Riechmann 1995 reforma fiscal verde.DOC - Istas
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del 22'5 al 19'5% del PIB, y el impuesto sobre sociedades del 2'8 al 1'9% del PIB. Por el contrario,<br />
aumentó el IVA (del 7'6 al 9'8% del PIB), y se introdujeron una serie de impuestos y tasas ecológicos<br />
que son los que nos interesan aquí:<br />
• Un impuesto de 250 coronas por tonelada de carbono en los combustibles fósiles (se recaudaron<br />
13.800 millones de coronas en 1992).<br />
• Una tasa de 30.000 coronas por tonelada de SO2 (se recaudaron 1.150 millones de coronas en<br />
1992). Los diferentes combustibles se gravan según su contenido en azufre, y con los fondos<br />
recaudados se subvencionan dispositivos de desulfuración.<br />
• Una tasa de 40.000 coronas por tonelada de óxidos de nitrógeno, estimándose la base imponible por<br />
medición directa de las emisiones en las 250 mayores instalaciones del país. Lo recaudado mediante<br />
la tasa se redistribuye entre estas instalaciones proporcionalmente a las cantidades de energía<br />
producida.<br />
• Reforma de los tributos que afectan a los automóviles, de acuerdo con sus características<br />
energéticas y ambientales.<br />
• Tasas sobre los envases para bebidas, los abonos, los pesticidas, las pilas, las baterías y las<br />
chatarras de automóviles y electrodomésticos.<br />
FUENTE: Jean-Philippe Barde, Économie et politique<br />
de l'environnnement (PUF, Paris 1992), p. 294.<br />
La modalidad concreta de este impuesto energético europeo ha sido objeto de un<br />
vivo debate, en el que sectores de los movimientos ecologistas europeos<br />
participan con posiciones diferentes. El temor es que si se grava el contenido en<br />
carbono de cada fuente de energía (lo que parece aconsejable para actuar en<br />
contra del "efecto invernadero"), ello redundaría en un inaceptable subsidio<br />
encubierto de la energía nuclear. La gran asociación alemana BUND (que agrupa<br />
a la friolera de 180.000 miembros) aboga por un impuesto sobre la energía<br />
primaria del que sólo estarían exentas las energías renovables (empezaría a un<br />
nivel de dos pfennig -centavos de marco- adicionales por kwh y aumentaría<br />
progresivamente hasta el nivel de 5-10 pfennig adicionales por kwh; las<br />
estimaciones indican que esto llevaría a disminuir el consumo energético en un<br />
50% a medio plazo). Por el contrario, la Sociedad Sueca para la Conservación<br />
de la Naturaleza (Svenska Naturskyddföreningen, que agrupa a 140.000 socios)<br />
defiende un impuesto sobre las emisiones de CO2 en la línea del que ya existe en<br />
Suecia (ver cuadro 2), combinado con un conjunto de medidas (tanto<br />
económicas como administrativas) en contra de la energía nuclear. Los<br />
argumentos de las dos partes son complejos y elaborados, pero en mi opinión la<br />
razón se inclina del lado de los promotores de las tasas sobre energía primaria<br />
(entre los que se encuentran, en nuestro país, organizaciones como<br />
GREENPEACE, AEDENAT, y otras).<br />
Recientemente la Agencia Internacional de la Energía ha propuesto un impuesto<br />
internacional sobre las emisiones de dióxido de carbono (50$ por tonelada de<br />
carbón, 8$ por barril de petróleo); y tanto la Comisión de la CE como el Grupo<br />
Verde en el Parlamento Europeo se han decantado por un impuesto mixto sobre