Riechmann 1995 reforma fiscal verde.DOC - Istas
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Un último ejemplo holandés: una tasa regulativa introducida para asegurar que la<br />
gasolina sin plomo se hallase disponible por todo el país, y que hizo a la gasolina<br />
sin plomo más barata que la que llevaba plomo, desterró a la gasolina con plomo<br />
de las gasolineras holandesas en dos meses. En el nivel comunitario, gracias a los<br />
incentivos <strong>fiscal</strong>es concedidos en la mayoría de los Estados de la CE a la<br />
gasolina sin plomo, el consumo de este carburante ha pasado de representar el<br />
3% del total de carburantes para automóviles en 1987 al 35% en 1990 (sólo tres<br />
años).<br />
No debe pensarse que los instrumentos económicos de política ambiental se<br />
reduzcan a los tributos. Una modulación ecológica del gasto público tendría por<br />
lo menos la misma importancia que una <strong>fiscal</strong>idad ecológica bien diseñada para la<br />
transición hacia una economía ecológica. Repárese como caso particular en lo<br />
siguiente: en las economías industriales modernas el volumen que alcanzan las<br />
subvenciones públicas es enorme. En la RFA, por ejemplo, las subvenciones<br />
federales, de los Länder, municipales y de la CE ascendieron en 1989 a 80.000<br />
millones de marcos: el 3'8% del PNB y cinco veces la suma de las inversiones<br />
medioambientales (que fueron de 16.400 millones de marcos en 1988). Si se<br />
vinculase la concesión de estas subvenciones a exigentes criterios ecológicosociales,<br />
su eficacia para la reconstrucción ecológica de la economía sería<br />
enorme.<br />
Sin embargo, en el resto de este artículo me limitaré a los problemas que plantea<br />
una <strong>fiscal</strong>idad ecológica, dejando de lado los demás instrumentos económicos<br />
para la protección del medio ambiente.<br />
En defensa de una <strong>fiscal</strong>idad ecológica<br />
El objetivo teórico de las tasas e impuestos <strong>verde</strong>s es contribuir a internalizar las<br />
externalidades (como dicen en su jerga profesional los economistas) o, con otras<br />
palabras: lograr que los costes para el medio ambiente pasen a formar parte de<br />
los costes de producción y de consumo -y modificar, de ese modo, las pautas<br />
de producción y los hábitos de consumo de un modo beneficioso para el medio<br />
ambiente. Nosotros, de manera más modesta y pragmática, defenderemos que su<br />
objetivo -para una política ecologista lúcida- es actuar sobre la estructura de<br />
precios relativos de modo que se estimule una primera reestructuración de la<br />
economía en un sentido ecológicamente preservador. El lenguaje de los precios<br />
tiene que hacerse ecológicamente más veraz, para poder orientar adecuadamente<br />
las conductas de productores y consumidores. Esto no significa que<br />
necesariamente haya de aumentar la presión <strong>fiscal</strong> (al introducir las nuevas tasas e