Edición 21 de julio de 2021
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
10 Miércoles 21 de julio de 2021
Opinión
Diario Co Latino
Esos 19 de julio
Víctor Manuel Valle Monterrosa
Soy un humano que pasa
de 8 décadas y desde mi
primera juventud me signan
los 19 de julio.
Cuando estudié en la Universidad
de El Salvador, entre 1959 y 1965, todavía
se recodaba vívidamente la huelga estudiantil
universitaria de 1950.
Los profesionales jóvenes recordaban
sus hazañas políticas para montar la
huelga universitaria y hacer renunciar o
destituir al Rector Carlos Llerena quien,
a pesar de ser un visionario innovador
académico, entró en colisión con los estudiantes
y fue removido en el 19 de julio
de 1950. Por eso, a partir de entonces
y por varios años, el 19 de julio fue
el día del estudiante universitario en El
Salvador.
Durante el Rectorado del Dr. Llerena
se fundaron las Facultades de Economía
y Humanidades en la UES y también un
prestigioso Instituto Tropical de Investigaciones
Científicas al que venían académicos
y científicos de otros países a hacer
investigaciones para publicarlas en
una revista científica de buena circulación
y gran prestigio.
Aparentemente, al doctor Llerena le
picó el virus de la reelección y los estudiantes
la aplicaron el mexicano “sufragio
efectivo no reelección” y se fueron
a la huelga para que se fuera y con ello
impulsar un proceso de reforma que
coincidió con la escritura de la Constitución
Política de 1950 en la cual se
consignaba explícitamente la autonomía
universitaria.
Podría decirse que la huelga estudiantil
de 1950 impulsó una reforma que se
condensó en la autonomía proclamada
por la nueva Constitución.
Pero otro 19 de julio trae recuerdos
aciagos. El 19 de julio de 1972, el recién
estrenado gobierno del coronel Armando
Molina (había tomado posesión el 1
de julio) orquestó un operativo,
legal y cabal, en el que concurrieron
una Corte Suprema de
Justicia y una Asamblea Legislativa
subordinadas al estamento
militar para que el gobierno
enviara soldados y policías a capturar
a autoridades y estudiantes y enviarlos
a unos a la cárcel y al desempleo y
a otros a la cárcel y al exilio. Y la gran
prensa no dijo nada en contra.
El famoso coronel entonces y después
general Alfredo Alvarenga, el hombre del
machete, era el comandante supremo del
operativo de fuerzas combinadas armadas
hasta los dientes frente a enemigos
internos que solo teníamos libros, bolígrafos,
ideas y una que otra calculadora
antigua. Así eran de valientes y heroicos
los torturadores de victimas amarradas
de las extremidades y vendadas de los
ojos.
(El general Alvarenga, ya retirado, murió
de una picadura colectiva y masiva
de un enjambre de abejas y podría decirse
que esas abejas eran los nahuales redivivos
de sus muchas víctimas).
El coronel Molina falleció, el recién
18 de julio de 202, en Estados Unidos,
a los 93 años, donde vivió los últimos
40 de su vida en una mansión construida
con sus ahorros y con la dicha de nunca
ser señalado como corrupto; pero eso sí
como represor.
El difunto ex presidente Molina será
recordado porque durante su gobierno
hubo sonadas masacres que preludiaron
la guerra civil de los 1980. La estudiantil
de un 30 de julio, la Cayetana, Tres Calles,
el asesinato del padre Rutilio Grande
y dos colaboradores, ejecutados por la
Guardia Nacional por órdenes directas
de su director el general Alvarenga. También
se le recordará por haber anunciado
una transformación agraria que nunca
arrancó.
Molina, en abierta violación a la Constitución
Política, desterraba opositores
políticos y tenía el desenfado de anunciarlo
aduciendo que “unos compatriotas
han decidido cambiar de domicilio”.
A esa porción de la dictadura le decían
tiempos de conciliación, pues el aparato
de turno era el Partido de Conciliación
Nacional que, con presidentes militares,
gobernó 18 años, de 1961 a 1979. Su 19
de julio lo recuerdo porque gracias a eso
comencé un largo exilio
Hubo otro 19 de julio en mi vida. Fue
el 19 de julio de 1979 cuando entraron
los sandinistas triunfantes a Managua y
el dictador Somoza había huido dos días
antes ante una insurrección popular. Estando
yo en Alemania, por asuntos laborales,
me llegó la noticia y con varios
amigos latinoamericanos celebramos.
Alemania todavía estaba dividida por la
guerra fría y conocí los dos lados.
El triunfo sandinista fue un impulso a
la esperanza de una Centroamérica nueva.
Pero esa ilusión se desvaneció con el
tiempo.
La última vez que estuve en Nicaragua
fue en marzo de 2009, cuando el triunfo
del FMLN en las elecciones presidenciales
estaba fresco y también se alimentaron
esperanzas. Henry Ruiz, el comandante
Modesto de la Revolución Popular
Sandinista, así con mayúsculas, y otros
amigos, me invitaron a hablar a un centenar
de personas sobre el significado del
triunfo del FMLN.
Había euforia izquierdista en la región,
pero los nicaragüenses anfitriones
ya comenzaban a disentir de la conducción
orteguista. Han pasado 12 años de
esa presentación y cómo han cambiado
las cosas en Nicaragua y El Salvador y
antiguos anhelos de justicia e igualdad
siguen pendientes
En todo caso, esos 19 de julio me traen
recuerdos y me dicen que el camino ha
sido largo y que queda mucho por andar.
Sigamos andando.