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ALBERTO CRUCES - El ámbito de aplicación

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PRÓLOGO

actual para quienes propugnamos una nueva Constitución o, cuando

menos, una reforma de algunos aspectos del Régimen Económico vigente;

como paso necesario para instaurar realmente una economía social de

mercado (no la falsamente proclamada en la Constitución) y un Estado

Social y Democrático de Derecho. Para ello considero que puede ser

oportuno hacer recuerdo, sobre todo para los lectores más jóvenes, de

algunos acontecimientos constitucionales y políticos que pueden ayudar

a explicar este debate y lo que está en juego.

Hace algo más de 40 años, la Constitución de 1979 fue la primera

de las constituciones peruanas en contemplar un extenso Régimen

Económico que, según expresaba en su artículo 110º, “se fundamenta

en principios de justicia social orientados a la dignificación del trabajo como

fuente principal de la riqueza y como medio de realización de la persona

humana.” Entre sus numerosas novedades incluía reconocer el pluralismo

económico (artículo 112º), sustentado en la coexistencia democrática de

diversas formas de propiedad y empresa (privada, estatal, cooperativa,

comunitaria, autogestionaria). Se señalaba (en el artículo 113º) que el

Estado ejercía actividad empresarial con el fin de promover la economía

del país, prestar servicios públicos y alcanzar el desarrollo. Por causa de

interés social o seguridad nacional, la ley podía reservar para el Estado

determinadas actividades productivas o servicios, así como reservarlas

para los peruanos (artículo 114º). Se reconocía la libre iniciativa privada,

en una economía social de mercado, donde “el Estado estimula y reglamenta

su ejercicio para armonizarlo con el interés social” (artículo 115º).

Se obligaba a que la propiedad use los bienes en armonía con el interés

social, y que el Estado promueva el acceso a ella.

Esta intención de la Constitución de insertar el desarrollo de la

economía dentro de la visión propia del Estado Social y Democrático

de Derecho, fue criticada por algunos sectores políticos conservadores,

defensores de una economía basada en la mera libertad de mercado, la

reducción drástica de la preocupación por el interés social y de la intervención

estatal. Se la acusaba de ser utópica, por contemplar un conjunto de

derechos sociales y económicos considerados “irrealizables” o meramente

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