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Diario de yo<br />
sado, futuro, tanto da. Hace<br />
y, seguramente muchas<br />
unas semanas me encon-<br />
cosas más. Me discul-<br />
tré alejado de la parafer-<br />
po. Solo hice promesas<br />
nalia de la lectura pública<br />
de un gran escritor. No sabía<br />
que leía, no ese día en<br />
concreto. Lo supe al acudir<br />
a la lectura, interpretación,<br />
no sé, rehearsal, de otros<br />
grandes poetas a los que<br />
me sentí incapaz de apreciar<br />
en toda su valía. El caso<br />
es que, cuando escapé, cobarde,<br />
impune, a la representación<br />
que esos otros<br />
representaban, redundante,<br />
sí, busqué significado a<br />
mi visita, a los minutos que<br />
mi espalda quiso aguantar<br />
aquella pequeña tortura.<br />
Resumiendo, reencontré<br />
a Karmelo, al poeta al que jamás osé imaginar que fuera<br />
a acabar siguiendo en esta cosa curiosa que antes llamábamos<br />
Internet y a la que ahora nos referimos con otros<br />
nombres, igual de infieles, igual. Y a Karmelo debo parte<br />
de mi existencia, por mucho que él no lo sepa.<br />
Prometí prospectos, manuales de usuario, instrucciones<br />
como el amante incompetente<br />
que espera<br />
reencontrar todo lo que,<br />
culminado el encuentro<br />
inicial, considera perdido.<br />
No soy amigo de instrucciones,<br />
no me llamo<br />
anarquista solo porque<br />
tampoco soy amigo de<br />
nombres, calificativos o<br />
denominaciones.<br />
Este es un diario, fragmentos<br />
malamente acoplados<br />
de otro diario,<br />
más largo, aún más caótico,<br />
aún más redundante.<br />
Solo espero que quien lo<br />
lea no piense que el tiempo dedicado a la lectura equivale,<br />
en valor, duración y saliva, al tiempo restante.<br />
Vuelvo a mentir. Puede que, en adelante, cada cual encuentre<br />
los tiempos de cocción, bandeja del horno o preceptos<br />
de coaching que yo, el del diario, no encuentra.<br />
Rincón Poético<br />
LA HIJA QUE NUNCA TUVE<br />
Sigo los pasos de la hija que<br />
nunca tuve por el hielo No<br />
puedo verle la cara porque<br />
no ha nacido Sé su nombre<br />
La llamo bajito y ella me<br />
escucha Le digo que estoy<br />
loca que camino en verano<br />
sobre el asfalto para quemarme<br />
los pies y manchármelos de<br />
negro Que miro al techo y<br />
veo a seres de ceniza que están<br />
muertos y me piden ayuda Que<br />
necesito volver al vientre de<br />
mi madre de vez en cuando<br />
Que me dan miedo los árboles y<br />
las fábricas maravillosas Le<br />
pido perdón pero siento cómo<br />
me está dando las gracias<br />
La <strong>Revista</strong> de Carabanchel<br />
La <strong>Revista</strong> de Carabanchel<br />
No hay hormigas en la Antártida, (inédito)<br />
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Maria Castrejón