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Tú belleza
me hacía pedazos
Tu belleza me hacía pedazos
Colección de nostalgias y despechos
Tu belleza me hacía pedazos
Nuestro proyecto nació en 2016, cuando un grupo de jóvenes radicados
en varios lugares del Ecuador regresan a su ciudad natal, Loja, y de una
forma decidida, como un meteorito, sin saber cómo empezar y volver a
sus raíces, sin ser profetas, siempre cuesta arriba, intentan una forma de
no sucumbir al tedio provinciano de la vida cultural sosegada del SUR.
El “Último rincón del mundo”, como se conoce a Loja, los acoge y los reencuentra
con sus raíces, con su nostalgia andina, sus montañas azules,
sus abuelas, sus antecedentes contradictorios, la ciudad que cambia de
colores, ciudad arcoíris, ciudad de vientos infernales, corazones empolvados
y guitarras que cantan como los gallos. Aquella ciudad los adentra
en las vísceras y sus entrañas de color y luz, en ese arte cosmopolita y original,
esa melancolía agridulce con tufo amanecido les delata, les palmea
la espalda, les calma el sufrimiento, aquel arte les muestra la desdicha,
el arte nace para combatir ese dolor terrenal, aquel rincón les abraza:
“Corazón de huanchaco, alma de jocotoco, sonrisa de chilalo, carácter
de vizcacha”.
La orquesta de la nada, Chicharrón Rock & Los 3 del Voli
Índice
Cuando miento digo la verdad
By Ron Carry On .................................................................................7
Otra vez esa bestia marchita
Demiám Salvatore ............................................................................27
Tratado de Literatura y algunos versos en vela
Nicolás Mogrovejo ...................................................................................53
Biografía de los autores ...................................................................67
5
Cuando miento digo la verdad
By Ron Carry On, el marqués de Punzareins
7
Poesía
29 de enero de cualquier año.
Había olvidado lo triste y ridículo que es escribir cartas cuando no van
a ser entregadas al destinatario que por naturaleza es amor, la primera
carta de este libro es para el lector, a quien sí serán entregadas todas las
cartas, revelarán juicios, pensamientos futuristas, malos viajes, existencialismo,
precariedad del sentimiento propio de amor. Cualquier página
que abras de este libro te volverá siempre a la carta pegada en el mostrador
de la cafetería que jamás estuvo abierta el día en que no fuiste.
Finales de noviembre, después de volver de Chiclayo.
La única forma de escapar de mi país es por vía escrita, vivo en el rincón
más frio del mundo.
Octubre, no recuerdo la fecha, el año es el mismo.
Escribí mientras yo dormía, sobre mares de botellas apiladas bajo la
cama de un hotel en Ayampe, escribí para ser lo que mi sueño me revelaba,
para acariciar el tiempo perdido, increpé las olas y mis ojos se
amarraron a la cola de una gaviota, me dejé llevar por la marea y por el
deseo de ser mar y no costa, ser agua con sal, costra para cenicero y orina
de ebrio.
Suelo pensar que escribir es una pérdida de tiempo si estás en una playa,
está vez mi compañía ha sido la guitarra, sonroja al cielo y espanta los
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Tú belleza me hacía pedazos
insectos, el único consuelo es no tenerlo, sin embargo, tengo el viaje y la
poesía que no escribo, la escritura se tomó en serio las vacaciones, la guitarra
cotorreando con charangos, requintos viajeros, tambores aquellos
corazones que se afinaban cuando nadie pensó en nadie que no estaba
allí, busco viajar para escapar, siempre me fui, pero mi cabeza se quedó.
16 de febrero, fin de semana en la luz.
Todo el santo día pasé inventando una forma de convencerme que la
soledad es incertidumbre de niño perdido, aquel amor que había sido
mío, volvería, quería la vida de vuelta, la tradición de realidad inventada,
la seguridad infinita exacta, aquel amor que había venido a mí, no sea
en una aventura más del potrero abierto de mis banalidades corporales
a flor de piel, como una noche estrellada en el pueblo de alguien donde
habrá una fiesta más tarde, donde habrá varias mujeres y hombres esperando
chocar copas, recorrer la pista y bailar con el ser más esplendoroso
de la noche. Aquel amor que sea eterno y para siempre, el amor eterno
y para siempre llegó a irse para siempre en la eternidad de la espera. Los
negocios habían terminado en la capital.
28 de diciembre, la última noche de amantes en casa de tus
padres, Vilcabamba.
Cuando pensé en escribir las siguientes líneas, sentí mi pulso derretirse
en mi voz interior, la voz que dicta mis palabras había sido manoseada
por mi racionalidad de percibir las cosas, mi mente no revelaba nada,
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Poesía
mis ojos eran un rio seco, mi corazón cantaba una canción de Jeff Buckey.
Conduje mientras fumaba hierba, no había otra forma de pasar desapercibido
de los propios designios y pensamientos, estaba empezando
a volver a vivir en mi cabeza, eso era volver a un circulo de confort interno,
el mundo decretaba viernes negro cada día, me ocupaba más tiempo
mantenerme alejado del ritmo de vida de la sociedad. Llené mis archivos
digitales con música, siempre estaba de viaje mientras todos charlaban,
estoy cansado de la rutina y de adquirir otra, había que hacer algo y escribir
era/es ¿Será? una terapia, mi vida estaba compuesta por consejos,
observaciones, señales de advertencia, sermones, metidas de pata; tenía
explicitas ordenes de ser yo quien falle en todas las misiones a las que fui
concebido, ―nadie― en trescientos sesenta grados, casi era fin de año de
todo, no habíamos terminado, aún.
23 de mayo, una gillette y/o marcador para dibujar la línea.
Sin línea equinoccial solo paisaje verde, pensé en crema de brócoli fluyendo
por las arrugas de la tierra, me encuentro en una ciudad que a
pesar de estar en invierno la lluvia al acariciar la piel se derrite igual que
un meteorito; sudo sentado, sudo al pensar, deshidratación, imagino situaciones
iguales y quizá alguien puede inventarse algo con estas líneas,
los etcéteras del calor. Fui al festival en Manabí, siempre alguien quiere
ahorrarse pasajes, viajes y sugiere mi nombre para tales recitales. Leí
junto a grandes escritores que no tengo idea de las obras que escribieron
y ante gente que jamás podría aplaudir tan fuerte que el ruido proviene
de un par de palmas sujetando documentos. Cuando terminó mi
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Tú belleza me hacía pedazos
participación fui a caminar al puerto con un sombrero de duende y una
cerveza de lata, serrano colorado queriendo botar parada, pobre cerveza
hirviendo en el calor del infierno, las diablas me daban la razón, te miran
te arañan el corazón, luz radiante sobre sus cabezas, sol que encandilaba
ojos mulatos, mi chela convertida en horchata, el pretexto para vivir es
la sed a la madrugada.
Domingo, todos los meses de todos los años, quizá solo uno.
¿Qué diferencia hay en el ruido exterior del mundo y el ruido interior de
mi cabeza? Pulso-cronómetro, bomba de tiempo tic tac en mi cabeza,
estruendo de choque del ferrocarril transandino, enfado enfermo en cuidados
intensivos, aviones de caza cargando ataúdes, pedazos de ciudades,
vidas en el abismo, adjetivos caen al precipicio de lo exagerado, no
puedo escapar. Sé que escribí esto una tarde que mis cigarrillos fueron
alcanzados por la ropa en remojo. El mundo adentro y afuera estalla,
pienso que el café debería ser bebido caliente. ¿Sí dejé de fumar porque
me preocupa?
Jueves 30 de julio, ficciones del pecho.
No puedo escribir todo lo que me pica en la garganta, digo: “escribir
sobre lo escrito, deleitar a los lectores con textos diferentes, extravagantes,
porno trans cosmo” blablablá, ¡qué bonito! somos instrumentos que
forman parte de una orquesta universal, ― suspiro― achís levanta polvo
del alma muerta, vergüenza sexy, corazón conscripto con rifle sin balas,
la voz que me habla no viene del más allá ni de acá, esa voz es una
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Poesía
llamarada que me dice ―frio tibio caliente― mi escritura tiene los ojos
vendados, mis dedos no son míos, escribo palabras fantasmas en el aire
y no digo nada en el papel.
Marzo 30. Todos los días a los años jamás recuerdan.
Todo empezó cuando aceptaste salir conmigo. Estabas con hambre, el
fuego y la excitación dejaron un camino con una línea blanca partiendo
la acera, te vi parada a la mitad de la calle mirando a tu alrededor, esperando
a la nada, la nada andaba comprando vino.
Menos dos días antes que uno. 19 de Abril.
La verdad sospechosa es un vaso de agua a la mitad, no puedes decir que
la verdad está a la mitad como el vaso, sospecho que la mentira dentro
de su vaso vacío dice más verdades que la misma verdad.
Sábado 24 de marzo, fideos y atún.
Nunca quisiste, muchacha, aquella vez que tuve que dejarte con la comida
servida fue porque dijiste que no das más, qué hasta ahí pudiste
llegar a pesar que ni empezabas, el fin era el inicio, el tiempo enfermó y
su tos me llovía, su flema y estornudo de alcohol me arropaban del frio.
Los sueños me revelan la vida y las canciones son las voces de las veces
que no me hice caso, confundo la necedad con el amor, confundo la vida
con la muerte y la muerte la vivo en cada oda del viento, silba y me dice
que jamás me dirás: ya no te quiero.
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Tú belleza me hacía pedazos
15 de abril, ¿quieres ir Cuenca? A brillar mi amor, ¡vamos a
brillar mi amor!
El poema como reclamo, el poema como excusa, el poema y sus pretextos,
como pronombre posesivo, no atesora momentos ni la excelsa de
tragedias. Decir ―mío― para explicar lo propio, la manera de ser diplomático
ante situaciones de carácter sensosentidemencial el cuerpo se
acostumbra a los pronombres posesivos que deberían llamarse temporales
o de carácter mortal. Lancé mi corazóngranada sin seguro y salí
corriendo, no pude evitar ser alcanzado por pedazos de amores, residuos
del paraíso, lágrimas incrédulas.
La
es andar con uno mismo.
La poesía
es con uno mismo.
La poesía es andar uno mismo.
La poesía es andar con mismo.
