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10 Martes 13 de julio de 2021
Opinión
Diario Co Latino
Ética y Política
El relato engañoso y la distracción nacional
José M. Tojeira
Con el bitcoin nos vamos a
enriquecer todos. Con China
estaremos mejor que con Estados
Unidos. La honorabilidad y
honradez de los funcionarios
actuales es absoluta. No hacemos
caso de la Lista Engel
porque estamos contra
el imperialismo. Todo lo
que hicieron los gobiernos
anteriores no sirve para nada.
Todo lo que se hace en la ac-
Los romeristas de antaño se pasaron
al bando de los corruptos. Estas y
otras sandeces son parte de lo que
difícilmente puede llamarse pensamiento,
emitido por diversos partidarios
del actual Gobierno.
Y por supuesto forman parte también
del mismo relato engañoso tanto
las alabanzas al líder como los insultos
e incluso persecución a todo
aquel que desde la crítica da opinio-
Este panorama no es extraño en El
Salvador, porque los gobiernos anteriores
han acudido también a la creación
de relatos falsos. Pero en la actualidad,
y con el refuerzo de las redes,
asistimos a un abigarrado escenario
dualista de blanco y negro, buenos
y malos, que no solamente divide
Presidente:
Nelson López
Director General:
Francisco Elías Valencia
Jefa de Información:
Gabriela Castellón Fajardo
Coordinadora de Prensa: Patricia Meza
Teléfonos: 2222-1009, 2271-0671, 2271,0971 Fax: 2271-0822
130 AÑOS INFORMÁNDOTE CON CREDIBILIDAD
a la ciudadanía, sino que distrae respecto
a los problemas estructurales
salvadoreños.
Generalmente este tipo de relatos
se termina desmoronando solo.
Cuando se da una dictadura fuerte,
el relato tarda a veces décadas en
reducirse a escoria. En un régimen
híbrido como el nuestro,
donde democracia, corrupción
y autoritarismo se
dan la mano desde hace tiempo,
los relatos tardan menos en
disolverse y desaparecer. En buena
parte porque la misma oposición,
cuando llega al poder, generalmente
por vía electoral, se encarga también
de destruir el relato de los anteriores
para construir el propio. Pero
esta dinámica solo nos lleva a paralizar
un camino hacia el desarrollo material
y humano que va siempre demasiado
despacio, marginando a muchos
y creando desigualdad.
En cualquier proyecto de realización
común, un mínimo de reglas claras
y un saber aprovechar lo bueno
del oponente son tareas básicas para
país, El Salvador en concreto, no podemos
dejar de verlo como un proyecto
de realización común que debemos
construir juntos, incluso desde
nuestras propias diferencias de
opinión.
Además, los relatos partidistas tienen
siempre una buena parte de hipocresía
y mentira. Así ha sido en
nuestro país y en muchos otros incluso
desde la independencia. Y sobre la
mentira difícilmente se puede cons-
dos
la mentira, especialmente cuando
se le miente al Estado, sea funcionario
o simple ciudadano quien lo
hace, se comete un delito. Entre nosotros
mentir parece un deporte nacional,
especialmente en el campo de
la política. Y por eso mismo los relatos
partidarios oscilan entre las promesas
falsas y los gritos defendiendo
la propia y supuesta moralidad notoria,
mientras se acusa a otros de ladrones.
Un magistrado de la Corte Supre-
mar
sentencias contradictorias. Pero
si es dócil y servil ante otros poderes
permanecerá en el cargo tranquilamente.
Los que son independientes y llegan
al grado de molestar a los más poderosos,
pueden ser destituidos fácilmente si
el que tienen más poder tiene los votos
haya causa o no de destitución. El po-
tencia
de su poderío y trata de aplastar,
aunque sea en algunos momentos solo
a gritos, a quienes levantan la voz en
contra de narrativas tan absurdas como
a veces ilegales.
Lo pernicioso y fatal para un país es
perder el tiempo y las oportunidades
de desarrollo defendiendo proyectos
torpes y de escasa racionalidad, o posiciones
personalistas e intereses particulares
como los que se esconden tras
el bitcoin. Los relatos políticos son con
demasiada frecuencia discurso vacío,
distracción de los verdaderos objetivos
de bien común que la política debe
tener. Si nuestros políticos no quieren
narse
la boca con la palabra mientras la
destruyen con sus hechos, al menos sería
bueno que aprendieran de la literatura.
El ambicioso y cruel Macbeth, cuan-
dio
de un monólogo que “la vida es un
cuento contado por un idiota, lleno de
ruido y de furia, que no tiene ningún
sentido”. Una buena descripción de algunos
de nuestros relatos políticos.
Aunque hay que advertir que la mayoría
de nuestros políticos, marcados por
la ignorancia o por la falta de ética, probablemente
no son tan malvados como
el Macbeth de la tragedia. Pero pro-
temente
inteligentes como para darse
cuenta de que sus relatos no son más
que una farsa que nos distrae de los objetivos
racionales de la política.