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SANTO DOMINGO, RD. DOMINGO 19 DE JULIO DE <strong>2020</strong><br />

Lecturas de domingo<br />

33<br />

sucesión, sí dejó claro en<br />

sus últimas voluntades que<br />

el primero, entonces secretario<br />

general del Comité<br />

Central del Partido Comunista<br />

de la Unión Soviética,<br />

debía ser aparatado del<br />

cargo debido a su gran voracidad<br />

por el poder. El moribundo<br />

no fue más considerado<br />

con aquellos que<br />

le rodeaban, entre ellos el<br />

mismo Trotsky (con el que<br />

ya había mantenido trifulcas<br />

varias en el pasado) Grigori<br />

Zinóviev (cabeza del<br />

Comintern) o Lev Kámenev<br />

(vicepresidente del Sovnarkom).<br />

Si se hubiera mantenido<br />

en el reino de los vivos más<br />

tiempo, Lenin habría corroborado<br />

las sospechas de<br />

que a todos les movían las<br />

ansias de poder. Pero falleció<br />

diez meses después, tras<br />

una extensa agonía durante<br />

la que no pudo comunicarse<br />

con su mujer, Nadia,<br />

quien le leía a los pies de la<br />

cama todas las noches. Dejó<br />

este mundo el 21 de enero<br />

de 1924, un día en el<br />

que, como explicó su amigo<br />

Nikolái Bujarin, «estaba de<br />

buen humor» y se divertía<br />

mientras «un grupo de trabajadores<br />

de la finca salía a<br />

cazar». Horas después, ya<br />

en su cama, empezó a sangrar<br />

y, a eso de las siete de<br />

la tarde, expiró su último<br />

aliento.<br />

Como bien explica Sebestyen<br />

en su obra, Lenin dejó<br />

como último regalo envenenado<br />

un testamento lleno<br />

de rencor, odio y advertencias<br />

sobre sus antiguos colegas.<br />

Una suerte de bomba<br />

de relojería que podía estallar<br />

y acabar con todos ellos<br />

si era conocida por el pueblo.<br />

Por ello, tomaron la decisión<br />

de esconderlo para<br />

minimizar riesgos. El texto<br />

solo pudo leerse, fragmentado,<br />

tres años después. Su<br />

versión completa, filtrada<br />

por el New York Times en<br />

19<strong>26</strong>, fue ocultada por el<br />

mismo Stalin (el más damnificado<br />

si salía a la luz)<br />

hasta 1956, cuando Nikita<br />

Jrushchov desveló su contenido<br />

durante un discurso en<br />

el que cargó contra su predecesor.<br />

Redacción y odios<br />

Lenin, desesperado y ávido<br />

de que alguien le consiguiese<br />

cianuro para poner<br />

fin a su vida tras padecer<br />

el primer ictus (luego vendrían<br />

otros dos), dictó su<br />

testamento entre el 22 de<br />

diciembre de 1922 y el 4 de<br />

enero de 1923. La encargada<br />

de mecanografiarlo fue<br />

una de sus secretarias, María<br />

Volódicheva. Sebestyen<br />

es partidario de que, al ver<br />

la muerte cerca, el líder bolchevique<br />

recuperó «las cos-<br />

tumbres de su pasado conspirador»<br />

e insistió en que el<br />

documento debía permanecer<br />

oculto y bajo llave hasta<br />

después de su muerte. No<br />

se fiaba, en definitiva, de<br />

que alguno de sus camaradas<br />

de partido intentara influir<br />

sobre él si conocía su<br />

contenido antes.<br />

«A petición suya se prepararon<br />

cinco copias. Una<br />

la conservó él, tres copias<br />

[debían] entregarse a Nadezhda<br />

Konstantínova y<br />

otra, marcada como “estrictamente<br />

secreta”, a la secretaria»,<br />

afirmó su esposa. Los<br />

borradores fueron quemados<br />

y, el resto de los documentos,<br />

sellados en sobres.<br />

La idea era que, si alguien<br />

los abría antes de su fallecimiento,<br />

el líder soviético se<br />

percatara de ello y pudiese<br />

cambiar sus últimas voluntades<br />

a discreción. No obstante,<br />

la realidad es que es<br />

más que probable que Stalin<br />

conociera, al menos, la<br />

existencia del informe, pues<br />

era el encargado de seleccionar<br />

a los médicos y enfermeras<br />

que trataban al<br />

enfermo y los ayudantes de<br />

Lenin trabajaron, a la postre,<br />

también para él.<br />

El primer fragmento del<br />

testamento fue dictado el<br />

24 de diciembre, y fue uno<br />

de los más extensos. Para<br />

empezar, cargaba de forma<br />

frontal contra Stalin: «El<br />

camarada Stalin, que se ha<br />

convertido en secretario general,<br />

ha concentrado un<br />

poder inconmensurable en<br />

sus manos, y no estoy seguro<br />

de que sepa usar el poder<br />

con suficiente precaución<br />

en todo momento». En<br />

cambio, se deshacía en elogios<br />

hacia Trotski, al que calificaba<br />

como «el hombre<br />

