Edicion 30 de Septiembre 2021
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6 Jueves 30 de septiembre de 2021 Nacionales
Diario Co Latino
“Nuestra espiritual ancestral se basa en el amor
y respeto a la naturaleza”: poblaciones indígenas
En el marco de la ceremonia ancestral nahuat-pipil del equinoccio de otoño, representantes de ACOPOC hicieron el llamado al Estado, a la sociedad,
para que se respeten sus derechos Foto Diario Colatino/Cortesía.
Iván Escobar
Las poblaciones indígenas
de El Salvador siguen
alzando su voz,
así como demandando sus derechos
frente a las injusticias que
prevalecen en sus comunidades.
En el marco de la ceremonia
ancestral nahuat-pipil del equinoccio
de otoño, representantes
de la Asociación de Consejos de
Pueblos Originarios de Kuzkatán
(ACOPOC) hicieron el llamado
al Estado, a la sociedad,
para que se respeten sus derechos
y se dé a conocer las verdaderas
causas del porqué las poblaciones
indígenas aún se les ve con
recelo, y marginación, a pesar de
ser los guardianes de las tradiciones
de nuestra identidad. Y es
que a pesar de la ratificación al
artículo 63 de la Constitución de
la República, en 2015, en la cual
el Estado salvadoreño reconoció
la presencia de poblaciones originarias,
aún están pendientes muchos
derechos de cumplir, como
la ratificación del convenio 69 de la
OIT, entre otros compromisos.
“Lo que perseguimos con estos
rituales es mantener la espiritualidad
ancestral que es basada en el
amor y respeto hacia la naturaleza”,
expresó Nantzin Guadalupe, guía
espiritual del Consejo, quien además
instó a las nuevas generaciones
a estudiar “la verdadera historia” y
no dejarse imponer mentiras, que siguen
haciendo creer que era necesaria
la represión histórica contra las
poblaciones indígenas.
Nantzin Guadalupe hizo una valoración
profunda del significado
del Bicentenario de la Independencia
Centroamericana, desde la visión
de las poblaciones indígenas.
Es así que rememoró que las poblaciones
indígenas en El Salvador,
como en el resto de América, fueron
invadidas por España, y la Independencia
de 1821 solo fue en beneficio
de los Criollos, no de las poblaciones
indígenas.
Muestra de ello fue la resistencia
y rebelión de las poblaciones de
Los Nonualcos, en 1831; la masacre
indígena de 1932, ejecutada por el
dictador General Maximiliano Hernández
Martínez, fue otra herida
mortal para las comunidades indígenas
de la zona occidental del país,
a esto se suma la marginación e invisibilización
de sus derechos por
décadas, desde el Estado.
“Así vemos nosotros el Bicentenario,
ese gran movimiento, esa actividad
que le ha costado al país 1
millón de dólares…el señor Presidente
estaba (el 15 de septiembre)
celebrando ahí el aniquilamiento
del pueblo, la toma del poder los
criollos”, valoró la guía espiritual
durante la ceremonia indígena, celebrada
este 22 de septiembre, en el
cantón Rosario El Tablón, del municipio
de Tenancingo, departamento
de Cuscatlán.
Apan Tumak, guía espiritual y
quien desarrolló la ceremonia ancestral,
recordó que siempre ha existido
un interés por borrar nuestra
“memoria histórica”. En la conquista
fue a través de la imposición de la
iglesia Católica, y el aniquilamiento
de las tradiciones ancestrales. “Pero
no se borró, simplemente ha estado
ahí…cortaron el árbol, casi lo arrancan;
pero brotó, nosotros somos
fruto de ese brote, denunciando las
injusticias”, subrayó, y recordó que
hoy se tienen avances, pues la autoridad
estatal ya no persigue a quienes
se reúnen para celebrar una ceremonia
ancestral, “antes esto era motivo
para ir a la cárcel”; pero aún los
pueblos siguen reclamando sus reivindicaciones.
Este tipo de encuentros que organiza
cada tres meses el Consejo de
Pueblos Originarios, resaltó Apan
Tumak, permite irradiar energías
positivas. “La energía de este día es
parte de lo que nos dará la sabiduría
y el entendimiento para seguir adelante”,
reafirmó.
Las ceremonias en el año ofrecidas
por el Consejo son cada tres meses;
dos dedicadas al equinoccio y
dos al solsticio.
Herencia de dolor, 1932
Nantzin Guadalupe o “Chicuace
Natzin uan ume peltzin” nombre
adquirido desde 2001 cuando recibió
su bastón que le acredita como
“guía espiritual”, y como formadora
de muchas generaciones, dice
que la historia de las poblaciones
indígenas en El Salvador está fundada
sobre el dolor.
Ella nació 16 años después de
la masacre de 1932, aquella que en
tres meses arrasó con la vida de
más de 30 mil indígenas de la zona
occidental del país, “eran asesinados
un promedio de 300 personas
por día, en apenas tres meses se frenó
la rebelión”, recordó.
Así como se reprimió en 1833 a
las poblaciones de los Nonualcos,
con el asesinato de Anastacio Mártir
Aquino; en 1932, fueron masacrados
miles de indígenas.
Esta mujer originaria de Sonzacate,
departamento de Sonsonate,
recuerda con dolor esos sucesos,
por ello su vida la ha dedicado a
estudiar y aprender “la verdadera
razón” por la cual las poblaciones
indígenas han sido perseguidas, la
razón es porque son comunidades
que velaban por sus derechos, luchaban
y resistían, porque fueron
despojados desde finales de 1800
de sus tierras ejidales, y a la fecha
hay resistencia desde el Estado a
retribuirles.
“En 1932 muere toda mi familia,
yo nací 16 años después
de la masacre. Mi madre siempre
nos recalcaba:¨ustedes tienen solo
Nana, Tata y Abuelo¨. El resto de
la familia ya no existía. No existió
jamás, yo no los conocí”, comparte.
“Nuestra historia es tan triste,
tan dura, dolorosa que al darse
cuenta uno de eso, es una serie
de emociones que se sienten…a mí
me hierve la sangre, pero a la vez
me duele”, comentó.
Con estas ceremonias ancestrales
las poblaciones indígenas buscan
reafirmar su conexión con la
madre naturaleza, y lo importante
destaca Nantzin Guadalupe, “Tenancingo
es un lugar sagrado”,
como asociación tienen presencia
en todo el país, “nuestra asociación
nace en Santa Catarina Masahuat,
Sonsonate”.
“Hemos tenido la participación
de muchos jóvenes en estas
ceremonias, para nosotros es un
gran logro. Hay juventud que se
está interesando poco”, resaltó.