La poesía es andar con uno .
Octubre de pocos, ¿existe? derretí chocolate con trocitos de
piña sobre tu espalda.
La concentración es un campo minado, una cámara de vigilancia apagada.
En horas del trabajo es necesario interceder por uno mismo, ir tras
la inquietud, tras la mente en el aire, dejarse inyectar palabras, dejarse
borrar contrastes cotidianos, dejarse llevar por la corriente del cauce
inesperado, la orilla se encarga de apaciguar la mente caudalosa hacia
relieves para aterrizar avionetas clandestinas, el equipaje fue arrastrado
por la corriente, no hay número para amar, mi avioneta no funciona con
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Poesía
gasolina, funciona con música.
Mientras duermes, tus mejillas fucsia invitan a mis labios a hacer guardia
de tu boca.
Hacer guardia en tus noches es hacer la noche de día y escribir:
Sabe,
¿Sabe?
¡Que sabe!
¿Quién sabe?
¿Quién sabe qué?
―Sabe a durazno tu ausencia―
― ¿Por qué a durazno y no otra fruta?
― No sabe a otra fruta,
el durazno no es durazno,
es una ciruela que reposa en la noche.
― no dudes del lenguaje, te dará la razón.
Días desnudos, sin etiquetar, septiembre.
Soy un niño nuevo que en cada caída se rompe y aprende como si fuera
una aventura, te siento como la sangre, mis extremidades se adormecen,
esa parte de mi cuerpo muere y se congela, siento que cada día te añoro,
quiero, pienso extraño, amo, deseo, sueño, canto, escribo, lloro, callo,
veo, muero, vivo, salto, imagino, soy malo, tonto, bueno, ajeno del sol,
perro de autopista, gato de árbol, canción que tarareo y ―silbobailo―
con mis dedos tus acordes.
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Tú belleza me hacía pedazos
Eres desierto en la autopista y el cielo nunca más pudo verse real. Los
mástiles que tengo atravesado en el corazón son vigas que sostienen
nuestra casa de música, tenemos ventanas con vista al celeste deseo de
no ser nadie. Perdemos en cada enredadera de palabras que no sentimos,
las letras que sentimos no las mencionamos, mis piernas no son
mulas de carga de mi vida, tú en mí, yo en ti o que ambos en ninguno
puede estar, solo estar ambos frunciendo cejas, apretando nudos.
Mi amor es una distorsión de guitarra, un solo infinito que se escribe
siempre.
Doy las gracias cómo un mendigo que da las gracias a la noche porque
ha llegado a ella.
No quiero seguir diciendo cosas tan simples no necesitas de belleza
Eres atardecer cuando regreso a casa, cielo echando colores al espacio
Descanso de la poesía teniéndola como telescopio de estrellas y palabras
Abril 23, escritos huelen a cuerpo, aceite y ropa sucia.
Cuándo se charla, la poesía es sobrevalorada, se dice un verso inesperado
o se calla. Haber sabido que una vez fui joven me ayudó a soportar la
vida y ahora que estoy enterrado de pena hasta el cuello, las contradicciones
luchan por dominar el instinto de conciencia, las texturas del ayer
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Poesía
se proyectan a través de la concepción del hábito, ¿Qué sucede adentro
del calvario propio? La pesadilla de amar al ser, la búsqueda de la nada,
la conducción del avión de tus penas, la terquedad de comezón y la agonía,
en buena hora si la causa es un amor, es dulce, lenta y dolorosa.
Solo quiero irme lejos, huir, como diría mi amigo Marçal, HUIR DE
TODO, al inicio lo pensé como único instinto y cómo brisa de mar, inicio
del caos, versos de harina, rímel e invierno. Tuve la sensación de que
largarme es el AS bajo la manga y el humo blanco que camufla mi hipocresía.
Qué torpeza saber el final y aun así ir, la utopía del enamorado, la
contradicción de ser exitoso en los negocios y fracasado en la poesía, que
capricho del poeta, intenta escribir un riff nostálgico.
A lo lejos suenan los coros de la tarde, un manto de lluvia se aproxima,
Nina Simone pasea mi cabeza como un perro, la caminata de colegio,
media botella de cantaclaro y una garrapata de inquilino.
Julio. Robert Johnson holograma roto.
Han pasado sesenta días y vuelvo a retomar las líneas como desahogo,
como una forma de sincerarme conmigo mismo, de entender las circunstancias
a la cual siempre me debo para amarme y a la vez curarme, como
dirían los poetas de la agricultura “fumigarme” y es que de qué sirve
haber leído a los fatalistas y románticos de la poesía, ¿de qué me sirven?
Ahora que vuelvo al ejercicio diario de la vida, intentar escribir es estar
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Tú belleza me hacía pedazos
solo en una isla esperando un velero, esperando solamente la muerte,
sentarse a mirar por la ventana las luces que se pierden al filo de la cordillera,
recurro a la vida para llenarme de historias, busco al amor para
llenarme de tragedia y busco la escritura para sobrevivir en la ciudad que
me vio nacer, la cuna que detesto que si no más recuerdo, el domingo
por la tarde estuve en la búsqueda de miradores, invierno tibio, cornisas
para amores emergentes, pampas gemidas a la madrugada, calles abandonadas,
bañomotel, pastizales, capó mojado, vidrios sofocados, robo y
mentiras de cine.
La vida se poda como a un jardín de geranios y flores, se acaba con todo.
Tengo un miedo a dejar de palpitar el quehacer diario, temo a que un
día llegue a convertirme en un rio de ciudad. El refugio de la poesía es
temporal, existen consuelos que llegan a ser dramas y caprichos que se
repiten, se camina en círculos, el bumerán regresa.
Mayo 04, Toda la belleza pátina en las comillas.
¿rojo o azulado?
Mi amor y cariño no es tan fácil de dar, no se conserva en el olvido del
ático de una perla en forma de canica. Mi fraterno suicidio de personalidad
que doy fe es deleitarme con tu pelo ardiendo en la noche, quiero
estar contigo de todas las formas y una sola forma:
¡que me mates cuando el atardecer viva!
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Poesía
Agosto, vía al eólico, recuerdos vagos, figuras en las nubes,
ron sicario.
Dichoso entre fragancias de eucalipto, la sombra no me cobija, el agua
no me baña, besos en las neuronas, cabello danzante, las hélices del Villonaco
brotan como jinetes sobre un sol de traje pantano y un agujero,
entre los dientes de mi pecho riego helechos que acolchonan pestañas,
siervo del corazón ― unicodulce― la música se inyecta en el aire como
enfermedad incurable, ¿Existen cuerdos que quieren la cura definitiva
para la música? como los zapatos rotos, LA MÚSICA COMO LA MÚ-
SICA. Leo las cartas y el humo, doy play una y otra vez al día antes que
termine, me inyecto la sábila moribunda de tu cintura, me corto los dedos
cuando se eriza tu piel, no leo los versos que anteceden, no leo los
muertos que caminan, no leo partituras, no leo tus poemas de azufre:
compré
el libro que olvide el ayer,
bebí
vino pensando en la lotería,
comí
tierra recordando una mujer,
amé
y no sabía que me costaría
olvidar o través el libro que compré
pero no me puedo olvidar tu ruido en mi ciudad.
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Tú belleza me hacía pedazos
A mediados de mayo disparé una colilla al vacío y le cayó a un
gato imaginario.
De repente estaba en el callejón en el viejo barrio San Miguel mirando a
las aceras pegarse en mi borrachera, para escribir en la misma ventana
ver el mismo escenario, sin libreto, libre sin libertad. Ya no se escucha
el cielo taciturno, guitarreado. Salté de lunar en lunar, para ser mundo
dibujado en tu espalda, entre ripio y pasto crecido, tu geografía parda,
pelada las rodillas.
¿No volveremos a dormir juntos? aquella noche, fue ella noche fue todas
las noches que no me vas a volver a dar Palabras se escriben sobre el
arreglo floral que no recibirás y yo jamás dormí.
― Coñac ― suplicio ventanal, segundos muertos, sobras en bandeja. De tantos
besos no hay besos tontos. Dios quiera al entendedor desocupado y todas
las flores fueron arrancadas para hacer caminos, huelo, lloro, huelo, (una noche)
cuatro noches, siempre digo cosas estúpidas:
¿No volveremos a dormir juntos?
¿o volveremos?
¿volveremos a dormir?
¿No volveremos?
¿dormir juntos?
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¿No?
Poesía
(No hay orden del día solo hábito―costumbre, noviembre,
burbujas de palabras).
Caminé en busca de caminos, crucé las calles echando polvo en las pisadas.
Mi mente desplegó películas y diapositivas, el rio cruza el comercio
local y los autos alteran el orden del día como meteorito estrellándose
en las mentes de las personas, barrer la tranquilidad. Miré al cielo, las
nubes del martes sobre los tejados del lunes, el sol del miércoles en las
coronas de los dementes circundando como un gato a punto de recostarse
sobre el sofá y pensar…
El cielo de Loja de pronto chisguetea, lluvia, sol y viento, como moler
caña (¡oh guarapo!)
El cielo de Loja es felicidad, arcoíris, aguacero y tinieblas. El sol aplastado
por una avalancha de neblina.
El cielo sin estaciones. Todo sucede al mismo tiempo.
El fin del mundo inicia el día y nadie sabe que pasa sobre su cabeza.
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Tú belleza me hacía pedazos
Ob―La―Di, Ob―La―Da, ¿aún en mayo?, la felicidad es una
arma sin balas, no te sirve ni para pegarte un tiro.
La terrible flaqueza del corazón ¿cuándo late? arde y el pecho estalla. El
desprendimiento de la piel, el hábito del amor, la calma del calor, el beso
del adiós.
La cabeza sin tapa, los rayos de sol queman y el brillo de luna oxida sal
de penas, se resuelve la carga de la vida cuando la felicidad se apodera
de los detalles imprevistos y del tiempo. Voy en busca de un designio
que libere mi mente del ADN heredado, algodón que limpie heridas ya
cicatrizadas. La intolerancia a la vida inventada es un jarrón de mesa en
el patio de juego, la lengua trabada y las palabras involuntarias son gritos
del crimen que a merced de la lógica debería de ser razonadas, es el
ruido del dolor en una palabra, ser insatisfecho aun siendo insatisfecho.
