles de contraer la infección, aunque también los adultos<br />

pueden presentar este cuadro con características graves. Estudios<br />

serológicos practicados a población presuntamente sana<br />

de diversos países del mundo, demuestran una positividad en<br />

4.2 Hospedero<br />

4.1<br />

paraténico<br />

Figura 58-3. Ciclo vital de Toxocara canis. 1. El hábitat de los adultos<br />

es el intestino delgado. Las hembras fecundadas eliminan gran<br />

cantidad de huevos no embrionados por las heces. 2. Éstos<br />

presentan una corteza gruesa y mamelonada. 3, 4. Cuando existen<br />

condiciones favorables, las larvas de primer y segundo estadios se<br />

desarrollan dentro del huevo. Si el humano y otros hospederos no<br />

habituales ingieren estos huevos con larvas L2, éstas emergen en el<br />

intestino, atraviesan la pared intestinal y migran por diversos<br />

órganos (Larva migrans visceral). Estas larvas quedan incluidas en<br />

granulomas. 4.1, 4.2. Cuando los huevos larvados (L2) son ingeridos<br />

por hospederos habituales no inmunes, las larvas emergen en el<br />

intestino, penetran la pared intestinal y vía sanguínea, llegan al<br />

hígado y pulmón, donde se desarrollan hasta larvas L3 y L4. Estas<br />

últimas, vía tráquea, faringe, llegan al intestino y maduran hasta<br />

adultos. Si el hospedero habitual (perros) tiene escasa inmunidad,<br />

las larvas L4 no llegan al pulmón y migran en diversos órganos hasta<br />

quedar inactivas (dormant) por largo tiempo. Durante la preñez estas<br />

larvas son activadas (8) por las hormonas del hospedero, penetran a<br />

la circulación, llegan a la placenta y pasan al feto, quien presenta<br />

una infección congénita. 4.2. Hospedero paraténico. 5. Infección oral.<br />

6. Intestino. 7. Paso al corazón, pulmones y tráquea.<br />

California de 25%, en Pensilvania 54%, en Inglaterra 2%, y en<br />

8.8% de la población adulta de Chile. 27 En Italia se han reportado<br />

cifras del orden de 4.4% en población general, de 9.2% en<br />

pacientes epilépticos, y de 10.6-87.5% en personas con retardo<br />

mental. Estas mismas cifras se repiten en Alemania. En médi-


452 PARTE II Parasitología humana<br />

cos veterinarios de animales menores, se ha hallado una prevalencia<br />

de un 70% de infección, en tanto que en niños asmáticos<br />

la frecuencia reportada es de 25%. En pacientes con eosinofilia<br />

se ha comunicado 20% de infección.<br />

Patología<br />

Cuando el humano ingiere los huevos larvados de estos nematodos,<br />

ocurre lo mismo que en el hospedero habitual: salen del<br />

interior de ellos las larvas que atraviesan la pared intestinal; inician<br />

su migración por la circulación portal hasta el hígado,<br />

donde con frecuencia algunas quedan retenidas, mientras otras<br />

siguen por la circulación sistémica, pudiendo llegar prácticamente<br />

a cualquier órgano, dentro de los que destacan, por su<br />

frecuencia, pulmones, cerebro, ojos, corazón e hígado. 8,15,28<br />

Pueden alcanzar simultáneamente más de un parénquima. Este<br />

parásito ocasiona daño por distintos mecanismos; el más importante<br />

es la reacción inflamatoria, caracterizada al inicio por<br />

la formación, alrededor de la larva, de granulomas eosinofílicos,<br />

que tratan de encapsularla e inmovilizarla, a lo que se agregan<br />

linfocitos y células epitelioides gigantes. Luego, se produce<br />

la liberación de antígenos excretorios-secretorios generados por<br />

el parásito, elevación de IgE, IgG tipo 4 e interleucinas 4 y 5,<br />

completándose la reacción inflamatoria. Por la liberación<br />

de antígenos excretores-secretores, se ha reportado aumento de<br />

eosinófilos, e incremento del PAF, óxido nítrico, prostaglandinas<br />

E 2 y peroxidasas. La mayoría de estas formas inmaduras<br />

permanecen latentes y son viables por varios años. En ratas, se<br />

ha comprobado que con la ingestión de 200 huevos larvados de<br />

T. canis, se produce un cuadro clínico que oscila entre 12 y 36<br />

meses de duración.<br />

En casos de inmunosupresión severa se ha demostrado la<br />

incapacidad de montar una adecuada respuesta inmune y por<br />

ello no se forman granulomas, los que tenderían a limitar la<br />

migración parasitaria o bien destruir al agente, dejando a los<br />

portadores de este déficit inmunológico muy susceptibles a las<br />

complicaciones que generan estas larvas, tanto desde el punto<br />

de vista anatomopatológico como inmunológico. En la actualidad<br />

se han reportado al menos tres casos de pacientes con toxocariasis<br />

y receptores de células madre (stem-cells) en trasplantados<br />

de médula ósea.<br />

Clínica<br />

La sintomatología de la toxocariasis humana es muy variable,<br />

dependiendo del número de huevos ingeridos, la especie de larva<br />

y la respuesta inmune del hospedero. Se describen diversas<br />

formas clínicas. 20,21<br />

Toxocariasis asintomática<br />

No presenta signos ni síntomas propios. Evoluciona con eosinofilia<br />

(24% de los casos estudiados).<br />

Toxocariasis sistémica<br />

De acuerdo con la casuística del autor, la toxocariasis sistémica<br />

se presenta predominantemente en niños de alrededor de 4 3<br />

años con antecedentes de pica o geofagia y de ser dueños de<br />

mascotas, jugar con tierra, onicofagia y acariciar el pelaje de sus<br />

mascotas (25% de ellas tienen huevos en su pelaje). Se pueden<br />

presentar síntomas generales, como anorexia, astenia e irritabilidad;<br />

fiebre de 37.5-39°C; manifestaciones cutáneas (eccema,<br />

urticaria, erupciones pruriginosas o eritema del tronco y extremidades<br />

inferiores), y artritis secundarias a este agente. El compromiso<br />

sistémico se manifesta a nivel de pulmón (bronquitis<br />

obstructiva recidivante, neumonitis o bronquiolitis aguda con<br />

infiltrados cambiantes en la radiografía del tórax y alteraciones<br />

de las pruebas de ejercicio, volumen respiratorio forzado y espirometría:<br />

20-30% de los casos, los que al ser tratados, normalizan<br />

en forma significativa estos parámetros).<br />

En el hígado se encuentran hepatomegalia, pruebas hepáticas<br />

levemente alteradas, nódulos hipoecogénicos en la ecotomografía<br />

o hipodensos en la TAC sin contraste y cuando se<br />

emplea este medio, se puede apreciar una imagen hiperdensa<br />

en su interior; esplenomegalia, compromiso del SNC (epilepsia,<br />

trastornos conductuales, hiperactividad y aun hemiplejía)<br />

y miocardiopatía, que puede conducir a insuficiencia<br />

cardiaca.<br />

En el hemograma se observan desde recuentos de eosinófilos<br />

normales (compromiso ocular o del SNC) hasta eosinofilias<br />

de 5 000-9 000 eos/mm 3 tratándose de células maduras;<br />

hipergammaglobulinemia con predominio de IgG, IgM y marcada<br />

elevación de IgE, con aumento de isohemaglutininas de<br />

tipo anti-A y/o anti-B según el grupo sanguíneo del paciente.<br />

Toxocariasis ocular<br />

Especialmente grave es el compromiso ocular. Se presenta en<br />

niños de mayor edad, 4-14 años, generalmente varones y cuyas<br />

manifestaciones clínicas más relevantes son: disminución de la<br />

agudeza visual (93% de los pacientes), exotropía (60%), leucocoria<br />

(27%), inflamación del segmento anterior (27%). Sólo<br />

7% de aquellos en que se afecta este órgano, queda con visión<br />

aceptable.<br />

Al examen del fondo de ojo, se puede hallar una masa periférica<br />

(en 13.3% de los casos), granuloma macular (27%),<br />

endoftalmitis y granuloma vítreo (26%), granuloma del nervio<br />

óptico (7%) y alteración difusa del epitelio pigmentario<br />

con vitreítis (7%).<br />

Cuando existe daño ocular, el cuadro puede cursar sin eosinofilia<br />

e incluso con serología negativa o positiva a títulos<br />

bajos. En estas condiciones, es de utilidad el examen del fondo<br />

de ojo, en el que se puede observar una larva en capullo (larva<br />

de segundo estadio).<br />

Debe mencionarse que en el diagnóstico diferencial de esta<br />

patología se hallan el retinoblastoma, la enfermedad de Coats,<br />

otros tumores y uveítis. 30


CAPÍTULO 58 Larva migrante visceral 453<br />

Toxocariasis emergente o atípica<br />

Se caracteriza por cursar con sintomatología difusa e inespecífica:<br />

dolor abdominal, compromiso articular, alteraciones del progreso<br />

ponderal, cefalea, urticaria, artritis, entre otros síntomas.<br />

Otras presentaciones son vasculitis secundaria a la respuesta<br />

inmune de los tejidos desencadenadas por estos nematodos,<br />

arteritis, neumonía y ascitis eosinofílica, 4 síndrome nefrótico,<br />

púrpura de Henoch-Schönlein, trombocitosis, absceso hepático<br />

17 y abdomen agudo. 14<br />

En pacientes a trasplantar, es de gran importancia monitorizar<br />

la presencia de estos agentes en el binomio donante-receptor,<br />

ya que por tratarse de futuros pacientes inmunocomprometidos,<br />

pueden presentarse severas complicaciones si tienen larvas<br />

tanto el órgano del donante como el receptor, ya que no se formarán<br />

granulomas y estas formas inmaduras pueden llegar fácilmente<br />

a cualquier órgano noble (cuadro 58-1).<br />

Diagnóstico<br />

Se basa en la sospecha clínica, antecedentes de geofagia y contacto<br />

con cachorros, leucocitosis y eosinofilia (la cual no siempre<br />

existe), isoaglutininas anti-A o anti-B elevadas sin anemia<br />

hemolítica. La confirmación diagnóstica se logra mediante la<br />

reacción de ELISA, cuya sensibilidad alcanza entre 70-91.3%,<br />

con un valor predictivo del positivo de 100% y del negativo de<br />

100%. 13 Se consideran positivos títulos al corte de 1/64 para<br />

Chile, en los casos sistémicos. En los cerebrales y oculares se les<br />

da valor a títulos de 1/8.<br />

En los cuadros oculares, la prueba de ELISA puede ser<br />

negativa o positiva a títulos bajos en suero; es de utilidad el<br />

examen de fondo de ojo, y el examen de ELISA es positivo en<br />

humor vítreo o acuoso. Cuando existe compromiso del SNC<br />

puede efectuarse medición de anticuerpos en LCR, aparte de la<br />

serología. En estos casos, los líquidos pueden tener títulos más<br />

elevados que los hallados en suero. Resulta de utilidad para el<br />

diagnóstico el empleo de imágenes (ecotomografía o tomografía<br />

axial computarizada o bien RMN). Recientemente se ha<br />

demostrado la utilidad del Western blot y la PCR. 18<br />

Para apreciar la evolución de los pacientes posintervención<br />

médica, es importante establecer una curva serológica. 2,20<br />

Tratamiento<br />

El tratamiento de los casos sistémicos se efectúa preferentemente<br />

con tiabendazol, 25 mg/kg/día por cinco días. Se asocia a<br />

corticosteroides (subtenonianos) en pacientes con severa afectación<br />

ocular, y VO en aquellos con compromiso neurológico,<br />

respiratorio o cardiaco. Se ha empleado con éxito, en niños<br />

mayores de dos años, el albendazol, 200-400 mg diarios por 5<br />

días (10 mg/kg día divididos en dos dosis, con una dosis máxima<br />

de 400 mg/día). Debe otorgarse explícita importancia al<br />

fondo de ojos pretratamiento antes de iniciar la terapia medicamentosa.<br />

En los casos oculares, el tratamiento dependerá de la<br />

ubicación de la larva y el daño generado por el nematodo, pudiendo<br />

usarse corticoides sistémicos, subtenonianos, vitrectomía,<br />

asociados o no al antiparasitario de elección. Se recomienda<br />

una muy buena evaluación en estos pacientes, ya que el<br />

empleo exclusivo del antiparasitario puede acelerar el desprendimiento<br />

de la retina. De ahí que sea aconsejable el análisis<br />

multidisciplinario de cada niño por pediatras, parasitólogos y<br />

oftalmólogos, para garantizar el menor riesgo al paciente.<br />

Deben inculcarse las medidas de prevención junto al inicio<br />

del tratamiento para evitar las complicaciones y recidivas,<br />

las que pueden ser graves. 6,22,26<br />

Pronóstico<br />

Los casos sistémicos son generalmente benignos, aunque vuelven<br />

las manifestaciones clínicas y de laboratorio. En aquellos<br />

con compromiso ocular y del SNC, el pronóstico dependerá de<br />

la ubicación de la larva, del daño existente, oscilando entre un<br />

compromiso leve de la función visual o intelectual a la amaurosis<br />

total del ojo o el retardo mental, epilepsia en todas sus formas,<br />

demencia o dificultad de aprendizaje.<br />

Prevención<br />

La prevención debe encaminarse a evitar la infección en perros<br />

y gatos e impedir que los niños la adquieran. Para ello es importante<br />

efectuar educación sanitaria a la población, inculcando la<br />

posesión responsable de las mascotas, su desparasitación, control<br />

médico veterinario oportuno y fomentar los cambios de<br />

hábitos de las personas, insistiendo en el cuidadoso lavado<br />

de manos y alimentos antes de ingerirlos, especialmente en<br />

aquellas situaciones en que por juegos u ocupación, se manipula<br />

tierra (jardineros, agricultores). Se ha demostrado que existiendo<br />

un caso índice con infección en una familia de cinco<br />

personas en promedio, tres tienen anticuerpos IgG positivos a<br />

títulos significativos (dos niños y un adulto), independientemente<br />

de su condición socioeconómica. Sólo con una adecuada<br />

prevención primaria, se evitarán los costos de salud, que<br />

pueden llegar a ser muy elevados.<br />

Referencias<br />

1. Altman N. Intracranial infection in children. Top Magn<br />

Reson Imaging, 1993,5:143-160.<br />

2. Atias A. Parasitología Médica, 1ª. ed. Editorial Mediterráneo,<br />

Chile, 1998.


454 PARTE II Parasitología humana<br />

3. Aydenizôz-Ôzkayhan M, B. Yagci B, Erat S. The investigation<br />

of Toxocara canis eggs in coats of different dog<br />

breeds as potential transmission route in human toxocariasis.<br />

Vet Parasitol, 152:94-100. 1998.<br />

4. Chiara O, Badea R, Dumitrascu D et al. Eosinophilic<br />

ascites in a patient with Toxocara canis infection. RJ Gastroenterol,<br />

2005;14:397-400.<br />

5. Chuach C, Lim M, Seah L et al. Pseudoretinoblastoma<br />

in enucleated eyes of Asian patients Singapore Med J,<br />

2006;47:617-620.<br />

6. Drugs for Parasitic Infections. 2 a. ed. Pub. Medical Letter,<br />

2010, 86 pp.<br />

7. Eberhardt O, Bialek R, Naegele T et al. Eosinophilic<br />

meningomyelitis in toxocariasis. Case report and review<br />

of literature. Clin Neurol Neurosur, 2005;107:432-438.<br />

8. Epe C, Sabel T, Schneider T et al. The behaviour and<br />

pathogenicity of Toxocara canis larvae in mice of different<br />

strains. Parasitol Res, 1994;80:691-695.<br />

9. Fortenberry I, Kenney R, Younger J. Visceral larva migrans<br />

producing static encephalopathy in an infant. Pediatr<br />

Infect Dis J, 1991;10:403-406.<br />

10. Geffray L, Paris C. Risques infectious des animaux de<br />

compagnie. Med Mal Infect, 2001;31:126-142.<br />

11. Hickman S, Dalton C, Miller D et al. Management of<br />

acute optic neuritis. Lancet, 2002;360:1953-1962.<br />

12. Hoffmeister B, Glaeser S, Flick H et al. Cerebral toxocariasis<br />

after consumption of raw duck liver. Am J Trop<br />

Med Hyg, 2007;76:600-602.<br />

13. Iddawella R, Rajapakse R, Perera N et al. Characterization<br />

of Toxocara canis species-specific excretory-secretory<br />

antigen (TcES-57) and development of a double<br />

sandwich ELISA for diagnosis of visceral larva migrans.<br />

KJ of Parasitol, 2007;45:19-26.<br />

14. Inan M, Sakru N, Vatansever U et al. Visceral larva<br />

migrans presenting as acute abdomen in a child. J Pediatr<br />

Surg, 2006;41:7-9.<br />

15. Jacobsen E, Taranova A, Lee N et al. Eosinophils: Singularly<br />

destructive effectors cells or surveyors of immunoregulations?<br />

J All Clin Immunol, 2007;119:1313-1320.<br />

16. Kustimur S, Dogruman F, Oguzulgen K et al. Toxocara<br />

seroprevalence in adults with bronchial asthma. Trans<br />

Roy Soc Trop Med Hyg, 2007;101:270-274.<br />

17. Leone N, Baronio M, Todros L et al. Hepatic involvement<br />

in larva migrans of Toxocara canis: Report of a case<br />

with pathological and radiological findings. Dig Liver Dis<br />

2006;7(38):511-514.<br />

18. Lin W, Lin R, Chen H et al. PCR tools for the verification<br />

of specific identity of ascaridoid nematodes from<br />

dogs and cats. Mol Cel Probes, 2007;21:349-354.<br />

19. Maffrand R, Ávila-Vázquez M, Princich D et al. Toxocariasis<br />

ocular congénita en un recién nacido prematuro.<br />

An Pediatr, 2006;64:595-604.<br />

20. Magnaval I, Fabre R, Maurieres P et al. Evaluation of<br />

immunoenzymatic assay detecting specific anti- Toxocara<br />

immunoglobulin E for diagnosis and post-treatment follow<br />

up of human toxocarias. J Clin Microbiol, 1992;30:<br />

269-274.<br />

21. Magnaval I, Michault A, Calone N et al. Epidemiology<br />

of human toxocariasis in La Reunion. Trans Roy. Soc<br />

Trop Med Hyg, 1994;88:531-533.<br />

22. Mora P, Vechi M, Barbera L et al. Use of systemic cyclosporine<br />

A in a case of severe Toxocara uveitis. J Infect,<br />

2006;52:159-161.<br />

23. Morimatsu Y, Akao N, Akiyoshi H et al. Case reports:<br />

a familial case of visceral larva migrans, after ingestion of<br />

raw chicken livers; appearance of specific antibody in<br />

bronchoalveolar lavage fluid of the patients. Am J Trop<br />

Med Hyg, 2006;75:303-306.<br />

24. Nicoletti A, Bartoloni A, Regio A et al. Epilepsy, cysticercosis<br />

and toxocariasis. A population–based case control<br />

study in rural Bolivia. Neurology, 2002;58:1256-1261.<br />

25. Nicoletti A, Sofia V, Mantella A et al. Epilepsy and<br />

toxocariasis: A case-control study in Italy. Epilepsia, 2008;<br />

49:594-599.<br />

26. Noemí I, Gottlieb B, Herskovic P et al. Comparación<br />

del rendimiento terapéutico del albendazol y tiabendazol<br />

en el síndrome de larva migrans. Rev Chile Infectol, 1989;<br />

6:201-204.<br />

27. Noemí I, Rugiero E, Viovy A. Seroepidemiología familiar<br />

de la toxocariosis. Bol Chile Parasitol, 1994;19:52-59.<br />

28. Ollero M, Fenoy S, Cuellar C et al. Experimental<br />

toxocariosis in Balb/c mice: Effect of the inoculation dose<br />

on brain and eye involvement. Acta Tropica, 2008;105:<br />

124-130.<br />

29. Quet F, Preux PM. Epilepsy and seropositivity rates of<br />

Toxocara canis and Toxoplasma gondii. Seizure, 2008;<br />

17:1296.<br />

30. Walton D, Mukai S, Grabowski E et al. Case: An 11<br />

year old girl with loss of vision in the right eye. N Engl J<br />

Med, 2006;354:2078-2079.<br />

31. Taira K, Saeed I, Permin A et al. Zoonotic risk of Toxocara<br />

canis infection through consumption of pig or poultry<br />

viscera. Veter Parasitol, 2004;121:115-124.<br />

32. Visser L, Rothova A, Boer J et al. Diagnosis of ocular<br />

toxocariasis by establishing intraocular antibody production.<br />

Ophthalmol AJ, 2008;145:369-374.


Capítulo<br />

59<br />

Filariasis*<br />

César Náquira<br />

Definición<br />

Las filariasis son infecciones metaxénicas producidas por nematodos<br />

que pertenecen a diversos géneros y especies, los más reconocidos<br />

de los cuales son: Wuchereria bancrofti y Brugia malayi,<br />

cuyos adultos se localizan en los vasos linfáticos; Loa loa y<br />

Onchocerca volvulus, con localización en el tejido celular subcutáneo,<br />

y Mansonella perstans y Mansonella ozzardi, que se localizan<br />

en las cavidades o tejidos periviscerales. Los embriones o<br />

microfilarias producidos por las hembras fecundadas se encuentran<br />

en la sangre circulante o alrededor de los adultos. Estos<br />

parásitos son transmitidos por insectos dípteros hematófagos.<br />

La patología producida depende principalmente de la<br />

ubicación de los adultos, de la movilidad de las microfilarias y<br />

de la hipersensibilidad a estos parásitos.<br />

Las filariasis son endémicas en muchos países tropicales y<br />

subtropicales de Asia, África, América Central y el Caribe, Sudamérica<br />

y el Pacífico.<br />

Las características biológicas y patología de estos nematodos<br />

permiten agruparlos en tres grupos: filariasis linfáticas, subcutáneas<br />

y de otras ubicaciones.<br />

Clasificación<br />

Reino: Animalia<br />

Subreino: Bilateria<br />

Phylum: Nematoda<br />

Clase: Secernetea<br />

Subclase: Spiruria<br />

Orden: Spirurida<br />

Suborden: Spirurina<br />

Familia: Filariidae<br />

Género y especie: Wuchereria bancrofti, Brugia malayi, Brugia<br />

timori<br />

Familia: Onchocercidae<br />

Género y especie: Onchocerca volvulus, Loa loa, Mansonella<br />

ozzardi, Mansonella perstans.<br />

Biología<br />

Las filarias son nematodos que presentan tres estadios evolutivos:<br />

adulto, microfilaria y larva. Los adultos, como todos los<br />

nematodos, se caracterizan por presentar el cuerpo cilíndrico,<br />

alargado y muy adelgazado, como filamentos; de ahí el nombre<br />

filarias con el que se les conoce. El color del cuerpo es generalmente<br />

blanquecino y su tamaño depende de la especie. Hay<br />

dimorfismo sexual. El adulto más largo es la hembra de Onchocerca<br />

volvulus que puede alcanzar hasta 50 cm; su grosor es menor<br />

a 0.5 mm. El tiempo de vida se considera de 4 a 6 años.<br />

El reservorio de las filarias son principalmente el humano;<br />

los animales; no tienen un papel importante en la mayor parte<br />

de los lugares endémicos excepto en la filariasis subperiódica<br />

producida por Brugia malayi.<br />

Las hembras colocan embriones de forma alargada que se<br />

denominan microfilarias o prelarvas que contienen sólo núcleos<br />

y que según las especies pueden tener una vaina que las<br />

envuelve (Wuchereria bancrofti, Brugia malayi, Brugia timori) o<br />

no presentarla (Onchocerca volvulus, Loa loa, Mansonella streptocerca,<br />

Mansonella ozzardi, Mansonella perstans) y miden entre<br />

200 y 300 mm de largo por 8 mm de ancho (figura 59-1).<br />

Los insectos dípteros hematófagos que transmiten las filariasis<br />

pertenecen a diversos géneros y especies. Los insectos hematófagos,<br />

al picar o tomar sangre, pueden ingerir las microfilarias,<br />

las cuales atraviesan la pared intestinal del insecto y<br />

alcanzan sus músculos torácicos a través del hemocele, donde<br />

evolucionan a larvas rabditoides y luego de un tiempo a larvas<br />

filariformes que miden de 1.2 a 1.6 mm de longitud; alcanzan<br />

el labium de la probóscide de los insectos y se introducen al ser<br />

humano en el momento de la picadura, constituyéndose en las<br />

formas infectantes; la puerta de entrada es la piel y el mecanis-<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

455


456 PARTE II Parasitología humana<br />

Especies<br />

Localización<br />

Presencia<br />

de vaina<br />

Periodo<br />

Longitud<br />

Núcleos<br />

terminales<br />

Detalles de la cabeza y cola<br />

Loa Loa Sangre Sí Diurno 275 mm<br />

Sí<br />

(terminal)<br />

Wuchereria<br />

bancrofti<br />

Sangre<br />

Sí<br />

Nocturno<br />

(periódico)<br />

260 mm No<br />

Brugia<br />

malayi<br />

Sangre<br />

Sí<br />

Nocturno<br />

(periódico)<br />

220 mm<br />

Sí<br />

(aislado)<br />

Mansonella<br />

ozzardi<br />

Sangre<br />

No<br />

—<br />

200 mm No<br />

Mansonella<br />

perstans<br />

Sangre<br />

No<br />

—<br />


CAPÍTULO 59 Filariasis 457<br />

2a<br />

1a<br />

A<br />

3<br />

4<br />

L1<br />

Estadios en<br />

el mosquito<br />

L3<br />

L3 ingresan a<br />

la piel por la<br />

picadura<br />

L3 migran a<br />

la probóscide<br />

del mosquito<br />

Estadios en<br />

el humano<br />

Adultos en el<br />

sistema linfático<br />

7<br />

5<br />

Ingesta de<br />

microfilarias<br />

Figura 59-3. Ciclo vital de Brugia malayi.<br />

Microfilarias<br />

en la circulación<br />

a b c d e f<br />

a b<br />

I<br />

II<br />

Figura 59-2. Ciclo vital de Wuchereria brancofti. A: Hospedero<br />

definitivo, el hombre. 1a: Wuchereria brancofti macho y hembra.<br />

2a: Elefantiasis por W. brancofti. 3: Huevo con microfilaria. 4: El<br />

huevo comienza a alargarse. En el útero de la filaria. 5: Microfilaria<br />

“envainada”. 6a: Microfilaria bancrofti (nocturna). 6b: Hospedero<br />

intermediario y transmisor. a: Mosquitos de los géneros Aedes y<br />

Culex. 7: Microfilaria metacíclica, apta para la invasión. I: Ápice de la<br />

cola de algunas microfilarias envainadas. a: Wuchereria bancrofti.<br />

b: Brugia malayi. II: Desarrollo de las microfilarias hasta tomar la<br />

forma metacíclica en el portador: a) Microfilaria procedente de la<br />

sangre. b-e) Periodo evolutivo hasta la primera muda. f) Crecimiento<br />

longitudinal hasta la segunda muda.<br />

del tobillo, glomerulonefritis, asma bronquial atribuibles a presencia<br />

de complejos antígeno-anticuerpo en los tejidos afectados,<br />

así como urticaria. 4<br />

Epidemiología<br />

a<br />

6b<br />

6a<br />

Unas 120 millones de personas están infectadas en alrededor de<br />

80 países, y 1 000 millones están en riesgo de contraerla, correspondiendo<br />

50% de los casos al sudeste asiático, principalmente,<br />

Bangladesh, Maldivas, Sri Lanka, Tailandia, Timor, India,<br />

Myanmar, Nepal, Indonesia. La repercusión económica en<br />

esta región se estima en 5.1 millones de días perdidos. Las infecciones<br />

también ocurren en otros países de Asia, así como en<br />

África y América. 18,22<br />

La enfermedad está relacionada con la pobreza, pues afecta<br />

a poblaciones rurales y periurbanas y existe una incidencia que<br />

aumenta constantemente, debido entre otras causas a la expansión<br />

de las áreas de pobreza, principalmente en África ecuatorial,<br />

en particular Egipto y Nigeria.<br />

En América, la filariasis linfática es causada por Wuchereria<br />

bancrofti transmitida por Culex quinquefasciatus y se presenta<br />

principalmente en Brasil, Costa Rica, República Dominicana,<br />

Guyana, Haití, Surinam y Trinidad y Tobago. 13,18<br />

La transmisión se realiza por alguno de los cuatro grupos<br />

de mosquitos: Culex, Anopheles, Aedes y Mansonia. Se considera<br />

que un 90% de las filariasis linfáticas son ocasionadas por Wuchereria<br />

bancrofti y Brugia malayi, que se presentan en el sudeste<br />

asiático, y Brugia timori, que está limitada a unas pocas islas<br />

alrededor de Timor. 20<br />

Wuchereria bancrofti presenta un ritmo periódico de transmisión<br />

si los vectores son especies del género Culex o Anopheles<br />

y ritmo no periódico, si lo son del género Aedes, debido a la<br />

periodicidad o no de presentación de las microfilarias en la sangre<br />

venosa cutánea y a los hábitos de picadura de los mosquitos,<br />

nocturna (Culex o Anopheles) y diurna (Aedes). Brugia malayi<br />

también presenta la forma periódica de transmisión cuando el<br />

vector principal es Anopheles y si el reservorio es el ser humano<br />

y la forma no periódica, si el vector es Mansonia y el reservorio<br />

es el mono. Brugia timori presenta forma periódica de transmisión<br />

y el principal vector es Anopheles.<br />

La transmisión vectorial es la única manera de adquirir la<br />

infección y debido a la variedad de vectores que transmiten<br />

la infección, se puede observar una heterogeneidad en la distribución<br />

geográfica de la infección.<br />

La distribución geográfica es amplia, como lo muestra el<br />

cuadro elaborado por Alianza Global para Eliminar la Filariasis<br />

Linfática (cuadro 59-1).


458 PARTE II Parasitología humana<br />

Clínica<br />

Se reconocen cuatro estadios de la enfermedad:<br />

1. Periodo de incubación. Dura de 3 a 12 meses y suele<br />

transcurrir sin sintomatología detectable.<br />

2. Periodo agudo de la infección. Corresponde a una linfangitis<br />

y los signos más relevantes son: adenolinfangitis,<br />

la cual se caracteriza por aumento de ganglios y una linfangitis<br />

con signos de enrojecimiento, dolor y calor en el<br />

territorio del vaso linfático, de recorrido centrífugo del<br />

vaso y que suele durar varios días con fiebre y malestar<br />

general que pueden reaparecer en episodios. Otras manifestaciones:<br />

en varones, fiebre, edema doloroso en el escroto<br />

con engrosamiento del cordón espermático. En ocasiones<br />

hay fiebre sin evidencia de linfangitis de los vasos<br />

linfáticos externos y que es manifestación de la inflamación<br />

de los linfáticos profundos.<br />

3. Periodo crónico de la infección. La recuperación, que<br />

puede ser permanente. Los signos más importantes son<br />

hidrocele: es un hidrocele con orquitis. En el líquido de<br />

la hidrocele se encuentran microfilarias, que determinan<br />

incapacidad sexual. Drenaje linfático: la rotura de los vasos<br />

linfáticos a órganos vecinos puede ocasionar eliminación<br />

de la linfa por la pelvis renal (quiluria) en la cavidad<br />

abdominal (ascitis quilosa) o tórax (quilotórax) y en<br />

la tunica vaginalis del escroto (quilocele). Síndrome<br />

de Weingarten: es un cuadro clínico similar al síndrome<br />

de Loeffler, con eosinofilia, reacciones serológicas positivas<br />

y una respuesta positiva al tratamiento con dietilcarbamacina.<br />

4. Linfedema: elefantiasis. Aumento de volumen de las zonas<br />

afectadas. La linfangitis crónica puede llevar a un linfedema,<br />

situación que es conocida como elefantiasis por<br />

el agrandamiento de las áreas afectadas del cuerpo, las más<br />

frecuentes de las cuales son: piernas, escroto, brazos. Ello<br />

conduce a un engrosamiento fibrótico y en ocasiones a<br />

una superinfección bacteriana (figura 59-4).<br />

Diagnóstico<br />

El diagnóstico clínico se plantea en pacientes provenientes<br />

de zonas endémicas conocidas y cuyas principales manifestaciones<br />

corresponden a linfangitis con aumento de ganglios<br />

linfáticos y fiebre. El principal diagnóstico diferencial debe<br />

realizarse con procesos infecciosos en las áreas de los linfáticos<br />

comprometidos y el agrandamiento de los ganglios correspondientes.<br />

Además debe considerarse la tuberculosis ganglionar,<br />

toxoplasmosis y linfomas, entre otras posibilidades a discernir.<br />

El diagnóstico de laboratorio es parasitológico e inmunológico.<br />

El diagnóstico parasitológico consiste en la demostración<br />

del parásito adulto o las microfilarias. La demostración del parásito<br />

adulto no es fácil. La ecografía permite en ocasiones observarlos,<br />

incluso cuando están vivos moviéndose (signo de la<br />

Estadios en<br />

el insecto<br />

Larva 1<br />

Chrysops<br />

danza de las filarias). Otra posibilidad es observarlos en biopsias<br />

de ganglios.<br />

La demostración de las microfilarias con las características<br />

morfológicas conocidas, permite identificar la especie de filaria<br />

linfática involucrada, lo cual se realiza mediante el método de<br />

la tinción de gota gruesa y frotis de sangre. En función de la<br />

periodicidad nocturna de las microfilarias de Wuchereria bancrofti,<br />

la muestra de sangre se toma entre 10 de la noche y 2 de<br />

la madrugada. También pueden detectarse microfilarias en los<br />

líquidos de las hidroceles, de orina y líquido ascítico.<br />

Las pruebas inmunológicas, en busca de anticuerpos, tienen<br />

limitada sensibilidad y especificidad. La búsqueda de antígenos<br />

circulantes mediante inmunocromatografía, con el uso<br />

de anticuerpos monoclonales, ha permitido desarrollar pruebas<br />

rápidas de gran utilidad en el diagnóstico de las infecciones en<br />

poblaciones y la eficacia de la quimioterapia, de personas que<br />

no presentan microfilaremia y portan el parásito adulto.<br />

Tratamiento<br />

L3 ingresan a la piel<br />

por la picadura<br />

Larva 3<br />

L3 migran a la<br />

probóscide del<br />

insecto<br />

Ingesta de microfilarias<br />

por el insecto<br />

Figura 59-4. Ciclo vital de Loa loa.<br />

Adultos en el<br />

tejido subcutáneo<br />

Microfilarias<br />

en la circulación<br />

sanguínea<br />

General. La participación comunitaria suele ser importante<br />

para comprender la naturaleza de la infección, y la toma de<br />

medidas simples como la compresión con vendaje o medias<br />

elásticas puede evitar el linfedema, así como la toma de medidas<br />

higiénicas para evitar las infecciones microbianas o micóticas.<br />

14 Los fármacos que se utilizan son:<br />

Dietilcarbamacina (DEC). Fue introducida en 1947 como<br />

tratamiento de las filariasis. Su efecto es principalmente sobre<br />

las microfilarias y menor sobre los adultos.<br />

La dosis en una monoterapia es de 6 mg/kg por corto<br />

tiempo y hasta 72 mg/kg por 12 días. La efectividad se ha estimado<br />

en 90%.<br />

Está contraindicada en la gestación. La muerte abrupta de<br />

las microfilarias puede producir reacciones alérgicas como malestar<br />

general, fiebre, urticaria, cefalea, vómitos. Estos signos<br />

fueron descritos y utilizados como signo indirecto de la filaria-


CAPÍTULO 59 Filariasis 459<br />

Países con programas de<br />

eliminación activos de FL<br />

Países endémicos de FL con ausencia<br />

o incipientes programas activos<br />

de eliminación de FL<br />

Figura 59-5. Países con programa de eliminación de la filariasis linfática.<br />

sis por Mazzotti (prueba de Mazzotti). Se aconseja comenzar el<br />

tratamiento con dosis bajas e ir incrementando la dosis para<br />

evitar estos efectos colaterales.<br />

Ivermectina. Fue introducida para el tratamiento de la oncocercosis<br />

en 1984 y es efectiva contra las microfilarias de las filariasis<br />

linfáticas. Se administra en dosis oral y tiene pocos efectos<br />

colaterales, es menor el efecto sobre las filarias adultas y se<br />

aconseja la combinación de dosis simples de DEC e ivermectina<br />

con una efectividad de 99%.<br />

Albendazol. Tiene poco efecto sobre las formas adultas y en<br />

combinación con ivermectina la supresión de la microfilaremia<br />

llega a 99% por espacio de 15 meses.<br />

La amocarzina, benzopironas y tetraciclinas son fármacos<br />

en etapa experimental.<br />

Terapia combinada. Albendazol, 400 mg ivermectina, 200<br />

mg/kg o albendazol, 400 mg DEC 6 mg/kg es lo recomendable<br />

al momento presente. El último régimen no debe usarse<br />

en países donde está la oncocercosis presente.<br />

Prevención<br />

La Organización Mundial de la Salud (OMS) adoptó una resolución<br />

en 1997 para eliminar la filariasis linfática como un problema<br />

de salud pública; el programa se denominó “Programa<br />

Global para Eliminar la Filariasis Linfática” y se inició en el año<br />

2000. Dos son los principales objetivos:<br />

1) Dar una dosis anual de dos fármacos (albendazol más<br />

ivermectina en áreas donde además existe oncocercosis o albendazol<br />

más dietilcarbamacina en las otras áreas) y masivamente<br />

por 5-6 años sucesivos que permita la supresión de la microfilaremia,<br />

y 2) examen de sangre capilar para búsqueda de microfilarias,<br />

incluyendo PCR o búsqueda de antigenemia. El programa<br />

espera erradicar la filariasias linfática para 2020. 22<br />

Nigeria, Egipto y Samoa fueron los primeros tres países<br />

que iniciaron el programa y para 2001 ya estaba activo en 36<br />

países (figura 59-5). El control vectorial debe añadirse, de<br />

acuerdo con las áreas geográficas. 16<br />

Filariasis subcutáneas<br />

Se reconocen dos filariasis subcutáneas de importancia en el<br />

mundo: loasis causada por Loa loa, de distribución en el continente<br />

africano y oncocercosis causada por Onchocerca volvulus,<br />

de distribución mundial. De menor importancia es la mansonelosis,<br />

causada por Mansonella streptocerca.<br />

Loiasis<br />

Antecedentes históricos<br />

Loa loa fue descrita por primera vez por Mongin, cirujano francés,<br />

en el ojo de una mujer de Santo Domingo. Posteriormente<br />

fue François Guyot, cirujano de un barco francés, quien la observó<br />

en esclavos que eran trasladados de África a las Indias<br />

Occidentales en 1778. Patrick Manson identificó la microfilaria<br />

y fue Argyll Robertson quien en 1895 asoció la presencia de<br />

los edemas de calabar con la infección por Loa loa.<br />

R. T. Leiper identificó al Chrysop como el vector. 9<br />

Definición<br />

Filariasis subcutánea causada por el nematodo Loa loa, que se<br />

distribuye exclusivamente en el área húmeda tropical del Centro<br />

y oeste de África, en especial en Camerún, Congo, Sudán y<br />

áreas del río Ogowe.<br />

Epidemiología<br />

Los adultos de Loa loa miden de 3 a 7 cm de longitud por 0.5<br />

mm de ancho y se ubican en el tejido celular subcutáneo y<br />

migran a través de este tejido, pudiendo hacer migración subconjuntival,<br />

donde se les puede observar macroscópicamente.<br />

Se ha observado supervivencia hasta de más de 15 años. La


460 PARTE II Parasitología humana<br />

hembra fecundada coloca microfilarias (figura 59-4) que aparecen<br />

recién a los seis meses de iniciada la infección y miden de<br />

200 a 300 mm por 7 a 8 mm, suelen verse desprovistas de vaina<br />

y pasar a la sangre con alguna periodicidad mayor de microfilaremia<br />

en el día.<br />

La transmisión vectorial se efectúa por la picadura de hembras<br />

de tabánidos del género Chrysops, donde se desarrollan<br />

larvas filariformes que migran a la probóscide del insecto para<br />

ser inoculadas en el momento de la picadura. En el sitio de<br />

inoculación de las larvas se desarrollan los ejemplares adultos.<br />

El reservorio de la infección es el hombre, ya que no hay reservorio<br />

animal.<br />

Se estima que 12 millones de africanos están infectados y<br />

al menos 30% de los visitantes de estas áreas durante periodos<br />

prolongados. 9,19 Wanjui encontró en Camerún en población<br />

rural 2.22 a 19.23% de prevalencia, con mayor frecuencia en<br />

varones (10.41%) que en mujeres (6.45%). 21 La incidencia aumenta<br />

con la edad, hasta los 45 años en los varones y 65 en las<br />

mujeres, y decrece en forma brusca después de esta edad.<br />

Clínica<br />

El periodo de incubación puede ser corto, de menos de un año<br />

hasta 10 años.<br />

Las filarias adultas migran del punto de inoculación a través<br />

del tejido celular subcutáneo; la eliminación concomitante<br />

de microfilarias determina edemas locales con enrojecimiento<br />

de la piel y escozor, transitorios, de 1 a 3 días de duración y son<br />

denominados “calabar”; este nombre corresponde al de una localidad<br />

de Nigeria próxima a la frontera con Camerún; una<br />

reacción similar puede aparecer cuando muere la filaria; pueden<br />

observarse en cualquier lugar de la piel, pero son más frecuentes<br />

en los antebrazos y muñecas. Cuando se vuelve crónica<br />

la infección, hay engrosamiento del tejido conectivo, el cual<br />

semeja quistes, alrededor de la vaina de los tendones de los<br />

músculos, que ocasiona dolor al movimiento. Puede ocurrir el<br />

paso de un adulto por la subconjuntiva; por ello se denomina a<br />

esta condición “gusano ocular africano”.<br />

Se han mencionado algunas complicaciones raras, como<br />

edema escrotal, obstrucción intestinal, glomerulonefritis, endocarditis,<br />

retinopatía, artritis, neuropatía, etcétera.<br />

Diagnóstico<br />

El diagnóstico es principalmente clínico, basado en la permanencia<br />

en lugares endémicos, los edemas o “calabar” o la presencia<br />

de la filaria en la subconjuntiva.<br />

Las pruebas de laboratorio indican eosinofilia y no siempre<br />

se comprueba la presencia de microfilarias en la sangre. La<br />

búsqueda de las microfilarias en la sangre debe hacerse en<br />

muestras tomadas en el día y empleando el método de concentración<br />

de Knott o filtración en papel de nucleopore. La búsqueda<br />

de antígeno circulante es más importante que la de los<br />

anticuerpos, ya que las reacciones cruzadas con otros helmintos,<br />

generalmente frecuentes en la zona, dificulta la interpretación<br />

de los resultados.<br />

Tratamiento<br />

La remoción quirúrgica es posible cuando se observa el helminto<br />

en el ojo.<br />

El tratamiento médico incluye a dos fármacos: 1) dietilcarbamacina<br />

(DEC): 2 mg/kg/día por tres semanas en dosis divididas,<br />

tres veces al día. 2) Ivermectina, 200 mcg/kg cada tres<br />

meses por dos años. 19<br />

Prevención<br />

Siendo el humano el único reservorio conocido, el tratamiento<br />

de los individuos infectados resulta importante, ya que el control<br />

vectorial está limitado por la conducta extradomiciliaria de<br />

Chrysops, vector de Loa loa.<br />

La dietilcarbamacina (DEC), a la dosis de 300 mg una vez<br />

a la semana, se recomienda como profiláctico. Es importante<br />

considerar que hay zonas con loiasis y oncocercosis donde, para<br />

la última infección filariásica, se usa ivermectina en el programa<br />

de prevención de la ceguera causada por Onchocerca volvulus,<br />

y se han observado cuadros clínicos de encefalitis, coma y<br />

muerte, en especial cuando las microfilaremias son altas, sobre<br />

3 000 microfilarias por mililitro. Por ello, se han establecido<br />

programas para determinar las áreas comunes de las infecciones<br />

y realizar medidas de prevención según el caso.<br />

Oncocerciasis<br />

Antecedentes históricos<br />

Onchocerca volvulus (Leuckart, 1893), Railliet y Henry, 1910,<br />

fue descrito y denominado como Filaria volvulus por Leuckart<br />

al estudiar gusanos extraídos de tumores cutáneos de pacientes<br />

de Ghana (África). Prout (1901) describió los adultos macho,<br />

hembra y microfilarias de tumores cutáneos extraídos de paciente<br />

de Sierra Leona (África).<br />

En 1910, Railliet y Henry clasificaron al parásito en el<br />

género Onchocerca. R. Robles, 1915, describe la infección en<br />

zonas cafetaleras de Guatemala y relaciona la lesión subcutánea<br />

con las lesiones oculares, en especial la ceguera; por ello se conoce<br />

a esta infección como la enfermedad de Robles o “ceguera<br />

de Robles”. 15<br />

Definición<br />

Filariasis subcutánea producida por Onchocerca volvulus que se<br />

caracteriza por producir dermatitis, nódulos subcutáneos y lesiones<br />

oculares. Está distribuida en el oeste y parte central de<br />

África, América Central, principalmente Guatemala y en el<br />

norte de Sudamérica. 3<br />

Biología<br />

No se ha señalado un reservorio animal, por lo que se considera<br />

al humano infectado como el reservorio de Onchocerca volvulus.<br />

La hembra mide de 25 a 50 cm de longitud y 0.3 mm de<br />

ancho; el macho mide de 2 a 4 cm de longitud. La hembra fecundada<br />

deposita microfilarias alrededor de los nódulos subcu-


CAPÍTULO 59 Filariasis 461<br />

1b<br />

A<br />

1a<br />

2<br />

to, atraviesan el proventrículo y alcanzan los músculos, donde<br />

se desarrollan las larvas gruesas llamadas “en salchicha” y luego<br />

evolucionan a larvas filariformes que migran al aparato bucal<br />

del insecto para ser inoculadas en el momento de la picadura;<br />

en el tejido celular subcutáneo es en donde se desarrollarán los<br />

estados adultos del parásito.<br />

En resumen, la forma infectante es la larva filariforme, la<br />

puerta de entrada es la piel y el mecanismo de transmisión es<br />

la picadura de la hembra de Simulium.<br />

4<br />

B<br />

I<br />

a b<br />

Colas de filarias<br />

adultas de O. volvulus<br />

Figura 59-6. Ciclo vital de Onchocerca volvulus. A: Hospedero definitivo:<br />

el hombre. 1a: Gusanos adultos macho y hembra. 1b: Corte a<br />

través de un nódulo de Onchocerca volvulus. 2: Microfilarias<br />

emigrando por tejido subcutáneo. 3: Microfilaria. B: Hospedero<br />

intermediario: Simulium spp. 4: Microfilaria metacíclica salida de la<br />

trompa del hospedero intermediario. I: Corte a través de un nódulo<br />

de Onchocerca con abundantes secciones de filarias adultas y<br />

microfilarias. a y b: Ápices de colas de filarias adultas de O. volvulus.<br />

táneos. Las microfilarias no tienen vaina y miden de 200 a 350<br />

mm de longitud por 5 a 10 mm de ancho (figura 59-6). Una<br />

hembra deposita alrededor de 1 500 microfilarias por día.<br />

Los nódulos subcutáneos son más frecuentes en la cabeza<br />

u hombros en América, y en la pelvis y pierna en África, lo que<br />

puede estar relacionado con el hábito de picadura del vector.<br />

Los vectores de Onchocerca volvulus son insectos dípteros del<br />

género Simulium, hematófagos a los que se conoce como las<br />

moscas negras, “blackflies” o “tábanos”; entre los más comunes<br />

se señala Simulium damnosun en África, S. ochraceum y S. metallicum<br />

en América.<br />

Los adultos de estos insectos miden 4 mm, se reproducen<br />

en las orillas de los ríos y vuelan grandes distancias. Sólo las<br />

hembras son hematófagas; introducen sus piezas bucales rompiendo<br />

tejido y capilares, succionando la sangre que emana, lo<br />

que les permite ingerir las microfilarias que están en el tejido<br />

subcutáneo. Las microfilarias, al ingresar al estómago del insec-<br />

3<br />

Epidemiología<br />

La distribución de la oncocerciasis en África incluye a la región<br />

al sur del Sahara, desde Angola a Tanzania y además Sudán,<br />

Guinea, Costa de Marfil, Liberia, Sierra Leona, Ghana, Benín,<br />

Alto Volta, Camerún, Región Ecuatorial española, Nigeria,<br />

Uganda, Chad, Zaire, Kenia, Togo y la Unión de Repúblicas<br />

Democráticas del África Central. En Asia, Yemen y sur de Arabia.<br />

En América, México, dos estados (Oaxaca y Chiapas), Guatemala<br />

(24 municipios de 7 departamentos: Huehuetenango,<br />

Sololá, Suchitepéquez, Escuintla, Guatemala, Chimaltenango<br />

y Santa Rosa), Venezuela (nueve Estados: Anzoátegui, Aragua,<br />

Carabobo, Cojedes, Guárico, Miranda, Sucre, Yaracuy, Amazonas),<br />

Colombia un departamento (El Cauca) y Ecuador<br />

(Provincia de Esmeralda).<br />

Se considera que alrededor de 30 millones de personas están<br />

infectadas en África. Las zonas endémicas de África y América<br />

son de tipo agrícola, principalmente asociadas al cultivo<br />

del café, por lo que la alta prevalencia tiene un impacto económico<br />

en la zona y un impacto en salud pública por ser causa<br />

importante de ceguera.<br />

Clínica<br />

La hembra de Onchocerca volvulus es causante de nódulos subcutáneos.<br />

Las microfilarias que migran por el tejido celular<br />

subcutáneo producen la dermitis oncocercósica y las lesiones<br />

oculares que pueden llevar a la ceguera.<br />

Nódulos de oncocerciasis. Son de localización subcutánea,<br />

pero no es infrecuente tener localizaciones subaponeuróticas,<br />

yuxtaarticulares o adheridas al periostio. Su tamaño es generalmente<br />

hasta de 2 cm de diámetro, pero aun pueden ser de mayor<br />

tamaño. El número de nódulos por paciente es variable,<br />

siendo lo frecuente menos de 10; son indoloros y de consistencia<br />

dura. Al corte histológico se observa reacción granulomatosa<br />

alrededor del helminto, con infiltrado de neutrófilos, linfocitos<br />

y células plasmáticas. En lesiones más antiguas hay fibrosis<br />

y en ocasiones calcificaciones.<br />

Dermatitis oncocerciásica. Se presenta como brotes de carácter<br />

inflamatorio o alérgico, con enrojecimiento, edema y prurito<br />

de la piel, acompañado en ocasiones de fiebre y malestar<br />

general, y si estos episodios se repiten, hay cambios en el color<br />

de la piel que se conoce como piel de leopardo en África o erisipela<br />

de la costa en Guatemala, ocurre engrosamiento de la<br />

piel y a veces lesiones impetiginosas (figura 59-7). Al corte


462 PARTE II Parasitología humana<br />

histológico se pueden observar las microfilarias en la dermis y<br />

tejido celular subcutáneo. Se presenta eosinofilia de más de 15<br />

por ciento.<br />

Lesiones oculares. Las microfilarias pueden ocasionar lesiones<br />

en los segmentos anterior y posterior del ojo. En el segmento<br />

anterior pueden observarse queratitis punctata, iridociclitis y<br />

cataratas secundarias. 11<br />

En el segmento posterior, coriorretinitis, esclerosis de la<br />

coroides y atrofia óptica. Se considera que la ceguera total puede<br />

ser de 2% y las lesiones oculares de más de 50%. A la ceguera<br />

que ocasiona la oncocercosis se le llama ceguera de los ríos<br />

y en Guatemala ceguera de Robles.<br />

Diagnóstico<br />

La sospecha diagnóstica debe considerar el antecedente epidemiológico<br />

de haber visitado o vivir en zona endémica, la presencia<br />

de lesiones cutáneas inflamatorias o alérgicas, la presencia<br />

de nódulos subcutáneos y las lesiones oculares en personas<br />

adultas.<br />

El diagnóstico clínico diferencial debe hacerse con otras<br />

lesiones cutáneas inflamatorias o alergias, así como con quistes<br />

sebáceos, osteomas, ganglios linfáticos agrandados, etc. y lesiones<br />

que alteran la córnea, iris y retina.<br />

El diagnóstico de laboratorio se basa en la demostración<br />

de las microfilarias en las lesiones cutáneas u oculares y la búsqueda<br />

de anticuerpos o fracciones antigénicas del parásito.<br />

1. Detección de microfilarias. Muestras de raspado de piel<br />

de zonas cercanas a los nódulos o de las lesiones cutáneas.<br />

Se considera que la muestra debe contener poca sangre del<br />

raspado. Se ha propuesto la obtención de muestras tomando<br />

un corte de una pequeña porción de piel. La<br />

muestra se coloca en lámina portaobjeto y en ocasiones<br />

puede observarse el movimiento de la microfilaria en fresco,<br />

o se puede colorear con Giemsa.<br />

2. Nodulectomía. Es también una forma de tratamiento y<br />

en el corte histológico reconoceremos a la hembra.<br />

3. Uso de la lámpara de ranura. En las lesiones oculares<br />

puede permitir observar las microfilarias en la cámara anterior<br />

del ojo.<br />

4. Serología. No es muy útil la búsqueda de anticuerpos,<br />

pues hay reacciones cruzadas con las otras filarias. Se intenta<br />

la búsqueda de antígenos.<br />

5. Test de Mazzotti. Consiste en dar 50 mg de dietilcarbamacina<br />

(DEC) por vía oral, y si las microfilarias están presentes,<br />

hay un severo escozor a las dos horas debido a la<br />

destrucción de las mismas y liberación de proteínas extrañas<br />

al organismo.<br />

Tratamiento<br />

Ivermectina. Es un eficiente microfilaricida, que actúa no sólo<br />

sobre microfilarias libres, sino también sobre las que se encuentran<br />

en el útero de la hembra. Al presente reemplaza totalmente<br />

a la dietilcarbamacina (DEC). La dosis que se administra<br />

oralmente es una sola, de dos tabletas de 6 mg cada una para el<br />

adulto. No penetra el humor acuoso del ojo. El tratamiento se<br />

debe efectuar cada seis meses hasta los 10-12 años, periodo en<br />

que desaparecen las filiarias adultas.<br />

La efectividad de la ivermectina ha hecho prácticamente<br />

desactivar el uso de suramín, amocarzina y tetraciclina. Otros<br />

antibióticos, como la doxicilina, 100-200 mg/día durante seis<br />

semanas, han sido eficaces. Estos resultados son promisorios y<br />

deberán confirmarlos nuevos estudios. La doxicilina actúa sobre<br />

Wolbachia, endosimbionte de las filiarias.<br />

Prevención<br />

La Organización Mundial de la Salud ha considerado a la oncocerciasis<br />

como una de las enfermedades que necesitan atención<br />

especial en el mundo, y en 1986 organizó e implementó el<br />

Programa de Control de la Oncocerciasis (OCP) con énfasis en<br />

el control del vector en áreas asociadas a la ceguera. Al inicio,<br />

siete países africanos fueron incorporados y posteriormente 11;<br />

cubre un área de 1 235 000 km², donde habitan 30 000 000<br />

de personas y fue planeado con una duración de 14 años, considerando<br />

que la hembra del parásito tiene hasta 11 años de<br />

longevidad. Para el 2003 se había conseguido reducir el riesgo<br />

de ceguera y de enfermedad, permitiendo mejorar la calidad de<br />

vida de la población y la economía de los países africanos.<br />

En 1996, un nuevo programa africano para el control de<br />

oncocerciasis (APOC) incorporó el control vectorial y el uso<br />

de la ivermectina en 19 países africanos. Se ha considerado en<br />

14 años la duración del programa.<br />

En 1993 se instituyó el Programa de Eliminación de la<br />

Oncocerciasis en las Américas (OEPA), basado en el tratamiento<br />

con ivermectina a la población afectada. Seis países están<br />

incorporados y su duración será de 15 años.<br />

Individualmente, es conveniente al visitar las zonas endémicas,<br />

usar ropa apropiada para cubrir el cuerpo y repelentes.<br />

15,20<br />

Mansonella streptocerca<br />

Mansonella streptocerca (Acanthocheilonema streptocerca) (Macfie<br />

y Corson, 1922), Faust, 1949; son sinónimos de esta filaria<br />

Agamofilaria streptocerca, Microfilaria streptocerca, Dipetalonema<br />

streptocerca. La microfilaria de este nematodo fue descrita<br />

por primera vez por Macfie y Corson en biopsias de piel de<br />

nativos de Ghana.<br />

En 1946, Peel y Chardome describieron los adultos en el<br />

tejido conjuntivo de Pan paniscus (chimpancé). Es denominada<br />

también Dipetalonema streptocerca. Este nematodo está presente<br />

en África central y occidental y se puede considerar como<br />

una zoonosis, ya que se han observado parásitos idénticos en<br />

los chimpancés. Especies de Culicoides son los vectores del parásito.<br />

Los helmintos adultos miden 2 cm por 0.06 mm y las<br />

hembras aproximadamente 2.7 cm; se ubican en la dermis de la<br />

piel, y ocasionan una reacción cutánea inflamatoria cuando<br />

mueren; no producen lesiones oculares. Las microfilarias no<br />

tienen vaina y miden de 200 a 250 mm de longitud por 3 a


CAPÍTULO 59 Filariasis 463<br />

5 mm de ancho, cuya terminación posterior es en forma de<br />

gancho, lo que permite diferenciarla de la microfilaria de Onchocerca<br />

(figura 59-8).<br />

La mayor parte de las infecciones son asintomáticas; los<br />

datos más frecuentes en los sintomáticos son el engrosamiento<br />

de la piel, pápulas o manchas hipopigmentadas; no se observa<br />

agrandamiento de los ganglios linfáticos de los territorios correspondientes.<br />

Los principales diagnósticos diferenciales se realizan en<br />

contraste con lepra y oncocercosis.<br />

El diagnóstico de laboratorio se hace por el hallazgo de<br />

microfilarias en raspado de piel. La dietilcarbamacina (DEC)<br />

ocasiona una reacción de Mazzotti. El fármaco indicado es la<br />

ivermectina, aunque la DEC también es efectiva.<br />

Filariasis de localización en las<br />

cavidades o tejidos periviscerales<br />

Mansonella ozzardi y Mansonella perstans son los causantes de la<br />

filariasis de las cavidades corporales o periviscerales.<br />

Antecedentes históricos<br />

Mansonella perstans (Acanthocheilonema perstans) (Manson,<br />

1891; Railliet, Henry y Langeron, 1912). Es sinónimo de Dipetalonema<br />

perstans. El nematodo fue por primera vez encontrado<br />

por Daniels (1898) en nativos de la Guyana. Manson<br />

encuentra las microfilarias en la sangre de nativos del Congo.<br />

Mansonella ozzardi (Manson, 1897; Faust, 1929). Son sinónimos<br />

Filaria ozzardi, Filaria demarquayi, Filaria tucumana.<br />

La microfilaria de esta especie fue observada por Ozzard en<br />

nativos del Caribe y fue descrita por Manson como una nueva<br />

especie.<br />

Mansonella perstans<br />

Se le denomina también Dipetalonema perstans. Es transmitida<br />

por insectos del género Culicoides, los que poseen un aparato<br />

bucal corto, por lo que sus picaduras son generalmente en las<br />

manos, brazos y cabeza. Los adultos miden de 4 a 8 cm de<br />

longitud por 0.06 cm de ancho y se localizan en las cavidades<br />

corporales (peritoneo, pleura o pericardio) y frecuentemente en<br />

la grasa renal. Las microfilarias, de 150 a 200 mm por 5 mm de<br />

ancho, no tienen vaina y pasan al torrente sanguíneo, donde<br />

son ingeridas por el vector, en el cual se desarrollan los estadios<br />

de larva; la larva filariforme es la que se inocula al momento de<br />

la picadura.<br />

La infección está ampliamente distribuida en África y algunas<br />

regiones de Centro y Sudamérica. La mayor parte de las<br />

personas infectadas son asintomáticas. En las personas sintomáticas<br />

se han señalado reacciones alérgicas.<br />

El diagnóstico de laboratorio se lleva a cabo por el hallazgo<br />

de microfilarias en la sangre, las cuales deben diferenciarse de<br />

las microfilarias de Mansonella ozzardi.<br />

La persona asintomática no necesita tratamiento. En el<br />

sintomático, el tratamiento dependerá de los signos y síntomas<br />

que se presenten, considerando que la ivermectina, albendazol<br />

y DEC tienen poca efectividad.<br />

Mansonella ozzardi<br />

Es un nematodo cuya presencia se ha señalado en Sudamérica<br />

y el Caribe (Haití). 1,8,10,17<br />

Los gusanos adultos miden de 3 a 5 cm de longitud por<br />

0.07 a 0.10 mm de ancho; se ubican en las cavidades corporales<br />

(peritoneo, pleura, pericardio) y tejido subperitoneal.<br />

Las microfilarias no tienen vaina y miden 200 mm de longitud<br />

por 4 a 5 mm de ancho y pasan a la sangre, donde son<br />

tomadas por los vectores que son insectos de los géneros Culicoides<br />

o Simulium, en quienes se desarrollan los estadios larvarios<br />

hasta la larva filariforme que se inocula al momento de la<br />

picadura (figura 59-1).<br />

Se puede considerar a la mansonelosis por Mansonella ozzardi<br />

como una zoonosis parasitaria, pues se le encuentra infectando<br />

a los monos. En Perú y Bolivia, en las zonas selváticas, no<br />

es infrecuente la alta prevalencia de la infección humana, que<br />

puede llegar a más de 20% de la población.<br />

Las personas infectadas son generalmente asintomáticas.<br />

Las personas sintomáticas suelen presentar malestar general,<br />

reacciones alérgicas, dolores articulares, artritis, entre otras manifestaciones<br />

clínicas.<br />

El diagnóstico se hace por el hallazgo de las microfilarias<br />

en la sangre (figura 59-8), las que no tienen periodicidad y que<br />

hay que diferenciarlas de Mansonella pertans.<br />

Las personas asintomáticas no necesitan tratamiento.<br />

Otras mansonelosis<br />

En África, se han señalado en humanos, algunas especies de<br />

Mansonella propia de animales que pueden accidentalmente<br />

infectar al humano: Mansonella rodhaini en Gabón, Mansonella<br />

semiclarum en el Congo, de localización subcutánea, y pueden<br />

encontrase las microfilarias en el raspado de piel y M. semocalrum<br />

también en la sangre.<br />

Otras filariasis<br />

Dirofilariasis<br />

Son zoonosis; Dirofilaria immitis es la dirofilaria más frecuente<br />

en el ser humano y parasita a perros y gatos. En estos animales,<br />

los adultos pueden alcanzar una longitud de 10 a 30 cm y generalmente<br />

se les encuentra en aurícula, ventrículo derecho o en la<br />

arteria pulmonar. Las microfilarias se encuentran en la sangre,<br />

donde son tomadas por insectos hematófagos, que son los vectores<br />

que infectan a los animales por la inoculación de las larvas<br />

filariformes desarrolladas en el insecto. El ser humano es un hospedero<br />

accidental y la patología es causada por los gusanos inma-


464 PARTE II Parasitología humana<br />

duros que mueren en las ramas de la arteria pulmonar, donde se<br />

forman nódulos de 2 a 3 cm de diámetro que suelen ser asintomáticos<br />

y ocasionalmente detectados por examen radiológico. La<br />

ausencia de microfilarias en el ser humano hace difícil el diagnóstico<br />

etiológico y su diferenciación de otras patologías. 14<br />

La sintomatología escasa hace innecesario el tratamiento;<br />

se han mencionado muy raros casos de oclusión de arteria pulmonar<br />

como causante de muerte violenta.<br />

Hay escasos reportes de otras dirofilariasis: Dirofilaria repens,<br />

Dirofilaria tenuis y Dirofilaria striata, las que ocasionan<br />

nódulos subcutáneos. Se han observado nódulos en el tejido<br />

subcutáneo de los párpados; los vectores son mosquitos hematófagos.<br />

Más infrecuentes son Dirofilaria urs y Dirofilaria subdermata,<br />

observadas en EUA y Canadá.<br />

Filariasis poco frecuentes<br />

La dracunculosis es causada por el nematodo Dracunculus medinensis,<br />

conocido como el gusano de Guinea, que no es una<br />

filaria, pero se le relaciona con ellas por algunas características<br />

similares en el ciclo evolutivo del parásito. Algunos autores<br />

consideran que Dracunculus medinensis podría representar a<br />

aquellos gusanos de transición entre la localización intestinal y<br />

la tisular.<br />

La mayoría de casos ocurren en África (valle del Nilo, África<br />

central, este de África), Asia (India, Irán, Paquistán, Afganistán,<br />

Turquestán, Rusia) y algunos casos en América (Brasil).<br />

Los adultos se ubican en el tejido celular subcutáneo de<br />

muchos animales y el ser humano; entre los animales, los más<br />

conocidos son el perro, el vacuno, el lobo, los leopardos, los<br />

monos, los mandriles, etcétera.<br />

La hembra puede medir de 50 a 120 cm de longitud por<br />

0.8 a 1.8 mm de grosor; el macho es más pequeño, mide de 1.5<br />

a 4 cm de longitud por 0.5 mm de grosor. El macho, luego de<br />

la fecundación, muere y es reabsorbido por el organismo. La<br />

hembra migra, generalmente al tejido celular subcutáneo de los<br />

miembros inferiores y cuando contiene larvas en el útero, forma<br />

una vesícula en la zona de la piel, cercana a la cabeza del<br />

gusano. Al romperse la vesícula emerge el útero, de manera que<br />

si esta zona es expuesta al agua las larvas emergen por la vesí cula<br />

cutánea y caen al agua y para continuar el ciclo, deben ser ingeridas<br />

por copépodos Cyclops donde se desarrollan como larvas<br />

de tercer estadio, que son las formas infectantes y deben ser<br />

ingeridas por los hospederos definitivos, lo cual ocurre cuando<br />

se ingiere el agua contaminada con los copépodos que contienen<br />

las larvas infectantes. En el intestino estas larvas abandonan<br />

al copépodo, atraviesan la pared intestinal, caen a la cavidad<br />

peritoneal y tejido conectivo, donde se produce la fecundación,<br />

muere el macho y la hembra inicia su desarrollo, y al cabo de<br />

aproximadamente un año alcanza los tejidos más superficiales<br />

del abdomen y en la mayoría de casos, los miembros inferiores<br />

(figura 59-9). 6<br />

Meningonema peruzzi, que existe en Zimbabwe y cuyo hospedero<br />

definitivo es un mono, y la microfilaria puede encontrarse<br />

en el líquido cefalorraquídeo.<br />

Microfilaria bolivarensis, cuyas microfilarias son similares a<br />

Mansonella ozzardi. Se le ha descrito en Venezuela. 7<br />

Brugia beaveri, descrita en Luisiana, EUA y cuyos adultos<br />

se encuentran en los ganglios linfáticos.<br />

Brugia guyanensis se ha descrito en Colombia y Perú en<br />

nódulos linfáticos.<br />

Brugia pahangi ha sido descrita en Indonesia y Borneo; las<br />

microfilarias se observan en la sangre y los adultos en los ganglios<br />

linfáticos.<br />

Wuchereria lewisi, descrita en Brasil y cuyas microfilarias se<br />

observan en la sangre.<br />

3<br />

A<br />

B<br />

1<br />

2<br />

Dracunculosis o dracontiasis<br />

I<br />

II<br />

V<br />

III<br />

Figura 59-9. Ciclo vital de Dracunculus medinensis. A: Hospedero<br />

definitivo, el hombre. 1: Gusano de Medina adulto, macho y hembra.<br />

2: Larva libre. B: Hospedero intermediario: Cyclops. 3: Larva<br />

metacíclica salida del Cyclops. I: Vista de la parte terminal de la<br />

cabeza de la hembra, disposición característica de las papilas<br />

cefálicas. II: Corte transversal de una hembra sexualmente madura:<br />

útero repleto de larvas. III: Pierna infectada con el gusano de Medina;<br />

por una herida del pie se extrae lentamente el gusano enrollándolo<br />

en un palito. IV: Ápice de la cola del macho. V: Parte terminal de la<br />

hembra.<br />

IV


CAPÍTULO 59 Filariasis 465<br />

La sintomatología no ocurre cuando la hembra migra y<br />

forma la vesícula, sino por la producción de sustancias tóxicas,<br />

concomitantemente con un proceso inflamatorio local, que se<br />

acompaña de fiebre, síntomas alérgicos, dolor local, escozor y<br />

en ocasiones náuseas, vómito y trastornos digestivos. La abertura<br />

de la vesícula puede acompañarse de infección que puede<br />

extenderse por la zona afectada. El diagnóstico se realiza por la<br />

observación directa del gusano a través de la abertura de la vesícula.<br />

El tratamiento consiste en la extracción quirúrgica del gusano;<br />

en aldeas se suele hacer la extracción mecánica pasando<br />

un palito debajo del gusano y extrayéndolo por torsión.<br />

Las medidas preventivas más eficaces en el control de este<br />

parasitismo son la disposición de agua filtrada por parte de las<br />

poblaciones que viven en zonas endémicas y el suministro de<br />

agua potable. Gracias a programas llevados a cabo en muchos<br />

países se han reducido los casos de dracunculosis. Según la<br />

OMS, en el 2000 el número de casos se redujo hasta 90%.<br />

Referencias<br />

1. Bartoloni A, Cancrini G, Bartalesi F et al. Mansonella<br />

ozzardi infection in Bolivia: prevalence and clinical associations<br />

in the Chaco region. Am J Trop Med Hyg,<br />

1999;61:830-833.<br />

2. Brumpt L. Therapy of parasitic diseases in 1951. Gaz<br />

Med Fr Speci, 1951:69-76.<br />

3. Carvajal I, Zerega F. La oncocercosis en Ecuador. Primer<br />

caso demostrado. Rev Ecuat Hyg Trop, 1980;33:1-<br />

12.<br />

4. Dreye G, Dreye P, Piessens W. Extralymphatic disease<br />

due to bancroftian filariasis. Braz J Med Biol Res,<br />

1999;32:1467-1472.<br />

5. Duan J. Filariasis control and elimination activities. Kimura<br />

E, Rim HJ, Sun DJ, Weerasooriya MV (eds.). Asian<br />

Parasitology. Volume 3. Filariasis in Asia and Western Pacific<br />

Islands. Chiba, Japan: AAA Committee/Federation of<br />

Asian Parasitologists, 2005:27-41.<br />

6. García-Melgares L, Segarra P, García-Rodríguez M et<br />

al. Prurito y lesiones cutáneas en paciente de Guinea<br />

Ecuatorial. Enferm Infecc Microbiol Clin, 2008;26:311-<br />

312.<br />

7. Godoy G, Orihel T, Volcan G. Microfilaria bolivariensis.<br />

A new species of filaria from man in Venezuela. Am J<br />

Trop Med Hyg, 1980;29:545-547.<br />

8. Gonzáles-Mugaburu L. Hallazgo de Mansonella ozzardi<br />

en la selva peruana. Nota preliminar. Rev Peru Med<br />

Exp Salud Pública, 1958;12:1-2.<br />

9. Gruntzig J, Jennes B. Historical note on Loa loa: a reinterpretation.<br />

Am J Trop Med Hyg, 1977;26:679-683.<br />

10. Kozek W, D’Alessandro A, Silva J, Navarrete S. Prevalencia<br />

de mansonelosis en la población joven y adulta<br />

de la orilla colombiana del Río Amazonas. Re Coloma<br />

Med, 1984;15:35-40.<br />

11. Lamas E, Suárez M, Lamas G et al. A propósito de un<br />

caso clínico de oncocercosis ocular. Ind Studium Ophtalmol,<br />

1997;16:4-8. http://www.oftalmo.com/studium/<br />

studium1997/stud97-4/d-08.htm<br />

12. Madeiros Z, Alves A, Brito J et al. The present situation<br />

regarding lymphatic filariasis in Cabo de Santo agostino,<br />

Pernambuco, Northeast Brasil. Rev Ins Med Trop<br />

Sao Paulo, 2006;48:263-267.<br />

13. Rawlins S, Lammie P, Tejpratap T et al. Lymphatic<br />

filariasis in the Caribbean region: the opportunity for its<br />

elimination and certification. Rev Panam Salud Publica,<br />

2000;7:319-324.<br />

14. Ro J, Tsakalakis P, White V et al. Pulmonary dirofilariasis:<br />

the great imitator of primary or metastatic lung tumor.<br />

A clinicopathologic analysis of seven cases and a review<br />

of the literature. Human Pathol, 1988;20:69-76.<br />

15. Robles R, Calderón V. Enfermedad nueva en Guatemala.<br />

Rev. La Juventud Médica, 1917;17:99-116.<br />

16. Sunish I, Rajendran R, Mani T et al. Long-term population<br />

migration: an important aspect to be considered during<br />

mass drug administration for elimination of lymphatic<br />

filariasis. Trop Med Int Health, 2003;8:316-321.<br />

17. Taranto N, Castelli E. Detección de un foco de microfilariasis<br />

en el Noreste Argentino. Rev Arg Microbiol,<br />

1988;20:49-51.<br />

18. The Panamerican Health Organization. Lymphatic filariasis<br />

in the Americas. Epidemiological Bull, 1997;18:6-7.<br />

19. Thompson M, Obsomer V, Dunne M et al. Satellite<br />

mapping of Loa loa prevalence in relation to ivermectine<br />

use in west and central Africa. Lancet, 2000:356:1077-<br />

1078.<br />

20. Trapido H, D’ Alessandro A, Little M. Onchocerciasis<br />

in Colombia. Historical background and ecological observations.<br />

Am J Trop Med Hyg, 1971;20:104-108.<br />

21. Wanjui S, Tendongfor N, Esum M et al. Epidemiology<br />

of concomitant infractions due to Loa loa, Mansonella<br />

perstans and Onchocerca volvulus in rain forest villages of<br />

Cameroon. Med Microbiol Immunol, 2003;192:15-21.<br />

22. World Health Organization. Global Programme to eliminate<br />

lymphatic filariasis: progress report on mass drug<br />

administrations. Wkly Epidemiol Rec, 2006;81:221-232.


Capítulo<br />

60<br />

Triquinosis*<br />

Edoardo Pozio • Jean D. Camet<br />

Introducción histórica<br />

Esta zoonosis ha tenido una larga y azarosa historia de investigación<br />

y descubrimientos científicos. El descubrimiento de la<br />

naturaleza de la triquinosis puede remontarse a la antigüedad,<br />

como lo sugieren referencias históricas a enfermedades que tienen<br />

notorias similitudes con los aspectos clínicos de la infección<br />

por Trichinella. El caso más temprano de ese tipo involucró<br />

a un joven egipcio que vivió a lo largo del Nilo alrededor de<br />

1200 a.C. Sin embargo, la historia moderna de la triquinosis<br />

empieza en 1835, con el descubrimiento, mediante microscopia,<br />

de la etapa larvaria del parásito por James Paget y Richard<br />

Owen en Londres. Fue Owen quien acuñó su nombre de pila,<br />

Trichinella spiralis. 5 Durante los siguientes 60 años, nuevas revelaciones<br />

del ciclo de vida del parásito, datos epidemiológicos<br />

y diagnóstico clínico se derivaron de la investigación realizada<br />

principalmente en Alemania. Destacan varios descubrimientos<br />

importantes; quizá el de más importancia desde el punto de<br />

vista de salud pública es el enlace de la infección por T. spiralis<br />

con la enfermedad y mortalidad de seres humanos por Friedrich<br />

Zenker en 1860. Su identificación de la forma de origen<br />

de una trabajadora doméstica de 20 años de edad que había<br />

muerto por infección por T. spiralis, y el trabajo detectivesco<br />

epidemiológico subsiguiente que realizó demostraron que la<br />

fuente de la infección era la carne de cerdo, la primera evidencia<br />

de transmisión de T. spiralis desde un animal hacia el ser<br />

humano. Tuvo particular importancia el reconocimiento de<br />

que Trichinella era principalmente un parásito de animales, y<br />

que existía en un ciclo tanto doméstico (p. ej., cerdos) como<br />

silvestre (animales salvajes). 5<br />

Concepto<br />

La triquinosis, el término apropiado para la enfermedad zoonótica<br />

de seres humanos también conocida como triquinelosis o<br />

triquiniasis, se origina por un grupo de nematodos poco comunes<br />

pertenecientes al género Trichinella. Los animales no presentan<br />

enfermedad evidente alguna. 23 Algunos términos particulares<br />

son de uso común para indicar las etapas del parásito y<br />

la célula muscular infectada:<br />

1. Larva recién nacida (NBL), alude a la larva producida por<br />

la hembra (80 a 120 mm de longitud, 5.7 mm de ancho).<br />

2. Larva muscular, es una larva L1 (en primera etapa) que<br />

vive en la célula muscular, esto es, la etapa infecciosa (0.65<br />

a 1.45 mm de longitud, 0.026 a 0.040 mm de ancho).<br />

3. Célula nodriza, se refiere a la célula muscular parasitada,<br />

en la cual la larva induce fuertes modificaciones morfológicas<br />

y fisiológicas; la célula nodriza está presente en especies<br />

tanto encapsuladas como no encapsuladas.<br />

4. Cápsula, es una estructura de colágeno que rodea el complejo<br />

de larva-célula nodriza de especies encapsuladas que<br />

sólo infectan mamíferos.<br />

Clasificación taxonómica<br />

El género Trichinella comprende una línea monofilética de la<br />

familia Trichinellidae, la hermana putativa de las Trichuridae<br />

(Capillariinae, Trichurinae y Trichosomoidinae). La superfamilia<br />

Trichinelloidea a la cual pertenece Trichinella se diagnostica<br />

desde el punto de vista filogenético por el esticosoma, una región<br />

del esófago glandular, y las bandas basilares, un montaje<br />

de caracteres estructurales desconocidos entre otros nematodos.<br />

En la actualidad se reconocen dos clados en el género Trichinella;<br />

uno que abarca especies que se encapsulan en el tejido<br />

muscular del hospedero, y un segundo clado que no se encapsula<br />

después de desdiferenciación en célula muscular. 22<br />

El clado encapsulado: cinco especies y tres genotipos de<br />

estado taxonómico indeterminado pertenecen a este clado que<br />

infecta mamíferos (cuadro 60-1).<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

466


CAPÍTULO 60 Triquinosis 467<br />

Trichinella spiralis (genotipo T1). Es la primera especie descubierta<br />

y la más caracterizada por su importancia como una<br />

causa de enfermedad de seres humanos, y como un modelo para<br />

la investigación biológica básica, debido en parte a su frecuencia<br />

relativamente alta en animales tanto domésticos como salvajes.<br />

La diseminación del parásito y sus hospederos se facilitó en especial<br />

por la colonización europea de Norteamérica, Centroamérica<br />

y Sudamérica, Nueva Zelanda, Hawai y Egipto de los<br />

siglos xvi a xx. Trichinella spiralis es la especie identificada en<br />

87% de los aislados de cerdos domésticos, en 67% de jabalíes,<br />

en 88% de caballos domésticos, en 79% de ratas sinantópicas y<br />

armadillos. En muchas regiones del mundo esta especie se ha<br />

transmitido a hospederos de la fauna (como tejones, zorros, lobos,<br />

osos negros, pumas, linces, mapaches), por exposición a<br />

tiraderos de basura o por búsqueda de alimento cerca de asentamientos<br />

humanos, donde trozos de carne de cerdo y despojos de<br />

animales sacrificados estuvieron dispersos en el ambiente. 22 Esta<br />

especie es el agente causal de casi todas las infecciones y muertes<br />

por Trichinella en seres humanos en todo el mundo.<br />

Trichinella nativa (genotipo T2). Esta especie por lo general<br />

se denomina especie ártica o resistente a la congelación, y<br />

está difundida entre la fauna de las áreas ártica y subártica de<br />

América, Europa y Asia (cuadro 60-1). Las principales características<br />

biológicas de T. nativa son índice de capacidad reproductiva<br />

(RCI) bajo en roedores de laboratorio y en cerdos domésticos<br />

y salvajes, y una resistencia alta a la congelación en<br />

músculos de carnívoros. Los hospederos comunes son carnívoros<br />

terrestres y marinos que viven en las áreas ártica y subártica.<br />

Esta especie nunca se ha detectado en cerdos domésticos. Las<br />

poblaciones de seres humanos que viven en zonas frías contraen<br />

infección por T. nativa al comer carne cruda de morsas, osos y<br />

otros animales de caza. 22<br />

Trichinella britovi (genotipo T3). Los aislados europeo y<br />

africano de esta especie previamente fueron denominados T.<br />

nelsoni por científicos rusos. T. britovi muestra un rango geográfico<br />

amplio; se encuentra en la fauna de las áreas templadas<br />

de Europa y Asia, y se extiende hacia el sur hacia el norte y el<br />

occidente de África (cuadro 60-1). 22 Esta especie es frecuente<br />

entre carnívoros salvajes, como los mustélidos, vivérridos, cánidos,<br />

y úrsidos. Esta especie puede transmitirse al ser humano<br />

por el consumo de carne de jabalí, zorro rojo, chacal, caballo y<br />

cerdos domésticos de sistemas de pastoreo extensivos o la alimentación<br />

con sobras de carnívoros salvajes. 22<br />

Trichinella murrelli (genotipo T5). Esta especie está diseminada<br />

entre carnívoros salvajes y animales domésticos (p. ej.,<br />

perros domésticos, caballos, gatos) en todo Estados Unidos y<br />

en el área de Vancouver de Canadá (cuadro 60-1). 22 Esta especie<br />

no se ha detectado en cerdos infectados de manera natural,<br />

y es el agente causal de la infección en seres humanos por consumo<br />

de carne de osos negros y de caballos. Mucha de la información<br />

clínica sobre esta especie se obtuvo a partir de un brote<br />

en 1985 en Francia debido al consumo de carne de caballo<br />

importada de Connecticut. 2<br />

Trichinella nelsoni (genotipo T7). El área de distribución<br />

de esta especie es el oriente de África, de Kenia a Sudáfrica,<br />

pero esto se basa en sólo algunos estudios, y su alcance puede<br />

ser mucho más amplio. El rango de hospederos incluye principalmente<br />

carnívoros salvajes, pero ocurre, al menos de manera<br />

ocasional, en cerdos salvajes y jabalíes, Algunos de los cuales<br />

han sido la fuente de infección para seres humanos. Los parásitos<br />

que pertenecen a esta especie muestran infectividad baja<br />

para roedores y cerdos. Se han documentado menos de 100<br />

infecciones en seres humanos para esta especie en Kenia y Tanzania.<br />

22<br />

Trichinella T6 (genotipo T6). Genotipo diseminado en<br />

animales salvajes en las regiones ártica y subártica de Canadá, y<br />

a lo largo de las Montañas Rocosas y los Apalaches en Estados<br />

Unidos. 22 Este genotipo se distingue de T. nativa por características<br />

bioquímicas y moleculares. Trichinella T6 y T. nativa<br />

tienen características biológicas muy similares: resistencia alta a<br />

la congelación de larvas en músculos de carnívoros; infectividad<br />

baja para ratones y ratas de laboratorio, y para cerdos domésticos<br />

y salvajes (cuadro 60-1).<br />

Trichinella T8 (genotipo T8). Trichinella T8 sólo se ha<br />

identificado a partir de carnívoros salvajes de Namibia y Sudáfrica,<br />

donde viven en simpatría con T. nelsoni. No se han documentado<br />

casos en seres humanos debidos a este genotipo. 22<br />

Trichinella T9 (genotipo T9). Por medio de métodos moleculares<br />

ahora se ha mostrado que los aislados de Trichinella<br />

originalmente identificados como T. britovi a partir de fauna<br />

japonesa difieren de las cepas europeas, y se designan Trichinella<br />

T9 (cuadro 60-1). No se han documentado casos en seres<br />

humanos debidos a este genotipo. 22<br />

El clado no encapsulado. Tres especies, que infectan mamíferos<br />

y aves (una especie) o reptiles (dos especies), componen<br />

este clado. Las principales características biológicas de estos parásitos<br />

en comparación con las del clado previo son la falta de<br />

una cápsula de colágeno y su infectividad para otros vertebrados<br />

además de mamíferos (cuadro 60-1).<br />

Trichinella pseudospiralis (genotipo T4). Esta especie cosmopolita<br />

se ha encontrado en 14 especies de mamíferos y en 13<br />

especies de aves; 22 el número de reportes en mamíferos es mucho<br />

más alto que en aves. Esto probablemente depende de un<br />

sesgo hacia el examen de mamíferos para este parásito en comparación<br />

con el número de aves examinadas. Se ha documentado<br />

un caso único en un ser humano, probablemente adquirido<br />

en Tasmania, y tres brotes que afectaron a 92 personas, en Kamchatka,<br />

Tailandia y Francia.<br />

Trichinella papuae (genotipo T10). Esta especie se ha detectado<br />

en cerdos domésticos y salvajes, y en cocodrilos de agua<br />

salada criados en granjas de Papúa-Nueva Guinea, alimentados<br />

con carne de cerdos salvajes, y en cerdos salvajes de Tailandia<br />

(cuadro 60-1). 22 El descubrimiento de una especie de Trichinella<br />

que infecta tanto a mamíferos como a reptiles tal vez proporcione<br />

una explicación para informes más tempranos de brotes<br />

en seres humanos atribuidos al consumo de carne de tortuga y<br />

de lagarto marrón en Tailandia. Se han documentado infecciones<br />

en seres humanos en Papúa-Nueva Guinea, y en Tailandia.<br />

Trichinella zimbabwensis (genotipo T11). Es una especie<br />

muy similar a T. papuae, con la cual comparte importantes ca-


468 PARTE II Parasitología humana<br />

racterísticas biológicas, como la infectividad tanto para mamíferos<br />

como para reptiles. Esta especie se ha detectado en cocodrilos<br />

del Nilo salvajes y criados en granjas, y en lagartos<br />

monitor salvajes de Etiopía, Mozambique, Sudáfrica, y Zimbabwe,<br />

aunque experimentalmente es capaz de infectar mamíferos<br />

(cuadro 60-1). 22 Todavía no se han informado infecciones<br />

en seres humanos.<br />

1b<br />

A<br />

2<br />

Aspectos biológicos<br />

1a<br />

B<br />

I<br />

Larvas musculares. Se les clasifica como larvas L1 porque las<br />

mudas vinculadas con el desarrollo sólo ocurren después de su<br />

penetración en la mucosa intestinal de un nuevo hospedero.<br />

Una peculiaridad del ciclo de nematodos del género Trichinella<br />

es el desarrollo de dos generaciones en el mismo hospedero (figura<br />

60-1). Gusanos hembra preñados embebidos en la mucosa<br />

intestinal depositan NBL directamente hacia los vasos linfáticos;<br />

éstas después entran a los vasos sanguíneos que las llevan<br />

a células de músculo estriado, en las cuales penetran de manera<br />

activa mediante un aparato de estilete y enzimas líticas. La<br />

NBL se desarrolla en la célula muscular hacia la etapa infecciosa<br />

L1 (la larva muscular) en alrededor de 15 días. En las células<br />

musculares, las larvas pueden sobrevivir durante años en espera<br />

de ser ingeridas por un nuevo hospedero (hasta 40 años en seres<br />

humanos). Cuando un nuevo hospedero ingiere tejido muscular<br />

infectado, las larvas son liberadas desde las células musculares<br />

en el estómago mediante digestión; cuando llegan al duodeno,<br />

penetran hacia las vellosidades, y en el transcurso de dos<br />

días pasan por cuatro mudas, y se desarrollan hacia la etapa<br />

adulta. Los machos y las hembras copulan, y 5 a 6 días después<br />

de la infección las hembras empiezan a producir NBL, es decir,<br />

la nueva generación. La producción de NBL continúa durante<br />

al menos una a dos semanas o más de acuerdo a la respuesta<br />

inmunitaria del hospedero en el ámbito intestinal, que por lo<br />

general se desarrolla y da por resultado la expulsión de gusanos<br />

adultos. La etapa, que puede reconocerse fácilmente en un hospedero<br />

infectado, es la larva que parasita la célula muscular. 8<br />

Patogenicidad y anatomía patológica<br />

El cuadro complejo de cambios anatomopatológicos en el organismo<br />

hospedero durante la triquinosis depende de los cambios<br />

causados por las dos generaciones de Trichinella: adultos en el<br />

intestino hospedero y larvas que se encapsulan en los músculos<br />

del hospedero.<br />

La respuesta inmunitaria, proporcional al número de larvas<br />

ingeridas, depende fuertemente de la hipersensibilidad de<br />

tipo I del hospedero individual, que desempeña un importante<br />

papel en una etapa intestinal temprana de la triquinosis. Las<br />

formas adultas de Trichinella inducen enfermedad intestinal<br />

grave, que comprende atrofia de las vellosidades e hiperplasia<br />

de las criptas y de células caliciformes. Esta enfermedad se corelaciona<br />

de manera directa con la actividad de subgrupos de<br />

células T citotóxicas. La producción de citocinas y anticuerpos<br />

D<br />

K<br />

E<br />

C<br />

T<br />

Figura 60-1. Ciclo de transmisión natural de Trichinella spp. A: El<br />

humano se infecta comiendo carne cruda que contiene triquinas<br />

musculares (larvas de triquina, figura 1a y 1b y T). 2: Macho y<br />

hembra a tamaño casi natural. B: El cerdo y el jabalí son las fuentes<br />

principales de infección del hombre. Fuentes de infección para el<br />

cerdo: C: ratas, D: tejón, E: zorro, F: visón, G: marta (de criaderos de<br />

animales pilíferos). Otras fuentes de infección del hombre: D: tejón,<br />

E: zorro, K: oso, todos silvestres, H: perro polar, I: mamífero marino de<br />

las regiones polares, T: triquina muscular. Preparación microscópica<br />

con larvas de triquina encapsuladas. Coloración bárax-carmín-ácido<br />

pícrico. 40. II: Triquinosis intestinal. a: Macho, b: hembra expulsando<br />

larvas. 30.<br />

por subpoblaciones de linfocitos Th es muy importante para el<br />

mecanismo de una respuesta inmunitaria temprana; esta respuesta<br />

varía con la especie hospedera. 16<br />

La respuesta inmunitaria incluye la activación de linfocitos<br />

T, que están involucrados en cambios inflamatorios en el intestino<br />

de los cuales depende la expulsión espontánea de formas<br />

adultas desde esta ubicación (autocuración). Después de su activación,<br />

las células Th2 producen un factor que induce células<br />

madre para que se diferencien de preferencia a lo largo de la<br />

línea de células caliciformes. El factor de células madre (SCF)<br />

es el factor de mayor importancia en la inducción de la produc-<br />

F<br />

II a<br />

II b<br />

G<br />

H


CAPÍTULO 60 Triquinosis 469<br />

Figura 60-2. Miocarditis intersticial por Trichinella spp. en un<br />

paciente.<br />

ción de mastocitos que ocurre en una reacción de hipersensibilidad<br />

inmediata de tipo I. 15 A diferencia de otros parásitos<br />

musculares, la larva de Trichinella transforma la célula muscular,<br />

y ajusta el metabolismo celular del hospedero a sus propios<br />

requerimientos. La transformación de la célula muscular hacia<br />

el complejo de célula nodriza-larva de primera etapa es obligatoria<br />

para la supervivencia de larvas, así como para su desarrollo<br />

y maduración.<br />

El parásito puede desencadenar angiogénesis de manera<br />

directa o indirecta al inducir cambio de las células nodriza, que,<br />

a su vez, estimula el agrandamiento de la red de vasos sanguíneos.<br />

16 Ha quedado de manifiesto la concentración aumentada<br />

del factor de crecimiento del endotelio vascular (VEGF), que<br />

podría explicar esta proliferación. 6<br />

Mientras que están en el músculo cardiaco, larvas de Trichinella<br />

y cifras altas de eosinófilos inducen miocarditis fugaz<br />

(figura 60-2), el daño del sistema nervioso central (SNC) puede<br />

ser mucho más grave. La patogenia de lesiones del SNC<br />

podría enlazarse con la toxicidad de eosinófilos para células endoteliales,<br />

y lleva a vasculitis e infiltración de la piaracnoides<br />

con linfocitos, macrófagos, fibroblastos, y células favosas. Puede<br />

haber nódulos de células gliales y hemorragias pequeñas en<br />

el área periventricular y en otras áreas de la sustancia blanca.<br />

Datos epidemiológicos<br />

Aunque T. spiralis se descubrió por vez primera en animales<br />

domésticos, todas las otras especies de este género son principalmente<br />

parásitos de la fauna salvaje. Cuando los seres humanos<br />

fracasan en el manejo apropiado de animales domésticos y<br />

de la fauna salvaje, la infección por Trichinella (en especial por<br />

T. spiralis) se transmite desde el ambiente salvaje hacia el doméstico,<br />

a veces por medio de animales sinantrópicos (intermediarios<br />

entre domésticos y salvajes). Además, algunas especies<br />

pueden transferirse en una vía reversible desde animales domésticos<br />

hacia la fauna salvaje. 22<br />

Las infecciones por Trichinella en seres humanos se relacionan<br />

con prácticas alimentarias culturales que incluyen platos<br />

a base de carne cruda o poco cocida de diferentes orígenes<br />

animales. 3 Empero, la presencia del parásito en animales domésticos,<br />

o salvajes, o ambos, no es un riesgo suficiente por sí<br />

misma para que ocurra infección en la población humana.<br />

En general, la fuente más importante de infección por Trichinella<br />

para seres humanos aún es la carne de cerdo y sus productos<br />

relacionados provenientes de cerdos domésticos. Focos<br />

importantes de triquinosis en seres humanos, provenientes de<br />

carne de cerdo, ocurren en Centroamérica (México) y Sudamérica<br />

(Argentina y Chile), en Asia (China, Laos, Birmania y Tailandia)<br />

y Europa (Bosnia-Herzegovina, Bulgaria, Bielorrusia,<br />

Croacia, Georgia, Letonia, Lituania, Polonia, Rumania, Rusia,<br />

Serbia, España y Ucrania). 22,23<br />

En Estados Unidos, Canadá y en países de la Unión Europea,<br />

las infecciones de seres humanos debidas al consumo de<br />

carne de cerdos domésticos han desaparecido casi por completo<br />

o en su totalidad debido a mejoras tanto de las instalaciones y<br />

las prácticas de producción de cerdos, como de las tecnologías<br />

de detección que se emplean en rastros. En estos países, las infecciones<br />

ocasionales por T. spiralis que ocurren se relacionan<br />

con el consumo de carne de los llamados cerdos de traspatio o<br />

de cerdos criados en granjas orgánicas. 23<br />

La migración de personas desde países en desarrollo hacia<br />

países industrializados (p. ej., desde Europa oriental hacia la<br />

Unión Europea, Estados Unidos), principalmente para trabajar,<br />

ha llevado a un aumento de la cantidad de productos de<br />

carne de cerdo enviados desde estos países hacia Estados Unidos<br />

como regalos de Navidad o llevados de regreso a Estados<br />

Unidos por expatriados que visitan su país de origen para los<br />

días de fiesta. Esta conducta ha dado lugar a varios brotes de<br />

triquinosis en seres humanos en Dinamarca, Alemania, Italia y<br />

el Reino Unido. 23 Además de constituir un riesgo para la salud<br />

de seres humanos, los productos porcinos importados infectados<br />

por T. spiralis ponen en peligro la industria porcina en Estados<br />

Unidos, en particular para granjas orgánicas donde típicamente<br />

se practica el pastoreo libre de cerdos, y que pueden<br />

tener un riesgo debido a la diseminación en el ambiente de<br />

restos de carne de cerdo infectada.<br />

En algunos casos, la migración de seres humanos ha dado<br />

lugar a la introducción de nuevas prácticas de alimentación y<br />

platos a base de carne de cerdo o productos porcinos, crudos o<br />

poco cocidos, que han llevado a brotes de triquinosis entre las<br />

comunidades inmigrantes que desconocen el riesgo en países<br />

endémicos.<br />

El número creciente de viajeros internacionales ha dado<br />

lugar a muchos reportes de turistas que adquirieron infecciones<br />

por Trichinella mientras estuvieron viajando o cazando en áreas<br />

endémicas, y que más tarde presentaron la enfermedad clínica<br />

tras su regreso a su país natal. El diagnóstico casi siempre fue<br />

difícil porque las infecciones aparecieron como casos aislados.<br />

Los retrasos del diagnóstico y el tratamiento favorecen el establecimiento<br />

de larvas en músculos, y el desarrollo de una cápsula<br />

de colágeno, que hace a las larvas resistentes a fármacos. 20


470 PARTE II Parasitología humana<br />

En países donde la mayoría de la población sigue las leyes<br />

religiosas musulmanas o las del judaísmo, está prohibido el consumo<br />

de carne de cerdo y de carnívoros; por ende, rara vez se<br />

documenta infección por Trichinella en seres humanos. Con<br />

todo, el secularismo creciente, los cambios demográficos y la<br />

presencia de poblaciones con religiones diferentes en estos países,<br />

junto con el turismo creciente que están experimentando,<br />

han estimulado un aumento de la producción porcina, que no<br />

está sujeto a control veterinario porque oficialmente no existen<br />

“cerdos”, y del consumo de carne de caza.<br />

La infección por Trichinella spp. en seres humanos se documentó<br />

en 55 (27.8%) países, pero en algunos de estos países la<br />

triquinosis sólo ocurrió entre personas extranjeras, porque las<br />

personas nativas no consumen carne poco cocida ni carne de algunas<br />

especies de animales. Con base en los reportes provenientes<br />

de estos 55 países, se ha estimado que la incidencia anual de triquinosis<br />

clínica es de alrededor de 10 000 casos, con 0.2%<br />

de muertes, pero el número de infecciones no reportadas y los<br />

contactos entre estos parásitos y los seres humanos, aún se desconocen.<br />

La infección por Trichinella spp. se documentó en animales<br />

domésticos (principalmente cerdos) de 43 (21.9%) países, y<br />

en animales salvajes de 66 (33.3%). Aún se carece de información<br />

sobre la aparición de infección por Trichinella spp. en animales<br />

domésticos, o en animales salvajes, o en ambos, para 92 países. 23<br />

Manifestaciones clínicas<br />

Periodo de incubación<br />

Una vez que un individuo ingiere carne infectada, el periodo de<br />

incubación para la triquinosis varía de dos días a varias semanas,<br />

dependiendo del número de larvas infecciosas ingeridas;<br />

un mayor número de larvas corresponde a un periodo de incubación<br />

más breve. En general también se cree que la duración<br />

del periodo de incubación es predictiva de la gravedad clínica<br />

de la enfermedad. De manera específica, en la triquinosis<br />

grave el periodo de incubación es de menos de siete días, mientras<br />

que en las formas moderada, benigna y abortiva varía de 14<br />

a 50 días. Aunque se ha informado enfermedad grave después<br />

de periodos de incubación de 20 a 30 días, esto parece ocurrir<br />

cuando se consumen dosis diarias bajas de larvas infecciosas<br />

durante muchos días. 10<br />

La ingestión de larvas de Trichinella infecciosas no siempre<br />

causa enfermedad. De hecho, la aparición de triquinosis está<br />

influida por varios factores, entre ellos: 1) el número y la especie<br />

de larvas infecciosas ingeridas; 2) el estado inmunitario del<br />

hospedero, y 3) el hecho de si la persona tiene un antecedente<br />

de infección por Trichinella o infección por otros helmintos<br />

que desencadenan una respuesta inmunitaria similar a la desencadenada<br />

por Trichinella. 9<br />

Etapa aguda<br />

La etapa aguda de la triquinosis corresponde a la fase en la cual<br />

las larvas recién nacidas migran desde los vasos linfáticos e invaden<br />

las células musculares. En porcentajes variables de personas<br />

infectadas, la etapa aguda va precedida por heces aguadas o<br />

diarrea (hasta 10 a 15 veces al día), aunque sin sangre, cuya<br />

aparición refleja el fenómeno de autocuración relacionado con<br />

la respuesta inmunitaria del hospedero en el intestino delgado.<br />

Estos síntomas pueden acompañarse de flatulencia, dolor abdominal<br />

moderadamente intenso, pérdida del apetito y, a veces,<br />

vómitos. Las heces aguadas y la diarrea por lo general duran<br />

cuatro a seis días, aunque en raras ocasiones estos síntomas<br />

persisten, y a menudo dan por resultado deterioro del estado<br />

general de la persona, y llevan a diselectrolitemia e hipoproteinemia<br />

notoria y un periodo de convalecencia prolongado. 10<br />

Los signos y síntomas de la etapa aguda de la triquinosis<br />

aparecen y desaparecen a intervalos variables, y son de intensidad<br />

variable. En la mayoría de los enfermos, el inicio de la etapa<br />

aguda es repentino, con debilidad general, escalofríos, cefalea,<br />

fiebre (de hasta 40°C), sudoración excesiva, y taquicardia. Casi<br />

siempre ocurre edema de los párpados y periocular simétrico, y el<br />

edema suele afectar toda la cara. Los vasos sanguíneos de las conjuntivas<br />

se inflaman, y en algunos pacientes aparecen petequias,<br />

hemorragias intraconjuntivales y hemorragias de los lechos ungueales;<br />

estos síntomas se acompañan de eosinofilia y por lo general<br />

de leucocitosis. Estos síntomas van seguidos por dolor en<br />

diversos grupos musculares, que puede restringir la motilidad. 9<br />

De estos signos y síntomas, los que se consideran las manifestaciones<br />

principales son fiebre, edema de párpados y periocular,<br />

y dolor muscular (cuadros 60-2 y 60-3). Por lo general<br />

la fiebre puede ser continua y persistir durante una semana<br />

(hasta tres semanas en casos graves); en casos leves, la fiebre<br />

muy leve es común. La intensidad del edema periocular, de los<br />

párpados y facial depende de la reacción alérgica del hospedero.<br />

El edema es simétrico y por lo general se desvanece luego de<br />

3 a 5 días de tratamiento con glucocorticoides. El edema de los<br />

párpados generalmente se acompaña de hiperemia conjuntival,<br />

picazón, lagrimación y, en ocasiones, intolerancia a la luz. Se ha<br />

observado dolor con el movimiento de los ojos en un alto porcentaje<br />

de personas infectadas. Se observó también nistagmo,<br />

agudeza visual alterada y, a veces, exoftalmos bilateral. 16<br />

La intensidad del dolor muscular refleja la gravedad de la<br />

enfermedad. El dolor aparece en músculos de la nuca y el tronco,<br />

en los músculos de las extremidades superiores e inferiores<br />

y, menos a menudo, en los músculos maseteros. El dolor ocurre<br />

con el movimiento (en particular de las extremidades inferiores);<br />

el dolor espontáneo es menos común y, de acuerdo con<br />

algunos autores, es más frecuente en personas con enfermedad<br />

grave o como resultado de complicaciones en la forma de tromboflebitis.<br />

1,11 El entumecimiento o una sensación de hormigueo<br />

en diversos grupos musculares a menudo se relaciona con<br />

dolor muscular, y se han observado también escozor y exantemas.<br />

La motilidad restringida debida a dolor muscular puede<br />

llevar a contracciones (particularmente en las articulaciones de<br />

la rodilla y el codo), seudorrigidez de nuca, y dificultad para<br />

abrir la boca. Los síntomas desaparecen de manera gradual durante<br />

la convalecencia, y puede obtenerse regresión completa<br />

con fisioterapia. 10


CAPÍTULO 60 Triquinosis 471<br />

Complicaciones<br />

Cardiovasculares. Puede ocurrir miocarditis (figura 60-2) en<br />

personas con enfermedad grave y moderada, y puede desarrollarse<br />

a diferentes etapas de la infección, es decir, tres a cuatro<br />

semanas después del inicio de la etapa aguda, pero a veces antes.<br />

Los síntomas, cuya intensidad depende de la cantidad de<br />

tiempo transcurrido entre la infección y la terapia, y del estado<br />

de salud de la persona, constan de dolor en la región del corazón,<br />

y taquicardia. La auscultación puede revelar tonos cardiacos<br />

sordos, soplos cardiacos y, en ocasiones, arritmias. 9 En la<br />

etapa aguda de la enfermedad, las alteraciones en registros electrocardiográficos<br />

(ECG) incluyen ondas T aplanadas, segmento<br />

S-T disminuido, complejo QRS disminuido, ondas Q agudas,<br />

y alteraciones de la conducción auriculoventricular o<br />

interventricular. Estas alteraciones pueden persistir aun cuando<br />

otros signos y síntomas clínicos hayan desaparecido, y por lo<br />

general son indicativas de hipopotasemia persistente; los registros<br />

ECG vuelven a lo normal cuando se compensa el déficit de<br />

potasio.<br />

También puede ocurrir enfermedad tromboembólica, de<br />

manera específica: tromboflebitis profunda, trombos intraventriculares,<br />

o embolia pulmonar, o todos o una combinación de<br />

los anteriores, que pueden ser mortales. También se ha observado<br />

edema de las extremidades inferiores originado por hipoalbuminemia<br />

en asociación con complicaciones cardiovasculares.<br />

Puede ocurrir muerte repentina por embolia de la arteria pulmonar.<br />

Neurológicas. Hay varias alteraciones neurológicas. 13,17 Las<br />

cefaleas son las más comunes; ocurren en la mayor parte de los<br />

casos, incluso los leves. En personas con triquinosis grave, se<br />

han observado embotamiento del conocimiento o excitación<br />

excesiva, así como somnolencia y apatía. En algunas personas<br />

hay signos de meningitis cerebroespinal o encefalopatía. En<br />

personas con enfermedad grave pueden ocurrir anisocoria, paresia<br />

del nervio facial y reflejos de Babinski. También puede<br />

sobrevenir daño cerebral, generalmente varios días después del<br />

inicio de fiebre, y puede inducir encefalopatía difusa o signos<br />

focales, como desorientación, alteraciones de la memoria, síndrome<br />

frontal, alteraciones conductuales, hemiparesia o hemiplejía<br />

transitoria, disfunción oculomotora, afasia y síndrome<br />

cerebeloso. La CT y la MRI han revelado hipodensidades pequeñas<br />

(figuras 60-3 y 60-4). 10 En la mayoría de las personas<br />

con complicaciones neurológicas las lesiones focales disminuyen<br />

en el transcurso de 2 a 4 semanas. Casi todas las anormalidades<br />

cerebrales detectadas con CT o MRI desaparecen en un<br />

lapso de cuatro a ocho semanas. Se informan cambios psiquiátricos,<br />

como confusión, cambios de conducta o personalidad,<br />

que pueden llegar a psicosis.<br />

Oculares. Las lesiones oculares, que surgen en la etapa aguda<br />

de la infección, típicamente constan de edema y lesiones vasculares<br />

en la conjuntiva y la úvea y, en algunos casos, el nervio<br />

óptico. Cuando la invasión de los músculos del globo ocular es<br />

intensa, la persona infectada puede sufrir dolor con el movimiento<br />

de los globos oculares, parálisis muscular, diplopía y<br />

alteraciones de la acomodación. 16<br />

Respiratorias. Con la excepción de disnea, que es relativamente<br />

común y se origina principalmente por invasión del parásito<br />

de músculos respiratorios, como el diafragma, e inflamación<br />

subsiguiente de los mismos, no se han observado con frecuencia<br />

complicaciones respiratorias. Ocurren durante las etapas<br />

tanto temprana como tardía de la enfermedad, y constan de<br />

neumonía, bronquitis obstructiva e infiltrados de tipo Loeffler.<br />

Muestran regresión al cabo de varios días luego del inicio del<br />

tratamiento con glucocorticoides. Durante las etapas tardías de<br />

la enfermedad puede ocurrir infarto pulmonar, así como neumonía<br />

y pleuritis de origen bacteriano. 10<br />

Digestivas. Las complicaciones digestivas, que suceden durante<br />

la etapa aguda de la enfermedad, comprenden exudación<br />

masiva de proteína (que lleva a hipoalbuminemia y edemas localizados),<br />

necrosis intestinal aguda, y diarrea prolongada. 25<br />

Muerte<br />

Aunque puede ocurrir muerte por triquinosis, es bastante<br />

rara, y la mayoría de quienes fallecen tiene más de 65 años de<br />

edad, y las muertes se deben a enfermedad tromboembólica.<br />

En casos de infección muy grave, la muerte puede originarse<br />

por insuficiencia cardiaca, encefalitis o neumonía temprana.<br />

También se ha descrito muerte súbita debida a la miocarditis<br />

(figura 60-2) inducida por el paso de larvas recién nacidas hacia<br />

el miocardio.<br />

Etapa de convalecencia<br />

En ausencia de tratamiento con antihelmínticos y glucocorticoides,<br />

la etapa de convalecencia de la triquinosis empieza<br />

cuando las hembras adultas dejan de liberar larvas, y las larvas<br />

ya establecidas han completado su desarrollo en las células<br />

musculares. La transición hacia esta etapa se caracteriza por la<br />

desaparición progresiva de los signos y síntomas (la mayoría de<br />

las personas se hace asintomática), y por el regreso de los parámetros<br />

de laboratorio a valores normales. Esta etapa por lo general<br />

empieza entre las seis y las ocho semanas después de la<br />

infección, aunque la astenia grave puede continuar otras semanas,<br />

y el dolor muscular crónico hasta seis meses. Las larvas vivas<br />

pueden persistir años en los músculos.<br />

Triquinosis crónica<br />

No se ha establecido con firmeza que en realidad exista una<br />

forma crónica de triquinosis, por no mencionar que es bastante<br />

difícil distinguir entre lo que puede considerarse “triquinosis<br />

crónica” y secuelas de la fase aguda. Aun así, se han emitido<br />

informes de personas que, meses o incluso años después de la<br />

etapa aguda, siguieron sufriendo dolor crónico, molestias generales,<br />

hormigueo, entumecimiento y sudoración excesiva, y que


472 PARTE II Parasitología humana<br />

mostraron signos de paranoia y un síndrome de persecución.<br />

La persistencia de estos síntomas se ha observado con mayor<br />

frecuencia entre personas que habían sufrido triquinosis grave.<br />

14 Todos los casos en los cuales la triquinosis se ha definido<br />

como “crónica” se han reportado en personas que no habían<br />

recibido tratamiento oportuno (es decir, en etapas tempranas<br />

de la invasión de los músculos por larvas).<br />

Triquinosis en niños<br />

y en embarazadas<br />

Niños. En niños, los signos y síntomas de triquinosis son los<br />

mismos que los que se encuentran en adultos, aunque hay algunas<br />

diferencias. La mialgia, la diarrea y las complicaciones son<br />

menos frecuentes, y los signos y síntomas clínicos son menos<br />

pronunciados y muestran regresión con mayor rapidez. 18 Este<br />

cuadro clínico más leve podría reflejar dosis infectantes más<br />

bajas, o una reacción alérgica menos intensa.<br />

Embarazadas. La triquinosis puede causar aborto o parto prematuro,<br />

aunque la mayoría de las mujeres infectadas ha dado<br />

a luz bebés sanos. Estas complicaciones podrían deberse a<br />

una producción modificada de gonadotropina coriónica, progesterona<br />

o citocinas, aunque queda por establecer esto con<br />

firmeza. 10<br />

Triquinosis en personas<br />

con alteraciones inmunitarias<br />

Sólo se han reportado tres casos de triquinosis en personas con<br />

alteraciones inmunitarias. En un receptor de injerto renal, la<br />

infección fue asintomática, incluso en presencia de 1 400<br />

larvas/g en el músculo deltoides, y en una persona positiva para<br />

VIH los síntomas clínicos no fueron en particular graves. Se<br />

describió un caso muy grave en una persona con leucemia mieloide<br />

crónica. 10<br />

Triquinosis causada<br />

por especies diferentes<br />

Ha sido imposible establecer un patrón clínico o biológico para<br />

las especies de Trichinella individuales porque en casi ningún<br />

caso se ha determinado el número de larvas infectantes ingeridas.<br />

La mayoría de las infecciones en seres humanos se origina<br />

por T. spiralis, y se cree que la infección por T. spiralis es más<br />

grave que la infección por T. britovi posiblemente porque las<br />

hembras de esta última son menos prolíficas. 19 De hecho, en<br />

personas infectadas por T. britovi, sólo se han reportado infecciones<br />

asintomáticas, leves y moderadas. T. murrelli parece tener<br />

más probabilidades de desencadenar reacciones cutáneas, y<br />

menos probabilidades de causar edema facial. T. pseudospiralis<br />

parece causar signos y síntomas que duran más tiempo. 24 Se<br />

han documentado muertes en personas infectadas por T. spiralis,<br />

T. nativa, T. pseudospiralis, T. murrelli y T. nelsoni.<br />

Diagnóstico<br />

El diagnóstico de triquinosis debe basarse en tres criterios principales:<br />

1. Anamnesis basada en datos epidemiológicos (fuente de<br />

infección, cantidad de carne infectada ingerida, número<br />

de larvas presentes en la carne infectada, y número de casos<br />

en el foco epidémico) (cuadros 60-2 y 60-3).<br />

2. Evaluación clínica (reconocimiento de los signos y síntomas<br />

de la triquinosis, y definición de la forma de la enfermedad,<br />

que influye de manera significativa sobre la elección<br />

del tratamiento (cuadros 60-2 y 60-3).<br />

3. Análisis de laboratorio (inmunodiagnóstico, o detección<br />

de larvas en una biopsia muscular, o ambos) (cuadros<br />

60-2 y 60-3).<br />

Diagnóstico diferencial<br />

Tiene particular importancia que el diagnóstico diferencial se<br />

haga antes de que concluya la etapa aguda para que el tratamiento<br />

sea por completo eficaz. El diagnóstico diferencial es en<br />

especial difícil cuando los casos son aislados y cuando la evolución<br />

clínica es atípica. En presencia de edema periocular y fascial,<br />

y de fiebre, la triquinosis debe diferenciarse de enfermedades<br />

como glomerulonefritis aguda, enfermedad del sueño,<br />

reacción toxialérgica a fármacos o alergenos, polimiositis, periarteritis<br />

nodosa y dermatomiositis. 10<br />

En casos de cefaleas intensas y seudorrigidez de nuca con<br />

embotamiento del conocimiento y somnolencia, irritabilidad y<br />

síntomas neurológicos, la triquinosis debe diferenciarse de diversas<br />

formas de meningitis cerebroespinal, encefalopatía e infecciones<br />

neurológicas con fiebre. En personas con hemorragias<br />

intraconjuntivales y petequias intradérmicas, la enfermedad<br />

debe diferenciarse de leptospirosis (Leptospira icterohaemorrhagiae),<br />

endocarditis bacteriana y tifo exantemático. Cuando la<br />

diarrea domina el cuadro clínico, la enfermedad debe diferenciarse<br />

de shigelosis, salmonelosis y otras infecciones virales,<br />

bacterianas o parasitarias del tracto gastrointestinal.<br />

En personas con fiebre alta y mialgia, la enfermedad a menudo<br />

se diagnostica de modo erróneo como gripe, en especial<br />

durante el invierno. La eosinofilia combinada con mialgia y<br />

una respuesta inflamatoria debe diferenciarse de síndromes de<br />

eosinofilia-mialgia, como el síndrome de aceite tóxico, ingestión<br />

de triptófano, y fascitis eosinofílica. La eosinofilia combinada<br />

con fiebre debe diferenciarse de parasitosis tisular, como<br />

la fascioliasis, toxocariasis, esquistosomiasis invasiva, y de enfermedades<br />

autoinmunitarias (p. ej., el síndrome de Churg-<br />

Strauss). En personas sin edema periorbitario pero con fiebre<br />

alta y síntomas neurológicos puede diagnosticarse de modo<br />

erróneo fiebre tifoidea. El único medio de confirmar un diag-


CAPÍTULO 60 Triquinosis 473<br />

nóstico de triquinosis es una prueba serológica de alta calidad o<br />

una biopsia muscular (cuadros 60-2 y 60-3).<br />

Diagnóstico de laboratorio<br />

Diagnóstico parasitológico<br />

El diagnóstico parasitológico puede efectuarse por medio de<br />

examen simple al microscopio, digestión artificial o análisis histológico<br />

de una biopsia muscular. Al efectuar la biopsia, el cirujano<br />

debe recolectar con sumo cuidado 0.2 a 0.5 g de tejido<br />

muscular (menor que el tamaño de un guisante sin grasa o piel<br />

(la muestra puede obtenerse a partir del músculo deltoides,<br />

aunque puede examinarse cualquier otro músculo esquelético).<br />

Si van a efectuarse digestión artificial y análisis histológico, una<br />

parte de la muestra recolectada se debe pesar (para evaluar el<br />

número de larvas por gramo de músculo) y almacenar sin fijador,<br />

de modo que se evite deshidratación y se permita que se<br />

realice digestión; la otra parte se procesa para examen histológico.<br />

10<br />

El medio más simple de efectuar diagnóstico parasitológico<br />

es al presionar la muestra de tejido entre dos laminillas y<br />

examinarlas al microscopio (50 a 100). Con todo, en ciertas<br />

circunstancias, el examen al microscopio puede no ser suficientemente<br />

sensible para detectar larvas, en especial cuando la<br />

densidad de estas últimas es baja; cuando la biopsia se practica<br />

antes de que las larvas hayan empezado a formar espirales, con<br />

el riesgo de confundirlas con fibras de tejido muscular, y cuando<br />

las larvas no están encapsuladas, en cuyo caso son más difíciles<br />

de detectar.<br />

La digestión artificial es más sensible que el examen simple<br />

al microscopio. Esto se efectúa al digerir una porción finamente<br />

picada del material de biopsia en solución de HCl al 1% con<br />

pepsina al 1% a 40 a 42°C durante 30 min; esto libera las larvas<br />

de la muestra, lo que hace que sean más fáciles de detectar. No<br />

obstante, si las larvas están inmaduras, el proceso de digestión<br />

puede destruirlas.<br />

El análisis histológico por lo general se efectúa con hematoxilina<br />

y eosina. La ventaja de realizar un análisis histológico<br />

es que permite detectar larvas inmediatamente en el momento<br />

de la invasión de músculos (esto es, antes de que maduren).<br />

Otra ventaja es que incluso en casos en los cuales el análisis<br />

histológico no revela la presencia de larvas, descubre los cambios<br />

basófilos que la invasión larvaria induce en el músculo<br />

(esto es, la desaparición del patrón de estriaciones, que ocurre<br />

en el transcurso de 4 a 5 días luego de la infección). Sin embargo,<br />

la desventaja del análisis histológico es que es necesario examinar<br />

muchos cortes.<br />

Eosinofilia<br />

La eosinofilia es el dato de laboratorio más temprano y característico<br />

de la triquinosis, y se ha observado en la mayoría de los<br />

pacientes, con la excepción de aquellos con triquinosis muy<br />

leve, y con triquinosis complicada por una infección bacteriana<br />

secundaria. Se han observado diversos grados de eosinofilia:<br />

baja (3 000/<br />

hasta 19 000/ml), y el grado específico parece correlacionarse<br />

con la intensidad de la mialgia. También se ha mostrado que la<br />

eosinofilia es significativamente mayor en personas con complicaciones<br />

neurológicas. 9 La eosinofilia aparece en etapas tempranas<br />

(esto es, antes de la aparición de signos y síntomas clínicos),<br />

y aumenta entre dos y cinco semanas después de la<br />

infección. Por estas razones, representa un criterio diagnóstico<br />

valioso (cuadros 60-2 y 60-3). Muestra lenta regresión y puede<br />

permanecer a cifras bajas durante un periodo de varias semanas<br />

a tres meses. Ocasionalmente, en infecciones graves o mortales,<br />

puede no haber eosinofilia durante la etapa temprana o, más a<br />

menudo, puede desaparecer poco antes de la muerte.<br />

Leucocitosis<br />

La leucocitosis es característica de la etapa aguda de la triquinosis,<br />

e indica la presencia de inflamación. No es tan frecuente<br />

como la eosinofilia, pero está presente en gran número de<br />

enfermos, especialmente en aquellos con infección grave. Las<br />

cifras de leucocitos pueden alcanzar 15 000 a 50 000/ml. La<br />

leucocitosis aparece en etapas tempranas y aumenta simultáneamente<br />

con la eosinofilia; sin embargo, mientras que esta<br />

última puede permanecer alta durante seis a ocho semanas, la<br />

leucocitosis muestra regresión más rápidamente, con desaparición<br />

de los signos agudos. Se han observado recurrencias de<br />

leucocitosis, y se asocian con complicaciones como tromboflebitis<br />

y neumonía, que son típicas de la triquinosis grave. No<br />

obstante, a veces, las personas con triquinosis grave pueden<br />

presentar linfopenia. 10<br />

Alteraciones de las enzimas musculares,<br />

electrólitos, y proteínas, y alteraciones<br />

bioeléctricas<br />

Como resultado del daño inducido por la infección, los músculos<br />

liberan enzimas hacia la circulación, lo que aumenta las<br />

concentraciones séricas de estas enzimas. Estas alteraciones enzimáticas<br />

comprenden principalmente la creatina fosfocinasa<br />

(CK) y la lactato deshidrogenasa (LDH). Se ha observado actividad<br />

aumentada de CK en 75 a 90% de las personas infectadas,<br />

y ocurre más frecuentemente entre las 2 y 5 semanas después<br />

de la infección (cuadros 60-2 y 60-3). Se ha informado<br />

que la actividad de LDH disminuye entre la primera y la sexta<br />

semanas de invasión muscular, y alcanza un máximo en etapas<br />

más tempranas respecto a los anticuerpos contra Trichinella. 9<br />

No hay relación entre las alteraciones enzimáticas y la gravedad<br />

de la evolución clínica de la enfermedad.<br />

La principal alteración de electrólitos es la hipopotasemia,<br />

que da lugar a reducción de la fuerza muscular y a alteraciones<br />

cardiacas, según lo revela el ECG. Las concentraciones disminuidas<br />

de proteínas y albúmina, que por lo general se detectan<br />

en la etapa final de la infección grave, dan lugar a edema hi-


474 PARTE II Parasitología humana<br />

drostático. Estas alteraciones deben tratarse al contrarrestar los<br />

déficit de agua, electrólitos y proteína.<br />

Las alteraciones muestran regresión simultánea con la mejoría<br />

clínica, y con la disminución de las lesiones histológicas<br />

en el tejido muscular. En la mayoría de las personas ocurren<br />

alteraciones bioeléctricas en la etapa aguda, y corresponden a la<br />

gravedad de la evolución clínica, y a la intensidad de la enfermedad.<br />

Empero, también se han observado alteraciones varios<br />

años después de la etapa aguda en personas con triquinosis<br />

“crónica”.<br />

Serodiagnóstico<br />

El medio más simple de diagnosticar triquinosis es la detección<br />

de anticuerpos IgG, que por lo general pueden detectarse 12 a<br />

60 días después de la infección. Empero, la concentración de<br />

IgG detectable puede cambiar de acuerdo con diversas variables<br />

(p. ej., el número de larvas infecciosas ingeridas, la especie de<br />

Trichinella, la capacidad de respuesta del individuo a la infección,<br />

y la etapa de la infección). Aunque se han usado muchísimas<br />

pruebas para detectar anticuerpos, las más sencillas y fiables<br />

son la reacción inmunosorbente ligada a enzimas (ELISA)<br />

y la inmunoelectrotransferencia; esta última por lo general se<br />

usa como una prueba confirmadora. El antígeno más fiable es<br />

el antígeno excretor/secretor (ES); con todo, puede ocurrir<br />

cierto grado de reacción cruzada con otros antígenos parasitarios.<br />

El antígeno crudo producido a partir de larvas tiene una<br />

sensibilidad muy alta, aunque una especificidad muy baja en<br />

ELISA. Casi todos los kits comerciales pueden producir resultados<br />

positivos falsos debido a reacciones cruzadas con otros<br />

antígenos parasitarios y no parasitarios. 10<br />

Diagnóstico molecular<br />

El diagnóstico molecular permite la identificación inequívoca<br />

del parásito en el ámbito de especie/genotipo, pero sólo puede<br />

efectuarse en larvas recolectadas tras digestión artificial o en<br />

biopsias de músculo que albergan al menos una larva. En la<br />

actualidad, no se dispone de kits en el comercio, y sólo se han<br />

usado pruebas basadas en DNA, de fabricación casera. La prueba<br />

más sensible, económica y rápida reportada en la literatura<br />

es una PCR múltiple, que permite identificar de modo inequívoco<br />

una larva única (hasta 1/20 de una larva) en el ámbito de<br />

especie y de genotipo. 21 La amplificación y secuenciación de los<br />

blancos del seguimiento de DNA ribosomal ITS también son<br />

métodos posibles.<br />

Tratamiento<br />

Antihelmínticos<br />

La eficacia de los antihelmínticos de uso más común (esto es,<br />

albendazol y mebendazol) está estrictamente relacionada con el<br />

tiempo de administración: sólo parecen ser eficaces durante las<br />

etapas tempranas de la infección, aunque hasta la fecha no se<br />

han realizado estudios adecuados de eficacia con casos y testigos.<br />

26 Por desgracia, en la mayoría de las personas infectadas el<br />

diagnóstico se efectúa días o semanas después de la infección,<br />

cuando las larvas ya están establecidas por sí mismas en los<br />

músculos; dado que los antihelmínticos se absorben poco en la<br />

luz intestinal, por lo general no llegan a los músculos, al menos<br />

cuando se administran en las dosis recomendadas (se ha mostrado<br />

que dosis en extremo altas, pero en potencia tóxicas, son<br />

eficaces contra las larvas musculares). Como regla general,<br />

mientras más tarde se prescribe el tratamiento, más alta es la<br />

probabilidad de que la persona infectada albergue larvas viables<br />

en los músculos durante años, con posible mialgia persistente.<br />

7,20 Así, conforme aumenta el tiempo transcurrido desde la<br />

infección, las dosis de antihelmínticos deben ser más altas, y<br />

administrarse durante periodos más prolongados. Aun así, los<br />

antihelmínticos son inútiles contra las secuelas a largo plazo y<br />

la triquinosis crónica.<br />

El mebendazol debe administrarse en una dosis diaria de<br />

25 mg/kg/día, en 3 a 4 dosis/día durante dos semanas. El albendazol<br />

podría administrarse en una dosis diaria de 20 mg/<br />

kg/día (aunque la dosis registrada en casi todos los países es de<br />

15 mg/kg), en 3 a 4 dosis/día durante dos semanas junto con<br />

una comida a fin de aumentar la absorción. Para infecciones<br />

graves, el tratamiento se puede repetir después de cinco días.<br />

Puede administrarse una dosis diaria más baja (15 mg/kg/día<br />

tanto de mebendazol como de albendazol) si el tratamiento se<br />

inicia menos de una semana después de la infección. En lo que<br />

se refiere a otros antihelmínticos, el tiabendazol ya no se usa<br />

debido a sus efectos secundarios, y la eficacia del flubendazol y<br />

el pirantel es dudosa. 4,12<br />

Glucocorticoides<br />

Los esteroides deben administrarse junto con el benzimidazol,<br />

y nunca solos, porque podrían aumentar la carga larvaria al retrasar<br />

la expulsión de gusanos adultos desde el intestino. El glucocorticoide<br />

de uso más común es la prednisolona, que debe<br />

administrarse 30 a 60 mg/día en dosis múltiples en tanto no<br />

desaparezcan los síntomas y signos. Alivia la fiebre y los efectos<br />

secundarios de la inflamación debidos al daño celular que sobreviene<br />

por penetración de larvas hacia los tejidos. Estos síntomas<br />

por lo general desaparecen días después de que se administra<br />

la dosis inicial (véase capítulo 94).<br />

Tratamiento de niños y mujeres<br />

embarazadas<br />

En niños de más de dos años de edad, el tratamiento es el mismo<br />

que el de adultos, mientras que, en principio, el uso de<br />

mebendazol y albendazol está contraindicado en los menores<br />

de dos años. La administración de glucocorticoides, si es necesaria,<br />

no está contraindicada. 18


CAPÍTULO 60 Triquinosis 475<br />

Persiste la incertidumbre respecto a si las embarazadas<br />

pueden tratarse o no con benzimidazoles. Si se proporciona,<br />

este tratamiento sólo debe administrarse para infecciones graves,<br />

y bajo supervisión médica estricta; la prednisolona puede<br />

administrarse a una dosis de 20 a 30 mg/día durante 10 a 12<br />

días, con disminución lenta y progresiva de la dosis, en particular<br />

para mujeres durante el tercer trimestre del embarazo. No<br />

deben administrarse salicilatos debido a sus efectos negativos<br />

sobre el feto. La hospitalización es obligatoria para formas sintomáticas.<br />

Sólo podrían usarse los antihelmínticos que se absorben<br />

poco a partir de la luz intestinal (p. ej., pirantel). Estos<br />

antihelmínticos únicamente son eficaces contra gusanos intestinales.<br />

10<br />

Medidas preventivas<br />

Para prevenir triquinosis son fundamentales la educación para<br />

la salud de los consumidores, y los controles veterinarios eficientes<br />

en granjas y rastros (y para carne de caza). El consumo<br />

de carne cruda o poco cocida y de productos cárnicos provenientes<br />

de cerdos, caballos, osos, morsas, cocodrilos y otros animales<br />

salvajes podría representar un riesgo alto si los animales<br />

no han sido examinados de manera apropiada por veterinarios.<br />

La carne congelada de carnívoros no puede considerarse segura,<br />

por cuanto las larvas de ciertas especies de Trichinella (esto es,<br />

T. nativa y T. britovi) pueden sobrevivir en la carne congelada<br />

durante semanas a años. El proceso de curado o ahumado de<br />

carne no puede considerarse suficiente para hacer segura la carne,<br />

porque hay demasiadas variables que pueden extender la<br />

supervivencia de larvas en tejidos musculares, o acortarla (p. ej.,<br />

humedad, concentración de sal). Para asegurar que la carne es<br />

segura para consumo, debe cocinarse a una temperatura interna<br />

de 70°C durante al menos 3 min (esto es, cuando el color de<br />

la carne cambia desde rosado hacia gris-pardusco, aunque el<br />

cambio de color sólo es un indicador general). El cocinado con<br />

microondas no es 100% eficaz para matar larvas en piezas grandes<br />

de carne, puesto que hay “puntos fríos” inevitables en el<br />

patrón de rayos de microondas.<br />

Referencias<br />

1. Akar S, Gurler O, Pozio E et al. Frequency and severity<br />

of musculoskeletal symptoms in humans during an outbreak<br />

of trichinellosis caused by Trichinella britovi. J Parasitol,<br />

2007;93:341-344.<br />

2. Ancelle T, Dupouy-Camet J, Bougnoux M et al. Two<br />

outbreaks of trichinosis caused by horsemeat in France in<br />

1985. Am J Epidemiol, 1988;127:1302-1311.<br />

3. Ancelle T, Dupouy-Camet J, Desenclos J et al. A multifocal<br />

outbreak of trichinellosis linked to horse meat imported<br />

from North America to France in 1993. Am J Trop<br />

Med Hyg, 1998;59:615-619.<br />

4. Cabié A, Bouchaud O, Houzé S et al. Albendazole versus<br />

thiabendazole as therapy for trichinosis: a retrospective<br />

study. Clin Infect Dis, 1996;22:1033-1035.<br />

5. Campbell W. Historical introduction. En Campbell<br />

WC (ed). En Trichinella and Trichinosis, New York, Plenum<br />

Press, 1983:1-30.<br />

6. Capó V, Despommier D, Polvere R. Trichinella spiralis:<br />

vascular endothelial growth factor is up-regulated within<br />

the nurse cell during the early phase of its formation. J<br />

Parasitol, 1998;84:209-214.<br />

7. Casulli A, Gomez Morales M, Gallinella B et al. HPb-cyclodextrin<br />

improves the effectiveness of albendazole<br />

against encapsulated larvae of Trichinella spiralis in a murine<br />

model. J Antimicrob Chemother, 2006;58:886-890.<br />

8. Despommier D. Biology. En Campbell WC (ed). In<br />

Trichinella and Trichinosis, New York, Plenum Press,<br />

1993:75-151.<br />

9. Dupouy-Camet J, Kociecka W, Bruschi F et al. Opinion<br />

on the diagnosis and treatment of human trichinellosis.<br />

Expert Opin Pharmacother, 2002;3:1117-1130.<br />

10. Dupouy-Camet J, Bruschi F. Management and diagnosis<br />

of human trichinellosis. En Dupouy-Camet J,<br />

Murrell KD (ed). In FAO/WHO/OIE guidelines for the<br />

surveillance, management, prevention and control of trichinellosis,<br />

Paris, World Organisation for Animal Health,<br />

2007:37-68.<br />

11. Ferraccioli G, Mercadanti M, Salaffi F et al. Prospective<br />

rheumatological study of muscle and joint symptoms<br />

during Trichinella nelsoni infection. Q J Med, 1988;69:<br />

973-984.<br />

12. Fourestie V, Bougnoux M, Ancelle T et al. Randomized<br />

trial of albendazole versus thiabendazole plus flubendazole<br />

during an outbreak of human trichinellosis. Parasitol<br />

Res, 1988;75:36-41.<br />

13. Fourestié V, Douceron H, Brugieres P et al. Neurotrichinosis.<br />

A cerebrovascular disease associated with myocardial<br />

injury and hypereosinophilia. Brain, 1993;116:<br />

603-616.<br />

14. Fröscher W, Gullotta F, Saathoff M et al. Chronic trichinosis.<br />

Clinical, bioptic, serological and electromyographic<br />

observations. Eur Neurol, 1988;28:221-226.<br />

15. Gomez Morales M, Mele R, Sanchez M et al. Increased<br />

CD8-T-cell expression and a type 2 cytokine pattern<br />

during the muscular phase of Trichinella infection in<br />

humans. Infect Immun, 2002;70:233-239.


476 PARTE II Parasitología humana<br />

16. Kociecka W. Trichinellosis: human disease, diagnosis<br />

and treatment. Vet Parasitol, 200;93:365-383.<br />

17. Mawhorter S, Kazura J. Trichinosis of the central nervous<br />

system. Semin Neurol, 1993;13:148-152.<br />

18. Ozdemir D, Ozkan H, Akkoc N et al. Acute trichinellosis<br />

in children compared to adults. Pediatric Infect Dis<br />

J, 2005;24:897-900.<br />

19. Pozio E, Varese P, Gomez-Morales M et al. Comparison<br />

of human trichinellosis caused by Trichinella spiralis<br />

and by Trichinella britovi. Am J Trop Med Hyg,<br />

1993;48:568-575.<br />

20. Pozio E, Sacchini D, Sacchi L et al. Failure of mebendazole<br />

in treating Trichinella spiralis infection in humans<br />

at the stage of encapsulating larvae. Clin Infect Dis,<br />

2001;32:638-642.<br />

21. Pozio E, La Rosa G. PCR-derived methods for the<br />

identification of Trichinella parasites from animal and human<br />

samples. Methods Mol Biol, 2003;216:299-309.<br />

22. Pozio E, Murrell K. Systematics and epidemiology of<br />

Trichinella. Adv Parasitol, 2006;63:367-439.<br />

23. Pozio E. Taxonomy, biology and epidemiology of Trichinella<br />

parasites. En Dupouy-Camet J, Murrell KD (ed).<br />

In: FAO/WHO/OIE guidelines for the surveillance, management,<br />

prevention and control of trichinellosis, Paris,<br />

World Organisation for Animal Health, 2007:1-36.<br />

24. Ranque S, Faugère B, Pozio E et al. Trichinella pseudospiralis<br />

outbreak in France. Emerg Infect Dis, 2000;<br />

6:543-547.<br />

25. Soyturk M, Akpinar H, Gurler O et al. Irritable bowel<br />

syndrome in persons who acquired trichinellosis. Am J<br />

Gastroenterol, 2007;102:1064-1069.<br />

26. Watt G, Saisorn S, Jongsakul K et al. Blinded placebo-controlled<br />

trial of antiparasitic drugs for trichinosis<br />

myositis. J Infect Dis, 2000;182:371-374.


Capítulo<br />

61<br />

Gnatostomiasis*<br />

Telmo Fernández<br />

Historia<br />

En 1836, Owen informó de un parásito en el estómago de un<br />

tigre de Bengala (Zoológico de Londres) al que llamó “Gnathostoma<br />

spinigerum”, por el gran número de espinas que recubrían<br />

el cuerpo. En 1889, Levinsen registró el primer caso humano<br />

en una mujer originaria de Tailandia. En 1970, Peláez y<br />

Pérez-Reyes, en México, reportaron los primeros casos humanos.<br />

En esa década, Martínez-Cruz, informó 70 casos clínicos.<br />

A partir de entonces los reportes se han incrementado en América<br />

Central, particularmente en México y en varios países de<br />

Sudamérica. 17 Hasta fines de la década de 1980, Ollague y colaboradores<br />

presentaron en Ecuador cerca de 700 casos clínicos,<br />

13 considerando a Gnathostoma spinigerum como el agente<br />

etiológico y la denominaron “paniculitis nodular migratoria<br />

eosinofílica”. 14 Es un tipo de larva migratoria cutánea que<br />

popularmente se la conoce con el nombre de “el bicho del pescado”.<br />

La presencia e incidencia está estrechamente ligada a las<br />

costumbres alimenticias de la población, en lo que atañe al<br />

consumo de peces de agua dulce, crudos o poco cocidos, en los<br />

denominados “cebiches” o platos similares.<br />

Concepto<br />

La gnatostomiasis es la infección del ser humano provocada por<br />

la larva de tercer estadio avanzado de nematodos (nematelmintos)<br />

del género Gnathostoma. 4,17<br />

Clasificación<br />

Reino: Animalia<br />

Phylum: Nematoda<br />

Clase: Secernentea<br />

Orden: Spirurida<br />

Género: Gnathostoma<br />

Especie: spinigerum<br />

Biología<br />

Existen varias especies dentro del género Gnathostoma y la que<br />

produce la gnatostomiasis humana en Tailandia y Japón corresponde<br />

a G. spinigerum. Almeyda-Artiga, en 1991, 1 basados en<br />

la morfología de gusanos adultos encontrados en animales y<br />

larvas aisladas de peces de agua dulce, describieron como G.<br />

binucleatum, por presentar dos núcleos en las células del intestino,<br />

a la especie que se le atribuye la etiología de los casos<br />

mexicanos. En 2002, Akahane y colaboradores comprobaron<br />

que la especie de Ecuador corresponde con la de México, mediante<br />

estudios de DNA en larvas del tercer estadio obtenidas<br />

de peces de agua dulce de la cuenca del río Daule; sin embargo,<br />

la taxonomía aún no esta definida. 4<br />

En el Ecuador, Fernández y colaboradores, encontraron en<br />

1985 un gusano adulto reconocido como G. turgidum en un<br />

tumor de estómago de Didelphis azarae (zorro común, raposa o<br />

zarigüeya), capturado en la zona tropical de la cuenca del río<br />

Guayas, en Vinces, provincia de Los Ríos. 6 No se le ha podido<br />

relacionar como el causante de la gnatostomiasis en el país (figura<br />

61-1).<br />

Los parásitos adultos son gusanos robustos; la hembra<br />

mide de 20 a 45 mm de largo por 2 a 3 mm en su parte más<br />

gruesa; el macho es más pequeño y mide de 11 a 25 mm por<br />

1 a 2 mm; son de color rojizo y se caracterizan por presentar en<br />

su parte anterior un bulbo cefálico globuloso con dos labios<br />

gruesos que hacen protrusión y están armados con 8 a 9 coronas<br />

transversales de ganchos, cuya base de implantación es cónica y<br />

el vértice orientado hacia el extremo posterior (figura 61-2).<br />

El cuerpo es cilíndrico y se encuentra cubierto de espinas<br />

cuticulares en su tercio anterior; el resto es liso excepto en la<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

477


478 PARTE II Parasitología humana<br />

Figura 61-2. Larva de tercer estadio avanzada (L3A) obtenida de “corvina de río” (Isostisthus remiser) (cortesía del Dr. E. Gómez).<br />

parte más caudal, donde se observan algunas espinas terminando<br />

en el extremo posterior en punta. 4<br />

Larva de tercer estadio avanzado (L3A)<br />

Se encuentra enrollada en el tejido muscular de los peces de<br />

agua dulce, rodeada por una membrana fibrosa, la misma que<br />

a simple vista o con ayuda de una lupa, se la observa de forma<br />

circular y de color pardo-rojizo. La larva mide de 3 a 4.5 mm<br />

0.2 a 0.3 mm; posee un bulbo cefálico con dos labios y cuatro<br />

coronas de ganchos cuadrangulares. El resto del cuerpo presenta<br />

numerosas hileras transversales de espinas puntiagudas y,<br />

a medida que se las observa hacia el extremo posterior, se van<br />

volviendo menos numerosas y más pequeñas. En el interior se<br />

observa el esófago que se continúa con el intestino, que termina<br />

en el ano en el extremo posterior.<br />

En las larvas obtenidas a partir del ser humano, así como<br />

de peces y mamíferos, no se lograron distinguir de las larvas de<br />

G. spinigerum, excepto por detalles menores, insuficientes para<br />

ubicarlos como nueva especie.<br />

Ciclo evolutivo<br />

Inicia con la presencia de los parásitos adultos localizados (de 2<br />

a 5) en tumores abiertos en el estómago de animales carnívoros<br />

(hospedero definitivo) como Canis familiaris, Felis catus, Didelphys<br />

azarae (zarigüeya, raposa) o Procyon spp. (mapache), además<br />

de felinos silvestres, visones y marsupiales. 4 Después de la<br />

cópula, la hembra pone huevos que son eliminados con las heces<br />

en colecciones de agua (ríos). El huevo es ovalado, mide<br />

65 40 mm, se caracteriza por presentar una pared externa<br />

gruesa de superficie lisa, con un opérculo en uno de sus extremos<br />

y en el interior la célula ovular. En siete días se forma la<br />

larva en su interior (L1), que eclosiona y nada libremente, se<br />

convierte en larva II (L2), que sirve de alimento a crustáceos<br />

microscópicos del género Cyclops, conocidos como copépodos<br />

(primer hospedero intermediario).<br />

En el interior del copépodo se convierte en larva III temprana<br />

(L3T). A su vez, los copépodos son ingeridos por peces<br />

de agua dulce, ranas, culebras, en donde alcanzan el estadio<br />

larva III avanzada (L3A). Permanecen enroscadas y cubiertas<br />

por una membrana hialina a manera de cápsula, hasta cerrar el<br />

ciclo con la ingestión de pescado crudo por parte de los mamíferos.<br />

Después de un periodo migratorio tisular de cuatro semanas,<br />

se sitúa en la pared del estómago, crece y madura, hasta<br />

empezar a eliminar los huevos al cabo de 6 a 8 meses.<br />

El ser humano se infecta al tomar agua contaminada con<br />

cyclops o, más frecuente, al ingerir peces de agua dulce crudos<br />

o poco cocidos (en cebiches), convirtiéndose en un hospedero<br />

paraténico (sustituto de un hospedero intermediario), en que la<br />

larva no puede evolucionar y como larva de tercer estadio migra<br />

errante entre los tejidos por periodos variables. En el Ecuador<br />

se involucran el “huanchiche” (Hoplias microlepsis), “barbudo”<br />

(Rhamdia cinerascens), “vieja azul” (Aequidens rivulatus)<br />

y “corvina de río” (Isostisthus remiser), esta última es la única<br />

que se ingiere en forma de cebiche, las otras se las prepara con<br />

buena cocción.<br />

Factores de riesgo 12,18<br />

1. Ingestión de pescados de agua dulce, crudos o poco cocidos.<br />

En el Ecuador, y varios países latinoamericanos, estos<br />

preparados son conocidos como “cebiches”; sin embargo,<br />

los preparados con peces o crustáceos de mar, agua salada,<br />

no son transmisores.<br />

2. Ingestión de cyclops por medio de agua no segura, obtenida<br />

directamente del río.<br />

3. Viajeros o turistas que ingieren estas comidas.<br />

Se le ha hallado en pacientes de Asia (China, Japón, Tailandia<br />

e India), en Medio Oriente (Israel) y del continente<br />

americano (México, Ecuador y países centroamericanos).<br />

Epidemiología<br />

La gnatostomiasis en Ecuador encuentra las condiciones favorables<br />

en la cuenca formada por los ríos Daule y Babahoyo,<br />

donde la humedad y temperatura (20-30°C) se mantiene a lo<br />

largo del año, y la presencia de gran variedad de peces de agua<br />

dulce es constante, los mismos que proporcionan una fuente de<br />

proteínas a bajos costos a los pobladores de la zona.<br />

Dado el interés del cebiche de corvina en la ciudad, la gnatostomiasis<br />

también ocurre lejos de las áreas rurales, en las zonas<br />

urbanas, en diversos niveles socioeconómicos de la pobla-


CAPÍTULO 61 Gnatostomiasis 479<br />

ción y en países distantes producto de viajes turísticos. No hay<br />

predilección en lo que respecta a sexo, raza y edad.<br />

Cuadro clínico<br />

No se observan diferencias significativas en las presentaciones<br />

clínicas de la gnatostomiasis del sudeste asiático con las formas<br />

mexicanas y ecuatorianas, que puedan atribuirse a una especie<br />

en particular del parásito. 12,14,17,18 Cuando la L3A llega al estómago<br />

no evoluciona a parásito adulto, sino que lo atraviesa,<br />

migrando hacia el tejido celular subcutáneo; esto puede tomar<br />

semanas o meses, 2-6 hasta que inicia la fase cutánea. Puede presentarse<br />

fiebre, decaimiento, anorexia, náuseas, vómitos y dolor<br />

en cuadrante superior derecho.<br />

El periodo de estado se caracteriza por dermatitis o eritema<br />

reptante, con edema y eosinofilia, cuadro que fue descrito por<br />

Ollague como “paniculitis nodular migratoria eosinofílica”, 14<br />

con apariencia de cordones sinuosos, de longitud variable, con<br />

inflamación más evidente en el extremo distal, más frecuente en<br />

tórax, abdomen y caderas, que migran cambiando de lugar relativamente<br />

rápido. Las personas presentan prurito y sensibilidad<br />

dolorosa a la palpación. Hay periodos de intermitencia, con aparente<br />

curación, por días o semanas, para reaparecer en otro lugar.<br />

Finalmente, la larva muere y el proceso cura sin cicatrices.<br />

También se presenta la forma visceral, con síntomas referidos<br />

a la localización: pulmonar (tos, disnea, dolor torácico, hemoptisis;<br />

manifestaciones radiológicas de derrame pleural o<br />

infiltrados inespecíficos). 5,15,16 Intestinales (simular apendicitis,<br />

colecistitis e incluso masa tumoral). Urinarias (con hematuria<br />

y dolor lumbar). Ocular (con dolor intenso del ojo y disminución<br />

de la capacidad visual, fotofobia). 2 Sistema nervioso<br />

central (muy raras pero graves con manifestaciones de radiculomielitis,<br />

dolor neurítico o síntomas de localización en diversos<br />

sectores cerebrales).<br />

Diagnóstico<br />

La presunción clínica es fundamental para el diagnóstico de<br />

gnatostomiasis y se basa en la presencia de la lesión dérmica<br />

(tórax o abdomen) tipo nodular o placa, que cambia de lugar<br />

de un día para otro. El antecedente epidemiológico de la ingestión<br />

de “cebiche” es de gran ayuda. En el hemograma hay leucocitosis,<br />

eosinofilia elevada, con 50% o más de estas células. 4,17<br />

La biopsia de tejido celular subcutáneo, en la lesión, permite<br />

detectar gran infiltrado eosinofílico, además de fibroblastos,<br />

histiocitos y células gigantes. Intentar obtener la larva por<br />

cirugía no es recomendable.<br />

La serología es de utilidad para el diagnóstico y actualmente<br />

la técnica más usada es microELISA, 11 empleando antígenos<br />

diversos, somáticos crudos o de excreciones del parásito. La<br />

sensibilidad y la especificidad están alrededor del 95%. También<br />

son útiles las pruebas de immunoblot, que detectan dos<br />

bandas específicas de 30 y 38 kDa. 10<br />

Tratamiento<br />

La extirpación de la larva es el tratamiento definitivo pero no<br />

es posible en la mayor parte de los casos, por tanto, no se la<br />

recomienda. Diversos fármacos han sido utilizados en el tratamiento<br />

de la gnatostomiasis, siendo el albendazol, 9 por su facilidad<br />

de administración e inocuidad, el de elección. La dosis<br />

diaria es de 400 mg, aunque no hay acuerdo por el tiempo de<br />

administración que oscila entre 7 y 21 días. Es posible que aparezcan<br />

recidivas hasta un año después y se deba repetir el tratamiento.<br />

Con la ivermectina, 3,7,8 a una sola dosis de 200 mg/kg<br />

se obtiene un 100% de curación, sin efectos colaterales importantes.<br />

Prevención<br />

Se recomienda la cocción del pescado de agua dulce, pero para<br />

que esta medida funcione es necesario educar a la población<br />

especialmente en áreas endémicas sobre el significado de esta<br />

enfermedad y cómo se transmite. Los viajeros deben recibir<br />

instrucciones al respecto, debe insistirse que los “cebiches” preparados<br />

con productos de mar no son los transmisores.<br />

Referencias<br />

1. Almeyda-Artigas R. Hallazgo de Gnathostoma binucleatum<br />

n. sp. (Nematoda: Sprurida) en felinos silvestres y el<br />

papel de peces dulceacuícolas y ologohalinos como vectores<br />

de la gnatostomiasis humana en la cuenca baja del Río<br />

Papaloapan, Oaxaca, Veracruz, México (in Spanish with<br />

an English Abstract). An Inst Cienc Mar Limnol UNAM,<br />

1991;18:137-155.<br />

2. Bhattacharjee H, Das D, Medhi J. Intravitreal gnathostomiasis<br />

and review of literature. Retina, 2007;27:67-73.<br />

3. Bussaratid V, Desakorn V, Krudsood S et al. Efficacy<br />

of ivermectin treatment of cutaneous gnathostomiasis<br />

evaluated by placebo-controlled trial. Southeast Asian J<br />

Trop Med Public Health. 2006;37:433-40.<br />

4. Cornejo E. En: Fernández T: Texto de Medicina Tropical,<br />

Universidad de Guayaquil, tercera edición, 2004.<br />

5. Elzi L, Decker M, Battegay M et al. Chest pain after<br />

travel to the tropics. Lancet, 2004:363(9416):1198.


480 PARTE II Parasitología humana<br />

6. Fernández T. Texto de Medicina Tropical, Universidad<br />

de Guayaquil, Primera Edición, 1990:256.<br />

7. Fox L. Ivermectin: uses and impact 20 years on. Curr<br />

Opin Infect Dis, 2006;19:588-593.<br />

8. Kraivichian K, Nuchprayoon S, Sitichalernchai P et<br />

al. Treatment of cutaneous gnathostomiasis with ivermectin.<br />

Am J Trop Med Hyg, 2004;71:623-628.<br />

9. Kraivichian P, Kulkumthorn M, Yingyourd P et al.<br />

Albendazole for the treatment of human gnathostomiasis.<br />

Trans R Soc Trop Med Hyg, 1992;86:418-421.<br />

10. Laummaunwai P, Sawanyawisuth K, Intapan PM et<br />

al. Evaluation of human IgG class and subclass antibodies<br />

to a 24 kDa antigenic component of Gnathostoma<br />

spinigerum for the serodiagnosis of gnathostomiasis. Parasitol<br />

Res, 2007;101:703-708.<br />

11. Mimori T, Tada I, Kawabata M et al. Immunodiagnosis<br />

of human gnathostomiasis in Ecuador by skin test and<br />

ELISA using Gnathostoma doloresi antigen. Jpn J Trop<br />

Med Hyg, 1987;15:191-196.<br />

12. Moore D, McCroddan J, Dekumyoy P et al. Gnathostomiasis:<br />

an emerging imported disease. Emerg Infect<br />

Dis, 2003;9:647-650.<br />

13. Ollague W, Ollague I, Guevara A et al. Human<br />

gnathostomiasis in Ecuador (nodular migratory eosinophilic<br />

panniculitis): first finding of the parasite in South<br />

America. Int J Dermatol, 1984;23:647-651.<br />

14. Ollague W. Gnathostomiasis (Paniculitis Nodular Migratoria<br />

Eosinofílica). Guayaquil, Ecuador: Instituto<br />

Ecuatoriano de Seguridad Social, 1985.<br />

15. Parola P, Bordmann G, Brouqui P et al. Eosinophilic<br />

pleural effusion in gnathostomiasis. Emerg Infect Dis,<br />

2004;10:1690-1691.<br />

16. Sithinamsuwan P, Chairangsaris P. Images in clinical<br />

medicine. Gnathostomiasis-Neuroimaging of larval migration.<br />

New England J Med, 2005;353:188.<br />

17. Vázquez O, Campos T, Rondán A. Gnatostomiasis humana<br />

abordaje, diagnóstico y tratamiento. Revista del<br />

Centro de Investigación, Universidad La Salle, 2006;7:65-<br />

76.<br />

18. Wilson M, Chen L. Dermatologic Infectious Diseases<br />

in International Travelers. Curr Infect Dis Rep, 2004;6:54-<br />

62.


Capítulo<br />

62<br />

Capilariasis tisulares*<br />

Nadia El-Dib • Thomas Weitzel<br />

Capillaria hepatica<br />

Introducción histórica<br />

C. hepatica fue reportada por vez primera en el hígado de ratas.<br />

En 1893, Bancroft llamó al parásito Tricocephalus hepatica, y<br />

describió la presencia de fragmentos de gusanos adultos y sus<br />

huevos encapsulados en el parénquima hepático. En 1924,<br />

MacArther reportó el primer caso en un ser humano en especímenes<br />

de hígado obtenidos durante la autopsia de un soldado<br />

inglés que murió después de volver de India. 12 El autor identificó<br />

los huevos y fragmentos de los gusanos adultos.<br />

C. hepatica es un parásito relativamente común de ratas.<br />

Las tasas de infección entre estos animales pueden alcanzar hasta<br />

90% en algunas áreas. 3 El ser humano no es un hospedero<br />

ordinario. Hasta ahora hay hasta 40 casos reportados en seres<br />

humanos. 3,5,6 Aunque la infección es rara en el ser humano,<br />

puede causar síntomas graves y ser mortal.<br />

Concepto<br />

Infección zoonótica por nematodo transmitida por consumo<br />

de huevos infecciosos de C. hepatica, por lo general por medio<br />

de alimentos o agua contaminados. Los adultos viven en el hígado<br />

del hospedero, donde forman lesiones parecidas a tumor.<br />

Clasificación taxonómica<br />

Sinónimo: Hepaticola hepatica. Capillaria hepatica es un nematodo<br />

pequeño de los géneros Trichosoma, Hepaticola, Eucoleus,<br />

Thominx y Capillaria. Moravec lo colocó en el género Calodium,<br />

13 y Anderson lo consideró Calodium hepaticum. 1 Sin<br />

embargo, el término Capillaria hepatica siguió usándose en el<br />

campo de la parasitología.<br />

Aspectos biológicos<br />

Morfología. Los gusanos adultos son delicados y delgados,<br />

blancuzcos, con estriaciones transversales finas. El esófago es<br />

largo y está rodeado por esticocitos. La hembra mide aproximadamente<br />

20 mm de longitud y 100 mm de ancho; la vulva se<br />

abre en posición justo posterior al esófago; el ano es subterminal.<br />

El macho mide alrededor de 10 mm de largo, y tiene una<br />

espícula larga que está un poco quitinizada y protegida dentro<br />

de una vaina membranosa retráctil. 3 El huevo es de color amarillo-pardusco,<br />

en forma de barril, y bioperculado, con tapones<br />

mucosos claros en ambos extremos. Mide alrededor de 60 <br />

32 mm, y tiene una vaina gruesa con poros pequeños que le<br />

imparten un aspecto estampado característico. 6<br />

Ciclo de vida. Los gusanos adultos habitan en el parénquima<br />

hepático de ratas y otros animales; depositan sus huevos en el<br />

tejido vecino y forman nódulos parecidos a tumor. El parásito<br />

tiene un ciclo de vida directo, sin hospederos intermediarios;<br />

sin embargo, un hospedero de transporte es de suma importancia<br />

para completar el ciclo de vida. Este hospedero de transporte<br />

debe ser un depredador que devora un animal infectado, por<br />

ejemplo, un gato que come una rata. Comer el hígado infectado<br />

permite a los huevos del parásito llegar al suelo junto con las<br />

heces del predador. Los huevos se desarrollan y embrionan en<br />

el suelo en el transcurso de un mes en condiciones favorables de<br />

humedad y temperatura. 4 En el suelo pueden sobrevivir a temperaturas<br />

tan bajas como de 15°C, y permanecen viables e<br />

infecciosos durante algunos meses. 6 La infección de seres humanos<br />

sucede luego de ingestión de huevos embrionados viables<br />

en alimentos o bebidas contaminados. La pica o geofagia<br />

también podría llevar a infección.<br />

Los huevos eclosionan en el intestino del hospedero infectado,<br />

y las larvas liberadas (140 a 190 mm) penetran en la pared<br />

intestinal, entran a la venas porta, y llegan al hígado donde<br />

maduran hacia adultos y depositan huevos en el parénquima<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

481


482 PARTE II Parasitología humana<br />

hepático circundante. Algunas larvas pueden llegar a otros sitios<br />

del cuerpo, y causan síntomas de larva migrans visceral. 8<br />

Los gusanos adultos tienen un lapso de vida breve, de alrededor<br />

de dos meses, y se desintegran después de la oviposición. 6<br />

Patogenicidad y anatomía patológica<br />

La presencia de los gusanos adultos y sus huevos en el parénquima<br />

hepático estimula reacciones inflamatorias intensas, infiltración<br />

celular y formación de granuloma. Las alteraciones<br />

del parénquima se caracterizan por degeneración, picnosis y<br />

cariorrexis de las células hepáticas, con pérdida de la estructura<br />

típica del hígado. El tamaño y el peso del hígado aumentan<br />

como resultado del depósito de huevos y la respuesta granulomatosa<br />

crónica resultante. Hay calcificación en las etapas tardías.<br />

Después de 3 a 4 meses, casi todas las lesiones se hacen no<br />

reactivas y quedan rodeadas por una capa delgada de tejido<br />

conjuntivo. 6<br />

Datos epidemiológicos<br />

Aunque C. hepatica es un parásito del hígado de ratas, no<br />

muestra especificidad de hospedador, e infecta una amplia<br />

gama de animales de todo el mundo. La infección de seres humanos<br />

es muy rara, y el ser humano se considera un extremo<br />

ciego del ciclo de vida del parásito. El ciclo de vida depende<br />

principalmente de la predación entre animales, con contaminación<br />

subsiguiente del suelo. La infección ocurre como resultado<br />

de ingestión de huevos embrionados en alimentos o bebidas<br />

contaminados, o por geofagia.<br />

Manifestaciones clínicas<br />

La gravedad de la infección depende de la presencia de gusanos<br />

vivos o desintegrados y sus huevos en el tejido hepático, y de la<br />

carga del parásito en el hígado infectado. Las manifestaciones<br />

clínicas comprenden hepatomegalia hipersensible, a veces con<br />

esplenomegalia, fiebre, leucocitosis y eosinofilia. En algunos<br />

pacientes también se encuentran distensión abdominal, náuseas,<br />

vómitos, anorexia y edema de las extremidades. Las pruebas<br />

de función hepática y la concentración sérica de proteína<br />

pueden resultar anormales. Se han descrito anemia hipercrómica<br />

periférica moderada y proliferación notoria de leucopoyesis<br />

eosinofílica en la médula ósea. 6 Se detectaron cambios displásicos<br />

en el parénquima hepático de animales de experimentación,<br />

y se atribuyeron a una secuela de lesión mecánica o fenómeno<br />

adverso antigénico directo de los parásitos o sus toxinas<br />

para las células hepáticas, con la formación de fibrosis septal. 9<br />

Se ha sospechado que los casos menos graves en seres humanos<br />

podrían pasar inadvertidos por diversas razones. En primer<br />

lugar, los médicos a menudo no están conscientes de C.<br />

hepatica como un parásito del ser humano, porque los casos en<br />

seres humanos son poco comunes y hay muy pocos. Asimismo,<br />

las manifestaciones clínicas en casos más leves probablemente<br />

comparten signos y síntomas con muchas otras enfermedades.<br />

Sin embargo, el principal problema en el diagnóstico de la infección<br />

se relaciona con el ciclo de vida del parásito, porque los<br />

huevos están encerrados en el hígado y sólo llegan al ambiente<br />

después de que el hígado ha sido comido por un predador o el<br />

hospedador muere. Por ende, los huevos de C. hepatica no se<br />

encuentran en exámenes parasitológicos de heces.<br />

Los gusanos adultos de C. hepatica viven una vida transitoria<br />

dentro del hígado del hospedador. Poco después del depósito<br />

de huevos, los gusanos mueren y se desintegran, lo cual<br />

causa lesiones necroinflamatorias focales. Estas lesiones, que<br />

contienen restos y huevos de gusano, tienden a curar mediante<br />

encapsulación, calcificación y resorción. 6,9<br />

Diagnóstico de laboratorio<br />

Los datos diagnósticos clínicos son: hepatomegalia hipersensible,<br />

fiebre y leucocitosis con eosinofilia. Las lesiones hepáticas<br />

aparecen como nódulos de color blanco o grisáceo sobre la superficie<br />

del hígado. Casi todos los casos reportados se diagnosticaron<br />

en la autopsia. Algunos casos se diagnosticaron por<br />

medio de biopsia de los nódulos parasitarios obtenida mediante<br />

intervención quirúrgica abierta, laparoscopia o por medio de<br />

punción hepática con aguja. 10 Los casos también deben diferenciarse<br />

de lesiones hepáticas similares, por ejemplo, afección<br />

amebiana del hígado, síndrome de Loeffler, triquinosis, enfermedad<br />

de Hodgkin, histoplasmosis y larva migrans visceral, 6<br />

así como colangiocarcinoma. 15<br />

La biopsia hepática es la piedra angular del diagnóstico.<br />

Especímenes obtenidos a partir de las lesiones se examinan al<br />

microscopio, y muestran focos necróticos y granuloma que<br />

consta de muchos eosinófilos. En etapas tempranas de la infección<br />

se detectan secciones del tejido del gusano, y puede diagnosticarse<br />

al visualizar partes de los esticocitos característicos.<br />

Los huevos son altamente diagnósticos del parásito, junto con<br />

células inflamatorias y fibrosis hepática (figura 62-1). A medida<br />

que progresa la enfermedad, algunos huevos pueden ser fagocitados<br />

y destruidos por células gigantes multinucleadas. 6<br />

Si está disponible, se recomienda diagnóstico serológico mediante<br />

estudio de inmunofluorescencia indirecta para propósitos<br />

diagnósticos y de detección, especialmente en infecciones<br />

tempranas. 2<br />

También se han reportado infecciones espurias en seres<br />

humanos por huevos de C. hepatica. Ocurren como resultado<br />

de ingestión del hígado de un animal infectado. Aparecen huevos<br />

inmaduros del parásito en las heces de los pacientes, 8 y tienen<br />

que diferenciarse de los de T. trichiura.<br />

Tratamiento<br />

Los antihelmínticos, por ejemplo tiabendazol o albendazol, durante<br />

al menos dos semanas son eficaces en etapas tempranas<br />

de la infección porque afectan los parásitos adultos, pero no<br />

tienen efecto importante sobre los huevos. Con el diagnóstico


CAPÍTULO 62 Capilariasis tisulares 483<br />

Figura 62-1. Secciones de gusanos adultos y un gran número de<br />

huevos rodeados de células inflamatorias en un hígado de rata<br />

infectado con Capillaria hepatica.<br />

temprano y en presencia de infección leve puede haber una<br />

respuesta favorable al tratamiento. En estudios experimentales<br />

se demostró que el tiabendazol o el albendazol usados por<br />

separado o en combinación con ivermectina mostraron un mejor<br />

efecto contra larvas y adultos en pacientes con infección<br />

temprana, y dieron lugar a un decremento del número medio<br />

de huevos. El gluconato sódico de antimonio también se ha<br />

usado contra gusanos adultos. 6,7 Pueden administrarse corticosteroides<br />

para mejorar las reacciones inflamatorias y disminuir<br />

el fenómeno adverso hepático causado por los gusanos<br />

desintegrados.<br />

Medidas preventivas<br />

La educación para la salud acerca de los peligros de alimentos y<br />

bebidas contaminados es muy importante, con mejoría de los<br />

hábitos higiénicos. El control de roedores y la eliminación sanitaria<br />

de animales muertos son de suma importancia.<br />

Otros capiláridos<br />

Capillaria aerophyla<br />

C. aerophyla (sinónimo Trichosoma aerophyla) es un parásito de<br />

las vías respiratorias de gatos salvajes y domésticos, perros y<br />

otros caninos, de todo el mundo. Los seres humanos son hospederos<br />

accidentales; hasta ahora se han descrito 11 casos en<br />

seres humanos; ocho de ellos ocurrieron en Rusia y Ucrania,<br />

uno en Marruecos, uno en Irán y uno en Francia. 3,6<br />

Los gusanos adultos comparten dimensiones y otras características<br />

morfológicas con otros capiláridos; su hábitat es la<br />

mucosa respiratoria. Los huevos miden alrededor de 65 <br />

35 mm, y tienen tapones polares característicos; son depositados<br />

en túneles dentro del epitelio de la mucosa, donde causan<br />

inflamación e irritación importantes. Se desprenden hacia las<br />

vías respiratorias, se expulsan en el esputo al toser, se degluten<br />

y se expulsan en las heces del hospedero. 4,6 Cuando llegan al<br />

suelo, los huevos inmaduros se desarrollan en condiciones favorables<br />

hasta madurar, y se hacen infecciosos después de alrededor<br />

de seis meses. Las lombrices de tierra de los géneros Lumbricus<br />

y Allolophora, y posiblemente otros animales pueden<br />

servir como hospederos paraténicos o transportadores. 8 La infección<br />

ocurre por la ingestión de los huevos embrionados o de<br />

lombrices de tierra infectadas. Una vez en el cuerpo del hospedero,<br />

las larvas migran hacia las vías respiratorias mediante la<br />

sangre y la linfa. 6 El periodo prepatente dura alrededor de 25 a<br />

40 días. 4 La reacción inflamatoria en el revestimiento epitelial<br />

de las vías respiratorias está dominada por leucocitosis y eosinofilia;<br />

también se han descrito células gigantes multinucleadas<br />

alrededor de secciones del parásito, con linfocitos, células plasmáticas<br />

y eosinófilos. 6 Las manifestaciones clínicas son tos, estornudos,<br />

estertores, así como otros síntomas respiratorios,<br />

debilidad y pérdida del apetito. Pueden aparecer bronconeumonía<br />

lobar y hemorragia de mucosa, con secreción aumentada<br />

de moco. Las radiografías muestran infiltración del pulmón<br />

con lesiones reticulogranulares. Pueden detectarse huevos del<br />

parásito en el esputo, o en las heces, o en ambos. 3<br />

La enfermedad es prevaleciente entre caninos, felinos y algunos<br />

otros animales de todo el mundo. A veces ocurren epidemias,<br />

y tienen cierta importancia económica en granjas donde<br />

se crían animales con pelaje, como zorros. Las infecciones en<br />

seres humanos son raras, pero podrían estar diagnosticadas de<br />

manera insuficiente.<br />

Anatrichosoma cutaneum<br />

A. cutaneum (sinónimo: Trichosoma cutaneum) es un parásito<br />

parecido a Capillaria, de la piel y la mucosa nasal de primates<br />

en Asia y África. 6 Hasta ahora se han reportado dos casos de<br />

lesiones cutáneas en seres humanos: uno en un paciente japonés<br />

con síntomas típicos de una larva migrans cutánea que se<br />

trató mediante extracción de varios gusanos hembra de la lesión,<br />

14 y el segundo en un varón vietnamita, quien albergaba<br />

tres gusanos hembra adultos en la piel de una mano, un pie y el<br />

escroto. 11 El ciclo de vida del parásito es indeterminado. Se<br />

sospecha que los huevos embrionados son directamente infecciosos<br />

y que las larvas que están eclosionando migran hacia el<br />

tejido subcutáneo del hospedero infectado. En sus hospederos<br />

primates naturales, los gusanos adultos causan lesiones serpiginosas<br />

en los tejidos subcutáneos de las plantas, las palmas y la<br />

mucosa nasal. Como resultado, se han descrito edema, ronchas<br />

urticariales, nódulos y ampollas.<br />

La terapia depende en su mayor parte de la extracción quirúrgica<br />

del parásito. 11,14 La administración de antihelmínticos<br />

como tiabendazol, mebendazol o albendazol durante dos semanas<br />

también podría curar las lesiones. 6<br />

La enfermedad está ampliamente diseminada entre primates<br />

no humanos. En un estudio en monos africanos se mostró<br />

infección por este parásito en 29%, y en otros estudios en macacos<br />

salvajes se encontró infección en hasta 45%. 6


484 PARTE II Parasitología humana<br />

Referencias<br />

1. Anderson R. Nematode parasites of vertebrates: Their<br />

development and transmission. CAB International Willingford<br />

Oxon, 1992:540-561.<br />

2. Assis B, Cunha L, Baptista A et al. A contribution to<br />

the diagnosis of Capillaria hepatica infection by Indirect<br />

Immunofluorescence Test. Mem Inst Oswaldo Cruz,<br />

2004;99:137-177.<br />

3. Beaver P, Jung R, Cupp E. Clinical Parasitology. 9 th<br />

Edition, Philadelphia: Lea & Febiger, 1984:245-246.<br />

4. Chang T. Chapter 14: Nemata: The roundworms, Adenophorean<br />

Nematodes, in: General Parasitology, 2 nd edition.<br />

Sanat Printers, Kundli, 2006:492-494.<br />

5. Choe G, Lee H, Seo J, Chai J et al. Hepatic capillariasis:<br />

first case reported in the Republic of Korea. Am J Trop<br />

Med Hyg, 1993;48:610-625.<br />

6. Cross J. Capillariosis, in: Palmer SR, Soulsby E, Simpson<br />

D, Zoonoses. Oxford University Press, Oxford, 1998;<br />

759-772.<br />

7. El-Gebaly M, Nassery S, El-Azzouni M et al. Effect of<br />

mebendazole and ivermectin in experimental hepatic capillariasis:<br />

parasitological, scanning electron microscopy<br />

and immunological studies. J Egypt Soc Parasitol, 1996;<br />

26:261-272.<br />

8. Fan P, Chung W, Chen E. Capillaria hepatica; a spurious<br />

case with a brief review. Kaohsiung J Med Sc, 2000;<br />

16:360-367.<br />

9. Ferreira L, Andrade Z. Capillaria hepatica: a cause of<br />

septal fibrosis of the liver. Mem Inst Oswaldo Cruz, 1993;<br />

88:441-447.<br />

10. Klenzak J, Mattia A, Valenti A et al. Hepatic capillariasis<br />

in Maine presenting as a hepatic mass. Am J Trop<br />

Med Hyg, 2005;72:651-653.<br />

11. Le-Van-Hoa, Dong-Hong-Mo, Nguyen-luu-Vien. Premier<br />

cas de capillariose cutanée humaine. Bull Soc Pathol<br />

Exot, 1963;2005;6:121-126.<br />

12. MacArther W. A case of infestasion of the human liver<br />

with Hepaticola hepatica (Bancroft, 1893), Hall, 1916.<br />

Proc R Soc Med, 1924;17:83-84.<br />

13. Moravec F. Proposal for a new systematic arrangement<br />

of nematodes of the family Capillaridae. Fol Parasitol,<br />

1982;29:119-132.<br />

14. Morishita K, Tani T. A case of Capillaria infection causing<br />

cutaneous creeping eruption in man. J Parasitol,<br />

1960;46:79-89.<br />

15. Tesana S, Puapairoj A, Seaseow O. Granulomatous,<br />

hepatolithiasis and hepatomegaly caused by Capillaria hepatica<br />

infection. First case report in Thailand. Southeast<br />

Asian J Trop Med Public Health, 2007;38:636-640.


Capítulo<br />

63<br />

Angiostrongiliasis abdominal*<br />

Pedro Morera †<br />

Antecedentes históricos<br />

La angiostrongiliasis abdominal (AA) es una parasitosis en la<br />

que el agente etiológico fue buscado, encontrado y descrito<br />

unos años después de que la enfermedad se observó por primera<br />

vez. El primer caso de esta parasitosis fue encontrado en<br />

Costa Rica en 1952, pero las primeras publicaciones de ese hallazgo<br />

se hicieron cinco años después. 3,8 Se trataba de una niña<br />

de ocho años de edad que vivía en un pequeño pueblo, cerca de<br />

San José, quién había sido internada en el Servicio de Pediatría<br />

del Hospital San Juan de Dios. El examen de la paciente descubrió<br />

la presencia de una masa palpable a nivel del ciego, por lo<br />

que se le hizo un diagnóstico de tumor maligno del ciego; la<br />

paciente fue operada y se le resecó una masa que incluía una<br />

pequeña parte del íleon, el apéndice y el ciego. El examen macroscópico<br />

de la biopsia mostró un engrosamiento de la pared<br />

intestinal a nivel del ciego, el estudio histopatológico demostró<br />

que no había un tumor maligno y que el aumento del grosor de<br />

la pared intestinal se debía a una reacción inflamatoria granulomatosa,<br />

con fuerte infiltración eosinofílica; además, en la<br />

submucosa se observaron “cuerpos extraños” de unos 65 mm de<br />

diámetro y el diagnóstico del patólogo fue granuloma eosinófilico.<br />

Más tarde, el estudio del parasitólogo permitió decir que<br />

se trataba de alguna estructura parasitaria, probablemente huevos<br />

de helminto. La pieza quirúrgica fue entonces sacada de la<br />

formalina y luego estudiada con un microscopio de disección.<br />

Con este método, se obtuvieron tres nematodos enteros, dos<br />

machos y una hembra. El primer hallazgo importante fue la<br />

presencia de una bolsa copulatriz en los machos, lo que permitió<br />

colocar el parásito dentro del Orden Strongylata. A partir de<br />

aquel momento se hizo el estudio taxonómico con una base<br />

concreta.<br />

En 1967 aparecieron de manera simultánea y en la misma<br />

revista dos publicaciones. En la primera, 3 se hizo una descripción<br />

de las lesiones causadas por el parásito. En el segundo trabajo,<br />

publicado como “nota previa”, 8 se hizo una descripción<br />

preliminar del parásito; a pesar de que se dice que las características<br />

observadas permitirían una clasificación más allá de Superfamilia,<br />

se decidió esperar por más información y completar<br />

la identificación de la especie.<br />

En 1971, el profesor Alain Chabaud, helmintólogo del<br />

Museo de Historia Natural de París, solicitó el envío de algunos<br />

ejemplares adultos de AA. Después del estudio morfológico de<br />

los mismos describió un nuevo género, Morerastrongylus gen.<br />

nov., 4 para colocar A. costaricensis, de modo que pasó a ser<br />

Morerastrongylus costaricensis.<br />

El paso siguiente consistió en dilucidar el ciclo evolutivo<br />

del parásito, 9,11 una descripción, junto con una redescripción<br />

de la especie basada en ejemplares obtenidos del hospedero natural,<br />

fue publicada en 1973. 12 A partir de aquel momento, se<br />

han desarrollado varias líneas de investigación.<br />

Definición<br />

La angiostrongiliasis abdominal es causada por Angiostrongylus<br />

costaricensis, 11 un nematodo diheteroxeno cuyo hospedero definitivo<br />

natural lo constituyen varias especies de roedores, y el<br />

hospedero intermediario son moluscos, especialmente las babosas<br />

de la familia Veronicellidae. El humano se considera un<br />

hospedero secundario. Las lesiones en el ser humano se observan<br />

principalmente en la región ileocecocólica, pero también se<br />

observan localizaciones ectópicas.<br />

Clasificación<br />

Clase:<br />

Orden:<br />

Nematoda<br />

Strongylata<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

†<br />

Fallecido.<br />

485


486 PARTE II Parasitología humana<br />

Superfamilia: Metastrongyloidea<br />

Subfamilia: Angiostrongylinae<br />

Género: Angiostrongylus<br />

Especie: costaricensis<br />

L3<br />

- -<br />

L4<br />

L5<br />

Biología<br />

Los parásitos son cilíndricos, filiformes con la extremidad caudal<br />

ligeramente curvada ventralmente en ambos sexos. En la<br />

extremidad cefálica, arredondeada, está la abertura bucal, rodeada<br />

de tres pequeños labios. La cutícula es transparente, lisa,<br />

excepto hacia las extremidades donde es más gruesa y finamente<br />

estriada. El poro excretor es ligeramente posterior a la unión<br />

esofagointestinal. El anillo nervioso está por delante de la mitad<br />

del esófago, el cual es de forma cilíndrica, con la extremidad<br />

posterior ligeramente ensanchada.<br />

El macho mide de 17.4 a 22.2 mm de longitud por 0.28 a<br />

0.31 mm de diámetro, y el esófago mide de 0.180 a 0.225 mm.<br />

El testículo se inicia en un punto situado ligeramente por detrás<br />

de la unión esofagointestinal. Las espículas son delgadas,<br />

iguales y estriadas; la extremidad cefálica de las mismas es arredondeada;<br />

miden 0.318 a 0.330 mm y son de las más cortas<br />

dentro del género. El gubernáculo está constituido por dos ramas<br />

que se juntan antes de terminar en la cloaca. La bolsa copulatriz<br />

es simétrica y medianamente desarrollada (figura 63-1).<br />

Los rayos ventrales están unidos, excepto en extremidades; el<br />

ventroventral es ligeramente más corto que el ventrolateral,<br />

el cual posee una ligera prolongación en forma de pelo. Los<br />

rayos laterales emergen de un tronco común, muy separados de<br />

los ventrales; el mediolateral y el posterolateral están unidos en<br />

su mitad proximal; el anterolateral es más grueso que los anteriores<br />

y se separa de los mismos muy cerca de la base. El rayo<br />

externodorsal está situado cerca del tronco lateral y está bien<br />

separado del rayo dorsal; en su extremidad distal tiene un ensanchamiento.<br />

El rayo dorsal es corto, ancho en su base y se<br />

bifurca en dos ramas que terminan en puntas finas; en su cara<br />

ventral, por detrás de la bifurcación hay una papila. La cloaca<br />

tiene una abertura en forma de media luna, con la convexidad<br />

hacia la extremidad caudal; por delante de la abertura cloacal<br />

hay tres papilas.<br />

La hembra mide de 28.2 a 42.0 mm de longitud por 0.322<br />

a 0.350 mm de diámetro máximo. El esófago mide de 0.230 a<br />

0.260 mm. La extremidad caudal es cónica, con una pequeña<br />

proyección en la punta. El ano se encuentra situado de 0.060 a<br />

0.065 mm y la vulva de 0.24 a 0.29 mm de la extremidad caudal.<br />

En los ejemplares vivos se puede ver que el largo tubo que<br />

constituye el aparato genital femenino se arrolla alrededor del<br />

intestino, dándole un aspecto espiralado a las hembras. El útero<br />

está unido a la vulva por una corta vagina.<br />

Ciclo evolutivo<br />

Angiostrongylus costaricensis, es un nematodo diheteroxeno (figura<br />

63-2). El hospedero definitivo natural más importante en<br />

L3<br />

L3<br />

- -<br />

L2<br />

Figura 63-2. Esquema del ciclo evolutivo de Angiostrongylus<br />

costaricensis.<br />

América Central es la rata algodonera Sigmodon hispidus, pero<br />

existen otras especies que también se encuentran naturalmente<br />

infectadas. En estos roedores el hábitat normal de hembras y<br />

machos adultos son las arterias mesentéricas, especialmente<br />

aquellas de la región ileocecal. 12<br />

Después de la cópula, la hembra oviposita huevos unicelulares<br />

que son arrastrados por la corriente sanguínea hasta las<br />

arterias de la pared intestinal, en donde quedan atascados en<br />

grupos al reducirse el calibre del vaso. En los cortes histológicos<br />

de la pared intestinal de ratas infectadas, se pueden ver todas las<br />

fases del desarrollo embrionario, desde el cigoto hasta las larvas<br />

maduras, migrando en los tejidos para alcanzar la luz intestinal.<br />

El microscopio electrónico muestra que la membrana ovular es<br />

muy fina, por lo que es difícil verla con el microscopio de luz.<br />

El desarrollo embrionario se inicia casi inmediatamente después<br />

de la oviposición y la formación de la larva de primer estadio<br />

(L 1 ) dura un promedio de cuatro días. Cuando está completamente<br />

madura, se mueve hacia la luz intestinal y llega al<br />

L1<br />

L1


CAPÍTULO 63 Angiostrongiliasis abdominal 487<br />

suelo en las heces del roedor. El principal hospedero intermediario,<br />

la babosa Sarasinula plebeia, se infecta al ingerir las heces<br />

del roedor conteniendo las larvas de primer estadio.<br />

Desarrollo en el molusco<br />

La larva de primer estadio (L 1 ) contenida en las heces del roedor<br />

es muy activa. Mide de 260 a 290 mm de longitud por<br />

14 mm de ancho. La cola es cónica y presenta una escotadura<br />

en la parte dorsal, cerca de la punta. El esófago mide un promedio<br />

de 128 mm. El intestino es un tubo finamente granular que<br />

se extiende hasta la extremidad caudal en donde se continúa<br />

con el recto; el ano está localizado a 26 mm de la punta de la<br />

cola. El anillo nervioso está a 40 mm y el primordio genital a<br />

135 mm de la extremidad cefálica.<br />

Después de que la L 1 es ingerida por el molusco, se traslada<br />

del tubo digestivo a los tejidos fibromusculares del manto y<br />

del pie del molusco y se ubica cerca de la superficie; a partir de<br />

este momento la morfología de la larva comienza a cambiar: al<br />

segundo día se observa muy engrosada y llena de gránulos; estos<br />

cambios son más marcados al tercer día. La primera muda<br />

acontece el 4 o día. La piel de la primera ecdisis permanece hasta<br />

que se completa el desarrollo en el molusco. La L 2 crece<br />

desde el 4 o hasta el 10 o días, cuando alcanza un tamaño de<br />

370 mm. El gran número de gránulos que estas larvas acumulan,<br />

dificulta la observación de la forma de los órganos internos.<br />

Todos los estadios que se observan en la babosa son inmóviles<br />

y se localizan en los tejidos fibromusculares del pie y del<br />

manto del molusco, inmediatamente por debajo del tegumento<br />

superficial. La larva de tercer estadio (L 3 ), que es la forma<br />

infectante para el mamífero (figura 63-3), mide de 460 a 480<br />

mm de longitud por 28 mm de ancho. La extremidad cefálica<br />

es arredondeada y muestra rhabdions muy prominentes. La<br />

cola muestra una concavidad en la parte dorsal, en el mismo<br />

sitio en donde hay una convexidad en la parte ventral; el esófago<br />

mide 164 mm; por su parte, el intestino es tubular y el ano<br />

está a 32 mm de la punta de la cola. El anillo nervioso y el poro<br />

excretor están a 64 y a 80 mm, respectivamente de la extremidad<br />

cefálica. El primordio genital está situado a 164 mm de la<br />

extremidad caudal. La aparición de la segunda muda se produce<br />

entre el 11 o y el 14 o días y la larva de tercer estadio madura<br />

entre el 16 o y el 19 o días; ésta retiene las membranas de las dos<br />

mudas hasta que sale de los tejidos del molusco. Una vez que<br />

la L 3 es liberada por digestión de los tejidos del molusco, se<br />

hace muy activa.<br />

Desarrollo y migración en el roedor<br />

Cuando las larvas de tercer estadio se liberan en el estómago del<br />

roedor por digestión de los tejidos del molusco, se mueven rápidamente<br />

hacia la región ileocecal del intestino, donde penetran<br />

la pared intestinal y 4 horas después de la infección,<br />

solamente unas pocas larvas muertas permanecen en la luz intestinal.<br />

Entre 12 a 24 horas después las larvas se encuentran<br />

en los vasos linfáticos de la cavidad abdominal, especialmente<br />

en aquellos del mesenterio y de la pared intestinal. Unas pocas<br />

se pueden encontrar en los vasos linfáticos del tejido conjuntivo<br />

que rodea los ganglios linfáticos y el hígado. En los pulmones<br />

se pueden encontrar algunas pocas larvas 12 a 24 horas<br />

después de la infección. De 48 a 72 horas después, las larvas<br />

están en el mismo hábitat, pero se observa un aumento de tamaño,<br />

ya que para entonces miden 560 mm de longitud.<br />

La tercera muda aparece entre el 3 o y el 4 o días después de<br />

la infección del roedor, cuando en la larva de cuarto estadio<br />

(L 4 ) ya aparece una clara diferenciación sexual. La hembra<br />

mide 925 mm y el macho 857 mm. La cuarta y última muda se<br />

comienza a observar el 5 o día, y en el 7 o ya todos los parásitos<br />

son jóvenes adultos con sus órganos sexuales externos e internos<br />

bastante desarrollados. Una vez formadas, estas formas juveniles<br />

atraviesan la pared de los vasos linfáticos que los albergan,<br />

se mueven por el tejido conjuntivo y, cuando encuentran<br />

una arteriola, se introducen en la luz de la misma a través de la<br />

pared, causando pequeñas hemorragias alrededor del vaso.<br />

Unos 10 días después de la infección todos los parásitos están<br />

en las pequeñas arterias de la región ileocecal, su hábitat definitivo;<br />

para entonces miden 3.75 mm el macho y 4.40 mm la<br />

hembra. El estudio microscópico de estos jóvenes parásitos<br />

muestra ya la presencia de sangre en el tubo digestivo. A partir<br />

de este momento el crecimiento es muy rápido, alcanzan la<br />

madurez sexual unos 20 días después de la infección, pero<br />

la madurez somática sólo se alcanza unos 45 días después. El<br />

periodo prepatente es de 24 días.<br />

Epidemiología<br />

Distribución geográfica y prevalencia<br />

El primer caso de AA reportado fuera de Costa Rica se encontró<br />

en Honduras. 17 Después de este hallazgo y muy esporádicamente,<br />

aparecieron reportes aislados del hallazgo de la parasitosis<br />

en Venezuela, 22 Panamá, 20 México 24 y Colombia. 6 A partir<br />

de este momento, el incremento del conocimiento de esta parasitosis<br />

por parte del personal médico, ha hecho que se comience<br />

a diagnosticar con más frecuencia.<br />

En Costa Rica, país con 4 000 000 de habitantes en condiciones<br />

ambientales similares a las de los países vecinos, se observa<br />

un promedio de 300 casos por año. Es posible entonces<br />

que la diferencia en la prevalencia en el resto de Centroamérica<br />

se deba al conocimiento del problema por parte del personal<br />

médico; un ejemplo de esto es un estudio retrospectivo en un<br />

hospital de Nicaragua, en el que se revisaron todas las biopsias<br />

de intestino de dos años seguidos y se encontró el parásito en<br />

20 pacientes, ninguno de los cuales tenía el diagnóstico etiológico<br />

de angiostrongiliasis. Algo similar sucedió en Ecuador, por<br />

lo que es posible que no se estén diagnosticando todos los casos<br />

de AA que realmente existen. De hecho, sólo en Chile, Paraguay,<br />

Uruguay y algunas islas del Caribe, no se ha encontrado<br />

la enfermedad. También se encontró un caso autóctono en Zaire,<br />

República del Congo, África. 2


488 PARTE II Parasitología humana<br />

Hospederos naturales del parásito<br />

Los hospederos definitivos de A. costaricensis son principalmente<br />

roedores, pero otros mamíferos también se infectan. El humano<br />

y otros mamíferos, como el perro y algunos monos, se<br />

consideran hospederos accidentales. En Centroamérica, la rata<br />

algodonera Sigmodon hispidus se considera el hospedero definitivo<br />

más importante; ésta es una rata que no entra a las casas<br />

pero vive en los alrededores de las mismas; también se pueden<br />

encontrar en cañaverales y en otros sembradíos que constituyen<br />

alimento para ellas, pero no se encuentran en los bosques. Su<br />

distribución geográfica se extiende desde los estados sureños de<br />

EUA hasta parte de Colombia, Venezuela y Ecuador. Sólo en el<br />

territorio que comprende Panamá y Costa Rica se han encontrado<br />

12 especies de roedores con infección natural, lo que indica<br />

que el parásito tiene poca especificidad de hospedero. Dos<br />

mamíferos salvajes, el coatí mundi en Costa Rica 7 y marmosetas<br />

de la Amazonia peruana 18 se encontraron con infección natural.<br />

En el sur de Brasil, las ratas Oryzomys nigripes y O. ratticeps<br />

fueron las primeras encontradas naturalmente infectadas y<br />

por ahora se consideran los hospederos definitivos mas importantes.<br />

19 Es probable que en ese extenso territorio existan otros<br />

mamíferos infectados.<br />

La rata S. hispidus tiene una producción de larvas muy<br />

variable; 1 en las heces de ratas infectadas con 50 L 3 se observó<br />

que la oviposición diaria de larvas varía de entre 1 500 a<br />

10 000/g de heces, con un promedio de 6 000 larvas/g. Un alto<br />

porcentaje de las especies de ratas son omnívoras por lo que es<br />

de esperar que la infección la adquieran por la ingestión de<br />

moluscos infectados; sin embargo, el hallazgo de infección natural<br />

de algunas especies herbívoras como la rata Zygodontomys<br />

microtinus, demuestra que la ingesta de moluscos no es la única<br />

fuente de infección. Además, se han encontrado moluscos infectados<br />

sobre varias frutas maduras caídas del árbol, las cuales<br />

son ingeridas posteriormente por los roedores. La infección de<br />

las ratas a través de la piel es muy difícil, como se demuestra en<br />

ratas expuestas en el laboratorio a este tipo de infección. En las<br />

heces de Sigmodon hispidus parasitado, en un ambiente húmedo,<br />

sombreado y con temperatura tropical, las L 1 tienen movimiento<br />

hasta 18 días después de la infección, pero tienen una<br />

viabilidad de no más de 10 días.<br />

Los principales hospederos intermediarios del parásito son<br />

babosas de la familia Veronicellidae, pero otras especies de babosas<br />

y de caracoles terrestres y de agua dulce, también se encuentran<br />

naturalmente infectados. En el sur de Brasil, donde se han<br />

hecho varios estudios sobre la susceptibilidad de los moluscos,<br />

se han encontrado varias especies con infección natural, como<br />

Limax maximus, Limax flavus y Bradybaena, Phyllocaulis variegatus,<br />

Phyllocaulis soleiformis y Belocaulus angustipes, Deroceras<br />

laeve.<br />

Las larvas de tercer estadio en los tejidos del molusco pueden<br />

permanecer viables más de un año. También es interesante<br />

observar que el número de larvas infectantes en los moluscos<br />

depende de su edad (peso): 5 los moluscos de tamaño mediano<br />

tienen más larvas que los grandes, pero la tasa de infección es<br />

menor que en los grandes. Además, los tejidos de los moluscos<br />

jóvenes no muestran ninguna reacción alrededor de las larvas,<br />

pero en las grandes, que han tenido ocasión de infectarse varias<br />

veces, se observa una infiltración de amebocitos alrededor de<br />

las larvas; esto indica que hay un mecanismo de defensa celular<br />

que se intensifica con la edad del molusco. La capacidad de A.<br />

costaricensis para adaptarse a varias especies de hospederos definitivos<br />

e intermediarios, le permite tener una distribución geográfica<br />

muy amplia, lo cual aumenta la posibilidad de infección<br />

al ser humano. 10<br />

Transmisión<br />

En América Latina, en general, existe mucha aversión hacia las<br />

babosas, especialmente en la población de adultos; sin embargo,<br />

se ha observado que los niños pequeños suelen jugar con<br />

estos moluscos; también es un hecho que las larvas infectantes<br />

(L 3 ) salen con la secreción del molusco, por lo que es de esperar<br />

que en esta población la infección se pueda producir al ingerir<br />

las larvas que están en vegetales y en las manos sucias, especialmente<br />

en los niños. También se sabe que los infantes de menos<br />

de un año suelen ponerse en la boca todo lo que encuentran,<br />

incluso las babosas; en estos casos se han observado infecciones<br />

masivas casi siempre letales. Además, a pesar de que en esta región<br />

del mundo no existe la costumbre de comer estos moluscos<br />

crudos, como sucede en algunas islas del Pacífico sur, sí es<br />

posible que las babosas que muchas veces se encuentran en vegetales<br />

que se usan como ensalada puedan causar la infección.<br />

Aunque no es posible descartar que los adultos puedan<br />

tener alguna resistencia a la infección, es probable que la costumbre<br />

de los niños de ponerse cosas en la boca sea la causa por<br />

la que se observa un mayor número de casos en esta población.<br />

Finalmente, se ha observado que las babosas son atraídas por<br />

varias frutas tropicales, que pueden caer de los árboles y comidas<br />

in situ, sin lavar, en particular por niños y de forma ocasional<br />

por adultos.<br />

Manifestaciones clínicas<br />

Debido a que en el ser humano, igual que en el roedor, el hábitat<br />

normal de los parásitos adultos son las ramas arteriales de la<br />

región ileocecal, en la mayor parte de los casos las lesiones se<br />

observan en el íleon, el ciego, el apéndice y el colon ascendente,<br />

o en alguna de estas partes; rara vez se observan en otras partes<br />

del íleon o del colon. Sin embargo, también se han observado<br />

localizaciones ectópicas, principalmente en el hígado y en el<br />

cordón espermático de niños pequeños.<br />

Localización intestinal<br />

En muchos países latinoamericanos la angiostrongiliasis abdominal<br />

se observa con más frecuencia en los niños; sin embargo,<br />

en algunos lugares de Brasil no se observa esta diferencia o hay<br />

más adultos que niños parasitados. Es posible que estas varia-


CAPÍTULO 63 Angiostrongiliasis abdominal 489<br />

ciones sean por diferencias en el comportamiento de las personas<br />

y sus actividades de acuerdo con la edad y la situación económica;<br />

por ejemplo, los adultos que cultivan la tierra en áreas<br />

donde se siembran plantas que son muy apetecidas por los moluscos<br />

(como los frijoles en América Central), la población de<br />

éstos es muy grande y, por ende, puede aumentar la posibilidad<br />

de infección en el hombre.<br />

Cuando en los seres humanos los parásitos adultos se localizan<br />

en las arterias de la región ileocecal, una de las primeras<br />

manifestaciones clínicas es el dolor, por lo general localizado en<br />

la fosa iliaca derecha o en el flanco derecho; en general, es un<br />

dolor muy fuerte, pero esto puede depender de la extensión de<br />

la lesión lo cual, a su vez, depende del número de parásitos;<br />

también está en función de la respuesta inflamatoria de cada<br />

persona o de la edad de la misma. El tacto rectal y la palpación<br />

abdominal suelen ser también muy dolorosos y en ocasiones<br />

pueden descubrir la presencia de un plastrón o una masa fácilmente<br />

palpable en la fosa iliaca derecha. En la mayor parte de<br />

los pacientes se presenta fiebre que, en general, varía entre 38 y<br />

39.5°C, y que puede estar presente durante varias semanas. La<br />

fiebre puede ser muy alta en los casos en que hay perforación y<br />

peritonitis. En algunos casos se presentan escalofríos que pueden<br />

durar de 2 a 4 semanas.<br />

En los casos considerados crónicos, los pacientes pueden<br />

tener febrícula durante varias semanas; en algunas ocasiones se<br />

observa anorexia, especialmente en niños pequeños; también<br />

se presenta náusea y vómito, sobre todo en casos en los que hay<br />

un engrosamiento de la pared intestinal, lo que dificulta el<br />

tránsito intestinal. Uno de los cambios más importantes que se<br />

observan en esta parasitosis es la alteración del hemograma. En<br />

general, hay un aumento de los leucocitos y de los eosinófilos,<br />

pero estos cambios tienen grandes variaciones que pueden depender<br />

de muchos factores. La leucocitosis puede variar entre<br />

20 000 a 40 000 por mm 3 .<br />

La eosinofilia también es muy alta y por lo general varía<br />

entre 15 y 50%; sin embargo, estas respuestas celulares pueden<br />

ser también muy variables; por ejemplo, hay unos pocos casos<br />

en los que hay un ligero aumento de los leucocitos con un porcentaje<br />

de eosinófilos normal; también se han observado casos<br />

en el otro extremo: en cierta ocasión un paciente presentaba<br />

169 000 leucocitos/mm 3 , con una eosinofilia de 91%; en este<br />

caso se hicieron todos los exámenes necesarios para descartar el<br />

diagnóstico de leucemia eosinofílica pero no se demostró y más<br />

tarde se confirmó que el aumento de estas células era debido a<br />

la infección parasitaria.<br />

En los pacientes quirúrgicos, después de la resección de los<br />

tejidos afectados, se observa una rápida mejoría del cuadro clínico<br />

y una normalización del cuadro hematológico. En los casos<br />

en que se diagnostica un cuadro de abdomen agudo, la cirugía<br />

permite observar una o más perforaciones intestinales;<br />

estas lesiones se deben a la presencia de áreas de necrosis debidas<br />

a la isquemia de la pared intestinal; pacientes con perforación<br />

en el íleon se han observado también en Brasil. 21 No es<br />

frecuente, pero se pueden observar casos de hematemesis que<br />

en un inicio se diagnostican como “divertículo de Meckel sangrante”;<br />

sin embargo, las alteraciones del cuadro hematológico<br />

plantean también la posibilidad de una infección por A. costaricensis;<br />

el diagnóstico final se realiza mediante la prueba inmunológica.<br />

Dos casos letales de AA con hematoquezia se presentaron<br />

en dos pacientes (una niña y una mujer adulta) en un<br />

área semiselvática en Colombia. 15<br />

El estudio radiológico con contraste es una gran ayuda<br />

para el diagnóstico clínico, permite observar cambios en la parte<br />

terminal de íleon, ciego, apéndice y colon ascendente; otras<br />

áreas del intestino muy rara vez se encuentran lesionadas. El<br />

uso del medio de contraste casi siempre muestra defectos de<br />

llenado e irritabilidad de las áreas afectadas (figura 63-4). Además,<br />

mediante la fluoroscopia se puede observar el signo de<br />

Stierlin.<br />

Localizaciones extraintestinales<br />

La posible presencia de lesiones hepáticas en pacientes con AA<br />

fue mencionada antes de que se describiera un cuadro similar al<br />

de larva migrante visceral causada por A. costaricensis en el que<br />

se observan huevos y vermes adultos en ramas de la vena porta.<br />

13 En los casos con localización del parásito en el hígado, casi<br />

siempre hay también lesiones intestinales, de modo que parte de<br />

la sintomatología es como la ya descrita. Sin embargo, en estos<br />

pacientes se observa también dolor en el cuadrante superior derecho<br />

que se acentúa con la palpación, asimismo, la hepatomegalia<br />

y leucocitosis y eosinofilia suelen ser más altas que en los<br />

casos en que sólo hay lesiones intestinales. En estos pacientes,<br />

la laparoscopia suele mostrar pequeñas manchas amarillentas<br />

en la superficie hepática, justo bajo la cápsula de Glisson.<br />

Las lesiones testiculares se observan en niños pequeños,<br />

casi siempre menores a 5 años; 16 es crucial en estos casos el<br />

dolor testicular que se presenta de manera súbita, junto con un<br />

enrojecimiento del escroto. En pocas horas el dolor se acentúa<br />

y la parte afectada adquiere un color amoratado. En todos los<br />

casos el diagnóstico clínico es torsión del testículo y en todos el<br />

tratamiento ha sido quirúrgico, de modo que la identificación<br />

de la causa de la lesión se ha hecho siempre en la biopsia.<br />

Patología<br />

La patología causada por este parásito suele ser muy variada,<br />

dependiendo, entre otras cosas, del número y localización de<br />

los vermes adultos y de la capacidad de reacción del hospedero.<br />

Sin embargo, el estudio anatomopatológico revela que la mayor<br />

parte de las veces las lesiones están localizadas en el apéndice;<br />

sin embargo, también se pueden observar en el ciego, el<br />

íleon terminal, el colon ascendente y los ganglios linfáticos regionales.<br />

En general, en el ser humano se pueden identificar dos<br />

mecanismos patogenéticos, a saber:<br />

1. Después de la cópula, las hembras adultas ovipositan en el<br />

lumen de las arterias en donde viven; los huevos son arrastrados<br />

por la corriente sanguínea hasta la pared intestinal


490 PARTE II Parasitología humana<br />

en donde quedan atrapados cuando el calibre del vaso disminuye;<br />

además, como viven en la sangre, la usan como<br />

alimento, ingiriendo entre otros, las proteínas del plasma;<br />

estos productos son metabolizados y los catabolitos, entre<br />

ellos proteínas diferentes a las ingeridas, también son<br />

transportados a los tejidos de la pared intestinal. La presencia<br />

de estos elementos extraños provoca una reacción<br />

inflamatoria que varía cualitativa y cuantitativamente.<br />

2. Los adultos, machos y hembras que viven en el interior de<br />

las arterias (figuras 63-6 y 63-7), pueden causar lesiones<br />

en el endotelio arterial, lo que luego puede causar trombosis<br />

y como consecuencia, isquemia que luego causa necrosis<br />

y a veces perforaciones intestinales y peritonitis. La<br />

combinación de estos mecanismos, la susceptibilidad del<br />

paciente, el número de parásitos y su localización, determinan<br />

las variaciones clínicas y patológicas que se observan<br />

en esta parasitosis.<br />

El examen macroscópico de las piezas resecadas muestra<br />

un endurecimiento (acartonamiento) y un engrosamiento de la<br />

pared intestinal junto con la presencia de áreas amarillentas,<br />

tanto en la serosa como en el mesenterio de la zona involucrada.<br />

El lumen intestinal se reduce por el engrosamiento de la<br />

pared intestinal que algunas veces es tan grande como para formar<br />

una masa del tamaño de una naranja y que naturalmente<br />

se puede palpar en la fosa iliaca derecha (figura 63-5). Estos<br />

cambios pueden causar obstrucción intestinal parcial o total. Si<br />

están presentes, las grandes áreas necróticas pueden causar perforaciones<br />

y rápidamente después, peritonitis. A pesar de que<br />

en algunos casos el cirujano realiza sólo una apendicectomía,<br />

en ocasiones observa lesiones en el ciego que por su aspecto y<br />

con su experiencia, considera que no es necesaria la resección<br />

del ciego, evitando de este modo una anastomosis intestinal. La<br />

observación cuidadosa de la serosa y el peritoneo muestra la<br />

presencia de ganglios linfáticos agrandados debido a la hiperplasia<br />

causada por la presencia del parásito.<br />

A pesar de que el cuadro histopatológico es muy variable,<br />

lo más común es observar una reacción inflamatoria granulomatosa<br />

con una gran infiltración eosinofílica. Estos granulomas<br />

se observan a menudo en relación con la presencia de huevos<br />

(figura 63-8); alrededor o cerca de éstos, se pueden observar<br />

células gigantes de tipo cuerpo extraño y en ocasiones de tipo<br />

Langhans (figura 63-9). Estos cambios son más comunes en la<br />

mucosa y la submucosa, y en menor grado en la muscular y la<br />

serosa. Además de los huevos, se observan embriones que varían<br />

en maduración desde unos pocos blastómeros hasta larvas<br />

completamente desarrolladas.<br />

En los casos de localización en el hígado, las lesiones son<br />

histológicamente similares a las observadas en la pared intestinal;<br />

el estudio microscópico de los tejidos muestra una reacción<br />

inflamatoria con gran cantidad de eosinófilos, alrededor de<br />

huevos (figura 63-10), embriones o de los parásitos adultos<br />

que se encuentran en las ramas intrahepáticas de la vena porta<br />

(figura 63-11). Cuando hay muchos focos de inflamación, el<br />

hígado se encuentra aumentado de tamaño y se puede palpar<br />

Figura 63-11. Corte de tejido hepático con varios huevos infértiles<br />

de A. costaricensis coloreados con la técnica de la peroxidasa-antiperoxidasa<br />

(PAP).<br />

hasta unos 6 cm por debajo del reborde costal. Desde los puntos<br />

de vista histológico y clínico, estos cuadros tienen una gran<br />

semejanza con el síndrome de larva migrante visceral causada<br />

por larvas de Toxocara canis. En algunos de estos casos se<br />

ha presentado un cuadro febril alrededor de un mes antes de la<br />

sintomatología parasitaria. Como en el humano, la evolución<br />

de las formas juveniles hasta parásitos adultos es similar a la que<br />

sucede en las ratas, se podría suponer que la fiebre alta en una<br />

etapa en la que los pequeños juveniles puedan penetrar erróneamente<br />

en la rama mesentérica de la vena porta y de allí al<br />

hígado. La emigración de algunos parásitos de su hábitat, por<br />

un cambio ambiental como es la fiebre alta, se observa con<br />

frecuencia en los pacientes con ascariasis.<br />

En los casos de localización de parásitos adultos en ramas<br />

de las arterias del cordón espermático, la patología más importante<br />

es la necrosis del parénquima testicular, debida a la isquemia<br />

causada por la obstrucción de las arterias; sin embargo,<br />

siempre se pueden encontrar focos de inflamación.<br />

Aparentemente aún no se han visto todas las ubicaciones<br />

que puede tener el parásito. Un ejemplo de esto es el siguiente<br />

caso clínico: una niña de tres meses de edad fue internada en<br />

un hospital pediátrico debido a dolor intenso, sospechado por<br />

su llanto continuo; el examen físico y un leucograma establecieron<br />

el diagnóstico de AA y se le llevó rápidamente al quirófano;<br />

fue necesario realizar la resección de un tercio de su intestino<br />

grueso por presentar áreas necróticas; además, uno de los<br />

cirujanos observó lesiones ulcerativas importantes en los genitales<br />

externos, por curiosidad se tomó una pequeña biopsia<br />

para estudiar las “bacterias” que podrían estar causando lesiones<br />

en la piel de la vulva. Luego de la recuperación, la niña salió<br />

del hospital, pero seis días después del egreso la madre de la<br />

paciente regresó con la niña por presentar dolor en el pie derecho,<br />

mismo que estaba intensamente enrojecido y “caliente”.<br />

En ausencia de un diagnóstico inmediato, la paciente fue internada<br />

de nuevo y durante las siguientes dos semanas las lesiones<br />

habían evolucionado a una gangrena seca; las zonas afectadas


CAPÍTULO 63 Angiostrongiliasis abdominal 491<br />

fueron la mitad distal del pie derecho y los tres dedos medios<br />

del pie izquierdo. Ante esta situación, la única solución fue la<br />

amputación de estas partes. El examen histológico de estos tejidos<br />

mostró una obstrucción masiva de arteriolas causada por<br />

gran cantidad de huevos de A. costaricensis.<br />

Diagnóstico<br />

En pacientes con lesiones extensas y abdomen agudo, el diagnóstico<br />

se hace mediante el hallazgo de estructuras parasitarias<br />

(huevos, embriones) o de los vermes en las arterias de los tejidos<br />

de la biopsia. En Costa Rica y en otros países, los primeros<br />

casos de la enfermedad los diagnosticó el patólogo; sin embargo,<br />

muchos pacientes tienen cuadros que no ameritan una intervención<br />

quirúrgica y, en general, el diagnóstico presuntivo lo<br />

hace el médico, basado en la presencia de dolor abdominal,<br />

fiebre, leucocitosis y eosinofilia. Naturalmente, este cuadro se<br />

presenta en muchas enfermedades y es preciso entonces disponer<br />

de una prueba de laboratorio que identifique la causa de la<br />

enfermedad. El problema fundamental es que en las ratas infectadas,<br />

el diagnóstico parasitológico se puede hacer fácilmente<br />

mediante la simple observación microscópica de la materia fecal<br />

que permite el hallazgo de las larvas de primer estadio (L 1 ).<br />

Sin embargo, en los seres humanos, no se encuentra esta fase<br />

parasitaria por lo que desde 1976 se usa una técnica de aglutinación<br />

de partículas de látex que ha mostrado tener una buena<br />

especificidad y sensibilidad. Aunque se han usado otros métodos<br />

inmunológicos (inmunoelectroforesis, inmunodifusión de<br />

Ouchterlony, ELISA), pensamos que el método para uso de rutina<br />

debe ser de fácil ejecución y de bajo costo, de modo que se<br />

pueda hacer en los pequeños laboratorios de los centros de salud<br />

rurales.<br />

Además, las estructuras parasitarias (huevos, embriones,<br />

larvas o adultos) no son siempre fáciles de observar en los cortes<br />

histológicos. En estos casos se pueden usar técnicas de inmunofluorescencia<br />

y de peroxidasa antiperoxidasa (PAP) para localizar<br />

antígenos o restos parasitarios en los tejidos.<br />

Tratamiento<br />

En los casos agudos con diagnóstico de abdomen agudo, el único<br />

tratamiento es la cirugía, con resección de todas la áreas que<br />

aparecen lesionadas; sin embargo, hay ocasiones en que las lesiones<br />

son tan extensas que el cirujano tiene que resecar la mayor<br />

parte del intestino, aun con el pronóstico fatal que esto<br />

conlleva. En una ocasión, a un niño de cuatro años de edad se<br />

le dejó sólo 30 cm de duodeno, se le hizo una ostomía y se le<br />

dijo a la familia cuál era el futuro del paciente; sin embargo, su<br />

vitalidad, los cuidados de la familia y del personal del hospital<br />

permitió que este niño viviera un poco más de dos años en esta<br />

situación.<br />

Por desgracia, no se ha encontrado ningún antihelmíntico<br />

que elimine los parásitos adultos. Es más, en ratas infectadas y<br />

tratadas con dietilcarbamazina, tiabendazol y mebendazol, 14<br />

no sólo los parásitos no se mueren, sino que aparentemente son<br />

excitados y se trasladan a arterias pequeñas del intestino delgado,<br />

causando obstrucción, isquemia y a la larga un infarto intestinal.<br />

No hay evidencia científica de que este fenómeno pueda<br />

ocurrir en el humano, pero es preferible inferir que así puede<br />

ser. De hecho, hay evidencia circunstancial de que así sucede:<br />

en casos de infecciones consideradas benignas y que no necesitan<br />

tratamiento quirúrgico, se ha suministrado tratamiento<br />

médico y pocos días después el cuadro se hace agudo y entonces<br />

sí es necesario ir al quirófano; sin embargo, se recomienda<br />

el tratamiento paliativo con dosis controladas de analgésicos y<br />

de corticosteroides para disminuir la inflamación, sin olvidar<br />

que este es un mecanismo de defensa. En estos pacientes, por lo<br />

general la sintomatología desaparece unas 8 semanas después<br />

del inicio, la eosinofilia disminuye entre 8 y 10 meses después,<br />

y en general, luego de un año o año y medio, la prueba de látex<br />

se hace negativa.<br />

Prevención<br />

Como en muchas enfermedades infecciosas, la medida profiláctica<br />

más importante es la educación sanitaria, cosa que no es<br />

siempre fácil. Básicamente se trata de explicarle al público el<br />

papel que juegan las babosas en esta enfermedad y cuidar a los<br />

niños para que no las toquen o jueguen con ellas. Si la población<br />

de moluscos es muy alta, se recomienda el uso de cebos<br />

envenenados que atraen a las babosas y las matan; sin embargo,<br />

el problema más difícil de controlar es la contaminación que<br />

pueden causar los moluscos en los vegetales que se usan en ensaladas.<br />

Por lo general los vendedores de estos productos (supermercados)<br />

los mantienen muy húmedos para que se conserven<br />

frescos, ambiente ideal para los moluscos. Se ha demostrado<br />

que las larvas sobreviven cuando se colocan a 4°C hasta por<br />

72 h en agua y en una solución de ácido acético a una concentración<br />

similar a la del vinagre. 1 Se obtienen mejores resultados<br />

colocando las larvas durante 12 h a 5°C en soluciones de cloruro<br />

de sodio solución saturada, hipoclorito de sodio al 2.4% y<br />

vinagre. 23 El problema es, primero, siempre hay larvas que sobreviven<br />

y que causan reinfección, y segundo, ¿cuál es el estado<br />

y el sabor de los vegetales después de estos tratamientos?<br />

Tanto el tratamiento como la prevención en esta parasitosis,<br />

son problemas abiertos a la investigación.


492 PARTE II Parasitología humana<br />

Referencias<br />

1. Arroyo R, Morera P. Viability of the first stage larvae of<br />

Angiostrongylus costaricensis in Rats Feces. J Parasitol,<br />

1978:64:146.<br />

2. Baird J, Neafie R, Lanoie L et al. Abdominal Angiostrongylosis<br />

in an African man: Case study. Am J Trop<br />

Med Hyg, 1987;37:353-356.<br />

3. Céspedes R, Salas S, Mekbel L et al. Granulomas entéricos<br />

y linfáticos con intensa eosinofilia tisular producida<br />

por un estrongilideo (Strongylata). Acta Médica Cost,<br />

1967;10:235-255.<br />

4. Chabaud A. Description de Stefankostrongylus dubosti<br />

n. sp. parasite du Potamogale et essai de clasification des<br />

Nematodos Angiostrongylinae. Ann Parasit Hum Comp,<br />

1972;47:735-744.<br />

5. Conejo M, Morera P. Influencia de la edad de los veronicélidos<br />

en la infección con Angiostrongylus costaricensis.<br />

Rev Biol Trop, 1988;36(2B):519.<br />

6. Malek E. Presence of Angiostrongylus costaricensis Morera<br />

and Cespedes, 1971 in Colombia. Am J Trop Med Hyg,<br />

1987;30:81-83.<br />

7. Monge E, Arroyo R, Solano E. A new definitive natural<br />

host of Angiostrongylus costaricensis (Morera and Cespedes,<br />

1971). J. Parasitol, 1978;64:34.<br />

8. Morera P. Granulomas entéricos y linfáticos con intensa<br />

eosinofilia tisular producidos por un Strongilideo (Strongylata<br />

Railliet y Henry, 1903). II Aspecto parasitológico<br />

(Nota Previa). Acta Médica Cost, 1967;10:257-263.<br />

9. Morera P. Investigación del huésped definitivo de Angiostrongylus<br />

costaricensis. Morera y Céspedes, 1971. Bol.<br />

Chileno Parasit, 1970;25:133-134.<br />

10. Morera P, Ash L. Investigación del huésped intermediario<br />

de Angiostrongylus costaricensis. Morera y Céspedes,<br />

1971. Bol. Chileno Parasit, 1970;25:135.<br />

11. Morera P, Céspedes R. Angiostrongylus costaricensis n. sp.<br />

(Nematoda: Metastrongylidae) a new lungworm occurring<br />

in man in Costa Rica. Rev Biol Trop, 1971;18:173-185.<br />

12. Morera P. Life history and redescription of Angiostrongylus<br />

costaricensis Morera and Céspedes, 1971. Am J Trop<br />

Medi Hyg, 1973;22: 613-621.<br />

13. Morera P, Pérez F, Mora F et al. Visceral larva migranslike<br />

syndrome caused by Angiostrongylus costaricensis. Am<br />

J Trop Med Hyg, 1982;31:67-70.<br />

14. Morera P, Bontempo I. Acción de algunos antihelmínticos<br />

sobre Angiostrongylus costaricensis. Rev Méd Hosp<br />

Nac Niños Dr. Carlos Saenz Herrera, 1985;20:165-74.<br />

15. Rodríguez Gerzaín. Hematoquecia letal por Angiostrongilosis<br />

Abdominal. Biomédica (Bogotá), 2000;20:12-<br />

30.<br />

16. Ruiz P, Morera P. Spermatic artery obstruction caused<br />

by Angiostrongylus costaricensis. Morera and Céspedes,<br />

1971. Am J Trop Med Hyg, 1983;32:1458-1459.<br />

17. Sierra E, Morera P. Angiostrongilosis Abdominal. Primer<br />

caso humano encontrado en Honduras (Hospital<br />

Evangélico de Siguatepeque) Acta Médica Cost, 1972;15:<br />

95-99.<br />

18. Sly D, Toft J, Gardiner G et al. Spontaneous occurrence<br />

of Angiostrongylus costaricensis in marmosets (Saguinus<br />

mystax) Lab. Animal. Science, 1982;32:286-288.<br />

19. Teixeira C, Pires F, de Avila D et al. Identificacäo de<br />

roedores silvestres como hospedeiros do Angiostrongylus<br />

costaricensis no sul do Brasil/ Rev. Inst. Med. Trop. Sao<br />

Paulo, 1990;32:147-150.<br />

20. Tesh R, Ackerman L, Dietz et al. Angiostrongylus costaricensis<br />

in Panama. Prevalence and pathological findings<br />

in wild rodents infected with the parasite. Am J Trop Med<br />

Hyg, 1973;22:348-356.<br />

21. Waisberg JC, Rebelo MV, Vieira V et al. Jejunal perforation<br />

caused by abdominal angiostrongyliasis. Rev Inst<br />

Med Trop Sao Paulo, 1999;4:325-328.<br />

22. Zambrano Z. Ileocolitis seudotumoral eosinofílica de<br />

origen parasitario. Rev. Latinoamericana de Patología.<br />

1973;12:43-50.<br />

23. Zanini G, Graeff-Teixeira C. Angiostrongilose abdominal:<br />

profilaxia pela destruiçäo das larvas infectantes em<br />

alimentos tratados com sal, vinagre ou hipoclorito de sódio.<br />

Rev Soc Bras Med Trop, 1995;28:389-392.<br />

24. Zavala J, Ramirez W, Reyes A et al. Angiostrongilosis<br />

mexicanos. Rev Invest Clin, 1974;26:389-394.


Capítulo<br />

64<br />

Pentastomiasis<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Las formas adultas de los pentastómidos tienen un cuerpo alargado<br />

y segmentado en anillos, su extremo anterior está provisto<br />

de ganchos quitinosos que rodean la cavidad bucal, y su extremo<br />

posterior es acintado (figura 64-1).<br />

Son parásitos de las vías respiratorias y de cavidades de<br />

reptiles, aves y mamíferos. La hembra coloca huevos embrionados<br />

que salen al exterior por bronquios o por las heces (son<br />

deglutados).<br />

En los hospederos intermediarios, peces, reptiles, y ocasionalmente<br />

mamíferos, los huevos ingeridos liberan en el intesti-<br />

G<br />

IN<br />

AN<br />

OT<br />

EX<br />

CI<br />

1<br />

LP<br />

2<br />

B<br />

Huevo libre<br />

ORAL<br />

G<br />

EX<br />

IN<br />

Figura 64-1. Ciclo vital de Linguatula serrata. 1) Las<br />

formas adultas viven en la nariz de los perros (y excepcionalmente<br />

en el humano). 2) Los huevos embrionados son<br />

liberados vía mucosa nasal o las heces. 3) Si los hospederos<br />

intermediarios ingieren los huevos, la larva primaria de<br />

cuatro patas emerge y migra vía vasos sanguíneos a los<br />

órganos internos. El humano puede ser también un<br />

hospedero accidental. 4-11) Los estados larvales del 2 al<br />

11 están incluidos en una cápsula del hospedero y crecen<br />

por mudas. Cuando el hospedero definitivo ingiere carne<br />

cruda o mal cocida del hospedero intermediario infectado,<br />

la forma adulta se desarrolla en el tracto nasal. Los<br />

humanos pueden presentar el síndrome de Halzoun.<br />

Abreviaturas: AN, anillos; B, boca; CI, cáscara interna del<br />

huevo; E, espinas; EX, extremidad con garras; G, ganchos;<br />

IN, intestino; LP, larva primaria; OT, órgano para taladrar.<br />

11<br />

L 8 - L 9<br />

10<br />

9<br />

Hospederos<br />

E<br />

definitivos<br />

Infección<br />

oral<br />

8<br />

Hospederos intermediarios<br />

7<br />

3<br />

L2<br />

4<br />

5<br />

6<br />

493


494 PARTE II Parasitología humana<br />

no una larva de cuatro patas que migra a los tejidos donde queda<br />

encapsulada en un nódulo; allí se desarrolla como ninfa.<br />

El hospedero definitivo se infecta al ingerir carne de peces o<br />

reptiles que tienen estas ninfas. Las ninfas en el intestino lo atraviesan<br />

y alcanzan el pulmón y otros órganos donde maduran<br />

completamente. El humano se puede infectar al ingerir huevos<br />

presentando una pentastomiasis visceral, desarrollando ninfas<br />

en sus tejidos (hospedero intermediario), o bien por ingerir<br />

carnes infectadas con ninfas desarrollando la pentastomiasis<br />

nasofaríngea, es decir, formas adultas en la región de la nariz y<br />

faringe (hospedero definitivo). La primera es producida principalmente<br />

por Armillifer armillatus y se le ha encontrado en Asia<br />

y África. Armillifer moniliformis, A. grandis, y Porocephalus crotali<br />

también origina esta patología. 1-3,8-10 La mayoría de los casos<br />

corresponde a hallazgos de autopsias, donde se encuentran nódulos<br />

con ninfas en el hígado, bazo, pulmones, ganglios linfáticos,<br />

etc. 4-6 La pentastomiasis nasofaríngea humana es mucho<br />

más importante que la anterior y se origina por la migración de<br />

ninfas de Linguatula serrata por la región nasofaríngea después<br />

de la ingestión de carne cruda infectada. Es común en el Medio<br />

Oriente y Levante, especialmente en el Líbano y Sudán, donde<br />

se le conoce como halzoun o marrara. 7 Se caracteriza porque<br />

después de la ingestión de carne cruda o mal cocida de ovejas o<br />

cabras presentan un dolor agudo, punzante en la garganta, congestión<br />

de las fauces, amígdalas, laringe y fosas nasales. Los pacientes<br />

presentan secreción nasal, lagrimeo, tos, disfonía, disfagia<br />

y disnea. El cuadro clínico se puede complicar con la<br />

formación de abscesos piógenos y asfixia, que en ocasiones provoca<br />

la muerte. La sintomatología cede por la expulsión espontánea<br />

de los parásitos o por la extracción quirúrgica.<br />

Referencias<br />

1. Dakubo J, Etwire V, Kumoji R, Naaeder S. Human<br />

pentastomiasis: a case report. West Afr J Med, 2006;25:<br />

166-168.<br />

2. du Plessis V, Birnie A, Eloff I et al. Pentastomiasis (Armillifer<br />

armillatus infestation). S Afr Med J, 2007;97:928-<br />

930.<br />

3. Faisy C, Boye B, Blatt A et al. Porocephalosis, a little<br />

know parasitosis, literature review and Congolese case report.<br />

Med Trop, 1995;55:258-262.<br />

4. Fisch A, Leport J, Bloch F et al. Human pentastomiasis:<br />

clinical, radiological and x-ray computed tomographic study<br />

of a case. Gastroenterol Clin Biol, 1985;9:263-265.<br />

5. Guardia S, Sepp H, Scholten T et al. Pentastomiasis in<br />

Canada. Arch Pathol Lab Med, 1991;115:515-517.<br />

6. Lai C, Wang X, Lin L et al. Imagin features of pediatric<br />

pentastomiasis infections: a case report. Korean J Radiol,<br />

2010;11:480-484.<br />

7. Morsy T, El-Sharkawy I, Lashin A. Human nasopharyngeal<br />

linguatuliasis (Pentasomida) caused by Linguatula<br />

serrata. J Egypt Soc Parasitol, 1999;29:787-790.<br />

8. Mourra N, Huerta H, Tiret E. Liver pentastomiasis associated<br />

with rectal adenocarcinoma. Colorectal Dis,<br />

2010;12:261-262.<br />

9. Tappe D, Büttner D. Diagnosis of human visceral pentastomiasis.<br />

PLoS Negl Trop Dis, 2009:3-320.<br />

10. Yao M, Wu F, Tang L. Human pentastomiasis in China:<br />

case report and literature review. J Parasitol, 2008;94:<br />

1295-1298.


Capítulo<br />

65<br />

Otras parasitosis de los tejidos,<br />

sangre, vías urinarias<br />

y de localizaciones diversas*<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Protozoos<br />

Trypanosoma rangeli<br />

Descubierto en Venezuela por Tejeda en 1920 en Rhodnius prolixus;<br />

Trypanosoma rangeli es endémico del continente americano<br />

y segundo en importancia, después de T. cruzi. Se ha encontrado<br />

en perros, gatos, oposum, monos y en el humano. El<br />

parásito mide 35 mm con una membrana ondulante bien desarrollada.<br />

El blefaroplasto es puntiforme y está ubicado a corta<br />

distancia de la extremidad posterior. No se han descubierto<br />

formas de multiplicación en la sangre periférica ni en células<br />

o tejidos de vertebrados. En el tubo digestivo de R. prolixus<br />

infectados, existen formas amastigotes de 7 mm de diámetro,<br />

epimastigotes y en la parte posterior del intestino formas tripomastigotes.<br />

La parasitosis se transmite por la saliva de insectos reduvideos<br />

del género Rhodnius, Rhodnius prolixus es su principal vector,<br />

que presenta las formas metacíclicas del parásito. El vector<br />

biológico se infecta al ingerir sangre con formas tripomastigotes,<br />

que en el tubo digestivo del insecto se transforma en epimastigotes,<br />

invaden el hemocele y desde allí pasan a las glándulas salivales<br />

donde se transforman en tripomastigotes metacíclicos<br />

que son las formas infectantes. Cuando el reduvideo pica a un<br />

hospedero para obtener sangre inocula los tripomastigotes y así<br />

se complementa el ciclo. Aparentemente T. rangeli no origina<br />

patología en los mamíferos reservorios, ni en el hombre, ni en el<br />

insecto vector. 10,32,38,39,45<br />

Trypanosoma rangeli existe en Venezuela, Guatemala, Colombia,<br />

Panamá, El Salvador, Paraguay, Perú, Brasil y Costa<br />

Rica.<br />

En el humano no provoca lesiones y por consiguiente no<br />

origina sintomatología. El diagnóstico se realiza mediante hemocultivos,<br />

xenodiagnóstico, pruebas serológicas que utilizan<br />

antígenos recombinantes y PCR. En los países en donde existe<br />

T. cruzi y T. rangeli es importante poder diferenciar estas parasitosis<br />

y en algunos casos confirmar la existencia de infecciones<br />

mixtas. 30<br />

Hasta la fecha no existe una terapia específica, que no es<br />

necesaria ya que la parasitosis no origina patología en los mamíferos,<br />

incluyendo a las personas. En la actualidad está bajo<br />

investigación una vacuna que utiliza T. rangeli para aplicarla a<br />

perros contra T. cruzi. 2 La prevención se basa en un adecuado<br />

control del vector, educación sanitaria de la población y mejorías<br />

de las viviendas.<br />

Helmintos<br />

Trematodos<br />

Dricroceliasis<br />

Dicrocoelium dendriticum es un trematodo pequeño de 15 mm<br />

de largo por 2.5 mm de ancho, que habitualmente infecta a la<br />

vía biliar de la oveja y de otros herbívoros y ocasionalmente<br />

la de las personas (figura 65-1). Los huevos embrionados son<br />

ingeridos por caracoles de tierra, no acuáticos como en la mayoría<br />

de los nematodos. En las secreciones del caracol salen las<br />

cercarias que son ingeridas por las hormigas, desarrollándose<br />

las metacercarias en el cerebro de éstas. Los herbívoros y excepcionalmente<br />

el humano se infectan al ingerir hierbas (pasto,<br />

hortalizas y verduras que crecen a ras del suelo) con hormigas<br />

infectadas. La sintomatología no es relevante en las personas y<br />

por lo general constituye un hallazgo. El diagnóstico se confirma<br />

al encontrar huevos en heces analizadas mediante técnicas<br />

de sedimentación en copa o de flotación. Es importante descartar<br />

un parasitismo espurio o seudoparasitismo por ingestión de<br />

hígado crudo o mal cocido de ovinos y otros herbívoros. 33<br />

El praziquantel en dosis de 600 mg tres veces al día durante<br />

tres días es efectivo. Con triclabendazol 10 mg por kilogra-<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

495


496 PARTE II Parasitología humana<br />

4b<br />

1<br />

5b<br />

A<br />

1a<br />

2<br />

lón subterminal, difícil de observar. El miracidio de S. japonicum<br />

infecta a moluscos, anfibios del género Oncomelania. En<br />

China O. hupensis diffusa y en Filipinas O. hupensis quadrasi.<br />

Las cercarias salen del caracol a los 30 días y miden 0.3-0.4 mm<br />

(figura 65-2). El humano se infecta al bañarse o andar descalzo<br />

en las riberas de ríos o del fango de la orilla de ríos contaminados.<br />

A los 45 días posinfección los trematodos se ubican en las<br />

ramas de la porta, migran a la vena mesentérica superior y a los<br />

capilares de la submucosa del intestino donde efectúan la ovipostura,<br />

25 días después. Los huevos maduros atraviesan la<br />

mucosa, alcanzan el lumen intestinal y son eliminados por las<br />

heces; la hembra coloca alrededor de 3 500 huevos al día.<br />

4a<br />

mo en dosis única por un solo día también se obtiene curación<br />

en la dricoceliasis de los adultos. 19,26,28<br />

Esquistosomiasis por Schistosoma japonicum<br />

Concepto<br />

I<br />

5a<br />

Figura 65-1. Ciclo vital de Dricrocoelium dendriticum. A: Hospedero<br />

definitivo: ovejas y vacunos, el hombre es un hospedero accidental.<br />

1: Distoma hepático, sexualmente maduro. 1a: Huevo con miracidio<br />

desarrollado. B: Hospedero intermediario (caracoles terrestres).<br />

2: Miracidio recién salido del caracol. 3a: Esporoquiste joven.<br />

3b: Esporoquiste madre. 3c: Esporoquiste hijo. 3d: Cercaria aislada.<br />

3e: Concha de caracol Helicella spp. 3f: Concha de caracol Zebrina<br />

spp. C: Hospedero intermediario: la hormiga. 4a: Baba de caracol<br />

depositado en el tallo de una hierba. 4b: Baba de caracol aislada.<br />

5a: Hormiga (Formica fusca) se come la baba. 5b: Metacercaria<br />

madura procedente de la hormiga. I: Miracidio emergiendo.<br />

II: Cercaria. III: Distoma hepático sexualmente maduro.<br />

III<br />

Antropozoonosis por Schistosoma japonicum, trematodo digénico<br />

que puede originar compromiso hepático crónico e hipertensión<br />

portal.<br />

Biología<br />

El macho mide 20 mm y la hembra 26 mm de largo. Los huevos<br />

maduros son ovalados y miden 40 a 60 mm, con un espo-<br />

d<br />

c b a<br />

B<br />

3<br />

II<br />

e<br />

f<br />

Epidemiología<br />

S. japonicum es endémico de China y Filipinas. En China existen<br />

seis zonas ecológicas relacionadas con el río Yangtze y los<br />

lagos Dongting y Poyang. Los aluviones producidos por el río<br />

favorecen la diseminación de la infección, lo que constituye un<br />

enorme problema de salud pública en ese país. Gracias a programas<br />

de control se ha logrado disminuir la prevalencia, pero<br />

aún son millones las personas infectadas.<br />

En Filipinas se considera como una enfermedad profesional<br />

que afecta a un gran número de pescadores. En Indonesia la<br />

parasitosis está limitada a dos zonas de los valles de Napu y<br />

Lindu, dentro del parque natural de Sulawesi. En Malasia existe<br />

S. malayensis que origina ocasionalmente infección humana<br />

similar a S. japonicum. Los bovinos y los búfalos son los reservorios<br />

que tienen importancia epidemiológica. 43<br />

Clínica<br />

Las manifestaciones clínicas son similares a S. mansoni, siendo<br />

la de esta última más intensa y de mayor gravedad. Ambas esquistosomiasis<br />

forman parte de las esquistosomiasis intestinales.<br />

En la esquistosomiasis por S. japonicum, al igual que la de<br />

S. mansoni, la mitad de los huevos (± 3 500 al día) se retiene en<br />

el intestino o en el hígado; estos últimos son los que producen<br />

granulomas, fibrosis e hipertensión portal.<br />

El diagnóstico se debe sospechar en personas asiáticas que<br />

viven en zonas endémicas y que presentan un cuadro agudo<br />

febril (fiebre de Katayama) o cuadro crónico con hepatomegalia<br />

y/o ictericia, alteraciones de las pruebas de función hepática<br />

y con signos de hipertensión portal. El diagnóstico se confirma<br />

por la observación de huevos en heces.<br />

Tratamiento<br />

Praziquantel 60 mg/kg en un solo día repartido en tres dosis.<br />

(Ver capítulo 94.)<br />

Esquistosomiasis por Schistosoma haematobium<br />

Concepto<br />

Infección del aparato genitourinario del humano por el trematodo<br />

digénico Schistosoma haematobium que origina disuria,<br />

pujo, tenesmo vesical y hematuria, especialmente en países del<br />

África y del Medio Oriente.


CAPÍTULO 65 Otras parasitosis de los tejidos, sangre, vías urinarias y de localizaciones diversas 497<br />

Biología<br />

Los mirácidos de S. hematobium penetran a caracoles de agua<br />

dulce del género Bulinus.<br />

Las cercarias que penetran activamente a través de la piel<br />

y/o mucosas llegan al sistema portal, donde maduran. Alrededor<br />

de 10 a 12 semanas después migran a la vena mesentérica<br />

inferior y venas hemorroidales llegando a los capilares venosos<br />

del plexo vesical, donde permanecen. Los huevos salen con la<br />

orina, pero una parte de ellos se mantiene en el sistema genitourinario<br />

(figura 65-3).<br />

Epidemiología<br />

Infección frecuente en el África subsahariana, Madagascar y algunas<br />

islas del océano Índico. Tiene alta prevalencia en Egipto<br />

donde ha sido desplazada por S. mansoni.<br />

Clínica<br />

S. haematobium origina la esquistosomiasis urinaria. El periodo<br />

previo a la descarga de los huevos por la orina (alrededor de tres<br />

meses después de la infección) puede ser asintomático. Algunas<br />

personas más sensibles presentan rash urticante en la piel de las<br />

extremidades, fiebre y síntomas de toxemia: fiebre, cefalea,<br />

anorexia y dolores generalizados. Durante el periodo de descarga<br />

de huevos los enfermos presentan ardor miccional, pujo,<br />

tenesmo vesical y ocasionalmente hematuria. En el periodo<br />

posdescarga de los huevos, es decir, la etapa de proliferación y<br />

reparación tisular, por lo general hay síntomas similares a los de<br />

una cistitis crónica.<br />

El diagnóstico se debe plantear en pacientes que viven en<br />

zonas endémicas y que presentan síntomas de toxemia o de<br />

compromiso del sistema genitourinario. Se confirma por el hallazgo<br />

de huevos típicos en la orina. La cistoscopia y biopsia<br />

pueden demostrar una hiperplasia de la pared vesical y presencia<br />

de “placas arenosas” dentro de la pared.<br />

Tratamiento<br />

Praziquantel 40 mg/kg en un solo día, repartido en dos dosis.<br />

Prevención<br />

1. Evitar contacto con aguas contaminadas.<br />

2. Lucha contra el hospedero intermediario (caracoles).<br />

3. Tratamiento de los casos.<br />

4. Educación sanitaria.<br />

Esquistosomiasis por Schistosoma mekongi<br />

La infección humana es similar a la que origina S. japonicum,<br />

pero es más grave; los huevos son esféricos y presentan un espolón<br />

que no se observa al microscopio de luz. La enfermedad es<br />

endémica del río Mekong y de sus afluentes, existe también en<br />

Cambodia nororiental y Laos meridional. El hospedero intermediario<br />

es un caracol anfibio Neotricula aperta.<br />

La infección se ha reducido drásticamente gracias a una<br />

terapia masiva que se efectúa a todos los niños en edad escolar<br />

desde hace unos 10 años. En la actualidad existen cerca de<br />

140 000 personas en Laos y Cambodia expuestos a la infección.<br />

No se han encontrado reservorios importantes además<br />

del humano, aunque sí ha habido animales (perros) naturalmente<br />

infectados. El tratamiento es idéntico al de S. mansoni,<br />

es decir, praziquantel 60 mg/kg en un solo día en tres dosis.<br />

Esquistosomiasis por Schistosoma intercalatum<br />

Infección humana por S. intercalatum que origina granulomas,<br />

pólipos y ulceraciones rectales. El párasito forma parte de las<br />

esquistosomiasis intestinales.<br />

La infección es endémica de África central y Guinea ecuatorial.<br />

El diagnóstico se realiza por el hallazgo de huevos en<br />

heces y la terapia se basa en praziquantel 40 mg/kg en un solo<br />

día repartido en dos dosis.<br />

Consideraciones generales sobre los<br />

esquistosomas que parasitan al humano<br />

Con base en lo expuesto sobre los esquistosomas se deduce que<br />

desde un punto de vista clínico se puede dividir a las esquistosomiasis<br />

en intestinales y urinarias.<br />

La esquistosomiasis intestinal es originada por S. mansoni,<br />

S. japonicum, S. mekongi, y S. intercalatum. Las tres primeras<br />

originan granulomas hepáticos, fibrosis, e hipertensión portal<br />

(circulación venosa colateral, esplenomegalia, ascitis, etc.). S.<br />

intercalatum provoca granulomas, pólipos y ulceraciones rectales<br />

que originan sintomatología rectal baja: pujo. tenesmo, rectorragia,<br />

dolor al defecar, etcétera.<br />

La esquistosomiasis urinaria es producida por S. haematobium<br />

que origina patología genitourinaria: granulomas y fibrosis<br />

vesical, alteraciones que se traducen en disuria, pujo, tenesmo<br />

y hematuria. Todos los esquistosomas se tratan con praziquantel<br />

y cuando la terapia es precoz pueden revertir las lesiones<br />

inflamatorias y las fibrosis iniciales.<br />

La prevención es similar en todas las esquistosomiasis con<br />

base en tratamiento de los casos, evitar el fecalismo ambiental,<br />

control de los hospederos intermediarios y educación para la<br />

salud, para cambiar hábitos y actitudes que favorecen la diseminación<br />

de la infección.<br />

Cestodos<br />

Cenuriasis<br />

Es la infección por larvas de los cestodos Taenia multiceps, Taenia<br />

serialis, T. brauni y T. glomerata. Los hospederos definitivos<br />

son los perros y algunos cánidos silvestres. Los hospederos intermediarios<br />

son ovinos, conejos, liebres, ardillas y otros herbívoros,<br />

en los cuales las larvas se localizan en el sistema nervioso<br />

central y originan vértigo o mareo. En esta zoonosis el humano<br />

es un hospedero intermediario accidental y se infecta excepcionalmente<br />

por ingestión de huevos embrionados que han contaminado<br />

el suelo, agua, hortalizas y verduras que crecen a ras del<br />

suelo, etc., o por el contacto con perros y otros cánidos infecta-


498 PARTE II Parasitología humana<br />

dos. La sintomatología depende de su localización. Si es cerebral<br />

origina los síntomas y signos de un tumor, difícil de diferenciar<br />

de los que originan la cisticercosis y la hidatidosis<br />

cerebral o un glioma o un hemangioma. 3 En el ojo se ubica en<br />

el humor vítreo y puede destruir la coroides y la retina.<br />

El tratamiento por lo general es quirúrgico. En algunos<br />

casos humanos de EUA diagnosticados por punción aspirativa<br />

de tejido muscular, el praziquantel ha sido efectivo en dosis de<br />

600 mg tres veces al día por tres días. 3,15<br />

Espirometriasis (esparganosis)<br />

Antecedentes históricos<br />

En China, Manson en 1881, durante una necropsia en una persona<br />

fallecida por elefantiasis aisló una docena de gusanos de 30<br />

cm de largo en el tejido adiposo retroperitoneal, cavidad pleural<br />

y tracto gastrointestinal, mismos que fueron examinados por<br />

Cobbold en Londres denominándolos Ligula mansoni, más tarde<br />

como Bothriocephalus liguloides por Leuckart en 1884,<br />

Bothriocephalus mansoni por Blanchard en 1886 y Sparganum<br />

mansoni por Stiles y Tyler-Jones en 1902. 13 Yoshida y Yamada<br />

en 1916 infectaron a un perro con plerocercoides aislados del<br />

abdomen de una mujer, recuperándose un adulto; en 1919,<br />

Okomura encontró cestodos similares en perros infectados naturalmente,<br />

incubó sus huevos e infectó copépodos (Cyclops<br />

leuckarti) recuperando procercoides que transmitió a ranas y<br />

ratones obteniendo plerocercoides en su cavidad corporal; finalmente<br />

Yoshida recupera adultos similares en perros infectados<br />

con plerocercoides de infección natural de ranas y serpientes. 13<br />

Biología<br />

La espirometriasis (espirometriosis o esparganosis) se refiere a<br />

la infección provocada por plerocercoides o esparganos de los<br />

cestodos del género Spirometra que pertenecen, al igual que Diphyllobothrium,<br />

al orden Pseudophyllidea. Recientemente se<br />

crearon dos órdenes a partir de Pseudophyllidea: 17 Bothriocephalidea<br />

y Diphyllobothridea, perteneciendo a este último<br />

los géneros Diphyllobothrium y Spirometra. Las diferencias<br />

esenciales de este último con Diphyllobothrium radican en:<br />

a) huevos con extremos aguzados; b) ubicación de la vesícula<br />

seminal; c) existencia de poros genitales masculino y femenino<br />

separados y un poro uterino posterior al poro femenino en Spirometra<br />

spp., y d) características del DNA. 6,17,23<br />

Distintas especies de Spirometra se describen en distintas<br />

regiones geográficas, como: Spirometra erinaceieuropaei (sinónimo<br />

S. mansoni), Spirometra houhtoni, Spirometra erinacei,<br />

Spirometra decipiens y otros, cuyos plerocercoides se desarrollan<br />

en anfibios y serpientes, así como en aves y mamíferos, incluida<br />

la especie humana, mientras que los adultos se desarrollan especialmente<br />

en félidos, pero también ocasionalmente en cánidos<br />

domésticos y silvestres y en humanos. 5,23 Como adulto se le<br />

describe en animales de Asia, Australia, Argentina, Nueva Zelanda,<br />

América, Hawai, Puerto Rico, Corea, Brasil y Chile.<br />

5,23,31,37 Spirometra mansonoides desarrolla sus plerocercoides<br />

en anfibios y reptiles y el estado adulto en cánidos y félidos<br />

domésticos y silvestres; su adulto ha sido registrado en EUA,<br />

Colombia, Ecuador, Brasil y Chile. 5 Spirometra theileri se describe<br />

en África y los plerocercoides infectan a herbívoros silvestres<br />

y los adultos a mamíferos carnívoros. La denominación de<br />

Sparganum proliferum se le da a un plerocercoide ramificado<br />

que puede multiplicarse por yemación de su cuerpo y cuya especie<br />

se desconoce. En autopsias se han encontrado grandes<br />

cantidades en vísceras y tejido subcutáneo describiéndose casos<br />

de afección abdominal, pulmonar y de médula espinal. Se pensó<br />

que estos plerocercoides correspondían a S. erinaceieuropaei;<br />

los estudios moleculares sugieren que se trata de una especie<br />

distinta. 23 También en gatos se ha descrito un caso de Sparganum<br />

proliferum. 5<br />

La trama de los ciclos vitales de Spirometra spp. y Diphyllobothrium<br />

spp. son similares, sus fases de desarrollo incluyen<br />

adulto, huevo, coracidio, procercoide y plerocercoide. Los cestodos<br />

adultos miden hasta 1 m de largo y constan de un escólex<br />

similar y más pequeño que el de D. latum, provisto de dos botrios.<br />

El cuello es largo y el estróbilo está provisto de proglótides.<br />

El útero es espiral con hasta siete asas. Los poros genitales<br />

abren separadamente y el poro uterino abre detrás del poro<br />

genital femenino. Los huevos eliminados por el gusano son expulsados<br />

con las heces del hospedero, son elípticos y presentan<br />

un opérculo en uno de sus extremos, su pared es gruesa y amarillenta<br />

midiendo alrededor de 55-64 mm de largo por 33 a<br />

37 mm de ancho. En su interior contienen un cigoto y células<br />

vitelógenas, al momento de eliminarse. Desarrollan un coracidio,<br />

en un medio acuático, el que está provisto de cilios y tres<br />

pares de ganchos, que eclosionan del huevo y para lo cual requiere<br />

de un estímulo de luz. Al ser ingerido por un copépodo<br />

ciclopoídeo (Cyclops spp. en el caso de S. mansonoides y Mesocyclops,<br />

Eucyclops y Paracyclops spp. en el de S. erinaceieuropaei)<br />

apropiado, migra al hemocele donde desarrolla un estado de<br />

procercoide, provisto de glándulas de penetración, corpúsculos<br />

calcáreos y un cercómero con tres pares de ganchos. Los procercoides<br />

se desarrollan en copépodos de pequeños estanques o<br />

esteros donde habita el segundo hospedero intermediario. Los<br />

plerocercoides de hasta 10 cm de largo se desarrollan a partir de<br />

los procercoides ingeridos por el segundo hospedero intermediario,<br />

principalmente por anfibios y reptiles, aves, mamíferos,<br />

incluyendo primates y la especie humana, los peces no son hospederos<br />

adecuados para Spirometra spp. Algunos animales participan<br />

en el ciclo vital como hospedero paraténico, cuando se<br />

alimentan de animales infectados con plerocercoides, los que al<br />

ser ingeridos migran desde el intestino hacia otros órganos<br />

donde encapsulan aguardando ser ingeridos por un hospedero<br />

definitivo. El periodo prepatente es de alrededor de 10 a<br />

30 días, en el cual el plerocercoide crece en el intestino del hospedero<br />

definitivo hasta adulto. S. mansonoides puede vivir alrededor<br />

de cuatro años.<br />

La infección humana o esparganosis es adquirida de las siguientes<br />

formas: a) consumo de agua de estanques o esteros o<br />

pozos abiertos, que contengan copépodos infectados con procer-


CAPÍTULO 65 Otras parasitosis de los tejidos, sangre, vías urinarias y de localizaciones diversas 499<br />

coides; b) por aplicación de anfibios o reptiles despellejados o<br />

cataplasmas de su carne con fines curativos, sobre afecciones inflamatorias,<br />

heridas o úlceras a nivel de la piel, ojos, vagina, lo<br />

que facilita la penetración de los plerocercoides al tejido humano,<br />

y c) ingestión de carne de anfibios, serpientes, mamíferos (cerdos<br />

o roedores) o aves (pollos) infectada con plerocercoides los que al<br />

llegar al intestino pueden invadir tejidos del hospedador.<br />

Patogenia y patología<br />

El parásito viable puede inducir o no inflamación leve en los tejidos<br />

del hospedero, pero, al morir la respuesta inflamatoria es<br />

severa. 14 Los plerocercoides recorren los tejidos afectados y se<br />

encapsulan formando nódulos fibroadiposos de hasta 2 cm de<br />

diámetro, pudiendo desaparecer en un sitio para aparecer en<br />

otro. La localización subcutánea es la más frecuente. En el cerebro<br />

el daño es irreversible debido al largo periodo de vida del<br />

plerocercoide y su capacidad para desplazarse en el tejido, así<br />

como por las enzimas secretadas que tienen efecto tóxico. La<br />

esparganosis cerebral puede ser causa de infarto cerebral o hemorragias;<br />

12,21 esa localización sería alcanzada después que el<br />

paciente ingiere la larva plerocercoide la que migraría desde<br />

la pared gastrointestinal hasta su localización definitiva, afectando<br />

con más frecuencia el área frontoparietal y de manera esporádica<br />

el cerebelo y médula espinal. En 25 pacientes con esparganosis<br />

cerebral examinados mediante tomografía computarizada<br />

y resonancia magnética, se observó edema y degeneración de la<br />

materia blanca en todos los pacientes y sólo uno de ellos presentó<br />

una lesión unilateral, 22 tenían dilatación ven tricular, seis presentaron<br />

calcificación puntiforme, en cuatro se observó hemorragia<br />

y un plerocercoide se aisló en cada uno de los cinco<br />

pacientes. 34 En un paciente de 62 años ingresado al hospital para<br />

extraer un meningioma frontal derecho mediante tomografía, se<br />

le encontró atrofia del hemisferio cerebral izquierdo y agrandamiento<br />

del ventrículo lateral y pequeñas lesiones en el lóbulo<br />

frontal izquierdo. El paciente había sufrido de afasia y hemiparesia<br />

derecha por 10 años, experimentando adicionalmente un<br />

tratamiento de un infarto cerebral. Mediante un estudio en<br />

biopsia frontal izquierda y estudio histológico se diagnosticó S.<br />

mansoni. 21 En un adulto de 50 años de la localidad de Bolonia,<br />

Italia, se encontró un nódulo con consistencia elástica de 2 3<br />

cm en la superficie anterior del tercio medio del muslo, el examen<br />

histopatológico reveló una reacción nodular localizada en la<br />

capa adiposa subcutánea e infiltrado de tejido fibroso, acompañado<br />

por un componente celular granulomatoso inflamatorio,<br />

así como histiocitos, linfocitos, eosinófilos ocasionales, células<br />

plasmáticas y algunas células gigantes multinucleadas, observándose<br />

en el centro del nódulo fragmentos de la larva. 24<br />

Epidemiología<br />

Hay casos humanos de esparganosis descritos en Argentina,<br />

Australia, Belice, Brasil, China, Colombia, Ecuador, EUA, Guyana,<br />

India, Italia, Japón, Malasia, México, Paraguay, Puerto<br />

Rico, República de Corea, Sri-Lanka, Taiwán, Venezuela, Uruguay,<br />

Vietnam. 1 En Brasil, se ha registrado en 4% de los gatos en<br />

Minas Gerais. 29 En el transcurso de 15 años se encontraron cuatro<br />

casos de infección por plerocercoides de Spirometra en 3 007<br />

necropsias de primates no humanos en Kenya, África. En Brasil,<br />

los plerocercoides Spirometra han sido registrados en hígado, peritoneo<br />

de anfibios (Bufo spp., Bufo crucifer, Leptodactylus ocellatus,<br />

Hyla faber), peritoneo y tejido subcutáneo de reptiles (Herpetodryas<br />

carinatus, H. fuscus, Ameiva ameiva, Bothrops spp.,<br />

Pseudalopex gymnocercus, Drymarchon corais) y tejido subcutáneo<br />

y musculatura estriada de mamíferos (Phylander opossum). 29<br />

En Argentina se reprodujo el ciclo vital de S. erinaceieuropaei<br />

desarrollándose el adulto en perros y gatos, el procercoide en<br />

copépodos del género Paracyclops y el plerocercoide en renacuajos<br />

y adultos de anfibios de la familia Leptodactyllidae. 11 En<br />

Europa, se publicaron alrededor de siete casos humanos entre<br />

1953 y 2002, de ellos dos corresponden a Francia y cinco a Italia,<br />

de éstos, cinco fueron de localización subcutánea, uno ocular<br />

y otro cerebral. 24 En Chile, no se han registrado casos humanos,<br />

sin embargo, se ha identificado S. erinaceieuropaei en félidos silvestres,<br />

como la guiña, Leopardus guigna, y el puma Puma concolor,<br />

así como en el gato doméstico. 36 En la guiña también se<br />

identifico S. mansonoides. En estudios realizados en Chile, la<br />

prevalencia de espirometriasis fluctúa entre 1.6 y 6.5% en perros<br />

domésticos y alcanza un 1% en gatos de la ciudad de Valdivia.<br />

En EUA se registran prevalencias de infección por S. mansonoides<br />

entre el 1 y 3% en el gato doméstico. 8<br />

Clínica<br />

Las manifestaciones clínicas varían según la localización del<br />

plerocercoide (tejido subcutáneo, músculos, cavidad abdominal,<br />

intestino, pleura, ojos, huesos, cerebro, médula espinal,<br />

intestino, escroto, testículos, epidídimo, cordón espermático,<br />

uretra, uréter). 12,44 En el cerebro causan hemiparesia y dolor<br />

con convulsiones pudiendo ser diagnosticada mediante tomografía<br />

computarizada o resonancia magnética. A nivel ocular<br />

causan endoftalmitis y ocasionalmente ceguera. En una mujer<br />

japonesa de 58 años, que acudió al oftalmólogo por presentar<br />

una inflamación dolorosa en el párpado izquierdo, relatando<br />

que en los 10 últimos años había presentado un nódulo doloroso<br />

en la frente, el que repentinamente migró; 10 meses después<br />

de la visita al médico observó a nivel de la conjuntiva izquierda<br />

un gusano blanco el cual fue extraído e identificado<br />

como S. erinaceieuropaei. La larva habría penetrado la pared del<br />

tracto digestivo y luego se desplazó hacia la musculatura o tejido<br />

subcutáneo, por donde migró hacia la órbita y de ésta a la<br />

conjuntiva. En el diagnóstico debe considerarse la existencia de<br />

nódulos subcutáneos migratorios y dolorosos, asociado al consumo<br />

de carne de anfibios o reptiles. 16<br />

La esparganosis puede provocar urticaria, edema doloroso<br />

y nódulos irregulares en el tejido subcutáneo. 27 La esparganosis<br />

proliferativa por Sparganum proliferum se inicia con un nódulo<br />

subcutáneo que se disemina por la piel, músculos y vísceras y se<br />

desarrolla por varios años, pudiendo acabar con la vida del paciente;<br />

su forma adulta se desconoce. Son larvas con capacidad


500 PARTE II Parasitología humana<br />

para proliferar asexualmente, desarrollando prolongaciones laterales<br />

a veces ramificadas que pueden separarse y constituir<br />

organismos independientes estableciéndose en tejido subcutáneo,<br />

músculos, vísceras y cerebro. Los procercoides no tienen<br />

escólex y las rutas de exposición para el humano, perros y gatos<br />

se desconocen; también se desconoce su estado adulto y el hospedero<br />

definitivo natural. Es una infección de muy baja frecuencia<br />

descrita en Sudamérica, Asia, Australia y EUA. 8 La esparganosis<br />

por el estado adulto en perros y gatos es por lo<br />

general bien tolerada, aunque puede originar en algunos casos<br />

diarrea, pérdida de peso y vómitos.<br />

Diagnóstico<br />

La resonancia magnética ha demostrado ser de mayor rendimiento<br />

que la tomografía computarizada en determinar la extensión<br />

y número de las lesiones causadas por espirometriasis,<br />

excepto en la visualización de calcificaciones puntiformes. La<br />

combinación de datos de la resonancia magnética, más los síntomas<br />

y aplicación de la técnica de ELISA u otras pruebas serológicas,<br />

pueden facilitar el diagnóstico preoperatorio de la infección<br />

cerebral. 32 La eosinofilia periférica excepcionalmente<br />

es elevada. Noya y colaboradores observaron la existencia de<br />

cavidades en el parénquima rodeadas por tegumento en plerocercoides<br />

de Sparganum proliferum que los distingue de otras<br />

especies. 22 En Sparganum plerocercoides no se ha observado escólex.<br />

En todo caso, la identificación a nivel de especie de los<br />

plerocercoides debería confirmarse mediante infección experimental<br />

en el hospedero definitivo correcto. También debe considerarse<br />

el diagnóstico diferencial con otros estados larvarios<br />

que desarrollan en la especie humana, como cisticerco de Taenia<br />

solium o coenuro de Taenia multiceps, que corresponden a<br />

estados larvarios vesiculares y no de tipo compacto como en el<br />

caso del plerocercoide, además los estados larvarios de ambos<br />

cestodos contienen escólices provistos de ventosas y ganchos.<br />

El diagnóstico de espirometriasis en perros y gatos se realiza<br />

mediante exámenes coproparasitológicos seriados. Los adultos<br />

permiten identificar el nivel de especie.<br />

Tratamiento<br />

Los plerocercoides de Spirometra deben ser extirpados quirúrgicamente,<br />

ya que son resistentes al tratamiento con fármacos que<br />

son efectivos contra otros cestodos adultos como el praziquantel<br />

o niclosamida. Durante su aislamiento debe procurarse separar o<br />

destruir el escólex para evitar que nuevamente se desarrolle.<br />

Prevención y control<br />

Efectuar exámenes seriados de heces periódicamente en gatos y<br />

perros para practicar los tratamientos farmacológicos y evitar la<br />

diseminación de las infecciones evitando su propagación a animales<br />

silvestres como copépodos, anfibios y reptiles que constituyen<br />

fuente de infección humana. Evitar el consumo de agua<br />

procedente de estanques y riachuelos donde se desarrollen copépodos<br />

hospederos intermediarios o carne de anfibios cruda o<br />

no bien cocida. También la carne de ave o mamíferos como el<br />

cerdo pueden ser fuente de infección por lo que debe ser sometida<br />

a cocción. Evitar la aplicación de cataplasmas de carne de<br />

anfibios o reptiles a la piel humana, para evitar la penetración<br />

de plerocercoides a los tejidos.<br />

Nematodos<br />

Lagochilascariasis<br />

Robert Leiper del Instituto de Medicina Tropical de Londres recibió<br />

en 1908 nematodos de abscesos subcutáneos de dos pacientes<br />

de Trinidad y Tobago. Al comienzo pensó que eran áscaris<br />

juveniles, pero al examinar la extremidad anterior del verme observó<br />

un engrosamiento cuticular a nivel de los labios y presencia<br />

de interlabios; estas estructuras semejantes a labios leporinos le<br />

permitió describir a una nueva especie Lagochilascaris minor.<br />

Concepto<br />

Infección del humano y posiblemente de vertebrados carnívoros<br />

con el verme Lagochilascaris minor, que origina abscesos<br />

crónicos del cuello, mastoides, oído medio, senos parabasales y<br />

excepcionalmente del sistema nervioso central y pulmones.<br />

Biología<br />

Los gusanos adultos de L. minor presentan al igual que Ascaris<br />

lumbricoides tres labios, dos subventebrales y uno subdorsal;<br />

estos labios están separados del resto del cuerpo por un surco<br />

poslabial donde se originan los interlabios característicos de<br />

este género. Los machos miden 6.4 por 11.5 mm con su extremidad<br />

posterior encorvada centralmente. El aparato genital<br />

cuenta con testículos, vaso deferente, vesícula seminal, ducto<br />

eyaculador y dos espículas. Las hembras miden 5.5 a 13 mm.<br />

El aparato genital presenta una vulva, vagina, oviducto y ovarios.<br />

La vagina se continúa con el útero único en su parte anterior<br />

que se divide en dos ramas que se comunican con los oviductos<br />

y éstos con los ovarios. Los huevos son redondos, muy<br />

similares a los de A. lumbricoides, y al igual que éstos tienen<br />

gran resistencia al ambiente exterior ya que permanecen viables<br />

por 400 días a temperatura ambiente (20-30°C) como a 4°C.<br />

En solución de fenol al 1% siguen su desarrollo, pudiendo observarse<br />

en su interior a larvas de primer, segundo y tercer estadios;<br />

por compresión de huevos de pacientes con abscesos se ha<br />

logrado obtener larvas de primer estadio que miden 200 mm,<br />

tienen una cutícula única, esófago, intestino, recto y ano. A los<br />

10-25 días se desarrollan las larvas de segundo estadio de alrededor<br />

de 400 mm y con igual estructura que la anterior. A los<br />

21 días se desarrollan las larvas de tercer estadio de mayor tamaño:<br />

600 mm que presentan dos cutículas en su superficie. En<br />

las larvas de cuarto estudio de 8-13 mm de largo se aprecian en<br />

la extremidad anterior los tres labios característicos de los ascáridos<br />

y el surco poslabial diferenciándose machos y hembras.