más capaz del actual Comité<br />

Central del partido». En<br />

los tramos posteriores analizó<br />

también a las figuras<br />

clave dentro de la URSS,<br />

entre ellas Zinóviev y Kámenev<br />

(de los que no habló<br />

bien en exceso) e hizo comentarios<br />

generales sobre<br />

la dirección después de su<br />

muerte.<br />

Pocas jornadas después,<br />

el 4 de enero, convocó a su<br />

secretaria para añadir una<br />

curiosa postdata en el testamento.<br />

La más dolorosa para<br />

Stalin:<br />

«Stalin es demasiado grosero<br />

y este defecto, aunque<br />

bastante tolerable en nuestro<br />

medio y en los tratos entre<br />

nosotros, los comunistas,<br />

se vuelve intolerable en<br />

un secretario general. Por<br />

eso sugiero que los camaradas<br />

piensen cómo eliminar<br />

a Stalin del cargo y nombrar<br />

a otro hombre en su lugar<br />

que, en todos los demás<br />

aspectos, difiera del camarada<br />

Stalin en una sola ventaja,<br />

a saber, que sea más<br />

tolerante, más leal, más cortés,<br />

más considerado con<br />

los demás camaradas y menos<br />

caprichoso».<br />

Aquel párrafo supuso la<br />

materialización de una pugna<br />

entre ambos que se extendía<br />

desde hacía años. Un<br />

tira y afloja que, por cierto,<br />

no había tenido importancia<br />

hasta entonces para un<br />

Lenin que, según el autor de<br />

esta nueva biografía, conocía<br />

la «inmoralidad despiadada»<br />

de su subordinado,<br />

pero jamás hizo ademán de<br />

ponerle coto. «Lenin creó el<br />

monstruo, y su mayor crimen<br />

fue dejar a Stalin con<br />

buenas perspectivas de convertirse<br />

en el dictador soviético»,<br />

añade Sebestyen<br />

en su obra. En la práctica,<br />

y según diferentes historiadores,<br />

aquella sencilla nota<br />

a pie de página suponía la<br />

muerte política de Iósif.<br />

No se le puede reprochar<br />

que cambiase de idea en este<br />

sentido. A mediados de<br />

enero, el moribundo se enteró<br />

de que Stalin había organizado<br />

una campaña<br />

para aplastar el nacionalismo<br />

georgiano. Su objetivo:<br />

que todo el poder emanara<br />

de una central y poderosa<br />

Moscú, algo que Lenin<br />

no compartía. Este, a través<br />

de su esposa, envió una nota<br />

personal a todos sus segudiores<br />

para que cortaran<br />

de raíz aquello. No solo no<br />

sirvió de nada, sino que su<br />

enemigo se enteró de ello y<br />

llamó a Nadia por teléfono<br />

advirtiéndole de que sufriría<br />

severas consecuencias.<br />

La respuesta no se hizo esperar<br />

por parte del postrado<br />

político:<br />

«Has sido tan grosero como<br />

para llamar a mi esposa<br />

por teléfono y dirigirte a ella<br />

en un tono inadecuado, […<br />

Aunque ella te diga que está<br />

dispuesta a olvidarlo, […]<br />

yo no tengo intención de olvidar<br />

tan fácilmente lo que<br />

se haga contra mí, y huelga<br />

decir que quien ataca a mi<br />

esposa me ataca a mí. Por lo<br />

tanto, te pido que reflexiones<br />

sobre si estás dispuesto<br />

a retirar lo que has dicho y<br />

pedir disculpas, o si prefieres<br />

que nuestra relación se<br />

rompa».<br />

Demasiado escondido<br />

La muerte de Lenin puso<br />

un lógico fin a aquellas<br />

trifulcas con las que Stalin<br />

intentó lidiar para evitar<br />

un enfrentamiento directo.<br />

Las diferencias internas<br />

en el partido tampoco se airearon<br />

de cara al exterior<br />

para no mostrar debilidad.<br />

Cuando llegó el día fatal,<br />

nadie podía sospechar la<br />

tensión que existía en el seno<br />

del partido. El 23 de enero,<br />

el féretro fue cálidamente<br />

recibido por miles y miles<br />

de ciudadanos en Moscú,<br />

la capilla ardiente fue visitada<br />

de forma masiva y hubo<br />

que doblar hasta en dos<br />

ocasiones la guardia para<br />

organizar a todo aquel gentío.<br />

Los diarios de entonces<br />

confirmaron que hacía un<br />

frío gélido e insoportable,<br />

pero no importaba. Tocaba<br />

dar el último adiós.<br />

ero el amor hacia Lenin<br />

no se replicaba en la troika<br />

que, a la cabeza de Stalin,<br />

Kámanev y Zinóviev, dirigía<br />

ahora el país. Estos, en palabras<br />

de Sebestyen, se ocuparon<br />

de que el testamento<br />

jamás viese la luz. Lo consiguieron.<br />

Nadia, a pesar de<br />

sus esfuerzos, no logró dar<br />

a conocer su contenido al<br />

pueblo y solo pudo, según<br />

se sospecha, filtrarlo a los<br />

medios internacionales.

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