26 de abril al 03 de Marzo. Montaña con poncho de sembríos
o una counter girl.
Te quiero a lot,
a montain,
a bing bang,
como
muerte sin vida,
azul sin azul,
un verso apuñalado.
22
Poesía
Cero cinco al cuadrado, vida de escritura y tachones en floreros
Creo mis mentiras, suenan a búhos volando después del aguacero, soy
un poema de servilleta que olvidó su bufanda en el mar, soy un poema
inconcluso una harmónica desafinada tocando música de Dylan. Búho
de invierno, azul de prenda. Imagino el día de arena fundido en pies
anaranjados, morder la lengua del océano, zarpazo de olas. Melodía qué
onda en mercados abandonados a la mitad de la nada, ¿tiempo incoherente?,
destartalada vida del hoy, mañana del jamás, futuro sin saxofón,
mejillas al borde del asfalto. ―Tuamor― florece con las lluvias como
guayacanes de enero, mueren junto al sol que se pierde como canción lejana.
Labios con relleno de napalm, bombas nucleares y mares mansos,
precipicios en el grito de un feliz desamparado, o preguntas que nacieron
para no ser respondidas.
¿Coronas en la corona de la cabeza de la reina?
¿Cuánto ansío liberar montañas hechas de telarañas?
¿Cuánto abrigo en los rincones de soles con rayos amputados?
¿Cuánto margino mis venas antes de que mi corazón aparezca flotando?
23
Tú belleza me hacía pedazos
00―00―00, la poesía me lleva como tronco dormido sobre
sus aguas caudalosas
Hace un par de semanas estabas recostada en mi pecho, te pregunté:
¿Cómo te gustan los chicos?
Tu respuesta, según mi comprensión:
“el último tabaquito que se cae de la ventana al suelo mojado” Respondiste:
“me gustan churones, músicos y flacos”
Fue la descripción del chico que hace poco andabas saliendo, aunque
creo que hablar del pasado en los amores te transportan a tiempo futuro.
Para bendición mía fuiste oración, así:
el rio caudaloso nunca toca la puerta dejé de fumar, aunque sigo mojado
tres tiempos absolutos: fui poeta del mañana
La poesía mata al ser,
hace olvidar poetas,
calcinados por sus palabras.
24
Poesía
Fecha no colocada a propósito; esto es una declaración juramentada
de toda mi fortuna
Dejarte ir en el taxi fue como un corte en el talón, corrí a embriagarme
para huir de tu rojo azulado. Luego te chantajee diciendo:
―¿vas a dejar que se quede en una noche?
―“no yo tampoco quiero que se quede en una noche”
―¿Cómo invento el lenguaje del niño que cae bajo su propia trampa en
el pasto?
Al mismo tiempo, vienen a mi mente frases como cachetadas, diciendo:
― “no escribas cosas tristes hay demasiada tristeza en la ciudad”
― “te vas hacer más caos”
Todo era una pista de vinilo escribiendo como sismógrafo la vibración de
nuestros corazones:
―entiende que me quiebro.
―I want you, I want you… ¡Bob Dylan de mierda!
A los amantes, a los pecadores,
me temo que los entiendo.
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/Los ojos que te ven cuando te ven no aprecian tu belleza, el pensamiento
que te piensa aprecia tu belleza más ahora que no se te tiene en frente,
tu silueta de palabras surtidas en el humo de los cigarros de la huerta/
Otra vez esa bestia marchita
Demián Salvatore
Tú belleza me hacía pedazos
Eran como dos aves de paso
obligadas a vivir en jaulas diferentes.
Antón Chéjov
UNO
Una de las peores cosas que puede ocurrirle al ser humano es no poder
dormir. Estudios recientes indican que los problemas relacionados con
el insomnio son factores a tomar en cuenta en políticas de salud pública,
pues casi siempre son productos de estrés y ansiedad en un mundo donde
las extensas jornadas laborales desgastan física y mentalmente y no
nos permiten reponernos como nuestros cuerpos demandan. Según el
Instituto del Sueño, existen causas médicas del insomnio (enfermedades
mentales o físicas) y causas externas (malos hábitos de sueño, uso y abuso
de sustancias y medicamentos, trabajos por turnos, etc). Asimismo,
e independientemente de la causa que lo origine, el insomnio puede ser
crónico, si se prolonga más allá de seis meses, pudiendo durar años, y
transitorio, si se produce durante un corto periodo de duración, menor
a un mes. Leo, sufro, y es un poco aliviador saber que lo mío puede
ser un insomnio transitorio. Aunque, en el fondo, sé que evolucionará a
insomnio crónico.
Pensé en la muerte por insomnio y busqué. “¿Te puedes morir por no
dormir?”. La respuesta es sí. En España existen registros de personas
muertas por IFF (Insomnio Familiar Fatal), una patología priónica her-
28
Cuento
mana del mal de Creutzfeldt-Jakob. No me alarmaba saber aquello, pues
muchos de los casos extremos de este padecimiento eran producto de
una mutación del gen D178N. No era mi situación. Sin embargo, era un
dato a tener en cuenta. Eso sí, supe que las personas atacadas por este
trastorno tardaban en morir de entre dos a tres años después de no conciliar
el sueño. ¡Horrible! Sí me preocupaba, debo aclarar, que en mi caso
la falta de sueño derivara en alteraciones neuronales o motoras a largo
plazo. Quizás sueno algo hipocondriaca, lo sé. Lo cierto es que nunca he
sido una persona que se ejercita a menudo, más bien he sido sedentaria
y algo perezosa, y ese era un factor de riesgo. De todas maneras, debía,
según una página de psicoanálisis, buscar lo que estaba generando mi alteración
de la conciencia, que bien podía ser un trauma no solucionado,
la angustia por el mañana o el ayer, el miedo constante o incertidumbre,
la culpa infundada, en fin. La cuestión, en definitiva, es si debía medicarme
o empezar una terapia cognitivo-conductual. No soy una persona que
se incline por ninguna de las dos, así que… busco “Recetas caceras para
el insomnio”. Los resultados son: Leche caliente antes de dormir, gotas
de valeriana en el agua, comer abundante lechuga, meditación, masajes,
yoga, musicoterapia, aromaterapia, acupuntura, flores de naranjo, comer
frutos secos, frutas y verduras, feng shui, imanoterapia, sexoterapia
(no me funciona), empezar un pasatiempo (no soy mi madre), infusiones
de romero, de toronjil, de tilo (esto suena bien), etcétera. Tomé nota y
no supe a qué hora di clic al video “El aterrador experimento ruso del
sueño”. No terminé de ver ese video espantoso y fui a “Consejos de Feng
Shui para dormir mejor”, pues siempre me interesó la decoración de los
espacios habitables y me considero una mujer de buen gusto. Lo esencial
29
Tú belleza me hacía pedazos
en la vida, lo juro, es la sobriedad. Mañana mismo debería irme a dormir
en un lugar donde menos sea más, donde la cama esté ubicada en
“posición de mando”, es decir, lo más alejada posible de la puerta y sin
embargo con visibilidad plena hacia ella. De preferencia con el cabecero
mirando hacia el norte.
Un tratamiento que funciona contra el insomnio es el cannabis,
según la siempre ligera e incompleta revista Vice. Pero no, me rehúso a
tener que soportar esa sensación de torpeza prolongada que deja la yerba.
He llegado también a una palabra que desconocía, Karoshi, o muerte
por exceso de trabajo. Al parecer, en esta sociedad una se puede morir
por cualquier cosa. Pero el sueño, ese sueño reparador que necesito para
dejar de pensar en mis problemas, se resiste a llegar, y me estoy muriendo
de sueño, literalmente hablando. Así que fui a la nevera, tomé un
poco de leche, la puse un minuto en el microondas y, con el pitido del
aparato, Chachay se despertó. Llegó, hizo su resoplido mocoso característico
y se restregó, temblando, contra mi pierna. Sus saltones ojitos
hermosos se le cerraban de cansancio. Eran las tres de la mañana y otra
vez no tenía otra alternativa, la llevaría conmigo a mi cama con mal feng
shui para que acariciar su suave pelaje me ayudara a conciliar el sueño.
Sé que no estaba entre las recetas caseras para el insomnio que busqué,
pero a mí la compañía de Chachay y ese olor suyo tan singular siempre
me ha ayudado a reponerme. La huelo y le digo fuchi, Chachay, mañana
te llevaré a la peluquería. ¿Será que a esta terapia se la puede llamar
mascoterapia? Empecé una nueva búsqueda.
30
Cuento
DOS
Me había encontrado con dos amigos en la calle. Matías, un ex compañero
del colegio, quien al parecer había cambiado sus rastas y su gorra
hippie por un traje de ejecutivo bien presentado. Me saludó desde la esquina
y agradecí que no se acercara. Este día ya tuve suficiente con los tipos
que se acercan o no, que hacen cosas o dejan de hacerlas, como Jalil,
el otro amigo a quien encontré en la mañana mientras llevaba a Chachay
a la peluquería. Él sí se acercó a saludarnos con su prosa de hombre intacto.
Era mi ex. Lo recuerdo con cariño y nos mantenemos en contacto,
pero me molestó sobre manera que no hubiera estado más cariñoso con
Chachay, siendo, como habíamos acordado, su tío adoptivo. Se limitó a
rascar sus orejitas puntiagudas. Chachay se hizo la desentendida, tembló
un poco más, y se pegó a mí. Me di cuenta que sintió esa caricia como
algo lejano y árido. Jalil, debíamos aceptarlo, no era más su tío. Este
hombre de barba bíblica se despidió y ni siquiera me dejó que bromeara
con él. Así que el hecho de que Matías no se haya acercado a saludar, me
producía cierto alivio. Me miró desde la acera, se tomó el pecho con la
mano y creo que vi una reverencia hecha por su traje de corte inglés. No
estoy segura de si lo hizo porque ahora me veo mejor, con este aspecto
como de clase que otorgan la seguridad y la experiencia y una linda falda
colorida usada en un día sombrío. Por eso me sentí, como dice mi madre,
altiva y donosa. Tomé a Chachay en mis brazos. Olía a perfume, a un perfume
post baño que en la peluquería de mascotas se empeñan en usar a
pesar de las indicaciones que una le da al joven de mirada abstraída que
recibe a tu mascota como si fuera un mueble. Pobre Chachay, lo que tie-
31
Tú belleza me hacía pedazos
ne que soportar a mi lado pudiendo estar feliz en la finca de mis abuelos;
pero aquí, esa es la verdad, mi verdad, ahora mismo me hace más falta.