CAPÍTULO 65 Otras parasitosis de los tejidos, sangre, vías urinarias y de localizaciones diversas 501<br />

No se conoce el ciclo biológico natural de L. minor, todas<br />

sus formas evolutivas se han observado en muestras de abscesos<br />

crónicos humanos de la región cervical, mastoidea, rinoorofaríngea<br />

(amígdalas, fosa periamigdalina y tejidos vecinos), oído<br />

medio, senos paranasales, pulmones y sistema nervioso central.<br />

La mayoría de sus localizaciones son distintas al tubo digestivo,<br />

hábitat normal de los ascáridos.<br />

Si se infectan hospederos intermediarios por vía oral, por<br />

ejemplo, ratones con huevos obtenidos de pacientes, las larvas<br />

eclosionan a las 4-6 horas en el intestino delgado y ciego, posteriormente<br />

vía linfática y portal llegan al hígado y pulmones entre<br />

24-48 h, enquistándose después en la musculatura y tejido celular<br />

subcutáneo. Estas larvas por lo general no mudan. 42<br />

Hospedero definitivo<br />

Al infectar gatos (posiblemente uno de los hospederos definitivos)<br />

con huevos, el parásito desarrollado no alcanza la madurez<br />

sexual; pero si se alimenta a gatos con carcasas de ratones infectados,<br />

las larvas de tercer estadio eclosionan en el estómago,<br />

migran por las partes altas del tubo digestivo alcanzando el estado<br />

adulto en tejidos rinoorofaríngeos (amígdalas y tejidos<br />

vecinos), senos paranasales, oído, mastoide, ganglios cervicales,<br />

pulmones y cerebro. La infección experimental en gatos origina<br />

masas tumorales y túneles originados por la migración de L.<br />

minor en los diversos tejidos del hospedero.<br />

Patogenia y anatomía patológica<br />

Poco se conoce de los mecanismos por los cuales L. minor produce<br />

daño. La acción mecánica es evidente con formación de<br />

túneles y lesiones originadas por el parásito al migrar. Los abscesos<br />

crónicos se originan por la reacción del hospedero a este<br />

cuerpo extraño. No existe eosinofilia tisular ni sanguínea, lo<br />

que es un antecedente en contra de procesos de sensibilización<br />

a sustancias excretadas por el parásito como sucede generalmente<br />

en las helmintiasis.<br />

En corte de piel, tejido subcutáneo y ganglios cervicales se<br />

observa: epidermis con áreas de atrofia e hiperplasia, dermis con<br />

granulomas tipo cuerpo extraño, que en su centro presentan<br />

fragmento del verme rodeado por un infiltrado linfohistoplasmocitario,<br />

fibrosis y algunas áreas de necrosis. En los ganglios se<br />

observan las mismas alteraciones que en la dermis; dentro de los<br />

granulomas se observan diferentes estadios del parásito.<br />

Epidemiología<br />

La lagochislascariasis humana es una parasitosis restringida a<br />

regiones neotropicales. Se le ha encontrado en México, Costa<br />

Rica, Venezuela, Colombia, Trinidad y Tobago, Surinam y Brasil<br />

en la zona amazónica.<br />

El ciclo epidemiológico teórico de la parasitosis consistiría<br />

en que los hospederos definitivos naturales (gatos, otros vertebrados<br />

carnívoros) eliminan huevos que caen al ambiente exterior,<br />

hospederos intermediarios o paraténicos se infectan al ingerir<br />

estos huevos donde se desarrollan las larvas de 1er, 2o y<br />

3er estadios. Al ingerir carnívoros estos animales, se desarrollan<br />

la larva de estadio 4 y los adultos.<br />

El humano sería un accidente del ciclo y sería un hospedero<br />

definitivo. La parasitosis se considera como una patología<br />

emergente por la alta frecuencia de casos que han aparecido en<br />

los últimos años. Afecta por lo general a personas pobres, de<br />

baja condición económica social que habitan viviendas precarias<br />

y que se alimentan de animales silvestres: tatu, paca, jabalí<br />

y otros vertebrados. Muchas veces ingieren la carne cruda o mal<br />

cocida de estos animales. Es muy probable que así adquieran la<br />

parasitosis. 42<br />

Clínica<br />

Habitualmente la infección en su inicio pasa desapercibida y<br />

los pacientes consultan en los estados avanzados de la parasitosis.<br />

Las personas consultan por presentar un aumento de volumen<br />

en la región cervical (59% de los casos), indolora, no fistulizada,<br />

a medida que la masa crece se torna sensible y se<br />

fistuliza drenando material purulento con eliminación de pequeños<br />

vermes blanquecinos. La migración del parásito origina<br />

túneles y así se originan lesiones a distancia. Pacientes con nódulos<br />

cervicales fistulizados, meses después expulsan gusanos<br />

por boca y conducto auditivo o presentan abscesos crónicos del<br />

oído medio y de la región mastoidea. Los pacientes pueden<br />

presentar otorrea purulenta por varios años. El compromiso<br />

mastoideo y del oído medio puede originar alteraciones del sistema<br />

nervioso, provocando alteraciones de la marcha, ataxia<br />

cerebelosa y si las lesiones se extienden a la base del cráneo se<br />

pueden originar abscesos extradurales y episodios de rigidez de<br />

nuca. La gravedad de los síntomas depende de la localización<br />

del parásito, de la carga parasitaria y de la respuesta del hospedero.<br />

Cuando existen las masas cervicales crónicas fistulizadas y<br />

compromiso neurológico el diagnóstico se simplifica. Cuando<br />

esto no sucede, el diagnóstico se complica. Amigdalitis crónica<br />

con sensación de gusanos en movimiento en la garganta, eliminación<br />

de vermes por boca, cefalea, otalgia se han observado en<br />

pacientes con lagochilascariasis amigdalinas y del oído medio.<br />

Las localizaciones pulmonares y del sistema nervioso han sido<br />

hallazgos de autopsia.<br />

El clínico debe plantear diagnóstico diferencial con adenitis<br />

piógenas, actinomicosis, paracoccidiomicosis, tuberculosis<br />

ganglionar y leishmaniasis en la localización cervical. En las<br />

otras localizaciones el hallazgo de vermes confirma el diagnóstico,<br />

ya que el cuadro clínico depende del órgano afectado.<br />

El laboratorio confirma el diagnóstico al observar parásitos<br />

tanto adultos como larvas del estadio 3 y huevos, ya sea en las<br />

lesiones o en expectoraciones, secreción nasal, exudado del<br />

conducto auditivo y en algunos casos en deposiciones (al ingerir<br />

huevos de una localización amigdalina, por ejemplo). Los<br />

huevos se diferencian de los de A. lumbricoides por presentar en<br />

la línea ecuatorial 15-26 depresiones y tener menor tamaño.<br />

Los vermes deben ser fijados en formalina al 10% y luego clarificados<br />

con ácido acético y creosota o lactofenol.


502 PARTE II Parasitología humana<br />

Imagenología. Radiografía de tórax, sonografía, tomografía<br />

computarizada y resonancia magnética permiten detectar las<br />

lesiones que no son características. La rinoscopia y otoscopia<br />

permiten observar vermes en faringe, trompa de Eustaquio y<br />

conducto auditivo. Hasta la fecha no existen reacciones serológicas<br />

útiles en el diagnóstico de esta parasitosis.<br />

Tratamiento<br />

No existe una terapia eficaz que sirva como ovicida, larvicida,<br />

vermicida y que impida la embriogénesis de los huevos. Los<br />

fármacos que se utilizan son albendazol, 400 mg al día en adultos<br />

por 36 días e ivermectina 200 mg/kg durante una semana,<br />

se descansa un mes y posteriormente se administra la dosis una<br />

vez por mes durante seis meses. El albendazol tendría cierta<br />

acción ovicida y detendría la embriogénesis pero no tiene acción<br />

sobre las larvas dentro de los huevos. La ivermectina<br />

actuaría sobre los vermes adultos, pero no se sabe si tiene el<br />

mismo efecto sobre las larvas de L. minor. Otros fármacos utilizados<br />

son mebendazol y tiabendazol que tienen menor efecto<br />

terapéutico que los anteriores.<br />

Las dificultades de éxito de los fármacos antiparasitarios se<br />

deben a que actúan sobre los parásitos adultos, pero los huevos<br />

que permanecen en su interior y las larvas adultas dentro de<br />

estos huevos persisten a su acción, lo que mantiene la enfermedad.<br />

La resección quirúrgica de lesiones fibróticas es un complemento<br />

en la terapia de estas parasitosis. 40,42<br />

Prevención<br />

Ingerir carne de animales silvestres especialmente roedores:<br />

tatu, paca, bien cocida etc., mejorar la calidad de vida: viviendas<br />

adecuadas, instrucción básica que permita mejorar el nivel<br />

cultural para poder participar en procesos educativos. 42<br />

Angiostrongiliasis del sistema<br />

nervioso central (meningitis<br />

eosinofílica)<br />

Concepto<br />

Zoonosis parasitaria originada por el nematodo Angiostrongylus<br />

cantonensis, que habitualmente se localiza en la arteria pulmonar<br />

de ratas y que de forma accidental infecta al humano, con<br />

la posibilidad de originar una meningitis eosinofílica con compromiso<br />

cerebral, meníngeo y de la médula espinal.<br />

Biología<br />

A. cantonensis es un nematodo pequeño, la hembra mide 20<br />

mm de largo por 0.30 mm de diámetro y el macho 16 mm.<br />

Habitualmente es parásito de roedores, en especial ratas silvestres<br />

y domésticas (hospederos definitivos), localizándose en la<br />

arteria pulmonar. Una vez fecundada, la hembra coloca huevos<br />

de los cuales a los seis días emergen larvas que pasan al alvéolo<br />

pulmonar, alcanzan los bronquíolos-bronquios y tráquea, son<br />

deglutidos y expulsados con las heces. Los hospederos intermediarios<br />

son moluscos terrestres (caracoles y babosas), donde las<br />

larvas se desarrollan hasta llegar al tercer estadio (L3) que mide<br />

550 mm de largo. Una vez ingerida, esta larva de tercer estadio<br />

por ratas vía circulación hepática y pulmonar, llega al sistema<br />

nervioso central, migra a través de la sustancia gris y se concentra<br />

en la superficie del cerebelo donde experimenta dos mudas.<br />

Después de un mes las formas adultas juveniles alcanzan la<br />

vena yugular, corazón y la arteria pulmonar, donde en el hospedero<br />

definitivo se produce la fecundación y ovipostura. En el<br />

ciclo vital de A. cantonensis se ha demostrado la participación<br />

de hospederos paraténicos: camarones de río, cangrejos, lagartos,<br />

peces de agua dulce, planarias que pueden albergar a L3.<br />

El humano es un hospedero accidental que se infecta al<br />

ingerir caracoles o babosas infectados, o de hospederos paraténicos<br />

infectados o por ingestión de ensaladas de verduras contaminadas<br />

con secreciones de babosa o caracoles infectados. En<br />

el humano, por lo general, A. cantonensis no alcaza el estado<br />

adulto y, por consiguiente, su parasitación corta el ciclo epidemiológico.<br />

Patología<br />

En el humano la angiostrongiliasis del sistema nervioso central<br />

origina una meningitis eosinofílica con compromiso del cerebro<br />

y médula espinal. Hay compromiso de leptomeninges donde<br />

se pueden observar larvas móviles del parásito. Existe intensa<br />

inflamación meníngea con linfocitos, monocitos y eosinofilia.<br />

A veces granulomas que rodean a larvas muertas. 25<br />

Epidemiología<br />

Infección prevalente en Tailandia, Taiwán, islas polinésicas,<br />

Hawai, islas del Pacífico y del Caribe.<br />

Clínica<br />

El cuadro clínico es el de un síndrome meníngeo con eosinofilia,<br />

es decir, los pacientes presentan cefalea intensa, vómitos<br />

explosivos, rigidez de nuca, Kernig y Brudzinski (véase capítulo<br />

71, Parasitosis del sistema nervioso central). El líquido cefalorraquídeo<br />

es turbio u opalescente con hiperalbuminorraquia y<br />

pleocitosis con abundantes eosinófilos. 25<br />

Diagnóstico<br />

En zonas endémicas se debe sospechar el diagnóstico en pacientes<br />

que presentan un síndrome meníngeo con eosinofilia. El<br />

diagnóstico se puede confirmar con pruebas serológicas (por<br />

ejemplo, ELISA, que utiliza larvas L3 o L4 o adultos como antígeno).<br />

La inmunología y la TAC, que por lo general demuestra<br />

zonas hipodensas, son de ayuda sin ser patognomónicas.


CAPÍTULO 65 Otras parasitosis de los tejidos, sangre, vías urinarias y de localizaciones diversas 503<br />

Tratamiento<br />

Por lo general es sintomático, tratar la fiebre y analgésicos<br />

para el dolor. Excepcionalmente se ha utilizado con buenos resultados.<br />

Mebendazol: 400 mg al día por cinco días. Albendazol:<br />

400 mg al día por 3 a 7 días. Se han reportados buenos resultados<br />

con esos esquemas, más prednisona durante 5 a 7 días. El<br />

pronóstico por lo general es bueno, ya que la parasitosis no<br />

evoluciona a formas adultas. 25<br />

Prevención<br />

No ingerir carne de caracoles, babosa, lagartos o peces de agua<br />

dulce crudos o mal cocidos, pelar las verduras que crecen a ras<br />

del suelo o ingerirlas cocidas.<br />

Singamosis<br />

Concepto<br />

La singamosis es la infección originada por Syngamus laryngeus<br />

(proviene del griego syn “junto” y gamo “matrimonio”), parásito<br />

nematodo que suele encontrarse en la laringe de mamíferos<br />

tropicales, especialmente ovinos, bovinos, caprinos, gatos y,<br />

excepcionalmente, en el humano.<br />

Clasificación<br />

Reino: Animalia<br />

Phylum: Nematoda<br />

Superfamilia: Strongyloidea<br />

Familia: Syngamus<br />

Género: Mammomonogamus<br />

Especie: laryngeus<br />

Biología<br />

El macho mide 2 a 6 mm de longitud por 0.360 a 0.380 mm<br />

de ancho y la hembra mide 5 a 23.5 mm de largo por 0.55 a<br />

0.57 mm de ancho. Los ejemplares adultos machos y hembras<br />

se encuentran permanentemente en cópula y toman la forma<br />

característica en Y mayúscula, siendo la hembra el brazo largo<br />

de la letra y el macho el corto (figura 65-4). Ambos sexos presentan<br />

una cápsula bucal de pared gruesa y armada en su base<br />

interior con ocho pequeños dientes.<br />

La unión con el esófago presenta pared muscular gruesa.<br />

Alrededor de la abertura oral hay un anillo cuticular grueso, y<br />

rodeando a éste hay cuatro pares de labios en forma de pétalos:<br />

dos dorsales, dos ventriculares, dos dorsolaterales y dos ventrilaterales.<br />

La vulva está ubicada en la parte media del cuerpo de<br />

la hembra, que es más grande que el macho, tiene el extremo<br />

posterior afilado. Los huevos son elipsoidales u ovoides y miden<br />

alrededor de 45 80 mm.<br />

El ciclo vital no se conoce bien, pero se piensa que puede<br />

ser similar al descrito en aves con Syngamus trachea. Los parásitos<br />

adultos se encuentran en la región laringotraqueal. Los huevos<br />

son expulsados con la tos y luego deglutidos, y se les observa<br />

en el esputo y más frecuentemente en las heces. En el ambiente<br />

exterior se desarrollan hasta contener una larva infectante que<br />

puede permanecer dentro del huevo o ser liberada al ambiente.<br />

Los rumiantes, y posiblemente el humano, adquieren la infección<br />

al ingerir alimentos y agua contaminados con larvas infectantes.<br />

La ingestión de hospederos paraténicos, como lombrices<br />

de tierra, caracoles y otros artrópodos que se han infectado con<br />

larvas, también puede ser otra fuente de infección.<br />

Una vez ingerida la larva, se libera en el tracto digestivo,<br />

cruza la pared intestinal, y a través de las venas mesentéricas,<br />

llega al corazón derecho y por la arteria pulmonar a los alvéolos<br />

pulmonares desde donde migra al área laringotraqueal, donde<br />

maduran y se aparean los gusanos adultos. El ciclo completo<br />

dura 21 días.<br />

La observación de pacientes que después de estar 6 a<br />

11 días en zonas endémicas presentan sintomatología por S.<br />

laryngeus, y por el hecho de que los huevos no se desarrollan a<br />

temperatura ambiente en la tráquea, ha originado la hipótesis<br />

de que la transmisión se produzca por otro mecanismo: hospederos<br />

paraténicos que contaminan agua y alimentos, permiten<br />

el desarrollo de formas adultas en la faringe que migran a la<br />

laringe (no habría ciclo pulmonar).<br />

Patogenia<br />

La invasión del tracto respiratorio, especialmente laringe, tráquea<br />

y bronquios, origina una inflamación de la mucosa que<br />

puede llegar a producir soluciones de continuidad.<br />

Epidemiología<br />

Parasitosis que suele encontrarse en la laringe de mamíferos<br />

tropicales, especialmente ovinos, bovinos, caprinos y gatos. La<br />

infección humana es rara y se han reportado algo más de 100<br />

casos, la mayoría en personas que visitan Brasil y las islas del<br />

Caribe. Cerca de la mitad de los casos del Caribe se originaron<br />

en la isla de Martinica. Se han presentado casos en EUA, Australia,<br />

Canadá, Reino Unido y Francia; en Filipinas, Corea y<br />

Tailandia también se han hallado casos que quizá adquirieron<br />

la infección en China, Vietnam y Malasia.<br />

Clínica<br />

La mayoría de los pacientes presentan tos crónica con o sin<br />

expectoración, síntomas asmatiformes, molestias laríngeas y<br />

ocasionalmente hemoptisis. 4,7,9,18,35<br />

El diagnóstico presuntivo se confirma por la observación<br />

del parásito en la faringe, laringe (por laringoscopia), en los<br />

bronquios (por broncoscopia) o por la identificación del parásito<br />

cuando ha sido expulsado espontáneamente por un acceso<br />

de tos. La observación del parásito, macho y hembra en la típi-


504 PARTE II Parasitología humana<br />

ca forma de Y, confirma esta etiología. Los huevos se pueden<br />

observar en heces o en secreción bronquial; por lo general presentan<br />

metámeras por ser huevos de nematodos y, por consiguiente,<br />

se pueden confundir con huevos de Ancylostoma duodenale<br />

y Necator americanus.<br />

Tratamiento<br />

Extracción del parásito por endoscopia: laringoscopia o traqueoscopia.<br />

La ivermectina en dosis única de 200 mg/kg de<br />

peso es eficaz. En algunos casos hay mejoría espontánea por la<br />

eliminación de los parásitos con la tos. 7,9<br />

Dioctofimiasis<br />

Dioctophyma renale es un nematodo grande que parasita diferentes<br />

mamíferos ictiófagos. Se le ha encontrado en perros, lobos,<br />

visones, cerdos y en el humano (figura 65-5). La hembra<br />

mide entre 20 a 100 cm de largo por 5 a 12 mm de ancho y el<br />

macho 15 a 20 cm por 5 mm. Los huevos son monoclonados y<br />

contiene dos células embrionarias características; estos huevos<br />

caen al agua y después de alrededor de 6 meses se desarrollan<br />

larvas. Los huevos en el agua son ingeridos por peces, anfibios y<br />

sanguijuelas donde se desarrollan larvas del estadio 3. Al ingerir<br />

los hospederos definitivos a estos animales infectados se cierra el<br />

ciclo. El humano es un hospedero definitivo accidental en esta<br />

D<br />

A<br />

Figura 65-5. Ciclo vital de Dioctophyme renale. 1. Helmintos<br />

adultos, hembras de hasta 1 m, machos de 30 cm de largo viven en<br />

el riñón de mamíferos ictiófagos (perro, gato y excepcionalmente el<br />

humano). 2. Los huevos rodeados de una gruesa cáscara son<br />

eliminados sin segmentarse y por lo general necesitan 6 meses para<br />

desarrollar la larva (2.1). B, C y D: Son gusanos, crustáceos y peces<br />

hospederos intermediarios que se infectan al ingerir huevos<br />

larvados. En los peces (D) se desarrolla la larva 4 o infectante.<br />

Cuando los peces infectados con larva 4 son ingeridos por los<br />

hospederos definitivos, las larvas abandonan el intestino y migran<br />

vía sanguínea hacia los riñones, donde maduran por otros seis<br />

meses más. Si ambos sexos se han desarrollado, los huevos fértiles<br />

se eliminan durante 1 a 3 años.<br />

C<br />

1<br />

2.1<br />

2<br />

B<br />

zoonosis y se infecta excepcionalmente al ingerir peces o anfibios<br />

crudos o mal cocidos con larvas de estadio 3. Se le ha encontrado<br />

en Europa, continente americano, África y Autralia.<br />

En D. renale se ubica a nivel de la pelvis renal y retroperitoneo.<br />

Muchas veces destruye el riñón. El diagnóstico se realiza<br />

por imagenología: sonografía, pielografía, tomografía axial<br />

computarizada y resonancia nuclear magnética. Se confirma<br />

por el hallazgo de los huevos en la orina. El tratamiento es quirúrgico.<br />

Anélidos<br />

Hirudiniasis<br />

La utilización de Hirudo medicinalis se inicia en la época de<br />

Hipócrates. En los escritos en sánscrito de la India, Dhavanteri,<br />

el padre de la medicina india, tenía en una mano néctar y en la<br />

otra sanguijuelas. En la medicina tradicional de China se utilizan<br />

las sanguijuelas. En tumbas de faraones se han encontrado<br />

pinturas con estos parásitos. El rey Salomón en sus parábolas<br />

hace mención a H. medicinalis. La medicina griega y romana<br />

señala la importancia de las sanguijuelas. Galeno, médico romano,<br />

señaló que las sanguijuelas sirven para mantener el equilibrio<br />

de los cuatro fluidos del cuerpo. 42<br />

Concepto<br />

Infección del humano y animales por las sanguijuelas acuáticas<br />

Hirudo medicinalis y H. troctina, cuyas formas juveniles pueden<br />

originar importantes alteraciones faringonasales y las formas<br />

adultas lesiones cutáneas.<br />

Biología<br />

Los anélidos de la clase Hirudinae, orden Gnathobdellida a los<br />

que pertenecen H. medicinalis y H. troctina, son metazoos que<br />

presentan un cuerpo aplastado en sentido dorsoventral con<br />

una ventosa oral y una caudal. La boca tiene una musculatura<br />

potente y presenta tres masas quitinosas con dientes que originan<br />

la típica lesión trirradiada de la sanguijuela. Las glándulas<br />

salivales tienen sustancias anticoagulantes. La cavidad oral es<br />

pequeña y se continúa con una faringe muscular apta para succionar,<br />

esófago, estómago que tiene 11 pares de divertículos<br />

con fondo ciego. Durante su alimentación sanguínea el estómago<br />

se dilata en gran medida con lo que logra almacenar la<br />

sangre por meses. El estómago se continúa con un intestino<br />

rectilíneo y el ano; su respiración es cutánea. La cavidad celomática<br />

está reducida a una especie de laguna que representa el<br />

aparato circulatorio. Los hirudineos son hermafroditas insuficientes,<br />

por consiguiente, presentan testículos metaméricos u<br />

ovarios. La fecundación se produce por copulación recíproca.<br />

Los huevos fecundados caen al agua en una especie de flotador<br />

y penetran directamente en otro hirudineo. H. medicinalis es<br />

una sanguijuela acuática que mide 8 a 13 cm de largo por 1 a<br />

2 cm de ancho. Las formas adultas son parásitas y las formas<br />

juveniles son predadores (figura 65-6).


CAPÍTULO 65 Otras parasitosis de los tejidos, sangre, vías urinarias y de localizaciones diversas 505<br />

Patología<br />

I<br />

CN<br />

V V T VU OE<br />

Figura 65-6. a-b) Hirudo medicinalis. 6a: Esquema de un ejemplar<br />

adulto. 1: Ventosa oral. 2: Boca. 3: Dientes. 4: Ventosa caudal.<br />

5: Metámero. 6b: Corte transversal esquemático. Abreviaturas:<br />

CN, cordones nerviosos; CR, canalículos renales; E, epidermis;<br />

I, intestino; MA, musculatura anular; ML, musculatura longitudinal;<br />

OE, orificio excretor; T, testículos; VD, vaso dorsal; VL, vaso lateral;<br />

VU, vegija urinaria; VV, vaso ventral.<br />

VD<br />

ML<br />

CR<br />

E<br />

MA<br />

VL<br />

Las formas adultas parasitan peces, anfibios y mamíferos incluyendo<br />

al humano, a quienes extraen la sangre, ya que las formas<br />

adultas son hematófagas estrictas. H. medicinalis se utilizó en la<br />

antigüedad para hacer sangrías a pacientes con diferentes enfermedades<br />

de acuerdo a los conocimientos existentes en la época<br />

sobre la etiología de las diferentes patologías. Hoy en día, en<br />

algunas barberías existen letreros luminosos en recuerdo al hecho<br />

de que la mayoría de las sangrías eran efectuadas por los<br />

barberos en épocas pasadas.<br />

Las formas juveniles que son acuáticas pueden ser ingeridas<br />

por humanos al consumir aguas turbias. En la faringe y<br />

fosas nasales, estas formas originan hiperemia, irritación y hemorragias,<br />

pudiendo permanecer en esas localizaciones por varias<br />

semanas produciendo graves alteraciones.<br />

Las sanguijuelas acuáticas son hospederos intermediarios<br />

de Dioctophyma enale. En la actualidad se utiliza H. medicinalis<br />

como dispositivo médico en cirugía plástica y reconstructiva<br />

para descongestionar el sistema venoso de autoimplantes cutáneos,<br />

reimplantes de dedos, labios, nariz y orejas. 20<br />

Epidemiología<br />

Hirudo medicinalis es una sanguijuela común en Europa y África<br />

septentrional. En el norte de África existe otra especie,<br />

H. troctina, y en África septentrional, Europa y Asia occidental<br />

se encuentran Limnatis nilotica sanguijuela similar a otras especies<br />

africanas, de la India e Indochina.<br />

Clínica<br />

Las formas adultas producen en la piel la lesión trirradiada de<br />

la sanguijuela. Muy rara vez en infestaciones masivas y reiteradas<br />

en personas desnutridas pueden originar anemia. Las formas<br />

juveniles originan sofocación, dolor y malestar faringonasal,<br />

y en ocasiones hemorragias (parecido al Halzoun).<br />

Prevención<br />

Uso de repelentes (DEET), botas, pantalones largos protegen<br />

contra las sanguijuelas.<br />

Referencias<br />

1. Acha P, Szifres B. Zoonosis y enfermedades transmisibles<br />

comunes al hombre y a los animales. Washington<br />

Organización Mundial de la Salud, 2003.<br />

2. Basso B, Castro I, Introni V et al. Vaccination with<br />

Trypanosoma rangeli reduces the infectiousness of dogs experimentally<br />

infected with Trypanosoma cruzi Vaccine,<br />

2007;25:3855-3858.<br />

3. Benifla M, Barrelly R, Shelef I et al. Huge hemispheric<br />

intraparenchymal cyst caused by Taenia multiceps in a<br />

child. Case report. J Neurosurg, 2007;107:511-514.<br />

4. Birrell D, Moorhouse D, Gardner M et al. Chronic<br />

cough and haemoptysis due to a nematode. “Syngamus<br />

laringeus”. Aust N Z J Med, 1978;8:168-170.<br />

5. Bowmann D, Hendrix C, Lindsay D et al. Feline clinical<br />

parasitology. Iowa, Iowa State University Press, 2002.<br />

6. Bray R, Jones A, Andersen K. Order Pseudophyllidea.<br />

En Khalil LF, Jones A, Bray RA (eds.). En Keys to the<br />

Cestode parasites of vertebrates. Cambridge, Cambridge<br />

University Press, 1994:205-247.<br />

7. Castaño J, Núñez F, González M et al. Reporte del<br />

primer caso humano de infección por Mammomonogamus<br />

laryngeus en Colombia. Biomédica, 2006;26:337-341.<br />

8. Conboy G. Cestodes of dogs and cats in North America.<br />

Vet Clin Small Anim, 2009;39:1075-1090.<br />

9. Da Costa J, Delgado M, Vieira P et al. Syngamoniasis<br />

in tourist. Emerg Infect Dis, 2005;11:1976-1977.<br />

10. D´Alessandro A. New Experimental vectors of Colombian<br />

Trypanosoma rangeli. J Med Entomol, 1972;9:187-<br />

195.<br />

11. Denegri G, Reisin I. The complete biological cycle of<br />

Diphyllobothrium erinaceierupei (Cestoidea, Pseudophyllidea)<br />

under experimental conditions. Helminthology,<br />

1993;30:177-179.<br />

12. Eom K, Kim T. Migration of cerebral sparganosis to the<br />

ipsilateral cerebellar hemisphere. Acta Parasitol, 2009;54:<br />

276-280.<br />

13. Grove D. A history of human helminthology. Oxon<br />

CAB International, 1990.


506 PARTE II Parasitología humana<br />

14. Gutierrez Y. Diagnostic pathology of parasitic infections<br />

with clinical correlations. Oxford University Press<br />

New York, 2000:769.<br />

15. Ing M, Schantz P, Turner J. Human coenurosis in North<br />

America: case reports and review. Clin Infect Dis,<br />

1998;27:519-23.<br />

16. Kubota T, Itoh M. Sparganosis associated with orbital<br />

myositis. Jpn J Ophthalmol, 2007;51:311-312.<br />

17. Kuchta R, Scholz T, Brabec J, Bray RA. Suppression<br />

of the tapeworm order Psaudophyllidea (Platyhelminthes:<br />

Eucestoda) and the proposal of two new orders, Bothriocephalidea<br />

and Diphyllobothriidea. Int J Parasitol,<br />

2008;38:49-55.<br />

18. Leers W, Sarin M, Arthurs K. Syngamosis, an unusual<br />

cause of asthma: the first reported case in Canada. Can<br />

Med Assoc J, 1985;132:269-270.<br />

19. Lloyd S, Soilsky E. Other trematode infections in: Palmer<br />

S, Soulsby L, Sympson Deds. Zoonoses Oxford University<br />

Press, 1998:731-746.<br />

20. Mumcouglis K, Pidhorg C, Cohen R et al. The use of<br />

medical leech Hirudo medicinalis in the reconstructive<br />

plastic surgery. Internet J Plastic Surgery, 2007:4:1528-<br />

1545.<br />

21. Murata K, Abe T, Gohda M et al. Difficulty in diagnosing<br />

a case with apparent sequel cerebral sparganosis. Surg<br />

Neurol, 2007;67:409-411.<br />

22. Noya O, Denota B, Arrechedera H et al. Sparganumproliferum-an<br />

overwiew of its structure and ultraestructure.<br />

Int J Parasitol, 1992;22:631-640.<br />

23. Okamoto M, Iseto C, Shibahara T et al. Intraespecific<br />

variation of Spirometra erinaceierupaei and phylogenetic<br />

relationship between Spirometra and Diphyllobothrium inferred<br />

from mitochondrial CO1 gene sequences. Parasitol<br />

Int, 2007;56:235-238.<br />

24. Pampiglione S, Fioravanti M, Rivasi F. Human sparganosis<br />

in Italy. Case report and review of the European<br />

cases. APMIS, 2003;111:349-354.<br />

25. Panackel C, Cherian G, Vijayakumar K et al. Eosinophilic<br />

meningitis due to Angiostrongylus cantonensis. Indian<br />

J Med Microbiol, 2006;24:220-221.<br />

26. Rack J, Adusu E, Jelinek T. (Human infection with Dicrocoelium<br />

dendriticum). Dtsch Med Wochensch,<br />

2004;19:2538-2540.<br />

27. Raether W, Hanel H. Epidemiology, clinical manifestations<br />

and diagnosis of zoonotic infections: an update. Parasitol<br />

Res, 2003;91:412-438.<br />

28. Rana S, Bhasin D, Naude M et al. Parasitic infestations<br />

of the biliary trach. Curr Gastroent Rep, 2007;9:156-<br />

164.<br />

29. Rego A, Schaffer G. Sparganum in some brazilian vertebrates.<br />

Problems in the identification of species of Luheella<br />

(Spirometra). Mem Inst, Oswaldo Cruz, Rio de<br />

Janeiro, 1992;87:213-216.<br />

30. Saldaña A, Samudio F, Miranda A et al. Predominance<br />

of Trypanosoma rangeli infection in children from a<br />

Chagas disease endemic area in the west-shore of the Panama<br />

Canal. Mem Inst Oswaldo Cruz, 2005;100:729-<br />

731.<br />

31. Santos K, Catenacci L, Pestilla M et al. First report of<br />

Diphyllobothrium mansoni (Cestoda, Diphyllobothridae)<br />

infecting Cerdocyon thous (Mammalia, Canidae) in Brazil.<br />

Arq Bras Med Vet Zootec, 2004;56:796-798.<br />

32. Schaub G. Parasitogenic alteration of vector bahaviour.<br />

Int J Med Microbiol, 2006;40:37-40.<br />

33. Sissay M, Uggla A, Waller P. Prevalence and seasonal<br />

incidence of nematode parasites and fluke infections of<br />

sheep and goats in eastern Ethiopia. Trop Anim Health<br />

Prod, 2007;39:521-531.<br />

34. Song T, Wang W, Zhou B et al. CT and MR characteristics<br />

of cerebral sparganosis. Am J Neuroradiol,<br />

2007;28:1700-1705.<br />

35. Timmons R, Bowers R, Price D. Infection of the respiratory<br />

tract with Mammomanogamus (Syngamus) laryngeus:<br />

a new case in Largo, Florida, and a summary of previously<br />

reported cases. Am Rev Respir Dis, 1983;128:<br />

566-569.<br />

36. Torres P, Figueroa L. Infección por Spirometra mansoni<br />

(Cestoda, Pseudophyllidea) en el sur de Chile. Bol Chile<br />

Parasitol, 1982;37:72-73.<br />

37. Ugarte C, Thomas D, Gasser R et al. Spirometra<br />

erinacei/S. erinaceieuropaei in a feral cat in Manawatu<br />

with chronic intermittent diarrhoea. New Zealand Vet J,<br />

2005;53:347-351.<br />

38. Vallejo G, Guhl F, Carranza J et al. Trypanosoma rangeli<br />

parasite-vector. Vertebrates interactions and their relationship<br />

to the systematic and epidemiology of American<br />

tripanosomiasis. Biomedica, 2007;1:110-118.<br />

39. Vianna M. Trypanosome rangeli. Tripanossomose rangeli<br />

em Pessoa <strong>Parasitologia</strong> Medica. Guanabara-Koogan Rio<br />

de Janeiro, Brasil, 1982:178-182.<br />

40. Vieira M, Oliveira J, Barbosa C et al. Eficacia Do Albendazol<br />

Na Lagochilascariasis emurina experimental. In<br />

31 Congreso de Sociedad Brasileira Medicina Tropical<br />

Sao Paulo. Resumos, 1995:115.<br />

41. Whitaker I, Rao J, Izadi D et al. Historical article: Hirudo<br />

medicinalis. Ancient origins and trends in the cases<br />

of medical leeches throughout history. British J Oral<br />

Maxilofacial Surgery, 2004;42:133-137.<br />

42. Winckel W, Treurniet A. Infestation with Lagochilascaris<br />

minor (Leiper) in man Doc Med Geo Trop, 1956;8:23-<br />

28.<br />

43. World Health Organization. Control of food borne<br />

trematode infections. Report of a WHO Study Group.<br />

TRS 849 WHO, Geneva, Switzerland, 1995.<br />

44. Yun S, Park M, Jeon H et al. A case of vesical and scrotal<br />

sparganosis presenting as a scrotal mass. Korean J Parasitol,<br />

2010;48:57-59.<br />

45. Zeledon R. Tripanosoma rangeli. Ver Bol Trop, 1955;2:<br />

231-268.


Parte III<br />

Parasitología topográfica<br />

Capítulo<br />

66<br />

Parasitosis del pulmón*<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Los parásitos llegan al pulmón y tracto respiratorio por vía sanguínea,<br />

linfática o por vía aérea. Algunos pasan al pulmón desde<br />

el abdomen a través del diafragma. Los parásitos están temporalmente<br />

en el pulmón, o bien permanecen en éste; por lo<br />

general los parásitos pulmonares originan síntomas y signos<br />

variables no específicos, que pueden simular otras patologías<br />

obligando al médico a extremar sus habilidades y solicitar diferentes<br />

exámenes para llegar al diagnóstico.<br />

Protozoos<br />

Amebiasis<br />

La amebiasis secundaria o extraintestinal la mayoría de las veces<br />

se localiza en el hígado y le sigue después la ubicación pleuropulmonar;<br />

esto se origina por una propagación de un “absceso<br />

hepático” amebiano, pero también existe la colonización directa<br />

del pulmón vía hematógena sin localización hepática. En la<br />

amebiasis pulmonar consecutiva a la propagación de un “absceso<br />

hepático”, a través del diafragma el paciente presenta dolor<br />

intenso y permanente en la base del hemitórax derecho por<br />

compromiso de la pleura diafragmática y tos seca. Si el proceso<br />

se abre a bronquios se origina una fístula hepatobronquial produciendo<br />

una expectoración achocolatada muy sugerente de la<br />

etiología, diarrea persistente y el síndrome de “absceso hepático”.<br />

Cuando la lesión pulmonar es por vía hematógena —no<br />

por contigüidad—, no existe compromiso hepático ni pleural.<br />

8,11,13<br />

En ocasiones el “absceso hepático” amebiano provoca una<br />

pleuritis diafragmática, originando un derrame pleural derecho<br />

con líquido serosanguinolento, y si el absceso se rompe a pleura<br />

el líquido presenta un color achocolatado. El derrame serofibri-<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

507


508 PARTE III Parasitología topográfica<br />

noso es la complicación más frecuente que habitualmente origina<br />

dolor irradiado al hombro, disnea y tos seca que exacerba<br />

el dolor. La radiografía de tórax confirma el derrame y la toracocentesis<br />

sus características. La rotura a bronquios le sigue en<br />

frecuencia provocando la vómica achocolatada que alivia los<br />

síntomas del “absceso hepático”. La radiografía de tórax demuestra<br />

una elevación del hemidiafragma derecho, que tiene<br />

menor movilidad, y opacidad de la base pulmonar homónima.<br />

Un 10 a 20% de los “abscesos hepáticos” amebianos originan<br />

rotura de la pleura, lo que provoca dolor torácico intenso, tos<br />

seca, disnea acentuada y un estado tóxico grave.<br />

El diagnóstico se debe sospechar por los síntomas y signos<br />

mencionados, y se debe confirmar por reacciones inmunobiológicas<br />

que tienen una alta sensibilidad en las localizaciones<br />

extraintestinales de la amebiasis (ver capítulo 16, Amebiasis).<br />

El hallazgo de trofozoítos de Entamoeba histolytica en la<br />

expectoración y líquido pleural es excepcional. En el último<br />

tiempo la reacción de polimerasa en cadena (PCR), que detecta<br />

DNA del parásito ha sido útil en el diagnóstico etiológico de<br />

estos procesos.<br />

Neumocistosis<br />

Es considerado actualmente como hongo. El 80% de las personas<br />

de más de 10 años presenta anticuerpos contra Pneumocystis<br />

jiroveci; esta alta frecuencia se produce por la adquisición temprana<br />

de la infección, posiblemente a través de quistes que pasan<br />

de individuo a individuo. La mayoría de las neumocistosis<br />

origina infecciones asintomáticas que permanecen en forma<br />

latente en las personas inmunocompetentes. Cuando los quistes<br />

maduros son inhalados, se rompen en el alvéolo y liberan<br />

formaciones que originan trofozoítos. La reproducción de éstos<br />

origina acúmulos PAS positivos y eosinófilos en los alvéolos<br />

pulmonares. Los trofozoítos se adhieren a neumocitos tipo I<br />

que posteriormente son reemplazados por neumocitos tipo II,<br />

los que actúan sobre la membrana alveolocapilar impidiendo el<br />

transporte de O 2 y el paciente presenta hipoxia. 7,9,10<br />

Habitualmente P. jiroveci se mantiene latente en los alvéolos<br />

por acción de los linfocitos T. Si se suprimen los linfocitos<br />

T auxiliadores (helper), los parásitos se activan originando una<br />

neumonitis intersticial que provoca dificultad en la difusión de<br />

gases al alterar la membrana alveolar. La neumocistosis en las<br />

personas inmunocompetentes origina un cuadro clínico constante<br />

e inespecífico de neumonitis intersticial. El paciente presenta<br />

dificultad respiratoria, tos seca, sin fiebre; al examen físico<br />

se auscultan estertores bronquiales. Es poco común observar<br />

reacción pleural y adenopatías hiliares. En pacientes inmunosuprimidos<br />

la parasitosis es más frecuente y grave que en las<br />

personas con inmunidad conservada; en estos pacientes se observan<br />

dos cuadros clínicos distintos, según los pacientes presenten<br />

o no SIDA. En los inmunosuprimidos con SIDA, la<br />

sintomatología se inicia en forma larvada y lentamente progresiva<br />

a lo largo de semanas, e incluso periodos mayores a un mes<br />

con tos, disnea, fiebre, cianosis y dolor torácico que se van acrecentando<br />

de forma paulatina hasta llegar a la insuficiencia respiratoria.<br />

En los individuos inmunosuprimidos sin SIDA, una<br />

vez iniciada la neumocistosis, tanto la evolución como el agravamiento<br />

clínico son bastante más abruptos (días) que en portadores<br />

de SIDA.<br />

Los exámenes de laboratorio, serológicos, hemograma,<br />

proteinemia, pruebas de función pulmonar, la imagenología,<br />

etc., son inespecíficos. Las pruebas de función pulmonar demuestran<br />

una reducción de la capacidad vital, de la capacidad<br />

pulmonar total y de la capacidad de difusión de monóxido de<br />

carbono (figuras 66-1 a 66-3).<br />

La radiografía de tórax muestra infiltrados difusos bilaterales,<br />

a veces hiperclaridad en las bases con enfisema; puede aparecer<br />

consolidación lobar, derrame pleural e infiltrados seudonodulares.<br />

Entre 5 a 10% de pacientes con SIDA y neumonitis<br />

por P. jiroveci tiene radiografía de tórax normal. La sonografía,<br />

TAC, RMN y el cintigrama pulmonar con galio radiactivo<br />

permiten precisar los hallazgos obtenidos en la radiografía de<br />

tórax, detectar lesiones no observadas y complementar las alteraciones<br />

existentes. La imagenología complementaria con estas<br />

técnicas no demuestra imágenes patognomónicas en la neumocistosis.<br />

Se debe plantear el diagnóstico de neumocistosis en pacientes<br />

especialmente inmunosuprimidos que presentan síntomas<br />

respiratorios importantes que contrasten con escasa signología<br />

pulmonar y tengan imagenología de una neumonitis<br />

intersticial.<br />

El diagnóstico etiológico se confirma por el hallazgo de<br />

quistes o trofozoítos obtenidos en muestras de expectoración,<br />

biopsia pulmonar abierta o por aspiración percutánea transtorácica,<br />

o fibrobroncoscopia con lavado broncoalveolar con suero<br />

fisiológico. La mayoría de los pacientes con neumocistosis<br />

tiene tos seca sin expectoración; ésta se obtiene inhalando un<br />

aerosol salino hipertónico producido por un nebulizador ultrasónico.<br />

En 79% de las expectoraciones se ha logrado observar<br />

al parásito siempre que se realice una buena preparación de los<br />

pacientes: ayuno, lavado de dientes, envío inmediato de la<br />

muestra al laboratorio, uso de mucolíticos, centrifugación, etc.<br />

La muestra se tiñe con metenamina de plata (Gomori-Grocott)<br />

para los quistes y Giemsa para los trofozoítos. El azul de ortotoluidina<br />

es otra tinción utilizada para observar los quistes.<br />

Si el examen de expectoración es negativo, se efectúa el<br />

lavado broncoalveolar mediante fibrobroncoscopia, la sensibilidad<br />

de esta técnica es de 85 a 89%; la biopsia transbronquial,<br />

tomando varias muestras, tiene un rendimiento de 88 a 97%;<br />

combinando ambos métodos se tiene un 94 a 100% de positividad.<br />

La neumocistosis sin tratamiento tiene una mortalidad<br />

de 100%; la terapia farmacológica se basa en la aplicación de<br />

pentamidina o cotrimoxazol (véase capítulo 47, Neumocistosis).<br />

Toxoplasmosis<br />

En la toxoplasmosis adquirida aguda generalizada puede existir<br />

compromiso pulmonar, y en la toxoplasmosis congénita generalizada,<br />

que forma parte del sindrome de TORCH, también<br />

hay compromiso del pulmón. Sin lugar a dudas la forma más


CAPÍTULO 66 Parasitosis del pulmón 509<br />

frecuente y grave del compromiso del pulmón se observa en<br />

pacientes inmunosuprimidos que por lo habitual presentan encefalitis,<br />

miocarditis, neumonitis intersticial y alveolitis hemorrágica<br />

que pueden ser causa de muerte si no son tratadas a<br />

tiempo. El diagnóstico se debe plantear en todo paciente inmunosuprimido<br />

que presente compromiso pulmonar.<br />

Imagenología. Radiografía de tórax, tomografía, TAC y RMN<br />

de tórax demuestran imágenes inespecíficas. El diagnóstico<br />

etiológico se confirma por serología en pacientes inmunocompetentes<br />

(p. ej., ELISA, IgM, IFI [inmunofluorescencia indirecta]<br />

IgM positiva) y en inmunosuprimidos por hallazgo de<br />

Toxoplasma gondii en tejido pulmonar en muestras obtenidas<br />

por punción transtorácica o por lavado broncoalveolar mediante<br />

broncoscopia.<br />

Enfermedad de Chagas<br />

El compromiso pulmonar por Trypanosoma cruzi se puede observar<br />

en pacientes inmunosuprimidos, en las formas congénitas<br />

generalizadas que son parte del TORCH y en las adquiridas<br />

crónicas de sujetos con acalasia esofágica que presentan regurgitaciones<br />

y pirosis que le ocasionan bronquitis y neumonitis.<br />

Helmintos<br />

Trematodos<br />

Paragonimiasis<br />

La paragonimiasis es originada por Paragonimus westermani, P.<br />

miyasakii, P. heterotremus, P. africanus, P. uterobilateralis y P. skrjabini<br />

que existen en África y P. mexicanus, P. peruvianus, P.<br />

napensis, P. amazonicus, P. inca, P. ecuadoriensis del continente<br />

americano. En la actualidad se considera a P. mexicanus, P. peruvianus<br />

y P. ecuadoriensis como una sola especie.<br />

La paragonimiasis pulmonar humana se conoce también<br />

como distomatosis pulmonar o hemoptisis parasitaria. El humano<br />

se infecta al consumir crustáceos de río (cangrejos o langostinos)<br />

crudos o mal cocidos con metacercarias. Las metacercarias<br />

pierden en el estómago y duodeno su envoltura, atraviesan<br />

la pared intestinal y por la cavidad peritoneal llegan al diafragma,<br />

lo cruzan al igual que la pleura y penetran al pulmón, llegando<br />

a los bronquios donde se transforman en vermes adultos.<br />

Sus huevos salen con la expectoración o con las deposiciones (al<br />

ser deglutidos) a los 2 o 3 meses después de la infección. El<br />

hospedero reacciona formando alrededor de los gusanos adultos<br />

un tejido fibroso, originando así quistes parasitarios. El tejido<br />

pulmonar reacciona ante el parásito, sus huevos y secreciones<br />

con inflamación crónica y fibrosis. La infección bacteriana secundaria<br />

puede originar supuración y ulceraciones. Los helmintos<br />

originan en los tejidos una infiltración linfoplasmocitaria,<br />

hemorragia y desarrollo de un tejido fibroso que le forma una<br />

pared; estos quistes de 2 a 3 cm de diámetro están ubicados en<br />

el fondo del parénquima en un número no superior a 10. Alrededor<br />

de los quistes antiguos de color rojo oscuro o café no hay<br />

inflamación. En la superficie del pulmón se observan quistes<br />

parduscos que contienen líquido sanguinolento, exudado purulento<br />

y a veces parásitos adultos vivos o muertos. El examen<br />

microscópico del líquido tiene huevos y cristales de Charcot-<br />

Leyden. Existen adherencias pleurales, engrosamiento de la<br />

pleura con derrame que tiene parásitos, huevos y cristales de<br />

Charcot-Leyden; hay daño del parénquima pulmonar de los<br />

bronquios y de los linfáticos. Existen zonas de atelectasia y fibrosis.<br />

La mucosa bronquial presenta edema y congestión. El<br />

lumen de los bronquios puede estar reducido por edema o por<br />

exudado; asimismo, es factible encontrar huevos en los ganglios.<br />

La parasitosis por lo general origina una enfermedad crónica<br />

de comienzo insidioso; de manera ocasional se inicia en<br />

forma brusca con escalofríos, fiebre y puede ser mortal. Los<br />

síntomas más frecuentes que presentan las personas con paragonimiasis<br />

pulmonar son tos crónica con expectoración mucosa,<br />

luego hemoptoica, hemoptisis a repetición que hace plantear<br />

el diagnóstico diferencial con TBC pulmonar y dolor<br />

torácico por pleuritis. No son poco frecuentes las pleuresías y<br />

las bronquiectasias. La mayoría de los enfermos de zonas endémicas<br />

tienen una enfermedad leve o moderada, presentan un<br />

aspecto saludable a pesar de la tos crónica y de la expectoración<br />

hemorrágica durante años, lo que contrasta con el examen físico<br />

donde suele existir infección o condensación pulmonar o<br />

derrame pleural.<br />

La presunción diagnóstica de paragonimiasis se debe plantear<br />

en personas que viven o han vivido en zonas endémicas<br />

que presenten enfermedad del aparato respiratorio, especialmente<br />

tos crónica con expectoración hemoptoica. Los exámenes<br />

complementarios, como la imagenología (radiografía de<br />

tórax, sonografía, TAC y RMN de tórax, la broncoscopia y el<br />

hemograma que demuestra anemia y eosinofilia) sirven para<br />

descartar otras etiologías y orientan al diagnóstico, pero no son<br />

patognomónicos. La confirmación diagnóstica se realiza por la<br />

observación de huevos del parásito en expectoración, procedimiento<br />

que tiene un 99.4% de positividad, en cambio, en las<br />

deposiciones alcanza sólo 13%; de modo que para efectuar el<br />

diagnóstico etiológico basta el examen del esputo.<br />

La expectoración se examina en preparaciones directas entre<br />

lámina y laminilla con aumento mediano. Se observan los<br />

huevos ovoideos, operculados de color gris junto con leucocitos,<br />

especialmente eosinófilos, glóbulos de pus, eritrocitos, células<br />

descamadas y cristales de Charcot-Leyden. En esputos<br />

mucosos los huevos son escasos, en cambio, en los mucopurulentos<br />

o en las hemoptisis por lo general son abundantes. 1,5,14,16<br />

Cestodos<br />

Hidatidosis<br />

La hidatidosis pulmonar puede ser primaria o secundaria. La<br />

primaria —por mucho la más frecuente— se origina por la<br />

ingestión de huevos de Echinococcus granulosus. Una vez en el<br />

duodeno se libera el embrión hexacanto, éste vía porta llega al<br />

hígado, si pasa el filtro hepático, vía venas suprahepáticas, cava


510 PARTE III Parasitología topográfica<br />

inferior llega a aurícula derecha, ventrículo derecho y a través<br />

de la arteria pulmonar al pulmón donde se desarrolla la hidátide.<br />

La hidatidosis secundaria se origina por la llegada y desarrollo<br />

de escólices debido a la rotura de un quiste hidatídico (QH)<br />

primario, lo que puede ocurrir en las siguientes condiciones: a)<br />

después de una vómica o una intervención quirúrgica; b) rotura<br />

de un QH cardiaco o hepático con paso directo de escólices<br />

a la sangre (hidatidosis metastásica), y c) siembra bronquial (secundaria<br />

broncogénica).<br />

La distribución de los huevos de E. granulosus en el hospedero<br />

accidental humano explica que 80 a 86% de las hidatidosis<br />

se localicen en hígado y pulmón; por este motivo, siempre<br />

que se sospeche una hidatidosis pulmonar debe descartarse la<br />

coexistencia de un QH hepático.<br />

El quiste hidatídico pulmonar a menudo crece lentamente<br />

en forma silenciosa y, por las características del tejido pulmonar,<br />

desarrolla una forma esférica. Por lo general los síntomas<br />

comienzan cuando tienen 5-6 o más centímetros, es decir, tras<br />

seis años o más de evolución. Los QH se localizan con mayor<br />

frecuencia en los lóbulos inferiores del pulmón derecho, presentando<br />

una localización central (intraparenquimatosa) o periférica<br />

cuando forma relieve en la superficie del pulmón. La<br />

mayoría de los pacientes presenta un solo QH. La hidatidosis<br />

múltiple es poco frecuente y por lo general es secundaria por<br />

siembra de escólices. El QH pulmonar del humano por lo general<br />

es estéril (acefaloquiste), es decir, no tiene escólices, vesículas<br />

hijas ni vesículas prolíferas. 3,4,15<br />

Rotura del quiste hidatídico pulmonar<br />

Al crecer, el quiste se contacta con los bronquios, los desplaza,<br />

altera y termina por romper, vaciando su contenido en el árbol<br />

bronquial, es la hidatoptisis que puede producir síntomas locales<br />

o generales: vómica, rash alérgico, crisis de asma bronquial,<br />

etc. En menos de 5% de los casos se retienen las membranas.<br />

Debido a que la adventicia no se colapsa por la insuflación de<br />

la cavidad, epitelización o infección secundaria, se origina una<br />

cavidad residual o un absceso. En el pulmón, la adventicia no<br />

se calcifica o este proceso es excepcional.<br />

El quiste hidatídico pulmonar puede originar bronquiectasias,<br />

atelectasias, supuración pulmonar, esclerosis y secuelas<br />

cavitarias.<br />

Hidatidosis extrapulmonar abierto a bronquios<br />

La eliminación de vesículas hijas, de escólices y/o ganchitos por<br />

la expectoración, debe hacer sospechar que no se trata de un<br />

QH pulmonar sino de un quiste hidatídico hepático o esplénico<br />

roto al pulmón, ya que los QH pulmonares son estériles. La<br />

presencia de biliptisis es una evidencia de que el quiste hidatídico<br />

abierto al pulmón es de origen hepático.<br />

Clínica<br />

Los QH pulmonares no complicados permanecen asintomáticos<br />

por largo tiempo y muchas veces se describen como hallazgo<br />

radiológico. La sintomatología se origina por el traumatismo<br />

que produce al crecer, por infección secundaria o por hipersensibilidad<br />

a sustancias propias de la hidátide. Los síntomas más<br />

frecuentes son tos, expectoración, hemoptisis, hidatoptisis y dolor<br />

torácico; se presenta antes en los QH centrales por su rápido<br />

contacto con bronquios, vasos y nervios. La hemoptisis se presenta<br />

en QH abiertos a los bronquios, por lo general son mínimos,<br />

pero pueden llegar a ser fatales. El dolor se presenta en los<br />

QH periféricos que comprometen pleura, los quistes centrales<br />

rara vez provocan dolor. La hidatoptisis es patognomónica de la<br />

parasitosis y se presenta en etapa tardía de la hidatidosis.<br />

El diagnóstico presuntivo por los antecedentes epidemiológicos<br />

y clínicos se debe complementar con exámenes de laboratorio:<br />

imagenología, broncoscopia, estudio parasitológico de<br />

expectoración o vómica y reacciones inmunobiológicas. 2,3<br />

Imagenología. En la radiografía de tórax se pueden observar<br />

algunos signos que, sin ser patognomónicos, orientan al diagnóstico<br />

(figuras 66-4 y 66-5).<br />

a) Signo de la muesca. La imagen redondeada como trazada<br />

a compás presenta en su contorno una ligera depresión<br />

como una muesca.<br />

b) Signo neumoperiquístico o neumoperivesicular. Se origina<br />

por la penetración de aire entre la hidátide y la adventicia<br />

que está abierta a bronquios. En las radiografías aparece<br />

como un espacio claro de aire entre dos sombras<br />

lineales de bordes netos.<br />

c) Signo del doble arco. Si el aire aumenta, se fisuran las<br />

membranas parasitarias, se pierde líquido y entra aire a la<br />

hidátide, en la radiografía aparece una imagen de doble<br />

arco.<br />

d) Signo del camalote o nenúfar. Cuando caen las membranas<br />

y flotan en el líquido, en la radiografía se observan<br />

elementos sobre el líquido que aparecen como líneas onduladas.<br />

e) Signo de la sombra poligonal o membrana encarcelada.<br />

Las membranas parasitarias secas por pérdida total del líquido<br />

hidatídico del quiste se ven como imágenes poligonales<br />

en radiografía de tórax laterales u oblicuas (véase<br />

capítulo 56, Hidatidosis y equinococosis).<br />

Ecografía y ecotomografía de tórax. Permite diferenciar imágenes<br />

líquidas de sólidas y establecer la relación de los quistes<br />

con el diafragma y con los órganos del hemiabdomen superior.<br />

Es útil en los quistes hidatídicos hepáticos abiertos al pulmón<br />

donde se evidencia incluso la rotura del diafragma.<br />

Gharbi y colaboradores clasifican ecográficamente a los<br />

QH en 5 grupos: 6<br />

Tipo I. Colección sólo de líquido. Espacio anecoico con<br />

aumento de la ecogenicidad de las paredes. La colección líquida<br />

presenta bordes bien definidos; por lo general tienen forma redondeada<br />

u ovalada, miden entre 1 y 10 cm.<br />

Tipo II. Colección líquida con paredes agrietadas. La colección<br />

líquida tiene un contorno bien definido, pero es menos<br />

redonda. La grieta de la pared se localiza bien o puede presentarse<br />

como una “membrana flotante” dentro del quiste.


CAPÍTULO 66 Parasitosis del pulmón 511<br />

Tipo III. Colección líquida con tabiques. La colección líquida<br />

mantiene un contorno bien definido, pero está dividida<br />

por tabiques de diferente grosor que forman estructuras ovales.<br />

Algunos quistes presentan una forma en “panal de abeja”. Se<br />

pueden observar dentro del quiste imágenes de vesículas secundarias<br />

únicas o múltiples.<br />

Tipo IV. Imágenes heterogéneas. Son masas redondas de<br />

borde irregular. En general pueden clasificarse en tres grupos:<br />

1. Apariencia hipoecoica con ecogenicidad irregular. Corresponden<br />

a QH infectados.<br />

2. Hiperecoica. Masas sólidas sin sombras de la pared posterior.<br />

3. Características intermedias con imágenes hipo e hiperecoicas<br />

en proporción similar.<br />

Tipo V. Paredes gruesas reflectantes. Formaciones con<br />

contornos muy hiperecoicos con una sombra en forma de<br />

cono que sobrepasa las paredes del quiste.<br />

Tomografía axial computarizada (TAC) y resonancia nuclear<br />

magnética (RMN) de tórax. Permite observar en detalle<br />

las colecciones líquidas diferenciadas de las sólidas. Visualiza el<br />

parénquima pulmonar oculto por un derrame.<br />

Broncografía y broncoscopia. Se utilizan sólo en forma excepcional.<br />

La primera permite evidenciar el árbol bronquial y<br />

las cavidades comunicadas con ella a través del medio de contraste.<br />

La segunda tiene rendimiento en el diagnóstico diferencial<br />

con cáncer broncogénico.<br />

Estudio de expectoración de la vómica. Se debe efectuar macroscópica<br />

y microscópicamente. El hallazgo de cutícula confirma<br />

el diagnóstico, vesículas hijas, escólices y ganchitos se<br />

observan rara vez, ya que corresponde por lo general a QH<br />

hepáticos abiertos a bronquios.<br />

Reacciones inmunobiológicas. Por lo general tienen baja sensibilidad<br />

en la localización pulmonar, especialmente en niños.<br />

El ideal en estos casos es efectuar varias reacciones que se complementen<br />

(p. ej., hemaglutinación indirecta y ELISA o ELISA<br />

y reacciones de inmunoprecipitación): doble difusión (DD),<br />

electrosinéresis (ES) e inmunoelectroforesis (IEF).<br />

La presencia del arco 5 de Caprón en la inmunoelectroforesis<br />

o electrosinéresis confirma infección por el género Echinococcus,<br />

pero no la especie. La alta especificidad contrasta con la<br />

baja sensibilidad de la ES y la IEF. Una reacción serológica negativa<br />

no descarta una hidatidosis pulmonar. Resultados positivos<br />

orientan al diagnóstico. En caso de dudas, la inmunoelectroforesis<br />

o immunobloting permite confirmar o descartar el<br />

diagnóstico (véase capítulo 56, Hidatidosis y equinococosis, y<br />

capítulo 92, Diagnóstico de laboratorio de las parasitosis). 3<br />

Cisticercosis<br />

Por lo general, Cysticercus cellulosae en el pulmón es un hallazgo<br />

quirúrgico o de autopsia, ya que no ocasiona síntomas.<br />

Nematodos<br />

Filariasis<br />

Wuchereria bancrofti, Brugia malayi, B. timori que originan la<br />

filariasis linfática, producen en la etapa crónica el pulmón eosinófilo<br />

filariano o eosinofilia pulmonar tropical; este cuadro<br />

clínico, a menudo poco frecuente, se caracteriza por presentar<br />

tos paroxística nocturna con escasa expectoración, crisis asmatiformes,<br />

ocasionalmente hemoptisis y dolores musculares. Los<br />

pacientes presentan además fiebre, hepatoesplenomegalia y<br />

adenopatías. En el hemograma existe hipereosinofilia (500-800<br />

eosinófilos por mm 3 ) y la imagenología muestra lesiones miliares<br />

en ambos campos pulmonares. Los anticuerpos antifilarias<br />

son elevados y muchas veces no se detectan microfilarias en la<br />

sangre periférica. La histología del pulmón en un comienzo<br />

tiene infiltrados interalveolares, seguidos de bronconeumonía y<br />

abscesos de eosinófilos. Después de varios meses los infiltrados<br />

de eosinófilos, linfocitos e histiocitos se acompañan de reacciones<br />

granulomatosas y se origina fibrosis. La etapa final es una<br />

fibrosis intersticial crónica sin eosinofilia tisular, muy pocas<br />

veces se encuentran microfilarias en el pulmón.<br />

El diagnóstico de la eosinofilia pulmonar tropical por filarias<br />

se debe plantear en personas que viven en zona endémica y<br />

presentan sintomatología respiratoria, fiebre, hipereosinofilia<br />

sanguínea e imagenología que demuestra lesiones miliares inespecíficas.<br />

El diagnóstico etiológico se confirma por la serología<br />

antifilarias y/o hallazgo de microfilarias en tejido pulmonar. El<br />

tratamiento se efectúa con dietilcarbamacina (véase capítulo<br />

59, Filariasis).<br />

Mammomonogomiasis o Singamosis<br />

Excepcionalmente el humano puede infectarse con Mammomonogamus<br />

(Syngamus) laringeus; este nematodo hematófago es<br />

un parásito habitual de la laringe y tráquea de ovejas, bovinos,<br />

caprinos y gatos. Las personas se infectan por ingestión de verduras<br />

y hortalizas que crecen a ras del suelo contaminadas con<br />

larvas. Tos crónica, hemoptisis y crisis asmáticas son las manifestaciones<br />

clínicas de este estrongílido que parasita la laringe y<br />

tráquea. El diagnóstico etiológico se realiza por la detección de<br />

huevos en heces, que han sido deglutidos después de un acceso<br />

de tos o por la eliminación de gusanos adultos después de una<br />

crisis de tos. Los vermes adultos tienen forma de Y, siendo el<br />

brazo más largo de la Y la hembra, que se mantiene en estrecha<br />

cópula con el macho.<br />

Capilariasis<br />

En la literatura científica se señalan algunos casos humanos de<br />

infección pulmonar por Capillaria aerophyla, nematodo común<br />

del pulmón de cánidos (zorros, lobos, coyotes) y de diversos<br />

mamíferos. En el humano origina tos crónica, crisis de asma<br />

bronquial y eosinofilia. El diagnóstico se realiza por biopsia pulmonar<br />

que demuestra granulomas que contienen al parásito.


512 PARTE III Parasitología topográfica<br />

Neumonías eosinofílicas<br />

(pulmones eosinófilos)<br />

Es un síndrome que se caracteriza por infiltrados eosinófilos pulmonares<br />

con hipereosinofilia sanguínea. Loeffler lo describió por<br />

primera vez como un cuadro transitorio de síntomas clínicos,<br />

infiltrados pulmonares fugaces que se evidencian en la radiografía<br />

de tórax y eosinofilia sanguínea. Con el tiempo este cuadro ha<br />

ido creciendo en relación a las causas que lo originan. Hoy en día<br />

este síndrome puede deberse a parásitos, bacterias, virus, hongos,<br />

vasculitis o fármacos como nitrofurantoína, sulfas, penicilina,<br />

tetraciclina, estreptomicina, clorpropamida, antidepresivos tricíclicos,<br />

sales de oro, isoniazida (figuras 66-6 y 66-7).<br />

Las larvas de parásitos pueden estar temporalmente en el<br />

pulmón cumpliendo una etapa de su ciclo vital (síndrome de<br />

Loeffler), o pueden permanecer en forma accidental, no habitual<br />

en el humano, donde no llegan al estado adulto (cuadro 66-1).<br />

Los parásitos que originan la neumonía eosinofílica son:<br />

Ascaris lumbricoides. Las larvas al pasar por el pulmón (ciclo de<br />

Looss), mudan, salen de los capilares y atraviesan la pared del alvéolo<br />

pulmonar. En personas sensibilizadas a las larvas y sus secreciones,<br />

presentan síntomas respiratorios variables, hipereosinofilia<br />

e infiltrados pulmonares fugaces en la radiografía de<br />

tórax (síndrome de Loeffler). El cuadro clínico desaparece en<br />

una a dos semanas. En el examen de expectoración se pueden<br />

encontrar las larvas del parásito (véase capítulo 30, Ascariasis).<br />

Ancylostoma duodenale<br />

y Necator americanus<br />

Las uncinarias cumplen parte de su ciclo vital en el pulmón y la<br />

sintomatología y signología que origina tiene iguales características<br />

que las producidas por Ascaris lumbricoides.<br />

Figura 66-6. Síndrome de Loeffler experimental. Se observan larvas<br />

de Ascaris suum en pulmón de conejo.<br />

Strongyloides stercoralis<br />

Las larvas por lo general penetran por la piel, excepcionalmente<br />

por vía oral, cumplen el ciclo de Looss y finalmente se establecen<br />

en el duodeno. Su paso por el pulmón puede ser asintomático,<br />

pero en invasiones masivas o en personas sensibilizadas<br />

puede existir intensa sintomatología y aun ser mortal. Los infiltrados<br />

pulmonares que se detectan en las radiografías de tórax,<br />

por lo general son poco frecuentes y cuando existen desaparecen<br />

en 3 a 4 semanas (véase capítulo 34, Estrongiloidiasis).<br />

Schistosoma mansoni<br />

En etapas iniciales las formas juveniles pasan por el pulmón y<br />

pueden originar síntomas respiratorios, infiltrados radiológicos<br />

y eosinofilia sanguínea.<br />

Paragonimus westermani<br />

y Paragonimus spp.<br />

En la paragonimiasis, el pulmón eosinófilo duradero o estable<br />

es la parte final del ciclo vital del parásito en el humano. Los<br />

parásitos adultos en el pulmón producen una bronconeumopatía<br />

con infiltrados que se encuentran en la radiografía de tórax<br />

y eosinofilia sanguínea (véase capítulo 53, Paragonimiasis).<br />

Síndrome de larva migrante<br />

visceral (LMV)<br />

Es producido por larvas de helmintos de animales, hospederos<br />

definitivos de las parasitosis. El hombre es un hospedero intermediario<br />

accidental, en él no se completa el ciclo. Toxocara canis<br />

y T. cati son los helmintos más importantes del perro y del<br />

gato que pueden infectar al humano. Con menor frecuencia<br />

Toxascaris leonina y Baylisascaris procyionis pueden parasitar a<br />

humanos. Al migrar las larvas, se ubican en el hígado, pulmón,<br />

sistema nervioso central y ojos. En la localización pulmonar los<br />

pacientes presentan tos, ocasionalmente crisis asmatiformes y<br />

expectoración. Al examen se detectan estertores finos en ambos<br />

campos pulmonares. Los infiltrados o nódulos uni o bilaterales<br />

que se observan en la radiografía de tórax (TAC o RMN), por<br />

lo general son estables. Los pacientes presentan leucocitosis,<br />

hipereosinofilia e hipergammaglobulinemia.<br />

Wuchereria bancrofti, Brugia malayi, B. timori, filarias linfáticas,<br />

pueden originar la neumonía eosinofílica o pulmón eosinófilo<br />

parasitario. Dirofilaria immitis, filaria del perro y otros cánidos,<br />

en el hombre puede desarrollar también el pulmón eosinófilo. Las<br />

larvas no alcanzan el estado adulto en ese hospedero.<br />

Diagnóstico de la neumonitis eosinofílica<br />

o pulmón eosinófilo<br />

Los antecedentes epidemiológicos son importantes; vivir o haber<br />

estado en zonas endémicas de filariasis, uncinariasis, esquis-


CAPÍTULO 66 Parasitosis del pulmón 513<br />

tosomiasis, etc. La edad del paciente (los niños tienen frecuentemente<br />

toxocariasis), el antecedente de haber eliminado<br />

parásitos, recibir tratamiento medicamentoso o ingerir fármacos.<br />

Al examen, fuera de los síntomas respiratorios, se debe indagar<br />

sobre la existencia de otros órganos afectados: piel, corazón,<br />

sistema nervioso central, ojos, etc., que pueden orientar a<br />

una vasculitis.<br />

Los infiltrados pulmonares únicos o múltiples uni o bilaterales<br />

sólo permiten plantear una neumopatía sin precisar<br />

etiología. La eosinofilia y la neumopatía orientan al diagnóstico<br />

de pulmón eosinófilo sin determinar la causa; lo mismo sucede<br />

con el hallazgo de eosinofilia y cristales de Charcot-Leyden en<br />

la expectoración. La existencia de huevos o larvas de parásitos<br />

en el esputo confirma el diagnóstico parasitario. A veces la<br />

biopsia pulmonar permite aclarar el diagnóstico al evidenciar<br />

un parásito, una granulomatosis o una vasculitis. En muchas<br />

ocasiones no se precisa la etiología del síndrome del pulmón<br />

eosinófilo, y el clínico indica un tratamiento de prueba con<br />

fármacos antiparasitarios o corticoides. La respuesta es variable,<br />

algunos pacientes mejoran completamente, otros se agravan a<br />

pesar de la terapia.<br />

Pentastómidos<br />

Pentastomiasis<br />

Lo más frecuente es la infección humana con huevos de Linguatula<br />

serrata o Armillifer armillatus, constituyendo un hospedero<br />

intermediario accidental que alberga larvas de cuatro patas<br />

que migran a diferentes órganos, entre ellos al pulmón donde<br />

se transforman en ninfas. Éstas originan granulomas pulmonares<br />

que contienen en su centro restos parasitarios y están rodeados<br />

de capas concéntricas calcificadas. Dichas lesiones por lo<br />

general son hallazgos en intervenciones quirúrgicas o en autopsias,<br />

ya que la sintomatología que produce es escasa o nula. 12<br />

De manera excepcional, los pentastómidos orofaríngeos,<br />

especialmente Linguatula serrata, pueden tener una localización<br />

pulmonar. El humano se infecta al ingerir carne de cordero<br />

o de cabra cruda o mal cocida infectada con ninfas; éstas<br />

salen de la carne en la boca instalándose en la garganta, amígdalas,<br />

fosas nasales y laringe, originando el halzoum o marrana.<br />

Es posible que algunos ejemplares lleguen por vía aérea al pulmón<br />

(véase capítulo 65, Otras parasitosis de los tejidos, sangre,<br />

vías urinarias y de localizaciones diversas).<br />

Referencias<br />

1. Amunarriz M. Paragonimiasis en la Región Amazónica<br />

Ecuatoriana. Publicación de la Prefectura Apostólica de<br />

Aguarico N° 9, 1984.<br />

2. Apt W, Pérez C, Rycke P. Tratamiento no convencional<br />

de la hidatidosis humana. Rev Med Chile, 1996;124:1385-<br />

1389.<br />

3. Apt W. Hidatidosis e Equinococose. Capítulo 32 de Parasitología<br />

<strong>Humana</strong> e Seus Fundamentos Gerais, Edit Benjamín<br />

y Sergio Cimerman. Atheneur, 1999:253-261.<br />

4. De Rycke P, Apt W, Campano S et al. Many facets of<br />

echinococcosis/hydatidosis. Parasitol Today, 1996:12:295.<br />

5. García L, Bruckner D. Liver and lung trematodes. In:<br />

Diagnostic medical parasitology 2th ed. Washington: Am<br />

Soc Microbiol, 1993;317-321.<br />

6. Gharbi H, Hassine W, Brauner M et al. Ultrasound<br />

examination of the hydatic liver. Radiology, 1981;139:459-<br />

463.<br />

7. Hughes W. The role of atovaquone tablets in treating<br />

Pneumocystis carinii pneumonia. J. Acquir Immune Defic<br />

S Hum Retrovirol, 1995;8:247-252.<br />

8. Ibarra-Pérez C. Thoracic complications of amebic abscess<br />

of the liver: report of 501 cases. Chest, 1981;79:675-<br />

677.<br />

9. Korroa H, Saadeh C. Options in the management of<br />

pneumonia caused by Pneumocystis carinii in patients<br />

with acquired immune deficiency syndrome and intolerance<br />

to trimethoprim/sulfamethoxazole. South Med,<br />

1996;89:272-277.<br />

10. Latouche S, Ortona E, Mazars E et al. Biodiversity of<br />

Pneumocystis carinii hominis: typing with different DNA<br />

regions. J Clin Microbiol, 1997;35:383-387.<br />

11. Lee K, Yamasak O, Hamba H. Análisis of 69 patients<br />

with amebic liver abscess J. Gastroent, 1996;31:40-45.<br />

12. Mehlhorn H. Encyclopedic Reference of Parasitology<br />

Second Edition. Springer, 200:472-526.<br />

13. Stanleg S. Protozoa Amebiasis. Gastroenterol Clin North<br />

Am, 1986;25:471-492.<br />

14. Tantalean M, Hinza A. Paragonimus y paragonimiasis<br />

en Perú. Bol Med Trop (Lima), 1986;5:33-36 y 5:72-80.<br />

15. Thompson R, Lymery A. Echinococcus and Hydatid Disease.<br />

U.K. Cab. International, 1995.<br />

16. Yokogawa M. Paragonimus and paragonimiasis. Adv<br />

Parasitol, 1965;3:33-158.


Capítulo<br />

67<br />

Parasitosis hepáticas*<br />

Luis C. Gil<br />

Introducción<br />

El hígado no es ajeno a ser infectado por los parásitos, suelen<br />

hacerlo más frecuentemente los protozoarios y los helmintos. Las<br />

vías principales por las cuales los parásitos llegan al hígado son<br />

tres: 1) por la vena porta, los parásitos atraviesan la pared intestinal;<br />

2) por el conducto colédoco, ascienden parásitos desde el<br />

duodeno, y 3) por el peritoneo, los provenientes del intestino<br />

que llegan al hígado atravesando la cápsula de Glisson.<br />

Las lesiones parasitarias en el hígado, desde el punto de<br />

vista anatomotopográfico, se pueden ubicar: a) en el parénquima<br />

hepático (hay lesiones difusas y localizadas); b) en la vía<br />

biliar; c) en la vesícula, y d) en el sistema circulatorio del hígado.<br />

En el cuadro 67-1 se describen las principales lesiones causadas<br />

por los parásitos en el hígado.<br />

Desde el punto de vista clínico el compromiso hepático<br />

puede ser asintomático o presentar algunas manifestaciones<br />

como ictericia, colestasia, hepatitis, masas, hepatomegalia y signos<br />

de hipertensión portal: esplenomegalia, varices esofágicas y<br />

ascitis. Desde la perspectiva anatomopatológica, en el hígado<br />

los parásitos originan procesos de tipo inflamatorio, colestásico,<br />

granulomas, fibrosis hepática y/o cirrosis, seudotumores y<br />

lesiones cavitarias que ocupan espacio, como abscesos y quistes.<br />

En la vía biliar pueden provocar colangitis esclerosante, obstrucción<br />

con y sin colangitis. En la vesícula causan cálculos y<br />

colecistitis.<br />

En el hígado los parásitos pueden estar en tránsito durante<br />

su migración a otros órganos sin causar ningún tipo de lesión<br />

como ocurre con las larvas de algunos nematodos, esta víscera<br />

puede ser el lugar de alojamiento de las fases intermediarias<br />

de algunos helmintos como ocurre en la hidatidosis, o ser el<br />

órgano predilecto para el desarrollo de algunos adultos, principalmente<br />

los trematodos. En el cuadro 67-2 se describen las<br />

principales parasitosis hepáticas y el compromiso anatomopatológico<br />

que cada uno de ellos ocasiona. 4<br />

Parasitosis que afectan<br />

el parénquima hepático<br />

Amebiasis<br />

La amebiasis hepática es causada por trofozoítos de Entamoeba<br />

histolytica, proveniente del intestino, donde hay úlceras colónicas.<br />

Es más frecuente en los países tropicales, en América ocurre<br />

con mayor frecuencia en Centroamérica y el norte de Sudamérica.<br />

En el hígado la lesión más importante es el “absceso hepático<br />

amebiano”, que en realidad no es absceso, ya que no hay<br />

leucocitos alterados (pus), sino sólo células hepáticas necrosadas<br />

(necrosis colicuativa) y sangre que afecta más al lóbulo derecho<br />

y con menor frecuencia al lóbulo izquierdo.<br />

Desde el punto de vista clínico se manifiesta por fiebre,<br />

dolor en el hipocondrio derecho, ictericia leve a moderada y<br />

hepatomegalia dolorosa. En los pacientes sin tratamiento, el<br />

absceso puede drenar la cavidad torácica, causando fístulas hepatobronquiales<br />

con presencia de vómica, en estos casos la tos<br />

puede presentar un esputo achocolatado, “pasta de anchoas”.<br />

Los abscesos del lóbulo izquierdo pueden drenar a peritoneo<br />

ocasionando cuadros de peritonitis y a pericardio ocasionando<br />

taponamiento cardiaco, evento que requiere drenaje intervencional<br />

por radiología o cirugía.<br />

En los exámenes de laboratorio el hemograma suele presentar<br />

una leucocitosis, en el perfil hepático puede haber aumento<br />

leve o moderado de la bilirrubina y las transaminasas, en<br />

otros casos hay un patrón colestásico con aumento de la fosfatasa<br />

alcalina y gammaglutamil transferasa (GGT). El examen<br />

coproparasitológico directo con evidencia de E. histolytica contribuye<br />

en la confirmación de la sospecha diagnóstica del absceso<br />

amebiano, pero no lo confirma.<br />

El diagnóstico se plantea mediante imágenes hepáticas sugerentes,<br />

como la ecotomografía abdominal, tomografía axial<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

514


CAPÍTULO 67 Parasitosis hepáticas 515<br />

computarizada (TAC) del abdomen, resonancia magnética<br />

(RM), en las cuales se aprecia una o varias cavidades hipoecogénicas.<br />

La presencia de múltiples cavidades hace plantear el<br />

diagnóstico diferencial con un absceso piógeno o bacteriano.<br />

La cintigrafía con sin leucocitos marcados también evidencia<br />

zonas hipocaptantes. En la radiografía simple y fluoroscopia de<br />

tórax hay ascenso y disminución de la motilidad del hemidiafragma<br />

derecho.<br />

Los exámenes de laboratorio más específicos incluyen el<br />

ELISA y PCR en sangre y deposiciones; son más útiles en zonas<br />

no endémicas y como parte del seguimiento y control del tratamiento.<br />

El diagnóstico de certeza es el hallazgo de trofozoítos<br />

de E. histolytica en el material líquido o sólido obtenido por<br />

punción guiada por imágenes o drenaje quirúrgico, siendo más<br />

sensible el material de la periferia de la cavidad; este método<br />

tiene baja sensibilidad.<br />

El tratamiento de elección es farmacológico y se usa el metronidazol,<br />

por 10 días, inicialmente endovenoso para continuar<br />

por vía oral, también hay buena respuesta al uso de tinidazol<br />

y ornidazol. Hasta hace dos décadas la dehidroemetina<br />

era una alternativa para estos casos, sin embargo, los efectos<br />

cardiológicos colaterales, la escasez del medicamento y una<br />

buena respuesta al metronidazol han dejado de lado esta posibilidad.<br />

En los pacientes que no responden al tratamiento médico<br />

o con dudas diagnósticas, se debe evaluar la posibilidad quirúrgica<br />

o drenaje a través de catéteres instalados mediante guía<br />

imagenológica. La asociación de drenaje y tratamiento farmacológico<br />

es más eficiente que cada uno en forma aislada. 15,23<br />

Malaria o paludismo<br />

Es una infección transmitida por la hembra infectada del mosquito<br />

Anopheles. Las cuatro especies de Plasmodium: P. falciparum,<br />

P. vivax, P. malariae y P. ovale, se dirigen al hígado en<br />

donde los esporozoítos se transforman en esquizontes hepáticos,<br />

a partir de los cuales se forman los merozoítos que causan<br />

la infección de los eritrocitos. En el hígado suele ser más grave<br />

la infección por P. falciparum. En la malaria, la ictericia de origen<br />

hepático no es la más frecuente, se presenta más o menos<br />

en un 3 a 5% de los casos, en la mayoría de los enfermos suele<br />

ir asociada a la hemólisis causada por la destrucción de los eritrocitos.<br />

La hepatitis malárica causa leve a moderado aumento de<br />

las transaminasas. En el hígado el parásito forma microtrombos<br />

que alteran la circulación hepática causando disfunción hepática<br />

por isquemia secundaria. Desde el punto de vista clínico la<br />

fiebre y los síntomas que acompañan al acceso malárico son los<br />

típicos de esta parasitosis, en lo hepático propiamente como<br />

tal, la ictericia y encefalopatía hepática no son habituales.<br />

En la anatomía patológica, cuando la bilirrubina es superior<br />

a 3 mg/dl, se aprecia pigmento malárico o hemozoína,<br />

infiltrado inflamatorio, congestión de hepatocitos, y necrosis<br />

centrilobulillar, si la carga parasitaria es alta hasta en un 50% de<br />

los casos es posible evidenciar parásitos en los hepatocitos.<br />

La concomitancia con hepatitis de otras causas, y la asociación<br />

con el SIDA, aumentan el riesgo de complicaciones en el<br />

hígado. El diagnóstico del compromiso hepático malárico se<br />

sospecha por la existencia de una malaria sistémica y el descarte<br />

de otras etiologías; imágenes como la ecografía son poco útiles<br />

y sólo evidencian una hepatomegalia. 3,5<br />

El ciclo hepático preeritrocitario existe en todas las especies<br />

de malaria, pero el ciclo hepático yuxtaeritrocitario sólo en<br />

P. vivax y P. ovale (hipnozoítos), que explica las recidivas.<br />

Leishmaniasis<br />

En esta parasitosis, las leishmaniasis cutáneas no afectan el hígado,<br />

las viscerales o kala-azar son las causantes del compromiso<br />

hepático, y las especies L. donovani, L. infantum y L. chagasi,<br />

son las más implicadas. Desde el punto de vista clínico hay<br />

fiebre irregular y prolongada, malestar general, decaimiento,<br />

anemia, ictericia, pesantez abdominal, hepatomegalia y esplenomegalia.<br />

También se han reportado algunos casos con hepatitis<br />

e insuficiencia hepática. 9<br />

El diagnóstico se sospecha por antecedentes epidemiológicos,<br />

clínicos y exámenes de laboratorio. En el hemograma se<br />

observa leucopenia y trombocitopenia, el perfil hepático puede<br />

demostrar aumento de bilirrubina y las transaminasas. Exámenes<br />

más específicos e indirectos para diagnóstico de la leishmaniasis<br />

incluyen ELISA e IFI IgG, también es útil el Western<br />

blot y PCR, estos últimos apoyan más la presunción del diagnóstico.<br />

El diagnóstico definitivo se obtiene por punción de<br />

médula ósea, hepática o esplénica, en donde es posible hallar<br />

amastigotes, siendo de mejor sensibilidad la punción esplénica<br />

(examen no exento de complicaciones).<br />

La histología hepática muestra hepatitis, colestasia, hipertrofia<br />

de las células de Kupffer, obstrucción de la vasculatura y<br />

congestión, fibrosis hepática, amastigotes, hipertensión portal,<br />

y granulomas con infiltrado de mononucleares en el espacio<br />

porta y el lobulillo. 10-12<br />

Toxoplasmosis<br />

Es una enfermedad causada por Toxoplasma gondii. El paciente<br />

inmunocompetente no suele desarrollar la enfermedad, siendo<br />

de alto riesgo en las embarazadas, los recién nacidos, inmunodeficientes<br />

como en el SIDA, pacientes con enfermedades neoplásicas<br />

y trasplantados usuarios de inmunosupresores. El hígado<br />

en general no suele ser órgano blanco de la enfermedad, y<br />

cuando ello ocurre se ha descrito hepatitis toxoplásmica con<br />

grandes focos de necrosis y presencia de células gigantes. En la<br />

histología se pueden observar quistes toxoplásmicos, células de<br />

Kupffer con hipertrofia e hiperplasia, y excepcionalmente se<br />

puede reconocer al parásito en su citoplasma. Se han identificado<br />

lesiones granulomatosas en el parénquima, en ellas los estudios<br />

de biología molecular han sido positivos para toxoplasma.<br />

En recién nacidos se debe establecer diagnóstico diferencial con<br />

la enfermedad de Chagas. 20


516 PARTE III Parasitología topográfica<br />

Enfermedad de Chagas<br />

Causada por Trypanosoma cruzi, los grupos de mayor riesgo son<br />

aquellos de poblaciones endémicas, neonatos con antecedentes<br />

de madres chagásicas, los pacientes con enfermedad de Chagas<br />

crónica que se infectan con SIDA y con recuento de CD4 menor<br />

a 100/ml, usuarios de quimioterapia y trasplantados portadores<br />

de enfermedad de Chagas crónica, en que la reactivación<br />

de la enfermedad de base puede causar el compromiso hepático.<br />

Desde el punto de vista clínico, los pacientes presentan ictericia,<br />

acompañada de hepatomegalia y esplenomegalia. Desde<br />

el punto de vista histológico, en el hígado se han evidenciado<br />

áreas de necrosis, infiltrado inflamatorio con histiocitos, granulomas<br />

y fibrosis. Los ganglios linfáticos se han encontrado aumentados<br />

de volumen, el bazo agrandado y con proliferación<br />

de macrófagos dentro de los cuales se encuentran parásitos en<br />

forma de amastigotes. 7<br />

Esquistosomiasis<br />

La bilharziasis ocupa un lugar importante en la patología hepática,<br />

ya que es la primera causa de hipertensión portal en países<br />

endémicos. La hipertensión se produce como consecuencia<br />

de un bloqueo vascular intrahepático y presinusoidal ante la<br />

presencia de huevos y granulomas periparasitarios en los espacios<br />

porta. El hígado puede ser afectado principalmente por<br />

S. mansoni, S. japonicum y S. mekongi. Desde el punto de vista<br />

clínico la hipertensión portal se manifiesta por hematemesis,<br />

melena y ascitis; la hepatomegalia y esplenomegalia son de consistencia<br />

dura y firme, la encefalopatía en general no suele estar<br />

presente.<br />

Los exámenes de laboratorio indican leve aumento de las<br />

transaminasas e hipereosinofilia. La endoscopia digestiva alta<br />

confirma la presencia de varices esofágicas, y la ecotomografía<br />

Doppler corrobora el daño hepático y la hipertensión portal.<br />

Las lesiones en el hígado pueden ser causadas por las cercarias,<br />

parásitos adultos y huevos de Schistosoma, y tienen relación<br />

con el estado inmune del hospedero. En el parénquima<br />

hay granulomas hepáticos, seudotumores con presencia de<br />

huevos del parásito. En los vasos sanguíneos portales el parásito<br />

causa daño vascular con obliteración de la vena porta por fibrosis<br />

periportal, estos eventos llevan a una hipertensión portal<br />

presinusoidal con varices esofágicas, hepatomegalia y esplenomegalia.<br />

En la enfermedad avanzada hay depósitos de colágeno<br />

en los espacios portal y de Disse, lo cual lleva a fibrosis y capilarización<br />

de los sinusoides, lo que puede terminar en una cirrosis.<br />

1,2,6<br />

Fascioliasis<br />

Fasciola hepatica llega al parénquima hepático después de atravesar<br />

la cápsula de Glisson proveniente del peritoneo, los ejemplares<br />

adultos se alojan preferentemente en los conductos biliares.<br />

En el hígado causan engrosamiento de la cápsula de Glisson<br />

con infiltrado leucocitario y eosinófilo. Desde el punto de vista<br />

anatomopatológico se pueden apreciar pequeños focos de necrosis<br />

que simulan microabscesos. Durante el periodo de invasión<br />

(formas juveniles) hay presencia de nódulos blanquecinos<br />

en el parénquima, en fases avanzadas se ha evidenciado la presencia<br />

de huevos dentro de lesiones que simulan tumores o<br />

granulomas eosinófilos (figura 67-1). 24 Los conductos biliares<br />

pueden estar engrosados y dilatados causando colangitis e ictericia<br />

obstructiva, la migración a la vesícula se asocia con colecistitis<br />

y colelitiasis.<br />

Desde la perspectiva clínica, la infección puede ser asintomática<br />

o presentar dolor en el hipocondrio derecho, fiebre,<br />

malestar general y hepatomegalia, asociada a eosinofilia en el<br />

hemograma. El diagnóstico se sospecha por antecedentes epidemiológicos<br />

como la ingesta de berros e imágenes obtenidas<br />

por ecotomografía abdominal, TAC y RM de abdomen, donde<br />

se aprecian hematomas subcapsulares (figura 67-1), tumores o<br />

seudotumores, dilatación de la vía biliar y defectos de llenado<br />

en los conductos biliares.<br />

En la colangiografía endoscópica retrógrada (ERCP), y colangiografía<br />

por RM, hay dilatación y defectos de llenado en<br />

los conductos biliares. El diagnóstico se complementa con técnicas<br />

inmunológicas como el IFI y ELISA IgG, y se confirma<br />

por la presencia de huevos de fasciola en el examen directo de<br />

deposiciones o aspirado de jugo duodenal obtenido por sondeo<br />

duodenal, detección de coproantígenos o pesquisa mediante<br />

PCR y en casos excepcionales lo hace la histología y el rescate<br />

de ejemplares adultos mediante ERCP. 19<br />

Capilariasis hepática<br />

Es una parasitosis que afecta al hígado causada por Capillaria<br />

hepatica. El humano la adquiere de forma accidental a través de<br />

la ingestión de huevos embrionados presentes en el suelo, las<br />

larvas liberadas en el intestino a través de la circulación portal<br />

llegan al hígado donde desarrollan la forma adulta. En la histopatología<br />

obtenida mediante biopsias hepáticas por punción o<br />

en autopsias, se han descrito las lesiones causadas por el parásito,<br />

entre otras hay granulomas con presencia de mononucleares,<br />

histiocitos y eosinófilos, fibrosis hepática, y algunos focos<br />

de necrosis, también ha sido posible hallar gusanos adultos y<br />

huevos del parásito. Desde el punto de vista clínico se han descrito<br />

síntomas como dolor abdominal, fatiga, anorexia, fiebre y<br />

esplenomegalia. En el laboratorio destaca la eosinofilia presente<br />

en el hemograma, en el perfil hepático puede existir aumento<br />

de las transaminasas. 17<br />

Toxocariasis<br />

La larva migrante visceral es una parasitosis causada principalmente<br />

por Toxocara canis y T. cati. El humano adquiere la infección<br />

por la ingesta de huevos larvados; en el intestino delgado<br />

se libera la larva, la cual atraviesa la mucosa intestinal y a<br />

través de la circulación portal llega al hígado. Desde la perspectiva<br />

clínica puede ser asintomática o dar manifestaciones como<br />

hepatomegalia, y fiebre asociada a hipereosinofilia. Desde el


CAPÍTULO 67 Parasitosis hepáticas 517<br />

punto de vista anatomopatológico se observan granulomas con<br />

larvas de Toxocara, inflamación con áreas de necrosis, microabscesos,<br />

granulomas eosinofílicos y calcificaciones.<br />

El diagnóstico se sospecha por la presencia de hipereosinofilia<br />

en el hemograma, discreto aumento de transaminasas,<br />

imágenes ecográficas, TAC y RM abdominal, en donde se aprecian<br />

granulomas, hepatomegalia, calcificaciones y abscesos. El<br />

diagnóstico se complementa mediante reacciones serológicas<br />

como ELISA e IFI para Toxocara, y técnicas de biología molecular<br />

como PCR. También la toxocariasis puede ser un hallazgo<br />

en hígados trasplantados o en necropsias. 8<br />

Estrongiloidiasis<br />

El hígado se infecta por larvas de S. stercoralis, principalmente<br />

cuando ocurre una autoinfección; es más factible en pacientes<br />

con SIDA cuando ocurre el síndrome de hiperinfección. Las<br />

lesiones más descritas son hepatitis, inflamación periportal y<br />

granulomas eosinófilos. La larva se puede encontrar en los canalículos<br />

hepáticos y en la vena porta. 22<br />

Hidatidosis<br />

El hígado es el órgano predilecto por esta parasitosis. Es una<br />

entidad de crecimiento lento ocasionando sintomatología, por<br />

lo general después de los 10 años de inicio de la infección. Los<br />

síntomas iniciales pueden ser inespecíficos e incluyen dispepsia,<br />

malestar en el hipocondrio derecho, dolor y sensación de<br />

masas, se relacionan con la aparición de una masa o compresión<br />

de órganos vecinos, de los vasos sanguíneos y la vía biliar.<br />

Cuando el quiste se rompe a peritoneo causa síntomas alérgicos<br />

y choque anafiláctico. En otros casos el quiste se rompe a la vía<br />

biliar causando ictericia obstructiva y colangitis asociada, también<br />

puede drenar a pleura y bronquios causando hidrotórax o<br />

una vómica. Otra forma de evidenciar la presencia del quiste es<br />

el hallazgo por imágenes de un quiste totalmente calcificado.<br />

El diagnóstico se sospecha por antecedentes epidemiológicos,<br />

imágenes como la ecotomografía abdominal que es bastante<br />

sensible al demostrar varias cavidades de diferentes tamaños,<br />

en las cuales es posible apreciar los protoescólices y las<br />

vesículas hijas. Desde el punto de vista ecográfico se ha establecido<br />

la clasificación de Garbi y de la OMS, que son útiles al<br />

momento de plantear una terapia no quirúrgica. Otras imágenes<br />

como la TAC y RM abdominal también son útiles, en ellas<br />

se aprecian el o los quistes característicos y/o imágenes de<br />

un quiste calcificado. Las radiografías simples de tórax y abdomen<br />

pueden mostrar calcificaciones en área hepática. Las reacciones<br />

serológicas como ELISA e IFI son bastante sensibles y<br />

específicas.<br />

El tratamiento tradicional es quirúrgico. En algunos casos<br />

se pueden aplicar la punción guiada por imágenes denominada<br />

PAIR (punción, aspiración, inyección, reaspiración), esta terapia<br />

debe ir acompañada en forma simultánea con el uso de albendazol<br />

prepunción y pospunción. 13<br />

Figura 67-2. Hidatidosis múltiple abdominal, destacando el<br />

compromiso hepático en la TAC y una vesícula extraída durante la<br />

intervención quirúrgica.<br />

Hidatidosis mutilocular<br />

Echinococcus multilocularis causa una infección grave del hígado,<br />

a diferencia de E. granulosus, no forma un quiste con adventicia,<br />

sino múltiples quistes sin límite definido simulando<br />

un tumor, es una infección de tipo racemosa que destruye el<br />

parénquima hepático. Los quistes en general no presentan protoescólices,<br />

sino pequeñas membranas y focos de necrosis con<br />

tejido granulomatoso, pueden comprimir y afectar la vía biliar.<br />

El diagnóstico se plantea por antecedentes epidemiológicos y<br />

hallazgos imagenológicos como la ecografía, TAC y RM abdominal<br />

que muestran masas irregulares y cavidades, las que evidencian<br />

calcificaciones (figura 67-2). 13,26<br />

Parásitos de la vía biliar<br />

Protozoarios<br />

Los protozoos pueden colonizar la vía biliar y la vesícula. Las<br />

parasitosis más descritas son criptosporidiasis y microsporidiasis,<br />

otros protozoos que también parasitan la vía biliar son Cystoisospora<br />

belli y Giardia lamblia; estas parasitosis son más importantes<br />

en los pacientes con SIDA con recuentos de CD4<br />

menores a 100/ml, o en inmunosuprimidos por otras etiologías.<br />

Giardiasis<br />

Giardia lamblia por lo general no afecta el hígado, su ubicación<br />

habitual es intestinal, sin embargo, en pacientes inmunosuprimidos<br />

con infecciones persistentes esta parasitosis ha sido causa<br />

de cuadros de dolor abdominal en el hipocondrio derecho por<br />

colecistitis alitiásica y colangitis, también se han reportado algunas<br />

colestasias prolongadas y granulomas. 14


518 PARTE III Parasitología topográfica<br />

Criptosporidiasis y microsporidiasis<br />

Las infecciones por Cryptosporidium hominis y Mycrosporidium<br />

spp. causan cuadros diarreicos en pacientes pediátricos e inmunosuprimidos<br />

principalmente, no suelen ser causa de cuadros<br />

hepatobiliares en pacientes inmunocompetentes, pero sí en los<br />

inmunosuprimidos. En la vesícula se describen cuadros de colecistitis<br />

alitiásica y en la vía biliar se han descrito colangitis<br />

infecciosa y colangitis esclerosante, en enfermos con SIDA y<br />

linfocitos de CD4 menores a 100/ml.<br />

Desde el punto de vista clínico, hay dolor en el hipocondrio<br />

derecho, fiebre y síntomas colestásicos. En el laboratorio<br />

hay aumento de la GGT y la fosfatasa alcalina, en la ecografía<br />

puede existir dilatación de vía biliar y en la colangiografía por<br />

RM y ERCP se evidencia arrosariamiento de la vía biliar, el<br />

escáner abdominal es útil para evaluar una pancreatitis; estas<br />

dos entidades mejoran con la terapia antirretroviral e incremento<br />

de los CD4. Desde el punto de vista farmacológico pueden<br />

tratarse con nitazoxanida y albendazol, respectivamente. 14<br />

Infecciones por helmintos<br />

Las infecciones causadas por helmintos se deben principalmente<br />

a trematodos como Clonorchis sinensis, Opistorchis viverrini,<br />

Opistorchis felineus y Fasciola hepatica y casos aislados de Dicrocelium<br />

dendriticum. Ascaris lumbricoides migra a la vía biliar<br />

desde el intestino y se aloja en el conducto colédoco y conductos<br />

biliares intrahepáticos. 16,18<br />

Fascioliasis<br />

En los canalículos biliares Fasciola hepatica puede causar infecciones<br />

como colangitis y abscesos e ictericia obstructiva. El<br />

diagnóstico se sospecha por la ingesta de berros, eosinofilia en<br />

el hemograma además de las imágenes diagnósticas obtenidas<br />

mediante colangiografía por resonancia magnética y ERCP, en<br />

ellas hay defectos de llenado de la vía biliar y dilatación de la<br />

misma. Durante este último procedimiento es posible extraer<br />

con canastillo de dormia, previa papilotomía, ejemplares adultos<br />

presentes en la vía biliar. La ecotomografía puede también<br />

dar sopechas de su presencia. 19<br />

Clonorquiasis<br />

En la vía biliar, en la cual se alojan Clonorchis sinensis, Opistorchis<br />

viverrini y O. felineus, el humano se infecta por el consumo<br />

de pescados pertenecientes a la familia Cyprinidae infectados<br />

con metacercarias, ellas se desenquistan en el duodeno y migran<br />

al colédoco a través de la ampolla de Vater. Desde el punto<br />

de vista clínico hay síntomas generales como anorexia, malestar<br />

general y dolor en hipocondrio derecho. En infecciones<br />

crónicas y con altas cargas parasitarias, se puede presentar obstrucción<br />

de la vía biliar, colangitis supurativa y pancreatitis. A<br />

estas parasitosis se les ha asociado con colangiocarcinoma. 25 En<br />

imágenes como la ecografía hay dilatación de los conductos<br />

biliares intrahepáticos, aumento de la ecogenicidad periductal<br />

y material flotante en la vesícula. En la RM y TAC del hígado<br />

y vía biliar se aprecia dilatación leve o moderada en los conductos<br />

periféricos del hígado. Desde el punto de vista anatomopatológico,<br />

el hígado puede estar aumentado de tamaño, los conductos<br />

presentan hiperplasia y proliferación adenomatosa del<br />

epitelio biliar. En pacientes con Opistorchis también se ha descrito<br />

colecistitis con presencia de cálculos y gusanos en la vesícula.<br />

16,18<br />

Ascariasis<br />

Las larvas de Ascaris lumbricoides del tercer estadio que migran<br />

hacia los pulmones pueden causar una hepatitis larvaria. En la<br />

vía biliar el parásito adulto migra erráticamente desde el intestino<br />

a la vía biliar a través del esfínter de Oddi, esto causa obstrucción<br />

del árbol biliar con colangitis secundaria y en algunos<br />

casos abscesos. En exámenes imagenológicos, como la ecotomografía,<br />

colangiografía por RM y ERCP, hay defectos de llenado<br />

tubular en los conductos biliares y a veces en la vesícula<br />

biliar. En algunos casos durante la realización de una ERCP o<br />

en endoscopia tradicional es posible apreciar áscaris adultos<br />

colgando parcialmente de la papila de Vater (cuadro 67-2). 18,21<br />

Referencias<br />

1. Abdel-Rahman El-Zayadi. Curse of Schistosomiasis on<br />

Egyptian Liver. World. J Gastroenterol, 2004;10:1079-1081.<br />

2. Andrade Z. Schistosomal Hepatopathy, Mem. Inst.<br />

Oswaldo Cruz, 2004;99:51-57.<br />

3. Anil A, Pankaj P. Jaundice in Malaria. Gastroenterol<br />

Hepatol, 2005;20:1322-1332.<br />

4. Atias A. Parasitosis del Hígado. Parasitología Médica,<br />

Ed. Mediterráneo, 1999:435-441 pp.<br />

5. Bhalla A. Malarial Hepatopathy, J Posgrad Med, 2006;<br />

52:315-320.<br />

6. Bica I, Hamer D, Stadecker M. Hepatic Shistosomiasis,<br />

Infect Dis Clin North America, 2000;14:3583-3604.<br />

7. Bittencourt A, Garcia A. Pathogenesis and Pathology<br />

of Hematogenous Infections of the Fetus and Newborn.<br />

Pediat Pathol & Mol Med, 2002;21:353-399.<br />

8. Canese A, Domínguez R, Otto C et al. Huevos Infectivos<br />

de Toxocara en Arenas y Plazas de Asunción Paraguay,<br />

Rev Chil Pediatr, 2003;74:611-616.<br />

9. de Madeiros F, Tavares-Neto J, D’Oliveira Jr. A et<br />

al. Alteraciones hepáticas en la Leishmaniasis Visceral


CAPÍTULO 67 Parasitosis hepáticas 519<br />

(Kala-azar) en niños: Revisión sistemática de la literatura.<br />

Acta Gastroenterol Latinoam, 2007;37:150-157.<br />

10. Diego Lorenzo A de, Bañares R, Catalina V et<br />

al. Leishmaniasis en paciente con cirrosis hepática. An.<br />

Med. Interna (Madrid), 2003;20:43-45.<br />

11. El Hag I, Homeida M, El Califa M et al. Visceral Leishmaniasis<br />

(Kala-Azar). J Clin Pathol, 1994;47:547-551.<br />

12. Gangneux J, Donaghi L, Marty P. Place du Foie dans<br />

la Leishmaniose Viscérale, Gastroenterol Clin Biol,<br />

2006;30:1027-1032.<br />

13. Garcia H, Moro P, Schantz P. Zoonotic Helminth Infections<br />

of Human, Echinococcosis Cysticercosis, and<br />

Fascioliasis. Curr Opin Infect Dis, 2007:489 494.<br />

14. Huang D, White C. An Updated Review on Cryptosporidium<br />

and Giardia. Gastroenterol Clin North America,<br />

2006;35:291-341.<br />

15. Hughes M, Petri W. Amebic Liver Abscess. Infectious<br />

Disease Clin North America, 2000;14:565 582.<br />

16. Kaewpitoon N, Kaewpitoon S, Pengsaa P et al.<br />

Opisthorchis viverrini: The Carcinogenic Human Liver<br />

Fluke. World J. Gastroenterol, 2008;14:666-674.<br />

17. Klenzak J, Mattia A, Valenti A, Goldberg J. Hepatic<br />

Capillariasis in Maine Presenting as a Hepatic Mass. Am.<br />

J Trop Med Hyg, 2006;72:651-653.<br />

18. Lim J, Kim S, Park Ch. Parasitic Diseases of the Biliary<br />

Tract. American Journal Roentgenol, 2007;188:1596-<br />

1603.<br />

19. Mas-Coma S, Bargues M, Esteban J. Human Fasciolosis,<br />

In Dalton J. P: Ed. Fasciolosis. Wallingford, CAB international<br />

Publishing, 1999:411-434.<br />

20. Mrusek S, Marx A, Kummerle D et al. Development<br />

of Granulomatous Common Variable Immunodeficiency<br />

Subsequent to Infection With Toxoplasma gondii. Clin<br />

exp immunology, 2004;137:578-83.<br />

21. Perez F, Lopez T, Tomas E. Diagnostic and Therapeutic<br />

Approach to Cholestatic Liver Disease. Rev Esp Enferm<br />

Dig, 2004:96.<br />

22. Raymond T. Other Infections Involving the Liver. Handbook<br />

of Liver Disease. L Friedman and E. Keeffe, Ed<br />

Churchill Livingstone, 1998:391-413.<br />

23. Salles J, Luis A, Costa Salles M. Hepatic Amebiasis. The<br />

Brazilian Journal of Infections Diseases, 2003;7:96-110.<br />

24. Sapunar J, Braghetto I, Diaz J. Fascioliasis hepática<br />

que simularon tumores hepáticos. Bol Chil Parasitol,<br />

2001;3-4:59-65.<br />

25. Sripa B, Kaewkes S, Sithithaworn P et al. Liver Fluke<br />

Induces Cholangiocarcinoma. Plos Medicine, 2007;4:<br />

1148-1155.<br />

26. Vuitton D, Bresson-Hadni S, Delabrousse E et al. Liver<br />

and Parasitic Diseases, Gastroenterol. Clin Biol,<br />

2004;28:1122-1135.


Capítulo<br />

68<br />

Parasitosis cutáneas*<br />

Zuño Burstein<br />

Conceptos generales<br />

La piel es el órgano de mayor volumen y extensión que tiene el<br />

cuerpo humano y su compleja estructura funcional está destinada<br />

no sólo a fungir como barrera física y de intercambio con<br />

el medio ambiental sino que, y fundamentalmente, desempeña<br />

importantes funciones mediante complejos mecanismos inmunorreactores,<br />

termorreguladores, fotoprotectores, entre otros,<br />

en la defensa de todos los órganos internos que alberga, con<br />

quienes tiene una permanente y equilibrada interrelación, que<br />

permite el mantenimiento de la salud biológica, reflejando las<br />

condiciones del medio interno, en sus expresiones somáticas y<br />

mentales y transmitiéndoles, a su vez, las ocurrencias que en<br />

ella suceden.<br />

Una enorme cantidad de seres vivos de estructura más o<br />

menos compleja son capaces de permanecer temporal o permanentemente<br />

en la piel humana, viviendo a expensas de ella, es<br />

decir, en condición parasitaria, constituyendo para su estudio<br />

un extenso capítulo de la Biología y particularmente de la Medicina,<br />

que podría denominarse Parasitología dermatológica;<br />

estos parásitos producen, por su presencia, manifestaciones clínicas<br />

con síntomas y signos de menor o mayor significación<br />

patológica y que se designan de manera genérica con el nombre<br />

de dermatosis parasitarias o parasitosis cutáneas, y son justo el<br />

motivo de la presente revisión.<br />

Los agentes etiológicos parasitarios cutáneos que comprometen<br />

la piel pertenecen a un numeroso grupo biológico de<br />

parásitos, tanto del reino vegetal, como los hongos que producen<br />

las micosis superficiales y profundas, y que son materia de<br />

un importante capítulo de la Medicina, que es la micología<br />

médica; como del reino animal, produciendo dermatozoonosis<br />

parasitarias, algunas de las cuales, por ser las más paradigmáticas<br />

y frecuentes, son el tema de este capítulo, que se refiere<br />

específicamente a las dermatosis parasitarias producidas por<br />

animales. No corresponde a este capítulo ocuparse de las dermatozoonosis<br />

no parasitarias y de las agresiones o accidentes<br />

producidos por animales venenosos o ponzoñosos, como las<br />

mordeduras de arañas venenosas (Loxosceles, Latrodectus) y de<br />

víboras, que pueden producir incluso la muerte de sus víctimas.<br />

Sí se abordan, cuando es pertinente, las manifestaciones irritativas<br />

o sensibilizantes producidas por la picaduras de avispas,<br />

abejas, hormigas, alacranes, zancudos, mosquitos, pulgas,<br />

chinches, triatominos, entre otros; las reacciones de contacto, a<br />

veces muy severas, producidas por algunas orugas, con setas<br />

urticantes (erucismo), escamas de algunas mariposas (lepidopterismo),<br />

medusas, paederus, etc. Es preciso tomar en cuenta<br />

que sobre la piel pueden producirse, también, heridas por rayas<br />

y otros animales acuáticos que afectan a los veraneantes y trabajadores<br />

del mar.<br />

Todas estas últimas manifestaciones patológicas producidas<br />

por animales vertebrados e invertebrados conforman capítulos<br />

especializados de la dermatología clínica con el nombre<br />

de “dermatosis vacacionales”, “dermatosis ocupacionales”,<br />

“dermatosis acuíferas” o “alergia dermatológica”, que estudian,<br />

en el caso de esta última, las reacciones de sensibilidad producidas<br />

a menudo en personas alérgicas por picadura de mosquitos,<br />

zancudos y pulgas; así como las provocadas en individuos<br />

o grupos humanos por la infestación ocasional de garrapatas de<br />

roedores y chinches de aves, entre otros agentes causales y que<br />

son incluidos, sin mucha justificación, en capítulos de parasitología<br />

cutánea de algunos textos.<br />

Antes de pasar a la descripción nosográfica y terapéutica<br />

de las afecciones que corresponden a este capítulo, y para precisar<br />

terminologías, cabe hacer una breve puntualización de los<br />

conceptos clásicos relacionados con el tema.<br />

A los parásitos que pertenecen al reino animal se les denomina<br />

zooparásitos y a los del reino vegetal fitoparásitos. Los<br />

parásitos pueden localizarse en el interior o en el exterior de sus<br />

hospederos, denominándose los primeros endoparásitos y los<br />

segundos ectoparásitos. Cuando el ectoparasitismo se produce<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

520


CAPÍTULO 68 Parasitosis cutáneas 521<br />

durante el corto tiempo que necesitan los parásitos para extraer<br />

sangre (hematófagos), se constituyen en parásitos temporarios<br />

y cuando pasan la totalidad de su existencia en la superficie de<br />

la piel, en sus anexos, debajo de ella o prendidos en sus pelos,<br />

se constituyen en parásitos estacionarios o permanentes. Entre<br />

estas dos modalidades extremas existen todos los grados intermedios.<br />

Por otro lado, los endoparásitos pueden, también, ser permanentes<br />

y los ectoparásitos pueden ser periódicos. Hay endoparásitos<br />

permanentes que hacen su vida parasitaria durante<br />

toda su existencia y todo su ciclo evolutivo en el interior de su<br />

hospedero definitivo, sin algún estadio libre en la Naturaleza,<br />

en tanto que otro grupo puede tener parte de su ciclo de vida<br />

libre en la Naturaleza o en un hospedero intermediario.<br />

De forma corriente e indiscriminada, las afecciones resultantes<br />

de la acción de agentes animales reciben el nombre de<br />

parasitosis. Esta denominación tan amplia no tiene justificación,<br />

4 ya que deben ser considerados parasitarios los disturbios<br />

producidos por parásitos propiamente dichos, es decir, animales<br />

que en su estadio larvario o adulto se nutren del hospedero<br />

de modo temporario o permanente. Cuando una lesión es ejercida<br />

de manera ocasional por un animal que no se nutre de la<br />

piel, la dermatosis no puede ser clasificada como parasitaria ni<br />

su agente como parásito.<br />

En cambio, la denominación de zoodermatosis (o dermatozoonosis)<br />

1 tiene un sentido amplio y designa a cualquier<br />

alteración de la piel causada por acción lesiva, ocasional o permanente,<br />

de vermes, insectos, protozoarios, celenterados, en<br />

cualquier fase de su ciclo evolutivo, sean parásitos o no, y por<br />

otros seres vivos del reino animal. Dicho tema sería motivo de<br />

ocupar un voluminoso texto con capítulos dedicados a: 1) zoodermatosis,<br />

causadas por parásitos exclusivos del humano,<br />

como la escabiosis humana, pediculosis, oxiuriasis, anquilostomiasis,<br />

filariasis, dracunculiasis, loasis, oncocercosis, etc.;<br />

2) zoodermatosis causadas por parásitos no exclusivos del hombre,<br />

como las garrapatas, triatominos, piojos de gallinas, piojos<br />

de cereales, pulgas; la sarna animal, la dermatitis lineal serpiginosa<br />

(“larva migrante”), la miasis furunculoide y cavitaria, la<br />

dermatitis por cercarias de los bañistas, las dermatitis producidas<br />

por paederus, etc., y 3) zoodermatosis no parasitarias, producidas<br />

por arañas, escorpiones, ciempiés, abejas, avispas, orugas,<br />

celenterados, cantáridas, etcétera.<br />

La parasitología dermatológica, desde el punto de vista<br />

etiológico, comprende las dermatosis causadas por parásitos<br />

que pertenecen a tres grandes grupos: 1) a los protozoarios<br />

(amebas, leishmanias, tripanosomas, etc.); 2) a los helmintos<br />

(nematelmintos, platelmintos [cercarias]), y 3) a los artrópodos,<br />

a los que pertenecen los arácnidos (ácaros: sarcoptes) y los<br />

insectos (piojos, pulgas y moscas).<br />

Este capítulo aborda con un enfoque clínico, etiológico,<br />

de conducción terapéutica y de las medidas de control, las parasitosis<br />

cutáneas que, por ser paradigmáticas de cada grupo y<br />

por su frecuencia e importancia médica son indispensables de<br />

destacar. No se consideran las parasitosis producidas por protozoarios.<br />

Es así que, del grupo de dermatosis parasitarias producidas<br />

por ectoparásitos animales exclusivos del humano, se consideran<br />

las pediculosis humanas con sus tres expresiones clínicas:<br />

capitis, corporis y pubis. La sarna humana (acarosis, escabiosis),<br />

con sus manifestaciones clínicas en adulto, niño, la acarosis nodular<br />

y la sarna noruega (costrosa) y la puliciasis, cuyo agente<br />

causal es la pulga humana: Pulex irritans.<br />

Del grupo de dermatosis parasitarias producidas por parásitos<br />

animales con localización accidental cutánea (particularmente<br />

insectos), se abordan la tunguiasis y las miasis.<br />

Del grupo de dermatosis parasitarias accidentales producidas<br />

por animales con localización cutánea (especialmente helmintos),<br />

se consideran la larva migrante y la paniculitis nodular<br />

migratoria eosinofílica (gnatostomiasis).<br />

Pediculosis-ptiriasis (CIE-9 132;<br />

CIE-10 B 85 OPS/OMS)*<br />

Etimología, del latín pediculus, piojo. 13,14<br />

Definición<br />

Las pediculosis son las dermatosis parasitarias producidas por<br />

ectoparásitos permanentes (estacionarios), exclusivos del hombre,<br />

insectos chupadores, hematófagos, que pertenecen al orden<br />

Anoplura y familia Pediculidae.<br />

Dos especies de esta familia son ectoparásitos obligados<br />

del ser humano: Pediculus humanus y Phthirus pubis. Existen<br />

dos variedades de Pediculus humanus que infestan al humano,<br />

con localizaciones especiales que son de selectiva elección,<br />

constituyendo dos subespecies: Pediculus humanus var. capitis y<br />

Pediculus humanus var. corporis o vestimenta. A todos ellos se les<br />

denomina piojos y depositan sus huevos en la base del tallo<br />

piloso del hospedero humano o en los ribetes de su ropa, de<br />

acuerdo con el caso, produciendo una dermatosis pruriginosa,<br />

con excoriaciones que pueden infectarse secundariamente y jugar<br />

un rol como vectores de enfermedades, como en el caso de<br />

P. corporis. Estas dermatosis son de distribución universal y se<br />

presentan millones de casos. Se transmiten de una persona a<br />

otra o de manera indirecta por la ropa de cama, cepillos, ropa,<br />

de acuerdo con cada variedad clínica.<br />

Las infestaciones por piojos han sido relatadas en el antiguo<br />

Egipto y se han encontrado liendres (huevos de piojos) en<br />

momias halladas en el desierto de Judea, con una antigüedad<br />

estimada de 8 300 a 9 000 años, así como en cadáveres sepultados<br />

bajo la lava del Vesubio y en momias precolombinas.<br />

Los piojos que afectan al humano son insectos sin alas,<br />

chupadores, con boca perforadora y succionadora, se alimentan<br />

directamente de los capilares del hospedero; el piojo clava<br />

los dientes en la epidermis e introduce los estiletes del aparato<br />

perforador en la piel, deposita unas gotas de saliva y por medio<br />

*Código asignado por la Clasificación Internacional de Enfermedades, OMS,<br />

9 a rev. (CIE-9) y 10 a rev. (CIE-10).


522 PARTE III Parasitología topográfica<br />

de una bomba faríngea absorbe la sangre. Por sus características<br />

clínicas y etiológicas se reconocen las siguientes variedades de<br />

pediculosis humanas.<br />

Pediculosis capitis<br />

La pediculosis de la cabeza es el parasitismo del cuero cabelludo<br />

por el piojo de la cabeza: Pediculus humanus var. capitis, que<br />

infesta de elección el cabello y puede extenderse a las cejas y<br />

pestañas.<br />

Biología<br />

La subespecie de Pediculus humanus var. capitis en su edad adulta<br />

tiene un tamaño de 1 a 2 mm; el macho es más pequeño que<br />

la hembra; su cuerpo es aplanado en sentido dorsoventral; de<br />

color grisáceo translúcido o rojo cuando está lleno de sangre y<br />

posee tres pares de patas que terminan en garras potentes que le<br />

sirven para prenderse en el pelo; tiene una gran movilidad y se<br />

desplaza agarrándose del pelo, cerca del cuero cabelludo, siendo<br />

capaz de moverse hasta 23 cm/día. Se alimenta de sangre del<br />

cuero cabelludo cada 4 a 6 horas y vive alrededor de 30 días.<br />

Las hembras depositan sus huevos (liendres) a 1 o 2 mm del<br />

cuero cabelludo, llegan a poner de 50 a 150 huevos a lo largo<br />

de su vida. Las liendres viables son de aspecto opalescente o<br />

amarillo cremoso, ovoides y operculadas; tienen 0.5 mm de<br />

tamaño y quedan fuertemente adheridas al pelo gracias a una<br />

sustancia quitinosa que rodea al huevo y al pelo (figura 68-1c);<br />

los huevos hacen eclosión a los 6 a 10 días después de la puesta;<br />

las ninfas o larvas son como los adultos, aunque de menor tamaño<br />

(figura 68-1b) y al segundo o cuarto día de nacidas comienzan<br />

a alimentarse y a mudar; después de 2 a 3 mudas y<br />

unos 10 días después se convierten en adultos. Las cáscaras de<br />

los huevos vacíos quedan fuertemente adheridas al tallo piloso<br />

después de la eclosión, presentando un color blanco nacarado.<br />

Cuando la infestación es reciente las liendres están próximas al<br />

cuero cabelludo; en una infestación de larga evolución las cáscaras<br />

vacías de las liendres pueden aparecer a lo largo del pelo<br />

y su distancia del cuero cabelludo (considerando que el<br />

pelo crece 0.5 mm diarios) puede revelar la antigüedad de la<br />

infestación.<br />

Los piojos de la cabeza no pueden vivir más de 48 a 72<br />

horas fuera del hospedero sin alimentarse y no transmiten enfermedades<br />

infecciosas; 28 parasitan más niñas que niños, entre<br />

los 3 a 11 años; pero afectan a todas las edades y razas; es más<br />

frecuente en meses cálidos en niños de edad escolar y en sus<br />

madres.<br />

La transmisión se realiza por compartir sombreros, gorros,<br />

cepillos de pelo, peines y por contacto de cabeza a cabeza; no se<br />

transmite en piscinas. 9 Se presentan epidemias en los colegios y<br />

es la pediculosis más frecuente en el mundo.<br />

Manifestaciones clínicas<br />

La localización de esta infestación parasitaria, predominante<br />

del cuero cabelludo, ocurre en las partes laterales, retroauriculares<br />

y occipitales de la cabeza; su sintomatología está dada por<br />

prurito en las partes afectadas, que provoca el rascado con erosiones<br />

e infección secundaria por gérmenes piógenos, estafilococos<br />

o estreptococos, determinando reacciones ganglionares<br />

regionales retroauriculares y cervicales. La localización excepcional<br />

en cejas y pestañas provoca, asimismo, prurito en las<br />

zonas parasitadas.<br />

Al examen clínico pueden apreciarse las lesiones provocadas<br />

por el piojo en el cuero cabelludo (figura 68-1a), siendo<br />

particularmente visibles en la piel de la nuca, en un inicio bajo<br />

la forma de pequeñas petequias o de lesiones maculopapulosas,<br />

urticarianas, pruriginosas que, de acuerdo con la reactividad<br />

inmunoalérgica del paciente, pueden permanecer estacionarias<br />

por tolerancia inmunológica o provocar, como manifestación<br />

de hipersensibilidad adquirida, lesiones inflamatorias eccematosas,<br />

exudativas, intensamente pruriginosas, que se complican<br />

por efecto del rascado con erosiones e infecciones piógenas secundarias,<br />

produciéndose porofoliculitis o foliculitis profunda,<br />

acompañada de dolor y adenopatía retroauricular y cervical. Si<br />

la sensibilización al parásito es alta pueden presentarse manifestaciones<br />

alérgicas a distancia (“ides”) con el aspecto de urticaria<br />

papular y, en los casos severos, por la eccematización e infección<br />

del cuero cabelludo, dar lugar a una masa purulenta confluente<br />

que cubre gran parte del cuero cabelludo, con manifestaciones<br />

generales toxiinfecciosas.<br />

Diagnóstico<br />

El diagnóstico se basa en los hallazgos clínicos confirmados por<br />

la visualización de los piojos o las liendres que, cuando están a<br />

menos de 4 mm del cuero cabelludo, delatan parasitación activa.<br />

Las liendres vivas presentan una fluorescencia perlada a la<br />

luz de Wood, las muertas o cáscaras vacías no presentan fluorescencia.<br />

Los piojos adultos son visibles a simple vista, con ayuda<br />

de una lupa o con el examen microscópico del tallo piloso portador<br />

de liendres o piojos.<br />

Diagnóstico diferencial<br />

Es preciso establecerlo con afecciones o alteraciones que pueden<br />

conducir, por su apariencia, a error en el diagnóstico etiológico,<br />

como la presencia de las denominadas “cuentas blancas<br />

del pelo”, que son restos de la vaina interna del bulbo piloso;<br />

también debe descartarse la presencia de lacas, geles para el<br />

pelo, escamas epidérmicas (caspa presente en las dermatitis seborreicas<br />

del cuero cabelludo) y la presencia de ciertas tricomicosis<br />

(como la “piedra blanca” y la “piedra negra”).<br />

Tratamiento<br />

Para el tratamiento de la pediculosis del cuero cabelludo existen<br />

recursos medicamentosos de aplicación tópica con insecticidas<br />

pediculicidas y tratamiento sistémico que reemplazan el milenario<br />

procedimiento popular de eliminación mecánica de los<br />

piojos y liendres por procedimientos manuales.<br />

El insecticida ideal es el que presenta actividad letal en el<br />

menor tiempo posible sobre las formas adultas y huevos (lien-


CAPÍTULO 68 Parasitosis cutáneas 523<br />

dres) del parásito, sin producir reacción irritativa, sensibilización<br />

alérgica o tener efectos sistémicos de carácter tóxico o de<br />

otro orden sobre el paciente.<br />

Entre los insecticidas pediculicidas de uso tópico se mencionan<br />

en la actualidad —entre los más efectivos y seguros—<br />

los piretroides sintéticos, las permetrinas, el malatión y la ivermectina<br />

(loción al 0.8% en champú), cuyo uso está cada vez<br />

más difundido. Las presentaciones en lociones son, probablemente,<br />

más efectivas que las formas de cremas, espumas o geles,<br />

aunque pueden ser más irritantes.<br />

Permetrina. Es el primer piretroide sintético de segunda generación<br />

formulado para uso humano. Es activo sobre un amplio<br />

rango de parásitos, incluyendo los piojos (pediculicida), ácaros<br />

(escabicida), garrapatas, pulgas y otros artrópodos, pues ejerce<br />

una acción neurotóxica sobre ellos.<br />

En la pediculosis del cuero cabelludo se emplea en loción<br />

al 2%, dejando actuar sobre el cuero cabelludo por 10 minutos,<br />

el cabello se lava y el procedimiento se puede repetir a los siete<br />

días, ya que no es totalmente ovicida, a pesar de tener acción<br />

residual que perdura durante 14 días. Después de la aplicación<br />

tópica se absorbe menos del 2% de la cantidad aplicada; esto se<br />

excreta en la leche materna y es eliminado por la orina en la<br />

forma de metabolito inactivo.<br />

La pomada de permetrina al 5% se emplea como tratamiento<br />

de la pediculosis palpebral. 21 A pesar de no haberse demostrado<br />

aún acción tóxica en el ser humano, produciendo<br />

sólo ocasionalmente, reacciones adversas caracterizadas por ardor,<br />

prurito pasajero, eritema, adormecimiento, hormigueos o<br />

erupciones, debe usarse con precaución en gestantes, suspender<br />

la lactancia durante la aplicación y su seguridad en niños menores<br />

de dos meses no ha sido establecida.<br />

La permetrina tiene una mayor actividad insecticida, un<br />

efecto residual más prolongado que otros piretroides, tiene baja<br />

toxicidad y no se degrada en contacto con el agua, además,<br />

posee efecto repelente y es bastante activa contra las liendres. El<br />

uso simultáneo de trimetoprim-sulfametoxazol oral potencia<br />

su actividad insecticida.<br />

Piretrina. Es un extracto de la flor del piretro, que pertenece a<br />

la familia de los crisantemos. Los piretroides son derivados sintéticos<br />

de la piretrina natural y todos ellos son insecticidas de<br />

contacto, que actúan sobre el sistema nervioso del parásito,<br />

produciendo su muerte. Se emplean como insecticidas domésticos<br />

por su baja toxicidad, pero tienen poco efecto sobre las<br />

liendres. Existen preparados en forma de lociones, champúes y<br />

geles; para su uso en cuero cabelludo se deja actuar por 10 minutos<br />

y entonces se lava. Son importantes alergenos, aunque se<br />

han descrito casos de dermatitis de contacto y alergias respiratorias.<br />

No son recomendables en el tratamiento de la pediculosis<br />

palpebral debido a su toxicidad ocular. 21<br />

Malatión. Es un insecticida organofosforado, anticolinesterasa<br />

irreversible, similar al paratión; actúa inhibiendo la función<br />

acetilcolinesterasa, enzima que bloquea la acción de la acetilcolina<br />

de las terminaciones nerviosas colinérgicas centrales y periféricas,<br />

con acción letal sobre el piojo adulto y es el ovicida más<br />

potente. Se emplea en loción al 0.5% en alcohol isopropílico al<br />

78%, impregnando el cabello y zonas afectadas, dejando actuar<br />

durante 8 a 12 horas, con lavado posterior, en una sola aplicación.<br />

Se ha utilizado en casos de pediculosis palpebral bajo la<br />

forma de champú acuoso al 1%, aplicado cuidadosamente sobre<br />

el margen palpebral con algodón, dejando actuar cinco minutos<br />

y repitiendo la aplicación 10 días después. 21<br />

Aunque se absorbe un 10% a través de la piel, es poco<br />

probable la aparición de toxicidad neurológica en humanos; es<br />

uno de los insecticidas más eficaces, aunque se ha demostrado<br />

que los piojos adquieren resistencia. No debe utilizarse en niños<br />

menores. De este mismo grupo de agentes anticolinesterasa<br />

y de acción reversible, se usa en forma selectiva en la pediculosis<br />

palpebral la fisostigmina en pomada al 0.25%. 21<br />

Lindano. Es el hexacloruro de gammabenceno, insecticida organoclorado,<br />

eficaz como pediculicida y ovicida. Actúa sobre el<br />

sistema nervioso central y periférico del piojo, provocándole<br />

parálisis y muerte. Se emplea en loción o champú al 1%, se le<br />

deja actuar durante 5 a 10 minutos y transcurrido ese tiempo<br />

se debe enjuagar bien; una sola aplicación suele ser suficiente<br />

aunque es aconsejable repetir a los siete días. Se han descrito<br />

casos de neurotoxicidad en niños, con crisis epilépticas, vértigos,<br />

irritabilidad, estupor y coma, arritmias y anemia aplásica.<br />

No debe utilizarse en niños menores de dos años, mujeres gestantes<br />

y lactantes. En la actualidad, el lindano es poco utilizado<br />

como pediculicida por la resistencia de los piojos adquirida a<br />

este producto, además de su toxicidad.<br />

Otros pediculicidas tópicos. Puede emplearse, también, por<br />

su acción pediculicida, champúes o lociones a base de benzoato<br />

de bencilo al 20%; pomadas de azufre; el crotamitón y otros<br />

escabicidas. La crioterapia, por la acción letal rápida que tiene<br />

el frío sobre el piojo, es otra opción terapéutica, aunque no es<br />

un tratamiento de primera elección.<br />

También se ha utilizado ivermectina al 0.8% en loción o<br />

champú, aunque este producto es de uso particularmente útil<br />

como terapia sistémica por vía oral. La ivermectina tópica ha<br />

sido usada por pocos autores, pero hay experiencia de curación<br />

de pediculosis capitis en niños usando dos dosis con intervalos<br />

de dos semanas, utilizando champú en unos casos y loción<br />

en otros, ambos al 0.8%, en dosis de 400 mg/kg, aplicado en el<br />

cuero cabelludo y dejando actuar 10 minutos en unos casos y<br />

en otros hasta dos horas, con curación total en ambos casos;<br />

no se presentaron recidivas ni efectos colaterales, concluyendo<br />

los autores de este trabajo que la ivermectina tópica a dosis de<br />

400 mg/kg es tan efectiva como la ivermectina oral a dosis<br />

de 200 mg/kg. 18<br />

Para la pediculosis de las pestañas, además de los recursos<br />

terapéuticos ya mencionados y cuando no se puede utilizar y<br />

no hay opción del empleo sistémico de la ivermectina, es factible<br />

aplicar vaselina, 3 a 4 veces al día, en los párpados, por 8 a<br />

10 días, eliminándose las liendres por medios mecánicos. 21


524 PARTE III Parasitología topográfica<br />

Tratamiento sistémico<br />

Ivermectina. El tratamiento sistémico de actualidad y de elección<br />

para la pediculosis es la ivermectina, antiparasitario de<br />

amplio espectro, aislado en el Japón en 1975, del actinomiceto<br />

Streptomyces avermectilis, demostrando, desde 1977, un gran<br />

poder insecticida y vermicida en animales. Desde 1981 se aprobó<br />

su uso humano y en 1988 fue indicado como el fármaco de<br />

elección por el Programa de Control de la Oncocercosis de la<br />

Organización Mundial de la Salud (OMS), con la aprobación<br />

de la Food and Drug Administration (FDA), de EUA, tras lo<br />

cual se ha usado y legalizado su uso en muchas partes del mundo<br />

como fármaco de elección en la mayoría de infestaciones<br />

cutáneas. Su uso en niños por encima de un año de edad y en<br />

adultos en forma oral a dosis de 200 mg/kg, como su aplicación<br />

tópica en dosis de 400 mg/kg constituye una terapia eficaz, segura,<br />

barata, de fácil administración y con mínimos efectos secundarios.<br />

18 Es útil en ectoparasitosis, en pediculosis (capitis,<br />

corporis y pubis), escabiosis, miasis, larva migrante cutánea, demodicidiosis,<br />

tungiasis, gnatostomiasis, cisticercosis, etcétera.<br />

La ivermectina actúa por bloqueo químico en las transmisiones<br />

sinápticas que utilizan glutamato o GABA como neurotransmisor.<br />

3,15-17 Su toxicidad es selectiva para insectos y vermes,<br />

ya que en humanos no existen transmisiones sinápticas<br />

que utilicen estos mediadores. Por vía oral, la ivermectina se<br />

usa para la pediculosis capitis y otros usos a razón de una sola<br />

dosis de 200 mg/kg de peso, repetida siete días después. Es sólo<br />

efectiva para eliminar a adultos y ninfas de los piojos, que son<br />

los que se alimentan de sangre, no teniendo acción ovicida. La<br />

vida media de la ivermectina oral es de 16 horas, debe emplearse<br />

con cuidado en niños de menos de 15 kg de peso y en gestantes,<br />

lactantes y ancianos.<br />

La presentación comercial de la ivermectina, con los nombres<br />

originales de “Mectisan” y “Stromectol” y otras presentaciones<br />

genéricas que vienen en tabletas, tienen 6 mg por tableta;<br />

entonces, para conseguir tomar la dosis única de 200 mg/kg,<br />

que equivale a 0.2 mg/kg, es necesario administrar 1 tableta (6<br />

mg) por cada 30 kg de peso corporal. Existen en el mercado<br />

otras presentaciones en gotas contenidas en goteros que están<br />

calibrados para administrar por cada gota 200 mg (cada 100 ml<br />

contienen 0.6 g de ivermectina, lo que equivale a que 1 ml contiene<br />

6 mg de ivermectina); el gotero está calibrado para proveer<br />

30 gotas por cada mililitro. En este caso, es necesario administrar<br />

al paciente una gota por cada kilogramo de peso<br />

corporal en una sola toma. Debe tomarse la medicación con el<br />

estómago vacío, dos horas antes o después de una comida y con<br />

una buena porción de agua. Como reacciones secundarias adversas<br />

se refieren molestias poco significativas transitorias,<br />

como irritación ocular, somnolencia, eosinofilia transitoria y<br />

alteraciones temporales de las ezimas hepáticas. Se han evaluado<br />

los efectos de la ivermectina coadministrada con diferentes<br />

fármacos empleados en el control de helmintos y se ha encontrado<br />

que la combinación de ivermectina y doxiciclina es altamente<br />

efectiva en pacientes infectados con oncocercosis. La<br />

ingesta de alcohol simultáneamente con el tratamiento con<br />

ivermectina no es recomendable ni la coadministración de este<br />

fármaco con jugo de naranja.<br />

A la ivermectina, catalogada como un antibiótico antihelmíntico,<br />

con una vida útil de 16 a 35 horas, se le ha señalado<br />

que tiene interacciones importantes y potencialmente peligrosas<br />

con los siguientes fármacos: alprazolam, barbitúricos, benzodiazepinas,<br />

diazepam, midazolam y ácido valproico. 20<br />

Medidas generales postratamiento<br />

Después del tratamiento las liendres muertas pueden eliminarse<br />

mediante un peine estrecho (liendrera); antes debe aplicarse<br />

directamente y dejar sobre el cabello una toalla con solución de<br />

vinagre al 50%. Los peines, cepillos y otros objetos personales<br />

que contacten con el pelo deben desinfectarse, dejándolos en<br />

remojo en una solución desinfectante. Se debe lavar la ropa de<br />

cama y prendas de cabeza, secándolas con el ciclo caliente de la<br />

secadora; los peines y cepillos deben empaparse en alcohol o<br />

lisol al 2% durante una hora; además de buscar liendres y piojos<br />

en los contactos. Si hay infección secundaria debe tratarse<br />

con antibiótico antibacteriano y aliviar y curar las manifestaciones<br />

de hipersensibilidad con antibióticos y corticoides sistémicos<br />

o locales.<br />

Medidas de control 10<br />

La educación sanitaria es una medida preventiva. Lavar la ropa<br />

de vestir y de cama con agua caliente a 55°C durante 20 minutos<br />

o secar en máquina a ciclo caliente. Evitar contactos parasitados<br />

e inspeccionar durante los siguientes días a los niños<br />

y adultos que hayan estado en contacto con el paciente. También<br />

es recomendable aislar por 24 horas al paciente después<br />

del tratamiento. Medidas sanitarias de otra naturaleza no son<br />

aplicables.<br />

Pediculosis del cuerpo<br />

Es el parasitismo de la piel humana por el piojo del cuerpo que<br />

se encuentra en los pliegues y costuras de la ropa interior, excepto<br />

en el momento en que se alimenta en la piel del hospedero<br />

cubierta con la ropa infestada. Su presencia es una expresión<br />

del quebrantamiento social que se presenta en una situación de<br />

guerra, confinamiento en campos de concentración, mendicidad<br />

y hacinamiento humano que determinan condiciones higiénicas<br />

precarias. Se expresa por lesiones cutáneas crónicas<br />

mortificantes en el portador. 19<br />

Biología<br />

Pediculus humanus var. vestimenta o corporis es más grande que<br />

el de la cabeza, de color blanco sucio, teniendo entre 3 a 4 mm;<br />

por lo demás, son indistinguibles morfológicamente, el macho<br />

es más pequeño que la hembra y chupa menos sangre. Las infestaciones<br />

son comunes en personas que viven en condiciones<br />

de pobreza extrema y suciedad, sobre todo pordioseros y men-


CAPÍTULO 68 Parasitosis cutáneas 525<br />

digos indigentes vagabundos que no se cambian de ropa. Puede<br />

transmitir, actuando como vector, numerosas enfermedades,<br />

como el tifus exantemático, la fiebre de las trincheras, producida<br />

por Bartonella quintana, la fiebre recurrente, entre otras. La<br />

hembra es muy prolífica y llega a poner centenares de huevos<br />

durante sus 30 días de vida; pueden sobrevivir sin chupar sangre<br />

hasta tres días.<br />

Cuadro clínico<br />

Los piojos que se encuentran en las costuras y pliegues de la<br />

ropa se agarran a los pelos del cuerpo para alimentarse. La temperatura<br />

óptima para ellos es de 30°C, a diferencia de los de la<br />

cabeza, que es de 25°C. Cada picadura del piojo produce una<br />

pápula urticariana muy pruriginosa, que provoca el rascado<br />

con formación de excoriaciones cutáneas en forma de largas<br />

estrías en zonas de piel características: la región torácica posterior<br />

interescapular, cara posterior de las axilas, piel del abdomen,<br />

pelvis y muslos. La cara, antebrazos, manos y pies no son<br />

afectados. El prurito, predominantemente nocturno, se atenúa<br />

con el tiempo, pero las lesiones de rascado persisten, produciéndose<br />

espesamiento y liquenificación de la piel, con melanoderma<br />

secundario, dando el aspecto característico de la “enfermedad<br />

de los vagabundos”; la pigmentación típica adquirida es<br />

atribuida a la acción de una sustancia tóxica secretada por el<br />

piojo. La pediculosis del cuerpo no es tan frecuente como las<br />

otras pediculosis y requiere de las condiciones ya referidas y por<br />

lo general no afecta a los niños.<br />

Diagnóstico<br />

Se establece por las características clínicas y el hallazgo de piojos<br />

y liendres que, en ocasiones, están presentes en una cantidad<br />

asombrosa en las costuras, pliegues y tramas de la ropa de<br />

los portadores de esta infestación parasitaria. El diagnóstico<br />

diferencial debe establecerse con la dermatitis atópica, dermatitis<br />

de contacto, sarna humana, picaduras de pulgas, reacciones<br />

adversas medicamentosas y otras condiciones, aunque no es<br />

inusual que varias de estas condiciones se asocien. A menudo<br />

las lesiones se infectan con agentes bacterianos piógenos, causando<br />

piodermitis superficiales y profundas e impetiginización.<br />

Tratamiento<br />

El tratamiento debe estar orientado, además de hacia las medidas<br />

sintomáticas indicadas al paciente, a lograr la desparasitación<br />

de las ropas de vestir y de cama, que deben descartarse o<br />

tratarse con ciclos de agua caliente en una lavadora automática<br />

o la utilización de pediculicidas de acción residual.<br />

Medidas de control 10<br />

El aislamiento de los contactos por 24 horas después de aplicar<br />

un insecticida eficaz está indicado en caso de piojos corporales.<br />

En casos de epidemia de tifus se recomienda el tratamiento en<br />

masa, utilizando insecticidas que sean eficaces, de acuerdo con<br />

datos obtenidos por una vigilancia epidemiológica cuidadosa<br />

de las cepas prevalentes de piojos. El personal sanitario debe<br />

protegerse usando ropa de material sintético, de preferencia<br />

ajustada alrededor de las muñecas, tobillos y cuello y rociándola<br />

con repelentes.<br />

Los insecticidas en polvo recomendados por la OMS incluyen<br />

el malatión al 1%, permetrina al 0.5%, tenefos al 2%,<br />

yodofenfos al 5%, propoxur al 1% y carbarilo al 5%. El DDT<br />

al 10% fue utilizado en el pasado, pero su peligrosa capacidad<br />

de contaminante ambiental lo ha descartado como opción viable<br />

y, al igual que el lindano al 1%, han generado resistencia del<br />

parásito. La aplicación masiva en caso de campañas sanitarias se<br />

hace en comunidades campesinas, en forma individual, con rociado<br />

de estos pediculicidas por medio de aplicadores electromecánicos,<br />

manuales o envases de 2 onzas, con casquetes rociadores.<br />

Pediculosis del pubis (ladillas)<br />

Es la parasitación de zonas pilosas, sobre todo de la zona púbica<br />

y perineal, pero que se puede extender a otras zonas pilosas de<br />

piel de abdomen (figura 68-2a y b), tórax, axilas y pestañas,<br />

producida por Phthirus pubis en individuos, por lo general al<br />

inicio de sus prácticas sexuales (adolescentes), por lo que se<br />

considera dentro de las infecciones de transmisión sexual (ITS),<br />

aunque puede afectar en cualquier época de la vida por otros<br />

mecanismos de contagio. Dicha ectoparasitosis se reconoce clínicamente<br />

por prurito leve o mortificante, con excoriaciones y<br />

pigmentación de la zona afectada; es de distribución universal<br />

y no tiene predilección por sexo ni raza. Es hasta cierto punto<br />

frecuente, muy contagiosa por contactos íntimos y en ocasiones<br />

se adquiere por ropas infestadas; es de pronóstico benigno<br />

y no cura de forma espontánea.<br />

Biología<br />

Phthirus pubis, ladilla o piojo del pubis, es más pequeño que los<br />

otros piojos, mide entre 0.8 a 1.2 mm; tiene otra forma y es<br />

cuadrado en forma de escudo, sus patas posteriores están provistas<br />

de potentes garras que le permiten afianzarse en los vellos<br />

pubianos (figura 68-2c y d). Su ciclo vital es de 14 días; las<br />

hembras ponen 25 huevos en su vida; este parásito representa<br />

una transición al endoparasitismo ya que es muy sedentario, 4,28<br />

permanece con su trompa chupadora largo tiempo dentro de la<br />

piel, casi no se moviliza, no vive más de 24 horas fuera del hospedero<br />

que le provee de alimento y carece de capacidad de ser<br />

vector de enfermedades infectocontagiosas.<br />

Cuadro clínico<br />

La picadura de las ladillas provoca un intenso prurito, intermitente,<br />

más intenso en las noches, con formación de pápulas y<br />

lesiones excoriadas por el rascado. Suele observarse en las zonas<br />

afectadas manchas azuladas, denominadas “roséola cerúlea”,<br />

de 1 cm de diámetro, producidas por la acción tóxica de la saliva<br />

del parásito.


526 PARTE III Parasitología topográfica<br />

Diagnóstico<br />

Se establece por la anamnesis con la detención de posibilidad<br />

de contactos sexuales de riesgo; manifestaciones clínicas con<br />

prurito característico, huellas de sangre en la ropa interior, lesiones<br />

excoriadas en regiones pelvicoperineales y hallazgo del<br />

parásito o sus liendres en el examen microscópico. Es preciso<br />

que el médico busque lesiones extragenitales en piel del abdomen,<br />

tórax y párpados, además de descartar otras infecciones<br />

de transmisión sexual (ITS).<br />

Tratamiento<br />

Es necesario tratar al paciente y a sus parejas sexuales; descartar<br />

otras ITS; rasurar la zona afectada y utilizar los recursos terapéuticos<br />

con pediculicidas en la forma y dosis recomendadas en<br />

párrafos anteriores (pediculosis del cuero cabelludo).<br />

Escabiosis (sarna, acarosis)<br />

(CIE-9 I33. 0 /CIE-10 B86)*<br />

La palabra sarna proviene de scabere, “rascar”. 13,14 La escabiosis,<br />

sarna humana, acarosis o “prurito de los siete años” es una dermatosis<br />

parasitaria producida por un ácaro que se comporta<br />

como ectoparásito permanente (estacionario) obligatorio exclusivo<br />

del humano: Sarcoptes scabiei var. hominis. La sarna es la<br />

más frecuente de todas las dermatosis; es de distribución universal,<br />

no respeta edad, sexo ni clase social, aunque la promiscuidad<br />

la favorece. Crea difícil y lentamente inmunidad, por<br />

eso se considera que no cura de modo espontáneo, pero produce<br />

de manera rápida y prolongada manifestaciones de hipersensibilidad,<br />

que se expresan en la clínica por intenso prurito, predominantemente<br />

nocturno, y por eccematización de las zonas<br />

afectadas.<br />

El contagio se produce por lo general en la cama y de noche,<br />

porque el parásito es de hábitos nocturnos y se activa con<br />

el calor; las relaciones sexuales lo favorecen, por lo que se ha<br />

denominado a esta parasitosis como “la más venérea de todas<br />

las dermatosis”. Sin embargo, el contagio se puede producir<br />

por contacto con sábanas o ropas de pacientes con alta parasitosis,<br />

de modo que llega a afectar de modo indirecto a niños,<br />

ancianos y personal sanitario.<br />

Presenta diferentes formas clínicas, siendo en niños más<br />

frecuente la forma nodular y en inmunosuprimidos la sarna<br />

noruega (muy contagiosa). Los factores sociosanitarios, climáticos,<br />

genéticos, inmunológicos, tratamiento con corticoides o<br />

inmunosupresores, la relación con antígenos de histocompatibilidad<br />

(HLA) y deficiencias dietéticas están implicados en la<br />

predisposición y en la gravedad del cuadro clínico de esta parasitosis.<br />

La sarna representa un importante problema de Salud Pública;<br />

se ha estimado que cada año aparecen 300 millones de<br />

* Código asignado por la Clasificación Internacional de Enfermedades, OMS,<br />

9 a rev. (CIE-9) y 10 a rev. (CIE-10).<br />

casos en el mundo. En el pasado aparecían epidemias en ciclos<br />

de 15 años, pero la última epidemia iniciada en la década de<br />

1960 se prolonga hasta la actualidad. 29 En algunas zonas<br />

de América Central y del Sur la prevalencia se aproxima al<br />

100%. En los países en los que es frecuente la infección por el<br />

virus de la leucemia/linfoma de células T (HTLV-1) la sarna<br />

costrosa (sarna noruega), variante grave de sarna, constituye<br />

un marcador de esta infección.<br />

La infección secundaria que se agrega con frecuencia por el<br />

rascado y deficientes condiciones higiénicas determina, sobre<br />

todo en niños piodermitis, impetiginización de las lesiones por<br />

Staphylococcus y Streptococcus, con riesgo de provocar, por respuestas<br />

inmunoalérgicas indeseables, fiebre reumática, glomerulonefritis<br />

y lesiones cardiacas valvulares irreversibles.<br />

Biología<br />

Sarcoptes scabiei var. hominis es un artrópodo de la clase de los<br />

arácnidos, orden de los ácaros, familia sarcoptidae, de pequeño<br />

tamaño; la hembra mide de 0.3 a 0.4 mm y el macho es algo<br />

menor, 0.2 mm. La hembra duplica el volumen del macho<br />

cuando está fecundada, esto debido al enorme desarrollo de sus<br />

ovarios, y es de forma ovoide aplanada dorsoventralmente; tiene<br />

cuatro pares de patas, las delanteras provistas de ventosas y<br />

las posteriores de sedas o espinas que, junto con las asperezas<br />

del dorso de su cuerpo, le impiden retroceder dentro de galerías<br />

que labra en la epidermis, de modo que muere en ella después<br />

del desove. La hembra vive un promedio de 30 días y pone<br />

huevos con una frecuencia de 2 a 3 por día. El macho, más<br />

pequeño, posee ventosas en el primer y último par de patas y<br />

vive sólo sobre la piel; muere después de la cópula.<br />

El parásito depende del hospedero para vivir y fuera de la<br />

piel sobrevive sólo dos o tres días. La hembra, una vez fecundada,<br />

se introduce bajo la capa córnea de la piel, cavando un túnel<br />

(galería o surco acarino), a un ritmo de 2 a 3 mm diarios, durante<br />

la noche, depositando a medida que avanza sus excrementos<br />

y huevos. Los huevos eclosionan en 3 o 4 días y las<br />

larvas, que poseen tres pares de patas, salen a la superficie, refugiándose<br />

en los folículos pilosos, donde completan su desarrollo;<br />

el estadio de ninfa dura de 4 a 6 días. Las hembras tienen<br />

un segundo estadio de ninfas, en cambio los machos pasan directamente<br />

al estado adulto, ya con cuatro pares de patas; su<br />

ciclo evolutivo, hasta alcanzar el estadio adulto, oscila entre 10<br />

a 14 días.<br />

Cuadro clínico<br />

El rasgo sintomatológico característico de la sarna humana es<br />

el prurito nocturno, intenso, difuso, que interfiere o impide el<br />

sueño; respeta, por lo general, la cabeza y el cuello; con frecuencia<br />

se presenta en otros miembros de la familia o contactos personales.<br />

El inicio del prurito varía de acuerdo con la respuesta<br />

inmunoalérgica individual frente al ácaro, aparece habitualmente<br />

al mes en casos de primoinfección y a las 24 horas en<br />

reinfectados. La lesión elemental dermatológica de la sarna es el<br />

“surco acarino (galería)”, que se hace visible tiñendo la piel


CAPÍTULO 68 Parasitosis cutáneas 527<br />

en el dorso del tronco (espalda) es frecuente; 3) la sarna nodular<br />

se presenta con más frecuencia en pene, escroto, axilas, cintura,<br />

región glútea y aréola mamaria (figura 68-4) y 4) lesiones costrosas<br />

(sarna noruega) cuando existen factores predisponentes<br />

para su presentación: pacientes con HIV, infecciones por<br />

HTLV-1, síndrome de Down, receptores de trasplantes de órganos,<br />

ancianos, tratamientos prolongados con corticoides sistémicos.<br />

Diagnóstico<br />

Debe pensarse en sarna y considerarse como elementos patognomónicos<br />

cuando se presentan las lesiones características descritas<br />

en el cuadro clínico. El diagnóstico etiológico, con hallazgo<br />

del ácaro, es difícil en personas con buenos hábitos de<br />

higiene; en estos casos se justifica el tratamiento de prueba.<br />

Figura 68-3. c) Acarosis genital masculina. Lesión típica (“chancro<br />

acarino de Fournier”).<br />

con tinta china o de escritorio. Los surcos tienen dos o más<br />

milímetros de largo, con un extremo más ancho (orificio de<br />

entrada) y al otro extremo es elevado o vesiculoso, llamado el<br />

sillón acarino o eminencia acarina de Bazin o vesícula perlada.<br />

19 A la dermatoscopia se puede apreciar un minúsculo<br />

elemento blanquecino que es el parásito y a lo largo de la galería<br />

algunos puntos negros que corresponden a las heces, huevos<br />

y larvas.<br />

Los ácaros tienen predilección por hacer sus galerías en la<br />

zona de epidermis gruesa, lo que determina la localización de<br />

las lesiones de la sarna, que es preferentemente en la piel interdigital<br />

de las manos, cara anterior de las muñecas, codos, cara<br />

anterior y posterior de las axilas, zona periumbilical y pliegues<br />

infraglúteos. La localización, con presentación de lesiones nodulares<br />

muy pruriginosas, en la aréola mamaria de la mujer, en<br />

el glande (chancro acarósico de Fournier), prepucio y escroto<br />

en los hombres y en las plantas (pies) en los lactantes son expresiones<br />

clínicas patognomónicas (figura 68-3a y b) que, con la<br />

presencia de sintomatología similar en contactos y prurito predominantemente<br />

nocturno permite, con estas tres características,<br />

el diagnóstico de sarna (acarosis, escabiosis), aun sin haberse<br />

podido demostrar el parásito en exámenes auxiliares. El<br />

chancro acarósico de Fournier se muestra en la figura 68-3c.<br />

En el cuadro clínico de la sarna humana cabe señalar los<br />

siguientes tipos de lesiones cutáneas que la caracterizan: 1) lesiones<br />

producidas por el ácaro (galerías, pápulas y vesículas de<br />

localización específica); 2) lesiones producidas por la hipersensibilidad<br />

adquirida al ácaro con presencia de huellas de rascado,<br />

con erupciones lineales y lesiones urticariformes, y 3) lesiones<br />

piógenas agregadas.<br />

Debe tomarse en cuenta que existen variantes especiales<br />

de la sarna, de acuerdo con la naturaleza del hospedero como:<br />

1) en el lactante pequeño, las lesiones predominantemente son<br />

palmares, plantares, en pliegues y hay compromiso frecuente<br />

de cuero cabelludo (figura 68-5); 2) en ancianos la localización<br />

Diagnóstico por procedimientos auxiliares<br />

El surco acarino se hace visible aplicando tinta china y lavando<br />

inmediatamente después; puede aplicarse solución de tetraciclina,<br />

que florece con la luz de Wood en los surcos. El diagnóstico<br />

diferencial debe establecerse con pediculosis, dermatitis<br />

atópica, neurodermatitis, reacciones medicamentosas, sarna<br />

animal, dermatitis herpetiforme, liquen plano, psicosis parasitaria<br />

y prurito metabólico.<br />

La dermatoscopia ofrece imágenes características.<br />

Microscopia. El hallazgo del ácaro es más fácil tomando muestras<br />

en lesiones de los espacios interdigitales de manos, en la<br />

flexura de las muñecas y en el pene; a fin de obtener la muestra<br />

se coloca una gota de aceite de inmersión sobre el surco y se<br />

raspa con hoja de bisturí núm. 15; la muestra obtenida se observa<br />

con lupa o microscopio a pequeño aumento, con lo que<br />

se hace visible el parásito y sus huevos o larvas (figura 68-6d).<br />

El estudio histopatológico permite la observación de los<br />

ácaros en la capa córnea e infiltración inflamatoria crónica,<br />

densa, con eosinófilos, en la dermis. En algunos casos existen<br />

células mononucleares atípicas, semejantes a un linfoma.<br />

Variantes clínicas de la sarna humana<br />

Como ya se ha mencionado, la acarosis humana puede adquirir<br />

formas clínicas particulares, de acuerdo con la respuesta inmunoalérgica<br />

del paciente. De modo que cuando se presenta reacción<br />

alérgica localizada al parásito, se manifiesta con nódulos<br />

inflamatorios, lo cual da lugar al cuadro clínico denominado<br />

“sarna nodular”, mismo que es más frecuente en niños, pero<br />

que llega a presentarse a cualquier edad en las localizaciones<br />

descritas en el cuadro clínico. Cuando la inmunorreacción está<br />

bloqueada por factores congénitos o adquiridos, se presenta la<br />

forma severa, denominada “sarna noruega”.<br />

La acarosis nodular requiere para su terapia, además de la<br />

conducta antiparasitaria, el bloqueo de la reacción inflamatoria<br />

local, mediante la utilización de infiltraciones intralesionales de<br />

corticoides (triamcinolona), ya que los nódulos pueden persistir<br />

hasta un año después de la erradicación de la parasitosis.


528 PARTE III Parasitología topográfica<br />

Tratamiento<br />

Para el tratamiento de esta ectoparasitosis se emplea azufre en<br />

pomada al 20%, que se aplica en particular a los recién nacidos,<br />

niños pequeños, mujeres embarazadas y en madres lactantes.<br />

El benzoato de bencilo (principio activo del bálsamo del<br />

Perú) se emplea del 10 al 20% en solución alcohólica o acuosa<br />

(empleando en este último caso como dispersante el tween 80<br />

a 4%), complementado con benzocaína (único agente ovicida)<br />

al 3%, en formulaciones magistrales que se aplican en toda la<br />

superficie cutánea por una sola vez, dejando actuar toda la noche<br />

y repitiendo a los 10 a 14 días. Su acción irritante limita su<br />

uso en niños pequeños.<br />

El tratamiento tópico con ivermectina es una opción terapéutica,<br />

12 el cual ya fue descrito y que puede ofrecer ventajas<br />

sobre los otros escabicidas. El empleo de la ivermectina sistémica,<br />

considerada como de elección, ya fue detallado también en<br />

párrafos anteriores.<br />

Los otros tratamientos tópicos son referidos en el capítulo<br />

de pediculicidas, los que funcionan también como escabicidas.<br />

La elección de los escabicidas depende de la edad del paciente,<br />

del grado de eccematización de las lesiones, de la toxicidad potencial<br />

del recurso terapéutico y de su costo. La aplicación tópica<br />

debe cubrir toda la piel, especialmente las ingles, uñas y, en<br />

niños, el cuero cabelludo.<br />

Es conducta indispensable en el control de la acarosis tratar<br />

junto con el paciente a todos sus contactos personales más<br />

próximos, incluyendo a las parejas sexuales del último mes, al<br />

margen de si tienen o no síntomas.<br />

Sarna noruega (sarna costrosa)<br />

La sarna noruega es una variedad clínica poco frecuente que fuera<br />

descrita por primera vez por Danielssen y Breck, en 1844, en<br />

enfermos leprosos en Noruega, de donde deriva su nombre,<br />

dado por Hebra en homenaje a los autores. Ha sido reportada en<br />

todas partes del mundo, aunque cabe hacer notar, inicialmente,<br />

lo poco común de su presentación. Su extrema contagiosidad y<br />

su fuerte tendencia recidivante se ha atribuido a diferentes factores,<br />

entre los que el terreno orgánico tiene, para la mayoría de los<br />

autores, el papel predominante en su etiopatogenia. 2,6,8<br />

En el año 1963, el autor de este capítulo presentó la primera<br />

comunicación peruana al respecto, con el nombre de “sarna<br />

noruega en el Perú”. 7 La casuística mundial publicada en ese<br />

entonces era escasa, situación que ha cambiado a través del<br />

tiempo y, en la actualidad, numerosas publicaciones refieren la<br />

presencia creciente de esta variedad clínica que está definitivamente<br />

relacionada con factores de inmunosupresión del hospedero<br />

humano, el cual se ha incrementado en el mundo por<br />

causas diversas. La aparición del SIDA a partir del decenio de<br />

1980 incrementó la incidencia de sarna noruega y, desde entonces,<br />

se presenta con bastante frecuencia, considerándose<br />

infección oportunista en estos pacientes.<br />

La sarna noruega tiene, entonces, como factor predisponente<br />

de base la condición de inmunosupresión del paciente,<br />

en condiciones congénitas, neurodegenerativas, síndrome de<br />

Figura 68-6. e) Histopatología de piel de paciente con sarna<br />

Noruega mostrando Sarcoptes scabei localizado en zona subcórnea<br />

del epitelio.<br />

Down, pacientes con linfoma T del adulto asociado con virus<br />

HTLV-1; 6 en infectados por HIV cuando la cifra de CD4 es<br />

menor a 200 mm 3 , entre otras y se expresa clínicamente por<br />

extensas lesiones costrosas de aspecto amiantáceo (como cemento);<br />

se localiza en palmas, plantas, cuero cabelludo, codos,<br />

rodillas, cintura pelviana, genitales, con presencia de profundas<br />

fisuras por la sequedad e hiperqueratosis de la piel comprometida.<br />

Por lo general el paciente tiene poco o nada de prurito. La<br />

presencia de enorme cantidad de ácaros en la piel de los portadores<br />

de sarna noruega es una característica notable, así como<br />

su elevada contagiosidad (figura 68-6a a d). La figura 68-6e<br />

muestra histopatología de piel de paciente con sarna noruega.<br />

Tratamiento<br />

La ivermectina por vía sistémica es la terapia de elección de<br />

acuerdo con el esquema ya expuesto; antihistamínicos y corticoides<br />

sistémicos (prednisona) 1 mg/kg/día de peso al inicio y<br />

paulatinamente reducir la dosis.<br />

Tratamiento antibiótico antibacteriano<br />

de las infecciones secundarias<br />

Queratolíticos tópicos: urea al 40% o ácido salicílico al 5 a<br />

10%; si con estas medidas no se ha conseguido eliminar las


CAPÍTULO 68 Parasitosis cutáneas 529<br />

capas costrosas, la administración por vía oral de etretinato a<br />

dosis de 1 mg/kg/día, durante 3 a 4 semanas, puede ser útil.<br />

Como parte del tratamiento es indispensable el cuidado<br />

general de la ropa y del entorno. Debe descontaminarse la ropa<br />

de cama y de vestir, toallas (lavarlas a máquina con ciclo caliente<br />

o limpieza en seco) o retenerla durante 72 horas, además de<br />

realizar una limpieza meticulosa de la habitación, aislamiento<br />

del paciente, uso de guantes y batas para el personal sanitario,<br />

así como tratamiento profiláctico de los contactos, visitas y<br />

miembros de la familia.<br />

Sarna no humana<br />

Considere en esta revisión algunos aspectos relacionados con<br />

algunas zoonosis de este tipo. Los ácaros que producen sarna en<br />

diversos animales o que parasitan animales, cereales y otros tipos<br />

de alimentos y vegetales (harinas, frutos secos, hierbas, etc.)<br />

pueden producir en el humano prurito y lesiones papulosas,<br />

vesiculosas o urticariformes en el tronco y extremidades. El<br />

proceso se autolimita debido a que los ácaros no pueden reproducirse<br />

en la piel humana; entre las más comunes se cuenta la<br />

producida por Cheyletiellas spp., ácaro que presentan los perros,<br />

gatos y conejos.<br />

En Chile se ha comunicado el incremento de patología<br />

producida por Sarcoptes scabiei var. canis; 26 no se transmite entre<br />

humanos y es autolimitada. El tratamiento en estos casos es<br />

de carácter sintomático.<br />

La trombiculosis es una infestación ocasionada por larvas<br />

de varias especies de trombiculidae, ácaros y parásitos de plantas<br />

y aves de corral, que produce lesiones pruriginosas, que pueden<br />

permanecer por semanas; en niños pueden presentarse lesiones<br />

producidas por estas trombículas en el pene, ocasionando edema,<br />

disuria y hasta retención urinaria.<br />

En el tratamiento de estas alteraciones se puede utilizar el<br />

benzoato de bencilo en las concentraciones ya indicadas.<br />

Puliciasis<br />

Es una dermatosis parasitaria animal (zoodermatosis) producida<br />

por la picadura de un insecto hematófago que se comporta<br />

como un ectoparásito temporario obligado del humano: la pulga<br />

humana Pulex irritans, que no es transmisor de enfermedad<br />

infectocontagiosa, pero existen otras especies de pulgas de animales<br />

pertenecientes al mismo género de Siphonaptera, que pican<br />

de forma accidental a las personas y transmiten enfermedades<br />

como es el caso de la peste bubónica producida por Yersinia<br />

pestis, y transmitida por la pulga de la rata, Xenospsylla cheopis,<br />

que también contagia el tifus murino provocado por Rickettsia<br />

typhi. Otras pulgas llegan también a picar de forma accidental<br />

al humano, con lo que produce lesiones inflamatorias, como la<br />

del género Ctenocephalide, del gato y perro.<br />

Biología<br />

La pulga del hombre (Pulex irritans) es un pequeño insecto de<br />

2 a 4 mm de tamaño; no tiene alas pero posee unas potentes<br />

patas posteriores que le permiten saltar alturas de hasta 50 a 60<br />

cm. Tiene una fase larvaria y su desarrollo hasta la fase adulta<br />

dura entre 3 a 6 semanas, aunque es factible que se detenga si<br />

las condiciones no son favorables en fase de imago, en la que<br />

puede permanecer hasta un año. Los adultos viven varios años<br />

en el suelo, alfombras, pisos de las maderas de las habitaciones<br />

y son capaces de permanecer sin comer largos periodos; 14 se<br />

alimenta sólo de sangre humana.<br />

Cuadro clínico<br />

La picadura de pulgas tiene una imagen semiológica característica,<br />

con un punto petequial eritematoso central y un halo isquémico.<br />

Las picaduras, que pueden ser varias, siguen un trayecto<br />

lineal en las zonas donde ajusta la ropa, produciendo<br />

prurito.<br />

Diagnóstico<br />

Se hace por el cuadro clínico y el hallazgo de la pulga, que se<br />

refugia en los pliegues de la ropa. La picadura de cualquiera<br />

de las pulgas produce fuerte sensibilización del hospedero, de<br />

modo que se presentan, sobre todo en niños, cuadros de urticaria<br />

papulosa, misma que tiene carácter recurrente que coincide<br />

con una nueva picadura de pulga.<br />

Tratamiento<br />

Se basa en medidas higiénicas, desparasitación de los ambientes<br />

y tratamiento sintomático con antihistamínicos, corticoides tópicos<br />

o sistémicos, según el caso.<br />

Tungiasis (Tunga penetrans)<br />

La tungiasis, que es el nombre propio que corresponde a esta<br />

dolencia, es una dermatosis parasitaria animal (zoodermatosis),<br />

con localización accidental en la piel del humano de un insecto:<br />

la pulga Tunga penetrans (pulga de la arena), que pertenece al<br />

orden de los Siphonaptera, la única especie de su género que<br />

parasita a las personas y causa la tungiasis. La pulga se comporta<br />

como un ectoparásito accidental al introducirse la hembra<br />

fecundada en la piel, provocando una reacción inflamatoria<br />

localizada que puede tener un carácter solitario o masivo; en<br />

este último caso ocasiona serias molestias al hospedero humano<br />

y compromete su estado general. Esta zoonosis, considerada<br />

poco frecuente, es nativa de la región neotropical del hemisferio<br />

occidental, pero hoy día su distribución geográfica comprende<br />

América Central y del Sur, las islas del Caribe, África<br />

tropical, Pakistán y costa oeste de la India. 23<br />

Biología<br />

El parásito es la pulga más pequeña conocida. Tunga penetrans,<br />

conocida pincipalmente como “nigua”, “pique”, “pulga de la<br />

arena” o “bicho del pie” es originaria de América y ampliamente<br />

distribuida en los trópicos. Es de color rojo oscuro (figura<br />

68-7); 5 la cabeza tiene un perfil característico: la parte superior<br />

es cóncava aplanada y termina hacia adentro en un vértice en<br />

ángulo recto; presenta palpomaxilares y labios provistos de espinas,<br />

lo que facilita la invasión al tejido del hospedero. Los


530 PARTE III Parasitología topográfica<br />

la cual se ha descrito en África, causando muertes en muchos<br />

pacientes de esa región.<br />

Diagnóstico diferencial<br />

Debe diferenciarse de ciertas miasis, escabiosis, picaduras de<br />

garrapatas, erupción serpiginosa causada por larvas de ancylostoma,<br />

dermatitis por cercarias, etcétera.<br />

Figura 68-7. c) Tunga penetrans adulta (foto: Beltrán M. INS, Perú). 5<br />

adultos viven en el ambiente (arena, polvo) en áreas de criaderos<br />

de ganado porcino o vacuno (figura 68-7c). La hembra, en<br />

su vida libre, mide cerca de 1 mm de largo; después de ser fecundada<br />

invade la piel del humano, engorda, alcanza hasta 1<br />

cm de diámetro y elimina huevos en promedio de 200 a 400<br />

durante su vida parasitaria. Los huevos se desarrollan en la arena<br />

ambiental, pasan por varios estadios larvarios y llegan en<br />

unas tres semanas a su estadio adulto, con la diferenciación de<br />

hembras y machos. Después de la cópula, el macho muere y la<br />

hembra alcanza por saltos (hasta de 35 cm) la piel de un animal<br />

de sangre caliente. Si no consigue su objetivo muere; una gran<br />

cantidad de hospederos pueden ser utilizados por estas pulgas.<br />

En el caso de que de forma accidental sea una persona parasitada,<br />

son los pies (particularmente dedos y pliegue ungueal) y las<br />

piernas las zonas más afectadas; pero cuando la invasión es masiva<br />

llega a implicar las regiones maleolares, piel interdigital e<br />

invadir tronco, extremidades y aun cabeza y cara. La pulga alcanza<br />

su tamaño máximo en dos semanas y su promedio de<br />

vida es de 2 a 5 meses; su cabeza se ubica en la profundidad de<br />

la dermis y la cola (frígido) se expone al exterior, a través de un<br />

orificio de la epidermis, por donde pone sus huevos y respira<br />

(figura 68-7a y 68-7b).<br />

Cuadro clínico<br />

La pulga en la vida libre es pequeña y difícil de ver a simple<br />

vista. Al iniciar el parasitismo aparece un diminuto punto negro<br />

en la piel afectada, que aumenta de tamaño en forma gradual<br />

y da lugar a una pápula eritematosa, pruriginosa y dolorosa;<br />

la epidermis se engrosa y expande, constituyéndose una<br />

formación quística parasitaria rodeada de una membrana epitelial<br />

hiperqueratósica, con reacción inflamatoria de aspecto crateriforme,<br />

por donde salen huevos de color nacarado. Después<br />

de expulsar los huevos la pulga muere y se elimina de modo<br />

espontáneo la cáscara quitinosa; la piel se recupera íntegramente.<br />

Se puede producir infección bacteriana secundaria, con adenopatías<br />

regionales. Si la parasitosis es intensa llega a causar<br />

manifestaciones generales de carácter toxiinfeccioso, con producción<br />

de abscesos, celulitis, linfoedema y gangrena gaseosa,<br />

Tratamiento<br />

La terapia en la lesión única o, cuando son poco numerosas, es<br />

la extracción mecánica de la pulga y el tratamiento local con<br />

antibióticos; si es masiva el tratamiento de elección es la ivermectina<br />

en dosis única de 200 mm/kg, vía oral. Después de<br />

48 horas disminuyen el prurito y el dolor; a las 72 horas la<br />

pulga muere y se desprende.<br />

Control<br />

Las medidas profilácticas comprenden la desinfección de los<br />

suelos infestados, usando insecticidas de acción residual. El uso<br />

de botas o zapatos es una medida profiláctica personal.<br />

Miasis<br />

Las miasis son dermatosis parasitarias animales (zoodermatosis)<br />

producidas por larvas de moscas pertenecientes al orden de los<br />

dípteros y que se comportan como ectoparásitos o endoparásitos<br />

temporarios accidentales en el humano. Según el tipo de<br />

parásito se presentan diversos cuadros clínicos, a saber: 1) las<br />

miasis de heridas traumáticas y de cavidades naturales en las que<br />

se encuentran larvas de diferentes moscas; 2) miasis furunculoide<br />

producida por Dermatobia hominis; 3) miasis subcutáneas<br />

con tumores ambulatorios producidas por larvas de Hypoderma<br />

bovis e H. linectun, y 4) miasis lineal rampante (provoca una<br />

variante clínica de larva migrante) producida por el díptero<br />

Gasterophilus spp.<br />

Biología<br />

De acuerdo con el comportamiento parasitario de las diferentes<br />

miasis, éstas pueden clasificarse en: 1) miasis obligatorias,<br />

cuando las larvas son parásitos obligatorios, que se alimentan<br />

exclusivamente de tejidos vivos; 2) miasis facultativas, cuando<br />

las larvas, por lo normal de vida libre, se adaptan bajo ciertas<br />

circunstancias a vida parasitaria, y 3) miasis accidentales, cuando<br />

las larvas de vida libre son atraídas por el hospedero y se<br />

desarrollan en éste de forma accidental.<br />

Las miasis que se agregan a heridas y/o úlceras y de localización<br />

frecuente en cuero cabelludo (figura 68-8) son producidas<br />

por larvas de varias especies de moscas: Cochliomya hominivorax<br />

(abdomen verde azulado) (figura 68-9b), Callitroga<br />

macellaria, mosca doméstica, Sarcophaga haemorrhoidalis, etc.<br />

En las miasis que se presentan en cavidades naturales: bucal,<br />

nasal, senos paranasales, conducto auditivo, región ocular se<br />

han referido con más frecuencia: Cochliomya hominivorax,<br />

Chrysomya macellaria, Calliphora spp., Lucilia spp., mosca doméstica,<br />

y en miasis parpebrales se han descrito casos por Hypo-


CAPÍTULO 68 Parasitosis cutáneas 531<br />

derma spp., Cuterebra spp. y, también, por Dermatobia hominis.<br />

22 La miasis furunculoide es producida por larvas de la mosca<br />

Dermatobia hominis, que vive en zonas tropicales de Sudamérica<br />

y América Central. Es una mosca grande de color café oscuro,<br />

con el abdomen azul metálico. Las moscas adultas tienen<br />

vida corta y sus larvas parasitan la piel de animales selváticos y,<br />

de forma accidental, la del humano. El ciclo evolutivo de esta<br />

mosca es único y muy interesante. La mosca hembra adulta captura<br />

en pleno vuelo a insectos hematófagos y deposita sus huevos<br />

sobre el abdomen de éstos, sin afectar su capacidad de vuelo,<br />

de modo que entonces desempeñan el papel de transportadores;<br />

cuando estos insectos pican al hospedero, las larvas salen de los<br />

huevos y penetran con rapidez por el orificio causado por la picadura,<br />

crecen y se alimentan del hospedero por unos tres meses,<br />

al cabo de los cuales la larva madura, abandona la piel del<br />

hospedero y cae al suelo para penetrar en la tierra y convertirse<br />

en mosca adulta un mes más tarde. Durante su vida parasitaria<br />

mantiene contacto con el exterior mediante dos espiráculos posteriores,<br />

por donde respira y elimina sus excreta (figura 68-8a).<br />

Las miasis subcutáneas con tumores ambulatorios son<br />

producidas por larvas del género Hypoderma o mosca zumbadora<br />

del ganado.<br />

La miasis lineal rampante es causada por larvas de moscas<br />

del género Gasterophilus spp., que son parásitos de equinos<br />

y bovinos.<br />

luciona a lesión tumoral inflamatoria furunculoide, con un<br />

orificio central, por donde sale de forma intermitente exudado<br />

sanguinolento y se puede observar el movimiento de los espiráculos<br />

de la larva. El paciente manifiesta prurito, dolor y sensación<br />

de movimiento de la larva; puede presentarse infección<br />

bacteriana agregada, con adenopatías regionales y síntomas de<br />

infección general que requieren de terapia antibacteriana.<br />

El tratamiento de la miasis furunculoide es la extracción<br />

mecánica manual de la larva, que puede ser precedida de la<br />

oclusión del orificio de la larva con diferentes recursos que obligan<br />

a que la larva salga en búsqueda de oxígeno. Con frecuencia<br />

se requiere efectuar una ampliación quirúrgica del orificio y<br />

extracción y expresión manual para eliminar la larva. Si se trata<br />

de parasitación masiva o localización en cavidades, es recomendable<br />

el tratamiento con ivermectina antes de la limpieza quirúrgica<br />

de la lesión.<br />

La forma de miasis subcutánea con tumores ambulatorios<br />

se presenta bajo la forma de nódulos subcutáneos múltiples,<br />

migratorios y fugaces; son dolorosos y se abren ocasionalmente<br />

dejando salir a la larva. Las regiones afectadas a menudo son las<br />

zonas subescapulares, inguinales y submaxilar. El tratamiento<br />

de esta forma es similar al de la miasis furunculoide.<br />

La miasis lineal rampante con frecuencia se presenta en<br />

cuidadores de ganado y gente del campo. Las lesiones comienzan<br />

con una pápula pruriginosa que, después de un día, se<br />

Aspectos clínicos<br />

En las miasis superficiales de las heridas, la presencia de las<br />

larvas que, a veces son en gran número, da el diagnóstico; habitualmente,<br />

estas larvas se alimentan del tejido necrótico de las<br />

heridas, condición que es utilizada en algunos centros especializados<br />

para el tratamiento de heridas como un recurso útil<br />

(maggoterapia).<br />

La miasis furunculoide (figura 68-8b), que se presenta<br />

en turistas y trabajadores de zonas tropicales endémicas, se manifiesta<br />

clínicamente por una lesión papulosa inicial, que evo-<br />

Figura 68-8. a) Miasis furunculoide por Dermatobia hominis.<br />

Tumoración inflamatoria con orificio de donde emergen serosidad y<br />

los espiráculos de la larva.<br />

Figura 68-9. b ) Forma adulta, pupa y larvas de la mosca Cochliomya<br />

homnivorax.


532 PARTE III Parasitología topográfica<br />

transforma en una lesión lineal fina, serpiginosa, eritematosa,<br />

que avanza 1.5 cm por día, en cuyo extremo distal se encuentra<br />

la larva. Es preciso establecer el diagnóstico diferencial con la<br />

larva migrante, producida por helmintos y el tratamiento es<br />

similar en ambos casos, con criocirugía o cloretilo dirigido al<br />

punto visible de la larva, curas oclusivas con tiabendazol o metronidazol<br />

al 1%, tiabendazol oral o, mejor aún, ivermectina a<br />

dosis referidas anteriormente.<br />

Otros insectos productores<br />

de dermatozoonosis no parasitarias<br />

Un gran grupo de artrópodos correspondientes a la clase de<br />

insectos, pertenecientes al orden de los dípteros, en particular<br />

mosquitos y zancudos, entre otros, pican y pueden, con sus<br />

picaduras, sensibilizar a las personas, que presentan, de acuerdo<br />

con su capacidad de respuesta inmunoalérgica, alteraciones cutáneas<br />

irritativas o manifestaciones de hipersensibilidad con<br />

lesiones extensivas correspondientes a la urticaria papulosa por<br />

picaduras de insectos, que pueden derivar en severas reacciones<br />

con compromiso sistémico. La terapia en tales casos, aparte del<br />

uso preventivo de repelentes, se limita a conducta sintomática<br />

con antihistamínicos o corticoterapia sistémica o local e intentar<br />

la inmunoterapia para lograr la tolerancia inmunológica a<br />

estas agresiones. Asimismo, en el grupo de insectos y dentro de<br />

los del orden hemíptera, la chinche de cama, Cimex lectularius<br />

produce manifestaciones patológicas denominadas cimiasis,<br />

que requieren saneamiento ambiental para su control, ya que<br />

estos artrópodos viven más de un año y resisten largos periodos<br />

de ayuno. Las chinches de las aves, particularmente de los loros,<br />

han sido descritas como agentes provocantes de manifestaciones<br />

patológicas de tipo irritativo y alérgico.<br />

En esta misma clase de insectos y en el orden de los coleópteros<br />

y el género Paederus spp. han sido descritas más de 80 diferentes<br />

especies en el mundo, que son capaces de producir, por<br />

irritación local por su contacto, accidentes cutáneos irritativos y<br />

ampollares denominados dermatitis vesicantes por Paederus,<br />

que se conoce en el Perú con el nombre de “latigazo”.<br />

En el orden de los himenópteros, las hormigas, abejas y<br />

avispas son capaces de actuar como agentes ponzoñosos en el<br />

humano. Sus accidentes pueden en personas alérgicas ofrecer<br />

alto riesgo. Asimismo, en el orden de los lepidópteros, diferentes<br />

orugas y mariposas pueden ocasionar trastornos denominados,<br />

respectivamente, erusismo y lepidopterismo.<br />

Larva migrante cutánea<br />

Es una dermatosis parasitaria animal (zoonosis), producida por<br />

la penetración y migración percutánea de larvas de diferentes<br />

helmintos (nematodos) y que se comportan en el humano<br />

como ectoparásitos cutáneos temporarios aberrantes.<br />

La larva migrante cutánea (LMC) está caracterizada por<br />

lesiones cutáneas lineales, serpiginosas, eritematosas, papulosas<br />

o vesiculosas; es endémica en climas cálidos y húmedos de áreas<br />

tropicales y subtropicales del continente americano, el Caribe,<br />

África y sudeste asiático y se observa cada vez con mayor frecuencia<br />

en otras áreas, portada por viajeros y turistas que han<br />

adquirido la dolencia en las áreas endémicas, por lo que esta<br />

parasitosis forma parte de las denominadas “dermatosis del turista”;<br />

esta afección resulta de la parasitosis aberrante de larvas<br />

estrongiloides infestantes de Ancylostomas que, como gusanos<br />

adultos, viven en el intestino de gatos, perros y felinos salvajes.<br />

Los agentes etiológicos más frecuentes son Ancylostoma braziliensis<br />

y A. caninum. 25 Se ha referido, también, como responsable<br />

a Uncinaria stenocephala (anquilostomiasis del perro europeo),<br />

Bunostomum phlebotomun (anquilostomiasis del ganado<br />

bovino), entre otros. Las larvas infestantes penetran a través de<br />

la piel del humano, ubicándose a nivel de estrato espinoso de la<br />

epidermis sin penetrar más abajo de la capa basal.<br />

Los anquilostomas productores de la LMC por lo general<br />

se localizan en el intestino delgado de sus hospederos definitivos,<br />

que por sus heces eliminan numerosos huevos del parásito,<br />

el que sobrevive en terreno húmedo y arenoso (playas, jardines),<br />

donde continúa su evolución en el exterior si encuentra<br />

las condiciones favorables en el medio ambiente, a 20 a 30°C<br />

de temperatura, en tierras arenosas ricas en humus y adecuada<br />

humedad de la tierra. En 24 horas los huevos se embrionan y<br />

dan lugar a larvas rabditoides que, en 48 horas se transforman<br />

en larvas estrongiloides o filariformes, que en 5 a 8 días dan<br />

lugar a la forma infectante, que presenta un geotropismo negativo,<br />

colocándose en la superficie de la tierra a la espera de volver<br />

a su hospedero definitivo; un termotropismo positivo y<br />

una atracción por el contacto o estímulo mecánico le permite<br />

ubicar y penetrar en la piel de su hospedero que, si es el hombre,<br />

adquiere el carácter de hospedero aberrante.<br />

Aspectos clínicos<br />

Cuando los seres humanos se ponen en contacto con el suelo<br />

contaminado, las larvas atraviesan la piel y después de un tiempo<br />

variable, de 1 a 6 días, comienzan a migrar avanzando de 2<br />

a 5 cm/día, dando lugar a lesiones eritematosas, papulosas, con<br />

prurito intenso, que se presentan en la zona de invasión parasitaria,<br />

por lo general pies, piernas, región glútea y los muslos, y<br />

ocasionalmente en otras zonas de apoyo, como la región dorsal<br />

del tronco. Aparecen lesiones cutáneas moderadamente inflamadas,<br />

serpiginosas, elevadas, que varían en color del rosado al<br />

rojo oscuro, de 2 a 3 mm de grosor, con un contenido seroso<br />

que se puede acompañar de nódulos o ampollas; hay prurito<br />

intenso y pueden presentarse complicaciones por reacción alérgica.<br />

Aunque la mayoría de las larvas son incapaces de invadir<br />

tejidos profundos y mueren al cabo de días o meses, la ocasional<br />

migración visceral es causal del síndrome de Loeffler (síndrome<br />

eosinofílico febril). Según la cantidad de larvas puede<br />

haber algunas o muchas lesiones; cuando hay varias larvas se<br />

pueden observar trayectos múltiples (figura 68-10, a y b). La<br />

figura 68-10, c y d muestra larva migrante cutánea múltiple<br />

con trayectos serpiginosos en dorso del tronco.<br />

Aunque esta afección parasitaria por lo normal remite y<br />

cura de manera espontánea en 1 a 6 meses, en raras ocasiones


CAPÍTULO 68 Parasitosis cutáneas 533<br />

Figura 68-10. c) Larva migrante cutánea múltiple con extenso trayecto serpiginoso en dorso del tronco. d) Larva migrante cutánea con<br />

reacción inflamatoria vesiculoampollar.<br />

persiste hasta dos años. El prurito intenso, la sensación desagradable<br />

de ver una larva serpenteando lentamente por debajo de<br />

la piel y las posibles complicaciones obligan a asumir conductas<br />

terapéuticas curativas.<br />

El diagnóstico diferencial debe hacerse con otras parasitosis,<br />

como la larva migrante visceral, erupciones por Strongiloydes<br />

stercoralis, miasis nodulares subcutáneas migratorias y,<br />

también, con dermatitis alérgica de contacto, urticaria facticia<br />

y otros tipos de dermatitis y piodermitis.<br />

Tratamiento<br />

En el tratamiento de la LMC se han utilizado diferentes sustancias<br />

a través del tiempo, desde medicina tradicional con plantas,<br />

aceites, antimoniales, hasta congelantes, como hielo seco,<br />

N 2 , cloretilo, etc. En la actualidad se considera como medicación<br />

de elección al albendazol, antihelmíntico de amplio espectro<br />

a dosis de 400 mg/día por tres días consecutivos, y la ivermectina<br />

con mucha más eficacia, en las dosis señaladas en<br />

párrafos anteriores. En el tratamiento sintomático pueden emplearse<br />

corticoides tópicos oclusivos, antihelmínticos y corticoides<br />

sistémicos y antibioterapia, según el caso.<br />

Medidas de control y precaución<br />

Sólo están dirigidas a evitar el contacto directo de la piel humana<br />

con tierra contaminada con heces infectadas de animales<br />

que son hospederos definitivos.<br />

Paniculitis nodular migratoria eosinofílica<br />

(gnatostomiasis)<br />

Es una parasitosis animal (zoonosis) con expresión tegumentaria<br />

en el tejido celular subcutáneo, producida por la migración<br />

en el organismo humano de larvas de nematodos, pertenecientes<br />

al género Gnathostoma, que se comportan como endoparásitos<br />

temporarios aberrantes y que se adquieren con más frecuencia<br />

por la ingesta de pescado de agua dulce crudo o poco cocido.<br />

En estos casos el pez tiene en sus músculos las larvas infectantes<br />

de estos gusanos, lo cual produce una afección caracterizada<br />

por nódulos migratorios crónicos en el tejido celular subcutáneo<br />

y, de manera ocasional, una enfermedad grave con peligro<br />

de muerte cuando invaden órganos internos. 27<br />

La gnatostomiasis humana está ampliamente distribuida<br />

en el sudeste asiático en países como Tailandia, India, Bangladesh,<br />

Sri-Lanka, Burma, Malasia, Indonesia, Filipinas, China y<br />

Japón. Se han reportado casos en Australia, Israel, África y Europa;<br />

en América es particularmente frecuente en México y en<br />

Ecuador, considerada ahora como área endémica; existen informes<br />

de casos en Perú y Colombia. En Perú se ha publicado, en<br />

2001, un valioso trabajo original por Costa H, Bravo F y colaboradores,<br />

11 el cual refiere 11 casos peruanos y hace una extensa<br />

revisión de la literatura y un informe completo de esta dolencia.<br />

En 2003, Villar publicó, 27 haciendo una revisión del tema,<br />

el primer caso diagnosticado en Perú en 1987 y dos de particular<br />

severidad.<br />

El primer hallazgo del parásito en Sudamérica fue publicado<br />

por Ollague W, en Ecuador, en 1982, 24 haciendo una revisión<br />

clínica de la gnatostomiasis humana y la biología del parásito;<br />

presentó 15 casos clínicos con hallazgo demostrativo del<br />

gnatostoma en dos de ellos y propone para este proceso el nombre<br />

que lleva actualmente: paniculiltis nodular migratoria<br />

eosinofílica.<br />

En 1986, en el curso de la X Reunión Anual de Dermatólogos<br />

Latinoamericanos del Cono Sur (X RADLA), en Buenos<br />

Aires, Ollague (Ecuador) presentó un trabajo sobre “Paniculitis<br />

nodular migratoria eosinofílica”, la cual describió por primera<br />

vez en Ecuador y Sudamérica. Ahí aludió a su ciclo evolutivo,<br />

con el hospedero definitivo (perros y gatos) y los hospederos<br />

intermediarios (peces de agua dulce) y señaló el riesgo del consumo<br />

de los “cebiches” de corvina y róbalo, delicadezas culinarias<br />

en Ecuador y Perú; también refirió ya un caso peruano,<br />

aparte de una zona endémica en Ecuador. Al comentar este<br />

trabajo en una reseña de dicho congreso publicada ese mismo<br />

año en la Folia Dermatológica, 7 Burstein recordó que el “cebi-


534 PARTE III Parasitología topográfica<br />

che” peruano de corvina es preparado con un pez de altamar<br />

que no puede tener ninguna relación con los hospederos definitivos<br />

y no ofrece riesgo alguno para el humano (las condiciones<br />

ecológicas peruanas son muy diferentes a las del hermano<br />

país ecuatoriano).<br />

Biología<br />

En 1836, Richard Owen encontró un nematodo en un tumor<br />

del estómago de un tigre en el zoológico de Londres y creó el<br />

género Gnathostoma, y llamó a este verme Gnathostoma spinigerum.<br />

Después de ello han sido descritas más de 20 especies de<br />

este género en diversos carnívoros salvajes y animales domésticos<br />

en varias partes del mundo. En 1889, Deuntzer, en Tailandia,<br />

encontró un verme en un absceso mamario de una mujer, el que<br />

fue identificado como Gnathostoma spinigerum; esta fue la primera<br />

vez que se encontró el parásito en un ser humano. Desde<br />

entonces se han reportado cada vez más casos humanos y se han<br />

identificado decenas de diferentes especies, siendo la más reportada<br />

como agente etiológico de patología humana G. spinigerum.<br />

Los helmintos del género Gnathostoma son nematodos,<br />

cuyo bulbo cefálico está provisto de cuatro hileras de ganchos,<br />

siendo su número y forma útiles para la identificación de la<br />

especie (figura 68-11). El ciclo vital de estos helmintos comprende<br />

dos hospederos intermediarios y uno definitivo. 24 Los<br />

hospederos definitivos naturales más frecuentes son los perros y<br />

felinos domésticos y salvajes, en los cuales los parásitos adultos<br />

producen tumores estomacales donde vive la forma adulta de<br />

hembras y machos.<br />

Los huevos fertilizados de este helminto son eliminados<br />

por las heces de estos hospederos definitivos y, al llegar a corrientes<br />

de agua dulce a más o menos 27°C, maduran y con ello<br />

dan lugar a una larva (primer estadio larvario) que es ingerida<br />

por el primer hospedero intermediario, un pequeño crustáceo<br />

copépodo del género Cyclops, donde evoluciona hasta su segundo<br />

estadio larvario. Diferentes animales de agua dulce, como<br />

peces, reptiles y batracios y algunos vertebrados, como las ratas,<br />

al ingerir estos crustáceos infectados se convierten en el segundo<br />

hospedero intermediario, en cuyos músculos se enquistan,<br />

constituyéndose en el tercer estadio larvario del gnatostoma.<br />

Cuando un hospedero definitivo ingiere a este segundo hospedero<br />

intermediario, las larvas que se encuentran en sus músculos<br />

en su tercer estadio larvario infectante, después de migrar<br />

por hígado, tejido celular subcutáneo y músculos, terminan<br />

alojándose en la pared del estómago formando un tumor y alcanzando<br />

su madurez sexual, cerrando su ciclo biológico.<br />

Cuando el humano ingiere al segundo hospedero intermediario,<br />

particularmente peces infectados de agua dulce, juega el<br />

rol aberrante de hospedero definitivo pero, al no serlo, la larva<br />

en su tercer estadio inicia su migración por diferentes partes del<br />

organismo sin llegar a su destino definitivo (estómago) por no<br />

corresponderle ese lugar en el humano.<br />

Es, entonces, la ingestión de pescado crudo o con cocción<br />

incompleta que contiene la tercera larva infectante, el medio<br />

más frecuente de infección en el ser humano. Las larvas pueden<br />

destruirse por ebullición de cinco minutos en agua (pescado<br />

cocinado). También se destruyen si se mantiene la carne infectada<br />

durante cinco horas en vinagre o ácido acético al 4%; pero<br />

permanecen vivas e infectantes en jugo de limón durante cinco<br />

días a temperatura ambiente y sobreviven después de un mes a<br />

4°C (véase capítulo 61, Gnastostomiasis).<br />

Cuadro clínico<br />

Cuando la larva infectante es ingerida con el segundo hospedero<br />

intermediario por el humano, ésta se libera en el estómago, atraviesa<br />

la pared estomacal, migra al hígado por la circulación portal<br />

y 48 horas después causa molestias digestivas, con dolor epigástrico,<br />

náuseas, vómitos, diarreas y sensación febril. Después, las<br />

larvas inician su migración por diferentes partes del organismo.<br />

La sintomatología de esta etapa depende del órgano o del lugar<br />

donde la larva migra. En su manifestación cutánea, puede presentarse<br />

bajo dos formas clínicas: una superficial y otra profunda.<br />

La forma superficial, con aspecto similar a la larva migrante<br />

cutánea, producida por otros helmintos, se presenta como<br />

uno o varios cordones serpiginosos, eritematosos, indurados,<br />

localizados predominantemente en tronco y extremidades. Las<br />

lesiones progresan a razón de 1 cm por hora y desaparecen de<br />

forma espontánea después de algunos días.<br />

La forma profunda, que es la más característica y representa<br />

a esta afección, se manifiesta por la aparición brusca de placas<br />

noduloinflamatorias, subcutáneas, pruriginosas, intermitentes,<br />

en diversas partes del cuerpo; son más frecuentes en<br />

tórax y abdomen. Las lesiones evolucionan por lo general sin<br />

manifestaciones generales ni fiebre; hay eosinofilia sanguínea.<br />

La presencia de las lesiones es variable; por lo común remiten<br />

después de una semana y se presentan en otro lugar días o semanas<br />

después. Se refiere que la larva puede sobrevivir en el<br />

humano por 10 o más años.<br />

A pesar de que la larva tiene la tendencia a permanecer en<br />

el tejido celular subcutáneo, de forma ocasional puede migrar a<br />

la profundidad, produciendo sintomatología y daño orgánico<br />

que ha sido descrito en varias publicaciones y su sintomatología<br />

estará de acuerdo con la localización del parásito en el órgano<br />

afectado. 27<br />

Diagnóstico<br />

El diagnóstico se basa en las características nosográficas y en la<br />

procedencia de zonas endémicas, mismas que sugieren la etiología<br />

de la manifestación clínica, lo que se refuerza con el hallazgo<br />

de los exámenes histopatológicos de las lesiones nodulares,<br />

que revelan una severa paniculitis eosinofílica y, de forma<br />

ocasional es posible encontrar el parásito causante en los cortes<br />

histológicos.<br />

El diagnóstico diferencial se realiza con otras verminosis,<br />

como la esparganosis y otros parásitos como las miasis, larva<br />

migrante cutánea, paragonimiasis, oncocercosis, loasis, etcétera.<br />

Tratamiento<br />

El tratamiento etiológico de esta afección parasitaria se dirige a<br />

la eliminación del agente causal que, en sus expresiones super-


CAPÍTULO 68 Parasitosis cutáneas 535<br />

ficiales, puede ser la extirpación quirúrgica de la larva o su eliminación<br />

con tratamientos tópicos, como la criocirugía (N 2 ) o<br />

albendazol oclusivo, como en la larva migrante cutánea.<br />

En la forma nodular migratoria profunda debe administrarse<br />

tratamiento con antihelmínticos de acción sistémica con<br />

capacidad vermicida, como el albendazol o, de preferencia, la<br />

ivermectina, que ha tenido éxitos terapéuticos demostrados, en<br />

las dosis habituales ya señaladas en párrafos previos.<br />

El tratamiento sistémico con antihistamínicos y antibióticos,<br />

si hay infecciones secundarias, y tratamiento tópico, son<br />

las medidas terapéuticas complementarias.<br />

Referencias<br />

1. Azulay R. Dermatologia. Rio de Janeiro, Guanabara-<br />

Koogan. (Dermatozoonosis), 2006:426-441.<br />

2. Barrón E, Gutiérrez Z, Castillo W et al. Sarna costrosa<br />

(sarna noruega); reporte de cinco casos. Dermatología<br />

Peruana, 1998;8:37-41.<br />

3. Basáñez M, Pion S, Boakes E et al. Effect of single doses<br />

ivermectin on Onchocercosis volvulus; a systematic review<br />

and meta analysis. Lancet Infect Dis, 2008;8:310-<br />

322.<br />

4. Bechelli C. Compendio de dermatología (Zoodermatosis).<br />

Sao Paulo, Athenes Ed, 1963;394-413.<br />

5. Beltran M. Tungiasis y Tunga penetrans. Rev Peru Med<br />

Exp Salud Pública, 2005;22:323-324.<br />

6. Blas M, Bravo F, Castillo W et al. Norwegian scabies<br />

in Peru: the impact of human T cell lymphotropic virus<br />

type I infection. Am J Trop Med Hyg, 2005;72:855-<br />

857.<br />

7. Burstein Z. Sarna noruega en el Perú. En: X Congreso<br />

Ibero Latinoamericano de Dermatología. Actas. Buenos<br />

Aires, 1963;1277-1282.<br />

8. Burstein Z. Reseña informativa de la X RADLA del<br />

Cono Sud. Folia Dermatológica Peruana, 1986;1:2.<br />

9. Canyon D, Speare R. Do head lice spread in swimming<br />

pools? Int J Dermatol, 2007;46:211-213.<br />

10. Chin J (ed). El control de las enfermedades transmisibles.<br />

Washington DC, Organización Panamericana de la<br />

Salud, 2001.<br />

11. Costa H, Bravo F, Valdez L et al. Paniculitis nodular<br />

migratoria eosinófila (Gnathostomiasis humana): informe<br />

de once casos, posibles causas y revisión de la literatura.<br />

Folia Dermatológica Peruana, 2001;12:21-35.<br />

12. Elmogy M, Fayed H, Marzok H et al. Oral ivermectin<br />

in the treatment of scabies. Int J Dermatol, 1999;38:926-<br />

928.<br />

13. Fernández B, Mazzini M. Dermatosis parasitaria de<br />

origen animal. En: Dermatología y sifilografía. Buenos<br />

Aires, Librería Hachette, 1950;443-63.<br />

14. Fonseca E. Ectoparasitosis. En: Torres V, Camacho F,<br />

Mihm M, Sober, Sánchez I, editores. Dermatología práctica<br />

Ibero-Latinoamericana: atlas, enfermedades sistémicas<br />

asociadas y terapéutica. México DF, Vicente Torres<br />

Lozada-Nieto editores, 2005;265-275.<br />

15. Foucault C, Ranque S, Badiaga S et al. Oral ivermectin<br />

in the treatmen of body lice. J Infect Dis, 2006;193:<br />

474-476.<br />

16. Fox L. Ivermectin: use and impact 20 years on. Curr.<br />

Opin Infect Dis, 2006;19:588-593.<br />

17. Huapaya P, Espinoza Y, Huiza A et al. Tratamiento de<br />

la strongyloidiasis stercoralis con ivermectin y tiabendazol.<br />

Anales de la Facultad de Medicina UMSM, 2003;64:<br />

89-93.<br />

18. Jairo V. Uso de Ivermectina en niños. Dermatol Pediatr<br />

Lat 2003;1:61-65.<br />

19. Kouri P, Basnuevo J. Lecciones de parasitología y medicina<br />

tropical. La Habana, El Siglo XX, 1948.<br />

20. Litt J. Ivermectin. En: Litt J. Drug eruption reference<br />

manual. London, Taylor & Francis, 2005.<br />

21. López García J, García Lozano I, Martínez Garchitorena<br />

J. Phthiriasis palpebral: diagnóstico y tratamiento.<br />

Arch Soc Esp Oftalmol, 2003;78:365-374.<br />

22. Miranda H. Miasis en Trujillo (Perú): observaciones clínicas<br />

y entomológicas. Folia Dermatológica Peruana,<br />

2007;18:13-17.<br />

23. Oliver M, Pérez R, García L. Epidemiología de la Tunga<br />

penetrans en Venezuela. Dermatología Venezolana,<br />

1997;35:99-105.<br />

24. Ollague W. Paniculitis nodular migratoria eosinófila<br />

(Gnathostomiasis humana en el Ecuador): primer hallazgo<br />

del parásito en Sudamérica. Med. Cut. Iber. Lat. Ame,<br />

1982;10:73-78.<br />

25. Rivera-Roig V, Sánchez J, Hillyer G. Hookworm foliculitis.<br />

Int J Dermatol, 2008;47:246-248.<br />

26. Saavedra T, Leiva A, Bello M et al. Sarna sarcóptica<br />

canina en humanos: a propósito de un caso. Rev Chilena<br />

Dermatol, 2007;23:302-304.<br />

27. Villar E. Paniculitis migratoria eosinofílica en el Perú:<br />

Gnathostoma como agente causal. Rev Peru Med Exp Salud<br />

Pública, 2003;20:220-222.<br />

28. Weyer J. Lecciones de entomología. Hamburg, Tropen<br />

Institut, 1959.<br />

29. Wolff K, Johnson R, Suurmond D. Picaduras de insectos<br />

y parásitos. En: Wolff,K et al. Atlas en color y sinopsis<br />

de dermatología clínica (Fitzpatrick). Madrid, McGraw-<br />

Hill, 2005:836-868.


Capítulo<br />

69<br />

Parasitosis oculares*<br />

Juan Verdaguer • Rafael Cortez • Darío Savino<br />

• Arturo Kantor<br />

Toxocariasis ocular<br />

La toxocariasis ocular es una parasitosis que aun siendo relativamente<br />

poco frecuente, puede producir severa pérdida de visión<br />

unilateral en niños o adultos jóvenes.<br />

Antecedentes históricos<br />

En 1950, Wilder examinó 46 ojos enucleados con diagnóstico<br />

presuntivo de retinoblastoma en los cuales el estudio histopatológico<br />

descartó tumor, pero demostró en cambio un grave cuadro<br />

inflamatorio con predominancia de eosinófilos; en 24 de<br />

ellos logró demostrar la presencia de una larva de un nematodo<br />

no identificado. 73 Los casos descritos por la Dra. Wilder corresponden<br />

a la forma clínica de endoftalmitis por Toxocara, que se<br />

caracterizan por una pupila blanca o leucocoria. En 1952,<br />

Beaver y colaboradores describieron el síndrome de larva migrante<br />

visceral, ocasionado por larvas de Toxocara canis. 6 Beaver<br />

estudió los casos de tres niños con hepatomegalia y enorme eosinofilia,<br />

encontrando en las biopsias hepáticas múltiples granulomas<br />

eosinofílicos, algunos con larvas de Toxocara. Más tarde,<br />

Nichols, que conocía el trabajo de Beaver, reexaminó los cortes<br />

histológicos de la Dra. Wilder e identificó la larva de Toxocara. 52<br />

Concepto<br />

La toxocariasis ocular es originada por la migración ocular de la<br />

larva de Toxocara canis. Produce una reacción inflamatoria de<br />

predominio eosinofílico de gravedad variable, pero que puede<br />

llegar a la pérdida del ojo.<br />

Biología<br />

El cuadro es producido por nematodos de perros (Toxocara canis)<br />

y gatos (Toxocara cati), el primero es responsable de la mayoría<br />

de los casos. El parásito completa su ciclo vital en el intestino<br />

de perros y gatos, donde se reproducen en forma sexuada.<br />

Las hembras ponen miles de huevos al día, los cuales se eliminan<br />

en las heces. Si el suelo tiene condiciones favorables de<br />

humedad y temperatura, el huevo se hace infectante, desarrollándose<br />

en su interior la larva. Los cachorros ingieren estos<br />

huevos; las larvas se liberan en su intestino y alcanzan la circulación<br />

portal y se diseminan por los tejidos. En el cachorro, la<br />

larva puede atravesar los alvéolos pulmonares, ascender por<br />

tráquea y bajar por el esófago hasta el intestino, donde alcanza<br />

el estado adulto. En el perro mayor, en cambio, las larvas quedan<br />

enquistadas y no alcanzan el intestino y, por tanto, ni el<br />

estado adulto. El cachorro es el responsable de la enfermedad<br />

en humanos al depositar en la tierra huevos larvados en sus<br />

heces. El cachorro puede además, adquirir la enfermedad por<br />

vía transplacentaria.<br />

La transmisión al hombre, por lo general niños, se produce<br />

principalmente por la ingestión de tierra contaminada<br />

(“pica” o geofagia, figura 69-1). Esto ocurre con frecuencia en<br />

las plazas, parques públicos y jardines. También puede ocurrir<br />

por la ingestión de comida contaminada. En el intestino del<br />

niño ocurre lo mismo que en el perro: la larva perfora la pared<br />

intestinal y, vía vena porta, llega al hígado donde algunas se<br />

detienen; el resto puede migrar a cualquier órgano, dando lugar<br />

al síndrome de larva migrante visceral que es de gravedad variable,<br />

desde una leve o moderada eosinofilia asintomática hasta<br />

fiebre, bronquitis obstructiva, neumonitis, hepatomegalia,<br />

convulsiones por compromiso del sistema nervioso central o<br />

cardiopatía, con eosinofilias que pueden ser muy marcadas.<br />

Como en el humano, la larva nunca alcanza el estado adulto,<br />

no se eliminan huevos en las deposiciones y el examen parasitológico<br />

de éstas no tiene valor diagnóstico.<br />

El síndrome de larva migrante visceral no ocurre simultáneamente<br />

con las manifestaciones oculares, que son más tardías.<br />

El síndrome de larva migrante afecta a niños de tres años<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

536


CAPÍTULO 69 Parasitosis oculares 537<br />

o menos, en que la geofagia es más probable; si bien la larva<br />

puede instalarse en el ojo a esa edad, el desarrollo de las complicaciones<br />

oculares puede tomar años; en una serie de 13 casos<br />

consecutivos estudiados por los autores, 36 la edad promedio fue<br />

10 años; si se excluye una mujer que tenía 37 años al momento<br />

del diagnóstico, la edad promedio era de 8.4 años.<br />

Patogenia y patología<br />

La larva llega a la coroides o retina e induce la formación de un<br />

granuloma compuesto en su mayor parte por eosinófilos y mononucleares,<br />

con abundante necrosis tisular (figura 69-2).<br />

La observación clínica ha demostrado que el granuloma y<br />

la reacción inflamatoria consiguiente inducen neovascularización<br />

y ésta, a su vez fibrosis, visible como una placa nacarada<br />

sobre la lesión (figura 69-3). Si la reacción inflamatoria es muy<br />

grave (forma clínica conocida como endoftalmitis), la retina se<br />

puede desprender, conformándose una masa fibrosa detrás del<br />

cristalino, con pérdida de la visión y pupila blanca (leucocoria).<br />

Epidemiología<br />

a<br />

c<br />

Figura 69-3. Formación de granuloma periférico y del “capullo”.<br />

a) Polo posterior: turbidez del vítreo. b) Granuloma periférico con<br />

neovascularización abundante. c) Tres años después: vítreo claro y<br />

pliegue de la retina que se dirige desde la papila (nervio óptico)<br />

hacia la lesión periférica. d) Tres años después: placa blancanacarada<br />

sobre el granuloma. La retracción del tejido fibroso<br />

produce el pliegue retinal.<br />

b<br />

d<br />

La toxocariasis es una enfermedad cosmopolita y ocurre donde<br />

haya perros y las condiciones del suelo sean adecuadas para la<br />

fertilización del huevo.<br />

La presencia de huevos de Toxocara en plazas y parques se<br />

ha demostrado en muchos países. Castillo y colaboradores detectaron<br />

huevos en 33% de las plazas y en 66% de parques<br />

públicos en un estudio en 32 comunas de Santiago, Chile. 11<br />

Fonrouge y colaboradores encontraron huevos de Toxocara en<br />

15 de 22 plazas y parques de la ciudad de La Plata, Argentina. 26<br />

Devera encontró huevos de Toxocara en 55% en las muestras de<br />

tierra de plazas y parques de Ciudad Bolívar, Venezuela. 22<br />

La toxocariasis ocular representa 1% de los pacientes con<br />

uveítis en San Francisco, EUA. 12 En la estadística del Hospital<br />

del Salvador de Santiago, Chile, la toxocariasis constituyó 12%<br />

de las uveítis posteriores y 2.8% de todos los casos de uveítis.<br />

71,72<br />

Clínica<br />

El compromiso ocular de la toxocariasis es casi siempre unilateral<br />

y afecta a niños y personas jóvenes de ambos sexos. La enfermedad<br />

tiene tres formas clínicas: 36<br />

1. Endoftalmitis crónica, de curso tórpido, lento (25% de<br />

los casos). Es un cuadro inflamatorio ocular crónico, progresivo,<br />

con turbidez marcada del vítreo que hace la visualización<br />

del fondo de ojo muy difícil. La fase inflamatoria<br />

aguda es seguida por una etapa cicatricial, con proliferación<br />

fibrosa y desprendimiento retinal traccional. Finalmente,<br />

puede culminar en una leucocoria, con fibrosis<br />

retrolental. A diferencia de otras leucocorias como el retinoblastoma,<br />

el ojo presenta secuelas de un proceso inflamatorio,<br />

como es la presencia de sinequias posteriores<br />

(figura 69-4).<br />

2. Granuloma posterior (25% de los casos). En las etapas<br />

iniciales se presenta como una masa más o menos redondeada,<br />

subretinal, en polo posterior, acompañada de signos<br />

inflamatorios (turbidez vítrea sobre la lesión). Con el<br />

paso del tiempo, los signos inflamatorios desaparecen y se<br />

observa una densa reacción fibrosa blanca, nacarada, sobre<br />

la lesión. Esta placa fibrosa orienta de inmediato el<br />

diagnóstico hacia toxocariasis. La retracción de la placa<br />

fibrosa puede generar pliegues retinales secundarios. Al<br />

momento del diagnóstico del granuloma del polo posterior,<br />

la visión central está ya irremediablemente afectada;<br />

si es un niño y el granuloma es subfoveal, la manifestación<br />

inicial puede ser un estrabismo. El granuloma en el polo<br />

posterior puede confundirse con un retinoblastoma; sin<br />

embargo, la presencia de una masa subretinal (y no retinal),<br />

coronada por una placa fibrosa blanco-nacarada epiretinal<br />

lo diferencia del retinoblastoma (figura 69-5).<br />

3. Granuloma periférico. Es la forma más característica y frecuente<br />

(50% de los casos). Se observa una masa en la periferia<br />

del fondo de ojo, que afecta la coroides y la retina<br />

revestida de una placa fibrosa blanco-nacarada que tiene<br />

la curiosa particularidad de aguzarse en su parte central<br />

para prolongarse en un fino tracto fibroso que se dirige<br />

hacia la papila (figura 69-6). Por su forma aguzada (figura<br />

69-7), se ha denominado síndrome del capullo y a su<br />

tendencia a dirigirse a la papila se le llama papilofilia, con


538 PARTE III Parasitología topográfica<br />

propósitos didácticos. En muchos casos, la retracción de<br />

la placa fibrosa genera además un pliegue de la retina entre<br />

el granuloma y la papila. El caso ilustrado en la figura<br />

69-3 demuestra que el pliegue se produce en la etapa de<br />

cicatrización, cuando se instala la fibrosis; por tanto, no es<br />

un tracto producido por el desplazamiento de la larva,<br />

como piensan algunos autores.<br />

Diagnóstico<br />

El diagnóstico de toxocariasis es esencialmente clínico. 67 Los<br />

pacientes con toxocariasis ocular rara vez presentan eosinofilia.<br />

La prueba ELISA específica para anticuerpos antitoxocara es<br />

útil para confirmar la sospecha clínica. Su sensibilidad es de<br />

78% y su especificidad de 92%, pero estos valores son dependientes<br />

del título de positividad. 60 Cualquier título tiene valor<br />

si el cuadro clínico es compatible con este diagnóstico. La negatividad<br />

de ELISA no descarta el diagnóstico.<br />

La demostración de anticuerpos IgG antitoxocara mediante<br />

ELISA en líquidos oculares (acuoso-vítreo), en títulos superiores<br />

a los séricos (coeficiente de Goldmann-Witmer) puede<br />

tener valor diagnóstico, demostrando la producción intraocular<br />

de anticuerpos. 23 En la anamnesis debe consignarse el contacto<br />

previo de los niños con cachorros; en niños con toxocariasis<br />

ocular, este antecedente por lo general es positivo.<br />

El diagnóstico diferencial más importante es con el retinoblastoma<br />

(figura 69-8), que en general afecta a niños más pequeños;<br />

el retinoblastoma no muestra signos inflamatorios y<br />

sus características son diferentes al examen oftalmoscópico. La<br />

endoftalmitis crónica por Toxocara es la más difícil de diagnosticar,<br />

y el granuloma periférico la más fácil, ya que el síndrome<br />

del “capullo” es altamente característico.<br />

En el caso de la endoftalmitis crónica, es necesario solicitar<br />

estudios de imágenes (ecografía, resonancia) para descartar tumores.<br />

La presencia de secuelas de proceso inflamatorio (sinequias<br />

posteriores) apoya el diagnóstico de toxocariasis. En<br />

muchos casos de toxocariasis el diagnóstico es sólo presuntivo.<br />

La única forma de confirmar sería la demostración histopatológica<br />

de la larva, a lo que no hay acceso, a menos que el ojo sea<br />

enucleado porque está ciego y se sospecha un tumor.<br />

Medidas preventivas<br />

Es fundamental la educación del público, y en especial los propietarios<br />

de mascotas. Los cachorros deben ser desparasitados y<br />

controlados periódicamente por un veterinario. En todas las<br />

plazas y parques públicos deben existir receptáculos para depositar<br />

las deposiciones de los perros.<br />

Todos aquellos que manipulan tierra como los agricultores<br />

o jardineros deben lavarse las manos con extremo cuidado.<br />

Tratamiento<br />

El tratamiento médico puede considerarse en pacientes con signos<br />

de actividad inflamatoria. El rol de los antihelmínticos es<br />

controversial. No se sabe si el cuadro inflamatorio es producido<br />

por una larva viva o por una larva muerta. Por otra parte, la<br />

muerte de la larva podría exacerbar el cuadro inflamatorio. A<br />

pesar de estas dudas, es práctica aceptada el uso de antihelmínticos<br />

asociados a corticoides sistémicos en casos de severa reacción<br />

inflamatoria. Se ha utilizado el tiabendazol 25 mg/kg/día<br />

por cinco días asociado a corticosteroides. 3 Otros autores han<br />

utilizado con éxito una combinación de albendazol (adultos<br />

800 mg dos veces al día; niños 400 mg 2 veces al día) y corticosteroides.<br />

5<br />

La mayoría de los casos se encuentra en estado cicatricial al<br />

momento de la consulta y no requiere tratamiento médico. La<br />

cirugía (vitrectomía) está indicada si existe tracción retinal o<br />

papilar por banda fibrosa o si el paciente presenta un desprendimiento<br />

retinal traccional o regmatógeno (con desgarros retinales).<br />

Toxoplasmosis ocular<br />

Antecedentes históricos<br />

Si bien el protozoo Toxoplasma gondii fue identificado por primera<br />

vez en 1908, la retinocoroiditis toxoplásmica fue descrita<br />

por primera vez por Wilder en 1952. 74<br />

Concepto<br />

La toxoplasmosis ocular es una de las causas más frecuentes de<br />

uveítis posteriores y retinocoroiditis en todo el mundo, y es<br />

causa importante de pérdida de visión en niños y adultos inmunocompetentes;<br />

en inmunosuprimidos, la enfermedad puede<br />

ser devastadora y se asocia a focos en otras localizaciones,<br />

particularmente en el sistema nervioso central.<br />

Por muchos años se pensó que las manifestaciones de la<br />

toxoplasmosis ocular en niños y adultos no eran otra cosa que<br />

reactivaciones de una toxoplasmosis congénita, adquirida por<br />

vía transplacentaria; en los últimos años; sin embargo, se ha<br />

demostrado que en la mayoría de los casos la enfermedad es<br />

adquirida (posnatal).<br />

Biología<br />

Toxoplasma es un parásito intracelular obligado y ubicado en la<br />

subclase coccidia. El gato es el hospedero definitivo del parásito<br />

y los felinos son los únicos animales en que Toxoplasma se reproduce<br />

sexualmente. El gato se infecta al comer carne cruda infectada<br />

de ratones o pájaros; el parásito invade las células epiteliales<br />

del intestino del gato, primero en un ciclo asexual y luego en<br />

una fase sexuada con la liberación de millones de ooquistes. Los<br />

ooquistes pueden permanecer viables en suelo húmedo hasta<br />

por dos años, pero son susceptibles al calor seco. Los ooquistes<br />

contienen esporozoítos, que son las formas infectantes.<br />

Los mamíferos, incluido el hombre, y las aves, son hospederos<br />

intermediarios. El ser humano se infecta por la ingestión<br />

de ooquistes o de carnes que contienen quistes. Las enzimas


CAPÍTULO 69 Parasitosis oculares 539<br />

digestivas del hombre rompen la pared del quiste, liberando los La seroprevalencia en mujeres embarazadas alcanzó a<br />

zoítos de Toxoplasma. Éstos invaden el epitelio intestinal y se 67.3% en París, Francia. 38 Estudios en EUA demostraron que<br />

diseminan por todo el organismo. El Toxoplasma, para multiplicarse,<br />

debe penetrar obligadamente una célula nucleada. ésta es más baja en las zonas áridas y zonas de mayor altura so-<br />

la seroprevalencia varía de manera considerable dentro del país:<br />

Dentro de una célula, el parásito se multiplica de manera acelerada<br />

y asume el nombre de taquizoíto. La respuesta inmune lación y descongelación. 35<br />

bre el nivel del mar y zonas caracterizadas por ciclos de conge-<br />

del hospedero induce la transformación de los taquizoítos en La seroprevalencia de la infección en gatos en la ciudad de<br />

parásitos de reproducción muy lenta (braquizoítos) que van a Santiago de Chile es de 59.3% 46 y en regiones rurales periurbanas<br />

es de 54.6%. 13 Sin embargo, la seroprevalencia para toxo-<br />

formar un quiste revestido de una membrana.<br />

La enfermedad entra en un estado inactivo. Las recurrencias<br />

se producen cuando el quiste se rompe, liberándose parási-<br />

puede deberse a las condiciones de lluvia excesiva y a un clima<br />

plasmosis en la ciudad de Valdivia, Chile, es 33%, 55 lo que<br />

tos muy activos, lo que produce un cuadro necrotizante local o más frío en esa ciudad.<br />

una diseminación sistémica.<br />

La ciudad de Erechim en Brasil, parece tener la más alta<br />

prevalencia de toxoplasmosis ocular; 17% de los habitantes tiene<br />

signos clínicos de toxoplasmosis ocular.<br />

Mecanismos de infección<br />

39 Los factores de<br />

riesgo detectados fueron: comer carne insuficientemente cocida,<br />

trabajar en el jardín, comer carne cruda y cordero congela-<br />

a) Toxoplasmosis congénita: vía transplacentaria<br />

do. La toxoplasmosis es la causa más frecuente de uveítis posterior<br />

(41% en el Hospital del Salvador, Santiago, Chile).<br />

Si la madre adquiere una toxoplasmosis durante el embarazo,<br />

el feto puede infectarse por vía transplacentaria. En<br />

71,72<br />

subsecuentes embarazos, los fetos están protegidos por los<br />

anticuerpos de la madre.<br />

Patogenia y patología<br />

b) Toxoplasmosis adquirida<br />

La toxoplasmosis aguda en inmunocompetentes es subclínica o<br />

Los humanos se pueden infectar por los siguientes mecanismosderado.<br />

La infección aguda es controlada por la respuesta in-<br />

da a lugar a sintomatología que asemeja un cuadro gripal momune<br />

del organismo.<br />

• Ingestión de quistes tisulares de carne cruda o poco cocida,<br />

de preferencia cerdo y cordero. La carne bovina tizante, con extensión secundaria a la coroides. El proceso ne-<br />

Si el parásito llega al ojo, se crea un foco de retinitis necro-<br />

no es considerada una fuente importante de infección, crotizante destruye la retina, con un borde bien definido entre<br />

aunque la carne molida puede contaminarse con otras retina necrótica y retina sana. El sistema inmune monta una<br />

carnes si el carnicero no limpia la moledora de carne. 35<br />

reacción inflamatoria, predominantemente mononuclear (macrófagos,<br />

linfocitos, células plasmáticas y epitelioides), la que es<br />

• Ingestión de ooquistes en verduras no lavadas contaminadas<br />

con heces de gato.<br />

responsable de la característica turbidez del vítreo sobre la lesión.<br />

• Ingestión de tierra contaminada con heces de gato por<br />

niños en patios, plazas y parques públicos (ooquistes). La respuesta inmune quizá es responsable de la conversión<br />

• Manipuladores de alimentos que han tenido contacto de taquizoíto a bradizoíto y a la formación del quiste. De este<br />

con heces de gato (ooquistes).<br />

modo, el proceso agudo infeccioso necrotizante da lugar a una<br />

• Ingestión de agua contaminada. En British Columbia, cicatriz pigmentada inactiva y el vítreo recupera su transparencia.<br />

Canadá, 7 Estado de Paraná, Brasil, 20 se han presentado Los quistes pueden permanecer inactivos en la cicatriz, en<br />

epidemias de toxoplasmosis adquiridas por beber agua su inmediata vecindad o en otro lugar de la retina al parecer<br />

contaminada. Este mecanismo parece ser más probable normal al examen oftalmoscópico. Los bradizoítos, en el ínterin,<br />

se pueden replicar lentamente. Si en algún momento la<br />

en países subdesarrollados.<br />

• Inhalación. Una epidemia de toxoplasmosis en Atlanta, pared del quiste se rompe, se activan los taquizoítos y dan lugar<br />

EUA, fue atribuida a inhalación y luego ingestión del a la recurrencia, en el borde de la cicatriz o en otra parte de la<br />

polvo del piso de un establo contaminado con heces de retina.<br />

gato que contenían ooquistes. 35<br />

Epidemiología<br />

Toxoplasmosis congénita<br />

La infección por Toxoplasma es una zoonosis universal. 7,62 La El feto se infecta por vía transplacentaria, y sólo si la madre<br />

prevalencia serológica en Chile, promedio nacional, es de contrae toxoplasmosis inmediatamente antes o durante el embarazo.<br />

Si la madre contrae la enfermedad durante el primer<br />

36.9% según encuesta realizada entre 1982-1994. 13 Las cifras<br />

más altas de seroprevalencia se han detectado en algunos estados<br />

sureños de Brasil, donde la seroprevalencia entre niños de to espontáneo. Si la infección ocurre en el tercer trimestre, el<br />

trimestre, la enfermedad es más grave y puede resultar en abor-<br />

10 a 15 años puede llegar a 98%. 64 compromiso ocular es más frecuente, pero menos severo.


540 PARTE III Parasitología topográfica<br />

Figura 69-11. Típica cicatriz macular de toxoplasmosis congénita:<br />

bordes nítidos, forma redondeada, pigmentación y pequeño foco<br />

satélite a temporal inferior de la placa.<br />

La toxoplasmosis congénita se caracteriza por la tríada clásica:<br />

coriorretinitis, hidrocefalia, calcificaciones intracraneanas<br />

(tríada de Sabin). La retinocoroiditis es la manifestación más<br />

común, afectando alrededor de 78% de los casos. La toxoplasmosis<br />

congénita tiene una predilección por el polo posterior y<br />

la mácula. En los casos severos, puede observarse una extensa<br />

área de necrosis retinal en polo posterior, de color cremoso (figura<br />

69-9), que causa extensas cicatrices y fibrosis epirretinal<br />

con muy mala visión (figura 69-10). En la mayoría de los casos,<br />

el examen de fondo de ojo revela cicatrices pigmentadas en<br />

el área macular, redondas u ovaladas, inactivas, a veces deprimidas<br />

(“rosetón”, figuras 69-11 y 69-12). Algunos focos satélites<br />

pueden acompañar a la cicatriz macular. A lo largo de la vida,<br />

estos niños pueden presentar recidivas en los bordes en las cicatrices.<br />

El diagnóstico es fundamentalmente clínico. Anticuerpos<br />

IgM se detectan en 75% de los niños con toxoplasmosis congénita,<br />

producidos por el feto. Las IgM maternas no atraviesan la<br />

barrera fetal.<br />

Toxoplasmosis adquirida<br />

La coriorretinitis toxoplásmica aguda se caracteriza por una coriorretinitis<br />

necrotizante focal, de color blanco, con una reacción<br />

inflamatoria vítrea marcada sobre la lesión (figura 69-13).<br />

El aspecto de “faro en la niebla” es causado por la lesión focal<br />

(una opacificación blanquecina de la retina) y la grave reacción<br />

inflamatoria vítrea sobre el foco, más o menos redondeado, de<br />

coriorretinitis. Si la lesión es recidivante, la lesión focal blanquecina<br />

se presentará en el borde de una cicatriz coriorretinal,<br />

con las características de una lesión plana, atrófica (blanquecina)<br />

y pigmentada, de bordes nítidos. La lesión activa, por el<br />

contrario, tiene bordes muy difuminados (figura 69-14). En<br />

Figura 69-13. Toxoplasmosis adquirida aguda. Placa blanco-cremosa<br />

de retinocoroiditis necrótica en plena mácula.<br />

algunos casos las cicatrices son múltiples, aunque la recurrencia<br />

se haya generado en una sola de ellas.<br />

La toxoplasmosis ocular primaria se define por la lesión<br />

focal blanco-cremosa con reacción vítrea sin cicatrices antiguas<br />

pigmentadas (figura 69-13), la toxoplasmosis ocular recidivante<br />

o recurrente se define como una coriorretinitis activa en presencia<br />

de cicatrices pigmentadas en cualquier ojo (figura 69-14).<br />

La retinocoroiditis primaria o recurrente se atribuye a proliferación<br />

de parásitos vivos; en cambio, la respuesta de hipersensibilidad<br />

a los antígenos toxoplásmicos es responsable de la<br />

reacción inflamatoria asociada. 35<br />

La reacción inflamatoria se traduce en turbidez del vítreo<br />

por delante del foco necrotizante, perivasculitis, papilitis y actividad<br />

inflamatoria del polo anterior del ojo (iridociclitis), con<br />

fenómeno de Tyndall y células en el humor acuoso e incluso<br />

sinequias anteriores en los casos más graves. En 30% de los<br />

casos puede presentarse hipertensión ocular, lo que se asocia<br />

con reacción celular inflamatoria grave en el humor acuoso. 25<br />

La intensidad de la reacción inflamatoria parece ser más grave<br />

en Brasil que en otros países. 25<br />

Los síntomas de una retinocoroiditis toxoplásmica aguda<br />

son visión borrosa y percepción de opacidades flotantes (entopsias)<br />

ocasionadas por la reacción inflamatoria celular en el<br />

vítreo. El compromiso de la visión depende de la localización<br />

del foco activo; si éste es periférico, predominan las entopsias<br />

con compromiso visual leve; si el foco es central o paracentral,<br />

la pérdida de visión puede ser grave. Si hay compromiso secundario<br />

del polo anterior (iridociclitis), ocurre enrojecimiento del<br />

ojo y fotofobia.<br />

A veces pueden presentarse signos inflamatorios oculares<br />

en ausencia de focos de retinocoroiditis necrotizante. En una


CAPÍTULO 69 Parasitosis oculares 541<br />

serie de pacientes con evidencia serológica de toxoplasmosis reciente<br />

se observó inflamación ocular sin foco retinal. 34 Se ha<br />

especulado que la reacción inflamatoria se generó en una potente<br />

reacción inmune que impidió que el parásito en la retina<br />

se tradujera en necrosis tisular.<br />

Diagnóstico<br />

El diagnóstico es clínico y se basa en el aspecto de la retinocoroiditis<br />

activa; si el foco cremoso-blanquecino se presenta cerca<br />

de una cicatriz pigmentada, el cuadro es aún más característico.<br />

En el adulto, el diagnóstico diferencial debe plantearse con<br />

otras causas de retinocoroiditis como hongos (cándida), tuberculosis,<br />

sífilis y retinitis herpéticas. En el recién nacido deben<br />

descartarse otras causas de grandes cicatrices maculares (herpes<br />

simple, citomegalovirus).<br />

Las pruebas serológicas pueden ser de ayuda diagnóstica,<br />

detectan anticuerpos antitoxoplasma; sin embargo, como la<br />

prevalencia de anticuerpos para Toxoplasma es muy alta en muchas<br />

regiones y persisten por largos años en personas sanas, su<br />

valor es muy relativo.<br />

Ahora el test de Sabin-Feldman rara vez se usa, ya que requiere<br />

manipulación de parásitos vivos. Las pruebas más usadas<br />

en la actualidad son la de inmunofluorescencia indirecta (IFI) y<br />

ELISA, y con menor frecuencia, la hemaglutinación indirecta. 14<br />

Las pruebas serológicas confirman exposición al parásito;<br />

los anticuerpos IgG aparecen dentro de las dos semanas posinfección<br />

y permanecen positivos por toda la vida. Los anticuerpos<br />

IgM, en cambio, aparecen con la infección aguda y por lo<br />

general se negativizan alrededor del año de la infección aguda;<br />

no cruzan la placenta. Los anticuerpos IgA se comportan de<br />

manera similar a las IgM.<br />

La presencia de anticuerpos IgG apoyan un diagnóstico<br />

clínico compatible con este diagnóstico; su ausencia casi descarta<br />

el diagnóstico. Si la lesión retinal no es típica, una IgG<br />

positiva no tiene mayor significado diagnóstico. La presencia<br />

de IgG en el recién nacido no hace el diagnóstico de toxoplasmosis<br />

congénita, ya que pueden ser anticuerpos de origen materno<br />

transferidos por la placenta.<br />

La presencia de IgM en recién nacidos confirma el diagnóstico.<br />

En el adulto confirman enfermedad adquirida reciente.<br />

Contreras y colaboradores, 3 sin embargo, observaron que la<br />

IgM puede, en algunos casos, persistir por más tiempo, lo que<br />

limita su valor para confirmar infección reciente; la sola presencia,<br />

en cambio, de IgA orienta hacia una infección reciente.<br />

En casos dudosos se puede determinar la diferencia entre<br />

el título IgG en acuoso o vítreo versus el título en el suero; si el<br />

nivel en el ojo es cuatro veces más alto que el sérico, la prueba<br />

indicará producción de anticuerpos en el ojo (Test Goldmann-<br />

Witmer).<br />

En casos de presentación atípica, con un diagnóstico dudoso<br />

o mala respuesta al tratamiento, la reacción en cadena de la<br />

polimerasa (PCR) en muestras de vítreo puede ser de utilidad<br />

diagnóstica. 50 Este estudio está indicado sólo en pacientes IgG<br />

positivos, ya que una IgG negativa descarta este diagnóstico.<br />

Toxoplasmosis en el paciente<br />

inmunocomprometido<br />

La toxoplasmosis es agresiva sobre todo en pacientes inmunocomprometidos,<br />

de cualquier origen. En pacientes con SIDA,<br />

la toxoplasmosis cerebral es la localización más común.<br />

La retinocoroiditis toxoplásmica en pacientes con SIDA<br />

se caracteriza por gruesos focos cremosos de necrosis retinal,<br />

acompañados de cierta turbidez vítrea (figura 69-15). No se<br />

detectan cicatrices pigmentadas, pero en teoría también es posible<br />

que el paciente portador de una toxoplasmosis antigua<br />

sufra una recurrencia consecutiva a la inmunosupresión. Clínicamente,<br />

es posible diferenciar esta necrosis de la retinitis por<br />

citomegalovirus, pero no de otras causas como sífilis. La asociación<br />

con compromiso cerebral ayuda en el diagnóstico, ya que<br />

esta asociación se da en más de 50% de los casos de retinitis<br />

toxoplásmica en pacientes con SIDA. Las pruebas serológicas<br />

no son de gran valor en el SIDA. En caso de duda diagnóstica<br />

y descartada la sífilis, se puede recurrir a test serológicos o PCR<br />

en el vítreo e incluso biopsia retinal. Una rápida respuesta al<br />

tratamiento antitoxoplásmico es diagnóstica, ya que el cuadro<br />

responde bien al tratamiento específico.<br />

Tratamiento<br />

El tratamiento farmacológico está indicado en:<br />

a) Toxoplasmosis congénita.<br />

b) Mujeres embarazadas con toxoplasmosis adquirida.<br />

c) Inmunocomprometidos.<br />

d) Focos de retinocoroiditis que comprometan la mácula o<br />

amenacen la visión central por su proximidad.<br />

e) Lesiones activas múltiples.<br />

f) Inflamación grave.<br />

El tratamiento es electivo en pacientes que presentan focos<br />

periféricos adyacentes a antiguas cicatrices o aislados, ya que en<br />

inmunocompetentes la enfermedad es autolimitada, con desaparición<br />

de los signos inflamatorios en 6 a 8 semanas y pigmentación<br />

de la cicatriz en los meses subsiguientes. Aun así, el<br />

tratamiento podría estar indicado en los casos más graves, para<br />

conseguir una resolución de los signos inflamatorios más rápida<br />

y un menor tamaño en la cicatriz; otros autores tratan casi<br />

todos los casos, con la esperanza de reducir la frecuencia de recurrencias.<br />

El tratamiento clásico de la toxoplasmosis consiste en pirimetamina,<br />

sulfadiazina y prednisona (terapia triple). La pirimetamina<br />

es un inhibidor del ácido fólico, y por tanto, el<br />

tratamiento debe incluir además ácido folínico para prevenir la<br />

leucopenia y trombocitopenia que puede ocasionar la pirimetamina<br />

(cuadro 69-1).<br />

La pirimetamina no se puede usar en mujeres embarazadas<br />

o que están amamantando. Debido al potencial efecto de<br />

supresión medular, se debe solicitar un hemograma completo<br />

una vez por semana. Si el recuento plaquetario es menor de


542 PARTE III Parasitología topográfica<br />

100 000, es necesario bajar la dosis de pirimetamina y subir el<br />

ácido folínico. A veces es necesario suspender el tratamiento<br />

por mielosupresión. El tratamiento de la toxoplasmosis debe<br />

ser dirigido por un infectólogo o parasitólogo.<br />

Existen otras modalidades terapéuticas, de uso más restringido<br />

en el mundo. Algunos especialistas han usado la clindamicina,<br />

ya sea como único tratamiento, junto con el tratamiento<br />

clásico (“terapia cuádruple”), o reemplazando a la sulfadiazina en<br />

pacientes alérgicos a las sulfas. La clindamicina (300 mg cuatro<br />

veces por día) sola es efectiva en algunas series. Su efecto secundario<br />

más grave (aunque muy raro) es la colitis seudomembranosa,<br />

ya que la clindamicina favorece el desarrollo incontrolado<br />

de Clostridium difficile.<br />

En muchos centros se ha empezado a usar trimetoprim/<br />

sulfametoxazol (Septrin ® , Bactrimel ® ). Esta combinación es<br />

menos tóxica para la hematopoyesis y elimina la necesidad de<br />

ácido folínico y evaluación hematológica seriada. El tratamiento<br />

recomendado es dos tabletas de trimetoprim (80 mg)/sulfametoxazol<br />

(40 mg) cada 12 h por seis semanas; la prednisona<br />

se administra a partir del tercer día de iniciada la terapia, con<br />

descenso de la dosificación a partir de la segunda semana. Un<br />

estudio prospectivo aleatorio no demostró diferencias significativas<br />

en la eficacia terapéutica entre la terapia clásica y trimetoprim/sulfametoxazol,<br />

pero tampoco demostró diferencias en<br />

los efectos adversos de estas terapias. 66<br />

Los recién nacidos con toxoplasmosis congénita activa deben<br />

ser tratados por un infectólogo infantil. El tratamiento con<br />

pirimetamina y sulfas se mantiene por varios meses.<br />

En la mujer embarazada que adquiere una infección toxoplásmica<br />

primaria se puede utilizar espiramicina (400 mg tres<br />

veces al día) sin mayores riesgos de teratogenia y disminuye la<br />

probabilidad de transmisión de la infección al feto.<br />

Los pacientes con SIDA responden bien al tratamiento<br />

antitoxoplásmico, pero presentan riesgo de recurrencia al finalizar<br />

el tratamiento. El uso de corticoides está contraindicado.<br />

Dada la asociación con toxoplasmosis cerebral, el tratamiento<br />

debe ser más prolongado y de mantenimiento, a menos que se<br />

haya alcanzado la recuperación inmunológica producto del tratamiento<br />

antirretroviral. En Brasil, Silveira y colaboradores demostraron<br />

que el uso intermitente de trimetoprim/sulfametoxazol,<br />

en dosis de una tableta cada tres días disminuye el<br />

riesgo de recurrencias en inmunocompetentes; 65 este mismo<br />

régimen podría utilizarse en pacientes con SIDA, mientras los<br />

linfocitos CD4 estén bajos (véase capítulo 94).<br />

Cisticercosis<br />

Antecedentes históricos<br />

La cisticercosis es conocida desde la remota antigüedad. Aristófanes<br />

(450 a.C.) cuenta que los cocineros examinaban la lengua<br />

de los lechones para verificar la existencia de piedras (cisticercosis).<br />

A las cisticercosis debe atribuirse, quizá, la prohibición del<br />

consumo de carne de cerdo ordenada por Moisés al pueblo judío.<br />

57<br />

Concepto<br />

El cisticerco es una larva de Taenia solium que se disemina en el<br />

sujeto infectado y se establece en diversos tejidos, en especial en<br />

el ojo y en el sistema nervioso central.<br />

Clasificación<br />

Taenia solium, conocida como “solitaria” pertenece a la subclase<br />

Eucestoda del orden Cyclophyllidea y la familia Taeniidae. Los<br />

cisticercos también son llamados metacestodos invaginados.<br />

Biología<br />

El ejemplar adulto de Taenia solium mide 2 a 4 m, y se hospeda<br />

en el intestino humano. En su extremo anterior se encuentra<br />

un escólex de 1 mm de diámetro en cuatro ventosas, y un rostelo<br />

formado por una doble cadena de ganchos, con los que se<br />

sujeta a la pared intestinal. Después de un cuello siguen las<br />

proglótidas, unidades reproductivas independientes y hermafroditas.<br />

Las proglótidas grávidas están llenas de huevos.<br />

El hombre se infecta por contaminación fecal de los alimentos<br />

o del agua de bebida o por las manos no aseadas de un<br />

portador. Los huevos ingeridos liberan a los embriones en el<br />

tracto intestinal de la víctima, por acción de las enzimas digestivas.<br />

Los embriones perforan la mucosa intestinal e ingresan<br />

al torrente sanguíneo para establecerse en diversos órganos<br />

(músculo estriado, cerebro, corazón, ojo, órbita y anexos oculares).<br />

En los tejidos se desarrollan hasta alcanzar la segunda fase,<br />

llamada Cysticercus celullosae.<br />

En el cerdo, al igual que en el hombre, la ingestión de heces<br />

humanas o alimentos contaminados por ellas da lugar a una<br />

cisticercosis. La ingestión de carne de cerdo con cisticercos produce<br />

en el hombre una teniasis, con desarrollo de la lombriz<br />

adulta; sus deposiciones son contaminantes para otros seres humanos<br />

e incluso para él mismo, si se lleva las manos a la boca.<br />

Patogenia y patología<br />

Las larvas llegan al ojo a través de las arterias ciliares posteriores.<br />

Su localización más común es la subretinal, donde pueden provocar<br />

un desprendimiento de retina y una intensa reacción inflamatoria<br />

granulomatosa con células mononucleares, eosinófilos<br />

y células epitelioides (figura 69-16); por lo general perforan<br />

la retina y se instalan en la cavidad vítrea. 47 Si el cisticerco no se<br />

extrae, el desprendimiento de retina total y la pérdida irreversible<br />

de la visión son inevitables. Muy rara vez el cisticerco se<br />

localiza en la cámara anterior. También puede localizarse en un<br />

músculo extraocular o en la cavidad orbitaria.<br />

Epidemiología<br />

La cisticercosis es un problema médico en los países en desarrollo,<br />

puesto que su patogenia está directamente ligada a la contaminación<br />

fecal. A mayor saneamiento ambiental, menor pre-


CAPÍTULO 69 Parasitosis oculares 543<br />

valencia de la enfermedad. Las deficiencias en los mataderos de<br />

cerdos con inadecuada revisión de la carne, contribuye también<br />

a la propagación de la teniasis. La enfermedad parecía estar<br />

erradicada en Europa y Norte América; sin embargo, se detectaron<br />

focos endémicos en el sudoeste de EUA, en áreas de fuerte<br />

inmigración. 41 La enfermedad es muy prevalente en la India<br />

47 y ha aumentado de manera considerable en África del este<br />

y del sur, relacionada con un aumento de la cría y consumo de<br />

cerdos. 58<br />

Todos los países latinoamericanos son endémicos en cisticercosis,<br />

con la posible excepción de Argentina y Uruguay. En<br />

estudios realizados en México, Perú y Ecuador, se demostró que<br />

casi la mitad de los pacientes con crisis convulsivas de inicio<br />

tardío tienen evidencia imagenológica de neurocisticercosis. 10<br />

En Chile, la cisticercosis ocular ha disminuido considerablemente;<br />

hace 20 o 30 años era habitual ver 1 o 2 casos al año en<br />

los servicios de oftalmología en pacientes provenientes de zonas<br />

rurales; desde hace varios años, no se ha visto un solo caso.<br />

Clínica<br />

Figura 69-17. Cisticerco subretinal. La parte central más opaca<br />

corresponde al escólex invaginado; poco después de tomada esta<br />

foto, el cisticerco perforó la retina y pasó al vítreo.<br />

Figura 69-19. Cisticerco en cavidad vítrea, con escólex invaginado<br />

(masa blanquecina densa).<br />

Cisticercosis subretinal. Si el caso es reciente y el vítreo está<br />

claro, el cisticerco es directamente visible al oftalmoscopio. Se<br />

observa como una formación globular, esferoidal translúcida,<br />

con una porción más opaca, blanquecina, que corresponde al<br />

escólex invaginado (figura 69-17). Como respuesta al estímulo<br />

luminoso, el cisticerco muestra movimientos ondulantes; este<br />

aspecto es patognomónico y no requiere ningún otro examen<br />

para llegar al diagnóstico. El cisticerco subretinal se localiza en<br />

el polo posterior, pero también se le puede encontrar bajo la<br />

retina periférica; con el tiempo, la retina se desprende (figura<br />

69-18) y la reacción inflamatoria es seguida por cambios cicatriciales.<br />

El paciente experimenta pérdida variable de la visión,<br />

percepción de opacidades flotantes; incluso se puede apreciar el<br />

movimiento del parásito.<br />

Cisticercosis vítrea. El parásito puede perforar la retina y flotar<br />

de manera libre en el cuerpo vítreo (figura 69-19); el daño<br />

ocasionado en esta etapa es considerable, con pérdida funcional<br />

irreversible (figura 69-20).<br />

Si el escólex está invaginado, se percibe como una mancha<br />

blanca en el interior de la vesícula; si está evaginado es posible<br />

verlo con sus ventosas y sus ganchitos.<br />

Cisticercosis en cámara anterior. Es rara, pero sí se ha descrito.<br />

El parásito flota en el humor acuoso de la cámara anterior.<br />

Cisticercosis de los músculos extraoculares. Se caracteriza<br />

por restricción de los movimientos oculares, acompañada de<br />

signos inflamatorios. 48 Los síntomas son diplopía y dolor en los<br />

movimientos oculares.<br />

Cisticercosis orbitaria. Esta localización es rara y apenas se<br />

menciona en las grandes series. En un caso clínico, una niña de<br />

siete años se quejó de diplopía; el examen demostró limitación<br />

de la motilidad ocular del ojo izquierdo y restricción total de la<br />

motilidad del ojo hacia la derecha, con evidencias de compresión<br />

extrínseca del globo. La cirugía demostró un cisticerco<br />

dentro de un absceso enquistado bajo el músculo recto-lateral<br />

izquierdo (figura 69-21). 70<br />

Diagnóstico<br />

Si los medios transparentes del ojo están claros, el diagnóstico<br />

es fácil y no se requieren exámenes auxiliares. Si los medios están<br />

opacos, debe solicitarse una ecografía ocular, que muestra la


544 PARTE III Parasitología topográfica<br />

presencia de una masa quística intraocular que puede ser móvil;<br />

incluso el escólex puede detectarse dentro del quiste sonolúcido.<br />

La TAC puede mostrar calcificaciones cerebrales o hidrocefalia<br />

si existe neurocisticercosis asociada.<br />

Los anticuerpos anticisticerco detectados por la prueba<br />

ELISA son positivos en cerca de 50% de los casos de cisticercosis<br />

ocular y en 80% de los pacientes con neurocisticercosis.<br />

En casos muy avanzados con pupila blanca (leucocoria), el<br />

diagnóstico diferencial se plantea con otras causas de leucocoria<br />

(retinoblastoma, retinopatía del prematuro, toxocariasis, enfermedad<br />

de Coats). 69<br />

Medidas preventivas<br />

Son medidas de saneamiento ambiental: mejorar las condiciones<br />

higiénicas, en especial los medios rurales (letrinas), agua potable.<br />

Inspección cuidadosa de la carne de cerdo en mataderos.<br />

Tratamiento<br />

Fármacos antihelmínticos como el praziquantel o el albendazol<br />

se han usado con éxito en la neurocisticercosis activa; sin embargo,<br />

estos fármacos no son efectivos para la localización intraocular.<br />

El tratamiento es fundamentalmente quirúrgico. El<br />

cisticerco subretinal puede ser extraído por vía transescleral, en<br />

especial si la localización es más anterior (figura 69-22). Con<br />

el progreso de la cirugía vitreorretinal, su extracción es posible<br />

mediante vitrectomía, a través de una pequeña retinotomía.<br />

El cisticerco intravítreo se puede extraer con facilidad mediante<br />

una vitrectomía; 47 contra todo lo que pudiera pensarse,<br />

la liberación del contenido del quiste, al aspirar el cisticerco, no<br />

da lugar a una reacción anafiláctica. Rara vez se ha practicado<br />

enucleación del globo, en un caso de ojo ciego, inflamado, doloroso<br />

y que no responde al tratamiento médico (figura 69-23).<br />

Neurorretinitis subaguda<br />

unilateral difusa<br />

La neurorretinitis subaguda unilateral difusa (NSUD) es un<br />

síndrome descrito por Gass y colaboradores en 1978, 27 quienes<br />

reportaron 25 pacientes con las siguientes características:<br />

a) pérdida visual central y periférica grave, en forma insidiosa;<br />

b) vitreítis; c) alteraciones focales y difusas del epitelio pigmentario<br />

de la retina con un relativo respeto del área macular;<br />

d) estrechamiento de los vasos retinianos; e) atrofia del nervio<br />

óptico; f ) aumento relativo del tiempo circulatorio retinal, y<br />

g) hallazgos electrorretinográficos subnormales. Más adelante,<br />

Gass y Braunstein 28 reportaron en este síndrome la presencia<br />

de nematodos de dos tamaños diferentes (400-1 000 mm, con<br />

un diámetro aproximado de una vigésima de su longitud, y<br />

1 500-2 000 mm), ahusado en los extremos, que inducen cambios<br />

oculares semejantes, y que han sido descritos en dos áreas<br />

endémicas diferentes. El más pequeño se ha encontrado en pacientes<br />

en el sureste de EUA, el Caribe, y la parte norte de<br />

Sudamérica; al de mayor tamaño se atribuyen los casos en la<br />

parte norte del oeste medio de EUA. También se han reportado<br />

casos en Brasil, 21 Venezuela, 16-18 Alemania, 42 Canadá y Chile.<br />

Se ha sugerido que el agente más probable de este síndrome, el<br />

nematodo de menor tamaño, sea Ancylostoma caninun, parásito<br />

común de los perros, causa frecuente de larva migrante cutánea<br />

en el sureste de EUA. La infección se contrae por contacto directo<br />

con el suelo, no por contacto con los perros. Otros autores<br />

han propuesto que el parásito pequeño sea una forma larvaria<br />

de Toxocara canis. Se cree que el parásito de mayor tamaño<br />

sea Baylisascaris procyionis, el áscaris del mapache.<br />

Etiopatogenia y patología<br />

Los cambios clínicos característicos de la NSUD son manifestación<br />

del daño tóxico a nivel de las capas externas de la retina,<br />

inducidos por productos tóxicos excretorios/secretorios y desechos<br />

metabólicos, dejados por el parásito en su migración por<br />

el espacio subretiniano, además de una reacción tóxica más difusa<br />

que compromete las capas internas y externas de la retina.<br />

El estudio histopatológico de un ojo enucleado unos 15<br />

meses antes de la aparición del cuadro clínico sugestivo de las<br />

fases agudas y subagudas, antes de reconocerse la causa de esta<br />

entidad, reveló una vitreítis, retinitis no granulomatosa, perivasculitis<br />

en vasos de la retina y del nervio óptico, degeneración<br />

de la retina, atrofia óptica moderada, cambios degenerativos del<br />

epitelio pigmentario, y parches de coroiditis no granulomatosa.<br />

Manifestaciones clínicas<br />

Por lo general los pacientes son jóvenes, y sin manifestaciones<br />

sistémicas, la mayoría son menores de 20 años, con algunos<br />

pacientes de mayor edad que han presentado las manifestaciones<br />

tardías del síndrome. La edad media para el momento de la<br />

presentación de la enfermedad en el reporte original fue de 12.5<br />

años, con un rango entre 5 a 22 años. Hay una disminución<br />

marcada de la agudeza visual, pero con frecuencia la limitación<br />

funcional es un hallazgo durante un examen oftalmológico<br />

de rutina. Gass y colaboradores 27,29 han sistematizado los cambios<br />

oftalmoscópicos presentes en las fases agudas/subagudas, y<br />

los han diferenciado de aquellos presentes en la fase crónica de<br />

la enfermedad. La afección es unilateral, aunque se han reportado<br />

casos bilaterales. En las fases iniciales hay una vitreítis leve a<br />

moderada, edema del disco óptico con leve borramiento de sus<br />

bordes, y lesiones multifocales, recurrentes, de color blancogrisáceo,<br />

ubicadas en las capas más externas de la retina, las cuales<br />

tienen tendencia a aparecer agrupadas en un sector del fondo<br />

de ojo, se atenúan con el tiempo y aparece un nuevo brote en la<br />

retina vecina. Hay una leve atenuación del árbol vascular (figura<br />

69-24). La pérdida acentuada de la agudeza visual contrasta<br />

con los cambios mínimos en el área macular, lo que se supone<br />

sea el resultado de la disfunción tóxica de la retina.<br />

En un periodo de semanas a meses se manifiestan los cambios<br />

tardíos. La agudeza visual está comprometida, por lo general<br />

menos de 20/200 o peor, y hay un defecto pupilar aferente.


