Colombianos Residentes en Paraguay la Revista Año - Año 1- N 3

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además que en Colombia veníamos
de 8 años de un gobierno que había
combatido a la guerrilla de Las FARC de
manera frontal y directa en cabeza del
señor Álvaro Uribe Vélez, dejando en
claro que un país democrático no negociaba
con terroristas, reduciéndolos
a la mínima expresión nunca antes vista
y acorralándolos hasta el punto de
haber logrado dar de baja a varios de
sus máximos cabecillas.
Con altísima desaprobación inició este
proceso, que sumido en la falta de comunicación
y blindado en contenidos
y acceso a la información para la gente,
transcurrió de manera sigilosa y hoy,
casi 3 años después, ya habla de principios
de acuerdos en diferentes puntos
y de una posible firma de la paz a más
tardar el 26 de marzo del año 2016.
Una sorpresa
Pero vaya sorpresa nos llevamos los colombianos
el pasado 24 de septiembre
con el anuncio que les acabo de mencionar.
Los medios de comunicación
informaron con bombos y platillos que
había un pre acuerdo para la paz y que
el próximo año tendríamos el país que
durante años hemos soñado. Como si
fuera tan fácil, afirmando que con el
fin del conflicto interno los males de
nuestro país terminarían y casi que vendiéndole
a la gente la idea de un país
perfecto basado en la desmovilización
y la entrega de las armas por parte de
las FARC. Es algo que me parece un absurdo
después de lo que hemos vivido
y con los antecedentes tan atroces que
tenemos luego de las recientes desmovilizaciones
de grupos al margen de la
ley, por ejemplo, la de las (AUC) Autodefensas
Unidas de Colombia.
El Gobierno Colombiano presentó ese
mismo día un pliego en el cual explicaba
detalladamente las condiciones
que a la fecha se han negociado con
los líderes guerrilleros para la eventual
firma de la paz, condiciones que para
muchos de nosotros son vergonzosas
debido a la descarada impunidad que
se denota en algunos de los puntos determinados
y acordados entre ambas
partes.
No tiene presentación alguna, en ningún
lugar del mundo, que los máximos
responsables e ideólogos de un grupo
guerrillero que ha desplazado de sus
tierras a más de 6 millones de personas
de forma directa o indirecta, que han
asesinado alrededor de 250 mil seres
humanos, que ha ocasionado un daño
ambiental inmenso a nuestra fauna y
nuestra flora, que se ha llenado de dinero
a costa del narcotráfico y que han
cometido crímenes de lesa humanidad
como violaciones a mujeres y menores
de edad, desapariciones colectivas, masacres
y demás, vayan a tener las “cuantiosas
y extensas” penas privativas de
la libertad únicamente por un periodo
que oscilará entre los 5 y los 8 años de
prisión.
“A ningún colombiano
le puede caber en su
mente la más remota
posibilidad de que una
persona que ha hecho
tanto daño a nuestro
país y a nuestra gente,
tenga la posibilidad de
gobernarnos”.
petir en franca lid con los diferentes
actores de la política nacional y podrán
aspirar sin objeción alguna a ocupar
cargos de elección popular en Concejos,
Asambleas, Alcaldías, Gobernaciones,
Senado, Cámara de representantes
y hasta presidencia de la república. El
solo hecho de imaginar a uno de estos
reconocidos criminales legislando
para el pueblo, hace que muchísimos
colombianos sientan una indignación
absoluta y exijan nuevamente que los
cargos de elección popular sean solamente
ocupados por personas con una
hoja de vida limpia y una honorabilidad
comprobada y destacada en el marco
de actividades legales y limpias.
A ningún colombiano le puede caber
en su mente la más remota posibilidad
Gobernarnos?
Como si fuera poco, se les entregará el
poder de convertirse en un partido o
movimiento político que podrá comde
que una persona que ha hecho tanto
daño a nuestro país y a nuestra gente,
tenga la posibilidad de gobernarnos,
de administrar presupuesto público,
de dirigir las funciones gubernamentales
desde sus propios intereses y de ser
quien tome las decisiones administrativas
de municipios, departamentos o
peor aún, la nación.
Ahora bien, quiero dejar algo claro
con mi posición, nosotros como colombianos
no estamos en contra de
la paz, es algo que anhelamos todos
hace muchísimos años y que sin duda
nos potenciará como país y nos ayudaría
a sobresalir en diferentes campos
debido a la inversión del presupuesto
nacional que podríamos realizar en
otras áreas del país en caso de que
culmine el conflicto. Sin embargo, lo
que me disgusta a mí en particular y
estoy seguro que a muchas personas
les sucede igual, es la forma como se
ha llevado a cabo este proceso de paz,
en un completo hermetismo, lejos del
país, con poco conocimiento e información
de avances, negociaciones y
acuerdos, con exclusión de la mesa de
la parte más importante e impune del
conflicto que son las víctimas. Estas
fueron aisladas de gran parte de las
conversaciones en La Habana y solo
al final del proceso vinieron a figurar
y a sentarse frente a frente con quienes
tanto daño les hicieron y quisieron
resolver años de sufrimiento con una
simple petición de perdón.
Yo quiero la paz, pero quiero una paz
con justicia, sin impunidad, donde las
víctimas sean reparadas por Las FARC
de forma idónea y adecuada, donde
haya restitución equitativa de tierras,
donde ellos (las víctimas) se sientan reconocidos
por el estado y sientan que
sus agresores están pagando con creces
todo el mal que les han hecho. Una paz
en la cual se construya desde la pedagogía
y la concienciación, un país que no
vuelva a caer en los mismos errores y no
vuelva a cometer las mismas injusticias
con gran cantidad de sus ciudadanos,
donde los derechos en participación
política sean solo para personas inocentes
y sin antecedentes judiciales o penales
y donde se asegure de entrada que
no volveremos a caer en la repetición
del conflicto interno en el corto, mediano
y largo plazo.