Más aún cuando torpes como Jalil y farsantes como Matías se atraviesan
en el camino casi a diario.
Con Chachay bien agarrada de mi brazo derecho y protegida con
su capucha para la lluvia, me fui con dirección norte, donde queda el
mercado de abastos a comprar las plantas para las infusiones. Antes, lo
olvidaba, debía pasarme por el banco. Tomé la acera cubierta con los aleros
más grandes porque cuando salí de casa no llovía y por ello no saqué
un paraguas. Iba despacio pues las baldosas siempre son algo resbalosas
por esta zona. Entré al banco pensando en la barba de Jalil y en su indiferencia.
En la puerta sentí una mano que me tomó del brazo. Di un
salto. Era el guardia de seguridad que me decía “no puede pasar con su
mascota, señorita”. ¡Cómo!, le increpé al instante. Lo siento, pero están
prohibidas las mascotas, me dijo, política del banco. ¿Entonces dónde la
dejo? ¿No me la puede sostener un momentito, por favor? Puse mi cara
tierna. El guardia de seguridad, un tipo moreno, alto y con cicatrices de
un acné juvenil, me miró con cara de oye mujer, tengo que trabajar parado
agarrado a esta carabina que ni siquiera sé usar bien y tu me sales
con esto. No se preocupe, le dije. Regresé por dónde había venido. No
era urgente el trámite. La tarde se puso más lluviosa, es decir, la garúa
parecía caer más lentamente, pero en más cantidad. Me puse la capucha
e hice lo mismo con Chachay y me fui donde la abuela porque el día ya
había muerto y las cosas en días como estos siempre van de mal en peor.
32
Cuento
A dos manzanas de la casa de mis abuelos pasó un autobús inclemente
que nos salpicó agua lodosa. Yo salí más perjudicada ya que esquivé a
tiempo a Chachay. Maldije a la vida y entré pensando en que a ese animal
debería caérsele la verga para que sepa lo que es sufrir, lo mismo
que al guardia del banco y a los dos mequetrefes con los que me había
encontrado hoy. Mi abuela me recibió al fondo de la casa, en la cocina,
donde estaba el horno de pan. Sostenía una cuchara de palo en su mano
derecha. ¿Qué te pasó, hijita?, preguntó. Ay, Sarita, respondí, un busero
idiota que pasó como en pista de carreras nos dejó así. Si solo pudiera
irme de este lugar, pero las deudas, Sarita, las deudas que una contrae…
Hice un soplido de hastío. Las deudas son lo peor del mundo, me dijo
Sarita, visiblemente acongojada. En ese momento me sentía además de
mojada, fea. El espejo de pie junto a la escalera me mostraba con mi cabello
castaño mojado y mi falda hecha un desastre. En seguida se acercó
Julián, mi hermano menor, un niño de siete años el doble de caprichoso
que yo y me tomó de la falda y me dijo, oye, Malú, hueles a popó de rata
estancada, y se fue riendo. Puse a Chachay en el suelo y se largó con su
cara puntiaguda y sus ojos saltones ladrando estridentemente tras de
ese molesto niño que también pertenecía, para siempre, a esa raza de
hombres. Me saqué el abrigo empapado, lo llevé hasta la zona de lavado
en la segunda planta de la casa, me duché, me cambié de ropa, me tumbé
en el sofá de la sala y saqué mi teléfono celular. Le había hecho unas
buenas fotos a Chachay antes del accidente. Seleccioné la última, que por
alguna razón siempre es la mejor, le puse un filtro de calor y la subí con
todas las monadas a Instagram. Puse una leyenda: “Antes del desastre”.
René Luzuriaga le dio me gusta de inmediato. Lo vi sentado en su ofici-
33
Tú belleza me hacía pedazos
na, siendo el flamante Gobernador, el más joven de la historia, revisando
mis historias. Le respondí, ya un poco más relajada, y conversamos un
par de minutos. Me dijo que se vendrían movilizaciones en todo el país,
que estuviera atenta al abastecimiento de mi casa; y que por lo demás,
no podía olvidar el beso que nos dimos en la playa el año pasado. Le dije
que si pasamos juntos otra vez en Navidad, ya a la vuelta de la esquina,
podríamos intentarlo otra vez. Le decía eso para entretenerlo un poco. Él
me podía ayudar con una idea de negocios, pero estar con él jamás se me
pasaba por la cabeza. Sarita llamó a comer. Llegaron todos, excepto Julián
y Chachay. Supuse lo peor. El maldito de mi medio hermano menor
estaría haciendo lo que siempre hace, cochinadas a la pobre Chachay. No
era otra cosa. Lo encontré persiguiendo a Chachay con cinta de embalaje
en sus manos diciendo te voy a cerrar la boca, Chachay. Le di un jalón
de orejas. No quedaba más. Se fue chillando y mi abuela vino a ver qué
pasaba. Mire, Sarita, le dije, y le mostré a Chachay, a quien Julián había
logrado pegar algo de cinta de embalaje a una de sus patitas delanteras.
Este niño es el demonio, dijo Sarita. Cuando corté la cinta lastimé un
poco a Chachay porque gran parte del plástico estaba muy pegada a sus
pelitos. Ella lloró, pero al final pudimos sacarla de ese embrollo en el que
otro hijo del patriarcado la había puesto. Era cierto lo que decía Chío, a
estos energúmenos hay que enseñarles a ser buenos hombres a la fuerza,
la deconstrucción no sirve, hay que reconstruirlos de la nada.
TRES
Siento que últimamente ya no me pasan cosas interesantes. Mi rutina
consiste en levantarme, preparar el desayuno, sacar a Chachay al par-
34
Cuento
que, abrir la tienda, convencer a las personas sobre texturas de papel,
hablar con los chicos del restaurante Ramen y beber una copita de vino
por las noches. Incluso ver a Mario se ha convertido en una especie de
rutina discontinua. Antes solíamos divertirnos más. No dejo de pensar
en que hasta hace unos meses atrás era más cariñoso. Me tomaba más
de la mano y tenía ciertos apreciables detalles hacia mí. Ahora se limita
a ponerme su mano, huesuda y cavernaria, de vez en cuando, sobre el
hombro; una señal ambigua que me deja siempre pensando en que a
veces puede ser muy hábil y cruel. Me aburre y lo dejo que se vaya a casa
a hacer sus cosas. A ver sus películas de guerra, a jugar con sus barcos
a escala, o simplemente a hacerse la paja sin clemencia viendo adolescentes
que no lo son en la Internet. Es lo que le gusta. Lo sé porque he
visto el historial de su ordenador. Incluso una vez, borracho y cachondo,
me propuso que veamos algo de porno para, cito: “probar nuevas cosas
más emocionantes”. Yo quise, pero le dije que aquella forma “distinta”
de practicar sexo podía traer consecuencias devastadoras en nuestra relación.
En todo caso, con otros, diferentes a Mario, lo había hecho y no
trajo consecuencias devastadoras. Quizás el hecho de que a él le gustaran
jovencitas me impedía que fluyera ese juego erótico. ¡Quién sabe!
Ahora que lo recuerdo, ni siquiera cuando vimos Joker me tomó de la
mano. Fui yo quién agarró la suya. Eso explica muchas cosas. De verdad
que una se da contra una pared de artimañas cuando de estas cosas se
tratan y dice, golpeándose la frente, Malú, si eres tú quien casi siempre
toma la iniciativa y le buscas la mirada, los labios, las manos y los estados
mediocres que sube a sus redes sociales. Incluso eres tú la primera
35
Tú belleza me hacía pedazos
en olerle el frío y el hambre y arroparlo y llevarlo a comer cuando él apenas
y se ha preocupado por ti. Deberé ser más enfática la siguiente vez.
Mario, le voy a decir, ahora nos vamos a sentar tú y yo y saldaremos, o
llenaremos, más bien, esos vacíos de ambigüedad que se han formado en
nuestra relación de… folliamigos. ¿Me entiendes? Hago memoria también
y pienso en las palabras de Olinka, mi amiga psicóloga, que de esto
sabe mucho. Malú, eso que ustedes tienen no es una relación convencional,
perdona el oxímoron, de folliamigos, me dijo un día que fuimos a
comer falafel a la Plaza de Mayo, mientras le contaba que el muy idiota
se había acostado con Rita, su ex pareja y madre de su único hijo. Para
que haya ese tipo de relación poliamorosa las cosas deben estar pactadas,
aunque no lo parezca, o aunque parezca estar de más, continuaba
Olinka. Deben verse solo para tener sexo, esa es la consigna en este
tipo de relaciones. Y me recomendó películas del tipo Como la espuma,
The dreamers, Castillos de cartón, etcétera. Si aceptas este pacto, este
acuerdo de no-imposición, de no-posesión, quizás puedas sobrellevar el
hecho de que tu pareja poliamorosa tenga sexo con otras; y a él, o a ella,
a su vez, no le dolerá que tú tengas sexo con otros u otras. Si se llaman,
o se escriben, ya sea para saber cómo están o para enviarse memes, ya
no es una relación poliamorosa, sino un acuerdo real de amantes con
ciertos privilegios de exclusividad, concluyó. Me molestó un poco que
insinuara una inclinación hacia el lesbianismo de mi parte, pero con eso
de la exclusividad no se equivocaba. Lo cierto es que ya ni siquiera esa
exclusividad existía entre nosotros porque Mario prefería tocarse con videos
de colegialas que tener sexo conmigo. Temía que pasase lo que pasó
con Thomas, mi exnovio canadiense. Se nos esfumó la pasión después
36
Cuento
de tres años juntos. Eso no puede suceder con Mario porque si pasa, sé
que mi vida amorosa se convertirá en un bucle y me volveré una mujer
preocupada solo por las texturas de los papeles y mi Chachay, que con
el tiempo también se esfumará y quien sabe si vendrá otra compañera,
o compañero, como ella. Por eso, porque parece que el destino me está
dando un adelanto de lo que vendrá, sé que no puedo dejar que me sucedan
cosas de señora mayor, o, mejor dicho, de mujer madura, como
las que me están sucediendo. Creía que estas cosas solo les pasaban a las
mujeres casadas, adormecidas, que resuelven crucigramas o sudokus en
páginas sosas hechas para mujeres maduras que resuelven crucigramas
o sudokus. Pero no, resulta que ahora yo también resuelvo cosas del tipo
dejé una mesa a un carpintero para que la pintara de color blanco mate,
haciendo énfasis en el mate, y ahora que llamo a preguntar si está lista,
porque debería estarlo, me dice el carpintero que a él nunca le han dicho
qué debían hacer con esa mesa. Pintarla de BLANCO MATE, le grité al
teléfono, ¿qué otra cosa va a hacer? No le pedí que talle caprichosas formas
sobre su superficie; le pedí, simple y llanamente, que pintara la bendita
mesa de BLANCO MATE. ¿Hay que ser más clara que eso? Pero a mí
no me lo dijo, contestó el inepto carpintero. Y tenía razón, se lo dije a su
hijo según sus propias indicaciones cuando lo llamamos por teléfono al
ver que no estaba en su carpintería, que para colmo quedaba en el fin del
mundo. Qué más daba. Cosas de la vida en sociedad. Así que tuve que, a
mis expensas, llevar la mesa de regreso a mi casa. Si tan solo pudiera dejar
de hacer caso a los consejos de mamá quien me dice, mira, cariño, yo
tengo un amigo que... En fin. Digo que ya no hago cosas divertidas. Soy
una señora mayor de treinta y dos años que juega con las texturas del
37
Tú belleza me hacía pedazos
papel y lucha contra ineptos hijos del patriarcado que ni siquiera pueden
pintar una mesa bajo unas simples indicaciones.