CAPÍTULO 69 Parasitosis oculares 545<br />

El diagnóstico de la NSUD se basa en la visualización oftalmoscópica<br />

de los signos característicos de la afección, y la confirmación<br />

definitiva es el hallazgo del parásito móvil (figura<br />

69-26). Es importante considerar este diagnóstico en sujetos<br />

que muestren los signos de la fase temprana de la enfermedad,<br />

ya que la identificación de la larva y el tratamiento de la misma<br />

permiten mantener el nivel de agudeza visual presente para el<br />

momento del diagnóstico. Se sugiere practicar primero una oftalmoscopia<br />

indirecta con lente de 20 dioptrías, para ubicar las<br />

manchas blanquecinas evanescentes, ya que el parásito casi<br />

siempre se ubica alrededor de las mismas, seguido de una detallada<br />

biomicroscopia con una lente de contacto, o una lente<br />

interpuesta de 78 dioptrías. El parásito de menor tamaño apenas<br />

se logra visualizar con una lente de oftalmoscopia indirecta<br />

de 14 dioptrías. La observación minuciosa del fondo con el<br />

retinógrafo facilita la tarea de localizar el parásito. Deben realizarse<br />

varias sesiones exploratorias para lograr ese objetivo.<br />

Los estudios serológicos, así como el análisis de las heces<br />

para identificar huevos o parásitos, no han sido útiles en el<br />

diagnóstico de esta afección.<br />

La NSUD, durante el estadio temprano, puede simular numerosas<br />

y diferentes afecciones inflamatorias de la retina y coroides,<br />

entre ellas el síndrome de múltiples puntos blancos evanescentes,<br />

coroiditis multifocal, epiteliopigmentopatía pla coidea<br />

multifocal aguda posterior, sarcoidosis, retinopatía en tiro de<br />

escopeta (Birdshot), coroidopatía punctata interna, enfermedad<br />

de Behçet, y cualquier condición que curse con papilitis, papiledema,<br />

o vitreítis. 17 En la fase tardía la NSUD puede simular la<br />

retinitis pigmentosa unilateral, el síndrome de la presunta histoplasmosis<br />

ocular, coroiditis multifocal y panuveítis, coroidorretinopatía<br />

postraumática, y otras causas de atrofia óptica.<br />

Figura 69-24. NSUD, fase subaguda: vitreítis, manchas blancogrisáceas<br />

de bordes imprecisos, moteado del epitelio pigmentario,<br />

edema del disco óptico.<br />

Se evidencia un moteado difuso del epitelio pigmentario, con<br />

áreas focales de despigmentación, y con menor frecuencia áreas<br />

de hiperplasia del mismo. Son características una marcada atrofia<br />

del nervio óptico, atrofia de la capa de fibras nerviosas, y<br />

atenuación marcada del epitelio pigmentario. El nematodo<br />

móvil se localiza en las proximidades de las lesiones blanquecinas<br />

recurrentes, con movimientos de enrollado y desenrollado,<br />

y desplazamientos muy lentos a manera de una serpiente (figura<br />

69-25).<br />

Diagnóstico<br />

Tratamiento<br />

Primero se sugirió el uso de los corticosteroides, pero no se modificó<br />

la evolución de la enfermedad. 28 La fotocoagulación de la<br />

larva con el láser térmico es el tratamiento de elección. 29 En<br />

general, se recomiendan aplicaciones de 250 a 500 micrones,<br />

una intensidad acorde con el grado de pigmentación del fondo<br />

ocular, y un tiempo de exposición de 0.5 s. Si el diagnóstico de<br />

la NSUD se establece en la fase temprana de su evolución es<br />

importante localizar el parásito, ya que su destrucción puede<br />

prevenir un deterioro adicional de la agudeza visual.<br />

En los casos donde no es posible ubicar el parásito está<br />

justificado el uso de un antihelmíntico sistémico. En un estudio<br />

el uso de tiabendazol y dietilcarbamacina en el tratamiento<br />

de la NSUD no afectó la vitalidad del parásito. Se concluyó que<br />

en la mayoría de los pacientes el fármaco no cruzaba la barrera<br />

hematorretiniana en concentración suficiente para afectar al<br />

nematodo subretiniano. La dosis recomendada de tiabendazol<br />

es 22 mg/kg administrado dos veces al día durante 2 a 4 días; la<br />

dosis máxima recomendada es de 3 g. Gass y colaboradores han<br />

sugerido, cuando el parásito no es detectado en un paciente<br />

con vitreítis ligera, aplicaciones de láser vecinas a las lesiones<br />

activas multifocales para alterar la barrera hematorretiniana,<br />

con el uso concomitante del tiabendazol. 27 En casos probables<br />

de NSUD el riesgo asociado al uso del tiabendazol se justifica<br />

quizá por el beneficio de poder detener esta condición que puede<br />

conducir a la ceguera.<br />

Los autores han observado la inmovilización y resolución<br />

del parásito en 3 de 6 pacientes tratados con albendazol a dosis<br />

de 10 mg/kg/día repartidos en tres tomas durante 10 días. Los<br />

efectos colaterales de este fármaco son escasos.<br />

Oncocercosis<br />

La oncocercosis es una enfermedad causada por un nematodo,<br />

una filaria, Onchocerca volvulus. De los 40 millones de habitantes<br />

infectados en el mundo, 2 millones están ciegos por esta enfermedad.<br />

12 Es por ello que ha sido identificada por la Organización<br />

Mundial de la Salud como un problema de salud mayor. 8<br />

Es una enfermedad antigua del África meridional, que se<br />

ha hecho endémica también en Centroamérica y Sudamérica;<br />

en Guatemala y México se han descrito más de 250 000 personas<br />

afectas de esta enfermedad, 31 y también se han encontrado<br />

en pequeñas zonas endémicas en Brasil, Colombia, Ecuador<br />

y Venezuela. Las manifestaciones clinicopatológicas en África y


546 PARTE III Parasitología topográfica<br />

en el hemisferio oeste son diferentes, sugiriendo que se debe a<br />

diferentes variedades del parásito en estas zonas endémicas,<br />

como también se considera que la variabilidad inmunológica<br />

de los habitantes de estas zonas contribuye a la variación de la<br />

expresión de la enfermedad.<br />

La oncocercosis es conocida en el mundo también con el<br />

nombre de enfermedad de la ceguera de los ríos, debido a que<br />

el insecto vector es la mosca negra del género Simulium la cual<br />

respira del oxígeno de las corrientes rápidas de estos ríos, lo que<br />

explica la prevalencia de esta enfermedad en las comunidades<br />

que se encuentran alrededor de estos ríos con corrientes rápidas.<br />

En Latinoamérica se conoce también la oncocercosis como<br />

enfermedad de Robles, por ser este investigador guatemalteco<br />

el primero en describir la enfermedad, con el compromiso ocular<br />

y sistémico, identificando a la microfilaria de Onchocerca<br />

volvulus como el agente causante de lo que se denominaba vulgarmente<br />

erisipela de la costa, hacia 1917. 9<br />

Biología<br />

El nematodo adulto transparente levemente blanquecino, varía<br />

en tamaño, los de género masculino miden de 16-42 mm y los<br />

del género femenino de 230-500 mm, y las microfilarias miden<br />

de 220 a 320 micrones.<br />

El vector de la oncocercosis es la mosca negra del género<br />

Simulium, que se encuentra distribuida en todo el mundo, presentando<br />

una gran cantidad de especies con variables propiedades<br />

biológicas. Los simúlidos ingieren las microfilarias del paciente<br />

enfermo de oncocercosis al picarlo, migrando éstas a la<br />

cavidad torácica del insecto y de allí a la proboscis (boca) del<br />

insecto donde luego de madurar en seis días, al picar de nuevo<br />

a un humano son inyectadas otra vez para completar un nuevo<br />

ciclo. Las microfilarias se distribuyen en el tejido celular subcutáneo,<br />

madurando a su forma adulta en un año, para así producir<br />

millones de microfilarias que se distribuyen en todo el<br />

organismo, el gusano adulto puede vivir libre en el tejido celular<br />

subcutáneo o puede formar nódulos subcutáneos que tienen la<br />

tendencia de ubicarse en las zonas prominentes de los huesos,<br />

cresta iliaca, región escapular, arco superciliar y cráneo. El gusano<br />

adulto puede vivir hasta 18 años. En las figuras 69-27,<br />

69-28, 69-29 y 69-30 se observa el ciclo vital del parásito, microfilaria<br />

en tejido subcutáneo, corte histológico de un nódulo<br />

subcutáneo y aspecto microscópico de otro, respectivamente.<br />

Clínica<br />

Existe un componente dermatológico y un componente oftalmológico<br />

en la oncocercosis, originado por la reacción alérgica<br />

de la desintegración de las microfilarias que mueren, o por la<br />

ubicación de las microfilarias vivas en los tejidos.<br />

Los hallazgos dermatológicos más frecuentes son los nódulos<br />

subcutáneos, que por lo general no dan síntomas, pero además<br />

pueden existir lesiones relacionadas con el prurito, cambios pigmentarios<br />

de la piel, atrofia de la piel con edema subcutáneo, facies<br />

leonina (erisipela de la costa), linfedema con linfadenopatía. 75<br />

Microfilaria<br />

infectante en la<br />

boca del insecto<br />

Maduración de la<br />

microfilaria en el<br />

tórax del insecto<br />

Paciente con nódulo<br />

subcutáneo<br />

Simulium agente vector<br />

Figura 69-27. Ciclo vital de Onchocerca volvulus.<br />

Gusano adulto<br />

Microfilaria<br />

La oncocercosis puede afectar cualquier parte del globo<br />

ocular, algunas lesiones oculares son el resultado de la invasión<br />

masiva de microfilarias, en otros casos son producto de la reacción<br />

alérgica de los antígenos del parásito cuando éste muere.<br />

Las microfilarias invaden la conjuntiva y la córnea, causando<br />

conjuntivitis y queratitis punctata, que es la primera evidencia<br />

visible de una infección ocular por oncocercosis, que se<br />

reconoce como una lesión numular en copo de nieve ubicada<br />

en los 2/3 anteriores del estroma corneal en los meridianos inferiores<br />

3, 5, 7 y 9 (figuras 69-31 y 69-32), que se inflaman y<br />

se hacen confluentes formando pterigión y subsecuente formación<br />

de pannus, pudiendo opacificarse la córnea de manera<br />

extensa formando una queratitis esclerosante (figura 69-33), y<br />

ser ésta una causa de pérdida visual. Las microfilarias pueden<br />

invadir la úvea anterior, iris y cuerpo ciliar, y producir una iridociclitis<br />

(figura 69-34) con sinequias anteriores y posteriores,<br />

con seclusión pupilar y glaucoma secundario, siendo otra forma<br />

de causar pérdida visual.<br />

También se pueden ver microfilarias móviles en la cámara<br />

anterior, son visibles cuando uno hace inclinarse al paciente<br />

por unos minutos con la cabeza hacia abajo y luego examina<br />

rápido la cámara anterior con la luz de la lámpara de hendidura,<br />

que por algunos instantes pueden ser visualizadas al moverse<br />

por las corrientes de convección del humor acuoso, pero que<br />

desaparecen al tratar de esconderse de la luz (figura 69-35).<br />

Pero es la coriorretinopatía la causa más implicada en la ceguera<br />

bilateral en estos pacientes. 51 Es muy poco entendida la patogénesis<br />

de estas lesiones, pero existen dos distintivas lesiones<br />

que se reconocen en esta enfermedad en el polo posterior, la<br />

más frecuente es la producida por la muerte de las microfilarias


CAPÍTULO 69 Parasitosis oculares 547<br />

en el polo posterior, produciendo una uveítis posterior difusa,<br />

y una secundaria a los cambios degenerativos que conducen a<br />

una degeneración areolar con una circunscrita atrofia coriorretiniana<br />

(figuras 69-36 y 69-37), y la atrofia óptica relacionada<br />

con la neuritis óptica ocasionada por el parásito; éstas son otras<br />

formas de pérdida visual.<br />

Diagnóstico<br />

El diagnóstico del laboratorio se realiza con el examen histopatológico<br />

de la piel y de los nódulos subcutáneos donde se encuentran<br />

las microfilarias. En las zonas endémicas, cuando las<br />

biopsias son negativas y no existen nódulos subcutáneos, se<br />

utiliza el test de Mazzotti, que consiste en dar una dosis de<br />

50 mg de dietilcarbamacina por vía oral al paciente, y si éste<br />

presenta una erupción en la piel y prurito en las primeras 24 h<br />

se sugiere la probabilidad de una oncocercosis. 12<br />

Tratamiento<br />

El tratamiento de esta enfermedad se relaciona con el impacto<br />

que debe existir en el control del agente vector en zonas endémicas,<br />

con el uso de fumigaciones, como también del control de los<br />

enfermos, de la carga parasitaria, la nodulectomía y el uso de la<br />

ivermectina (Mectizan), potente microfilaricida, que tiene poco<br />

efecto sobre el gusano adulto, debiendo existir también como<br />

norma la vigilancia epidemiológica posterior al tratamiento.<br />

La OMS ha creado asociaciones entre investigadores de<br />

Brasil, Colombia, Ecuador, Guatemala, México y Venezuela, y<br />

desde 1992, se han creado grupos de estudio para conocer más<br />

de cerca las variaciones clínicas de esta enfermedad en las diferentes<br />

zonas endémicas de América, así como también los compromisos<br />

y el impacto social que esta enfermedad presenta en<br />

las comunidades endémicas en Latinoamérica (figura 69-38). 53<br />

Queratitis por Acanthamoeba<br />

Concepto<br />

La queratitis por Acanthamoeba origina un proceso inflamatorio<br />

crónico producido por la presencia de este organismo en la<br />

córnea, aunque también puede encontrarse en la conjuntiva y<br />

rara vez en otros tejidos oculares.<br />

Los primeros casos descritos datan de principios de la década<br />

de 1970. 33<br />

El agente causal más frecuente aislado en casos de queratitis<br />

ha sido Acanthamoeba polyphaga, ya que es más resistente a los<br />

antisépticos presentes en las soluciones para lentes de contacto, 32<br />

seguida en frecuencia por A. castellanii, A. griffin y A. culbertsoni.<br />

Biología<br />

Acanthamoeba son organismos unicelulares del reino Protozoa<br />

que pertenecen al Phylum rhizopoda, que agrupa a las especies<br />

de vida libre que utilizan seudópodos como medio de locomoción<br />

y alimentación. 15<br />

El protozoo Acantoameba spp. fue descrito por primera vez<br />

en 1930 por sir Aldo Castellani como un microorganismo saprófito<br />

que se desarrollaba en cultivos de levaduras, pero no fue<br />

hasta 1958 que Clyde Culbertson y colaboradores demostraron<br />

su potencial patogénico en animales. 19<br />

El ciclo de vida de Acanthamoeba incluye una forma metabólicamente<br />

activa o trofozoíto y una forma latente o quística<br />

si las condiciones ambientales le son hostiles. Los trofozoítos<br />

son morfológicamente distintos en preparaciones frescas respecto<br />

a su aspecto en los tejidos infectados. En estos últimos, su<br />

diámetro mayor varía entre 15 a 35 mm, según la especie. Los<br />

quistes miden entre 15 a 25 mm de diámetro, son esféricos o<br />

poligonales y tienen una doble pared (figura 69-39). 54<br />

Oaxaca<br />

44,919<br />

Chiapas Sur<br />

107,058<br />

Central<br />

111,341<br />

Chiapas norte<br />

7,125<br />

Huehuetenango<br />

30,239<br />

Escuintla<br />

62,590<br />

Santa Rosa<br />

12,208<br />

Situación de la Transmisión<br />

Transmisión INTERRUMPIDA<br />

Transmisión se sospecha suprimida<br />

Diferentes estados de transmisión<br />

Transmisión CONTINÚA<br />

Total<br />

Norcentral<br />

13,579<br />

Foco<br />

6.5<br />

0.5<br />

1<br />

5<br />

13<br />

Nororiental<br />

91,682<br />

Sur<br />

6,924<br />

Población regional en riesgo:<br />

525543<br />

Río Santiago<br />

6,907<br />

López de Micay<br />

1,365<br />

Esmeraldas<br />

18,724<br />

Amazonas<br />

10,881<br />

Figura 69-38. Oncocercosis. Situación actual de la transmisión en los 13 focos de América, 2008.


548 PARTE III Parasitología topográfica<br />

Acanthamoeba son ubicuas y se han aislado en enfriadores<br />

de agua, filtros de aire acondicionado, agua de mar, agua de<br />

charcos, aguas residuales, lagunas, ríos, polvo, soluciones para<br />

lentes de contacto e incluso en la boca, nariz y córnea de individuos<br />

sanos. 24,54<br />

Epidemiología<br />

El principal factor de riesgo es el uso de lentes de contacto, en<br />

particular las blandas. Entre 80 a 86% de los casos de queratitis<br />

por Acanthamoeba se dan por este medio. También son factores<br />

de riesgo lavar las lentes de contacto con agua de la llave, usar<br />

soluciones salinas caseras, traumatismos leves de la superficie<br />

ocular (erosiones del epitelio corneal), exposición a aguas contaminadas,<br />

nadar con lentes de contacto, el mal uso de lentes<br />

de contacto y el uso prolongado de anestésicos tópicos para<br />

tratar queratitis de otras causas. 24,33,59 Por desgracia, la mayoría<br />

de las soluciones desinfectantes para lentes de contacto disponibles<br />

son inefectivas contra Acanthamoeba. 59<br />

Si bien no es una enfermedad de notificación obligatoria,<br />

los casos reportados en la literatura tuvieron un aumento explosivo<br />

entre 1985-1995 de acuerdo con el aumento de usuarios<br />

de lentes de contacto blandas. En Europa se estima que la<br />

incidencia es de 0.33 por cada 10 000 usuarios de lentes de<br />

contacto blandas por año. 63 En EUA se estima que la incidencia<br />

es de uno por cada 10 000. 61 El riesgo de queratitis por<br />

Acanthamoeba en usuarios de lentes de contacto semirrígidas es<br />

9.5 veces menor que en usuarios de lentes blandas. 33<br />

Patogenia<br />

En ojos sanos la superficie ocular cuenta con una IgA específica<br />

para Acanthamoeba que impide su adherencia al epitelio de<br />

la córnea. 44 Algunas Acanthamoeba pueden soslayar esa defensa<br />

de la córnea, secretando una proteasa que destruye la IgA. 45<br />

Los trofozoítos se pueden adherir a glucoproteínas con manosa,<br />

presentes en el epitelio corneal o en bacterias de la flora<br />

conjuntival que también expresan este receptor. La presencia<br />

de estos receptores aumenta la adhesividad de Acanthamoeba e<br />

inician una cascada citotóxica que lleva a la lisis epitelial. 37,56<br />

Acanthamoeba también libera proteasas que le permiten ir penetrando<br />

más profundo en la córnea y se alimentan de los queratocitos<br />

(células del estroma corneal), lo cual produce una<br />

destrucción del colágeno corneal y en algunas ocasiones perfora<br />

la córnea.<br />

Las lentes de contacto no son simples vectores que inoculan<br />

al protozoo, sino que aumentan la expresión de las glucoproteínas<br />

con manosa del epitelio corneal, aumentando la adhesividad<br />

e infectividad del parásito. 1<br />

Clínica<br />

La queratitis por Acanthamoeba es unilateral, aunque puede<br />

afectar ambos ojos. Es una enfermedad de curso largo, meses,<br />

Figura 69-40. Muestra de un típico infiltrado corneal en anillo en un<br />

caso que se trató como queratitis fúngica por dos meses, hasta que<br />

se confirmó la presencia de Acanthamoeba spp., por cultivo.<br />

con inflamación y síntomas progresivos en función del tiempo<br />

de evolución.<br />

Aunque existen portadores sanos de especies de Acanthamoeba<br />

en el epitelio corneal (sin queratitis ni síntomas visuales),<br />

la queratitis por este protozoo debe considerarse por regla<br />

como una enfermedad grave con alto riesgo para la visión e<br />

incluso para la viabilidad del ojo.<br />

En etapas tempranas hay dolor, fotofobia y lagrimeo,<br />

acompañados de diversas alteraciones del epitelio corneal. En<br />

esta etapa llama la atención la desproporción entre los leves<br />

hallazgos al examen ocular con biomicroscopio y la gran sintomatología<br />

del paciente. 4<br />

En etapas más avanzadas se observa un ojo rojo “profundo”<br />

con hiperemia del limbo, infiltración de nervios corneales<br />

presente durante el primer mes en 57% de los casos, lo cual es<br />

prácticamente patognomónico de la etiología por Acanthamoeba.<br />

4,24 La enfermedad progresa con opacidades del estroma<br />

corneal, a veces en forma de un infiltrado en anillo, lo cual<br />

también puede verse en otras etiologías de queratitis (figura<br />

69-40).<br />

En etapas tardías, a medida que el parásito se va profundizando<br />

en la córnea, aumenta la opacidad de ésta, se observa un<br />

absceso corneal con lisis del estroma que puede llegar a la perforación.<br />

Puede verse hipopión (pus en la cámara anterior),<br />

opacificación del cristalino y hasta 30% de los ojos puede evolucionar<br />

con un glaucoma grave (daño del nervio óptico debido<br />

al alza de la presión intraocular). 40<br />

La presencia de vascularización corneal es un signo positivo,<br />

ya que da cuenta de que el sistema inmune está conteniendo<br />

la infección (figura 69-41). 4<br />

Diagnóstico<br />

La principal clave en el diagnóstico es la sospecha basada en la<br />

historia clínica, evolución y presencia de factores de riesgo.<br />

Mientras más tarde se haga el diagnóstico, peor es el pronóstico<br />

visual del ojo.


CAPÍTULO 69 Parasitosis oculares 549<br />

Una vez que se sospecha el diagnóstico es indispensable<br />

realizar una biopsia del epitelio corneal o del tejido corneal más<br />

profundo (en estadios más avanzados de la enfermedad), y observar<br />

la muestra al microscopio. La mejor tinción para detectar<br />

el patógeno es la hematoxilina-eosina, y la tinción de Gomori,<br />

le sigue en efectividad la tinción de PAS, 4 con las que se<br />

pueden observar más fácilmente los trofozoítos que los quistes.<br />

Estos últimos se observan mejor usando blanco de calcoflúor,<br />

ya que tiñe la doble pared de éstos. También debe enviarse una<br />

muestra para cultivo en agar no nutritivo sembrado con Escherichia<br />

coli, en los que se observan los trayectos de los trofozoítos<br />

al avanzar alimentándose de E. coli, pero por desgracia la sensibilidad<br />

es cercana a 30%. 4,33,56<br />

Ayuda en el diagnóstico poner en cultivos para Acanthamoeba<br />

las lentes de contacto, sus estuches y las soluciones de<br />

éstas. 4 La PCR es aún experimental y tiene el inconveniente<br />

de no ser específica para cada especie de Acanthamoeba. 56<br />

El microscopio confocal es un examen clínico que permite<br />

examinar la córnea del paciente in vivo y a tiempo real, con<br />

gran magnificación. Se ven tanto los quistes como los trofozoítos,<br />

tiene una gran sensibilidad (cercana a 98% cuando es realizada<br />

por manos expertas), pero la especificidad es baja. Requiere<br />

cooperación por parte del paciente y debe interpretarse<br />

a la luz de los demás elementos del cuadro clínico y exámenes<br />

mencionados (figura 69-42). 4,56<br />

El diagnóstico diferencial debe hacerse con la queratitis<br />

por virus del herpes simple, adenovirus, queratitis bacterianas y<br />

fúngicas.<br />

Tratamiento<br />

El tratamiento se basa en terapia tópica con desinfectantes catiónicos,<br />

como la polihexametilbiguanida (PHMB) o la clorhexidina,<br />

que tienen actividad destructiva tanto para los trofozoítos<br />

como para los quistes. Actúan sobre todo a nivel de la<br />

membrana plasmática del parásito y ambos desinfectantes son<br />

equivalentes en efectividad. Se usan a una concentración a<br />

0.02%, la que puede aumentarse hasta 0.06% en casos de mala<br />

respuesta clínica con las concentraciones menores. 4,63 La combinación<br />

de PHMB con clorhexidina tiene un efecto sinérgico<br />

in vitro contra distintas especies de Acanthamoeba. 68 No se ha<br />

descrito resistencia a estos desinfectantes, y la falta de respuesta<br />

se atribuye más bien a la incapacidad de obtener concentraciones<br />

cisticidas en las capas más profundas de la córnea.<br />

También se ha usado propamidina (Brolene) o hexamidina<br />

en combinación con alguno de los desinfectantes catiónicos<br />

mencionados, ambas se usan en forma tópica, y sólo tienen<br />

efecto cisticida.<br />

El cuadro clínico tiende a empeorarse durante las primeras<br />

semanas de tratamiento, sobre todo si el paciente ha estado en<br />

tratamiento con corticoides tópicos, los que deben suspenderse<br />

en forma abrupta para evitar la inmunosupresión local que éstos<br />

causan.<br />

El tratamiento es largo, por lo general sobre los cuatro meses,<br />

y la dosificación debe regularse con base en la respuesta<br />

clínica, dando oportunidad a que los quistes se transformen en<br />

trofozoítos para aumentar así la posibilidad de destruirlos.<br />

Debe manejarse en forma conjunta el intenso dolor que<br />

provoca el cuadro y las complicaciones asociadas, como la hipertensión<br />

ocular. Es necesario considerar en la evolución el<br />

efecto tóxico del tratamiento tópico, éste muchas veces se confunde<br />

con progresión de la enfermedad. En estos casos, al bajar<br />

las dosis del tratamiento, el paciente mejora.<br />

La queratoplastia penetrante (injerto de córnea) para erradicar<br />

la infección es de mal pronóstico, y es preferible realizarla<br />

cuando la infección lleva al menos tres meses de inactividad<br />

sin tratamiento. El riesgo de recurrencia en el injerto es muy<br />

alto si no se ha erradicado la infección; sin embargo, ante ojos<br />

con riesgo inminente de perforación puede ser el único camino<br />

viable.<br />

La queratitis por Acanthamoeba sigue siendo una de las<br />

infecciones corneales más temidas y devastadoras que ponen a<br />

prueba la destreza clínica de los oftalmólogos y cuya frecuencia<br />

sigue en ascenso. Ya hay avances en el desarrollo de una vacuna<br />

contra Acanthamoeba, asociada a la toxina del cólera, para lograr<br />

la secreción de una IgA protectora en las mucosas, como la<br />

conjuntiva. 43<br />

Triquinosis<br />

El humano adquiere la infección a través de la ingestión de<br />

carne de cerdo cruda o mal cocida que contiene larvas del nematodo<br />

Trichinella spiralis. Las larvas invaden la musculatura<br />

estriada, donde se enquistan, provocando inflamación y edema.<br />

Con frecuencia, las larvas invaden los músculos extraoculares<br />

y el orbicular de los párpados.<br />

La gravedad de la infección es variable, desde una enfermedad<br />

asintomática a una enfermedad leve con síntomas oculopalpebrales<br />

hasta una enfermedad muy grave con compromiso<br />

del miocardio y diafragma.<br />

Las manifestaciones oculopalpebrales consisten en edema<br />

de párpados y de los tejidos orbitarios con quemosis (edema de<br />

la conjuntiva), inyección conjuntival y en ocasiones, hemorragias<br />

subconjuntivales. El edema puede comprometer parte de<br />

la cara. Es característico, aunque inconstante, el dolor asociado<br />

a los movimientos oculares, debido a la invasión de los músculos<br />

extraoculares por las larvas del nematodo. Las molestias al<br />

parpadear y la sensación de cuerpo extraño son frecuentes. Algunos<br />

pacientes no presentan compromiso del estado general,<br />

pero la mayoría de los casos cursa con fiebre variable, mialgias<br />

y eosinofilia.<br />

En un paciente con fiebre, mialgias, edema de párpados,<br />

quemosis y eosinofilia debe pensarse en triquinosis. En casos<br />

graves, con edema intraorbitario, puede presentarse además<br />

edema de papila y hemorragias retinales.<br />

El edema de los párpados puede durar de 2 a 3 semanas. Se<br />

produce un equilibrio entre el hospedero y el parásito, declinando<br />

la sintomatología.<br />

El diagnóstico se fundamenta en el cuadro clínico, asociado<br />

a una acentuada eosinofilia que puede llegar a 40 o 70% del


550 PARTE III Parasitología topográfica<br />

recuento leucocitario. Se dispone además de las pruebas serológicas<br />

ELISA IgM y ELISA IgA para triquinosis. Se han usado<br />

derivados benzimidazólicos por su potencial acción larvicida<br />

(tiabendazol, albendazol, mebendazol, flubendazol). Se recomienda<br />

asociar corticoides para evitar reacciones severas por<br />

liberación masiva de antígenos.<br />

Dado que la mayor parte de los síntomas oculares obedecen<br />

a una respuesta alérgica a la presencia de larvas, el uso de<br />

corticoides asociado a los larvicidas produce un considerable<br />

alivio sintomático. El uso de lágrimas artificiales y corticoides<br />

locales está indicado para aliviar los síntomas oculares.<br />

Hidatidosis<br />

La hidatidosis afecta principalmente las zonas agrícolas y ganaderas.<br />

En Sudamérica, los países más afectados son los del<br />

Cono Sur (Argentina, Chile, Uruguay, sur de Brasil); otros países<br />

sudamericanos presentan menor índice de infección. El parásito<br />

adulto, Echinococcus granulosus, reside en el intestino<br />

delgado del perro. Los huevos salen con las excreta del perro y<br />

contaminan su pelaje, el agua, los pastizales. Al ser ingerido el<br />

huevo por animales o el hombre, se libera el embrión hexacanto,<br />

capaz de atravesar la mucosa intestinal y llegar al hígado por<br />

la vena porta; aquellos embriones que logran atravesar el hígado<br />

alcanzan los pulmones y luego otros órganos. Al implantarse<br />

en un órgano (el hígado y el pulmón son los más frecuentes),<br />

el parásito se va vacuolando hasta formar un quiste de contenido<br />

líquido que va creciendo en forma muy lenta; el hospedero<br />

genera una reacción tisular que conforma la adventicia. Existe<br />

un plano de clivaje quirúrgico entre la adventicia y la pared de<br />

la hidátide o cutícula.<br />

La localización orbitaria constituye sólo 1% de todos los<br />

casos de hidatidosis humana. En países endémicos, especialmente<br />

en Argentina, la hidatidosis debe considerarse en el diagnóstico<br />

diferencial del exoftalmos unilateral. 30 La hidatidosis<br />

orbitaria se presenta en niños o adultos jóvenes, 30,49 en especial<br />

si provienen de áreas rurales y si son varones.<br />

Se caracteriza por exoftalmos lateral irreductible de progresión<br />

muy lenta que va desplazando el globo ocular en sentido<br />

contrario a la localización del quiste. La localización más<br />

frecuente es la superior, con desplazamiento del globo ocular a<br />

inferior. El exoftalmos no se modifica por maniobras que aumentan<br />

la presión venosa. Se acompañan de síntomas, que van<br />

desde una molestia vaga hasta dolor intenso en territorio del<br />

trigémino ipsolateral. A medida que el exoftalmos progresa<br />

pueden aparecer diplopía y ptosis palpebral, y hasta exposición<br />

corneal o edema de papila si el quiste es muy grande. La rotura<br />

del quiste es una complicación grave con inflamación grave y<br />

reacción anafiláctica.<br />

La TAC o la IRM revelarán una lesión redondeada u ovoide<br />

de bordes netos de carácter quístico, con contenido de densidad<br />

similar al vítreo. Por cierto, deben descartarse otras localizaciones<br />

con radiografía de tórax y ecografía hepática. Las<br />

pruebas serológicas (hemaglutinación indirecta y ELISA) pueden<br />

ser de ayuda diagnóstica. 2 La eosinofilia se observa en menos<br />

de 10% de los casos. 49<br />

El tratamiento de la hidatidosis orbitaria es la extirpación<br />

quirúrgica por un abordaje orbitario. Se recomienda aspirar su<br />

contenido e inyectar solución salina hipertónica y luego separar<br />

con cuidado la membrana cuticular de la hidátide de la adventicia.<br />

La rotura accidental del quiste puede dar lugar a una reacción<br />

anafiláctica.<br />

Referencias<br />

1. Alizadeh H, Neelam S, Hurt M et al. Role of contact<br />

lens wear, bacterial flora, and mannose-induced pathogenic<br />

protease in the pathogenesis of amoebic keratitis. Infect<br />

Immun;73:1061-1068. 2005.<br />

2. Apt W, Pérez C, Galdamez E et al. Equinococosis/hidatidosis<br />

en la VII Región de Chile: diagnóstico e intervención<br />

educativa. Rev Panam Salud Pública;7:8-16. 2000.<br />

3. Atías A. Parasitología Médica. Santiago-Buenos Aires:<br />

Editorial Mediterráneo, 336 pp. 1998.<br />

4. Awwad S, Petroll W, McCulley J et al. Updates in<br />

Acanthamoeba Keratitis. Eye & Contact Lens;33:1-8. 2007.<br />

5. Barisani AT, Maca S, Hauff W et al. Treatment of<br />

ocular toxocariosis with albendazole. J Ocul Pharmacol<br />

Ther;17:287-294. 2001.<br />

6. Beaver P, Snyder Ch, Carrera G et al. Chronic eosinophilia<br />

due to visceral larva migrans. Pediatrics;9:7-19.<br />

1952.<br />

7. Bowie W, King A, Werker D et al. Outbreak of toxoplasmosis<br />

associated with municipal drinking water. The<br />

BC Toxoplasma investigation team. Lancet;350:173. 1997.<br />

8. Buch A (ed). Onchocerciasis. Symptomatology, Pathology,<br />

Diagnosis. Geneva, World Heald Organization, 80<br />

pp. 1974.<br />

9. Calderón V. Enfermedad Nueva en Guatemala. Rev Juv<br />

Med;177:97. 1917.<br />

10. Capuñay C, Santos N. Relación entre seropositividad a<br />

teniasis-cisticercosis asintomática en una zona endémica<br />

del Perú. Tesis UNMSM, Perú, 2002.<br />

11. Castillo D, Paredes C, Zanartu C et al. Contaminación<br />

ambiental por huevos de Toxocara sp. en algunas plazas<br />

y parques públicos de Santiago de Chile. Bol Chil Parasitol;55:86-91.<br />

2000.<br />

12. Connor D, Neafie R. Onchocerciasis. En: Binford CH,<br />

Connor DH (editors): Pathology of Tropical and Extraor-


CAPÍTULO 69 Parasitosis oculares 551<br />

dinary Diseases. Washington, DC, Armed Forces. Institute<br />

of Pathology:360 pp. 1976.<br />

13. Contreras M, Schenone H, Salinas P et al. Seroepidemiology<br />

of human toxoplasmosis in Chile. Rev Inst Med<br />

Trop Sao Paulo;38:43-45. 1996.<br />

14. Contreras M, Sandoval L, Salinas P et al. Utilidad<br />

diagnóstica de ELISA, IgG, IgM, IgA y, avidez de IgG en<br />

toxoplasmosis reciente y crónica. Bol Chil Parasitol;55:<br />

17-24. 2000.<br />

15. Corliss J. An interim utilitarian (“user-friendly”) hierarchical<br />

classification and characterization of the protists.<br />

Acta Protozool;33:1-51. 1994.<br />

16. Cortez R, Pulido J. Diffuse Unilateral Subacute Neuroretinitis.<br />

En: Quiroz MH, Alfaro III DV, Ligget P et al<br />

(editors): Macular Surgery, Philadelphia: Lippincott Williams<br />

and Wilkins: 287-291 pp. 2000.<br />

17. Cortez R, Ramirez G. Neurorretinitis subaguda unilateral<br />

difusa. En: Quiroz MH, Ochoa D, Morales V et al.<br />

(editors): Retina, Diagnóstico y Tratamiento. 2a ed. México:<br />

McGraw-Hill Interamericana, 271-281 pp. 2004.<br />

18. Cortez R, Denny J, Muci MR et al. Diffuse Unilateral<br />

Subacute Neuroretinitis in Venezuela. Ophthalmology;112:<br />

2110-2114. 2005.<br />

19. Culbertson C, Smith J, Cohen H et al. Experimental<br />

infection of mice and monkeys by Acanthamoeba. Am J<br />

Pathol;35:185-197. 1959.<br />

20. De Moura L, Bahia OL, Wanda M et al. Waterborne<br />

toxoplasmosis, Brazil, from field to gene. Emerg Infect<br />

Dis;12:326-329. 2006.<br />

21. De Souza E, Lustosa de CS, Gass J. Diffuse unilateral<br />

subacute neuroretinitis in South America. Arch Ophthalmol;110:1261-1263.<br />

1992.<br />

22. Devera R, Blanco Y, Hernández H et al. Toxocara y<br />

otros helmintos en plazas y parques de ciudad Bolívar, Estado<br />

de Bolívar (Venezuela) Enf Infecc Microbiol<br />

Clin;26:23-26. 2008.<br />

23. De Visser L, Rothova A, de Boer J et al. Diagnosis of<br />

Ocular Toxocariosis by establishing intraocular antibody<br />

production. Am J Ophthalmol;145:369-374. 2008.<br />

24. Dipika V, McGhee C. Acanthamoeba keratitis: a comprehensive<br />

photographic reference of common and uncommon<br />

signs. Clinical and Experimental Ophthalmology;37:232-238.<br />

2009.<br />

25. Dodds M, Holland G, Stanford M et al. Intraocular<br />

inflammation associated with ocular toxoplasmosis: relationships<br />

at initial examination. Am J Opthalmol;146:<br />

856-865. 2008.<br />

26. Fonrouge R, Guardis M, Radman N et al. Contaminación<br />

del suelo con huevos de toxocara sp en plazas y<br />

lugares públicos de la ciudad de La Plata, Argentina. Bol<br />

Chil Parasitol;55:83-85. 2000.<br />

27. Gass J, Gilbert W, Guery R et al. Diffuse unilateral<br />

subacute neuroretinitis. Ophthalmology;85:521-545. 1978.<br />

28. Gass J. Stereoscopic Atlas of Macular Diseases: Diagnosis<br />

and Treatment. 4 th ed. Vol 2, St Louis: Mosby, 1997.<br />

29. Gass J, Braunstein R. Further. Observations concerning<br />

the diffuse unilateral subacute neuroretinitis syndrome.<br />

Arch Ophthalmol;101:1689-1697. 1983.<br />

30. Gómez MA, Croxatto O, Crovetto L et al. Hydatid<br />

cysts of the orbit. A review of 35 cases. Ophthalmology;95:<br />

1027-1032. 1988.<br />

31. Greene B. Onchocerciasis. En: Warren KS, Mahmoud<br />

AA (editors): Tropical and geographical Medicine. New<br />

York: McGraw-Hill, 413 pp. 1984.<br />

32. Gutiérrez Y. Free-Living Amebae. En: Y. Gutiérrez (editor).<br />

Diagnostic Pathology of Parasitic, Infections with Clinical<br />

Correlations. New York: Oxford University Press.:<br />

114-142 pp. 2000.<br />

33. Hammersmith K. Diagnosis and management of<br />

Acanthamoeba keratitis. Current Opinion in Ophtalmology;17:327-331.<br />

2006.<br />

34. Holland G, Muccioli C, Silveira C et al. Intraocular<br />

inflammatory reactions without focal necrotizing toxoplasmosis.<br />

Am J Ophthalmol;128:413-420. 1999.<br />

35. Holland G. Ocular toxoplasmosis: a global reassessment.<br />

Am J Ophthalmol;136:973-988. 2003.<br />

36. Ibáñez S, Verdaguer T, Sapunar J. Toxocariasis Ocular.<br />

Arch Chil Oftal;38:47-50. 1981.<br />

37. Jaison P, Cao Z, Panjwani N. Binding of Acanthamoeba<br />

to mannose-glycoproteins of corneal epithelium:<br />

Effect of injury. Curr Eye Res;17:770-776. 1998.<br />

38. Jeannel D, Niel G, Costagliola D et al. Epidemiology<br />

of toxoplasmosis among pregnant women in the Paris<br />

area. Int J Epidemiol;17:595-602. 1988.<br />

39. Jones J, Muccioli C, Belfort R Jr et al. Recently acquired<br />

Toxoplasma gondii infection, Brazil. Emerg Infec Dis;<br />

12:582-587. 2006.<br />

40. Kelley P, Dossey A, Patel D et al. Secondary glaucoma<br />

associated with advanced Acanthamoeba keratitis. Eye<br />

Contact Lens;32:178-182. 2006.<br />

41. Kraft R. Cisticercosis: an emerging parasitic disease. Am<br />

Fam Pysician;76:91-96. 2007.<br />

42. Kuchle M, Knorr H, Medemblik FS et al. Diffuse unilateral<br />

subacute neuroretinitis syndrome in a German<br />

most likely caused by the raccoon roundworm. Baylisascaris<br />

procyionis. Graefes Arch Clin Ophthalmol;231:48. 1993.<br />

43. Kumar R, Lloyd D. Recent Advances in the Treatment<br />

of Acanthamoeba Keratitis. Clin Infec Dis;35:434-441.<br />

2002.<br />

44. Leher H, Alizadeh H, Taylor W et al. Role of mucosal<br />

IgA in the resistance to Acanthamoeba keratitis. Invest<br />

Ophthalmol. Vis Sci, 1998;39:2666-2673.<br />

45. Leher H, Kinoshita K, Alizadeh H et al. Impact of<br />

oral immunization with Acanthamoeba antigens on parasite<br />

adhesion and corneal infection. Invest Ophthalmol Vis<br />

Sci;39:2337-2343. 1998.


552 PARTE III Parasitología topográfica<br />

46. Lorca E, González I, León L et al. Infección por T.<br />

gondii en gatos. Revisión del tema y estudio serológico en<br />

32 gatos de Santiago;29:333-337. 1982.<br />

47. Madigubba S, Vishwanath K, Raddy G et al. Changing<br />

trends in ocular cysticercosis over two decades. Indian<br />

J Med Microbiol;25:214-219. 2007.<br />

48. Mohan K, Saroha V, Sharma A et al. Extraocular muscle<br />

cysticercosis: clinical presentations and outcome of<br />

treatment. J Pediatr Ophthalmol Strabismus;42:28-33.<br />

2005.<br />

49. Moldes M. Hidatidosis orbitaria oftalmológica. Santa<br />

Lucía;5:22-27. 2005.<br />

50. Montoya J, Parmley S, Liesenfeld O et al. Use of polymerase<br />

chain reaction for diagnosis of ocular toxoplasmosis.<br />

Ophthalmology;106:1554-1563. 1999.<br />

51. Neumann E, Gunders A. Pathogenesis of the Posterior<br />

Segment Lesion of Ocular Onchocerciasis. Am J Ophtalmol;75:82-89.<br />

1973.<br />

52. Nichols R. The etiology of visceral larva migrans. 1.<br />

Diagnostic morphology of infective second-stage Toxocara<br />

larvae. J Parasitol;42:349-362. 1956.<br />

53. Noti-Oncocercosis. Guatemala Noviembre 2008. Resolución<br />

12 del 48° Consejo directivo de la OPS.<br />

54. Oddó D. Infecciones por amebas de vida libre. Comentarios<br />

históricos, taxonomía y nomenclatura, protozoología<br />

y cuadros anatomo-clínicos. Rev Chil Infect;23: 200-<br />

214. 2006.<br />

55. Ovalle F, García A, Thibaut J et al. Frecuencia de anticuerpos<br />

de Toxoplasma gondii en la ciudad de Valdivia,<br />

Chile. Bol Chil Parasitol;55:94-99. 2000.<br />

56. Parmar D, Awwad S, Petroll W et al. Tandem scanning<br />

confocal corneal microscopy in the diagnosis of suspected<br />

acanthamoeba keratitis. Ophthalmology;113:538-<br />

547. 2006.<br />

57. Pessöa S. Parasitología Médica. Río Janeiro. Livraria Editora<br />

Guanabara, Koogan SA:590 pp. 1959.<br />

58. Phiri I, Ngowi H, Alfonso S et al. 3rd. ed. The emergence<br />

of Taenia solium cysticercosis in Eastern and<br />

Southern Africa as a serious agricultural problem and public<br />

health risk. Acta Trop;87:13-23. 2003.<br />

59. Radford C, Minassian D, Dart J. Acanthamoeba keratitis<br />

in England and Wales: incidence, outcome, and risk<br />

factors. Br J Ophthalmol;86:536-542. 2002.<br />

60. Sabrosa N, Cunha de SE. Nematode infections of the<br />

eye: toxocariasis and diffuse unilateral subacute neuroretinitis.<br />

Current Opinion in Ophthalmology;12:450-454. 2001.<br />

61. Schaumberg D, Snow K, Dana M. The epidemic of<br />

Acanthamoeba keratitis: where do we stand? Cornea;17:<br />

3-10. 1998.<br />

62. Schenone H, Contreras M, Castro M et al. Epidemiología<br />

de la toxoplasmosis en Chile. IV Prevalencia de la<br />

infección mamíferos domésticos de localidades ruralesperiurbanas<br />

de las siete primeras regiones de Chile 1982-<br />

1985. Bol Chil Parasitol;42:72-79. 1987.<br />

63. Seal D. Acanthamoeba keratitis update: incidence, molecular<br />

epidemiology and new drugs for treatment. Eye;<br />

17:893-905. 2003.<br />

64. Silveira C, Belfort R Jr, Burnier M, Nussenblatt<br />

R. Acquired toxoplasmic infection as the cause of toxoplasmic<br />

retinochoroiditis in families. Am J Ophthalmol;<br />

106:362-364. 1988.<br />

65. Silveira C, Belfort R, Muccioli C et al. The effect of<br />

long-term intermittent Trimethoprim/Sulfamethoxazole<br />

treatment of recurrences of toxoplasmic retinochoroiditis.<br />

Am J Ophthalmol;134:41-46. 2002.<br />

66. Soheilan M, Sadoughi M, Ghajarnia M et al. Prospective<br />

randomized trial of Trimethoprim/Sulfamethoxazole<br />

versus Pyrimethamine and Sulfadiazine in the<br />

treatment of ocular toxoplasmosis. Ophthalmology;112:<br />

1876-1882. 2005.<br />

67. Stewart J, Cubillan L, Cunningham E. Prevalence,<br />

clinical features and causes of vision loss among patients<br />

with ocular Toxocariasis. Retina;25:1005-1013. 2005.<br />

68. Tirado AJ, Gabriel M, Wilson L, Ahearn D. Effects of<br />

polyhexamethylene biguanide and chlorhexidine on four<br />

species of Acanthamoeba in vitro. Curr Eye Res;15:225-<br />

228. 1996.<br />

69. Verdaguer JT, Cubillos E. Cisticercosis Ocular. Arch<br />

Chil Oftal;28:54-57. 1971.<br />

70. Verdaguer JT, Aguirre G, Rojas B et al. Síndrome de<br />

retracción de instalación aguda. Cisticercosis orbitaria.<br />

Arch Chil Oftal;30:105-108. 1973.<br />

71. Vidal R, Villarroel F, Varela H et al. Distribución de<br />

morbilidad en el Departamento de Uveítis, Servicio de<br />

Oftalmología del Hospital del Salvador, 1987-1991. Arch<br />

Chil Oftal;39:45-51. 1992.<br />

72. Villarroel F, Guerrero F, Velásquez BS. Prevalencia de<br />

la uveítis en el Servicio de Oftalmología del Hospital del<br />

Salvador. Arch Chil Oftal;49:86-88. 1992.<br />

73. Wilder H. Nematode endophthalmitis. Trans Am Acad<br />

Ophthalmol. Otolaryngol;55:99-109. 1950.<br />

74. Wilder H. Toxoplasma chorioretinitis in adults. Arch<br />

Ophthalmol;48:127-136. 1952.<br />

75. Woodruff A, Choyce D, Muci MF et al. Onchocerciasis<br />

in Guatemala: A clinical and parasitological study with<br />

comparisons between the disease there and in East Africa,<br />

Trans Roy Soc Trop Med Hyg;60:707-714. 1966.


Capítulo<br />

70<br />

Parasitosis del corazón*<br />

Arturo Arribada<br />

Tanto protozoos como metazoos pueden llegar en circunstancias<br />

especiales al corazón. Aunque los diferentes cuadros clínicos<br />

originados por parásitos no tienen la importancia de las<br />

cardiopatías clásicas, el compromiso del corazón puede ser tan<br />

relevante que representa un problema epidemiológico, como lo<br />

ha sido la enfermedad de Chagas en Latinoamérica, 102 o la esquistosomiasis<br />

en países tropicales. 21,32,67 Estas dos parasitosis<br />

pueden igualar o sobrepasar la incidencia de las cardiopatías<br />

clásicas en las áreas donde son endémicas y su repercusión social<br />

se ha transformado en un problema de salud en los países<br />

que afectan.<br />

En general, los protozoos tienden a producir cuadros que<br />

semejan compromiso de la fibra miocárdica que ha llevado a<br />

calificarlos de cardiomiopatías, término que no debe emplearse,<br />

ya que corresponde a cuadros de etiología desconocida que<br />

pueden tener compromiso hemodinámico congestivo, restrictivo<br />

o hipertrófico. 54,65 Las cardiopatías parasitarias deben sospecharse<br />

en pacientes de escasos recursos económicos, donde hay<br />

hacinamiento y condiciones sociales precarias.<br />

Los protozoos tienden a producir un daño difuso con<br />

compromiso crónico que lleva a la insuficiencia cardiaca. En<br />

este sentido, pueden simular el cuadro de una cardiomiopatía<br />

congestiva. 37,38,101<br />

Los metazoos, en cambio, pueden producir cuadros de<br />

obstrucción mecánica al flujo sanguíneo simulando una cardiomiopatía<br />

hipertrófica con obstrucción al tracto de salida.<br />

39,60<br />

La totalidad de los cuadros clínicos originados por parásitos<br />

son susceptibles de estudios mediante las técnicas habituales<br />

de diagnóstico cardiológico. Es el grupo de patología más estudiado<br />

en las décadas recientes con nuevas técnicas de procedimientos<br />

no invasivos, 13 o el empleo de modelos experimentales<br />

que permiten reproducir en el laboratorio procesos que en la<br />

clínica habrían significado la observación de generaciones. 14 El<br />

seguimiento de casos bien fundamentados ha permitido conocer<br />

la historia natural de la mayoría de las parasitosis del corazón<br />

que aquí se resumen.<br />

Como muestra de la importancia de esta patología, se puede<br />

señalar que sólo la enfermedad de Chagas en Latinoamérica<br />

afecta de 12 a 18 millones de personas, de las cuales 20-30%<br />

son cardiópatas.<br />

Patología cardiaca originada<br />

por protozoos parásitos<br />

Amebiasis<br />

El compromiso cardiaco por Entamoeba histolytica es siempre<br />

una complicación de una amebiasis extraintestinal, en especial<br />

formas hepáticas de abscesos que se vacían a pleura, o a pericardio.<br />

Muchas veces son hallazgos de autopsia, dado que el diagnóstico<br />

es muy difícil.<br />

Epidemiología<br />

La amebiasis es cosmopolita, de predominio en países tropicales<br />

y subtropicales. La incidencia varía según el grado de hacinamiento<br />

ambiental, nivel socioeconómico e higiene de la<br />

población. La infección se adquiere por contaminación fecal<br />

humana de alimentos, agua, malos hábitos higiénicos de manipuladores<br />

de alimentos y por deyecciones de moscas e insectos<br />

infectados. Predomina en todos los países la forma intestinal.<br />

La forma extraintestinal es poco frecuente. 72<br />

Patogenia<br />

El compromiso cardiaco aparece sólo en las formas invasoras<br />

extraintestinales (hígado, pleura y pulmón). 62 El daño por lo<br />

general es pericárdico, pero puede haber compromiso miocár-<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

553


554 PARTE III Parasitología topográfica<br />

dico en casos metastásicos de abscesos hepáticos. El compromiso<br />

pericárdico es 2% de las amebiasis extraintestinales.<br />

Cuadro clínico<br />

Presenta tres periodos: a) un periodo presupurativo caracterizado<br />

por dolor precordial, frotis pericárdicos, alteraciones de<br />

ECG de tipo daño subepicárdico. El pericardio presenta exudado<br />

aséptico; b) periodo supurativo con el cuadro típico de taponamiento<br />

pericárdico que se complica de inmediato con choque<br />

tóxico que puede matar al paciente, y c) periodo de pericarditis<br />

constrictiva que puede hacer pensar en una pericarditis tuberculosa.<br />

A diferencia de aquélla, la constricción es muy rápida en<br />

semanas, a diferencia de la tuberculosis (TB), se salta la etapa<br />

asintomática entre la fase de derrame y constricción. 22,39,43,72<br />

En esta etapa la punción pericárdica da salida a pus achocolatado,<br />

lo que debe hacer pensar en amebiasis. La ameba se recupera<br />

en no más de 2% de las punciones.<br />

Se debe plantear la etiología amebiana del cuadro clínico<br />

ante la presencia de: 1) Paciente enflaquecido, hepatomegalia<br />

sensible y con fiebre; 2) anemia hipocroma con leucocitosis variable;<br />

3) ecotomografía abdominal que demuestra hepatomegalia,<br />

presencia de abscesos y elevación de hemidiafragma; 4)<br />

ecocardiograma con edema pericárdico; 5) ECG con imagen<br />

de daño subepicárdico que desaparece en la etapa de derrame,<br />

aparece entonces bajo voltaje generalizado. Si existe absceso<br />

miocárdico aparece imagen de necrosis o isquemia; 6) la punción<br />

pericárdica da salida a pus achocolatado, y 7)respuesta satisfactoria<br />

a tratamiento antiamebiano.<br />

El pronóstico es malo, por diagnóstico tardío. El médico<br />

debe sospechar la etiología del cuadro con los antecedentes anteriores.<br />

El tratamiento oportuno permite la mejoría total de<br />

los pacientes. Mortalidad 40%. 72<br />

Diagnóstico<br />

La amebiasis debe sospecharse en pacientes con absceso hepático<br />

o pleuropulmonar que presenten pericarditis. Se debe intentar<br />

observar trofozoítos de Entamoeba histolytica en material obtenido<br />

por punción de hígado o vómica mediante frotis con colorante<br />

vital, o por frotis teñidos con carmín de Best o negro de clonozol.<br />

42 Se pueden utilizar además técnicas de inmunofluorescencia<br />

directa, cultivo de pus e inoculación experimental.<br />

Diagnóstico serológico. Las reacciones de hemaglutinación<br />

indirecta, IFI y electrosinéresis, tienen una sensibilidad de 92-<br />

98% en la amebiasis extraintestinal. Otros métodos son doble<br />

difusión en acetato de celulosa y la inmunoelectroforesis. 56<br />

Tratamiento y prevención<br />

La terapia actual se basa en metronidazol 25-30 mg/kg/día por<br />

10 días. La prevención comprende la educación sanitaria, vigilancia<br />

de manipuladores de alimentos, tratamiento de aguas<br />

para riego, protección de alimentos de los insectos, aseo de manos<br />

después de la defecación, etcétera. 9<br />

Naegleriasis<br />

El género Naegleria es considerado dentro del grupo de amebas<br />

llamadas de vida libre. 26 Su distribución es mundial y se encuentra<br />

en agua dulce, lagos, lagunas, estanques, piscinas y canales<br />

de riego. El parásito se ha encontrado como trofozoíto,<br />

quiste y organismo flagelado.<br />

En el hospedero puede invadir nasofaringe, faringe y sistema<br />

nervioso central. 96<br />

La meningoencefalitis amebiana producida por amebas<br />

del género Naegleria se acompaña de compromiso cardiaco,<br />

como una miocarditis o necrosis del miocardio. 70 La taquicardia<br />

parece ser la única forma de detectar el compromiso miocárdico.<br />

Epidemiología<br />

Se desconoce el ciclo biológico de esta ameba, pero su reservorio<br />

natural son los lagos y aguas estancadas. Todas las personas<br />

fallecidas de la afección tuvieron contacto con aguas estancadas.<br />

No se ha demostrado transmisión directa o vectores responsables<br />

de su transmisión.<br />

Patogenia<br />

No se conoce el mecanismo por el cual las amebas del grupo<br />

“limax” provocan daño cardiaco. 37,38 No se han encontrado<br />

amebas en los corazones de personas fallecidas. Se ha pensado<br />

que el daño sea producido por miotoxinas derivadas del daño<br />

cerebral. 37,38 Otra hipótesis plantea la posibilidad de virus y<br />

otros microorganismos albergados en las amebas. 55<br />

Diagnóstico<br />

Todos los casos con compromiso cardiaco fueron descubiertos<br />

en la autopsia. El diagnóstico se hace por el hallazgo de la ameba<br />

en el líquido cefalorraquídeo por examen directo al fresco o<br />

frotis fijados y teñidos o desarrollo de la ameba en cultivos en<br />

medio monoxénico. Reacción en cadena de la polimerasa<br />

(PCR) cualitativa y PCR de tiempo real son reacciones sensibles<br />

y específicas. 28 La serología, reacciones de aglutinación,<br />

fijación del complemento e IFI ayudan al diagnóstico. Con estas<br />

últimas reacciones se confirmaron casos de absceso cerebral<br />

en que se sospechó E. histolytica.<br />

Tratamiento<br />

Anfotericina B en dosis de 1mg/kg/peso por vía venosa. Terapia<br />

que se emplea hasta que desaparezca la ameba del líquido cefalorraquídeo.<br />

En la actualidad se utiliza pirimetamina. También<br />

se ha empleado la tetraciclina o ketoconazol hasta blanquear el<br />

líquido cefalorraquídeo (LCR).<br />

Prevención<br />

No bañarse en lagos o piscinas con aguas estancadas, sobre todo<br />

en países de temperatura cálida.


CAPÍTULO 70 Parasitosis del corazón 555<br />

Enfermedad de Chagas<br />

Como se dijo en la introducción del capítulo, la enfermedad de<br />

Chagas es la principal parasitosis que amenaza al ser humano<br />

en Latinoamérica. Se sabe que hay 12-18 millones de infectados,<br />

y otros 100 millones de individuos están expuestos a la<br />

infección. 79,102 Es una parasitosis que afecta más a las clases<br />

pobres, y por esta razón se ha transformado en una enfermedad<br />

de exportación a Europa y EUA, donde está produciendo serios<br />

problemas de salud por tratarse de una enfermedad desconocida<br />

fuera de Latinoamérica. El parásito T. cruzi se ha encontrado<br />

en Asia, África y América, pero T. cruzi se considera como “patrimonio”<br />

americano exclusivo. La cardiopatía de tipo congestivo<br />

es una de las principales causas de muerte. 38,50,79<br />

Epidemiología<br />

La zoonosis existe en las zonas cálidas y húmedas del continente<br />

americano. Sus vectores son insectos de la familia Reduvidae.<br />

En Brasil los vectores principales son Panstrongylus megistus,<br />

Triatoma sordida y Triatoma brasiliensis. 16 En Argentina, Uruguay<br />

y Chile, T. infestans. En este último país existe además<br />

Mepraia spinolai y otra recién descrita, Mepraia gajardoi. En el<br />

norte de Sudamérica y Centroamérica, Rhodnius prolixus. La<br />

tasa de infección entre los insectos es elevada. En Chile, 10-<br />

40% de M. spinolai están infectados con T. cruzi.<br />

Los animales sinantrópicos que mantienen la infección<br />

son burros (22%), perros (12%), caballos (17%), ganado vacuno<br />

(17.3%), caprino (22%), gato (30%). 11,86<br />

El hombre puede infectarse a través de las deyecciones del<br />

vector (vía vectorial), por vía congénita (transplacentaria), transfusiones<br />

sanguíneas, trasplante, accidentes de laboratorio y por<br />

vía oral. Es una infección de poblaciones rurales muy pobres<br />

donde toda la población está expuesta, desde los niños hasta las<br />

personas mayores. En Chile aparece desde la VI región geográfica<br />

(Machihue), hasta la primera región, incluyendo el área metropolitana,<br />

donde apareció en otras épocas en poblaciones periféricas<br />

como el Cajón del Maipo. En la década de 1960, en el<br />

policlínico de miocardiopatías, representó 36% de las consultas,<br />

seguida por la toxoplasmosis y triquinosis (cuadro 70-1).<br />

Patogenia<br />

La afinidad por la fibra miocárdica hace que este órgano aparezca<br />

en el cuadro general. La cardiopatía pasa por tres etapas o<br />

fases. Una fase aguda, cuya intensidad depende de la cuantía de<br />

parásitos inoculados. En caso de picadura y deyección de triatominos<br />

esta etapa puede pasar desapercibida, no así en casos<br />

de transfusión o transplacentarios donde la cantidad de parásitos<br />

es importante. Esta etapa comienza desde la penetración del<br />

parásito, que llega como Trypanosoma metacíclico a la fibra cardiaca<br />

a través de la circulación coronaria. En la fibra, el parásito<br />

se divide en forma binaria hasta formar seudoquistes que dan<br />

el sello a la etapa (figura 70-1).<br />

El parásito pasa a etapa epimastigota y amastigota que al<br />

destruir el seudoquiste pasa a parasitar nuevas fibras. Se produce<br />

un cuadro agudo de miocarditis pericoronaria y de perivascularitis<br />

que explica la aparición de ondas T de tipo isquémico<br />

en esta etapa. Si la alteración está en la región pericárdica, produce<br />

imágenes de daño subepicárdico; estas lesiones tienden<br />

a desaparecer entre los 18 y 45 días, y el ECG se normaliza. 3<br />

La fibra destruida sufre una degeneración hialina. 5,64 Cuando<br />

se compromete el subendocardio se produce trombosis in situ<br />

y posibles embolias pulmonares o sistémicas, especialmente cerebrales.<br />

Cuando se comprometen los centros de excitoconducción<br />

y vías de conducción aparecen todo tipo de arritmias<br />

auriculares, ventriculares y bloqueos de conducción AV e intraventriculares.<br />

Se ha producido una miocarditis aguda que tiende<br />

a curar con reemplazo de fibras miocárdicas por tejido fibroso.<br />

Köberle describió la desnervación parasimpática alrededor<br />

de los seudoquistes rotos, que tendría valor pronóstico según la<br />

extensión de ellas. 64 Las lesiones se perpetúan por reacciones de<br />

hipersensibilidad y la presencia de parásitos. 87 El corazón se va<br />

dilatando en la medida que las fibras son reemplazadas por tejido<br />

fibroso. En la punta de ambos ventrículos pueden llegar a<br />

producirse dilataciones aneurismáticas que le ponen el sello a la<br />

cardiopatía. 4 Las imágenes de necrosis representan ahora el<br />

reemplazo de muchas fibras por tejido fibroso. Hay tendencia<br />

al tromboembolismo local y a distancia.<br />

Cuadro clínico<br />

Depende de la vía de infección del parásito. En la forma transplacentaria<br />

se produce rápido un cuadro de miocarditis que debe<br />

ser tratada en forma urgente, similar a lo que ocurre con casos<br />

de transfusión de sangre con T. cruzi. Esta fase inicial en casos de<br />

picadura del insecto e infección por sus deyecciones puede ser<br />

asintomática y solapada. Pueden aparecer arritmias auriculares o<br />

imágenes de isquemia fugaces al ECG. No hay cardiomegalia.<br />

Esta etapa por lo general pasa inadvertida, más aun cuando en<br />

Chile el signo de Romaña no aparece, salvo en forma excepcional.<br />

El paciente puede pasar por sano. Una segunda etapa, llamada<br />

fase indeterminada de la enfermedad es en general asintomática<br />

y cursa con ECG normal. El trazado electrocardiográfico es<br />

básico para saber cuándo un paciente con enfermedad de Chagas<br />

se transforma en cardiópata (figura 70-2).<br />

Una persona con serología positiva, pero con electrocardiograma<br />

normal, sólo se puede considerar como infectado. Si hay<br />

sintomatología cardiaca, debe estudiarse, y el trazado es fundamental<br />

para definir la cardiopatía, como se verá más adelante en<br />

los estudios epidemiológicos realizados en Chile. Este grupo<br />

considerado como inactivo (periodo crónico indeterminado) es<br />

preocupante, por eso se trabaja en diversos planes de seguimiento<br />

para definir mejor el comienzo del cuadro cardiaco.<br />

En un grupo de 67 sujetos con enfermedad de Chagas sin<br />

cardiopatía y con ECG normal se observó al cabo de un año las<br />

alteraciones que aparecen en el cuadro 70-2. Todas tenían un<br />

promedio de edad de 30 años. En ese cuadro se aprecia la ausencia<br />

de bloqueo AV, seguramente se requiere mayor tiempo<br />

de evolución de la cardiopatía. Aparecen extrasístoles auriculares<br />

y bloqueos unifasciculares (HBAI y BIRD [hemibloqueo<br />

anterior izquierdo y bloqueo incompleto de rama derecha]) y


556 PARTE III Parasitología topográfica<br />

un solo caso presentó HBAI BIRD. Hay cinco casos de trastornos<br />

de repolarización, dos con imagen de isquemia y tres<br />

con alteraciones inespecíficas de repolarización. El hallazgo<br />

más importante de esta primera investigación es la presencia de<br />

QTc prolongado en 57% de los casos comparado con una población<br />

similar sin enfermedad de Chagas que lo presenta prolongado<br />

solamente en 8.4% de los casos. La presencia de QTc<br />

prolongado se asocia a la presencia de potenciales que favorecen<br />

arritmias graves como fibrilación ventricular o taquicardias<br />

ventriculares polimorfas. Ésta es una de las causas de muerte<br />

súbita de esta etapa. En este periodo el médico debe esforzarse<br />

por evaluar bien al paciente chagásico y proponer las medidas<br />

que se mencionan en el tratamiento.<br />

En una etapa posterior el diagnóstico de cardiopatía no<br />

plantea dudas. Hay cardiomegalia, han aparecido bloqueos AV<br />

con crisis de Adams-Stokes y bloqueos intraventriculares. Aparece<br />

fibrilación auricular en muchos casos que plantea difíciles<br />

problemas de terapia, pues muchos antiarrítmicos prolongan el<br />

QT y los b-bloqueadores están contraindicados en casos de<br />

fracciones de eyección reducidas. Pueden aparecer soplos por<br />

incompetencia valvular. La muerte súbita ha alcanzado su tope<br />

máximo y las expectativas de vida señalan que el paciente con<br />

enfermedad de Chagas a los 50 años tiene una expectativa de<br />

cinco años o menos, comparada con la población no chagásica<br />

que tiene 20 años o más.<br />

La muerte súbita del cardiópata chagásico es de 12/100 000<br />

casos comparado con la población general, que es de 2/100 000.<br />

Diagnóstico y evolución de la cardiopatía<br />

Dos exámenes son indispensables para conocer la evolución del<br />

cuadro. El electrocardiograma y el eco Doppler cardiaco sirven<br />

para saber cuándo un paciente con enfermedad de Chagas se<br />

vuelve cardiópata y para seguir la evolución del cuadro cardiaco.<br />

Ya se señaló cuáles son las alteraciones iniciales del trazado.<br />

En el periodo de estado de la enfermedad el ECG presenta todo<br />

tipo de alteraciones, como se aprecia en el cuadro 70-3.<br />

El seguimiento en el tiempo del trazado muestra que algunas<br />

alteraciones pueden desaparecer, y el trazado puede pasar<br />

por periodos de blanqueo. Dentro de las arritmias auriculares<br />

fuera de las extrasístoles auriculares cabe mencionar la presencia<br />

de taquicardia, bradicardia, enfermedad de nódulo, que<br />

debe sospecharse cuando hay bradicardia, ritmo de la unión,<br />

migración del marcapasos auricular, paro sinusal o bloqueo sinoauricular.<br />

Factores de un mal pronóstico en el ECG son la<br />

presencia de bloqueos AV de cualquier grado que evolucionan<br />

en forma súbita a bloqueo AV de tercer grado, la enfermedad<br />

del nódulo que preludia muerte súbita y el intervalo QTc prolongado<br />

que hace sospechar la presencia de potenciales tardíos<br />

(pospotenciales) que pueden inducir fibrilación o taquicardia<br />

polimorfa ventricular. 50 Todo paciente que presente QTc prolongado<br />

debe ser estudiado con electrocardiograma de potenciales<br />

promediados.<br />

Eco Doppler cardiaco. Tiene el valor de medir el diámetro de<br />

las cavidades cardiacas, estudiar la fracción de eyección en el<br />

tiempo y estudiar posibles disincronías ventriculares en casos<br />

de fibrilación auricular, e indicar marcapasos resincronizados<br />

en casos de insuficiencia cardiaca congestiva (ICC), permite<br />

además decidir cuándo el cardiópata debe ser sometido a trasplante<br />

de corazón. Otros exámenes de evaluación de la cardiopatía<br />

son:<br />

Holter de arritmias. Permite reconocer el tipo de arritmia que<br />

el paciente está presentando y cuáles son susceptibles de implante<br />

de marcapasos desfibrilados.<br />

Electrocardiograma de potenciales promediados. Debe solicitarse<br />

en toda persona con enfermedad de Chagas que presenta<br />

intervalo QTc prolongado sobre 0.45". En una serie de 159<br />

cardiópatas chagásicos estudiados en terreno, 22 presentaron<br />

intervalo QTc prolongado. En 10 se realizó ECG de potenciales<br />

promediados, cinco de los cuales mostraron pospotenciales.<br />

Uno de estos cinco casos presentó fibrilación ventricular (FV)<br />

mientras era estudiado. Su QTc era de 0.52" (figura 70-3).<br />

Recuperado de su FV, quedó en espera de marcapasos desfibrilador,<br />

pero falleció de manera súbita tres meses después. Este<br />

hecho pone de manifiesto que los chagásicos que presentan<br />

QTc prolongado están en riesgo de muerte súbita.<br />

Estudio de volumen cardiaco mediante cintigrafía y telerradiografía.<br />

Permite reconocer los pacientes que deben ser trasplantados<br />

en estudios en el tiempo.<br />

Estudios hemodinámicos y angiografía. Deben solicitarse<br />

sólo cuando se plantea el diagnóstico diferencial con valvulopatías.<br />

No aporta mayores datos que el ECG y eco Doppler. Permite<br />

graficar aneurismas ventriculares apicales. 36<br />

Diagnóstico clínico<br />

El diagnóstico clínico debe plantearse en todo paciente que<br />

presente palpitaciones, desmayos o dolor precordial vago, si<br />

proviene de zona endémica. Hay una tríada que se utilizó en<br />

clínica en otras épocas. Paciente con cardiomegalia, bloqueo<br />

bifascicular, del norte de Chile, o de zona endémica, tiene la<br />

enfermedad. En la actualidad, el diagnóstico debe plantearse en<br />

todo paciente que presente sintomatología vaga y proceda de<br />

zona endémica. Las migraciones de pacientes chagásicos a otras<br />

áreas sólo sirven para identificar el punto de origen de la enfermedad.<br />

La historia clínica debe basarse en el lugar de origen,<br />

residencia actual o anterior, conocimiento del vector (vinchucas),<br />

posibles transfusiones sanguíneas, antecedentes de hijos<br />

con enfermedad de Chagas congénita, familiares con la enfermedad,<br />

etc. El examen físico puede ser negativo, pero en ocasiones<br />

se detectan arritmias o signos de insuficiencia cardiaca<br />

congestiva.<br />

Diagnóstico de laboratorio<br />

Para el diagnóstico de la infección chagásica el laboratorio dispone<br />

de métodos directos e indirectos. Entre los primeros, que<br />

tienen por objeto observar el parásito, se mencionan: el examen<br />

al fresco entre lámina y laminilla; frotis, examen de gota gruesa,<br />

xenodiagnóstico y hemocultivo. Se puede efectuar la inocula-


CAPÍTULO 70 Parasitosis del corazón 557<br />

ción experimental de sangre, líquido cefalorraquídeo y líquido<br />

ganglionar, en animales. Rara vez puede buscarse el parásito en<br />

material de biopsia, como ganglios. Todos estos procedimientos<br />

tienen mayor rendimiento en la fase aguda y subaguda. No<br />

se utilizan en la fase crónica por su escaso rendimiento, excepto<br />

el xenodiagnóstico, hemocultivo y la inoculación experimental,<br />

que sí pueden practicarse en la fase crónica.<br />

Los métodos indirectos o serológicos más utilizados son<br />

las reacciones de aglutinación directa (AD), precipitinas (P),<br />

fijación de complemento (FC), hemaglutinación indirecta<br />

(HAI), inmunofluorescencia indirecta (IFI) e inmunoelectroforesis<br />

(IE), inmunodifusión (ID) e immunoblot (inmunotransferencia).<br />

10,44,56<br />

Los anticuerpos que detectan la reacción de precipitinas<br />

aparecen alrededor de los 21 días posinfección, desapareciendo<br />

20-30 días después. La reacción de AD se hace positiva a los 40<br />

días después de la infección, permaneciendo a títulos elevados<br />

hasta los 4½ meses, bajando después y permaneciendo a títulos<br />

bajos por varios años. 10 Las reacciones IFI, FC y HAI se hacen<br />

positivas por toda la vida. 56 Conducta similar tiene la IE. Estas<br />

reacciones tienen alta sensibilidad y especificidad. En los países<br />

que no tienen lepra, leishmaniasis ni infección por Trypanosoma<br />

rangeli, las reacciones de FC, HAI, IFI e IE son específicas<br />

para enfermedad de Chagas. 56,103<br />

Recientemente se empezó a utilizar con buenos resultados<br />

la reacción de PCR para T. cruzi (cualitativa y cuantitativa)<br />

(PCR absoluta) y los anticuerpos líticos. La reacción de PCR<br />

absoluta determina la carga parasitaria, y junto con los anticuerpos<br />

líticos permite conocer la curación de los pacientes sometidos<br />

a terapia. Hasta hace un tiempo se estudió un factor que se<br />

fija al endocardio, vasos, e intersticio (EVI). 15,69 Se trata de una<br />

inmunoglobulina. Títulos superiores a 1/128 son específicos de<br />

los pacientes con enfermedad de Chagas que por lo general presentan<br />

títulos mayores cuando tienen compromiso cardiaco.<br />

15,69 Otras técnicas útiles son la inhibición de la migración<br />

de macrófagos (MIF) y la transformación blástica de macrófagos<br />

sensibilizados que se basan en la inmunidad celular.<br />

Diagnóstico diferencial<br />

Se debe plantear el diagnóstico diferencial con la cardiomiopatía<br />

idiopática. La tríada diagnóstica difícilmente hace equívoco<br />

el diagnóstico, cardiomegalia, bloqueos de rama en un paciente<br />

oriundo de zona endémica. Sin embargo, se debe tomar en<br />

cuenta que la cardiopatía puede evolucionar en forma asintomática<br />

y pasar desapercibida. Vale la pena destacar que hace<br />

poco tiempo se estudió una aneurisma de punta VI como fenómeno<br />

de causa coronaria, olvidando que en Chile y en países<br />

endémicos es altamente sugerente de cardiopatía chagásica. Del<br />

mismo modo, un cuadro doloroso esternal muy frecuente en<br />

chagásicos puede hacer pensar en un fenómeno coronario,<br />

máxime cuando el trazado electrocardiográfico puede dar imágenes<br />

de isquemia o daño subepicárdico debido a pericoronaritis<br />

chagásica. Como regla general, la aparición de arritmias,<br />

bloqueos AV o intraventriculares en persona joven de zona endémica<br />

debe plantear la posibilidad de cardiopatía chagásica.<br />

Tratamiento y prevención<br />

El tratamiento comprende: a) tratamiento etiológico de la enfermedad<br />

de Chagas y b) tratamiento de la cardiopatía.<br />

a) En relación con el tratamiento etiológico de la enfermedad<br />

de Chagas se puede decir que en 50 años de investigación<br />

la industria farmacéutica no ha producido un fármaco<br />

específico contra T. cruzi. Los fármacos utilizados<br />

han variado desde antipalúdicos a antimicóticos. Así, por<br />

ejemplo, el medicamento más antiguo empleado fue la<br />

primaquina, derivado de la quinina, un antipalúdico. Se<br />

utilizó en dosis de 15 a 30 mg/kg/diarios por 20 a 30 días.<br />

Ahora se utiliza nitrofurfurelidina (Lampit-Bayer ® ) en<br />

dosis de 8-10 mg/kg/60 días en adultos. Sus resultados<br />

son buenos en fases I y II. Pueden agregarse corticoides,<br />

como prednisona en dosis 1 mg/kg de peso al día cuando<br />

se sospechan fenómenos de coronaritis que produzcan<br />

arritmias o bloqueos. El benznidazol (Radanil ® ) (nitromidazol)<br />

a dosis de 5 mg/kg/60 días en adultos, también se<br />

utiliza, sobre todo en países como Brasil, donde nunca se<br />

ha utilizado Lampit. 79<br />

El problema del Lampit ® y del Radanil ® es que son<br />

profármacos y requieren una enzima, la nitrorreductosa,<br />

para activarse. El parásito produce el alelo de la nitrorreductosa,<br />

pero puede suprimir su producción cambiando<br />

el alelo y adquirir así resistencia cruzada para ambos fármacos.<br />

Otros medicamentos utilizados son el itraconazol<br />

(antimicótico) y el alopurinol (uricosúrico). El itraconazol<br />

se administra a dosis de 6 mg/kg/día durante 120 días.<br />

Repartido cada 8-12 h. En la práctica se prescriben<br />

400 mg al día en adultos durante cuatro meses. La experiencia<br />

de los autores con el fármaco es buena, se logró el<br />

control de la infección y supresión de la muerte súbita. El<br />

alopurinol se emplea en dosis de 8 mg/kg/día, 600 mg<br />

(300 mg c/12 h) en adultos durante 60 días. La tolerancia<br />

es menor que el itraconazol, pueden aparecer alteraciones<br />

digestivas (náuseas, epigastralgias) y a veces síndrome de<br />

Steven-Johnson.<br />

Recién se ha visto que la asociación de posaconazol,<br />

un derivado del itraconazol más amiodarona, potencia el<br />

efecto antiparasitario de ambos fármacos. 19 Curiosamente<br />

se asocia un fármaco que prolonga el QTc como la amiodarona.<br />

En la actualidad, gracias a estudios que demuestran<br />

que el parásito persiste durante toda la vida del paciente<br />

con enfermedad de Chagas, y es responsable de la<br />

progresión de las lesiones, se trata el trastorno en cualquier<br />

periodo que se detecte. 79,102 Antes se recomendaba<br />

el tratamiento sólo en las fases de alta parasitemia (aguda<br />

y subaguda). La terapia integral del paciente chagásico<br />

mejora su calidad de vida, las expectativas de vida y la de<br />

su familia. Estudios de costo-beneficio han demostrado<br />

que el tratamiento antiparasitario oportuno disminuye el<br />

costo socioeconómico de la enfermedad. La inversión de<br />

un dólar en la fase temprana economiza 17 dólares en la<br />

fase crónica. 102


558 PARTE III Parasitología topográfica<br />

b) Tratamiento de la cardiopatía. En la actualidad son muchas<br />

las terapias que se pueden aplicar según la modalidad<br />

de presentación de la cardiopatía. Se deben distinguir las<br />

siguientes formas: 1) arrítmicas; 2) bloqueos AV de distinto<br />

grado; 3) síndromes de QT prolongado, y 4) insuficiencia<br />

cardiaca.<br />

1. Formas arrítmicas. Comprende arritmias, auriculares,<br />

ventriculares y la enfermedad del nódulo. Las arritmias<br />

auriculares más frecuentes son las extrasístoles,<br />

taquicardias paroxísticas y fibrilación auricular paroxística.<br />

Muchas veces son premonitoras de insuficiencia<br />

cardiaca. Las formas paroxísticas deben tratarse<br />

en la misma forma que en otras cardiopatías. Para<br />

la extrasistolia auricular frecuente, y la fibrilación auricular<br />

(FA) recurrente está indicada la digitalización<br />

en forma habitual con control de frecuencia cardiaca<br />

y la asociación de propafenona a dosis progresivas de<br />

150 mg c/12 h a 600 mg diarios. La FA recurrente<br />

debe ser anticoagulada por la posibilidad de embolismo.<br />

Las arritmias ventriculares como las extrasistolias,<br />

parasistolias y taquicardias ventriculares o formas<br />

ventriculares recurrentes deben ser estudiadas mediante<br />

potenciales tardíos para decidir quiénes son<br />

candidatos a implante de MP desfibrilador. 95<br />

Enfermedad del nódulo. Aparece en casos de<br />

bradicardia y síncope. Su indicación es el implante<br />

de MP VVI o DDDR de inmediato una vez realizado<br />

el diagnóstico.<br />

2. Bloqueos de conducción AV de primer, segundo y<br />

tercer grados. De acuerdo con la experiencia de los<br />

autores en casos de seguimiento, un bloqueo de primer<br />

grado puede progresar en forma súbita a tercer<br />

grado y producir muerte súbita. Por esto se recomienda<br />

el implante de MP definitivo cualquiera que sea el<br />

grado del bloqueo en el ECG de base. 74,95<br />

3. Síndrome de QT prolongado. Los estudios de grupo<br />

han demostrado que el hallazgo de QTc prolongado al<br />

ECG es un factor del mal pronóstico y muerte súbita.<br />

En un grupo de 10 casos con QTc prolongado, 26 cinco<br />

presentaron pospotenciales al estudio del ECG de<br />

potenciales promediados. Uno de ellos mientras era<br />

estudiado presentó fibrilación ventricular. Recuperado<br />

tras cardioversión se puso en lista de implante de MP<br />

desfibrilador, pero falleció de muerte súbita meses después.<br />

El tratamiento preventivo de taquicardia polimorfa<br />

por pospotenciales, habría sido la utilización de<br />

b-bloqueo con precaución de no desencadenar bloqueo<br />

AV o insuficiencia cardiaca. En estos casos está<br />

contraindicada la amiodarona y antiarrítmicos de tipo<br />

quinidínico (figura 70-1) que prolongan QTc. Todo<br />

paciente con enfermedad de Chagas que presente QTc<br />

prolongado sobre 0.45" debe ser estudiado para decidir<br />

implante inmediato de marcapasos desfibrilador.<br />

4. Insuficiencia cardiaca. Es el cuadro terminal de muchos<br />

cardiópatas. Una vez lograda la supervivencia, tiene<br />

un límite de cinco años como consecuencia de un<br />

cuadro de miocarditis aguda o la fase terminal del cuadro<br />

crónico. Dos complicaciones agravan el cuadro, la<br />

aparición de fibrilación auricular y la presencia de bloqueos<br />

de conducción intraventricular (bloqueos bifasciculares)<br />

o bloqueos completos de rama izquierda (RI)<br />

o de rama derecha (RD). Esto traduce disincronía de la<br />

contracción ventricular que agrava el cuadro de ICC.<br />

El paciente debe ser estudiado mediante eco Doppler<br />

cardiaco para precisar si hay disincronía. Si la hay, está<br />

indicado el implante de marcapasos resincronizado que<br />

mejora en 20 a 25% la función de eyección y permite<br />

la administración combinada de los fármacos habituales<br />

de la insuficiencia, como son los digitálicos, diuréticos<br />

e inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina<br />

(ECA), como enalapril, que de otro modo<br />

pueden ser deletéreos. Todo paciente con insuficiencia<br />

cardiaca debe ser motivo de estudio y decisión de trasplante<br />

cardiaco. En este caso se debe plantear terapia<br />

antiparasitaria previa al trasplante y después de él.<br />

En síntesis, el tratamiento de la cardiopatía chagásica debe<br />

ser siempre mixto, el etiológico, de la infección, cualquiera que<br />

sea la etapa de la enfermedad, y el de la cardiopatía, que a su vez<br />

debe emplear todos los medios disponibles, fármacos, marcapasos,<br />

trasplante, etcétera.<br />

Tripanosomiasis africana<br />

El compromiso cardiaco en la enfermedad del sueño se conoce<br />

desde comienzos del siglo xx. 29 Es una cardiopatía de curso<br />

benigno, a diferencia de la enfermedad de Chagas. La enfermedad<br />

es producida por Trypanosoma brucei gambiense y T. b. rhodesiense.<br />

El parásito es transmitido por moscas del género Glossina<br />

(tse tse). El hombre es el único reservorio de T. brucei<br />

gambiense; 20,27,29 en cambio, en la infección producida por T.<br />

brucei rhodesiense, se cree que su reservorio sean animales domésticos<br />

y vacunos. El hombre se puede infectar, además de la<br />

picadura de moscas, por vía congénita. El parásito llega al corazón<br />

por vía sanguínea y linfática. Se produce degeneración de<br />

la fibra cardiaca, con pérdida de la estriación de las miofibrillas.<br />

No hay compromiso de la vía de conducción a diferencia de la<br />

enfermedad de Chagas, 38 no se reproducen entonces bloqueos<br />

de conducción. Se origina una cardiopatía dilatada en 1/3 de<br />

los casos. El compromiso más importante es del sistema nervioso<br />

central. 45<br />

El electrocardiograma aparece alterado en una tercera parte<br />

de los casos con alteraciones de repolarización con ondas T<br />

aplanadas o invertidas. Son raras las arritmias. La telerradiografía<br />

demuestra cardiomegalia en 20% de los casos.<br />

Diagnóstico clínico<br />

El trastorno debe sospecharse en pacientes que viven en zona<br />

endémica que muestran cardiomegalia, fiebre, hepatomegalia y<br />

compromiso neurológico progresivo.


CAPÍTULO 70 Parasitosis del corazón 559<br />

Diagnóstico de laboratorio<br />

Los métodos directos consisten en la recuperación del parásito<br />

de la sangre, líquido cefalorraquídeo, líquido ganglionar, mediante<br />

examen directo al fresco, frotis, gota gruesa, cultivos e<br />

inoculación experimental. Los métodos indirectos o serológicos<br />

más utilizados son: aglutinación con partículas de carbón e<br />

inmunofluorescencia indirecta (IFI). La cuantificación de IgM<br />

en sangre obtenida por punción del dedo recolectada en papel<br />

filtro (véase capítulo 40) constituye un eficiente examen de tamizaje.<br />

27<br />

Tratamiento<br />

La triparsamida es efectiva para T. gambiense, pero no para T.<br />

rhodesiense. Se utiliza en forma endovenosa en solución al 20%<br />

1 g hasta 3 g/día, dosis máxima 0.035 g/kg una vez a la semana;<br />

tratamiento total 24 a 80 g. Como dosis curativa total produce<br />

resistencia. La suramina es utilizada en T. gambiense y T. rhodesiense,<br />

solución EV al 10%, 1 g a la semana por 10 semanas. No<br />

es útil cuando ya hay daño cerebral. La pentamidina se utiliza<br />

en infecciones recientes o en daño del nervio óptico por triparsamida.<br />

Un derivado es el berenil, que se emplea en dosis de 2<br />

mg/kg por 10 o 15 días, mejor resultado en T. b. rhodesiense.<br />

Corticoides en dosis de 1 mg/kg durante 20 días y dosis decrecientes<br />

en los 20 días siguientes (véase capítulo 94).<br />

Leishmaniasis cardiaca o compromiso<br />

cardiaco del kala-azar<br />

El compromiso cardiaco es el de una cardiopatía de débito alto<br />

que sana con la mejoría de la enfermedad sin dejar secuelas. El<br />

daño sobre la fibra miocárdica es indirecto y depende del compromiso<br />

general de la enfermedad. 71<br />

El hombre se infecta por picadura (especies de Phlebotomus),<br />

por alimentos contaminados o contacto directo con lesiones<br />

cutáneas. El reservorio doméstico son los perros, cánidos<br />

silvestres, los zorros en Brasil y los chacales en Rusia. 52 El parásito<br />

que origina la enfermedad es Leishmania donovani, L. infantum<br />

y L. chagasi. El daño a la fibra cardiaca es indirecto, por<br />

la anemia y cuadro febril de la enfermedad. 52 Recién se han<br />

publicado casos de leishmaniasis visceral en receptores de trasplantes<br />

hepáticos y cardiacos. Por este motivo es importante<br />

detectar esta parasitosis antes que se efectúe el implante, ya que<br />

la inmunosupresión médica para evitar el rechazo del mismo,<br />

puede originar una preactivación de la leishmaniasis visceral. 6<br />

Diagnóstico<br />

Demostración del parásito en frotis de sangre, o material obtenido<br />

de punción de bazo, hígado, médula ósea o secreción<br />

nasal.<br />

Reacciones inmunológicas<br />

Se utilizan prueba cutánea de Montenegro, fijación de complemento<br />

(FC), inmunofluorescencia indirecta (IFI), hemaglutinación<br />

indirecta (HAI), reacción de doble difusión (DD) y<br />

aglutinación con látex específico. Sensibilidad de 60% para<br />

FC, 93% para IFI y 64% para DD con especificidad de 92 y<br />

99%, respectivamente. 24,81<br />

Tratamiento de sostén<br />

Régimen hiperproteico. Tratamiento específico: sales pentavalentes<br />

de antimonio (Sb 5 ). 48 En Brasil (kala-azar americano)<br />

se utiliza el antimoniato de meglumina en dosis de 20 mg<br />

de Sb 5 por kg/día durante 20 días por vía EV o IM. La terapia<br />

no está exenta de efectos secundarios importantes 78 (véase capítulo<br />

94).<br />

Prevención<br />

Tratar a todos los portadores de Leishmania donovani, L. infantum<br />

y L. chagasi, ya que son reservorios de la infección. Evitar<br />

los mosquitos con mallas o tratarlos con DDT o gamexano.<br />

Eliminación de vegetación existente donde viven los mosquitos,<br />

así como de perros infectados. 52<br />

Paludismo<br />

El paludismo es producido por parásitos del género Plasmodium,<br />

de los cuales hay cuatro especies que producen la enfermedad,<br />

los más prevalentes son P. falciparum y P. vivax. Hasta<br />

el momento no se ha descrito compromiso de la fibra cardiaca<br />

por plasmodios, pero todo hace pensar que el miocardio se<br />

compromete y se daña por la intensa anemia que se produce.<br />

Epidemiología<br />

El hombre es el único reservorio del parásito, lo adquiere por<br />

picadura del mosquito, transfusión o transmisión congénita.<br />

La cadena de transmisión es hombre/mosquito/hombre. La enfermedad<br />

se presenta en países tropicales donde se facilita la<br />

pululación de Anopheles. Se estima en cerca de 500 millones de<br />

casos clínicos anuales. 58 Esta parasitosis origina una alta morbilidad<br />

y mortalidad pediátrica y maternal.<br />

Patogenia<br />

Las alteraciones más importantes consisten en acumulaciones<br />

perinucleares de grasa y degeneración grasa de la fibra miocárdica.<br />

Estas lesiones son reversibles con el tratamiento del cuadro.<br />

58<br />

Cuadro clínico<br />

En el paludismo grave por la intensa anemia, los pacientes presentan<br />

una cardiopatía de débito alto que puede llevar a insuficiencia<br />

cardiaca congestiva. Son frecuentes los soplos cardiacos.<br />

Diagnóstico<br />

Se efectúa por métodos directos e indirectos. Entre los primeros<br />

se trata de recuperar el parásito en sangre mediante frotis o


560 PARTE III Parasitología topográfica<br />

gota gruesa en los periodos febriles. Los métodos indirectos<br />

incluyen inmunofluorescencia indirecta (IFI), hemaglutinación<br />

indirecta (HI) y electrosinéresis. La hemaglutinación indirecta<br />

se emplea en estudios epidemiológicos. 56<br />

Tratamiento<br />

El tratamiento curativo consiste en la administración de cloroquina,<br />

cuatro tabletas de 250 mg seguidos de dos tabletas de<br />

300 mg y 6 h después al segundo y tercer días se toman dos<br />

tabletas por día. Si no se trata de paludismo transfusional o por<br />

P. falciparum, debe agregarse primaquina, una cápsula (15 mg)<br />

por 14 días. El tratamiento de P. falciparum, que es resistente a<br />

cloroquina, es la mefloquina o cloroquina sulfadoxina/pirimetamina.<br />

Los derivados de la artemisina son de gran utilidad<br />

en el compromiso cardiaco del paludismo grave, ya que origina<br />

efectos cardiomusculares negativos en estos pacientes. La anemia,<br />

cuando el hematócrito es igual o inferior a 7 g/dl, debe<br />

tratarse con transfusiones (véanse capítulos 43 y 94).<br />

Prevención<br />

Educación sanitaria de la población expuesta, mallas, mosquiteros,<br />

y DDT o dieldrín para eliminar los anopheles. Deben<br />

tratarse las embarazadas en forma preventiva. Es importante<br />

utilizar pirimetamina o mefloquina una semana antes del viaje,<br />

durante éste y hasta un mes después de haber permanecido en<br />

zona endémica (véase capítulo 43).<br />

Sarcosporidiasis<br />

Es la infección del humano y animales por coccidios del género<br />

Sarcocystis. Éstos cumplen un ciclo asexuado en herbívoros y<br />

omnívoros y un ciclo sexuado en el intestino de carnívoros. El<br />

hombre se infecta al ingerir carnes crudas o mal cocidas que<br />

contengan quistes. Los zoítos se reproducen en las células del<br />

epitelio intestinal, dando lugar al ciclo sexuado que culmina<br />

con la eliminación de esporoquistes por las heces.<br />

El hombre rara vez puede ser hospedero intermediario accidental,<br />

albergando la forma asexuada del parásito, es decir, el<br />

sarcocistis (S. lindemani). Se piensa que los humanos se infectan<br />

por un sarcocistis cuyo hospedero intermediario puede ser<br />

el mono y cuyo hospedero definitivo se desconoce.<br />

Lo habitual es que el humano se infecte al comer carne<br />

cruda o mal cocida de cerdos o vacunos infectados con quistes<br />

de S. sui hominis o S. bovi hominis, respectivamente. En él se<br />

desarrolla la coccidiosis intestinal que hace unos años se conoció<br />

como isosporiasis por Isospora hominis.<br />

Patogenia<br />

En el humano se han encontrado quistes en musculatura estriada<br />

de lengua, tórax y corazón. S. lindemani se asemeja a los<br />

toxoplasmas, pero está rodeado de una gruesa cápsula estriada<br />

con lobulaciones. El quiste produce un cuadro focal de destrucción<br />

de fibra que regresa al romperse el quiste.<br />

Diagnóstico<br />

Serológico, mediante reacción de inmunofluorescencia indirecta<br />

con antígenos de S. bovi hominis o esporozoítos de S. bovi<br />

hominis.<br />

Tratamiento<br />

No existe.<br />

Toxoplasmosis<br />

Constituye la segunda parasitosis en orden de importancia con<br />

compromiso cardiaco, después de la enfermedad de Chagas. Su<br />

importancia epidemiológica es muy inferior a la de la enfermedad<br />

de Chagas, pero el parásito muestra una agresividad no<br />

despreciable hacia la fibra cardiaca. 12-14,38,40,49<br />

La manifestación cardiaca es la más importante y comanda<br />

el cuadro general. El parásito aparece de manera difusa distribuido,<br />

a diferencia de T. cruzi. En Chile, su distribución es pareja<br />

desde Arica a Puerto Montt, con tasas de infección entre<br />

42 a 47%, excepto en cuatro zonas donde las tasas son mayores:<br />

isla de Juan Fernández, Palena (65.9%), Cochrane (61%), Isla<br />

Huichas (80%), Isla de Pascua (87%). 7<br />

El policlínico de miocardiopatías reunió 23 casos de toxoplasmosis<br />

de un total de 244 miocardiópatas (9.4%) en 10<br />

años.<br />

Epidemiología<br />

Es la zoonosis más difundida en el mundo, abarca todas las latitudes<br />

en humanos y en cerca de 300 especies de mamíferos,<br />

30 especies de aves silvestres y de corral. 7,85,100 Se estima que en<br />

la edad media de la vida (30-50 años) 50% de los adultos se<br />

encuentran infectados. 7,85 Se ha demostrado que el mayor contacto<br />

con animales aumenta el riesgo de infección. La transmisión<br />

entre animales y entre éstos y el hombre puede ocurrir por<br />

ingestión de carne cruda, ingestión de alimentos, agua contaminada<br />

con deposiciones de gato. El hombre puede infectarse<br />

además por transmisión congénita.<br />

Patogenia<br />

El tipo de lesión depende de la virulencia del parásito, 7,76,77,99<br />

así como del estado inmunológico del hospedero. Cepas de alta<br />

virulencia producen cuadros de evolución aguda que matan a<br />

los animales en pocos días. T. gondii invade las células inmediatamente<br />

después de la inoculación y se divide de manera binaria,<br />

dando formas de roseta, 40 las células parasitadas son destruidas<br />

y aparecen focos de necrosis. En el corazón se comprometen<br />

las aurículas y ventrículos. En los focos necróticos aparecen<br />

acumulaciones de leucocitos polinucleares. Cuando la infección<br />

es por cepas de escasa virulencia, aparecen infiltrados inflamatorios<br />

crónicos con linfocitos, histiocitos y monocitos en<br />

áreas perivasculares. Hay quistes de toxoplasmas en el sarcolema<br />

de las fibras, sin procesos inflamatorios. En 20% de los ratones<br />

aparecen fenómenos de tipo agudo quizá por rotura de<br />

los quistes o reactivaciones periódicas. 14,40,49


CAPÍTULO 70 Parasitosis del corazón 561<br />

En la especie humana es posible que la infección siga el<br />

curso siguiente. El parásito penetra a la fibra miocárdica a través<br />

de la circulación coronaria como trofozoíto, donde se multiplica<br />

hasta destruirla, se originan focos necróticos con gran<br />

cantidad de elementos inflamatorios de tipo polinucleares. Los<br />

parásitos liberados invaden nuevas fibras hasta originar reacciones<br />

inmunitarias del hospedero. Disminuyen las formas de reproducción<br />

y comienzan a aparecer quistes, la forma de resistencia<br />

del parásito. 14,49 Al romperse los quistes se repite el<br />

mismo proceso. El quiste no representa un elemento inactivo,<br />

sino una forma lenta de compromiso progresivo del miocardio.<br />

Se configura así el cuadro de una cardiopatía crónica con reactivaciones<br />

esporádicas.<br />

Cuadro clínico<br />

Se adapta al esquema de tres etapas planteadas en la enfermedad<br />

de Chagas; sin embargo, en muchos casos tiende a seguir<br />

un curso tórpido y rápido al deceso, guardando una concordancia<br />

sugestiva entre periodos de agresión del parásito, cuadro<br />

clínico y reactivaciones serológicas. Esto es tan cierto que se<br />

puede afirmar que cuando el cuadro clínico cardiaco progresa<br />

sin presentar al mismo tiempo reacción de fijación del complemento<br />

positiva, su etiología no es toxoplásmica. En la etapa<br />

inicial aparecen arritmias de todo tipo. No se aprecia aumento<br />

de volumen cardiaco o éste es escaso. El examen físico es irrelevante<br />

si no hay cuadro exantemático o ganglionar. Los estudios<br />

de función ventricular, como velocidad de acortamiento circunferencial<br />

y velocidad de puesta en tensión son normales. En<br />

uno de los casos fallecidos por embolismo pulmonar provenientes<br />

de lesiones endocárdicas, el estudio histológico mostró<br />

un proceso inflamatorio de tipo subagudo, encontrándose en la<br />

fibra miocárdica formas multiplicativas del parásito.<br />

En la segunda etapa predominan las arritmias y aparece<br />

dolor de tipo punzante precordial. Se recalca la coincidencia de<br />

síntomas clínicos con periodos de actividad serológica que se<br />

evidencia por reacciones de Sabin y Feldman o de hemaglutinación<br />

indirecta o inmunofluorescencia indirecta positiva con fijación<br />

de complemento positiva (figura 70-4). Hay insuficiencia<br />

cardiaca de curso progresivo y aparecen soplos por dilatación<br />

de los anillos valvulares (el volumen cardiaco está muy aumentado).<br />

Muchos pacientes llegan a la caquexia cardiaca en insuficiencia<br />

cardiaca irreductible. En esta etapa aparecen bloqueos<br />

AV de segundo grado, pero sólo excepcionalmente crisis de<br />

Stoke-Adams, a diferencia de la enfermedad de Chagas. 91<br />

Diagnóstico de laboratorio<br />

El diagnóstico de laboratorio es básico para identificar la etiología<br />

del cuadro cardiaco. Comprende métodos directos e indirectos<br />

o inmunológicos.<br />

a) Métodos directos: tienen por objeto demostrar la presencia<br />

de T. gondii. El parásito ha sido demostrado en líquido<br />

cefalorraquídeo, sangre, secreción nasal, líquido amniótico,<br />

biopsia de ganglio, músculo, hígado, bazo, médula<br />

ósea y órganos como cerebro, corazón, bazo, hígado, etc.<br />

El parásito se puede observar en cortes histológicos teñidos<br />

con Giemsa y con técnicas de inmunofluorescencia<br />

directa que aumenta el rendimiento. La inoculación experimental<br />

se hace de preferencia en ratones por su alta<br />

susceptibilidad. Los ratones se estudian con pruebas serológicas<br />

o bien se demuestran los trofozoítos en exudado<br />

peritoneal, o las formas quísticas en cerebro.<br />

Los métodos directos tienen poco rendimiento, por<br />

este motivo se utilizan los métodos indirectos en el diagnóstico<br />

rutinario.<br />

b) Métodos indirectos: comprenden reacciones serológicas<br />

e intradermorreacción con toxoplasmina. 7 Las reacciones<br />

serológicas más utilizadas son prueba de coloración de Sabin<br />

y Feldman “Dye test” (SF), reacciones de hemaglutinación<br />

indirecta (HAI), fijación de complemento (FC) e<br />

inmunofluorescencia indirecta (IFI). Esta última puede<br />

realizarse con antigammaglobulinas totales o antigammaglobulinas<br />

específicas (IgG, IgM, IgA).<br />

Las reacciones de aglutinación indirecta (AD), aglutinación<br />

con látex (AL) o colesterol (AC) son útiles en encuestas<br />

epidemiológicas. 56 La reacción de difusión en gel sirve para<br />

control de tratamiento, pues es más sensible que la reacción de<br />

SF o FC. 7,56<br />

Las reacciones de SF, HAI e IFI son específicas. La primera<br />

no se realiza de rutina por ser engorrosa. Se utiliza de preferencia<br />

en infecciones recientes. Como rutina se utilizan reacciones<br />

RHAI o RIFI. Los títulos de anticuerpos que revelan son similares.<br />

Al parecer, las pruebas de SF e IFI muestran el mismo tipo<br />

de anticuerpos. La reacción de FC es de gran importancia porque<br />

indica actividad de la infección, puede presentar reacciones<br />

falsas positivas en la enfermedad de Chagas. Sólo es positiva en<br />

los periodos de actividad de la toxoplasmosis.<br />

La determinación de IgM globulina antitoxoplásmica es<br />

de importancia en el diagnóstico de casos congénitos, pues esta<br />

inmunoglobulina no pasa a través de la placenta. En ausencia<br />

de rotura placentaria indica infección congénita. 7,76<br />

La reacción intradérmica con toxoplasmina es específica y<br />

sirve en encuestas epidemiológicas. Su lectura se debe efectuar<br />

48 h después de realizada. Tiene una sensibilidad de 65%.<br />

Las reacciones serológicas se deben efectuar en forma seriada<br />

para obtener un cuadro tipo de los diferentes periodos de<br />

la infección (véase capítulo 45). La reacción inmunoenzimática<br />

(ELISA) también es de utilidad, sigue una curva serológica similar<br />

a la RHAI e IFI. 2<br />

A continuación se describe la experiencia de los autores en<br />

este tipo de patología, que corresponde a los antecedentes aportados<br />

por 23 pacientes con toxoplasmosis cardiaca seguidos<br />

durante periodos de meses a 14 años. Ocho casos (3 hombres y<br />

5 mujeres) con edades entre 11 y 49 años corresponden a cuadros<br />

con curvas serológicas de tipo infección reciente (grupo<br />

A), y 15 con edades variables entre 15 y 60 años (6 hombres y<br />

9 mujeres) presentaron curvas de actividad arrastrada o crónica<br />

con reactivaciones (grupo B).


562 PARTE III Parasitología topográfica<br />

En el grupo A se pueden detectar datos de inicio del cuadro<br />

en 7 de los 8 casos. En cinco apareció compromiso ganglionar<br />

en algún momento del cuadro. En un paciente de 14 años<br />

el compromiso ganglionar coincidió con un cuadro de exantema<br />

y aparición de síntomas cardiacos. En una mujer de 42 años<br />

hubo un cuadro infeccioso arrastrado de dos meses con molestias<br />

digestivas y disminución de peso de 8 kg. Al cabo de dos<br />

meses había compromiso ganglionar, seis meses después síntomas<br />

de compromiso cardiaco. Otra mujer tuvo el antecedente<br />

de una linfangitis de brazo consecutiva a picotazo de un loro,<br />

un año después presentó compromiso cardiaco. En otra mujer<br />

de 27 años hubo un cuadro febril de adenopatías un año antes<br />

de presentar daño cardiaco. Un hombre de 24 años presentó<br />

una infección de T. cruzi y T. gondii. Tres años después presentó<br />

coriorretinitis que orientó al diagnóstico, junto a éste apareció<br />

compromiso cardiaco. La reacción de FC se hizo positiva.<br />

Los dos últimos casos se detectaron en estudios epidemiológicos<br />

familiares.<br />

En el grupo B sólo dos casos mostraron indicios de comienzo<br />

del cuadro, correspondían a mujeres de 19 y 43 años<br />

con antecedentes de abortos espontáneos. La última había<br />

sido tratada por una toxoplasmosis con títulos serológicos altos.<br />

Dos casos presentaron etilismo crónico (un hombre y una<br />

mujer).<br />

Síntomas cardiacos: grupo A. Variables con tiempos de<br />

aparición entre 15 días y 5 meses; seis pacientes presentaron<br />

palpitaciones irregulares y otro una taquicardia paroxística de<br />

reposo. En seis aparecieron arritmias ventriculares y en el séptimo<br />

una extrasistolia ventricular, un solo caso presentó síntomas<br />

y signos de falla ventricular izquierda que cedieron al tratamiento.<br />

Otro síntoma importante fue el dolor precordial punzante<br />

que apareció en cinco casos, uno de ellos en relación con<br />

el esfuerzo físico y en otro acompañado de sensación de opresión<br />

precordial.<br />

El examen físico es de gran valor. En siete casos se revelaron<br />

arritmias. No se detectó cardiomegalia en ninguno. En dos<br />

pacientes se detectaron soplos sistólicos 2/4 en el mesocardio<br />

que desaparecieron después de la terapia. En un paciente de 17<br />

años se auscultó un soplo de insuficiencia aórtica, falleció por<br />

embolias pulmonares y en la autopsia se observaron lesiones<br />

necróticas de aorta ascendente. En otros dos casos se auscultó<br />

cuarto ruido. En un joven de 14 años hubo exantema y adenopatías<br />

generalizadas.<br />

En el grupo B, en cambio, hubo cardiomegalia en 10 de<br />

los 15 casos, demostrado por desplazamiento del choque de la<br />

punta que en tres pacientes estuvo en la línea axilar media, ninguno<br />

de ellos presentó latido impulsivo. En tres casos se demostraron<br />

signos de actividad derecha. En cuatro pacientes<br />

hubo tercer y cuarto ruidos audibles. En otras dos mujeres se<br />

auscultaron soplos de insuficiencia tricúspide. 13<br />

Exámenes complementarios: el electrocardiograma, al<br />

igual que en la enfermedad de Chagas, es el examen que permite<br />

evaluar en el tiempo el compromiso cardiaco de la toxoplasmosis.<br />

En el cuadro 70-4 se resumen los hallazgos, el trazado<br />

inicial y siguiente, destacando de antemano que en el grupo B<br />

no había trazados normales al comienzo de la observación, lo<br />

que hace pensar en un compromiso prolongado miocárdico. El<br />

cuadro muestra que en el grupo A predominan las arritmias<br />

auriculares, en cambio, en el grupo B lo hace la fibrilación auricular<br />

y extrasistolia ventricular, lo que implica un compromiso<br />

de larga duración del miocardio auricular y del ventricular.<br />

Del mismo modo predominan los bloqueos de conducción<br />

intraventriculares en este grupo. Las imágenes de isquemia son<br />

más frecuentes en el grupo A, poniendo de manifiesto fenómenos<br />

de coronaritis que desaparecen en la etapa crónica. Las<br />

imágenes de hipertrofia de cavidades aparecen en la fase crónica<br />

en más de 50% de los casos. El seguimiento mostró cómo muchas<br />

alteraciones del ECG desaparecen después del tratamiento,<br />

lo que permite evaluar muy bien la efectividad de la terapia.<br />

Otros dos exámenes son fundamentales para evaluar el<br />

grado y evolución del compromiso cardiaco. Uno de ellos es<br />

el estudio del volumen cardiaco mediante radiografía de tórax,<br />

realizado en forma periódica. El volumen se estudia según la<br />

fórmula de Roliren y Carlstof. En la casuística del autor, en el<br />

grupo A el volumen cardiaco varió muy poco. El promedio de<br />

los ocho casos fue de 469.9 ml, 4.4% sobre el valor normal<br />

(320-580 ml). El volumen disminuyó después del tratamiento<br />

en más de 10% en cinco pacientes y menos de 10% en los dos<br />

restantes. En un caso el volumen cardiaco varió con periodos<br />

de reactivación del proceso.<br />

En el grupo B, en cambio, el volumen promedio fue de<br />

689.9 ml, es decir, estaba aumentado (480-940 ml) en promedio<br />

53.3%. Después del tratamiento disminuyó en cinco casos<br />

entre 9.2 y 30.9% del valor inicial. En tres casos hubo variación<br />

periódica del volumen concordante con periodo de reactivación.<br />

El segundo examen complementario es el eco Doppler<br />

cardiaco, que debe realizarse también en forma periódica para<br />

evaluar el curso de la enfermedad. Permite estudiar el tamaño y<br />

grado de dilatación de las cavidades cardiacas, la presencia de<br />

trombos auriculares y, sobre todo, la fracción de eyección ventricular<br />

y su unificación con la terapia. Permite además diferenciar<br />

la presencia de soplos por dilatación de anillos valvulares de<br />

lesiones orgánicas valvulares.<br />

Estudio hemodinámico: sólo debe pedirse cuando se sospecha<br />

una valvulopatía orgánica o cuadro coronario como causa<br />

del cuadro cardiaco.<br />

Se deben solicitar estudios cintigráficos miocárdicos en las<br />

mismas consideraciones que para el estudio hemodinámico. En<br />

la actualidad un buen enfoque clínico permite realizar un diagnóstico<br />

preciso con el cuadro clínico y el análisis de los exámenes<br />

de laboratorios.<br />

Conclusiones de la experiencia clínica. El seguimiento de<br />

pacientes con toxoplasmosis cardiaca permitió plantear ese<br />

diagnóstico en los siguientes casos:<br />

1. Concordancia en la aparición serológica de infección aguda,<br />

es decir, títulos de hemaglutinación o IFI o ELISA crecientes<br />

con fijación de complemento positiva ascendente y<br />

síntomas cardiacos de corta evolución (figura 70-5).


CAPÍTULO 70 Parasitosis del corazón 563<br />

2. Concordancia entre aparición de síntomas cardiacos periódicos<br />

y curvas serológicas con reactivaciones coincidentes<br />

(figura 70-5).<br />

3. Concordancia entre curvas de actividad serológicas prolongada<br />

con persistencia de fijación de complemento positiva<br />

y de deterioro cardiaco progresivo (figura 70-5).<br />

4. Recuperación de Toxoplasma gondii del corazón por biopsia<br />

o necropsia, mediante inoculación experimental y/o<br />

visualización microscópica directa utilizando técnica de<br />

inmunofluorescencia.<br />

5. Respuesta al tratamiento, que debe ser considerado en<br />

conjunto con las condiciones anteriores.<br />

Tratamiento<br />

a) De la infección. Se efectúa mediante la administración<br />

de pirimetamina (Daraprim ® ), junto con sulfas y corticoides.<br />

Tanto la pirimetamina como las sulfas tienen efectos<br />

adversos sobre la médula ósea. La pirimetamina es<br />

antifólico y debe ser controlada con hemogramas repetidos.<br />

La dosis de pirimetamina es de 0.5-1 mg/kg/día con<br />

un tope de 750 mg como dosis total. Esta dosis se baja a<br />

la mitad al cabo de la primera semana. La dosis de sulfadiazina<br />

es de 0.1 g/kg/día. Los fármacos deben ser administrados<br />

después de las comidas. Las curas deben repetirse<br />

si hay reactivaciones serológicas. El uso de corticoides<br />

se justifica cuando aparecen bloqueos de conducción o<br />

imágenes de isquemia que traducen pericoronaritis. La<br />

dosis es de 1 mg/kg/día de prednisona por 10 a 15 días,<br />

bajando en forma progresiva en los 15 días siguientes. Es<br />

preferible una dosis única diaria. Debe tenerse presente<br />

que la administración de corticoides debe ser muy bien<br />

evaluada en embarazadas y pacientes con úlceras, quienes<br />

deberían ser hospitalizados para mayor vigilancia. 8<br />

b) Tratamiento de la cardiopatía. Depende de la forma de<br />

presentación, al igual que en la enfermedad de Chagas. Si<br />

se trata de formas arrítmicas se pueden emplear diversos<br />

tipos de antiarrítmicos, incluyendo amiodarona, que no<br />

tiene los inconvenientes que aparecen en la cardiopatía<br />

chagásica. Si hay insuficiencia cardiaca, los digitálicos,<br />

diuréticos e inhibidores de la ECA pueden administrarse<br />

en la forma clásica, evaluando con ecocardiograma la respuesta<br />

inotrópica.<br />

Resultados del tratamiento<br />

La cardiopatía toxoplásmica tiene un pronóstico sombrío al<br />

igual que la cardiopatía chagásica, ya que 9 de los 23 casos seguidos<br />

fallecieron debido a esta patología (39%). El cuadro<br />

70-5 resume estos resultados.<br />

En el grupo A falleció sólo un paciente, un joven de 17<br />

años después de dos meses, debido a embolismo pulmonar que<br />

produjo un cor pulmonale agudo. En dos casos de este grupo se<br />

recuperó el parásito del corazón, el de este paciente y por inoculación<br />

de ganglio linfático de otro joven que presentó cuadro<br />

de exantema y compromiso ganglionar.<br />

En el grupo B, sólo tres presentaron mejoría clínica del<br />

trazado electrocardiográfico. Otros tres mejoraron clínicamente,<br />

pero persistieron las alteraciones del ECG y volumen cardiaco.<br />

Ocho fallecieron por progresión del cuadro de insuficiencia<br />

cardiaca, cuatro por caquexia cardiaca y los otros cuatro fallecieron<br />

de manera brusca, quizá debido a arritmias paroxísticas.<br />

Uno de estos últimos falleció después de repetidas fibrilaciones<br />

ventriculares tratadas en la unidad coronaria.<br />

Prevención<br />

La prevención de la toxoplasmosis se limita a comer carne bien<br />

cocida y lavado exhaustivo de manos después de contacto con<br />

gatos y/o con tierra. 7 El control de la toxoplasmosis en las embarazadas<br />

es primordial para tratar en etapas tempranas la primoinfección.<br />

7,8,41<br />

En el cuadro 70-6 se describen las características clínicas y<br />

fisiopatológicas de los protozoos parásitos que comprometen al<br />

corazón.<br />

Patología cardiaca originada<br />

por helmintos parásitos<br />

El tipo de lesiones que se produzcan en el miocardio depende<br />

del tamaño del parásito, es decir, de su posibilidad de atravesar<br />

la barrera de la circulación coronaria. Por tratarse de seres multicelulares,<br />

en este caso sólo algunas formas larvales pueden<br />

atravesar esta barrera y producir daño difuso en la forma de<br />

miocarditis o cardiomiopatía. Aquellos que tengan un tamaño<br />

superior a cinco micrones se alojarán en ramas pequeñas coronarias,<br />

la obstruirán y comenzarán su desarrollo produciendo<br />

un daño local que, dependiendo de su extensión, puede originar<br />

fenómenos mecánicos de obstrucción al flujo de sangre en<br />

las distintas cavidades. Por fortuna, debido a la dinámica cardiaca<br />

y a la poca distensibilidad de las estructuras que comprenden<br />

los anillos valvulares y el pericardio, la posibilidad de alcanzar<br />

tamaños gigantescos de algunos parásitos se ve limitada en este<br />

órgano. Por este mismo hecho muchas cardiopatías adoptan la<br />

forma de inflamaciones granulomatosas, a diferencia de los procesos<br />

difusos originados por parásitos protozoarios. Primero se<br />

analizarán las lesiones producidas por platelmintos y después<br />

aquellas infecciones originadas por nematelmintos. 39<br />

Esquistosomiasis o bilharziasis<br />

Es la parasitosis más importante dentro de los metazoos por la<br />

gravedad de los cuadros extraintestinales, en especial el cardiaco,<br />

donde puede producir dos tipos de patologías diferentes:<br />

cardiomiopatía y cor pulmonale. En 1963 se estimaba en 150<br />

millones las personas infectadas en las áreas tropicales del globo<br />

terráqueo, con un posible compromiso cardiaco evaluado entre<br />

15-30%. 39<br />

La esquistosomiasis es una infección de ubicación exclusiva<br />

en países tropicales y en áreas de pobreza, con malas condiciones<br />

higiénicas. 21 Puede ser producida por Schistosoma japonicum,


564 PARTE III Parasitología topográfica<br />

S. mansoni, S. haematobium y S. intercalatum. La esquistosomiasis<br />

producida por S. japonicum y S. mekongi son zoonosis que se<br />

han descrito en perros, gatos, ratones, ratón de campo, búfalos<br />

acuáticos y caballos. S. mansoni, S. haematobium, S. intercalatum<br />

son exclusivos del humano. 16<br />

La infección se mantiene por aguas contaminadas con deposiciones<br />

humanas y donde habitan caracoles susceptibles. En<br />

S. japonicum y S. mekongi la contaminación puede ser por deposiciones<br />

de animales. La enfermedad se adquiere por contacto<br />

directo de la piel con cercarias (agricultores que trabajan<br />

descalzos) o baño o lavado de ropa en aguas contaminadas con<br />

cercarias.<br />

Patogenia<br />

En el corazón, como se mencionó, los esquistosomas pueden<br />

producir cardiomiopatía y cor pulmonale crónico.<br />

1. Cardiomiopatía. Los huevos del parásito llegan por vía<br />

venosa a la circulación coronaria atravesando la barrera<br />

pulmonar. 93 Se produce una siembra de seudotubérculos<br />

miliares que tienen al huevo del parásito en su centro.<br />

Hay fragmentación de miofibrillas, degeneración hialina<br />

e infiltrados concéntricos, tal vez debido a liberación de<br />

sustancias líticas del huevo. 32 Estos infiltrados desaparecen<br />

cuando los huevos son fagocitados o se destruyen. 32<br />

Las lesiones cicatrizan por fibrosis. Con el tiempo se origina<br />

dilatación de las cavidades e insuficiencia cardiaca.<br />

2. Cuando los huevos son detenidos en la circulación pulmonar<br />

producen una intensa inflamación perivascular<br />

con aumento de la resistencia vascular e hipertensión pulmonar.<br />

Esta forma al parecer depende de factores geográficos.<br />

39,67,73,93<br />

Otras localizaciones son la renal, donde la obstrucción de<br />

los vasos produce hipertensión secundaria grave con repercusión<br />

sobre el ventrículo izquierdo. La intensa anemia que produce<br />

el cuadro puede repercutir sobre la fibra miocárdica. Por<br />

otro lado, los fármacos antiparasitarios, como el nitridazol o el<br />

tártaro emético, tienen un efecto tóxico sobre la fibra miocárdica<br />

y pueden producir una cardiomiopatía tóxica. Por este motivo,<br />

el ECG es fundamental en el control de la terapia. 67,73<br />

Cuadro clínico<br />

Se caracteriza por una insuficiencia cardiaca de rápida progresión<br />

con cardiomegalia palpable. El cuadro se agrava por anemia<br />

que produce hipervolemia. El ECG puede presentar diversos<br />

tipos de arritmias auriculares o ventriculares, imágenes de<br />

isquemia y daño subepicárdico. Tardíamente bloqueos intraventriculares<br />

y alteraciones de ST-T difusos. El cuadro de cor<br />

pulmonale es típico de una falla de ventrículo derecho (VD)<br />

con pérdida de conocimiento al esfuerzo por hipoxemia severa.<br />

39,67,73 El ECG muestra desviación axial derecha y signos de<br />

sobrecarga de VD. La radiografía de tórax puede demostrar un<br />

arco pulmonar prominente y crecimiento de VD. 67,73<br />

Diagnóstico de laboratorio<br />

Demostración de huevos en deposiciones o en orina (sólo para<br />

S. haematobium) desde la quinta semana y por biopsia rectal o<br />

rectoscopia. 57 Métodos inmunobiológicos: intradermorreacción<br />

(ID), inmunofluorescencia indirecta (IFI), floculación<br />

con bentonita (FB), fijación de complemento (FC), hemaglutinación<br />

indirecta (HAI), test de movilización de cercarias y<br />

técnica de inmunoprecipitación en gel: doble difusión (DD) e<br />

inmunoelectroforesis (IEF). 56<br />

La FC e IFI son las pruebas de elección en esquistosomiasis,<br />

y la HAI es más sensible en casos agudos que crónicos. Actualmente<br />

se emplea la inhibición de migración de macrófagos<br />

(MIF) y transformación blástica de linfocitos sensibilizados. 67<br />

Diagnóstico diferencial<br />

Por lo general, no plantea problemas diagnósticos cuando se<br />

trata de pacientes de zona endémica. Sin embargo, es importante<br />

señalar que en 12.5% de los casos aparece un factor reumatoide<br />

positivo, lo que puede desviar el diagnóstico a una<br />

mesenquimopatía.<br />

Tratamiento<br />

En las infecciones por S. mansoni y S. haematobium la terapia<br />

está indicada sólo en la etapa inicial de la enfermedad antes que<br />

haga daño irreversible. El fármaco es el niridazol (Ambilar) a<br />

dosis de 25 mg/kg/día por 5-10 días. El fármaco puede originar<br />

alteraciones del sistema nervioso, desde alteraciones del electroencefalograma<br />

(EEG) hasta convulsiones y psicosis. En las<br />

infecciones por S. japonicum se utiliza tártaro emético al 0.5%<br />

por vía endovenosa, en días alternos, primer día 8 ml, tercer día<br />

12 ml, quinto día 16 ml, séptimo día 20 ml, noveno día 24 ml,<br />

de los días 11 a 29, 28 ml, cada vez. Total 360 ml. Otros medicamentos<br />

útiles son: hicantone, metrifonato y oxamniquino,<br />

con mejoría de 95% con escasos efectos secundarios. Todos los<br />

fármacos deben ser controlados con EEG para descartar efectos<br />

tóxicos. Disminuciones de voltaje, alteraciones de STT y<br />

bloqueos de conducción aconsejan interrumpir el tratamiento<br />

y continuarlo una vez normalizado el trazado. El tratamiento<br />

clásico de la insuficiencia cardiaca es con digoxina, diuréticos e<br />

inhibidores. El uso de b-bloqueadores debe hacerse con cuidado<br />

por el efecto inotrópico negativo. Hoy en día, el fármaco de<br />

elección para las esquistosomiasis es el praziquantel a dosis<br />

de 50 mg/kg en adultos y 65 mg/kg en niños en dosis única<br />

oral, medicamento que se utiliza en el tratamiento de todas las<br />

especies (véase capítulo 94).<br />

Prevención<br />

Se basa en educación sanitaria, mejorar hábitos higiénicos,<br />

erradicación de moluscos según las áreas endémicas, saneamiento<br />

básico y tratamiento de los infectados. La prevención<br />

de S. japonicum y S. mekongi es más difícil, pues además del<br />

hombre hay animales reservorios.


CAPÍTULO 70 Parasitosis del corazón 565<br />

Pronóstico<br />

Malo, debido a que el compromiso cardiaco es progresivo e<br />

invalidante.<br />

Heterofiasis<br />

Parasitosis propia de países asiáticos y Europa oriental. Es una<br />

zoonosis. Los reservorios son el hombre, perros, gatos y mamíferos<br />

ictiófagos. La parasitosis se propaga al contaminar el agua<br />

con materias fecales que tienen huevos de Heterophyes heterophyes<br />

o H. katsuradai.<br />

Patogenia<br />

Los huevos de heterofíes pueden pasar la pared intestinal y por<br />

vía venosa llegar al corazón. En Filipinas, 14-16% de las muertes<br />

cardiacas se deben a cardiopatía heterofídea. Los huevos<br />

producen trombosis de los vasos más pequeños con inflamación<br />

perivascular y fibrosis posterior. 59 Los huevos al romperse<br />

producen además inflamación reticuloendotelial con aumento<br />

de histiocitos. En el ECG aparecen isquemias. Los huevos que<br />

llegan a las válvulas auriculoventriculares pueden producir fibrosis<br />

y calcificación con posibilidad de injertarse una endocarditis<br />

bacteriana.<br />

Cuadro clínico<br />

Cardiopatía difusa dilatada que simula valvulopatías, con cardiomegalia<br />

y choque apexiano visible pero no palpable. El<br />

ECG puede presentar imágenes de isquemia y arritmias de distinto<br />

tipo. En la radiografía de tórax se puede detectar cardiomegalia<br />

con corazón quieto.<br />

El diagnóstico diferencial se debe plantear con la endomiocarditis<br />

de Loeffler, 31 valvulopatías reumáticas en fase de<br />

insuficiencia cardiaca y con la cardiopatía coronaria cuando<br />

hay ECG con imágenes de isquemia. La presencia de huevos en<br />

las deposiciones orienta el diagnóstico.<br />

Diagnóstico de laboratorio<br />

Presencia de huevos de especies de Heterophyes en las deposiciones.<br />

Tratamiento<br />

Tetracloroetileno en dosis de 0.1 ml/kg con dosis única de 5 ml<br />

en adulto y 4 ml en niños. La dosis se repite al tercer o cuarto<br />

día. Produce náuseas, mareos y quemadura de estómago. 59 El<br />

tratamiento de la cardiopatía es el de la insuficiencia cardiaca.<br />

En la actualidad, el tratamiento de mejor rendimiento se obtiene<br />

con praziquantel (véase capítulo 94).<br />

Prevención<br />

No comer carne cruda de pescado o mal cocida.<br />

Hidatidosis<br />

Descrita por primera vez en 1939. La ubicación cardiaca es<br />

muy rara y no varía en más de 0 a 2% de todas las localizaciones.<br />

47,51<br />

Epidemiología<br />

El hombre se infecta por Echinococcus granulosus en proporción<br />

2/1 respecto a la mujer por su mayor relación hombre/perro. El<br />

perro es el hospedero definitivo. Otros animales que pueden<br />

transmitir la parasitosis son: lobos, chacales, dingos, hienas,<br />

pumas, jaguares y zorros. La infección por E. multilocularis<br />

produce quistes multiloculares en algunos países de Europa.<br />

En Sudamérica es mas frecuente E. granulosus y los hospederos<br />

intermediarios son ovinos, bovinos y porcinos. Los reservorios<br />

silvestres son alce, reno, ante, venado y vicuña. El hospedero<br />

definitivo se infecta al comer vísceras de animales<br />

parasitados con larvas. El hospedero intermediario que alberga<br />

la larva se infecta al ingerir huevos eliminados en las heces del<br />

hospedero definitivo. La hidatidosis es universal pero predomina<br />

en países ganaderos, Australia, Nueva Zelanda, Uruguay,<br />

Argentina, Brasil y Chile, donde 2/1 000 de los humanos se<br />

encuentran infectados por hidatidosis, y se originan 200 a 300<br />

nuevos casos anuales.<br />

Patogenia<br />

El embrión hexacanto llega al corazón por la circulación coronaria<br />

o por vía linfática. El hecho de que la mayor incidencia de<br />

quistes aparezca en el ventrículo izquierdo (VI), apoya la hipótesis<br />

que su llegada es por la circulación coronaria. El quiste es<br />

monovesicular y sólo multiloculado cuando la infección es por<br />

E. multilocularis. El quiste al crecer disgrega fibras miocárdicas,<br />

las que por isquemia se fibrosan y a lo largo forman la capa<br />

adventicia del quiste. Cuando el quiste es pediculado hacia alguna<br />

cavidad cardiaca puede actuar como una verdadera válvula<br />

que obstruye el flujo de sangre. Así puede simular tumores o<br />

miocardiopatías hipertróficas con obstrucción al tracto de salida.<br />

Puede causar muerte brusca. 34<br />

El traumatismo rítmico sobre el quiste puede provocar la<br />

rotura de éste hacia la cavidad, lo que ocurre en 28 a 38% de<br />

los casos. 34 También puede romperse hacia el pericardio. El<br />

drenaje del derrame permite efectuar el diagnóstico. En la mayoría<br />

de los casos evoluciona hacia una pericarditis constrictiva.<br />

39 La rotura a la cavidad ventricular puede provocar choque<br />

anafiláctico con muerte súbita. 34 La rotura hacia el ventrículo<br />

derecho produce un cor pulmonale agudo por obstrucción de<br />

las arteriolas pulmonares. La rotura hacia el VI puede producir<br />

embolismo periférico con gangrena de los territorios ocluidos.<br />

34<br />

Cuadro clínico<br />

Sólo 22% de los quistes miocárdicos es asintomático, 78% de<br />

los casos presenta dolores precordiales punzantes. Es frecuente<br />

que haya rash cutáneos periódicos que coinciden con siembras


566 PARTE III Parasitología topográfica<br />

periódicas que pueden acompañarse de pérdidas transitorias de<br />

conciencia. En estos casos se plantea el diagnóstico diferencial<br />

con bloqueos AV transitorios.<br />

El examen físico puede dar soplos cambiantes, frotis pericárdicos<br />

y signos de taponamiento cardiaco; puede haber latido<br />

paradójico y abombamiento apexiano en casos de quistes que<br />

salen de la parrilla costal.<br />

Diagnóstico clínico<br />

Debe sospecharse el cuadro en presencia de pacientes jóvenes<br />

que presentan una imagen sospechosa en radiología y con antecedentes<br />

de vivir en zona endémica, convivir con perros y presentar<br />

cuadros urticariales periódicos.<br />

Exámenes complementarios<br />

Radiología. Orienta el diagnóstico en 88% de los casos al demostrar<br />

imágenes redondeadas en los bordes del corazón o<br />

grandes vasos. En casos de quistes muertos la presencia de calcificaciones<br />

múltiples en el pericardio es altamente sugerente.<br />

La cineventriculografía revela imágenes redondeadas en las cavidades,<br />

lo que es de gran ayuda para el cirujano al que indica<br />

la vía y tipo de intervención. El electrocardiograma puede dar<br />

imágenes diversas según la ubicación en el miocardio. Puede<br />

haber arritmias paroxísticas, hemibloqueos anteriores cuando<br />

compromete el septum. Hallazgos indicativos más seguros son:<br />

a) ondas R pequeñas en las derivaciones precordiales que enfrentan<br />

el quiste; b) cortocircuitos en la zona vecina; c) ausencia<br />

de ondas Q en derivaciones clásicas; d) segmento ST-T isoeléctrico,<br />

y e) ondas T isquémicas en zona periquística.<br />

Laboratorio<br />

Contribuye con métodos directos, e indirectos. Entre los primeros<br />

se encuentran ganchos, escólices, membranas del quiste<br />

en material obtenido quirúrgicamente o en vómica, o al puncionar<br />

por error el quiste. Hallar la cutícula es signo patognómico<br />

de quiste, ya que no existe estructura tisular similar a ella.<br />

Métodos indirectos<br />

Hemaglutinación indirecta (HAI), aglutinación al látex (AL),<br />

inmunofluorescencia indirecta (IFI), doble difusión (DD), inmunoelectroforesis<br />

(IEF), y electrosinéresis (ES). 56 La HAI tiene<br />

alta sensibilidad y especificidad 70 y 90%, respectivamente.<br />

La sensibilidad varía con la edad del paciente, localización y<br />

origen del quiste infectado. La reacción de hemaglutinación<br />

indirecta rápida (HAIR) tiene sensibilidad y especificidad igual<br />

a la HAI, y puede usarse como tamiz en encuestas epidemiológicas.<br />

56 Se puede utilizar también la reacción de AL, cuyo resultado<br />

debe ratificarse por la IEF. La IFI es igual a la HAI, y ésta<br />

varía con la edad del paciente y la localización y estado del<br />

quiste. 98<br />

De las pruebas de inmunoprecipitación DD, ES e IEF la<br />

más útil es la IEF, pues permite detectar cinco características<br />

del género Echinococcus. En quistes de pulmón intactos la sensibilidad<br />

es de 55% y en hígado de 90%. 98<br />

Los resultados positivos de la DD y ES deben ratificarse<br />

con la IEF. Actualmente se usa ELISA. 2 En encuestas epidemiológicas<br />

se usa HAI, AL cuyos resultados deben ser ratificados<br />

por IEF. 104 En casos de hidatidosis pulmonar se usa radioinmunoensayo<br />

con muy buenos resultados.<br />

Diagnóstico diferencial<br />

Muchas veces el diagnóstico se efectúa de manera errónea mediante<br />

un acto quirúrgico debido a lo proteiforme del cuadro.<br />

Los diagnósticos diferenciales más frecuentes son los mixomas<br />

auriculares. Su diferencia debe hacerse con estudios de cineangiografía<br />

con medio de contraste.<br />

Otra etiología con la que se debe realizar diagnóstico diferencial<br />

es con la cardiopatía hipertrófica con obstrucción del<br />

tracto de salida. Aquí las pérdidas de conocimiento, dolor esternal<br />

de esfuerzo, pulso yerki o aelton hacen el diagnóstico.<br />

Otro diagnóstico diferencial son los trastornos de conducción<br />

AV con crisis de Adams-Stokes, diagnóstico a veces muy difícil,<br />

pues el quiste de ubicación septal puede provocarlos. Sin embargo,<br />

éstos son más frecuentes en personas de edad, a diferencia<br />

del quiste hidatídico.<br />

Tratamiento<br />

Figura 70-6. Quiste hidatídico en corazón.<br />

El único tratamiento efectivo es el quirúrgico. En casos de hidatidosis<br />

múltiple, la terapia sintomática de desensibilización<br />

según técnica de Calcagno, que se utilizó antes ya no se aplica<br />

por sus escasos resultados. El tratamiento debe ser siempre quirúrgico<br />

aun cuando el quiste no esté complicado por el peligro<br />

de una posible rotura. Actualmente con circulación extracorpórea<br />

no hay riesgos mayores. La inyección de solución salina hipertónica<br />

intraoperatoria provoca la muerte del quiste y evita<br />

una posible siembra al extraer el parásito. La cirugía tiene resultados<br />

85% satisfactorios, lo que justifica el riesgo operatorio.<br />

Se utiliza mebendazol y albendazol con buenos resultados.<br />

Se comenzó utilizando en casos no operables. Ahora el pronóstico<br />

del cuadro ha mejorado con todos los adelantos de la cirugía<br />

y exploración cardiaca (véase capítulo 94).


CAPÍTULO 70 Parasitosis del corazón 567<br />

Prevención<br />

Dado que el humano se infecta por ingestión de huevos que<br />

estaban en la tierra o plantas que crecen al ras del suelo o agua<br />

o por acariciar perros infectados, debe tenerse un aseo riguroso<br />

de manos antes de comer y evitar que los perros coman desperdicios<br />

de ovinos, bovinos y porcinos en zonas endémicas. Debe<br />

disminuirse la cantidad de perros vagos y tratar los perros infectados<br />

con bromhidrato de arecolina, bunamidina o praziquantel.<br />

89 La educación sanitaria debe tender a informar a la población<br />

de los peligros de esta infección.<br />

Cisticercosis<br />

Rara vez el humano puede llegar a ser hospedero definitivo e<br />

intermediario de Taenia solium. La forma larval se ubica de preferencia<br />

en la musculatura estriada, donde puede simular miositis<br />

de otras etiologías. 39 Una de las vísceras que puede comprometer<br />

es el corazón donde puede haber desde uno a<br />

centenares. 60 Se desconoce la incidencia del compromiso cardiaco.<br />

Produce una cardiopatía de tipo granulomatosa dependiente<br />

del número de cisticercos y la ubicación cardiaca. 60<br />

Epidemiología<br />

La teniasis por T. solium es frecuente en países con alto consumo<br />

de carne de cerdo (Alemania, Polonia, Suecia, Italia, Francia<br />

y México), donde se presenta de 8-12% en la población. La<br />

infección humana por Cysticercus cellulosae se mantiene por<br />

mala disposición de excreta, y crianza antihigiénica de los cerdos;<br />

la falta de inspección veterinaria de las carnes permite el<br />

desarrollo de la cisticercosis animal. Todo lo anterior traduce<br />

insuficiente cultura sanitaria, sobre todo en países subdesarrollados.<br />

39,60<br />

Patogenia<br />

La ubicación extraintestinal de la forma larval de T. solium supone<br />

la liberación de formas embrionarias de los huevos dentro del<br />

intestino y su paso a la circulación venosa portal. Lo anterior<br />

puede ocurrir por heteroinfección u homoinfección de huevos,<br />

o en casos excepcionales por movimientos antiperistálticos de<br />

vómito permite que las proglótides sean digeridas en el estómago<br />

y los huevos liberen embriones que pueden pasar a la circulación<br />

portal y corazón. 60 Las larvas llegan al miocardio desde<br />

unas pocas o varios centenares. Se produce una inflamación<br />

granulomatosa que puede presentar tres capas, una interior alrededor<br />

de la cápsula, donde predominan leucocitos; en fases de<br />

degeneración, células gigantes; una capa intermedia donde predominan<br />

fibroblastos y una capa externa con leucocitos neutrófilos,<br />

linfocitos, macrófagos y células plasmáticas. 60 Entre los<br />

quistes también hay infiltrados inflamatorios. Los casos de<br />

siembra masiva condicionan un cuadro de cardiopatía dilatada<br />

que va a la insuficiencia cardiaca. A veces los quistes pueden<br />

aparecer pediculados hacia la cavidad donde pueden producir<br />

un cuadro de obstrucción al flujo sanguíneo. A diferencia de la<br />

hidatidosis, los cisticercos rara vez se rompen, por lo que el cuadro<br />

puede pasar desapercibido. Los quistes antiguos tienden a la<br />

calcificación dando imágenes redondeadas en las radiografías.<br />

Cuadro clínico<br />

Muchas veces, la cisticercosis cardiaca no produce sintomatología.<br />

En casos de infección masiva puede aparecer con insuficiencia<br />

cardiaca por el daño de la fibra. 39,60 A veces, cuando los<br />

quistes son pediculados, pueden simular cardiopatías hipertróficas<br />

con obstrucción al tracto de salida. A diferencia de esa, no<br />

hay pulso yerki ni dolor retroesternal.<br />

Diagnóstico clínico<br />

Se debe sospechar en pacientes portadores de T. solium y molestias<br />

cardiacas vagas. El ECG ayuda con imágenes de isquemia<br />

cambiantes o signos de daño subepicárdico. La radiografía de<br />

tórax demuestra un corazón abollonado en forma múltiple o<br />

con calcificación. El complemento es la cineangiografía, que<br />

demuestra el compromiso endocavitario.<br />

Diagnóstico diferencial<br />

Se puede confundir con dos cuadros: cardiomiopatía obstructiva<br />

y mixoma cardiaco. Ambos cuadros pueden descartarse en<br />

pacientes que eliminan huevos de T. solium, es decir, presentan<br />

una teniasis y cisticercosis simultánea, lo que se presenta en alrededor<br />

de 10% de los portadores de Taenia solium.<br />

Diagnóstico de laboratorio<br />

Es de certeza cuando se obtiene material de biopsia o autopsia<br />

y se demuestran las tres capas del quiste. Las reacciones inmunológicas<br />

son de escasa especificidad y sensibilidad. 60 Las reacciones<br />

utilizadas son precipitinas (P), fijación de complemento<br />

(FC), hemaglutinación indirecta (HAI), inmunofluorescencia<br />

indirecta (IFI), doble difusión (DD), electrosinéresis (ES) e inmunoelectroforesis<br />

(IEF).<br />

Las reacciones de P, FC, HAI, muestran una baja especificidad.<br />

La HAI y la IFI tienen similar sensibilidad, pero la DD<br />

tiene una sensibilidad menor. Los sueros positivos para C. cellulosae<br />

presentan reacciones cruzadas al enfrentarlos con antígenos<br />

de T. saginata, E. granulosus y T. solium. 56<br />

La ES ha sido muy útil usando líquido, excreciones, secreciones<br />

y antígeno somático de C. cellulosae.<br />

Tratamiento<br />

El compromiso cardiaco sólo puede ser abordado mediante cirugía<br />

con circulación extracorpórea. El pronóstico no es bueno<br />

cuando se trata de quistes múltiples.<br />

Recién se ha demostrado que anticuerpos anticisticercos<br />

marcados con 131 I provocan la radiólisis de las larvas.<br />

Prevención<br />

Evitar contaminación fecal del suelo, no comer vegetales crudos<br />

regados con aguas residuales. Tratamiento temprano de pacientes<br />

parasitados por T. solium. Deben aplicarse las leyes sani-


568 PARTE III Parasitología topográfica<br />

tarias respecto a eliminación de excretas humanas. Inspección<br />

de los cerdos en mataderos y sacrificar los cerdos parasitados.<br />

Además, es indispensable la educación sanitaria de la población<br />

(véase capítulo 26).<br />

Triquinosis<br />

Parece ser la parasitosis más difundida en el mundo sin preferencias<br />

geográficas. 33,46,84,94 Es una verdadera amenaza pública.<br />

El compromiso cardiaco varía de 20 a 33% de todas las infecciones.<br />

Compromete al miocardio y a veces al pericardio. 37,75<br />

La mortalidad parece ser baja. 90,97<br />

Epidemiología<br />

Los parásitos adultos y las larvas de Trichinella spiralis se desarrollan<br />

en un mismo hospedero, pero el parásito necesita dos<br />

hospederos para completar el ciclo vital. En la naturaleza el<br />

parásito se mantiene a través de uno o varios de los siguientes<br />

ciclos: 1) cerdo a cerdo, en lugares donde este animal es alimentado<br />

con desperdicios de otros cerdos; 2) rata a rata, con o sin<br />

infección del cerdo, y 3) selvático, mantenido por animales<br />

carnívoros y omnívoros salvajes. 84 En estos medios, la infección<br />

se propaga por las ratas que son caníbales. Cerdos, jabalíes,<br />

osos, gatos, perros y otros mamíferos, se infectan secundariamente.<br />

En el Ártico se han encontrado infectados oso polar,<br />

oso pardo, zorro, lobo, tejón, glotón americano, mapache y<br />

roedores pequeños. 84 En Alaska el oso es la fuente de infección<br />

del hombre. También se han encontrado infectadas la ballena y<br />

la foca. El humano se infecta por comer carne mal cocida de<br />

cerdo, jabalí y oso. Es posible la infección congénita, se presentó<br />

un hallazgo en un niño de seis semanas. 23<br />

En países donde existe gran consumo de cerdo, que se alimenta<br />

en basurero, la infección es endémica con brotes estacionales<br />

en los meses de mayor consumo. En países donde por<br />

religión no se consume cerdo, la infección sólo se mantiene en<br />

los animales.<br />

Patogenia<br />

Las lesiones en el corazón aparecen entre el quinto día y siete<br />

semanas por migración de larvas en el corazón. 46,80 La larva llega<br />

al corazón por la circulación coronaria después de atravesar la<br />

pared intestinal. La larva pasa de manera transitoria por el miocardio<br />

46,80 y no vuelve a aparecer en él. Durante la migración, a<br />

través del corazón se produce un cuadro inflamatorio transitorio.<br />

El parásito no puede enquistarse en el corazón. Los estudios<br />

histológicos revelan focos necróticos en las fibras, con pérdida<br />

de la estriación. Hay aumento de polinucleares en el sarcoplasma.<br />

En el intestino hay infiltración eosinofílica. El paciente<br />

puede morir por insuficiencia cardiaca o arritmias graves. 17,90<br />

Cuadro clínico<br />

No se originan signos o síntomas específicos. Puede haber dolor<br />

precordial punzante, en especial cuando hay pericarditis. A<br />

veces se presentan palpitaciones de distinto tipo. Puede haber<br />

signos de insuficiencia cardiaca, con tercer y cuarto ruidos y<br />

galope. Por lo general el cuadro cardiaco es leve y pasa desapercibido<br />

comparado con el cuadro muscular y general.<br />

Exámenes complementarios<br />

Hemograma con leucocitosis y eosinofilia muy alta se observan<br />

en 85% de los casos, y 25 a 30% de estos pacientes presentan<br />

eosinófilos inmaduros en la sangre periférica. 46,75 El electrocardiograma<br />

aparece alterado en mayor número de casos que los<br />

que presentan síntomas clínicos, lo que demuestra compromiso<br />

subclínico. Puede haber arritmias y bloqueos AV de distinto<br />

tipo, pero lo más característico son las imágenes de isquemia<br />

que desaparecen. Si persisten en la fase crónica indican fibrosis<br />

y secuelas fibróticas. 88 Otro examen importante es la telerradiografía<br />

de tórax, que demuestra aumento del volumen cardiaco,<br />

es de índice pronóstico y sirve para controlar los efectos<br />

de la terapia.<br />

Diagnóstico de laboratorio<br />

Rara vez se efectúan biopsias musculares, en ocasiones se pueden<br />

observar larvas en sangre, líquido cefalorraquídeo o leche<br />

en el periodo migratorio. 46 Los métodos indirectos incluyen:<br />

intradermorreacción (ID) de Bachman, prueba de precipitación<br />

(P), reacción de inmunofluorescencia indirecta (IFI), reacción<br />

de floculación con bentonita (FB), hemaglutinación indirecta<br />

(HAI) y electrosinéresis (ES). 56<br />

La ID oportuna y la P (R de Bachman y prueba de precipitación)<br />

detectan anticuerpos entre los 10 y 40 días de la infección,<br />

son útiles en infecciones recientes. También es de ayuda<br />

la FB, que es más específica que la ID y P. Se mantiene<br />

positiva largo tiempo. La HAI es más sensible y específica que<br />

la IFI y P. 56<br />

La ES es muy sensible pero inferior a la FB. Además, se<br />

puede determinar el nivel de IgE globulinas específicas con antígeno<br />

radiactivo de T. spiralis. Finalmente, existe una prueba<br />

de microprecipitación que utiliza larvas vivas, la cual si bien es<br />

específica no se utiliza por lo complicado de la técnica. 66 En los<br />

últimos años se ha demostrado que el suero de pacientes con<br />

triquinosis reacciona con antígenos miocárdicos y de músculos<br />

esqueléticos. 83<br />

Diagnóstico diferencial<br />

El cuadro de dolor muscular, fiebre, fotofobia, dolor ocular y<br />

eosinofilia, unido al antecedente de ingestión de carne de cerdo<br />

hacen inconfundible el cuadro. Siempre deben buscarse otros<br />

pacientes que también comieron de la misma carne.<br />

Tratamiento<br />

No existe tratamiento específico de la triquinosis. Se han empleado<br />

tiabendazol y mebendazol en infecciones recientes con<br />

buenos resultados. El tiabendazol puede provocar reacciones<br />

violentas por muertes de las larvas. Se ha empleado en dosis de<br />

50 mg/kg de peso y el mebendazol en dosis de 15 a 60 mg/kg<br />

de peso. A la dosis mayor se eliminan los gusanos intestinales y


CAPÍTULO 70 Parasitosis del corazón 569<br />

musculares, si el fármaco se emplea entre los días 9 y 18. 30,33<br />

En la fase aguda, en casos graves deben emplearse corticoides.<br />

Prednisona 0.5 mg/kg bajando la dosis a los ocho días hasta<br />

completar 21 días. 63 En el periodo prodrómico puede emplearse<br />

sulfato de soda (purgante) para eliminar los gusanos del intestino<br />

(véase capítulo 94).<br />

Prevención<br />

La crianza higiénica de cerdos, con control veterinario con triquinoscopia<br />

y digestión artificial de las muestras, así como evitar<br />

la matanza clandestina de cerdos, son algunas medidas profilácticas<br />

útiles.<br />

La carne de cerdo infectada se puede hacer apta para el<br />

consumo congelándola a 15°C por 20 días, a 60°C por 6<br />

días, o congelamiento rápido por 2 h a 37°C. Se ha empleado<br />

cobalto radiactivo para matar las larvas, pero el procedimiento<br />

es de un costo alto.<br />

Experiencia clínica<br />

Se refiere sólo a cuatro casos: dos detectados en un brote de<br />

triquinosis y otros dos como casos individuales. Los dos primeros<br />

correspondieron a un brote de triquinosis en Coyhaique,<br />

Chile, en donde se manejaron cerdos en forma clandestina,<br />

4 de 26 personas que consumieron cerdo enfermaron. Se tomó<br />

ECG y radiografías de tórax a las cuatro personas sintomáticas,<br />

y se efectuó reacción de floculación con bentonita a las 26. Un<br />

caso fue positivo y el otro sospechoso. Una de las pacientes<br />

detectadas en el brote debió ser trasladada a Santiago por la<br />

gravedad del cuadro. Se trataba de una niña de 14 años que fue<br />

tratada como fiebre tifoidea sin resultados. La presencia de eosinofilia<br />

alta, y el antecedente de ingestión de carne de cerdo,<br />

permitió la identificación del cuadro. Los cuatro casos presentaron<br />

alteraciones del trazado electrocardiográfico con signos<br />

de isquemia. En el caso índice hubo imagen de daño subepicárdico.<br />

El estudio radiológico reveló aumento de volumen en los<br />

cuatro pacientes con regresión después del tratamiento. Todos<br />

fueron tratados con prednisona y se recuperaron totalmente.<br />

Larva migratoria visceral<br />

Es un síndrome que puede ser producido por distintos nematodos<br />

cuyas larvas pueden migrar a distintos órganos, el corazón<br />

es uno de ellos. Puede ser originada por Toxocara canis,<br />

Toxocara cati, Toxascaris leonina, Ancylostoma duodenale, Necator<br />

americanus, Strongyloides stercoralis y Ascaris lumbricoides. 18<br />

Se han descrito formas adultas de A. lumbricoides en ventrículo<br />

derecho y arteria pulmonar. Se puede producir una pericarditis<br />

por abscesos hepáticos rotos a pericardio. No se ha descrito repercusión<br />

miocárdica por parásitos adultos. 35<br />

Epidemiología<br />

La causa más común es la infección del hombre por huevos de<br />

áscaris del perro o gato (T. canis o T. cati), y menos frecuente<br />

por uncinarias, estrongiloides y Ascaris lumbricoides. Perros y<br />

gatos infectados contaminan el suelo con huevos que al embrionar<br />

se hacen infectantes. Los niños al jugar con tierra adquieren<br />

la infección. 18<br />

Patogenia<br />

Las larvas después de pasar la barrera pulmonar llegan al miocardio<br />

por la circulación coronaria y producen un cuadro de<br />

miocarditis granulomatosa con necrosis fecal e inflamación intensa<br />

con fagocitos y eosinófilos que dan el carácter al infiltrado.<br />

18,31,35<br />

Cuadro clínico<br />

Debe sospecharse el diagnóstico en niños que presentan fiebre,<br />

hepatosplenomegalia, encefalitis, cardiomegalia, arritmias relacionadas<br />

con hipergammaglobulinemia y eosinofilia. Se debe<br />

realizar diagnóstico diferencial con la carditis reumática. El título<br />

de antiestreptolisinas es bajo. El ECG y la telerradiografía<br />

son exámenes decisivos y aclaradores.<br />

Diagnóstico de laboratorio<br />

Se basa en métodos indirectos, reacciones inmunológicas. Su<br />

negatividad descarta el cuadro. Se han utilizado las reacciones<br />

de floculación con bentonita (FB) y hemaglutinación indirecta<br />

(HAI). Esta última es más específica si se usa antígeno de larvas<br />

de Toxocara. Otra prueba útil es la inmovilización de larvas,<br />

pero tiene menor rendimiento que las anteriores. 66 En la actualidad<br />

se utiliza una prueba de ELISA con antígenos de larvas de<br />

especies de Toxocara. Tiene alta sensibilidad pero tiene reacciones<br />

cruzadas con Fasciola hepatica. 56<br />

Tratamiento<br />

Tiabendazol en dosis de 25 mg/kg/dos veces al día por tres días.<br />

Dosis total de 100 mg/kg. La terapia se puede repetir a los 10<br />

días. El tratamiento debe ser vigilado por médicos debido a los<br />

efectos secundarios que se pueden presentar: vómito, vértigos,<br />

anorexia. El albendazol a dosis única diaria de 400 mg en adultos<br />

y 200 mg en niños, durante 5-7 días es también un fármaco<br />

eficaz. Se puede asociar a la terapia corticosteroides en dosis de<br />

1 mg/kg de peso (prednisona o equivalente) (véanse capítulos<br />

58 y 94).<br />

Prevención<br />

Lavado de manos después de jugar con perros o gatos o luego<br />

de contacto con tierra. Lavado de frutas o verduras que crecen<br />

al ras del suelo, ingerirlas peladas o cocidas. Tratamiento y control<br />

de perros y gatos domésticos con antihelmínticos.<br />

Uncinariasis<br />

Como se señala en el capítulo 33, Uncinariasis, la forma larval<br />

de Ancylostoma duodenale, puede migrar y producir cuadros de<br />

miocarditis granulomatosa que puede llegar a la insuficiencia<br />

cardiaca congestiva. La infección se favorece cuando se utilizan


570 PARTE III Parasitología topográfica<br />

aguas que sirven para el riego de plantas y por el contacto de<br />

larvas con la piel del hombre. El compromiso cardiaco se produce<br />

por la migración de larvas al miocardio, por toxinas del parásito<br />

y por la intensa anemia que origina la infección general.<br />

El cuadro clínico se caracteriza por insuficiencia cardiaca de<br />

alto gasto, anemia y enflaquecimiento. En ocasiones se produce<br />

sobrecarga de ventrículo derecho por embolismo pulmonar. La<br />

sintomatología regresa al tratar la anemia y la parasitosis.<br />

Diagnóstico<br />

El ECG es importante para demostrar el compromiso cardiaco.<br />

Se debe buscar inversión de la onda T y signo del columpio<br />

(descenso de PR y ST) por gasto alto. La radiología demuestra<br />

cardiomegalia. Se debe efectuar diagnóstico diferencial con hipertiroidismo.<br />

Diagnóstico parasitológico<br />

Se realiza mediante la recuperación de huevos de A. duodenale<br />

o N. americanus en las deposiciones. Las pruebas serológicas<br />

tienen bajo rendimiento: fijación de complemento (FC), hemaglutinación<br />

indirecta (HAI), inmunofluorescencia indirecta<br />

(IFI), test de precipitinas (P), reacción de doble difusión (DD),<br />

la más útil es la IFI, que se mantiene positiva por años.<br />

Tratamiento<br />

Para la anemia se indica dieta hiperproteica, hierro y a veces<br />

transfusiones. La parasitosis se trata con pirantel a dosis única<br />

de 10 mg/kg (dosis máxima 1 g), mebendazol a dosis de 200<br />

mg/día por tres días o albendazol, 400 mg/día en dosis única.<br />

Con estos medicamentos se obtienen curas de 96% (véase capítulo<br />

94).<br />

Estrongiloidiasis<br />

Strongyloides stercoralis es otro de los nematodos que pueden<br />

producir el síndrome de larva migratoria visceral, y al igual que<br />

los anteriores, el daño cardiaco puede deberse a la migración de<br />

larvas del parásito o bien al cuadro de malabsorción y anemia<br />

que origina la infección. La autoinfección se facilita en inmunosuprimidos.<br />

82,92 En el corazón se produce una miocarditis<br />

granulomatosa por las larvas o una miocarditis dilatada por la<br />

anemia, desnutrición y malabsorción. 82<br />

El cuadro clínico puede corresponder al de una insuficiencia<br />

cardiaca de gasto bajo cuando se debe al proceso inflamatorio<br />

larval miocárdico; en cambio, se origina una insuficiencia de<br />

débito alto si la insuficiencia se debe a la avitaminosis provocada<br />

por la diarrea. El ECG y la radiología son indispensables<br />

para hacer la diferencia. En el cuadro granulomatoso aparecen<br />

ondas T isquémicas e imágenes de necrosis. En cambio, en la<br />

avitaminosa sólo se observan alteraciones inespecíficas de ST-T.<br />

Diagnóstico<br />

Recuperación de larvas rabditoides o filariformes en deposiciones,<br />

en expectoración, líquido pleural o pericárdico.<br />

Las reacciones inmunobiológicas de hemaglutinación y de<br />

inmunofluorescencia indirecta tienen una utilidad relativa. 56<br />

Tratamiento<br />

Tiabendazol en dosis de 25 mg/kg/por tres días con dosis máxima<br />

de 3 g/día. La dosis se puede repetir a los 15 a 21 días. El<br />

fármaco puede provocar náuseas, vómito, y diarrea, los cuales<br />

ceden al suspender el tratamiento. El albendazol a dosis única<br />

de 400 mg tiene un rendimiento que fluctúa entre 38-95%. La<br />

ivermectina en dosis única de 0.2 mg/kg es eficaz en infecciones<br />

crónicas o hiperinfecciones (véase capítulo 94).<br />

Filariasis cardiaca<br />

La filariasis es una parasitosis difundida en áreas tropicales del<br />

planeta entre los 41° norte hasta 28° sur, en países donde las<br />

condiciones higiénicas y la posibilidad de criaderos de mosquitos<br />

existen. Como parásitos del humano se han descrito las siguientes<br />

filarias: Wuchereria bancrofti, Brugia malayi, Onchocerca<br />

volvulus, Mansonella perstans, Mansonella streptocerca,<br />

Mansonella ozzardi, Loa loa, Dirofilaria immitis y Dracunculus<br />

medinensis. El compromiso cardiaco es raro, pero se ha descrito<br />

en D. immitis, M. perstans y D. medinensis. Los parásitos se han<br />

encontrado en las cavidades cardiacas y pericardio donde forman<br />

verdaderos abscesos. W. bancrofti se ha encontrado en linfáticos<br />

del pericardio. 39 El humano se infecta por picadura de<br />

mosquitos del género Aedes, Culex, Anopheles y Mansoni.<br />

Patogenia<br />

Las microfilarias llegan al corazón en trayecto nocturno por la<br />

circulación coronaria. En el miocardio se produce inflamación<br />

intensa con focos de necrosis al morir las larvas; estas lesiones<br />

curan por fibrosis. En Nigeria la infección por filarias del tipo<br />

Loa loa coincide con fibrosis endomiocárdica. 25 La incidencia<br />

de ambos cuadros es de 90%. Esto no se observa en otras áreas<br />

donde hay infección por W. bancrofti o B. malayi.<br />

Diagnóstico de laboratorio<br />

El ECG permite evidenciar el daño miocárdico. Se observan<br />

ondas de tipo isquémico. La observación de microfilarias en<br />

sangre al fresco, frotis, gota gruesa, etc., confirma el diagnóstico.<br />

Los exámenes serológicos más utilizados son: inmunofluorescencia<br />

indirecta (IFI), doble difusión (DD), así como inmunoelectroforesis<br />

(IEF). La IFI tiene sensibilidad de 90%. 1<br />

Últimamente se le ha utilizado en el diagnóstico de W. bancrofti<br />

en casos de ausencia de parásitos en la sangre. La inhibición<br />

de migración de macrófagos (MIF) suele ser positiva en casos<br />

cuando las otras reacciones son negativas.<br />

Tratamiento<br />

Se ha empleado dietilcarbamacina para W. bancrofti en dosis de<br />

0.5-2 mg/kg tres veces al día por 2 a 3 semanas, repitiendo cada<br />

2 o 3 meses. 68 Se han empleado corticoides por 15 días para


CAPÍTULO 70 Parasitosis del corazón 571<br />

tratar las erupciones ampulares de la piel. Algunos asocian la<br />

dietilcarbamicina a levamisol, con lo que se disminuyen los<br />

efectos secundarios.<br />

El suramin es mas rápido, pero debe usarse por vía endovenosa,<br />

por lo que no se emplea en las zonas de alta endemia.<br />

La ivermectina en dosis de 0.1-0.4 mg/kg en dosis única<br />

más albendazol 400 mg en dosis única ha dado excelentes resultados<br />

(véase capítulo 94).<br />

La elefantiasis por compromiso linfático se beneficia con<br />

vendaje compresivo y/o cirugía de los tejidos linfáticos.<br />

Prevención<br />

Un programa completo debe incluir tratamiento de toda la población<br />

con dietilcarbamacina y eliminación de mosquitos. En<br />

Brasil se agregó el fármaco al 9.4% a la sal y se trató a 1 000<br />

adultos durante 40 días. Después se bajó al 1% y se dio durante<br />

un año. 53 En Corea se trató durante cuatro años y se bajó la<br />

infección por B. malayi de 20.7 a 2.7%. 68<br />

Trichuriasis<br />

Al parecer, la infección por Trichuris trichiura no presenta compromiso<br />

del corazón en forma directa, pues no se ha demostrado<br />

la presencia del parásito en la fibra cardiaca, salvo la mención<br />

de Musgrave que habría encontrado parásitos en las<br />

arterias coronarias de adultos en la autopsia de un paciente. 61<br />

En forma secundaria, y debido a la intensa anemia que puede<br />

producir la parasitosis, junto a la desnutrición concomitante, se<br />

puede originar una cardiomiopatía de tipo congestivo. 61<br />

Epidemiología<br />

El huevo del parásito se desarrolla bien y embriona sólo en suelo<br />

húmedo, caliente y poroso.<br />

La infección es más frecuente en niños que juegan con<br />

tierra húmeda. La geofagia es más frecuente en niños desnutridos<br />

que comen tierra.<br />

Diagnóstico de laboratorio<br />

Se efectúa por la demostración de huevos en las deposiciones o<br />

recuperación del parásito adulto en la rectosigmoidoscopia.<br />

Tratamiento y prevención<br />

Se emplea mebendazol en dosis de 200 mg/día por tres días en<br />

niños y adultos, ya que el fármaco no se absorbe. La prevención<br />

comprende el lavado de manos, educación sanitaria y adecuada<br />

eliminación de las deposiciones humanas (véase capítulo 94).<br />

En los cuadros 70-6 y 70-7 se describe la patología cardiaca<br />

originada por platelmintos y nematodos. El cuadro 70-8<br />

muestra la patología cardiaca producida por nematelmintos.<br />

Referencias<br />

1. Ambroise TP, Kien TT. Application of the indirect<br />

fluorescent antibody test on sections of adult filariae to<br />

the diagnosis, epidemiology and post therapeutic surveillance<br />

of human filariasis. Ann Trop Med Parasitol;68:<br />

435-452. 1974.<br />

2. Ambroise TP, Des Georges F, Monget D. Diagnostic<br />

inmuno-enzymologique (ELISA) des maladies parasitaires<br />

par une micromethode modifie. Resultats pour la<br />

toxoplasmose, l´amibas, l’hydatidose et l’aspergillose. Bull<br />

Org Mond Sante;56:797-804. 1978.<br />

3. Anselmi A, Pifano F, Suarez A et al. Experimental Schizotrypanum<br />

cruzi myocarditis. Correlation between histopathologic<br />

and electrocardiographic findings in experimental<br />

Chagas’ heart disease. Am Heart J;70:638-656. 1965.<br />

4. Anselmi A, Moleiro P, Suarez R et al. Ventricular<br />

aneurisms in acute experimental Chagas’ myocardiopathy.<br />

Chest;59:654-658.1971.<br />

5. Anselmi A, Moleiro F. La enfermedad de Chagas y la<br />

miocardiopatía chagásica. Arch Inst Cardiol Mex;42:622-<br />

628. 1972.<br />

6. Antinori S, Cascio A, Parravicini C et al. Leishmaniasis<br />

among organ transplant recipients. Lancet Infect Dis;8:<br />

191-199. 2008.<br />

7. Apt W, Thierman E, Niedman G et al. Toxoplasmosis<br />

Monografías Biológicas. U. De Chile,62-77 pp. 1973.<br />

8. Apt W. Tratamiento de la toxoplasmosis. Rev Med Chile;106:622-625.<br />

1978.<br />

9. Apt W. Amebiasis. Mesa redonda. Tratamiento. Rev Med<br />

Chile;106:323-328. 1978.<br />

10. Apt W, Arribada A, Meza M et al. Evaluación de<br />

la reacción de aglutinación directa en el diagnóstico de la<br />

enfermedad de Chagas. Rev Med Chile;106:16-18. 1978.<br />

11. Arrau S. Prevalencia de la enfermedad de Chagas en caprinos<br />

del Norte de Chile. Escuela de Medicina Veterinaria.<br />

Universidad de Chile. Tesis Doctoral, 1980.<br />

12. Arribada A, Escobar E. Cardiomiopathies produced by<br />

Toxoplasma gondii. Am Heart J;76:329-339. 1968.<br />

13. Arribada A, Thierman E. Contribution to diagnostic<br />

problem of cardiomiopathies produced by Toxoplasma<br />

gondii. Recent advances in studies on cardiac Structure<br />

and metabolism. Vol. 2 Cardiomyopathies. Bajusz-Rona<br />

University Park Press;2:655-668. 1973.<br />

14. Arribada A, Romero T, Thierman E, Rodriguez H,<br />

Soto G. Toxoplasmosis experimental en corazón de ratón.<br />

Aspectos histopatológicos. Rev Med Chile;102:269-<br />

276. 1974.


572 PARTE III Parasitología topográfica<br />

15. Athanazio P, Hoff R, Andrade Z. Evi antibodies in individuals<br />

of the State of Bahia. Ann. Congr. Internat. on<br />

Chagas’ Dis. 22-28 July. Inst Oswaldo Cruz, Rio de Janeiro.<br />

200 pp. 1979.<br />

16. Atías A. Parasitología Médica. Ed. Mediterráneo, Santiago,<br />

Chile, 1998:359-370.<br />

17. Avlavidov T. A case of lethal trichinellosis with Trichinella<br />

spiralis larvae in the myocardium. Wiad. Parazitol15:47-48.<br />

1969.<br />

18. Beaver P. The nature of visceral larva migrans. J Parasitol;55:3-12.<br />

1969.<br />

19. Benaim G, Sanders J, Garcia-MY et al. Amiodarone<br />

has intrinsic anti-Trypanosoma cruzi activity and acts synergistically<br />

with posaconazole. J Med Chim, 2006;49:<br />

892-899.<br />

20. Bertrand E, Baudin L, Vacher E et al. Las signes cardiovasculares<br />

dans la trypanosomiase africane a Trypanosoma<br />

gambiense. Med Trop;27:381-385. 1967.<br />

21. Bertrand E, Barabe P. Les cardiopathies des bilharzioses.<br />

Incidence réelle à Abidjan. Presse Méd;78:2426-2428.<br />

1970.<br />

22. Blackett K. Amoebic pericarditis. Int J Cardiol; 21:183-<br />

187. 1988.<br />

23. Bourns T. The discovery of trichina cysts in the diaphragm<br />

of a six week old child. J Parasitol;38:367-369.<br />

1952.<br />

24. Bray R, Lainson R. Studies on the immunology and serology<br />

of leishmaniasis. V. The use of particles as vehicles<br />

in passive agglutination tests. Trans R Soc Trop Med<br />

Hyg;61:490-505. 1967.<br />

25. Brockington I, Olsen E, Geoduvin J. Endomyocardial<br />

fibrosis in European Residents in Tropical Africa. Lancet;1:583-588.<br />

1967.<br />

26. Carter R. Primary amoebic meningoencephalitis. An<br />

apraisal of present kwowledge. Trans R Soc Trop Med Hyg;<br />

66:193-213. 1972.<br />

27. Croft A, Kitson M, Jackson C. Minton E, Friend<br />

H. African trypanosomiasis in a British Soldier. 172:765-<br />

769. Mil Med. 2007.<br />

28. Da Rocha B, Tanowitz H, Marciano F. Diagnosis of<br />

infections caused by pathogenic freeliving amoeba. Interdiscip<br />

Perspect Infect Dis, vol. 2009, Article ID 251406,<br />

pág. 14.<br />

29. Davey D. Human and animal trypanosomiasis in Africa.<br />

Am J Trop Med Hyg;7:546-553. 1958.<br />

30. Davis A. Drug Treatment of intestinal helminthiasis.<br />

WHO;59-64. 1973.<br />

31. De Cock C, Lemaitre J, Deuvaert F. Löeffler endomyocarditis:<br />

a clinical presentation as right ventricular tumor.<br />

J Heart Valve Dis;7:668-671. 1998.<br />

32. De Faria J. Cor pulmonale in manson´s schistosomiasis.<br />

Frequency in necropsy material; pulmonary vascular<br />

changes caused by schistosoma ova. Am J Path;30:167-<br />

193. 1954.<br />

33. Despommier D. Trichinellosis. Chapter 41 in World<br />

Class Parasites: Volumen 6. North American Parasitic<br />

Zoonoses. Edit Dennis Richardson, Peter Krause. Ed<br />

Kluwer Academic Publishers, 2003.<br />

34. Di Bello R, Menendez H. Intracardiac rupture of hidatid<br />

cysts of the heart. A study based on three personal<br />

observations and 101 cases in the world literature. Circulation;27:366-374.<br />

1963.<br />

35. Faust E, Russel P, Jung C. Parasitología Clínica de Craig<br />

y Faust. México: Salvat Editores S.A.:206-212. 1974.<br />

36. Fontes V, Sousa J, Kormann D et al. Cineangiocardiographic<br />

evaluation of chronic Chagas’ heart disease. Arq<br />

Bras Cardiol;25:375-381. 1972.<br />

37. Franco PC, Rouphael N, Méndez J et al. Cardiac manifestation<br />

of Parasitic Infection. Part. 1: Overview and<br />

Immunopathogenesis. Clin Cardiol;30:195-199. 2007.<br />

38. Franco PC, Rouphael N, Méndez J et al. Cardiac manifestation<br />

of Parasitic Infection. Part. 2: Parasitic Myocardial<br />

Disease. Clin Cardiol;30:218-222. 2007.<br />

39. Franco PC, Rouphael N, Méndez J et al. Cardiac manifestation<br />

of Parasitic Infection. Part. 3: Pericardial and<br />

Miscellaneous Cardiopulmonary Manifestations. Clin<br />

Cardiol;30:277-280. 2007.<br />

40. Frenkel J. Pathogenesis of toxoplasmosis with a consideration<br />

of cysts rupture in Besnoitia infection. Surv Ophtalmol;6:799-825.<br />

1961.<br />

41. Frenkel J. Breaquing the trasmission chain of toxoplasma.<br />

A program for the prevention of human toxoplasmosis.<br />

Bull NY Acad Med;50:228-235. 1974.<br />

42. Gleason N, Healy G. Modification and evaluation of<br />

Kohn’s one-step staining technic for intestinal protozoa in<br />

feces or tissue. Tech Bull Regist Med Technol;35:64-66.<br />

1965.<br />

43. Gomersall L, Currie J, Jeffrey R. Amoebiasis: a rare<br />

cause of cardiac tamponade. Br Heart J;71:368-369. 1994.<br />

44. Gonzalez S, Kagan I. Agar gel and immunoelectrophoresis<br />

analysis of several strains of Trypanosoma cruzi. Exp<br />

Parasitol;25:50-57. 1969.<br />

45. Goodwin L. The pathology of African trypanosomiasis.<br />

Trans R Soc Trop Med Hyg;64:797-817. 1970.<br />

46. Gould S. Pathology of Trichinosis. Am Clin Path;13:627-<br />

643. 1943.<br />

47. Handjani A, Farpour A, Mechanie K et al. Cardiovascular<br />

Echinococcosis. Am J Surg;117:666-670. 1969.<br />

48. Hanson W, Chapman J, Kinnomon K et al. Evaluation<br />

of the antileishmania activity of selected compounds<br />

against Leishmania donovani in the golden hamster. Abstr<br />

Fourth Int Congr. Parasitol 19-26 August. Warzaw Poland.<br />

Section O;88-89. 1978.<br />

49. Henry L, Beverly J. Experimental toxoplasmic myocarditis<br />

and myositis in mice. Br J Exp Pathol;50:230-238.<br />

1969.<br />

50. Hernández P, Morales R, Torrealba J et al. La parasistolia<br />

ventricular como causa de arritmia en la cardiopatía


CAPÍTULO 70 Parasitosis del corazón 573<br />

chagásica. Análisis del acoplamiento de los complejos ectópicos.<br />

Arq Brasil. Cardiol;21:181-188. 1968.<br />

51. Heyat J, Molchtari H, Hajlilos Y et al. Surgical<br />

treatment of Echinococcal cyst of the heart. Report of a<br />

case and review of the world literature. J Thoracic Cardiovasc<br />

Surg;61:755-764. 1971.<br />

52. Hoare C. The epidemiological role of animal reservoirs<br />

in human leishmaniasis and trypanosomiasis. Vet Rev Annot;1:62-68.<br />

1955.<br />

53. Howkins F, Márquez R. Control of bancroftian filariasis<br />

by cooking salt medicated with dietyl carbamazine.<br />

Bull WHO;37:405-414. 1967.<br />

54. Idiopatic cardiomegaly. Bull WHO;38:979-992. 1968.<br />

55. Jadin T. Amibas “Limax” recteurs possibles des Mycobateries<br />

et de Micobactrium leprae. Acta Leprol;59/60:57-67.<br />

1975.<br />

56. Kagan I. Advances in the immunodiagnosis of parasitic<br />

infection. Z Parasitenk;45:163-195. 1974.<br />

57. Kamo E, Ishisaki T. The threshold value of skin test<br />

and rectal biopsy in chronic schistosomiasis japonica.<br />

Abstr 4 th Inter Cong Parasitol 19-26 August. Section<br />

C:117. 1978.<br />

58. Kean B, Breslau R. Parasites of the human. Heart Chapter<br />

Malaria. Grune and Stratton N York:46-58. 1964.<br />

59. Kean B, Breslau R. Parasites of the human Heart Chapter<br />

Cardiac Heterophydiasis Grune and Stratton N.<br />

York:95-103. 1964.<br />

60. Kean B, Breslau R. Parasites of the human Heart Chapter<br />

Cardiac cysticercosis. Grune and Stratton N. York:107-<br />

116. 1964.<br />

61. Kean B, Breslau R. Parasites of the human. Heart<br />

Chapter Trichuriasis and the heart. Grune and Stratton<br />

N. York:159. 1964.<br />

62. Khan S, Ameen R. Amoebic liver abscesses complicated<br />

by inferior vena cava and right atrium thrombus. Trop<br />

Doct;39:177-180. 2009.<br />

63. Klein J. Results of the dispensary observation in the corticosteroid<br />

and tiabendazole therapy of trichinellosis.<br />

Abstr 4 th Int. Cong. Parasitol 19-26 August Warzaw Poland<br />

Section D:36-37. 1978.<br />

64. Köberle F. Patología y anatomía patológica de la enfermedad<br />

de Chagas. Bol. Ofic Sanit Panamer;51:404-428.<br />

1961.<br />

65. Kübler W, Kuhn H, Loogen F. Clasificación clínica de<br />

las cardiomiopatías. Med. Alemana;14:908-909. 1973.<br />

66. Lamina J. La prueba de microprecipitación con larvas<br />

vivas en infecciones por Larva migrans visceral y por Trichinella<br />

spiralis. Rev Med Chile;107:236-239. 1979.<br />

67. Lapa M, Dias B, Jardim C et al. Cardiopulmonary manifestations<br />

of hepatosplenic schistosomiasis. Circulation;119:1518-1523.<br />

2009.<br />

68. Lee B, Lee S, Cho S et al. Studies on the mass treatment<br />

of Malayan filariasis with dietylcarbamazine en Cheju Island.<br />

Korea Proc 3 rd Intern. Congr. Munich;2:649. 1974.<br />

69. Luquetti A, Szarfman A, Rezende J et al. EVI and PN<br />

antibodies in chagasic patients from the State of Goias<br />

Brazil. Abstr Int Cong Doença de Chagas. 22-25 Julio. R.<br />

de Janeiro, 1979.<br />

70. Markowitz S, Martinez A, Shiel F. Primary amoebic<br />

meningoencephalitis. Associated myocardial lesions. Abst<br />

3 rd Inter Congr Parasitol. Munich;178-179. 1974.<br />

71. Melency H. The histopatology of kala-azar in the hamster<br />

monkey and man. Am J Pathol;1:147-168. 1925.<br />

72. Mondragón SR, Cortes ET, Sánchez CR et al. Rupture<br />

of an amebic liver abscess into the pericardium. Presentation<br />

of a case and review of current management. Hepatogastroenterol;41:585-588.<br />

1994.<br />

73. Morris W, Knauer C. Cardiopulmonary manifestations<br />

of schistosomiasis. Semin Respir Infect;12:159-170. 1997.<br />

74. Naime A, Bello A, Jaen B. Permanent cardiac pacing<br />

experience with arrhythmias caused by Chagas’ disease<br />

and other cardiopathies. J Cardiol;13:560-567. 1972.<br />

75. Neghme A, Roman J, Faiguenbaum J et al. Brote epidémico<br />

de trichinosis en la Escuela Militar de Chile. Bol<br />

of Sanit Panamer;26:921-935. 1947.<br />

76. Niedman G, Thierman E, Neghme A. Toxoplasmosis<br />

en Chile. Estado actual de los estudios clínicos y epidemiológicos.<br />

Bol Chile Parasit;18:86-92. 1963.<br />

77. Niedman G, Thiermann E, Pichard R. Nuevo caso de<br />

miocardiopatía por Toxoplasma gondii con demostración<br />

parasitológica mediante inoculación experimental. Bol<br />

Chile Parasit:19-37. 1964.<br />

78. Oliveira A, Brustoloni Y, Fernandes T et al. Severe<br />

adverse reactions to meglumine antimoniate in the<br />

treatment of visceral leishmaniasis: a report of 13 cases in<br />

the southwestern region of Brazil. Trop Doct;39:180-182.<br />

2009.<br />

79. Organización Panamericana de la Salud. Consulta<br />

Técnica Regional OPS/MSF sobre Organización y Estructura<br />

de la Atención Médica del Enfermo e Infectado<br />

por Trypanosoma cruzi enfermedad de Chagas OPS/MSF,<br />

Montevideo, Uruguay. 13-14 Octubre 2005.<br />

80. Ozeretskovskaia N. On the pathogenesis of organic<br />

and systemic lesions in trichinellosis IV. On the pathogenesis<br />

of trichinellosis myocarditis. Med Parasit;38:521-<br />

528. 1969.<br />

81. Piekarski G, Saathoff M, Nouri NM. Untersuchungen<br />

zum. Nachweis von Leishmania-Antikörpern bei Kala-azar-Patienten<br />

and experimentall mit L. donovani infizierten<br />

Tieren. Z Trop Med Parasitol;24:161-173. 1973.<br />

82. Purtilo D, Mejero W, Connor D. Fatal strongyloidiasis<br />

in immunosupressed patients. Am J Med;56:488-493.<br />

1974.<br />

83. Pratesi F, Bongiorni F, Kociecka W et al. Heart- and<br />

skeletal muscle-specific antigens recognized by trichinellosis<br />

patient sera. Parasite Immunol;28:447-451. 2006.<br />

84. Raush R. Animal borne disease. Pub Health Rep;68:533-<br />

534. 1953.


574 PARTE III Parasitología topográfica<br />

85. Remington J. Toxoplasmosis. Recent development. Ann<br />

Rev Med;21:201-218. 1970.<br />

86. Ríos A. Enfermedad de Chagas en animales sinantrópicos<br />

del Norte de Chile. Escuela de Medicina Veterinaria.<br />

Universidad de Chile. Tesis de Magister, 1980.<br />

87. Salomone O. Periodic parasitemias in the development<br />

of Chagas’ cardiomyopathy. World Congress of Cardiology<br />

Buenos Aires, Argentina, pág. 152. 2008.<br />

88. Salonz S. An electrocardiographic study of 114 consecutive<br />

cases of trichinosis. Am Heart J;34:230-240. 1947.<br />

89. Schantz P. Guía para el empleo del bromhidrato de arecolina<br />

en el diagnóstico de la infección por el Echinococcus<br />

granulosus en el perro. Bol Chile Parasit;28:81-90. 1973.<br />

90. Schuermann R. Schultz H. Myocardial trichinosis.<br />

Arch Fund Roux Ocefa:2:316. 1968.<br />

91. Shee Ch. Stokes Adams attacks due to toxoplasma myocarditis.<br />

Br Heart J;26:151-154. 1964.<br />

92. Singh S. Human strongyloidiasis in AIDS era: its zoonotic<br />

importance. J Assoc Physicians India, 2002;50:415-<br />

422.<br />

93. Souza R, Fernandes C, Jardim C. Other causes of<br />

PAH (schistosomiasis, porto-pulmonary hypertension<br />

and hemolysis-associated pulmonary hypertension). Semin<br />

Respir Crit Care Med;30:448-457. 2009.<br />

94. Stoll N. This wormy world. J Parasitol;33:1-18. 1947.<br />

95. Takedo R, Takoaka F, Mello S et al. Marcapasso en<br />

pacientes chagásicos. Abst Cong. Int. Doença Chagas.<br />

22-28 Jul:154. 1978.<br />

96. Teran J, Jogiste A, Kallas E. Theoretical aspects of<br />

the pathogenicity mechanisms of free living protozoan.<br />

Abst 3 rd Inter Congr Parasitol. Munich;1:185. 1974.<br />

97. Tint D, Cocuz M, Ortan O et al. Cardiac involvement<br />

in trichinellosis: a case of left ventricular thrombosis.<br />

Am J Trop Med Hyg;81:313-316. 2009.<br />

98. Varela DV, Coltorti E, Guisantes J et al. Recent studies<br />

on hydatid immunodiagnosis at the Pan American<br />

Zoonozes Centre. Abstr 3 th Intern. Cong. Parasitol Munich,<br />

1974.<br />

99. Vucasovic J, Arribada A, Niedmann G et al. Miocardiopatía<br />

por Toxoplasma gondii. Bol Chile Parasit;18:40-<br />

42. 1963.<br />

100. Werms H. Toxoplasma gondii Nicolle and Manceaux.<br />

Em Abriss überden heutigen Stand der kenntrisse 1967.<br />

Shes Ges Naturt Freun da;7:94-102. 1908.<br />

101. Woodwin J. Congestive and hypertrophic cardiomyopathies.<br />

A decade of study. Lancet;1:731-739. 1970.<br />

102. World Health Organization. Control of Chagas disease.<br />

Technical Report Series N° 905 Geneva. WHO,<br />

2002.<br />

103. Yanovsky J, Albado E. Humoral and celular responces<br />

to Trypanosoma cruzi infection. I Immunol;109:1159-<br />

1161. 1972.<br />

104. Yarzabal L, Capron A. Aportes de la inmunoelectroforesis<br />

al diagnóstico inmunológico de la hidatidosis.<br />

Tórax;20:169-174. 1971.


Capítulo<br />

71<br />

Parasitosis del sistema nervioso<br />

central*<br />

Camilo Arriagada • Jorge Nogales • Rodrigo A. Salinas<br />

• <strong>Werner</strong> Apt<br />

El sistema nervioso central (SNC) puede ser afectado por diversas<br />

parasitosis, las más importantes y frecuentes son: cisticercosis,<br />

hidatidosis, toxoplasmosis, paludismo (malaria) y toxocariasis.<br />

Otras de menor frecuencia, como son la amebiasis,<br />

meningoencefalitis amebiana primaria (MAP), encefalitis amebiana<br />

granulomatosa (EAG), enfermedad de Chagas, meningitis<br />

eosinofílica, se analizarán en forma general, en cambio las<br />

cinco primeras se tratarán con más detalle.<br />

Cisticercosis de Taenia solium<br />

Introducción general<br />

La cisticercosis del sistema nervioso central (SNC), denominada<br />

también neurocisticercosis (NCC), es la afección resultante<br />

de la ubicación de la forma larvaria de Taenia (T.) solium, en el<br />

cerebro, la médula espinal o en los compartimientos licuorales<br />

(ventrículos, cisternas o meninges) en un hospedero intermediario,<br />

sea éste el cerdo o el humano.<br />

Aunque la teniasis por T. solium/cisticercosis es una zoonosis<br />

de distribución mundial, resulta endémica en algunos países<br />

de Latinoamérica, Asia y África, se relaciona estrechamente con<br />

las malas condiciones sociales y sanitarias de los grupos afectados,<br />

ya que el ciclo biológico y de transmisión de T. solium/<br />

cisticercosis se asocia a la contaminación del suelo y de los alimentos<br />

con material fecal humano y su posterior ingesta por el<br />

cerdo y el humano. 9<br />

La NCC constituye una causa común de compromiso<br />

neurológico y quizá es una de las primeras causas de epilepsia<br />

adquirida en los países en desarrollo, 31 aunque no siempre es la<br />

causa más frecuente en todas estas comunidades. 26<br />

Clasificación<br />

Desde el punto de vista taxonómico, T. solium pertenece al:<br />

Reino: animalia<br />

Subreino: metazoa<br />

Phylum: Platyhelminthes<br />

Clase: cestoda<br />

Orden: Cyclophillidea<br />

Familia: Taeniidae<br />

Género: Taenia<br />

Especie: T. solium<br />

Ciclo del parásito<br />

T. solium es un parásito helminto de 1.5 a 5 m de longitud que<br />

vive en el intestino delgado del hombre, el cual es el único hospedero<br />

definitivo (figura 71-1). Los huevos de T. solium son<br />

eliminados en las heces humanas, pueden infectar a dos tipos de<br />

hospederos, el cerdo, hospedero intermediario que ingiere las<br />

heces directamente y el hombre, hospedero intermediario accidental,<br />

que ingiere alimentos contaminados con materia fecal.<br />

La contaminación de los alimentos ocurre a veces en forma directa,<br />

en otras oportunidades por el riego de éstos con agua con<br />

heces, o por la manipulación de alimentos por portadores de<br />

taenia, sin higiene suficiente. Una vez digerida la pared externa<br />

del huevo en el estómago del hospedero, se activa el embrión e<br />

ingresa a la circulación sanguínea o linfática, a través de la pared<br />

intestinal. De esta manera, las oncosferas pueden llegar a diversos<br />

tejidos del organismo, incluyendo: músculo esquelético, tejido<br />

subcutáneo, ojo y SNC. En las personas también puede<br />

ocurrir auto inoculación de huevos de una tenia hospedada en sí<br />

misma por el ciclo ano-mano-boca y en forma menos frecuente<br />

por regurgitación de proglótidas desde el intestino al estómago.<br />

Por último, el ciclo del parásito se completa cuando el individuo<br />

adquiere la teniasis intestinal, al comer carne de cerdo mal cocida,<br />

que se encuentra infectada con cisticercos.<br />

El cisticerco está formado por un escólex o cabeza invaginada,<br />

contenida en una vesícula ovalada llena de líquido trans-<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

575


576 PARTE III Parasitología topográfica<br />

5<br />

1<br />

Hospedero definitivo<br />

(teniasis humana)<br />

2<br />

En tanto, el cisticerco racemoso es una estructura univesicular<br />

o multivesicular, voluminosa, sin escólex visible, desarrollada<br />

en el SNC en un compartimiento licuoral, ventrículos o espacios<br />

subaracnoideos. Respecto a los patrones de involución de<br />

la membrana vesicular, en el racemoso ésta es parcelar o segmentaria,<br />

a diferencia de la involución homogénea y sincrónica<br />

que ocurre en el cisticerco celuloso. 16<br />

Hospedero intermediario<br />

(cisticercosis porcina)<br />

lúcido (figura 71-2a). Al ser ingerido, es activado por el contenido<br />

del tubo digestivo, evaginando su escólex y fijándolo a la<br />

pared intestinal, desarrollándose después la forma adulta del<br />

parásito o Taenia solium.<br />

La tenia está formada por un escólex que posee cuatro ventosas<br />

y dos hileras de ganchos, que le permiten fijarse a la pared<br />

intestinal; un cuello, que une esta cabeza a su cuerpo o estróbilo<br />

(figura 71-2b). Este último contiene las unidades reproductivas<br />

denominadas proglótidas, que son alrededor de 1 000,<br />

distinguiéndose de proximal a distal: las inmaduras; las maduras,<br />

que contienen órganos genitales masculinos y femeninos, y<br />

las grávidas, que contienen en su útero ramificado los huevos<br />

del parásito (figura 71-2c). A través de sus deposiciones, el<br />

hombre portador de la tenia adulta puede eliminar hasta<br />

200 000 huevos diarios de ésta, sea como unidades o como<br />

proglótidas completas. 22<br />

Tipos de cisticercos<br />

4 6<br />

3 Hospedero<br />

intermediario<br />

(cisticercosis humana)<br />

Figura 71-1. Ciclo teniasis/cisticercosis. (1) El parásito adulto<br />

habita en el intestino delgado del hombre (hospedero definitivo).<br />

(2) Los huevos de T. solium son eliminados junto con las heces.<br />

(3) Los huevos se diseminan en el entorno a través de las heces.<br />

(4) El cerdo es infectado por la ingestión de los huevos del parásito<br />

que se encuentran en las heces humanas (hospedero intermedio).<br />

(5) El humano adquiere teniasis intestinal, por la ingesta de carne<br />

porcina infectada con cisticercos, mal cocida. (6) Las personas<br />

también pueden infectarse por la ingestión de los huevos de<br />

T. solium, a través de alimentos contaminados con heces y huevos<br />

emitidos por los portadores y desarrollar cisticercosis. Boceto de<br />

ilustración gentileza del Prof. Dr. Arturo Carpio, Universidad de Cuenca<br />

Ecuador. Reproducida con su autorización.<br />

Atendiendo principalmente a tres criterios: la identificación del<br />

escólex, tamaño de la vesícula y forma de involución de la<br />

membrana vesicular, es posible reconocer clínicamente dos tipos<br />

de cisticercos. El cisticerco celuloso corresponde a una vesícula<br />

de tamaño pequeño en la que es posible la visualización<br />

del escólex, cuya localización en el SNC es corticomeníngea.<br />

Localización de las vesículas-quistes<br />

Según el sitio de implante de la vesícula en el SNC, se habla de<br />

formas parenquimatosas, ventriculares, meníngeas y formas<br />

mixtas de la cisticercosis. La invasión del SNC ocurre por vía<br />

hematógena, con significativa importancia del circuito, plexos<br />

coroideos, ventrículos y desplazamiento ulterior a los espacios<br />

subaracnoideos, incluyendo los espacios meníngeos de las convexidades<br />

hemisféricas.<br />

En series necrópsicas, como la de Villagrán en 1989, 91 con<br />

481 casos y 597 localizaciones, las formas parenquimatosas alcanzan<br />

34%, las meníngeas 52% y las ventriculares 14%, con<br />

un significativo porcentaje de las localizaciones mixtas. Rabiela,<br />

en 1989, 78 en una serie de 135 casos necrópsicos, demostró<br />

que las formas meníngeas de la convexidad son las más comunes.<br />

Las formas benignas o leves de NCC por lo general están<br />

relacionadas con cisticercos celulosos epicorticales hemisféricos<br />

y no con localizaciones parenquimatosas, lo cual encuentra corelato<br />

en los exámenes de imágenes por resonancia magnética<br />

(IRM) o tomografía computarizada (TC).<br />

Clínica<br />

Las manifestaciones clínicas de la NCC pueden ser numerosas,<br />

polimorfas y de expresividad muy variable. Las manifestaciones<br />

están condicionadas por variados aspectos de la relación hospedero-parásito,<br />

que se resume en el cuadro 71-1. La revisión de<br />

estos aspectos en sus componentes clínicos, neuroimagenológicos<br />

y de estudios del líquido cefalorraquídeo (LCR), permite<br />

una categorización nosológica con diversos niveles de certidumbre<br />

diagnóstica, así como determinar la modalidad, localización<br />

y extensión del compromiso en el hospedero y precisar<br />

la evolución del parásito, definiendo así tanto el potencial del<br />

curso clínico y la gravedad de la afección, generando grupos de<br />

pacientes con problemas clínicos más comparables para protocolos<br />

de estudio o manejo. 15,68<br />

De los aspectos mencionados en el cuadro 71-1, la involución<br />

del parásito con la reacción inflamatoria que éste determina,<br />

quizá es uno de los elementos de mayor relevancia<br />

en cuanto a los síntomas. No obstante, es importante tener en<br />

cuenta que los parásitos vivos-sanos también pueden provocar<br />

síntomas ante algunas situaciones, como las que se presentan<br />

en el cuadro 71-2.<br />

Al periodo que media entre la infección y la expresión clínica<br />

de la NCC se le denomina etapa clínica latente o latencia<br />

clínica. Este periodo es muy variable, existen estimaciones con<br />

un rango que va desde meses a décadas. 43,62


CAPÍTULO 71 Parasitosis del sistema nervioso central 577<br />

Ahora bien, no todo síntoma neurológico que ocurre en<br />

pacientes con NCC se relaciona con esta enfermedad, por lo<br />

que se requiere una cauta apreciación de la causalidad de los<br />

signos y síntomas neurológicos o psiquiátricos en pacientes<br />

portadores de NCC, en áreas de alta prevalencia cisticercósica.<br />

30 Por otro lado, los hallazgos de cisticercos en autopsias generales,<br />

médico-legales y en exámenes de imágenes han permitido<br />

establecer que la NCC también puede ser asintomática, en<br />

0-40% de los casos. 78,83,88<br />

Síndromes anatomoclínicos<br />

Con fines docentes y considerando fundamentalmente tipos de<br />

cisticercos, localización, mecanismos patogénicos asociados y<br />

manifestaciones, se ha resumido la gran diversidad clínica de la<br />

NCC en cinco grandes síndromes mayores, con algunos subtipos,<br />

los cuales se listan en el cuadro 71-3 y se exponen a continuación.<br />

Esta sistematización en síndromes aislados, con frecuencia<br />

se ve superada en la realidad clínica, donde la<br />

combinación de entidades constituye incluso un criterio de<br />

apoyo al diagnóstico de NCC. 68<br />

Figura 71-3. d) Imagen de resonancia magnética de quiste celuloso<br />

cisternal con visualización de escólex.<br />

Forma hemisférica (de tipo celuloso)<br />

Concepto. Esta forma incluye tanto a parásitos que comprometen<br />

estructuras formalmente parenquimatosas de regiones<br />

profundas y superficiales de los hemisferios cerebrales, como<br />

también algunas localizaciones meníngeas epicorticales (figura<br />

71-3; 71-3d). Esta agrupación enfatiza la dificultad clínica e<br />

imagenológica para diferenciar la localización corticosubcortical<br />

de la epicortical, 84 y asume que esta diferencia tampoco se<br />

traduce en síntomas, conductas o pronósticos diferentes. 68 El<br />

adjetivo celuloso se fundamenta en el tamaño pequeño a mediano<br />

de los quistes y en la identificación patológica o imagenológica<br />

del escólex (figura 71-3c a 71-3f).<br />

Esta forma origina su expresión clínica fundamentalmente<br />

en la reacción encefalítica focal adyacente a las lesiones (la que<br />

compromete sobre todo áreas corticales) (figura 71-4), y con<br />

menor frecuencia en la vasculitis de arterias leptomeníngeas vecinas<br />

y aun menos común en el efecto de masa que estas lesiones<br />

generan. La reacción encefalítica se expresa en crisis cerebrales<br />

focales o generalizadas (convulsivas y no convulsivas). El<br />

efecto de masa de las lesiones y las vasculitis se manifiestan en<br />

signos focales predominantemente deficitarios, según la localización<br />

de la lesión.<br />

La expresión de estas formas depende también del momento<br />

evolutivo de los parásitos; así, la fase vital y la fase involutiva<br />

final (cicatricial) de los quistes son asintomáticas o parvosintomáticas,<br />

por lo general la enfermedad se diagnostica por<br />

el hallazgo de calcificaciones o vesículas en una TC, solicitada<br />

por el estudio de un traumatismo craneano o cefalea.<br />

Es importante tener en mente que, aunque los estudios<br />

tomográficos demuestren calcificaciones como única alteración,<br />

esto no debe considerarse como sinónimo de inactividad<br />

en una NCC. En esta situación, Shandera pudo encontrar alteraciones<br />

en el LCR en 7 de 22 casos, lo que podría indicar la<br />

presencia de parásitos ventriculares o meníngeos no evidentes<br />

aun en la TC. 84<br />

Manifestaciones clínicas. Los síntomas preferentes de las formas<br />

hemisféricas de tipo celuloso de la NCC son epilepsia y<br />

cefalea.<br />

a) Epilepsia. Las crisis cerebrales o la epilepsia, aun cuando<br />

son más frecuentes en la forma hemisférica de tipo celuloso,<br />

no son exclusivas de ella, puede presentarse en<br />

cualquier localización y forma evolutiva, incluyendo las<br />

localizaciones meníngeas e intraventriculares puras. 11,12<br />

Existen tres mecanismos principales para explicar la génesis<br />

de las crisis cerebrales en NCC: encefalítico, compresivo<br />

y vasculítico, que determinan irritación neuronal química<br />

o física.<br />

Considerando todas las formas y localizaciones de la<br />

NCC, la epilepsia es la manifestación inicial y única en<br />

36% de los casos y acompañante de otras expresiones,<br />

hasta en 90%. 84 Sotelo y Del Brutto 86 han seleccionado<br />

series por sobre 70%, y Carpio 26 entre 70 y 90%.<br />

Las crisis cerebrales pueden ser de cualquier tipo. En<br />

algunas series clínicas han predominado las crisis generalizadas<br />

tónico-clónicas (50-60%), y en segundo lugar las<br />

parciales simples (38-48%). 31 No obstante, en la mayoría<br />

de las series se ha observado un predomino de las formas<br />

parciales con o sin generalización secundaria (70%), respecto<br />

a las crisis generalizadas (30%). 11,22,29<br />

La aparición tardía de las crisis (en mayores de 30<br />

años) depende de las características epidemiológicas de la<br />

población estudiada. La experiencia actual revela que,<br />

aunque con menor frecuencia, el problema de la NCC<br />

incluye también a la población infantil y por ende tiene


578 PARTE III Parasitología topográfica<br />

un inicio temprano de las crisis. 6,56,61,75 En la serie de<br />

López-Hernández de 89 casos de NCC en niños, 74 eran<br />

sintomáticos, presentando convulsiones en 60 casos, predominantemente<br />

generalizadas tónico-clónicas. 56<br />

b) Cefalea. Es una manifestación frecuente y posible de observar<br />

en todas las formas y modalidades evolutivas en la<br />

NCC. No tiene características específicas, puede ser de<br />

cualquier magnitud, dependiendo del proceso que la genere,<br />

como se analiza en cada síndrome. Por ser las cefaleas<br />

de tipo migraña o tensional entidades de alta prevalencia,<br />

es un problema definir su relación de causalidad en<br />

poblaciones de alta prevalencia de NCC. 30<br />

Efecto de la sincronía involutiva de los cisticercos en la expresión<br />

clínica. A veces, en la forma hemisférica corticomeníngea<br />

de la NCC se observan otras entidades más graves,<br />

como la encefalitis aguda difusa o polifocal y el seudotumor<br />

cerebral.<br />

Para entender mejor estas dos entidades es útil introducir<br />

aquí un concepto que también influye en las otras formas clínicas,<br />

la sincronía involutiva. Si hay una población de vesículas<br />

resultante de una infección simultánea, se espera que la curva<br />

de vida de esa población configure la campana de Gauss (distribución<br />

normal). Sin embargo, en ciertas circunstancias las involuciones<br />

se sincronizan, generando un efecto sumatorio de<br />

las encefalitis focales a cada vesícula, determinando en los casos<br />

de siembra miliar una encefalitis aguda o subaguda polifocal o<br />

un cuadro de seudotumor cerebral cuando el tiempo (dispersión<br />

temporal de la involución de las lesiones) es más lento.<br />

a) Encefalitis aguda o subaguda difusa. Esta entidad ocurre<br />

cuando un gran número de lesiones (formas miliares)<br />

aglomeradas o dispersas presentan degeneración más o<br />

menos simultánea, con la consiguiente reacción inflamatoria<br />

masiva y difusa. Esto determina un cuadro grave que<br />

ocurre, por lo común, en niños y adultos jóvenes, con<br />

marcado compromiso de conciencia y diversas expresiones<br />

convulsivas. En la TC se observa tumefacción difusa y<br />

la combinación de vesículas coloideas y sanas. La forma<br />

encefalítica polifocal, con sincronía y uniformidad lesional<br />

y edema perilesional, suele representar una gran dificultad<br />

en el diagnóstico diferencial con abscesos, granulomas<br />

y metástasis. 4<br />

La encefalitis focal es un pequeño fragmento del cuadro<br />

anterior, y se ve también favorecida por el pobre encapsulamiento<br />

que genera el huésped.<br />

b) Seudotumor cerebral. Esta entidad se caracteriza por edema<br />

papilar marcado, con sistema ventricular pequeño o<br />

normal y síntomas de hipertensión endocraneana de variable<br />

magnitud. En este caso, aunque el sustrato lesional<br />

también puede ser numéricamente importante, está conformado<br />

por reacciones encefalíticas focales menores o<br />

mínimas debidas (al parecer) a la mayor reacción encapsulante<br />

del hospedero. Por otro lado, en lo clínico se trata de<br />

un cuadro mejor tolerado, por lo común en adultos jóvenes<br />

y con tiempo evolutivo más prolongado que el encefalítico<br />

difuso. Por lo general, se expresa como un síndrome<br />

de hipertensión endocraneana (SHEC), con cefalea moderada<br />

o de poca duración en un paciente que consulta por<br />

manifestaciones convulsivas y en cuyo examen se constata<br />

marcado edema de papila. En la TC no existen alteraciones,<br />

o éstas son menores e inespecíficas con ventrículos<br />

pequeños y no desplazados, de allí la denominación de<br />

seudotumor. El diagnóstico definitivo de esta entidad es a<br />

veces retrospectivo y considera, por un lado, la remisión<br />

del cuadro y la ulterior documentación de una NCC.<br />

Forma ventricular con síndrome<br />

de hidrocéfalo obstructivo<br />

Concepto. Esta forma tiene como sustrato anatomopatológico,<br />

localizaciones parasitarias ventriculares en 90% de los casos<br />

y cisticercosis meníngea de fosa posterior en 10%. El elemento<br />

central de esta forma es el carácter obstructivo de la hidrocefalia,<br />

cuya clínica es relativamente independiente del nivel específico<br />

de bloqueo, lo que puede ocurrir en los distintos niveles<br />

y por las causas mencionadas en el cuadro 71-4. La sola presencia<br />

de hidrocefalia suele asociarse con un peor pronóstico<br />

respecto a las otras formas de NCC. 1,88<br />

En la NCC del cuarto ventrículo, sólo en algunos casos la<br />

vesícula per se explicaría el mecanismo obstructivo, según<br />

Arriagada y colaboradores, 13 discordante con la experiencia de<br />

Salazar y colaboradores, quienes afirman que el tamaño de los<br />

quistes es lo relevante. 80 En la génesis de la hidrocefalia y sus<br />

manifestaciones tienen importancia, además del proceso involutivo<br />

en sí, otros elementos, como: expansión del quiste, ependimitis<br />

y ventriculitis secundaria (figura 71-5). 14,16,59,68,69,76<br />

Manifestaciones clínicas. Las formas de NCC intraventricular<br />

también pueden ser asintomáticas si la vesícula está sana y no<br />

genera fenómenos obstructivos en la circulación del LCR. Las<br />

expresiones características de la forma ventricular con hidrocefalia<br />

son: síndrome de hipertensión endocraneana (SHEC),<br />

signo de Bruns (véase más adelante), edema de papila, paroxismos<br />

de hipertensión endocraneana, con convulsiones o estados<br />

confusionales y manifestaciones rombencefálicas. 13,68<br />

a) Síndrome de hipertensión endocraneana (SHEC). La<br />

cefalea es una manifestación frecuente, la mayoría de las<br />

veces en crisis de variada duración, por lo común de horas,<br />

a veces difusas, con inicio occipital, con irradiación<br />

descendente en forma de raquialgia. El vómito es frecuente<br />

y a veces muy relevante.<br />

Los paroxismos de HEC pueden asociarse a convulsiones<br />

generalizadas tónico-clónicas, episodios confusionales,<br />

por lo común simples, así como los episodios de<br />

confusión agitada de horas de duración.<br />

Aparte de las manifestaciones paroxísticas, muchos<br />

pacientes llegan embotados, bradipsíquicos y algunos soporosos,<br />

condiciones que remiten con la resolución del<br />

hidrocéfalo hipertensivo.<br />

b) Síndrome de Bruns. Bruns señaló que los síntomas característicos<br />

de la NCC del cuarto ventrículo, a veces pre-


CAPÍTULO 71 Parasitosis del sistema nervioso central 579<br />

sentaban precipitación por cambios de posición o movimientos<br />

bruscos de la cabeza, llegando con el tiempo a la<br />

muerte súbita. 23<br />

Esta caracterización derivó en lo que Oppenheim denominó<br />

finalmente, signo o síndrome de Bruns, aludiendo<br />

a la sintomatología paroxística, de preferencia vértigo,<br />

vómito, cefalea y raquialgia, determinada por los cambios<br />

de posición o movimientos bruscos de la cabeza. Tal manifestación<br />

puede ocurrir tanto con cisticerco libre como<br />

fijo dentro de la cavidad ventricular. 13<br />

Síntomas y signos de repercusión rombencefálica. Son frecuentes,<br />

y en cierto modo, característicos de la cisticercosis del<br />

cuarto ventrículo. Ocurren crisis de vértigo de minutos a horas,<br />

sin relación con accesos de HEC. El hallazgo objetivo de desequilibrio<br />

es común, con aumento de base de sustentación y<br />

lateropulsiones, a veces sistematizadas. El nistagmo es por lo<br />

común multidireccional, a menudo con componente vertical<br />

hacia arriba. 13<br />

Los signos neocerebelosos son leves, en la mayoría bilaterales<br />

y en muy contadas ocasiones con notable dismetría y temblor<br />

intencional. El origen de la repercusión cerebelosa y de tronco<br />

cerebral es múltiple y variado, incluyendo: compresión de las estructuras<br />

cerebelosas centrales y del tegmento pontino, distensión<br />

hidrocefálica del cuarto ventrículo, trasudación transependimaria<br />

en el techo del cuarto ventrículo, encefalitis cerebelosa y<br />

tegmental pontina, hernia descendente de amígdalas y atrapamiento<br />

de cuarto ventrículo (figuras 71-5a y b). 13,14,16,17<br />

El atrapamiento ventricular (figura 71-5a) se sospecha<br />

en pacientes con hidrocéfalo derivado, con sistema ventricular<br />

supratentorial normal y persistencia de dilatación del cuarto<br />

ventrículo. 17 Sus síntomas son desequilibrio, intolerancia a<br />

cambios posturales y giros cefálicos, nistagmo por lo común<br />

bidireccional.<br />

Hidrocefalia transitoria. Corresponde a pacientes que presentan<br />

síntomas de HEC, con crisis muy severas, inconsciencia o<br />

convulsiones, en quienes la TC mostraba sólo hidrocefalia, en<br />

general supratentorial con tercer ventrículo distendido y luego<br />

remisión, con normalización del sistema ventricular, sugiriendo<br />

migración de una vesícula no identificada. 54 Las observaciones<br />

endoscópicas han permitido dimensionar la limitación del<br />

rendimiento de la TC en lesiones no captantes de contraste<br />

intraventriculares, lo que daría cuenta sólo de 10% de las lesiones<br />

demostradas por IRM y endoscopia. El rendimiento de la<br />

IRM oscila entre 80 y 100%. 28<br />

Formas meníngeas de la NCC<br />

Las localizaciones meníngeas de la NCC pueden revestir diversas<br />

modalidades, según el tipo de cisticerco, número (vesícula<br />

solitaria, vesículas múltiples, focalizadas o esparcidas) y el tiempo<br />

evolutivo (dispersión temporal de la degeneración de los<br />

parásitos).<br />

Síndrome meningítico focal. Los síndromes meningíticos<br />

agudos o subagudos son muy frecuentes, se presentan con un<br />

cuadro de cefalea y vómito con signos meníngeos leves o ausentes<br />

y con LCR inflamatorio claro con pleocitocis linfocitaria de<br />

50 a 150 elementos. El sustrato puede ser la necrosis de una<br />

vesícula solitaria en localización apropiada, para no provocar<br />

otras alteraciones.<br />

Se cree que estas formas son, en su mayoría, cisticercos<br />

celulosos por ser oligolocalizados, presentar necrosis vesicular<br />

de aspecto homogéneo en los estudios de imágenes y buen pronóstico<br />

en su evolución. También cisticercos en el ventrículo<br />

lateral pueden dar este cuadro aparentemente meningítico, por<br />

vesículas necróticas.<br />

Síndrome meningoencefalítico. Cuando la necrosis vesicular<br />

de los parásitos meníngeos se acompaña de alteración parenquimatosa<br />

cortical, el síndrome clínico consta de epilepsia focal<br />

o con generalización secundaria, cefalea, vómito y reacción meníngea<br />

en el LCR.<br />

Las formas meníngeas basales difusas tienen evolución<br />

crónica tórpida o cuadro fluctuante en brotes, por las sucesivas<br />

necrosis y reacción inflamatoria de las meninges. Los síntomas<br />

son los propios de la HEC, a veces el curso es insidioso y aparecen<br />

las consecuencias de la rémora circulatoria del LCR, con<br />

deterioro o menoscabo mental crónico, con asociación a veces<br />

de síntomas de nervios craneales. En estos casos, la TC y la<br />

IRM demuestran la presencia de vesículas de cierto volumen,<br />

pero en ocasiones sólo se encuentra engrosamiento y refuerzo<br />

meningítico focal.<br />

A veces se observa síndrome de aracnoiditis optoquiasmática<br />

con deterioro de agudeza visual y alteración no sistematizada<br />

del campo visual con atrofia papilar (figura 71-6). En estos<br />

casos, la evaluación imagenológica con cuantificación del volumen<br />

de los quistes y la presencia de refuerzo meníngeo orientan<br />

respecto al mecanismo compresivo y/o meningovasculítico con<br />

alteraciones de pequeños vasos.<br />

La aparición de alteraciones focales con perfil cerebrovascular<br />

ictal por infartos de tipo lacunar o territoriales, puede<br />

observarse en las formas meníngeas focales con vasculitis (figura<br />

71-6).<br />

Las meningitis crónicas por cisticercosis meníngea basal<br />

difusa se caracterizan por un síndrome de HEC remitente o<br />

fluctuante, pero en general evolutivo. El tiempo promedio de<br />

evolución es de 6 a 18 meses, pero con dispersión muy marcada<br />

que puede alcanzar a muchos años. La cefalea suele evolucionar<br />

en ondas a menudo con ritmo diario, asociada con vómito,<br />

tanto en el acmé de la HEC como posprandiales, alteraciones<br />

del equilibrio y mareos con acentuada alteración de la marcha<br />

en las crisis.<br />

Síndromes licuorales inflamatorios. Han sido analizados extensamente<br />

por diversos autores. 58 Las localizaciones parenquimatosas<br />

o corticomeníngeas tienen LCR normal, incluso cuando<br />

son múltiples. La experiencia adquirida, al tratar formas<br />

polilocalizadas corticales con praziquantel o albendazol, han<br />

demostrado la aparición de pleocitosis moderada de 30 a 55<br />

células. Esto hace suponer que estas alteraciones corresponden<br />

a formas de localización meníngea epicortical de la convexidad<br />

y no a las parenquimatosas.


580 PARTE III Parasitología topográfica<br />

Cuando en una epilepsia con calcificaciones se encuentra<br />

LCR inflamatorio, como en las observaciones de Shandera, 84<br />

este componente inflamatorio meníngeo debe hacer sospechar<br />

la existencia de localizaciones meníngeas basales o intraventriculares,<br />

no detectables en imágenes.<br />

En las NCC de localización intraventricular, el estudio del<br />

LCR se efectúa pocas veces por el riesgo de herniación debida a<br />

la HEC. Las observaciones de algunas series anatomopatológicas<br />

han enseñado que en la cisticercosis de apariencia solitaria<br />

del cuarto ventrículo, el LCR podía ser estrictamente normal<br />

con parásitos necróticos intraventriculares y que, en otros casos,<br />

el LCR podía ser inflamatorio tanto con parásitos necróticos<br />

como en aquellos aparentemente sanos con sistema ventricular<br />

permeable. 13<br />

Forma meníngea-cerebrovascular<br />

Barinagarrementería, Cantú y Arriagada 16,20 han contribuido<br />

al ordenamiento del tema del compromiso cerebrovascular en<br />

la NCC, presentando diversas categorías y formas de presentación,<br />

junto a mecanismos patogénicos. Se plantea que las manifestaciones<br />

clínicas de arteritis cerebral cisticercosa dependen<br />

del territorio y tamaño de vasos comprometidos, los que a su<br />

vez representan dos grandes modalidades de compromiso meníngeo<br />

focal y difuso o multifocal. La forma focal, la más frecuente,<br />

es producto de quistes que inducen reacción meníngea<br />

que afecta sobre todo a vasos perforantes, por lo común de la<br />

cisterna quiasmática y/o silviana, determinando un infarto profundo<br />

que se expresa en un síndrome lacunar clásico. Si el proceso<br />

es focal, pero de mayor magnitud, puede comprometer<br />

vasos de mayor calibre generando infartos de mayor extensión<br />

(figura 71-6). La forma difusa es el resultado de una meningitis<br />

granulomatosa crónica diseminada de predominio basal, la<br />

que compromete vasos pequeños y grandes en forma simultánea.<br />

En estos casos, la clínica está comandada primero por el<br />

cuadro meníngeo, con las características presentadas en las secciones<br />

precedentes y en forma secundaria y tardía por las expresiones<br />

vasculares.<br />

Formas espinales<br />

Las formas espinales de la NCC son raras, pueden corresponder<br />

a la variedad parenquimatosa intramedular o a la forma<br />

meníngea, por lo común de tipo racemoso. 4,42 La localización<br />

epidural también se ha demostrado, aunque es excepcional. 42<br />

Forma espinal intramedular. En una revisión de la literatura<br />

sobre esta localización del periodo 1856 a 1991, se concluye<br />

que los casos intramedulares o parenquimatosos con cisticercos<br />

celulosos constituyen 34% del total de casos espinales, en tanto<br />

que los subaracnoideos corresponden a 62%. 42 La localización<br />

intramedular más frecuente (66%) es la médula dorsal (el segmento<br />

más largo) y luego la médula cervical (casi 25%). Existen<br />

otras revisiones, así como relatos clínicos y operatorios, que<br />

complementan la información sobre esta rara localización de<br />

NCC. 2,3 La mayoría de estos casos son de presentación solitaria,<br />

sin otras localizaciones cisticercósicas relevantes, presentándose<br />

con las evidencias propias de los procesos expansivos intramedulares<br />

transversos de curso progresivo, con raquialgia<br />

segmentaria y LCR con atributos inflamatorios. La confirmación<br />

diagnóstica y la distinción de otros procesos expansivos<br />

intramedulares se realizan por IRM, la que puede ser de gran<br />

utilidad, en especial a nivel cervical, donde con cortes finos es<br />

posible observar no sólo el quiste, sino también el escólex. En<br />

la médula dorsal, lumbar y sacra cabe anticipar una demostración<br />

más limitada o poco frecuente.<br />

Forma espinal extramedular o meníngea subaracnoidea. La<br />

mayoría de los casos espinales son de localización meníngea<br />

subaracnoidea (figura 71-7) y, de acuerdo con la revisión de<br />

Gallani, 42 la localización de mayor frecuencia corresponde a<br />

segmentos lumbares y sacros (50%), seguidos por la localización<br />

cervical (34%). Al ser esta forma la progresión intrarraquídea<br />

de la cisticercosis meníngea basal o de fosa posterior, el<br />

cuadro clínico está comandado por las evidencias de cisticercosis<br />

encefálica. La preferencia por los niveles cervicales se explica<br />

por la proximidad y extensión de las vesículas desde la fosa posterior,<br />

en tanto que la predilección por los segmentos caudales<br />

(lumbosacros) se explica por la acción de la gravedad y la amplitud<br />

del compartimiento licuoral disponible. La mayor parte<br />

de los casos intrarraquídeos extramedulares subaracnoideos son<br />

asintomáticos. En otros casos, la salida de vesículas a través de<br />

raquicentesis (PL), constituye inequívoco hallazgo. 12,18 En casos<br />

con NCC encefálica conocida, la aparición de síntomas<br />

“espinales” como algias radiculares lumbares, parestesias y abolición<br />

de ROT, deben hacer pensar en esta entidad. Las alteraciones<br />

esfinterianas son excepcionales.<br />

La aparición de manifestaciones de compresión o desplazamiento<br />

medular, aunque son relativamente raras presentan<br />

una evolución con frecuencia infausta, porque la resección quirúrgica<br />

tiene moderados y efímeros resultados cuando existe<br />

meningitis crónica segmentaria denominada también aracnoiditis.<br />

24<br />

Aproximación a la NCC mediante<br />

la imagenología clínica<br />

Aun cuando la evolución tecnológica ha mejorado de manera<br />

significativa la calidad de las imágenes, aún no se sabe en qué<br />

porcentaje es posible detectar la presencia de escólex en vesículas<br />

de cisticercos celulosos. Tampoco se conoce a ciencia cierta<br />

el sustrato morfológico de la desaparición imagenológica de<br />

vesículas parasitarias.<br />

A la luz de las evidencias imagenológicas se concluye que<br />

las dos variantes de cisticercos pueden presentarse a nivel meníngeo<br />

e intraventricular y provocar las mismas consecuencias<br />

patológicas, con diferentes matices de gravedad y tiempo (patrón<br />

temporal de degeneración de las vesículas), al punto de<br />

cuestionar la obsesión clínico-patológica de adjetivar a los cisticercos<br />

como celulosos o racemosos.<br />

En la TC el diagnóstico de NCC aparece fundamentado y<br />

de alta certidumbre cuando se observan lesiones quísticas múl-


CAPÍTULO 71 Parasitosis del sistema nervioso central 581<br />

tiples, se visualiza el escólex intravesical y cuando aparecen lesiones<br />

en distintas etapas involutivas (figura 71-8). 14,17<br />

Así como estos criterios imagenológicos apoyan el diagnóstico,<br />

hay otros que hacen dudar de la etiología cisticercósica en<br />

lesiones de apariencia vesicular; entre éstos están: refuerzo periférico<br />

muy grueso o asimetría muy marcada de éste, sedimento<br />

hiperdenso o nivel líquido, nódulo intramural lobulado o irregular,<br />

edema focal acentuado con efecto de masa, edema que persiste<br />

por más de tres meses o que progresa, y ausencia de cambios<br />

con tratamiento de albendazol (ABZ) asociado a corticoides. 14,17<br />

Respecto a la IRM, sus ventajas son permitir localización<br />

más precisa de las lesiones, definir la presencia de escólex, precisar<br />

aglomeración de dos o más vesículas, precisar etapas involutivas<br />

de las vesículas y patrón de compromiso vesicular, evidenciar<br />

mayor porcentaje de vesículas involutivas en compartimientos<br />

licuorales, permitir el estudio de flujo de LCR a nivel intraventricular,<br />

emergencia del cuarto ventrículo y cisternas, definir la presencia<br />

de alteraciones granulomatosas inflamatorias en cualquier<br />

localización, precisar condición de vasos sanguíneos intracraneanos<br />

a través de angio-IRM y documentar a tiempo fenómenos<br />

isquémicos por técnicas de difusión. 17<br />

Características imagenológicas de las lesiones<br />

El aspecto de las lesiones en las secuencias ponderadas más clásicas<br />

sigue ciertos patrones característicos, 5,17 algunos ya han<br />

sido ilustrados en las figuras anteriores y otros se presentan a<br />

continuación.<br />

Forma hemisférica de tipo celuloso<br />

Las vesículas se localizan en frecuencia decreciente en corteza,<br />

núcleos grises centrales y centro oval. Según su etapa evolutiva,<br />

en la TC e IRM se observan vesículas viables de tamaño entre<br />

6 y 10 mm, con un contenido acuoso y una membrana delgada,<br />

determinando el aspecto de una lesión hipodensa quística<br />

que no capta contraste y sin alteración del tejido circundante<br />

(figuras 71-8 y 71-9a). En la medida que los quistes comienzan<br />

a involucionar, se observa una hiperdensidad anular en la<br />

vesícula, refuerzo anular con el contraste y edema perilesional,<br />

correspondiendo a la encefalitis granulomatosa inicial (o vesícula<br />

coloidea inicial) (figuras 71-8 y 71-9b). Luego, el nódulo<br />

se observa hiperdenso con refuerzo anular o nodular y edema<br />

perilesional, correspondiente a una encefalitis granulomatosa<br />

constituida (figura 71-9c). La encefalitis granulomatosa<br />

en resolución presenta un nódulo denso, con refuerzo anular<br />

o nodular y edema perilesional mínimo o inexistente (figura<br />

71-9c). El nódulo cicatricial se observa como una calcificación<br />

nodular, sin alteración del tejido circundante (figura 71-8).<br />

Mientras más pequeñas son las vesículas, más rápido involucionan<br />

y de una manera más bien homogénea, hasta llegar a<br />

nódulo calcificante. Las calcificaciones, por lo común, no sobrepasan<br />

de 3-4 mm de diámetro. Calcificaciones mayores pueden<br />

formarse por coalescencia de subunidades adyacentes. 14<br />

El tiempo promedio de desaparición espontánea de las vesículas<br />

que se encuentran en la etapa coloidal y comienzan su<br />

involución es de 16 semanas, frente a cuatro semanas de los<br />

tratados con ABZ, según un estudio realizado por Del Brutto, 37<br />

lo que apoyaría el uso de tratamiento cesticida, aun en el caso<br />

de vesículas en involución espontánea, al acortar el proceso,<br />

además de actuar sobre las vesículas viables. En relación con el<br />

tratamiento cesticida, éste puede desencadenar alteración de la<br />

barrera hematoencefálica (BHE), observable a la TC como edema<br />

perilesional y refuerzo anular, lo cual disminuye con la administración<br />

de corticoides en altas dosis.<br />

En relación con el uso de medio de contraste, es importante<br />

su utilización al permitir definir vesículas isodensas y determinar<br />

algún grado de actividad inflamatoria, incluso años después<br />

de la involución parasitaria y aun en la etapa nodular<br />

calcificante.<br />

Las localizaciones parenquimatosas, al involucionar, producen<br />

el denominado síndrome encefalítico granulomatoso<br />

focal, el que se visualiza en IRM como una vesícula con refuerzo<br />

periférico y edema encefalítico, localizado en regiones hemisféricas<br />

superficiales. La involución puede ser de vesícula<br />

única o aglomerada con sincronía o asincronía involutiva (figuras<br />

71-9d y 71-9e).<br />

En la IRM, el edema vasogénico se observa hipointenso en<br />

T1 (figura 71-3f ), e hiperintenso en T2 y FLAIR (fluid-attenuated<br />

inversion recovery) (figura 71-4). Cuando las vesículas<br />

son corticales comprometen con edema la sustancia blanca y<br />

cuando son meníngeas sulcales pueden afectar una o ambas<br />

orillas del surco. Las vesículas meníngeas basales pueden acompañarse<br />

de edema de circunvolución adyacente.<br />

En relación con el uso de corticoides en el cuadro encefalítico<br />

y la IRM, se observa que 40-50 mg/día de prednisona,<br />

junto con albendazol, disminuyen el edema, pero atenúan el<br />

refuerzo vesicular sólo por periodos de 7 a 10 días. 14<br />

Respecto a las secuencias de mayor rendimiento de la IRM<br />

en el estudio de la NCC, se ha planteado que la secuencia en<br />

FLAIR tendría la mayor sensibilidad en la detección de escólex,<br />

en tanto que el T1Gd permitiría una mejor determinación de<br />

la carga lesional. 57,87<br />

Forma intraventricular<br />

La localización más frecuente es “conjunto” cuarto ventrículo y<br />

acueducto de Silvio y su manifestación principal es la hidrocefalia<br />

cuadriventricular. Se produce obstrucción del cauce de<br />

LCR, fundamentalmente a través de reacciones ependimarias y<br />

meníngeas, y en menor grado también por obstrucción mecánica.<br />

Entre los cambios que se observan en la TC en el cuarto<br />

ventrículo están la dilatación cavitaria global, incluyendo o no<br />

el óbex; balonamiento de grado variable con deformación e<br />

imagen cóncava del plexo coroideo; dilatación asimétrica de<br />

receso posterosuperior o lateral y, ependimitis poliposa (figuras<br />

71-5a a 71-5f). Al usar medio de contraste, se puede visualizar<br />

la membrana vesicular reforzada, en las etapas involutivas<br />

iniciales. En algunos casos se observa edema circundante en<br />

cerebelo y tegmento pontino como reacción encefalítica rombencefálica<br />

o cerebelosa; y en etapas más avanzadas, nódulos


582 PARTE III Parasitología topográfica<br />

Figura 71-10. Localizaciones ventriculares de los<br />

cisticercos. El esquema ilustra las múltiples<br />

localizaciones de los cisticercos (nódulos negros) en<br />

el sistema ventricular. A izquierda están expuestos<br />

en una proyección sagital en el tercer y cuarto<br />

ventrículos. En el centro y derecha se muestran<br />

los ventrículos laterales en proyecciones multiplanar<br />

y coronal respectivamente. Es posible advertir las<br />

diversas posibilidades de bloqueos del sistema<br />

ventricular con el resultado de diferentes tipos de<br />

hidrocefalias.<br />

granulomatosos con refuerzo focal en el interior del cuarto<br />

ventrículo e incluso trabéculas intracavitarias. 14,17<br />

De haber hidrocefalia, es importante determinar si es comunicante<br />

u obstructiva, esta última es secundaria a lesiones<br />

intraventriculares o cisternales de la fosa posterior; con alto<br />

riesgo vital (figura 71-10).<br />

En el compromiso de los ventrículos laterales es importante<br />

destacar que son frecuentes los nódulos calcificados subependimarios<br />

o granulomas en localización intraventricular adheridos<br />

al epéndimo (figuras 71-11a a 71-11d). Las vesículas se encuentran<br />

más en trígono-parietotemporooccipital y en ocasiones en<br />

el cuerno frontal. Pueden estar libres intracavitarias o dentro del<br />

plexo coroideo. Según el tamaño de la vesícula, que pueda o no<br />

migrar y las reacciones al parásito involutivo, se puede producir<br />

una hidrocefalia monoventricular de variada gra vedad. También<br />

pueden producirse atrapamientos segmentarios en ventrículos<br />

laterales, en casos de quistes con reacción inflamatoria ubicados<br />

en plexos coroideos (figuras 71-11e y 71-11f ). 17<br />

La localización próxima al agujero de Monro es el factor<br />

principal en la producción de hidrocéfalo monoventricular,<br />

provocándose una obstrucción del flujo y dilatación del ventrículo<br />

lateral con desplazamiento del septum pellucidum. También<br />

es posible ver una obstrucción granulomatosa o cicatricial<br />

del foramen de Monro (figuras 71-11e y 71-11f ). En las imágenes<br />

se observan las etapas de involución antes descritas, a<br />

través de estudios seriados, los que dan la certeza diagnóstica,<br />

junto con la visualización del escólex.<br />

Las vesículas grandes se observan hiperintensas en T2, con<br />

posibilidad de reconocer membrana en T1; distorsión segmentaria<br />

de ventrículo lateral y plexo coroideo. Son frecuentes en<br />

parietotemporooccipital. Luego se puede ver refuerzo de membrana<br />

y edema focal en sustancia blanca del centro semioval.<br />

Los quistes más antiguos se evidencian como nódulos hipointensos<br />

con margen levemente hiperintenso en T2 y sin refuerzo<br />

en T1 gadolinio (Gd). La localización en el tercer ventrículo es<br />

rara, puede producirse hidrocefalia transitoria de ventrículos<br />

laterales o hidrocefalia triventricular.<br />

El cuarto ventrículo es la localización más común y grave de<br />

las formas intraventriculares, las que tienen como causa un cisticerco<br />

celuloso en 65-82% de los casos, principalmente fijos. 13<br />

En involución inicial, las vesículas se ven hipointensas con<br />

escólex hiperintensos y membrana hiperintensa al T1 con gadolinio<br />

y mal definidas en T2. La distensión del cuarto ventrículo<br />

puede provocar dislocación de la lámina cuadrigémina<br />

con apariencia de embudo en acueducto distal. El edema encefalítico<br />

puede comprometer el contorno del cuarto ventrículo,<br />

denominándose rombencefalitis o afectar estructuras del techo<br />

de ésta, denominándose encefalitis cerebelosa (figuras 71-12a<br />

y 71-12b). En localizaciones altas en este ventrículo, puede<br />

adoptar en T1 Gd apariencia en gota, visible en cortes coronales<br />

y sagitales, observándose en T2 membrana hipointensa (figuras<br />

71-12c a 71-12e). El correlato del refuerzo perivesicular<br />

es la aglomeración de macrófagos y células gigantes; per se no<br />

predice ependimitis proliferativa ni adherencias, sino cuando se<br />

considera el tiempo de evolución. Los cisticercos racemosos de<br />

evolución tórpida producen cambios de ependimitis proliferativa<br />

muy importante y fibrosis meníngea en el flujo del cuarto<br />

ventrículo (figuras 71-5c, 71-5e y 71-5f). Por eso, ahora se<br />

preconiza que la transformación nodular de la vesícula con<br />

contenido más intenso que el LCR, en T1 y membrana muy<br />

gruesa y ependimitis contraindican la cirugía y favorece la opción<br />

de una derivativa ventricular. La hidrocefalia puede ocurrir<br />

tanto por quistes intracavitarios involutivos como por cisticercosis<br />

meníngea. La evaluación del flujo del LCR de cuarto<br />

ventrículo se puede analizar a través de FLAIR dinámico o secuencial,<br />

determinando si la hidrocefalia es obstructiva o comunicante,<br />

lo que en conjunto con los caracteres de la hidrocefalia,<br />

permite seleccionar a los pacientes que deban realizarse<br />

una derivativa de urgencia para evitar los accidentes graves<br />

mortales de los hidrocéfalos obstructivos.<br />

Formas meníngeas<br />

Los quistes celulosos son más frecuentes en localizaciones epicorticales<br />

o sulcales, y los racemosos en las cisternas basales (fi-


CAPÍTULO 71 Parasitosis del sistema nervioso central 583<br />

c)<br />

a)<br />

b) d)<br />

Figura 71-11. Algunas modalidades de compromiso ventricular por cisticercos. (11a-11d) IRM T1Gd, lesiones subependimarias.<br />

guras 71-3, 71-4, 71-8 y 71-9). Las vesículas pueden ser únicas,<br />

múltiples, con localización difusa o focal. Las viables, a<br />

veces pueden sospecharse sólo por expansión cisternal sin poder<br />

reconocer paredes.<br />

En la TC, los quistes celulosos hemisféricos, al iniciar tratamiento<br />

cesticida, se refuerzan en anillo, desde la periferia hasta<br />

completarse, y cuando se ubican en cisternas basales, se refuerzan<br />

también en forma homogénea anular. Los cisticercos<br />

racemosos, en cambio, se refuerzan en forma segmentaria, en<br />

las vesículas que presentan cambios involutivos espontáneos.<br />

Los grandes quistes seudotumorales son racemosos o intermedios,<br />

los cuales alcanzan volúmenes muy significativos (figuras<br />

71-13a y 71-13b), en especial a nivel del ángulo pontocerebeloso<br />

(figura 71-13c), y en hemisferios cerebrales cuando hacen<br />

disección subdural hacen plantear diagnóstico diferencial con<br />

hematoma subdural crónico.


