Estar encabezando el camino hacia la recta final en el grado once no es nada fácil, no solo por lasdificultades que nos podemos encontrar más adelante, ni tampoco por las tormentas que amenazancon derrumbarnos, si no porque nos estamos despidiendo de una de las etapas más significativas quehemos vivido durante nuestra vida. Hace once años, empezamos un proceso académico y personalque nos ha enseñado múltiples cosas que van desde lo teórico hasta valores que tienen un lugar únicoen el alma; hemos experimentado lo que es la angustia, el estrés, y la desesperanza. Hemos conocidola hermandad, la fortaleza y la entrega. Sin embargo, lo más importante de toda esta evolución, es quehemos descubierto que somos más fuerte de lo que creemos y que nunca estuvimos solos: siempretuvimos un compañero que nos levantó cuando pensamos que no teníamos nada más para ofrecer, yque creyó en nuestro potencial aún cuando nosotros mismos no lo hacíamos.Le estamos diciendo adiós a todas las experiencias que agitaron nuestro corazón de alegría, queampliaron nuestra mente a horizontes inimaginables y a la cual nos acostumbramos a tal grado quenecesitamos tomar una gran bocanada de aire antes de continuar hacia delante. Lo que nos esperamás allá puede ser tenebroso, pero ¿quién no le tiene miedo a lo desconocido? Se nos olvidaconstantemente que son justamente nuestros temores en los que descubrimos que somos valientes.El camino que resta tendrá sus obstáculos, pero solo hace falta recordar que para aquel entonces yahabremos cumplido un sueño, por lo que seremos capaces de alcanzar los que se vienen por delante.Y lo haremos por las personas que creyeron en nuestro talento y por nosotros; por el pasado queguardaremos para siempre en nuestro corazón. Porque soñar salva, y nos salva el soñar. Algunasveces nuestras vidas tienen que agitarse por completo para colocarnos en el lugar en el que hemosestado destinados a pertenecer.Generación Delta, recuerden que somos más grandes que nuestros miedos; eso lo han demostrado entodos estos años. Los temores se han dispersado en los momentos que nos hemos reído como grupo,por lo tanto, cuando estamos unidos no hay miedo que nos gane. Guardemos esos recuerdos fugacesen nuestro corazón para los instantes en que los necesitemos en el futuro. Cada uno de nosotros tieneun objetivo en la mente, y probablemente se irá modificando conforme vayamos creciendo comopersonas, pero, aunque la realidad sea reducida, los sueños son grandiosos y brillantes, entoncesanimémonos a perseguirlos, porque para ser un soñador se requiere tener agallas, y lo que nos sobraes valentía.Volemos alto, pero no demasiado lejos, ya que a veces necesitamos de nuestros recuerdos paramantener la esperanza de que la felicidad está al alcance, y, sobre todo, atesoremos la etapa que seencuentra a punto de finalizar, porque nunca se debe olvidar el lugar que nos dio el coraje paraemprender el vuelo.Algún día no muy lejano, celebraremos habernos dado la oportunidad de creer en nosotros. Nuestrolegado será el cambio que nos impulsó a seguir nuestros deseos, los cuales se cumplirán, porque lasestrellas siempre escuchan y responden al llamado de un soñador intrépido, valeroso, y audaz.Karen Tatiana Agudelo Gómez42
“ Sobre las ruinas del ayer, se construye la felicidad del mañana”A través de la historia continuamos siendo un referente de la educación en valoresy la formación humano - cristiana en la ciudad Señorial, hoy nos llena de orgullo ysatisfacción saber que nuestra labor da frutos al aportar niños y jóvenes de bien anuestro Municipio.43