CUATRO
Hablamos hoy con Mario sobre nuestros vacíos mientras llevábamos a
Chachay al parque. Él los llamó baches. Usó una analogía que no entendí.
Quiso, eso sí, sacar a relucir el hecho de que alguna vez fui yo quien
le pidió tiempo, insinuando con ese gesto que “lo nuestro” era algo más
que una relación basada únicamente en el sexo. Me quedaba a dormir en
tu casa, Malú, me decía, ¿recuerdas? Por mi parte saqué a relucir su infidelidad
al inicio, cuando creía que lo nuestro sí podía ser algo más que
aquello que teníamos; recapitulé, asimismo, que me haya ocultado tanto
tiempo aquello de su hijo y haberme mentido con respecto a la madre del
niño. En fin, haberme tratado como a una idiota todo el tiempo. Le recordé
que fue él quien violó nuestro pacto posterior de cero exclusividad
con sus constantes acosos y celos. Él, en este caso es cierto, me buscó el
amor. Siento, sin embargo, que de estas cosas con gente como él que no
entiende nada de lo que se le dice porque es un pene con patas, egoísta
y sordo a cualquier verdad que no sea la suya, no puedo hablar. Sentía
que debía dejar las cosas allí y decidí, por tanto, irme a casa en busca de
tranquilidad. Lo hice, no obstante, me tomó fuerte del brazo, como es
propio en él, y pensé en estadísticas de feminicidio. Me solté, no sin dificultad,
ya anegado el rostro por las lágrimas, y pudimos escapar Chachay
yo. Íbamos caminando por el Boulevard Damasco de camino a casa, con
Mario revoloteando a nuestro lado como un colibrí furioso, como una
38
Cuento
libélula de odio. Apresuró el paso y se plantó en mi delante. Me dijo que
algo no estaba bien conmigo. Espera un momento, ¡maldita sea!, Malú,
gritó, y sentí que la noche se iba convirtiendo en un pozo sin aire, porque
me costaba respirar y sentir que la vida se consumía a nuestro alrededor,
insoluble y cadenciosa aún, con los zumbidos de las máquinas insensibles
y sus tubos de escape o de los despistados peatones que tropiezan
contra las personas que discuten con pasión por una relación condenada
al fracaso. Cuando me gritó que por mi egoísmo estaba sola y una perra
chihuahua era mi único consuelo, sentí que la guillotina de la noche cayó
contra mi cuello y el olor de Mario, ese olor de hombre de madera, se me
hizo insoportablemente fétido. Sí, le dije, Chachay es mi único consuelo,
y no tienes por qué soportar que solo ella lo sea y tú hayas pasado a
formar parte de los motivos de mi cólera constante, de mi asco, le grité.
Se quedó allí, estático, resoplando, en medio del alboroto nocturno de
la calle. Todo porque es un terco y no admite que yo tenga la razón, que
abra mis ojos y despierte del letargo al que sus “ardides”, como dice mi
madre, me tienen atada. Sí, es verdad, fue él quien me pidió que sea su
novia, ahora que lo recuerdo. Y yo rechacé esa propuesta porque aún no
estoy lista para volver a hacer algo tan descabellado como eso; porque
quiero vivir, quiero descubrir un mundo más allá de su nariz, o al lado de
su ganchuda nariz aplastada hacia abajo.
Mientras subía a mi departamento, a salvo de él, porque me sentí atacada
y frágil cuando me gritó esas terribles cosas, con Chachay abrazada a
mí, sentí un mareo y una necesidad imposible que me empujaba a querer
de manera descomunal, inhóspita, que Mario aparezca allí, delante de la
39
Tú belleza me hacía pedazos
puerta de entrada al edificio, el día siguiente, para que cuando yo saliera
a pasear a Chachay encontrarlo con los brazos abiertos y fríos, con olor
a madrugada, diciéndome, Malú, querida, solo soy un imbécil que no
sabe cómo rellenar agujeros ni tapar baches y he decidido aceptar que no
quiero tu exclusividad porque no la merezco, nadie la merece, de hecho.
Subimos al tercer piso, cominos un pedazo de pan de molde caducado
Chachay y yo, porque además era una mala madre que no había comprado
la comida para ambas. Me quedé despierta toda la noche pensando
que la luz que tenía al lado, no la que estaba en el velador, sino la que
iluminaba desde mi cabeza de mujer insomne, probablemente durase
más que la del color blanco que, según yo, me daba sosiego desde hacía
algunos años en mi habitación. El insomnio trepó como una enredadera
por mi cuerpo, lo sentí subir desde el dedo gordo de mi pie derecho
hasta la coronilla. Luego, como una lechuza de oscuros ojos amarillos,
se posó sobre el cabecero de mi cama a interrumpir la energía sideral de
Orfeo, como decía mi padre, otro insomne empedernido. Me dije, Malú,
tienes que aceptar lo que te ha tocado en la vida. Quizás esta bestia no
es tan fiera como la pintan. Simplemente que otra vez esta aquí, ante ti,
menuda bestia marchita; otra vez este color propio de los ojos horribles
de la imposibilidad de dormir, de vivir, que en mi cabeza se empecina
en acumularse. Cuando pasa esto odio más que nada el color amarillo
y las lechuzas me causan más miedo aún, mucho más que las palabras
hirientes de Mario.
40
Cuento
CINCO
“¿Quieres hacerme el amor esta noche?”, le escribí por WhatsApp a Mario,
porque ya no soportaba más su ausencia, y ya no podía bloquearlo
como otras veces. Lo cierto era que algo me faltaba, tal vez su olor profundo
y lejano que ya era un leve aroma en su cazadora dejada en mi
casa. Me contesto que lo haría “ad infinitum”, y me molestó su pedantería.
Pasó por la tienda a las 20:00h, tan puntual como siempre ha sido.
Me ayudó, comedido y dicharachero, a arreglar unas resmas de papel y
a cortar las retículas de unos castillos macabros armables que yo había
creado para Halloween. Apoyó levemente su mano en mi cintura mientras
yo hacía algo en la caja y él buscaba una tijera. Me llegó, entonces,
un poco de su olor a hombre de madera. En realidad, Mario olía a Paco
Rabane, mezclado con su olor natural. Ese olor algo afrutado, de hecho,
era lo que más me gustaba de él. A veces, cuando tenía algo importante
en la oficina, o simplemente una reunión familiar, Mario se ponía un
perfume Bulgari que a mí me privaba y me quedaba con ese aroma en la
nariz, más tiempo de lo normal, creando un sinfín de historias. Entonces
hacer el amor con Mario era suficiente. Hacerlo con ese Mario que decía
con su voz perfumada, Malú, un hombre debe tener cierta fragancia
para luego tomarme de la cintura y besarme largamente. Yo tenía que
levantar la mirada para olerlo con más detenimiento y para entregarme
como dictaba la tradición, con el semblante deformado en una mueca de
placer.
En el restaurante comimos una ensalada, él; y yo, un filete de pollo con
41
Tú belleza me hacía pedazos
papas fritas. Terminamos de comer, subí a su Mazda, y el olor a auto
recién lavado me tranquilizó aún más. Pensé en el auto de papá, ese Chevrolet
que él lavaba dos veces por semana, a veces más. Me causó cierto
sosiego estar sentada otra vez allí, en ese automóvil que apenas sonaba
y que parecía lo que era, el auto de un abogado penalista. Sonaba una
música instrumental ligera, pudo haber sido un blues, o un jazz, no lo
sé, quizás un tango. Lo cierto era que me entraron ganas de algo que no
podía precisar en ese momento. Le dije que necesitaba agua, que parara
en una tienda de abastos. Se bajó a comprarme el agua. Me restregué
las manos porque estaba nerviosa y me sudaban un poco y trataba de
acallar algo dentro de mí que imploraba salir. ¿El carro de Mario tendrá
radiador?, pensaba. Le dije que diéramos una vuelta. ¿Por dónde?, preguntó.
Vamos a la zona industrial, sugerí. Paramos en un descampado
poco iluminado desde donde se podía ver el sarampión amarillo de la
ciudad. Me irritó esa vista. Mario intentó acercarse un poco a mí, pero lo
detuve. Le dije que poco a poco, que vaya con calma, que para empezar
nos podíamos dar un abrazo, pero cuando intentó hacerlo se derramó el
agua de la botella que tenía en las manos y fue a dar en la entrepierna
de Mario. Tomé un pañuelo de mi bolso e intenté limpiarlo. Su pene
sobresalía por el pantalón de tela, ya totalmente maduro y enhiesto. Entonces
su olor me transportó casi mecida a la parte de atrás del coche y
ya no importaron las luces amarillas de la ciudad ni los ojos amarillos de
esa bestia marchita, sino solo su olor a frutas y madera. Cuando terminamos,
me dijo, sabes, Malú, que no es delito tener relaciones sexuales
en espacios públicos, me parece que ni siquiera llega a contravención.