584 PARTE III Parasitología topográfica<br />

En la región silviana se pueden llegar a ver vesículas tumefactas,<br />

refuerzo y engrosamiento de membrana vesicular y meninges<br />

adyacentes, y extensa hipodensidad corticosubcortical<br />

por compromiso arterítico de ramas silvianas (figuras 71-6 y<br />

71-13d), complicación que es frecuente en la NCC meníngea,<br />

principalmente de cisternas basales y con quistes racemosos,<br />

que pueden afectar vasos sanguíneos de distinto tamaño, incluyendo<br />

los de pequeño calibre. Las consecuencias de la afectación<br />

arterítica pueden ser lesiones isquémicas de tipo lacunar o<br />

territorial, es más frecuente la primera.<br />

Los factores que favorecen el compromiso vascular son: la<br />

extensión del contacto vesícula-vaso, ausencia de cápsula y necrosis<br />

vesicular extensa; 16 esto último puede explicar la aparición<br />

de infartos cerebrales desencadenados por el tratamiento<br />

cesticida. 68<br />

Los quistes pequeños son difíciles de visualizar, por la ausencia<br />

de escólex y porque las membranas vesiculares son muy<br />

delgadas, incluso son imposibles de ver en algunos casos aun<br />

con cortes finos de la IRM. Esto puede ser superado por los<br />

cambios involutivos de las vesículas que provocan un engrosamiento<br />

de su membrana, que puede llegar a varios milímetros,<br />

llegando a ser reconocida en T1 y T2.<br />

A fin de mejorar el rendimiento de la IRM en las formas<br />

subaracnoideas de la convexidad hemisférica, en especial con<br />

quistes sanos, se ha sugerido una técnica de cisternografía no<br />

invasiva, consistente en la administración de oxígeno al 100%<br />

durante 5 min previo a la secuencia de FLAIR, lo que aumentaría<br />

la señal del LCR facilitando el contraste con los quistes.<br />

Las características de las hidrocefalias pueden estudiarse a<br />

través de la IRM, principalmente a nivel supratentorial. El edema<br />

transependimario puede visualizarse como imágenes en<br />

peine que siguen el trayecto de las venas. También es posible<br />

observar el grado de dilatación del tercer ventrículo. Cuando la<br />

hidrocefalia es comunicante, se produce fundamentalmente<br />

por múltiples vesículas las que provocan obstrucción cisternal<br />

y por la reacción meníngea. La hidrocefalia obstructiva con frecuencia<br />

es producida por compresión extrínseca del acueducto<br />

de Silvio, por vesículas medianas en cisterna ambiens, lámina<br />

cuadrigémina o por grandes vesículas a nivel de ángulo pontocerebeloso.<br />

Diagnóstico de la NCC<br />

Criterios diagnósticos<br />

En la definición de niveles de certidumbre del diagnóstico, los<br />

criterios propuestos en 1996 por un calificado grupo de expertos<br />

y revisados por ellos mismos en 2001, 35,36 constituyen un<br />

importante avance conceptual. La utilidad clínica de estos criterios<br />

ha generado controversia, ya que su mayor fortaleza se<br />

expresa en los casos en que el diagnóstico es claro, independientemente<br />

del uso de los mencionados criterios, por otro<br />

lado, a pesar de que ha transcurrido más de una década desde<br />

su formulación, su sensibilidad y especificidad aún no se han<br />

estudiado. 70<br />

En esta proposición diagnóstica se establecen primero cuatro<br />

niveles de certidumbre, con base en 3 o 4 criterios de soporte<br />

para cada caso y, por último, las alternativas de combinaciones<br />

y significados de éstas que permite el sistema (cuadro<br />

71-5). 35,36,37<br />

Exámenes diagnósticos<br />

Respecto al diagnóstico, a pesar de los importantes avances en<br />

el campo del inmunodiagnóstico en sangre y LCR, éste aún se<br />

basa en argumentos clínicos e imagenológicos, sobre todo<br />

cuando ocurren en un determinado contexto epidemiológico.<br />

64 La TC e IRM constituyen los elementos más importantes<br />

en el diagnóstico y control evolutivo. 34 El examen del LCR<br />

mediante estudios de inmunodiagnóstico tiene aún un valor<br />

relativo y complementario. 49<br />

Las determinaciones de ELISA para cisticercosis en sangre<br />

han mostrado una sensitividad de 65 a 87%, y una especificidad<br />

de 63 a 100% en diferentes estudios, esto respecto a diagnósticos<br />

considerados clínicamente como definitivos, pero sin<br />

comprobación mediante biopsia. 48 Por otro lado, parece existir<br />

acuerdo en que las pruebas en sangre positivas no son capaces<br />

de distinguir entre tenia intestinal y NCC. 48<br />

El examen de inmunodiagnóstico de elección es el Western<br />

blot para neurocisticercosis, que tanto en sangre como en líquido<br />

cefalorraquídeo alcanza especificidad y sensibilidad cercanas<br />

a 100%, 46 aunque su rendimiento es notoriamente inferior<br />

cuando se trata de quistes únicos o lesiones en su etapa final<br />

de calcificación, situaciones clínicas donde el resultado sería de<br />

mayor aporte. 48<br />

También se evalúan exámenes de PCR, aunque por el momento<br />

se orientan más al diagnóstico de teniasis. 64<br />

La demostración de cisticercosis en el tejido celular subcutáneo<br />

y músculo, por radiografía simple, puede alcanzar una<br />

inusitada positividad (60%) en algunas regiones, favoreciendo<br />

la presunción del diagnóstico de NCC en una lesión cerebral. 32<br />

En tanto que la visualización de una vesícula en el fondo del<br />

ojo es considerada en sí un criterio diagnóstico “absoluto” de<br />

NCC. 35,36,37<br />

Diagnóstico diferencial<br />

En zonas de endemia cisticercósica, el punto de inicio de la<br />

sospecha diagnóstica lo constituyen condiciones tan comunes<br />

en la práctica clínica general como: epilepsia en sus diferentes<br />

formas, cefalea, síndromes de HEC, meningitis de distintos<br />

perfiles evolutivos y afecciones cerebrovasculares isquémicas en<br />

pacientes jóvenes. 69 Por otro lado, aun cuando el diagnóstico<br />

diferencial abarca gran parte de la patología neurológica, existen<br />

condiciones más importantes por sus características clínicas<br />

e imagenológicas como: meningitis granulomatosa, tuberculosis,<br />

abscesos, micosis, toxoplasmosis, procesos expansivos quísticos,<br />

metástasis, quiste hidatídico, quistes aracnoidales, tumores<br />

epidermoides del ángulo pontocerebeloso y paraselares,<br />

quistes intraventriculares no parasitarios, ganglioma temporal y


CAPÍTULO 71 Parasitosis del sistema nervioso central 585<br />

encefalomalacias de diversas etiologías en fase secular y la dilatación<br />

quística de los espacios de Wirchow-Robin en los espacios<br />

basales hemisféricos.<br />

Manejo y tratamiento del complejo<br />

teniasis/cisticercosis<br />

Prevención y control<br />

En el control de esta parasitosis la prevención es fundamental, y<br />

para esto se requiere conocer el ciclo del parásito y su biología,<br />

aspectos donde se continúan logrando avances significativos. 93<br />

Tras considerar los elementos mencionados del ciclo teniasis-cisticercosis,<br />

es crítico primero el fomento y educación<br />

en relación con la relevancia de la higiene personal y ambiental,<br />

incluyendo buen lavado de manos antes de comer y después<br />

de ir al baño, consumo de alimentos bien lavados y cocidos,<br />

control sanitario de la crianza del cerdo y adecuado<br />

sistema de eliminación de excretas humanas que evite su ingesta<br />

por el cerdo. 83<br />

En forma paralela, en la prevención del ciclo teniasis-cisticercosis,<br />

cada vez resulta más fundamental la detección y tratamiento<br />

de los portadores de la tenia, con una búsqueda precautoria<br />

especial en los manipuladores de alimentos, por su<br />

carácter multiplicador de la cisticercosis y en grupos de mayor<br />

riesgo para adquirir teniasis, como son los comedores habituales<br />

de carne cruda de cerdo. El contacto con portadores de tenia<br />

ha pasado a ser considerado como el principal factor<br />

de riesgo para adquirir una cisticercosis. 40 Sin embargo, la detección<br />

de portadores de T. solium no es un problema fácil, y<br />

los rendimientos de las pruebas diagnósticas de coproinspección<br />

mediante microscopia, son de incierta sensibilidad y especificidad,<br />

aun en escenarios tan acotados como el de búsqueda<br />

de evidencia de parásitos o sus productos luego de tratamiento<br />

cesticida. 64 Estudios de coprodetección mediante técnicas de<br />

ELISA y PCR han mostrando auspiciosos resultados iniciales,<br />

40,64 aunque existen limitaciones para su empleo masivo<br />

por su costo.<br />

Dentro de las estrategias de prevención a nivel porcino que<br />

hay que seguir con interés está la vacunación, aun cuando por<br />

el momento no sea una herramienta completamente acreditada<br />

a nivel veterinario clínico. 74 A nivel humano, Carpio ha recapitulado<br />

las limitantes inmunológicas y logísticas que hacen de la<br />

vacunación una alternativa poco probable en este momento,<br />

destacando la ausencia de evidencia que exista inmunidad protectora<br />

contra la cisticercosis en los humanos.<br />

Como propuesta de control de teniasis, no exenta de controversia<br />

y riesgo, se ha planteado el tratamiento masivo con<br />

cesticidas de poblaciones con alta prevalencia de cisticercosis,<br />

lo que logra reducir el número de portadores de teniasis y de<br />

manera secundaria disminuye la cisticercosis porcina. Para el<br />

tratamiento de la teniasis por T. solium, los fármacos disponibles<br />

son niclosamida y praziquantel, el primero se recomienda<br />

por no atravesar la barrera hematoencefálica, evitando así posibles<br />

reacciones encefalíticas sorpresivas por vesículas cerebrales<br />

no diagnosticadas. La niclosamida se emplea vía oral en dosis<br />

única de 2 g (véase capítulo 94).<br />

Antecedentes sobre el tratamiento de la NCC<br />

originados en la metodología de la medicina<br />

basada en evidencia<br />

Existe controversia sobre cómo enfrentar el tratamiento de la<br />

NCC, situación que se debe en parte a la complejidad y diversidad<br />

de las entidades anatomoclínicas que se agrupan bajo este<br />

amplio diagnóstico, expuestas en el cuadro 71-1. Por otro<br />

lado, hay que admitir que aún subyacen sin respuesta algunas<br />

preguntas fundamentales en el tema: ¿cuál es la evolución natural<br />

de la enfermedad?, ¿de qué manera afecta el tratamiento<br />

médico, incluyendo cesticidas y corticoides, a esta evolución<br />

natural? En el manejo de las crisis cerebrales, la manifestación<br />

más frecuente de la NCC, ¿cuál es el efecto favorable de administrar<br />

de manera simultánea tratamiento cesticida al tratamiento<br />

antiepiléptico?, ¿qué factores determinan y qué indicadores<br />

sugieren progresión, resolución espontánea completa o la<br />

formación de calcificaciones?, ¿cómo identificar, con la mayor<br />

seguridad, las condiciones clínicas en las cuales el tratamiento<br />

cesticida agrega el riesgo de agravar la condición del paciente? 70<br />

En los últimos años se ha visto un esfuerzo creciente por<br />

diseñar mecanismos eficientes de búsqueda y análisis crítico de<br />

la información sobre la eficacia de las intervenciones que se<br />

entrega a los pacientes. Una de estas metodologías es aquella<br />

propuesta por la medicina basada en evidencias (MBE), que<br />

busca integrar la mejor evidencia científica posible con la propia<br />

experiencia clínica y los valores y preferencias de los pacientes<br />

que buscan ayuda. La necesidad de disminuir al máximo la<br />

posibilidad de sesgos, de acuerdo con la MBE, exige identificar,<br />

cuando existan, ensayos clínicos aleatorios, o en su defecto la<br />

mejor información científica disponible para ilustrar la decisión<br />

clínica. Al aplicar esta metodología al tratamiento de la<br />

neurocisticercosis nos encontramos con una realidad común a<br />

muchas patologías propias de los países del Tercer Mundo:<br />

la cantidad de investigación clínica de buena calidad metodológica<br />

que evalúa la eficacia de las intervenciones en estas áreas<br />

es escasa y difícil de obtener. Los ensayos clínicos aleatorios que<br />

estudian opciones terapéuticas en neurocisticercosis son escasos<br />

y de bajo poder estadístico. Las recomendaciones terapéuticas<br />

que de ellos se desprenden son poco concluyentes, dejando<br />

la decisión clínica, en esta patología, descansando en la opinión<br />

de expertos. 81,82 Esta situación se ve agravada por el empleo de<br />

desenlaces intermediarios de significado clínico controversial,<br />

como es el caso de la desaparición de los quistes, en lugar de la<br />

mejoría clínica del paciente.<br />

Salinas y colaboradores, 81,82 en sus metaanálisis para la<br />

Colaboración Cochrane, concluyen que aún faltan estudios,<br />

aleatorizados con grupo control, con suficiente número de casos<br />

para ser definitivos. La evaluación de los escasos ensayos<br />

clínicos existentes sugieren una positiva diferencia respecto al<br />

grupo tratado, en cuanto a la regresión o desaparición de las<br />

lesiones evaluadas a los seis meses imagenológicamente, pero en


586 PARTE III Parasitología topográfica<br />

el límite de la significación estadística. En el caso de una epilepsia<br />

atribuible a una NCC en tratamiento con anticonvulsivos,<br />

no es posible concluir si asociar tratamiento cesticida reduce el<br />

riesgo de recaída o recurrencia de crisis en los pacientes. En el<br />

manejo de la hidrocefalia no existe soporte sobre el beneficio<br />

del tratamiento cesticida. Después del metaanálisis señalado<br />

antes, García y colaboradores publicaron un estudio que incluyó<br />

120 pacientes distribuidos de manera aleatoria y doble ciego,<br />

en un grupo tratado con albendazol y dexametasona por 10<br />

días y otro con placebo. 45 Los resultados de este estudio muestran<br />

una disminución del número de lesiones en el grupo tratado<br />

con albendazol, evaluado a los seis meses. El desenlace principal<br />

estudiado en este ensayo fue el número de convulsiones<br />

con generalización, primaria o secundaria. Analizado el desenlace,<br />

el número fue menor en el grupo de pacientes tratado con<br />

albendazol. El número de pacientes libres de crisis durante el<br />

seguimiento, sin embargo, no fue diferente entre aquellos tratados<br />

con albendazol y los que recibieron placebo: 56 y 51%,<br />

respectivamente. 45 Esta discrepancia en los resultados, dependiendo<br />

del desenlace estudiado, hace difícil extraer una recomendación<br />

definitiva, que pueda ser utilizada al momento de<br />

tomar decisiones clínicas.<br />

Al momento de escribir el presente capítulo ha sido publicado<br />

en formato electrónico y de modo adelantado a su publicación<br />

definitiva, un ensayo clínico aleatorio llevado a cabo<br />

en Ecuador por A. Carpio, dirigido a evaluar la eficacia de la<br />

terapia cesticida en pacientes con neurocisticercosis. 27 El ensayo<br />

incluyó 178 pacientes con síntomas de aparición reciente<br />

atribuidos a neurocisticercosis intraparenquimatosa, asociados<br />

o no a lesiones extraparenquimatosas, independientemente de<br />

si se reforzaban con medio de contraste al momento del diagnóstico.<br />

Los pacientes fueron asignados de modo aleatorio a<br />

recibir 800 mg de albendazol diario (400 mg cada 12 h), o<br />

placebo, por un plazo de ocho días. Los pacientes asignados a<br />

recibir albendazol mostraron mayor proporción de desaparición<br />

de quistes que se encontraban en su fase activa (no se reforzaban<br />

al administrar medio de contraste). Al mes de seguimiento,<br />

31% de los pacientes que recibieron albendazol se<br />

encontraban libres de quistes en su etapa activa, versus 7% en el<br />

grupo que recibió placebo. Es de notar, sin embargo, que no<br />

existió diferencia significativa entre ambos grupos cuando se<br />

trató de medir la recurrencia de crisis convulsiva durante el primer<br />

año de seguimiento. Los resultados de este ensayo confirman<br />

las conclusiones del metaanálisis en el sentido de apuntar<br />

a que la terapia cesticida favorece la desaparición de los quistes,<br />

sin afectar en un sentido u otro los desenlaces clínicos, en particular<br />

la recurrencia de crisis convulsivas. 81,82<br />

En el caso del nódulo único que capta contraste, las dudas<br />

son de similar orden. Un ensayo clínico aleatorio se llevó a cabo<br />

comparando albendazol con terapia no cesticida en 43 pacientes<br />

que se presentaron con lesiones nodulares que captaban<br />

contraste. 89 Los hallazgos fueron similares a los descritos antes.<br />

En quienes habían recibido albendazol los quistes parecían desaparecer<br />

más rápido, si bien no hubo diferencia significativa en<br />

la recurrencia de crisis en ambos grupos.<br />

Mientras se solucionan las interrogantes ya mencionadas, y<br />

en espera de estudios con desenlaces relevantes para el paciente,<br />

y que entreguen conclusiones con niveles de evidencia más categórica,<br />

es necesario tener una propuesta para aquellos casos que<br />

hoy requieren tratamiento. Con esta última finalidad se presentan<br />

a continuación algunos aspectos del tratamiento de la NCC.<br />

Orientaciones para el tratamiento de algunos<br />

escenarios anatomoclínicos<br />

Respecto al tratamiento de la NCC, el único consenso que hay<br />

es que éste debe definirse caso a caso, atendiendo a las enormes<br />

diferencias clínicas y patológicas que representan las distintas<br />

modalidades de compromiso, con significativas variaciones de<br />

gravedad en una misma modalidad, determinadas por número,<br />

localización, tamaño y estado de las lesiones, con gran diversidad<br />

de reacciones tisulares. Por eso, a continuación se presenta la información<br />

disponible con algunos acotados escenarios clínicos,<br />

recogiendo las orientaciones de una guía de consenso sobre tratamiento<br />

propuesta por un calificado grupo de expertos. 44<br />

I. Forma hemisférica (parenquimatosa o corticomeníngea)<br />

1. Calcificación única o múltiple, sin otro compromiso meningoencefálico.<br />

La lesión puede considerarse como un<br />

hallazgo imagenológico respecto a la sintomatología que<br />

motivó el examen del paciente. Lo habitual es no realizar<br />

ningún tratamiento relacionado con la NCC y controlar<br />

la imagen al año. 33,34<br />

2. Calcificación única o múltiple, sin otro compromiso meningoencefálico,<br />

pero con epilepsia activa coexistente, potencialmente<br />

atribuible a la NCC. El objetivo es tratar la<br />

epilepsia, con los fármacos y por tiempos que están establecidos<br />

para esta entidad independiente de la NCC. Carpio<br />

25 plantea tratamientos antiepilépticos de un año si no<br />

hay recurrencia de crisis, y de 1 a 2 años según la última<br />

crisis, en caso que exista recurrencia. Respecto a la NCC,<br />

la conducta es controlar imagenológicamente al año. Si la<br />

epilepsia no cede con el tratamiento y no existe una buena<br />

explicación para esto (tipo de fármacos, adherencia, niveles,<br />

etc.), se estudia el LCR en busca de algún componente<br />

meningítico que lleve a redefinir la presunción de inactividad<br />

de la NCC.<br />

3. Vesículas, tipo celuloso (con escólex), epicorticales o profundas,<br />

sin refuerzo por contraste en exámenes de imágenes,<br />

sin otro diagnóstico que NCC. Si la expresión clínica<br />

es una epilepsia, se trata primero la epilepsia y luego se<br />

plantea el tratamiento de la NCC, ya sea con antihelmínticos<br />

o corticoides. Si el número de lesiones es menor a<br />

cinco, no existe acuerdo respecto de la conducta. Algunos<br />

investigadores consideran que, dado que la mayoría de las<br />

lesiones quizá evoluciona de manera espontánea a la desaparición<br />

o calcificación en dos años, lo que corresponde<br />

es sólo observar la evolución natural de la NCC. 44 Los autores<br />

comparten este criterio cuando existe la posibilidad<br />

real y expedita de acceso a control neurológico, y cuando


CAPÍTULO 71 Parasitosis del sistema nervioso central 587<br />

hay buen control de crisis; en caso contrario, la opción es<br />

tratar con cesticidas y corticoides. Los objetivos de tratamiento<br />

en este escenario son varios, primero sincronizar la<br />

muerte de los parásitos en un periodo con monitorización<br />

clínica y bajo tratamiento antiinflamatorio, de modo que<br />

se reduzca la reacción meningoencefálica focal y vascular.<br />

Por otro lado, esta opción comprobaría la hipótesis de que<br />

la epilepsia responde mejor al tratamiento luego del uso de<br />

anticesticidas, a pesar de que los datos evaluados por la<br />

Colaboración Cochrane y el último trabajo de Carpio no<br />

son concluyentes al respecto. 27 El segundo objetivo es la<br />

monitorización imagenológica de las lesiones, ante tratamiento<br />

cesticida, primero de la respuesta inflamatoria y<br />

luego de la involutiva, proporciona elementos adicionales<br />

para el diagnóstico. Por último, aunque las lesiones que se<br />

visualizan estén en proceso de involución y muerte espontánea,<br />

nunca existirá certeza de ausencia de otras lesiones,<br />

que por estar viables y localizadas en los espacios subaracnoideos<br />

de la convexidad o los ventrículos, no logran detectarse<br />

en los estudios imagenológicos. 14,17,70<br />

Si el número de lesiones es mayor a 5 y menor de 100<br />

y su aspecto es vital, la propuesta sugerida por el comité<br />

de expertos es tratamiento con cesticida y corticoides, sobre<br />

100 lesiones no se recomienda tratar por la potencial<br />

magnitud de la encefalitis. 44 Para los autores, el riesgo de<br />

una crisis de hipertensión endocraneana marcada generada<br />

por encefalitis múltiples también es válido bajo 100<br />

lesiones, por lo que la opción deberá evaluarse caso por<br />

caso dependiendo de las características de las lesiones: involución,<br />

tamaño y ubicación de éstas.<br />

4. Lesiones de distinto tipo, epicorticales o profundas, granulonodulares,<br />

vesiculares, tipo celuloso con escólex, con<br />

o sin calcificaciones, incluyendo algunas vesículas con refuerzo<br />

por contraste en exámenes de imágenes sugiriendo<br />

proceso involutivo. La conducta planteada es similar a la<br />

anterior. 44<br />

Si se trata de una NCC con sólo una lesión con signos de<br />

involución, denominada muchas veces como lesión captante<br />

única o lesión anular única por su aspecto en la tomografía<br />

computarizada de cerebro, el objetivo es vigilar la evolución<br />

natural y tratar sólo la epilepsia si ésta existe. 44<br />

Cuando la epilepsia presenta mala respuesta a tratamiento,<br />

a pesar de los ajustes pertinentes en fármaco y dosis y si las lesiones<br />

son sincrónicas, acumuladas y con mucho edema persistente,<br />

el tratamiento con corticoides y cesticidas ayuda como elemento<br />

de diagnóstico diferencial. Si no hay cambios imagenológicos de<br />

las lesiones ante el tratamiento, debe extremarse el diagnóstico<br />

diferencial con otras enfermedades granulomatosas y tumorales,<br />

considerando incluso el empleo de una biopsia de la lesión.<br />

II. Formas intraventriculares<br />

El tratamiento de las formas intraventriculares también se<br />

orienta caso por caso, según las expresiones patogénicas y sus<br />

síntomas. Un elemento central a evaluar es la presencia o riesgo<br />

de hidrocefalia aguda, por esto, la primera medida suele ser<br />

definir la pertinencia de una ventriculostomía de emergencia o<br />

la instalación de una válvula derivativa. 12,13,70<br />

Para la resección de quistes es necesario considerar número,<br />

localización y estado evolutivo de las lesiones, la complejidad<br />

clínica general del paciente, las capacidades y experiencia<br />

del equipo neuroquirúrgico tratante en neurocirugía abierta o<br />

endoscópica. 44,59 Como criterios de indicación de escisión quirúrgica<br />

del quiste se puede mencionar efecto de masa crítico,<br />

obstrucción ventricular, disfunción de la válvula y duda diagnóstica.<br />

59 Para algunos autores, la observación de contraste en<br />

la pared vesicular en una imagen por resonancia magnética es<br />

un signo de mal pronóstico, independiente del tratamiento<br />

quirúrgico que se emplee, en cuanto traduce la posibilidad de<br />

un proceso de ependimitis que tenderá a la cronicidad y obstrucción,<br />

independiente de la presencia de la vesícula. 28<br />

El tratamiento de las formas intraventriculares considera<br />

no sólo opciones quirúrgicas, sino también tratamiento médico<br />

con cesticidas asociados a corticoides 59,76 y antiepilépticos<br />

cuando sea pertinente. Es importante mencionar que el tratamiento<br />

cesticida en las formas intraventriculares del tercer o<br />

cuarto ventrículo, debe realizarse sólo cuando el riesgo de una<br />

descompensación hidrocefálica aguda esté bajo control, mediante<br />

una válvula derivativa.<br />

Es importante reflexionar sobre las limitaciones de las evaluaciones<br />

de tratamientos de estas formas. Las variaciones en el<br />

número, volumen e involución de las lesiones, de las reacciones<br />

encapsulantes y de los caracteres de la hidrocefalia, así como el<br />

escaso número de pacientes que tienen esta forma de presentación,<br />

hacen poco probable que se lleven a cabo ensayos clínicos<br />

aleatorios con adecuada validez ética y metodológica, que entreguen<br />

información que ayude a la decisión clínica.<br />

III. Formas meníngeas racemosas<br />

Al igual que en las situaciones anteriores, la elección del tratamiento<br />

es caso por caso. Existen numerosos reportes de tratamiento<br />

en casos y series de casos, con cesticidas y corticoides a<br />

repetición, pero sin grupo control, que sugieren el beneficio del<br />

tratamiento para esta categoría, expresado en la reducción del tamaño<br />

de los quistes o del proceso meníngeo. 77 A pesar de la falta<br />

de evidencia originada en ensayos clínicos aleatorios existe consenso<br />

en esta opción. 44 En algunas formas racemosas, en especial<br />

en los quistes subaracnoideos gigantes (>5 cm de diámetro), se<br />

han empleado estrategias modificadas que incluyen repetición<br />

de ciclos de tratamiento, 77 dosis mayores de hasta 30 mg/kg/día<br />

por un mes, 79 tratamientos prolongados y repetidos.<br />

IV. Formas vasculíticas<br />

El uso de cesticidas aumenta el componente inflamatorio y vasculítico,<br />

aumentando el riesgo de infarto, por lo que el tratamiento<br />

se basa en corticoides e inmunosupresores. 20,70<br />

V. Formas espinales, intramedulares o extramedulares<br />

En esta situación existe reconocimiento de la escasa experiencia<br />

existente y en ese contexto, la recomendación es tratamiento<br />

quirúrgico combinado con cesticidas y corticoides. 2,3,24,44,73


588 PARTE III Parasitología topográfica<br />

Esquemas de fármacos<br />

Cesticidas o antihelmínticos. Se les atribuye la capacidad de<br />

causar la muerte del quiste y la tenia.<br />

Praziquantel (PZQ). La mayoría de los estudios que han empleado<br />

PZQ han usado esquemas de tratamiento de dos semanas<br />

con dosis entre 50 a 75 mg/kg, con similar efectividad y seguridad.<br />

En los últimos años se han publicado experiencias, con<br />

aparente eficacia, de un día de tratamiento con dosis total de 75<br />

mg/kg dividida en tres dosis de 25 mg/kg, junto con cimetidina<br />

y dieta hiperproteínica para aumentar la absorción y el nivel<br />

plasmático del cesticida. El PZQ por lo general es bien tolerado<br />

y sus efectos adversos incluyen cefalea y molestias digestivas.<br />

Albendazol (ALB). Los esquemas de tratamiento han tenido<br />

un desarrollo empírico y, en su mayoría, consideran un ciclo de<br />

15 mg/kg/día por 7-28 días, 53 han mostrado similar efectividad<br />

independiente de su duración, aun cuando algunos investigadores<br />

han planteado mayor eficacia con dosis mayores.<br />

Los efectos adversos son escasos. Sin embargo, tanto PZQ<br />

como ALB, al provocar degeneración y muerte del parásito,<br />

generan una reacción inflamatoria local, que alcanza su mayor<br />

expresión entre el quinto y séptimo días de tratamiento. Dependiendo<br />

del efecto sumatorio de encefalitis focales y reacciones<br />

meníngeas, esto puede llegar a determinar hipertensión<br />

endocraneana, en magnitudes muy diversas, incluyendo formas<br />

graves y mortales.<br />

Aun cuando no existen estudios definitivos que establezcan<br />

mayor efectividad comparativa entre PZQ y ALB, un metaanálisis<br />

reciente sugiere una mejor respuesta del ALB, 62 conclusión<br />

que carece de suficiente sustento para otros expertos. 47<br />

Corticoides. Se les atribuye el efecto de disminuir o evitar los<br />

fenómenos inflamatorios, encefalíticos, meníngeos y vasculíticos,<br />

relacionados con la involución del quiste, sea ésta espontánea<br />

o inducida.<br />

Los esquemas de tratamiento también son empíricos y emplean<br />

prednisona o betametasona oral. La dosis habitual de<br />

prednisona es 1 mg/kg de peso/día, y la betametasona de 12 a<br />

16 mg/día dividida en 2 o 3 dosis. La duración varía entre cuatro<br />

semanas hasta meses, según la entidad en tratamiento. Con<br />

la intención de modular y reducir la respuesta inflamatoria por<br />

el uso de cesticidas, sea por hipertensión endocraneana o<br />

por aumento de vasculitis, la administración de corticoides suele<br />

preceder en 2 a 5 días al uso de cesticidas. Esquemas de uso<br />

prolongado de prednisona, 50 mg tres veces a la semana por dos<br />

años, han sido planteados para disminuir la disfunción valvular<br />

en derivativas por hidrocefalias secundarias a aracnoiditis.<br />

Conclusiones<br />

La cisticercosis se origina por ingerir huevos de T. solium eliminados<br />

en las deposiciones del humano portador, único hospedero<br />

final del parásito. Esto hace que la detección y tratamiento<br />

de los portadores, el mejoramiento de conductas higiénicas<br />

y alimentarias del hombre, junto con el desarrollo sanitario<br />

comunitario en el manejo de excretas, y en la crianza y sacrificio<br />

del cerdo, sean la clave de la prevención. El diagnóstico de<br />

la NCC en ocasiones puede llegar a tener grandes niveles<br />

de certeza, como cuando es posible identificar por exámenes de<br />

imágenes, lesiones quísticas múltiples, algunas de ellas con escólex,<br />

junto a otras nodulares y calcificadas. No obstante, en<br />

otras situaciones el diagnóstico puede ser muy difícil y de baja<br />

certeza, como ocurre cuando existen lesiones nodulovesiculares<br />

únicas de aspecto granulomatoso, que captan contraste en IRM<br />

y TC. Por otro lado, la categoría diagnóstica de NCC acoge<br />

entidades de gran variabilidad en cuanto a gravedad, mecanismos<br />

de daño, manifestaciones y pronóstico, lo que dificulta el<br />

análisis de la casuística respecto a tratamiento y case-mix.<br />

Para el manejo de la NCC y sus consecuencias, si bien existen<br />

procedimientos y esquemas terapéuticos de uso clínico cotidiano,<br />

los niveles de evidencia que los sustentan son diversos. Sin<br />

embargo, existen algunos consensos: a) el tratamiento debe evaluarse<br />

caso por caso considerando características de las lesiones,<br />

reacción del hospedero, manifestaciones clínicas, gravedad asociada,<br />

acceso a atención y monitorización médica; b) una hidrocefalia<br />

obstructiva progresiva es una urgencia que requiere la<br />

instalación de una válvula derivativa o manejo ventriculoscópico,<br />

dependiendo de los desarrollos y criterios neuroquirúrgicos<br />

locales; c) una epilepsia secundaria a NCC necesita tratamiento<br />

como toda epilepsia, y d) los tratamientos con cesticidas, práctica<br />

común y de profuso empleo, debe considerarse una recomendación<br />

de expertos, ya que los estudios basados en la evidencia<br />

sólo han proporcionado respuesta parcial de su efectividad.<br />

Hidatidosis<br />

Hidatidosis encefálica<br />

La hidatidosis encefálica primaria es la más frecuente. Puede ser<br />

primaria o secundaria. 38 La persona se infecta con los huevos<br />

embrionados que permiten su evolución en el duodeno, y<br />

el embrión con sus ganchos atraviesa la pared y vía porta llega<br />

al hígado, si franquea el filtro hepático vía venas suprahepáticas<br />

y cava superior llega a la aurícula derecha, ventrículo derecho y<br />

vía arteria pulmonar a los pulmones; si franquea el filtro pulmonar<br />

vía venas pulmonares llega a aurícula izquierda, ventrículo<br />

izquierdo y por la carótida y con menor frecuencia por<br />

arterias vertebrales llega al encéfalo. Este largo recorrido que<br />

debe franquear dos filtros con capilares pequeños (hepático y<br />

pulmonar) determina que la localización encefálica de la hidatidosis<br />

sea baja (0.2-3%).<br />

La hidatidosis secundaria o metastásica o escolexial se puede<br />

originar de tres maneras:<br />

1. Penetración de escólices directamente a un vaso arterial por<br />

rotura de un quiste hidatídico (QH) fértil, por ejemplo, un<br />

QH de ventrículo izquierdo roto a cavidad ventricular.<br />

2. Rotura de un QH cerebral, espontáneo o traumático con<br />

vaciamiento de vesículas hijas al resto del parénquima cerebral,<br />

a los ventrículos o al espacio subaracnoideo, y


CAPÍTULO 71 Parasitosis del sistema nervioso central 589<br />

3. Rotura yatrogénica de un QH cerebral con vaciamiento<br />

de su contenido al resto del encéfalo en un acto quirúrgico.<br />

Esta última forma es la más grave por ser múltiple y<br />

diseminada.<br />

El QH cerebral primario por lo general es fértil y único.<br />

Cuando el embrión hexacanto llega al encéfalo mide alrededor<br />

de 35 mm, se ahueca y se transforma en una larva vesicular. El<br />

parénquima cerebral reacciona formando una cubierta glial, la<br />

adventicia, constituyendo así el QH que sólo existe en el cerebro,<br />

en el resto del encéfalo sólo pueden encontrarse larvas o<br />

hidátides, ya que no presentan adventicia.<br />

El QH cerebral es una macrovesícula que crece lento, alrededor<br />

de 1 cm por año, puede alcanzar los 10-12 cm de diámetro.<br />

Desde el punto de vista microscópico, es una vesícula grande<br />

llena de líquido transparente, que puede presentar grumos<br />

(vesículas hijas y arenilla hidatídica).<br />

El QH cerebral se localiza en las regiones frontotemporoparietales<br />

de ambos hemisferios. El QH cerebeloso es raro y<br />

hasta la fecha no se han descrito localizaciones en el tronco cerebral,<br />

mesencéfalo, protuberancia y bulbo, ni en la médula<br />

espinal ni en las meninges; por lo general se ubica en la sustancia<br />

blanca subcortical, lo que favorece su extirpación. La hidatidosis<br />

ventricular se origina por crecimiento de un QH cerebral<br />

que por vecindad invade la cavidad ventricular (de los<br />

ventrículos laterales, ventrículo medio y el IV ventrículo), rompiendo<br />

el epéndimo y la adventicia (hidatidosis ventricular primaria)<br />

o por rotura de un QH parenquimatoso con vaciamiento<br />

de vesículas hijas a los ventrículos (hidatidosis ventricular<br />

secundaria). Igual proceso se produce cuando el QH cerebral<br />

crece hacia la periferia del espacio extradual, allí se origina una<br />

hidatidosis secundaria, ya que las vesículas hijas carecen de adventicia.<br />

El vaciamiento a ventrículos laterales es más frecuente<br />

que el ventrículo medio o cuarto ventrículo, ya que la mayoría<br />

de los QH se localizan en el parénquima cerebral de ambos<br />

hemisferios.<br />

Epidemiología<br />

La hidatidosis es más frecuente en países ganaderos, en especial<br />

ovejeros, como Australia, Grecia, Italia, Chipre, Túnez, España,<br />

Portugal, Argentina, Chile, Uruguay, Brasil (estado de Río<br />

Grande do Sul) y en menor escala Colombia, Bolivia y Paraguay.<br />

Estos países tienen además una alta prevalencia de equinococosis<br />

por E. granulosus en perros, sobre todo de perros callejeros.<br />

Las personas por ignorancia favorecen el contacto<br />

entre el hospedero definitivo del parásito (perro), y los mamíferos<br />

hospederos intermediarios, ovinos, bovinos, porcinos y<br />

otros, y por accidente la misma persona.<br />

Clínica<br />

La sintomatología del QH cerebral corresponde a un proceso<br />

expansivo lento que ocupa espacio. Al comienzo puede no originar<br />

síntomas, pero con el tiempo, al desplazar las estructuras<br />

cerebrales, especialmente arterias y venas, origina signos y síntomas<br />

como los que produce un tumor endocraneano. En general,<br />

se originan signos y síntomas por la hipertensión endocraneana<br />

y según la localización. La hipertensión endocraneana<br />

es de larga y lenta evolución. Al comienzo es bien tolerada,<br />

permite a las personas llevar una vida normal. Después de un<br />

largo periodo el paciente se descompensa y consulta por cefalea<br />

y vómito explosivo, crisis convulsivas jacksonianas o generalizadas,<br />

acortamiento de la visión, diplopía y afasia. Dentro de los<br />

signos está el edema papilar, hemiparesias y hemiplejías, hemianopsias<br />

homónimas, ataxias y síndrome cerebeloso con dismetría;<br />

en etapas posteriores, compromiso de conciencia, de control<br />

neurovegetativo, fiebre alta, etcétera.<br />

En el diagnóstico, los antecedentes epidemiológicos son<br />

de gran ayuda, por ejemplo, niños o personas jóvenes de procedencia<br />

rural que viven en zonas donde la hidatidosis es endémica,<br />

que tienen o han tenido contacto con perros o han vivido<br />

en regiones con alta población de perros. La larga historia de<br />

signos y síntomas neurológicos orienta a un proceso expansivo<br />

cerebral benigno. La imagenología complementa la clínica: la<br />

radiografía simple de cráneo puede mostrar signos de hipertensión<br />

endocraneana con aumento de las impresiones digitales,<br />

descalcificación de la calota y del dorso sellar. Rara vez se observan<br />

calcificaciones periquísticas circulares, cuando existen son<br />

de gran ayuda. La sonografía demuestra una desviación del eco<br />

medio. La tomografía axial computarizada (TAC) permite<br />

acercarse más al diagnóstico. La arteriografía permite descartar<br />

una neoplasia maligna, ya que demuestra que el quiste es avascular<br />

y los vasos lo circundan. La cintigrafía cerebral demuestra<br />

una zona de mayor concentración del radioisótopo en la zona<br />

periférica del quiste y una zona de menor concentración (un<br />

halo) en su centro. El electroencefalograma orienta hacia una<br />

lesión que ocupa espacio.<br />

Ninguno de estos exámenes da una imagen patognomónica,<br />

a lo más orientan al diagnóstico.<br />

Las reacciones inmunobiológicas, hemaglutinación indirecta,<br />

inmunofluorescencia indirecta, ELISA, inmunodifusión,<br />

electrosinéresis, inmunoelectroforesis e immunobloting sirven<br />

cuando son positivas, pero en los QH del sistema nervioso central<br />

no siempre tienen ese resultado.<br />

Tratamiento<br />

En los QH cerebrales, la terapia única hasta hace 10 años atrás<br />

era la quirúrgica. Hoy en día se trata con albendazol, 10 mg/<br />

kg/día por tres meses cada tratamiento, con 15 a 30 días de<br />

descanso entre cada uno. Se pueden realizar varias terapias, dependiendo<br />

de la evolución del caso. Si no hay una respuesta<br />

favorable (1/3 de los casos) se debe realizar la intervención quirúrgica.<br />

Esta terapia se debe realizar también en personas con<br />

QH cerebral que por enfermedades sistémicas están fuera del<br />

alcance quirúrgico (hepatopatías, insuficiencias renales, etc.).<br />

En todas las otras localizaciones (ventriculares, extradurales,<br />

etc.), y cuando existe un síndrome de hipertensión endocraneana,<br />

la terapia debe ser quirúrgica y efectuada por un ci-


590 PARTE III Parasitología topográfica<br />

rujano con experiencia. Por lo general, se tiende a efectuar el<br />

parto del quiste, es decir, extraer la hidátide completa, si se logra<br />

esto el paciente está curado. Siempre se debe efectuar un<br />

control posterior de por lo menos varios años para asegurar la<br />

curación total del paciente, descartando hidatidosis secundarias<br />

yatrogénicas.<br />

Hidatidosis de la columna vertebral<br />

Es la forma más frecuente de las hidatidosis óseas (40-50%).<br />

Como todas las localizaciones óseas, es multilocular, infiltrante<br />

y osteolítica. La hidatidosis va destruyendo el hueso dejándolo<br />

como un panal de abeja. 7 La larva de E. granulosus se adapta al<br />

tejido óseo constituyendo microvesículas que penetran los canales<br />

de Havers. La hidatidosis vertebral es siempre primaria.<br />

La larva se ubica principalmente en el cuerpo vertebral o en los<br />

pedículos, y crece por yemación o vesiculación exógena, así va<br />

infiltrando e invadiendo el hueso que no presenta reacción inflamatoria<br />

alguna contra el parásito. Por este motivo la larva<br />

hidatídica no se rodea de una adventicia, y en el hueso, por<br />

consiguiente, no existe el QH como tal, sino sólo hidátides. El<br />

parásito puede pasar de una vértebra a otra vecina a través de<br />

las apófisis articulares u otro contacto óseo sin comprometer el<br />

disco intervertebral. En las localizaciones de las vértebras dorsales<br />

se pueden comprometer las costillas. El desarrollo de las<br />

larvas es lento y silencioso, y el paciente presenta los primeros<br />

síntomas cuando se produce una fractura vertebral, espontánea<br />

o traumática, o cuando la hidátide invade los tejidos blandos<br />

vecinos. En la columna es habitual que al romper la cortical<br />

posterior de la vértebra, la hidátide se propague al espacio extradural,<br />

donde se acumulan las microvesículas en forma de<br />

racimos o están libres (hidatidosis intrarraquídea, extraósea),<br />

no atraviesan la duramadre y por consiguiente no se ubican en<br />

el espacio subdural. Hasta la fecha no se ha descrito la hidatidosis<br />

de la médula espinal. Siempre que exista una hidatidosis<br />

extradural debe buscarse el foco óseo vecino, ya que no existe<br />

la hidatidosis meníngea primaria. Cuando la hidátide se hace<br />

extraósea, extrarraquídea, forma un absceso osifluente paravertebral<br />

que presenta una membrana, formada por los tejidos<br />

vecinos, dentro de la cual hay vesículas de diferente tamaño<br />

dentro de un tejido gelatinoso, originado por destrucción de<br />

vesículas.<br />

Cualquier vértebra puede ser afectada, pero la localización<br />

más frecuente es la lumbar, quizá por su mayor tamaño y mejor<br />

irrigación.<br />

Sintomatología<br />

Se presenta en personas en edad media productiva, es decir,<br />

20-40 años, aunque la infección se adquiere en la infancia. La<br />

sintomatología demora varios años en aparecer, ya que durante<br />

10-20 años la parasitosis cursa en forma silenciosa.<br />

Los síntomas varían según la localización en la columna. Si<br />

es cervical, los síntomas radiculares se refieren al plexo cervicobraquial,<br />

dolores y parestesias de las extremidades superiores<br />

que preceden al compromiso motor. Si es dorsal se presentan<br />

dolores tipo neuralgia intercostal y después paraparesia o paraplejía.<br />

En la región lumbar se presenta como un lumbago crónico,<br />

con signos ciáticos unilaterales o bilaterales, al igual que<br />

una hernia discal con la cual se puede confundir, más tarde se<br />

desarrolla una paraparesia o paraplejía.<br />

Los síntomas de la esfera sensitiva, dolores y parestesias<br />

preceden a veces por años a los signos motores.<br />

En general, las complicaciones neurológicas de la hidatidosis<br />

vertebral se deben a compresiones radiculares y medulares,<br />

y son indiferenciables de las que causa cualquier tumor<br />

medular y, al igual que éstos, provoca trastornos sensitivos cordonales,<br />

alteraciones esfinterianas y cambios tróficos propios<br />

de las compresiones.<br />

La presunción diagnóstica por la sintomatología y signología<br />

se debe complementar con exámenes de laboratorio: imagenología,<br />

punción lumbar y serología. La radiografía de columna<br />

vertebral es el primer examen que se debe efectuar. Aunque<br />

en ocasiones no presenta alteraciones importantes, en general<br />

puede demostrar algunos signos sugerentes: imágenes areolares<br />

u oquedades en el cuerpo vertebral, ausencia o deformación<br />

de un pedículo, aplastamiento de un cuerpo vertebral, sombra<br />

de partes blandas paravertebrales (sospecha de un absceso<br />

osifluente), conservación del disco intervertebral, etc. La radiografía<br />

demuestra una imagen en pico de flauta, por la detención<br />

del medio de contraste por un proceso extradural. Una<br />

detención bilobulada del medio de contraste orienta más al<br />

diagnóstico de hidatidosis. La TAC, la mielo-TAC y la IRM,<br />

son exámenes obligatorios en pacientes con compromiso medular.<br />

El líquido cefalorraquídeo por lo general es transparente<br />

y sólo indica una disociación albuminocitológica.<br />

Si bien estos exámenes son útiles, ninguno de ellos permite<br />

confirmar el diagnóstico etiológico, lo que se obtiene mediante<br />

la serología y/o estudio histológico. La serología es de<br />

gran ayuda cuando es positiva, por desgracia, en muchos casos<br />

o es negativa o no se solicita porque no se ha sospechado la<br />

etiología hidatídica. El estudio histológico se realiza en el pabellón<br />

durante el acto quirúrgico.<br />

El diagnóstico diferencial de la hidatidosis vertebral se<br />

debe efectuar con: mal de Pott, neurofibroma, mielitis, hernia<br />

del núcleo pulposo, metástasis óseas, absceso lumbar y tumores.<br />

Tratamiento<br />

El tratamiento es quirúrgico y está orientado a la erradicación<br />

del foco óseo y la extirpación total de las vesículas extradurales.<br />

Por lo general, cuando se trata de un proceso expansivo medular<br />

se realiza una laminectomía y extracción de todas las vesículas,<br />

sin abrir la duramadre. Se debe buscar el foco óseo que está<br />

cerca de la zona de compresión medular, hacer raspado de la<br />

vértebra y cauterizar durante 5 min los focos óseos con solución<br />

de cloruro de sodio hipertónico. Si toda la vértebra está<br />

comprometida, se extrae todo el cuerpo vertebral y se reemplaza<br />

por injerto óseo o acrílico.


CAPÍTULO 71 Parasitosis del sistema nervioso central 591<br />

La descompresión medular permite la mejoría de los síntomas<br />

y signos en forma casi inmediata, pero no cura la hidatidosis<br />

ósea. Después de meses a años la enfermedad se reproduce,<br />

y son necesarias nuevas intervenciones. En la práctica nunca se<br />

logran eliminar totalmente las parasitosis, y hay pacientes que<br />

se han operado más de 15 veces. Por este motivo, algunos autores<br />

señalan que en la operación de la hidatidosis de la columna<br />

sólo se está tratando una complicación de la parasitosis. Dévè<br />

denomina a la hidatidosis vertebral como el “cáncer blanco”<br />

por ser un mal incurable con reagudizaciones periódicas y que<br />

va a acompañar a los pacientes hasta su muerte.<br />

En pacientes que no presenten una compresión medular o<br />

que están fuera del alcance quirúrgico, se ha intentado la terapia<br />

medicamentosa con albendazol, 10 mg/kg de peso al día<br />

durante tres meses. En la hidatidosis vertebral se han aplicado<br />

hasta ocho curas con intervalos de 15-30 días entre cada una<br />

con buenos resultados. Este tratamiento se ha aplicado también<br />

en pacientes que han tenido múltiples operaciones como complemento<br />

de ellas. 8<br />

Toxoplasmosis<br />

La toxoplasmosis del SNC es la forma más grave de esta zoonosis,<br />

y afecta principalmente a recién nacidos, lactantes, niños<br />

menores e inmunosuprimidos. Puede ser congénita o adquirida.<br />

Toxoplasmosis congénita<br />

Un tercio de los niños con infección congénita son sintomáticos<br />

al nacer; del resto, al parecer asintomáticos, la mayoría de<br />

estos últimos van a desarrollar después del año compromiso<br />

ocular o cerebral.<br />

Los casos agudos generalizados al momento de nacer son<br />

poco frecuentes y afectan varios órganos: hígado, bazo, corazón,<br />

pulmones, etc., y forman parte del síndrome de TORCH.<br />

Los casos subagudos presentan encefalitis, encefalomielitis o<br />

meningoencefalitis, pueden presentar convulsiones, alteraciones<br />

del tono muscular y de la conciencia. Los casos crónicos<br />

presentan hidrocefalia, atrofia cortical, calcificaciones cerebrales<br />

y coriorretinitis, etc. La relación entre las formas agudas,<br />

subagudas y crónicas es de 1:10:100, es decir, por cada caso<br />

agudo hay 100 con secuelas. Dentro de las secuelas se encuentran<br />

la tríada de Sabín: coriorretinitis, calcificaciones cerebrales<br />

e hidrocefalia, que es la menos frecuente, pero la más orientadora<br />

al diagnóstico. Un mayor número de niños con toxoplasmosis<br />

congénita presentan 1 o 2 de las secuelas de Sabín. La<br />

mayoría cursa con formas oligosintomáticas donde el retardo<br />

mental es lo más importante.<br />

La toxoplasmosis congénita con compromiso del SNC tiene<br />

mal pronóstico, ya que no siempre mejora con la terapia y<br />

muchos casos presentan reactivaciones. 41<br />

El control clínico debe acompañarse de controles serológicos<br />

del LCR, imagenología (radiografía de cráneo, sonografía,<br />

TAC, IRM) y electroencefalograma (véase capítulo 45).<br />

Toxoplasmosis adquirida<br />

El compromiso del SNC puede ser parte de una toxoplasmosis<br />

generalizada o de una toxoplasmosis cerebral, cerebromeníngea<br />

o una reactivación de una toxoplasmosis crónica en personas<br />

inmunodeprimidas: leucemias, Hodking, trasplante de órganos,<br />

SIDA, etc. En general, existen tres formas clínicas en la<br />

toxoplasmosis adquirida del SNC:<br />

a) Encefalopatía generalizada. Hay compromiso difuso del<br />

encéfalo sin focalización. Puede evolucionar al coma cerebral<br />

y muerte en plazos relativamente cortos.<br />

b) Meningoencefalitis. A la encefalitis difusa se agrega compromiso<br />

meníngeo.<br />

c) Granuloma cerebral. Es la lesión menos frecuente; puede<br />

ser única o múltiple. Existen signos de localización y/o hipertensión<br />

endocraneana con edema papilar. El paciente<br />

presenta diversos signos de acuerdo con la localización del<br />

granuloma: afasia, hemiparesia, convulsiones, estrabismo,<br />

nistagmo, etc. Estos cuadros clínicos son más frecuentes en<br />

personas inmunodeprimidas 55 (véase capítulo 84).<br />

Paludismo<br />

El paludismo cerebral por Plasmodium falciparum es una forma<br />

grave de paludismo con tasas de mortalidad de 20-50%. Esta<br />

complicación se origina por las prolongaciones que presentan<br />

en su superficie los glóbulos rojos parasitados con P. falciparum,<br />

los cuales se adhieren a receptores del endotelio de capilares<br />

originando trombosis y, por consiguiente, menor flujo sanguíneo<br />

cerebral y menor consumo de oxígeno, produciendo una<br />

encefalopatía.<br />

Síndrome de larva migrante<br />

visceral (SLMV)<br />

Es poco frecuente, pero importante y grave. 39 Es el compromiso<br />

del SNC del humano por larvas de Toxocara canis, Toxocara<br />

cati, Toxascaris leonina, Baylisascaris procyionis parásitos habituales<br />

de perros y gatos y Ascaris suum, parásito de cerdos.<br />

10,19,50,60,65-67,71,72,90,92<br />

El humano se infecta por la ingesta de huevos larvados de<br />

los nematodos que contaminan el suelo, en especial de plazas,<br />

parques de entretenciones, parques públicos, etc., donde juegan<br />

niños, que son los más afectados. En Chile se ha encontrado<br />

13.5% de plazas públicas contaminadas con huevos de especies<br />

deToxocara, en otros países como España, Gran Bretaña y<br />

EUA se ha encontrado 92, 25 y 10-30%, respectivamente, de<br />

contaminación fecal del suelo con huevos de especies de Toxocara.<br />

El humano también se puede infectar por ingerir hospederos<br />

paraténicos infectados con larvas de estos nematodos, por<br />

ejemplo, ingestión de carne cruda o mal cocida de aves: patos,<br />

gallinas; mamíferos: ratas, ratones, corderos, vacunos. Cuando<br />

una persona ingiere los huevos larvados de estos nematodos, se<br />

produce lo mismo que en los hospederos habituales: salen las


592 PARTE III Parasitología topográfica<br />

larvas en el tubo digestivo, atraviesan la pared del intestino delgado,<br />

penetran la circulación portal donde quedan retenidas<br />

por el filtro hepático, otras siguen por vía circulatoria llegando<br />

al pulmón. Las larvas que logran franquear estos dos filtros<br />

pueden, vía circulación sistémica, llegar a cualquier órgano, entre<br />

ellos el SNC.<br />

En el SNC el hospedero reacciona a las larvas formando<br />

granulomas eosinofílicos que tratan de encapsularlas e inmovilizarlas.<br />

Los parásitos liberan antígenos excretados y secretados,<br />

lo que produce un aumento de IgE, IgG tipo 4 e interleucinas<br />

4-5 que ayudan al proceso inflamatorio.<br />

El compromiso del SNC por SLMV provoca una sintomatología<br />

y signología variable que incluye una meningoencefalitis<br />

o meningomielitis eosinofílica, lesiones (granulomas o<br />

abscesos que ocupan espacio), vasculitis que provocan convulsiones<br />

o alteraciones del comportamiento.<br />

El hemograma demuestra una hipereosinofilia, y el LCR<br />

una pleocitosis con eosinofilia. En el suero se detecta aumento<br />

de IgE e IgG 4 .<br />

La imagenología TAC e IRM con y sin medio de contraste<br />

(gadolinio) orienta al diagnóstico de meningoencefalitis, meningomielitis<br />

o granulomas cerebrales, sin precisar la etiología.<br />

El diagnóstico de SLMV con compromiso del SNC debe<br />

sospecharse en un paciente con antecedentes epidemiológicos<br />

de geofagia, contacto con cachorros o perros jóvenes que presentan<br />

los síntomas y signos descritos con hipereosinofilia sanguínea<br />

y del líquido cefalorraquídeo (LCR). El diagnóstico<br />

etiológico se confirma por reacción de ELISA e inmunotransferencia<br />

en sangre y LCR. Rara vez se detectan granulomas eosinofílicos<br />

cerebrales en biopsias estereotáxicas, sin que se observen<br />

larvas.<br />

El tratamiento con albendazol 200-400 mg/día por 5-10<br />

días ha demostrado ser eficaz. En ocasiones es conveniente asociar<br />

glucocorticoides, como la prednisona, 1 mg/kg/día durante<br />

los 2-3 primeros días de terapia para evitar reacciones inmunoalérgicas<br />

por la muerte de las larvas.<br />

La prevención consiste en lavarse bien las manos después<br />

de jugar o manipular la tierra o tener contacto con perros. Ingerir<br />

los alimentos que crecen a ras del suelo pelados o cocidos.<br />

No ingerir carne o vísceras crudas o mal cocidas. Crianza higiénica<br />

de los perros y gatos con desparasitación continua y adecuado<br />

control por médico veterinario.<br />

Meningitis eosinofílica<br />

Algunas helmintiasis producen meningitis eosinofílica. Los pacientes<br />

con esta patología presentan diversa sintomatología y<br />

signología neurológica con LCR con pleocitosis y eosinofilia.<br />

52,71,72 A veces presentan además eosinofilia sanguínea. Estos<br />

cuadros graves se observan de preferencia en Oriente. Los<br />

vermes que originan esta patología son: Angiostrongylus cantonensis,<br />

Gnasthostoma spinigerum, Paragonimus spp. y Cysticercus<br />

cellulosae. 15,40 Cada uno de ellos ha sido tratado de manera<br />

amplia en los capítulos respectivos (véanse capítulos 53, 55, 61<br />

y 63).<br />

Otras parasitosis del sistema<br />

nervioso central<br />

Amebiasis<br />

En el SNC Entamoeba histolytica produce una necrosis colicuativa.<br />

La sintomatología fluctúa en relación con la zona afectada.<br />

Por lo general se origina un “absceso amebiano” con las manifestaciones<br />

clínicas de un proceso cerebral que ocupa espacio.<br />

El diagnóstico etiológico se confirma mediante ELISA o IFI,<br />

que alcanzan títulos elevados en estos casos. De manera excepcional<br />

se ha efectuado el diagnóstico por PCR del LCR o biopsia<br />

cerebral. 21,51,63,85 La terapia y prevención se describen en el<br />

capítulo 16.<br />

Las amebas de vida libre, Naegleria fowleri originan la meningoencefalitis,<br />

amebiana primaria (MAP), Acanthamoeba<br />

castellani y Balamuthia mandrilaris originan la encefalitis amebiana<br />

granulomatosa (EAG), Trypanosoma cruzi puede comprometer<br />

el sistema nervioso. Spirometra mansoni y S. mansonoides<br />

pueden originar una esparganosis cerebral y Taenia<br />

serialis, Taenia multiceps, T. brauni, T. glomerata en ocasiones<br />

producen una cenuriasis del SNC. Strongyloides stercolaris puede<br />

localizarse en el SNC y por último se ha descrito compromiso<br />

cerebral por Baylisascaris procyionis. Estas parasitosis se describen<br />

en forma extensa en los capítulos 16, 41, 46 y 65.<br />

Baylisascariasis<br />

El ascárido de los mapaches es uno de los únicos nematodos<br />

que comprometen con frecuencia el SNC del humano. Los<br />

otros son Strongyloides stercoralis, Gnathostoma spinigerum, especies<br />

de Angiostrongylus y de Toxocara. El compromiso del<br />

SNC fluctúa entre una lesión que ocupa espacio (granuloma o<br />

absceso) a una meningoencefalitis.<br />

El diagnóstico se debe sospechar en pacientes con lesiones<br />

cerebrales granulomatosas o meningoencefálicas compatibles<br />

por TAC o IRM. La etiología se confirma por inmunotransferencia.<br />

En el tratamiento se utiliza albendazol o ivermectina.


CAPÍTULO 71 Parasitosis del sistema nervioso central 593<br />

Referencias<br />

1. Agapejev S, Pouza A, Bazan R et al. Aspectos clinicos<br />

e evolutivos da hidrocefalia na neurocisticercose. Arq<br />

Neuropsiquiatr;65:674-680. 2007.<br />

2. Agrawal R, Chauhan S, Misra V et al. Focal spinal intramedullary<br />

cysticercosis. Acta Biomed;79:39-41. 2008.<br />

3. Ahmad F, Sharma B. Treatment of intramedullary spinal<br />

cysticercosis: report of 2 cases and review of literature.<br />

Surg Neurol;67:74-77. 2007.<br />

4. Amaral L, Maschietto M, Maschietto R et al. Ununsual<br />

manifestations of neurocysticercosis in MR imaging:<br />

analysis of 172 cases. Arq Neuropsiquiatr;61:533-541.<br />

2003.<br />

5. Andrade FA, Figueroa L, Andrade SV. Clinical tomographic<br />

correlations of 220 patients with neurocisticercosis,<br />

Bahia, Brazil. Braz J Infect Dis;11:114-117. 2007.<br />

6. Antoniuk S, Bruck I, Santos L et al. Neurocisticercosis<br />

en la infancia: estudio clínico y seguimiento de 112 casos.<br />

Rev Neurol;42:97-101. 2006.<br />

7. Apt W, Fierro J, Calderón C et al. Hidatidosis de la<br />

columna vertebral. J Neuros;44:72-76. 1976.<br />

8. Apt W, Pérez C, de Rycke P. Tratamiento no convencional<br />

de la hidatidosis. Rev Med Chil;124:1385-1389. 1996.<br />

9. Apt W. Visión general de la neurocisticercosis. En: C.<br />

Arriagada, J. Nogales, W. Apt (editores). Neurocisticercosis.<br />

ARRYNOG, Santiago:1-4 pp. 1997.<br />

10. Ardiles A, Chanqueo L, Reyes V et al. Toxocariasis in<br />

an adult manifested as hypereosinophilic syndrome with<br />

predominant neurological involvement. Rev Med<br />

Chil;129:780-785. 2001.<br />

11. Arriagada C, Corbalán V. Clínica de la Neurocisticercosis:<br />

I. Manifestaciones neuropsiquiátricas de la cisticercosis<br />

encefálica. Neurocirugía (Santiago);19:232-247.<br />

1961.<br />

12. Arriagada C, Ojeda H, Cornejo J. Clínica de la Neurocisticercosis:<br />

II. Manifestaciones neurológicas de la cisticercosis<br />

cerebral. Neurocirugía (Santiago);19:248-267.<br />

1961.<br />

13. Arriagada C, Poblete R, Valladares H et al. Cisticercosis<br />

ventricular: estudio clínico y evaluación del tratamiento<br />

quirúrgico en 28 casos de cisticercosis del cuarto<br />

ventrículo. Neurocirugía (Santiago);19:205-231. 1961.<br />

14. Arriagada C, Matus C, Nogales GJ. Tomografía computada<br />

en neurocisticercosis. En: C. Arriagada, J. Nogales,<br />

W. Apt (editores). Neurocisticercosis. ARRYNOG,<br />

Santiago:161-207. 1997.<br />

15. Arriagada C, Nogales GJ, Apt W. Neurocisticercosis.<br />

Santiago, Chile. ARRYNOG Ediciones:1-333. 1997.<br />

16. Arriagada C, Nogales GJ, Matus C. Pathology of neurocysticercosis.<br />

En: C. Arriagada, J. Nogales Gaete, W.<br />

Apt (editors). Neurocisticercosis. ARRYNOG, Santiago:<br />

53-115. 1997.<br />

17. Arriagada V, Arriagada C, Terra E et al. Imagen de<br />

resonancia magnética (IRM) en neurocisticercosis. En: C.<br />

Arriagada, J. Nogales Gaete, W. Apt (editores). Neurocisticercosis.<br />

ARRYNOG, Santiago: 209-278. 1997.<br />

18. Asenjo A. Cysticercosis of the brain: general remarks.<br />

Neurocirugía (Santiago): 19:156-163. 1961.<br />

19. Bächli H, Minet J, Gratzl O. Cerebral toxocariasis: a<br />

possible cause of epileptic seizure in children. Childs Nerv<br />

Syst;20:468-472. 2004.<br />

20. Barinagarrementería F, Cantú C. Arteritis cerebral cisticercosa.<br />

En: C. Arriagada, J. Nogales Gaete, W. Apt<br />

(editors). Neurocisticercosis. ARRYNOG, Santiago:139-<br />

152. 1997.<br />

21. Becker G Jr, Knep S, Lance K et al. Amebic abscess of<br />

the brain. Neurosurgery;6:192-194. 1980.<br />

22. Botero D, Tanowitz H, Weiss L et al. Taeniasis and<br />

cysticercosis. Infect Dis Clin NA;7:683-697. 1993.<br />

23. Bruns L. Neurophathologische Demostrationen: einen<br />

freien Cysticercus im 4. Ventrikel. Neurologisches Centralblatt;21:561-567.<br />

1902.<br />

24. Canas N, Calado S, Vale J. Tratamiento de la neurocisticercosis<br />

racemosa medular. Rev Neurol;40:544-547. 2005.<br />

25. Carpio A. Neurocysticercosis: an update. Lancet Infect<br />

Dis;2:751-762. 2002.<br />

26. Carpio A, Hauser W. Neurocysticercosis and Epilepsy.<br />

En: G. Singh, S. Prabhakar (editors). Taenia Solium Cysticercosis:<br />

from basic to clinical science. CABI Publishing,<br />

UK:211-220 pp. 2002.<br />

27. Carpio A, Kelvin E, Bagiella E et al. The effects of albendazole<br />

treatment on neurocysticercosis: a randomized<br />

controlled trial. J Neurol Neurosurg Psychiatry;79:1050-<br />

1055. 2008.<br />

28. Citow J, Johnson P, Mc Bride D et al. Imaging features<br />

and surgery-related outcomes in intraventricular neurocysticercosis.<br />

Neurosurg Focus:12:6. 2007.<br />

29. Commision on tropical diseases of the international league<br />

against epilepsy. Relationship between epilepsy and<br />

tropical diseases. Epilepsia;35:89-93. 1994.<br />

30. Cruz M, Cruz I, Preux P et al. Headache and cysticercosis<br />

in Ecuador, South America. Headache;35:93-97.<br />

1995.<br />

31. Cruz M, Schantz P, Cruz I et al. Epilepsy and neurocysticercosis<br />

in an Andean community. Int J Epidemiol;28:799-803.<br />

1999.<br />

32. Chaoshuang L, Zhixin Z, Xiaohong W et al. Clinical<br />

analysis of 52 cases of neurocysticercosis. Trop Doct;38:<br />

192-194. 2008.<br />

33. Del Brutto O. Medical treatment of cysticercosis. Arch<br />

Neurol;52:102-103. 1995.<br />

34. Del Brutto O. Single parenchymal brain cysticercus in<br />

the acute encephalitic phase: definition of a distinct form


594 PARTE III Parasitología topográfica<br />

of neurocysticercosis with a benign prognosis. J Neurol<br />

Neurosurg Psychiatry;58:247-249. 1995.<br />

35. Del Brutto O, Wadia N, Dumas M et al. Proposal of<br />

diagnostic criteria for human cysticercosis and neurocysticercosis.<br />

J Neurol Sci;142:1-6. 1996.<br />

36. Del Brutto O, Rajshekhar V, White A Jr et al. Proposed<br />

diagnostic criteria for neurocysticercosis. Neurology,<br />

2001;57:177-183.<br />

37. Del Brutto O. Neurocisticercosis: actualización en diagnóstico<br />

y tratamiento. Neurología;20:412-418. 2005.<br />

38. Dévè F. L´Echinococcose primitive. Paris Masson et Cie<br />

Edit, 1949.<br />

39. Dubinský P, Havasiová RK, Petko B et al. Role of<br />

small mammals in the epidemiology of toxocariasis. Parasitology;110:187-193.<br />

1995.<br />

40. Flisser A, Gyorkos T. Contribution of immunodiagnostic<br />

tests to epidemiological/intervention studies of cysticercosis/taeniosis<br />

in Mexico. Parasite Immunol;29:637-<br />

649. 2007.<br />

41. Frenkel J. Pathophysiology of toxoplasmosis. Parasitol<br />

Today;4:273-278. 1988.<br />

42. Gallani N, Zambelli H, Roth VA et al. Cisticercose<br />

medular. Arq Neurop-Psiquiat (Sao Paulo);50:343-350.<br />

1992.<br />

43. Garcia H, Gonzalez A, Gilman R. Diagnosis, treatment<br />

and control of Taenia solium cysticercosis. Curr Opin Infect<br />

Dis;16:411-419. 2003.<br />

44. García H, Evans C, Nash T et al. Current consensus<br />

guidelines for treatment of neurocysticercosis. Clin Microbiol<br />

Rev;15:747-756. 2002.<br />

45. Garcia H, Pretell E, Gilman R et al. Cysticercosis<br />

Working Group in Peru. A trial of antiparasitic treatment<br />

to reduce the rate of seizures due to cerebral cysticercosis.<br />

N Engl J Med;350:249-258. 2004.<br />

46. Garcia H, Del Brutto O, Nash T et al. New concepts<br />

in the diagnosis and management of neurocysticercosis<br />

(Taenia solium). Am J Trop Med Hyg;72:3-9. 2005.<br />

47. Garcia H. Antiparasitic drugs in neurocysticercosis: albendazole<br />

or praziquantel? Expert Rev Anti Infect Ther;6:<br />

295-298. 2008.<br />

48. Hawk M, Shahlaie K, Kim K, Theis J. Neurocysticercosis:<br />

a review. Surg Neurol;63:123-132; discussion 132.<br />

2005.<br />

49. Hernández M, Gonzalez L, Fleury A et al. Neurocysticercosis:<br />

detection of Taenia solium DNA in human cerebrospinal<br />

fluid using a semi-nested PCR based on<br />

HDP2. Ann Trop Med Parasitol;102:317-323. 2008.<br />

50. Hoffmeister B, Glaeser S, Flick H et al. Cerebral toxocariasis<br />

after consumption of raw duck liver. Am J Trop<br />

Med Hyg;76:600-602. 2007.<br />

51. Hughes F, Faehnle S, Simon J. Multiple cerebral abscesses<br />

complicating hepatopulmonary amebiasis. J Pediatr;86:95-96.<br />

1975.<br />

52. Jaroonvesama N. Differential diagnosis of eosinophilic<br />

meningitis. Parasitol Today;4:262-266. 1988.<br />

53. Kalra V, Dua T, Kumar V. Efficacy of albendazole and<br />

short-course dexamethasone treatment in children with 1<br />

or 2 ring-enhancing lesions of neurocysticercosis: a randomized<br />

controlled trial. J Pediatr;143:111-114. 2003.<br />

54. Kramer J, Carrazana E, Cosgrove R et al. Transaqueductal<br />

migration of neurocysticercus cyst. J Neurosurg;77:956-958.<br />

1992.<br />

55. Leport C, Remington J. Toxoplasmosis in AIDS. Presse<br />

Med;21:1165-1171. 1992.<br />

56. López HA. Cisticercosis cerebral infantil. En: A. Flisser,<br />

F. Malagón (editores). Cisticercosis humana y porcina. Su<br />

conocimiento e investigación en México. México: Editorial<br />

Limusa:63-66. 1989.<br />

57. Lucato L, Guedes M, Sato J et al. The role of conventional<br />

MR imaging sequences in the evaluation of neurocysticercosis:<br />

impact on characterization of the scolex and lesion<br />

burden. AJNR Am J Neuroradiol;28:1501-1504. 2007.<br />

58. Machado L. Neurocisticercose: exame de líquido cefalorraqueano.<br />

En: L. Machado, J. Livramento, A. Spina-<br />

Franca et al. (editors). Neuroinfeccao. Clínica Neurológica<br />

HC/FMUSP, São Paulo:205-212 pp. 1996.<br />

59. Madrazo I, Proaño J. Tratamiento quirúrgico de la<br />

neurocisticercosis. En: C. Arriagada, J. Nogales-Gaete, W.<br />

Apt (editors). Neurocisticercosis. Santiago: ARRYNOG;<br />

299-321. 1997.<br />

60. Maiga Y, Wiertlewski S, Desal H et al. Presentation of<br />

cerebral toxocariasis with mental confusion in an adult:<br />

case report and review of the literature. Bull Soc Pathol<br />

Exot;100:101-104. 2007.<br />

61. Malagón V. Neurocisticercosis en Pediatría. Pronóstico,<br />

tratamiento y prevención. Rev Neurol;29:337-339. 1999.<br />

62. Matthaiou D, Panos G, Adamidi E et al. Albendazole<br />

versus Praziquantel in the Treatment of Neurocysticercosis:<br />

A Meta-analysis of Comparative Trials. PLoS Negl<br />

Trop Dis:2:e194. 2008.<br />

63. Mattern C, Keister D. Experimental amebiasis. I.<br />

Pathogenicity of axenically cultured Entamoeba histolytica<br />

in the brain of the newborn mouse. Am J Trop Med<br />

Hyg;26:393-401. 1977.<br />

64. Mayta H, Gilman R, Prendergast E et al. Cysticercosis<br />

Working Group in Peru. Nested PCR for specific diagnosis<br />

of Taenia solium taeniasis. J Clin Microbiol;46:286-289.<br />

2008.<br />

65. Mitamura M, Fukuoka M, Haruta Y et al. A case of<br />

visceral larva migrans due to Toxocara canis showing varied<br />

manifestations. Kansenshogaku Zasshi;81:305-308.<br />

2007.<br />

66. Moiyadi A, Mahadevan A, Anandh B et al. Visceral<br />

larva migrans presenting as multiple intracranial and intraspinal<br />

abscesses. Neuropathology;27:371-374. 2007.<br />

67. Moreira SS, Rodrigues M, Pimenta J et al. Toxocariasis<br />

of the central nervous system: with report of two cases.<br />

Rev Soc Bras Med Trop;37:169-174. 2004.<br />

68. Nogales GJ, Arriagada C, González J. Síndromes<br />

anátomo-clínicos de la neurocisticercosis. En: C. Arriaga-


CAPÍTULO 71 Parasitosis del sistema nervioso central 595<br />

da, J. Nogales-Gaete, W. Apt (editors). Neurocisticercosis.<br />

Santiago: ARRYNOG:117-138. 1997.<br />

69. Nogales GJ, Arriagada C, Carrasco X et al. Neurocisticercosis<br />

como paradigma de las parasitosis del Sistema<br />

Nervioso Central. En: J. Nogales-Gaete (editor). Tratado<br />

de Neurología Clínica. Santiago: Universitaria:363-374.<br />

2005.<br />

70. Nogales-Gaete J, Arriagada C, Salinas R. Tratamiento<br />

de la neurocisticercosis. Rev Med Chile;134:657-664.<br />

2006.<br />

71. Ota S, Komiyama A, Johkura K et al. Eosinophilic<br />

meningo-encephalo-myelitis due to Toxocara canis. Rinsho<br />

Shinkeigaku;34:1148-1152. 1994.<br />

72. Oujamaa L, Sibon I, Vital A et al. Cerebral vasculitis<br />

secondary to Toxocara canis and Fasciola hepatica co-infestation.<br />

Rev Neurol (Paris);159:447-450. 2003.<br />

73. Paterakis K, Kapsalaki E, Hadjigeorgiou G et al. Primary<br />

spinal intradural extramedullary cysticercosis. Surgical<br />

Neurology;68:309-311. 2007.<br />

74. Plancarte A, Flisser A, Gauci C et al. Vaccination<br />

against Taenia solium cysticercosis in pigs using native and<br />

recombinant oncosphere antigens. Int J Parasitol;29:643-<br />

647. 1999.<br />

75. Pozo GM, Campos OP, Burneo J. Neurocisticercosis<br />

en una población pediátrica en Lima: análisis epidemiológico<br />

y clínico. Rev Neurol;36:205-208. 2003.<br />

76. Proaño J, Madrazo I, Garcia L et al. Albendazole and<br />

praziquantel treatment in neurocysticercosis of the fourth<br />

ventricle. J Neurosurg;87:29-33. 1997.<br />

77. Proaño J, Madrazo I, Avelar F et al. Medical treatment<br />

for neurocysticercosis characterized by giant subarachnoid<br />

cysts. N Engl J Med;345:879-885. 2001.<br />

78. Rabiela M. Patología de la neurocisticercosis benigna y<br />

de la grave. En: A. Flisser, F. Malagón (editores). Cisticercosis<br />

humana y porcina. Su conocimiento e investigación<br />

en México. México: Editorial Limusa:107-123. 198.9<br />

79. Rocha M Jr, Santos J, Gomes E et al. Treatment of cerebral<br />

cysticercosis with albendazole in elevated dosages.<br />

Arq Neuropsiquiatr;66:114-116. 2008.<br />

80. Salazar A, Sotelo J, Martinez H et al. Differential<br />

diagnosis between ventriculitis and fourth ventricle cyst<br />

in neurocysticercosis. J Neurosurg;59:660-663. 1983.<br />

81. Salinas R, Counsell C, Prasad K et al. Treating neurocysticercosis<br />

medically: a systematic review of randomized,<br />

controlled trials. Trop Med Int Health;4:713-718.<br />

1999.<br />

82. Salinas R, Prasad K. Drugs for treating neurocysticercosis<br />

(tapeworm infection of the brain). Cochrane Database<br />

Syst Rev (2):CD000215. 2000.<br />

83. Schenone H, Villarroel F, Rojas A et al. Epidemiology<br />

of human cysticercosis in Latin America. En: A. Flisser, K.<br />

Willms, J. Laclette et al. (editors). Cysticercosis: present<br />

state of knowledge and perspectives. Academic Press Inc.,<br />

New York;25-38 pp. 1982.<br />

84. Shandera W, White C, Chen J et al. Neurocysticercosis<br />

in Houston, Texas. A report of 112 cases. Medicine;73:37-52.<br />

1994.<br />

85. Solaymani MS, Lam M, Zunt J et al. Entamoeba histolytica<br />

encephalitis diagnosed by PCR of cerebrospinal<br />

fluid. Trans R Soc Trop Med Hyg;101:311-313. 2007.<br />

86. Sotelo J, Del Brutto O. Review of neurocysticercosis.<br />

Neurosurg Focus (e-journal);12:6. 2007.<br />

87. Sotelo J. Which MRI sequences are best suited to the<br />

evaluation of patients with neurocysticercosis? Nat Clin<br />

Pract Neurol;4:72-73. 2008.<br />

88. Takayanagui O, Odashima N. Clinical aspects of neurocysticercosis.<br />

Parasitol Int;55:111-115. 2006.<br />

89. Thussu A, Chattopadhyay A, Sawhney I et al. Albendazole<br />

therapy for single small enhancing CT lesions<br />

(SSECTL) in the brain in epilepsy. J Neurol Neurosurg<br />

Psychiatry;79:272-275. 2008.<br />

90. Umehara F, Ookatsu H, Hayashi D et al. MRI studies<br />

of spinal visceral larva migrans syndrome. J Neurol<br />

Sci;249:7-12. 2006.<br />

91. Villagrán UJ, Olvera RJ. La cisticercosis en el material<br />

de autopsia del Hospital General de México. En: A. Flisser,<br />

F. Malagón (editors). Cisticercosis humana y porcina.<br />

Su conocimiento e investigación en México. México: Editorial<br />

Limusa:97-105. 1989.<br />

92. Walker M, Zunt J. Neuparasitic Infectious: Nematodes.<br />

Sernin Neurol;25:252-261. 2005.<br />

93. Willms K. Morphology and biochemistry of the pork<br />

tapeworm, Taenia solium. Curr Top Med Chem;8:375-<br />

382. 2008.


Capítulo<br />

72<br />

Parasitosis del sistema<br />

genitourinario<br />

Patricia Muñoz Casas del Valle<br />

El sistema urogenital del hombre y de la mujer pueden verse<br />

afectados por algunas infecciones parasitarias. Es necesario distinguir<br />

aquellos parásitos cuyo hábitat es el sistema urogenital,<br />

de los que en forma secundaria o accidental parasitan este sistema.<br />

Entre los primeros se encuentran Trichomonas vaginalis,<br />

Schistosoma haematobium y las filariasis producidas principalmente<br />

por Wuchereria bancrofti y Onchocerca volvulus. Entre los<br />

segundos se encuentran Enterobius vermicularis, la hidatidosis,<br />

Sarcoptes scabiei y otros ácaros, Entamoeba histolytica, y algunas<br />

miasis accidentales.<br />

Trichomonas vaginalis<br />

La tricomoniasis es la más común de las infecciones de transmisión<br />

sexual en EUA y en muchos países, ha sido considerada<br />

como una infección de transmisión sexual de menor importancia.<br />

Sin embargo, evidencia reciente ha asociado Trichomonas<br />

vaginalis con una variedad de efectos adversos en ambos sexos. 13<br />

En las mujeres la tricomoniasis ha sido asociada con vaginitis,<br />

cervicitis, uretritis, enfermedad inflamatoria pélvica e infertilidad,<br />

y aspectos no deseables al nacimiento como rotura<br />

prematura de membranas, parto pretérmino o bajo peso al nacer.<br />

La infección con T. vaginalis y la asociación con la adquisición<br />

y transmisión del virus de la inmunodeficiencia humana<br />

(HIV) se ha demostrado en numerosos estudios. También puede<br />

desempeñar una función en el desarrollo de la neoplasia cervical<br />

relacionada con el virus del papiloma humano, y en las<br />

infecciones posoperatorias. T. vaginalis, al tener como hábitat<br />

específico el tracto genitourinario, ha sido aislada de todas las<br />

estructuras de éste. 15<br />

La infección asintomática es común tanto en el hombre<br />

como en la mujer, razón por la cual las pruebas de tamizaje para<br />

detectar la infección son importantes. En Zimbabwe, en un<br />

cuestionario aplicado a cientos de mujeres, 75% negó síntomas<br />

al preguntarles directamente por ellos, y 16% tenían tricomoniasis<br />

al realizarles el examen.<br />

En áreas donde los métodos de diagnóstico son limitados,<br />

el manejo de la tricomoniasis por lo general es parte del síndrome<br />

clínico de descarga vaginal en la mujer y descarga uretral en<br />

el hombre, y una dosis única de metronidazol es efectiva en la<br />

mayoría de los casos. La resistencia al metronidazol es un problema<br />

emergente cuyo significado clínico aún no es claro. 15<br />

El diagnóstico se realiza por visualización directa al microscopio<br />

de diversas muestras clínicas al fresco, que son poco<br />

sensibles o con técnicas de ampliación del DNA más sensibles<br />

pero no utilizadas para el diagnóstico de rutina.<br />

Cuando aparecen los síntomas, lo más común es la descarga<br />

vaginal vista en más de 50% de los casos, seguidos de prurito o<br />

disuria. Un estudio en 200 mujeres nigerianas con descarga vaginal<br />

demostró que 74% de ellas estaban infectadas con T. vaginalis.<br />

Al examen con espéculo, el flujo vaginal puede ser de cualquier<br />

color o característica, y aunque una secreción verdosa<br />

espumosa se ha asociado con esta enfermedad, esto no se observó<br />

en ninguna de las 149 mujeres nigerianas con tricomoniasis. El<br />

flujo puede ser maloliente con un pH 4.5-7. En otros estudios la<br />

tricomoniasis se ha relacionado con vaginosis bacteriana. 15<br />

La habilidad del médico para predecir infección vaginal por<br />

T. vaginalis basada sólo en el examen clínico mostró tener un<br />

valor predictivo positivo de 47% entre trabajadoras sexuales en<br />

un estudio realizado en Camerún. La patología cervical asociada<br />

de manera significativa a tricomoniasis: la colpitis macularis o<br />

cuello en fresa, es el resultado de hemorragias microscópicas.<br />

También se ha observado eritema cervical mucopurulento<br />

acompañado de friabilidad. Entre las mujeres infectadas con<br />

HIV, la infección con T. vaginalis estuvo asociada con enfermedad<br />

pélvica inflamatoria. 15<br />

Las infecciones por tricomonas no deben restringirse sólo<br />

a la vagina, ya que las infecciones del tracto urinario pueden ser<br />

comunes como única causa.<br />

En el hombre, la infección por T. vaginalis es menos conocida.<br />

Las cifras de casos asintomáticos varían en diversos estudios.<br />

Se ha convertido en una de las causas de uretritis no<br />

gonocócica y en un factor masculino que contribuye a la infertilidad.<br />

Cuando los síntomas se manifiestan la descarga suele<br />

ser menos profusa y purulenta que en la infección gonocócica.<br />

Los hombres también pueden presentar disuria. La descarga<br />

596


CAPÍTULO 72 Parasitosis del sistema genitourinario 597<br />

uretral y la disuria son los síntomas más comunes. El compromiso<br />

de otras estructuras del sistema genitourinario del hombre<br />

también se ha descrito como prostatitis.<br />

Schistosoma haematobium<br />

El actual ritmo migratorio de las poblaciones y la llegada a diversos<br />

países libres de esta infección de personas de regiones<br />

tropicales afectadas endémicamente por esquistosoma, ha hecho<br />

que en los últimos tiempos cada vez sea más frecuente el<br />

diagnóstico de este tipo de patología. En España se han publicado<br />

desde 1980 numerosos artículos sobre la esquistosomiasis<br />

vesical, presentando alrededor de 45 nuevos casos de esta patología.<br />

Se trataban en su mayoría de personas provenientes del<br />

África subsahariana, Magreb, Cuenca Mediterránea y Oriente<br />

Medio. 8<br />

La presencia de hematuria acompañada o no de síndrome<br />

miccional en un paciente joven originario o viajero reciente en<br />

estas zonas, sugiere una esquistosomiasis vesical. Ante esta sospecha,<br />

un método diagnóstico fundamental es la citología urinaria<br />

y la ecografía, donde se puede apreciar una vejiga urinaria<br />

con irregularidades en su pared y con engrosamientos nodulares<br />

de forma difusa. Los gusanos adultos se albergan en el recto<br />

y atraviesan los plexos hemorroidales alcanzando la vejiga y<br />

otros órganos pélvicos, donde colocan los huevos. Las manifestaciones<br />

clínicas se deben al depósito de huevos y a la respuesta<br />

inflamatoria y cambios histopatológicos que inducen. En la<br />

evolución clínica de la bilharziasis y en un estadio más avanzado,<br />

meses o años después de la exposición al parásito aparecen<br />

los síntomas genitourinarios correspondientes a la eliminación<br />

de los huevos en la orina. El síntoma fundamental es la hematuria<br />

de tipo terminal, intermitente y recurrente. Se puede<br />

acompañar de otros síntomas urinarios como síndrome irritativo<br />

inespecífico, polaquiuria, dolor suprapúbico con la micción.<br />

7 La presencia de huevos en las vesículas seminales y en los<br />

conductos eyaculadores puede ser muy alta y aparecer en el<br />

eyaculado antes de que aparezcan en la orina; estos pacientes<br />

pueden presentar dolor testicular o una masa en el testículo. El<br />

diagnóstico en esta fase se realiza observando huevos de esquistosoma<br />

en la orina o en el semen. Superadas estas fases, tras<br />

unos años de infección aparecen las secuelas, la uropatía bilharziana,<br />

la cual se produce por la intensa reacción inflamatoria<br />

granulomatosa y las lesiones fibrosas irreversibles producidas<br />

en respuesta a los huevos del parásito. Las lesiones que<br />

aparecen con más frecuencia en este periodo son la esclerosis y<br />

calcificación de la pared vesical y ureteral. 8 La estenosis ureteral<br />

es una de las complicaciones más graves y de las que más compromete<br />

el pronóstico vital. Suele ser asintomática y aparecer<br />

con una uropatía obstructiva que si es bilateral puede terminar<br />

en insuficiencia renal crónica. Afecta al uréter yuxtavesical, por<br />

la localización pelviana del parásito, aunque puede ascender<br />

hacia pelvis y ocasionar cólicos nefríticos, pielonefritis o pionefrosis.<br />

Las dilataciones ureterales segmentarias constituyen<br />

25% de la uropatía obstructiva por esquistosoma. El hidrouréter<br />

precede a la hidronefrosis. El carcinoma vesical es otra de las<br />

posibles complicaciones; la mayoría de los tumores de la vejiga<br />

bilharziásica son carcinomas escamosos. Además, la incidencia<br />

de carcinoma de células transicionales también aumenta, estos<br />

carcinomas son más agresivos, de alto grado, con elevada tendencia<br />

a la recurrencia y a afectar a personas más jóvenes. Algunos<br />

estudios demuestran que en zonas endémicas 31% de los<br />

pacientes con cáncer vesical tiene antecedentes de esquistosomiasis<br />

vesical, 60% se trata de carcinomas escamosos y entre<br />

5-15% de otras estirpes. Diversas teorías explican cómo los<br />

huevos del parásito liberan unas sustancias que favorecen la acción<br />

oncogénica de otros productos carcinógenos, como son<br />

los metabolitos del triptófano, compuestos N-nitrosos y b-<br />

glucuronidasa. 7 Otras zonas del aparato urogenital afectadas<br />

por S. haematobium son la uretra, vesículas seminales, próstata,<br />

conductos deferentes, epidídimo y testículos, ocasionando cuadros<br />

de prostatitis, estenosis uretrales, dolores perineales, etc. 10<br />

El compromiso del aparato genital femenino es más frecuente<br />

que el masculino, afecta ovarios, trompas de Falopio,<br />

útero y vagina, se presenta en 30% de las mujeres infectadas.<br />

Provoca cervicitis y vaginitis a menudo asintomáticas, pero<br />

puede manifestarse de forma similar a la producida por otras<br />

causas. Un examen de rutina de Papanicolaou puede revelar los<br />

huevos característicos con espina. Las lesiones de la vagina y el<br />

cuello uterino pueden predisponer a los pacientes a la adquisición<br />

de la infección por el HIV. Al término del embarazo se<br />

han encontrado huevos de esquistosoma en la placenta y en el<br />

líquido amniótico, pero no hay informes documentados de la<br />

esquistosomiasis fetal. 11<br />

La esquistosomiasis genital es causa de infertilidad en amplias<br />

zonas de África. El diagnóstico debe ser oportuno para<br />

instaurar el tratamiento adecuado y evitar las complicaciones.<br />

La visualización de huevos en la orina es el método más sensible<br />

y específico para el diagnóstico de esquistosomiasis activa. En<br />

fases crónicas de la parasitosis pueden no detectarse los huevos<br />

en orina. En estos casos, los estudios radiológicos son fundamentales<br />

para el diagnóstico. En la radiografía simple del aparato<br />

urinario se pueden ver calcificaciones a nivel vesical y ureteral<br />

a consecuencia del depósito de huevos a lo largo de la<br />

mucosa. La urografía intravenosa objetiva muestra posibles<br />

complicaciones en estadios avanzados como la estenosis ureteral<br />

distal, estenosis ureterales asimétricas y dilatación del tracto<br />

urinario superior secundaria a estenosis ureterales, etc. La cistografía<br />

evidencia la posible disminución de la capacidad vesical<br />

o aparición de defectos de repleción que deberán ser evaluados<br />

mediante cistoscopia. Las uretrografías retrógrada y miccional<br />

ayudan a diagnosticar posibles estenosis ureterales y esclerosis<br />

de cuello. Ciertos estudios defienden la función de la ecografía<br />

en pacientes procedentes de áreas endémicas, tiene una sensibilidad<br />

similar a la urografía para la detección de lesiones vesicales,<br />

dilataciones ureterales, hidronefrosis y litiasis renales. Los<br />

estudios endoscópicos permiten visualizar de manera directa las<br />

lesiones y obtener biopsias de las mismas. En la primera fase de<br />

la enfermedad aparecen granulomas, erosiones y congestión<br />

de la mucosa. Las lesiones secundarias son nódulos bilharzianos<br />

(mucosa vesical sobreelevada por formaciones papulares con


598 PARTE III Parasitología topográfica<br />

aspecto de grano de arroz). El bilharzioma aparece en la fase<br />

terciaria (formación redondeada, pediculada o sésil, de coloración<br />

rojiza en las paredes posteriores y laterales de la vejiga). La<br />

afectación crónica de la vejiga produce unas lesiones en parches,<br />

planas, de color pardusco con tendencia a la fibrosis y a la<br />

retracción vesical que se llaman “parches arenosos” por su aspecto<br />

endoscópico.<br />

Una característica importante de la esquistosomiasis vesical<br />

es que se pueden encontrar lesiones coexistentes en diferentes<br />

estadios evolutivos. 10 El diagnóstico definitivo lo dan la presencia<br />

de granulomas y huevos de esquistosoma en la submucosa<br />

de las biopsias vesicales. El praziquantel, 40 mg/kg en dosis única,<br />

es efectivo en la primera fase de la enfermedad, pero ineficaz<br />

para las lesiones cicatriciales terciarias que deberán ser tratadas<br />

mediante los procedimientos quirúrgicos adecuados: reimplante<br />

ureteral, resección y anastomosis terminoterminal, dilataciones<br />

ureterales endoscópicas, sustitución de uréter por un segmento<br />

ileal, cistoplastia de ampliación, cistectomía parcial,<br />

incisión endoscópica en las resecciones de cuello, etc., hasta<br />

nefrectomía en riñones hidronefróticos con mala función y patología<br />

asociada (litiasis, infección). Existe riesgo de reinfección<br />

en zonas endémicas si no se toman las medidas preventivas pertinentes<br />

(erradicación del molusco intermediario en el agua,<br />

medidas de higiene pública y educación sanitaria). 10<br />

Es posible encontrar huevos de Schistosoma mansoni en la<br />

orina por una localización ectópica (raro) del trematodo o por<br />

contaminación fecal de la orina. 7<br />

Filariasis<br />

Wuchereria bancrofti, Brugia malayi y Onchocerca volvulus, pueden<br />

comprometer el tracto genitourinario. 7<br />

Wuchereria bancrofti puede producir un cuadro agudo que<br />

se conoce como “fiebre por filarias”, puede presentar linfangitis<br />

, linfadenitis, funiculoepididimitis, edema transitorio, y pequeño<br />

hidrocele agudo; por lo general son amicrofilarémicos.<br />

En la fase crónica tardía de la infección se produce una serie de<br />

lesiones progresivas: funiculoepididimitis, hidrocele, orquitis,<br />

elefantiasis del escroto y del pene que no se resuelve con tratamiento<br />

y también puede aparecer quiluria. 10<br />

La funiculoepididimitis sintomática se presenta en la cuarta<br />

década de la vida, y se presenta con dolor aislado o repetido y<br />

progresivo que se irradia al testículo y simula un cólico ureteral.<br />

Se puede palpar un cordón que simula un tumor intraescrotal<br />

o torsión del epidídimo y se acompaña de hidrocele blando. Es<br />

común la eosinofilia. Una trombosis del plexo pampiniforme<br />

puede complicar la inflamación, aumentando el dolor. 10<br />

En las zonas endémicas, la diferenciación del hidrocele por<br />

filarias de hidrocele idiopático es difícil. Las microfilarias o los<br />

gusanos adultos rara vez se detectan en el líquido del hidrocele,<br />

pero el aspecto lechoso del líquido sugiere esta etiología.<br />

E l edema escrotal leve no es raro durante la infección temprana.<br />

El edema del pene es inusual y las elefantiasis genitales<br />

corresponden a casos de personas sin acceso a atención médica.<br />

La elefantiasis genital rara vez se debe a tumores.<br />

La quiluria ocurre con o sin microfilaremia, por lo general<br />

en adultos jóvenes. Se produce en etapas tempranas en la historia<br />

natural de la filariasis y antes que la elefantiasis genital. La<br />

muerte de los gusanos produce obstrucción linfática y dilatación<br />

proximal. La rotura de un vaso linfático se ha demostrado<br />

por linfografía, y puede resolverse de manera espontánea con<br />

reposo en cama. 10<br />

Oncocercosis<br />

En las etapas tardías, cuando la ceguera y dermatitis atrófica<br />

son las principales enfermedades, la infección por oncocerca<br />

puede producir colgajo en la ingle o elefantiasis escrotal. Piezas<br />

quirúrgicas extirpadas muestran atrofia y fibrosis de los ganglios<br />

linfáticos inguinales con edema y fibrosis subcutánea superpuesta<br />

a la dermatitis habitual de esta infección. En algunas<br />

ocasiones, la oncocercosis se acompaña de linfadenopatía inguinal<br />

gigante. 7,10<br />

Otras parasitosis del tracto<br />

genitourinario<br />

A continuación se describen infecciones parasitarias de rara<br />

ubicación en el tracto genitourinario y que se ven encubiertas<br />

por el compromiso de otros órganos.<br />

Enterobiasis<br />

Enterobius vermicularis, nematodo frecuente en todo el mundo;<br />

a veces migra desde su salida habitual, el ano, hacia la vagina,<br />

llevando en su superficie bacterias habituales del colon arrastrándolas<br />

hacia la vagina provocando una vulvovaginitis inespecífica.<br />

Es importante en preescolares en quienes se debe sospechar<br />

esta parasitosis ante la presencia de leucorrea y prurito<br />

anal y vulvar. En otras ocasiones el gusano continúa ascendiendo<br />

alcanzando la cavidad peritoneal a través del útero y las<br />

trompas de Falopio. En ese hábitat inhabitual el movimiento<br />

de los vermes y la postura de huevos puede continuar produciendo<br />

una inflamación del peritoneo pélvico con dolor, fiebre,<br />

simulando una apendicitis aguda u otras lesiones. La muerte de<br />

los gusanos y los huevos origina granulomas y adherencias. El<br />

tratamiento de la enterobiasis pélvica se efectúa con mebendazol<br />

o albendazol. 2,14,16<br />

Hidatidosis<br />

Ninguna parte de la anatomía humana queda exenta del quiste<br />

hidatídico, y la localización renal constituye sólo 2% de todos<br />

los casos. En el riñón y otros sitios el crecimiento del quiste es<br />

lento, asintomático y pueden pasar años antes de producir manifestaciones<br />

clínicas. Se ha descrito también quiste hidatídico<br />

del cordón espermático y de la próstata en el hombre, y en<br />

ovarios, útero y retrovesical en la mujer. 1,3,5,6,12,17


CAPÍTULO 72 Parasitosis del sistema genitourinario 599<br />

La presentación urológica más común es el dolor crónico,<br />

sordo, en la espalda o en la zona inferior del flanco. Los quistes<br />

rara vez afectan la función renal. El diagnóstico puede realizarse<br />

mediante radiografía simple, ecografía u otras técnicas imagenológicas.<br />

Las pruebas serológicas han demostrado ser útiles,<br />

pero con una sensibilidad de 60 a 90%. El tratamiento con albendazol,<br />

400 mg dos veces al día por 1 a 6 meses se ha recomendado<br />

como tratamiento médico. Algunos pacientes requieren<br />

de un tratamiento quirúrgico, dependiendo del tamaño y<br />

localización de la lesión. La rotura de los quistes puede resultar<br />

en un choque anafiláctico, y el paso de líquido a peritoneo o<br />

torrente sanguíneo puede dar origen a quistes metastásicos.<br />

Sarcoptes scabiei y otros ácaros<br />

Ejemplares adultos de ácaros se han encontrado en la orina de<br />

algunos pacientes, probablemente por una contaminación con<br />

ácaros provenientes de la piel del pene o del escroto. Los ácaros<br />

más asociados con los humanos son Sarcoptes scabiei, que causa<br />

la sarna, y las especies de Demodex que viven en los folículos<br />

pilosos como comensales provocando infestaciones benignas.<br />

Los pacientes que presentan gran cantidad de ácaros de la sarna<br />

(sarna noruega) pueden contaminar con mayor probabilidad la<br />

orina. 9 Un estudio realizado en China reveló que 3.5% de<br />

muestras de orina y 6.2% de muestras de deposiciones contenía<br />

adultos, larvas o huevos de ácaros del ambiente. En la cistoscopia<br />

se observaron ácaros adultos y daño en el intestino y en la<br />

pared vesical. La prevalencia de acariasis humana intestinal y<br />

urinaria fue mayor en individuos que trabajaban en almacenes<br />

de hierbas medicinales, almacenes de arroz, molinos y otros sitios<br />

donde la densidad de ácaros era alta. El hallazgo de huevos<br />

de ácaros o larvas en orina puede no ser siempre artificial o sin<br />

significado clínico, en particular si el ácaro no es identificado.<br />

La posibilidad de una infección por ácaros en la vejiga debe ser<br />

considerada sólo después de la identificación reiterada de ácaros<br />

en muestras de orina de un paciente sintomático sin que<br />

otra causa explique los síntomas, y donde las posibilidades de<br />

contaminación e infección espuria se han excluido. En tales<br />

casos está indicado un examen endoscópico. La importancia<br />

clínica de ácaros en las muestras de orina en gran medida depende<br />

de la identificación de las especies de ácaros, por lo que<br />

debe enviarse la muestra para el análisis de expertos. 9<br />

El tamaño similar entre los huevos de ácaros y los de esquistosoma<br />

pueden llevar a un diagnóstico errado, pero la falta<br />

de espina terminal en los primeros permite sacar del error de<br />

identificarlo como Schistosoma haematobium. 9<br />

Amebiasis<br />

E. histolytica es una causa rara de absceso renal, y acompaña al<br />

absceso hepático. El riñón derecho es el más comprometido. La<br />

hematuria puede ser una manifestación importante, sobre todo<br />

si el absceso provoca trombosis de la vena renal. El tratamiento<br />

médico debe establecerse rápido. La cirugía, si es necesario, no<br />

se realiza hasta que el tratamiento farmacológico se haya iniciado,<br />

de lo contrario, la extensión de la infección amebiana es<br />

probable y sería desastrosa. 10<br />

Miasis accidentales<br />

Las larvas de algunas especies de moscas pueden parasitar el<br />

tracto genitourinario. Los mecanismos de infestación de esta<br />

localización se han relacionado con trastornos psiquiátricos,<br />

uso de catéteres urinarios, cistocele, y prolapso uterino, todo<br />

esto relacionado con condiciones precarias higiénicas genitales.<br />

También existen otros mecanismos como el descrito en una<br />

infección accidental por Eristalis tenax en una mujer joven debido<br />

a la introducción vaginal de vegetales. 4<br />

Referencias<br />

1. Başgül A, Kavak Z, Gökaslan H et al. Hydatid cyst of<br />

the uterus. Infect Dis Obstet Gynecol;10:67-70. 2002.<br />

2. Craggs B, De Waele E, De Vogelaere K et al. Enterobius<br />

vermicularis infection with tuboovarian abscess and<br />

peritonitis occurring during pregnancy. Surg Infect (Larchmt);10:545-547.<br />

2009.<br />

3. El-Kappany H, El-Nahas A, El-Nahas H. Laparoscopic<br />

excision of prostatic hydatid cyst: case report and review<br />

of literature. J Endourol;19:290-294. 2005.<br />

4. González M, Comte G, Monárdez J et al. Miasis genital<br />

accidental por Eristalis tenax. Rev Chil Infect;26:270-<br />

272. 2009.<br />

5. Handa R, Harjai M. Hydatid cyst of the renal pelvis.<br />

Pediatr Surg Int;21:410. 2005.<br />

6. Haouas N, Sahraoui W, Youssef A et al. Hydatid cyst<br />

of the spermatic cord. Prog Urol;16:499-501. 2006.<br />

7. Kehinde E, Anim J, Hira P. Parasites of urological importance.<br />

Urol Int;81:1-13. 2008.<br />

8. Labairu L, Cuesta J, Napal S et al. Bilharziasis: presentación<br />

de un caso clínico. Arch Esp Urol;7:795-799. 2007.<br />

9. Leigh A, Dini AF, John AF. Clinical Significance of<br />

mites in Urine. J Clin Microbiol;43:6200-6201. 2005.<br />

10. McAleer S, Johnson C, Johnson W Jr. Tuberculosis<br />

and Parasitic and Fungal Infections of the Genitourinary<br />

System. En: Wein CW (editor). Urology. 9th ed. Saunders,<br />

2007.<br />

11. Poggensee G, Feldmeier H. Female genital schistosomiasis:<br />

facts and hypotheses. Acta Trop;79:193-210. 2001.


600 PARTE III Parasitología topográfica<br />

12. Singh A, Sikarwar S, Shrivastava B et al. Primary<br />

hydatidosis of female genital tract: a case report. J Indian<br />

Med Assoc;107:169-170. 2009.<br />

13. Soper D. Trichomoniasis: under control or undercontrolled?<br />

Am J Obstet Gynecol;190:281-290.2004.<br />

14. Sun T, Schwartz N, Sewell C et al. Enterobius egg<br />

granuloma of the vulva and peritoneum: review of the literature.<br />

Am J Trop Med Hyg;45:249-253. 1991.<br />

15. Swygard H, Sena A, Hobbs M et al. Trichomoniasis:<br />

clinical manifestations, diagnosis and management. Sex<br />

Transm infect;80:91-95. 2004.<br />

16. Worley M Jr, Slomovitz B, Pirog E et al. Enterobius<br />

vermicularis infestation of a hysterectomy specimen in a<br />

patient with a colonic reservoir. Am J Obstet Gynecol;200:<br />

6-7. 2009.<br />

17. Yurtçu M, Gündüz M, Toy H et al. Spermatic cord<br />

hydatid cyst: an unusual localization. J Pediatr Surg;42:15-<br />

16. 2007.


Parte IV<br />

Artrópodos de importancia<br />

médica<br />

Capítulo<br />

73<br />

Artrópodos<br />

Hernán Reyes<br />

Reseña histórica<br />

Desde los más remotos tiempos de la historia humana, existen<br />

evidencias de la acción parasitaria de algunos artrópodos, como<br />

los piojos. Y también de que éstos eran diferentes a los que<br />

atacan a los animales, sea del hogar o del ganado. O bien, del<br />

asedio incesante por otros insectos picadores hematófagos,<br />

como pulgas y mosquitos. De igual modo, se había observado<br />

la capacidad tóxica o venenosa de la picadura de ciertas hormigas,<br />

alacranes, o la mordida de algunas arañas, y de cómo contrarrestar<br />

sus efectos con pócimas, o los rituales mágicos de<br />

chamanes y hechiceros. Esto representó, sin duda, la primera<br />

etapa del conocimiento básico sobre estos problemas, a veces<br />

marcado por mitos y creencias, algunos de los cuales aún persisten<br />

dentro de grupos humanos de regiones selváticas o semiaisladas.<br />

El conocimiento verdaderamente científico se inicia a fines<br />

del siglo xviii, con las observaciones de Linneo sobre el<br />

piojo humano, 21 y luego con el desarrollo explosivo de los estudios<br />

a partir de los aportes de Theobald Smith, en 1983,<br />

sobre la transmisión de la fiebre de Texas por garrapatas; o los<br />

de David Bruce, 1984, en Sudáfrica, sobre las moscas tse tse y<br />

el nagana de los animales o la enfermedad del sueño, en humanos;<br />

5 de Patrick Manson en cuanto a los mosquitos y la filariasis;<br />

1 los célebres estudios de Ronald Ross, en India, 1896, en<br />

cuanto a los mosquitos Anopheles y el paludismo humano; 10,17<br />

de Walter Reed, Carlos Finlay, James Carroll, Jesse Lazear, en<br />

Cuba, 1900, sobre el mosquito Stegomya fasciata, ahora conocido<br />

como Aedes aegypti, y la fiebre amarilla; o de Carlos Chagas,<br />

1909, Brasil, sobre la transmisión de la tripanosomiasis<br />

americana por redúvidos; 11 y tantos otros. Así nació la entomología<br />

médica y veterinaria, de vigoroso desarrollo actual.<br />

6,8,20<br />

De acuerdo con los objetivos de este texto, en los párrafos<br />

siguientes se resumen los conceptos esenciales sobre estos temas<br />

y su aplicación médica.<br />

601


602 PARTE IV Artrópodos de importancia médica<br />

Crustáceos<br />

Arácnidos<br />

Otros<br />

animales<br />

Reino animal<br />

Insectos<br />

C<br />

T<br />

A<br />

INSECTOS<br />

3 pares de patas<br />

3 secciones corporales:<br />

C - T - A<br />

> Alados<br />

> Terrestres<br />

Artrópodos 80%<br />

Figura 73-1. Los artrópodos constituyen el 80% del reino animal.<br />

C<br />

T<br />

A<br />

C<br />

T<br />

A<br />

ARÁCNIDOS<br />

4 pares de patas<br />

2 secciones corporales:<br />

CT - A: Araneae<br />

1 sección corporal:<br />

C TA (soma): Acarina<br />

> Ápteros<br />

> Terrestres y acuáticos<br />

Generalidades<br />

Los artrópodos forman parte del reino animal, dentro del cual<br />

constituyen alrededor de 80% de todas las especies que este<br />

reino incluye. Tienen, por tanto, amplia distribución geográfica.<br />

Las especies de mayor importancia médica se agrupan dentro<br />

de las clases Insecta, Arachnida y Crustacea (figura 73-1).<br />

Son animales invertebrados, de cuerpo segmentado, con<br />

simetría bilateral, apéndices pares articulados y exoesqueleto<br />

quitinoso. Su tamaño es variado y oscila entre centímetros<br />

(como ocurre con algunos insectos alados) a seres microscópicos,<br />

de unos cuantos micrones (como los ácaros).<br />

Las características diferenciales (figura 73-2) entre estos<br />

tres grupos son:<br />

a) Insectos. Poseen tres pares de patas (insecta, hexapoda),<br />

tres segmentos corporales bien definidos: cabeza-tóraxabdomen.<br />

La mayoría son especies aladas, y de hábitat<br />

terrestre.<br />

b) Arácnidos. Tienen cuatro pares de patas, dos segmentos<br />

corporales (cefalotórax y abdomen) en la familia Araneae;<br />

o bien un solo segmento corporal, o soma, como ocurre<br />

en los Acarina. La mayor parte se trata de especies ápteras<br />

y de hábitat tanto terrestre como acuático.<br />

c) Crustáceos. Presentan cinco o más pares de patas, dos<br />

segmentos corporales nítidos (cefalotórax y abdomen),<br />

son ápteros y su hábitat es acuático.<br />

Importancia médica<br />

Dos son las formas fundamentales:<br />

1. Como agentes causales. Esto incluye: a) especies parasitarias<br />

en sí. b) Especies capaces de provocar cuadros ponzoñosos,<br />

como algunas arañas y escorpiones. c) Especies que<br />

pueden provocar importantes cuadros alérgicos, en especial<br />

respiratorios, como ocurre con algunos ácaros del polvo<br />

de habitación.<br />

CRUSTÁCEOS<br />

5 o más pares de patas<br />

2 secciones corporales:<br />

CT - A<br />

> Ápteros<br />

> Acuáticos<br />

Figura 73-2. Características generales de los principales grupos de<br />

artrópodos.<br />

2. Como agentes transmisores. En esta forma de acción, el<br />

artrópodo representa la vía de transmisión de la enfermedad,<br />

principal o accesoria, según el caso (figura 73-3).<br />

Es la vía principal, por ejemplo, en la transmisión del<br />

paludismo humano por los mosquitos Anopheles; a su vez, es<br />

vía accesoria en la difusión de enterobacteriáceas por Musca domestica.<br />

Representa el papel de vector que el artrópodo puede<br />

desempeñar. Al respecto, por sus implicaciones en cuanto a la<br />

epidemiología y control de la enfermedad transmitida, es importante<br />

diferenciar entre lo que se llama vectorización biológica<br />

y mecánica (cuadro 73-1).<br />

Respecto al rol de vector que pueden desempeñar algunos<br />

artrópodos en la transmisión de enfermedades, conviene<br />

enfatizar algunos aspectos. Primero, que el vector es siempre<br />

un transmisor activo de los agentes de enfermedad que puede<br />

transmitir, pues ello está regido por funciones vitales propias<br />

del vector, como su alimentación o su reproducción; por tanto,<br />

el vector establece, dirige u orienta la transmisión del agente<br />

patógeno.<br />

Difiere entonces de otras formas de diseminación de agentes<br />

patógenos en las que intervienen factores inanimados del<br />

Fuente<br />

Agente<br />

infectante<br />

C<br />

T<br />

A<br />

Vía<br />

Vector<br />

Hospedero<br />

susceptible<br />

Infección<br />

Figura 73-3. El vector en la transmisión de enfermedad.


CAPÍTULO 73 Artrópodos 603<br />

MOSCA<br />

B<br />

COMPLETA<br />

A. Huevo<br />

B. Larvas<br />

C. Pupa<br />

D. Imago<br />

A<br />

C<br />

Al imago en:<br />

Morfología<br />

Hábitat<br />

Alimento<br />

= =<br />

INCOMPLETA<br />

A. Huevo<br />

B. Ninfas<br />

C. Imago<br />

Figura 73-4. Comparación del ciclo de desarrollo por metamorfosis completa e<br />

incompleta de los artrópodos.<br />

ambiente, como el aire, agua, viento, ropa, utensilios, instrumental<br />

médico o apósitos infectados. Estos elementos pasivos<br />

de transmisión son llamados fómites.<br />

Por último, el agente infeccioso puede ser introducido de<br />

manera directa al hospedero por inoculación, a través de la picadura,<br />

como ocurre en el paludismo y la fiebre amarilla; o bien<br />

por contaminación, donde el agente patógeno es depositado<br />

sobre el hospedero, sus alimentos, sus utensilios, por ejemplo;<br />

y resulta introducido por otros mecanismos, como ocurre con<br />

moscas domésticas, blátidos y otros artrópodos.<br />

D<br />

B<br />

A<br />

VINCHUCA<br />

C<br />

Debido a su relación con la epidemiología y<br />

control de las enfermedades o infecciones transmitidas<br />

por artrópodos, conviene hacer énfasis en algunos<br />

detalles de la biología de estos transmisores. Entre<br />

ellos sólo se mencionan algunos aspectos clave en<br />

el ciclo de desarrollo de estos agentes, la llamada metamorfosis<br />

completa e incompleta; o bien, a lo que<br />

se ha llamado desarrollo holometabólico y hemimetabólico.<br />

En el fondo, ambas ideas son similares.<br />

En el ciclo de metamorfosis completa hay, en<br />

general, cuatro fases diferentes de desarrollo: huevolarvas-pupa-imago;<br />

en la metamorfosis incompleta<br />

hay tres: huevo-ninfas-imago. En la metamorfosis<br />

completa, las fases larvales tienen aspecto vermiforme,<br />

como gusanos, y son muy activas y móviles. Van<br />

creciendo poco a poco hasta transformarse en una<br />

fase quiescente, la pupa o crisálida, en el interior de<br />

la cual se produce la transformación final que da nacimiento<br />

al imago, o adulto de la especie. La fase<br />

pupal se realiza, por lo general, en un ámbito diferente<br />

al de las larvas. De esta pupa o crisálida nace finalmente<br />

el adulto o imago.<br />

En la metamorfosis incompleta, las fases juveniles o de<br />

“ninfas”, desde que nacen, tienen el mismo aspecto del adulto<br />

o imago de la especie que se trate, y van creciendo poco a poco<br />

por cambios de piel.<br />

Aunque estas formas de desarrollo son muy diferentes entre<br />

sí, en el fondo ambas llegan a un resultado similar; es decir, son<br />

tan “completas” tanto la una como la otra, y representan más<br />

bien diferente modalidad del desarrollo evolutivo (figura 73-4).<br />

Referencias<br />

Nota: las referencias se encuentran en el capítulo 76.


Capítulo<br />

74<br />

Dípteros, moscas,<br />

mosquitos y tábanos<br />

Hernán Reyes<br />

Moscas<br />

Las moscas constituyen formas de vida muy antiguas, anteriores<br />

incluso al desarrollo de la especie humana, que han demostrado<br />

alta eficiencia biológica para adaptarse y persistir en las<br />

más adversas condiciones del ambiente. Presentan gran variedad<br />

de especies, con una amplia distribución geográfica, algunas<br />

prácticamente cosmopolitas.<br />

Estos animales pertenecen al orden Díptera (un par de alas<br />

desarrolladas; segundo par transformado en estructuras de<br />

equilibrio para el vuelo llamadas balancines o halterios);<br />

suborden Cyclorrhapha (fase pupal encerrada en un saco pupal<br />

o pupario). Las familias de mayor importancia médica son:<br />

Muscidae, Sarcophagidae, Oestridae y Cuterebridae (cuadro 74-1).<br />

Morfología general<br />

Las moscas tienen el cuerpo dividido en cabeza, tórax y abdomen.<br />

La cabeza, grande y con amplia movilidad giratoria, posee<br />

dos ojos principales grandes facetados y tres ocelos. Según las<br />

especies, las piezas bucales son de dos tipos: chupador en las<br />

moscas no hematófagas (Musca, Calliphora y Sarcophaga) y de<br />

tipo picador en las moscas hematófagas (Stomoxys y Glossina).<br />

En el primer tipo, la probóscide es blanda, extensible y<br />

está formada por tres segmentos: rostrum, haustelo y labela (figura<br />

74-1). La labela o segmento terminal se extiende en forma<br />

de corazón y posee gran cantidad de canalículos y dentículos<br />

que le permiten sorber los alimentos líquidos, además de<br />

desmenuzar las partículas duras.<br />

La probóscide de las moscas picadoras es rígida, dura y está<br />

adaptada para la hematofagia (figura 74-2). La figura 74-2b<br />

muestra el aspecto de la labella y los canalículos sorbedores. Las<br />

antenas son cortas, gruesas y formadas por tres segmentos. El<br />

tórax es voluminoso, en especial por el desarrollo de su parte<br />

media, el mesotórax, que contiene los poderosos músculos de<br />

las alas.<br />

El abdomen es globuloso, está formado por 4 a 9 segmentos,<br />

según las especies, los últimos de los cuales se disponen, en<br />

algunas especies, como un ovipositor extensible. En general, las<br />

moscas presentan su cuerpo cubierto de abundante pilosidad.<br />

Ciclo evolutivo<br />

Se desarrolla por metamorfosis completa, a través de las fases de<br />

huevo, larva (varios estadios) pupa e imago (figura 74-3). Algunas<br />

especies son vivíparas y dan nacimiento directamente a<br />

larvas (Sarcophaga, Glossina, Oestrus), o a pupas (Glossina).<br />

Las larvas son vermiformes, con un segmento anterior<br />

aguzado y uno posterior truncado. El extremo anterior contiene<br />

un poderoso esqueleto cefalofaríngeo, complejo y provisto<br />

de ganchos afilados o escleridios, para roer o desmigajar el alimento<br />

sólido (figura 74-4). En esto difieren de los adultos que<br />

sólo pueden ingerir materias líquidas, ya sea sorbiendo o picando.<br />

Respiran a través de espiráculos (dos anteriores digitiformes,<br />

y dos posteriores en forma de placa de borde quitinizado),<br />

cuya estructura tiene valor taxonómico.<br />

Las larvas se crían, por lo general, en materia orgánica en<br />

descomposición de basurales, estiércol y otros sustratos similares.<br />

Algunas especies se adaptaron al parasitismo y desarrollan<br />

sus larvas en la piel o en las cavidades naturales del humano o<br />

los animales (miasis). Ya en su última fase, las larvas tienden a<br />

migrar a otros sitios para desarrollar la fase siguiente, la pupa.<br />

Así, las larvas que se crían en materias putrescibles —criadero<br />

de temperatura elevada y en licuación— migran hacia lugares<br />

secos vecinos, donde se refugian para pupar. Esta característica<br />

se utiliza para destruirlas mediante trampas adecuadas dispuestas<br />

en el trayecto de migración.<br />

Las pupas son la transformación de la última fase larval, en<br />

la que el insecto se encoge y adquiere un tegumento firme de<br />

color amarillo oscuro o café. Es el pupario, con forma de pequeño<br />

tonel. En su interior se desarrolla el imago o insecto<br />

adulto, en un periodo variable según la especie y la temperatura<br />

ambiental. En las Cyclorrhapha, el imago emerge perforando<br />

una abertura circular en un extremo del pupario, mediante un<br />

órgano cortante, el ptilíneo, que el imago posee en la parte superior<br />

de la cabeza.<br />

604


CAPÍTULO 74 Dípteros, moscas, mosquitos y tábanos 605<br />

Figura 74-2. Mosca doméstica. b) aspecto de la labella y los<br />

canalículos sorbedores.<br />

Recién nacidos, los imagos son húmedos, poseen coloración<br />

clara y alas plegadas. En pocos minutos se secan, adquieren color<br />

propio de la especie, las alas se despliegan. Ya son capaces de volar.<br />

En pocas horas o algunos días pueden procrear. Cabe agregar<br />

que el tamaño que tiene el imago al nacer es el definitivo, y ya no<br />

variará. Esto significa que las moscas pequeñas, aunque sean muy<br />

similares a otras mayores, corresponden a especies diferentes y no<br />

a imagos en crecimiento. En algunas especies, los imagos poseen<br />

órganos de alimentación atrofiados y sólo sobreviven el tiempo<br />

necesario para procrear (Cuterebridae, Oestridae).<br />

Importancia médica<br />

Difiere según las especies y radica primordialmente en tres mecanismos:<br />

a) Vectores mecánicos. Numerosas especies de moscas, en<br />

especial la mosca casera, Musca domestica, proliferan en la<br />

suciedad de basurales, letrinas, estiércol, cadáveres y otros<br />

detritos similares. Desde allí pueden transportar de manera<br />

mecánica elementos infecciosos hacia la vivienda humana,<br />

los alimentos o los utensilios empleados para su<br />

elaboración y consumo. Incluso hacia las personas mismas<br />

(figura 74-5).<br />

El transporte mecánico lo efectúan por la superficie<br />

peluda de su cuerpo, en las almohadillas adhesivas de las<br />

patas, o en sus constantes regurgitaciones y defecaciones<br />

que emiten al posarse en una superficie. Estas manchas<br />

sirven al inspector sanitario para evaluar la higiene<br />

de las viviendas afectadas y determinar los lugares donde<br />

efectuar rociamientos insecticidas.<br />

Numerosos agentes infecciosos han sido aislados desde<br />

moscas domésticas. Incluyen quistes y huevos de enteroparásitos<br />

humanos, bacterias, virus y algunas micosis.<br />

Para el control de Musca domestica y especies similares dos<br />

normas son fundamentales: la higiene ambiental y la educación<br />

sanitaria. 1<br />

b) Vectores biológicos. Este mecanismo de transmisión<br />

de infecciones es ejercido por moscas hematófagas. Una de<br />

las más comunes es Stomoxys calcitrans, conocida como<br />

“mosca brava” o “mosca de los establos”. Es casi cosmopolita<br />

y de morfología similar a Musca domestica. Se diferencia<br />

de ésta por la estructura de su trompa picadora, que es<br />

dura y extendida hacia delante en forma de bayoneta.<br />

Además, posee manchas parduscas en los segmentos abdominales.<br />

También es diferente la posición que adquiere<br />

al posarse en reposo en una superficie vertical, pues lo<br />

hace con la cabeza hacia arriba y las alas extendidas hacia<br />

ambos lados; en cambio Musca domestica adopta una posición<br />

indiferente y mantiene sus alas plegadas sobre el<br />

abdomen.<br />

Stomoxys calcitrans es una picadora voraz que ataca al<br />

humano y a numerosos animales domésticos. Se encuentra<br />

cerca de corrales, establos, chiqueros, gallineros. Se<br />

cría de preferencia en los montones de paja, pasto, estiércol<br />

y otros detritos similares que existen alrededor de estos<br />

recintos. Su ciclo de vida es algo más prolongado que el de<br />

Musca domestica, pues requiere entre 21-25 días; por lo<br />

común, no tiende a entrar al domicilio humano. Es vector<br />

biológico de algunos tripanosomas (como Trypanosoma<br />

evansi; agente de la surra) y virus de los caballos, pero no<br />

se ha comprobado que lo sea de alguna infección humana.<br />

De estas moscas picadoras hematófagas, las más importantes<br />

son, sin duda, Glossina, o mosca tse tse del África<br />

tropical y subtropical. 5 Son las transmisoras de las tripanosomiasis<br />

africanas producidas por Trypanosoma brucei y<br />

sus variedades, agentes de la enfermedad del sueño humana<br />

y el nagana de los animales (figura 74-6).<br />

Hay numerosas especies de Glossina. Las más importantes<br />

son G. palpalis y G. tachinoides para T. brucei gambiense;<br />

y G. morsitans, G. swynnertoni y G. pallidipes para<br />

T. brucei rhodesiense. Tanto machos como hembras de<br />

Glossina son hematófagas.<br />

La transmisión se efectúa en el momento de la picadura.<br />

Los tripanosomas ingeridos con la sangre se multiplican<br />

en el intestino medio del insecto, después migran<br />

hacia el intestino anterior, proventrículo y glándulas salivales<br />

y son inoculados en el momento de la picadura.<br />

c) Como parásitos. Es la miasis y corresponde al desarrollo<br />

de larvas de muscídeos en los tejidos vivos del hombre y<br />

los animales. Hay tres tipos de miasis.<br />

1. Miasis verdadera, primaria o específica. Es provocada<br />

por moscas que necesariamente desarrollan este parasitismo<br />

dentro de su ciclo evolutivo. Son las biontófagas,<br />

es decir, que se alimentan de tejidos vivos.<br />

Dentro de ellas cabe citar a Dermatobia hominis, Callitroga<br />

americana, Oestrus ovis y otras como Gasterophilus<br />

veterinus, exclusivas de animales.<br />

D. hominis es una mosca grande, de color café<br />

oscuro con el abdomen azul metálico, del área boscosa<br />

y selvática de la región neotropical. Los adultos<br />

tienen escasa supervivencia, pues presentan órganos


606 PARTE IV Artrópodos de importancia médica<br />

bucales atrofiados y viven estrictamente para la procreación.<br />

El ciclo es muy especial, pues para desarrollarse<br />

la hembra adulta captura en vuelo a algún insecto<br />

hematófago y sobre su cuerpo deja adheridos los<br />

huevos, que son vermiformes, que ya contienen una<br />

larva, y están abiertos en un extremo que se cierra con<br />

un opérculo. Cuando el insecto se posa sobre un animal<br />

para alimentarse, las larvas salen del interior de<br />

los huevos y se introducen rápido en la piel, dejando<br />

hacia la superficie sólo el extremo posterior para respirar<br />

por los espiráculos que allí poseen. Crecen poco<br />

a poco para alcanzar primero el aspecto de una maza<br />

o garrote, de algunos milímetros, llamado vulgarmente<br />

“gusano macaco”, y luego su tamaño definitivo, en<br />

forma engrosada, como un pequeño tonel, de 1-2 cm<br />

de largo. Este desarrollo demora alrededor de tres meses,<br />

al cabo del cual la larva abandona la piel del hospedero<br />

y cae al suelo para pupar.<br />

En el hombre produce una miasis subcutánea,<br />

tumoral, furunculosa, muy dolorosa en las fases finales<br />

del desarrollo larval. Es una lesión conocida en<br />

América tropical bajo diversas denominaciones: gusano<br />

de monte, tórsalo, torcel, gusano macaco, berne,<br />

ura, colmoyote. 14 Por lo general se extrae mediante<br />

una pequeña incisión y presionando la tumoración<br />

para obtener la expulsión del gusano, y el cuidado antiséptico<br />

conveniente. Por lo general, la lesión se limita<br />

al área subcutánea, aunque se han descrito casos<br />

raros de profundización e invasión de órganos internos<br />

(figura 74-7). 16,18<br />

Otra especie frecuente (que provoca este tipo de<br />

miasis en la región neotropical) es la mosca Callitroga<br />

americana (figura 74-8). Es la principal causante de<br />

miasis en el ganado doméstico. Las hembras adultas<br />

depositan sus huevos sobre heridas limpias y frescas<br />

en la piel de los animales, de los que en 12-24 h surgen<br />

larvas que activamente destruyen el tejido al alimentarse<br />

mediante los afilados escleridios de su aparato<br />

bucal, dejando al exterior el extremo posterior<br />

para respirar. En 4 a 8 días completan su desarrollo y<br />

caen al suelo para pupar. Causan lesiones destructivas<br />

serias en la piel de los animales hasta causarles la<br />

muerte por infección microbiana adicional. Es el<br />

screw-worm del ganado en EUA.<br />

Oestrus ovis es una mosca grande (12-14 mm de<br />

longitud), de color amarillento grisáceo, similar a una<br />

abeja. Afecta al ganado ovino y caprino. Las hembras,<br />

que son vivíparas, depositan las larvas en la pilosidad<br />

nasal de estos animales, las cuales pronto invaden los<br />

senos paranasales de sus hospederos, maduran y al<br />

cabo de 8-12 meses salen al exterior, mediante los estornudos<br />

de los animales infectados, caen al suelo,<br />

donde se entierran para pupar. La infección humana<br />

es ocasional, 2,12,19 y por lo general provoca una miasis<br />

conjuntival de moderada intensidad. Un lavado ocular,<br />

previa instilación con un colirio o de ungüento<br />

anestésico, solucionan el problema (figura 74-9).<br />

2. Miasis secundaria o semiespecífica. La causan moscas<br />

que son fauna cadavérica (necrobiontófagas) y que<br />

pueden atacar seres vivos cuando éstos presentan lesiones<br />

descuidadas, malolientes, infectadas, que pueden<br />

atraerlas para depositar allí sus huevos.<br />

Hay bastantes especies que pueden provocar este<br />

tipo de miasis, basta citar Sarcophaga haemorrhoidalis,<br />

Sarcophaga lambens, Callitroga macellaria, Calliphora<br />

vicina, Cyonmyopsis cadaverina, Phaenicia sericata (figura<br />

74-10). 15<br />

Como es obvio, las larvas de estas moscas poseen<br />

gran y rápido poder destructivo de los tejidos que atacan,<br />

provocando lesiones graves, amén de las infecciones<br />

bacterianas o de otro tipo que habitualmente conllevan.<br />

3. Miasis accidental. Es causada por moscas que se crían<br />

en basureros u otros detritus similares, donde depositan<br />

sus huevos y se desarrollan las larvas. En ocasiones<br />

pueden afectar al hombre o los animales cuando presentan<br />

lesiones cutáneas descuidadas o desaseo de cavidades,<br />

roturas que les resultan atractivas. Entre las<br />

especies que pueden provocar este tipo de miasis están<br />

M. domestica, S. calcitrans, Fannia spp., Eristalis tenax,<br />

entre otras (figura 74-11).<br />

Tratamiento<br />

En resumen, como ideas fundamentales para el tratamiento de<br />

las miasis se pueden mencionar:<br />

• Aseo local, de preferencia con maniobras suaves y el empleo<br />

de líquidos tibios, para evitar la fuga hacia la profundidad<br />

de las larvas.<br />

• Extracción cuidadosa, de preferencia retirándolas por arrastre<br />

líquido, o pinzándolas con precaución para evitar romperlas,<br />

pues sus restos en la lesión agregan mayor infección<br />

y demora de cicatrización.<br />

• Antisepsia y protección local, con apósito, vendaje.<br />

• Antibióticos, si procede.<br />

Terapia larval (maggoterapia)<br />

El empleo de larvas de múscidos en el tratamiento de heridas y<br />

úlceras crónicas de la piel es conocido desde la antigüedad. Se<br />

utilizan de preferencia larvas de Lucilia sericata y otras especies<br />

de fácil cultivo en el laboratorio. Este procedimiento, que decayó<br />

notablemente con el empleo de antibióticos y de mejor<br />

asepsia, ha sido reintroducido con éxito en el tratamiento de<br />

estas patologías, 6 que muchas veces evolucionan en forma tórpida<br />

y prolongado sufrimiento de los pacientes, agravado por el<br />

hedor que provocan estas lesiones, pese a sus frecuentes curaciones.<br />

El cultivo en laboratorio de múscidos es relativamente<br />

sencillo, lo cual facilita su uso terapéutico. 7


CAPÍTULO 74 Dípteros, moscas, mosquitos y tábanos 607<br />

Mosquitos<br />

Son los insectos considerados clásicos en cuanto a su acción<br />

como vectores biológicos de numerosas infecciones. Pertenecen<br />

al orden Diptera (dos alas), dentro del cual hay cuatro familias<br />

de interés médico o de salud pública:<br />

1. Culicidae: mosquitos o zancudos.<br />

2. Psychodidae: flebótomos.<br />

3. Simuliidae: jejenes.<br />

4. Heleidae: jerjeles.<br />

Las tres primeras son de mayor importancia y son las que se<br />

estudian a continuación.<br />

Mosquitos o zancudos<br />

Son de pequeño tamaño: 0.5 a 1 mm de longitud. La cabeza es<br />

globulosa y está provista de dos ojos prominentes y carecen de<br />

ocelos. Poseen dos antenas largas y finas, de 15 segmentos, plumosas<br />

en los machos y con pelos cortos, semidesnudas en las<br />

hembras (figura 74-12). El aparato bucal es de estructura compleja<br />

y forma una trompa picadora larga y fina. En su interior<br />

hay delgados estiletes punzantes. Es importante señalar que<br />

sólo las hembras son hematófagas, y la trompa picadora tiene<br />

las adaptaciones estructurales para ello (figura 74-13). Los machos<br />

son fitófagos y se alimentan picando vegetales. También se<br />

diferencian en que sus palpos maxilares son tan largos como<br />

la trompa, en tanto que en las hembras sólo alcanzan 1/3 de la<br />

longitud basal de la trompa.<br />

El tórax es de pigmentación característica para la especie.<br />

De éste se desprenden dos alas principales, con compleja inervación<br />

y recubiertas de escamas y pelos cuya disposición les<br />

confiere coloración o matices que permiten diferenciar las especies.<br />

Tras las alas y a cada lado del tórax hay dos halterios u<br />

órganos balancines que sirven al insecto para el equilibrio durante<br />

el vuelo. Del tórax nacen también tres pares de patas, tres<br />

por cada lado, largas, finas, articuladas en varios segmentos y<br />

con finas garras prensiles en su extremo.<br />

El abdomen es largo, de ocho segmentos, los tres últimos<br />

adaptados para la función reproductora: el oviscapto en las<br />

hembras y el aparato copulador en los machos.<br />

Cada segmento torácico y del abdomen presenta orificios<br />

respiratorios, espiráculos en los costados. De la estructura interna<br />

sólo se menciona aquí el aparato digestivo por su importancia<br />

en la transmisión de infecciones por estos insectos. Comienza<br />

en la trompa, en la que al picar se vacía primero hacia<br />

la picadura el contenido, glándulas salivales, para facilitar y<br />

luego iniciar la succión; ésta es producida por una bomba suctora<br />

ubicada al comienzo del esófago. El estómago es sacciforme<br />

y con capacidad para contener hasta 2 mm 3 de sangre. El<br />

intestino se abre en el recto, al extremo del aparato posterior del<br />

insecto.<br />

El ciclo vital es por metamorfosis completa, de cuyas cuatro<br />

etapas, las tres primeras se desarrollan en el agua: huevo, larvas,<br />

pupas (figura 74-14). El imago es volador y, como se dijo, sólo<br />

Alas<br />

Proboscis<br />

Escutelo<br />

Segmentos<br />

tarsales<br />

5 4 3 2<br />

Labelos<br />

Ojo<br />

Tórax<br />

Cabeza<br />

Tórax<br />

Abdomen<br />

Figura 74-12. Morfología externa de un culícido.<br />

Halterios<br />

las hembras son hematófagas. La alimentación sanguínea en<br />

ellas es fundamental para que sus huevos sean fértiles.<br />

De los culicidae, los de mayor interés médico son los pertenecientes<br />

a los géneros Anopheles, Aedes y Culex, sólo éstos se<br />

mencionarán en esta oportunidad.<br />

Los huevos son alargados, naviculares, de 0.7 mm de lontigud.<br />

Anofelinos y aedinos los ponen aislados flotando en el<br />

agua; los culicinos los emiten aglutinados en número de 100 o<br />

más en pequeñas navicellas. De ellos surgen larvas vermiformes,<br />

pequeñas, con cabeza, tórax y abdomen. Viven bajo la<br />

superficie del agua, a la cual suben y se adosan de manera especial<br />

para respirar. Tienen para ello una estructura o sifón respiratorio<br />

en el último segmento abdominal. En los Anopheles, el<br />

sifón respiratorio es corto y las larvas se colocan paralelas a la<br />

superficie del agua para respirar. En cambio, las de Aedes y Culex<br />

poseen sifones respiratorios largos y las larvas se colocan<br />

oblicuas, como colgando de la superficie acuática. Pero frente a<br />

cualquier emergencia o movimiento súbito de la superficie<br />

acuática, las larvas huyen rápido hacia la profundidad y van<br />

luego emergiendo cuando el peligro ha cesado.<br />

Las larvas pasan por cuatro mudas sucesivas, en un lapso<br />

de 6 a 10 días para completar su desarrollo y transformarse en<br />

pupas. Éstas tienen aspecto claviforme, con una masa anterior<br />

voluminosa que resulta de la fusión de cabeza y tórax del futuro<br />

insecto, de la cual surgen un par de trompetillas respiratorias.<br />

Las pupas ya no se alimentan y viven adosadas a la superficie<br />

acuática para respirar. También huyen rápido hacia la profundidad<br />

al menor riesgo.<br />

El desarrollo de la pupa demora de dos días a varias semanas,<br />

según la especie y la temperatura del agua. De ella surge el


608 PARTE IV Artrópodos de importancia médica<br />

imago o insecto adulto, por efracción o apertura de la superficie<br />

dorsal de la pupa. Al nacer y mientras flota, el imago va<br />

desplegando su cuerpo, alas y patas, y al cabo de unos minutos<br />

ya está en condiciones de volar (figura 74-15).<br />

También se ha descrito como característica la posición en<br />

la que se posa el imago para reposo, o para picar, en cada uno<br />

de estos tres grupos. Los anofelinos se posan en forma oblicua,<br />

con la cabeza hacia abajo y el abdomen hacia arriba, en tanto<br />

que Aedes y Culex lo hacen en forma paralela a la superficie de<br />

reposo (figura 74-16).<br />

Importancia médica<br />

Los anofelinos son los vectores principales del paludismo humano,<br />

a través de algunas especies de distribución característica,<br />

como se ve en el capítulo 43. 9 De los Aedes, cabe señalar la<br />

especie Aedes aegypti como la más importante, por ser vector<br />

biológico de la virosis conocida como fiebre amarilla.<br />

Finalmente, la distribución del género Culex es más amplia<br />

que los dos grupos anteriores. Incluye a los mosquitos o<br />

zancudos más habituales del entorno humano, cuya presencia<br />

es a menudo favorecida por las obras de regadío, embalses, tanques,<br />

canales que el humano construye. Son los mosquitos que<br />

más asedian al hombre, en todo el orbe, en especial en horas de<br />

la tarde o nocturnas. Pero también dentro de estas especies hay<br />

algunas como Culex pipiens fatigans, que además son vectores<br />

de helmintiasis linfática, como la bancroftiasis de Asia, África,<br />

Oceanía o América, o de los arbovirus zoofílicos de la encefalitis<br />

equina del Oeste, o la de San Luis, en cuya transmisión<br />

también puede participar Culex tarsalis.<br />

Flebótomos<br />

Son mosquitos pequeños, de 2 a 3 mm de largo, velludos, que<br />

pertenecen a la familia Psychodidae. También son llamados<br />

“mosquitos de letrinas”. Son de color oscuro, con alas velludas<br />

que colocan erectas hacia arriba al posarse, lo que los hace asumir<br />

un aspecto semejante al de las antiguas navajas de flebotomía<br />

(figura 74-17). Los huevos son depositados por las hembras<br />

en lugares oscuros y húmedos, ricos en detritos orgánicos<br />

para alimentación de las larvas, como oquedades o cavernas<br />

naturales del matorral, y pueden acudir a las viviendas atraídas<br />

por la luz artificial (figura 74-18). Las especies más importantes<br />

son Phlebotomus (Lutzomya) longipalpis, P. (L. migonei, P.<br />

intermedius, P. pessoai, P. flaviscutellaris), y otras.<br />

L. longipalpis ha sido descrita como vector de la leishmaniasis<br />

visceral de la América tropical.<br />

P. (L) verrucarum, entre otras, es la transmisora de la Bartonella<br />

bacilliformis o enfermedad de Carrión, verruga peruana,<br />

fiebre de Oroya, del suroriente peruano.<br />

También hay especies autóctonas de otras áreas, como P.<br />

papatasii, transmisora de la fiebre papatasi o de tres días en<br />

Europa.<br />

Simúlidos o jejenes<br />

Son pequeños mosquitos, de color oscuro, que abundan sobre<br />

todo junto a los cursos de agua de fuerte corriente, donde tienen<br />

sus criaderos. Miden entre 1 a 6 mm de longitud, poseen<br />

una silueta jorobada por el amplio desarrollo del tórax. Son los<br />

“borrachudos” o el “pium” de la Amazona americana, black-fly<br />

en países de habla inglesa; sandfly en Nueva Zelandia. Abundan<br />

de preferencia en la vecindad de cursos de agua de rápida corriente.<br />

Los huevos son colocados hacia la profundidad, adheridos<br />

a las piedras o al follaje submarino, donde también se<br />

desarrollan las larvas y pupas. Las hembras son de gran actividad<br />

hematófaga y atacan con fiereza a animales o al hombre<br />

(figura 74-19). Su importancia médica radica principalmente<br />

en la transmisión de la filariasis por Onchocerca volvulus, causante<br />

de la oncocercosis cutánea, enfermedad de Robles o ceguera<br />

de los ríos cuando compromete el tejido ocular. En ellas<br />

participan Simulium damnosum, S. ochraceum, S. metallicum, S.<br />

callidum y otras especies, como se expone en el capítulo específico<br />

de este texto.<br />

Control de mosquitos<br />

Es tarea difícil por la amplia distribución de estas especies y las<br />

diferencias biológicas entre los imagos voladores y las fases<br />

acuáticas de la metamorfosis de estos insectos. Para el control<br />

de imagos se emplea el rociamiento de las viviendas humanas y<br />

sus dependencias con insecticidas de efecto residual prolongado,<br />

como el gamexano o lindano de los organoclorinados, o el<br />

malatión, o el diclorvos de los organofosforados. No obstante,<br />

los efectos tóxicos que pueden tener estos compuestos sobre las<br />

personas o los animales domésticos, unidos a la rápida aparición<br />

de resistencia de los insectos a estos productos, han ido<br />

obligando a la introducción de nuevos productos cuyos efectos<br />

están aún en evaluación.<br />

Para el control de larvas se preconiza la regularización y<br />

aseo de los depósitos y cursos acuáticos que pueden servir de<br />

criaderos. Esto puede significar obras de gran alcance y alto<br />

costo, como el drenaje de pantanos y otras colecciones de aguas<br />

estancadas. No obstante, su ejecución ha significado grandes<br />

progresos, como los obtenidos en la lucha antimalárica en diversas<br />

regiones endémicas. El rociamiento de las aguas con productos<br />

químicos larvicidas también ha demostrado eficacia.<br />

Incluso el viejo recurso de rociar las aguas con petróleo u otros<br />

derivados aceitosos, aún se utiliza en algunos lugares, por el<br />

efecto de crear una película impermeable en la superficie acuática<br />

que impide la respiración de larvas y pupas.<br />

También es útil considerar aspectos particulares de la biología<br />

de algunos de estos vectores, como la alta domiciliación<br />

de algunas especies al ámbito humano, como Aedes aegypti, que<br />

puede criarse con facilidad en los residuos acuáticos de piscinas<br />

mal mantenidas, piletas ornamentales, tinas y barricas abandonadas,<br />

acumulaciones de tambos, neumáticos y otros depósitos<br />

acuáticos que pueden generar el desaseo y descuido.


CAPÍTULO 74 Dípteros, moscas, mosquitos y tábanos 609<br />

Como en todas estas acciones, resulta de alto valor la educación<br />

sanitaria de la comunidad humana, sin cuya colaboración<br />

el control de estos peligrosos vectores es aún más difícil. 4<br />

Tábanos<br />

Dípteros braquíceros silvestres, de distribución mundial. Pertenecen<br />

a la familia Tabanidae, que incluye alrededor de 4 200<br />

especies. Proliferan en áreas boscosas cercanas a ríos o lagunas,<br />

o en la vecindad de playas oceánicas. 3<br />

Establecen allí criaderos donde se desarrollan por metamorfosis<br />

completa hasta formar densas poblaciones de imagos<br />

que vuelan en busca de alimento. Son de actividad diurna, y<br />

con frecuencia en enjambre. Los machos son fitófagos, pero las<br />

hembras son hematófagas y principalmente zoofílicas (figura<br />

74-20).<br />

Las especies que se crían en zonas tropicales, de alta temperatura<br />

todo el año, forman poblaciones estables, pero en zonas<br />

de clara alternancia, aumentan de manera notable en la<br />

época de calor.<br />

Importancia médica<br />

Corresponde a las lesiones causadas directamente por la picadura,<br />

o a la posibilidad de transmisión vectorial. La picadura es<br />

violenta, dolorosa y puede causar irritación local o rara vez<br />

reacción alérgica secundaria. Ahuyentar al insecto que pica<br />

puede desencadenar el ataque en enjambre de otras hembras<br />

que vuelan alrededor, lo que agrava la situación. Es mejor cubrir<br />

el área afectada y buscar refugio adecuado.<br />

Para el tratamiento inmediato de la picadura es útil la aplicación<br />

de hielo, o compresas frías y el aseo local. Si es necesario,<br />

considerar el uso de analgésicos rápidos a tomar o inyectables.<br />

En caso de reacción alérgica es aconsejable recurrir a antihistamínicos,<br />

o a corticoides según la intensidad del caso.<br />

También debe considerarse la posibilidad de transmisión<br />

vectorial por tabánidos de algunas infecciones de animales silvestres<br />

o domésticos, como la anaplasmosis ovina, el ántrax, la<br />

tularemia, algunas tripanosomiasis como T. evansi, causante del<br />

surra o “mal de cadeiras”, o incluso de filariasis, como Loa loa<br />

de las islas del Pacífico. 3<br />

Referencias<br />

Nota: las referencias se encuentran en el capítulo 76.


Capítulo<br />

75<br />

Piojos y pulgas<br />

Hernán Reyes<br />

Son insectos estrictamente parásitos de mamíferos y aves, y de<br />

distribución cosmopolita. Las especies que más interesan desde<br />

el punto de vista médico, aparte de ser hematófagas, presentan<br />

características biológicas casi por entero opuestas entre ambos<br />

grupos, lo cual otorga aspectos especiales a las infestaciones que<br />

causan.<br />

Desde luego, los piojos son ectoparásitos específicos y permanentes<br />

de los hospederos que atacan, es decir, los piojos que<br />

se encuentran en las personas son propios de la especie humana<br />

y no se traspasan normalmente a otras especies; por otra parte,<br />

desarrollan en el hospedero infestado todo su ciclo, desde huevo<br />

a adultos, por un proceso de metamorfosis gradual o incompleta,<br />

y son picadores y hematófagos desde que nacen.<br />

En tanto, las pulgas sólo tienen preferencias pero no especificidad<br />

del hospedero que parasitan y, por otra parte, no viven<br />

en el hospedero, sino en el ambiente cercano, se desarrollan desde<br />

huevo a imago por metamorfosis completa, y sólo los imagos<br />

son picadores hematófagos que atacan a un hospedero para alimentarse<br />

y luego lo abandonan. Hace excepción una especie,<br />

Tunga penetrans que, como se verá, puede desarrollar un parasitismo<br />

permanente en el hospedero humano (cuadro 75-1).<br />

Pediculus humanus<br />

Presenta dos cepas o variedades de morfología similar, pero de<br />

localización diferente. La variedad capitis o piojo de la cabellera,<br />

y la variedad corporis, o mejor, vestimentis, o piojo de la ropa.<br />

Aunque la localización de estas variedades es bien estricta, puede<br />

haber cruzamientos fértiles entre ellas.<br />

Son insectos de 2 a 4 mm de largo (las hembras más grandes<br />

que los machos) de color blanquecino, más oscura en P.<br />

capitis. La cabeza es cuadrangular, aguzada hacia delante. Posee<br />

dos cortas antenas y un par de ojos simples. El aparato bucal<br />

está oculto en reposo y sólo se evagina al picar. Forma entonces<br />

una estructura cilindroide, corta y gruesa, provista de ganchos<br />

o dentículos para fijar el insecto a la piel y facilitar la introducción<br />

de los estiletes perforadores. El tórax es corto, grueso, muy<br />

simplificado, de él surgen tres pares de patas cortas y gruesas,<br />

con poderosas garras o pinzas en su extremo. El abdomen es<br />

voluminoso, ovoidal, con placas queratinizadas en los bordes<br />

(placas paratergali), y con su extremidad hendida en las hembras<br />

y prominente y puntiaguda en los machos (figura 75-1).<br />

Las hembras colocan los huevos adhiriéndolos firmemente<br />

a los cabellos, o a las fibras de ropa, según la variedad a la que<br />

corresponda; estos huevos o liendres son blanquecinos, con brillo,<br />

miden alrededor de 0.8 mm, y poseen una tapa u opérculo<br />

mamelonado en su extremo superior (figura 75-2). Tardan de<br />

8 a 10 días en dar nacimiento a pequeñas ninfas que de inmediato<br />

inician la hematofagia. Para picar se fijan cabeza abajo de<br />

los cabellos o de las fibras de la ropa, según corresponda.<br />

Conviene señalar que aun cuando los piojos son muy estacionarios<br />

en sus localizaciones, las variaciones importantes de la<br />

temperatura corporal del hospedero tienden a hacerlos abandonar<br />

al huésped parasitado, favoreciéndose la posibilidad de diseminación<br />

hacia otras personas.<br />

En la pediculosis de la cabellera los piojos se ubican de<br />

preferencia en la región occipital y retroauricular, donde el examen<br />

físico bajo una buena luz permite identificar los parásitos<br />

en todas sus formas evolutivas, desde huevos hasta adultos.<br />

También pueden encontrarse las huellas de grattage o rascado<br />

del cuero cabelludo, con frecuencia infectadas y exudantes (figura<br />

75-3). En infestaciones masivas estas manifestaciones suelen<br />

dar lugar a la formación de verdadera coraza o casco piloso,<br />

duro y maloliente que se llama plica palónica. A veces el uso de<br />

luz intensa para el examen físico hace huir los piojos, que pueden<br />

caer a miríadas desde la cabellera infestada.<br />

En la pediculosis corporal los parásitos deben buscarse en<br />

los pliegues y costuras de las vestimentas donde se ocultan. Es<br />

más raro encontrarlos sobre la piel desnuda, salvo que haya<br />

abundante pilosidad corporal. Por lo general, son más frecuentes<br />

de encontrar en la región dorsal, de cintura hacia arriba, en<br />

axilas, pliegue submamario. En infestaciones antiguas, por<br />

efectos de la irritación y la comezón, la piel adquiere un tono<br />

bronceado oscuro, llamado melanodermia pediculósica; estas<br />

lesiones pueden sufrir infección bacteriana y constituir focos<br />

610


CAPÍTULO 75 Piojos y pulgas 611<br />

iniciales de algunas complicaciones generales de gravedad,<br />

como la glomerulonefritis aguda.<br />

La transmisión de ambas formas de pediculosis, capitis y<br />

vestimentis, es por contacto directo prolongado entre personas<br />

infestadas y sanas. Por ello, se constituyen en problemas familiares<br />

o de estrecha convivencia, y se exacerban con el hacinamiento<br />

y la promiscuidad que pueden generarse en situaciones<br />

de emergencia, como catástrofes y terremotos.<br />

No obstante, ambas presentan algunas características propias.<br />

La vestimentis es más frecuente en adultos, de ambos sexos,<br />

con mala higiene personal y que viven en condiciones de<br />

indigencia o miseria; por estas razones, rara vez logran asearse<br />

en buena forma y mantener la higiene de sus vestiduras. Además,<br />

tienden al hacinamiento para protegerse del frío; esta forma<br />

de pediculosis ha ido disminuyendo de manera significativa<br />

en la actualidad, sin duda por el progreso en el nivel de vida y<br />

las mayores facilidades para el aseo personal y el cambio de<br />

ropa.<br />

Sin embargo, la pediculosis capitis es más frecuente en niños<br />

que en adultos, y más en mujeres que en hombres, quizá<br />

por el uso de cabellera larga, más difícil de asear. Tiene mayor<br />

dispersión geográfica que la vestimentis y mantiene su prevalencia<br />

incluso en países de alto desarrollo, constituyéndose en un<br />

problema de vigencia actual, con características de una alta y<br />

prolongada endemia.<br />

Phthirus pubis<br />

Es un piojo diminuto que mide 1.5 a 2 mm, de aspecto cuadrangular,<br />

tan ancho como alto. Sus patas están provistas de<br />

garras grandes y fuertes, lo que da el aspecto de un pequeño<br />

cangrejo. Es el crab louse de los países de habla inglesa. Con sus<br />

garras se aferran firmemente de la pilosidad pubiana y del área<br />

genitoabdominal cercana. Es importante considerar que se adhieren<br />

al vello púbico, prácticamente adheridos a la superficie<br />

cutánea, como son muy delgados y casi transparentes, pueden<br />

pasar inadvertidos a un examen físico superficial. Los huevos<br />

son similares a los de P. humanus, pero de color más oscuro y<br />

con el opérculo coronado de gruesos mamelones (figura 75-4).<br />

Sus picaduras provocan reacción dermítica similar a la del<br />

P. humanus, con marcado prurito, que constituye el síntoma<br />

fundamental. 13 La transmisión es directa, de personas infestadas<br />

a sanas, y de tipo venéreo por la localización de este parásito.<br />

Piojos como vectores<br />

Dentro del perfil epidemiológico de estas especies destaca la<br />

función que puede ejercer P. humanus vestimentis como vector<br />

biológico de algunas infecciones, como el tifus exantemático<br />

clásico producido por Rickettsia prowazekii, o la fiebre recurrente<br />

epidémica causada por Borrelia recurrentis.<br />

Ambas son infecciones febriles agudas, de reservorio humano<br />

exclusivo. En el tifus exantemático clásico P. humanus<br />

vestimentis se infecta al picar a individuos con rickettsias circulantes<br />

en la sangre. Los gérmenes invaden y se multiplican en<br />

las células epiteliales del intestino medio del insecto, que se<br />

rompen y vacían su contenido al lumen intestinal, saliendo al<br />

exterior por sus heces. El piojo infectado muere y sus heces<br />

quedan en la ropa de vestir o el lecho del paciente, se secan y<br />

forman un polvo que puede ser inhalado por una persona sana,<br />

o contaminar sus manos y ser inoculado por rascarse.<br />

En la fiebre recurrente epidémica el piojo también se infecta<br />

por hematofagia, pero en este caso las borrelias traspasan las<br />

paredes intestinales e invaden su cavidad general y se multiplican<br />

en la hemolinfa. La transmisión a otras personas se produce<br />

por aplastamiento de los piojos y la liberación de su hemolinfa.<br />

De este modo, las borrelias pueden quedar sobre la piel desnuda<br />

y contaminar las manos de otras personas, o al llevar los dedos<br />

sucios hacia la conjuntiva ocular o la mucosa oral.<br />

Control de los piojos<br />

Se basa en el cumplimiento de dos objetivos esenciales:<br />

• El correcto tratamiento de las personas infestadas.<br />

• La adopción de normas eficientes de prevención para impedir<br />

su presencia y diseminación a la comunidad.<br />

El tratamiento se efectúa con productos insecticidas bajo<br />

las siguientes normas:<br />

a) Debe efectuarse sobre las personas infestadas o sus vestimentas,<br />

y en forma simultánea abarcando a todos quienes<br />

conviven estrechamente con ellas.<br />

b) Recordar que los piojos no viven en el ambiente ni pueden<br />

sobrevivir allí, por lo cual carece de sentido aplicar<br />

insecticida al mobiliario o a las paredes de la vivienda,<br />

salvo quizás el lecho de la persona infestada.<br />

De los productos en uso, el gamexano o lindano al 1% en<br />

polvo; champú, jabón u otras formas farmacéuticas fue el mayor<br />

éxito durante largo tiempo. Por su rápida absorción cutánea,<br />

concentración en tejido graso y poder tóxico eventual, está<br />

siendo reemplazado por piretroides y otros productos alternativos:<br />

crotamitón, decametrina, permetrina, deltametrina, carbarilo,<br />

ivermectina, etc. (véase capítulo 94).<br />

En la infestación por P. h. capitis, la aplicación es en champú<br />

al 1% previo lavado jabonoso de la cabellera y uso de peine<br />

desinsectador. Como los huevos no son afectados por el insecticida<br />

y pueden quedar algunos residuos, conviene repetir en<br />

una semana o 10 días. No olvidar que es básico efectuar este<br />

tratamiento en forma simultánea a todo el grupo familiar.<br />

En las infestaciones por P. h. vestimentis, que son poco frecuentes<br />

en la actualidad, pero pueden recrudecer con ocasión<br />

de desastres colectivos (guerras, migraciones, terremotos, inundaciones),<br />

el insecticida se aplica a la ropa de los pacientes y a<br />

su lecho, en forma complementaria al baño y aseo corporal.<br />

En las infestaciones por Phthirus pubis el uso de insecticidas<br />

es eventual. A veces puede bastar un buen rasurado de la<br />

pilosidad genital (y perigenital, si procede). No olvidar el tratamiento<br />

o denuncia del caso infestante, pues puede ser un índice<br />

de prostitución clandestina.


612 PARTE IV Artrópodos de importancia médica<br />

Pulgas<br />

Son insectos ambientales que sólo ejercen el parasitismo hematofágico<br />

en su fase adulta. Pertenecen al orden Siphonaptera<br />

(Suctoria o Aphaniptera para algunos autores), que agrupa unas<br />

1 500 especies. De éstas, las más importantes desde el punto de<br />

vista médico son Pulex irritans, Ctenocephalides canis, Ctenocephalides<br />

felis, Xenopsylla cheopis y Tunga penetrans. 16 Son insectos<br />

pequeños, de 1 a 4 mm. Según la especie, son de cuerpo<br />

oval y muy comprimido lateralmente, lo que les permite desplazarse<br />

con facilidad por el pelaje o plumaje de sus hospederos.<br />

Presentan un aparato picador corto y fuerte, que emerge<br />

desde el borde inferior de su cabeza (figura 75-5).<br />

Algunas especies poseen bordeando las partes bucales o en<br />

el margen posterior del primer segmento torácico, o en ambas<br />

partes a la vez, peines quitinosos de color oscuro, llamados ctenidios,<br />

oval y pronotal, respectivamente. El tercer par de patas<br />

es de mayor tamaño y está adaptado para el salto, que es el<br />

principal modo de movilización de los ejemplares adultos. Todas<br />

las patas están provistas de fuertes garras, que les permiten<br />

la aprensión a pelos o plumas. El abdomen es amplio y equivale<br />

a 2/3 de la longitud total del insecto. El tubo digestivo presenta<br />

un ensanchamiento bulboso en la unión gastroesofágica,<br />

el proventrículo, que es un órgano filtrante del tubo digestivo,<br />

con células provistas largas y finos procesos quitinosos dirigidos<br />

hacia atrás, como cerdas; este órgano tiene importancia en el<br />

mecanismo de transmisión de algunas infecciones por estos insectos.<br />

El aparato reproductor es complejo y, en las hembras,<br />

posee una estructura sacular, la espermateca, de importancia<br />

taxonómica.<br />

En su biología las pulgas presentan características opuestas<br />

a los piojos, lo cual se refleja en las enfermedades que provocan<br />

o transmiten.<br />

Desde luego, se desarrollan por metamorfosis completa,<br />

pasando por fases de huevo-larvas-pupa-imago (figura 75-6).<br />

Los huevos son diminutos (0.5 a 1 mm), alargados, de color<br />

blanquecino. Son depositados por las hembras en lugares protegidos,<br />

oscuros, templados, algo húmedos y próximos a los<br />

lugares donde reposan sus huéspedes. Las pulgas domésticas<br />

los oviponen en las junturas del piso, o debajo de muebles,<br />

en los jergones de la casa del perro o del gato, o en el rizado de<br />

las alfombras. Al ponerlos, la hembra deposita en torno a ellos<br />

algunas gotas de contenido intestinal que es rico en sangre digerida,<br />

para servir de alimento a las jóvenes larvas que nacerán,<br />

según la temperatura ambiental. Entre 4 a 7 días después nacen<br />

las larvas; éstas tienen aspecto de pequeños gusanos cerdosos,<br />

como diminutas orugas, muy activas y móviles, provistas de<br />

una fuerte cabeza y mandíbulas masticatorias que les permiten<br />

ingerir los residuos alimenticios de su cercanía, entre ellos los<br />

restos fecales que el insecto madre les ubicó en torno. En 7 a 40<br />

días, según la temperatura ambiental y luego de tres mudas,<br />

completan su desarrollo y se transforman en pupas, que son<br />

móviles y desnudas al comienzo, con lo cual se recubren de<br />

polvo y briznas que les forman el capullo pupal. Si las condiciones<br />

son desfavorables, por baja temperatura o carencia de hospederos<br />

para parasitar, el desarrollo de las larvas puede hacerse<br />

más lento y las pupas permanecer quiescentes por varios meses.<br />

Suele ocurrir que cambios bruscos de temperatura o de presión<br />

atmosférica hacen emerger de manera súbita los imagos desde<br />

los capullos pupales. Es lo que se ha visto en casas de veraneo,<br />

cerradas por largos meses y que al ser abiertas hacen aparecer<br />

cientos de pulgas ávidas de sangre que en cortos minutos atacan<br />

a los visitantes.<br />

Los adultos, machos y hembras, son hematófagos estrictos<br />

y exclusivos, pero sólo atacan al hospedero cuando requieren<br />

alimentarse. Una vez saciados, lo abandonan para refugiarse en<br />

sitios cercanos.<br />

De lo anterior se desprende que, a diferencia de los piojos,<br />

las pulgas son insectos ambientales, donde se desarrolla todo su<br />

ciclo evolutivo. No están permanentemente en el hospedero,<br />

sino sólo cuando requieren alimento. Hace excepción Tunga<br />

penetrans, cuyas hembras se profundizan en la piel humana,<br />

para allí desarrollar sus huevos, que luego caen al suelo para<br />

completar el ciclo.<br />

Por otra parte, las pulgas carecen de especificidad estricta<br />

para el hospedero que atacan, sólo poseen preferencia por algunas<br />

especies. Por ello, en el ambiente doméstico, las personas<br />

sólo pueden ser atacadas no sólo por las pulgas humanas, sino<br />

también por las del perro y el gato. Su importancia médica corresponde<br />

a su acción como ectoparásitos y como transmisores<br />

de enfermedad.<br />

La lesión provocada por la picadura, o pulicosis, consiste<br />

en una pápula eritematosa centrada por una petequia que constituye<br />

el sitio de penetración de las piezas bucales del insecto<br />

(figura 75-7); puede persistir por varios días. A veces presenta<br />

prurito o, más raro, manifestaciones urticariales. Al efectuar el<br />

examen físico conviene inspeccionar también las ropas del paciente<br />

o su lecho, donde es frecuente encontrar pequeños rastros<br />

hemorrágicos. Por otra parte, el ataque de las pulgas es más<br />

frecuente en la noche y en época de calor, pues entonces estos<br />

insectos están activos.<br />

La pulga Tunga penetrans produce una manifestación cutánea<br />

conocida como “nigua”, o bicho do pé, entre otras denominaciones<br />

populares. Es una especie más propia de las áreas tropicales<br />

y subtropicales de América u otros continentes. Viven<br />

en el suelo arenoso, seco, de corrales, establos y chiqueros, y sus<br />

hospederos habituales son perros, cerdos, caprinos, o el hombre<br />

que labora en sus cercanías. Una vez fecundada, la hembra penetra<br />

en la piel de su hospedero, dejando afuera sólo el extremo<br />

posterior del abdomen, que se dilata enormemente por el desarrollo<br />

de los huevos. Luego los dejan caer al suelo donde prosigue<br />

y se completa el desarrollo de esta especie. La hembra permanece<br />

al interior de la piel del hospedero, alimentándose de<br />

su sangre, hasta que se completa la emisión de los huevos y,<br />

entonces, muere y se desintegra (figura 75-8).<br />

La lesión humana ocurre por contacto de la piel desnuda<br />

con el suelo. Es más común en personas que trabajan en labores<br />

agrícolas del cuidado de cerdos u otro ganado. Es más frecuente<br />

en los pies, sus espacios interdigitales, los espacios sublinguales<br />

o en la superficie plantar. Provoca grave lesión inflamatoria,


CAPÍTULO 75 Piojos y pulgas 613<br />

edematosa, dolorosa, de aspecto nodular o furunculoide, que se<br />

infecta con facilidad. Con frecuencia origina abscesos, úlceras<br />

saniosas, que pueden llevar a la gangrena (figura 75-9).<br />

Transmisión de enfermedades<br />

Las pulgas pueden actuar como vectores biológicos de algunos<br />

gérmenes, o como hospedero intermediario de helmintos parásitos.<br />

Como vectores biológicos<br />

Son dos las infecciones que pueden transmitir: la peste negra,<br />

tanto en su forma bubónica como en la forma neumónica. La<br />

peste negra, producida por Pasteurella o Yersinia pestis; es una<br />

infección natural de las ratas y otros roedores, sean estos sinantrópicos<br />

o silvestres. Ha sido uno de los azotes infecciosos más<br />

grandes de la humanidad, con pandemias que en siglos pasados<br />

azolaron continentes enteros. Aún subsisten focos en áreas selváticas<br />

de diversas zonas del mundo, incluso en Sudamérica.<br />

Es producida por Pasteurella o Yersinia pestis y transmitida<br />

de rata en rata por las pulgas de ratas, entre ellas por Xenopsylla<br />

cheopis. La pulga se infecta al picar a la rata infectada o<br />

ingerir su sangre. Los bacilos pestosos quedan retenidos en el<br />

proventrículo filtrante del tubo digestivo de la pulga, se multiplican<br />

allí y pueden obstruirlo parcial o totalmente. Al acudir a<br />

otra rata para alimentarse con los esfuerzos que realiza la pulga<br />

infectada se produce reflujo de sangre hacia la picadura inoculándole<br />

el germen. Las ratas mueren de manera masiva y al escasear<br />

sus hospederos habituales las pulgas cada vez más hambrientas<br />

pueden atacar al hombre e infectarlo. Con frecuencia<br />

origina abscesos, úlceras saniosas, que pueden llevar a la gangrena<br />

(figura 75-10).<br />

En el humano la infección puede cursar bajo tres formas<br />

clínicas, todas graves: septicémica, bubónica y neumónica. La<br />

septicémica es de curso rápido, violento, de alta mortalidad.<br />

La bubónica deriva su nombre del agudo compromiso de los<br />

ganglios linfáticos periféricos, que entran en tumefacción dolorosa,<br />

formando los clásicos bubones. La neumónica es la más<br />

grave y de rápida evolución, puede derivar de las anteriores o<br />

bien por inhalación de gotitas de saliva emitidas por otro paciente<br />

pestoso. En todas estas formas de peste hay al inicio bases<br />

bacteriémicas que pueden ser fuente de infección para las pulgas.<br />

Aunque las grandes pandemias por peste son cosa del pasado,<br />

aún suelen ocurrir brotes epidémicos en algunas regiones<br />

del mundo, donde la abundancia de ratas y pulgas aún es un<br />

problema. En todo caso, conviene recordar que la peste es una<br />

infección enzoótica constante, con brotes epizoóticos, en roedores<br />

silvestres como los cricétidos, ratones y ratas silvestres<br />

(Akodon, Neotoma, Kerodon, otros), conejos silvestres y otros,<br />

entre los que se mantiene circulando por las pulgas que los infestan,<br />

y desde donde pueden derivar hacia los múridos sinantrópicos<br />

y provocar brotes domésticos. Éstos se inician en sectores<br />

donde la población de ratas es mayor y pueden adquirir<br />

algunos tipos epidemiológicos especiales: el tipo portuario, del<br />

que pueden pronto derivar los focos urbanos o rurales, en el<br />

Ciclo natural<br />

Forma<br />

bubónica<br />

Mecanismo de infección<br />

de la peste bubónica<br />

Inoculación<br />

Inoculación<br />

Proventrículo obstruido por<br />

intensa multiplicación del bacilo<br />

Ciclo humano<br />

Forma<br />

bubónica<br />

Inoculación<br />

Inhalación<br />

Forma<br />

neumónica<br />

Inoculación del bacilo por regurgitación<br />

en los esfuerzos de succión<br />

Figura 75-10. Transmisión de la peste negra (Yersinia pestis).<br />

cual pueden incluso afectar a roedores de crianza como los conejos<br />

y los cobayos.<br />

Otra infección similar de las ratas y transmitida entre ellas<br />

por las pulgas que por lo general las atacan es el tifo murino. Es<br />

provocado por Rickettsia typhi, cuyo mecanismo de transmisión<br />

es similar al de los piojos para el tifus exantemático. Nuevamente,<br />

Xenopsylla cheopis es la especie de pulga que posee mayor<br />

importancia. Se infecta al picar a una rata durante los episodios<br />

de difusión sanguínea de la infección, pero en este caso las rickettsias<br />

colonizan de manera masiva las células del epitelio intestinal<br />

del insecto y salen al exterior mezcladas con sus deposiciones.<br />

Pueden persistir viables por largos periodos en el medio<br />

externo, incluso en heces desecadas, e infectar a los humanos al<br />

ser inhaladas, o por contaminación de sus manos (figura 75-11).<br />

Pulgas como hospederos intermediarios<br />

Este fenómeno ocurre en la transmisión de algunas cestodiasis<br />

de los animales que a veces pueden infectar al humano. Es lo<br />

que sucede con la tenia Dipylidium caninum de perros y gatos,<br />

y la Hymenolepis diminuta de las ratas. Los animales infectados<br />

expulsan huevos en sus heces, las que pueden servir de alimento<br />

a las larvas de las pulgas que los infestan. De los huevos ingeridos<br />

por las pulgas surgen embriones que migran hacia su<br />

cavidad general donde con el tiempo se transforman en cisticercoides;<br />

éstos permanecen intactos en todas las fases siguientes<br />

de la metamorfosis del insecto hasta llegar al imago. Estos<br />

imagos infectados pueden ser ingeridos por los animales, lo que


614 PARTE IV Artrópodos de importancia médica<br />

Ciclo humano<br />

Ciclo natural<br />

Inhalación<br />

Contacto<br />

Mecanismo de infección<br />

del tifus murino<br />

Inhalación<br />

Contacto<br />

Intensa multiplicación<br />

de la Rickettsia en el<br />

epitelio del intestino<br />

Eliminación de deposiciones<br />

cargadas de Rickettsias, las<br />

que resisten la desecación<br />

Figura 75-11. Transmisión del tifus murino.<br />

es un fenómeno normal en ellos, y así dar origen a la infección<br />

por la tenia adulta en ellos. Lo mismo puede ocurrir en las<br />

personas si ingieren pulgas infectadas, lo que es ocasional.<br />

Control de las pulgas<br />

Debe estar dirigido al ambiente, que es donde las pulgas viven<br />

y tienen sus refugios. En la vivienda humana las acciones deben<br />

dirigirse en forma simultánea contra las especies que con mayor<br />

frecuencia la infestan: Pulex irritans, Ctenocephalides canis y<br />

Ctenocephalides felis. Se basan en el aseo periódico y meticuloso,<br />

en particular dirigido a los sitios donde las pulgas viven y se<br />

refugian: bajo los muebles grandes, en bordes y rincones inferiores<br />

de las paredes, en los pliegues de cortinas, bajo los cojines<br />

de butacas y sillones, en las canastas o casas de gatos o perros,<br />

alfombras, en especial, aquellas de superficie muy rizadas o<br />

gruesas. El uso de aspiradoras domésticas es de gran utilidad.<br />

Es importante dedicar atención a los lechos de las personas, en<br />

especial bajo el colchón y entre las capas de cobertores; este<br />

aseo debe ser periódico y permanente, hasta terminar con el<br />

problema. El uso de insecticidas puede ser útil cuando son bien<br />

aplicados, mejor cuando es con preparados en polvo y aplicados<br />

con presión suficiente para llegar a todos los resquicios. El<br />

empleo en aplicación directa en las mascotas no siempre resuelve<br />

el problema y resulta de riesgo para esos animales.<br />

Es de particular importancia resolver la presencia de ratas<br />

o ratones en la vivienda, y eliminar sus madrigueras o problemas<br />

estructurales que permiten su acceso. Pero esta acción de<br />

acabar con las ratas debe ser siempre precedida o, al menos,<br />

efectuada en forma simultánea con las de control antipulga ya<br />

citado. No hacerlo así puede agravar el problema, pues al desaparecer<br />

o disminuir ratas y ratones, las pulgas tenderían más a<br />

invadir los sectores propiamente humanos y atacar más a las<br />

personas. Situaciones similares han provocado la exacerbación<br />

de brotes de peste bubónica o de tifus murino en el pasado.<br />

Como es obvio, estas medidas deben ir siempre complementadas<br />

con la labor de divulgación higiénica y la educación<br />

sanitaria de la comunidad, para hacerlas eficientes y duraderas. 11<br />

Referencias<br />

Nota: las referencias se encuentran en el capítulo 76.


Capítulo<br />

76<br />

Cucarachas o blátidos, cimidios<br />

o chinches de cama<br />

Hernán Reyes<br />

Cucarachas o blátidos<br />

Las cucarachas son insectos de vida muy antigua sobre la Tierra,<br />

quizá desde el periodo carbonífero superior; presentan, por<br />

tanto, una enorme capacidad de adaptación a circunstancias<br />

que significaron la extinción de especies que les fueron contemporáneas.<br />

Pertenecen al orden Blattaria; que agrupa más de 3 000<br />

especies, la mayor parte no domésticas, y de poca importancia<br />

para la salud pública (figura 76-1).<br />

Las especies domésticas más comunes son Blatta orientalis,<br />

Periplaneta americana y Blatella germanica. Son insectos aplanados<br />

en forma dorsoventral, de forma elíptica y provistos de<br />

largas antenas. Aunque poseen fuertes alas, son primordialmente<br />

corredores. Tienen hábitos nocturnos y son omnívoros y<br />

exhiben gran capacidad de ayuno (incluso de meses). Sus criaderos<br />

están en sitios bajos, húmedos y oscuros de la vivienda,<br />

en especial en la cocina y sitios aledaños (bodegas). Son abundantes<br />

en los conductos del alcantarillado, desde donde pueden<br />

invadir los recintos humanos. Su capacidad invasora es favorecida<br />

por su forma aplanada, que les permite introducirse por<br />

espacios muy delgados que quedan bajo puertas o paneles (figura<br />

76-2 y cuadro 76-1).<br />

Importancia médica<br />

La importancia médica radica en su rol como vectores mecánicos<br />

de numerosos agentes infecciosos microbianos, virales, parasitarios<br />

y micóticos, o incluso como hospederos intermediarios<br />

en el ciclo de algunos helmintos enteroparásitos como<br />

Hymenolepis nana y Moniliformis moniliformis. Su control y<br />

prevención es difícil por la facilidad con que estos insectos se<br />

desplazan e introducen en la vivienda, bodegas, recintos industriales<br />

y comerciales. Consiste en impedir su acceso a estos lugares,<br />

eliminando los focos de atracción y usando insecticidas si<br />

está indicado. No obstante, no existe límite para la capacidad<br />

de invasión de estos insectos, incluso pueden hallarse dentro de<br />

productos alimenticios envasados, o en el interior de aparatos<br />

electrónicos, en sus cajas de fábrica, o destruyendo bibliotecas<br />

al alimentarse del papel de las páginas o de las tapas de costosos<br />

textos (figura 76-3).<br />

No debe olvidarse que, por su enorme capacidad de adaptación,<br />

estos insectos han sido utilizados incluso en viajes experimentales<br />

al espacio interplanetario.<br />

Cimidios o chinches de cama<br />

Hemípteros hematófagos de la familia Cimicidae, que incluye<br />

especies ectoparasitarias en mamíferos y aves; pero las únicas<br />

que tienen importancia médica por ser principalmente antropofílicas<br />

son Cimex lectularius y C. hemipterus. 1,4,8,16<br />

Son insectos ovoideos de alrededor de 7-8 mm de largo,<br />

aplanados de forma dorsoventral, de color café rojizo, con cabeza<br />

y tórax pequeños y un amplio abdomen que ocupa los 2/3<br />

de la longitud total del cuerpo. La trompa picadora está flectada<br />

bajo el cuerpo cuando el animal está en reposo y se extiende<br />

al picar; sólo poseen vestigios del primer par de alas, reducidas<br />

apenas al segmento coriáceo (figura 76-4).<br />

Su biología y hábitos son similares a los de las vinchucas.<br />

Ambas especies son domiciliarias y forman sus colonias en grietas<br />

o resquicios de las paredes; del mobiliario, de los dormitorios,<br />

catres, jergones, o en nidales de los animales domésticos.<br />

También pueden invadir los gallineros o las madrigueras de<br />

ratas y ratones. Allí colocan sus huevos que son alargados u<br />

ovoides, de alrededor de 1 mm de longitud, de color blanco<br />

amarillento y provistos de un opérculo apical. Cada hembra<br />

pone alrededor de 100 a 200 huevos durante su vida, que oscila<br />

entre 1 a 5 meses; estos huevos eclosionan en una semana,<br />

dando origen a ninfas diminutas que en un mes o poco más<br />

llegan a adultos tras cinco estadios de crecimiento, por un proceso<br />

de metamorfosis gradual o incompleta. La infestación de<br />

un domicilio puede ser rápida, casi explosiva, y radica principalmente<br />

en los dormitorios y sus enseres.<br />

Son insectos nocturnos, de gran avidez hematofágica, pero<br />

con prolongada resistencia al ayuno. Su presencia en las habita-<br />

615


616 PARTE IV Artrópodos de importancia médica<br />

ciones muchas veces se denuncia por las huellas de deposiciones<br />

que dejan en torno a sus escondrijos, en forma de un puntillado<br />

oscuro.<br />

Importancia médica<br />

Se basa en las lesiones provocadas por la picadura y hematofagia.<br />

Como la infestación en los dormitorios suele ser masiva y<br />

rápida, las molestias causadas por las picaduras de estos insectos<br />

puede ser insoportable hasta impedir dormir. La picadura provoca,<br />

además, fuerte reacción eritematosa y edematosa, muy<br />

pruriginosa. En algunas personas sensibilizadas puede haber<br />

manifestaciones urticariales o dermatíticas a distancia e incluso<br />

otros cuadros de trasfondo alérgico, como asma bronquial.<br />

Aunque en experimentos se ha logrado infectar algunas<br />

cepas con diversos agentes infecciosos, como Pasteurella pestis,<br />

especies de Leishmania, Trypanosoma cruzi y algunas rickettsias,<br />

no existe evidencia epidemiológica en cuanto a que puedan actuar<br />

como vectores de enfermedad.<br />

En el año 2010 se detectó un aumento considerable de<br />

cimiasis humanas en ciudades como Nueva York, EUA, y Valencia,<br />

España.<br />

Control<br />

Son sensibles a los insecticidas, tanto clorados, como fosforados<br />

o piretroides. Su aplicación, así como una buena base de educación<br />

sanitaria, son de excelentes resultados.<br />

Referencias<br />

1. Acha P, Szifres B. Zoonosis y Enfermedades Transmisibles<br />

Comunes al Hombre y los Animales. 2ª ed., OPS,<br />

Washington D.C., Publ. Cientif. N° 503, 1986.<br />

2. Apt W, Salinas C, Guerrero F. Myiasis ocular por larvas<br />

de Oestrus ovis. Rev Méd Chile;106:921-923. 1980.<br />

3. Bassi R. Tabanideos (Mutucas) e Outros Tabanomorfos.<br />

En: Brisola CB. Entomología Médica e Veterinaria;, S.<br />

Paulo, Brasil: Ed. Atheneu;7:105-124. 2001.<br />

4. Busvine J. Insectos and Higiene. The Biology and Control<br />

of Insects Pests of Medical and Domestic Importance.<br />

3 rd . ed. London-New York: Chapman and Hall Ltd;247-<br />

272 pp. 1980.<br />

5. De Kruif P. Los cazadores de microbios. 4ª ed. Aguilar S.<br />

A. Madrid, España, IV ed;228-272. 1966.<br />

6. Herms W, James M. Medical Entomology. New York,<br />

Mac Millan Publishers Co, 1961.<br />

7. Figueroa L, Uherek F, Yusef P et al. Experiencia de<br />

terapia larval en pacientes con úlceras crónicas. Parasitol<br />

Latinoamer;61:160-164. 2006.<br />

8. Forattini O. Entomología Médica. I a IV vol. Fac. Hig. S.<br />

Publ., Univ. São Paulo, Brasil, 1962-1965.<br />

9. Manson BP. The Story of Malaria. The drama and the<br />

actors. Int Rev Trop Med;2:329-390. 1963.<br />

10. Marcondes C. Entomología Médica e Veterinária. Atheneu,<br />

São Paulo, Rio de Janeiro, Belo Horizonte, Brasil, 2001.<br />

11. Neghme A. Precursores de la Medicina Iberoamericana.<br />

Bogotá, Colombia: Guadalupe Ltda., 1987.<br />

12. Reyes H, González M, Hernández J. Myiasis oftálmica<br />

humana por Oestrus ovis. Parasit al día;7:50-52. 1983.<br />

13. Reyes H, Parodi R, Ebensperger I. Phthirus pubis en<br />

niños. Relato de un brote familiar. Bol Chile Parasit;29:109-111.<br />

1965.<br />

14. Reyes H, Lemus J. Myiasis humana por Dermatobia hominis.<br />

Bol Chile Parasit;27:40-48. 1942.<br />

15. Reyes H, Hevia H, Schenone H et al. Myiasis humana<br />

por Phaenicia sericata (Meigen, 1826). Chile (Diptera,<br />

Calliphoridae). Bol Chile Parasit;22:168-171. 1967. Publ<br />

Técn Mediterráneo Ltda.<br />

16. Reyes H, Neghme A. Artrópodos de interés médico. 3ª<br />

Ed., Stgo. Chile:479-552. 1991.<br />

17. Sadun E. Genus Plasmodium. History. 4 th ed., St. Louis,<br />

Missouri, USA: The C.V. Mosby Co.139-142. 1989.<br />

18. Schenone H, Apt W, Vélez R et al. Myiasis importada.<br />

7 casos de parasitismo cutáneo originado por larvas de<br />

mosca Dermatobium hominis. Rev Med Chile;129:786-<br />

788. 2001.<br />

19. Schenone H, Apt W, Velásquez V et al. Dos casos de<br />

oftalmoniasis externa por Oestrus ovis en la región metropolitana<br />

de Chile. Arch Chil Oftalmol. 2002.<br />

20. Schmidt G, Robert L. Foundations of Parasitology. 4th<br />

ed. USA: Times Mirror Mosby, College Publish., 1989.<br />

21. Zinsser H. Rat, lice and history. USA: Little Brown and<br />

Co., Boston, 1934.


Capítulo<br />

77<br />

Triatominos y su control<br />

Chris J. Schofield • David E. Gorla<br />

Introducción<br />

Los triatominos son principalmente de origen latinoamericano.<br />

Son en esencia insectos que “residen en nidos”, que ocupan<br />

gran variedad de hábitat silvestres que típicamente incluyen las<br />

madrigueras de mamíferos pequeños o los nidos de aves pequeñas,<br />

madrigueras de zarigüeya o de armadillo, o cuevas, árboles<br />

huecos o piedras apiladas que pueden ser frecuentadas por diversos<br />

vertebrados. Algunas especies también han hecho la<br />

transición para ocupar “nidos” artificiales representados por<br />

refugios de animales peridomésticos, como gallineros y corrales<br />

de cabras, y algunos se han adaptado más para explotar los nidos<br />

de mayor tamaño representados por las casas de comunidades<br />

rurales. En Latinoamérica, las casas rurales típicamente están<br />

construidas de materiales locales —piedras, palos, adobes,<br />

paja u hojas de palmera— que físicamente ofrecen características<br />

similares a los hábitat originales de triatominos silvestres,<br />

pero con la ventaja de ofrecer un aporte más abundante de sangre<br />

de vertebrado en la forma de los propietarios de las casas y<br />

sus animales domésticos.<br />

Con la protección contra extremos del clima, y una fácil<br />

disponibilidad de sangre de vertebrados, las poblaciones de<br />

triatominos domésticas pueden hacerse muy abundantes; a menudo<br />

ascienden a varios miles de individuos —el récord es una<br />

sola casa desmantelada en Colombia que reveló una población<br />

de más de 11 400 Rhodnius prolixus en diferentes etapas—. 46<br />

Su ciclo de vida típicamente procede desde huevos, pasando<br />

por cinco etapas ninfales, hasta los adultos, durante un periodo<br />

de 4 a 12 meses dependiendo de la especie y de las condiciones<br />

ambientales. Los adultos de ambos sexos y las cinco etapas ninfales<br />

son chupadores de sangre; típicamente toman 3 a 5 veces<br />

su propio peso de sangre en una sola alimentación. A temperaturas<br />

apropiadas, cada insecto intentará alimentarse cada 4 a 9<br />

días, de modo que en condiciones promedio cada miembro de<br />

la familia en una casa infestada recibiría cada noche alrededor<br />

de 25 picaduras, y perdería —en promedio— unos 2.5 ml de<br />

sangre. 40,52 Además de que esto es muy molesto, a veces lleva a<br />

estrés grave entre los miembros de la familia, y puede también<br />

contribuir de manera significativa a anemia crónica por deficiencia<br />

de hierro, lo cual puede poner en peligro la vida en<br />

presencia de otras causas de pérdida crónica de sangre, como<br />

infecciones intestinales por helmintos.<br />

Sin embargo, los triatominos también son los principales<br />

vectores de Trypanosoma cruzi, el agente causal de la enfermedad<br />

de Chagas (tripanosomiasis americana). Los insectos quedan<br />

infectados al alimentarse de un vertebrado infectado. Por<br />

lo general permanecen infectados de por vida, de modo tal que<br />

su probabilidad de ser infectados tiende a aumentar con la edad<br />

(esto es, el número de comidas de sangre tomadas), y en algunas<br />

circunstancias se observan con cierta frecuencia tasas de<br />

infección de más de 50%. Los tripanosomas ingeridos se desarrollan<br />

en el intestino del insecto, y este último puede eliminar<br />

formas infecciosas cuando defeca durante su comida de sangre<br />

subsiguiente. Los tripanosomas no son transmitidos por la<br />

mordedura en sí, pero pueden estar presentes en las deyecciones<br />

de insectos, y pueden atravesar con facilidad la mucosa del<br />

hospedero (como ojos, nariz, boca) o entrar a través de piel con<br />

abrasiones (lo cual puede ser aumentado por la saliva del insecto).<br />

33 La enfermedad de Chagas tiene gran importancia para la<br />

salud pública en Latinoamérica, en muchas regiones es la principal<br />

causa de cardiopatía crónica. Antes de las iniciativas de<br />

control actuales se estimaba que más de 24 millones de personas<br />

estaban infectadas en Latinoamérica, 68 y que otros 10 millones<br />

de personas tenían riesgo de contraer la infección. 70 La<br />

enfermedad es difícil de tratar, y para el control se confía principalmente<br />

en suspender la transmisión al eliminar poblaciones<br />

domésticas de los insectos vectores.<br />

Clasificación y distribución<br />

Los triatominos anteriormente se clasificaban como una subfamilia<br />

de los Reduviidae (Hemiptera, Heteroptera) definida por<br />

su hábito de chupar sangre y por adaptaciones morfológicas<br />

asociadas con la búsqueda de hospederos y con la alimentación<br />

con sangre. 29 En la actualidad se reconocen 140 especies exis-<br />

617


618 PARTE IV Artrópodos de importancia médica<br />

tentes, clasificadas habitualmente en cinco tribus y 15 géneros<br />

(cuadro 77-1), 29,63 aunque se han propuesto varios otros ordenamientos.<br />

7,19 Aunque a menudo se asume que es un grupo<br />

monofilético, cada vez hay más pruebas de que los triatominos<br />

son un montaje polifilético; las diferentes tribus y grupos de<br />

especies derivan de diferentes líneas dentro de los redúvidos<br />

predadores. Empero, las relaciones precisas entre las formas<br />

predadoras y hematófagas de ningún modo están claras, y hay<br />

considerable conveniencia epidemiológica en mantener la clasificación<br />

actual de los triatominos como una subfamilia única.<br />

63 Con todo, a medida que se acumula evidencia de sus orígenes<br />

polifiléticos, la implicación es que las características de<br />

un grupo de Triatominae pueden no necesariamente ser compartidas<br />

con otras agrupaciones derivadas de líneas ancestrales<br />

diferentes. 50,51<br />

Casi todas las 140 especies reconocidas de Triatominae sólo<br />

se encuentran en América, aproximadamente desde los Grandes<br />

Lagos de Norteamérica (alrededor de 42° N) hasta el sur de la<br />

Patagonia (alrededor de 46° S). Una especie —Triatoma rubrofasciata—<br />

se reporta en áreas portuarias en las zonas tropicales<br />

del Viejo Mundo y del Nuevo Mundo, y se cree que se ha derivado<br />

de una forma norteamericana transportada accidentalmente<br />

en barcos (asociada con ratas) durante los siglos xvi a<br />

xviii. 20,36 Otras formas derivadas representadas por seis especies<br />

estrechamente relacionadas del complejo rubrofasciata ahora<br />

están registradas en diversas partes del oriente de Asia, desde el<br />

sur de Japón y China hasta el norte de Australia. Además, las seis<br />

especies de Linshcosteus que se encuentran en diversas partes de<br />

India —por lo general entre piedras apiladas— también pueden<br />

haberse derivado de un ancestro parecido a rubrofasciata.<br />

Las especies de mayor importancia epidemiológica son de<br />

los géneros Triatoma, Rhodnius y Panstrongylus. En términos<br />

muy generales, las especies del género Triatoma tienden a asociarse<br />

con áreas relativamente secas, a menudo entre pilas de<br />

rocas y madrigueras de roedores; las especies de Rhodnius tienden<br />

a estar asociadas con áreas más húmedas, y por lo general<br />

se encuentran en copas de palmeras, y las especies de Panstrongylus<br />

típicamente se asocian con hábitat terrestres o subterráneos,<br />

a menudo asociadas con armadillos. En toda América, el<br />

género Triatoma parece formar tres agrupaciones principales,<br />

con especies del grupo rubrofasciata en Norteamérica y Centroamérica,<br />

el complejo dispar pequeño a lo largo de la cordillera<br />

de los Andes desde el occidente de Venezuela hasta Bolivia,<br />

y casi todas las especies del grupo infestans ocurren en<br />

regiones al sur de la cuenca del Amazonas (con excepción de<br />

T. maculata en la periferia norte de la región amazónica). En<br />

contraste, las Rhodniini parecen ser principalmente de origen<br />

amazónico, se extienden hacia el exterior, hacia partes vecinas<br />

de los llanos de Venezuela y el corredor Caatinga-Cerrado de<br />

Brasil, y a través de los Andes hacia partes del sur de Centroamérica<br />

y hacia el sur por el valle de Magdalena de Colombia<br />

hacia Ecuador y el norte de Perú. 2 El género Panstrongylus forma<br />

dos agrupamientos de especies principales al oriente y occidente<br />

de la cordillera de los Andes, pero se cree que se derivó de<br />

un origen en Centroamérica. 37<br />

Evolución de la hematofagia<br />

Aunque se definen como “redúvidos chupadores de sangre”, los<br />

Triatominae de ningún modo son los únicos redúvidos que pueden<br />

chupar sangre de vertebrados, y no todos los triatominos<br />

son chupadores de sangre obligados. Por ejemplo, entre otras<br />

subfamilias de redúvidos, se encuentran chupadores de sangre<br />

facultativos en especies de Emesiinae, Harpactorinae, Peiratinae,<br />

Physoderinae y Reduviinae, 56 mientras que entre los triatominos,<br />

se ha reportado conducta predadora (es decir, alimentación<br />

de hemolinfa de invertebrados) en especies de Belminus, 47-49<br />

Eratyrus, 34 y en varias especies de Triatoma. 3,27,31,43 También se<br />

observan formas intermedias de hematofagia, como la cleptohematofagia<br />

—la obtención de sangre de vertebrado al perforar el<br />

intestino de otro insecto chupador de sangre—, 44,47 y esto parece<br />

en particular común entre las especies de la tribu de triatominos<br />

Bolboderini. 48,49 De modo similar, no hay diferencias<br />

morfológicas estrictas evidentes entre triatominos y otros redúvidos.<br />

Se cree que las características morfológicas más habitualmente<br />

usadas para distinguir entre triatominos y otras familias<br />

de redúvidos, como el rostrum recto adherido a la gula, la capacidad<br />

del tercer segmento rostral para flexionarse hacia arriba, y<br />

la presencia de estiletes puntiagudos lisos, se han derivado en<br />

asociación con la capacidad para alimentarse de vertebrados, 8<br />

pero de ningún modo son exclusivos para los triatominos. En<br />

particular, un rostrum recto es común a muchos Apiomerinae,<br />

Physoderinae, y algunos Reduviinae y Harpactorinae. 6,65 En<br />

algunos casos, las similitudes morfológicas son tan pronunciadas<br />

que taxones predadores se han descrito erróneamente como<br />

especies de triatominos, por ejemplo, “Mictrotriatoma pratai” <br />

Aradomorpha championi (Reduviinae), 30 y “Torrealbaia martinezi”<br />

Amphibolus venator (Harpactorinae). 18<br />

La teoría actual, derivada de varios estudios comparativos,<br />

sugiere que dentro de los límites de los Hemiptera Heteropteran,<br />

el paso adaptativo desde predador hacia chupador de sangre<br />

es relativamente simple, y probablemente ha ocurrido entre<br />

diferentes líneas en diferentes épocas. Por ejemplo, dentro de la<br />

línea Anthocorid, ese paso parece haber dado lugar a las Cimicidae<br />

(chinche de cama) y Polyctenidae (chinche de murciélago),<br />

mientras que dentro de la línea de redúvidos parece haber<br />

ocurrido varias veces dentro de Reduviinae para dar lugar a especies<br />

chupadoras de sangre ahora agrupadas dentro de la tribu<br />

Triatomini, y probablemente también entre los Stenapodainae<br />

para dar lugar a las especies ahora agrupadas dentro de la tribu<br />

Rhodniini. En esos casos, se asume que el primer paso adaptativo<br />

es desde predador de “vida libre” hacia predador “que reside<br />

en nido”, que se alimentan de las agrupaciones de invertebrados<br />

que típicamente ocupan nidos de vertebrados, pero con<br />

adaptación progresiva para alimentarse también de los vertebrados<br />

“constructores de nidos” mismos. 54 La adaptación para<br />

ocupar nidos de vertebrados proporciona una serie de ventajas,<br />

entre ellas fuentes de alimento más fácilmente disponibles y<br />

cierta protección contra extremos climáticos —que ofrecerían<br />

el potencial de un periodo reproductivo extendido, y mayor<br />

número de descendencia—. Las desventajas son principalmen-


CAPÍTULO 77 Triatominos y su control 619<br />

te la necesidad de adaptar la conducta de alimentación, la saliva<br />

y las funciones digestivas, de maneras que permitan alimentación<br />

exitosa a partir del hospedero vertebrado.<br />

Casi todos los predadores redúvidos de vida libre tienen<br />

saliva tóxica para desactivar a su presa invertebrada, lo que<br />

les permite succionar los líquidos internos. Aun así, cuando<br />

se alimentan de un vertebrado, la saliva tóxica puede tener la<br />

desventaja de provocar reacciones de defensa del hospedero<br />

—tanto conductuales como inmunológicas— que podrían<br />

obstaculizar la alimentación adicional. Así, los que se han adaptado<br />

para alimentarse exitosamente a partir de los vertebrados<br />

—como los triatominos— tienden a tener saliva menos tóxica,<br />

y se alimentan de una manera que desencadena menos reacción<br />

de su hospedero (p. ej., alimentación cuando el hospedero vertebrado<br />

está dormido). También se requiere adaptación del sistema<br />

digestivo, a fin de hacer uso eficiente de la comida de<br />

sangre de vertebrado. Los redúvidos tienden a haber perdido la<br />

capacidad para producir tripsinas, que son las enzimas usadas<br />

por casi todos los insectos hematófagos para digerir sangre de<br />

vertebrado. 57 En lugar de eso, hacen uso de catepsinas secretadas<br />

a partir de células del intestino medio. 28 Las catepsinas son<br />

proteinasas eficaces, pero por lo general son activas en condiciones<br />

ácidas, mientras que la sangre de vertebrados tiende a ser<br />

fuertemente alcalina. De este modo, los triatominos necesitan<br />

acidificar la sangre ingerida antes de que pueda digerirse con<br />

eficacia —un proceso que requiere algo de tiempo, y restringe<br />

a los triatominos a ser de digestión más bien lenta—. Esto, a su<br />

vez, influye sobre su estrategia demográfica, en el sentido de<br />

que las limitaciones fisiológicas de la digestión hacen en esencia<br />

imposible para ellos tener un ciclo de vida corto. Casi todas las<br />

especies requieren aproximadamente 6 meses para completar<br />

su desarrollo desde huevo hasta adulto, y algunas de las especies<br />

de mayor tamaño pueden requerir un año o más.<br />

Adaptación a hábitat domésticos<br />

Entre las poblaciones silvestres de triatominos hay diversos grados<br />

de especialización; algunas especies muestran asociaciones<br />

muy estrechas con hábitat particulares; así, por ejemplo, Cavernicola<br />

pilosa que parece encontrarse de manera exclusiva en<br />

murciélagos, especies de Psammolestes invariablemente encontradas<br />

en los nidos de ramas tejidas de aves furnáridas y dendrocolápidas,<br />

y especies del complejo Triatoma protracta que<br />

parecen estar altamente asociadas con nidos de roedores Neotoma.<br />

Las razones de esas asociaciones no están claras, en particular<br />

en términos de cómo se mantienen las asociaciones, que es<br />

la manera en que esas poblaciones se las arreglan exitosamente<br />

para colonizar estos hábitat, pero no otros. Es posible que estas<br />

especies hayan desarrollado una dependencia de sus hospederos<br />

vertebrados que incluye transporte pasivo por los hospederos<br />

de un nido a otro, aunque esa idea queda por demostrarse<br />

para especies silvestres. De cualquier modo, en general, parece<br />

ser que estas poblaciones altamente especializadas no colonizan<br />

hábitat domésticos o peridomésticos, o no pueden hacerlo.<br />

No obstante, entre las especies más generalistas, varias parecen<br />

capaces de colonizar hábitat domésticos, o peridomésticos,<br />

o ambos. Se cree que las ventajas de esas adaptaciones son<br />

mayor acceso a fuentes de sangre de vertebrado (en la forma de<br />

los habitantes de las casas y de animales domésticos), y protección<br />

contra extremos climáticos, lo que no sólo proporciona<br />

condiciones favorables para un periodo de reproducción extendido,<br />

sino que también permite a los insectos sobrevivir en hábitat<br />

domésticos en regiones donde su supervivencia en hábitat<br />

silvestres sería menos probable (debido a frío, calor o humedad<br />

extremo). Un ejemplo se muestra por la distribución de Triatoma<br />

infestans, el principal vector doméstico de la enfermedad de<br />

Chagas en todos los países del Cono Sur. Se cree que T. infestans<br />

se origina a partir de hábitat de piedras apiladas en la región<br />

de Cochabamba-Sucre, de Bolivia, donde pueden encontrarse<br />

poblaciones silvestres asociadas con poblaciones de<br />

roedores cávidos salvajes. Se cree que la caza de esos roedores y<br />

la domesticación de los mismos por culturas precolombinas<br />

puede haber proporcionado la ruta original para la domesticación<br />

de T. infestans, y que las poblaciones domesticadas de esta<br />

especie después fueron transportadas en áreas amplias, principalmente<br />

en asociación con migraciones de seres humanos, en<br />

particular durante los últimos 200 años. 15,54 Para el decenio de<br />

1980, se encontraron poblaciones de T. infestans domésticas en<br />

toda la zona central de Brasil hasta lugares tan al norte como<br />

Piauí, Pernambuco y Paraíba, y tan al sur como Chubut y Neuquén<br />

en el sur de la Patagonia. Estudios experimentales en Brasil<br />

mostraron que esas poblaciones no podían sobrevivir fácilmente<br />

fuera de hábitat domésticos en el noreste de Brasil, y las<br />

temperaturas exteriores de la Patagonia austral fueron similarmente<br />

hostiles. En las extremidades norte y sur de su distribución,<br />

T. infestans podría sobrevivir en hábitat domésticos, no así<br />

en hábitat peridomésticos o silvestres. Sin embargo, a través del<br />

bioma del Gran Chaco, desde sus orígenes probables en el sur<br />

de Bolivia, pasando por partes de Paraguay, noroeste de Argentina<br />

y parte central de esta última, podría sobrevivir en hábitat<br />

peridomésticos, así como domésticos. 21 Esto ha creado algunos<br />

problemas para el control de T. infestans, que ha resultado ser<br />

más fácil de eliminar de sus extremos de distribución que de la<br />

región donde también pueden sobrevivir poblaciones peridomésticas.<br />

23,28<br />

La adaptación a hábitat domésticos lleva a una serie de<br />

cambios demográficos, fenotípicos y genéticos en la población<br />

de insectos. Por comparación con poblaciones silvestres, los insectos<br />

domésticos tienen mayor acceso, y acceso más predecible,<br />

a comidas de sangre, lo cual reduce cualquier selección para<br />

individuos de mayor tamaño capaces de almacenar una comida<br />

de sangre durante periodos más prolongados. Esto puede contribuir<br />

a una reducción del tamaño promedio de insectos domésticos<br />

en comparación con sus conespecíficos silvestres, pero<br />

esto también puede estar influido por otro factor denominado<br />

“competencia interhermanos”. 59 En esencia, a medida que la<br />

densidad de una población de insectos domésticos aumenta hacia<br />

el máximo que puede ser soportado por ese ambiente, la<br />

tasa de incremento de la población (R o ) debe disminuir hacia


620 PARTE IV Artrópodos de importancia médica<br />

la unidad. Esto significa que la mayor parte de la descendencia<br />

de cada generación no llegará a la edad reproductiva. Cuando<br />

R o 1, cada insecto hembra estará teniendo, en promedio,<br />

sólo una hija que llegará a la edad reproductiva (más, y la población<br />

aumentaría; menos, y la población disminuiría). Empero,<br />

cada hembra retiene la capacidad de depositar alrededor<br />

de 200 huevos, 100 de los cuales serían hembras, lo que implica<br />

que alrededor de 99% de la descendencia no llegaría a la<br />

edad reproductiva. Esto impone competencia intensa entre individuos<br />

—competencia interhermanos—, lo que lleva a selección<br />

de los individuos más eficientes desde el punto de vista<br />

energético, que se cree que favorece el menor tamaño y tasas de<br />

desarrollo aceleradas.<br />

En un hábitat doméstico, el proceso de competencia interhermanos<br />

está combinado con otros factores que también contribuyen<br />

a la reducción de la diversidad genética de la población<br />

doméstica. En primer lugar, está el concepto de un efecto<br />

de fundador, con la idea de que cada población doméstica es<br />

fundada por una o algunas hembras que no pueden (por definición)<br />

portar toda la variabilidad genética representada por la<br />

población fuente. De este modo, la población doméstica recién<br />

fundada está inevitablemente bajo cierto grado de restricción<br />

genética, y si esta población permanece relativamente aislada<br />

de otras, su diversidad genética no se incrementará por la incursión<br />

de inmigrantes. Con todo, al principio a medida que la<br />

población recién fundada está aumentando hacia su máximo,<br />

casi toda la descendencia de cada generación sobrevivirá hasta<br />

la edad reproductiva, lo que permite la expresión de una proporción<br />

alta de toda la diversidad genética disponible. Entonces,<br />

por medio del proceso de competencia interhermano, habría<br />

selección para individuos particulares mejor adaptados a<br />

ese hábitat, y cada población doméstica tenderá hacia el monomorfismo<br />

genético con variabilidad restringida. El resultado es<br />

que si bien puede haber diferencias genéticas detectables entre<br />

la población en diferentes casas o grupos de casas vecinas (que<br />

se asume que permiten la migración de individuos entre poblaciones<br />

domésticas locales) por lo general hay muy poca variabilidad<br />

genética entre individuos dentro de una casa o pueblo<br />

particular. 15-17 Esto tiene importantes consecuencias en términos<br />

de control de vector, porque la variabilidad genética reducida<br />

dentro de poblaciones de triatominos domésticas tiende a<br />

reducir (mas no a eliminar) la probabilidad de seleccionar para<br />

nuevos atributos, como resistencia a insecticida.<br />

Control de triatominos domésticos<br />

La idea de controlar triatominos domésticos tiene una larga<br />

historia. Carlos Chagas mismo reconoció la característica esencial<br />

de sus aspectos biológicos, al observar que los insectos vivían<br />

en grietas y hendiduras de casas rurales de mala calidad, y<br />

al argüir que la mejora de estas casas podría reducir su probabilidad<br />

de infestación. En una época tan temprana como 1912<br />

había tenido estas ideas de control de vector en los niveles más<br />

altos en Brasil, y para 1918 desempeñó un papel decisivo para<br />

proponer la mejora de casas a gran escala como una medida de<br />

control en el estado de Paraná. Aún hoy, la mejora de las casas<br />

rurales se observa como un importante componente del control<br />

del vector de la enfermedad de Chagas, aunque la mejoría<br />

de casas sola por lo general no basta para eliminar poblaciones<br />

de triatominos establecidas. 53 Por ende, en circunstancias ideales,<br />

la mejora de casas se lleva a cabo después de que la casa ha<br />

sido rociada con insecticidas, como un medio para obstaculizar<br />

la recolonización subsiguiente de los lugares tratados. 23<br />

Inspirado por la investigación de Carlos Chagas, el pionero<br />

del control del vector fue Emmanuel Dias, quien experimentó<br />

con una serie de técnicas potenciales durante el periodo<br />

de 1918 a 1952 (incluso aerosoles de piretrina natural, gas de<br />

cianuro, soda cáustica y aerosoles de keroseno). Probó por vez<br />

primera el DDT en 1945 y encontró que era ineficaz contra<br />

T. infestans doméstico en Minas Gerais, mientras que el gamma-BHC<br />

(lindano) resultó ser muy eficaz. 11,42 Esta experiencia<br />

preparó el terreno para una serie de estudios de campo exitosos<br />

en diversos países, junto con campañas a gran escala que empezaron<br />

en el estado brasileño de São Paulo en 1962, y en las<br />

principales áreas endémicas de Venezuela a partir de 1966. El<br />

BHC (y la dieldrina en Venezuela) fue el principal producto<br />

usado hasta que quedó reemplazado de manera progresiva por<br />

piretroides sintéticos. El desarrollo de los piretroides sintéticos<br />

fue un importante avance técnico en el control de los triatominos<br />

domésticos. Probados por vez primera en Brasil a principios<br />

del decenio de 1980, los compuestos como la deltametrina<br />

resultaron ser más eficaces que el BHC, más fáciles de aplicar,<br />

y más aceptables para los habitantes de las casas y para quienes<br />

aplicaban el aerosol. Además, aunque son considerablemente<br />

más caros por kilogramo que los insecticidas organoclorados,<br />

fueron eficaces en dosis mucho más bajas, y resultaron ser considerablemente<br />

más costo-eficaces. En el cuadro 77-2 se proporcionan<br />

las tasas de dosis recomendadas en la actualidad de<br />

los compuestos más ampliamente usados.<br />

Experiencia proveniente de los diversos estudios de control<br />

y de campañas a gran escala en São Paulo y Venezuela dieron<br />

confianza creciente en que sería posible eliminar poblaciones<br />

domésticas de T. infestans y otras poblaciones de triatominos<br />

domésticas. En Brasil, se hicieron planes para un programa de<br />

control nacional, que recibieron respaldo presidencial en 1979.<br />

El objetivo declarado fue la eliminación de T. infestans del territorio<br />

nacional, usando técnicas probadas de aplicación de aerosol<br />

residual (fumigación) en interiores —inicialmente con<br />

BHC, pero después con piretroides sintéticos—. Este programa<br />

se lanzó en 1983, implementado por personal de la Superintendencia<br />

de Campanhas contra a Malaria (SUCAM), que<br />

después fue el extremo ejecutivo del Ministerio de Salud Federal.<br />

La estrategia de implementación fue una adaptación directa<br />

de los métodos para el control del vector del paludismo previamente<br />

exitosos, que involucraron tres fases principales: una fase<br />

preparatoria inicial (mapeo, capacitación y organización de logística<br />

y materiales) seguida por una “fase de ataque” diseñada<br />

para aplicar aerosol en todas las casas en localidades que se encontró<br />

que tenían una o más casas infestadas, y una fase de vi-


CAPÍTULO 77 Triatominos y su control 621<br />

gilancia diseñada para consolidar los avances por medio de<br />

chequeos periódicos de áreas tratadas con reaplicación selectiva<br />

de aerosol en caso necesario. Hacia 1986, se habían alcanzado<br />

más de dos terceras partes de los objetivos geográficos, en el<br />

sentido de que casi todas las áreas endémicas se habían mapeado,<br />

evaluado y se había aplicado aerosol en las mismas al menos<br />

una vez. T. infestans pareció haber sido eliminado de alrededor<br />

de 70% de su distribución previa en Brasil. Aun así, con la<br />

reaparición de Aedes aegypti en varias regiones de la costa de<br />

Brasil, y los brotes subsiguientes de dengue en varias de las<br />

principales ciudades costeras, las prioridades de la SUCAM<br />

cambiaron; los materiales y el personal se desviaron desde el<br />

control de la enfermedad de Chagas en las áreas rurales hacia<br />

el control del mosquito transmisor del dengue en las ciudades<br />

costeras.<br />

Esta campaña brasileña de 1983-1986 reveló varias características<br />

importantes. 12 En primer lugar, demostró que las técnicas<br />

y estrategias operativas podrían ser altamente eficaces<br />

cuando son coordinadas e implementadas de manera apropiada<br />

por personal profesional bien capacitado. De cualquier modo,<br />

también mostró la necesidad vital de continuidad de acción a<br />

plazo más largo, lo que requeriría compromiso político y financiero<br />

a largo plazo. También ilustró el problema técnico esencial<br />

de los programas de control de vector a gran escala, en el<br />

sentido de que los vectores son capaces de moverse, y que no<br />

respetan fronteras nacionales u otras fronteras administrativas.<br />

Durante la campaña, Brasil había estado creando acuerdos con<br />

países vecinos para intervenciones de control en regiones fronterizas<br />

como un medio para obstaculizar la posible reinvasión<br />

desde áreas no tratadas, pero estuvo quedando claro que el objetivo<br />

de eliminar T. infestans de un país como Brasil no se alcanzaría<br />

si en los países vecinos no se estuvieron implementando<br />

también campañas nacionales similares.<br />

La respuesta inteligente a estas preguntas fue la idea de<br />

crear una iniciativa multinacional contra T. infestans, que en<br />

esencia comprendería todos los países endémicos en una campaña<br />

de control simultánea diseñada para eliminar todas las<br />

poblaciones domésticas de T. infestans y de otras especies que<br />

colonizan hábitat domésticos en la misma región. La idea fue<br />

que un programa de ese tipo, coordinado por un organismo<br />

internacional apropiado, como la Organización Panamericana<br />

de la Salud (OPS), proporcionaría la continuidad política requerida,<br />

y estimularía intervenciones de control en todos los<br />

países endémicos y, así, disminuiría el riesgo de reinvasión desde<br />

áreas no tratadas. Un análisis económico sugirió que el programa<br />

costaría entre 190 y 350 millones de dólares estadounidenses<br />

durante un periodo de 10 años, con retorno de la inversión<br />

previsto de más de 14% incluso cuando se consideraron sólo los<br />

ahorros por concepto de costos médicos directos. 55 El plan se<br />

comentó en la reunión anual de la Sociedad Brasileña de Medicina<br />

Tropical en marzo de 1991, y recibió apoyo de los ministros<br />

de salud de países del Cono Sur en su reunión subsiguiente<br />

en Brasilia en julio de 1991. Se realizaron reuniones de planeación<br />

en Chile y Uruguay más tarde ese mismo año, y las operaciones<br />

de control de vector a gran escala empezaron en 1992.<br />

Iniciativas de vigilancia<br />

y control multinacionales<br />

Se ha escrito mucho acerca del progreso y los logros de la Iniciativa<br />

del Cono Sur contra la enfermedad de Chagas (INCO-<br />

SUR): historia y desarrollo; 13,58 repercusiones sociales y médicas;<br />

14 y desarrollo futuro esperado. 45 Desde el lanzamiento de<br />

la iniciativa en 1991/1992, las poblaciones domésticas de T.<br />

infestans se han eliminado de manera progresiva de vastas áreas,<br />

de modo que la distribución general de esta especie se ha reducido<br />

desde su máximo estimado de más de 6 000 000 km 2 a<br />

alrededor de 913 000 km 2 . 21,61 En 1997, Uruguay fue el primer<br />

país en ser formalmente declarado libre de transmisión de<br />

enfermedad de Chagas debida a T. infestans, seguido por Chile<br />

en 1999. Cinco provincias de Argentina, un departamento de<br />

Paraguay, y casi todos los estados del centro y sur de Brasil recibieron<br />

certificación similar durante 2000-2002; todo Brasil fue<br />

certificado libre de transmisión debida a T. infestans en 2006.<br />

Desde 2003, Brasil ha emprendido una encuesta serológica nacional<br />

de enfermedad de Chagas entre menores de cinco años<br />

(es decir, niños nacidos después de las intervenciones de control<br />

de vector a gran escala durante el decenio de 1990), y los<br />

resultados hasta la fecha han revelado sólo ocho niños con resultados<br />

positivos en áreas donde T. infestans previamente fue el<br />

principal vector (A. Luquetti et al., datos no publicados). Sin<br />

embargo, es importante recalcar que estos resultados impresionantes<br />

no significan que no quede T. infestans en las áreas controladas,<br />

puesto que aún ocurren algunos focos residuales pequeños<br />

en algunas partes de las regiones certificadas, y pueden<br />

suceder también brotes focales de transmisión ocasionales debidos<br />

a otras especies vectoras de Triatominae (figura 77-1).<br />

La Iniciativa del Cono Sur también estimuló iniciativas<br />

multinacionales similares en los países centroamericanos y en<br />

los países del Pacto Andino —ambas lanzadas formalmente por<br />

resoluciones ministeriales en 1997— junto con una iniciativa<br />

nacional de control de enfermedad de Chagas en México, 41 y<br />

una iniciativa de vigilancia de enfermedad de Chagas multinacional<br />

para la región amazónica, con la participación de nueve<br />

países. 24 Para las regiones centroamericana y del Pacto Andino,<br />

el objetivo principal de control de vector primario fue la eliminación<br />

de poblaciones domésticas de Rhodnius prolixus y Triatoma<br />

dimidiata. De éstos, se cree que R. prolixus se ha originado<br />

en los llanos de Venezuela y Colombia, y después se ha difundido<br />

en asociación con intervenciones humanas hacia la región<br />

del valle de Magdalena de Colombia, 59 y hacia partes de Centroamérica.<br />

16,72 En Centroamérica, R. prolixus parece ser exclusivamente<br />

doméstico, sin evidencia de poblaciones silvestres y,<br />

por ende, se propuso como un candidato para eliminación<br />

completa de esta región. No obstante, en contraste, T. dimidiata<br />

parece retener poblaciones silvestres en gran parte de Centroamérica,<br />

y no podría considerarse para eliminación completa<br />

de ahí, aunque poblaciones de T. dimidiata en Ecuador y en<br />

el norte de Perú parecen haber sido importadas accidentalmente<br />

desde el sur de México, y se han propuesto como candidatos


622 PARTE IV Artrópodos de importancia médica<br />

Figura 77-1. Distribución de Triatoma infestans.<br />

para eliminación de esa parte de la región del Pacto Andino. 1<br />

Apoyada por varias agencias internacionales —en particular el<br />

gobierno de Taiwán y las Agencias de Cooperación de Japón y<br />

Canadá (JICA y CIDA)— la Iniciativa Centroamericana<br />

(IPCA) ha alcanzado impresionantes resultados en relativamente<br />

poco tiempo. 71 R. prolixus ahora parece haber sido eliminado<br />

de casi todos sus focos previamente conocidos en Guatemala,<br />

El Salvador y Nicaragua; sólo quedan algunos focos en<br />

partes de Honduras, y en 2008 Guatemala fue formalmente<br />

certificada libre de transmisión de enfermedad de Chagas debida<br />

a R. prolixus. Las poblaciones domésticas de T. dimidiata<br />

también se han reducido drásticamente en estos países, pero<br />

siguen requiriendo vigilancia preventiva e intervenciones focales<br />

debido a sus poblaciones silvestres extensas que representan<br />

un riesgo continuo de reinvasión de lugares tratados. La Iniciativa<br />

del Pacto Andino está menos avanzada, aunque se ha logrado<br />

cierto progreso en el control de vector en partes del centro<br />

de Colombia, sur de Ecuador y norte de Perú.<br />

La iniciativa de vigilancia para la región amazónica se basa<br />

en un concepto más bien diferente. Esta vasta región —alrededor<br />

de 6.3 millones km 2 que cubren partes de Brasil, Bolivia,<br />

Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Guyana, Surinam y Guayana<br />

Francesa— tiene muy pocos focos conocidos de triatominos<br />

domésticos (la principal excepción son las poblaciones domésticas<br />

de T. maculata a lo largo de la periferia de la Amazonia,<br />

particularmente en partes de Roraima y sur de Venezuela). La<br />

transmisión de enfermedad de Chagas en la región se debe<br />

principalmente a contacto accidental con triatominos silvestres,<br />

por ejemplo, por recolección de fibra de palmas piassaba<br />

infestadas por Rhodnius brethesi, 9 o insectos adultos adventicios<br />

que vuelan hacia casas y contaminan alimentos o bebida preparados,<br />

pero que no necesariamente establecen colonias domésticas.<br />

10,67 Como tal, el método “clásico” para el control de la<br />

enfermedad de Chagas, basado en la eliminación sistemática de<br />

poblaciones de vector domésticas, es inapropiado. En lugar<br />

de eso, el control se basa en la vigilancia clínica y parasitológica,<br />

combinada con tratamiento específico de todo caso nuevo de<br />

infección que se detecte. Ese tipo de vigilancia se está efectuando<br />

por medio de las redes de salud, para reportar casos clínicos<br />

sospechados, y por medio de las redes de microscopistas que<br />

revisan laminillas para la detección de Plasmodium que están<br />

capacitados para reconocer Trypanosoma cruzi en frotis de sangre<br />

obtenidos de pacientes que se presentan con fiebre.*<br />

En 2007, se estableció una iniciativa más de vigilancia de<br />

enfermedad de Chagas para los llamados países “no endémicos”,<br />

lo que refleja la emigración creciente de personas desde países<br />

latinoamericanos endémicos, en especial a EUA y Europa. En<br />

enero de 2007, la Cruz Roja Americana comenzó la investigación<br />

sistemática de todos los donadores de sangre en EUA (independientemente<br />

de su origen), y en ese año se confirmaron<br />

más de 300 casos positivos. También se han confirmado casos<br />

en Japón y Australia, y en Europa se han confirmado casos en<br />

España, Francia, Italia, Suecia, Suiza y el Reino Unido. Además<br />

de EUA, donde se han reportado seis casos transmitidos por<br />

vector autóctono (Texas, Luisiana, Kentucky, sur de California),<br />

no se espera que los vectores locales tendrían participación alguna<br />

en la transmisión de T. cruzi en esos países, aunque hay cierto<br />

riesgo de que vectores domésticos provenientes de regiones<br />

endémicas de Latinoamérica podrían ser transportados de manera<br />

accidental hacia países no endémicos. 64<br />

Logros y desafíos<br />

En años recientes, el conocimiento de la sistemática, la distribución,<br />

los aspectos biológicos, la dinámica de población, conducta,<br />

aspectos genéticos y evolución de triatominos ha avanzado<br />

de manera considerable, junto con experiencia y confianza<br />

en las técnicas más apropiadas para vigilancia y control. Se han<br />

refinado y ajustado objetivos operativos, con logros importantes<br />

en términos de mejorías de la salud pública. Como resultado<br />

de las iniciativas de control, se estima que alrededor de<br />

60 000 000 de personas ya no duermen en casas infestadas con<br />

* Al igual que con el paludismo, en la mayor parte de los casos agudos de enfermedad<br />

de Chagas hay síntomas febriles; en áreas palúdicas conocidas, como<br />

la Amazonia, los pacientes febriles inicialmente se diagnostican por medio de<br />

examen al microscopio de un frotis de sangre para buscar parásitos del paludismo,<br />

pero al mismo tiempo, también puede detectarse posible infección por T.<br />

cruzi. Durante 2007-2008, más de una tercera parte de los casos de enfermedad<br />

de Chagas en la región de la Amazonia se detectó de esta manera (A. C.<br />

Silveira, datos no publicados).


CAPÍTULO 77 Triatominos y su control 623<br />

triatominos domésticos, y por lo tanto, las tasas tanto de incidencia<br />

como de prevalencia de infección han disminuido. La<br />

prevalencia estimada de infección ha declinado desde su máximo<br />

durante el decenio de 1980 de 24 000 000 de personas hasta<br />

alrededor de 7 000 000, 62,68 y las tasas de incidencia correspondientes<br />

han declinado desde más de 500 000 casos nuevos<br />

por año hasta alrededor de 50 000. 26,35 Más aún, el pronóstico<br />

clínico ha mejorado incluso para las personas infectadas antes<br />

de que comenzaran las iniciativas de control, porque reportes<br />

clínicos y evidencia experimental están indicando reducciones<br />

importantes de los síntomas de infecciones crónicas cuando ya<br />

no están sujetas a reinfección, debido a la eliminación de los<br />

insectos vectores domésticos. 4,5,32<br />

Empero, como contrapunto a estos logros, también deben<br />

reconocerse algunas dificultades. El estimado de que alrededor<br />

de 60 000 000 de personas ya no esta obligada a dormir en<br />

casas infestadas con triatominos aún implica que aproximadamente<br />

40 000 000 permanecen desprotegidos, y en varios países<br />

—entre los que destacan México, Costa Rica y los países del<br />

Pacto Andino— quedan por implementar campañas nacionales<br />

por completo sistemáticas para eliminar poblaciones de triatominos<br />

domésticas. Con todo, paradójicamente el éxito aparente<br />

de las iniciativas multinacionales ha llevado en muchos<br />

países a interés político reducido, y consecuente declinación de<br />

los recursos y servicios disponibles para continuar las intervenciones<br />

de vigilancia y control. Incluso dentro de los países del<br />

Cono Sur, donde el éxito del control de vector es indisputable,<br />

hay algunas áreas donde casas de comunidades rurales muestran<br />

infestación doméstica y peridoméstica alta por T. infestans<br />

(en especial dentro del área Gran Chaco de Argentina, Bolivia<br />

y Paraguay). 21 Muy pocos de los países endémicos aún retienen<br />

un servicio nacional especializado de control de vector; en casi<br />

todos los países esto ha quedado reemplazado de manera progresiva<br />

por un servicio descentralizado con capacidad muy limitada<br />

para vigilancia de vector a gran escala, y operaciones de<br />

control. En algunas áreas esto ha llevado al paradigma autoconveniente<br />

de “vigilancia nula reportes nulos ningún problema<br />

aparente”, que puede poner en peligro los avances logrados<br />

hasta la fecha. Incluso en áreas donde se han eliminado los<br />

vectores domésticos primarios, queda gran variedad de especies<br />

de triatominos silvestres —a menudo señalados como vectores<br />

“secundarios” o “candidato”— que pueden entrar a casas y establecer<br />

colonias domésticas. En otras palabras, hay una necesidad<br />

continua de vigilancia entomológica, combinada con intervenciones<br />

focales para eliminar cualesquiera poblaciones<br />

domésticas de vector nuevas, incluso en áreas donde los principales<br />

vectores se han controlado de manera exitosa.<br />

Al mismo tiempo, la situación epidemiológica ha cambiado<br />

drásticamente en áreas que previamente se consideraban altamente<br />

endémicas para transmisión de enfermedad de Chagas.<br />

Las migraciones de seres humanos a gran escala desde áreas<br />

rurales hacia centros urbanos significan que, numéricamente,<br />

el número de comunidades rurales en riesgo de enfermedad de<br />

Chagas ha declinado, pero también suscita una probabilidad<br />

creciente de transmisión urbana y periurbana de la enfermedad.<br />

Mientras que la enfermedad de Chagas previamente se<br />

asoció casi por completo con poblaciones domésticas de triatominos<br />

en áreas rurales, ahora se observa más frecuentemente en<br />

áreas periurbanas —a menudo asociada con poblaciones periurbanas<br />

de especies vector de triatominos—. A veces estas<br />

poblaciones vector “suburbanas” colonizan casas y recintos de<br />

animales, pero a veces retienen conducta más “silvestre”, relacionada<br />

con la fauna suburbana en parques y jardines. En esas<br />

situaciones, los insectos adultos en ocasiones pueden volar hacia<br />

la residencia de seres humanos e intentar alimentarse de los<br />

habitantes sin necesariamente lograr establecer una colonia de<br />

vector doméstica. La transmisión puede ocurrir por defecación<br />

sobre el hospedero durante la alimentación, o por contaminación<br />

de alimentos o bebidas por el insecto, lo que lleva a transmisión<br />

subsiguiente “por la ruta oral” cuando la familia ingiere<br />

el material contaminado. 10 Aun así, las intervenciones de control<br />

de vector clásicas son inapropiadas en esos casos, porque no<br />

hay una colonia de vector doméstica por eliminar. Por ende, el<br />

desafío es ajustar las estrategias de control para que tomen en<br />

cuenta cambios de las características epidemiológicas de la<br />

transmisión de la enfermedad de Chagas, y los cambios de las<br />

prioridades políticas. La estrategia revisada retiene los tres principios<br />

básicos del cuidado para quienes están infectados, mantenimiento<br />

de investigación adecuada en bancos de sangre a fin<br />

de prevenir la transmisión por transfusión, y eliminación de<br />

poblaciones de vectores domésticos (de cualesquier especie),<br />

pero propone diferencias importantes en el método descentralizado<br />

para la vigilancia epidemiológica a largo plazo. 61 La idea<br />

es recalcar la vigilancia serológica y parasitológica como el método<br />

inicial, usando los resultados de la vigilancia para hacer<br />

arreglos para el tratamiento de las personas infectadas, y estratificar<br />

la vigilancia de vector y las intervenciones focales subsiguientes.<br />

Por ejemplo, en Honduras, donde las infestaciones de<br />

vector doméstico conocidas parecen haberse eliminado, la vigilancia<br />

subsiguiente se basa en una prueba rápida de detección<br />

serológica, de niños en edad escolar, junto con cuestionarios<br />

usando fotografías de tamaño natural de especies de vectores<br />

candidatos (C. Ponce y C. Zúñiga, comunicación personal).<br />

Cuando todas resultan negativas, puede hacerse efectivamente<br />

caso omiso del área de influencia que corresponde a esa escuela,<br />

pero cuando algunas resultan positivas (o el cuestionario sugiere<br />

que los insectos pueden haber sido vistos recientemente en<br />

una casa, o en ambas circunstancias), el área de influencia correspondiente<br />

se puede estratificar para la búsqueda activa de<br />

casas para posibles nuevas infestaciones por vector. Además,<br />

después de confirmación serológica (p. ej., mediante ELISA) de<br />

los resultados de la prueba rápida inicial, puede ofrecerse a los<br />

niños infectados tratamiento específico y seguimiento clínico.<br />

En las otras iniciativas multinacionales se está desarrollando un<br />

método similar, en especial para los países en la región amazónica.<br />

Ahí, los principales métodos para la vigilancia parasitológica<br />

son reportes clínicos (es decir, evidencia clínica de infección<br />

aguda) y resultados positivos en el estudio de laminillas al<br />

microscopio (p. ej., de frotis de sangre de pacientes febriles en<br />

quienes inicialmente se sospecha paludismo). La primera res-


624 PARTE IV Artrópodos de importancia médica<br />

puesta es ofrecer tratamiento específico y seguimiento clínico,<br />

seguidos por investigación epidemiológica para encontrar posibles<br />

casos de infección adicionales, y para establecer la posible<br />

necesidad de intervenciones locales de control de vector.<br />

En esencia, la historia del control de la enfermedad de<br />

Chagas ha sido de investigación intensiva y extensa, programas<br />

a gran escala para eliminar poblaciones de vector domésticas, y<br />

estrategias ajustadas de diversas maneras para mantener vigilancia<br />

epidemiológica de magnitud adecuada con intervenciones<br />

focales siempre que empiecen a establecerse nuevas poblaciones<br />

de vector domésticas. El modelo general es muy bien resumido<br />

por el programa de control de más larga duración —el del estado<br />

brasileño de São Paulo—. Este programa empezó con estudios<br />

a gran escala durante el decenio de 1950, seguidos por una<br />

“fase de ataque” en el ámbito estatal durante el decenio de<br />

1960, y un sistema de vigilancia e intervenciones focales que se<br />

adaptó de manera progresiva. 66,69 No sólo São Paulo fue el primer<br />

estado en haber eliminado de manera convincente el principal<br />

vector doméstico, T. infestans (en 1990), sino que el sistema<br />

de vigilancia detectó (y eliminó) de manera exitosa T.<br />

infestans inmigrante llevado accidentalmente hacia el estado<br />

desde otras áreas en 1998, y ha obstaculizado de manera constante<br />

el establecimiento de infestaciones domésticas por otras<br />

especies como P. megistus y T. sordida. Fue crucial para este éxito<br />

una estrategia de vigilancia que se ajustó de manera continua<br />

de acuerdo con los resultados epidemiológicos; progresó desde<br />

estudios activos en el ámbito estatal hasta estudios que se centraron<br />

inicialmente en regiones prioritarias (definidas por los<br />

resultados de estudio entomológico), y después en sitios especificados;<br />

todas las fases se efectuaron en paralelo con el uso creciente<br />

de reportes de servicio de salud descentralizados. 69 Para<br />

el futuro, se espera que todas las regiones endémicas sigan las<br />

secuencias apropiadas de intervención a gran escala, vigilancia<br />

e intervenciones focales, en paralelo con reportes de cuidado de<br />

la salud primario y estudios realizados por grupos académicos,<br />

y respaldado por un sistema informático adecuado. 38,39 Parece<br />

posible lograr eliminación casi universal de las poblaciones de<br />

triatominos domésticas existentes, pero se requerirá cierto grado<br />

de vigilancia y respuesta focal en toda Latinoamérica para<br />

prevenir el establecimiento de nuevas infestaciones domésticas,<br />

junto con aceptación de transmisión debida a vectores no domésticos,<br />

que debe afrontarse mediante el diagnóstico adecuado<br />

y tratamiento específico de nuevos casos.<br />

Agradecimientos<br />

Este trabajo se ha beneficiado de la colaboración internacional por<br />

medio de la red ECLAT, y agradecemos a todos los miembros de la<br />

ECLAT y a los asociados de la misma. Además, en la descripción<br />

de los logros de las diversas iniciativas de control de la enfermedad de<br />

Chagas, agradecemos el amable acceso a reportes no publicados puestos<br />

a disposición por personal de la Organización Mundial de la Salud,<br />

la Organización Panamericana de la Salud, y programas nacionales de<br />

control de la enfermedad de Chagas.<br />

Referencias<br />

1. Abad-Franch F, Paucar A, Carpio C et al. Biogeography<br />

of Triatominae (Hemiptera: Reduviidae) in Ecuador:<br />

implications for the design of control strategies. Memorias<br />

do Instituto Oswaldo Cruz, 2001;96,611-620.<br />

2. Abad-Franch F, Monteiro F, Jaramillo O et al. Ecology,<br />

evolution, and the long-term surveillance of vectorborne<br />

Chagas disease: A multi-scale appraisal of the tribe<br />

Rhodniini (Triatominae). Acta Tropica 2009;110:159-<br />

177.<br />

3. Abalos J, Wygodzinsky P. Las Triatominae Argentinas<br />

(Reduviidae, Hemiptera). Universidad Nacional de Tucumán/Instituto<br />

de Medicina Regional. Publication 601,<br />

Monograph 2, 1951:1-179.<br />

4. Bustamante J, Rivarola H, Fernández A et al. Trypanosoma<br />

cruzi reinfections in mice determine the severity<br />

of cardiac damage. Int J Parasitol, 2002;32:889-996.<br />

5. Bustamante J, Novarese M, Rivarola H et al. Reinfections<br />

and Trypanosoma cruzi strains can determine the<br />

prognosis of the chronic chagasic cardiopathy in mice.<br />

Parasitol Res, 2007;100:1407-1410.<br />

6. Carcavallo R, Jurberg J, Lent H. Phylogeny of the<br />

Triatominae. In: Atlas of Chagas disease vectors in the<br />

Americas, vol. III, Editora FIOCRUZ, Rio de Janeiro,<br />

1999:925-969.<br />

7. Carcavallo R, Jurberg J, Lent H et al. Phylogeny of<br />

the Triatominae (Hemiptera, Reduviidae). Proposals for<br />

taxonomic arrangements. Entomologia y Vectores 7,<br />

2000:1-99.<br />

8. Cobben R. Evolutionary trends in Heteroptera. Part 2.<br />

Mouthpart-structures and feeding strategies. Mededlingen<br />

Landbouwhogeschool, Wageningen 1978:78-5;1-<br />

407.<br />

9. Coura J, Barrett T, Arboleda M. Ataque de populações<br />

humanas por triatomíneos silvestres no Amazonas: uma<br />

nova forma de transmissão da infecção chagásica? Revi<br />

Soc Bras Med Trop, 1994;27:251-253.<br />

10. Coura J, Junqueira A, Fernandes O et al. Emerging<br />

Chagas disease in Amazonian Brazil. Trends in Parasitology,<br />

2002;18:171-176.<br />

11. Dias E, Pellegrino J. Alguns ensaios com o “Gammexane”<br />

no combate aos transmissores da doença de Chagas.<br />

Brasil-Médico, 1948;62:185-191.<br />

12. Dias J. Control of Chagas disease in Brazil. Parasitology<br />

Today, 1987;3:336-341.<br />

13. Dias J, Schofield C. The evolution of Chagas disease<br />

(American trypanosomiasis) control after 90 years since<br />

Carlos Chagas discovery. Mem Instituto Oswaldo Cruz,<br />

1999;94:103-121.


CAPÍTULO 77 Triatominos y su control 625<br />

14. Dias J, Silveira A, Schofield C. The impact of Chagas<br />

disease control in Latin America. Mem Instituto Oswaldo<br />

Cruz, 2002;97:603-612.<br />

15. Dujardin J, Schofield C, Tibayrenc M. Population<br />

structure of Andean Triatoma infestans: allozyme frequencies<br />

and their epidemiological relevance. Medical & Veterinary<br />

Entomology, 1998a;12:20-29.<br />

16. Dujardin J, Muñoz M, Chavez T et al. The origin of<br />

Rhodnius prolixus in Central America. Medical & Veterinary<br />

Entomology; 1998b;12:113-115.<br />

17. Dujardin J, Schofield C, Panzera F. Los Vectores de la<br />

Enfermedad de Chagas. Academie Royale des Sciences<br />

d’Outre Mer, Brussels, 2002:189.<br />

18. Forero D, Weirauch C, Baena M. Synonymy of the reduviid<br />

(Hemiptera: Heteroptera) genus Torrealbaia (Triatominae)<br />

with Amphibolus (Harpactorinae), with notes on Amphibolus<br />

venator (Klug, 1830). Zootaxa, 2004;670:1-12.<br />

19. Galvão C, Carcavallo R, Rocha D et al. A checklist of<br />

the current valid species of the subfamily Triatominae<br />

Jeannel, 1919 (Hemiptera, Reduviidae) and their geographical<br />

distribution, with nomenclatural and taxonomic<br />

notes. Zootaxa, 2003;202:1-36.<br />

20. Gorla D, Dujardin J, Schofield C. Biosystematics of<br />

Old World Triatominae. Acta Tropica, 1997;63:127-140.<br />

21. Gorla D. Variables ambientales registradas por sensores<br />

remotos como indicadores de la distribución geográfica<br />

de Triatoma infestans (Heteroptera: Reduviidae). Ecología<br />

Austral, 2002;12:117-127.<br />

22. Gorla D, Porcasi X, Hrellac H et al. Spatial stratification<br />

of house infestation by Triatoma infestans in La Rioja,<br />

Argentina. Am J Trop Med Hyg, 2009;42:637-642.<br />

23. Guillén G, Diaz R, Jemio A et al. Chagas disease vector<br />

control in Tupiza, southern Bolivia. Mem Instituto<br />

Oswaldo Cruz, 1997;92:1-8.<br />

24. Guhl F, Schofield C. (editors). Proceedings of the<br />

ECLAT-AMCHA International Workshop on Chagas disease<br />

surveillance in the Amazon Region, Palmari, Brasil.<br />

Universidad de Los Andes, Bogotá, 2004:174.<br />

25. Gurtler R, Cecere M, Lauricella M et al. Incidence of<br />

Trypanosoma cruzi infection among children following<br />

domestic reinfestation after insecticide spraying in rural<br />

northwestern Argentina. Am J Trop Med Hyg, 2005;73:<br />

95-103.<br />

26. Hayes R, Schofield C. Estimación de las tasas de incidencia<br />

de infecciones y parasitosis crónicas a partir de la<br />

prevalencia: la enfermedad de Chagas en América Latina.<br />

Bol Ofic Sanit Panamer, 1990;108:308-316.<br />

27. Kalshoven L. Observations on the blood-sucking reduviid<br />

Triatoma rubrofasciata (De Geer) in Java. Entomologische<br />

Berichten, 1970;30:41-47.<br />

28. Lehane M. Biology of Blood-sucking Insects. Harper<br />

Collins Academic, London, 2001;288.<br />

29. Lent H, Wygodzinsky P. Revision of the Triatominae<br />

(Hemiptera, Reduviidae), and their significance as vectors<br />

of Chagas disease. Bull Am Mus Nat Hist, 1979;163:123-<br />

520.<br />

30. Lent H. Microtriatoma pratai Sherlock & Guitton, 1982<br />

é sinonimo do hemiptero predador Aradomorpha championi<br />

Lent & Wygodzinsky, 1944 (Reduviidae, Reduviinae).<br />

Mem Instituto Oswaldo Cruz, 1982;77:449-451.<br />

31. Lorosa E, Jurberg J, Souza A et al. Hemolinfa de Dictyoptera<br />

na manutenção do ciclo biológico silvestre de<br />

Triatoma rubrovaria (Blanchard, 1843) e Triatoma circummaculata<br />

(Stal, 1859) (Hemiptera, Reduviidae, Triatominae).<br />

Entomologia y Vectores, 2000;7:287-296.<br />

32. Machado E, Fernandes A, Murta S et al. A study of<br />

experimental reinfection by Trypanosoma cruzi in dogs.<br />

Am J Trop Med Hygiene, 2001;65:958-965.<br />

33. Mesquita R, Carneiro A, Bafica A et al. Trypanosoma<br />

cruzi infection is enhanced by vector saliva through immunosuppressant<br />

mechanisms mediated by lysophosphatidylcholine.<br />

Infect Immun, 2008;76:5543-5552.<br />

34. Miles M, Arias J, de Souza A et al. Chagas disease in<br />

the Amazon basin III. Ecotopes of ten triatomine bug<br />

species (Hemiptera: Reduviidae) from the vicinity of Belém,<br />

Para state, Brazil. J Med Entomol, 1981;18:266-<br />

278.<br />

35. PAHO. Estimación Cuantitativa de la Enfermedad de<br />

Chagas en las Americas. PAHO, Washington, OPS/<br />

HDM/CD/425-06, 2006:28 pp.<br />

36. Patterson J, Schofield C, Dujardin J et al. Population<br />

morphometric analysis of the tropicopolitan bug Triatoma<br />

rubrofasciata and relationships with Old World species<br />

of Triatoma: evidence of New World ancestry. Medical<br />

and Veterinary Entomology, 2001;15:443-451.<br />

37. Patterson J, Barbosa S, Feliciangeli M. On the genus<br />

Panstrongylus Berg 1879: Evolution, ecology and epidemiological<br />

significance. Acta Tropica, 2009;110:187-199.<br />

38. Porcasi X, Catalá S, Hrellac H et al. Infestation of rural<br />

houses by Triatoma infestans (Hemiptera: Reduviidae)<br />

in southern area of Gran Chaco in Argentina. J Med<br />

Entomol, 2006;43:1060-1067.<br />

39. Porcasi X, Hrellac H, Catalá S et al. Infestation of rural<br />

houses by Triatoma infestans in the region of Los Llanos<br />

(La Rioja, Argentina). Mem Instituto Oswaldo Cruz,<br />

2007;102:63-68.<br />

40. Rabinovich J, Leal J, Feliciangeli de Piñero D. Domiciliary<br />

biting frequency and blood ingestion of the Chagas<br />

disease vector Rhodnius prolixus Stahl (Hemiptera: Reduviidae),<br />

in Venezuela. Trans Roy Soc Trop Med Hyg,<br />

1979;73:272-283.<br />

41. Ramsey J, López A, Pohls J (editores). Iniciativa para<br />

la Vigilancia y el Control de la Enfermedad de Chagas en<br />

la República Mexicana. Instituto Nacional de Salud Pública,<br />

México, 2003;214.<br />

42. Romaña C, Abalos J. Acción del “Gammexane” sobre<br />

los triatomideos. “Control” domiciliario. Anales del Instituto<br />

de Medicina Regional, Tucumán 2, 1948;95-106.


626 PARTE IV Artrópodos de importancia médica<br />

43. Ruas-Neto A, Corseuil E, Cavalleri A. Development<br />

of rupestrian triatomines (Hemiptera: Reduviidae: Triatominae)<br />

following haemolymphagy on blaberids (Blattodea:<br />

Blaberidae) in Rio Grande do Sul State, Brazil. Entomologia<br />

y Vectores 8, 2001;205-216.<br />

44. Ryckman R. Recent observations of cannibalism in<br />

Triatoma (Hemiptera: Reduviidae). J Parasitol, 1951;37:<br />

433-434.<br />

45. Salvatella R, Schofield C. Enfermedad de Chagas. Iniciativas<br />

para su control en Latinoamérica. Biomedicina 2,<br />

2006:36-46.<br />

46. Sandoval C, Gutiérrez R, Luna S et al. High density<br />

of Rhodnius prolixus in a rural house in Colombia. Trans<br />

Royal Soc Trop Med Hyg, 2000a;94:372-373.<br />

47. Sandoval C, Joya M, Gutierez R et al. Cleptohaematophagy<br />

of the triatomine bug Belminus herreri. Medical<br />

and Veterinary Entomology, 2000b;14:100-101.<br />

48. Sandoval C, Duarte R, Gutiérrez R et al. Feeding sources<br />

and natural infection of Belminus herreri (Hemiptera,<br />

Reduviidae, Triatominae) from dwellings in Cesar, Colombia.<br />

Mem Instituto Oswaldo Cruz, 2004;99:137-140.<br />

49. Sandoval C, Pabon E, Jurberg J et al. Belminus ferroae<br />

n.sp. from the Colombian north-east, with a key to the<br />

species of the genus (Hemiptera: Reduviidae: Triatominae).<br />

Zootaxa, 2007;1443:55-64.<br />

50. Schaefer C. Triatominae (Hemiptera: Reduviidae): systematic<br />

questions and some others. Neotropical Entomology,<br />

2003;32:1-10.<br />

51. Schaefer C. Why are the subfamily relationships of Triatominae<br />

(Hemiptera: Reduviidae) important? Entomologia<br />

y Vectores, 2005;12:19-35.<br />

52. Schofield C. Chagas disease, triatomine bugs, and<br />

blood-loss. The Lancet i, 1981; pág. 1316.<br />

53. Schofield C, Marsden P. The effect of wall plaster on a<br />

domestic population of Triatoma infestans. Bull Pan Amer<br />

Health Organizat, 1982;16:356-360.<br />

54. Schofield C. The biosystematics of Triatominae in:<br />

Biosystematics of Haematophagous Insects (ed. MW Service)<br />

Systematics Association special volume 37, Clarenden<br />

press, Oxford, UK, 1988;284-312.<br />

55. Schofield C, Dias J. A cost-benefit analysis of Chagas<br />

disease control. Mem Instituto Oswaldo Cruz, 1991;86:<br />

285-295.<br />

56. Schofield C, Dolling W. Bedbugs and kissing-bugs<br />

(bloodsucking Hemiptera) in: Medical Insects and Arachnids<br />

(eds RP Lane & RW Crosskey) Chapman & Hall,<br />

London, UK, 1993;483-516.<br />

57. Schofield C. Biosystematics and adaptive trends in Triatominae.<br />

In: Proceedings of the International Workshop<br />

on Population Genetics and Control of Triatominae, Santo<br />

Domingo de los Colorados, Ecuador. eds. Schofield C,<br />

Dujardin J, Jurberg J. INDRE Mexico City, 1996; págs.<br />

45-50.<br />

58. Schofield C, Dias J. The Southern Cone Initiative<br />

against Chagas disease. Advances in Parasitology, 1999;42:<br />

1-27.<br />

59. Schofield C, Dujardin J. Theories on the evolution of<br />

Rhodnius. Actualidades Biológicas (Medellín), 1999;70:<br />

183-197.<br />

60. Schofield C, Diotaiuti L, Dujardin J. The process of<br />

domestication in Triatominae. Mem Instituto Oswaldo<br />

Cruz 94 (Suppl.1), 1999:375-378.<br />

61. Schofield C, Jannin J, Salvatella R. The future of<br />

Chagas disease control. Trends in Parasitology, 2006;21:<br />

583-588.<br />

62. Schofield C, Kabayo J. Trypanosomiasis vector control<br />

in Africa and Latin America. Parasites Vectors, 2008;1:1-<br />

24.<br />

63. Schofield C, Galvão C. Classification, evolution, and<br />

species groups within the Triatominae. Acta Trop, 2009;<br />

110:88-100.<br />

64. Schofield C, Grijalva M, Diotaiuti L. Distribución de<br />

los vectores de la Enfermedad de Chagas en países “no<br />

endémicos”: la posibilidad de transmisión vectorial fuera<br />

de América Latina. Enfermedades Emergentes, 2009<br />

11(Supl. 1):20-27.<br />

65. Schuh R, Slater J. True bugs of the World (Hemiptera:<br />

Heteroptera) Classification and Natural History. Cornell<br />

University Press, 1995: pág. 336.<br />

66. Silva L. A Evolução da Doença de Chagas no Estado de<br />

São Paulo. Editora Hucitec, São Paulo, 1999; pág. 158.<br />

67. Valente S, Valente V. Epidemiologia e transmissão da<br />

doença de Chagas na Amazonia in: Proceedings of the<br />

Second International Workshop on Population Genetics<br />

and Control of Triatominae, Tegucigalpa, Honduras. IN-<br />

DRE, Mexico City, 1999;101-104.<br />

68. Walsh J. Estimating the burden of illness in the tropics<br />

in: Tropical and Geographical Medicine (eds KS Warren<br />

& AAF Mahmoud) McGraw-Hill. USA, 1984;1073-<br />

1085.<br />

69. Wanderley D. Perspectivas de Controle da Doença de<br />

Chagas no Estado de Sao Paulo. Thesis, Universidade de<br />

Sao Paulo, Brasil, 1994: pág. 161.<br />

70. WHO. Control of Chagas Disease. WHO Technical Report<br />

Series 811, World Health Organization, Geneva,<br />

1991;95.<br />

71. Yamagata Y, Nakagawa J. Control of Chagas disease.<br />

Advances in Parasitology, 2006;61:129-165.<br />

72. Zeledón R. Some historical facts and recent issues related<br />

to the presence of Rhodnius prolixus (Stal, 1859) (Hemiptera,<br />

Reduviidae) in Central America. Entomología y<br />

Vectores, 2004;11:233-246.


Capítulo<br />

78<br />

Sarna y otras acariasis<br />

Patricia Muñoz Casas del Valle<br />

Definición<br />

La sarna o escabiosis es una ectoparasitosis cosmopolita que<br />

afecta al humano, producida por el ácaro Sarcoptes scabiei variedad<br />

hominis, transmitida principalmente por contacto directo<br />

de persona a persona y produce un intenso prurito generalizado,<br />

tiene algunas peculiaridades de acuerdo con la edad del<br />

afectado.<br />

Existen numerosos ácaros de animales, de vegetales y del<br />

ambiente que pueden afectar al hombre. En este capítulo se<br />

abordan algunos otros de importancia para el hombre relacionados<br />

fundamentalmente con animales de compañía.<br />

Biología<br />

La sarna del humano es producida por Sarcoptes scabiei variedad<br />

hominis, un ectoparásito obligado perteneciente a la clase<br />

arácnida, subclase Acari, orden Astigmata, suborden Acaridida,<br />

familia Sarcoptidae, que presenta en su ciclo biológico estados<br />

de importancia epidemiológica diferente. 2,8,10,15<br />

Sarcoptes scabiei es un ácaro muy pequeño, de color blanco<br />

cremoso, de forma ovalada, aplanado dorsoventralmente y<br />

cuyo cuerpo o soma no está segmentado y su superficie posee<br />

cerdas o pelos salientes dirigidos hacia atrás. Posee cuatro pares<br />

de patas cortas, las dos anteriores y dos posteriores están provistas<br />

de órganos a modo de ventosas situados en los extremos de<br />

unos largos pedicelos, las otras patas terminan en unas cerdas<br />

largas, que es característico de la especie. En su extremo anterior<br />

posee un aparato bucal prominente, que le sirve para alimentarse<br />

del estrato córneo de la epidermis y le da el aspecto de<br />

cabeza. Las hembras miden de 0.3-0.5 mm por 0.2-0.4 mm<br />

de largo, y el macho entre 0.2-0.4 mm de ancho y 0.1-0.2<br />

mm de largo, por el color blanquecino y tamaño no son visibles<br />

a simple vista.<br />

El ciclo se realiza en el estrato córneo de la epidermis, donde<br />

las hembras son fecundadas, en la superficie de la piel o en<br />

galerías del estrato córneo. El macho muere después de la cópula.<br />

La hembra, una vez fecundada, excava túneles de 1-3 mm,<br />

avanzando de 0.5-5 mm por día, donde va depositando las deyecciones<br />

y los 2 a 3 huevos por día que coloca. Los huevos son<br />

ovalados, de aproximadamente 160 mm. La hembra vive alrededor<br />

de uno a un mes y medio, y muere en el fondo del túnel<br />

que cava cuando termina su función reproductiva.<br />

En los casos habituales de sarna existen pocos ejemplares<br />

que producen la sintomatología; sin embargo, en los casos de<br />

sarna costrosa éstos llegan a cientos de miles. 1,2,5,11,13<br />

Después de 3-5 días eclosionan las formas juveniles y salen<br />

a la superficie de la piel. Son semejantes a los adultos, pero son<br />

hexápodas. En 2-3 días se transforman en ninfas octópodas,<br />

mudan en dos oportunidades en un plazo de 3-6 días, antes de<br />

transformarse en hembras y machos adultos. Todas las formas<br />

juveniles excavan túneles en la epidermis, donde se alimentan<br />

de restos celulares. El ciclo completo dura de 14 a 23 días.<br />

Mientras la población de hembras grávidas que se introduce<br />

en el estrato córneo provoca el daño, la población superficial<br />

de ninfas es la responsable de la transmisión de la enfermedad,<br />

constituyéndose en los elementos infectantes. La vía de infestación<br />

es cutánea, el mecanismo de contagio es el contacto estrecho<br />

y prolongado de piel sana con piel enferma de al menos 10<br />

minutos. 13<br />

Las personas son el principal reservorio de Sarcoptes scabiei<br />

variedad hominis. La diseminación entre las personas es a través<br />

del contacto directo de la piel, incluido el contacto sexual. La<br />

transmisión mediante prendas íntimas y ropa de cama es poco<br />

frecuente, y se produce si están contaminadas con ácaros juveniles<br />

o adultos de personas infestadas que han usado la ropa<br />

hasta 48 h antes, en ambientes con temperatura de 21°C y con<br />

40 a 80% de humedad relativa, y aun más tiempo con temperaturas<br />

más bajas y mayor humedad. 8,9<br />

Patología<br />

En la sarna se produce una respuesta inmune adaptativa de hipersensibilidad<br />

tardía contra el ácaro y sus productos. Hay un<br />

aumento de la IgE, con eosinofilia, que aparece a las cuatro<br />

semanas de la infestación. Los títulos de IgE disminuyen des-<br />

627


628 PARTE IV Artrópodos de importancia médica<br />

pués de un año de la infestación, los eosinófilos en cambio disminuyen<br />

rápido. 4<br />

En la sarna costrosa pueden encontrarse concentraciones<br />

elevadas de IL-4; en animales de experimentación con sarna<br />

hay una respuesta inmune de tipo TH2, con un aumento de<br />

IL-4 y una disminución del INF-a. 3 No es habitual recurrir a<br />

la biopsia de piel para realizar el diagnóstico, ya que éste es<br />

fundamentalmente clínico.<br />

La presencia del ácaro en la epidermis donde va produciendo<br />

el túnel produce diversos cambios citológicos quizá debidos<br />

a secreciones citolíticas de la saliva del ácaro que no afecta a las<br />

fibras de colágeno, pero produce una reacción inflamatoria. El<br />

infiltrado mononuclear de la dermis está dado por linfocitos T,<br />

seguido de macrófagos y linfocitos B. Las células adyacentes a<br />

las áreas necróticas sufren modificaciones en su proceso de queratinización,<br />

produciéndose una paraqueratosis que rodea al<br />

surco acarino, lo que es más evidente en la sarna noruega. En<br />

esta modalidad de sarna se puede ver una gran hiperqueratosis,<br />

encontrar múltiples ácaros y huevos, con un infiltrado inflamatorio,<br />

espongiosis de la piel superficial y linfocitos, histiocitos,<br />

eosinófilos y en ocasiones neutrófilos. Los antígenos del cuerpo<br />

del ácaro, sus deposiciones y secreciones son responsables de las<br />

reacciones de hipersensibilidad en la sarna. Se ha demostrado<br />

que hay depósito de complejos inmunes tanto en las lesiones<br />

inflamatorias como en los nódulos escabiosos. 4,8,9<br />

Epidemiología<br />

La sarna es un problema de salud pública mundial que afecta<br />

sobre todo a países pobres y en vías de desarrollo. Es endémica<br />

en varias áreas: África, Egipto, Centro y Sudamérica, norte y<br />

centro de Australia, islas del Caribe, India, sudeste de Asia. En<br />

países industrializados se observan casos individuales o esporádicos<br />

brotes institucionales. Es más frecuente en países templados<br />

y fríos. Su incidencia varía ampliamente de un lugar a otro<br />

y se ve aumentada en situaciones de catástrofe donde se producen<br />

situaciones de hacinamiento y deficitarias condiciones de<br />

higiene.<br />

Por ser su mecanismo de transmisión directo, es una enfermedad<br />

de tipo familiar o de grupos cerrados, en los cuales se<br />

observa que la posibilidad de contagio es de 73-85%, por tanto,<br />

los factores de hacinamiento son los más importantes. Hay<br />

transmisión sexual. 12 No hay diferencias por sexo, raza, ni condición<br />

socioeconómica. Los fómites como sábanas, toallas,<br />

ropa interior, pueden constituir un mecanismo de transmisión<br />

secundario.<br />

La sarna aumenta en otoño e invierno, disminuyendo en<br />

primavera y verano, y son factores de riesgo una situación socioeconómica<br />

y cultural deficitaria, así como también un estado<br />

nutricional insuficiente. Se estima que la prevalencia actual<br />

en Chile no es mayor a 1% de la población, sin respetar el nivel<br />

socioeconómico ni cultural. 1<br />

La edad es un factor que influye en su prevalencia, pues se<br />

ha demostrado que es mayor en la niñez que en la edad adulta.<br />

Los ancianos aislados o en casas de reposo también tienen mayor<br />

prevalencia. Las personas postradas, adultos mayores no<br />

autovalentes, pacientes con infección por HIV/SIDA, con enfermedades<br />

crónicas y otros pacientes inmunosuprimidos, son<br />

más propensos a la infestación, presentando además un cuadro<br />

clínico en el que predomina un alto número de ácaros, denominado<br />

sarna noruega o sarna costrosa. 5,13<br />

Se estima que en el mundo existen alrededor de 300 millones<br />

de personas infestadas en un momento dado. Por no ser<br />

una enfermedad de notificación obligatoria es probable que<br />

esta cifra esté subestimada. Se presenta en forma endémica con<br />

ciclos epidémicos cada 7 a 15 años, por lo general relacionados<br />

con guerras, desastres naturales, o cambios en el comportamiento<br />

de las sociedades.<br />

Manifestaciones clínicas<br />

La sarna es una enfermedad intensamente pruriginosa que incluye<br />

lesiones provocadas por rascarse y que a menudo son precursoras<br />

de infecciones bacterianas como piodermitis, septicemia<br />

y glomerulonefritis posestreptocócica.<br />

En una primera infestación los síntomas aparecen entre 4 a<br />

6 semanas. El prurito comienza en forma paulatina y se va exacerbando<br />

en el tiempo. Es de mayor intensidad en la noche al<br />

acostarse, incluso puede producir insomnio, pero también prurito<br />

durante el día, sobre todo en días calurosos. Abarca todo el<br />

cuerpo, con excepción de la cabeza y la espalda. Sin embargo,<br />

esto puede variar en el paciente inmunocomprometido.<br />

En las reinfestaciones, los síntomas y las lesiones se hacen<br />

evidentes entre las 24 y 48 h por la sensibilización previa. Se<br />

producen dos tipos de lesiones: aquellas producidas por la presencia<br />

de los ácaros o lesiones directas, y las que derivan de las<br />

reacciones de hipersensibilidad o lesiones indirectas. 13<br />

Entre las primeras destacan los surcos acarinos que son<br />

lesiones lineales, tortuosas, eritematosas, de pocos milímetros<br />

hasta 1 cm, y que corresponden al trayecto que realiza la hembra<br />

cuando orada el túnel en la piel. Se ubican en las regiones<br />

de pliegues corporales respetando la cabeza, cara, palmas y<br />

plantas en los niños mayores y en adultos. Los pliegues más<br />

afectados son: interdigitales de manos, axilas, muñecas, pliegue<br />

anterior del codo, submamarios, periumbilicales, inguinales,<br />

subglúteos, hueco poplíteo y genitales.<br />

Además, se pueden observar otras lesiones de tipo vesicular<br />

producidas en el sitio donde la hembra cava el túnel, generando<br />

una reacción inflamatoria. Son vesículas de 1 mm de diámetro<br />

denominada perla escabiosa o vesícula perlada de Bazin.<br />

Las reacciones de hipersensibilidad o lesiones indirectas se<br />

caracterizan por ser levemente solevantadas, papulosas, eritematosas,<br />

de distribución bilateral, simétrica y generalizada. También<br />

pueden coexistir lesiones escamosas, vesiculosas, y nódulos<br />

acarinos que son lesiones granulomatosas pequeñas de pocos<br />

milímetros de diámetro, intensamente pruriginosas, que se ubican<br />

de preferencia en axilas, codos, flancos, escroto, pene y pliegues<br />

subglúteos e interglúteos. Suelen observarse en niños muy<br />

pequeños y en pacientes atópicos. A estas lesiones se agregan<br />

costras y signos de gratage en tronco y extremidades. 1,13


CAPÍTULO 78 Sarna y otras acariasis 629<br />

Manifestaciones clínicas en el adulto<br />

La sarna en los adultos por lo general no daña cabeza, palmas<br />

ni plantas. En personas habituadas a baño corporal diario las<br />

lesiones pueden ser muy escasas, lo que dificulta el diagnóstico<br />

y se debe investigar frente al prurito persistente.<br />

En pacientes mayores de 65 años se presenta en forma atípica,<br />

similar a una sarna noruega; si el paciente se encuentra<br />

institucionalizado puede contagiar a los demás residentes y al<br />

personal de salud, ocasionando brotes. En las personas en situación<br />

de calle, es frecuente encontrar lesiones impetiginizadas y<br />

eccema. 1,8,13,17<br />

Manifestaciones clínicas en el niño<br />

La sarna en los niños se parece a la de los adultos. En lactantes<br />

es más generalizada, comprometiendo cabeza, cara, palmas y<br />

plantas, cuello, espalda, regiones retroauriculares, abdomen<br />

y genitales. En ellos, los nódulos acarinos son frecuentes de<br />

observar junto a un engrosamiento de la piel, sobre todo en<br />

lactantes que presentan síntomas de larga evolución. 1,13<br />

Puede haber zonas de eccema o lesiones impetiginizadas,<br />

al igual que nódulos en la axila y zona del pañal, incluso puede<br />

haber ampollas. El recién nacido se muestra irritable por la falta<br />

de sueño secundario al prurito y con sobreinfecciones frecuentes.<br />

El mecanismo de contagio es el contacto directo con la<br />

madre o persona a cargo infestada.<br />

Manifestaciones clínicas en pacientes<br />

inmunocomprometidos<br />

En las personas inmunocomprometidas se presenta como un<br />

cuadro grave, debilitante, caracterizado por un gran número de<br />

ácaros, concentraciones muy elevadas de IgE, eosinofilia periférica<br />

y desarrollo de lesiones costrosas hiperqueratósicas descamativas<br />

o gruesas y adherentes. Es muy contagiosa, ya que es<br />

posible encontrar millones de ácaros en las lesiones costrosas.<br />

Se ha denominado sarna noruega debido a la primera descripción<br />

de esta forma generalizada descrita en 1848 en pacientes<br />

leprosos de Noruega. También se denomina sarna costrosa. 17<br />

Los factores de riesgo de una sarna costrosa se relacionan<br />

con una disminución de la respuesta humoral de células T,<br />

como ocurre en los pacientes que viven con HIV, infección por<br />

HTLV1, tratamientos inmunosupresores, radioterapia, quimioterapia<br />

o en defectos congénitos de la respuesta inmune. Se<br />

ha descrito en pacientes con lepra, tuberculosis, diabetes mellitus,<br />

hipoparatiroidismo, lupus eritematoso sistémico, dermatomiositis,<br />

uso crónico de corticoides sistémicos, en pacientes<br />

con alteraciones neuropsiquiátricas, neuromotoras, en pacientes<br />

críticos, artropatía severa, demencia senil, Parkinson, síndrome<br />

de Down y tabes dorsal. En caso de encontrar una sarna<br />

costrosa en pacientes sanos, debe investigarse la posibilidad<br />

de alteración de la inmunidad. En recién nacidos esta forma de<br />

presentación se debe a la inmadurez de la respuesta inmune.<br />

Las lesiones se ubican en las superficies flexoras, dorso, cabeza,<br />

región retroauricular, párpados y en zona palmar y plantar.<br />

Hay compromiso del lecho ungueal de manos y pies con engrosamiento<br />

de las uñas, descamación de la piel, que incluso puede<br />

ser generalizada provocando un cuadro de eritrodermia, sin prurito<br />

(sarna incógnita). Puede haber desarrollo de fisuras en la<br />

piel y sobreinfección secundaria; se asocia a una alta mortalidad<br />

debido a las complicaciones bacterianas que pueden aparecer si<br />

no se hace un buen diagnóstico y un buen tratamiento.<br />

Las personas con sarna costrosa son consideradas “núcleotransmisoras”,<br />

y se han reportado múltiples brotes institucionales<br />

debido a la existencia de pacientes con este tipo de sarna,<br />

por lo general postrados, ancianos o con trastornos mentales,<br />

no diagnosticada a tiempo y en los que el prurito se ha atribuido<br />

a causas psicógenas o degenerativas 5 (véase capítulo 68).<br />

Diagnóstico<br />

El diagnóstico es fundamentalmente clínico y se basa en:<br />

a) La sintomatología caracterizada por prurito de predominio<br />

nocturno.<br />

b) El tipo y la ubicación de las lesiones.<br />

c) El antecedente epidemiológico de otros miembros de la<br />

familia con iguales lesiones o síntomas.<br />

En los casos de difícil diagnóstico se puede recurrir a un<br />

examen directo para demostrar la presencia de Sarcoptes scabiei<br />

en la piel. Se raspa con bisturí una lesión sospechosa y luego se<br />

coloca una cinta adhesiva transparente sobre este raspado para<br />

después colocarse en un portaobjetos y observarse al microscopio,<br />

método denominado ácaro test. También se puede colocar<br />

el raspado en un portaobjetos con KOH al 10%, cubrir con un<br />

cubreobjetos y observar al microscopio. Un examen negativo no<br />

descarta el diagnóstico. Cuando el examen es positivo se pueden<br />

observar surcos, huevos, ácaros o restos de deposiciones del parásito.<br />

Otro método es mirar mediante un dermatoscopio para<br />

visualizar las hembras de S. scabiei, en zonas sospechosas.<br />

Los surcos pueden evidenciarse aplicando una gota de tinta<br />

china en un extremo y después se limpia la superficie, con un<br />

algodón humedecido con alcohol. La tinta que penetra en el túnel<br />

permite su visualización. Luego se raspa el túnel con el bisturí<br />

y se analiza bajo aumento al microscopio. En la sarna noruega,<br />

el examen parasitológico muestra gran cantidad de ácaros.<br />

En vagabundos estos surcos se pueden visualizar de manera<br />

espontánea, en particular en pliegues interdigitales de las<br />

manos, debido a la falta de higiene.<br />

Diagnóstico diferencial<br />

Los signos clínicos y los síntomas de escabiosis pueden imitar<br />

muchas otras afecciones cutáneas, entre ellas las dermatitis de<br />

contacto, dermatitis atópicas, liquen plano y las picaduras<br />

de insectos. También existe una serie de alteraciones inmunológicas<br />

que pueden simular una sarna, como el penfigoide buloso


630 PARTE IV Artrópodos de importancia médica<br />

o ampollar, la urticaria papular, leucemia linfocítica crónica,<br />

linfoma de células B con infiltración monoclonal, proliferación<br />

linfoide CD30, vasculitis necrotizante y lupus eritematoso<br />

sistémico. En niños debe diferenciarse de la dermatitis herpetiforme<br />

y de la acropustulosis de la infancia.<br />

En la sarna noruega, el diagnóstico diferencial incluye eccema<br />

crónico, pitiriasis rubra pilaris, psoriasis, queratodermia<br />

palmoplantar. 17<br />

Complicaciones<br />

Las complicaciones más frecuentes son dermatitis, urticaria y<br />

eritema polimorfo. Cuando los pacientes se rascan y hay excoriaciones<br />

secundarias, los pacientes se sobreinfectan con agentes<br />

como Streptococcus pyogenes y Staphylococcus aureus, que producen<br />

complicaciones infecciosas como: ectima, impétigo,<br />

celulitis, linfangitis y sepsis. La infección por Streptococcus pyogenes<br />

puede complicarse con una glomerulonefritis aguda. 17<br />

Tratamiento<br />

En el tratamiento de la sarna se deben tener en consideración<br />

algunos principios fundamentales: 1<br />

a) Establecer un diagnóstico clínico adecuado.<br />

b) Elegir el acaricida apropiado a la edad y a la forma de<br />

presentación.<br />

c) Debe indicarse simultáneamente al caso y a todos los contactos<br />

directos.<br />

d) Debe aplicarse en toda la superficie corporal, desde la cabeza<br />

a los pies en los niños y desde el cuello a los pies en<br />

los adultos, y de preferencia después del baño, dando las<br />

indicaciones de manera verbal y por escrito.<br />

e) En caso de sobreinfección bacteriana se debe tratar primero<br />

con antibióticos de espectro adecuado antes de aplicar<br />

el acaricida.<br />

f) La ropa personal y de cama deberán lavarse con agua caliente<br />

y/o plancharse después de terminado el tratamiento.<br />

g) Seguimiento del paciente a la semana y a las cuatro semanas<br />

después del tratamiento.<br />

h) El manejo del prurito que puede persistir por varias semanas<br />

después del tratamiento acaricida puede controlarse<br />

con antihistamínicos orales.<br />

Entre los acaricidas utilizados en el tratamiento de la sarna<br />

se encuentran:<br />

1. Vaselina o pomada azufrada al 6%. Se aplica sobre la piel<br />

por tres noches seguidas, se descansa cuatro días y se vuelve<br />

a aplicar otras tres noches. Es el tratamiento de elección en<br />

embarazadas, nodrizas, recién nacidos y lactantes y coadyuvante<br />

en la sarna costrosa por su efecto queratolítico.<br />

2. Piretrinas y piretroides. Son potentes insecticidas bien<br />

tolerados y con reacciones adversas mínimas. El más usado<br />

es la permetrina al 5% seguido de la decametrina. Se<br />

aplican de forma similar a la vaselina azufrada. En la sarna<br />

costrosa se alternan tratamientos de tres días con permetrina<br />

y cuatro días con vaselina azufrada, repitiendo este<br />

esquema una o dos veces.<br />

3. Crotamitón al 10% en crema o loción. Se aplica por<br />

ocho días seguidos, o de igual modo que la vaselina azufrada<br />

(3-4-3 días). Es de alto costo y puede producir eritema<br />

de la piel, conjuntivitis, y se ha descrito metahemoglobinemia<br />

con el uso prolongado. Tiene efecto antipruriginoso.<br />

Está indicado a partir de los tres meses de edad.<br />

4. Ivermectina. Es un fármaco con efecto endoparasitario y<br />

ectoparasitario utilizado por vía oral en 1 o 2 dosis, 200<br />

mg/kg. No tiene efecto ovicida. Presenta una buena biodisponibilidad,<br />

es metabolizado en el hígado y excretado<br />

por las deposiciones. Se une de manera selectiva a los receptores<br />

de neurotransmisores de la motoneurona periférica,<br />

con bloqueo de GABA; se ha descrito muerte súbita<br />

en animales. No hay estudios de eficacia en niños menores<br />

de cinco años ni en embarazadas. Estudios realizados<br />

con una dosis oral de ivermectina mostraron una eficacia<br />

de 88% a las cuatro semanas de tratamiento y de 96% a<br />

las ocho semanas. Los estudios de ivermectina comparado<br />

con permetrina y lindano, muestran una eficacia similar<br />

con una o dos dosis. 6,7<br />

5. Lindano. Es un insecticida organoclorado, neurotóxico e<br />

inmunosupresor. A pesar de ello se ha usado por años y es<br />

efectivo en forma de loción o crema al 1%. Se absorbe en<br />

10% a través de todas las puertas de entrada y se deposita<br />

en el tejido adiposo. Puede atravesar la barrera hematoencefálica<br />

y producir complicaciones dérmicas como alergias,<br />

dermatitis de contacto y anemia aplásica. Es metabolizado<br />

y excretado en la orina y las deposiciones. Se puede<br />

eliminar por la leche materna y la orina. 16<br />

La FDA y la Unión Europea han eliminado el lindano<br />

como pesticida y como antisárnico, y está prohibido en muchos<br />

países del mundo. Sin embargo, por su bajo costo y buen<br />

efecto acaricida se sigue utilizando en países subdesarrollados.<br />

No debe aplicarse en menores de dos años, embarazadas, nodrizas,<br />

pacientes con problemas neurológicos o epilépticos ni pacientes<br />

con piel muy excoriada. En casos de intoxicación puede<br />

producir cefalea, vértigo, convulsiones, insomnio, irritabilidad,<br />

vómito y diarrea. 16<br />

Existen dos esquemas de tratamiento, uno es indicarlo y dejar<br />

por 24 h, aun cuando una aplicación por 6 h pudiera ser<br />

efectiva y repetir a los siete días. El otro esquema es aplicarlo por<br />

tres noches con baño diario al día siguiente, descansar cuatro días<br />

y volver a aplicar tres noches de igual forma que al comienzo.<br />

En Chile, desde el año 2009, se prohíbe el empleo de lindano<br />

o de hexaclorociclohexano en plaguicidas de uso sanitario<br />

y doméstico y en fármacos.<br />

Prevención<br />

Se basa en una buena higiene personal diaria y en medidas de<br />

lavado de ropa individual, ropa de cama y toallas de aseo. Una


CAPÍTULO 78 Sarna y otras acariasis 631<br />

buena educación al paciente y sus contactos sobre el mecanismo<br />

de transmisión, prevención y correcta aplicación del tratamiento<br />

son fundamentales.<br />

Es importante evitar el hacinamiento o el contacto directo<br />

en guarderías, regimientos, campamentos, internados y en situaciones<br />

de desastre, son medidas de control adecuadas.<br />

La identificación oportuna de los casos de sarna y la implementación<br />

oportuna de medidas de control en instituciones<br />

cerradas son de gran importancia, sobre todo en casos de sarna<br />

noruega, ya que los brotes son difíciles de erradicar, pueden<br />

alcanzar periodos prolongados (varios meses) y asociarse a complicaciones<br />

infecciosas graves en pacientes debilitados. En estos<br />

casos se recomienda el aislamiento de contacto de los pacientes<br />

con lesiones, uso de guantes y delantales desechables, desinfectación<br />

adecuada de fómites como termómetros, fonendoscopios<br />

y otros. Hay experiencias con ivermectina en control de<br />

brotes, pero por sus efectos adversos debe ser manejada por especialistas.<br />

Otras acariasis que afectan al humano<br />

Se han descrito más de 30 000 especies de ácaros en el mundo,<br />

con numerosos géneros y especies, que pueden ser ectoparásitos<br />

y endoparásitos. Varios de estos ácaros tienen importancia médica<br />

como causantes de daño directo, como vectores de enfermedades<br />

y como causantes de enfermedades alérgicas. Aquí se<br />

tratan aquellos más relacionados con animales de compañía o<br />

que viven cerca del hombre y que causan daño directo. 10,11,15<br />

Los ácaros de animales pueden transmitirse en forma accidental<br />

al hombre al estar en contacto con ellos, produciendo<br />

lesiones características (pápulas o vesículas) y ocasionando una<br />

dermatitis pruriginosa (acariasis). Existen diversas especies de<br />

ácaros, que se encuentran en perros, gatos, roedores, aves y reptiles.<br />

Los ácaros hematófagos o los que se alimentan de linfa<br />

pueden transmitir importantes agentes zoonóticos. La presencia<br />

de lesiones sin una etiología clara y el antecedente de contacto<br />

con animales, tanto mascotas como animales silvestres, ayudan<br />

a plantear esta etiología. El diagnóstico se realiza con la visualización<br />

del ácaro, morfología y tipo de hospedero animal. El conocimiento<br />

de estas acariasis y el control responsable de mascotas<br />

y animales, son las principales medidas de prevención.<br />

Los ácaros hematófagos o los que se alimentan de linfa,<br />

pueden producir dermatitis o transmitir diversos agentes patógenos<br />

virales, bacterianos o parasitarios. 3,4<br />

Sarna en animales de compañía<br />

o mascotas<br />

La especie Sarcoptes presenta una amplia variedad según su hospedero.<br />

Es así como se identifican las siguientes variedades:<br />

Sarcoptes scabiei variedad bovis, S. scabiei variedad suis, S. scabiei<br />

variedad equi, Sarcoptes scabiei variedad aucheniae, S. scabiei variedada<br />

cuniculi y S. scabiei variedad canis, Notoedres cati, Trixacarus<br />

caviae que parasitan respectivamente al bovino, cerdo,<br />

caballo, llamas y alpacas, conejos, perro, gatos y felinos y roedores<br />

según sea la especie. 10<br />

La sarna en animales de compañía se denomina sarna<br />

sarcóptica. En perros es producida por Sarcoptes scabiei variedad<br />

canis, afecta a animales mal cuidados, mal alimentados y<br />

hacinados. Es especieespecífico, pero puede afectar a los gatos<br />

(en éstos es probable la existencia de una enfermedad subyacente<br />

como la inmunodeficiencia felina), e incluso a personas<br />

que están en contacto con ellos, por lo que es una enfermedad<br />

importante por el potencial zoonótico que posee. 414<br />

En el humano, S. scabiei variedad canis, puede introducirse<br />

en la epidermis, después de un contacto prolongado con el<br />

animal, por lo general luego de contacto estrecho con ellos.<br />

Produce un cuadro autolimitado que puede durar 2 a 3 meses.<br />

Aparecen lesiones a las 24 a 96 h en áreas de contacto eritematosas<br />

intensamente pruriginosas, si se realiza una prueba para<br />

detectar el ácaro, la mayoría de las veces resulta negativa. Aunque<br />

es autolimitado, en pacientes con lesiones persistentes,<br />

muy sintomáticos, ha sido necesario tratar con acaricidas. En<br />

nuestro medio, 1 de cada 4 propietarios de mascotas infestadas<br />

puede contraer la enfermedad. 14<br />

En el perro produce lesiones papulares intensamente pruriginosas,<br />

costras, excoriaciones, inflamación e infección secundaria.<br />

En el examen físico se aprecia eritema ubicado en el pabellón<br />

auricular, extremidades (codos y axila), y en la región<br />

ventral del abdomen, que de no mediar tratamiento se generaliza.<br />

También se observa alopecia. El diagnóstico es clínico y se<br />

sospecha frente a la aparición brusca de prurito y lesiones papuloeritematosas<br />

o papulovesiculosas muy pruriginosas luego de<br />

contacto directo y prolongado con el animal infestado. En brazos,<br />

antebrazos y piernas en el caso de personas que montan a<br />

pelo el caballo infestado o en brazos y manos en el caso del vacuno<br />

infestado.<br />

Notoedres cati son ácaros de la familia Sarcoptidae, que parasitan<br />

a gatos, felinos salvajes, mapaches y a veces al perro y al<br />

hombre. 3 La mayoría son ectoparásitos de murciélagos tropicales.<br />

En el gato producen un cuadro muy pruriginoso que comienza<br />

en la zona auricular y se disemina por cara, cuello, párpados<br />

y patas. En el hombre puede producir un cuadro similar<br />

a la sarna, pero autolimitado. El diagnóstico en el animal se<br />

efectúa por un raspado de la piel visualizando el ácaro. El tratamiento<br />

en las personas es sintomático.<br />

Trixacarus caviae. Es un ácaro parecido a S. scabiei, pero de<br />

menor tamaño. Tiene varias diferencias morfológicas. Fue descrito<br />

por primera vez en 1972, como una nueva especie causante<br />

de sarna en conejillo de indias en Oxford, Inglaterra y después<br />

en EUA. En las personas causa lesiones pruriginosas<br />

parecidas a la sarna, en manos y brazos; es más frecuente en<br />

niños.<br />

Dermanyssus gallinae o “piojillo de los gallineros” pertenece<br />

al orden Mesostigmata y se conoce como el ácaro rojo de las<br />

aves de corral, canarios, pavos, palomas y aves en general; es<br />

cosmopolita y prevalece en climas templados. También puede<br />

afectar a caballos, gatos, perros y al hombre cuando está en<br />

contacto con estas aves. Es más frecuente en primavera y vera-


632 PARTE IV Artrópodos de importancia médica<br />

no. Se trata de un ácaro hematófago y el color rojo lo adquiere<br />

cuando está alimentado. La hembra mide 0.7 por 0.4 mm, y el<br />

macho es levemente más pequeño. Resisten hasta por 34 semanas<br />

el ayuno, por lo que los puede encontrar en los gallineros<br />

hasta seis meses, después de remover las aves del lugar donde se<br />

encontraban. En las personas produce un cuadro similar a la<br />

sarna, pero sin afectar los pliegues interdigitales, la cara y los<br />

genitales. Se han descrito brotes intrahospitalarios relacionados<br />

con el contacto con nidos de palomas infestadas y casos de otitis<br />

externa en trabajadores avícolas; puede ser potencial vector<br />

de bacterias y virus.<br />

Liponyssoides sanguineus. Pertenece a la familia Dermanyssidae<br />

junto con D. gallinae. Se encuentra en el norte de África,<br />

Asia, Europa y EUA; también se ha presentado en Chile.<br />

Abunda donde hay ratones M. musculus, pero cuando es necesario<br />

se alimenta de otros roedores y finalmente del hombre.<br />

En animales ocasiona anemia, debilidad, irritación y muerte;<br />

en las personas ocasiona dermatitis pruriginosa. 2<br />

Ornithonyssus sylviarium pertenece a la familia Macronyssidae,<br />

realiza su ciclo completo en las aves, donde permanece en<br />

el plumaje. En el humano puede afectar regiones interdigitales<br />

de manos. Es considerado un vector para el virus de la encefalitis<br />

de San Luis y encefalitis equina del oeste.<br />

Ornithonyssus bursa, ácaro de la misma familia Macronyssidae,<br />

se encuentra en aves de zonas tropicales y subtropicales.<br />

Afecta a pollos, pavos, palomas, gorriones y otras aves, también<br />

es vector de algunos virus; en el humano produce un cuadro<br />

similar a la sarna.<br />

Cheyletiella pertenece a la familia Cheyletiellidae. Existen<br />

tres especies de importancia para el humano: C. yasguri de perros<br />

y gatos, C. blakei de gatos y C. parasitovorax de gatos y<br />

conejos. Es una ectoparasitosis de distribución mundial. Se caracterizan<br />

por tener en cada palpo una garra dirigida hacia las<br />

piezas bucales y sus patas terminadas en una doble hilera de<br />

pelos en vez de ventosas. En animales produce una dermatitis<br />

muy contagiosa, exfoliativa, no supurativa, lo que se ha denominado<br />

“caspa caminante”, debido a que los ácaros trasladan<br />

consigo trozos, producto de la descamación que producen. Se<br />

encuentra en la placa de queratina de la epidermis, alimentándose<br />

en la superficie de detritus y en ocasiones de linfa. A veces<br />

afectan al hombre produciendo lesiones papulares, papulovesiculares<br />

o lesiones eritematosas con una costra central que sugiere<br />

el diagnóstico. Es más frecuente en niños, veterinarios y<br />

granjeros. En casas con animales infestados con Cheyletiella,<br />

alrededor de 20% de los dueños puede contagiarse, es posible<br />

encontrar el organismo en pisos y alfombras. La forma característica<br />

se observa en el dorso de los animales con una dermatitis<br />

con caspa seca; en casos más graves presenta excoriaciones y<br />

zonas de alopecia.<br />

Ornithonyssus bacoti pertenece a la familia Macronyssidae.<br />

Se trata de una afección universal con casos descritos en varios<br />

países, a excepción de los continentes helados, cercanos a los<br />

polos. Existen tres especies: O. bacoti, cuyo hospedero principal<br />

son los roedores; O. bursa y O. sylviarum, que a veces afectan a<br />

roedores; se encuentra con mayor frecuencia en climas tropicales<br />

y templados. Las picaduras en las personas se reportan con<br />

mayor frecuencia en primavera. Es un ácaro hematófago, se<br />

alimenta por succión mediante un aparato bucal que tiene dos<br />

quelíceros terminales. En el humano ocasiona una dermatitis<br />

pruriginosa.<br />

Ophionyssus natricis. Pertenece a la familia Macronyssidae,<br />

es hematófago. Es la ectoparasitosis más frecuente de los reptiles;<br />

se ubica en las zonas protegidas bajo las escamas, detrás de<br />

los ojos, comisuras labiales y pliegues cutáneos de la zona pericloacal.<br />

Se encuentra en las jaulas o en los alrededores en grietas<br />

o hendiduras. Ocasiona incomodidad del animal, anemia,<br />

anorexia, depresión, dificultad en la muda e incluso la muerte.<br />

En las personas produce lesiones papulares, pruriginosas, en<br />

zonas que han estado en contacto con reptiles.<br />

Otodectes cynotis, conocido como el ácaro de la oreja pertenece<br />

a la familia Psoroptidae. Afecta a conejos, gatos, hurones,<br />

perros y ratas. Se alimenta de detritus del conducto auditivo<br />

externo, donde produce una reacción de hipersensibilidad secundaria<br />

a proteínas presentes en la saliva. En animales menores<br />

es el agente que ocasiona alrededor de 30% de las otitis externas,<br />

denominadas otoacariasis. Existen pocos reportes de<br />

infestación en humanos, en quienes provoca lesiones papulares<br />

pruriginosas, localizadas en las zonas de contacto con la mascota<br />

infestada.<br />

Demodicidiasis<br />

Producida por ácaros que habitan los folículos pilosos y sebáceos<br />

de los mamíferos. Los géneros Demodex y Trombicula parasitan<br />

a las personas. Se han descrito dos especies del género<br />

Demodex: D. folliculorum y D. brevis, ambos parasitan el folículo<br />

piloso de la cara, cejas, pestañas o glándulas sebáceas anexas.<br />

La parasitación prolongada y numerosa puede producir inflamación<br />

crónica y agravar los cuadros de rosácea produciendo<br />

cuadros más graves en pacientes con SIDA. 13<br />

Neotrombicula autumnales. A diferencia de otros ácaros,<br />

parasita sólo en su estado larval. Pertenece a la familia Trombiculidae.<br />

Se encuentra con mayor frecuencia en Europa central,<br />

en lugares con una altura de 3 000 m, restringido a parques y<br />

jardines. Es abundante en verano y otoño. Los perros y roedores<br />

son los animales infestados con mayor frecuencia, pero puede<br />

afectar a aves y reptiles. Los campesinos quienes trabajan<br />

descalzos están expuestos a un mayor riesgo de adquirir esta<br />

larva que se localiza en las rodillas, fosa poplítea, región antecubital<br />

y pie. La expoliación de sangre es dolorosa, con inflamación<br />

de la piel y prurito intenso, que persiste aun después de<br />

que la larva abandona al hospedero. En animales puede causar<br />

compromiso neurológico con paresia de extremidades posteriores,<br />

astenia y claudicación.<br />

El tratamiento es el manejo ambiental con acaricidas, tratamiento<br />

tópico del animal cuando corresponda y uso de antialérgicos<br />

en caso de lesiones en el hombre. El cuidado responsable<br />

de mascotas y el conocimiento de estas patologías, son las medidas<br />

más importantes de prevención (véase capítulo 90). 10,11


CAPÍTULO 78 Sarna y otras acariasis 633<br />

Referencias<br />

1. Campos B, Jofré L, Neira P et al. Norma Técnica N°<br />

101, Guía Clínica de Sarna y Pediculosis, Minsal, Santiago,<br />

Chile, 2007.<br />

2. Chosidow O. Scabies. N Engl J Med;354:1718-1727.<br />

2006.<br />

3. Cordero CM, Rojo F, Martínez A et al. Parasitología<br />

Veterinaria. Madrid, España. McGraw-Hill Interamericana,158-163,<br />

706-708. 1999.<br />

4. Demis J. Injurius effects in man induced by animals,<br />

Scabies (itch mites). En: Demis J, Ed. Clinical Dermatology<br />

[25 revisión]. Filadelfia, Lippincort Co, unit;18-<br />

32:1-6. 1994.<br />

5. Elgueta A, Parada Y, Guzmán W et al. Brote de sarna<br />

en un hospital terciario a partir de un caso de sarna costrosa.<br />

Rev Chil Infectol, 2007;24:306-10.<br />

6. Fawcet R. Ivermectin use in scabies. Am Fam Physician;68:1089-1092.<br />

2003.<br />

7. Fox L. Ivermectin: uses and impact 20 years on. Curr<br />

Opin Infect Dis;19:588-593. 2006.<br />

8. Hengge U, Currie B, Jagger G et al. A ubiquitous neglected<br />

skin disease. Lancet Infect Dis;6:769-779. 2006.<br />

9. Heukelbach J, Feldmeier H. Scabies. Lancet;367:<br />

1767-1774. 2006<br />

10. Iraola V. Introducción a los Ácaros II: Hábitats e importancia<br />

para el hombre. Aracnet 7 Bol SEA;28:141-146.<br />

11. Jofré L, Noemí I, Neira P et al. Acarosis y zoonosis relacionadas.<br />

Rev Chil Infect;26:248-257. 2009.<br />

12. Otero L, Varela J, Espinoza A. Sarcoptes scabiei in a<br />

sexually transmitted infections unit: a 15 year study. Sex<br />

Transm Dis;31:761-765. 2004.<br />

13. Saavedra T. Sarna y otras acarosis. Atías A. Ed. Parasitología<br />

Médica. Santiago de Chile. Publicaciones Técnicas<br />

Mediterráneo Ltda. Capítulo 54:484-489. 1998.<br />

14. Saavedra T, Díaz C, Leiva A et al. Sarna sarcóptica<br />

transmitida a humano. Rev Chil Dermatol;23:302-304.<br />

2007<br />

15. Steen C, Carbonaro P, Schwartz R. Arthropods in dermatology.<br />

J Am Acad Dermatol;50:819-842. 2004.<br />

16. Strong M, Johnstone P. Interventions for treating scabies.<br />

Cochrane Database Syst Rev, 3:CD00320, 2007.<br />

17. Walton S, Currie B. Problems in diagnosing scabies, a<br />

global disease human and animal populations. Clin Microbiol<br />

Rev;20:268-279. 2007.


