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Las Bellas Historias de la Biblia. Tomo 8. Arthur S. Maxwell

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El Paralítico Sale Caminando<br />

trabajo arrastrarse hasta el bor<strong>de</strong>, que cuando llegaba, ya alguien<br />

había entrado en el agua. Pero Jesús sabía cómo infundir nueva esperanza<br />

a los <strong>de</strong>sesperados. Con ternura, pero a <strong>la</strong> vez con firmeza,<br />

le dijo al pobre paralítico:<br />

—“Levántate, recoge tu camil<strong>la</strong> y anda”.<br />

¿Caminar? El pobre hombre apenas sabía lo que significaban<br />

esas pa<strong>la</strong>bras. Hacía tantos años que no caminaba... estaba tan débil,<br />

sus articu<strong>la</strong>ciones se hal<strong>la</strong>ban tan endurecidas, que... ¡pero, no! ¡Algo<br />

había ocurrido! Trató <strong>de</strong> incorporarse. ¡No sentía dolor alguno!<br />

¡Podía dob<strong>la</strong>r <strong>la</strong>s rodil<strong>la</strong>s! ¡Podía pararse! Es cierto que al principio<br />

se sintió un poco flojo. Pero cada vez parecía tener más fuerza. ¡Qué<br />

maravil<strong>la</strong>!<br />

Entonces se agachó para recoger su camil<strong>la</strong>, tal como<br />

Jesús le había dicho. Y ni eso le produjo dolor. ¡Había<br />

sido sanado! ¡Estaba completamente bien! Podía caminar,<br />

correr y saltar otra vez, ¡<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> 38 años!<br />

¡Qué maravil<strong>la</strong>! Era algo <strong>de</strong>masiado hermoso<br />

para ser cierto.<br />

Estaba tan entusiasmado por sentirse<br />

bien otra vez, que ni siquiera supo quién<br />

lo había sanado. Cuando miró a su alre<strong>de</strong>dor<br />

para agra<strong>de</strong>cérselo, Jesús ya se había<br />

ido. De modo que el hombre se puso <strong>la</strong><br />

camil<strong>la</strong> bajo el brazo, pasó por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong><br />

uno <strong>de</strong> los pórticos, y se dirigió a su casa.<br />

¡Pero cuando menos lo esperaba, surgió<br />

una dificultad! Algunas personas que<br />

se hal<strong>la</strong>ban afuera le preguntaron cómo<br />

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ILUSTRACIÓN DE PABLO REMMEY

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