De todas maneras, concluyó, hay que tener cuidado, abunda gente ruin
42
Cuento
en la fuerza y pueden grabarte y usar esos videos para el chantaje. A un
colega de la oficina le pasó algo así. Déjame en mi casa, por favor, le dije.
Necesito, antes, pasar por Chachay donde mi abuela porque con Julián
en casa corre mucho peligro. He escuchado que muchos chihuahuas son
atacados por niños porque se sienten atraídos y repelidos por la histeria
propia de estas razas y muchos pobres animalitos terminan con agujas y
demás cosas puntiagudas en sus ojos. Es otra razón más para evitarlos a
toda costa. A los niños, me refiero.
SEIS
Marcial debió llamarse Mario. Esos dos nombres suenan muy parecidos,
¿no? Soportan, en gran medida, una correspondencia de significado
similar. Los dos son nombres fuertes y sugieren, en diferente grado,
guerra y paz. A mi me dicen tanto que pienso en una cama grande en
medio de la playa durante una tormenta tropical. Me sugieren hartazgo,
y, al mismo tiempo, algo de intranquilidad. Mario fue, no hace falta
deducirlo, mucho de lo que sugiere su nombre, un notable producto de
una rígida pero amorosa educación militar. Su padre alcanzó el grado
de sargento y se había jubilado joven, con honorables condecoraciones
en el pecho. Fue, sin duda, el ejemplo para Mario. Sobre esto mi padre
decía que eran otros tiempos, que esas generaciones de soldados que
vieron la guerra, solo podían ser de esa manera. Mi papá le conoció el
papá a Mario. Me lo dijo después de que lo llevé en son de amigos a un
asado familiar. Hija, ese hombre es igual a un milico tristemente célebre
en la crisis del 99. Se destacaba por su ponzoña; pero, continuaba mi padre,
eran otros tiempos, hija, allí sí había hombres, y los milicos sí eran
43
Tú belleza me hacía pedazos
milicos. No repelían a los manifestantes como ahora lo hacen, con estas
impenetrables armaduras tipo robocop que les esconde hasta el alma.
Mario, por su parte, llegó a teniente. Luego hizo la carrera de derecho,
como oficial que fue, y se decantó por lo penal. Decía que en la saturación
del crimen está, en cierta medida, la saturación del mal del mundo. Se
permitía ser un pseudo hombre de ideas libertarias con una manía idealista
e ingenua de ver la justicia. Mario, sin embargo, no podía conciliar
ciertas construcciones de su vida anterior con lo que había aprendido en
Europa, donde se formó. Dentro de esa armadura de prejuicios se debatía
un alma que se auto endilgaba responsabilidades que no le correspondían
y que reprimía ciertas obsesiones con las mujeres. O eso creo
yo. Tan estirado a veces, tan mediocre otras. En realidad, nada le preocupaba
más que tener un buen copete y zapatos finos limpios hermosos.
Una sonrisa de diseño, cuerpo tallado en gimnasio y un automóvil costoso.
Cómo iba yo a entender que esta persona siquiera aceptara que mi
cuerpo no le pertenecía y que, en definitiva, el cuerpo de un ser humano
es un espacio sagrado para la rebelión. Una rebelión que en las mujeres
de ahora, conscientes de su lugar en el mundo, se precipita a diario. El
cuerpo de una mujer es un campo de batalla inseguro siempre, le decía
yo a menudo porque sigo páginas feministas donde aprendo estas cosas.
Por eso sé que mi cuerpo, mi espacio simbólico y político, jamás peleará
esa batalla, la que él cree que debe ser peleada, la suya, la única válida y
verdadera de la unión eterna. Otra de sus ingenuidades. A pesar de todo,
no lo niego, es un hombre que tiene hecha la vasectomía dos años ya. Y
eso es una lucha justa que sí rescato y celebro de Mario, el ex militar y
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Cuento
ahora honorable abogado penalista que dice a menudo que me ama olvidando
nuestra batalla particular e interminable de no-posesión.
SIETE
Según estudios recientes, de entre 10 a 15 microgramos de LSD aconsejan
los médicos en casos de insomnio crónico. Incluso se sabe que dosis
controladas aumentan la imaginación, el ingenio, la agudeza visual y
mental. Y otros estudios afirman, asimismo, que una dosis adecuada es
lo ideal para mantener el equilibrio emocional y reducir la ansiedad y la
depresión. Sabes que el DMT de la ayahuasca es similar al compuesto del
ácido lisérgico, decía Olinka, mi amiga psicóloga, quien llegó la tarde de
un martes a la tienda. En todo caso, yo no conozco a chamanes deprimidos,
concluyó. Guiñaba un ojo. Siempre hay que hacerlo con cuidado,
me aleccionaba, debes ser muy precavida con los químicos, Malú. Olinka
era una mujer que daba este tipo de consejos a pesar de que ella era el
ser humano más sano de la tierra. Con esa misma convicción y soltura,
me decía que lo que más me ayudaría con mi insomnio era una buena
fiesta. Una descomunal. Con show de drag queens y todos los “juguetes”
que se pueda conseguir. Otra vez me guiñaba el ojo. En todo caso, yo
no estaba totalmente convencida de eso. Desde que dejé la universidad
pasé a formar parte de los ciudadanos reposados que habitan el mundo.
No había asistido a una fiesta como la que Olinka me sugería en años.
Continuó: sabes, me acaba de llegar la invitación para un rave en Puerto
Gijón, donde se hace todo lo loco en este país. Pero yo no puedo ir, ya
sabes, Malú, debo guardar cierta imagen. Ve tú. Díselo a Rocío y vayan
juntas. De modo que, aunque no lo di por hecho, creí, eso sí, que debía
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Tú belleza me hacía pedazos
considerarlo. En la tienda las cosas iban cada vez mejor y todo estaba
controlado. Los jóvenes de ahora sienten mucho interés por el papel.
Más si saben que es papel reciclado. Así que unas casitas para muñecas
que hice con ayuda de un amigo diseñador eran lo que más se vendía.
Había puesto, hacía poco, los espejos que quería, los que tenían esos
marcos dorados y creaban juegos de reflejos en la tienda con los espejos
de las vitrinas, y me la pasaba viendo mi imagen devuelta desde los tres
de enfrente y de vez en cuando inclinaba la cabeza y miraba el que quedaba
sobre el techo. Mamá dijo que eran demasiados espejos para una
tienda de moldes de papel. El Estencil, como se llamaba mi tienda de
papel, jamás ha estado más saturado, me dijo. Sin embargo, sabía que
las cajas de papel que había hecho para los pasteles de la panadería, era
algo que mi mamá siempre me agradecería. Pensé, por tanto, que podía
dejar a mamá a cargo de la tienda porque me aburría. Me aburría tanto y
entonces decidí llamar a Chío, como le decía yo a Rocío. Chío era mi amiga
y compinche dese el cole y a ella también le hacía falta una fiesta como
la que señalaba Olinka. Le dije agarra tus cosas Chío, el viernes iremos a
esta fiesta. No puso pero alguno. Las cosas con Oscar, su novio, no marchaban
bien, me lo dijo, y necesitaba desconectar un poco. Nos daremos
un respiro, sugirió, e hizo por teléfono el sonido de una fuerte esnifada.
Me reí y supe que era hora de olvidarme de Mario para siempre. Veré la
posibilidad de contactar a Roni Worris, dijo Chío. Me encanta ese hombre
elegante que vende ácidos, concluyó, satisfecha.
En la fiesta las cosas estuvieron un poco aburridas al inicio. Montones de
niños de menos de 25 pululaban por la playa, cerca de la casa grande
46
Cuento
donde ya sonaba la música estridente del rave. Había chicos en los portales,
en los estacionamientos. Algunos fumaban yerba, inhalaban popper
o simplemente bebían cerveza y fumaban cigarrillos. Vi unos cuantos
que se balanceaban en las barras colocadas en una zona de juegos en
la playa. La música era el típico punchis punchis metálico y el aire estaba
bastante frío y cargado de olor a sal. Al fondo yo imaginaba las marismas
que por la mañana, cuando llegábamos en el autobús, habíamos divisado.
La cerveza en mi mano se había calentado. El cigarrillo de Chío me
molestaba un poco y me sentía algo mayor. Quizás algo desgastada. Pensé
que las rodillas me empezarían a molestar pronto. Debemos tomar
esto ahora, dijo Chío, porque tarda como media hora en hacer efecto.
Bien, le dije, y tomé el cartoncito cuadrado con una carita amarilla feliz.
Maldito color, dije, y me lo metí en la boca. Estuve masticando cinco
minutos esa masa de papel en la boca. A las tres, dijo Chío, uno, dos y…
tres. Como lo hacíamos en la universidad, nos tragamos el papelito y
chocamos los puños. Ya está, dijo Chío, ahora a divertirnos. Entramos a
la fiesta. La decoración de la casa era la típica de noche de brujas, telarañas
por las paredes, calabazas aterradoras colgadas del techo, fantasmas,
brujas, candelabros, cuencos de ponche con sangre alcoholizada, y,
al fondo, en una tarima iluminada por luces violetas y naranjas, se contorsionaba
un DJ ya bastante colocado. Estuvo haciendo bailar a la gente
una hora, tiempo que tardó en hacernos efecto el ácido. Cuando regresé
a ver a Chío, la descubrí con una frenética sonrisa caballuna que me causó
mucha gracia. Los bajos de la música se incrementaron y el ambiente
olió a canela y mi corazón se me salía del pecho. En la barra, dos mujeres
vestidas de gatúbelas preparaban un coctel azul que de seguro contenía
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Tú belleza me hacía pedazos
menta. Tomamos uno, tenía menta, y estuvimos moviendo el cuerpo sin
sentido un largo rato. Necesito fumar, dijo Chío. Salimos y afuera estuvimos
un poco calladas para el ambiente. A mí me dio algo de frío cuando
salimos a fumar y me puse la chaqueta. A nuestro lado tres chicos rubios
se reían y nos miraban. Chío tenía un cuerpazo de caderas abundantes e
iba disfrazada de Wonder Woman, con una falda diminuta. Yo, ya dije,
estaba macerada en la espera con mis dos grandes atributos delanteros y
solo llevaba un antifaz. Los chicos se acercaron. No llevaban disfraces.