Capítulo<br />

79<br />

Garrapatas<br />

Héctor Alcaíno<br />

Pese al avance tecnológico, las personas todavía no han podido<br />

liberarse de los problemas originados por la presencia de garrapatas<br />

(orden: acarina, suborden: ixodoidea) que afectan a los<br />

animales domésticos y a veces al humano mismo. Este parásito<br />

ocasiona en todo el mundo —y de manera particular en los<br />

países latinoamericanos—, cuantiosas pérdidas económicas, no<br />

sólo por una disminución en la productividad de carne, leche,<br />

lanas, cueros, crías, huevos, de animales afectados, sino también<br />

por las grandes cantidades de dinero invertido en intentar<br />

erradicarlo. 21<br />

Se distinguen dos tipos de garrapatas de importancia médica;<br />

6 tal distinción se basa en si tienen o no en su dorso un escudo,<br />

que es una estructura dura de origen quitinoso (figura<br />

79-1). Las que presentan este escudo son más resistentes a la<br />

presión digital, motivo por el cual se les conoce con el nombre<br />

de garrapatas duras, y taxonómicamente se les ubica dentro de<br />

la familia Ixodidae, y a las que no lo presentan, por ser menos<br />

resistentes, se les llama garrapatas blandas y se ubican dentro de<br />

la familia Argasidae. En ambos tipos de garrapatas existe dimorfismo<br />

sexual; sin embargo, en las blandas la diferencia entre el<br />

macho y la hembra es poco marcada. Por el contrario, en las<br />

duras existe un gran dimorfismo sexual, ya que las hembras,<br />

además de ser más grandes, tienen un escudo que les cubre sólo<br />

la parte anterior del dorso, a diferencia de lo que sucede en los<br />

machos, en los cuales éste los cubre por completo (figura 79-1).<br />

Se describen alrededor de 170 especies de garrapatas blandas<br />

en el mundo, la mayoría distribuidas en dos géneros: Argas<br />

y Ornithodorus. 6 Las especies más conocidas son Argas persicus<br />

(paltas), Ornithodorus moubata (chinchorro ciego de África),<br />

Ornithodorus coriaceus (chinchorro pajaroello) y Otobius megnini<br />

(garrapata espinosa de la oreja). Por otra parte, se describen<br />

alrededor de 650 especies de garrapatas duras distribuidas<br />

en su mayoría en 10 géneros. 6 Los principales géneros son: Amblyomma,<br />

Aponomma, Boophilus, Dermacentor, Haemaphysalis,<br />

Hyalomma, Ixodes, Margaropus, Rhipicentor y Rhipicephalus.<br />

Entre las especies más conocidas están Amblyomma americanum<br />

(lone star tick), Amblyomma cajenense (garrapata cayena),<br />

Boophilus annulatus (garrapata norteamericana), Boophilus microplus,<br />

Dermacentor nitens (garrapata tropical del caballo),<br />

Haemaphysalis leachii (garrapata amarilla del perro), Hyalomma<br />

plumbeum, Ixodes ricinus, Margaropus winthemi (garrapata argentina),<br />

Rhipicephalus appendiculatus (garrapata café de la oreja),<br />

Rhipicephalus evertsi y Rhipicephalus sanguineus (garrapata<br />

café del perro).<br />

Argas por lo general se alimentan de sangre de aves domésticas<br />

y silvestres; 7 las del género Ornithodorus succionan<br />

sangre de numerosas especies de mamíferos, incluyendo al humano.<br />

Ambos géneros pueden ocasionar debilidad general,<br />

anemia, irritación y dolor cutáneo por efecto de sus picaduras.<br />

Además, pueden transmitir algunos agentes patógenos, por<br />

ejemplo, los que producen la espiroquetosis y la piroplasmosis<br />

de las aves.<br />

O. megnini se localiza en las orejas de numerosos hospederos<br />

(caballos, vacunos, cabras, perros, cerdos, gatos, conejos,<br />

ciervos etc., incluso humanos), en donde se alimentan de linfa<br />

o de sangre. El principal problema médico que ocasionan es<br />

una irritación auricular.<br />

El ciclo evolutivo de las garrapatas blandas se inicia al desovar<br />

un número variable de huevos, según la especie; 6 esto lo<br />

realizan las hembras directo en el ambiente, debajo de piedras,<br />

árboles, grietas, cobertizos, corrales, gallineros, tablas, etc. Luego<br />

de un periodo donde se desarrollan pequeñas larvas hexápodas<br />

en el interior de los huevos, y que después los abandonan y<br />

salen en busca de animales apropiados para alimentarse de su<br />

sangre. Prosiguen su evolución y se transforman en ninfas octápodas<br />

y éstas en hembras y machos adultos, durante todos estos<br />

estadios también requieren alimentarse de la sangre de sus hospederos.<br />

Por último, las hembras fecundadas se dejan caer al<br />

suelo para depositar sus huevos. La excepción a este ciclo evolutivo<br />

general, es O. megnini, ya que sólo se alimentan en las<br />

orejas de sus hospederos sus larvas y ninfas. Estas últimas se<br />

dejan caer al suelo para transformarse en hembras y machos, los<br />

cuales son de vida libre y por tanto no requieren alimentarse de<br />

sangre.<br />

El ciclo evolutivo de las garrapatas duras presenta, además<br />

de huevos, tres estadios móviles: larvas, ninfas y adultos (ma-<br />

634


CAPÍTULO 79 Garrapatas 635<br />

Adultos<br />

Ninfas<br />

octópodas<br />

muda 11 a 73 días<br />

Hospedero 1<br />

(6 a 21 días)<br />

Oviposición<br />

14 días<br />

Incubación<br />

17 a 30 días<br />

Ninfas<br />

hexápodas<br />

Figura 79-2. Perro parasitado por<br />

Rhipicephalus sanguineus.<br />

Hospedero 3<br />

(4 a 9 días)<br />

Ninfas<br />

octópodas<br />

Ninfas<br />

hexápodas<br />

muda 5 a 23 días<br />

Hospedero 2<br />

(2 a 6 días)<br />

chos y hembras) que requieren alimentarse de sangre y/o linfa<br />

de sus hospederos (figura 79-2). 15,21<br />

Las hembras fecundadas ponen los huevos en lugares protegidos<br />

del ambiente, como debajo de piedras, grietas, paredes<br />

y en general en zonas próximas al suelo. Los huevos son esféricos,<br />

depositados en grandes masas, la cantidad es muy variable,<br />

dependiendo de cada hembra y de la especie de garrapata; sin<br />

embargo, por lo general es abundante (más de 4 000). El tiempo<br />

completo que requieren para evolucionar también depende<br />

de la especie de garrapata y de las condiciones ecológicas ambientales,<br />

en especial de la temperatura y humedad. La eclosión<br />

de estos huevos da origen al primer estadio móvil o de larva<br />

hexápoda, la que trepa hierbas y arbustos, en donde espera que<br />

pase un animal apropiado para subirse con habilidad a su cuerpo<br />

y succionar su sangre como alimento.<br />

Con excepción de los estadios adultos, los otros dos estadios<br />

móviles después de alimentarse requieren realizar un cambio<br />

de cutícula para transformarse luego de endurecer su nuevo<br />

tegumento por varios días, en el estadio siguiente. Así sucede<br />

con las larvas cuando dan origen a las ninfas, y con éstas cuando<br />

dan origen a las hembras y machos adultos. La cópula por lo<br />

general se realiza en el cuerpo del hospedero y, una vez realizada,<br />

la hembra se deja caer al suelo para poner sus huevos.<br />

El número de hospederos que requieren las garrapatas para<br />

realizar su ciclo biológico permite clasificarlas en tres grupos:<br />

2,21<br />

1. Garrapatas de un hospedero: son aquellas que durante sus<br />

tres estadios móviles permanecen alimentándose en el<br />

mismo hospedero, bajándose de su cuerpo sólo las hembras<br />

cuando necesitan depositar sus huevos, como B. annulatus,<br />

B. microplus y D. nitens.<br />

2. Garrapatas de dos hospedero: son insectos cuyas larvas se<br />

alimentan y mudan en el cuerpo del mismo hospedero, y<br />

luego en el estado de ninfa lo abandonan para realizar su<br />

transformación en el suelo, y los adultos emergentes de<br />

estas ninfas deben buscar un nuevo hospedero para alimentarse;<br />

es el caso de R. evertsi.<br />

3. Garrapatas de tres hospederos: son aquellas que deben bajarse<br />

al suelo en cada estadio móvil para realizar su transformación<br />

y, por tanto, en los estadios emergentes deben<br />

buscar un nuevo hospedero para alimentarse; como R. sanguineus<br />

y A. americanum. 2<br />

Importancia médica de las garrapatas<br />

Las garrapatas son patógenas por sí mismas al ocasionar dolorosos<br />

y graves traumas y reacciones alérgicas pruriginosas y dolorosas<br />

de la piel; además, pueden producir una gran debilidad<br />

en los animales por la abundante remoción de sangre producto<br />

de las infestaciones masivas. Todo ello ocasiona pérdidas en la<br />

producción de carne, leche, cueros, crías y huevos en los animales<br />

afectados. 21


636 PARTE IV Artrópodos de importancia médica<br />

También las infestación por garrapata pueden producir en<br />

algunas ocasiones una parálisis flácida ascendente que puede<br />

llevar incluso a la muerte por insuficiencia respiratoria. 12-14 Se<br />

piensa que esa parálisis tendría por origen una neurotoxina inoculada<br />

por la saliva de la garrapata. La parálisis empieza a los<br />

pocos días después de que las hembras empiezan a ingurgitarse<br />

con la ingesta de sangre y pueden llevar a la muerte en una semana<br />

o menos. Si la garrapata es removida, la parálisis termina<br />

de manera espontánea en pocos días. Si bien las ovejas, perros<br />

y humanos son las especies más susceptibles, también se ha descrito<br />

muerte en el ganado bovino.<br />

Numerosas especies de garrapatas se han implicado como<br />

agentes de parálisis en diferentes países. D. andersoni y D. variabilis<br />

son las más importantes en Norteamérica, Haemaphysalis,<br />

Hyalomna e Ixodes, en Europa, Ixodes y Rhipicephalus<br />

en Sudáfrica e Ixodes holocyclus en Australia. 13 Sin embargo, la<br />

importancia médica más importante que tienen las garrapatas<br />

es actuar como vectores de patógenos que ocasionan enfermedades<br />

de gran importancia médica y/o médico-veterinaria. 9,16<br />

Entre ellas, a modo de ejemplo se puede mencionar una que<br />

afecta al humano, como la enfermedad de Lyme, producida<br />

por Borrelia burgdoferi, cuyo principal vector son las garrapatas<br />

del género Ixodes, 8 y otras que afectan a diferentes especies<br />

animales, como la piroplasmosis, producida por varias especies<br />

de protozoos del género Babesia, la anaplasmosis producida<br />

por especies de Anaplasma y la Theileriosis o East Coast<br />

Fever, cuyo agente etiológico son diversas especies de Theileria<br />

y sus vectores principales son las garrapatas de los géneros Amblyomma,<br />

Boophilus, Dermacentor, Rhipicephalus, Hyalomma e<br />

Ixodes. 21<br />

Las garrapatas que tienen 2 o 3 hospederos en su ciclo<br />

biológico son capaces de transmitir los patógenos en forma<br />

transtadial (forma horizontal), vale decir, si se infectan en un<br />

estadio (como larva), pueden inocular el patógeno en el estadio<br />

siguiente (ninfa), luego de mudar su cutícula y atacar a un nuevo<br />

hospedero para alimentarse; tal es el caso de las especies de<br />

Erhlichia en R. sanguineus.<br />

En el caso de las garrapatas de un solo hospedero, como<br />

todos sus estadios se alimentan permanentemente en un mismo<br />

animal, no pueden actuar como vectores del patógeno. Sin<br />

embargo, los patógenos que transmiten estas garrapatas exhiben<br />

una transmisión transovárica (forma vertical), ya que infectan<br />

los ovarios de las hembras que los adquieren y pasan a sus<br />

huevos y futuras generaciones, las que al ir a alimentarse en<br />

nuevos animales, pueden transmitir la infección; ese es el caso<br />

de las especies de Babesia en B. annulatus.<br />

La transmisión transovárica no es restrictiva a las garrapatas<br />

de un hospedero, debido a que también puede ocurrir en<br />

garrapatas de tres hospederos, como el agente etiológico de la<br />

fiebre de las Montañas Rocallosas (Rickettsia rickettsii), que<br />

puede ser transmitido en forma vertical por garrapatas de este<br />

tipo (Dermacentor, Rhipicephalus).<br />

En Chile existen numerosos artrópodos. Sin embargo, a<br />

excepción de los agentes productores de sarna, pediculosis y<br />

gastrofilosis, la mayoría de los que existen aquí no alcanzan la<br />

gravedad de la de otros países. Las especies encontradas hasta<br />

la fecha en Chile se presentan en el cuadro 79-1. 5<br />

Rhipicephalus sanguineus<br />

La principal garrapata en los animales de Chile es Rhipicephalus<br />

sanguineus (garrapata café o parda del perro), y le sigue Amblyomma<br />

tigrinum. 1,2 Ambos parasitan al perro y después a numerosas<br />

especies animales e incluso a las personas (figura 79-3).<br />

R. sanguineus es de hábitos domésticos y, por tanto, se encuentra<br />

parasitando a los perros de las ciudades comprendidas<br />

desde Arica hasta por lo menos la VIII Región de Chile. En<br />

cambio, A. tigrinum es de hábitos más rurales y su problema es<br />

más focalizado a esos ambientes. 1,2<br />

R. sanguineus es la principal garrapata que se encuentra en<br />

Chile debido a su abundancia y los importantes problemas que<br />

pueden generar en la salud pública y en la higiene ambiental.<br />

Se trata de una “garrapata de tres hospederos”, 2 lo que significa<br />

que cada uno de los estadios móviles debe alimentarse en un<br />

nuevo hospedero para luego dejarse caer al suelo. Por lo general,<br />

los tres hospederos son los perros, e incluso a menudo puede<br />

ser el mismo animal; sin embargo, todos los estadios pueden<br />

alimentarse con sangre de otras especies animales, como rata,<br />

ratones, conejos, gatos e incluso del humano. 10,11<br />

Las hembras se alimentan de sangre por 6 a 21 días (normalmente<br />

seis días) y durante este proceso son fecundadas por<br />

los machos. 2 Luego abandonan a sus hospederos y se esconden<br />

en lugares apropiados (grietas, maderas, paredes, enseres, etc.)<br />

para iniciar la oviposición en unos cinco días; las hembras desovan<br />

entre 2 000 a 4 000 huevos en 14 días, y después mueren.<br />

Después de 17 a 30 días de incubación, los huevos eclosionan y<br />

nacen larvas hexápodas de 1 mm de tamaño, mismas que se<br />

alimentan de sus hospederos por 2-6 días, para dejarse caer al<br />

suelo, cambiar de cutícula y transformarse en 5-23 días en ninfas<br />

octópodas de 4 mm de tamaño. Las ninfas atacan a nuevos<br />

animales, alimentándose por 4-9 días para luego abandonarlos y<br />

transformarse en machos o hembras adultas (4.5 y 12 mm de<br />

tamaño, respectivamente) en 11-73 días. Atacan a nuevos hospederos<br />

para alimentarse, reproducirse y proseguir su evolución.<br />

Todos los estadios móviles son capaces de vivir mucho<br />

tiempo en ayunas. El ciclo descrito, así como la capacidad de<br />

ayuno, permiten comprender la facilidad con que se difunden<br />

a nuevas áreas. En Chile es costumbre transportar a los perros<br />

durante largas distancias en carretas, carros de mano y camiones;<br />

por otra parte, el traslado de viviendas de maderas y enseres<br />

de una localidad contaminada con huevos, larvas, ninfas o<br />

adultos a otros lugares, permite ampliar su distribución a distintas<br />

localidades de diferentes regiones del país, tal como ha<br />

sido el caso de ese país sudamericano. Además, su alta capacidad<br />

de sobrevivir en ayuno le permite mantener las localidades<br />

infestadas por mucho tiempo aun en ausencia de alimento. 2<br />

Quizá R. sanguineus es la garrapata con la distribución<br />

geográfica más amplia en el mundo. Prácticamente se encuentra<br />

en todos los países ubicados entre los 50° latitud norte y 35°<br />

latitud sur. En climas fríos no sobrevive bien fuera de las habi-


CAPÍTULO 79 Garrapatas 637<br />

taciones; sin embargo, puede permanecer escondida e inactiva<br />

durante el invierno en grietas, paredes, pisos, techo u otros elementos<br />

existentes en casas de perros e inclusive del humano.<br />

A pesar de su amplia distribución, su densidad de población<br />

varía de manera considerable de un área a otra; su número<br />

aumenta en los países y regiones con clima templado y húmedo.<br />

En las áreas afectadas prefieren los ambientes urbanos, en<br />

donde existe una población abundante de perros.<br />

En los países que tienen cuatro estaciones al año bien definidas,<br />

como Chile, se observa mayor abundancia en primavera.<br />

Durante los meses del verano y otoño empiezan a disminuir<br />

poco a poco hasta desaparecer en los meses de invierno. En<br />

Santiago, los primeros casos de perros con infestaciones masivas<br />

se observan al inicio de la primavera, y posteriormente se<br />

encuentran infestaciones hasta el primer mes de otoño. Aparentemente<br />

existirían dos generaciones de garrapatas en Chile, reproduciéndose<br />

la primera de ellas en octubre-noviembre y la<br />

segunda en enero-febrero; 2 sin embargo, para establecer con seguridad<br />

esta observación, es necesario iniciar estudios sistemáticos<br />

al respecto.<br />

Como ya se describió, el periodo de incubación de los<br />

huevos, así como la transformación de larvas a ninfas y éstas en<br />

adultos es muy variable. Esta variación depende de la temperatura<br />

ambiental, siendo los periodos mínimos a 30°C y los<br />

máximos cuando la temperatura desciende a 10°C. El ciclo<br />

biológico bajo condiciones favorables se puede completar en<br />

63 días. Bajo condiciones desfavorables, se puede prolongar<br />

por varios meses.<br />

Rara vez R. sanguineus ataca a gatos o a las personas, pero<br />

es difícil convencer a la gente de esta situación, sobre todo<br />

cuando se observa un gran número de ejemplares caminando<br />

por las paredes de la casa. De hecho, a pesar de existir una alta<br />

contaminación en el ambiente, en Chile muy pocas personas<br />

han sido picadas; sin embargo, en algunas localidades del norte<br />

de África (como Egipto) se han descrito numerosas infecciones<br />

en personas y otros animales, por lo que se ha llegado a plantear<br />

la existencia de cepas según su afinidad por hospederos. 1<br />

Es importante señalar que se describen como hospederos<br />

secundarios a los roedores y lagomorfos, ya que ellos actúan<br />

como una buena fuente de alimentos para las garrapatas en<br />

ausencia de perros. 10,11<br />

Importancia médica de R. sanguineus<br />

Sin duda, esta garrapata tiene gran importancia médica, ya sea a<br />

causa del daño que produce por sí misma en los animales como<br />

por la psicosis que produce en los propietarios de los perros<br />

frente al temor de ser picados por ella. En el cuadro 79-2 se<br />

muestran algunas de las enfermedades de los animales en que R.<br />

sanguineus actúa como su vector, mientras que en el cuadro<br />

79-3 se listan las que puede transmitir a las personas. 4,8,9,16,17,20<br />

Control y tratamiento<br />

Las medidas de control de R. sanguineus se basan esencialmente<br />

en el uso de productos químicos; estos productos se conocen<br />

con el nombre de ixodicidas, y en los países latinoamericanos<br />

garrapaticidas. Por lo general, también son insecticidas, ya que<br />

la mayoría tiene acción contra insectos.<br />

Un ixodicida eficaz, además de ser capaz de matar diversos<br />

estadios de las garrapatas, debe ser inocuo para las personas y<br />

animales. Todos los productos tienen algún riesgo de toxicidad,<br />

de tal manera que en su forma concentrada deben ser manejados<br />

con precaución. Una vez diluidos en agua son menos peligrosos,<br />

pero también mantienen su peligrosidad. Los tambores,<br />

envases de cartón, latas o botellas que contengan ixodicidas<br />

deben mantenerse lejos de niños y de alimentos, y las personas<br />

que los hayan estado usando deben bañarse después de que su<br />

trabajo haya concluido.<br />

En el control de garrapatas deben considerarse dos procedimientos<br />

básicos, los que se aplican juntos para optimizar un<br />

buen resultado. 4,21<br />

1. Baño sanitario de perros con ixodicidas eficientes o uso de<br />

productos vía epicutánea, como los piretroides sintéticos.<br />

2. Fumigación o termonebulización de las viviendas y del<br />

ambiente contaminado.<br />

Los baños sanitarios de los perros se realizan fundamentalmente<br />

de dos maneras: baños de inmersión total (inclusive la<br />

cabeza) y aplicación del ixodicida en forma de aspersión a saturación<br />

sobre la superficie del cuerpo del animal. Ambos procedimientos<br />

deberán ir acompañados de una aplicación manual<br />

del insecticida en los lugares de difícil acceso y carentes de<br />

pelo (como el interior de las orejas). Lo importante es que tanto<br />

en el caso de los baños como en las aspersiones, los perros<br />

deben quedar totalmente mojados con los ixodicidas. El perro<br />

no debe ser tratado en días de lluvia ni después con agua pura,<br />

ya que ello diluirá al garrapaticida haciéndolo perder efectividad.<br />

La aplicación epicutánea puede hacerse depositando el<br />

producto en la línea media del dorso del animal desde la cabeza<br />

a la cola (pour-on) o bien en un solo lugar del dorso (spot<br />

on). 4 Junto con el tratamiento de los perros es necesario controlar<br />

las fases de vida libre, y por ello debe fumigarse con los<br />

mismos materiales ixodicidas el ambiente contaminado, por<br />

ejemplo, alrededor de habitaciones y casuchas de perros.<br />

Se debe tener presente que el tratamiento individual de un<br />

perro que vive en una población altamente infestada debe ser<br />

poco eficiente. Para tener éxito, es necesario confeccionar un<br />

programa de control en toda una localidad. Los tratamientos<br />

individuales deben ser acompañados de las correspondientes<br />

recomendaciones acerca de este aspecto. El propósito del control<br />

de R. sanguineus debe ser mantener el medio en donde viven<br />

los perros libre del parásito.<br />

A fin de realizar un programa de control se deben realizar<br />

baños sanitarios o aplicaciones epicutáneas en forma regular en<br />

los perros con los mejores ixodicidas disponibles. Las garrapatas<br />

que se suben al cuerpo de los perros durante los días siguientes<br />

al tratamiento serán destruidas por el efecto residual de los<br />

ixodicidas. Sin embargo, después de una semana, muchas de las


638 PARTE IV Artrópodos de importancia médica<br />

garrapatas sobrevivirán y las hembras ovíparas contaminarán<br />

nuevamente el ambiente; por tanto, dentro de lo posible, los<br />

baños sanitarios deben realizarse cada siete días.<br />

Una de las grandes dificultades a las que se enfrentan las<br />

campañas de control de las garrapatas es la resistencia a los ixodicidas,<br />

es decir, la capacidad de éstas de tolerar dosis de ixodicidas<br />

que son letales para la mayoría de los individuos de una<br />

población normal. 3,18,19,21<br />

Muchos de los fenómenos de resistencia deben atribuirse a<br />

factores genéticos que permiten la relativa adaptabilidad de los<br />

genotipos a los ixodicidas. La habilidad de supervivencia se difunde<br />

entre las garrapatas porque el producto determina las<br />

susceptibilidades, seleccionando ciertos genes que son heredados<br />

por la descendencia de las sobrevivientes. Cuando una gran<br />

proporción de las garrapatas sobreviven, se dice que la población<br />

de ellas es resistente; este fenómeno se ha observado en<br />

numerosas especies de garrapatas y en varios lugares del mundo.<br />

Así, en Australia se han descrito ocho cepas de B. miicroplus<br />

que han presentado resistencia al arsénico, DDT, BHC organofosforados<br />

y carbamatos. Además, algunas cepas de B. microplus<br />

resistentes al DDT demostraron resistencia cruzada con<br />

piretroides sintéticos. En Brasil, Jamaica, Australia y Sudáfrica,<br />

se han descrito garrapatas que han generado resistencia a los<br />

tratamientos con arsenicales.<br />

Una vez que las cepas son consideradas resistentes, no existe<br />

un procedimiento para volverlas a su estado de susceptibilidad<br />

original. Es por ello que los tratamientos deben considerar<br />

el uso de ixodicidas en concentraciones apropiadas y una aplicación<br />

a intervalos correctos para evitar o reducir la probabilidad<br />

de generar resistencia.<br />

Referencias<br />

1. Alcaíno H. Antecedentes sobre la garrapata café del perro<br />

(Rhipicephalus sanguineus). Monog Med Vet;7:48-55.<br />

1985.<br />

2. Alcaíno H, Gorman T, Jiménez F. Ecología del Rhipicephalus<br />

sanguineus (Ixodidae) en la Región Metropolitana<br />

de Chile. Arch Med Vet;22:9-13. 1990.<br />

3. Alcaíno H, Gorman T, Ulloa M et al. Potencial resistencia<br />

de Rhipicephalus sanguineus a la acción de insecticidas<br />

en la Región Metropolitana de Chile. Parasitol al<br />

Día;18:94-98. 1994.<br />

4. Alcaíno H, Gorman T, Acosta P et al. Evaluación de<br />

cinco esquemas de control con cipermetrina, del Rhipicephalus<br />

sanguineus en la Región Metropolitana de Chile.<br />

Arch Med Vet;27:45-51. 1995.<br />

5. Alcaíno H, Gorman T. Parásitos de los animales en<br />

Chile. Parasitol al Día 23;33-41. 1998<br />

6. Barriga O. Veterinary Parasitology. USA: Burgess Publishing,<br />

Edina Minnesota, 1996.<br />

7. Estrada PA, González AD, Venzal J et al. Argas (Persiargas)<br />

keiransin. sp (Acarina: Argasidae) a parasite of<br />

Milvago chimango (Aves – Falconiforme.) J Med Entomol;40:766-769.<br />

2003.<br />

8. Fell E. An update on Lyme disease and other tick-borne<br />

illnesses. Nurse Pract;25:38-46. 2000.<br />

9. Flicek B. Rickettsial and other tick-borne infection. Crit<br />

Care Nurs Clin North Am;19:27-38. 2007.<br />

10. González A, Venzal J, Gulielmone A. Primer registro<br />

de Rhipicephalus sanguineus (Acarina: Ixodidae) en Rattus<br />

norvergicus (Mammalia: Rodentia) en Chile. Gayana<br />

zool;67:121-122. 2003.<br />

11. González AD. El conejo (Oryctolagus cuniculus [Mammalia:<br />

Lagomorfo] como hospedador de la garrapata café<br />

del perro (Rhipicephalus sanguineus, Acarina: Ixodidae).<br />

Ciencia Ahora;7:100-103. 2004.<br />

12. Gothe R, Kunze K, Hoogstraal H. The mechanisms of<br />

pathogenicity in the tick paralysis. J Med Entomol;16:<br />

557-569. 1979.<br />

13. Greson J. Tick paralysis. An appraisal of natural and experimental<br />

data. Canada Dept. Agr Monograph N° 9:119<br />

pp. 1973.<br />

14. Hamzat T, Onotade T. Acute flaccid paralysis: a fiveyear<br />

review of cases managed by physiotherapy at the<br />

University College Hospital, Ibadan. Afr. J Health Sci;13:<br />

2832. 2006.<br />

15. Hoogstraal H, Aeschlimann A. Tick–host specificity.<br />

Bull Soc Entomol Suisse;55:5-32. 1982.<br />

16. Hoskins J. Tick transmitted disease. Vet Clin N A Sm An<br />

Pract:202 pp. 1991.<br />

17. Minniear T, Buckingham B. Managing Rocky Mountain<br />

Spotted Fever. Expert. Rev Anti Infect Ther;7:1131-<br />

1137. 2009.<br />

18. Roulston W, Warton R, Nolan J et al. A survey for<br />

resistance in cattle ticks to acaricides. Aust Vet J;57:362-<br />

371. 1981.<br />

19. Stone B. The genetics of resistance by ticks to acaricides.<br />

Aust Vet J;48:345-350. 1971.<br />

20. Warner R, March W. Zoonosis Update. Rocky Mountain<br />

spotted fever. J American Vet Med Assoc;221:1413-<br />

1417. 2002.<br />

21. Welcome Publication Cattle Tick Control. Elcome<br />

Research Organization. Cooper División Welcome Foundation,<br />

Ltd, London England: pág. 65. 1976.


Capítulo<br />

80<br />

Artrópodos ponzoñosos*<br />

Hernán Reyes<br />

Aracnidismo<br />

Cumpliendo una antigua tradición de la escuela chilena de parasitología,<br />

se desarrolla a continuación el aracnidismo humano,<br />

tema en el cual el autor participó por largo tiempo bajo la<br />

guía de maestros tan insignes como los profesores doctores<br />

Hugo Schenone Fernández y Tulio Pizzi Pozzi, ya fallecidos. Se<br />

cumplía así una larga y querida tradición que incluyó otros cuadros<br />

de intoxicación humana por venenos animales, como el de<br />

alacranes y algunos tipos de ofidismo. No obstante, como éstos<br />

no son problemas estrictamente parasitológicos, aquí sólo se desarrollan<br />

los aspectos clínicos y epidemiológicos más relevantes<br />

del aracnidismo humano por Latrodectus y Loxosceles.<br />

Aunque numerosas especies de artrópodos pueden provocar<br />

cuadros tóxicos en los humanos por la inoculación de su<br />

ponzoña, los más importantes son los provocados por arañas;<br />

éstas no son seres parasitarios, pero por su relación con los temas<br />

anteriores se han incorporado aquí, con base principalmente<br />

en la experiencia del autor de este equipo de trabajo.<br />

Las arañas son animales depredadores, cazadores, que se<br />

alimentan de presas vivas que capturan e inmovilizan inoculándoles<br />

una ponzoña que las paraliza. También es un mecanismo<br />

defensivo frente a ataques reales o ficticios que el artrópodo<br />

puede sufrir en sus andanzas. Las glándulas venenosas están<br />

ubicadas en el cefalotórax y el aparato inoculador, son dos quelíceros<br />

que forman parte de las piezas bucales. Cada uno de<br />

ellos está formado por un pedículo basal, alargado y cónico, en<br />

cuyo extremo posee un fino diente inoculador, fijo o articulado<br />

según la especie. Según el tipo de quelíceros, las arañas se<br />

clasifican en dos subórdenes: Orthognatha, los quelíceros<br />

emergen hacia abajo del extremo anterior del cefalotórax, y al<br />

picar o morder se clavan verticalmente; y Labidognata, cuyos<br />

quelíceros adoptan posición horizontal y al morder o picar se<br />

cierran como una pinza.<br />

Todas las arañas poseen veneno, pero sólo el de algunas<br />

especies posee efecto tóxico importante para las personas; en<br />

general, Orthognatha carece de peligro. A este grupo pertenece<br />

Mygalas, grandes arañas peludas que anidan en huecos de los<br />

árboles, o en madrigueras que construyen en la tierra, con una<br />

tapa levadiza. Son muy conocidas y temidas por su gran tamaño<br />

o la posición agresiva que adoptan al ser molestadas, alzando el<br />

cefalotórax y esgrimiendo sus quelíceros en posición de ataque;<br />

son las “arañas peludas”, “arañas pollito” de numerosos países en<br />

Sudamérica, o las “caranguejeiras” de Brasil.<br />

Por el contrario, el suborden Labidognatha comprende los<br />

grupos de mayor interés como causante de cuadros tóxicos humanos.<br />

Los más importantes corresponden a las siguientes familias<br />

y géneros:<br />

Arañas importantes<br />

en medicina humana<br />

Familia Género<br />

Ctenidae Phoneutria<br />

Theriidae Latrodectus<br />

Sicariidae Loxosceles<br />

Lycosiidae Lycosa<br />

Ctenideos<br />

Las especies más importante de esta familia son Phoneutria fera<br />

y P. migriventer; son pequeñas arañas errantes, silvestres, extradomiciliarias,<br />

de regiones tropicales cálidas. Abundan en plantas<br />

como las bananas, y así pueden ser introducidas en algunos<br />

países; son la banana spider de los países de habla inglesa. No<br />

tejen una tela y a veces merodean cerca de la vivienda humana<br />

o penetran en ella. Se ocultan en rincones de garajes o bodegas,<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

639


640 PARTE IV Artrópodos de importancia médica<br />

Figura 80-1. Phoneutria migriventer: araña errante, extradomiciliaria,<br />

de los plantíos tropicales, la “Banana Spider”.<br />

o en el interior de zapatos o botas. Son muy agresivas y valientes,<br />

no huyen al ser sorprendidas y atacan saltando hacia su<br />

víctima (figura 80-1).<br />

La picadura causa intenso dolor, lancinante, urente, que<br />

persiste por 6 a 8 h. No existe edema ni lesión local, pero puede<br />

haber fiebre y sudoración profusa. En casos graves puede haber<br />

compromiso del sistema nervioso central (SNC) con embotamiento,<br />

diplopía, disnea, parálisis progresiva y asfixia. La mortalidad<br />

es de 1 a 3% en adultos y 20 a 30% en niños; para el<br />

tratamiento se emplea el suero antictenus en dosis de 5 ml vía<br />

IM, hidratación y sedación del dolor. Los casos graves requieren<br />

hospitalización.<br />

Latrodectismo<br />

Es producido por arañas del género Latrodectus, que posee distribución<br />

mundial. La especie más común en la región neotropical<br />

es L. mactans, conocida vulgarmente como araña del trigo,<br />

araña forrajera, araña capulina, araña de poto colorado,<br />

black-widow spider, guiña, pallú y otros nombres populares.<br />

Mide 1.5 a 3 cm de tamaño; es de color negro aterciopelado,<br />

con manchas rojas o anaranjadas en la cara dorsal y ventral<br />

del abdomen (figura 80-2). Su hábitat es silvestre, extradomiciliario.<br />

Teje su red en matorrales, hoyos del suelo o entre piedras;<br />

con frecuencia invade los campos de cultivo e incluso,<br />

puede encontrarse en letrinas, bodegas de pasto y otras dependencias<br />

extradomiciliarias. Permanece activa en horas diurnas<br />

y en la época de calor, alimentándose de los insectos que captura<br />

en su tela. Es tímida y poco agresiva, sólo ataca como defensa<br />

al sentirse agredida. Las hembras, que son cuatro veces más<br />

grandes que los machos, son más peligrosas por la cantidad de<br />

veneno que pueden inyectar.<br />

El accidente ocurre principalmente en horas diurnas, en<br />

época de calor, por lo general durante la faena campesina de<br />

recolección de forraje u otras similares. Por ello afecta en especial<br />

a varones jóvenes; es raro que ocurra en mujeres o niños.<br />

El cuadro se inicia con la sensación de lancetazo urente,<br />

que corresponde a la picadura, y por lo común ocurre en partes<br />

desnudas del cuerpo, de modo particular en las extremidades.<br />

No hay lesión visible o ésta es mínima, a lo más una pequeña<br />

zona eritematosa centrada por dos orificios puntiformes que<br />

corresponden a la punción por los quelíceros, pero es dolorosa<br />

y este dolor rápido se vuelve intenso y se generaliza. Aparece<br />

entonces un cuadro violento y rápido de emponzoñamiento,<br />

con excitación psicomotora, angustia, hiperreflexia, contracturas<br />

y espasticidad. Hay taquicardia, hipertensión arterial, sudoración<br />

profusa, sialorrea, rinorrea, epífora; puede haber dolor<br />

abdominal por hiperperistaltismo, náuseas, vómito. La hiperclonía<br />

muscular puede llevar a espasmos que dificultan o impiden<br />

el equilibrio y la marcha, o la deglución y hablar; puede<br />

haber deshidratación y fiebre, parálisis vesical e incluso priapismo.<br />

Los exámenes de laboratorio no se alteran en forma evidente,<br />

más bien reflejan signos de deshidratación debido a la<br />

intensa sudoración; puede haber hemoconcentración e hiperuricemia<br />

leve; en la orina, aumento de la densidad, indicios de<br />

albúmina y cilindruria. Sin tratamiento específico el cuadro va<br />

declinando en 3 a 5 días, pero puede tardar un mes en desaparecer.<br />

La toxina de estas arañas es compleja y parcialmente conocida<br />

en su composición y mecanismo de acción. Los efectos<br />

fundamentales son neurotóxicos y parecen obedecer a bloqueo<br />

sináptico y presináptico de terminaciones colinérgicas y adrenérgicas.<br />

Algunas fracciones provocan primero descarga súbita<br />

de neurotransmisores y luego la depleción de la sinapsis. Hay<br />

marcado aumento local de la acetilcolinesterasa.<br />

El diagnóstico por lo general lo hace el paciente al observar<br />

la araña agresora. Es fundamentalmente clínico y se basa en el<br />

cuadro, el tipo de paciente y las circunstancias en que ocurrió<br />

el accidente.<br />

Tratamiento<br />

Existe un suero antitóxico específico cuya utilidad es discutible,<br />

pues debe emplearse lo más pronto posible (antes de 8-10 h del<br />

inicio del cuadro), y además presenta los riesgos de la sueroterapia<br />

heteróloga. Se recomienda mejor la neostigmina en dosis<br />

de 0.5 a 1 mg, vía IM, repitiendo la dosis a las 8 o 12 h si se<br />

requiere; por lo general, el cuadro cede con 1 o 2 dosis; puede<br />

ser necesario complementar con la administración oral del fármaco<br />

en dosis de 15 mg cada 8 o 12 h por 2-3 días. Es útil<br />

agregar analgésicos, tranquilizantes y relajantes musculares. Es<br />

importante restaurar la hidratación y el equilibrio hidrosalino.<br />

Con este tratamiento base, el proceso cede rápido en pocas horas<br />

o días. 4<br />

Como los pacientes casi siempre son varones jóvenes, el<br />

pronóstico en general es bueno, pues pese a lo espectacular,


CAPÍTULO 80 Artrópodos ponzoñosos 641<br />

el cuadro posee escasa mortalidad, menor a 1%. El pronóstico<br />

empeora si los afectados son niños, ancianos o personas con<br />

algún deterioro orgánico como desnutrición, cardiopatías, nefropatías<br />

e inmunodeficiencias.<br />

Respecto a la prevención, es preciso considerar que se trata<br />

de un accidente muy conocido y temido por la comunidad en<br />

general. Entonces es propicio recalcar la necesidad de consulta<br />

y atención médica rápida de los casos, y no confiar en algunos<br />

procedimientos tradicionales, como comerse la araña, cauterizar<br />

la zona de la picadura, embriagarse o las danzas y cánticos<br />

mágicos. Como precaución general es útil disminuir la población<br />

de estos arácnidos en los campos de cultivo mediante insecticidas<br />

adecuados, la quema de los rastrojos y el desmonte.<br />

Loxoscelismo<br />

El género Loxosceles tiene amplia distribución mundial. Todas<br />

sus especies deben ser consideradas potencialmente peligrosas.<br />

Aun cuando los cuadros de intoxicación humana involucran a<br />

una decena de ellas, la más común es L. laeta, de amplia difusión<br />

en Sudamérica. Otras especies son L. reclusa, L. rufescens,<br />

L. rufipes y otras. Es importante señalar que tanto este cuadro<br />

clínico, como la especie que lo produce, se describieron primero<br />

en Chile. 1,2<br />

L. laeta es una araña domiciliaria, por lo que ha sido llamada<br />

“araña de los rincones” o “de detrás de los cuadros”. También<br />

se encuentra detrás de muebles grandes, entretechos, o en los<br />

ángulos altos y oscuros de guardarropas. Allí teje su tela, laxa,<br />

algodonosa y sucia, que le sirve de refugio durante las horas<br />

diurnas y hacia donde arrastra las presas que captura de noche.<br />

Tiene color café pardo, con el abdomen y patas más oscuras.<br />

Está cubierta de fina pilosidad. Las hembras, que son de<br />

mayor tamaño y corpulencia que los machos, miden alrededor<br />

de 1.5 cm. Ayudan a diferenciarla de otras arañas domiciliarias<br />

el aspecto piriforme del cefalotórax, como un cuerpo de violín,<br />

pero con una marcada depresión central, y la disposición característica<br />

en triángulo de sus tres pares de ojos, ubicados en el<br />

extremo anterior del cefalotórax, con un par al frente y arriba,<br />

y los otros dos abajo y a cada lado (figura 80-3).<br />

Es una araña solitaria y tímida, de hábitos nocturnos. Durante<br />

el día permanece refugiada en su tela, pero durante la noche<br />

sale a cazar insectos que a esa hora duermen. Desciende<br />

entonces caminando con cautela por las paredes o las superficies<br />

adyacentes a sus escondrijos. En estas incursiones puede entrar<br />

en contacto casual con el ser humano y agredirlo defensivamente.<br />

También es frecuente que si durante sus andanzas la sorprende<br />

la luz diurna, o es encendida la luz artificial, escapa hacia la<br />

sombra y puede refugiarse en ropa colgada de las paredes.<br />

L. laeta se reproduce por huevos que la hembra emite en<br />

número de 200 o más, que envuelve en una ooteca, de forma<br />

redondeada, tejida con su tela, y que adhiere a la tela o en sitios<br />

vecinos. Las crías que nacen primero se alimentan devorando a<br />

las que van naciendo. Al cabo de algunos días se dispersan para<br />

ir a crear sus propios nidos; ésta es una instancia peligrosa<br />

para el accidente de loxoscelismo humano. No obstante, los<br />

cuadros más serios son provocados por aquellos ejemplares que<br />

han alcanzado pleno desarrollo, en especial por las hembras,<br />

que por su mayor tamaño pueden inocular más cantidad de<br />

ponzoña. Como todas las arañas, cada ejemplar adulto vive<br />

solo y defiende con ferocidad su espacio vital del merodeo de<br />

otros seres.<br />

El veneno posee rápida acción citotóxica, ocasiona rápida<br />

y violenta lesión vascular, edema, áreas hemorrágicas y de vasoconstricción<br />

en el sitio de la picadura, o bien con fenómenos<br />

más generales con vasculitis y hemólisis intravascular y daño<br />

grave de diversos órganos, lo cual se agrega al daño local.<br />

Desde el punto de vista epidemiológico, el loxoscelismo es<br />

un accidente esencialmente doméstico, del interior de las habitaciones<br />

y nocturno. Por lo general, ocurre mientras la persona<br />

duerme, cuando arañas que van bajando por las paredes invaden<br />

la cama o caminan sobre las personas dormidas, las cuales<br />

al moverse pueden provocar la respuesta defensiva del arácnido<br />

y la inoculación de su ponzoña. También puede suceder cuando<br />

la persona se viste con ropa que ha quedado colgada de la<br />

pared y ha sido invadida como refugio por alguna Loxosceles<br />

sorprendida por la claridad diurna, o la luz artificial, durante su<br />

merodeo; por lo mismo, es más frecuente en mujeres y niños.<br />

En relación con el cuadro clínico conviene puntualizar lo<br />

siguiente:<br />

a) Hay siempre lesión local en el sitio de la picadura.<br />

b) Se inicia como un violento lancetazo urente que rápido se<br />

transforma en dolor franco y creciente.<br />

c) En 80% de los casos esto ocurre en las extremidades, la<br />

cara o el tórax.<br />

d) Es habitual que la araña sea vista de inmediato y se intente<br />

rechazarla o matarla aplastándola.<br />

e) En 24 o 48 h el cuadro evoluciona hacia una de las siguientes<br />

formas:<br />

• Cutánea pura.<br />

• Cutánea visceral.<br />

• Cutánea edematosa.<br />

Loxoscelismo cutáneo<br />

Predomina la lesión local (que es muy dolorosa) y las manifestaciones<br />

generales, cuando existen, son poco relevantes. En 24<br />

o 48 h evoluciona hacia la formación de una zona necrótica, de<br />

extensión y profundidad variable. Es la placa livedoide. Asienta<br />

sobre una base dura, acartonada. Es de color violáceo, equimótico,<br />

con zonas pálidas isquémicas y otras hemorrágicas, con<br />

vesículas, flictenas o bulas serosas o serohemorrágicas en la superficie.<br />

Está rodeada de un halo eritematoso y de fuerte edema;<br />

aparece con rapidez y, por lo común, ya está plenamente<br />

constituida en las primeras 24 h del accidente. A veces se acompaña<br />

de adenopatía regional.<br />

En los días sucesivos va delimitándose y adquiriendo el<br />

aspecto de una costra dura y seca, sin eritema ni edema alrededor<br />

y el dolor se atenúa. Si la lesión ha sido profunda, comprometiendo<br />

todas las capas de la piel, se esfacela alrededor de las


642 PARTE IV Artrópodos de importancia médica<br />

dos semanas de evolución, dejando una úlcera que cicatriza<br />

lentamente y puede originar secuelas queloideas. Ésta es la evolución<br />

habitual de los casos (figura 80-4).<br />

Si el daño no ha sido tan profundo, la placa desaparece<br />

más rápido por descamación, con pocos o sin defectos cicatrizales,<br />

o a lo más, un área despigmentada residual. En raras ocasiones<br />

(alrededor de 5% de los casos) no se produce necrosis y<br />

todo se reduce a una zona eritematosa, acompañada de moderado<br />

dolor. Desaparece con rapidez sin dejar rastros; es la forma<br />

llamada “loxoscelismo cutáneo de predominio eritematoso”.<br />

Más raro aún, alrededor de 5% de los casos, y en especial<br />

cuando la lesión se produce en la cara, todo se reduce a gran<br />

edema, duro y doloroso, a veces deformante, con escaso o nulo<br />

eritema, es la forma llamada “loxoscelismo cutáneo de predominio<br />

edematoso”, también de rápida desaparición.<br />

Loxoscelismo cutáneo-edematoso<br />

Es una modalidad rara. No hay lesión necrótica sino fundamentalmente<br />

gran edema, con dolor importante. Los casos<br />

descritos han sido principalmente faciales y de recuperación<br />

espontánea, en una semana o 10 días.<br />

En todos los casos de loxoscelismo cutáneo exclusivo no<br />

hay compromiso general o éste es leve. Lo que más se observa<br />

es miedo y angustia, acompañado de astenia, intranquilidad e<br />

insomnio; tampoco hay alteraciones importantes en los exámenes<br />

de laboratorio. Pero no se debe confiar hasta tener la seguridad<br />

de que el caso corresponde a un cuadro de loxoscelismo<br />

cutáneo “puro”, pues no se debe olvidar que siempre hay lesión<br />

local y que el compromiso sistémico es de serio riesgo vital del<br />

cuadro.<br />

Loxoscelismo cutáneo-visceral<br />

Se trata de una complicación grave si no se procede con rapidez<br />

y eficiencia. Corresponde a alrededor de 15% de cualesquiera<br />

de los cuadros cutáneos ya descritos. Se agregan manifestaciones<br />

de daño tóxico generalizado, en rápida sucesión, en las primeras<br />

24 h, máximo a las 48 h, desde el inicio del cuadro (figura<br />

80-5).<br />

Es un síndrome viscerohemolítico cuya severidad exige la<br />

necesidad de diagnóstico y tratamiento oportunos. Aparece fiebre<br />

alta, entre 38 hasta 42°C, junto con orina oscura, hematúricas,<br />

con oliguria progresiva que puede llegar a la anuria completa<br />

por daño renal (figura 80-6). El compromiso sensorial es<br />

violento y de aparición precoz: inicia por decaimiento y va<br />

profundizando a la somnolencia y el coma profundo; puede<br />

presentarse melena y hematemesis por congestión y hemorragia<br />

de la mucosa digestiva.<br />

Los exámenes de laboratorio son fundamentales para precisar<br />

el diagnóstico inicial, así como la evolución y pronóstico<br />

del cuadro. Al hemograma se comprueba anemia intensa de<br />

tipo hemolítico, con cifras de eritrocitos inferiores a 3 000 000,<br />

o hasta no contables; leucocitosis importante y plaquetas normales<br />

o bajas. Hematócrito de 25% o menos, protrombinemia<br />

baja y TPK alargado. Hiperbilirrubinemia de ambas fracciones,<br />

pero con predominio de la indirecta por hemólisis. Las<br />

trans aminasas glutámico-pirúvicas y oxaloacéticas suelen estar<br />

elevadas por compromiso hepático. En la orina, aparte de la<br />

hematuria y la hemoglobinuria, puede haber albuminuria con<br />

indicios de hasta 10 g o más. Si se llega a la insuficiencia renal<br />

habrá hipertensión arterial nefrógena e hiperuricemia; debido a<br />

la masiva citólisis puede haber hiperpotasemia, lo cual favorecería<br />

los trastornos de conducción cardiaca que aparecen en los<br />

casos más graves.<br />

Es importante señalar que no existe relación entre el tamaño<br />

y la ubicación de la lesión cutánea inicial con la posible aparición<br />

e intensidad del compromiso visceral. A veces lesiones<br />

cutáneas mínimas pueden llegar a complicarse con grave compromiso<br />

general, incluso mortal. De allí la necesidad del control<br />

médico estricto de todo caso de loxoscelismo por al menos 24 a<br />

72 h después de ocurrido el accidente; que esto haya sucedido de<br />

noche y en el dormitorio son datos anamnésicos valiosos. Por la<br />

violencia del lancetazo que causa la mordida de estas arañas, es<br />

frecuente que se les observe de inmediato, o poco después, y sea<br />

destruida. En estos casos es útil pedir que sus restos sean traídos<br />

para identificarlos al laboratorio. También es útil precisar si el<br />

lecho de la persona agredida estaba junto a la pared, o muy cerca<br />

para que ropa o vestiduras pudieran facilitar el traspaso del arácnido<br />

desde la pared a partes descubiertas de piel de la víctima.<br />

Aun cuando el accidente puede ocurrir en cualquier momento<br />

del año, es mucho más frecuente en época de calor de primavera-verano,<br />

Ya que en esta época se produce también la dispersión<br />

de las jóvenes arañas que han nacido de las ootecas originales y<br />

buscan su propia localización. No debe olvidarse que las arañas<br />

son seres no sociales, que viven aisladas e incluso defienden con<br />

ferocidad el espacio vital donde encuentran nido.<br />

También es necesario considerar que Loxosceles no sólo se<br />

ubica en los dormitorios, sino en cualquier espacio apto de la<br />

vivienda humana, o aun en loci vecinos según la especie. Es fácil<br />

detectarlas en los entretechos, o en rincones altos de bodegas,<br />

corrales o recintos industriales. Lo anterior explica algunos<br />

casos ocurridos en horas diurnas, como en personas al vestir<br />

ropa que quedó colgada de la pared en la noche, al manipular<br />

elementos guardados en bodegas de poco uso, o al trabajar en<br />

entretechos.<br />

Las características de la lesión local inicial son propias, se<br />

diferencian de otras similares como erisipela necrótica o quemaduras<br />

químicas.<br />

Tratamiento<br />

Cuanto más temprano se inicie el tratamiento, mejores son los<br />

resultados. Debe considerarse, tal como ocurre en otros venenos<br />

de animales, que Loxosceles es de efecto prácticamente instantáneo,<br />

por lo que provoca una situación tóxica de emergencia<br />

que obliga a proceder con rapidez y eficiencia.<br />

El ideal teórico sería emplear el suero antiloxosceles, en<br />

dosis de 1 a 2 ampolletas en inyección intramuscular tan pronto<br />

como sea posible, de preferencia antes de que pasen 6 h de la


CAPÍTULO 80 Artrópodos ponzoñosos 643<br />

picadura, para neutralizar la toxina que aún pudiera quedar libre;<br />

por tanto, no modificará la lesión ya establecida. Es una<br />

solución inyectable de inmunoglobulinas específicas obtenidas<br />

de suero equino hiperinmunizado; por ello su uso debe ser cuidadoso,<br />

dado los riesgos de reacciones de intolerancia heteróloga<br />

que pueden presentarse. Su utilidad real aún es discutible. 5<br />

La conducta terapéutica varía según la modalidad clínica<br />

del caso. 6 En los casos cutáneo-edematosos, de muy rara frecuencia,<br />

puede bastar con frío local, analgésicos y control periódico<br />

hasta la desaparición de las lesiones. En los casos cutáneo-necróticos<br />

puros se han obtenido buenos resultados con<br />

antihistamínicos como tratamiento de base, iniciando con preparados<br />

inyectables, por su mayor rapidez, y luego por vía oral:<br />

clorfeniramina, en dosis de 10-20 mg IM por 2-3 días, para<br />

luego seguir con 4 mg VO cada 4-6 h según la evolución. En<br />

niños este fármaco o similares deben usarse según las tablas<br />

pediátricas adecuadas.<br />

En ocasiones es útil el uso de inhibidores de los leucocitos<br />

como la dapsona (4,4-difenildiaminosulfona), en dosis de 10-<br />

20 mg/día, vía parenteral, y luego 4-6 mg VO, según lo necesario.<br />

Este fármaco debe emplearse con precaución por sus riesgos<br />

tóxicos.<br />

También se ha señalado el uso de colchicina en dosis oral<br />

de 1.2 mg para iniciar y luego seguir con 0.6 mg cada 2 h por<br />

dos días y continuar con 0.6 mg cada 4 h durante dos días<br />

más. 3 Es importante proteger la lesión con apósito, aseo periódico,<br />

extracción de esfacelos, frío local e inmovilización si es necesario.<br />

Se recomienda además efectuar prevención antitetánica<br />

según las normas sanitarias locales, y el uso de antibióticos para<br />

prevenir infección asociada por estafilococos o estreptococos,<br />

con cloxacilina, flucloxacilina o cefaloxina, oral o inyectable,<br />

según corresponda.<br />

Los casos cutáneos-viscerales, por su gravedad, requieren<br />

hospitalización inmediata, y la terapia antichoque de urgencia.<br />

Se recomienda iniciar con antihistamínicos, como la clorfeniramina,<br />

de modo igual al ya antes señalado, complementando<br />

con corticoterapia, como betametasona en dosis de 0.02-<br />

0.2 mg/kg vía endovenosa c/6 h por 48 h; o hidrocortisona<br />

100 mg vía endovenosa c/6 h por 48 h, e ir disminuyendo<br />

progresivamente según evolución.<br />

El empleo inicial de antihistamínicos y corticoides vía inyectable<br />

es imperioso, pues la administración oral tiene poco<br />

efecto, ya que estudios necrópsicos han demostrado severa inflamación<br />

y edema de la mucosa digestiva, lo cual puede interferir<br />

en la absorción de medicamentos.<br />

En pacientes muy graves, en coma profundo, hipotermia,<br />

anemia intensa e insuficiencia renal, es necesario recurrir a la<br />

oxigenoterapia, diálisis, transfusiones, manejo adecuado de<br />

la hidratación, peritoneo y hemodiálisis.<br />

Epidemiología<br />

Por la biología de la araña, el loxoscelismo es un accidente intradomiciliario,<br />

que por lo general ocurre de noche cuando las<br />

personas duermen o al momento de vestirse. Dejar las camas<br />

junto a la pared, o colgar de ellas prendas de vestir o de trabajo,<br />

son factores predisponentes. Los casos se ven más en mujeres y<br />

niños, y aunque ocurre con mayor frecuencia en verano, también<br />

hay casos en pleno invierno.<br />

Control<br />

Eliminar estas arañas de la vivienda es el objetivo fundamental.<br />

Para ello es necesario el correcto aseo detrás de cuadros y muebles<br />

grandes, o de rincones altos de las habitaciones, o de recintos<br />

de bodegas, u otros recintos peridomiciliarios de poco movimiento.<br />

También es útil proteger las habitaciones de la invasión<br />

por estas arañas, que con frecuencia proliferan en los entretechos,<br />

obturando resquicios u orificios como los conductos eléctricos<br />

u otros.<br />

El uso de insecticidas es útil cuando se procede con buena<br />

técnica. En tal sentido, su empleo en aerosol da poco resultado,<br />

aparte de otorgar una sensación de falsa seguridad.<br />

Referencias<br />

1. Machiavello A. La Loxosceles laeta, causa del aracnoidismo<br />

cutáneo o mancha gangrenosa de Chile. Rev Ch Hist<br />

Nat;41:11-19. 1937.<br />

2. Puga F. Observación de picaduras de araña doméstica.<br />

Progr Méd, Stgo. Chile;6:19-20. 1986.<br />

3. Ríos J, Paris E, Apt W et al. Guía Clínica para el manejo<br />

de la mordedura por araña de rincón. [on line] Disponible<br />

en: < http://www.cituc.cl/files/arc/temas/34480318<br />

64b1fbce8968d8.pdf> [26 de enero de 2011, 2004.<br />

4. Schenone H. Aspectos prácticos en la clínica del síndrome<br />

del latrodectismo y su tratamiento con neostigmina.<br />

Bol Chile Parasit;14:80-82. 1959.<br />

5. Schenone H. Cuadros tóxicos producidos por mordeduras<br />

de arañas en Chile: Latrodectismo y Loxoscelismo. Rev<br />

Med Chile;31:437-444. 2003.<br />

6. Triviño X, Noemí I, Varela M et al. Loxoscelismo cutáneo<br />

visceral. Parasitol al Día;8:84-88. 1984.


Parte V<br />

Síndromes y parasitosis<br />

Capítulo<br />

81<br />

Anemia y parasitosis<br />

Marisa Torres<br />

Introducción<br />

La anemia es un problema importante de salud pública a nivel<br />

mundial, porque debilita el sistema inmunológico y disminuye<br />

la capacidad física y mental de la población que la padece. Se<br />

estima que 30% de la población mundial sufre algún tipo de<br />

anemia, las poblaciones más afectadas son las rurales y de zonas<br />

tropicales de países en desarrollo. Un 50% de los escolares de<br />

países en desarrollo podrían tener anemia.<br />

Las personas requieren cierto nivel de glóbulos rojos que les<br />

permitan vivir de manera adecuada. Mediante la eritropoyesis<br />

se producen alrededor de 3 10 9 reticulocitos/kg/día, es decir,<br />

1% del total de eritrocitos circulantes. La vida media de los<br />

glóbulos rojos es de 120 días, y cada día 1% de los eritrocitos<br />

seniles son retirados de la circulación, de ellos, 90% es eliminado<br />

por el bazo, en especial por el sistema monocito/macrófago<br />

y el 10% restante se hemoliza de forma espontánea en el torrente<br />

sanguíneo debido a la fragilidad osmótica o pérdida de<br />

fragmentos de membrana. Existe un equilibrio entre producción<br />

y destrucción que mantiene una concentración constante<br />

de glóbulos rojos que oscila entre 5.4 ± 0.8 millones/ml en<br />

hombres, y 4.8 ± 0.6 millones/ml en mujeres.<br />

En enfermedades inflamatorias o infecciosas se puede presentar<br />

un desequilibrio en la eritropoyesis que conlleva a una<br />

situación de anemia, por el secuestro del hierro por el sistema<br />

monocito/macrófago y por una inadecuada respuesta medular<br />

a la eritropoyetina.<br />

La magnitud de la anemia de una población puede ser considerada<br />

un indicador de calidad de vida y desarrollo, pues refleja<br />

las condicionantes de vida de la población. El objetivo de este<br />

capítulo es abordar la problemática de las anemias relacionadas<br />

con infecciones parasitarias, dado que se ha evidenciado una importante<br />

asociación de estas infecciones a la presencia de anemia.<br />

Tipos de anemias<br />

La incidencia y prevalencia de la anemia en una comunidad es<br />

consecuencia de múltiples factores, entre los que destacan: la die-<br />

645


646 PARTE V Síndromes y parasitosis<br />

ta hipoproteica; déficit de hierro, de vitamina B 12 o de ácido fólico<br />

y enfermedades agudas o crónicas, entre ellas las parasitarias.<br />

Las poblaciones con buenas condiciones socioeconómicas<br />

están más protegidas de tener anemia por alteraciones nutricionales,<br />

aun así, las parasitosis relacionadas con condiciones<br />

ambientales, geográficas y climáticas específicas pueden estar<br />

presentes en diferentes comunidades, al margen de su estado<br />

socioeconómico.<br />

Las diferentes etapas del curso vital del ser humano lo exponen<br />

a diferentes riesgos relacionados con la anemia. Entre los<br />

más vulnerables se encuentran los niños y las mujeres embarazadas.<br />

1 En los lactantes la anemia es más frecuente en el segundo<br />

semestre de vida, debido a que en el primero el niño cuenta<br />

con las reservas de hierro obtenidas durante la gestación. La<br />

leche materna presenta una concentración baja de hierro, pero<br />

con elevada biodisponibilidad. En el caso del adulto mayor (60<br />

años y más), se debe considerar la anemia como un indicador<br />

de morbilidad.<br />

Existen diferentes tipos de anemias: hipocromas por déficit<br />

de hierro, megaloblásticas; las producidas por enfermedades<br />

crónicas, entre ellas infecciosas; las plásticas constitucionales;<br />

hemolíticas. Las anemias nutricionales por lo general alteran el<br />

volumen corpuscular medio (VCM) del glóbulo rojo, a diferencia<br />

de las anemias por enfermedades crónicas o inflamatorias.<br />

Cada tipo de anemia responde a diferentes causas, como<br />

los distintos tipos de infecciones, entre las que destacan las parasitarias<br />

(helmintiasis, paludismo), intoxicaciones por plomo,<br />

medicamentos, neoplasias o enfermedades crónicas.<br />

Anemia y parasitosis<br />

Los parásitos pueden producir diferentes tipos de anemias e<br />

intervenir en distintos mecanismos de producción, como la alteración<br />

nutricional crónica cuyas causas pueden ser anorexia,<br />

malabsorción, vómito, diarrea, hemorragias microscópicas o<br />

daño hepático. La hemorragia con pérdida de glóbulos rojos y<br />

déficit de hierro se observa sobre todo en el intestino, y puede<br />

ser provocada por la acción directa del parásito en la pared intestinal.<br />

La anemia hemolítica se observa principalmente en el paludismo<br />

y en la babesiosis, debido a la destrucción de los eritrocitos<br />

provocada por la presencia de los parásitos. Otro grupo de<br />

anemias parasitarias producen fallas en la función medular, en<br />

la difilobotriasis; por ejemplo, existe una competencia metabólica<br />

por la vitamina B 12 . Las anemias más graves producidas por<br />

parásitos se observan en uncinariasis, paludismo, tricocefalosis<br />

y difilobotriasis.<br />

Las consecuencias clínicas de la anemia son variadas, desde<br />

fatiga física y mental, con disminución del rendimiento escolar<br />

o del trabajo intelectual, insuficiencia cardiaca y mayor riesgo<br />

de mortalidad en caso de infecciones respiratorias importantes.<br />

La anemia en niños interfiere en el desarrollo mental y motor,<br />

observándose alteraciones en el lenguaje, comportamiento, falta<br />

de atención, disminución de la actividad física y alteraciones<br />

metabólicas diversas.<br />

Las parasitosis se asocian casi siempre con pobreza y a condicionantes<br />

ambientales que pueden incidir en aspectos nutricionales<br />

de las poblaciones, por lo cual es difícil identificar mecanismos<br />

aislados de producción de anemia. Más aún, los<br />

parásitos con frecuencia presentan coinfección, por lo que actúan<br />

en forma paralela y sinérgica produciendo el mismo fenómeno.<br />

4,7<br />

Diversos parásitos producen anemia por uno o varios mecanismos,<br />

por ejemplo, provocando alteraciones nutricionales<br />

crónicas cuyas causas pueden ser anorexia, malabsorción, diarrea,<br />

o pérdidas a través de hemorragia. La hemorragia produce<br />

pérdida de glóbulos rojos y déficit de hierro, se puede observar<br />

sobre todo en el intestino y puede ser consecuencia de la acción<br />

directa de enteroparásitos sobre la mucosa intestinal, así sucede<br />

en las infecciones producidas por protozoos como Entamoeba<br />

histolytica, Balantidium coli o por helmintos como Ancylostoma<br />

duodenale, Necator americanus, Strongyloides stercoralis y Trichuris<br />

trichiura.<br />

En el cuadro 81-1 se presentan los principales parásitos<br />

que producen anemia en el ser humano, y se especifica el tipo<br />

de anemia que producen y la magnitud de ella.<br />

Frente a situaciones tan dinámicas como las ya señaladas,<br />

se debe comprender que es difícil generalizar, y se requiere profundizar<br />

y caracterizar en cada paciente las distintas variables<br />

que influyen. Por ejemplo, algunos autores han dimensionado<br />

la pérdida y requerimientos de hierro de una mujer típica y en<br />

situaciones de infección parasitaria. Se estima que el requerimiento<br />

basal de hierro es de 0.72 mg/día, a esto se le deben<br />

adicionar por aumento de requerimientos y/o pérdidas en la<br />

menstruación 0.44 mg/día, durante el embarazo 2.14 mg/día,<br />

durante la lactancia 0.23 mg/día, en situaciones de infección de<br />

moderada intensidad de Trichuris trichiura 0.16 mg/día, y por<br />

infección grave de Schistosoma haematobium, 2.1 mg/día. 10<br />

Interesantes estudios han demostrado que el poliparasitismo<br />

de baja intensidad, a veces poco valorado y presente en<br />

muchos países en desarrollo, se asocia a mayor riesgo de anemia.<br />

Así, por ejemplo, un estudio realizado en 507 niños de<br />

Leyte, Filipinas, evaluó el tipo de infección parasitaria intestinal<br />

y la carga parasitaria a través de técnicas de conteo de huevos<br />

en deposiciones (Kato Katz). Entre sus resultados destaca<br />

que el riesgo de tener anemia en infecciones de varios parásitos<br />

con moderada intensidad fue cinco veces mayor (p 0.052) en<br />

el grupo poliparasitado que en niños control. El riesgo de tener<br />

anemia en niños infectados con 3 o 4 especies de parásitos con<br />

moderada y alta intensidad de infección, fue ocho veces mayor<br />

que en niños de referencia. 3<br />

Anemia y enteroparasitosis<br />

En protozoos como Entamoeba histolytica y Blastocystis hominis,<br />

la anemia es consecuencia de la alteración tisular directa del<br />

parásito sobre la pared intestinal, produciendo pérdidas de sangre<br />

local de importancia. Helmintos como Ascaris lumbricoides,<br />

producen por diferentes mecanismos patogénicos la competencia<br />

de nutrientes. Las helmintiasis como uncinariasis, tricocefa-


CAPÍTULO 81 Anemia y parasitosis 647<br />

losis y esquistosomiasis son, junto con el paludismo, las infecciones<br />

parasitarias que producen anemia con mayor impacto<br />

poblacional.<br />

Un estudio epidemiológico descriptivo transversal realizado<br />

en 2001 en 432 niños de la ciudad de Arandas, Jalisco, México,<br />

observó que hubo más anemia (20 vs. 7.4%, p 0.007) y<br />

deficiencia de hierro (60.9 vs. 44.4%, p 0.02) en preescolares<br />

que en escolares. En este estudio predominaron la infección parasitaria<br />

por Giardia lamblia y Entamoeba histolytica, se confirmó<br />

también la asociación de parasitosis con condicionantes<br />

ambientales como salario bajo y carencia de seguridad social. 12<br />

Otro estudio realizado en niños de Vietnam en 2007, evidenció<br />

que en esa población el riesgo (OR) de tener anemia por<br />

infección causada por Trichuris trichiura fue de 1.96 (95% CI<br />

1.07-3.59). En esta población la anemia fue altamente prevalente,<br />

pero pudo no asociarse a déficit de hierro. La anemia por<br />

Trichuris trichiura no siempre estuvo mediada por déficit de<br />

hierro, sino por infección crónica, por lo que los investigadores<br />

sugieren realizar más estudios en el tema. 5<br />

Este complejo tema de la anemia de causa multifactorial es<br />

evidenciado en numerosas comunidades. En Nepal, en el año<br />

2000 reconocen que la anemia de su población tiene entre sus<br />

factores causales en forma concomitante a helmintos, paludismo<br />

y déficit de vitamina A. 2<br />

Otro interesante estudio de Bemba Island Zanzíbari realizado<br />

en 3 595 escolares, observó que 63% de los niños estudiados<br />

presentaban anemia (hemoglobina


648 PARTE V Síndromes y parasitosis<br />

la curación de las infecciones y permitiendo el control de las<br />

enfermedades concomitantes.<br />

Desafíos para el control<br />

Para abordar un problema tan complejo y multifactorial como<br />

la anemia producida por infecciones parasitarias se requiere un<br />

enfoque integrado y multisectorial. Las parasitosis hoy en día<br />

constituyen fenómenos ambientales globales, que son parte de<br />

la problemática en contextos regionales y locales, por lo cual es<br />

necesario estudiar con mayor profundidad y rapidez estos fenómenos<br />

y generar modelos epidemiológicos y clínicos (fisiopatológicos)<br />

que permitan orientar e identificar las estrategias más<br />

adecuadas para intervenir oportunamente. Se deben generar<br />

nuevos paradigmas interpretativos que permitan conocer mejor<br />

la complejidad y la dinámica de los procesos ecológicos.<br />

Tomando en consideración acuerdos globales, se debe destacar<br />

que en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el<br />

Medio Ambiente y Desarrollo efectuada en la ciudad Río, Brasil,<br />

en 1992 se acordó un Plan de Acción o Programa de Trabajo<br />

para el desarrollo sostenible, conocido como Agenda 21,<br />

haciendo referencia al siglo que se iniciaba. En este encuentro,<br />

173 países llegaron a la determinación política de favorecer la<br />

cooperación internacional en materia de medio ambiente y desarrollo.<br />

Ese marco debe servir de apoyo para que expertos de distintos<br />

países generen diagnósticos epidemiológicos multisectoriales,<br />

e incorporen a las agendas locales temas tan relevantes<br />

como la anemia por parásitos e incorporen estrategias de promoción<br />

y prevención regionales oportunas innovadoras y creativas.<br />

8 Son múltiples las propuestas para abordar la anemia por<br />

parasitosis, por ejemplo, aportar hierro a poblaciones con déficit,<br />

por pérdidas o por problemas nutricionales y poliparasitismo,<br />

9 y campañas de terapias antiparasitarias masivas en zonas<br />

que presentan alta prevalencia de helmintiasis por Necator americanus<br />

y Ancylostoma duodenale. 12<br />

Referencias<br />

1. Barón M, Solano L, Páez M et al. Estado nutricional<br />

de hierro y parasitosis intestinal en niños de Valencia,<br />

Estado Carabobo, Venezuela. An Venez Nutr;20:5-11.<br />

2007.<br />

2. Dreyfus M, Stolzfus R, Shrestha J et al. Hookworms,<br />

malaria and vitamin A deficiency contribute to anemia<br />

and iron deficiency among pregnant women in the plans<br />

of Nepal. Journal of nutrition;130:2527-2536. 2000.<br />

3. Ezeamama A, Fierdman J, Olvida R et al. Functional<br />

significance of low intensity polyparasite helminths infections<br />

in anemia. JID;192:2160-2170. 2005.<br />

4. King C. Parasites and poverty: The case of schistosomiasis.<br />

Acta Trop;113:95-104. 2009.<br />

5. Le H, Brouwer I, Verhoef H et al. Anemia and intestinal<br />

parasite infection in school children in rural Vietnam.<br />

Asia Pac J Clin Nutr;16:716-723. 2007<br />

6. Llanos C, Flórez M, Arevalo HM et al. Mecanismos<br />

de generación de anemia en malaria. Colom Med;35:205-<br />

214. 2004.<br />

7. Mupfasoni D, Karibushi B, Koukounari A et al. Polyparasite<br />

helminth infections and their association to<br />

anaemia and undernutrition in Norther Rwanda. PLoS<br />

Negl Trop Dis September;3:517. 2009.<br />

8. Novo M. El desarrollo local en la sociedad global: hacia<br />

un modelo “global” sistémico y sostenible. En: Murga M.<br />

Desarrollo local y Agenda 21. Editorial Pearson Prentice<br />

Hall:365. 2006.<br />

9. Ojudwu J, Okebe J, Yahav D et al. Oral iron supplementation<br />

form prevention or trating anaemia among<br />

children in malaria–endemic areas. Cochrane Database of<br />

Systematic Reviews, Issue 3. Art N° CD006589 DOI:<br />

10.1002/14651858.CD 006589.pub2, 2009.<br />

10. Stephenson L. Impact of helminth infections on human<br />

nutrition. Taylor & Francis, London UK, 1987.<br />

11. Stotzfus R, Chwaya H, Tielsch J et al. Epidemiology<br />

of iron deficiency anemia in Zanzibari schoolchildren: the<br />

importance of hookworms. Am J Clin Nutr;65:153-159.<br />

1997.<br />

12. Vásquez E, Romero E, Nápoles F et al. Prevalencia de<br />

deficiencia de hierro y yodo, y parasitosis en niños de<br />

Arandas, Jalisco, México. 2001. Salud Pública de México;44:195-200.<br />

2002.


Capítulo<br />

82<br />

Síndrome de hipereosinofilia<br />

y parasitosis*<br />

Isabel Noemí<br />

En 1891, Paul Erlich describió el eosinófilo por primera vez. Su<br />

aumento en la circulación se ha asociado con la presencia de<br />

ciertas infecciones parasitarias, como las helmintiasis tisulares.<br />

En las últimas tres décadas se han dilucidado sus funciones,<br />

principalmente en los mecanismos de destrucción de formas<br />

larvales de parásitos en los tejidos del hombre, en especial<br />

histoparásitos y su papel activo en la inmunidad. 5,6,19,27,28,33,35,39<br />

Concepto<br />

Se define como eosinofilia todo aumento de estas células en la<br />

circulación, mayor de 500/mm 3 . 33<br />

Biología<br />

El eosinófilo en la vida neonatal puede ser producido en sitios<br />

extramedulares (hígado, bazo, timo, nódulos linfáticos), pero<br />

en el adulto son elaborados exclusivamente por la médula<br />

ósea. 5 Los eosinófilos constituyen 2 a 5% de los leucocitos periféricos;<br />

son esféricos y miden 10-15 mm de diámetro. Poseen<br />

un núcleo con dos lóbulos unidos por un puente de cromatina.<br />

En el humano, en la membrana de 20% de estas células, existen<br />

gránulos específicos, por lo general esféricos u ovoides, los cuales<br />

contienen un componente cristalino, rodeado por un material<br />

electrodenso y en su citoplasma hay gránulos acidófilos de<br />

tamaños diferentes. Algunos son grandes (lxO,6 mm) y en la<br />

matriz, se pueden encontrar enzimas como: peroxidasa, b-glucuronidasa,<br />

fosfatasa ácida e histaminasa, y una proteína básica<br />

mayor (MBP) con un peso molecular de 10 000 daltones. Existen<br />

otros tres tipos de gránulos de proteínas: la proteína catiónica<br />

(ECP), la peroxidasa eosinofílica (EPO) y la neurotoxina<br />

derivada de eosinófilos (EDN o EPX). Las proteínas básicas se<br />

tiñen con la eosina. En los gránulos pequeños (0.2 0.2 mm),<br />

se hallan las enzimas arilsulfatasa y fosfatasa ácida. El resto del<br />

citoplasma posee los organelos de todas las células. En la membrana<br />

celular recién se ha descrito fosfolipasa A y D, y una lisolecitinasa.<br />

Los eosinófilos contienen también cuerpos lipídicos,<br />

que son organelos no unidos a membranas y esencialmente<br />

contienen ácido araquidónico. Los gránulos primarios poseen<br />

en su interior los cristales de Charcot-Leyden; los cuales están<br />

dispersos en el núcleo y en el citoplasma de los eosinófilos activados.<br />

11,23,24,37<br />

Los eosinófilos, una vez maduros, migran a los tejidos en un<br />

lapso de 18 h. En el humano tienen una vida media de horas.<br />

El eosinófilo no es una célula circulante, sino tisular, y está<br />

distribuido fuera de la médula ósea, en la piel, pulmones, aparato<br />

gastrointestinal, urinario, y sitios próximos al contacto de<br />

diferentes estímulos antigénicos. La proporción en que se les<br />

encuentra en los tejidos es de 100 células por una circulante.<br />

Tal como otras células, los eosinófilos tienen múltiples receptores<br />

de membrana, en los que hay que destacar aquellos por adhesión<br />

(ligandos del endotelio vascular), integrinas que se unen<br />

a las inmunoglobulinas y los ligandos con carbohidratos, que<br />

permitirían a esta célula atravesar el espacio intravascular. En<br />

los focos inflamatorios existe una adhesión selectiva, mediada<br />

por IL-5 e IL-3, además de proteínas que facilitan una fijación<br />

de estas células a moléculas del endotelio vascular VLA-4 y<br />

VCAM-1 (derivados de células polimorfonucleares), cuya expresión<br />

es regulada por IL-4, facilitando de este modo la migración<br />

celular a los tejidos en donde existe inflamación. Además,<br />

es capaz de unirse a las proteínas de la matriz, aumentando las<br />

concentraciones de LTC4 y la liberación de peróxido de hidrógeno,<br />

nocivo para los tegumentos del parásito y en ocasiones,<br />

también del hospedero. El eosinófilo posee además receptores<br />

para la Fc de IgG, IgA, IgD, IgM e IgE. 6<br />

La unión del eosinófilo a dos IgE específicas contiguas, en<br />

presencia de suero opsonizado, puede destruir larvas de especies<br />

de Schistosoma en estudios in vitro. Se ha involucrado a es-<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

649


650 PARTE V Síndromes y parasitosis<br />

tos mecanismos y receptores, en especial, al CD32 en la fagocitosis,<br />

secreción de gránulos de proteínas, generación de<br />

mediadores lipídicos como el PAF y el LTC4. Si al eosinófilo se<br />

le estimula con interferón g nativo, se expresan los receptores<br />

CD16, CD64 y CD32. 38<br />

Al poseer receptores para la IgA, el eosinófilo puede ser<br />

originado por esta inmunoglobulina a una desgranulación de<br />

sus proteínas en forma importante. Si se le enfrenta a citocinas,<br />

como el factor estimulador de colonias de granulocitos-macrófagos<br />

(GM-CSF), en medios de cultivo celular, el eosinófilo<br />

puede expresar antígenos de leucocitos humanos como HLA-<br />

DR y un aumento de los niveles de ICAM-l, sustancia relacionada<br />

con la presentación del antígeno a las células T. También<br />

responde a mediadores solubles como F-MLP, C5a, C3a y<br />

RANTES (producido en reacciones inflamatorias) y a los lipídicos,<br />

como el PAF (factor activador de plaquetas).<br />

Para que el eosinófilo migre a los sitios donde su función<br />

es necesaria, deben participar quimiocinas específicas como el<br />

PAF, C5a, IL-5, IL-2, la C-C quimiocina selectiva de eosinófilos<br />

y el RANTES. Los eosinófilos, además, son capaces de liberar<br />

potentes mediadores como las proteínas básicas, mediadores<br />

lipídicos, citocinas, proteasas, radicales superóxidos y peróxido<br />

de hidrógeno.<br />

Enfrentado el organismo a un alergeno, se estimula por<br />

diferentes mecanismos, la célula cebada. Debido a su dotación<br />

enzimática, el eosinófilo es capaz de neutralizar la acción de<br />

estas células. La arilsulfatasa neutraliza la acción de SRS-A<br />

de las células cebadas, la fosfolipasa D inactiva al PAF, la histaminasa<br />

a la histamina, etc. De este modo, el eosinófilo tiene<br />

una función importante en el control de las reacciones de hipersensibilidad,<br />

inhibiendo y neutralizando la desgranulación<br />

de basófilos y células cebadas.<br />

Existen estudios in vivo e in vitro, donde se demuestra un<br />

control inmunológico en la producción de eosinófilos. Así, se<br />

ha comprobado que su aumento en las infecciones parasitarias<br />

depende de las células T. Existen factores eosinopoyéticos entre<br />

los que destacan tres citocinas, la interleucina-3 (IL-3), IL-5 y<br />

GM-CSF, relacionándose a su crecimiento, proliferación y diferenciación<br />

medular. En el hombre, los genes que comandan<br />

la producción de IL-3, IL-4, IL-5 y GM-CSF están en el brazo<br />

largo del cromosoma 5. Los anticuerpos anti IL-5, anulan la<br />

respuesta eosinofílica generada por parásitos.<br />

La IL-1 e IL-6 aumentan la sensibilidad de la célula madre<br />

a la IL-3. La IL-3 y el factor estimulador de colonias de granulocitos<br />

G-CSF aumentan la respuesta de las células progenitoras<br />

a IL-5, ésta es la principal mediadora en las infecciones parasitarias.<br />

Los linfocitos Th1 se relacionan con la producción<br />

de IL-2 e interferón gamma (INF-g); las células TH2 se relacionan<br />

con la génesis de IL-4, IL-5, mientras que la IL-3 es<br />

elaborada por ambos tipos de células. Por tanto, la eosinofilia es<br />

una respuesta al estímulo de células T, de diferentes alergenos,<br />

dentro de los que destacan los antígenos de helmintos histoparásitos.<br />

Los factores eosinofilotácticos son aquellos que atraen eosinófilos<br />

donde se encuentra el parásito. Dentro de ellos, cabe<br />

mencionar el C5a, el cual atrae eosinófilos, neutrófilos y macrófagos.<br />

A su vez, las células cebadas y basófilos, al secretar sus<br />

sustancias, liberan factores eosinofilotácticos (ECF-A, histamina,<br />

factor estimulador de plaquetas, PAF, y otros factores resultantes<br />

de la degradación del ácido araquidónico, la IL-3 y GM-<br />

CSF). Además, los mismos histoparásitos liberan factores<br />

quimiotácticos directos o indirectos (EGF), los que atraen a los<br />

eosinófilos. Estas células se estimulan al enfrentarse a IgE, la<br />

cual se sintetiza frente a la presencia de ciertos antígenos, fundamentalmente<br />

parasitarios, existen estudios que demuestran<br />

que en la mayoría de las histoparasitosis producidas por helmintos,<br />

esta inmunoglobulina se halla muy elevada. También<br />

el linfocito T activado es un factor capaz de estimular el aumento<br />

de eosinófilos circulantes a través de la síntesis del factor<br />

ESP. A esto se suma que el macrófago estimulado frente a un<br />

antígeno extraño al organismo, libera el factor de necrosis tumoral<br />

(TNF), el que también tendría un papel en la activación<br />

de los eosinófilos. Por su parte, los monocitos secretan dos factores<br />

estimulantes de eosinófilos, el ESF de 35 kDa, que promueve<br />

la producción de radicales superóxidos, y el factor del<br />

monocito derivado de la citotoxicidad de eosinófilos M-ECEF,<br />

que junto con la IgE, sinergizan la acción de estas células.<br />

Además, el isotipo de las inmunoglobulinas también tiene<br />

una función en la actividad de los eosinófilos, cosa que similarmente<br />

ocurre al estimular la vía alterna del complemento. Así,<br />

depósitos de C3 aumentan la citotoxicidad mediada por eosinófilos,<br />

pero este fenómeno sólo se presenta en presencia de<br />

anticuerpos.<br />

Por otra parte, se ha visto que algunos parásitos (Trichinella<br />

spiralis, Ascaris lumbricoides, Schistosoma mansoni y Taenia<br />

taeniformis), son capaces de liberar factores quimiotácticos de<br />

los eosinófilos, ya sea directamente o a través de la activación<br />

de las fracciones C3a, C5a del complemento, entre otros.<br />

Todos estos mecanismos tal vez contribuyen a la génesis<br />

del aumento de eosinófilos frente a antígenos extraños al organismo.<br />

Los eosinófilos presentan una variación diurna, alcanzando<br />

un número superior en la noche. Este hecho se ha atribuido<br />

a la curva del ciclo del cortisol.<br />

Función del eosinófilo<br />

en las infecciones parasitarias<br />

Una vez que un helminto invade los tejidos del humano, se<br />

produce una inflamación secundaria inespecífica, tratando de<br />

cirscunscribir al agente. Si esta respuesta es insuficiente para<br />

eliminar al parásito, su correspondiente antígeno provoca una<br />

respuesta linfocitaria TH que estimula la producción de eosinófilos,<br />

anticuerpos anafilactoideos y células cebadas. Secundaria<br />

a la interacción de estos elementos, se produce la desgranulación<br />

de las células cebadas, logrando estas últimas y sus<br />

productos una localización selectiva.<br />

Tanto los productos de la célula cebada como los de linfocitos<br />

TH, incrementan la acción de los eosinófilos. Estas células<br />

se unen a las cubiertas parasitarias y/o a los factores del comple-


CAPÍTULO 82 Síndrome de hipereosinofilia y parasitosis 651<br />

mento, liberándose radicales superóxidos altamente reactivos y<br />

proteínas preformadas, produciéndose por último la fagocitosis<br />

de complejos antigénicos y secreción de diferentes productos.<br />

La función y características del eosinófilo en infecciones<br />

parasitarias está en estudio. Se ha visto que estas células, en presencia<br />

de antígenos parasitarios, poseen un tiempo de generación<br />

medular menor y emergen desde la médula en 18 h. Se ha<br />

comprobado que presentan un mayor número de receptores Fc<br />

para IgE, IgM, IgA, IgG y complemento (C3b, C4 y C5a), lo<br />

que evidencia que el parásito influye en la maduración celular.<br />

Acerca de la función del eosinófilo, hay indicios que indican<br />

su tendencia a la destrucción y/o al daño de los parásitos.<br />

Se ha observado a la microscopia electrónica, con la demostración<br />

de eosinófilos adheridos a la superficie de larvas de S. mansoni,<br />

descargando su contenido citoplasmático. Por esta acción<br />

se producen fracturas y lesiones de los tegumentos de los parásitos,<br />

afectando su supervivencia. Una situación semejante ocurre<br />

al enfrentar eosinófilos con larvas de T. spiralis, pero en este<br />

caso, para ejercer su efecto parasiticida, debe contar con anticuerpos<br />

y complemento. Los mismos efectos se han observado<br />

en Onchocerca volvulus y Trypanosoma cruzi.<br />

También el eosinófilo puede producir daño a complejos<br />

antígeno parasitario-anticuerpos.<br />

Comprometidos en el daño parasitario está la proteína básica<br />

mayor (PBM) (10 000 daltones), proteína eosinofílica catiónica<br />

(ECP), peroxidasa eosinofílica (EPO), neurotoxina derivada<br />

de eosinófilos (EDN), los que para llevar a cabo sus efectos parasiticidas,<br />

deben contar con la presencia de C3 (larvas de especies<br />

de Nippostrongylus y de Schistosoma). 1,8,9,10,29,32,34,36,38<br />

Existen también mecanismos oxigenodependientes que el<br />

eosinófilo emplea para ejercer su efecto antiparasitario, los cuales<br />

son radicales de oxígeno altamente reactivos, a saber: radicales<br />

superóxidos, peróxido de hidrógeno, hidroxilo, ácido hidroclórico.<br />

Estos radicales son fuertes oxidantes, que reaccionan<br />

con proteínas del DNA, lípidos y glucosaminoglucanos, produciendo<br />

daño celular directamente o por sus derivados tóxicos,<br />

lo que se ha visto en infecciones por Schistosoma mansoni,<br />

T. spiralis y microfilarias. Por lo anterior, los radicales superóxido<br />

tendrían una función en la destrucción de helmintos.<br />

Otra propiedad descrita del eosinófilo es su capacidad fagocitaria<br />

de complejos antígeno anticuerpo. Su papel protector<br />

en las infecciones parasitarias se ha hecho evidente al usar suero<br />

antieosinófilo. En tales circunstancias, infecciones por F. hepatica,<br />

T. spiralis, S. mansoni y D. viviparus, tienen un curso más<br />

prolongado y grave.<br />

Patología<br />

La elevación sostenida y prolongada de estas células y su desgranulación<br />

progresiva, llevaría a un daño en los tejidos (síndrome<br />

hipereosinofílico). Esto ocurre por acción de la proteína<br />

básica mayor (PBM), radicales superóxidos, hidrolasas lisosomales<br />

y los productos del ácido araquidónico, entre los que<br />

destacan los leucotrienos, prostaglandinas y otros mediadores<br />

del eosinófilo activado. Son numerosas las patologías asociadas<br />

a eosinofilia. 2-4,7,12-18,20-27,30,31,39,40 En el cuadro 82-1 se destacan<br />

algunas.<br />

De las causas parasitarias destacan las producidas por helmintos<br />

tisulares.<br />

Obviamente, al investigarse la causa de una eosinofilia<br />

debe contemplarse la edad del paciente, la zona geográfica de la<br />

cual procede, antecedentes mórbidos, saneamiento ambiental<br />

de la región donde vive, características climáticas de la zona,<br />

hábitos alimentarios, costumbres, existencia de animales domésticos,<br />

viajes etc. Así, en estudios practicados en adultos en<br />

la Clínica Mayo (EUA), se atribuyó a los agentes parasitarios<br />

sólo 4% de las eosinofilias estudiadas; en tanto que en Chile, en<br />

población pediátrica, los agentes parasitarios son los responsables<br />

de alrededor de 80% de las eosinofilias investigadas.<br />

Para evaluar una eosinofilia debe considerarse que tienen<br />

mayor valor las eosinofilias absolutas que las relativas o porcentuales,<br />

las cuales pueden aparecer como normales en presencia<br />

de leucopenias o leucocitosis. Así, se podrían considerar normales<br />

las eosinofilias de 5% con leucocitosis de 20 000, y en<br />

realidad en este caso existe un aumento absoluto de eosinófilos.<br />

En la fase invasora tardía o migratoria de las helmintiasis o<br />

al enfrentarse a una reinfección, la eosinofilia es uniformemente<br />

elevada mientras exista una respuesta tisular inflamatoria<br />

sostenida. En la fase crónica se pueden presentar alzas fluctuantes<br />

de los eosinófilos que, en ocasiones, persisten por meses.<br />

A excepción de la isosporosis, las sarcocistosis, y en algunos<br />

casos de toxoplasmosis ganglionar, los protozoos, cualquiera<br />

que sea su localización, no producen eosinofilia. Esto es válido<br />

para la amebiasis, giardiasis, balantidiasis, tripanosomosis,<br />

paludismo, etc. Las protozoosis, cuyas infecciones producen un<br />

aumento de los eosinófilos, son la isosporosis, la cual se desarrolla<br />

con un cuadro infeccioso inicial de corta duración, diarrea<br />

lientérica y eosinofilia elevada. También se han descrito<br />

eosinofilias de hasta 2 000 eosinófilos/mm 3 en algunos pacientes<br />

con toxoplasmosis ganglionar, sarcocistosis, pero lo habitual<br />

es que cursen sin eosinofilia.<br />

Si se considera en conjunto a los helmintos, se advierte<br />

que los del intestino producen una eosinofilia leve, lo que contrasta<br />

con los gusanos de los tejidos, en los cuales el aumento<br />

del número de ellos es considerable. Debe destacarse que las<br />

más altas eosinofilias de origen parasitario guardan estrecha relación<br />

con aquellas que se hallan en los tejidos del hospedero.<br />

Entre los nematodos intestinales, la anquilostomosis y la estrongiloidosis<br />

son las que presentan eosinofilias más elevadas.<br />

En el primer caso, la eosinofilia aparece alrededor de una semana<br />

después de la infección y, por consiguiente, durante la migración<br />

de las larvas por el organismo. Cuando hay cuadros<br />

agudos o reinfectados se presentan eosinofilias de hasta 6 000-<br />

7 000 eosinófilos/mm 3 . Algo similar ocurre en la estrongiloidosis,<br />

en cuyos cuadros subagudos se alcanza entre 15 y 40%,<br />

cifras que van decreciendo conforme la infección se hace crónica.<br />

En la ascariasis, cuando el gusano se encuentra en el estado<br />

adulto en el intestino, se puede observar una ligera elevación de<br />

los eosinófilos en un tercio de los casos. Algo similar ocurre en


652 PARTE V Síndromes y parasitosis<br />

la mitad de los pacientes con enterobiasis, en los cuales se encuentra<br />

una eosinofilia también leve, alrededor de 600 eosinófilos/mm<br />

3 . En la tricocefalosis masiva, caracterizada por episodios<br />

disentéricos repetidos, prolapso rectal, anemia y desnutrición, se<br />

presenta una eosinofilia de alrededor de 2 000 eosinófilos/mm 3 .<br />

Otros nematodos intestinales de distribución geográfica limitada,<br />

como especies de Angiostrongylus, Capillaria philippinensis,<br />

especies de Anisakis, también pueden inducir eosinofilias altas.<br />

Del grupo de los cestodos intestinales, la infección provocada<br />

por Taenias (Taenia saginata, T solium y especies de Diphyllobothrium),<br />

provocan una eosinofilia leve o bien no la<br />

producen. Hymenolepis nana, el más pequeño de los cestodos<br />

del intestino del humano y que se observa en los niños principalmente,<br />

evoluciona con una eosinofilia discreta (900 eosinófilos/mm<br />

3 ).<br />

En la cisticercosis no se observa aumento de los eosinófilos<br />

en la sangre periférica; sin embargo, cuando se encuentran uno<br />

o más eosinófilos en el líquido cefalorraquídeo, constituye un<br />

posible signo de sospecha de neurocisticercosis, en especial, si<br />

existe un cuadro clínico e imagenológico (IRM) compatible.<br />

En las trematodiasis intestinales prevalentes en Oriente,<br />

hay un aumento de los eosinófilos, especialmente en la infección<br />

producida por Fasciolopsis buskii.<br />

En conclusión, las eosinofilias más elevadas producidas<br />

por parásitos se van circunscribiendo, fuera de algunas enteroparasitosis,<br />

al grupo de las parasitosis tisulares producidas por<br />

helmintos.<br />

La migración de larvas de nematodos por el organismo<br />

desencadena eosinofilias muy elevadas. Esta migración puede<br />

afectar sobre todo al pulmón, constituyendo el síndrome de<br />

Loeffler, originado por las larvas de parásitos en las que el hombre<br />

es el hospedero principal (A. lumbricoides, A. duodenale, N<br />

americanus y S. stercoralis). Además, el hombre puede ser hospedero<br />

accidental de larvas del áscaris del perro y del gato, las<br />

que provocan granulomas inflamatorios en hígado, pulmón,<br />

ojo, encéfalo, etc., determinando un cuadro de larva migrante<br />

visceral. En estos casos, al síndrome infeccioso y de la hipergammaglobulinemia,<br />

se agrega una eosinofilia periférica, que<br />

alcanza cifras superiores a 8 000 eosinófilos/mm 3 . Esta afección<br />

se presenta con frecuencia en preescolares, constituyendo<br />

una importante causa de eosinofilia en este periodo de la vida.<br />

El examen hematológico de la triquinosis revela una ligera<br />

leucocitosis y una eosinofilia elevada, con eosinófilos juveniles.<br />

Son frecuentes las cifras de 40 a 60% y 4 500 eosinófilos/<br />

mm 3 absolutos.<br />

El quiste hidatídico, a pesar de ser un helminto que se<br />

desarrolla en los tejidos del hombre, no induce una eosinofilia<br />

elevada, se presenta en 30% de los casos y, si existe, no alcanza<br />

cifras superiores al 10 a 20%. Cuando se encuentra una eosinofilia<br />

alta en la hidatidosis, es un signo indicador de complicaciones<br />

del quiste (rotura, vaciamiento a serosas, vía biliar,<br />

etc.). De lo expresado, se puede concluir que la eosinofilia elevada<br />

es un signo de poco valor en la hidatidosis; si se presenta<br />

en un paciente con una tumoración, apoya el diagnóstico, pero<br />

su ausencia no lo invalida.<br />

En las etapas recientes de la filariasis, la eosinofilia muy<br />

elevada constituye un signo frecuente, pero tiende a disminuir<br />

en las etapas tardías de la infección.<br />

En zonas tropicales de Asia, África e Indias Occidentales,<br />

se ha descrito en el hombre el síndrome de eosinofilia tropical,<br />

con un aumento de los eosinófilos hasta de 80% y leucocitosis<br />

de evolución crónica, que se acompañan de fiebre, tos asmatiforme,<br />

urticaria, linfadenitis y esplenomegalia y, en 50% de los<br />

pacientes de hepatomegalia. En los bronquios se halla un infiltrado<br />

celular eosinofílico, asociado a necrosis de los bronquíolos.<br />

En los casos más antiguos, el proceso es irreversible y puede<br />

producir la muerte. En la biopsia de pulmón de estos pacientes<br />

se han identificado microfilarias, las cuales serían responsables<br />

de esta enfermedad.<br />

Los trematodos parásitos del hombre constituyen también<br />

un grupo cuyo cuadro clínico evoluciona con altas eosinofilias.<br />

En los trematodos sanguíneos o esquistosomas (Schistosoma<br />

mansoni, S. haematobium y S. japonicum), el aumento de eosinófilos<br />

ocurre principalmente en las etapas tempranas de la<br />

infección, alcanza su máximo en pleno periodo agudo, para<br />

declinar en las formas crónicas, aunque siempre se encuentran<br />

cifras elevadas. Este mismo fenómeno es válido para los trematodos<br />

del hígado y del pulmón.<br />

En la infección producida por Fasciola hepatica es común<br />

encontrar eosinofilias que sobrepasan 40% ya en la etapa de<br />

invasión del parásito, antes de su ubicación definitiva en los<br />

canalículos biliares.<br />

Algo similar se observa en la clonorquiasis y opistorquiasis,<br />

infecciones que, aunque raras en el continente americano, suelen<br />

encontrarse en los inmigrantes, sobre todo en los orientales.<br />

En los trematodos pulmonares, el cuadro clínico evoluciona<br />

también con una eosinofilia alta, lo cual es de interés en aquellas<br />

zonas geográficas de América en las cuales la paragonimiasis<br />

es endémica (Ecuador y Perú).<br />

En el curso de algunas parasitosis prevalentes en el Oriente,<br />

se describe la meningitis eosinofílica, caracterizada por un<br />

cuadro neurológico debido a la localización errática en el SNC<br />

de helmintos como Angiostrongylus cantonensis, Gnathostoma<br />

spinigerum y Paragonimus westermani. En estos casos, además<br />

de una importante eosinofilia sanguínea se observa en el LCR<br />

una pleocitosis con intensa eosinofilia.<br />

Como ya se comentó, en el LCR de pacientes con neurocisticercosis<br />

también pueden observarse eosinófilos, aunque en<br />

una cantidad menor que en esas parasitosis exóticas.<br />

En infecciones por artrópodos como la sarna y la alergia a<br />

picaduras de insectos, se ha descrito también incremento en los<br />

eosinófilos circulantes de leve a moderada intensidad.<br />

Respecto a cualquier otra parasitosis, hasta aquí no mencionada,<br />

cobran plena vigencia las reglas básicas generales ya<br />

enunciadas: las protozoosis no producen eosinofilia; en cambio,<br />

se presentan en las helmintiasis tisulares del humano. Es<br />

probable que algunas eosinofilias leves se deban a infecciones<br />

subclínicas provocadas por helmintos o por estados larvales de<br />

éstos, o bien de animales domésticos, los cuales en general, son<br />

muy engorrosas en su diagnóstico (cuadro 82-2).


CAPÍTULO 82 Síndrome de hipereosinofilia y parasitosis 653<br />

Diagnóstico y tratamiento<br />

La investigación de una eosinofilia de origen parasitario se efectúa<br />

basándose en los antecedentes clínicos y epidemiológicos<br />

del caso, y en algunas ocasiones en los del grupo con el cual vive<br />

el enfermo (brotes epidémicos familiares de triquinosis, fascioliasis,<br />

etc.), son útiles las costumbres y hábitos alimentarios, la<br />

existencia de cachorros en el hogar, la presencia de diarrea, cuadros<br />

pulmonares asmatiformes recidivantes, etcétera.<br />

Estudios practicados a una población con eosinofilia del<br />

área oriente de Santiago de Chile, demostraron que las enteroparasitosis<br />

son responsables de 45% de las eosinofilias en niños.<br />

De éstas, Enterobius vermicularis fue demostrado en 25.8% de<br />

los casos, los histoparásitos en 34.8% de las consultas, y la infección<br />

que con mayor frecuencia se encontró fue larva migrante<br />

visceral, con 20% de los casos. Este mismo agente se halló en<br />

20% de los pacientes asmáticos, en tanto que tan sólo en 8.8%<br />

de la población presuntamente sana.<br />

La magnitud de las eosinofilias orienta hacia su origen parasitario.<br />

Así, la larva migrante visceral, isosporosis, distomatosis<br />

y triquinosis cursan con las eosinofilias de origen parasitario<br />

más elevadas (promedios de 4 500 eosinófilos/mm 3 ).<br />

Una vez orientados por los antecedentes clínicos y epidemiológicos,<br />

la magnitud de la eosinofilia y el examen físico, se<br />

procede a su investigación, por regla general se práctica un estudio<br />

seriado de las deposiciones, prueba de Graham y reacciones<br />

serológicas o bien reacción de la polimerasa en cadena, para<br />

poder dar un informe global de la posible causa parasitaria de<br />

la eosinofilia. Una vez encontrado el agente parasitario, se debe<br />

proceder a tratar, controlando al paciente con hemogramas periódicos,<br />

exámenes coproparasitológicos, prueba de Graham y<br />

serologías específicas o bien PCR para asegurar la cura parasitológica,<br />

que en estos casos redundará en la normalización de los<br />

eosinófilos circulantes, puesto que cada vez hay mayores evidencias<br />

de que la elevación sostenida de estas células en el organismo<br />

sería nociva para algunos parénquimas.<br />

Referencias<br />

1. Arness M, Brown J, Dubey J. Gastroent;66:923-935.<br />

1974.<br />

2. Bain B. Hypereosinophilia. Curr Opin Hematol;7:21-25.<br />

2000.<br />

3. Bain B. Eosinophilic leukemia and idiopathic hypereosinophilic<br />

syndrome are mutually exclusive diagnoses.<br />

Blood;104-3836. 2004.<br />

4. Banerji A, Weller P, Sheikh J. Cytokine-associated angioedema<br />

syndromes including episodic angioedema with<br />

eosinophilia (Gleich’s Syndrome). Immunol Allergy Clin<br />

North Am;26:769-781. 2006.<br />

5. Bass D. Behavior of eosinophil leukocytes in acute inflammation.<br />

Lack of dependence on adrenal function. J<br />

Clin Invest;55:1229-1269. 1975.<br />

6. Beeson P, Bass D. The eosinophil major problems. Intern<br />

Med;14:1-289. 1977.<br />

7. Blanchard C, Wang N, Rothenberg M. Eosinophilic<br />

esophagitis: pathogenesis, genetics, and therapy. J Allergy<br />

Clin Immunol;118:1054-1059. 2006.<br />

8. Brandborg L, Goldberg S, Briedenbach W. Human<br />

coccidiosis—a possible cause of malabsorption: the life<br />

cycle in small-bowel biopsies as a diagnostic feature. N<br />

Engl J Med;283:1306-1313. 1970.<br />

9. Chen X, Zuo Y, Zuo W. [Observation on the clinical<br />

symptoms and sporocyst excretion in human volunteers<br />

experimentally infected with Sarcocystis hominis]. Zhongguo,<br />

Ji Sheng, Chong Xue, Yu Ji, Sheng Chong, Bing Za<br />

Zhi, 1999;17:25-27. [in Chinese] Abstract.<br />

10. Deshpande A. Eosinophilia associated with scabies.<br />

Practitioner;231-455. 1987.<br />

11. Dvorak A, Weller P. Ultrastructural analysis of human<br />

eosinophils. Chem Immunol;76:1-28. 2000.<br />

12. España A, Sanz M, Sola J et al. Wells’ syndrome (eosinophilic<br />

cellulitis): correlation between clinical activity,<br />

eosinophil levels, eosinophil cation protein and interleukin-5.<br />

Br J Dermatol;140:127-130. 1999.<br />

13. Grimbacher B, Holland S, Puck J. Hyper-IgE syndromes.<br />

Immunol Rev;203:244-250. 2005.<br />

14. Jacobsohn D, Schechter T, Seshadri R et al. Eosinophilia<br />

correlates with the presence or development of<br />

chronic graft-versus-host disease in children. Transplantation;77:1096-1100.<br />

2004.<br />

15. Jederlinic P, Sicilian L, Gaensler E. Chronic eosinophilic<br />

pneumonia. A report of 19 cases and a review of the<br />

literature. Medicine;67:154-162. 1988.<br />

16. Kargili A, Bavbek N, Kaya A et al. Eosinophilia in<br />

rheumatologic diseases: a prospective study of 1000 cases.<br />

Rheumatol Int;24:321-324. 2004.<br />

17. Kendell K, Day J, Hruban R et al. Intimate association<br />

of eosinophils to collagen bundles in eosinophilic myocarditis<br />

and ranitidine-induced hypersensitivity myocarditis.<br />

Arch Pathol Lab Med;119:1154-1160. 1995.<br />

18. Khan S, Orenstein S. Eosinophilic gastroenteritis: epidemiology,<br />

diagnosis and management. Paediatr Drugs;4:<br />

563-570. 2002.<br />

19. Klion A, Bochner B, Gleich G et al. Approaches to the<br />

treatment of hypereosinophilic syndromes: a workshop summary<br />

report. J Allergy Clin Immunol;117:1292-1302. 2006.<br />

20. Kim Y, Nutman T. Eosinophilia: causes and pathobiology<br />

in persons with prior exposures in tropical areas with


654 PARTE V Síndromes y parasitosis<br />

an emphasis on parasitic infections. Curr Infect Dis Rep;8:<br />

43-50. 2006.<br />

21. Leiferman K. Eosinophils in atopic dermatitis. J Allergy<br />

Clin Immunol;94:1310-1317. 1994.<br />

22. Loeffler W. Transient lung infiltrations with blood eosinophilia.<br />

Int Arch Allergy Appl Immunol;8-54. 1956.<br />

23. Mawhorter S, Stephany D, Ottesen E et al. Identification<br />

of surface molecules associated with physiologic activation<br />

of eosinophils: application of whole blood flow cytometry<br />

to eosinophils. J Immunol;156:4851-4858. 1996.<br />

24. Moore T, Nutman T. Eosinophilia in the returning traveler.<br />

Infect Dis Clin North Am;12:503-521. 1998.<br />

25. Ottesen E, Nutman T. Tropical pulmonary eosinophilia.<br />

Annu Rev Med;43:417-424. 1992.<br />

26. Renston J, Goldman E, Hsu R et al. Peripheral blood<br />

eosinophilia in association with sarcoidosis. Mayo Clin<br />

Proc;75:586-590. 2000<br />

27. Rothenberg M. Eosinophilia. N Engl J Med;338:1592-<br />

1600. 1998.<br />

28. Simon D, Simon H. Eosinophilic disorders. J Allergy<br />

Clin Immunol;119:1291-1300. 2007.<br />

29. Starr J, Pruett J, Yunginger J et al. Myiasis due to<br />

Hypoderma lineatum infection mimicking the hypereosinophilic<br />

syndrome. Mayo Clin Proc;75:755-759. 2000.<br />

30. Tazelaar H, Linz L, Colby T et al. Acute eosinophilic<br />

pneumonia: histopathologic findings in nine patients. Am<br />

J Respir Crit Care Med;155:296-302. 1997.<br />

31. Tietz A, Sponagel L, Erb P et al. Eosinophilia in patients<br />

infected with the human immunodeficiency virus.<br />

Eur J Clin Microbiol Infect Dis;16:675-677. 1997.<br />

32. Trier J, Moxey P, Schimmel B, Robles E. Chronic intestinal<br />

coccidiosis in man: intestinal morphology and<br />

response to treatment. Gastroenterol;66:923-935. 1974.<br />

33. Uhrbrand H: The number of circulating eosinophils:<br />

normal figures and spontaneous variations. Acta Med<br />

Scand;160:99-104. 1958.<br />

34. van den Enden E, Praet M, Joos R et al. Eosinophilic<br />

myositis resulting from sarcocystosis: a review and report<br />

of five cases. J Trop Med Hyg;98:273-276. 1995.<br />

35. Weller P. The immunobiology of eosinophils. N Engl J<br />

Med;324:1110-1118. 1991.<br />

36. Weller P. Eosinophilia in travelers. Med Clin North<br />

Am;76:1413-1432. Abstract. 1992.<br />

37. Weller P. Eosinophilia and eosinophil-related disorders.<br />

En: Adkinson NF, Yunginger JW, Busse Wwea (editors).<br />

Allergy: principles and practices. 6th ed. St. Louis (MO):<br />

Mosby-Year Book;1105-1555. 2008.<br />

38. Wilson M. Eosinophilia. A world guide to infections: diseases,<br />

distributions, diagnosis. New York: Oxford University<br />

Press;164-256. 1991.<br />

39. Wilson M, Weller P. Eosinophilia. Philadelphia: Churchill<br />

Livingstone,1999.<br />

40. Wolf R, Davidovici B, Matz H et al. Drug rash with<br />

eosinophilia and systemic symptoms versus Stevens-Johnson<br />

Syndrome—a case that indicates a stumbling block<br />

in the current classification. Int Arch Allergy Immunol;141:<br />

308-310. 2006.


Capítulo<br />

83<br />

Síndrome infeccioso<br />

y parasitosis*<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Uno de los pilares del síndrome infeccioso es la fiebre; sin embargo,<br />

existe una serie de etiologías no infecciosas que originan<br />

fiebre: neoplasias, enfermedades inmunológicas, colagenosis,<br />

enfermedades endocrinas, enfermedades de la sangre, hipersensibilidad<br />

a fármacos, deshidratación, etcétera.<br />

En los cuadros infecciosos producidos por bacterias y virus,<br />

el médico siempre considera estas etiologías como primera<br />

causa de la fiebre. En cambio, las parasitosis por lo general<br />

no causan fiebre, sino cuadros crónicos, pero existe un grupo<br />

de enfermedades parasitarias que pueden originar fiebre o febrículas.<br />

Las parasitosis del tubo digestivo no producen un síndrome<br />

infeccioso en las personas inmunocompetentes, excepto<br />

amebiasis e isosporiasis. En pacientes inmunosuprimidos los<br />

coccidios Cryptosporidium hominis y C. parvum, especies de<br />

Microsporidium, Ciclospora cayetanensis, Cystoisospora belli y<br />

Sarcocystis bovi hominis y S. sui hominis, provocan un tardío<br />

síndrome febril. Además, G. lamblia, Blastocystis hominis y Balantidium<br />

coli, pueden originar fiebre en estas personas. En general,<br />

los parásitos de los tejidos y de la sangre son los que habitualmente<br />

originan un síndrome infeccioso.<br />

Las parasitosis que pueden originar un síndrome infeccioso<br />

se describen en el cuadro 83-1.<br />

Amebiasis<br />

En la disentería amebiana puede aparecer fiebre, pero de menor<br />

magnitud (37.5-38°C) que en la disentería bacilar; en esta última,<br />

la fiebre es alta y se sostiene durante la enfermedad. Cuando<br />

E. histolytica compromete la serosa, en especial cuando se<br />

perfora el intestino grueso, se presentan los signos y síntomas<br />

de una peritonitis con fiebre alta.<br />

En la amebiasis extraintestinal, sobre todo en la localización<br />

hepática, el mal llamado “absceso hepático amebiano”, ya<br />

que no hay piocitos, sino sólo tejido hepático necrosado, sangre<br />

y amebas, los pacientes presentan fiebre sostenida, hepatomegalia<br />

dolorosa y leucocitosis con desviación a la izquierda.<br />

Cuando el absceso está bien constituido, la sintomatología se<br />

mantiene y al agregarse una infección bacteriana la fiebre alcanza<br />

niveles más elevados. En ocasiones el absceso se presenta sin<br />

las características señaladas, en estos casos los pacientes presentan<br />

un aspecto intoxicado con dolor espontáneo en el hipocondrio<br />

derecho, o al comprimir la parrilla costal, muchas veces sin<br />

hepatomegalia, sin fiebre o presentando sólo febrículas.<br />

El diagnóstico diferencial de estos casos es difícil. Cuando<br />

el absceso hepático por contigüidad llega al pulmón o pleura,<br />

se origina un absceso pulmonar o un derrame pleural (véase<br />

capítulo 16, Amebiasis). 2,3,4,12<br />

Amebas de vida libre<br />

Las personas inmunocompetentes después de bañarse en lagos<br />

o pozas que están a la orilla de ríos, pueden presentar una meningoencefalitis<br />

supurada, es decir, presentan un síndrome de<br />

hipertensión endocraneal e irritación meníngea: cefalea, vómito<br />

explosivo, fiebre, rigidez de nuca, Kernig-Brudzinsky, etc.,<br />

con líquido cefalorraquídeo (LCR) purulento. El cuadro no<br />

responde a la terapia habitual de la meningitis supurada. A veces<br />

los antecedentes epidemiológicos orientan al diagnóstico y<br />

se pueden observar trofozoítos de especies de Naegleria en el<br />

LCR, las que se exflagelan colocadas en suero fisiológico (véase<br />

capítulo 46).<br />

En individuos inmunosuprimidos, especies de Acanthamoeba<br />

y Balamuthia mandrilaris a partir de focos pulmonares la<br />

primera y cutáneos la segunda, producen encefalitis granulomatosa.<br />

Los pacientes presentan cefalea, alteración de la personalidad,<br />

febrículas, convulsiones y alteraciones de la conciencia. El<br />

LCR es turbio, con predominio de los linfocitos sobre los polimorfonucleares.<br />

El diagnóstico se debe sospechar en pacientes<br />

inmunosuprimidos que en la tomografía axial computarizada<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

655


656 PARTE V Síndromes y parasitosis<br />

(TAC) o imagen por resonancia magnética (IRM) presentan<br />

granulomas cerebrales. El diagnóstico diferencial se debe plantear<br />

con todas las etiologías que pueden originar granulomas<br />

cerebrales en este tipo de pacientes, en especial toxoplasmosis,<br />

lesiones micóticas, tuberculosis, etc. El diagnóstico se confirma<br />

por el hallazgo de las amebas en biopsias cerebrales o por reacción<br />

en cadena de la polimerasa (PCR) en ese material. 5,7<br />

Balantidiasis<br />

En la disentería por B. coli se presenta fiebre, al igual que en las<br />

perforaciones del intestino grueso por esta parasitosis.<br />

Cistoisosporiasis, ciclosporiasis,<br />

criptosporidiasis, sarcocistosis<br />

y microsporidiasis<br />

En pacientes inmunocompetentes Cystoisospora belli, Cyclospora<br />

cayetanensis, Cryptosporidium hominis, C. parvum, Sarcocystis<br />

bovi hominis y S. sui hominis, originan fiebre entre 37.5-38°C<br />

al comienzo de la diarrea, después la fiebre cesa y la diarrea<br />

lientérica se mantiene por un tiempo, ya que el cuadro es autolimitado.<br />

En personas inmunodeprimidas la diarrea es más intensa,<br />

al igual que la fiebre persistente que contribuye a precipitar<br />

la muerte de los pacientes.<br />

Los microsporidios afectan a personas inmunodeprimidas,<br />

especialmente con SIDA. Encephalitozoon intestinalis y Enterocytozoon<br />

bieneusi son los más importantes; por lo general producen<br />

cuadros diarreicos con fiebre persistente en estos pacientes.<br />

Especies de Pleistophora originan miositis febriles generalizadas<br />

en pacientes con SIDA (véase capítulo 84).<br />

Leishmaniasis<br />

La forma visceral o kala-azar producido por Leishmania donovani,<br />

L. infantum y L. chagasi, presenta un síndrome infeccioso<br />

con hepatosplenomegalia, sobre todo en personas inmunodeprimidas.<br />

Las otras formas de leishmaniasis: cutánea, cutáneo<br />

mucosa y cutáneo difusa, por lo general no producen un síndrome<br />

febril.<br />

Enfermedad de Chagas<br />

En el periodo agudo existe un síndrome infeccioso con fiebre,<br />

astenia, adinamia, malestar general y la lesión de “puerta de<br />

entrada”, complejo oftalmoganglionar: signo de Romaña o<br />

chagoma de inoculación. En ocasiones hay miocarditis, meningitis<br />

o encefalitis. La fiebre puede durar días o semanas.<br />

En el periodo subagudo, la sintomatología descrita disminuye,<br />

pero persisten febrículas, micropoliadenopatías generalizadas<br />

y hepatosplenomegalia. En el periodo crónico de la parasitosis,<br />

al igual que en las formas congénitas, por lo general no<br />

se presenta fiebre.<br />

Tripanosomiasis africanas<br />

Las formas agudas por Trypanosoma brucei rhodesiense se presentan<br />

en África del este. Los enfermos presentan un síndrome<br />

infeccioso, astenia, adinamia y compromiso del estado general.<br />

Las formas crónicas de África occidental presentan el cuadro<br />

típico de “enfermedad del sueño”, con letargo, progresión y<br />

accesos febriles irregulares que provocan la muerte si no se tratan<br />

a tiempo. 6,13,15,16 Es importante mencionar que existen<br />

casos asintomáticos de enfermedad del sueño en África del este<br />

y en África occidental. 17<br />

Paludismo (malaria)<br />

La fiebre es el sistema principal de esta zoonosis. La ley de Golgi<br />

señala que se produce una crisis febril cada 48 h (terciaria) en<br />

P. falciparum, P. vivax y P. ovale, y cada 78 (cuartana) en P.<br />

malariae, coincidiendo el alza térmica con la rotura sincrónica<br />

de los glóbulos rojos por esquizontes. Los accesos febriles comienzan<br />

con una intensa sensación de frío, castañeteo de dientes,<br />

escalofríos, palidez. Después de un tiempo variable, por lo<br />

general 1 h, la temperatura sube a 39.5-40°C, acompañada de<br />

rubicundez, náuseas y vómito. Después viene el periodo de descenso<br />

de la temperatura con abundante transpiración (que<br />

moja las sábanas), y las personas agotadas caen en un sueño<br />

profundo. Cada crisis febril dura de 6 a 8 h. Los pacientes se<br />

sienten mejor entre los accesos febriles, siempre débiles, dependiendo<br />

esto último de la intensidad de la anemia que presentan.<br />

Las crisis febriles duran semanas o meses, decreciendo después<br />

hasta desaparecer.<br />

Al inicio de la parasitosis se puede desarrollar una fiebre<br />

continua por infecciones mixtas de varias especies de plasmodios,<br />

posteriormente, al prevalecer una especie, se presentan las<br />

crisis típicas de terciaria o cuartana.<br />

En el paludismo grave por anemia intensa (hematócrito<br />

inferior a 15% o hemoglobina inferior a 5 g/dl), carga parasitaria<br />

elevada (más de 50 000 parásitos por mm 3 ), alteraciones<br />

del equilibrio ácido-base, hipoglucemia (menos de 40 ml/dl),<br />

compromiso renal o del SNC, edema pulmonar, hemoglobinuria,<br />

choque, etc., la fiebre es elevada y se mantiene sobre<br />

40.5°C. 16<br />

Es importante señalar que los pacientes infectados con P.<br />

malariae pueden presentar recurrencias de la infección varios<br />

años después de haber abandonado la zona malárica. 18<br />

Toxoplasmosis<br />

En esta zoonosis la fiebre se presenta en las formas agudas generalizadas<br />

de muy escasa frecuencia y en las meningoencefalitis.<br />

14,16 La forma ganglionar cursa con un síndrome infeccioso<br />

en 50% de los casos. Los pacientes presentan febrículas o fiebre<br />

de 38.5°C, ganglios aumentados de volumen, no adheridos en<br />

planos profundos ni superficiales, no confluentes, ni fistulizados,<br />

indoloros o poco sensibles, localizados en el cuello y base


CAPÍTULO 83 Síndrome infeccioso y parasitosis 657<br />

del cráneo y a veces generalizados. El cuadro clínico puede durar<br />

semanas a meses y recurrir (véase capítulo 45).<br />

Las formas congénitas no desarrollan fiebre. En pacientes<br />

inmunosuprimidos, la toxoplasmosis presenta un síndrome infeccioso,<br />

tanto en las reactivaciones como en las primoinfecciones<br />

(véase capítulo 84).<br />

Neumocistosis<br />

La neumonitis intersticial por Pneumocystis jiroveci (tal vez un<br />

hongo), que afecta a personas inmunodeprimidas, se presenta<br />

en individuos con y sin SIDA. En ambos casos hay un síndrome<br />

infeccioso con compromiso pulmonar; éste es de comienzo<br />

insidioso, con lento compromiso del estado general, fiebre de<br />

varias semanas en los pacientes con SIDA y en los inmunosuprimidos<br />

por otras causas, el inicio es más brusco, la fiebre más<br />

elevada y mayor el compromiso pulmonar.<br />

Esquistosomiasis<br />

En el periodo de invasión el paciente presenta un síndrome<br />

infeccioso con fiebre, compromiso del estado general, tos, crisis<br />

asmáticas (síndrome de Katayama) e hipereosinofilia. En el periodo<br />

de estado que se presenta 6-8 semanas después de la infección,<br />

por lo general no presenta fiebre, pero sí signos y síntomas<br />

según la localización de los esquistosomas. Los signos<br />

intestinales corresponden a: diarrea, diarrea con sangre y disentería<br />

(S. mansoni, S. japonicum, S. intercalatum, S. mekongi); los<br />

urinarios, cistitis y hematuria (S. haematobium).<br />

Los huevos de esquistosomas vía circulación llegan al hígado<br />

o vejiga urinaria donde forman granulomas. Las reinfecciones<br />

continuas perpetúan la infección, y los granulomas hepáticos<br />

y vesiculares son reemplazados por tejido fibroso. Una de<br />

las causas importantes de fibrosis hepática e hipertensión portal<br />

en Brasil es S. mansoni. Lo mismo sucede con S. japonicum y S.<br />

mekongi en Asia; 5 esta patología se desarrolla sin fiebre, excepto<br />

cuando se complica.<br />

Fascioliasis<br />

En el periodo de invasión o agudo, cuando las formas juveniles<br />

de Fasciola hepatica, Clonorchis sinensis, especies de Opisthorchis<br />

rompen la cápsula de Glisson e invaden el parénquima hepático,<br />

se origina fiebre de diversa magnitud, hepatomegalia y dolor<br />

tipo cólico o sostenido en hipocondrio derecho o en franja<br />

en el tercio superior del abdomen e hipereosinofilia. En el periodo<br />

crónico o de estado con fasciolas adultas en vía biliar se<br />

desarrolla fiebre o febrículas, hepatomegalia sensible, leucocitosis<br />

e hipereosinofilia.<br />

Filariasis<br />

En la infección por Wuchereria bancrofti, Brugia malayi, B. timori,<br />

es decir, en las filariasis linfáticas, se desarrolla fiebre, linfangitis<br />

del escroto, del miembro, hidrocele, linfoedema del miembro<br />

con adenopatías satélites, elefantiasis e hipereosinofilia.<br />

Larva migrante visceral<br />

Cuando una persona, sobre todo un niño, manipula tierra contaminada<br />

con heces de perros o gatos infectados con Toxocara<br />

canis o T. cati o ingiere alimentos o agua contaminadas con<br />

huevos larvados de estos parásitos, en el intestino las larvas resultantes<br />

hacen una migración tisular similar al ciclo normal<br />

que realizan en los hospederos habituales. Como la gente no es<br />

el hospedero habitual, la inmunidad, en especial la celular, confina<br />

estas larvas al hígado, pulmón o al ojo, donde se originan<br />

granulomas. La localización hepática y pulmonar producen fiebre,<br />

hepatomegalia la primera, tos y signos clínicos y radiológicos<br />

de infiltración pulmonar, la segunda; ambas desarrollan<br />

una hipereosinofilia. La localización ocular se sospecha por alteraciones<br />

que se observan en el fondo de ojo y la eosinofilia<br />

(véase capítulo 58).<br />

Síndrome de Loeffler<br />

Cuando las larvas de Ascaris lumbricoides, Necator americanus,<br />

Ancylostoma duodenale y Strongyloides stercoralis pasan desde el<br />

tubo digestivo a la circulación, deben pasar por los pulmones,<br />

donde mudan varias veces antes de alcanzar su hábitat definitivo,<br />

que es el intestino delgado del hombre, es decir, cuando realizan<br />

el ciclo de Looss, en ocasiones provocan sintomatología que corresponde<br />

al síndrome de Loeffler, en este caso de origen parasitario.<br />

Este síndrome se caracteriza por fiebre, signos y síntomas<br />

respiratorios y eosinofilia. La fiebre por lo general es elevada, los<br />

signos pulmonares son escasos, cambiantes y fugaces, contrastan<br />

con los hallazgos radiológicos que demuestran infiltrados migratorios<br />

importantes. El ciclo de Looss es un paso obligatorio de<br />

las larvas de los nematodos antes señalados; en cambio, el síndrome<br />

de Loeffler de etiología parasitaria es raro de observar.<br />

Trichinelosis o triquinosis<br />

Trichinella spiralis y las otras especies de triquinelas que parasitan<br />

al humano causan un cuadro agudo donde el síndrome infeccioso<br />

es el pilar de la sintomatología; por lo general inicia<br />

con fiebre, astenia, adinamia, cefalea, compromiso del estado<br />

general y eosinofilia. En el periodo de estado hay fiebre en 90%<br />

de los casos, mialgias, edema palpebral, bilateral, quemosis y<br />

eosinofilia. El síndrome febril se debe al estado toxialérgico originado<br />

por la destrucción de Trichenella en la sangre y tejidos,<br />

posteriormente por la destrucción de las fibras musculares al<br />

enquistarse las larvas en la musculatura esquelética.<br />

Angiostrongiliasis<br />

Angiostrongylus costaricensis causa angiostrongiliasis abdominal,<br />

que en la etapa aguda provoca fiebre y dolor en fosa iliaca y


658 PARTE V Síndromes y parasitosis<br />

flanco derecho, leucocitosis y eosinofilia. En la fase crónica se<br />

puede palpar una masa en el cuadrante inferior derecho del<br />

abdomen, y los pacientes presentan febrículas, leucocitosis y<br />

eosinofilia.<br />

Angiostrongylus cantonensis produce la angiostrongiliasis<br />

del sistema nervioso central. Los pacientes presentan meningitis<br />

eosinofílica, fiebre, síndrome meníngeo y aumento de los<br />

eosinófilos en sangre y en el LCR.<br />

Capilariasis<br />

Capillaria hepatica, nematodo común de la rata que rara vez<br />

infecta a las personas. Cuando esto sucede, las personas presentan<br />

fiebre, sensibilidad en el cuadrante superior del abdomen,<br />

leucocitosis y eosinofilia. Por lo general, el diagnóstico se realiza<br />

en material de biopsia al encontrar granulomas hepáticos<br />

que contienen los huevos característicos de esta parasitosis.<br />

1,9,10,11<br />

Capillaria aerophyla es un nematodo común de mamíferos<br />

carnívoros y omnívoros. La infección humana es excepcional, y<br />

cuando se produce los individuos presentan fiebre, tos, crisis<br />

asmáticas y eosinofilia.<br />

Pentastomiasis<br />

La infección de las personas por larvas pentastómidas origina<br />

granulomas en diversos parénquimas: hígado, pulmón y a veces<br />

en el peritoneo, los cuales provocan fiebre alta (véase capítulo<br />

64). 8<br />

Complicaciones por protozoos<br />

y helmintos<br />

Tanto E. histolytica como B. coli pueden originar peritonitis por<br />

perforación intestinal, entidad que provoca fiebre sostenida. Al<br />

presentar un quiste hidatídico una solución de continuidad se<br />

puede infectar, y los pacientes presentan síntomas y signos de<br />

un absceso. La obstrucción del intestino delgado por A. lumbricoides<br />

origina un síndrome febril, y los signos y síntomas de un<br />

síndrome de obstrucción intestinal. La obstrucción del colédoco<br />

por este parásito provoca una angiocolitis por el arrastre y/o<br />

la penetración de gérmenes desde el intestino. La penetración<br />

de A. lumbricoides al apéndice puede desencadenar una apendicitis<br />

al provocar una reacción Sanarelli-Schwartzman. 2,10<br />

Referencias<br />

1. Aftandelians R, Raafat F, Taffazoli M et al. Pulmonary<br />

capillariasis in a child in Iran. Am J Trop Med Hyg;26:<br />

64-71. 1977.<br />

2. Atías A. Parasitología Médica. Ed. Mediterráneo, 615.<br />

1998.<br />

3. Brown H. Parasitología Clínica. 3ª ed. Interamericana,<br />

362 pp. 1970.<br />

4. Cimerman B, Cimerman S. Parasitología <strong>Humana</strong>.<br />

Atheneu, 375. 1999.<br />

5. De Carneli I. <strong>Parasitologia</strong> generale e umana. 13 a ed.<br />

Ambrosiana, 55 pp. 2004.<br />

6. Gibson W. Will the Real Trypanosoma brucei rhodesiense<br />

Please Step Formard? Trands Parasitol;18:486-490.<br />

2002.<br />

7. Gilles H. Protozoal Disease. London: Ed Arnold, 460.<br />

1999.<br />

8. Lai C, Wang X, Lin L et al. Imaging features of pediatric<br />

pentastomiasis infection: a case report. Korean J Radiol;11:480-484.<br />

2010.<br />

9. Lalosević D, Lalosević V, Klem I et al. Pulmonary capillariasis<br />

miming bronchial carcinoma. Am J Trop Med<br />

Hyg;78:14-16. 2008.<br />

10. Markell E, Vogel M. Medical Parasitology. Saunders,<br />

317. 1965.<br />

11. Mehlhorn H. Encyclopedic Reference of Parasitology.<br />

2 a ed. Springer. Disease. Treatment-Therapy, 678. 2000.<br />

12. Miyagawa T, Mochizuki Y, Nakahara Y et al. Two<br />

cases of pulmonary amebiasis. Kansenshogaku Zasshi,84:464-468.<br />

2010.<br />

13. Najarian H. Parasitología Médica. Interamericana, 150.<br />

1969.<br />

14. Pergola G, Cascone A, Russo M. Acute pericarditis and<br />

myocarditis by Toxoplasma gondii in an immunocompetent<br />

young man: a case report. Infez Med;18:48-52. 2010.<br />

15. Pessoa S, Martins A. Parasitología Médica. Río de Janeiro:<br />

Guanabara Koogan. 1982.<br />

16. Piekarski G. Tratado de Parasitología. Aguilar: 831.<br />

1959.<br />

17. Sternberg J, Maclean L. A spectrum of disease in Human<br />

African trypanosomiasis: the host and parasite genetics<br />

of virulence. Parasitology; 21:1-9. 2010.<br />

18. World Health Organization. Malaria Diagnosis New<br />

Perspectives WHO/MAL/1091, 2000.


Capítulo<br />

84<br />

Síndrome de inmunosupresión<br />

adquirida y parasitosis*<br />

Ricardo Dantas • Andrea Baptista • Sergio Cimerman<br />

Las transformaciones demográficas ambientales y sociales que<br />

ocurren en el mundo ofrecen condiciones para la continua aparición<br />

de nuevas formas de expresión de enfermedades ya conocidas,<br />

y para el surgimiento de otras nuevas. 80 Este hecho impulsa<br />

el permanente fortalecimiento de una red de vigilancia<br />

epidemiológica que incorpore a hospitales de referencia para<br />

enfermedades transmisibles y unidades hospitalarias centradas<br />

en la atención ambulatoria y de urgencias, a laboratorios de<br />

salud pública y centros de salud con capacidad de vigilar los<br />

perfiles epidemiológicos y sus alteraciones, detectando con<br />

oportunidad, investigando y adaptando medidas eficaces de<br />

prevención y control. 54<br />

Varios patógenos tropicales son agentes de infecciones<br />

oportunistas en el contexto de la infección por el virus de la<br />

inmunodeficiencia humana (HIV). 80 Las manifestaciones clínicas<br />

de la infección por HIV en la mayor parte de las regiones<br />

tropicales se caracteriza por alta prevalencia de tuberculosis,<br />

que es la infección oportunista más importante en estos pacientes,<br />

diarrea crónica, fiebre crónica sin causa aparente, debilidad<br />

y enfermedades pulmonares. La contribución de los parásitos<br />

tropicales en ese conjunto se desconoce. Sin embargo, la sutileza<br />

de las interacciones parásito-hospedero, dificultades diagnósticas,<br />

falta de focalización en investigaciones específicas sobre<br />

el tema contribuyen a la carencia de datos que permitan<br />

obtener evidencias consistentes sobre su efecto. 43 Son complejas<br />

las interacciones entre HIV y los agentes parasitarios, ya que<br />

cada patógeno tiene potencial para modificar la epidemiología,<br />

historia natural, así como la respuesta terapéutica de uno u<br />

otro. 44<br />

Paludismo (malaria)<br />

La malaria es una infección aguda, a veces crónica, producida<br />

por protozoos del género Plasmodium. Se caracteriza en la clínica<br />

por ciclos de escalofríos, fiebre alta y sudoración excesiva.<br />

La enfermedad es de distribución universal, incapacita y mata a<br />

más personas que cualquier otra enfermedad parasitaria en el<br />

mundo. Existe en más de 90 países o territorios, y 90% de los<br />

casos se localiza en la región subsahariana de África y el porcentaje<br />

restante en Asia y América. Dos tercios de los enfermos en<br />

América se producen en la cuenca amazónica. 16<br />

Cuatro especies de Plasmodium producen el paludismo<br />

humano: Plasmodium vivax, Plasmodium falciparum, Plasmodium<br />

malariae y Plasmodium ovale. La infección por P. falciparum<br />

existe en regiones tropicales de todo el mundo. P. vivax se<br />

desarrolla tanto en zonas tropicales como en zonas templadas.<br />

P. malariae existe en todo el mundo, pero su frecuencia es menor<br />

que P. falciparum y P. vivax. P. ovale es el menos frecuente<br />

de los plasmodios, la mayoría de los casos se produce en África<br />

occidental, India y Sudamérica. Hasta la fecha no se ha encontrado<br />

en Brasil. 23,39,50<br />

El proceso de invasión es complejo y depende de los organelos<br />

de los merozoítos (micronemas y roptrias) que excretan<br />

proteínas específicas que tiene una función en varias etapas de<br />

este proceso. 10,55 Las especies de Plasmodium difieren también<br />

en relación con la interacción de los merozoítos con los eritrocitos.<br />

P. falciparum invade eritrocitos de todas las edades, en<br />

cambio, P. vivax sólo a reticulocitos. En P. vivax, la unión y la<br />

posterior invasión de los merozoítos son mediados por interacción<br />

de proteínas de la superficie de la membrana celular P. vivax<br />

Reticulocyte-Binding Proteins (PvRBP1) 29 y P. vivax Duffy<br />

Binding Proteins (PvDBP). 27 Este plasmodio es capaz de invadir<br />

sólo a reticulocitos, que expresan en su superficie el determinante<br />

antigénico del grupo sanguíneo Duffy, aunque estudios<br />

en Brasil 9 y África sugieren que este parásito puede invadir<br />

eritrocitos sin la expresión de este antígeno. 70<br />

Los merozoítos de P. falciparum invaden los eritrocitos por<br />

medio de múltiples interacciones. En su superficie, diversas<br />

moléculas son capaces de ejercer el papel de los ligantes a receptores<br />

eritrocitarios, 10 como la EBA-175, BAEBL (EBA-140),<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

659


660 PARTE V Síndromes y parasitosis<br />

JESEBL (EBA-181), EBL-1 y PEBL (EBA-165), son expresadas<br />

en la superficie de la membrana celular de los merozoítos, 62<br />

P. falciparum puede utilizar diversos receptores que existen en la<br />

superficie de los glóbulos rojos para invadirlos, como la glucoforina<br />

A del sistema sanguíneo MNS, tal vez el receptor principal,<br />

24 la glucoforina B del mismo sistema de grupo sanguíneo<br />

y glucoforina C del grupo sanguíneo Gerbich. 52<br />

La inmunidad adquirida tiene una función importante en<br />

la desaparición de parásitos resistentes a los antipalúdicos, 36<br />

también se ha observado una asociación positiva entre la infección<br />

por el HIV y el aumento en las reinfecciones después de<br />

una terapia efectiva. 42 En regiones de transmisión estable del<br />

paludismo, la infección por el HIV puede ser un factor de riesgo<br />

para el paludismo grave en personas de diferente edad. 13 La<br />

infección por HIV parece alterar el valor predictivo de la fiebre<br />

en el diagnóstico empírico del paludismo. Además, infecciones<br />

por P. falciparum pueden estar asociadas con un aumento de la<br />

carga viral en sangre periférica y de la placenta. 43,44<br />

Estudios recientes han demostrado que los inhibidores de<br />

la proteasa del HIV tienen un efecto inhibitorio tanto en los<br />

eritrocíticos de P. falciparum in vitro como en los glóbulos rojos<br />

del parásito del roedor P. chabaudi in vivo. 38 En África se demostró<br />

que la infección por HIV en niños y la coinfección materna<br />

HIV/paludismo placentaria no influye en la respuesta de<br />

anticuerpos a los antígenos de la membrana apical (AMA-1),<br />

EBA-175 proteína circumporozoítica (CSP), proteína de superficie<br />

del merozoíto (MSP-2) y proteínas asociadas a las roptrias<br />

(RAP-1). Además, los anticuerpos antipalúdicos rara vez constituyen<br />

una asociación protectora de la morbilidad de los niños<br />

y no son marcadores de exposición a paludismo ni del riesgo de<br />

infección. 60 Estudios efectuados en diferentes regiones de África,<br />

evaluando el impacto del tratamiento preventivo intermitente<br />

con sulfadoxina-pirimetamina durante el embarazo en<br />

relación con la transmisión vertical de HIV en las mujeres con<br />

paludismo, evidenciaron resultados contradictorios de su impacto<br />

en la transmisión congénita del SIDA. 59 Por otra parte,<br />

una investigación señala que esta coinfección puede originar<br />

pérdida de peso del recién nacido, nacimiento prematuro y<br />

mortalidad posnatal. 76 En Brasil, estudios de geoprocesamiento<br />

señalan que la expansión del SIDA hacia áreas ubicadas en el<br />

centro occidental y norte del país están relacionadas con las<br />

rutas del tráfico de cocaína, y que los usuarios de fármacos endovenosos<br />

tienen un rol fundamental en la diseminación de<br />

esta coinfección y en el desarrollo de cepas de Plasmodium resistentes<br />

a la terapia en esa población. 3<br />

Toxoplasmosis<br />

Toxoplasma gondii es un protozoo intracelular cuya infección<br />

humana se produce por la ingestión de ooquistes eliminados<br />

por heces de gatos y otros felinos infectados, y que pueden permanecer<br />

viables por largo tiempo, lo que hace probable la infección<br />

por la inhalación de polvo contaminado. La infección<br />

se puede adquirir también por el consumo de carnes mal cocidas<br />

con quistes con bradizoítos del parásito. 37 Cuando son digeridos<br />

liberan esporozoítos o taquizoítos del parásito que penetran<br />

las células del hospedero donde se reproducen, y más<br />

tarde se diseminan por vía hematógena localizándose en diversos<br />

órganos y tejidos. La transmisión se origina además por<br />

medio de trasplantes de órganos de donadores positivos y receptores<br />

seronegativos. De mayor importancia clínica es la<br />

transmisión congénita y la infección fetal. Embarazadas con<br />

infección crónica por T. gondii no transmiten la infección a sus<br />

hijos; las embarazadas que adquieren la infección, primoinfección,<br />

durante la gestación presentan un alto riesgo. 6 La resistencia<br />

a la infección por T. gondii se debe a la inmunidad innata<br />

o inespecífica y a la inmunidad adquirida por células<br />

sensibilizadas y citocinas y a la inmunidad humoral mediada<br />

por anticuerpos específicos. La inmunidad contra T. gondii por<br />

lo general no afecta al hospedero debido a mecanismos de inmunorregulación.<br />

La activación de la respuesta inmune permite<br />

la supervivencia de T. gondii en el hospedero bajo la forma de<br />

bradizoítos, que permanecen aislados del sistema inmune, ya<br />

que se encuentran dentro de los quistes residuales en estado de<br />

latencia. Si bien los bradizoítos permanecen latentes, la persistencia<br />

de la inmunidad es necesaria para evitar una reemergencia<br />

con taquizoítos. 72<br />

Gracias a la incorporación del tratamiento retroviral<br />

(HAART), el curso natural de la infección por HIV ha cambiado,<br />

y las infecciones oportunistas, aun la toxoplasmosis, han<br />

disminuido y modificado su presentación, brotes e incidencia.<br />

Por otra parte, la encefalitis producida por T. gondii (TE)<br />

es la principal causa de morbimortalidad en zonas con recursos<br />

financieros escasos y constituye una complicación neurológica<br />

común en los países con limitaciones para la aplicación de<br />

HAART y tratamiento profiláctico efectivo. La mayoría de las<br />

toxoplasmosis en pacientes inmunocomprometidos afecta el<br />

cerebro y la TE es la forma más común de presentación en pacientes<br />

con o sin SIDA. 15 Una investigación de casos control<br />

realizada en un hospital escuela del sureste de Brasil para identificar<br />

los factores de riesgo de TE en pacientes infectados por<br />

virus de SIDA y toxoplasmosis, señala que las concentraciones<br />

bajas de linfocitos CD4 y la falta de terapia profiláctica fueron<br />

los factores más importantes observados. En una maternidad<br />

del sur de Brasil se verificó que las mujeres grávidas infectadas<br />

con el HIV presentaron altos valores de anticuerpos IgG, pero<br />

este factor no aumentó el riesgo de transmisión congénita. 49<br />

Adicionalmente, se ha demostrado un bajo riesgo de TE<br />

0.33%, en pacientes con HIV internados en un hospital de<br />

Sudáfrica. 35 Por otra parte, en la República Checa en una población<br />

infectada por el HIV, se observó un predominio de bajos<br />

y estables valores de IgG y que la seropositividad de IgM<br />

sólo se presentó en 1.6% (10/626), dos pacientes presentaron<br />

toxoplasmosis cerebral (TC), siete una infección latente y uno<br />

seroconversión. El riesgo de TC fue 6.84. 51<br />

Tripanosomiasis americana<br />

La enfermedad de Chagas o tripanosomiasis americana se extiende<br />

desde el sur de EUA hasta Argentina. Datos recientes


CAPÍTULO 84 Síndrome de inmunosupresión adquirida y parasitosis 661<br />

señalan que existen de 8-10 millones de personas infectadas<br />

con T. cruzi en los países latinoamericanos. La enfermedad de<br />

Chagas es producida por el protozoo flagelado T. cruzi, y se<br />

transmite en condiciones naturales, al hospedero humano, fundamentalmente<br />

por la deyección de insectos del género Triatoma,<br />

Panstrongylus y Rhodnius o por transfusión sanguínea, por<br />

vía congénita, vía oral y con menor frecuencia por accidentes<br />

de laboratorio. 22 T. cruzi infecta mamíferos de pequeño y mediano<br />

portes. Las características regionales del espectro clínico<br />

de la enfermedad de Chagas podrían estar relacionadas con diferente<br />

tropismo celular de las cepas locales del parásito, pero<br />

faltan datos concluyentes al respecto. 21<br />

La evolución clínica es variable, con una fase aguda, por lo<br />

general asintomática o presentando síntomas y signos inespecíficos.<br />

Después de la fase aguda se puede presentar una forma<br />

crónica indeterminada que cursa en forma asintomática. Alrededor<br />

de 1/3 de los pacientes que presentan la fase crónica desarrollan<br />

la forma cardiaca, cuya manifestación clínica más relevante<br />

es la insuficiencia cardiaca congestiva, acompañada de<br />

alteraciones electrocardiográficas (megacardio chagásico). Una<br />

proporción menor presenta lesiones del tubo digestivo, megacolon<br />

y megaesófago chagásico. La mayor causa de morbilidad<br />

y mortalidad en la enfermedad de Chagas es la cardiopatía inflamatoria<br />

crónica.<br />

En América Latina, la presencia de SIDA asociado a migraciones<br />

de pacientes con enfermedad de Chagas de áreas rurales<br />

a centros urbanos, aumenta en forma considerable el riesgo<br />

de coinfección. Es conocido el carácter oportunista de la<br />

enfermedad de Chagas en el SIDA, principalmente la reactivación<br />

de la infección crónica que sucede en las personas con niveles<br />

de linfocitos TCD4 inferior a 200 células/mm 3 . 71 Esta<br />

reactivación se presenta como una meningoencefalitis aguda<br />

grave, con gran cantidad de parásitos en la sangre y en el líquido<br />

cefalorraquídeo. 2 Se ha atribuido este proceso a subpoblaciones<br />

de cepas neurotrópicas de T. cruzi. 48 Los casos de<br />

infección sin compromiso del SNC se deben a procesos inmunológicos<br />

celulares y humorales que controlan al parásito. La<br />

distinción entre la reactivación por HIV de la forma crónica de<br />

la enfermedad de Chagas y esta última, se puede realizar mediante<br />

la parasitemia. Alta en el primer caso y baja en el segundo;<br />

sin importar la reactivación clínica, el portador de HIV<br />

presenta parasitemias más altas que el paciente con enfermedad<br />

de Chagas serológicamente negativo para ese virus. 78 En algunos<br />

pacientes con enfermedad de Chagas crónica y coinfectados<br />

con HIV se origina una miocarditis aguda por la reactivación<br />

de la infección por T. cruzi.<br />

Leishmaniasis<br />

La leishmaniasis es un complejo de enfermedades que afecta a<br />

varios hospederos vertebrados, incluyendo al hombre. Es producida<br />

por diversas especies parasitarias del género Leishmania.<br />

Las leishmanias son protozoos digénicos que presentan tres formas:<br />

promastigota, paramastigota y amastigota. Las primeras<br />

con flagelos, adheridas por lo general al tracto digestivo de invertebrados,<br />

y las últimas intracelulares, sin flagelo libre. En el<br />

Nuevo Mundo, diversos mamíferos silvestres son los reservorios<br />

naturales, y varias especies de Flebotomus son los vectores<br />

biológicos de esta parasitosis. La mayoría de las infecciones humanas<br />

se relacionan con hábitos y actividades de personas que<br />

exploran o viven en bosques. La leishmaniasis puede presentarse<br />

como forma tegumentaria o forma visceral. La primera presenta<br />

varias formas clínicas que se pueden agrupar en: leishmaniasis<br />

cutánea, cutáneo-mucosa y cutáneo-difusa. 17<br />

En América del Sur, la leishmaniasis tegumentaria es importante<br />

por presentar cronicidad, latencia y por desarrollar<br />

metástasis que origina cuadros desfigurantes. Estas lesiones<br />

pueden deberse a una infección recurrente, cuyo origen puede<br />

ser una reactivación de una primoinfección seguida de un largo<br />

periodo de latencia o de una reinfección. En esta última situación<br />

las cepas aisladas al inicio y en la fase recurrente son diferentes<br />

y más difíciles de ser tratadas por surgir como consecuencia<br />

de estados de inmunodeficiencia. 4 Pocos casos de esta<br />

forma en pacientes portadores de HIV han sido descritos. 43 La<br />

leishmaniasis visceral o kala-azar es una parasitosis originada<br />

por protozoarios del complejo Leishmania donovani en África,<br />

Europa, Asia y en el continente americano. 53 Por lo general, se<br />

produce después de una infección inaparente u oligosintomática<br />

que evoluciona hacia una enfermedad crónica grave de alta<br />

letalidad si no se trata, provoca la muerte después de algunos<br />

años.<br />

La leishmaniasis es la segunda infección oportunista más<br />

común por protozoos tisulares en pacientes con SIDA, precedida<br />

sólo por la toxoplasmosis. Al comienzo se presentó en pacientes<br />

portadores de HIV del Mediterráneo como una forma<br />

visceral originada por Leishmania infantum, con el crecimiento<br />

de la pandemia del SIDA fueron creciendo las referencias de la<br />

enfermedad por L. donovani en el sudeste asiático, y por L. chagasi<br />

en Sudamérica. Se produce en pacientes con recuento de<br />

linfocitos TCD4 por debajo de 200 células/mm 3 , tanto en infección<br />

primaria como por reactivación de infecciones antiguas<br />

latentes. Es prácticamente imposible la distinción de ambas entidades.<br />

Tanto la infección por HIV como la leishmaniasis visceral<br />

(LV) presentan depresión de la respuesta inmune celular y<br />

alteraciones semejantes de las citocinas, 1 produciendo una alta<br />

replicación viral y al mismo tiempo producción de citocinas<br />

Th2. 63,65 A pesar de que las manifestaciones clínicas de la LV en<br />

personas con SIDA son parecidas a las de las personas inmunocompetentes,<br />

se presentan localizaciones atípicas del parásito,<br />

además, varias especies del género son las que originan la infección,<br />

incluyendo zimodemas no descritos antes. 1 Un amplio<br />

espectro de fármacos antirretrovirales de alto impacto han contribuido<br />

para la constante disminución de la morbilidad y mortalidad<br />

originada por LV en personas seropositivas para HIV,<br />

estos medicamentos disminuyen además las recaídas. 75<br />

Enteroprotozoosis<br />

Entre las manifestaciones clínicas en pacientes con SIDA, la<br />

diarrea ocupa un lugar importante, 14 sobre todo en la pobla-


662 PARTE V Síndromes y parasitosis<br />

ción inmunocomprometida, susceptible tanto a agentes patógenos<br />

clásicos como a diferentes oportunistas, 7 además, la quimioprevención<br />

antibacteriana altera la microflora intestinal<br />

agravando este cuadro. 64,69<br />

La gran diversidad socioeconómica, unida a particularidades<br />

geográficas de América Latina, ya han sido referidas como<br />

moduladores de la etiología infecciosa de la diarrea, alternando<br />

en importancia con los diferentes enteropatógenos. 46 Los estudios<br />

sobre agentes etiológicos asociados a la diarrea señalan que<br />

la importancia relativa de los diferentes enteropatógenos varía<br />

en gran medida, dependiendo de la estación del año, área de<br />

residencia (urbana o rural), clase socioeconómica, localización<br />

geográfica y edad del hospedero. 11,12 En relación con la importancia<br />

de la asociación entre SIDA y diarrea, son escasos los<br />

estudios que tienden a esclarecer la participación de patógenos<br />

entéricos en esa población.<br />

No es cuestionable la importancia de los enteropatógenos<br />

como colonizadores de la mucosa gastrointestinal en portadores<br />

de SIDA. 69 El tracto gastrointestinal tiene un papel crucial<br />

en la patogénesis del SIDA debido a la reducida respuesta inmunológica<br />

de la mucosa, lo que dificulta la defensa específica<br />

local. Para los portadores de HIV las complicaciones originadas<br />

a partir de esas infecciones provocan desnutrición que agrava<br />

aún más las condiciones inmunológicas. 32 La diarrea puede o<br />

no ser infecciosa, en los países en desarrollo la primera forma es<br />

la frecuente, por lo que son más comunes las infecciones por<br />

protozoos, virus y bacterias.<br />

Al margen de la etiología, las infecciones producidas por<br />

parásitos intestinales son las más estudiadas en el grupo de pacientes<br />

seropositivos y enfermos con SIDA. Entre los protozoos<br />

más observados está Giardia lamblia y Entamoeba histolytica.<br />

25,66 Fuera de los protozoos clásicos, especies emergentes<br />

como Cryptosporidium parvum, especies de Microsporidium,<br />

Cyclospora cayetanensis e Isospora belli, también han sido observados.<br />

25,66 En una investigación realizada en India, fueron<br />

identificados diferentes patógenos relacionados con la diarrea<br />

de pacientes seropositivos para HIV tipo 1, C. parvum presenta<br />

la mayor prevalencia (33%), y con detección decreciente de G.<br />

lamblia (13.3%), especies de Microsporidium (67%) e I. belli<br />

(2.7%). En este mismo estudio se observó que la diarrea crónica<br />

se relacionó estadísticamente con poliparasitismo y concentraciones<br />

inferiores de TCD4. 25 En otra región de ese país se<br />

investigó la presencia de enteroparásitos en población adulta<br />

seropositiva para HIV que presentaba diarrea aguda o crónica,<br />

se encontró que E. histolytica (14.9%) fue el parásito más relevante<br />

seguido de especies de Cryptosporidium (8.5%) y G. lamblia<br />

(4.3%). 40 Por otra parte, Deodhar y colaboradores detectaron<br />

Cyclospora en 6.6% de los pacientes con SIDA en un<br />

hospital de Bombay, la mitad de los pacientes tenía infecciones<br />

mixtas, en especial con Cryptosporidium. 18<br />

Estudios efectuados en pacientes adultos africanos con infección<br />

por el HIV demostraron la presencia de varios enteroparásitos,<br />

tanto en individuos con diarrea como en los que no<br />

presentaron ese cuadro. En pacientes sin diarrea, E. histolytica<br />

(10.3%) y G. lamblia (3.8%) fueron los parásitos más prevalentes.<br />

34 En enfermos con diarrea, Cryptosporidium, Microsporidium<br />

y E. histolytica fueron las enteroparasitosis más frecuentes.<br />

32 En Italia, en una investigación con el HIV se demostró<br />

también asociación significativa entre síntomas intestinales y<br />

valores de linfocitos TCD4 por debajo de 200 células/mm 3 . En<br />

ese estudio, entre 65 pacientes con diarrea se identificaron los<br />

siguientes protozoos: C. parvum (21.5%), Blastocystis hominis<br />

(10.7%), especies de Microsporidium (9.2%), G. lamblia<br />

(6.1%) e I. belli (1.5%). 5 En dos investigaciones efectuadas en<br />

Perú en pacientes adultos infectados por el HIV-1, especies de<br />

Cryptosporidium fue el protozoario más encontrado, asociado<br />

con la diarrea. Además, se detectó a G. lamblia e I. belli, pero<br />

sin asociación significativa con el cuadro diarreico. 31<br />

En Honduras, Kaminsky y colaboradores investigaron a<br />

personas seropositivas por HIV y no encontraron ningún caso<br />

de giardiasis, amebiasis o criptosporidiasis. 41 En Haití, la infección<br />

por I. belli fue asociada a diarrea crónica y baja de peso en<br />

enfermos con SIDA. En EUA, en tres investigaciones diferentes<br />

se observó que C. parvum era un importante patógeno en<br />

enfermos infectados por HIV con frecuencias que fluctuaron<br />

entre 3.8 a 10.0%. Se detectó además G. lamblia (55%), I. belli<br />

(10%) y E. histolytica (3%). 26,57,74<br />

En Brasil, donde se concentra 1/3 de los portadores de<br />

HIV de América Latina, algunos estudios han evaluado la frecuencia<br />

de enteroparásitos en esa población y su asociación con<br />

los niveles de células TCD4, carga viral y diarrea. 8,56,77 En<br />

muestras fecales de personas ingresadas en un hospital de Fortaleza<br />

del noreste de Brasil, donde casi la mitad de los enfermos<br />

tenía SIDA, se encontró una asociación significativa entre la<br />

presencia de diarrea y detección de C. parvum y especies de<br />

Microsporidium. 81 Por el contrario, en un servicio de referencias<br />

del SIDA en un hospital universitario de Bahía, no se encontró<br />

asociación alguna entre los valores de linfocitos TCD4,<br />

carga viral y presencia de parásitos intestinales. La prevalencia<br />

de G. lamblia fue mayor en los individuos infectados por<br />

HIV. 28 En el sudeste de Brasil, donde se concentra el mayor<br />

número de personas infectadas por el HIV y SIDA del país<br />

(67.8%), 56 las infecciones y asociaciones, así como características<br />

clínicas de los infectados por el HIV son variables. 69 En dos<br />

investigaciones efectuadas en el estado de Río de Janeiro no se<br />

evidenció asociación positiva entre la presencia de enteroparásitos<br />

y diarrea, 58,67 no obstante, especies de Cryptosporidium fue<br />

el protozoo más observado, junto a G. lamblia (15.2%), E. histolytica<br />

(13.1%) e I. belli (10.1%). 58 En otro estudio efectuado<br />

en Uberaba, estado de Minas Gerais, los enfermos con diarrea<br />

y niveles de células TCD4 inferiores a 200 células/mm 3 presentaban<br />

alta frecuencia de I. belli (10.3%) y especies de Cryptosporidium<br />

(8.6%), señalando el perfil oportunista de estas parasitosis<br />

y su relación con el estado inmunológico de la persona. 61<br />

En esta investigación no se pudo determinar la asociación de<br />

HAART debido a que sólo 8.5% de los enfermos con coccidios<br />

intestinales recibían con regularidad esta terapia, además se observó<br />

que la estacionalidad fue importante sólo por la presencia<br />

de especies de Cryptosporidium. En una investigación efectuada<br />

en São Paulo en enfermos con HIV, se encontró una prevalen-


CAPÍTULO 84 Síndrome de inmunosupresión adquirida y parasitosis 663<br />

cia de 14.3% para especies de Cryptosporidium en pacientes con<br />

SIDA y diarrea, con significación estadística en enfermos con<br />

concentraciones inferiores de TCD4. 68 Más adelante, en esa<br />

misma ciudad se demostró una asociación significativa entre la<br />

presencia de diarrea y la detección de especies de Cryptosporidium,<br />

G. lamblia e I. belli, pero no se observó asociación entre<br />

los valores de TCD4 y alguna parasitosis específica. 12 En el municipio<br />

de San José de Río Prieto, en el noroeste de São Paulo,<br />

dos estudios fueron efectuados para ver la relación entre diarrea<br />

y estado inmunológico, uno en población infantil y otro en una<br />

población adulta. En ambas investigaciones no se demostró<br />

asociación entre la presencia de parásitos y diarrea. La frecuencia<br />

de especies de Cryptosporidium fue de 9.09 y 62%, de G.<br />

lamblia, 4.04 y 9% y de E. histolytica 0 y 14%, respectivamente.<br />

En cambio, en una población infantil el consumo de alimentos<br />

crudos e inmunosupresión grave fueron asociados con<br />

la presencia de diarrea. 69<br />

Helmintos<br />

Se han publicado escasos efectos específicos originados por la<br />

coinfección de parásitos tropicales, incluyendo nematodos que<br />

influyen en la epidemiología, historia natural o respuesta terapéutica<br />

a la infección por HIV. 43 Fuera de las secuelas potenciales<br />

de activación de la inmunidad crónica existe la hipótesis de<br />

que la polarización de linfocitos TH2 que originan las helmintiasis<br />

puede desempeñar una función relevante en la patogénesis<br />

de la infección por HIV por medio de la replicación preferencial<br />

del virus en esas células, aumento de la apoptosis linfocitaria<br />

y estimular la expresión de los correceptores virales. 33<br />

En relación con los trematodos y cestodos, no existen evidencias<br />

que demuestren un aumento de la gravedad de estas<br />

enfermedades producidas por estas parasitosis en personas seropositivas<br />

por HIV. 73 En la neurocisticercosis parece estar aumentando<br />

la frecuencia de quistes gigantes y de morfología no<br />

habitual. 20 En relación con la hidatidosis, un rápido crecimiento<br />

de un quiste hepático fue observado en un paciente con<br />

SIDA. 79 En una investigación se demostró mayor gravedad de<br />

la oncocercosis en un reducido número de pacientes. 47 Respecto<br />

a la filariasis linfática, en dos investigaciones se demostró<br />

una relación significativa entre esa parasitosis y pacientes portadores<br />

de HIV. 30<br />

En la literatura científica se ha descrito la relación entre<br />

Strongyloides stercoralis y enfermos inmunosuprimidos. La depresión<br />

inmunológica por el HIV amplifica la hiperinfección<br />

y favorece la diseminación de las larvas vía endógena, con aumento<br />

de ellas en el intestino y pulmones con posibilidad de<br />

diseminarse por varios órganos. 45 Todavía existe controversia<br />

en relación con la etiología de este proceso, que puede estar<br />

ligado a la infección viral por sí o se debe a otros factores que<br />

son inherentes al portador de HIV o enfermos de SIDA, como<br />

el uso de esteroides, inanición y coinfección por HTLV-1. En<br />

países tropicales y subtropicales la frecuencia de estrongiloidiasis<br />

grave en pacientes infectados por el HIV, ha sido demostrada<br />

y por consiguiente puede agravar la infección viral. 19 En<br />

Brasil, la prevalencia de S. stercoralis en pacientes con HIV es<br />

de 4.5% en contraste con la población general 1.4%. 11 Por el<br />

escaso número de pacientes con síndrome de hiperinfección<br />

por S. stercoralis en enfermos con SIDA, el Centro de<br />

Control y Prevención de Enfermedades de EUA (CDC) en<br />

1987, excluyó a esta patología como enfermedad oportunista<br />

del SIDA.<br />

Es importante señalar que existe una investigación reciente<br />

que señala que la inmunosupresión producida por el HIV<br />

impide la multiplicación de las larvas en el intestino, condición<br />

necesaria para la hiperinfección. 79<br />

Conclusiones<br />

Los conceptos de la década de 1980, que señalaban que las infecciones<br />

parasitarias y bacterianas estaban controladas, eran<br />

erróneos. Hoy en día se necesitan medidas efectivas, tanto por<br />

la OMS como otras entidades para enfrentar el impacto del<br />

SIDA y otras infecciones oportunistas asociadas a enfermedades<br />

parasitarias que afectan tanto a países desarrollados como<br />

en vías de desarrollo, en un mundo cada vez más globalizado.<br />

Referencias<br />

1. Ali A. Leishmaniases and HIV/AIDS co-infections: review<br />

of common features and management experiences.<br />

Ethiop Med J;1:37-49. 2002.<br />

2. Antunes A, Cecchini F, Bolli F et al. Cerebral trypanosomiasis<br />

and AIDS. Arq Neuro-psiquiatr;60:730-733.<br />

2002.<br />

3. Bastos F, Barcellos C, Lowndes C et al. Co-infection<br />

with malaria and HIV in injecting drug users in Brazil: a<br />

new challenge to public health? Addiction;94:1165-1174.<br />

1999.<br />

4. Berman J. Human leishmaniasis: clinical, diagnostic,<br />

and chemotherapeutic developments in the last 10 years.<br />

Clin Infect Dis;24:684-703. 1997.<br />

5. Brandonisio O, Maggi P, Panaro MA et al. Intestinal<br />

protozoa in HIV-infected patients in Apulia, South Italy.<br />

Epidemiol Infect;123:457-462. 1999.<br />

6. Buffolano W. Congenital toxoplasmosis: the state of the<br />

art. Parassitologia;5:37-43. 2008.<br />

7. Cárcamo C, Hooton T, Wener M et al. Etiologies and<br />

manifestations of persistent diarrhea in adults with HIV-1


664 PARTE V Síndromes y parasitosis<br />

infection: a case-control study in Lima, Peru. J Infect<br />

Dis;191:11-19. 2005.<br />

8. Cardoso L, Marques F, Cavasini C et al. Correlation<br />

of intestinal parasitic pathogens in HIV seropositive adult<br />

with and without diarrhea in Northeast region of São<br />

Paulo State, Brazil. Rev Pan Infect;6:8-11. 2007.<br />

9. Cavasini C, Mattos L, Couto A et al. Plasmodium vivax<br />

infection among Duffy antigen-negative individuals<br />

from the Brazilian Amazon region: an exception? Trans R<br />

Soc Trop Med Hyg;101:1042-1044. 2007.<br />

10. Chitnis C, Blackman M. Host cell invasion by malaria<br />

parasites. Parasitol;16:411-415. 2000.<br />

11. Cimerman S, Cimerman B and Lewi D. Enteric parasites<br />

and AIDS. Sao Paulo Med J;117:266-273. 1999a.<br />

12. Cimerman S, Cimerman B, Lewi D. Prevalence of intestinal<br />

parasitic infections in patients with acquired immunodeficiency<br />

syndrome in Brazil. Int J Infect Dis;3:203-<br />

206. 1999b.<br />

13. Cohen C, Karstaedt A, Frean J et al. Increased prevalence<br />

of severe malaria in HIV-infected adults in South<br />

Africa. Clin Infect Dis;41:1631-1637. 2005.<br />

14. Colebunders R & Latif A. Natural history and clinical<br />

presentation of HIV-1 infection in adults. AIDS;5:103-<br />

112. 1991.<br />

15. Contini C. Clinical and diagnostic management of<br />

toxoplasmosis in the immunocompromised patient. <strong>Parasitologia</strong>;50:45-50.<br />

2008.<br />

16. Cserti C, Dzik W. The ABO blood group system and<br />

Plasmodium falciparum malaria. Blood;110:2250-2258.<br />

2007.<br />

17. De Almeida M, Vilhena V, Barral A et al. Leishmanial<br />

infection: analysis of its first steps. A review. Mem Inst<br />

Oswaldo Cruz;98:861-870. 2003.<br />

18. Deodhar L, Maniar J, Saple D. Cyclospora infection in<br />

acquired immunodeficiency syndrome. J Assocc Physicians<br />

India;48:404-406. 2000.<br />

19. Del Carpio D, Rodríguez D, Vildósola H. Strongyloides<br />

stercoralis hyperinfection syndrome in a patient with<br />

human immunodeficiency virus (HIV) infection: report<br />

of a case and review of the literature. Rev Gastroenterol<br />

Peru;15:290-295. 1995.<br />

20. Delobel P, Signate A, El Guedj M et al. Unusual form<br />

of neurocysticercosis associated with HIV infection. Eur J<br />

Neurol;11:55-58. 2004.<br />

21. Devera R, Fernandes O, Coura J. Should Trypanosoma<br />

cruzi be called “cruzi” complex? a review of the parasite<br />

diversity and the potential of selecting population after in<br />

vitro culturing and mice infection. Mem Inst Oswaldo<br />

Cruz;98:1-12. 2003.<br />

22. Dias J, Silveira A, Schofield C. The impact of Chagas<br />

disease control in Latin America: a review. Mem Inst<br />

Oswaldo Cruz;97:603-612. 2002.<br />

23. Dube S, Ismail N, Hoosen A. A retrospective review of<br />

malaria cases seen in a non-endemic area of South Africa.<br />

Travel Med Infect Dis;6:296-300. 2008.<br />

24. Duraisingh M, Maier A, Triglia T et al. Erythrocytebinding<br />

antigen 175 mediates invasion in Plasmodium<br />

falciparum utilizing sialic aciddependent and –independent<br />

pathways. Proc Natl Acad Sci USA;100:4796-4801.<br />

2003.<br />

25. Dwivedi K, Prasad G, Saini S et al. Enteric opportunistic<br />

parasites among HIV infected individuals: associated<br />

risk factors and immune status. Jpn J Infect Dis;60:76-<br />

81. 2007.<br />

26. Esfandiari A, Jordan W, Brown C. Prevalence of enteric<br />

parasitic infection among HIV-infected attendees of<br />

an inner city AIDS clinic. Cell Mol Biol;41:19-23. 1995.<br />

27. Fang X, Kaslow D, Adams J et al. Cloning of the Plasmodium<br />

vivax Duffy receptor. Mol Biochem Parasitol;44:125-132.<br />

1991.<br />

28. Feitosa G, Bandeira A, Sampaio D et al. High prevalence<br />

of giardiasis and strongyloidiasis among HIV-infected<br />

patients in Bahia, Brazil. et al;5:339-344. 2001.<br />

29. Galinski M, Medina C, Ingravallo I et al. A reticulocyte-binding<br />

protein complex of Plasmodium vivax merozoitos.<br />

Cell;69:1213-1226. 1992.<br />

30. Gallagher M, Malhotra I, Mungai P et al. The effects<br />

of maternal helminth and malaria infections on motherto-child<br />

HIV transmission. AIDS;19:1849-1855. 2005.<br />

31. García C, Rodríguez E, Do N et al. Intestinal parasitosis<br />

in patients with HIV-AIDS. Rev Gastroenterol<br />

Peru;26:21-24. 2006.<br />

32. Gassama A, Sow P, Fall F et al. A Ordinary and opportunistic<br />

enteropathogens associated with diarrhea in Senegalese<br />

adults in relation to human immunodeficiency<br />

virus serostatus. Int J Infect Dis;5:192-198. 2001.<br />

33. Gopinath R, Ostrowski M, Justement S et al. Filarial<br />

infections increase susceptibility to human immunodeficiency<br />

virus infection in peripheral blood mononuclear<br />

cells in vitro. J Infect Dis;182:1804-1808. 2000.<br />

34. Hailemariam G, Kassu A, Abebe G et al. Intestinal<br />

parasitic infections in HIV/AIDS and HIV seronegative<br />

individuals in a teaching hospital, Ethiopia. Jpn J Infect<br />

Dis;57:41-43. 2004.<br />

35. Hari K, Modi M, Mochan A, Modi G. Reduced risk of<br />

toxoplasma encephalitis in HIV-infected patients-a prospective<br />

study from Gauteng, South Africa. Int J STD<br />

AIDS;18:555-558. 2007.<br />

36. Hewitt K, Steketee R, Mwapasa V et al. Interactions<br />

between HIV and malaria in non-pregnant adults: evidence<br />

and implications. AIDS;20:1993-2004. 2006.<br />

37. Hide G, Gerwash O, Morley E et al. Does vertical<br />

transmission contribute to the prevalence of toxoplasmosis?<br />

Parassitologia;49:223-226. 2007.<br />

38. Hobbs C, Voza T, Coppi A et al. HIV Protease Inhibitors<br />

Inhibit the Development of Preerythrocytic-Stage<br />

Plasmodium Parasites. J Infect Dis;199:134-141. 2009.<br />

39. Jain V, Nagpal A, Joel P et al. Burden of cerebral malaria<br />

in central India (2004-2007). Am J Trop Med Hyg;79:<br />

636-642. 2008.


CAPÍTULO 84 Síndrome de inmunosupresión adquirida y parasitosis 665<br />

40. Joshi M, Chowdhary A, Dalal P et al. Parasitic diarrhoea<br />

in patients with AIDS. Natl Med J India;15:72-74.<br />

2002.<br />

41. Kaminsky R, Soto R, Campa A et al. Intestinal parasitic<br />

infections and eosinophilia in a human immunodeficiency<br />

virus positive population in Honduras. Mem Inst<br />

Oswaldo Cruz;99:773-778. 2004.<br />

42. Kamya M, Gasasira A, Yeka A et al. Effect of HIV-1<br />

infection on antimalarial treatment outcomes in Uganda:<br />

a population-based study. J Infect Dis;193:9-15. 2006.<br />

43. Karp C, Colebunders R. Approach to the patient with<br />

the HIV and coinfecting tropical infectious diseases. En:<br />

Guerrant RL, Walker DH, Weller PF (editors). Tropical<br />

Infectious Diseases. Vol 2. Philadelphia, PA: Churchill, Livingstone,<br />

Elsevier;1642-1284. 2006.<br />

44. Karp C, Auwaerter P. Coinfection with HIV and tropical<br />

infectious diseases. I. Protozoal pathogens. Clin Infect<br />

Dis;45:1208-13. 2007.<br />

45. Keiser P. & Nutman T. Strongyloides stercoralis in the<br />

immunocompromised population. Clin Microbiol Rev;17:<br />

208-217. 2004.<br />

46. Kelly P. HIV-related diarrhea. AIDS Action198:39:7. 1998.<br />

47. Kipp W, Bamuhiiga J, Rubaale T. Simulium neaveitransmitted<br />

onchocerciasis: HIV infection increases severity<br />

of onchocercal skin disease in a small sample of patients.<br />

Trans R Soc Trop Med Hyg;97:310-311. 2003.<br />

48. Lages SE, Ramirez L, Silva VM et al. Chagasic meningoencephalitis<br />

in a patient with acquired immunodeficiency<br />

syndrome: diagnosis, follow-up, and genetic characterization<br />

of Trypanosoma cruzi. Clin Infect Dis;34:<br />

118-123. 2002.<br />

49. Lago E, Conrado G, Piccoli C et al. Toxoplasma gondii<br />

antibody profile in HIV-infected pregnant women and<br />

the risk of congenital toxoplasmosis. Eur J Clin Microbiol<br />

Infect Dis;28:345-351.[Epub ahead of print]. 2009.<br />

50. Lorenzetti A, Fornazari P, Bonini DA et al. Mixed<br />

Plasmodium falciparum infections and its clinical implications<br />

in four areas of the Brazilian Amazon region. Acta<br />

Trop;107:8-12. 2008.<br />

51. Machala L, Malý M, Hrdá S et al. Antibody response<br />

of HIV-infected patients to latent, cerebral and recently<br />

acquired toxoplasmosis. Eur J Clin Microbiol Infect<br />

Dis;28:179-182. 2008.<br />

52. Maier A, Duraisingh M, Reeder J et al. Plasmodium<br />

falciparum erythrocyte invasion through glycophorin C<br />

and selection for Gerbich negativity in human populations.<br />

Nat Med;9:87-92. 2003.<br />

53. Mauricio I, Stothard J, Miles M. Leishmania donovani<br />

complex: genotyping with the ribosomal internal transcribed<br />

spacer and the mini-exon. Parasitology;128:263-<br />

267. 2004.<br />

54. Menezes A, Lima V, Freitas M et al. Prevalence of intestinal<br />

parasites in children from public daycare centers<br />

in the city of Belo Horizonte, Minas Gerais, Brazil. Rev<br />

Inst Med Trop São Paulo;50:57-59. 2008.<br />

55. Miller L, Aikawa M, Johnson J et al. Interaction between<br />

cytochalasin B-treated malarial parasites and<br />

erythrocytes. Attachment and junction formation. J Exp<br />

Med;149:172-184. 1979.<br />

56. Ministry of Health: DST – AIDS e Hepatitis virais.<br />

Celebración del VII Congreso Brasileño de Prevención de<br />

las ITS y el SIDA, 2008.<br />

57. Morgan U, Weber R, Xiao L et al. Molecular characterization<br />

of Cryptosporidium isolates obtained from human<br />

immunodeficiency virus-infected individuals living in<br />

Switzerland, Kenya, and the United States. J Clin Microbiol;38:1180-1183.<br />

2000.<br />

58. Moura H, Fernandes O, Viola J, Silva S, Passos R,<br />

Lima D. Enteric parasites and HIV infection: occurrence<br />

in AIDS patients in Rio de Janeiro, Brazil. Mem Inst<br />

Oswaldo Cruz;84:527-533. 1989.<br />

59. Naniche D, Lahuerta M, Bardaji A et al. Mother-tochild<br />

transmission of HIV-1: association with malaria<br />

prevention, anaemia and placental malaria. HIV Med;9:<br />

757-764. 2008.<br />

60. Ned R, Price A, Crawford S et al. Effect of placental<br />

malaria and HIV infection on the antibody responses to<br />

Plasmodium falciparum in infants. J Infect Dis;198:1609-<br />

1619. 2008.<br />

61. De Oliveira SM, de Oliveira L, Resende J et al. Seasonal<br />

profile and level of CD4 lymphocytes in the occurrence<br />

of cryptosporidiosis and cystoisosporidiosis in<br />

HIV/AIDS patients in the Triângulo Mineiro region, Brazil.<br />

Rev Soc Bras Med Trop;40:512-515. 2007.<br />

62. Pandey K, Singh S, Pattnaik P et al. Bacterially expressed<br />

and refolded receptor binding domain of Plasmodium<br />

falciparum EBA-175 elicits invasion inhitory antibodies.<br />

Mol Biochem Parasitol;123:23-33. 2002.<br />

63. Pintado V, Martin RP, Rivera M et al. Visceral leishmaniasis<br />

in human immunodeficiency virus (HIV)-infected<br />

and non-HIV-infected patients: a comparative study.<br />

Medicine;80:54-73. 2001.<br />

64. Ponnuvel K, Rajkumar R, Menon T et al. Role of<br />

Candida in indirect pathogenesis of antibiotic associated<br />

diarrhoea in infants. Mycopathologia;135:145-147. 1996.<br />

65. Preiser W, Cacopardo B, Nigro L et al. Immunological<br />

findings in HIV-Leishmania coinfection. Intervirology;39:285-288.<br />

1996.<br />

66. Ramakrishnan K, Shenbagarathai R, Uma A et<br />

al. Prevalence of intestinal parasitic infestation in HIV/<br />

AIDS patients with diarrhea in Madurai City, South India.<br />

Jpn J Infect Dis;60:209-210. 2007.<br />

67. Ribeiro P, Pile E, Queiroz M et al. Cryptosporidiosis<br />

occurrence in HIV patients attended in a hospital, Brazil.<br />

Rev Saude Pública;38:469-470. 2004.<br />

68. Rodrigues J, Leser P, Silva TM et al. Prevalence of<br />

cryptosporidiosis in diarrheic syndrome in HIV positive<br />

patients. Revista Rev Assoc Med Bras;37:79-84. 1991.<br />

69. Rossit A, de Almeida M, Nogueira C et al. Yeast, parasitic,<br />

and viral enteropathogens in HIV-infected children


666 PARTE V Síndromes y parasitosis<br />

from São Paulo State, Southeastern Brazil. Diag Microbiol<br />

Infect Dis;57:59-66. 2007.<br />

70. Ryan J, Stoute J, Amon J et al. Evidence for transmission<br />

of Plasmodium vivax among a duffy antigen negative<br />

population in Western Kenya. Am J Trop Med Hyg;75:<br />

575-581. 2006<br />

71. Sartori A, Neto J, Nunes E et al. Trypanosoma cruzi parasitemia<br />

in chronic Chagas disease: comparison between<br />

human immunodeficiency virus (HIV)-positive and<br />

HIV-negative patients. J Infect Dis;186:872-875. 2002.<br />

72. Schulthess J, Fourreau D, Darche S et al. Mucosal immunity<br />

in Toxoplasma gondii infection. Parasite;15:389-<br />

395. 2008.<br />

73. Secor W. Interactions between schistosomiasis and infection<br />

with HIV-1. Parasite Immunol;28:597-603. 2006.<br />

74. Sorvillo F, Lieb L, Kerndt P et al. Epidemiology of<br />

cryptosporidiosis among persons with acquired immunodeficiency<br />

syndrome in Los Angeles County. Am J Trop<br />

Med Hyg;51:326-331. 1994.<br />

75. Ter HR, Collin S, Ritmeijer K et al. Concordant HIV<br />

infection and visceral leishmaniasis in Ethiopia: the influence<br />

of antiretroviral treatment and other factors on<br />

outcome. Clin Infect Dis;46:1702-1709. 2008.<br />

76. Ter KF, Parise M, Verhoeff F et al. The burden of coinfection<br />

with human immunodeficiency virus type 1 and<br />

malaria in pregnant women in sub-saharan Africa. Am J<br />

Trop Med Hyg;71:41-54. 2002.<br />

77. UNAIDS. Report on the global AIDS epidemic. Available<br />

in: http:// www.unAIDS.org. Assessed in 20/11/2011,<br />

2008.<br />

78. Vaidian A, Weiss L, Tanowitz H. Chagas’ disease and<br />

AIDS. Kinetoplastid Biol Dis;3:2. 2004.<br />

79. Viney M, Brown M, Omoding N et al. Why does HIV<br />

infection not lead to disseminated strongyloidiasis? J Infect<br />

Dis;190:2175-2180. 2004.<br />

80. Weiss L. Zoonotic parasitic diseases: Emerging issues<br />

and problems. Int J Parasitol;38:1211-1217. 2008. Weiss<br />

L. Zoonotic parasitic diseases: Emerging issues and problems.<br />

Int J Parasitol 38:1209-1210; [PUBMED - Epub<br />

ahead of print]. 2008.<br />

81. Wuhib T, Silva T, Newman R et al. Cryptosporidial<br />

and microsporidial infections in human immunodeficiency<br />

virus-infected patients in northeastern Brazil. J Infect<br />

Dis;170:494-497. 1994.


Capítulo<br />

85<br />

Diarrea ocasionada<br />

por parásitos<br />

Raúl Romero<br />

Hay diferentes organismos parásitos que pueden provocar alteraciones<br />

a nivel intestinal, ocasionando diarrea. Una forma<br />

práctica de clasificación de estos patógenos es por su localización<br />

en el intestino, a nivel de intestino delgado o de intestino<br />

grueso, lo cual es importante, entre otras razones, porque las<br />

manifestaciones clínicas del síndrome diarreico varían de acuerdo<br />

con el daño intestinal y la localización del mismo, de tal<br />

forma que se puede hablar de enteritis y colitis parasitarias.<br />

42,61,62 A continuación se presentan los protozoarios y helmintos<br />

que se asocian a procesos diarreicos (cuadro 85-1).<br />

Giardia lamblia<br />

La giardiasis tiene mayor prevalencia en niños, ocurre en todo<br />

el mundo y su transmisión sucede a través de quistes por la<br />

vía fecal-oral. Giardia lamblia tiene su hábitat en la porción<br />

alta del intestino delgado, la infección se inicia por la ingestión<br />

de quistes, que en el intestino se desenquistan liberando<br />

trofozoítos que generan problemas de absorción, alteraciones<br />

de las microvellosidades, cambios en la motilidad, en el borde<br />

en cepillo y la maduración enzimática del epitelio intestinal,<br />

junto con una respuesta inflamatoria. 24 Las manifestaciones clínicas<br />

se notan tras un periodo de incubación de 1 a 2 semanas,<br />

con diarrea, flatulencia, heces fétidas, dolor abdominal epigástrico<br />

leve y pasajero, náuseas, vómito, pérdida de peso e hiporexia.<br />

El diagnóstico se basa en la identificación de trofozoítos,<br />

quistes o antígenos de Giardia, los primeros mediante exámenes<br />

coproparasitoscópicos directos en fresco y de concentración,<br />

también se puede recurrir a frotis fecales teñidos con la<br />

tinción tricrómica de Gomori o hematoxilina férrica y pruebas<br />

para identificar antígenos de Giardia en heces. Las biopsias<br />

duodenales y aspirados de intestino delgado, o material obtenido<br />

por el entero-test o cápsula de Beal también son muy útiles.<br />

El tratamiento se puede realizar con furazolidona, quinacrina,<br />

metronidazol, hemezol, tinidazol, ornidazol, secnidazol, albendazol<br />

y nitazoxanida (véase capítulo 94). 13,40<br />

Entamoeba histolytica<br />

La amebiasis es una parasitosis cosmopolita, pero su mayor prevalencia<br />

se encuentra en zonas subtropicales o tropicales; ocasiona<br />

patología de colon y rectosigmoides, pero puede extenderse<br />

hacia otros órganos; la infección se adquiere con la<br />

ingestión de quistes, de los que se liberan trofozoítos que permanecen<br />

en la luz intestinal o invaden la pared colónica, también<br />

se pueden diseminar por contigüidad o por vía hematógena<br />

y llegar al hígado, o a cualquier otro órgano, aparato o<br />

sistema. 5,41<br />

Entamoeba histolytica se adhiere a células epiteliales, mediante<br />

una lectina, con afinidad por galactosa, estas células se<br />

alteran, se produce acortamiento y desaparición de las microvellosidades,<br />

engrosamiento del glucocálix, modificaciones en la<br />

permeabilidad de la membrana celular y pérdida de cohesión<br />

en las uniones intercelulares; el parásito libera el amebaporo,<br />

proteína que produce canales en las células con alteración de<br />

funciones vitales; la célula ya dañada presenta aclaramiento<br />

de su citoplasma, edema de mitocondrias, dilatación del retículo<br />

endoplásmico rugoso, dilatación y desaparición de la membrana<br />

plasmática. Se produce degeneración y lisis celular, se<br />

destruyen polimorfonucleares, con liberación de proteasas, que<br />

lisan células. Los trofozoítos ingieren restos celulares y fagocitan<br />

células y eritrocitos. En la pared colónica se forman úlceras<br />

de la mucosa, submucosa, capa muscular y hasta la serosa. 30,45<br />

La amebiasis intestinal puede ser asintomática o sintomática,<br />

esta última se clasifica en aguda no grave y grave, colitis<br />

amebiana fulminante, amebiasis crónica, apendicular y ameboma.<br />

La amebiasis intestinal crónica a menudo presenta periodos<br />

de estreñimiento que alternan con otros de diarrea, dolor<br />

abdominal tipo cólico, meteorismo, flatulencia y borborigmos.<br />

En la amebiasis intestinal aguda las manifestaciones clínicas<br />

dependen directamente del tipo y localización de las lesiones<br />

en la mucosa; los datos de las evacuaciones pueden ser desde<br />

diarrea simple, hasta disentería; las evacuaciones mucosanguinolentas<br />

se presentan de 4 a 6 en 24 h, acompañadas de dolor<br />

abdominal tipo cólico, de leve a moderado, y que antecede a la<br />

667


668 PARTE V Síndromes y parasitosis<br />

evacuación, puede haber pujo y tenesmo rectal. La evacuación<br />

contiene escasa materia fecal, con líquido, ligeramente teñida<br />

de rojo por la presencia de sangre, no hay fiebre. Un cuadro más<br />

agudo y grave es la colitis amebiana fulminante, donde se desarrollan<br />

úlceras necróticas en todo el colon, con un número de<br />

evacuaciones de 20 o más en 24 h, mucosanguinolentas o francamente<br />

sanguinolentas, les antecede dolor abdominal de tipo<br />

cólico intenso y generalizado, se presenta distensión abdominal,<br />

tenesmo rectal constante, hay fiebre elevada y ataque al estado<br />

general, deshidratación, hipotensión, o choque. La colitis<br />

amebiana fulminante evoluciona a peritonitis con perforación<br />

intestinal. 48<br />

La apendicitis amebiana se debe a inflamación, necrosis o<br />

perforación a nivel del apéndice ileocecal, y clínicamente presenta<br />

numerosas evacuaciones sanguinolentas, dolor abdominal<br />

de tipo cólico, localizado en la fosa iliaca derecha, fiebre,<br />

taquicardia y náuseas; en la apendicitis amebiana hay dos formas<br />

clínicas; una igual a la apendicitis bacteriana aguda (dolor<br />

en fosa iliaca derecha, fiebre y datos de irritación peritoneal);<br />

otra precedida de diarrea con moco y sangre de varios días de<br />

duración, con dolor en hemiabdomen derecho y datos de irritación<br />

peritoneal.<br />

El colon tóxico amebiano es poco frecuente, se ve más en<br />

pacientes lactantes con desnutrición severa, se desarrollan lesiones<br />

ulcerosas y necróticas en el colon, e invasión bacteriana; los<br />

datos clínicos que presentan estos pacientes son evacuaciones<br />

escasas, frecuentes, con moco y sangre abundante, cólico intenso,<br />

fiebre, ataque al estado general, deshidratación y choque<br />

séptico, y puede desarrollar áreas de estenosis del colon. 60<br />

Para el diagnóstico de la amebiasis intestinal crónica y el<br />

estado de portador, se recomienda el examen coproparasitoscópico<br />

de concentración-flotación, y para la amebiasis intestinal<br />

aguda el examen coproparasitoscópico directo en fresco. 17 En<br />

el colon tóxico amebiano el examen directo en fresco de heces<br />

y pruebas serológicas para detección de anticuerpos circulantes,<br />

radiografía de abdomen (se ha observado dilatación del colon,<br />

pérdida de haustras, neumoperitoneo y opacidad pélvica). En<br />

el ameboma se recomienda una endoscopia con toma de biopsia<br />

y colon por enema y en la apendicitis amebiana lo definitivo<br />

es el estudio histopatológico del apéndice.<br />

La rectosigmoidoscopia está indicada cuando no se ha demostrado<br />

la etiología, es un procedimiento útil que permite<br />

visualizar las lesiones y tomar material biológico para estudios<br />

parasitológicos e histopatológicos; las lesiones se observan con<br />

edema, hiperemia, úlceras y puntilleo hemorrágico; en el exudado<br />

de la úlcera se pueden detectar trofozoítos, al igual que en<br />

las biopsias de las lesiones.<br />

La mejor forma de identificar género y especie de amebas<br />

es el frotis de materia fecal fijado y teñido con hematoxilina<br />

férrica o con tinción tricrómica. El diagnóstico serológico de la<br />

amebiasis ha sido útil en los casos de amebiasis intestinal invasora<br />

y en las formas extraintestinales.<br />

El tratamiento médico de la amebiasis se realiza utilizando<br />

diferentes fármacos: dicloroacetamidas como etofamida, clefamida,<br />

diloxamida, teclozán, quinfamida; las diyodohidroxiquinolinas;<br />

y de los 5-nitroimidazoles: metronidazol, hemezol, tinidazol,<br />

nimorazol, ornidazol y secnidazol. El tratamiento<br />

quirúrgico es necesario para la colitis fulminante, apendicitis y<br />

ameboma (véase capítulo 94).<br />

Blastocystis hominis<br />

La blastocistiasis es una enfermedad parasitaria que ha sido<br />

considerada como parasitosis emergente, de distribución mundial,<br />

más frecuente en climas cálidos y húmedos, transmitida<br />

por fecalismo; su forma infectante es la fase de cuerpo central.<br />

Este protozoo se localiza en el colon, donde se desarrolla un<br />

proceso inflamatorio, con infiltrado celular a nivel de la lámina<br />

propia de las paredes intestinales y pequeñas ulceraciones que<br />

se acompañan con focos de hemorragias leves. Desde el punto<br />

de vista clínico, se presenta un cuadro agudo de diarrea acuosa,<br />

con dolor abdominal, meteorismo, flatulencia, náuseas, vómito,<br />

anorexia, hiporexia, pérdida de peso, artralgias, artritis e<br />

insomnio. También puede presentar un cuadro de diarrea crónica,<br />

acompañado de manifestaciones inespecíficas como vértigo,<br />

tenesmo e insomnio, y en ocasiones estreñimiento. 4<br />

El diagnóstico se logra por aislamiento de la forma de<br />

cuerpo central en materia fecal, mediante estudios coproparasitoscópicos,<br />

o la forma ameboide que se obtiene también de las<br />

heces utilizando el examen directo en fresco. 57 Otros recursos<br />

son la inmunofluorescencia, immunoblot y reacción en cadena<br />

de la polimerasa (PCR). Para el tratamiento se utiliza metronidazol,<br />

secnidazol, diyodohidroxiquinolina y quinfamida.<br />

Especies de Cryptosporidium<br />

Cryptosporidium es un coccidio de localización intestinal que<br />

antes de tener importancia en el hombre, se conocía como patógeno<br />

de vacas, cerdos, gatos y pavos, entre otros; en el hombre<br />

produce una enfermedad autolimitada moderada en personas<br />

inmunocompetentes; a diferencia de la diarrea intensa<br />

prolongada en pacientes inmunocomprometidos. Cryptosporidium<br />

es altamente infeccioso y transmisible de persona a persona,<br />

en el agua, la leche cruda, alimentos y mediante fómites<br />

contaminados con heces. 18,27 La fase infectante es el ooquiste<br />

maduro que se expulsa en las heces de animales enfermos, una<br />

vez ingerido el ooquiste libera esporozoítos en el intestino delgado,<br />

que luego se transforman en trofozoítos, los cuales producen<br />

atrofia de las vellosidades intestinales de leve a moderada,<br />

aumento en el diámetro de las criptas, infiltrado de células<br />

mononucleares de la lámina propia, eritema de la mucosa, pequeñas<br />

ulceraciones focales, con exudado fibroso y en ocasiones<br />

abscesos en las criptas; pocas veces se produce invasión de<br />

vesícula biliar y conductos biliares, con producción de edema,<br />

infiltrado linfocítico, destrucción de mucosa y estenosis del<br />

ámpula de Vater. 18<br />

Desde el punto de vista clínico, la gravedad de la enfermedad<br />

se determina por el estado inmunológico del paciente; en<br />

pacientes inmunocompetentes se presentan: diarrea acuosa pro-


CAPÍTULO 85 Diarrea ocasionada por parásitos 669<br />

fusa sin sangre, anorexia, debilidad, náuseas, calambres abdominales,<br />

flatulencia y vómito, que desaparecen en unos días. 31<br />

En pacientes inmunocomprometidos, un síndrome coleriforme<br />

con diarrea, anorexia, náuseas, vómito, dolor abdominal<br />

tipo calambre, fiebre intermitente, pérdida de peso, deshidratación<br />

intensa, desequilibrio hidroelectrolítico; en ocasiones sangre<br />

oculta en heces, linfadenopatía y desnutrición grave, con<br />

una evolución de meses y hasta años de duración. 22,29,44<br />

El diagnóstico por biopsia es el más concluyente, la obtención<br />

de ooquistes en heces fecales se logra por técnicas coproparasitoscópicas<br />

de concentración, como la de flotación con sacarosa<br />

de Sheater o con sulfato de cinc, y sedimentación con<br />

formaldehído, con el material obtenido se hace un frotis y se<br />

tiñe con alguna de las siguientes técnicas: fenol-auramina,<br />

yodo, carbol-fucsina de Zielh-Neelsen, tinción modificada de<br />

Zielh-Neelsen, tinción de Giemsa, de Gomori, ácido peryódico<br />

de Shift, ácido peryódico modificado de Shift, naranja de acridina,<br />

rodamina-auramina, metenamina de plata y ácido fuerte<br />

de Kinyoun. Otro recurso diagnóstico es la inmunofluorescencia<br />

(véase capítulo 92).<br />

El tratamiento consiste en manejo de soporte y la utilización<br />

de espiramicina o eritromicina, o clindamicina, o nitazoxanida,<br />

o albendazol, o la a-difluorometilornitina con resultados<br />

variables, pero muy dependientes de la cantidad de linfocitos<br />

CD4 del paciente. Calostro hiperinmune de bovinos se ha<br />

aplicado en pacientes con diarrea secretora por Cryptosporidium<br />

con buenos resultados clínicos, pero no parasitológicos. 53<br />

Especies de Cyclospora<br />

Cyclospora es un protozoo del phylum Apicomplexa, como Cryptosporidium<br />

e Isospora; tiene varias especies C. cayetanensis,<br />

C. cercopitheci, C. colobi y C. papionis que producen patología<br />

intestinal; tienen una distribución mundial, de mayor incidencia<br />

en épocas de lluvia y calor; la transmisión es a través de la<br />

ingestión de alimentos y bebidas contaminados con ooquistes<br />

esporulados, ooquistes que en el intestino liberan esporozoítos<br />

que se transforman en trofozoítos, se fijan a la superficie intestinal,<br />

y producen agresión celular y tisular, se produce una reacción<br />

inflamatoria, aplanamiento del borde en cepillo, acortamiento<br />

y atrofia de las vellosidades intestinales, además de<br />

hiperplasia de las criptas; en el intestino delgado se pierde superficie<br />

de absorción y todo esto se traduce en manifestaciones<br />

clínicas. 10,28,34,35<br />

El periodo de incubación va de 1 a 11 días, luego aparece<br />

malestar, febrícula, diarrea, dolor abdominal, flatulencia, náuseas,<br />

vómito, anorexia, fatiga intensa, mialgias y pérdida de<br />

peso; si el paciente es inmunocompetente el padecimiento puede<br />

autolimitarse en días, con recaídas en las siguientes seis semanas,<br />

pero si es inmunocomprometido, la gravedad del cuadro<br />

se relaciona con el grado de inmunosupresión, y el cuadro<br />

clínico tiende a ser crónico. 15,37,46,47,51<br />

El diagnóstico de la ciclosporiasis se establece con la demostración<br />

de ooquistes en las heces, o en aspirado yeyunal, o<br />

aspirado de vesícula biliar; se utilizan los mismos procedimientos<br />

coproparasitoscópicos y tintoriales que en la criptosporidiasis.<br />

14,58 El tratamiento se realiza a base de trimetoprim-sulfametoxazol.<br />

23<br />

Isospora belli (Cystoisospora belli)<br />

Cystoisospora belli, al igual que Cryptosporidium y Cyclospora, es<br />

un coccidio de localización intestinal, que tiene una distribución<br />

cosmopolita y la infección se adquiere por la ingestión de<br />

ooquistes esporulados en agua y alimentos. En el intestino,<br />

los ooquistes se rompen, dejan libres a los esporozoítos, invaden<br />

las paredes, principalmente de yeyuno e íleon y dan lugar<br />

a los trofozoítos. Se produce atrofia de las vellosidades, hiperplasia<br />

de las criptas e infiltrado de la lámina propia con neutrófilos,<br />

y particularmente un gran número de eosinófilos.<br />

Las formas clínicas fluctúan entre la infección asintomática,<br />

sintomática moderada en individuos inmunocompetentes y<br />

sintomática grave en pacientes inmunocomprometidos. En el<br />

paciente inmunocompetente se presenta diarrea acuosa, compromiso<br />

del estado general, náuseas y vómito, cuadro que se<br />

autolimita en días. En pacientes inmunocomprometidos ocurre<br />

diarrea crónica intermitente, evacuaciones profusas, líquidas<br />

o pastosas, sin sangre, heces amarillentas, espumosas y esteatorreicas,<br />

la fiebre en algunos casos desaparece, se agrega<br />

dolor abdominal difuso o localizado a epigastrio, meteorismo,<br />

náuseas, vómito, anorexia, mal estado general y desequilibrio<br />

hidroelectrolítico; en las formas más crónicas se genera malabsorción<br />

intestinal y pérdida de peso considerable. 6,22,24,29<br />

El diagnóstico se realiza al observar en la materia fecal los<br />

ooquistes de Isospora, en un examen directo en fresco, coproparasitoscópico<br />

por concentración, aspirado duodenal o en moco<br />

de la pared intestinal. Nuevamente en este caso son aplicables<br />

todos los procedimientos presentados en la criptosporidiasis.<br />

Para el tratamiento se utiliza trimetoprim-sulfametoxazol,<br />

y como alternativa metronidazol, espiramicina, nitazoxanida y<br />

combinaciones como pirimetamina-sulfadiacina, albendazolornidazol<br />

(véase capítulo 94).<br />

Microsporidios<br />

Los microsporidios comprenden más de 100 géneros y 1 000<br />

especies conocidas, de las cuales infectan al hombre: Encephalitozoon<br />

cuniculi, Encephalitozoon hellem, Encephalitozoon intestinalis,<br />

Enterocytozoon bieneusi, Vittaforma corneae, Nosema connori,<br />

especies de Pleistophora, de Trachipleistophora, Cystosporogenes<br />

operophterae y especies de Brachiola. 7,8,24 Estos parásitos se adquieren<br />

con esporas, pero la enfermedad como tal se presenta en<br />

individuos inmunocomprometidos, en particular infectados<br />

con el virus de la inmunodeficiencia humana. 16,32,33,39 Se trata<br />

de parásitos de localización intracelular en varios órganos, pero<br />

en mayor proporción en paredes del intestino delgado, donde<br />

las células parasitadas se encuentran en la punta de la vellosidad;<br />

se produce desprendimiento de células de la vellosidad, citólisis<br />

y degeneración de enterocitos; atrofia de las vellosidades, hiper-


670 PARTE V Síndromes y parasitosis<br />

plasia de criptas, infiltrado linfocítico, de macrófagos y plasmocitos,<br />

respuesta de tipo granulomatoso, con necrosis y alteraciones<br />

en la absorción de lípidos y carbohidratos.<br />

Clínicamente, se presenta diarrea crónica por muchos meses,<br />

con anorexia, náuseas y vómito, síndrome de malabsorción,<br />

y pueden desarrollarse formas graves de síndrome colérico<br />

con hipopotasemia e hipomagnesemia; se acompaña a largo<br />

plazo con pérdida de peso.<br />

El diagnóstico se hace con la identificación de esporas de<br />

los microsporidios en fluido duodenal y yeyunal, contenido colónico<br />

y en heces, se recomienda tinción con el método modificado<br />

de coloración tricrómica (Cromotrope 2R), o métodos de<br />

coloración fluorocromática; otros recursos son la microscopia<br />

electrónica o técnicas de PCR (véase capítulo 92). 26,43,54-56,59<br />

Para tratamiento, el albendazol disminuye la diarrea en 50%,<br />

sin erradicar el parásito, y se ha intentado con nitazoxanida con<br />

cierta acción in vitro. 40<br />

Hymenolepis nana e H. diminuta<br />

La himenolepiasis es frecuente sobre todo en la edad escolar y<br />

preescolar, se trata de una helmintiasis transmitida por fecalismo,<br />

su agente etiológico, en la mayor parte de los casos, es<br />

Hymenolepis nana, y en ocasiones Hymenolepis diminuta, tiene<br />

distribución cosmopolita y la infección se adquiere con la ingestión<br />

del huevo de Hymenolepis nana. 12,52 En el ser humano,<br />

el parásito se localiza en el intestino delgado, donde se libera un<br />

embrión que se introduce a las vellosidades intestinales, se<br />

transforma en el cisticercoide o forma larvaria, evoluciona, sale<br />

de la vellosidad y como adulto se fija a la pared intestinal y<br />

forma huevos que se eliminan con las heces. Las formas larvarias<br />

lesionan y destruyen vellosidades intestinales y los adultos<br />

irritan la pared intestinal, provocando una enteritis leve; los<br />

casos con parasitación moderada o masiva presentan dolor abdominal,<br />

náuseas, vómito, pérdida de peso, diarrea, distensión<br />

abdominal, sensación de plenitud, hiporexia, y dolor en epigastrio,<br />

nerviosismo y cefalea.<br />

El diagnóstico se realiza con el aislamiento e identificación<br />

de huevos del parásito en las heces humanas, por exámenes coproparasitoscópicos<br />

de concentración; o adultos por medio del<br />

tamizado de heces. El tratamiento es difícil y los exámenes coproparasitoscópicos<br />

de concentración después del tratamiento<br />

son indispensables, los fármacos que se usan para tratamiento de<br />

esta parasitosis son niclosamida, praziquantel y albendazol.<br />

Capillaria philippinensis<br />

Capillaria philippinensis es un nematodo parásito de humanos,<br />

que causa síndrome de malabsorción intestinal, ocasiona diarrea<br />

crónica, y la infección humana se adquiere con la ingestión<br />

de carne de pescado parasitado con larvas. 12 Los parásitos afectan<br />

al intestino delgado mediante traumatismo por penetración<br />

repetida de la mucosa, que produce degeneración de ésta<br />

y de la submucosa. Desde el punto de vista clínico, produce<br />

diarrea, dolor abdominal, pérdida de peso, debilidad, malestar<br />

general, anorexia; los pacientes llegan a morir por desequilibrio<br />

hidroelectrolítico, paro cardiaco y por infección bacteriana secundaria.<br />

El diagnóstico se lleva a cabo por la demostración de<br />

adultos y huevos del parásito en las heces. Para su tratamiento<br />

se utilizan albendazol y mebendazol, quizá también sea eficiente<br />

la ivermectina (véase capítulo 94).<br />

Angiostrongylus costaricensis<br />

Angiostrongylus costaricensis es un nematodo filiforme que vive<br />

dentro de las arterias mesentéricas del hospedero definitivo, se<br />

presenta en algunas áreas de América Latina, en particular en<br />

Centroamérica, donde origina la angiostrongiliasis abdominal. A<br />

diferencia de A. cantonensis, que existe en Asia y que origina la<br />

angiostrongiliasis del sistema nervioso central. 2 Los humanos se<br />

infectan con la ingestión de caracoles o babosas parasitados. El<br />

parásito causa lesiones inflamatorias agudas del intestino delgado<br />

o del colon, en la mayoría de los casos, las lesiones están situadas<br />

en la región ileocecal, pero se han observado en hígado y testículos;<br />

los parásitos adultos se localizan al interior de las arterias<br />

mesentéricas, donde se produce trombosis y necrosis del endotelio<br />

vascular y de los tejidos irrigados, la presencia de huevos y<br />

larvas induce una reacción inflamatoria. Las manifestaciones clínicas<br />

son dolor en la fosa iliaca y flanco derecho, fiebre, anorexia,<br />

vómito, diarrea y en otros casos estreñimiento, leucocitosis y<br />

eosinofilia; estos procesos se pueden confundir con infecciones<br />

bacterianas, apendicitis aguda, divertículo de Meckel, o procesos<br />

cancerosos. Su tratamiento por lo general requiere procedimientos<br />

quirúrgicos con resección del tejido con infiltrado inflamatorio.<br />

El diagnóstico se puede hacer mediante enema baritada,<br />

por defectos de llenado, con pruebas inmunológicas como la inmunodifusión,<br />

la inmunoelectroforesis, las reacciones de aglutinación,<br />

ELISA, etc. El estudio histopatológico muestra huevos y<br />

larvas en el endotelio. El tratamiento es por cirugía, que se puede<br />

complementar con terapia a base de tiabendazol o albendazol.<br />

Anisaquidiasis<br />

La anisaquidiasis se presenta cuando un a persona ingiere carne<br />

de pescado con larvas de Anisakidos (Anisakis simplex, Pseudoterranova<br />

decipiens); la presencia de larvas de tercer estadio produce<br />

lesiones inflamatorias agudas, úlceras y perforaciones en<br />

estómago e intestino delgado, se generan procesos diarreicos,<br />

dolor abdominal, vómito, convulsiones, y aumento de la temperatura.<br />

Estas larvas llegan a diseminarse a la subserosa, gónadas<br />

y músculos. Su diagnóstico es por reconocimiento histopatológico<br />

o por pruebas inmunológicas, y su tratamiento es a<br />

base de benzaimidazólicos o ivermectina. 36<br />

Esquistosomiasis<br />

Los trematodos que dañan el intestino delgado del ser humano<br />

tienen ciclos de vida muy complejos que comprenden hospederos<br />

intermediarios, por lo general, caracoles. El ingreso al cuerpo<br />

humano es a través de la piel, por la penetración de las cer-


CAPÍTULO 85 Diarrea ocasionada por parásitos 671<br />

carias, como es el caso de Schistosoma, o con la ingestión de<br />

metacercarias en alimentos vegetales y carne de pescado cruda<br />

según el trematodo de que se trate. Schistosoma mansoni es endémico<br />

en África y en algunas áreas de América Latina, a diferencia<br />

de Schistosoma japonicum que se encuentra en Asia. Los<br />

adultos residen en las vénulas del plexo mesentérico, donde las<br />

hembras ponen sus huevos. La enfermedad intestinal es resultado<br />

de la inflamación de la mucosa, formación de granulomas,<br />

producción de úlceras y fenómenos obstructivos en los vasos<br />

sanguíneos; según el caso, los pacientes presentan diarrea, heces<br />

con sangre, sangrado intestinal, dolor abdominal, epigastralgia,<br />

hepatomegalia, ictericia, esplenomegalia, ascitis, hematemesis,<br />

red venosa colateral, dolor en hipocondrio derecho, hipertensión<br />

portal, fiebre, ataque al estado general y pérdida de peso;<br />

más tarde se pueden producir pólipos intestinales y zonas estenóticas.<br />

El daño a nivel hepático se genera por procesos granulomatosos<br />

y las obstrucciones en el circuito portal. La complicación<br />

más común es la fibrosis periportal, la cual lleva a la<br />

hipertensión portal, con hemorragia gastrointestinal por varices<br />

esofágicas, y después cirrosis hepática. Otra complicación es<br />

causada por una respuesta exudativa a la retención de huevos<br />

en la pared del intestino grueso. El diagnóstico se realiza por la<br />

identificación de huevos en heces o en biopsias, también se recurre<br />

a estudios serológicos para la identificación y cuantificación<br />

de anticuerpos. En la esquistosomiasis el estudio endoscópico<br />

muestra mucosa hiperémica y friable. El tratamiento de<br />

esta parasitosis se realiza con niridazol, hicanthona, oxamniquina,<br />

areoscanato, praziquantel y ortipraz.<br />

Fasciola hepatica<br />

Fasciola hepatica produce la fascioliasis, que es una zoonosis<br />

parasitaria, que puede ser adquirida por las personas, la infección<br />

se adquiere con la ingestión de plantas acuáticas con metacercarias,<br />

que evolucionan a las formas juveniles, las cuales<br />

atraviesan la pared intestinal y migran por la cavidad peritoneal<br />

hasta el hígado y se instalan en canalículos biliares; en su paso<br />

por el intestino traumatizan la pared intestinal, la irritan, inflaman<br />

y se desarrollan focos hemorrágicos. Después del periodo<br />

de incubación de dos semanas a tres meses se presentan los<br />

primeros datos clínicos de la primera etapa de la infección o<br />

fase intestinal, que son fiebre, diaforesis, dolor abdominal y urticaria,<br />

prurito, anorexia, flatulencia, náuseas y diarrea. 1<br />

El diagnóstico en la fase intestinal se logra por la observación<br />

de huevos en la materia fecal, mediante estudios coproparasitoscópicos<br />

de concentración por sedimentación, también se<br />

puede obtener una muestra de material duodenal por cápsula<br />

de Beal o por sonda duodenal.<br />

El tratamiento de elección es el triclabendazol (véase capítulo<br />

94).<br />

Trichuris trichiura<br />

La tricocefalosis o trichuriasis es una parasitosis frecuente en<br />

preescolares y escolares, se adquiere por la ingestión de huevos<br />

larvados, que han madurado en el suelo. Un individuo ingiere<br />

el huevo larvado que en el intestino delgado eclosiona, la larva<br />

se desarrolla hasta convertirse en adulto; penetra la mucosa colónica,<br />

en particular a nivel del ciego, recto y sigmoides; este<br />

traumatismo produce ulceraciones sangrantes. El cuadro clínico<br />

se caracteriza por diarrea y dolor abdominal, sangre fresca en<br />

la materia fecal, pero también se puede observar melena, pujo;<br />

algunas complicaciones que se llegan a presentar son apendicitis<br />

verminosa y prolapso rectal. 50 El diagnóstico se realiza por<br />

rectosigmoidoscopia, exámenes coproparasitoscópicos de concentración.<br />

El tratamiento se realiza con mebendazol, ácido<br />

kaínico, albendazol, nitazoxanida e ivermectina.<br />

Necator americanus<br />

y Ancylostoma duodenale<br />

De estas uncinarias, Necator americanus se encuentra en América,<br />

y Ancylostoma duodenale en Europa, Asia, África y en el sur<br />

de América, particularmente en zonas de clima cálido y tropical,<br />

con alta pluviosidad, gran cantidad de vegetación y suelos<br />

ricos en nutrientes orgánicos y sombreados. La infección se<br />

presenta con la penetración de la piel de la larva filariforme, la<br />

cual migra y realiza el ciclo de Looss y en el intestino delgado<br />

se transforma en adulto, que se fija a la pared intestinal, la<br />

muerde y desgarra y le produce lesiones ulcerosas y sangrantes;<br />

además el parásito succiona sangre directamente de la pared a<br />

nivel de las úlceras. Las manifestaciones clínicas intestinales son<br />

dispepsia, náuseas, dolor abdominal epigástrico, vacuidad, diarrea,<br />

plenitud posprandial, melena y manifestaciones de mala<br />

absorción intestinal. 38,61,62<br />

El diagnóstico de uncinariasis se hace mediante coproparasitoscópicos<br />

de concentración, coprocultivo de Harada-Mori,<br />

inmunotransferencia con antígenos estandarizados y PCR.<br />

El tratamiento es con pamoato de pirantel, mebendazol, ácido<br />

kaínico, albendazol, nitazoxanida e ivermectina (véase capítulo<br />

94).<br />

Strongyloides stercoralis<br />

La estrongiloidiasis se presenta en climas tropicales o subtropicales,<br />

donde hay alta pluviosidad, mucha flora, suelos sombreados,<br />

la forma infectante es la larva filariforme, que penetra la<br />

piel y luego migra, realiza el ciclo de Loos y evoluciona hasta<br />

llegar a intestino, ya como adulto se introduce en la pared del<br />

intestino delgado, donde se produce inflamación catarral con<br />

infiltrados de eosinófilos y células epitelioides; la mucosa se<br />

vuelve disfuncional, se produce secreción mucosa, puntos hemorrágicos,<br />

congestión y edema de las paredes intestinales. El<br />

cuadro clínico intestinal es diarrea, dolor abdominal epigástrico,<br />

meteorismo, melena y a veces evacuaciones con sangre. 19,20<br />

El diagnóstico se hace demostrando al parásito, huevos o<br />

larvas mediante exámenes coproparasitoscópicos, método de<br />

Baerman, cápsula de Beal o sondeo duodenal y coprocultivo


672 PARTE V Síndromes y parasitosis<br />

de Harada-Mori. El diagnóstico inmunológico se puede realizar<br />

mediante la técnica de ELISA con antígenos de Strongyloides<br />

ratti. Para el tratamiento se utiliza albendazol e ivermectina.<br />

En el control la educación para la salud y el saneamiento ambiental<br />

son fundamentales. 11<br />

Otros helmintos que se localizan en el intestino del hombre<br />

y que pueden originar diarrea son especies de Trichostrongylus;<br />

nematodo, muy común en los animales herbívoros 3 y<br />

Metagonimus yokogawai, trematodo pequeño muy frecuente en<br />

Asia. 9<br />

Referencias<br />

1. Aksoy D, Kerimoglu U, Oto A et al. Infection with<br />

Fasciola hepatica.Clin Microbiol Infect;11:859-861. 2005.<br />

2. Ash L. Diagnostic morphology of the third-stage larvae of<br />

Angiostrongylus cantonensis, Angiostrongylus vasorum, Aelurostrongylus<br />

abstrusus, and Anafilaroides rostratus (Nematoda:<br />

Metastrongyloidea). J Parasitol;56:249-253. 1970.<br />

3. Audebert F, Hoste H, Durette DM. Life cycle of Trichostrongylus<br />

retortaeformis in its natural host, the rabbit<br />

(Oryctolagus cuniculus). J Helminthol;76:189-192. 2002.<br />

4. Barahona RL, Maguina VC, Naquira VC et al. Human<br />

blastocystosis: prospective study symptomatology<br />

and associated epidemiological factors. Rev Gastroent erol<br />

Peru;23:29-35. 2003.<br />

5. Barreda R, Díaz A, Chávez B et al. Amibiasis una perspectiva<br />

actual. México: Impresora Apolo. 2002.<br />

6. Bernard E, Delgiudice P, Carles M et al. Disseminated<br />

isosporiasis in an AIDS patient. Eur J Clin Microbiol<br />

Infect Dis;16:690-701. 1997.<br />

7. Cali A, Owen R. Intracellular development of Enterocytozoon<br />

a unique microsporidian found in the intestine<br />

of AIDS patients. J Protozool;37:145-155. 1990<br />

8. Cali A, Kolter D, Orenstein J. Septata intestinalis, an<br />

intestinal microsporidian associated with chronic diarrhea<br />

and dissemination in AIDS patients. J Eukaryot Microbiol;40:101-112.<br />

1993.<br />

9. Chai J, Lee S. Intestinal trematodes of humans in Korea:<br />

Metagonimus, heterophyids and echinostomes. Korean J<br />

Parasitol;28:103-122.<br />

10. Connor B, Reidy J, Soave R. Cyclosporiasis: Clinical<br />

and histopathologics correlates. Clin Infect Dis;28:1216-<br />

1222. 1999.<br />

11. Conway D, Lindo J, Robinson R et al. Towards effective<br />

control of Strongyloides stercoralis. Parasitology Today;11:420-424.<br />

1995.<br />

12. De Silva N, Brooker S, Hotez P et al. Soil transmitted<br />

helminth infections: updating the global picture. Trends<br />

Parasitol;19:547-551. 2003.<br />

13. Díaz E, Mondragon J, Ramirez E et al. Epidemiology<br />

and control of intestinal parasites with nitazoxanide in<br />

children in Mexico. Am J Trop Med Hyg;68:384-385.<br />

2003.<br />

14. Eberhard M, Pieniazek N, Arrowood M. Laboratory<br />

Diagnosis of Cyclospora infections. Arch Pathol Lab<br />

Med;121:792-797. 1997.<br />

15. Eberhard M, Nace E, Freeman A et al. Cyclospora cayetanensis<br />

infection in Haiti: a common occurrence in the<br />

absence of watery diarrhea. Am J Trop Med Hyg;60:584-<br />

586. 1999.<br />

16. Field A, Canning E, Hing M et al. Microsporidia in<br />

HIV-infected patients in Sydney, Australia: a report of 37<br />

cases, a new diagnostic technique and the light microscopy<br />

and ultrastructure of a disseminated species.<br />

AIDS;7:27-33. 1993.<br />

17. Fotedar R, Stark D, Beebe N et al. Laboratory diagnostic<br />

techniques for Entamoeba species. Clin Microbiol<br />

Rev;20:511-532. 2007.<br />

18. Goodgame W. Understanding Intestinal spore-forming<br />

protozoa: Cryptosporidia, Microsporidia, Isospora and<br />

Cyclospora. Ann Intern Med;24:429-441. 1996.<br />

19. Gotuzzo E, Terashima A, Alvarez H et al. Strongyloides<br />

stercoralis Hyperinfection associated with Human T<br />

cell Lymphotropic virus type-1 infection in Perú. Am J<br />

Trop Med Hyg;60:146-149. 1999.<br />

20. Grove D. Human strongyloidiasis. Adv Parasitol;38:<br />

251-309. 1997.<br />

21. Gryseels B, Polman K, Clerinx J et al. Human schistosomiasis.<br />

Lancet;368:1106-1118. 2006.<br />

22. Heyworth F. Parasitic disease in immunocompromised<br />

host. Cryptosporidiosis, Isosporiasis and Strongyloidiasis.<br />

Gastroenterol Clin North Am;25:691-707. 1996.<br />

23. Hoge C, Shlim D, Ghimire M. Placebo controlled trial<br />

of co-trimoxazole for Cyclospora infections among travelers<br />

and foreing residente in Nepal. Lancet;345:691-693.<br />

1995.<br />

24. Jernigan J, Guerrant R, Pearson R. Parasitec infections<br />

of the small intestine. Gut;35:289-293. 1994.<br />

25. King C, Dickman K, Tisch D. Reassessment of the<br />

cost of chronic helmintic infection: a meta-analysis of disability-related<br />

outcomes in endemic schistosomiasis.<br />

Lancet;365:1561-1569. 2005.<br />

26. Kokoskin E, Gyorkos T, Camus A et al. Modified technique<br />

for efficient detection of microsporidia. J Clin<br />

Microbiol;32:1074-1075. 1994.<br />

27. Levine N. Taxonomy and review of the coccidian genus<br />

Cryptosporidium (Protozoa, Apicomplexa). J Protozool;31:<br />

94-98. 1984.<br />

28. Looney W. Cyclospora species as a cause of diarrheoea in<br />

humans. Br J Biomed Sci;55:157-161. 1998.


CAPÍTULO 85 Diarrea ocasionada por parásitos 673<br />

29. Mannheimer S, Soave R. Protozoal infection in patients<br />

with AIDS Cryptosporidiosis, isosporiasis, cyclosporiasis<br />

and microsporidiosis. Infect Dis Clin North<br />

Am;8:483-498. 1994.<br />

30. Martínez PA. The pathogenesis of amoebiasis. Parasitology<br />

Today;3:111-118. 1987.<br />

31. Mata L, Bolanos H, Pizarro D et al. Cryptosporidiosis<br />

in children from some highland Costa Rican rural and<br />

urban areas. Am J Trop Med Hyg;33:24-29. 1984.<br />

32. Oreistein J. Microsporidiosis in the acquired immunodeficiency<br />

syndrome. J Parasitol;77:843-864. 1991.<br />

33. Oreistein J. Microsporidiosis. En: Connor H, Chander<br />

F, Manz H et al. (editors). Pathology of Infectious<br />

Diseases Appleton & Lange, Stanford Connecticut;1223-<br />

1239. 1997.<br />

34. Ortega Y, Sterlin C, Gilman R, Cama V, Diaz F. Cyclospora<br />

species: a new protozoan pathogen of humans. N<br />

Engl J Med, 1993;328:1308-1312.<br />

35. Ortega Y, Nagle R, Guilmam R et al. Pathologic and<br />

clinical finding in patiens whit Cyclosporiasis and a description<br />

of intracellular parasite life-cycle stages. J Infect<br />

Dis;176:1584-89. 1997.<br />

36. Pacios E, Arias DJ, Zuloaga J et al. Albendazole for<br />

the treatment of anisakiasis ileus. Clin Infect Dis;41:1825-<br />

1826. 2005.<br />

37. Ponce M, Cob S, Martínez G. Cyclospora en dos niños<br />

mexicanos. Rev Invest Clin;48:461-463. 1996.<br />

38. Pritchard D, Quinnell R, Walsh E. Immunity in humans<br />

to Necator americanus: IgE, parasite weight and fecundity.<br />

Parasite Immunol;17:71-75. 1995.<br />

39. Rabeneck L, Gyorkey F, Genta R et al. The role of<br />

microsporidia in the pathogenesis of HIV-related chronic<br />

diarrhea. Ann Intern Med;119:895-899. 1993.<br />

40. Romero CR, Robert G, Muñoz G et al. Nitazoxanide<br />

for the treatmen of intestinal protozoan and helminthic<br />

infections in Mexico. Trans R Soc Trop Med Hyg; 91:701-<br />

703. 1997.<br />

41. Romero CR, Sánchez H. Amibiasis. Mundo Médico,<br />

México, 1999.<br />

42. Romero CR. Microbiología y Parasitología <strong>Humana</strong>. Editorial<br />

Médica Panamericana. México, 2007.<br />

43. Ryan N, Sutherland G, Coughlan K et al. A new trichrome-blue<br />

stain for detection of microsporidial species<br />

in urine, stool and nasopharyngeal specimens. J Clin Microbiol;31:3264-3269.<br />

1993.<br />

44. Sánchez MG, Ponce LS. Clinical patterns of diarrhea in<br />

AIDS: etiology and prognosis. Rev Invest Clin;46:187-<br />

196. 1994.<br />

45. Shibayama SM, Tsutsumi V, Martínez-PA. Early invasive<br />

intestinal amebiasis in Mongolian gerbils. Arch<br />

Med Res (Méx.);23:187-190. 1992.<br />

46. Soave R. Cyclospora: an overview. Clin Infect Microbio;<br />

23:429-432. 1996.<br />

47. Soave R, Herwaldt B, Relman D. Cyclospora, Emerging<br />

infectious diseases. Infect Dis Clin North Am;12:1-12. 1998.<br />

48. Stauffer W, Ravdin J. Entamoeba histolytica: an update.<br />

Curr Opin Infect Dis;16:479-485. 2003.<br />

49. Steinmann P, Keiser J, Bos R et al. Schistosomiasis<br />

and water resources development: systematic review, meta-analysis<br />

and estimates of people at risk. Lancet Infect<br />

Dis;6:411-425. 2006.<br />

50. Stephenson L, Holland C, Cooper E. The public<br />

health significance of Trichuris trichiura. Parasitology;121:73-95.<br />

2000.<br />

51. Sterling C, Ortega Y. Cyclospora: an enigma worth unraveling.<br />

Emerg Infect Dis;5:48-53. 1999.<br />

52. Tay J, Ruiz A, Sánchez VJ et al. Helmintiasis intestinal<br />

en la República de México. Bol Chil Parasitol;50:10-16.<br />

1995.<br />

53. Ungar B, Ward D, Fayer R et al. Cessation of Cryptosporidium<br />

associated diarrhea in an acquired immunodeficiency<br />

syndrome patient after treatment with hyperimmune<br />

bovine colostrum. Gastroenterology;98:486-489.<br />

1990.<br />

54. Van Gool T, Hollister W, Schattenkerk W et al. Diagnosis<br />

of Enterocytozoon bieneusi microsporidiosis in AIDS<br />

patients by recovery of spores from faeces. Lancet;2:697-698.<br />

1990.<br />

55. Van Gool T, Snijders F, Reiss P et al. Diagnosis of intestinal<br />

and disseminated microsporidial infections in patients<br />

with HIV by a new rapid fluorescent technique. J<br />

Clin Pathol;46:694-699. 1993.<br />

56. Varva J, Nohynokva E, Machala N et al. An extremely<br />

rapid method for detection of microsporidia in biopsy<br />

materials of AIDS patients. Folia Parasitol;40:273-274.<br />

1993.<br />

57. Vázquez T, Valencia R. Caracterización morfológica de<br />

Blastocystis hominis en pacientes con diarrea aguda para el<br />

establecimiento de criterio diagnóstico. Acta Pediatr<br />

Méx;19:233-234. 1998.<br />

58. Visvesvara G, Moura H, Kovacs NE et al. Uniform<br />

staining of Cyclospora ooquistes in fecal smears by a modified<br />

safranin technique with microwaves heating. J Clin<br />

Microbiol;35:730-733. 1997.<br />

59. Weber R, Bryan R, Owen R et al. Improved light-microscopical<br />

detection of microsporidia spores in stool and<br />

doudenal aspirates. N Engl J Med;326:161-166. 1992.<br />

60. Who/Paho/Unesco Report. A consultation with experts<br />

on amoebiasis. Mexico City, Mexico. Epidemiol<br />

Bull, 1997;18:13-14. en biblio: Who/Paho/Unesco Report,<br />

1997. A consultation with experts on amoebiasis.<br />

Mexico City, Mexico 28-29 January 1997. Epidemiol<br />

Bull. 18:13-14. Disponible en: http://www.paho.org/<br />

english/ sha/epibul_95-98/be971amo.htm<br />

61. World Health Organization. Bench aids for the diagnosis<br />

of intestinal parasites. Geneva: the Organization<br />

Plate 3, 1994.<br />

62. World Health Organization. Prevention and control<br />

of intestinal parasitic infections. World Health Organ<br />

Tech Rep Ser;749:1-86. 1997.


Parte VI<br />

Parasitología aplicada<br />

Capítulo<br />

86<br />

Modelos matemáticos<br />

y parasitosis*<br />

Mauricio Canals<br />

Antecedentes históricos<br />

El registro de la interacción del humano con sus patógenos es<br />

tan antiguo como Grecia (400 a.C.). Hipócrates, en Epidemias,<br />

registró episodios epidémicos y especuló acerca de las posible<br />

causas. 6 Sin embargo, en el siglo xvii se realizaron los primeros<br />

intentos de modelar la mortalidad con John Graunt (1620-<br />

1674) y William Petty (1623-1687), considerados los iniciadores<br />

de las estadísticas vitales. 5,6 En 1760, Daniel Bernoulli usó<br />

un método matemático para evaluar la efectividad de la variolación.<br />

William Farr, en 1840, logró ajustar una curva normal<br />

a datos de muertes por viruela, asumiendo la constancia de las<br />

segundas razones entre pares de frecuencias. En 1855 John<br />

Show (1813-1858) estableció las causas del brote de cólera en<br />

Londres sentando las bases de un estudio epidemiológico, y<br />

después William Budd, en 1873, con un método similar estableció<br />

las causas de la fiebre tifoidea.<br />

Los avances en el conocimiento de la transmisión de enfermedades<br />

que ocurrieron a finales del siglo xix y comienzos del<br />

siglo xx, con las contribuciones de L. Pasteur, R. Koch, E.<br />

Roux, E. Behring y E. Metchnikoff y P. Erlich entre otros, sentaron<br />

las bases que permitieron una modelación con sentido<br />

biológico. En la transmisión de parasitosis fue de excepcional<br />

importancia el hallazgo hecho en 1877 y publicado en 1878<br />

por el doctor escocés Patrick Manson en China. Manson encontró<br />

estados larvarios de la filaria Wuchereria brancrofti dentro<br />

del mosquito Culex pipiens quinquefasciatus. 26 A este hallazgo<br />

le sucedió una avalancha de descubrimientos que terminaron<br />

sentando las bases del conocimiento de las enfermedades transmitidas<br />

por vectores. 25,27<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Autoevaluación, la cual se encuentra disponible para el lector en el Centro de Aprendizaje en línea (On-line Center)<br />

vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

675


676 PARTE VI Parasitología aplicada<br />

Cronológicamente, los avances fundamentales se pueden<br />

ordenar así:<br />

1. Manson P, 1978. Desarrollo de Wuchereria brancrofti en el<br />

mosquito Culex pipiens.<br />

2. Smith T, Kilbourne F, 1893. Transmisión de Babesia bigemina,<br />

agente de la fiebre de Texas del ganado, por la garrapata<br />

Boophilus annulatus.<br />

3. Bruce D, 1895. Transmisión de la Nagana animal (T. brucei)<br />

por la mosca tse tse (Glossina spp.).<br />

4. Ross R, 1898. Observación de desarrollo de especies de<br />

Plasmodium en mosquitos Anopheles spp.<br />

5. Ross R, 1898. Transmisión del paludismo aviar por mosquitos.<br />

6. Simond P, 1898. Transmisión de la peste bubónica por la<br />

pulga de la rata Xenopsilla cheopis.<br />

7. Grassi B, Bignami, Bastianelli, 1899. Los mosquitos Anopheles<br />

spp. transmiten el paludismo humano.<br />

8. Reed W, Carroll J, Lazear J, Agramonte, 1901. Transmisión<br />

de la fiebre amarilla por el mosquito Aedes aegypti.<br />

9. Graham H, 1902. Transmisión del dengue por mosquitos.<br />

10. Bruce D y Nabarro D, 1903. Transmisión de la fiebre del<br />

sueño humana (T. brucei) por la mosca tse tse (especies de<br />

Glossina spp.).<br />

11. Marchoux y Salimbeni A, 1903. Transmisión de la espiroqueta<br />

Borrelia conserina por la garrapata Aarhus persicus.<br />

12. Mackie J, 1907. Transmisión de la fiebre recurrente por<br />

piojos (lice).<br />

13. Chagas C, 1909. Transmisión de Trypanosoma cruzi por<br />

las chinches redúvidos.<br />

El real inicio de los modelos matemáticos en la epidemiología<br />

se le puede atribuir a John Brownlee, quien ajustó diversos<br />

modelos a varias enfermedades infecciosas entre 1906 y<br />

1918. 5,6 La aplicación de modelos en parasitología comenzó<br />

con R. Ross, quien modeló la dinámica del paludismo en trabajos<br />

entre 1911 y 1917. 6 El modelo de Ross fue posteriormente<br />

retomado con mayor sofisticación por G. Macdonald de<br />

1950 en adelante. En el desarrollo posterior de esta disciplina<br />

contribuyeron muchos autores, entre los que hay que destacar<br />

el modelo de Soper 30 para la dinámica del sarampión, las contribuciones<br />

al desarrollo de modelos estocásticos de McKendrick<br />

y Kermack desde 1926, Greenwood (1931), Reed y Frost<br />

(1928), Wilson desde 1945 en adelante, la contribución de<br />

Bartlett a la dinámica del sarampión desde 1946 y de N. Bailey<br />

quien extendió los modelos de cadenas binomiales y realizó una<br />

gran recopilación en su libro The mathematical theory of infectious<br />

diseases and its applications, un texto clave en la modelación<br />

de la dinámica de enfermedades infecciosas. Más adelante<br />

hubo un gran desarrollo que incluyó la dimensión espacial, la<br />

estacionalidad y la función de los portadores, 18 la transmisión<br />

venérea y numerosos modelos que incluyen la fiebre tifoidea,<br />

tétano y cólera.<br />

En el ámbito de la parasitología, después de Ross, es necesario<br />

destacar el trabajo clásico de Macdonald (1950-1957) en<br />

el paludismo, las aplicaciones de campo en la dinámica del paludismo,<br />

el rol de la estructura poblacional, la inmunidad y de<br />

las variaciones estacionales de las poblaciones de mosquitos en<br />

esta dinámica con Dietz, 18 la contribución a la definición de<br />

capacidad vectorial de los vectores de Garret-Johnes 20-22 y el<br />

desarrollo de los modelos para la esquistosomiasis de Nassel y<br />

Hirsh. 6<br />

Siguiendo el libro de Bailey, 6 es necesario mencionar los<br />

artículos clave Population biology of infectious diseases, Part I and<br />

II, de Anderson R. y May R., 1,27 la conferencia de Dahlem en<br />

1982, 2 las contribuciones de Dobson y Hudson de 1985<br />

en adelante 19 y de Roberts M. 29 y Grenfell B. 23 en la década de<br />

1990.<br />

Enfermedades parasitarias<br />

La interacción entre el humano y el ambiente biótico puede dar<br />

origen a una serie de relaciones interespecíficas que van desde el<br />

mutualismo al parasitismo y la depredación. Esta interacción<br />

puede ser tan simple como la que sucede entre dos especies: el<br />

humano y un agente infeccioso; o involucrar un gran número<br />

de especies constituyéndose en un problema de comunidades<br />

biológicas. Cuando en esta interacción el hombre sufre un daño<br />

agudo o crónico y la relación es de parasitismo, se habla de una<br />

enfermedad infecciosa. En este contexto, desde la perspectiva<br />

ecológica la enfermedad infecciosa constituye una relación entre<br />

el hombre y otra especie, el agente, inserta en un ambiente particular.<br />

Esto es lo que constituye la conocida tríada ecológica de<br />

la enfermedad: hospedero-agente-ambiente. 17,28<br />

Las enfermedades infecciosas constituyen una relación de<br />

parasitismo donde la población de parásitos recibe un beneficio<br />

y el hombre, individuo o población, recibe un daño; por tanto,<br />

es una interacción positivo-negativa. Sin embargo, tiene algunas<br />

particularidades, por ejemplo, que esta interacción se produce<br />

entre una población de parásitos y un hospedero. De aquí<br />

surge el concepto de subpoblación para definir el conjunto de<br />

parásitos de un particular estado de desarrollo viviendo en un<br />

individuo. Así, la población total de parásitos estaría constituida<br />

por un conjunto de unidades discretas, las subpoblaciones.<br />

Desde la perspectiva médica, a los individuos conteniendo estas<br />

subpoblaciones se les llama casos de una enfermedad.<br />

Entre todas las relaciones positivo-negativas entre las poblaciones,<br />

donde una especie es beneficiada y la otra perjudicada,<br />

existen claras diferencias de comportamiento, tanto a nivel<br />

de la dinámica poblacional como a nivel de la dinámica y del<br />

daño individual. A pesar de que el parasitismo constituye un<br />

solo tipo de relación ecológica, una clara división se produce<br />

entre los denominados microparásitos y macroparásitos. Los<br />

primeros incluyen a virus, bacterias y protozoos, y los segundos<br />

a nematodos, platelmintos y artrópodos (cuadro 86-1). 19<br />

Los microparásitos son, en general, muy pequeños en relación<br />

con el hospedero, se reproducen directamente en éste con<br />

tasas reproductivas (r) muy elevadas, tiempos generacionales<br />

(G) cortos, y sin hospederos intermediarios. En cambio, los<br />

macroparásitos son más grandes, con menores tasas reproducti-


CAPÍTULO 86 Modelos matemáticos y parasitosis 677<br />

vas, mayores tiempos generacionales y en general con hospederos<br />

intermediarios. Estas diferencias ecológicas tienen consecuencias<br />

en los aspectos médicos, como la generación de<br />

inmunidad, la naturaleza transitoria de la enfermedad o la imposibilidad<br />

de tener una clara idea del número de individuos en<br />

el caso de los microparásitos, y también consecuencias a nivel<br />

de la dinámica poblacional de las enfermedades microparasitarias<br />

y macroparasitarias.<br />

Modelos<br />

En medicina “modelo” es una representacion de un fenómeno<br />

de la Naturaleza, a menudo simplificado, cuyo fin es ayudar<br />

a comprender o a predecir la conducta de dicho fenómeno. 7 Los<br />

modelos pueden ser de diferentes tipos, de palabra, esquemas,<br />

etc.; sin embargo, en este capítulo se seguirá la proposición que<br />

un modelo es una expresión formal de relaciones entre componentes<br />

de un fenómeno de la Naturaleza, definidas en términos<br />

matemáticos o físicos. 24 Los modelos matemáticos se pueden<br />

clasificar en determinísticos expresados por relaciones entre variables<br />

en forma de ecuaciones de diferencia o ecuaciones diferenciales,<br />

sin considerar las fluctuaciones azarosas ni el error<br />

experimental, y estocásticos, que sí consideran dicha variabilidad.<br />

Ambos modelos tienen gran utilidad; los primeros permiten<br />

una visualización holística de la conducta de los sistemas en<br />

estudio, y los segundos identifican la variabilidad del fenómeno.<br />

Modelos de interacción directa<br />

entre parásitos y hospederos<br />

La transmisión de un parásito o agente infeccioso puede ocurrir<br />

en forma directa o indirecta a través de un vector o de un hospedero<br />

intermediario. La transmisión directa puede ser por<br />

simple contacto, por inhalación (vía respiratoria), ingestión<br />

(vía digestiva o entérica) o penetración de la piel por heridas<br />

o excoriaciones. La transmisión indirecta puede involucrar<br />

la picadura de un vector o la ingestión de hospederos intermediarios.<br />

Todos estos tipos son considerados de transmisión horizontal<br />

para diferenciarlos de la vertical, que incluye la transmisión<br />

transplacentaria o por huevos.<br />

Transmisión directa de microparásitos<br />

Aunque este tipo de interacción es más característico de virus y<br />

bacterias, tambien llega a ocurrir en las protozoosis, y su modelación<br />

es de gran utilidad conceptual. 5,8,9,16<br />

En términos básicos de dinámica poblacional, cuando<br />

existe una interacción directa microparásito-hospedero, la tasa<br />

de producción de nuevos individuos infectados (dY/dt) es proporcional<br />

tanto al número de infectados o casos (Y) como al<br />

número de individuos susceptibles (X) de adquirir la infección.<br />

Esto se puede expresar en la siguiente ecuación básica: la “ley<br />

de acción de masas” de la epidemiología: 6,30<br />

dY/dt =<br />

XY<br />

La constante de proporcionalidad b se denomina coeficiente<br />

de transmisión o “transmisibilidad”, y corresponde al<br />

número de casos nuevos por unidad de tiempo, caso y susceptible.<br />

Este parámetro es de gran importancia en la dinámica de<br />

transmisión de enfermedades infecciosas porque determina la<br />

incidencia y prevalencia de una infección, y además incorpora<br />

implícitamente el componente ambiental en la interacción entre<br />

casos y susceptibles, pues éste depende en gran medida del<br />

ambiente. La transmisibilidad tiene dos componentes: la tasa<br />

de contacto (b) y la probabilidad de que dicho contacto resulte<br />

en una infección (P(i/c)): 3,4,17<br />

W<br />

= b P(i/c )<br />

Así, una infección será más transmisible en la medida que<br />

aumente la tasa de contacto con un agente infeccioso, o que se<br />

haga más probable la infección a partir de un contacto, como<br />

podría ser un aumento de la temperatura o el déficit inmunitario<br />

de un hospedero.<br />

La ecuación básica de la epidemiología describe de manera<br />

adecuada la situación epidémica que ocurre cuando en una población<br />

cerrada de N individuos hay Y 0 casos de una enfermedad,<br />

sin mediar inmunidad. En este caso, la incidencia de la<br />

enfermedad [W(t)] se puede expresar como:<br />

W (t ) = Y 0(N Y 0 )N 2 e N t<br />

[(N Y 0 ) e N t ] 2<br />

Esta relación describe la clásica curva que sigue una epidemia<br />

en una población cerrada como podría ser una isla 4,6 donde<br />

la enfermedad termina afectando a toda la población susceptible<br />

(figura 86-1).<br />

Cuando se quita la condición de población cerrada permitiendo<br />

la recuperación de los susceptibles por medio de nacimientos<br />

(m: tasa de nacimiento) y se incorpora la tasa de recuperación<br />

de la enfermedad (g), se obtiene el modelo de Soper (1929): 30<br />

dX/dt = μ XY<br />

dY /dt = XY Y<br />

En este caso, a diferencia de lo que ocurre en una población<br />

cerrada, la dinámica de casos no sigue una curva epidémica,<br />

sino que se tienen ciclos de epidemias recurrentes; éstas se<br />

explican porque el aumento de los casos va agotando los sus-<br />

Figura 86-1. Curva epidémica en una población cerrada.<br />

W representa la incidencia y t el tiempo.<br />

t


678 PARTE VI Parasitología aplicada<br />

ceptibles, y disminuyendo así su probabilidad de reclutar nuevos<br />

casos. Al decrecer esta última es posible el aumento de los<br />

susceptibles por medio de nacimientos, pero esto trae consigo<br />

un nuevo aumento en la probabilidad de reclutamiento de casos,<br />

produciendo el rebrote de la enfermedad. En general, el<br />

periodo entre epidemias (T ) se puede estimar a partir de la edad<br />

promedio de infección (E) y el tiempo medio de espera entre la<br />

adquisición de un agente infeccioso y su transmisión (t):<br />

T = 2<br />

Los conceptos expuestos fueron derivados de modelos desarrollados<br />

por epidemiólogos y matemáticos para describir la<br />

dinámica de enfermedades infecciosas. Pero desde una perspectiva<br />

ecológica, cuesta visualizar en estos modelos y su dinámica<br />

la interacción entre dos especies, una actuando como una<br />

subpoblación y la otra como individuo. Sin embargo, si se<br />

identifica un caso de enfermedad con una subpoblación de un<br />

microparásito, la tasa de recuperación (g) y la tasa de pérdida<br />

de una subpoblación, así como la transmisibilidad (b) y la<br />

tasa de incremento de subpoblaciones por cada hospedero, el<br />

modelo se vuelve idéntico a un modelo de densidad predadorpresa<br />

de Lotka-Volterra, que describe muy bien las oscilaciones<br />

poblacionales de depredadores y presas, como el caso del lince<br />

y la liebre en Canadá. En este caso el depredador equivale a la<br />

subpoblación de microparásitos (agente infeccioso) y la presa al<br />

hombre. Una diferencia importante es que en este caso la disminución<br />

de los susceptibles no se debe a mortalidad, sino a la<br />

recuperación con adquisición de inmunidad, lo que les impide<br />

volver a ser susceptibles. 10,12<br />

Aunque existen refinamientos posteriores a estos modelos<br />

que incorporan formalmente la fracción de inmunes y recuperados<br />

en una población (modelos SEIR: susceptibles-enfermosinmunes-recuperados),<br />

los modelos presentados rescatan los<br />

aspectos principales de la dinámica poblacional de las enfermedades<br />

infecciosas de transmisión directa.<br />

Tasa reproductiva neta o básica (R 0 )<br />

y teorema del umbral<br />

Los modelos mencionados conducen a una relación muy importante<br />

conocida como el teorema del umbral, el cual dice que<br />

para que se produzca el brote de una enfermedad infecciosa es<br />

necesario que la población de susceptibles supere un cierto valor<br />

(N T ) llamado umbral. Este último se deduce directamente<br />

de la necesidad que la tasa instantánea de producción de nuevos<br />

casos (dY/dt) sea mayor que cero. Como ésta se puede expresar<br />

como la diferencia entre el reclutamiento de casos por<br />

infección (bXY ) y la pérdida por recuperación (g) y mortalidad<br />

(c), se puede escribir:<br />

dY/dt bXY (g c)Y > 0, o bX (g c) > 0,<br />

que lleva a X > (g c)/b N T .<br />

Es decir, el tamaño inicial de la población de susceptibles,<br />

que para estos efectos tradicionalmente se denota N (no X),<br />

debe ser mayor que un cierto tamaño “umbral” N T , lo que es<br />

E<br />

equivalente a decir R 0 N/N T > 1. Así, se define un nuevo<br />

parámetro de gran importancia epidemiológica y ecológica, la<br />

tasa reproductiva neta o básica:<br />

R 0 = N N T<br />

= N +<br />

Es evidente que ésta corresponde al producto del potencial<br />

reproductivo (Nb) por la esperanza de vida de un hospedero<br />

infectado (1/(gc)). 4,17<br />

Entonces, para que una enfermedad (o población de microparásitos)<br />

se mantenga en una población es necesario que su<br />

tasa reproductiva básica sea mayor que la unidad. Si es menor,<br />

la enfermedad desaparecerá de la población. La tasa reproductiva<br />

básica de una enfermedad infecciosa representa el número<br />

de nuevos casos (o subpoblaciones de microparásitos) que se<br />

producen por cada caso en el tiempo medio que dura la infección<br />

(tiempo generacional), es decir, corresponde exactamente<br />

a la tasa de ataque de la epidemiología clásica y es también<br />

equivalente al concepto de tasa reproductiva neta de una población.<br />

Esta última se define como el número de crías hembra<br />

que produce una hembra en una generación. En nuestro caso la<br />

hembra corresponde a la subpoblación de microparásitos.<br />

Pero la tasa reproductiva básica no sólo es importante conceptualmente,<br />

sino que a partir de ella se derivan importantes<br />

relaciones poblacionales y de control de enfermedades: 3,4,27<br />

1. R 0 se puede estimar fácilmente a partir de su relación con<br />

la expectativa de vida del hospedero (e 0 ) y la edad media<br />

de infección (E):<br />

R 0 = 1+ (e 0 /E )<br />

2. Si existe una vacuna para el control de la enfermedad, la<br />

proporción (p) que necesita ser vacunada para la erradicación<br />

de la enfermedad es:<br />

p > 1 1/R<br />

3. En comunidades pequeñas, la proporción de susceptibles<br />

(s) que queda después de un brote epidémico está dada<br />

por:<br />

R 0 = ln(1/s)<br />

1 s<br />

4. Después de una campaña de vacunación que cubrió una<br />

proporción “p” de susceptibles, se incrementa la edad media<br />

de infección a E *:<br />

E * =<br />

e 0<br />

[R(1 p) 1]<br />

5. Si una enfermedad infecciosa tiene un periodo de incubación<br />

(1/v), entonces la tasa reproductiva básica se puede<br />

estimar como:<br />

R 0 =<br />

Nv<br />

(v + )( + )


CAPÍTULO 86 Modelos matemáticos y parasitosis 679<br />

6. También es posible estimar la prevalencia de equilibrio de<br />

la infección (P*):<br />

16<br />

14<br />

P* =<br />

(1 1/R)b<br />

+<br />

Por último, en enfermedades tan importantes como el<br />

SIDA, conociendo el tiempo promedio de infectividad de un<br />

infectado (D) y la tasa de contactos sexuales (c), es posible estimar<br />

la tasa reproductiva de la infección por HIV mediante:<br />

R 0 = cD<br />

Transmisión directa de macroparásitos<br />

A diferencia de los microparásitos, los macroparásitos son de<br />

mayor tamaño, mantienen subpoblaciones menos numerosas y,<br />

en general, no se reproducen directamente en su hospedero.<br />

Mientras en los microparásitos la unidad de estudio es la<br />

subpoblación (o el caso), en los macroparásitos la unidad es el<br />

individuo. Las infecciones microparasitarias son de naturaleza<br />

transitoria, mientras que muchas veces los macroparásitos se<br />

mantienen por largos periodos en su hospedero; por tanto, su<br />

interacción con el sistema inmune de éste es larga y variable<br />

según la intensidad de la infección.<br />

Al igual que en las enfermedades infecciosas, en las macroparasitosis<br />

es habitual usar la prevalencia (p) como descriptor<br />

poblacional de su impacto. Sin embargo, a nivel individual,<br />

muchas veces es útil el uso de la intensidad de infección (M):<br />

12<br />

10<br />

8<br />

6<br />

4<br />

2<br />

0<br />

0 2 4 6 8 10 12 14 16 18 20<br />

Parásitos por individuo<br />

Figura 86-2. Distribución binomial negativa del número de<br />

parásitos por hospedero. La ordenada representa la frecuencia de<br />

hospederos con determinado número de parásitos.<br />

En el caso de las macroparasitosis de transmisión directa<br />

mediante estados infectantes, la variación en cada instante del<br />

número de parásitos adquiridos (M t ) se puede considerar proporcional<br />

al número de formas infectantes (I) presentes, y por<br />

otra parte, el número de formas infectantes decrecerá con los<br />

contactos exitosos entre hospederos (N) y parásitos y la mortalidad<br />

(m), inversamente relacionada con la esperanza de vida<br />

infectante 4 (1/m). Se pueden establecer entonces las ecuaciones:<br />

dI/dt = ( ˆ N + μ) I,<br />

M = n p<br />

h ,<br />

dM/dt = ˆ I<br />

donde b representa el producto entre la tasa de contactos parásito-hospedero<br />

y la probabilidad que dicho contacto resulte en<br />

donde n p es el número de parásitos y h el número de hospederos.<br />

De las tres distribuciones poblacionales clásicas: subdispersión<br />

o regular; aleatoria y sobredispersión o agregada, los ma-<br />

conduce a dos resultados interesantes. El primero sugiere un<br />

infección. La solución de estas ecuaciones es muy sencilla y<br />

croparásitos presentan este último tipo, el cual se caracteriza crecimiento exponencial de las formas infectantes, regulado<br />

por pocos hospederos con muchos individuos y muchos hospederos<br />

con pocos individuos. Dicha forma de distribución quizá relación lineal entre la intensidad media de infección (M) y la<br />

por la disponibilidad de hospederos, y el segundo sugiere una<br />

se encuentra asociada por una parte a la susceptibilidad diferencial<br />

de los hospederos, donde algunos están genéticamente<br />

densidad de estados infectantes (I):<br />

I = I<br />

predispuestos a tolerar infecciones de alta carga, y por otra al<br />

0 e ( ˆ N + μ)t<br />

reclutamiento de formas infectantes. Este tipo de conducta M = I 0 [ ˆ (1 e ( ˆ N + μ)t )/( ˆ N + μ)] = I 0 A<br />

queda descrito empíricamente por la distribución estadística<br />

binomial negativa: 4<br />

Esta última relación lineal se ha encontrado en muchos<br />

P(X = r ) = k + r 1<br />

sistemas parásito-hospedero como en hámsteres expuestos a<br />

k<br />

(1 ) r ,<br />

cercarias de Schistosoma mansoni, peces expuestos a cercarias de<br />

r<br />

Transversotrema patialense, y mosquitos expuestos al nematodo<br />

Romanomermis culicovorax.<br />

donde P(X r) es la probabilidad de que en un individuo se<br />

4 Aquí es importante notar que los<br />

parámetros fundamentales en la determinación de esta relación<br />

encuentren “r” parásitos, u es un parámetro que caracteriza la<br />

lineal son la tasa de contactos exitosos y la esperanza de vida<br />

colonización y k es un parámetro de agregación. A menor valor<br />

infectante del parásito (1/m). Así, por ejemplo, una alta intensidad<br />

de infección puede resultar tanto de altas tasas de contac-<br />

de k, mayor agregación. Su esperanza es E(X) k (1 u)/u y<br />

su varianza es V(X) k (1 u)/u 2 . Se ha propuesto que la<br />

to como de largas esperanzas de vida infectantes, aun con bajas<br />

prevalencia en este caso se encuentra relacionada con la intensidad<br />

media de infección y al parámetro de agregación (figura<br />

tasas de contacto, como en el caso de Ascaris. La relación lineal<br />

86-2) mediante: 4 entre la intensidad de infección y la densidad de formas infectantes<br />

puede perderse en el caso de parasitosis transmitidas por<br />

p = 1 (1+ M/k ) k ingestión, ya que mucha de la dinámica de transmisión está<br />

Frecuencia


680 PARTE VI Parasitología aplicada<br />

14<br />

12<br />

N<br />

i)<br />

H<br />

N<br />

ii)<br />

H<br />

Intensidad de infección<br />

10<br />

8<br />

6<br />

4<br />

2<br />

0<br />

0<br />

Figura 86-3. Relación entre la intensidad media de infección (M) y<br />

la densidad de formas infectantes para el caso de una transmisión<br />

por agentes infectantes y la transmisión por ingestión casual.<br />

influida por la conducta de forrajeo del hospedero que puede<br />

no estar relacionada con la densidad de formas infectantes. En<br />

este caso la intensidad de infección parece saturarse a una cierta<br />

densidad (figura 86-3). 4<br />

En contraste con los microparásitos, la mayoría de los macroparásitos<br />

no se multiplica en el interior de su hospedero, sino<br />

que produce uno o más estados intermedios que a su vez pueden<br />

colonizar otros hospederos (intermediarios). Así, el número de<br />

parásitos en un hospedero controlado por la tasa de inmigración<br />

de formas infectantes, lo que se conoce como una estrategia de<br />

inmigración-muerte en contraste con la estrategia de reproducción-muerte<br />

de los microparásitos. La subpoblación de parásitos<br />

se establece a menudo por largo tiempo en su hospedero, quedando<br />

sujeta a los efectos densodependientes de la competencia<br />

por los recursos de espacio y alimentación y de la inmunidad de<br />

su hospedero. Es bien conocido el descenso en la producción<br />

de huevos, en la supervivencia y en la tasa intrínseca de crecimiento<br />

de los parásitos a altas intensidades de infección, por<br />

ejemplo, en especies de Ascaris y de Ancylostoma. Estos procesos<br />

densodependientes ocurren en cada estado intermediario, por lo<br />

que cada etapa se vuelve limitante de la etapa sucesiva.<br />

El modelo clásico de la transmisión directa en macroparásitos<br />

se puede representar como sigue:<br />

dH/dt = rH P<br />

dP/dt =<br />

Densidad de formas infectantes<br />

PH<br />

H 0 + H sP H E (i2 )<br />

Agente infectante<br />

Ingestión<br />

100 200 300 400 500<br />

donde r es la tasa de crecimiento de la población de hospedero,<br />

l es la tasa de producción de estados infectantes, H/(H H 0 )<br />

la proporción de ellos que llega a adulto, s la tasa de mortalidad<br />

del parásito (compuesta por la muerte del hospedero y la muerte<br />

natural del parásito), y aH . E(i 2 ) la tasa neta de pérdida debida<br />

al parasitismo. 27,29 Este modelo conduce a cuatro situaciones<br />

muy interesantes:<br />

1. Si la tasa de producción de estados infectantes es menor<br />

que las pérdidas, es decir, l < a s, entonces la población<br />

de parásitos se extingue.<br />

N<br />

iii)<br />

H<br />

P<br />

P<br />

P/H<br />

t<br />

t<br />

Figura 86-4. Posibles dinámicas de poblaciones de parásitos (P) y<br />

hospederos (H) ante una parasitosis de interacción directa (ver texto).<br />

2. Si la tasa de producción de estados infectantes cumple: a<br />

s < l < a s r, entonces crecen las poblaciones de<br />

parásitos y hospederos, pero la relación P/H tiende a cero.<br />

3. Si la tasa de producción de estados infectantes cumple: a<br />

s r < l < a s r r/k, donde k es el parámetro<br />

de agregación en la distribución binomial negativa, entonces<br />

crecen las poblaciones de ambos, pero la relación<br />

P/H tiende a un límite finito.<br />

4. Si l > a s r r/k, entonces la población de parásitos<br />

regula la población de hospederos (figura 86-4).<br />

En este modelo se supone que la parasitosis aumenta la<br />

mortalidad del hospedero, a menudo en poblaciones humanas<br />

son otros factores como la pobreza o la distribución de alimentos<br />

más importantes en la regulación poblacional, por lo que a<br />

menudo la tasa de crecimiento intrínseco de la población de<br />

hospederos “r” es reemplazada por r(K-H/K) (regulación densodependiente),<br />

donde K es la capacidad de carga del sistema,<br />

es decir la máxima población de hospederos que puede soportar<br />

el medio donde viven. Con esta modificación la población<br />

de parásitos no se puede mantener en la población de hospederos<br />

si lK/(H 0 K)s < 1, es decir:<br />

K<br />

R 0 =<br />

(H 0 + K )s ,<br />

o de otra forma, existe un umbral K T sH 0 /(l s) de hospederos,<br />

bajo el cual la población de parásitos no se puede establecer.<br />

Modelos semejantes muestran que en las macroparasitosis<br />

con ciclos de transmisión directa con capacidad de autofertilización,<br />

por ejemplo, Hymenolepis nana en el hombre, la tasa<br />

reproductiva básica se puede expresar como:<br />

ˆ N<br />

R 0 =<br />

(μ 1 + )(μ 2 + ˆ N )<br />

donde N corresponde al tamaño poblacional del hospedero, l<br />

la tasa de producción de huevos, y m 1 , w y m 2 las tasas de mor-<br />

N<br />

iv)<br />

P<br />

P/H<br />

P<br />

H<br />

t<br />

t


CAPÍTULO 86 Modelos matemáticos y parasitosis 681<br />

talidad del parásito adulto, del hospedero y de la forma infectante,<br />

respectivamente. 1 Al igual que antes, a partir de esta relación<br />

se puede obtener la población umbral de hospederos<br />

necesarios para el mantenimiento de la parasitosis en la población<br />

(N T ), sólo despejando N. Por otra parte, en esta relación se<br />

pueden identificar los componentes más importantes para<br />

mantener una infección parasitaria directa: la contribución reproductiva<br />

del parásito (bNl); la esperanza de vida del parásito<br />

adulto (1/(m 1 w) y la esperanza de vida de la forma infectante<br />

fuera del hospedero [1/(m 2 bN)].<br />

La intensidad de infección está determinada por la capacidad<br />

de reclutamiento y la reproducción del parásito, y entonces<br />

se halla relacionada directamente con la tasa reproductiva básica.<br />

Sin embargo, la relación entre intensidad de infección y tasa<br />

reproductiva no es lineal; ésta tiene un “plateau” limitado por<br />

la esperanza de vida del adulto en el hospedero (l) y la intensidad<br />

de la densodependencia (d) asociada a efectos competitivos<br />

entre parásitos y la interacción inmune con el hospedero. Así,<br />

la intensidad límite de infección (M*) está dada por:<br />

M* = R 0 1<br />

l d .<br />

Muchos parásitos tienen ciclos de transmisión donde intervienen<br />

varios estados intermedios. Aunque conceptualmente<br />

proceso y tasa reproductiva son similares, las relaciones se complican<br />

mucho. Pero, siempre es posible identificar los componentes<br />

del proceso como reclutamiento, reproducción y muerte.<br />

Modelos de interacción indirecta<br />

de parásitos<br />

La estrecha relación de convivencia entre el hombre y gran cantidad<br />

de seres vivos, en especial con artrópodos (insectos y arañas),<br />

puede ocasionar enfermedades en el hombre, pues estos<br />

últimos pueden actuar como agentes directos o indirectos de<br />

enfermedades. En forma directa, los artrópodos pueden provocar<br />

daño por venenos de acción tóxica o con enzimas proteolíticas,<br />

reacciones alérgicas o por constituirse ellos mismos en<br />

ectoparásitos (sarna, pediculosis) o endoparásitos (linguatúlidos).<br />

Sin embargo, la participación de los artrópodos como<br />

transmisores de enfermedades (acción indirecta) es la que tiene<br />

la mayor importancia médica.<br />

Los vectores son aquellos seres vivos que por sus hábitos de<br />

vida son capaces de llevar el agente infectante desde la fuente<br />

de infección hasta el individuo susceptible. Se pueden dividir en<br />

vectores mecánicos que son simples vehículos que transportan el<br />

agente sin participar en su ciclo biológico, y vectores biológicos<br />

que presentan una estrecha relación con el agente. En estos últimos,<br />

el agente se multiplica en ellos, siendo un hospedero indispensable<br />

para la supervivencia del agente, constituyéndose en el<br />

hospedero intermediario o definitivo. La mayoría de estos vectores<br />

biológicos son insectos hematófagos que inoculan el agente<br />

de manera directa, como en la fiebre amarilla transmitida por el<br />

mosquito Aedes aegypti, mientras otros sólo contaminan el área<br />

con un agente que después se introduce al hospedero por excoriaciones<br />

producidas por rascado o ingestión. Un ejemplo de<br />

este último caso es la conocida enfermedad de Chagas.<br />

Interacción microparásito-vector-hospedero<br />

Las enfermedades infecciosas transmitidas por vectores son un<br />

problema de comunidades biológicas donde intervienen la población<br />

de microparásitos, la población de vectores y la población<br />

humana. De esta manera, la enfermedad resultante depende<br />

de una compleja red de factores propios de cada componente,<br />

modulados por las variaciones ambientales. Al igual que en las<br />

enfermedades de transmisión directa, juega una función fundamental<br />

la tríada ecológica agente-ambiente-hospedero, agregando<br />

ahora un cuarto componente, el o los vectores, cuyas características<br />

biológicas, conductuales y ecológicas son muy relevantes<br />

en la transmisión.<br />

Desde una perspectiva poblacional en la prevalencia de<br />

una enfermedad, son relevantes tres preguntas en relación con<br />

los vectores: 13,14,15<br />

1. ¿Cuál es la probabilidad de que un susceptible se infecte al<br />

ser picado por un vector? (Eficiencia vectorial: E i .)<br />

2. ¿Cuántas picaduras potencialmente infectantes puede distribuir<br />

la población de un vector, a partir de la picadura<br />

sobre un caso índice? (Capacidad vectorial: CV i .) 20-22<br />

3. De una población de infectados, ¿qué proporción ha<br />

sido infectada por un determinado vector? (Impacto vectorial:<br />

I i .)<br />

El primer concepto, eficiencia vectorial, implica tres eventos:<br />

que el vector “i” porte al agente (A i ), que el vector “i” pique<br />

al hospedero (B i ), y que éste resulte infectado (C ). Considerando<br />

estos eventos, la eficiencia vectorial (E i ) se escribe:<br />

E i = P(C/A i B i ) P(A i )<br />

Así, un vector eficiente es aquel con una alta probabilidad<br />

de portar el agente [P(A i )], y a la vez es un buen transmisor<br />

[P(C/A i ∩ B i )]. En este último factor es relevante el mecanismo<br />

de transmisión, es más probable la transmisión cuando el vector<br />

inocula al agente que cuando la transmisión es por simple<br />

contaminación.<br />

La capacidad vectorial (CV i ) fue definida por Garret-Jones<br />

20-22,25 como el producto de a) la tasa de picadura poblacional<br />

de un vector (a i ), b) el tiempo promedio de vida en que el<br />

vector es infectante (esperanza de vida infectante: i ), y la tasa<br />

de picadura individual de un vector o hábito de picar de un<br />

vector sobre un hospedero particular (a i ). Se puede notar que<br />

a i a i m i , donde m i es la abundancia del vector, y que a i es el<br />

producto de la tasa de picadura general (b i ) por el índice de<br />

sangre humana (human blood index: h i ) o proporción de sangre<br />

humana en la dieta del vector. Así, la capacidad vectorial se<br />

puede expresar como:<br />

CV i = m i a i<br />

2<br />

i .


