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La Multitud Es Alimentada<br />
todo el día. Entonces, pensó en lo que había traído para comer.<br />
—Si el Maestro tiene hambre —le dijo a Andrés, que se hal<strong>la</strong>ba<br />
cerca <strong>de</strong> él—, estoy dispuesto a darle lo que traje para comer.<br />
Andrés le agra<strong>de</strong>ció con una sonrisa y comunicó el ofrecimiento<br />
a Jesús.<br />
—“Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes <strong>de</strong> cebada y dos<br />
pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?”<br />
—“Hagan que se sienten todos —or<strong>de</strong>nó Jesús”, y ellos obe<strong>de</strong>cieron.<br />
—¿Sentarnos? ¿Para qué? —preguntaba <strong>la</strong> gente.<br />
—Vamos a comer.<br />
—¿A comer? ¿Cómo es posible? ¿Dón<strong>de</strong> había alimento?<br />
—No se preocupen. Ya verán...<br />
Mientras tanto, Juancito le había alcanzado a Jesús <strong>la</strong> comida<br />
que había traído y el Maestro se lo agra<strong>de</strong>ció efusivamente:<br />
—¡Gracias, Juancito! ¡Muchas gracias!<br />
Y <strong>la</strong> amable sonrisa con que acompañó estas pa<strong>la</strong>bras emocionó<br />
al niño. Le pareció que eso valía mucho más que el almuerzo que