Nos pidieron fuego y sin que nos diéramos cuenta ya estábamos riéndonos.
Uno de ellos, el más bajito, sacó una funda ziploc diminuta y nos
brindó lo que había dentro. Tengan, nos dijo, tomen una. La mitad es
suficiente si no están acostumbradas. Agradecimos y nos tomamos nuestros
respectivos trocitos. Ellos se miraron a los ojos y festejaron el hecho
con empujones y vítores que a mi me parecieron desproporcionados. Somos
de la Capital, dijeron, vamos adentro a ver qué sucede. Entramos
todos riendo de algo que no recuerdo. Dentro, yo sentí que mi boca era
un recipiente de arena. Tomé mucha agua porque los chicos dijeron que
para efectos más intensos no bebiéramos más alcohol. Fui al baño a colgarme
del grifo. Bebí con tanto esmero que sentí el estómago hinchado y
deseos de irme por algún agujero de la vida. Se me alborotaron todos los
sentidos. Salí del baño y me encontré con uno de los chicos hablando con
una mujer morena muy hermosa. Al fondo estaba Chío con el chico más
bajo bailando muy juntos en medio de muchos jovencitos. De pronto,
sentí una mano en mi hombro. Era el que faltaba de los chicos, el más
guapo. Luego la movió hasta mi cintura. Me di vuelta. Cambié, según vi
en el espejo de la pista, mi cara de timidez por la de coquetería y lo besé.
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Cuento
Tenía mal aliento y olía mucho a cigarrillo. Además, recordaba que de
los tres era el que menos había hablado. Le sugerí que saliéramos porque
me asfixiaba. Afuera, en el mundo, en ese pedacito de mundo, eran las
cuatro de la madrugada y la fiesta recién empezaba. Caminamos un poco
por la playa que seguía con algo de gente, sobre todo jóvenes ebrios. Él
me quiso tomar de la mano. Lo dejé por un tiempo y luego me solté. Luego
me dijo que estaba en tercer año de medicina. Yo le dije que tenía una
tienda de cosillas de papel. Me volvió a besar. Esta vez sobre unas formaciones
rocosas que quedaban cerca de un caserío. Intenté examinar bien
el ambiente y las intenciones de este joven. Me besó un poco más y me
dejé llevar como el mar que en ese momento rompía contra las rocas con
un sonido estridente. Recordé aquella vez que con Mario fuimos a una
fiesta de estas y él decía, impaciente, que se iría a casa porque no soportaba
tanta estupidez y efectivamente se fue; pero un amigo mío, días
después, me dijo que lo había visto en un bar del centro. Nos arreglamos
la ropa y volvimos a la fiesta. Nos reunimos otra vez todos y fuimos al
hotel de los chicos. Los que nos tocaron a Chío y a mí se emborracharon
de forma descomunal y el restante se comía a besos a la chica morena en
un rincón de la habitación. Como a las ocho de la mañana volvimos a
nuestro hotel. Chachay nos esperaba un poco excitada. Había sido un
error haberla llevado a ese viaje. Le di un beso y nos acostamos a descansar.
Yo seguía activada por las drogas y creo que me dormí recién a las
doce del día, no sin antes darles vueltas a las imágenes de la noche anterior,
intercalando entre imagen e imagen el experimento ruso del sueño.
Cuando me desperté, como a las siete de la noche, Chío no estaba. Me
había dejado una nota sobre el velador. El tipo de la noche anterior la
49
Tú belleza me hacía pedazos
había invitado a pasear por el pueblo. Saqué el celular y marqué su número.
Vuelvo mañana, no me esperes, me dijo. Disfruta, amiga, le dije.
Tenme, por favor, al tanto de todo y cuídate mucho. No te confíes. Eran
casi las ocho de la noche y aunque no tenía hambre, deseaba masticar
algo y pasarlo hacia mi estómago. Di de comer a Chachay y salimos. Ella
hizo sus necesidades en un pequeño parque bastante descuidado. Entramos
luego a un restaurante y pedí unos camarones al ajillo y una sopa de
pollo. Fue un error. Guardé los camarones en una bolsa y salí con Chachay
asida por su correa. La noche era fresca, más bien templada. Recorrimos
tiendas, compré un bloqueador solar en una farmacia y nos sentamos
juntas a contemplar cómo el mar rompía contra unas rocas
similares a las que la noche anterior habíamos estado con el estudiante
de medicina. Vamos, Chachay, dije. Las personas iban muy limpias, parecían
limpias, turistas perfumados y mujeres del lugar tomando el fresco
en los portales. Gente jugando naipes y niños correteando. El zumbido
de los autobuses y de los automóviles impedía escuchar con claridad
la marcación del teléfono. Al tercer intento, me contestó. Me dijo hola,
estaba en algo del trabajo, perdona. ¿Cómo te está yendo en tu escapada?
Bien, respondí, pero recordé que ya no tengo veinte años. De eso
hace mucho, Malú, me dijo. Me reí y le dije que se cuidara. Colgué. Caminamos
unas cuadras más en dirección al centro. Al pasar por una tienda
no tuve otra alternativa que detenerme frente a una vitrina. Era una
tienda de mascotas. Pensé en lo mal que estarían esas pobres criaturas
en la temporada de calor. Vaya, le dije a Chachay, señalando al cachorro
en la jaula, es una cosita de raza pomerania. ¿Quieres un amiguito? No
me hizo caso, pues estaba entretenida ladrando estridentemente a un
50
Cuento
motociclista que se detuvo a nuestro lado. ¿En qué estas pensando?,
Malú, me dije, ¿comprar mascotas? Adopta, loca de mierda. Sentí que la
cabeza volvió a mi cuerpo, como si hubiera estado flotando cual globo
sobre la pista del rave de la noche anterior. Vamos a ver si tienen esa
comida que tanto te gusta, Chachay, le dije. Entramos a la tienda. El sonio
de los abalorios en el pasillo me alivió, era un sonido que hacía años
no escuchaba. Me sentí tranquila y lista para empezar otra vez mis batallas
cuando tuve la lata de hígado entre mis manos. Sabía que esta noche,
algo me lo decía, iba a poder dormir, incluso, soñar. Pero quién sabe.
Con estas cosas una nunca puede estar segura.
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Tratado de Literatura y algunos
versos en vela
Nicolás Mogrovejo
En 1927 se publicó por primera vez Un hombre muerto a puntapiés, de
Pablo Palacio.
Esta obra está dedicada al vicioso, el protagonista del cuento,
Octavio Ramírez.
“Cuando se sabe poco hay que inducir, induzca, joven”
Relato
Tratado de Literatura y algunos versos en vela de Nicolás Mogrovejo
aparecidos en diarios lojanos de 1927
Los escritos de Nicolás Mogrovejo fueron hallados como parte de un
proyecto de rescate documental y patrimonial en la ciudad de Loja, entre
2017 y 2019. Unas 1500 páginas de periódicos y cuadernos escritos entre
1895 y 1957 fueron escaneadas. En estos folios nos encontramos con un
escritor (N.M) cuya extrañeza discursiva y preceptos sobre la literatura
llamaron nuestra atención; en él convergen anhelos estéticos, cuestionamientos
existenciales y problemáticas nacionales que merecían compartirse.
De ahí que a este hallazgo lo hemos organizado y editado en tres
partes:
1. Autobiografia de Nicolás Mogrovejo (cuaderno escrito en 1930)
2. El tratado de Literatura (fragmento aparecido en el
periódico La Unión, en 1927)
3. Versos en Vela (hallados en un cuaderno manuscrito de 1928)
Como dice una de las anotaciones:
“Que este hallazgo los revuelva como rompecabezas…
Y que no encuentren sus piezas”. (1928)
Grupo de Investigaciones Lingüísticas y Literarias anexo a la Universidad de Loja. (2019)
55
Tú belleza me hacía pedazos
1. (Relato autobiográfico escrito en 1930 y hallado en un cuaderno manuscrito)
Nicolás Mogrovejo:
21 de marzo de 1900
Nació un día de equinoccio de primavera (los incas lo hubieran llamado
hijo del sol) pero nació en un año de crisis financiera, en una ciudad olvidada
y en guerra.
Su primaria y secundaria la realizó en el colegio La Indulgencia. Estudió
letras en Quito porque leía y conoció al poeta(1) porque bebía. Quise
estudiar derecho para ser abogado de poetas y que me digan:
“Pase al podio a defender su obra, vas a litigar con la poesía”.
A la edad de 28 años contraje nupcias con Krupskaya del Cisne Rojas
Burneo, sobrina-nieta de Ángel Felisísimo Rojas y fanática del corte
Bone-In Rib-Eye.
Escribo esto a la edad de 30, no tengo descendientes ni quiero tenerlos,
quizás mi único legado sean mis libros y los juegos de palabras que se
combinan salvajemente como jardín en Vilcabamba.
Tengo unos escritos curados y un ensayo que lo hice mientras oxigenaba
el corazón. No saben a nada y les recomiendo bailar rock and roll, ser
amables con el mundo y leer al Quijote.
1 Se refiere al poeta Luciano Carrión, que aparece en la parte 2 de esta publicación y de
cual no tenemos muchas pistas.
56
Relato
Tratado de Literatura
(fragmento aparecido en el periódico La Unión, Loja, 1927)
Entre las definiciones de Literatura tenemos: “Voluptuosidad en las palabras”
de Humberto Salvador y “mientras puedas describir tu aldea, dominarás
el mundo” del escritor ruso Nikolái Gógol.
Literatura por definición teórica o por consenso social es una historia
que tiene estructura: personajes, espacio, un narrador y un conflicto, se
toma en cuenta también la verosimilitud o que la historia posea coherencia
y argumento, algo de estética y, muy importante, que produzca
emoción en el lector.