682 PARTE VI Parasitología aplicada<br />

Aunque puede parecer una expresión engorrosa, la capacidad<br />

vectorial identifica gran cantidad de características ecológicas<br />

y conductuales del vector relevantes en la prevalencia de<br />

una enfermedad transmitida por vectores: la densidad poblacional<br />

(m i ), la supervivencia (relacionada con i ), el hábito alimentario<br />

(h i ) y la tasa de picadura (b i ).<br />

El impacto vectorial (I i ) corresponde a la probabilidad<br />

condicional de que un individuo infectado haya tenido un<br />

evento infectante (Q i ) por la picadura de un vector “i”: I i <br />

P(Q i /C). Se puede demostrar que el impacto de un vector “i”<br />

determinado, cuando hay varios vectores, se puede expresar<br />

como:<br />

1<br />

I i = .<br />

1+ c ji ER ji<br />

i<br />

En esta relación, c ji corresponde a la razón entre la probabilidad<br />

de ser picado por otro vector (“j”) y la probabilidad de<br />

ser picado por “i”: c ji P(B j )/P(B i ) (chance u odds), y ER ji corresponde<br />

a la razón entre las eficiencias entre los otros vectores<br />

(“j”) y el vector “i”: ER ji E j /E i . 15 De esta manera, el impacto<br />

que causa un vector es una medida relativa a los otros vectores.<br />

Así, si el resto de los vectores son muy eficientes o tienen una<br />

alta tasa de picadura, el impacto del vector es pequeño, y a la<br />

inversa. El impacto vectorial se encuentra relacionado con<br />

la eficiencia vectorial a través de ER ji y con la capacidad vectorial.<br />

Se puede demostrar que si un vector tiene mayor capacidad<br />

vectorial que otro, también tiene mayor probabilidad c ji .<br />

En términos ecológicos, el impacto vectorial es interesante<br />

porque desde la perspectiva humana representa la proporción<br />

de una enfermedad que se debe a un determinado vector, por<br />

ejemplo, 99.8% de la enfermedad de Chagas no transfusional<br />

en Chile se debe a Triatoma infestans. 15 En cambio, desde la<br />

perspectiva del microparásito, representa la proporción de descendencia,<br />

en términos de subpoblaciones, que el microparásito<br />

confía a un determinado vector.<br />

La transmisibilidad de la enfermedad (b) en el caso de presencia<br />

de vectores corresponde como siempre al producto de la<br />

tasa de contacto por la probabilidad que este contacto resulte<br />

en infección. La tasa de contacto corresponde en este caso a la<br />

tasa de picaduras sobre humanos, ya que el contacto es entre el<br />

humano susceptible y el vector. La dinámica de estas enfermedades<br />

es en general bastante estable, tiende a estados endémicos,<br />

como la enfermedad de Chagas en Chile. 11 Los modelos<br />

que representan la dinámica son derivados del modelo de Ross<br />

(1911), modificado por Macdonald (1950), que básicamente<br />

establece las ecuaciones diferenciales para el número de infectados<br />

humanos (Y ) y el número de insectos infectados (Y ). El<br />

número de casos en una población sigue una curva asintótica<br />

dada por:<br />

Y = N (1 e<br />

(Y/N ) t )<br />

j<br />

Aquí, Y y Y son los números de infectados humanos y de<br />

vectores, y N el tamaño de la población. La endemia en el hospedero<br />

definitivo puede ser alta, y sin embargo, la proporción<br />

de vectores infectados no ocurre así. Por ejemplo, en zonas maláricas<br />

donde la endemia llega a 50% de la población, la población<br />

de mosquitos infectados es de sólo 2%. Esto se debe a la<br />

relación inversa entre la proporción de hospederos infectados y<br />

la tasa de recambio poblacional. Así, en la población humana el<br />

recambio es bajo en relación con los mosquitos vectores de paludismo.<br />

Una situación más pareja ocurre en los vectores de la<br />

enfermedad de Chagas, por lo general longevos y con tiempos<br />

generacionales largos.<br />

La tasa reproductiva básica (R 0 ) adquiere la expresión:<br />

R 0 =<br />

2 (N 2 /N 1 )<br />

( 1 + 1 )( 2 + 2 )<br />

En la relación, N, b, c y g representan el tamaño poblacional,<br />

la transmisibilidad, la mortalidad y la tasa de recuperación,<br />

respectivamente, y los subíndices 1 y 2 representan a la<br />

población humana y de vectores. Si la tasa reproductiva básica<br />

es mayor que 1, entonces la enfermedad persiste en la población.<br />

Esto es equivalente a decir:<br />

D v = N 2 /N 1 > ( 1 + 1 )( 2 + 2 )<br />

2<br />

es decir, la densidad de vectores (D v ) debe superar un valor umbral<br />

relacionado de manera directa con las tasas de mortalidad y<br />

recuperación e inversamente relacionado con la transmisibilidad.<br />

Esto además permite identificar los factores clave para la<br />

erradicación de una enfermedad transmitida por vectores: aumentar<br />

la mortalidad del vector, aumentar la tasa de recuperación<br />

del hospedero, disminuir la tasa de picadura del vector y la<br />

probabilidad de que esta picadura resulte en infección.<br />

Interacción indirecta en macroparásitos<br />

En muchos macroparásitos la transmisión es de tipo indirecto<br />

con formas intermedias y numerosos hospederos. En este caso<br />

surgen complicaciones modelísticas; sin embargo, los conceptos<br />

se mantienen. Un ejemplo de estos modelos es el desarrollado<br />

para la esquistosomiasis, en los que se describen dos hospederos:<br />

caracoles como hospederos intermediarios y humanos<br />

como hospederos definitivos. En este caso la tasa reproductiva<br />

neta adquiere la fórmula:<br />

R 0 =<br />

1 2 1 2N 1 N 2<br />

(μ 1 + b 1 )(μ 2 + 2 N 2 )(b 2 )(μ 3 + 1 N 1 ) ,<br />

donde l 1 y l 2 corresponden a la tasa de producción de huevos<br />

por hembra adulta y la tasa de producción de cercarias por caracol<br />

infectado respectivamente, N 1 y N 2 las densidades de humanos<br />

y caracoles, b 1 y b 2 las tasas de transmisión de cercaria<br />

a humano y de miracidio a caracol respectivamente, y b 1 , b 2 ,<br />

m 1 , m 2 y m 3 las tasas de mortalidad de humanos, caracoles infectados,<br />

gusanos adultos, miracidios y cercarias, respectivamente<br />

(Anderson). Así, R 0 corresponde al potencial reproduc-


CAPÍTULO 86 Modelos matemáticos y parasitosis 683<br />

tivo de humanos y caracoles multiplicado por las esperanzas de<br />

vida de las formas parasitarias.<br />

Existen numerosos modelos posteriores desarrollados para<br />

otras parasitosis indirectas que logran gran realismo y ayudan a<br />

racionalizar las políticas de control. Entre ellas hay que destacar<br />

los modelos integrodiferenciales y diferenciales de hidatidosis 31<br />

que exceden los objetivos de este capítulo.<br />

Casos de estudio<br />

1. Distribución de parásitos.<br />

Se estudiaron 200 niños de una localidad rural con técnica de<br />

Graham para búsqueda de Enterobius vermicularis, obteniendo<br />

los siguientes resultados:<br />

Número de parásitos<br />

Número de niños<br />

(frecuencia absoluta)<br />

0-1 41<br />

1-2 25<br />

2-3 25<br />

3-4 21<br />

4-5 16<br />

5-10 37<br />

10-15 22<br />

15-20 7<br />

20-40 6<br />

Se desea estimar la intensidad de infección, la prevalencia<br />

y el parámetro de agregación “k”.<br />

Primero se hace una estadística descriptiva determinando<br />

el número promedio de parásitos por hospedero (intensidad de<br />

infección: M) y su desviación estándar. Se obtiene M 4 835<br />

± 5 785.<br />

Bajo el supuesto de que los parásitos siguen la distribución<br />

binomial negativa, se ajusta primero esta distribución a los datos.<br />

Usando XLSTAT, se obtiene un buen ajuste x 2 6 12.6;<br />

p > 0.05. Esto significa que la distribución no difiere de una<br />

binomial negativa. Los parámetros estimados son: u 0.148<br />

y k 0.839, lo que confirma una distribución agregada. A<br />

partir de estos parámetros se puede tener una estimación de la<br />

prevalencia:<br />

p 1 – (1 4.835/0.839) -0.839 0.799,<br />

o sea 79.9% de la población de niños.<br />

2. Cálculo de la eficiencia, impacto vectorial y capacidad<br />

vectorial.<br />

En una zona rural se dispone de la siguiente información de los<br />

dos potenciales vectores (chinches) de la enfermedad de Chagas:<br />

U y V<br />

Proporción de chinches<br />

infectadas con T. cruzi<br />

Número de vinchucas<br />

capturadas/hora hombre<br />

[índice triatomino (it)]<br />

% de infestación domiciliaria<br />

(%id)<br />

Vector U<br />

Vector V<br />

0.378 0.258<br />

26.7 —<br />

57.1 —<br />

Número de viviendas (nv) 75 691 —<br />

Población expuesta (P) 37 1 340 —<br />

Frecuencia de picadura<br />

(b i )<br />

Proporción de sangre<br />

humana en la dieta (h i )<br />

Esperanzas de vida infectante<br />

(G i ) (días)<br />

0.0754<br />

picaduras/día<br />

0.153<br />

picaduras/día<br />

68.4% 7.84%<br />

121.36 160.66<br />

A partir de estos datos se puede calcular la eficiencia vectorial<br />

y la capacidad vectorial de estos insectos.<br />

a) Eficiencia vectorial y eficiencia vectorial extendida: la<br />

eficiencia vectorial se puede calcular con<br />

E i = P(C/A i B i ) P(A i )<br />

donde P(A i ) es la probabilidad que una chinche porte a T.<br />

cruzi y P(C/A i ∩ B i ) es la probabilidad que una picadura<br />

resulte en infección. Esta última se estima en aproximadamente<br />

1%. Así, la probabilidad que una picadura de chinche<br />

resulte en infección es (eficiencia vectorial): para el<br />

vector U, E U 0.01 0.378 0.00378 y para el vector<br />

V, E V 0.01 0.258 0.00258. Si se considera además<br />

que dada una picadura infectante la probabilidad de desarrollar<br />

la enfermedad es de 0.25, entonces las probabilidades<br />

de desarrollar la enfermedad de Chagas dada una picadura<br />

cualquiera (eficiencia vectorial extendida) son EE U<br />

0.25 0.00378 0.000945 y EE V 0.25 0.00258<br />

0.000645 para U y V, respectivamente.<br />

b) Capacidad vectorial. Para el cálculo de la capacidad vectorial<br />

se usa:<br />

CV = m a Γ,<br />

i<br />

2<br />

i i i<br />

que se puede expresar como el producto de a) la tasa de<br />

picadura poblacional de un vector (a i ); b) el tiempo promedio<br />

de vida en que el vector es infectante (esperanza de<br />

vida infectante: i ) y la tasa de picadura individual de un<br />

vector o hábito de picar de un vector sobre un hospedero<br />

particular (a i ). Se puede notar que a i a i m i , donde m i es<br />

la abundancia del vector, y que a i es el producto de la tasa<br />

de picadura general (b i ) por el índice de sangre humana


684 PARTE VI Parasitología aplicada<br />

(human blood index: h i ) o proporción de sangre humana<br />

en la dieta del vector.<br />

Se tiene una tasa de picadura general y el índice de<br />

sangre humana en la dieta, entonces los hábitos de picar<br />

(a i ) son a U 0.0754 0.684 0.052 y a V 0.153 <br />

0.0784 0.012. Las esperanzas de vida infectantes ya se<br />

tienen, entonces sólo basta calcular las densidades.<br />

Se dispone del antecedente que la máxima cantidad<br />

de individuos de T. infestans en una vivienda ha sido<br />

6 043 y que los máximos números de chiches capturadas<br />

son 480 chinches/hora hombre para U y 64 chinches/<br />

hora hombre para V. Entonces como se dispone de<br />

poca información de V se asume que su densidad será<br />

64/480 0.133, 13.3% la densidad de U.<br />

La densidad de U se puede calcular de la siguiente<br />

forma. Si se supone una relación directa entre el número<br />

de vinchucas capturadas por hora y la densidad entonces<br />

se puede calcular un factor de corrección k 6 043/480<br />

12.49 y estimar la densidad como:<br />

it %id nv<br />

m U = k <br />

P<br />

12.59 26.7 0.571 75 691/371 340 <br />

39.12 chinches/humano; y entonces m V<br />

0.133 39.12 5.20 chinches/humano<br />

Con estos cálculos se obtienen las siguientes capacidades<br />

vectoriales:<br />

y<br />

CV U 39.12 (0.052) 2 121.36 12.84<br />

CV V 5.2 (0.012) 2 160.66 0.12<br />

para U y V, respectivamente.<br />

c) Impacto vectorial. Se ha calculado el hábito de picar en<br />

humanos (a i ) de cada vector. Como la picadura en un humano<br />

es un evento no habitual en un intervalo corto, se<br />

puede suponer que el número de picaduras sigue una distribución<br />

de Poisson con parámetro a i t:<br />

P(X = n) = e ait (a i t ) n /n!<br />

donde t es un intervalo corto, por ejemplo un día, y n es<br />

el número de picaduras. Así; la probabilidad de no recibir<br />

picaduras es P(X 0) e -ait y de recibir al menos una<br />

picadura es P(B) 1 P(X 0) 1 e -ait . Entonces<br />

se calcula para U, P(B U ) 1 e -ait 0.0507 y para M.<br />

spinolai P(B V ) 0.0119. Basado en estos cálculos c V-U <br />

0.0119/0.0507 0.235 y c U-V 0.0507/0.0119 <br />

4.261 y además las razones ER V-U 0.00258/0.00378 <br />

0.683 y ER U-V 0.00378/0.00258 1.465 y entonces<br />

los impactos serían:<br />

I U 1/(1 0.235 0.683) 0.862 y I V 1/(1 <br />

4.261 1.465) 0.138. O sea 86.2% se debería al vector<br />

U, y 13.8% al vector V.<br />

3. Modelando la dinámica de una enfermedad. El modelo<br />

de Ross (1911) para el paludismo.<br />

Considérense los siguientes parámetros para la población humana:<br />

a) n el tamaño de la población, b) y el número de infectados,<br />

c) f la proporción de infectados potencialmente infectantes,<br />

d) g la tasa de recuperación, e) m la tasa de nacimientos, f )<br />

n la tasa de mortalidad. Denominemos n, y, f , g, m y n los<br />

mismos parámetros pero para la población de mosquitos. 6<br />

Se puede proponer que en un intervalo de tiempo Δt, y<br />

mosquitos con tasa de picadura en humanos “b” hacen bf y<br />

picaduras infecciosas, de las cuales una proporción (n-y)/n ocurren<br />

en humanos susceptibles. Así, el número de casos por unidad<br />

de tiempo (dy/dt) corresponde a los que ingresan como<br />

casos nuevos porque fueron picados, menos los que se mueren<br />

o se recuperan del paludismo. Entonces se puede plantear la<br />

primera ecuación:<br />

dy/dt =<br />

b f y (n y)<br />

n<br />

( + )y<br />

Además, se puede plantear para la población de mosquitos:<br />

d y /dt = b f y( n y )<br />

n<br />

( + )y<br />

Considerando que para la población humana la tasa de<br />

mortalidad es despreciable respecto a la de recuperación, y que<br />

para los mosquitos es exactamente a la inversa, y que por otra<br />

parte si la población de mosquitos está en equilibrio la natalidad<br />

es igual a la mortalidad, se pueden reescribir las ecuaciones<br />

como:<br />

y<br />

dy/dt =<br />

b f y (n y)<br />

n<br />

d y /dt = b f y( n y )<br />

n<br />

Además, definiendo m y/n (tasa de paludismo en humanos)<br />

y u y/n (tasa de infección de mosquitos por humano)<br />

se puede escribir ahora más simple:<br />

y<br />

y<br />

μ y<br />

dm/dt = b f u(1 m) m<br />

du/dt = b fm(a u)<br />

μ u<br />

donde a n/n.<br />

Estas ecuaciones simples tienen dos puntos de equilibrio<br />

definidos por las igualdades dm/dt 0 y du/dt 0. Éstos son:<br />

m u 0, ausencia de enfermedad y<br />

m* = a b 2 f f μ<br />

b f ( + a b f ) , m* = a b 2 f f μ<br />

b f ( μ + b f ) ;<br />

es decir, un estado endémico con una tasa de paludismo humana<br />

m*.


CAPÍTULO 86 Modelos matemáticos y parasitosis 685<br />

El análisis de estabilidad de estos puntos permite observar<br />

que si<br />

R 0 = a b f f<br />

μ<br />

> 1<br />

entonces se obtiene un estado endémico, si esto no ocurre entonces<br />

la enfermedad desaparece. Resultados semejantes se han<br />

obtenido para la enfermedad de Chagas.<br />

Referencias<br />

1. Anderson R, May R. Population biology of infectious<br />

diseases: Part I. Nature;280:361-367. 1979.<br />

2. Anderson R, May R. Population biology of infectious<br />

diseases. Report of the Dahlem Workshop on population<br />

biology of infection disease agents. (RM Anderson &<br />

May R Eds). Sciences report 25. Dahlem Konferenzen.<br />

Springer Verlag. Berlin and New York, 1982.<br />

3. Anderson R, May R. Infectious diseases of humans: Dynamic<br />

and control. Oxford University Press, Oxford, 1991.<br />

4. Anderson R. Epidemiology. En: Cox FE (editor). Modern<br />

Parasitology. Blackwell Scientific Publications,<br />

Oxford,75-116. 1993.<br />

5. Armijo R. Epidemiología. Buenos Aires, Argentina: Inter-Médica,<br />

2v, 1974.<br />

6. Bailey N. The mathematical theory of infectious diseases<br />

and its applications. London: Griffin, 1975.<br />

7. Brown D, Rothery P. Models in Biology. John Wiley and<br />

Sons., 1993.<br />

8. Canals M, Martínez L, Firinguetti L. Dinámica ecológica<br />

de enfermedades infecciosas: Parte I Estacionalidad.<br />

Revista Médica de Chile;117:87-94. 1989ª.<br />

9. Canals M, Martínez L, Firinguetti L. Dinámica ecológica<br />

de enfermedades infecciosas: Parte II Recurrencia<br />

epidémica periódica. Revista Médica de Chile;117:95-100.<br />

1989b.<br />

10. Canals M. Sarampión en Chile: una peligrosa onda. Revista<br />

Médica de Chile;120:585-588. 1992.<br />

11. Canals M, Cattan P. Dinámica de transmisión de la infección<br />

Chagásica en Chile: Modelo y simulación. Rev<br />

Méd Chil;120:1369-1365. 1992.<br />

12. Canals M. Dinámica de transmision de enfermedades<br />

infecciosas: una expresión particular de una dinámica depredador-presa.<br />

Rev Méd Chil;121:1316-1320. 1993.<br />

13. Canals M, Cattan P, Ehrenfeld M. Algunas estimaciones<br />

numéricas de la importancia epidemiológica de los<br />

vectores de la enfermedad de Chagas en Chile. Parasitología<br />

al Día;17:79-86. 1993.<br />

14. Canals M, Ehrenfeld M, Solis R et al. Biología comparada<br />

de Mepraia spinolai en condiciones de laboratorio y<br />

terreno: cinco años de estudio. Parasitología al Día;22:72-<br />

78. 1998.<br />

15. Canals M, Bustamante R, Ehrenfeld M, Cattan P.<br />

Assesing the impact of disease vector on animal populations.<br />

Acta Biotheoretica;46:337-345. 1999.<br />

16. Canals M, Labra F. Análisis no-lineal de la dinámica de<br />

enfermedades infecciosas en Chile. Rev Méd Chil;127:<br />

1086-1092. 1999.<br />

17. Canals M, Cattan P. Zoología médica: una visión de las<br />

especies potencialmente peligrosas desde la perspectiva de la<br />

biodiversidad. Santiago: Editorial Universitaria, 2006.<br />

18. Dietz K. The incidence of infectious diseases under influence<br />

of seasonal fluctuations. Lecture Notes of Biomathematics;11:1-15.<br />

1976.<br />

19. Dobson A, Hudson P. Parasites, disease and the structure<br />

of ecological communities. Tree;1:11-15. 1986.<br />

20. Garret JC. The human blood index of malaria vectors in<br />

relation to epidemiological assessment. WHO Bulletin;30:<br />

241-261. 1964.<br />

21. Garret JC. Prognosis for interruption of malaria transmission<br />

through assessment of the mosquito’s vectorial<br />

capacity. Nature;4964:1173-1175. 1964.<br />

22. Garret JC. Malaria vectorial capacity of a population of<br />

Anopheles gambiae. An exercise in epidemiological entomology.<br />

WHO Bulletin;40:531-545. 1969.<br />

23. Grenfell B, Dobson A. Ecology of infectious diseases in<br />

natural populations. Cambridge Univ Press, 1995.<br />

24. Jeffers J. Modelos en Ecología. Barcelona: Oikos-Tau.<br />

1991.<br />

25. Lehane M. Biology of blood sucking insects. London: Harper<br />

Collins Academics. 1991.<br />

26. Manson P. On the development of Filaria sanguinis hominis,<br />

and on the mosquito considered as a nurse. J Linnean<br />

Soc Zo L. London;14:304-311. 1878.<br />

27. May R. Ecological aspects of diseases and human populations.<br />

Ameri Zoologist;25:441-450. 1985.<br />

28. May R, Anderson R. Population biology of infectious<br />

diseases: Part II Nature;280:455-461. 1979.<br />

29. Roberts M. A pocket guide to host-parasite models. Parasitology<br />

Today;11:172-177. 1995.<br />

30. Soper H. Interpretation of periodicity of disease prevalence.<br />

J R Statis Soc;92:34-73. 1929.<br />

31. Torgeson P, Heat D. Transmission dynamics and control<br />

options for Echinococcus granulosus. Parasitology;127:<br />

8143-8158. 2003.


Capítulo<br />

87<br />

Parásitos y nutrición.<br />

Una interacción compleja<br />

Oscar Brunser<br />

La cuarta edición revisada del Diccionario Oxford abreviado de<br />

la Lengua inglesa, de Oxford University Press 40 define a los parásitos<br />

como animales o plantas que viven en la superficie o dentro<br />

de un organismo de otra especie, del que obtienen directamente<br />

su nutrición y al que causan daño. Esta definición pone<br />

en contexto dos de los actores que intervienen en el fenómeno<br />

del parasitismo: el parásito y el parasitado de hospedero. Pero es<br />

necesario tener en cuenta que en las relaciones entre ambos está<br />

interpuesto un tercer factor, de gran importancia: el medio ambiente,<br />

en el que de una forma u otra parte de la existencia del<br />

parásito transcurre ya sea como quiste, estadio intermedio de<br />

desarrollo o cumpliendo una etapa dentro de un vector. En el<br />

caso de algunos parásitos, ciertos moluscos pueden albergar<br />

etapas intermedias de su desarrollo.<br />

Medio ambiente intestinal<br />

El lumen del tubo digestivo representa un entorno especial, ya<br />

que se trata de una invaginación del medio ambiente externo<br />

hacia el interior del organismo. Por este lumen transitan durante<br />

la vida de un individuo promedio unas 70 toneladas de alimento,<br />

y unos 65 000 L de agua en diversas formas. En un<br />

individuo sano y bien nutrido se vierten adicionalmente al lumen<br />

intestinal cada día unos 500 ml de saliva, 1 L de una solución<br />

de ácido clorhídrico 0.115 M producida por la mucosa<br />

gástrica, 500 ml de secreción biliar, y 1 L de secreción pancreática<br />

más otro tanto de secreción intestinal y cantidades importantes<br />

de mucus. El intestino delgado representa la superficie<br />

más grande del organismo, ya que si se considera la expansión<br />

aportada por las vellosidades y las criptas de Lieberkühn, equivale<br />

a unos 400 m 2 . Esta superficie queda expuesta a la acción<br />

del ácido gástrico, los detergentes representados por las sales<br />

biliares, las poderosas enzimas pancreáticas, las defensinas de<br />

las células de Paneth. El peristaltismo y el mucus contribuyen a<br />

barrer los organismos y moléculas con potencial de causar daño<br />

hacia los segmentos más distales para ser expulsados con las<br />

deposiciones (cuadro 87-1). El lumen intestinal puede recibir<br />

también xenobióticos que forman parte de algunos de los alimentos<br />

o están presentes en el ambiente, sin contar con moléculas<br />

complejas con propiedades bioactivas, tóxicas, carcinogénicas,<br />

etc., de diversos orígenes.<br />

Los humanos consumen además etanol y otros compuestos<br />

en bebidas alcohólicas y una diversidad de tóxicos si incurren<br />

en el tabaquismo, además de una variedad de fármacos. El<br />

epitelio del intestino delgado humano se renueva cada cinco<br />

días aproximadamente, lo que vierte al lumen intestinal proteínas<br />

y enzimas intracelulares. Esto significa que la defensa del<br />

intestino es compleja, cubre la posibilidad del ingreso de un<br />

alto número de agentes biológicos con propiedades patógenas y<br />

es muy eficiente, ya que los humanos presentan pocos episodios<br />

agudos de infección por agentes que penetran al tubo digestivo<br />

por la vía oral y en muchas oportunidades su paso no<br />

llega a generar síntomas y su residencia en el tracto gastrointestinal<br />

es breve. Por eso es notable que los parásitos puedan residir<br />

en el lumen del tubo digestivo por años, en una convivencia<br />

que es poco evidente por la relativa ausencia de síntomas, y sólo<br />

en pocos individuos, en especial en aquellos con desnutrición<br />

intensa o con deficiencias congénitas o adquiridas de su sistema<br />

inmune, se producen sintomatologías catastróficas. 28<br />

Microflora del tubo digestivo<br />

En el lumen intestinal los parásitos deben coexistir con la microflora<br />

residente. Una de las características más notables del<br />

tubo digestivo es su microflora y los mecanismos que operan<br />

durante su proceso de instalación y su permanencia en el tubo<br />

digestivo. El feto vive en un ambiente estéril mientras está en<br />

el útero materno, pero durante el parto entra en contacto con<br />

las microfloras fecal y vaginal maternas y del ambiente (que<br />

incluye al personal médico que lo rodea y al ambiente del establecimiento<br />

donde se produjo el parto, y después el hogar).<br />

Mientras el lactante es amamantado en su microflora colónica,<br />

predominan bifidobacterias y lactobacilos en 90%, pero después<br />

del destete la microflora del intestino se diversifica y se<br />

686


CAPÍTULO 87 Parásitos y nutrición. Una interacción compleja 687<br />

hace extraordinariamente compleja. El tubo digestivo del adulto,<br />

a excepción de la boca, las encías y los surcos gingivodentales,<br />

tiene una flora baja en números. El esófago es un segmento<br />

de tránsito y sólo contiene pocas bacterias que se adhieren a su<br />

epitelio, deglutidas con la saliva o provenientes del breve paso<br />

de los alimentos. El estómago recibe dichas bacterias transportadas<br />

por los alimentos o deglutidas con la saliva, y el ácido<br />

clorhídrico funciona como un bactericida poderoso y eficiente,<br />

aunque incapaz de eliminar a Helicobacter pylori. El intestino<br />

delgado proximal (duodeno y dos tercios del yeyuno) es casi<br />

estéril durante los periodos que median entre las comidas,<br />

cuando el estómago ya se ha vaciado, o contiene a lo más 10 3<br />

bacterias por mililitro. El número de bacterias aumenta en el<br />

segmento terminal del yeyuno y en el íleon, donde antes de<br />

la válvula ileocecal los recuentos llegan a 10 6 a 10 7 microorganismos<br />

por mililitro. Se calcula que la microflora residente del<br />

colon está formada por unas 1 000 especies de bacterias con un<br />

número indeterminado de cepas. La población total de bacterias<br />

del colon llega a unos 10 14 microorganismos (aproximadamente<br />

10 11 microorganismos por mililitro de contenido del<br />

colon) cuyo peso total es de casi 1 500 g. Esto quiere decir que<br />

la microflora, que en términos numéricos supera en uno a dos<br />

órdenes de magnitud el número de células eucarióticas que<br />

forman el organismo humano, es el órgano con mayor masa<br />

del organismo, superando incluso al cerebro. El conjunto de la<br />

flora colónica produce una gran cantidad de enzimas exocelulares<br />

e intracelulares, produce moléculas con capacidad antibiótica,<br />

sintetiza vitaminas y péptidos bioactivos, y consume el<br />

oxígeno del lumen creando un ambiente anaerobio, donde<br />

operan capacidades oxidantes y antioxidantes. A esto hay que<br />

sumar que el tubo digestivo contiene cerca de 80% de los mecanismos<br />

defensivos innatos y la inmunidad adaptativa (anticuerpos)<br />

representados por las inmunoglobulinas secretorias<br />

de los isotipos IgA e IgM transportados al lumen intestinal por<br />

un sistema específico, y por la IgG que difunde de manera<br />

pasiva. 39,49<br />

Esta descripción resume en forma escueta el ambiente<br />

complejo al que llegan virus, bacterias con potencial patógeno,<br />

así como los parásitos que lo habitan, los que deben establecer<br />

nichos ecológicos que les permiten sobrevivir en un medio que<br />

quizá les es muy adverso. El hecho de que los parásitos puedan<br />

colonizar, e incluso permanecer por años en el lumen del<br />

tubo digestivo, quiere decir que poseen capacidades para neutralizar<br />

o contrarrestar todos los mecanismos, tanto inespecíficos<br />

como específicos, de defensa del lumen del tubo digestivo<br />

en un proceso continuo de adaptación. Por lo demás, algunos<br />

mecanismos defensivos, como el ácido clorhídrico y las sales<br />

biliares, pueden ser importantes para estimular el desarrollo de<br />

parásitos que son ingeridos en forma de huevos embrionados,<br />

como es el caso de Ascaris lumbricoides 20 o de permitir la exquistación<br />

de Giardia (lamblia) intestinalis. 22 Además, los parásitos<br />

que habitan el lumen intestinal deben poseer mecanismos<br />

que neutralizan las enzimas del tubo digestivo para proteger<br />

sus cubiertas externas. Es probable que estos inhibidores de<br />

la actividad enzimática puedan interferir con los procesos digestivos<br />

normales y, por tanto, con la nutrición del sujeto infectado.<br />

47<br />

De lo antedicho se desprende que el lumen intestinal representa<br />

una gran variedad de ecosistemas susceptibles de ser<br />

colonizados por un número considerable de especies de parásitos;<br />

más aún, estos últimos deben ser capaces de cooptar algunos<br />

de los mecanismos fisiológicos del hospedero humano para<br />

su nutrición o para etapas iniciales de su desarrollo.<br />

Llegada de los parásitos al lumen<br />

del tubo digestivo<br />

Los estadios infecciosos de los parásitos llegan al lumen del<br />

tubo digestivo por vía oral, usando como vehículo el agua de<br />

bebida, los alimentos y las manos contaminadas, en tanto que<br />

su descendencia lo abandona por las heces en forma de esporas,<br />

quistes, huevos en distintas etapas de evolución o incluso como<br />

larvas. Por otra parte, las larvas de Strongyloides stercoralis, Necator<br />

americanus y Ancylostoma duodenale, llegan al tubo digestivo<br />

del ser humano, atravesando su piel y tras cumplir un largo<br />

ciclo en otros órganos. 20<br />

El paso del parásito de un individuo infectado a otro sano<br />

es una de las etapas críticas en el ciclo de vida de estos organismos,<br />

ya que asegura su supervivencia, a veces por largos años.<br />

Para ello la evolución de los parásitos ha llevado a la generación<br />

de estrategias que incluyen la infección de hospederos intermediarios<br />

en los que se satisfacen requerimientos ambientales y<br />

nutricionales especiales para su evolución hacia la maduración<br />

hasta la forma infectante para el ser humano. Además, estas<br />

etapas intermedias representan formas de resistencia a las condiciones<br />

desfavorables del ambiente que pudieran interferir<br />

con la oportunidad de infectar al susceptible. Al enquistarse en<br />

la superficie o al interior de alimentos de origen vegetal o animal<br />

que son consumidos crudos por el hospedero, algunos parásitos<br />

se aseguran un transporte fácil al lumen intestinal; a esto<br />

contribuyen también costumbres o circunstancias socioeconómicas<br />

y culturales del hospedero: vivir en áreas con saneamiento<br />

ambiental deficiente definido como viviendas con malas<br />

condiciones para el aseo y la disposición de excretas, acceso a<br />

agua de bebida contaminada, aseo personal deficiente, en especial<br />

de las manos después de defecar. Defecar a campo abierto,<br />

la pica y el uso de heces humanas para fertilizar los campos de<br />

cultivo representan oportunidades para el paso de parásitos a<br />

hospederos susceptibles. Algunos parásitos producen cantidades<br />

enormes de huevos, del orden de 2 10 5 por día, como es<br />

el caso de Ascaris lumbricoides, lo que aumenta sus posibilidades<br />

de infectar a otros individuos; al mismo tiempo, esta alta<br />

producción de huevos representa para el nematodo un gasto de<br />

nutrientes que puede obtener viviendo en el intestino alto,<br />

donde están presentes en abundancia e incluso ya digeridos.<br />

10,12,13,34,41<br />

El objetivo de este capítulo es describir algunas de las formas<br />

en que los parásitos interfieren con la nutrición, y a través<br />

de ella, con la salud humana.


688 PARTE VI Parasitología aplicada<br />

Repercusiones del parasitismo<br />

intestinal en la nutrición humana<br />

La infección por parásitos es más intensa y tiene repercusiones<br />

nutricionales más importantes en los niños, en especial en<br />

aquellos de menor edad o en quienes la calidad de su estado<br />

nutricional ya está deteriorada al momento de la infección.<br />

Otros individuos en quienes los parásitos inducen fuertes repercusiones<br />

sobre la nutrición son aquellos cuya capacidad de<br />

producir respuestas inmunes adecuadas es deficiente debido a<br />

alteraciones congénitas o adquiridas (tratamientos inmunosupresores,<br />

infección por el virus de inmunodeficiencia humana<br />

[HIV] y sus consecuencias) de su sistema inmune.<br />

Los parásitos intestinales obtienen los nutrientes necesarios<br />

para su crecimiento a partir del alimento consumido por el<br />

hospedero o incluso directamente de los tejidos, secreciones o<br />

líquidos orgánicos de este último. Si bien los requerimientos<br />

nutricionales de los parásitos representan una proporción relativamente<br />

menor de los de un ser humano normal, la infección<br />

origina procesos inflamatorios, reacciones alérgicas y pérdidas<br />

exageradas de nutrientes que contribuyen al deterioro del estado<br />

nutricional del hospedero. 18 Por supuesto que los niños reciben<br />

en estas circunstancias un impacto mayor considerando<br />

sus altos requerimientos explicados por su crecimiento y desarrollo,<br />

así como el menor volumen absoluto de sus reservas de<br />

algunos nutrientes (minerales, microelementos, vitaminas). 7,38<br />

Si los parásitos residen en el espesor de los tejidos pueden<br />

causarles daño estructural, procesos inflamatorios locales y desencadenar<br />

secuelas como fibrosis u obstrucciones vasculares que<br />

afectan órganos importantes y causan deterioro nutricional. La<br />

infección por Ancylostoma duodenale o por Necator americanus es<br />

un ejemplo típico en este sentido porque su anticoagulante hace<br />

que, una vez desprendido el gusano de su punto de adherencia<br />

en la mucosa intestinal, el sitio continúa sangrando persistentemente<br />

debido al anticoagulante que estos parásitos producen en<br />

sus glándulas salivales. Como consecuencia, y si la infección es<br />

de magnitud moderada o intensa, no es raro que se produzca<br />

anemia o deficiencia de hierro secundaria a la pérdida de sangre.<br />

25 Esta pérdida, unida a la enteropatía perdedora de proteína<br />

asociada con este proceso, puede causar también hipoproteinemia<br />

y, más precisamente, hipoalbuminemia. 15 Las infecciones<br />

intensas por estos agentes se manifiestan en niños por retardo<br />

del crecimiento y, en los adultos pérdida de masa muscular, fatigabilidad<br />

fácil y menor capacidad de trabajo; el resultado de esta<br />

situación es la disminución del ingreso económico con sus consiguientes<br />

repercusiones sobre la calidad de la alimentación y la<br />

calidad de la vivienda con saneamiento insatisfactorio. 27<br />

Giardia (lamblia, duodenalis) intestinalis:<br />

un ejemplo de los efectos de los parásitos<br />

en la nutrición humana<br />

La presencia de parásitos intestinales representa un índice de la<br />

calidad del saneamiento ambiental. En el caso de Giardia intestinalis,<br />

la infección puede no estar asociada con alteraciones de<br />

la histología de la mucosa intestinal, aunque también puede<br />

inducir lesiones de diversa intensidad, que pueden ser mínimas<br />

con alteraciones funcionales englobadas bajo el concepto de<br />

enteropatía ambiental crónica, que sólo son detectables mediante<br />

métodos de medición muy sensibles. 3,33 En otros enfermos<br />

la infección está asociada a cuadros muy violentos con alteraciones<br />

importantes de la histología de la mucosa del<br />

intestino alto, con distorsión de las vellosidades intestinales que<br />

puede llegar hasta el aplanamiento de la superficie de la mucosa<br />

del intestino, comparables a las de la enfermedad celiaca.<br />

Este último cuadro está asociado con diarrea profusa y mala<br />

absorción de nutrientes. 23 Cuando además existe anemia microcítica<br />

y macrocítica, corresponde a lo que se denominó esprue<br />

tropical y estaba asociado no sólo con la presencia de<br />

Giardia intestinalis, sino también con un alto grado de colonización<br />

del intestino alto por bacterias gramnegativas. 2,30 El<br />

daño de la mucosa del intestino alto se puede asociar con alteraciones<br />

de la actividad de las disacaridasas del ribete estriado y<br />

trastornos del funcionamiento de transportadores y canales de<br />

la membrana plasmática de las microvellosidades. Las bacterias<br />

que colonizan el lumen del intestino alto en la infección por<br />

giardia pueden desconjugar las sales biliares e inducir pérdidas<br />

de lípidos por las deposiciones (esteatorrea). 6,21<br />

Un estudio efectuado en Copenhague, ciudad a la que se<br />

puede atribuir un nivel satisfactorio de saneamiento, reveló que<br />

en los niños de 0 a 7 años infectados con Giardia intestinalis y<br />

que desarrollaban un episodio de diarrea crónica, se producía<br />

un retraso de la ganancia de peso y talla de aproximadamente<br />

0.5 desvíos estándar respecto de su situación previa al comienzo<br />

de los síntomas y al diagnóstico, la que se corregía con el<br />

tratamiento. Éste se asociaba con un periodo de crecimiento<br />

recuperacional. Dos de los pacientes tenían lesiones intensas de<br />

la mucosa intestinal, con aplanamiento de la superficie, ocho<br />

tenían alteraciones histológicas de intensidad moderada, seis<br />

presentaban lesiones leves, y en 13 pacientes la histología fue<br />

considerada normal. 23 Las alteraciones morfológicas y funcionales<br />

eran más intensas en los niños de menor edad, quienes<br />

tenían episodios más breves, pero repetidos, de diarrea. 23 En<br />

algunos pacientes puede haber defectos de la absorción de folato<br />

y de vitamina B 12 ; también se detectaron alteraciones de la<br />

absorción de hierro si los pacientes tenían diarrea. 24 Una proporción<br />

de los niños con infecciones por Giardia presenta esteatorrea<br />

y aumento de la excreción de nitrógeno por las deposiciones.<br />

5 Si bien la excreción de H 2 en el aire espirado está<br />

dentro de límites normales en los niños asintomáticos parasitados<br />

por Giardia, estas cifras son mayores que en aquéllos no<br />

infectados.<br />

En la mayoría de los infectados la giardiasis se asocia con<br />

alteraciones de la absorción de hierro; 8 estos pacientes también<br />

tienen grados variables de deficiencia de este elemento, 11 así<br />

como depleción de zinc. 32<br />

La giardiasis con malabsorción intensa está asociada con<br />

colonización concomitante del intestino alto con enterobacterias<br />

(Enterobacter cloacae, E. hafniae, Klebsiella pneumoniae),


CAPÍTULO 87 Parásitos y nutrición. Una interacción compleja 689<br />

que normalmente es casi estéril; por el contrario, en los sujetos<br />

con malabsorción de poca magnitud no se detecta la presencia<br />

de una microflora anormal en el intestino alto. 43,44<br />

En una proporción de los pacientes que se infectaron en el<br />

curso de un brote de giardiasis en Noruega, la presencia del<br />

parásito estuvo asociada con síntomas de intestino irritable<br />

(criterio Roma II) con predominio de diarrea y dispepsia funcional,<br />

síntomas que persistieron después del tratamiento. Estos<br />

pacientes manifestaron hipersensibilidad gastrointestinal,<br />

manifestada por menores capacidades de ingerir líquidos y retardo<br />

del vaciamiento gástrico que no fueron corregidos por la<br />

administración de ondansetrón (antagonista de la 5-OHT3).<br />

El mecanismo por el cual Giardia intestinalis causa estas alteraciones<br />

del funcionamiento intestinal siguen siendo desconocidas.<br />

9 Este efecto es difícil de estudiar en países con buen saneamiento<br />

en circunstancias normales porque la prevalencia del<br />

parásito es baja, aunque las molestias posinfecciosas son proporcionalmente<br />

más frecuentes. 16<br />

Los mecanismos a través de los cuales especies de Giardia<br />

inducen cambios en la absorción de nutrientes (y, por tanto,<br />

posibles repercusiones en la nutrición) no se conocen con precisión.<br />

Casi la mitad de los individuos infectados con Giardia<br />

intestinalis permanecen asintomáticos, incluso en estudios en<br />

voluntarios en quienes los quistes con los que fueron infectados<br />

fueron obtenidos de sujetos con manifestaciones clínicas intensas.<br />

45 En cultivos de células intestinales de origen humano se<br />

observa una disminución cercana a 50% de la resistencia eléctrica<br />

transepitelial con aumento de la permeabilidad a macromoléculas;<br />

además, hay reorganización de proteínas de la zona<br />

de oclusión (ZO-1 y F-actina), lo que tal vez se asocia con alteraciones<br />

del transporte paracelular; 46 junto con ello se aprecia un<br />

aumento considerable de la apoptosis. 46 En concordancia con<br />

estos hallazgos, en biopsias de humanos infectados con Giardia<br />

se demostró una disminución de la superficie de la mucosa con<br />

alteración de la función de barrera y aumento del flujo de agua<br />

y cloruro hacia el lumen intestinal. En este estudio se observó<br />

una disminución de la claudina-1, que regula la impermeabilidad<br />

de las zonas de oclusión, y no se detectó la presencia de<br />

claudina-2; 45 al mismo tiempo se detectó que existía deterioro<br />

del transporte de glucosa acoplado al sodio. Estos resultados<br />

indicarían que aunque los niveles de inflamación son bajos, es<br />

posible detectar alteraciones y mecanismos importantes de<br />

transporte capaces de inducir diarrea y pérdida de nutrientes.<br />

Otros efectos de los parásitos<br />

intestinales<br />

La presencia de masas de parásitos intraluminales en el intestino<br />

delgado se asocia a veces con dificultades del tránsito intestinal<br />

que pueden llegar incluso a cuadros de obstrucción con<br />

las alteraciones de tal magnitud que pueden requerir intervenciones<br />

quirúrgicas. En cerdos parasitados por Ascaris suum es<br />

frecuente observar que las alteraciones del tránsito intestinal se<br />

asocien con hipertrofia de las capas musculares lisas del intestino,<br />

cuya pared aumenta en grosor, explicables por el mecanismo<br />

antes nombrado. 42<br />

Los niños parasitados, incluso por aquellas especies de parásitos<br />

carentes de la capacidad para invadir el organismo, presentan<br />

anorexia, la cual constituye otra causa de deterioro nutricional.<br />

La mejoría de las curvas de peso y de talla después del<br />

tratamiento antiparasitario indica que este efecto negativo de<br />

los parásitos es real. A la pérdida de apetito puede cooperar la<br />

presencia de fenómenos inflamatorios, tanto locales en la pared<br />

intestinal, como de tipo sistémico, con fiebre, establecimiento<br />

de reacciones inmunes y depleción de micronutrientes,<br />

como el zinc y el cobre, además del hierro. 17 La inflamación<br />

sistémica causada por algunos nematodos se explica en parte<br />

por el tránsito de sus formas inmaduras a través de la pared<br />

intestinal, la corriente sanguínea hasta el hígado y posteriormente<br />

los pulmones, para ser expectorados junto con mucus,<br />

deglutidos y pasar por segunda vez por el estómago y llegar al<br />

intestino delgado (ciclo de Loos), donde residen por 12-18<br />

meses antes de morir y ser expulsados. 19 Pero éste no es el único<br />

mecanismo que lleva al deterioro nutricional porque en los<br />

niños parasitados por Ascaris lumbricoides las concentraciones<br />

de seroalbúmina son más bajas que en los no parasitados, y<br />

sólo mejoran después de su erradicación. Sin embargo, la permeabilidad<br />

intestinal no mejora en paralelo al cabo de dos semanas.<br />

Esto sugiere que algunas especies de parásitos interfieren<br />

en la digestión y absorción de los productos de la digestión<br />

de las proteínas, pero que otras alteraciones son más persistentes.<br />

35 En niños entre los 2 y 5 años, pese al tratamiento para<br />

erradicar los nematodos, no se observan mejorías del estado<br />

nutricional si la dieta no es de calidad adecuada. 36 Los bajos<br />

valores de seroalbúmina, junto con grados moderados de anemia,<br />

se asocian con rendimientos laborales más bajos en países<br />

subdesarrollados. 14 El deterioro del crecimiento, la anemia y el<br />

parasitismo en una proporción elevada de la población representan<br />

un importante problema de salud pública cuya solución<br />

requiere sanear el ambiente mediante la provisión de agua potable,<br />

vivienda adecuada, aseo personal y protección del ambiente.<br />

48<br />

La penetración a través de la piel de las larvas de Necator y<br />

Ancylostoma se asocia con reacciones alérgicas que pueden ser<br />

intensas hasta el punto de producir manifestaciones inflamatorias<br />

de tipo sistémico si la infección es cuantiosa. 26<br />

Trichurus trichiura puede inducir procesos inflamatorios e<br />

incluso sangrado cuando este parásito está presente en grandes<br />

números en el ciego y el intestino grueso de los niños, puede<br />

simular cuadros de disentería, ya que estos síntomas con frecuencia<br />

se asocian con prolapso de la mucosa del recto. Como<br />

es lógico suponer, infecciones de esta magnitud ejercen algunos<br />

efectos negativos sobre el estado nutricional de los parasitados. 4<br />

Diphylobothrium latum es una tenia capaz de interferir la<br />

absorción de la vitamina B 12 en el íleon terminal, lo que induce<br />

cuadros de anemia macrocítica e incluso megaloblástica por<br />

deficiencia de esta vitamina. Taenia saginata y T. solium pueden<br />

inducir alteraciones de la nutrición en el hospedero; T. solium,<br />

a través de la cisticercosis, puede producir alteraciones de dis-


690 PARTE VI Parasitología aplicada<br />

tinta naturaleza, que en el caso de la afección del sistema nervioso<br />

central pueden comprometer el estado nutricional. 1<br />

Algunas de las repercusiones de las infecciones por parásitos<br />

son difíciles de explicar: la infección por Enterobius vermicularis<br />

estaba asociada en un estudio en niños 37 con alteraciones<br />

de los valores plasmáticos de cobre, zinc y magnesio, cuyo<br />

mecanismo causal no es evidente. Se puede especular que el<br />

compromiso inflamatorio de la mucosa del colon puede estar<br />

ligado de alguna manera con estas alteraciones. Es posible que<br />

la magnitud de estas deficiencias de micronutrientes y su asociación<br />

con compromisos del estado nutricional modulen el<br />

número de parásitos que se aloja en el tubo digestivo, su fecundidad<br />

y supervivencia, así como la capacidad de estimular el<br />

patrón Th2 de reacción inmune del hospedero. 31 Si bien se ha<br />

sostenido que la presencia de parásitos en el tubo digestivo se<br />

relaciona con menor incidencia de fenómenos atópicos, esta<br />

proposición ha sido refutada por investigaciones recientes.<br />

Algunos parásitos, como los miembros del orden Schistosoma,<br />

provocan fibrosis y daño hepático secundarios a alteraciones<br />

de la circulación portal, los cuales también pueden alterar<br />

el funcionamiento de los mecanismos de absorción y transporte<br />

de nutrientes desde el intestino delgado al resto del organismo.<br />

29 En conclusión, los parásitos causan un espectro de alteraciones<br />

nutricionales que van desde la ausencia de repercusiones<br />

hasta cuadros de considerable intensidad. En los países más<br />

subdesarrollados y con peores condiciones de saneamiento esto<br />

genera un círculo vicioso en el que la infección por parásitos<br />

deteriora el estado nutricional del parasitado y, por otra parte,<br />

aquellos con mayores impactos nutricionales albergan poblaciones<br />

más numerosas de parásitos. Conviene tener en cuenta<br />

que incluso las infecciones de intensidad moderada pueden resultar<br />

en disminuciones del rendimiento laboral que deterioran<br />

la posibilidad de los afectados para obtener una nutrición adecuada.<br />

Las medidas de higiene personal y el saneamiento ambiental,<br />

incluyendo el cuidado en la producción limpia de alimentos,<br />

son algunos de los mecanismos que previenen la<br />

infección por parásitos y su paso de un individuo a otro.<br />

Referencias<br />

1. Blanton R. Adult tapeworms infection. En: Kliegman<br />

R, Behrman R, Jenson H et al. Nelson’s Textbook of pediatrics.<br />

Filadelfia: Saunders Elsevier;1512-1514. 2007.<br />

2. Brunser O, Eidelman S, Klipstein F. Intestinal morphology<br />

of rural Haitians. A comparison between over<br />

tropical sprue and asymptomatic subjects. Gastroenterology;58:655-668.<br />

1970.<br />

3. Brunser O, Araya M, Espinoza J et al. Chronic environmental<br />

enteropathy in a temperate climate. Hum Nutr<br />

Clin Nutr;41:251-61. 1987.<br />

4. Bundy D, Cooper E. Trichuris and trichuriasis in humans.<br />

Adv Parasitol;28:107-173. 1989.<br />

5. Chochillon C, Gobert J, Buchel L et al. Giardia intestinalis:<br />

comparative study of lipid and nitrogen fecal excretions<br />

in adults and children with parasites. Pathol Biol<br />

(Paris);34:830-834. 1986.<br />

6. Davidson G, Robb T, Kirubakaran C. Bacterial contamination<br />

of the small intestine as an important cause of<br />

chronic diarrhea and abdominal pain: diagnosis by breath<br />

hydrogen test. Pediatrics;74:229-235. 1984.<br />

7. Dent A, Kazura J. Ascariasis (Ascaris lumbricoides). En:<br />

Kliegman RM, Behrman RE, Jenson HB et al. Nelson’s<br />

Textbook of pediatrics. Filadelfia: Saunders Elsevier;1495-<br />

1496. 2007.<br />

8. De Vizia B, Poggi V, Vajro P et al. Iron malabsorption<br />

in giardiasis. J Pediatr;107:75-78. 1985.<br />

9. Dizdar V, Gilja O, Hausken T. Increased visceral sensitivity<br />

in Giardia-induced postinfectious irritable bowel<br />

syndrome and functional dyspepsia. Effect of the 5HT3-<br />

antagonist ondansetron. Neurogastroenterol Motil;19:<br />

977-982. 1992.<br />

10. Fried B, Graczyk T, Tamang L. Food-borne intestinal<br />

trematodiases in humans. Parasitol Res;93:159-170. 2004.<br />

11. Fuglestad A, Lehmann A, Kroupina M et al. Iron deficiency<br />

in international adoptees from Eastern Europe. J<br />

Pediatr;153:272. 2008.<br />

12. Gaasenbeek C, Borgsteede F. Studies on the survival of<br />

Ascaris suum eggs under laboratory and simulated field<br />

conditions. Vet Parasitol;75:227-234. 1998.<br />

13. Geissler P, Mwaniki D, Thiong F et al. Geophagy as a<br />

risk factor for geohelminth infections: a longitudinal study<br />

of Kenyan primary schoolchildren. Trans R Soc Trop<br />

Med Hyg;92:7-11. 1998.<br />

14. Gilgen D, Mascie TC, Rosetta L. Intestinal helminth<br />

infections, anaemia and labour productivity of female tea<br />

pluckers in Bangladesh. Trop Med Int Health;6:449-457.<br />

2001.<br />

15. Gilles H. Morbidity and mortality from parasitic disease<br />

in the year 2000. Ann Parasitol Hum Comp;1:43-44.<br />

1990.<br />

16. Grazioli B, Matera G, Laratta C et al. Giardia lamblia<br />

infection in patients with irritable bowel syndrome and<br />

dyspepsia: a prospective study. World J Gastroenterol;12:1941-1944.<br />

2006.<br />

17. Hadju V, Stephenson L, Abadi K et al. Improvements<br />

in appetite and growth in helminth-infected schoolboys<br />

three and seven weeks after a single dose of pyrantel pamoate.<br />

Parasitology;113:497-504. 1996.


CAPÍTULO 87 Parásitos y nutrición. Una interacción compleja 691<br />

18. Hall A. Dietary protein and the growth of rats infected<br />

with the tapeworm Hymenolepis diminuta. Br J Nutr;49:<br />

59-65. 1983.<br />

19. Hall A, Anwar K, Tomkins A. Intensity of reinfection<br />

with Ascaris lumbricoides and its implications for parasite<br />

control. Lancet;339:1253-1257. 1992.<br />

20. Hall A, Hewitt G, Tuffrey V et al. A review and metaanalysis<br />

of the impact of intestinal worms on child growth<br />

and nutrition. Matern Child Nutr;1:118-236. 2008.<br />

21. Halliday C, Clark C, Farthing M. Giardia-bile salt interactions<br />

in vitro and in vivo. Trans R Soc Trop Med<br />

Hyg;82:428-432. 1988.<br />

22. Hautus M, Kortbeek L, Vetter J et al. In vitro excystation<br />

and subsequent axenic growth of Giardia lamblia.<br />

Trans R Soc Trop Med Hyg;82:858-861. 1988.<br />

23. Hjelt K, Paerregaard A, Krasilnikoff P. Giardiasis<br />

causing chronic diarrhoea in suburban Copenhagen: incidence,<br />

physical growth, clinical symptoms and small intestinal<br />

abnormality. Acta Paediatr;81:881-886. 1992.<br />

24. Hjelt K, Paerregaard A, Krasilnikoff P. Giardiasis:<br />

haematological status and the absorption of vitamin B12<br />

and folic acid. Acta Paediatr;81:29-34. 1992.<br />

25. Hotez P, Cerami A. Secretion of a proteolytic anticoagulant<br />

by Ancylostoma hookworms. J Exp Med;157:1594-<br />

1603. 1983.<br />

26. Hotez P. Hookworms (Necator americanus and Ancylostoma<br />

duodenale). En: Kliegman RM, Behrman RE, Jenson<br />

HB et al. Nelson’s Textbook of pediatrics. Filadelfia:<br />

Saunders Elsevier:1496-1499. 2007.<br />

27. Hunt J. Reversing productivity losses from iron deficiency:<br />

the economic case. J Nutr;132:794-801. 2002.<br />

28. Johnson L. Physiology of the gastrointestinal tract. 4ª ed.<br />

Burlington, MA: Elsevier Academic Press, 2006.<br />

29. King C. Schistosomiasis (Schistosoma). En: Kliegman<br />

RM, Behrman RE, Jenson HB et al. Nelson’s Textbook of<br />

pediatrics. Filadelfia: Saunders Elsevier:1508-1510. 2007.<br />

30. Klipstein F, Holdeman L, Corcino J et al. Enterotoxigenic<br />

intestinal bacteria in tropical sprue. Ann Intern<br />

Med;79:632-641. 1973.<br />

31. Koski K, Scott M. Gastrointestinal nematodes, nutrition<br />

and immunity: breaking the negative spiral. Annu<br />

Rev Nutr;21:297-321. 2001.<br />

32. Long K, Rosado J, Montoya Y et al. Effect of vitamin<br />

A and zinc supplementation on gastrointestinal parasitic<br />

infections among Mexican children. Pediatrics;120:846-<br />

855. 2007.<br />

33. Moya CS, Sotelo N, Valencia M. Effects of asymptomatic<br />

Giardia intestinalis infection on carbohydrate absorption<br />

in well-nourished Mexican children. Am J Trop<br />

Med Hyg;66:255-259. 2002.<br />

34. Needham C, Kim H, Hoa N et al. Epidemiology of<br />

soil-transmitted nematode infections in Ha Nam Province,<br />

Vietnam. Trop Med Int Health;3:904-912. 1998.<br />

35. Northrop C, Lunn P, Wainwright M et al. Plasma albumin<br />

concentrations and intestinal permeability in Bangladeshi<br />

children infected with Ascaris lumbricoides. Trans<br />

R Soc Trop Med Hyg;81:811-815. 1987.<br />

36. Northrop CC, Rousham E, Mascie TC et al. Anthelmintic<br />

treatment of rural Bangladeshi children: effect on<br />

host physiology, growth, and biochemical status. Am J<br />

Clin Nutr;73:53-60. 2001.<br />

37. Olivares J, Fernández R, Fleta J et al. Vitamin B12<br />

and folic acid in children with intestinal parasitic infection.<br />

J Am Coll Nutr;21:109-113. 2002.<br />

38. Quihui CL, Valencia M, Crompton D et al. Prevalence<br />

and intensity of intestinal parasitic infections in relation<br />

to nutritional status in Mexican schoolchildren.<br />

Trans R Soc Trop Med Hyg;98:653-659. 2004.<br />

39. Rambaud J, Buts J, Corthier G et al. Gut Microflora.<br />

Digestive physiology and pathology. Paris: John Libbey Eurotext,<br />

2006.<br />

40. Shorter Oxford English Dictionary. 5ª edición. Nueva<br />

York: Oxford University Press, 2005.<br />

41. Sinniah B. Daily egg production of Ascaris lumbricoides:<br />

the distribution of eggs in the faeces and the variability of<br />

egg counts. Parasitology;84:167-175. 1982.<br />

42. Stephenson L, Pond W, Nesheim M et al. Ascaris<br />

suum: nutrient absorption, growth, and intestinal pathology<br />

in young pigs experimentally infected with 15-dayold<br />

larvae. Exp Parasitol;49:15-25. 1980.<br />

43. Tandon B, Tandon R, Satpathy B et al. Mechanism of<br />

malabsorption in giardiasis: a study of bacterial flora and<br />

bile salt deconjugation in upper jejunum. Gut;18:176-<br />

181. 1977.<br />

44. Tomkins A, Wright S, Drasar B et al. Bacterial colonization<br />

of jejunal mucosa in giardiasis. Trans R Soc Trop<br />

Med Hyg;72:33-36. 1978.<br />

45. Troeger H, Epple H, Schneider T et al. Effect of chronic<br />

Giardia lamblia infection on epithelial transport and<br />

barrier function in human duodenum. Gut;56:328-335.<br />

2007.<br />

46. Turner J. Intestinal mucosal barrier function in health<br />

and disease. Nat Rev Immunol;9:799-809. 2009.<br />

47. Uglem G, Just J. Trypsin inhibition by tapeworms: antienzyme<br />

secretion or pH adjustment? Science;220:79-81.<br />

1983.<br />

48. Ulukanligil M, Seyrek A. Anthropometric status,<br />

anaemia and intestinal helminthic infections in shantytown<br />

and apartment schoolchildren in the Sanliurfa<br />

province of Turkey. Eur J Clin Nutr;58:1056-1061. 2004.<br />

49. Wilson M. Microbial inhabitants of humans. Their ecology<br />

and role in health and disease. Cambridge: Cambridge<br />

University Press, 2005.


Capítulo<br />

88<br />

Parasitosis del viajero*<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

La medicina del viajero constituye hoy en día una ciencia aparte.<br />

Las enfermedades parasitarias adquiridas en un viaje presentan<br />

un grupo importante de esta patología.<br />

Los riesgos para la salud de un viaje son muy variables,<br />

dependiendo, entre otros, de los siguientes factores: país de<br />

destino, región, naturaleza, condiciones y duración del viaje,<br />

experiencia y edad del viajero, intercurrentes, etc. 10 El país de<br />

destino y la región son factores relevantes. Viajar a un país donde<br />

el paludismo es endémico representa de por sí un riesgo. En<br />

algunos países existen regiones donde la prevalencia de esta parasitosis<br />

es alta en zonas rurales, pero no en las ciudades. La<br />

naturaleza del viaje es importante, si es de negocios, visita a<br />

expatriados, turístico bien organizado con guías profesionales<br />

o, por el contrario, viaje aventura por zonas inexploradas con<br />

alojamiento con lugareños, etc. Las condiciones del viaje también<br />

son factores que hay que considerar, por ejemplo, emigrantes<br />

que después de vivir un tiempo en Europa occidental<br />

vuelven a visitar familiares del país de origen. Ellos se ven confrontados<br />

a su modo antiguo algo primitivo de vida sin capacidad<br />

de adaptación. Un viaje corto no tiene los mismos riesgos<br />

que uno que se extiende por varios meses. La experiencia de un<br />

viaje anterior a un país subtropical permite conocer ciertas enfermedades,<br />

como la enfermedad del sueño, paludismo, leishmaniasis,<br />

disentería, etc., lo cual es un antecedente para viajes<br />

ulteriores. Lactantes, niños menores y ancianos son más susceptibles<br />

en adquirir enfermedades parasitarias que se adquieren<br />

durante el viaje. La existencia de patología previa al viaje y<br />

la utilización de ciertos fármacos agrava las infecciones adquiridas<br />

en el viaje. 3,4,9<br />

Se ha estimado una tasa de incidencia mensual de enfermedades<br />

parasitarias por cada 100 000 viajeros a zonas subtropicales,<br />

considerando una estadía de un mes (cuadro 88-1).<br />

Más de 300 millones de personas viajan cada año de un<br />

país a otro, de los cuales al menos 40 millones son de países<br />

desarrollados que viajan a países en vías de desarrollo. De EUA<br />

viajan a México alrededor de 15 millones de personas al año.<br />

De éstos, 25-50% presentan diarrea, es decir, cerca de dos millones<br />

de personas al año, de los cuales un tercio deben tener<br />

reposo en cama y el resto alterar sus programas de visitas. 7,8<br />

La mayoría de las diarreas del viajero son originadas por<br />

infecciones bacterianas, pero en viajes de aventura o que duran<br />

un mes o más, se puede presentar una disentería amebiana.<br />

Esta enfermedad presenta todos los signos y síntomas de un<br />

síndrome disentérico, pero sin fiebre, con febrículas o con poca<br />

fiebre y con sintomatología y signología de menor intensidad<br />

que la disentería bacteriana. El diagnóstico y tratamiento se<br />

describe en los capítulos respectivos. En ocasiones el viajero<br />

puede infectarse con G. lamblia y presentar diarrea crónica por<br />

esta causa (véase capítulo 18). En el cuadro 88-2 se describen<br />

los agentes patógenos más frecuentes que se observan en la diarrea<br />

del viajero.<br />

Es importante señalar que es imposible evitar una diarrea<br />

en un viajero, pero las siguientes medidas permiten disminuir<br />

la frecuencia y atenuar su gravedad: lavarse bien las manos antes<br />

de la ingestión de alimentos, no ingerir verduras ni frutas<br />

crudas que no se pueden pelar, no ingerir pescados ni mariscos<br />

crudos, ni leche o productos lácteos no pasteurizados. Tomar<br />

sólo agua potable o en su defecto agua hervida o envasada. No<br />

consumir productos elaborados con agua que no sea potable o<br />

hervida (hielo, jugos, etc.). Evitar alimentos que se expenden<br />

en la calle o en lugares que no cuenten con medidas sanitarias<br />

básicas. En zonas donde no existe agua potable o agua de pozo<br />

de primera fuente, fuera de las recomendaciones señaladas, es<br />

útil filtrar el agua o desinfectarla.<br />

Se pueden utilizar filtros de café, de carbón activo o de<br />

resinas. Después de la filtración, la desinfección se puede efectuar<br />

con tintura de yodo al 2%, 0.4 ml u 8 gotas/L de agua. El<br />

sabor del yodo se evita con filtros o agregando al agua desinfectada<br />

vitamina C. Por el peligro de patología tiroidea no se recomienda<br />

que este proceso se prolongue por más de tres meses, lo<br />

* Nota. Este capítulo incluye una sección de Casos clínicos, así como una de Autoevaluación. Ambas se encuentran disponibles para el lector en el Centro de Aprendizaje<br />

en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la cuarta de forros de este libro.<br />

692


CAPÍTULO 88 Parasitosis del viajero 693<br />

ideal es utilizarlo hasta tres semanas. La desinfección se puede<br />

realizar también con hipoclorito de sodio, 2-4 gotas (0.25<br />

cm 3 )/L de agua, o 5-10 gotas (0.25-0.5 cm 3 )/20 L de agua<br />

pura. Para lavar verduras, éstas deben sumergirse por 10 min en<br />

esa solución.<br />

Es importante señalar que todas las medidas de desinfección<br />

son útiles para eliminar las bacterias y algunos virus, pero<br />

para la mayor parte de los parásitos y ciertos virus la filtración es<br />

el procedimiento que los elimina. 3,8 A continuación se describen<br />

las principales parasitosis que se pueden adquirir en viajes.<br />

Protozoos<br />

Paludismo (malaria)<br />

El paludismo ha aumentado en forma significativa en los últimos<br />

10-23 años debido a:<br />

• Mayor incidencia en países en vías de desarrollo.<br />

• Aumento del número de viajeros intercontinentales procedentes<br />

de países donde el paludismo es endémico. 22,26,38<br />

• Aparición progresiva de resistencia a los fármacos antiparasitarios.<br />

• Al no ser el paludismo una enfermedad de declaración obligatoria,<br />

implica que la mayoría de las estadísticas subestima<br />

la real frecuencia de esta patología.<br />

Todo paciente que presente fiebre por 24 h o más, dentro<br />

de los tres meses posteriores a su estadía en zona endémica hace<br />

plantear el diagnóstico de paludismo, y debe confirmarse por<br />

gota gruesa, frotis o examen serológico. 3,13,14<br />

El paludismo por P. vivax. P. ovale y P. malarie puede presentar<br />

recaídas tardías, P. vivax y P. ovale por hipnozoítos hepáticos<br />

y P. malarie por la persistencia del ciclo sanguíneo (varios<br />

años después de abandonar la zona endémica).<br />

Para la prevención del paludismo son útiles las siguientes<br />

medidas:<br />

• Información y educación sobre la enfermedad, haciéndole<br />

ver al viajero a una zona endémica las características de esta<br />

enfermedad.<br />

• Medidas para evitar la picadura de zancudos. Uso de malla<br />

de protección en las ventanas, mosquiteros que cubran las<br />

camas impregnadas de repelentes e insecticidas. Utilización<br />

de vestimenta de color claro para ver mejor los mosquitos.<br />

Si hay zonas no cubiertas (cara, brazos, piernas), aplicar<br />

repelentes a base de DEET (dietil-etil-m-toluamida) que<br />

deben ser aplicados c/4 h. La DEET (crema) debe tener<br />

una concentración al 20-50%. En niños y mujeres embarazadas<br />

se utiliza al 20 o 30%. Se puede utilizar aerosol con<br />

insecticida y repelentes para la ropa (aerosol de permetrina<br />

más DEET).<br />

• Los mosquiteros impregnados con deltametrina o permetrina<br />

(insecticidas residuales) son de gran utilidad, por<br />

lo general su duración fluctúa entre seis meses: permetrina<br />

500 mg/m 2 a 12 meses (deltametrina 25 mg/m 2 ). Se<br />

necesitan cerca de 800 cm 3 para la impregnación de un<br />

mosquitero sintético individual de 10-12 m 2 y de 1 L para<br />

un mosquitero colectivo (13-15 m 2 ). Los mosquiteros de<br />

algodón absorben cuatro veces más insecticida que los sintéticos.<br />

3,14,37<br />

Quimioprevención<br />

En la actualidad no existe un producto que pueda utilizarse<br />

como quimioprofiláctico que sea 100% eficaz. No obstante, la<br />

prevención química disminuye el riesgo de adquirir la infección.<br />

Los antimaláricos que se utilizan en la prevención se describen<br />

en el cuadro 88-3.<br />

Todos los fármacos de la quimioprevención, con excepción<br />

del malarone (atovaquona más proguanil) actúan sobre las<br />

formas eritrocitarias (efecto profiláctico supresivo). Por este<br />

motivo deben utilizarse 28 días después de retornar de la zona<br />

palúdica; 95% de las crisis maláricas se producen dentro de esas<br />

cuatro semanas. El malarone es el único que actúa sobre las<br />

formas hepáticas (prevención causal), por eso sólo se toma hasta<br />

siete días después. Si la persona se debe quedar más de un<br />

mes en zona palúdica, debe ingerir un fármaco que sirva como<br />

profiláctico supresivo.<br />

El malarone está indicado para viajes cortos de hasta 28<br />

días en zonas maláricas. Es el fármaco ideal para los viajeros de<br />

última hora. Su efecto protector es 95% útil, sobre todo para P.<br />

falciparum. No actúa sobre los hipnozoítos de P. vivax ni P. ovale<br />

(que requieren primaquina). La dosis es de una tableta diaria<br />

en adultos. Niños de 11-20 kg, 1/4 tableta; 21-30 kg, 1/2 tableta;<br />

31-40 kg, 3/4 de tableta. Es bien tolerado, no tiene contraindicaciones.<br />

Mefloquina (Lariam). Prevención de P. falciparum sobre<br />

95%. Se utiliza en todas las zonas maláricas, especialmente el<br />

grupo C de la OMS. Los porcentajes de resistencia a Lariam<br />

fluctúan entre 10-50%.<br />

La dosis para adultos y de personas con más de 45 kg es de<br />

una tableta semanal 1-2 semanas antes del viaje, durante éste, y<br />

cuatro semanas después de salir de zona endémica. En personas<br />

que nunca han tomado el producto es importante dar el medicamento<br />

tres semanas antes para evaluar su tolerancia. El ideal<br />

es que la persona tome tres tabletas antes de viajar, si hay tiempo,<br />

una tableta semanal por tres semanas (sobre todo pacientes<br />

que hayan utilizado el producto), para los que lo reciben por<br />

primera vez una tableta diaria por dos días y luego una al séptimo<br />

día (si tolera bien seguir con una a la semana). En casos de<br />

intolerancia se puede reemplazar el lariam por malarone.<br />

En personas con vértigo o individuos que por su profesión<br />

no pueden presentar mareos ni vértigos (como choferes profesionales,<br />

buzos, etc.), no deben recibir Lariam. En estos casos la<br />

dosis es de un comprimido semanal tres semanas antes (en personas<br />

que lo ingieran por primera vez), dos semanas antes para<br />

los demás, durante el viaje y cuatro semanas después. Este fármaco<br />

se puede dar hasta por varios años. No debe administrarse<br />

a personas con problemas psiquiátricos, depresión, epilepsia,<br />

crisis de angustia, o que reciben ansiolíticos, pacientes con


694 PARTE VI Parasitología aplicada<br />

arritmias y que están recibiendo bloqueadores o digoxina, quinidina<br />

y antagónicos del calcio. Efectos secundarios: por lo general<br />

son de escaso monto. Alrededor de 20% de los pacientes<br />

que reciben Lariam presentan náuseas, vómito, diarrea, etc. En<br />

5% de los casos es necesario suspender la prevención por vértigo,<br />

mareos, insomnio, excitación psicomotora 1/10 000 o<br />

1/15 000 presentan alteraciones neurológicas o epilepsia.<br />

Doxiciclina: una tableta diaria a partir de un día antes del<br />

viaje, durante éste y hasta cuatro semanas después. No dar a<br />

embarazadas ni a niños menores de ocho años. Reacciones secundarias:<br />

fotosensibilidad cutánea. 3<br />

La quimioprevención del paludismo en niños está basada<br />

en:<br />

Malarone<br />

40 kg un comprimido (igual que el adulto)<br />

Lariam<br />

45 kg una tableta<br />

La doxiciclina se puede utilizar como prevención, a partir de<br />

los 12 años (2 mg/kg sin sobrepasar los 100 mg/día).<br />

Cualquier episodio febril de un niño en zona endémica<br />

debe hacer pensar en paludismo. Los lactantes pueden no presentar<br />

fiebre y se debe pensar en esta etiología cuando existen<br />

otros síntomas y signos. Para el acceso malárico se utilizan los<br />

mismos fármacos que en los adultos.<br />

Tratamiento del paludismo:<br />

I. Malarone (atovaquona proguanil)<br />

II. Quinina doxiciclina<br />

III. Lariam (mefloquina)<br />

IV. Quinina fansidar<br />

V. Halofantrina (Halfan)<br />

VI. Artemisina<br />

I. Malarone<br />

Adultos, cuatro comprimidos en una sola dosis, repetir al segundo<br />

y tercer días a la misma hora.<br />

En niños >11 años de 11-20/kg, una tableta por tres días.<br />

21-30/kg 2 tabletas por 3 días.<br />

31-40/kg 3 tabletas por 3 días.<br />

II. Quinina doxiciclina<br />

Se inicia con 500 mg de sulfato de quinina c/8 h por lo menos<br />

por tres días. A partir del 2 o 3 día se agrega doxiciclina 200 mg<br />

el primer día, seguido de 100 mg (una tableta) hasta el sexto<br />

día. Si la fiebre persiste se debe mantener la quinina y la doxiciclina<br />

durante siete días.<br />

III. Mefloquina<br />

Iniciar con dos tabletas de 250 mg, después de 8 h se repite la<br />

misma dosis; 12 h más tarde se pueden administrar otras dos<br />

tabletas.<br />

En niños con menos de 5 kg está contraindicada, en niños<br />

con 5 kg administrar 15 mg/kg en dos dosis. En algunos es<br />

necesario utilizar 25 mg/kg en dos dosis.<br />

En casos graves comenzar con sulfato de quinina (preparado<br />

magistral) c/8 h durante tres días, el primer día se pueden<br />

agregar dos tabletas de mefloquina, y a las 8 h otras dos y a las<br />

8 h otras dos. Eficacia: 95-99% o igual que la halofantrina.<br />

IV. Quinina más fansidar<br />

Se inicia con quinina, 500 mg c/8 h durante tres días (adultos),<br />

niños 10 mg/kg c/8 h durante tres días. Al segundo o tercer día<br />

se agrega fansidar. Adultos, tres tabletas una sola vez. Niños,<br />

1/2 tableta por c/10 kg. Contraindicación: embarazo, alergia a<br />

sulfas y lactancia. Fansidar: dapsona pirimetamina.<br />

V. Halofantrina<br />

Dosis adultos y niños menores de 40 kg: dos tabletas de 250<br />

mg c/6 h hasta completar seis tabletas. Repetir a los siete días.<br />

No se debe administrar en niños menores de 10 kg. Niños de<br />

más de 10 kg, 24 mg/kg c/12 h en tres dosis (en un solo día)<br />

(jarabe).<br />

Contraindicación: alteraciones de QT adquiridas o congénitas,<br />

ya que prolonga QT en personas normales, que se revierte<br />

7-14 días después, síncopes, hipopotasemia, cardiopatías,<br />

embarazo y lactancia.<br />

VI. Artemisina y derivados<br />

Fármacos derivados de la medicina tradicional china y que son<br />

excelentes antiparasitarios.<br />

Artesunato (Artenam)<br />

Artesunato mefloquina Artequin<br />

Artenam: 200 mg el primer día; a los 2, 3 y 4 días, 100 mg.<br />

Sólo origina recaídas en 5%. En esos casos se utiliza artequin.<br />

Enfermedad del sueño<br />

(tripanosomiasis africana)<br />

Esta parasitosis es endémica del África Tropical (15 latitud<br />

norte y 20 latitud sur). Existen dos formas de enfermedad del<br />

sueño, la clásica, crónica o del África occidental que evoluciona<br />

en meses o años con accesos febriles irregulares y letargo progresivo;<br />

y la forma aguda o de África del este, que se caracteriza<br />

por fiebre alta y se puede confundir con una crisis malárica o<br />

una fiebre tifoidea. La única forma que puede afectar al viajero<br />

es la aguda, ya que las zonas donde existe la forma crónica son<br />

regiones aisladas, inaccesibles para el turista común. La forma<br />

aguda se puede adquirir al visitar parques nacionales donde


CAPÍTULO 88 Parasitosis del viajero 695<br />

existen moscas tse tse infectadas con Trypanosoma brucei rhodesiense.<br />

El vector es atraído por vehículos en movimiento, en<br />

especial de noche: no es afectado por repelentes y puede picar a<br />

través de ropa delgadas. La mosca tse tse se encuentra en grandes<br />

áreas donde no existe la enfermedad del sueño y en las zonas<br />

endémicas sólo una pequeña parte están infectadas (sólo<br />

algunas por un millón de ejemplares). Por este motivo, una sola<br />

picadura del insecto no origina necesariamente la infección. El<br />

diagnóstico se realiza por gota gruesa y frotis, igual que en el<br />

paludismo.<br />

Prevención: evitar las zonas con gran concentración del<br />

vector, que por lo general son conocidas por los lugareños. Tratamiento:<br />

suramina o pentamidina (véase capítulo 94).<br />

Enfermedad de Chagas<br />

(tripanosomiasis americana)<br />

La tripanosomiasis americana existe desde el sur de EUA hasta<br />

la provincia de Colchagua en Chile y de Chubut en Argentina.<br />

Se transmite a través de las deyecciones de vinchucas infectadas<br />

(con T. cruzi), transfusiones sanguíneas, por vía congénita, vía<br />

oral, trasplantes, etc. La vinchuca doméstica habita en viviendas<br />

de barro, con techo de paja, piso de tierra y que tienen escasa<br />

iluminación (rancho chagásico). Los triatominos silvestres<br />

viven en pircas, nidos de animales, palmeras, etcétera.<br />

En la actualidad es muy poco frecuente que un viajero adquiera<br />

la enfermedad de Chagas, debido a que los vectores domiciliarios<br />

más importantes (vinchucas) están controlados y<br />

presentan un porcentaje bajo de infección por T. cruzi. La infección<br />

se puede adquirir en ocasiones por vinchucas silvestres<br />

y por otras vías de infección, incluyendo la oral. Es excepcional<br />

que un viajero desarrolle un cuadro agudo, síndrome oftalmoganglionar<br />

o síndrome de Romaña o chagomas de inoculación<br />

de la piel, pero a veces puede, después de años de haberse infectado,<br />

presentar compromiso cardiaco (cardiopatía) o digestivo:<br />

megacolon y/o megaesófago.<br />

El viajero debe protegerse en las zonas endémicas donde<br />

no existe control de los triatomideos, en especial de las vinchucas<br />

domiciliarias de hábitos nocturnos. No pernoctar en viviendas<br />

tipo rancho chagásico, uso de repelentes, alejar las camas de<br />

las paredes, etc., son algunas medidas preventivas que se deben<br />

efectuar. Si realizan viajes de aventura a zonas precordilleranas<br />

o selváticas, utilizar calzado cerrado, ropa que no deje zonas<br />

descubiertas y considerar siempre en mente la existencia de vinchucas<br />

silvestres que lo pueden infectar.<br />

Leishmaniasis<br />

En cerca de 90 países tropicales y subtropicales, y en el sur de<br />

Europa, existe esta parasitosis. Más de 90% de los casos de leishmaniasis<br />

cutánea son de Afganistán, Argelia, Brasil, Irán, Iraq,<br />

Perú, Arabia Saudita y Siria. En Latinoamérica existe la forma<br />

cutánea desde el norte de México hasta el norte de Argentina,<br />

más de 90% de las leishmaniasis viscerales son de Bangladesh,<br />

Brasil, India (kala-azar), Nepal y Sudán.<br />

Los viajes de aventura a zonas rurales o estadías en zonas<br />

periféricas de ciudades constituyen un riesgo, especialmente<br />

por voluntarios del cuerpo de Paz, misioneros, ornitólogos y<br />

personas que deben pernoctar a la intemperie. 27,33 Los mosquitos<br />

que transmiten el parásito flebótomos por lo general pican<br />

de noche, entre el anochecer y el amanecer. Las manifestaciones<br />

clínicas de la leishmaniasis cutánea son variables, puede haber<br />

dolor en el sitio de la picadura del mosquito y el paciente presenta<br />

el “chancro de inoculación”, vesiculopapuloso, o bien la<br />

picadura pasa desapercibida.<br />

El cuadro clínico depende de la intensidad de la infección,<br />

la virulencia de la cepa de leishmania infectante y el grado de<br />

resistencia del hospedero. Después de un periodo de incubación<br />

de 2-6 semanas se pueden presentar tres formas: cutánea<br />

localizada, cutaneomucosa y la cutánea difusa. La forma localizada<br />

es la más frecuente que se puede contraer en un viaje. La<br />

lesión cutánea es polimórfica, puede haber un pápula, un nódulo,<br />

una placa eritematocostrosa o una lesión ulcerada, etc.<br />

Por lo general, las lesiones son poco numerosas, indoloras, sin<br />

adenopatías y evolucionan hacia la cronicidad. Las lesiones cutáneas<br />

mucosas (espundia) provocan destrucción del cartílago<br />

nasal y orofaríngeo, es decir, provocan mutilaciones dolorosas.<br />

Se observa sólo en América Tropical. En la leishmaniasis cutaneo-difusa<br />

hay numerosas lesiones papulonodulares, sin ulceración<br />

ni compromiso mucoso.<br />

El diagnóstico se confirma a través del examen directo de<br />

frotis obtenidos por escarificación de la lesión cutánea, esta<br />

muestra se puede teñir con Giemsa para observar las leishmanias.<br />

Si hay sospecha clínica y el examen directo es negativo, se<br />

debe repetir el procedimiento a la semana. El cultivo del material<br />

obtenido permite también confirmar la sospecha clínica.<br />

La leishmaniasis visceral la pueden adquirir los viajeros inmunosuprimidos.<br />

La presencia de fiebre, hepatosplenomegalia<br />

y poliadenopatías orientan el diagnóstico, el cuadro por lo general<br />

se acompaña de pancitopenia, velocidad de sedimentación<br />

glomerular (VSG o VHS) elevada e hipergammaglobulinemia.<br />

El diagnóstico se confirma por biopsia de médula ósea que<br />

revela la presencia de leishmanias. La prevención se hace con<br />

medidas que tiendan a evitar la picadura de los flebótomos. 25<br />

Amebiasis<br />

La amebiasis es una causa poco frecuente de diarrea después de<br />

un viaje. Por lo general, afecta a personas que realizan viajes<br />

largos de más de un mes. En viajes más cortos la infección es<br />

menos frecuente. 10 El cuadro clínico fluctúa entre las personas<br />

asintomáticas a las que presentan disentería. Muchas veces presentan<br />

un síndrome dispéptico y/o diarrea. A veces abscesos<br />

hepáticos meses o años después de haber sido infectado. 21<br />

La confirmación diagnóstica se realiza mediante la detección<br />

de quistes y los trofozoítos en heces, procedimiento que<br />

debe realizar un laboratorista experimentado. Para diferenciar<br />

E. histolytica de E. dispar se deben emplear técnicas con base en<br />

PCR o que detecten la pectina que presenta sólo E. histolytica<br />

(ELISA, IFI, etc.). La detección de coproantígenos es también


696 PARTE VI Parasitología aplicada<br />

una técnica eficiente. 39 En casos de amebiasis invasora intestinal<br />

o extraintestinal la serología es útil (IFI, ELISA, etc.) (véase<br />

capítulo 93).<br />

La prevención se basa en un adecuado sistema de eliminación<br />

de excretas para evitar la contaminación fecal del suelo,<br />

agua, verduras y de hortalizas que crecen a ras del suelo. Ingerir<br />

agua potable y tener una buena higiene personal. 11,12 El tratamiento<br />

para las formas del lumen como las tisulares, se describe<br />

en el capítulo 94.<br />

Giardiasis<br />

Giardia duodenalis se puede adquirir en viajes por ingestión de<br />

agua o elementos contaminados con deposiciones humanas y<br />

de animales infectados (castores, perros, gatos, etc.) 6,31 que eliminan<br />

quistes. Por consiguiente, constituye una parasitosis que<br />

forma parte de las enfermedades transmitidas por agua, vectores<br />

mecánicos, animales (zoonosis) y por transmisión directa de<br />

personas infectadas a individuos susceptibles.<br />

Es una de las etiologías parasitarias de la diarrea del viajero.<br />

5,7 Si bien su prevalencia es muy inferior a las diarreas de origen<br />

bacteriano, Escherichia coli, especies de Shigella, de Campylobacter,<br />

etc., tienen importancia dentro de las diarreas<br />

prolongadas adquiridas en viajes. 1 La prevalencia de G. lamblia<br />

en personas con diarrea adquirida en viajes fluctúa entre 2 y<br />

47%, 24 según el origen de los pacientes.<br />

El diagnóstico se confirma por la observación de quistes<br />

y/o trofozoítos en el examen parasitológico de heces, detección<br />

de coproantígenos, y en casos excepcionales, detección de trofozoítos<br />

en líquidos obtenidos por sonda duodenal o en biopsias<br />

realizadas con cápsula de Crosby (véase capítulo 92).<br />

La prevención se basa en ingeir agua potable, o en su defecto,<br />

agua hervida, adecuada higiene personal, sobre todo el lavado<br />

adecuado de las manos después de contacto con animales.<br />

Es importante señalar que la utilización de filtros de arena<br />

no esterilizada ha originado brotes de giardiasis por esta causa.<br />

20 El jugo de limón (ácido acético) y vinagre, que podrían<br />

utilizar los viajeros como prevención, no destruye los quistes de<br />

G. duodenalis. 35<br />

Naegleriasis<br />

Cuando el viajero se baña en un lago o río contaminado con<br />

Naegleria fowleri, 2-7 días después puede presentar cefalea, fiebre<br />

alta, náuseas, vómito explosivos y signos meníngeos, es decir,<br />

presenta una meningoencefalitis amebiana primaria (MAP). La<br />

gravedad del cuadro obliga a una hospitalización urgente que<br />

confirma, a través de rigidez de nuca, signos de Kernig y Brudzinsky<br />

y la presencia de un síndrome meníngeo. La punción<br />

lumbar demuestra un líquido purulento con aumento de los polimorfonucleares<br />

(PMB), proteinorraquia e hipoglucorraquia.<br />

Los cultivos bacterianos son persistentemente negativos. Es muy<br />

importante sospechar MAP en todo paciente aparentemente<br />

sano, hasta antes del cuadro, que se haya sumergido en agua contaminada<br />

y presente meningoencefalitis purulenta que no responde<br />

a la terapia habitual de estos procesos, es decir, se trató<br />

como una meningoencefalitis purulenta a germen desconocido.<br />

El diagnóstico se confirma al encontrar trofozoítos de N. fowleri<br />

en el LCR (tales trofozoítos se exflagelan en contacto con suero<br />

fisiológico), que se pueden teñir con Giemsa. La terapia se basa<br />

en la utilización de anfotericina B (véase capítulo 94).<br />

Criptosporidiasis<br />

Existe alto riesgo que personas en un viaje adquieran esta infección<br />

al ingerir ooquistes de Cryptosporidium parvum y de otras<br />

especies; esto puede suceder al consumir alimentos o agua contaminada<br />

con heces de animales o personas infectadas, incluso<br />

al tragar agua al bañarse en lagunas y por vía fecal oral de persona<br />

a persona, por ejemplo, al cambiar pañales de una persona<br />

enferma o tener relaciones oro-anales con una persona infectada.<br />

El viajero inmunocompetente que desarrolle la enfermedad<br />

puede presentar deposiciones líquidas sin sangre ni pus, a<br />

veces náuseas, vómito y fiebre variable e inconstante; a menudo<br />

se observa una mejoría espontánea a los 8-10 días. El paciente<br />

permanece como un portador asintomático hasta tres semanas<br />

después de su mejoría clínica. En personas inmunodeprimidas<br />

la enfermedad se caracteriza por diarrea líquida con pérdida de<br />

varios litros al día que se perpetúa en el tiempo, y si no se trata<br />

puede originar la muerte de las personas por deshidratación,<br />

alteración electrolítica, del equilibrio ácido-básico, y por desnutrición.<br />

Diagnóstico<br />

Pensar en esta etiología, especialmente en el viajero con depresión<br />

inmunológica. Efectuar examen parasitológico seriado de<br />

heces con técnica de flotación y tinción con Zielh-Neelsen para<br />

observar los ooquistes de especies de Cryptosporidium. 40<br />

Para evitar esta zoonosis se deben tomar todas las precauciones<br />

de las infecciones que se transmiten por alimentos y bebidas<br />

ya señaladas en el capítulo 23, poco afectadas por el cloro<br />

o yodo que se utiliza para desinfectar el agua. El agua debe ser<br />

hervida o filtrada con filtros de 1 mm menos. En la terapia se<br />

utiliza nitaxozanida (véase capítulo 94).<br />

Ciclosporiasis<br />

El viajero puede adquirir la infección por alimentos y/o agua<br />

contaminadas con ooquistes de Cyclospora cayetanensis. Se han<br />

producido epidemias al ingerir berries contaminados que no<br />

fueron refrigerados de manera adecuada. 30,32,34,41,42<br />

Los pacientes con esta enfermedad presentan diarrea líquida<br />

explosiva, náuseas, vómito y fiebre variable. El cuadro mejora<br />

de forma espontánea a las 2 o 3 semanas. En pacientes inmunosuprimidos,<br />

la sintomatología persiste y puede provocar la<br />

muerte. Para evitar la infección es necesario tomar todas las precauciones<br />

de los agentes infecciosos transmitidos por alimentos<br />

y/o agua contaminada. Su tratamiento conlleva pirimetamina <br />

sulfametoxazol (Septrim, Cotrimoxazol, Bactrimel, etc.).


CAPÍTULO 88 Parasitosis del viajero 697<br />

Helmintos<br />

Esquistosomiasis<br />

Cerca de 200 000 000 de personas presentan la infección, que<br />

es prevalente en la región del sub-Sahara de África, sur de China,<br />

Filipinas y Brasil. Los viajeros se pueden infectar por andar<br />

descalzos en la orilla de ríos o al bañarse en agua dulce contaminada<br />

con cercarias que penetran la piel y se localizan en el<br />

plexo vesical (S. haematobium) o en el plexo mesentérico<br />

(S. mansoni, S. japonicum, S. intercalatum). Luego de 2 a 3 meses<br />

se desarrollan las formas adultas. Una vez fecundada la hembra,<br />

coloca sus huevos que pasan vía circulatoria a la mucosa<br />

intestinal, que es atravesada cayendo éstos al lumen del intestino<br />

o de la vejiga desde donde son eliminados. Los huevos pueden<br />

llegar a los tejidos por vía hematógena (hígado, vejiga, etc.)<br />

originando granulomas. Cuando existen reinfecciones continuas,<br />

la infección se perpetúa y los granulomas pueden ser<br />

reemplazados por tejido fibroso: fibrosis hepática, fibrosis vesical.<br />

Los enfermos pueden presentar diarrea con sangre, hematuria,<br />

etc. Si los huevos franquean la barrera hepática pueden<br />

llegar a los pulmones donde forman granulomas.<br />

Rara vez los viajeros presentan una infección masiva; 11 por<br />

consiguiente, la infección es leve o moderada con escasa sintomatología.<br />

En el periodo de invasión el paciente presenta un<br />

síndrome infeccioso: fiebre, compromiso del estado general,<br />

tos, crisis asmáticas e hipereosinofilia (síndrome de Katayama).<br />

Las complicaciones son raras, pocas veces se puede originar una<br />

parálisis por compromiso del SNC (médula espinal). El diagnóstico<br />

se realiza en el periodo de estado, 6-8 semanas después<br />

de la infección, y los síntomas corresponden a la eliminación de<br />

los huevos a través de la mucosa vesical o rectosigmoidea, cistitis,<br />

hematuria, diarrea o disentería.<br />

Las medidas de prevención incluyen no bañarse en agua<br />

dulce de lagos ni de ríos en países donde la esquistosomiasis es<br />

endémica.<br />

El tratamiento consiste de praziquantel dosis única (véase<br />

capítulo 94).<br />

En caso de complicaciones es necesario hospitalizar al paciente.<br />

Es importante mencionar que el tratamiento ha fracasado<br />

en esquistosomiasis adquiridas en viajes. Tal vez estos casos<br />

necesitan una terapia mejor que una dosis única aplicada por<br />

un solo día. 17<br />

Filariasis linfáticas<br />

En general, es poco el riesgo que se tiene de adquirir Wuchereria<br />

bancrofti, Brugia malayi o B. timori en un viaje corto; en viajes<br />

largos esta posibilidad existe. En la actualidad hay alrededor de<br />

120 millones de personas infectadas en regiones tropicales que<br />

incluyen la región subsahariana de África, Egipto, sur de Asia,<br />

las islas del Pacífico occidental y las costas del norte, del sur y<br />

Centroamérica y las islas del Caribe.<br />

En esta parasitosis los gusanos adultos se encuentran en los<br />

vasos y ganglios linfáticos, y las microfilarias en la sangre. Tiene<br />

una periodicidad nocturna, aunque existen ciertas formas aperiódicas.<br />

Se transmite por mosquitos: especies de Culex, de<br />

Anopheles, de Aedes y de Mansoni infectados con microfilarias.<br />

Los síntomas y signos más importantes que orientan al diagnóstico<br />

son: linfangitis aguda del escroto y del miembro, hidrocele,<br />

linfedema del miembro con adenopatías satélites, elefantiasis,<br />

con hipereosinofilia. El diagnóstico se confirma por la<br />

observación de microfilarias en la sangre (sobre todo en la noche)<br />

y/o mediante pruebas serológicas.<br />

La única medida profiláctica práctica es evitar la picadura<br />

de los mosquitos transmisores a través de repelentes, mallas en<br />

las ventanas y mosquiteros. En casos de viajes largos a zonas<br />

hiperendémicas se puede realizar quimioprevención con ivermectina<br />

12 mg una vez cada seis meses. Debe aplicarse la terapia<br />

DEC (dietilcarbamacina), ivermectina o DEC más ivermectina.<br />

Filariasis cutáneas<br />

Oncocercosis (ceguera de los ríos). Enfermedad estrictamente<br />

humana producida por Onchocerca volvulus. Los ejemplares<br />

adultos viven en la dermis libres o formando masas en nódulos<br />

subcutáneos, las microfilarias circulan por los vasos linfáticos y<br />

la dermis.<br />

La parasitosis es endémica en cerca de 25 países ubicados<br />

en una banda ancha del centro de África. Focos endémicos pequeños<br />

se encuentran en la península arábiga (Yemen), y en<br />

América en Brasil, Colombia, Ecuador, Guatemala, Venezuela<br />

y sur de México.<br />

La enfermedad es transmitida por simúlidos que albergan<br />

las microfilarias. Las larvas de estos mosquitos viven en las orillas<br />

de las corrientes de ríos ricos en oxígeno, adosados a vegetales.<br />

Los síntomas y signos más frecuentes son prurito, dermitis<br />

con alteraciones tróficas y pigmentación de la piel con presencia<br />

de quistes o nódulos y alteraciones oculares que pueden en<br />

casos prolongados originar ceguera.<br />

La palpación de nódulos cutáneos y la serología permiten<br />

orientar el diagnóstico. Éste se confirma por la observación de<br />

microfilarias en la dermis, a través de una biopsia cutánea realizada<br />

con una pinza de esclerotomía.<br />

Los viajeros que permanecen por más de tres meses son los<br />

más expuestos a la picadura de los simúlidos portadores de las<br />

microfilarias de Onchocerca volvulus. Las únicas medidas profilácticas<br />

prácticas son evitar la picadura de los mosquitos usando<br />

ropa que cubra todo el cuerpo, aplicación de repelentes,<br />

mallas en las ventanas, mosquiteros, etcétera.<br />

El tratamiento conlleva ivermectina oral en dosis única<br />

que se debe repetir una vez al año hasta los ocho años, ya que<br />

eliminan las microfilarias pero no las formas adultas (véase capítulo<br />

94).<br />

Anisakidasis<br />

Al comer peces infectados con larva de anisákidos de mares<br />

fríos, el viajero se puede infectar. Al ingerir el pescado crudo


698 PARTE VI Parasitología aplicada<br />

(cebiche) o mal cocido, ahumado o marinado en forma artesanal,<br />

el hombre se infecta accidentalmente. La larva se fija en el<br />

estómago o intestino, produciendo en este último granulomas.<br />

Se ha presentado en viajeros que acuden a países que limitan<br />

con el mar del norte, Báltico, en Japón, China. En EUA, Chile,<br />

Canadá y Francia se han diagnosticado algunos casos.<br />

En la clínica los pacientes por lo general después de algunas<br />

horas de la ingesta del pescado presentan dolores abdominales<br />

y vómito. En el hemograma destaca una hipereosinofilia.<br />

El diagnóstico se realiza mediante la detección de la larva<br />

por endoscopia digestiva alta y estudio histopatológico de la<br />

larva. La única prevención consiste en comer el pescado bien<br />

cocido.<br />

Parasitosis de la piel<br />

adquiridas en viajes<br />

Larva migrante cutánea<br />

La infección por lo general afecta a las extremidades inferiores,<br />

pero se puede también involucrar cualquier parte de la piel desnuda<br />

que esté en contacto con el suelo contaminado con heces<br />

de animales infectados: Ancylostoma caninum, A. braziliensis,<br />

etc. Las larvas de estos nematodos penetran la piel y se desplazan<br />

rápido originando lesiones serpiginosas y pruriginosas que<br />

pueden durar varios meses. La terapia consiste en aplicar localmente<br />

cloruro de etilo o nitrógeno líquido que mata las larvas.<br />

También se pueden tratar con una dosis única de ivermectina.<br />

Miasis<br />

La parasitación de órganos y tejidos del hombre por larvas de<br />

moscas en el curso de un viaje no es un hecho frecuente. Puede<br />

suceder en viajes largos por intermedio de larvas biontófagas<br />

(miasis primarias) como las de Dermatobia hominis 19,36 y Cordylobia<br />

anthropophaga, que originan las miasis furunculosas. 2<br />

D. hominis existe en el continente americano. La hembra coloca<br />

sus huevos sobre insectos hematófagos, cuando éstos pican<br />

en las partes expuestas de la piel para obtener sangre, como el<br />

cuero cabelludo, cara, etc., de los huevos salen larvas que penetran<br />

la piel originando lesiones, por lo general una, máximo<br />

tres. C. anthropophaga existe en el África negra, y la hembra<br />

coloca sus huevos al sol y las larvas penetran de manera activa<br />

la piel cubierta originando por lo general lesiones múltiples,<br />

por varias larvas. Oestrus ovis es responsable de la mayoría de las<br />

oftalmomiasis externas, e Hipoderma bovis de las miasis oculares<br />

internas. Cochliomyia hominivorax o Callitroga americana es<br />

la miasis más frecuente del continente americano, la hembra<br />

coloca los huevos sobre la piel penetrando en ella y originando<br />

lesiones. A veces el viajero que presenta alguna herida infectada<br />

abierta de mal olor puede infectarse con larvas necrobiontófagas<br />

que se alimentan de cadáveres o tejidos muertos (miasis<br />

secundarias), como: Sarcophaga carneria, Callitroga macellaria,<br />

especies de Calliphora, Phaenicia sericata y Phaenicia cuprina.<br />

Es rara en los viajes de aventura, al pernoctar a la intemperie sin<br />

mayor protección, personas que han descuidado su higiene<br />

personal y se encuentran intoxicados por el alcohol pueden infectarse<br />

con larvas que no se alimentan de tejidos (miasis accidental)<br />

como, Musca domestica, especies de Fannia, Stomoxys<br />

calcitrans, Eristalis tenax.<br />

Las miasis furunculosas originan una lesión pruriginosa,<br />

solevantada con una ulceración puntiforme central. A veces se<br />

observa la parte posterior de la larva; por lo general no hay inflamación<br />

o ésta es escasa, excepto cuando la lesión se ha infectado<br />

de manera secundaria.<br />

Las miasis oculares externas originan una sensación de<br />

cuerpo extraño en el ojo o hay conjuntivitis. El tratamiento<br />

consiste en la extracción de las larvas, manual de C. anthropophaga<br />

o quirúrgica en D. hominis. En las miasis oculares externas<br />

se deben anestesiar las larvas y luego extraerlas.<br />

Tungiasis<br />

La hembra de la pulga Tunga penetrans fecundada penetra la<br />

piel, en especial entre los dedos o en la planta de los pies. Se<br />

profundiza en la epidermis quedando asomado al exterior sólo<br />

un punto negro. Al crecer y aumentar de volumen el abdomen<br />

de la hembra va originando un solevantamiento, doloroso y<br />

pruriginoso, que puede infectarse dando el aspecto de un<br />

furúnculo; este proceso drena varias semanas. El tratamiento<br />

consiste en extraer la pulga con una aguja fina, previa anestesia<br />

local y luego desinfectar la herida. 2<br />

Parasitosis de las embarazadas,<br />

lactantes y niños adquiridas en viajes<br />

La embarazada puede realizar viajes, pero por seguridad es recomendable<br />

que no sean largos en el primer trimestre de la<br />

gestación. La posibilidad de una hemorragia puede constituir<br />

un problema de salud en zonas apartadas. Además, puede presentar<br />

el mal del viajero y tener vómito aumentando el riesgo<br />

de una deshidratación en un país tropical. En el tercer trimestre<br />

existe el peligro de hemorragia por placenta previa, de una<br />

toxemia gravídica o de una rotura prematura de las membranas.<br />

Por lo general, no se autoriza a las embarazadas a realizar<br />

vuelos internacionales después de las 36 semanas de gestación.<br />

El ideal para viajar es entre las 16-28 semanas de embarazo. No<br />

es recomendable que viaje a zonas endémicas de fiebre amarilla<br />

(si no se ha vacunado previamente) o zonas hiperendémicas de<br />

paludismo. 16 Se puede utilizar como prevención del paludismo<br />

el DEET como repelente de mosquitos por periodos cortos. La<br />

mefloquina no se debe utilizar en el primer trimestre de la gestación<br />

por la posibilidad teórica de una embriopatía. Se puede<br />

emplear con seguridad en el segundo y tercer trimestres del<br />

embarazo. La asociación de nevaquina-paludrine se puede administrar<br />

en las embarazadas, pero su eficacia es inferior a la<br />

mefloquina. Si se utiliza paludrine por tiempo prolongado, es<br />

necesario agregar 0.5 mg de ácido fólico al día. Tanto la meflo-


CAPÍTULO 88 Parasitosis del viajero 699<br />

quina como la nevaquina-paludrine se puede utilizar durante la<br />

lactancia, ya que las concentraciones que pasan a la leche son<br />

muy bajas. Malarone no se utiliza durante la lactancia por razones<br />

más teóricas que prácticas. Ninguna prevención garantiza<br />

una protección total. En caso de que la embarazada se infecte,<br />

el tratamiento en el primer trimestre y las últimas semanas del<br />

embarazo consiste en: quinina, 300 mg tres veces al día por 7 a<br />

10 días (Extremo Oriente). En el segundo trimestre de la gestación<br />

y la primera mitad del tercer trimestre, se puede tratar sólo<br />

con quinina, 300 mg tres veces al día por siete días, o bien administrarla<br />

junto con Fansidar (dapsonapirimetamina), que<br />

no están contraindicados en este periodo, o con clindamicina,<br />

600 mg tres veces al día por cinco días. La doxicilina, el Malarone<br />

y Halfan están contraindicados durante la gestación. La<br />

mefloquina se puede utilizar en la terapia a partir del cuarto<br />

mes de embarazo, pero por lo general provoca efectos secundarios<br />

cuando se emplea. Este fármaco se puede utilizar durante<br />

la lactancia. El fansidar por lo general se utiliza a partir de las<br />

dos semanas posparto.<br />

Todas las medidas profilácticas señaladas para el viajero<br />

pueden aplicarse a la embarazada. En caso de diarrea, la rehidratación<br />

y la loperamida están indicadas. La eritromicina y aminopenicilinas<br />

también se pueden utilizar. La azitromicina se<br />

puede emplear a dosis de 500 mg al día por tres días en caso de<br />

diarrea bacteriana intensa. Si existe una disentería amebiana se<br />

puede tratar con metronidazol a partir del segundo trimestre.<br />

Los niños son más sensibles a las infecciones adquiridas en<br />

los viajes que los adultos. El paludismo y los episodios de diarrea<br />

son más graves que en los adultos, sobre todo en menores<br />

de dos años que experimentan deshidrataciones intensas por<br />

diarrea. Es necesario extremar las medidas profilácticas en relación<br />

con el agua de bebida, los baños realizados en zonas donde<br />

exista esquistosomiasis, tener cuidado con perros y gatos, no<br />

caminar descalzo, etcétera.<br />

Enfermedades emergentes<br />

y reemergentes del viajero<br />

Las infecciones oportunistas han disminuido en forma significativa<br />

en los pacientes con SIDA gracias a la terapia retroviral.<br />

Así, en niños con HIV preterapia y posterapia retroviral con<br />

neumonía por P. jirovecii era de 5.8 versus 0.3; infecciones bacterianas,<br />

4.7 versus 0.2, las infecciones extraoculares por citomegalovirus<br />

eran de 1.4 versus 0.1, y la diseminación de micobacterias<br />

no tuberculosas era de 1.3 versus 0.2 casos por ciento<br />

al año. Los niños con infecciones oportunistas presentaron<br />

mayor mortalidad que los que no tuvieron infecciones.<br />

Lo mismo se ha visto en adultos donde se redujo la mortalidad<br />

en 80% en los tratados con HAART en relación con los<br />

no tratados (periodo anterior). Pero los tratados tienen una<br />

mortalidad cuatro veces mayor que en la población general de<br />

la misma edad (sin SIDA).<br />

Los viajes pueden estar asociados con enfermedades emergentes<br />

por:<br />

a) La enfermedad surge en una zona con alto turismo.<br />

b) Los turistas están expuestos debido a sus actividades.<br />

c) Los turistas son vectores que transportan a los agentes a<br />

nuevas áreas. Ejemplos de enfermedades emergentes relacionados<br />

con viajes son: HIV, enfermedad del legionario,<br />

ciclosporiasis, vibrión del cólera 0139 Brasil, Hantavirus,<br />

variante de la enfermedad Creutzfeld-Jakob. Reemergentes:<br />

dengue, paludismo, cólera, esquistosomiasis, leptospirosis<br />

y diversas enfermedades virales hemorrágicas febriles.<br />

18,23,28,29,34<br />

Viajeros inmunosuprimidos pueden infectarse con las amebas<br />

de vida libre, especie de Acanthamoeba y Balamuthia mandrilaris.<br />

Las amebas originan una encefalitis amebiana y granulomatosa<br />

(EAG). La primera a partir de un proceso pulmonar y la<br />

segunda a partir de una lesión cutánea. Por lo general, el paciente<br />

presenta cefalea, alteraciones de la personalidad, febrículas,<br />

convulsiones, hemiparesia, parálisis de nervios craneanos, alteraciones<br />

de conciencia y coma. No presentan rinitis, ni parosmia ni<br />

aglusia. El LCR es turbio con predominio de linfocitos.<br />

Si se considera como una transición epidemiológica la<br />

existencia de cambios ecológicos entre humanos, patógenos y<br />

otras agresiones que originan enfermedades, hasta la fecha existirían<br />

tres transiciones epidemiológicas. Si se considera como<br />

base la época paleolítica, donde el hombre retuvo gran parte de<br />

los patógenos que compartió con sus ancestros primates, y presentó<br />

zoonosis variables dependiendo del lugar donde vivía.<br />

Las poblaciones móviles acarreaban sus enfermedades a las zonas<br />

donde se movilizaban. Hace alrededor de 10 000 años el<br />

cambio hacia una economía agrícola origina la primera transición<br />

epidemiológica, marcada por la emergencia de enfermedades<br />

que persisten hasta la fecha. Hace 100 años surgió la segunda<br />

transición epidemiológica, donde la salud pública, mejoría<br />

de la nutrición y de la medicina, produjo una disminución de<br />

las enfermedades infecciosas y un aumento de las no infecciosas,<br />

crónicas y degenerativas. El humano está entrando en la<br />

tercera etapa de transición epidemiológica, donde existe una<br />

reemergencia de enfermedad infecciosa que se consideraba bajo<br />

control y la emergencia de nuevos agentes. Muchos de los agentes<br />

emergentes y reemergentes son resistentes a los fármacos<br />

habituales (antibióticos). La falta de equidad aumenta el desarrollo<br />

y la diseminación de las enfermedades emergentes y<br />

reemergentes. Hoy en día se reconocen alrededor de 1 407 especies<br />

patógenas para el hombre, 58% de las cuales son zoonóticas.<br />

Del total, 117 son patógenos emergentes y reemergentes,<br />

de los que más de la mitad son zoonosis. Muy pocos de ellos<br />

han originado epidemia en la población humana.<br />

El aumento de los viajes intercontinentales, la globalización<br />

de la economía mundial y el aumento de las personas inmunodeprimidas<br />

ha originado un auge de las afecciones emergentes<br />

y reemergentes. Cyclospora cayetanensis originó en 1996<br />

una epidemia de diarrea en EUA que afectó a más de 1 500<br />

personas que consumieron frambuesas de Guatemala. La epidemia<br />

resurgió en 1997, lo que señala la importancia de la economía<br />

globalizada y la provisión de alimentos. El aumento del


700 PARTE VI Parasitología aplicada<br />

SIDA y los trasplantes originan un nuevo tipo de hospedero<br />

por protozoosis y helmintiasis que antes originaban escasa patología:<br />

criptosporidiasis, ciclosporiasis, amebiasis, isosporiasis,<br />

estrongiloidiasis, etcétera.<br />

La epidemia de SIDA fue diagnosticada en EUA en 1981.<br />

Desde entonces hasta 2010, cerca de 80 millones de personas se<br />

han infectado, y más de 30 millones han fallecido por esta patología.<br />

Parasitosis de baja frecuencia<br />

adquiridas en viajes<br />

Existe una serie de parasitosis que se pueden adquirir en un<br />

viaje y que tienen una baja frecuencia. En la mayoría de ellas la<br />

persona se infecta por ingestión de carne cruda o mal cocida de<br />

aves, sapos, culebras, peces, jabalíes, cangrejos, camarones y<br />

otros animales exóticos, por la utilización de estas especies para<br />

cicatrizar heridas, o por la contaminación fecal del suelo con<br />

heces de personas infectadas. Entre estas parasitosis es importante<br />

mencionar: esparganosis, gnatostomiasis, angiostrongiloiasis,<br />

paragonimiasis, triquinelosis, difilobotriasis, teniasis por<br />

Tenia solium y cisticercosis. 15 Detalles de estas parasitosis se<br />

describen en los capítulos 26, 29, 53, 55, 60, 61 y 65.<br />

Referencias<br />

1. Adkins H, Merrel B, O’Rourke T et al. Traveler’s diarrhea<br />

among U. S. Navy and Marine Corps personnel<br />

during a Western Pacific deployment. Mil Med;155:111-<br />

116. 1990.<br />

2. Ansart S, Perez L, Jaureguiberry S et al. Spectrum of<br />

dermatoses in 165 travelers returning from the tropics<br />

with skin diseases. Am J Trop Med Hyg;76:184-186. 2007.<br />

3. Arguin P, Navin A, Kozarsky P et al. Health Information<br />

for International Travel 2003-2004. V.S.; CDC,<br />

N.C. I.D, 2003:271.<br />

4. Armelagos G, Brown P, Turner B. Evolutionary, historical<br />

and political economic perspectives on health and<br />

disease. Soc Sci Med;61:755-765. 2005.<br />

5. Backer H. Giardiasis: an elusive cause of gastrointestinal<br />

distress. Phys Sportsmed;28:46-57. 2000.<br />

6. Ballweber L, Xiao L, Bowman D et al. Giardiasis in<br />

dogs and cats: update on epidemiology and public healt<br />

significance. Trends Parasitol;26:180-189. 2010.<br />

7. Boggess B. Gastrointestinal infections in the traveling<br />

athlete. Curr Sports Med Rep;6:125-129. 2007.<br />

8. Bourée P, Bisaro F. Parasitic diarrhea. Presse Med;36:<br />

706-716. 2007.<br />

9. Bourgeade A, Chippaux A, Delmont J et al. Diccionnaire<br />

de Medicine des Voyages. Les Maux der Voyage:161.<br />

2005.<br />

10. Chen L, Wilson M, Davis X et al. Illness in long-term<br />

travelers visiting GeoSentinel clinics. Emerg Infect Dis;15:<br />

1773-1782. 2009.<br />

11. Feldman M, Friedman L. Gastrointestinal and Liver Disease.<br />

7 a ed.1891-1894. 2002.<br />

12. Gascón J. Epidemiology, etiology and pathophysiology<br />

of traveler´s diarrhea. Digestion;73:102-108. 2006.<br />

13. Gompel A. Couseils de Santé pour Voyageues. Guerra<br />

C, Snow R, Hay S. 2006. Mapping the global extent of<br />

malaria in 2005. Trends Parasitol;22:353-358. 1997.<br />

14. Guerra C, Snow R, Hay S. Mapping the global extent<br />

of malaria in 2005. Trends Parasitol;22:253-258. 2006.<br />

15. Gutierrez Y. Cysticercosis racemosus type, coenuros and<br />

sparganum of the Central Nervous System: Biology, anatomy<br />

and clinical manifestations. En: Camilo A, Jorge<br />

NG, <strong>Werner</strong> A (editors). Neurocysticercosis. Santiago, Chile:<br />

Arrynog Editions.,31-43. 1997.<br />

16. Hagmann S, Khanna K, Niazi M et al. Congenital<br />

malaria, an important differential diagnosis to consider<br />

when evaluating febrile infants of immigrant mothers. Pediatr<br />

Emerg Care;23:326-329. 2007.<br />

17. Helleberg M, Thybo S. High rate of failure in treatment<br />

of imported schistosomiasis. J Travel Med;17:94-99. 2010.<br />

18. Huston C, Petri W. Emerging and reemerging intestinal<br />

protozoa. Curr Opin Gastroenterol;17:17-23. 2001.<br />

19. Kaouech E, Kallel K, Belhadj S et al. Dermatobia hominis<br />

furuncular myiasis in a man returning from Latin<br />

America: first imported case in Tunisia. Med Trop;70:135-<br />

136. 2010.<br />

20. Karon A, Hanni K, Mohle BJ et al. Giardiasis outbreak<br />

at a camp after installation of a slow-sand filtration<br />

water-treatmen system. Epidemiol Infect;29:1-5. 2010.<br />

21. Kostrzewski P, Kuszyk R, Wawrzonkoska DA.<br />

Amoebic liver abscess-case report. Przegl Epidemiol;64:<br />

77-80. 2010.<br />

22. Ladhani S, Garbash M, Whitty C et al. Prospective,<br />

national clinical and epidemiologic study on imported<br />

childhood malaria in the United Kingdom and the Republic<br />

of Ireland. Pediatr Infect Dis J;29:434-438. 2010.


CAPÍTULO 88 Parasitosis del viajero 701<br />

23. Little J, Rhodus N. HIV and AIDS. Update for dentistry.<br />

Gen Dent;55:184-96. 2007.<br />

24. Lopez C, Juranek D, Sinclair S et al. Giardiasis in<br />

American Travelers to Madeira Island, Portugal. Am J<br />

Trop Med Hyg;27:1128-1132. 1978.<br />

25. Malik A, John L, Bruceson A et al. Changing pattern<br />

of visceral leishmaniasis, United Kingdom, 1985-2004.<br />

Emerg Infect Dis;12:1257-1259. 2006.<br />

26. Mali S, Steele S, Slutsker L et al. Malaria surveillance-<br />

United States 2008. MMWR Surveill Summ;59:1-15.<br />

2010.<br />

27. Neghina R, Neghina A. Leishmaniasis, a global concern<br />

for travel medicine. Scand J Infect Dis;42:563-570.<br />

2010.<br />

28. Nesheim S, Kapogiannis B, Soe M et al. Trends in opportunistic<br />

infections in the pre-and post-highly active<br />

antiretroviral therapy eras among HIV-infected children<br />

in the Perinatal AIDS Collaborative Transmission Study.<br />

Pediatrics;120:100-109. 2007.<br />

29. Ormaasen V, Sandvik L, Dudman S et al. HIV related<br />

and non-HIV related mortality before and after the introduction<br />

of highly active antiretroviral therapy (HAART)<br />

in Norway compared to the general population. Scand J<br />

Infect Dis;39:51-7. 2007.<br />

30. Ostroff S, Kozarsky P. Emerging infectious diseases<br />

and travel medicine. Infect Dis Clin North Am;12:231-<br />

241. 1998.<br />

31. Plutzer J, Ongerth J, Karanis P. Giardia taxonomy,<br />

phylogeny and epidemiology: Facts and open questions.<br />

Int J Hyg Environ Healt;213:321-333. 2000.<br />

32. Puentes S, Morente A, García BT et al. Cyclosporiasis:<br />

a point source outbreak acquired in Guatemala. J Travel<br />

Med;13:334-337. 2006.<br />

33. Ready P. Leishmaniasis emergence in Europe. Euro Surveill;15:19505.<br />

2010.<br />

34. Ridel G, Luis I, Teja J. Emerging and reemerging diseases:<br />

a health problem in the Americas. Rev Panam Salud<br />

Publica;15:285-287. 2004.<br />

35. Sadjjadi S, Rostami J, Azadbakht M. Giardiacidal activity<br />

of lemon juice, vinifer and vinegar on Giardia intestinalis<br />

cysts. Southeast Asian. J Trop Med Public Health;37:<br />

24-27. 2006.<br />

36. Schenone H, Apt W, Vélez R et al. Miasis importada:<br />

Siete casos de parasitación cutánea por larvas de mosca<br />

Dermatobia hominis. Rev Méd Chile;129:786-788. 2001.<br />

37. Swales C, Chiodini P, Bannister B. Health Protection<br />

Agency Advisory Committee on Malaria Prevention in<br />

UK Travellers. J Infect;54:107-110. 2007.<br />

38. Taniguchi K, Yoshida M, Sunagawa T et al. Imported<br />

infectious diseases and surveillance in Japan. Travel Med<br />

Infect Dis;6:349-354. 2008.<br />

39. Uyar Y, Taylan A. Antigen detection methods in diagnosis<br />

of amebiasis, giardiasis and cryptosporidiosis. Turkiye<br />

Parazitol Derg;33:140-150. 2009.<br />

40. Weitzel T, Wichmann O, Mühlberger N et al. Epidemiological<br />

and clinical features of travel-associated cryptosporidiosis.<br />

Clin Microbiol Infect;12:921-924. 2006.<br />

41. <strong>Werner</strong> G. The worldwide challenges of “new” or<br />

reemerging communicable diseases at the dawn of the<br />

21st century. Ann Pharm Fr;59:147-175. 2001.<br />

42. Woolhouse M, Gowtage SS. Host range and emerging<br />

and reemerging pathogens. Emerg Infect Dis;11:1842-<br />

1847. 2005.


Capítulo<br />

89<br />

Infecciones parasitarias<br />

congénitas<br />

Yves Carlier<br />

Definición y límites del concepto<br />

Una infección parasitaria congénita resulta de la transmisión<br />

de parásitos vivos de una mujer embarazada infectada a su feto,<br />

parásitos que persisten después del nacimiento. La transmisión<br />

puede ocurrir antes (in utero o transmisión “prenatal”) o al momento<br />

del parto (transmisión perinatal), de acuerdo con su etimología<br />

latina: cum “con” y genitus “engendrado”. Esta definición<br />

excluye:<br />

1. La transmisión posnatal de parásitos (principalmente a<br />

través de la leche materna al amamantar).<br />

2. La transmisión de parásitos muertos, DNA parasitario, o<br />

de moléculas parasitarias liberadas en la madre y susceptibles<br />

de ser encontradas en la sangre fetal.<br />

El término transmisión “vertical” tiene un significado más<br />

amplio, y corresponde a la transmisión de la madre al niño de<br />

una generación a la siguiente, e incluye las vías de la transmisión<br />

prenatal, perinatal y posnatal. La transmisión de parásitos<br />

a través de la placenta ha sido revisada antes por Loke en<br />

1982. 49<br />

El presente capítulo no incluye los efectos de las infecciones<br />

parasitarias en las mujeres embarazadas (que causan patologías<br />

maternas o placentarias comprometiendo la salud del feto/<br />

neonato) cuando no hay transmisión congénita.<br />

Parásitos implicados en infecciones<br />

congénitas. Consideraciones<br />

epidemiológicas<br />

Los parásitos susceptibles de ser transmitidos de mujeres embarazadas<br />

infectadas a sus fetos son principalmente protozoarios<br />

(Toxoplasma gondii, Trypanosoma cruzi y Plasmodium spp. y,<br />

en ocasiones, Trichomonas vaginalis, tripanosomas africanos<br />

y los agentes de la leishmaniasis visceral), mientras que la transmisión<br />

de larvas de helmintos sigue siendo excepcional en humanos.<br />

Infección congénita de protozoos<br />

Toxoplasmosis<br />

La toxoplasmosis congénita resulta de la transmisión de T. gondii<br />

en las mujeres que adquieren la infección primaria durante el<br />

embarazo, y rara vez en las que adquieren la toxoplasmosis antes<br />

del embarazo (infección crónica), excepto en los casos de coinfección<br />

con HIV (véase Coinfección materna e infección congénita);<br />

por otra parte, la toxoplasmosis aguda materna no necesariamente<br />

causa una infección fetal. La transmisión materno-fetal<br />

ocurre en alrededor de 20 a 33% de madres recién infectadas. Se<br />

observan también variaciones importantes en cuanto al tiempo<br />

de infección materna en relación con la edad de gestación, con<br />

índices de transmisión por debajo de 10-15% cuando la infección<br />

es adquirida durante el primer trimestre del embarazo, incrementándose<br />

a 60-90% para el tercer trimestre, con las más altas<br />

proporciones en las últimas semanas antes del nacimiento. 59,76<br />

La incidencia de toxoplasmosis congénita reportada en diferentes<br />

áreas del mundo difiere mucho, con índices por debajo de<br />

1 por 10 000 nacimientos vivos en Austria, Noruega, Suecia,<br />

EUA; 1-3 por 10 000 en Dinamarca, Suiza, Reino Unido, y 3 a<br />

10 por 10 000 en Bélgica, Brasil, Francia, Italia, Polonia. 59,76 Es<br />

interesante notar que en Europa y EUA hay una tendencia a la<br />

disminución de la prevalencia de la infección por T. gondii, 68 con<br />

una reducción subsiguiente de la incidencia de toxoplasmosis<br />

congénita. Esto podría estar relacionado con un mayor consumo<br />

de carne congelada, lo cual disminuiría una importante fuente<br />

de infección parasitaria (véase capítulo 45, Toxoplasmosis). 76<br />

Enfermedad de Chagas<br />

En contraste con la toxoplasmosis, la transmisión congénita de<br />

T. cruzi puede ocurrir tanto en la fase aguda como en la fase<br />

crónica de la infección. La mayoría de los casos de infección<br />

congénita deriva de madres infectadas crónicamente, que fueron<br />

infectadas por insectos vectores en la niñez al vivir en las<br />

áreas endémicas de América Latina. 19,81 La transmisión materno-fetal<br />

de T. cruzi varía de acuerdo con la zona geográfica,<br />

702


CAPÍTULO 89 Infecciones parasitarias congénitas 703<br />

desde menos de 0.1% en Brasil, 51 hasta 4 a 12% en Argentina,<br />

38,79 Bolivia 15,19,94 y Paraguay. 78 La emigración de mujeres<br />

latinoamericanas, sobre todo en las últimas décadas, ha propagado<br />

el riesgo de transmisión congénita también hacia áreas no<br />

endémicas, como EUA, Canadá, Australia, Japón y Europa. 32<br />

Se han reportado casos de enfermedad de Chagas congénita en<br />

EUA, y más reciente en España y Suiza. 32<br />

El desarrollo de programas de control vectorial y la selección<br />

de donantes de sangre en muchos países endémicos han<br />

limitado la ocurrencia de nuevos casos de infección. En consecuencia,<br />

la prevalencia de la infección tiende a disminuir en<br />

mujeres embarazadas, así como la incidencia de transmisión<br />

congénita; sin embargo, las posibilidades de que se repita una<br />

transmisión congénita en cada embarazo en el grupo de mujeres<br />

aún infectadas y de transmisión multigeneracional de la enfermedad<br />

de Chagas 79 sugieren un riesgo de transmisión materno-fetal<br />

a largo término, aun en ausencia de transmisión<br />

vectorial, tanto en áreas endémicas como no endémicas. 88<br />

Paludismo (malaria)<br />

El paludismo, durante el embarazo, se caracteriza por el secuestro<br />

de eritrocitos infectados con Plasmodium falciparum en el<br />

espacio intervelloso de la placenta. 64 Esto, asociado con una<br />

respuesta inflamatoria placentaria, induce una alteración en el<br />

intercambio materno-fetal que tiene graves consecuencias perinatales<br />

(mortinatos, mortalidad perinatal, bajo peso al nacer y<br />

partos prematuros). Estos efectos no se tratan en este capítulo.<br />

Una consecuencia menos conocida del paludismo en el<br />

embarazo es la transmisión materno-fetal de eritrocitos infectados,<br />

que también puede poner en peligro la salud del recién<br />

nacido. Durante mucho tiempo el paludismo congénito ha<br />

sido considerado como un evento poco común limitado a poblaciones<br />

no inmunes que viven en áreas de baja transmisión<br />

vectorial. Se pensó que la eficacia de la barrera placentaria, los<br />

anticuerpos maternos (que confieren una fuerte inmunidad específica<br />

especialmente en áreas de alta transmisión vectorial), y<br />

el efecto protector contra la infección por Plasmodium de la<br />

hemoglobina fetal, eran suficientes para restringir la infección<br />

congénita. 57 No obstante, exámenes microscópicos o estudios<br />

de PCR de la sangre del cordón umbilical o de la sangre periférica<br />

del recién nacido en áreas endémicas de África y Asia, reportaron<br />

transmisión materno-fetal en 30-55% de las mujeres<br />

embarazadas infectadas, presentando o no signos clínicos de<br />

infección. 27,57,97 Las mujeres primíparas y secundíparas con paludismo<br />

placentario son susceptibles en transmitir la infección<br />

congénita. Plasmodium falciparum, P. vivax, P. malariae y<br />

P. ovale, se han detectado en la sangre de recién nacidos de madres<br />

infectadas y, por tanto, son considerados como agentes<br />

potenciales de paludismo congénito. 57<br />

Infección congénita con otros parásitos<br />

Tripanosomiasis africana<br />

Algunos reportes de casos individuales indican el indiscutible<br />

hecho de la transmisión materno-fetal de Trypanosoma brucei<br />

gambiense y T. b. rhodesiense en mujeres embarazadas infectadas.<br />

16,96 Esta transmisión ocurre quizá en la primera fase linfática<br />

de la tripanosomiasis africana humana (TAH), ya que en la<br />

segunda fase neurológica intensa de la enfermedad suceden<br />

anomalías endocrinas, resultando en amenorrea y esterilidad.<br />

En áreas endémicas de África se ha observado agrupación familiar<br />

de casos de TAH, 47 altas frecuencias de abortos espontáneos<br />

en mujeres embarazadas infectadas y formas neurológicas<br />

graves de TAH en recién nacidos con hidrocefalia. 16 Estas observaciones<br />

permiten considerar como frecuentes la transmisión<br />

congénita de tripanosomiasis africana. Sin embargo, no se<br />

han realizado estudios sistemáticos en áreas endémicas de África,<br />

y la frecuencia de esta transmisión aún se desconoce.<br />

Leishmaniasis visceral<br />

De manera similar que para TAH, no hay estudios sistemáticos<br />

realizados sobre la transmisión materno-fetal de la leishmaniasis<br />

visceral en áreas endémicas; no obstante, ésta parece bastante<br />

rara. 30 La mayoría de los casos confirmados de niños infectados<br />

se ha reportado en países no endémicos. 12,30<br />

Infección congénita<br />

con Trichomonas vaginalis<br />

Algunos casos de infecciones con T. vaginalis en la vagina, vías<br />

urinarias, fosas nasales y vías respiratorias, se han reportado en<br />

recién nacidos de madres infectadas con este parásito. 82<br />

Transmisión congénita de helmintos<br />

Huevos y larvas de helmintos pueden encontrarse en la placenta<br />

o en el líquido amniótico (LA), aunque la transmisión materno-fetal<br />

de helmintos en humanos no es común. Existen<br />

pocos casos reportados del paso transplacentario de microfilarias<br />

de Onchocerca volvulus o Wuchereria bancrofti. 2,5 Se reportó<br />

la transmisión congénita de Schistosoma spp., pero estos casos<br />

han sido difíciles de comprobar. 49 Un estudio más reciente<br />

negó la transmisión congénita de Schistosoma japonicum en humanos.<br />

84<br />

Vías de transmisión materno-fetal<br />

La transmisión materno-fetal de los parásitos en los humanos<br />

ocurre principalmente por la vía hematógena transplacentaria,<br />

y con menor frecuencia, por otras rutas (figura 89-1).<br />

Vía hematógena transplacentaria<br />

La vía transplacentaria es la de transmisión de los parásitos presentes<br />

en la sangre materna (fase parasitémica) que baña el espacio<br />

intervelloso placentario. En esta ruta, los parásitos tienen<br />

que enfrentarse y vencer la barrera trofoblástica (primera línea<br />

de defensa placentaria) antes de ganar el tejido mesenquimal<br />

que rodea los vasos fetales (segunda línea de defensa placentaria),<br />

y por último, penetrar dichos vasos (figura 89-2).


704 PARTE VI Parasitología aplicada<br />

Trompa de Falopio<br />

Otras rutas<br />

Transmisión<br />

a partir<br />

del líquido<br />

amniótico<br />

T. gondii,<br />

T. cruzi<br />

Transmisión<br />

transuterina<br />

E. histolytica,<br />

T. gondii, T. cruzi<br />

Cuello del útero<br />

Ruta hematógena<br />

transplacentaria<br />

Invasión del trofoblasto velloso<br />

T. gondii, T. cruzi<br />

Invasión de la zona marginal<br />

(desprovista de trofoblasto)<br />

T. cruzi<br />

Fisuras/desgarres<br />

P. falciparum, T. gondii, T. cruzi<br />

Transmisión en<br />

el canal del parto<br />

T. vaginalis<br />

Vagina<br />

Figura 89-1. Posibles rutas de transmisión materno-fetal de los<br />

parásitos.<br />

Invasión placentaria<br />

del trofoblasto velloso<br />

Miometrio<br />

Corion<br />

Amnios<br />

Zona marginal<br />

Célula de<br />

Hofbauer<br />

Tejido mesenquimal<br />

Fibroblasto<br />

Sangre fetal<br />

Cordón<br />

umbilical<br />

Endotelio<br />

Placa<br />

basal<br />

Vellosidades<br />

Placa<br />

coriónica<br />

La invasión trofoblástica es una de las modalidades para la transmisión<br />

congénita de los parásitos capaz de infectar células y resistir<br />

a las defensas trofoblásticas (véase Invasión parasitaria y<br />

respuesta inmune innata de la placenta). Las vellosidades de la<br />

placenta humana están cubiertas por dos capas de trofoblasto:<br />

una externa (lado materno) o sincitiotrofoblasto y una interna o<br />

citotrofoblasto (compuesta por las células de Langhans), yuxta-<br />

Sincitiotrofoblasto<br />

Citotrofoblasto<br />

(c. de Langhans)<br />

Sangre materna- espacio intervelloso<br />

Figura 89-2. Transmisión hematógena<br />

transplacentaria de los parásitos.


CAPÍTULO 89 Infecciones parasitarias congénitas 705<br />

puestas sobre una membrana basal. El trofoblasto también cubre<br />

otras estructuras no vellosas (trofoblasto extravelloso), como<br />

la placa coriónica. La capa citotrofoblástica interna es discontinua<br />

y sus células decrecen poco a poco en número al avanzar el<br />

embarazo. 8 Así, en largas áreas, sólo la capa sincitiotrofoblástica<br />

está interpuesta entre la sangre materna y el resto del tejido fetal,<br />

previniendo la penetración intercelular (barrera estructural).<br />

Para invadir el trofoblasto los parásitos tienen que ser reconocidos<br />

por receptores expresados en su superficie (véase Invasión<br />

parasitaria y respuesta inmune innata de la placenta).<br />

Estudios in vitro y análisis histopatológicos en la placenta de<br />

casos de toxoplasmosis congénita indican que T. gondii puede<br />

infectar y multiplicarse como bradizoíto dentro de las células trofoblásticas<br />

vellosas y liberar nuevos taquizoítos del otro lado de la<br />

capa trofoblástica en el estroma de las vellosidades. 1 Esto también<br />

se ha observado en placentas de mortinatos altamente infectados<br />

con T. cruzi, 4,10 y en algunas condiciones experimentales in<br />

vitro cuando altas cantidades de tripomastigotes sanguíneos están<br />

en contacto con células trofoblásticas. 85 Sin embargo, la infección<br />

trofoblástica parece poco frecuente en la mayoría de las placentas<br />

de madres infectadas crónicamente con T. cruzi habiendo<br />

dado a luz recién nacidos infectados vivos, ya que por lo general<br />

los parásitos rara vez se encuentran en el trofoblasto velloso. 6,20,29<br />

Invasión de áreas placentarias<br />

desprovistas de trofoblasto<br />

Los parásitos también pueden atravesar la placenta en áreas desprovistas<br />

de trofoblastos, evitando así las defensas de estas células.<br />

Tal es el caso de la zona marginal de la placenta que une las<br />

membranas fetales a las placas basal y coriónica, constituida por<br />

células musculares lisas cubiertas sólo por un epitelio materno. 62<br />

Esta vía es importante para la transmisión congénita de T. cruzi.<br />

Los estudios comparativos de biopsias seriales efectuados por el<br />

autor de este capítulo y su equipo sobre placentas de recién nacidos<br />

vivos infectados demostraron una alta densidad de parásitos<br />

en la zona marginal, con una disminución gradual de sus densidades<br />

en la placa coriónica y en las membranas distantes de esta<br />

área, sin invasión trofoblástica. 20,29 T. cruzi puede infectar y multiplicarse<br />

en tales células musculares y epiteliales, facilitando así<br />

la invasión placentaria. Otra posibilidad hipotética para que los<br />

parásitos atraviesen áreas placentarias libres de trofoblasto podría<br />

ser a través de la matriz fibrinoide acelular (constituida por fibronectina,<br />

colágeno, laminina), que progresivamente sustituye al<br />

sincitiotrofoblasto, degenerado cuando el embarazo avanza. 8<br />

Transmisión parasitaria a través<br />

de fisuras y desgarros de la placenta<br />

Una transmisión transplacentaria fácil de los parásitos desde la<br />

sangre materna puede ocurrir a través de fisuras y desgarros en<br />

la placenta, los cuales pueden ser resultado de daños inducidos<br />

por la respuesta inflamatoria placentaria (véase Invasión parasitaria<br />

y patología de la placenta), y también aparecen de forma<br />

natural cerca del término del embarazo, en particular durante<br />

la labor del parto (daños asociados con las contracciones). 5,8<br />

El probable mecanismo intraparto de transmisión materno-fetal<br />

del HIV, microtransfusiones transplacentarias de la sangre<br />

materna hacia la sangre fetal es lo que explica por qué la cesárea<br />

previene ese tipo de transmisión. 9 Esa forma de transmisión<br />

puede ser utilizada por parásitos libres, así como por las células<br />

infectadas por parásitos. Su importancia depende de la cantidad<br />

de parásitos presentes, cerca del parto, en la sangre materna<br />

que irriga el espacio intervelloso de la placenta. Esta vía es esencial<br />

para la transferencia de eritrocitos infectados con Plasmodium,<br />

ya que: a) la transmisión de los eritrocitos maternos se<br />

produce naturalmente hacia la circulación fetal, a pesar de la<br />

diferencia de presión que favorece la transmisión inversa (del<br />

feto hacia la madre); 105 b) eritrocitos infectados por P. falciparum<br />

son secuestrados masivamente en el espacio intervelloso al<br />

final del embarazo en las mujeres primigestas, 64 y c) la presencia<br />

de parásitos en la sangre del cordón umbilical está correlacionada<br />

con la gravedad de la inflamación placentaria intervellosa<br />

(véase Invasión parasitaria y patología de la placenta). 41<br />

La tasa más alta de transmisión congénita de T. gondii, observada<br />

cuando la infección materna ocurre al final del embarazo<br />

más que al principio de éste (véase Infección congénita de<br />

protozoos. Toxoplasmosis), también puede ser explicada por<br />

una mayor frecuencia de dicha transmisión. Esta última vía<br />

también podría contribuir a la transmisión de los tripanosomas<br />

africanos, desprovistos de la capacidad de infectar células y, por<br />

tanto, susceptibles de ser fácilmente eliminados por las defensas<br />

trofoblásticas. 49 Leucocitos circulantes infectados con T. cruzi,<br />

Leishmania spp., o T. gondii también podrían ser transmitidos<br />

de esta manera, ya que estudios recientes indican la frecuencia<br />

alta en el feto de microquimerismos de células maternales y fetales.<br />

44 Queda por determinar si la cesárea (en lugar del parto<br />

vaginal) podría limitar la transmisión de parásitos por esta vía.<br />

Transmisión del parásito a través<br />

del tejido mesenquimal estromatoso<br />

de la placenta hacia los vasos del feto<br />

A excepción de las microtransfusiones a través de las fisuras<br />

antes mencionadas, los parásitos que cruzan o evitan la barrera<br />

trofoblástica, llegan a los tejidos mesenquimales de las vellosidades<br />

y/o de la placa coriónica, constituidos por una mezcla de<br />

fibras de tejido conjuntivo conteniendo células como fibroblastos,<br />

miofibroblastos y macrófagos (células de Hofbauer), que<br />

rodean los vasos fetales. 8 Parásitos como los taquizoítos de T.<br />

gondii o tripomastigotes de T. cruzi, que no han sido destruidos<br />

por las células fagocíticas mesenquimales (véase Invasión parasitaria<br />

y respuesta inmune innata de la placenta), pueden invadir<br />

y multiplicarse en tales células, liberando nuevos parásitos.<br />

Estos últimos pueden infectar otras células y, finalmente, las<br />

células endoteliales que recubren los vasos fetales incorporados<br />

en el corion velloso, la placa coriónica y el cordón umbilical, y<br />

así acceder a la circulación fetal. 20,29


706 PARTE VI Parasitología aplicada<br />

Otras vías de transmisión materno-fetal<br />

de los parásitos<br />

Los parásitos pueden ser liberados en el líquido amniótico (LA)<br />

después de una infección de la placenta y de las membranas<br />

amnióticas (véase Invasión parasitaria y patología de la placenta);<br />

dichos parásitos permitirán contaminación complementaria<br />

in utero, oral o pulmonar, de los fetos bañados en el LA<br />

(absorbido continuamente por éstos). Aunque los mortinatos<br />

infectados con T. cruzi rara vez pueden mostrar infección pulmonar<br />

masiva, 11 estos parásitos son difíciles de hallar en el<br />

LA. 101 La posible contribución de esta vía de contaminación<br />

fetal aún debe ser determinada para T. gondii, un parásito detectado<br />

con frecuencia en el LA (véase Detección in utero de la<br />

infección fetal).<br />

La infección congénita con T. vaginalis resulta de una contaminación<br />

local en el canal del parto durante el alumbramiento,<br />

ya que este parásito por lo normal coloniza la vagina y el<br />

cuello del útero (véase Infección congénita con otros parásitos).<br />

La vía transuterina es empleada por agentes patógenos presentes<br />

en la cavidad peritoneal (a raíz de una peritonitis que<br />

complica el embarazo), llegan directamente al feto a través de la<br />

pared uterina. El parásito humano con capacidad histolítica<br />

suficiente para utilizar esta vía de transmisión puede ser Entamoeba<br />

histolytica, pero esta posibilidad no ha sido confirmada.<br />

23 La posibilidad de invasión feto-placentaria a partir de focos<br />

de T. gondii o T. cruzi ubicados en la pared uterina queda<br />

por determinarse. La otra vía posible que permite la transmisión<br />

de patógenos de la cavidad peritoneal por las trompas de<br />

Falopio no involucra a los parásitos.<br />

Respuesta placentaria a la invasión<br />

parasitaria<br />

Invasión parasitaria y respuesta<br />

inmune innata de la placenta<br />

Ahora está claro que la placenta es capaz de actuar como un<br />

sensor de microbios. Estudios recientes han demostrado la expresión<br />

de nueve miembros de la familia de los receptores de<br />

tipo Toll (TLR) en el trofoblasto, así como también en varias<br />

poblaciones de fibroblastos subyacentes (incluyendo los miofibroblastos<br />

perivasculares), células fagocíticas de Hofbauer (macrófagos)<br />

y células endoteliales. 69 De particular interés es la expresión<br />

de los TLR-2 y TLR-4 por la placenta, los cuales<br />

permiten el reconocimiento de patrones moleculares asociados a<br />

patógenos como T. gondii, T. cruzi y P. falciparum; 26,53,92 esta<br />

expresión aumenta en caso de infección de la placenta. El bien<br />

conocido FcRn trofoblástico, además de su función de transferencia<br />

de anticuerpos de origen materno al feto, 87 podría contribuir<br />

a fagocitar parásitos ya opsonizados por estos anticuerpos.<br />

El reconocimiento de patógenos por la placenta, a través<br />

de vías intracelulares específicas, promueve una respuesta inmune<br />

innata con la liberación en la sangre materna de citocinas<br />

proinflamatorias, quimiocinas, moléculas de adhesión endotelial,<br />

derivados reactivos del oxígeno y del nitrógeno, así como la<br />

activación de indolamina-2,3-dioxigenasa (que induce la degradación<br />

del triptófano). 61 En conjunto, estos mecanismos<br />

efectores de la respuesta innata placentaria pueden combatir las<br />

infecciones y limitar o evitar la transmisión materno-fetal de<br />

parásitos; éstos parecen ser activos contra T. cruzi, limitando la<br />

infección trofoblástica. 50 Sigue siendo controversial si dicha<br />

respuesta contribuye a limitar el crecimiento de T. gondii en la<br />

placenta. 66,73 Su rol protector en el paludismo placentario no<br />

ha sido demostrado.<br />

Invasión parasitaria y patología<br />

de la placenta<br />

Una infección materna se asocia a menudo con una marcada<br />

inflamación placentaria (con infiltración de neutrófilos y linfocitos;<br />

villitis), que puede inducir apoptosis y, por último, una<br />

rotura de la barrera trofoblástica. 75 Esto se ha observado en las<br />

infecciones por T. gondii y T. cruzi (en el caso de mortinatos<br />

altamente infectados), con lesiones capaces de evolucionar hasta<br />

villitis granulomatosa grave. 10,104 La sobreexpresión de<br />

ICAM-1 en el trofoblasto asociada a la inflamación favorece la<br />

adhesión de los monocitos circulantes. 45 Esta adhesión, que<br />

incluye monocitos infectados por T. gondii o T. cruzi, así como<br />

taquizoítos libres de T. gondii, 72 puede ayudar a la transmisión<br />

de estos parásitos al feto (véase Vía hematógena transplacentaria).<br />

La adhesión de eritrocitos infectados con P. falciparum<br />

induce también una villitis/intervillitis difusa grave en el primer<br />

embarazo. 41<br />

La invasión y multiplicación de los parásitos en los tejidos<br />

de la placenta puede inducir también necrosis y lisis en la<br />

placa coriónica (corionitis) y el cordón umbilical (funisitis).<br />

Una consecuencia de la presencia de parásitos en el corion de la<br />

placa coriónica es una infección secundaria de células amnióticas<br />

contiguas (corioamnionitis), con frecuencia observada en<br />

placentas de recién nacidos asintomáticos o poco sintomáticos<br />

congenitalmente infectados con T. cruzi. 20,29 La extensión de la<br />

infección a las membranas que rodean el feto las fragiliza y puede<br />

provocar su rotura prematura, lo que es frecuente en caso de<br />

infección congénita con T. cruzi. 94 Es interesante notar que<br />

esta amnionitis parasitaria deriva de una infección placentaria<br />

y no de una infección ascendente desde el tracto genital femenino,<br />

como se observa con bacterias, micoplasmas u hongos<br />

(principalmente Candida spp.). 56,75 Como ya se mencionó<br />

(véase Otras vías de transmisión materno-fetal de los parásitos),<br />

la liberación de parásitos en el LA puede ser consecutivo a la<br />

infección de las membranas amnióticas. La persistencia de parásitos<br />

vivos en el LA depende de la resistencia de éstos a las<br />

moléculas antibióticas naturalmente contenidas en éste. 77<br />

Los mediadores inflamatorios como los derivados reactivos<br />

del oxígeno, del óxido nítrico y peroxinitritos, pueden tener<br />

efectos nocivos para la vascularización placentaria, 61 induciendo<br />

a largo plazo daños fetales que agravan el marco clínico


CAPÍTULO 89 Infecciones parasitarias congénitas 707<br />

de la infección congénita. La liberación de citocinas hacia la<br />

circulación umbilical/fetal también puede causar un síndrome<br />

de respuesta inflamatoria fetal que afecta el desarrollo del<br />

feto. 77 Además, la placentitis puede reducir la transferencia de<br />

anticuerpos protectores de la madre al feto, como se ha demostrado<br />

en el paludismo, 22 aunque esto no ha sido observado en<br />

la enfermedad de Chagas. 24<br />

Momento de la transmisión materno-fetal<br />

La transmisión trasplacental de hemoparásitos no se produce<br />

durante todo el embarazo. Hay poca probabilidad de transmisión<br />

durante el primer trimestre, ya que el espacio intervelloso<br />

de la placenta todavía no está abierto (el trofoblasto endovascular<br />

obtura las arterias espirales). El suministro de sangre materna<br />

es continuo y difunde en toda la placenta sólo después de la<br />

11a-12a semanas de gestación. 43 La ausencia de malformaciones<br />

en recién nacidos con infección parasitaria congénita (véase<br />

Cuadro clínico y morbimortalidad de las infecciones parasitarias<br />

congénitas), también sugiere que no hay transmisión e interacción<br />

perjudicial de parásitos en las primeras etapas de la<br />

organogénesis en embriones.<br />

La transmisión de hemoparásitos se produce con mayor<br />

frecuencia durante el segundo y tercer trimestres del embarazo<br />

(transmisión prenatal), incluso el trabajo de parto (transmisión<br />

perinatal). De hecho, la placenta se desarrolla progresivamente<br />

a partir de una estructura trofoblástica hemodicorial en el primer<br />

trimestre, hacia una estructura hemomonocorial en las<br />

últimas etapas del embarazo, facilitando la invasión trofoblástica<br />

por los parásitos, además de las fracturas y desgarres de la<br />

placenta apareciendo cerca del alumbramiento y durante el trabajo<br />

de parto (véase Vía hematógena transplacentaria). 8 Lo anterior<br />

está en concordancia con las observaciones epidemiológicas<br />

en toxoplasmosis, que muestran que la infección congénita<br />

es más frecuente cuando la infección materna ocurre durante el<br />

tercer trimestre del embarazo (véase Infección congénita de<br />

protozoos. Toxoplasmosis). Sin embargo, el mayor riesgo de<br />

enfermedad del feto (de menor frecuencia) se produce cuando<br />

la infección materna ocurre más temprano, quizá cuando los<br />

mecanismos de control de las infecciones no están aún bien<br />

desarrollados en el feto infectado (véase Coinfección materna e<br />

infección congénita). Excepto en pocos casos reportados de infección<br />

aguda por T. cruzi observados durante el embarazo, 60 es<br />

imposible precisar el momento de la transmisión materno-fetal<br />

por T. cruzi, ya que la mayoría de las mujeres embarazadas están<br />

en la fase crónica de la enfermedad de Chagas, adquirida<br />

mucho tiempo antes del embarazo (véase Infección congénita<br />

de protozoos. Enfermedad de Chagas).<br />

La transmisión prenatal de larvas de nematodos a través de<br />

la placenta (véase Infección congénita con otros parásitos) podría<br />

ocurrir más temprano en el embarazo, debido a su capacidad<br />

de migración activa. La infección congénita con T. vaginalis<br />

es considerada como resultado de una transmisión perinatal<br />

en el canal del parto (véase Infección congénita con otros parásitos).<br />

Factores que intervienen<br />

en la transmisión transplacentaria<br />

y el desarrollo de las infecciones<br />

parasitarias en los recién nacidos<br />

Los principales factores que permiten la aparición y el desarrollo<br />

de una infección congénita son el parásito en sí, la madre y<br />

la capacidad de respuesta del feto a la invasión parasitaria.<br />

Genotipos parasitarios e infección<br />

congénita<br />

Los parásitos protozoarios forman complejos heterogéneos de<br />

linajes genéticos. Estas diferencias filogenéticas pueden tener<br />

consecuencias relevantes sobre la virulencia parasitaria, la transmisión<br />

congénita y la patología.<br />

En casos humanos de toxoplasmosis congénita, se han<br />

identificado los tres linajes conocidos de T. gondii, pero con<br />

mayor frecuencia el linaje II encontrado principalmente en Europa<br />

y Norteamérica. 3,63 No se sabe si ese predominio refleja diferencias<br />

en la distribución geográfica de los linajes o una real<br />

diferencia en la capacidad de la transmisión congénita.<br />

T. cruzi se encuentra dividido en dos grandes linajes: T. cruzi<br />

I (TcI) y T. cruzi II (TcII), y varios sublinajes (TcI a-d y TcII a-e,<br />

algunos de ellos híbridos). Ambos linajes han sido identificados<br />

en la enfermedad de Chagas congénita, TcIId es el sublinaje que<br />

predomina en Bolivia y Argentina, con una distribución de frecuencia<br />

similar a la observada en las poblaciones locales. 100 La<br />

coinfección con distintos sublinajes de T. cruzi no ha sido reportada<br />

hasta ahora, y los sublinajes detectados en las madres se encuentran<br />

también en los recién nacidos infectados. 81,102<br />

En áreas endémicas de paludismo, las infecciones con<br />

múltiples genotipos de P. falciparum son comunes en la sangre<br />

periférica materna y de la placenta, aunque infecciones clonales<br />

predominan en las muestras de cordón, pero sin asociación con<br />

un genotipo particular del parásito. 42 Por tanto, hasta ahora no<br />

hay clara evidencia de una relación entre el genotipo de T. gondii,<br />

T. cruzi o P. falciparum y la infección congénita.<br />

Carga parasitaria materna<br />

e infección congénita<br />

El nivel de parásitos en la sangre de mujeres embarazadas parece<br />

ser un factor importante que contribuye a la transmisión<br />

congénita de T. gondii y T. cruzi. La toxoplasmosis congénita se<br />

produce durante la fase parasitémica de la infección materna,<br />

ya sea en caso de infección aguda recién adquirida o de reactivación<br />

de una infección crónica asociada con el HIV, pero no<br />

en la infección crónica en la cual no hay taquizoítos circulantes<br />

detectables (véase Infección congénita de protozoos. Toxoplasmosis).<br />

En la enfermedad de Chagas, por los motivos mencionados<br />

(véase Infección congénita de protozoos. Enfermedad de<br />

Chagas), la transmisión congénita se observa principalmente


708 PARTE VI Parasitología aplicada<br />

en mujeres con infección crónica, en la cual los parásitos sanguíneos<br />

son apenas detectables con pruebas parasitológicas estándar.<br />

Sin embargo, las estimaciones de parasitemia materna<br />

hechas con ensayos más sensibles indican que la infección congénita<br />

por T. cruzi ocurre con más frecuencia en madres que<br />

muestran mayor parasitemia. 15,40 Los niveles de eritrocitos infectados<br />

con P. falciparum en la sangre periférica de la madre,<br />

así como la parasitemia placentaria, también parecen estar asociados<br />

con el paludismo congénito. 27 Estos datos permiten<br />

postular que tal vez es necesaria una parasitemia materna alta<br />

en el espacio intervelloso para superar las defensas endógenas<br />

placentarias (que destruyen una parte de los parásitos presentes<br />

en la sangre materna) y encontrar con éxito una vía óptima de<br />

transmisión (véase Vía hematógena transplacentaria).<br />

Inmunidad materna y otros factores<br />

maternos en la infección congénita<br />

La inmunidad materna parece ser un factor que limita la transmisión<br />

y el desarrollo de infecciones en el feto/recién nacido (véase<br />

Capacidad de respuesta inmune fetal/neonatal y otros factores<br />

fetales en la infección congénita). Los anticuerpos IgG maternos<br />

que reconocen T. gondii, T. cruzi, o Plasmodium spp., desempeñan<br />

un papel protector en las madres (contribuyendo a reducir la<br />

parasitemia materna), en la placenta (favoreciendo la fagocitosis<br />

de parásitos opsonisados por el sistema reticuloendotelial placentario)<br />

y en fetos (cuando se transfieren a través de la placenta). 75<br />

Una activación de las defensas innatas se observa en madres<br />

infectadas con T. cruzi, y sus recién nacidos no infectados, sugiriendo<br />

una transferencia al feto también de esta activación celular<br />

además de la transferencia de anticuerpos (el papel protector<br />

de tales defensas derivadas de las madres quizá resulta en una<br />

eliminación de parásitos opsonizados por monocitos activados<br />

en el feto). 98 Las madres que transmiten T. cruzi a sus fetos<br />

muestran una menor capacidad de respuesta inmune mediada<br />

por células T contra los parásitos, con una capacidad reducida<br />

de producción de INF-g, lo que contribuye a aumentar sus parasitemias<br />

(véase Carga parasitaria materna e infección congénita).<br />

La persistencia, después del embarazo, de esta capacidad<br />

reducida de respuesta mediada por células T, 40 así como la agrupación<br />

familiar de los casos de infección congénita con T. cruzi, 79<br />

sugieren que algunas madres podrían estar predispuestas a transmitir<br />

parásitos en repetidas ocasiones, lo que plantea la posibilidad<br />

de factores genéticos que favorecen la transmisión.<br />

La inmunidad materna también es un factor importante<br />

en el paludismo congénito. Las mujeres infectadas con baja respuesta<br />

inmune son más propensas a desarrollar paludismo clínico<br />

y congénito. 57 La inmunidad mediada por células T contra<br />

T. gondii ha sido investigada en mujeres embarazadas con<br />

toxoplasmosis primaria, 74 pero su impacto en la infección neonatal<br />

no ha sido estudiado.<br />

Otros factores maternos como la edad, primiparidad, exposición<br />

a reinfecciones vectoriales durante el embarazo (que<br />

contribuyen a aumentar la parasitemia materna, véase Carga<br />

parasitaria materna e infección congénita), la desnutrición y la<br />

pobreza también pueden combinarse y favorecer la transmisión<br />

congénita de T. cruzi 94,95 y del paludismo. 57 La anemia materna<br />

parece ser otro factor que también puede aumentar el riesgo<br />

de paludismo congénito por inducir una remodelación de la<br />

arquitectura y la angiogénesis placentaria. 57<br />

Coinfección materna<br />

e infección congénita<br />

Las mujeres coinfectadas con T. gondii y HIV están en riesgo de<br />

reactivación de la infección por T. gondii y de transmitir el parásito<br />

a sus fetos, aunque, de manera sorprendente, esta transmisión<br />

parece rara (véase Infección congénita de protozoos.<br />

Toxoplasmosis). 76<br />

La coinfección materna por T. cruzi y HIV resulta en un<br />

aumento de la frecuencia y gravedad de la enfermedad de Chagas<br />

congénita, 80 resaltando la función importante de la inmunosupresión<br />

materna que favorece la transmisión del parásito al feto (véase<br />

Inmunidad materna y otros factores maternos en la infección congénita).<br />

Datos recientes indican una reducción de la replicación<br />

del HIV en cultivos de placenta humana infectada con T. cruzi. 25<br />

El papel del paludismo en el aumento del riesgo de infección<br />

fetal con el HIV es muy conocido; 14 sin embargo, un estudio<br />

reciente indica también una mayor prevalencia de paludismo<br />

congénito en recién nacidos de mujeres coinfectadas con<br />

P. falciparum y HIV, asociada con un aumento de la densidad<br />

parasitaria en la placenta 70 y el menor paso de anticuerpos a<br />

través de la placenta. 22<br />

Capacidad de respuesta inmune<br />

fetal/neonatal y otros factores fetales<br />

en la infección congénita<br />

Un factor crucial para detener, limitar o permitir el desarrollo<br />

de la infección parasitaria fetal/neonatal procede de la capacidad<br />

del feto/recién nacido para montar una respuesta inmune<br />

en contra de los parásitos transmitidos por sus madres. La respuesta<br />

inmune al principio de la vida es considerada de eficacia<br />

limitada debido a la relativa inmadurez del sistema inmunitario.<br />

Este sistema inmune está inicialmente polarizado hacia un<br />

entorno inmune Th2 que parece esencial para la supervivencia<br />

del feto. 48 De hecho, tanto las células dendríticas como las células<br />

T presentan defectos cuantitativos y cualitativos durante<br />

el periodo neonatal, lo que limita el desarrollo de respuestas por<br />

células CD4 Th1, esenciales para el control de patógenos intracelulares,<br />

52,103 así como para la producción de anticuerpos. 86<br />

Estudios en recién nacidos con toxoplasmosis congénita<br />

han indicado una disminución de la respuesta inmune anti<br />

Toxoplasma gondii. 55 Tal respuesta se restablece durante la infancia,<br />

ya que los niños pequeños son capaces de desarrollar<br />

una respuesta Th1 específica de protección similar a la de los<br />

adultos infectados. 37 Por el contrario, se ha demostrado que<br />

los recién nacidos con infección congénita con T. cruzi pueden


CAPÍTULO 89 Infecciones parasitarias congénitas 709<br />

superar la inmadurez de su sistema inmunitario. De hecho, estos<br />

recién nacidos infectados son capaces de montar una respuesta<br />

inmune específica de células T CD8 similar a la de los<br />

adultos, que producen INF-g, 39 una citocina crucial para el<br />

control de la infección por T. cruzi. Los recién nacidos con<br />

menor capacidad de producir INF-g muestran mayores parasitemias<br />

y formas más graves de la enfermedad de Chagas congénita,<br />

lo que indica el papel protector de esta respuesta mediada<br />

por estas células T. 20 Aunque la respuesta inmune neonatal al<br />

paludismo congénito no ha sido estudiada, algunos de estos<br />

recién nacidos pueden controlar y eliminar la infección sin recibir<br />

un tratamiento específico. 27,57 De estas observaciones<br />

cabe postular que los recién nacidos logran montar una respuesta<br />

inmune protectora eficiente contra T. cruzi o eritrocitos<br />

infectados por el paludismo, y podrían naturalmente autocurarse<br />

de la infección congénita. Esto podría tener importantes<br />

consecuencias tanto en la interpretación de los resultados de<br />

diagnóstico de laboratorio neonatales, así como en la selección<br />

de las estrategias en programas de salud pública dirigidas al control<br />

de enfermedades parasitarias congénitas. 8,10<br />

Al igual que en las madres (véase Inmunidad materna y<br />

otros factores maternos en la infección congénita), la agrupación<br />

familiar de casos de infección congénita de T. cruzi 79 sugiere<br />

que algunos recién nacidos podrían estar predispuestos a<br />

una menor capacidad de respuesta inmune, planteando la cuestión<br />

de un posible papel de factores genéticos en la susceptibilidad<br />

a la infección congénita. El género fetal no parece ser un<br />

factor de riesgo para el paludismo congénito o las infecciones<br />

por T. cruzi o T. gondii. 57,76,94<br />

Cuadro clínico<br />

y consecuencias a largo plazo<br />

Cuadro clínico y morbimortalidad<br />

de las infecciones parasitarias congénitas<br />

Las infecciones parasitarias congénitas, aunque son infecciones<br />

agudas, son a menudo asintomáticas al momento del nacimiento.<br />

Esto es cierto en 85-90% de los casos de toxoplasmosis<br />

congénita (sobre todo cuando se produce la infección materna<br />

durante el tercer trimestre del embarazo; 76 véase Infección congénita<br />

de protozoos. Toxoplasmosis), en 55 a 90% de los de<br />

infección congénita por T. cruzi, 19,81 así como en la mayoría<br />

de paludismo congénito en los países endémicos. 57 Lo anterior<br />

concuerda con la mayor frecuencia de transmisión tardía de<br />

parásitos durante el embarazo, 5 reduciendo el tiempo disponible<br />

para la multiplicación del parásito en los fetos/recién nacidos<br />

y la inducción de daños clínicamente evidentes. Sin embargo,<br />

las manifestaciones clínicas pueden aparecer a los pocos<br />

días o semanas después del nacimiento, o algunas veces más<br />

tarde, en la toxoplasmosis congénita, la enfermedad de Chagas<br />

y el paludismo, retrasando el diagnóstico clínico. Esto pone de<br />

relieve la necesidad de usar un diagnóstico de laboratorio para<br />

detectar la infección cerca del nacimiento. 8<br />

La morbilidad de las infecciones parasitarias congénitas<br />

por lo general corresponde a los síntomas comunes a las infecciones<br />

TORCH (siglas de la toxoplasmosis, otras infecciones,<br />

rubéola, citomegalovirus y el virus del herpes simple). Los recién<br />

nacidos infectados con T. gondii, T. cruzi y Plasmodium<br />

spp. con frecuencia muestran fiebre, bajo peso al nacer (


710 PARTE VI Parasitología aplicada<br />

formas graves retardadas de coriorretinitis o ceguera en caso de<br />

lesiones bilaterales irreversibles o retraso psicomotor hasta décadas<br />

después del nacimiento. 36 La infección congénita de T.<br />

cruzi puede originar miocardiopatía chagásica crónica o megaórganos<br />

digestivos hasta 25 a 35 años después, 18 aunque esta<br />

evolución parece menos frecuente en los sujetos infectados<br />

congénitamente que en aquellos infectados por vectores o por<br />

transfusión sanguínea. 89 El paludismo congénito puede estar<br />

relacionado con un mayor riesgo de anemia en la infancia. 57<br />

Una transmisión transgeneracional de parásitos, de una<br />

madre infectada a su hija que a su vez transmite los parásitos a<br />

sus propios niños, también es un efecto a largo plazo de la enfermedad<br />

de Chagas congénita. 79 Esto no ocurre ni en la toxoplasmosis<br />

congénita, ya que la transmisión materno-fetal de<br />

T. gondii se activa sólo en las madres que sufren una infección<br />

aguda (reciente) (véase Infección congénita de protozoos. Toxoplasmosis),<br />

ni en el paludismo congénito, ya que la vida de P.<br />

falciparum es mucho más reducida.<br />

Otro efecto inesperado de las infecciones parasitarias congénitas<br />

es la huella que deja en el sistema inmunitario fetal/neonatal,<br />

con consecuencias a largo plazo sobre la respuesta inmune.<br />

Además de efectos directos sobre la respuesta inmune específica<br />

o la inducción de tolerancia inmune específica hacia los parásitos<br />

(véase Capacidad de respuesta inmune fetal/neonatal y otros<br />

factores fetales en la infección congénita), la exposición fetal a<br />

los parásitos y/o antígenos parasitarios puede aumentar la resistencia<br />

o susceptibilidad en la reinfección homóloga. 17,71,83 Además,<br />

tal huella puede afectar también la respuesta inmune heteróloga.<br />

Estudios recientes demostraron que los neonatos que<br />

han sufrido una infección congénita por T. cruzi impulsan el<br />

desarrollo de una respuesta inmune tipo 1 hacia vacunas contra<br />

la hepatitis B, difteria y tétanos, así como una mayor producción<br />

de anticuerpos hacia la vacuna contra la hepatitis B. 24<br />

Diagnóstico de laboratorio<br />

El diagnóstico de laboratorio de las infecciones parasitarias<br />

congénitas implica, en primer lugar, detectar la infección en<br />

mujeres embarazadas y, en segundo lugar, buscar la infección<br />

en los recién nacidos de madres positivas.<br />

Detección de la infección<br />

en mujeres embarazadas<br />

La detección de una toxoplasmosis primaria (aguda) durante el<br />

embarazo se basa en los resultados de las pruebas serológicas<br />

específicas detectando anticuerpos IgG, IgM o IgA, o la medición<br />

de la avidez de anticuerpos IgG. 76<br />

Los resultados positivos de una serología estándar en busca<br />

de anticuerpos convencionales son suficientes para detectar<br />

una infección crónica latente por T. cruzi en mujeres embarazadas.<br />

La detección de la infección debe llevarse a cabo tan<br />

pronto como el diagnóstico de embarazo se haya realizado o, si<br />

no fuese posible, en cualquier momento del embarazo y en última<br />

instancia, al momento del parto. 19<br />

El análisis sanguíneo de gota gruesa se usa para detectar la<br />

infección del paludismo durante el embarazo, permite sólo descubrir<br />

a las madres con parasitemia patente. 57 La descripción<br />

de los estándares y de otras pruebas que se utilizan en el diagnóstico<br />

se presenta en los capítulos del libro correspondientes a<br />

cada enfermedad.<br />

Detección in utero de la infección fetal<br />

El líquido amniótico se puede recolectar (amniocentesis) a<br />

partir de la semana 14 de gestación (18 semanas de gestación es<br />

el momento óptimo) y se utiliza para investigar la presencia de<br />

parásitos o de DNA de origen parasitario (véase Invasión parasitaria<br />

y patología de la placenta). Resultados positivos de PCR<br />

en el LA se relacionan de manera significativa correlacionados<br />

con la toxoplasmosis fetal-neonatal, lo que permite detectar de<br />

64 a 100% de los casos, dependiendo de la edad gestacional al<br />

momento de la infección materna. 59 Sin embargo, ese no es el<br />

caso en la infección congénita con T. cruzi debido a que estos<br />

parásitos rara vez se encuentran en el LA; 101 dicho examen no<br />

se utiliza en el paludismo congénito.<br />

La obtención de sangre fetal (cordocentesis) puede ser<br />

realizada por profesionales experimentados después de 20 semanas<br />

de gestación. La sangre recolectada puede ser examinada<br />

a nivel parasitológico, molecular o por pruebas serológicas para<br />

anticuerpos IgA y/o IgM. Esto se ha aplicado principalmente<br />

en casos sospechosos de toxoplasmosis congénita permitiendo<br />

la detección de 30-40% de los casos; 31,76 sin embargo, la cordocentesis<br />

se ha sustituido en la práctica clínica por la amniocentesis<br />

debido a su menor riesgo y mayor sensibilidad. 59 Se ha<br />

utilizado en muy pocos casos de infección congénita con T.<br />

cruzi 65 y no se usa en el paludismo congénito.<br />

Detección de infección neonatal<br />

Las muestras de sangre se pueden recolectar al momento del<br />

nacimiento, ya sea del cordón umbilical (más fácil de obtener,<br />

sin traumas para los recién nacidos y las madres), o por punción<br />

venosa periférica en los recién nacidos (talón, brazo o<br />

dedo). En caso de síntomas que sugieren meningoencefalitis,<br />

también puede recolectarse el líquido cefalorraquídeo.<br />

Las pruebas parasitológicas incluyen examen directo de<br />

muestras de sangre fresca (T. gondii, T. cruzi) o frotis fijados<br />

(T. gondii, T. cruzi, paludismo). Si los resultados son negativos,<br />

también pueden ser útiles pruebas de concentración de parásitos<br />

como la gota gruesa o la centrifugación de sangre heparinizada<br />

en tubos capilares, que permite el examen de parásitos por microscopia<br />

óptica y/o de fluorescencia (T. cruzi, paludismo). Los<br />

hemocultivos también son útiles en el caso de parasitemias bajas<br />

para la detección de la toxoplasmosis congénita y de la enfermedad<br />

de Chagas. 19,57,76,81 La inoculación de fluidos biológicos en<br />

ratones se utiliza principalmente cuando hay sospecha de toxoplasmosis<br />

congénita. 76 La descripción de tales pruebas parasitológicas,<br />

con sus respectivas sensibilidades, se describen en este<br />

texto. La detección de parásitos en la sangre o en el líquido cefa-


CAPÍTULO 89 Infecciones parasitarias congénitas 711<br />

lorraquídeo es indiscutible y confirma la infección congénita.<br />

En caso de resultados negativos al momento del nacimiento, se<br />

recomienda el examen de otra muestra biológica del mismo recién<br />

nacido semanas o meses después del nacimiento (lo cual<br />

aumenta la sensibilidad de detección de las transmisiones congénitas<br />

que se producen tardíamente en el embarazo).<br />

Ensayos de PCR en sangre pueden detectar cantidades bajas<br />

de DNA de T. gondii, T. cruzi y Plasmodium spp., pero la estandarización<br />

y validación de protocolos y templados o “primers”<br />

que deben utilizarse están sólo en sus comienzos. 91,99 Falta todavía<br />

información crítica respecto al tiempo de degradación del<br />

DNA parasitario por las DNAasas activas en la sangre materna y<br />

en la sangre del cordón umbilical. Esto dificulta la interpretación<br />

de la PCR en cordón umbilical en casos de bandas de amplicón<br />

de baja intensidad, ya que en vez de parásitos vivos, sólo<br />

podrían detectarse trazas de DNA parasitario provenientes de la<br />

madre infectada; esto obliga a repetir la PCR luego de obtener<br />

un resultado débilmente positivo en neonatos. La PCR cuantitativa<br />

que estima los niveles de DNA parasitario podría ser útil en<br />

la verificación de resultados dudosos de PCR. 46,102<br />

La detección de anticuerpos IgM e IgA es considerada como<br />

indicativa de infección congénita, debido a que estos anticuerpos<br />

no se transmiten de las madres a la sangre de cordón o neonatal<br />

y/o al líquido cefalorraquídeo. Esto es útil en el diagnóstico de la<br />

toxoplasmosis congénita, 59,76 pero no para la infección congénita<br />

por T. cruzi debido a que tales isotipos de anticuerpos pueden<br />

ser también detectados en los recién nacidos no infectados de<br />

madres infectadas y no están siempre presentes en todos los recién<br />

nacidos parasitológicamente positivos. 19 Esta búsqueda no<br />

se utiliza para la detección de paludismo congénito.<br />

Análisis histopatológico o cultivo de biopsias de placenta<br />

se han utilizado para el diagnóstico de toxoplasmosis congénita,<br />

enfermedad de Chagas o paludismo. Se ha observado una<br />

alta correlación entre la presencia de Toxoplasma o eritrocitos<br />

infectados con Plasmodium en la placenta al momento del parto<br />

y toxoplasmosis congénita o paludismo congénito, 27,57,76<br />

mientras que para la infección congénita por T. cruzi los resultados<br />

son contradictorios. 6,10,29 La presencia de parásitos en la<br />

placenta no implica la aparición de una infección congénita, ya<br />

que defensas placentarias y/o neonatales son capaces de resistir<br />

a los parásitos antes de que la infección se desarrolle en los recién<br />

nacidos (véanse Invasión parasitaria y respuesta inmune<br />

innata de la placenta y Capacidad de respuesta inmune fetal/<br />

neonatal y otros factores fetales en la infección congénita).<br />

Detección de las infecciones parasitarias<br />

congénitas tardías<br />

Si los recién nacidos de madres infectadas con T. gondii o T.<br />

cruzi muestran resultados negativos en las pruebas mencionadas,<br />

se pueden hacer pruebas serológicas complementarias para<br />

la búsqueda de anticuerpos específicos (como se hace para el<br />

diagnóstico de laboratorio de las madres, véase detección de la<br />

infección en mujeres embarazadas) cuando los anticuerpos<br />

transmitidos por la madre han sido eliminados (8 a 10 meses<br />

después del nacimiento). 19 Un resultado serológico positivo a<br />

este momento indica que el neonato está infectado. El origen<br />

congénito de la infección en esos casos se puede establecer en<br />

aquellas zonas donde la posibilidad de transmisión vectorial o<br />

de otro tipo han sido excluidas (como en países no endémicos<br />

o países antes endémicos que han desarrollado programas de<br />

control de vectores o de bancos de sangre).<br />

Tratamiento<br />

Tratamiento y otra opción para los fetos<br />

infectados congénitamente<br />

La detección de la infección fetal sólo es posible en la toxoplasmosis<br />

(véase Detección in utero de la infección fetal). El tratamiento<br />

de esta infección in utero implica el uso, en mujeres<br />

embarazadas, de medicamentos susceptibles de atravesar la placenta.<br />

La asociación de sulfadiazina (3 g, divididos en tres dosis<br />

diarias), y pirimetamina (una sola dosis diaria de 50 mg), más<br />

ácido folínico, es recomendada en Europa y EUA para la toxoplasmosis<br />

congénita. Este tratamiento tiene que usarse después<br />

de 18 semanas de gestación (ya que la pirimetamina es potencialmente<br />

teratogénica) y continuado hasta el momento del<br />

parto. Se ha demostrado que dicho tratamiento limita la morbimortalidad<br />

de la infección fetal. 33,59<br />

En caso de infección fetal asociada a alteraciones cerebrales<br />

patentes (toxoplamosis encefalítica confirmada; véase Cuadro<br />

clínico y morbimortalidad de las infecciones parasitarias congénitas),<br />

la terminación del embarazo (sometido a normas específicas,<br />

variables según cada país) puede ser discutida con carácter<br />

excepcional. 59,76<br />

Tratamiento de la infección congénita<br />

en recién nacidos y lactantes<br />

Todas las infecciones congénitas con T. gondii, T. cruzi y Plasmodium<br />

spp. tienen que ser tratadas con los fármacos estándar<br />

a dosis adaptadas según la edad. Si no se puede obtener una<br />

cura completa de la infección del recién nacido/infante, es de<br />

esperar que ese tratamiento limite la morbimortalidad de la infección<br />

aguda y el desarrollo de enfermedades crónicas en la<br />

edad adulta (véase Consecuencias a largo plazo de la infección<br />

congénita con parásitos).<br />

Los recién nacidos infectados con toxoplasmosis recibirán<br />

sulfadiazina (50-100 mg/kg diarios, divididos en dos dosis), y<br />

pirimetamina (dosis única de 1 mg/kg), además de un suplemento<br />

de ácido folínico por tres semanas, alternando con espiramicina<br />

(100 mg/kg diario, divididos en dos dosis) durante<br />

otras tres semanas. Este tratamiento alternativo se mantendrá<br />

durante un año a fin de evitar la aparición de formas clínicas<br />

tardías de toxoplasmosis (véase Consecuencias a largo plazo de<br />

la infección congénita con parásitos).<br />

La infección congénita con T. cruzi puede ser tratada con<br />

benznidazol (7-10 mg/kg diarios durante 1-2 meses) o nifurti-


712 PARTE VI Parasitología aplicada<br />

mox (10-15 mg/kg diarios durante 2-3 meses). 81,90 La adaptación<br />

de las dosis de estos medicamentos al aumento de peso no es<br />

fácil de realizar, ya que aún no están disponibles formulaciones<br />

pediátricas de éstos, a pesar de que han sido solicitadas con urgencia.<br />

19,88 En 2011 se creó una formulación pediátrica del beznidazol<br />

que se está evaluando. Una plena adhesión de las madres al<br />

tratamiento y una relación de confianza entre el pediatra y las<br />

familias son necesarias para completarla en toda su duración. 90<br />

Una serología estándar que se negativiza confirma la curación,<br />

aunque se necesitan meses para obtener este resultado. Los efectos<br />

secundarios son poco frecuentes en los recién nacidos y la eficacia<br />

terapéutica se sitúa alrededor de 90-100% en la mayoría de los<br />

estudios, si el tratamiento se aplica antes del año de edad. 19,81,94<br />

A pesar de que existe muy poca información sobre el manejo<br />

clínico del paludismo congénito, la quinina puede ser recomendada<br />

en recién nacidos infectados por P. falciparum y<br />

nacidos de mujeres no inmunes (10 mg/kg cada 8 h VO o la<br />

misma dosis en infusión IV hasta que la administración oral sea<br />

posible). El uso de otros medicamentos antimaláricos, como la<br />

cloroquina o los derivados de la artemisinina, se ha limitado a<br />

algunas experiencias locales. La sulfadoxina-pirimetamina no<br />

es recomendada por el fabricante en los primeros seis meses de<br />

vida, y en cuanto a la mefloquina y la amodiaquina, no hay<br />

mención específica sobre su recomendación en recién nacidos.<br />

57 En el caso particular de infección congénita con P. vivax,<br />

el tratamiento ha de ser limitado a la cloroquina oral. La primaquina,<br />

que se usa para prevenir el desarrollo del paludismo hepático,<br />

no es necesaria, ya que sólo eritrocitos infectados entran<br />

en la circulación fetal desde el torrente sanguíneo materno.<br />

El beneficio de dicho tratamiento para la enfermedad de<br />

Chagas y el paludismo congénito se mantiene sólo si los niños<br />

no son reintegrados a las zonas endémicas donde sigue habiendo<br />

transmisión vectorial activa.<br />

Prevención y control<br />

La prevención de la infección congénita consiste en evitar la<br />

infección fetal. La prevencion primaria tiene por objeto mantener<br />

no infectadas a las mujeres embarazadas. La prevención<br />

secundaria tiene por objeto evitar la transmisión materno-fetal<br />

de los parásitos presentes en las mujeres embarazadas infectadas<br />

utilizando fármacos antiparasitarios seguros. Cuando el uso de<br />

tales medicamentos no es posible en las mujeres embarazadas<br />

infectadas, la detección y el tratamiento de la infección en el<br />

recién nacido/infante sigue siendo la única intervención posible<br />

(control de la infección congénita) a fin de reducir la morbimortalidad,<br />

así como los efectos a largo plazo de las infecciones<br />

congénitas (véanse Cuadro clínico y morbimortalidad de<br />

las infecciones parasitarias congénitas y Consecuencias a largo<br />

plazo de la infección congénita con parásitos).<br />

Toxoplasmosis<br />

La prevención primaria de la toxoplasmosis en mujeres embarazadas<br />

se basa principalmente en el asesoramiento acerca de<br />

cómo evitar la infección por las principales vías posibles, por<br />

ejemplo, comer carne bien cocida, lavarse las manos después del<br />

contacto con carne cruda, evitar el contacto con material potencialmente<br />

contaminado con heces de gato (lecho de gatos, jardinería),<br />

evitar beber agua que pueda estar contaminada con ooquistes<br />

(véase capítulo 45). Numerosos estudios han mostrado<br />

que tales consejos son eficientes, logrando reducir de 63 a 92%<br />

la incidencia de la toxoplasmosis aguda en mujeres embarazadas<br />

seronegativas. 35 Mujeres crónicamente infectadas con T. gondii<br />

y coinfectadas con el HIV (en situación de riesgo de reactivación<br />

de su infección por T. gondii; véase Infección congénita de<br />

protozoos. Toxoplasmosis y Coinfección materna e infección<br />

congénita) pueden recibir espiramicina (3 g diarios divididos en<br />

tres dosis) durante el embarazo, o trimetoprim-sulfametoxazol<br />

(80 mg/400 mg, respectivamente; un comprimido por día) a<br />

partir del segundo trimestre de gestación (pero no en el primero<br />

debido a que es un antagonista del ácido fólico). 59<br />

La prevención secundaria de la toxoplasmosis consiste en<br />

detectar la presencia de una infección aguda durante el embarazo<br />

(mediante el control de la serología específica en mujeres<br />

previamente seronegativas cada mes o trimestre) y el tratamiento<br />

de los casos positivos lo antes posible con espiramicina (3 g<br />

diarios divididos en tres dosis) hasta el alumbramiento (la espiramicina<br />

no cruza con facilidad la placenta y no hay pruebas de<br />

que sea teratogénica). Este tratamiento se recomienda en Europa<br />

y EUA con la idea de reducir la parasitemia materna y el<br />

riesgo potencial de infección congénita. 13,34,59 Algunos países<br />

europeos que tienen alta prevalencia de toxoplasmosis han desarrollado<br />

programas de diagnóstico prenatal (como Francia y<br />

Austria). 7 Los estudios indican que estos programas son positivos<br />

respecto al costo/beneficio para las poblaciones en cuestión;<br />

36 sin embargo, los metaanálisis de dicha estrategia han<br />

puesto en duda su eficacia. 93 No es seguro que la aplicación de<br />

tan amplio programa de diagnóstico prenatal en los países de<br />

baja endemicidad, como por ejemplo EUA, reduzca significativamente<br />

el riesgo de toxoplasmosis congénita. 93 Otros países<br />

europeos, como por ejemplo Dinamarca, Alemania e Italia, en<br />

lugar de una intervención prenatal, promueven un tamizaje<br />

neonatal con el tratamiento de los recién nacidos positivos. Estos<br />

programas, más baratos, parecen disminuir las secuelas de la<br />

toxoplasmosis congénita, pero no pretenden evitarla. 7,34,54,59<br />

Enfermedad de Chagas<br />

La prevención primaria de la infección congénita con T. cruzi<br />

puede lograrse mediante la limitación del riesgo de contaminación<br />

vectorial y por transfusión de sangre (véase capítulo 41), así<br />

como por el tratamiento de las niñas antes de que entren en edad<br />

fértil. Sin embargo, en contraste con el paludismo y la toxoplasmosis,<br />

el tratamiento de la infección por T. cruzi durante el embarazo<br />

(como prevención secundaria de la infección congénita)<br />

no es recomendable. Los efectos teratogénicos de los fármacos<br />

utilizados actualmente, benznidazol y nifurtimox, no se conocen.<br />

Por otra parte, efectos secundarios son frecuentes en los adultos e<br />

inaceptables durante el embarazo, además la eficacia de este trata-


CAPÍTULO 89 Infecciones parasitarias congénitas 713<br />

miento está limitada durante la fase crónica de la infección en la<br />

cual se encuentra la mayoría de las mujeres embarazadas. 19<br />

Existe un consenso internacional para considerar la detección<br />

posnatal de la infección congénita (ya sea al nacimiento o<br />

cerca del nacimiento, o por serología 8 a 10 meses después del<br />

nacimiento; véase Detección de infección neonatal y Detección<br />

de las infecciones parasitarias congénitas tardías) junto con el tratamiento<br />

de los casos positivos (véase Tratamiento de la infección<br />

congénita en recién nacidos y lactantes), como la mejor estrategia<br />

para limitar la morbimortalidad de la infección aguda y la prevención<br />

de los efectos a largo plazo de la enfermedad de Chagas. 19<br />

Paludismo<br />

En las zonas endémicas de paludismo, la prevención primaria se<br />

puede obtener, al igual que para la infección por T. cruzi, limitando<br />

el riesgo de infección vectorial con medidas adecuadas. La<br />

Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda el tratamiento<br />

preventivo intermitente (TPI) de las mujeres embarazadas<br />

con sulfadoxina-pirimetamina en asociación con el uso de<br />

mosquiteros tratados con insecticida. 27,58 También se pueden<br />

tratar las niñas infectadas antes de que entren en edad fértil<br />

(véanse capítulos 43 y 94). En total, estas medidas han demostrado<br />

ser eficaces en la reducción de la prevalencia del paludismo<br />

grave asociado al embarazo, de la anemia y del bajo peso de los<br />

neonatos, así como de las infecciones de la placenta, pero la reducción<br />

de la infección congénita queda por confirmar.<br />

El tratamiento de mujeres embarazadas infectadas como<br />

prevención secundaria del paludismo congénito es actualmente<br />

un desafío. Hay pocas evidencias sobre la inocuidad y eficacia<br />

de nuevas combinaciones basadas en la artemisinina en el embarazo,<br />

y ninguna para la atovaquona-proguanil (Malarone ® ), y el<br />

uso de la quinina es recomendable. 67 Queda por determinarse si<br />

tal tratamiento curativo es eficaz para prevenir el paludismo<br />

congénito; el tamizaje neonatal para la detección y el tratamiento<br />

de éste en las zonas endémicas sigue siendo recomendable. Se<br />

desaconseja realizar viajes a regiones en démicas de las mujeres<br />

embarazadas que viven en áreas no endémicas.<br />

Conclusiones<br />

T. gondii, T. cruzi y Plasmodium spp. son los principales parásitos<br />

capaces de inducir infecciones congénitas en los humanos;<br />

estas infecciones pueden tener graves consecuencias por comprometer<br />

el crecimiento fetal/neonatal. Las infecciones congénitas<br />

con T. gondii y T. cruzi también pueden conducir a infecciones<br />

crónicas graves más adelante en la vida adulta, si permanecen<br />

sin tratamiento. Las infecciones parasitarias congénitas se pueden<br />

encontrar en todo el mundo, ya que la transmisión congénita<br />

de parásitos tropicales (como T. cruzi y Plasmodium spp.)<br />

puede ocurrir en zonas endémicas, así como en no endémicas<br />

que han recibido población migrante de regiones endémicas. A<br />

menudo asintomáticos al momento del nacimiento y quedando<br />

desapercibidos, estas infecciones congénitas son más frecuentes<br />

de lo esperado, y desatendidas (principalmente la enfermedad de<br />

Chagas y el paludismo congénito). Tales infecciones parasitarias<br />

al inicio de la vida tienen que ser consideradas como un problema<br />

de salud pública importante que requiere el desarrollo razonable<br />

de estrategias de prevención o de control. La selección y la<br />

planificación de las mejores estrategias necesitan de una comprensión<br />

más profunda de los mecanismos y múltiples factores<br />

que contribuyen a la transmisión congénita de los parásitos.<br />

Referencias<br />

1. Abbasi M, Kowalewska GK, Bahar M et al. Infection<br />

of placental trophoblasts by Toxoplasma gondii. J Infect<br />

Dis;188:608-616. 2003.<br />

2. Agarwal M, Prasad G, Harinath B et al. Transplacental<br />

transfer of filarial infection. Indian Pediatr;23:169-174.<br />

1986.<br />

3. Ajzenberg D, Cogne N, Paris L et al. Genotype of 86<br />

Toxoplasma gondii isolates associated with human congenital<br />

toxoplasmosis, and correlation with clinical findings.<br />

J Infect Dis;186:684-689. 2002.<br />

4. Altemani A, Bittencourt A, Lana A. Immunohistochemical<br />

characterization of the inflammatory infiltrate in<br />

placental Chagas’ disease: A qualitative and quantitative<br />

analysis. Am J Trop Med Hyg;62:319-324. 2000.<br />

5. Anosike J, Onwuliri C. A probable case of vertical<br />

transmission of Onchocerca volvulus microfilariae. J Helminthol;67:83-84.<br />

1993.<br />

6. Azogue E, La Fuente C, Darras C. Congenital Chagas’<br />

disease in Bolivia: Epidemiological aspects and pathological<br />

findings. Trans R Soc Trop Med Hyg;79:176-180. 1985.<br />

7. Benard A, Petersen E, Salamon R et al. European Toxo<br />

Prevention Study Group (EUROTOXO). Survey of European<br />

programmes for the epidemiological surveillance of<br />

congenital toxoplasmosis. Euro Surveill;13:18834. 2008.<br />

8. Benirschke K, Kaufmann P, Baergen R. Pathology of<br />

the human placenta. 5 th ed. New York: Springer Science+<br />

Business Media, 2006.<br />

9. Biggar R, Lee T, Wen L et al. The role of transplacental<br />

microtransfusions of maternal lymphocytes in HIV transmission<br />

to newborns. AIDS;22:2251-2256. 2008.<br />

10. Bittencourt A. Congenital Chagas disease. Am J Dis<br />

Child;130:97-103. 1976.<br />

11. Bittencourt A, Rodrigues FL, Galvao AM et al. Pneumonitis<br />

in congenital Chagas’ disease. A study of ten cases.<br />

Am J Trop Med Hyg;30:38-42. 1981.


714 PARTE VI Parasitología aplicada<br />

12. Bogdan C, Schonian G, Banuls A et al. Visceral leishmaniasis<br />

in a German child who had never entered a<br />

known endemic area: Case report and review of the literature.<br />

Clin Infect Dis;32:302-306. 2001.<br />

13. Boyer K, Holfels E, Roizen N et al. Toxoplasmosis<br />

Study Group. Risk factors for Toxoplasma gondii infection<br />

in mothers of infants with congenital toxoplasmosis: Implications<br />

for prenatal management and screening. Am J<br />

Obstet Gynecol;192:564-571. 2005.<br />

14. Brahmbhatt H, Sullivan D, Kigozi G et al. Association<br />

of HIV and malaria with mother-to-child transmission,<br />

birth outcomes, and child mortality. J Acquir Immune<br />

Defic Syndr;47:472-476. 2008.<br />

15. Brutus L, Schneider D, Postigo J et al. Evidence of<br />

congenital transmission of Trypanosoma cruzi in a vectorfree<br />

area of Bolivia. Trans R Soc Trop Med Hyg;101:1159-<br />

1160. 2007.<br />

16. Burke J. La trypanosomiase humaine africaine. Bruxelles:<br />

Fonds Médical Tropical,39. 2000.<br />

17. Carlier Y, Truyens C. Influence of maternal infection<br />

on offspring resistance towards parasites. Parasitol Today;11:94-99.<br />

1995.<br />

18. Carlier Y, Dias J, Luquetti A et al. Trypanosomiase<br />

américaine ou maladie de Chagas. Encycl Méd Chir, Maladies<br />

infectieuses, Editions Scientifiques et Médicales Elsevier<br />

SAS, Paris;8-505-A-20, 21. 2002.<br />

19. Carlier Y, Torrico F. Congenital infection with Trypanosoma<br />

cruzi: From mechanisms of transmission to strategies<br />

for diagnosis and control. Rev Soc Bras Med Trop;6:<br />

767-771. 2003.<br />

20. Carlier Y. Factors and mechanisms involved in the<br />

transmission and development of congenital infection<br />

with Trypanosoma cruzi. Rev Soc Bras Med Trop;2:105-<br />

107. 2005.<br />

21. Corrales R, Mora M, Negrette O et al. Congenital<br />

Chagas disease involves Trypanosoma cruzi sub-lineage IId<br />

in the northwestern province of Salta, Argentina. Infect<br />

Genet Evol;9:278-282. 2009.<br />

22. Cumberland P, Shulman C, Maple P et al. Maternal<br />

HIV infection and placental malaria reduce transplacental<br />

antibody transfer and tetanus antibody levels in newborns<br />

in Kenya. J Infect Dis;196:550-557. 2007.<br />

23. Czeizel E, Hancsok M, Palkovich I et al. Possible relation<br />

between fetal death and E. histolytica infection of the<br />

mother. Preliminary report. Am J Obstet Gynecol;96:264-<br />

266. 1966.<br />

24. Dauby N, Alonso VC, Suarez E et al. Maternal infection<br />

with Trypanosoma cruzi and congenital Chagas disease induce<br />

a trend to a type 1-polarization of infant immune responses<br />

to vaccines. PLoS Negl Trop Dis;3(12):e571. 2009.<br />

25. Dolcini G, Solana M, Andreani G et al. Trypanosoma<br />

cruzi (Chagas’ disease agent) reduces HIV-1 replication<br />

in human placenta. Retrovirology;5: 53. PMID 18593480<br />

(Pub Med, indexed for MEDLINE) PMCID:<br />

PMC2464605. 2008.<br />

26. Egan C, Sukhumavasi W, Butcher B et al. Functional<br />

aspects of toll-like receptor/MyD88 signalling during<br />

protozoan infection: focus on Toxoplasma gondii. Clin Exp<br />

Immunol;156:17-24. 2009.<br />

27. Falade C, Mokuolu O, Okafor H et al. Epidemiology<br />

of congenital malaria in Nigeria: A multi-centre study.<br />

Trop Med Int Health;12:1279-1287. 2007.<br />

28. Falla A, Herrera C, Fajardo A et al. Haplotype identification<br />

within Trypanosoma cruzi I in Colombian isolates<br />

from several reservoirs, vectors and humans. Acta Trop;<br />

110:15-21. 2009.<br />

29. Fernandez AS, Lambot M, Torrico F et al. Placental<br />

lesions in human Trypanosoma cruzi infection. Rev Soc<br />

Bras Med Trop 38 Suppl;2:84-86. 2005.<br />

30. Figueiro FE, Duarte G, El BP et al. Visceral leishmaniasis<br />

(kala-azar) and pregnancy. Infect Dis Obstet Gynecol;12:31-40.<br />

2004.<br />

31. Foulon W, Pinon J, Stray PB et al. Prenatal diagnosis<br />

of congenital toxoplasmosis: A multicenter evaluation of<br />

different diagnostic parameters. Am J Obstet Gynecol;181:<br />

843-847. 1999.<br />

32. Gascon J, Bern C, Pinazo M. Chagas disease in Spain,<br />

the United States and other non-endemic countries. Acta<br />

Trop;115:22-27. 2010.<br />

33. Gilbert R, Dezateux C. Newborn screening for congenital<br />

toxoplasmosis: Feasible, but benefits are not established.<br />

Arch Dis Child;91:629-631. 2006.<br />

34. Gilbert R, Gras L. European multicentre study on congenital<br />

toxoplasmosis. Effect of timing and type of<br />

treatment on the risk of mother to child transmission of<br />

Toxoplasma gondii. BJOG;110:112-120. 2003.<br />

35. Gollub E, Leroy V, Gilbert R et al. Effectiveness of<br />

health education on Toxoplasma-related knowledge, behaviour,<br />

and risk of seroconversion in pregnancy. Eur J Obstet<br />

Gynecol Reprod Biol;136:137-145. 2008.<br />

36. Gras L, Wallon M, Pollak A et al. European Multicenter<br />

Study on Congenital Toxoplasmosis. Association between<br />

prenatal treatment and clinical manifestations of<br />

congenital toxoplasmosis in infancy: A cohort study in 13<br />

European centres. Acta Paediatr;94:1721-1731. 2005.<br />

37. Guglietta S, Beghetto E, Spadoni A et al. Age-dependent<br />

impairment of functional helper T cell responses to<br />

immunodominant epitopes of Toxoplasma gondii antigens<br />

in congenitally infected individuals. Microbes Infect;9:<br />

127-133. 2007.<br />

38. Gurtler R, Segura E, Cohen J. Congenital transmission<br />

of Trypanosoma cruzi infection in Argentina. Emerg<br />

Infect Dis;9:29-32. 2003.<br />

39. Hermann E, Truyens C, Alonso VC et al. Human fetuses<br />

are able to mount an adultlike CD8 T-cell response.<br />

Blood;100:2153-2158. 2002.<br />

40. Hermann E, Truyens C, Alonso-VC et al. Congenital<br />

transmission of Trypanosoma cruzi is associated with maternal<br />

enhanced parasitemia and decreased production of<br />

interferon- gamma in response to parasite antigens. J Infect<br />

Dis;189:1274-1281. 2004.


CAPÍTULO 89 Infecciones parasitarias congénitas 715<br />

41. Ismail M, Ordi J, Menendez C et al. Placental pathology<br />

in malaria: a histological, immunohistochemical,<br />

and quantitative study. Hum Pathol;31:85-93. 2000.<br />

42. Jafari GS, Ndam N, Bertin G et al. Demonstration of<br />

a high level of parasite population homology by quantification<br />

of Plasmodium falciparum alleles in matched peripheral,<br />

placental, and umbilical cord blood samples. J<br />

Clin Microbiol;43:2980-2983. 2005.<br />

43. Jauniaux E, Gulbis B, Burton G. The human first trimester<br />

gestational sac limits rather than facilitates oxygen<br />

transfer to the foetus-a review. Placenta;24:S86-93. 2003.<br />

44. Jonsson A, Uzunel M, Gotherstrom C, Papadogiannakis<br />

N, Westgren M. Maternal microchimerism in human<br />

fetal tissues. Am J Obstet Gynecol;198:325-326. 2008.<br />

45. Juliano P, Blotta M, Altemani A. ICAM-1 is overexpressed<br />

by villous trophoblasts in placentitis. Placenta;27:750-757.<br />

2006.<br />

46. Kasper D, Sadeghi K, Prusa A et al. Quantitative realtime<br />

polymerase chain reaction for the accurate detection<br />

of Toxoplasma gondii in amniotic fluid. Diagn Microbiol<br />

Infect Dis;63:10-15. 2009.<br />

47. Khonde N, Pepin J, Niyonsenga T et al. Familial aggregation<br />

of Trypanosoma brucei gambiense trypanosomiasis<br />

in a very high incidence community in Zaire. Trans R<br />

Soc Trop Med Hyg;91:521-524. 1997.<br />

48. Levy O. Innate immunity of the newborn: basic mechanisms<br />

and clinical correlates. Nat Rev Immunol;7:379-390.<br />

2007.<br />

49. Loke Y. Transmission of parasites across the placenta.<br />

Adv Parasitol;21:155-228. 1982.<br />

50. Lujan C, Triquell M, Sembaj A et al. Trypanosoma<br />

cruzi: Productive infection is not allowed by chorionic villous<br />

explant from normal human placenta in vitro. Exp<br />

Parasitol;108:176-181. 2004.<br />

51. Luquetti A, Ferreira A, Oliveira R et al. Congenital<br />

transmission of Trypanosoma cruzi in Brazil: Estimation<br />

of prevalence based on preliminary data of national serological<br />

surveys in children under 5 years old and other<br />

sources. Rev Soc Bras Med Trop;2:24-26. 2005.<br />

52. Marchant A, Goldman M. T cell-mediated immune<br />

responses in human newborns: Ready to learn? Clin Exp<br />

Immunol;141:10-18. 2005.<br />

53. McCall M, Netea M, Hermsen C et al. Plasmodium<br />

falciparum infection causes proinflammatory priming of<br />

human TLR responses. J Immunol;179:162-171. 2007.<br />

54. McLeod R, Boyer K, Karrison T et al. Toxoplasmosis<br />

Study Group. Outcome of treatment for congenital toxoplasmosis,<br />

1981-2004: The national collaborative Chicago-based,<br />

congenital toxoplasmosis study. Clin Infect<br />

Dis;42:1383-1394. 2006.<br />

55. McLeod R, Mack D, Boyer K et al. Phenotypes and<br />

functions of lymphocytes in congenital toxoplasmosis. J<br />

Lab Clin Med;116:623-635. 1990.<br />

56. Melis G, Orru M, Uras R et al. Chorioamnionitis. J<br />

Chemother;2:17-19. 2007.<br />

57. Menendez C, Mayor A. Congenital malaria: The least<br />

known consequence of malaria in pregnancy. Semin Fetal<br />

Neonatal Med;12:207-213. 2007.<br />

58. Menendez C, Bardaji A, Sigauque B et al. A randomized<br />

placebo-controlled trial of intermittent preventive<br />

treatment in pregnant women in the context of insecticide<br />

treated nets delivered through the antenatal clinic.<br />

PLoS ONE;3:1934-1938. 2008.<br />

59. Montoya J, Remington J. Management of Toxoplasma<br />

gondii infection during pregnancy. Clin Infect Dis;47:554-<br />

566. 2008.<br />

60. Moretti E, Basso B, Castro I et al. Chagas’ disease:<br />

Study of congenital transmission in cases of acute maternal<br />

infection. Rev Soc Bras Med Trop;38:53-55. 2005.<br />

61. Myatt L, Cui X. Oxidative stress in the placenta. Histochem<br />

Cell Biol;122:369-382. 2004.<br />

62. Nanaev A, Kosanke G, Kemp B et al. The human placenta<br />

is encircled by a ring of smooth muscle cells. Placenta;21:122-125.<br />

2000.<br />

63. Nowakowska D, Colon I, Remington J et al. Genotyping<br />

of Toxoplasma gondii by multiplex PCR and peptidebased<br />

serological testing of samples from infants in Poland<br />

diagnosed with congenital toxoplasmosis. J Clin<br />

Microbiol;44:1382-1389. 2006.<br />

64. Nunes M, Scherf A. Plasmodium falciparum during<br />

pregnancy: A puzzling parasite tissue adhesion tropism.<br />

Parasitology;134:1863-1869. 2007.<br />

65. Okumura M, Aparecida SV, Camargo M et al. Prenatal<br />

diagnosis of congenital Chagas’ disease (american<br />

trypanosomiasis). Prenat Diagn;24:179-181. 2004.<br />

66. Oliveira J, Silva N, Santos A et al. Be Wo trophoblasts<br />

are unable to control replication of Toxoplasma gondii,<br />

even in the presence of exogenous IFN-gamma. Placenta;27:691-698.<br />

2006.<br />

67. Orton L, Omari A. Drugs for treating uncomplicated<br />

malaria in pregnant women. Cochrane Database Syst<br />

Rev;(4):CD004912. 2008.<br />

68. Pappas G, Roussos N, Falagas M. Toxoplasmosis snapshots:<br />

Global status of Toxoplasma gondii seroprevalence<br />

and implications for pregnancy and congenital toxoplasmosis.<br />

Int J Parasitol;39:1385-1394. 2009.<br />

69. Patni S, Wynen L, Seager A et al. Expression and activity<br />

of toll-like receptors 1-9 in the human term placenta<br />

and changes associated with labor at term. Biol Reprod;80:<br />

243-248. 2009.<br />

70. Perrault S, Hajek J, Zhong K et al. Human immunodeficiency<br />

virus co-infection increases placental parasite<br />

density and transplacental malaria transmission in Western<br />

Kenya. Am J Trop Med Hyg;80:119-125. 2009.<br />

71. Petersen E. Protozoan and helminth infections in pregnancy.<br />

Short-term and long-term implications of transmission<br />

of infection from mother to foetus. Parasitology;134:1855-1862.<br />

2007.<br />

72. Pfaff A, Georges S, Abou BA et al. Toxoplasma gondii<br />

regulates ICAM-1 mediated monocyte adhesion to trophoblasts.<br />

Immunol Cell Biol;83:483-489. 2005.


716 PARTE VI Parasitología aplicada<br />

73. Pfaff A, Villard O, Klein J et al. Regulation of Toxoplasma<br />

gondii multiplication in BeWo trophoblast cells:<br />

Cross-regulation of nitric oxide production and polyamine<br />

biosynthesis. Int J Parasitol;35:1569-1576. 2005.<br />

74. Prigione I, Chiesa S, Taverna P et al. T cell mediated<br />

immune responses to Toxoplasma gondii in pregnant women<br />

with primary toxoplasmosis. Microbes Infect; 8:552-<br />

560. 2006.<br />

75. Redline R. Inflammatory responses in the placenta and<br />

umbilical cord. Semin Fetal Neonatal Med;11:296-301.<br />

2006.<br />

76. Remington J, McLeod R, Thuilliez P et al. Toxoplasmosis.<br />

En: Remington J, Klein JO, Wilson CB et al. (editors).<br />

Infectious diseases of the fetus and newborn infant. 6th edition.<br />

Philadelphia: Elsevier Saunders;947-1091. 2006.<br />

77. Romero R, Gotsch F, Pineles B et al. Inflammation in<br />

pregnancy: Its roles in reproductive physiology, obstetrical<br />

complications, and fetal injury. Nutr Rev;65:S194-202.<br />

2007.<br />

78. Russomando G, Almiron M, Candia N et al. Implementation<br />

and evaluation of a locally sustainable system<br />

of prenatal diagnosis to detect cases of congenital Chagas<br />

disease in endemic areas of Paraguay. et al.;2:49-54. 2005.<br />

79. Sanchez NO, Mora M, Basombrio M. High prevalence<br />

of congenital Trypanosoma cruzi infection and family clustering<br />

in Salta, Argentina. Pediatrics:115:668-672. 2005.<br />

80. Scapellato P, Bottaro E, Rodriguez BM. Motherchild<br />

transmission of Chagas disease: Could coinfection<br />

with human immunodeficiency virus increase the risk?<br />

Rev Soc Bras Med Trop;42:107-109. 2009.<br />

81. Schijman A. Congenital Chagas disease. En: Mushahwar<br />

IK (editor). Congenital and other related infectious<br />

diseases of the newborn. Elsevier;223-258. 2007.<br />

82. Schwandt A, Williams C, Beigi R. Perinatal transmission<br />

of Trichomonas vaginalis: A case report. J Reprod<br />

Med;53:59-61. 2008.<br />

83. Schwarz N, Adegnika A, Breitling L et al. Placental<br />

malaria increases malaria risk in the first 30 months of<br />

life. Clin Infect Dis;47:1017-1025. 2008.<br />

84. Shi Y, Johansen M, Li F et al. An epidemiological investigation<br />

of congenital Schistosoma japonicum transmission<br />

in Hubei province, PR china. Southeast Asian J Trop<br />

Med Public Health;32:323-325. 2001.<br />

85. Shippey S, Zahn C, Cisar M et al. Use of the placental<br />

perfusion model to evaluate transplacental passage of Trypanosoma<br />

cruzi. Am J Obstet Gynecol;192:586-591. 2005.<br />

86. Siegrist C. The challenges of vaccine responses in early<br />

life: Selected examples. J Comp Pathol;1:4-9. 2007.<br />

87. Simister N. Placental transport of immunoglobulin G.<br />

Vaccine;21:3365-3369. 2003.<br />

88. Sosa ES, Belizan J, Althabe F et al. The need of a neonatal<br />

preparation for Chagas disease. PLoS Med;2:e387. 2005.<br />

89. Storino R, Auger S, Caravello O et al. Chagasic cardiopathy<br />

in endemic area versus sporadically infected patients.<br />

et al.;36:755-758. 2002.<br />

90. Suarez E, Alonso VC, Torrico F et al. Integral<br />

treatment of congenital Chagas disease: The Bolivian<br />

experience. Rev Soc Bras Med Trop;2:21-23. 2005.<br />

91. Switaj K, Master A, Skrzypczak M et al. Recent<br />

trends in molecular diagnostics for Toxoplasma gondii<br />

infections. Clin Microbiol Infect;11:170-176. 2005.<br />

92. Tarleton R. Immune system recognition of Trypanosoma<br />

cruzi. Curr Opin Immunol;19:430-434. 2007.<br />

93. Thiebaut R, Leproust S, Chene G et al. Effectiveness<br />

of prenatal treatment for congenital toxoplasmosis: A<br />

meta-analysis of individual patients’ data. Lancet;369:<br />

115-122. 2007.<br />

94. Torrico F, Alonso VC, Suarez E et al. Maternal<br />

Trypanosoma cruzi infection, pregnancy outcome, morbidity,<br />

and mortality of congenitally infected and noninfected<br />

newborns in Bolivia. Am J Trop Med Hyg;70:<br />

201-209. 2004.<br />

95. Torrico F, Vega C, Suarez E et al. Are maternal reinfections<br />

with Trypanosoma cruzi associated with higher<br />

morbidity and mortality of congenital Chagas disease?<br />

Trop Med Int Health;11:628-635. 2006.<br />

96. Triolo N, Trova P, Fusco C et al. Report on 17 years<br />

of studies of human African trypanosomiasis caused by<br />

T. gambiense in children 0-6 years of age. Med Trop;45:<br />

251-257. 1985.<br />

97. Uneke C. Congenital Plasmodium falciparum malaria<br />

in sub-Saharan Africa: A rarity or frequent occurrence?<br />

Parasitol Res;101:835-842. 2007.<br />

98. Vekemans J, Truyens C, Torrico F et al. Maternal<br />

Trypanosoma cruzi infection upregulates capacity of uninfected<br />

neonate cells to produce pro-and anti-inflammatory<br />

cytokines. Infect Immun;68:5430-5434. 2000.<br />

99. Virreira M, Torrico F, Truyens C et al. Comparison<br />

of polymerase chain reaction methods for reliable and<br />

easy detection of congenital Trypanosoma cruzi infection.<br />

Am J Trop Med Hyg;68:574-582. 2003.<br />

100. Virreira M, Alonso VC, Solano M et al. Congenital<br />

Chagas disease in Bolivia is not associated with DNA<br />

polymorphism of Trypanosoma cruzi. Am J Trop Med<br />

Hyg;75:871-879. 2006.<br />

101. Virreira M, Martinez S, Alonso VC et al. Amniotic<br />

fluid is not useful for diagnosis of congenital Trypanosoma<br />

cruzi infection. Am J Trop Med Hyg;75:1082-1084. 2006.<br />

102. Virreira M, Truyens C, Alonso Vega C et al. Comparison<br />

of Trypanosoma cruzi lineages and levels of parasitic<br />

DNA in infected mothers and their newborns. Am<br />

J Trop Med Hyg;77:102-106. 2007.<br />

103. Willems F, Vollstedt S, Suter M. Phenotype and function<br />

of neonatal DC. Eur J Immunol;39:26-35. 2009.<br />

104. Yavuz E, Aydin F, Seyhan A et al. Granulomatous<br />

villitis formed by inflammatory cells with maternal origin:<br />

A rare manifestation type of placental toxoplasmosis.<br />

Placenta;27:780-782. 2006.<br />

105. Zarou D, Lichtman H, Hellman L. The transmission<br />

of chromium-51 tagged maternal erythrocytes from<br />

mother to fetus. Am J Obstet Gynecol;88:565-571. 1964.


Capítulo<br />

90<br />

Zoonosis parasitarias<br />

transmitidas por perros<br />

o gatos al humano<br />

Héctor Alcaíno • Texia Gorman<br />

Los animales de compañía otorgan a los humanos innumerables<br />

valores que contribuyen a enriquecer su vida. Se reconoce,<br />

por ejemplo, que el contacto con animales ayuda a prevenir<br />

trastornos emocionales propios de la ancianidad; y en el caso de<br />

pacientes que sufren de autismo o problemas similares, las mascotas<br />

contribuyen a proporcionar un mecanismo de comunicación.<br />

Aún más, sin pensar en enfermedades, las mascotas proporcionan<br />

felicidad a quienes tienen la facultad para reconocer<br />

en ellos la capacidad para brindar un amor infinito y desinteresado.<br />

Tanto las personas como los animales pueden considerarse<br />

verdaderos depósitos en cuyos órganos, cavidades, tejidos, líquidos<br />

orgánicos, etc., habitan otros seres, entre los que se incluyen<br />

virus, rickettsias, bacterias, hongos, protozoos, helmintos<br />

y artrópodos. Algunos de estos microorganismos infectan<br />

sólo al humano y otros a una o varias especies animales. Sin<br />

embargo, existe más de un centenar de infecciones que se presentan<br />

tanto en personas como en los animales vertebrados<br />

(zoonosis) y, a su vez, son numerosas las infecciones parasitarias<br />

que se transmiten en forma natural y en ambos sentidos entre<br />

perros, gatos y gente (cuadro 90-1). 19<br />

En esta asociación humano-mascota se debe considerar la<br />

existencia de las zoonosis que pueden ser controladas, en especial<br />

si existe un buen conocimiento y manejo de ellas. A continuación<br />

se revisan brevemente algunas de estas zoonosis parasitarias,<br />

sin entrar en detalle en aquellas que se tratan de manera<br />

extensa en otros capítulos de este libro. Esta revisión se realiza<br />

de acuerdo con el grupo taxonómico que las origina, es decir,<br />

las causadas por protozoos, cestodos, nematodos y artrópodos.<br />

Zoonosis parasitarias<br />

causadas por protozoos<br />

En las especies menores se presentan algunas infecciones protozoarias<br />

que pueden ser compartidas también por el humano, o<br />

bien infecciones parasitarias donde las especies menores desempeñan<br />

una función importante como reservorios. Entre las<br />

zoonosis protozoarias más conocidas, sin duda la toxoplasmosis<br />

tiene un destacado lugar, le siguen giardiasis, criptosporidiasis e<br />

infecciones por Trypanosoma cruzi, Leishmania spp., Balantidium<br />

coli, Entamoeba, Sarcocystis, etcétera.<br />

Toxoplasmosis<br />

La toxoplasmosis es causada por Toxoplasma gondii, esporozoo<br />

cosmopolita el cual se encuentra en numerosas especies de mamíferos<br />

(roedores, lagomorfos, insectívoros, carnívoros, marsupiales,<br />

primates, incluyendo al hombre) y aves como gallinas,<br />

palomas y canarios.<br />

En su ciclo presenta una fase sexuada que conduce a la<br />

formación de ooquistes y se produce en el intestino de los gatos<br />

(ciclo entérico), y una fase asexuada que se caracteriza por la<br />

formación de quistes en diversos órganos, sobre todo cerebro y<br />

músculos, y ocurre en los hospederos intermediarios, incluyendo<br />

una gran variedad de mamíferos y aves (ciclo extraentérico).<br />

Ciclo entérico<br />

Cuando el gato ingiere ooquistes o presas infectadas, el protozoo<br />

penetra células del epitelio intestinal, donde se multiplica<br />

asexuadamente para luego culminar con una multiplicación<br />

sexuada o gametogonia con la formación de macrogametocitos<br />

y microgametocitos. La fusión de éstos origina los ooquistes,<br />

que son eliminados al ambiente junto con los excrementos<br />

del felino, ocurriendo más tarde la esporulación. Esta fase dura<br />

2 a 4 días, dependiendo de la temperatura, humedad, tipo de<br />

suelo, etc. Los gatos excretan ooquistes durante un periodo<br />

de 1 a 3 semanas. Los ooquistes esporulados son infectantes<br />

tanto para el propio gato que los elimina como para todos los<br />

vertebrados homeotermos, incluyendo al hombre. 4,9,14<br />

Ciclo extraentérico<br />

Ocurre cuando los hospederos intermediarios, y también los<br />

félidos, consumen ooquistes o tejidos infectados con T. gondii,<br />

ellos penetran de manera activa células tanto intestinales como<br />

717


718 PARTE VI Parasitología aplicada<br />

de nódulos linfáticos adyacentes, multiplicándose de forma<br />

asexuada por endodiogenia y fisión binaria, dando origen a los<br />

taquizoítos (formas de multiplicación rápida) que se distribuyen<br />

por todo el organismo por vía sanguínea y linfática. Más<br />

tarde hay una destrucción de la célula hospedero con liberación<br />

de los taquizoítos que invadirán otras células.<br />

Si los mecanismos de defensa inmunológicos son capaces<br />

de destruir los parásitos extracelulares, se frena la multiplicación<br />

intracelular y los toxoplasmas desaparecen de la sangre y<br />

órganos viscerales, quedando presentes sólo algunos al interior<br />

de las células, los cuales evolucionan lentamente a quistes que<br />

contienen en su interior bradizoítos (formas de multiplicación<br />

lenta). Los quistes comienzan a aparecer en los tejidos en 1 a 2<br />

semanas a medida que el proceso inmune se manifiesta, y en el<br />

caso de los felinos su formación puede coexistir con el ciclo<br />

enteroepitelial.<br />

Los mecanismos de transmisión a los humanos son fundamentalmente<br />

tres: fecalismo, carnivorismo y transmisión congénita.<br />

En el primer caso, se ingieren ooquistes a través de alimentos<br />

contaminados (verduras mal lavadas) o por el contacto<br />

con tierra contaminada con excrementos de gatos. Este mecanismo<br />

es común en países en vías de desarrollo, sobre todo en<br />

niños. El carnivorismo se produce al consumir carne cruda o<br />

mal cocida que contiene quistes toxoplásmicos en su interior;<br />

se trata de la forma de infección más común para la población<br />

adulta y de países desarrollados. Se ha demostrado que las especies<br />

ovina y porcina son responsables de la mayor cantidad de<br />

infecciones por esta vía, ya que sus quistes son numerosos y<br />

viables, no así a través del consumo de carne de bovinos y equinos,<br />

los cuales tienen menor importancia epidemiológica, debido<br />

a su baja infección y a que los quistes no persisten por mucho<br />

tiempo en los tejidos de estas especies. La transmisión<br />

congénita es una forma muy importante en la especie humana,<br />

pero también se observa en especies animales (ovinos, cerdos,<br />

perros, ratas, ratones, hámsteres, cobayos y rara vez en gatos).<br />

Ocurre cuando un hospedero no infectado antes se infecta durante<br />

la gestación, causando muerte embrionaria temprana con<br />

reabsorción, muerte fetal, aborto o muerte perinatal. Los cuadros<br />

clínicos de toxoplasmosis congénita han sido poco descritos<br />

en los animales, y se refieren sobre todo a ovinos de Australia,<br />

Nueva Zelanda, Inglaterra e Irlanda, donde el problema<br />

ocasiona un fuerte impacto económico. 11 Otras vías potenciales<br />

de transmisión pueden ser a través de transfusiones sanguíneas,<br />

trasplante de órganos, accidentes de laboratorio, etc. 11<br />

En la mayoría de los casos, los gatos adquieren la toxoplasmosis<br />

a través del carnivorismo, lo que sucede en los tres primeros<br />

meses de vida. Esta primoinfección origina una enorme<br />

cantidad de ooquistes (más de 100 000 por gramo de excrementos)<br />

con un máximo entre el quinto y octavo días. La excreción<br />

de ooquistes disminuye junto con la aparición de anticuerpos,<br />

los cuales comienzan a detectarse entre los 9 y 12 días,<br />

alcanzando niveles óptimos al día 25.<br />

Los gatos que sobreviven a la infección quedan como portadores<br />

y pueden tener periodos cortos de eliminación de ooquistes,<br />

coincidiendo con nuevas infecciones o con reactivación<br />

de una toxoplasmosis latente. Se ha demostrado que una superinfección<br />

posterior con una coccidia intestinal, Isospora felis, genera<br />

una reactivación de la excreción de ooquistes de toxoplasma;<br />

sin embargo, esto no es tan importante, puesto que en la<br />

Naturaleza los gatos se infectan en etapas tempranas con I. felis,<br />

manteniendo cierta inmunidad por reinfecciones bajas y repetidas.<br />

La administración de corticosteroides en forma prolongada<br />

también puede determinar la reexcreción de ooquistes.<br />

Desde el punto de vista epidemiológico, el gato peligroso<br />

para la infección humana es el menor de 3 a 4 meses de edad,<br />

aquel que aún no ha sido expuesto a la infección, ya que los<br />

mayores ya se han infectado y, por tanto, ya se ha producido esa<br />

elevada excreción de ooquistes propia de las primoinfecciones.<br />

La toxoplasmosis clínica del gato parece ser muy poco frecuente.<br />

La mayoría de los casos han sido descritos después de la<br />

muerte del animal. El ciclo entérico del toxoplasma pocas veces<br />

puede ocasionar signos clínicos; cuando éstos se observan, más<br />

bien se deben a la proliferación y diseminación de los toxoplasmas<br />

en tejidos, presentándose anorexia, decaimiento, disnea,<br />

tos, neumonía, ictericia, vómito, fiebre y encefalitis ocasional;<br />

estas manifestaciones pueden persistir por pocos días o bien<br />

prolongarse por meses. Aunque no es común, se ha descrito un<br />

cuadro de toxoplasmosis ocular que ocasiona uveítis tanto en la<br />

cámara anterior como posterior del ojo y retinocoroiditis. 9,14<br />

También en perros es poco frecuente la toxoplasmosis clínica.<br />

Los que tienen mayor probabilidad de afectarse son los<br />

menores de seis meses de edad, ya que en los adultos la infección<br />

es asintomática. Entre los factores asociados a la mayor o<br />

menor gravedad del cuadro, se mencionan la edad y la presencia<br />

de infecciones concomitantes o simultáneas. Las infecciones<br />

virales como Distemper pueden disminuir la resistencia del<br />

animal, determinando la reactivación de toxoplasmas en estado<br />

latente que están presentes en los tejidos. Así, en Inglaterra y<br />

Austria se observó que 99% de los casos clínicos de toxoplasmosis<br />

se presentan junto con Distemper. Los signos clínicos en<br />

el perro pueden ser neuromusculares, respiratorios y gastrointestinales.<br />

8,14<br />

El diagnóstico clínico no es fácil debido a la inespecificidad<br />

de los signos y a que pueden coexistir otras enfermedades.<br />

Los métodos directos de diagnóstico son menos empleados, e<br />

incluyen la demostración del parásito en tejidos o líquidos orgánicos<br />

que luego se someten a tinción, inoculación de animales<br />

de laboratorio o cultivos. Los métodos indirectos son los<br />

más empleados, y se basan en la detección de anticuerpos o de<br />

antígenos, demostrables por medio de técnicas inmunohistoquímicas,<br />

las más empleadas son la inmunofluorescencia indirecta<br />

y la prueba de ELISA. La significancia de los títulos de<br />

anticuerpos en las diferentes especies es un tema controvertido,<br />

puesto que existe una gran variación de ellos, lo que no permite<br />

establecer con absoluta seguridad si una infección toxoplásmica<br />

está en fase activa o aguda o en fase estable o crónica. Es<br />

por ello que se recomienda que para establecer un diagnóstico<br />

certero de enfermedad, se debe evidenciar un alza de título al<br />

doble o de cuatro veces en muestras de sangre seriadas con 1 a<br />

2 semanas de intervalo.


