Riechmann 1995 reforma fiscal verde.DOC - Istas
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ambientales, y más bien estoy convencido de la endeblez teórica de tal<br />
propósito; sino que nos interesa investigar la posibilidad y conveniencia de<br />
actuar políticamente sobre economías de mercado con herramientas como<br />
impuestos y subvenciones para alcanzar objetivos políticos ecologistas (o<br />
ecosocialistas, si es que puedo expresar aquí mi preferencia individual propia).<br />
El punto de partida es político: nuestro objetivo no es perfeccionar los<br />
mercados, sino detener la destrucción de la naturaleza y avanzar hacia la<br />
emancipación social. Sabemos que los mercados no existen de manera natural,<br />
sino que son organizados y construidos social y políticamente.<br />
Acaso convenga insistir en este punto. No podemos partir del mercado<br />
capitalista como un hecho intocable y ver qué niveles de salud humana, calidad<br />
de vida y protección de la biosfera son compatibles con él. Exactamente eso es<br />
lo que hace la mainstream economics, y también ese intento de remozarla<br />
ecológicamente que es la economía ambiental ortodoxa (marginalista): pero hay<br />
que darle radicalmente la vuelta a semejante planteamiento, ponerlo de cabeza.<br />
Tenemos que partir de ciertos estándares imprescindibles de salud humana,<br />
calidad de vida y protección de la biosfera (definidos colectivamente en un<br />
proceso político democrático) y ver cuánto del actual mercado capitalista y la<br />
actual estructura de propiedad y poder es compatible con ellos. Los<br />
"instrumentos de mercado" de política ambiental, como impuestos <strong>verde</strong>s o<br />
licencias de emisión negociables, serán nada más que herramientas al servicio de<br />
esos objetivos colectivamente determinados. En este sentido, cualquier política<br />
ecológica seria pasa por recuperar la primacía de lo político y limitar la<br />
autonomía de lo económico.<br />
Se argumentará quizá que el factor más importante de "internalización" de estos<br />
costes externos sociales y ambientales son las luchas populares, y esto es cierto.<br />
Sin duda la prioridad del movimiento ecologista será luchar contra las<br />
incineradoras de basuras e incrementar los costes de la incineración por medio<br />
de la presión popular hasta tal extremo que la haga política y económicamente<br />
inviable (el paralelismo con la energía nuclear sería ilustrativo); y la prioridad no<br />
será introducir, en una situación como la actual, tasas ecológicas sobre la<br />
recogida de basuras. Pero pensemos en el momento siguiente: se ha conseguido<br />
eliminar la incineradora e implantar un sistema intensivo de recogida selectiva de<br />
basuras domésticas (en cinco o seis contenedores diferentes por hogar, o quizá<br />
nueve, como en Viena), con el objetivo de reciclar su práctica totalidad. Ahora<br />
hay que conseguir la adhesión de ciudadanos y ciudadanas al nuevo sistema.<br />
Habrá que combinar medidas (educativas, por ejemplo) y acaso entre ellas<br />
estuviese indicada una fuerte tasa ecológica sobre la basura no seleccionada.