Pero, la Literatura es un estado y un Estado. Como verbo, estar literario
es estar en desacuerdo con el mundo, con lo normativo y lo real, es afirmar
que la vida es discurso y relato.
Como Estado es un lugar, un escenario, un lugar donde el lector se siente
sumamente extasiado, puede ser una Biblioteca, una clase o una conversación
con poetas, un lugar donde se soporta grandes dosis de líricas.
Para ahondar en esta última definición. Lea los siguientes microcuentos:
1)
Conversamos tanto de poesía Que la botella nunca se terminó
2)
Hicimos el amor en un mirador que nunca vimos
3)
¿A qué sabe? Sabe a vino olvidado.
57
Tú belleza me hacía pedazos
Con Luciano Carrión llegamos a convenir que la Literatura es contar y
recrear, y la poesía es un cólico mientras saboreas chocolate; es dar felicidad
y negarla.
Para definir a la poesía quizás solamente un poeta puede explicar qué
es poesía. Para salir de eso que no existe: “Que poesía eres tú”(2) vale la
pena gritar con voz aguardentosa los siguientes versitos dedicados siempre
a Ella:
A veces imagino comas y no las pongo.
Alguna vez Dios me dijo que tuve una vida de lujuria.
Si te has ido alguna vez con otro, es porque no hay piedra que detenga el
río. Yo solo soy un tronco seco en aguas caudalosas.
La vida empieza en Anita lava la tina.
Creo que ahora ya saben lo que es poesía:
“un veneno que da vida, una dulzura que mata”.
(poema de Juan Bautista Aguirre “A una dama imaginaria” S. XVIII)
(Escrito en la madrugada de Oña, 1930)
2 Verso de Gustavo Adolfo Bécquer, ¿Qué es poesía? O Rima XXI.
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Poesía
Algunos Versos en Vela
Loja, 1928
Reemplazar y encontrar el valor de X
X= A + - B / C
X = (poesía) + - (vida) / (mujeres)
X = (te huele el sobaco, tu tufo mañanero, olor de tu pelo
axilar) + - (un huequito de cielo entre las nubes, sobre el Villonaco)
/
(Mujeres = Agonía: yo agonizo con ellas, siento que el oxígeno se va)
X= + - ser O / ellas
(Facsímil poema: “Reemplazar y encontrar el valor de X”, 1928)
59
Tú belleza me hacía pedazos
Poemas en boya para lanzarse al río:
▪ Te regalo la nada y con lo mismo te chancara.
▪ Estoy lejos, pero siempre te quiero y pienso
Vs.
Cortar el cordón umbilical del amor.
▪ He comprado dos entradas y la segunda butaca está vacía.
▪ Soy el eucalipto danzante.
▪ Soy un poeta andino capaz de cruzar el mar.
▪ Es afrodisíaco pensar en uno mismo.
▪ Extrañamos su presencia y amamos su ausencia.
▪ La anécdota y a la agonía vienen a meterte freno de mano.
▪ No se te olvide que tienes que olvidarme. Hay deseos que se hicieron
costumbre.
▪ No soy maceta ni semilla. Soy lenguaje en el viento. Mi poesía viene de
campos inhóspitos. Nado en letras sin salvavidas.
▪ Un ser enamorado no sabe en lo que se convertirá.
60
Poesía
(Facsímil, 1928)
61
Tú belleza me hacía pedazos
Como enredadera seca
▪ Lo mejor que le pueden decir a un poeta es que no lo entienden.
▪ No pienses en el pasado mientras escribes.
▪ Renuncia al trabajo porque no te alcanza el día para hacer poesía.
▪ Estoy demasiado drogado que me siento tan bien.
▪ Andar sin zapatos, relajado y con guayabera.
▪ Tomarte la orina en un naufragio.
▪ Uno a veces anochece y no amanece.
▪ ¡Qué rico es llegar a Latacunga!.
▪ Mi atuendo es una falda que baila.
▪ Voy a fumarme un tabaco sin cigarrillos.
▪ Somos tan cómicos que hasta la muerte nos da risa.
▪ Somos estéticos con la tristeza.
▪ La poesía hace que tu plato más delicioso sepa a
(Complete) :………………………………………………
62
Relato
▪ Poeta invencible por inservible.
▪ Algunos prefieren el pan caliente, pero les venden frío.
▪ El Stress se toma una copa de vino.
▪ Juegas con la tierra y te refriegas los ojos.
▪ Evento catastrófico: unos vinos inesperados
▪ Tienes alzheimer cuando no sabes el número de parejas con las que has
estado.
▪ Eres como católico que no va a la Iglesia.
▪ Extraño el confort que me proporciona la tristeza.
▪ Si cocina rico, vuelves como gato callejero.
▪ A mí me gusta el amarillo del sango.
▪ Estar en celo con la poesía o ser poesía en celo.
▪ ¿Qué tiene adentro el vacío?
▪ Hay poemas que nunca me van a gustar, pero los voy a seguir leyendo.
63
Tú belleza me hacía pedazos
▪ Éramos delincuentes con nosotros mismos.
▪ Solo soy el terreno donde Ella pisa y un instante que dura todo el tiempo.
▪ Ven, pero no muy tarde, ayer llegaste pasado el sol sobre el cerro Ventanas.
• Amo tu cara granulosa y mi lenguaje obsceno.
• Tu delito es ser poeta, perdiste el tiempo amando.
Fonética de las conchitas asadas (1930)
Con limoncito.
Aroma de café filtrado
y aire de mar salado
Sabes a la tierra de mi infancia.
Contigo hago un pucherito:
USFF
(así, metiendo el aire a la cavidad bucal)
USFF
Se acaba cuando mezclas el juguito y el arroz que sabe a-mar
Con los ojos entreabiertos y mis dedos tan cerquita de tu boca.
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Relato
La Fundición (1925)
Hormigón con loza varillada. Bien mezclado con ripio.
No fragua hijuepucta, tiene que estar bien plomada.
Angos, con las rodillas puro lodo.
¡ Solo contrato saraguros !
Profecía:
En los Amantes de Sumpa debería estar escrito:
“ni estando muerto descanso de ti”.
pero la autopsia dice:
“se murieron ahogados en besos”.
(Loxa, ciudad Arcoíris, 1928)
65
Tú belleza me hacía pedazos
BIOGRAFÍA DE LOS AUTORES
By ron Carry on(1988).
Nació en Ciudad Arcoíris (Loja), corazón de chilalo y alma de jocotoco. Ingeniero de la nada
o Marqués de Punzareins. Ex miembro de la banda Vandalismo Legal y Mr Mojo. Ha escrito
“Poemas curados del hipo” Neblina” (2012), “Neblina en Calles Pellejeras” (Vizkacha : 2018).
Coeditor del proyecto “Historias del Paraiso” (2018). Editor en Repediciones. Participó en El
Desembarco Poético Guayaquil 2017 y Ruta Poética Ecuador 2018. Ha realizado publicaciones
en revistas y blogs digitales: Llazhipa, Identidad Lojana, Habemus Poesía y Revista El
humo.
“Cuando miento digo la verdad” es una selección al proyecto futuro “Correspondencia”. Tres
tiempos absolutos: ¿fui poeta del mañana?
Darío Jiménez G.
O Demian (Demonio) Salvatore (Salvador) (Cariamanga, 1984)
Es licenciado en Ciencias de la Educación y máster en Literatura Infantil y Juvenil por la Universidad
Técnica Particular de Loja, y doctor en Estudios Filológicos por la Universidad de
la Laguna, España. Ha trabajado en las universidades UTPL, UNL y UNAE impartiendo las
cátedras de literatura ecuatoriana, análisis literario y crítica literaria. Como escritor ha publicado:
Antología poética de autores lojanos (2010), junto a Paulina Soto; el libro de cuentos Un
día me bañé desnudo (2011), ganador del primer lugar en el Concurso de Narrativa Ángel F.
Rojas; asimismo, de su autoría son los textos Genealogía del imán (2017) y Ese anormal deseo,
este último próximo a ser publicado como uno de los libros ganadores de la convocatoria
a publicaciones de la CCE-Azuay 2019. Un cuento suyo ha sido antologado en la colección El
despertar de la Hydra (2017).
Nicolás Mogrovejo
En su autobiografía se menciona:
“Escribo esto a la edad de 30, no tengo descendientes ni quiero tenerlos, quizás mi único
legado sean mis libros y los juegos de palabras que se combinan salvajemente como jardín
en Vilcabamba. Tengo unos escritos curados y un ensayo que lo hice mientras oxigenaba el
corazón. No saben a nada…” (p. 56 de esta publicación).
Suponemos que es un escritor que escuchaba y leía mucho y fue escribiendo aquello que le
llamaba la atención, lo que le parecía poético y malicioso. Otra de sus obras extrañas: “Mi
Manifiesto Blasfemo” (1932) espera ser publicado próximamente.
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La orquesta de la nada, Chicharrón Rock & Los 3 del Voli.
“Esperando el conjuro del domingo...”
Créditos
Ilustraciones: Nashely Lascano
Foto de autores: Brenda Torres
Diseño y diagramación: Óscar Cuenca
Repe Ediciones ©
Loja, (ciudad arcoíris) 2020
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Tú belleza
me hacía pedazos
Son tres partes y un viaje interior de los protagonistas.
1)
El primero excava mucho en sus sentimientos y encuentra elementos
para hacer de su escritura algo muy visual. Da metáforas a
cada paso, tanto así que el escenario se vuelve fantástico y se siente
en movimiento. Observa los detalles como un niño, los de la vida
diaria y las tragedias del amor. La música es a veces un personaje
más y Jeff Buckey está siempre presente.
2)
En el cuento puede sentirse rutinas que se desvanecen por las pasiones
de Malú, sentir antipatía por los personajes que la rodean e
identificarse con el aburrimiento que ella experimenta. Es un alivio
cuando Malú tiene pequeños momentos en los que se deja llevar
por la pasión.
3)
El tercer relato es de un ser soñador y nostálgico. A veces se refiere
al mar, que contradice con su naturaleza andina. El salvavidas es
la poesía y en el vaivén aparecen sus pensamientos sobre la vida
y el amor con sus contradicciones; atesora la felicidad que el amor
le da, pero también abraza la nostalgia que este sentimiento trae
consigo.
Nashely Lascano