CAPÍTULO 90 Zoonosis parasitarias transmitidas por perros o gatos al humano 719<br />

En el gato, el diagnóstico reviste ciertas connotaciones que<br />

deben ser consideradas: en esta especie se emplean (sobre todo<br />

en estudios epidemiológicos) las pruebas serológicas que detectan<br />

anticuerpos y los exámenes coprológicos que permiten visualizar<br />

al microscopio los ooquistes de T. gondii. No obstante,<br />

cuando se pretende descartar al gato como fuente de infección<br />

en un hogar, o cuando se sospeche de un caso clínico humano,<br />

es recomendable considerar las otras fuentes de infección<br />

humana (vía congénita y carnivorismo) que pueden haber<br />

estado involucradas. La interpretación de los métodos diagnósticos<br />

debe hacerse con cautela, y recordar las siguientes consideraciones:<br />

a) Los anticuerpos aparecen semanas después de que se han<br />

excretado los ooquistes, es decir, cuando el mayor peligro<br />

de contaminación ya ha pasado.<br />

b) Es posible que un gato presente un título alto de anticuerpos,<br />

lo que puede indicar la existencia de una infección<br />

crónica anterior.<br />

c) Una abundante eliminación de ooquistes sólo se produce<br />

en la primoinfección (antes de los tres meses de vida del<br />

gato) y su patencia es breve, de 3 a 19 días. En las siguientes<br />

infecciones hay una escasa o nula excreción de ooquistes,<br />

debe hacerse una identificación de los ooquistes eliminados<br />

mediante un laboratorio especializado, pues debe<br />

establecerse el diagnóstico diferencial con otras coccidias<br />

del gato (Isospora spp.).<br />

El control de la toxoplasmosis se basa en el conocimiento<br />

de las tres vías de transmisión más frecuentes; es decir, se debe<br />

consumir la carne bien cocida o después de haberse congelado<br />

a 20°C (este proceso destruye los quistes tisulares); las verduras<br />

que se consumen crudas deben lavarse con agua abundante<br />

para evitar la contaminación con ooquistes. En la mujer embarazada<br />

y en hospederos inmunológicamente deprimidos, se recomienda<br />

un cuidado especial con la manipulación y consumo<br />

de carne semicruda o cruda, así como evitar el contacto con<br />

excrementos de gatos o con gatos jóvenes. Respecto a los gatos,<br />

es necesario alimentarlos con carne o vísceras cocidas y recolectar<br />

y eliminar (enterrando profundamente) diario sus excrementos.<br />

Giardiasis<br />

La giardiasis es causada por un flagelado extracelular, Giardia<br />

spp., clase Flagellata o Mastigophora, de cuerpo piriforme y simetría<br />

bilateral. Se han descrito alrededor de 40 especies en<br />

una gran variedad de hospederos mamíferos, aves y reptiles.<br />

Tradicionalmente se ha postulado que Giardia posee una gran<br />

especificidad de hospedero y es así que se han denominado especies<br />

según el hospedero en que se han encontrado (G. canis,<br />

cati, bovis, muris, etc.) muchas quizá no válidas. Éste es un tema<br />

de controversia que requiere mayor estudio, sobre todo en lo<br />

que se refiere a la transmisión cruzada de la infección entre las<br />

especies, ya que la importancia epidemiológica de este protozoo<br />

puede ser mayor al plantearse el peligro de la transmisión al<br />

hombre. Se ha sugerido que sólo existen dos especies de acuerdo<br />

con diferencias de tamaño y morfológicas: G. muris (ratón,<br />

rata, hámster) y G. duodenalis (conejo, chinchilla, hombre, tal<br />

vez ganado vacuno, perro, gato, etc.). Además de estudios morfológicos<br />

se requieren estudios bioquímicos, como es el análisis<br />

de diferencias en el patrón de zimodemas de los aislados para<br />

esclarecer si se trata de especies distintas.<br />

La ubicación de Giardia spp. es el intestino delgado, puede<br />

encontrarse en sus diferentes porciones, de acuerdo con variaciones<br />

dependientes del hospedero y de la dieta. Se ha aislado<br />

el microorganismo en perros desde el duodeno hasta el<br />

íleon. En el caso de los gatos, los trofozoítos se encuentran tanto<br />

en el intestino delgado, como en el colon. Una dieta alta en<br />

carbohidratos puede favorecer la colonización de las partes anteriores<br />

del intestino delgado. Los trofozoítos se multiplican<br />

por fisión binaria y por un mecanismo desconocido se enquistan<br />

y se eliminan por los excrementos durante 1 a 2 semanas<br />

después de la infección. Los quistes en cambio, son relativamente<br />

resistentes y pueden sobrevivir por meses siempre que<br />

exista suficiente humedad. 5,16,22,26,27<br />

Las infecciones por lo general son asintomáticas. De haber<br />

síntomas, la diarrea es la más frecuente, pues se presenta en<br />

forma aguda y por un corto periodo, en forma intermitente o<br />

crónica. Los excrementos se observan pálidos, malolientes, con<br />

moco y grasa en gran cantidad (esteatorrea). El apetito disminuye<br />

y, por tanto, hay pérdida de peso y depresión. Se ha demostrado<br />

que en las infecciones intensas, la interferencia en la<br />

absorción de grasas puede dar lugar a una deficiencia de vitaminas<br />

liposolubles, lo cual se refleja en una piel seca y deterioro<br />

del pelaje del animal. Su acción se refiere a la alta cantidad de<br />

protozoos que interfiere en la absorción y a la acción inflamatoria<br />

directa de la mucosa. Se discute si la digestión anómala o<br />

la mala absorción se deba a un simple bloqueo mecánico o si<br />

operan otros mecanismos bioquímicos o inmunológicos. No<br />

obstante, se pueden encontrar quistes de Giardia spp. en perros<br />

y gatos sanos, y esto no es sinónimo de enfermedad. Sin embargo,<br />

en algunos individuos Giardia spp. puede ser patógeno,<br />

variando la respuesta clínica según la virulencia de la cepa actuante<br />

y factores propios del hospedero (edad, respuesta inmunitaria,<br />

etc.). 26<br />

El diagnóstico se realiza mediante la observación de los<br />

trofozoítos o quistes en frotis teñidos. El método de elección<br />

para concentrar los quistes es la flotación con sulfato de zinc, ya<br />

que esta solución es la más adecuada porque no produce distorsión<br />

de los quistes y es un método también útil para diagnosticar<br />

huevecillos de helmintos. La aspiración y endoscopia duodenal<br />

son invasivos y no se justifican en perros. Se describe la<br />

implementación de una prueba de ELISA para detectar antígenos<br />

de Giardia spp. en heces humanas, de gran sensibilidad y<br />

especificidad, no obstante su aplicación en perros ha demostrado<br />

resultados inferiores que los obtenidos con la flotación en<br />

sulfato de zinc.<br />

Las infecciones humanas por lo general se atribuyen a la<br />

contaminación del agua, ya que los filtros y los lechos de sedimentación<br />

de las plantas de tratamiento de aguas no siempre


720 PARTE VI Parasitología aplicada<br />

eliminan a Giardia spp. y los quistes son capaces de soportar<br />

concentraciones de cloro muy superiores a las aceptables en el<br />

agua de bebida. Las epidemias en guarderías infantiles pueden<br />

ser producto de un contacto directo interpersonal. En el caso<br />

de los perros y gatos, es probable que la infección se origine por<br />

el contacto directo oral-fecal, pero también puede operar el<br />

mecanismo atribuido a contaminación del agua de bebida,<br />

como sucede en las infecciones humanas. Es así que se han<br />

descrito algunos brotes epidémicos originados por el consumo<br />

de agua, tanto no tratada como clorada, contaminada con<br />

Giardia spp. de origen humano o animal (perros, gatos, bovinos,<br />

ovinos, caprinos, etc.). Se ha demostrado origen animal<br />

sólo en algunos brotes por consumo de agua donde la población<br />

de castores locales estaba infectada con Giardia spp. Sin<br />

embargo, aún se especula si la giardiasis es o no una zoonosis,<br />

ya que los estudios epidemiológicos tienen aún limitaciones<br />

para discernir si la fuente de infección es de origen animal o<br />

humano. Un enfoque conservador aconseja actuar frente a esta<br />

infección como si se tratara de una zoonosis; mientras no se<br />

dilucide esta controversia, se recomienda disminuir este riesgo<br />

mediante el tratamiento de los animales de compañía que demuestren<br />

la infección.<br />

Entre los protozoos de la familia Trypanosomatidae, superclase<br />

Mastigophora, los cuales se caracterizan por su forma de<br />

hoja y un único flagelo unido al cuerpo por una membrana<br />

ondulante, se incluyen numerosos géneros, Trypanosoma y Leishmania<br />

son los de mayor importancia humana y veterinaria.<br />

Enfermedad de Chagas<br />

o tripanosomiasis americana<br />

Es causada por el protozoo flagelado T. cruzi, el cual puede infectar<br />

a diversas especies, incluyendo al humano, perros y un<br />

amplio rango de mamíferos domésticos y silvestres del continente<br />

americano. Como su nombre lo indica, su distribución<br />

se extiende desde EUA hasta la zona centro sur de Chile y Argentina.<br />

Esta infección zoonótica es vectada por insectos hemípteros<br />

de la subfamilia Triatominae, se han descrito muchas<br />

especies y subespecies, las más importantes son Triatoma infestans<br />

(Argentina, Bolivia, Brasil, Chile y Perú), Panstrongylus<br />

megistus (Brasil), T. dimidiata (América Central) y Rhodnius prolixus<br />

(Colombia y Venezuela).<br />

El hemíptero vector (vinchuca, barbeiro, chinche aludo,<br />

etc.) transmite T. cruzi a través de sus deyecciones, donde se<br />

encuentran las formas infectantes del protozoo, que penetran<br />

de manera activa por las mucosas o por la herida que causa la<br />

picadura u otras abrasiones de la piel o mucosas, e invaden células<br />

del sistema reticuloendotelial de diversos órganos y de<br />

músculos miocárdico y esquelético. Luego se transforman en<br />

formas amastigotas que se multiplican por fisión binaria dentro<br />

de las células hasta producir su rotura y provocar la liberación<br />

de numerosos tripomastigotes al torrente circulatorio. Cuando<br />

un vector succiona sangre de un hospedero infectado, ingiere<br />

tripomastigotes, los que luego de modificaciones y sucesivos<br />

procesos de multiplicación, se transforman en elementos infectantes<br />

ubicados en el intestino posterior de ellos. Otros mecanismos<br />

de infección lo constituyen la transmisión congénita,<br />

transfusiones sanguíneas, trasplante de órganos, accidentes de<br />

laboratorio, etc. En los animales se describe también la transmisión<br />

a través del lamido de las heces de vinchucas o la ingestión<br />

de éstas.<br />

Además de existir un ciclo doméstico de T. cruzi, coexiste<br />

un ciclo selvático en el que se involucran armadillos, zarigüeyas<br />

y otros mamíferos. En el hombre, perro y gato, existe otra especie<br />

de tripanosoma, no patógeno, T. rangeli, transmitido a través<br />

de otros triatomíneos, principalmente, Rhodnius, con el<br />

cual debe hacerse el diagnóstico diferencial.<br />

Se han realizado pocos estudios sobre la sintomatología en<br />

animales, describiéndose en perros un cuadro similar al del humano<br />

con una forma aguda (fiebre, desórdenes cardiacos, debilidad,<br />

anemia, esplenomegalia, así como convulsiones y parálisis<br />

posterior en gatos) y una crónica. Como consecuencia de la<br />

insuficiencia cardiaca se presenta ascitis y hepatomegalia en<br />

perros. Si éstos sobreviven la fase aguda de la enfermedad, pueden<br />

desarrollar miocarditis crónica acompañada de dilatación<br />

cardiaca. Aparte del daño producido por la rápida multiplicación<br />

del parásito, y la consiguiente destrucción de células, se<br />

describe que un proceso de autoinmunidad juega un rol importante<br />

en la destrucción del tejido cardiaco en la enfermedad de<br />

Chagas, pues se ha comprobado la presencia de anticuerpos<br />

dirigidos contra este tejido durante la infección.<br />

Diagnóstico<br />

El examen microscópico directo de sangre permite la detección<br />

del parásito en la sangre; este estudio es útil cuando la parasitemia<br />

se mantiene. También existe el xenodiagnóstico para el<br />

cual es necesario contar con triatomíneos criados en un laboratorio,<br />

libres de infección, los cuales se contactan con el hospedero<br />

sospechoso para que succionen sangre y después de un<br />

periodo (30-60 días) se examinan al microscopio las heces de<br />

estas vinchucas (chinche besucona). También se pueden emplear<br />

métodos indirectos, como la detección de anticuerpos<br />

mediante pruebas de hemaglutinación indirecta, inmunofluorescencia<br />

indirecta y ELISA. Estas dos últimas son las más eficientes<br />

aun cuando requieren un conjugado anti-IgG de la especie<br />

animal estudiada.<br />

En relación con T. rangeli, se diferencia morfológicamente<br />

de T. cruzi porque sus tripomastigotes son más largos (27-32 m<br />

en lugar de 16 a 22 m), presentan una membrana ondulante<br />

más ancha y el cinetoplasto es más pequeño.<br />

Leishmaniasis<br />

Enfermedad zoonótica causada por flagelados del género Leishmania<br />

y se presenta en diversos países de América (excepto<br />

Chile), África, Oriente, países mediterráneos, etc. Los tripomastigotes<br />

de este género se presentan bajo dos formas: redondos<br />

de 2.5 a 5 mm en los tejidos de hospederos vertebrados (en<br />

especial macrófagos) y promastigotes en los vectores. Se han


CAPÍTULO 90 Zoonosis parasitarias transmitidas por perros o gatos al humano 721<br />

descrito numerosas especies y subespecies en diversos hospederos,<br />

incluyendo al humano, perros, roedores, lagartijas, entre<br />

otros, y su taxonomía aún está en discusión. Las diversas presentaciones<br />

clínicas de la enfermedad se conocen como leishmaniasis<br />

cutánea, leishmaniasis visceral, kala-azar, fiebre dumdum,<br />

espundia, uta, etcétera.<br />

Su transmisión es a través de un insecto díptero (subfamilia<br />

Phlebotominae, “sand flies”) del género Phlebotomus en países<br />

asiáticos y africanos, y Lutzomya en países del Nuevo Mundo.<br />

La mosca regurgita formas infectantes cuando pica al hospedero<br />

para alimentarse de sangre, que invaden el sistema reticuloendotelial<br />

multiplicándose bajo la forma de amastigote, provocando<br />

diversas alteraciones en órganos y piel con compromiso de la<br />

respuesta inmunitaria de los afectados. El perro constituye un<br />

importante reservorio para la infección humana, y la especie<br />

que los afectaría es Leishmania donovani. La transmisión también<br />

puede ocurrir a través de transfusiones sanguíneas y hay<br />

evidencia de que el contacto directo con la lesión de un perro<br />

permite transmitir la infección a una persona. 23<br />

La enfermedad presenta un periodo de incubación muy<br />

largo (3 semanas a 18 meses), y en los perros se caracteriza por<br />

caquexia, fiebre, linfoadenopatía, esplenomegalia, anemia, hipoalbuminemia,<br />

trombocitopenia, hiperglobulinemia, azoemia<br />

y proteinuria. En perros no se presenta la clara división de<br />

los cuadros clínicos de leishmaniasis cutánea y visceral. Si bien<br />

en la especie humana son más raras las alteraciones oculares,<br />

éstas son relativamente comunes en perros, ocasionan conjuntivitis,<br />

queratitis, uveítis anterior, blefaritis, retinitis. También<br />

se pueden presentar alteraciones cutáneas y caída de pelo.<br />

El diagnóstico directo se basa en el hallazgo de los amastigotes<br />

en macrófagos de las lesiones cutáneas o aspirados de los<br />

ganglios linfáticos u otros tejidos. Se ha demostrado que la administración<br />

de corticosteroides determina un aumento de los<br />

parásitos, lo que favorece su diagnóstico. Este hecho explica<br />

por qué la enfermedad puede permanecer oculta por meses,<br />

basta un proceso que cause inmunosupresión para que se determine<br />

la multiplicación y diseminación del protozoo en los diversos<br />

tejidos.<br />

El tratamiento en los perros es similar al del humano<br />

(compuestos de antimoniales pentavalentes y en ocasiones pentamidina,<br />

anfotericina B, ketoconazol durante periodos prolongados).<br />

Debido a su dificultad y costo, así como el riesgo de<br />

infección para los dueños, se justifica recomendar la eutanasia<br />

del perro afectado.<br />

El control de esta zoonosis se basa en el control de las moscas<br />

Phlebotomus o Lutzomya involucradas en su biología, lo cual<br />

es difícil. El contacto con lesiones de perros infectados debe<br />

evitarse por la posibilidad de transmisión.<br />

Otras infecciones protozoarias<br />

Existen otras infecciones protozoarias tratadas en otros capítulos<br />

que son de menor trascendencia en las especies menores,<br />

pero también son compartidas en la Naturaleza con el hombre,<br />

y el rol de las mascotas es el de ser reservorios que contribuyen<br />

a mantener y diseminar las formas infectantes en el ambiente.<br />

En el caso de la balantidiasis, se ha comprobado que los cerdos<br />

desempeñan una función importante en la diseminación de<br />

los quistes de Balantidium coli. La importancia del perro en la<br />

epidemiología de Cryptosporidium parvum es mínima, dado<br />

que en especies menores su frecuencia suele ser baja o nula y su<br />

importancia clínica no es tan clara. 12,13,18,21 Respecto a la sarcosporidiasis,<br />

los perros y gatos tienen la misma función epidemiológica<br />

que las personas, al ser hospederos definitivos carnívoros<br />

de diversas especies del género Sarcocystis y, por tanto,<br />

estas especies animales no ofrecen un riesgo para la salud humana.<br />

Zoonosis parasitarias<br />

causadas por cestodos<br />

Hidatidosis<br />

Dado que este tema se trata en otros capítulos, se hará sólo una<br />

breve mención de algunos aspectos de interés. El agente causal<br />

corresponde a cestodos del género Echinococcus. E. granulosus es<br />

la especie de mayor distribución mundial, principalmente presente<br />

donde existen zonas agrícolas y ganaderas de importancia.<br />

Se presenta desde el Ártico por el norte hasta Tierra del<br />

Fuego por el sur, se encuentra sobre todo en el litoral Mediterráneo,<br />

Oceanía, Ártico y América Latina. Otras especies como<br />

E. multilocularis y E. oligarthus tienen una distribución mucho<br />

más restringida, en países del hemisferio norte y en localidades<br />

de Centroamérica y Sudamérica, respectivamente.<br />

El ciclo doméstico de E. granulosus involucra al perro<br />

como hospedero definitivo, y ovinos, bovinos, cerdos, equinos,<br />

caprinos, camélidos y otros herbívoros silvestres, como los intermediarios,<br />

donde se ubica el estado larvario o hidátide en<br />

diversos órganos, como hígado y pulmón. En forma accidental,<br />

el humano se introduce en el ciclo de transmisión ocasionando<br />

un importante cuadro clínico de pronóstico grave; esto ocurre<br />

cuando la persona ingiere los huevos del cestodo, ya sea por el<br />

consumo de verduras contaminadas con las heces de perros infectados<br />

o bien por el contacto directo con el animal, por lo<br />

general cuando es objeto de caricias por parte de niños. Esta<br />

última modalidad de infección tiene mayor probabilidad de<br />

ocurrir en ambientes rurales donde los perros llegan a ser alimentados<br />

con vísceras de animales que contengan quistes hidatídicos.<br />

Dada la gravedad que encierra esta zoonosis, además de las<br />

grandes pérdidas económicas generadas por los gastos implicados<br />

en proteger y restaurar la salud de los pacientes enfermos,<br />

así como por los decomisos de órganos en los mataderos y menor<br />

productividad en los animales afectados, en muchos lugares<br />

del mundo se llevan a cabo programas de control (Nueva<br />

Zelanda, Tasmania, Chipre, Uruguay, Chile, Argentina, Perú,<br />

islas Malvinas, etc.). Dichos programas se elaboran con base en<br />

los antecedentes epidemiológicos que operan en cada lugar, se


722 PARTE VI Parasitología aplicada<br />

contemplan medidas de educación sanitaria, legislación apropiada,<br />

adecuados sistemas de revisión sanitaria en mataderos y<br />

de destrucción de vísceras infectadas, así como tratamientos<br />

periódicos de perros debidamente identificados con praziquantel,<br />

fármaco 100% eficaz contra E. granulosus.<br />

Cenurosis<br />

Son zoonosis producidas por los estados larvarios de cestodos<br />

de los perros. Las principales son Taenia multiceps y Taenia serialis,<br />

cuyos huevos o embrióforos son ingeridos por hospederos<br />

intermediarios, dando lugar a la formación de estados larvales<br />

en forma de vesículas llenas de líquido con múltiples<br />

escólices invaginados llamados Coenurus o Multiceps. Estas vesículas<br />

pueden llegar a medir más de 12 cm de diámetro.<br />

El estado larvario de T. multiceps es Coenurus cerebralis, el<br />

cual se ubica en el encéfalo y médula espinal, principalmente<br />

de ovejas, produciéndoles un cuadro neurológico que en los<br />

campos se conoce con el nombre de “torneo”, ya que los animales<br />

además de presentar vértigos, giran sobre sí mismos. En el<br />

caso de T. serialis, su estado larvario, Coenurus serialis, se localiza<br />

en el tejido subcutáneo e intermuscular de lagomorfos.<br />

Para el humano la forma cerebral es la más grave, se manifiesta<br />

con signos de hipertensión intracraneal difícil de distinguir<br />

de una hidatidosis o neurocisticercosis cerebral; por fortuna,<br />

se han descrito pocos casos en el mundo.<br />

La cenurosis subcutánea producida por C. serialis es más<br />

benigna y escasa, ocasiona quistes de diversos tamaños. Además,<br />

en África se han descrito más de 25 casos humanos por Coenurus<br />

brauni, estado larvario de otro cestodo del perro que produce<br />

quistes subcutáneos parecidos a lipomas o quistes sebáceos.<br />

Otras cestodiasis<br />

Uno de los cestodos más frecuentes de los perros y gatos es el<br />

Dipylidium caninum, parásito cestodo del intestino delgado de<br />

estos animales y que tienen como hospedero intermediario<br />

principalmente a las pulgas. En el humano se han descrito varios<br />

casos de infección, la mayoría en lactantes y niños de poca<br />

edad. Los niños se infectan al consumir de manera voluntaria o<br />

accidental pulgas infectadas con cisticercoides de D. caninum.<br />

Las infecciones producen molestias digestivas como diarrea,<br />

cólicos, irritabilidad, apetito caprichoso y abdomen globuloso.<br />

La eliminación de proglótides maduras de gran movilidad en<br />

los excrementos son los signos más llamativos.<br />

Spirometra erinacei en Australia y Spirometra mansonoides<br />

en Norteamérica, son Pseudophylideos, parásitos de perros y gatos<br />

con ciclo similar al de Diphyllobothrium. Se diferencian<br />

en que los plerocercoides se les llama esparganos, que parasitan<br />

una amplia variedad de mamíferos, reptiles y anfibios, y al<br />

ser consumidos por perros y gatos maduran en sus yeyunos.<br />

Sin embargo, si son ingeridos por el humano, los esparganos<br />

migran al tejido subcutáneo y musculatura provocando inflamación,<br />

urticaria, edema y eosinofilia. También las personas<br />

pueden infectarse al consumir por accidente, los primeros hospederos<br />

intermediarios, igual que Diphyllobothrium, son pequeños<br />

crustáceos.<br />

Otros cestodos del intestino delgado de perros y gatos que<br />

pueden parasitar a las personas son Mesocestoides lineatus y M.<br />

variabilis. El primer hospedero intermediario no se conoce; sin<br />

embargo, quizá sea un artrópodo coprófago. Los segundos hospederos<br />

intermediarios son anfibios, reptiles, roedores, aves, a<br />

veces perros y gatos, los cuales albergan en sus serosas plerocercoides<br />

llamados tetratiridium, que tienen la particularidad de<br />

multiplicarse asexualmente. Si perros y gatos, y en ocasiones las<br />

personas, ingieren tetratiridium, se puede desarrollar el cestodo<br />

en su intestino hasta alcanzar el tamaño de unos 40 cm de largo.<br />

En los casos humanos descritos provoca trastornos digestivos<br />

como dolores abdominales, diarrea y eliminación de proglótides<br />

en los excrementos.<br />

Zoonosis parasitarias causadas<br />

por nematodos<br />

Antes de empezar este tema conviene mencionar que con frecuencia<br />

se tiende a pensar que los perros o gatos de la casa<br />

transmiten la infección por Enterobius vermicularis (pidulle) y la<br />

de Ascaris lumbricoides a la gente, sin embargo, frente a esta<br />

posibilidad es necesario reinvindicar a estas especies animales,<br />

ya que ellas no son hospederos de estos parásitos, y aún más, ni<br />

siquiera tienen pidulles propios de la especie.<br />

Síndrome larva migrante<br />

Este cuadro es causado por la migración o presencia de larvas<br />

de nematodos de los animales, sobre todo del perro o gato, en<br />

los tejidos del hombre (vísceras, ojos o piel). Estas larvas invasivas<br />

son poco adaptadas a la especie humana y, por tanto, permanecen<br />

inmaduras y sin completar su evolución. Según la<br />

localización de las larvas se describen síndromes de larva migrante<br />

cutáneo (LMC), visceral (LMV) u ocular (LMO).<br />

Las larvas más comprometidas en producir LMC son las<br />

de anquilostomídeos de perros y gatos, las que por su ciclo biológico<br />

pueden penetrar la piel del humano. Las larvas de estos<br />

parásitos producen en la piel del hombre lesiones papulares,<br />

rojizas, serpenteantes, dolorosas y muy pruriginosas. La lesión<br />

se denomina erupción reptante (creeping eruption). El principal<br />

productor de LMC son las larvas de Ancylostoma braziliensis,<br />

luego las de A. caninum y muy rara vez las de Uncinaria stenocephala.<br />

En Chile nunca se ha encontrado en los perros la primera<br />

especie, la especie más frecuente es Uncinaria stenocephala,<br />

motivo por el cual LMC es poco común en ese país.<br />

La mayor causa de LMV y LMO es el verme más corriente<br />

de los perros, Toxocara canis; sin embargo, el cuadro clínico<br />

también puede ser ocasionado por otros ascarídeos como Toxocara<br />

cati y Toxascaris leonina.<br />

En el caso de T. canis, la infección del hombre se produce<br />

por la ingesta de los huevos infectantes del parásito. Los huevos<br />

logran su estado infectante en el ambiente 14 días después de


CAPÍTULO 90 Zoonosis parasitarias transmitidas por perros o gatos al humano 723<br />

ser excretados por los perros. Este parásito es muy corriente en<br />

los perros, ya que casi la totalidad de los cachorros nacen infectados,<br />

puesto que el principal mecanismo de transmisión de<br />

madre a cachorro es in utero. Las hembras pueden producir más<br />

de 200 000 huevos por día, de tal manera que existe una alta<br />

contaminación ambiental de excrementos con estos huevos en<br />

patios, jardines, plazas públicas, parques, calles, etcétera.<br />

La mayoría de los casos corresponden a infecciones en niños,<br />

dados los hábitos higiénicos, la convivencia y el alto contacto<br />

con sus mascotas. En el hígado u otras vísceras, la invasión<br />

puede causar reacciones granulomatosas, las cuales la mayoría<br />

de las veces pasan clínicamente desapercibidas. Los casos más<br />

espectaculares se producen cuando las larvas se ubican en tejido<br />

cerebral y ocular. Las lesiones oculares son las más frecuentes y<br />

pueden ocasionar endoftalmitis y granulomas retinales. 10<br />

Los médicos deben conocer estos riesgos para indicar medidas<br />

higiénicas a los niños y prevenir las infecciones. Los médicos<br />

veterinarios tienen, con los antecedentes que se han presentado,<br />

un argumento más para recomendar a los propietarios<br />

de los perros la necesidad de aplicar tratamientos antiparasitarios<br />

en forma regular a sus animales.<br />

Filariasis<br />

Brugia malayi<br />

Los gusanos adultos de 2 a 5 mm de longitud viven en el sistema<br />

linfático de perros, gatos, primates, otros mamíferos y en el<br />

hombre. Existen dos cepas que se diferencian por la periodicidad<br />

de sus microfilarias: una con periodicidad nocturna y que<br />

parasita sólo a los humanos, y la otra con una subperiodicidad<br />

nocturna que tiene caracteres de zoonosis, ya que afecta al humano<br />

y a los animales mencionados.<br />

Las infecciones por la especie Brugia, que es zoonótica,<br />

están limitadas a las regiones boscosas y pantanosas en donde<br />

abundan sus vectores (mosquitos del género Mansonia), como<br />

Indonesia, Malasia peninsular, Tailandia, sur de Vietnam y algunos<br />

focos en Filipinas. Se han descrito algunos casos en EUA<br />

y Colombia.<br />

El cuadro de brugiasis en el humano se caracteriza por linfoadenopatía,<br />

linfangitis, y una alta eosinofilia. Con intervalos<br />

irregulares se presentan accesos de linfoadenopatías con fiebre<br />

y abscesos estériles que duran algunos días. En casos avanzados<br />

puede haber elefantiasis. 15,17<br />

Dirofilaria<br />

Se distinguen dos tipos de dirofilariosis humana: una pulmonar<br />

y otra subcutánea. La primera se debe a Dirofilaria immitis<br />

y la segunda a D. tenuis (EUA), D. repens (África, Asia, Europa<br />

y Sudamérica) y otras especies de dirofilarias de animales.<br />

Dirofilaria immitis es causante de la filariasis cardiaca del<br />

perro y tiene una extensa distribución mundial. 3 Si bien se localiza<br />

en el corazón y arteria pulmonar del perro, en las personas<br />

por lo general ocasiona infecciones en un lóbulo del pulmón<br />

derecho. Hasta 1981 se habían diagnosticado cerca de 80<br />

casos humanos en EUA, Australia y Japón. 24 Por lo general, las<br />

personas infectadas no presentan síntomas; sin embargo, puede<br />

haber tos y dolor torácico durante un mes o más y, en ocasiones,<br />

hemoptisis, fiebre, malestar, escalofríos y mialgias. En la<br />

radiografía pulmonar se observan pequeñas lesiones periféricas<br />

nodulares redondeadas en forma de “moneda” de unos 10-40<br />

mm de diámetro; 95% de los pacientes presenta un solo nódulo<br />

que contiene un solo gusano muerto o en estado de degeneración.<br />

En los exámenes radiológicos la lesión puede confundirse<br />

con tumores malignos. Los vectores de esta infección son<br />

diferentes géneros de mosquitos (Culex, Aedes, Anopheles, etc.).<br />

D. repens causa la mayoría de los casos de dirofilariasis humana<br />

subcutánea. Más de 100 casos se han diagnosticado en<br />

varios países de Europa, Asia, África y América (Argentina,<br />

Brasil, EUA y Canadá). Las lesiones consisten en nódulos o<br />

tumefacciones subcutáneas que se han formado alrededor del<br />

parásito en cualquier parte expuesta del organismo, por lo general<br />

alrededor del ojo. Los nódulos pueden ser dolorosos y a<br />

veces migratorios. La lesión nodular presenta abundante cantidad<br />

de histiocitos, plasmocitos, linfocitos y eosinófilos.<br />

En Illinois se presentó un caso subcutáneo en una persona<br />

que poseía un nódulo de 10 mm de diámetro en un testículo.<br />

Al ser extirpado, se encontró un granuloma eosinofílico fibroso<br />

que rodeaba a un gusano redondo y enrollado identificado<br />

como un macho de Dirofilaria. 6<br />

Los vectores de esta dirofilaria también son especies de<br />

mosquitos.<br />

Gnatostomiasis<br />

El agente principal de la gnatostomosis es Gnathostoma spinigerum,<br />

verme de la pared estomacal del gato, perro y félidos<br />

silvestres. Este nematodo, en parte de su ciclo evolutivo requiere<br />

peces de agua dulce o ranas, los cuales, al ser ingeridos por<br />

los animales o por el hombre producen infección. La mayoría<br />

de los casos humanos se producen en Tailandia y Japón. El parásito<br />

emigra, por lo general, por diversas partes del cuerpo del<br />

hombre, desplazándose bajo la piel, donde elaboran túneles<br />

cutáneos profundos que cambian de lugar, similares al de la<br />

larva migrante cutánea. Las localizaciones más graves, pero raras,<br />

se encuentran en el cerebro y en el ojo. 7<br />

Capillariasis pulmonar<br />

La capillariasis pulmonar es producida por Capillaria aerophyla,<br />

localizada en tráquea y bronquios de perros, cánidos silvestres<br />

y rara vez en gatos y otros mamíferos. Este parásito existe<br />

en numerosos países, incluso Chile. En el hombre se han<br />

descrito algunos casos, la mayoría corresponde a la ex Unión<br />

Soviética. En las infecciones pulmonares se presentan síntomas<br />

asmatiformes con tos, expectoraciones mucoides o a veces sanguinolentas,<br />

fiebre, disnea y una eosinofilia moderada. En<br />

biopsias se observan lesiones granulomatosas. 1


724 PARTE VI Parasitología aplicada<br />

Trichinellosis (triquinosis)<br />

Infección parasitaria producida por el pequeño verme Trichinella<br />

spiralis. En los países latinoamericanos y europeos la principal<br />

fuente de infección para el hombre la constituye el consumo<br />

de carne cruda o semicocida de cerdo o de sus subproductos.<br />

En otras regiones del mundo los animales silvestres juegan un<br />

rol muy importante. Así, en África se conocen brotes debido al<br />

consumo de carnes de jabalíes, y en Hawai y Alaska se reconocen<br />

como los principales responsables a los cerdos silvestres y<br />

osos, respectivamente. En Groenlandia, en 1947 se registró una<br />

epidemia con 300 enfermos de los cuales 33 fallecieron. El origen<br />

de la epidemia no fue comprobado, pero en un brote posterior<br />

se concluyó que la fuente de infección fue el consumo de<br />

carne de morsa.<br />

En la mayoría de los países, el cerdo desempeña la principal<br />

función epidemiológica, contraen la infección al consumir<br />

desperdicios de carne o cadáveres de otros animales que contienen<br />

quistes de triquinas, ya que las larvas sobreviven durante<br />

mucho tiempo a la putrefacción. Otra fuente de infección para<br />

el cerdo, y tal vez la más importante, es el consumo de ratas<br />

infectadas. Los cerdos alimentados en basurales tienen mayores<br />

posibilidades de infectarse, ya que es ahí donde más abundan<br />

las ratas y cadáveres de otros animales. La principal fuente de<br />

infección para las ratas es el consumo de carne de ratas muertas.<br />

Entre los animales domésticos, los carnívoros, representados<br />

por el perro y gato, contribuyen a mantener la infección en<br />

el ámbito del humano, ya sea porque sus cadáveres pueden ser<br />

consumidos por ratas o cerdos, o bien porque su carne podría<br />

ser consumida directamente por las personas; esto último no es<br />

algo impensable, ya que algunas personas por su pobreza o por<br />

gusto la consumen; incluso hay quienes podrían consumir carne<br />

de perro o gato en forma involuntaria al comer alimentos<br />

preparados en la calle. 2,25<br />

En estudios realizados en perros y gatos de Chile, se han<br />

encontrado infecciones que varían entre 1.56 y 11.65%, lo que<br />

significa un peligro real para el hombre consumir su carnes. 2,25<br />

Trichuriasis<br />

Trichuris vulpis, el tricocéfalo de cánidos: perros, zorros, lobos<br />

y coyotes puede excepcionalmente parasitar al humano; hasta<br />

la fecha se han publicado pocos casos. Por la similitud de los<br />

huevos de esta especie con los de Trichuris trichura, es probable<br />

que algunos casos de T. vulpis se hayan diagnosticado como de<br />

T. trichura.<br />

Enfermedades causadas<br />

por artrópodos<br />

Las pulgas, ácaros y los piojos son sin duda los ectoparásitos<br />

más comunes en perros y gatos, en ese mismo orden de frecuencia.<br />

Pulgas<br />

Las pulgas, a diferencia de los piojos, son inespecíficas, es decir,<br />

una pulga del perro puede parasitar a una persona y viceversa.<br />

Las especies que infectan al perro y gato son Ctenocephalides<br />

canis, C. felis y Pulex irritans, esta última es la especie propia del<br />

humano. En ocasiones es posible que Echidnophaga gallinacea,<br />

especie propia de las aves, ataque a perros. También en países de<br />

zona tropical suelen presentarse casos de perros infestados con<br />

Tunga penetrans (“pique, nigua”), pulga propia de los cerdos,<br />

cabras y del hombre, la cual tiene la particularidad de fijarse a<br />

la piel mediante sus patas. La tunguiasis canina cursa con inflamación<br />

y dolor, pueden presentarse infecciones secundarias.<br />

El control de las pulgas es difícil, se requiere tratar a los<br />

hospederos infestados, y al mismo tiempo desinsectar el ambiente<br />

rigurosamente, ya que allí se encuentran los huevos, larvas<br />

y pupas. Ello se logra mediante un prolijo aseo y aspirado<br />

de las habitaciones, así como la aplicación de productos insecticidas.<br />

Piojos<br />

A diferencia de las pulgas, los piojos son ectoparásitos muy específicos,<br />

e inclusive lo son también de los lugares del cuerpo<br />

del hospedero que parasitan, por lo que su presencia en las mascotas<br />

no reviste peligro de infestación para el humano, salvo el<br />

problema estético de poseer un animal con piojos. En general,<br />

los piojos son susceptibles a los insecticidas, pero sólo se trata<br />

con éstos a los animales infestados, ya que no existen formas<br />

evolutivas en el ambiente que provean infestación.<br />

Ácaros y garrapatas<br />

Existen varias especies de ácaros que pueden afectar a perros y<br />

gatos, causando la enfermedad denominada sarna. Las sarnas<br />

más frecuentes del perro son la sarna demodécica y la sarcóptica.<br />

La primera es causada por Demodex canis, ácaro pequeño<br />

(250 40 mm) que se encuentra en los folículos pilosos y<br />

glándulas sebáceas en la piel normal. Bajo ciertas circunstancias,<br />

asociadas a inmunodeficiencia de linfocitos T, presencia<br />

concomitante de otras enfermedades, perros menores de 1.5<br />

años, etc., se manifiesta una sarna generaliza, con escaso prurito<br />

al comienzo y que provoca alopecia, eritema, costras y compromiso<br />

posterior con piodermitis secundaria. El pronóstico es<br />

muy desfavorable, en casos avanzados el animal puede morir.<br />

Se requieren sucesivos tratamientos con acaricidas para lograr<br />

su control, lo cual muchas veces desmotiva a los dueños de los<br />

perros afectados. Es importante tener en cuenta que esta sarna<br />

no es contagiosa para otros perros o animales ni tampoco para<br />

el hombre.<br />

El otro cuadro de sarna, de menor frecuencia, es la sarna<br />

sarcóptica, causada por Sarcoptes scabiei, V. canis, ácaro también<br />

microscópico (de aproximadamente 300 mm), cuya hembra<br />

ovígera horada la epidermis para depositar en las galerías sus<br />

huevos. Esta sarna es muy contagiosa, y no tiene predilección


CAPÍTULO 90 Zoonosis parasitarias transmitidas por perros o gatos al humano 725<br />

de edad o sexo. Es posible que ocurra el contagio humano a<br />

través del contacto directo con perros u otros animales infestados,<br />

causando lesiones de la piel consistentes en pequeñas<br />

pápulas en lugares donde la piel es más fina, las cuales pueden<br />

aumentar debido al prurito concomitante. En este caso, el cuadro<br />

clínico en el humano es de menor intensidad que cuando<br />

se presenta la variedad propia del hombre, S. scabiei, V. humanus;<br />

estos problemas suelen observarse con cierta frecuencia en<br />

profesionales y alumnos de veterinaria por el contacto que tienen<br />

con los animales afectados. 20<br />

Existen otros ácaros propios de perros y gatos de menor<br />

importancia en cuanto al riesgo de infestación al humano, como<br />

es el caso de ácaros del género Cheyletiella, que a veces causan al<br />

hombre lesiones cutáneas pasajeras al contactar con roedores,<br />

conejos, gatos o roedores afectados por estos ácaros. En forma<br />

similar se puede mencionar a Notoedres cati, ácaro de la cabeza<br />

del gato y Otodectes cynotis, ácaro del conducto auditivo de especies<br />

menores, ambos de baja frecuencia clínica.<br />

En cuanto a las garrapatas, la fauna existente en especies<br />

domésticas de países de Sudamérica, con excepción de Rhipicephalus<br />

sanguineus, la garrapata café del perro de distribución<br />

mundial es abundante en las áreas urbanas de esos países desde<br />

los últimos 20 años, y Otobius megnini, la garrapata blanda de<br />

la oreja, es propia de vacunos, equinos y perros de las áreas rurales.<br />

También es posible encontrar en medios rurales de Chile<br />

otra garrapata dura, Amblyomma tigrinum, en perros. La importancia<br />

para el hombre es que en ausencia de los hospederos<br />

habituales, circunstancialmente es posible que las garrapatas se<br />

fijen al hombre para succionar sangre con las consecuentes molestias.<br />

En este caso basta una tracción con pinzas realizando al<br />

mismo tiempo un movimiento de semigiro para retirarlas. En<br />

países donde existe fiebre de las Montañas Rocallosas y enfermedad<br />

de Lyme (transmitida por Ixodes damnini), se deben<br />

tomar precauciones para evitar la infección con las rickettsias<br />

causantes de estas enfermedades. El tratamiento y control de<br />

los animales se hace mediante tratamientos con acaricidas aplicados<br />

por aspersión, inmersión, en forma spot on sobre el lomo<br />

del animal, inyección subcutánea, etcétera.<br />

Pentastomiasis<br />

Linguatula serrata pertenece a un grupo de artrópodos que parasita<br />

las fosas nasales de los perros, y suele encontrarse en el<br />

humano. Se presenta en quistes que contienen el estado ninfal,<br />

sobre todo en los ganglios del mesenterio, y a veces en otras<br />

vísceras. La forma de este parásito se parece a la de un helminto<br />

lingüiforme, segmentado en anillos; sus huevos son esparcidos<br />

por los estornudos de los perros y son diseminados por el suelo,<br />

pasto y plantas, de donde los ingieren los animales herbívoros,<br />

sus hospederos intermediarios.<br />

Referencias<br />

1. Aftandelians R, Raafat F, Taffazoli M et al. Pulmonary<br />

capillariasis in a child in Iran. Am J Trop Med<br />

Hyg;26:64-71. 1977.<br />

2. Alcaíno H. Antecedentes sobre triquinosis en Chile.<br />

Monografías Med Vet;3:29-42. 1981.<br />

3. Alcaíno H, Gorman T, Puelma M. Filariasis canina en<br />

Chile. Arch Med Vet;16:67-73. 1984.<br />

4. Alcaíno H, Gorman G, Larenas I. Fauna endoparasitaria<br />

del gato doméstico en una zona urbana marginal de la<br />

región metropolitana de Chile. Parasitol al Día;16:139-<br />

142. 1992.<br />

5. Barr S, Bowman D. Giardiasis in dogs and cats. The<br />

Compendium;16:603-610. 1994.<br />

6. Blecka L, Miller A, Graf E. Subcutaneous dirofilariasis<br />

in Illinois. JAMA;24:245-246. 1978.<br />

7. Daengswang S. Gnathostomosis. En: Schultz MG.<br />

CRC: Handbook Series in Zoonosis. Section C. vol 2, Boca<br />

Ratón, FL: CRC Press. Southeadst Asian J. Trop Med.<br />

Public Health Sep;12:319-332. 1982.<br />

8. Dubey J. Toxoplasmosis in dogs. Canine Pract;12:7-28.<br />

1985.<br />

9. Dubey J. Toxoplasmosis in cats. Feline Pract;16:12-26.<br />

1986.<br />

10. Finsterer J, Auer H. Neurotoxocarosis. Rev Inst Med<br />

Trop Sao Paulo;49:279-287. 2007.<br />

11. Frenkel J. Toxoplasmosis in human beings. J Am Vet<br />

Med Assoc;189:240-248. 1990.<br />

12. Georgi J, Georgi M. Parasitología en clínica canina. 2ª<br />

ed. Interamericana, McGraw-Hill. México;55:224-226.<br />

1994.<br />

13. Gorman T. La criptosporidiosis: una nueva entidad clínica.<br />

Monografías Med Vet;9:52-60. 1987.<br />

14. Gorman T. Toxoplasma gondii y toxoplasmosis. Monografías<br />

Med Vet;15:17-32. 1993.<br />

15. Gutierrez Y, Petras R. Brugia infection in Northern<br />

Ohio. Am J Trop Med Hyg;1128-1230. 1982.<br />

16. Kasprzak W, Pawlowski Z. Zoonotic aspects of giardiasis:<br />

a review. Vet Parasitol;32:101-108. 1989.<br />

17. Kosek WI, Reyes M, Ehrman J et al. Enzootic Brugia<br />

infection in a two year old Colombian girl. Am J Trop Med<br />

Hyg;33:65-69. 1984.<br />

18. Martins C, Guerrant R. Cryptosporidium and cryptosporidiosis.<br />

Parasitol Today;11:434-436. 1995.<br />

19. Noble E, Noble G, Schad G et al. Parasitology. The biology<br />

of animal parasites. 6 a ed. Philadelphia: Lea and Febiger.<br />

1989.


726 PARTE VI Parasitología aplicada<br />

20. Pin D, Bensignor E, Carlotti D et al. Localised sarcoptic<br />

mange in dogs: a retrospective study of 10 cases. J<br />

Small Anim Pract;47:611-614. 2006.<br />

21. Pohjola S. Survey of cryptosporidiosis in feces of normal<br />

healthy dogs. Nord Vet Med;136:189-190. 1984.<br />

22. Soulsby E. Parasitología y enfermedades parasitarias de<br />

los animales domésticos. 7 a ed. México: Nueva Editorial<br />

Interamericana. Immunol lett Dec;16:315-320. 1987.<br />

23. Swenson C, Silverman J, Stromberg P et al. Visceral<br />

leishmaniasis in an English foxhound from an Ohio research<br />

colony. J Amer Vet Med Assoc;193:1089-1092.<br />

1988.<br />

24. Takeuchi T, Asami S, Kubayashi S et al. Dirofilaria<br />

immitis infection in man. Report a case of infection in<br />

heart and inferior vena cava from Japan. Am J Trop Med<br />

Hyg;30:966-969. 1981.<br />

25. Takumi K, Teunis P, Fonville M et al. Transmission<br />

risk of human trichinellosis. Vet Parasitol. Feb 23 2009;<br />

159:324-327. Epud Oct 222008.<br />

26. Thompson R, Palmer C, O’Handley R. The public<br />

health and clinical significance of Giardia and Cryptosporidium<br />

in domestic animals. Vet J;177:18-25. 2008.<br />

27. Torres P, Ramos M, Carrasco L et al. Protozoos, helmintos<br />

y artrópodos del perro doméstico en la ciudad de<br />

Valdivia. Chile Bol Chil Parasit;29:18-23. 1974.


Capítulo<br />

91<br />

Zoonosis parasitarias<br />

transmitidas por alimentos<br />

Fernando Fredes<br />

En este capítulo se hace una revisión de las principales zoonosis<br />

parasitarias de Latinoamérica, sin considerar aquellas transmitidas<br />

por vectores biológicos o por el contacto con artrópodos<br />

compartidos entre animales y humanos. Por lo anterior, se<br />

hace hincapié en las enfermedades parasitarias transmitidas<br />

desde los animales a los humanos o viceversa, por el consumo<br />

de alimentos (ETA), ya sea: a) de origen animal, como es la<br />

ingestión de carne, de sus productos derivados o de vísceras de<br />

animales mamíferos o peces; b) de origen vegetal o de agua,<br />

ambos contaminados con estadios o elementos de resistencia<br />

de los agentes parasitarios. También se presentan las enfermedades<br />

zoonóticas protozoarias y helmínticas en orden alfabético,<br />

cuya fuente de transmisión es una ETA y según la especie<br />

animal involucrada.<br />

Al respecto, las infecciones parasitarias adquiridas por<br />

ETA, se incluyen en el grupo de las infecciones conocidas como<br />

zoonosis parasitarias, término usado para designar aquellas infecciones<br />

o enfermedades parasitarias que se transmiten desde<br />

los animales al humano o viceversa, pero en este caso por el<br />

consumo de un alimento o agua contaminados con algún estadio<br />

parasitario.<br />

El riesgo sanitario que implica el consumo de productos<br />

de origen animal, vegetal o de agua, así como del contacto del<br />

humano con animales, se conoce incluso antes del descubrimiento<br />

del microscopio. Así, por ejemplo, desde el Antiguo<br />

Testamento se encuentran referencias a helmintos, descritas<br />

por el examen anatomopatológico practicado a los animales,<br />

como una exigencia y parte del ritual post mortem, antes de su<br />

consumo. Aristóteles (384-322 a.C.) y Aristófanes (448-386 a.<br />

C.) se refieren a la cisticercosis porcina.<br />

En la actualidad, las infecciones transmitidas por los alimentos<br />

y el agua han recibido una atención especial, sobre todo<br />

en la última década, debido a que se han vuelto más comunes,<br />

por tanto, según la Organización Mundial de la Salud (OMS)<br />

se consideran emergentes. Los parásitos en los alimentos y el<br />

agua también son un problema de seguridad alimentaria en aumento,<br />

quizá debido a la globalización de los suministros de<br />

alimentos. En el pasado, el riesgo de infección humana por los<br />

parásitos se consideraba limitada a distintas regiones geográficas,<br />

debido a las adaptaciones de los parásitos a sus hospederos<br />

específicos definitivos, hospederos intermediarios y a las condiciones<br />

ambientales. Estas barreras han sido poco a poco sobrepasadas,<br />

ya sea por los viajes internacionales y por los transportes<br />

de alimentos.<br />

Otros factores que pueden explicar la emergencia de algunas<br />

infecciones parasitarias zoonóticas y ETA son: a) aumento<br />

de la población de personas muy sensibles, a causa del envejecimiento,<br />

desnutrición, infección por HIV y otras condiciones<br />

médicas subyacentes, y b) cambios en el estilo de vida como el<br />

aumento en el número de personas que comen comidas preparadas<br />

en restaurantes, cantinas y establecimientos de ese tipo,<br />

así como de vendedores ambulantes de alimentos.<br />

Es necesario recordar que las infecciones parasitarias por<br />

ETA, ya sea de origen animal, vegetal o de agua contaminada,<br />

ocurren principalmente por malas prácticas de higiene tanto en<br />

la producción, distribución, almacenaje, elaboración y/o manipulación<br />

de estos alimentos, lo que puede estar asociado a:<br />

a) deficiente sistema productivo al utilizar por ejemplo aguas<br />

mal potabilizadas, ya sea como agua de bebida de los animales,<br />

de los humanos o para el riego de vegetales; b) mala distribución<br />

y almacenaje de los alimentos, al perder su adecuada refrigeración<br />

o al colocar alimentos crudos en contacto directo con<br />

cocidos, produciendo una contaminación cruzada y c) mala<br />

elaboración o manipulación de los alimentos, tanto a nivel comercial<br />

como doméstico, al ofrecerlos mal lavados, insuficientemente<br />

cocidos, con contaminación cruzada o por la inadecuada<br />

higiene de las personas.<br />

Agentes protozoarios parasitarios<br />

productores de ETA<br />

Amebiasis<br />

Enfermedad parasitaria cosmopolita y zoonótica producida sobre<br />

todo por el protozoario Entamoeba histolytica de origen hu-<br />

727


728 PARTE VI Parasitología aplicada<br />

mano, pero que puede infectar a numerosos primates no humanos.<br />

Tiene mayor prevalencia en países de clima tropical o<br />

subtropical en vías de desarrollo. Infecta alrededor de 500 millones<br />

de personas y cada año mueren 110 000 por complicaciones.<br />

La amebiasis es considerada la tercera parasitosis que<br />

causa mortalidad mundial después del paludismo y la esquistosomiasis.<br />

Se ha aislado con poca frecuencia de perros, gatos,<br />

cerdos y ratas y, experimentalmente, infecta a conejos y otros<br />

roedores. A este y otros protozoarios sarcodinos se les conoce<br />

con el nombre de amebas. Existen dos formas biológicas: a) la<br />

de trofozoíto, es de tipo trófica o vegetativa, y b) la de quiste, es<br />

la de resistencia. Habitan el intestino grueso de sus huéspedes,<br />

donde se reproducen por fisión binaria, y son transmitidas a<br />

través del consumo de agua o alimentos contaminados con heces<br />

humanas (su principal reservorio) que contengan quistes de<br />

amebas tetranucleados e infectantes. Al igual que en el humano,<br />

en los animales suele ser una enfermedad asintomática,<br />

pero debe considerarse potencialmente patógena tanto a nivel<br />

intestinal como invasora de tejidos extraintestinales en primates<br />

inferiores; en ocasiones se presenta en perros, rara vez en<br />

gatos y experimentalmente en pequeños mamíferos. Dado que<br />

se trata de una ETA zoonótica, la amebiasis debe controlarse<br />

evitando la contaminación ambiental con heces humanas y<br />

vectores mecánicos, así como educando al público general en<br />

hábitos higiénicos, sobre todo a quienes manejan alimentos.<br />

1,2,14,18<br />

Balantidiasis<br />

Enfermedad parasitaria cosmopolita y zoonótica producida por<br />

el protozoo ciliado Balantidium coli de origen porcino, que<br />

puede infectar a primates, incluyendo al hombre, y rara vez a<br />

cobayos, perros y ratas. Es de mayor prevalencia en aquellas<br />

regiones del mundo con clima tropical y templado, asociado al<br />

subdesarrollo. Se aísla con frecuencia en cerdos, la infección<br />

natural de perros y roedores es excepcional. Existen dos formas<br />

biológicas: a) la de trofozoíto y b) la de quiste. Habitan el intestino<br />

grueso de sus hospederos, donde se reproducen por fisión<br />

transversa y conjugación. Son transmitidos a través del consumo<br />

de agua o alimentos contaminados con heces de cerdos (su<br />

principal reservorio) que contengan quistes infectantes. Es una<br />

enfermedad poco frecuente en los humanos, se asocia a quienes<br />

tienen contacto con estos animales, así como a malas condiciones<br />

de higiene ambiental. A diferencia de lo que ocurre en el<br />

hombre, en los cerdos —también en perros y roedores— Balantidium<br />

coli al parecer no es patógeno, o es asintomático, en<br />

tanto que en el humano la infección con frecuencia es sintomática.<br />

Debe considerarse potencialmente patógeno tanto a nivel<br />

intestinal y a veces extraintestinal, puede semejar una infección<br />

por E. histolytica. Incluso las personas inmunocomprometidas<br />

han desarrollado balantidiasis sin ningún contacto directo con<br />

cerdos, tal vez sí con ratas o productos contaminados como una<br />

posible fuente de infección. La balantidiasis puede considerarse<br />

una ETA zoonótica y debe controlarse evitando la contaminación<br />

ambiental con heces porcinas y vectores mecánicos, o de<br />

otros hospederos teóricos incluso el humano, y educando a las<br />

personas respecto a hábitos higiénicos, sobre todo a quienes<br />

tienen contacto estrecho con cerdos. 1,2,11,14,21<br />

Criptosporidiasis<br />

Enfermedad parasitaria cosmopolita y zoonótica, se presenta<br />

también en el continente antártico, es producida por el protozoario<br />

apicomplexo Cryptosporidium spp. En la actualidad se<br />

reconocen 15 especies de este género, Cryptosporidium parvum<br />

es la especie que más afecta a los animales, incluso el humano;<br />

se reportan hasta 150 mamíferos hospederos de este protozoo,<br />

lo que indica que este parásito no es hospedero específico.<br />

C. parvum ha sido identificado en ratones, bovinos, humanos,<br />

equinos y muchos otros mamíferos. A su vez, C. baileyi, C. canis,<br />

C. felis, C. meleagridis y C. muris son hospederos específicos<br />

para gallinas, perros, gatos, pavos y ratones; sin embargo, éstos<br />

afectan a los humanos, por tanto, también deberían considerarse<br />

zoonóticos, con una mayor prevalencia en los países del<br />

mundo subdesarrollado o en desarrollo. La infección es más<br />

frecuente que la enfermedad, y en humanos y animales afecta<br />

en especial a recién nacidos, y se caracteriza clínicamente por<br />

distintos grados de diarrea. En los humanos es considerada una<br />

zoonosis reemergente, ya que puede llegar a producir, en pacientes<br />

inmunocomprometidos, una enfermedad clínica grave<br />

que se asocia a deshidratación intensa, a un difícil tratamiento<br />

y puede ser mortal. Su ciclo biológico comprende dos fases reproductivas:<br />

asexual (esquizogonia) y sexual (gametogonia),<br />

ambas dentro del mismo hospedero y en el interior de los enterocitos,<br />

donde se generan ooquistes infectantes que son expulsados<br />

por las heces contaminando el ambiente. La criptosporidiasis<br />

es una enfermedad parasitaria que afecta sobre todo al<br />

tubo digestivo de animales vertebrados, desarrollándose y multiplicándose<br />

en las células epiteliales de este aparato y, en ocasiones,<br />

puede infectar otros epitelios como el respiratorio y renal,<br />

sobre todo en individuos inmunocomprometidos. Tiene<br />

una ubicación particular dentro de la célula, ya que se sitúa en<br />

el borde luminal de los enterocitos, localización que se ha definido<br />

como intracelular, pero extracitoplasmática. Su transmisión<br />

es de tipo horizontal y la infección ocurre por la ingestión<br />

de ooquistes. En animales la transmisión del parásito es fundamentalmente<br />

directa, vía oral-fecal, y la principal fuente de infección<br />

son las heces excretadas por los animales neonatos con<br />

diarrea, aunque también es necesario considerar la eliminación<br />

de ooquistes por parte de los animales adultos que actúan como<br />

portadores asintomáticos.<br />

También es de gran importancia, desde el punto de vista<br />

de salud pública, la transmisión a través de los alimentos y el<br />

agua contaminados con ooquistes, ya que es frecuente encontrar<br />

especies de Cryptosporidium en aguas para consumo humano<br />

y de recreación. La criptosporidiasis es una enfermedad que<br />

en los animales y en el humano puede ser asintomática, autolimitante<br />

o mortal, dependiendo de la edad y del estado inmunológico,<br />

se asocia a quienes tienen contacto con heces de humanos<br />

o animales infectados y a malas condiciones de higiene


CAPÍTULO 91 Zoonosis parasitarias transmitidas por alimentos 729<br />

ambiental. Debe considerarse potencialmente patógena sobre<br />

todo a nivel intestinal y con menor frecuencia en zonas extraintestinales,<br />

por compromiso inmunológico. Puede considerarse<br />

una ETA zoonótica, debe controlarse evitando la contaminación<br />

ambiental con heces humanas o animales, y educando respecto<br />

a hábitos higiénicos, sobre todo a quienes tienen contacto<br />

estrecho con animales o humanos con diarrea, de los grupos<br />

de riesgo. 1,2,4-6,8,9,16,20,22<br />

Enfermedad de Chagas<br />

(tripanosomiasis americana)<br />

Enfermedad parasitaria y zoonótica del continente americano<br />

producida por el protozoario flagelado Trypanosoma cruzi, puede<br />

infectar a primates, incluso al humano, a los mamíferos domésticos<br />

y silvestres. La transmisión en los animales puede ser<br />

por heridas y por el lamido de las heces de las vinchucas o por<br />

la ingestión de éstas. La transmisión en el hombre se produce a<br />

través de las deyecciones del triatoma; sin embargo, también<br />

puede ser por transfusiones de sangre, congénita, trasplantes,<br />

accidentes de laboratorio o por otros insectos infectados. Recién<br />

fue documentada la vía digestiva en los humanos. Existe<br />

evidencia de transmisión en el humano por el consumo de alimentos<br />

contaminados con deyecciones de sus vectores, así<br />

como del consumo por parte de los animales del vector; ésta,<br />

por tanto, puede ser considerada una ETA zoonótica y debe<br />

controlarse evitando la presencia de los vectores biológicos,<br />

como la contaminación ambiental con heces de los vectores<br />

biológicos, y educando a la población sobre hábitos higiénicos,<br />

sobre todo a quienes tienen contacto estrecho con los alimentos.<br />

1,2,4,24<br />

Giardiasis<br />

Enfermedad parasitaria cosmopolita y zoonótica producida por<br />

el protozoario flagelado Giardia spp., puede infectar a primates,<br />

incluyendo al hombre, a los animales domésticos y otros<br />

mamíferos. Tiene mayor prevalencia en aquellas regiones del<br />

mundo en desarrollo y se puede presentar en forma epidémica.<br />

La enfermedad y la infección se presentan con mayor frecuencia<br />

en individuos jóvenes más que en adultos, salvo en brotes<br />

epidémicos, donde ambos grupos se afectan por igual. Existen<br />

dos formas biológicas: a) la de trofozoíto y b) la de quiste. Habitan<br />

en el duodeno de sus hospederos, donde se reproducen<br />

por fisión binaria. Son transmitidos a través del consumo de<br />

agua o alimentos contaminados con heces, principalmente humanas,<br />

que contengan los quistes infectantes. La giardiasis<br />

es una enfermedad poco común en el humano, por lo general es<br />

de tipo subclínica y en niños se asocia al estado inmunológico,<br />

ya que individuos inmunocomprometidos sí hacen signología<br />

clínica. También en los animales suelen existir infecciones asintomáticas,<br />

con mayor prevalencia en individuos jóvenes, por<br />

tanto, puede ser considerada una ETA zoonótica y debe controlarse<br />

evitando la contaminación ambiental con heces de origen<br />

humano y animal, de vectores mecánicos, y educando a la<br />

población en hábitos higiénicos, sobre todo a quienes tienen<br />

contacto estrecho con niños, animales y alimentos. 1,2,4,5,12,14,20<br />

Microsporidiasis<br />

Enfermedad parasitaria cosmopolita y zoonótica producida por<br />

protozoarios de la familia Microspora con más de 1 200 especies<br />

en casi 150 géneros hasta la fecha; puede infectar a primates,<br />

humanos, animales domésticos y otros mamíferos. Salvo en conejos,<br />

en quienes puede existir una enfermedad, en la mayoría<br />

de las infecciones en animales las microporidiasis son asintomáticas.<br />

En humanos es reconocida como una enfermedad<br />

oportunista y se presenta en individuos inmunocomprometidos,<br />

como en enfermos de SIDA, en receptores de trasplante de<br />

órganos, niños, viajeros, usuarios de lentes de contacto y personas<br />

de edad avanzada. Según el agente involucrado, las manifestaciones<br />

clínicas pueden variar de acuerdo con el órgano<br />

afectado. Los microsporidios que han sido reportados en humanos<br />

son los géneros Brachiola, Encephalitozoon, Enterocytozoon,<br />

Nosema, Pleistophora, Trachipleistophora, Vittaforma y<br />

Microsporidium. Se describe que estos protozoarios son intracelulares<br />

y habitan el intestino u otros sistemas, presentando en<br />

ellos fases de reproducción asexual y otras de tipo sexual, liberando<br />

por las heces o por la orina de sus hospederos esporas<br />

infectantes. Son transmitidos a través del consumo de agua o<br />

alimentos regados con agua contaminada; puede considerarse<br />

una ETA zoonótica y debe controlarse evitando que personas<br />

inmunodeficientes tengan acceso a una contaminación ambiental<br />

con heces de origen humano y animal, de vectores mecánicos,<br />

y educando a la gente para que adquiera hábitos higiénicos,<br />

sobre todo a quienes tienen contacto con pacientes que<br />

tienen la enfermedad. 1,2,13<br />

Sarcocistosis (sarcosporidiasis)<br />

Enfermedad parasitaria cosmopolita y zoonótica, producida<br />

por el protozoario apicomplexa Sarcocystis spp., que se ubica en<br />

sus hospederos intermediarios en quistes microscópicos, en la<br />

musculatura de diversos herbívoros en los cuales realizan parte<br />

del ciclo con su fase asexuada (esquizogonia). Los carnívoros<br />

(perros, gatos, humanos, etc.) son los hospederos definitivos<br />

donde se completa el ciclo con la fase sexuada (gametogonia)<br />

que culmina con la producción de ooquistes o esporoquistes<br />

eliminados en los excrementos ya maduros e infectantes al<br />

ambiente. El humano se infecta sólo con dos especies, Sarcocystis<br />

sui hominis y S. hominis (S. bovi hominis), cuando consume<br />

carne cruda o semicocida de cerdo o vacuno respectivamente,<br />

infectados con quistes de este protozoario. Las especies de Sarcocystis<br />

presentes en los ovinos no afectan al hombre, por lo cual<br />

su consumo crudo o insuficientemente cocido, no representa<br />

ningún riesgo. En general, la infección con las especies zoonóticas<br />

es intestinal y asintomática; sin embargo, la especie que se<br />

encuentra en los cerdos (S. sui hominis) puede ocasionar un<br />

trastorno clínico en el humano, caracterizado por cierto males-


730 PARTE VI Parasitología aplicada<br />

tar digestivo, que no cursa más allá de las 24 a 48 h. En los<br />

animales carnívoros como perros o gatos, no se alcanzan a percibir<br />

signos clínicos por esta infección. La infección muscular<br />

en animales de abasto es muy frecuente, alcanza prevalencias<br />

hasta de 90%, por lo que plantear el decomiso de los animales<br />

infectados a nivel de mataderos es imposible debido a la alta<br />

prevalencia. Además, los quistes en estas especies son microscópicos.<br />

Sin embargo, existe la excepción de los quistes que se<br />

desarrollan en los camélidos sudamericanos, ya que éstos son<br />

macroscópicos de hasta 2 cm de longitud, lo cual determina<br />

pérdidas económicas por el decomiso de la zona muscular o<br />

canal afectada. Los herbívoros pueden albergar o ser hospederos<br />

intermediarios de más de una especie de Sarcocystis, por tanto,<br />

para que el humano se infecte, debe consumir su propia<br />

especie de protozoario en las carnes de las dos especies animales<br />

de abasto ya indicadas. Esta infección parasitaria puede evitarse<br />

mediante el consumo de la carne bien cocida, ya que el calor de<br />

58°C, así como la congelación, destruyen al protozoo. La sarcocistosis<br />

es considerada una ETA zoonótica que debe controlarse<br />

evitando la contaminación ambiental con heces humanas<br />

infectadas, ya que los animales pueden parasitarse al consumir<br />

sus alimentos o el agua con el protozoario. 1,2,4<br />

Toxoplasmosis<br />

Enfermedad parasitaria cosmopolita y zoonótica producida<br />

por el protozoario apicomplexo Toxoplasma gondii. La toxoplasmosis<br />

es la infección parasitaria más corriente en el mundo,<br />

se estiman cifras de infección humana que van desde 30 hasta<br />

40%. Técnicamente, es una zoonosis histoparasitaria cosmopolita<br />

que afecta a casi todos los mamíferos y aves domésticos y<br />

silvestres, incluyendo a los humanos. Dentro de la especie de<br />

T. gondii, según la patogenicidad de la cepa en ratones y a los<br />

marcadores genéticos específicos presentes, se ha descrito y<br />

confirmado una población clonal con tres genotipos dominantes,<br />

los tipos I, II y III. Los tipos I y II se han identificado en las<br />

infecciones humanas. El ciclo de vida se realiza en dos fases:<br />

a) entérica, ocurre sólo en los felinos cuando son primoinfectados<br />

y culmina luego de dos fases reproductivas, una asexual<br />

(esquizogonia) y otra sexual (gametogonia), ambas dentro del<br />

mismo hospedero y en el interior de los enterocitos, con la generación<br />

de ooquistes inmaduros o no esporulados expulsados<br />

por las heces contaminando el ambiente. En el ambiente, los<br />

ooquistes maduran hasta llegar al estado infectante para luego,<br />

al ser ingeridos, infectar a un nuevo gato, a otro mamífero o a<br />

aves. b) La otra fase es la extraentérica, que se da en todo mamífero<br />

o ave, incluyendo los felinos infectados antes, cuando se<br />

ingieren ooquistes maduros o también elementos del parásito<br />

ubicados en músculos u órganos, dando origen a una infección<br />

aguda y a las formas parasitarias que se multiplican de manera<br />

intracelular en forma acelerada (taquizoítos), lo que determina<br />

rotura de células e invasión de otras. Más tarde, y producto<br />

de la respuesta inmune, se desarrollan las formas parasitarias de<br />

división lenta e intracelular (bradizoítos), formando quistes<br />

microscópicos de T. gondii, los cuales constituyen una forma de<br />

resistencia del protozoo y caracterizan un estado de cronicidad<br />

o latencia de la infección. Por lo anterior, las dos formas de<br />

transmisión más importante de esta zoonosis parasitaria está<br />

dada por: a) el consumo de alimentos o agua contaminados (fecalismo),<br />

o b) por el consumo de carnes, vísceras o subproductos<br />

de origen animal con quistes de bradizoítos (carnivorismo).<br />

Al gato y a los félidos en general, por ser los responsables de la<br />

diseminación de los ooquistes al ambiente, se les otorga especial<br />

importancia en la transmisión exógena por fecalismo, sobre<br />

todo en países subdesarrollados, en tanto que la transmisión<br />

por carnivorismo es la principal forma de infección exógena en<br />

países desarrollados. La toxoplasmosis es considerada una ETA<br />

zoonótica, y para disminuir el riesgo de infección es necesario<br />

recomendar a la población el consumo de productos de origen<br />

animal bien cocidos y verduras bien lavadas. En el caso de la<br />

toxoplasmosis congénita, se recomienda a las mujeres embarazadas<br />

(en especial si nunca han sido expuestas a la infección) no<br />

sólo evitar consumir carne cruda o semicocida, sino también<br />

evitar la manipulación de carne cruda. El contacto con tierra al<br />

realizar faenas de jardín también debe evitarse por la posible<br />

presencia de ooquistes de T. gondii contaminantes, ya que los<br />

gatos por lo general entierran sus excrementos. 1,2,4,5<br />

Agentes helmínticos parasitarios<br />

productores de ETA<br />

Angioestrongiliasis<br />

Enfermedad parasitaria cosmopolita y zoonótica, producida<br />

por los nematodos metastrongilídeos Angiostrongylus spp. que<br />

utilizan de hospederos intermediarios a moluscos y cuyos hospederos<br />

definitivos pueden ser micromamíferos, como roedores<br />

y murciélagos, así como perros. En estos hospederos el microorganismo<br />

habita en las arterias pulmonares. El hombre se<br />

puede infectar accidentalmente, causando en el caso de Angiostrongylus<br />

costaricensis la angiostrongiliasis abdominal. Los roedores<br />

se infectan al consumir alimentos o agua contaminados<br />

con larvas infectantes en la baba de los moluscos o al comer el<br />

molusco infectado. En el caso del hombre, se cree que la fuente<br />

de infección y el modo de transmisión es de la misma manera<br />

que la de los hospederos definitivos naturales, ya sea al ingerir<br />

verduras mal lavadas que contengan pequeñas babosas o sus<br />

secreciones. Por lo anterior, la frecuencia de esta parasitosis en<br />

humanos depende de la abundancia de estos hospederos y de su<br />

grado de infección, así como de los hábitos de consumo de<br />

moluscos. Esta infección parasitaria no es muy prevalente en<br />

humanos, salvo donde es hiperendémica. No existe tratamiento<br />

conocido, por lo que su prevención comprende el control de<br />

roedores y moluscos; sin embargo, las medidas individuales<br />

como evitar el consumo de moluscos crudos o mal cocidos (el<br />

calor y la congelación destruyen al nematodo), así como no<br />

tomar agua sin potabilizar (el cloro mata a las larvas), pueden<br />

disminuir el riesgo de infección. La angioestrongiliasis es considerada<br />

una ETA zoonótica. 1,2,4


CAPÍTULO 91 Zoonosis parasitarias transmitidas por alimentos 731<br />

Anisakiasis<br />

La anisakiasis es la infección parasitaria producida por parásitos<br />

nematodos del orden Ascarida. En su mayoría son parásitos de<br />

vertebrados consumidores de peces. Son de interés para la salud<br />

pública porque han ocasionado cuadros clínicos de “larva migrante”,<br />

lo que corresponde a la presencia de larvas de nematodos<br />

en hospederos que no son los habituales.<br />

Los anisákidos (especies de los géneros Anisakis, Phocanema,<br />

Contracaecum y otros), son nematodos que en el estado<br />

adulto parasitan el intestino delgado de focas, ballenas, delfines,<br />

tiburones, etc. Estos nematodos depositan huevos que llegan<br />

al mar y luego son ingeridos por pequeños crustáceos (copépodos<br />

del plancton), los cuales a su vez son consumidos por<br />

diversos peces (jurel, merluza, bonito, salmón, arenque, bacalao,<br />

etc.), alojándose como larvas en las vísceras de ellos. Si los<br />

peces no son eviscerados pronto, las larvas pueden migrar a tejidos<br />

musculares y el vertebrado carnívoro infectarse por consumir<br />

estas carnes contaminadas. El humano, cuando consume<br />

pescado infectado, ya sea crudo, escabechado o parcialmente<br />

cocido, puede infectarse, con lo que se convierte en un hospedero<br />

anormal para el parásito. El cuadro clínico se manifiesta<br />

por dolores gastrointestinales, por lo general causados por una<br />

sola larva, que a veces es expectorada o vomitada y las lesiones<br />

pueden confundirse con úlceras digestivas o lesiones malignas.<br />

La endoscopia es un buen método diagnóstico. Para evitar la<br />

anisakiasis es necesario educar a la población sobre el riesgo de<br />

consumir pescado crudo (“cebiche”). El pescado debe someterse<br />

a temperatura de 60°C o congelación de –20°C por 24 h,<br />

tiempo suficiente para destruir las larvas. La evisceración rápida<br />

de los peces después de la captura es un buen método de control,<br />

pues se previene la migración de las larvas hacia la musculatura.<br />

1,2,4<br />

Cisticercosis<br />

Enfermedad parasitaria cosmopolita, pero sobre todo frecuente<br />

o más prevalente en las áreas rurales de los países en desarrollo.<br />

En el continente americano es producida por la forma larval de<br />

Taenia solium, cuyo hospedero definitivo es el humano y el intermediario<br />

natural es el cerdo doméstico y el jabalí. Es considerada<br />

una zoonosis debido a la forma en que el humano adquiere<br />

este cestodo (véanse capítulos 26 y 55); sin embargo, la<br />

fuente de infección para la cisticercosis humana es el propio<br />

humano. La gravedad de esta enfermedad es variable según la<br />

ubicación del parásito, la neurocisticercosis es la forma más grave,<br />

con una prevalencia alta en Centroamérica y México. En<br />

cambio, en el hospedero intermediario natural, el cerdo, la cisticercosis<br />

no se manifiesta en forma clínica, salvo excepciones.<br />

El hombre adquiere la cisticercosis por la ingestión accidental<br />

de huevecillos infectantes de T. solium, los cuales pueden ser<br />

eliminados al ambiente por el mismo microorganismo o provenientes<br />

de otra persona infectada. De esta manera, el hombre se<br />

transforma en hospedero intermediario accidental de su propia<br />

tenia; por tanto, la fuente de infección está dada por el consumo<br />

de alimentos o aguas contaminados con heces humanas y<br />

el modo de transmisión ocurre fundamentalmente por el fecalismo.<br />

La cisticercosis puede ser considerada una ETA zoonótica<br />

y debe controlarse evitando que personas portadoras contaminen<br />

el ambiente con heces, que existan vectores mecánicos,<br />

educando a la población respecto a hábitos higiénicos, sobre<br />

todo a quienes tienen contacto con estos pacientes, y practicando<br />

la producción porcina limpia, en donde este animal no tenga<br />

acceso a heces humanas (coprofagia), o aguas y alimentos<br />

contaminados. 1,2,4<br />

Dicroceliasis<br />

Enfermedad parasitaria cosmopolita y zoonótica, producida<br />

por el trematodo Dicrocoelium spp. En América, Dicrocoelium<br />

dendriticum es responsable de esta parasitosis y el hombre rara<br />

vez se infecta de manera accidental. Los rumiantes domésticos,<br />

y a veces los silvestres, con frecuencia pueden ser infectados con<br />

este trematodo como hospederos definitivos a nivel de sus vías<br />

biliares. El ciclo evolutivo de este endoparásito comprende dos<br />

hospederos intermediarios, el primero es un caracol terrestre y<br />

el segundo una hormiga. Por tanto, el estado infectante para el<br />

hospedero vertebrado definitivo se alcanza, como un estadio de<br />

metacercaria, dentro de este último hospedero intermediario<br />

invertebrado. En general, esta parasitosis no produce signos de<br />

enfermedad en los animales, salvo cuando existe una carga parasitaria<br />

elevada. En cambio, en los humanos suele existir signología<br />

clínica asociada a la infección. La fuente de infección<br />

para los hospederos definitivos naturales o accidentales son las<br />

hormigas infectadas con metacercarias de D. dendriticum, por<br />

tanto, la transmisión en el hombre ocurre por el mordisqueo de<br />

hierbas o el consumo de verduras o frutas contaminadas con<br />

estos insectos. El control de esta enfermedad en los animales es<br />

difícil, debido a la variedad y tipo de especies hospederas intermediarias<br />

involucradas, así como por su amplia distribución en<br />

la Naturaleza a nivel del suelo y la vegetación. El control del<br />

parasitismo en el hospedero definitivo natural es útil, pero costoso<br />

y no tan efectivo. La dicroceliasis es considerada una ETA<br />

zoonótica no muy frecuente, y para disminuir el riesgo de infección<br />

es recomendable no mordisquear pasto o hierbas que<br />

puedan estar contaminados por hormigas. 1,2<br />

Difilobotriasis<br />

Se llama así a la infección parasitaria causada por distintas especies<br />

del cestodo seudofílido del género Diphyllobothrium afectando<br />

al humano, perro, gato y otros hospederos que se alimentan<br />

de peces infectados con estados larvarios presentes en ellos.<br />

Diphyllobothrium latum es considerada la especie tipo, y el humano<br />

se infecta por el consumo de salmones o truchas crudos<br />

o semicrudos de los lagos. Otras especies se pueden adquirir<br />

por el consumo de peces de mar mal cocidos o cocinados como<br />

“cebiche” (D. pacificum). Estos cestodos miden de 3 a 10 m de<br />

largo y se localizan en su estado adulto en el intestino delgado<br />

de sus hospederos definitivos: humano, perro, gato, cánidos y


732 PARTE VI Parasitología aplicada<br />

félidos silvestres. Presentan un ciclo evolutivo indirecto complejo,<br />

ya que intervienen dos hospederos intermediarios: pequeños<br />

crustáceos de agua (copépodos) y peces de agua dulce<br />

(salmones y truchas). Los peces, al consumir crustáceos infectados,<br />

desarrollan un nuevo estado larvario en sus músculos y<br />

vísceras llamado plerocercoide. El hombre u otros hospederos<br />

ictiófagos, se infectan al ingerir los tejidos del pez que presentan<br />

plerocercoides que dan origen a los cestodos adultos; éstos<br />

ocasionan un cuadro clínico digestivo inespecífico, pero además<br />

esta infección puede originar anemia macrocítica y normocrómica<br />

por la competencia que se produce entre el parásito<br />

y el hospedero por la vitamina B 12 . Para evitar este parasitismo,<br />

se debe consumir el pescado salmonídeo o marino bien cocido<br />

para destruir los plerocercoides. La congelación rápida de carnes<br />

a –10°C destruye los plerocercoides, la sola refrigeración o<br />

el ahumado no es suficiente. 1,2,4<br />

Esparganosis (espirometrosis larval)<br />

Enfermedad parasitaria cosmopolita y zoonótica, producida<br />

por el estado larval plerocercoide, del cestodo seudofílido del<br />

género Spirometra spp. Los hospederos definitivos son los cánidos<br />

y félidos tanto domésticos como silvestres. Los hospederos<br />

intermediarios son dos: 1) el primero de ellos es un artrópodo<br />

copépodo, donde se origina el primer estadio larvario de procercoide.<br />

2) El segundo hospedero lo conforman varios anfibios,<br />

reptiles, aves, pequeños mamíferos roedores, cerdos, primates<br />

no humanos y humanos. La infección en estos últimos es<br />

poco frecuente y accidental, a diferencia a lo que ocurre con los<br />

animales. Los humanos adquieren este parásito por el consumo<br />

de carnes crudas o mal cocidas de animales con plerocercoides<br />

como los mencionados, pero también puede infectarse al consumir<br />

agua con copépodos infectados con procercoides; sin<br />

embargo, esta última posibilidad no tiene importancia en el<br />

ciclo biológico, salvo en África. Esta parasitosis es considerada<br />

una ETA zoonótica, que podría controlarse si se evita el consumo<br />

de agua no potable, a menos que se filtre y hierva, y consumiendo<br />

todo tipo de carnes bien cocidas. 1,2,4<br />

Fasciolosis<br />

La fasciolosis es producida por parásitos pertenecientes al<br />

Phylum platyhelminthes, específicamente a la clase Trematoda y<br />

de la subclase Digenea. Los géneros involucrados en esta enfermedad<br />

son: Fasciola y Fascioloides. El género y especie que tiene<br />

la mayor distribución en Latinoamérica es Fasciola hepatica,<br />

afecta a animales de abasto y silvestres, con una alta prevalencia,<br />

genera grandes pérdidas económicas asociadas a sus distintos<br />

niveles de infección en los animales. Es importante destacar<br />

que esta parasitosis es una zoonosis, y es una ETA. Los vermes<br />

aplanados con forma de hoja pueden alcanzar un tamaño macroscópico<br />

de varios centímetros, y como parásito adulto se<br />

ubica en los canalículos biliares de los hospederos, pero a veces<br />

puede ubicarse en el pulmón o bajo la piel, entre otras ubicaciones;<br />

este parásito se encuentra en gran parte del mundo,<br />

donde existen condiciones de humedad y temperatura adecuadas<br />

para su desarrollo. Algunos estudios han revelado que el<br />

cerdo, el jabalí, el perro y el gato, tienen una rápida respuesta<br />

contra el parásito, evitando su desarrollo. En cambio, los bovinos,<br />

los equinos y el ser humano, reaccionan en forma tardía<br />

permitiendo su proliferación. Los ovinos, caprinos y los lagomorfos,<br />

son los más receptivos al parásito. Un factor importante<br />

de considerar en la epidemiología de la fasciolosis tiene relación<br />

con las principales condicionantes en la producción de<br />

metacercarias y la disponibilidad de hábitat adecuados para los<br />

caracoles, hospederos intermediarios del género Lymnaea con<br />

adecuadas condiciones de temperatura y humedad; estas condiciones<br />

ambientales las encuentra el caracol, sobre todo en arroyos<br />

y aguas corrientes. Una temperatura ambiental media, igual<br />

o superior a 10°C, es necesaria tanto para la reproducción de<br />

caracoles como para el desarrollo de F. hepatica. Ambos procesos<br />

se detienen a temperaturas iguales o menores de 5°C; ésta<br />

también es la temperatura mínima para el desarrollo y eclosión<br />

de los huevos de F. hepatica. Las condiciones óptimas de humedad<br />

se producen cuando las precipitaciones superan a la transpiración<br />

y alcanzan niveles de saturación. Dicha condición<br />

también es esencial para que los miracidios encuentren a los<br />

caracoles y para la dispersión de las cercarias liberadas de éstos.<br />

Por tanto, es en primavera y verano cuando se encuentran las<br />

condiciones ambientales que permiten su eclosión más rápida.<br />

La infección se encuentra ampliamente distribuida en las especies<br />

animales pecuarias, en quienes la temperatura promedio<br />

no supera los 10°C por más de dos meses; sin embargo, existen<br />

zonas del mundo más afectadas que otras. Los parásitos adultos<br />

se ubican en los canalículos biliares de los hospederos definitivos<br />

donde producen huevos por autofecundación, los que son<br />

liberados por la bilis y salen al ambiente en las heces del animal;<br />

estos huevos desarrollan en su interior otro estadio evolutivo, el<br />

miracidio. Después de su eclosión el miracidio busca al hospedero<br />

intermediario, un caracol anfibio, penetra en él a través de<br />

la piel, generando en su interior un esporoquiste que produce<br />

partenogenéticamente redias, las cuales en condiciones desfavorables<br />

originan redias hijas y nietas. Si éstas encuentran condiciones<br />

ambientales apropiadas, originan cercarias que abandonan<br />

el caracol y nadan hasta poder enquistarse en un vegetal<br />

originando las metacercarias; este último estado es el infectante,<br />

el cual resiste hasta un año con buena humedad y bajas temperaturas.<br />

El hospedero definitivo se infecta al consumir vegetales<br />

contaminados con metacercarias, que al desenquistarse en<br />

el tubo digestivo dejan en libertad fasciolas juveniles; éstas, al<br />

penetrar la pared intestinal, caen en la cavidad peritoneal y a<br />

través de ella migran al hígado. Luego estos estadios juveniles<br />

atraviesan la cápsula de Glisson y migran por el parénquima<br />

hasta alcanzar los canalículos biliares donde culmina su desarrollo.<br />

Durante este tiempo las fasciolas alcanzan su madurez<br />

sexual y comienzan a producir huevos. La etapa prepatente de<br />

esta infección dura alrededor de 10-12 semanas. Para abordar<br />

el control de la fascioliasis se deben tomar medidas diseñadas<br />

para cortar el ciclo de F. hepatica en sus puntos más débiles.<br />

Dentro de las medidas principales están el control de los cara-


CAPÍTULO 91 Zoonosis parasitarias transmitidas por alimentos 733<br />

coles hospederos intermediarios y el uso oportuno de fasciolicidas<br />

en los definitivos. En este último caso el ideal es administrar<br />

tratamientos con base en productos eficientes cada dos<br />

meses; sin embargo, como en algunas partes no se pueden aplicar<br />

tratamientos tan a menudo, se pueden sugerir en forma alternativa<br />

dos tratamientos al año. La principal fuente de infección<br />

para los humanos es el consumo de berros contaminados,<br />

aunque no se puede descartar la infección por otros vegetales<br />

que se consumen crudos. Por lo anterior, el hombre considerado<br />

un hospedero accidental debe evitar como principal mecanismo<br />

de control, el consumo de berros silvestres o de origen<br />

desconocido, sin dejar de lavar y desinfectar por varios minutos<br />

estos vegetales sin importar su origen, ya que la fascioliosis va<br />

en aumento. 1-4,7<br />

Hidatidosis<br />

La hidatidosis y la equinococosis son producidas por parásitos<br />

pertenecientes al Phylum platyhelminthes, a la clase Cestoda y al<br />

orden Cyclophyllidea. El término “hidatidosis” se utiliza para<br />

denominar aquellos animales que por albergar el estado larvario<br />

de especies de Echinococcus sufren dicha enfermedad. La<br />

equinococosis sólo la padecen los caninos, casi sin sintomatología<br />

evidente, llevando en su intestino delgado al estado adulto<br />

de esta tenia. Este género parasitario tiene gran importancia<br />

en la salud humana y animal, sobre todo sus especies Echinococcus<br />

granulosus y E. multilocularis, y menos relevantes por<br />

tener una distribución geográfica restringida: E. oligarthus y<br />

E. vogeli.<br />

E. granulosus es la única de importancia en toda Sudamérica.<br />

La difusión de la hidatidosis en la naturaleza se realiza con<br />

la participación de los animales domésticos y/o silvestres, así<br />

como de factores de métodos de crianza, como el pastoreo transhumante,<br />

donde existe un estrecho contacto hospedero/intermediario.<br />

Otros factores son las medidas de control, condiciones<br />

intrínsecas del parásito (como el alto potencial biótico, la<br />

supervivencia de los estados adultos o la alta resistencia de los<br />

huevos en el ambiente), presencia y número de otros hospederos<br />

y factores externos que mantiene la infección. Echinococcus<br />

granulosus se extiende desde el Ártico hasta Tierra del Fuego e<br />

isla Stewart en Nueva Zelanda. Se le encuentra especialmente<br />

en América Latina (Cono Sur), Oceanía, Ártico y países Mediterráneos;<br />

destacan: Grecia, Cerdeña, Chipre, Nueva Zelanda;<br />

Tasmania (Australia), Rusia, regiones de África, Uruguay, Brasil,<br />

Argentina, Chile y Perú. Existe una clara asociación entre la<br />

concentración de la población ovina y prevalencia de esta<br />

zoonosis. En América, cerca de 50% de la población ovina se<br />

ubica en mayor grado a nivel del extremo sur en países como<br />

Argentina, Brasil, Uruguay, Perú y Chile. En los países tropicales<br />

en general la densidad ovina tiende a ser menor. En la hidatidosis<br />

humana existe una subnotificación de los casos a los<br />

servicios nacionales de salud porque existe una gran cantidad<br />

de infecciones subclínicas, por lo que la incidencia anual de<br />

nuevos casos quirúrgicos es sólo una parte de la verdadera prevalencia.<br />

La infección en los hospederos intermediarios naturales<br />

y en el humano, en forma accidental, ocurre por el consumo<br />

del huevo inmediatamente infectante de este cestodo. Estos<br />

huevos son más resistentes que los de otras tenias, ya que pueden<br />

soportar el congelamiento y la sequedad del clima por cerca<br />

de un año. El quiste hidatídico que se forma producto del<br />

consumo de este huevo necesita, en los ovinos, alrededor de<br />

cinco meses para hacerse infectante para el hospedero definitivo.<br />

El ciclo continúa cuando este último, principalmente el<br />

perro, consume estos quistes incluidos en las vísceras. De esta<br />

manera, una vez digerido el quiste en el intestino delgado, se<br />

desarrolla el estado adulto, con una prepatencia promedio de<br />

45 días, sin signología clínica por la infección. El quiste hidatídico<br />

es una vesícula esférica, pero puede variar en su forma según<br />

la presión que opongan los órganos, y su tamaño puede<br />

variar, en los animales, desde unos 5 a 10 cm de diámetro, en<br />

tanto que en el hombre puede alcanzar tamaños superiores, de<br />

hasta 50 cm de diámetro conteniendo en su interior hasta 8 L<br />

de líquido. Esto se debe a que el crecimiento de la hidátide, al<br />

ser lento, requiere muchos años para alcanzar tamaños tan<br />

apreciables, situación que no ocurre en los animales porque su<br />

vida es más corta. Por esto es común que en los animales hospederos<br />

intermediarios no exista signología clínica alguna, a<br />

diferencia de lo que ocurre en el ser humano por su longevidad.<br />

La fuente de infección para el humano puede ocurrir por el<br />

contacto directo con perros infectados, cuando no se practica<br />

una buena higiene personal, como lavar las manos antes de comer,<br />

el consumo de verduras o frutas y agua contaminada con<br />

heces de perros infectados, así como por la presencia de vectores<br />

mecánicos, sobre todo en zonas rurales o semirrurales. La<br />

hidatidosis puede ser considerada una ETA zoonótica y debe<br />

controlarse evitando la contaminación ambiental con heces caninas<br />

y vectores mecánicos, educando a la población sobre hábitos<br />

higiénicos, en especial quienes tienen contacto estrecho<br />

con perros. Por otro lado, las medidas básicas para el control de<br />

la hidatidosis contemplan la educación sanitaria, el control a<br />

nivel de mataderos con adecuada inspección y decomiso de vísceras<br />

infectadas, la dosificación periódica de los perros con praziquantel<br />

y alimentar de manera adecuada a los perros, es decir,<br />

sin vísceras.<br />

La equinococosis, como se denomina la infección en el<br />

hospedero definitivo, se trata con fármacos que contienen<br />

como principio activo praziquantel, que es 100% efectivo contra<br />

E. granulosus. En la administración se debe tener en cuenta<br />

que el animal dosificado, debido a que el fármaco es tenicida y<br />

no ovicida, debe permanecer atado durante 48 h, ya que existe<br />

el peligro de que los huevos eliminados por destrucción de las<br />

tenias contaminen al medio y las personas cercanas al animal;<br />

esto debe tomarse en cuenta cuando se le emplea en zonas endémicas.<br />

En relación con el desarrollo de vacunas para el control<br />

y prevención de esta enfermedad parasitaria, hasta la fecha<br />

el único esfuerzo que ha logrado efectividad es el realizado con<br />

una proteína de la oncosfera del parásito llamada EG95, producida<br />

en forma recombinante en E. coli. Con ella se ha logrado<br />

una protección de 86% de los ovinos vacunados; sin embargo,<br />

falta aún demostrar su efecto sobre otras especies. 1,2,4,15,17,23


734 PARTE VI Parasitología aplicada<br />

Himenolepiasis<br />

Enfermedad parasitaria cosmopolita y zoonótica producida<br />

por los cestodos Hymenolepis nana e H. diminuta, la primera<br />

de origen humano y/o murino y la segunda de origen fundamentalmente<br />

murino. Algunos estudios indican que H. nana<br />

es un parásito cuyo hospedero intermediario y definitivo puede<br />

ser sólo el ser humano; sin embargo, también se ha descrito<br />

que algunos artrópodos, como pulgas y coleópteros, también<br />

pueden ser considerados sus hospederos intermediarios, con la<br />

formación en ellos de un cisticercoide como estado larvario.<br />

Las dos especies son de distribución mundial, se presenta una<br />

prevalencia mayor en aquellos países en vías de desarrollo. H.<br />

nana se ha aislado con frecuencia de niños y es considerado el<br />

cestodo más frecuente en los humanos en todo el mundo. Habita<br />

el intestino delgado de sus hospederos definitivos y se<br />

transmite a través del consumo de agua o alimentos contaminados<br />

con heces humanas, su principal reservorio, que contengan<br />

huevos infectantes para su hospedero intermediario. En el<br />

humano, como en los roedores, suele ser una enfermedad asintomática,<br />

pero debe considerarse potencialmente patógena a<br />

nivel intestinal. La himenolepiasis se trata de una ETA antropozoonótica<br />

y debe controlarse evitando la contaminación<br />

ambiental con heces humanas y vectores mecánicos, así como<br />

educando al público en hábitos higiénicos, sobre todo a quienes<br />

manejan alimentos. 1,2<br />

Mesocestoidiasis<br />

Enfermedad parasitaria cosmopolita y zoonótica producida por<br />

cestodos del género Mesoscestoide; éstos tienen un ciclo evolutivo<br />

complejo, que involucra un hospedero definitivo carnívoro,<br />

como cánidos y félidos silvestres y domésticos, y más de un<br />

hospedero intermediario. El primero de éstos es un artrópodo<br />

oribátido, en donde se forma un cisticercoide; y el segundo,<br />

que puede ser una variedad de pequeños vertebrados, como las<br />

aves, los reptiles y algunos pequeños mamíferos, como roedores,<br />

forman en su cavidad peritoneal un estado larvario denominado<br />

tetratiridium, que es el estado infectante para el hospedero<br />

definitivo. Sin embargo, también algunas veces perros y<br />

gatos pueden ser hospederos intermediarios, al consumir los<br />

ácaros oribátidos infectados. El ser humano rara vez es parasitado,<br />

y lo hace como hospedero definitivo, al consumir el estado<br />

de tetratiridium.<br />

Existen diferentes especies de Mesoscestoide descritas en diferentes<br />

partes del mundo. Habitan el intestino delgado de sus<br />

hospederos definitivos y son transmitidas a través del consumo<br />

de carne o vísceras crudas infectadas con tetratiridium. En el<br />

humano existe una enfermedad sintomática digestiva, en tanto<br />

que en los animales hospederos definitivos suele ser asintomática.<br />

La mesocestoidiasis se trata de una ETA zoonótica poco<br />

frecuente, en donde el control es de tipo individual, en zonas<br />

endémicas, y consiste en evitar el consumo de carne cruda o<br />

mal cocida, sobre todo de animales silvestres. 1,2<br />

Paragonimiasis<br />

La paragonimiasis (distomatosis pulmonar, hemoptosis endémica)<br />

es una enfermedad parasitaria cosmopolita y zoonótica<br />

producida por trematodos del género Paragonimus. Son parásitos<br />

de color rojizo y ovalado, que tienen un ciclo evolutivo<br />

indirecto, involucrando a un hospedero definitivo, como el<br />

hombre u otros mamíferos, en particular los carnívoros, que<br />

albergan al parásito en sus pulmones; y dos hospederos intermediarios.<br />

El primero de éstos es un caracol, en donde se forman<br />

esporocistos, redias y cercarias; y el segundo es un cangrejo<br />

o camarón de agua dulce, donde se forma la metacercaria<br />

que es el estado infectante para el hospedero definitivo. Estos<br />

últimos lo adquieren al consumir los hospederos con las metacercarias;<br />

sin embargo, se ha descrito la existencia de hospederos<br />

paraténicos, como el jabalí, por lo que el ser humano también<br />

puede adquirir esta parasitosis al consumir carne cruda o<br />

semicruda de esta especie animal.<br />

Existen varias especies de Paragonimus descritas en diferentes<br />

partes del mundo, como África, América y Asia. Los signos y<br />

síntomas más importantes son tos crónica productiva, dolor torácico<br />

vago, esputo viscoso sanguinolento y rara vez fiebre. A<br />

pesar que la principal localización del estado adulto es en los<br />

pulmones del hospedero definitivo, existen descripciones ectópicas<br />

del parásito, como en el cerebro, médula espinal, músculos<br />

torácicos, tejido subcutáneo, cavidad y órganos abdominales.<br />

En los animales hospederos definitivos los síntomas son similares<br />

a los descritos en humanos. Esta parasitosis, por tanto, se<br />

trata de una ETA zoonótica muy frecuente en las áreas endémicas<br />

de Asia, en América Latina es una enfermedad esporádica.<br />

Para el control de la enfermedad es fundamental la educación<br />

sanitaria, tratar a la población infectada y a los reservorios,<br />

el cuidado responsable de mascotas, la eliminación adecuada<br />

de las expectoraciones y materias fecales, así como el control de<br />

caracoles. 1,2,4<br />

Teniasis<br />

Las tenias o cestodos que el hombre adquiere a través del consumo<br />

de carnes infectadas y que parasitan su intestino delgado<br />

son: Taenia solium y T. saginata, ambas conocidas como “lombriz<br />

solitaria” en la creencia popular que sólo se encuentra un<br />

ejemplar parasitando el intestino, situación que no corresponde<br />

a la realidad. Para continuar su ciclo evolutivo las tenias requieren<br />

hospederos intermediarios como el cerdo, para el caso<br />

de T. solium, y el bovino, para T. saginata. En la musculatura,<br />

sobre todo cardiaca y esquelética de éstos, se presentan los estados<br />

larvarios conocidos como Cysticercus cellulosae y C. bovis, la<br />

infección se conoce como cisticercosis del cerdo o del bovino,<br />

respectivamente. El cisticerco es una forma larvaria constituida<br />

por una vesícula que contiene en su interior un escólex (o “cabeza”<br />

de la futura tenia) invaginado. El hombre se infecta y<br />

adquiere la teniasis cuando ingiere carne de cerdo o de vacuno<br />

mal cocida y que presenta estos estados larvarios. Contrario a lo<br />

que se puede suponer, el cuadro clínico llamado teniasis, por


CAPÍTULO 91 Zoonosis parasitarias transmitidas por alimentos 735<br />

lo general no ocasiona muchos trastornos, se observan leves<br />

manifestaciones digestivas. Sin embargo, en el caso de T. solium,<br />

puede ser muy grave, ya que existe la salvedad de que el<br />

hombre también puede actuar de hospedero intermediario, lo<br />

que sí representa un peligro grave para la salud, puesto que los<br />

cisticercos tienden a ubicarse con gran frecuencia en el cerebro,<br />

causando una neurocisticercosis, o en el globo ocular, ambos<br />

cuadros clínicos son de grave pronóstico. El control se realiza a<br />

través de la crianza de cerdos y vacas en buenas condiciones<br />

higiénicas y manteniendo al personal que labora en esos lugares<br />

libres de teniasis. La inspección sanitaria que se realiza en mataderos<br />

permite realizar un control adecuado al decomisar los<br />

canales que demuestren la presencia de cisticercos. El hecho de<br />

educar a la población en el sentido de consumir la carne bien<br />

cocida para destruir los cisticercos, es fundamental. La congelación<br />

de la carne a 10°C por cuatro días destruye los estados<br />

larvarios, y en este caso también la irradiación es un buen método<br />

de saneamiento de carnes infestadas. La salazón y ahumado<br />

no constituyen métodos eficientes para este propósito. 1,2,4<br />

Taenia asiatica<br />

Forma también parte de las lombrices solitarias. Se adquiere al<br />

ingerir hígado crudo o mal cocido de cerdo que presenta la<br />

larva Cysticercus viscerotropica. Esta zoonosis es propia de países<br />

de Asia (China, Taiwán, Corea, Malasia, etc.).<br />

Trichinellosis (triquinosis)<br />

Esta infección provoca cuantiosas pérdidas económicas y constituye<br />

un riesgo para la salud de las personas; es causada por el<br />

parásito de la clase nematoda, Trichinella spiralis. Hoy se reconocen<br />

en este género ocho especies y cuatro genotipos dentro<br />

de los dos subtipos (encapsulados y no encapsulados), detectados<br />

en animales domésticos y salvajes de todos los continentes,<br />

con excepción de la Antártica.<br />

Hasta hace poco, todas las infecciones por este parásito,<br />

tanto en animales como en humanos, se atribuyeron a Trichinella<br />

spiralis; sin embargo, hoy se describe que las especies y<br />

genotipos que infectan sólo a los mamíferos son: T. spiralis, T.<br />

nativa, T. britovi, T. murrelli, T. nelsoni, y los genotipos T6, T8,<br />

T9 y T12; mientras que infectando a mamíferos y aves se describe<br />

a T. pseudospiralis; y dos de ellas infectan a mamíferos y<br />

reptiles: T. papuae y T. zimbabwensis. T. spiralis al estado adulto<br />

se ubica en el intestino delgado de sus hospederos, que son<br />

carnívoros, como los roedores, hombre, cerdos, perro, gato y<br />

muchos otros en el ambiente silvestre (lobos, zorros, chacales,<br />

osos, jabalíes, morsas, focas, etc.). También existe un estado<br />

larvario que se ubica dentro de quistes microscópicos distribuidos<br />

en diversos músculos del hospedero afectado. El ciclo de<br />

vida de T. spiralis comienza cuando un carnívoro ingiere carne<br />

que contiene larvas enquistadas, las cuales se liberan en el intestino<br />

delgado donde maduran hasta convertirse en gusanos<br />

adultos, machos y hembras. Luego de la cópula, las hembras<br />

penetran la mucosa, y 5 a 7 días después de la infección comienzan<br />

a eliminar los embriones que se van a distribuir por<br />

vía sanguínea y linfática a diversos tejidos musculares, en especial<br />

diafragma, intercostales, lengua, ojos, etc. (de mayor oxigenación).<br />

La larva penetra la fibra muscular donde comienza a<br />

crecer y el organismo reacciona frente a esta invasión formando<br />

un quiste a su alrededor, el cual está totalmente formado a los<br />

tres meses posteriores a la infección. La reacción del organismo<br />

continúa con un proceso de calcificación que no impide que las<br />

larvas enquistadas puedan sobrevivir varios años. En el caso del<br />

humano, el ciclo del parásito no continúa, ya que su carne no<br />

se consume, a menos que existiera canibalismo. En cambio, en<br />

animales el ciclo prosigue cuando ellos ingieren músculos de<br />

otros animales infectados, liberándose las larvas para ir a ubicarse<br />

al intestino delgado, madurar y comenzar a liberar los<br />

embriones hacia los músculos. La infección de las personas se<br />

produce por la ingestión de carne de cerdo o sus subproductos,<br />

crudos o mal cocidos, que contienen las larvas enquistadas del<br />

parásito; por lo general, la enfermedad se presenta como brotes<br />

epidémicos y cursa con síntomas variados de tipo digestivo,<br />

junto a dolores musculares, cefaleas, fiebre, edema facial, etc.<br />

Los cerdos a su vez se infectan cuando ellos consumen desperdicios<br />

que contienen residuos de carne o ratas infectada. Las<br />

ratas abundan donde se acumula basura, y como ellas practican<br />

el canibalismo, la infección se mantiene en la Naturaleza. Desde<br />

el punto de vista epidemiológico, los cerdos de criaderos no<br />

representan peligro porque su alimentación es controlada. Sin<br />

embargo, cuando se está eliminando la plaga de ratas es preciso<br />

tomar precauciones y eliminar las ratas muertas, puesto que las<br />

larvas enquistadas pueden sobrevivir por meses en cadáveres.<br />

De lo anterior se desprende que las medidas de control están<br />

encaminadas a prevenir la infección de los cerdos con adecuados<br />

e higiénicos métodos de crianza, prohibición de crianza de<br />

cerdos en basurales, evitar alimentarlos con restos de alimentos<br />

que contengan residuos de carnes y realizar control de roedores.<br />

Además, se debe controlar el beneficio de los cerdos mediante<br />

una rigurosa inspección sanitaria en mataderos donde se examinan<br />

microscópicamente cortes de diafragma para verificar la<br />

presencia o ausencia de quistes parasitarios. Existen otros métodos<br />

de control basados en temperaturas de congelación, bastan<br />

sólo 2 min para destruir el parásito con una temperatura de<br />

37°C. La temperatura de cocción (58°C) también destruye<br />

las larvas de T. spiralis en los tejidos, se debe recomendar esta<br />

práctica cuando se desconoce el origen de la carne de cerdo o<br />

sus subproductos de consumo humano. La irradiación de las<br />

carnes es un método muy efectivo para destruir el parásito; sin<br />

embargo, representa un alto costo y es de difícil implementación.<br />

Los tradicionales procesos de salazón o ahumado tienen<br />

escaso o nulo efecto sobre el parásito. En resumen, la infección<br />

humana se previene mediante la educación de la población en<br />

el sentido de evitar la ingesta de carne mal cocida y consumir<br />

sólo carne de cerdo autorizada para el consumo. 1,2,4,10,19<br />

Lo antes expuesto permite concluir que existe el riesgo real<br />

de contraer infecciones parasitarias a través del consumo de<br />

carne de especies de abasto, silvestres o de pescado, así como al<br />

beber agua no potabilizada o por la ingesta de verduras o frutas


736 PARTE VI Parasitología aplicada<br />

regadas con agua contaminada. Por ello, se debe enfatizar el<br />

consumo de productos que hayan sido sometidos, ya sea a revisión<br />

sanitaria o al tratamiento de ellos en los casos que corresponda.<br />

Cuando no existe un control sanitario de rutina, o si la<br />

potabilidad del agua no es la suficiente o si se trata de infecciones<br />

parasitarias en las que no es posible su detección a nivel de<br />

plantas faenadoras o de tratamiento, se debe enfatizar en todo<br />

momento que estas carnes u órganos, el agua y verduras y frutas<br />

se consuman sólo después de una adecuada cocción o buen lavado,<br />

según corresponda. De tal forma que, disfrutando la comida,<br />

no implique riesgos que pueden afectar la salud del ser<br />

humano.<br />

Referencias<br />

1. Acha P, Szyfres B. Zoonosis y enfermedades transmisibles<br />

comunes al hombre y los animales. 3 a ed. Vol. III, 413.<br />

2003.<br />

2. Botero D, Restrepo M. Parasitosis <strong>Humana</strong>s. 4ª ed. Corporación<br />

para Investigaciones Biológicas; 545. 2003.<br />

3. Dalton JF. Fasciolosis. NY, USA: Ed. CABI.: 544. 1999.<br />

4. Dorny P, Praet N, Deckers N et al. Emerging food-borne<br />

parasites Veterinary Parasitology;163:196-206. 2009.<br />

5. Fayer R, Dubey J, Lindsay D. Zoonotic protozoa: from<br />

land to sea. Trends in Parasitology;20:531-536. 2004.<br />

6. Fayer R, Xiao L. Cryptosporidium and Cryptosporidiosis.<br />

Snd Fayer and Xiao. Ed CRC Press. edition; 560. 2007.<br />

7. Fredes F. La fasciolosis animal y humana Mon. Electr.<br />

Patol Vet;1:38-67. 2004.<br />

8. Fredes F, Raffo E, Muñoz P. First report of Cryptosporidium<br />

spp. oocysts in stool of Adelie penguin from the<br />

Antarctic using acid-fast stain. Antarctic Science;19:437-438.<br />

2007.<br />

9. Fredes F, Díaz A, Raffo E et al. Cryptosporidium spp.<br />

oocysts detected using acid-fast stain in faeces of gentoo<br />

penguins (Pygoscelis papua) in Antarctica. Antarctic Science;20:495-496.<br />

2008.<br />

10. Gajadhar A, Pozio E, Gamble H, Boireau P. et al. Trichinella<br />

diagnostics and control: Mandatory and best<br />

practices for ensuring food safety. Veterinary Parasitology;159:197-205.<br />

2009.<br />

11. Gezuele E, Fernández N, Dimenza M et al. Un caso<br />

de balantidiasis humana paucisintomática. Rev Med Uruguay;21:164-166.<br />

2005.<br />

12. Giraldo GJ, Lora F, Henao L et al. Prevalencia de<br />

Giardiasis y Parásitos Intestinales en Preescolares de Hogares<br />

atendidos en un programa estatal en Armenia. Colombia<br />

Rev. Salud Pública; 7:327-338. 2005.<br />

13. Kasicková D, Sak B, Kvác M et al. Sources of potentially<br />

infectious human microsporidia: Molecular characterisation<br />

of microsporidia isolates from exotic birds in the<br />

Czech Republic, prevalence study and importance of<br />

birds in epidemiology of the human microsporidial infections.<br />

Veter Parasitol; 165:125-130. 2009.<br />

14. Kirby R, Bartram J, Carr R. Water in food production<br />

and processing: quantity and quality concerns. Food Control;14:283-299.<br />

2003.<br />

15. Lightowlers M. Cestode vaccines: origins, current status<br />

and future prospects. Parasitology;133:27-42. 2006.<br />

16. Mercado R, Buck G, Manque P et al. Cryptosporidium<br />

hominis infection of the human respiratory tract. Emerging<br />

Infectious Diseases;1:462-464. 2007.<br />

17. Moro P, Schantz P. Cystic echinococcosis in the Americas.<br />

Parasitol Int;55: Suppl: S181-S186. 2006.<br />

18. Pinilla A, López M, Viasus D. Historia del protozoo<br />

Entamoeba histolytica. Rev Méd Chile;136:118-124. 2008.<br />

19. Pozio E. World distribution of Trichinella spp. infections<br />

in animals and humans. Veterinary Parasitology;149:<br />

3-21. 2007.<br />

20. Rossignol J. Cryptosporidium and Giardia: Treatment<br />

options and prospects for new drugs. Exp Parasitol;124:<br />

45-53. 2010.<br />

21. Schuster F, Ramirez AL. Current world status of Balantidium<br />

coli. Clin Microbiol Rev;21:626-38. 2008.<br />

22. Thompson R, Olson M, Zhu G et al. Cryptosporidium<br />

and cryptosporidiosis. Adv Parasitol;59:77-139.<br />

2005.<br />

23. Wei J, Cheng F, Qun Q et al. Epidemiological evaluations<br />

of the efficacy of slow released praziquantel-medicated<br />

bars for dogs in the prevention and control of cystic<br />

echinococcosis in man and animals. Parasitol Int;54:231-<br />

236. 2005.<br />

24. Yoshida N. Trypanosoma cruzi infection by oral route<br />

How the interplay between parasite and host components<br />

modulates infectivity. Parasitol Int;57:105-109. 2008.


Parte VII<br />

Diagnóstico de laboratorio<br />

Capítulo<br />

92<br />

Diagnóstico de laboratorio<br />

de las parasitosis<br />

Inés Zulantay<br />

Generalidades<br />

El apoyo del laboratorio es fundamental en el diagnóstico de las<br />

parasitosis, el cual se establece fundamentalmente de dos maneras:<br />

a través de la observación directa del parásito o fracciones<br />

de él (métodos directos), o dirigidos a hacer evidente la respuesta<br />

inmune en el hospedero (métodos indirectos). Esta clasificación<br />

ha sido tradicional en los textos de parasitología, por<br />

tanto, en este capítulo se mencionarán fuera de esta clasificación<br />

los métodos moleculares (p. ej., reacción en cadena de la<br />

polimerasa, PCR) o complementarios (p. ej., hemograma, utilizado<br />

en algunas parasitosis para evaluar eosinofilia o anemia).<br />

Para un eficiente diagnóstico parasitológico, la elección<br />

del tipo de muestra biológica es esencial. La mayoría de los<br />

parásitos intestinales (protozoos y helmintos) pueden ser diagnosticados<br />

por un examen de deposiciones. No obstante, también<br />

pueden ser útiles muestras de suero para detectar anticuerpos<br />

(ELISA en Strongyloides stercoralis), contenido duodenal<br />

(Giardia lamblia) o biopsias (Entamoeba histolytica), entre<br />

otras. En el caso de las hemoparasitosis, la muestra más útil<br />

para el diagnóstico directo es sangre total sin anticoagulante,<br />

como en la enfermedad de Chagas; no obstante, también se<br />

puede utilizar suero para la aplicación de métodos indirectos,<br />

como en la amebiasis hepática. También se utilizan otro tipo de<br />

muestras biológicas, con menor frecuencia, como tejidos para<br />

biopsias, raspados de piel, aspirados de lesiones, etcétera.<br />

En el caso de las histoparasitosis, debido a las dificultades<br />

de observar directamente el agente etiológico, la muestra utilizada<br />

por lo general es suero para aplicar métodos serológicos o<br />

indirectos, por ejemplo, toxoplasmosis, hidatidosis, larva migrante<br />

visceral, triquinosis, entre otros. Otros tipos de muestras<br />

utilizadas en el diagnóstico parasitológico son: líquido cefaloraquídeo<br />

(neurocisticercosis), expectoración (hidatidosis), raspado<br />

corneal (Acantamoeba) y otras.<br />

Las muestras biológicas requieren ser conservadas en las<br />

condiciones más adecuadas con el fin de preservar la morfología<br />

parasitaria o elementos del parásito, así como los componentes<br />

de la respuesta inmune (células y anticuerpos), en caso<br />

737


738 PARTE VII Diagnóstico de laboratorio<br />

de aplicar métodos directos e indirectos, respectivamente. En<br />

relación con los métodos moleculares, se conoce la rigurosidad<br />

con que se deben extraer y conservar las muestras de DNA para<br />

ser amplificado mediante PCR. Una frecuente contaminación<br />

por amplicones, evidenciaría que no se están aplicando con rigurosidad<br />

los protocolos que debieran estar establecidos en<br />

cada laboratorio. En cuanto a la preservación de las muestras de<br />

examen parasitológico de deposiciones, uno de los más solicitados<br />

en la atención primaria de salud, por lo general requiere<br />

fijador. En otros casos, se utiliza una muestra fresca (p. ej., material<br />

extraído mediante endoscopia para la búsqueda de trofozoítos<br />

móviles de E. histolytica). En los exámenes serológicos<br />

para detección de anticuerpos específicos, la muestra de sangre<br />

se obtiene sin anticoagulante, y es relativamente sencillo esperar<br />

la retracción del coágulo, extraer el suero, inactivarlo para<br />

eliminar el complemento y congelarlo a 20°C hasta su determinación.<br />

No obstante, en ocasiones se requiere una solución<br />

anticoagulante, como la PCR para T. cruzi, que puede utilizar<br />

citrato de sodio, EDTA u otra solución.<br />

Respecto a las condiciones en que se mantiene la muestra<br />

para estudios al fresco o directos, existen factores críticos como<br />

la temperatura y condiciones de traslado al laboratorio. Si una<br />

muestra de flujo vaginal para estudio directo de Trichomona<br />

vaginalis permanece en el lugar de la toma de muestra por muchas<br />

horas a una temperatura superior a 27°C, los trofozoítos<br />

perderán su movilidad y dificultará su observación. Lo mismo<br />

ocurrirá con una muestra al fresco obtenida por endoscopia<br />

para observación de formas trofozoíticas móviles de Entamoeba<br />

histolytica.<br />

Otro aspecto importante en el diagnóstico de las parasitosis<br />

es conocer de manera detallada el tipo de muestra de elección<br />

para investigar una determinada parasitosis. En este sentido,<br />

es recomendable que el laboratorio de parasitología cuente<br />

con el personal idóneo para establecer antes los protocolos de<br />

tomas de muestra. Ejemplo: para la investigación de infección<br />

por Acanthamoeba en un paciente con queratitis es útil la muestra<br />

de raspado corneal, la que debe ser tomada por un oftalmólogo<br />

bajo rigurosas medidas de asepsia, lo mismo ocurre cuando<br />

se requiere tomar una muestra de líquido cefalorraquídeo<br />

para investigar neurocisticercosis. En ambos casos, la toma de<br />

muestra requiere experiencia y especial cuidado en su traslado<br />

al laboratorio.<br />

El equipo del laboratorio de parasitología también debe<br />

conocer el rendimiento de los diferentes tipos de métodos aplicados<br />

en el diagnóstico de las parasitosis. En la enfermedad de<br />

Chagas, los exámenes parasitológicos son métodos de elección<br />

en la fase aguda, no así en la crónica y en la disentería amebiana,<br />

es posible sugerir que los trofozoítos de Entamoeba histolytica<br />

se encuentran con más facilidad en heces diarreicas.<br />

Otro aspecto social relevante en el diagnóstico de las parasitosis<br />

es la globalización, que obliga al manejo y resolución por<br />

parte de los tecnólogos de laboratorio y al médico parasitólogo<br />

en parasitosis no autóctonas del país de origen. Se sabe que<br />

muchas instituciones de salud han creado las llamadas unidades<br />

de medicina del viajero, preparadas para la asistencia de<br />

parasitosis no endémicas.<br />

En los cuadros 92-1 a 92-3, se detallan las parasitosis humanas<br />

prevalentes según su ubicación: intestino, sangre y otras<br />

localizaciones, respectivamente. En cada una de ellas se describen<br />

especies, elemento o estado evolutivo diagnóstico, y generalidades<br />

sobre los métodos de diagnóstico directo y métodos<br />

de diagnóstico indirecto, moleculares y otros.<br />

Existen innumerables técnicas de diagnóstico parasitológico<br />

y la literatura científica permanentemente da cuenta de las<br />

innovaciones para cada una de ellas. La parasitología no está<br />

ajena al desarrollo de nuevas técnicas moleculares que podrían<br />

mejorar de manera considerable el diagnóstico de las parasitosis<br />

en el futuro.<br />

Referencias<br />

1. Martín RP, Martínez RR, Cuadros J, Cañavate C. El<br />

Laboratorio de Microbiología ante las enfermedades parasitarias<br />

importadas. Enferm Infecc Microbiol Clin; 28(10):<br />

719-725. 2010.<br />

2. Otranto D, Eberhard M. Zoonotic helminths affecting<br />

the human eye. Parasites & Vectors; 4(41):2-21. 2011.<br />

3. http://dpd.cdc.gov/dpdx. Fecha de acceso: 3 de noviembre<br />

2011.<br />

4. Pardo J, Pérez AD, Galindo I et al. Diagnóstico de<br />

helmintiasis importadas. Enferm Infecc Microbiol Clin; 25:<br />

329-335. 2007.<br />

5. O’Brien BM. A practical approach to common skin problems<br />

in returning travellers. Travel Med Infec Dis; 7:125-<br />

146. 2009.<br />

6. Aparicio M, Tajada P. Parasitosis intestinales. Pediatr<br />

Integral; XI (12):149-160. 2007.<br />

7. Murray CK, Gasser Jr RA, Magill AJ, et al. Update on<br />

rapid diagnostic testing for malaria. Clin Microbiol Rev;<br />

21:97-110. 2008.<br />

8. Herskovic P. El diagnóstico de laboratorio de las parasitosis.<br />

En: Atías A y Neghme A. Parasitología Clínica. Mediterráneo.<br />

509 pág. 1979.<br />

9. Atilio CG. Parasitología Clínica. Selección de métodos y<br />

técnicas de laboratorio para el diagnóstico de las parasitosis<br />

humanas. Atheneu. 810. 2001.


Capítulo<br />

93<br />

Aplicación del cultivo<br />

in vitro al diagnóstico<br />

de las parasitosis<br />

María J. Rosales • Antonio Osuna<br />

• Gloria González<br />

El cultivo, por lo general a partir de una muestra clínica, se<br />

puede considerar como un método de enriquecimiento biológico<br />

que permite el aumento de la masa del patógeno, facilitando<br />

así su diagnóstico.<br />

Los protozoos son los organismos que pueden ser cultivados<br />

in vitro con una finalidad diagnóstica. Entre otras razones,<br />

porque en medio de cultivo son capaces de reproducirse aumentando<br />

el número de los microorganismos por unidad de<br />

volumen.<br />

Otros parásitos, especialmente los helmintos, han podido<br />

mantenerse o cultivarse en medios más o menos complejos<br />

para la obtención a partir del mantenimiento de las larvas o de<br />

los adultos, de antígenos de excreción-secreción que pueden<br />

usarse en pruebas de diagnóstico inmunológico.<br />

Los cultivos se pueden clasificar en función de la composición<br />

del medio en medios definidos, medios semidefinidos y<br />

medios no definidos.<br />

Un medio definido es aquel en que se conoce la composición<br />

exacta de todos los componentes que lo forman. Un medio<br />

semidefinido es aquel en el cual se conoce la composición de<br />

los componentes de una parte del mismo, y al que se le adiciona<br />

como suplemento algún fluido o extracto biológico cuya<br />

composición exacta se desconoce. La mayor parte de los medios<br />

que se emplean, tanto para el cultivo de protozoos como<br />

para los cultivos celulares entran en esta categoría, los medios<br />

líquidos estandarizados con una composición conocida suelen<br />

ser suplementados con suero bovino fetal u otros, como suero<br />

de caballo, de bovino recién nacido, de pollo, etc. Los medios<br />

indefinidos son aquellos en donde se utilizan extractos o infusiones<br />

de tejidos o de órganos y en los cuales se desconoce la<br />

composición exacta de los componentes que lo forman.<br />

Por otra parte, los medios de cultivo también pueden clasificarse<br />

en sólidos, semisólidos, líquidos y bifásicos, donde<br />

existe una fase sólida y otra líquida necesarias para el cultivo de<br />

los diferentes organismos que se pretenden cultivar.<br />

Enteroparásitos protozoos<br />

Entamoeba histolytica<br />

Aislamiento<br />

Preparar varios tubos con medio de Balamuth e incubarlos a<br />

37°C durante cuatro días. 8 Adicionar polvo de arroz o almidón<br />

estéril a cada tubo. Inocular la muestra (heces, esputo, exudado),<br />

agitar e incubar a 37°C. Examinar al microscopio 0.1 ml<br />

del sedimento tras 3-4 días para observar el movimiento de los<br />

trofozoítos.<br />

Cultivo in vitro<br />

• Condiciones del cultivo: medio de cultivo TYI-S-33, 35°C.<br />

Esterilidad.<br />

• Técnica de cultivo: preparar medio TYI-S-33 con 1 000 U/<br />

ml de penicilina y 1 000 mg/ml de gentamicina. Inocular las<br />

amebas aisladas en tubos conteniendo el medio de cultivo<br />

con antibióticos y se incuban a 35°C, en ángulo de 5-10<br />

y se revisan cada día para cambiar el medio por otro frotis<br />

con antibióticos para ir “axenizando” el cultivo. Una vez que<br />

el cultivo está axénico se cambia el medio periódicamente<br />

cada 3-4 días, y se realizan subcultivos, introduciendo los tubos<br />

en hielo durante 5-10 min para despegar las amebas del<br />

tubo. A continuación se invierte el tubo varias veces y se centrifugan<br />

las amebas a 1 000 rpm durante 10 min, tras lo cual<br />

se suspenden en medio de cultivo fresco y se inoculan en<br />

frascos nuevos para incubar de nuevo en posición inclinada.<br />

Giardia lamblia<br />

Aislamiento<br />

Concentración y purificación de quistes mediante la técnica de<br />

Faust. 23 Lavar varias veces los quistes por centrifugación con<br />

739


740 PARTE VII Diagnóstico de laboratorio<br />

agua destilada. La “axenización” se consigue manteniendo los<br />

quistes 5 min en solución de hipoclorito sódico al 3.5% y después<br />

lavando varias veces con agua destilada.<br />

Cultivo in vitro<br />

Condiciones del cultivo: medio TYI-S-33 + 10% de suero bovino<br />

fetal inactivado (SBFI), 37°C. Esterilidad. Se emplean<br />

frascos de cristal: 10 3.5 cm que contienen 100 capilares de<br />

microhematócrito de 5 cm 1 mm, introducidos entre dos<br />

discos de teflón.<br />

Técnica de cultivo: desenquistar los trofozoítos mediante<br />

la técnica de Robertson y colaboradores. 2006. 47 Mantener los<br />

trofozoítos durante 72 h en los frascos con el medio de cultivo,<br />

tras lo cual se introducen los frascos en hielo a fin de enfriar el<br />

medio y lograr el desprendimiento de la mayor parte de los<br />

trofozoítos. Centrifugar el medio de cultivo a 800 g durante 10<br />

min a 4°C. Lavar el botón con solución salina PBS. Centrifugar<br />

a 800 g durante 10 min a 4°C. Incorporar el medio de<br />

cultivo y distribuir los parásitos en diferentes frascos llenos<br />

de medio de cultivo.<br />

Criopreservación: desprender y recoger los trofozoítos de<br />

los frascos de cristal. Centrifugar el medio de cultivo a 800 g<br />

durante 10 min a 4°C. Incorporar medio de cultivo adicionado<br />

de 10% de glicerol a botón. Incorporar a viales de congelación.<br />

Congelar de forma progresiva.<br />

Especies de Cryptosporidium<br />

Concentración y purificación de ooquistes<br />

• Lavado y filtrado de las heces por mallas de diferente tamaño<br />

de poro para eliminar el material innecesario.<br />

• Desengrasado y concentración por centrifugación: centrifugación<br />

de la suspensión de heces filtrada, a 3 000 rpm<br />

durante 15 min. Desechar los sobrenadantes, eliminar la<br />

capa de grasa del sedimento y resuspender en agua, repitiéndose<br />

estas centrifugaciones hasta eliminar todo el material<br />

graso posible. Las suspensiones se preservaban a 4°C.<br />

La purificación de los ooquistes se realiza de la siguiente<br />

manera.<br />

• Gradientes continuos de Percoll: 48 gradiente de 1.07 g/ml<br />

de Percoll, preparado mezclando 10.9 ml de solución stock de<br />

Percoll (nueve partes de Percoll más una de NaCl 1.5 M)<br />

con 9.04 ml de NaCl 0.15 M. Colocar 2 ml de la suspensión<br />

fecal sobre 20 ml de solución de Percoll en tubos de<br />

centrifugado de polipropileno. Centrifugar 22 000 g durante<br />

20 min a 10°C. Tomar la interfase formada entre la<br />

banda en el sedimento. Distribuir en varios tubos de centrifugado<br />

y diluir con solución salina. Centrifugar a 3 000<br />

rpm durante 10 min. Repetir el lavado y centrifugado tres<br />

veces. Reunir los sedimentos donde estarán todos los ooquistes<br />

de Cryptosporidium purificados.<br />

• Gradientes discontinuos de bromuro potásico. 21 El gradiente<br />

de bromuro potásico está formado por tres soluciones<br />

de 6, 16 y 28% de KBr (p/v) en tampón Tris-EDTA.<br />

Para realizarlo hay que depositar, desde abajo hacia arriba,<br />

7 ml de las soluciones de KBr en frío (4°C) a 28, 16 y 6%<br />

en el interior de un tubo de centrifugado estéril de fondo<br />

cónico (Steriline), de 30 ml de capacidad, mediante pipeta<br />

Pasteur. Añadir con cuidado sobre el gradiente entre 3-5 ml<br />

de la suspensión fecal en tampón Tris-EDTA. Centrifugar<br />

durante 60 min a 3 000 rpm y 4°C; tras esta centrifugación<br />

se observa una banda con los ooquistes en KBr a 16%. Los<br />

ooquistes se recogen con pipeta estéril. Lavar por centrifugación<br />

a 3 000 rpm durante 10 min resuspendiendo los<br />

ooquistes en tampón salino fosfato (PBS, pH 7.2), para<br />

eliminar el KBr. Conservar en PBS estéril con timerosal a<br />

0.02% (p/v) y mezcla antibiótica (penicilina, estreptomicina<br />

y anfotericina B).<br />

Cultivo in vitro<br />

Condiciones: cultivo sobre células HCT-8 a 37°C y 5% de<br />

CO 2 . RPMI-1640 con l-glutamina (SIGMA), enriquecido<br />

con un 10% de SBFI. Frascos: Falcon o Roux.<br />

Desenquistamiento de los ooquistes<br />

Los ooquistes son sometidos a un proceso de digestión artificial<br />

para dejar libres los esporozoítos, que constituyen la fase infectiva<br />

del parásito. El desenquistamiento se llevaba a cabo por el<br />

método de Robertson y colaboradores, 47 que se describe a continuación:<br />

1. Centrifugar la suspensión de ooquistes axénicos a 3 000<br />

rpm durante 15 min, y después eliminar el sobrenadante.<br />

Incorporar al botón de ooquistes, previa filtración a través<br />

de filtros de acetato de celulosa de 0.2 mm de diámetro<br />

(ALBET), 5 ml de tripsina al 1% (p/v) en medio Hank<br />

(pH 2.75), durante 1 h a 37°C.<br />

Centrifugar a 13 000 rpm durante 10 min en tubo<br />

eppendorf (Micro Centarur, MSE). Eliminar el sobrenadante<br />

y resuspender en PBS estéril a 37°C para sucesivos<br />

lavados por centrifugación a 13 000 rpm por 10 min.<br />

Incorporar 5 ml de bilis bovina al 1 y 0.06% de bicarbonato<br />

sódico (p/v), en medio Hank (pH 7), incubando<br />

durante 30-60 minutos a 37°C.<br />

2. Centrifugar a 13 000 rpm durante 10 minutos.<br />

3. Desechar el sobrenadante y lavar el botón por centrifugación<br />

2-3 veces con PBS estéril caliente (37°C).<br />

Cultivo de células HCT-8<br />

La células HCT-8 (carcinoma humano ileocecal), se cultivan en<br />

frascos tipo Falcon (CELLSTART), de 50 ml de capacidad. Estas<br />

células proliferan adheridas a la superficie del frasco, necesitando<br />

para su desarrollo medio RPMI-1640 con l-glutamina<br />

(SIGMA), enriquecido con 10% de SBF. Dichas células se<br />

mantienen en el laboratorio por criopreservación en nitrógeno<br />

líquido (170°C), o por subcultivos. Los frascos con células en<br />

cultivo se mantienen a 37°C con atmósfera de CO 2 (5%).


CAPÍTULO 93 Aplicación del cultivo in vitro al diagnóstico de las parasitosis 741<br />

Siembra en placas de microtitulación<br />

Las células se siembran en placas de microtitulación de 96 pocillos<br />

(SARSTEDT), sobre cristales circulares desengrasados y<br />

estériles de tamaño adecuado para su colocación en el fondo de<br />

los pocillos. Para ello, primero las células en monocapa son despegadas<br />

bajo la acción de tripsina durante 10-15 min a 37°C.<br />

Las células se centrifugan a 1 000 rpm durante 10 min (centrífuga<br />

BECKMAN GS-15R), y el botón se resuspende en medio<br />

RPMI-1 640 enriquecido con 10% de SBF. Mediante cámara<br />

de Neubauer se procede al recuento de la suspensión de células<br />

con el objeto de conocer el volumen requerido para sembrar<br />

alrededor de 50 000 células por pocillo.<br />

Infección de células HCT-8 con C. parvum<br />

Los esporozoítos procedentes de la digestión artificial se inoculan<br />

en cada pocillo, resuspendidos en el correspondiente medio<br />

sin suero, facilitándose con ello la interacción parásito-célula<br />

hospedero durante un periodo de 6 h. Pasado el periodo de<br />

interacción, el medio de cultivo sin suero es sustituido por el<br />

mismo medio de cultivo, pero enriquecido con 2.5% de suero<br />

bovino fetal. Se cambia el medio cada siete días. También se<br />

puede realizar el cultivo en frascos Falcon o en los pocillos.<br />

Seguimiento del cultivo<br />

Procesado de los cultivos para microscopia óptica.<br />

Los cristales se tienen que fijar sobre portaobjetos mediante<br />

DPX (BDH), y después teñirlos según el siguiente procedimiento:<br />

1) retirar el sobrenadante; 2) lavar del pocillo con medio<br />

de cultivo sin suero; 3) fijar con metanol durante 5 min; 3)<br />

extraer el cristalillo con pinzas y colocar sobre un portaobjetos;<br />

4) fijar con DPX; 5) teñir con azul-Alcian al 1% en etanol durante<br />

2 min; 6) lavar suavemente con agua; 7) teñir con Giemsa<br />

al 20% (v/v) en agua destilada, durante 30 min; 8) lavar con<br />

agua y secar, y 9) observar con microscopio óptico, con objetivo<br />

de inmersión.<br />

Helmintos<br />

Coprocultivo de larvas de nematodos<br />

Técnica de Harada Mori<br />

Se emplea para facilitar la identificación específica de Strongyloides<br />

stercoralis y especies de Trichostrongylus. 27<br />

1. Colocar 0.5-1 g de heces en el centro de una tira angosta<br />

de papel de filtro que ha sido estrechada en su parte final.<br />

2. Adicionar 3-4 ml de agua destilada a un tubo de centrífuga<br />

cónico de 15 ml.<br />

3. Introducir la tira de papel de filtro en el tubo teniendo en<br />

cuenta que la parte estrecha de la tira esté próxima al fondo<br />

del tubo.<br />

4. El nivel del agua debe estar a 1 cm por debajo del depósito<br />

fecal.<br />

5. No es necesario tapar el tubo.<br />

6. Mantener el tubo recto en una gradilla a 25-28°C.<br />

7. Adicionar agua destilada para mantener el nivel que se<br />

pierde por evaporación.<br />

8. Mantener al menos durante 10 días. Muestrear diario tomando<br />

una gota de líquido y observando al microscopio.<br />

La misma técnica se puede realizar en placa de Petri en vez<br />

de en tubo; para ello se debe poner la tira de papel de filtro<br />

sobre un portaobjetos y colocarlo inclinado dentro de una placa<br />

de Petri con agua, de forma que la muestra fecal en el centro<br />

de la tira de papel se disponga a 1 cm del agua.<br />

Técnica de Baermann 7<br />

1. Preparar un embudo provisto de un tubo de goma insertado<br />

en el cuello del embudo y cerrado con una pinza de<br />

presión continua.<br />

2. Colocar solución salina fisiológica a 37°C hasta casi el<br />

borde del embudo.<br />

3. Colocar una porción de heces sobre una malla o colador<br />

en la porción superior del embudo en contacto con la solución<br />

salina.<br />

4. Mantener durante 6 h o toda la noche.<br />

5. Recoger las larvas que emigran al final del cuello del embudo.<br />

Cultivo de Strongyloides stercoralis en agar<br />

• Preparar el agar (1.5% agar, 0.5% extracto de carne, 1% de<br />

peptona, 0.5% de NaCl).<br />

• Colocar 2 g de la muestra fecal en el centro de la placa Petri<br />

con agar.<br />

• Tapar la placa con una tapa de celulosa.<br />

• Mantener a temperatura ambiente dos días.<br />

• Examinar la placa al microscopio para observar las larvas<br />

fuera de la muestra fecal.<br />

Parásitos tisulares y de otras<br />

localizaciones<br />

Toxoplasma gondii<br />

Aislamiento<br />

• Tomar 10 ml de sangre en un frasco con heparina.<br />

• Dejar sedimentar la sangre.<br />

• Centrifugar a 800/g durante 10 min y recoger la fracción<br />

leucocitaria donde se encuentran los taquizoítos.<br />

Cultivo in vitro<br />

Condiciones: cultivo sobre células HeLa (adenocarcinoma uterino<br />

humano) o Vero (riñón de mono verde) en medio MEM<br />

suplementado con 10% de SBFI a 37°C y 5% de CO 2 . La<br />

técnica de cultivo es la siguiente:


742 PARTE VII Diagnóstico de laboratorio<br />

• Mantener las células HeLa o Vero en medio DMEM con<br />

2% de suero bovino fetal inactivado 16 h antes de ser infectadas<br />

con el parásito, a 37°C y con 5% de CO 2 .<br />

• Infectar las células semiconfluentes a razón de 10 parásitos/<br />

célula e incubar el cultivo a 37°C y 5% de CO 2 durante<br />

24 h en medio de cultivo DMEM sin suero bovino fetal<br />

inactivado.<br />

• Después de 24 h cambiar el medio por otro nuevo con<br />

10% de suero bovino fetal inactivado.<br />

• Estudiar diario los cultivos al microscopio para observar la<br />

presencia de taquizoítos libres.<br />

• Después de 168 h golpear los frascos de forma que se despeguen<br />

los taquizoítos y se recogen para su posterior mantenimiento<br />

mediante subcultivos o criopreservación, según<br />

las mismas técnicas ya descritas para las células.<br />

Amebas de vida libre<br />

Aislamiento de Acanthamoeba,<br />

Balamuthia y Naegleria de muestras<br />

biológicas y clínicas<br />

• Introducir placas de Petri preparadas con agar no nutritivo<br />

a 37°C durante 30 min.<br />

• Adicionar 0.5 ml de solución salina de Page a un cultivo<br />

inclinado de Escherichia coli o Enterobacter aerogenes. Raspar<br />

suavemente el agar sin romperlo y resuspender las bacterias.<br />

Verter 2-3 gotas de la suspensión a la mitad de la placa<br />

de agar calentada. Extender la bacteria sobre toda la<br />

placa con un asa de platino.<br />

• Inocular la muestra de que se trate:<br />

• Líquido cefalorraquídeo (LCR): centrifugarlo a 250 g<br />

durante 10 min. Transferir todo el sobrenadante, menos<br />

0.5 ml, a un tubo estéril y conservar a 4°C (para<br />

posteriores usos). Mezclar el sedimento con el resto del<br />

sobrenadante y colocar con una pipeta Pasteur 2 o 3<br />

gotas en el centro de la placa de agar no nutritivo que<br />

ha sido preparada con bacterias.<br />

• Cuando el líquido ha sido absorbido sellar la placa con<br />

parafilm e incubar a 37°C.<br />

• Muestras de tejido: triturar una pequeña porción de<br />

tejido en 0.5 ml de solución salina de Page y colocar<br />

unas gotas en el centro de la placa Petri, sellar e incubar.<br />

También se puede hacer de manera directa colocando la<br />

muestra sobre la placa.<br />

• Muestras de agua: a) Filtrar el agua a través de tres gasas<br />

para eliminar restos más grandes. Filtrar la muestra<br />

por membranas de acetato de celulosa de 5.0 mm. Invertir<br />

la membrana filtrante sobre la placa de agar no<br />

nutritivo con bacterias, sellar e incubar. b) Centrifugar<br />

la muestra de agua a 250 g durante 10 min. Aspirar el<br />

sobrenadante y resuspender el sedimento en 0.5 ml de<br />

solución salina de Page. Depositar en el centro de la<br />

placa, sellar e incubar.<br />

• Soluciones de lentes de contacto: inocular directamente<br />

1-2 ml directamente sobre la placa de agar no nutritiva<br />

con bacterias, sellar e incubar. Para mayores volúmenes,<br />

centrifugar antes como el agua.<br />

• Observar las placas al microscopio con el objetivo de<br />

10 cada día durante 10 días para observar quistes o<br />

trofozoítos. También se pueden observar las áreas donde<br />

las amebas han ingerido bacterias. Si se ven las amebas,<br />

marcar con un círculo por fuera de la placa y recortar la<br />

zona con una espátula estéril. Transferir la pieza de agar<br />

a una nueva placa, con agar y bacterias, donde se coloca<br />

boca abajo. Así se podrá hacer subcultivo.<br />

Cultivo in vitro<br />

Condiciones del cultivo: medio de cultivo para Naegleria: Nelson+<br />

10% de SBFI. 36,64 Medio de cultivo para Acanthamoeba y<br />

Balamuthia: C.G.V + 10% de SBFI. 37°C. 5% de CO 2 . 9 Esterilidad.<br />

Técnica de cultivo: inocular los trofozoítos a razón de 1 ml<br />

de una suspensión de 10 6 céls/ml + 5 ml de medio Nelson. Las<br />

amebas crecen adheridas a la base del tubo. Retirar cada tres<br />

días el medio y adicionar 5 ml de frotis.<br />

Para hacer subcultivos basta con agitar el medio con una<br />

pipeta para despegar los trofozoítos adheridos al sustrato. Una<br />

vez despegados, se recogen 0.5 ml de dicha suspensión y se<br />

vierte en un frasco Roux al cual se le agregan antes 5 ml de<br />

medio de cultivo fresco.<br />

Criopreservación: partiendo de los cultivos en monocapa,<br />

se despegan las amebas del frasco mediante agitación. Centrifugar<br />

el medio de cultivo a 800 g durante 10 min a 4°C en frascos<br />

de fondo cónico steriline. Incorporar al botón de medio de cultivo<br />

adicionado de 10% de glicerol. Formar una suspensión<br />

cuya concentración final de amebas sea de 10 6 células/ml. Introducir<br />

en viales de congelación. Congelación progresiva.<br />

Descongelación: introducir el vial de congelación en un<br />

baño a 37°C. Traspasar el contenido del vial de congelación a<br />

un tubo de fondo cónico steriline y añadir el doble de medio de<br />

cultivo. Centrifugar a 800 g durante 10 min. Desechar el sobrenadante,<br />

agregar medio fresco y resuspender. Distribuir en<br />

frascos Roux y cultivar.<br />

Cultivo de tripanosomátidos<br />

parásitos humanos<br />

Género Leishmania<br />

Bajo el nombre de leishmaniasis se agrupan tres formas clínicas<br />

fundamentales cuyo agente etiológico son especies de protozoos<br />

pertenecientes al género Leishmania: leishmaniasis visceral,<br />

leishmaniasis cutánea y leishmaniasis mucocutánea.<br />

Sin embargo, por estudios clínicos y epidemiológicos se<br />

ha demostrado que tanto el parásito como el hospedero son<br />

factores que influyen en el desarrollo de la infección, lo que<br />

demuestra la capacidad de Leishmania para desarrollar diferen-


CAPÍTULO 93 Aplicación del cultivo in vitro al diagnóstico de las parasitosis 743<br />

tes formas clínicas, dependiendo del agente infectante y de la<br />

respuesta inmune desarrollada por el hospedero:<br />

• Varias especies pueden inducir un cuadro clínico similar.<br />

• Una especie dada del parásito puede producir distintas manifestaciones<br />

clínicas de la leishmaniasis.<br />

Diagnóstico<br />

Diagnóstico parasitológico<br />

Examen directo y cultivo. El valor diagnóstico del examen directo<br />

constituye el argumento último y decisivo. Es el diagnóstico<br />

confirmatorio de las leishmaniasis. Los parásitos se pueden<br />

identificar en el aspirado del material esplénico, en la médula<br />

ósea, nódulos linfáticos o en el borde nodular de la llaga en el<br />

caso de las leishmaniasis cutáneas.<br />

En el hospedero mamífero, los parásitos se presentan en<br />

forma de amastigotes, aislados o agrupados en el medio extracelular,<br />

y en el interior de las células fagocíticas como los macrófagos.<br />

18<br />

En las leishmaniasis viscerales se recomienda la punción de<br />

la médula ósea practicada a nivel anterointerno del plato tibial,<br />

o a nivel de la apófisis-espinosa para los niños, cresta iliaca para<br />

los adolescentes, y del esternón para los adultos. 32 La visualización<br />

se hace por extensión del material aspirado sobre un portaobjetos<br />

y posterior tinción con May-Grunwald-Giemsa<br />

(MGG), donde se observan los amastigotes en el interior de las<br />

células fagocíticas.<br />

La punción esplénica es una técnica arriesgada, no hay<br />

consenso acerca de su empleo, se puede tener riesgo de hemorragia<br />

o estallido del bazo normalmente muy turgente por la<br />

esplenomegalia. Debe realizarse en centros hospitalarios donde<br />

el enfermo pueda estar vigilado durante al menos 24 h; está<br />

contraindicada cuando la tasa de plaquetas es inferior a 4 000/<br />

mm 3 ; sin embargo, es el método preferido de muchos expertos<br />

por su sensibilidad.<br />

En el caso de las leishmaniasis cutáneas, lo más fácil para<br />

visualizar los parásitos es preparar frotis de incisiones hechas en<br />

el borde nodular, el cual se aprieta entre el pulgar y otro dedo<br />

hasta que palidezca. Este material también se puede obtener<br />

por aspiración. Antes de recoger la muestra, la piel debe esterilizarse<br />

con etanol al 70%, previo a un lavado con una torunda<br />

de algodón con jabón y enjuagado con solución salina estéril.<br />

Debe evitarse el uso de desinfectantes con yodo, dado que este<br />

elemento es leishmanicida. En caso de una desinfección previa<br />

con soluciones yodoyoduradas o las soluciones alcohólicas de<br />

yodo, la zona debe lavarse repetidas veces con etanol al 70%.<br />

También es importante hacer notar que la muestra no sea sanguinolenta,<br />

pues muchas proteínas séricas tienen un poder inhibitorio<br />

sobre el crecimiento de los promastigotes de Leishmania.<br />

Debe recordarse que las muestras de lesiones antiguas van<br />

a contener un número muy bajo de amastigotes, por lo que se<br />

deben tomar varias muestras. Por lo general, una muestra medular<br />

de 0.1 ml debe ser “sembrada” en diferentes tubos. Las<br />

muestras procedentes de una biopsia deben presionarse contra<br />

la pared del tubo de cultivo para facilitar la rotura celular y la<br />

salida de los amastigotes al medio.<br />

El cultivo es un procedimiento que permite el diagnóstico<br />

de las leishmaniasis y permite aislar y mantener la especie o<br />

cepa de Leishmania en el laboratorio, para posteriores estudios<br />

de diagnóstico o de investigación. Los cultivos deben mantenerse<br />

entre los 21 y 27°C, se examinan cada 2-3 días al microscopio,<br />

de ser posible en un microscopio invertido, para evitar<br />

lo más posible abrir el tubo de crecimiento y evitar su contaminación,<br />

debe observarse el crecimiento de los promastigotes en<br />

el cultivo primario después de 7 a 10 días de cultivo.<br />

En los primocultivos también se recomiendan los antibióticos<br />

que evitan la posible contaminación bacteriana y por consiguiente,<br />

el desarrollo de los promastigotes; por lo general<br />

se usa una mezcla de penicilina (1 000 UI)/estreptomicina<br />

(1 mg/ml) o gentamicina a una concentración final de 50 a 100<br />

mg/ml. El uso de fungicidas puede poner en riesgo el desarrollo<br />

del cultivo. Es recomendable atemperar antes de la siembra el<br />

medio de cultivo para las biopsias medulares o las muestras de<br />

leishmaniasis cutáneas.<br />

La selección de los frascos de cultivo empleados es una<br />

cuestión más personal, cada grupo o investigador prefiere un<br />

modelo u otro, en general se deben usar frascos cerrados con<br />

tapón a rosca, y de ser posible, frascos en los que se evite abrirlos<br />

para observar la evolución del cultivo, se usan tubos de cristal<br />

o plástico estériles Leighton o frascos tipo Roux.<br />

Como medio de cultivo se emplean aquellos con una base<br />

de agar-sangre como el NNN. 37 Es un medio bifásico compuesto<br />

por una fase sólida de agar no nutritivo, cloruro sódico<br />

y sangre de caballo o conejo inactivada. La fase líquida verdadera<br />

de este medio consiste en el agua que se condensa después<br />

de la solidificación de la fase de agar; sin embargo, esta fase líquida<br />

se puede enriquecer con medio MEM, Tc-199 o medio<br />

RPMI 1 640 enriquecidos con 10 a 20% de suero bovino fetal<br />

inactivado. Es interesante hacer notar que la concentración de<br />

suero bovino fetal es de vital importancia en el éxito del cultivo<br />

de Leishmania.<br />

Otros medios bifásicos son el Usmaru, medio preparado<br />

con una base de agar base enriquecido y suplementado con<br />

20% de sangre de conejo desfibrinada, el cual se ha usado en el<br />

diagnóstico de las leishmaniasis americanas; el medio NIH de<br />

Tobie et al. 1950, 58 modificado por Mansour y colaboradores<br />

1973, 34 o Evans en 1984, 22 con una base de agar, extracto de<br />

buey, peptona y una solución salina equilibrada y ajustada a<br />

pH 7.2 enriquecida en algunos casos con l-prolina.<br />

En algunas ocasiones aislados primarios de Leishmania obtenidos<br />

de medios de cultivo ricos cuando se subcultivan en el<br />

mismo medio fallan en su crecimiento, lo que no ocurre si proceden<br />

de un medio de cultivo menos rico como el NNN, por lo<br />

que se recomienda aislar en un medio pobre para después subcultivar<br />

en medios más ricos. Se pueden emplear medios de<br />

cultivo líquidos diseñados para el cultivo de células de insecto,<br />

entre ellos el medio de Scheneider adicionado con suero de bovino<br />

fetal inactivado. En este medio se consigue no sólo el aislamiento,<br />

sino también crecimiento masivo de promastigotes.


744 PARTE VII Diagnóstico de laboratorio<br />

Composición de medios bifásicos<br />

Medio NNN (3N)<br />

Basado en la modificación de Nicolle simplificando el medio<br />

Novy y MacNeal: 38<br />

Agar no nutritivo<br />

1.4 g<br />

NaCl<br />

0.6 g<br />

Agua destilada<br />

90 ml<br />

Autoclave a 121°C durante 15 min, mantener a 50°C antes<br />

de añadir 15% de sangre de conejo desfibrinada e inactivada<br />

a 56°C durante 30 min, agregando si se desea gentamicina para<br />

que vaya a una concentración final de 50 a 100 mg/ml. Dispensar<br />

en los tubos de cultivo manteniéndolos con una inclinación<br />

de 20-30°C para que el agar sangre solidifique en forma de<br />

pico de flauta. Enfriar rápido a 0°C con el objeto de que se logre<br />

la máxima condensación. El agua condensada y el exudado<br />

del agar constituyen la fase líquida sobre la que deberá sembrarse<br />

la muestra a cultivar.<br />

Medio USMARU (Walton et al.) 61<br />

Fase sólida:<br />

Bacto Blood –agar base 4 g<br />

Agua destilada<br />

90 ml<br />

Autoclave a 121°C durante 15 min, mantener a 50°C antes<br />

de añadir 15% de sangre de conejo desfibrinada e inactivada<br />

a 56°C durante 30 min, agregándole si se desea gentamicina<br />

para que dé una concentración final de 50 a 100 mg/ml. Dispensar<br />

en los tubos de cultivo manteniéndolos con una inclinación<br />

de 20-30°C, para que el agar sangre solidifique en forma<br />

de pico de flauta. Enfriar rápido a unos 0°C y así lograr la<br />

máxima condensación. El agua condensada y el exudado del<br />

agar constituyen la fase líquida sobre la que debe sembrarse la<br />

muestra a cultivar. Pueden añadirse antes de sembrar la muestra<br />

algunas gotas de agua destilada. Este medio se usa para aislar<br />

especies de Leishmania que necesiten más requerimientos nutritivos<br />

como las pertenecientes al grupo de Leishmania braziliensis.<br />

Medio de Evans (Evans et al.) 22<br />

Solución PBSS<br />

85 ml<br />

Peptona<br />

0.1 g<br />

Extracto bovino<br />

0.03 g<br />

Agar no nutritivo<br />

0.3 g<br />

Mezcle los ingredientes y esterilice a 121°C por 15 min,<br />

enfríe a 50°C y añada la sangre desfibrinada e inactivada a<br />

56°C junto con la gentamicina a una concentración final de 50<br />

mg/ml (5 mg para 100 ml de medio final). La concentración<br />

de sangre debe ir a 15%. Mezcle bien y dispense en los tubos de<br />

cultivo 3 ml por frasco de 10 ml.<br />

PBSS<br />

KCl<br />

Na 2 HPO 4 · 12H 2 O<br />

0.4 g<br />

0.06 g<br />

KH 2 PO 4<br />

0.06 g<br />

CaCl 2 2 H 2 O<br />

0.185 g<br />

MgSO 4 · 7 H 2 O<br />

0.1 g<br />

MgCl 2 6 H 2 O<br />

0.1 g<br />

NaCl<br />

8 g<br />

l-prolina<br />

1.0 g<br />

Rojo de fenol<br />

0.001 g<br />

H 2 O<br />

1 000 ml<br />

Disuelva los componentes en 750 ml de agua destilada,<br />

ajuste el pH a 7.2 con tris sólido (tris hidroximetil amino-metano)<br />

y complete 1 L. Autoclave a 121°C durante 15 min. Se<br />

puede añadir 0.3 ml por tubo de agar sangre inmediatamente<br />

antes de la inoculación de la muestra. Todos los medios de cultivo<br />

deben mantenerse un mínimo de 24 h a 37°C previo a la<br />

inoculación al objeto, asegurar que dichos medios se encuentran<br />

bacteriológicamente estériles.<br />

Se puede usar sangre de otros mamíferos como de caballo,<br />

cabra e incluso de humanos, pero todas deben ir inactivadas a<br />

56°C por 30 min. Es preferible el uso de sangre desfibrinada<br />

dado que algunos anticoagulantes pueden quelar los iones de<br />

Ca 2+ y Mg 2+ , disminuyendo la concentración de dichos cationes<br />

y afectando el cultivo.<br />

Medios líquidos<br />

Como medio líquido usado para aislamiento y cultivo de Leishmania<br />

se ha usado el medio Schneider con l-glutamina, desarrollado<br />

para el cultivo de células de insectos y que puede ser<br />

adquirido comercialmente. Dicho medio se complementa con<br />

10 o 20% de suero bovino fetal inactivado. Otros medios líquidos<br />

como MEM, 18,22,29,34,58,59,61 RPMI 1 640 o medio MTL, 49<br />

suplementados con 20% de suero bovino fetal inactivado.<br />

Recién se han descrito una serie de medios de cultivo para<br />

ser usados en diagnóstico, como suplemento estimulante del<br />

crecimiento se usa en medios semidefinidos la orina humana,<br />

28,55,62 de manera similar parece que la orina estimula el crecimiento<br />

de otros tripanosomátidos como Trypanosoma cruzi y<br />

T. rangeli. 24<br />

Género Trypanosoma<br />

Los miembros del género Trypanosoma son parásitos de vertebrados,<br />

y al igual que los pertenecientes al género Leishmania,<br />

poseen cinetoplasto como una modificación de la mitocondria.<br />

Algunas de las especies del género Trypanosoma son intracelulares<br />

obligados, como T. cruzi, en el hospedero vertebrado<br />

donde llevan a cabo la multiplicación. Son, al igual que Leishmania,<br />

heteroxenos donde la transmisión se realiza en la inmensa<br />

mayoría de los casos mediante un insecto hematófago<br />

donde el parásito desarrolla las fases infectivas, transmitiendo<br />

éstas desde la saliva con la picadura o mediante las heces del<br />

hematófago.<br />

El género se divide en dos secciones, la sección salivaria y<br />

la sección estercoraria, los primeros corresponden a los tripanosomas<br />

africanos, desarrollan las fases infectantes en la parte an-


CAPÍTULO 93 Aplicación del cultivo in vitro al diagnóstico de las parasitosis 745<br />

terior del tubo digestivo y son inoculados con la saliva tras la<br />

picadura del insecto que actúa como hospedero intermediario.<br />

La sección estercoraria comprende a los tripanosomas que desarrollan<br />

las formas tripomastigotas metacíclicas en la parte final<br />

del intestino, y éstas salen al exterior por las heces del insecto<br />

y mediante la deyección que tiene lugar tras la picadura.<br />

La sección salivaria incluye a los tripanosomas que producen<br />

en el hombre la tripanosomiasis africana, es decir, Trypanosoma<br />

brucei gambiense y Trypanosoma brucei rhodesiense, protozoos<br />

pleomórficos que en su hospedero vertebrado van desde<br />

formas delgadas y largas a formas rechonchas donde el flagelo<br />

no sobrepasa la longitud del protozoo, y entre estas dos formas,<br />

todas las intermedias. El cinetoplasto pequeño se sitúa en la<br />

parte posterior del flagelado y la membrana ondulante visible.<br />

Dichos tripanosomas se encuentran en la sangre a lo largo<br />

de todo el desarrollo de la enfermedad, pueden invadir los ganglios<br />

y en la fase cerebral el líquido cefalorraquídeo. En su ciclo<br />

biológico intervienen moscas del género Glossina, que al ingerir<br />

sangre con los tripomastigotes éstos se dividen en el intestino<br />

de la mosca invadiendo la parte anterior del aparato digestivo,<br />

desde donde llegarán a las glándulas salivales donde darán las<br />

formas tripomastigotas metacíclicas, que son de forma rechoncha,<br />

pequeños y carentes de flagelo libre. Son estas formas las<br />

que serán inyectadas junto a la saliva de la mosca multiplicándose<br />

en la sangre e invadiendo los ganglios linfáticos y el líquido<br />

cefalorraquídeo, dando lugar a la enfermedad cerebral.<br />

El diagnóstico de la enfermedad se lleva a cabo mediante<br />

la visualización y tinción de los tripanosomas en frotis de sangre<br />

o en punciones de los ganglios linfáticos o del líquido cefalorraquídeo,<br />

el cual se obtiene por punción lumbar centrifugándose<br />

y observando en el botón las formas móviles del<br />

parásito. En ocasiones, bien como confirmación diagnóstica o<br />

como sistemas de aislamiento de cepas de tripanosomas, se<br />

puede recurrir al aislamiento mediante cultivo.<br />

Bajas parasitemias en pacientes con Trypanosoma brucei<br />

gambiense, y con limitada o baja inefectividad a roedores hacen<br />

que sea difícil tanto el diagnóstico como el aislamiento. Para<br />

este caso se han publicado kit de cultivo (KIVI) que permite la<br />

recolección de sangre y cultivo desde los pacientes. Aerts y colaboradores<br />

en 1992 3 publicaron un sistema donde combinaban<br />

la presencia del medio GLSH-DCA que contiene glucosa,<br />

lactoalbúmina suero y hemoglobina, 31 diluido con solución de<br />

Hanks y suplementado con 3 mM de cis-aconitato 12 en dicho<br />

medio donde directamente se inocula la sangre junto con sodium<br />

polyanetholesulphonate como anticomplemento, y el anticoagulante<br />

y los antibióticos se cultivan y se diagnostican casos<br />

de enfermedad del sueño que resultaron negativas por el inóculo<br />

en animales.<br />

El medio de Weinman 63 a base de agar nutritivo con sangre<br />

humana se ha usado durante mucho tiempo para el aislamiento<br />

y mantenimiento de Trypanosoma brucei. Para ello, a<br />

31 g de agar nutritivo y 5 g de agar no nutritivo en 1 L de agua<br />

destilada, se dispensa en tubos de vidrio, 5 ml, y se procesa en<br />

el autoclave. Para preparar la sangre, se toman 500 ml empleando<br />

como anticoagulante 75 ml de citrato sódico al 2.5%, una<br />

vez con el anticoagulante se centrifuga a 900 g durante 10 min,<br />

a fin de separar los eritrocitos y poder inactivar el plasma a<br />

56°C durante 30 min. El botón con los eritrocitos se lavan por<br />

centrifugación tres veces con PBS y una vez lavados se combinan<br />

con el plasma a igual parte volumen/volumen.<br />

Cuando el agar se ha procesado en el autoclave se mantiene<br />

a 45°C a fin de que no solidifique mezclándose un volumen<br />

de la sangre reconstituida con tres volúmenes de agar. El agar<br />

sangre así preparado se mantiene a 37°C por 24-48 h a fin de<br />

comprobar la esterilidad, se puede guardar a 4°C por meses.<br />

A fin de usarla en el diagnóstico, la sangre debe recolectarse<br />

en tubos usando Liquinoid ® (Roche) como anticoagulante y<br />

como sustancia capaz de inactivar el complemento. La sangre<br />

así recolectada debe sembrarse sobre la superficie del agar. Debe<br />

incubarse a 25°C durante al menos cinco días y observar el<br />

potencial crecimiento, mediante lavado con una solución salina<br />

estéril y observación microscópica. Si a los 30 días no se<br />

observa crecimiento, los tubos deben desecharse.<br />

La sección estercoralia dentro del géneroTrypanosoma, está<br />

representada de manera muy importante en la sanidad mundial<br />

por el agente etiológico de la enfermedad de Chagas, Trypanosoma<br />

cruzi, y a diferencia de los otros tripanosomas de la sección<br />

salivaria, muestra en su ciclo biológico que la fase infectante,<br />

formas tripomastigotas metacíclicas, se desarrollan en la<br />

parte terminal del aparato digestivo del hemíptero vector, saliendo<br />

con las deyecciones del insecto infectado al defectar en<br />

el momento de la ingesta de sangre del hospedero mamífero.<br />

Igualmente, y a diferencia de lo que ocurre en los tripanosomas<br />

salivaria, este tripanosoma posee una fase obligada de<br />

multiplicación intracelular dentro del hospedero vertebrado<br />

que, al igual que en Leishmania, se denomina amastigote. 11 Todas<br />

las fases de su desarrollo han podido ser cultivadas in vitro.<br />

52 Las fases de multiplicación en el intestino del insecto forma<br />

epimastigotas, se desarrollan con facilidad en medios no<br />

definidos constituidos por agar-sangre. En 1978 se publicó una<br />

amplia revisión de los medios empleados para el cultivo, 53 Taylor<br />

et al., 56 Taylor et al., 1987. 57 Medios basados en agar-sangre,<br />

y empleados para el cultivo de Leishmania se han empleado<br />

como medios de cultivo y diagnóstico de este parásito, donde<br />

se han de desarrollar las formas epimastigotas propias del intestino<br />

del insecto vector. Entre ellos se encuentra el utilizado por<br />

Neal y Miles en 1963, 35 denominado como medio agar sangre<br />

calentada o el original NNN ya descrito antes.<br />

Como otros medios no definidos existentes en la bibliografía<br />

y que permitieron el desarrollo de medios semidefinidos<br />

se encuentra el descrito por Citri en 1955, 15 donde se ensayó el<br />

extracto de zumo de tomate mezclado con plasma humano y<br />

hemoglobina. Este medio permitió diseñar un medio donde el<br />

jugo de tomate fue reemplazado por una serie de componentes<br />

promotores del crecimiento de los epimastigotos, y donde se<br />

adicionaba hidrolizado de caseína como fuente de aminoácidos,<br />

hemina y albúmina sérica. Al parecer, la hemina, un componente<br />

esencial que favorece el crecimiento de forma dosis<br />

dependiente de las formas epimastigotas del parásito. 14,30


746 PARTE VII Diagnóstico de laboratorio<br />

Otros autores emplearon medios líquidos basados en infusión<br />

cerebro corazón con 10% de sangre de cordero, este medio<br />

permite el crecimiento de T. cruzi pero no el de T. rangeli. 67<br />

Un medio basado en infusión de hígado, triptosa y glucosa<br />

(LIT) mezclado con RPMI 1 640 o Tc-199 ha sido usado por<br />

numerosos autores para mantener y cultivar formas epimastigotas<br />

del parásito. En dicho medio se consigue una alta tasa de<br />

crecimiento, pudiéndose obtener al final de la fase exponencial<br />

de crecimiento tipomastigotos infectantes. 50<br />

Otro medio líquido semidefinido empleado para el mantenimiento<br />

y cultivo de cepas de T. cruzi es el denominado<br />

MTL (medio Trypanosoma líquido) desarrollado en el laboratorio<br />

del Dr. Osuna y su equipo, 49 y en el que pueden obtenerse<br />

altas tasas de crecimiento junto con la facilidad de su preparación.<br />

En el cuadro 93-1 se indica la composición del mismo.<br />

Otros medios líquidos empleados para su cultivo y mantenimiento<br />

de cepas de T. cruzi son la modificación de Azevedo en<br />

1977 del medio HX25 desarrollado por Cross y Manning. 17,19<br />

Sin embargo, el uso de medios desarrollados para el cultivo de<br />

células de insecto, como el Grace Insect Medium, el Schneider o<br />

para células de mamíferos como los medios Tc-199, RPMI 1<br />

640 o EMEM, a los que se le agrega entre 10 y 30% de suero<br />

bovino fetal, inactivado por calor a 56°C durante 30 min, son<br />

los medios más empleados en la obtención de masa de formas<br />

epimastigotas de T. cruzi; se pueden emplear como medios de<br />

cultivo para el diagnóstico y aislamiento de cepas. 33<br />

Si bien las formas epimastigotas son las más empleadas<br />

para el mantenimiento de cepas del parásito, a partir de dichas<br />

formas algunos autores han desarrollado la diferenciación en<br />

formas metacíclicas infectantes. En medios complejos no definidos<br />

como el LIT se obtiene, de manera espontánea formas<br />

metacíclicas infectantes para ratón o para cultivos celulares. 13<br />

Un medio basado en el medio Grace para células de insecto<br />

suplementado con hemina y suero fetal bovino al que se acidifica<br />

con HCl y se neutraliza con NaOH hasta un pH de 7.2 fue<br />

descrito por los autores para la obtención de formas metacíclicas<br />

del parásito, en dicho medio se lograba primero un alto<br />

crecimiento de las formas epimastigotas que se sembraban y<br />

donde se obtiene una proporción de 90% de formas metacíclicas<br />

a los nueve días del cultivo, dicho medio contiene un total<br />

de NaCl de 100 meq/L. 39,41 Posteriores estudios con este medio<br />

han permitido realizar diferentes estudios fisiológicos y metabólicos<br />

del proceso de transformación de las formas infectantes<br />

del parásito. 1,2,41,51 Otros medios de cultivo, como el medio<br />

TAU (triatomine artificial urine), 16 fue desarrollado para la<br />

transformación de los epimastigotos en formas metacíclicas.<br />

Un medio para el desarrollo y cultivo de formas amastigotas<br />

a 37°C en medios libres de células han sido desarrollados por Pan<br />

en 1978. 45 Dicho medio (F-69) incluye una modificación del<br />

medio 199, suplementándolo con tripticasa, hemina y los nucleótidos<br />

ATP, ADP y AMP, más una mezcla de vitaminas y 10% de<br />

suero. En dicho medio, cuando se cultiva a 27°C, se obtiene un<br />

crecimiento elevado de formas epimastigotas, y cuando la incubación<br />

se realiza a 37°C el rendimiento del medio es menor, pero las<br />

formas que se obtienen son amastigotos. Otros medios para el<br />

crecimiento de los amastigotos en medio libre de células ML-<br />

15HA fue desarrollado por Villalta y Kierszenbaum en 1982. 60<br />

Dado que Trypanosoma cruzi es el único tripanosoma que<br />

parasita a los humanos, que desarrolla una fase obligada de<br />

multiplicación intracelular en el hospedero vertebrado bajo la<br />

forma amastigota, han sido numerosos los trabajos que han<br />

descrito el cultivo del parásito empleando células de mamífero.<br />

El primer trabajo describiendo el cultivo y multiplicación de<br />

T. cruzi en una línea celular cardiaca de origen humano fue publicado<br />

por Gutteridge y colaboradores en 1969, 26 posteriores<br />

estudios con numerosas líneas celulares, incluyendo macrófagos,<br />

4,9,20,54,68 o primocultivos, han permitido estudiar las condiciones<br />

que favorecen la entrada y multiplicación de las formas<br />

infectantes en las células. 6,10,25,40,42-44,46,51 Recientemente se<br />

han publicado algunas revisiones sobre el mecanismo de entrada<br />

en la célula y el cultivo intracelular y su uso como método de<br />

estudio de la biología de la infección por el parásito 5,65,66<br />

El cultivo como método diagnóstico puede ser considerado<br />

una herramienta más en el diagnóstico de las enfermedades<br />

causadas por los tripanosomátidos, pero lo que sí es una herramienta<br />

indispensable para el aislamiento de cepas y para los<br />

estudios de biología, inmunología, o biología molecular con<br />

estos parásitos y el desarrollo de estos métodos de cultivo han<br />

permitido el avance espectacular en el conocimiento de estos<br />

protozoos en los últimos años.<br />

Referencias<br />

1. Adroher F, Lupianez J, Osuna A. Influence of saccharides<br />

and sodium chloride on growth and differentiation<br />

of Trypanosoma cruzi. Cell Differ; 22:165-170. 1988a.<br />

2. Adroher F, Osuna A, Lupianez J. Differential energetic<br />

metabolism during Trypanosoma cruzi differentiation. I.<br />

Citrate synthase, NADP-isocitrate dehydrogenase, and<br />

succinate dehydrogenase. Arch Biochem Biophys;267:252-<br />

261. 1988b.<br />

3. Aerts D, Truc P, Penchenier L et al. A kit for in vitro<br />

isolation of trypanosomes in the field: first trial with sleeping<br />

sickness patients in the Congo Republic. Trans R Soc<br />

Trop Med Hyg;86:394-395. 1992.<br />

4. Alcantara A, Brener Z. The in vitro interaction of<br />

Trypanosoma cruzi bloodstream forms and mouse peritoneal<br />

macrophages. Acta Trop;35:209-219. 1978.<br />

5. Andrade L, Andrews N. The Trypanosoma cruzi-hostcell<br />

interplay: location, invasion, retention. Nat Rev Microbiol;3:819-823.<br />

2005.<br />

6. Andrews N, Katzin A, Colli W. Mapping of surface<br />

glycoproteins of Trypanosoma cruzi by two-dimensional


CAPÍTULO 93 Aplicación del cultivo in vitro al diagnóstico de las parasitosis 747<br />

electrophoresis. A correlation with the cell invasion capacity.<br />

Eur J Biochem;140:599-604. 1984.<br />

7. Baermann G. Eine einfache methode zur auffindung<br />

von Ankylostomum-(nematoden)-larven in erdproben.<br />

Tijdschrift voor Dierpeneeskunde;57:131-137. 1917.<br />

8. Balamuth W. Biological studies of Entamoeba histolytica.<br />

Infect Dis;88:230-236. 1950.<br />

9. Behbehani M. Multiplication of Trypanosoma (Schizotrypanum)<br />

cruzi in mouse peritoneal macrophages. Trans<br />

R Soc Trop Med Hyg;65:15. 1971.<br />

10. Bertelli M, Brener Z. Infection of tissue culture cells<br />

with bloodstream trypomastigotes of Trypanosoma cruzi. J<br />

Parasitol;66:992-997. 1980.<br />

11. Brener Z. Biology of Trypanosoma cruzi. Annu Rev Microbiol;27:347-382.<br />

1973.<br />

12. Brun R, Schonenberger M. Stimulating effect of citrate<br />

and cis-Aconitate on the transformation of Trypanosoma<br />

brucei bloodstream forms to procyclic forms in vitro. Z<br />

Parasitenkd;66:17-24. 1981.<br />

13. Camargo E. Growth and differentiation in Trypanosoma<br />

cruzi I. Origin of metacyclic trypanosomes in liquid media.<br />

Rev Inst Med Trop;6:93-100. 1964.<br />

14. Ciccarelli A, Araujo L, Batlle A et al. Effect of haemin<br />

on growth, protein content and the antioxidant defense system<br />

in Trypanosoma cruzi. Parasitology;134:959-965. 2007.<br />

15. Citri N, Grossowicz N. A partially defined culture medium<br />

for Trypanosoma cruzi and some other haemoflagellates.<br />

J Gen Microbiol;13:273-278. 1955.<br />

16. Contreras V, Salles J, Thomas N et al. In vitro differentiation<br />

of Trypanosoma cruzi under chemically defined<br />

conditions. Mol Bioch Parasitol;16:315-327. 1985.<br />

17. Cross G, Manny J. Cultivation of Trypanosoma brucei<br />

sspp. in semi-defined and defined media. Parasitology;67:315-331.<br />

1973.<br />

18. da Luz R, Vermeersch M, Dujardin JC et al. In vitro<br />

sensitivity testing of Leishmania clinical field isolates: preconditioning<br />

of promastigotes enhances infectivity for<br />

macrophage host cells. Antimicrob Agents Chemother;53:<br />

5197-5203. 2009.<br />

19. de Azevedo H. Growth of the Y strain of Trypanosoma<br />

cruzi in an HX-25-modified defined medium. J Parasitol;63:485.<br />

1977.<br />

20. Dvorak J, Schmunis G. Trypanosoma cruzi: interaction<br />

with mouse peritoneal macrophages. Exp Parasitol;32:<br />

289-300. 1972.<br />

21. Entrala E, Molina J, Rosales MJ et al. Cryptosporidium<br />

parvum: oocysts purification using potassium bromide<br />

discontinuous gradient. Vet Parasitol;92:223-226. 2000.<br />

22. Evans D, Lanham S, Baldwin C et al. The isolation<br />

and isoenzyme characterization of Leishmania braziliensis<br />

subsp. from patients with cutaneous leishmaniasis acquired<br />

in Belize. Trans R Soc Trop Med Hyg;78:35-42. 1984.<br />

23. Faust E, Sawitz W, Tobie J et al. Comparative efficiency<br />

of various techniques for the diagnosis of protozoa and<br />

helmiths in feces. J Parasitol;25:3-4. 1939.<br />

24. Ferreira K, Lemos JP, Lages SE et al. Human urine<br />

stimulates in vitro growth of Trypanosoma cruzi and<br />

Trypanosoma rangeli. Parasitol Res;101:1383-1388. 2007.<br />

25. Gamarro F, Osuna A, Castanys S et al. Isolation and<br />

purification of amastigotes of Trypanosoma cruzi from<br />

cultured vero cells. Z Parasitenkd;71:15-17. 1985.<br />

26. Gutteridge W, Knoweler J, Coombes J. Growth of<br />

Trypanosoma cruzi in human heart tissue cells and effect<br />

of aminonucleosides of puromycin, trypacidinand aminopeptein.<br />

J Protozool;16:521-525. 1969.<br />

27. Harada I, Mori O. A new method for culturing<br />

hookworm. Yonago Act Med;1:177-179. 1955.<br />

28. Howard M, Pharoah M, Ashall F et al. Human urine<br />

stimulates growth of Leishmania in vitro. Trans R Soc Trop<br />

Med Hyg;85:477-479. 1991.<br />

29. Kar K, Mukerji K, Naskar K et al. Leishmania donovani:<br />

a chemically defined medium suitable for cultivation<br />

and cloning of promastigotes and transformation of amastigotes<br />

to promastigotes. J Protozool;37:277-279. 1990.<br />

30. Lara F, Sant’anna C, Lemos D et al. Heme requirement<br />

and intracellular trafficking in Trypanosoma cruzi<br />

epimastigotes. Biochem Biophys Res Commun;355:16-22.<br />

2007.<br />

31. Le Ray D. [Antigenic structure of Trypanosoma brucei<br />

(protozoa, kinetoplastids). Immunoelectrophoretic analysis<br />

and comparative study]. Ann Soc Belg Med Trop;55:129-<br />

311. 1975.<br />

32. Li Q, Zhao Y, Ni B et al. Comparison of the expression<br />

profiles of promastigotes and axenic amastigotes in Leishmania<br />

donovani using serial analysis of gene expression.<br />

Parasitol Res;103:821-828. 2008.<br />

33. Madeira M, Sousa M, Barros J et al. Trypanosoma caninum<br />

n. sp. (Protozoa: Kinetoplastida) isolated from intact<br />

skin of a domestic dog (Canis familiaris) captured in<br />

Rio de Janeiro, Brazil. Parasitology;136:411-423. 2009.<br />

34. Mansour N, Hady J, McConnell E. A modified liquid<br />

medium for Leishmania. J Parasitol;59:1088-1090. 1973.<br />

35. Neal R, Miles R. Heated blood agar medium for the<br />

growth of Trypanosoma cruzi and some species of Leishmania.<br />

Nature;198:210-211. 1963.<br />

36. Nelson E, Jones M. Culture isolation of agents of primary<br />

amebic meningoencephalitis. J Parasitol;56:248.<br />

1970.<br />

37. Nicolle C. Nouvelles acquisitions sur le Kala-azar: cultures;<br />

inoculations au chien; etiologie. Paris: C. r. Hebd.<br />

Séanc. Acad. Sci;146:498-499. 1908.<br />

38. Novy F, Mc Neal W. The cultivation of Trypanosoma<br />

brucei. A preliminary note. J Am med Ass;41:1266-1268.<br />

1903.<br />

39. Osuna A, Jiménez OA and Lozano MJ. Medios de cultivo<br />

para la obtención de formas metacíclicas de Trypanosoma<br />

cruzi. Rev Iber Parasitol;39:129-133. 1979.<br />

40. Osuna A, Ortega G, Gamarro F et al. Some factors<br />

affecting the in vitro invasion of HeLa cells by Trypanosoma<br />

cruzi. Int J Parasitol;14:253-257. 1984.


748 PARTE VII Diagnóstico de laboratorio<br />

41. Osuna A, Adroher F, Lupianez J. Influence of electrolytes<br />

and non-electrolytes on growth and differentiation<br />

of Trypanosoma cruzi. Cell Differ Dev;30:89-95. 1990a.<br />

42. Osuna A, Castanys S, Rodriguez CM et al. Trypanosoma<br />

cruzi: calcium ion movement during internalization<br />

in host HeLa cells. Int J Parasitol;20:673-676. 1990b.<br />

43. Osuna A, Rodriguez CN, Gamarro F et al. The different<br />

behavior of diphtheria toxin, modeccin and ricin in<br />

HeLa cells infected with Trypanosoma cruzi. J Eukaryot<br />

Microbiol;41:231-236. 1994.<br />

44. Ouaissi M, Afchain D, Capron A et al. Fibronectin<br />

receptors on Trypanosoma cruzi trypomastigotes and their<br />

biological function. Nature;308:380-382. 1984.<br />

45. Pan S. Trypanosoma cruzi: intracellular stages grown in a<br />

cell-free medium at 37C. Exp Parasitol;45:215–224.<br />

1978.<br />

46. Piras M, Henriquez D, Piras R. The effect of fetuin<br />

and other sialoglycoproteins on the in vitro penetration of<br />

Trypanosoma cruzi trypomastigotes into fibroblastic cells.<br />

Mol Biochem Parasitol;22:135-143. 1987.<br />

47. Robertson L, Campbell A, Smith H. In vitro excystation<br />

of Cryptosporidium parvum. Parasitology;106:13-19.<br />

1993.<br />

48. Rosales M, Mascaró C, Arnedo T. Isolation and identification<br />

of Cryptosporidium parvum oocysts with continuous<br />

Percoll gradient and Alcian Blue-Giemsa staining.<br />

Act Trop;56:371-373. 1994.<br />

49. Ruiz PL, Osuna A, Lopez M et al. Activity of<br />

rhodium(III) complexes against Trypanosoma cruzi. Arzneimittelforschung;38:312-314.<br />

1988.<br />

50. Sadigursky M and Brodskyn C. A new liquid medium<br />

without blood and serum for culture of hemoflagellates.<br />

Am J Trop Med Hyg;35:942–944. 1986.<br />

51. Sanchez MM, Fernandez BM, Castilla CJ et al. Metabolic<br />

studies by 1H NMR of different forms of Trypanosoma<br />

cruzi as obtained by ‘in vitro’ culture. FEMS Microbiol<br />

Lett;133:119-125. 1995.<br />

52. Sanderson C, Thomas J and Twomey C. The growth<br />

of Trypanosoma cruzi in human diploid cells for the production<br />

of trypomastigotes. Parasitology, 1980;80:153-<br />

162.<br />

53. Schuster F and Sullivan J. Cultivation of clinically significant<br />

hemoflagellates. Clin Microbiol Rev;15:374-389.<br />

2002.<br />

54. Tanowitz H, Wittner M, Kress Y et al. Studies of in<br />

vitro infection by Trypanosoma cruzi. I. Ultrastructural<br />

studies on the invasion of macrophages and L-cells. Am J<br />

Trop Med Hyg;24:25-33. 1975.<br />

55. Tasew G, Kebede A, Wolday D et al. Low-cost liquid<br />

medium for in vitro cultivation of Leishmania parasites in<br />

low-income countries. Glob Health Action 2. 10.3402/<br />

gha.v/210.2046, 2009.<br />

56. Taylor A and Baker J. The cultivaion of Parasites in vitro.<br />

Balckwelll Scientific Publications (Oxford and Edimburg),<br />

1978.<br />

57. Taylor A and Baker D. In vitro Methods for parasite<br />

cultivation. Academic Press, 1987.<br />

58. Tobie E, von Brand T and Mehlman B. Cultural and<br />

physiological observations on Trypanosoma rhodesiense<br />

and Trypanosoma gambiense. J Parasitol;36:48-54. 1950.<br />

59. Tobie E, von Brand T and Mehiman B. Cultural and<br />

physiological observations on Trypanosoma rhodesiense<br />

and Trypanosoma gambiense. 1949. J Parasitol;87:714-717.<br />

2001.<br />

60. Villalta F and Kierszenbaum F. Growth of isolated<br />

amastigotes of Trypanosoma cruzi in cell-free medium. J<br />

Protozool;29:570-576. 1982.<br />

61. Walton B, Shaw J and Lainson R. Observations on the<br />

in vitro cultivation of Leishmania braziliensis. J Parasitol;63:1118-1119.<br />

1977.<br />

62. Warburg A, Gelman S and Deutsch J. Xanthine in urine<br />

stimulates growth of Leishmania promastigotes in vitro.<br />

J Med Microbiol;57:136-138. 2008.<br />

63. Weinman D. Cultivation of the African sleeping sickness<br />

trypanosomes from the blood and cerebrospinal fluid<br />

of patients and suspects. Trans R Soc Trop Med Hyg;54:166-<br />

170. 1960.<br />

64. Willaert E. Estude taxonomique des genres Naegleria et<br />

Acanthamoeba (Protozoa-Amoebida). Acta Zool Pathol<br />

Antverp1976;65:1-239.<br />

65. Yoshida N. Molecular basis of mammalian cell invasion<br />

by Trypanosoma cruzi. An Acad Bras Cienc;78:87-111.<br />

2006.<br />

66. Yoshida N and Cortez M. Trypanosoma cruzi: parasite<br />

and host cell signaling during the invasion process. Subcell<br />

Biochem;47:82-91. 2008.<br />

67. Zeledon R. Differentiation of Trypanosoma rangeli and<br />

Schizotrypanum cruzi in a liquid medium, with notes on<br />

the nutrition of flagellates. J Parasitol;45:652. 1959.<br />

68. Zenian A and Kierszenbaum F. Inhibition of macrophage-Trypanosoma<br />

cruzi interaction by concanavalin<br />

A and differential binding of bloodstream and culture<br />

forms to the macrophage surface. J Parasitol;68:408-415.<br />

1982.


Parte VIII<br />

Diagnóstico de laboratorio<br />

Capítulo<br />

94<br />

Tratamiento<br />

y tablas terapéuticas<br />

Parasitosis intestinales<br />

(enteroparásitos)<br />

David Botero • Marcos Restrepo<br />

• <strong>Werner</strong> Apt<br />

Protozoos<br />

Algunos protozoos que afectan al ser humano pueden causar<br />

daño en su aparato digestivo; otros, que se alojan sólo en la<br />

luz intestinal, se consideran no patógenos. Los protozoos que<br />

pueden causar enfermedad son: Entamoeba histolytica, Giardia<br />

intestinalis, Balantidum coli. Coccidias: Cystoisospora belli,<br />

Cryptosporidium spp., Cyclospora cayetanensis y algunos microsporidios;<br />

estos últimos son considerados como hongos. Blastocystis<br />

hominis, de taxonomía imprecisa, puede considerarse hoy<br />

en día como un parásito con capacidad patogénica controvertida.<br />

Los no patógenos tienen importancia porque indican contaminación<br />

fecal, la cual es la forma de transmisión de todos los<br />

protozoos intestinales. En este último grupo están las amebas<br />

no patógenas, como Entamoeba coli, Entamoeba dispar, Endolimax<br />

nana, Iodamoeba bütschlii, Entamoeba polecki, Entamoeba<br />

moshkowskii, Entamoeba hartmani. Protozoos flagelados: Chilomastix<br />

mesnili, Trichomonas hominis, Enteromonas hominis, Retartomonas<br />

intestinalis.<br />

Amebiasis<br />

Amebiasis es la infección del humano por Entamoeba histolytica,<br />

especie parásita que puede vivir como comensal en el intestino<br />

grueso, invadir la mucosa intestinal produciendo ulceraciones<br />

y tener localizaciones extraintestinales. La especie E.<br />

histolytica tiene la capacidad de invadir tejidos, pero morfológicamente<br />

es imposible distinguirla de otra ameba presente en el<br />

intestino: Entamoeba dispar que no es patógena.<br />

749


750 PARTE VIII Diagnóstico de laboratorio<br />

Amebiasis intestinal<br />

Las formas clínicas de amebiasis intestinal son: asintomática<br />

90%, colitis no disentérica 9%, colitis disentérica 1%. La amebiasis<br />

asintomática quizá se debe a E. dispar, pero también puede<br />

ser por E. histolytica, cuando habita sólo en la luz intestinal.<br />

En la amebiasis intestinal sintomática se encuentra E. histolytica<br />

produciendo lesiones en cualquier parte del intestino grueso,<br />

con predominio en la región ileocecal, sigmoides y recto. Las<br />

manifestaciones clínicas se pueden presentar como forma aguda<br />

o crónica (véase capítulo 16).<br />

Los antiamebianos actúan contra los trofozoítos de E. histolytica<br />

y son incapaces de penetrar la pared de los quistes. En<br />

los casos de amebiasis intestinal, en los cuales existen quistes, la<br />

desaparición de éstos después de un tratamiento se debe al ataque<br />

de los fármacos sobre las formas trofozoíticas que los originan<br />

y no por acción directa contra ellos. Todos los casos de<br />

amebiasis por E. histolytica se deben tratar, incluyendo los asintomáticos.<br />

Para esto hay dos razones que lo justifican: eliminar<br />

los parásitos de la luz intestinal para cortar la cadena de transmisión<br />

y evitar que en algún momento se produzca amebiasis<br />

invasiva. La administración de los medicamentos se basa en la<br />

localización de los trofozoítos, que pueden estar en la luz del<br />

intestino, en la pared del colon o en los tejidos extraintestinales.<br />

Los antiamebianos se dividen en tres grupos de acuerdo con<br />

su mecanismo de acción.<br />

1. Amebicidas de acción principalmente tisular y parcialmente<br />

luminal. Son los derivados del 5-nitroimidazol,<br />

que constituyen el mayor avance en la terapéutica antiamebiana<br />

en los últimos años. Estos compuestos tienen<br />

gran poder de difusión en los tejidos y se absorben muy<br />

bien y rápido en el intestino delgado; por esta razón se<br />

indican en casos de amebiasis intestinal sintomática, en<br />

los cuales las amebas han invadido la pared del colon y<br />

también en todos los casos de amebiasis extraintestinal.<br />

En la amebiasis aguda y crónica se deben complementar<br />

con los amebicidas de acción luminal para destruir los trofozoítos<br />

en la luz intestinal y así evitar recaídas. Además<br />

de su acción antiparasitaria, se ha encontrado que los nitroimidazoles<br />

tienen efecto contra microorganismos anaerobios.<br />

Actúan por su capacidad para atrapar electrones<br />

depletando a los microorganismos de DNAH y DNAPH.<br />

La rotura del anillo nitro produce una sustancia tóxica<br />

que lleva a la muerte de protozoos y bacterias anaeróbicas.<br />

Se eliminan por la orina, a la cual pueden darle color rojizo,<br />

y además por la vagina, semen, etc. Producen efectos<br />

colaterales frecuentes, pero no graves, sobre todo en el<br />

aparato digestivo, como sabor metálico, náuseas, vómito,<br />

dolor abdominal y anorexia. Con menor frecuencia se observan<br />

mareos, dolores musculares, entumecimientos, cefalea,<br />

glositis y erupción cutánea. Estos fármacos deben<br />

administrarse con las comidas, y es necesario abstenerse<br />

de consumir alcohol durante el tratamiento y tres días<br />

después, debido a la actividad inhibidora de las enzimas<br />

que lo metabolizan. Al potenciar el alcohol producen rubicundez,<br />

vómito, somnolencia, hipotensión, etc. (efectos<br />

disulfirán o antabús). Están también contraindicados<br />

cuando se usan anticoagulantes orales. Aunque no son teratogénicos,<br />

se recomienda no utilizarlos en el primer trimestre<br />

del embarazo, por su fácil difusión a través de la<br />

placenta, pero después de este periodo se han usado en<br />

muchas ocasiones sin causar efectos dañinos. Deben evitarse<br />

en pacientes con antecedentes de enfermedades neurológicas<br />

y discrasias sanguíneas. Se ha encontrado resistencia<br />

al metronidazol por parte de algunas bacterias<br />

anaerobias (Trichomonas y Giardia) por lo cual es de suponer<br />

que podrá presentarse para amebas. Existen varios derivados<br />

5-nitroimidazólicos, pero los más utilizados para<br />

la amebiasis son:<br />

Metronidazol. Es el más antiguo de los derivados nitroimidazólicos,<br />

tiene una vida media plasmática de 8 h.<br />

La dosis es de 30 mg/kg/día por 7 a 10 días, lo cual equivale<br />

de 1 a 2 g diarios para los adultos. Debe fraccionarse<br />

la toma diaria para administrarla con las comidas. El metronidazol<br />

se presenta en comprimidos de 250 y 500 mg,<br />

y en suspensión con 125 mg por 5 ml. Existe una presentación<br />

inyectable que contiene 500 mg del fármaco en<br />

100 ml, para uso intravenoso, la cual se indica en infecciones<br />

por anaerobios, en casos graves de amebiasis y en el<br />

absceso hepático amebiano. 4<br />

Tinidazol. Después del metronidazol se produjo el tinidazol,<br />

que tiene las mismas aplicaciones y es efectivo en<br />

dosis única diaria para el tratamiento de la amebiasis intestinal.<br />

Para adultos, 2 g/día en una sola toma después de<br />

una comida, durante dos días. Para los niños, 50 a 60 mg/<br />

kg/día, durante 2 a 3 días. Se presenta en comprimidos de<br />

500 mg y 1 g, y en suspensión con 200 mg por ml.<br />

Secnidazol. Con efectividad semejante al tinidazol, es el<br />

antiamebiano de vida media plasmática más larga (20 h),<br />

dos veces más activo que el metronidazol. Se presenta en<br />

comprimidos de 250, 500 y 1 000 mg para adultos, y en<br />

polvo para suspensión con 500 mg por 15 ml; también se<br />

presenta en gránulos para reconstruir con 500 y 900 mg.<br />

La dosis total es de 2 g en adultos y de 30 mg/kg para los<br />

niños, en dosis única. Además de la buena acción tisular, es<br />

efectivo en 56% de los portadores de quistes, lo cual indica<br />

que tiene una acción luminal útil y de buena tolerancia. 10<br />

Ornidazol. Se presenta en tabletas de 500 mg para administrar<br />

dos veces al día por cinco días en adultos. También se ha<br />

utilizado en dosis de tres tabletas al día por tres días. En niños,<br />

25 mg/kg/día en dos dosis por cinco días. Existe una<br />

preparación para vía venosa con 1 g/6 ml. No tiene efecto<br />

antabuse (disulfiram), por consiguiente, no hay restricción<br />

de la ingesta de bebidas alcohólicas durante la terapia.<br />

Nitazoxanida. En dos investigaciones con amebiasis intestinal<br />

por E. histolytica y E. dispar en pacientes tratados<br />

con este fármaco, se demostró negativización de 59%. El<br />

fármaco interfiere con el metabolismo energético anaeróbico<br />

inhibiendo la piruvato ferredoxina oxidorreductasa,<br />

enzima dependiente de la transferencia de electrones.


CAPÍTULO 94 Tratamiento y tablas terapéuticas 751<br />

2. Amebicidas de acción exclusivamente tisular. En este<br />

grupo está la dehidroemetina, un compuesto sintético administrado<br />

por vía muscular a dosis de 1 a 1.5 mg/kg/día<br />

por 6 a 10 días, sin exceder los 600 mg como dosis total.<br />

Se presenta en ampollas de 30 mg en 1 ml y de 60 mg en<br />

2 ml. En la actualidad su indicación es escasa, pues se<br />

prefieren los nitroimidazoles por su menor toxicidad. La<br />

dehidroemetina puede causar efectos tóxicos cardiovasculares<br />

y neuromusculares. Sólo debe usarse bajo estricto<br />

control médico en pacientes hospitalizados y monitorizados<br />

con ECG. Está contraindicada en el embarazo. Sólo<br />

actúa a nivel tisular, bloqueando la síntesis de proteínas al<br />

inhibir la actividad ribosomal por acción sobre el RNA<br />

mensajero. Por este motivo, siempre es necesario asociar al<br />

tratamiento los amebicidas de acción luminal. Por la toxicidad,<br />

las contraindicaciones y la existencia de mejores<br />

antiamebianos orales, la dehidroemetina ha sido retirada<br />

del mercado en diversos países.<br />

3. Amebicidas de acción luminal. Dicloroacetamidas o<br />

amidas. Son preparados sintéticos insaboros, poco solubles<br />

en agua y se absorben parcialmente del intestino y<br />

actúan contra los trofozoítos de E. histolytica y E. dispar<br />

por contacto directo en la luz intestinal. La toxicidad es<br />

muy baja y la tolerancia muy buena, sólo se presenta flatulencia<br />

como efecto colateral frecuente. No se conocen<br />

reacciones adversas durante el embarazo; están indicadas<br />

en los casos asintomáticos como fármaco único, y como<br />

complemento de los antiamebianos que actúan en los tejidos<br />

en los casos sintomáticos. Las amidas disponibles,<br />

son las siguientes.<br />

Teclozán. Comprimidos de 500 mg y suspensión con 50<br />

mg/5 ml. Para adultos y niños mayores de ocho años la<br />

dosis es de un comprimido cada 12 h, para un total máximo<br />

de tres comprimidos en 24 h. Si se usa la suspensión<br />

en niños mayores de ocho años: dos cucharaditas tres veces<br />

al día durante cinco días; en niños de 3 a 8 años, la<br />

mitad de dosis y en menores de tres años, 1/4 de dosis,<br />

diario por cinco días.<br />

Etofamida. Se utiliza por 3-5 días a dosis de 20 mg/kg de<br />

peso al día. En adultos se puede administrar una dosis fija<br />

de 500 mg cada 12 h. Sus efectos secundarios son mínimos,<br />

pero a veces los pacientes pueden presentar estreñimiento<br />

y meteorismo. Hay comprimidos de 500 mg y<br />

suspensión de 100 mg por cada 5 cm 3 .<br />

Clefamida y diloxamida. Son fármacos similares que se<br />

utilizan de igual manera. La diloxamida bloquea la síntesis<br />

proteica de E. histolytica, se absorbe poco y es eficaz en<br />

90-95% de los portadores. Se utilizan durante 10 días a<br />

dosis de 500 mg tres veces al día en adultos y de 20 mg/<br />

kg/día en niños.<br />

Diyodohidroxiquinolina. Derivado de la quinolina que<br />

destruye los trofozoítos del lumen intestinal. De absorción<br />

escasa, por lo cual no actúa a nivel tisular. Los efectos<br />

secundarios son escasos, cefalea y leves alteraciones gastrointestinales<br />

como diarrea, pirosis y prurito anal. Se administra<br />

durante 10 a 20 días a dosis de 650 mg tres veces<br />

al día en adultos y 30-60 mg/kg/día en niños repartido en<br />

tres dosis.<br />

Quinfamida. Es una tetrahidroxiquinolina halogenada<br />

que tiene efecto sobre las amebas del lumen y de la pared<br />

intestinal. Se utiliza en la amebiasis crónica y en los portadores,<br />

aunque algunos investigadores también la utilizan<br />

en los casos agudos. Se utiliza en adultos a dosis de 100<br />

mg tres veces al día (c/8 h) en un solo día. En niños menores<br />

de seis años, 50 mg tres veces al día; de 6-12 años,<br />

75 mg tres veces al día siempre durante un solo día. En la<br />

actualidad se utilizan dosis únicas de 150, 250 y 300 mg<br />

según la edad. Los efectos secundarios son: náuseas, vómito,<br />

meteorismo, timpanismo y cefalea, que se presentan<br />

ocasionalmente.<br />

Paromomicina. Antimicrobiano aminoglucósido no absorbible,<br />

que al igual que todos los aminoglucósidos impide<br />

la síntesis proteica por acción contra la unidad 30 S de<br />

los ribosomas. Se utiliza a dosis de 25 mg/kg/día en niños<br />

y 1 500 mg diarios en adultos durante cinco días, en 2 a 3<br />

tomas. Provoca frecuentes alteraciones gastrointestinales:<br />

náuseas, meteorismo, malestar abdominal. Es el fármaco<br />

de elección en EUA para los portadores asintomáticos y<br />

las amebiasis crónicas.<br />

Tratamiento quirúrgico de la colitis amebiana fulminante<br />

Al pronto uso de los nitroimidazoles se ha asociado la colectomía<br />

parcial o total, una cirugía muy radical que afecta la vida<br />

útil del paciente. La supervivencia, que era de 0% en estas formas<br />

de colitis cuando no se usaban procedimientos quirúrgicos,<br />

aumentó a 40% cuando fueron practicados.<br />

Amebiasis extraintestinal<br />

A partir del intestino puede existir diseminación amebiana a<br />

distancia por vía sanguínea a otros órganos, lo que constituye la<br />

amebiasis extraintestinal. El hígado es la localización amebiana<br />

más frecuente después del colon. La puerta de entrada es el intestino<br />

grueso que ha sufrido invasión por E. histolytica; por vía<br />

porta los parásitos son transportados al hígado, lo que da origen<br />

a puntos de necrosis y a microabscesos que finalmente forman<br />

grandes abscesos con cavidades. Los parásitos también<br />

pueden llegar a otros órganos y producir amebiasis pleuropulmonar,<br />

cutánea y de mucosas. Con menos frecuencia se origina<br />

la amebiasis pericárdica, peritoneal, cerebral, esplénica, renal,<br />

de piel y mucosas, etcétera.<br />

Absceso hepático amebiano. El tratamiento del absceso hepático<br />

amebiano se hace de preferencia por quimioterapia. Las<br />

punciones evacuantes y el drenaje quirúrgico tienen indicaciones<br />

muy específicas. La terapia antiamebiana no lleva pautas<br />

estrictas, debe cambiarse o alargarse, de acuerdo con las necesidades<br />

y la gravedad del caso. Cuando la quimioterapia no resulta<br />

eficiente y el paciente empeora, debe pensarse en la ayuda del<br />

cirujano, el cual puede efectuar un procedimiento quirúrgico,<br />

siempre continuando con el tratamiento médico antiamebia-


752 PARTE VIII Diagnóstico de laboratorio<br />

no. En los casos en los que falla la terapia antiamebiana, debe<br />

pensarse en un absceso piógeno y cultivar el material necrótico<br />

o instituir tratamiento con antibióticos.<br />

Quimioterapia<br />

Nitroimidazoles. Estos derivados son los fármacos de elección.<br />

El metronidazol es el más antiguo y se utiliza a dosis de 30 a 50<br />

mg/kg/día, VO, lo que equivale a 2 g diarios para adultos. La<br />

dosis diaria se fracciona en tres tomas administradas con las<br />

comidas. La duración del tratamiento es de 5 a 10 días. Cuando<br />

no es posible utilizar la vía oral puede recurrirse al metronidazol<br />

inyectable. Se presenta a 5% para perfusión venosa, con<br />

500 mg en 100 ml y 1 500 mg en 300 ml. La dosis es de 10<br />

mg/kg para mayores de 12 años y 7.5 mg/kg para menores de<br />

esa edad, administrados cada 8 h, durante 5 a 10 días. El tinidazol<br />

se recomienda a la dosis de 2 g diarios para adultos y de<br />

50 a 60 mg/kg en niños en una sola toma después de la comida,<br />

durante 3 a 5 días. El secnidazol a dosis de 30 mg/kg/día, por<br />

varios días, también es efectivo.<br />

Dehidroemetina. La dosis recomendada es 1 mg/kg/día, durante<br />

5 a 10 días. En algunos países este fármaco se ha discontinuado.<br />

Es un medicamento tóxico y con muchas limitaciones,<br />

por lo cual se usa poco.<br />

Antibióticos. No es necesario usarlos de rutina, sólo se utilizan<br />

en caso de una infección bacteriana sobreagregada y cuando no<br />

hay seguridad de la etiología parasitaria o bacteriana.<br />

Antiamebianos no absorbibles. Como existe siempre una<br />

amebiasis intestinal concomitante, debe agregarse al tratamiento<br />

el antiamebiano no absorbible, teclozan, etofamida, diyodohidroxiquinolina<br />

o quinfamida, etc., a la dosis recomendada en<br />

amebiasis intestinal.<br />

Procedimientos quirúrgicos<br />

Punción evacuadora. No debe abusarse de este procedimiento<br />

por el peligro de originar infecciones secundarias. Está indicada<br />

cuando hay persistencia o agravamiento de la sintomatología, a<br />

pesar del tratamiento médico adecuado por más de cinco días y<br />

cuando los abscesos son de gran tamaño o existe peligro de rotura.<br />

La punción debe hacerse en la sala de cirugía, en condiciones<br />

que garanticen asepsia.<br />

La intervención quirúrgica está indicada cuando la sintomatología<br />

persiste o aumenta después de los tratamientos ya<br />

mencionados y en casos graves en los cuales hay sospecha de<br />

perforación del absceso.<br />

Otras amebiasis extraintestinales<br />

El tratamiento se basa en la utilización de antiamebianos de<br />

acción sistémica, dados por vía oral o parenteral, en la misma<br />

forma que para absceso hepático amebiano. En la amebiasis<br />

cutánea y de mucosas, el uso de lavados con líquidos antisépticos<br />

contribuye a eliminar infecciones agregadas y material necrótico;<br />

en algunos casos se requieren antibióticos y tratamiento<br />

quirúrgico. La terapia se debe complementar con antiamebianos<br />

que actúen por contacto en la luz del colon, por la presencia<br />

de amebiasis intestinal que siempre es la localización primaria<br />

de esta patología.<br />

Giardiasis<br />

Los trofozoítos de Giardia intestinalis se localizan en el intestino<br />

delgado, principalmente en el duodeno, fijados a la mucosa<br />

por la ventosa. Allí se multiplican por división binaria y los que<br />

caen a la luz intestinal dan origen a quistes que constituyen las<br />

formas infectantes del parásito. Estos quistes son eliminados<br />

con las materias fecales y pueden permanecer viables en el suelo<br />

húmedo o en el agua por varios meses. Para infectar un nuevo<br />

hospedero deben entrar por vía oral.<br />

Nitroimidazoles. Los derivados 5-nitroimidazólicos son la<br />

elección en la giardiasis. El tinidazol a dosis de 2 g para adultos<br />

y 60 mg/kg para niños, en dosis única, presenta eficacia similar<br />

al secnidazol en dosis única de 2 g para adultos y 30 mg/kg para<br />

niños. Ambos medicamentos producen curaciones superiores a<br />

90%. La tolerancia es buena, aunque en la cuarta parte de los<br />

casos produce síntomas leves, como sabor metálico y molestias<br />

digestivas. Estos síntomas de intolerancia son comunes a todos<br />

los nitroimidazoles y debe recordarse que se contraindica la ingestión<br />

de alcohol, por efecto disulfiram. Estos dos medicamentos<br />

tienen la ventaja de encontrarse, además de tabletas, en<br />

suspensión para niños. El metronidazol siempre se ha recomendado<br />

en tratamiento de varios días, en la giardiasis la dosis es de<br />

250 mg tres veces al día para adultos y 15 mg/kg/día para niños,<br />

dividido en 3 dosis por 5 días. Se presenta en tabletas y<br />

solución en jarabe para niños. Investigaciones recientes han<br />

revelado que cepas de Giardia aisladas de pacientes que no se<br />

han curado con metronidazol, son resistentes in vitro a este fármaco.<br />

Estos hallazgos y la publicación de algunos casos que no<br />

se han curado con los nitroimidazoles son una voz de alerta<br />

sobre la posible resistencia de Giardia a estos medicamentos.<br />

Furazolidona. Se usa para diarreas bacterianas, se emplea también<br />

en giardiasis a la dosis de 5 mg/kg/día en niños, dividida<br />

en 4 tomas diarias por siete días. Se presenta en suspensión con<br />

50 mg/ml. En adultos se usan tabletas de 100 mg, cuatro veces<br />

al día por siete días. Puede producir intolerancia digestiva y<br />

síntomas generales, así como reacción disulfiram con alcohol.<br />

Este medicamento presenta desventajas cuando se compara con<br />

los anteriores.<br />

Albendazol. Antihelmíntico del grupo de los benzimidazoles,<br />

se ha encontrado activo en giardiasis y es una alternativa, cuando<br />

por alguna razón no se usan los nitroimidazoles. Los estudios<br />

iniciales en Bangladesh revelaron eficacia de 75% en dosis<br />

única de 800 mg y de 97% cuando se usó a la dosis de 400 mg/<br />

día por cinco días; este resultado fue similar al encontrado con<br />

el tratamiento comparativo de metronidazol por cinco días. En<br />

un estudio doble ciego realizado por los autores de este capítulo<br />

en 100 niños, utilizando estos mismos medicamentos, a las<br />

mismas dosis, reveló eficacia de 73% para albendazol y 84%<br />

para metronidazol.


CAPÍTULO 94 Tratamiento y tablas terapéuticas 753<br />

Nitazoxanida. En estudios realizados en San Pedro Tolimán,<br />

Querétaro, México, en 87 niños de dos escuelas primarias se<br />

obtuvo una curación de 71%, con una dosis de 200 mg/día por<br />

tres días, y en otras investigaciones en población pediátrica se<br />

han obtenido curaciones de 70-85%. En la actualidad, la Food<br />

and Drug Administration (FDA), de EUA la considera como un<br />

fármaco alternativo útil en esta parasitosis (véase Tablas terapéuticas).<br />

Criptosporidiasis<br />

Cryptosporidium es un protozoario del grupo de Coccidias responsable<br />

de diarrea en varias especies de animales y en humanos,<br />

sobre todo en pacientes inmunosuprimidos, como aquellos<br />

con SIDA. El género Cryptosporidium, tiene varias especies<br />

que afectan a los animales, pero la responsable de las infecciones<br />

humanas se clasifica como C. parvum y recién se ha propuesto<br />

como especie de C. hominis. Se considera posible que<br />

también afecten al humano las especies C. cannis, C. muris, C.<br />

felis y C. meleagridis. Se pensó que este último era exclusivo de<br />

pájaros, pero ahora se sabe que cerca de 1% de las criptosporidiasis<br />

pueden tener esa etiología. El yeyuno es la localización<br />

intestinal en donde existe mayor infección y los quistes salen en<br />

las materias fecales. Se ha encontrado diseminación en los pacientes<br />

inmunosuprimidos (principalmente con SIDA), a pulmones,<br />

faringe, esófago, estómago, duodeno, íleon, colédoco,<br />

apéndice, colon y recto. En las formas pulmonares se pueden<br />

encontrar los ooquistes en el esputo.<br />

En pacientes inmunocompetentes la diarrea por lo general<br />

es autolimitada y no siempre requiere tratamiento. El problema<br />

grave de la diarrea se presenta en pacientes inmunosuprimidos,<br />

sobre todo en casos de SIDA, en los cuales se han ensayado muchos<br />

medicamentos, ninguno de ellos completamente eficaz.<br />

Paromomicina. El tratamiento con este medicamento ha demostrado<br />

mejoría clínica y parasitológica, con dosis de 25 a 35<br />

mg/kg/día por 2 a 4 semanas, pero no produce curación. En<br />

algunos países ya no se encuentra este medicamento.<br />

Azitromicina. Algunos autores han utilizado este antibiótico<br />

solo o junto con la paromomicina en casos de criptosporidiasis<br />

en pacientes con SIDA. La dosis ha sido variada: 500 mg diarios<br />

por cuatro semanas, y en algunos casos 1 500 mg diarios<br />

durante el mismo tiempo en adultos. Se presenta en tabletas de<br />

500 mg y suspensión con 200 mg por 5 ml. Sin embargo, esta<br />

medicación no es curativa. 42<br />

Nitazoxanida. Se ha usado la dosis de 1 g el primer mes, seguido<br />

de 2 g diarios por dos o más meses, con resultados negativos<br />

o transitorios en pacientes inmunosuprimidos. En pacientes<br />

inmunocompetentes los resultados son mejores, con dosis de 1 g<br />

al día por 2-3 semanas. La FDA de EUA considera este fármaco<br />

como terapia de elección para la criptosporidiasis de inmunocompetentes<br />

y de inmunosuprimidos. 19<br />

Tratamiento complementario. El tratamiento no específico<br />

depende del uso de antidiarreicos (loperamida, difenoxilato y<br />

opiáceos), manejo nutricional y reemplazo de líquidos. La diarrea<br />

mejora o desaparece con el tratamiento retroviral en casos<br />

de SIDA, aun en presencia de Cryptosporidium spp.<br />

Ciclosporiasis<br />

Es una de las parasitosis humanas recién descubierta, es similar<br />

a la criptosporidiasis en algunos aspectos, pero con marcadas<br />

diferencias morfológicas. El parásito se denomina Cyclospora<br />

cayetanensis. Se localiza en el intestino delgado en donde se reproduce<br />

en forma asexuada y sexuada, y los ooquistes salen con<br />

las materias fecales.<br />

El tratamiento de elección es trimetoprim-sulfametoxazol,<br />

que contiene por tableta 80 y 400 mg o también 160 y 800 mg<br />

de trimetoprim y sulfametoxazol, respectivamente. La suspensión<br />

tiene por cada 5 ml, 40 y 200 mg y otra presentación con<br />

80 y 400 mg de los dos fármacos. La dosis para adultos y niños<br />

mayores de 12 años es de dos tabletas de la primera presentación<br />

o una tableta de la segunda, dos veces al día, por 7 a 10<br />

días. En niños se usa la dosis de 6 mg/kg de trimetoprim y 30<br />

mg/kg/día de sulfametoxazol, dividido en dos dosis diarias por<br />

7 a 10 días.<br />

Isosporiasis o cistoisosporiasis<br />

Esta parasitosis es causada, como las dos anteriores, por protozoos<br />

del grupo de las coccidias. Tiene mayor importancia patogénica<br />

en pacientes inmunosuprimidos. Es causada por Isospora<br />

belli (sin Cytoisospora belli) que se localiza en el intestino delgado,<br />

región duodeno-yeyunal; los ooquistes se eliminan con las<br />

materias fecales.<br />

La combinación trimetoprim-sulfametoxazol es el tratamiento<br />

de preferencia, la dosis para adultos es de 160 mg de<br />

trimetoprim y 800 mg de sulfametoxazol, cuatro veces al día<br />

por 10 a 14 días. En niños la dosis es de 8 mg/kg de trimetoprim<br />

y 40 mg de sulfametoxazol 2 a 4 veces al día por el mismo<br />

tiempo. Este medicamento se presenta en comprimidos de 80<br />

y 400 mg, 160 y 800 mg, y en suspensión con 40 y 200 mg y<br />

80 y 400 mg por cada 5 ml. Como profiláctico en casos de<br />

SIDA se usa un comprimido de los de mayor concentración,<br />

tres veces por semana. Cuando hay inmunosupresión yatrogénica<br />

asociada a esta parasitosis, la suspensión de los medicamentos<br />

inmunosupresores por lo regular hace desaparecer la<br />

infección. Otro tratamiento profiláctico efectivo es la combinación<br />

de sulfadoxina-pirimetamina a la dosis de 500 mg de la<br />

primera y 25 mg de la segunda, una vez por semana. En pacientes<br />

sensibles a las sulfas se ha usado pirimetamina sola, tanto<br />

para tratamiento como para prevención. Las recaídas en casos<br />

de SIDA se previenen con trimetoprim-sulfametoxazol.<br />

Sarcocistosis<br />

La sarcocistosis es una zoonosis. El hombre se infecta con Sarcocystis<br />

fusiformis llamado también S. bovi hominis o S. hominis<br />

y S. miescheriana, llamada también S. sui hominis, al ingerir<br />

carne cruda o mal cocida de vacunos o cerdos infectados con<br />

quistes tisulares del parásito. En el intestino delgado del hombre<br />

se realiza el ciclo sexuado (hospedero definitivo), y en los


754 PARTE VIII Diagnóstico de laboratorio<br />

animales herbívoros u omnívoros el ciclo asexuado (hospedero<br />

intermediario). La infección humana es por carnivorismo y la<br />

de los hospederos intermediarios por contaminación fecal del<br />

suelo, agua, hortalizas y verduras que crecen a ras del suelo con<br />

heces humanas que contienen esporoquistes.<br />

Hasta 1977, la sarcocistosis intestinal humana se denominaba<br />

isosporosis por Isospora hominis. Existen numerosas especies<br />

de sarcocistis en animales carnívoros que no infectan a las personas.<br />

Rara vez el hombre puede albergar la forma asexuada del<br />

parásito: zoítos, esquizontes, etc., lo que antes se denominaba<br />

Sarcocystis lindemanni, cuyos hospederos definitivos no se conocen.<br />

Por lo general, la sarcocistiasis humana por S. bovi hominis y<br />

S. sui hominis cursan en forma asintomática. Pocas veces originan<br />

cuadros diarreicos subagudos antilimitantes en personas inmunocompetentes,<br />

es decir, presenta una sintomatología similar a la<br />

que puede originar Isospora belli (Cystoisospora belli).<br />

La terapia de la sarcocistosis intestinal humana es sintomática.<br />

Hasta la fecha no se ha demostrado que la terapia de trimetoprim<br />

más sulfametoxazol sea efectiva.<br />

Balantidiasis<br />

Es una enfermedad causada por el protozoario de mayor tamaño<br />

que afecta al ser humano, Balantidium coli, se localiza en el<br />

colon. Los cerdos sirven como reservorios en la naturaleza.<br />

La tetraciclina es efectiva a dosis de 500 mg, cuatro veces<br />

al día en adultos y de 40 a 50 mg/kg/día en niños mayores de<br />

ocho años, repartidos en cuatro dosis y durante 10 días, pero<br />

está contraindicada en niños menores de esa edad. Se conocen<br />

estudios favorables con derivados nitroimidazólicos a las dosis<br />

recomendadas para amebiasis.<br />

Blastocistiasis<br />

Desde el siglo pasado se describió Blastocystis hominis como un<br />

microorganismo de taxonomía imprecisa, muy frecuente en<br />

animales y en el hombre y con prevalencia de 2 a 40%, tanto<br />

en zonas tropicales como no tropicales. En los últimos años se<br />

ha reclasificado como un esporozoario del orden Amoebida,<br />

aunque recientemente se ha propuesto crear una nueva clasificación<br />

con el orden Blastocystida. Puede estar asociado a enfermedad<br />

diarreica en humanos y animales, aunque algunos autores<br />

niegan su capacidad patógena. Las asociaciones clínicas con<br />

la presencia del parásito no son prueba de su patogenicidad.<br />

Aunque hay pocas publicaciones que describen invasión articular<br />

o visceral, no se ha comprobado que corresponden a blastocistiasis<br />

invasiva, pues se basan sólo en la apariencia morfológica<br />

del organismo. Algunas publicaciones le atribuyen mayor<br />

capacidad patógena en pacientes inmunosuprimidos y en casos<br />

de SIDA, lo cual no ha sido confirmado. El tratamiento es el<br />

mismo que para la infección por E. histolytica, y los fármacos de<br />

elección son los derivados nitroimidazólicos, se ha descrito resistencia<br />

aislada del parásito al nitroimidazol. 24 No es necesario<br />

tratar los casos asintomáticos con poca cantidad de parásitos.<br />

En pacientes con diarrea, abundantes Blastocystis y ausencia de<br />

otros patógenos, queda a juicio del médico usar uno de los<br />

5-nitroimidazoles. Para los autores, en estos casos no se ha<br />

comprobado que la eliminación de Blastocystis guarde relación<br />

directa con la permanencia o desaparición de la diarrea, lo que<br />

refuerza la creencia de que este parásito tiene todavía una patogenicidad<br />

controvertida. En los estudios con nitazoxanida, la<br />

negativización en 43 casos fue de 46%.<br />

Helmintos<br />

Las helmintiasis intestinales son un problema de salud pública<br />

en los países tropicales, especialmente en los niños, en quienes<br />

además de producir sintomatología digestiva, contribuyen al<br />

retardo en el crecimiento, al mal rendimiento escolar y agravan<br />

la desnutrición. El tratamiento de estas helmintiasis es imperativo<br />

y por fortuna existen medicamentos muy efectivos, carentes<br />

de toxicidad, muy bien tolerados y de bajo costo. Esto ha<br />

hecho que organismos internacionales como la OMS y el Banco<br />

Mundial, propicien las campañas periódicas de desparasitación<br />

para helmintos en niños, en zonas que presenten prevalencias<br />

por encima de 30%. 7,11<br />

Trematodos<br />

Fasciolopsiasis<br />

Sin lugar a dudas, Fasciolopsis buskii es el trematodo digénico<br />

intestinal más importante del hombre por su alta prevalencia y<br />

el gran número de personas infectadas. Se calcula que existen<br />

hasta 40 millones de individuos con las parasitosis. La pobreza,<br />

desnutrición, falta de higiene y de inspección sanitaria de los<br />

alimentos, son factores que inciden en esta parasitosis. Hasta la<br />

fecha, el cerdo es el único animal reservorio. F. buskii es una<br />

parasitosis frecuente en China, Hong Kong, Taiwán, Bangladesh,<br />

India, Vietnam, Laos, Cambodia, Tailandia, Kampuchea,<br />

Singapur, Burma, Malasia, Filipinas e Indonesia. El hombre se<br />

infecta al ingerir plantas dulceacuícolas que tienen metacercarias<br />

adheridas a su superficie, como: jacinto de agua, batatas de<br />

agua, bambú de agua, loto de agua, lila de agua, berros, etc.<br />

También se han descrito infecciones humanas por consumo de<br />

agua con metacercarias flotantes que contaminan el agua.<br />

El tratamiento de elección es el praziquantel, 20 mg/kg/día,<br />

en dos dosis durante un solo día. El triclabendazol ha sido útil en<br />

la infección porcina, lo cual representa ampliar de esta forma su<br />

espectro de acción, ya que se puede utilizar en infecciones donde<br />

coexiste la fasciolopsiasis y la fascioliasis, como en Asia.<br />

Heterofiasis<br />

Esta zoonosis que afecta a animales ictiófagos y al hombre es<br />

frecuente en el Lejano Oriente, sureste asiático y Egipto (delta<br />

del Nilo). El hombre se infecta al ingerir peces de agua dulce o<br />

salada infectados con metacercarias. El hábitat de la forma adulta<br />

de Heterophyes heterophyes es el yeyuno o íleon donde origina inflamación,<br />

ulceraciones y necrosis. Los huevos pueden originar


CAPÍTULO 94 Tratamiento y tablas terapéuticas 755<br />

patología a distancia por embolización. El compromiso cardiaco<br />

por huevos origina una miocarditis crónica, insuficiencia cardiaca<br />

y muerte. En Filipinas, 14% de los fallecimientos por ataque<br />

cardiaco se deben a una miocarditis por H. heterophyes. En Japón<br />

y Corea existe Heterophyes katsuradai, que origina una patología<br />

similar a H. heterophyes. Ambas especies se tratan con praziquantel<br />

10-15 mg/kg/día en dosis única durante un solo día.<br />

Metagonimiasis<br />

Metagonimus yokogawai es un trematodo intestinal que tiene<br />

un ciclo vital similar a H. heterophyes. Es decir, las formas adultas<br />

viven en el intestino delgado, donde colocan huevos que<br />

son eliminados por las heces. Estos huevos caen al agua dulce,<br />

donde infectan a los caracoles y se desarrollan esporoquistes, redias<br />

y cercarias (primer hospedero intermediario). Las cercarias<br />

abandonan al caracol e infectan a peces de agua dulce (segundo<br />

hospedero intermediario). El humano y los mamíferos<br />

ictiófagos se infectan al ingerir peces de agua dulce crudos o<br />

mal cocidos con metacercarias. El tratamiento es con praziquantel<br />

10-15 mg/kg/día en dosis única durante un solo día.<br />

Parafistomiasis<br />

Es originada por trematodos digénicos de la familia Parablistomidae<br />

y del género Gastrodiscoides (G. hominis), Watsonius (W.<br />

watsoni) y Fischoederus (F. elongatus).<br />

Gastrodiscoidiasis<br />

Es un trematodo digénico pequeño que habita el cuerpo de<br />

cerdos y del hombre; estos hospederos definitivos se infectan al<br />

ingerir plantas y frutas acuáticas con metacercarias. Por lo general,<br />

la sintomatología que origina es escasa: dolores abdominales<br />

y diarrea. El tratamiento es a base de praziquantel, 10 mg/<br />

kg/día en dosis única, por un solo día.<br />

Watsoniasis<br />

Watsonius watsoni es un trematodo pequeño que infecta monos<br />

y por accidente al hombre. Su hábitat es el intestino delgado.<br />

En el hombre puede originar enteritis y enterorragia. El tratamiento<br />

es a base de praziquantel, 10-25 mg/kg en una sola<br />

dosis por un solo día.<br />

Fischoederiasis<br />

Fischoederus elongatus rara vez infecta el intestino delgado del<br />

hombre, personas y animales se infectan al ingerir plantas acuáticas<br />

con metacercarias. El praziquantel, a dosis de 10-15 mg/<br />

kg/día en una dosis por un solo día es altamente eficaz.<br />

Equinostomiasis<br />

La parasitación por Echinostoma spp. es una zoonosis que existe<br />

en todo el mundo, pero tiene mayor prevalencia en el sureste de<br />

Asia: Corea, Filipinas, Tailandia, Indonesia y Cambodia. También<br />

se le ha encontrado en China y Brasil. Existen cerca de 23<br />

especies que pueden infectar al hombre. Éste adquiere la infección<br />

al ingerir moluscos o peces de agua dulce con metacercarias<br />

crudos o mal cocidos. En infecciones intensas por especies<br />

de Echinostoma se origina diarrea crónica, disminución de peso<br />

y compromiso del estado general. El tratamiento, al igual que<br />

las otras trematodiasis intestinales de baja frecuencia en el<br />

hombre, es a base de praziquantel, 10 mg/kg/día en una sola<br />

dosis, durante un solo día.<br />

Nanofietasis<br />

Zoonosis producida por el trematodo digénico Nanophietus salmincola,<br />

cuyo hábitat es el intestino. Los hospederos definitivos<br />

son nutrias, perros, gatos, mapaches, aves ictiófagas y el hombre.<br />

Los hospederos intermediarios son caracoles y peces de<br />

agua dulce. El hombre se infecta por la ingestión de salmones o<br />

truchas con metacercarias crudas o mal cocidas. Es una parasitosis<br />

endémica de EUA y Alaska. N. schikhobalowi es endémico<br />

del este de Siberia.<br />

La terapia, al igual que las otras trematodiasis intestinales<br />

humanas de baja frecuencia, es con praziquantel a dosis de 50<br />

mg/kg/día en una dosis durante un solo día.<br />

Otras trematodiasis intestinales humanas de baja frecuencia<br />

son Haplorchis yokogawa y H. pumilio, frecuentes en Filipinas.<br />

Su ciclo vital y tratamiento es similar al de las otras trematodosis<br />

intestinales menores.<br />

Cestodos<br />

Teniasis<br />

Taenia solium y Taenia saginata, son dos parásitos que en su<br />

estado adulto son exclusivos del hombre y se adquieren respectivamente<br />

por comer carne cruda o mal cocida de cerdo o de<br />

res, que contenga cisticercos (formas larvarias); estos animales<br />

se infectan al ingerir huevos de tenia, eliminados en las materias<br />

fecales humanas. El diagnóstico de teniasis humana se hace<br />

por la identificación de las porciones del parásito que se desprenden<br />

y salen a través del ano (proglótidos, y rara vez por<br />

identificación de huevos en materias fecales). Debe recordarse<br />

que la ingestión de huevos de T. solium por el hombre le causa<br />

cisticercosis, principalmente neurocisticercosis. Esto no sucede<br />

con T. saginata. La neurocisticercosis humana es el principal<br />

problema médico de esta parasitosis, pues las tenias adultas en<br />

el intestino causan poca o ninguna sintomatología. El tratamiento<br />

es igual para ambas tenias y debe hacerse siempre que<br />

se encuentre una persona parasitada.<br />

Praziquantel. Es el medicamento de preferencia. Existe en tabletas<br />

de 150 mg (Cesol ® ) para teniasis, y en la formulación<br />

para cisticercosis, tabletas de 600 mg (Cisticid ® ). La dosis para<br />

teniasis es de 10 mg/kg en dosis única y la curación es de 100%.<br />

En algunos países sólo se vende el fármaco del laboratorio


756 PARTE VIII Diagnóstico de laboratorio<br />

Merck; en otros, existe sólo el Cisticid ® , lo que encarece su<br />

costo, pues el frasco de 30 tabletas de éste tiene un valor alto, y<br />

para la teniasis la dosis para un adulto es de una o una y media<br />

tabletas.<br />

Niclosamida. Tratamiento eficaz, la dosis es de cuatro tabletas<br />

de 500 mg, masticadas en ayunas. Para obtener la tenia completa<br />

puede usarse un purgante salino 2 h después del antihelmíntico.<br />

Este medicamento no existe en varios países latinoamericanos.<br />

Benzimidazoles. Aun administrados por varios días, no presentan<br />

efecto curativo en la mayoría de los casos de teniasis intestinal.<br />

Taenia asiatica<br />

Esta lombriz solitaria existe sólo en Asia, es posible que por la<br />

migración exista en otros continentes, pero hasta la fecha esto<br />

no se ha confirmado. En la actualidad se le considera una especie<br />

diferente, ya que se le puede distinguir de T. saginata mediante<br />

la determinación de su DNA por PCR (reacción en cadena<br />

de la polimerasa). La tenia adulta es propia del hombre y<br />

morfológicamente es muy similar a T. saginata. El hospedero<br />

intermediario principal es el cerdo, que alberga en el hígado<br />

Cysticercus viscerotropica denominado así porque tiene un hepatotropismo<br />

marcado; éste se diferencia de C. bovis por presentar<br />

formaciones parecidas a verrugas en la pared vesical.<br />

El cuadro clínico es similar al provocado por T. solium y<br />

T. saginata. El diagnóstico se realiza por examen de las proglótides<br />

y/o huevos en heces (indiferenciables de los de T. saginata).<br />

Hasta la fecha, el diagnóstico confirmatorio se realiza sólo<br />

por técnicas de biología molecular (PCR). La terapia se basa en<br />

praziquantel, 10 mg/kg, en dosis única por un solo día.<br />

Taenia taeniaformis (sin Taenia infantis)<br />

El parásito adulto vive en el intestino de gatos y otros felinos.<br />

Los hospederos intermediarios son roedores (ratas y ratones) y<br />

tal vez algunos artrópodos que albergan Cysticercus fasciolaris.<br />

Los niños pueden infectarse por accidente al ingerir artrópodos<br />

o restos de ratas o ratones infectados con larvas.<br />

La parasitosis en los humanos fue un hallazgo, y los niños<br />

afectados no presentaban signos ni síntomas relevantes. El diagnóstico<br />

se efectúa por el hallazgo de huevos y/o ejemplares adultos<br />

eliminados después de la utilización de praziquantel. El tratamiento<br />

es con praziquantel, 10 mg/kg, dosis única por un solo día.<br />

Inermicapsiferiasis y Raillietiniasis<br />

Inermicapsifer spp. y Raillietina spp. son cestodos, parásitos habituales<br />

de roedores que a veces pueden infectar al hombre.<br />

Inermicapsifer madagascaris, cestodo de ratas, pero se ha<br />

encontrado más en humanos. Se le ha encontrado en pacientes<br />

de Madagascar, Venezuela, Perú, Cuba, Puerto Rico, Zimbabwe,<br />

Kenia, Zambia, Zaire, Tailandia, Filipinas e isla Mauricio.<br />

14,26,27,30 En latín Inermicapsifer significa “cabeza inerme”,<br />

para señalar que el escólex no tiene ganchos.<br />

En relación con especies de Railletina, si bien es un parásito<br />

de roedores, también se le ha encontrado en monos aulladores<br />

rojos (R. aluattae). I. madagascaris mide entre 24-40 cm<br />

de largo, con alrededor de 380 proglótides parecidas a granos<br />

de arroz.<br />

Ambos cestodos por lo general parasitan a lactantes o niños<br />

menores, aunque I. madagascaris se ha encontrado en adultos<br />

en Cuba. La sintomatología es muy diversa: diarrea, malestar<br />

abdominal y síntomas de alergia cutánea. El diagnóstico se<br />

sospecha por la eliminación de granos de arroz móviles en las<br />

heces (proglótidas) (Inermicapsifer spp.) o proglótides grávidas<br />

de especies de Raillietina. Esta parasitosis se trata eficazmente<br />

con praziquantel, 10 mg/kg, dosis única un solo día.<br />

Bertielliasis<br />

Bertiella studeri y B. mucronata son cestodos de la familia Anoplocephalidae<br />

que parasitan monos y por accidente infectan a lactantes,<br />

niños menores y a veces adultos. B. studeri se ha encontrado<br />

en casos humanos en India, África, Rusia, Inglaterra, España,<br />

EUA y Mauritania. B. mucronata se ha observado en personas de<br />

España, Argentina, Cuba, Paraguay y Brasil. 6,13,15,17,21 El hombre<br />

se infecta al ingerir ácaros infectados. 15,17<br />

El cuadro clínico en la mayoría de los pacientes consiste en<br />

diarrea, epigastralgia, anorexia, náuseas y disminución de peso.<br />

El diagnóstico se realiza por la detección de proglótides<br />

grávidas y/o huevos en las heces. En tanto que el tratamiento es<br />

con praziquantel, 10 mg/kg, dosis única por un solo día.<br />

Himenolepiasis<br />

Es producida por Hymenolepis nana e Hymenolepis diminuta.<br />

La primera mide de 2 a 4 cm y es la más frecuente, la segunda,<br />

muy escasa, mide de 20 a 60 cm;, se adquieren por ingestión de<br />

huevos de los parásitos o insectos que contienen las formas larvarias.<br />

Estos parásitos pertenecen al mismo grupo de las tenias<br />

(cestodos), pero a diferencia de éstas, la infección por lo general<br />

es única. Hymenolepis se presentan en forma múltiple en el intestino<br />

delgado, causan dolor abdominal y diarrea. Dichos parásitos<br />

se diagnostican por examen coprológico.<br />

Praziquantel (Cisticid ® ). Es el fármaco de preferencia, la dosis<br />

es de 25 mg/kg, debe repetirse a las dos semanas para atacar los<br />

nuevos parásitos formados en la mucosa intestinal, donde se<br />

han alojado las formas larvarias (véase Tratamiento de teniasis<br />

para información sobre la obtención del medicamento). 9<br />

Niclosamida (Yomesan ® ). Terapia eficaz a dosis de 1 g (dos<br />

comprimidos) al día en niños de 11-34 kg. En niños con un<br />

peso superior a 35 kg, administrar 1.5 g (tres comprimidos)<br />

diarios. En adultos se recomienda tomar 2 g (cuatro comprimidos)<br />

diarios. La terapia se debe administrar durante cinco días<br />

para tratar las formas larvales de la mucosa intestinal. 12


CAPÍTULO 94 Tratamiento y tablas terapéuticas 757<br />

Nematodos<br />

Ascariasis<br />

Ascaris lumbricoides es el helminto más frecuente como parásito<br />

intestinal humano. Habita en el intestino delgado, sin adherirse<br />

o penetrar a la pared. Su gran tamaño, alrededor de 10 cm, y la<br />

presencia frecuente de varios parásitos, puede producir síntomas<br />

digestivos, sobre todo dolor abdominal. En casos de abundantes<br />

parásitos causan obstrucción intestinal, además de competir con<br />

la nutrición del hospedero, en especial en niños. La migración a<br />

vías biliares u otros lugares es causa de patología grave, por lo<br />

cual aun las infecciones leves deben tratarse. Esta parasitosis se<br />

adquiere por ingestión de huevos que han embrionado en la tierra<br />

y que son ingeridos con alimentos o agua contaminados.<br />

El tratamiento de ascariasis es fácil, pues los parásitos son<br />

atacados por la mayoría de los antihelmínticos. 1,3,33,35,37<br />

Pirantel. Por lo general en forma de pamoato, es efectivo en<br />

dosis única de 10 mg/kg. Actúa produciendo parálisis espástica<br />

de los helmintos, lo cual evita las migraciones. Cuando la ascariasis<br />

se asocia a tricocefalosis se recomienda la administración<br />

conjunta de pirantel-oxantel. 12<br />

Benzimidazoles (albendazol, flubendazol y mebendazol).<br />

Los tres son efectivos; los dos primeros en dosis de 400 mg y el<br />

último en 500 mg. Actúan por inhibición del metabolismo de<br />

los carbohidratos en los helmintos, los que mueren poco a poco<br />

en 2 a 3 días. A veces se observa migración de áscaris por ano,<br />

boca o nariz después de este tratamiento.<br />

Piperazina. A dosis de 50 mg/kg durante 5 a 7 días es efectiva<br />

sólo en ascariasis y oxiuriasis. El uso principal se limita a casos<br />

con obstrucción intestinal por áscaris, pues el mecanismo de<br />

acción es por parálisis flácida de los parásitos, lo que permite,<br />

en muchos casos, que se deshagan los nudos parasitarios y se<br />

eviten cirugías. Éstas se realizan en casos graves de obstrucción<br />

y en invasiones fuera del intestino, sobre todo en vías biliares.<br />

La extracción endoscópica de los parásitos puede ser exitosa. El<br />

fármaco también es útil en la ascariasis durante el embarazo. 3<br />

Nitazoxanida. Dos estudios clínicos realizados en 121 casos de<br />

ascariasis, reveló negativización de 9%.<br />

Tricocefalosis o trichuriasis<br />

Trichuris trichura o tricocéfalo es un parásito de aproximadamente<br />

3 cm de largo, con la parte anterior delgada, penetra en la<br />

mucosa del colon, donde produce inflamación y un poco de hemorragia.<br />

Las infecciones leves son asintomáticas, pero las intensas<br />

causan dolor abdominal, colitis con diarrea, y a veces disentería.<br />

En algunas zonas como Colombia, es tan común como<br />

Ascaris, pero, a diferencia de éste, no migran ni causan complicaciones<br />

graves, excepto el prolapso rectal en niños desnutridos.<br />

Esta parasitosis se adquiere de la misma manera que la ascariasis.<br />

Pirantel-oxantel. El oxantel es muy efectivo contra tricocéfalos,<br />

pero no se encuentra como medicamento único, sino combinado<br />

con pamoato de pirantel (Quantrel ® ). Este último es<br />

efectivo contra tricocéfalos, áscaris, uncinarias y oxiuros, y su<br />

efectividad es comparable a la de los benzimidazoles en estas<br />

cuatro parasitosis. La dosis es 10 mg/kg/día por tres días. 35,37<br />

Benzimidazoles. Son los más utilizados: mebendazol, 500 mg,<br />

albendazol y flubendazol, 400 mg al día, por tres días. 18,33,34,37<br />

Nitazoxanida. En 98 casos de tricocefalosis leve mostró negativización<br />

en 14%. 19,41<br />

Es importante señalar que se ha utilizado Trichuris muris<br />

en estudios inmunológicos en animales 25 y T. suis en terapias de<br />

la enfermedad de Crohn. 31,36<br />

Uncinariasis<br />

Esta parasitosis es producida en países templados y tropicales del<br />

mundo por Necator americanus y Ancylostoma duodenale, helmintos<br />

de 0.5 cm de longitud, que hieren la mucosa del intestino<br />

delgado, en especial el duodeno, por medio de un par de placas<br />

cortantes, los primeros y de ganchos los segundos, presentes en<br />

una cápsula bucal que hace el oficio de una bomba aspirante y<br />

permite la ingestión, por parte de los parásitos, de la sangre que<br />

fluye de la pequeña herida que causa cada uncinaria. Cuando se<br />

presentan infecciones medianas o intensas el paciente puede presentar<br />

anemia microcítica hipocrómica, de carácter crónico, pues<br />

los parásitos pueden vivir hasta cinco años, además de que las<br />

reinfecciones son frecuentes en áreas endémicas. Esta parasitosis<br />

es esencialmente rural, se adquiere a través de la piel y es más frecuente<br />

en campesinos que tienen contacto con tierra contaminada<br />

por larvas del parásito, sobre todo cuando no se usan zapatos.<br />

Benzimidazoles. El tratamiento de esta helmintiasis se hace<br />

con benzimidazoles: albendazol o flubendazol, 400 mg por día,<br />

o mebendazol, 500 mg por día durante tres días.<br />

Pamoato de pirantel. En dosis de 10 mg/kg/día por tres días<br />

también es efectivo.<br />

El tratamiento de la anemia se hace con sales de hierro por<br />

vía oral y por el tiempo que se requiera para recuperar los valores<br />

hematológicos normales, lo cual puede tardar varios meses,<br />

pues es necesario restablecer las reservas viscerales de hierro,<br />

disminuidas por la cronicidad de esta anemia parasitaria. 12,33<br />

Estrongiloidiasis<br />

Strongyloides stercoralis es un parásito cuya hembra de 2 mm<br />

vive en el interior de la mucosa del intestino delgado, donde se<br />

reproduce por huevos que dan origen allí mismo a larvas, las<br />

cuales salen al exterior con la materia fecal. En pacientes inmunocompetentes<br />

puede producir duodenitis, elevada eosinofilia<br />

y en ocasiones diarrea, aunque la mayoría de los casos son asintomáticos.<br />

La gravedad de la parasitosis consiste en la diseminación<br />

a todo el intestino, pulmones y cualquier otra víscera,<br />

en pacientes inmunosuprimidos, sobre todo en los que han recibido<br />

tratamiento con esteroides por largo tiempo. Esta característica<br />

y el hecho de que la hembra parásita puede reproducir-


758 PARTE VIII Diagnóstico de laboratorio<br />

se por varios años en el intestino, sin necesidad de reinfecciones,<br />

hace que esta parasitosis tenga especial importancia en pacientes<br />

con trasplante que reciben terapia inmunosupresora. La infección<br />

se adquiere a través de la piel, como la uncinariasis.<br />

Ivermectina. Este medicamento es el de preferencia, a dosis de<br />

200 mg/kg en una dosis única diaria por dos días, o por varios<br />

días en casos intensos, principalmente en pacientes inmunosuprimidos.<br />

Se obtienen preparaciones comerciales líquidas al 0.6%,<br />

lo que equivale a una gota por kilogramo de peso. Este fármaco<br />

también es efectivo contra ascariasis, filariasis, escabiosis y pediculosis.<br />

Se han presentado casos de no curación en pacientes con<br />

parasitosis diseminada y positivos para el virus HTLV-1. 32<br />

Tiabendazol. Se usaba antes de la ivermectina, con presentaciones<br />

para uso humano, las cuales fueron discontinuadas en<br />

varios países latinoamericanos. En la actualidad sólo se encuentra<br />

para uso veterinario, pero también puede usarse en humanos,<br />

en especial cuando no hay respuesta a la ivermectina. La<br />

dosis del tiabendazol es de 25 mg/kg/día, durante tres días. En<br />

casos graves de autoinfección la dosis debe aumentarse a 50<br />

mg/kg/día, y prolongar el tratamiento hasta 10 días. La dosis<br />

diaria se divide en 3 o 4 tomas, después de las comidas, pues<br />

son frecuentes los efectos secundarios en el tracto digestivo.<br />

Albendazol. Utilizado para otras helmintiasis, en estrogiloidiasis<br />

no ha producido buen resultado, aun cuando se use por varios<br />

días.<br />

Oxiuriasis<br />

Enterobius vermicularis, llamado también oxiuro, es un gusano<br />

blanco de 0.5 cm, como un pequeño hilo terminado en punta<br />

en su extremo posterior. Vive en la luz del intestino grueso y la<br />

hembra sale a través del ano, para dejar los huevos adheridos a<br />

la piel perianal. La salida de los parásitos produce molestia y<br />

prurito. Se presenta sobre todo en niños y se transmite de manera<br />

directa por vía oral al ingerir los huevos que han contaminado<br />

manos o ropa. Es un parásito cosmopolita, pues no requiere que<br />

los huevos embrionen en la tierra, como en las cuatro parasitosis<br />

mencionadas antes (geohelmintiasis), que encuentran un ambiente<br />

húmedo y caliente en el suelo de los países tropicales.<br />

Los oxiuros son muy sensibles a los antihelmínticos comunes:<br />

benzimidazoles (albendazol, mebendazol, flubendazol) a<br />

dosis única de 400 a 500 mg. Pamoato de pirantel en dosis<br />

única de 10 mg/kg y piperazina en dosis de 50 mg/kg día por 5<br />

a 7 días (igual que para ascariasis). 33<br />

Capilariasis intestinal<br />

Capillaria philippinensis es una de las pocas nematodiasis intestinales<br />

que se reproduce en el intestino humano originando un<br />

cuadro diarreico crónico, con deshidratación, pérdida de proteínas<br />

y que conduce a un síndrome de malabsorción.<br />

El humano se infecta accidentalmente al ingerir peces de<br />

agua dulce infectados con larvas; esta zoonosis es endémica<br />

de Filipinas y Tailandia, donde el consumo de peces crudos es<br />

un hábito. El tratamiento de elección es albendazol, 400 mg<br />

diarios por 10-15 días en una sola dosis diaria o en dos dosis de<br />

200 mg/día.<br />

Las recurrencias son frecuentes y se tratan con el mismo<br />

fármaco durante 30 días. Aporte complementario de proteínas,<br />

electrólitos y vitaminas, son esenciales para mejorar las condiciones<br />

generales de los enfermos. Con mebendazol a dosis diarias<br />

de 400 mg/día durante 20 días también se obtienen buenos<br />

resultados. Las recidivas se deben tratar con el mismo fármaco<br />

durante 30 días.<br />

Fisalopteriasis<br />

Las únicas especies que se han encontrado en el hombre son<br />

Physaloptera caucasica y P. transfuga. Se le ha encontrado en la<br />

República de Georgia, sur de Rusia, Cáucaso, África central,<br />

Mozambique, Uganda, Malawi, India, Israel, Panamá, Colombia<br />

y Chile. De estas especies Physaloptera caucasica es la más<br />

importante. 2,28,29,38<br />

La hembra grávida coloca huevos embrionados que son<br />

ingeridos por coleópteros coprófagos o cucarachas, las que actúan<br />

como hospederos intermediarios. Cuando los hospederos<br />

definitivos, por lo general monos o el humano, ingieren cucarachas<br />

y otros artrópodos coprófagos infectados, adquieren la<br />

parasitosis. La infección humana por lo general es un hallazgo,<br />

ya que en la mayoría de las personas no provoca sintomatología.<br />

Pocas veces puede provocar epigastralgia y vómito.<br />

La confirmación diagnóstica se hace por el hallazgo de los<br />

huevos en deposiciones o en material obtenido por sondeo<br />

duodenal. El tratamiento es albendazol, 400 mg en dosis única<br />

por un solo día.<br />

Esofagostomiasis<br />

La esofagostomiasis es producida por nematodos estrongiloideos<br />

del género Oesophagostomus, que parasitan el intestino<br />

grueso de diversos mamíferos, herbívoros u omnívoros, y que<br />

pueden infectar al hombre. La esofagostomiasis es una nematodiasis<br />

prevalente en vacas, cabras, cerdos y monos. 23 Su distribución<br />

es cosmopolita, ya que esta zoonosis se ha descrito en<br />

los cinco continentes, pero tiene mayor prevalencia en África.<br />

La infección humana es importante en algunos países del continente<br />

africano como Ghana y Togo, donde cerca de 50% de<br />

la población está parasitada por O. bifurcum. 44<br />

La infección se origina por la ingestión de larvas L 3 o infectantes.<br />

El daño en el hospedero se debe a granulomas y a la<br />

evolución de éstos. Un número importante de personas con<br />

esofagostomiasis no presenta sintomatología. El diagnóstico es<br />

un hallazgo radiológico, de biopsia o autopsia. Los casos sintomáticos<br />

presentan dolor abdominal, diarrea o disentería. Algunas<br />

veces existe peritonitis cuando los granulomas se abren a la<br />

cavidad abdominal.<br />

El diagnóstico se basa en los antecedentes epidemiológicos<br />

de vivir en zonas de alta endemia de esta parasitosis, trabajar o<br />

tener contacto con animales que presentan alta prevalencia de<br />

la infección: vacas, cabras, ranas, cerdos, jabalíes, monos, etc.;


CAPÍTULO 94 Tratamiento y tablas terapéuticas 759<br />

los síntomas y signos compatibles son dolor abdominal, disentería,<br />

etc. La confirmación etiológica se realiza a través de la<br />

observación de huevos en heces, y la reacción de polimerasa<br />

cuantitativa (PCR absoluta) permite diferenciar los huevos de<br />

unciarias de los de Oesophagastomum. 22,40<br />

Tratamiento. Los granulomas se tratan mediante cirugía.<br />

Cuando son muy numerosos el albendazol y la ivermectina han<br />

sido útiles. 8<br />

El albendazol se utiliza en dosis de 400 mg al día por un<br />

solo día. Este fármaco se ha utilizado en terapias masivas en la<br />

población de Ghana. Después de cuatro terapias masivas se ha<br />

logrado reducir la infección desde 53 a 0.8%. La ivermectina,<br />

200 mg/kg en dosis única por un solo día también es efectiva. 12<br />

Haemonchiasis<br />

Infección intestinal de un mamífero herbívoro por el nematodo<br />

hematófago, tricostrongilido Haemonchus contortus que por accidente<br />

puede parasitar al hombre. La infección de los herbívoros,<br />

y accidentalmente del hombre, se origina por la ingestión de<br />

vegetales o pasto contaminado con larvas del tercer estadio.<br />

El diagnóstico se realiza por la identificación de los gusanos<br />

adultos en heces después de utilizar antihelmínticos, ya que<br />

los huevos se pueden confundir con los de otros estrongilidos.<br />

El tratamiento se basa en la aplicación de una dosis única<br />

de ivermectina de 200 mg/kg/peso. En la actualidad se investigan<br />

vacunas con base en la utilización de una aminopeptidasa<br />

de H. contortus 5,16 y proteínas recombinantes de excreción/secreción<br />

del parásito. 39<br />

Acantocefaliasis<br />

Infección de los animales y del hombre por helmintos del género<br />

Acanthocephalus. Las especies que más se han encontrado en<br />

humanos son Macracanthorhynchus hirudinaceus y Moniliformis<br />

moniliformis. Estas parasitosis se han encontrado en humanos<br />

de China, Tailandia, Rusia, República Checa, Alemania,<br />

Brasil, Perú y Nueva Guinea.<br />

Macracanthorhynchus hirudinaceus es un helminto que parasita<br />

cerdos, jabalíes, otros mamíferos y rara vez al hombre.<br />

Cuando niños pequeños ingieren por accidente escarabajos infectados<br />

con cistacantos, o adultos, el cistacanto se fija en la<br />

mucosa del intestino mediante sus ganchos y termina su desarrollo<br />

hasta llegar al estado adulto.<br />

En el hombre la parasitosis por M. hirudinaceus provoca<br />

dolor abdominal, diarrea, síntomas alérgicos como rash cutáneo,<br />

etc. En casos más graves puede haber peritonitis por perforación<br />

intestinal y localización peritoneal de los parásitos. El<br />

diagnóstico se sospecha por la sintomatología y signología descrita<br />

en personas de zona endémica que tengan por hábito la<br />

ingestión de escarabajos y artrópodos crudos. El diagnóstico se<br />

confirma por el hallazgo de huevos característicos que tiene en<br />

su interior el acantor.<br />

En caso de perforación intestinal la terapia es quirúrgica.<br />

En la mayoría de los pacientes con acantocefalosis el tratamiento<br />

es farmacológico con levamisol, 2.5 mg/kg en dosis única<br />

por un solo día.<br />

Moniliformis moniliformis. El ciclo biológico de ese acantocéfalo<br />

es similar al de M. hirudinaceus. Los hospederos definitivos<br />

son las ratas: Rattus rattus, Rattus norvegicus y a veces el<br />

hombre. Los casos humanos son menos frecuentes que los de<br />

M. hirudinaceus, y la mayoría corresponde a niños pequeños<br />

que han ingerido cucarachas infectadas. Dolor abdominal, diarrea,<br />

vómito y edema facial son los síntomas que puede originar<br />

M. moniliformis.<br />

El diagnóstico se debe plantear en personas (en especial niños)<br />

que por accidente han ingerido cucarachas y se confirma por<br />

la observación de huevos característicos en heces o de ejemplares<br />

adultos. El tratamiento se basa en la utilización de levamisol y<br />

quizá también albendazol (400 mg dosis única por un solo día).<br />

Tratamientos comunitarios<br />

Los tratamientos comunitarios (tratamientos en masa) utilizando<br />

benzimidazoles o la combinación de pirantel y oxantel<br />

(Quantrel ® ) se recomiendan en niños escolares de zonas endémicas,<br />

con más de 30% de prevalencia de nematodos intestinales,<br />

administrando los medicamentos en dosis única cada 3 a 6<br />

meses, durante varios años. Este procedimiento es de buen<br />

costo-beneficio, y es recomendado por la OMS y el Banco<br />

Mundial como una medida complementaria a las mejoras higiénicas<br />

y de saneamiento ambiental que requieren las zonas<br />

pobres del mundo, donde predominan helmintiasis intestinales.<br />

Con este procedimiento no se busca la curación, sino la<br />

reducción de la cara parasitaria, lo cual se logra progresivamente<br />

hasta alcanzar niveles bajos de poco efecto patológico. 34,45<br />

El tratamiento en masa que fue criticado al comienzo por<br />

no permitir curación parasitológica, hoy en día se considera<br />

que la manutención de una carga parasitaria mínima no sólo<br />

origina menor sintomatología, sino que disminuye el desarrollo<br />

de enfermedades inflamatorias intestinales como la colitis ulcerosa<br />

y la enfermedad de Crohn al actuar los vermes como inmunomoduladores<br />

de la respuesta tipo Th1 o Th2. 20,31,43<br />

Parasitosis tisulares, de la sangre,<br />

vías urinarias y de diversas<br />

localizaciones<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Protozoos<br />

Tripanosomiasis africana<br />

o enfermedad del sueño<br />

Es producida por Trypanosoma brucei gambiense o T. b. rhodesiense.<br />

La enfermedad del sueño occidental, originada por el


760 PARTE VIII Diagnóstico de laboratorio<br />

Trypanosoma b. gambiense, produce alteraciones del SNC después<br />

de años, por consiguiente es un cuadro crónico; en cambio,<br />

la tripanosomiasis africana oriental, producida por T. b.<br />

rhodesiense, tiene una evolución aguda, ya que después de semanas<br />

o meses se origina daño del SNC. Esta última es una<br />

zoonosis, ya que los antílopes son reservorios de esta parasitosis;<br />

en cambio, para T. b. gambiense no se han encontrado reservorios<br />

animales fuera del hombre.<br />

En la actualidad, alrededor de 60 millones de personas de<br />

36 países africanos están expuestos a la enfermedad del sueño,<br />

y 100 000 a 300 000 presentan la parasitosis. El diagnóstico se<br />

puede sospechar por los antecedentes epidemiológicos, sintomatología<br />

y signología, y se debe confirmar por el hallazgo de<br />

los tripanosomas en aspirados del chancro, sangre, fluido linfático<br />

o líquido cefalorraquídeo.<br />

En relación con el tratamiento, en el estadio I por T. b.<br />

gambiense, el fármaco de elección es la pentamidina a dosis<br />

de 4 mg/kg por vía intramuscular administrada día por medio<br />

durante 7-20 días. Los efectos secundarios son importantes:<br />

hipotensión arterial, choque, taquicardia, rara vez disfunción<br />

hepática y pancreática, neurotoxicidad y polineuropatía periférica.<br />

Como terapia alternativa se utiliza suramina o melarsoprol.<br />

Suramina, 20 mg/kg los días 1, 3, 10, 17, 24 y 31 por vía<br />

intramuscular. Total: seis dosis, administradas cada siete días,<br />

después de la prescripción del primer y tercer días. Los efectos<br />

adversos más impactantes son: choque (por hipersensibilidad<br />

temprana), dermatitis exfoliatriz y anemia hemolítica por hipersensibilidad<br />

tardía.<br />

Melarsoprol se administra en dosis de 2.2 mg diarios por vía<br />

intramuscular durante 10 días. Los efectos secundarios más importantes<br />

del fármaco son pirexia, encefalopatía, neurotoxicidad<br />

(polineuropatía sensorial o motora). Las reacciones dermatológicas<br />

son prurito, urticaria, dermatitis exfoliativa y cardiotoxicidad.<br />

El estadio II se trata con eflornitina o melarsoprol más nifurtimox.<br />

La eflornitina se utiliza en dosis de 100 mg/kg/diaria<br />

por vía endovenosa durante dos semanas (por lo general se administra<br />

c/6 h). Los efectos secundarios del fármaco son depresión<br />

de la médula ósea: anemia, trombocitopenia y leucopenia;<br />

náuseas, vómito y diarrea.<br />

Melarsoprol más nifurtimox se administran a dosis de<br />

5 mg/kg/día, VO, durante 10-30 días (por lo general cada 8 h).<br />

Los efectos secundarios más frecuentes son compromiso neurológico:<br />

polineuropatía, convulsiones y alteraciones de las funciones<br />

del cerebelo. Las reacciones cutáneas son rash, urticaria.<br />

El fármaco de elección para el estadio I por T. b. rhodesiense,<br />

es el melarsoprol a las mismas dosis que para el tratamiento<br />

de T. b. gambiense. Para el estadio II, se utiliza también el melarsoprol,<br />

y como fármaco alternativo melarsoprol más nifurtimox<br />

a las mismas dosis y duración de la terapia que las utilizadas<br />

para T. b. gambiense.<br />

Enfermedad de Chagas<br />

Esta zoonosis del continente americano afecta en la actualidad<br />

a 8-10 millones de personas. Los países más afectados son Brasil,<br />

Argentina y Bolivia. El control vectorial y transfusional de<br />

la enfermedad en el cono sur ha limitado su expansión a los<br />

casos congénitos, accidentales, por vía oral y por vectores silvestres.<br />

Es muy posible que en las próximas décadas se logre controlar<br />

la infección en todo el continente americano, pero no la<br />

erradicación, ya que es prácticamente imposible actuar sobre el<br />

ciclo silvestre, vectores silvestres y reservorios selváticos.<br />

En la actualidad, los únicos medicamentos que se pueden<br />

utilizar en la enfermedad de Chagas humana, por razones éticas<br />

y rendimiento, son el nifurtimox y el benznidazol. Existe consenso<br />

en tratar la enfermedad en todos sus periodos: agudo,<br />

crónico latente o indeterminado y crónico latente: forma cardiaca<br />

y digestiva, ya que en todos ellos se han encontrado parásitos<br />

en los tejidos (microscopia óptica, ultramicroscopia y<br />

PCR), y por consiguiente, la terapia tiene rendimiento. El tratamiento<br />

etiológico de la enfermedad se basa en los siguientes<br />

fármacos:<br />

Nifurtimox (Lampit ® , Bayer). Existe en comprimidos de 120<br />

mg. En recién nacidos y lactantes la dosis es de 12-15 mg/kg/<br />

peso al día durante 60 días. En adultos, 8 mg/kg/día con un<br />

máximo de 700 mg al día, durante 60 días.<br />

Benznidazol (laboratorio Roche ® , Brasil). Actualmente, la<br />

licencia del benznidazol fue traspasada por Roche a un laboratorio<br />

de El Salvador, Brasil. Existe en comprimidos de 100 mg.<br />

Se utiliza en dosis de 7-10 mg/kg peso promedio, 8 mg al día<br />

en niños y 5 mg/kg/peso día en adultos por 60 días.<br />

Ambos fármacos originan efectos secundarios importantes,<br />

sobre todo en adultos, ya que los niños y lactantes toleran<br />

mejor los medicamentos. Un tercio de los pacientes presenta a<br />

partir de la segunda semana de terapia afecciones dermatológicas<br />

que van desde el rash urticante al síndrome de Steven<br />

Johnson. Esto último origina la suspensión del tratamiento,<br />

hospitalización de los casos y utilización de corticosteroides;<br />

por lo general, la recuperación es total. Entre 20-30% de los<br />

pacientes presenta polineuropatías al término de la terapia.<br />

Otros efectos secundarios por nifurtimox o benznidazol corresponden<br />

a alteraciones digestivas: náuseas, vómito, gastritis, epigastralgias.<br />

En raras ocasiones pueden producir depresión de la<br />

médula ósea: anemia, trombocitopenia y leucopenia, que cuando<br />

se asocia a fiebre es necesario suspender los fármacos.<br />

Los importantes efectos secundarios y el escaso rendimiento<br />

de estos medicamentos, especialmente en las formas crónicas,<br />

motivó a utilizar otros medicamentos de los cuales el itraconazol<br />

fue el más efectivo; este fármaco antimicótico se utiliza<br />

en dosis de 6 mg/kg/peso al día por cuatro meses. Existe en<br />

cápsulas de 100 mg y se administra por vía oral c/12 h con las<br />

comidas. En pacientes con enfermedad de Chagas crónica en<br />

periodo indeterminado y determinado (cardiopatía) se ha logrado<br />

“curación” en 20% y mejoría de la cardiopatía en 50%<br />

(véase capítulo 41).<br />

Es importante señalar que la curación parasitológica en la<br />

enfermedad de Chagas aguda con nifurtimox o benznidazol es<br />

de 70-75%. En el periodo crónico el porcentaje de curación<br />

debe ser mucho menor. Hasta la fecha, no existe una casuística


CAPÍTULO 94 Tratamiento y tablas terapéuticas 761<br />

bien controlada seguida por más de 15 años que permita conocer<br />

el porcentaje real de curación de estos casos.<br />

Tampoco hay consenso en el criterio de curación de los<br />

casos crónicos, algunos investigadores sólo consideran curadas<br />

a las personas cuya serología se negativiza, pero con este criterio<br />

un gran número de pacientes con enfermedad de Chagas crónica<br />

tratada y posiblemente curada con serología positiva se<br />

considera como no curada a pesar de que en realidad lo está.<br />

Estas personas pueden fallecer por otras causas persistiendo la<br />

serología positiva. Es importante señalar que mientras más<br />

años de evolución tenga la enfermedad de Chagas crónica, más<br />

tiempo se requiere para que la serología se negativice. Como<br />

medicamento alternativo se utiliza la primaquina. Este fármaco<br />

existe en comprimidos de 15 mg de base. Se utiliza en dosis de<br />

0.3 mg de base por kg/peso/día en niños, y en adultos 2 comprimidos<br />

(30 mg) el primer día seguido de un comprimido<br />

diario (15 mg) por 21 días.<br />

Leishmaniasis<br />

La leishmaniasis es producida fundamentalmente por el complejo<br />

L. donovani (L. infantum y L. chagasi). La leishmaniasis<br />

visceral (kala-azar) se distribuye en India, Bangladesh, Nepal,<br />

Sudán, Kenia y Brasil. En los países de la costa meditarránea, la<br />

enfermedad aumentó al incrementarse los casos de SIDA. En el<br />

continente americano se distribuye desde el sur de EUA hasta<br />

el norte de Argentina. L. donovani puede producir lesiones mucosas.<br />

El tratamiento se basa en antimoniales pentavalentes<br />

como el antimoniato de N-metilglucamina (Glucantime ® ) a<br />

dosis de 20 mg/kg/día por 28 días por vía TV o IM. Es importante<br />

monitorizar las funciones cardiacas, renales y hepáticas<br />

por los efectos secundarios del antimonial.<br />

La miltefosina es un fármaco reciente que se emplea en<br />

adultos a dosis de 100 mg al día, y en niños 2.5 mg/kg/día<br />

durante cuatro semanas, VO. Ha dado buenos resultados en<br />

India en zonas donde se ha confirmado resistencia a los antimoniales.<br />

La anfotericina B liposomal (AmBisome ® ) es altamente<br />

eficaz, ya que es captada por los macrófagos. Es el fármaco de<br />

elección en EUA y es el único medicamento aceptado por la<br />

FDA para la leishmaniasis. Se administra en dosis de 3-4 mg/<br />

kg al día por vía endovenosa durante 10-21 días. En EUA se<br />

administran 3 mg/kg/día durante cinco días, y se repite la dosis<br />

a los 14 y 21 días. En pacientes con SIDA el esquema se prolonga<br />

y la dosis se repite a los 10, 17, 24, 31 y 38 días. En<br />

Brasil e India se han utilizado otras presentaciones de la anfotericina<br />

B liposomal, es así como en Brasil se emplea el Amphocil<br />

® en dosis de 2 mg/kg al día durante 7-10 días, y en India el<br />

Abelcit ® en dosis de 3 mg/kg/día durante cinco días. El alto<br />

costo de la anfotericina B liposomal limita su uso. Ahora se está<br />

utilizando en India un esquema de una inyección de AmBisome<br />

más 14 días de miltefosina. Los resultados preliminares demuestran<br />

una alta eficacia de esta combinación.<br />

La pentamidina y la paromomicina tienen alta efectividad<br />

(cercana a 94%), pero sus efectos secundarios limitan su aplicación.<br />

La inducción de diabetes por la pentamidina y la ototoxicidad<br />

y neurotoxicidad de la paromomicina impiden su aplicación<br />

en gran escala.<br />

El tratamiento de las leishmaniasis tegumentarias, tanto<br />

americana como del Viejo Mundo, es a base de antimoniales<br />

prevalentes (Glucantime ® ) o el estibogluconato sódico (Pentostam<br />

® ) 10-20 mg/kg/día por 20 días, administrados por vía IM.<br />

Si las lesiones persisten, a los seis meses se debe repetir el esquema<br />

terapéutico. L. aethiopica no responde a los antimoniales<br />

prevalentes, por lo que se recomienda el uso de pentamidina<br />

4 mg/kg/día o día y medio por vía IM por 15 dosis, bajo monitoreo<br />

permanente por la posibilidad de inducción de diabetes<br />

mellitus. La pomada tópica de paromomicina al 15%, más metilbenzalconio<br />

al 12%, ha sido útil por la infección de L. major<br />

en Israel.<br />

Paludismo<br />

En la actualidad, cerca de 300 millones de personas se infectan<br />

cada año con alguna variedad de paludismo, cerca de un millón<br />

de personas fallece al año por esta zoonosis, que afecta a regiones<br />

subtropicales y tropicales de la superficie terrestre. Hasta la<br />

fecha, no obstante los esfuerzos para controlar esta parasitosis,<br />

no se ha logrado este objetivo por múltiples causas, entre otras<br />

el desarrollo de resistencia de los plasmodios a los fármacos habituales,<br />

resistencia de los vectores biológicos a los insecticidas<br />

comunes, migración de la población, globalización, etcétera.<br />

El objetivo del tratamiento antipalúdico es terminar con el<br />

ciclo de reproducción sanguínea responsable de las manifestaciones<br />

clínicas agudas de la enfermedad y de sus complicaciones,<br />

impedir las recaídas y eliminar los gametocitos sanguíneos<br />

para cortar la cadena de transmisión. Existe un solo fármaco<br />

esquizonticida tisular que actúa sobre las formas preeritrocitarias<br />

impidiendo la invasión de los glóbulos rojos, la primaquina<br />

que tiene gran efecto en P. vivax y P. ovale.<br />

Los esquizonticidas sanguíneos actúan sobre los eritrocitos<br />

sanguíneos parasitados para lograr la cura clínica. Los gametociticidas<br />

actúan sobre las formas parasitarias sexuadas para evitar<br />

su transmisión. Por último, teóricamente existen fármacos<br />

esporonticidas que actúan sobre los esporozoítos evitando la<br />

infección. Hasta la fecha no existe ningún fármaco eficiente en<br />

este grupo.<br />

La primaquina, un derivado 8 amino-quinoleínico, es el<br />

único fármaco útil contra las formas preeritrocitarias. Dentro<br />

de los medicamentos que actúan sobre las formas sanguíneas<br />

(esquizontes sanguíneos) está la cloroquina, un derivado 4 amino-quinoleínico,<br />

mefloquina, doxiciclina, quinina y los derivados<br />

de la artemisina como artesunato y B artemeter.<br />

La quinina sola no es bien tolerada, por este motivo se<br />

prefiere su utilización en combinación con doxiciclina, con un<br />

adecuado monitoreo de los fármacos. No se debe emplear quinina<br />

en pacientes con problemas cardiacos (QT prolongado) y<br />

musculares. A la menor sospecha de cinchonismo se debe suspender<br />

el fármaco. Los derivados de la artemisina extraídas de<br />

Artemisia annua, planta china-vietnamesa son: B artemeter y


762 PARTE VIII Diagnóstico de laboratorio<br />

artesunato que tienen gran aplicación en zonas donde se sospecha<br />

resistencia farmacológica de los plasmodios a la cloroquina<br />

y primaquina.<br />

El artemeter es insoluble en agua, por eso existe en cápsulas,<br />

supositorios y soluciones para uso intramuscular. El artesunato<br />

es soluble y se puede aplicar por vía oral, rectal, intramuscular<br />

y endovenosa.<br />

En zonas donde no existe resistencia farmacológica, como<br />

Centroamérica y hasta el Medio Oriente, la cloroquina es el<br />

fármaco de elección, y en zonas donde se sospecha resistencia se<br />

emplean los otros esquizonticidas sanguíneos. La quinina y los<br />

derivados de la artemisina por vía endovenosa se utilizan en las<br />

formas graves por P. falciparum.<br />

En el tratamiento del paludismo es necesario considerar<br />

las siguientes formas clínicas: P. falcipaum, malárica simple, paludismo<br />

grave, P. vivax, P. malarie y P. ovale accesos maláricos.<br />

En las infecciones por P. vivax y P. ovale es necesario prevenir las<br />

recurrencias. La terapia del paludismo de la embarazada es otra<br />

forma que hay que considerar.<br />

El tratamiento de P. falciparum en crisis maláricas simples<br />

en zonas sensibles a cloroquina (América Central, Haití, Medio<br />

Oriente) es la cloroquina por vía oral, 600 mg base el primer<br />

día, 300 mg base el segundo y tercer días, 10 mg/kg cuarto<br />

y quinto días y 5 mg/kg el sexto día. En casos maláricos no<br />

complicados en zonas donde existe resistencia a la cloroquina<br />

se utilizará artemeter más halofantrina por vía oral, 4 tabletas<br />

al inicio, 4 tabletas 8 h después, continuando con 4 tabletas<br />

c/12 h durante dos días, completando 24 tabletas en tres<br />

días. El artesunato más mefloquina también se puede utilizar,<br />

artesunato 4 mg/kg/peso al día durante tres días y mefloquina<br />

25 mg/kg/día (750 mg al inicio y a las 8 h 250 mg) durante<br />

un solo día. El artesunato más amodiaquina también<br />

se puede administrar: 4 mg/kg/día de artesunato y 10 mg/kg/<br />

día de amodiaquina durante tres días. Algunos médicos prefieren<br />

la asociación oral de artesunato más sulfadoxina/pirimetamina,<br />

en dosis de 4 mg/kg/peso al día de artesunato, 25 mg/<br />

kg/día de sulfadoxina y de 25 mg/kg/peso/día de pirimetamina,<br />

durante tres días. Como terapia alternativa se puede administrar<br />

la asociación oral de quinina más doxiciclina, 1 800<br />

mg de quinina al día más 100 mg de doxiciclina durante siete<br />

días.<br />

En casos de crisis palúdicas graves por P. falciparum se utiliza<br />

quinina más doxiciclina por vía endovenosa; quinina 20<br />

mg/kg/día como dosis de carga en las primeras 4 h, seguido de<br />

10 mg/kg/día. La doxiciclina se administra en dosis de 200 mg<br />

al día. La quinina se administra por 7-10 días y la doxiciclina<br />

endovenosa por 2-3 días. Si las condiciones del paciente lo permiten<br />

la doxiciclina se puede continuar por vía oral hasta completar<br />

los siete días. Por lo general, cuando la parasitemia desciende<br />

al tercer o cuarto día, se puede suspender por un día el<br />

tratamiento y se continúa con el esquema de mefloquina a las<br />

dosis habituales. Otros esquemas utilizan artemeter intramuscular<br />

80 mg c/12 h, continuando con 80 mg al día en adultos.<br />

En niños 3.2 mg/kg/día, posteriormente 1.6 mg/kg/peso/día<br />

durante cinco días.<br />

El artesunato, 4 mg/kg/peso/día por vía endovenosa o intramuscular<br />

durante tres días es otra alternativa eficiente.<br />

En el paludismo grave, los expertos aconsejan siempre después<br />

de la administración de los fármacos por vía parenteral<br />

completar la terapia con tratamiento oral de quinina más doxiciclina<br />

o derivados de la artemisina más amodiaquina.<br />

Paludismo por Plasmodium vivax,<br />

P. malariae y P.ovale<br />

El fármaco de elección es la cloroquina por vía oral administrada<br />

en dosis inicial de 10 mg/kg/peso/día de base seguido a las<br />

6 y 24 h por 5 mg/kg/peso/día (de base), 10 mg/kg/peso/día al<br />

segundo día y 5 mg/kg/peso/día al tercer día (de base). Como<br />

fármacos alternativos, especialmente para P. vivax en Oceanía y<br />

Sudamérica que es resistente a la cloroquina, se utiliza quinina<br />

más doxiciclina (oral) durante 3 a 7 días, o mefloquina oral por<br />

tres días.<br />

En el paludismo por P. vivax y P. ovale que presentan hipnozoítos<br />

hepáticos, es necesario administrar primaquina una<br />

tableta diaria (15 mg de base) en adultos y 0.25 mg/kg/peso/<br />

día en niños, durante dos semanas para evitar recidivas. Antes<br />

de administrar la primaquina es importante verificar que el paciente<br />

no presente un déficit de la G6PDH (glucosa-6-fosfatodeshidrogenasa),<br />

ya que así se evita que se origine una anemia<br />

hemolítica.<br />

Terapia antimalárica de la embarazada<br />

Es frecuente que durante el segundo o tercer semestre del embarazo<br />

se desarrolle paludismo grave. La mortalidad materna es<br />

de alrededor de 50%, la muerte fetal y partos prematuros son<br />

frecuentes en estos casos. Deben administrarse antimaláricos<br />

parenterales en etapas tempranas, de preferencia, artesunato o<br />

artemeter, ya que la quinina suele originar hipoglucemia en el<br />

segundo o tercer trimestre de la gestación. En el primer trimestre<br />

la quinina es eficiente y por lo general no origina hipoglucemia<br />

(véase capítulo 43).<br />

Babesiosis o piroplasmosis<br />

La babesiosis humana es de conocimiento reciente. El primer<br />

caso de esta zoonosis se describió en 1957 en un paciente yugoslavo,<br />

esplenectomizado e infectado con Babesia bovis. Desde<br />

esa fecha se han publicado múltiples casos por B. divergens y<br />

B. microti en pacientes no esplenectomizados. En la actualidad se<br />

considera a la babesiosis como una enfermedad emergente. En<br />

los casos graves con parasitemias superiores a 10%, es necesario<br />

realizar exsanguinotransfusiones y administrar azitromicina más<br />

atovaquona o clindamicina más quinina. La azitromicina se administra<br />

a dosis de 500 mg cuatro veces al día, por un día, seguido<br />

de 150 mg cuatro veces al día por siete días; atovaquona<br />

en dosis de 750 mg dos veces al día durante 7-10 días. La clindamicina<br />

se utiliza a dosis de 600 mg 3 o 4 veces al día, o 1 200<br />

mg dos veces al día durante siete días. La quinina se administra<br />

a dosis de 650 mg tres veces al día por vía EV por siete días.


