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playa, cerveza y decibeplios.
para a pocos metros tener una buena
tarde y noche de rock clásico, hard rock, y
metal contemporáneo. ¿Quién va a poder
resistirse a beberse una cerveza bien fría
mientras los Scorpions atacan el “Bad
boys running wild” o los maravillosos
UFO hacen lo propio con “Rock bottom”?
El catálogo de bandas, abunda como
digo, en una buena base de clásicos,
salpicados con un energético jeringazo
de buenas formaciones de la escena
actual. Porque, junto a Scorps, UFO,
Recientemente recibí a través de un
maravilloso grupo de whatsapp de
amigos peludos y bonachones, rockeros
de pedigrí todos, una foto del cartel
del festival de Reading de 1982. En él
comenzaban a destacar esos geniales
logos que fueron haciéndose cada vez
más populares en aquellos años y en los
que cada banda se presentaba con su
tipografía personalísima. En los años 70,
la mercadotecnia alrededor de un festival
de rock se reducía a un simple flyer
con la relación de bandas, sin apenas
destacamento de tipo alguno. A partir de
los 80, la gente ya era capaz de pegarse
por conseguir un cartel festivalero para su
cuarto de adolescente. Y yo, que ya veo
la cincuentena a un par de manzanas, me
vuelvo muy chiquillo con estas cosas de
la mitomanía, el coleccionismo, por no
hablar de la excitación cuasi onanística de
cerrar los ojos e imaginar que uno asiste
a alguno de aquellos míticos circuitos de
carreras entre ese olor a grasa, cerveza
y marihuana.
Normalmente, cuando uno ve carteles
como esos, o cuando rememoramos
los festis de aquellos benditos 80
(Dongington, Reading, UK Festival,
etc…), cuesta mantener el lagrimal tenso
para no dejar escapar una bien merecida
lagrimita por los viejos tiempos. Sin
embargo, entre la oferta festivalera actual,
que suele abundar en lugares comunes y
repetición de cabezas de cartel, destaca
un festival que a muchos puede haber
pasado desapercibido pero cuyo cartel
me hace recordar aquellos viejos festis en
los que podíamos degustar esa especial
mezcolanza de bandas que nos trajo
aquel heterogéneo comienzo de los 80.
En aquellos días, los grandes nombres
de los 70 competían en la misma arena
contra nuevas formaciones de aquello
que se vino a llamar Nueva Ola de metal.
Y es ahora, en pleno 2019, cuando el
Rock the Coast (Fuengirola, 14 y 15
de junio), nos devuelve esa sensación
de tener la oportunidad de presenciar
un set de bandas de las que, ya hace
40 años, hubiéramos matado por ver. Y
sí, it´s ok, es posible que mucha gente
muestre cierto recelo antes este tipo de
grandes eventos. Pero, señores, conozco
el sitio en el que se va a celebrar, y tanto
el recinto como la organización se me
antojan ideales para este tipo de bandas
y público. No se me ocurre mejor entorno
para disfrutar de una mañana de playa
Europe, o Rainbow (atención, único
show por estas tierras de Blackmore
and Co.), tendremos la oportunidad de
volver a encontrarnos con el hiperactivo
Michael Monroe, o de ser testigos de
la extrema calidad de Opeth. Bandas
de estos últimos tiempos que a su vez
arrastran muchos años de buen hacer,
como los fabulosos Graveyard (he
podido verles ya un par de veces y son
como una bomba de rock setentero
en manos de unos jovenzuelos); más
clásicos del metal como U.D.O., que
sigue replicando a sus ex compañeros de
Accept con una buena dosis de pelotas;
será la oportunidad de presenciar
también el estado de forma actual de The
Darkness; en el plano nacional tenemos
apuestas seguras como Leo Jiménez o
los potentísimos Angelus Apatrida. Más
nombres a destacar, la bella Tarja, que
ha desarrollado ya una intensa carrera
por encima de su pasado con Nightwish.
Y así, con más referencias destacables
(Dark Tranquility, Mayhem, Angel
Witch, Aborted…) se completa una
más que interesante propuesta, ideal
para comenzar el verano con las pilas
cargadas, en un entorno precioso, junto
al Castillo de Sohail, rodeado de pinos,
olas, y decibelios.
Jesús Sánchez
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