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Edicion 18 de diciembre 2019

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Opinión

14 Miércoles 18 de diciembre de 2019 Diario Co Latino

Sociología y otros Demonios (983)

La residencia de Antonio en El Salvador (4)

René Martínez Pineda

Sociólogo, UES

Publicación de la Sociedad Cooperativa de Empleados de Diario

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128 AÑOS INFORMÁNDOTE CON CREDIBILIDAD

Al ubicar la residencia de Antonio

Gramsci en El Salvador

(una residencia de coordenadas

olvidadas, una casa que fue desamparada

por los fanatismos o por la inminencia

del socialismo) recordamos que la ideología

-después de que Marx y Engels la ubicaron

como un hecho vinculado al concepto de falsedad,

engaño y manipulación- sigue siendo el

territorio en el que se establece el fuerte imperio

de lo falso y de lo disimulado-simulado.

de ideología está posicionado en la territorialidad

de la superestructura (por lo que los gobiernos

despliegan grandes esfuerzos propagandísticos),

hasta constituirse en un sistema,

lógico, todopoderoso y deliberado de ideas,

creencias y recuerdos históricamente necesarios

y determinados cuya función principal es

cohesionar a la sociedad y a las clases sociales

a partir de los grupos que las forman. En ese

miento

marxista- la ideología es para Gramsci:

la dominante concepción del mundo que posee

y despliega una clase.

En términos sociológicos, la burguesía -al lle-

glo

XIX y principios del siglo XX- enarbola una

ideología que la legitima y legaliza socialmente

más allá de su condición de clase concreta, más

allá de sus residencias, y esa legitimidad y facultad

política de dirigirlo todo es posible porque

asume la representatividad total de la sociedad,

lo que le permite hablar en nombre de todos

usando conceptos tan etéreos como vacíos: patria,

nación, país, ciudadano, identidad sociocultural.

Y es que -en Gramsci- todas las

clases sociales dominadas (o subordinadas,

o subalternas, da igual el

título que les demos) incorporan

en sus imaginarios colectivos la visión

del mundo (o la ceguera en el

mundo, más bien) que les impone

la clase dominante, razón por la cual

siguen o consideran como propia la

ideología dominante, la que no pierde de vista

sus funciones y condición histórica de dominación

y de sometimiento de los intereses de las

clases dominadas, utilizando para ello diversos

instrumentos y medios hegemónicos (unidos a

la perfección con el doble discurso) con los que

cia

social y cultural e incidir en la conciencia de

toda la colectividad. Al respecto, la más tristemente

célebre de las falacias usadas por la derecha

salvadoreña más recalcitrante fue la acuñada

por Cristiani: “El Salvador, país de propietarios”.

Frente al doble discurso de la burguesía (materialización

de la doble moral y de la hipocresía

como herramienta política) Gramsci propone,

desde la cárcel, una estrategia teórico-política

crítica que es y sigue siendo hasta nuestros

ca-

cuya raíz se encuentra en lo que Lenin llamó

relación teoría-práctica que sería la base de las

epistemologías de la cotidianidad. Esa sociología

de la praxis, según Gramsci, es el hilo conductor

de la teoría social crítica que va desde lo

ría

y desde el sentido común hasta la comprensión

teórica superior como un proceso histórico

que se realiza por medio de la política militante,

con lo cual se desarrolla, tanto la sociología

en un estado sumo de abstracción, como

la concepción crítica de las masas subordinadas

(la conciencia social como el combustible del

motor de la historia) para arribar a una voluntad

social de emancipación que puede ser pací-

nes

sociales recibidas como herencia.

fía

de la praxis no tiende a mantener a los in-

fía

primitiva del sentido común sin dirección

ideológica, sino al contrario, a conducirlos hacia

una concepción superior de la vida y de la

política, pero no para limitar la actividad cien-

lítico

de las masas populares, sino para construir

con ellas un bloque intelectual-moral que

haga posible un progreso intelectual de sí mismas

y no solo para pocos grupos intelectuales”,

vas

mieles de la fama- cambian el rumbo hacia

el fantasmal paraíso de la burguesía convirtiéndose

en sus sirvientes. En algunos de esos patéticos

y tristes grupos están residiendo, sin pagar

renta, los risibles historiadores sin historia y los

sociólogos más reaccionarios que se disfrazan, a

conveniencia, de intelectuales críticos o de ciudadanos

democráticos.

Para algunos teóricos de las ciencias sociales,

en vez de marxismo (o de sociología crítica) por

cuestión de prudencia para que sus ardientes escritos

evadieran la férrea censura de la cárcel al

-

más íntimos, diría yo- él nos hablaba de “materialismo

histórico” para ser más comprometido

con las causas de las clases dominadas. Y es que

el marxismo fue la fuente clandestina que amamantó

la concepción gramsciana de la sociedad,

ciones

pertinentes, claro está- es hoy por hoy la

única concepción teórico-política que guía a los

gente

y emancipadora; así puedan construir nuevas

relaciones políticas, nuevas versiones de la

lleven a una reforma tan intelectual como moral:

las epistemologías de la cotidianidad.

Ya vimos que Gramsci llama a su reinterpre-

xis

y nosotros -en su residencia en El Salvadorla

llamamos como sociología de la praxis. Con

cualquiera de los dos nombres se puede designar

en realidad al marxismo actualizado si cuenta en

sus constructos teóricos con las epistemologías

político del Gramsci de la cárcel, sinónimo de

materialismo histórico; y es la teoría como bitácora

de las luchas de clases en las calles; la colección

de ideas-acciones para que se desencadene

el proceso de la contra-hegemonía como hege-

ciar

una nueva fase de la historia o un cambio de

liderazgo de quiénes se puede perseguir.

A esto le podemos llamar proceso de enfrentamiento

hegemónico, en tanto que es el período

histórico en el que se forma la conciencia en

las masas que permite comprender que las con-

propios.

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