CAPÍTULO 94 Tratamiento y tablas terapéuticas 763<br />

Toxoplasmosis<br />

Esta zoonosis es sin lugar a dudas la de mayor prevalencia humana,<br />

con una frecuencia que fluctúa entre 2.3 a 87% en países<br />

continentales con un promedio en personas mayores de 21 años<br />

de 30%. En individuos inmunocompetentes la infección por lo<br />

general es asintomática. En personas inmunodeprimidas tiene<br />

gran importancia, ya que compromete el SNC: meningoencefalitis,<br />

granulomas cerebrales, etc., patología que es letal si no se<br />

trata a tiempo. La toxoplasmosis congénita que se presenta en<br />

1/1 000 de los recién nacidos, y que se origina de una primoinfección<br />

de los gestantes, puede presentar a un niño aparentemente<br />

sano (dos tercios de los casos), pero infectado que después<br />

es capaz de desarrollar una coriorretinitis o presentar al<br />

nacer una infección generalizada aguda con hepatosplenomegalia,<br />

miocarditis o una infección subaguda con meningoencefalitis<br />

o una infección crónica con secuelas: calcificaciones cerebrales,<br />

coriorretinitis, hidrocefalia, etc. La relación entre los<br />

cuadros agudos, meningoencefálicos y secuelas es de 1:10:100.<br />

Los fármacos de elección en la toxoplasmosis son:<br />

Pirimetamina (Daraprim ® , laboratorio GlaxoSmithKline).<br />

Un antifólico que se administra en dosis de 2 mg por kg/peso/<br />

día en niños por 2 a 3 días continuando con 1 mg/kg por 30<br />

días. En adultos el tratamiento se inicia con dos tabletas,<br />

50 mg, al día por 2 a 3 días continuando con 25 mg diarios<br />

hasta completar la terapia (0.5-1 mg/kg/día), que por lo general<br />

es de 30 días, excepto en cuadros oculares que se tratan por<br />

seis o más semanas.<br />

Por ser el medicamento un antifólico, es necesario vigilar<br />

el tratamiento con controles hematológicos semanales, ya que<br />

la pirimetamina puede provocar anemia, trombocitopenia y<br />

leucopenia. Estos efectos secundarios se neutralizan agregando<br />

al tratamiento ácido folínico (Leucovorina ® ) 10 mg diarios por<br />

5-7 días en el inmunocompetente y durante todo el periodo<br />

que se utilice la pirimetamina en las personas inmunodeprimidas.<br />

La pirimetamina puede producir alteraciones gastrointestinales:<br />

náuseas, vómito y diarrea. El fármaco está contraindicado<br />

en el primer trimestre de la gestación, ya que puede originar<br />

alteraciones en el desarrollo del producto. La pirimetamina<br />

existe en tabletas de 25 mg.<br />

Sulfadiazina. Este fármaco compite con el ácido paraaminobenzoico<br />

en la síntesis de ácido fólico. Se utiliza en dosis de 0.1<br />

mg/kg de peso al día. En adultos se administran 4 g al día en la<br />

primera semana y luego se disminuye a la mitad por igual periodo<br />

que la pirimetamina. Produce con frecuencia efectos colaterales<br />

gastrointestinales: náuseas, vómito, gastritis, reacciones<br />

alérgicas, rash, urticaria, fiebre de droga y fotosensibilidad.<br />

Al administrar sulfadiazina junto con pirimetamina, los fármacos<br />

se potencian. Existe en tabletas de 500 mg.<br />

Espiramicina. Es el fármaco de elección en el primer trimestre<br />

de la gestación, periodo en el cual no se puede administrar pirimetamina.<br />

Se utiliza en dosis de 50-100 mg/kg peso al día en<br />

niños, y de 2 a 4 g en adultos durante 3 a 4 semanas. Además,<br />

este fármaco puede reemplazar a la pirimetamina en casos oculares<br />

o cardiacos que no toleren este medicamento. En estos<br />

pacientes se administra espiramicina y glucocorticoides.<br />

Corticosteroides. La betametasona en dosis de 0.05 mg/kg/<br />

día durante 10-15 días es útil en la toxoplasmosis ocular y cardiaca,<br />

donde fuera de la acción directa del parásito existen procesos<br />

inmunoalérgicos. Se vende en comprimidos de 0.5 mg;<br />

jarabe de 0.5 mg/cm 3 y solución inyectable de 4 mg/cm 3 .<br />

En pacientes inmunosuprimidos se utilizan los mismos<br />

fármacos que en los inmunocompetentes, pero a dosis mayores<br />

y por más tiempo. En pacientes con toxoplasmosis crónica<br />

(asintomática) que adquieren SIDA, la toxoplasmosis se puede<br />

reactivar originando un cuadro grave con compromiso del<br />

SNC: meningoencefalitis o granulomas cerebrales. En estos casos,<br />

el tratamiento consiste en una dosis de carga de pirimetamina<br />

de 200 mg el primer día seguido de 50-75 mg diarios<br />

junto a 4-6 g de sulfadiazina y 10-15 mg de Leucovorina al día<br />

por seis semanas. Posteriormente se administran 25 mg diarios<br />

de pirimetamina más 2-4 g de sulfadiazina y 12.5 mg de Leucovorina<br />

por toda la vida. Otro esquema consiste en administrar<br />

50-75 mg de pirimetamina al día más 4-6 g de sulfadiazina<br />

y 10 mg de ácido fólico por 90-120 días y después se baja la<br />

dosis de todos los medicamentos a la mitad durante toda<br />

la vida. Un 40% de los pacientes inmunosuprimidos con toxoplasmosis<br />

presenta intolerancia por la sulfadiazina, lo que obliga<br />

a reemplazarla por atovaquona, clindamicina, claritromicina,<br />

azitromicina o doxiciclina.<br />

Atovaquone de laboratorio GlaxoSmithKline ® . Existe en tabletas<br />

de 250 mg y suspensión oral de 750 mg por 5 cm 3 . Se<br />

utiliza a dosis de 750 mg, cuatro veces al día por 120 días. Los<br />

efectos secundarios más importantes que producen son: rash,<br />

prurito, cefalea, náuseas.<br />

Azitromicina. En niños se utiliza una dosis de 15 mg/kg/peso<br />

al día y en adultos 500 mg a 1 g al día por 3-4 meses. Este fármaco<br />

se administra en dosis de 500 mg diarios en individuos<br />

inmunocompetentes con compromiso ocular por T. gondii que<br />

no toleran la pirimetamina. Está disponible en cápsulas de 250<br />

mg, comprimidos de 500 mg y polvo para preparar suspensión<br />

de 200 mg c/5 cm 3 .<br />

Clindamicina. En niños con depresión inmunológica se administra<br />

en dosis de 32-40 mg/kg/peso al día por dos meses. En<br />

adultos se utilizan 2 a 4 g al día por ese mismo periodo; 30%<br />

de los pacientes presenta colitis seudomembranosa por Clostridium<br />

difficile. Otros efectos secundarios son: náuseas, vómito,<br />

rash, urticaria. Existen cápsulas de 300 mg, ampollas con 150<br />

mg/cm 3 , 300 mg por 2 cm 3 y 600 mg por 4 cm 3 .<br />

Claritromicina. En niños se administran dosis de 15 mg/kg/<br />

peso al día y en adultos 1-2 g al día durante dos meses. Los<br />

efectos secundarios más frecuentes son rash y urticaria. Existen<br />

tabletas de 250 y 500 mg.<br />

Doxiciclina. Se utilizan 400 mg al día en adultos durante 3-4<br />

meses. Hay tabletas de 50 y 100 mg.


764 PARTE VIII Diagnóstico de laboratorio<br />

En las toxoplasmosis de la embarazada, a partir del segundo<br />

trimestre, se utilizan los mismos fármacos que en los cuadros<br />

adquiridos. En las toxoplasmosis congénitas asintomáticas<br />

los recién nacidos se deben tratar durante un año para evitar las<br />

secuelas tardías. Se utilizan esquemas alternados cada mes o<br />

cada dos meses con pirimetamina-sulfadiazina y espiramicinasulfadiazina.<br />

Amebas de vida libre<br />

La frecuencia de amebas de vida libre que afectan a personas<br />

inmunocompetentes que después de bañarse en agua dulce presentan<br />

meningitis amebiana primaria (MAP) ha ido aumentando<br />

no sólo por Naegleria fowleri, sino por otras neglerias. Lo<br />

mismo sucede con Acanthameba castellani, otras Acanthamoebas<br />

y Balamuthia mandrilaris en personas inmunodeprimidas a las<br />

que les provoca una encefalitis granulomatosa amebiana (EGA).<br />

La queratitis por acantamebas en personas con inmunidad conservada<br />

ha aumentado también por el uso de las lentes de<br />

contacto. El tratamiento de MAP es eficaz, sólo si el diagnóstico<br />

es temprano, lo que por lo general no sucede.<br />

La anfotericina B ha dado buenos resultados en los pocos<br />

casos exitosos. La EGA por Acanthamoebas y Balamuthia se han<br />

tratado con reticonazol, rifampicina, cotrimoxazol, pentamidina<br />

y clorhexidina, en terapia combinada o administrando los<br />

fármacos solos. Es importante mejorar el estado de depresión<br />

inmunitaria de los pacientes.<br />

Las queratitis por Acanthamoebas se pueden tratar con éxito<br />

con la combinación de clorhexidina o polihexametilbiguanida<br />

(PHMB) y uso local de promamidina al 0.1%.<br />

Neumocistosis<br />

El hombre se infecta con Pneumocystis jirovecii en la infancia,<br />

por este motivo un alto porcentaje de la población adulta tiene<br />

anticuerpos anti P. jirovecii. En la actualidad, con base en estudios<br />

de biología molecular, este parásito se relaciona más con<br />

hongos que con protozoos. P. jirovecii tiene gran importancia<br />

en individuos inmunocomprometidos, en especial aquellos con<br />

SIDA. Alrededor de 70% de los pacientes con SIDA y compromiso<br />

pulmonar (60% de los casos) presentan neumocistosis.<br />

Por este motivo, la población adulta con SIDA que presenta un<br />

recuento de CD4 igual o inferior a 200 células por mm 3 se debe<br />

prevenir contra P. jirovecii. Lo mismo sucede en los hijos de<br />

madres con SIDA, en quienes se debe realizar una detección<br />

primaria a partir del primer mes de vida. Los fármacos útiles en<br />

la neumocistosis se mencionan a continuación.<br />

Trimetoprim-sulfametoxazol (TMP+SMZ) (Cotrimoxazol ® ,<br />

laboratorio Chile; Septrin ® , laboratorio GlaxoSmithKlein).<br />

Se utiliza en dosis de 15-20 mg de trimetoprim y 75-100 mg/<br />

kg/día de sulfametoxazol, VO, dividido en 3 a 4 tomas durante<br />

14 días en inmunocompetentes. En inmunosuprimidos, la terapia<br />

se prolonga por 3-4 meses. Los efectos secundarios más<br />

importantes son rash cutáneo, fiebre y trombocitopenia. El<br />

medicamento está disponible en tabletas de 80 mg de trimetoprim<br />

y 400 mg de sulfametoxazol, y tabletas con 160 mg de<br />

TMP y 800 mg de SMZ. Suspensión de 40 mg de TMP y 200<br />

mg SMZ por 5 cm 3 y suspensión de 80 mg TMP y 400 mg<br />

SMZ por 5 cm 3 .<br />

Trimetoprim-dapsona. Esta combinación es un tratamiento<br />

alternativo de TMP+SMZ. Dapsona se utiliza en dosis de 100<br />

mg al día y TMP 20 mg/kg/día por 21 días en pacientes inmunocompetentes.<br />

En inmunosuprimidos esta asociación se administra<br />

por varios meses. No se puede utilizar en casos graves,<br />

ya que no existe en solución inyectable.<br />

Isotianato de pentamidina se administra en dosis única<br />

diaria de 4 mg/kg/peso vía IM o EV durante 12-14 días en inmunocompetentes.<br />

En inmunosuprimidos el tratamiento se<br />

prolonga por cuatro o más meses. Los efectos secundarios son<br />

importantes, y se presentan en más de 40% de los casos: dolor<br />

en el sitio de inyección cuando se utiliza por vía intramuscular,<br />

hipoglucemia e hiperglucemia, leucopenia, insuficiencia renal<br />

(reversible), alteración de las enzimas hepáticas y con menor<br />

frecuencia arritmias, alteraciones neurológicas y muerte súbita.<br />

El fármaco existe en forma inyectable y en solución para nebulizaciones.<br />

Las nebulizaciones se utilizan en pacientes que no<br />

toleran TMP más SMZ. Se utilizan 300 mg cada 14 o 24 días.<br />

Es importante que la nebulización se efectúe en una sala bien<br />

aireada y con un nebulizador ultrasónico tipo Respigal II. Las<br />

nebulizaciones tienen menor eficacia que TMP+SMZ y la pentamidina<br />

inyectable, además no sirve en localizaciones extrapulmonares<br />

de la neumocistosis.<br />

Como fármaco alternativo se ha utilizado también la atovaquona<br />

y la clindamicina.<br />

Atovaquona se emplea en dosis de 1.5 g c/8 h durante 21<br />

días con buenos resultados. En la combinación de clindamicina<br />

más primaquina se utilizan 1.8 g a 2.4 g de clindamicina (inyectable<br />

u oral), más 30 mg de primaquina (sólo oral).<br />

Microsporidiasis<br />

Debido a que los microsporidios son intracelulares y originan<br />

esporas, la terapia etiológica es difícil. La mayoría constituye<br />

parasitosis emergentes, que se desarrollan en personas inmunosuprimidas,<br />

agravando el cuadro clínico y originando muchas<br />

veces el deceso de estos pacientes. La terapia en inmunosuprimidos<br />

que presentan compromiso ocular por Encephalitozoon<br />

hellem y E. cuniculi que originan una conjuntivitis o queratoconjuntivitis<br />

se tratan con albendazol, 800 mg al día, repartido<br />

en dos dosis diarias durante 6-8 semanas. E. hellem en pacientes<br />

con SIDA responde bien al tratamiento con fumagilina tópica<br />

(Fumidal B), fármaco que se utiliza con éxito en las microsporidiasis<br />

de abejas. Las lesiones corneales por Vittaforma corneae<br />

(sin Nosema corneum) no responden a la terapia farmacológica,<br />

por este motivo se debe efectuar queratoplastia en los pacientes<br />

con SIDA y esta complicación ocular.<br />

En las microsporidiasis intestinales y/o generalizadas en<br />

pacientes inmunosuprimidos producidas por especies de En-


CAPÍTULO 94 Tratamiento y tablas terapéuticas 765<br />

cephalitozoon, E. cuniculi y E. intestinalis, con el albendazol a<br />

dosis de 400 mg dos veces al día (800 mg) durante 6-8 semanas<br />

se obtienen buenos resultados.<br />

Enterocytozoon bieneusi no responde bien al albendazol,<br />

por este motivo se utiliza fumagilina (biciclohexilamonio) a<br />

dosis de 20 mg tres veces al día por vía oral durante 15 días. El<br />

rendimiento es cercano a 100%. Es importante efectuar un<br />

buen monitoreo durante el tratamiento por los efectos secundarios<br />

del fármaco, en especial depresión de la médula ósea y<br />

hepatotoxicidad. En pacientes con SIDA que presentan coinfección<br />

por E. bieneusi, la infección parasitaria es difícil de tratar<br />

cuando los linfocitos CD4 están por debajo de las 200 células<br />

por mm 3 , cuando los linfocitos alcanzan este nivel gracias a<br />

la triterapia retroviral la parasitosis sigue la misma evolución<br />

que los pacientes inmunocompetentes, es decir, se tratan durante<br />

21 días. Hasta la fecha no existe una terapia eficaz para<br />

especies de Pleistophora.<br />

Tricomoniasis<br />

Existe en todo el mundo. Es una enfermedad venérea, ya que se<br />

transmite de persona a persona, fundamentalmente a través del<br />

acto sexual. La mujer es el reservorio de Trichomonas vaginalis y<br />

el hombre es el transmisor. La infección extravenérea es rara, a<br />

través de aguas temperadas, ropa interior común, etc. Se debe<br />

tratar a la pareja. Los fármacos más eficientes son metronidazol<br />

y tinidazol. El metronidazol se administra en dosis de 10 mg/<br />

kg de peso/día durante 10 días, y el tinidazol 2 g en dosis única<br />

por un solo día. En la mujer se debe agregar a la terapia oral con<br />

metronidazol un comprimido vaginal de 500 mg/día.<br />

Helmintos<br />

Trematodos<br />

Fascioliasis o distomatosis hepática<br />

Es una zoonosis prevalente en países ganaderos, donde constituye<br />

un importante problema por las pérdidas económicas que<br />

origina en los animales de abasto, sobre todo ovinos, bovinos y<br />

porcinos. La infección por Fasciola hepatica en el hombre tiene<br />

menor frecuencia e importancia que la de los animales.<br />

En algunos países de Latinoamérica como Perú, Bolivia<br />

(Altiplano), Chile, Cuba y Argentina, y en países mediterráneos<br />

como Francia y Argelia, la enfermedad es más prevalente.<br />

En el periodo agudo o de invasión y en el crónico o de<br />

estado, la terapia farmacológica con triclabendazol (TBZ) es<br />

altamente eficaz a dosis de 20 mg/kg/día en dos dosis, con el<br />

desayuno y con el almuerzo por un solo día o 10 mg/kg/día en<br />

dos días sucesivos. La curación es de 96-98%. Los parásitos son<br />

muy sensibles al medicamento y sólo rara vez se requiere una<br />

segunda aplicación.<br />

El TBZ existe en cápsulas de 250 mg (Egaten ® , laboratorio<br />

Novartis). Los efectos secundarios del TBZ son escasos. El<br />

praziquantel, útil en la mayoría de las trematodiasis humanas,<br />

no es efectivo para la fascioliasis, quizá debido al grueso tegumento<br />

de F. hepatica que impide la penetración del fármaco.<br />

Clonorquiasis (Clonorchis sinensis,<br />

Fasciola china)<br />

Afecta a más de 20 millones de personas en China, Vietnam,<br />

Japón, Taiwán. El hombre se infecta al ingerir peces (de agua de<br />

mar) crudos o mal cocidos infectados con metacercarias. En el<br />

tratamiento tanto del periodo agudo como crónico se utiliza<br />

praziquantel (PZQ) a dosis de 20-25 mg/kg repartido en 2 o 3<br />

tomas por un solo día. En pacientes que además presentan neurocisticercosis<br />

es necesario tener cuidado con las reacciones post<br />

mortem de los cisticercos.<br />

Opistorquiasis (Opistorchis felineus<br />

o por O. viverrini)<br />

Enfermedad ocasionada por trematodos de los gatos, pueden<br />

infectar al hombre al ingerir peces de agua de mar crudos o mal<br />

cocidos infectados con metacercarias. La infección humana es<br />

prevalente en Europa oriental, Rusia, India, Corea y Filipinas.<br />

El tratamiento es similar al de C. sinensis. En casos de terapia<br />

masiva el tratamiento consiste en administrar 40-50 mg/kg/<br />

día de praziquantel en dosis única.<br />

Dicroceliasis (Dicrocoelium dendriticum)<br />

Es un trematodo pequeño de 1.5 cm 0.25 cm de ancho,<br />

cuyo hábitat es la vía biliar de ovejas y otros herbívoros. Los<br />

huevos embrionados son ingeridos por caracoles de tierra, a<br />

diferencia de los otros trematodos que tienen caracoles acuáticos<br />

como hospederos intermediarios. En las secreciones del caracol<br />

salen las cercarias que son ingeridas por hormigas. Los<br />

animales herbívoros y el hombre se infectan al ingerir hormigas<br />

infectadas con metacercarias. Si bien las infecciones humanas<br />

por lo general son bien toleradas, se pueden tratar con praziquantel,<br />

25 mg/kg/día en tres tomas durante tres días.<br />

Esquistosomiasis<br />

Todas las esquistosomiasis intestinales: Schistosoma mansoni,<br />

S. japonicum, S. mekongi y S. intercalatum y el esquistosoma<br />

genitourinario, S. haematobium, se tratan con praziquantel,<br />

fármaco de elección que se administra por un solo día con porcentajes<br />

de curación que fluctúan entre 80-100%, y con efectos<br />

secundarios exiguos.<br />

El praziquantel en S. mansoni se administra a dosis de<br />

40 mg/kg en dos tomas, en S. japonicum 60 mg/kg en tres tomas,<br />

en S. intercalatum y S. mekongi se utilizan 20 mg/kg repartidos<br />

en dos tomas, y para S. haematobium se utilizan 40 mg/kg<br />

repartido en dos tomas. Como fármacos alternativos para<br />

S. mansoni se utiliza la oxamniquina a dosis de 15 mg/kg en<br />

una toma única o 20 mg/kg en dos tomas, durante un solo día.<br />

En algunos países africanos se le ha administrado a dosis de 30-<br />

40 mg/kg repartidos en dos tomas por un solo día. Los efectos


766 PARTE VIII Diagnóstico de laboratorio<br />

secundarios son frecuentes, pero de moderada intensidad. Rara<br />

vez se presentan convulsiones y elevación de las transaminasas.<br />

El fármaco está contraindicado durante el embarazo; para<br />

S. haematobium los medicamentos alternativos son: metrifonato<br />

y niridazol. El metrifonato se administra a dosis de 5-10 mg/<br />

kg, esquema que se repite tres veces con un intervalo de dos<br />

semanas entre cada administración. El medicamento origina<br />

efectos secundarios frecuentes, en especial gastrointestinales,<br />

dolor abdominal, diarrea, náuseas. Niridazol se administra a dosis<br />

de 25 mg/kg/día durante siete días, con una dosis diaria<br />

máxima de 1.5 g. El medicamento está contraindicado en pacientes<br />

que presentan alteraciones del SNC (alucinaciones,<br />

confusión) o daño hepático grave.<br />

Paragonimiasis<br />

Las especies más importantes que parasitan al hombre son: Paragonimus<br />

westermani, prevalente en países de Asia, P. skrjabini<br />

en China, P. africanus y P. uterobilateralis en países de África<br />

occidental, P. heterometrus en Camerún, Nigeria, Tailandia,<br />

China e India, P. miyazakii y P. ohirai en Japón, P. mexicanus,<br />

P. kellicotti y P. emberai en países de América. El hombre se infecta<br />

al ingerir cangrejos o crustáceos crudos o mal cocidos infectados<br />

con metacercarias. El tratamiento de elección es el<br />

praziquantel a dosis de 25-50 mg/kg/día repartidos en tres tomas<br />

durante dos días. Los efectos secundarios del fármaco son<br />

mínimos. Medicamentos alternativos son el biothionol, que se<br />

utiliza en dosis de 30-50 mg/kg en días alternados hasta completar<br />

10-20 dosis, y el triclabendazol, que se administra en<br />

dosis de 5 mg/kg/día durante tres días o 20 mg/kg repartido<br />

en dos tomas durante un solo día.<br />

Cestodos<br />

Cisticercosis<br />

Esta zoonosis existe en todo el mundo, pero tiene mayor prevalencia<br />

en países en vías de desarrollo con mala eliminación de<br />

excretas, alta contaminación del suelo con heces de individuos<br />

infectados con Taenia solium y escaso nivel cultural de la<br />

población. En el hombre la localización más frecuente es el tejido<br />

celular subcutáneo que no produce sintomatología. La localización<br />

más importante es la del SNC, donde origina signos<br />

y síntomas variables, dependiendo de la localización de los<br />

cisticercos. En la actualidad, la neurocisticercosis se trata farmacológicamente<br />

con albendazol o praziquantel. La cirugía<br />

está indicada cuando existe hidrocefalia, en las localizaciones<br />

ventriculares: IV, III y ventrículos laterales, en las cisticercosis<br />

subaracnoideas, intrarraquídeas y en pacientes con atrapamiento<br />

del IV ventrículo.<br />

En cada caso es importante conocer la localización del cisticerco,<br />

su número, vitalidad (los fármacos no actúan sobre los<br />

cisticercos muertos), y si se trata de un Cisticercus cellulosae o de<br />

una forma racemosa. Con este fin la sintomatología y signología<br />

clínica se complementa con imagenología: TAC e IRM e<br />

inmunodiagnóstico cualitativo y cuantitativo del suero y líquido<br />

cefalorraquídeo. Los medicamentos que se utilizan son los<br />

siguientes:<br />

Praziquantel (PZQ). Cisticid ® laboratorio Merck, Chile, Colombia,<br />

México. Existe en tabletas de 500 y 600 mg. Se utiliza<br />

en dosis de 50 mg/kg/día por 14 días. Es importante asociar a<br />

la terapia glucocorticoides: 1 mg/kg/día de prednisona tres días<br />

antes de iniciar el PZQ y durante su aplicación. Lo ideal es<br />

hospitalizar a los pacientes durante los primeros días de la terapia<br />

para poder tratar los síntomas originados por la muerte de<br />

los cisticercos. El medicamento no debe administrarse a pacientes<br />

con problemas psiquiátricos, ya que el PZQ puede producir<br />

alteraciones mentales.<br />

Albendazol. Existe en tabletas de 200 y 400 mg, y jarabe de<br />

200 mg por cada 5 cm 3 . Se utiliza en dosis de 10-15 mg/kg<br />

de peso al día por 15-21 días. Existen trabajos que indican curación<br />

con la administración por ocho días. Lo mejor es hospitalizar<br />

a los pacientes durante 3-5 días para determinar la utilización<br />

de glucocorticoides si por la muerte de los cisticercos se<br />

origina sintomatología inmunoalérgica. En general, el medicamento<br />

es bien tolerado y la terapia se puede continuar en forma<br />

ambulatoria. Los autores prefieren este fármaco porque no origina<br />

alteraciones de la esfera psíquica, y su precio es accesible.<br />

Ambos fármacos originan efectos secundarios: cefalea,<br />

náuseas, tinnitus, zumbidos, convulsiones, exantemas y rara<br />

vez infartos cerebrales. Todos estos efectos son transitorios y<br />

reversibles en la mayoría de los casos, y están relacionados con<br />

una exagerada respuesta del hospedero a sustancias eliminadas<br />

al morir los cisticercos.<br />

La terapia farmacológica puede repetirse en intervalos de<br />

30 días entre cada cura. El tratamiento sintomático se utiliza<br />

para tratar las crisis convulsivas. Se emplean fármacos antiepilépticos<br />

(fenobarbital u otro) que se asocian a glucocorticoides<br />

durante la primera semana de la terapia farmacológica.<br />

Cenuriasis<br />

Es raro que el hombre se infecte con larvas de Taenia multiceps<br />

sin Multiceps multiceps, Taenia serialis y T. brauni, cuyos hospederos<br />

definitivos son cánidos (perro, zorro, coyote) al ingerir<br />

huevos embrionados que contaminan el ambiente o por contacto<br />

con el pelaje y/o cuerpo contaminado con huevos de estos<br />

animales. La larva Coenuro cerebralis que contiene cientos de<br />

protoescólices se localiza en el cerebro y SNC de los hospederos,<br />

intermediarios habituales que son animales herbívoros (vacunos,<br />

ovejas, caballos, animales silvestres) y rara vez el hombre.<br />

El tratamiento de la cenuriasis humana es quirúrgico.<br />

Hidatidosis unilocular (larvas<br />

de Echinococcus granulosus)<br />

El tratamiento de la hidatidosis es quirúrgico, pero en los últimos<br />

años han surgido nuevas terapias que han reducido la utilización<br />

de la cirugía. En cada caso el cirujano decidirá si utiliza<br />

una cirugía radical o conservadora, dependiendo del tamaño<br />

del quiste, su ubicación, si está indemne o no, su vitalidad, etc.


CAPÍTULO 94 Tratamiento y tablas terapéuticas 767<br />

La terapia farmacológica se basa en utilizar albendazol (ABZ) a<br />

dosis de 10 mg/kg de peso/día, administrado en 2 o 3 dosis<br />

diarias por 90 días. En general, se repiten las dosis 2 a 3 veces<br />

con periodos de descanso de 15-30 días entre cada una. La terapia<br />

farmacológica está indicada en pacientes que estén fuera<br />

del alcance quirúrgico o con hidatidosis múltiple o para evitar<br />

la hidatidosis secundaria por rotura de quistes durante la operación.<br />

El PAIR (punción, aspiración, inyección y reaspiración)<br />

hoy en día se puede reemplazar por PA (punción, aspiración),<br />

ya que sólo se efectúan estos dos procedimientos debido a que<br />

la utilización de fármacos protoescolicidas puede originar colangitis<br />

esclerosante en los quistes hidatídicos hepáticos. Este<br />

procedimiento sólo se utiliza en quistes hidatídicos abdominales<br />

visibles por laparoscopia y bajo pantalla ecográfica. El paciente<br />

recibe ABZ, tres días antes de practicar laparoscopia en<br />

pabellón quirúrgico, y a las 48-72 h se da de alta. Se continúa<br />

con ABZ durante tres meses, es decir, una cura con periodos de<br />

descanso de 30 días entre cada mes. La base de este procedimiento<br />

es aplicar ABZ en un quiste sin líquido.<br />

Hidatidosis alveolar (bávaro-tirolesa por larva<br />

de Echinococcus alveolaris o multilocularis)<br />

Existe en el sur de Alemania, Suiza, Tirol, Australia, China,<br />

Rusia, se han descrito casos en Alaska, Japón, Venezuela, Argentina,<br />

Francia, Italia, Polonia, Los Balcanes, Inglaterra y Turquía.<br />

El hombre se infecta al ingerir huevos de Echinococcus<br />

alveolaris o E. multilocularis, que contaminan las tierras, aguas,<br />

verduras y frutas. La larva se desarrolla en el hígado, donde<br />

forma una masa amorfa, proliferante e invasora, que contiene<br />

una germinativa y cutícula que forman pequeños espacios con<br />

membrana hialina con poco líquido o sin éste. El aspecto macroscópico<br />

semeja una neoplasia, y su evolución parece la de un<br />

cáncer de crecimiento lento. El tratamiento es quirúrgico con<br />

extirpación completa del parásito. Cuando esto no se puede<br />

realizar se utiliza albendazol, que reduce el crecimiento de la<br />

larva con mejoría del paciente y prolongación de la vida.<br />

Hidatidosis poliquística, infección por larva<br />

de Echinococcus vogeli<br />

En esta parasitosis que existe en el continente americano se han<br />

descrito casos en Costa Rica, Panamá, Colombia. Ecuador, Venezuela<br />

y Brasil, el hombre se infecta al ingerir huevos eliminados<br />

por cánidos: Speothos venaticus o Canis domesticus, es muy<br />

probable que este último sea la fuente de infección humana, ya<br />

que S. venaticus rara vez se observa. El hombre, al igual que en<br />

todas las hidatidosis, se infecta por accidente y corta el ciclo<br />

epidemiológico.<br />

El hospedero intermediario habitual que alberga la forma<br />

larval de Echinococcus vogeli es el paca, Cuniculus paca, roedor<br />

americano, y la nutria. En el hombre, al igual que en el paca y<br />

la nutria, la larva es una hidátide poliquística que se localiza en<br />

el hígado. Presenta una germinativa, cutícula y una adventicia<br />

de tejido conjuntivo, además de numerosas vesículas en su interior.<br />

El tratamiento es quirúrgico. En algunos casos inoperables<br />

se ha utilizado albendazol con buenos resultados.<br />

Hidatidosis humana por larvas<br />

de Echicococcus oligarthus<br />

El hombre rara vez se infecta con huevos del cestodo E. oligarthus<br />

que presentan carnívoros de la familia de los felinos: gatos<br />

jaguarundi, pumas, jaguares, ocelotes, gato de Geoffroy, gatos<br />

de las pampas y quizá Felis domesticus. Las hidátides se localizan<br />

en las vísceras abdominales y torácicas. Presentan una<br />

capa germinativa, cutícula y una adventicia reaccional del hospedero;<br />

en su interior presentan vesículas. El tratamiento es<br />

quirúrgico.<br />

Esparganosis o espirometriasis<br />

Los cestodos del orden Pseudophyllidae y del género Diphyllobothrium<br />

y Spirometra tienen larvas plerocercoides o esparganos.<br />

El hombre se infecta al ingerir copépodos infectados con<br />

procercoides, desarrollando el segundo estado larval, el plerocercoide<br />

de D. latum, D. pacificum, posiblemente de D. dentriticum.<br />

En la esparganosis por Spirometra mansoni, S. mansonoides<br />

y S. erinacei el hombre se puede infectar por ingestión de<br />

copépodos infectados y/o por vía percutánea al colocar cataplasmas<br />

con carnes de anfibios (ranas) y reptiles (culebras) infectados<br />

con plerocercoides o esparganos.<br />

La esparganosis cutánea se trata mediante congelación de<br />

las larvas con cloruro de etilo y posterior extracción quirúrgica.<br />

La esparganosis visceral se trata quirúrgicamente; por lo general<br />

es un hallazgo en operaciones cerebrales, oculares y pulmonares.<br />

Nematodos<br />

Síndrome de larva migrante cutánea (LMC)<br />

(dermatitis linear, larva currens, larbich)<br />

Se denomina así a un síndrome originado por diversas larvas<br />

migratorias de la piel del hombre. Es producido por diferentes<br />

larvas de animales, en especial de uncinarias de perros y gatos:<br />

Ancylostoma braziliensis, A. caninum y Uncinaria stenocephala<br />

del perro. Existe además Larva currens que se origina por larvas<br />

de Strongyloides stercoralis, que produce una sintomatología y<br />

signología más intensas. El hombre se infecta al contactar su<br />

piel con larvas que permanecen en la tierra contaminada con<br />

heces de perros y gatos infectados. Los niños son los más afectados<br />

al andar descalzos, jugar con tierra y tenderse en ella vestidos<br />

con ropa ligera o sin ella. En adultos es más frecuente en<br />

las personas que manipulan tierra.<br />

En el tratamiento se utiliza tiabendazol, 25 mg/kg de peso<br />

al día por cinco días, albendazol, 400-800 mg diarios por cinco<br />

días, o ivermectina, 200 mg/kg en dos dosis por un solo día. La<br />

congelación de la larva con cloruro de etilo o con nitrógeno líquido<br />

es un procedimiento útil por su alta efectividad y tolerancia.


768 PARTE VIII Diagnóstico de laboratorio<br />

Otros parásitos que en ocasiones originan un síndrome de<br />

LMC, son las larvas o esparganos de Spirometra mansoni,<br />

S. mansonoides, S. erinacei y formas adultas de Dracunculus medinensis<br />

o gusanos de Medina. En todas ellas el tratamiento es<br />

quirúrgico, previa congelación de las larvas. D. medinensis se<br />

puede sacar enrollándolo en un palito.<br />

Síndrome de larva migrante visceral (LMV)<br />

Es producido en el hombre por larvas de ascáridos de perros y<br />

gatos y de otros animales, los más importantes son Toxocara<br />

canis, Toxocara cati, Toxascaris leonina y Baylisascaris procyionis.<br />

Este último es poco frecuente, pero origina un cuadro más grave.<br />

T. canis es el que tiene mayor importancia epidemiológica.<br />

El parásito es un nematodo de perros y cánidos y su hábitat es<br />

el intestino delgado. El hombre, en especial los niños, se infecta<br />

al ingerir huevos larvados, que a similitud del hospedero habitual<br />

(perros y gatos), pierden su envoltura en el estómago y<br />

las larvas liberadas en el intestino penetran la mucosa, por vía<br />

sanguínea llegan a cualquier órgano, con mayor frecuencia al<br />

pulmón, cerebro, ojos, corazón e hígado. Como el hombre no<br />

es un hospedero habitual, las larvas migran a través de diferentes<br />

órganos hasta que son localizadas por el hospedero mediante<br />

granulomas eosinófilos.<br />

En la terapia se utiliza tiabendazol a dosis de 25-50 mg/kg<br />

de peso/día por 5-10 días junto con glucocorticoides, 1 mg/kg/<br />

día de prednisona o equivalente, en los pacientes con compromiso<br />

ocular, cardiaco o respiratorio grave. El fármaco produce<br />

efectos secundarios: rash, erupciones cutáneas, dolor epigástrico,<br />

gastritis y náuseas. En la actualidad, el fármaco de elección<br />

es el albendazol, que origina escasos efectos secundarios. Se<br />

emplea a dosis de 10-25 mg/kg de peso/día por 10-15 días,<br />

administrado en tres dosis diarias. En los casos oculares la terapia<br />

debe ser aplicada por un equipo multidisciplinario constituido<br />

por oftalmólogos, parasitólogos y médicos internistas o<br />

pediatras, según sea el caso, los que recomendarán además del<br />

fármaco antiparasitario la utilización de glucocorticoides sistémicos<br />

o subtenonianos y rara vez vitrectomía.<br />

Con menos frecuencia, el síndrome de LMV se puede originar<br />

por larva de cestodos, es decir, plerocercoides de Diphyllobothrium<br />

latum, D. pacificum y tal vez de D. dentricum; además,<br />

los esparganos de Spirometra mansoni, S. mansonoides y<br />

S. erinacei. La terapia de estos esparganos es quirúrgica.<br />

Filariasis<br />

Las especies de filarias que más infectan al hombre son: Wuchereria<br />

bancrofti, Onchocerca volvulus, Brugia malayi, Brugia timori,<br />

Loa loa, Dracunculus medinensis, Mansonella ozzardi,<br />

Mansonella streptocerca y Mansonella perstans.<br />

El tratamiento etiológico de la filariasis linfática W. bancrofti,<br />

B. malayi y B. timori, de las filariasis subcutáneas O. volvulus,<br />

Loa loa, D. medinensis, M. streptocerca y de la filariasis de<br />

las cavidades serosas M. ozzardi, M. perstans, se efectúa con<br />

fármacos que actúan sobre las formas adultas (macrofilaricidas)<br />

y sobre las microfilarias (microfilaricidas). Los fármacos que se<br />

utilizan son: dietilcarbamacina, ivermectina, metrifonato, suramina<br />

y mebendazol. Levamizol, por su escaso rendimiento e<br />

importantes efectos secundarios, ha dejado de administrarse.<br />

La dietilcarbamacina (DEC) es un derivado piperazínico<br />

que se utiliza como microfilaricida, tiene además considerable<br />

efecto macrofilaricida. La dosis terapéutica es de 12 mg/kg de<br />

peso que se debe alcanzar en forma escalonada, iniciando la<br />

terapia con 3 mg/kg de peso/día por cuatro días, después se<br />

administran 6 mg/kg por el mismo periodo, luego 9 mg/kg por<br />

otros cuatro días y posteriormente se alcanzan los 12 mg/kg<br />

que se mantienen por 10 días. Los efectos secundarios que origina<br />

el medicamento son: fiebre, mialgias y cefalea, que son<br />

mínimos al administrar el fármaco en forma escalonada.<br />

Ivermectina. Lectona macrocíclica semisintética derivada de<br />

la ivermectina, sustancia natural producida por actinomicetos<br />

(Streptomyces avermectilis). Actúa sobre la mayoría de las microfilarias.<br />

No tiene efecto sobre las formas adultas. La dosis terapéutica<br />

es de 400 mg/kg de peso VO en dosis única. En O.<br />

volvulus es necesario repetir la dosis una vez por año hasta los<br />

ocho años, tiempo que duran las formas adultas. En W. bancrofti<br />

se utilizan dosis de 200 mg/kg de peso en dosis única.<br />

Dosis de 150 mg/kg de peso se han utilizado en la terapia de M.<br />

streptocerca con buenos resultados. En áreas endémicas la terapia<br />

de elección para las filariasis linfáticas es la combinación<br />

de ivermectina más albendazol, 100-400 mg/kg la primera y<br />

400 mg la segunda en dosis única. En áreas no endémicas con<br />

DEC, 6 mg/kg más albendazol, 400 mg en dosis única, aplicada<br />

por un solo día tiene rendimiento (sobre las microfilarias, ya<br />

que las formas adultas son poco sensibles a estos fármacos).<br />

La ivermectina activa receptores g-aminobutíricos, modificando<br />

los canales del cloro presináptico, originando así un<br />

aumento en la entrada celular de cloro, que produce una hiperpolarización<br />

irreversible de las membranas celulares. Los efectos<br />

secundarios son escasos, puede provocar fiebre, mialgias,<br />

cefalea y tos. Existe en tabletas de 6 mg y solución al 0.6%<br />

(Mectizan ® , laboratorio Merk, Sharp & Dohme, EUA) (véase<br />

Tablas terapéuticas).<br />

Metrifonato. Es un insecticida organofosforado que actúa por<br />

la inhibición irreversible de las colinesterasas paralizando los<br />

vermes. Es un fármaco microfilaricida eficaz. Se ha utilizado en<br />

W. bancrofti. Entre los efectos secundarios están: disminución<br />

de la colinesterasa plasmática por varias semanas, náuseas, vómito<br />

y dolor abdominal. Se utiliza en dosis de 7.5-10 mg/kg/<br />

día por 3-6 días. En total se aplican 3 dosis con 2 semanas de<br />

intervalo entre cada una.<br />

El tratamiento sintomático en la filariasis tiene por objeto<br />

aliviar la linfangitis con analgésicos (antitérmicos y compresas<br />

con sulfato de magnesio). La incompetencia de los vasos linfáticos<br />

origina estasia linfática, que favorece las infecciones; por<br />

este motivo, las medidas de higiene personal, drenaje postural,<br />

uso de vendas elásticas y fisioterapia disminuyen la posibilidad<br />

de infecciones. En pacientes con elefantiasis la cirugía puede<br />

ayudar a facilitar el drenaje a través de shunts venolinfáticos,<br />

remoción de vasos linfáticos afectados y tejidos fibróticos.


CAPÍTULO 94 Tratamiento y tablas terapéuticas 769<br />

Trichinellosis o triquinosis<br />

La trichinellosis es una zoonosis que existe en toda la superficie<br />

terrestre. El hombre puede infectarse al ingerir carne cruda o<br />

insuficientemente cocida de cerdo infectada con quistes de Trichinela<br />

spiralis. Excepcionalmente se infecta al ingerir carne de<br />

jabalí, oso, foca, morsa que contiene quistes de T. spiralis. Si<br />

bien T. spiralis es la especie más importante que infecta al hombre,<br />

se han descrito infecciones humanas por Trichinella pseudospiralis,<br />

T. nelsoni, T. nativa y Trichinella britovi, que a diferencia<br />

de T. spiralis que por lo general tiene un ciclo doméstico<br />

(rata-cerdo-hombre), éstos tienen un ciclo silvestre.<br />

El tratamiento específico, tanto en el periodo intestinal<br />

sobre los helmintos adultos y larvas en desarrollo como en el<br />

periodo de estado, contra las larvas ya enquistadas en la musculatura<br />

esquelética se basa en la administración de albendazol<br />

(ABZ) en dosis de 400 mg diarios por 5-7 días. Hasta la fecha<br />

no se ha demostrado que el ABZ actúe realmente sobre las trichinelas<br />

ya enquistadas. Como fármaco alternativo se utiliza<br />

mebendazol (MBZ) 600-1 200 mg durante igual periodo; por<br />

su escasa absorción sólo es útil en la fase intestinal. Por el efecto<br />

larvicida de estos fármacos, es necesario asociarlos con glucocorticoides<br />

por el peligro de la liberación masiva de antígenos<br />

de las larvas al ser destruidas, por ejemplo, 1 mg de prednisona/<br />

kg día por igual periodo que ABZ o MBZ.<br />

La terapia sintomática está indicada para aliviar las mialgias<br />

y los procesos tóxico-alérgicos. Se basa en administrar<br />

analgésicos comunes: ácido acetilsalicílico, paracetamol, antiinflamatorios<br />

no esteroideos (AINE) o glucocorticoides; esto<br />

último en dosis elevadas, como 2-3 mg de prednisona/kg/día<br />

por 3-4 días tiene gran efecto sobre las mialgias y el síndrome<br />

infeccioso.<br />

Gnastostomiasis<br />

Esta parasitosis producida por larvas L 3 avanzadas del nematodo<br />

Gnathostoma spinigerum, se ha observado en pacientes de<br />

Asia: Tailandia, Japón, China e India; del Medio Oriente: Israel,<br />

y en América: México y Ecuador. Puede originar un síndrome<br />

de larva migrante cutáneo o visceral. El albendazol y la<br />

ivermectina son los fármacos de elección. El albendazol a dosis<br />

de 400 mg al día por 7-21 días en adultos y la ivermectina a<br />

dosis de 200 mg/kg en una dosis, por un solo día.<br />

Angiostrongiliasis abdominal<br />

Esta zoonosis es producida por Angiostrongylus costaricensis, nematodo<br />

pequeño cuya forma adulta se localiza en los vasos mesentéricos<br />

de la región ileocecal de roedores, pero también se<br />

han encontrado parasitados perros, el cati (Nasua narica) y<br />

marmosetas (Saguinus mystax). Los hospederos intermediarios<br />

son babosas. El hombre se infecta por accidente al ingerir babosas<br />

infectadas o vegetales contaminados con la baba de las babosas<br />

que contienen larvas infectantes de tercer estadio. La parasitosis<br />

se ha encontrado en todos los países del continente<br />

americano, excepto Canadá, Chile, Bolivia y Paraguay.<br />

El tratamiento es quirúrgico. Hasta la fecha no se han desarrollado<br />

medicamentos eficaces y sin complicaciones secundarias.<br />

Angiostrongiliasis del SNC<br />

Es producido por Angiostrongylus cantonensis, conocido como<br />

el gusano de los pulmones de las ratas. Zoonosis muy frecuente<br />

en las islas del Pacífico, Hawai, Taiwán y Tailandia. El hombre<br />

es un hospedero accidental y se infecta por la ingestión de carne<br />

de moluscos o de hospederos paraténicos (camarones) o ensaladas<br />

contaminadas con secreciones de babosas o caracoles que<br />

contienen el tercer estadio de la larva, la forma infectante. En<br />

los humanos la angiostrongiliasis origina una meningitis eosinofílica<br />

con compromiso del cerebro, médula espinal e inflamación<br />

de las leptomeninges (véase capítulo 71).<br />

El tratamiento es sintomático, tratar la fiebre y dar analgésicos<br />

para el dolor. Pocas veces se ha utilizado mebendazol,<br />

400 mg diarios durante cinco días, o albendazol, 400 mg diarios<br />

por 3-7 días junto con prednisona, 60 mg al día (1 mg/kg<br />

de peso/día por cinco días).<br />

Lagochilascariasis<br />

Es una zoonosis propia de la región neotropical del continente<br />

americano. Se ha observado en México, Costa Rica, Venezuela,<br />

Colombia, Trinidad y Tobago, Surinam y Brasil. En este último<br />

país se han descrito cerca de 90% de los casos, en los valles de<br />

los ríos Araguaia y Tocantins, en los estados de Para y Tocantins.<br />

Por su incidencia en aumento se considera una enfermedad<br />

emergente. El hombre se infecta al ingerir carnes crudas o<br />

mal cocidas de roedores silvestres con larvas enquistadas del<br />

parásito. No existe una terapia farmacológica eficaz que evite<br />

las recurrencias. El albendazol a dosis de 400 mg al día durante<br />

30-36 días y la ivermectina a dosis de 200 mg/kg c/12 h, durante<br />

cuatro días, seguidos de un mes sin terapia, y luego esa misma<br />

dosis cada 12 h por un solo día, una vez por mes durante<br />

seis meses han sido los fármacos de mayor éxito, pero sin lograr<br />

una curación total, ya que son frecuentes las recurrencias. La<br />

cirugía al eliminar las zonas fibróticas ayuda a la recuperación<br />

de estos pacientes.<br />

Dioctofimiasis<br />

Esta zoonosis es cosmopolita. Dioctophyma renale, el nematodo<br />

que la origina, se ha encontrado en África, Europa, Australia y<br />

en el continente americano.<br />

El hombre se infecta al consumir peces de agua dulce o<br />

anfibios infectados con larvas 3 (L 3 ) juveniles. El tratamiento es<br />

quirúrgico.<br />

Capilariasis tisular<br />

Es producida por Capillaria hepatica y C. aerophyla. La capilariasis<br />

humana por C. hepatica es muy poco frecuente, ya que el<br />

hombre corta el ciclo epidemiológico y constituye un hospedero<br />

terminal. Se infecta al ingerir huevos embrionados elimina-


770 PARTE VIII Diagnóstico de laboratorio<br />

dos por un animal predador o caníbal que a su vez ingirió hígados<br />

de roedores (ratas, ratones) con formas adultas y huevos.<br />

Hasta la fecha, no existe una terapia establecida que sea de<br />

aceptación universal debido a que la mayoría de los casos humanos<br />

han constituido un hallazgo en biopsias o en intervenciones<br />

quirúrgicas. En el tratamiento de la parasitosis se ha<br />

utilizado tiabendazol, albendazol e ivermectina. Tiabendazol se<br />

ha empleado a dosis de 25-20 mg/kg/día, máximo 3 g diarios,<br />

y el albendazol a dosis de 25 mg/kg/día. Ambos fármacos se<br />

administran durante dos semanas y tienen acción sobre las formas<br />

adultas, pero no sobre los huevos. Estudios experimentales<br />

de infecciones recientes en ratones demuestran que la combinación<br />

de tiabendazol, albendazol e ivermectina (0.2 mg/kg/<br />

día) tienen efecto sobre los fármacos adultos y juveniles, originando<br />

una disminución de la cantidad de huevos. Los glucocorticoides<br />

se deben administrar a dosis de 0.05 mg/kg/día de<br />

betametasona, durante 10-15 días para atenuar la inflamación<br />

provocada por la desintegración de los parásitos.<br />

Capillaria aerophyla se ubica en la tráquea y bronquios de<br />

perros y gatos y otros mamíferos carnívoros selváticos (zorro,<br />

coyotes, osos, lobos, opossius, etc.). Los machos miden de 1.2<br />

a 2.5 cm y las hembras 2 a 4 cm.<br />

El hombre se contagia por accidente (hasta la fecha se han<br />

publicado cerca de 12 casos), y al igual que los mamíferos carnívoros,<br />

adquiere la infección al ingerir alimentos contaminados<br />

con huevos larvados (hortalizas que crecen a ras del suelo,<br />

agua, etc.) y hospederos paraténicos infectados. La infección<br />

humana se ha tratado con mebendazol, 5 mg/kg/día por seis<br />

días más albendazol 10-15 mg/kg/día durante 20 días. También<br />

se ha utilizado ivermectina a dosis de 0.2 mg/kg en toma<br />

única por un solo día.<br />

Anatriclosoma cutaneum<br />

Parásito similar a las capilarias, cuyo ciclo vital se desconoce. Es<br />

un helminto de la piel y mucosas nasales de primates de Asia y<br />

África. Los pocos casos humanos corresponden clínicamente a<br />

un síndrome de larva migrante cutánea. Se sospecha que los<br />

huevos embrionados caen al ambiente y que las larvas infectadas<br />

migran al tejido celular subcutáneo de los primates. Tal vez<br />

la infección humana seguiría este mismo proceso, pero como el<br />

hombre no es el hospedero habitual (es por accidente) se origina<br />

un síndrome de larva migrante cutánea. El tratamiento se<br />

basa en la aplicación de cloruro de etilo o nitrógeno líquido y/o<br />

la administración de tiabendazol, albendazol o ivermectina durante<br />

14 días (véase Tablas terapéuticas).<br />

Singamosis o mamomonogamiasis<br />

Parasitosis producida por Syngamos laringeus sin Mammomonogamus<br />

laryngeus, nematodo de la laringe y tráquea de mamíferos<br />

del trópico, como ovinos, bovinos, caprinos y gatos. Singamus<br />

significa syn “junto” y gamos “matrimonio”, para indicar<br />

que machos y hembras están en cópula permanente formando<br />

una Y cuyo brazo mayor lo forma la hembra, que coloca huevos<br />

que son eliminados con la tos, o bien por las heces al ser deglutidos.<br />

El hombre por accidente y los demás mamíferos se infectan<br />

al ingerir alimentos y/o agua contaminados con huevos<br />

larvados u hospederos paraténicos infectados. En el tubo digestivo<br />

las larvas penetran la pared intestinal y a través de los vasos<br />

mesentéricos llegan al corazón derecho, arteria pulmonar, alvéolos<br />

pulmonares y desde allí pasan a la tráquea y laringe donde<br />

se desarrollan los ejemplares adultos. Hasta la fecha se han<br />

publicado más de 100 casos humanos. El tratamiento consiste<br />

en la extracción de los ejemplares con el fibrobroncoscopio o<br />

laringoscopio. Existe la mejoría espontánea en algunos casos,<br />

que expulsan a los parásitos con la tos. Se ha utilizado tiabendazol,<br />

albendazol e ivermectina. Tiabendazol a dosis de 25-50<br />

mg/kg/día, máximo 3 g/día, albendazol 10-15 mg/kg/día. Ambos<br />

fármacos se administran por 1 a 2 semanas. También se ha<br />

empleado la ivermectina a dosis de 0.2 mg/kg en una sola toma<br />

por un solo día.<br />

Tricostrongiliasis<br />

Zoonosis parasitaria producida por nematodos del género Trichostrongylus<br />

que afecta a animales herbívoros y puede infectar<br />

al hombre. La infección se origina por la ingestión de larvas<br />

infectantes (L 3 ) que contaminan pastos, agua, frutas y verduras<br />

que crecen al ras del suelo y que han sido abonadas con estiércol<br />

de animales infectados. La mayoría de las infecciones humanas<br />

son leves y no originan sintomatología. Los casos moderados<br />

presentan diarrea, malestar general y náuseas, y los casos<br />

graves anemia, enflaquecimiento y colecistitis.<br />

El tratamiento se basa en la administración de pamoato de<br />

pirantel a dosis de 11 mg/kg con un máximo de 1 g por un solo<br />

día. El mebendazol a dosis de 100 mg dos veces al día durante<br />

tres días también es efectivo. Otros fármacos útiles son el albendazol<br />

a dosis de 400 mg, y la ivermectina a dosis de 0.2 mg/kg,<br />

administrados un solo día en una sola dosis.<br />

Anélidos<br />

Hirudiniasis<br />

Las formas adultas de las sanguijuelas se extraen mecánicamente<br />

previa estimulación de los gusanos con calor, sal, vinagre o<br />

alcohol para que la boca no quede insertada en la piel. Las formas<br />

juveniles se extraen con pinzas quirúrgicas, previa anestesia<br />

de los ejemplares.<br />

Hirudo medicinalis<br />

Se utiliza en medicina humana desde hace miles de años. La<br />

hirudoterapia se ha vuelto a utilizar en los últimos años, especialmente<br />

en cirugía reconstructiva y plástica. Numerosos médicos<br />

utilizan a las sanguijuelas en diversas patologías: procesos<br />

inflamatorios, varices, artritis, artrosis, dolores vertebrales, etc.<br />

Las sanguijuelas reducen la viscosidad de la sangre, dilatan los<br />

vasos sanguíneos, aceleran el flujo linfático, inhiben la agregación<br />

plaquetaria, bloquean una serie de mediadores de la inflamación<br />

y provocan una analgesia y anestesia local.


CAPÍTULO 94 Tratamiento y tablas terapéuticas 771<br />

El hombre puede infectarse al ingerir agua contaminada<br />

con sanguijuelas acuáticas, como Limnatis nilotica que puede<br />

originar un cuadro similar al halzoun, es decir, una obstrucción<br />

orofaríngea. El tratamiento de la hirudiniasis interna consiste<br />

en la extracción de las sanguijuelas con pinzas o laringoscopio<br />

o esofagoscopio, previa anestesia de los ejemplares con dimecaína<br />

o similares. En la hirudiniasis externa (H. medicinalis,<br />

H. troctina), es necesario desprenderlas colocando gotas de salmuera,<br />

alcohol o vinagre, o colocando una llama o fuego sobre<br />

ella en forma cuidadosa. Nunca tratar de arrancarlas, ya que las<br />

mandíbulas pueden quedar en la herida y producir una úlcera<br />

fagedénica.<br />

Pentastomiasis<br />

Las infecciones humanas por Armillifer armillattus y Linguatula<br />

serrata son accidentes, ya sea por ingestión de huevos, produciendo<br />

pentastomiasis visceral (Armillifer armillatus) o ingiriendo<br />

carnes crudas o mal cocidas (de ovejas o cabras) infectadas<br />

con larvas, desarrollándose una infección por ejemplares adultos:<br />

halzoun o marrara. El tratamiento en ambos casos es quirúrgico.<br />

La forma visceral por lo general es un hallazgo quirúrgico,<br />

y en el halzoun se deben extraer formas adultas de la orofaringe.<br />

Artrópodos<br />

Miasis<br />

La miasis furunculoide por Dermatobia hominis se trata mediante<br />

la extracción mecánica manual de la larva, a veces precedida<br />

de la oclusión del orificio de la larva para obligar a ésta a<br />

salir en búsqueda de oxígeno. Muchas veces se requiere efectuar<br />

ampliación quirúrgica del orificio y extracción manual para eliminar<br />

la larva.<br />

Las otras miasis primarias o específicas, las secundarias<br />

o semiespecíficas, y las miasis accidentales se tratan con aseo<br />

local, extracción cuidadosa, retirando las larvas por arrastre líquido<br />

o con pinzas evitando romperlas, ya que los restos en la<br />

lesión favorecen la infección y demoran la cicatrización. Antisepsia<br />

de la región lesionada, y si existe infección secundaria<br />

aplicar antibióticos locales y/o generales, según el caso.<br />

Las miasis subcutáneas se tratan igual que las miasis furunculoides.<br />

La miasis lineal rampante se trata con criocirugía o<br />

anestesia con cloruro de etilo dirigida a la zona visible de la<br />

larva, albendazol oral (400 mg al día por tres días) o ivermectina<br />

a dosis de 200 mg/kg (0.2 mg/kg) en dosis única por un solo<br />

día. Se puede repetir la terapia a los siete días; este cuadro debe<br />

diferenciarse del síndrome de larva migrante. Ambas entidades<br />

tienen un tratamiento similar.<br />

Pediculosis<br />

En los últimos años se ha observado resistencia de los piojos a<br />

diferentes productos, sobre todo al lindano (hexacloruro de g-<br />

benceno) y al malatión. En la terapia de la pediculosis se utilizan<br />

fármacos de uso local y/o sistémicos.<br />

Siempre debe considerarse el tratamiento familiar por el<br />

contagio directo de estos artrópodos y la educación sanitaria<br />

para poder efectuar su control. En la pediculosis del cuero cabelludo<br />

se utilizan fármacos de uso tópico como el lindano o<br />

gamexano, la permetrina, el malatión, lociones a base de benzoato<br />

de bencilo, pomada de azufre y la ivermectina.<br />

El lindano es un insecticida organofosforado, eficaz como<br />

pediculicida y ovicida. Provoca la parálisis del piojo por acción<br />

sobre el sistema nervioso. Se utiliza en loción o champú al 1%,<br />

que se deja actuar por 5 a 10 min, después es necesario enjuagar.<br />

Por lo general, esta terapia se debe repetir a los siete días. El<br />

fármaco no debe ser aplicado en niños menores de dos años, en<br />

especial si tienen solución de continuidad de la piel, mujeres<br />

gestantes o en periodos de lactancia. Si bien se ha utilizado en<br />

millones de personas, hoy en día se emplea poco por su toxicidad<br />

y por la resistencia del piojo a este producto. En algunos<br />

países se ha prohibido su utilización.<br />

La permetrina es un piretroide sintético de segunda generación.<br />

Tiene una acción neurotóxica sobre los piojos (pediculicida),<br />

ácaros (escabicida), garrapatas y otros artrópodos. Se<br />

utiliza en loción al 2%, dejando actuar el producto durante 10<br />

min, se lava y se repite la terapia a los siete días. No es recomendable<br />

su aplicación en menores de dos años, gestantes y mujeres<br />

en periodo de lactancia. Como pomada de permetrina al 5% se<br />

utiliza en la pediculosis palpebral.<br />

La piretrina, derivado sintético de la piretrina natural que<br />

se extrae de la flor del piretro que pertenece a la familia de los<br />

crisantemos, es un excelente insecticida con baja toxicidad,<br />

pero tiene poco efecto sobre las liendres. Existen lociones,<br />

champú y geles. Se debe dejar durante 10 min en el cuero cabelludo<br />

y después lavar.<br />

El malatión, insecticida organofosforado, actúa como anticolinesterásico,<br />

inhibiendo la acetilcolinesterasa de una manera<br />

irreversible. Así mata al piojo y a las liendres. Se utiliza en<br />

loción al 0.5% en alcohol isopropílico al 78%. Se debe impregnar<br />

el cuero cabelludo, dejar por 8-12 h con lavado posterior.<br />

No se debe aplicar a menores de dos años ni a gestantes ni a<br />

mujeres en periodo de lactancia.<br />

La ivermectina tópica a dosis de 400 mg/kg (0.4 mg/kg),<br />

en loción o champú al 0.8%, dejando actuar por 10 min a 2 h,<br />

y luego lavar, ha demostrado ser tan eficaz como la ivermectina<br />

sistémica a dosis única de 200 mg/kg (0.2 mg/kg) aplicada en<br />

un solo día. No se ha demostrado resistencia de los piojos a este<br />

producto y sus efectos secundarios son escasos o nulos.<br />

En la pediculosis palpebral, además de la pomada de permetrina<br />

ya mencionada, se puede utilizar vaselina 3 a 4 veces al<br />

día durante 8 a 10 días, extrayendo las liendres.<br />

La terapia sistémica de elección para la pediculosis hoy en<br />

día es la ivermectina, a dosis única de 200 mg/kg (0.2 mg/kg)<br />

en un solo día en todas las formas de pediculosis (capitis, corporis<br />

y pubis), escabiasis, miasis, larva migrante cutánea, demodicidiasis,<br />

tungiasis y gnastostomiasis. Esta dosis se puede<br />

repetir a los siete días.


772 PARTE VIII Diagnóstico de laboratorio<br />

La ivermectina bloquea las transmisiones sinápticas que<br />

utiliza el GABA o glutamato. Como el hombre no tiene este<br />

tipo de neurotransmisor, su efecto es selectivo contra artrópodos<br />

y vermes. La ivermectina debe administrarse 2 h antes o<br />

después de una comida. No debe administrarse al mismo tiempo<br />

con alcohol, barbitúricos y depresores del SNC.<br />

Las liendres muertas después de la terapia deben eliminarse<br />

en un peine (liendrera). Previo a este procedimiento, se debe<br />

dejar sobre el cabello una toalla húmeda con una solución de<br />

vinagre al 50%. Los peines, cepillos, y otros elementos que se<br />

utilicen, deben colocarse en remojo con un desinfectante, es<br />

ideal empaparlos en alcohol o lisol al 2% por 1 h. Es importante<br />

lavar también la ropa de cama y prendas de la cabeza, secándolas<br />

con el planchado o secador eléctrico.<br />

En la pediculosis del cuerpo se debe desparasitar la ropa de<br />

vestir y de camas que deben ser tratadas mediante lavado con<br />

agua caliente y secado con lavadora automática o la utilización<br />

de pediculicidas residuales. Los contactos deben ser aislados<br />

por 24 h. En epidemias de tifus exantemático, es ideal realizar<br />

tratamiento en masa con insecticidas eficaces de acuerdo con<br />

las cepas de piojos existentes que se conocen por la vigilancia<br />

epidemiológica. Se emplean los siguientes insecticidas en polvo:<br />

malatión al 1%, permetrina al 0.5%, tenefos al 2%, yodofenfos<br />

al 5%, propoxur al 1%, carbanilo al 5%. Hoy en día ni el<br />

DDT ni el lindano deben ser aplicados en polvo por la resistencia<br />

de los piojos en ellos y los efectos secundarios que originan.<br />

Pediculosis del pubis<br />

Se trata igual que la pediculosis del cuero cabelludo. Es necesario<br />

rasurar la zona afectada y tratar al caso índice y sus contactos.<br />

Sarna<br />

En las diferentes formas clínicas de la sarna clásica nodular (en<br />

especial de los niños), sarna noruega (costrosa) de los inmunosuprimidos,<br />

se debe tratar siempre el caso índice y sus contactos.<br />

Los fármacos que se utilizan son: lindano al 1%, que se<br />

aplica con el paciente desnudo desde el mentón a los pies, respetando<br />

la cara. La aplicación se puede efectuar con un pincel<br />

o empleando la mano enguantada. El producto debe permanecer<br />

por lo menos 12 h en la piel. Después la persona se baña. La<br />

terapia se repite a los siete días. Hay estudios que demuestran<br />

que al aplicar lindano al 0.3% diario durante tres días se obtienen<br />

buenos resultados. Por los efectos tóxicos el fármaco no se<br />

debe utilizar en menores de dos años, gestantes, mujeres en<br />

periodo de lactancia y personas con importantes soluciones de<br />

continuidad de la piel (heridas). Se han descrito resistencias<br />

de Sarcoptes scabiei al lindano. Por sus efectos tóxicos se ha<br />

proscrito su aplicación en algunos países. Otros fármacos efectivos<br />

son: crotamitón, vaselina azufrada, decametrina, benzoato<br />

de bencilo e ivermectina.<br />

El tratamiento de elección en la actualidad es la ivermectina<br />

sistémica, por vía oral, ya sea en tabletas o gotas a dosis de<br />

200 mg/kg (0.2 mg) en dosis única por un solo día o ivermectina<br />

tópica a dosis de 400 mg/kg (0.4 mg/kg) en niños, aplicación<br />

dérmica durante un solo día.<br />

En la sarna nodular, fuera del tratamiento del parásito, se<br />

deben efectuar infiltraciones intralesionales con corticoides,<br />

por ejemplo, triamcinolona para bloquear las reacciones inflamatorias<br />

locales. En la sarna noruega o costrosa se debe agregar<br />

a la terapia contra el ácaro antihistamínicos, queratolíticos tópicos<br />

como la urea o el ácido acetilsalicílico y antibióticos locales<br />

o sistémicos si existe infección secundaria.<br />

La sarna no humana, originada por ácaros de animales,<br />

perros, gatos, conejos, se tratan con benzoato de bencilo para<br />

aliviar los síntomas, ya que la parasitosis es autolimitante debido<br />

a que estos ácaros no se reproducen en el hombre.<br />

Pulicosis o puliciasis<br />

Las pulgas son insectos hematófagos del género Siphonaptera,<br />

cuyo ciclo vital se realiza en el ambiente. No están permanentemente<br />

en el hospedero, sino sólo cuando requieren alimento<br />

(parásito temporario obligado). La excepción la realiza Tunga<br />

penetrans, cuyas hembras penetran la piel del hombre para desarrollar<br />

sus huevos, que más tarde caen al suelo para continuar<br />

su ciclo. La pulga del hombre Pulex irritans origina la pulicosis,<br />

que también puede ser producida por las pulgas de perros y<br />

gatos (Ctenocephalides canis y C. felis), ya que las pulgas no tienen<br />

hospederos específicos. P. irritans no transmite enfermedades,<br />

a diferencia de Xenopsylla cheopis, pulga de la rata que<br />

transmite la peste bubónica originada por Yersinia pestis y el tifus<br />

murino provocado por Rickettsia typhi. Las pulgas de perros<br />

y gatos son vectores biológicos de Dipylidium caninum, y la de<br />

la rata de Hymenolepis diminuta, parasitosis que por accidente,<br />

ingestión de pulgas con cisticercoides pueden infectar al hombre.<br />

El tratamiento se basa en una buena higiene de las viviendas,<br />

desparasitación de los ambientes (incluyendo a los animales<br />

domésticos) y tratamiento con antihistamínicos, corticoides<br />

tópicos o sistémicos para la pulicosis humana, según sea el caso.<br />

Tungiasis<br />

Es producida por Tunga penetrans, una pulga pequeña que se<br />

conoce como “nigua”, “pique” pulga de la arena o bicho del pie,<br />

y que origina una lesión de la piel humana, por penetración de<br />

la hembra grávida que necesita un hospedero mamífero para<br />

desarrollar sus huevos. Estas pulgas viven en el ambiente, en la<br />

arena, polvo y áreas de crianza de ganado, una vez que los machos<br />

fecundan a las hembras, se mueren. La hembra fecundada<br />

penetra a través de la piel de animales y accidentalmente por la<br />

piel del hombre donde crece desde 1 mm hasta 1 cm de diámetro,<br />

y comienza a eliminar huevos, que se desarrollan en el ambiente.<br />

Al terminar de poner los huevos, la hembra muere y es<br />

expulsada. Durante su permanencia en el hombre origina una<br />

lesión papulosa, eritematosa, pruriginosa y dolorosa, en especial<br />

entre los dedos de los pies y pliegues periungueales. Estas<br />

lesiones presentan infecciones bacterianas secundarias con adenopatías<br />

regionales. La hembra alcanza su mayor desarrollo a


CAPÍTULO 94 Tratamiento y tablas terapéuticas 773<br />

las dos semanas y vive entre 2-5 meses, es decir, las lesiones<br />

pueden permanecer por varios meses y cuando éstas no son<br />

únicas, sino varias, por parasitismo intenso se originan manifestaciones<br />

generales de tipo tóxico infeccioso con formación<br />

de abscesos, celulitis, linfoedema y gangrena gaseosa, la cual<br />

puede provocar la muerte, como ha sucedido en pacientes africanos.<br />

El tratamiento consiste en la extracción mecánica de la<br />

pulga y terapia antibiótica local. Si la infestación es masiva, se<br />

emplea ivermectina sistémica (vía oral) 200 mg/kg (0.2 mg/kg)<br />

en dosis única por un solo día. Se pueden tratar los suelos infestados.<br />

La utilización de calzado y/o botas disminuye la posibilidad<br />

de infestación.<br />

Mosquitos y zancudos<br />

Insectos del orden díptera (dos alas), de los cuales existen cuatro<br />

familias de importancia médica y sanitaria: Culicidae, Psychodidae,<br />

Simuliidae, Heleidae. De los Culicidae los géneros<br />

más importantes son Anopheles, Culex y Aedes. Las hembras<br />

adultas de los mosquitos son hematófagas, y al picar pueden<br />

originar una sensibilización del hospedero, pero su mayor importancia<br />

la tienen por ser vectores biológicos de diversas parasitosis.<br />

Los anofelinos del paludismo, Aedes del virus de la fiebre<br />

amarilla y del dengue, el género Culex de la filariasis<br />

linfática y de arborvirosis: encefalitis equina del oeste y encefalitis<br />

equina de San Luis, los simúlidos o jejenes de la oncocercosis<br />

y los flebótomos de la leishmaniasis. El tratamiento a la<br />

sensibilización de la saliva y de otras sustancias de las hembras<br />

adultas se basa en el uso de antihistamínicos orales, y en casos<br />

de picaduras múltiples, antihistamínicos parenterales y corticosteroides<br />

orales o parenterales de acuerdo con la gravedad de<br />

los casos, Así como en la utilización de repelentes, como DEET<br />

en crema para la cara, manos y áreas expuestas de la piel,<br />

DEET spray para la ropa y mosquiteros impregnados de insecticidas<br />

residuales (véanse capítulos 43 y 88). En Aedes aegypti es<br />

necesario considerar su hábitat, ya que se puede desarrollar en<br />

estanques, neumáticos, reservas de agua, tinas, etc., y dentro de<br />

las casas.<br />

Tábanos<br />

Las hembras son hematófagas y su picada puede originar cuadros<br />

alérgicos en el hombre y animales, ya que son zoófilas. El<br />

tratamiento se basa en la utilización de antihistamínicos orales<br />

y corticoides tópicos.<br />

Cimicidos (chinches de cama)<br />

Las especies de importancia médica son Cimex lectularius y C.<br />

hemipterus. Al igual que las vinchucas, son domiciliarias (ambas<br />

son hemípteras), es decir, insectos adaptados a las viviendas.<br />

Las lesiones que originan son por la picadura y la hematofagia.<br />

La terapia se basa en la administración de antihistamínicos<br />

orales y en casos masivos parenterales más corticoides locales<br />

y/o parenterales. La aplicación de insecticidas residuales en la<br />

vivienda, sobre todo en dormitorios, nidos de animales, gallineros,<br />

etc., permite junto con un aseo meticuloso y acciones<br />

educativas, controlar la infestación.<br />

Latrodectismo<br />

Latrodectus mactans es una araña de la región neotropical conocida<br />

como “araña del trigo”, de la cebada, “viuda negra (black<br />

widow-spider) o araña del “poto colorado”. Su hábitat es silvestre,<br />

extradomiciliario. Al igual que el resto de las arañas no es agresiva,<br />

sólo ataca por defensa al sentirse agredida. El accidente de la<br />

mordedura es diurno en partes desnudas del cuerpo. El tratamiento<br />

se basa en la inyección de neostigmina a 1 000-2 000 por<br />

vía IM, con lo cual los síntomas se atenúan y el cuadro mejora al<br />

segundo o tercer día. Se continúa con neostigmina oral. Por lo<br />

general, la recuperación es en una semana. La utilización de suero<br />

anti-L. mactans es útil sólo si se aplica antes de las 8-10 h de<br />

producida la mordedura, tiene el inconveniente que puede producir<br />

una reacción anafiláctica, ya que es un suero heterólogo.<br />

Loxoscelismo<br />

Es un accidente intradomiciliario, por lo general nocturno y a<br />

veces diurno. Este último se origina cuando la persona se viste<br />

con ropas que estaban colgadas y adosadas a las paredes donde<br />

puede haber buscado refugio Loxosceles laeta. El tratamiento<br />

depende de las diversas lesiones que origina la araña por intermedio<br />

de su veneno y del cuadro clínico originado. Se pueden<br />

presentar las siguientes variables: cuando sólo existe lesión cutánea<br />

sin compromiso del estado general, es decir, se trata de un<br />

loxoscelismo cutáneo ya sea necrótico (90% de los casos) o eritematoso,<br />

es decir, no se origina una placa livedoide, sólo eritema<br />

(5% de los casos), o la forma edematosa que se produce<br />

cuando la mordedura es en la cara (5% de los casos). En todas<br />

estas variables clínicas el tratamiento consiste en administrar<br />

antihistamínicos orales y corticoides tópicos. Algunos estudios<br />

indican que la administración de dapsona al inicio de la picadura,<br />

disminuye la extensión de la lesión. Excepcionalmente se<br />

utilizan antihistamínicos parenterales y corticoides sistémicos.<br />

En el loxoscelismo cutáneo visceral que se presenta en alrededor<br />

de 15% de los casos, existe compromiso sistémico: los<br />

pacientes presentan fiebre, anemia, oliguria y anuria por insuficiencia<br />

renal aguda. Es un cuadro grave con una mortalidad<br />

cercana a 50% si no se trata a tiempo. Todos los casos de mordedura<br />

por L. laeta que presenten hematuria microscópica dentro<br />

de las 24/48 h después del accidente deben ser hospitalizados,<br />

recibir terapia del choque y de la hipotermia si la presentan,<br />

tratar la anemia, administrar de inmediato antihistamínicos y<br />

corticoides endovenosos que se deben mantener a dosis altas<br />

por 48 h, disminuyendo después la dosis de acuerdo con la<br />

evolución de los casos. Después de los 7 a 10 días se puede administrar<br />

la terapia por vía oral. Nunca administrar terapia oral<br />

al comienzo, ya que se han demostrado fallas en la absorción de<br />

los fármacos en los primeros días posteriores a la picadura. La<br />

utilización de suero anti L. laeta es controversial. Podría ser de<br />

utilidad si se utiliza dentro de las primeras 4 h de ocurrido el


774 PARTE VIII Diagnóstico de laboratorio<br />

accidente. Tiene el inconveniente de ser un suero heterólogo, y<br />

por este motivo puede provocar sintomatología alérgica, incluso<br />

choque. Para evitar la reacción alérgica se deben efectuar<br />

pruebas cutáneas con pequeñas dosis del suero antes de su aplicación.<br />

Como la mayoría de los accidentes son nocturnos, los<br />

pacientes por lo general acuden a los servicios médicos de urgencia<br />

después de 12 o más horas de producida la picadura (la<br />

mayoría 24 h después), cuando el suero tiene poca o nula acción.<br />

La lesión local debe ser tratada como una herida, es decir,<br />

por personal adiestrado. Si la lesión está infectada se agrega terapia<br />

antibiótica. Si al caer las escaras la solución de continuidad<br />

de la piel es grande, será necesario hacer un trasplante de<br />

piel, etc. Es importante recordar que la gravedad de este cuadro<br />

no depende de la localización de la lesión cutánea, ni el tamaño<br />

de ésta, ni de su número. Una lesión pequeña, única puede<br />

preceder a un loxoscelismo cutáneo visceral grave.<br />

Tablas terapéuticas<br />

<strong>Werner</strong> Apt<br />

Nota: El lector puede tener acceso a esta sección en el Centro de Aprendizaje en línea (On-line Center) vinculado con esta obra. La dirección de acceso está en la<br />

cuarta de forros de este libro.<br />

Referencias<br />

1. Albonico M, Smith P, Hall A et al. A randomized controlled<br />

trial comparing mebendazole and albendazole<br />

against Ascaris, Trichuris and hookworm infections. Trans<br />

R Soc Trop Med Hyg;88:585-589. 1994.<br />

2. Apt W, Sapunar J, Doren G et al. Physaloptera caucasica.<br />

Primeros casos humanos en Chile. Bol Chile Parasit;<br />

4:111-113. 1965.<br />

3. Apt W. Nuevos medicamentos antihelmínticos. Rev Med<br />

Chile;118:1021-1027. 1990.<br />

4. Apt W. Nuevos medicamentos antiprotozoarios y antiartrópodos.<br />

Rev Med Chile;118:1156-1160. 1990.<br />

5. Bethony J, Loukas A, Hotez P Knox D. Vaccines<br />

against blood-feeding nematodes of humans and livestock.<br />

Parasitology;133:63-79. 2006.<br />

6. Bhagwant S. Human Bertiella struderi (family Anoplocephalidae)<br />

infection of probable Southeast Asian origin<br />

in Mauritian children and an adult. Am J Trop Med<br />

Hyg;70:225-228. 2004.<br />

7. Bóia M, Carvalho CF, Sodré F et al. Mass treatment<br />

for intestinal helminthiasis control in an Amazonian endemic<br />

area in Brazil. Rev Inst Med Trop São Paulo;48:189-<br />

195. 2006.<br />

8. Borgsteede F, Gaasenbeek C, Nicoll S et al. A comparison<br />

of the efficacy of two ivermectin formulations<br />

against larval and adult Ascaris suum and Oesophagostomum<br />

dentatum in experimentally infected pigs. Vet Parasitol;31:288-293.<br />

2007.<br />

9. Botero D, Ocampo N. Tratamiento de teniasis e hymenolepiasis<br />

con praziquantel. Colombia Med;13:131-134.<br />

1982.<br />

10. Botero D. An overview of the clinical experience of secnidazole<br />

in giardiasis and amoebiasis. Drug Investig; 8:47-<br />

52. 1994.<br />

11. Botero D. Avances en el tratamiento de parasitosis intestinales.<br />

Biomédica;27:80-82. 2007a.<br />

12. Botero D. Avances en el tratamiento de los helmintos intestinales.<br />

Bol Malariol Salud Ambient;47:52-54. 2007b.<br />

13. Cameron T. A new record of occurrence of tapeworn of<br />

the genus Bertiella in man. Helminthol;7:231-234. 1929.<br />

14. Chandler A, Pradatsundarasar A. Two cases of Raillientina<br />

infection in infants in Thailand, with a discussion<br />

of the taxonomy of the species of Raillientina (Cestoda)<br />

in man, rodents and monkeys. J Parasitol;43:81-89.<br />

1957.<br />

15. D’ Alessandro A, Beaver P, Masi PR. Bertiella infection<br />

in man in Paraguay. Am J Trop Med Hyg;12:193-198.<br />

1963.<br />

16. Dalton J, Brindley P, Knox D et al. Helminth vaccines:<br />

from mining genomic information for vaccine targets<br />

to systems used for protein expression. Int J Parasitol;33:621-640.<br />

2003.<br />

17. Denegri G, Perez SJ. Bertiellosis in man: A Review of<br />

cases. Rev Inst Med Trop São Paulo;39:123-128. 1997.<br />

18. Dradley M, Horton J. Assesing the risk of benzimidazole<br />

therapy during pregnancy. Trans R Soc Trop Med Hyg;<br />

95:72-73. 2001.<br />

19. Fox L, Saravolatz L. Nitazoxanide: a new thiazolide antiparasitic<br />

agent. Clin Infect Dis;40:1173-1180. 2005.<br />

20. Frasse R, Letinne D. Intestinal helminths a due explaining<br />

the low incidence of inflammatory bowel diseases in<br />

Subsaharan Africa?. Potential benefits and hazards of helmiths<br />

therapy. Acta Gastroent. Belg;69:418-422. 2006.<br />

21. Galan PM, Fuentes M Mas CS. Parasitismo importado<br />

en Valencia: primer caso de Bertiellosis humana en España.<br />

En: Resúmenes del Congreso Ibérico de Parasitología,<br />

Santiago de Compostela, España;197-198. 1995.


CAPÍTULO 94 Tratamiento y tablas terapéuticas 775<br />

22. Gasser R, Gruijeter J. Polderman A. Insights into the<br />

epidemiology and genetic make-up of Oesophagostomum<br />

bifurcum from human and non-human primates using<br />

molecular tools. Parasitology;132:453-460. 2006.<br />

23. Geurden T, Somers R, Thanh N et al. Parasitic infections<br />

in dairy cattle around Hanoi, northern Vietnam. Vet<br />

Parasitol;153:384-388. 2008.<br />

24. Haresh K, Suresh K, Khairul AA et al. Isolate resistance<br />

of Blastocystis hominis to metronidazole. Trop Med<br />

Int Health;4:274-277. 1999.<br />

25. Hayes K, Bancroft A, Grencis R. The role of TNFalpha<br />

in Trichuris muris infection I: influence of TNFalpha<br />

receptor usage, gender and IL-13. Parasite Immunol;29:575-582.<br />

2007.<br />

26. Herrera N, Díaz M, Sandoval M et al. Inermicapsifer<br />

madagascariensis. Rev Cub Med, Mil;36:1-4. 2007.<br />

27. Hira P. Some helminthozoonotic infections in Zambia.<br />

Afr J Med Med Sci;7:1-7. 1978.<br />

28. Leiper R. Physaloptera mordens: A new parasite of man.<br />

Trans R Soc Trop Med Hyg;1:76-82. 1907.<br />

29. López J, Abarca K, Paredes P et al. Parásitos intestinales<br />

en caninos y felinos con cuadros digestivos en Santiago,<br />

Chile. Consideraciones en Salud Pública. Rev Med<br />

Chile;134:193-200. 2006.<br />

30. Martínez R, Tantalean V. Primer registro en el Perú de<br />

Raillietina (R): demerariensis (Cestoda: Taenidae) in Rattus<br />

rattus. Rev Per Biol;5:67-70. 1998.<br />

31. Moreels T, Pelckmans P. Gastrointestinal parasites: potential<br />

therapy for refractory inflammatory bowel diseases.<br />

Inflamm Bowel Dis;11:178-184. 2005.<br />

32. Naquira C, Jimenez G, Guerra J et al. Ivermectin for<br />

human strongyloidiasis and other intestinal helminths.<br />

Am J Trop Med Hyg;40:304-309. 1989.<br />

33. OMS. Organización Mundial de la Salud. Modelo OMS<br />

de información sobre prescripción de medicamentos. Medicamentos<br />

utilizados en las enfermedades parasitarias. 2ª<br />

ed. Ginebra, 1996.<br />

34. OMS. Organización Mundial de la Salud. Prevención y<br />

control de la esquistosomiasis y las geohelmintiasis. OMS,<br />

Serie de informes técnicos 912. Ginebra, 2005.<br />

35. Patete D, Michelle E, De Donato M. Evaluación de la<br />

eficacia del tratamiento antihelmíntico con pamoato de<br />

pirantel/oxantel y la reinfección por geohelmintos, en niños<br />

de dos poblaciones del estado Sucre. Kasmera;33:142-154.<br />

2005.<br />

36. Reddy A, Fried B. The use of Trichuris suis and other<br />

helminth therapies to treat Crohn’s disease. Parasitol<br />

Res;100:921-927. 2007.<br />

37. Restrepo M, Isaza D. Estudio comparativo de flubendazol,<br />

oxantel-pirantel, albendazol y mebendazol, en el<br />

tratamiento de helmintos transmitidos por el suelo. Acta<br />

Med Col;12:344-352. 1987.<br />

38. Sorieno A, Pa Ch. Two cases of Physaloptera infections<br />

in man from Colombia. J Parasitol;41:635. 1955.<br />

39. Vervelde L, van Leeuwen M, Kruidenier M et al. Protection<br />

studies with recombinant excretory/secretory proteins<br />

of Haemonchus contortus. Parasite Immunol;24:189-<br />

201. 2002.<br />

40. Verweoj J, Brienen E, Ziem J et al. Simultaneous detection<br />

and quantification of Ancylostoma duodenale, Necator<br />

americanus and Oesophagostomum bifurcum in fecal<br />

samples using multiplex real time PCR. Am J Trop Med<br />

Hyg;77:685-690. 2007.<br />

41. White C. Nitazoxanida: a new broad spectrum antiparasit<br />

agent. Expert Rev Anti Infect Ther;2:43-49. 2004.<br />

42. www.emedicine.com.white A, Eisen D. Cryptosporidiosis<br />

(Acceso 14/12/07), 2007.<br />

43. Zaph C, Troy A, Taylor B et al. Epithelial-cell-intrinsic<br />

IKK-beta expression regulates intestinal immune homeostasis.<br />

Nature;446:552-556. 2007.<br />

44. Ziem J, Spannbrucker N, Magnussen P et al. Oesophagostomum<br />

bifurcum-induce nodular pathology in a<br />

highly endemic area of Northern Ghana. Trans R Soc Trop<br />

Med Hyg;99:417-422. 2005.<br />

45. Ziem J, Spannbrucker N, Olsen A et al. Mass<br />

treatment with albendazole reduces the prevalence and<br />

severity of Oesophagostomum-induced nodular pathology<br />

in northern Ghana. Trans R Soc Trop Med Hyg;100:<br />

760-766. 2006.


Glosario<br />

A<br />

Acalasia (acalásica). Falta de relajación. Se refiere a que una zona<br />

denervada del esófago o del colon no se relaja cuando pasa el alimento<br />

o el bolo fecal y, por consiguiente, se produce una dilatación<br />

por encima de esa zona. Megaesófago o megacolon, respectivamente.<br />

Acantela. Segunda larva de los acantocéfalos, intermediaria entre el<br />

acantor y el cistacanto. Por lo general se ubica en el hemocele de<br />

escarabajos y otros artrópodos, hospederos intermediarios de los<br />

acantocéfalos.<br />

Acantor. Larva de acantocéfalo que emerge del huevo.<br />

Acefalohidátide. Hidátide (metacestodo) estéril sin protoescólices.<br />

Acefaloquiste. Quiste hidatídico estéril sin protoescólices.<br />

Acetabulum (acetábulo). Ventosa ventral de los trematodos. Ventosa<br />

del escólex de cestodos.<br />

Adventicia. Estructura de tejido colágeno que rodea al parásito y<br />

que se origina como reacción del hospedero a la presencia de éste.<br />

Amastigote. Forma intracelular de Leishmania spp. y Trypanosoma<br />

spp., de forma redondeada, que presenta un núcleo y un cinetoplasto,<br />

pero no tiene un flagelo libre. Con microscopio electrónico<br />

se observa un esbozo de flagelo.<br />

Ameboma. Granuloma originado por Entamoeba histolytica y que<br />

por lo general se ubica en el ciego, aunque puede localizarse en<br />

otras partes del intestino grueso. Contiene gran número de trofozoítos<br />

activos.<br />

Amniocentesis. Procedimiento realizado bajo visión ecográfica por<br />

el cual se extrae líquido amniótico del feto a partir de la semana 14<br />

de gestación.<br />

Anecoico (anecogénico). Sin eco.<br />

Anfidios. Órgano sensorial localizado en la región cefálica de los<br />

nematodos.<br />

Anfigonia (anfigónico). Reproducción sexual con fecundación; por<br />

ejemplo, ciclo reproductor de los plasmodios de la malaria en el<br />

anofelino vector (Anopheles spp.).<br />

Anillo polar. Organelo que forma parte del complejo apical de los<br />

esporozoos y que le sirve para invadir células del hospedero.<br />

Animales sinantrópicos. Son aquellos que viven en asentamientos<br />

humanos o cerca de ellos, formando comunidades estables o intermitentes,<br />

por ejemplo, ratas, palomas, etcétera.<br />

Anorexia. Falta o pérdida del apetito.<br />

Antogamia. Reproducción sexual que se observa en protozoos ciliados<br />

en los que se reorganiza el material genético formando las células<br />

hijas.<br />

Antropofilia. Afinidad por el humano.<br />

Antroponosis no zoonótica. Infección propia del humano.<br />

Apicomplexa (esporozoos). Es un Phylum de protozoos parásitos<br />

intracelulares que se caracterizan por presentar un complejo apical<br />

constituido por conoide, anillo polar y dentro del conoide roptries<br />

y micronemas. Todos sus representantes tienen un ciclo vital con<br />

tres fases: esquizogonia, multiplicación asexual, gamogonia, fase<br />

sexual que proviene de una oogamia con microgametos y macrogametos<br />

y la esporogonia donde el cigoto inicia otra reproducción<br />

asexuada originando gran cantidad de esporozoítos infectantes.<br />

Todos los esporozoos tienen apicoplasto, organelo que contiene<br />

DNA y que es el remanente de un plástido vegetal que se incluyó<br />

en los apicomplexa a través de los años.<br />

Apicoplasto. Organelo que está cerca del complejo de Golgi de los<br />

apicomplexa. Contiene DNA y representa el remanente de un<br />

plástido vegetal que ha sido incluido en los esporozoos a través de<br />

los años. Su división se produce antes de la división del núcleo.<br />

Arenilla hidatídica. Está constituida por ganchitos y protoescólices<br />

que se obtienen al centrifugar el líquido hidatídico de un quiste<br />

fértil.<br />

Ascitis quilosa. Presencia de líquido linfático en la cavidad peritoneal.<br />

Atrio genital. Cavidad que contiene el poro genital de los platelmintos<br />

y en la cual desembocan la vagina y la bolsa de cirro.<br />

Axénico. Cultivo in vitro de una sola especie de microorganismo.<br />

Axonema. Estructura que divide el cuerpo de los protozoos flagelados<br />

y ciliados. Formación del citoesqueleto de los esporozoos; está<br />

constituido por microtúbulos.<br />

Axostilo. Estructura rígida que recorre axialmente el cuerpo de algunos<br />

protozoos flagelados. Es un elemento de sostén y está constituido<br />

por microtúbulos.<br />

B<br />

Bartonelosis (enfermedad de Carrión). Enfermedad propia del Perú<br />

producida por Bartonella baciliformis y que se transmite por flebotomos.<br />

Existen dos variedades clínicas. la forma local o verruga<br />

peruana y la forma generalizada o fiebre de Oroya.<br />

Bilharzioma. Granuloma de la pared lateral o posterior de la vejiga<br />

producido por S. haematobium. Por lo general se origina en la etapa<br />

terciaria de la parasitosis.<br />

Biocenosis. Grupo de organismos vivos en un determinado há bitat.<br />

Bioética. Estudio sistemático de la conducta humana en el ámbito<br />

de las ciencias de la vida y de la salud. El criterio ético fundamental<br />

que regula esta disciplina es el respeto al ser humano, a los seres<br />

vivos y a sus derechos y a su bien verdadero.<br />

777


778 Glosario<br />

Biontófagas. Que se alimentan de tejidos vivos.<br />

Blefaroplasto, cinetosoma o corpúsculo basal. Organoide del cual<br />

emerge el axonema de los protozoos flagelados y ciliados.<br />

Bolsa copulatriz o campana copulatriz. Extensión de la extremidad<br />

posterior de los machos de algunos nematodos que intervienen en<br />

la cópula.<br />

Bolsa de cirro. Contiene el cirro, órgano copulatriz que es protruible,<br />

las glándulas prostáticas y la vesícula seminal del aparato genital<br />

masculino de los platelmintos.<br />

Bolsa epicular. Extensión de la extremidad posterior de los machos<br />

de los nematodos que le sirve durante la cópula.<br />

Bolsa genital. Expansión de la extremidad posterior de algunos machos<br />

de nematodos que tiene una función táctil y fijadora durante<br />

la cópula.<br />

Botón de Oriente. Lesión cutánea localizada originada por especies<br />

del género Leishmania del Viejo Mundo (L. tropica) que tiene una<br />

distribución esencialmente urbana.<br />

Botria (botridios). Hendiduras longitudinales que le sirven de fijación<br />

al escólex de cestodos Pseudophyllidae. Singular botrium.<br />

Bradizoíto. Formas que existen dentro de los quistes de Toxoplasma<br />

gondii y que tienen una reproducción lenta.<br />

Brote de fuente común. Brote epidémico que resulta de un grupo de<br />

personas expuestas a una fuente común.<br />

Brote de infección nosocomial. Número mayor de casos de una infección<br />

que los esperados durante un periodo determinado y en un<br />

lugar institucional: hospital, hogares de adultos mayores, etcétera.<br />

Brote epidémico. Aparición de un número inusual de casos de una<br />

enfermedad concreta, infecciosa o no.<br />

Brote propagado. Se denomina así al brote que se origina por la diseminación<br />

del agente biológico que se realiza directamente de<br />

persona a persona.<br />

Bruxismo. Contractura de la mandíbula con rechinar de dientes.<br />

Bulimia. Alteración del apetito en que la persona tiene ganas desmesuradas<br />

de comer que difícilmente se satisfacen.<br />

C<br />

Calreticulina. Molécula chaperona del retículo endoplasma de algunos<br />

parásitos, por ejemplo, T. cruzi que tiene múltiples funciones:<br />

facilita la invasión, es antiangiogénica (antiinflamatoria), evita la<br />

activación del complemento ya que se une a C 1 y lo inactiva. Tiene<br />

un porcentaje estructural similar a la calreticulina humana.<br />

Canal ginecóforo. Surco longitudinal de la superficie ventral de los<br />

esquistosomas machos, en el cual se aloja la hembra durante la<br />

cópula.<br />

Capacidad vectorial. Es el número de inoculaciones humanas esperadas<br />

de un caso infectivo (portador de gametocitos de malaria) en<br />

un día por la población local de anofelinos.<br />

Caso confirmado. Caso que tendrá características clínicas y/o estudios<br />

complementarios típicos y confirmación con técnicas de laboratorio.<br />

Caso índice. Es el primer caso detectado en una comunidad con el<br />

diagnóstico predefinido en el estudio de un brote o una epidemia.<br />

Caso primario. Es el caso que adquiere la enfermedad a partir de la<br />

fuente infectante.<br />

Caso probable. Caso que tendrá características clínicas y estudios<br />

complementarios típicos. Estos casos no tienen confirmación con<br />

técnicas de laboratorio.<br />

Caso secundario. Es el que adquiere la infección a partir de un caso<br />

primario.<br />

Caso sospechoso. Caso que tendrá menos características clínicas<br />

específicas de aquellas típicas que se esperan de un cuadro clásico<br />

de una enfermedad. Estos casos no tendrán confirmación con técnicas<br />

de laboratorio.<br />

Caspa caminante. Dermatitis exfoliativa producida por ácaros de la<br />

familia Cheyletiella que habitualmente parasitan a perros, gatos, conejos<br />

y excepcionalmente al humano. Se denominan así debido a que<br />

los ácaros trasladan trozos producto de la descamación que originan.<br />

Células falciformes (sickle cell). Hematíes en forma de media luna<br />

que contienen hemoglobulina S y originan la anemia falciforme.<br />

Células flamígeras, células en llama o solencitos. Órgano excretor y<br />

termorregulador de cestodos y trematodos. Se les denomina también<br />

protonefridio.<br />

Células morulares de Mott. Células plasmáticas activadas con inclusiones<br />

eosinofílicas que se pueden observar en el líquido cefalorraquídeo<br />

de individuos con tripanosomiasis africana. Constituyen<br />

un elemento patognomónico de esta parasitosis.<br />

Células NK (natural killer). Subpoblación de linfocitos que intervienen<br />

en la inmunidad innata provocando la muerte de células infectadas<br />

por lisis directa y secreción de INF (interferón).<br />

Cenuro. Larva, metacestodo, de Taenia multiceps, T. serialis y T.<br />

brauni que contiene varias vesículas prolígeras con protoescólices.<br />

Cepa. Subpoblaciones de una especie que difiere en su capacidad<br />

infectante, virulencia, tropismo, susceptibilidad a fármacos, capacidad<br />

de inducir respuesta inmune, etcétera.<br />

Cercaria. Forma larval final de los trematodos digenéticos (digénicos)<br />

parásitos, originada por reproducción asexuada de esporoquistes<br />

o redias.<br />

Cercómero. Zona posterior de un procercoide o de un cistercoide<br />

que contiene los ganchitos de la oncosfera o embrión hexacanto.<br />

Chagoma. Infiltración nodular eritematosa de la piel por penetración<br />

de formas metacíclicas de Trypanosoma cruzi.<br />

Chancro acarósico o de Fournier. Lesión nodular pruriginosa del<br />

glande originada por Sarcoptes scabiei.<br />

Chancro tripanosómico. Lesión cutánea de puerta de entrada de los<br />

tripanosomas africanos que está constituida por una pápula rodeada<br />

de eritema, edema y adenopatía regional. Más frecuente en los<br />

casos de T. b. rhodesiense (50%) que en los originados por T. b. gambiense.<br />

Ciclo biológico (ciclo vital, ciclo de vida). Etapas secuenciales del desarrollo<br />

de un parásito, por ejemplo, en ciclos sexuales comprenden<br />

desde el huevo hasta la forma adulta o desde el cigoto hasta la<br />

formación de gametos.<br />

Ciclo enzoótico primitivo. Preexistencia de un parásito entre animales<br />

mamíferos pequeños y vectores biológicos en un ambiente ecológico<br />

silvestre.<br />

Ciclo heteroxénico. Ciclo vital de un parásito que debe pasar por<br />

dos o más hospederos.<br />

Ciclo monoxénico. Ciclo vital de un parásito en un solo hospedero.<br />

Cigoto. Célula diploide formada por la fusión (singamia) de los gametos<br />

masculino y femenino (células haploides).<br />

Cilios. Organelos cortos de locomoción que salen del blefaroplasto<br />

o cinetosoma de los protozoos ciliados.<br />

Cimiasis. Lesión cutánea originada por Cimex lectularius (chinche<br />

de cama).<br />

Cinetodesmas. Fibrillas de comunicación entre los cinetosomas o<br />

cuerpos basales y el flagelo o cilio de los protozoos ciliados y flagelados.<br />

Forman parte del sistema infraciliar o infraflagelar.<br />

Cinetoplasto. Organelo que presentan algunos protozoos flagelados,<br />

que se encuentran cerca del blefaroplasto o cinetosoma, y que


Glosario 779<br />

aporta material energético para el flagelo. En algunos se forma a<br />

partir de una mitocondria diferenciada y contiene parte del DNA<br />

del protozoo (p. ej., T. cruzi).<br />

Circunesporozoíto. Esporozoíto infectante de la malaria que presenta<br />

en su superficie una proteína circunesporozoítica que se une a<br />

receptores específicos de los hepatocitos.<br />

Cirro. Órgano copulatriz protruible del aparato genital masculino<br />

de los platelmintos.<br />

Cistacanto. Tercera larva de los acantocéfalos, infectante para el<br />

hospedero definitivo (forma juvenil) y que presenta todas las estructuras<br />

de la forma adulta.<br />

Cisticerco. Forma larval (metacestodo) de la familia Taenidae que se<br />

forma a partir de una oncosfera y que está constituido por una<br />

vesícula llena de líquido que contiene un excólex invaginado.<br />

Cisticercoide. Forma larval (metacestodo) originada por una oncosfera<br />

y que está constituida por una estructura sólida con un escólex<br />

invaginado y una prolongación como cola, el cercómetro.<br />

Citoesqueleto. Estructura que permite mantener la forma del cuerpo<br />

y la flexibilidad de los protozoos. En los flagelados está constituido<br />

por microtúbulos peliculares, en los apicomplexa por el anillo<br />

polar, los axonemas y los túbulos radiales.<br />

Citopigio. Conducto por el que se eliminan las vacuolas de desecho<br />

de los protozoos ciliados.<br />

Citocinas. Proteínas originadas por diversos tipos de células que originan<br />

una respuesta inflamatoria e inmunitaria.<br />

Citosol. Organelo del citoplasma de algunos protozoos anaeróbicos<br />

(sin mitocondrias) donde se realiza el metabolismo energético (glucólisis),<br />

por ejemplo, E. histolytica, G. lamblia.<br />

Citostoma. Pequeña boca rudimentaria de los ciliados.<br />

Citotoxicidad mediada por células, dependiente de anticuerpos (ADCC).<br />

Las células NK expresan el receptor FcgIII (CD16), el cual tiene la<br />

capacidad de unirse a moléculas de IgG que recubren células. La<br />

IgG facilita la lisis de las células NK sobre las células blanco, por<br />

ejemplo, la ADCC especial que realizan los eosinófilos dirigidos<br />

contra los helmintos.<br />

Clona. Línea celular que deriva de una sola célula en los protozoos<br />

y en metazoos de un solo individuo.<br />

Coleperitoneo hidatídico. Es un hidatoperitoneo o hidatidoperitoneo<br />

que contiene bilis. Es decir, el quiste hidatídico hepático está<br />

comunicado con conductos biliares y el peritoneo.<br />

Colonia. Asociación de individuos de igual especie que viven juntos<br />

y su interdependencia es total, ya que no pueden subsistir por sí<br />

solos, por ejemplo, abejas, hormigas.<br />

Colpitis. Inflamación del útero.<br />

Colpitis macularis (cuello en fresa). Aspecto del cuello del útero<br />

por hemorragias microscópicas debido a diferentes etiologías, por<br />

ejemplo, Trichomonas vaginalis.<br />

Comensalismo. Asociación simbiótica entre dos especies diferentes,<br />

obteniendo una especie (comensal) ventaja sobre la otra (vive a<br />

expensas de ella) sin originar daño.<br />

Complejo apical. Ultraestructura propia de los apicomplexa constituida<br />

por anillos polares, roptries, micronemas y conoide.<br />

Complejo de Golgi. Organoide citoplasmático de algunos protozoos<br />

que participa en la síntesis y organización de la membrana plasmática.<br />

Conducto de Laurer. Parte del aparato genital femenino de los platelmintos<br />

que comunica directamente el ootipo con el exterior<br />

actuando como una vagina en algunas especies.<br />

Conducto deferente. Conducto de los platelmintos que lleva el esperma<br />

desde el conducto eferente hasta la bolsa de cirro.<br />

Conducto eferente o vaso eferente. Conducto de los platelmintos<br />

que lleva el esperma desde el testículo al conducto deferente.<br />

Conjugación. Variedad de reproducción sexuada que sólo existe entre<br />

los protozoos ciliados y que consiste en un intercambio de material<br />

genético nuclear entre las células progenitoras, por ejemplo,<br />

Balantidium coli.<br />

Conoide. Elemento de forma de espiral que está dentro de los anillos<br />

polares del complejo apical de los apicomplexa.<br />

Contacto directo. Mecanismo de transmisión directa entre hospedero<br />

infectado y el susceptible, por ejemplo, transmisión por relaciones<br />

sexuales o por manos contaminadas.<br />

Contacto indirecto. Mecanismo de transmisión en el que el agente<br />

infeccioso entra en contacto con el hospedero susceptible a través<br />

de un elemento intermediario que puede ser un fómite, vector mecánico<br />

o biológico.<br />

Coproantígeno. Antígeno que es eliminado por las heces.<br />

Copulación recíproca. Forma de copulación de algunos anélidos entre<br />

dos individuos hermafroditas no suficientes, por ejemplo, Hirudo<br />

medicinalis.<br />

Coracidio. Larva ciliada de algunos cestodos que se desarrolla a partir<br />

de una oncosfera cuando alcanza a un medio acuático.<br />

Cordocentesis. Procedimiento que se realiza bajo visión ecográfica,<br />

por el cual se punciona el cordón umbilical para la obtención de<br />

sangre fetal después de las 20 semanas de gestación.<br />

Corioamnionitis. Inflamación del corion y amnios, membranas fetales.<br />

Corionitis. Inflamación del corion, membrana fetal.<br />

Costa. Organelo de soporte que se extiende a lo largo de la membrana<br />

ondulante de tricomonas.<br />

Costillas. Expansión cuticular membranosa con elementos neuromusculares<br />

de la parte posterior de los machos de algunos nematodos<br />

que forman la bolsa genital.<br />

Cromosoma. Unidad estructural del material genético de los eucariotes<br />

formado de una molécula única de DNA lineal con copia<br />

helicoidal y una proteína asociada. Los cromosomas se condensan<br />

durante la mitosis y son visibles al microscopio óptico.<br />

Cruz de Escomel. Lesión del paladar blando, en forma de cruz, que<br />

se observa en algunos casos de leishmaniasis tegumentaria americana<br />

(LTA).<br />

Cuartana. Crisis febriles cada 72 horas producidas por Plasmodium<br />

malariae.<br />

Cuerpos parabasales. Estructura filamentosa asociada al cuerpo basal<br />

de los flagelados, formando un orgánulo diferenciado.<br />

Curva epidémica. Presentación gráfica del los casos de una epidemia.<br />

Cutícula. Capa laminar concéntrica, no nucleada, que forma la parte<br />

externa de la hidátide (metacestodo). Primera capa anucleada de<br />

naturaleza lipoproteica y colágena de la pared externa de los nematodos.<br />

Capa externa quitinosa de la superficie de los artrópodos<br />

que forma parte del exoesqueleto y que al efectuar la ecdisis le<br />

permite crecer al individuo.<br />

D<br />

Demodicidiasis. Infestación de los folículos pilosos y glándulas sebáceas<br />

del humano por ácaros de los géneros Demodex y Trombicula,<br />

por ejemplo, Demodex folliculorum y D. brevis.<br />

Dengue. Arbovirosis producida por Flavivirus, transmitido por<br />

mosquitos del género Aedes. Existen cuatro fenotipos que afectan<br />

al hombre, DEN1, 2, 3 y 4. Hay dos formas clínicas: síndrome<br />

febril agudo, de curso benigno y el síndrome hemorrágico con<br />

choque hipovolémico que puede ser fatal.


780 Glosario<br />

Dermatitis del turista (dermatosis del turista). Conjunto de afecciones<br />

de la piel que se transmiten por contacto con hospederos de<br />

otros lugares, por ejemplo, síndrome de larva migratoria cutánea<br />

(LMC) originada por larvas de Ancylostoma braziliensis, A. caninum<br />

(anquilostomiasis de gatos, perros y felinos salvajes), Uncinaria<br />

stenocephala (anquilostomiasis del perro europeo) y Bunostomium<br />

phlebotomum (anquilostomiasis del ganado bovino).<br />

Dermatitis urticante (o vesicantes) por Paederus. Lesión cutánea<br />

irritativa y ampollar por coleópteros del género Paederus spp.<br />

Dermatozoonosis parasitaria (zoodermatosis). Enfermedades de la<br />

piel producidas por parásitos de animales.<br />

Digenético (digénico). Se refiere a trematodos que presentan un ciclo<br />

vital que requiere de hospederos intermediarios.<br />

Dimorfismo sexual. Dentro de una especie hay sexos separados, machos<br />

y hembras que tienen diversidad en la forma, tamaño y estructura.<br />

Dioico. Sexo separado. Existen individuos machos y hembras.<br />

Disco suctorio. Depresión ventral en Giardia spp. que le sirve como<br />

órgano de fijación.<br />

Disentería. Eliminación de mucosidades y sangre por el recto, que<br />

por lo general se acompañan de pujo y tenesmo. La persona puede<br />

o no presentar diarrea.<br />

Disfagia. Dificultad en la deglución.<br />

Distoma. Trematodo con dos ventosas, una oral y otra ventral.<br />

Dolicocolon. Alargamiento del colon.<br />

Dolicomegacolon. Alargamiento y dilatación del intestino grueso<br />

(colon).<br />

Dolicomegaesófago. Alargamiento y dilatación del esófago.<br />

E<br />

Ecdisis. Transformación de un estadio a otro de algunos metazoos<br />

que les permite crecer al cambiar su envoltura externa, la cutícula<br />

de los artrópodos y la vaina de los nematodos.<br />

Ectoparásito. Parásito que vive en la superficie externa del hospedero,<br />

por ejemplo, piel.<br />

Ectoparásito estacionario (permanente). Parásitos de la piel (formas<br />

adultos o juveniles), que permanecen largo tiempo en contacto<br />

con el hospedero.<br />

Ectoparásito periódico. Formas adultas o juveniles de parásitos que<br />

mantienen contactos periódicos con el hospedador.<br />

Ectoparásito temporario (o temporal). Son ectoparásitos que permanecen<br />

un corto periodo en contacto con el hospedero.<br />

Ectoplasma. Parte del citoplasma de algunos protozoos que rodea al<br />

endoplasma y que cumple las funciones de locomoción, nutrición<br />

y excreción, por ejemplo, amebas.<br />

Elefantiasis. Aumento excesivo de volumen de las piernas, escroto,<br />

genitales, brazos y mamas por linfoedema. Existe además quiluria,<br />

debido a linfangitis crónica originada por las filarias linfáticas.<br />

Wuchereria bancrofti, Brugia malayi y B. timori.<br />

Elefantiasis escrotal (colgajo de ingle). En la oncocercosis se origina<br />

atrofia y fibrosis de los ganglios linfáticos inguinales y linfoadenopatías<br />

que producen un edema inguinal escrotal gigante.<br />

Embrióforo. Envoltura externa resistente del huevo de los cestodos<br />

que contiene un embrión (oncosfera).<br />

Embrión hexacanto (oncosfera). Embrión con ganchitos que emerge<br />

de los huevos de cestodos.<br />

Endemia. La presencia habitual de una enfermedad en una zona<br />

geográfica dada. También se puede referir a la prevalencia habitual<br />

de una enfermedad en esa zona.<br />

Endocitosis. Mecanismo por el cual células internalizan macromoléculas<br />

específicas del medio extracelular medida por la unión de<br />

éstas a receptores específicos de la membrana plasmática. Así, por<br />

ejemplo, algunos protozoos que carecen de citostoma (pequeña<br />

boca). Se alimentan por fagocitosis de partículas sólidas. bacterias,<br />

leucocitos, etc., y pinocitosis, incorporación de fluidos corporales.<br />

Endodiogenia. Forma especial de mitosis en la que se originan dos<br />

células hijas dentro de la célula madre, la que posteriormente es<br />

destruida, por ejemplo, Toxoplasma gondii.<br />

Endoftalmitis. Reacción inflamatoria intensa de la coroides y retina<br />

por diferentes microorganismos, por ejemplo, larva de Toxocara<br />

cati, T. felis, etc., (síndrome larva migrante ocular) que pueden<br />

originar el desprendimiento de retina.<br />

Endoparásito. Parásito que vive en el interior del hospedero.<br />

Endoplasma. Parte del citoplasma de algunos protozoos, que rodea<br />

al núcleo y que contiene al retículo endoplásmico, mitocondrias,<br />

complejo de Golgi y ribosomas.<br />

Endosimbiosis. Asociación estrecha entre especies diferentes en la<br />

cual los individuos de una viven dentro de las células de la otra, por<br />

ejemplo, las mitocondrias de las células eucariotas proceden de una<br />

simbiosis inicial con ciertas bacterias.<br />

Enfermedad de Chagas (tripanosomiasis americana). Zoonosis originada<br />

por el protozoo flagelado Trypanosoma cruzi que afecta al humano,<br />

animales domésticos, sinantrópicos y silvestres y es transmitida<br />

por artrópodos (vectores biológicos) de la familia Triatomidae.<br />

Enfermedad de los vagabundos (menalodermia pediculósica). La<br />

presentan personas con pediculosis crónica. Se caracteriza por la<br />

piel gruesa y pigmentada.<br />

Enfermedad de Robles (ceguera de Robles). Infección por Onchocerca<br />

volvulus, filaria subcutánea que origina dermitis, nódulos<br />

subcutáneos y lesiones oculares. Robles la describió en 1915 en las<br />

zonas cafeteras de Guatemala.<br />

Enfermedad del sueño (tripanosomiasis africana). Es originada por<br />

los tripanosomas africanos: Trypanosoma brucei-gambiense y T.<br />

brucei rhodesiense. Presenta dos modalidades clínicas: la forma aguda<br />

oriental con reservorios animales y la crónica u occidental, sin<br />

reservorios animales.<br />

Entopsia. Percepción de opacidades flotantes originadas por reacción<br />

inflamatoria del vítreo producidas por varios microorganismos<br />

que causan retinocoroiditis, por ejemplo, Toxoplasma gondii.<br />

Enuresis. Emisión incontrolada de orina (micción incontrolada).<br />

Enzootia primitiva. Preexistencia de un parásito entre pequeños animales<br />

mamíferos en un ámbito ecológico silvestre.<br />

Eosinófilo. Célula granulocitaria sanguínea que forma parte de los<br />

leucocitos. Con tinción de hematoxilina-eosina (HE), sus gránulos<br />

se tiñen de rojo, por este motivo se le conoce también como<br />

células acidófilas. Forman parte del sistema inmune y contribuyen<br />

en la defensa contra diferentes parásitos y microorganismos. Junto<br />

a los mastocitos y la IgE participa en los procesos de hipersensibilidad<br />

inmediata. Sus granulaciones contienen diferentes mediadores<br />

químicos como histamina, enzimas como la peroxidasa, ribonucleasa,<br />

desoxirribonucleasas, lipasas y la proteína básica mayor.<br />

Los eosinófilos producen varias citocinas: IL-1, IL-2, IL-4, IL6,<br />

IL-8 y TNF-a (factor de necrosis tumoral a).<br />

Epidemia. Aparición brusca de nuevos casos de una determinada<br />

enfermedad del hombre que ya existe en la región en forma endémica<br />

o importada y que después se atenúa siguiendo un curso característico.<br />

Epidemiología. Término que proviene del griego epi “arriba”, demos<br />

“pueblo” y logos “estudio” o “tratado”. Disciplina que estudia los


Glosario 781<br />

procesos de salud y enfermedad en lo que respecta a su distribución<br />

y determinantes en las poblaciones humanas.<br />

Epidemiología descriptiva. Es la rama de la epidemiología que caracteriza<br />

en tiempo, lugar y persona la presentación de los casos;<br />

por ejemplo, identificación del sexo, edad de los pacientes, causas<br />

de ingreso, área (viviendas) donde se produjo el caso y periodos de<br />

exposición, fecha de intervención, etcétera.<br />

Epimastigote. Forma alargada extracelular de Trypanosoma cruzi,<br />

que tiene un núcleo, cinetoplasto paranuclear o anterior y flagelo<br />

libre anterior.<br />

Epistemología (epistemiológica, epistemológica). Del griego epistoma<br />

“conocimiento” y logos “teoría” o “tratado”. Rama de la filosofía<br />

que trata los problemas que rodean la teoría al conocimiento. Se<br />

ocupa de la definición del saber y de los conceptos relacionados de<br />

las fuentes, los criterios, los tipos de conocimientos posibles y el<br />

grado con el que de cada uno resulta cierto.<br />

Epítopo (determinante antigénico). Región de una molécula antigénica<br />

a la cual se le une el anticuerpo.<br />

Epizootia (epizoótico). Aparición brusca de numerosos casos de<br />

una determinada enfermedad en animales que ya existe en la región<br />

como una enfermedad endémica o importada y que después<br />

se atenúa siguiendo un curso característico.<br />

Erucismo. Lesión cutánea por setas urticantes de larvas de lepidópteros<br />

(orugas).<br />

Escólex. Parte anterior de los cestodos que tienen los órganos de<br />

fijación. Corresponde a la cabeza de estos helmintos.<br />

Esferomastigote. Forma redondeada extracelular, transitoria de Trypanosoma<br />

cruzi, que tiene núcleo, cinetoplasto y un corto flagelo libre.<br />

Esófago. Segmento del aparato digestivo que une la cápsula bucal<br />

con el intestino en los nematodos y la faringe con la bifurcación<br />

del ciego de los trematodos.<br />

Esófago claviforme (estrongiloide). Lo presentan algunos nematodos.<br />

Es un conducto que se va ensanchando y adquiere un aspecto<br />

de maza. No tiene bulbo.<br />

Esófago discinético. Estadio de la esofagopatía chagásica con discreta<br />

dilatación (


782 Glosario<br />

Farmacocinética. Proceso de absorción, distribución, biotransformación<br />

y eliminación de un fármaco. Estos factores, junto a las<br />

dosis, determina la concentración de un fármaco en el sitio de acción.<br />

Fasmidios. Órganos sensoriales localizados en la extremidad posterior<br />

de los nematodos.<br />

Fenómeno de convergencia. Especies diferentes de parásitos que<br />

presentan funciones similares, tienen órganos análogos, por ejemplo,<br />

los artrópodos hematófagos permanentes necesitan simbiontes<br />

(vía transovárica), en cambio los artrópodos hematófagos transitorios<br />

no tienen simbiontes al nacer.<br />

Fiebre amarilla. Arbovirosis producida por Flavivirus. La enfermedad<br />

humana es grave, por este motivo lo mejor es prevenirla (vacuna<br />

fiebre amarilla). Es endémica de África Tropical, América Central<br />

y algunos países de Sudamérica. Desde el punto de vista<br />

epidemiológico existen dos formas. la selvática con reservorios silvestres<br />

(monos) y vectores zoofílicos y una urbana que se transmite<br />

de persona a persona por insectos vectores antropofílicos (Aedes<br />

spp.).<br />

Enfermedad de Katayama (fiebre de Katayama, síndrome de Katayama).<br />

Síndrome infeccioso con fiebre, compromiso del estado<br />

general, tos, crisis asmáticas, diarrea mucosanguinolenta, e hipereosinofilia,<br />

originado por Schistosoma japonicum. Por lo general el<br />

cuadro clínico se inicia cuando las hembras efectúan la postura de<br />

huevos. Otros esquistosomas pueden originar el síndrome.<br />

Fiebre papatasi. Infección viral transmitida por flebotomos.<br />

Filogénesis (filogenia). Estudio evolutivo de un grupo sistémico,<br />

en general superior a la especie.<br />

Flagelo. Organelo filiforme más largo que un cilio, de estructura<br />

compleja que le sirve a algunas células eucariotes para la locomoción.<br />

Fómites. Elementos inanimados del medio ambiente, aire, agua,<br />

viento, ropa, etc., que se pueden transmitir pasivamente a agentes<br />

patógenos.<br />

Forma anectásica. Se designa así a la esofagopatía chagásica que mantiene<br />

el calibre del esófago, pero presenta lentitud en el tránsito.<br />

Formas cortas y densas (stumpy). Formas sanguíneas de los tripanosomas<br />

africanos que son captados por moscas tse-tse, cuando<br />

éstas pican a mamíferos infectados para alimentarse.<br />

Formas procíclicas. Elemento de multiplicación de los tripanosomas<br />

africanos Trypanosoma b. gambiense, T. b. rhodesiense y T. b.<br />

brucei en el intestino medio de las moscas Glossina spp. (tse-tse).<br />

Fototactismo. Tendencia de organismos vivos a moverse en una dirección<br />

determinada al ser estimulados por la luz, si se acerca a ella<br />

es fototactismo positivo y cuando se aleja de ella es fototactismo<br />

negativo.<br />

Fuente de infección (fuente infectante). Persona, animal, vegetal,<br />

objeto o sustancia de la cual el agente infeccioso pasa al hospedero<br />

susceptible. Muchas veces la transmisión se realiza directamente<br />

desde el reservorio al hospedero, en este caso el reservorio es también<br />

la fuente de infección. La fuente de infección puede encontrarse<br />

en cualquier punto de la cadena de transmisión, como vehículo,<br />

vector, hospedero intermediario o artículo contaminado, por<br />

ejemplo, agua contaminada (amebiasis), mosquitos infectados<br />

(malaria), la carne de vacuno (teniasis por Taenia saginata), un juguete<br />

contaminado (difteria), etcétera.<br />

Funículo epididimitis. Inflamación del cordón espermático y del<br />

epidídimo.<br />

Funisitis. Inflamación del cordón umbilical.<br />

Furocercaria. Cercaria con cola bifurcada.<br />

G<br />

Gametociticida. Fármaco que actúa sobre las formas sexuales de los<br />

parásitos, por ejemplo, la quinina tiene actividad gametociticida<br />

contra los gametocitos masculinos y femeninos de P. vivax.<br />

Gametocitos, gamonte. Célula a partir de la cual se diferencian<br />

los gametos masculinos o femeninos en el ciclo evolutivo de los<br />

coccidios.<br />

Gametogonia. Diferenciación de gametocitos o gametos.<br />

Gametos. Célula reproductiva aploide que al unirse con otro gameto<br />

forma un cigoto diploide.<br />

Gamogonia (singamia). Unión de los gametos masculino y femenino<br />

para formar el cigoto.<br />

Gamonte. Célula que da origen a los gametos en algunos protozoos.<br />

Genoma. Información genética total de una célula o de un organismo.<br />

Geohelminto. Helminto de ciclo monoxénico (ciclo directo), cuyos<br />

huevos se desarrollan en la tierra.<br />

Geotactismo. Tendencia de organismos vivos a moverse en dirección<br />

del centro de la Tierra, geotactismo positivo o alejarse de ella,<br />

geotactismo negativo.<br />

Geotropismo. Movimiento de orientación de un organismo cuyo<br />

factor predominante es la fuerza de gravedad, por ejemplo, las raíces<br />

de las plantas tienen geotropismo positivo. Cuando la orientación<br />

es contra la gravedad se habla de un geotropismo negativo.<br />

Germinativa (prolígera). Capa interna sincicial de la cual se forman<br />

todos los elementos de la hidátide (metacestodo) y que se ubica<br />

por debajo de la cutícula.<br />

Giemsa. Tinción diferencial que se emplea en hematología y que<br />

comprende un colorante básico (gel de metileno), colorante ácido<br />

(eosina) y un colorante electivo para la cromatina nuclear (Azur<br />

II). El citoplasma de las células se tiñe de azul y el núcleo rosa<br />

púrpura.<br />

Glándula de Mehlis. Células glandulares que rodean al ootipo del<br />

aparato genital femenino de los platelmintos. Produce mucus para<br />

el desplazamiento de los huevos y lipoproteínas para su cáscara.<br />

Glucocáliz. Capa fina de carbohidratos que se encuentran en la superficie<br />

externa de diversas células, por ejemplo, Trypanosoma<br />

cruzi. Interviene en la respuesta inmune y en el reconocimiento y<br />

fijación de ciertas estructuras.<br />

Glucoforina. Glucoproteína transmembrana de eritrocitos humanos<br />

a los que se unen los merozoítos de los plasmodios de la malaria.<br />

Glucoproteína. Proteínas de unión covalente a una cadena de oligosacáridos.<br />

Varias de las proteínas de la membrana celular de los<br />

parásitos son glucoproteínas. La mayor parte de las proteínas secretadas<br />

corresponden a este tipo.<br />

Glucosoma. Organelo celular de los tripanosomátidos que contienen<br />

enzimas para la glucólisis y oxidación del NAD.<br />

GM-CSF. Factor estimulador de colonias granulocíticas y macrofágicas<br />

adyudantes que codifican citocinas inmunoestimuladoras que<br />

se pueden incluir en los plasmidios bacterianos en la fabricación de<br />

vacunas antiparasitarias.<br />

Gránulos de Maurer. Gránulos eosinófilos de color rojo oscuro del<br />

interior de eritrocitos parasitados por Plasmodium falciparum.<br />

Gránulos de Schüffner. Granulaciones que existen en eritrocitos parasitados<br />

por Plasmodium vivax.<br />

Grataje. Lesión de la piel originada por el rascado repetido.<br />

Gubernaculum (gubernáculo). Formación cuticular de los órganos<br />

genitales de algunos machos de nematodos donde se ubica la espícula<br />

y que le permite orientarse y deslizarse.


Glosario 783<br />

H<br />

Hábitat. Genéricamente se denomina así al componente biótico y<br />

abiótico de una determinada especie, es decir, su ambiente vital.<br />

Halterio. Vestigios del segundo par de alas en los dípteros, necesarios<br />

para mantener el equilibrio.<br />

Halzoun (marrara). Síndrome producido por el bloqueo mecánico<br />

de la oro-nasofaringe por algunos parásitos, por ejemplo, Linguatula<br />

serrata, sanguijuelas acuáticas, etcétera.<br />

Helminto. Nombre genérico de los vermes parásitos y que comprende<br />

trematodos, cestodos, nematodos y acantocéfalos.<br />

Hematófago. Parásito que se alimenta de sangre.<br />

Hematoquezia. Eliminación de sangre roja o algo más oscura por el<br />

ano. Por lo general corresponde a una hemorragia digestiva baja.<br />

Hemocele. Cavidad principal de los artrópodos.<br />

Hemoglobina A. Es la hemoglobina normal o del adulto. Está formada<br />

por dos globinas a y dos b unidas a un grupo hemo (hierro<br />

ferroso más protoporfirina IX). Se encuentra dentro de los eritrocitos<br />

de la mayoría de los seres humanos.<br />

Hemoglobina S. Alteración genética de hemoglobina que origina<br />

glóbulos rojos en forma de hoz que son más frágiles y transportan<br />

menos oxígeno que la hemoglobina normal (hemoglobina A). La<br />

anemia por células falciformes que se origina en los pacientes con<br />

HbS es propia de África y de países del Mediterráneo.<br />

Hemolinfa. Líquido que llena el hemocele de los artrópodos y la<br />

cavidad seudocelomática de los nematodos.<br />

Hemozoína. Pigmento malárico.<br />

Hermafrodita. Presencia de ambos sexos en un individuo.<br />

Heterotópica. Nutrición a base de compuestos preformados, moléculas<br />

y productos de degradación que presentan algunos protozoos.<br />

Heteroxeno (ciclo). Cuando existe más de un hospedador intermediario<br />

en el ciclo vital de un parásito.<br />

Hibridación. Asociación complementaria de una cadena de ácido<br />

nucleico para formar una cadena de doble hélice (DNA/DNA;<br />

RNA/RNA; DNA/RNA). Técnica que se utiliza para evidenciar<br />

especificidad secuencial del DNA o RNA.<br />

Hidátide. Larva (metacestodo) del género Echinococcus, de aspecto<br />

vesicular, llena de líquido y de protoescólices. Está constituida por<br />

una capa sincicial, la germinativa, y por fuera la cutícula formada<br />

por capas anucleadas concéntricas. La capa germinativa origina las<br />

vesículas prolígeras que forman los protoescólices. Por diferenciación<br />

de éstos se originan las vesículas hijas.<br />

Hidátide heterotópica. Al romperse la adventicia de un quiste hidatídico<br />

hepático o pulmonar la hidátide entera cae al peritoneo o<br />

pleura donde continúa su desarrollo.<br />

Hidatidoperitoneo, hidatidopleura, hidatidopericardio. Al romperse<br />

un quiste hidatídico cae a la serosa líquido hidatídico, protoescólices<br />

y vesículas hijas.<br />

Hidatoperitoneo, hidatopleura, hidatopericardio. Al romperse el<br />

quiste hidatídico cae a la serosa (peritoneo, pleura o pericardio)<br />

líquido hidatídico y protoescólices.<br />

Hidatoventrículo. Cuando un quiste hidatídico infértil o fértil, pero<br />

sin vesículas, se abre a los ventrículos laterales.<br />

Hidrocele. Presencia de agua en la serosa que rodea al testículo.<br />

Hidrogenosomas. Organelos de algunos protozoos anaeróbicos<br />

donde se realiza el metabolismo energético, se oxida el piruvato<br />

liberando hidrógeno, por ejemplo, Trichomonas vaginalis.<br />

Hiperecoico (hiperecogénico). Con alto eco (en sonografía, ecografía).<br />

Hipersensibilidad (alergia tipo I o reagínica). Mediada por IgE. El<br />

primer contacto con el parásito índuce la formación de anticuerpos<br />

IgE y la fijación de éstos a los mastocitos. Exposiciones subsecuentes<br />

provocan una reacción antígeno-anticuerpo sobre el mastocito<br />

y la degranulación de estas células con la consecuente<br />

reacción inflamatoria.<br />

Hipersensibilidad (alergia tipo II o citotóxica). Medida por anticuerpos<br />

IgM o IgG que se fijan sobre las células que serán dañadas.<br />

Estos anticuerpos pueden activar el complemento o inducir la fagocitosis<br />

por macrófagos. Ambas acciones pueden terminar con la<br />

destrucción de las células blanco.<br />

Hipersensibilidad (alergia tipo III por complejos inmunes). Cuando<br />

existe un exceso de antígeno en la circulación se producen complejos<br />

inmunes que precipitan en los tejidos y activan el sistema del<br />

complemento, lo que origina inflamación local y destrucción de<br />

las membranas biológicas de la vecindad.<br />

Hipersensibilidad (alergia tipo IV o tardía). Reacción inmunitaria<br />

generada por linfocitos T tipo 1, en la cual los macrófagos y linfocitos<br />

citotóxicos pueden lesionar los tejidos que albergan los parásitos,<br />

a través de procesos inflamatorios y otros.<br />

Hipnozoíto. Forma latente de Plasmodium vivax y P. ovale que se<br />

localiza en los hepatocitos. Son los que originan las recidivas (ataques<br />

maláricos secundarios) de algunos pacientes.<br />

Hipodermis. Segunda capa, sincicial de la pared externa de los nematodos.<br />

Hipoecoico (hipoecogénico). Con escaso eco (en ecografía o sonografía).<br />

Hipopión. Pus en la cámara anterior del ojo. Por lo general se acompaña<br />

de inflamación de la conjuntiva (ojo rojo). Se puede originar<br />

por una infección de la córnea (queratitis) o una uveítis anterior o<br />

en una endoftalmitis.<br />

Histamina. Amina vasoactiva mediadora de la inflamación originada<br />

por mastocitos y basófilos activos.<br />

Histograma. Representación gráfica de un brote epidémico de una<br />

epidemia que indica la distribución de los casos sospechosos en el<br />

tiempo, según la aparición de los primeros síntomas. Considera a<br />

todos los afectados, cada caso está representado por un cuadro pequeño.<br />

Hospedero accidental. Hospedero circunstancial de un parásito.<br />

Hospedero definitivo. Alberga la forma adulta sexuada del parásio,<br />

por ejemplo, Anopheles spp. en la malaria.<br />

Hospedero intermediario. Alberga la forma larval del parásito, por<br />

ejemplo, vacunos infectados con Cisticercus bovis, larva de Taenia<br />

saginata.<br />

Hospedero (mesonero). Ser vivo en el cual vive un parásito. Por lo<br />

general hay una relación negativa positiva entre hospedero y parásito,<br />

ya que el hospedero recibe un daño y el parásito un beneficio.<br />

Hospedero paraténico (transportador). Es el que transporta al parásito<br />

sin que éste se desarrolle (no se reproduce ni evoluciona). Habitualmente<br />

es un hospedero que se ubica entre el hospedero intermediario<br />

y el definitivo.<br />

I<br />

IL-1 (interleucina 1). Citocina producida mayoritariamente por células<br />

mononucleares fagocíticas activadas. Mediadora de la respuesta<br />

inflamatoria del hospedero en la inmunidad innata.<br />

IL-2 (interleucina 2). Citocina producida por el linfocito T estimulado<br />

por antígeno. Induce el aumento de linfocitos T y al mismo<br />

tiempo potencia la muerte por apoptosis de los linfocitos T activados.<br />

Por otra parte estimula la proliferación y las funciones efectivas<br />

de las células NK (natural killer) y de linfocitos B.


784 Glosario<br />

IL-3 (interleucina 3). Citocina producida por linfocitos TCD4+<br />

que favorecen la expansión de los progenitores medulares inmaduros<br />

de todos los tipos de células que se originan en la médula.<br />

IL-4 (interleucina 4). Citocina producida probablemente por basófilos.<br />

Tiene por función principal la diferenciación de células ayudantes<br />

T “naïves” (simples) (ThO cells) a TH 2. Además, estimula<br />

la proliferación de células B y T activadas y la diferenciación de<br />

células TCD4+ a células Th2. Induce también a las células B para<br />

que cambien y produzcan IgE. Su exceso se relaciona con procesos<br />

de hipersensibilidad.<br />

IL-5 (interleucina 5). Es producida por los linfocitos T helper y los<br />

mastocitos. Su función es estimular el crecimiento de las células B<br />

y aumentar la producción de inmunoglobulinas. Actúa como mediador<br />

en la activación de los eosinófilos.<br />

IL-6 (interleucina 6). Citocina producida por fibroblastos, células<br />

endoteliales y células mononucleares fagocitarias activadas en la<br />

respuesta innata y adquirida.<br />

IL-8 (interleucina 8). Citocinas producidas por macrófagos, células<br />

epiteliales y endoteliales. IL-8 puede ser secretada por cualquier<br />

célula que tenga receptores “Toll like” que participan en la inmunidad<br />

innata. Su principal función es reclutar neutrófilos para fagocitar<br />

el antígeno que gatilla el modelo de antígeno de los receptores<br />

“Toll like”. IL-8 es una de las quimiocinas liberadas por macrófagos<br />

al fagocitar un antígeno para atraer a la zona otras células inmunológicas.<br />

IL-9 (interleucina 9). Polipéptido glucosilado con peso de 30 000 a<br />

40 000. Secretados por células T activadas por IL-2. Tiene efecto<br />

in vitro sobre promotores de crecimiento de las células cebadas.<br />

Puede coestimular a las células T junto a IL-2 o IL-4. También<br />

puede estimular a progenitores hematopoyéticos.<br />

IL-10 (Interleucina 10). Citocina producida por células mononucleares<br />

fagocíticas y en menor grado por linfocitos. Se le conoce<br />

como factor de inhibición de la síntesis de citocinas (CSIF). Tiene<br />

una función múltiple en la inmunorregulación y en la inflamación.<br />

En las enfermedades autoinmunes (p. ej., Crohn) tiene un rol inmunorregulador<br />

esencial que contrasta con el exceso de inmunidad<br />

que se produce en ciertas patologías.<br />

IL-12 (interleucina 12). Citocina producida por células mononucleares<br />

fagocíticas cuya función es estimular la producción de<br />

INF-g (interferón g) por células NK.<br />

Imitación molecular (molecular mimicing). Proceso por el cual los<br />

parásitos a través de la evolución se han despegado de los antígenos<br />

muy diferentes a los de su hospedero, conservando las moléculas<br />

similares a éste, con lo cual suprimen las reacciones inmunes más<br />

poderosas, pero al mismo tiempo esta confluencia molecular ha<br />

favorecido las reacciones cruzadas entre parásito y hospedero y el<br />

desarrollo de enfermedades autoinmunes.<br />

Incidencia. Término genérico para caracterizar la frecuencia de una<br />

enfermedad, infección u otro fenómeno en un periodo y en relación<br />

a la población en la que ocurre. Se expresa más específicamente<br />

como tasa o razón, por lo común como el número de casos<br />

nuevos que se presentan en un momento determinado en la unidad<br />

de población en que ocurren (p. ej., los casos de enfermedad<br />

de Chagas por 100 000 habitantes y por año).<br />

Índice epidémico. Indicador compuesto por los casos observados<br />

versus los casos esperados. La comparación estadística de estas dos<br />

tasas de incidencia permite obtener este índice.<br />

INF (interferón). Citocina producida por las células NK y linfocitos<br />

T. Su principal función es la activación de macrófagos.<br />

Infección. El parásito (endoparásito), vive en el hospedero, se reproduce<br />

y provoca una reacción de este último.<br />

Infección nosocomial. Infección adquirida en un recinto institucional<br />

(hospitales, consultorios, hogar de ancianos, etc.).<br />

Infección parasitaria. Penetración y multiplicación de virus, hongos,<br />

bacterias, protozoos y metazoos en un hospedero sin provocar<br />

daño importante y originar enfermedades.<br />

Infestación parasitaria. Parasitosis de la superficie de los hospederos,<br />

por lo general corresponde a ectoparásitos (piel) o a macro<br />

(parásito) (p. ej., helmintos en el ambiente exterior).<br />

Inmunidad adquirida. Es la resistencia específica a la invasión por un<br />

parásito determinado y a veces por ciertos estadios de un parásito.<br />

Es específica (opera sólo contra los epítopos que la generaron) y<br />

presenta memoria, es decir, las respuestas secundarias son más rápidas,<br />

intensas y persistentes, además de que tienen mayor afinidad.<br />

Inmunidad celular. Forma de inmunidad adquirida mediada por<br />

linfocitos T.<br />

Inmunidad concomitante o no esterilizante. La respuesta inmune<br />

del hospedero produce una resistencia a la reinfección, pero la parasitosis<br />

persiste (antes se denominaba premunición).<br />

Inmunidad esterilizante. La respuesta inmune del hospedero provoca<br />

la curación completa con la eliminación total de los parásitos. El<br />

hospedero queda inmune a nuevas infecciones.<br />

Inmunidad innata. Es la resistencia preexistente representada por<br />

una serie de barreras físicas, químicas y biológicas. Físicas como la<br />

piel, el mucus, cilios respiratorios, peristaltismo digestivo. Químicas<br />

como el ácido gástrico, enzimas digestivas y lisozimas de las<br />

secreciones. Biológicas con amplia especificidad y sin memoria<br />

inmunológica, por ejemplo, activación del complemento por la vía<br />

alterna o por la vía de las lectinas (que no requieren de anticuerpos<br />

específicos), lo que origina actividades opsonizantes, inflamatorias,<br />

inmunoestimulantes y destructoras de membranas biológicas.<br />

Inmunocomplejo. Complejo antígeno-anticuerpo.<br />

Inmunoparasitología. Rama de la parasitología que estudia la relación<br />

del sistema inmunitario de los hospederos y de los parásitos.<br />

Inmunosupresión. Proceso en el cual el individuo es incapaz de producir<br />

una respuesta inmunitaria, ya sea por una enfermedad infecciosa,<br />

genética o por la administración de ciertos fármacos.<br />

Isozimas (isoenzimas). Enzimas que tienen igual función, pero se<br />

desplazan electroforéticamente en forma diferente por tener distinta<br />

estructura química, por ejemplo, radical CH 3 u otro, no funcional.<br />

Constituyen los zimodemas.<br />

J<br />

James (gránulos de). Granulación de los eritrocitos infectados con<br />

Plasmodium ovale. Similares a los gránulos de Schuffner pero más<br />

grandes y menos numerosos.<br />

K<br />

Kala-azar (calazar o fiebre negra). Nombre local de la leishmaniasis<br />

visceral originada por L. donovani.<br />

Knott (técnica de). Método de concentración por centrifugación<br />

de microfilarias en sangre periférica, en que se hemolizan previamente<br />

los eritrocitos y las microfilarias y los leucocitos se tiñen con<br />

Giemsa o hematoxilina.<br />

Kryptos. Oculto.


Glosario 785<br />

L<br />

Labium. Labio inferior de los insectos.<br />

Ladilla. Nombre vulgar de Phthirus pubis.<br />

Larva. Forma progenitora evolutiva de helmintos que se desarrolla<br />

a partir del embrión. Forma juvenil evolutiva de los insectos de<br />

metamorfosis completa que es totalmente diferente a la forma<br />

adulta.<br />

Larva migrante cutánea. Síndrome originado por larvas de nematodos<br />

parásitos de carnívoros (la mayoría son por Ancylostoma spp.)<br />

que penetran la piel humana produciendo trayectos en la parte<br />

superficial de ella. La larva no continúa su desarrollo ya que el<br />

humano no es su hospedero habitual.<br />

Larva migrante visceral. Síndrome producido por la ingestión accidental<br />

de huevos larvados de ascáridos de carnívoros (Toxocara canis,<br />

T. felis, Toxascaris leonina) que originan una migración de las<br />

larvas por diversos órganos y tejidos. No hay desarrollo de las larvas<br />

por no ser el humano el hospedero habitual.<br />

Larvicida. Insecticida que actúa sobre la forma larval de algunos<br />

insectos de importancia sanitaria.<br />

Lectina. Proteínas que se pueden unir a grupos de glúcidos de la<br />

membrana celular, originando su aglutinación. No son enzimáticas<br />

ni se originan en el sistema inmunológico.<br />

Leishmanización. Infección deliberada en partes cubiertas del cuerpo<br />

por estimulación inmunológica protectora con leishmanias.<br />

Lepidopterismo. Lesión cutánea producida por contacto con algunas<br />

mariposas (lepidópteros).<br />

Leucocoria. Pupila blanca con falta de visión de ese ojo que se origina<br />

por diversas causas: desprendimiento de la retina, retinoblastoma,<br />

etcétera.<br />

Leucorrea. Secreción blanco amarillenta de mal olor que se elimina<br />

por la vagina.<br />

Liendre. Huevo del piojo.<br />

Lientería (diarrea lientérica). Diarrea con eliminación de alimentos<br />

sin digerir.<br />

Linfocito T ayudante tipo I. Al ser estimulados antigénicamente producen<br />

IL-2, interferón y TNF (factor de necrosis tumoral). Estas<br />

citocinas, a su vez, estimulan la proliferación de macrófagos y de<br />

linfocitos T citotóxicos (CD8, reacción de tipo celular).<br />

Linfocito T ayudante tipo II. Al ser estimulados antigénicamente producen<br />

IL-4, IL-5, IL-6, IL-9 e IL-10. Estas citocinas promueven la<br />

proliferación de linfocitos B o eosinófilos y/o mastocitos (reacción<br />

de tipo humoral).<br />

Linfocito T citotóxico. Es una subpoblación de linfocitos, cuya principal<br />

actividad es efectuar la destrucción de células.<br />

Linfocito T Helper. Subpoblación funcional de linfocitos que realizan<br />

la activación de macrófagos y la facilitación de la producción<br />

de anticuerpos por las células plasmáticas en la respuesta humoral.<br />

Se le designa como CD4+.<br />

Linfocitos B (células B). Subpoblación funcional de linfocitos que<br />

corrientemente intervienen en las reacciones humorales o mediadas<br />

por anticuerpos. Al ser estimulados por antígenos se multiplican<br />

y transforman en células plasmáticas, las que producen los diferentes<br />

tipos de inmunoglobulina: IgM, IgG, IgA, IgE, etc., es<br />

decir, son responsables de la respuesta inmune humoral. Existen<br />

varios tipos de linfocitos B: 1) células plasmáticas que son células<br />

B grandes y que al ser estimuladas por antígenos producen las inmunoglobulinas.<br />

2) Linfocitos B de memoria, que se forman a<br />

partir de linfocitos B activados y que cumplen una función específica<br />

en la respuesta inmunológica primaria. 3) Linfocitos B 1 , que<br />

producen más IgM que IgG, con receptores poliespecíficos pero<br />

con preferencia a autoantígenos, polisacáridos comunes a diferentes<br />

bacterias y a otras inmunoglobulinas. 4) Linfocitos B 2 , que son<br />

los más comunes.<br />

Linfoedema (linfedema). Edema del tejido subcutáneo por obstrucción<br />

de los canales linfáticos (p. ej., en la filariasis linfática<br />

existe un aumento de volumen de las piernas, escroto y genitales<br />

[elefantiasis] por esta causa).<br />

Líquido hidatídico. Líquido claro, transparente como agua de roca,<br />

que se encuentra dentro del quiste hidatídico. Constituido sobre<br />

todo por agua, glucosa, polipéptidos e hidratos de carbono. Formado<br />

por la prolígera y elementos filtrados selectivamente del hospedero.<br />

Al ser centrifugado el líquido proveniente de quistes hidatídicos<br />

fértiles, se obtiene la arenilla hidatídica (protoescólices,<br />

ganchitos).<br />

Lisosoma. Vesícula del protoplasma rica en enzimas hidrolíticas.<br />

Lobopodo. Protozoo (ameba) que emite seudopodios gruesos y romos.<br />

M<br />

Macrófago activado. Los macrófagos son células que normalmente<br />

fagocitan y digieren células foráneas. Esta capacidad aumenta al ser<br />

activados, es decir, una vez que han interactuado con citocinas estimuladoras:<br />

interferón, factor de necrosis tumoral, IL-1. Estas citocinas<br />

aumentan también la capacidad de los macrófagos para<br />

producir sustancias tóxicas (superóxido, ácido nítrico y proteasas).<br />

Macrogameto. Gameto femenino grande y de poca movilidad.<br />

Macrogameto femenino. Gameto grande e inmóvil de los Apicomplexa<br />

(esporozoos). Corresponde en algunas especies al óvulo.<br />

Macrogametocito, macrogamonte. Célula que da origen a un macrogameto.<br />

Mastocitos. Células que participan en la reacción inflamatoria.<br />

Cuando son activados liberan sus gránulos y mediadores hormonales.<br />

histamina, serotonina, proteoglucanos (heparina) y triptasas.<br />

Además leucotrieno, prostaglandina D 2 , factor de activación<br />

de plaquetas, citocinas y factor quimiotáctico de eosinófilos que<br />

junto a la IgE tienen un rol preponderante en la hipersensibilidad<br />

precoz o inmediata.<br />

Maurer (gránulos). Granulaciones de forma irregular que presentan<br />

los eritrocitos infectados con Plasmodium falciparum.<br />

Mecanismo de evasión. Proceso por el cual un parásito puede evadir<br />

la respuesta inmune.<br />

Medicina basada en evidencia (MBE). Este concepto es un enfoque<br />

de la medicina que integra las mejores evidencias disponibles a la<br />

pericia clínica y los valores del paciente para optimizar los desenlaces<br />

clínicos y la calidad de vida. Con la MBE se reconoce que la<br />

intuición, la experiencia clínica no sistemática y la base fisiopatológica<br />

teórica especulativa son bases insuficientes para la toma de<br />

decisiones clínicas.<br />

Megacolon. Colon dilatado.<br />

Meiosis. Proceso en el cual se reducen los cromosomas a la mitad,<br />

transformándose las células en haploides (p. ej., gametos).<br />

Membrana ondulante. Estructura presente en algunos protozoos flagelados<br />

que tienen por función unir el cuerpo celular al flagelo.<br />

Meningoencefalitis aguda. Inflamación del encéfalo y meninges.<br />

Merogonia. Esquizogonia de un esporozoíto o de un merozoíto que<br />

dará origen a nuevos merozoítos.<br />

Meromiario. Se refiere a nematodos que presentan pocas fibras musculares<br />

al corte histológico transversal.


786 Glosario<br />

Meronte. Elemento que se forma de la reproducción del esporoplasma<br />

dentro de la célula hospedera parasitada en los microsporidios.<br />

Más tarde se transforma en esporontes y después en esporas que se<br />

eliminan con las heces.<br />

Merozoíto. Células hijas que se originan a partir de las esquizogonias<br />

de un esporozoíto o merozoíto.<br />

Mesonero, hospedero. Ser vivo en el cual vive un parásito.<br />

Metacercaria. Forma enquistada de los trematodos parásitos digénicos.<br />

Estado entre la cercaria y el parásito adulto. Es la forma infectante<br />

de los hospederos definitivos de algunos trematodos.<br />

Metacestodo (metacestode). Diferentes estados de las formas larvales<br />

de los cestodos que se originan de la oncosfera.<br />

Metacíclico. Etapa evolutiva final de un parásito. Es la forma infectante<br />

para el hospedero susceptible (p. ej., Trypanosoma cruzi metacíclico<br />

de las deyecciones de triatominos).<br />

Metamorfosis. Desarrollo de algunos Phylum de animales mediante<br />

el cual se forman estados juveniles hasta alcanzar el estado adulto.<br />

Metamorfosis hemimetabólica (o incompleta). Desarrollo gradual<br />

de los insectos en el cual las ninfas son similares a las formas adultas<br />

y tienen los mismos hábitos alimenticios. Existen los siguientes<br />

estados: huevo, ninfa, adulto.<br />

Metamorfosis holometabólica (o completa). Los insectos presentan<br />

los siguientes estados: huevo, larva, pupa, adultos. Las formas larvales<br />

son totalmente diferentes a las formas adultas (p. ej., larva de<br />

dípteros, de lepidópteros, etc.).<br />

Metanálisis. Forma de la medicina basada en evidencia (MBE) que<br />

consiste en una revisión sistemática mediante métodos estadísticos<br />

específicos que permiten cambiar y resumir los resultados de varios<br />

estudios.<br />

Metasoma. Cuerpo o tronco de los acantocéfalos en forma de tubo,<br />

rodeado de una pared sólida. En su interior está el seudoceloma<br />

que contienen los órganos sexuales masculino o femenino.<br />

Método de microhematócrito o microstrout. Técnica de concentración<br />

de tripomastigotes sanguíneos. Utiliza sangre venosa o suero<br />

que se recoge en capilares de microhematócrito. Se centrifuga a<br />

1 000 rpm durante tres minutos. El capilar en el límite de la capa<br />

leucocitaria es fracturado. Se deposita la capa leucocitaria y el plasma<br />

en un portaobjetos. Se recorre en forma cuidadosa la preparación<br />

con el microscopio para observar los parásitos.<br />

Método de Strout. Técnica de concentración de tripomastigotes sanguíneos.<br />

Se basa en centrifugar a 1 000 rpm durante 10 minutos a<br />

la sangre citratada, volver a centrifugar el sobrenadante a 1 500<br />

rpm por otros 10 minutos y, por último, se centrifuga el último<br />

sobrenadante a 2 500 rpm por el mismo tiempo. El sedimento final<br />

se examina al fresco o en frotis teñidos con Giemsa.<br />

Miasis. Desarrollo y destrucción de tejidos humanos y de animales<br />

por larvas de dípteros muscideos.<br />

Miasis furunculoide. Parasitación de tejidos del hospedero por larvas<br />

de la mosca Dermatobia hominis.<br />

Miasis lineal rampante. Lesión cutánea originada por larvas de moscas<br />

del género Gasterophilus (parásitos del ganado equino y bovino).<br />

Constituye una variante clínica del síndrome larva migrante<br />

cutánea.<br />

Microaerófilo. Organismo que se desarrolla en un ambiente con<br />

poco oxígeno.<br />

Microfilaria. Embrión de las filarias nematodas que se transforma en<br />

la forma adulta en el hospedero definitivo o final, y en larvas infectantes<br />

en los insectos vectores.<br />

Microgameto. Gameto masculino pequeño y de gran movilidad (p.<br />

ej., Apicomplexa).<br />

Microgameto masculino. Gameto pequeño móvil de los Apicomplexa<br />

(Esporozoos). Corresponde al espermatozoide de algunas<br />

especies.<br />

Microgametocito. Célula que da origen a un microgameto.<br />

Micronemas. Elementos delgados y sinuosos del complejo apical de<br />

los Apicomplexa que se abren junto a las roptries de la parte anterior<br />

de los esporozoítos y de los merozoítos para penetrar a las células<br />

del hospedero.<br />

Micropila. Abertura pequeña de los ooquistes de los coccidios, por<br />

el cual salen los esporozoítos.<br />

Microtricos. Vellosidades de la cutícula de los cestodos que les sirven<br />

para aumentar la superficie de absorción y mantenerse en el<br />

lumen intestinal.<br />

Miracidio. Larva ciliada que emerge del huevo de algunos trematodos<br />

digénicos.<br />

Mitocondria. Organoide citoplasmático presente en las células eucariotes<br />

que contiene DNA y está rodeado de dos membranas. Ahí se<br />

efectúa la fosforilación oxidativa y, por consiguiente, se obtiene la<br />

mayor producción de ATP.<br />

Mitosomas. Mitocondrias reducidas de los microsporidios.<br />

Monoxeno (ciclo). Cuando el parásito cumple su ciclo vital en un<br />

solo hospedador (p. ej., Entamoeba histolytica) todo su ciclo biológico<br />

se realiza en el humano.<br />

Morbilidad. Enfermedad producida por una infección determinada.<br />

Mosca tse-tse. Nombre local de dípteros de la familia Glossimidae,<br />

vectores biológicos de la enfermedad del sueño (tripanosomiasis<br />

africana).<br />

Movimiento peristáltico. Movimiento rítmico por ondas de contorsión<br />

de las fibras musculares de la pared de órganos huecos que se<br />

producen en sentido descendente (p. ej., sentido oro-anal en el<br />

tubo digestivo).<br />

Mutación. Modificación permanente y hereditaria de la secuencia<br />

nucleótida de un cromosoma. Habitualmente afecta a un solo gen.<br />

Mutualismo. Asociación simbiótica entre dos individuos de especies<br />

diferentes con ventajas para ambos (simbionte y hospedero).<br />

N<br />

Nagana. Término utilizado en Sudáfrica para referirse a una forma<br />

clínica que afecta gravemente a animales, originada por Trypanosoma<br />

brucei brucei que es transmitido por Glossina spp. (tse-tse).<br />

Necrobiontófaga. Larva de dípteros (moscas) que se alimentan de<br />

tejidos necrosados.<br />

Neumatocele. Celdillas pulmonares llenas de aire (no tienen pared<br />

propia).<br />

Neumotórax. Aire en la cavidad pleural (entre la pleura parietal y<br />

visceral).<br />

Nicho ecológico. Posición que un organismo ocupa en el equilibrio<br />

del ecosistema. Rol funcional en el ambiente de la comunidad.<br />

Nigua (bicho del pie, pique o pulga de la arena). Término local de las<br />

áreas tropicales y subtropicales de América para designar la lesión<br />

que produce Tunga penetrans.<br />

Ninfas. Formas juveniles de insectos con metamorfosis hemimetabólica<br />

(incompleta) y de ácaros y garrapatas con un número completo<br />

de patas.<br />

Nódulos acarinos. Lesiones granulomatosas pequeñas, de pocos milímetros,<br />

muy pruriginosas, producidas por reacciones de hipersensibilidad<br />

a la hembra de Sarcoptes scabiei.<br />

Nutrición heterotrófica. Variedad de nutrición holozoica en que el<br />

ser vivo consume materia orgánica ya formada, es decir, el organis-


Glosario 787<br />

mo no es capaz de elaborar su propia materia orgánica a partir de<br />

sustancias inorgánicas (p. ej., protozoos, que ingieren productos<br />

preformados, moléculas y productos de degradación a través del<br />

cistostoma o por endocitosis).<br />

Nutrición holozoica. Los seres vivos (p. ej., protozoos) ingieren y digieren<br />

nutrientes y eliminan los metabolitos.<br />

Nutrición saprozoica. Los seres vivos (p. ej., protozoos) absorben<br />

sustancias nutritivas disueltas en el medio a través de la membrana<br />

celular.<br />

Nutrición holofílica. La presentan seres vivos (p. ej., protozoos que<br />

aprovechan la energía solar para sintetizar hidratos de carbono).<br />

O<br />

Ocelo. Ojos simples de un insecto.<br />

Odinofagia. Dolor al deglutir.<br />

Oncocercoma. Nódulo subcutáneo constituido por ovillos de formas<br />

adultas y juveniles (microfilarias) de Onchocerca volvulus.<br />

Oncosfera (hexacanto). Embrión con seis ganchitos que emerge<br />

de los huevos de cestodos. También se le denomina embrión hexacanto.<br />

Ooquinete. Cigoto móvil de plasmodios, formado en el intestino<br />

del mosquito (Anopheles spp.).<br />

Ooquiste. Forma de resistencia que contiene el cigoto resultante de<br />

la singamia en los Apicomplexa, puede estar revestido por una capa<br />

translúcida (Cytoisospora) o estar desnudos (plasmodios).<br />

Ooteca. Conjunto de huevos encerrados en un revestimiento quitinoso<br />

(p. ej., cucarachas).<br />

Ootipo. Región dilatada del conducto genital femenino de los platelmintos,<br />

rodeada por las glándulas de Mehlis. Allí se produce la<br />

fecundación y el desarrollo del huevo.<br />

Opérculo. Tapón de algunos huevos de parásitos, por el cual emerge<br />

la larva (p. ej., Diphyllobothrium spp.).<br />

Opilación. Edema generalizado, producido por una uncinariasis<br />

crónica severa, que no responde a los diuréticos, pero sí a la terapia<br />

antihelmíntica.<br />

Orquitis. Inflamación de testículos.<br />

Ósmosis. Difusión de moléculas de un solvente de una solución<br />

menos concentrada a una de mayor concentración a través de una<br />

membrana semipermeable que impide de forma selectiva el paso<br />

de moléculas del soluto y es permeable al solvente.<br />

Oviducto. Conducto que une el ovario con el receptáculo seminal<br />

en los platelmintos.<br />

P<br />

PAIR (PA). Procedimiento utilizado en el tratamiento de los quistes<br />

hidatídicos abdominales. Consiste en una preparación con albendazol<br />

(10 mg/kg/día) por 5-7 días y luego en pabellón quirúrgico<br />

bajo pantalla ecográfica se punciona el quiste y se aspira su contenido.<br />

Entonces se introduce un fármaco quisticida y después se<br />

reaspira el contenido. Actualmente sólo se efectúa la primera de<br />

dos etapas. No se introducen fármacos quisticidas, ya que pueden<br />

originar una colangitis esclerosante en los quistes hidatídicos hepáticos.<br />

El objetivo de la punción y aspiración bajo pantalla ecográfica<br />

es dejar una cavidad libre para que el albendazol que se administra<br />

posteriormente en curas de un mes, con descanso de 15 días, y<br />

repetición del proceso hasta efectuar tres curas como mínimo,<br />

pueda actuar sobre la germinativa de los quistes hidatídicos.<br />

Palpos maxilares. Apéndice del aparato bucal de los artrópodos que<br />

protege los quelíceros y al hipostoma.<br />

Pancitopenia. Disminución de todos los elementos figurados de la<br />

sangre, eritrocitos, leucocitos y plaquetas.<br />

Paniculitis nodular migratoria eosinofílica. Lesión migratoria producida<br />

por larvas L3 avanzadas (LsA) de Gnathostoma spinigerum<br />

en el humano.<br />

Papilofilia. Afinidad por la papila. Con fines didácticos se designa<br />

así a diversas lesiones de la retina y coroides, por ejemplo, la forma<br />

de granuloma periférico producido por larvas de Toxocara spp.<br />

(síndrome larva migrante visceral) que adquieren la forma de capullo<br />

(síndrome del capullo) y cuyo tracto fibroso fino se dirige “a<br />

la papila”.<br />

Paradigma de simplificación. Conjunto de creencias, valores y técnicas<br />

que reducen, abstraen y disyuntivan los conocimientos y<br />

hechos.<br />

Paradigma (paradigmáticos). Conjunto de creencias, valores y técnicas<br />

que comparten miembros de una comunidad científica. En<br />

la práctica se considera como un modelo de interpretación y conocimiento.<br />

Paramastigote. Forma redonda extracelular, de transición de Leishmania<br />

spp. Tiene núcleo, cinetoplasto paranuclear y un corto flagelo<br />

libre que emerge de la parte anterior.<br />

Parasitemia. Presencia de parásitos en la sangre.<br />

Parasitismo accidental o causal o extraviado o aberrante. Se origina<br />

cuando el parásito se establece en un hospedero que no es el habitual.<br />

Por lo general el parásito sólo logra vivir por un tiempo corto.<br />

Parásito endocelular. Parásito que vive dentro de las células del hospedero<br />

(p. ej., T. cruzi).<br />

Parásito errático (parasitismo). Se designa así cuando el parásito<br />

está en su hospedero habitual, pero ubicado fuera de su localización<br />

normal.<br />

Parásito extracelular. El parásito vive fuera de la célula del hospedero<br />

(p. ej., larva de nematodos).<br />

Parásito facultativo. El organismo tiene una forma de vida libre y<br />

bajo ciertas condiciones una vida parasitaria (p. ej., amebas de vida<br />

libre, Naegleria spp. y Acanthamoeba spp.).<br />

Parásito heteroxénico. El ciclo vital del parásito se efectúa en dos o<br />

más hospederos de diferente especie (dixénico, polixénico, etc.),<br />

por ejemplo, Taenia solium (dixénico), en humano la forma adulta<br />

y en cerdo la larva o Cysticercus cellulosae. Diphyllobothrium latum<br />

(polixénico) ya que se desarrolla en copépodos, peces y mamíferos<br />

ictiófagos (incluyendo al humano).<br />

Parásito monoxénico. Todo su desarrollo se realiza en un solo hospedero<br />

(p. ej., Enterobius vermicularis).<br />

Parásito obligado (obligatorio). El ser vivo sólo se puede desarrollar<br />

como parásito (p. ej., piojos, Pediculus humanus, Phthirus pubis).<br />

Parásito, parasitismo. Relación simbiótica en que una especie vive<br />

en la superficie (ectoparásito) o en el interior (endoparásito) de<br />

otra especie de la cual se alimenta y le provoca daño en mayor o<br />

menor grado y/o tiene la potencialidad de provocar daño.<br />

Parásito periódico (temporario). Son aquellos que cumplen parte de<br />

su ciclo vital en el ambiente y en el hospedero. Es decir, en parte<br />

de su ciclo vital es parásito y en parte se desarrolla en el ambiente<br />

exterior, por ejemplo, adultos de Ancylostoma duodenale (parásito)<br />

y larvas que se desarrollan en el medio ambiente (tierra).<br />

Parásito permanente (estacionario). Durante toda su existencia y<br />

durante todo su ciclo evolutivo vive en la superficie o en el interior<br />

del hospedero como parásito (p. ej., Pediculus humanus).


788 Glosario<br />

Parasitoidismo. Proceso mediante el cual algunos insectos depositan<br />

huevos o larvas en el cuerpo de otro individuo vivo, el cual le<br />

sirve de alimento.<br />

Partenogénesis (partenogenéticamente). Forma de reproducción<br />

en que el huevo se desarrolla sin que haya sido fecundado. Proviene<br />

de partenon “virgen” y genesis “generar”. Es una reproducción sin<br />

participación del sexo masculino.<br />

PCR (polymerase chain reaction). Esta técnica se basa en la amplificación<br />

de un segmento específico de DNA. Se utilizan primers, es<br />

decir, oligonucleótidos específicos para iniciar el proceso y obtener<br />

con la polimerasa ciclos sucesivos de síntesis de DNA.<br />

PCR-RFLP. Técnica que consiste en la amplificación por reacción de<br />

polimerasa en cadena seguido del análisis de polimorfismo de longitud<br />

de los fragmentos de restricción de una determinada especie<br />

o cepa.<br />

Periódico, subperiódico. En varias especies de filarias las microfilarias<br />

en la sangre periférica presentan periodicidad. Así, por ejemplo,<br />

se detectan en la sangre periférica cada 24 horas, o en ciertos casos<br />

a determinados horarios de la tarde o de la noche y no se observan<br />

en otras horas. Cuando la microfilaremia dentro de las 24 horas no<br />

es muy marcada se designa como especie o cepa subperiódica.<br />

Periodo de incubación. Intervalo entre el contacto inicial del agente<br />

infeccioso y la aparición de los primeros síntomas asociados a la<br />

infección.<br />

Periodo patente. Etapa de la infección parasitaria en la cual hay sintomatología<br />

o demostración de elementos del parásito.<br />

Periodo prepatente. Etapa de la infección parasitaria comprendida<br />

entre la infección y la presencia de elementos propios del parásito<br />

y/o aparición de sintomatología.<br />

Peroxisomas. Organoides de algunos protozoos que contienen enzimas<br />

oxidativas que permiten liberar peróxido de hidrógeno.<br />

Phytoparásitos o fitoparasitosis. Parásitos que pertenecen al reino<br />

vegetal.<br />

Pian bois. Término local para referirse a la lesión ulcerosa cutánea<br />

producida por Leishmania guayanensis, equivalente a la Uta del<br />

Perú y a la úlcera de los chicleros de México.<br />

Pinocitosis. Proceso de ingestión y digestión de partículas líquidas<br />

por células.<br />

PKDL (postkala azar, termal, leishmaniasis). Lesión cutánea que se<br />

presenta como secuela de un kala-azar (Leishmania donovani) y<br />

que se caracteriza por presentar nódulos, pápulas y máculas.<br />

Placa livedoide. Lesión cutánea originada por el veneno de Loxosceles<br />

laeta y que consiste en una zona violácea equimótica con zonas<br />

pálidas isquémicas, con vesículas o flictenas o bulas serosas o serohemorrágicas<br />

en su superficie. Asienta sobre una base dura acartonada<br />

y está rodeada de un halo eritematoso y edema. Por lo general<br />

está constituida por completo a las 12-24 horas del accidente.<br />

Placa paratergali (paratergal o paratergalis). Engrosamiento de los<br />

estigmas del límite lateral del abdomen de los piojos.<br />

Plasmagel. Endoplasma sólido de algunos protozoos (p. ej., amebas<br />

que se licua, es decir, pasa a plasmasol al seguir al ectoplasma licuefactado<br />

en la formación de los seudopodios).<br />

Plasmalema. Parte de la membrana celular del hospedero que rodea<br />

a los protozoos parásitos intracelulares y que después se engruesa y<br />

transforma en la vacuola parasitosfora.<br />

Plasmasol. Endoplasma líquido que se forma a partir del plasma<br />

gel que es sólido para formar parte de los seudopodios de las<br />

amebas.<br />

Plerocercoide. Larva (metacestodo) que se forma a partir del procercoide<br />

en algunos cestodos.<br />

Plexo de Batson. Constituido por el plexo venoso vertebral y su comunicación<br />

con los vasos intercostales posteriores.<br />

Plexo pampiniforme. Red de arterias y venas que suplen de sangre a<br />

los testículos y epidídimo.<br />

Población. Complejo de individuos limitados y definidos respecto a<br />

espacio y tiempo. Pueden pertenecer a una sola especie (población<br />

monoespecífica) o a la mayoría de los habitantes del biotipo (población<br />

poliespecífica).<br />

Poliembrionía. Formación de varios embriones de un cigoto único.<br />

Polimiario. Se refiere a nematodos que presentan gran cantidad de<br />

fibras musculares (al corte histológico transversal).<br />

Porina. Proteína de transmembrana que forma un canal acuoso en<br />

la membrana mitocondrial externa, permitiendo el paso de moléculas<br />

con peso molecular inferior a 1 000.<br />

Poro excretor. Orificio en el cual desembocan los canales excretores,<br />

conductos localizados en el extremo anterior en los nematodos y<br />

en el posterior en los trematodos.<br />

Poroplasto. Órgano laminar membranoso en cuyo interior se encuentra<br />

un aparato de Golgi rudimentario, mitosomas, retículo<br />

endoplasma y una vacuola posterior que funciona como peroxisoma.<br />

Praesoma. Parte anterior de los acantocéfalos adultos que les permite<br />

fijarse o perforar la mucosa intestinal. Comprende la proboscis<br />

retráctil con ganchos y espinas, el cuello y los apéndices cilíndricos<br />

del tegumento praesomal.<br />

Predatismo, predación. Una especie vive a expensas de otra (predador)<br />

a la cual mata y devora (presa).<br />

Prevalencia. Término genérico que se emplea para caracterizar la<br />

frecuencia de una enfermedad u otro fenómeno en un momento<br />

determinado y en relación con la población donde se registra. La<br />

prevalencia se expresa más específicamente como tasa o razón<br />

de prevalencia. El número de casos de una enfermedad que se observa<br />

en un grupo específico de la población en un periodo determinado<br />

(p. ej., la tasa de prevalencia de la enfermedad de Chagas<br />

es el número de casos [antiguos y nuevos] que existen por cada<br />

100 000 habitantes en un periodo determinado).<br />

Primer. Secuencia de nucleótidos que define y limita a un producto<br />

de amplificación genética mediante PCR.<br />

Primordio genital. Principio del aparato genital.<br />

Proboscis. Parte del aparato bucal de algunos insectos. Parte anterior<br />

retráctil cubierta de espinas o ganchos de los acantocéfalos.<br />

Trompa de algunos mamíferos.<br />

Procariota(e). Célula primitiva sin membrana nuclear y por lo general<br />

sin organelos, aparato de Golgi, mitocondrias, retículo endoplasmático<br />

(p. ej., bacterias).<br />

Procercoide. Larva (metacestodo) que se forma a partir del coracidio<br />

en el hemocele de algunos crustáceos copépodos.<br />

Proglótida(o). Segmento de la estróbila de los cestodos que contiene<br />

ambos aparatos reproductores (masculino y femenino). De<br />

acuerdo con el desarrollo del aparato genital se les divide en: 1)<br />

inmaduras, tienen sólo un esbozo del sistema reproductor; 2) maduras,<br />

que presentan ambos sistemas de reproducción bien desarrollados,<br />

y 3) grávidas que tienen gran cantidad de huevos dentro<br />

del útero.<br />

Proglótida grávida. Es la que presenta el útero lleno de huevos de los<br />

cestodos.<br />

Proglótida inmadura. Sólo presenta esbozos del aparato genital<br />

(masculino y femenino) en los cestodos.<br />

Proglótida madura. Tiene un desarrollo completo del aparato genital<br />

(masculino y femenino) en los cestodos.


Glosario 789<br />

Promastigote. Forma alargada extracelular de Leishmania spp, tiene<br />

núcleo, cinetoplasto anterior y flagelo libre que emerge directamente<br />

de la parte anterior.<br />

Protoescólex (protoescólices). Escólex juvenil que se origina por<br />

brotes internos (yemación) en la hidátide y en el cenuro.<br />

Protonefridio. Ver células flamígeras o células en llama.<br />

Puerta de entrada. Lugar por donde ingresa el agente infeccioso al<br />

hospedero.<br />

Pupa. Estado de desarrollo de los artrópodos holometabólicos entre<br />

la larva y el imago.<br />

Pupario. Envoltura quitinosa de la pupa.<br />

Q<br />

Quelícero. Apéndices en número par que le sirven a los arácnidos,<br />

garrapatas y ácaros para su alimentación.<br />

Quemosis. Edema de la conjuntiva.<br />

Quilocele. Presencia de linfa en la serosa que rodea al testículo.<br />

Quilotórax. Linfa (quilo) en la cavidad pleural (entre la pleura visceral<br />

y la parietal).<br />

Quiluria. Eliminación de linfa por la orina.<br />

Quimiotactismo. Tendencia de las células a moverse en una dirección<br />

determinada por un estímulo químico.<br />

Quiste. Forma de resistencia y reproducción de los protozoos. Por<br />

lo general inmóvil, revestido por una doble membrana.<br />

Quiste hidatídico. Constituido por la hidátide (larva del género<br />

Echinococcus) y la reacción del hospedero, la adventicia.<br />

Quitina. Parte del exoesqueleto de los artrópodos constituida por<br />

polisacáridos nitrogenados.<br />

R<br />

Rabditoide (rhabditoide). Larva inmadura (primer o segundo estadio)<br />

de algunas especies de nematodos que presentan un bulbo<br />

esofágico adaptado a la ingestión de partículas y bacterias necesarias<br />

para su desarrollo y el de los estadios sucesivos.<br />

Reacción de Mazzotti (prueba de Mazzotti). Reacción de hipersensibilidad<br />

por destrucción de microfilarias y liberación de sustancias<br />

extrañas (antígenos) a la circulación sistémica. Los pacientes presentan<br />

prurito generalizado, artralgias, cefalea y malestar general.<br />

Se puede originar al tratar la filariasis linfática con dietilcarbamacina<br />

(DEC) o ivermectina.<br />

Reacción intradérmica de Montenegro (prueba de leishmanina).<br />

Reacción intradérmica que utiliza como antígeno lisado de promastigotes<br />

de leishmania. Detecta anticuerpos celulares y su lectura<br />

es de tipo tardío (48 horas). Existe reacción cruzada con la enfermedad<br />

de Chagas.<br />

Reactivos de fase aguda. Compuestos que se producen como respuesta<br />

aguda contra los parásitos y que pasan a la circulación sistémica<br />

(p. ej., proteína C reactiva, amiloide, etc.).<br />

Recidiva. Episodio secundario de la enfermedad infecciosa que se<br />

produce después de un tiempo superior al periodo de incubación<br />

(p. ej., crisis malárica secundaria por P. vivax, producida por la<br />

reactivación de hipnozoítos hepáticos).<br />

Recrudescencia (cimiento). Enfermedad secundaria que por lo general<br />

se origina en casos de malaria por terapia ineficaz (P. falci parum)<br />

o reactivación de formas sanguíneas en reposo latente (P. malarie).<br />

Redia. Estadio larval de los trematodos digénicos que se origina por<br />

reproducción asexuada a partir de un esporoquiste o de una redia<br />

madre.<br />

Reproducción anfigónica. Forma de reproducción en la que participan<br />

ambos sexos.<br />

Reproducción asexuada. Forma de reproducción sin presencia de<br />

gametos.<br />

Reproducción por fisión múltiple (esquizogonia, merogonia). En<br />

este tipo de reproducción el núcleo se divide en múltiples partes<br />

(mitosis simple) y luego el citoplasma también se divide en forma<br />

múltiple originando el esquizonte inmaduro que posteriormente<br />

pasa a maduro con merozoítos. Este último se rompe (por la gran<br />

cantidad de parásitos) liberándose así los merozoítos (p. ej., plasmodios<br />

de la malaria).<br />

Reproducción simple o por fisión binaria. En este tipo de reproducción<br />

primero se divide el núcleo por mitosis y luego el citoplasma<br />

originando dos células hijas (p. ej., Trypanosoma cruzi).<br />

Reservorio específico. Reservorio donde el microorganismo es capaz<br />

de sobrevivir en un solo hospedero de una sola especie.<br />

Reservorio (fuente infectante). Animales, vegetales, suelo o materia<br />

orgánica inanimada donde el agente infeccioso vive y se reproduce<br />

y puede transmitirse a un agente susceptible. El humano es el<br />

reservorio más frecuente de los agentes infecciosos patógenos para<br />

las personas.<br />

Reservorio inespecífico. Reservorio donde el parásito es capaz de<br />

sobrevivir en distintos hospederos de diferentes especies.<br />

Reservorios animados. Animales, humanos donde el parásito crece,<br />

se multiplica y puede transmitir a un susceptible.<br />

Reservorios inanimados. Materiales, pisos, muebles, suelo donde el<br />

parásito crece, se multiplica y puede transmitirse a un susceptible.<br />

Respuesta de fase aguda. Es una reacción inflamatoria focal inespecífica<br />

en respuesta a productos parasitarios que inducen la producción<br />

de IL-1, -6 y -8, TNF y factores del complemento que<br />

originan la proliferación, activación y quemotaxis de macrófagos,<br />

linfocitos y neutrófilos aumentan las moléculas de adhesión y la<br />

permeabilidad de los vasos.<br />

Retículo endoplasmático. Parte del citoplasma de los protozoos<br />

constituidos por canales y que tiene en su parte exterior a los ribosomas.<br />

Retrofección. Reinfección por vía anorrectal (p. ej., larvas de Enterobius<br />

vermicularis a partir de huevos colocados en la piel de los<br />

márgenes anales).<br />

Rhabdions. Estructura de la cavidad bucal de algunos nematodos<br />

recubierta de una capa laminar.<br />

Ribosomas. Organoides que forman parte del retículo endoplasma<br />

de los protozoos, donde se realiza la síntesis proteica.<br />

Ritmo circadiano. Secuencia repetida de eventos que se suceden con<br />

intervalos de 24 horas (p. ej., postura de microfilarias).<br />

Roptries(as) o rhoptries. Organelos densos, alargados que se encuentran<br />

dentro de los anillos polares y que se extienden hacia la<br />

membrana celular de los Apicomplexa.<br />

Roséola cerúlea. Mancha azulada de la piel, producida por la saliva<br />

de Phthirus pubis (ladilla).<br />

Rostelo. Prominencia retráctil en el ápex del escólex de los cestodos.<br />

S<br />

Sarna incógnita. Forma de sarna noruega o costrosa en la que la<br />

persona infestada no presenta prurito.<br />

Sarna noruega (sarna costrosa). Variedad de sarna que afecta preferentemente<br />

a individuos inmunocomprometidos y que se caracteriza<br />

por presentar un gran número de ácaros, niveles altos de IgE,<br />

eosinofilia periférica y lesiones costrosas.


790 Glosario<br />

Schüffner (gránulos). Pequeñas granulaciones rosadas que presentan<br />

los eritrocitos infectados con Plasmodium vivax, teñidos con<br />

Giemsa<br />

Seudoceloma. Cavidad del cuerpo de los nematodos que no tiene<br />

revestimiento seroso.<br />

Seudoparásito. Elementos orgánicos e inorgánicos groseros que<br />

pueden ser confundidos con parásitos.<br />

Seudopodio. Extroflexión protoplasmática de una ameba o célula<br />

ameboidea que le sirve para la locomoción y alimentación. Participa<br />

el citoplasma (semisólido), seguido por el endoplasma (semilíquido).<br />

Seudoquiste. Grupo de parásitos intracelulares que no presentan<br />

una pared quística alrededor de ella, están rodeados por su propia<br />

membrana celular.<br />

Signo de Kerandel. Periostitis tibial con hiperestesia tardía que se<br />

observa en el estadio I hematolinfático de la tripanosomiasis africana.<br />

Signo de Romaña. Se observa en la etapa aguda de la enfermedad de<br />

Chagas por la penetración y multiplicación de T. cruzi, y se caracteriza<br />

por la presencia de edema bipalpebral unilateral (duro), dacrioadenitis<br />

y adenopatía preauricular.<br />

Signo de Stierlin. En los procesos de granulomatosis cecal (p. ej.,<br />

TBC, angiostrongiloidiasis abdominal) se observa en las radiografías<br />

y fluoroscopías con medio de contraste, vacuidad del ciego,<br />

mientras el íleon y el colon retienen la sustancia opaca.<br />

Signo de Winterbottom. Adenopatías del triángulo de la nuca que se<br />

observan en la tripanosomiasis africana (enfermedad del sueño) en<br />

la etapa I hemolinfática.<br />

Simbionte. Organismo que tiene una relación (simbiótica) con otro<br />

ser vivo de diferente especie, con integración espacial metabólica o<br />

reproductiva por un periodo significativo de su historia natural. Si<br />

la convivencia beneficia a ambos, se le denomina simbiosis, en sentido<br />

estricto, si beneficia a un simbionte y no daña al otro, se trata<br />

de comensalismo y si daña al hospedero es parasitismo.<br />

Simbionte facultativo. El simbionte establece una asociación oportunista<br />

con otros individuos de diferente especie sin que esté representando<br />

necesariamente una dependencia permanente.<br />

Simbiosis (en sentido amplio). Relación entre individuos de diferente<br />

especie con diversos niveles de interacción espacial, metabólica<br />

o reproductiva, etc. Por tradición esta asociación tienen diferentes<br />

formas: comensalismo, mutualismo o parasitismo.<br />

Simbiosis (en sentido estricto). Asociación entre seres vivos de diferente<br />

especie en que ambos obtienen beneficios y no pueden vivir<br />

separados, es decir, son simbiontes obligatorios.<br />

Sinantropismo (sinantrópico). Comportamiento de animales no<br />

domésticos que necesitan la presencia del humano para su alimentación<br />

(p. ej., ratones, palomas, etc.).<br />

Síndrome de Weingarten. Es un cuadro clínico similar al síndrome<br />

de Loeffler, con eosinofilia, reaccion serológica positiva para las<br />

filariasis linfáticas y buena respuesta a la terapia con dietilcarbamacina<br />

(DEC).<br />

Síndrome del capullo. Se designa así a la lesión periférica de la retina<br />

y coroides originada por larvas de Toxocara (síndrome larva migrante<br />

viceral), que consiste en una masa revestida de una placa<br />

fibrosa blanco anacarada que se agudiza en su parte central prolongándose<br />

en un fino trayecto fibroso que se dirige a la papila.<br />

Síndrome facial mixedematoso. Infiltración mixedematosa del tejido<br />

conjuntivo de la cara que se observa en el estado I o hemolinfático<br />

de los tripanosomas africanos.<br />

Síndrome de Guillain-Barré. Polineuropatía autoinmune.<br />

Síndrome de Reiter. Artritis reactiva por una infección en alguna<br />

parte del cuerpo.<br />

Singamia (gamogonia). Proceso que se produce en una de las reproducciones<br />

sexuadas, en la que después de una reproducción haploide<br />

se originan los gametos masculino y femenino que al fusionarse<br />

producen un cigoto diploide (singamia) (p. ej., plasmodios de la<br />

malaria en el vector).<br />

Sistema cinético. Conjunto de cilios o flagelos, sistema infraciliar o<br />

infraflagelar y cinodesma que permiten el movimiento sincrónico<br />

de los protozoos ciliados y flagelados.<br />

Sistema infraciliar. Elementos que junto a los cinetodesmas y a los<br />

cilios constituye el sistema cinético de los protozoos ciliados. Cambios<br />

en la concentración de Ca y K en el sistema infraciliar<br />

producen una onda metacrónica del movimiento ciliar, originando<br />

el movimiento en espiral característico de estos protozoos.<br />

Strongiloide (larva). Larva infectante de tercer estadio de algunos<br />

nematodos que presenta un esófago largo filiforme que ocupa 2/5<br />

partes del cuerpo.<br />

Surco acarino. Lesión lineal, tortuosa y eritematosa de unos pocos<br />

milímetros hasta un centímetro que es originada por el trayecto<br />

que realiza la hembra de Sarcoptes scabiei cuando horada el túnel en<br />

la epidermis.<br />

Surra (mal de cadeiras). Parasitosis producida por Trypanosoma<br />

evansi que afecta a equinos, camélidos, y que se transmite por tábanos<br />

y moscas de los establos (Stomoxys spp.).<br />

T<br />

Tactismo. Movimiento de algunos seres vivos atraídos por diferentes<br />

estímulos: temperatura, termotactismo positivo; por sustancias<br />

químicas, quimiotactismo positivo; por la luz, fototactismo positivo,<br />

o por la gravedad de la Tierra, geotactismo positivo y si son<br />

alejados de la gravedad de la Tierra, geotactismo negativo.<br />

Tapón mucoso. Elemento que cierra las aberturas polares de los huevos<br />

de Trichuris spp.<br />

Taquizoíto. Forma de reproducción acelerada que se encuentra al<br />

interior de la membrana celular o plasmalema de las células, parasitadas<br />

por Toxoplasma gondii, constituyendo lo que antes se denominaba<br />

“seudoquiste”. Se le ha designado también como trofozoíto<br />

intracelular.<br />

Tasa de ataque. Porcentaje de personas que estaban en riesgo de<br />

infectarse en las cuales se produjo la infección o enfermedad. TA <br />

número de personas en riesgo que se produzca cierta enfermedad,<br />

dividido por el número total de personas en riesgo.<br />

Tasa de reproducción. Representa al número actual de nuevas infecciones<br />

por casos en ausencia de inmunidad para la malaria; es decir,<br />

es el número total de nuevas infecciones que podrían ocurrir en<br />

una comunidad humana sin inmunidad, si un portador de gametocitos<br />

infectivos llega y es picado por la población local de anofelinos<br />

que se hacen infectivos después de cada picada y pueden llegar<br />

a infectarse todos y ser infectivos transmitiendo los parásitos<br />

durante toda su vida.<br />

Taxonomía. Organización sistemática de los seres vivos para facilitar<br />

su conocimiento.<br />

Terciana. Crisis febril cada 48 horas, originada por Plasmodium falciparum,<br />

P. vivax y P. ovale.<br />

Terebratorio. Papila apical de los platelmintos.<br />

Termotactismo. Tendencia de organismos vivos a moverse en dirección<br />

al calor. Si se acercan a elementos con calor corresponde a un<br />

termotactismo positivo. Si se alejan es un termotactismo negativo.


Glosario 791<br />

Termotropismo. Movimiento de orientación de organismos vivos hacia<br />

el calor. Si el movimiento se hace en dirección a la zona de calor<br />

se trata de un termotropismo positivo. Si por el contrario el ser vivo<br />

se aleja de la zona térmica se trata de un termotropismo negativo.<br />

Test de exflagelación. Formación de gametos a partir del microgameto<br />

masculino en plasmodios y otros hemosporidios. Formación<br />

de flagelos en condiciones artificiales en el género Naegleria.<br />

Tetratiridium. Larva infectante de cestodos de Mesocestoides.<br />

TNF-A (factor de necrosis tumoral). Citocina producida principalmente<br />

por células mononucleares fagocíticas que estimulan el reclutamiento<br />

de neutrófilos y monocitos en el sitio de la infección.<br />

TNF-B (factor de necrosis tumoral). Citocina secretada principalmente<br />

por linfocitos T y que tiene estrecha relación en su función<br />

con TNF-a.<br />

Transmisión estercolaria. Se refiere a ciertos artrópodos (vectores<br />

biológicos) que transmiten a agentes infecciosos (parásitos) a través<br />

de las deyecciones (p. ej., T. cruzi).<br />

Transmisión salivaria. Se refiere a ciertos artrópodos (vectores biológicos)<br />

que transmiten a agentes parasitarios a través de la picada<br />

(p. ej., Trypanosoma rangeli).<br />

Transmisión transestadial (horizontal). Proceso en que ciertos<br />

agentes infecciosos se transmiten en más de un estadio o fase del<br />

ciclo biológico de un artrópodo (p. ej., piroplasmas en garrapatas,<br />

se transmiten de ninfas a adultos, o de larvas a ninfas).<br />

Transmisión transovárica (vía). Mecanismo de transmisión de simbiontes<br />

por intermedio del óvulo lo que permite su perpetuación a<br />

través de varias generaciones (p. ej., babesiosis en las garrapatas<br />

[babesiosis o piroplasmosis]).<br />

Tríada de Sabin y Feldman (prueba). Consiste en hidrocefalia, corioretinitis<br />

y calcificaciones cerebrales que presentan recién nacidos<br />

como secuela de una toxoplasmosis congénita.<br />

Tricocistos. Elementos que se encuentran bajo los alvéolos de la<br />

membrana plasmática de los ciliados y flagelados y que le sirven<br />

como defensas y/o depredación.<br />

Trilema de la salud. Calidad, equidad y libertad de la atención médica.<br />

Tripomastigote. Forma fusiforme extracelular de algunos tripanosomátidos<br />

(p. ej., T. cruzi). Tiene núcleo, cinetoplasto posterior y<br />

flagelo libre anterior.<br />

Tripomastigote metacíclico. Es la forma infectante de T. cruzi que se<br />

elimina con las deyecciones de los triatominos. Forma infectante<br />

extracelular que tiene núcleo, cinetoplasto posterior y flagelo libre<br />

anterior.<br />

Trofozoíto (forma vegetativa). Forma agresiva, trófica y de multiplicación<br />

de los protozoos; está rodeado de la membrana plasmática.<br />

Tropismo. Del griego tropos “giro”, “vuelta”. Movimiento de orientación<br />

de algunos seres vivos al ser estimulados por diferentes elementos<br />

(p. ej., geotropismo negativo, el organismo se aleja del<br />

centro de gravedad de la Tierra y se ubica en la superficie). Termotropismo<br />

positivo. El organismo es atraído por la temperatura.<br />

Tubo polar (filamento polar). Elemento tubular hueco que es expelido<br />

por los microsporidios. A través de él, el esporoplasma y núcleo<br />

del microsporidio penetra a la célula del hospedero.<br />

Tuna vaginalis (túnica). Serosa que cubre a los testículos. Es una bolsa<br />

de membrana serosa derivada del proceso vaginal del peritoneo.<br />

U<br />

Úlcera de los chicleros. Término local para señalar la leishmaniasis<br />

cutánea originada por el complejo Leishmania mexicana. Equivale<br />

a la Uta en el Perú y al Pian-bois de las Guayanas.<br />

Úlcera fagedénica. Lesión cutánea originada por cáusticos (elementos<br />

fagedémicos). Lesión que puede ser producida por sanguijuelas<br />

terrestres (Hirudinasis externas).<br />

Uropatía bilharziana. Secuelas de esquistosomiasis por S. haematobium.<br />

Por lo general existe esclerosis, calcificación de la pared vesical<br />

y ureteral con estenosis de estos últimos que puede originar una<br />

uropatía obstructiva.<br />

Uta. Término local para designar a la lesión cutánea por Leishmania<br />

peruviana. Equivale al Pian bois de la Guayana y a la úlcera de los<br />

chicleros de México.<br />

Uveítis facoclástica. Lesión inflamatoria granulomatosa reaccional<br />

de la úvea a proteínas de células del cristalino.<br />

V<br />

Vacuola parasitófora. Vacuola de células fagocitarias que contiene parásitos.<br />

Deriva de una fagocitosis o de una invasión activa de protozoos<br />

parásitos endocelulares. Se forma por una transformación<br />

del plasmalema (p. ej., Leishmania spp., Toxoplasma gondii).<br />

Variación antigénica. Mecanismo de evasión del sistema inmune<br />

por el cual el parásito modifica algunos antígenos de superficie (p.<br />

ej., tripanosomas africanos).<br />

Vector. Es un elemento vivo que lleva a un organismo (parásito)<br />

desde un hospedero infectado a un hospedero susceptible; por lo<br />

general son artrópodos.<br />

Vector biológico. En él se desarrolla una parte esencial del ciclo vital<br />

del parásito. Por lo general son artrópodos específicos para cada<br />

parásito (p. ej., Anophelinos en la malaria, mosca tse-tse en la tripanosomiasis<br />

africana).<br />

Vector mecánico. Lleva al organismo (parásito) en su superficie externa.<br />

En él los parásitos no se reproducen ni evolucionan (p. ej.,<br />

Periplaneta americana).<br />

Vehículo común. Vehículo de infección asociado a dos o más casos.<br />

Verruga peruana. Forma eruptiva localizada de la bartonelosis (Bartonella<br />

bacilliformis) y transmitida por flebótomos.<br />

Vesícula hija. Vesícula formada a partir de la capa germinativa y que<br />

presenta estructuras similares a la hidátide que le dio origen.<br />

Vesícula perlada de Bazin (eminencia acarina de Bazin; perla escabiosa;<br />

sillón acarino). Vesículas de 1 mm de diámetro producidas<br />

en el sitio donde la hembra de Sarcoptes scabiei cava el túnel.<br />

Vesícula prolígera. Yemaciones de la capa germinativa de la hidátide,<br />

en las que se forman los protoescólices.<br />

Vigilancia epidemiológica. Estrategia que recolecta datos en forma<br />

oportuna y sistemática, información sobre el número de eventos<br />

(enfermedades o factores de riesgo) en estudios de una población<br />

determinada.<br />

Virulencia. Grado de patogenicidad de un microorganismo que<br />

puede ser evaluado entre otros por la gravedad de la sintomatología<br />

del hospedero infectado.<br />

VSG. Glucoproteína variante de superficie. Glucoproteína de superficie<br />

de los tripanosomas sanguíneos de la enfermedad del sueño<br />

que cambian su estructura en cada generación (2%).<br />

X<br />

Xenodiagnóstico. Diagnóstico a través del vector u hospedero. Detección<br />

de parásitos mediante la alimentación con material infec-


792 Glosario<br />

tante (sangre o tejidos) a un hospedero intermediario o vector susceptible<br />

y posteriormente examinar la presencia del parásito en el<br />

hospedero intermediario (p. ej., enfermedad de Chagas).<br />

Y<br />

Yemación (gemación). Reproducción asexuada en que las células<br />

hijas de menor tamaño que la célula madre nacen como un brote<br />

o yema para luego desprenderse como individuos independientes.<br />

Z<br />

Zimodema. Población de organismos que presentan características<br />

electroforéticas similares de un número determinado de isoenzimas<br />

analizadas.<br />

Zoofilia (zoofílico). Afinidad de algunos ectoparásitos de alimentarse<br />

de vertebrados y no del humano.<br />

Zoonosis. Infección o infestación que se transmite naturalmente<br />

entre los animales vertebrados y el humano.<br />

Zooparásitos. Parásitos que pertenecen al reino animal.


Índice alfabético<br />

Los números de página en negritas indican un cuadro, en cursivas una figura.<br />

A<br />

Absceso(s), 127, 133, 134, 136, 137, 218, 507,<br />

751, 752<br />

Acantela, 38<br />

Acanthamoeba, 350, 351, 547, 764<br />

Acantocefaliasis, 38, 262, 263, 759<br />

Acantocéfalo(s), 25, 35, 39, 262<br />

Acantor, 38<br />

Acarosis, 526, 527, 627, 631<br />

Ácaro(s), 599, 629, 632, 724<br />

Acéfalo, hidátides, 431<br />

Acefaloquiste o quiste estéril, 430<br />

Acetábulo, 25<br />

Acetato, 51<br />

Acetil-CoA, 51, 55<br />

Aclorhidria gástrica, 147<br />

Acridina, derivados de, 189<br />

Activación de sistemas complementarios,<br />

inmunidad antiparasitaria<br />

y, 90<br />

Adenilato, 64<br />

Adenina, 64<br />

Adenosín cinasa, 64<br />

Adenosina, 64<br />

Adventicia, 30<br />

Aedes aegypti, 601<br />

Agar no nutriente básico (ANNE), 354<br />

Aglutinación de partículas de látex, 491<br />

Agmantina, 61<br />

Alanina, 51, 59<br />

Albendazol, 184, 189, 218, 229, 232, 238, 247,<br />

254, 260, 262, 370, 394,<br />

399, 422, 423, 441, 448,<br />

453, 459, 474, 479, 483,<br />

502, 588, 752, 758, 759,<br />

765, 766, 767, 770, 771<br />

Aldolasa, 53<br />

Alelos, 83<br />

Alergia dermatológica, 520<br />

Alopurinol, 64<br />

Amastigote, 18<br />

AmBisome, 307<br />

Amebapora, 131, 667<br />

Amebas, 13, 16, 17, 130, 133, 347, 350-355, 655,<br />

742, 764<br />

Amebiasis, 130-138, 134, 507, 514, 553-554, 592,<br />

599, 655, 667-668, 695,<br />

727, 749, 750, 751, 752<br />

Amebicidas, 137, 750-751<br />

Ameboma(s), 133, 137<br />

Amiloide P, 88<br />

Amilopectina, 56<br />

2-amino-3-cetobutirato, 61<br />

Aminoacetona sintasa, 61<br />

Aminoácidos, 56, 59-61<br />

Aminopenicilinas, 699<br />

Aminopeptidasas, 58<br />

Aminosidina, sulfato de, 144, 307<br />

Aminotransferasas, 59<br />

Amiodarona, 295<br />

Amitocondriados, 63, 64<br />

Amniocentesis, 710<br />

Amodiaquina, 712, 762<br />

Amoebapaína, 57<br />

Amonio, 60<br />

Amplificación isotérmica mediada por bucle<br />

(LAMP), 73<br />

Anafilaxia, fármacos cestocidas y, 422<br />

Análisis, tipos de, para técnicas de diagnóstico,<br />

100-101<br />

morfológico, 246<br />

serológicos, 277<br />

Anastomosis del plexo de Batson, 410<br />

Anatomía patológica de las parasitosis, 98<br />

Anatrichosoma cutaneum, 250, 483, 770<br />

Ancilostomiasis, 230<br />

Ancylostoma, 6, 8, 36, 60, 230, 231, 447, 448,<br />

512, 671, 722, 757, 767<br />

Anélidos, 38, 504, 770<br />

Anemia(s), 88, 93, 127, 206, 209, 222, 223, 232,<br />

277, 300, 385, 482,<br />

645-648, 709<br />

Anfidios, 34<br />

Anfotericina B, 301, 307, 350, 761, 764<br />

Angiocolitis, 127<br />

Angiografía, estudios hemodinámicos y, 556<br />

Angiostrongiliasis, 485-491, 502-503, 657, 670,<br />

730, 769<br />

Angiostrongylus, 99, 485-488, 486, 502, 670, 730,<br />

769<br />

Anillo polar, 13, 19<br />

Anisakidiasis, 106, 239, 242-246, 245, 247, 697<br />

Anisákidos, 731<br />

Anisakis, 37, 239-240, 242<br />

Anncaliia connori, 368<br />

Anofelinos, 608<br />

Anorexia y bulimia, 128<br />

Anquilostomiasis, 230<br />

Anquilostómidos, 6, 35, 127<br />

Antiamebianos, 137, 752<br />

Antibióticos en quimioterapia, 752<br />

Anticuerpos, 10, 92, 93, 149, 171, 247, 272, 277,<br />

283, 363, 650, 417, 511,<br />

660, 711, 737, 764<br />

Antienzimas, 11<br />

Antígeno(s), 10, 21, 77, 82-83, 91, 95, 96, 294,<br />

423, 404, 452, 660<br />

Antihelmínticos, 474<br />

Antihistamínicos, 773<br />

793<br />

Antimoniales pentavalentes (Sb5+), 301, 307<br />

Antimonio, 308, 483<br />

Antropofilia, 287<br />

Antroponosis no zoonótica, 361<br />

Antropozoonosis, 179<br />

Apendicitis, 216, 218, 658, 668<br />

Apicomplexa, 19, 53-55<br />

Apicoplasto, 21<br />

Arácnidos, 602, 639<br />

Aracnoiditis, 422<br />

Arenilla hidatídica, 430, 432<br />

Argas, 634<br />

Argasidae, 634<br />

Arginina, 50, 56, 60, 61, 62, 373<br />

Arilsulfatasa, 649<br />

Armillifer armillattus, 513, 771<br />

Artemeter, 326, 327, 388<br />

Artemisina, 327, 694, 712, 761<br />

Artemotil, 326, 327<br />

Arteriografía selectiva del tronco celiaco para<br />

absceso hepático, 137<br />

Artesunato, 326-327, 388, 761<br />

Artralgias en giardiasis, 148<br />

Artritis, criptosporidiasis y, 171<br />

Artrópodos, 1, 3, 7, 45, 102, 601, 602, 639, 724,<br />

771<br />

Ascariasis, 214, 215, 217, 218- 219, 518, 757<br />

Ascarida, 731<br />

Ascárido de los mapaches, 592<br />

Ascaris, 3, 7, 34, 35, 36, 45, 214, 215, 216, 216,<br />

217, 512, 518, 757<br />

Ascitis quilosa, 458<br />

Asfixias en ascariasis, 216<br />

Asma bronquial, ascariasis y crisis de, 218<br />

Asociaciones biológicas, principales, 4<br />

Aspartato, 59, 64<br />

Aspartilproteasa del virus del SIDA, 371<br />

Aspectos sociales de las parasitosis, 114, 123<br />

Atovaquona, 56, 327, 337, 345, 762-764<br />

Atrofia por compresión, 99<br />

Autogamia o reorganización, reproducción por, 16<br />

Autoinfección en estrongiloidiasis, 237<br />

Axonema(s), 13, 14, 18<br />

Axostilo, 19<br />

Azitromicina, 337, 345, 699, 753, 762, 763<br />

Azufre, pomada de, 771<br />

B<br />

B artemeter, 761<br />

Babesia(s), 20, 21, 335, 336, 762<br />

Babesiosis, 335-337, 762<br />

Bacteriobilia, fascioliasis y, 386


794 Índice alfabético<br />

Balamuthia, 351, 352, 764<br />

Balantidiasis, 141-143, 656, 721, 728, 754<br />

Balantidium coli, 16, 16, 141, 142-143, 721, 728,<br />

754<br />

Bartonelosis, 338<br />

Bartonella quintana, 525<br />

Baylisascariasis, 592<br />

Baylisascaris procyionis, 768<br />

Bencilo, benzoato de, 771, 772<br />

Benzimidazol(es), 475, 756, 757<br />

Benznidazol, 59, 120, 294, 711, 760<br />

Benzoimidazólicos, derivados, 218<br />

Bertiella, 259, 756<br />

Bertielliasis, 259, 756<br />

Bilharziasis, 564-565, 406, 516, 563<br />

Bilharzioma, 598<br />

Biocenosis, 44<br />

Bioética, 117, 122<br />

Biología molecular, 67, 69, 72<br />

Biotionol, 189, 387, 405, 766<br />

Blastocistiasis, 152-153, 754<br />

Blastocystis hominis, 109, 152, 153, 668, 754<br />

Blátidos, 615<br />

Boletín de Nomenclatura Zoológica, 13<br />

Borrelia, 46<br />

“Botón de oriente”, 307<br />

Bradizoítos, 55<br />

Braquizoítos, 539<br />

Bronquitis, ascariasis y, 218<br />

Brote(s), 107, 109, 109, 111, 613<br />

Brugia, 36, 60, 455, 464, 457, 598, 723, 768<br />

Bruxismo, 128<br />

Butionina sulfoximina, 62<br />

C<br />

Cadena trófica, 44<br />

Calcificación, 99, 431<br />

Cálculos intrahepáticos, 393<br />

Calreticulina, 87, 95<br />

Cambio climático global, 47, 245<br />

Campañas epidemiológicas, 92<br />

Canal ginecóforo, 25<br />

Capacidad vectorial, 681<br />

Capilariasis, 250, 251-254, 481-483, 511, 516,<br />

658, 758, 769<br />

Capillaria, 37, 250, 251, 251, 481, 483, 511, 516,<br />

670, 723, 758, 769<br />

Capillariasis pulmonar, 723<br />

Caracoles, control de los, 415<br />

Caracteres de los seres vivos, 12<br />

Carbamacepina, 422<br />

Carbamoilfosfato sintetasa II (CPSII), 64<br />

Carbanilo, 772<br />

Cardiomegalia, 78<br />

Cardiopatía, 285, 289, 295, 556-558<br />

Carga parasitaria, verificación de, 92<br />

Carnivorismo, 126, 129<br />

Caspa caminante, 632<br />

Catabolismo aminoacídico, 59<br />

Categoría taxonómica, 12<br />

Catepsina B, 57, 58<br />

Cefalea, manifestaciones clínicas de la, 578<br />

Ceguera, 462, 499<br />

Cenuriasis, 497, 766<br />

Cenuro, 30, 31<br />

Cenurosis, 722<br />

Cepa, tipificación de, 74<br />

Cercarias, 7, 28<br />

Cercómero, 203<br />

Cerdos, manejo de, y de su carne, 424<br />

Cesticidas o antihelmínticos, 588<br />

Cestodos, 28, 30, 32, 102, 259, 497, 509, 721,<br />

755, 766<br />

2-ceto-4-metilbutiobutirato, 60<br />

a-cetobutirato, 60<br />

Chagoma de inoculación en la enfermedad de<br />

Chagas, 290<br />

Chancro, 276, 527<br />

Chilomastix mesnili, 18, 267<br />

Chinche(s), 77, 287, 615-616<br />

Chinchorro, 634<br />

Cianuro, 51<br />

Ciclo(s), 4, 44, 115, 126, 164, 576, 689<br />

Ciclosporiasis o ciclosporosis, 175, 176-177, 656,<br />

696, 753<br />

Ciervo de cola blanca (Odocoileus virginianus),<br />

47<br />

Cilios, 14, 15<br />

Cimex, 532, 773<br />

Cimiasis, 532<br />

Cimidios (chinches de cama), 615-616, 773<br />

Cinetodesmas, 15<br />

Cinetoplástidos, 63, 64<br />

Cinetoplasto, 14, 18, 68<br />

Cinetosoma(s), 14, 15<br />

Cintigrafía, estudio de volumen cardiaco mediante,<br />

556<br />

Ciprofloxacino, 177<br />

Cirrosis biliar, 385<br />

Cistacanto, 38<br />

Cistationina-b-sintetasa, 60<br />

Cisteína, 56-59, 62, 131<br />

Cisticerco(s), 30, 186, 417, 543, 575, 582<br />

Cisticercoide, 30<br />

Cisticercosis, 99, 184, 186, 187, 190, 417, 419,<br />

542, 543, 567<br />

de Taenia solium, 190, 417-418, 420, 422-423,<br />

511, 542-543, 567,<br />

575-576, 580, 584-585,<br />

652, 731, 766<br />

Cisticercus cellulosae, 766<br />

Cistoisosporiasis, 157-161, 656<br />

Cistoscopia, 271<br />

Citidilato, 64<br />

Citocalasina B, 21, 54<br />

Citocina(s), 10, 87, 369, 374<br />

Citocromo, 55, 71<br />

Citoesqueleto, 13<br />

Citopigio, 16<br />

Citosol, 14<br />

Citostoma, 14, 15, 19<br />

Citotoxicidad celular dependiente de anticuerpos<br />

(ADCC), 89, 147<br />

Claritromicina, 345, 763<br />

Clasificación Internacional de Enfermedades<br />

(CIE-10), 106<br />

Claudina-1, 689<br />

Clefamida, 138, 751<br />

Cleptoparasitismo, 43-44<br />

Clindamicina, 337, 345, 699, 762-764<br />

Clona(s), 70, 74<br />

resistencia/sensibilidad, 74<br />

Clonorchis sinensis, 390, 391, 392, 393, 518, 765<br />

Clonorquiasis, 390-394, 518, 765<br />

Clorhexidina, 355, 356, 764<br />

Cloroquina, 138, 329, 712, 762<br />

Clorproguanil-dapsona, 327<br />

Clotrimazol, 356<br />

Coagulación intravascular diseminada, 236<br />

Coccidio intracelular de Cryptosporidium, 168<br />

Código Internacional de Nomenclatura Zoológica,<br />

12<br />

Coeficiente de Goldman-Witmer, 538<br />

Colangiopancreatografía retrógrada endoscópica,<br />

271<br />

Colangitis, 218, 393<br />

Colecistitis, 160, 393<br />

Coleperitoneo hidatídico, 438<br />

Colgajo en la ingle, 598<br />

Cólicos biliares, 385<br />

Colitis, 98, 135, 138, 222, 668, 751<br />

Colon, 155, 668<br />

Colonoscopia en diagnóstico de amebiasis, 136<br />

Colopatía, 292, 295<br />

Colpitis, 227, 596<br />

Columna vertebral, hidatidosis de la, 590<br />

Comensales, 4, 267-269<br />

Competencia interespecífica, alteración de los<br />

procesos de, 48<br />

Conducción A-V, bloqueos de, 558<br />

Conducto de Laurer, 27<br />

Conjugación, reproducción por, 15<br />

Conjuntiva, edema de la, 549<br />

Conoide, 8<br />

Contracaecum osculatum, 239<br />

Convulsiones, recidiva de las, 423<br />

Cooperación en el desarrollo humano, 104<br />

Coproantígenos, 149<br />

Cor pulmonale agudo, 563<br />

Coracidio, 31<br />

Cordocentesis, 710<br />

Corioamnionitis, 706<br />

Corionitis, 706<br />

Coriorretinitis, 343, 540<br />

Corpúsculo basal, 14<br />

Corticoides, 588, 773<br />

Corticosteroides, 763<br />

Costa de Trichomonas, 373<br />

Cotrimoxazol, 355, 764<br />

Creatina fosfocinasa (CK), 473<br />

Criptosporidiasis, 167-171, 173, 517, 656, 696,<br />

728, 753<br />

Crisis asmatiformes, 128<br />

Cromosoma 6, 81<br />

Crotamitón, 630, 772<br />

Crustáceos, 602<br />

Cruz de Escomel, 305<br />

Cruzipaína, 59<br />

Cryptosporidium, 20, 45, 48, 109, 167, 169, 171,<br />

172, 517, 668, 728,<br />

740-741, 753<br />

Ctenideos, 639<br />

Ctenocephalides felis, 46<br />

Cuantificación, PCR para, 73<br />

Cucarachas, 135, 159, 615<br />

Cuello en fresa, 596<br />

Cuentas blancas del pelo, 522<br />

Cuerpos parabasales, 19<br />

Curva epidémica, 110, 677<br />

Cutícula, 30<br />

Cyclospora, 106, 175, 177, 669, 753<br />

Cysticercus, 31, 511, 542, 756<br />

Cystoisospora, 98, 157, 160<br />

Dapsona, 773<br />

DB289, 279<br />

Decametrina, 772<br />

DEET (dietil-m-toluamida), 693<br />

Dehidroemetina, 138, 387, 515, 751, 752<br />

Deltametrina, 693<br />

Demodicidiasis, 632<br />

Demodicosis, 102<br />

D


Índice alfabético 795<br />

Depresión inmunitaria celular y humoral, 2<br />

Dermanyssus gallinae, 631<br />

Dermatitis, 461, 532, 767, 771<br />

Dermatobia hominis, 531<br />

Dermatosis, 520, 532<br />

Dermatozoonosis, 520, 521, 532<br />

Derrames pleurales hidatídicos, diagnóstico de los,<br />

439<br />

Desmielinización en difilobotriasis, 207<br />

Desnutrición, 170, 216<br />

Desoxicitidilato, 64<br />

Desoxirribonucleótidos púricos, 63<br />

Dexametasona, 422<br />

Diarrea(s), 128, 143, 656, 667, 692, 695, 699<br />

Diclazurilo, 161<br />

Diclorofenol, 189<br />

Dicroceliasis, 731, 765<br />

Dicrocoelium dendriticum, 495, 731, 765<br />

Dientamebiasis, 155<br />

Dientamoeba fragilis, 18, 155<br />

Dietilcarbamacina, 458, 768<br />

Dificultad respiratoria (disnea), 305<br />

Difilobotriasis, 202, 207, 209-211, 731<br />

Digeneo(s), 27, 29<br />

Dihidroacetona fosfato (DHAP), 51, 52<br />

Dihidroartemisina, 326, 327<br />

Dihidrofolato reductasa, 64, 70, 365<br />

Dihidroorotasa, 64<br />

Dihidropropteroato sintetasa, 365<br />

Diloxamida, 138, 751<br />

Dimorfismo sexual en nematodos, 7<br />

Dinodella ferox, 40<br />

Dioctofimiasis, 504, 769<br />

Dioctophyma renale, 32, 38, 504, 504, 769<br />

Diphyllobothrium, 7, 31, 202-204, 205, 206, 206,<br />

210, 731<br />

Dipilidiasis, 199-200<br />

Diplomonadina, 19<br />

Dípteros, 604<br />

Dipylidium caninum, 199, 722<br />

Dirofilaria, 99, 463, 723<br />

Dirofilariasis, 463, 723<br />

Disacaridasas yeyunales, 147<br />

Diseminación estrongiloidiásica, 237<br />

Disentería, 128, 135, 143, 223, 692<br />

Disfagia, 292, 305<br />

Disfonía, 305<br />

Disnea, 305<br />

Disopiramida, 295<br />

Dispareunia, 375<br />

Distoma intestinal Fasciolopsis buskii, 179<br />

Distomatosis hepática, tratamiento de, 765<br />

Distribución binomial negativa, 679, 679<br />

Disulfiram, 61<br />

División asexuada, 15<br />

Diyodohidroxiquinolina, 138, 751<br />

Dolicomegaesófago-dolicomegacolon, 286<br />

Dosis infectante del agente infeccioso, 108<br />

Doxiciclina, 327, 345, 462, 694, 761, 763<br />

Dracunculosis o dracontiasis, 464<br />

Dracunculus medinensis, 7, 8, 32, 36, 461, 464,<br />

768<br />

Dricocelium dendriticum, 8, 496<br />

Dricroceliasis, 495<br />

E<br />

ECA, inhibidores de la, 295<br />

Ecdisis, 32<br />

Eco Doppler cardiaco, 556<br />

Ecografía, 137, 218<br />

“Ecosistemas de patógenos resistentes”, 42<br />

Ectoparasitismo, 520<br />

Ectoparásitos, 4, 6<br />

Ectoplasma, 13, 14<br />

Echinococcus, 7, 8, 33, 428, 429, 443-444, 509,<br />

517, 565, 721, 733,<br />

Echinostoma ilocanum, ciclo vital de, 257<br />

Edema, 470, 549, 598<br />

Editosoma, 71<br />

“Efecto mariposa en el Chagas”, 120<br />

Eficiencia vectorial, 681<br />

Eflornitina, 279, 760<br />

Electrocardiograma de potenciales promediados,<br />

556<br />

Electrones, cadena transportadora de, 55<br />

Electrosinéresis (ES), 137<br />

Elefantiasis, 99, 456, 598<br />

Eliomys quercinus, 46<br />

ELISA, reacción de, en diagnóstico de<br />

esquistosomiasis, 414<br />

Embarazo, paludismo del, 323, 710, 762<br />

Embrióforo, 186<br />

Embrión hexacanto, 186<br />

Emetina, 138<br />

Eminencia acarina de Bazin, 527<br />

Empalme trans en tripanosomátidos, 71<br />

Encefalitis, 343, 351, 353, 354, 422, 578, 655,<br />

660, 699, 764<br />

Encefalitozoonosis, 45<br />

Encefalopatía generalizada, 591<br />

Encephalitozoon, 45, 367, 368, 368, 764<br />

Endemia, tasas de, 107<br />

Endocitosis, 14, 19<br />

Endodiogenia, 14<br />

Endoftalmitis, 452, 499<br />

Endolimax nana, 17, 269<br />

Endonucleasa de restricción MnII, 177<br />

Endoparásitos, 4, 520<br />

Endoplasma, 14<br />

Endoscopia y biopsias en enteroparasitosis, 129<br />

Endosimbiosis, 21<br />

Endotelio vascular (VEGF), factor de crecimiento<br />

del, 469<br />

Enfermedad(es)<br />

autoinmunes, 93<br />

de Chagas (tripanosomiasis americana), 59, 77,<br />

93, 114, 282, 289, 290,<br />

509, 516, 555-556, 617,<br />

656, 695, 702, 712, 720,<br />

729, 760<br />

de envenenamiento por salmón, 257<br />

de Katayama, 406<br />

de la ceguera de los ríos, 546<br />

de la pobreza, 114-120<br />

de los vagabundos, 525<br />

de Lyme, 46<br />

de notificación obligatoria (ENO), 107<br />

de Robles, 460<br />

del nódulo, 558<br />

“del Primer Mundo”, 119<br />

del sueño (tripanosomiasis africana), 52, 77,<br />

87, 273, 694<br />

incidencia de la, 677<br />

inflamatoria intestinal, 171<br />

“olvidadas” (neglected diseases), 2<br />

parasitarias, 108, 117, 120, 676<br />

Enfermos, enfermedades parasitarias y, 119<br />

Enflaquecimiento, enteroparasitosis y, 128<br />

Entamoeba, 6, 7, 17, 50, 57, 130, 131, 132,<br />

267-268, 268, 514, 553,<br />

599, 667, 727, 739, 749<br />

Enterobiasis (oxiuriasis), 226-229, 598<br />

Enterobius, 7, 36, 106, 226, 227, 598, 758<br />

Enterocytozoon bieneusi, 45, 367, 368, 765<br />

Enteromonas, 18, 267<br />

Enteroparásitos, 125, 739<br />

Enteroparasitosis, 125, 127-129<br />

Enteropatía perdedora de proteínas, 250<br />

Enteroprotozoosis, infección por HIV y, 662<br />

Entopsias, 540<br />

Enuresis, oxiuriasis y, 228<br />

Enzimas, 14, 15<br />

“Enzootia primitiva”, 355<br />

Eosinofilia, 159, 237, 473, 511, 649, 651, 652<br />

Eosinófilos, 10, 87, 649<br />

Epidemiología, 4, 105, 109, 110, 554<br />

Epidermis, hiperplasia de la, 99, 103<br />

Epigastralgia, 260<br />

Epilepsia, 419, 577<br />

Epimastigote, 18<br />

Epítopos, 88<br />

Equinococosis, 427, 733<br />

Equinostomiasis, 256, 755<br />

Eritrofagocitosis, 131<br />

Eritromicina, 699<br />

Erupción reptante, 722<br />

Erusismo, 520, 532<br />

Escabiosis, 99, 102, 526-528, 627<br />

Escólex, 13, 28<br />

Escherichia coli, 48<br />

Esófago(s), 34<br />

Esofagopatía chagásica, 292, 295<br />

Esofagostomiasis, 260, 758<br />

Esparganos, 31<br />

Esparganosis, 732, 767<br />

Esparganosis cerebral, 499<br />

Especies generalistas sobre especialistas,<br />

dominancia de, 48<br />

Especificidad del agente infeccioso, 108<br />

Espermidina, 61<br />

Espículas, 35<br />

Espiramicina, 345, 711, 763<br />

Espirometriasis, 498-500<br />

Esplenomegalia, 300, 323, 410<br />

Espliceosoma, 72<br />

Esporoblastos (ooquistes inmaduros), 20<br />

Esporogonia, 15, 19<br />

Esporontes, 21<br />

Esporonticidas, 761<br />

Esporoplasma, 21<br />

Esporoquistes (ooquistes maduros), 6, 20<br />

Esporozoítos, 7<br />

Esporozoos, 7, 19<br />

Espundia, 302<br />

Esquistosomas, 27, 58<br />

Esquistosomiasis, 10, 45, 48, 77, 82, 406-407,<br />

409-415, 496-497, 516,<br />

563-565, 657, 670, 697<br />

Esquistosómula, 28<br />

Esquizodemas, 15, 283, 298<br />

Esquizogonia y merogonia, 19<br />

Esquizonte(s), 15, 20, 21<br />

Esquizonticidas, 761<br />

Estaño, compuestos de, 189<br />

Estasis fecal, 133<br />

Estercolaria y salivaria, 18<br />

Estibogluconato sódico, 307, 761<br />

Esticocitos, 250<br />

Estigmatización, 115, 117<br />

Estreptocinasa, 295<br />

Estróbila del cestodo, 29<br />

Estroma corneal, células del, 548<br />

Estrongiloidiasis, 234-238, 236, 517, 570, 757<br />

Etanol, 50<br />

Etofamida, 137, 138, 751<br />

Eucariotes, 58


796 Índice alfabético<br />

Eustoma rotundatum, 239<br />

Excreta, fallas en el sistema de eliminación de, 114<br />

F<br />

Facie(s) epidemiológica(s), 320-321<br />

Fagocitosis, 7, 14<br />

Fagolisosoma, 303<br />

Falcilisina, 57, 58<br />

Falcipaína, 57, 58<br />

Fansidar, 699<br />

Fármacos, resistencia a, 67<br />

Faro en la niebla, aspecto de, 540<br />

Fasciola, 25, 58, 60, 379-380, 380, 516, 518, 652,<br />

671, 732, 765<br />

Fascioliasis, 379, 381-388, 516, 518, 657, 732,<br />

765<br />

Fasciolopsiasis, 98, 179-182, 754<br />

Fasciolopsis buskii, 179-180, 181, 754<br />

Fasmidios, 34<br />

Fecalismo, 126, 129<br />

Fecundación o gamogonia, 20<br />

Fenil-lactato, 61<br />

Fenitoína, 422<br />

Fenotipificación, 74<br />

Fetos infectados congénitamente, tratamiento para<br />

los, 711<br />

Fibrosis, 82, 133, 283, 284, 295, 410<br />

Fiebre, 316, 323, 412, 496, 598, 608, 655<br />

Filarias, 455<br />

Filariasis, 47, 102, 455-459, 459, 463, 511, 570,<br />

571, 598, 657, 697, 723,<br />

768<br />

Fisalopteriasis, 259, 758<br />

Fischoederiasis, 258, 755<br />

Fischoederus elongatus, 258, 755<br />

Fisión múltiple, reproducción por, 15<br />

Fitohemoaglutinina, 217<br />

Fitoparásitos, 4, 520<br />

Flagelos, 14<br />

Flebótomos, 6, 608<br />

Floretina, 53<br />

Flubendazol, 229<br />

Fluconazol, 307<br />

Fómite(s), 108<br />

Formas parasitarias, 101<br />

Fosfatasa ácida, 649<br />

Fosfatidilinositol glucosilado, 21<br />

Fosfoenolpiruvato (PEP), 51<br />

Fosfofructocinasa, 53, 54<br />

Fosfoglicerato cinasa, 53, 54<br />

Fosfoglucolactonasa, 53<br />

Fosfoglucomutasa, 50<br />

Fosfolipasas A y D, 649<br />

Fototactismo, 27<br />

Fructosa, 50, 53-54<br />

Fumagilina, 370, 765<br />

Funiculoepididimitis sintomática, 598<br />

Funisitis, 706<br />

Furazolidona, 149, 752<br />

Furocercaria, 408<br />

Furosemida, 295<br />

Furazolidona, 152<br />

Galactosa-N acetil galactosamina (Gal/Gal Nac),<br />

138<br />

Gametociticidas, 761<br />

Gametos, 15<br />

Gamma-cistationasa, 60<br />

G<br />

Gamogonia, 19<br />

Gamonte, 15<br />

GAPDH, 54<br />

Garrapatas, 46, 335, 634-635, 724<br />

Gastrodisciasis, 256<br />

Gastrodiscoides hominis, 256<br />

Gastrodiscoidiasis, tratamiento de, 755<br />

Gastrografina, 189<br />

Gen(es), 68-69, 74, 77, 117, 172<br />

Genoma, 19, 21, 68, 117<br />

Genotipificación, 74<br />

Geohelmintos, 1<br />

Geotactismo, 7<br />

Geotropismo, 205<br />

Giardia, 6, 7, 18, 50, 56, 145, 146, 517, 667, 688,<br />

719, 729, 739, 740, 752<br />

Giardiasis, 145-149, 517, 688, 695, 719, 729, 752<br />

Glándulas de Mehlis, 27<br />

Gliceraldehído, 51, 52, 53, 54<br />

Glicerol-3´-fosfato, 53<br />

Glicerol-3-fosfato:dihidroacetona fosfato, 52<br />

Glifosato, 62<br />

Glis glis, 46<br />

Glucantime, 307<br />

Glucocáliz, 13<br />

Glucocorticoides, 474<br />

Glucoforina, 721<br />

Glucógeno, 50<br />

Glucólisis en tripanosomátidos, 52<br />

Glucoproteína(s) de superficie, 7, 70<br />

Glucosa, 51, 53, 54, 56<br />

Glucosilfosfatidilinositol (GPI), 57, 87<br />

Glucosoma(s), 14, 54<br />

GLUT1, transportador, 54<br />

Glutamato, 56, 59, 60<br />

Glutamina, 56, 60<br />

GM-CSF (factor estimulador de colonias<br />

granulocíticas y<br />

macrofágicas), 91<br />

Gnathostoma, 38, 45, 477-478, 478, 723, 769<br />

Gnatostomiasis, 477-479, 521, 533, 723<br />

Gnatostomiasis, tratamiento de, 769<br />

Granuloma cerebral, 451, 591<br />

Gránulos de Maurer, 313, 316<br />

Grataje, lesiones por, 228<br />

gRNA, 71<br />

Guanilato, 64<br />

Guanina desaminasa, 64<br />

Gubernaculum, 35<br />

H<br />

Hábitat, 6, 619<br />

Haemonchiasis, 260, 759<br />

Haemonchus, 37, 260, 261, 759<br />

Halofantrina, 327, 694, 762<br />

Halterios, 604, 607<br />

Halzoun o marrara, 494<br />

Haplotipo, 81, 83<br />

HAT (tripanosomiasis africana humana), 276, 279<br />

Heces, examen parasitológico seriado de, 155<br />

Helecho macho Aspidium, extractos del, 189<br />

Helmintiasis intestinales masivas, 99<br />

Helmintos, 3, 25, 26, 28, 35-38, 45, 58, 63, 64,<br />

101, 137, 294, 495, 509,<br />

518, 563, 658, 663, 697,<br />

703, 741, 754, 765<br />

Hematemesis, 489<br />

Hematofagia, 659<br />

Hematófagos, 521<br />

Hematoquezia, 489<br />

Hematuria, 434<br />

Hemocele, 31<br />

Hemoglobina, 88<br />

Hemograma, 128, 137, 224, 271, 452<br />

Hemolinfa, 32, 38<br />

Hemoparásitos, 271<br />

Hemoparasitosis, 737<br />

Hemorragia(s), 133, 385<br />

Hemozoína, 313, 515<br />

Heparina, 295<br />

Hepatitis, 134, 237, 515, 518<br />

Hepatomegalia, 82, 136, 398, 410<br />

Hepatosplenomegalia, 275, 300<br />

Hermafroditas, platelmintos, 7<br />

Heterofiasis, 255, 565, 754<br />

Heterophyes, 255, 256, 754<br />

Hexocinasa, 54<br />

Hexosa monofosfato, vía de, 53<br />

Hialuronidasa, 142<br />

Hibridación, 72, 101, 172, 188<br />

Hidátide(s), 7, 428, 435, 439<br />

Hidatidosis, 427-430, 432-434, 437-443,<br />

509-510, 517-518, 549,<br />

565-567, 588-590, 598,<br />

721, 733, 766-767<br />

Hidatidoventrículo, 436<br />

Hidatiduria, 434<br />

Hidatoptisis, 510<br />

Hidatoventrículo, 436<br />

Hidralazina, 295<br />

Hidrocele, 458<br />

Hidrógeno, peróxido de, 649<br />

Hidrogenosoma(s), 14, 19, 50<br />

Hidroxinaftoquinona atovaquona, 55<br />

Hidroxiprolina, 60<br />

Hidroxiquinolina, 155<br />

Hierro, 127, 147, 646, 647, 688<br />

Higiene, 229, 727<br />

Himenolepiasis, 195-197, 734, 756<br />

Hipergammaglobulinemia, 277, 300<br />

Hiperinfección en estrongiloidiasis, 237<br />

Hiperplasia, 99, 340, 398<br />

Hipersensibilidad (alergia), 92-93, 93, 247<br />

Hipertensión portal, 516<br />

Hipobiosis, producción de antígenos e, 95<br />

Hipodermis, 32<br />

Hipogammaglobulinemia, giardiasis e, 148<br />

Hipopión, 548<br />

Hipótesis en brote epidémico, 110-111<br />

Hipoxantina-guanina fosforribosil transferasa, 64<br />

Hipoxemia, neumocistosis e, 364<br />

Hirudiniasis, 504-505, 770, 771<br />

Hirudo, 39, 40, 504, 505, 770<br />

Histamina, 10<br />

Histaminasa, 649<br />

Histograma, brote epidémico e, 110<br />

Histolizaína, 57<br />

Histoparásitos, 271<br />

Histoparasitosis, 737<br />

HIV, 45, 107, 167, 169, 176, 660<br />

Holter de arritmias, 556<br />

Hongos, 3<br />

Hospedero(s), 1, 3, 4-5, 9, 108, 126, 197<br />

Huella ecológica de la acción humana, 47<br />

Hymenolepis, 33, 195-198, 670, 734, 756<br />

Hysterothylacium aduncum, 239<br />

Identificación, PCR para, 73<br />

de casos, 110-111<br />

I


Índice alfabético 797<br />

IgA secretora, 10, 132, 148, 349<br />

IgE específica, 10<br />

IgG en giardiasis, 147<br />

IgG4, 238<br />

IgM, 148, 344<br />

IL-1, 11, 95<br />

IL-4, 96<br />

IL-8, 374<br />

IL-10, 96<br />

IL-12, 96<br />

Ileítis regional, 223<br />

Imagen anecogénica, 440<br />

Imagenología en enteroparasitosis, 129<br />

Imiquimod, 307<br />

Imitación molecular y enfermedades autoinmunes,<br />

93<br />

Impacto vectorial, 682<br />

Imucilina-hipoxantina, 63<br />

Incubación, periodo de, 110<br />

Índice epidémico, 109<br />

desarrollo humano, 122<br />

pobreza humana, 122<br />

Indol lactato, 61<br />

Indolil lactato, 61<br />

Inermicapsifer madagascaris, 259, 756<br />

Inermicapsiferiasis, 259, 756<br />

Infección(es), 5, 44, 86, 88, 89, 90, 92, 104, 106,<br />

108, 109, 126, 129, 385,<br />

522, 650, 679, 702,<br />

707-711<br />

Inflamación, 10, 90, 283<br />

Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD de<br />

1999, 122<br />

Inmunidad, tipos de, 10, 86-90, 93<br />

adquirida, 341<br />

verificación de la resistencia, 92<br />

evasión de la, 95-96<br />

Inmunocomplejos solubles, 11<br />

Inmunodeficiencia combinada grave, 171<br />

Inmunoelectroferesis (IEF), 137<br />

Inmunofluorescencia, 137, 171, 293, 301, 343,<br />

376<br />

Inmunogenicidad del agente infeccioso, 108<br />

Inmunoglobulinas, 87<br />

Inmunología, 81, 86<br />

Inmunomodulación, 10<br />

Inmunoparasitología, 10<br />

Inmunosupresión, 93, 386, 452<br />

Insectos, 48, 455, 602<br />

Insuficiencia cardiaca, 558<br />

Interacción hospedero-parásito, desarrollo de la, 42<br />

Interferón, 11, 148, 217, 369<br />

Interleucina(s), 11, 87, 88, 217, 304, 369, 650<br />

Intestino delgado, 686<br />

Intradermorreacción en diagnóstico de<br />

esquistosomiasis, 414<br />

Intususcepción en tricocefalosis, 223<br />

Invasión parasitaria, 706<br />

Invasividad del agente infeccioso, 108<br />

Investigadores de enfermedades parasitarias, 118<br />

Iridociclitis, 540<br />

Isoaglutininas, 453<br />

Isorbitol, dinitratos de, 295<br />

Isospora, 7, 157, 669, 753<br />

Isosporiasis o cistoisosporiasis, tratamiento de, 753<br />

Isozima, 94<br />

Itraconazol, 295, 307, 760<br />

Ivermectina, 229, 238, 247, 262, 442, 448, 459,<br />

462, 479, 483, 502, 524,<br />

630, 758, 759, 767, 768,<br />

770-772<br />

Ixodes ricinus, 46<br />

Ixodidae, 634<br />

K<br />

kDNA, 201<br />

Kala-azar, 300, 559<br />

Ketoconazol, 307, 355, 356<br />

L<br />

l-alfa-hidroxiácido aromático deshidrogenasa,<br />

61<br />

l-arginina, 56<br />

Labium, 455<br />

Lactancia materna, giardiasis y, 149<br />

Lactato deshidrogenasa (LDH), 56, 473<br />

Lactosa, menor tolerancia a la, en ascariasis,<br />

216<br />

Ladillas, 525<br />

Lagochilascariasis, 500-502, 769<br />

Lagochilascaris, 37, 500-501<br />

Lanatósido C, 295<br />

Laparoscopia para absceso hepático,<br />

137<br />

Lariam para prevención de paludismo en niños,<br />

694<br />

Larva(s), 7, 31, 237, 447-450, 516, 521, 532-533,<br />

569-570, 657, 698<br />

Latrodectismo, 640, 641, 773<br />

Latrodectus mactans, 773<br />

Lectina:galactosa/N-acetil d-galactosamina<br />

(Gal/Gal Nac), 131<br />

Lectinas, 7<br />

Legumaína, 58<br />

Leishmania, 56, 60, 68, 298, 299, 299, 559, 721,<br />

742, 761<br />

Leishmaniasis, 47, 77, 98, 298-308, 299, 515,<br />

559, 656, 661, 695, 703,<br />

720, 742, 744, 761<br />

Leishmanolisina, 57<br />

Lepra, prevalencia de, 116<br />

Leucina, 56<br />

Leucocitos, 148, 277<br />

Leucocitosis, 473<br />

Leucocoria, 536, 537<br />

Leucopoyesis eosinofílica, 482<br />

Leucorrea, 228, 375<br />

Leucotrienos, 148<br />

Leucovorina, 345, 763<br />

Levamisol, 182, 263, 442<br />

“Ley de acción de masas”, 677<br />

Liendres, 521, 522<br />

Limnatis nilotica, 40<br />

Linfadenopatía generalizada, 275<br />

Linfedema, 99<br />

Linfocito(s), 11, 86-89, 93, 361, 362, 365, 369,<br />

508, 650<br />

Linfoedema, 456, 458<br />

Linguatula serrata, 494, 513, 725,<br />

771<br />

Lipofosfoglucano (LPG), 68<br />

Liponyssoides sanguineus, 632<br />

Líquido hidatídico, 429<br />

Lisolecitinasa, 649<br />

Lisosomas, 11<br />

Litiasis en fascioliasis, 386<br />

Loa loa, 36, 455, 458, 459, 768<br />

Lobopodios, 16<br />

Loiasis, 459-460<br />

Loperamida, 699<br />

Loxosceles, 641, 773<br />

Loxoscelismo, 641-643, 773<br />

Lymnaea viatrix, 107<br />

M<br />

Macracanthorhynchus hirudinaceus, 38, 39, 262,<br />

264, 759<br />

Macrófagos, 10, 11, 86, 87, 89, 650<br />

Macrogameto(s), 15, 20<br />

Macrogametocitos, 314<br />

Macrólidos, 173<br />

Macroparásitos, 43, 676, 679, 680, 682<br />

Malabsorción, 232, 253<br />

Malaria (paludismo), 20, 77, 82, 91, 310, 312,<br />

515<br />

Malarone, 693-694, 699<br />

Malatión, 523, 771<br />

Malato deshidrogenasa, 51<br />

Malato:ubiquinona oxidorreductasa (MQO), 55<br />

Mammomonogamus (Syngamus) laringeus, 511<br />

Mammomonogomiasis o syngamosis, 511<br />

Mansonelosis por Mansonella ozzardi, 463<br />

Mansonella, 36, 455, 462-463, 768<br />

Mastocitos, 86, 87<br />

Mebendazol, 182, 218, 224, 229, 232, 247, 254,<br />

262, 399, 442, 474, 502,<br />

768, 770<br />

Mecaprina, 189<br />

Médicos y enfermedades de la pobreza, 118<br />

Mefloquina, 693, 694, 699, 712, 761<br />

Megacolon, 78<br />

Megaesófago, 78<br />

Megauréter, 292<br />

Megavejiga, 292<br />

Membrana ondulante, 18<br />

Meningitis, 285, 592, 652, 764<br />

Meningoencefalitis, 291, 349, 591, 655, 696<br />

Meningonema peruzzi, 464<br />

Merontes, 21<br />

Merozoítos de Plasmodium falciparum, 7<br />

Mesocestoides, 722<br />

Mesocestoidiasis transmitida por alimentos, 734<br />

Metaanálisis, 105<br />

Metabolismo energético, 50, 51<br />

Metacercarias, 28<br />

Metacestodos, 30<br />

Metaciclogénesis, 299<br />

Metagonimiasis, 255, 755<br />

Metagonimus yokogawai, 255, 755<br />

Metaloproteinasas, 57<br />

Metamorfosis, 287, 603<br />

Metanetiol, 60<br />

Metasoma, 38<br />

Metazoos, 25<br />

Meteorismo, 128<br />

Metilbenzalconio, 761<br />

5,10-metilentetrahidrofolato (CH2-THF), 62, 64<br />

Metilbenzetonio, 308<br />

Metionina, 60-61<br />

Metotrexato (MTX), 70<br />

Metrifonato, 766, 768<br />

Metronidazol, 51, 137, 138, 144, 149, 152, 155,<br />

376, 515, 699, 750, 752,<br />

765<br />

Metrorragia, 375<br />

MHC de clase I, 11<br />

Miasis, 103, 521, 530-531, 531, 605-606, 698,<br />

771<br />

Micología, 3<br />

Miconazol, 350, 356<br />

Microaerofílicos, 53<br />

Microfilaria(s), 7, 455, 456, 464, 570<br />

Microgameto(s), 15, 19<br />

Microgametocitos, 314<br />

Microhábitat, 6<br />

Microlinfocitoxicidad, 82


798 Índice alfabético<br />

Micronemas, 19, 21<br />

Microparásito(s), 43, 676, 677, 681<br />

Microscopia de epifluorescencia, 177<br />

Microspora, 729<br />

Microsporidiasis, 3, 19, 21, 367-370, 517, 656,<br />

669, 729, 764<br />

Microsporidios, 22, 22<br />

Microtricos, 30<br />

Miltefosina, 301, 307, 761<br />

Mimetismo apoptótico, 87<br />

Mioblastosis aviar (AMV), transcriptasa inversa del<br />

virus de la, 73<br />

Miocarditis, 93, 284, 469<br />

Miracidio(s), 6, 7, 27<br />

Mitocondrias, 6, 14<br />

Mitosomas, 367<br />

Moléculas de histocompatibilidad de clase II<br />

(MHCII), 88<br />

Momias, enfermedad de Chagas en, 3<br />

Moniliformis moniliformis, 38, 262, 263, 759<br />

Morbilidad por enfermedades parasitarias, 1<br />

Mortalidad aditiva, 44<br />

Moscas, 103, 135, 273, 602-606<br />

Mosquitos, 47, 311, 320, 602, 604, 607-609, 773<br />

MTA nucleosidasas, 60<br />

Mucus, 10<br />

Muscularis de la mucosa, 142<br />

Mutaciones, 67, 70, 74<br />

Mycrosporidium spp., 517<br />

N<br />

N-acetilglucosamina, 18<br />

N-metilglucamina, antimoniato de, 307, 761<br />

NAD(P)H:ubiquinona oxidorreductasa, 55<br />

NADH, 54, 55<br />

Naegleria, 16, 347-350, 348, 554, 696, 764<br />

Nanofietasis, 257-258, 755<br />

Nariz de tapir o huanucoide, 305<br />

Necator americanus, 6, 36, 230, 231, 512, 671,<br />

757<br />

Necrosis, 11, 87, 98, 99, 127, 133, 148, 304, 369,<br />

650<br />

Nematodo(s), 25, 31-35, 35, 36, 45, 72, 102, 259,<br />

450, 500, 511, 722, 741,<br />

757, 759, 767<br />

Neomicina, 356<br />

Neostigmina, 773<br />

Neotrombicula autumnales, 632<br />

Neumatoceles, 364<br />

Neumocistosis, 98, 360-365, 508, 657, 764<br />

Neumonía(s), 92, 360, 512<br />

Neumonitis, 216, 232, 343, 360, 508, 512<br />

Neumotórax, 364<br />

Neurocisticercosis, 184, 417, 419, 575, 579,<br />

580-585, 735, 766<br />

Neuronas, destrucción de, en tripanosomiasis<br />

americana, 284<br />

Neurorretinitis subaguda unilateral difusa,<br />

544-545<br />

Neurotoxina derivada de eosinófilos (EDN), 649,<br />

651<br />

Neutrófilos, 10, 86, 87<br />

Neutropenia, 300<br />

Nevaquina-paludrine, 698<br />

Niclosamida, 182, 187, 189, 211, 756<br />

Nicomicina, 371<br />

“Nicho ecológico del parasitismo”, 42<br />

Nifedipino, 295<br />

Nifurtimox, 59, 120, 279, 294, 711, 760<br />

Nigua, 529, 612<br />

Nimorazol, 138<br />

Ninfas, 293<br />

Nippostrongylus brasiliensis, 60, 87<br />

Niridazol, 766<br />

Nitazoxanida, 144, 149, 161, 173, 177, 197, 219,<br />

370, 388, 696, 750, 753,<br />

757<br />

4-nitrobenzil-6-tioinosina, 63<br />

Nitrofurano, derivados no absorbibles del, 149<br />

Nitrógeno, disposición del, 59<br />

Nitroimidazoles, 51, 752<br />

5-nitroimidazoles, 754<br />

Nitroimidazólicos, 138, 149<br />

Nódulos, 452, 461, 628, 629<br />

Nosema ocularum, 368<br />

Nucleósido de purina fosforilasa, 64<br />

Obstrucción intestinal en ascariasis, 218<br />

Ocelos, 604, 607<br />

Octreótido, 370<br />

Odinofagia, 292<br />

Oesophagostomum, 38, 260, 261<br />

Oestrus ovis, 606<br />

Oligocromatografía, 74<br />

Oligodesoxinucleótidos de Plasmodium, 87<br />

Oligopeptidasa B, 57<br />

Onchocerca volvulus, 36, 47, 48, 60, 455, 460,<br />

461, 545, 546, 598, 768<br />

Oncocercosis, 48, 460-462, 545-547, 598, 697<br />

Oncosfera o hexacanto, 30<br />

Onicofagia y oxiuriasis, 228<br />

Ooquinete de Babesia, 335<br />

Ooquistes, 13, 19, 20<br />

Ootecas, 641, 642<br />

Ootipo, 27<br />

Opérculo, 179, 182<br />

Ophionyssys natricis, 632<br />

Opilación, 232<br />

Opisthorchis, 392, 765<br />

Opistorquiasis, 395-399, 765<br />

Ornidazol, 138, 152, 515, 750<br />

Ornithonyssus, 632<br />

Ornitina, 60, 61<br />

Oroato, 64<br />

Oroatofosforribosiltransferasa, 65<br />

Ósmosis, 10<br />

Otodectes cynotis, 632<br />

Oxaloacetato, 51<br />

Oxamniquina, 414, 765<br />

Oxfendazol, 191, 418, 423, 442<br />

Oxiclozanida, 182<br />

Oxidasa alternativa de tripanosoma (TAO),<br />

52<br />

Óxido nítrico (NO), 96, 369, 374, 706<br />

Oxígeno, derivados reactivos del, 706<br />

Oxipirantel, 224<br />

Oxiuriasis, 128, 226, 758<br />

P-aminobenzoato, 62<br />

P-hidroxifenil-lactato, 61<br />

Pacientes inmunocomprometidos, toxoplasmosis<br />

en, 343<br />

PAIR, tratamiento, 440, 442<br />

Palpos maxilares, 607<br />

O<br />

P<br />

Paludismo (malaria), 310-311, 319, 320, 322-329,<br />

331, 559, 560, 591, 656,<br />

659, 693-694, 703, 713,<br />

761, 762<br />

Pancreatitis, 218, 385<br />

Pandemias, 107<br />

Paniculitis nodular migratoria eosinofílica, 477,<br />

479, 533-535<br />

Papilofilia, 537<br />

Paradigmas, 107<br />

Parafistomiasis, 258, 755<br />

Paragonimiasis, 402, 402, 734, 766<br />

Paragonimus, 58, 402, 403, 512, 734, 766<br />

Paromomicina, 138, 144, 149, 152, 155, 173,<br />

189, 301, 308, 751, 753,<br />

761<br />

Parasitemias, 61<br />

Parasitismo, 3-4, 42, 43, 688<br />

Parásito(s), 2, 4, 8-9, 12, 28, 42-44, 50, 58, 59,<br />

74, 92, 95, 50, 58, 62,<br />

94-95, 214, 677, 681,<br />

686, 689, 702, 704, 705,<br />

741<br />

Parasitosis, 10, 77, 78, 80, 91, 98-99, 255, 271,<br />

495, 507, 514, 520-521,<br />

536, 553, 575, 592, 596,<br />

598, 692, 698-700, 737,<br />

739, 749, 759<br />

Paravahlkampfia, 347<br />

Parches arenosos, 598<br />

Parénquima, 30, 490, 514<br />

Partenogénesis, 235<br />

Patogenicidad del agente infeccioso, 108<br />

PCR (reacción en cadena de la polimerasa), 15,<br />

69, 72-74, 91, 136, 137,<br />

149, 188, 210, 247, 260,<br />

306<br />

Pediculosis, 521-526, 771, 772<br />

Pediculus humanus, 610<br />

Pentamidina, 278, 301, 307, 308, 355, 760, 761,<br />

764<br />

Pentastomiasis, 493, 513, 658, 725, 771<br />

Pentastómidos, 493, 513<br />

Pentatrichomonas hominis, 377<br />

Pentoxifilina, 307<br />

Peritonitis, 134, 136, 218, 223, 228, 260, 262,<br />

490, 658, 668<br />

Perla escabiosa, 628<br />

Permanganato potásico, 389<br />

Permetrina, 307, 329, 523, 693, 771<br />

Peroxidasa(s), 131, 491, 649, 651<br />

Peroxinitritos, 706<br />

Peroxirredoxina, 131<br />

Peroxisoma, 14<br />

Pescado, carne de, 204, 211<br />

Peste negra, transmisión de la, 613<br />

Phthirus pubis, 525, 611<br />

Physaloptera, 38, 259, 758<br />

Pian bois, 302<br />

Pinocitosis, 14, 18<br />

Piojos, 521, 610-611, 724, 771<br />

Piperazina, 218, 757<br />

Pirantel, 182, 218, 229, 232, 262, 757, 770<br />

Piretrina, 523, 630, 771<br />

Piretroides para sarna, 630<br />

Pirimetamina, 62, 65, 160, 344, 711, 763<br />

Pirimidinas, metabolismo de, 64<br />

Pirofostato (PPi), enzimas dependientes de, en<br />

amitocondriados, 51<br />

Piroplasmosis, tratamiento de, 762<br />

Piruvato, 51, 54, 55, 60<br />

Placentonema gigantissimum, 32<br />

Planarias, 7


Índice alfabético 799<br />

Plasmalema, 21<br />

Plasmasol, 17<br />

Plasmepsinas, 58<br />

Plasmodios, 63<br />

Plasmodium, 77, 311-314, 316-318, 323, 326,<br />

327, 329, 591<br />

Platelmintos, 25<br />

Plerocercoide, 7, 31, 31<br />

Plexo pampiniforme, 598<br />

Pneumocystis, 3, 360-361, 362, 508, 764<br />

Poliadenilación, 69<br />

Poliaminas, síntesis de, 61<br />

Poliembrionía, reproducción asexuada por, 7<br />

Polihexametil biguanida (PHMB), 356, 764<br />

Polimixina B, 356<br />

Polimorfismo(s) de longitud de los fragmentos<br />

de restricción, 72, 172,<br />

177<br />

Porina de Trypanosoma cruzi, 11<br />

Poroplasto, 367<br />

Posaconazol, 295<br />

Praesoma, 38<br />

Praziquantel, 182, 184, 189, 197, 210, 255, 394,<br />

399, 405, 414, 418, 422,<br />

442, 588, 697, 754, 755,<br />

756, 765, 766<br />

Prednisolona, 279, 475<br />

Prednisona, 345, 422, 768<br />

Primaquina, 329, 712, 761, 764<br />

Primordio genital, 235<br />

Procariotes, 53, 60<br />

Procercoide, 7, 31<br />

Proglótides (o proglótidas), 7, 29, 30, 199<br />

Prolil oligopeptidasa, 57<br />

Prolina, 56, 60<br />

Promastigote, 18<br />

Propamidina, 356, 764<br />

Propilgalato, 55<br />

Propionil-CoA, 60<br />

Propoxur, 772<br />

Proteasa(s), 21, 58, 59, 173<br />

Proteína(s), 21, 58, 88, 91, 94, 148, 247, 277,<br />

374, 649, 651, 660<br />

Proteinasas, 58, 59<br />

Proteoglucanos de heparán sulfato, 21<br />

Proteólisis, 56<br />

Proteosoma, 58<br />

Protoescólices, 30, 87, 88<br />

Protonefridios, 25, 30<br />

Protozoo(s), 3, 6, 12-18, 15, 16, 23, 45, 50-52,<br />

56, 56, 57, 101, 495, 507,<br />

553, 693, 702, 717, 749,<br />

759<br />

Prurito, 127-128, 227, 228, 375<br />

Pseudoterranova, 37, 239-240, 241<br />

Pulex irritans, 521, 529, 772<br />

Pulga(s), 46, 103, 529, 610, 612-614, 698, 724,<br />

772<br />

Pulicosis o puliciasis, 529, 772<br />

Purinas, 62, 63<br />

Putrescina, 61<br />

Quelíceros, 632<br />

Quemosis, 549<br />

Queratitis, 355-356, 355, 370, 547-549, 764<br />

Quercetina, 53<br />

Quilocele, 458<br />

Quilotórax, 458<br />

Quiluria, 458, 598<br />

Q<br />

Quimiotactismo, 7<br />

Quimioterapia en absceso hepático amebiano, 752<br />

Quinacrina, 149, 189<br />

Quinfamida(s), 138, 751<br />

Quinidina, 327<br />

Quinina, 327, 337, 694, 699, 712, 761, 763<br />

Quiste(s), 13, 98-99, 429, 431, 434, 438, 510,<br />

566<br />

R<br />

Rafoxanida, 182<br />

Raillietina spp., 259<br />

Raillietiniasis, 259, 756<br />

Rash (exantema) y urticaria, 128<br />

Reactivos de fase aguda, 88<br />

Recién nacidos, 707, 711<br />

Rectocolitis amebiana, 135<br />

Rectoscopia en diagnóstico de amebiasis, 136<br />

Rectosigmoidoscopia, 136, 668<br />

Repercusión rombencefálica, síntomas y signos de,<br />

579<br />

Reservorio(s), 107-108<br />

Resonancia nuclear magnética, 137, 271<br />

Reticonazol, 764<br />

Retículo endoplasmático, 14, 18<br />

Retinocoroiditis, 340, 540<br />

Retortamonas intestinalis, 18, 267<br />

Retroinfección, 227-228<br />

Rhabdions, 487<br />

Rhipicephalus sanguineus, 636<br />

Ribonucleoproteína, partículas de, nucleares<br />

pequeñas (snRNP), 72<br />

Ribonucleótido(s), 63, 64<br />

Ribosa-5-fosfato, 53<br />

Ribosomas, 14<br />

Ribulosa-5-fosfato, 53<br />

Rickettsia, 46<br />

Rifampicina, 350, 355, 764<br />

Roptrias, 8, 19, 21<br />

Roséola cerúlea, 525<br />

Rostelo, 28<br />

Rotenona, 55<br />

Rotozoos, complicaciones por, 658<br />

Roxitromicina, 161<br />

S-adenosil homocisteína, 60<br />

S-adenosilmetionina (SAM), 60<br />

S-metiltiorribosa cinasa, 60<br />

Sangre, parasitosis de la, 271, 495<br />

Sanguijuela(s), 40, 505<br />

Sappinia diploidea, 347<br />

Sarcocistosis, 163-165, 656, 729, 753<br />

Sarcocystis, 163-164, 164, 729, 753<br />

Sarcoptes scabiei, 599, 627, 772<br />

Sarcosporidiasis, 165, 560, 721, 729<br />

Sarna, 103, 521, 526-529, 627-631, 652, 724,<br />

772<br />

Schistosoma(s), 3, 8, 48, 406-408, 409, 413,<br />

496-497, 512, 597, 765<br />

Secnidazol, 138, 750, 752<br />

Secuencia de minicírculo universal, 69<br />

Seguridad en el desarrollo humano, 104<br />

Sepsis tripanosómica, 286<br />

Serín proteasas, 57, 95<br />

Serina, 62<br />

Seroalbúmina, 689<br />

S<br />

Serodemas, 298<br />

Seudoceloma, 32, 34, 38<br />

Seudópodo(s), 14, 17<br />

Seudoquistes, 555<br />

Seudoterranoviasis, 239<br />

Seudotumor cerebral, 419, 578<br />

Sexos dioicos, 25<br />

SIDA, 661, 763<br />

Simbiontes, 6<br />

Simbiosis, 4<br />

Simple división, reproducción por, 14<br />

Simplificación biologista, paradigma de, 114<br />

Sincronía involutiva, efecto de la, 578<br />

Singamia, 15<br />

Singamosis, 503-504, 770<br />

Sintetasa NO, 87<br />

Sinusitis, 171<br />

Sistemática, 12<br />

Solitaria intestinal, 185<br />

Sondeo duodenal en enteroparasitosis, 129<br />

Spirometra, 498, 722, 732, 767, 768<br />

SSU RNAr, 172<br />

Stegomya fasciata, 601<br />

Stomoxys calcitrans, 605<br />

Strongyloides, 7, 8, 36, 44, 234-235, 235, 512,<br />

570, 671, 741, 757, 767<br />

Succinato, 51, 56<br />

Sulfadiazina, 62, 711, 763<br />

Sulfadoxina, 161, 712, 753, 762<br />

Sulfametoxazol, 160<br />

Sulfato ferroso, 232<br />

Surco acarino, 526, 527<br />

Surra (mal de cadeiras), 605, 609<br />

Susceptibilidad, hospedero y, 126<br />

Susceptibles, proporción de, 678<br />

Sustentabilidad en el desarrollo humano, 104<br />

Syngamus laryngeus, 503, 770<br />

Tábanos, 604, 609, 773<br />

Tactismo, 230<br />

Taenia, 8, 30, 184-186, 185, 191, 417, 497, 542,<br />

567, 575, 722, 731, 734,<br />

735, 756, 766<br />

Tapones mucosos, 221<br />

Taq polimerasa, 72<br />

Taquizoítos, 21<br />

Taxón(es) o unidad taxonómica, 12-12<br />

Taxonomía, 12<br />

TCD8, 11<br />

Teclozán, 138, 751<br />

Tegumento, 25, 27<br />

Tejidos, parasitosis de los, 271, 495<br />

Telerradiografía, estudio de volumen cardiaco<br />

mediante, 556<br />

Tenefos, 772<br />

Tenias, 7<br />

Teniasis, 184-185, 187-190, 259, 585-588, 734,<br />

755<br />

Teorema del umbral, 678<br />

Terebratorio, 408<br />

Termotactismo, 7<br />

Termotropismo, 532<br />

Test de Mazzotti, 462<br />

Tetraciclina, 138, 144, 155, 754<br />

Tetracloroetileno, 182, 565<br />

Tetrahidrofolato (THF), 62<br />

Tetratiridium, 734<br />

Tiabendazol, 182, 232, 238, 448, 453, 483, 502,<br />

569, 758, 767, 770<br />

T


800 Índice alfabético<br />

Tifloapendicitis amebiana, 135<br />

Timidilato, 64<br />

Tinidazol, 138, 149, 152, 376, 515, 750, 752, 765<br />

Tirosina aminotransferasa (TAT), 61<br />

Topoisomerasa, 371<br />

Toxascaris leonina, 768<br />

Toxemia, 98, 412<br />

Toxigenicidad del agente infeccioso, 108<br />

Toxocara, 88, 451, 512, 536, 722, 768<br />

Toxocariasis, 450-453, 516, 536-538<br />

Toxoplasma(s), 55, 63-64, 338-379, 344, 515,<br />

539, 717, 730, 741<br />

Toxoplasmosis, 338-345, 339, 508, 515, 538-541,<br />

540, 560-563, 591, 656,<br />

660, 702, 712, 717-718,<br />

730, 763<br />

Trachipleistophora hominis, 368<br />

Tracto genitourinario, parasitosis del, 598<br />

Transcripción, cebadores de la, 72<br />

Transferencia de energía de resonancia fluorescente<br />

(FRET), 72<br />

Transición epidemiológica, 699<br />

Trematodiasis, 28, 652<br />

Trematodo(s), 6, 25, 27, 102, 255, 495, 509, 754,<br />

765<br />

Treonín proteasas, 58<br />

Treonina, 61, 62<br />

y leucina en síntesis de lípidos, 62<br />

Triatoma, 618, 622<br />

Triatominos, 287, 617-622<br />

Trichinella, 37, 466-467, 468, 549, 568, 724, 735,<br />

769<br />

Trichomonadida, especies de importancia médica,<br />

19<br />

Trichomonas, 18, 50, 57, 59, 373-376, 374, 596,<br />

703, 765<br />

Trichostrongylus, 37, 261, 261, 770<br />

Trichuriasis (tricocefalosis), 221-222, 571, 724<br />

Triclabendazol, 182, 387, 754, 765, 766<br />

Triclorofenol, 189<br />

Tricocefalosis (trichuriasis), 221, 757<br />

Tricocistos, 15<br />

Tricomicosis, 522<br />

Tricomoniasis, 373, 375, 596, 765<br />

Tricostrongiliasis, 261-262, 770<br />

Trimetoprim, 152, 158, 160, 177, 365, 753, 764<br />

Triosa isomerasa, 53<br />

Tripanosomas, 13, 70, 277<br />

Tripanosomátidos, 52, 67, 68, 72, 742<br />

Tripanosomiasis, 77, 273-284, 285-286, 288-291,<br />

292-295, 558, 559, 617,<br />

656, 660, 703, 759<br />

Tripanotión (bis-glutationil espermidina), 62<br />

Tripomastigote(s), 18, 59<br />

Triquinosis, 466, 468-475, 549, 568-569, 652<br />

Trixacarus caviae, 631<br />

Trofoblasto, 704, 705<br />

Trombiculosis, 529<br />

Trombocitopenia en tripanosomiasis africana, 277<br />

Trombosis venosa extrahepática múltiple, 385<br />

Tropismo de los microsporidios, 21<br />

Trypanosoma, 3, 7, 13, 47, 52, 57, 68, 77, 273,<br />

274, 282-283, 286, 495,<br />

509, 516, 617, 720, 729,<br />

744, 759<br />

Tunga penetrans, 529, 530, 612, 772<br />

Tungiasis, 103, 529-530, 698, 772<br />

U<br />

Ubiquinona, 53<br />

Úlcera(s), 133, 142, 302, 304, 771<br />

Uncinaria stenocephala, 767<br />

Uncinariasis, 230-233, 569, 757<br />

Uridilato, 65, 71<br />

Urocinasa, 295<br />

Uropatía bilharziana, 597<br />

Urticaria en giardiasis, 148<br />

Uveítis facoclástica, 368<br />

Vacuna(s), 91, 443, 678<br />

Vacuola parasitófora, 21, 57, 63<br />

Valina, 56<br />

Verruga peruana, 608<br />

Vesícula(s), 429, 527, 576-578, 628<br />

Villitis granulomatosa grave, 706<br />

Vinilsulfona, 58, 59<br />

Visceromegalia, 300<br />

V<br />

Vitamina(s), 10, 127, 176, 206, 207, 216, 647,<br />

689, 719<br />

Vitrectomía, 538<br />

Vittaforma corneae, 368, 764<br />

Vólvulo sigmoideo, 79<br />

Voz, pérdida de (disfonía), 305<br />

Vulvovaginitis, 375<br />

Warfarina, 295<br />

Watsoniasis, tratamiento de, 755<br />

Watsonius watsoni, 258, 755<br />

Western-blot en diagnóstico de la enfermedad de<br />

Chagas, 294<br />

Wuchereria, 35, 36, 47, 455, 464, 457, 598, 768<br />

Xantina, 63, 64<br />

Xenodiagnóstico, 293<br />

Xenopsylla cheopis, 46, 772<br />

Xilosa, absorción reducida de, 176<br />

X<br />

Y<br />

Yemación de la germinativa (vesículas prolígeras), 7<br />

Yersinia pestis, 613<br />

Yeyunostomía coledocal, 399<br />

Yodofenfos, 772<br />

Yodoquinol, 144<br />

Zancudos, 7, 607, 773<br />

Zimodemas, 283, 298<br />

Zoodermatosis, 521, 529<br />

Zoonosis parasitarias, 717, 727<br />

Zooparásitos, 4, 520<br />

Z

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!