You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Cuento
donde ya sonaba la música estridente del rave. Había chicos en los portales,
en los estacionamientos. Algunos fumaban yerba, inhalaban popper
o simplemente bebían cerveza y fumaban cigarrillos. Vi unos cuantos
que se balanceaban en las barras colocadas en una zona de juegos en
la playa. La música era el típico punchis punchis metálico y el aire estaba
bastante frío y cargado de olor a sal. Al fondo yo imaginaba las marismas
que por la mañana, cuando llegábamos en el autobús, habíamos divisado.
La cerveza en mi mano se había calentado. El cigarrillo de Chío me
molestaba un poco y me sentía algo mayor. Quizás algo desgastada. Pensé
que las rodillas me empezarían a molestar pronto. Debemos tomar
esto ahora, dijo Chío, porque tarda como media hora en hacer efecto.
Bien, le dije, y tomé el cartoncito cuadrado con una carita amarilla feliz.
Maldito color, dije, y me lo metí en la boca. Estuve masticando cinco
minutos esa masa de papel en la boca. A las tres, dijo Chío, uno, dos y…
tres. Como lo hacíamos en la universidad, nos tragamos el papelito y
chocamos los puños. Ya está, dijo Chío, ahora a divertirnos. Entramos a
la fiesta. La decoración de la casa era la típica de noche de brujas, telarañas
por las paredes, calabazas aterradoras colgadas del techo, fantasmas,
brujas, candelabros, cuencos de ponche con sangre alcoholizada, y,
al fondo, en una tarima iluminada por luces violetas y naranjas, se contorsionaba
un DJ ya bastante colocado. Estuvo haciendo bailar a la gente
una hora, tiempo que tardó en hacernos efecto el ácido. Cuando regresé
a ver a Chío, la descubrí con una frenética sonrisa caballuna que me causó
mucha gracia. Los bajos de la música se incrementaron y el ambiente
olió a canela y mi corazón se me salía del pecho. En la barra, dos mujeres
vestidas de gatúbelas preparaban un coctel azul que de seguro contenía
47