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Tú belleza me hacía pedazos
na, siendo el flamante Gobernador, el más joven de la historia, revisando
mis historias. Le respondí, ya un poco más relajada, y conversamos un
par de minutos. Me dijo que se vendrían movilizaciones en todo el país,
que estuviera atenta al abastecimiento de mi casa; y que por lo demás,
no podía olvidar el beso que nos dimos en la playa el año pasado. Le dije
que si pasamos juntos otra vez en Navidad, ya a la vuelta de la esquina,
podríamos intentarlo otra vez. Le decía eso para entretenerlo un poco. Él
me podía ayudar con una idea de negocios, pero estar con él jamás se me
pasaba por la cabeza. Sarita llamó a comer. Llegaron todos, excepto Julián
y Chachay. Supuse lo peor. El maldito de mi medio hermano menor
estaría haciendo lo que siempre hace, cochinadas a la pobre Chachay. No
era otra cosa. Lo encontré persiguiendo a Chachay con cinta de embalaje
en sus manos diciendo te voy a cerrar la boca, Chachay. Le di un jalón
de orejas. No quedaba más. Se fue chillando y mi abuela vino a ver qué
pasaba. Mire, Sarita, le dije, y le mostré a Chachay, a quien Julián había
logrado pegar algo de cinta de embalaje a una de sus patitas delanteras.
Este niño es el demonio, dijo Sarita. Cuando corté la cinta lastimé un
poco a Chachay porque gran parte del plástico estaba muy pegada a sus
pelitos. Ella lloró, pero al final pudimos sacarla de ese embrollo en el que
otro hijo del patriarcado la había puesto. Era cierto lo que decía Chío, a
estos energúmenos hay que enseñarles a ser buenos hombres a la fuerza,
la deconstrucción no sirve, hay que reconstruirlos de la nada.
TRES
Siento que últimamente ya no me pasan cosas interesantes. Mi rutina
consiste en levantarme, preparar el desayuno, sacar a Chachay al par-
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